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fdg.lkdsufgoiuioug ¿cómoves? 8 EL CONSUMO DE ALCOHOL ES UNA DECISIÓN PERSONAL. ENFERMARSE DE ALCOHOLISMO, NO. Ahogarse Ahogarse en alcohol Gabriel Nagore Foto: Ismael de Diego

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¿cómoves?8

EL CONSUMO

DE ALCOHOL ES UNA

DECISIÓN PERSONAL.

ENFERMARSE

DE ALCOHOLISMO, NO.

AhogarseAhogarseen alcohol

Gabriel Nagore

Foto: Ismael de Diego

9¿cómoves?

EL ALCOHOLISMO y la adicción a otrasdrogas “No son un suicidio, sino una len-ta capitulación”, decía Jim Morrison, elcantante y compositor de los Doors, unode los grupos de rock más importantes dela década de los sesenta. Su sufrimientono duró mucho: murió en París en 1971, alos 27 años de edad. La versión no oficialseñala como causa una sobredosis de he-roína tras varios meses de asaltos de de-presión y de beber compulsivamente.Aunque seguirá habiendo historias pare-cidas sobre distintos personajes, muchaspodrían evitarse con una visión distinta delconsumo excesivo del alcohol. Contraria-mente a lo que la mayoría de la gente pien-sa, el alcoholismo no es cuestión de fuerzade voluntad.

El alcoholismo es una enfermedad pro-gresiva y crónica, que presenta síntomasque van desde el malestar hasta el dolorintenso. Depende de varios factores, prin-cipalmente de la predisposición genéticay de la influencia del medio ambiente fa-miliar y social. Pese a que afecta todo elcuerpo y provoca una variedad de proble-mas médicos, los principales síntomas semanifiestan en el sistema nervioso. A tra-vés de éste, en especial del cerebro, laadicción produce diversos trastornos en elpensamiento, las emociones y la conduc-ta del enfermo.

El consumo incontrolable de alcoholempezó a considerarse como una enfer-medad desde principios del siglo XIX,pero formalmente fue reconocido como talpor la Organización Mundial de la Saludhasta 1953. Uno de los principales obstá-culos para prevenirla y controlarla es ig-norar que se trata de un padecimiento enel que parece influir la predisposicióngenética, pues las estadísticas médicas in-dican que siete de cada diez enfermos tie-nen antecedentes familiares de abuso dealcohol.

Según datos médicos, alrededor de 600millones de personas, 10% de la pobla-ción mundial, sufren los estragos del al-coholismo. Sorprendentemente, se estimaque sólo seis millones de los enfermos(1%) están bajo tratamiento. “La negaciónes un mecanismo de defensa para dismi-nuir la culpa y la vergüenza, sentimientosque se producen pues el alcoholismo estámuy estigmatizado por la sociedad. Poreso la gente cree que el consumo excesi-

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vo es un problema de falta de fuerza devoluntad y no acepta que es una enferme-dad. En vez de eso, el enfermo debe ha-cerse responsable del padecimiento ytratarse”. Así interpreta la negación eldoctor Francisco Cantú Guzmán —psi-quiatra especializado en el tratamiento delalcoholismo y otras adicciones y directorde la Clínica ADC Cantú, A.C, de Cuer-navaca, Morelos—, quien añade que tam-bién se cae en el error de pensar que elproblema se resuelve exclusivamente de-jando de tomar: “El consumo excesivo essólo una parte de los síntomas; la otra partede la enfermedad es el mal manejo de lasemociones”.

¿Por qué se presenta elalcoholismo en algunas

personas?Según los últimos avances médicos, laadicción es una disfunción cerebral en elsistema límbico (de limbus, borde). Éstees el lugar donde residen nuestras emo-ciones, aprendizaje y memoria. Se le co-noce también como intercerebro, pues esla interfaz entre el tronco cerebral —laparte más primitiva del cerebro, de la cualdependen nuestras funciones vitales— yla neocorteza, la última en desarrollarsedespués de millones de años de evolucióny que es la base del pensamiento humano.

El alcohol que se consume llega alcerebro y actúa como depresor del siste-ma nervioso central. Se han encontradoevidencias experimentales de que su efec-

• Abusar del consumo, convirtiéndose en be-bedor excesivo. Pérdidas en las diferentesáreas de vida.

• Aumento de tolerancia (se cree que ya seaprendió a beber).

• Síndrome de supresión (“cruda”). El orga-nismo se acostumbra al alcohol y protestasi deja de ingerirse. El alcohólico debe vol-ver a beber porque se siente muy mal.

• Compulsión (imposibilidad de dejar de con-sumir alcohol).

• Aumento de agresividad e impulsividad, sealtera el juicio de realidad hacia sí mismo.(“Yo controlo mi manera de beber, yo es-toy bien y los demás mal, lo mío es diferen-te”); van en aumento las lagunas mentales.

• Daños al organismo (principalmente cirrosishepática y deterioro cerebral).

Características de laenfermedad

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to es inhibir o incrementar la producciónde algunos neurotransmisores (mensaje-ros químicos entre neuronas) como el áci-do gama-amino-butírico, la serotonina yla dopamina, asociados, entre otras fun-ciones, con el comportamiento emocional.

“Todos sabemos que el alcohol es unrelajante nervioso —explica el doctorCantú—; por ejemplo, a quienes tienenmiedo de subirse a un avión se les reco-mienda tomarse algo antes de abordar.

Para animarse a sacar a bailar a una mu-chacha algunos jóvenes se toman una odos copas”. Un rasgo característico de laspersonas propensas al alcoholismo es lahipersensibilidad emocional. Les resultadifícil manejar adecuadamente lo quesienten, sin importar que sea placentero ono (ira, temor, tristeza, vergüenza, placer,amor, ansiedad, frustración) y necesitandel alcohol para sentirse bien. Entre losterapeutas se ejemplifica el manejo de lahipersensibilidad con la denominada “ollaestrés”. El estrés se produce cuando la in-tensidad de la flama (es decir, las emo-ciones) es muy alta. Para no explotar, esnecesario que haya válvulas de esca-pe y la “olla” puede te-ner varias. Una es labebida, la cual propor-ciona bienestar en elcorto plazo. Las otrasincluyen hablar de loque sentimos, el estu-dio, el trabajo, las di-versiones, el ejercicio,la fe. Son varias las op-ciones. Cuando se de-clara la enfermedad y elenfermo quiere rehabi-litarse, a estas válvulasde ayuda emocional sesuman los grupos de Al-cohólicos Anónimos, lapsicoterapia y el trata-miento médico.

El sutil límiteLa gente que abusa del al-cohol, con o sin predis-posición, coquetea con ladependencia, esto es, con laenfermedad. El doctor Cantúafirma que al principio no seperciben claramente los sínto-mas: “Como enfermedad cró-nica, su inicio es muy insidiosoy se presenta a través de losaños. Cuando la gente se per-cata, la dependencia de lasustancia ya se ha estableci-do irremediablemente”. Loque sí es claro es que, in-cluso antes de que se esta-blezca la dependencia, conel paso del tiempo cada vezpueden llegar a ser más se-

Consumo de alcohol en México

En nuestro país, el consumo de bebidas alcohóli-cas representa un serio problema de salud. LaEncuesta Nacional de Adicciones —levantada porla Dirección General de Epidemiología de la Se-cretaría de Salud en 1993, en hogares, con unamuestra de 20,243 sujetos, representativos de lapoblación entre 12 y 65 años de edad— indicaque 66.5% de la población estudiada (poco másde 28 millones de personas) son “bebedoras”;25.4% no beben y 8.1% son exbebedoras. La en-cuesta también mostró que 23.4% de los sujetosentrevistados ha consumido alcohol hasta la em-briaguez; 9.4% presenta síntomas de dependen-cia, y 66.0% inició el consumo de alcohol antesde los 19 años.

Por otro lado, una encuesta médica aplica-da por la Dirección General de Servicios Médicosde la UNAM a 32,321 alumnos inscritos al bachi-llerato y a la licenciatura de la UNAM (57% detodos los alumnos de primer ingreso), con un pro-medio de edad al ingresar al bachillerato de 15.5años y a la licenciatura de 18.5, mostró que 17,813estudiantes (55%) nunca han bebido alcohol. El45% restante (14,508 estudiantes) inició su con-sumo entre los 13 y los 15 años de edad, cuandocursaban la secundaria.

Con respecto a la frecuencia de consumo,41% de las mujeres y 28% de los hombres ingie-ren bebidas alcohólicas sólo una vez al año; 11%

y 16% de los varones de bachillerato y licencia-tura hacen un consumo semanal, mientras queen las mujeres es de 6% y 7% para los mismosniveles.

Con respecto a la intensidad de la exposi-ción (número de copas que consumen por oca-sión), hay gran diferencia entre los sexos. El 50%de las mujeres reporta consumir una o dos copaspor ocasión y sólo 6% un consumo intenso. El25% de los hombres consume de una o dos co-pas, mientras que el 23% toma seis o más copaspor ocasión.

Quienes consumen habitualmente alcoholreportaron la convivencia como la motivaciónprincipal (71.%); 27% de los estudiantes de ba-chillerato y 31% de licenciatura busca el efectoplacentero del sabor y de la sensación producidapor el alcohol, y 11% de los estudiantes de ba-chillerato y el 5% de licenciatura hacen uso deesta sustancia para satisfacer la curiosidad. Losestudiantes encuestados provienen de familiasen las que el 33% de los padres, el 2% de lasmadres y el 7% de los hermanos consumenalcohol.

Según esta muestra, la droga más consumi-da por los universitarios es el alcohol, seguidadel tabaco. El consumo de alcohol y tabaco es-tán íntimamente relacionados: más del 63% delos encuestados consumen ambas drogas.

• Investigar si hay antecedentes de alcoho-lismo en la familia.

• Si alguien bebe en exceso es necesariollevarlo al hospital como si se tratara decualquier otra intoxicación. El registro y se-guimiento del hecho podrían ayudar a es-tablecer si hay o no predisposición alalcoholismo.

• Si un grupo de amigos o compañeros bebeperiódicamente, recomendarles buscar in-formación acerca de la predisposición al al-coholismo.

• Señales de alarma: emborracharse en cadafiesta; mostrar señales de impulsividad e in-madurez; escoger amigos que toman; pre-ocuparse por disponer de bebida; pensarque sin alcohol, no hay diversión; alta tole-rancia (tomar comparativamente mayorcantidad de alcohol que otros sin que sepresenten síntomas tempranos de borra-chera); ingerir alcohol para dormir y en eldesayuno; sufrir pérdidas cada vez mayo-res relacionadas con la salud, la familia, eltrabajo y la economía; sufrir lagunas men-tales.

Un cambio de enfoquepara la prevención

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El sistema límbico

Fuentes: Secretaría de Salud, Dirección General de Epidemiología, Tomo I, Alcohol, México, 1993 y Hernández R., M. y C. Lozada,“Perfil de consumo de alcohol y otras sustancias en población universitaria de primer ingreso”, UNAM, 1997. (en prensa), Agradece-mos también los comentarios del Dr. José Luis Domínguez, asesor de la Dirección General de Servicios Médicos de la UNAM.

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Gabriel Nagore es periodista y editor, y desde hacevarios años se dedica a la divulgación de la ciencia.

rias las consecuencias de la llamada “en-fermedad de las pérdidas”: lesiones seriaso muerte violenta en accidentes automo-vilísticos o riñas, pérdidas económicaspara poder seguir consumiendo alcohol,pérdida de la pareja, los hijos, el trabajo,los amigos, la salud.

Los especialistas en alcoholismo se-ñalan dos hechos como el puente quesepara al bebedor habitual de la depen-dencia. El primero es el aumento de tole-rancia al alcohol. Es decir, el bebedornecesita y consume mayor cantidad sinque se muestren signos tempranos de bo-rrachera. La dependencia significa que el

organismo se habitúa me-tabólicamente a altos ni-veles de alcohol en lasangre y protesta cuan-do no los alcanza (paracurarse la “cruda” hayque beber otra vez).Ambos hechos condu-cen después a la pérdi-da total del control en lamanera de beber. Elconsumo se vuelve com-pulsivo. Quienes aceptanla enfermedad buscanayuda y entran a trata-miento para mejorar sucalidad de vida. Los queno, es posible que se acer-quen paulatinamente a la

cárcel, al hospital psiquiá-trico o la muerte.

La alternativa“Aceptar al alcoholismo como

una enfermedad y adquirirmayor conciencia del factor he-

reditario contribuirían a que mu-chas personas no sufrieran laspérdidas y padecimientos propiosde esta adicción —comenta elespecialista—; sabemos que sie-te de cada diez enfermos tienenantecedentes familiares de alco-holismo o adicción a otras sus-tancias. Por ello, si en nuestrafamilia hay signos muy claros

de la enfermedad, la preven-ción debe ser mayor. Ade-más, si se presenta, es

importante que se trate in-mediatamente. Ésta es la alter-

El estudio de la conducta de animales, como enel caso de los primates no humanos, puede ayu-darnos a entender nuestro propio comporta-miento. La relación entre el consumo del alcoholy la agresividad es el tema de estudio que EstherGarcía-Castells —doctora en ciencias fisiológicasdel Instituto de Investigaciones Biomédicas de laUNAM— ha llevado a cabo con grupos de mo-nos verdes. Una de sus observaciones es particu-larmente reveladora: la presión social evita quese desarrolle alcoholismo.

Los animales investigados son machos y hem-bras adultos, juveniles e infantes, que viven engrupos formados por un mínimo de seis y unmáximo de diez, alojados en jaulas de 25 m2 si-tuadas al aire libre. Los registros de conducta serealizan durante dos horas diarias. En la primeralos animales no tienen acceso al alcohol (regis-tro de control sin bebida). Durante la siguientehora se les permite consumir libremente una pre-paración que contiene agua azucarada y 15% deron. A pesar de que los animales disponen entodo momento de agua y alimento, tienen unapreferencia clara por la preparación con alcohol.

La doctora García-Castells indica que la vidaen grupo requiere de un balance adecuado en-tre dos fuerzas: la afiliación (abrazarse y estarjuntos) y el agonismo (lucha por el dominio delgrupo). Las conductas afiliativas son de suma im-portancia para la cohesión social de los grupos ysirven en muchas ocasiones para frenar la agre-sión. A través de las conductas agonísticas se es-

tablecen y mantienen las jerarquías de dominiosocial, indispensables para conservar el orden.Cuando los grupos tienen acceso al alcohol, losmonos dominantes tienen prioridad para beber;una vez que éstos se retiran de los bebederos, seaproximan los que siguen en jerarquía, de modoque casi todos beben.

La doctora García-Castells explica que al con-sumir alcohol todas las conductas se intensifican,excepto la sexual: “El alcohol facilita todo tipode interacciones, principalmente el juego. Éstecambia no sólo cuantitativa, sino tambiéncualitativamente: se hace cada vez más repetiti-vo, compulsivo y rudo. Los animales juveniles, queson los que más beben, durante el juego insistenen jalar la cola de los otros animales del grupo,incluso la del macho dominante, sin importar lasconsecuencias. Estos hechos disparan una con-ducta agresiva hacia el individuo que está rom-piendo las reglas, el cual finalmente se aísla enmedio de miradas amenazantes e, incluso, deagresiones físicas, como mordidas”. El rechaza-do deja de beber y se retira a un rincón de lajaula; así, debe dormir solo, pasar frío y reducirsus posibilidades de contacto social, hechos que,de continuar, ponen en riesgo su vida. Por ello,el animal deja de beber y utiliza sus habilidadessociales para reintegrarse al grupo. La doctoraGarcía-Castells sostiene que esto implica que lapresión social del grupo evita el alcoholismo; esdecir, la dependencia física del alcohol.

Otro resultado de estos estudios es la altera-ción de la dinámica social: “Con el alcohol, lasconductas afiliativas, base de la cohesión social,se truncan por el juego compulsivo y rudo, asícomo por las conductas agresivas asociadas, locual eleva las probabilidades de que aparezcanconductas violentas debido a que la escaladaagresiva no se frena”.

Las extrapolaciones al caso humano debenhacerse con suma cautela; sin embargo, los re-sultados obtenidos en el laboratorio subrayan lanecesidad de una mayor presión social traduci-da en que el bebedor ocasional asuma la respon-sabilidad de su actos y reduzca con ello el riesgode convertirse en víctima del alcoholismo. “Ade-más de esto —concluye la investigadora—, elconsumo sistemático de alcohol no sólo altera lavida del individuo, sino también la del grupo so-cial del que forma parte, particularmente de sufamilia”.

Agresividad y alcohol

nativa”, subraya el doctor Francisco CantúGuzmán.

“La atracción por el cine reside en elmiedo a la muerte. Las películas crean unaespecie de falsa eternidad” decía Morri-son, talentoso creador de “Enciende mifuego” (Light my Fire), al hablar de unade sus principales preocupaciones. Tal vezno se habría topado con la muerte en Pa-

rís si hubiera buscado otras válvulas paraaliviar sus emociones.

Para nuestros suscriptoresLa presente edición va acompañada por una guíadidáctica, en forma de separata, para abordar enel salón de clases el tema de este artículo.

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