hielos continentales

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La zona de los Hielos Continentales, se encuentra dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Se ubica masprecisamente en la provincia de Santa Cruz y abarca 22.000 km2, teniendo una longitud de 400 kilómetros y un anchoque oscila entre los 50 y 80 kilómetros. El siguiente relato, nos refleja una expedición realizada en septiembre del año2010 por Silvio Figliuolo, Mariano Galvan y Gonzalo Rivarola.

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implican preparar una mochila tras otra y no olvidar nada en estos instantes. Taladro, mecha, tornillos, tacos y las instrucciones del flamante soporte. Acá te gusta? Y a darle… en 10 minutos tengo instalado el soporte, lo pruebo, aguanta. Traigo el tele que tenemos guardado desde hace mas de un año, desde que lo compramos contra mi voluntad, para ponerlo en la habitación (tema controversial, no?), lo monto, lo ajusto y ya está. Justo, nuestros amigos nos están esperando en un bar, ah! que buena despedida, cerveza con amigos! Ya estoy guardando las herramientas y… estruendo, crac, bum, bam, crashh. Nooo!

Raquel? Raquel! Estas bien?, Silencio, llego a la habitación corriendo y encuentro a Raquel parada contemplando con tristeza lo que podría haber sido una buena forma de conciliar el sueño en noches invernales en las que no voy a estar…

Mientras viajo intento, como ejercicio para mi voluntad, escribir algo, zafando de la inercia que me lleva a contemplar paisajes patagónicos inconmensurables y desolados desde la ventanilla del colectivo. Quiero convencerme que yo como todos tengo algo que merece ser contado, compartido. Ideas y sentimientos que me recorren mientras emprendo esta nueva aventura. Muy lentamente, demasiado ahora que falta poco, el colectivo me acerca a Río Gallegos. Vengo de Neuquén, en Río Gallegos trasbordo y nuevo colectivo a Calafate. A medida que nos acercamos a la costa del Atlántico el cielo se nubla con ese color gris plomo de las nubes bajas y de la humedad próxima. Alrededor vida. A pesar de la escasa vegetación abundan guanacos, choiques, cauquenes, flamencos, cisnes, perdices y ovejas. Las ciudades y poblados están limitadas a amplios valles que

A partir de este momento intentaré remitirme solo a los hechos. -Vamos a comprar el soporte para la tele- dice Raquel. Yo asiento de mala gana, se que mi próxima partida a Chaltén para iniciar una expedición a los hielos continen-tales implica ciertas mínimas concesiones a mi mujer. Entre ellas instalar un soporte para TV en la habitación, algo que mi eventual ausencia convierte en “indispensable”. Después de la compra a instalarlo inmediatamente, cuestión de sacarme otro problema entre los muchos que

La zona de los Hielos Continentales, se encuentra dentro del Parque Nacional Los Glaciares. Se ubica mas precisamente en la provincia de Santa Cruz y abarca 22.000 km2, teniendo una longitud de 400 kilómetros y un ancho que oscila entre los 50 y 80 kilómetros. El siguiente relato, nos refleja una expedición realizada en septiembre del año 2010 por Silvio Figliuolo, Mariano Galvan y Gonzalo Rivarola.

Caída Libre

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portear (significa transportar a pie equipo y comida en la mochila) aproximadamente unos 70 kilogramos de materiales hasta este lugar donde estamos acampados en esta noche lluviosa y desapacible. El porteo fue agotador para todos, Gerardo, nuestro amigo del Calafate nos acompañó toda esa jornada y la siguiente también. Apasionado por la naturaleza, conocedor de las costumbres, historias y pobladores hizo más llevaderos estos momentos agotadores y de inquietud con mates y relatos de su vida itinerante en Santa Cruz. Finalmente después de una muy larga caminata de ida y vuelta hasta esta playa, nuestras cargas quedaron en bolsos impermeables esperándo-nos mientras descansamos un día en el Chaltén. Finalmente Gerardo partió a Calafate pidiéndo-nos que le avisáramos cuando estuviéramos de vuelta para pasarnos a buscar y llevarnos a Calafate otra vez. Hoy a la mañana, solos en el hostal en silencio, nos quedamos esperando con las mochilas listas con el equipo que nos quedaba, impacientes por empezar a caminar y dejar definitivamente el Chaltén, adentrándonos en terreno salvaje, dominio del viento, el agua y la roca. Pablo, un guardaparque amigo que era de la partida inicialmente y a último momento debió desistir, nos pasó a buscar temprano y nos dejó en el puente del río Eléctrico, punto donde inicia la senda que nos lleva al campo de hielo Sur por el paso Marconi. A partir de este punto estamos solos los tres.

Después de que Pablo nos dejó en el Puente

del río Eléctrico iniciamos, bajo una llovizna suave, la caminata hacia la playita del lago del mismo nombre, donde tendríamos nuestro primer campamento. Los árboles del bosque que precede al camping de Piedra del Fraile, pelados, nos recuerdan que a pesar de nuestro optimismo nos rodea el invierno aquí. Un trío de pájaros carpinteros nos acompañó con su canto y repiqueteo. Disfrutamos esta caminata un poco más que el porteo de los días previos, vamos con menos peso y debemos abocarnos solo a avanzar y disfrutar del entorno salvaje increíble que hace de esta región un lugar mundialmente conocido entre los amantes de la naturaleza. Finalmente llegamos a la playita del lago

películas, los vidrios empañados pero ya estoy cerca de Calafate, aunque podría ser cualquier otro lugar. En el Calafate los instantes se convierten en conversaciones, en búsqueda de acuerdo y reafirmación de quienes somos, conociendo a quienes vamos a formar parte de esta aventura. El tiempo también se convierte en hospitalidad y gratitud. Pasan unas horas violentas, tempestuosas en las que mucho tiempo de decisiones se convierten en bultos, cajas de colores, productos con bondades televisivas, sabores, perfumes, luz , música, información de satélites, etc., precipitándose en bolsas y cajas que se juntan y amontonan. Hasta que por fin llega el momento de partir al Chaltén, cargar la camioneta de un amigo y recorrer segundos en kilómetros, charlas y nuevos paisajes.

Ahora desde nuestra llegada al Chaltén ya pasaron 3 días, ajetreados y cansadores. Sentado en la carpa en la playita del lago Eléctrico, recuerdo el esfuerzo que hicimos para

interrumpen la monotonía de las mesetas. Los ríos que bajan de la cordillera, al Oeste, son el sustento básico de la vida en esta inmensidad continental. Los valles constituyen además un reparo del viento y canales de ingreso del océano Atlántico en los amplios estuarios. El asfalto y sus motivos ingenieriles pretende hacernos creer que nos transporta hacia algún lado, pero las horas mientras pasan nos dan la certeza de que estamos en el mismo asiento asignado, nuestra realidad transcurre entre caras conocidas, butacas y películas que proyectan para convencernos que existe una realidad afuera y que ya vamos a llegar a ella. Trasbordo, otro colectivo, otra butaca, otras caras, otro engaño, sigo en el mismo lugar con actitud ovejuna. Resuena en mi mente un estribillo: -adoro la tele transportación…- y me pregunto cual es la diferencia. Ah, el tiempo, el tiempo o la distancia, ideas, conceptualizacio-nes de lo que es la realidad que nos rodea. El tiempo son instantes y la distancia, como sucesión de lugares no es más que una sucesión de sensaciones. Tal vez solo decisiones desde una perspectiva más humana. Siguen las

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Eléctrico, nos instalamos y nos preparamos parapasar la primera noche eligiendo divertidos la cena, entre la cantidad descomunal de provisio-nes con que contamos. Mientras cenamos quedamos de acuerdo que debemos iniciar las actividades mas temprano. El pronóstico meteorológico para el día siguiente es malo.Ahora, antes de apagar la luz en la carpa, nos acompañan los sacudones de las ráfagas de viento y el bramido lejano del vendaval en las cumbres en este angosto valle rocoso. La distancia y el tiempo pasaron hoy al compás de las gotas de lluvia repiqueteando en la campera y en la carpa.

La mañana siguiente, no muy temprano,preparamos todo para iniciar nuestra subida a los hielos. El objetivo es llegar ese mismo día al refugio del cerro Gorra Blanca, en territoriochileno. El ambiente es como destapar algo que

estaba haciendo presión. Cuando terminé de equiparme, mochila, arnés,etc., me dí cuenta que tenía ganas de hacer pis… Se cumplió la ley de Platón, que tilingo!! Sin casi darnos cuenta empezamos a caminar. Creo que la adrenalina nos contagió algo de lo salvaje del paisaje y a pesar de las nubes y una lluvia suave avanzamosbastante rápido, al principio, pasando los acarreos horribles de la margen sur de la laguna Marconi, buscando una senda que nunca dura mucho por los frecuentes desmoronamientos de los acantilados que se ven cientos de metros mas arriba. Llegamos al borde del glaciar resoplando y con calor,buscamos una subida entre los bloquesde hielo negro y las grietas. La trepada al glaciar, bastante empinada, se hace

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más suave mas tarde, cuando ya estamos sobre la lengua de hielo propiamente dicha. El hielo cada vez mas claro, se limpia de rocas y sedimentos y las grietas se hacen más estrechas y ordenadas. A su vez la lluvia se convirtió en nieve y el viento empezó a arreciar. Todavía nos falta una trepada de aproximadamente 800 m para salir al campo de hielo. Al reparo de una gran roca errante flotando en el hielo paramos a comer unos sándwiches y a atarnos. Cuando estamos listos, esquíes y bastones en la mochila, empezamos a caminar saltando las grietas que imaginamos en aquellos lugares donde el hielo celeste, sólido, da lugar a la nieve rellenando el vacío. En pocos minutos, mientras avanzamos, el viento y la nieve se convierten en un vendaval de viento blanco y la visibilidad se redujo a escasos 100 metros como máximo ocasionalmente. Cada tanto miramos las botas para asegurarnos que las antiparras no se hayan tapado de nieve. A medida que la pendiente aumentaba, el hielo del glaciar se cubre de un colchón blanco que, dificulta caminar y oculta las grietas. Mas arriba la nieve da paso al hielo de placa duro y resbaladizo.

Empezaron a aparecer grandes bloques de hielo celeste desprendidos de los seracs que nos rodean a la izquierda, por esto intentamos mantenernos próximos a la franja de rocas que nos marcan el camino por la derecha de este angosto canal. Cada tanto hundimos los pies en

alguna grieta inadvertida de la que intentamos salir rápido con susto. Otras veces una caída de alguno es respondida instantáneamente por los demás tensando la cuerda, clavando crampones y afirmándonos en las piquetas, evitando un tirón que podría precipitarnos a todos a la pendiente helada y las piedras y bloques de hielo que dejamos mas abajo entre la tormenta. Lo importante es ayudar rápido al caído para evitar enfriarnos y dar continuidad a la progresión que se desarrolla en terreno comprometido y peligroso. De a poco la pendiente se verticalizó y aumentó el espesor del colchón de nieve.

Adelante Mariano abre huella con seguridad y energía, lo seguimos con Gonzalo intentando no convertirnos en una carga más. Entre la tormenta, la pendiente y la sucesión de hielo duro resbaladizo y nieve profunda e inestable la situación es complicada. Pasamos unas tres horas en esta tormenta. Mas arriba la pendiente disminuye pero conforme nos acercamos al hielo abierto, las ráfagas nos azotan con violencia y la visibilidad disminuye, esto nos obliga a detener la marcha y agacharnos apoyándonos en las piquetas, tratando de dar la espalda al viento. Los guantes están congelados así como el exterior de nuestras camperas en el cuello y gorro, pero no sentimos el frío mientras nos movemos. Ocasionalmente, entre el viento blanco, podemos ver algunos detalles del paisaje que

nos permiten definir una dirección a seguir, la pendiente, rocas, algunos contornos de los cerros próximos. Seguimos avanzando muy lentamente, nos cuesta darle continuidad a la marcha por las ráfagas y la incertidumbre, avanzamos poco y el tiempo pasa rápido en esta tormenta, en la que cualquier parte expuesta del cuerpo se congela insensible y cuesta recuperar el calor. Intentamos guiarnos por el GPS que por medio de una brújula incorporada nos marca la dirección a seguir hacia el refugio. De a poco comprobamos que el paisaje se va abriendo. Nos damos cuenta que estamos próximos al paso, a punto de entrar en el campo de hielo. El GPS marca a la derecha algunos vivacs usados y seguimos avanzando lentamente pero con fuerza aunque no vemos nada adelante. Nos damos cuenta que aunque guiados por el GPS podemos llegar cerca del refugio García Soto, podemos pasarnos de largo o estar buscando el refugio mucho tiempo por la baja visibilidad. También sabemos que nos quedan pocas horas de luz y que necesitamos ponernos a cubierto inmediata-mente.

Después de 6 horas de renegar en la tormenta no estamos dispuestos a renunciar a lo ganado volviéndonos a nuestra carpa en la playita y decidimos pasar la noche en cueva de nieve. En pocos minutos encontramos un lugar propicio para empezar, sacamos las palas y a cavar como locos. Con las últimas luces del día podemos los tres ponernos a cubierto en la cueva, empapados después de cavar un par de horas, pero al menos a salvo del temporal que seguía bramando afuera mientras la nevisca continua derramándose por los pequeños

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resquicios que dejamos como ventilación. Recuerdo que mientras cavábamos sentimos un estruendo sordo en el viento. Entre las ráfagaspudimos ver como los seracs bajo los cuales pasamos antes, se desmoro-naban y caían sobre nuestras huellas. Varias horas pasamos adentro de la cueva haciendo agua de la nieve, tomando mate, comiendo lo que tenemos mas a mano, tratando de recuperar fuerzas y calor. Finalmente el cansancio nos gana y como podemos acomodamos las bolsas para intentar pasar la noche y dormir.La noche pasa lenta intentando relajar las piernas y músculos, difícil en posición fetal, acumulando calor y aprovechando el poco espacio que nos deja el equipo que metimos con nosotros en la cuevahúmeda. Al despertar advertimos que el techo descendió varios centíme-tros, al menos no se desmoronó. Dormimos sin acordarnos que a pocos metros de nosotros yacía el cuerpo sin vida de un montañista solitario que unos días antes había intentado llegar al refugio y que como nosotros probablemente se había visto sorprendido por el clima áspero e inclemente.La distancia entre el y nosotros era muy poca…Apuramos unos mates y alfajores, el viento sopla aún afuera pero necesitamos salir de la cueva para llegar al refugio lo antes posible. Por suerte esta todo mas despejado que el día anterior, la temperatura descendió y el viento no amaina pero espera-mos hoy poder avistar el refugio para poder llegar a el con seguridad.

Nos ponemos los esquíes de travesía y empezamos a zapatear,tratando de avanzar mientras nos acostumbramos al mayor peso en las piernas. La pendiente disminuye considerablemente en poco tiempo pero el camino es todo en ascenso por una pendiente suave que se hace infinita y nos pesan los esquíes y el poco descanso en la cueva. Intentamos ceñirnosa la dirección que nos señala el GPS. Andamos un par de horas en la estepa helada del Paso Marconi, para al final ver recortado en un filo lejano, al Norte, el contorno del refugio chileno Mauricio García Soto. Lentamente vamos acercándonos, mas lento de lo que suponemos al verlo por primeravez. No tardamos en darnos cuenta que las distancias engañan en estas estepas heladas. Nos lleva mas de una hora llegar al refugio a pesar de que lo tenemos siempre a la vista. Entramos al refugio con el envión con que veníamos, afuera el viento arrojaba ráfagas de hasta 70 km/h y la baja temperatura de este día despejado hace insoportable permanecer mucho tiempo quieto a la intemperie. Una vez adentro con todos nuestros equipos a resguardo en el interior, inmediatamente empezamos a derretir nieve y reforzamos el abrigo ahora que estamos quietos. Unos cubrepantalones que Gonza humildemente dijo que no le habían salido como quería e interiores con gorro, resultaran imprescindibles para resistir el frío penetran-te mientras nos recuperamos. Durante todo el tiempo que permanecimos en el refugio la temperatura en el interior nos subió de -8º. La moral si subió al entrar en el refugio, encontramos indicios de que había sido usado recientemente. Hay alimentos, combustible líquido, gas y colchones en tres literas. Creímos tocar el cielo con las manos. De todas maneras el frío en el

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interior es duro y debemos de a poco ir secando con nuestros cuerpos todas las prendas húmedas como resultado de la noche en la cueva de nieve. El combustible que usamos eran alfajores, guisitos, picada, y mate, mucho mate muy caliente. Imaginamos la posibilidad de armar la carpa en el interior de manera de aprovechar mejor el calor y poder estar más confortables, pero esta había quedado abajo. Solo descansamos metiéndonos en las bolsas de dormir a la noche, después de comer, tratando de contener en el mínimo espacio todo el calor que nuestro cuerpo genera. Desde la tibieza de las bolsas de dormir, sin hablar, en la oscuridad fantaseábamos con la idea del refugio desarmándose volando al viento pero al final dormíamos...

El teatro es grande y tiene palcos al estilo

antiguo. Una iluminación tenue y calida nos acompaña mientras buscamos con Raquel de la mano nuestros lugares. La alfombra del pasillo que nos conduce a nuestros asientos se siente confortable bajo mis pies. En el escenario la escenografía no está terminada, hay decorados de telas mezclados con andamios, pero esto parece parte de la obra y en los claroscuros bajo el el decorado aparentemente sin terminar, se advierten parejas de mujeres hermosas susurrando y acariciandose como ninfas en un bosque. La fantasía está comenzando, preludio de lo que va a venir. En la acústica perfecta del salón suenan claras las voces que me saludan desde los lugares que vamos pasando. Me siento como protagonista de lo que llega. Nos acercamos a nuestros asientos. BLAM!!! Algo se cayó en el escenario! Abro los ojos, respiro profundo, el aire caliente queda atrapado en mi bolsa de dormir, el refugio sigue de pie, tengo calor y está todo bien, pero que lastima que me desperté. Los cimbronazos del vendaval nos sacuden en las literas, el refugio se estremece, escuchamos golpes de fragmentos de hielo que vuelan desde las rocas a barlovento contra la pared oeste del refugio. Estimo la velocidad del viento en mas de 100 km/h. Algo golpea afuera rítmicamente con las ráfagas mas intensas, confirmando que sin el mantenimiento que evidentemente recibe de los técnicos chilenos este refugio, tampoco duraría mucho. Por algún extraño mecanismo de la mente los tres tuvimos sueños muy vividos las 2 noches que pasamos en el refugio, creo que todos buenos, al día siguiente mientras mateamos es entretenido

y combustible como para intentar la vuelta por Circo de los Altares y Cerro Huemul. Así, al amanecer del tercer día en los hielos, a las 4 am, Mariano partió buscando la arista oeste de este cerro. Gonzalo y yo no nos sentimos como para acompañarlo en esta, nos abrumaba lo que todavía nos faltaba hacer. Desde las 18 hs del día anterior el viento venía amainando, la visibilidad mejoraba, la nubosidad disminuía y solo cada tanto alguna ráfaga que podía durar varios minutos perturbaba la calma de este páramo blanco. Cuando Mariano salió a la oscuridad encendimos una vela próxima a una ventana para que le sirviera de referencia y nos metimos nuevamente en las bolsas de dormir pensando que nos debíamos levantar temprano a buscar indicios del amigo cuando estuviera bajando y después ordenar todo para regresar al campamento de la playita. Mariano apareció a las 9, cuando con Gonzalo ya habíamos desayunado y teníamos varias cosas listas. Lamentablemente no alcanzó la cumbre. Seracs, grietas, hielo y nieve blanda muy profunda lo obligaron a cambiar muchas veces entre crampones y esquíes y finalmente a desistir al encontrarse en el filo cumbrero con bloques de hielo inestable y nubes. La máxima altura alcanzada fueron los 2430 m.

Tomamos unos mates, acomodamos todo en el refugio, preparamos las mochilas, nos calzamos los esquís y emprendimos el descenso en una mañana clara y muy despeja-da. Tuvimos excelentes vistas de Fitz Roy y Torre y de los cordones montañosos que se alzan sobre el campo de hielo, Mariano Moreno, Gaea y detrás de este la cumbre lejana del volcán Lautaro. Mientras nos alejábamos del refugio el viento apareció nuevamente. Optimistas pero cautos partimos con los esquíes. Hicimos un alto donde tres noches antes habíamos cavado la cueva, cambiamos los esquís por crampones y seguimos descendiendo. Pasamos rápido por el canal de descarga de seracs y llegamos al glaciar Marconi, almorzamos algo y dejamos junto a una gran roca aislada en el hielo, los equipos que nos iban a servir al día siguiente para volver a subir al hielo, pero desde aquí hasta la carpa solo iba a ser peso y estorbo, esquíes, piquetas, palas, arneses, trineos y otras herramientas. Almorzamos algo rápido y

contarlos y divertirnos escuchando lo que se imagina cada uno. Con esto matizamos las especulaciones sobre las posibilidades de cumplir nuestros objetivos que parecen cada vez más lejanos. Al final, el frío glacial dentro del refugio y las tormentas en el exterior socavan nuestro proyecto de llegar al volcán Lautaro y desistimos.

Pasamos tres días en el refugio, nuestra

moral oscila con las ráfagas, la temperatura y la presión barométrica que nos marcaba el GPS. Intentamos varias veces comunicarnos con Pablo usando el handy pero no tenemos bien programada la frecuencia de una repetidora y no podemos recibir nosotros, pero sabemos que alguien nos escucha, en algún momento percibimos palabras dirigidas a nosotros pero duro poco: -Parques, Parques para Refugio García Soto…..-. Silencio, mas chistes y bueno a ver que inventamos ahora. Jugamos dardos, domino y dados, lujuria eh?

Mariano decidió hacer un intento al cerro

Gorra Blanca la madrugada antes de descender a la playita nuevamente. La idea era ir para abajo, cuando el volviera, a buscar la carpa, más comida

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continuamos descendiendo el glaciar incentiva-dos por la idea de pasar una noche más tranquila en la carpa donde en un espacio mas pequeño el aire se calienta con mas facilidad, alcanzando los 12ºC y cuya comodidad ya comprobamos la noche anterior a la de la cueva de nieve.Volveimos a descifrar la salida del glaciar entre bloques de hielo negro, acarreos y grietas.Finalmente, de un salto tocamos tierra firme al borde del glaciar y empezamos a buscar la huella entre roca viva y acarreos horribles, etiquetados en la cartografía como “Area Muy Peligrosa”.Estos acarreos constituyen la empinada margen sur de la laguna Marconi. De a poco, bajo una llovizna persistente, las señales que nos marcan la senda aparecen delante de nuestros pasos, un par de veces perdemos la huella para encontrarlaa nuestra izquierda o derecha a pocos metros. El descenso que se inició con una mañana despejada con vistas espectaculares desde lo alto, por la tarde se convierte en una caminata monótona y agotadora bajo la llovizna. Después de una quebrada angosta empiezan a aparecer la playita, aparecen las pircas que marcan las protecciones, el bolso con equipo, pero la carpano esta más!. Inmediatamente miramos al lago temiendo verla flotando o al menos alguna evidencia en la playa rocosa, pero nada. A la derecha de la pirca, a unos 100 metros de donde la dejamos, entre unos matorrales bajos encontramos enganchado lo que queda de nuestra carpa. Algunos de los parantes están en su lugar, otro salido completo y otro está partido,el sobretecho y el cuerpo de la carpa están bastante agujereados, no rajados. Dos de los vientos aún tienen atadas las rocas que usamos para anclarla. La idea de la carpa volando 100 metros con rocas atadas a los vientos nos llenó de inquietud. En el aire reconocemos el olor de la bebida con la que pensamos brindar esa noche antes de partir al hielo para iniciar la vuelta corta.Rápidamente nos damos cuenta que sin la carpase acaban nuestras chances de cualquier travesía por el hielo. La llovizna, por momentos

chubascos, nos incentiva a buscarrápidamente una solución transitoria para la carpa, la reparamos como podemos usando nylon y cintas.Buscamos agua para seguir tomando mate… y nos metemos adentro sin el whisky que esperamos ansiosos, no haynada para festejar en lo deportivo pero pasamos momentos duros y nos lo mereceríamos. El clima oscila entre una garúa persistente y ráfagas que sacuden la carpa entera haciéndonos imaginar la carpa voladora. Esperamos un rato, a pesar de la falta de un parante la carpapor suerte resiste y solo se filtra agua por los costados. Sobre las colchonetas estamos secos. Finalmente apagamos el calentador que usamos como calefac-ción y las linternas vencidos por el cansancio de un día largo con sorpresas.Durante la noche varias veces nos despiertan ráfagas repentinas que durante un rato estremecen la carpa en la oscuridad, sin sacar la cabeza de la bolsa de dormir, todos despiertos, escuchamos esperando que el sobretecho volaradejándonos indefensos bajo la lluvia. La bolsa estanca es mi almohada.Finalmente el amanecer llega sin novedad. Nos despertamos sabiendo que este día se inicia nuestro regreso al Chaltén. Antes del mediodía, Marianovuelve a buscar el equipo que dejamos en el glaciar. En tres horas fue, cargo todo y volvió, ¡rápido! Con esto y el intento al Gorra Blanca confirma que a pesar de las contrariedades, su moral y su estado físico están bien arriba. Cuando el llega, con Gonzalo tenemos hecho el trabajo domestico, parchando la carpa como pudimos con cinta, la secamos completa-mente aprovechando unas horas de poca lluvia durante las cuales el viento patagónico nos ayuda a eliminar la

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humedad que queda en el interior. Vemostambién con Gonza, que el retorno por el mismo lugar por donde vinimos no va a ser fácil ya que aún quedan entre 30 y 40 kilogramos de comida, combustible y equipos que forzosamentedebemos extraer y esto nos obliga a usar el campamento intermedio de Piedra del Fraile(denominado así por el cura salesiano De Agostini, pionero en la exploración de la Patagonia Austral).

No quiero aburrir con una retirada larga y en la que el mal tiempo continua complicando las cosas pero… Al día siguiente cargamos equipos individuales, desarmamos la carpa maltrecha, amontonamos palas, esquíes, piquetas,crampones y comida sobrante en los bolsos impermeables, partimos a Piedra del Fraile y llegamos allí cerca de las 16 horas. Ahora el viento muy fuerte esta a favor nuestro, empuján-donos y sacándonos de la huella, castigando en las partes mas expuestas de la ruta y en donde las ráfagas se encajonan entre las rocas.Ocasionalmente paramos a sacar fotos y filmar,consolándonos tratando de robar imágenes,sonidos y alguna otra aventura. A pesar de creer que hacemos lo correcto, siempre abandonar un objetivo que nos cuesta tanto en tiempo,recursos y sacrificios nuestros y de los que nos quieren, pesa en la conciencia y en el corazón.En Piedra del Fraile intentamos una vez mas comunicarnos con guardaparques sin respues-ta, intuimos que nos escuchan pero nosotros no recibimos ninguna señal, si la hay. Esa noche en Piedra del Fraile la pasamos muy bien, distendidos, la primera vez que sentimos un techo firme sobre nuestras cabezas. Al día siguiente volvemos al campamento de la playitaa buscar los que nos queda. A la ida me pego un golpe antes de cruzar la península del lago Eléctrico, resbalé en la roca empapada, alcancé a manotear un borde de roca antes de seguir cayendo, realmente podría haber sido complica-do pero buenos reflejos y la mochila vacíahicieron que fuera fácil controlar la situación. El clima nos sigue castigando durante toda la jornada. Nos damos cuenta que es demasiado el combustible que hemos traído. Llegamos a Piedra del Fraile temprano y encontramos gente,turistas y pibes del Chaltén que están de paso por el lugar. Decidimos continuar hasta el Puente del Río Eléctrico, donde nos había dejado Pablo7 días atrás. Almorzamos en la cabañita y seguimos con toda la carga que podemos

levantar hacia el puente. Dejamos solo las bolsas de dormir y lo indispensable para esa noche. El camino se hace largo y monótono, a pesar de estar acercándonos a la ruta sabemos que inevitablemente vamos a hacer de vuelta los 10 km a Piedra del Fraile y que al día siguiente debemos recorrer esta misma senda por ¡sextavez! Cerca de la ruta dejamos nuestras cargas amontonadas en un cauce seco y volvemoscansados al refugio, cada uno por su lado, con pocas ganas de charlar y ensimismados en el bosque. Cenamos rápido y nos acostamos.Estoy seguro que ninguno tiene ganas de volverpero el clima no mejora y cada vez que miramos hacia el Oeste, el fondo del valle del río Eléctricose ve cubierto y cerrado por nubes y agua, nieve,hielo. Cumbres, agujas y riscos aparecen y desaparecen en la niebla. Las ráfagas que siguen llegando no nos dejan duda de que estamos haciendo lo que debemos. El último día nos levantamos cerca de las nueve, pero no fue hasta después del almuerzo que tenemos todo listo para salir. Los compañeros eventuales salen antes y les pedimos que de ser posible avisen en Chaltén a Pablo que por favor nos vayan a buscaral puente. Una banderita argentina hecha jirones nos saluda desde el mástil que está en este campamento. Dejamos solo unas velas en la cabaña de Piedra del Fraile, es lo único que marca nuestro paso por el lugar, todos nuestros residuos y deshechos bajaron con nosotros, al menos hasta los puntos en los cuales sabemos que algunos orgánicos pueden degradarse de manera natural.Todos los plásticos y papeles los depositamos en el Chaltén. Llegamos con toda la carga al puente del río Eléctrico cerca de las 15 horas. Esperamos que nuestros mensajes y

comunicaciones le hubieran llegado a Pablo. Nos acomodamos al borde del camino en un punto que ofrece un poco de reparo al viento inclemen-te que sigue castigándonos hasta el ultimo momento. Mientras esperamos decidimos, sin mucha fe, probar una vez más con el handy a versi Pablo esta al tanto de nuestra salida y si puede venir a buscarnos. Al reparo del viento probamos -…parques, parques…-, -adelante para parques,quien opera- escuchamos inmediatamente la vozde Pablo peleando también con el viento, el frío y la llovizna. ¡Si! ¡Que alegría! Estamos todos bien, todo nuestro equipo con nosotros y en un ratitoestamos en el Chaltén. Durante el asado que comemos mas tarde en casa de Pablo confirma-mos varias cosas, cada vez que transmitíamos el nos escuchaba en parques, aunque nosotros no a el; el seguía el pronóstico y este era en todos los casos malo como día a día íbamos descubriendonosotros; lo ultimo y muy importante, Pablo hace muy buenos asados.

Moreno, voy a decirsigún mi saber alcanza;el tiempo solo es tardanzade lo que está por venir;

no tuvo nunca principioni jamás acabará,porque el tiempo es una rueda,y rueda es eternidá;

y si el hombre lo divide,sólo lo hace, en mi sentir,por saber lo que ha vividoo le resta que vivir.”

Martín FierroJosé Hernández

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