ferreiro y silva valdés poéticas comparadas (1)

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    LAS POTICAS COMPARADAS DE

    FERNN SILVA VALDS Y DE ALFREDO M. FERREIRO

    por Luis Bravo*

    *estudio indito (2002), expuesto por el docente en Curso de Literatura uruguaya II

    (UM, 2013).

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    (CONTRA)PUNTOS DE PARTIDA

    El Nativismo de Fernn Silva Valds (F.S.V.) inaugura en Latinoamrica

    un ismo derivado en parte de la renovacin de los usos de la imagen y de la

    metfora que tanto el Creacionismo (1916) como el Ultrasmo (1918) venan

    planteando en lengua espaola, pero sin incorporar las rupturas sintcticas,

    fonticas ni poliexpresivas que ya el Futurismo (1909) haba propiciado y que el

    Dadasmo (1916) luego radicalizara. La impronta nativista se desmarca a su

    vez de lo cosmopolita-urbano para ahondar en una raz identitaria desde un

    repertorio de voces que apuntan a referentes telricos, como ya lo haba hecho

    de manera ms tradicional el criollismo rioplatense. A su vez, a lo largo de la

    dcada del 20 la avanzada del imaginario urbanstico cuyo repertorio

    lingstico viene dado por el despliegue tecnolgico que en esa dcada hace

    de Montevideo, y de Buenos Aires, ciudades cada vez ms metropolitanas,

    encuentra en la poesa de Alfredo Mario Ferreiro (A.M.F.) una potica de ndole

    sincrtica (ultra-futurista) que aggiorna los tonos y los temas ms en

    consonancia con los ismos europeos, mientras expone una relacin por

    momentos ambigua, entre pardica y residuaria, para con el Nativismo, que le

    precede con gran recepcin y popularidad, en unos pocos aos.

    La propuesta es la de hacer visibles una serie de contrapuntos entre

    ambas tendencias expresivas, lo que intentaremos focalizar al comparar

    aspectos de las obras de estos poetas en lo estilstico (ritmo, tono, registro,

    usos tropolgicos), as como en lo temtico y lo ideolgico, todo inserto en el

    complejo contexto de la dcada del 20 de la poesa uruguaya, en la que se

    inauguran sus respectivas obras.

    El nativismo de Fernn Silva Valds se estrena con Agua del tiempo

    (poemas nativos) (Pegaso, Montevideo, 1921). Dada la extraordinaria

    recepcin lectora y crtica, ste se reedita en 1922,1924,1925 hasta la

    significativa 5 edicin aumentada (Palacio del libro, Montevideo 1930), que

    tomaremos como referencia junto con Poesas y leyendas para los nios

    (Montevideo, 1930). El mojn vanguardista de Alfredo Mario Ferreiro se

    configura a partir del libro El hombre que se comi un autobs (poemas con

    olor a nafta) (La Cruz del Sur, Montevideo, 1927). La Revista La Cruz del Sur

    (1924-1931, treinta y cuatro nmeros) fue fundada por Alberto Lasplaces y

    dirigida luego por los hermanos lvaro y Guillermo Guillot Muoz, el ltimo de

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    los cuales prologa el libro de Ferreiro. La Cruz del Sur es la ms europea y

    cosmopolita de entre la plyade de revistas que dieron difusin a las

    vanguardias en nuestro medio durante la dcada del 20`, cuya punta de lanza

    fuera Los nuevos (1919-1920, cinco nmeros) dirigida por Ildefonso Pereda

    Valds y Federico Morador, plyade que tambin integrara Cartel (1929-1930,

    diez nmeros) que Ferreiro dirigiera junto a Julio Sigenza y desde la cual

    ensayara sus propias posturas estticas {Rocca, Pablo; 1997}.

    El trmino contrapunto que aqu utilizamos como eje del cotejo entre

    ambas lneas poticas, implica un concepto paradjico ya que apunta a indagar

    una serie de concordancias entre voces contrapuestas, las que a su vez

    producen y se dan a conocer simultneamente, siendo coetneas y

    contemporneas entre s. En ese entrecruzamiento tanto las difracciones como

    las yuxtaposiciones entre los estilos son de inters. As en ambas poticas

    podemos apreciar, por ejemplo, el uso de analogas que se arriesgan a una

    tropologa nueva, ldica en su lirismo. En lo temtico hay ciertos trasvases, en

    tanto los tpicos propios de una y otra lnea se injertan recprocamente,

    traficando los imaginarios del campo y de la ciudad. Coinciden en que lo

    nuevo est en la forma, en una creatio de la expresin verbal y esta

    conciencia de modernidad es punto de partida para la superacin de estticas

    precedentes (Modernismo/ Criollismo), as como pone en funcionamiento esa

    cierta rivalidad entre ambas.

    En el caso de F.S.V. hay un doble intento de superacin. Uno personal,

    que atae a sus poemarios anteriores (nforas de barro, 1913; Humo de

    incienso, 1917) epigonales de un decadentismo decimonnico a la francesa,

    as como del Modernismo de R. Daro, L. Lugones y J. Herrera y Reissig. Otro,

    de contexto, que tiene que ver con la superacin de la corriente denominada

    criollismo (J.Alonso y Trelles, E. Regules, R. Risso, entre otros). Como es

    sabido la llegada de las vanguardias europeas produjo en Latinoamrica no

    slo hibridaciones formales sino tambin culturales cuyo resultado es la

    conformacin de una doble vertiente que muchos crticos han dado en llamar la

    teora de las dos vanguardias {Videla de Rivero; 1994}. Una lnea divisional,

    a veces difusa y otras ms visible, en que de un lado alientan aquellos que

    optan por religar la nueva sensibilidad expresiva con lo criollo, lo telrico,

    lo indigenista - retomando costumbres, ritos, mitos y personajes arquetpicos

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    de su propia tradicin -; del otro se sitan aquellos que - ms afines al espritu

    negador del pasado y la tradicin de los ismos europeos - abogan por la

    consideracin de la polis moderna, espacio que asimila la percepcin de la

    velocidad derivada del maquinismo, estructuradora de una innovacin formal

    que actualiza el gnero lrico, lo trastoca e incluso lo desarticula.

    En la primera actitud se sitan los poemas nativos de F.S.V. que, por

    cierto, adelantan cronolgicamente la fusin entre tradicin criolla y

    vanguardismo que, recin algunos aos ms tarde, se propugnarn desde

    Argentina y Brasil: los martinfierristas porteos J.L.Borges, O.Girondo, L.

    Marechal- en sus manifiestos de 1924, as como los modernistas brasileos,

    Oswald y Mario de Andrade con Manifiesto Pau Brasil (1924) y Manifiesto

    Antropofgico (1928). A su vez lo antropofgico, ese devorar lo forneo

    europeo para hacerlo propio, y que en De Andrade juega con las

    connotaciones canbales de las etnias amerindias, est tambin prefigurado en

    el ttulo elegido por Ferreiro: hombre que se comi un autobs.

    Histricamente entonces, el nativismo uruguayo - en el que debe incluirse al

    poeta Pedro Leandro Ipuche (a partir de Alas nuevas, 1922) - determin el

    primersimo jaln de esa otra vertiente en la que la vanguardia

    latinoamericana puso su propio sello. Alberto Zum Felde, Carlos Maritegui y

    E.Anderson Imbert reconocen ese jaln fundacional.

    Zum Felde, que vena reclamando por la doble superacin del criollismo

    y del europesmo realista en la literatura uruguaya (...piden prestado a la

    literatura europea los motivos y las emociones de su arte, cuando la realidad de

    su pas est esperando un poeta...) registra anecdticamente cmo una noche

    de 1921, atravesando la Plaza Independencia, lo abord un tipo alto, flaco,

    cetrino, de gruesos anteojos voz gruesa que lo par y le dijo, sin ms trmites:

    yo soy el poeta que usted reclama en su crtica {Zum Felde; 1930}. Aquel tipo

    era F. Silva Valds quien le ley entonces varias composiciones, inditas an,

    que luego insert en Agua del Tiempo. Luego, en la misma obra, Zum Felde

    {1930} vincula a F.S.V. con el argentino Baldomero Fernndez Moreno quien

    poco antes de 1920 seala en su pas el momento inicial de la reaccin con

    respecto al simbolismo, precediendo al movimiento vanguardista llegado al

    Plata con posterioridad a esa fecha.

    Antes, el lcido pensador peruano Jos C. Maritegui sealaba:

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    En el Uruguay, la literatura nativista, nacida como en la Argentina de la experiencia

    cosmopolita, ha sido criollista, porque ah la poblacin tiene la unidad que a la nuestra le falta.

    El nativismo en el Uruguay, por otra parte, aparece como un fenmeno esencialmente literario.

    No tiene, como el indigenismo en el Per, una subconsciente inspiracin poltica y econmica.

    Si bien Maritegui {1928} se equivoca cuando no distingue entre lo

    uruguayo y lo argentino - pues hay una diferencia cronolgica de importancia

    en tanto, como se dijo, en 1921 cuando surge el nativismo los jvenes poetas

    argentinos, entre ellos J.L:Borges, se encuentran an en una postura

    programtica ultrasta de corte europeizante -, su postura era tan positiva en

    relacin al fenmeno nativista como autocrtica al respecto del criollismo

    peruano que aparte de haber sido demasiado espordico y superficial ha

    estado nutrido de sentimiento colonial. Esto es muy distinto a cmo interpreta

    las palabras de Maritegui, el crtico de la Generacin del 45, Martnez Moreno

    {1969} al fustigar la renovacin nativista como noveleras que luego se

    agotaron, algo que si bien es posible decir al respecto del derrotero oficialista

    en el que a partir de los aos 30 acaso pueda situarse al nativismo, no es justo

    decir al respecto de su puntual y certera renovacin formal al iniciarse la

    dcada del 20. (Cabra rastrear en este tipo de miradas desacreditadoras que

    el parricidio del 45 propici, el paulatino desplazamiento del nativismo de los

    textos de Enseanza Primaria, as como la marginal mirada en la que se

    incluy a Ferreiro como un mero humorista, durante tantos aos).

    El ms preciso de los juicios histrico-literarios al respecto es el del

    crtico Enrique Anderson Imbert {1966 } al referir a F.S.V.:

    Deslumbr a los jvenes (J.L.Borges y otros) con Agua del tiempo (1921) libro

    admirable por la felicidad con que el mundo criollo apareca visto desde los ojos de miles de

    metforas inesperadas. Lanz as un nativismo ultrasta o un ultrasmo nativista de gran fortuna

    en la historia de nuestra poesa.

    La relevancia de esta aleacin que bien seala el crtico, del derecho y

    del revs (nativismo ultrasta / ultrasmo nativista) fue algo que no todos podan

    compartir generosamente en su momento. Unos porque iban a sentir la

    embestida del desplazamiento criollista, otros porque no estaban del todo

    convencidos del giro autctono y hasta localista que el nativismo implicaba

    para con las programticas que venan dadas desde Europa. Si bien el

    manifiesto Ultra (1918) ya provena de poetas hispanohablantes (Rafael

    Cansino Assens, Guillermo de Torre, J.L.Borges), todos a su vez motivados por

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    los meses de estada en Madrid del primer vanguardista hispanoamericano, el

    chileno Vicente Huidobro, sus lineamientos eran ms vehementes en su afn

    renovador y por tanto no miraran del todo convencidos al ms autctono ismo

    nativista.

    Pero en el Uruguay el nativismo fue muy rpidamente recepcionado y se

    podra decir que cont con un significativo aliado esttico en la joven poeta

    Juana de Ibarbourou cuyo primer libro (Las lenguas de diamante,1919) ya

    estaba en una senda similar, y que se consagrara definitivamente con Raz

    salvaje (1922), en esa corriente en parte postmodernista y en parte pronativista

    de reafirmacin de la lrica brbara. Su vertiente de lo identitario telrico

    aunque de modalidad ms ntima y confesional, se sumara a una ms tmida

    expresin vanguardista en 1930 con La rosa de los vientos.

    En este contexto F.S.V. deslindar al nativismo del criollismo, desde la

    superacin esttica que implica la antinomia modernidad/ tradicionalismo:

    el arte moderno que se nutre del paisaje, tradicin o espritu nacional (no regional) y

    que trae consigo la superacin esttica y el agrandamiento geogrfico del viejo

    criollismo que slo se inspiraba en los tipos y costumbres del campo (...) El criollismo

    es una cosa vieja y esttica; el nativismo es una cosa nueva y en evolucin.

    A su vez, el poeta ya con clara conciencia de lo mucho que haba

    acontecido en pocos aos en relacin al empuje de las vanguardias en nuestro

    medio, establece en el mismo texto que el nativismo tiene una antena

    receptora (vase el trmino radiofnico que no por casualidad utiliza) para

    contactar con ese modernismo - trmino que usa en el sentido de renovacin

    propiciado por los ismos puntualizando que la amalgama con lo tpico no es

    un cabestro sino una raz, imprimindole as una dinmica de corte orgnico

    que le permita evolucionar en el futuro:

    Creo que el modernismo hay que encararlo cruzndolo con el nativismo. Uno sin el

    otro decaern; apoyndose mutuamente, no. Nativismo sin renovacin, sin antena

    receptora de los nuevos modos de sentir y de expresarse sera caer en el error de

    nuestro viejo criollismo que siempre le atraves el pingo a todo lo nuevo. Al arte

    moderno hay que cruzarlo con lo tpico para fortalecerlo, atarlo a la tierra no con un

    cabestro: con una raz. Y tendremos un modernismo participando de lo nuestro y, por

    ende, un nativismo evolucionado y en evolucin, que no reniegue del presente en lo

    posible, que se sobre para mostrar la pasta del porvenir (...). (F.S.V. en La Cruz del

    Sur, N 18, julio-agosto, 1927; el subrayado es nuestro ).

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    He aqu, entonces, un posible punto de friccin esttica, una

    ambigedad casi insalvable que A.M.F. recogera cuando se dispusiera

    finalmente a superar a esta corriente lrica que, a pesar de un repertorio y unas

    temticas de corte tradicionalista, se postulaba dinmica y renovadora, y en

    parte lo estaba siendo, a ms de una apabullante popularidad palpable desde

    inicios de la dcada.

    Dicho de otra manera, el contrapunteo implicar una suerte de

    hibridacin entre ambas poticas: en tanto F.S.V. apunta a que la raz

    nativista es antena receptora de lo nuevo, A.M.F. no tendr ms remedio

    que ir hacia atrs y reconocer que en su punto de partida la renovacin

    expresiva el nativismo le antecede. As, significativamente en la parte de

    atrs de su autobs (dos secciones enteras de su libro: rueda auxiliar y caja de

    herramientas) presenta lo campestre con herramientas ms radicalmente

    vanguardistas - atravesadas por maquinismos, acostumbrimos, urbanizaciones-

    en mixturas ldicas donde lo nativo aparece ambiguamente retomado, como un

    clich que se parodia y se homenajea al mismo tiempo.

    Si el estilo de Ferreiro es un hito sustantivo en la entrada de una nueva

    potica a la historia de la poesa uruguaya diferente del nativismo aunque

    para su mal no tuvo una denominacin definida para postularse - es de rigor

    sealar que el impulso renovador ya lo haba dado el peruano radicado en

    nuestro pas, Juan Parra del Riego, con Himnos del cielo y de los ferrocarriles

    (1925). Su obra queda como un testimonio pstumo (Parra muere ese mismo

    ao) de vitalidad expresiva, que tiene a la exaltacin del cuerpo y de la

    naturaleza a lo Walt Whitman, como referente intertextual de su propio canto.

    Pero si bien el polirrtmico dinmico dedicado al futbolista Gradn es gil en su

    musicalidad no hay en los exultantes versos de Parra esa alegra de

    celebracin por las velocidades de la vida citadina que distingue al

    vanguardismo de Ferreiro. Los Nocturnos de Parra son de tono ms bien

    grave y melanclico y en ellos la figura humana ms bien sufre en la ciudad

    :yo era el muerto/ hombre negro de las calles./ Yo era el curvo/ andarn que

    fue quedndose en las lgrimas (Nocturno N9). Esto es algo bien distinto a lo

    que Borges viera en el primer libro de Ferreiro:

    Este libro, no es un libro de felicidad sino de alegra (...) A.M.F. es el nico futurista

    que he conocido. No es como el orador itlico Marinetti, un declamador de las mquinas ni un

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    dominado por su envin o su rapidez; es un hombre que se alegra de que haya mquinas.

    Tambin de que haya viento y potros y vidas. Es decir, la realidad le da gusto

    (Borges, J.L., Revista Sntesis, Buenos Aires, N 6, 1927).

    De hecho las reminisencias emotivas y msticas de Parra, herederas de

    cierta tragicidad romntica, as como esa tendencia a la estampa propia del

    criollismo que an el nativismo conserva, son justamente los lastres que el

    deportivo verso ldico de A.M.F. abandona definitivamente para aventurarse a

    un imaginario y a una tropologa inauguralmente disruptivas.

    CONTRAPUNTOS TEXTUALES: MOTIVOS Y ESTILOS

    La potica del nativismo en su doble vertiente tradicional y renovadora

    abre el imaginario autctono - el paisaje nativo, su flora su fauna, las

    costumbres, los oficios, las semblanzas de personajes criollos e indgenas- en

    formas tanto libres como fijas (en una segunda etapa Los romances chcaros

    de 1933 retomarn esa tradicional herencia espaola) desde un repertorio

    expresivo donde la imagen ser protagnica. Esas imgenes, verdadero tejido

    del sistema perceptivo en su conjunto, tendrn voces propias de la tradicin en

    formulaciones intertextualizadas del refranero popular, as como tambin

    arriesgarn un uso metafrico que por la apertura del ngulo analgico

    emparentar su estilo con la bsqueda de la novedad propia del vanguardismo.

    Por otro lado, Ferreiro incursionar en un imaginario donde la fauna

    tecnolgica de la ciudad los medios de transporte y la jerga que hace a los

    modelos y a la mecnica de los mismos, los medios de comunicacin masiva,

    los nmeros del mundo burstil as como sus concomitantes espacios (calles,

    esquinas, avenidas, edificios) redundar en usos particulares de la sonoridad

    fontica as como de una diversidad tipogrfica que provienen tanto del

    Futurismo como del caligrama ya utilizado por Huidobro y por G. Apollinaire.

    Incorpora un registro multilingstico en el que hay varios trminos del ingls y

    del francs, provenientes justamente de la produccin metropolitana de la

    avanzada tecnolgica, y los pone a interactuar con el repertorio criollo. En este

    sentido toma las motivos del nativismo y los deconstruye con la herramienta

    del humor, que ser de todos sus recursos el ms novedoso. El humor es un

    rasgo que el vanguardismo hispanoamericano agregar por su cuenta a los

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    ismos del resto de Europa, y su mayor referente ser Ramn Gmez de la

    Serna, ese Ramn, Pombo que Ferreiro saluda, entre otros, al final de su

    pera prima en el Itinerario a regir hasta nuevo aviso. En ese humor caben las

    variaciones pardicas (la deformacin de un estilo consagrado) con las que

    repasa justamente los clichs del nativismo, en una ambigua actitud en la que

    tambin hay un tinte de homenaje. A su vez, sin ese referente del que se

    desvan, sus giros humorsticos no alcanzaran su efecto ms significativo. Esto

    sucede en tanto los clichs garantizan la cohesin de un texto potico por

    referencia a modelos de derivacin (hipogramas) (...) Desde ese punto de vista,

    el clich es un elemento de la potica intertextual {Amossy; Herschberg ;2001}

    Por tanto en una lectura comparativa de sus textos es donde puede

    verse mejor el contrapunto entre lo que un ismo y otro proponen, como

    representaciones de esas dos vanguardias ya sealadas.

    El eje comparativo gira en torno a temas iguales o similares cuyos

    imaginarios difieren. Mientras F.S.V. exalta la estampa natural de lo nativo,

    A.M.F. hace lo propio con lo artificial o tecnolgico de la urbe. Desde tal

    premisa iremos mostrando cmo en cierta medida sus textos compiten por

    darle a los mismos elementos (pjaros, rboles, cielo, juegos infantiles) una

    dismil mirada que afecta a diferentes niveles, los planos fonticos,

    tropolgicos, funcionales y semnticos, establecindose muchas veces cruces

    de encuentro analgicos de curiosa factura hbrida.

    Los juegos infantiles

    El tema del juego infantil es un eje temtico de inters comparativo

    entre ambos autores. Si bien la actitud ldico-pardica de A.M.F. atraviesa en

    distintos niveles todo su poemario, en lo especficamente referido al mundo de

    los nios el poeta se adelanta cronolgicamente a esta temtica que F.S.V.

    recin abordar de lleno con Poesas y leyendas para nios (1930) y con dos

    libros tardos Ronda Catonga y Corralito, ambos de 1940, algunos de cuyos

    textos sern sistemticamente incorporados a los manuales escolares de

    lectura, a partir de entonces y durante varias dcadas. Comparemos La ronda

    de los palos (1927, ver apndice A.M.F.) con A la mancha (1930; apndice

    F.S.V.) cuyas temticas en torno a los respectivos juegos de la ronda de

    Martn Pescador y de la mancha, se vinculan entre s en torno a un rema del

    tema que podramos formular como: la fuente de comunicacin (la tecnologa

  • 10

    de los postes telefnicos) en contraposicin a la fuente de luz (la naturaleza

    de las lucirnagas o bichitos de luz), compitiendo ambos por un mismo espacio

    paisajstico : la visualidad area o el cielo.

    A partir de tales coincidencias veamos la difraccin estilstica

    estructurada en el tratamiento de las imgenes, la eleccin y la funcin de los

    sujetos referenciales.

    En el texto de A.M.F. el espacio est visto desde abajo en una

    perspectiva muy urbana que da una sensacin de oclusin del espacio areo.

    Esta sensacin de un cielo que se viene encima est dada por una cierta

    deformacin angular cuya concavidad (bajo un cielo anguloso) es generada

    por el empinarse de los postes sobre la estrechez de la base. A su vez la

    imagen adquiere profundidad en el plano desde el adjetivo interminable

    (referido al sustantivo ronda) que extiende la mirada por sobre las ciudades y

    los campos. Esta interseccin de planos visuales es similar a las perspectivas

    yuxtapuestas del cubismo: desde abajo y en profundidad al mismo tiempo. La

    ronda la forman en este caso las variables postes telefnicos/ palos del

    telfono cuyo protagonismo se subraya al ser la nica isotopa que aparece en

    las tres estrofas del poema. En las dos primeras los postes danzan, y su

    particularidad consiste en que asemejan figuras fantasmales, cuerpos

    esquelticos, agitados con dedos metlicos y largos o sacudiendo collares

    de aisladores, lo que en conjunto se asocia a una cierta fiesta macabra,

    connotacin an subrayada por la estructura preposicional de valor adjetivo:

    (danza) de zumbido. Al final se retoma el verso inicial tomados (por lo alto)

    de las manos que da pie a la fraterna e inocente ronda que los nios suelen

    formar para jugar a Martn Pescador. Este juego implica una ronda en la que

    uno de los participantes pide permiso para atravesarla, entonando una

    tonadilla: Martn, Martn Pescador, me deja pasar? / pasar pasar/ pero el

    ltimo quedar. En el poema la funcin ldico-verbal de la tonadilla queda slo

    connotada, y en lugar de nios los sujetos protagnicos son las casas. Lo que

    vemos finalmente es un espacio urbano-edilicio atravesado, incluso encerrado,

    por la ronda interminable del cableado telefnico que cubre todo el plano de la

    imagen, en lo areo y en lo terreno, y que avanza sin distincin por todo el

    mbito del territorio ciudades y campos.

  • 11

    En el poema de F.S.V. el espacio est totalmente abierto, tanto que

    asume en s mismo el marco visual protagnico en el cual habr de

    desarrollarse la accin del poema: el jugar a la mancha de los bichitos de luz.

    Desde la metfora espacio azul, la plenitud cromtica connota un cielo

    lmpido en el que pueden intervenir por connotacin otros colores implcitos, los

    de esa tardecita que se va haciendo noche. El cielo del atardecer se ver a su

    vez iluminado por diez mil bichitos de luz, dndole al espacio areo una

    dinmica, un movimiento producido por la presencia de un elemento de la

    naturaleza, las lucirnagas. Esta calidez lumnica y cromtica se ve

    emotivamente reforzada por el uso de los diminutivos bichitos / tardecita. El

    conjunto conforma un espacio visual totalmente contrapuesto al poema de

    Ferreiro, en varios planos. En primer lugar en aqul no hay color alguno salvo

    un extenso espacio atravesado por unos cables que por connotacin el lector

    podra imaginar de color negro. (En el sistema perceptivo ferreiriano siempre

    priva el plano sonoro -zumbido/ sacudiendo collares- mientras que en F.S.V.

    priva lo visual, siendo sta una constante en la comparativa de sus estilos).

    A su vez la danza ms bien calavrica y hasta agresiva (agitados/

    largndose tirones) de los postes es bien distinta a esta sutil asociacin entre

    el apagarse (como diciendo: a m, no) y el encenderse (como gritando: aqu

    estoy) que F.S.V. construye dndole voz de nios a los bichitos de luz.

    Por ltimo, a nivel formal, F.S.V. opta por la ms tradicional repeticin

    estrfica (1 y 3 abren y cierran el poema en forma idntica) tipo tonadilla

    infantil, mientras que en el poema de Ferreiro la tonadilla slo queda

    connotada con el nombre Martn Pescador, como fue demostrado.

    De todas maneras un cruce interesante entre lo natural y lo artificial (o lo

    fabricado por la tecnologa) est dado cuando se dice que los bichitos llevan

    un farol. Pero la intencin del texto no es rebajar a lo artificial lo que hacen

    los insectos sino utilizar esa imagen de juego lumnico apagarse/ encenderse-

    para asociarla al juego infantil de la mancha, en el que los nios suelen tratar

    de alcanzar y tocar al otro que a su vez sale corriendo.

    En esa dinmica los diez mil bichitos juegan a la mancha y a su vez

    manchan el cielo del atardecer con una biofluorescencia que connota a la de

    las estrellas, por lo tanto el espacio areo aparece abierto y maravillosamente

    iluminado, en contraposicin al encerramiento del poema de Ferreiro.

  • 12

    Flora, fauna y otros elementos identitarios

    Comparemos ahora algunos elementos de La siesta (1920; apndice

    F.S.V.) con dos poemas de Ferreiro, rbol taciturno y Dilogo campero

    (1927; apndice A.M.F.).

    En Siesta el protagonista describe en primera persona lo ocurrido en

    una tradicional siesta debajo de aqul rbol. Tras el apacible sueo, cobijado

    por el sol, ste despierta con una impresin de selva en las pupilas, que se

    abren a una contemplacin de la naturaleza atravesada por lo onrico. La

    motivacin central del nativista ser dar cuenta de cmo esa mirada descubre

    una relacin armoniosa, vital, entre el rbol y un pjaro nativo: el churrinche (en

    voz guaran es guir tata, que significa pjaro de fuego pues el macho tiene

    cabeza, cuello y cola escarlata). Las ramas altas del rbol un poco ms debajo

    de la copa/ en el lugar del pecho) sern el sitio donde se descubra un nido

    que en principio se compara con el corazn del rbol. Todo el poema, de

    evidente predominio visual, se realza al aparecer la nota cromtica en

    movimiento: un churrinche, inquieto en su plumaje rojo,/ entraba y sala como

    un golpe de sangre . El remate de esa sinestesia aviva de manera sutil pero

    muy efectiva el sentido auditivo (golpe de sangre). Con esta imagen de la

    sangre pulstil no slo se refuerza el color rojo del pjaro sino que a su vez se

    produce una asimilacin definitiva de la primera comparacin del nido como si

    fuera el corazn del rbol ahora ya evolucionada a metfora: el corazn del

    rbol. (Ese pasaje de la comparacin a la metfora es pauta relevante de la

    superacin simbolista que el ultrasmo propone). Luego se genera la simbiosis

    definitiva entre lo vegetal y lo animal de manera tal que el pjaro en movimiento

    es ya la sangre en movimiento del corazn del rbol, que a su vez es la

    casa del churrinche, mientras el rbol asume la animacin de un torso

    humano: en el lugar del pecho/ corazn del rbol. As el lirismo dado

    mediante la evolucin tropolgica descripta, conduce a una exaltacin

    pantesta donde lo humano, lo vegetal y lo animal se funden orgnicamente

    como si procedieran del sueo de la siesta.

    El rbol taciturno de Ferreiro es todo lo contrario a lo luminoso. En

    lugar del rbol que a la altura del pecho recibe al nido como un corazn,

    encontramos aqu un letrero (se alquilan ramas para nidos) colgado a la

  • 13

    manera de un aviso inmobiliario, como suele verse en las casas de la ciudad,

    que para colmo se ofrece sin demanda.

    El asomarse a la fbula est presente de manera pardica en tanto

    nadie ms que los pjaros pueden leer el anuncio. La imagen final es la del

    rbol como un ser triste y solitario, de cabeza gacha abandonado al borde del

    camino como un paria citadino. Lo que en definitiva tenemos aqu es la

    degradacin propia de lo pardico que desva o deforma el valor de lo natural

    por el valor de mercado. La rama del rbol donde antes estaba el nido

    implica, por correlato, un espacio rentable que slo puede ocuparse si se

    paga alquiler. En tal sentido el poema de Ferreiro es transgresivo no slo en

    el nivel iconogrfico sino tambin en lo ideolgico en la medida que trastoca

    una axiologa, desviando la idealidad nativista a un plano donde hasta la

    naturaleza queda marginada en funcin de las leyes del capital inmueble.

    Slo que en A.M.F. este aspecto no parece estar all para ser denunciado

    sino para generar un rasgo de humor, la parodia del clich nativista.

    Analicemos ahora, en forma breve, una de esas contrapartidas

    hbridas que en este caso sucede en el plano de la estructura rtmica.

    Mientras el poema de F.S.V. no utiliza rima alguna, el supuestamente ms

    moderno texto de Ferreiro estructura varios tipos de rimas: vase en la estrofa

    final la asonante en o y la consonante (eza), as distribuida: a a a b b a.

    Por tanto, en lo estrictamente rtmico el texto nativista supuestamente ms

    tradicionalista termina siendo ms moderno que el supuestamente ultrasta.

    Otra interpretacin nos llevara a adjudicarle a ese uso de la rima un objetivo

    ldico-pardico, pero en todo caso no a lo nativista puesto que ya vimos que

    F.S.V. utiliza de manera slida el verso libre. Sea como sea, la rima est y hay

    que lidiar con su remanente tradicionalista, lo que implica un contrasentido

    para cualquier texto que se precie de vanguardista.

    A su vez podemos encontrar en otros poemas de F.S.V., imgenes en

    las que se refieren modos y personajes citadinos, como en algunos versos de

    Otoo, uno de los escasos poemas de 1920 en los que la ciudad es el

    espacio protagnico. El poema abre y cierra con el mismo dstico en el que el

    Otoo, siendo extranjero, es llevado y trado por el viento, que lo pasea por

    sus calles: El otoo ha llegado, y como es forastero/ El viento lo pasea por

    toda la ciudad. A partir de ese paseo se van describiendo escenas urbanas

  • 14

    en las que hay implcitos algunos juicios de valor negativo: Y en las vidrieras

    de los grandes comercios / Sale un sol mercantil. El trmino mercantil implica

    un juicio degradante de lo natural (sol), que en la axiologa del autor, no tiene

    precio.Tambin hay ciertos juicios de tipo moral: En un hotel de moda/

    Seoritas snobs, en copas elegantes/ toman sorbitos de frivolidad. Los

    trminos snob y frivolidad determinan una carga semntica despectiva,

    haciendo de la riqueza econmica un factor de soberbia y de vaciamiento

    espiritual, aspectos que la ciudad ofrece como lujos y que implcitamente son

    contrapuestos a la humildad y a lo asctico del comportamiento humano en

    el espacio nativo, no contaminados por el capital, puesto que en la ciudad,

    como dice otro verso, todos los caminos llevan a una moneda. Hay todava

    una estrofa ms en la que la piel de los animales aparece como mercanca

    preciada por el lujo burgus: Zumban los vendedores como moscas de

    invierno; / Y entre las pieles tibias de las mujeres ricas/ asoma su hocico de

    zorro/ el lujo burgus. Digamos que lo que para la poesa de A.M.F. termina

    siendo un rasgo de humor (el cartel en lugar del nido) es en F.S.V. un juicio de

    degradacin cultural. En esta diferencia axiolgica es en donde radica

    mayormente la bifurcacin de los imaginarios de ambos poetas, puesto que si

    comparamos los manejos de estilo, en ambos las imgenes adquieren un hbil

    y arriesgado juego metafrico.

    El motivo de la siesta est presente tambin en Dilogo campero

    (1927; apndice A.M.F.) texto en el que la estructuracin sonora, tanto en la

    composicin del verso como en las imgenes auditivas, conforma la

    significacin pardica.

    En esta siesta campera, como suele suceder en plena ciudad, no hay el

    ms mnimo silencio. A su vez, todos los elementos estn personificados (en

    tanto hay articulaciones de la voz) y en cada uno de los sonidos que estos

    enuncian se trasunta un cierto mal carcter, en oposicin a cualquier tipo de

    actitud serena y buclica. Lo mecnico, los molinos, dialogan de mala gana

    con lo natural, presentado en forma de aliteracin en los trminos charla/

    churrinche, donde destaca ese fuerte sonido de la ch (que ya Quevedo

    utilizara en su burln soneto A una cabeza gacha) aderezado an por el

    adjetivo tremenda. Las roldanas rematan las estrofas 1 y 3 con la catacresis

    agrias preguntas primero y con el doble significado de cargosas al final, ya

  • 15

    que su trabajo es el de justamente cargar el agua. Incluso la carreta (estrofa

    2) participa de ese carcter molesto cuando se califica a su paso con el

    matizado oxmoron gruido amable.

    El remate de mayor expresividad se encuentra en la variacin de los

    molinos que al final contestan con monoslabos, reafirmando desde esa

    reconocible actitud lingstica de desinters, obligada comunicacin a la que

    estn sometidos. A esta serie de imgenes sonoras cabe agregar las

    asonancias en a-a y en o que en distribucin aleatoria, estructuran la rima.

    Veamos finalmente, en forma espigada otros cruces significativos entre

    los estilos que uno y otro poeta utilizan para referentes semejantes.

    Uno de los poemas ms popularizados de F.S.V. es El indio que en su

    primera estrofa dice: Usaba vincha como el benteveo / y penacho como el

    cardenal. Cabe destacar que cuando el poeta utiliza trminos como vincha y

    benteveo, estos son an americanismos no incorporados al Diccionario de la

    Academia Espaola (segn informa la edicin Poemas de F.S.V. , Biblioteca

    maestros del idioma, anotada por Nstor Noriega, Apis, Argentina, 1970).

    Vincha es de origen quechua (huincha) y benteveo proviene del usado por

    Azara, bienteveo. El repertorio lingstico es por tanto tan amerindio como lo

    es el protagonista del texto (el indio) y su uso es, como en la gran mayora de

    las imgenes del nativismo, de ndole visual y cromtica.

    Por su parte A.M.F. en Acuarela de primatarde en el campo, introduce

    al benteveo desde una imagen en la que la personificacin lo convierte en un

    locutor de anuncios publicitarios, en tanto siempre repite lo mismo:

    Un benteveo habla siempre la misma cosa. / Debe de estar haciendo /

    la reclame de algo.

    Como antes con el cartel, ahora este pjaro tambin aparece

    descontextualizado de su mbito nativo para ser presentado, en un desvo

    humorstico que parodia su canto natural, en relacin a una prctica publicitaria

    propia de la radiodifusin, que en aquellos mediados de los aos 20 era toda

    una novedad comunicacional. (Es curioso constatar cmo el sustantivo

    reclame asume una forma anacrnica: el artculo la implica gnero

    femenino, que hoy ya no se usa).

    Ese hablar siempre la misma cosa de la reclame refiere a la operativa

    de la reiteracin propia del discurso publicitario, que en lugar de persuadir

  • 16

    somete e invade al oyente (como tan bien lo parodiara en Muebles el Canario

    otro vanguardista: Felisberto Hernndez). Aqu la saturacin sonora propia de

    la percepcin del ciudadano es desplazada, por proyeccin, al canto del ave

    que lejos de aparecer como un canto natural, muta en una especie de

    parlante con fines comerciales. En tal sentido podemos decir que, si bien hay

    parodia en cuanto a deformacin de un estilo, tambin hay en la contrapartida,

    una desviacin satrica que seala, acaso sin proponrselo, la mecanizacin

    enajenada del sujeto receptor.

    La poesa fontica de A.M.F.: experimentacin radical

    Las imgenes sonoras ya analizadas son un tmido recurso en

    comparacin con el valor de la verbalidad fontica que algunos textos de

    A.M.F. proponen de manera mucho ms avanzada que cualquiera de las

    poticas de la poca. Este aspecto puede corroborarse claramente en los

    textos :Radiador (1927; apndice A.M.F.) que abre el libro, y Tren en

    marcha(1927; apndice A.M.F.). Es posible que el valor sonoro-fontico sea

    justamente el elemento clave para comprender el aporte ms radicalmente

    vanguardista de la potica de A.M.F., elemento an no estudiado por la crtica y

    que aqu slo podemos esbozar. Este aspecto es lo que mayormente lo vincula

    al Futurismo, el primer movimiento que consagr el uso de la onomatopeya

    dndole un valor potico al vocalismo expresivo. As F.T. Marinetti, el egipcio-

    italiano, lder literario del movimiento desde que lanzara el Primer Manifiesto

    (1909), deline esa lnea potica tanto desde sus propios poemas (tal como el

    Zang Tum Tuuum, 1912) como desde sus performances, siempre ms

    vapuleadas que alabadas, pero con las cuales recorri mundo. Como lo

    informa Pablo Rocca {1997}, Marinetti estuvo en Montevideo en 1926, dando

    una de sus conferencias-recitales en el Teatro Artigas, lo que sin duda habr

    sido un hecho motivador determinante para que al ao siguiente (1927) se

    publicasen las tres obras que mejor perfilan la vanguardia verncula, la ya

    sealada de A.M.F., Palacio Salvo de Ortiz Saralegui, y Paracadas de

    Enrique Garet.

    Es posible decir hoy que lo que hizo el Futurismo (no slo el italiano sino

    tambin el ruso, en la poesa de V. Maiacovski principalmente) fue una puesta

    oral de carcter simultanesta, en la que la sinestesia de los simbolistas

    adquiere materialidad escnica al utilizar el poeta en forma simultnea la voz,

  • 17

    los ruidos, los sonidos de aparatos, la gestualidad y toda una gama de recursos

    expresivos que hacen de su recital lo que hoy se denomina performance. As

    en el pliego La declamacin dinmica y sinptica de 1916 {Sarmiento, 1991)}

    Marinetti plantea una serie de pautas para la vocalizacin escnica, algunas de

    las cuales tienen una indudable similitud con los elementos planteados

    visualmente en el poema Radiador de Ferreiro, as como otras bien podran

    ser aplicadas a una lectura en vivo de Tren en marcha. As dice Marinetti:

    Tener una gesticulacin geomtrica, dando a los brazos rigideces punzantes de

    semforos y de rayos de faro, para indicar las direcciones de las fuerzas, o de los pistones y

    ruedas, para expresar el dinamismo de las palabras en libertad. (...) Servirse de instrumentos

    como martillos, tablillas, bocinas de automviles, cierras con campanillas elctricas para

    producir las diversas onomatopeyas simples o abstractas (...).

    En Radiador el agente de trnsito es quien controla la visualidad de

    esa serie de sonidos e instrumentos sonoros que hacen a los diferentes

    vehculos del trnsito esperando su seal para echar a andar. Esto lo vemos

    representado visualmente en una bifurcacin que presenta: un trapezoide (a la

    derecha del lector) que contiene en forma diagonal y descendente los vocablos:

    bocinas / campanas / sirenas / cornetas/ klasones), y una suma aritmtica de

    vehculos (a la izquierda del lector), ambos a la espera de la seal del agente,

    ubicado en el espacio central del texto. Esta visualidad-verbal, hbrida entre

    palabra y dibujo geomtrico, fue denominada por los concretistas brasileos

    varias dcadas despus (circa 1965) con el trmino verbovocovisual {Padn

    Clemente., 1990). Si llevamos tales estructuras visuales al plano fontico nos

    encontramos con una serie posible de resoluciones, no necesariamente

    excluyentes, para el declamador del poema. 1) Que el performer se sirva,

    como propone Marinetti en el texto citado, de esos instrumentos (bocinas,

    campanillas, etc.) en escena y alterne su uso con el de la propia voz; 2) que se

    vocalice esa enumeracin (bocinas, campanas, etc.) en el orden secuencial

    en el que aparecen de manera descendente, encerradas en ese trazado

    trapezoidal; 3) que se vocalicen los fonemas consonnticos y voclicos que la

    misma secuencia, en el orden horizontal, propone: b-c-s-c-k / o-a-i-o.-l / c-m-r-r-

    a/ i-p-e-n-s / n-a-n-e-o/ a-n-a-t-n / s-a-s-a-e / s-s-s. Esta sera la lectura de

    corte ms onomatopyico, en tanto estara representando as la serie de

    sonidos que los automotores de la avenida producen mientras esperan que el

  • 18

    agente abra la canilla del trnsito y d paso a esa otra enumeracin impresa

    en otra tipografa (versal) que dice: Turbn Deslustrado Reflejos-Ruido. En

    tal sentido la serie ltima (s-s-s) coincidira, no casualmente, con una sonoridad

    propia de los ruidos de la puesta en circulacin de los motores.

    De Tren en marcha slo diremos que constituye el primer

    poema fontico de la poesa uruguaya y casi el nico hasta el presente, salvo

    Descubrimiento del fuego, de Antonio Maltez, seudnimo de Clemente Padn

    (Revista Los huevos del plata N10, 1969; reeditado en Los horizontes

    abiertos, Clemente Padn, Ediciones de Uno, 1989).

    Lo planteado es suficiente para exponer cmo en este plano la poesa

    de A.M.F. abri por primera vez una serie de posibles lecturas simultanestas,

    integrando lo verbal, lo visual y lo fontico de una manera que en su poca, y

    acaso hasta el presente, la crtica verncula no ha tenido los instrumentos

    necesarios para sealar en su justa dimensin. No es slo humor, que

    tambin lo es, lo que Ferreiro hizo hace casi ochenta aos, sino que tambin es

    experimentacin potica de ndole vanguardista, lo que leg a la historia de la

    poesa uruguaya.

    Apndice: textos poticos referidos

    texto 1 La Ronda de los palos Tomados de la mano, en ronda interminable, por sobre las ciudades y los campos, los postes telefnicos danzan la esqueltica danza del zumbido. Agitados largndose tirones con los dedos metlicos y largos por sobre las ciudades y los campos, en ronda interminable, los palos de telfono danzan su baile. Bajo un cielo anguloso sacudiendo collares de aisladores, empinndose sobre la estrechez de la base, los postes telefnicos, tomados por lo alto de las manos, juegan al Martn Pescador con las casas.

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    A.M.F. (1927) Texto 2 A la mancha Por all, en la tardecita, dentro del espacio azul, estn jugando a la mancha diez mil bichitos de luz. Como va siendo de noche, todos llevan un farol, que apagan para esconderse como diciendo a mi, no; que encienden para mostrarse como gritando: aqu estoy. Por all, en la tardecita, dentro del espacio azul, estn jugando a la mancha diez mil bichitos de luz. (F.S.V., 1930) La Siesta

    He dormido la siesta debajo de aquel rbol, Por eso estoy tan sucio de polvo y hojas secas Y tengo en las pupilas una impresin de selva. El sol al dar la vuelta me quem varias veces Hacindome cambiar de sitio o de postura. Al despertar del todo me qued boca arriba Y vi un nido en lo alto de las ramas, Un poco ms abajo de la copa - en el lugar del pecho -, Como si fuera el corazn del rbol; Y un churrinche, inquieto en su plumaje rojo, Entraba y sala como un golpe de sangre Por el corazn del rbol. Texto 2 El rbol tena un letrero Que slo los pjaros podan leer: Se alquilan ramas para nidos decan las letras que un hombre no hubiera podido leer. A pesar del anuncio ningn pjaro vino a hacer su nido

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    en este rbol que muere de tristeza, gacha la cabeza al borde del camino.

    A.M.F. (1927)

    Dilogo campero

    Dilogo de la siesta campera en que los molinos contestan, de mala gana, a la charla tremenda de la chicharra y a las rpidas y agrias preguntas de la roldana. Dilogo de la siesta campera en el que habla, la carreta que pasa, con un gruido amable.

    Con monoslabos de mala gana, contestan los molinos las preguntas cargosas de la roldana.

    A.M:F. (1927).

    Bibliografa referida:

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