evolucion del concepto de la estrategia por jean paul charnay ‘strategie… · 2014-10-15 ·...

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CE SE DE N EVOLUCION DELCONCEPTO DE LA ESTRATEGIA por Jean Paul CHARNAY (PubUcado en ‘Strategie’, onoro—ma 1 .968 1 Dckrnbro 1968 BOLETIN DE INFCRIVVCION NJM. 31-IV

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CE SE DE N

EVOLUCION DEL CONCEPTO DE LA ESTRATEGIA

por Jean Paul CHARNAY(PubUcado en ‘Strategie’, onoro—ma 1 .968

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Dckrnbro 1968 BOLETIN DE INFCRIVVCION NJM. 31 -IV

Desde que la palabra “estrategia” hizo su aparici6n en Europa o —mas exactamente— desde que pasa al lenguaje corriente (hacia fines del siglo XVIII) define esencialmente el “arte del General” (es decir, del mando militar superior); la direcci6n delos oj.rcitos o, segtn la f6rmula de LittrcS (que expresa el lenguaje de principios del siglo XIX), os “el arte do presentar un plan de campaña, do dirigir un ejército hacia lospuntos decisivos (o estratgicos) y de escoger aquellos objetivos hacia los que hay quedirigir —en las batallas— los efectivos m& importantes, para asegurar el éxito”.

El concepto se refiere t5nicamcnte a materia militar en cuanto asta signifiqueaccin a nivel superior y resulto d3cisva a ese nivel, aun excluyendo la preparaci6n yfinalidad de dicha accion. s decir, solo se situa en segundo plano, realmente subordinada, con respecto a la po!flca militar y a los fines generales perseguidos por el estardo, aunque la estrategia es solamente uno de tos elementos do la accn militar totalconstituye una de las partes principales de la guerra situada en el propio interior de sta. So puedo considerar como o! proceso evolutivo que asegura el xito por la acumuTacian, concontraci6n y aplicacin ponderada de los diversos medios y modalidades, enun perrodo y lugar determinados.

En cuanto al diccionario Robert, que refleja el estado do la lengua hace unáquincena do años, define la etratogia como “la parto de la ciencia militar que se refiere a la diroccf6n general de la guerra y la organizaci6n de la defensa de un pan; lasoperaciones de gran envergadura, la c!aboraci6n de los planes ofensivos y defensivos enfunci.Sn do los efectivos, los medios Iogticos, el potencial industrial, los datos geogrficos en gran escala y los factores diplom&cos, polrticos, etc.”.

Lo que llama la atoncin de esta definici&n nueva os su car&ter compuesto yhotorog&ioo, que refleja la actual imprecisi6n sem6ntica del concepto. Debe subrayarse que la dcfinici6n gira alrededor del aspecto militar propiamente dicho, pero esta in—fluoncada por otros factores oxtrarnilitares. No insiste —como la do Lttr— en el carcter decisivo de la ccci6n estratgica sino que enumero los diversos factores que debe esforzarso en agrupar.

Asr, evoco menos la oposiciSn realizada sobre el adversario que el esfuerzo —

ejercido hacia sf mismo; violencia y rccknatizacin necesaria puesto que la victoria— .. . ... IIcorrespondora al que resulte mas fuerte. Esta definicuon corresponde pues, grosso modo

a la noci6n de “defensa nacional” surgida, entre las dos guerras mundiales, en los textosrelativos a la organizaci6n nacional en tiempo de guerra, de gravo amenaza a la paz odo preparaci6n ante la posibilidad de talos conflictos. Es decir, corresponde a la nocicnde guerra total, aunque anterior a la nuclear.

El amplio concepto abarcado asf por el vocablo es resultado de una larga evotuclin scm&itica, es decir una paulatina transformaclin del significado de la palabra. —

—2—

Laestrategiacomoordensocial

Etimolgicamente, la palabra ‘estrategia” procede del griego y significa di —

recci&i de una expedchn armcida, abarcando el mando miUtar en el conjunto de la -

campaña. Por ello, el sentido coman identifico oste concepto con el “arte del General”. Así lo entendieron los atenienses al señalar la funcicSn del estratega. Onosander,filsofo plcitcSnico del siglo 1 do la era cristiana, continuS empleando dicha palabra conel mismo significado, refirindosc a los principios del imperio romano. Pero los propiosgriegos denominaban frecuentemente el arte de la guerra, la practica militar, con elvocablo “tctic&’. Así, citaban a Polibio, Eneas y otros, denominndoles “tcticos”en los tratados llamados tarnbi& de “teoría ttctica”. Los romanos no favorecen la aceptocin de la palabra “estrategia”, y así Vegecio titula su famoso tratado: “Epitomae —

rci militciris”. Los bizantinos tambi& profirieron la palabra “tcictica” para designar —

el arte de la guerra. Si el emporador Mauricio (asesinado en el aflo 602) aiin titula sulibro “Strate&con”, el autor que so oculta bajo el nombre de LecSn VI, emperador en —

tre los años 886 y 911, llama a su obra, dedicada a las instituciones militares y la tctica “Syllogo tacticorum”. Y la liima obra masiva bizantina sobre este tema, es de —

• . • 1 t • IIcir, la do Niceforo Ouranos, so abarca bc1o el nombre general oc Tactica

Lo mismo Polino que Frontin hablan de “estratagemas” como procedimientosguerreros do concepto variable; poro la palabra “estrategia” no se recoge frecuente —

monte en la herencia greco—romana transmitida a las lenguas occidentales, salvo en suacepci6n hist6rica ateniense o en un sentido muy restringido. Hasta el tltirno tercio —

del siglo ,Vlll no llega a difundirso. Poro su concepto se expresa en las primeras II —

neas de lo obra atribuida al ompercidor LecSn. “La tctica es la ciencia de los movimieritos que se hacen en guerro, tanto en tierra como en el mar; es el arte de ordenar lastropas y de disponer los distintos ejtrcitos para hacerlos actuar con un fin; su obletivoos evitar los descalabros y aprovechar los medios de vencer con las mínimas prdidasposibles. El Jefe principal do un ejtrcito se designa por el príncipe que ostenta el poder. Esta encargado de la administraci6n civil y militar de la provincia que manda,de agrupar los diversas unidades y formar cuerpos de ojSrcito y de mantener la disciplino”.

Si se reemplaza simplemente ci vocablo “tctica” por el do “estratgia” tendremos el esquema de una infinidad de definiciones, basadas en un doble ordenamiento social; uno, relativo a la funci6n intrínseca de los protagonistas; el otro, a la naturaleza social de los funciones. El primero distingue entre ci gobierno político, elGeneral en Jefe, los combatientes en sus distintos grados, sometiendo unos a otros paro la finalidad de su acci&. El otro diferencia los tipos de accin en funci&i de suobjeto: siendo el de la estrategia la preparacin y la maniobra general de las fuerzas(contra quin y cu&ido deben batirse) y. el de la t6ctica, la ejecucin del combate —

(c6mo batirso).

Sería fcil multiplicar estos enunciados. La estrategia es “la ciencia de losmovimientos fuera del alcance del enemigo1’; el conjunto do las “operaciones que abar

—3—

can el teatro de la guerra en general “; aquella parte del arte de Ici guerra relativa alos “movimientos generales que so realizan fuera de la vista del enemigo y antes de labatalla”; “el arte de mover las fuerzas propias en el teatro de operaciones, para con —

contrarse sobre el campo de batalla”. El almirante Castex lo sintetiza en esta brevef6rmula: “La estrategia se ejerce desdo antes del combate y ms all de tste”.

Mientras que la t6ctica sería: “la ciencia de los movimientos que se realizana la vista del enemigo”; “las maniobras do un ejrcto el dra de la batalla, los combatos, el asentamiento del campamento y las diversas formaciones para llevar las fuerzasal ataque”; “el arte de maniobrar sobre el campo de batalla y de hacerlas marchar sinconfusi&i”; “el arte do concentrar las fuerzas propias sobre el campo de batalla en unpunto decisivo”; o, recurriendo a la segunda f6rmula sintStica de Castcx, “la conducta seguida en el combate desde que los ejSrcitos empiecen a actuar hasta que dejen dehacerlo”.

Todo ello puede resumirse en la f&mula siguiente: “La estrategia es el artedo mandar los ejrcitos y comprende el arte de la batalla, el arto del movimiento y elarte del descanso”.

Estas definiciones han suscitado siempre infinitas controversias en cuanto asus diferencias internas o extornas, redundancias y tautologías y sobre si estrategia ytctica son artes o ciencias. Poro en todas ellas desaparece una componente primor —

dial subrayada en el “Sylloge tacticorurn” según el cual debo atendorse a la prepara —

ci&, del instrumento de combate por una parte y por otra, a sus relaciones con el me —

dio social ambiente, y la administraci&I civil. Actualmente, estos dos puntos so incluyen en la noci’Sn de “estrategia”; el uno, debido principalmente a las condiciones cxi9idas para la organizaci6fl do la guerra total (rnovilizacicn psicolgica, financiera,:econamica, tecnolgica, etc.); el otro, por la evoluci&i de las teorías y pr6cticas revolucionarias. De ello se origina una rnutaci6n del contenido scn6ntico de la palabra“estrategia” que abarca el conjunto do las actividades y estructuras institucionales deuna entidad social dada en cuanto se enfrenta a problemas de oriontaciSn y tensionesde concurrencia m& o monos agudas. Estas orientaciones y tensiones suponen reac —

ciones tanto hacia afuera, sobre ci adversario, como interiores. De donde procede lafl6n de estrategia, corno ordenamiento social en los diversos sentidos de la expresiSn:jerarquía de funciones, sucesi6n coherente de acciones, esfuerzos de normalizaci6n y —

voluntad de poder.

Unapormutaci&1

En consecuencia, so invierte la forma en que se percibe —casi insflntivcimenteel contonido de la noci6n de estrategia. Por una parte, la palabra desborda sus límitesprimitivos. Se habla corrienter1Cnt0 do diversas estrategias: la econmica o de luchaociol, Ici sindical o patronal, la empresarial, laboral y do desarrollo, de la estrategia

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de la iglesia en materia pastoral, misional o ecuménica, etc. La paradoja, entre el espíritu y la letra, parece haber llagado al extremo. Puede que en último t&mino se hable ms de polmca cultural que de estrategia de la cultura (aunque este desemboque directamente en la guerrilla urbana estudiantil). Sin embargo hay que recordar que, frcuentemente, las religknes han presentado la lucha contra el mal o los infieles como uncombato y que la expansicSn o menguo de las diversas culturas constituye, en un mundo—finito, una formo aguda del conflicto. Son ejemplos los recientas avances del francas —

en la ONU y la expansicn o retroceso do las grandes civilizaciones, que a veces no correspondo exactamente a variaci6n en el dominio político.

Por otra parte, esta proUforaci6n, casi anrquica, del empleo de la palabra —

“estrategia” no oculta la inadaptaciSn de los contenidos y actitudes así acumulados con•respecto cii sentido preciso dci vocablo. Y contra esta inflaciSn so manifiestan los sociologos y ser.inticos.

Esta proliferaci6n revela tambiSn un aspecto m& grave del problema: el cambioradical, la verdadera inversi6n que se produce en la relacicSn estrategia—guerra. La estrategia so concebía hasta los afíos cincuenta como una parte de la guerra: ordenaba unadosis do violencia ms o monos fuerte (sogtn los períodos hist6ricos y las clases de conflicto), pero siempre importante. Actualmente, la estrategia englobo a la guerra, comoun fenrnano limitado en relaci6n a la ordenaccSn social general (aunque se trate del hipottico —y puede ser que definitivo— espasmo nuclear).

Se puede señalar a este respecto una curiosa permutacicn de lxico: esto des—cripci&i neutra, no agonística, o combativa de la estrategia, reducida a un plan ordenado, a una serie de marchas sucesiva, estaba ya xprcsado de antemano por la palabra“t6ctica” en su sentido figurado, definido por Littr como “marcha que se sigue o medioque so utiUza para obtener un resultado” y por Robert somo”con junto coordinado de medios empicados para llegar a un resultado”.

Así, la permutaci6n lcxicoicSgica refleja la evoluci6n somntica y el equilibriode las funciones sociales. La estrategia tiende ci dirigir los aspectos puramente militareso guerreros hacia la tctica y &ta se desembaraza en provecho de cqulla de su sentidom& amplio y general. La estrategia engloba por tanto la eventualidad de la guerra consus diversos comportamientos y modalidades y la negacin de la guerra (como la teoríadel control del armamento). La paradoja se transforma en ambigGedad.

¿So puede evitar stc?. Una serie de simples observaciones descubre que el —

concepto do “estrategia” descansa sobre tres elementos:

— una accbn sobre un objetivo,

— gracias a cierto rnmoro de medios y modalidades,

— ordenados en lo posible en secuencio, si no puramente lSgica, por lo menossuficientemente coherente para la consecuci&i de ciertos fines.

(Esto ttimo punto, qu constituye la finalidad de la acci6n estrotgicc, puede ejercer una influencia en oriontecliSn y procedimientos poro no constituye la esencia do aqu6lla).

Laestrategia,f&mulacombinatoria

La formalizac6n y formulacin del tema estratgico en funcicSn de su car&—ter nacionalizador, son igualmente antiguas estaba perfectamente delimitado en el —

“Strategic6n” del emperador bizantino Mauricio que defin(a la estrategia como el aprovochamionto del tiempo y el espacio. Pero ci acento sobre la estrategia combinatoriaaparece con la resurrecci6n de la palabra en la segunda mitad del siglo XVIII.

1 •‘. • . . II •I • . .Ei ospiritu enciclopedico tiende a establecer un oquiiibrio en ios conocimuentos humanos. Al igual que los fisicratas (1) establecieron su cuadro econ&nico y cquilibrio de riquezas, Montesquieu y los grandes empiristas ingleses Locke y Hobbes en polfl ca, Adam Smith, Ricardo y Maithus en la econmia polfllca y la demografia se esforzaron en aclarar la complejidad de las relaciones sociales y oconSmicas, y en establecer cierto equilibrio de las leyes sociales y econ&nicas como relaciones permanertos. Buffon y Linneo hacen lo mismo por lo que se refiere a la estructura evolutiva dolas especies. Paralelamente, las ciencias ffsicas abandonan definitivamente lo escolstica medieval —remontndoso a los presocrticos la fica puramente cualitativa— paraordenarso en leyes basadas en medidas cuantificables (lavoisior); mientras qüe, por medio de Monge y Lagrange, so afino la epistemología (2) matem&ica de Descartes, Leibniz y Nebn. Las primeras aplicaciones del sufragio polflico moderno entrañan, enel gobierno de las sociedades humanas, una de las primeras aplicaciones sistem6ticasdel principio cuantitativo.

La complejidcd de los conocimientos en general asr como la extensi6n de losconflictos en particular (teatros de operaciones continentales o intorocenicos, luchascolonales, articulaci6n en cuerpos separados de los ejércitos —quo hasta ahora manio—braban a un solo bloque— aumento de la potencia de fuego, etc.) provocan un sentimiento do inquietud, finalmente superado al triunfar el racionalismo cartesiano o experimental. A través de la relaci6n entre causas y consecuencias, del saber tradicionafy de los descubrimientos, los espfritus rns destacados dentro do cada disciplina consideran posible reducir, mediante el razonamiento o por simple intuici&i, algunas reglasy principios utilizables para la oriontackSn de nuevas investigaciones y para ordenar,en una prescntacicSn sistemcticc, el conjunto de conocimientos, a la.vez que para dingir la accicSn. —

Así’ sucedi6, con respecto a la estrategia, mediante la constituci& de lo quese ha llamado “escuela georntrica”. Una verdadera corriente de pensamiento se pro—

(1) Fil6sofos que consideraban la tierra como única fuente de riqueza.

(2) Estudio cte m6todos y temas del conocimiento, especialmente con referencia a suslfmitos y validez

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pone condensar el conjunto de recetas y procedimientos para componer eI’brte de la guerra”, eliminando errores y constituyendo un cuerpo sincr6nko de reglas coherentes conformadas con la diversidad de las naciones.

En 1749, Puysagur observa que no existe atn una teorra o —para hablar en un —

lenguaje r& moderno— una forrnulacian matem&ica aplicable sino para la fortiflcacin,cf ataque y defensa-de las plazas (ingenieros italianos y holandeses, Vauban). Poco apóco so incorporan la artillerra y las minas; dospuas (gracias al mismo Puysagur los transportes y el abastecimiento de los olarcitos (a los que hoy nos referimos como “logística.Autores tan opuestos mo Mosnil—Durand, partidario del orden profundo, o Guibert, defensor do un orden minuciosamente articulado, afirman la necesidad de aplicar estas teorras en Ici marcha y en el orden do batalla. En realidad se trata de constituir, al ladodo la “poquoíia t6ctica” elemental (limitada, relativa a la entrada en combate de las diversas unidades), una “gran t6ctica” (scgn la cxpreskSn de Guibort), autantica cienciacombinatoria do las relaciones previsibles entre masa, moviriiento, posici6n, tiempo yespadio. Esta “gran t6ctica” as( definida esta llamada a constDuir —m& que una simplerama del arto de la guerra— su verdadera base. La polflica siguo siendo —segtn Guibort—“la ciencia cr.iplia y sublime do (a diroccian de los intereses particulares hacia el into—

— ,, . . . •ros general ; es decir, no solamente una ciencia de combinacion sino tambien de ponderaci6n, conciliaci6n, voluntad de convergencia y dccisin coincidente. —

Poro la estrategia debe amoldarse a las contingencias, no como conjunto de procoderas y funciones sociales hoter6genoos y discontinuos sino corno con cepci6n sistem&Tcade los elementos mas complelos y disparos. Guibert, buen discipulo de los filosofos, ampliarcí asta idea a la totalidad do las ciencias. La literatura militar abunda en apologsa los “elaboradores de sistemas”, los “constructores de mcStodos”, entre los,que se establecen vivas controversias.

Joly do Mciizoroy, teniente coronel de infanterra, a quien sus trabajos sobre laantigua ciencia m!Iitar abrieron las puertas do la “Acadamio des lnscriptons ef Bolles—Lettres” y buen rorasentante de estos “soldados-filsofos” de los que Vauvenarguesse destaca como la figura mas autentico, ha omiulado estas ideas de r.odo quiza excesuvamente extenso poro muy cIaro “Hacer la guerra, os reflexionar, combinar las ideas, prever,razonar profundamente, emplear los medios. De 6stos, unos son directos y otros indircc—tos. Estos tltimos son tan numerosos, que abarcan casi todos los conocimientos humanos.Sirven do ayuda ygufa a los primeros, formados por los soldados, las armas y las maqui—nos. Los r.iodios drectos deben establocerse mediante las observaciones de causas y efectos, y el calculo de movimientos, fuerzas y resistencias, cuyo resultado dofinira las proporciones r& adecuadas y la mejor forma posible a adoptar. La dirccci6n de la guerraes la “ciencia del General”, que los griegos llamaban estrategia, dencia profunda, amplia, sublir.io que comprende muchas otras”. “Para establecer proyectos, la estrategia —

combina ci tiempo, los lugares en el espacio, los medios, los diversos intereses y toma —

en cuenta todos los recursos de la diakctica; es decir, de la facultad mas sublime del esprritu: ci razonamiento”.

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Esto texto suscite numerosas observaciones. Lrnitmonos a las que tienen re—laci&i ¡nmddf ata con. nuestrso prop6sito. En primer lugar, la idea fundamental de quela estrategia os —por esencia— un método de razonamiento antes de convertirse en un modo de accicSñ, on:el mismo sentido que la reprosentacin intelectual del empleo y de lafinalidad do los medios os anterior a la accliSn. TambiSn, debe observarse donde estareprosontaci&t asegura la acci&i convergente de medios tan hctorogneos, unos “directos” (las fuerzas armadas do ccirctor míitar regular) y otros indirectos (todos los cono—cimientos humanos). La distinci6n entre ástrategia directa e indirecta en realidad esmuy antigua. Pero conviene precisar la evoluci6n semntica sufrida por la palabra diclctica. Empleada en nuestros días por numerosos tratadistas de estrategia, despus dolos plantocimiontos de Hegel, ivlarx y Lenin sugiere inmediatamente ideas de lucha, entagonismo y progreso evolutivo consecuente a oposiciones agudas. Este aspecto agontico, esto en foque desde una mira do ciencia combativa, rio aparecía tan destacado en

u. • i

la obra de Joly de Matzeroy que escribia en una opaca de guerra limitada (mas relativa de lo que se cree). Para l, la dialctica pertenecía sobre todo al dominio del rezoncimiento, facultad de síntesis combinatoria, llevada al ms alto grado posible. Perodebe apoyarse en besos seguras, casi mesurable.

Continúa Joly de Maizeroy: “Y sin embargo, la inteligcnck desarrollada enesa partida sublimo que es la pura dialctica se funda en una teoría elemental”. En latctica, que se defino como “la idoa do la posici&i respectiva en ios hombres que cornponen una unidad dualquiera y de las diferentes unidades que componen un ejército, desus movimientos, acciones y relaciones mutuas. La tcticacs una ciencia de la mediday de las proporciones adoptadas dospus de efectuar observaciones y comparaciones y derealizar un anlisis de las diferentes formas nuya selecci6n esta determinada por la experiencia, por la autoridad y sobre todo por la razn. Y cuya soUdaz y seguridad seprueban moclicaite cl culos y demostraciones geomtri cas”.

Loracional1locuantitativoyloposible

Así, aparece en la definicin de la estrategia como sistema combinatorio, elclásico ordenamiento social antes citado, trasladado al dominio del pensamiento puro.En efecto , las pasidones respectivas de ia estrategia y de la tctica se definen por elgródo de intensidad de la racionalidad que pueden soportar. Y bajo este &igulo, estetexto aplica a la escuela geomStrica, en sus aspectos superiores, un reproche venal: elde redudr 1a estrategia a ciertas reglas de acclin, ci algunos procedimientos que inscriben directamente los movimientos de las masas armadas en el tiempo y sobre el espaciogeogrfico. Cierto es que —en la practica— los generales y los pensadores militares Itmedios” ño resistido a esta tendencia. Y de ello existe un ejemplo actual en el aspecto escol6stico que toman a veces las f6rmulas de las estrategias nucleares o revolucionarias. Pero al fenameno se reproduce en la discusin de todo nuevo sistema de ideas y —

se avalo en el caso concreto de un desbordamiento hacia el nivel estratgico de los mecanismos conceptuados utilizables a nivel t6ctico. Mientras que precisamente, y demo

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do inverso la racionalidad posible a nivel estratégico debe comprender uan renovacin,una puesta al dfa perpetua do la racionalidad cuantificable (relativamente) al nivel tcfico, do acuerdo con el progreso do las Ciencias frsicas y sodales.

En efecto, si la t6ctica, desarrollada sobre factores muy sencillos y precisos,puedo ordonarse en un sistema coherente basado en las ciencias ficas —cuyo conociniento empfrico osti suficientemente avanzado para establecer correlaciones relativarnenteestables y seguras—, por el contrario, la estrategia, comprendiendo una “infinidad de drcunstancias ffsicas, polfticas y morales siempre diferentes, dependo sólamente del genibajo reserva do la enunciaci5n do algunos principios de valor general, pero que debenvivificarse por la intuici& creadora que anima a los grandes poiflicos y generales.

En otros términos, os a nivel tctico donde puedo roalizarso una formulaci6ncuantitativa, basada en elementos repetidos y separados y, por ollo, fcilmente analizables y combinables, mediante la concurrencia de la reduccin cartesiana de dificultades por su divisi6n, lo ms avanzada posible y, el empirismo axiorn&ico deducido dela ropoticin experimental, Napole&i ha presentado ejemplos espectaculares de esta —

forrnulaciSn cuantitativa de la guerra sobre algunos casos bien definidos.

Este concepto de la estrategia presentaba —no obstante— das inconvenientes. —

Como conccpchSn mixta, estaba dividida entre la densidad social y el pensamiento puro,o —si se profiere— entre el anlisis insuficiente de la multitud de fen6monos fisicos y sociales y la voluntad clarificadora, pero sintetizadora, del osprritu. Como concepck5njerarquizada en t6ctica elemental y superior o estrategia y dicihSctica y rncs tarde política, tendrcin a fijar los sistemas do guerra en doctrinas rfgidas. Y aunque 1a doctrinaestuviese qlaborada racionalmonto, en un momento eventual, Dasejoro, el planteamiento ms elevado de la partida ostratgica se abandonaba al “genio”, lo que constituye encierto modo una explicacin comparable a recurrir a la virtud dormitiva del opio paraexplicar que el opio proporciona precisamente sueño.

Por contrapartida o roaccitn respecto a la extrema rigidez de los procedimientos que so acaban de citar han surgido los excesos de los llamados “innatistas” que se —

besan en f6rmulas invariables establecidas por algunos grandes capitanes —Mauricio deSajonia, Ncpole6n— sobre el aspecto “sublime” de la guerra y encauzar la estrategia —

hacia el flujo de misteriosas intuiciones psicol6gicas del hombro inspirado, olvidandouna de las citas del prOpio Napolecn: 1La inspiraclin ms herniosa frecuentemente noes sino un recuerdo”, es decir, un conocimiento anterior racionalmonte asimilado o simplemente el establecimiento de una analogía.

Poro continúa siendo sintom&ico do la poca esta coexistencia de una afirma—cn racional de las conductas con la fe en la virtud de la intuicin o do la inspiraciSn.De forma parecida, Clausewifz acoptar la jerarquía establecida entro t&tica, con elementos cuantitativos, y estrategia de ms amplio campo, ejercida sobre elementos im —

ponderables, rns complolos y menos normalizables, no siempre utilizables (por lo quese impone la diversidad en las modalidades de guerra: revolucionaria, limitada, necional, etc.) que la política debo valorar, reagrupndolo asíen su visin sintética.

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Asi pues, aparece un Fonmeno principal: la estrategia tiende a adjúdicarse enrgrnen de subordinaci& una serie de campos de acci6n, tiScnicas y t6cticas, cada vezms amplias y diversificadas. La violencia pura y sobre todo la ejercida por la institu —

cian militar en la amplia fase que constituye la “gran guerra” europea desde las luchasconsecuentes al renacimiento italiano hasta 1 945 (Hiroshima y Nagasaki), no se encuentra en decadencia interna (antes al contrario), pero 5r ahogada entro una multitud de —

otros procedimientos que tienden simult6noamente y con nueva ambigodad, a ais lar poruna parte dicha violencia (debido tanto a la normalizaci6n de las relaciones internacionales como al “bloqueo” del arma nuclear) y por otra, a exaltarla mediante la accinrevolucionaria y la credibilidad que, como mfnimo, debe roconocorse al empleo de dicha arma nuclear,.

En consecuencia aparecen distorsiones en los procesos de racionalizaci’Sn. Estos numerosos dominios, nuevos o recobrados por la estrategia y en los que puede ejer —

cerse una violencia ms o menos intensa a veces casi nula— tienden a hacer retrocederlas oportunidades de racionalizaci6n, si no en sus “tcticas”pcculiares, al menos en susihtesis combinatoria general; aplicndose en la dialctica estrahSgica al conjunto de —

los conocimientos humanos y de las estructuras sociales.

Pero, inversamente, colocndosc a nivel de la estrategia en su sentido ms estricto (principio susceptible do sor desligado de los preparativos, politicas militares ydoct rifas de empleo de los diversos sistemas de fuerzas), se comprueba que la raciono—lizacin de la estrategia de disuasiSn es relativamente m& fcil que la de la estrategiade guerra “militar”; pues una vez aceptada la divisin del mundo en zonas ms o menosde “santuario” o desprovistas de esta protecci&, segn los mecanismos psicolgicos, deservidumbres polflicas, hist&iccis, geogrficas, etc. y de las efectividades basadas enla creencia de que existen intereses vitales f6ci les de delimitar, los esquemas estratgicos de disuasiSn ponen en marcha elementos en menor nmero y mayor similitud (algunosmillares de cargas y “vectores” o portadores dirigibles) que los empleados en ci caso delas luchas entro masas nacionales armados apoyadas en su movilizacicn absoluta demogrfico, ¡deolgica y econmica. Ofreciendo tcimbin mayores posibilidades de cuantificaci&, y por tanto de l6gica combinatoria.

As1 pues, la estrategia de disuasin considerada en sfmismci y con relaci6n alconjunto social y poUtico no tiendo a constituir sino estrategias enteramente operativaso de tctíca amplia. Pero astas se sienten abrumadas entre la docisn de empleo de ordon polflico —y la creacbn do su credibilidad de empleo que descansa conjuntamentesobre factores t6ctico—tcnicos— y el ccircter, la psicologra de los individuos que poseenen la escala polflica (salvo COSO de golpe militar) competencia institucional para ordenarsu empleo como “respuesta fIexible Dicha estrategia se despliega, por tanto, no en untiempo sucesivo (puesto que los movimientos de fuerza en el espacio y su impresin en —

los ospirifus, domink “cl&ico” de la estrategia puesto que incluso en caso de “frcippe”—y salvo un progreso decisivo de la defensa— el tiempo de la “ofensiva” se reducirfa aunos minutos) sino en un tiempo anterior (ciqul durante cuyo transcurso se ha forjado Lacredibilidad), que hace sentir inmediatamente sus efectos. El tiempo de lo estrategiado disuasi6n es por lo tanto un tiempo inmovilizado, congelado., que s6lo puede deshe —

-lo -

lar en el progreso técnico (Salvo error de apreciaci&i o desarme psicol6gico. Y estetiempo est6 filado en razn do cuantificaciones muy sencillas aunque re5nen elementosexperimentales nimero de portadores, potenda de las cargas, clculos de rendimientode costes, etc.) y elementos hipot&tiodedCti vos (grado do ponotracin y de interceptaci6n, capacidad de desirucchn respecto a los diversos objetivos, etc.). Bajo estegulo, las estrategias dkuasorias son citadas con excesiva insistencia como “estratgicas”, calificad6n que cuadra igualmente a otras investigaciones: economía, empresa,lucha sindical, etc. Desde luego, la racionalidad de su con copckn corresponde al —

nivel (tctico) en el que les situarían, en modelos te6ricos, Joly do Maizeroy o CIcu—sewitZ.

En otros tirminos, los avances y retrocesos adjudicados a la racionalizaci6nen materia estratgica son consecuencia del llamado “movimiento general aparente” —

de la estrategia, y de ahí la ovolucicSn semntica del concepto, así como las exigen —

cias correspondientes de ciertos sistemas de armas (en un amplio sentido: disuasi6n porel atomo o revolucon por reconstruccion de las estructuras sociales) mas o menos favorabies a la cucwttificoci&i y a la formalizoci6n kSgica. —

Así pues, la multitud de rntodos y materias tiende a dificultar la coherenciarelativamente fcil del ordenamiento do la serie de acciones necesarias para actuar sobre “el otro”, que no es necesariamente un adversario irreductible o un ente imperdonable, sino una personificacitSn real, una entidad con la cual es necesario coexistir.Ái5n mejor, la misi6n de la estrategia os luchar contra esta guerra termonuclear y “pensar lo impensable (segun la exprcsion de Hermann Kahn) para que lo impensable, paro que puede sor posible sea, todo lo mas, inseguro.

En resumen, y en esto momento determinado de la historia, lo que parece ca—tacterzar el concepto de estrategia es la ausencia de unidad en la fuerza, a pesar —

de la influencia y ascensi6n de la energía atimica y el declive de las posibilidades dela racionalidad en las conductas ostratgicas. Esto, en raz&1 a la multiplicidad de —

sus dóminios de acci6n, de donde deriva el esfuerzo desesperado, y a veces un tanto¡ni3til, de incorporar cierta dosis de racionalidad en las relaciones internacionales, —

las estrategias de disuasi6n y los esfuerzos prospectivos.

Proyccci6nsocio—profesional

Puede establecerse, a esto prop&ito, una correlaci6n entre sociología política y militar. Por una serie de razoflOs que no vamos a enumerar, los militares se hacen cargo del podar en numerosos países en vías de desarrollo o en naciones en que elproceso de cvoluci6n del poder sufre frecuentes trastornos. En los dems países —esdecir, en los ms industrializados— el actual avance de la estrategia como “políticaoperativa” cte la política general que englobe la guerra, puede influir también en elacceso de los militares hacia las decisiones gubernamentales superiores. Avance originado por esta prcsi6n de la estrategici entre la política y la táctica técnica. Movi —

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miento estimulado por sus desilusiones ccn respecto al empleo exclusivo de la fierza ysu deseo de disponer de mayor variedad de medios de acci6n para conseguir la victoriay evitar lo incertidumbre.

Por otra parte, esta proyccci6n socio—profesional de la cvolüci3n estratégicaactual debe situarse adecuadamente, scgn aconseja C. Wright ivills, en el fen6menosociol6gico m& amplio de la creciente influencia de los tecn6grafos y planificadores.

Haciaun&bstrategiaprccticahI

El estado actual de la evolucin de este concepto no es una simple coñsecuencia del azar. La inversin ser.infica que se acaba de exponer (do guerra englobandoa la estrategia o a la estrategia englobando a la guerra) veníct impuesto por las vktua—lidades que cncubra el concepto, enriquecido a lo largo de 105 cifos Pues la impar —

tancia de tales o cuales aspectos similares dentro del conjunto do la materia estratgi—ca puede rovelarse de una manera lgca en doctrinas cronel6giccimente separadas.

En otros t&rninos, el “movimiento general aparento” do la estrategia, en suderivacin semntca, so hace de forma discontinua y no coincido sino imperfectamente con la evolucicSn hishSrica general. —

Por ello, contrariamente a lo que se ha venido haciendo frecuentemente paradefinir la estrategia, no so debe hacer una referencia exclusiva ci la disfinci& tradicionol entro ici estrategia militar clsica y ci concepto mcs amplio de 1a estrategia moderna. Es preferible reagrupar diversas definiciones de las estrategias, ya sean cksicaso modernas, en funciSn de su carctor dominante, destacando paralelos que pueden paser desapercibidos y sin embargo son significativos.

En efecto, la estrategia, a travs de las transformaciones somnticas del vocablo, tiende ci tomar un sentido cin mcs extenso por eliminacic5n dó la idea misma de ¿tagonismo —oliminbcicn perfectamente lSgica una vez que la estrategia se convierte,hasta cierto punto1 en directriz do las tensiones pacco;, del control de los armamentos, etc1 y por tanto ya no significa el empleo de una serie de modios determinados sino la adaptaci&i general a los fines perseguidos cualesquiera cjuc sean los medios—.

La dcfinici6n de la estrategia, por lo que se refiere ci su aspecto combinato —

rio, desemboco en su afirmacin como movimiento racionalista continuo, es decir, entanto so considere como maniobra permanente de los procedimientos ya descubiertos opor dbrir, no solamente dirigida hacia los objetivos esperados sino tambin hacialas variaciones del medio, en el que el adversario no es m& que un elemento que puede, en Uiiite extremo, incluso descparecer.

En consecuencia, la estrategia no debe definirse ya como “conjunto de disposiciones y medidas a tomar, do precauciones a observar, etc,, para conducir un ejrcifo a presencia del enemgo”sino como “arfe de combinar y coordinar, bajo su aspecto

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m& amplio, un conjunto de disposiciones que se dirigen en un plazo ms o menos lar—go, ci la roalizacion do una idea de maniobra que abarca un dominio de actividades,militares o de otro ccircter”. En resumen, és el arte de la toma de dccisin.

Por consiguiente, se produce un intercambio curioso:el concepto quepqre.cíodominante en estrategia (al menos dcspu& de la intorpretaci6n do Ckiusewitz). el empico efiCaZ de la violencia; degenera en uno de tantos procedimientos de la estrategia1pasando a constituir, en concepto central de sta,-1fffd Tfaddsocitiva y reguladora.de la inteligencia sobre un medio ns o menos hostil.

Esta deftnici6n neutra tiende disolver la estrategia enla totalidad de un mdio social yfísucpmas o.menos cicogodor, en el que es casiimposlbJQ analizar los elementos y çc,Icular los grados de hostflidad. Como e1emplos otromos, Robinson en su —

isla, en plendndturaleza, ante Viernes, al igual que los hroes do fas novelas pica.resaco los de la “serie negra” enfrentados a la “jungla” social, habría adoptado unaconducta cstrafgica. Pero asta, en rcizcSn de la estrecha relccin del hombre con sumedio ambiente, sería solamente la proyoccicSn, sobre el plano de Ici aci6n oriitada,de jna .dotina filosSfiçci clcbro: el panteimo. •- Ocio una construçcin pptftia hi—pottica: el hombre ante el contrato social, tan estimado por les te6ri;os del sigloXVfJI, Hobbos o Roussoan. Esto recuerda las críticas dirigidas por Engels en su ‘cnt1—Dihilng” a esta concepciSn n utra dolci cstategicrquÓMdd micas y las consecuencias del antagonismo, es decir, -la violencia.

Puós si la estrategia constituye un problema deórión+acgn rópid y aúfóde terminaci&1 a travSs del medio, tambin se basa igualmente en ci problema de “el otro’esto es, sobre una oposicin o al menos una no idontificacin. Otras definciones dela estrategia intentan reunir indisolublemente estos dos aspectos: las variaciones posiblesdel medio general, las reacciones m& o menos hostiles de ‘I otros, En otros trminos, —

so refieren a una “praxis” o conducta practica que sería capaz igualmente de integrarindisolublemente la estrategia comprendida como ordenamiento social contingente a lasftjnciorics y acciones de diferentes naturalezas y la estrategia en su aspecto combinatorio, por ovoluci6n espiritual. A esta idea corresponde la definicicSn de estrategia anteriormento propuesta:

“Facultad racionalmonto organizadora y directriz de la totalidad de las fuer —

zas (recursos y sistemas, pero no siempre todos ellos y por entero ni movilizados constantemonto), de entidades sociales en sus negaciones recíprocas (mcís o menos intensi —

vas y no necesariamente correlativas ni equivalentes)”.