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Ética en contabilidad No basta con enseñar normas En la actualidad se dan, más que nunca, asombrosos escándalos financieros, que hacen pensar en la obligación de prestar una mayor atención a la ética en contabilidad y mejorar la educación ética de los contables. En la última década, ha crecido el interés por la ética en contabilidad y la educación ética. Sin embargo, persisten importantes carencias, como por ejemplo el hecho de que, normas, principios y virtudes suelen enseñarse por separado. Sólo unos pocos autores abordan el papel de la personalidad del contable en la presentación de datos relevantes y veraces en los informes financieros, así como la importancia del razonamiento práctico en contabilidad. En su artículo "Ethical Education in Accounting: Integrating Rules, Values and Virtues" ("Educación ética en contabilidad: integrar normas, valores y virtudes"), el profesor del IESE Domènec Melé considera que, tras los recientes escándalos financieros, parece más necesario que nunca prestar una mayor atención a la ética en contabilidad y mejorar la educación ética de los contables. Más aún, en contraste con las corrientes actuales de ética contable y educación ética en contabilidad, Melé presenta un planteamiento en el que normas, valores y virtudes están interconectados. Los contables desarrollan su actividad en muchas áreas diferentes, entre ellas la auditoría, contabilidad de la gestión, contabilidad fiscal, planificación financiera, consultoría y, por supuesto, la preparación de las cuentas. En cada uno de estos ámbitos se plantean cuestiones éticas. De hecho, los contables perciben que en su trabajo existe la posibilidad de actuar de forma poco ética. Para ayudarles, existen códigos de conducta que les ofrecen pautas para seguir un comportamiento apropiado en la profesión. Estos códigos contienen una serie de principios y normas que especifican lo que la sociedad espera que se tenga en cuenta en la toma de decisiones. Pero en la práctica las normas se aplican mecánicamente. Peor todavía, en la sociedad legalista actual, lo correcto y lo legal suelen confundirse. Por ello, la ética en contabilidad no puede reducirse a decidir qué código de conducta aplicar. Los contables tienen que realizar juicios prácticos sobre situaciones concretas y, por encima de todo, actuar correctamente. Estas dos condiciones exigen no sólo conocer las normas y tener siempre presentes los valores, sino también tener una buena personalidad. Los valores (en el intelecto) se corresponden con las virtudes

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Ética en contabilidad

No basta con enseñar normas

En la actualidad se dan, más que nunca, asombrosos escándalos financieros, que hacen pensar en la obligación de prestar una mayor atención a la ética en contabilidad y mejorar la educación ética de los contables.

En la última década, ha crecido el interés por la ética en contabilidad y la educación ética. Sin embargo,

persisten importantes carencias, como por ejemplo el hecho de que, normas, principios y virtudes suelen

enseñarse por separado. Sólo unos pocos autores abordan el papel de la personalidad del contable en

la presentación de datos relevantes y veraces en los informes financieros, así como la importancia del

razonamiento práctico en contabilidad.

En su artículo "Ethical Education in Accounting: Integrating Rules, Values and Virtues" ("Educación ética

en contabilidad: integrar normas, valores y virtudes"), el profesor del IESE Domènec Melé considera que,

tras los recientes escándalos financieros, parece más necesario que nunca prestar una mayor atención a

la ética en contabilidad y mejorar la educación ética de los contables. Más aún, en contraste con las

corrientes actuales de ética contable y educación ética en contabilidad, Melé presenta un planteamiento

en el que normas, valores y virtudes están interconectados.

Los contables desarrollan su actividad en muchas áreas diferentes, entre ellas la auditoría, contabilidad

de la gestión, contabilidad fiscal, planificación financiera, consultoría y, por supuesto, la preparación de las

cuentas. En cada uno de estos ámbitos se plantean cuestiones éticas. De hecho, los contables perciben

que en su trabajo existe la posibilidad de actuar de forma poco ética.

Para ayudarles, existen códigos de conducta que les ofrecen pautas para seguir un comportamiento

apropiado en la profesión. Estos códigos contienen una serie de principios y normas que especifican lo

que la sociedad espera que se tenga en cuenta en la toma de decisiones. Pero en la práctica las normas

se aplican mecánicamente. Peor todavía, en la sociedad legalista actual, lo correcto y lo legal suelen

confundirse. Por ello, la ética en contabilidad no puede reducirse a decidir qué código de conducta aplicar.

Los contables tienen que realizar juicios prácticos sobre situaciones concretas y, por encima de todo,

actuar correctamente. Estas dos condiciones exigen no sólo conocer las normas y tener siempre

presentes los valores, sino también tener una buena personalidad. Los valores (en el intelecto) se

corresponden con las virtudes humanas (en el carácter), o sea, las virtudes de la persona como tal. Por

valores, el autor entiende los "bienes morales" inherentes a la naturaleza humana. De ahí que, en su

opinión, normas, valores y virtudes estén interrelacionados.

Como la personalidad influye en el razonamiento práctico, el autor cree que el principal objetivo de la

educación ética en contabilidad -y, claro está, en cualquier otro terreno profesional- debería ser incidir en

el comportamiento ético de quienes la reciban y no sólo enseñar una serie de teorías y herramientas

para solventar dilemas morales.

El comportamiento ético depende principalmente de: la sensibilidad moral (cómo el individuo entiende la

dimensión ética de una situación); el juicio moral (la capacidad de juzgar qué alternativas son éticamente

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aceptables y cuáles no, y de determinar la honradez de la intención); la motivación moral (la voluntad de

actuar éticamente, situando los valores morales por encima de otros valores, y haciéndose responsable

personalmente de las consecuencias éticas de sus acciones), y las virtudes morales (actitudes

permanentes y fuerza interior para actuar éticamente).

Por estas razones, la educación ética en contabilidad debe estar orientada hacia el fomento de un

comportamiento ético y la adquisición de virtudes. No obstante, las virtudes no son una cuestión de

conocimiento, sino de desarrollo moral personal. Lo que la educación ética puede hacer es mostrar

virtudes, exhortar y motivar al estudiante a adquirirlas y explicarle cómo hacerlo. Este método incluye la

presentación y discusión de las normas -sacadas generalmente de los códigos de conducta-, principios y

valores necesarios para adquirir las virtudes.

Desde un punto de vista práctico, la propuesta de Melé exige, en primer lugar, cambiar el statu quo de la

enseñanza que sólo incluye normas y teorías de ética ilustradas. Una educación ética completa que

interrelacione normas, valores y virtudes impone que los estudios, por ejemplo, no sólo incluyan dilemas

sino también descripciones de las personas implicadas en una situación concreta, hechos significativos de

sus vidas y rasgos de su personalidad, así como cualquier otra información relevante sobre los factores

que influyen en el comportamiento ético.