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Departamento de Humanidades Universidad de Puerto Rico en Arecibo Factores que Impulsaron a los Autores de la Generación del 30 a Cuestionar y Defender Nuestra Identidad Puertorriqueña. Trabajo como Requisito del Curso de Historia de Puerto Rico II (HIST-3242-M85)

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En esta investigación podrán encontrar una explicación de lo que fue la Generación del 30, así como un análisis de la vida de los puertorriqueños durante los primeros años de existencia bajo la Soberanía Estadounidense; además de unas especulaciones sobre la opinión de los autores ante este nuevo estilo de vida. El trabajo se enfoca principalmente en los siguientes sucesos históricos: la gobernación y las decisiones relacionadas a esta, el cambio dramático en la educación del país, y la emigración puertorriqueña hacia los Estados Unidos. Trabajo como Requisito del Curso de Historia de Puerto Rico II.

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Page 1: Factores que Impulsaron a los Autores de la Generación del 30 a Cuestionar y Defender Nuestra Identidad Puertorriqueña

Departamento de HumanidadesUniversidad de Puerto Rico

en Arecibo

Factores que Impulsaron a los Autores de la Generación del 30 a Cuestionar y Defender Nuestra Identidad Puertorriqueña.

Trabajo como Requisito del Curso de Historia de Puerto Rico II (HIST-3242-M85)

Coralys N. Santiago González (840-11-8256)Prof. José Alberti

7 de mayo del 2013

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Introducción

Por medio de este trabajo investigativo se busca conocer y exponer al menos 3 razones

por las cuales los autores de La Generación del 30 en puerto Rico comenzaron a cuestionarse y

a defender la identidad puertorriqueña a través de sus escritos. También se procura repasar y

analizar la historia de Puerto Rico desde la invasión de los Estados Unidos el 25 de julio del

1898, hasta fines de la década del 40. Para hacer una evaluación carente de sesgos, se

analizarán tanto los factores sociales (el contexto en el cual estaban viviendo) como los factores

psicológicos (personalidad e ideas) que impulsaron a estos autores a defender nuestra

identidad.

En esta investigación podrán encontrar una explicación de lo que fue la Generación del

30, así como un análisis de la vida de los puertorriqueños durante los primeros años de

existencia bajo la Soberanía Estadounidense; además de unas especulaciones sobre la opinión

de los autores ante este nuevo estilo de vida. El trabajo se enfoca principalmente en los

siguientes sucesos históricos: la gobernación y las decisiones relacionadas a esta, el cambio

dramático en la educación del país, y la emigración puertorriqueña hacia los Estados Unidos.

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¿Qué Fue la Generación del 30 en Puerto Rico?

Se le llamó Generación del Treinta a un grupo de escritores que se reunió en torno a la

Universidad de Puerto Rico, desde la década del veinte hasta aproximadamente finales de la

década del cuarenta. Este grupo de escritores es el primero que conscientemente se comienza

a plantear la identidad puertorriqueña en el contexto de la presencia norteamericana. Los

escritores de la generación del 30 autocritican seriamente la condición puertorriqueña

preguntándose qué somos y como somos. Mediante sus textos denuncian las causas que

amenazan la cultura puertorriqueña, así como el estado social, cultural y educativo del país. En

la literatura, recurren a la ruralía como espacio en que habita lo criollo y auténtico del ser

puertorriqueño. En Puerto Rico se publican dos libros claves que fomentarán la discusión

cultural: Insularismo: Ensayos de Interpretación Puertorriqueña (del cual tomaremos un ensayo

como referencia para esta investigación) de Antonio S. Pedreira (1899-1939) y Prontuario

Histórico de Puerto Rico de Tomás Blanco (1897-1975). Antonio fue la voz principal de su

generación, se dedicó a la cátedra universitaria y dirigió el departamento de estudios hispánicos

de la UPR.

En esta época se funda la revista índice y también se divulgan revistas como Ateneo

Puertorriqueño, Ámbito, Brújula, Horizontes, Isla, Caribe, Puerto Rico Ilustrado, entro otras. Los

temas principales de esta generación son la definición objetiva de lo auténticamente

puertorriqueño, la denuncia de las causas que amenazan la cultura puertorriqueña y la

búsqueda de soluciones, interés por el paisaje rural puertorriqueño, descripción del jíbaro

auténtico y su medio ambiente rural, concepción fatalista y determinista de historia, defensa de

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lo hispánico como la esencia de lo puertorriqueño, interés universalista y actitud crítica ante la

realidad. Los géneros literarios cultivados durante esta época son: el ensayo (principalmente) y

la poesía. Por supuesto la narrativa y el teatro también se cultivan con gran calidad. Entre los

poetas más sobresalientes se destacan Luis Palés Matos (1898-1959) por la poesía afroantillana

y universal, Julia de Burgos (1914-1953) por la poesía postromántica y Juan Antonio Corretjer

(1908-1985) por la poesía neocriollista. Otro grandes escritores de esta generación fueron

Emilio S. Belaval (1903-1972), Concha Meléndez (1895-1983), Manuel Méndez Ballester (1909-

2002), Enrique A. Laguerre (1906-2006), entre muchos otros.

Fue una época de verdadero florecimiento en nuestras letras. La Generación del 30 tuvo

influencias de la Generación del 98 y la del 27 española. Se buscaba la revalorización y el

reformismo; inquietar y problematizar mentes y conciencias. Existió una intensidad de sentir la

problemática de la cultura patria. Hubo una actitud neorromántica y neocriollista en la poesía

de esta época.

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¿Qué factores impulsaron a los autores de la Generación del 30 a cuestionar y defender nuestra identidad puertorriqueña?

La generación del 30 en Puerto Rico se destacó principalmente por el gran esfuerzo que

hicieron los autores, pertenecientes a esta, por defender y mantener nuestra cultura, todo

aquello que nos define como puertorriqueños. Menciona Picó, en su libro historia General de

Puerto Rico: “En la década de 1920, los nacionalistas intervinieron activamente en la polémica

sobre el uso obligatorio del inglés como vehículo de enseñanza en las escuelas públicas. Le

dieron gran énfasis a la defensa de los símbolos de la identidad nacional y propulsaron el

estudio y la reflexión sobre nuestra realidad histórica” (p. 250). Es pertinente preguntarse ¿por

qué estos autores defendían y destacaban, con tanto fervor, todo lo criollo en sus escritos? La

respuesta es que la gran mayoría de estos autores, como bien menciona Picó, eran

nacionalistas, seguidores de las ideas de Pedro Albizu Campos. Estas ideas nacionalistas

siempre están acompañadas por fuerte sentido de identidad, así como un inmenso orgullo y

amor por la patria; y es precisamente esta identidad, este amor y este orgullo lo que mueve a

estos autores a luchar por mantener viva nuestra esencia, nuestra historia, nuestra cultura,

nuestras tradiciones, nuestro lenguaje… pero y ¿por qué fue necesario defender todo lo que

nos distingue como puertorriqueños?, ¿contra qué tuvieron que luchar? Para responder a estas

preguntas es necesario conocer y analizar la historia de nuestro país.

Trasladémonos al comienzo, al año de la invasión. Poco antes de dicho acontecimiento,

Puerto Rico había obtenido la carta autonómica que tanto es pueblo deseaba. Una carta que

apenas se pudo llegar a implantar debido al comienzo de la guerra hispanoamericana. Pero el

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interés de los Estados Unidos por tener derechos sobre algunas de las Antillas mayores,

principalmente Cuba y Puerto Rico, existía desde mucho antes que comenzara la guerra

hispanoamericana. Menciona Picó: "James Monroe, quinto presidente (1817 -25), tuvo el temor

de que cualquier otra potencia pudiera sustituir a España en el dominio de Cuba y Puerto Rico"

(p. 223). Pudo ser precisamente este temor lo que impulsó a los Estados Unidos a comenzar la

guerra luego de que surgiera la aspiración cubana por la independencia y se le diera a Puerto

Rico la carta autonómica.

Con la presunción de que habían venido a rescatarnos del yugo español, los

estadounidenses nos invadieron por Guánica. A su llegada, el general Nelson Miles, del Ejército

de Estados Unidos, realizó la siguiente proclama, “No hemos venido a hacer la guerra contra el

pueblo de un país que ha sido oprimido, durante siglos, sino al contrario, a traeros protección…

promover vuestra prosperidad y para procuraros los privilegios y bendiciones de las

instituciones liberales de nuestro Gobierno… No tenemos el propósito de intervenir en las leyes

y costumbres existentes que fueran sanas y beneficiosas para vuestro pueblo” (Administración

de Asuntos Federales de Puerto Rico, 2013, parr.3). Finalmente añadió que “ésta no es una

guerra de devastación, sino una que persigue el dar a cuantos estén bajo el control de sus

fuerzas militares y navales las ventajas y las bendiciones de la ilustrada civilización”

(Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico, 2013, parr.3). Con la ayuda de

simpatizantes criollos, "algunos de ellos afiliados a la causa de la independencia" (Picó, p.228),

lograron ocupar los municipios más importantes en el sur y el oeste de Puerto Rico. "La

población recibió a las tropas norteamericanas con vítores, pues esa llegada triunfal prometía

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ser el comienzo de un régimen de libertades". (Picó, p.228), pero la realidad fue otra muy

distinta.

Luego de la invasión el país estuvo aproximadamente 11 años bajo un gobierno militar

nombrado por el presidente de los estados unidos y no por el pueblo puertorriqueño. También

se nos implantó la ley Foraker, en el 1900, sin consultarlo con el pueblo portorriqueño; como

bien destaca picó "La ley que el Congreso pasó finalmente para establecer un gobierno civil en

Puerto Rico fue resultado de varios entendidos entre las facciones congresionales, pero muy

escasamente reflejó las aspiraciones de los sectores dirigentes del país. En cuanto a las masas

puertorriqueñas, nadie consideró necesario consultarles" (p. 232). En su forma original, el

proyecto presentado extendía la constitución, las leyes y la ciudadanía estadounidense a Puerto

Rico y se liberalizaría el comercio. Algunos sectores estadounidenses no estuvieron de acuerdo

en conferir tanta libertad a los puertorriqueños por lo que el proyecto fue enmendado y luego

aprobado. La ley organizó el gobierno civil, dividiéndolo en tres poderes: el poder ejecutivo, el

poder legislativo y el poder judicial. El primero estaba compuesto por un gobernador y un

Consejo Ejecutivo conformado por 11 personas (5 de ellos puertorriqueños), ambos designados

por el presidente de los estados unidos; el segundo se realizó en una Asamblea Legislativa

compuesta 35 miembros del Consejo Ejecutivo y la Cámara de Delegados seleccionados por

unos electores capacitados; el tercero estaba compuesto por la Corte Suprema y los Tribunales

de Distrito, cuyos miembros tampoco eran escogidos por el pueblo. Lo único que realmente los

puertorriqueños podían elegir a través de votaciones era el Comisionado Residente. Esta ley

también declaró como idiomas oficiales el español y el inglés, y fijó el canje de la moneda a 60

centavos estadounidenses por cada peso español, lo que constituía una devaluación del valor

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del peso. Esto tuvo como consecuencia que los precios aumentaran, mientras que los salarios

se ajustaron al cambio. Más adelante, en el 1917, se implantó la leyó Jones, la cual estipuló que

se sustituiría el Consejo Ejecutivo por una Asamblea Legislativa bicameral (senado y cámara de

representantes) cuyos miembros serían electos por el pueblo de Puerto Rico en elecciones a

celebrarse cada cuatro años. Sin embargo, nuestro gobernador seguiría siendo escogido por el

presidente de los Estados Unidos.

Podríamos especular (porque nunca sabremos con toda seguridad) que fue este cambio

del régimen español al estadounidense, y todo lo que esto trajo consigo, uno de los detonantes

para que los autores de la Generación del 30 decidieran iniciar este movimiento literario.

Seguramente estas personas estaban muy disgustadas con todo lo sucedido en el país: el

fracaso de la carta autonómica, las falsas promesas de Estados Unidos y el cambio de régimen,

etc. La idea de dicho disgusto nos viene de las propias ideas nacionalistas que tenían estas

personas: si buscaban la libertad de su país es nada más y nada menos porque no querían

seguir bajo el régimen impuesto debido a que no estaban a gusto ni de acuerdo con el mismo.

Como prueba de esto, menciona Picó a varios autores que formaron el Partido Unión e

intentaron hacer enmiendas a la ley Foraker, pero estas fueron rechazadas. Muchos podrían

argumentar que la mayor parte de estos autores nacieron luego de la invasión estadounidense

y que no vivieron dichos cambios; pero la realidad es que dicho suceso aún estaba muy reciente

para cuando estas personas nacieron y muchos, aunque no vivieron para el tiempo de la

invasión, si vivieron para la implantación de las leyes Foraker y Jones. Junto con estas,

escucharon los relatos de sus padres y abuelos y vieron desvanecerse las promesas de libertad

de Estados Unidos.

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Otra de las razones por las que estos autores comenzaron a resaltar y defender todo lo

criollo en sus escritos pudo ser las controversias con la educación. Luego de que en el 1900 se

establecieran el inglés y el español como idiomas oficiales y en 1902 se aprobara la ley del

idioma, la educación del país tomó un gran giro. Por un lado, el gobierno militar ordenó se

disolvieran todas las instituciones del gobierno español para traer un nuevo modelo de

enseñanza, se organizó y estableció la escuela pública, se construyeron más escuelas y se

trajeron materiales necesarios para la enseñanza (como libros y pupitres, etc.); mientras que

por otro lado se cambiaron las leyes escolares, las estructuras de organización, el currículo

utilizado para la enseñanza y los libros. También se comenzaron a celebrar las fiestas nacionales

de los Estados Unidos y se impuso la realización de ejercicios patrióticos como cantar el himno

nacional con el fin de mostrar lealtad hacia los EEUU y su bandera. Nuestros nuevos dueños

nunca negaron su gran deseo e intención de americanizar al pueblo puertorriqueño. Son

precisamente estas aspiraciones a nuestra americanización lo que llevó a dichos cambios.

Tal como ya mencioné, no todos los cambios fueron negativos. Como destaca Pedreira

“Todo puertorriqueño que no tenga sus facultades empañadas por antagonismos e idolatría las

tiene que reconocer el maravilloso progreso alcanzado en los últimos 30 años. La industria, el

comercio, la agricultura, la riqueza pública se han expandido brutalmente y hemos aprendido la

técnica de los negocios y el secreto de la economía… el cambio ha sido sorprendente, y

proverbial el progreso. Tenemos más escuelas más instituciones públicas, más sanidad, más

profesionales, más carreteras que antes” (p. 97), además menciona que, “Nadie puede negar

que la instrucción pública, como casi todos los factores de la vida contemporánea, se ha

desarrollado en grande escala. Pero la dimensión más entrañable de la cultura no es la de largo

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y la del ancho, sino la del espesor. La civilización es horizontal; la cultura, vertical. Si yo fuera a

sumarme al grupo que todo lo define en términos del más y del menos, diría que hoy somos

más civilizados, pero ayer éramos más cultos” (p. 99). Muy interesante nos resulta esa última

oración y conviene preguntarnos ¿a qué se refiere el autor cuando dice que hoy somos más

civilizados pero ayer éramos más cultos?

Muy simple, antes de la llegada de los estadounidenses, los puertorriqueños vivíamos

una vida mucho más simple, con una educación, un gobierno y unas industrias no muy

desarrolladas. Es en este aspecto que se dice que hoy somos más civilizados, nuestra sociedad

se desarrolló política y económicamente gracias al nuevo régimen estadounidense. Por otra

parte, antes, gracias a esa vida tan simple los puertorriqueños conocían más sobre su país: su

historia, sus tradiciones sus hombres y mujeres célebres, su flora y fauna, etc. Es en este ámbito

en que se dice que antes éramos más cultos: conocíamos más sobre nuestra cultura.

Partiendo de esta misma idea de que ahora somos más civilizados, mientras antes

éramos más cultos y sumándole el conocimiento sobre el desarrollo del sistema educativo en

pro a nuestra americanización, es indispensable realizar un breve análisis. Comencemos por la

palabra “americanización”… como bien la palabra lo indica, es la acción y el efecto de tomar un

carácter americano. Cabe mencionar que se utilizan, en esta investigación, las palabras

“americanización” y “americanos” debido a que son las utilizadas en libros y demás referencias.

Importante aclarar que por “americanización” y “americanos” nos referimos a hacernos más

estadounidenses ya que lo que se buscaba era que dejáramos atrás nuestras tradiciones,

incluyendo todo lo relacionado con España, para que fuésemos más similares a ellos.

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Pensando en convertir a los puertorriqueños en “buenos americanos”, nuestros nuevos

dueños decidieron cambiar el método y el currículo de enseñanza utilizado antes de su llegada.

Las clases se comenzaron a impartir en inglés; a los maestros, quienes sabían poco o nada de

este nuevo idioma, se les exigió que lo utilizaran y lo enseñaran a sus alumnos. Surgió un

problema aún mayor: desde el 1900 la administración educativa le correspondía a varios

funcionarios norteamericanos (nombrados por el presidente de los Estados Unidos), estos

tomaban la mayor parte de las decisiones en cuanto a la educación en Puerto Rico y, por ende,

colocaron a estadounidenses (que no sabías español) a supervisar a los maestros

puertorriqueños (que no sabían inglés); esto trajo como consecuencia que maestros y

supervisores no pudiesen comunicarse efectivamente.

Para evitar mayores problemas y acelerar nuestra americanización se trajeron maestros

estadounidenses y se desplazaron a los maestros puertorriqueños. Estos comenzaron a educar

a los niños sobre cosas y temas directamente relacionados a EEUU. Como bien menciona

Memmi, ““¿A través de que se transmite aún la herencia de un pueblo? a través de la

educación que imparte a sus hijos y del lenguaje… ahora bien: la gran mayoría de los niños

colonizados… que tienen la oportunidad de ser acogidos en una escuela, no se salvarán

nacionalmente aquí: la memoria que se le asigna no es seguramente la de su pueblo. La historia

que se enseña no es la suya…” (p. 113). Se les enseñaba (y aún se les enseña) sobre frutas que

aquí no se cultivan, animales que aquí no se encuentran, se les educaba sobre una historia que

no era la suya, se les obligaba a cantar un himno que no era el suyo y a jurar lealtad a una

bandera ajena. A los niños no se les habló sobre las frutas que sí crecían aquí en la isla, sobre

nuestra flora y fauna autóctona, muy poco se les mencionó sobre la historia y las personas

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ilustres de su país y jamás se les obligó a cantar su himno nacional y a mostrar respeto por la

bandera de Puerto Rico.

Parecería ser que su objetivo principal era que los niños desconociesen sobre su país y

aprendiesen a valorar todo lo que provenía o se relacionaba directamente con los Estados

Unidos. Ciertamente podríamos afirmar que esta presunción fue su realidad con tan solo

escuchar o leer la palabra “americanización”: dejar de educarnos en nuestras costumbres,

tradiciones e historia, dejar de “puertorriquenizarnos”, dejar de ser puertorriqueños, para ser

“buenos americanos”. El riesgo que implicaba esta nueva forma de educación era que con el

pasar de los años el pueblo puertorriqueño cayera en una amnesia colectiva; los

puertorriqueños tendrían una falta notable de conocimiento sobre su historia, tradiciones,

cultura, en fin, sobre todo lo relacionado con su país. ¿Acaso no es precisamente esta nuestra

realidad actual? Tal como destaca Memmi en su escrito Retrato del Colonizado, “Estando

denegada la asimilación, como veremos, no le queda sino vivir fuera del tiempo. Viéndose

privado de proyectar y construir un futuro, se limita a un presente, y ese presente mismo es

abstracto y está mutilado. Agreguemos ahora que dispone cada vez menos de su pasado”.

Memmi continúa, “Y hay algo más grave. Preguntemos al mismo colonizado cuáles son sus

héroes populares, su sus grandes líderes, sus sabios. Apenas podrá soltar algunos nombres, en

completo desorden, y cada vez menos a medida que se desciende en las generaciones. El

colonizado parece condenado a perder progresivamente la memoria" (p. 111).

Podríamos añadir a dicha amnesia el desconocimiento evidente de nuestra lengua

materna: el español. Hoy día los puertorriqueños cometen muchísimos errores sintácticos y

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ortográficos, no poseen una amplia variedad de palabras para expresarse, no saben utilizar

correctamente algunas palabras y cada vez incluyen más palabras en inglés a su vocabulario.

Menciona Pedreira en su ensayo Intermezzo: Una Nave Al Garete, “Yo no creo que el

aprendizaje de la lengua inglesa haya perjudicado en nada fundamental la pureza de la lengua

hispánica. Las mellas que ésta sufre en su casticismo quedan sobradamente compensadas por

el cariño y el esmero con que hoy se estudia. En cambio, el semiaprendizaje de todas las

asignaturas en inglés va mermando el volumen de voces españolas y hay momentos en que

hasta carecemos de vocabulario para expresarnos en conversaciones simples y elementales”

(p.101). Luego nos expresa que "El problema, a mi ver, es más de cantidad que de calidad. El

empobrecimiento de la lengua materna degenera en gangosa tartamudez, y al cabo de los años

las consecuencias tienen que ser fatales para nuestra cultura. Hoy por hoy, y a pesar de la

oficialidad del inglés, la lengua vernácula aún lleva la ventaja. Hay que evitar a toda costa el

estancamiento, no a base de atacar el inglés en nombre del purismo, sino a base de defender el

español en nombre del vocabulario" (p. 101).

Precisamente fue esta amnesia colectiva lo que los autores de la generación del 30

querían evitar, tenían la esperanza que dicho fenómeno no legase a acontecer. Es por tal

motivo que tanto resaltaban, en sus obras, los nombres de personas ilustres; hechos de nuestra

historia; nuestros orígenes tainos, africanos y españoles; las bellezas naturales del país; la flora

y la fauna; todas nuestras costumbres; nuestras fiestas y música; nuestra vestimenta jíbara;

nuestras comidas; etc. Buscaban que nuestra identidad puertorriqueña no se perdiese, sino que

la tuviéramos muy presente y nos sintiéramos orgullosos de ella. Lamentablemente, a pesar de

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sus esfuerzos, el fenómeno de la amnesia colectiva hoy día está notablemente presente en la

sociedad puertorriqueña.

Otro factor que pudo haber impulsado a estos autores a llevar a cabo tan ardua labor

fue la emigración de puertorriqueños a los Estados Unidos. A comienzos del siglo XX fueron

muy pocas personas las que emigraron. La primera gran emigración de puertorriqueños fue

hacia Hawaii, luego del azote del huracán San Ciriaco en 1899. Luego, en los primeros 40 años

del siglo XX, los puertorriqueños comenzaron a emigrar hacia Nueva York; cada año la cantidad

de emigrantes aumentaba, aunque no de forma significativa. No fue hasta después de la

Segunda Guerra mundial que los puertorriqueños se desplazaron en cantidades significativas de

Puerto Rico hacia otras partes de Estados Unidos, principalmente Nueva York.

Varios de los autores de la Generación del 30 escribieron sobre el tema de la emigración

puertorriqueña. En sus escritos normalmente describían las condiciones de vida de los

puertorriqueños en Nueva York, a modo de romper con la falsa creencia que estos tenían sobre

una mejor vida en los Estados Unidos. La realidad Fue que los puertorriqueños fueron muy

marginados y discriminados, se les hizo muy difícil conseguir trabajo y quienes lo conseguían

ganaban un sueldo miserable. Además estas personas tuvieron que aglomerarse en edificios de

apartamentos viejos y en muy malas condiciones. Así nos lo muestra Manuel Méndez Ballester,

autor de la Generación del 30, en su obra Encrucijada. Al igual que él, muchos otros autores

buscaron crear conciencia sobre la realidad que vivirían al emigrar y sobre todas las maravillas

que tenían aquí en su isla Puerto Rico.

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Fue realmente una ardua y excelente labor la que llevaron a cabo estos escritores,

buscando siempre resaltar la belleza, las costumbres y la historia de nuestro Puerto Rico.

Hicieron un gran esfuerzo por destacar todo aquello que nos hacía (y nos hace)

puertorriqueños; definieron nuestra identidad a través de sus escritos. Sus trabajos nos

transportan a la realidad que se vivía en los comienzos del siglo XX en Puerto Rico y nos hacen

sentir como si también nosotros, quienes leemos sus trabajos, hubiésemos estado allí

presentes. A través de sus palabras, plasmadas en papel, podemos conocer más acerca de

quiénes somos en realidad y no en quienes nos quisieron convertir.

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Conclusión

A través de esta investigación hemos podido conocer más sobre la historia de Puerto

Rico y el estilo de vida de los habitantes de la isla, bajo la nueva Soberanía. Además sabemos en

qué consistió la generación del 30 y cuál fue su labor. De igual forma comprendemos que varios

de los cambios que trajo consigo el nuevo régimen, principalmente los cambios en el gobierno,

la educación y el pensar de la población puertorriqueña, ligados a unas ideas nacionalistas

crearon un gran disgusto en un grupo particular de intelectuales, el cual los llevó a cuestionarse

nuestra identidad y defenderla.

El hecho de que el General Miles no cumpliera sus promesas, que no se nos permitiese

autogobernarnos ni escoger nuestro gobierno (al menos a principios del siglo 20), el que se nos

impusiesen clases en un idioma extraño, que se nos educase sobre temas totalmente ajenos a

nuestra cultura y el aumento en la cantidad de emigrantes puertorriqueños hacia EEUU fueron

cosas que realmente preocuparon a los autores de la Generación del 30. Estos se esforzaron

por preservar todo aquello que nos define como puertorriqueños, como nuestras raíces,

nuestra historia, nuestras tradiciones y cultura, etc., temiendo que algún día se perdiesen por

completo. Lamentablemente el día que estos autores tanto temían que llegase, se está

acercando cada vez más.

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Referencias:

Bibliografía:

Picó, F., (2008). Historia General de Puerto Rico. San Juan, P.R.: Ediciones Huracán.

Pedreira, A. S., (2001). Insularismo: Ensayos De Interpretación Puertorriqueña. San Juan, P.R.:

Editorial Plaza Mayor.

Memmi, A., (1971), Retrato del Colonizado. Madrid: Cuadernos para el Diálogo.

Manrique Cabrera, F., (1973). Historia de la Literatura Puertorriqueña. Rio Piedras, P.R.:

Cultural.

Webgrafía:

Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico, (2013). Acerca de Puerto Rico.

Recuperado el 2 de mayo del 2013 desde la dirección electrónica

http://www.prfaa.pr.gov/espanol/sobrepr.asp

Rodríguez Sánchez, L. E. y Torres Viera, M., (2007). La Generación de escritores del 30 en Puerto

Rico. PPT recuperado el día 19 de abril de 2013 desde la dirección electrónica

http://cita.eap.edu/moodle/pluginfile.php/1720/mod_resource/content/0/Espanol/

Loida_y_Maritza/La_Generacion_del_30_en_Puerto_RicoREV.pdf