ferenczi análisis de niños con los adultos 1931

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  • 7/27/2019 FERENCZI Anlisis de nios con los adultos 1931

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    Sandor Ferenczi

    Anlisis de nios con los adultos1

    Seoras y seores: el que se me haya elegido a mi, un extranjero, comoorador para nuestra fiesta de hoy en una Asociacin en la que tantos miembroscumpliran esta labor mejor que yo, debe ser explicado o excusado. No sonsuficientes los veinticinco aos que he pasado junto al maestro y bajo sudireccin, no es suficiente mi antigedad; entre ustedes; hay colegas que le hanacompaado fielmente durante ms tiempo que yo. He de encontrar, por tanto,alguna otra razn. Puede ser que esta ocasin deba ser utilizada para borrar unamentira muy extendida, y utilizada a menudo por los profanos y algunaspersonas reticentes. Muchas veces hemos escuchado comentarios sobre laintolerancia y la ortodoxia de nuestro maestro. Se dice que no permiteninguna crtica de sus teoras a su alrededor y que expulsa a todo el quemuestra un criterio independiente para poder imponer con tirana su voluntad

    cientfica. Hablan algunos de su rigor digno del Antiguo Testamento, e inclusopretenden situarlo como defensor de una teora racial. Es cierto que algunostalentos eminentes y muchos otros de inferior valor le han vuelto la espalda alcabo del tiempo, tras haberle seguido con mayor o menor intensidad. Hanobedecido realmente a mviles puramente cientficos? Creo que la esterilidadcientfica que han mostrado tras su partida no habla en su favor. Quisiera ahoraponer en la balanza la amable invitacin que ustedes me han hecho, como unargumento contra la ortodoxia de la Asociacin Internacional y de su jefeespiritual, el profesor Freud. Sin querer medir mi importancia respecto a la de loscolegas a los que he aludido, he de decir que soy conocido como un esprituinquieto o, segn me han dicho recientemente en Oxford, como el enfantterribledel psicoanlisis.

    Las proposiciones que he elaborado, desde el punto de vista tcnico yterico, estn siendo severamente criticadas por la gran mayora de mis colegasa causa de su carcter fantasioso y excesivamente original. No puedo pretenderni siquiera que el propio Freud est de acuerdo con todo lo que publico. No haevitado sus crticas cuando le he pedido su parecer. Pero en seguida ha aadidoque el futuro podra darme la razn en algunos aspectos, y ni l ni yo hemospensado en interrumpir nuestra colaboracin a causa de estas diferenciasrelativas al mtodo y a la teora; pero en lo que concierne a los principios bsicosms importantes del psicoanlisis, estamos totalmente de acuerdo.

    Desde un cierto punto de vista, Freud es efectivamente ortodoxo. Hacreado obras que, tras varios decenios, permanecen inalterables, intactas, como

    cristalizadas. La interpretacin de los sueos, por ejemplo, es una joya tanfinamente pulida, tan perfectamente coherente tanto en el fondo como en laforma, que resiste todas las vicisitudes del tiempo y de la libido, de manera quela crtica apenas se atreve a abordada. Agradezcamos al destino la suerte depoder trabajar con este espritu superior y, digmoslo bien alto, con este esprituliberal. Esperemos que su sesenta y cinco aniversario, le suponga elrestablecimiento de sus fuerzas fsicas y el mantenimiento de su espritu juvenil.

    Y ahora me referir al tema de mi exposicin. A lo largo de los ltimosaos algunos datos experimentales del psicoanlisis se han agrupado en torno adeterminadas ideas de manera que he tenido que atenuar considerablemente laoposicin tan grande hasta ahora entre el anlisis infantil y el anlisis de adultos.

    1 Conferencia extraordinaria pronunciada con ocasin del sesenta y cinco aniversario del profesor Freud en la

    Asociacin Psicoanaltica de Viena, el 6 de mayo de 1931.

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    Los primeros pasos del anlisis infantil se deben a miembros de estaAsociacin. Dejando de lado el ensayo precursor de Freud, ha sido la analistavienesa seora von Hugh Hellmuth, quien se ha ocupado metdicamente delanlisis de los nios. A ella le debemos la idea de comenzar el anlisis infantilcomo una especie de juego. Ella, y ms tarde Melanie Klein, se han vistoobligadas, al querer tratar a los nios mediante el psicoanlisis, a aportarmodificaciones sustanciales a la tcnica del anlisis de adultos, sobre todo en elsentido de atenuar el rigor tcnico habitual. Todo el mundo conoce y aprecia lostrabajos sistemticos de nuestra colega Anna Freud sobre el tema, as como losprocedimientos magistrales inventados por Aixchhorn para captar a los niosms difciles. En lo que me concierne, no he tenido demasiados contactos con losnios en el psicoanlisis, y ahora estoy sorprendido al tropezarme con esteproblema por un camino distinto. Cmo he llegado a l? Antes de responder aesta cuestin, voy a comunicarles en breves palabras una particularidad sobre laorientacin de mi trabajo. Al tener una especie de fe fantica en las posibilidadesde xito de la psicologa de las profundidades, he considerado los fracasoseventuales ms como una consecuencia de mi escasa habilidad que como fruto

    de la incurabilidad, hiptesis que me ha conducido necesariamente amodificar la tcnica en aquellos casos difciles que resultaban imposibles deproseguir con la tcnica habitual.

    A regaadientes resolv abandonar los casos ms resistentes y meconvert poco a poco en especialista de casos particularmente difciles, de losque ahora me ocupo tras muchos aos de ejercicios. Frmulas tales como laresistencia del paciente es insuperable o el narcisismo no permite profundizarms este caso o incluso la resignacin fatalista frente al aparenteestancamiento de un caso, ya no son admisibles para mi. Pienso que mientras elpaciente vuelva, no se rompe el hilo de la esperanza. Deba pues plantearmesiempre la misma cuestin: es la resistencia del paciente quien provoca elfracaso, o se trata mas bien de que nuestra comodidad se resiste a adaptarse a

    las particularidades de la persona, en el plano de la aplicacin del mtodo? Enlos casos aparentemente estancados en los que el anlisis no ha aportado niperspectivas nuevas ni progresos teraputicos desde hace algn tiempo, hecredo detectar que lo que llamamos asociacin libre contina siendo unaseleccin consciente de pensamientos, y por ello he inducido a los pacientes auna relajacin2 ms profunda, a un abandono mayor a las impresiones,tendencias y emociones interiores que surgen espontneamente. De este modo,cuanto ms libre era la asociacin, ms directas o infantiles eran las palabras ylas dems manifestaciones del paciente; con gran frecuencia se mezclaban conlos pensamientos y las representaciones imaginadas, ligeros movimientos deexpresin, incluso a veces sntomas pasajeros, que entonces se sometan,

    como los dems, al anlisis. La espera fra y muda, as como la ausencia dereaccin del analista, parecan jugar a menudo el papel de una perturbacin dela libertad asociativa. En cuanto el paciente se halla dispuesto a confiado todoabandonndose realmente, a manifestar todo lo que pasa en l, salerepentinamente de su estado, como en un sobresalto, y se lamenta de que le esimposible tomar en serio sus movimientos interiores cuando me sientetranquilamente recostado tras l, fumando y reaccionando con la mayorindiferencia con la pregunta estereotipada: Qu le viene a la mente respecto aeso? As que pens que deban existir medios para eliminar esta perturbacinde las asociaciones y poder proporcionar al paciente la ocasin de desarrollarcon amplitud su tendencia a la repeticin, tendencia que trata de abrirsecamino. Pero no he necesitado mucho tiempo para recibir de mis propios

    2 Vase el artculo sobre Relajacin y neocatarsis: se trata aqu mas bien del relajamiento que de la tcnica de

    la relajacin.

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    pacientes los primeros nimos en cuanto a la manera de llegar a ese resultado.He aqu un ejemplo: un paciente en plenitud de vida decide, tras superar fuertesresistencias, sobre todo una intensa desconfianza, hacer revivir los sucesos desu primera infancia. Yo ya s, gracias a la aclaracin analtica de su pasado, queen las escenas revividas me identifica con su abuelo. De golpe, en medio de surelato, me pasa el brazo alrededor del cuello y musita en mi oreja: Dime,abuelo, temo que voy a tener un nio.... Entonces me sobreviene la idea feliz,creo, de no decir nada sobre esta transferencia y de responderle con otrapregunta en el mismo tono de confidencia: Si, por qu piensas eso? Comoven, me he dejado arrastrar a un juego que podra llamarse juego de preguntas yrespuestas, muy anlogo a los procesos que nos narran los analistas de nios, yello hace que este pequeo giro resulte bien. Pero no crean que en este juego esposible plantear una cuestin cualquiera. Si mi pregunta no es losuficientemente simple, si no est adaptada a la inteligencia de un nio, eldilogo se rompe rpidamente, de modo que ms de un paciente me dijoclaramente que haba sido poco oportuno y que haba estropeado el juego. Aveces he tenido que introducir en mis preguntas y respuestas elementos de los

    que el nio en aquella poca no tena conocimiento. Cuando intentaba darinterpretaciones en exceso o cientficas encontraba un rechazo an msenrgico. Es intil que les diga que la primera reaccin frente a tales incidentesera un acceso de indignacin autoritaria. De momento me senta herido por lapretensin del paciente, o del alumno, de saber las cosas mejor que yo, peroafortunadamente acuda en seguida a m el pensamiento de que l debaconocer sus propias cosas mejor que yo. Entonces reconoc que poda cometererrores y que ello no significaba prdida de autoridad, sino el aumento de laconfianza en m del paciente. Dicho de paso, algunos pacientes se indignaban alorme calificar aquel procedimiento de juego. Era un signo, decan. de que no metomaba la cosa en serio. En ello haba algo de cierto; pronto tena que confesar,a m mismo y al paciente, que tales juegos ocultaban gran parte de la realidad

    infantil. Me convenc cuando, a partir de estos procedimientos ms o menosldicos, algunos pacientes comenzaron a caer en una especie de trancealucinatorio, durante el cual ponan ante m sucesos traumticos en los que elrecuerdo inconsciente quedaba tambin disimulado tras las palabras ldicas.Desde el comienzo de mi carrera analtica haba realizado observacionessemejantes. Un paciente comenzaba repentinamente, en medio del dilogo, adesarrollar una escena en una especie de estado crepuscular histrico. Entoncessacuda al hombre con energa, invitndole a que dijera por fin lo que estabaintentando decir. Ayudado por este nimo, el paciente recuperaba a travs de mipersona el contacto con el mundo exterior y poda comunicarme algunas cosassobre sus conflictos latentes con frases inteligibles en vez del lenguaje gestual

    de su histeria.Como ven, seoras y seores, he utilizado en mi mtodo el giro tcnicodel anlisis por el juego con el presupuesto, fundado en toda una serie deobservaciones. de que no hay que considerarse satisfecho de ningn anlisis queno haya conseguido la reproduccin real de los procesos traumticos del rechazooriginario, sobre el que reposa. a fin de cuentas, la formacin del carcter y delos sntomas. Si consideran que, segn nuestras actuales experiencias ehiptesis, la mayora de los choques patgenos se remontan a la infancia, no sesorprendern al ver al paciente que intenta atribuir su repentino malestar a laetapa infantil. Surgen en este momento algunas cuestiones importantes quedebo plantearme. Se gana algo empujando al paciente a un estado infantil ypermitindole actuar libremente en l? Se ha realizado de este modo una labor

    analtica? No se refuerza as el reproche que a menudo se nos hace en torno aque al anlisis induce a las gentes a desencadenar sus impulsos, sin ningn

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    control, o que provoca simplemente crisis histricas que tambin puedenaparecer bruscamente, sin ayuda analtica, bajo el efecto de causas exteriores,sin aportar a la gente ms que un alivio pasajero? En general, hasta dndepuede llevarse un juego infantil de ese tipo? Hay criterios para saber hastadnde puede llegar la relajacin infantil, y dnde debe comenzar la frustracineducativa?

    Naturalmente, la labor analtica no se desarrolla tan slo con lareactivacin del estado infantil y la reproduccin de los traumatismos. Elmaterial ldico utilizado, o repetido de cualquier otra forma, debe ser sometido auna investigacin analtica profunda. Freud tiene razn al ensearnos que elanlisis supone una victoria cuando consigue reemplazar la actuacin por larememoracin; pero pienso que tambin es ventajoso suscitar un material activoimportante, que luego puede ser transformado en rememoracin. En principio,tambin estoy contra las explosiones incontroladas, pero pienso que es tildescubrir, del modo ms amplio posible, las tendencias a la accin, ocultas,antes de pasar al trabajo del pensamiento, as como a la educacin que vapareja con l. Nadie puede detener a un ladrn antes de haberlo atrapado. Por lo

    tanto, no crean que mis anlisis, que a veces transformo en un juego infantil, sonmuy diferentes de los practicados hasta ahora. Las sesiones comienzan, como decostumbre, por pensamientos que provienen de las capas psquicassuperficiales, muy preocupadas como siempre por los acontecimientos de lavspera, luego aparece eventualmente un anlisis del sueo, normal, quepuede convertirse fcilmente en infantil o activo. Pero nunca dejo transcurrir unasesin sin analizar a fondo el material activo: claro est que utilizandoplenamente todo lo que sabemos sobre la transferencia, la resistencia y lametapsicologa de la formacin del sntoma, y haciendo consciente al pacientede este material.

    En cuanto a la segunda cuestin, es decir hasta dnde puede llegar laaccin en el juego infantil, puede responderse del modo siguiente: tambin el

    adulto debiera tener derecho a conducirse en el anlisis como un nio difcil, esdecir desatado, pero cuando cae en el error que nos reprocha tan a menudo,cuando abandona su papel durante el juego y trata de vivir la realidad infantil enel marco de las acciones de un adulto, hay que decide que est falseando eljuego; hay que llegar, aunque cueste, a actuar de manera que limite lo infantil almodo y al alcance de su actitud. A este respecto, quisiera formular la hiptesisde que los elementos de expresin emocional del nio, bsicamente libidinosos,se remontan en el fondo a la tierna relacin madre-hijo, y que los elementos demalicia, de arrebato pasional y de perversin son muy a menudo consecuenciasde un trato desprovisto de tacto por parte del entorno. El anlisis salebeneficiado cuando el analista consigue, gracias a una paciencia, una

    comprensin, una benevolencia y una amabilidad casi ilimitadas, salir alencuentro del paciente. De esta forma se crea una reserva gracias a la cualpuede lucharse hasta el final en la elaboracin de los conflictos, inevitables amayor o menor largo plazo, y puede aparecer la perspectiva de unareconciliacin. El paciente captar nuestro comportamiento en contraste con lossucesos de su vida familiar, y como se sabe protegido ahora de la repeticin,intentar arrojarse a la reproduccin del pasado desagradable. Todo lo queocurre entonces nos recuerda vivamente las referencias de los analistas denios. Por ejemplo ocurre que el paciente, recordando una falta, nos cogebruscamente la mano y nos suplica que no le peguemos. Muy a menudo losenfermos tratan de provocar nuestra supuesta maldad, oculta, con su malicia,sus sarcasmos, su cinismo, alguna descortesa, e incluso muecas ofensivas. No

    hay ninguna ventaja en jugar a hombre siempre bueno e indulgente en talescondiciones, y es ms acertado mostrar que el comportamiento del paciente nos

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    desagrada, pero que debemos dominamos sabiendo que, si adopta el papel demalo, ser por alguna razn. Se aprenden as muchas cosas sobre la falta desinceridad y la hipocresa que el paciente ha tenido que observar a menudo ensu entorno, sobre su forma de apariencia o de pretensin de amor, mientrasdisimulaba sus crticas contra todos, y ms tarde tambin contra s mismo.

    No es raro que los pacientes nos aporten, a menudo en medio de susasociaciones, pequeas historias compuestas por ellos, incluso poemas o versosrimados; a veces piden una tiza para obsequiarnos con un dibujo, en generalmuy ingenuo. Naturalmente, les dejo hacer y tomo estos impulsos como puntode partida para otras formaciones fantasiosas que ms tarde sern sometidas aanlisis. No evoca esto un fragmento de anlisis infantil?

    Permtanme reconocer en esta ocasin un error tctico cuya reparacinme ha ayudado a comprender mejor un tema de fundamental importancia.Pienso aqu en el tema de hasta qu punto lo que he hecho con mis pacientesentra dentro del campo de la sugestin o de la hipnosis. Nuestra colegaElizabeth Severn, que se halla en anlisis didctico conmigo, me hizo advertir unda, en el curso de una discusin, que mis preguntas y respuestas perturbaban a

    veces la espontaneidad de la produccin fantasiosa. Yo deba limitar mi ayuda,en lo relativo a esta produccin fantasiosa, a incitar a las escasas fuerzas delpaciente a proseguir el trabajo, a superar las inhibiciones debidas a la angustia,y a otras cosas por el estilo. Resultan mejor mis incitaciones cuando toman laforma de preguntas simples en vez de afirmaciones, lo que obliga al analizando3

    a proseguir el trabajo por sus propios medios. La formulacin terica que sederiva de esto, y a la que debo tantas comprensiones nuevas, es que lasugestin, que uno puede permitirse incluso en el anlisis, debe ser un nimogeneral ms que una orientacin particular. Creo que hay una gran diferenciacon las sugestiones habituales practicadas por los psicoterapeutas; en realidadse trata simplemente de un reforzamiento de las consignas inevitables delanlisis: ahora tindase, deje fluir libremente sus pensamientos, y diga todo lo

    que le venga a la mente. Incluso el juego de las fantasas es slo una ayuda deeste tipo, aunque ms pronunciada. En lo que concierne a la hipnosis, puederesponderse del mismo modo. Durante toda asociacin libre, los elementos dextasis y de olvido de s son inevitables; sin embargo la incitacin a ir ms lejosy ms profundo conduce a veces, conmigo muy a menudo, lo confiesohonestamente, a la aparicin de un xtasis ms profundo: cuando toma unaspecto por as decir alucinatorio, se le puede llamar, si se desea, autohipnosis,mis pacientes lo llaman a menudo un estado de trance. Es importante no abusarde este estado para impregnar al psiquismo sin resistencia del paciente de lasteoras y formaciones fantasiosas propias del analista, conviene utilizar ms estainfluencia para aumentar en el paciente la actitud de elaborar sus propias

    producciones. Usando un giro, no muy elegante, podra decirse que el anlisis nodebe introsugerir o introhipnotizar cosas en el paciente, por el contraroexosugerir o exohipnotizar est no slo permitido, sino que es til. Aqu seabre una perspectiva muy importante desde el punto de vista pedaggico sobreel camino a seguir en la educacin racional de los nios. Es innegable que losnios son influenciables, que tienden a apoyarse sin resistencia sobre alguiengrande, en sus momentos de debilidad, y que existe un elemento de hipnosisen la relacin entre nios y adultos, y hay que acomodarse a esta realidad. Asque el gran poder que los adultos tienen frente a los nios, en vez de utilizarsesiempre, como se hace a menudo, para imprimir nuestras rgidas reglas en elpsiquismo maleable del nio, podra ser utilizado para educarlos con mayorindependencia y con mayor sentido de la responsabilidad.

    3 Ferenczi parece ser el primero en utilizar este trmino, en 1931, con el significado de paciente en el momento

    de ser analizado.

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    Si en la situacin analtica el paciente se siente herido, decepcionado, oabandonado, puede ponerse a jugar consigo mismo, como hace un nioolvidado. Se tiene la impresin de que el abandono entraa una divisin de lapersonalidad. Una parte de su propia persona comienza a jugar el papel de lamadre o del padre con la otra parte, y de esta manera convierte en nulo y en noaceptado el aludido abandono. Lo curioso en este juego no es slo que ciertaspartes del cuerpo como la mano, los dedos, los pies, los rganos genitales, lacabeza, la nariz, o los ojos se transforman en representantes de toda la persona,y en escena sobre la que todas las peripecias de la propia tragedia aparecen yson invitadas a reconciliarse, sino que tambin se adquiere una visin generaldel proceso de lo que he llamado autoseparacin narcisista, en la propia esferapsquica. Queda uno sorprendido por el importante nmero de percepcionesautosimblicas propias, o de psicologa inconsciente, que emergen en lasproducciones fantasiosas de los analizados, como ocurre en la de los nios. Seme contaban pequeos cuentos en los que algn animal malo trataba dedestruir, a dentelladas y a zarpazos, una medusa, pero no poda hacer presa enella pues la medusa esquiva todos los golpes y todas las mordeduras gracias a

    su maleabilidad, para volver a adquirir pronto su forma de bola. Esta historiapuede ser interpretada de dos maneras: por una parte expresa la resistenciapasiva que el paciente opone a las agresiones del mundo exterior, y de otrarepresenta la divisin de la persona en una parte sensible, brutalmentedestruida, y en otra que lo sabe todo pero que de alguna manera no siente nada.Este proceso primario de rechazo queda an ms claramente expresado en lasfantasas y sueos en los que la cabeza, es decir el rgano del pensamiento,separada del resto del cuerpo, camina sobre sus propios pies y no est vinculadaal resto del cuerpo ms que por un hilo, siendo todos estos elementos los quepiden una explicacin, no slo histrica, sino tambin autosimblica.

    En cuanto a la significacin metapsicolgica de todos estos procesos dedivisin no quiero extenderme ms por ahora. Si he podido comunicarles mi

    sentimiento de que en realidad tenemos que aprender mucho de nuestrosenfermos, de nuestros discpulos, y por supuesto tambin de los nios, mesentir satisfecho.

    Hace muchos aos present una breve comunicacin sobre la relativafrecuencia de un sueo tpico al que llamaba el sueo del beb sabio. Sonsueos en los que un nio recin nacido, o un beb en su cuna, comienza ahablar dando sabios consejos a los padres o a otros adultos. En uno de miscasos, la inteligencia del nio se comportaba, en las fantasas del anlisis, comouna persona aparte, que tenia por misin prestar rpidamente auxilio a un niomortalmente herido. Deprisa, deprisa, qu debo hacer? Han herido a mi hijo!No hay nadie que pueda ayudarle? Pero miren, pierde toda su sangre! Ya casi

    no respira! Tengo que curar yo mismo la herida. Vamos, hijo mo, respiraprofundamente, si no, vas a morir. El corazn se detiene! Se muere, semuere!... Las asociaciones que estaban vinculadas al anlisis de un sueocesaron, y el paciente, afectado de opistotono, hizo unos movimientos comopara proteger su bajo vientre. Mediante nimos y preguntas, que he descritoanteriormente, consegu establecer el contacto con el enfermo que se hallaba enel estado casi comatoso y le obligu a hablar de un traumatismo sexual sufridoen la primera infancia. Quisiera fundamentalmentesubrayar aqu la luz lanzadapor esta observacin, y por otras semejantes, sobre la gnesis de laautoseparacin narcisista. Ocurre como si, bajo la presin de un peligroinminente, un fragmento de nosotros mismos se separara en forma de instanciaautoperceptiva queriendo venir en nuestra ayuda, y esto posiblemente desde la

    primera infancia. Todos sabemos que los nios que han sufrido mucho, moral yfsicamente, adquieren rasgos fisonmicos propios de la gente adulta y con

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    experiencia. Tienen igualmente tendencia a tratar maternalmente a los dems;de esta manera comunican a los dems sus conocimientos penosamenteadquiridos por el trato recibido y se convierten en gente buena y dispuesta aayudar. Todos no llegan tan lejos en el dominio de su propio dolor, y algunosquedan fijados en la autoobservacin y en la hipocondra.

    Pero es innegable que la reunin de fuerzas del anlisis y. de laobservacin de los nios se hallan, tambin all, ante tareas colosales, anteinterrogantes a los que nos llevan esencialmente los puntos de contacto entrelos anlisis infantiles y de adultos.

    Puede afirmarse con justicia que el mtodo que empleo con misanalizantes consiste en mimarles. Sacrificando toda consideracin en cuantoal propio confort, se cede todo lo posible a los deseos e impulsos afectivos. Seprolonga la sesin analtica el tiempo necesario para poder desarrollar lasemociones suscitadas por el material descubierto; no se deja ir al paciente hastahaber resuelto, en el sentido de una conciliacin, los conflictos inevitables en lasituacin analtica, clarificando los malentendidos y remontndose a lasvivencias infantiles. Se procede en cierto modo como una madre amorosa que

    no se acostar sin haber discutido a fondo, con su hijo, todos los miedos,intenciones hostiles, deseos y problemas de conciencia que quedaron ensuspenso. A travs de este medio dejamos al paciente sumergirse en todos losestados precoces del amor objetal pasivo en los que, a base de frasesmusitadas, igual que un nio a punto de dormirse, nos permite entrever suuniverso onrico. Pero esta relacin amorosa no puede durar eternamente, nisiquiera en el anlisis. Lapptit vient en mangeant. El paciente que se ha vueltonio se muestra cada vez ms exigente, retarda progresivamente la aparicin dela reconciliacin para evitar hallarse solo, para escapar al sentimiento de no seramado; o bien busca provocar una situacin unitiva por nuestra parte a base deamenazas cada vez ms peligrosas. Naturalmente cuanto mayor intensidadtenga la situacin de transferencia, mayor ser el efecto traumtico del

    momento en que uno se ve obligado a poner fin a tales desbordamientos. Elpaciente se instala entonces en la situacin de frustracin que tan bienconocemos y que reproduce en principio, a partir del pasado, la rabia impotentey la parlisis que de ella se deriva, siendo precisos muchos esfuerzos, muchacomprensin y mucho tacto, para conseguir la reconciliacin en talescondiciones, de modo contrario a la alienacin que persista durante la infancia.Esto nos permite entrever lo que constituye el mecanismo de latraumatognesis: primero la parlisis completa de cualquier espontaneidad,luego de todo trabajo mental, hasta de los estados semejantes a las situacionesde choque o de coma en el mbito fsico, y despus la instauracin de una nuevasituacin desplazada- de equilibrio. Si conseguimos establecer el contacto, en

    estos estados, advertiremos que el nio, que se siente abandonado, pierde todoplacer de vivir o, como podramos decir con Freud, vuelve la situacin agresivacontra su propia persona. Esto llega tan lejos que el paciente comienza asentirse como en trance de irse o de morir; el rostro se torna plido, y aparecenestados prximos al desvanecimiento, as como un incremento general del tonomuscular, pudiendo llegarse hasta el opisttonos. Lo que se est desarrollandoante nuestra vista es la reproduccin de la agona psquica y fsica que entraaun dolor incomprensible e insoportable. Advierto de paso que estos pacientesmoribundos proporcionan tambin interesantes informaciones sobre el msall y la naturaleza del ser tras la muerte, pero la evaluacin psicolgica de estoselementos nos llevara muy lejos. Conversando con mi colega el doctor Rickman,de Londres, respecto a estos sorprendentes fenmenos, me pregunt si tena

    medicamentos al alcance de la mano para intervenir en caso necesario y salvarla vida del paciente. Pude darle una respuesta afirmativa, aunque no he tenido

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    que usarlos nunca hasta ahora. Con palabras suaves y llenas de tacto,reforzadas mediante una presin estimulante de la mano, y cuando sta seainsuficiente, con una caricia amistosa en la cabeza, se reduce la reaccin a unnivel en que el paciente se torna nuevamente accesible. El paciente nos relataentonces las acciones y reacciones inadecuadas de los adultos, frente a susmanifestaciones en ocasin de los choques traumticos infantiles, en oposicin anuestra manera de actuar. Lo peor es la desatencin, el afirmar que no hapasado nada, que no hubo ningn mal en ello, o incluso el ser golpeado oburlado cuando se manifiesta la parlisis traumtica del pensamiento o de losmovimientos, esto es fundamentalmente lo que hace al traumatismo patgeno.Incluso tengo la impresin de que estos choques graves son superados, sinamnesia ni consecuencias neurticas, si la madre est presente con toda sucomprensin y su ternura y, lo que es ms raro, con una total sinceridad.

    Me planteo esta objecin: es necesario dormir primero al paciente. yacunarlo en la ilusin de una seguridad ilimitada, para hacerle vivir acontinuacin un traumatismo mucho ms doloroso? Dir en disculpa ma quenunca he provocado intencionadamente este proceso y que se ha desarrollado a

    consecuencia de mi tentativa, a mi parecer legtima, de reforzar la libertad deasociacin; tengo bastante respeto por las reacciones que surgenespontneamente, las dejo aparecer sin intervenir, pues supongo quemanifiestan tendencias a la reproduccin que no hay que impedir, sino que debefavorecerse su despliegue antes de tratar de dominada. Dejo que los pedagogosdecidan hasta qu punto este tipo de experiencias aparecen tambin en laeducacin normal de los nios.

    Puedo decir, sin temor, que el comportamiento del paciente, al despertarde este estado de alienacin traumtica infantil, es extremadamentesorprendente y altamente significativo. All vemos iniciarse formalmente lacreacin de loslazos de predileccin de los sntomas que surgen con ocasin delos choques ulteriores. Una paciente, por ejemplo, presenta en el momento de la

    convulsin traumtica un aflujo de sangre intenso en la cabeza, de manera quesu rostro se vuelve totalmente azul; se despierta como si hubiera tenido unsueo, ignora lo que ha ocurrido y no conoce la causa de tal suceso,simplemente siente dolor en su cabeza, un sntoma que es habitual para ella,pero ahora con mucha ms intensidad. Nos hallaremos tras la pista de procesosfisiolgicos que realizan el desplazamiento histrico de un movimientoemocional puramente psquico sobre un rgano del cuerpo? Podra citarlesfcilmente varios ejemplos anlogos, pero bastarn unos pocos. Un paciente,abandonado por su padre y por su madre y hasta podra decirse que por losdioses, expuesto a los ms intensos sufrimientos psquicos y fsicos, despierta deun coma traumtico con una mano insensible y una palidez cadavrica; por lo

    dems, dejando de lado la amnesia, est relativamente en calma y casidispuesto a reemprender el trabajo. No ha sido difcil sorprender, en flagrantedelito por as decir, el desplazamiento de todos sus sufrimientos, induso de lamuerte, sobre una sola parte del cuerpo: la mano, de una palidez cadavrica,representaba a toda la persona y el fin de su combate en la insensibilidad y en lamuerte inminente. Otro paciente, tras haber reproducido el traumatismo, sepuso a cojear: el dedo corazn de uno de sus pies se habla vuelto cojo, loqueobligaba al paciente a prestar una atencin consciente a cada uno de sus pasos.Dejando de lado la significacin sexual del dedo corazn, expresaba con sucomportamiento la advertencia que se hacia a s mismo: ten precaucin antes dedar un paso, para que no te suceda de nuevo lo mismo. El paciente, que hablabaingls, complet mi interpretacin de esta manera: Usted quiere decir

    posiblemente que yo ilustro simplemente la expresin inglesa: watch your

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    step4.Si hago una pausa e imagino las palabras que mis oyentes tienen en la

    punta de la lengua, me parece or por todas partes la siguiente pregunta: Puedellamarse psicoanlisis a lo que ocurre en los anlisis infantiles con adultos? Enrealidad ustedes hablan casi solo de explosiones afectivas, de reproduccionesvivas, casi alucinatorias, de escenas traumticas, de espasmos y de parestesias,que pueden calificarse con seguridad de crisis histricas. Dnde quedaentonces el fino anlisis econmico, tpico, dinmico, la reconstruccin de lasintomatologa, la bsqueda de los empleos variables de la energa del Ego y delSuper-Ego que caracterizan el anlisis moderno? En mi exposicin me helimitado efectivamente a estimar casi en exclusiva el factor traumtico, lo que,por supuesto, no ocurre en mis anlisis. Durante meses y a veces aos misanlisis se desarrollan al nivel de conflictos entre las energas intrapsquicas. Conlos neurticos obsesivos, por ejemplo, hace falta a menudo un ao o inclusoms, para que lo emocional pueda acceder a la palabra; lo que el paciente y yopodemos hacer, utilizando el material aparecido, es buscar a nivel intelectual lascausas que han determinado las medidas preventivas, la ambivalencia de la

    actitud afectiva y de la manera de actuar, los mviles del autocastigomasoquista, etc. Pero, segn mi experiencia, ocurre antes o despus, ms biendespus, un hundimiento de la superestructura intelectual y una perforacinbrutal de la infraestructura que es siempre primitiva e intensamente emocional,y slo entonces comienza la repeticin y la nueva liquidacin del conflictooriginal entre el Ego y el mundo exterior, tal como se ha desarrolladoprobablemente durante la infancia. No olvidemos que las reacciones del nioante el desagrado son siempre, al principio, de naturaleza corporal; slo mstarde el nio aprende a dominar sus movimientos expresivos, que son losmodelos de cualquier sntoma histrico. Conviene por tanto dar la razn a losneurlogos cuando afirman que el hombre moderno produce vagamentehisterias manifiestas, como las que eran descritas hace algunas decenas de

    aos, cuando se las consideraba bastante extendidas. Parece como si elprogreso de la civilizacin hiciera a las neurosis ms civilizadas y ms adultas,pero creo que con paciencia y perseverancia pueden tambin desmantelarse losmecanismos puramente intrapsquicos, slidamente construidos, retornndolosal estado del traumatismo infantil.

    Otra cuestin espinosa que no se tardar en plantear afecta a losresultados teraputicos. Ustedes comprenden perfectamente que por ahora meguardo muy bien de pronunciarme, de forma decisiva, a este respecto. Perodebo reconocer dos cosas: la esperanza que yo alimentaba de abreviarsustancialmente el anlisis, mediante la relajacin y la catarsis, no se hacumplido hasta ahora, y la dificultad del trabajo para el analista se ha visto

    sustancialmente aumentada. Pero creo que ha resultado muy favorecida, y anespero que lo sea ms, la profundidad de nuestra comprensin delfuncionamiento del psiquismo humano, sano o enfermo, y la esperanzajustificada de que el resultado teraputico, que reposa sobre bases msprofundas, en la medida que existe, tiene ms posibilidades de mantenerse.

    Y ahora, para acabar, una cuestin importante desde el punto de vistaprctico. Pueden y deben los anlisis didcticos alcanzar tambin esta capainfantil profunda? Teniendo en cuenta el carcter ilimitado en el tiempo de misanlisis, ello conduce a dificultades prcticas considerables; sin embargo creoque quien tenga la ambicin de comprender y de ayudar a otro no deberetroceder ante este gran sacrificio. Incluso quienes son analizados por razonespuramente profesionales deben volverse un poco histricos, o sea un poco

    enfermos, durante su anlisis, y entonces se ve que la formacin del carcter4 Vigile su caminar, o sea tenga cuidado de no caer.

  • 7/27/2019 FERENCZI Anlisis de nios con los adultos 1931

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    debe considerarse como un efecto lejano de importantes traumatismosinfantiles. Pero creo que el resultado catrtico de esta incursin en la neurosis yen la infancia tiene por ltimo un efecto vigorizante: si es llevada hasta el finalno puede perjudicar en ningn caso. De cualquier modo el procedimiento esmucho menos peligroso que las tentativas heroicas de muchos colegas que hanestudiado las infecciones y los envenenamientos sobre sus propios cuerpos.

    Seoras y seores, si las ideas y los puntos de vista que hoy les hecomunicado llegan a ser un da aceptados, habr que repartir honestamente elmrito entre mis pacientes, mis colegas y yo. Y tambin, naturalmente, con losanalistas infantiles de los que acabo de hablar; me sentir dichoso si heconseguido sentar las bases de una colaboracin ms ntima con ellos.

    No me extraar si esta conferencia, como algunas de las que hepublicado en los ltimos aos, les deja la impresin de una cierta ingenuidad encuanto a mis puntos de vista. Que alguien, tras veinticinco aos de trabajoanaltico, comience repentinamente a sorprenderse ante el hecho deltraumatismo psquico, puede parecerles tan extrao como aquel ingenieroconocido mo que, habindose jubilado tras cincuenta aos de servicio, acuda

    todos los das a la estacin para admirar la partida del tren y exclamar una yotra vez: Qu maravillosa invencin la de la locomotora! Es posible que hayarecuperado esta tendencia, o esta capacidad de considerar ingenuamente lofamiliar, a partir de nuestro maestro quien, en una de nuestras conversacionesveraniegas, inolvidables para m, me sorprendi una maana con esta frase:Vea, Ferenczi, el sueo es verdaderamente una realizacin del deseo!, y mecont su ltimo sueo que, efectivamente, era una sorprendente confirmacinde su genial teora de los sueos.

    Espero, seoras y seores, que no rechazarn inmediatamente todo loque acabo de decirles, sino que reservarn su juicio hasta que hayan adquiridoexperiencia en las mismas condiciones. En cualquier caso les agradezco laamistosa paciencia con la que han escuchado mis consideraciones.