existe el amor maternal - badinter cap 2
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Cap í tu lo 2
La condición del niño antes de 1760
¿Por qué 1760? Tal vez sorprenda el hecho de señalar una fecha
tan prec isa pa ra un cam bio de m enta l idad . Co m o si tod o h ubie ra
cambiado de un año a otro . No es ése el caso: Phi l ippe Aries ha
de m os t ra do qu e fue necesa r ia una larga evolución para q ue e l sen t i-
mien to de la in fancia a r ra igara r ea lmente en las menta l idades . Al
es tud iar con su m o cu id ado la icono graf ía , la pedag ogía y los juego s
de los niños, Ar ies l legó a la conclusión de que a par t i r de comien-
zos del siglo
X V I I
los adul tos modif ican su concepción de la infancia
y le p res tan un a a tención nu ev a , una a tención que no le aco rdab an
antes . Pero es ta atención dedicada al n iño no s ignif ica todavía que
se le reconociese en la famil ia un s i t io pr ivi legiado, que se t ransfor-
mara en su cen t ro .
Ar ies se ha ocupado de destacar que la famil ia del s iglo
X V I I
aunque d i feren te de la de la Edad Media , no es todavía lo que se
l lam a la fam il ia m od er na qu e se carac ter iza po r la ter nu ra y la
int imidad que una a los padres con los hi jos . En el s iglo
X V I I ,
la
sociedad monárquica no ha reconocido todavía e l r e ino de l Niño-
Rey , corazón de l un iver so fami l ia r . Pero es p rec isamente es te r e ino
1. P. A r ies , L'enfant et la vie familiale sous VAnden Régim e (p . 457) , Pa r is . Le
Seuil, 1973.
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del n iño e l que comienza a ser ru idosamente ce lebrado en las c lases
as ce nd en tes del siglo xv m , hacia la dé cad a 1760-1770.
Po r esas f ech as se p ro du ce la apar ic ión de abu nd an tes ob ras q ue
l laman a los padres a nuevos sen t imien tos , y especia lmente a la
madr e a l amor ma te r na l . E l méd ico pa r t e r o Ph i l i ppe H ecque t des -
de 1708, Crousaz en 1722, ya habían elaborado la l is ta de los debe-
r es de una buena madr e . Pe r o sus con tempor áneos no lo s e scucha-
ron . Es Rou sse au q u ien a l publ icar el
Emilio
en 1762 cristaliz a las
ideas nuevas e impr ime un au tén t ico impulso a la f ami l ia moderna ,
es dec i r , a l a f ami l ia fundada en e l amor materna l . Hemos de ver
que después de l Emilio tod os los qu e ref lex iona n sobre la infan cia
han de vo lver duran te dos s ig los a l pensamien to de Rousseau , para
l levar cada vez más lejos sus implicaciones .
Antes de es ta fecha, la ideología famil iar del s iglo xvi , en proce-
so de ret racción en las clases dominantes , seguía vigente en los
demás sectores sociales . Si nos atenemos no sólo a la l i teratura, la
f i losof ía y la teología de la época, s ino también a las práct icas
educat ivas y a las es tadís t icas de que disponemos en la actual i -
dad , comprobamos que en los hechos e l n iño cuenta poco en la
fami l ia , cuando no cons t i tuye para e l la un verdadero es torbo . En
el mejor de los casos , su condición es ins ignif icante. En el peor ,
da miedo .
El niño da miedo
Dado que las imágenes negat ivas de la in fancia p reced ieron a
las otr as , com en ce m os por lo pe or . E n plen o s iglo xvn , la f i losof ía y
la teo log ía mani f ies tan todavía un verdadero miedo de la in fancia .
Es ta f igurac ión pavorosa es acred i tada tan to por r emin iscencias
an t iguas como por teor ías nuevas .
Durante largos s iglos , la teología cr is t iana elaboró a t ravés de la
per sona de san Agus t ín una imagen dramát ica de la in fancia . En
cuanto nace, e l n iño es s ímbolo de la fuerza del mal , es un ser
im pe r fec to , agob iado por e l peso de l pec ado or ig ina l . En
La Ciu-
dad de Dios
2
san Agus t ín exp l íc i ta la rgamente lo que en t iende por
«pe cad o de la in fancia» . Desc r ibe a la c r ia tu ra hum an a com o un ser
2. Libro XII , cap. 22.
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ign ora n te , ap as i on ad o y capr ichoso : «si le de jára m os hacer lo que
le gusta , no hay cr imen al que no se abalanzar ía». G. Synders
3
hace notar con acier to que para san Agust ín la infancia es el tes t i -
mon io más demoledo r de una condena l anzada con t r a e l con jun to
de la humanidad , porque pone en ev idencia cómo la na tura leza
hu m an a co r rom pid a se p rec ip i ta hacia e l m al .
Tal vez hoy la dureza de es tos argumentos nos choque más de lo
que choc a r on a nues t r o s abue los lo s a r gum en tos de F r eud . A dm i t i-
mos que e l n iño no es sexualmente inocente , pero rechazamos la
idea de una cu lpab i l idad mora l . ¿Cómo comprender los te r r ib les
conceptos de san Agus t ín en las Confesiones
4
: «Fui concebido en
la in iqu idad . . . mi madre me l levó en e l pecado . . . ¿dónde , Señor ,
dó nd e y cu án do fu i inoce n te?» s ino ref i r iéndo los a la t eor ía de l
pecado or iginal , acuciante en el s iglo xvi i?
No es menos sorprendente ver que e l n iño es acusado de graves
pecados y condenado de acuerdo con las normas de l adu l to . Para
san Agust ín , e l pecado de un niño no dif iere en nada del de su
pa dre . En t re un o y o t ro no hay n inguna d i ferencia de n a tura leza ,
apenas una diferencia de grado: la conciencia, la mala voluntad o la
premedi tac ión no cambian en nada la cues t ión : «¿No es acaso peca-
do codiciar el seno l lorando? Si ahora yo codiciara con ese ardor un
al imento adecuado a mi edad ser ía ob je to de bur la . . . se t r a ta en ton-
ces de una avidez mal igna, dado que al crecer la ar rancamos y la
r e c h a z a m o s
5
» . E l hecho de homogeneizar de es te modo, s in mat iz
alguno, dos etapas de la vida, conf irma la tes is de Ar ies según la
cual el sent imiento de una especif icidad de la infancia es relat iva-
mente rec ien te en nues t ra h i s to r ia . Pero san Agus t ín va aún más
lejos , a l oponer la imperfección infant i l a la perfección a la que
todo adul to debe tender . No sólo la infancia no t iene valor ni
especif icidad alguna, s ino que además es el s igno de nuestra corrup-
c ión , l o que nos condena , aque l lo de lo que debemos desp r ender -
nos. Así que la Redención pasa por la lucha contra la infancia, es to
es , por la anulación de un ser negat ivo y corrompido.
Sin em ba rgo , a par t i r de las pa la bras de Cr i s to se de spre nd e
3 . G . Snyders , La pédagogie en Erance aux xvii et xvm siécles, tesis de la
facu l tad de Le t ras y Ciencias Hum an as de la Unive r s idad de Par í s , P .U .F .
4. Confessions / , ca p. 7.
5 . Ibídem.
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ot ra imagen de la in fancia . ¿No proclamaba su inocencia cuando
aconsejaba a los adu l tos que se parec ieran a los n iños? ¿No les d io
un s i t io de honor a su lado al decir : «Dejad que los niños vengan a
mí»?
San A gus t ín t r ad ucía las pa labra s de Jesús y resp ond ía as í: «N o,
Señor , la inocencia infant i l no exis te». El valor de la infancia es
ab so lu t am en te nega t ivo y só lo cons is te en una ausencia de ve rdad e-
r a vo lun tad . Es una vo lun tad demas iado déb i l como pa r a s e r ve r da -
de r am en te m a la y opo ner s e consc i en tem en te a la vo lun tad de D ios .
«De modo que fue un s ímbolo de la humi ldad lo que a labas te i s en
la pequeña es tatura del n iño al decir : "el reino de los cielos per te-
nece a qu ienes se les parezcan
6
" .» Claro es tá que la consecuencia
de semejan te t eo r í a s e r á una educac ión comple t amen te r ep r es iva ,
cont rar ia a los deseos de l n iño .
Su na tura leza es tan cor rompida que la ta rea de cor recc ión será
cos to sa . San Agu s t ín jus ti f ica por an t ic ipado todas las am en aza s ,
las varas y las pa lm etas . E l t é rm ino «e ducación»
7
no se usó nunca
con tan ta e xac t i tud . As í com o un árbo l joven se en de rez a con un
rodr igón que opone su fuerza rec ta a la con t rar ia de la p lan ta , l a
rec t i tud y la bo nd ad hu m an as no son s ino e l r esu l ta do de una
oposición de fuerzas , es decir , de una violencia.
E l pensamien to de san A gus t ín r e inó du r an te mucho t i empo en
la h i s to r i a de l a pedagog ía . Fue pe r manen temen te r e tomado has t a
f ines de l s ig lo xvn , y d iga lo que se d iga mantuvo una a tmósfera de
du rez a en la fam il ia y en las nue vas escue las .
Los pedagogos , que cas i s iempre son maes t ros de teo log ía , r e -
co m ien da n a los pa dre s que sean f r ío s pa ra con sus h i jo s , y les
r ecue r dan cons t an temen te su na tu r a l ma l ign idad , que se r í an cu lpa -
b les de cu l t ivar . Uno de e l los , e l f amoso pred icador español J . L .
V ives
8
, cuya obra
Institutione foeminae christianae
f ue t r aduc ida
del la t ín al f rancés y reedi tada var ias veces en Francia a par t i r de
1542, de nu ncia con sever idad la te rn ura y la b land a educ ación que
las mujeres tendían a dar a sus hi jos: «Las del icias no hacen más
6. Ibídem.
7. Viene del lat ín educare que s ignif ica enderezar lo que está torcido y mal
f o r m a d o .
"8. 1492-1540. Tra duc ció n castel la na: La mujer cristiana. Es tud io p rev io y t r a -
ducción de l .o rcn /o Kibcr . Madr id . Agui lar , 1944 .
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que deb i l i t a r los cuerpos ; por lo cual
las madres pierden a sus hijos
cuando los alimentan voluptuosam ente. A m a d c o m o c o r r e s p o n d e ,
de suer te que e l amor no impida a los ado lescen tes apar tar se de los
vicios; y obl igadlos al miedo mediante azotes l igeros , cast igos y
l l an to , pa r a m e jo r a r l e s e l cue r po y e l en t en d im ien to , m ed ia n te una
al im entac ión sobr ia y severa . Ma dre s , debéis co m pre nd er que la
malicia de los hombres es
en su mayor par te
imputab le a vosotras
9
.
Porque re í s de las f echor ías que cometen a causa de vues t ra locura ;
les t r ansm i t í s op in io nes pe rversas y pe l ig rosas . . . y con vues t ras
lágr imas y vues t ra compas ión cu lpab le los empujá is a ac tos d iaból i -
cos ; porque los p refer í s r icos o mundanos a buenos . . . t eméis que a
vuestros hi jos el aprender vir tudes les dé f r ío o calor , y los volvéis
v ic iosos a fue rza de mim ar los ; d espu és l lo rá i s y lam entá i s lo he cho .
Es conocida la f ábu la de l ado lescen te que iba a ser ahorcado , que
pid ió hab lar con su m ad re y le a r ran có una ore ja , por no h ab er lo
cas t igado bas tan te cuando n iño . ¿Qué cabr ía dec i r de l f r enes í o
locura de las madres que aman a sus hi jos viciosos , ebr ios y atolon-
dra do s más q ue a los v i r tuosos , m ode s tos , sob r ios y pac í f icos? . . . La
madre sue le querer más a l peor de sus h i jos» .
Podemos re tener muchas ideas de es te la rgo tex to de Vives . Es
an te todo un tex to po lémico cont ra una ac t i tud materna l que deb ía
ser hab i tua l en la época de su redac ción : los mim os y la c om placen -
c ia de las madres . De modo que es te f r agmento pro tes ta con t ra una
te r n u r a qu e ex is tí a r ea lm en te , y que muchas m adr es apa r en ta r án
ignorar un s iglo más tarde.
Vives in te rp ret a los m imo s y la ter nu ra en térm ino s de molicie y
pec ado . La t e r nu r a e s m or a lm en te cu lpab le en una dob le ve r t i en t e :
m alo gra al n iñ o y lo hac e vicioso, o ac en túa su vicio natu ral en lugar
de ext i rpar lo . Por otra par te , es s igno de una debi l idad culpable por
par te de la madre , que por ego ísmo pref ie re su p lacer per sonal a l
b ien de l n iño . E l s ign i f ica t ivo pasa je sobre e l amamantamien to :
«las madres pierden a sus hijos cuando los alimentan voluptuosa-
mente»,
alude al p lacer de la m ad re y al del n iño. E n pr im era instan-
cia nos ver íamos en la tentación de creer que Vives se declara
con t r a el am am an ta m ien to m a te r no . N ada más f a l so : s abem os que
Vives , lo m ism o que Era sm o o que Scévole de San ta M ar ta e ran
9 . E l su b r ay ad o e s n u es t r o . A r g u m en t o q u e b a jo d i f e r en t e s f o r ma s p e rs i s ti r á
has ta la ac tua l idad .
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f i rmes pa r t i da r io s de l am am an tam ien to , que ya e s t aba en desuso en
la al ta ar is tocracia .
E l t ex to no se l evan ta con t r a e l amaman tamien to mismo s ino
con t r a su a spec to vo lup tuoso . E l amaman tamien to puede se r un
placer cu lpab le que se p roporc iona la madre y que provocar ía la
ruina moral del n iño. El lector del s iglo xx no puede dejar de ser
sens ib le a la observación de Vives . Es exacto que e l amamanta-
m ien to pue de ser un goce f ís ico pa ra la m ad re . E n té rm ino s f reu -
d ianos cabr ía hab lar de un au tén t ico p lacer sexual . También es
c i e r to que ese p l ace r es com par t ido po r e l beb é que m am a. A de m ás
el ps icoanál i s i s o torga a esos momentos pr iv i leg iados una función
fundamenta l en e l desar ro l lo u l te r io r de l n iño . A la inversa de l
psic oan al is ta , e l teó log o ve en es ta relación a m oro sa y f ís ica en tre la
m adr e y e l n iño la f u en te de una ma la educac ión . A l am am an ta r lo
as í , l a madre «p ierde» mora lmente a su h i jo . Tres s ig los después , e l
ps icoanál i s is pa rec e res po nd er a es te teó logo r igor i sta a l dec i r exac-
tamente lo con t rar io : de l logro de es ta p r imera re lac ión ( la mama-
da) de pe nd e e l equ i l ib r io ps íqu ico y m ora l de l n iño . M ien t ras tan to
e l concepto de fe l ic idad ha reemplazado a l concepto de l b ien .
Cien años m ás ta rd e y has ta f ines de l sig lo xvn , el p en sam ien to
de san Agus t ín y los a rgumentos de Vives son fu lminados todavía
en tex tos o desde lo a l to de numerosos pu lp i tos . Por e jemplo , en
es t e pa sa j e de un se r m ón de V . H ou dr y
10
: «¿Pero cómo aman a sus
hi jos la mayor ía de los cr is t ianos? Sienten por el los un amor ciego,
los pie rde n con su com plac enc ia cr im ina l . . . y l legan a cub r ir es te
am or co n el pr et ex to de la inoce ncia y la sol ici tud; excus an sus
defectos , d is imulan sus vicios , en f in , los educan para el mundo y
no pa r a D ios» .
E ste te xto se dir ige a las clases ar is tocrát ica s y let r ad as , a quie-
nes los pedagogos reprochan en coro una exces iva complacencia
respecto de sus h i jos ( ¿expres ión de su narc i s i smo?) y a l mismo
t iem po fa l ta de cu idad o y de a tención e duca t iva . Su ac t i tud n o
ref le j a e l am or -a m is tad de l que hab lam os . E n v i rtud de los pos tu la-
dos de san Agus t ín , ser buen amigo de l n iño es incompat ib le con
ser complac ien te con é l . Es una ac t i tud r igurosa que nunca p ierde
de vis ta que el objet ivo de la educación es salvar el a lma del Peca-
do . S em ej an te a la ideo log ía de Pla tón , la pedag ogía de l s ig lo xvn
10. Sermón 24: «Du soin des enfants».
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otorga una función impor tan te a l cas t igo redentor : para sa lvar e l
a lma, no vac i lemos en cas t igar e l cuerpo .
Ahora b ien , e l enderezamien to de ese ser mal igno que es e l
n iño n o es na da fác i l. Es una ta rea fas t id iosa y con s tan te que cansa
a muc hos pa dre s . ¿N o es m ás agradab le hace r como s i los h i jos
fueran per fec tos? ¿No es también más va lor izador? Al d i sminui r l a
ta rea educat iva , e l corazón a l igerado puede consagrar se a asun tos
m á s a m e n o s .
La teología del siglo
XVII
combate más es te es tado de esp í r i tu
l igero y pere zos o q ue e l exceso de am or y cu idad os de los p adre s
para con sus h i jos . Su complacencia es c r iminal porque abandona a l
alma infant i l a su pecado or iginal , y revela el extraordinar io egoís-
mo de los padres de l que vo lveremos a hab lar .
A f ines del siglo
X V I I ,
C. Joly en su
Sermón a los padres
dice
crudamente a los padres la verdad que muchos de e l los no t ienen
gan as de escuc har : « Sab éis . . . lo que cues ta a pa dres y m adre s e du-
car h i jos indóci les , enderezar h i jos mal nac idos , mantener h i jos s in
genio n i t a le n to , gan ar a h i jos ingra tos y desn atura l iza dos , ob l igar a
cum pl i r con su de be r a h i jos desca r r iados y ab an do na do s a sus
pas iones , a h i jos desordenados y d i so lu tos , p ród igos y d i s ipadores .
¿No sucede en la mayor ía de las famil ias , no es lo habi tual?». Es un
tex to crue l , qu e sabe a san Agu s t ín , y que ha de apa rece r com o lei t
mot iv duran te todo e l s ig lo
X V I I .
Le hacen eco Bossuet : «La in fancia
es una v ida an imal»
11
, y el dulc e san Franc isco de Sales qu e a f i rm a:
«No só lo a l nacer s ino también duran te nues t ra in fancia somos
como bes t ias caren tes de razón , de d i scurso y de ju ic io
12
».
Es ta imagen dramát ica de la in fancia insp i ró dos grandes movi -
mien tos pedagógicos de l s ig lo
X V I I :
e l O ra to r io y Po r t -Ro yal . Pese a
la educación nueva que pre tendían dar , su concepción de la in fan-
c ia p r ác t i cam en te no hab ía cambiad o . ¿N o f ue acaso Bér u l l e
13
, a la
cabeza del Orator io , quien escr ibió: « la condición infant i l es la más
v i l y abyecta de la na tura leza humana después de la muer te»? ¿Y de
dónde, s ino de la misma fuen te , p rov iene la desconf ianza hac ia la
n iñez en la educación jansen is ta?
11 . Bossuet , M éditation sur la briéveté de la vie.
12.
Sermón pour le jour de la Nativité de Notre Dam e,
me n c io n ad o p o r G .
Synders , p . 195.
13.
Opuscules de Piété,
n.° 69.
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En e l r eg l amen to de Po r t - Roya l , J acque l ine Pasca l , de común
acuer do con e l pensamien to de su he r mano , r ecomienda a i s l a r a l
n iño pe qu eñ o y descon f i a r de su e spo n tane idad . Pa r a com ba t i r l os
malos inst in tos de las niñas del Monaster io , l legará a exigir que
todas las acc iones de l d ía sean acompañadas por una p legar ia cas i
cons tan te , t an grande es e l miedo a l pecado
14
. Así que las niñas,
algunas de las cuales tenían menos de cinco años, tenían que decir
mien t r as s e ves t í an : «A cor démonos de despo ja r nos de l hombr e
v ie jo y ves t i rnos de l nu ev o . . . r e con ozc o , D ios m ío , que la neces i-
dad que tengo de es tas ropas es una prueba de la cor rupción que
he r ed é de mis p r im er os pad r es . . . » J acque l ine Pasca l r ec om end aba
también exhor tar a las n iñas a que e l las mismas conocieran sus
vicios y pasiones para sondear «hasta la raíz de sus defectos».
Esta era la concepción dominante de la infancia en el seno de la
pedagogía y la teología del s iglo xvn. Se podr ía objetar que es tas
teor ías n o hac ían m ás que p ro lon gar las an t iguas ideas , y que le jos
de apor tar un esp í r i tu nuevo daban tes t imonio de un s i s tema de
va lo r es agon izan te .
N o cabe de cir lo m ism o de la nu ev a f i losof ía , la de D es ca r tes ,
que puso f in a la hegemonía de la todopoderosa escuela ar i s to té l i -
ca . Si Bé ru l le con t inúa a san A gus t ín , De scar te s fue qu ien bar r ió
con el pe ns am ien to esco lás t ico .
A ho ra b ien , l a f i losof ía car te s ian a , t an innov ado ra en todos los
ter ren os , r e to m a la c r ít ica de la in fancia en o t ro reg is t ro . D esc ar tes
no dice q ue la infanc ia sea la sed e del pe ca do . D ice, y b a jo su
pluma tal vez sea igualmente t rágico, que es la sede del er ror .
D e a cu erd o con D esc ar te s , l a in fancia es an te todo deb i l idad de
espír i tu , es un per íodo de la vida en el cual la facul tad de conocer ,
e l en t end imien to , s e encuen t r a po r en t e r o ba jo l a dependenc ia de l
cuerpo . E l n iño no t iene o t ros pensamien tos que las impres iones
que susc i ta su cuerpo . E l f e to ya p iensa , pero su pensamien to es
só lo un m ag m a de idea s confusa s . De sprovis ta de ju ic io y de cr í t i ca ,
el a lma infant i l se deja guiar por sensaciones de placer y dolor : es tá
c o n d e n a d a a u n e r r o r p e r p e t u o
15
.
14 . Véase
Entrer dans la vie,
p. 29 (coll . Archives, 1978).
15. Principios de filosofía, n .° 71: «la caus a pr incipal de nue stros er ror es y
g en e r a lm en te l a d i f icu l t ad p a r a a p r en d e r c i en c ia s y r epresen tarnos con c lar idad las
ideas son los prejuicios de la infancia».
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¿Existe el amor maternal?
De modo que hay que l iberar se de la in fancia como del mal . E l
hecho de que todo hombre haya ten ido que ser p r imero n iño es la
causa de todos sus er rores . No sólo el n iño es tá desprovis to de
ju ic io , d i r ig ido por sus sensac iones , s ino que además es tá bañado
en la a tmósfera f é t ida de las op in iones fa l sas . Mama e l p re ju ic io
con la leche de su nodr iza, d ice Descar tes . ¡Mirad a esas nodr izas
ignoran tes , que enseñan can t idad de ideas f a l sas a los n iños que
t ien en a su carg o ¿N un ca hab éis vis to a una nodr iz a decir le al n iño
que se ha hecho daño a l caer sobre una p iedra que vaya a pegar le ,
como s i l a p iedra fuera una per sona do tada de vo lun tad?
Infor tunadamente , l as op in iones que se adquieren en la in fancia
son l a s que a r r a igan más p r o f undamen te en e l hombr e . D es t r u i r
esos malos hábi tos l leva toda una vida. Y aún así , son pocos los que
lo logran . La m ayo r ía de los ho m bre s , por f a l ta de carác ter y de
in te l igencia , es tán cond en ad os a pe rm an ec er env iscados en su in-
fancia . ¡Qué asces i s neces i tó e l mismo Descar tes , cuán tas angus t ias
hu bo de af ron tar para l iberar se de sus malos háb i tos y de su in fan-
cia Pe ro la m ay or ía de los ho m bre s es tán som etido s a los fal los de
su vo lun tad . A hor a b i en , en cada momen to de descu ido e l hombr e
corre el r iesgo de recaer en la i lus ión y la conf ianza espontánea que
acuerda a las apar iencias sens ib les . Por eso Descar tes dep lora c la-
ramente que todo hombre tenga que pasar por e l es tad io in fan t i l :
«porque todos hemos s ido n iños an tes de ser hombres . . . Es cas i
imp osible qu e nue stros ju icios fu er an tan pu ros y sól idos co m o lo
hub ie r an s ido s i desde e l momen to de nues t r o nac imien to hub ié r a -
mos d ispues to de l uso cabal de nues t ra r azón . . .
16
»
La in fancia s igue s iendo en tonces aquel lo de lo que debemos
l ibe r a r nos pa r a s e r hombr es d ignos de e se nombr e . Sabemos cómo
invi r t ió Freud la p ropos ic ión proclamando que e l n iño es e l padre
del hombre . Tal vez Descar tes le hubiera dado la r azón , pero para
deplorar lo . Es ta condic ión prop ia de l a lma vu lgar no podía n i deb ía
ser la del f i lósofo.
C ab r ía pre gu nta rse s i pa ra D esc ar te s la infanc ia no es la causa
esencial de la dis tancia que nos separa del modelo divino. Puesto
qu e cons t i tuye un obs tác u lo cons iderab le para acceder a la ve rda d ,
podr íamos imaginar por un momento que en e l s i s tema car tes iano ,
s i e l hombre lograra expurgar por comple to a l n iño que duerme en
16.
Discurso del método,
2 .
a
par te .
-
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La condición del niño antes de 1760 / 47
él ser ía cas i semejan te a Dios . Claro que e l en tendimien to de l
hombre no es inf ini to , como lo es el de Dios , pero s in la infancia
es te en te nd im ien to f in i to pod r ía ser , en lo que respec ta a la m ate-
r ia , tan ver íd ico com o e l de Dios . N atu ra lm en te y s in es fue rzo el
hombr e de j a r í a de juzga r l o que no conoce . La duda me tód ica ,
resu l tad o de un es fu erzo de vo lun tad mu y d if íc il pa ra e l hom bre
sumerg ido todavía en su in fancia , se conver t i r ía en una ac t i tud
espontánea e indolora . Cons iderada desde es te ángulo , l a in fancia
es la an t i t r ascendencia d iv ina , e l cas t igo de l hombre . Al a le jarnos
de Dios y de su per fecc ión , desempeña un papel s imi lar en Descar -
tes y en san Ag us t ín . E rro r o pe ca do , la infanc ia es un m al .
El niño-estorbo
Es probable que la imagen t rágica de la infancia tal como se la
f iguraban teó logos , pedagogos y f i lósofos , no fuera la más d i fundi -
da en t re e l común de la gen te . Aunque no hay que subes t imar la
inf luencia de los ideólogos y de los in telectuales sobre las clases
do m ina nte s y le t r ad as , es ta in f luenc ia era en los de m ás sec tores
soc i a l e s sumamen te l imi t ada .
S i obse r vam os e l com por t a m ien to r ea l de unos y o t r o s , t enem os
la sensac ión de que
experimentan al niño como un estorbo,
como
una desgrac ia , an tes que como e l mal o e l pecado . Por mot ivos
d i fe ren tes y has ta opu es to s , e l n iño , y espec ia lme nte e l n iño de
meses , parece resu l ta r una carga insopor tab le para e l padre , a
qu ien sus t r ae su m u j e r , y de r ebo te t am b ién pa r a su m adr e .
Lo s cu id ado s , la a tención y e l t r a ba jo que repre sen ta un be bé en
la casa no s iempre son del gusto de los padres . Y en muchos secto-
res sociales los padres no pasan «el tes t del sacr i f icio»
1 7
, según la
exp res ión de Sh or te r , e l s ímbo lo más c laro de lo que ac tua lm ente se
en t i e nd e com o am or de lo s pad r e s y más p r ec i samen te am or m a te r -
na l . Co m o m uchos pa d r es no pu ed en , y a lgunos , much os más de lo
que sue le c reer se , no qu ieren hacer e l sacr i f ic io económico o e l
sacr i fic io de su egoísm o cons igu ien tes , a f ron tan d i feren tes m étod os
para desembarazar se de la carga . Para es te p rob lema ex is t ía y s igue
exis t iendo una gama de so luc iones que va desde e l abandono f í s ico
17 . E . Shor ter , Naissance de la famille moderne, p. 210, Pa rís, Le Seu il, 1977.
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1'2 / ¿Existe el amor maternal?
al abandono mora l de l n iño . Desde e l in fan t ic id io has ta la ind i fe-
rencia . En t re u no y o t ro ex t re m o, hay pos ib i l idades var iadas y
bas t a r das cuyos c r i t e r io s de adopc ión son f undamen ta lmen te eco -
nómicos .
Es ev ide nte q ue el infan t icidio pu ro y s imple suele ser señal de
una s i t uac ión humana p r o f undamen te angus t io sa . E l a ses ina to
consc i en te de un n iño nunca es p r ue ba .de ind i f e r enc ia . Co m o t am-
poco se abandona l igeramente a un rec ién nac ido . No es s in emo-
c ión , n i p robablemente s in cu lpa , que las madres p renden en la
ropa de l bebé a l que abandonan breves mensajes . J . P . Bardet
18
menciona a lgunos que mues t ran que las madres ten ían la esperanza
de recuperar a lgún d ía a los h i jos . Algunas reg is t r an e l nombre , o
las par t icular idades del recién nacido, o tras jus t i f ican su decis ión.
M iser ia y en fe rm ed ad de unas , s i tuac iones insos ten ib les de o t ras ,
que muchas veces son madres so l te ras .
S in embargo , los a juares sun tuosos que acompañan a veces a l
be bé p rue ba n q ue e l pec ado y e l ab an do no q ue lo s igue no es una
exclus iv idad de los pobres . . . A l lado de es tos ges tos desesperados
f igura n o t ros ges tos y o t ras opciones que au nq ue invo lun tar ios t i e -
ne n con secu enc ias igua lm ente t rágica s . Es difícil cre er en su absolu -
t a i nocenc ia , aun cua ndo l es o to r gu em os am pl i am en te c i r cunst an -
c ias a tenuantes .
El pr imer s igno del rechazo del n iño res ide en la negat iva mater -
na l a dar le e l pecho . Especia lmente en una época en que e l hecho
de dár se lo represen taba una pos ib i l idad de superv ivencia mucho
mayor para e l bebé , como hemos de ver en de ta l le . Es ta negat iva
podía deberse a mot ivos d i feren tes , pero ten ía como resu l tado la
misma neces idad : r ecur r i r a una nodr iza mercenar ia ; según los r e-
cursos económicos se enf ren taba una nueva opción : l a nodr iza ve-
nía a la casa o se le hacía llegar el niño.
La cos tumbre de pagar a una nodr iza para que cr íe a un n iño es
muy an t igua en Francia , dado que en Par í s l a aper tu ra de la p r ime-
ra agencia de nodr izas data del s iglo X I I I
.
También sabemos que en
esa época e l f enómeno concern ía cas i exc lus ivamente a las f ami l ias
ar i s tocrá t icas . Es un fenómeno in teresan te , de l que hemos de vo l -
ver a ocup arno s . Por ú l t imo sab em os que en e l s ig lo
X V I I I
la cos tum-
18 . J .P . Bardet , «Enfan ts abandonnés e t enfan ts ass i s tés á Rouen» , en Hom-
mage á Marcel Reinhard (1973 ), p. 37.
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La condición del niño antes de 1760 / 49
bre de poner a los h i jos a cargo de nodr izas se genera l izó has ta ta l
punto que hubo que af ron tar e l p rob lema de la escasez de nodr izas .
Como consecuencia de las carencias admin is t r a t ivas de la épo-
ca , no s fa l tan in form es prec isos en t re ese p r im er d a to de l s ig lo xm y
el s ig lo xvm. Los reg is t ros par roquia les cons ignaban con mayor o
m en or ex act i tud los nac im ien tos y las m uer te s . Para co n tar con
fuentes ser ias para e l p rob lema que nos ocupa hay que esperar a la
dec larac ión rea l de l 9 de abr il de l73 6 , qu e ob l igaba a los sacerd o tes
a e labo rar dos reg is tros iguales , y a en t rega r an ua lm en te un o de
el los en la escr ibanía de la jur isdicción
19
. Esto explica que los
h i s to r i ado r es con tempor áneos hayan e f ec tuado t r aba jos d ignos de
mención sobre los n iños cr iados por nodr izas en d i feren tes r eg iones
de Francia sólo a par t i r de mediados del s iglo xvm.
P ara evalua r es te f en óm en o en t re los s ig los xm y xvm só lo hay
fu en te s o f ic ia les insuf ic ien tes , y sobre to do tes t imon ios per s ona les
ta l como se desprenden de las Memor ias o d iar ios de fami l ia que
dan cuenta de los acontec imien tos f ami l ia res con mayor o menor
deta l le .
Al p ar ec er , ha sta f ines del siglo xvi la co stu m bre d e pa ga r a una
nodr iza es exclusiva de la ar is tocracia . Vives o Erasmo se dir igen a
muje r es nob les pa r a r ep r ochar l e s que no amaman ten a su s n iños .
Pero es tas mujeres r icas que instalan en su casa a las nodr izas
pr ivan a o t ros n iños , a los h i jos de la nodr iza , de sus madres . De
manera que cuando una madre se n iega a dar e l pecho a su bebé ,
son dos los n iños desprovis tos de la leche materna . Monta igne lo
deplora a l r edactar sus
Ensayos,
en los añ os 1580 a 1590. O igá m os -
le: «Es fáci l ver por exper iencia que ese afecto natural (el amor
pa te r no ) a l que o to r gamos t an t a au to r idad , t i ene r a í ces muy p r eca -
r ias . Por una ven ta ja ins ign i f ican te ,
todos los días
a r r ancamos sus
p r op ios h i jo s a unas madr es pa r a que
se encarguen de los nuestros;
l as ob l igamos a que en t reguen sus h i jos a a lguna nodr iza enclen-
que , a qu ien no le en t regar íamos los nues t ros , o a a lguna cabra
2 0
» .
Mota igne pa r ece a f i r mar t amb ién que es t a p r ác t i ca que denun-
cia es más corr iente y es tá más extendida de lo que se cree en los
19. C ua nd o leemo s la cor re spo nde ncia de l in tenden te Turgo t en su genera l i -
dad de L imo usin (1753-1774) ten em os la imp resión de que los sac erd ote s no
s iempre cumpl ían con es ta ob l igac ión .
20.
i'.ssais,
l ibro I I , cap. 8 , el subrayado es nuestro .
-
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1'2 /
¿Existe el amor maternal?
dis t in tos sec tores soc ia les . Po r o t ra par te , el m ism o M on ta ig ne , qu e
no per tenecía a la a l ta a r i s tocrac ia , qu iso que su mujer r ecur r ie ra a
nodr izas , t an to le moles taba la p resencia de n iños pequeños en su
casa . Cuando se v io ob l igado a hacer una excepción con su h i ja
menor ( Léonor e ) , l o h i zo según é l mi smo man i f i e s t a , s in mucho
en tus i a smo .
De acuerdo con el tes t imonio de los diar ios famil iares de la gran
burg ues ía p ar la m en tar i a , en e l s ig lo xv i l as m adre s dab an e l pec ho a
sus h i jos . Los au tores de
Entrer dans la vie
2 1
menc ionan un f r ag -
mento muy revelador de uno de es tos l ib ros de fami l ia . Madele ine
le Goux, casada en 1532 con Anato le Fro issard , conse jero en e l
par lamento de Dole , tuvo c inco h i jos y a todos les d io e l pecho .
Cuando sus h i jos fueron padres a su vez comenzaron a u t i l i zar en
mayor o menor grado los servicios de las nodr izas . En cambio, las
n ie tas de Ma de le in e F ro issard , qu e se casaron a com ienzos de l siglo
X V I I ,
pus ieron s i s temát icamente a sus h i jos desde que nac ieron a
cargo de nodr izas . As í que en menos de t r e in ta años , observan los
transmisores de es te tes t imonio, entre f ines del s iglo xvi y comien-
zos de l xv i i, es ta f ami l ia fu e i r r evers ib le m ente gan ada por la cos-
tumbre de conf iar los n iños a nodr izas .
De acuerdo con múlt iples tes t imonios , es en el s iglo
XVII
c u a n d o
el hábi to de la nodr iza se difunde en la burguesía
2 2
. A su vez, las
mujeres de es ta c lase p iensan que t ienen a lgo mejor que hacer y lo
d icen . U n es tud io de Jean G an iage
2 3
sobre los niños de meses
par i s inos enviados a Beauvais i s conf i rma e l hecho .
Pero en el s iglo xvm esta costumbre se ext iende en todos los
es t ra tos de la soc iedad urbana . Desde los más pobres a los más
r icos , en las c iudades grandes o pequeñas , se genera l iza e l f enóme-
no de la en t rega de bebés a nodr izas .
Como de cos tumbr e , Pa r í s da e l e j emp lo env iando a sus n iños
fuera de los l ímites de la capi tal , a veces a cincuenta leguas , a
21. Extracto del l ibro maestro de la famil ia Froissard. Entrer dans la vie, p .
155.
22.
Entrer dans la vie,
pp. 156-158.
23 . «Bebés par i s inos en Beauvais i s» , en Homm age á Marcel Reinhard, pp.
271-273: «Las p r imeras muer tes de n iños de meses que podemos inden t i f icar se
remontan aprox imadamente a 1660 , pero qu ince o ve in te años an tes la apar ic ión
de pa t ron ímicos inhab i tua les en las ac tas de en t ie r ro t r a ic iona la p resencia de
n iños fo ras teros en la Par roquia» .
-
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La condición del niño antes de 1760 / 51
N or m an d ía , a B or g oñ a , o a Beauva i s i s. Leno i r , l uga r t en i en te gene-
ra l de po l ic ía , es qu ien proporc iona va l iosas in formaciones a la
R e i n a d e H u n g r í a
2 4
. En 1780 en la capi tal , sobre 21.000 niños que
nac en an ua lm en te ( so bre una poblac ión de 800 .000 a 900 .000 hab i -
tantes) menos de 1000 son criados por sus madres, 1000 son cria-
dos por una nodr iza que res ide en la casa famil iar . Todos los de-
más, 19.000, son enviados a una nodriza. Sobre esos 19.000 a quie-
nes cr iaba una nodr iza fuera de la casa paterna, 2 ó 3000 cuyos pa-
dres tenían holgura económica eran cr iados en los suburbios inmedia-
tos a París
2 S
. Los demás, menos afor tunados, se cr iaban muy lejos .
E l mismo fenómeno se r eg is t r a en Lyon . Pros t de Royer , lugar -
ten ien te de po l ic ía y no menos humanis ta , ano ta que «sobre una
poblac ión de 180 .000 , t a l vez 200 .000 , hay en Lyon aproximada-
m en te 6000 nac im ien to s por añ o . . . D e esos 6000 n iños , a lo sum o
1000 son h i jos de padres que pueden conf iar los a nodr izas que se
encuen t r an en buenas cond ic iones . Los demás son abandonados a
nodr iza s languide cien te s y m iserab les» . S egún Pro s t , n i s iqu iera se
puede ca lcu lar l a can t idad de n iños cr iados d i rec tamente por sus
m a d r e s .
Pe r o e l f enómeno no conc ie r ne so l amen te a l a s g r andes c iuda -
des . E l es tud io de Ala in Bideau
2 6
sobre la pe qu eñ a c iudad de
Th o i s sey - en - D om bes e n t r e Magon y Lyon p r ueb a que «sus hab i t an -
tes se co m po r ta ba n com o los l ioneses , los par i s inos y los de M eu-
lan
2 7
, y env iaban sus bebés a l campo».
C om o lo s r eg i st r o s pa r r oqu ia l e s s e encu en t r an en me jo r e s t ado ,
los h i s to r ia do res pa c ien te s pudie ron de te c tar l a d i s t ribución soc io-
profes ional de los padres de los n iños conf iados a nodr izas y muer -
tos en el curso de su cr ianza. Por el momento, nos in teresa más el
or igen soc ia l de los padres na tura les que la p roporc ión de n iños
muer to s , que hemos de e s tud ia r más ade l an te .
24. Détails sur quelques établissements de la ville de París demand és par sa
Majesté Impériale, la Reine de Hongrie, á L. Lenoir, lieutenant général de pólice,
París, 1780.
25 . Véase e l a r t ícu lo de Gal l iano sobre «Mor ta l i t é in fan t i le dans la ban l ieue
sud de Par ís» (1966) .
26.
L'envoi des jeunes enfants en nourrice.
E j e m p lo d e u n a c iu d ad p eq u e ñ a :
T h o i s sey - en - D o mb es ( 1 7 4 0 - 1 8 4 0 ) .
27 . Véase M. Lach iver ,
La population de Me ulan du xvi au xvm siécle, Etude
de démog raphie historique,
S E V P E N , 1969, pp . 123-132.
-
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1'2 / ¿Existe el amor maternal?
Bideau es tab lece en Thoissey la s igu ien te d i s t r ibución :
Profesión Can tidad Porcentaje
D e scono c ida 9 4 ,4
Co m er c i an tes 83 40 ,9
A r tesa no s 53 21 ,1
O br e r os 9 4 ,4
Bu rgue ses 14 6 ,9
Pr ofe sio ne s l iberales 17 8 ,4
Func ionar io s de
la jus ticia 15 7,4
Jorn ale ros 2 1
Ca m pes ino s 1 0 ,5
V ar io s
T O T A L 203 100 ,00
Categorías socio-profesionaies
O bre ro s de la seda y fabr ica n tes 34 ,5
Tex t i les var ios (o ane xos : t in to rero s) 5 ,2
Ne goc ian tes y com erc ian tes 10 ,7
B urgu ese s , nob les y p rofes ionale s l ibera les 5 ,7
Co m ercio de a l ime ntac ión 7 ,5
Co m er c io de v ino ( t abe r ne r o , m esoner os ) 2 ,8
Z ap at er os y sas t res 6 ,7
T r ab a ja do r es de la cons t rucc ión 6 ,1
Sombr e r e r os 1 ,6
Jo r na l e r os , c r i ados ,
affaneurs
2 ,4
C och eros y t r ansp or t i s tas 1 ,1
A r te sa no s var ios 15 ,7
T O T A L 1 0 0 , 0 0
Lo mismo que en Meulan , según los es tud ios de Lavicher , son
f un da m en ta lm en te lo s bu r guese s qu ienes pon en a sus n iños a ca r go
-
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La condición del niño antes de 1760 / 53
de nod r izas . A . Bid eau cree que es ta ac t i tud es p rop ia de las c iuda-
des pequeñas , donde los pobres cr ían a sus h i jos , más que de las
g r andes .
Es ta h ipó tes i s parec e exa cta si con s ideram os la d i s t r ibución so-
c ioprofes ional de los padres cuyos h i jos mur ieron es tando a cargo
de nodr izas en Lyon
2 ii
.
Es tas c i f r as m ues t ran que en Lyo n son los más nece s i tados y no
los m ás po bre s qu ie nes m ás pone n a sus h i jos a cargo de nodr iza s , y
que es an tes una prác t ica popular que una cos tumbre de gen te
a c o m o d a d a .
E n su es tud io sobre los be bés par i s inos en Beauv ais i s , J . Ga nia-
ge comprueba que la o r i l l a derecha de la cap i ta l p roporc ionaba más
de la mi tad de los bebés conf iados a nodr izas : son pr inc ipa lmente
los barr ios de comerciantes y ar tesanos; de la or i l la izquierda la
m ej or r epr es en tad a es la pa r roq uia de san Sulp ic io , con los h i jos de
los in tendentes , los cocineros y los lacayos de los ho te les par t icu-
i 29
lares .
En genera l , concluye Ganiage , e l aban ico soc ia l de los n iños
cr iados por nodr izas se ex tendía ampl iamente desde la burgues ía
hasta las clases populares , desde el consejero de la cor te hasta el
cr iado. La nobleza y la al ta burguesía eran las únicas que no es ta-
ban repr ese n ta da s , p orq ue es tas f ami l ias p refe r ían ei s i s tema de
traer a las nodr izas a domici l io .
El or igen social de los niños cr iados por nodr izas cambia sensi-
b lem ente de una reg ión a o t ra . E s tá p rob ad o que los pad res m ás
r icos de las grandes ciudades que ponen a sus hi jos a cargo de
nod r izas el igen las po bla cio ne s y las zon as más cerc ana s a su dom i-
ci l io , p ar a vela r m e jo r po r el n iño y pa ra evi tar le un viaje largo
desde que nace . Esos suburb ios cercanos , muy codic iados , son tam-
bién los más caros . Por cons igu ien te , cuan to más modes to es e l
o r igen soc ia l de l n iño , más a le jado es tará de sus padres . Pau l Ga-
l l i ano ded icó un impor tan te memor ia l a l es tud io de la mor ta l idad
infant i l en el suburbio sur de Par ís desde 1774 a 1794
3 0
. Es tab lece
que aproximadamente e l 88 % de los n iños conf iados a nodr izas y
muer tos duran te la c r ianza son .or ig inar ios de Par í s . En ese memo-
2 8. M . G a r d e n ,
Lyon et les lyonnais au xvm siécle,
Fla m m ario n, 1975. p . 60.
29 . Op. cit., pp. 281, 283.
30. A nn al es D .H . , 1966, pp. 166 a 172.
-
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1'2 / ¿Existe el amor maternal?
r ia l la o ri ll a dere cha y la izqu ierda es tán igualm ente rep rese n ta da s
pero los sectores per i fér icos del nor te de la capi tal casi no lo es tán y
los de l es te no lo es tán en abso lu to . Lo cual no deb e sor pre nd ern os
sabiendo que son los más pobres de la ciudad. Para el los , e l subur-
b io sur , muy cercano , deb ía de ser muy caro .
Al es tud iar e l o r igen soc ia l de esos n iños , Gal l iano comprueba ,
lo m ism o que G ani age , «has ta qué pu nto e l r ecurso a las nod r izas
era una práct ica corr iente en los medios más diversos».
Los más pobres , los buscav ida , no es tán represen tados en abso-
lu to , p robablemente porque la ausencia de ren tas es tab les les ha-
br ía im ped ido pag ar r eg u la rm en te a una nodr iza . En cam bio los
co m erc ian tes p od ero so s const i tuy en por sí solos casi la m itad de los
efec t ivos . A d i ferencia de l es tud io de Ganiage , en es te cuadro com-
probamos la p resencia de h i jos de nobles .
Guadro de Gal l iano: or igen social de los niños cr iados por no-
dr izas:
Profesión y nivel social Cantidad de casos
de los padres observados
Nobleza 38
6 %
Oficiales civi les , profesiones l iberales
100 15,5 %
Oficiales mil i tares y soldados rasos
12
2 %
C o m e r c i a n t e s
283
44 %
O bre ros , o f ic ia les a r tesan os , jo rna leros . . ..
155
24 %
G r an je r o s , l ab r ado r es , v iña t e r os 15 6 %
Cr iados
41
6 %
T O T A L
644
100 %
En cuanto a los padres que cr ían a sus hi jos , se reclutan entre
los más humi ldes , dado que Gal l iano , a l ana l izar sus impues tos
co nst ata qu e son nulos o que osci lan entre u na y cinco l ibras . S on
f un da m en ta lm en te ja r d ine r os o j o r na l e r os , a veces a r t e sanos m uy
modes tos . Todas es tas es tad ís t icas demues t ran que la p rác t ica de
encargar la c r ianza a nodr izas es taba muy genera l izada . S in embar -
go es preciso señalar dos categor ías socio-profesionales que br i l lan
-
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La condición del niño antes de 1760 / 55
por su ausencia o su escasez en nues t ros cuadros . Shor ter pone de
rel ieve la casi ausencia de los hi jos de obreros de fábr ica, punta de
l anza de l a moder n izac ión . Las mu je r es que t r aba j aban en f áb r i cas
co locaban a sus h i jos duran te la jo rnada , pero a l parecer los r ecu-
peraban por la noche. Más s ignif icat iva es la ausencia en nuestras
l is tas de los hi jos de campesinos acomodados o r icos .
A hor a b i en , s egún P . G ouber t , e l mundo campes ino r ep r esen ta
el 80 % de los franceses en el siglo xvm. Claro que no hay un 80 %
de cam pes ino s ac om od ado s o r icos, y que en los cua dros apa rece n
los h i jos de los jo rna leros . También sabemos que las campes inas
más po bre s y de sam pa rad as se ve ían ob l igadas a ab an do na r a sus
hi jos para cr iar a los niños de las ciudades
3 1
. A pesar de eso, el
mundo campes ino r ep r esen ta una excepc ión impor t an te , pues to
que pref iere cr iar a sus hi jos en su casa antes que zafarse de el los .
¿Habrá que cons iderar e l a le jamien to de l n iño como un s igno
de la pa to log ía u rbana , como sugiere E . Le Roy Ladur ie
3 2
? ¿El
est i lo de vida y las dif icul tad es de la ciuda d en ge nd rar ía n una des-
v iac ión de l sen t imien to materna l? En e l campo e l ins t in to se con-
serva, pero a algunas leguas de dis tancia se hace humo.
Nadie podr ía negar que la c iudad es s inónimo de a l ienación
para una gran can t idad de sus hab i tan tes . Es c ier to que vuelve
impos ib le para muchos la v ida fami l ia r . La a l ienación económica
puede dar lugar a conductas aberrantes , a l obl igar al ins t in to de
conservación a cal lar todos los demás inst in tos .
Ta m bi én es c ier to que el n iño es un cons iderab le e s to rb o para
todas las mujeres que se ven ob l igadas a t r abajar para v iv i r . Bas ta
con l ee r e l t r aba jo de Maur i ce G ar den
3 3
sobre la ciudad de Lyon
para convencerse de e l lo . Mues t ra que las mujeres de los obreros y
los ar tesanos , g randes abas tecedoras de bebés para las nodr izas ,
ve rda de ra m en te n o ten ían o t ra opción . En los o f ic ios do nd e la
mu je r e s t á d i r ec t amen te a soc i ada a l t r aba jo de su mar ido es donde
le resul ta más dif icul toso conservar a sus hi jos a su lado y cr iar los .
Lo mismo les sucede a las esposas de los obreros de la seda, cuyas
enormes d i f icu l tades en e l s ig lo xvm son b ien conocidas . La mujer
31 . No toda s las nodr izas ac tu aban as í. Vé ase e l a r t ícu lo de Anto ine t te Cha -
moux en los Annales de démog raphie historique, 1972.
32 . Véase Communications, 31, 1979.
3 3 . M. G ar d en .
Lyon et les lyonnais au xvmsiécle,
Scienc e-Flam ma r ion , 1975.
-
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t r a ba ja en e l t e la r jun to a su m ar id o . S i e l t r a ba jo ha de ser m ín ima-
m en te r en t ab le , no puede p adece r la s dem or as que p rovoca la a t en -
ción de los niños. Necesar iamente el h i jo de esos obreros se verá
exclu ido de la f ami l ia . Entonces comprendemos que es en es ta
ca tegor ía soc io-profes ional donde se r eg is t r a la mayor can t idad de
n iños conf iad os a una n odr iza y m uer t os dur an te la c r ianza .
As im ism o, en los com erc ios de comes t ib les lo t r ad ic ional es que
la mujer se ocupe de la t ienda de panader ía o de carnicer ía . Si la
madre cr iara a los niños, e l mar ido tendr ía que contratar a un
ob rer o q ue oc up ara e l s it io vaca n te en la t i end a . E s ta ac t i tud revela
un da to económico que no es de desprec iar : a es tos mat r imonios les
cos taba menos enviar a su h i jo a una nodr iza que cont ra tar a un
ob r e r o a pena s ca li f icado . Es to dem ues t r a qu e muchas nod r izas pe r -
cibían salar ios miserables
3 4
, y explica en gran pa rte la con dició n de
los niños que se les conf iaban.
Las m uj ere s de los som brere ros y los
affaneurs
de Lyon eran
todav ía más mise r ab les . Como no t r aba j aban con sus mar idos ,
pract icaban algunos of icios en sus casas o con un régimen de t iempo
parcial ; es el caso de las devanadoras de seda, las bordadoras , o las
ve nd ed ora s de f ru ta s y legum bres en los m ercad os . E s tas f ami l ias
ganaban tan poco que los padres ten ían in terés en conservar a l n iño
con e l los, pues to qu e no podían pag ar a n inguna nod r iza , n i siqu ie-
ra la más barata . Según Garden, es lo que expl ica que sea en las
ca tegor ías soc ia les menos favorec idas donde se r eg is t r a e l menor
número de n iños a cargo de una nodr iza muer tos .
Para las f ami l ias más pobres , e l n iño cons t i tuye una amenaza
pa ra la superv iven cia de sus pad res . N o les qu ed a , pue s , o t ra op -
c ión que la de desembarazar se de é l . Lo abandonan en un hosp i ta l ,
lo qu e com o vere m os de ja a l n iño pocas pos ib i lidades de sobrev iv i r ;
lo entregan a la menos exigente de las nodr izas
3 5
, lo cual no deja
muchas más ; o b ien caen en una ser ie de compor tamien tos más o
menos to lerados , que l levaban ráp idamente a l n iño a l cementer io .
Sobre es te ú l t imo punto , F . Lebrun p lan tea una ser ie de preguntas
in t e r esan tes :
34. De al lí que la po bre nod r iza se viera tentad a de enc arga rse de var ios be bé s
s im ul tá ne am en te , lo que pon e aún más en pe lig ro la v ida de cada uno . Véase
t a m b i é n A . C h a m o u x , op. cit., p. 275.
35. Muchas veces sucedía que los padres no daban más señales de vida a la
nodr iza , y le aba nd on aba n por com ple to a l n iño .
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«¿Por qué l levar lo antes posible a la ig les ia , para ceremonias
suplementar ias de l bau t i smo, a l r ec ién nac ido que ya ha s ido bau t i -
zado en su casa? Es una prác t ica de resu l tados desas t rosos ( ta l
r o m o lo t e s t imo n ian lo s r eg i st r o s de s epu l tu r a ) , y t an to m eno s
jus t i f icada cuanto que e l bau t i smo con agua de socor ro t i ene p lena
val idez co m o sac ram en to . ¿Po r qué enviar a l n iño a la nodr iz a
desde la ciudad a los pocos días de su nacimiento, sea cual fuere su
es tado de sa lud , l a es tac ión y la d i s tancia? ¿Por qué la cos tumbre
inve te r a da , pese a la s p r oh ib i c iones que r epe t í an co n t inu am en te los
es ta tu tos de los s ínodos , de hacer dormir a los bebés jun to con sus
padres , cuyo resu l tado eran f recuentes acc iden tes mor ta les por as f i -
x ia? ¿Por qué , en té rminos genera les , es ta ausencia de precaucio-
nes e l em en ta l e s r e sp ec to de l pe qu eñ o , en su m adr e y con ma yor
razón aún en la nodr iza , a l menos an tes de la toma de conciencia
colect iva de los años 1760 a 1770? ¿No se t ratará, como en el caso
de c ier tos abor tos , de una es t ra teg ia (más o menos consc ien te , y
favorable a la selección natural) para l imitar la cant idad de hi jos en
el seno de la famil ia
3 6
?».
Ph i l ippe A r ies lo sosp ech aba , a l ver en es tas p rác t icas «condu c-
tas mora lmente neu t ras , condenadas por la é t ica de la Ig les ia , de l
Es tado , pero prac t icadas en secre to , en e l l ími te de la vo lun tad , de l
o lv ido , de la to rpeza» .
Sin em ba rgo , es p rec iso insi s ti r en e l hec ho de que e s tas d i feren -
tes c lases de in fan t ic id io fueron prop ios de las mujeres más pobres
de la soc iedad . Nunca ha de ponerse lo bas tan te de re l ieve la im-
por tancia de l f ac tor económico en es tas p rác t icas ases inas . Y nad ie
tendr ía la desvergüenza de af i rmar que todas es tas mujeres que
abandonaban de un modo u o t ro a su h i jo lo hac ían por f a l ta de
am or . E s ta ba n red ucid as a un grado tal de ago ta m ien to f ís ico y
moral que cabe preguntar se qué pos ib i l idad ten ían de o t ro sacr i f i -
c io v i ta l ; ¿có m o po dr ía n m ani fes tar se e l am or y la te rn ura en esa
condic ión ca tas t róf ica? Bas ta con pensar en esas mujeres de l cam-
po que en cuanto hab ían par ido abandonaban a su bebé para cr ia r a
un niño de la ciudad por un promedio de s iete l ibras por mes
3 7
. O
3 6 . F . L e b r u n , La vie conjúgale sous 1'Anden Régime , pp . 152-153, Pa rís, A .
Colin, 1975.
3 7 . C i f r a s p r o p o r c io n a d as p o r Ch a mo u sse t , Mémoire politique, p. 12. En los
Annales de démog raphie historique, 1973, A . C ha m ou x ano ta que a f ine s del s iglo
xvm la pa ga de un a nod r iza era de 8 a 10 l ibras m ens ua les .
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encon t r aban a o t r a s mu je r es más mise r ab les t odav ía , que acep ta -
ban cr iar al n iño por cinco l ibras; de modo que el benef icio era de
dos l ib ras . Tanto en un caso como en o t ro , e ra muy probable que e l
n iño mur i e r a .
No se t r a ta , pues , de fundarse en es tos e jemplos para conclu i r l a
fa l ta de amor de las madres . A lo sumo, puede conclu i r se la supe-
rioridad del ins t in to de con serva ción sob re el ins t in to m ate rna l . L a
m adre -pel íc ano qu e se abre las en t ra ñas pa ra a l ime ntar a sus h i jos
es un mi to . Aunque ex is tan muchos casos en que la madre sacr i f icó
su vida por la de sus hi jos . Los casos par t iculares nunca const i tu irán
una ley un iver sa l de la na tura leza . Ahora b ien , los compor tamien-
tos inst in t ivos s í son leyes universales y naturales .
La expl icación más f recuente del éxodo masivo de los niños de
la ciudad hacia la casa de las nodrizas ha consist ido en invocar la
s i tuac ión econó m ica d e los pa dres na tura les . E s una expl icac ión
necesar ia , pero no suf iciente. Basta con consul tar los gráf icos de las
ca tegor ías soc ioprofes ionales de los padres de los n iños muer tos en
épo ca de cr ianza para conv encerse de e l lo . Ju n to a n iños de ex t rac-
c ión miserab le , f iguran o t ros dos t ipos de n iños que per tenecen a
ca tegor ías soc ia les d i feren tes . En pr imer lugar , aquel los cuyos pa-
dres t r abajan jun tos , pero cuya s i tuac ión económica permi t i r ía a la
madre ocuparse ho lgadamente de l bebé . Es e l caso de los comer -
c ian tes r icos r eg is t r ados por Gal l iano , e l de muchos mercaderes ,
comerc ian tes en v ino , sas t res o ar tesanos re levados por Ganiage y
Bideau . Es tos hubieran podido conservar a sus h i jos a su lado y no
lo hac ían . ¿ Po r qué ? C ua nd o la exp l icac ión económ ica es insufi -
c ien te hay que ab an do na r la y r ecur r i r a l f ac tor soc ia l . La razón que
sugiere E. Shor ter parece ser la más convincente: «Si les fal laba el
am or m a te r n a l , e s po r que es t ab an coacc ionadas po r c i r cuns tanc i as
m ater ia les y por la ac t i tud de la com unid ad que de jab a el b ien es tar
de l n iño en un p lano secu nda r io , y le an tepo nía o t ras cons iderac io-
nes , como por e jemplo la neces idad de hacer marchar la g ran ja o de
ayudar a te je r a l mar ido
3 8
» .
Al parecer , en e l caso de es ta pequeña burgues ía labor iosa , los
valores sociales t radicionales pesan con más fuerza que en otros
medios : dado que la soc iedad va lor iza a l hombre , a l mar ido , es
38 . Shor ter , op. cit., p . 210 . Subrayado por noso t ros para señalar que es ta
segunda razón es la que cor responde a l segundo t ipo de padres .
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normal que la esposa an teponga los in tereses de és te a los de l bebé .
Era en tonces la in f luencia de la ideo log ía dominante lo que
de te r m ina ba l a opc ión de la s m u je r es , dad o que desde e l pu n to de
v i s t a económico pod ían haber ac tuado de o t r o modo . La au to r idad
de l pa d r e y e l m ar ido do m ina en la cé lu l a f ami l i a r . F un da m en to
ec on óm ico y je f e m ora l d e la f am i l ia , es tam bién su ce n t ro : tod o
debe g i r a r a su a l r ededor
3 9
.
Pe r o queda todav ía una t e r ce r a ca t ego r í a de mu je r es , cuyas
mo t ivac iones se han inda gad o poco has t a el m om en to : son aque l l a s
sob re las cuales no pesa n ingu na h ipó tes i s econó m ica , y qu e a l
mismo t iempo son las menos somet idas a los va lores t r ad ic ionales .
E l las tam bié n c on f iaro n sus h i jos a las nodr izas y se ne garo n a
dar les e l pe ch o . Son m en os num ero sas que las o t ras , y s in em ba rgo
a e l las les daremos pr io r idad en e l p róx imo cap í tu lo . Porque es a
par t i r de la conducta de las mujeres más l ib res que hemos de poder
cues t iona r con más ac i e r to l a e spon tane idad de l amor ma te r na l .
La ac t i tud de es tas mujeres es tan to más d igna de mención en
cuanto que es en las c lases dominantes a las que e l las per tenecían
donde nac ió e l sen t imien to de la in fancia , t a l como lo ha mos t rado
P. Ar ies . Es necesar io leer lo para ver cómo nació en el s iglo xvi la
toma de conciencia de la especi f ic idad de l n iño . S in embargo , a
pesar de los progresos real izados, todavía en el s iglo xvm hay s ignos
que dan tes t imonio de una ind i ferencia per s i s ten te de la soc iedad ,
ind i ferencia que t iende a demost rar que e l n iño no ha adqui r ido
todav ía una cond ic ión ve r dader amen te s ign i f i ca t iva .
Persistencia del desprecio por el niño
U N J U G U E T E
Un pr imer ind ic io cons is te en que e l n iño es concebido como un
jug ue te o co m o una m áq uin a . S abe m os que en el s ig lo xvm e l n iño
39 . Es lo que tes t imonia la abuela de Rét i f de La Bre tonne cuando acoge , con
gran a legr ía por o t r a par te , a su h i jo Edme que vuelve de v ia je : «No debo ocupar -
me de es te h i jo quer ido has ta e l pun to de o lv idar a l padre . . . Vamos h i jas , serv id a
vues t ro hermano; és ta es la par te que me toca ( e l mar ido) , que no cederé a nad ie ,
ni s iquiera a mis hi jos» en
La vie de mon pére,
p. 58.
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pe qu eñ o es des ign ado con e l t é r m ino «p oupar t» , q ue no s ign i fi caba
lo que ac tua lmente se en t iende por «poupon» (bebé) s ino lo que se
e n t i e n d e p o r « p o u p é e » ( m u ñ e c a ) .
Lo s pa dre s sue len con s iderar a l be bé com o un jugu ete d iver ti -
do , a qu ien q uie ren po r su pro pio plac er y no por su bien . Es u na
especie de cr ia tu ra s in per sonal idad , un « juguete» en manos de los
adul tos . Cuando de ja de d iver t i r , de ja también de in teresar . Es lo
que c ier tos mora l i s tas r eprochan a los padres de l s ig lo xvm. Crou-
saz , po r e j emplo
4 0
: Tratáis a vuestros hi jos como el los t ratan a sus
muñecas . Os diver t ís con el los en tanto son graciosos , ingenuos y
d icen cosas d iver t idas . P er o cu an do crecen y adq uiere n ser ieda d ya
no os in teresan . Los abandonáis como a muñecas que se t i r an .
Entonces a l «exceso de fami l ia r idad sucede una sever idad exagera-
da o una ind i ferencia g lac ia l» . Es ta observación de Crousaz resu l ta
ver i f icada en
Le Journal d'Héroard
sobre la edu cac ión del jov en
Luis XIII . La famil iar idad sexual de los adul tos , incluso la de los
padres , r especto de l n iño , mues t ra que cons ideran que eso no t iene
consecuenc ias . E l n iño pe qu eñ o no es un se r en t e r am en te hum ano .
Hay qu ienes p iensan que esos juegos , p roh ib idos a par t i r de los
s iete años, indican por par te de los adul tos una concepción de la
inocencia in fan t i l .
M ás a l lá de lo qu e d igan teó logos y ped ago gos , pare cer ía má s
bien que esas act i tudes revelan la ins ignif icancia del n iño: es un
juguete s in a lma an tes que un a lma cargada de pecado o que un
alma ab so lu ta m en te ino cen te . S i los adu l tos hubieran cre ído en esa
inocencia , s in duda hubieran ten ido miedo de empañar la desper -
ta nd o en e l n iño ma los deseo s . Para el co n torn o , e l pe qu eñ o Rey
que yergue su pene como señal de contento por las car icias que se le
p r od iga n dem ues t r a q ue ti ene buenos r e f le jo s . N a da más . Esa ma-
quin i ta que es e l n iño funciona cor rec tamente . Los deseos , l as pa-
s iones , los pecados, no t ienen cabida en él , como no la t ienen en
n i n g ú n m e c a n i s m o
4 1
.
C ua nd o c r ecen se lo s s igue cons ide r an do com o máqu inas . Cr ou -
saz dice que la ex ag era da discipl ina los ac ostu m bra a oc ul tar sus
pensamien tos , a no expresar n i lo que s ien ten n i lo que razonan .
4 0 . Cr o u saz , Traité de l'éducation des enfants (1722).
41 . Es también e l r eproche de Crousaz cuando escr ibe : «Solemos mirar a los
n iños como s i fueran maquin i tas : los t r a tamos como a seres que no razonan» .
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Par ec en obe dec e r me cán icam en te a su s pad r e s . Es lo que obse r va
muy b i en Mar ivaux en
El Espectador,
cu an do descr ibe n iños es t i r a -
dos , edu cad os en una e t ique ta e s t r ic t a y s eca , aco s tum br ad os a
hace r cumpl idos de modo impecab le . Es t en t ado r en tonces compa-
rar al n iñ o con un a ut ó m at a, s in alma y s in vida.
Muchos médicos de la época sus ten tarán esa idea de l n iño-
m á q u i n a
4 2
. En 1784, el médico Alphonse Leroy escr ibía: «Es fáci l
cambiar los p r inc ip ios que cons t i tuyen a l n iño» . Lo mismo que para
o t ros , para é l e l n iño es una máquina , cuyos resor tes , fo rma y
m ater ia ser ía f ác il m odi f icar a nu es t ro a n to jo . Da a en ten de r q ue
gracias a la medicina y a la educación se podr ía reconstruir un niño
de acuerdo con un modelo nuevo . Es ta concepción só lo era pos ib le
en la medida en que se negara la especif icidad del n iño, en que se
creyera que el n iño debía ser lo que se hiciese de él .
E L D E S I N T E R É S D E L M É D I C O
Esta imagen de la infancia expl ica en gran par te la ausencia de
una medic ina in fan t i l . Sabemos que es ta especia l idad ha de nacer
en el siglo xix, y que el término «pediatr ía» ha de ver la luz en 1872.
Sin embargo, en la segunda mitad del s iglo xvm se da una toma de
conciencia médica de la especi f ic idad de l n iño que según conf iesa
G . B u c h a n
4 3
, un médico inglés , no había exis t ido hasta entonces:
«Los médicos , d ice , no han pres tado suf ic ien te a tención a l modo de
t ra tar a los n iños . Por lo genera l han cons iderado que era una
ocupa c ión que conc ie r ne exc lus ivamen te a la s m u je r es , y much as
veces los médicos se han negado a v i s i ta r n iños enfermos» .
A u n q u e m u c h a s e n f e r m e d a d e s i n f a n t i l e s f u e r a n o b j e t o d e d e s -
cr ipciones precisas por par te de los médicos, como la viruela , la
var icela , las paperas , la d if ter ia , la tos fer ina, la escar lat ina
4 4
, e tc . ,
l a p rác t ica médica no era muy br i l l an te . Porque según in forma e l
médico escocés , se c re ía que las enfermedades de los n iños eran
más dif íci les de atender que las de los adul tos , por la senci l la razón
de que aquél los cuando son pequeños no hab lan . Y la fuen te p r inc i -
42 . E . P i lón , La vie de famille au xvm siécle, 1978, pp . 124-125.
4 3 . Médecine domestique, pp . 14 a 17 (17 75).
4 4 . J . N . B i r ab en , Le médecin et Fenfant au xvm siécle (Anuales de démog ra-
phie historique, 1973), pp . 215 a 223.
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pal de in formaciones no es taba en la auscu l tac ión s ino en las p re-
guntas que e l médico le hac ía a l enfermo.
Esto expl ica que algunos médicos del s iglo xvm se hayan intere-
sado en la et io logía de las enfermedades infant i les , es decir en la
t eo r í a , y que hayan ab an do na do la p r ác ti ca a l as m u je r es , aun
cuando pa r ecen r ep r ochár se lo . Buchan p r opone una exp l i cac ión de
es ta f a l ta de in terés : «La medic ina ha o torgado escasa a tención a la
supervivencia de los niños, por indiferencia y por fal ta de conoci-
m ien to de la po tencia l r iqueza d e la in fan cia . . . Cu án tos es fu erzo s y
gastos se real izan todos los días para prolongar la vida de un cúerpo
vie jo , achacoso , p róx imo a mor i r , mien t ras que mi les de per sonas
que podr ían l legar a ser socialmente út i les mueren s in que nadie se
d igne adminis t r ar les la menor ayuda , s in que nad ie se d igne mi-
r a r lo s
4 5
» .
El tex to de Bu ch an , t r adu cido en 1775 por e l m édico f ran cé s
D up lan i l , señala e l cam bio de ac t i tud y lo exp l ica . Qu iene s co nocie-
ron las dos ideo log ías pueden anal izar mejor que noso t ros las ac t i -
t udes opues t as que a sum ie r on suces ivamen te . B uchan es muy c l a-
ro : an tes e l n iño c on taba poco p orq ue n o se lo ve ía n i com o i r reem -
plazab le n i como una per sonal idad ún ica , n i t ampoco como una
r iqueza . Y Buchan , que comprendía b ien la menta l idad de sus
con tempor áneos , conc luye : «Los hombr es no saben eva lua r l a s co -
sas s ino por su ut i l idad in m ed iat a , y nun ca p or la qu e las cosas
podr ían proporc ionar en e l fu turo . . . No son o t ras las causas de la
indiferencia general con que se encara la muer te de los niños
4 6
» .
D ec id idamen te , Buchan no es só lo un p s i có logo pene t r an te . T iene
algo de f i s iócra ta , dado que an tes que su ind i ferencia de padres
rep roc ha a sus co n te m po rán eo s e l ser ma los ca lcu ladores . Pa ra
el los el n iño no t iene mucho valor , n i valor específ ico ni valor
eco nóm ico a la rgo p lazo .
En 1804 o t r o m édico , V erd ier -H eu r t in , hace un ba lance muy
negat ivo de la medic ina in fan t i l . At r ibuye es ta carencia a l hecho de
que «todavía no exis te la convicción de que es una medicina dife-
ren te de la de las demás edades
4 7
». La prueba es que los médicos,
que son hombres , t a rdarán mucho t iempo en admi t i r l a especi f ic i -
4 5 . Bu ch an , op. cit., p . 16 (el sub ray ad o es nu est ro) .
46. Op. cit., pp. 16-17.
4 7 . V e r d i e r - H e r u t i n , Discours sur iallaitement, pp . 50-53.
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La condición del niño antes de 1760 / 63
dad de esa etapa de la vida. A comienzos del s iglo xix la medicina
infan t i l s igue abandonada a las mujeres , que según é l «conf ían más
en las fantasías de la alquimia
4 8
que en nues t ras modes tas p rescr ip -
c iones» .
S u
A U S E N C I A E N L A L I T E R A T U R A
El s i t io que ocupa el n iño en la l i teratura hasta la pr imera mitad
del s iglo xvm es la tercera señal de su insignif icancia. En términos
generales , «al l í se lo considera un objeto fas t id ioso, en todo caso
ind igno de a tención . Nos impres iona la ind i ferencia , por no dec i r l a
insens ib i l idad , r especto de l n iño pequeño
4 y
» .
La Fonta ine , La Bruyére o Boi leau r iva l izan en condescenden-
c ia cuando se ocupan de l n iño
5 0
. El único que adopta una posición
más mat izada en es ta mater ia es Mol iere
: , i
. Pero en general la
act i tud de los le t rados respecto de la infancia ha de var iar poco
has ta comienzos de l s ig lo xvm. Para convencerse de e l lo , bas ta con
leer
La Vie de Marianne
de Ma r ivau x (1741) o las
Mém oires pour
servir á l'histoire de la vertu
del ab ad Pré vos t .
La representación l i terar ia del s i t io que el n iño ocupa en la
sociedad es muy impor tan te porque las obras de los au tores c i tados
conciernen a los lectores nobles y burgueses ( las clases que leen y
van al te atr o) y les dev uelv en u na ima gen de s í m ism os. M ien tras
qu e las teo r ías f i losóf icas y teológica s se dir igen má s espe cíf ica m en-
te a los in telectuales , es to es , a un públ ico especial izado y res t r ingi-
do , la l i t e ra tu ra t i ene un aud i to r io más am pl io y p ro ba ble m en te sea
la más s ignif icat iva de la mental idad que reinaba en el seno de la
c l a se dominan te .
A la vers ión t rág ica y pesim ista de la infan cia, op on e un de spre -
cio soberano por el n iño. Más que el mal , e l n iño es la nada insigni-
f icante, o la casi nada. Esta casi insignif icancia explica en parte la
ind i f e r enc ia ma te r na l de l t e r ce r t i po de mu je r es que menc ionamos
antes . Porque era necesar ia una cons iderab le dos is de insens ib i l i -
dad para sopor tar la muer te de sus hi jos , como lo hicieron el las ,
48. Alución a la falsa ciencia que es la alquimia.
4 9 . G . Sn y d er s .
op. cit.,
p. 173.
50. Ibídem, p p . 173 a 177.
51. Ibídem, p. 291 a 293.
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1'2 / ¿Existe el amor maternal?
pero también para optar por hacer los vivir a lejados de el las , en una
espec ie de abandono mor a l .
La indiferencia de su clase no expl ica por entero la conducta de
estas madres . Par te de la expl icación hay que buscar la en sus deseos
y ambic iones"de m u je r e s .