fallas y fracturas continentales de mÉxico y su relaciÓn con la concentraciÓn de recursos...

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1.- MARCO TECTONICO México es un país caracterizado por una topografía abrupta que es el resultado de una historia tectónica y una evolución geológica complejas. Las grandes cadenas montañosas y volcánicas, así como sus extensas planicies costeras y llanuras inter- montanas fueron causadas por su posición en la parte sur de la Placa Norteamericana, la cual ha estado sujeta a un estado de esfuerzos de cizalla simple sinistral desde que comenzó la dispersión de la PANGEA, hace aproximadamente 200 m.a., hacia fines del Triásico Tardío. En este trabajo se denominan "estructuras continentales" a aquellas fallas, conjunto de fallas y/o conjunto de fracturas que constituyen discontinuidades corticales a una escala continental y que dividen, o forman por sí mismas, regiones continentales con características estructurales y geológicas similares. Bajo este con- texto, las grandes estructuras continentales que se conocen hasta hoy en México (Figuras 1 y 2) son: al oriente, la Falla Tamaulipas-Oaxaca, al norte, los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China, al poniente, la zona de fracturas de la Sierra Madre Occidental y la zona de fallas divergentes y transformantes del Golfo de California y, al sur, la zona de fracturas del Eje Neovolcánico y la zona de subducción de la Trinchera de Acapulco. Cada una de estas estructuras continentales constituyen por sí mismas regiones con estilos estructurales diferentes, o bien, en otros casos son límites de regiones tectónicas particulares. Si se examina la carta de la figura 1 se podrá observar que la Falla Tamaulipas-Oaxaca es el límite entre los grandes pliegues de la Sierra Madre Oriental y los plegamientos suaves de la Planicie Costera del Golfo de México. Por otro lado, los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China son los límites del Golfo de Sabinas con la Paleopenínsula del Burro-Peyotes al norte y con la Paleoisla de Coahuila al sur. Un poco más al poniente, con una gran extensión que abarca a los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Durango, principalmente, está

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Page 1: FALLAS Y FRACTURAS CONTINENTALES DE MÉXICO Y SU RELACIÓN CON LA CONCENTRACIÓN DE RECURSOS NATURALES NO-RENOVABLES

1.- MARCO TECTONICO

México es un país caracterizado por una topografía abrupta que es el resultado

de una historia tectónica y una evolución geológica complejas. Las grandes cadenas

montañosas y volcánicas, así como sus extensas planicies costeras y llanuras inter-

montanas fueron causadas por su posición en la parte sur de la Placa Norteamericana,

la cual ha estado sujeta a un estado de esfuerzos de cizalla simple sinistral desde que

comenzó la dispersión de la PANGEA, hace aproximadamente 200 m.a., hacia fines

del Triásico Tardío. En este trabajo se denominan "estructuras continentales" a aquellas fallas, conjunto de fallas y/o conjunto de fracturas que constituyen discontinuidades

corticales a una escala continental y que dividen, o forman por sí mismas, regiones

continentales con características estructurales y geológicas similares. Bajo este con-

texto, las grandes estructuras continentales que se conocen hasta hoy en México (Figuras 1 y 2) son:

al oriente, la Falla Tamaulipas-Oaxaca,

al norte, los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China,

al poniente, la zona de fracturas de la Sierra Madre Occidental y la zona de fallas

divergentes y transformantes del Golfo de California y,

al sur, la zona de fracturas del Eje Neovolcánico y la zona de subducción de la Trinchera de Acapulco.

Cada una de estas estructuras continentales constituyen por sí mismas regiones

con estilos estructurales diferentes, o bien, en otros casos son límites de regiones

tectónicas particulares. Si se examina la carta de la figura 1 se podrá observar que la

Falla Tamaulipas-Oaxaca es el límite entre los grandes pliegues de la Sierra Madre

Oriental y los plegamientos suaves de la Planicie Costera del Golfo de México. Por otro lado, los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China son los

límites del Golfo de Sabinas con la Paleopenínsula del Burro-Peyotes al norte y con la Paleoisla de Coahuila al sur. Un poco más al poniente, con una gran extensión que

abarca a los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Durango, principalmente, está

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presente la zona de fracturas de la Sierra Madre Occidental, cuyos límites son al oeste

la Planicie Costera de Sonora-Sinaloa y al este, una frontera menos clara que va desde

las cercanías de Casas Grandes hacia el sureste, hasta el oriente de Guanajuato. Aún

más al poniente, aproximadamente al centro del Golfo de California se encuentra la

zona de fallas divergentes y transformantes, que es el límite oriental de la Península

de Baja California. En la parte centro-sur del país está la zona de fracturas del Eje

Neovolcánico que atravieza el país de oeste a este y limita del resto de la nación a la

Sierra Madre del Sur, que abarca los estados de Michoacán, Guerrero y Oaxaca; ésta

última región tiene como límite sur a la zona de subducción de la Trinchera de Acapulco.

Cada una de estas estructuras continentales, zona de fracturas o fallas, limita o

constituye por sí misma, regiones bien definidas que fueron formadas en tiempos

distintos y por consecuencia, propiciaron la acumulación de riquezas minerales

diversas. A continuación se expone una breve reseña de la geología y tectónica de

cada una de las regiones en que se ha subdividido al país (Figura 2), considerando el menor número posible de ellas, aunque sin olvidar que cada una puede subdividirse

a su vez en más porciones si se adoptan criterios petrológicos, o de otra índole, pero

con el objetivo de tratar de agrupar estilos estructurales cuyo origen tectónico y edad en la que se generaron sea similar.

La Península de Baja California se caracteriza por ser una región constituída por un complejo de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias con edades que varían

desde el Paleozoico hasta el Reciente y que presentan fuertes deformaciones evi-

denciadas principalmente por fracturamiento y fallamiento y, en menor proporción,

por plegamiento. Desde el punto de vista tectónico se han definido tres franjas aproximadamente longitudinales a la península en su porción norte que son, de poniente a oriente: el cinturón sedimentario marino y continental del Cretácico Superior,

el cual está limitado al oriente por la "Línea Santillán-Barrera" (Gastil et al., 1975) y fué deformado durante el Terciario Temprano. Al oriente se ubica el cinturón volcánico-volcaniclástico y sedimentario marino del Cretácico Inferior, comúnmente conocido como "Cinturón Alisitos", el cual fué deformado al inicio del Cretácico

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Tardío. La última franja al oriente del área descrita previamente es la correspondiente

al cinturón batolítico y metasedimentario Paleozoico-Cretácico (Morán, 1984), cuyas

rocas metamórficas basales fueron deformadas a principios del Mesozoico e intru-

sionadas por batolítos de tonalitas, granodioritas y granitos de edad pre-cretácica

(Gastil y Krummenacher, 1978). Gran parte de este cinturón está cubierta por rocas

volcánicas cenozoicas cuya máxima actividad se desarrolló durante el Mioceno

(Morán, Op. Cit.)

Por otro lado, la porción sur de la Península de Baja California puede dividirse

en dos grandes partes: la oriental, correspondiente a la Sierra de la Giganta y la

occidental, conformada por la Cuenca de Vizcaíno, la Cuenca de Ballenas y por la

Cuenca de Purísima-Iray. La Sierra de la Giganta está constituída por una gruesa

secuencia de derrames volcánicos, tobas y areniscas continentales de edad Mioceno

Tardío-Plioceno Temprano (Heim, 1922). Las cuencas de Vizcaíno y Ballenas-

Purísima-Iray son grandes sinclinales abiertos constituídos por rocas marinas del

Triásico Tardío-Mioceno, mismas que fueron deformadas durante el Pliceno Temprano.

La Sierra Madre Occidental se caracteriza por la presencia de extenso fractu-

ramiento propio de regiones volcánicas, con grandes calderas y fallamiento en blo-

ques. Las rocas que constituyen esta parte del país varían en edad desde el Precámbrico

en su basamento, hasta el Reciente en su cima, pero las que afloran con mayor

frecuencia corresponden a rocas volcánicas ácidas e intermedias de edad terciaria.

La historia geológica de esta región es muy compleja y poco comprendida en la

actualidad, pero se estima que su evolución desde el Precámbrico hasta el Terciario

Temprano, estuvo principalmente asociada al depósito de una gruesa secuencia de

material vulcano-sedimentario marino propio de las márgenes continentales en donde

existe subducción. Esta secuencia fué intensamente intrusionada por rocas plutónicas

de tipo granítico y monzonítico durante un período que abarcó desde el Cretácico

Tardío hasta el Terciario Temprano. A partir del Oligoceno y durante todo el Mioceno

ocurrió un período de vulcanismo muy extenso que depositó miles de metros de rocas

volcánicas intermedias en su base y ácidas en su cima (McDowell y Clabaugh, 1979)

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El Altiplano Central y del Norte está conformado por rocas sedimentarias

marinas del Jurásico y Cretácico fuertemente plegadas (Sierra Madre Oriental) y

afalladas que descansan sobre un basamento Paleozoico con algunas porciones de

rocas precámbricas. Toda esta secuencia estratigráfica esta intrusionada por rocas

plutónicas de composición ácida a intermedia con edades promedio de emplaza-

miento correspondientes al Terciario; los depósitos más recientes corresponden a

gruesas secuencias de sedimentos continentales que rellenaron las depresiones

post-eocénicas. Esta parte del país presenta en su porción oriental pliegues apretados

y afallados que conforman la zona de sierras altas (Sierra Madre Oriental) y, en su

porción occidental y norte, pliegues menos apretados pero también afallados, que

constituyen la zona de sierras y cuencas correspondientes a los denominados Altiplano Central y Mesa del Norte.

La Región Costera del Golfo de México la forman principalmente rocas sedi-mentarias marinas del Jurásico al Reciente, suavemente plegadas y con fallamientos

escalonados característicos de una margen continental pasiva. Su deformación se efectuó desde fines del Cretácico hasta la actualidad, como lo sugiere la presencia de

plegamientos en el talúd marino ("Mexican Ridges" o "Cordillera Ordóñez"). Esta

secuencia esta intrusionada por rocas plutónicas de composiciones ácidas e inter-medias (Sierra de Chiapas) e intermedias a básicas (Sierra de San Carlos). En su

porción sur existen fuertes plegamientos causados por una deformación de cizalla

sinistral (Sierra de Chiapas), que provocó grandes fallas de transcurrencia, algunas

de ellas con una componente oblicua que generaron fallamientos inversos en los

flancos de los pliegues. Pero esta región también presenta áreas en las que la defor -

mación puede considerarse nula, como es el caso de la Península de Yucatán, además de exhibir otras áreas de actividad volcánica de rocas alcalinas en las zonas del

Chichonal, de Los Tuxtlas y al oriente y norte de Jalapa y en Tamaulipas.

El Eje Neovolcánico es una zona del país muy particular por su predominancia de rocas volcánicas terciarias y cuaternarias, de composición intermedia a básica en el oriente y de alcalina a hiperalcalina, en el poniente. Esta región se caracteriza por una alta ocurrencia de flujo de calor, fracturamiento, fallamiento vertical en bloques

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e innumerables aparatos volcánicos. Muchos de los bloques de hundimiento formaron

grandes cuerpos de agua en forma de lagos y lagunas. La actividad eruptiva de esta

zona se inicio en el Oligoceno, asociada a fracturas corticales de orientación oeste-

noroeste, mientras que los últimos episodios volcánicos ocurrieron desde el Pleisto-

ceno hasta la actualidad, época esta última en que estuvieron relacionados

íntimamente con sistemas de fracturas corticales de orientación oriente-poniente,

como por ejemplo la Sierra de Chichinautzin (Moser et al., 1974). Entre el inicio y fin

del vulcanismo ocurrieron siete etapas, de las cuales la más importante fué la quinta,

que originó las sierras Nevada y de las Cruces, con una orientación preferencial norte-sur.

Por último, la Sierra Madre del Sur es otra región que se distingue de las demás

por sus rocas de edades que varían desde el Precámbrico hasta el Reciente y cuyas

litologías van desde rocas metamórficas e ígneas intrusivas y extrusivas, hasta sedi-

mentarias marinas y continentales. Las estructuras presentes también son complejas, muy deformadas por pliegues, fallas y fracturas de dimensiones considerables. En términos generales esta zona está conformada al norte por una secuencia de rocas

sedimentarias y vulcanosedimentarias marinas mesozoicas de ambiente somero,

mientras que su parte sur está constituída principalmente por un complejo ígneo-metamórfico que abarca los estados de Guerrero, Morelos, Puebla y Oaxaca.

II.- ESTRUCTURAS CONTINENTALES EN TIEMPO Y ESPACIO

14 En los siguientes párrafos se exponen los procesos tectónicos que generaron las

grandes estructuras continentales y el tiempo en que se originaron. La descripción se efectúa a partir de la más antigua de ellas hasta la más reciente.

La Trinchera de Acapulco se menciona en primer lugar porque no se sabe con

exactitud cuando comenzó su actividad como zona de subducción, aunque existen evidencias de que ya estaba activa desde antes de que se iniciara la dispersión de la PANGEA a fines del Triásico, cuando se supone que ya existía una colisión de la

corteza oceánica del Pacífico con el supercontinente, con una longitud que se estima

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desde la región de Alaska hasta América del Sur. Silo anterior es cierto, entonces la

Trinchera de Acapulco, que es una parte de la Trinchera Mesoamericana, es la

estructura continental más antigua de México y que continúa siendo activa.

La Falla Tamaulipas-Oaxaca fué sugerida como una discontinuidad cortical por Robin (1982) para explicar las diferencias entre el vulcanismo del Eje Neovolcánico,

"suites" basalto-andesita-dacita y el vulcanismo alcalino e hiperalcalino de la Planicie

Costera del Golfo. Ramírez (1984) denominó a esta estructura continental como el

límite entre la corteza continental verdadera y la corteza transicional o atenuada del

poniente del Golfo de México. Posteriormente, Padilla y Sánchez (1986) la define

formalmente como una zona de falla de cizalla a lo largo de la cual el Bloque de

Yucatán se separó en una dirección sur-sureste del Bloque de Norteamérica durante

el Jurásico Tardío. Esta falla tuvo un movimiento transcurrente dextral desde el

Triásico Tardío hasta el Calloviano (150 m.a.), para después actuar como una falla normal hasta principios del Terciario.

Los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China tuvieron su primer período de actividad en el Triásico Tardío, cuando comenzó la dispersión de

la PANGEA, actuando como fallas normales que limitaban el graben continental

conocido como Golfo de Sabinas. El movimiento normal de estas fallas continuó hasta

el principio de la Era Terciaria, para cambiar a un movimiento transcurrente sinistral

en el Paleoceno Tardío-Eoceno Temprano, período en el cual ocurrió la deformación

que causó la mayoría de los grandes plegamientos en el noreste del país y que es conocida popularmente como "Orogenia Laramide".

La zona de fracturas de la Sierra Madre Occidental tiene su máximo desarrollo durante el Terciario, época en la que ocurrió un intenso vulcanismo de tipo riolítico principalmente, que dió origen al depósito de centenares de metros de espesor de

tobas e ignimbritas que cubren aproximadamente 275,280 km 2 de la parte norocci-dental del país. Anteriormente, durante el Mesozoico, esta zona estuvo caracterizada por una actividad volcánica típica de las márgenes continentales activas con un vulcanismo asociado a procesos sedimentarios que causaron el desarrollo de un

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basamento vulcano-sedimentario poco estudiado por lo escaso de sus afloramientos.

La característica estructural de esta región es el fracturamiento a través de la corteza

continental causado por esfuerzos compresivos y con una expresión superficial evi-

dente, asociados a fallamientos verticales en bloques y a la abundancia de estructuras

volcánicas de hundimiento como las calderas.

La zona de fracturas del Eje Neovolcánico tiene sus orígenes en el Terciario

Temprano, continuando su actividad volcánica a través del Cuaternario y hasta el

Reciente. Está caracterizada por una secuencia de rocas volcánicas intermedias en

su base, a alcalinas en su cima, e hiperalcalinas en su parte occidental. La causa de

esta estructura continental es el estado de esfuerzos de cizalla sinistral de esta parte

de la Placa Norteamericana, que produjo fracturamiento cortical con dos familias

principales de dirección oeste-noroeste y norte-sur, mismas por donde ascendió el

magma alterado térmicamente por la subducción de la Placa de Cocos por debajo de

la Placa Norteamericana, con la peculiaridad de que el ángulo de subducción de la

Placa de Cocos es del orden de 15° en la zona correspondiente al Eje Neovolcánico y aumenta su inclinación a medida que se extiende por debajo de Centroamérica. La

característica estructural de esta zona es la presencia de numerosos aparatos

volcánicos, estructuras de colapso en bloques y extenso fracturamiento.

La más joven de las grandes estructuras regionales de México es la zona de fallas divergentes y transformantes del Golfo de California, la cual es además la única estructura regional que no está emplazada en corteza continental, pero su importancia

surge del hecho de que es la causa del movimiento de masas continentales (Península

de Baja California-Continente Mexicano), además de ser el límite entre la Placa de

Norteamérica y la Placa del Pacífico Oriental. La actividad de este sistema de fallas

se inició hace 4 millones de años (Makenzie y Morgan, 1969; Atwater, 1970) y continua hoy en día. Sus características estructurales son muy diferentes a las demás estructuras

descritas; en las zonas de fallas divergentes el fallamiento en bloques es típico, con vulcanismo submarino asociado originado por el ascenso del magma del manto, lo

cual a su vez es causa de una separación entre las placas y un fallamiento de des-plazamiento lateral conocido como fallas transformantes (Figuras 1 y 2).

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III.- REGIONALIZACION DE LOS RECURSOS NATURALES NO-

RENOVABLES DE MEXICO

Hasta aquí se han descrito los orígenes y las características tectónicas de las

estructuras continentales de México y de las regiones que dividen. En esta parte del

trabajo se explica la relación que existe entre la presencia de recursos naturales

no-renovables y cada una de las regiones en las que se ha subdividido al país, cuyos

límites en un caso, están definidos por estructuras continentales, o en otros casos,

coincide la región con la estructura respectiva (Figura 2).

111.1.- ENERGETICOS FOSILES

En la actualidad, probablemente el recurso natural no-renovable más valioso

de México es el petróleo, debido a que aporta un monto muy importante a los ingresos

del Gobierno Federal por concepto de impuestos derivados de una producción del orden de 2.7 millones de barriles diarios de petróleo crudo, de 0.45 millones de barriles diarios de líquidos del gas natural y de 3.5 millones de pies cúbicos diarios de gas natural, que se extraen de un volumen total de reservas de hidrocarburos líquidos de alrededor de 65,050 millones de barriles, cantidad suficiente para satisfacer la demanda del país durante los próximos 50 años al ritmo actual de producción (PEMEX, Informe Anual 1992).

En la figura 3 se ilustran esquemáticamente las regiones en las que existe un

mayor potencial de yacimientos de hidrocarburos y en donde están ubicadas las áreas

productoras de petróleo (Schlumbeger, 1984). Como podrá observarse, esas regiones

están íntimamente ligadas con dos de las áreas, Golfo de Sabinas y Costa del Golfo

de Mexico, limitadas por estructuras continentales como la Falla Tamaulipas-Oaxaca y los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China. Existen desde luego otras áreas que presentan posibilidades de yacimientos de hidrocarburos, pero

éstas no han sido consideradas en este trabajo porque aún no se ha demostrado su productividad.

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Las rocas almacenadoras de hidrocarburos son en su mayoría del Mesozoico y

del Terciario, lo cual explica en parte su localización geográfica.

El otro energético fósil que es importante para México es el carbón (Figura 3).

Este está ubicado en la zona noreste del Estado de Coahuila, en donde se encuentran

los yacimientos más ricos. También se localizan otros yacimientos en el Estado de

Sonora y en Oaxaca, pero sus dimensiones son reducidas y la calidad del carbón es

mala. Las posibilidades de descubrir nuevos yacimientos que sean económicamente

explotables son muy bajas.

111.2.- RECURSOS GEOTERMICOS

El potencial geotérmico de México es considerado como promisorio porque el

país está localizado en el borde del denominado "Cinturón de Fuego del Pacífico", en

donde la abundancia de volcanes es notable. Las regiones en que se genera electricidad con energía geotérmica son principalmente en Cerro Prieto, Baja California Norte, en Los Humeros, Puebla y en Los Azufres, Michoacán, pero toda la zona que

comprende el Eje Neovolcánico es considerada con muy buenas posibilidades; en

total se conocen diez y seis localidades con recursos geotérmicos (Figura 4). Una

restricción importante para el mejor aprovechamiento de la energía geotérmica es la

condición de coexistencia de calor y agua en el subsuelo. En el Eje Neovolcánico hay

zonas con alto flujo de calor superficial que sugiere que a profundidad existen mayores

temperaturas, pero no siempre están presentes acuíferos en contacto con esas zonas

calientes, por lo que se reduce la posibilidad de encontrar campos geotérmicos

económicamente explotables. Lo anterior, aunado al hecho de que los requerimientos

de inversiones en exploración son altos, es quizá la razón por la que no se ha ampliado

la red de estaciones geotermoeléctricas, aunque sería deseable aprovechar más este potencial, porque ser un tipo de energía limpia y eficiente.

El mayor campo geotérmico con que cuenta México es el de Cerro Prieto, Baja California Norte, considerado como uno de los más importantes del mundo. Está ubicado en las proximidades de la Falla de San Andrés, que es la estructura más

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noroccidental del sistema de fallas divergentes y transformantes del Golfo de Cali-

fornia. El calor de este campo es causado por la actividad volcánica del sistema de

estructuras que limita las placas del Pacífico Oriental y de Norteamérica y el agua

que está en contacto con estas rocas proviene de las grandes infiltraciones del Río

Colorado al subsuelo a través de medios fracturados e intergranulares, proporcio-

nando al sitio altas permeabilidades y flujos subterráneos.

Por otro lado, la actividad volcánica submarina en el Golfo de California sugiere

un alto potencial de actividad geotérmica, pero esta está limitada por la falta de

tecnología adecuada para captar vapor a profundidades del orden de más de 4,500 m

de tirante de agua, además de conducirlo tal distancia con la menor pérdida posible

de calor por radiación, con algún sistema de aislamiento térmico.

111.3.- MINERALES METALICOS Y NO-METALICOS

Los recursos minerales metálicos y no-metálicos de México siempre han sido codiciados, desde los metales preciosos en el pasado, hasta éstos y los minerales

industriales y estratégicos en el presente. Tratar de presentar aquí una síntesis de

tales recursos sería muy ambicioso, por lo que a continuación se expone una breve descripción de los yacimientos tradicionales más conocidos, así como también su

relación con las regiones que limitan las grandes discontinuidades corticales del país.

Los yacimientos de minerales metálicos más importantes de la nación son sin

lugar a dudas aquellos correspondientes a los sulfuros de plata, plomo y zinc, por los

que México es el mayor productor de palta del mundo. Tales yacimientos se encuentran distribuídos principalmente en el Altiplano Central y Norte (Figura 5),

aunque existen otras localidades menos ricas en la Sierra Madre Occidental, el Eje Neovolcánico, o la Sierra Madre del Sur. En relación a los yacimientos de oro y plata,

los más ricos y los más abundantes se localizan en la Sierra Madre Occidental, en Baja California, en Guerrero, en Oaxaca, en Guanajuato, en el Estado de México y en Hidalgo (Figura 5), en donde tambien se encuentran ubicados los yacimientos más importantes productores de cobre, manganeso y mercurio.

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En cuanto a los yacimientos de minerales no-metálicos, también México ocupa

un lugar preponderante, pues fué el mayor productor de fluorita en el mundo, hasta

que recientemente fué relegado a un segundo plano desde que China ingresó al

mercado occidental. Los yacimientos más importantes de fluorita se localizan en el

norte del Estado de Coahuila y en el sureste de San Luis Potosí.

La diatomita es otro de los minerales no-metálicos que es importante para

México, porque el yacimiento de Zacoalco de Torres en Jalisco, es considerado como

uno de los más grandes del mundo, con leyes extraordinariamente altas.

Existen también importantes yacimientos de arena silica en Nuevo León,

Tamaulipas y Guanajuato, siendo el más grande el de Jaltipan, Veracruz.

La fosforita es otro de los minerales que abundan en el altiplano, en la zona en

donde convergen los límites de los estados de Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí

y Nuevo León, aunque su contenido mineral no es del todo satisfactorio.

Las principales localidades en donde existe barita están ubicadas en los estados de Coahuila, Nuevo León y Zacatecas, mientras que los mayores yacimientos de sal se localizan en el Golfo de Sabinas y en los estados de Veracruz y Tabasco, sitio en

donde también existió una gran producción de azufre ubicada en los casquetes de domos salinos, aunque en la actualidad, la mayor producción de azufre es la que proviene de la refinación de petróleo crudo.

En síntesis, como se podrá observar en la figura 5, los yacimientos minerales principales del país están ubicados en el Altiplano Central y Norte, en la Sierra Madre

Occidental, en la Península de Baja California, en el Eje Neovolcánico y en la Sierra

Madre del Sur, mientras que la Costa del Golfo de México se caracteriza por la ausencia de mineralizaciones, con excepción de la Sierra de Chiapas, en su porción sur, en donde existen algunos depósitos de oro y plata.

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A pesar de la gran diversidad de las rocas en que están emplazados los yaci-

mientos minerales metálicos, puede decirse que en el 95% de los casos, la edad de la mineralización corresponde al Oligoceno y Mioceno, que es la época en la que ocurrió una extensa actividad magmática.

IV.- LOS RECURSOS NATURALES NO-RENOVABLES DE MEXICO Y

SU RELACION CON EL DESARROLLO SOCIOECONOMICO

Si se examinan detenidamente las figuras 3, 4 y 5, se observará que los recursos naturales de México está distribuídos de forma más o menos uniforme. En contraste,

se sabe que los mayores polos de desarrollo se ubican en las ciudades de México,

Monterrey, Guadalajara y Puebla; las ciudades con desarrollo intermedio están un

poco más distribuídas, como es el caso de Tijuana, Hermosillo, Culiacán, Cd. Juárez,

Chihuahua, Torreón, Saltillo, Tampico, Veracruz, San Luis Potosí, Aguascalientes,

Morelia, Toluca y Querétaro; las demás presentan un nivel de desarrollo de medio a bajo.

Es singular el hecho de que las cuatro ciudades mayores no se caracterizan por su abundancia en recursos naturales no-renovables y que su desarrollo se basó en

recursos agropecuarios, clima agradable, disponibilidad de agua y una industria bien

sustentada. También las ciudades con desarrollo intermedio muestran esas caracte-rísticas generales, aunque no en todas se cumplen totalmente.

La situación del desarrollo centralizado en algunas ciudades de México se explica

en primer lugar por las condiciones topográficas del país, que impidieron la cons-

trucción masiva de vías de comunicación eficientes durante muchos lustros, inhibiendo así el comercio de las riquezas naturales de muchas regiones.

Un segundo factor que impidió el desarrollo con una amplia distribución en la nación fué un sistema de educación deficiente y también restringido a unas cuantas

ciudades por falta de vías de comunicación. Sin embargo, desde el siglo XVII se inició el proceso de difusión de la educación con la creaación de la Universidad, la Escuela

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Nacional Preparatoria, el Real Seminario de Minería y el Sistema Nacional de

Educación Básica Obligatoria. Aún así, la población con educación se concentró en

las ciudades mayores y no emigró hacia las regiones ricas en recursos naturales, en

las que prevaleció y todavía existe, un nivel de educación bajo y en muchos casos

acompañado de analfabetismo.

Bajo éstas condiciones el mayor desarrollo socioeconómico se efectuó en las

ciudades grandes y medias con menor velocidad que la deseable y el subdesarrollo

se distribuyó ampliamente en el resto del país. Desde luego que éste fenómeno fue

causado en gran medida por decisiones y políticas de gobierno abusivas y corruptas,

que nunca fueron encaminadas a mejorar las condiciones de vida de la población en

general, lo cual generó varias guerras civiles.

En la ctualidad la mayor difusión de la educación y una red más extensa de vías

y sistemas de comunicación han disparado el desarrollo de más polos en México,

aunque la distribución a nivel nacional todavía no es la deseable. Un ejemplo claro de la concentración de fuentes de empleo son las ciudades mayores, México, Mon-terrey, Guadalajara y Puebla, en donde se ubica el 95% de la industria, del orden de 70% del comercio y aproximadamente el 98% de los proyectos de investigación académica.

Las políticas gubernamentales y económicas actuales parecen ser acertadas para propiciar el desarrollo total de la nación, pero es necesario que el gobierno mantenga

una conducta honesta y firme, encaminada a una distribución amplia de los servicios

a la población y a estimular a las inversiones de la iniciativa privada en todo el territorio, con reglas claras y precisas, porque es necesario recordar que el desarrollo

socioeconómico de un país está sustentado en tres condiciones básicas: educación, industrialización y distribución de la riqueza.

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REFERENCIAS CITADAS

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Gastil, R.G., Phillips, R.P. y Allison, E.C., 1975, Reconnaissance geology of the State of Baja California: GSA Memoir, 14, 170 p.

Gastil, R.G. y Krummenacher, D., 1978, The migration of the axis of Pacific margin

magmatism across Baja California, Sonora and Chihuahua: Primer Simposio sobre la Geología y Potencial Minero del Estado de Sonora;

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FIGURA 4. Mapa de localización de campos geotérmicos

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L— CERRE PRIETE, B.C.N,

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LA PRIMAVERA, JAL. DAN MARCES, JAL. a

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y \ COAHUILA 9,— LAGUS DE CUITZED Y AR4RDS, MILH, LES AZUFRES, MICH.

y GEGERREN, S.L.P.

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FIGURA 1 CARTA TECTONICA DE MEXICO PADILLA Y SANCHEZ, et aL. 1988

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PLIEGUES SIMETRICDS

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FALLAS Y FRACTURAS CONTINENTALES DE MEXICO

Y SU RELACION CON LA CONCENTRACION DE RECURSOS

NATURALES NO-RENOVABLES

Ricardo José Padilla y Sánchez *

Resumen

Las principales discontinuidades continentales de México son: la falla Tamaulipas-Oaxaca, los lineamientos de Boquillas-Sabinas y de Sierra Mojada-China,

la zona de fracturas de la Sierra Madre Occidental, la zona de fallas divergentes y

transformantes del Golfo de California, la zona de fracturas del Eje Neovolcánico y la

Zona de Subducción de la Trinchera de Acapulco. Todas estas estructuras constituyen

regiones por sí mismas, o son fronteras que dividen provincias geológicas diferentes, las cuales están asociadas a distintos tipos de rocas que contienen minerales y fluidos

diversos. Estos materiales son indispensables en la actualidad por su uso como

energéticos o como insumos en la actividad industrial y empresarial de la nación. En

la primera parte de este trabajo se analizan las fallas y zonas de fracturas continentales

mexicanas con énfasis en su origen y evolución tectónica a través del tiempo en esta

parte de la Placa de Norteamérica; en la segunda parte se presenta la distribución de

yacimientos minerales, de hidrocarburos y de energía geotérmica; en la tercera parte

se discute la importancia de estas grandes estructuras geológicas, no solo como

regiones y fronteras entre áreas ricas en minerales, hidrocarburos o energía geotér-

mica, sino como detonadores de zonas con diferente desarrollo socioeconómico en

el país, en su contexto histórico y a futuro.

* Subgerencia de Programación y Evaluación de Resultados de Pemex Exploración y Producción y de

Pemex Petroquímica. Dirección Corporativa de Operaciones. Petróleos Mexicanos.