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Son muchos los acontecimientosque están sucediendo en el PaísVasco. El más importante: el fin deETA. La forma en que se ha puestopunto final a la acción terrorista hasorprendido a la mayoría y hagenerado desconfianza. ¿Cuáles sonlas verdaderas claves del finalhistórico de ETA? ¿Qué papeldesempeñaron los intentos denegociación previos al cese de lalucha armada terrorista? ¿Cuál es elfuturo de la paz en Euskadi? ¿Cómose va a llevar a cabo este proceso?El periodista Luis Rodríguez

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Aizpeolea reconstruye de formaíntegra en ETA. Las claves de la pazel proceso de paz que se abrió enEuskadi entre 2000 y 2006, y quees el precedente del cese definitivodel terrorismo por parte de ETA, dela mano de su principal testigo, elpresidente de los socialistas vascos,Jesús Eguiguren. Cómo se gestó laidea del diálogo con ETA, cómo sellevaron a cabo las reuniones, loshorarios, las fechas, los asistentes,el modus operandi de cada uno delos encuentros y sus consecuenciastras la ruptura del proceso con elatentado de ETA en la T-4. Una

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obra que secuencia de maneramagistral el final del terrorismo enEspaña, un problema endémico quese venía arrastrando desde laTransición y un caballo de batallade los diferentes gobiernosdemocráticos. El testimonio de unode los principales responsables delfinal del terror, un vasco de corazónque lo arriesgó todo en favor de undeseo —que era el anhelo de todoslos españoles—: la paz en Euskadi.Un relato sorprendente y profundoque aún guarda el valor de lainmediatez y que cuenta con todolujo de detalles, y por primera vez

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—ya que éste es un tema a menudosilenciado— los entresijos de unanegociación con una organizaciónterrorista. La explicación del finalde ETA. Todo, sin censuras.

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Jesús Eguiguren

Luis Rodríguez Aizpeolea

ETA, las clavesde la PAZ

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A Rafaela Moreno, mi mujer, quedurante este tiempo ha vivido y sufridoconmigo, y en solitario, esta aventura.

Sin su apoyo y comprensión no hubierapodido llevar a cabo mi misión.

A todos los que han defendido y luchadopor la libertad.

JESÚS EGUIGUREN

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Introducción

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Justificación del libro

Muchas cosas están pasando en elPaís Vasco. La más importante de todasellas ha sido el adiós a las armas porparte de ETA. Son pocos los quediscuten que estamos ante una decisiónde dimensiones históricas. A pesar detodas las contradicciones, de lasdiscrepancias en cuanto a valoraciones,todo el mundo coincide con que nosencontramos ante el final del problemamás grave que arrastrábamos desde latransición, y de eso no hay duda. Laforma que ha adquirido este final hasorprendido a la mayoría y ha generado

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desconfianza en algunos sectores, perolas cosas son como son. Siempre se hadicho que Dios escribe con losrenglones torcidos. Renglones torcidosdifíciles de interpretar a veces.

ETA. Las claves de la paz pretendearrojar luz sobre lo que está ocurriendoy explicar por qué ha ocurrido. Elobjetivo de este libro es contar de formaíntegra el Proceso de Paz que se abrióen Euskadi entre 2000 y 2006, y que esel antecedente de lo que ha sucedidoahora. Un proceso liderado por el tantasveces criticado José Luis RodríguezZapatero con el respaldo de AlfredoPérez Rubalcaba, y cuya gestión a tenor

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de los últimos acontecimientos y de sudesenlace merece una valoración másobjetiva. ETA. Las claves de la paz dacuenta de los principalesacontecimientos desde la ruptura deaquel Proceso de Paz en junio de 2007hasta el comunicado de cese definitivoque la banda hizo público el 20 deoctubre de 2011 ya que este último hitohistórico no se explica sin el que seprodujo con anterioridad.

Y uno de los protagonistas deaquellos primeros pasos a favor de lapaz fue el presidente de los socialistasvascos, Jesús Eguiguren (Aizarnazabal,57 años), que llevó el peso de las

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conversaciones con la izquierdaabertzale y con ETA. En las páginas quesiguen, a modo de testamento oconfesión, Jesús Eguiguren nos cuentatodo lo que pasó y todo lo que viodurante aquel tiempo, y, al igual que lacebolla, se va despojando de susdiferentes capas hasta desnudar suexperiencia de aquel tiempo porcompleto.

Por eso hablaba de testamento oconfesión. Todos los detalles delproceso están aquí. El número dereuniones y las fechas, los temastratados, el ambiente que las rodea, yque es difícil de imaginar en encuentros

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de este tipo. Lugares, horarios, métodos,todo recogido directamente mientras sedesarrollaba el diálogo y no versionesfabricadas a posteriori. Un testimonioque tiene por tanto el valor de lainmediatez y no los arreglos posterioressegún las conveniencias políticas.

Eguiguren tomó nota de todo sobrela marcha y puedo asegurar, comoperiodista especializado en estacuestión, que de sus apuntes originalesni se ha quitado ni se ha añadido nada,ni siquiera en los puntos políticos másdelicados. Hemos respetado el relatooriginal, sin pretender darle unaredacción políticamente correcta.

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Estamos por tanto ante un testimoniode primera mano de aquel proceso queofrece una versión completa e inteligiblede lo que ocurrió, una narración quesólo podía hacer Jesús Eguiguren puesfue el único interlocutor.

La obra adquiere mayor dimensiónsi tenemos en cuenta que es la primeraque cuenta con todo lujo de detalles losentresijos de una negociación con unaorganización terrorista. No hayprecedentes de este tipo, pues por supropia naturaleza esta clase de diálogosson oscuros y de ellos se procurainformar lo menos posible. Puedo decirque gracias a la colaboración en este

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libro con Eguiguren he materializado elsueño de un periodista. Rara vez se tepresenta una oportunidad de narrar unahistoria como ésta.

Eguiguren, en sus encuentros con laizquierda abertzale, y luego con ETA,ofreció una visión flexible y nodogmática de la políticaconstitucionalista. Es una mirada desdeel constitucionalismo útil, cuya tradiciónfuerista liberal ha estudiado con rigor,como la fuente de una solución políticaestable para el encaje del hechodiferencial vasco en una Españamoderna, democrática y constitucional.Esas tesis las defiende en algunos de sus

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libros, como El arreglo vasco y Losúltimos españoles sin patria y sinlibertad, y a ellas contribuye suprofundo conocimiento de la historia delPaís Vasco y del socialismo vasco, a losque ha dedicado numerosos textos.

Eguiguren, presidente del PSE y expresidente del Parlamento vasco, es unintelectual socialista, cuyo referente esIndalecio Prieto, que supo combinar elinternacionalismo socialista con elautonomismo vasco, el llamado«socialismo vasquista», que tannervioso pone a algunos pretendidosprogresistas. Su singularidad yheterodoxia recuerdan a Mario

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Onaindia, ex secretario general deEuskadiko Ezkerra y presidente del PSEde Alava, con quien mantuvo unaestrecha relación en la última etapa desu vida, antes de morir en agosto de2003.

No faltarán críticas a la decisión depublicar lo que ocurrió. De momento laúnica reacción que tenemos es el interéssuscitado en las organizaciones que sededican a la teoría de la resolución deconflictos por la iniciativa del libro.

¿Por qué hasta ahora nadie habíahecho un relato de este tipo? No lo sé.Pero es fácil imaginar los problemasque algo así conlleva. ¿Por qué lo ha

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hecho Eguiguren? Eso sí lo sé. Primero,y después de resistirse durante muchotiempo, porque necesitaba contarlo paraliberarse de los fantasmas que lo hanatormentado desde aquella época. Ensegundo lugar, porque los añostranscurridos desde entonces amortiguanlos riesgos que esta narración pudieracontener y permiten analizar los hechoscon la distancia y la objetividad quesólo puede dar el tiempo. En tercerlugar, porque por caminos y formas noprevistos en el País Vasco Eguigureninicia su trayectoria en la época de lapacificación, y su recorrido hunde susraíces en aquellos años y por eso tal vez

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pueda aportar alguna luz a la difíciltarea que tenemos por delante.

Me voy a tomar la libertad deaportar una cuarta razón que Eguiguren,por su forma de ser, es reacio adestacar. Eguiguren sostuvo que JoséLuis Rodríguez Zapatero pasaría a lahistoria como el hombre que lograría elfinal de ETA. Eguiguren creyó aZapatero cuando en su investidura comopresidente del Gobierno en abril de2004 declaró con solemnidad queterminar con el terrorismo iba a ser laprioridad de su mandato.

Lo que entonces pudo ser unaintuición o un deseo hoy es una realidad.

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Si el entonces presidente Zapatero nohubiera cortado el nudo gordiano quehacía imposible la paz, las cosas nohubieran cambiado como lo han hecho.Más allá de fallos o errores, lo arriesgótodo, se lo jugó todo en el intento denegociación y reunió el valor para darun paso más y acabar con la creencia deque el conflicto no se solucionaba por lafalta de voluntad del Gobierno, un mitoque había sido asumido por muchosvascos como una verdad indiscutible.

Los ciudadanos de Euskadidescubrieron con asombro que porprimera vez en la historia un presidentedel Gobierno de España estaba

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dispuesto a inmolarse en el intento portraer la paz. Este compromiso, elesfuerzo por conseguirlo y la forma enque ETA rompió posteriormente latregua provocaron un nuevo golpe deefecto. Y los vascos dejaron de creerque la solución no llegaba por la falta devoluntad del Gobierno, sino que quienesno tenían voluntad eran los terroristas yEuskadi se dio cuenta de aquel mito. Yaquél fue el punto de inflexión quecambiaría las cosas. Y ésta es paraEguiguren la clave del final de ETA: elfin del respaldo social del que veníagozando a pesar de ser una organizaciónterrorista.

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Los primeros en percibir estecambio de apreciación fueron lossimpatizantes de la izquierda abertzale ya tenor de los acontecimientos que seestaban viviendo llegaron a laconclusión de que mientras decidieraETA nunca habría negociación ni paz.De este modo acordaron dejar de estarsupeditados a la gente de las pistolas yrecuperar las riendas de su futuro. Apartir de entonces la izquierda abertzalela dirigirán los políticos que duranteaños habían sido meros apoyossuperfluos y que ya estaban cansados deserlo. La segunda parte de ETA. Lasclaves de la paz aborda precisamente la

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secuencia de acontecimientos que seprecipitaron en los últimos cinco años.

Como he dicho con anterioridadETA perdió la legitimidad al romper elproceso y de la manera en que lo hizo.La legitimidad, una cualidad difícil dedefinir pero que hace que los seguidoresno discutan las decisiones de quien seconsidera el legitimado para mandar.Como los monarcas en el régimenabsolutista, o los gobiernosdemocráticos en el actual, la izquierdaabertzale era un mundo encerrado en símismo, en el que nadie discutía lalegitimidad de ETA para mandar. Comodigo después del proceso la legitimidad

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en apariencia irrompible de la quegozaba se rasgó como el cristal y no sepudieron recomponer los trozos. Y unavez rota, la izquierda abertzale pudoponer en cuestión el derecho de ETA adirigir el movimiento. Ése es el origende la paz que hoy estamos viviendo.

No es intención de Eguiguren, sinembargo, entrar en los análisis de ETAo de la izquierda abertzale que nos hantraído a esta situación. Considera queeso sólo pertenece a quienes lo hanllevado a cabo. Y piensa además que laresponsabilidad de llevar a buentérmino el proceso recae sobre sushombros y cree que será así durante

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mucho tiempo.A pesar del linchamiento público a

Zapatero tras el atentado de la T-4, lahistoria le hará justicia y será recordadopor la posteridad como quien culminó elúltimo gran reto de España que latransición tenía pendiente. Suárez hizo lareforma, Felipe González modernizóEspaña, Aznar demostró que la derechapuede llegar al Gobierno con los votos yZapatero concluyó con la transición queinició Suárez al lograr, al final de sumandato, el cese definitivo de ETA.

Por lo que respecta a Eguiguren, quetambién se ha visto sometido a una granpresión mediática en Madrid, de la que

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he sido testigo y ante la que me rebelo,la historia le hará justicia. Me causa ungran rechazo ver cómo algunos medios,de pretendida orientación antiterrorista,se ensañan desde Madrid con alguienque ha dado la cara en el País Vasco,que ha defendido la Constitución enprimera línea y que ha llegado incluso ajugarse la vida todos los días desdehace casi treinta años. Por eso meenorgullece haberlo acompañado en esteperiplo, desengranando con él su vidapolítica.

Y en este punto me gustaría destacarque en el clima de escepticismo opesimismo generalizado tras la ruptura

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del proceso Jesús Eguiguren no perdióen ningún momento la lucidez y fuecapaz de extraer consecuencias de todolo ocurrido. Es conveniente recordaraquí algunas de sus declaraciones, enconcreto tres, que hoy adquieren todo suvalor: la primera fue que cuandodesapareció toda esperanza de conseguirla paz y ante la extrañeza de muchos seatrevió a poner fecha al final delterrorismo, no por capricho, sino comoconsecuencia del análisis de la ruptura yla previsible evolución posterior de laizquierda abertzale. Lo hizo el domingo,5 de abril de 2009 en una entrevista enEl País. Soy testigo de ello porque yo

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tuve el placer de entrevistarlo; lasegunda fue que ante la imposibilidad deotro proceso como el que habíafracasado, afirmó que se abría la vía delas decisiones unilaterales y que paraETA iba a ser más fácil acabar de estaforma, dando sus propias versiones yjustificaciones, que una negociaciónbilateral donde siempre se considerabaperdedora ante el Gobierno, lo queabonaba el camino de la ruptura. Conestas palabras me lo volvió a decir enuna entrevista posterior, después dehabérselas dicho a Arnaldo Otegi, pocoantes de que el líder de la izquierdaabertzale fuera encarcelado; la tercera, y

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consecuencia de la anterior, fue queintrodujo una reflexión sobre la forma enque se produciría ese final: no habría un«día D», ni un acuerdo puntual, sino quesería un proceso que se prolongaría enel tiempo construido a base dedecisiones graduales. Éste es elmomento en el que nos encontramosahora. El símil que utilizó fue el de lanieve, que todo el mundo sabe que estáahí pero que nadie es capaz de ponerfecha y hora al momento en que dejó deestar.

Las tres afirmaciones anteriores,realizadas tras el fracaso del proceso,reflejan perfectamente lo que está

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ocurriendo en el país. Respecto a lasreflexiones de cara al futuro, en laspáginas que componen esta obra seseñala el peligro de que una victoriademocrática se convierta en una derrotapolítica. Jesús Eguiguren cuenta que losveteranos del PSOE le enseñaron en latransición que la historia es resultado deuna mezcla de olvido y de memoria.Como la vida personal de cada uno.Pero que no permitiéramos jamás lo queles pasó a ellos, que por el bien del PaísVasco y de España tuvieron que dejaratrás el olvido sin dejar de presumir desu memoria. Si eso ocurriera, más alláde la injusticia que representa, pondría

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en peligro de cara al futuro, el equilibrioy los consensos que necesita el país.Para Eguiguren el peligro está ahí, perose muestra optimista sobre el resultadofinal. Repite precedentes de la historiavasca donde la reconciliación se impusocon rapidez. Y lo explica de la siguientemanera: los que ahora aparentan euforia,en algún lugar de su alma sentirán culpa;y los que aparentemente estamospreocupados en cambio nos sentiremosinmensamente orgullosos.

«Todo esto evitará que alguiensienta la tentación de traspasar límitesinadmisibles. Pronto se darán cuentanuestros adversarios históricos de que si

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no existiéramos, tendrían queinventarnos. Pronto descubriremosnosotros que sin ellos es imposible unaEuskadi donde todos convivamos. Soncosas difíciles de entender para quienesno viven y no han vivido donde losproblemas se producen, es decir, en elPaís Vasco. Al fin y al cabo laconvivencia es una cuestión que sólo losvascos la pueden conseguir. AlGobierno le corresponde serresponsable y ayudar. No serían dignosde llamarse españoles quienes desde elGobierno o desde la oposiciónconviertan el problema vasco en unarma política», señala Eguiguren. El

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presidente de los socialistas vascostiene plena fe en que el Gobiernoespañol surgido de las urnas estará a laaltura de las exigencias históricas.

En opinión de Eguiguren lo demás,aunque a algunos no les guste oírlo, lotendrán que solventar entre los propiosvascos. Con mucha prudencia política,con el recuerdo de las víctimas, con lareconciliación y cuando volvamos a serla sociedad estable y pacífica que hemossido siempre y cuando cesen lasamenazas de cualquier tipo se impondrála tarea de alcanzar un sistema deautogobierno en el que todos nossintamos cómodos.

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LUIS R. AIZPEOLEA

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Antecedentes. Txillarre. De2000 a 2005

Todo empezó en el pequeño caseríode Txillarre a finales de 2000, seis añosantes de la declaración de la tregua el24 de marzo de 2006. Cuando seprodujo el anuncio, el día 23,aparecieron en las primeras páginas delos periódicos informaciones quehablaban de la directa intervención de laIglesia católica, de Tony Blair e inclusode Sarkozy. Sin embargo, el proceso nocomenzó en las cancillerías ni en lospalacios de gobierno, sino en el mismo

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corazón del conflicto, entre el valle delUrola y el valle del Deba, donde se vivey se mata, casi en el mismo escenario enel que hace siglos se gestó el abrazo deBergara. El caserío reunía todas lascondiciones: discreción, tranquilidad yamistad.

Pello Rubio, al ser amigo de ambos,fue el nexo de unión entre Eguiguren yArnaldo Otegi y quien, al facilitar sucasa, los introdujo en un ambiente y unescenario favorable. Peio, con pasadotrotskista y de militante de ComisionesObreras, es una persona ligada a laizquierda abertzale pero a la vez unpacifista. Había trabajado en una

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empresa en la que era gerente FranciscoEgea, que fue viceconsejero de Trabajoen el Gobierno vasco en el que eravicelehendakari Ramón Jáuregui y alque sustituyó como consejero deJusticia, Economía, Trabajo y SeguridadSocial entre septiembre de 1997 y juliode 1998, cuando Jáuregui marchó aMadrid, reclamado por JoaquínAlmunia, recién nombrado secretariogeneral del PSOE en sustitución deFelipe González. Egea, junto con JoséAntonio Maturana y Rosa Díez, fueronlos consejeros socialistas del Gobiernovasco que fueron forzados a dimitir enjulio de 1998 al constatar la Ejecutiva

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del PSE que el PNV y Batasuna llegabana acuerdos en el Parlamento vasco almargen del Gobierno vasco, en lo quefueron los prolegómenos del Pacto deLizarra.

«Egea, que es de Elgoibar comoOtegi, militante del PSE y buen amigo,participó en aquellas primerasreuniones. Ahora me doy cuenta de queexistió un factor generacional muyimportante ligado a la geografía, casipaisajístico, unido a la tierra de nuestrainfancia. En el transcurso de aquellasreuniones que se extendieron duranteaños siempre nos rodeó el paisaje denuestra niñez: el valle del Deba, el valle

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del Urola, el caserío de Aittola zaharque aparece en un cuento de Pío Baroja.Un relato en el que don Pío escribesobre una de las primeras salidas delmédico de Zestoa para atender a unaparturienta. Estas cosas dan serenidad yaumentan las ganas de vivir.Antiguamente los médicos solíanaconsejar el regreso a la tierra de losorígenes como medio de recuperar lasalud; éste fue el caso de san Ignacio deLoiola regresando a Azpeitia. Lasreuniones las tuvimos en Txillarre, enAizarna y en Azpeitia, siempre en lamisma zona».

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EN LAS PEORESCONDICIONES

Cuando Eguiguren y Otegicomenzaron a hablar, ETA llevaba unaño de brutal ofensiva terrorista,iniciada en enero de 2000 con elasesinato en Madrid del teniente coronelPedro Antonio Blanco, y que seprolongó hasta mayo de 2003, cuandoasesinó en Sangüesa (Navarra) a lospolicías nacionales Bonifacio Martín yJulián Embid. En ese periodo, que seprodujo después de la tregua declaradapor ETA, entre septiembre de 1998 y

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noviembre de 1999, como resultado delPacto de Lizarra-Estella, fueronasesinadas 46 personas. Entre ellas lossocialistas Fernando Buesa, José LuisLópez de Lacalle, Juan Mari Jáuregui,Ernest Lluch, Froilán Elespe, JosebaPagazaurtundua y Juan Priede así comovarios militantes del PP. También fuegravemente herido el ex consejerosocialista de Educación del primerGobierno de coalición PNV-PSE, JoséRamón Recalde. El Pacto de Lizarra-Estella rompió una década decolaboración entre el PNV y el PSE,cuando era lehendakari José AntonioArdanza, aunque el PSE había

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abandonado el Gobierno un año antes desu firma, al comprobar que el grupoparlamentario del PNV y Batasunaactuaban de forma coordinada en elParlamento. Los Acuerdos de Lizarra-Estella fueron la base con la que elnuevo lehendakari, Juan José Ibarretxe,comenzó a gobernar tras ser elegido enoctubre de 1998. Contó con el apoyo deBatasuna en la investidura y en laaprobación de sus primerospresupuestos, e incluso estacolaboración se prolongó algún tiempotras romper ETA la tregua en 1999.

Como consecuencia de todo esto, elGobierno de José María Aznar y el

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PSOE, con José Luis RodríguezZapatero recién elegido secretariogeneral, firmaron en diciembre de 2000el Pacto Antiterrorista, una respuesta ala exclusión que el nacionalismopracticaba con los no nacionalistas. Añoy medio más tarde se aprobaba la Ley dePartidos, los jueces acentuaron lapresión y Aznar convirtió el País Vascoy la confrontación con el PNV en el ejede su política. En contraste con elpanorama español en Irlanda del Nortese había producido un hechoesperanzador: el Acuerdo del ViernesSanto de 1998, que abría la puerta alProceso de Paz con el IRA, algo que se

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convirtió en uno de los focos de interésinformativo de los medios españoles.

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PRIMEROS PAPELES

En aquella situación, «mantuve losprimeros contactos con Otegi. Recuerdoque traté de hacerle recapacitar sobre elfactor generacional. Más o menos ambosrondamos la cincuentena, no tenemos —me refiero al plano económico— donde“caernos muertos”. Ambos —le decía—tenemos en común una actividad políticade, al menos, veinte años. ¿No te dascuenta de que somos nosotros los quemás sufrimos? Ni mandamos, ni somosla parte social hegemónica en este país;somos las víctimas. Vosotros, sin queeso aminore vuestra responsabilidad,

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sois quienes padecéis la cárcel, laclandestinidad… No veo que hagáisningún negocio político. En cambio, elPNV y el PP (que también tiene susvíctimas en el País Vasco) hacen de laconfrontación su mejor instrumentoelectoral. Y nosotros nos estamosmatando. ¿Vamos a estar así toda lavida? Esta misma pregunta, esta mismareflexión, tuve ocasión de hacérsela alos interlocutores de ETA años mástarde, en uno de los escasos momentosde distensión que hubo cuando las cosasen el proceso de negociación ya estabanmuy mal. Y recuerdo también larespuesta de uno de ellos: “Ojalá que

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no, pero si esto sigue así, tú vecomprando corbatas negras. Yo mepasaré toda la vida en la cárcel”».

Eguiguren confiesa que laadversidad le espolea, que si hace frentea las circunstancias difíciles de la vidaaumentan sus ganas de hacer cosas,quizá por eso comenzó en aquel entornonada favorable a reflexionar con Otegi,«sobre lo absurdo de la situación». Unareflexión a calzón quitado o a cara deperro, según el momento. «Yo le decíaque estábamos haciendo el tonto:vosotros —en referencia a ETA— nosmatáis y como consecuencia pasaréis ala cárcel y a estar fuera de juego». Sin

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olvidar que quien mataba era ETA, enaquella situación quienes alimentaban unclima de fuerte confrontación políticaeran el PP y el PNV, dos partidos dederechas, una contradicción queEguiguren intentó utilizar como unpuente hacia el entendimiento: «Pretendíhacerle ver a la izquierda abertzale, através de Otegi, lo absurdo de lasituación: que se mataran albañiles yconcejales por el solo hecho de no sernacionalistas. Tengo que decir que Otegicompartía este punto de vista».

La colaboración parlamentaria entreBatasuna, PNV y EA había comenzadoantes de la firma del Pacto de Lizarra-

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Estella en 1998, lo que habíaprovocado, entre otras cosas, ladimisión de los consejeros socialistasdel Gobierno vasco en 1998 y había rotola coalición formada por PSE, PNV yEA en 1995. «Los socialistas, en aquelclima de persecución, nos sentíamostraicionados por el nacionalismodemocrático. Pensábamos que nos habíaabandonado en Estella. Hoy nocomparto este criterio. Quisieron la paz,pero el método era desleal con lossocialistas y muy peligroso al estar pormedio ETA. Y al mismo tiempoteníamos la convicción de que el PPutilizaba este hecho para alimentar el

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pensamiento único y rentabilizar lapolítica de confrontación. Los atentadosa personas muy cercanas, muy repetidos,me entristecían, pero no lograbanatemorizarme. Sé a lo que estoyexpuesto, y creo que el valor es miedocontrolado, no soy más valiente queotros. Aunque no ver una posibilidad defuturo y la reiteración de las muertes,todas ellas muy cercanas a mí y a mimujer me produjeron una gran tristeza,me produjeron un desánimo total. Enaquellas circunstancias nació mi hija.Hacía tiempo que su madre y yohabíamos decidido que se llamaríaMaría. El microclima emocional que

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creó su llegada nos hizo recobrar laesperanza, creer en el futuro, pensar quela vida sigue… De pronto el mundovolvía a tener sentido. Y añadimos aMaría el nombre de Esperanza. Cuandomás tarde hemos podido contarle esto,ella nos dijo que no le gustaba tener dosnombres, que iba a quedarse sólo con elsegundo, y la esperanza nos haacompañado desde aquellos días. Claroque había gente mucho menos románticaque me aconsejaba hacer testamento, amí, que nunca pensé que llegara esemomento. Nunca heredé nada. Era comosi me hablaran de ir a cazar a Australia.Pasé con mi mujer esos tragos e hicimos

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el testamento por lo que pudiera pasar».Comenzaron las reuniones

analizando las circunstancias y losfracasos de los dos procesos anteriores:el de Argel, entre el Gobierno de FelipeGonzález y ETA en 1989; y el deLizarra-Estella, entre los partidosnacionalistas y ETA, que se prolongóentre 1998 y 1999. «También teníamossobre la mesa el proceso de Irlanda. Lagente de Batasuna es muy formalista, lesgusta dar a las cosas un aire desolemnidad, por eso acordamos hacer undocumento con fecha y firma que tuvo undepositario. En él se dice que losreunidos intentábamos buscar un camino

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de diálogo, que Otegi no representaba aETA, que estaba presente sólo comodirigente de Batasuna. En aquellosmomentos iniciales sólo un círculo muypequeño de personas estaba enconocimiento de lo que ocurría, tanto enBatasuna como en el PSE. Informé demis conversaciones a Patxi López pero,sobre todo al principio, sin entrar endetalles, porque no había grandesavances. Aquellas conversaciones y lasque se derivaron posteriormente nuncase abordaron en la Ejecutiva del partido,pues yo tampoco representaba al PSOE,sino que estaba allí como dirigente delPSE. Estos hechos desmontan muchos

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infundios sobre las intenciones queocultaban aquellas reuniones sobre laviolación del Pacto Antiterrorista.

»También se acordó con Otegi quelas conversaciones se mantendrían almargen de lo que ocurriera fuera delcaserío y de las declaraciones públicasde unos y de otros. Es decir, Otegi podíair perfectamente a la cárcel y a mí mepodían matar. Los que íbamos allí noteníamos ninguna garantía especial,ningún privilegio. Precisamente poraquellas fechas el Parlamento abordó lacreación de la Ley de Partidos y yo,dentro del PSE, fui el más convencidode su necesidad, el que la defendió de

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manera encendida, aunque mucha gentepensaba que se trataba de unaimposición del PP. Es decir, defendí unaley que iba a ilegalizar a Batasuna.Muchos podrán pensar que es unacontradicción insalvable: sentarse adialogar con Otegi y defender una leyque puede ilegalizarlo políticamente.Yo, no».

Además de la contradicción aparenteo real que se producía en sus intentos dediálogo con Batasuna, Eguiguren seenfrentaba —en el seno de su partido—con aquellos que temían la pérdida devotos que podría acarrear la defensa yrúbrica de la Ley de Partidos, pero sus

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argumentos resultaban difícilmenterevocables: «Más allá de las finezasjurídicas de la legislación y de la gentebien pensante, ¿cómo es posible en unpaís democrático que las víctimastengan más problemas para actuar quesus verdugos? Ésta fue la pregunta queyo planteé en el Comité Nacional delPSE. Nosotros éramos perseguidos yquienes teníamos problemas. A esohabía que darle la vuelta y que fueranellos los que tuvieran problemas.Después de años estamos viendo losresultados y no pienso que se hayaproducido rechazo social, a pesar de laoposición inicial de obispos,

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empresarios, partidos nacionalistas... Lasociedad vasca es muy pragmática:nadie movió un dedo contra lailegalización de Batasuna y el únicodedo que se movió fue para intentarllevarse sus votos. Lo digo frente aquienes me tildan de proetarra yfilonacionalista. Me he pasado la vidadefendiendo el constitucionalismo ypertenezco de toda la vida al PSOE sinsíndrome de Estocolmo, ni de converso.Soy lo que la izquierda abertzale llamaun “españolista”».

De cualquier manera, en el tensoclima político de Euskadi en aquellosaños, con el PNV tensando la cuerda

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soberanista, esgrimiendo lo que seríanlos principios que informan el PlanIbarretxe, la aproximación entreEguiguren y Otegi no fue fácil, nifaltaron las formalidades: «Otegi y yosabíamos que pertenecemos a mundosdistintos, que funcionamos con distintascreencias. Hicimos un documento que lodejaba claro y también quedamos enpresentar un texto escrito con laspropuestas de cada cual. Arnaldopresentó un documento que seguía laestela de los acuerdos de Irlanda, lo queen definitiva venía a plantear que elGobierno de España debía hacer unadeclaración del tipo de la Declaración

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de Downing Street, diciendo que el PaísVasco tenía derecho a decidir su futuropolítico, y que eso a su vez traería latregua. Yo redacté el mío con unplanteamiento que obedecía al propósitode hacer posible el derecho a decidir,sin citar esos términos, respetando losmarcos legales, buscando fórmulasviables en el marco legal navarro yvasco. Frente a la autodeterminación,principio de consentimiento. De hecho,todo el Proceso de Paz, mientras duró,funcionó siguiendo esos principios. ETAbuscaba algo parecido a lo de Irlanda yyo defendía fórmulas viables dentro dela Constitución y del Estatuto. Buscando

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acercamientos. Esto sucedía en 2003 yaún no teníamos ni idea si serviría paraalgo o no».

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PENSANDO EN EL PP

«Desde hoy el líder del PP se llamaMariano Rajoy». Con estas palabrasdesignó Aznar a su sucesor en el XIVCongreso del PP el 22 de agosto de2003 al ser elegido secretario general.El ex ministro de la Presidencia y exministro del Interior, que había sorteadola crisis del Prestige y navegaba en lasprocelosas aguas del apoyo a GeorgeBush en la guerra de Irak, tendría queenfrentarse a José Luis RodríguezZapatero, un recién llegado que, parasorpresa de todos, se había alzado conla Secretaría General del PSOE tras la

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dimisión irrevocable de JoaquínAlmunia en 2000, tras ganar laselecciones Aznar por mayoría absoluta.Estos hechos, unidos a la política deconfrontación del PP con el PNV, antesmencionada, no parecen el marco másadecuado para que Otegi y Eguigurentuvieran una relación fluida con las«altas» instancias. «En realidadtrabajábamos un poco a ciegas. Ni Otegini yo informábamos de nuestrasreuniones. Ambos esperábamos queapareciera una luz en el camino. Yo,desde luego pensaba, y supongo queOtegi también, que de activarse undiálogo, sería con el Gobierno del PP.

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Lo digo para desmontar la tesis de unasupuesta traición al Pacto por lasLibertades y contra el Terrorismo; nadiepensaba en 2003, ni en 2004 (aexcepción de José Luis RodríguezZapatero), que el PSOE podía ganar laselecciones, que iba a cambiarradicalmente el panorama político y quetendríamos que empezar a hacer lascosas de otra forma. Batasuna tampocolo pensaba. Por tanto, si las cosas salíanbien estábamos trabajando para quefueran gestionadas por el Gobierno delPP».

En cualquier caso, conservar ensecreto reiteradas reuniones en una

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pequeña zona, siempre la misma, ytrufada por elementos de los serviciosde información del Estado y de otrasinstituciones de menor cuantía, seríapoco menos que un milagro. «Cuandoafirmo que ni Otegi ni yo informábamosde nuestras reuniones no estoyasegurando que nadie supiera nada o nolo sospechara. En una sociedad como laactual y, por razones obvias, más aún enla sociedad vasca, eso es prácticamenteimposible. Al menos en una ocasiónfuimos espiados. Nos informaron de quehabía una persona parapetada tras unárbol a relativa distancia del caserío,vigilando. Nos vino una señora mayor

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de un caserío vecino a avisarnos de quenada bueno podía pretender una personasola en el bosque, en plena nevada y conel frío que hacía. Nuestrocontraespionaje artesanal funcionabamejor que el Centro Nacional deInteligencia (CNI). Salimos de la casa ynos acercamos a la carretera, dondepude ver un vehículo estacionado,apunté la matrícula y después de variosdías pude cerciorarme de que algunosservicios de información estaban detrásde aquel operativo».

Al sentirse espiados se vieronobligados a buscar un nuevo lugar deencuentro y lo trasladaron a Aizarna,

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Azpeitia en una borda llamadaAstarkanda. con el tiempo Eguiguren yOtegi abrieron los encuentros deTxillarre. En alguna ocasión PernandoBarrena, dirigente de Batasuna enPamplona, acompañó a Otegi. Y PatxiLópez, secretario general del PSE, lohizo con Eguiguren. Pero no participónadie más antes de que el procesoavanzara.

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RODRÍGUEZ ZAPATEROY EL 11-M

Ganó Rodríguez Zapatero laselecciones del 14 de marzo parasorpresa de todos, menos para él. Enpolítica muchas veces las cosas ocurrende manera imprevista. Azaña, que partede sus antepasados eran de Elgoibar(Guipúzcoa), la localidad natal deOtegi, dijo en uno de sus memorablesdiscursos («Grandezas y miserias de lapolítica»), pronunciado en la sociedadliberal El Sitio de Bilbao: «La políticano es como las matemáticas, en ella

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prima lo imprevisto y lo intuitivo». Lasprimeras intuiciones sobre una posiblevictoria del PSOE le llegaron aEguiguren a través de la lectura, en TheNew York Times, de advertencias sobrela posibilidad de una guerra en Irak.«A modo de total especulación, enalgún momento comentamos que uneventual apoyo de España a estaguerra podría costarle al PP la derrotaen las elecciones. Más tarde todosucedió con una rapidez inusitada:guerra en Irak, atentado del 11 demarzo en Madrid y la victoria deRodríguez Zapatero en las eleccionesdel día 14».

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La masacre perpetrada en Madridpor una célula islamista vinculada a AlQaeda produjo, aparte de un inmensodolor en la sociedad española, uno delos espectáculos políticos einstitucionales más tristes y vergonzosospor los que puede pasar una nación. Enel País Vasco tuvo, además, otraslecturas. «Sobre la autoría del atentadode Atocha albergué dudas, aunque desdeun principio Otegi me llamó paradecirme que no había sido ETA. Era unatragedia para España, pero para ETAera un factor que aceleraba su final.Incluso en su mundo se tenía una visiónmuy negativa de aquel atentado y los

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mecanismos internacionales contra elterrorismo eran ya una apisonadora. Elpropio terrorismo, como instrumento,aparecía muy descalificado. No sé siinfluyó o no en los cuadros de ETA,pero en la dinámica de nuestrasreuniones sí influyó, era evidente laobsesión de ellos por desligarse del 11-M».

Tres días más tarde RodríguezZapatero ganó las elecciones. Estehecho, también imprevisto y muymarcado por la proximidad a la tragediay por las interesadas lecturas que de lamisma hacían desde la derecha,significó un cambio radical en la

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política española. ¿Cómo pudo influir enel hasta entonces discreto trabajo deEguiguren? «No conocer personalmentea Rodríguez Zapatero me daba ciertalibertad para hacer lo que había quehacer y, al mismo tiempo, su victoriaelectoral fortaleció mi posición anteOtegi. Empezaba una nueva época. Másallá de nuestros méritos comosocialistas vascos, creo que el cambioen Euskadi comenzó cuando RodríguezZapatero ganó las elecciones.Comenzaron a cambiar las claves en lapolítica vasca cuando en el terrenoteórico ya estaban diseñadas lassoluciones. Se concitaron varias

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circunstancias favorables: por influenciadel islamismo radical el terrorismoestaba desprestigiado (esto dicho no sinironía), el proceso irlandés funcionaba,Madrid había desaparecido comoreferente de la confrontación y existíacomo base un rescoldo del trabajo quehabíamos realizado durante años. Y lomás importante: desde hacía un año nose producían atentados mortales. Pero lanoche que ganó Rodríguez Zapatero laselecciones no la celebramos en la Casadel Pueblo de San Sebastián; estábamosconmocionados por la masacre deMadrid. La gente se fue a su casa yconocimos los últimos resultados por la

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televisión. No éramos ni siquiera muyconscientes de lo que había pasado.Pero mantenía los reflejos. Antes demarcharme, desde la misma Casa delPueblo llamé a Otegi. Le dije que ahorase daban las condiciones para avanzar yquedamos en vernos al día siguiente. Enla que fue mi primera conversación conla dirección de PSOE sobre el asunto,también llamé a Pepe Blanco. Le dijeque acababa de comunicarme conArnaldo Otegi y que llevábamos añoshablando. Supongo que Blanco tendríaotras cosas en que pensar en aquelmomento. Aunque el éxito electoral fuemuy amargo por la tragedia que se había

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vivido, vi en él una oportunidad para elProceso de Paz».

Que Jesús Eguiguren es una personaque se mueve por convencimientos y queno encuentra barreras en cuestiones quea muchos ciudadanos nos resultaríancuando menos embarazosas, si noproblemáticas, lo demuestra la maneraen la que tomó contacto, o al menos lointentó, con el presidente del Gobierno.«En los días posteriores a la llegada deRodríguez Zapatero al palacio de LaMoncloa le llamé por teléfono algunavez. A quien recogía mi llamada sólo ledecía que era Jesús Eguiguren y quequería hablar con el presidente. Yo para

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esos trámites no tengo problemas, me daigual llamarle a él, a Kofi Annan o alpresidente Sarkozy. George Borrow,autor de La Biblia en España(un libroque tradujo Manuel Azaña), ya sesorprendió en el siglo XIX de estafacilidad de los vascos para olvidarsede los protocolos cuando algo lesinteresa realmente. Es conocido queLope de Aguirre, que era de Oñate, leenvió varias cartas a Felipe IItuteándole. Yo, aunque soy más bientímido e introvertido, nunca he vistofronteras para eso. A los pocos díasPatxi López, de manera suave, mepreguntó si había llamado a La Moncloa

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para advertirme, acto seguido, de quelas cosas no se hacían así y que novolviera a llamar en esos términos».Pero, dicen, la suerte es aliada de lososados porque «afortunadamente poraquellas fechas se celebró un congresodel partido de Guipúzcoa, en SanSebastián, al que acudió José Blanco.Nos encerramos en un cuartucho y leconté, de arriba abajo, todo lo sucedidohasta entonces. Me dijo que hablaría conquienes tenía que hablar y que secomunicaría conmigo. Lógicamente yoquería informar al partido y al Gobiernode manera suave, para que no se vierancomprometidos. A partir de ahí se

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estableció un cauce más o menos oficiala través de Alfredo Pérez Rubalcaba,que fue nombrado por RodríguezZapatero portavoz del PSOE en elCongreso. En la primera conversaciónque tuve con él, lo que me dejórealmente sorprendido fue que concuatro cosas que le dije, lo entendiótodo al instante. Lo que teníamos entremanos y el riesgo que corríamos. Nuncahe conocido a nadie tan rápido dereflejos. Yo hubiera necesitado todo undía para entenderlo».

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CON LA IGLESIA HEMOSTOPADO

Con la Iglesia hemos topado. Estaparte del Quijote ha quedado en sentidofigurado como que la Iglesia nuncapierde, nunca cede. Es más sabia quenadie. Ahora bien, en los quijotes que yohe leído simplemente ocurría que alentrar en un pueblo y dada la oscuridadque reinaba se dieron de bruces, setoparon con la Iglesia como edificio.Supongo que Cervantes utilizó lafórmula para despistar a la Inquisición.Sería mucha casualidad que sin quererlo

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describiera un fenómeno permanente enEspaña con una frase tan sencilla quetodos conocen y todos entienden desdehace siglos.

Si ponerse personalmente encontacto con el Gobierno, aúnperteneciendo al mismo partido político,no le resultó a Eguiguren tan sencillocomo pensaba, cabe suponer ladificultad que les planteaba, a él y a susinterlocutores de Batasuna, la necesidadde poner a éste en contacto con ETA,«era algo que ya nos venía rondandodesde la etapa de José María Aznar enel poder. Siempre habíamos pensadoque podía ser la Iglesia quien

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estableciera ese canal, entre otras cosas,porque la derecha se lleva bien con laIglesia y el nacionalismo, mejor todavía.La idea era contar con una mediaciónexterior, y la Iglesia es un Estadoindependiente; por tanto, si queríamoshablar con la Iglesia había que acudir aRoma. Aparecía mucho en nuestrasconversaciones el nombre de uncardenal vasco-francés, RogerEtchegaray. En una ocasión, enpresencia de Otegi, y para sorpresasuya, hablé euskera por el móvil con unpolítico francés amigo mío, FrançoisMaitia, era entonces concejal socialistade una pedanía de Saint Jean Pied de

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Port y secretario general del PartidoSocialista francés en la región. Ahora esvicepresidente del Consejo Regional deAquitania. Le llamaba porque es vecinode Etchegaray —lo más eficaz siemprees lo más sencillo— para preguntarle siexistía alguna posibilidad de contactarcon el cardenal. Aunque parezca unadigresión, éste es el momento decontarlo: cierto día propicié una reuniónentre mi amigo Maitia y Arnaldo Otegicon la intención de que éste se diera unbaño de realidad. En un momento dadoOtegi le preguntó a Maitia: “¿Quépueden importarle a Francia doscientosmil vasco-franceses? No creo que tenga

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inconveniente en dejarles hacer suvida”. Maitia le respondió que Francia,si es necesario, hace la guerra por unsolo ciudadano francés».

A los dos días Eguiguren recibió unallamada del Vaticano en la que lehablaron en euskera. Era Etchegaray,que le preguntaba si podía acudir aRoma. En esa misma conversaciónacordaron un día para entrevistarse.Roger Etchegaray era presidente delConsejo Pontificio de Justicia y Pazdurante el papado de Juan Pablo II,persona cercana a Joseph Ratzinger,después Benedicto XVI, y un experto ennegociaciones espinosas. En marzo de

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2003 fue el enviado de Juan Pablo II aIrak para entrevistarse con SadamHusein con el fin de evitar la guerra yaños antes, con el mismo propósito,había visitado Nicaragua. En 2004recibió el premio Felix Houphouët-Boigny de la Unesco por su trabajo afavor de la paz mundial.

El mismo día que en Madrid llovíacopiosamente y el príncipe Felipeavanzaba por el pasillo central de lacatedral de La Almudena del brazo de sumadre, la reina Sofía, y Letizia Ortizhacía lo propio acompañada de su padrepara contraer matrimonio, llegabaEguiguren, tras pasar innumerables

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medidas de seguridad en losaeropuertos, al Estado del Vaticanoacompañado de Francisco Egea. «Todome recordaba a la luz y a los geranios delas películas de Visconti y disfrutaba deestar fuera del País Vasco, libre devigilancia».

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ROMA CONFIRMA, PERONO BAUTIZA

Tras los saludos hablaron conEtchegaray indistintamente en euskera,francés o castellano mientras tomaban unaperitivo; un anisete que, por cierto aEguiguren no le gustó nada. En unambiente «muy vasco» enseguida seestableció confianza. «Y como no teníasecretaria me dijo que le atendiese elteléfono. Y yo lo hice, respondiendollamadas de Nicaragua, Brasil, etcétera.Conociendo a los curas vascos, estanueva tarea no me resultaba en absoluto

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humillante. Aunque Etchegaray hablópoco, después de explicarle lo quequeríamos, su mediación, nos dijo queestaba jubilado, que ya no representabaal Vaticano». Al insistir Eguiguren concierta vehemencia en la necesidad eimportancia de su intervención, elcardenal le obsequió con una lección derealismo: «De esas cuestiones se ocupala Iglesia local».

Como cortesía, Eguiguren le regalóal cardenal Etchegaray un ejemplarfacsímil del Gero de Axular y, «aldespedirnos me dijo que ya tenía eloriginal publicado en Burdeos en 1550.Él me regaló un rosario bendecido por

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el Papa. Me hubiera encantado poderentregarle ese rosario a mi madre, quefue muy religiosa y que nunca hubieracreído que a mí me pudieran regalar, oyo pudiera tener, un rosario bendecidopor Su Santidad. Pero ya era tarde.Como ocurre siempre con las madres.Francisco Egea le llevó una botella detxakoli y un queso. Creo que le resultómás interesante el regalo de Egea. Porsu parte, Etchegaray nos regaló unasentradas para acudir al día siguiente auna ceremonia de canonización en laplaza de San Pedro en la que hacíansanto, entre otros y no es por nada, a uncatalán. Allá fuimos. Pudimos ver con

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Juan Pablo II y un espectáculo jamásvisto de personas de todas las razas ycolores del mundo, lo que fue unaconstatación del carácter universal de laIglesia católica».

Etchegaray, efectivamente, habíasido el enviado del Vaticano ante SadamHusein, pero les remitió a sus «colegas»del País Vasco porque el Vaticano«confirma, si las cosas salen bien, peronunca bautiza», creo que nos dijo. Alregresar al hotel Eguiguren y Egea loencontraron repleto de curas quebrindaban con cava.

Eguiguren realizó estos viajes porpropia iniciativa, sin autorización de

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nadie y sin informar a nadie. Sacaba eldinero de los gastos del partido yMorales, el jefe de la organización, nole preguntaba nada. Quince días despuésde la entrevista con Etchegaray en Romase reunió con Juan María Uriarte, obispode San Sebastián. «Aunque en el caseríode Txillarre ya había podido percibirque Batasuna recelaba de él (por haberparticipado en el anterior proceso denegociación y por considerarle muypróximo al PNV) y, a pesar también deque nosotros mismos pensábamos que acasi todos los obispos los nombraba elPNV (en su paranoia algunos decían quequien mandaba en el nacionalismo vasco

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no era el Euzkadi Buru Batzar, sinoSetién, obispo de San Sebastián durantemuchos años), todo lo que puedo decirde Uriarte es positivo (seguramentediría lo mismo si hubiera tratado aSetién), me pareció una persona muycercana. Arnaldo Otegi insistió muchoen afirmar que una vez “entrara” Uriarteen el proceso “entraría” también elPNV».

Esta segunda entrevista eclesiásticale confirmó a Eguiguren dos cosas, «quelos miembros de la Iglesia poseen unafinura dialéctica y diplomática de la quecarecemos los políticos (algo quecomplicaba las cosas) y que,

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efectivamente, el Vaticano confirmapero no bautiza. Ante mi insistenciasobre el carácter secreto de la entrevistame aseguró que ellos practican unprincipio: antes cortarse la lengua quedesvelar un secreto. Cuando se locomenté a Otegi, me respondió que sieso fuera así, ningún obispo tendríalengua. Yo confié en Uriarte y no tuveocasión de arrepentirme porque el usoque hizo de aquellas conversaciones fueabsolutamente serio y responsable. Meaconsejó que recurriéramos a lo mássencillo: prescindir de terceros Estadosy de mediadores internacionales».

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LA EFICACIA DE LOSENCILLO

Durante la hasta entonces últimatregua de ETA en 1998, siendo obispode Zamora, Juan María Uriarte recibióla visita del ministro del Interior JaimeMayor Oreja y del secretario de Estadode Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, conel que mantenía una estrecha amistad. Elobjetivo de aquel encuentro era elmismo que ahora se proponía Eguiguren,pedirle su mediación en un proceso que,finalmente, acabaría frustrado. Uriarteparticipó entonces en el único encuentro

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que mantuvieron en Vevey (Suiza) unarepresentación del Gobierno de España(Javier Zarzalejos, secretario general dela Presidencia; Ricardo Martí Fluxá,secretario de Estado de Seguridad yPedro Arriola, asesor personal delpresidente Aznar) y otra de ETA (MikelAntza, Belén González Peñalba yVicente Goicoechea). Eso sucedió enmayo de 1999 y Uriarte acudióacompañado por el delegado de pastoralsocial del Obispado de Bilbao, JosebaSegura. En aquella reunión, a Uriarte ySegura les correspondió actuar no sólode notarios, sino sobre todo, limardesconfianzas y asperezas. Antes y

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después de aquel primer intento Uriartetambién se había reunido con dirigentessocialistas. Cuatro meses más tarde, enotoño, se encontró con la desagradablesorpresa de que Jaime Mayor Oreja hizopúblico que él actuaba como mediador,una confirmación de que el Proceso dePaz se rompía. Y así fue.

A pesar de todo Joseba Seguramantuvo con posterioridad al fin de loscontactos un hilo de comunicación conMikel Antza y con dirigentes deBatasuna, hasta que Antza fue detenidoen Francia en octubre de 2004. En esasconversaciones posteriores a la rupturade la tregua también participó el

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sacerdote redentorista irlandés, AlecReid, al que Segura había conocido enBelfast (Irlanda del Norte) tras elacuerdo de Stormont de 1998, quesignificó el inicio del camino hacia lapaz en aquel país. Reid, que desempeñóun papel importante en lasconversaciones entre el líder del SinnFein, Gerry Adams, y John Hume, delpartido católico moderado (SDLP), ytambién en la Declaración de DowningStreet, se había instalado en el año 2000(ya rota aquella tregua de ETA) en laCasa de Espiritualidad de Begoña, enBilbao, con autorización del obispoRicardo Blázquez.

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Segura y Reid hicieron un trabajodiscreto, en la sombra, durante los durosaños posteriores a la ruptura de latregua, entre 2000 y 2004. Mantuvieronel contacto con Mikel Antza y trataronde convencer tanto a ETA como a loslíderes de Batasuna, de la inutilidad dela violencia y de las posibilidades de unfinal dialogado. Éstas eran las bases dela confianza de Eguiguren cuando acudióa entrevistarse con Uriarte y «no fuerondefraudadas. Por eso llegamos a pensarque, en la nueva situación, lo mássencillo sería que alguien me entregara amí una carta y yo se la hiciera llegar alGobierno y, viceversa, que alguien le

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entregara una carta a Arnaldo Otegi yéste la hiciera llegar a ETA. Una vezmás Otegi y yo estuvimos de acuerdo enque lo más sencillo es lo que mejorfunciona: nos convertimos en carterosque además podían ser portadores deimpresiones añadidas».

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MENSAJES CRUZADOS

La versión de los hechos quecirculó, según la cual ETA había tomadola iniciativa de forma unilateral,enviando una primera carta a LaMoncloa cuando Rodríguez Zapateroganó las elecciones es para Eguiguren,eso, una leyenda: «Personalmente crucéa Francia, recogí la carta de manos deMaitia, —desconozco cómo habíallegado— y la traje a España. La cartala envió ETA en el verano de 2004porque nosotros ya habíamosestablecido la manera de hacerlo. Mehabían avisado, estando de vacaciones

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en Badajoz, de que el cartero “llamaba”.Hice en coche los ochocientoskilómetros que me separaban de EuskalHerria, recogí la carta y se la entregué aAlfredo Pérez Rubalcaba, en Santander,para que a su vez la entregara en LaMoncloa. Porque no fui yo quien laentregó». La persona que entregó lacarta a Maitia fue un sacerdote vasco-francés.

«En aquella carta, de tres líneas detexto y con la serpiente y el hacha de suanagrama como sello, ETA se dirigía alGobierno de España manifestando sudisposición a comenzar un diálogoconducente a resolver el conflicto.

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Previamente, tuve que confirmarle quetendría respuesta. Al final del verano sele transmitió a ETA, mediante fórmulasintermedias, la respuesta del Gobierno.Así trabajábamos los carteros. Porcierto, Arnaldo Otegi hacía como que nosabía nada. Supongo que para no verseimplicado si más tarde había problemasjudiciales. Tampoco se daba porenterado de que era yo el que entregabaal “cartero” de Francia las respuestas.En uno de aquellos viajes me paró laPolicía Nacional cuando llevaba en laparte trasera del coche todos losdocumentos. Al reconocerme, despuésde haberme enfocado concienzudamente

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con sus linternas, me dejaron pasar».Hubo una segunda carta de ETA en

febrero de 2005 por los mismos canales.En dicha carta, dirigida al «señorRodríguez Zapatero, presidente delGobierno de España», ETA «mantienesu plena disposición para encauzar unavía de comunicación directa, estable y aresguardo de situaciones coyunturalesque permita solventardemocráticamente, por medio de unanegociación política, el conflicto entreEuskal Herria y España». A renglónseguido, la carta de ETA decía: «(ETA)desea saber su disposición para querepresentantes del Gobierno que usted

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preside puedan mantener en fechaspróximas un encuentro conrepresentantes de nuestra Organización».Finalmente, ETA manifestaba que «encaso afirmativo, le hacemos sabernuestra disposición para dar deinmediato los pasos pertinentes alrespecto, responsabilizándonos de laorganización del encuentro, que tendríalugar bajo los auspicios de unaorganización internacional».

Las cosas iban despacio porque enETA, además de cuidar de su seguridad,gustan mucho las formalidades y lospapeles. Este contacto no tuvo mayortrascendencia que confirmar las

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intenciones de ambas partes, en realidaddejaba todo pendiente de una terceracarta, en la que se pondrían las bases yse detallarían los términos en los quetendría lugar un encuentro entrerepresentantes de ambos bandos.

«Esa tercera carta tardó mucho enllegar y mientras esperábamosdesconocíamos las razones de latardanza. Naturalmente, de forma casiinstintiva, la achacábamos a lasdiferencias de criterio en el seno deETA, e incluso buscábamos aliados yopositores al proceso, como quienpretende distinguir un rostro entre unaespesa niebla. Más tarde, cuando todo

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avanzó o parecía que avanzaba, alguienme dijo que el culpable de aquel retrasohabía sido el maremoto (el famosotsunami) que devastó las costas deIndonesia. El Centro de DiálogoHumanitario Henri Dunant, que ejerceríade facilitador, estaba entoncestrabajando en aquella zona. La cartallegó, por fin, facilitando la cita».

La tercera carta de ETA, tambiénencabezada por el anagrama de ETA,con el hacha y la serpiente, y dirigida al«señor Rodríguez Zapatero, presidentedel Gobierno de España», desvelabaque «la organización no gubernamentalbajo cuyos auspicios tendría lugar el

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encuentro es HD Centre forHumanitarian Dialogue, con sede enGinebra (Suiza)». La carta facilitaba susseñas: «Dicha sede se encuentra en el114 rue de Laussane, 1202, Geneve(Suisse)».

A continuación precisaba la manerade establecer el contacto. «Con elobjetivo de realizar el encuentroplanteado entre los representantes de suGobierno y los de nuestra Organización»ETA proponía dos citas. «La primeracita sería el día 31 de mayo a las diez dela mañana en el hotel President Wilsonde Ginebra. A dicha hora un miembro dela organización no gubernamental antes

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citada se presentará en la recepción dedicho hotel y preguntará por “M. FelipeMartínez, de la part de M. Scout”. Losrepresentantes del Gobierno se dirigirána él, quien les conducirá al lugar delencuentro. En caso de que susrepresentantes no pudieran estar a lahora indicada, la cita se repetiría unahora más tarde en el mismo lugar. Lasegunda cita sería el 7 de junio a lasmismas horas en el mismo lugar y con lamisma contraseña».

La carta de ETA pedía tambiénconfirmación. «Con el fin de evitarcontratiempos les solicitamos quecomuniquen la confirmación de su

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asistencia, bien sea a la primera o a lasegunda cita, antes del 15 de mayo, aldirector de la organización nogubernamental antes citada, M. MartinGriffiths. En caso de que no efectuasendicha confirmación consideraríamos quesus representantes no van a acudir alencuentro, por lo que esperaríamos susexplicaciones por la vía de contactopreestablecida». Firmaba la carta «elComité Ejecutivo de Euskadi TaAskatasuna», con el anagrama de ETA yel sello de la Organización, y precedidade un «Sin otro particular, se despide».La misma terminología que en una cartacomercial.

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DOS NO PELEAN SI UNTERCERO NO QUIERE

Como todos saben, Henri Dunant fueel fundador de la Cruz Roja, y el Centrode Diálogo que lleva su nombre es unaONG a la que ETA había hechoreferencia en las cartas enviadas alGobierno de España proponiéndolacomo mediadora en las reuniones que sepretendían tener en el futuro. AlGobierno, tras realizar las oportunaspesquisas y consultas, le pareció buenala propuesta. Por otra parte, es sabidoque Javier Solana conocía al director

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del Centro, Martin Griffiths, porquehabía sido uno de sus colaboradores ensu etapa de secretario general de laAlianza Atlántica.

En el Centro, fundado en 1999,instalado en la Villa Pantamour, en laribera del lago Leman, en Ginebra,trabajan treinta personas de diecinuevenacionalidades especialistas endiplomacia internacional, casi todasellas procedentes de la Organización delas Naciones Unidas. Su especialidad esel fomento del diálogo entre gobiernos yorganizaciones involucradas enconflictos sangrientos. No tienevinculación política con ningún Estado

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ni organismo internacional, sufinanciación proviene de los paísesescandinavos, Suiza, el Reino Unido y laComisión Europea. También recibealguna ayuda adicional de EstadosUnidos, Canadá, Cruz Roja Internacionaly la ONU. En 2005, cuando se involucróen el diálogo entre el Gobierno deEspaña y ETA, su presupuesto era desiete millones de euros.

Su método de trabajo consiste enromper el hielo entre los representantesde los gobiernos y de las organizacionesarmadas e iniciar un diálogo, para loque tienen establecido un procedimiento.Para que esto se produzca necesitan

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ganarse la confianza de ambas partespor lo que los procesos suelen iniciarseen secreto y, si avanzan adecuadamente,se puede producir una declaración de unalto el fuego y el comienzo de unasconversaciones formales.

Andrew Marshall, subdirector y jefede operaciones del Centro, declaró enabril de 2006 a El País que su «ventajacompetitiva» respecto a otros centros dediálogo consistía en «trabajar con dosgrupos beligerantes de maneratransparente, ganarnos su confianza yguiarles hacia un acuerdo negociado».Palabras que venían avaladas por lasexperiencias que han tenido en Nepal,

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Burundi, Darfur e Indonesia y tambiénpor su información sobre los secretos delos cincuenta procesos de paz habidosen el mundo desde el final de la GuerraFría, que guardan en una base de datos.Cuando algunos de sus especialistasaceptaron cooperar en el proceso dediálogo entre el Gobierno de España yETA, el Centro trabajaba en una docenade proyectos, en la mitad de ellos deforma clandestina, o secreta, y la otramitad a la luz pública.

Una de las experiencias másconocidas del Centro fue suparticipación en el acuerdo logrado enBurundi en 2003 que puso fin al

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conflicto entre hutus y tutsis, que duródoce años y causó la muerte dedoscientas mil personas. El acuerdoabrió un proceso de transición y supusoun reparto equitativo del poder entre loshutus (85 por ciento de la población) ylos tutsis (15 por ciento restante). De ahísalió la Constitución de 2005, unGobierno presidido por PierreNkurunziza y la celebración deelecciones municipales. Tambiénparticipó en el acuerdo entre elGobierno de Indonesia y los separatistasde Aceh, que puso fin a unenfrentamiento armado de treinta añosque costó la vida a quince mil personas;

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la mayor parte de ellas, civiles. Losseparatistas renunciaron a laindependencia a cambio de una mayorautonomía provincial, la posibilidad decrear un partido propio y la retirada departe de las tropas gubernamentales.

La cobertura logística que facilitaroniba a ser clave para el proceso queestaba poniéndose en marcha. Disponende excelentes recursos y de variadoscontactos al más alto nivel, desdeministros a jefes de Gobierno, parafacilitar los movimientos de losrepresentantes de ETA. AndrewMarshall fue muy claro en susdeclaraciones a John Carlin para El

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País en abril de 2006: «Pasar por lafrontera a los rebeldes, que a vecesinsisten en conservar las armas, o agente buscada por la Interpol y por laque se ofrecen recompensas es parte denuestro trabajo. Lo que significa lanecesidad de tener muy buenos contactosen las altas instancias gubernamentales,razón por la que podemos movernosrápidamente y con eficacia. Somoscapaces de poner en marcha unaoperación, desde el punto cero, en pocassemanas. Todos tenemos nuestras redesy contamos con muchas personas, muybien colocadas, a las que podemosrecurrir. Apuntamos muy alto, la gente a

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la que recurrimos ocupa puestospolíticos de primer rango, ministros deExteriores o jefes de Estado. Pero, sitenemos acceso a ellos es porqueofrecemos soluciones a grandesproblemas políticos». Entre esos buenoscontactos figuraban el entonces primerministro británico, Tony Blair, quemantenía una estrecha relación conMartin Griffiths y el primer ministronoruego, Jens Stoltenberg.

Marshall precisó aún más el papeldel Centro en la entrevista a ElPaís:«Cada conflicto es diferente, perotodos tienen en común que los dosbandos desconfían uno del otro y, aparte

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del trabajo inicial para lograr quehablen, necesitan que haya terceros quehagan de árbitros, que tomen nota, quesirvan de escudos contra lamanipulación». Admitía también que losgrupos rebeldes desean la participacióninternacional y los Gobiernos, no, y quesu papel era convencer a los Gobiernosde esa participación garantizándoles laconfidencialidad.

Meses antes de que ETA enviara sutercera carta, en noviembre de 2004,Arnaldo Otegi anunció en el transcursode un mitin multitudinario celebrado enAnoeta por la izquierda abertzale quehabría un plan de paz. En aquel momento

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ETA llevaba año y medio sin cometeratentados mortales, lo que le conferíacredibilidad a sus palabras. Allí seanunció por primera vez un plan de pazy se dijo además cómo habría dedesarrollarse: existirían dos mesas detrabajo, una entre el Gobierno deEspaña y ETA y otra, totalmenteindependiente, entre todos los partidospara abordar los asuntos políticos.Eguiguren sabía bien de qué hablaba:«eran las conclusiones de nuestrosanálisis y conversaciones».

Se pensó en formar dos mesas paratratar de separar la política delterrorismo, una necesidad que se les

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hizo evidente al analizar los fallidosprocesos de Argel y Lizarra-Estella.«Argel fracasó porque ETA pretendiónegociar políticamente con el Gobiernoy éste no puede sentarse a negociarpolíticamente con una organizaciónterrorista. Es algo inadmisible, sobretodo después de los compromisosadquiridos en el Pacto de Ajuria Enea yposteriormente en el PactoAntiterrorista. El pretendido Pacto deLizarra-Estella, al marginar a todas lasfuerzas no nacionalistas, hacía cualquieravance imposible, entre otras cosasporque había dividido profundamente ala sociedad vasca». Pero en aquel

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momento las circunstancias erandistintas. Estaba funcionando el Procesode Paz en Irlanda, existía de facto unalto el fuego, funcionaba la Mesa dePartidos, la Declaración de DowningStreet y se aspiraba a la posibilidad deun pacto político. «Otegi y yo habíamoshablado sobre la posibilidad de, llegadoel momento, establecer una Mesa dePartidos que buscara el consenso yevitara el frentismo. Él lo reafirmópúblicamente en el mitin de Anoeta alreferirse a la pluralidad de la sociedadvasca. Antes también, tras haberaprendido la lección de Lizarra,habíamos barajado la posibilidad de que

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una declaración del Gobierno de Españay una decisión de retirarse del escenariopor parte de ETA facilitarían elproceso».

Rodríguez Zapatero, en aquellosdías, realizó declaraciones afirmandoque «la política puede ayudar a la paz»y Arnaldo Otegi hizo pública una cartadirigida al presidente (que éste yaconocía) en la que ETA respaldaba laspropuestas realizadas en el mitin deAnoeta. Por tanto, ambas partes sabían,extraoficialmente, cómo iba a reaccionarel contrario. En este clima desobreentendidos se produjo el granacontecimiento: la llegada de la carta

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fijando los términos en los que seríaposible que se realizara un primerencuentro. «Esa carta fijaba una fecha,un lugar y una hora y sólo se podíaresponder sí o no, y además, quién oquiénes acudirían a la cita.Efectivamente, no había atentados, perocontestar afirmativamente, sin más, eraalgo inquietante, entre otras cosasporque las informaciones policialesseñalaban la posibilidad de que loshubiera. Decidimos demorar la cita».

Los datos más preocupantes quemanejaba el Gobierno sobre lasintenciones de ETA se obtuvieron tras ladetención, el 17 de febrero de 2005, de

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los miembros de la banda MikelOrbegozo y Sara Majarenas en el centrode Valencia. La policía les incautó unabomba lapa lista para funcionar yveinticinco cartuchos de cien gramos deTitadyne. En el listado de mil quinientosposibles objetivos que también llevabancon ellos figuraban tres muy definidos:un militar, una comisaría y una oficinade turismo. Su intención era, según lapolicía, atentar antes del domingo 20,día en el que se celebraría el referéndumsobre la Constitución Europea. Por otraparte, por la proximidad con elAyuntamiento de Valencia del hotel enel que se alojaban los etarras, se pensó

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que el atentado podría haberse dirigidocontra Rita Barberá, la alcaldesa.

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SE MANTIENE LAAPUESTA

Ésta fue la situación que no permitióbajar la guardia ni abandonarse «adeseos vehementes y por los quehabíamos estado trabajando tantotiempo. Se demoró la respuesta.Teníamos la obligación de ser cautos».

Además de las detenciones tancercanas a la llegada de la carta, sólocuarenta días antes, en el registro que sellevó a cabo en el domicilio de JavierPérez Aldunate, en Basauri, se habíaencontrado una carta del liberado de

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ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, confecha de enero en la que decía:«Quedamos en que si no cogíais nadagordo, les daríais a los uniformados yteniendo en cuenta la situaciónpolítica, las hostias que nos han dado,y que íbamos a hacer un año sin tirar anadie [sic], una ekintza [acción, oatentado] nos vendría bien».

A pesar de todo el mismo día de ladetención de los etarras Orbegozo yMajarenas en Valencia, el presidente delGobierno —tras afirmar que cadaacción terrorista tenía como destino lacárcel— dejó claro, en una entrevista aRadio Nacional, su compromiso con el

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intento de un final dialogado de ETA alafirmar: «Todo el que quiera afrontar elproblema del terrorismo teniendo comohorizonte el final de la violencia tendráque arriesgar». Es decir, mantuvo laapuesta. Además de valorar lainformación que los «correos» lefacilitaban a través de Pérez Rubalcaba,Rodríguez Zapatero basaba su confianzaen las posibilidades de implantar unproceso de diálogo, en el climafavorable a la retirada de ETA quepercibía en toda Euskadi e incluso en elmundo abertzale. No cabe duda tampocode que, además de la vía Rubalcaba-Eguiguren, otro cauce de información

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directo y abierto era su relación con elpresidente del PNV, Josu Jon Imaz, yque otorgó categoría de aval a lasdeclaraciones de Otegi en el mitin deAnoeta, comprometiéndose a un procesode final dialogado del terrorismo.

Imaz, aunque fue un actor secundarioen el proceso desempeñó un papel muyimportante al lograr el apoyo del PNV ala iniciativa de paz de Eguiguren,avalada por Zapatero, peromanteniendo, a su vez, unas posicionesmoderadas que evitaron dar pábulo aBatasuna. Imaz fue elegido sucesor deArzalluz el 17 de enero de 2004 en unacompetición muy reñida con Joseba

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Egibar, líder del PNV guipuzcoano,soberanista y candidato de Arzalluz. Fueuna suerte para Eguiguren y Zapaterocontar con un líder en el PNV comoImaz ante un proceso tan delicado comoel que se avecinaba. Imaz, en ningúnmomento, trataría de imponer lasposiciones de su partido en el proceso.Trató de colaborar con el Gobierno paraque el proceso abocara al final de laviolencia. Actuó como un político vascocon visión de Estado.

El presidente del Gobierno disponede información que procede demúltiples puntos de vista e incluso delugares insospechados «para una

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persona como yo, que vive en el núcleodel problema. Esto, naturalmente, loasumo como un hecho o, al menos, comouna posibilidad más que razonable. Porejemplo, Rodríguez Zapatero sabía quea Mikel Antza, uno de los principaleslíderes de ETA detenido en Francia enoctubre de 2004, la policía francesa lehabía incautado entre sus documentos unplan de negociación para el abandono delas armas. Aunque se trataba de un planutópico, reflejaba el ansia que existía enun sector de la cúpula de la bandaterrorista por encontrar un final a supropia historia. El texto de Antzaprecisaba un calendario de negociación

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que comenzaba en 2008 y terminaba en2012, inspirado directamente en elmodelo del Proceso de Paz de Irlandadel Norte. Por otra parte, la redaccióndel documento coincidía en el tiempocon la carta que el ex jefe militar deETA, Francisco Múgica Garmendia,Pakito, había dirigido desde la cárcel ala dirección de la banda reclamando elcese de las acciones terroristas por suinoperancia».

La carta de Pakito, que había sidojefe militar de ETA en la etapa más durade la banda, la de los inicios de ladécada de 1980, con la utilización delcoche-bomba, estaba avalada por otros

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cinco militantes históricos de ETA,como Ignacio Arakama, Makario; IñakiBilbao, Iñaki de Lemona; CarlosAlmorza, Pedrito de Andoain. La cartadenunciaba que «nunca en la historiala Organización (ETA) ha estado tanmal» y reclamaba a la dirección de labanda que cesara la violencia.

En la apuesta de Zapatero contabaesta suma de factores. Estaba cada vezmás convencido de que se daban lascondiciones para el final de la violenciaen Euskadi. De hecho, en la campaña delas elecciones vascas que se celebraronel 17 de abril de 2005, un Zapatero consu cotización en alza en Euskadi por el

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giro que le dio a la política tras la salidadel PP del Gobierno, que acudió amítines a las tres capitales vascas, tuvocomo referente principal el logro delfinal de la violencia. Para él, que seveía como un reformista en plenitud defacultades, la apuesta del final delterrorismo etarra era todo un desafío quepensaba, sinceramente, que podíaculminarlo.

El presidente del Senado, el alavésJavier Rojo, que mantiene una relacióncómplice con Zapatero desde que fueroncompañeros de escaño en el Congresoen la década de 1980, recuerda que lepreguntó en el mitin de Vitoria el 8 de

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abril: «Jefe, ¿hay mus?». «Hay musporque hay carta», le respondióZapatero diciéndole a Rojo la verdad,pero envolviéndola en el argot de losjugadores. En aquellas eleccionesvascas subió el PSE y bajó el PNVcuatro escaños, pero Ibarretxe pudoformar un gobierno con EA e IU-EB.Fue un Gobierno inestable porque notenía mayoría parlamentaria y ejercía debisagra el Partido Comunista de lasTierras Vascas (EHAK), una marca deBatasuna. De los setenta y cincoescaños, los partidos del GobiernoPNV-EA-IU-EB sumaron treinta y tres;los de la oposición no nacionalista,

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otros treinta y tres, y los nueve restantes,los del arbitraje, fueron para la marcade Batasuna.

En la interpretación que Zapaterohizo del resultado de aquellaselecciones expresó su optimismo porqueaquellos resultados obligaban al diálogoy contribuían al final de la violencia. Semostró convencido, en unasdeclaraciones dos días después de loscomicios, de que «Euskadi entra en lasenda de la victoria definitiva de la pazy la política democrática contra laviolencia» y aseguró que llegaría «hastael final en su compromiso por la paz y laconvivencia». Aquel mensaje no sólo

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iba dirigido a la sociedad vasca.También a ETA y su mundo políticopara que supieran que se reafirmaba enun final dialogado y frenar de ese modo,la tentación de la banda armada dedesbaratarlo con un atentado mortal.

Era más escéptico su principal socioen el proceso: Alfredo Pérez Rubalcaba.En todo caso serían los dos, además deEguiguren, las piezas claves del procesoen la parte gubernamental. Nadie mástuvo acceso a este sanctasantórum. Ni lavicepresidenta primera, María TeresaFernández de la Vega, ni el número dosdel PSOE, José Blanco, ya entonces unhombre de la confianza política del

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presidente. Eso no era obstáculo paraque mantuviera consultas a terceros anteaspectos puntuales, como lo haría con elfiscal general del Estado, CándidoConde Pumpido. Pero Zapateroestableció una férrea estanqueidad, detal modo que nunca, en todo el proceso,despachó directamente con Eguiguren.Pérez Rubalcaba fue el exclusivointermediario entre ambos.

Pero desde que el Gobierno decidiódemorar la respuesta Eguiguren, aunqueentendía las razones, pensó muchasveces que su trabajo, en esta cuestión,había terminado. Hablaba con Madridpara transmitirles el temor de que todo

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se viniera abajo porque, «en el fondo,todo estaba cogido con hilvanes, ytrataba de convencerles de la seriedaddel trabajo que habíamos realizadopreviamente, de que no merecía serechado por la borda», «con lo que nosha costado llevarles al abrevadero,ahora no podemos fallar», decíaEguiguren a Rubalcaba.

A finales del mes de mayo, porsorpresa, dieron a Eguiguren en Madridel visto bueno para mantener unaprimera reunión y le confiaron laresponsabilidad de participar en ella.«He de confesar que ser elegido onombrado representante del Gobierno

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me extrañó, porque no ignoraba quealgunas personas tenían verdaderasganas de librarse de mí. Pensaban quehabía avanzado demasiado camino porcuenta propia. Pero sentí que era unanotable muestra de confianza y, almismo tiempo sabía que, de salirquemado en la experiencia,desaparecería un puente no sé siimportante, pero sí terco, de los quepermitían la posibilidad de un diálogo.Pensé que para ETA sería un hechopositivo que fuera yo el elegido parahablar. Soy un político, conozco elasunto, y no tengo nada que ver con unpolicía o los servicios secretos. Era,

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pensaba, una garantía. De la mismamanera que para nosotros fue unagarantía que finalmente los queaparecieron en nombre de ETA fueranquienes fueron y no otros».

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Primera fase. Ginebra.Elaboración de la hojade ruta. Junio-julio de

2005

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PRIMERAS REUNIONES

El 17 de mayo de 2005, mientras sebuscaba la oportunidad de un encuentrocon ETA, el Gobierno español tomó unainiciativa importante. En la sesión finaldel debate sobre el Estado de la Nación,Alfredo Pérez Rubalcaba presentó en elCongreso de los Diputados unapropuesta de resolución que dabacobertura parlamentaria y política alfuturo proceso de un final dialogado delterrorismo. La propuesta fue aprobadacon el apoyo de todos los gruposparlamentarios a excepción del PP. Paraelaborar esta resolución Pérez

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Rubalcaba contó con la colaboración deRamón Jáuregui, ex vicelehendakari delGobierno vasco de coalición PNV-PSEentre 1987 y 1990, y en aquel momentoportavoz socialista de la ComisiónConstitucional del Congreso. Elcontenido fundamental de la resoluciónestaba basado en el punto 10 del Pactode Ajuria Enea de 1988, suscrito portodos los partidos democráticos vascos,cuando era vicelehendakari Jáuregui, yque ya permitía al Gobierno la aperturade un diálogo con ETA para terminarcon el terrorismo si la banda dabamuestras inequívocas de abandonar laviolencia. Así como el Pacto de Ajuria

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Enea se elaboró pensando en lasconversaciones de Argel de 1989 entreel Gobierno de Felipe González y ETA,la resolución parlamentaria de mayo sehizo pensando en el inminente diálogoentre el Ejecutivo de Zapatero y ETA.

Pérez Rubalcaba, apoyado porJáuregui, hizo un trabajo previo con loslíderes de los grupos parlamentarios. Notuvo ningún problema para convencer alos que representaban a los partidosnacionalistas y a los de izquierdas,sensibles ante la posibilidad de un finaldialogado de ETA: Josu Erkoreka, delPNV; Josep Duran i Lleida, de CiU;Paulino Rivero, de Coalición Canaria;

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Joan Puigcercós, de ERC; GasparLlamazares, de IU; Francisco Rodríguez,de BNG; José Antonio Labordeta, de laChunta Aragonesista, y Uxue Barkos, deNafarroa Bai. Con el portavoz del PP,Eduardo Zaplana, le resultó imposible.

Lo fundamental de la resolución, quese recoge en su punto 2, dice así: «AETA sólo le queda un destino:disolverse y deponer las armas. Ésta esla exigencia de la ciudadanía vasca yésta es también la actitud de la totalidadde los grupos parlamentarios delCongreso de los Diputados. Por eso, yconvencidos como estamos de que lapolítica puede y debe contribuir al fin de

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la violencia, reafirmamos que, si seproducen las condiciones adecuadaspara un final dialogado de la violencia,fundamentadas en una clara voluntadpara poner fin a la misma y en actitudesinequívocas que puedan conducir a esaconvicción, apoyamos procesos dediálogo entre los poderes competentesdel Estado y quienes decidan abandonarla violencia, respetando en todomomento el principio democráticoirrenunciable de que las cuestionespolíticas deben resolverse únicamente através de los legítimos representantes dela voluntad popular. La violencia notiene precio político y la democracia

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española nunca aceptará la violencia».Además del contenido del punto 10

del Pacto de Ajuria Enea la resoluciónrecuperaba, en su coletilla final, unaspecto clave del Pacto Antiterroristasuscrito por el PP y el PSOE endiciembre de 2000: «La violencia notiene precio político». La expresión seacompañaba de otra que RodríguezZapatero pondría de moda en los mesessiguientes: «La política puede y debecontribuir al final de la violencia».Mariano Rajoy, en consonancia con laresolución de su grupo parlamentario,anunció una oposición frontal al acuerdodel resto del Congreso en estos

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términos: «En los próximos meses voy atrabajar con todas mis fuerzas,respaldado por la mayoría de losespañoles y por las víctimas delterrorismo, para derrotar a ETA y nonegociar con ella»; no sin antes habersentenciado que «un Parlamentodemocrático que representa la soberaníanacional dio a ETA el título deinterlocutor político».

El resultado de la resolución delCongreso se zanjó favorablemente paraZapatero. Una encuesta del InstitutoOpina señalaba, pocos días después dela aprobación de la resolución delCongreso, que una amplia mayoría de

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españoles (61,4 por ciento) aprobaba elintento de terminar con ETA por la víadel diálogo. Asimismo, el SindicatoUnificado de la Policía (SUP),mayoritario en el Cuerpo, conveintiocho mil afiliados, y la AsociaciónUnificada de Guardias Civiles (AUGC),con veintitrés mil asociados, aprobaronla resolución del Congreso. También diosu respaldo la asociación Jueces para laDemocracia.

El PP, que había hecho hastaentonces del atentado del 11-M uninstrumento de oposición al Gobierno,pretendía continuar el ataque, cuandoeste argumento ya estaba en decadencia,

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tomando la bandera de la oposición aldiálogo con ETA. Su oposición logró elrespaldo de la Confederación Españolade Policía (CEP), segundo sindicato delCuerpo, así como de la Unión deOficiales de la Guardia Civil y de laAsociación Independiente de la GuardiaCivil.

Aunque las especulaciones y losrumores sobre un nuevo proceso dediálogo llevaban meses apareciendo enlos medios de comunicación, laaprobación de la resoluciónparlamentaria dio pábulo para asegurarque existían conversaciones secretas conETA. Por aquellas fechas el semanario

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Tiempo dio a conocer a la opiniónpública los contactos habidos entreJesus Eguiguren y Arnaldo Otegi en elcaserío de Txillarre, algo quedemostraba la gran ventaja que losactores del proceso le sacaban a losmedios de comunicación.

Sin embargo, el auténtico pistoletazode salida lo había dado RodríguezZapatero el 15 de enero de 2005, antealcaldes y concejales socialistas en elKursaal de San Sebastián, donde acudióacompañado de sus asesores políticosmás cercanos, Alfredo Pérez Rubalcaba,portavoz del Grupo Parlamentario, yJosé Blanco, secretario de Organización

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del partido. Allí respondió concontundencia y solemnidad a la cartaque Otegi le había enviado dos díasantes a La Moncloa pidiéndole quenegociara con ETA «unadesmilitarización multilateral, la puestaen libertad de los presos y elreconocimiento de las víctimas», asícomo el impulso de un acuerdo enEuskadi entre nacionalistas y nonacionalistas. Otegi, en aquella cartaque previamente había conocido JesúsEguiguren, se dirigía a RodríguezZapatero como «señor presidente», y leinstaba a «pasar a la historia como elTony Blair español», para lo que le

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ofrecía su apoyo. En correspondencia elpresidente Rodríguez Zapatero, en suintervención en el Kursaal, trató a Otegide «señor» y, recogiendo el guantelanzado por Batasuna, se comprometió a«apostar fuertemente por ver el fin de laviolencia en Euskadi». Recordó cómonueve meses antes en el debate de suinvestidura como presidente habíasituado como objetivo prioritario de sumandato la paz en Euskadi, compromisoque en el Kursaal renovó con estaspalabras: «La esperanza en Euskadi haempezado y al final serán la paz y laconvivencia entre todos, porque ése esel debate que comprometí ante los

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vascos». Apeló a quienes conocían sutrayectoria como presidente y «hasta quépunto era capaz de hacer esfuerzos porla paz, como vamos a demostrar en lospróximos tiempos», para hacer aún másinequívoca su apuesta. Finalmenteexpresó su voluntad de escuchar, comole había pedido Otegi, a Batasuna, perouna voluntad condicionada a «que cesende una vez el ruido de las bombas y laspistolas».

La intervención de Zapatero teníauna importancia añadida. Dos días antesse había entrevistado en La Moncloa conel lehendakari Ibarretxe, encuentro en elque rechazó sus pretensiones de

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negociar el plan soberanistarecientemente aprobado en elParlamento vasco por la mayoríanacionalista. El presidente, por elcontrario, le confirmó que el plan seríarechazado en el Congreso de losDiputados. Curiosamente, el día anteriora su entrevista en Madrid, Ibarretxe sehabía reunido en Ajuria Enea conArnaldo Otegi, reunión en la que elportavoz de Batasuna mantuvoposiciones similares a las de RodríguezZapatero: la clave no estaba en debatirel plan soberanista en el Congreso, sinoen lograr un consenso en Euskadi entrenacionalistas y no nacionalistas: «Se

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trata de poner en marcha un Proceso dePaz y de cimentar las bases para lasuperación del conflicto», dijo Otegi aIbarretxe.

El lehendakari estaba al margen dela operación en ciernes en la que tantoRodríguez Zapatero como Otegi eranactores principales. La complicidadexistente en aquellos momentos entre losplanes del presidente, Eguiguren y elPSE y los de Otegi y Batasuna era tal,que Otegi aprovechó el mitin delKursaal de Zapatero paracontraponerlos a la propuestasoberanista. «Este tiempo nuevo quevamos a vivir, que acaba de nacer, exige

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un plan de todos y para todos, puederepresentar un gran éxito colectivo».También insistió en el futuro Proceso dePaz —en contraposición al planIbarretxe— al señalar abiertamente queel rechazo del proyecto del lehendakari«no es el punto final de nada», sino «unalección para que en Euskadiconstruyamos un plan que no lleve elnombre de ninguno de nosotros, en elque todos podamos sentirnosreconocidos». Al día siguiente ETAemitía un comunicado en el querespaldaba la propuesta de Anoeta —que Otegi había hecho pública ennoviembre— y cuya esencia recogía la

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carta que el portavoz de Batasunaacababa de enviar a RodríguezZapatero.

El 14 de enero, aprovechando unareunión en La Moncloa cuyo objetivoprincipal era comentarle su encuentrodel día anterior con Ibarretxe, elpresidente había informado al líder de laoposición, Mariano Rajoy, delcontenido de la carta de Otegi. Fue unencuentro cordial, pues coincidían enhacer frente al plan soberanista dellehendakari.

A partir del mitin del Kursaal de SanSebastián, Rodríguez Zapatero comenzóa prodigar en sus intervenciones

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públicas la idea de que «aunque la pazno tiene precio político, la políticapuede contribuir mucho a la paz», unmensaje dirigido a la izquierdaabertzale. En contraprestación —unhecho que no pasó desapercibido—,aquélla fue la primera vez en que lapresencia de un presidente del Gobiernoen el País Vasco no era contestada en lacalle con manifestaciones de Batasuna.En aquellos momentos RodríguezZapatero pensaba que el Proceso de Pazse iniciaría pronto y que ETA en pocosmeses declararía la tregua, a todo lo mástarde para el Aberri Eguna (Día de laPatria Vasca), que se celebra en abril.

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Sin embargo, las horas de felicidaddel presidente enseguida fueronneutralizadas por los hechos. El 18 deenero, sólo tres días después del mitindel Kursaal, ETA explotó una bomba enGetxo (Vizcaya), zona residencialtradicional del poder económico vasco.Cuarenta kilos de explosivo que aunquesólo causaron importantes dañosmateriales era un aviso contundentesobre lo complicado de la apuesta queacababa de hacer en público.

Durante el invierno y la primaverade 2005 ETA mantuvo el nivel de losatentados en el «mínimo», sólo pararecordar su existencia y asegurarse el

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cobro de las extorsiones. Aunque el 20de marzo en un comunicado de la bandase reivindicaba el atentado de Getxocomo un ataque a la «oligarquía», en elmismo documento se reconocía que losatentados con explosivos cometidoscontra Grúas Goierri, la empresa detransportes DHL y los concesionarios deMercedes en Duesto y Baracaldo, teníancomo objetivo el cobro de la extorsión.Un tercer «paquete» de atentadosdirigido contra los «intereseseconómicos de España», consistió en lasbombas activadas en el Recinto FerialJuan Carlos I, en Madrid; un centrosocial del BBVA, en Villajoyosa, y un

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hotel. Todos sin víctimas.Como un presagio de lo que

sucedería cuando de verdad el procesotratara de arrancar, comenzaron aocurrir cosas. El 21 de enero la Sala delo Penal de la Audiencia Nacionaldecidió revisar los beneficiospenitenciarios de los etarras ante la«alarma social» que podía generar lapuesta en libertad de algunos de ellos,condenados por delitos de sangre, queestaban a punto de cumplir su pena ysalir a la calle. Era el caso de Iñaki deJuana, Antonio Troitiño e Isabel delRío, miembros del Comando Madrid ydel Comando Barcelona, ambos muy

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sanguinarios y activos en la década de1980. Hay que reseñar que durante añoshabían ido saliendo, sin que nadie, nisiquiera la judicatura ni ningún partidopolítico dijera nada, presos de ETA, condelitos de sangre, cometidos a finales dela década de 1970 y la primera mitad dela de 1980, por haber cumplido sucondena.

En esta toma de posición de laAudiencia Nacional tuvo mucho que verla presión de la Asociación de Víctimasdel Terrorismo (AVT), el PP y losmedios de comunicación vinculados a laderecha. Con la llegada de FranciscoJosé Alcaraz al frente de la AVT, que

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eligió significativamente a José MaríaAznar presidente de honor, cambiaronradicalmente las cosas y esta asociaciónempezó a implicarse políticamente y atorpedear cualquier posibilidad de queel Gobierno iniciara un diálogo conETA.

Alcaraz, un hombre de ideologíaextremista, había saltado a la fama endiciembre de 2004 al cerrar, tras PilarManjón, las intervenciones en laComisión de Investigación del Congresosobre el atentado del 11-M en Madrid.En su intervención sostuvo que laComisión se había cerrado en falso alconvertirse, de esta manera, en un eco

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de la tesis que manejaba el aznarismosobre el atentado: la sospecha de queETA estaba detrás de la tragedia.Alcaraz, que hasta entonces era undesconocido, es hermano de una víctimade ETA asesinada, junto a sus dos hijos,en el atentado contra el cuartel de laGuardia Civil de Zaragoza en diciembrede 1987.

Alcaraz convocó para el 22 de enerouna manifestación en Madrid paraoponerse a «la probable salida a la callede algunos de los más brutalespistoleros de ETA». Esta manifestación,apoyada de modo entusiasta por el PP ycon sólo una presencia simbólica del

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Gobierno, terminó como el rosario de laaurora, con una agresión de algunosradicales al ministro de Defensa, JoséBono, al que calificaron de «traidor».Fue el inicio de la radicalizaciónpolítica de la principal asociación devíctimas del terrorismo que, a partir deaquel momento, dirigió sus críticascontra el Gobierno de RodríguezZapatero con total complacencia deMariano Rajoy. En su campaña demanifestaciones callejeras vinculó el11-M, que consideró siempre un casosin aclarar, con el fin dialogado delterrorismo.

Rodríguez Zapatero reaccionó con el

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anuncio de una ronda de entrevistas conlas asociaciones de víctimas delterrorismo en La Moncloa yconcediendo una entrevista a TelevisiónEspañola, en horario de máximaaudiencia, y con Lorenzo Milá comoentevistador. En aquella entrevistareafirmó su compromiso de hacer delfinal de ETA el principal objetivo de lalegislatura: «Dije en mi investidura quemi prioridad iba a ser acabar con ETA.Si existe una mínima posibilidad, esteGobierno hará que fructifique». Aunque,recogiendo los avisos de los últimosdías, se mostró prudente: «No hay quehacerse ilusiones, pero sí trabajar por la

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esperanza». Zapatero confió en poderconvencer a las víctimas del terrorismode la conveniencia del final dialogadocon ETA, pero el núcleo duro de laAVT, con Alcaraz, tenía una posicióninamovible en contra del proceso,alimentada por Aznar, Mayor Oreja, elsector más radical del PP, que rodeaba aRajoy y un sector influyente de mediosde comunicación conservadores que lejaleaban.

Paralelamente, Batasuna tambiénmovió ficha, sobre todo en el ámbitointernacional. Un contacto importantefue con el líder del Sinn Fein, GerryAdams. Un mes después del mitin del

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Kursaal, Adams envió una carta aRodríguez Zapatero en la que le pedíaque no dejara pasar lo que élconsideraba una oportunidad de lograrla paz. Adams estaba informado de loque sucedía a través de Otegi y otroslíderes de Batasuna, quienes le pidieronque influyera en Rodríguez Zapateroaprovechando el prestigio de que gozabapor la buena marcha del Proceso de Pazen Irlanda.

Pero Adams no se limitó a enviaruna carta al presidente del Gobiernoespañol, también hizo uso de susinfluencias internacionales. Mientras elproceso estaba en fase de gestación

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habló con el ex presidentenorteamericano Bill Clinton, con elenviado especial del presidente Bush,con el Gobierno irlandés y, sobre todo,con el primer ministro británico, TonyBlair, importante por su particularrelación con Rodríguez Zapatero. EnEspaña también realizó alguna gestión.El 17 de febrero se entrevistó enBarcelona con el presidente de EsquerraRepublicana de Catalunya, Josep LluísCarod Rovira, como reconocimiento alsacrificio del político catalán, que sevio obligado a dimitir como conselleren cap de la Generalitat un año antespor haberse entrevistado en Perpiñán, el

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4 de enero de 2004, con los dirigentesde ETA, Mikel Antza y Josu Ternera.«Has sido un pionero, y los pioneros loque más conocen es la soledad y laincomprensión pero, como tienen razón,al final del camino ganan», le dijo GerryAdams a un satisfecho Carod Rovira.Adams tuvo este encuentro en el cursode la gira que hizo en España parapromocionar su libro Memoriaspolíticas. El largo camino de Irlandahacia la paz.

Por otra parte, el Sinn Fein habíapuesto a Batasuna en contacto con elCongreso Nacional Africano (CNA) afinales de 2003. El dirigente de este

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partido irlandés, Gerry Kelly, convencióa los dirigentes de Batasuna de la graninfluencia que en el Proceso de Paz desu país había tenido la exitosaexperiencia del Proceso de Paz enSudáfrica. Los interlocutores del CNApusieron a los representantes deBatasuna, Joseba Álvarez y UrkoAiartza, en contacto con Brian Currin, unexperto surafricano en resolución deconflictos que había participado en losProcesos de Paz de Sudáfrica e Irlanda.Batasuna contrató a Currin como asesor.

En julio de 2004 comenzó laintensiva colaboración de Currin con losrepresentantes de Batasuna en un

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encuentro celebrado en Cadaqués. Ennoviembre, Joseba Álvarez, PernandoBarrena y un miembro de ETA(excarcelado tras veinte años deprisión) mantuvieron durante tres díasreuniones intensivas con Currin en unacasa de campo a trescientos kilómetrosde Pretoria (Sudáfrica). En ellas Currinles instruyó sobre cómo vincular laexcarcelación de los presos con unanegociación política más amplia, altiempo que identificaban los temassuceptibles de negociación en elproceso que se avecinaba y buscabanargumentos para convencer a las basesde Batasuna y a los presos de ETA de la

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utilidad de emprenderlo. En diciembrede aquel año y en abril de 2005mantuvieron nuevas reuniones enDullstroom, un lugar ya famoso por serdonde se encontraron, en secreto, CyrilRamaphosa y Roelf Meyer,negociadores del Gobierno sudafricanoy del CNA, para resolver los problemasque más les dividían. Los representantesde Batasuna, que, por cierto, también sereunieron con Meyer y Ramaphosa,realizaron en aquel lugar un ensayo denegociación sobre el futuro del PaísVasco y analizaron, de entre lasdemandas de Batasuna, cuáles seríanaceptables para el Gobierno español y

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cuáles no.El PNV, liderado por Josu Jon Imaz,

también se preparaba para lo que seavecinaba. El 6 de mayo de 2005 suAsamblea Nacional aprobó unaresolución en la que fijaba sus criteriospara poner en marcha un Proceso de Pazen Euskadi: «La pacificación va arequerir abandonar la violencia,reconocer los daños causados a lasvíctimas y negociar la situación depresos y exiliados. ETA no debe frustrarel proceso de pacificación y la sociedadvasca le exige muestras fehacientes desu retirada definitiva de la escenapolítica vasca».

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Esta resolución demuestra que elPNV disponía de buena información.Además de que Josu Jon Imaz, supresidente, disponía de privilegiadacomunicación con La Moncloa, Ibarretxeacababa de entrevistarse con RodríguezZapatero y con Otegi, en una rondapolítica abierta tras ganar las eleccionesvascas del 17 de abril. La entrevista conRodríguez Zapatero, celebrada en mayo,fue mucho más distendida que la deenero, pues no trataron el tema del plansoberanista y se centraron en lasexpectativas de un final dialogado delterrorismo. Ibarretxe llegó a reconocerque coincidían «en que tenemos la

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oportunidad de avanzar para laconsecución de la paz y la normalidadpolítica y llegar a acuerdos».

La oposición del PPLa campaña de las elecciones

vascas del 17 de abril de 2005 estuvomarcada por las expectativas de unnuevo proceso de diálogo, como hemosadelantado. Rodríguez Zapatero afirmóen un mitin de campaña en Euskadi quela paz estaba más cerca que nunca, eincluso fijó el final del terrorismo etarraa medio plazo. Otegi calificó a laizquierda abertzale de «Gerry Adams

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colectivo» y Joseba Azkarraga, ennombre de la coalición PNV-EA,vaticinó que la legislatura vasca futurasería «la de la paz». Pero el hecho deque ETA no había cometido ningúnasesinato desde mayo de 2003 era elprincipal catalizador de lasexpectativas. Los periodistas másexpertos empezaban a comentar quesería un proceso con dos mesas einspirado en el Pacto de Ajuria Enea,porque en él estaba basada la resoluciónparlamentaria de mayo de 2005 yporque, también, Otegi había realizadouna propuesta similar en la Asamblea deAnoeta de noviembre de 2004. Con ello

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se pretendía decir que lasconversaciones entre el Gobierno y ETAestarían separadas de la política y queésta correspondería a los partidos. Contal procedimiento se eliminaría elobstáculo principal que habían tenidootros procesos: la exigencia de ETA denegociar políticamente con el Gobierno.Pero los medios de comunicacióndesconocían los movimientos reales quese estaban produciendo.

Los días anteriores al primerencuentro secreto entre el representantesocialista y ETA estuvieron cargados detensión. ETA contribuyó a ello, enprimer lugar, con la explosión de un

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coche-bomba, cargado con veinte kilosde cloratita, en la mañana del 25 demayo, en la calle Rufino González, deMadrid, a escasos metros de la sede deldiario El País. Pese a haber anunciadola explosión con tres cuartos de horade antelación, al ser una zona muyconcurrida por la aglomeración deempresas, no impidió que cincopersonas resultaran heridas levemente.ETA pretendía con este atentado,realizado en vísperas de la primerareunión entre el enviado del Gobiernoy la banda, presentarse ante ella conuna posición de fuerza.

El atentado de ETA tuvo

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consecuencias negativas para Otegi. Esemismo día comparecía en la AudienciaNacional para una declaración que élpensaba que era de mero trámite porquesabía, y lo mismo pensaba el presidentedel Gobierno, que se estaba en puertasde abrirse las conversaciones entreGobierno y ETA. Sin embargo, seencontró con la sorpresa de que el fiscalJesús Santos pidió prisión comodirigente de una organización terrorista.Otegi, sorprendido, preguntó: «¿Esto losabe el fiscal general?». Lerespondieron afirmativamente. Lo quesucedió fue que, como consecuencia delatentado de ETA, los fiscales, de común

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acuerdo, decidieron dar una respuestadura a Otegi. El fiscal general delEstado, Cándido Conde Pumpido, dio elvisto bueno. Y el juez Fernando Grande-Marlaska hizo suyas las propuestas delfiscal. Para salir de prisión, Otegi tuvoque pagar una fianza de cuatrocientosmil euros.

Al margen de este asunto puntual,que se explica por sí mismo, tras laresolución parlamentaria de mayo,Rajoy decidió pasar a la ofensiva contrael Gobierno, hacer del diálogo con ETAel eje de su política de oposición yutilizar para ese fin su influencia en lasasociaciones de víctimas del terrorismo

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y en la judicatura.Su ofensiva empieza por el apoyo

decidido a las movilizaciones de lasasociaciones de víctimas del terrorismocontra el Gobierno. El 4 de junio laAVT, presidida por Alcaraz, convoca laprimera manifestación en Madrid contrael inminente diálogo con ETA. Laanterior, la de enero, había tenido comoobjetivo presionar para que los presoscon delitos de sangre no salieran a lacalle aunque hubieran cumplidocondena. «Por ellos, por todos,negociación en mi nombre, no», rezabael lema de la manifestación,identificando con ello al proceso de

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diálogo como objetivo que había quebatir. Una muestra de la tensión enaquellos días se produjo con lasconsecuencias de la reunión queZapatero, acompañado del entonces jefede la Oficina Económica de LaMoncloa, Miguel Sebastián, mantuvo el22 de mayo con Fernando Savater y JoséMaría Calleja en el domicilio de unaamiga común.

Zapatero quería mantenerinformados a Savater y a Calleja,líderes del movimiento ciudadano vascocontra ETA más potente, Basta Ya, desus expectativas ante el inminenteproceso de diálogo porque valoraba su

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papel y había tenido en cuenta susopiniones en la etapa anterior, la de lamovilización intensiva contra lacampaña de atentados de la banda entre2000 y 2003, tras la ruptura de la treguade Lizarra. El presidente del Gobiernoera, también, consciente de que tanto lasasociaciones de víctimas como losmovimientos ciudadanos contra ETApodían tener especiales dificultadespara asumir un proceso de diálogo conla banda y del riesgo de que entraran enla dinámica del PP de hacer de laoposición al proceso el eje de supolítica.

El hecho mismo de la reunión

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concitó una salida airada de la AVT ydel Foro de Ermua que acusaron aZapatero de utilizar a Savater paraneutralizar la manifestación que habíanconvocado el 4 de junio en Madridcontra el diálogo con ETA. Alcaraz, ennombre de la AVT, llegó a acusar aSavater de «pisotear la memoria de lasvíctimas asesinadas» y Mikel Buesa,hermano de Fernando, asesinado porETA en febrero de 2000 y reciénincorporado a la actividad contra labanda, en nombre del Foro de Ermua,dijo: «Da la sensación de que estadesautorización pública de lamanifestación del 4 de junio por parte

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de Savater ha sido el principalpropósito que movió al presidente delGobierno a convocar la reunión ocultael pasado sábado». La ira fue mayorcuando escucharon a Savater decir quela manifestación era «absurda» en aquelcontexto en el que ETA no asesinabadesde hacía dos años y habíaexpectativas de un diálogo con ETApara acabar con la violencia sinconcesiones políticas a la banda.

La manifestación del 4 de junio,convocada por la AVT, contó con lapresencia de la dirección del PP,incluidos su presidente, Rajoy, y su expresidente, Aznar. La manifestación

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transcurrió en un clima de tensión por elcentro de la ciudad en la que, cada vezmás, afloraban los eslóganes de laextrema derecha. Rajoy, como colofónde la manifestación, exigió a RodríguezZapatero que rectificara su política y noinvitara a ETA al diálogo, lo que no erasino la continuación de una campaña quehabía iniciado semanas atrás.

La campaña fue in crescendo,aunque arreció a partir de mayo. Ya el 9de febrero Eduardo Zaplana habíareclamado públicamente al Gobiernoque informara en la comisión deseguimiento del Pacto Antiterrorista desi habían existido contactos con ETA o

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con Batasuna, porque para el PP amboseran la misma cosa. El 9 de marzoIgnacio Cosidó, de la línea más radicaldel PP, exigía desde el Senado ladimisión de Gregorio Peces-Barba de sucargo de alto comisionado del Gobiernopara las Víctimas del Terrorismo alcalificarle nada menos que de«comisionado para el diálogo y elamparo de los verdugos terroristas».Cuando el PP llegó a tales extremos dedescalificación de Peces-Barba, unpersonaje muy respetado como figuraclave de la transición al ser uno de losnueve padres de la Constitución,vaticinó que «estaba dispuesto a llegar

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muy lejos».Muy jaleado por los suyos en el

Senado, Cosidó explicó en estostérminos las razones de su agresividad:«El presidente del Gobierno nombró alseñor Peces-Barba como una pieza másen una estrategia de negociación ydiálogo con ETA. Y para ese diálogo yesa negociación las víctimas son unserio obstáculo, porque lo que éstasnunca van a consentir es que ustedes porla mañana les digan bonitas palabras ypor la noche estén manteniendocontactos indecentes e inconfesables conlos terroristas».

El PP, que en este periodo habló

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siempre en nombre de todas las víctimassin tener en cuenta su pluralidadpolítica, no cesó en los feroces ataquesa Peces-Barba, que estaba al margen delincipiente proceso, hasta lograr sudimisión por puro hastío. RodríguezZapatero reaccionó con una nuevaconvocatoria a las asociaciones devíctimas en La Moncloa para tratarsobre la Ley de Solidaridad de Víctimasdel Terrorismo, que pretendía mejorarcon una reforma, y también para explicara los asistentes su política antiterrorista.Pero la respuesta política la dio el 8 dejunio durante un debate en el Senado.Como respuesta a una interpelación de

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Pío García Escudero sobre su pretensiónde dialogar con ETA, el presidenteafirmó que «el mejor tributo quepodemos entregar a las víctimas es elfinal del terrorismo». Y reiteró sucompromiso con el diálogo: «Si existeuna oportunidad de que el Gobiernopueda contrastar que ETA tiene voluntadde abandonar las armas para siempre,dialogaré para llegar a la paz». Trasrecordar a García Escudero que Aznartambién ordenó durante su mandato eldiálogo con ETA, señaló que suGobierno, en poco más de un año en elpoder, había detenido a 178 miembrosde la banda.

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A los dos días de estasdeclaraciones, el 10 de junio, ETAlanzó dos granadas —una no estalló—contra el aeropuerto de Zaragoza perosin causar víctimas. La portavoz delGobierno, María Teresa Fernández de laVega, a modo de explicación, dijo que«ETA practica una violenciacontenida», aludiendo a que no buscabavíctimas mortales.

A través de un comunicado que tuvomucha difusión, el 18 de junio ETAanunció el cese oficial de los atentadoscontra cargos electos, hechos que veníanproduciéndose de manera generalizadadesde que en enero de 1995 asesinó a

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Gregorio Ordóñez, teniente alcalde delAyuntamiento de San Sebastián por elPP. En su comunicado ETA enmarcabasu decisión como una contribución alproceso en ciernes. El Gobiernointerpretó que dosificaba su procesointerno de abandono de las armas parasacarle rendimiento en una futuranegociación.

En un comunicado anterior,publicado en el diario en euskera,Berria, el 2 de abril, en vísperas de laselecciones vascas, la banda terroristaadmitía que estaba «intentando abrir»una vía de negociación con el Gobiernosocialista aunque, precisaba, que de

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momento no había nada en marcha.También informaba que había enviadocartas a las embajadas radicadas enMadrid para reclamar la implicación delas instituciones europeas en la solucióndel «conflicto vasco». ETA hizo públicaesta tregua parcial tres días antes de quese produjera el primer contacto con unrepresentante socialista. El mismo díade la primera cita, Zapatero se reunió enLa Moncloa con Alcaraz y otrosrepresentantes de la AVT, acompañadodel comisionado de Víctimas delTerrorismo, Gregorio Peces-Barba, ydel ministro del Interior, José AntonioAlonso. Zapatero les confesó que había

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«expectativas de paz», pero lógicamenteno les dio ninguna información concreta.Alcaraz reiteró su rechazo al diálogocon ETA porque temía que el Gobiernohiciera concesiones políticas.

El«cartero» se transforma eninterlocutor

El «cartero» se transforma eninterlocutor. Jesús Eguiguren preparasus bártulos y, acompañado de su amigoPello, sale hacia Ginebra, donde el día21 de junio tendría lugar la primerareunión con representantes de ETA.«Aunque muchos de los viajes a Ginebralos hice solo, en aquel primero le pedí aPello que me acompañara por si tenía

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algún problema. La única precaución fueno ir en mi coche ni en el suyo. Se lopedí a un familiar. Salimos a las tantasde la madrugada y de un tirón nosplantamos en Ginebra. Conocía laciudad porque hace treinta años habíatrabajado de cocinero en uno de losrestaurantes que están junto al lagoLeman (recuerdo que cocinábamos unospescaditos que decían que eran del lago,pero en realidad los traían de Canadá).Nos registramos en el hotel y fuimos atomar algo a un bar del Deportivo de LaCoruña. Estaban retransmitiendo portelevisión un reportaje sobre laselecciones gallegas. Había muchos

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gallegos y el de la barra me llamababrother. Pero no conseguí averiguar sise quería el cambio en Galicia o no. Selimitaba a decir “si yo te contara”.Después cenamos en un restaurantechino y volvimos al hotel».

Primera citaTodo tiene su pequeña historia. En

este caso no sólo policíaca o desuspense, también de urgenciaspolíticas, de las servidumbres de lademocracia y, como veremos, de ladebilidad y el cansancio. Llegó el 21 dejunio «y la cita estaba prevista en el

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vestíbulo del hotel Wilson a las diez dela mañana. Ellos preguntarían en larecepción por mister gonzález. Entoncesaparecería yo para responder que eraMartín, ésa era la contraseña. Si noaparecía nadie a las diez, se repetiría lomismo una hora después. Me senté en larecepción esperando que llamaran alseñor González y me dormí como untronco en el sillón. Estaba tranquilo.Nadie vino a preguntar por González.Me puse en contacto con uno del CentroHenri Dunant para explicarle lo queocurría. Me dijeron que no habíanpodido llegar, probablemente porrazones de seguridad. Quedé con los del

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Centro para comer y les dije que al díasiguiente tenía que volver al País Vascopara votar la investidura del lehendakarien el Parlamento vasco, que Ibarretxeestaba empatado en votos con PatxiLópez, que presentaba su candidatura.Les dije que me fusilarían si por miculpa perdíamos la votación y que por lanoche tenía que conducir para estar en elParlamento a primera hora para votar.Ésa era la explicación para podermarcharme, que si no fuera por eso mequedaría, si fuera posible, un mes. A míme interesaba demasiado tener eseprimer contacto como para que sefrustrara por un malentendido. Me

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respondieron diciendo que tuviéramosuna primera reunión de toma decontacto. No sabía con quién me iba aencontrar. Finalmente, el encuentro nofue en el hotel Wilson, sino en otro hotela orillas del lago Leman. Los del Centrome dijeron: éste es George. Yo sabíaque no era George, porque le conocía.Éste es Miguel, dijeron de mí. Los dossabíamos cómo nos llamábamos y dabala casualidad de que nuestro nombrereal era el mismo, Josu (Jesús). Comonos conocíamos —de su etapa comodiputado en el Parlamento vasco—, nosdimos la mano con toda naturalidad. AGeorge le acompañaba otra persona que

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se hacía llamar Robert. No desveloningún misterio, pues Josu Urrutikoetxea(Josu Ternera) es la persona de la quese ha dicho, por activa y por pasiva, quefue el interlocutor de ETA en losprimeros contactos. Más tarde se supoque Robert era en realidad JonYurrebaso, veterano militante de ETA,detenido posteriormente, en marzo de2007 en un control de la policíafrancesa».

José Antonio Urrutikoetxea estabaconsiderado el jefe de ETA. Eguigurenle conocía, aunque nunca cruzó unapalabra con él, en la etapa de dos años,de 2000 a 2002, en que Urrutikoetxea

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ejerció en la Cámara de Vitoria comoparlamentario de Euskal Herritarrok,una marca de Batasuna, tras habercumplido una condena de once años enlas cárceles francesas y españolas porpertenecer a ETA. Cuando Urrutikoetxease presentó en Ginebra el 21 de junio de2005 estaba desaparecido desde 2002,al huir tras abrirle la AudienciaNacional un nuevo sumario en el que leimplicaba como instigador del atentadocontra el cuartel de la Guardia Civil deZaragoza de diciembre de 1987 en elque fueron asesinadas once personas,entre ellas cinco niños. Antes de suhuida, tras pasar por la sede de la ONU

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en Ginebra, Urrutikoetxea la justificóante su gente publicando una carta en eldiario Gara en la que dijo: «Desde quesalí a la calle ha existido un constantejuicio contra mí. Un terrible proceso decriminalización que comenzó con lasdiligencias abiertas contra el homenajeque recibí en mi pueblo y que ha llegadohasta las presiones diplomáticas porhaber entrado la semana pasada en lasede de la ONU. Los medios decomunicación y políticos fascistas mehan insultado y han llevado a cabo unapresión incesante para lograr miencarcelamiento». Josu Urrutikoetxeafue el jefe supremo de ETA desde la

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detención de Txomin Iturbe por lapolicía francesa en abril de 1986 hastasu propia detención en Francia en enerode 1989. Personifica como nadie lahistoria de ETA: en 1972, con tan sólo21 años, saltó su foto a los pasquines dela Guardia Civil como militantedestacado de ETA. Participó en elatentado contra el presidente delGobierno franquista, Luis CarreroBlanco, en diciembre de 1973. Fue jefedel aparato internacional de ETA desde1978, con lo que protagonizó loscontactos con las organizacionesrevolucionarias latinoamericanas, sobretodo el MIR chileno y los sandinistas;

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con los palestinos del Frente Popular deLiberación de Palestina (FPLP) y con elIRA. A comienzos de la década de 1980compaginó la jefatura del aparatointernacional con el político y el mandosupremo de ETA, desde la muerte deIturbe hasta su detención en Francia en1989. Lo último que se sabía de él antesde su reaparición en Ginebra el 21 dejunio de 2005 fue su presencia, junto conel dirigente de ETA, Mikel Antza, en lareunión que celebró con Josep CarodRovira, recién elegido conseller en capde la Generalitat de Cataluña, enPerpiñán el 4 de enero de 2004. Elconocimiento público de dicha reunión

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obligó a la dimisión de Carod Rovira.En su reaparición en Ginebra,

Urrutikoetxea negó desde el primermomento ser el comandante en jefe deETA. Se presentó como interlocutor deETA, dando a entender que teníaautoridad moral, pero no el mando realen la banda. Estaba claro que los onceaños de cárcel pesaban, aunque élmantuvo un contacto privilegiado conETA a través de sus abogados. JosuUrrutikoetxea mostró en Ginebra sucarácter austero, metódico y sobrio enpalabras. Nunca hablaba del pasado.Pero en algo había cambiado. Estaba enesa fase de su vida, con 55 años, en la

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que le preocupaba el futuro de sus doshijos y de su vida familiar. «Se vio quequería buscar un final a la historia deETA e incluso, en algún momento,hablaría de la necesidad de pedirperdón a las víctimas, aunque siemprese refería, supongo, a “las dos partes”.Nunca me pareció que estuvierafingiendo».

Jon Yurrebaso es un veteranomilitante de ETA, de 50 años, hombrede confianza de Josu Urrutikoetxea quesalió de la cárcel en 1991, tras cumpliruna condena de diez años. Fue detenidoen mayo de 1981 por la policíaholandesa, y entregado a España, cuando

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regresaba de participar en un cursillo deadiestramiento en Yemen del Sur devarios meses de duración, en un campodirigido por el Frente para la Liberaciónde Palestina (FLP). Cuando se sentó conEguiguren pertenecía al «aparato denegociación» de ETA. «Los años decárcel le habían dejado esa miradaperdida que comparten con los frailes oreligiosos que viven encerrados. Alprincipio, pensé que era de estosúltimos. El tiempo no había dejadohuella en el activista entrenado en eldesierto del Yemen. Supongo quetampoco en Yemen le iría mucho elpapel de guerrillero. En las reuniones

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nunca dijo una palabra de más ni demenos. Tomaba notas. Manejaba elordenador. Le sugería cosas al oído aJosu Urrutikoetxea».

Éstos eran los personajes con losque Eguiguren mantuvo su primerareunión, en realidad un trámite de tomade contacto para confirmar intenciones,para romper el hielo: «Nos sentamos entorno a una mesa de trabajo. Los delCentro nos dejaron hablar a nosotros. Enlas reuniones me gusta escuchar, pero encontra de mi costumbre pedí la palabra.Dije que por la noche tenía que volver aEuskadi, pero también que estabadispuesto a regresar tras votar en el

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Parlamento. Me dijeron que no habíaproblema, que volviera cuando pudiese.Luego les manifesté que iba convoluntad de buscar una solución, dehablar con sinceridad, que ya nosconocíamos y que nos ahorrásemos lastácticas de negociadores expertos paraengañar al adversario. Estuvieron deacuerdo. Aquella reunión duró un par dehoras. Terminamos hacia las ocho de latarde. Cogimos el coche y nos volvimosa casa. Las interlocuciones fueronpositivas para ambas partes. Hice unallamada al pasar por Montpellier paracomentar lo bien que había ido todo.Llegué a San Sebastián hacia las cinco

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de la mañana. Me cambié. En el caminohabía dormido unas tres horas. Fui aVitoria y voté. Salió elegido Ibarretxecon los votos de la marca de Batasuna,el Partido Comunista de las TierrasVascas (EHAK) y sin volver a mi casa,al día siguiente, estaba otra vez enGinebra. En su intervención en elParlamento recuerdo que Patxi Lópezdijo que pretendía liderar con Zapateroel Proceso de Paz».

Contado así, parece la narración deun viaje provocado por cualquierurgencia grave. Sin embargo, Eguigurenestaba entrando solo en un mundo, el delterrorismo, en el que cualquier desliz,

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cualquier sospecha, puede acabar entragedia. Según él, «no estaba nervioso,era la consecuencia de algo quehabíamos estado trabajando a lo largode cinco años. Ni se me pasó por lacabeza tener miedo. Ni había llevadoregalos, como hizo la delegación delGobierno en las conversaciones deArgel con el representante de ETA,Eugenio Etxebeste. Ni se me ocurrió enningún momento pedir confesión, comose dijo que habían solicitado losemisarios de Aznar en lasconversaciones de Vevey (Suiza), en1999. Casi fui a esa cita como quien vaa una entrevista al hotel María Cristina

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de San Sebastián. Creía ser el hombreadecuado. Lo tenía todo en la cabeza.Había leído libros sobre resolución deconflictos. Me encontraba pletórico deenergía».

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MENTIRAS Y VERDADES

«Algunos dijeron que se manejaronfondos reservados. No es cierto. Nadieme ofreció cómo ir. Seguí el sistema dehacer las cosas con naturalidad. Mesentía como Zalacaín el aventurero, quees mi novela de Baroja preferida, oAviraneta el conspirador, que se dedicóa divulgar en el País Vasco y Navarra lafórmula de Muñagorri de “paz y fueros”.Era todo muy barojiano. Aquellos díaspensaba en el destino de Aviraneta. Elhombre, ya retirado en San Sebastián, sepagó un libro titulado Vindicación deAviraneta, explicando lo que había

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hecho. Baroja cuenta que a un Aviranetaya viejo, paseando siempre por ladonostiarra calle Duque de Mandas, lagente no le saludaba porque unos decíanque se había quedado con fondos delGobierno liberal. Otros con los delcarlista. Unos, que nunca había hechonada y se lo había inventado todo. Otrosque era un colaborador de la policía. Y,en fin, que había traicionado a todos.También le pasó lo mismo al pobreMuñagorri, al que luego asesinaron. Esmuy difícil realmente demostrar lo quehas hecho. Pero a la vez me reconfortabaesa parte de aventura. Los temaspolíticos que teníamos entre manos eran

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los mismos que tenían ellos. Yo estababuscando un abrazo de Bergara,salvando las distancias. Más que Irlanday otras fórmulas modernas, yo tenía en lacabeza un esquema decimonónico dearreglo foral, que el País Vasco pudieradecidir su futuro sin romper con elsistema político constitucional español».

Primera reunión oficial. 25 dejunio de 2005. El método

Eguiguren regresó a Ginebra, estavez solo, también después de recorrerlos kilómetros correspondientes. Sesentó en una mesa frente a George (Josu

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Urrutikoetxea) acompañado por Robert(Jon Yurrebaso), dos representantes delCentro Henri Dunant y una traductora.Le pidieron que hablara en castellano,pero si se «atascaban» pasaban aleuskera, y como había una persona quesólo hablaba inglés, utilizaban a laintérprete. Era la primera reunión en laque realmente se iban a abordarcuestiones relativas al desarrollo delproceso, muy preliminares, «sobrecuestiones de seguridad para losinterlocutores. Yo no estaba encondiciones de ofrecer ninguna garantíaa los de ETA. No era miresponsabilidad. Establecimos la

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metodología de trabajo, que consistía enreunirnos por las mañanas y dejar latarde para preparar el siguienteencuentro. Cuando surgían dificultadesel Centro mantenía reuniones porseparado con las partes. Era un buenmétodo. Como, además, yo iba sinpapeles ni ordenadores y todo lo hacíade memoria, el tiempo me cundía. Yoveía que George contribuía a tantoorden. Cuando le hice algunainsinuación en ese sentido, por sucondición militar, no le gustódemasiado. En las primeras sesiones nohubo ni una pizca de humor. Todo muyformal y milimetrado. Me di cuenta de

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que el asunto iba para largo».En teoría, a este tipo de reuniones se

llega con un programa perfectamentediseñado, en su contenido y en susetapas, sobre qué y cómo ha deplantearse el diálogo. Es importante, portanto, saber quién y cómo diseñó eseprograma. Eguiguren llevaba añostrabajándolo en sus reuniones deTxillarre, Aizarna o Azpeitia. «Losdemás no sé qué hicieron. Pero yo ni mehabía preparado ni me asesoraba nadie.Solamente me había empapado loslibros de técnicas de resolución deconflictos, que luego no me sirvieronpara nada. A la hora de la verdad todo

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es más sencillo y natural. Sólo cuenta laexperiencia, los reflejos y lainformación que se posee».

En cualquier caso, su objetivo era«lograr la tregua, que era lo que nosinteresaba. Pero también sabía que siquería tener éxito no podía empezar porahí. Como llevaba mucho tiempohablando con Otegi ya tenía idea decómo plantear el diálogo y no encontrédificultades con George en el enfoque.Sabía por mis conversaciones con Otegique el esquema final iba a ser: que ETAparaba y que el Gobierno hacía unadeclaración como la de Downing Street,la que abrió el Proceso de Paz en

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Irlanda del Norte. Este esquema habíaque vincularlo al debate político queexistía en ese momento en el País Vasco,el del respeto a sus decisiones, el de lasdos mesas. Lo que se trataba era debuscar fórmulas y ponerlas en un papelpara alcanzar el objetivo de que ETAparara y el Gobierno hiciera unadeclaración de apertura del proceso.George vino con un esquema similar. Apartir de ahí, aprobamos un temarioconsistente en una primera tanda paraanalizar lo que ellos llamaban las causasdel conflicto. Después, una segunda paraabordar métodos de resolución. Y entercer lugar, lo que llamamos el punto

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cero, el inicio del proceso. Todo, en elcaso de que se alcanzara un acuerdo quediera lugar a la tregua y a la declaracióndel Gobierno. Me pareció unplanteamiento muy acertado».

El eterno retorno a la historiaAunque parezca una pérdida de

tiempo, el método de una negociaciónpolítica tiene puntos en común con el delpsicoanálisis. En este caso se empezópor debatir «las causas del conflicto»:«Expusimos cada parte nuestro análisishistórico, dando nuestra versión de latransición. ETA planteó su visión de una

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Euskadi oprimida que, al rechazar latransición, se queda fuera del sistema ycómo el Estado trata de aplastar ladisidencia mediante la cárcel y larepresión. Citaron el GAL. Tambiéndijeron que Francia, tras su Revolución,había suprimido las libertades vascas.Yo respondí que era una visiónnacionalista de la historia y George mereplicó que no compartían la visiónsabiniana de la historia, que la suya erauna visión de izquierda. Entendí quequería desmarcarse del nacionalismotradicional, aunque para mí su análisisera el del nacionalismo tradicional. Yoofrecí la visión constitucionalista de la

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transición y la visión autonomista de larealidad actual. Me sentía muy cómodoen este tipo de discusión. He escritosobre la historia del País Vasco y mepermití extenderme en anécdotas. Admitíque la Revolución francesa trajo ciertauniformidad, pero también una partepositiva porque conllevó la libertad y laigualdad. Me acuerdo que les dije quequien envió a Luis XVI a la guillotinaera vasco, Garat de Ustaritz. Y lescomenté que la pluma con la que firmóla sentencia de muerte ha estado durantedécadas expuesta en su palacio deUstaritz como recuerdo históricofundamental. Los vascos siempre

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tenemos que hacer algo raro en todaspartes. En una novela, Baroja llama aGarat “la veleta” —La veleta deGastizar, en Memorias de un hombrede acción— porque tenía un olfato finosobre la orientación de las corrientespolíticas. Tras cortar la cabeza al Rey,se dio cuenta de que estaban cambiandolos tiempos y venían otras épocas. Sevio obligado a mandarle a la guillotinapero al mismo tiempo que firmó laejecución, dimitió. Y se volvió a supueblo. La razón que dio para dimitir esque la siguiente cabeza a guillotinar ibaa ser la de la reina María Antonieta,reina de Francia, y que como vasco no

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lo podía asumir porque también erareina de Navarra. Garat, claro está,murió de viejo. También les hablé de unproyecto que tenía Garat de hacer unEstado vasco, o cómo Gipúzcoa fuedurante un tiempo parte de la Repúblicafrancesa, cuando la guerra de laConvención, y los ejércitos franceses secolocaron en el Deba y los guipuzcoanosformaron unas Juntas Generales profrancesas, pro revolucionarias yliberales. De hecho los guipuzcoanosfuimos franceses durante algún tiempo,aunque también había un gobiernoguipuzcoano antifrancés que estaba enBurgos. Los guipuzcoanos somos hoy

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españoles, les dije, porque en elacuerdo de Fontainebleau, Godoy alllegar a la paz con Francia dijo queGuipúzcoa tenía que formar parte deEspaña. Eso es así porque Españaentrega la República Dominicana aFrancia a cambio de Guipúzcoa. Por esola República Dominicana tiene loscolores de la bandera francesa y sustrajes típicos también. Hice una defensade la visión liberal de la historia delPaís Vasco, de la transición y del actualmarco autonómico. Hablar de historiaera una forma de entrar en materia, comosucedió en procesos anteriores».

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Las condiciones del diálogo«En Física, me dicen que se

denomima “punto cero” al mínimo gradode energía que un sistema puede poseer.Un grado de energía ínfimo, pero conuna ventaja: no puede ser eliminado.Éste era el punto que buscaban los“negociadores” en una sala de un hotelen Ginebra. Buscaban un texto acordadoy una tregua “lo que constituiría el puntocero a partir del cual comenzaría elverdadero Proceso de Paz”. Por muchosanálisis intelectuales que hiciéramos,tenía que construirse aceptando lo quehabía, a partir de lo que había: el marcoinstitucional vigente. Y si ellos

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pretendían cambiarlo tendrían, parahacerlo, que partir del mismo.Quedamos, también, en no utilizartérminos que fueran incompatibles concualquiera de las partes, por ejemplo,autodeterminación. Nosotros no lapodíamos asumir. Se podían introducirlas reformas que fueran necesarias, peroaceptando la realidad existente. Creoque George fue muy realista en suactitud. En aquella reunión tambiéndijimos que si llegábamos a ese puntocero tenía que estar el PP, porque no sepueden hacer grandes cosas sin elprimer partido de la oposición. Ellostenían mucho interés en que estuviera.

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Desde el principio insistieron en quefuera un acuerdo de Estado. La primerareunión fue muy bien en ese sentido. Dehecho cuando se acabó, los del Centrodijeron que había sido una sesión muyútil, muy constructiva, que se habíanfijado las posturas y las diferencias deambos. Dijeron que, frente a lasexperiencias de otros conflictos, habíasido de las mejores reuniones quehabían visto. La clave, insistieron,pasaba por alcanzar ese punto cero. Laúltima conclusión fue que la agenda parala siguiente reunión la fijarían losmediadores».

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Bomba en el estadio La Peineta,Madrid

Todos estaban optimistas y todoestuvo a punto de irse a pique derepente. Ocurrió que el 25 de junio,hubo un atentado muy grave en Madrid,una explosión en el estadio olímpico LaPeineta, sin víctimas, a once días de queel Comité Olímpico Internacionaleligiera la ciudad anfitriona de losJuegos Olímpicos de 2012, a la que eracandidata la capital de España. Elatentado era lo último que se podíaesperar en aquel momento. El Gobierno,además de condenarlo, reaccionó concautela: lo atribuyó al deseo de ETA de

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demostrar —después de su comunicadodel día 18, en el que anunció la treguaparcial—, que no estaba derrotada y queno pretendía frenar la recaudación porextorsión a los empresarios.

A Eguiguren le dijeron desdeMadrid que regresara. Curtido en«desplantes» terroristas y conocedor delas tensiones que sin duda se producíanen el interior de la banda, exigió alCentro Henri Dunant, para no abandonarsu silla, «que en la reunión del luneshubiera, por parte de ETA, unaexplicación de lo sucedido», argumentoque trasladó a sus interlocutores deMadrid para tranquilizarles. El lunes los

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representantes de ETA no dieronninguna explicación pero trasladaron unmensaje: «No habría más atentados», altiempo que dejaban claro su condiciónde «interlocutores, pero no de jefes».Vagamente prometieron una explicaciónmás detallada que nunca se produjo,sólo «dejaron caer que el atentadoestaba previsto hacía tiempo». Elcompromiso de no volver a atentarsirvió para que Madrid respetara ladecisión de Eguiguren de continuar.

Me quedo a pesar del atentadoLa reunión del día siguiente, muy

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breve, sirvió para evitar la ruptura.Eguiguren exigió garantías a la promesadel día anterior. «ETA insistió en quequería continuar con las reuniones yambas partes insistimos en que habíaque mantener la discreción y el secretode las reuniones porque eso minimizabalos riesgos, sobre todo le permitía alGobierno minimizar sus problemas».

Fue entonces también cuando en laprensa apareció alguna informaciónsobre las reuniones previas de Txillarre.Y en Ginebra se trató de volver, dealguna forma, a aquel modelo que habíapermitido hablar durante cuatro años singran repercusión exterior. Sin embargo,

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la propia actitud del presidente delGobierno, que prodigaba su mensaje deque desde la política se podía hacermucho por la paz, y la resoluciónadoptada en el mes de mayo en elCongreso autorizando el diálogo enausencia de violencia hacían del finaldialogado del terrorismo una derivadadel debate político general.

Aquella resolución del Congreso fueuna pieza clave en el desarrollo de losacontecimientos a la que Eguiguren, queparecería lógico que la hubiera al menosalentado, guarda una reservafundamental: «A mí nadie me preguntósobre ello ni tenían lógicamente por qué

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preguntarme. Y si me hubieranpreguntado en aquel momento hubieradicho que era innecesaria. No habíaninguna exigencia sobre la resolución niveíamos su necesidad. En cambio,presentaba dos problemas serios. Unoque acompañó al proceso todo eltiempo, el de las enormes expectativascreadas porque Rodríguez Zapatero dijoque expondría todo el proceso ante elParlamento y eso exigía explicaciones yobligaba a dar cuenta de todo. Elsegundo gran problema de la resoluciónera que formalizaba el aislamiento delPP. Eso dificultaba el futuro consensoporque ponía a la oposición en la

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tesitura de obligarle a rectificar. Yosabía que ETA quería que el PPestuviera en el asunto. Dicho esto,reconozco que me vino muy bien laresolución parlamentaria porque ya teníael marco para trabajar. Pero, insisto, alfinal no creo que ayudase mucho porqueaumentó los problemas con laoposición».

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PROPUESTAS

Uno de los asuntos que mayorpolvareda mediática levantó en eltranscurso y al final del proceso fue elde las famosas actas, documentos de lasreuniones que «inexorablemente»habrían de aparecer y que desvelarían«terribles secretos» sobre infames«contubernios». La realidad fue otra. Enla reunión del 28 de junio trataron estetema y «se acordó que no hubiera actasen el sentido estricto, nadie tomabanotas oficiales de las reuniones. ElCentro Henri Dunant actuaría comonotario de los acuerdos a los que se

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llegaba y cada uno de nosotros tomabasus notas particulares. Nada más. Lo queha circulado por ahí son notas de parte,pero no actas del proceso».

Otro punto delicado y trascendentalfue pactar el grado de representaciónque se concedía, y reconocía, cada unade las partes. Es algo que afecta alpropio proceso, pero también y, demanera muy especial en el caso deEguiguren, a la vida política española.Desde un principio dejó claro queestaba allí como dirigente del PSE,«nunca hablé en nombre del PSOE ni delGobierno. Fui muy cuidadoso en esetema porque sabía que la resolución

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parlamentaria del Congreso impedía queun partido abriera el diálogo con ETAhasta que se constatara su voluntadinequívoca de dejar el terrorismo. Ellosdijeron que eran interlocutores oficialesde ETA. Nunca hablaron comodirigentes de ETA. Solían decir que nosequivocábamos al atribuirle a George lacondición de comandante en jefe de laOrganización, que no teníamos ni ideade cómo funcionaban. Yo sabía que mehabía mandado el Gobierno, pero nopodía representar al Gobierno porque nohabía constancia de que ETA quisieradejar las armas. Hubo un debate eneuskera en el que acabé declarándome

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oficialmente representante del partidoque gobierna en España, con la funciónde comprobar si era posible laaplicación de la resolución delCongreso que daba paso al diálogo.Oficialmente estaba en un terrenoambiguo. Y así quedó la cosa. Yo sabíaque la otra parte quería que yoapareciera como representante delGobierno. Y le dije a George, ¿quéimportan estas cuestiones formales? Alfin y al cabo sabíamos a lo queestábamos. Terminé diciéndole que yono mandaba en el Gobierno de España,pero que él era el jefe de ETA. Mereplicó que no era el comandante en jefe

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de ETA, que ETA no funcionaba así,que sólo era un interlocutor».

El camino hacia el «punto cero»«Para entender mejor los debates y

el método que estábamos siguiendoquizá era necesario aclarar algo quecompartíamos desde el principio.Establecimos un camino u hoja de rutaprovisional que era algo así: 1) Diálogoen Ginebra para acordar la hoja de ruta.2) Ratificación en Oslo, después delverano de la hoja de ruta. 3) Tregua ydeclaración del Gobierno, que sería elpunto cero a partir del cual arrancar el

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proceso. 4) Reuniones de la mesatécnica Gobierno-ETA. 5) Después,Mesa de Partidos. 6) Aprobación de losacuerdos políticos en la mesa. 7)Implantación de los acuerdos».

La resolución del Congreso de losDiputados mostró su utilidad muy prontocuando, resueltos los prolegómenos máso menos formales, se trató de entrar enmateria y redactar un texto pactado dearranque. El famoso punto cero.Eguiguren apoyándose en la resolucióndijo que «debía consistir en algoparecido a la Declaración de DowningStreet con la que Tony Blair abrió elProceso de Paz irlandés: una tregua de

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ETA y, en todo caso, algún tipo dedeclaración parlamentaria ogubernamental aceptando el diálogo».Parece lógico que, antes de llegar aGinebra, se le hubiera planteado a ETAla necesidad de la tregua o, al menos, dealgún tipo de distensión. Sin embargo,no fue así, aunque «un par de días antesde reunirnos, ETA anunció públicamenteque no atentaría contra cargos electos, alo que les contesté que no nos valíaporque no distinguíamos entre atentados.Para mí era lo mismo un guardia civilque un militante socialista». Tras laexplosión de La Peineta, dijeron que nohabría atentados similares.

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Para llegar al punto cero «estuvimosde acuerdo en la metodología: aceptaronque si se producían cambios en el marcopolítico sería partiendo de lasinstituciones vigentes y que nosotrosnunca íbamos a aceptar laautodeterminación. Ellos, por su parte,plantearon un esquema similar al deDowning Street. Dijeron que lo que seacordase en Ginebra debía ser ratificadopor ETA, lo cual nos daba tiempo parainformar al Gobierno y responderdespués del verano. También se aclaróque si llegábamos a un acuerdo, ETAdeclararía la tregua sin pedir nada acambio al Gobierno y que le daría

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tiempo hasta dar el siguiente paso. Medijeron incluso que nos tomáramos seiso diez meses entre la declaración de latregua y el siguiente paso del Gobierno.George me insistió que querían unproceso serio e irreversible, que no seviera afectado por un posible cambio degobierno. En esta reunión ya fueapareciendo una hoja de ruta. Tuve lasensación de que iba apareciendo la luzal final del túnel, aunque el proceso ibaa ser muy largo. Pensé que el esquemapodía ser adaptable a las necesidadesdel Gobierno español. El método meencajaba».

Tanta generosidad por parte de una

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Organización acostumbrada a losmétodos de la extorsión parece, almenos, sospechosa. Eguiguren reconoceque, «aunque no pedían al Gobierno quetomara decisiones inmediatamentedespués de declarada la tregua, siplantearon que de facto tenía que existiruna cierta relajación policial yfacilidades para que Batasuna pudieraactuar. Yo siempre les dije que no podíahablar en nombre de los jueces, porqueson independientes, y tampoco podíaofrecerles garantías policiales».

29 de junio. Madrid «mete prisa»

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Ginebra no es la ciudad másdivertida del mundo aunque allí fuerafeliz Jorge Luis Borges. Metidos en unahistoria como la que vivió Eguiguren, deencuentros clandestinos y verdades amedias, Viena o París pareceríanescenarios más apropiados. Sinembargo, la soledad nos alcanza encualquier parte. Y la curiosidad,también. ¿Tendría relación JesúsEguiguren con sus compañeros de«partida», fuera de las, supongo, seriasreuniones tuteladas por los miembrosdel Centro Herni Dunant? «En Ginebrano, cuando terminaban las reunionescada mochuelo iba a su olivo. Ellos

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rápidamente, porque no tenían garantíasde que no les fueran a detener. Yo memarchaba tranquilamente a mi hotel. Laverdad, es que al ir la cosa bien tambiénparecía ir para largo, empezaba julio yel cálculo que yo hacía es que para SanFermín (7 de julio) habría un acuerdo.Se me empezaba a acabar el dinero ynos habían dicho que no utilizáramostarjetas, por lo que me alimentaba a basede bocadillos y en los restaurantesturcos, a pie de calle. En las terrazashacía un calor terrible, pero meencantaba. Como tenía bastante tiempo,daba unos interminables paseos en tornoal lago y también iba al cine. Vi El

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mercader de Venecia , con Al Pacino deprotagonista, que me parecióextraordinaria. Shakespeare lo encierratodo: psicología, drama, historia,política… La vi tres o cuatro veces, eninglés con subtítulos en alemán yfrancés. Cada vez me gustaba más. Algotenía que ver con el asunto que a mí metenía en Ginebra, porque cuando elmercader le pide al Dux que cumpla elcontrato y éste le presenta toda clase deobstáculos, le dice que si no cumpleperderá su prestigio ante el mundo y sulegitimidad. Algo de eso se estabadiscutiendo en mis reuniones, yo nopodía hacer nada que dañara al Estado».

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El 29 de junio se celebró la cuartareunión. Era el final de un mes muytenso políticamente en España conmanifestaciones, declaraciones de laoposición negando cualquier posibilidadde diálogo con ETA, dimisiones, y unpresidente de Gobierno que mantenía laapuesta y al que incluso le urgía, porrazones estratégicas, avanzar hacia elprimer objetivo: una declaración detregua por parte de la banda terrorista.La víspera de la cuarta reunión Zapaterorecibió en La Moncloa a representantesde ocho fundaciones de víctimas delterrorismo dentro de su política desuavizar el impacto del proceso

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dialogado con una banda que habíaasesinado a algunos de sus familiares.Les confesó que por la información quedisponía «se están produciendo cambiosen el entorno de ETA» y secomprometió a no hacer «concesionespolíticas a ETA». En la reunión seapuntaron dos tendencias, una contrariaa que los presos se beneficiaran delproceso, que marcó Cristina Cuesta, hijadel delegado de Telefónica de SanSebastián, asesinado por los ComandosAutónomos en 1981, y representante deCovite, y otra favorable a que elGobierno avanzara por esa vía, unaposición que defendió la representación

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de las fundaciones Fernando Buesa yMaite Torrano, próximas a losplanteamientos del PSE.

«Empezaron a casar las piezas y yoa aclararme. Madrid insistía en que mediera prisa para cerrar la tregua. Habíapeligro de que la situación trascendierapúblicamente. Podía pasar algo y,además, continuaban las detenciones deETA. El método de trabajo meinteresaba. Cuanto más me reunía, másse iban limando las cuestiones. Seestaba trabando una relación personal.Hubo un acontecimiento que ayudómucho a concretar las cosas, y no fuepremeditado. Como el 29 de junio faltó

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a la reunión un representante del Centro,el otro quiso que le resumiéramos lo quehabíamos avanzado, algo que estuvomuy bien para poder definir mejornuestros planteamientos. Le explicamostodo y no lo entendía. Le resultaba unpoco esotérico. Eso nos obligó, a cadauno, a remachar sus fórmulas. Yoexpliqué la mía, porque para mí era unaobsesión hacer viable el proceso. Yodecía que el derecho a decidir que ETAplanteaba era viable si se hacíarespetando el marco jurídico y políticoespañol vigente y la resoluciónparlamentaria del Congreso del 17 demayo. Comprobé que la otra parte

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también hacía un esfuerzo porque ellenguaje fuera compatible. George decíaque si la fórmula del Gobierno era elrespeto a la sociedad vasca, esorequería de unos instrumentos que habíaque concretar. Lo que suscitó un debatesobre lo que era la sociedad vasca, elsujeto de todo, en cuyo trasfondo surgíael problema de Navarra. Yo quería huirde aquella discusión porque en elterreno doctrinal no íbamos a ponernosde acuerdo. Creo que toda definición espeligrosa. Al menos eso es lo quedecían los juristas romanos. El punto enel que podíamos encontrarnos era elestablecimiento de un método para

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terminar condensando aquella discusiónmetafísica en dos folios. Entonces,propuse que cada parte planteara unapropuesta por escrito y que el Centrointentara refundir las dos, porquepensaba que si empezábamos a discutirpodíamos acabar alejándonos.Decidimos traer un papel escrito. Nosdimos un día».

Un negociador despistadoLa seguridad y, sobre todo, la

seguridad de las comunicaciones son, oparecen ser, algo fundamental ensituaciones como la que vivía

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Eguiguren, y más en una sociedadinformatizada que presume tenerlo todobajo control. Sin embargo, finalmentetodo queda al arbitrio del azar y lanecesidad: «En Madrid me dieron unmóvil para hacer las llamadas y nuncaacertaba a manejarlo porque soy muytorpe para esas cosas. Llamaba por elmío de siempre, me salté todas lasnormas de seguridad. En una ocasióncompré un bocadillo y me puse a comermientras veía y escuchaba a un grupo demúsica. Fui a por un segundo bocadilloy dejé el móvil en el banco donde estabasentado, cuando volví ya no estaba allí.No sabía qué hacer, pensaba que tendría

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que utilizar el otro, el mío de siempre.Llamé a mi mujer, que siempre es misalvación, y le dije que anulara el móvilde Madrid porque lo había perdido. Ami mujer se le ocurrió llamar a esemóvil y le respondieron desde unatienda que estaba al lado del banco en elque me había sentado. ¡Qué alivio! Sifuera un paranoico hubiera pensado queme habían metido algo en el teléfono.Los de ETA pensaban que tenía técnicasmuy especiales para comunicarme conMadrid. No se podían imaginar laprecariedad en la que funcionaba. Peroestaba a gusto, aunque tenía seriosproblemas para comunicarme con

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Madrid y eso me traería algunosinconvenientes. Pero también ventajaspara no tener que dar explicaciones. Nollevaba papeles por si me miraban en elcoche o me registraban. Y de hecho lohicieron un par de veces cuando entré enSuiza. Por no llevar, no llevaba niordenador. Me manejo mucho mejor conun bolígrafo y un cuaderno. Mecompraba unas libretas de espiralfantásticas en la Papeterie Brachard ycon eso me arreglaba. Para entendernos,el ordenador lo tenía en la cabeza y losdocumentos, también. Al tercer o cuartodía iba con la ropa un poco arrugada yellos, los de ETA, iban con la ropa

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impecablemente planchada siempre».

Todo lo tenía en la cabezaSolo, en una ciudad conocida pero

ajena, con un objetivo que había quecumplir en gran parte vocación personalpero convertido, con todas susconsecuencias, en una cuestión deEstado, no queda más remedio quepreguntarse ¿cómo se sentía?, ¿cómo seorganizaba? Y, sobre todo, ¿nunca sesintió sobrepasado por lascircunstancias? Eguiguren, comorespuesta, regresa a sus libretas de laPapeterie Brachard y a otros papeles

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muy anteriores: «Tomaba notas. Tengomuchas libretas de espiral llenas denotas. No soy una persona muyorganizada ni me considero un expertonegociador, aunque llevo toda la vidametido en política. Pero sin presumir deser más listo que nadie, consideraba quetenía los elementos en la cabeza paraasumir el reto que nos traíamos entremanos. Había estudiado libros sobreETA y otras organizaciones semejantes,aunque no me han aportado nada parasaber cómo puede acabar esto. En losaños precedentes había escrito muchotambién, desde la organización vascapor la paz, Elkarri, que elaboraba

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documentos constantemente sobreresolución de conflictos. Estudié elconflicto de Québec y la sentencia delTribunal Superior de Canadá parapublicar un libro; aunque no pensabaque en esta ocasión fuera necesario nadade esto. También había estudiado elasunto irlandés y la Declaración deDowning Street. Tenía un conocimientodel derecho y del hecho particular de losterritorios forales, que considerabapodía ser un tema interesante, y unconocimiento de la historia vasca. Habíaescrito dos libros sobre la historia delsocialismo vasco. Había hecho la tesisdoctoral sobre el problema de la

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compatibilidad entre los Fueros y laConstitución en los siglos XIX y XX, quetambién se publicó. Acababa depublicar dos libros sobre la crisis y unaposible solución al problema vascodonde incluía un epílogo que en sumomento dio bastante que hablar y quepara mí recogía la armonización detodo: del modelo irlandés, de latradición vasca, de lo que se proponíasobre las mesas, de lo que planteaba laizquierda abertzale, de lo que eraposible desde un punto de vistaconstitucional».

La historia y la política son losterritorios —o el territorio formado

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entre ambas— donde Jesús Eguiguren seencuentra como pez en el agua. A partirdel epílogo a su libro Los últimosespañoles sin patria y sin libertad(2003) titulado Bases para un acuerdo,se comenzó en Euskadi a hablar de unasolución del conflicto «a la vasca» y noa la «irlandesa». Se comenzó a hablarde la «vía Eguiguren», algo queprobablemente para él equivaldría almejor elogio posible, no en balde sureto intelectual ha sido «cómo podíacompatibilizarse en el siglo XIX elparticularismo foral vasco con elsistema constitucional español, lo quehoy equivaldría a cómo hacer

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compatible una autonomía, anclada en larealidad constitucional, con elplanteamiento soberanista de losnacionalistas. Por ahí me parece quedebe ir la solución política en el PaísVasco más que por el esquema deIrlanda o por la terminología que hoyutiliza el nacionalismo, como el derechoa decidir, o el derecho a laautodeterminación. Pensaba que loselementos necesarios para casar el puzledebían buscarse y plantearse en términosviables y razonables. Pensaba que eraútil el esquema propuesto por Batasunaen el Velódromo de Anoeta, ennoviembre de 2004. Lo veía compatible

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con lo que tenía en la cabeza y con laresolución del Congreso del 17 mayo.Se trataba de casar temas como elrespeto a la voluntad de los vascos, latregua, y en qué términos podían hablarGobierno y ETA para iniciar el proceso.Siempre había pensado que cualquierfórmula de arreglo tenía que basarse enla filosofía del fuerista Mayoz, quiendecía que cuando se hablaba de Fueros yConstitución lo fundamental era serescueto y ambivalente».

Reunión del 30 de junio.Propuestas para un arreglo

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La reunión del día 30 de junio eraimportante porque se empezaban adebatir propuestas en busca de un textoacordado, tal como se habían propuestoen la reunión casi abortada de dos díasantes. Eguiguren redactó tres fórmulas:una corta, otra mediana y una terceraextensa para, dependiendo de lostérminos en que ETA planteara lassuyas, utilizar una u otra. «A George lepreocupaba el reconocimiento delderecho de decisión y a mí el respeto ala legalidad de las vías democráticas; enninguna de las tres propuestas hicemención a la tregua, era muy conscientede que ése era el último tema a tratar:

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eran propuestas de método para llegar auna tregua y al inicio del proceso».Antes de comenzar con la reunióntuvieron sendos apartes con losmiembros del Centro y, a las nueve ymedia de la mañana, éstos le dieron lapalabra a George para que presentarasus propuestas. Eguiguren tomaba notasmientras él leía: «Se refirió, enprincipio, a asuntos ya debatidos, comoel sujeto del derecho a decidir, elrespeto al mismo, y sobre el concepto delegalidad vigente (véase anexo 2).Según le escuchaba pensaba que loimportante era lo que no decía, y queeso era un indicio de sus esfuerzos por

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eliminar lo que pudiera hacer inviableun acuerdo, como el derecho a laautodeterminación, por ejemplo. Senotaba que su escrito estaba hecho convoluntad de acercamiento porque de éldesaparecía la terminología nacionalistaextrema buscando el encaje con lo quehabíamos hablado».

Una vez que George concluyó suintervención, Eguiguren tomó de entresus papeles la propuesta larga, lo quedemostraba cierta confianza en lo queterminaba de escuchar. «Argumenté quepretendía hacer compatible elreconocimiento de las decisiones delpueblo vasco con la realidad jurídica y

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política vigente en el País Vasco y enEspaña, aunque sin entrar en ladisquisición que suelen plantear losnacionalistas de si se reconocía, o no, elderecho a decidir como un derechonuevo. Yo hablé de otra cosa, delrespeto a las decisiones. Establecíatambién el mecanismo de las dos mesas:una técnica entre el Gobierno y ETA, yotra política en la que participaran todoslos partidos. Introducía, además, lo quemás me preocupaba: el respeto a lalegalidad vigente, el consenso, las víasdemocráticas y el pluralismo».

George, apoyándose en las notas quehabía ido tomando, criticó la

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ambigüedad de las palabras deEguiguren, quizá sin darse cuenta delcálculo que escondía esta actitud o dehasta qué punto era deliberada. No habíadefinido el derecho, los procedimientos,ni las mesas. Tampoco había hablado dela tregua, ni sobre el diálogo ETA-Gobierno, porque «para mí era positivaesa indefinición; es verdad que unida ala ambigüedad puede generarmalentendidos, pero yo partía delconvencimiento de que, en el temavasco, la indefinición era fundamentalpara llegar a acuerdos».

Para tratar de pisar sobre terrenomás firme George le planteó acto

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seguido una cuestión muy concreta: ¿Quées, para ti, la sociedad vasca? Lapregunta no sólo era concreta, sino quetenía su razón de ser porque, «yo en mipropuesta no me había referido a EuskalHerria, por tanto me preguntaba si paramí la sociedad vasca era sólo laComunidad Autónoma de Euskadi; siignoraba Navarra. También me pidióque definiera lo que entendía porconsenso, y como yo hablaba de diálogomultipartidista también pidió quedefiniera que era eso, cuáles serían loscontenidos del diálogo y la fórmula denegociación de la decisión del PaísVasco con España, porque claro, yo ni

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siquiera había hablado de las mesas».A Eguiguren esta fase del diálogo le

planteó un problema grave, evitar caeren la terminología nacionalista y ser fiela la constitucional. Y aunque reconocíaen sus interlocutores un esfuerzo porsuperar las expresiones nacionalistas,consideraba que existía demasiadaconcreción en su propuesta sobre eltema de fondo: cómo se negociaba y seacordaba con el Gobierno español.Ellos hablaban de negociación entreETA y el Gobierno, y Eguiguren hubo deplantear sus reservas a este concepto:«Les expliqué que en mi texto habíarecogido todo lo que planteaba la

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propuesta de ETA, pero que necesitabautilizar expresiones que fueran viablescon la legalidad y la Constitución. Ellospor su parte dijeron que también habíanprocurado eliminar expresiones quepudieran entorpecer el acuerdo. Enaquellos momentos veía que George ibacon voluntad de encuentro. De otromodo, no tenía sentido quecoincidiéramos sobre las cuestiones defondo a tratar y sobre el aspecto formalde las expresiones. Estaba claro que lostextos estaban hechos, a pesar de lasdiferencias existentes, con voluntad deacuerdo».

El respeto a las decisiones del

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pueblo vasco, expresión pactada quesoslayaba el derecho deautodeterminación, avanzósorpresivamente en aquella mismareunión. Sobre la mesa había dos textosaparentemente cercanos. El deEguiguren decía: «El Gobierno españolrespetará la decisión sobre su futuro quelibre y democráticamente adopten losciudadanos vascos reflejando lapluralidad política existente y siguiendolos procedimientos legales ydemocráticos vigentes». Por su parte,George planteaba: «El Gobiernoespañol respetará el derecho de losciudadanos vascos a decidir su futuro

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libre y democráticamente reflejando elpluralismo político existente y siguiendolos procedimientos legales ydemocráticos vigentes». Aparentementeentre ambos párrafos las diferencias sonmínimas, pero la reunión se agotódiscutiendo sobre ellos porque eltérmino «vigentes» planteaba problemasde interpretación. George aclaró que siaceptaban el termino sería bajo estainterpretación: «vigente era el marcopolítico en cada momento, no sólo el deaquel momento». Y eso requeríaaclaraciones o anexos.

La reunión concluyó en este puntocon el acuerdo de que en la próxima la

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cuestión del respeto a las decisiones delos vascos quedaría cerrada y que,además llegarían a ella con fórmulas querefundieran en un solo texto acordadolas mesas de negociación y losprocedimientos. Los interlocutores deETA solicitaron que se aportase algunareferencia a la tregua y al diálogoGobierno-ETA. Cuando salió, con citaacordada para el domingo 2 de julio,Eguiguren pensaba que las cosas«marchaban sobre ruedas».

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BASES DEL ACUERDO

El sábado lo dedicó a redactarfórmulas alternativas y a imaginarsoluciones a los problemas que pudieransurgir. Tenía la sensación de estaraproximándose a una primera solución yno quería desperdiciarla. Decidió«mantener la propuesta que ya habíapresentado sobre el punto uno, porquepretendía que ellos abandonaran laexpresión “derecho a decidir” porqueobligaba a asumir un derecho que noreconocía la legalidad española. Queríasustituirlo por el “respeto a lasdecisiones”. Sabía, por otra parte, que

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para ellos representaba un problema lareferencia a la “legalidad vigente”.Estábamos así. Pensé que si insistían enmantener la expresión «derecho adecidir” yo plantearía una referenciaexplícita a la Constitución. En cuanto ala segunda parte, la que se refería a losprocedimientos la fundí en una solapropuesta: “En los foros o mesas dediálogo multipartidistascorrespondientes, los partidos políticos,legítimos representantes de la voluntadpopular, teniendo en cuenta los distintosagentes sociales, económicos ysindicales, abordarán de formaconsensuada los contenidos del diálogo,

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los procedimientos para llegar aacuerdos y las fórmulas para suaplicación y negociación”. Es decir,hice referencia a las mesas cuando anteshablaba de ámbitos, pero también dejéabierta la puerta a los foros, e hicereferencia a los mecanismos de relacióncon el Gobierno».

Probablemente, desde el punto devista de una organización armada, elpunto que explicitara su proceso dediálogo con el Gobierno era el másimportante. Eguiguren recurrió, pararedactar su propuesta, a la resoluciónaprobada en el Congreso de losDiputados en 2005. Y el resultado le

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pareció «excelente, era una fórmula querepetía la del Congreso, y en la que envez de negociación, como pretendíaETA, puse diálogo, pero admitía que elGobierno y ETA tenían que hablar».Decía:«Finalmente, en cumplimiento dela resolución del Parlamento de mayo de2005, el Gobierno abrirá un proceso dediálogo con ETA con el fin de solventarde manera definitiva las consecuenciasde la violencia respetando en todomomento el principio democráticoirrenunciable de que las cuestionespolíticas deben resolverse únicamente através de los representantes legítimos dela voluntad popular».

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En una negociación este tipo defórmulas tienen mucha trascendencia.Sustituir «negociación» por «diálogo», o«conflicto» por «consecuencias de laviolencia» puede parecer notrascendente a primera vista, sinembargo, tanto desde la legalidad comodesde la política, lo es. Eguigurenbuscaba que el Gobierno no pudieraponer objeciones y que ETA, finalmente,viera cumplido su objetivo de hablarcon el Gobierno. Por otra parte, «si aETA no le gustaba la insistencia en quelas cuestiones políticas fueran a serabordadas sólo con los partidospolíticos, y no con el Gobierno, yo

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estaba dispuesto a quitarla si semantenía la referencia a la resolucióndel Congreso ya que, en su literalidad,incluía ese principio».

Reunión del 2 de julio de 2005.Momento clave

El domingo al comenzar la reuniónlos representantes del Centro HenriDunant pidieron a Eguiguren quepresentara las fórmulas de acercamientoy la propuesta relativa al diálogo entreel Gobierno y ETA, acto en el que leyólo transcrito en los párrafos anteriores.A continuación George expuso su texto

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relativo a la primera de ellas, la que enprincipio debería haber hecho referenciaal derecho de decisión, pero finalmente,después de varias versiones, no lahacía: «El Gobierno español respetaráel derecho que asiste a los ciudadanosvascos a decidir libremente su futuro.Dicha decisión deberá ser adoptada enausencia de cualquier tipo de violencia,sin injerencias ni coacciones y teniendoen cuenta los procedimientosdemocráticos». Esto fue lo que leyó enla última redacción. Parecía que laposibilidad de acuerdo estaba cerca; sinembargo, George había planteado lanecesidad de anexos, cláusulas secretas

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y aclaraciones «sobre, por ejemplo, quéera la legalidad vigente, porque teníanmiedo a que nos refiriéramos a lalegalidad vigente en aquel momento,también —como ya se ha dicho— sobreel concepto de sociedad vasca, unacuestión que escondía su temor a queNavarra quedara al margen. A pesar detodo esto, al final se llegó practicamentea un acuerdo sobre el primer punto enestos términos: “El Gobierno españolrespetará las decisiones que sobre sufuturo adopten libremente losciudadanos vascos. Dichas decisionesdeberán ser acordadas en ausencia decualquier tipo de violencia o coacción,

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respetando (‘aunque yo había puestoteniendo en cuenta’) las normas yprocedimientos legales, los métodosdemocráticos, y los derechos ylibertades de los ciudadanos”». Esto fuelo que se acordó, dejando el debatesobre la legalidad vigente para otromomento posterior y pendiente demantener consultas y ratificarlo.

Al día siguiente, 3 de julio, no teníanreunión. En el hotel Eguiguren realizó unanálisis de cómo trabajosamente habíanllegado a un acuerdo sobre el primerpunto. En su opinión, la reunión habíacomenzado con graves dificultadesporque George aportó una primera

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propuesta de redacción para el primerpunto que significaba un paso atrássobre un texto previamente expuesto.Citaba en dos ocasiones el derecho adecidir, borraba la referencia a lalegalidad vigente y proponía plasmar,como anexos, los acuerdos tácitos y lasdivergencias de interpretación. En aquelmomento Eguiguren pensó «que laintroducción de esos elementos nuevosrespondía a una estrategia de ETA deelevar el listón. Me opuse a laexistencia de anexos y les dije que nopodíamos retroceder cambiando losacuerdos del día anterior, que en esecaso era mejor terminar las reuniones

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sin ningún tipo de acuerdo. También leshice saber que yo no tenía prisa, queellos verían lo que hacían». Una actitudde firmeza que facilitó la llegada de unaformulación aceptable del primer punto.Las reticencias vencidas en los últimosmomentos tuvieron que ver con laobsesión de ETA de introducir lapalabra «derecho» como fórmula capazde garantizar una continuidad en eltiempo a la facultad de los vascos adecidir su futuro algo, que según ellos,el término «decisión» no garantizaba.Para salvar este atolladero, Eguigurenpropuso sustituir la expresión: «respetarla decisión, por respetará las decisiones

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que vaya adoptando el pueblo vasco».«Ellos renunciaban a la palabra“derecho” y yo aceptaba que fuera unaactitud continuada en el tiempo».

El paso siguiente era llegar aacuerdos sobre normas yprocedimientos. No fue un apartadoespecialmente difícil, aunque hubodiferencias. Eguiguren insistía en lanecesidad de «introducir una referenciaa la legalidad vigente». Pero losrepresentantes de ETA no lo aceptaban.«Finalmente quedamos en concretar eseasunto en las aclaraciones. Otroinconveniente lo presentó el término“injerencias”, en el párrafo que decía:

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“... dicha decisión deberá ser adoptadaen ausencia de cualquier tipo deviolencia, sin injerencias ni coaccionesy teniendo en cuenta los procedimientosdemocráticos”. Ellos entendían lasinjerencias como algo externo (quizádetenciones), y yo como elementos depresión, intimidaciones, coacciones porparte de ETA, por esa razón semantuvieron las dos expresiones, paraevitar problemas».

A Eguiguren el texto al que se habíallegado le gustaba, «cada vez meparecía mejor y quedamos en cerrarlo enla siguiente reunión. Propuse que,efectivamente, en ella aprobáramos o

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rechazáramos este texto, esta forma deacercamiento, pero que no seintrodujeran en él nuevos elementos;para no eternizar el asunto».

«En los anexos se recogíandesacuerdos. Por ejemplo, el alcance dela ciudadanía vasca. Ellos entendían quetambién eran ciudadanos vascos losnavarros, y yo sólo los que vivían en elPaís Vasco».

Reflexiones sobre la situaciónEl 3 de julio era día libre. Algo así

como los que en los programas decongresos vienen definidos con la

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palabra «discrecional». Eguiguren,como siempre, tomó notas sobre lareunión del día anterior y mantuvo unaconversación privada con el CentroHerni Dunant, al que ya preocupabandiversas cuestiones. Por ejemplo, ¿cómopodría ratificar ETA lo acordado? Y sehacían la pregunta porque el Gobiernoespañol no garantizaba ningún tipo deseguridad para los miembros de ETA, loque para Eguiguren demostraba su tesisde que «no se incumplía el PactoAntiterrorista, ni la resolución delCongreso de los Diputados. Erancontactos exploratorios, previos. ElCentro empezaba a plantearse el lugar

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donde podría realizarse la ratificación, yal mismo tiempo le preocupaba que lasconversaciones se hicieran públicas.Les preocupaba la seguridad, el secreto,y plantearon la posibilidad de que lapróxima reunión tuviera lugar en algunaoficina camuflada de actividadcomercial». Eguiguren, mucho menospendiente de ese tipo de cuestioneshabía quedado con Rafaela Romero, sumujer, para pasar el día juntos.

A estas alturas de lasconversaciones podría pensarse queEguiguren disponía de lo que entérminos deportivos se denomina unequipo logístico y de apoyo y, a su vez

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que, aunque fuera por sofisticadoscanales mantendría una comunicación sino fluida, al menos constante, con elGobierno. Su respuesta es sorprendente:«Apenas informaba al Gobierno. Porejemplo, el punto primero lo aprobé sinllamar para nada a Madrid. Si lo hubierahecho me hubieran dicho que era unosado o un imprudente. Tampocoinformaba a nadie de dónde residía. Nipedí un euro durante este procesoprevio. Tampoco, ni entonces ni nunca,he hablado de estos asuntos ni con lapolicía ni con otros servicios deseguridad. En aquel momento porque noestaban informados y posteriormente

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porque nadie me ha preguntado. No nosseguían los talones, llevábamos muchadelantera. Podían sospechar algo perono había informaciones».

Reunión del 5 de julio de 2005El 5 de julio comenzaron la reunión

ratificando el primer punto. ETA dijoestar de acuerdo y a Eguiguren leparecía asumible desde las posicionesque mantenían los partidosdemocráticos. Éste era para él elacuerdo previo más importante, lajornada empezaba bien.

Sobre el punto segundo, el referido a

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las mesas de negociación se presentaronlas dos propuestas. La de losrepresentantes de ETA, leída porGeorge, decía: «El Gobierno españolacordará con los representantes de lamesa o mesas los mecanismos deaplicación de dichas decisiones. ElGobierno español entiende que lascitadas mesa o mesas en tanto querepresentativas de la ciudadanía vascaestarán conformadas por los partidospolíticos y agentes sociales, económicosy sindicales y que adoptarán losacuerdos con mayoría cualificadateniendo en cuenta la pluralidad políticay en plena igualdad de condiciones para

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las distintas opciones políticas».Eguiguren leyó la suya: «El

Gobierno español entiende que es a lospartidos políticos vascos, teniendo encuenta los agentes sociales, económicosy sindicales, a quienes correspondealcanzar los acuerdos y establecer losmecanismos de aplicación y negociacióncorrespondientes. La mesa o mesas quese constituyan a tal efecto deberántrabajar respetando la pluralidadpolítica existente buscando el mayorconsenso posible y con plena igualdadde condiciones para todas las opcionespolíticas».

Después de un largo debate e

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interminables matizaciones a lo largo detoda la mañana se acordó la siguienteredacción: «El Gobierno españolentiende que son los partidos políticosvascos, así como los agentes sociales,económicos y sindicales en la mesa omesas de diálogo que constituyanquienes alcanzarán los acuerdos yestablecerán los mecanismos denegociación y aplicacióncorrespondientes. El Gobierno españolentiende además que los acuerdosadoptados por los representantes de laciudadanía vasca lo serán con elmáximo consenso posible teniendo encuenta la pluralidad de la política

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existente en plena igualdad decondiciones para todas las opcionespolíticas».

Eguiguren reconoce que el acuerdofue posible porque, para definir másexactamente los mecanismos denegociación y la aplicación de losacuerdos adoptados en el País Vasco, seutilizaron anexos. También se remitía aellos para aclarar el ámbito geográficoal que debían pertenecer los partidos ylos agentes sociales, económicos ysindicales destinados a lograr unacuerdo. Con todo, el texto quedópendiente de ratificación hasta lareunión siguiente.

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El diálogo entre el Gobierno y ETA,tercer punto del orden del día, presentó—como todos— discrepanciassemánticas. Por ejemplo, entre laspalabras «diálogo» y «negociación», laprimera propuesta por Eguiguren y lasegunda por los representantes de ETA.También entre «violencia» y«conflicto». George «se mostródispuesto a aceptar la expresión“diálogo”, que yo proponía, en lugar de“negociación”, que defendía él. Perodiscrepaba sobre la expresión violenciaque llevaba yo frente a la expresiónconflicto de ellos». Se propuso laposibilidad de suprimir ambas

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expresiones, tanto violencia comoconflicto, y sustituirlas con una fómulasin connotaciones ideológicas queabordase la cuestión de manera menosexplícita. Pero se aplazó la cuestiónpara la siguiente reunión.

Como colofón a la jornada seabordaron los anexos, aclaraciones ocomentarios que habían ido quedandopendientes, como los referidos a laciudadanía vasca, la legalidad vigente ylos mecanismos de la negociación yaplicación de acuerdos. Es decir, a todoaquello que había hecho posible laexistencia de los puntos primero ysegundo. Quedaron en reunirse el 7 de

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julio para avanzar en la conclusión detrabajos.

La impresión de primera hora sehabía confirmado, y para Eguiguren eldía 5 de julio había sido un buen día.Después de la reunión, tras pasear por elparque y el jardín botánico, se fue acenar con su mujer que había acudido avisitarle desde san Sebastián alrestaurante en el que hacía treinta añoshabía sido cocinero saltándose lasnormas de seguridad.

Peces-BarbaAl día siguiente acompañó a Rafaela

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al aeropuerto y pasó el resto del díadeambulando por la ciudad. En sucabeza daban vueltas asuntospendientes: flecos, anexos, calendariosfuturos, metodologías, hoja de ruta ycuestiones de seguridad. En realidad,actualizaba ficheros en el ordenador enel que más confía, su cerebro.

Como casi todos los días, comprólos periódicos españoles, y en El Paísencontró un artículo de Gregorio Peces-Barba sobre Adolfo Suárez en el que secitaba una célebre frase de Azaña (quiena su vez citaba a Paul Valéry) de sudiscurso Paz, piedad y perdón, que dice:«Para las comunidades humanas, como

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para los individuos, el olvido no esmenos esencial que la memoria».Aunque Peces-Barba se refería a latransición española y por tanto no eraautomáticamente trasladable a lasituación vasca a Eguiguren le parecióque «venía al caso con el asunto que metraía entre manos. También aquí habíaque administrar con prudencia el olvidoy la memoria sin prescindir de ningunode los dos, si queríamos que la sociedadvasca construyera su futuro en paz ypudiera intentar la reconciliación». Laprensa parecía escrita para él. Leyó unartículo de Manu Montero (ex rector dela Universidad del País Vasco) sobre la

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nación y las expresiones preferidas porel nacionalismo entonces gobernantecomo: pueblo, voluntad popular, nación,territorios, Euskal Herria, consulta,etcétera. Montero señalaba que elnacionalismo es incapaz dedesprenderse de esas palabras. AEguiguren le sorprendía —algo que lesucedió de manera reiterada a lo largode las conversaciones— queprácticamente ninguna de esasexpresiones aparecían en las propuestasy que «en su lugar se reiterabanexpresiones como ciudadanos,ciudadanía, sociedad. No dejaba deinquietarme la sensación de que no era

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posible que problemas tan graves comolos que discutíamos pudieran serresueltos con fórmulas tan sencillas, ode manera tan fácil. Aunque laexperiencia me ha enseñado que cuandoexiste voluntad las palabras son lo demenos y algo de esto podía estarocurriendo. A propósito de esto metranquilizó leer un artículo de ManuelRivas sobre las elecciones gallegascelebradas en junio, en el que decía que“los buenos canteros, para mover lasgrandes piedras utilizan las yemas de losdedos”. En aquel momento de optimismopensé que eso era lo que estábamoshaciendo».

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A partir del 7 de julio, cuando losnegociadores de uno y otro bando sereunían, el primer tema de conversacióneran las incidencias del encierro de lostoros en Pamplona, algo que todoshabían visto a través de TVEInternacional. Había llegado San Fermíny, más o menos, las expectativas deEguiguren sobre el avance de losacuerdos se iban cumpliendo, aunquecon algo de retraso.

Nada más comenzar la reunión seaprobó el punto número dos (las mesas,que había quedado pendiente de estaformalidad) con un «pequeño cambio deestilo». El asunto principal del orden

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del día era el debate sobre el diálogoentre el Gobierno y ETA. En primerlugar había que deshacer el problemaque planteaban las expresiones«violencia» y «conflicto». Losrepresentantes del Centro Henri Dunantterciaron con alguna propuesta pero, «sedecidió algo más sencillo. Suprimimosambas expresiones admitiendo laposibilidad de introducir algunaaclaración en los anexos. Finalmenteaprobamos un texto que dice: “Encumplimiento de la resoluciónparlamentaria de 2005, el Gobiernoabrirá un proceso de diálogo con ETA.Respetando en todo momento el

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principio democrático irrenunciable deque las cuestiones políticas debenresolverse únicamente a través de losrepresentantes políticos de la voluntadpopular”».

Esta reunión era algo así como laprimera clase de la última semana decurso, había que apretar, pues no existíaintención de reanudarlas hasta pasado elverano. Una vez aprobado el puntonúmero dos se habló de metodología ycalendario, de los elementos de diálogoque desarrollarían el proceso en elfuturo. Entre ellos, «de la ratificación delo acordado después del verano y delmodo en que podríamos hacerlo. Se

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habló de la tregua, de los pasos a darpor el Gobierno después de que fuesedeclarada, y sobre cuándo constituir lamesa Gobierno-ETA, y de quiénes(incluidos observadores yverificadores) podrían integrarla.También se comentó la necesidad de unpacto de Estado una vez se alcanzasenlos acuerdos». La reunión, en opinión deEguiguren, comenzó a tomar aires decolaboración y de búsqueda conjunta deun camino viable a un futuro Proceso dePaz. En cualquier caso, aclara, «elobjetivo no era aprobar en esa reuniónestos temas, y los dejamos para despuésdel verano al igual que asuntos

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relacionados con la seguridad, atentadosy detenciones. No había ningúncompromiso entre ETA y el Gobierno,el tema iba para largo y podían ocurrircosas. Eso demostraba que el Gobiernono tenía ningún compromiso. Inclusollegamos a hablar de la conveniencia deuna distensión dialéctica para que lascosas fueran mejor. En esa fase másdistendida del debate se le dieronmuchas vueltas al carácter secreto de lasconversaciones que ambas partesconsideramos fundamental para trabajartranquilamente».

De hecho, mientras se mantuvo elsecreto todo funcionaba y cuando se

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rompió todo saltó por los aires, comoocurrió tras la declaración de la treguacasi un año más tarde. «De esto sedesprende una gran enseñanza, mientrasuna cosa es secreta no estáscondicionado por nadie para negociar,sólo por tus principios y por lo que teaconseja la prudencia. En cambio,cuando algo trasciende públicamente,cada una de las partes tiende aradicalizarse porque sufre la presión dela parte más extrema de su propiomundo. En el caso de ETA, los queafirmaban que se había rendido laobligaban a endurecer sus exigencias yen el campo de los demócratas, al no

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haber consenso, los partidos levantaronsus banderas y dificultaron las tareas alGobierno. La opinión pública impusosus preocupaciones y todos perdieroncapacidad de maniobra. En las primerasrondas no pasamos por estos peligros, símás adelante. Se insistió mucho en quetodo fuera secreto pero nadie lo cumpliódel todo».

Entre las propuestas apuntadas alcierre de la última reunión Eguigurenavanzó algunas de importancia:«Propuse que se hablara del alto elfuego permanente y no indefinido, comoproponía George. Pretendía darle unaentidad superior a la tregua de Lizarra-

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Estella, de 1998, que había utilizado laexpresión “indefinida” haciéndolacoincidir con la expresión utilizada enIrlanda una vez que allí se consolidó elProceso de Paz. Creo que lo entendieronperfectamente. En los próximos tres díaspodíamos dedicarnos a esto y a lasaclaraciones o anexos. Como dijo elresponsable del Centro, el acuerdo alque habíamos llegado —fueron suspalabras— era una especie de milagro.Con un poco de suerte la semanasiguiente podríamos volver a casa hastaseptiembre u octubre, cuando tuvieranlugar las reuniones que llamábamos dereencuentro. Su objetivo sería el tratar

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de ratificar los acuerdos a los queestábamos llegando, aportar lasgarantías de las partes y, diseñar la hojade ruta posterior al inicio del Procesode Paz, en la que quedaban muchosaspectos pendientes: integrantes,calendario, lugar…».

Atentado de LondresEl 7 de julio Londres sufrió un

ataque en cadena del islamismo radicalque produjo más de cincuenta muertos ysetecientos heridos. Sucedió un díadespués de ser la ciudad elegida comosede olímpica para los Juegos de 2012.

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Las bombas explotaron en tres vagonesdel metro y en un autobús de dos pisos.Una tragedia que recordaba a la sufridaen Madrid el 11 de marzo de 2004 y quetuvo especial incidencia sobre el grupode diálogo en Ginebra. «Recuerdo queen aquellos días no pude hablar muchocon nadie de España a causa delatentado de Londres, porque me dijeronque todo el espacio aéreo estabacontrolado y que cualquier teléfonopodía ser escuchado. En la reuniónnadie comentó nada. No sé si estaban ono al tanto, pero cuando llegué al hotelme enteré por la BBC que el atentado deLondres había consistido en cuatro

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explosiones en el metro y una en unautobús; un atentado idéntico al del 11-M en Madrid, aunque con menosvíctimas. Aunque estaban ya terminandolas reuniones, era un motivo más paraque la otra parte persistiera en su actituddecidida e incluso pensara en acelerarel proceso. Este terrorismo islamistaempezaba a afectar a toda Europa.George era consciente de que losatentados del terrorismo islamistadejaban sin ningún oxígeno,oportunidad, legitimación, justificacióny explicación a los terrorismos europeosheredados del pasado».

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HOJA DE RUTAPROVISIONAL

Miguel Ángel Aguilar y el héroe dela retirada

En uno de los resúmenes de prensaEguiguren encontró una columna deMiguel Ángel Aguilar en El País, que lepareció «oportuno» leer en una reunión:«En estos momentos, las antiguasinercias según las cuales la habilitaciónpara el diálogo se lograba mediantenuevos atentados queda fuera de lugar.Quien quiera ser reconocido comointerlocutor de ETA ante el Gobierno

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actual habrá de demostrar que mandadando la orden de parar y aportar laspruebas de que está siendo obedecido.Sólo así podría convertirse en ese“héroe de la retirada” descrito por HansMagnus Enzensberger». En susmomentos de optimismo Eguiguren«pensaba que el Gobierno y yo mismonos habíamos encontrado con ese “héroede la retirada” al que nos referimos.Recuerdo que entonces sentí que aMiguel Ángel Aguilar le faltaba añadirque es más difícil, y más meritorio, serhéroe de la retirada que héroe de lacontinuidad».

Esto es un ejemplo de lo importante

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que puede llegar a ser mantener, en unasituación como la que vivía Eguiguren,un cierto contacto con la realidad de laque se procede. Que, al menos de vez encuando, penetre en la campana de vacíoque es toda negociación de esta índolealgún aire que permita mantener lapropia identidad. «En Ginebra pudeseguir bastante bien la política española.Aparte de mis conversacionest e l e f ó ni c a s , El País llegabaprácticamente a primera hora de lamañana a todos los quioscos, muchos deellos gestionados por gallegos. Losotros periódicos llegaban algo más tardeo al día siguiente. También estaba TVE

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Internacional pero, cuando iba a cenar aun restaurante del centro, cuyo dueño eragallego, éste siempre se quejaba de loscontenidos —concursos, telenovelas,reportajes sobre el campo y programaspara turistas— y, en cambio, echaba enfalta una televisión que les mantuvieraconectados con España. Se quejaba deque ni siquiera se tomaran la molestia deretransmitir los partidos de la selecciónespañola de fútbol».

Tuvo días mejores y peores. Habíallegado a Ginebra en plena investidura,por segunda vez, de Ibarretxe comolehendakari y ocurrieron atentadosnotables como el del estadio La Peineta,

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que dieron fuerza a la actitudantinegociación del PP. Por otra parte,tenía la impresión tranquilizadora de irpor delante de lo que trascendía a laopinión pública en España: «Me hizogracia que Abc tranquilizara a suslectores diciendo que había contactos nooficiales de miembros del sectornacionalista del PSE, como Eguiguren, yque no eran contactos formales porqueno los dirigía Madrid. Está claro quepara algunos, “serio” y “Madrid” sonsinónimos. Pero todo esto no influyópara nada en nuestras conversaciones.Nadie sabía lo que ocurría. Lo queescribían los medios era sobre

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cuestiones pasadas».

9 de julio de 2005. Hacia la treguaComo ya era habitual, la reunión

comenzó con los comentarios sobre lossanfermines y resultó poco menos queinvalidada porque, entre otras cosas,faltó el intérprete que traducía al inglés.«Ratificamos el punto del diálogo entreel Gobierno y ETA ya acordado, yrepasamos el conjunto de la declaración.También tratamos sobre el tipo detregua. ETA quería incluir treguaindefinida y nosotros hubiéramosdeseado que fuera definitiva, pero el

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objetivo realista era conseguir que fuerapermanente, el término utilizado enIrlanda, que era más potente. La fórmulaideal, combinando ambas, era la detregua permanente con voluntad de quefuera definitiva. George aclaró quedefinitiva no podía ser porque esafórmula se daría al final de todo elproceso. Comentó, también, que lareunión del reencuentro no sería posiblehasta principios de octubre. Les dije quela fecha me resultaba más alejada de loprevisto, y ante esta observación dijeronque, si era posible, adelantarían el plazoy avisarían. El resto de la reunión fueuna meticulosa descripción sobre las

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cuestiones a tratar a la vuelta delverano. Finalmente, George presentó unpequeño añadido al acuerdo que habríaque estudiar posteriormente si iba enforma de preámbulo e introducción.Gorka se desenvolvía bien en el terrenode la metodología y el calendario». Elanexo propuesto por George decía:«Aun con diferentes consideraciones entorno a Euskal Herria, y aunque nocompartimos el modelo estratégico yconstrucción política que queremos paranuestra sociedad, estamos de acuerdo enque existe un pueblo, una comunidadnacional con vínculos sociales,culturales, lingüísticos e históricos».

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Eguiguren planteó de inmediato unaalternativa, aunque el texto de George nole pareció insalvable: «Aun condiferentes consideraciones ideológicas yaunque no compartimos el modeloestratégico y de construcción políticaque queremos para el futuro estamos deacuerdo en la existencia de una realidadcon vínculos culturales, lingüísticos,sociales e históricos llamada EuskalHerria». La diferencia es que en vez dehablar de un pueblo y de una comunidadnacional se mencionaba simplementeuna realidad. No se decidió el asunto, nise adoptaron acuerdos.

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10 de julio. Cómo ratificar lospreacuerdos. Misa en la Iglesiaortodoxa

Siempre he desconfiado de que lasrazones que arrastran a los agnósticos yateos a visitar iglesias sean sóloestéticas. Creo que, más allá de todatrascendencia, lo que buscamos esdescanso, que guardamos memoria de lafatiga de generaciones consolada en susbancos. Y silencio o música. Sea comofuere, Eguiguren comenzó el díavisitando la iglesia ortodoxa que estabacerca de su hotel. «A mí, que soyagnóstico, me daba igual asistir a unamisa u otra, pero tenía ganas de asistir a

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una misa ortodoxa porque me gustan suparafernalia y su música, y eso que mipaisano san Ignacio prohibió la músicaporque la consideraba inapropiada.Creo que era una iglesia de residentesrusos. Me gustó mucho el rito, se mehizo corta aunque duró dos horas, dediez a doce. No había mucha gente,como cincuenta o sesenta personas queno paraban de poner y quitar velas, y unpequeño coro. La iglesia era muy bonita,muy sencilla y recogida. Luego me paseépor un centro calvinista y por lacatedral, pero no asistí a ningunaceremonia. Luego paseé en busca de laprensa, encontré El País y leí que ETA

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había suspendido de militancia aFrancisco Múgica Garmendia, Pakito,por haber escrito una carta crítica con ladirección». Con esta suspensión seconsumaba su decisión de enfrentarse ala dirección de ETA, en una cartapública, a la que acusaba de«inoperante». De la suspensión dePakito no se habló en Ginebra.

Después de dedicar la mañana alturismo eclesial, Eguiguren se retiró a suhotel para trabajar en la redacción de unorden del día para lo que iban a llamarel reencuentro cero. Habían acordadoque después del verano las reunionescontinuarían siendo secretas y que

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comenzarían en octubre. Para esemomento, su propuesta de trabajo sería:«Comunicado de ETA y garantías;comunicado del Gobierno y garantías;decisión y fecha sobre la reunión cero.(La reunión cero era la denominaciónque utilizábamos para la primerareunión oficial, en secreto, entre elGobierno y ETA. A mi entender esareunión nunca se llegaría a celebrar);sistema acordado entre ambas partespara resolver accidentes y problemas;mecanismos de comunicación; definir elpapel de los observadores y de losgarantes, que tendrían funcionesdiferentes aunque todavía no las

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habíamos concretado; condiciones dediscreción y secreto que debían aceptarlos garantes y los observadores; preverconsejeros fuera de la delegación parala fase de la negociación secreta y nodiscreta. Habíamos diferenciado entrefases secreta, confidencial y discreta».

11 de julio. Tregua ykale borrokaNada más comenzar la reunión se

cerró la cuestión del preámbulo sobreEuskal Herria, con los cambiospropuestos por Eguiguren a los que nohubo objeciones. El texto quedófinalmente así: «Aun con diferentesconsideraciones ideológicas y aunque nocompartimos el modelo estratégico y

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construcción política que queremos parael futuro estamos de acuerdo en laexistencia de una realidad con vínculosculturales, lingüísticos, sociales ehistóricos llamada Euskal Herria». Seacordó introducir «diferenciasideológicas» para señalar el problemaque había detrás. Pueblo y comunidadnacional fueron sustituidos por lareferencia a una realidad sin entrar en lanaturaleza de esa realidad.

A nadie se le oculta que el procesovivido hasta ahora tenía un soloobjetivo: llegar a la tregua. En estareunión se abordó directamente el asunto«aunque ya se había discutido bastante

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en reuniones anteriores. Quedó sentado,como principio, que el comunicado deETA de anuncio de tregua no haríareferencia ni al acuerdo ni al Gobierno.Por tanto, su contenido sería unaaportación al proceso político vascoincidiendo en que no sería, nunca más,necesaria la lucha armada en la medidaen que se fueran reconociendo —era laterminología de ETA— los objetivos ylos derechos de Euskal Herria».

George asumió utilizar el término«permanente» para calificar la tregua yEguiguren dedujo que también lo hacíacon «indefinida». «Pero estuvo sólodispuesto a incluir la palabra

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“indefinida” en los anexos y añadiendoalguna aclaración sobre sucondicionamiento al cumplimiento delos compromisos, es decir, lapermanencia de la tregua dependía delcumplimiento de las cuestiones quefueran acordando el Gobierno y ETA, yno de la evolución política vasca. Unavez que se constituyeran las mesas de loque ocurriera en ellas no dependería elresultado posterior del proceso.También afirmó que la tregua afectaría al a kale borroka. aunque insistió en queesos asuntos se aclarasen en losanexos».

Sobre la kale borroka acordaron

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que, en caso de que se produjeranacciones no controladas, se estableceríaun mecanismo de comunicación yaclaración. Como última cuestiónclarificaron los anexos que, finalmente,acabarían llamándose notas queafectaban a las siguientes cuestiones:«Interpretación de “ciudadanos vascos”;el ámbito de las mesas; la cuestión de la“legalidad vigente”; qué se entendía poracuerdos; mecanismos de aplicación ynegociación con el Gobierno español delos acuerdos; el contenido del diálogoentre el Gobierno y ETA con referenciaa: presos, exilados, desmilitarización,víctimas y al comunicado de ETA». Su

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aprobación quedó pendiente para lasiguiente reunión.

12 de julio. Quebraderos de cabezaAl recapitular lo vivido el día

anterior Eguiguren anotó en su libreta:«La reunión de ayer no acabó deconvencerme. Se logró el objetivoprincipal, que era la definición de latregua como permanente, y elcompromiso de que hubiera tregua, perose introdujeron tantas cuestionesconfusas en las “aclaraciones” que noacabaron de gustarme. Desde unprincipio desconfié de los famosos

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“anexos”, pero no había manera dequitárselos a George de la cabeza». Noera la primera vez que desconfiaba.

Y no eran las cuestiones másevidentes, como la referencia a EuskalHerria, con su implícita inclusión deNavarra lo que más le preocupaba.«Pero no ocurría lo mismo con las“aclaraciones”. En segundo lugar,querían escurrir el bulto condefiniciones de buena voluntad en eltema de la tregua. No me bastaba y nodejé pasar el tema. Insistí una y otra vezque se necesitaba algo más que unatregua indefinida. Al final me planté ydije que si no figuraba la expresión

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permanente no habría acuerdo, que nopodía volver con esa cuestión sinclarificar. Yo entendía y no ponía enduda la trascendencia de la decisión queiba a adoptar ETA, pero las palabrasson importantes y necesitaba clarificareste tema».

Aunque George aceptó elcompromiso de que sería una treguapermanente, «tuve la impresión de queutilizarían ambas expresiones con algunacoletilla con el deseo de que fuera algomás que tregua. Finalmente quedó laexpresión “alto el fuego permanente” ensu comunicado».

Resulta cuanto menos sorprendente

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que una negociación de esta naturalezano estuviera asistida por un férreotutelaje desde Madrid, pero Eguigurense muestra contundente al negarinstrucciones concretas del Gobierno:«No. No tenía ninguna instrucciónconcreta al respecto. A Madrid lehubiera gustado que el primer día sacarael compromiso de la tregua y mevolviera. Pero yo no pensaba sacar elcompromiso de la tregua hasta el finalcomo ya he dicho. Aunque era miobsesión, que se definiera comopermanente. No tanto por el contenidosino porque en Irlanda la treguapermanente había correspondido a la

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fase en la que el IRA abandonó la luchaarmada para dar paso a un procesopolítico. Quería que apareciera lareferencia irlandesa para visualizar queestábamos en un proceso muy distinto alacuerdo de Estella-Lizarra. En aquelmomento esto me pareció una batallaimportante, ahora visto con laexperiencia tengo otra sensación».

Desde el presente, tanta lucha —otanta fe— en las palabras, ya no leparece tan importante. Aunque siguepensando que la estrategia seguida paralograr la tregua fue acertada, «la batallapor la palabra y la definición hoy meparece un poco inútil. Cuando llegó la

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tregua todo el mundo entendió que aquélera un alto el fuego distinto. Por eso elproceso creó grandes expectativas. Perocon la experiencia el problema es que loque digan en un comunicado sobre elcarácter de su tregua depende de cómose desarrollen las cosas o de cómojuzguen cómo van. Entonces la palabratregua pierde toda su virtualidad. Portanto, al final ¿qué sentido tiene tantapelea por las palabras?».

La constatación de que las palabrasno significan tanto, que no implican sucumplimiento, es la base de unaposición para el futuro. «El día demañana, si un gobierno quiere hacer

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algo tendría que tener garantías quesuplan lo que diga un comunicado, algoque ya no las da, con los precedentes delfracaso de esta tregua. Supongo queellos también sacaron susconsecuencias. En aquel momento, yhasta hoy en día, fue conseguir la tregua.Después de la experiencia la tregua hayque plantearla de forma distinta. La ideade que lo vital era conseguir la tregua ydespués hablar no funciona. Porque conla declaración de la tregua llegó laclaridad y dialogar con la opiniónpública encima consigue efectosperversos. En vez de inútiles debatessobre cómo se denomina la tregua, es

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mejor resolver antes todo en secreto.»El esquema debe cambiar. Hasta

ahora se entendía un Proceso de Pazcomo un camino para el adiós a lasarmas. Ahora debe ser al revés. Primerotiene que haber constancia de que ETAha dejado la lucha armada y despuésabrir un diálogo. No sería un finaldialogado sino el final de la violenciapara después dar el paso a laspalabras».

Un asunto trascendental. Las dosmesas

Durante los últimos días de

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negociación en Ginebra Eguigureninsistió en dos cuestiones que leparecían trascendentes y que lepreocupaban. La primera, que laconversión de la tregua de permanente adefinitiva debía depender solamente delcumplimiento de la hoja de rutaacordada en aquellas conversaciones yno de cómo se desarrollara el procesopolítico en el País Vasco, entre otrasrazones, porque el desarrollo ydesenlace de una mesa entre partidos eraimprevisible y de resultados que nonecesariamente habrían de gustar a ETA,o a los socialistas. «Lo planteé de una ymil maneras diferentes para que se me

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entendiera bien. Fue una de las cosas enlas que puse mayor pasión a lo largo delos encuentros y quedó aclarado, porparte de ETA, que no existíandiferencias de interpretación al respectoy que estábamos de acuerdo en lo quedecíamos y decidíamos. Para cerrar yconcretar más la cuestión, pregunté sipasaba por la cabeza de ETAcondicionar el funcionamiento de lamesa política al funcionamiento de lamesa técnica o viceversa. Tambiénquería aclarar que no se pretendía nadaparecido a esto. Me interesabamuchísimo esta parte de la discusiónpues a pesar de llevar tantas horas de

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reunión a veces tenía dudas sobre si lasdos partes hablábamos de lo mismo yutilizábamos el mismo lenguaje. Esteasunto quedó claro e iba a tener muchaimportancia en el futuro».

13 de julio. La penúltima reunión.Información del abc

Otra vuelta de tuerca sobre loscomentarios, aclaraciones o notas, enlos márgenes del texto acordado.«Versaban sobre ciudadanía yterritorios; sobre las mayorías y losmétodos; sobre la mesa ETA-Gobierno;sobre la legalidad vigente y sobre lavocación definitiva de la tregua. Medaba igual que constasen como

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“comentarios” si no estaban en el textodel acuerdo. Teníamos que aprobar esascuestiones que me seguían sinconvencer. También tratamos la cuestiónde dónde constarían esos comentarios yqué valor tendrían. El Centro empezabaa tener prisa. Quería que ésta fuera laúltima reunión. Ahora les entraba laprisa a todos. Personalmente, creí queconvenía aclarar algunas cuestionesporque ni los comentarios, ni las notas,eran cuestiones secundarias».

Antes de acudir a la reuniónEguiguren había leído en Abc losresultados de un sondeo que aunque,«pudiera parecer sesgado», presentaba

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datos contundentes: la sociedadespañola quería que el Gobiernodialogase para terminar con elterrorismo pero, al mismo tiempo seresistía a cualquier tipo de medida degracia o tratamiento especial en lacuestión de los presos. «Era unproblema difícil de resolver porque enla práctica ambos deseos sonincompatibles. Yo pensaba que era unasunto que afectaba al Gobierno, peroque debería de preocuparle más a ETA,y también que podría ser el granproblema del proceso. Me guardé lainformación de Abc para enseñársela aGeorge en la reunión y plantearle el

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problema que representaba e insistir enque tenían que poner algo de su partepara suavizarlo. Escribí en mi cuaderno:¡Que se preocupen más de esto y menosde crear problemas con lasaclaraciones!».

Definitivamente se acordaron lostextos de los anexos, aclaraciones onotas, en estos términos:

— Se entienden como acuerdos losconcernientes al futuro de losciudadanos de Gipuzkoa, Álava,Vizcaya y Nafarroa, constatando laexistencia de dos comunidadesautónomas y teniendo en cuenta dichosmarcos institucionales en la puesta en

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práctica de los citados acuerdos.— Entendemos que dicha mesa o

mesas estarán conformadas por lamayoría cualificada de los componentesy ámbitos citados, que en esta aclaraciónse dice que puede afectar al País Vascoy Navarra, pero citando los dos ámbitos.

— Las normas y los procedimientoslegales son los vigentes en cadamomento.

— Los acuerdos concernientes alfuturo de la ciudadanía vasca que seadopten por la mesa o mesas seránnegociados en la forma determinada poréstas con el Gobierno español. Estaaclaración venía a cuenta de que ETA en

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su propuesta había dicho que las mesasdeberían negociar con el Gobiernoespañol.

— Ambas partes entienden que elproceso de diálogo con ETA hacereferencia a presos, desmilitarización,víctimas.

— Por parte de ETA existe la firmevoluntad de avanzar hacia el finaldefinitivo de la lucha armada.

Como parece ser que calificarlos deanexos, comentarios o notas, teníaimportancia y era objeto de discusión,se acordó redactar un texto quedesignara al Centro Henri Dunant comonotario de los acuerdos entre las partes.

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Eguiguren estaba agotado yespecialmente susceptible. Por la nocheescribió en su cuaderno: «Mal día el dehoy. Ya en la última reunión me pasóalgo parecido. He dormido fatal, a lascinco y media de la madrugada estabadespierto. Cuando estuvimos hablandode temas fundamentales me sentíasatisfecho, pero cuando entramos entemas de menor calado, en cuestionesformales como las “notas”, me hesentido mucho más incómodo e inseguro.En este último tramo, a diferencia de laetapa anterior, el Centro ha adoptadouna actitud más reservada. Quiereacabar cuanto antes. Les ha entrado la

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prisa de golpe. Intuyo que es como sinos dijeran que esta parte lescorrespondía a ellos».

Cuando la ronda de conversacionesllegaba al tramo final, las noticias quellegaban de España no eran buenas. El 1de julio el Congreso de los Diputadosvotó por mayoría que el PP habíamanipulado los acontecimientos del 11-M, el mayor atentado terrorista de lahistoria de España, y que habíainfravalorado al terrorismo islamista.Era el colofón a un año marcado por lasdeliberaciones en la Comisión deinvestigación del Congreso sobre lossucesos que habían enfrentado

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radicalmente al PP y al Gobierno. Aquelmismo día, Eduardo Zaplana, portavozdel PP en el Congreso, aún mantuvo queexistían «dudas» sobre la intervenciónde ETA en el atentado. Aquellaspalabras confirmaban que, una vezabandonara la excusa del 11-M, el PPtomaría el diálogo del Gobierno conETA como el elemento central de suoposición, tal como había anunciadoMariano Rajoy tras aprobarse en elCongreso la resolución parlamentariaque lo autorizaba en ausencia deviolencia.

La tensión entre el PP y el PSOE eratal que, a los pocos días, cuando las

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conversaciones entre Eguiguren y JosuUrrutikoetxea estaban avanzadas, elportavoz del PSOE en el Congreso,Alfredo Pérez Rubalcaba, confirmaba elbloqueo del diálogo con el PP enmateria antiterrorista y descartaba queRodríguez Zapatero fuera a reunirse conRajoy, como se había pretendido haceren julio. Una semana antes, RodríguezZapatero, tras un Consejo de Ministroscelebrado en Mérida, había pedido aRajoy un «esfuerzo» para lograr launidad en la política antiterrorista.

Paralelamente, el juez Grande-Marlaska ordenó procesar e investigar aEHAK (Partido Comunista de las

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Tierras Vascas), las siglas con queBatasuna estaba representada en elParlamento vasco desde las eleccionesde marzo de 2005. Y el 12 de julio ETAcolocó cuatro bombas de escasapotencia en una central eléctrica enAmorebieta.

Naturalmente estas cuestiones y aunotras estuvieron presentes en lapenúltima reunión. Antes de entrar en elorden del día Eguiguren pidió la palabra«para insistir en los problemas que iba atener el proceso y pedir una declaracióncontundente. Cité la decisión del juezMarlaska, contra el criterio del fiscal,de procesar e investigar a EHAK. Leí el

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sondeo de Abc. saqué a colación lasexplosiones de Amorebieta, que no secompadecían con la buena marcha de lasúltimas reuniones. Frente a mispreocupaciones y mis quejas larespuesta fue semejante a lo que tuvecon el atentado de Madrid, lo que suelenocurrir con este tipo de planteamientos:ETA responde que no ocurrirá nadaimportante. Pero me quedé con la moscadetrás de la oreja sobre si en el verano,antes del reencuentro, podían ocurrircosas más graves».

Los representantes de ETAvolvieron a insistir sobre la «calidad»de la representación de Eguiguren, sobre

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cuál era su condición en aquella mesa.«Yo no quería que constara que era elGobierno español el que estabacomprometido, sino un representante delpartido del Gobierno que estaba allípara tratar de saber qué posibilidadeshabía de poner en práctica la resolucióndel Congreso. Hubo bastante discusiónsobre esto y al final se acordó mipropuesta, no sin antes haber insistidoyo sobre el hecho de que todossabíamos, más o menos, lo querepresentábamos y en no convertir eseasunto en tema importante: si las cosasiban bien, el proceso no se estropearíapor eso, y si iban mal no sería por una

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cuestión terminológica».Probablemente por el inexorable

acercamiento de un final, Eguigurenseguía sintiendo sobre sí la tensiónacumulada aquellos días. Su libreta lorefleja con total claridad: «He salido tanmal de la reunión que he tenido que irmeal hotel y meterme en la cama tomandoun Orfidal. Luego vi que las cosas noeran tan preocupantes. Al fin y al cabolas actas y comentarios no son acuerdosde las partes, sino apuntes del Centro,que se quedan ellos. Si el proceso vabien, estoy seguro de que todo esto seráuna tormenta en un vaso de agua. Lobueno que tiene no haber terminado de

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forma tan precipitada y haber quedadopara el día siguiente y finalizarformalmente las reuniones es quemañana es 14 de julio, una buena fechapara los afrancesados. No está mal esteaniversario para celebrar la últimareunión».

14 de julio. Aniversario de la Tomade la Bastilla. Última reunión

Lo bueno si breve dos veces bueno,dice el proverbio. Aunque la fecha erade mucha parafernalia en el sentidohistórico, y ellos mismos pensaban estarhaciendo historia, la reunión duró poco

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más de media hora. Se hizo un repaso detodo lo acordado hasta entonces,comenzando por la denominación, lasdiferentes partes, las aclaraciones y elorden. Finalmente la expresión «notas»se cambió definitivamente porcomentarios. Eso fue todo. «Nosdespedimos con la sensación de haberhecho un trabajo para la historia yquedamos en vernos a la vuelta delverano o en que se vieran quienestuvieran que verse porque nadasabíamos, ni unos ni otros, si nos iban aconfirmar la representación».

Antes de abandonar Ginebra losrepresentantes del Centro pidieron a

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Eguiguren que en su próximo viaje lesllevara un recuerdo característico delPaís Vasco. Eguiguren se decidió por unregalo simbólico, las boinas, ya endesuso. Les llevó tres: una negra, otraazul y la tercera, roja. Eso le permitióhacer una incursión en la historia delPaís Vasco, que tanto le apasiona y queinteresaba a los representantes delCentro. La más utilizada, les recordó, esla negra. Pero la azul, que es máselegante, durante la segunda guerracarlista se convirtió en un símboloporque fue prohibida por el generalEspartero al ser utilizada como muestrade protesta por una decisión del general

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que afectaba a la foralidad vasca. Laboina roja, que fue la del requeté en laGuerra Civil española y que el dictadorFranco solía usar, tiene, sin embargo, unorigen liberal. Fue uniforme de losbatallones voluntarios de San Sebastiánque defendieron el liberalismo,representado por Isabel II, frente alprimer levantamiento carlista.

Eso le permitió hacer pedagogíacontra el mito extendido de que el PaísVasco y Navarra eran carlistas, de talmodo que ninguna de las capitalesvascas llegó a estar sometida por loscarlistas. Y llamar la atención de que elnacionalismo vasco, incluida la

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izquierda abertzale, haya mitificado apersonajes de las guerras carlistas dels i gl o XIX, como el general carlistaTomás de Zumalacárregui, y alguerrillero, también carlista, el Cura deSanta Cruz, que para Eguiguren es lomás parecido a lo que hoy representa unterrorista islamista.

Y le permitió recordar, que Tomásde Zumalacárregui tenía un hermano,Miguel, desconocido, pero másimportante, que fue diputado en lasCortes de Cádiz, origen del liberalismoespañol, y, posteriormente, ministro deJusticia en los gobiernos liberales. Conello puso en valor la corriente liberal

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tan importante que hubo en el PaísVasco, en el siglo XIX, impulsora dereformas, como los Caballeritos deAzcoitia.

Eguiguren regresó a casa el mismo14 de julio. Hubo un largo periodo deespera para continuar lasconversaciones, porque el Centro HenriDunant no volvió a convocarles hastanoviembre, en Oslo. Durante este tiempode espera, que coincidía en gran medidacon el periodo de vacaciones, sucedióde todo en la política nacional, pero nohubo ningún atentado mortal, que era lalínea roja que no se podía rebasar sinromper el proceso.

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Textos del Acuerdo de GinebraPrincipal:El Gobierno español respetará las

decisiones que sobre su futuro adoptenlibremente los ciudadanos vascos.Dichas decisiones deberán seradoptadas en ausencia de cualquier tipode violencia o coacción, respetando lasnormas y procedimientos legales, losmétodos democráticos y los derechos ylibertades de los ciudadanos.

El Gobierno español entiende queson los partidos políticos vascos asícomo los agentes sociales, económicos ysindicales, en los foros que constituyan,

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quienes alcanzarán los acuerdos yestablecerán los mecanismos denegociación y aplicacióncorrespondientes.

El Gobierno español entiende,además, que los acuerdos adoptados porlos representantes de la ciudadaníavasca, lo serán con el máximo consensoposible, teniendo en cuenta la pluralidadpolítica existente y en plena igualdad decondiciones para todas las opcionespolíticas.

Finalmente, en cumplimiento de laresolución del Congreso del 17 de mayode 2005, el Gobierno abrirá un procesode diálogo con ETA respetando en todo

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momento el principio democrático eirrenunciable de que las cuestionespolíticas deben resolverse únicamente através de los representantes legítimos dela voluntad popular.

Se acuerda que el plazo para ladeclaración del presidente del Gobiernoespañol no excederá de seis meses apartir de la declaración de ETA.

Que se acompañaba de un brevepreámbulo:

Aun con diferentes consideracionesideológicas y aunque no compartamos elmodelo estratégico y de construcciónpolítica, estamos de acuerdo con queexiste una realidad con vínculos

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sociopolíticos, culturales, lingüísticos ehistóricos llamada Euskal Herria.

Y de los siguientes comentarios:

1) A propuesta de EguigurenPrimero: La sociedad vasca es libre

de decidir democráticamente su futurodentro del respeto a su pluralidad y almarco político constitucional vigente.

Segundo: Se reconoce el derecho dela sociedad vasca a decidir su futuromediante acuerdo consensuado querespete la pluralidad interna y siguiendolos mecanismos establecidos por laConstitución y el Estatuto.

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Tercero (tres puntos): 1: Lasinstituciones del Estado respetarán lasdecisiones sobre su presente y futuroque adopte la sociedad vasca siguiendolos procedimientos legales ydemocráticos vigentes. 2: Los acuerdosdeberán ser ratificados mediante elsistema del consenso en unascondiciones de ausencia total decualquier tipo de violencia o coacción,con plena igualdad de condiciones delas distintas opciones políticas,salvaguardando siempre y en todo casolos derechos y libertades de losciudadanos. 3: Los ámbitos de diálogomultipartidista correspondientes serán

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quienes de forma consensuada decidanlos contenidos del diálogo, losprocedimientos para llegar a acuerdos ylas fórmulas de negociación a aplicar.

2) A propuesta de GeorgePrimero: El Gobierno de España

está de acuerdo y respetará la aperturade un proceso donde la voluntad popularque vayan desarrollando los ciudadanosvascos desde los actuales marcosinstitucionales permita por mandatomayoritario abordar el ejercicio delderecho a decidir como pueblo y sufuturo así como el modelo de relaciones

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políticas con el Estado.Segundo: Dicho mandato

mayoritario se desarrollará a partir de larepresentación legítima del País Vasco,conformado por todos o por lo menos lamayoría cualificada de los agentespolíticos, sociales y sindicales. Lacitada representación determinará losmecanismos de refrendo que posibilitenel ejercicio del derecho a decidir.Corresponderá a dicha representaciónacordar con el Gobierno español laaplicación de los citados mecanismosasí como la gestión de los mismos.

Tercero: Por otro lado, el Gobiernoespañol abrirá un proceso de

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negociación con ETA con el fin desolventar de manera definitiva lasconsecuencias del conflicto.

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Segunda fase. Oslo.Ratificación de la hojade ruta. Noviembre de

2005

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ELREENCUENTRO.NOVIEMBRE

DE 2005

El verano de 2005El 28 de julio de 2005, catorce días

después de que se terminaran lasconversaciones de Ginebra entre elenviado del Gobierno y la delegación deETA y se abriera un tiempo de consulta,el IRA anunció en un comunicado queordenaba a sus miembros el final de lacampaña armada e instruía a susvoluntarios a que lucharan por susobjetivos con programas democráticos y

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medios exclusivamente pacíficos. El 26de septiembre la Comisión internacionalindependiente sobre el desarme enIrlanda del Norte, creada a partir de losAcuerdos de Viernes Santo, anunció queel IRA había completado la destrucciónde sus arsenales. Sin duda, la buenamarcha del Proceso de Paz irlandés nodejaba de ser un ejemplo para el PaísVasco. El sacerdote de aquel país ytestigo del desarme, Alec Reid, queentonces estaba temporalmente allí,explicaba a sus interlocutores de quémanera los miembros del IRA ibandepositando las armas en una balanza deforma simbólica, mientras fumaba su

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pipa.También en septiembre, en medio de

insistentes comentarios sobre una futuratregua de ETA, un medio decomunicación, el diario El Mundo, seatrevió a ponerle fecha: tres mesesdesde su publicación. El Gobierno deRodríguez Zapatero, al que aludía lainformación, no lo desmintió. Y no lodesmintió porque el origen fue unainformación que el presidente habíaconfiado a Mariano Rajoy en una citaque tuvieron al regreso de lasvacaciones, pendiente desde julio por elbloqueo motivado por sus discrepanciassobre el 11-M. Zapatero le había

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comentado al líder de la oposición, sinofrecerle detalles, que existían contactoscon ETA y que la banda preparaba unatregua. La Moncloa pensó que lainformación había llegado al diario ElMundo a través del portavoz del PP enel Congreso, Eduardo Zaplana, íntimode su director, Pedro J. Ramírez. Porcierto, aquella reunión entre Zapatero yRajoy, celebrada el 5 de septiembre enLa Moncloa, se zanjó con un fracaso porel desacuerdo en los principales asuntosde Estado del momento: ETA y lareforma del Estatuto de Cataluña.

Dos días después Zapatero recibióal lehendakari Ibarretxe en La Moncloa,

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al que también informó someramentesobre las expectativas creadas para unfinal de la violencia, aunque tampoco lerelató lo acordado en Ginebra, que sóloconocían Pérez Rubalcaba y el propiopresidente. Zapatero encontró enIbarretxe una complicidad que no tuvocon Rajoy sobre la conveniencia deimplicarse en una negociación con ETA.Pero Ibarretxe, al tanto de lasexpectativas, estaba obsesionado, comolo estuvo durante todo el proceso, condesempeñar un papel relevante en unaMesa de Partidos que complementara lanegociación entre el Gobierno y ETA.Así se lo reveló a Zapatero y así lo

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intentó, sin éxito, durante el proceso.También puso fechas al proceso en

aquellos días, el 6 de septiembre, uno delos líderes más representativos deBatasuna, Pernando Barrena. Dijo quesu plazo de caducidad culminaba enmayo de 2007, es decir, un año y mediomás tarde, con la celebración de laselecciones municipales, a las que teníaintención presentarse Batasuna pararecuperar la cuota de poder perdidastras su ilegalización. Probablemente, enese momento, Barrena ignoraba elAcuerdo de Ginebra. El núcleo duro deBatasuna lo supo más adelante.

De este clima también participaba el

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CNI, pero no estaba al tanto de lo quesucedía. Su director, Alberto Saiz, unhombre de confianza del entoncesministro de Defensa, José Bono,señalaba tan sólo quince días despuésde cerrarse el Acuerdo de Ginebra:«Hay síntomas de que se estáconfigurando una atmósfera favorable,por lo menos, a sentarse a hablar.¿Cuándo? Todavía no está a la vista.¿Cómo? Tampoco está claro. ElGobierno ha puesto unas condicionesclarísimas: hace falta una voluntadinequívoca de renunciar a la violencia yno se va a pagar ningún precio político.Hasta que no se den esos requisitos no

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habrá ni siquiera un principio deacercamiento. El siguiente paso lo tienenque dar ellos». Evidentemente, el 31 dejulio, el CNI no estaba al tanto de loocurrido en Ginebra. Esto fue así porvoluntad no sólo de los negociadores,que querían trabajar libremente, sinsentirse vigilados. También quisieronque así fuera el presidente del Gobiernoy el ministro del Interior. El director delCNI fue sincero cuando contestó que noa la pregunta del periodista de El Paísmiguel González sobre si había algúncontacto entre el CNI y ETA.

En este tiempo de espera ETAprotagonizó algunas acciones terroristas,

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pero sin rebasar la línea roja delasesinato. El 29 de julio, al día siguientede que el IRA ordenara a sus comandosel cese de su actividad, ETA hizoestallar dos artefactos explosivoscoincidiendo con la salida devacaciones de verano. Uno, a las seis dela tarde en el kilómetro 75 de lacarretera de Extremadura dirección aMadrid, y el otro en el kilómetro 132 dela carretera de Andalucía dirección aCórdoba. El 24 de septiembre tambiénETA hizo estallar un coche cargado conexplosivos, a las nueve de la noche, enun polígono industrial en Berrocalejo deArragona, en Ávila, a tres kilómetros

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aproximadamente de la Academia delCuerpo Nacional de Policía y a dos dela cárcel de Brieva. No hubo víctimas,pero sí daños materiales.

Tres semanas después de lasconversaciones de Ginebra, el 4 deagosto, el Euskobarómetro, elprestigioso sondeo de la Universidaddel País Vasco, revelaba que el 61 porciento de los españoles aprobaba lanegociación del Gobierno con ETA,aunque la condicionaba a que losterroristas estuviese decididos aabandonar las armas. El director delEuskobarómetro, Francisco Llera,atribuía este condicionamiento a «las

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pasadas experiencias fracasadas en lasque los terroristas sólo querían ganartiempo y oxígeno».

No faltaron en el verano lasdemostraciones de Batasuna en lascalles, aprovechando las fiestaspatronales. El 14 de agosto se celebró latradicional manifestación convocada porBatasuna en San Sebastián. El Gobiernovasco y el Tribunal Superior de Justiciaprohibieron la manifestación. LaErtzaintza se encargó de impedir que secelebrara e inevitablemente seprodujeron altercados callejeros y otrosincidentes. Tampoco faltó lamanifestación en Bilbao el 26 de agosto,

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bajo el lema «Ahora el pueblo, ahora lapaz», lema utilizado por Batasuna paradifundir su propuesta de Anoeta. No fueprohibida ni se produjeron altercadoscallejeros u otros incidentes. El climasocial y político fue mucho más serenoque en veranos anteriores, sin apenasincidentes en las fiestas veraniegas delos pueblos.

Al regreso del verano Batasunaanunció la apertura de un proceso deasambleas internas, que culminaría afinales de año, para preparar el procesosobre la base de los principiosplanteados por Arnaldo Otegi en laAsamblea de Anoeta de noviembre de

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2004.Zapatero, animado por el resultado

de las conversaciones de Ginebra,mantuvo su política de gestos hacia elmundo de la izquierda abertzale.Aprovechó su viaje a Nueva York, el 15de septiembre, para pronunciarse, con labandera de la ONU detrás, y, porprimera vez, sobre las posibilidades deuna próxima tregua de ETA. Allípronunció una frase que utilizaría,profusamente, en los meses posteriores:«El proceso será largo, difícil y duro».Las palabras de Zapatero fueron muymedidas: «El deseo ampliamentemayoritario, el gran objetivo de la

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sociedad española, es ver el fin de ETA.Es un proceso que viene de atrás, queserá largo, difícil y duro. El Gobiernotrabaja en la línea del deseo de losespañoles. Ante las posiblesexpectativas tenemos que ser muyprudentes. El Gobierno sabe que cuentacon esta tarea con el apoyo de lamayoría de los españoles. Y esperacontar con el apoyo de todas las fuerzaspolíticas. El Gobierno actuará pensandoen los intereses generales, en losprincipios democráticos y por y para elEstado de Derecho».

Su declaración reflejaba otra clave,que mantuvo durante los prolegómenos y

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el inicio del proceso, la de su confianzaen que el PP se acabaría sumando alproceso porque la mayoría de losespañoles apoyaba un final dialogadocon ETA. Curiosamente, su declaraciónfue la respuesta a una pregunta sobreotra declaración que no pasó inadvertidatan sólo dos días antes en Madrid, la delfiscal general del Estado, CándidoConde Pumpido. Éste, con motivo de laapertura del Año Judicial, ante el reyJuan Carlos, expresó su esperanza de unpróximo final de ETA tras veintisietemeses sin atentados mortales. Elencadenamiento de hechos no era tancasual, Conde Pumpido sería el

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personaje más informado del procesodespués de Zapatero y Pérez Rubalcaba.

El presidente del Gobiernonecesitaba contar con su complicidadpara lograr que la judicatura se pusierade parte del proceso. Además, teníanmuy buena sintonía, a lo que contribuíael profundo conocimiento de CondePumpido del País Vasco. CondePumpido, gallego de nacimiento, estuvodestinado como juez en San Sebastián(Guipúzcoa) en los años de plomo, en laprimera mitad de la década de 1980, loque le permitió conocer de primeramano las complejidades políticas delPaís Vasco. Vivió de cerca los atentados

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de ETA, pero también siguió de cercalos del terrorismo de los GAL quearreciaron en aquella época. Tambiénconoció el proceso de reinserción de lospresos y exiliados de la rama político-militar de ETA, que anunciaron suabandono de las armas en septiembre1982 tras un proceso de negociaciónguiado por el ministro del Interior delúltimo Gobierno de la UCD, Juan JoséRosón, con la participación delsecretario general de EuskadikoEzkerra, Mario Onaindia, y el diputadoy abogado Juan María Bandrés, con elque forjó una buena relación personal.Aquel proceso podía servir de

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referencia, en cuanto al tratamiento delos presos, si el nuevo proceso cuajaba.Conde Pumpido cobró fama de juezimparcial e insobornable y tuvo muchocontacto con la sociedad vasca deaquellos años.

El Estatuto de CataluñaPero toda la política española estaba

centrada en Cataluña. La tramitación delEstatuto de Cataluña acaparó la atencióninformativa durante el verano y el otoño.A finales de septiembre el Parlamentode Cataluña aprobó el proyecto dereforma del Estatuto, con la única

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oposición del PP. El 5 de octubre, elpresidente del Parlamento de Cataluñapresentó en el Congreso el proyecto dereforma del Estatuto y el 2 denoviembre, el mismo día en el queempezarían las reuniones de Oslo, seprodujo la votación en la Cámara Bajade la propuesta de reforma, con lo quese iniciaba la tramitación de la misma enlas Cortes Generales en una atmósferade total enfrentamiento entre elGobierno y el PP. Confrontación que seextendía a la sociedad y a los medios decomunicación. La inmensa mayoría delos medios nacionales recibieron conhostilidad el proyecto de reforma del

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Estatuto de Cataluña y se suscitó unpeligroso clima de confrontación entrela comunidad catalana y la española.

El contencioso catalán se iba aconvertir en una de las principalescausas de la agria disputa entreGobierno y oposición. La opiniónpública viviría con preocupación latramitación del proyecto y el Gobiernollegó a atravesar por sus momentos demayor desgaste desde su constitución,según confirmaban todas las encuestas.

La tramitación en las CortesGenerales de la reforma del Estatutocatalán, que puso en primer plano de laactualidad asuntos como el

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reconocimiento del termino «nación»aplicado a Cataluña y la pretensión demantener relaciones de bilateridad conel Estado español, sin duda tuvieronrepercusión entre los negociadores deOslo. Sobre todo los fuertesmovimientos de oposición de la derechay algunas escasamente veladas críticasde miembros de la izquierda. Para JesúsEguiguren, que mantenía en aquellacircunstancia la representación delGobierno fue, además, un tema dereflexión: «La cuestión no nos afectabadirectamente, pero para ETA, lo queestaba ocurriendo era una señal de lospeligros que nos amenazaban. Según

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ellos, un gobierno que no respetaba loacordado en Cataluña ofrecía un avisopara navegantes. Yo les respondía quelo que ocurría era consecuencia de lasusceptibilidad de la opinión públicaante las reivindicaciones económicas deCataluña, justas seguramente, pero malplanteadas por un partido de izquierdasque no podía olvidar que su función eralograr la igualdad y el progreso de losterritorios y de las personas en elconjunto de España con especialpreocupación por los más débiles,injustamente tratados históricamente. Enestos temas aparecían mis querenciasjacobinas. Si alguna lección sacaba para

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mí de todo aquello es que los vascosteníamos que hacer lo contrario de loque estaban haciendo los catalanes. Esdecir, las diferencias arreglarlas enEuskadi y no llevar los problemas aMadrid. Ir de buenos, los socialistas, enEuskadi para que luego fuera el Estado,el Gobierno, o el PSOE quien hiciera demalo era el camino seguro para crearfrustración y hacer inviable cualquierproceso. Más adelante en Loiola tendríaocasión de reiterar este principio milveces, advirtiendo a todos que noíbamos a aceptar nada que pudiera serinasumible en Madrid».

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El puente del Pilar, en GinebraHabía existido una cita previa a la

primera reunión en Oslo. El CentroHenri Dunant, juzgando que el tiempo deseparación entre reuniones estaba siendodemasido largo, citó de nuevo a laspartes negociadoras en Ginebra el 12 deoctubre. Eguiguren juzga que se trató deuna reunión de trámite en la que sólo seentrevistó con George y miembros delCentro, sin que nadie aportara ningunanovedad. Las diez horas de viaje encoche, en el Audi del amigo deEguiguren Josemi, la ida y la vuelta, lesirvieron para reflexionar, relajarse y«escuchar música de la década de 1970

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mientras comía algún plato precocinadocomprado en las gasolineras». Espresumible que el Centro quisieracomprobar que la voluntad y elcompromiso de las partes seguíansiendo reales. La vuelta la hizo por elcentro de Francia, que en esas fechasofrece un espectáculo paisajísticodelicioso.

Antes de ratificarse lasconversaciones de Ginebra entre elGobierno y ETA, el PNV entró enescena con la aprobación ypresentación, el 22 de octubre, de undocumento titulado «Ante el finaldialogado de la violencia y la

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normalización política». El documentosería la guía del primer partido del PaísVasco durante el proceso en ciernes. Suinspirador fue Josu Jon Imaz, supresidente desde enero de 2004, unhombre claramente escorado en el sectorautonomista, pero que disponía de unamayoría muy precaria porque ganó porun mínimo número de votos en laAsamblea Nacional del PNV a JosebaEgibar, soberanista y candidato deXabier Arzalluz, histórico presidentedel partido, a la sucesión.

Imaz mantenía buena relación conZapatero, pero sobre todo con AlfredoPérez Rubalcaba, desde finales de la

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década de 1990, cuando el socialista erael responsable de comunicación de laEjecutiva de Joaquín Almunia, e Imaz,portavoz del Gobierno vasco deIbarretxe. El pragmatismo del que yahacía gala Imaz en aquella época facilitósu complicidad con Pérez Rubalcaba, alque unía, además, su formaciónprofesional común, la de químicos. Suestrecha relación con Rubalcaba lepermitió saber con antelación que prontoiban a pasar cosas importantes en elPaís Vasco y le dio tiempo parapreparar al partido.

El texto fue fruto de un pacto entrelos dos sectores del PNV, el soberanista

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y el autonomista, pero tenía el sello deImaz. Recogía, por un lado, la recetasoberanista del derecho sin restriccionesdel pueblo vasco a decidir su futuro.Pero la atenuaba al reconocer «elpluralismo de la sociedad vasca» comoelemento «consustancial y positivo» dela misma y al afirmar que «no es posibleconstituir una nación cohesionada eintegrada sobre el enfrentamiento entreidentidades ni sobre la imposición de unproyecto». En este sentido, rompía conla estrategia soberanista con que elPNV, con Xabier Arzalluz al frente,había participado en el procesodialogado anterior, el de Lizarra, de

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1998-1999.También rompía con la estrategia de

Lizarra con su actitud ante la violencia.En este punto también se notaba lainfluencia de Imaz. Hacía hincapié endeslegitimar su práctica y sus resultadosy en desmarcarse de los diagnósticos desu entorno. «Este conflicto no puede serinterpretado según las claves de ETA»,decía el texto, y añadía: «Las decisionespolíticas no estarán condicionadas poruna ETA que no ha sido capaz deaceptar ni la voluntad mayoritaria de losvascos ni la legitimidad democrática delas instituciones».

A la hora de abordar la

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normalización política en una Mesa dePartidos proponía que la llave para suconstitución era el cese de la violencia,cuyas verificación y definición atribuyea las propias formaciones políticas. Encuanto a las decisiones de la Mesa dePartidos, conformaba un sistema dedoble llave, de forma que elcompromiso vasco de «no imponer» unacuerdo con menos aceptación que elvigente, el Estatuto de Gernika, seacompañe con el del Estado de «noimpedir» que se lleve a cabo en elCongreso.

El histórico presidente del PNV,Xabier Arzalluz, acusó a su sucesor de

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«salirse de la línea» del partido y deexpresar sólo «ideas personales».Egibar llegó a considerar que no eranecesario un documento, pero al finalcedió y el documento fue aprobado porlos dos sectores del PNV.

Imaz fue otra de las personas mejorinformadas del proceso, tras Zapatero yPérez Rubalcaba, y con él el consejerode Interior del Gobierno vasco, JavierBalza, que también mantenía una buenarelación profesional con Rubalcaba. Loreveló en una entrevista que publicó ElPaís tan sólo dos días antes dereanudarse las conversaciones entre elGobierno y ETA en Oslo. Balza dijo:

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«ETA no ha llegado aún a la decisión dedejar la violencia. Yo creo que es casiplena en la izquierda abertzale y esasumida en una parte de ETA porque, sino, no hubiesen dicho en un comunicadoque asumen la propuesta de Anoeta deBatasuna. Ha habido un debate en ETA yuna parte importante con peso apuestapor ello, pero no es una posiciónadoptada ya». Lo que, a continuación,dijo Balza fue premonitorio: «No hemossuperado aún el riesgo de que ETA sevuelva a equivocar. ETA no ha delegadoen su brazo político, como pasó enIrlanda».

El 1 de noviembre, la víspera de que

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se iniciaran las conversaciones de Oslo,la izquierda abertzale, con ArnaldoOtegi y Rafael Díez Usabiaga al frente,enterraba en Bera de Bidasoa (Navarra)al ex concejal de esa localidad porBatasuna, José Ángel Alzuguren, que sehabía suicidado dos días antes en lacárcel de Soria. Esta muerte activó lakale borroka, que actuó con especialsaña en Guipúzcoa. En Renteria ungrupo de encapuchados quemó la oficinadel jefe de estación de Eusko Tren.

Oslo no era GinebraLa segunda ronda de negociaciones

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comenzó en la capital noruega el 2 denoviembre. En principio preveían quesería breve, pues se convocaba sólopara ratificar lo acordado en Ginebra.Al menos ésa era la idea de JesúsEguiguren: «Pero ocurrió lo contrario.Al final tuvimos que estar más tiempodel previsto y los debates fueron másagrios e incómodos que en Ginebra. Porprimera vez hubo momentos de grantensión y se abordaron las cuestionescon mucha más desconfianza yprevención».

La trascendencia de dar un segundopaso se refleja hasta en la forma en queEguiguren, tan partidario de la sencillez,

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realizó este viaje. Condujo un cochealquilado hasta Ginebra, donde pasó lanoche, y al día siguiente tomó un aviónhasta Oslo. Una vez allí los serviciossecretos noruegos se hicieron cargo dela seguridad de sus movimientos.«Aterricé en Oslo sobre las dos y mediade la tarde, llovía y ya estabaoscureciendo, habían retirado la nieveen montones por todo el aeropuerto,parecía que no íbamos a tener el buentiempo de Ginebra, pero después fueexcelente. Nada más pisar tierraestábamos siempre acompañados porpolicías y agentes del servicio secreto.Nos llevaron a un hotel a una hora de

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Oslo.»El cuartel general de las

conversaciones era un hotel-balneario,rodeado de lagos y bosques a veintekilómetros de Oslo. El lugar, vigiladopermanentemente por la policía secretay los servicios de seguridad noruegos,nos dijeron, tal vez para impresionarnos,que fue el recinto en el que habíantenido lugar las negociaciones de pazentre israelíes y palestinos, con Rabin yArafat de protagonistas. El ambiente enel que se desenvolvieron las reunionesera muy distinto al de Ginebra. Lapolicía y los servicios secretos nosprotegían y nos aislaban del resto del

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personal. El hotel se dedicaba aprogramar bodas, congresos deagricultores. Había menos movilidad,menos tranquilidad. Estábamos todos unpoco mezclados. A mí me gustabamucho más el ambiente de Ginebra,porque allí te dejaban suelto y no teencontrabas constantemente con genteque estaba en el ajo. El ambiente eramás agobiante y agotador al estar todosmetidos en el mismo edificio. Quizá lapretensión de los organizadores de lasconversaciones fue de utilizar la técnicade la cercanía para facilitar laresolución de los conflictos. El bufé delhotel y el restaurante se convirtieron en

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escenario inevitable de coincidenciascon los del Centro y los de ETA».

Eguiguren no sólo critica el nuevoescenario por razones de comodidadpersonal o de gustos privados. Piensaque además no favorecía el avance enlas negociaciones, sino todo locontrario. «Creo que es un mal sistema.Es mejor que después de cada reunióncada mochuelo se vaya a su olivo y nover a tus contrincantes hasta la siguiente.No éramos precisamente un grupo deamigos los que nos reuníamos. El día dela llegada cenamos todos juntos, los delCentro, los de ETA y yo. Entre losdetalles en la estancia en Noruega, tengo

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que destacar que una de las personasque nos visitó fue el embajador deNoruega en Suiza, y más adelante elministro de Asuntos Exteriores, elsocialdemócrata Jonas Gahr Støre, queacababa de tomar posesión. Me dio unpar de teléfonos móviles por si habíaalgún problema. Todo ello sin caer enun excesivo formalismo. Actuó con todanaturalidad, simplemente vino paraofrecernos lo que necesitáramos,haciéndome la observación de que era laprimera vez que veía a los terroristasatildados y al representante delGobierno un tanto desaliñado. Se ve queallí las cosas son bastante más sencillas

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que en nuestro país. Este ministro hizoreferencia a la tradición humanitaria deNoruega y a su participación en muchosprocesos de paz a lo largo y ancho delmundo, en Palestina, Sri Lanka, dejandoclaro que en esta ocasión lo único quehacían era dejar un sitio a solicitud delCentro, pero que no formaban parte delproceso. También me habló delcentenario de la independencia deNoruega, que coincidía con aquel día.Medio en broma, le dije que no aportaraideas cuando destacó que Noruega eraun ejemplo, porque después de un siglode disputa con Suecia todo se habíaresuelto pacíficamente. Insistió en la

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importancia de lo que estábamoshaciendo porque era el único conflictopendiente en Europa de suscaracterísticas. Una vez en Noruegahablé con mi mujer, con Patxi López ycon Madrid para informar de que habíallegado sin problemas. La policía meentregó un teléfono celular diciendo queera para garantizar la seguridad de lascomunicaciones. No acerté a utilizarlo ytampoco me ofrecía demasiadaseguridad. Seguí comunicándome a mimanera».

Josu Urrutikoetxea y Txeroki

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La incomodidad de Eguigurenprobablemente se relacionaba con lasensación de estar aislado. Laactualidad le llegaba con «cuentagotas»hasta que pidió un ordenador y pudoutilizar Internet. La televisión del hotelsólo recibía canales noruegos, salvo laBBC, y los periódicos españoles nollegaban nada más que cuando la policíales acercaba El País y algunos diarioslondinenses, que desaparecían deinmediato. Por estas razones no seenteró de las «reacciones tras elcongreso del PSE, un congreso que fuebien, centrado en el mensaje de pazaunque para ello hubiera que forzar un

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poco las cosas y rozar la imprudenciacalculada como cuando Patxi Lópezafirmó que estábamos en el umbral de lapaz y añadió: “Sé de lo que hablo”.Recuerdo que George me preguntó porel congreso y yo le contesté que habíaido bien. Ante esta desinformación solíaleer los periódicos en inglés. Los delcentro se mosquearon un poco porqueles había dicho que no sabía inglés.Sospechaban que me había hecho eltonto para enterarme de lo que elloshablaban en inglés».

La desinformación, aparentemente,no sólo le afectaba a él, porque cuandoETA colocó sendas bombas en el

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Juzgado y la sede del INEM de Zarautz,Eguiguren le preguntó a George por lacuestión y éste le respondió «que no sehabía enterado». Ocasión que tambiénaprovechó para preguntarle sobre suenfrentamiento con Garikoitz Aspiazu,Txeroki, jefe militar de ETA, del queinformaba el diario Abc, a lo que lecontestó «que no le conocía y que todoaquello era un cuento».

Aunque era inevitable que durante eldía se encontrase de manera reiteradacon él, «apenas hablaba de política conGeorge. Como vascos impasibles yaburridos, sólo conversábamos sobrelas inclemencias del incipiente invierno

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nórdico, de lo pronto que anochecía y desi habían salido o no pasear por elmonte. George salía normalmente sobrelas siete de la mañana a correr por elmonte acompañado de una agentenoruega. Yo me conformaba con paseosmás modestos».

2 de noviembre. Primera reunión enOslo. Sorpresas

La primera reunión comenzó el 2 denoviembre a las dos de la tarde.Asistieron las mismas personas que sereunían en Ginebra: tres representantesdel Centro Henri Dunant, Robert,

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George y Eguiguren. Disponían de unaplanta completa del hotel para ellos,vigilada por agentes secretos en lospasillos y en las escaleras. En la sala dereuniones había una pantalla y una mesaalrededor de la que se sentaban todos,frente a frente.

Un miembro del Centro abrió lasesión señalando las tareas quecorrespondían a estas reuniones yplanteando el orden del día según loacordado en la reunión de Ginebra del 9de julio:

1. Declaración del Gobierno.

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Garantías, pacto de Estado einformación regular sobre el asunto.

2. Comunicado de tregua de ETA.3. Fecha y orden del día de

reencuentro.4. Acuerdo sobre «accidentes».5. Tratamiento de la prensa.6. Metodología.7. Calendario.8. Observadores y comisión de

garantías.9. Papel del Centro.10. Consejeros y asesores.

Acto seguido intervinieron

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Urrutikoetxea y Eguiguren «para resaltarla importancia de las reuniones queíbamos a celebrar. Ambos insistimos enla necesidad de dejarlo todo claro y entomarnos para ello el tiempo que hicierafalta, de tal modo que la siguiente fasedel proceso no heredara probablesconfusiones». Objetivos que Eguigurenno está seguro de haber alcanzado.

La metodología de trabajo en lareuniones no planteó problemas,acordaron que se desarrollaran de igualmanera que las de Ginebra; tampoco elorden del día, salvo unas «cuestionessobre seguridad y garantías, que planteóGeorge, y que se añadieron al mismo».

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Aunque a las reuniones no asistíaningún representante del Gobierno deNoruega —sólo cedía el lugar paracelebrarlas—, el Centro planteó lacuestión de qué tipo de información sele facilitaría sobre las mismas. «Sólocedían la sede, pero determinadaspersonas del Departamento deExteriores de Noruega hacían algún actode presencia. Con algunos de ellosmantenía una estrecha amistad desdehacía tiempo. Se decidió que el Centroadministrara el tipo de información queconsiderara oportuna».

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La ratificación de los Acuerdos deGinebra

El punto clave de la reunión era laaprobación, o no, de lo acordado enGinebra. Eguiguren habló en primerlugar: «Dije que estaba de acuerdo enratificar lo hablado en Ginebra, tal cual,sin ningún cambio ni añadido de ningunaespecie. Lo que me hizo sentirme conuna cierta sensación de fuerza, porqueles demostraba a los de ETA y alCentro, que no tenía que echarme atrásni rectificar en nada lo hablado yacordado en Ginebra».

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Después tomó la palabra George.«Dijo que aceptaba y ratificaba loacordado en Ginebra pero que sugeríaalgunas modificaciones. Sugiriómodificar, en primer lugar, la puesta enmarcha de mesa o mesas acordada enGinebra por foros o algo semejante,para no concretar y determinar tanto elfuturo. Yo acepté el planteamiento y laidea que estaba detrás. Yo mismo habíaplanteado algo semejante en lasreuniones de Ginebra, aunque tambiénseñalé que de momento podríamos dejarabierto el tema de la expresión “foro” ydarle alguna vuelta más para buscar laexpresión más adecuada. Quedamos en

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dejar la cuestión para el día siguiente».El caso es que al final se cambió

«mesa» por «foros». Pero también, enopinión de Eguiguren, se entró en unadiscusión de más calado sobre lo que seiba a negociar, sobre los acuerdos y suaplicación. Hasta el punto que detectó«un importante desacuerdo sobre lo quese estaba negociando y sobre suaplicación, hasta el extremo de que seprodujo una pequeña interrupción en lareunión. Mi pretensión fue aparcar eltema para otra. El Centro también pidióque se aparcara la cuestión».

Estas primeras desavenencias,además de tomarle por sorpresa, le

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hicieron pensar que ETA acudía a Oslocon problemas. «En efecto, a cuenta deeste asunto hubo un fortísimodesencuentro donde afloraron todas lasdesconfianzas y suspicacias que hastaentonces habían estado ocultas. Además,George hizo otra aclaración sobre elpunto del Acuerdo de Ginebra, que serefería a los “procedimientos legales”.Y propuso añadir una nueva frase quedijese: “normas legales que no debenser limitaciones sino garantías para elcumplimiento de la voluntad de losvascos”».

Una frase que tenía su truco, puesestaba extraída literalmente del epílogo

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del libro de Eguiguren en el que planteauna propuesta de acuerdo en el PaísVasco, «es más, George lo dijoexpresamente, citó mi libro. Yo lo habíacogido de otro sitio, de los Acuerdos deIrlanda del Norte. En teoría era unafrase que ni quitaba ni ponía nada, peroen aquel contexto de desconfianza suplanteamiento significaba modificaralgo. La coletilla sobre las normaslegales que no deben ser limitacionessino garantías con el tiempo se iríaconvirtiendo en una especie de“espantajo” para los negociadoressocialistas porque el tema volvió a saliren la mesa de Loiola». Con la palabra

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«espantajo» Eguiguren quiere significarque muchos socialistas pensaron que enrealidad camuflaba el derecho deautodeterminación, aunque «la habíaescrito yo, y no pretendía eso, pero esopareció no importarle a nadie».

En cualquier caso, en la primerareunión de Oslo, Eguiguren reaccionócomo una persona que ve frustradas susesperanzas. «Respondí que la fraseestaba sacada de contexto, que noañadía ni aclaraba nada y que sólointroducía confusión, que las normasvigentes son las que son. George insistióen el tema y el Centro la aparcó paramás adelante. Parece que lo que no

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había sido problema en julio ahora sí loera, que alguien más tiquismiquis habíadecidido incordiar. El caso es que huboun fortísimo desencuentro dondeafloraron todas las desconfianzas quehabían estado ocultas. Más allá de laimportancia de las modificaciones, queeran relativas, me sentí afectado yprotagonicé la crispación y la discusión.Yo no venía mentalizado para quepudiera haber ningún tipo de cambio. Nisiquiera llevé ninguna sugerencia sobrelo acordado en Ginebra, lo que meparecía muy importante. No me esperabaque ETA pretendiera cambiar las cosas.Psicológicamente me afectaba. No venía

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preparado para reabrir una discusión.Pensaba que íbamos a ratificar losacuerdos».

Desde la distancia, Eguigurenreconoce que quizá su reacción fueexcesiva. Cuenta que pasaba por un maldía, que la cena de la noche anteriorhabía sido tipo noruego y que habíadormido mal, entre pesadillas, «quizátodo eso influyó en mi estado de ánimo.Pero la verdad es que me sentíincómodo y temía que si empezábamoscambiando cositas podíamos empezar acambiar cuestiones fundamentales y esoderrumbaría todo el esquema que meparecía que estaba ya consolidado. Creo

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que mi actitud sorprendió a todos, comotambién mi decisión de no aceptarninguna sugerencia y de dejarlo todoaparcado para más adelante. Se levantóla sesión y quedamos en volver areunirnos al día siguiente».

Siguiendo su costumbre, ya en lahabitación, escribió en su cuaderno: «Lareunión ha ido más bien mal. Han traídocuestiones que complican los acuerdosde julio. No creo que sean impedimentosinsuperables». Lo que indica que suactitud en la mesa de reuniones le habíasentado bien, entre otras cosas, porquecon su fondo de no transigir, estaba deacuerdo: «Pensé que las cuestiones que

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habían planteado (mesa, aplicación,normativa vigente) eran observacionesque habían introducido los dirigentes deBatasuna. Luego me daría cuenta de queno había ningún motivo para pensar así,aunque no sé hasta qué punto le gustabaa George tener que entrar en aquellascuestiones. Como táctica negociadorayo, de entrada, no podía transigir».

Entre los distintos cambios queproponían los representantes de ETApara él el más grave era el que afectabaa la aplicación de los acuerdos, esdecir, la referente a que Madrid nopodía discutir los acuerdos vascos, sinoúnicamente su aplicación. «Sabía que

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era una vieja discusión imposible queMadrid tuviera que dar el visto bueno,sin más, a nuestros acuerdos. Y ellos losabían perfectamente. Pensaba tambiénque el problema, si aceptaba el cambio,era que en una hipótesis futura deruptura podían acogerse a la letra de lasaclaraciones para justificarla. Por esomismo pensé que era mejor no dejarresquicio a la posibilidad de que en unfuturo ellos aparecieran como losposeedores de la razón y el Gobiernocomo el responsable de losincumplimientos».

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Intervención del CentroLos representantes del Centro

tuvieron una breve charla con Eguigurendespués de dar por concluida la primerareunión. Procuraron tranquilizarle,asegurándole que su labor consistía entratar de blindar los acuerdos y evitarque aquello fuera una farsa denegociación. «Evitar lo que ha pasadoen Cataluña (no olvidemos que lareunión se celebró el mismo día en elque se comenzó a discutir el Estatuto deCataluña en las Cortes). Trataron deexplicarme que lo que decía George no

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era tan grave como me parecía a mí. Lescontesté que los puntos que seplanteaban eran todos ellos de caráctersensible, que estaban todos relacionadosentre sí. Me contestaron que George nomodificaba sus posiciones, y quedesconocían lo que iba a decir en lo querespectaba a la tregua. Y, puestos adecirlo todo, les advertí que en Euskadino podía haber democracia vigiladadespués de la paz, ni ser George elespadón de turno, figura tan típicamenteespañola que ellos quizá desconocían,pero que a los que conocíamos lahistoria española todo esto nos sonabamuy familiar. No sé si les gustó mucho

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mi intervención porque me pidieronprudencia, que fuera suave y dialogante,como en Ginebra. Estaba cabreado y lesdije que de lo que se trataba no erahacer disquisiciones sobre la historia deEspaña, sino acabar con el terrorismo.Contesté aceptando sus sugerencias peroadvirtiendo también que si George teníamucho tiempo, yo más, y que podíaseguir discutiendo sine díe, y que noconvenía cerrar acuerdos dudosos enaras de una pretendida eficacia obúsqueda precipitada de resultados».

Mientras estos desencuentros teníanlugar en las proximidades de Oslo, en elCongreso de los Diputados en Madrid,

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transcurría la sesión de un tenso debatesobre el Estatuto de Cataluña en la que,naturalmente, intervenía Alfredo PérezRubalcaba, al que Eguiguren hubieraquerido llamar para trasmitirle mejoresnoticias. «Antes que nada hablé conPatxi López para informarle. Después,hablé un momento con Rubalcaba.Estaba en pleno debate, en el que era elportavoz del PSOE. Y también hablécon mi mujer. No les transmití mi estadode ánimo. Nunca lo hacía, para nocondicionarme».

3 de noviembre. Segunda reunión.

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Las garantíasEn la segunda reunión se abordó el

tema de la aclaración referente a losacuerdos y su aplicación. «La clave fueque George quería que Madrid aceptaralo que decidieran los vascos en la mesa,sin más. Me opuse al cambio sugeridopor George de limitar la negociación ala aplicación y no a los acuerdos. Lerepliqué que hay unos procedimientoslegales en España que hay que seguir.También le advertí del peligro de quefuera una trampa para que ETA pudierajustificar la ruptura el día de mañana. Y,finalmente, que no era una meramodificación sino que afectaba a la

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médula del acuerdo». Se entabló unalarga discusión «en la que George seopuso a mis reservas. Tras el debatepropuse dos fórmulas de acuerdo.Añadir al final del apartado: “dentro delrespeto a la voluntad de los vascos”, ycambiar “aplicación” por “gestión” delos acuerdos».

Se reabrió la discusión sobre lasnormas y los procedimientos legales.George propuso que «constara que nosupondrían limitaciones a la voluntadvasca, sino garantía de su ejercicio». Alo que Eguiguren planteó una alternativa.«Propuse: “sin perjuicio demodificaciones futuras con el objetivo

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último de que no sean una limitación a lavoluntad de los vascos, sino una garantíade su respeto”». El acuerdo consistió enquitar «sin perjuicio» y poner«pudiendo».

Finalmente cerraron un acuerdodefinitivo sobre la declaración y susaclaraciones, aunque antes de dar porcerrada la cuestión Eguiguren insistió«en que había que adaptar ladeclaración a la terminología y a losusos parlamentarios en el marco de unadiscusión más amplia». Esto lo pedía,porque siguiendo —en este punto— elmodelo irlandés, siempre habíapensado, desde las conversaciones

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mantenidas en Txillarre, que debíaexistir una declaración del Gobiernoespañol que abriera el proceso.«Además, el Parlamento había aprobadouna resolución en mayo. Por otra parte,lo que en teoría podía ser un acuerdoentre el Gobierno y ETA, tenía que venirprecedido por un cese de la violencia.Todo nos encaminaba a que una vez quese produjera la tregua el presidentehiciera algún tipo de declaraciónasumiendo las premisas que estábamosdiscutiendo. Pero yo era consciente deque al presidente no le podíamos llevarun papelito para que lo firmara y loleyera, sino que esos acuerdos los tenía

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que enmarcar en una declaraciónparlamentaria tal y como lo hizo en sudía».

Garantías. Legalización deBatasuna. Controles policiales

En último lugar se abordó lacuestión de las garantías del proceso,que formaba parte del punto primero delorden del día. En Ginebra apenas habíanhablado de lo que ocurriría una vez queETA declarase la tregua y el Gobiernoinformase al Parlamento para iniciar eldiálogo, si se daban las condiciones.Daban por hecho, para poder seguir

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adelante, que cuando se iniciara esafase, la actuación del Gobierno seadaptaría a una serie decomportamientos, a unas garantías, queacordarían en su reencuentro. Era unacuestión espinosa y que planteababastantes problemas prácticos, porquesin acuerdo entre el Gobierno y ETA,tampoco podía haber garantías. «Perohabía llegado el momento de fijarlas,aunque no entraban en vigor hasta que seiniciara el final dialogado. Hablamos dela legalización de facto de Batasuna quemás adelante se convertiría en unalegalización de iure para lo queBatasuna tendría que tomar lógicamente,

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decisiones. Yo puse un límite: nuncaacepté el cambio de la Ley de Partidos.Ellos pusieron sobre la mesa el papel dela policía, en sintonía con el procesoirlandés. Plantearon la eliminación de lapresencia policial —controles, etcétera— y la paralización de las detenciones».

Un punto que parece difícilmentesalvable fue la negativa de Eguiguren acontraer un compromiso de cese oausencia de detenciones. Cómo pudoargumentar una posición tan delicada yque parece, de alguna manera, paralelaal cese de la violencia: «Desde unprimer momento dejé claro que Españano era Irlanda y que la policía tendría

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que seguir haciendo controles dealcoholemia y en prevención delterrorismo islamista. Les dije que norespondía de la posición del Gobiernoespañol, y que la Guardia Civil sóloobedecía al duque de Ahumada. Saliótambién la cuestión de losprocedimientos judiciales. Insistieronmucho en que dado el estado en el quese encontraban determinados procesos ylos que se anunciaban podrían ser unobstáculo para el Proceso de Paz. Yoinsistí siempre en que es dudoso que unGobierno pueda decir a la Policía o a laGuardia Civil que no cumpladeterminadas funciones, pero que es

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evidente que un Gobierno no puededecir a los jueces lo que tienen quehacer o dejar de hacer. Todos estuvimosde acuerdo en que este debate no teníaque ser público».

La reunión concluyó con elcompromiso de abordar en la siguientela cuestión del pacto de Estado.

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LAS CONDICIONES DELDIÁLOGO

La visión del CentroYa en el hotel Eguiguren escribió su

particular valoración de lo ocurrido:«Hoy la reunión ha ido mucho mejor, enparte porque he decidido arreglar cosaspara no eternizarnos y poder arrancar deuna vez. He optado por suprimir “lasmesas” por foros y en las aclaracionesintroducir el término “gestión” y unacoletilla sobre la legislación vigente.Creo que el texto de Ginebra ofrecíasuficiente margen para hacer estos

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cambios, aunque en el tema de la gestiónde los acuerdos hemos andado rozandola línea roja. ¡Quién sabe por dónde va aevolucionar la política vasca en elfuturo! George cree que se puedeorganizar todo con disciplina prusiana,pero la política tiene su dinámicacompleja». A esta valoración sigue unpárrafo que describe la mejoría en surelación con el resto de interlocutores yen su estado de ánimo: «El Centro hadicho, y yo lo comparto, que la reuniónha ido muy bien, que se ha retomado ladinámica de Ginebra y que ha resurgidola química entre George y yo. La vísperase quedaron preocupados. No sé si por

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los cambios planteados por George opor mi actitud de dejar en suspensotodos los puntos cuestionados. Hoy, encambio, estaban encantados. Por miparte, es como si hubiera encontradonuevamente el punto de equilibrio yhubiera buscado la forma de irsorteando los problemas que vansurgiendo. En parte, por mi visión untanto escéptica de las cosas o por pensarque si esto acaba mal no va a ser poruna coma, un punto o una palabra más omenos adecuada, sino por cuestionesmucho más importantes como son endefinitiva la voluntad de las partes. Hepropuesto abordar antes el pacto de

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Estado que las garantías para poderentrar de una vez en la cuestión de latregua. Al fin y al cabo es la grannovedad y es lo importante que tiene quesurgir de estas reuniones. Además, ya eshora de que George vaya enseñandotodas sus cartas y defina de una vez dequé tipo de tregua estamos hablando.Creo que mañana es un día decisivo. Hepedido al Centro que la reunión sólotrate del punto segundo, el alto el fuegoy las garantías, para darle todas lasvueltas que haga falta.Tendré querealizar un listado de garantías de ETAsobre las que habrá que hablar conGeorge. Todavía no he informado a

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Madrid de nada sustancial. Estoyesperando a ver el desenlace del puntodos, el alto el fuego, para podertrasladar una valoración inicial».

Las garantías de ETAAun antes de dar por concluida la

jornada, ya en la habitación, Eguigurenredactó las siguientes garantías exigiblesa ETA: No atentados contra laspersonas; no atentados contra todo tipode viviendas, bienes, edificios osímbolos; no kale borroka; no acososocial ni político; no extorsióneconómica; no adquisición de armas,

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compra, tráfico, etcétera; no adquisiciónde cualquier tipo de material; noatracos; no acciones de abastecimientode todo tipo de material; suspensión delreclutamiento, formación yentrenamiento; no a la exaltación opropaganda de la lucha armada.

4 de noviembre de 2005. Tercerareunión. Tregua y garantías

Tal y como había acordadoEguiguren con los asesores del Centro,en esta reunión se abordó en sucomienzo el asunto de la tregua,exactamente del contenido del

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comunicado que habría de emitir ETAen su momento anunciando la tregua.George explicó su posición diciendoque el comunicado iría dirigido a EuskalHerria y no al Gobierno de España, quela declaración de tregua fijaría comoobjetivo un proceso democrático enEuskal Herria para promover por la víadel diálogo los cambios que necesita.Explicó que ETA partía del acuerdo debases al que habían llegado para dar losprimeros pasos del cambio; que losciudadanos vascos pudieran decidir ydar una solución democrática alconflicto; que había que superar elmarco actual para construir otro que

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garantizara la igualdad de oportunidadespara todas las opciones; y quecorrespondería a los Gobiernos españoly francés reconocer la palabra vasca sininterferencias. Adelantó que ETA diríaque era el tiempo de los compromisos,de pasar de las palabras a los hechos.Además, que harían un llamamiento atodos los agentes para que actuaran conresponsabilidad, y otro a España yFrancia para que no pusieran obstáculosen la búsqueda de una salida en elcamino de la negociación. Tambiénexpresarían su voluntad de llegar hastael final del proceso político; deconseguir una situación democrática y

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una paz basada en la justicia.Finalmente, ETA haría saber que el findefinitivo del terrorismo dependería dela actitud de los Estados español yfrancés ante el proceso.

Eguiguren tomó la palabra acontinuación y, para sorpresa de todos,expreso «su cabreo», porque «despuésde todo lo hablado en Ginebra esperabaalgo mejor que lo que había escuchado.Me puse de pie y califiqué derotundamente negativo lo que podíaadivinar detrás de lo que nos habíadicho: No aparecía la palabra“permanente” que se había acordado enGinebra». George volvió a tomar la

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palabra: «No entendía mi reacción anteun comunicado que no hablaba deindependencia ni de autodeterminacióncomo objetivos de ETA».

Los paseos por el bosqueAnte el inesperado desencuentro, la

reunión se interrumpió unos minutos.Los representantes del Centro quisieronhablar con Eguiguren en privado.«Abandonamos el hotel para dar unpaseo. Pensé que como aquél debían serlos famosos paseos por el bosque querecomiendan los textos de resolución deconflictos como técnicas para relajar el

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ambiente». Pero nada comenta delcontenido de la conversación, si es quela hubo. De regreso a la mesa propusoque «al menos, la declaración de ETAdebía contener tres elementos nuevos.Primero, la calificación de treguapermanente —ellos habían hablado deorokorra, y yo planteé que fuerairaunkorra, la formulación ira esmucho más contundente que oro—.Pedí también que se aclarara que nohabría tutela de ETA sobre el procesopolítico, algo que no aparecía, y laculminación de un final definitivo sinreferencia a España y Francia. Elegí elmétodo de introducir estas cuestiones

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en vez de discutir la literalidad delcomunicado porque sería una discusióninterminable y, además, no habíaningún texto escrito sobre la mesaporque George lo expuso verbalmente.Las tres aportaciones conteníanelementos muy potentes que seríancambios inmediatamente detectadospor la prensa y por los analistas».

George contestó y presentó otrapropuesta consistente «en que ETAentendía que dentro del procesodemocrático, la responsabilidad dealcanzar los acuerdos pertinentes sobreel futuro de la sociedad vasca, concerníaa los partidos políticos y los agentes

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sociales vascos representativos de lapluralidad política existentes en dichoproceso».

La bitácora personal de Eguigurenrecogió la reunión en términosescasamente halagüeños: «Muy mal. Setrata de una declaración de consumointerno. Arreglar esa declaración eracomo intentar hacer la permanente a unpuercoespín, como dijo Rajoy sobre elproyecto de Estatuto catalán. Lasolución sería que introdujesen lasobservaciones que hice».

Después de la tormentosa reuniónlos asesores del Centro se dedicaron a«trabajar» con George. Al menos habían

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cambiado de «paciente». Eguiguren sededicó a leer los periódicos españoles,se enteró, entre otras cosas, de que habíadimitido un concejal de Elorrio, de quea Otegi le condenaban a un año decárcel por injurias al Rey, de que habíancolocado una bomba en la Casa delPueblo de Santutxu y asaltado otra sededel PSE. Pensó que debían de ser«particulares contribuciones» alProceso de Paz. Más tarde se fue a cenarcon miembros del Centro y un noruego.«La cena estuvo muy entretenida».

A modo de coda final: al principiode la reunión habían discutido eneuskera cómo habría de denominarse la

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tregua, Eguiguren propuso: «Ekintzaarmatuen eten aldi orokorra» («El cesepermanente de las acciones armadas»).

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LA CUESTIÓN DE LATREGUA

5 de noviembre. Declaración detregua y garantías

La reunión comenzó sin entusiasmopor ninguna de las partes en el mismopunto en el que habían dejado laanterior. George le facilitó a Eguigurenel texto de la declaración de tregua queETA había utilizado en septiembre de1998, «supongo que para que tuviera unpunto de referencia y pudiera darmecuenta de los avances y cambios queintroducía en el texto actual». Después

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planteó sus dudas sobre los términos yexpresiones que Eguiguren habíapropuesto introducir en la reuniónanterior, salvo a la consideración de latregua como permanente. Considerabaq ue pluralidad, partidos políticos, notutelaje eran expresiones innecesariasunas y confusas otras.

Después de tres horas de buscar unafórmula que permitiera atender laspropuestas planteadas se propuso untexto, más completo, que aceptaba laexpresión permanente (iraunkorra) eincluía los partidos políticos y elpluralismo. «George señaló también enla reunión que aportaría la traducción

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oficial del comunicado en lo referido alas expresiones de alto el fuegopermanente y que cuidaría la literaturadel texto en aras de que pudiera ser bienentendido por los analistas y la opiniónpública, y que procurarían suavizar lareferencia a Francia y España, porque serepetía en varios sitios, dejándola sólouna vez».

Exigencias a ETAUna vez resuelta, al menos en teoría,

la redacción del comunicado de tregua,la reunión se centró en las garantíasexigibles a ETA. Eguiguren leyó su

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listado de doce cuestiones. Losrepresentantes de ETA aceptaron, o esopensó, que no habría atentados contrapersonas de ningún tipo, tampocoatracos, ni adquisición de armas ocualquier otro material, ni actividadesd e kale borroka. También renunciabanal entrenamiento de comandos, a laformación (en tanto tuviera que ver conla lucha armada) y a la propaganda de lamisma. Pero se trataba, cuanto más, deuna declaración de buenas intenciones,«porque señalaron que en la siguientereunión traerían la respuesta».

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Valoración positivaLa valoración privada de Eguiguren

fue que había sido «una reunióndecisiva. Han aceptado las cuestionesclaves que planteé. No es que elcomunicado de la tregua sea unamaravilla pero, al menos, comparadocon el inicial contenía algunasnovedades que podían servir a lospartidarios del diálogo para explotar loselementos positivos y crear la sensaciónen la opinión pública de que esteproceso no era el de Estella-Lizarra,sino que estábamos ante una nueva

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etapa. En cuanto al listado de garantías,la acogida de George fue buena. Élpiensa que es un listado que me haproporcionado la Policía. No puedeimaginar que lo improvisé yo mismo encinco minutos en la habitación, sinconsultar al Gobierno ni a nadie».

6 de noviembre. Preocupación enMadrid

Habían retrasado la reunión hasta lasdiez, por lo que después del desayunoEguiguren paseó durante una hora en losalrededores del lago y hasta le diotiempo de escribir unas líneas.

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Consideraba que las dos cuestionesclaves, la declaración del Gobierno y lade tregua estaban bien encauzadas, tantocomo para poder informar a Madrid deque las cosas empezaban a marchar.Aunque «siempre procuraba notransmitir una sensación excesivamentepositiva, de tal forma que estuvieranpreparados psicológicamente para evitarque cuando se hiciera público elcomunicado surgiera mucha decepción.Era mejor advertir previamente».

En Madrid preocupabaespecialmente la última frase delcomunicado de tregua que hablaba de lasuspensión definitiva de la lucha

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armada. «Contenía referencias alproceso, con lo cual el fin del procesoaparecía ligado a su desarrollo o almenos se podía hacer esa interpretación.Es decir, regresábamos al Pacto deEstella, con ETA tutelando el proceso.Parecía una preocupación lógica».

El origen del problema estaba enque el párrafo (propuesto inicialmentepor Eguiguren) condicionaba el fin delterrorismo al cese definitivo de laviolencia, es decir, a la buena marchadel diálogo ETA-Gobierno, y al habersustituido la referencia al diálogo por lareferencia al proceso político general, ydebido al enfoque del comunicado, la

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frase cambiaba de sentido, o al menos,permitía esa lectura. «Una lectura que notardarán en hacer —bien es cierto que laharán, sea cual sea el texto— quienes seoponen al proceso».

La reunión se retrasó aún media horamás. A Eguiguren le parecía todo unpoco absurdo, pues «el comunicado deETA, se cambiara lo que se cambiara,iba a seguir siendo un comunicado deETA, con lo cual tampoco tenía muchosentido discutir las palabras. Georgetenía un temor sagrado a las palabras ytodo este tipo de discusiones no hacíanmás que complicar las cosas no tantopor el fondo de la cuestión, sino por el

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respeto a las palabras. Podría aportarveinte fórmulas distintas en cincominutos, pero el esfuerzo no servía paranada porque les daban la vuelta y, alfinal, con la inestimable ayuda delCentro, terminaban diciendo locontrario».

Mientras esperaba se dedicó a leerla prensa española por Internet, así sepudo enterar de que se seguían asaltandoCasas del Pueblo, de que «el temacatalán hacía daño al Gobierno» y, atraves de El Mundo de que «elGobierno quería terminar la cuestióncatalana para afrontar el diálogo conETA».

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Con retraso pero empezó la reunión.«En vista de lo mal que iban las cosas,ante el peligro de que las reuniones seeternizaran y viendo que el detenernosdemasiado en cada punto reabría nuevasdiscusiones, el Centro decidió cortar elnudo gordiano y cerrar por la tarde lasdos cuestiones claves, la declaración ygarantías. Al no conseguirse ningúnacuerdo, para introducir la referencia al“final definitivo”, propuso y se aceptósuprimir el último párrafo. En cuanto alas garantías, tras una discusiónrazonable lo dejamos para unaredacción posterior».

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La furia de RubalcabaA media tarde Eguiguren se

comunicó con Alfredo Pérez Rubalcabapara informarle de lo ocurrido en unareunión que quizá se esperaba hubierasido definitiva. «Estaba furioso. Teníauna visión totalmente negativa de lo queestaba ocurriendo y me pidió que nosiguiera en aquellas condiciones. Élpensaba que el encuentro debía habersido de mera ratificación de lo acordadoen Ginebra y le preocupaba que sefueran enredando las cosas. Yo nocompartía una visión tan catastrofista,pero quizá fui el responsable al trasmitiresta visión un tanto negativa de lo que

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estaba ocurriendo, pues nunca oculté queno me gustaba cómo iban las cosas y lasconstantes incursiones en el ámbitopolítico». Un poco después volvió allamarle, encontrándole «algo máscalmado, pero seguía inquieto».

En un ambiente de crisis Eguigurendecidió comunicar al Centro que lasiguiente reunión debía realizarsesiguiendo el orden del día establecido y«no plantear de nuevo la cuestión deltérmino “definitivo”, porque Georgeestaba cerrado a cal y canto». En todocaso —pensaba— sacaría el tema másadelante.

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6 de noviembre. Acuerdo sobre ladeclaración de tregua. Debate sobrelas garantías

Después de una tardanza nadahabitual (la reunión comenzó casi a lahora de almorzar) se abordaron enprimer lugar las garantías con las quetendría lugar el proceso de diálogodespués de la declaración de tregua.

ETA se comprometió a que nohabría atentados de ningún tipo, pero noquiso incluir entre las garantías el cesede la kale borroka, porque sería tantocomo reconocer su vínculo directo conla misma y eso podría tenerderivaciones políticas y judiciales.

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Tampoco admitió la palabra «acoso»,argumentando que su actuación no eraacoso, ni les convencía extorsión.Querían utilizar «impuesto», y Eguigurenpropuso «exacción». Tambiéndistinguieron entre sus acciones paraobtener ingresos y las realizadas comomantenimiento.

Se suspendió la reunión a la una ymedia para reanudarla una hora mástarde.

En el intermedio Eguiguren llegó ala conclusión de que o cerraban unacuerdo ese día sobre el comunicado detregua y sobre las garantías en sucumplimiento, o no lo harían en un mes.

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Y que pasado ese tiempo el resultadosería peor que el actual. Se propusocerrar ambas cosas en la sesión detarde.

Después de almorzar retomaron eltexto de la declaración de tregua.Eguiguren tomó la palabra y trasexplicarla formuló su propuesta: «ETAse reafirma en su voluntad de abrir unProceso de Paz en Euskal Herria. Eneste sentido espera y desea que máspronto que tarde sea posible un cesedefinitivo de la lucha armada. Texto alque George contrapuso el suyo: Eldesarrollo del proceso democrático deEuskal Herria, llevado a cabo sin ningún

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tipo de injerencia, hará que ETA avancehacia el cese definitivo de la luchaarmada. Asimismo ETA reafirmándoseen su voluntad de alcanzar una paz justapara Euskal Herria desearía que máspronto que tarde dicho cese puedahacerse realidad».

Acuerdo sobre la treguaAnte una falta de acuerdo para

consensuar un texto común Eguigurenpropuso suprimir la última frase deambos, lo que fue aceptado por George.Con lo que quedó zanjado,momentáneamente, el asunto del texto de

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la declaración de tregua, tras lo cualpasaron a discutir las garantías de latregua sobre un texto que comenzabadiciendo: «En la fase actual del proceso,a partir de la declaración de la tregua,ETA se compromete a:

»1. No realizar acciones contrapersonas (incluidas cartas y otrasmisivas, bienes de propiedad pública oprivada).

»2. No llevar a cabo una estrategiade “impuesto revolucionario”.

»3. No realizar acciones deabastecimiento de armas y explosivosy/o materiales para su fabricación».

A estos tres puntos Eguiguren

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propuso una «especie de cierre genéricoy, en términos generales, quedamos máso menos de acuerdo. Aun así losrepresentantes del Centro dijeron queesa noche redactarían un textodefinitivo».

Vista por Eguiguren, aquella reuniónestuvo «presidida por la confusión y ladesconfianza». Él tenía la impresión de«que lo hablado en Ginebra se estabareplanteando constantemente», pues lavocación tutelar de ETA sobre elproceso aparecía a cada momento.Estaba bastante disgustado por cómoiban las cosas, «algo que me ocurríadesde el primer día que llegué a Oslo».

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Una cena con Josu UrrutikoetxeaPor la noche, cuando estaba

cenando, se sentaron a su mesa George yRobert. Eguiguren inmediatamente pensóque había sido por sugerencia delCentro. Al rato le planteó a George su«enfado» y sus «preocupaciones sobreel desarrollo de las reuniones». Le dijoque «había cambiado su posición conrespecto a lo hablado en Ginebra y quesu actitud estaba frustrando que todosaliera bien». Es más, «le dije que lamarcha de las conversaciones no estabacoincidiendo con lo que yo habíatransmitido a Madrid; que lógicamente,

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yo tenía que informar cada cierto tiempoy que su constante referencia al procesopolítico me hacía dudar de lasverdaderas intenciones, y sobre lo quedebía transmitir. Y que eso hacíainviable un buen resultado». Ante estaactitud, «de pronto apareció el Georgede Ginebra; negó con vehemencia miinterpretación y juró y perjuró que notenía ninguna intención de inmiscuirse enel proceso político. Me aseguró queETA, en las reuniones con el Gobierno,cuando comenzara el proceso, sólohablaría de las consecuencias delconflicto y que el comunicado con ladeclaración de tregua tenía básicamente

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el objetivo de explicar a sus bases elsentido de la misma. La conversación,con las copas de vino correspondientes,se prolongó hasta medianoche. Tuvimostiempo de entrar en el terreno de lasconfidencias. Me volvió a explicar queél y Robert eran representantes de ETA,no dirigentes con plenos poderes paranegociar. Según él, ETA no funcionabacomo pensábamos y él no era el jefemáximo, que eso era una invención de lapolicía». Entonces Eguiguren lepreguntó directamente a Robert:«Entonces, ¿quién eres?». Porque enaquel momento él no lo sabía, aunqueellos pensaban que estaba informado de

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todo por la policía española.Socarronamente, ante el silencio queobtuvo por respuesta, dijo: «por elacento me parece que es vizcaíno o de lazona de Mondragón. Acerté en loprimero. No en lo segundo».

7 de noviembre. Pacto de Estado ydelegaciones

Hasta el momento ya se habíanabordado los dos grandes temas quemotivaban las reuniones: la declaraciónde tregua y sus garantías. Sólo quedabanpendientes cuestiones de metodología ycalendario: los puntos que en el orden

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del día iban del tres al diez. Eranmuchos, pero no especialmenteproblemáticos y no debían ocuparlesdemasiado tiempo. Pero antes de ellos,antes incluso del número tres, estaba elpacto de Estado, la cuestión número unoque había sido aplazada. Ahora podíanentrar en materia y así lo hicieron:«Hablar del pacto de Estado era unalivio comparado con las interminablesdiscusiones sobre las garantías de díasanteriores, aunque George desde elprincipio le había dado muchaimportancia a la cuestión».

Para comenzar Eguiguren expuso suvisión de la situación política en España

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y de las dificultades de un pacto deEstado. Acto seguido George explicó suconcepción de lo que significaba dichopacto que, muy resumidamente, puedeexpresarse así: aunque se produzca uncambio de gobierno no existeposibilidad de dar marcha atrás en elProceso de Paz. Esto se entiende bien,pero en opinión de Eguiguren, Georgeañadió a la definición conceptos másoscuros, «algo así como un trabajoconstante y dinámico tendente a implicaren el proceso no sólo a los partidos,sino a otras fuerzas. Aunque no lo dijoexpresamente entendí que se refería a laCorona. También sugirió que en las

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reuniones del proceso, periódicamentese les informara sobre la evolución delpacto de Estado».

Hubo un prolongado debate sobre siera procedente o no hablar de estacuestión, el pacto de Estado, en la mesaque formarían ETA y el Gobierno, unavez iniciado el proceso. La cuestiónreabría la posibilidad de que «esa mesahiciera seguimiento del acontecerpolítico». Era una cuestión que en losmismos o parecidos términos habíantenido varias veces y en la que, «por miparte se trataba de evitar que ETAtutelara políticamente el proceso». Eneste punto el Centro suspendió la

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reunión durante unos minutos. Entretantoel Centro se reunió con George yhablaron del tema, «debió de dejar claroque la filosofía de la declaración delpresidente imperaría en todo el procesoy que no se trataba de poner sobre lamesa ETA-Gobierno temas políticos. Elasunto sirvió para lograr de Georgevarias declaraciones expresas queaclararon su posición».

Reanudada la negociación, trataronsobre la composición de lasdelegaciones. Un debate que tenía surazón de ser, porque hasta ese momentoEguiguren se había definido «comorepresentante del partido político del

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Gobierno, no como representante delGobierno», y era evidente que ETA noquería continuar «con ese grado deconfusión; quería que fuera oficial loque hasta entonces era oficioso». Fue enese momento cuando Eguiguren anuncióque «en el periodo entre la tregua y ladeclaración parlamentaria cambiaría micondición de interlocutor y meconvertiría en representante delGobierno, con la correspondienteacreditación». Quizá buscando que lasdelegaciones ofrecieran más garantías yque fueran equivalentes, «Georgeplanteó la conveniencia de que, una veziniciado el proceso, me acompañase

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otra persona, a lo que contesté que porde pronto mi propuesta era la que era, yque procuraría atender sus deseos». Élmanifestó que la delegación de ETAestaría compuesta por los presentes enOslo más los asesores que considerasenoportuno, aunque éstos no participaríanen las reuniones.

Aclarado el asunto de lasdelegaciones, George propuso que laprimera reunión de las nuevasdelegaciones tuviera lugar en un día muypróximo a la declaración de la tregua yEguiguren propuso dejar al menos unmes de distancia entre una cosa y otra«para hacer las cosas bien». Los hechos

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demostrarían que ambos estabanequivocados. «Quedamos en que elCentro propusiera la metodología de lamesa ETA-Gobierno». Eguigurensugirió que «en los puntos referidos afechas, métodos y orden del día, elCentro hiciera una propuesta, porque enestas cuestiones me sentía eninferioridad de condiciones conrespecto a George. Soy bastante torpe encosas como fechas y calendarios, y noquería dejarle la iniciativa».

Aunque no escribió, o no lacomparte, reflexión alguna sobre estajornada, Eguiguren asegura «que enMadrid parecía que estaban más

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tranquilos».

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EL ACUERDO FINAL

Reunión del 8 de noviembreEn el comienzo de la reunión,

Eguiguren intervino para exponer unaintroducción genérica a la filosofíageneral con la que se abordaba elproceso, insistió en la separación de lamesa política y la mesa técnica y en lasdificultades que podrían presentarse,«sin entrar en demasiados detalles sobrela primera reunión [tras la tregua] otemas muy concretos».

Como contestación George realizó(«una vez más») una amplia exposiciónsobre cuestiones de metodología y

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calendario, también entró en la cuestiónde los observadores y «señaló que nosería estrictamente necesario ponerse deacuerdo en todos los detalles, siempre ycuando quedase constancia de lasdiscrepancias». Finalmente se decidióque los negociadores fueran dos pordelegación, con tres asesores cada unade ellas. Los asesores siempre estaríanfuera de la sala de reuniones y los deETA serían secretos.

Eguiguren pensaba que habíanavanzado y «prácticamente concluido elorden del día, aunque quedaban flecos, yalgunos importantes». Esta vez síescribió en su libreta personal: «Esto

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parece llegar a su final. Espero que parael fin de semana esté todo cerrado y mepueda encontrar ya en casa. El procesoque empezó en Txillarre, continuó enGinebra y culmina en Oslo dará su frutoel 1 de enero o días inmediatamenteposteriores con la declaración de treguapermanente. Luego se iniciará unproceso complicado que espero vayabien aunque no puedo evitar ciertostemores después de cómo están yendolas cosas en Oslo. Pero en fin, habrá quedejar que el tiempo, la política, laresponsabilidad y la prudencia de laspartes vayan creando las condicionespara que todo salga bien».

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Cena distendidaDespués de un largo paseo por el

pueblo volvió a coincidir con ladelegación de ETA en la cena: «deesquina a esquina de la mesa».Paradójicamente, «en un país que miracon desconfianza al alcohol aparecieronpor allí varios vinos excelentes Leresultó chocante que en un lugar dondeel vino es monopolio del Estado, muycaro, y donde sólo se vende en lugaresdiscretos, «fuera donde más vinos estoyprobando». Sobre la carestía ydiscreción del alcohol también le dieronuna explicación sociopolítica: «Me

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dijeron que la prevención ante elalcohol era producto de tradicionesreligiosas y de la política del PartidoLaborista, que desde los inicios de sulucha política combatió siempre elconsumo de alcohol para evitar que laclase obrera, víctima fundamental en sudía de esta adicción, se gastase sussalarios nada más cobrar en bebida, enlos bares, en las tabernas, quedando lasfamilias obreras desamparadas y ensituación miserable». No le contaronnada sobre las peleas que seorganizaban. Otra novedad fue la actitudde George y Robert como comensales.«Cambiaban totalmente. Se convertían

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en comunicativos, alegres, bromistas.Sobre todo George, que ademásdemostraba entender de vinos ycomidas, y se veía que disfrutaba de lamesa. Era un terrorista vip». La tardenoche aún daría para mucho: «Despuésme encontré en la cafetería con gente delCentro. Había alguna boda, con mujeresde mediana edad, y un grupo de música,con aspecto de ser de un país del Este ybásicamente tocaban piezas como elPorompompero, La Bamba y cosas deéstas. Previamente a la cena cambiéalgunos euros por coronas y compré enla gasolinera de al lado postales, tabacoy una cámara de fotos desechable. Tras

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la cena, y antes de irme a la cama,estuve jugando un partido de ping-pongcon uno del Centro. También pude leerEl País del domingo y el del lunes:cuestión catalana; debate autonómico enel Senado y revuelta en los suburbios deFrancia. También vi que hubo unaconcentración convocada por el Foro deErmua en Madrid por ¡la unidad deEspaña! Y leí un interesantísimo artículode David Grossman sobre la paz acuenta del décimo aniversario delasesinato de Isaac Rabin».

9 de noviembre. Las nieblas

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Antes de la reunión, a primera horade la mañana Eguiguren dio un paseo encoche por los alrededores del puebloacompañado por un funcionario noruegoy la agente rubia que solía salir a corrercon George. No pudo ver gran cosa acausa de la niebla, la lluvia y el frío,pero se hizo una idea de donde seestaban produciendo los encuentros. Ytuvo ocasión de equiparar lascircunstancias ambientales con el«proceso que también se encuentrarodeado de nieblas que le impiden sabercuál será su futuro».

En la reunión el Centro presentó lasredacciones de los textos que le

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habíamos pedido y que quedabanpendientes. Fueron las siguientes:

«1. Filtraciones: Cualquier filtraciónse gestionará y se resolverá en la mesa.

»2. Accidentes: Los accidentes sedefinirán en referencia a las garantías yse discutirán en la mesa. Las partestratarán de evitar accidentes. En caso deaccidente, éste se resolverá en la mesacon la voluntad de seguir avanzando enlas negociaciones.

»3. Negociadores: Cada parte puededisponer de un máximo de tresnegociadores, aunque normalmente sólodos negociadores estarán presentes en lamesa.

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»4. Otros temas.»4.1. En caso de crisis cada parte

informará, consultará y se reunirá con laotra y el Centro, antes de tomarcualquier decisión de terminar elproceso.

»4.2. Ninguna de las partespublicará ningún documento durante elproceso.

»4.3. En caso de ruptura definitivacada parte estará libre de loscompromisos contraídos durante elproceso».

Todos estuvieron de acuerdo. Unavez aprobadas las anteriores propuestasdel Centro la negociación se centró

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sobre el texto con el que ETA declararíala tregua. Eguiguren planteó lanecesidad «de hacer referencia al fin delterrorismo. George, a su vez, hizo unaamplia intervención sobre su visión delconjunto del proceso sin entrar en másdetalles. En mi siguiente intervenciónvolví a abordar la cuestión del findefinitivo del terrorismo y presenté unapropuesta. George en su intervenciónplanteó el siguiente párrafo con respectoa esta cuestión: “En este sentido ETAtiene la voluntad de que se llegue a unapaz justa y así avanzar hacia el cesedefinitivo de la lucha armada”. Sin darlemás vueltas al tema, acepté la

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propuesta».Se habló de dar un tiempo razonable

—seis meses— para que el presidentedel Gobierno, a través de unadeclaración parlamentaria, pudiera darcomienzo al diálogo. Eguiguren dijo que«era absolutamente incapaz de precisarcualquier tipo de fecha porque dependíatodo de lo que considerase oportuno elGobierno y de la coyuntura». El estadode ánimo y el ambiente de la mesa denegociación reflejaba que se estabanterminando las cuestiones a debatir enOslo y que se finalizaba con un acuerdomuy importante, hasta el punto de que«antes de levantar la sesión, y

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respondiendo a esta sensación de finalfeliz, intervinimos George y yo sobre latrascendencia del momento. Georgeinsistió en la enorme oportunidad quetenía el Gobierno de España con esteproceso de solucionar el conflicto. Yo,por mi parte, insistí en la enormevalentía del Gobierno al afrontar elproceso y que la oportunidad la teníanellos».

Eran las once de la mañana yacababan de llegar a un acuerdo finalsobre todos los temas que teníanpendientes para negociar en Oslo. Sepodía pensar que se había producido unhecho de tremenda trascendencia

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política e histórica para Euskadi yEspaña pero, «curiosamente, mi estadode ánimo era el de haber cumplido lamisión para la que vine y con la ideapolítica que desde hace años llevabarondándome en la cabeza. Pero todo estosin ningún tipo de euforia o sentimientoespecial. Había cumplido con miobligación».

Habían quedado para cenar, a lassiete y media, en un restaurante hindúcercano al pueblo propiedad de unachilena. Después de la cena losrepresentantes del Centro le contaron aEguiguren que habían hablado conGeorge y Robert: «Me dijeron que

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habían conseguido un mediocompromiso con ellos para introducir enla declaración de tregua una referenciaal final definitivo de la violencia. A míme pareció bien. La verdad es que nodaba demasiada importancia a esacuestión. La propuesta consistía ensuprimir la expresión “justa” tras paz, ycambiar “esperanza” por “voluntad”. Enla reunión previa es cierto que seintrodujo la referencia a la voluntadpero no quitamos la referencia a “la pazjusta” y yo estuve de acuerdo en quequedara así. Por tanto, pensé que estabatodo resuelto».

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A vueltas con el final del terrorismoAlguno de los representantes del

Centro Henri Dunant le preguntó por siestaba tranquilo con la última redaccióndel texto sobre el final definitivo delterrorismo, porque los representantes deETA habían introducido alguna palabraque no estaba en el original, porejemplo, «avanzar». Eguiguren no veíaningún problema en ello, «al fin y alcabo el texto era una declaración deETA, no un pacto entre el Gobierno yETA».

No había ningún problema. Llamó aMadrid y comunicó «que el acuerdoestaba cerrado».

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La expresión «avanzar» parecieradar a entender que el cese definitivo dela violencia no se correspondería en eltiempo con el final del Proceso de Paz.Según Eguiguren, «para poder entenderesta pequeña complicación final habíaque recordar que había quedadopendiente, desde las primeras reuniones,una exigencia más radical a ETA alhablar del cese definitivo de la luchaarmada», y para que el tema quedaraclaro se querían suprimir las siguientesexpresiones:

— «Esperanza» de que se llegue auna paz justa por: «voluntad» de que sellegue a una paz justa.

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— Otra expresión que se queríacambiar era «justa» y dejar simplementepaz, ya que podría haber discrepanciassobre que es justo o no en cuestión depaz, y siempre habría argumentos parajustificar la violencia.

— También se quería suprimir laexpresión «avanzar» de tal forma que elcese definitivo de la lucha armada fueraconsecuencia inmediata de la paz y nohubiera una fase posterior donde«avanzáramos».

En este debate Eguiguren se sentíaincómodo. «No acababa de entender latrascendencia de estas expresiones,porque al fin y al cabo eran producto de

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un comunicado, de un pacto. Tampocorecuerdo exactamente cómo surgieronestas ideas o alternativas, pero supongoque obedecían a las conversaciones quehabía tenido con Madrid, porque eranmatices y cambios cuya trascendenciaera de cara a la prensa y a la acogidaque podía tener el comunicado deETA».

10 de noviembre. Última reunión,último incidente

Aunque, en su opinión, «habíaconseguido eliminar todo lo queconsideraba más problemático y aunque

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había dado mi visto bueno al párrafofinal, desde Madrid, gente más avezadaen esto de negociar no dejaba de insistiren introducir más mejoras todavía. Nome gustaba nada la cuestión. Laexperiencia me había enseñado que noes muy recomendable atender laspeticiones y consejos de quienes noestán directamente en la negociación yque casi siempre suelen serperjudiciales. Por eso tampococonsultaba demasiado. El que está fuerasiempre quiere más partiendo de lo yaconseguido, lo que dificulta ydistorsiona le negociación, además dedejar en mal lugar al negociador».

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«Aunque eso era lo de menos»,también tenía que contradecir la palabraque había dado en la última reunión. Lainsistencia proveniente de Madrid acabóimponiéndose. Al fin y al cabo no legustaba nada el tema pero entendía lasrazones. Por otra parte, «había tenidotanto margen y tanta libertad en todomomento que lo menos que podía hacerera atender esta petición para ser lealcon quien tenía que serlo».

Oficialmente ya habían concluidolos trabajos y se habían acordado todaslas cuestiones del orden del día inicial,pero el día 10 se celebró a petición deEguiguren «una pequeña reunión para

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abordar una cuestión también pequeña».Propuso, contradiciendo su opinión deldía anterior, «en la que manifesté mitotal acuerdo con todos los puntos»,alguna modificación. Esta actitudprovocó un incidente que «no afectabaal conjunto de los acuerdos, pero sí a miposición personal». Fue el momento másagrio desde Ginebra, más en el terrenopersonal que en el político.

La cuestión «era una minucia». Eldía anterior después de la cena, en unambiente muy distendido, casi decelebración, «me acerqué a lahabitación de George. Recuerdo queestaba afeitándose, le dije que, a pesar

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de lo dicho en la reunión, tenía muchointerés en que aceptara la supresión dela expresión “justa” y la sustitución de“avanzar” por una fórmula máscontundente. El texto al que yo habíadado el visto bueno era el siguiente: “Eneste sentido ETA tiene la voluntad deque se llegue a una paz justa y asíavanzar hacia el cese definitivo de lalucha armada”».

Por estas razones decidió «que teníaque abordar a George y reabrir ladiscusión, aunque sabía, conociendo elpercal, que podía tener problemas. Eneste tipo de situaciones, cuando uno noestá del todo convencido, las cosas se

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suelen hacer bastante mal. Yo al menosno tengo demasiada maestría. Le hablé aGeorge de la importancia del tema.Supongo que le dije, también, que estosde Madrid son así y que donde mandapatrón no manda marinero, etcétera.Comprobé inmediatamente que no lehabía gustado la manera de plantear lacuestión fuera de las reuniones formalesy a esas horas de la noche. Quedó enmirarlo y tener una pequeña reunión aldía siguiente».

Enfrentamiento personal conUrrutikoetxea

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La reunión del día 10 resultó muydesagradable para Eguiguren. Georgeestaba convencido de que todo habíasido un ardid, una técnica negociadorapara obtener un último plus en unanegociación ya terminada. Tampocoaceptaba la explicación de que teníaproblemas de comunicación con Madridy que era eso lo que le había obligado aplantear la cuestión a destiempo.«Supongo que él pensaba que yo teníaalguna fórmula eficaz y sofisticada decontacto con Madrid. El hecho es que enla reunión me acusó de falta de respeto alos métodos de negociación seguidoshasta entonces, de una actitud poco seria

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por no haber hablado en el momento yen el lugar oportuno y, en definitiva, queesto demostraba una vez más la habitualfalta de rigor y seriedad de nuestrasformas de negociar, lo que le hacíadudar de nuestras verdaderasintenciones. No paró ahí la cosa. Afirmóque mi condición de interlocutor habíaquedado cuestionada y que exigirían elcompromiso de que, como mínimo, en elfuturo en la delegación del Gobiernoestuvieran dos personas».

A Eguiguren le afectó sobre todo quele cuestionaran como interlocutor y«aunque todo me parecíadesproporcionado, ya no podía callarme

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y pedí la palabra. Empecé diciendo quela futura delegación del Gobierno no eracosa suya, que eso lo decidiría elGobierno, y que por mí que no sepreocupara. Pero llevado por mi enfadoante tanta descalificación, hablé de loque no pensaba. Les dije que no estabanen condiciones de darnos leccionessobre las rectificaciones. Les recordéque yo había acudido a Oslo sin ningúncambio ni rectificación sobre loacordado en Ginebra, lo que demostrabaque yo había cumplido con mi palabra yque, en cambio, ellos habían venido aOslo con un montón de matizaciones yrectificaciones. Tuve que hacer un

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esfuerzo para no seguir por ese camino,aunque sí les dije que yo representaba aun Gobierno democrático y él a unaorganización terrorista. Finalmente, yamás calmado, insistí en que mesorprendía que después de tanto tiempoy tantos días de trabajo me creyerancapaces de recurrir a técnicas tramposaspara obtener objetivos ocultos ymalintencionados».

Buscando, dentro de la violenciaverbal y psicológica del momento, unasalida para la distensión, Eguigurenacabó diciéndoles «lo que, por otraparte, era verdad, que por mucho queellos no se lo creyeran el único

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instrumento de comunicación que yotenía con Madrid era el móvil, y quefuncionaba cuando funcionaba. Ademásles informé de que mi interlocutor estabaa sus cosas y no pendiente de misllamadas, y que para poder intercambiarimpresiones tenía que localizarle cuandoestaba en condiciones de hablar y queeso sólo ocurría cuando a últimas horasde la noche había terminado su trabajo.Que yo no manejaba las comunicacionespor Internet, ni las videoconferencias,pues él me llegó a preguntar si lasutilizaba. Aquello terminó como elrosario de la aurora. Con el acuerdo yaencima de la mesa, ante una cuestión

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menor habían aflorado todas lassuspicacias y desconfianzas, por nodecir los odios, además en un tonocrispado y desagradable. Hoy es el díaque todavía no me lo explico. Supongoque llevados por el deseo y laobligación de llegar a un acuerdo,habíamos aparentado corrección yconfianza mutua, pero una vezalcanzado, se habían desatado todos losdemonios que cada uno llevaba contra elotro».

El Centro para la broncaLos representantes del Centro Henri

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Dunant, «que no daban crédito a lo queestaban presenciando», consiguieronaplacar la bronca y que diera comienzola pequeña reunión solicitada porEguiguren. En aquel clima crispado,George leyó las mejoras al texto dedeclaración de tregua que traíapreparadas: «En este sentido, ETA tienela voluntad de que se llegue a una pazjusta y con ello el cese definitivo de lalucha armada. Es decir, desaparece laexpresión “avanzar”».

Eguiguren se mostró de acuerdo«aunque la redacción no atendía a todolo planteado la víspera pero, al menoshabía desaparecido la expresión

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“avanzar” y lo de la “paz justa”conectaba directamente con el cesedefinitivo de la lucha armada».

Antes de levantar la sesión seacordó otra pequeña cuestión: «Encuanto a la seguridad de lasdelegaciones, el Centro hará gestiones alrespecto, ante las autoridades de losgobiernos concernientes que tienen laresponsabilidad de garantizar laseguridad de las delegaciones».

Antes de abandonar Oslo el Centropreparó un breve encuentro entre Georgey Eguiguren para que pudierandespedirse y arreglar lo ocurrido entreellos. «Recuerdo que tuvimos algunas

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palabras protocolarias felicitándonospor el acuerdo alcanzado. Comentamoslo excesivo de la discusión quehabíamos mantenido y nos despedimosdeseándonos suerte. Pero en ladespedida no hubo demasiado calor nientusiasmo. Y así acabó todo. A Georgevolví a verle más tarde en dosocasiones, pero para entonces las cosasya habían empezado a ir mal. Ya nuncapudimos retomar el clima deentendimiento que había presidido todoel proceso hasta el último momento.Pero ésa es otra historia».

A los pocos días de cerrar lasconversaciones de Oslo, el 24 de

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noviembre, ETA envió una carta a lasembajadas de países europeos yorganizaciones internacionales en lasque pedía su mediación para una «salidanegociada al conflicto». Adelantabaalgunas claves del proceso ya acordadasen Ginebra y ratificadas en Oslo, comolas dos mesas, se remitía a laDeclaración de Anoeta, de noviembrede 2004, como su base y situaba el finaldel «conflicto» en el reconocimiento delderecho a la autodeterminación deEuskal Herria. La carta era muy críticacon el Gobierno al que acusaba demantener su práctica represiva, de nohaber respondido a su gesto de haber

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suspendido los atentados contra altoscargos, decidido en junio.

Curiosamente, la carta de ETAsuscitó dudas sobre su auténtica autoríaen Pérez Rubalcaba. El sello no era elhabitual y la alusión al debate territorialy la apelación a resolver «el futuro deEuskal Herria y Cataluña y elreconocimiento colectivo de las dosnaciones» contradecía lo que se habíaacordado en Oslo. Zapatero y PérezRubalcaba concluyeron que la carta eraun presagio de que la declaración detregua se demoraría y que el proceso sealargaría. Rubalcaba filtró a la prensa,aquellos días, que el proceso que se iba

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a abrir en el País Vasco iba a ser similaral de Irlanda del Norte en cuanto acomplejidad, tiempos, altibajos yproblemas con los presos. Recordó,incluso, que el proceso de Irlanda delNorte necesitó doce años, desde laDeclaración de Downing Street, en1993, hasta su final feliz, en 2005.

Los Acuerdos de OsloEl encuentro de Oslo ratificó el

acuerdo de bases entre el Gobierno yETA, alcanzado en Ginebra, conmínimas modificaciones.

En Oslo el Gobierno de España y

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ETA acordaron también las garantíasdel proceso.

Tras la declaración de tregua porETA el Gobierno se comprometía a:

— Lograr un pacto de Estado quepermita desarrollar la declaración delpresidente del Gobierno.

— Disminución palpable de lapresencia policial (controles, etcétera)así como la desaparición de presionespoliciales relacionadas con lasactividades políticas de la izquierdaabertzale. Se entiende que las fuerzaspoliciales continuarán su trabajo normalen cuanto a actividades delictivas.

— Aceptar de facto que las

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organizaciones de la izquierda abertzalepuedan desarrollar una vida política enigualdad de condiciones al resto defuerzas políticas y sociales y sinlimitaciones de derechos civiles ypolíticos.

— No realizar detenciones por partede la Guardia Civil y la PolicíaNacional así como por la Ertzaintza ylas Fuerzas de Seguridad francesas,salvo que se cometan accionesdelictivas. Se acuerda que un plazo desiete a diez días será necesario para quese pueda cumplir esa garantía.

ETA se comprometía a:— No realizar acciones contra

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personas (incluidas cartas u otrasmisivas) y bienes de propiedad públicao privada.

— No realizar acciones deabastecimiento de armas o explosivos nide material para su fabricación.

El acuerdo alcanzado en Oslotambién comprometía a ambas partes en:

Accidentes. los accidentes ovulneraciones puntuales de garantías sediscutirán en la mesa. Las partes trataránde evitarlos. En caso de que ocurran,éstos se resolverán en la mesa con lavoluntad de seguir avanzando con lasnegociaciones.

Oficialidad de las negociaciones.

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En la fase de negociación habrádelegaciones oficiales. Cada partepodrá disponer de un máximo de tresnegociadores, aunque sólo dos estaránen la mesa. Habrá un máximo de cuatroasesores.

Filtraciones. Se acuerda quecualquier filtración se gestionará y seresolverá en la mesa.

Criterios ante una hipotéticaruptura. En caso de crisis cada parteinformará, consultará y se reunirá con laotra parte y con los mediadores antes detomar cualquier decisión de terminar elproceso. Ninguna de las partes publicaráningún documento en el proceso. En

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caso de ruptura definitiva, cada parteestará libre de los compromisoscontraídos durante el proceso. Será laComisión de Verificación la que darátestimonio público de los acuerdos asícomo de la razón o razones de laruptura.

Seguridad y garantía de lasdelegaciones. Se acuerda que lasgestiones queden en manos de losmediadores. Las autoridades de losgobiernos competentes tienen laresponsabilidad de garantizar laseguridad de las delegaciones.

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Reflexiones sobre lo ocurridoA la vista de lo que pasó con la

tregua y la negociación como principiogeneral, es más viable que cada partehaga lo que tenga que hacer o diga loque tenga que decir sin pretender quehaya un acuerdo sobre lo que tengan quehacer o lo que tengan que decir.

Lo digo porque todo acuerdo pornaturaleza, siempre será insatisfactoriopara ETA con lo cual se introduce desdeel comienzo un elemento dedesestabilización de cara al proceso.Esto en parte será así, también, porque

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ningún gobierno democrático podrádarle a una organización armada lo quepretende. Con lo que siempresobrevolará la reflexión de que hahabido una derrota o una rendición, locual envenena todo el proceso.

Por tanto, parece más razonable queETA o cualquier otra organizaciónterrorista, aunque parezcacontradictorio, tome sus decisiones porsí misma, ante sí misma y sin nada acambio, como producto de una reflexiónpropia con respecto a su historia, a supresente y a su futuro. Y también, otrotanto, con las debidas diferencias, sepuede decir con respecto a un gobierno

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democrático. Siempre será más viablepolíticamente y más legítimo que lo quetenga que hacer lo haga con voluntadpropia y no como producto decompromisos ilegítimos. Si no, no hayProceso de Paz nunca.

En Oslo se ratificaron los Acuerdosde Ginebra. Se concretó el texto de ladeclaración de tregua de ETA y quedóclaro que no era un acuerdo ETA-Gobierno sino que en base a esosprincipios Gobierno y ETA harían supropia declaración. Se aprobaron loscomentarios o aclaraciones al texto delacuerdo, el preámbulo y las garantías enque se producía el proceso, tras la

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declaración de tregua. ETA no actuaba yel Gobierno distendía en la medida desus competencias.

Las novedades que ofreció Oslorespecto a Ginebra fueron que lo quetenía que ser una reunión de ratificaciónse complicó. En Oslo ETA empezó aplantear dificultades. Quiso introducircambios a los Acuerdos de Ginebra loque originó un ambiente de pérdida deconfianza y colaboración. Se podíapensar que era una táctica negociadora.Lo que estaba ocurriendo era un reflejode las dificultades en ETA para asumirlos acuerdos en los términos pactados enGinebra y anunciaba las dificultades

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posteriores.

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Tercera fase. Elincumplimiento de lahoja de ruta. Marzo-

diciembre de 2006

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POCO DURÓ LAALEGRÍA

Estaba calculado que ETA declararala tregua a mediados de febrero de 2006pero se hizo esperar. Se pensaba en losdías finales de febrero «porque el 29 dediciembre ETA convocó una reunión enGinebra, a través del Centro. Metrasladé a Ginebra, vía Lyon, y mi amigoMiguel se prestó a acompañarme porquehabía unas tremendas nevadas enEuropa. Cuando llegamos, el aspecto deGinebra, con las luces navideñas y lanevada era espectacular al entrar de

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noche. En la reunión George metranquilizó sobre la demora de la tregua.El objetivo, según decía, era hacerlobien. Aseguró que iban a mantener lostérminos de la declaración de tregua y sucalificación de permanente. Insistió enque el Gobierno pactara con el PP y quela izquierda abertzale pudiera actuar defacto. Yo le ratifiqué que el presidenteharía la declaración prevista. La reuniónfue rápida. Regresé a San Sebastián ycontinué hacia el sur para pasar laNochevieja en Badajoz, donde meesperaba mi familia. Me dijo que latregua se declararía a partir de las seissiguientes semanas». Un nuevo plazo

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que tampoco se cumplió sinexplicaciones de ninguna clase, «aunquepuedo deducir que a George le costóconvencer a los suyos. Posteriormentehemos sabido que no existía unanimidaden ETA sobre el proceso y sobre lapropia declaración de tregua».

Aquellas semanas anteriores a latregua estuvieron plagadas de tomas deposición ante un proceso que aún no eraoficial, pero sobre el que existíanmúltiples rumores —de los que losmedios de comunicación se hacían eco— de que iba a abrirse el proceso dediálogo con una inminente tregua deETA.

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Los políticos más interesados en elProceso de Paz fueron los que máscontribuyeron a caldear el ambiente ensu objetivo de ir tomando posicionesante lo que se aproximaba. ArnaldoOtegi anunció el 21 de enero en unaasamblea en Baracaldo: «Habrá unproceso de solución y Batasuna estarápresente en la Mesa de Partidos». Laasamblea de Baracaldo era en sí mismaun elemento clave en la preparación delproceso en las filas de Batasuna. Condicha asamblea culminó el proceso dedebate interno en la izquierda abertzale,iniciado en noviembre de 2005, sobre labase de la ponencia «Bide Eginez»

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(«Haciendo camino»), que desarrollabalos principios que Otegi formuló enAnoeta en noviembre de 2004. De laasamblea salió, también, una nuevaMesa Nacional de Batasuna, que ratificóa los principales líderes que habíanpreparado el nuevo proceso: ArnaldoOtegi, Rufi Etxeberria, PernandoBarrena... Las bases de Batasunaapoyaron masivamente la estrategia deOtegi.

Tres días más tarde era ellehendakari Ibarretxe quien anunciaba lapróxima creación de un Consejo Políticodel Gobierno Vasco para el Proceso dePaz en su pretensión de participar, de

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alguna manera, en un proceso en el quesabía que no era protagonista. Formó elConsejo con una representación de cadauno de los partidos de su Gobierno:PNV, EA (Joseba Azkarraga) y IU-EB(Javier Madrazo).

Dos días después RodríguezZapatero afirmaba en una entrevista conIñaki Gabilondo: «Estamos en elprincipio del final de ETA». Otegi,ofreciendo ya una pista temporal sobreel esperado acontecimiento, volviósobre el asunto afirmando: «El plan depaz de Anoeta dará frutos en laspróximas semanas».

Parecería lógico que Arnaldo Otegi

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le hubiera ofrecido a Eguiguren algúndato más concreto sobre la fecha, puestoque seguían reuniéndose, pero no fueasí. «Con Otegi no hablaba en lasreuniones de ETA, separábamos ambosniveles. Siempre mantuvo que no estabaen contacto con ETA, lo hacía paraprotegerse, pero mantuvo esaformalidad. En nuestras reuniones sólohablábamos de cuestiones políticas».

El viernes, 10 de febrero, una fechaaproximada a la que según los cálculosde Josu Urrutikoetxea podía declararsela tregua de ETA, después de la reunióndel Consejo de Ministros RodríguezZapatero dio una rueda de prensa en La

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Moncloa que resultó especialmentereveladora. Tras repetir que «elprincipio del fin de ETA está cerca»ofreció tres argumentos que sustentabansu modo de pensar: llevaba más de mildías sin matar, existía «ansia de paz» enel País Vasco y el resto de España, yademás «por la información de la quedispongo». Evidentemente conocía loacordado en Ginebra, la ratificación deOslo y Alfredo Pérez Rubalcaba lehabía informado de la última reunión deEguiguren con George en Ginebra lavíspera del Año Nuevo e incluso de lafecha aproximada de la tregua. PérezRubalcaba, que se mostraba escéptico

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sobre la evolución de losacontecimientos, era puntualmenteinformado por Eguiguren de susreuniones con George bien por teléfonoo desplazándose a Madrid. «Sí, él eraescéptico, pero yo tenía que creérmelo».

Rodríguez Zapatero también insistióen la citada comparecencia ante losmedios en apelar a la unidad con el PP,para encarar el proceso. Una cuestiónque, por otra parte, había preocupadomucho a ETA en las conversaciones deGinebra y Oslo. La banda estaba muyinteresada en que existiera acuerdo entrePP y PSOE porque partía de la base deque el proceso sería largo y en su

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transcurso podría producirse un cambiode gobierno en España. De hecho, enIrlanda del Norte, el proceso loiniciaron los conservadores de JohnMajor y lo culminaron los laboristas deTony Blair más de una década después.Rodríguez Zapatero apeló al PP sobre launidad con un argumento moral: le habíaofrecido a José María Aznar su apoyoincondicional frente a ETA en laprimera reunión que mantuvo con él, enjulio de 2000, nada más ser elegidosecretario general del PSOE, en lamisma fecha. «Nada me haría másilusión que ver el final del terrorismosiendo tú presidente del Gobierno»,

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recordó Zapatero que le había dicho.Pero el presidente mostró tal

confianza en el proceso que tampoco lepareció un obstáculo insalvable que elPP optara por oponerse al mismo: «Si elPP sigue en esa estrategia [deoposición], las expectativas de paz nosólo no se verán perjudicadas, sino quese abrirá la autocrítica en el PP».Mariano Rajoy respondió a estaapelación de Rodríguez Zapatero, conuna simple descalificación: elpresidente del Gobierno «engañaba atodos».

El optimismo del presidente era unapoyo para Eguiguren quien, sin

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embargo, continuaba albergandotemores. «Compartía con él eloptimismo sobre el proceso, pero mioptimismo incluía la convicción de queíbamos a correr riesgos políticos y atener que tomar decisiones políticasserias. No sé si La Moncloa eraconsciente del calibre de esos riesgos.Desde luego, una de las conclusionesmás importantes del final del proceso esque sin el acuerdo con el primer partidode la oposición no se puede llevaradelante».

Las distintas tomas de posiciónrespecto a lo que sucedía no procedíansólo del ámbito político, sino de todos

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los sectores de la sociedad. Tambiéndesde el poder judicial, y en un sentidocontradictorio, como luego pudoconstatarse. El juez Fernando Grande-Marlaska tomó el 17 de enero unadecisión que complicaría sobremanerael proceso en ciernes, la suspensión dela actividad de Batasuna por dos añosmás y prohibió el congreso que estafuerza política tenía previsto para cuatrodías después. Se clausuraron, por ordenjudicial, las sedes de Batasuna.Decisión que, sin embargo, a Eguigurenno le afectó demasiado, porque «no sehabía declarado la tregua, nadie estabaobligado a nada».

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En sentido contrario a lo anterior ytambién dentro del ámbito judicial seprodujo un importante cambio de peonesen la Fiscalía de la Audiencia Nacional,un cargo clave para el proceso enciernes en todo lo relacionado con lospresos de ETA. El 1 de febrero, el fiscalgeneral del Estado, Cándido CondePumpido, obligó a la renuncia de sucargo al fiscal jefe de la AudienciaNacional, Eduardo Fungairiño, personareacia al proceso que se avecinaba, conla excusa de que desobedecía susinstrucciones. Fungairiño era un fiscalmuy vinculado al Gobierno de JoséMaría Aznar. Prueba de ello es que

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había colaborado, como fiscal, conaquel Gobierno en el proceso de diálogoanterior, el de Lizarra, e incluso en elproceso negociado que finalizó con laorganización terrorista catalana, TerraLliure. Su hostilidad con el nuevoproceso y el nuevo Gobierno deZapatero era manifiesta.

Conde Pumpido logró la renuncia deFungairiño sin meter mucho ruido. Lecitó en la Fiscalía General del Estado yle mostró documentos sobre diferentesasuntos en los que la Fiscalía de laAudiencia Nacional no había seguidolas instrucciones de la Fiscalía General.Le anunció que el cese iba a ser

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inminente, que lo iba a llevar al próximoConsejo Fiscal y Fungairiño decidiódimitir por «motivos personales».Aunque Fungairiño no hizo ruido con sucese, el PP lo interpretó como unagravio más en la suma de pasos que elGobierno daba en la dirección deldiálogo con ETA. Con esta actuaciónConde Pumpido se situaba en la dianapolítica para el PP.

Conde Pumpido sustituyó aFungairiño por un fiscal de su confianza,Javier Zaragoza, con el que manteníauna estrecha relación desde la etapa enque les tocó convivir en el País Vascoen los años de plomo.

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La AVT, presidida por FranciscoAlcaraz, continuó en su actitudabiertamente beligerante contra elincipiente Proceso de Paz al convocarotra manifestación en Madrid bajo ellema «En mi nombre, no», a la queacudió el líder de la oposición, MarianoRajoy. La manifestación puso de relievelo que sería una constante en todas lasactuaciones de la AVT con Alcarazcomo presidente: el ataquepersonalizado contra RodríguezZapatero y la utilización del procesopara tratar de descabalgarle delGobierno, con el respaldo político delPP. El grito más coreado durante la

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manifestación era revelador: «Españanecesita otro presidente».

En tono más moderado, pero tambiéncrítico con el proceso, se manifestóMaite Pagazaurtundua, presidenta de laFundación de Víctimas del Terrorismo,creada al amparo del PactoAntiterrorista PP-PSOE del año 2000.En un encuentro en La Moncloa, enfebrero, con el presidente RodríguezZapatero, le expuso un decálogo deprincipios, cuyos puntos básicos eran:«al terrorismo se le derrota» y en unfinal de ETA «tiene que habervencedores y vencidos».

Ni Eguiguren ni nadie del PSE habló

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con las asociaciones de víctimas delterrorismo antes de que ETA declarasela tregua, ya que ésta era, en su opinión,«una cuestión que correspondía alGobierno».

Mariano Rajoy se adueñó deldecálogo de Pagazaurtundua einmediatamente lo utilizó contraRodríguez Zapatero. Éste, a los pocosdías, anunció en una sesión de control alGobierno en el Congreso quepromovería una nueva Ley de Víctimasmás completa y garantista que la vigentedesde 1999. Fue la misma fórmula queutilizó Aznar en 1998 cuando decidióimplicarse en el proceso de diálogo con

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ETA, surgido del Pacto de Lizarra.El ex presidente José María Aznar,

con el objetivo de justificar su actitud enla tregua de ETA de 1998-1999,arremetió contra la apuesta deRodríguez Zapatero en el momento en elque ya era inminente un alto el fuego.Aznar, que había enviado a Vevey(Suiza) una delegación de personas desu total confianza —el secretariogeneral de la Presidencia, JavierZarzalejos; el secretario de Estado deSeguridad, Martí Fluxá, y su asesorpersonal, Pedro Arriola— a dialogarcon una delegación de ETA en mayo de1999, tenía muy difícil atacar a

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Zapatero. Pero lo hizo para tratar decubrirse ante la lógica pregunta quepodrían hacerle: Si usted intentóterminar con ETA por la vía dialogada,¿por qué rechaza que su sucesor lointente? Para ello utilizó el argumento deque la delegación que envió a hablar conETA no tenía el mandato de negociar —en contraste con las pretensiones deRodríguez Zapatero—, que su papel selimitó a preguntar a la banda terrorista siestaba dispuesta a abandonar las armas.Según Aznar, como ETA respondió queno iba a abandonar las armas, sudelegación se volvió y no hubo más.

Pero la versión de Aznar, además de

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interesada, es falsa. Su delegación salióde aquella reunión con el objetivo devolver a entrevistarse con ETA en elverano. Sobre la mesa había una ofertade negociación sobre la base de paz porpresos. Fue ETA la que decidió novolver a entrevistarse con la delegacióndel Gobierno y lo hizo a través de unacarta que envió a La Moncloa y queAznar hizo pública a finales de agostoen un mitin en Quintanilla de Onésimo(Valladolid). Para ese momento, ETA yahabía decidido romper la tregua, aunquetardó aún tres meses en materializarlo.Ésta fue una de las falacias que algunosrepresentantes del PP utilizaron durante

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el Proceso de Paz en un vano intento pordemonizar el proceso en ciernes de finaldialogado del terrorismo y justificar elque les tocó a ellos protagonizar.

El Gobierno de Aznar entró en elProceso de Lizarra, de 1998-1999,como actor invitado, pero noprotagonista. Aquel proceso loincubaron los partidos nacionalistas conETA a través del Pacto de Lizarra. Sinembargo, en el proceso en ciernes losprotagonistas eran el Gobierno y ETA ylos actores invitados, los demás partidosnacionalistas. Ésa es la primera grandiferencia. La segunda es que el PSOEen la oposición, con Joaquín Almunia al

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frente, apoyó la decisión del Gobiernode Aznar de implicarse en aquelproceso. Sin embargo, en el proceso enciernes, desde un comienzo Rajoy secolocó a la contra del Gobierno deZapatero.

Conviene subrayar que Aznar hahecho siempre del terrorismo un arma deconfrontación política con lossocialistas. Nunca ha considerado queera un área de consenso, como veníasucediendo desde hacía años. Reciénnombrado líder del PP, como sucesor deManuel Fraga, el entonces ministro delInterior, José Luis Corcuera, le propusomantener la política de unidad contra el

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terrorismo: los Pactos de Ajuria Enea yde Madrid, suscritos por su antecesor alfrente del primer partido de laoposición. Aznar le dijo que no, quepara él la política antiterrorista formabaparte de la política de oposición alGobierno. Al poco empezó a oponerse ala política de reinserción de presos deETA que los Gobiernos de FelipeGonzález mantenían de acuerdo conFraga. Mariano Rajoy siguió la mismatónica que su antecesor en la primeralegislatura. En la segunda cambió.

A su modo ETA también tomóposiciones. Mientras anunciaba, un mesantes de la tregua, en un comunicado

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enviado a Euskal Irratia que «la únicasolución es el diálogo» y que «elconflicto vasco se resolverá comoresultado de un proceso desarrolladopor todos», llevó a cabo una campañade bombas sin víctimas mortales. El Díade la Constitución, el 6 de diciembre,hizo estallar siete bombas de pocapotencia en Navarra, Guipúzcoa yMadrid. En la capital las bombas fueroncolocadas en cinco carreteras con lapretensión de causar mucho ruidomediático en unas fechas de muchotrasiego y lo lograron al provocarnumerosos atascos. Entre enero yfebrero la banda terrorista causó graves

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destrozos en el parador de Sos del ReyCatólico, en una oficina del INEM enBilbao, en una discoteca de Urdax, enuna sucursal bancaria de Vitoria y en unjuzgado de Mungia. Hasta pocos díasantes de la tregua ETA continuóponiendo bombas, las dos últimas enMutriku y en la sede falangista deSantoña (Santander).

Además de dejar constancia de suexistencia, de enviar el mensaje de quela tregua inminente no suponía unarendición, con esa campaña ETApretendía lanzar avisos a losamenazados de extorsión de que teníanque seguir pagando. Eguiguren estaba

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convencido de que ése era el objetivoprincipal, pero al mismo tiempo admite«que no les daba demasiada importanciaporque no había comenzado el proceso».Otra cuestión era la posibilidad deatentados mortales porque, aunqueGeorge en junio le había comunicado«que habían decidido no atentar contrapolíticos —como había adelantado uncomunicado de ETA unos pocos díasantes—, hasta el encuentro de fin de añoen Ginebra no me aseguró que se habíanacabado los atentados mortales».

Una vez más, con la cercanía de latregua de ETA, se producen nuevosacontecimientos contrarios a la

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viabilidad del proceso. Uno de los quemás incidencia tuvo a lo largo delmismo fue la confirmación por elTribunal Supremo, el 28 de febrero, dela llamada doctrina Parot, que suponía,al cambiar el sistema de redención depenas, que etarras con múltiplescondenas iban a salir de prisión a lostreinta años y no a los veinte, comovenía siendo lo habitual. Esta doctrinaafectaba, además de a Henri Parot, unantiguo miembro del Comando itinerantede ETA condenado por múltiples delitosde sangre, a otros doscientos cuarentaterroristas.

La doctrina Parot tuvo

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consecuencias en las cárceles.Instituciones Penitenciarias temió que seprodujeran suicidios. Y hubo uno. Unetarra, Igor Angulo, se suicidó en lacárcel de Cuenca el 28 de febrero y tresdías después murió de infarto otro presode ETA, Roberto Sáinz, en la cárcel deAranjuez. Como consecuencia de estoshechos, el 5 de marzo la izquierdaabertzale convocó una huelga generalcomo protesta. Su pretensión era,también, movilizar a sus bases ante elincipiente proceso.

A ello siguió una cadena deacontecimientos que contribuiría aenturbiar el inicio del proceso. Así, el

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10 de marzo, el fiscal general delEstado, Cándido Conde Pumpido, pidiópara Otegi prisión incondicional por losincidentes de la huelga general del 5 demarzo, convocada por la izquierdaabertzale en protesta por los suicidiosde miembros de ETA en las cárceles. Lahuelga, que fue un fracaso, era unaconcesión de Otegi a los sectores másduros de la izquierda abertzale. A lospocos días ingresaron en prisión JuanJosé Petrikorena, jefe de prensa deBatasuna, y Juan María Olano,responsable de las Gestoras ProAmnistía y uno de los principalesanimadores de la huelga. Otegi no fue

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detenido en ese momento porencontrarse enfermo de neumonía. Loserá una vez declarada la tregua. Estacadena de actuaciones judiciales forzóal Gobierno vasco a reclamar a losjueces que «no impidieran el Proceso dePaz».

Desde otros ámbitos se actuaba enfavor del proceso, sobre todo desde losmovimientos sociales del País Vasco.No sólo el PSE y Batasuna, después delos múltiples contactos entre Eguigureny Otegi, habían comenzado a distendersus relaciones, también, tras treinta añosde enfrentamiento, los sindicatos UGT yLAB formalizaron sus relaciones.

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Paralelamente, un grupo de mujeresparlamentarias del PSE, PNV, EB-IU yex diputadas de Batasuna —como la hoyconsejera socialista del Gobierno vasco,Gemma Zabaleta, y la ex parlamentaria yabogada de Batasuna, Jone Goirizelaia— constituyeron la plataforma Ahotsak,impulsora del Proceso de Paz.

La patronal vasca, Confebask, tomóclara posición a favor del proceso conun respaldo expreso al Gobierno paraque explorara el final del terrorismo.Pero la división política también setrasladó a la patronal al calificar elpresidente de la CEOE, José MaríaCuevas, de «disparate» la búsqueda de

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un final dialogado del terrorismo. Peroal día siguiente el Círculo deEmpresarios Vascos, que agrupa a lasprincipales empresas del País Vasco,tomó posición a favor de Confebask. Noera extraña una posición tanconcluyente, porque la cúpulaempresarial vasca se había mostradomuy interesada por el curso del procesodesde que le llegaron las noticias, aúnmuy incipientes, de lo que estaba enmarcha. Uno de sus principales líderes,Aletxu Echevarria, presidente deTelecinco, fue un propagandista delproceso en ciernes en todos los foros alos que acudió durante aquellas

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semanas. Los empresarios vascos, muypegados al terreno, sabían que la mejorgarantía de enterrar definitivamente elterrorismo era por la vía dialogada.

El Gobierno francés, una semanaantes de la declaración de tregua, yadejó claro su apoyo a RodríguezZapatero en «todas las acciones hacia lapaz». Era la avanzadilla del respaldoque el presidente tuvo por parte de laUnión Europea en el desarrollo delproceso. Era lógico, pues eran varioslos Gobiernos europeos implicados enel mismo. Tanto Suiza como Noruegaestaban prestando su territorio einfraestructura a la celebración de las

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reuniones previas. Y tanto el primerministro británico, Tony Blair, como elirlandés, Bertie Ahern, facilitaban suexperiencia en el proceso de Irlanda delNorte a Rodríguez Zapatero. Numerosospaíses europeos mantenían desde lostiempos de la dictadura, que Españatenía que acabar con el terrorismo deETA por la vía del diálogo.

El presidente del Sinn Fein, GerryAdams, muy entusiasta, enviaría unacarta al presidente nada más conocer ladeclaración de tregua. Además defelicitarle por su decisión y darleánimos ante el difícil reto que leaguardaba, le volvió a decir —como en

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la carta que le había enviado un añoantes— que aprovechara la oportunidadde paz que se abría ante él. Incluso sepermitió algún consejo, como que nodejara pasar mucho tiempo desde ladeclaración de tregua para iniciar elproceso formal por la propiaexperiencia del IRA, que rompió el cesede hostilidades por el retraso delGobierno británico en responderformalmente a su declaración de tregua.También le señaló que el obstáculo másdifícil de superar era el reto de sentarsea hablar con gente a la que se sabíaresponsable de crímenes. Dosimportantes dirigentes del Sinn Fein,

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Gerry Kelly y Alex Maskey, llevabanvarias semanas en Euskadi, asesorandoa Batasuna.

La tregua llegó con muchasincertidumbres sobre el futuro delproceso. La Unión Europea y la inmensamayoría de los partidos y movimientossociales del País Vasco estabanclaramente a favor de la iniciativa depaz del Gobierno español. Pero elprimer partido de la oposición, casoinédito en la historia de los procesos definal dialogado del terrorismo enEspaña, estaba en contra. La oposicióncada vez más frontal del PP tendría suprincipal expresión en el ámbito de la

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judicatura y en las más numerosasasociaciones de víctimas del terrorismo.Desde el comienzo los protagonistassabían que empezaba una partida muycomplicada.

Tregua y reacción socialAl fin, el 22 de marzo, ETA anunció

la tregua permanente. Se conoció lanoticia sobre las doce y media delmediodía a través de un vídeo que ETAenvió, horas antes, a la televisión vasca.En él se veían tres etarras sentados conboina y capuchas blancas. Una mujer,Ainhoa Ozaeta, leyó el texto, que se

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ceñía a las bases acordadas en Ginebray ratificadas en Oslo. La prensa destacóla moderación del comunicado encomparación con el que ocho años antesleyera ETA con motivo de la anteriortregua. En el comunicado de septiembrede 1998 ETA había reclamado laindependencia, la expulsión del Ejércitoespañol del País Vasco y la creación deuna entidad única y soberana queacogiera en su seno a Euskadi, Navarray las tres provincias vasco francesas.

A Eguiguren el anuncio lesorprendió viajando en coche haciaMadrid a la altura de Lerma (Burgos).Sonó su teléfono y desde la sede del

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PSE le dieron la noticia. «A partir deese momento tuve cientos de llamadas.Era el anuncio más esperado desdehacía meses. Lo que más recuerdo ahoraes que al saltar mi nombre a los mediosde comunicación enseguida fuiacribillado y acusado de traición a lasvíctimas. Y la verdad es que, en aquelmomento, mi primer recuerdo fue paraellas. Para Germán Rodríguez, el primercompañero asesinado, en 1979 y casiolvidado; para Enrique Casas; paraFernando Múgica; para FroilánElespe… Recordé la canción de PabloMilanés, Me sentaré a llorar por losausentes. Probablemente yo sea de las

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personas que ha asistido a másfunerales. En los años de plomo acudí atodos los funerales como presidente delParlamento vasco hasta tal punto quedistinguía el origen de las víctimas porla actitud de sus familiares. Loscastellanos, sin apenas exteriorizar sussufrimientos. Nunca tenían una palabrade reproche. Los vascos, sobriostambién, pero con la incredulidad acuestas. Pero los de más al sur, dabanrienda suelta a su dolor».

No recuerda haber hablado aquel díacon Arnaldo Otegi, pero sí con AlfredoPérez Rubalcaba, «para felicitarnos».Era miércoles y se celebraba la sesión

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de control al Gobierno en el Congreso.Rodríguez Zapatero tomó la palabra alas cuatro de la tarde en medio de unclima de gran expectación, anunció quese tomaría tiempo antes de acudir alpleno del Congreso para pedir el apoyode los grupos parlamentarios al diálogocon ETA. Era una decisión inédita,nunca en procesos anteriores elGobierno había dado explicaciones alParlamento. El presidente aprovechótambién aquel momento para apelar a launidad de los partidos ante la nuevasituación y, en presencia de MarianoRajoy, para demandar la colaboracióndel PP en el proceso.

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Una decisión inédita y de muchoriesgo, en opinión de Eguiguren, hacerque las distintas decisiones que habríaque tomar durante el proceso pasaranpor el Parlamento, porque aunque«había buena voluntad en RodríguezZapatero para informar sobre laevolución del mismo, en un Proceso dePaz es imposible. Crea expectativas,irritación, es algo imposible de cumplir.Y mucho menos cuando no existeconsenso con el primer partido de laoposición».

Fue muy relevante el cambio deactitud de Mariano Rajoy, después deser advertido por la mañana por el

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presidente del Gobierno de la existenciadel comunicado. La primera declaraciónque hizo, sobre la una de la tarde (pocodespués de conocer el comunicado) fuecontraria al proceso que se iniciaba:«Ese alto el fuego que ahora se nosanuncia es una pausa. No es unarenuncia a la actividad criminal. Suponereafirmar su voluntad de seguirexistiendo. No se arrepiente de nada yno pide perdón a las víctimas delterrorismo». Pero en su respuesta aRodríguez Zapatero en el Congreso,pasadas ya las cuatro de la tarde, abrióuna expectativa de colaboración con elGobierno, condicionada a que no

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hubiera cesiones políticas y a que lasFuerzas de Seguridad y el PoderJudicial siguieran funcionando. Se llegóa comentar que el Rey tuvo que ver conese cambio de actitud aunque la CasaReal lo negó. Pero sí está confirmadoque Mariano Rajoy se dejó convencerpor personas influyentes de su entornosocial, entre ellas el entonces directord e Abc, josé Antonio Zarzalejos, yrepresentantes de la patronal vasca.Ésta, en un comunicado, mostró suesperanza de que la tregua supusiera un«punto de no retorno» e implicara elcese inmediato de la extorsión. Laposición de su directiva la reflejó el

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secretario general de Confebask,Guillermo Zubía, al exigir al PP quecolaborase con el Gobierno para lograrun final feliz del proceso.

La posición de Mariano Rajoy en elCongreso, su apoyo a condición de queno hubiera cesiones políticas, se laconfirmó a Rodríguez Zapatero en elencuentro que mantuvieron en LaMoncloa seis días después. Rajoy, enaquel momento no pudo ser insensible alaluvión de reacciones de apoyo aRodríguez Zapatero y al proceso que seabría por parte de los presidentes de lospaíses europeos más relacionados conEspaña y por la propia Unión Europea

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que, reunida dos días después de latregua en Bruselas, ofreció en uncomunicado, su respaldo incondicionalal presidente del Gobierno español para«buscar una solución al largo conflicto».

Como consecuencia de ello, en unaprimera etapa, Rajoy se mantuvo en lasombra y delegó en el secretario generaldel PP, Ángel Acebes, y en su portavozparlamentario, Eduardo Zaplana, losataques al proceso y a RodríguezZapatero. Pero la avanzadilla ideológicay crítica contra el proceso la marcóJaime Mayor Oreja, quien no ocultódesde un principio su visión de que «noes un Proceso de Paz, sino de

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autodeterminación». Mayor Oreja, exministro del Interior y vasco, moverátodos los hilos y toda su influencia enlos sectores más conservadores de lasinstituciones, especialmente dentro delas asociaciones de víctimas, paravolcarlas a la calle contra el proceso ycontra el presidente.

Parece extraño que no existaconstancia de conversaciones entre elPSE y el PP del País Vasco, pero, ajuicio de Eguiguren, «en aquel momentoeran imposibles, dada la actitud deJaime Mayor y de la presidenta del PPvasco, María San Gil». Ambos estabanen la vanguardia crítica del PP hacia el

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proceso de final dialogado.En la judicatura hubo actitudes

matizadamente dispares. El presidentede la Sala de lo Penal de la AudienciaNacional, Javier Gómez Bermúdez,aseguró que la Justicia seguiríafuncionando como si nada hubierapasado. No podía sorprender porqueGómez Bermúdez fue impulsor de ladoctrina Parot, que impidió la salida dela cárcel de presos de ETA con delitosde sangre endureciendo la acogida a losbeneficios penitenciarios.

Sin embargo, el fiscal general delEstado, Cándido Conde Pumpido, diorelevancia a la tregua y reunió a los

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fiscales de la Audiencia Nacional antela nueva situación para pedirles «unareflexión serena». La reflexión que hizoel fiscal general del Estado a losfiscales fue que la tregua habíacambiado las circunstancias y que, deacuerdo con el Derecho Civil, había queadaptar la Justicia a la nueva situación,allí donde los fiscales y jueces tienenmargen en las medidas cautelares yprovisionales.

La nueva instrucción de CondePumpido no tuvo el eco que él esperaba.Tampoco el Gobierno. La judicatura,donde el PP ejerció al máximo suinfluencia, se convertiría en uno de los

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principales focos de oposición alproceso. Cabe destacar, por conocido,el papel beligerante contra el proceso deEnrique López y Juan Pablo González,miembros de la mayoría conservadoradel Consejo General del Poder Judicial.El juez Enrique López, que había sidonombrado vocal del Consejo Generaldel Poder Judicial en 2001, a propuestadel PP, era el contacto habitual con losdirigentes del PP que seguían de cercael proceso de ETA: el ex ministro deInterior, Ángel Acebes; su ex secretariode Estado, Ignacio Astarloa, y FedericoTrillo. La mayoría conservadorarechazó, también, cualquier tipo de

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pronunciamiento favorable del CGPJ afavor del proceso, como el que intentósu vicepresidente, Fernando Salinas, dela minoría progresista.

También destacó por su beligeranciael presidente del Tribunal Superior deJusticia del País Vasco, Fernando RuizPiñeiro, desde enero de 2004, y quellegaría a sentar en el banquillo aIbarretxe y a Patxi López por habersereunido con Batasuna durante el procesodialogado. Esa decisión judicial seríaliteralmente demolida, posteriormente,una vez fracasado el proceso, por elTribunal Supremo que dejó a RuizPiñeiro en una situación ridícula, que le

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forzó a salir del TSJPV a la primera decambio.

La AVT mayoritaria, presidida porFrancisco Alcaraz, sobre el que MayorOreja, ejercía una gran influencia,rechazó la declaración «ante laevidencia de que se trata de una nuevatrampa de los asesinos para conseguirobjetivos políticos».

La Iglesia católica también fijó suposición y una vez más volvió a reflejarla profunda división existente entre laIglesia española y la vasca sobre losasuntos relacionados con Euskadi.Inmediatamente después de conocerse elcomunicado de la tregua de ETA, los

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obispos vascos Ricardo Blázquez yCarmelo Echenagusia, de Bilbao; JuanMaría Uriarte, de San Sebastián, yMiguel Asurmendi, de Vitoria,suscribieron un texto respaldando elproceso en el que mostraban «unasensación de alivio y de expectativa aque pueda ser un paso importante en elcamino hacia una plena pacificación yreconciliación».

Sin embargo, el texto que algo mástarde dio a conocer la ConferenciaEpiscopal Española se daba de brucescon el de los obispos vascos. Decía así:«Nos alegramos que los terroristashagan pública su voluntad de no matar,

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de no extorsionar y de no seguirejecutando las demás accionesterroristas. ¡Qué menos! Pero nos parecepoco. ETA debería anunciar sudisolución y su desaparición. Es lo queesperan los ciudadanos de bien». Elcomunicado añadía: «ETA no puede serconcebida como interlocutora de unEstado legítimo ni representapolíticamente a nadie. No puede ponerprecio al respeto a los derechosfundamentales y de las personas».

Esta contradicción ponía enevidencia a Ricardo Blázquez, queademás de obispo de Bilbao era, enaquellos momentos, presidente de la

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Conferencia Episcopal Española. Eltexto de la Conferencia Episcopal loredactó su portavoz, Martínez Camino,sin consultar a Blázquez, con la excusade que viajaba a Roma. Pero sí loconsultó con el cardenal Rouco Varela yel arzobispo Cañizares, afines a susplanteamientos. Martínez Camino sebasó en el texto de la ConferenciaEpiscopal Española, de 2002, en el queapoyaron la Ley de Partidos y lailegalización de Batasuna y que seenfrentó entonces al que publicaron losobispos vascos, contrarios a aquellasmedidas. La reacción al comunicado dela tregua de ETA volvió a reabrir las

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viejas heridas en la Iglesia católicaespañola.

Pero ni Ricardo Blázquez ni JuanMaría Uriarte se quedaron con losbrazos cruzados. El 3 de abril, Uriartese entrevistó en el Vaticano con elsecretario para las relaciones con losEstados, monseñor Giovanni Laiolo, alque informó detalladamente de lasituación. Dos días más tarde, el 5 deabril, el papa Benedicto XVI proclamóen la plaza de San Pedro de Roma antemiles de personas: «Os invito a rezarpara que todos intensifiquéis vuestrosesfuerzos por consolidar los horizontesde paz que parecen abrirse en el País

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Vasco y en toda España, y a superar losobstáculos que puedan presentarse». Erauna manifestación más cercana al textode los obispos vascos que al de laConferencia Episcopal Española.

El Vaticano disponía de buenainformación sobre el proceso en ciernes.Eguiguren había pretendido nada menosque la intervención del Vaticano paraponer en contacto al Gobierno con ETAy se había entrevistado no sólo conUriarte sino con el cardenal Etchegaray,un vasco francés muy cercano aBenedicto XVI en su carreraprofesional.

Batasuna aprovechó la declaración

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de tregua para marcar la pauta de suposición en las siguientes semanas.Reclamó públicamente lo que decía ensus contactos privados Otegi aEguiguren, que se les dejase funcionarde facto, y apeló desde un principio a suprincipal objetivo, la constitución deuna Mesa de Partidos vascos.

Rodríguez Zapatero explicó su hojade ruta para el proceso que se iniciabaen una entrevista a El País tres díasdespués de la declaración de la tregua.La había diseñado con Alfredo PérezRubalcaba, que era con quiendespachaba sobre el proceso. Estascuestiones no se abordaban ni en el

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Consejo de Ministros ni siquiera en lasreuniones de estrategia de los lunes a lasque Zapatero convocaba al núcleo durode su Gobierno y del PSOE. Zapateroseñaló que lo primero era comprobar sirealmente se estaba en un proceso definal de la violencia. Aunque no precisófechas, adelantó que el Gobierno setomaría un tiempo para verificar si elalto el fuego era efectivo ydesaparecían, también, la extorsión y laactividad de la kale borroka. De hecho,el Acuerdo de bases de Ginebra,ratificado en Oslo, establecía un plazomáximo de seis meses entre ladeclaración de la tregua y la del

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presidente del Gobierno. El presidentereafirmó que el Gobierno no iba adialogar con ETA sobre asuntospolíticos, que la política sólo se podíahacer desde la política, desde las reglasdemocráticas y el respeto a las leyes. Elpapel del Gobierno iba a limitarse anegociar con ETA un plan de paz porpresos. De hecho, encargó aInstituciones Penitenciarias un estudiocon un plan preciso de acercamiento yexcarcelación de presos de ETA paratenerlo a punto cuando terminara elproceso de verificación del alto el fuegoy se iniciaran las conversaciones con labanda terrorista en la mesa técnica.

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Zapatero admitía que estos pasosplanteaban un problema delicado con lasvíctimas del terrorismo y empezó a darvueltas a un plan de restauración de laconvivencia social en Euskadi.

Aunque el anuncio de tregua de ETAera la confirmación de una noticia muyesperada, no sucedía lo mismo con losprolegómenos de la misma. La mayoríade las explicaciones que los medios decomunicación dieron en las primerashoras sobre los orígenes de la treguafueron disparatadas. La información máscertera tuvo como origen unaindiscreción de un representante delCentro de Diálogo Henri Dunant, que

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comentó a un conocido directivo de latelevisión vasca, con el que coincidió enun avión, que la tregua se habíacocinado en contactos previos entrerepresentantes del Gobierno y de ETAen Ginebra y Oslo. Esto sucedió a lasveinticuatro horas de la declaración dela tregua.

Una encuesta del Instituto Opina,realizada inmediatamente después de latregua y publicada el domingo 26 demarzo en El País, señalabasignificativamente que el 63,7 por cientode los ciudadanos quería lacolaboración del PP con el Gobierno sincondiciones, y un 63,8 por ciento que el

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Gobierno explorase las posibilidades deun final dialogado. También erasignificativo que un 47,6 por cientopercibiera la tregua como una esperanzafrente a un 45 por ciento de escépticos, yque un 61,9 por ciento se manifestaracontrario a que el Estado adoptaramedidas de gracia a favor de los presosetarras. Con este último dato de opiniónjugarían el PP y la AVT de Alcaraz paramovilizar la calle contra el Gobierno.

El comunicado de ETA recogía lasbases teóricas acordadas en Ginebra,porque, «aunque no se había pactado elcontenido de la declaración, sí se habíanacordado las bases de su filosofía. No

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reivindicaba la autodeterminación, niNavarra. Apelaba a los partidos y a losciudadanos como agentes del proceso ycalificaba la tregua de permanente —término recogido del exitoso procesoirlandés—, lo que tanto debate habíasuscitado en las conversaciones».

Primeros obstáculosLa alegría duró muy poco, pues la

declaración de tregua no frenó lasdificultades. El 27 de marzo laErtzaintza detuvo a dos jóvenes, DaniYaniz y Koldo Danborenea, comopresuntos autores del incendio de un

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cajero automático. El 29 de marzo Otegiingresó en prisión como consecuenciade los incidentes de la jornada de huelgageneral. Salió unos días después trasabonar una fianza de doscientoscincuenta mil euros. El 4 de abril el juezGrande-Marlaska prohibió un acto deBatasuna en San Sebastián en el que éstapretendía presentar su oferta políticarenovada.

Hasta los momentos previos a latregua de ETA tanto el Gobierno comoel PSE y el fiscal general del Estadoentendieron la posición del juez Grande-Marlaska. Pero, una vez declarada latregua, no entendieron que a unos líderes

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de Batasuna que apostaban públicamentepor el diálogo y el cese de la violenciael juez Grande-Marlaska les prohibierasus actos y los encarcelara.

Grande-Marlaska, que sustituía aBaltasar Garzón, que pasaba variosmeses en Estados Unidos, al que no se letenía en la judicatura por un juezconservador ni con vinculaciones con elPP, se convirtió, con sus decisionesjudiciales, en un ariete contra elproceso. Vasco de origen, su primerdestino como juez fue Santoña(Cantabria) y en 1999 lo destinaron a laAudiencia provincial de Vizcaya, dondele correspondió ser testigo privilegiado

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de la brutal ofensiva de ETA, posteriora la ruptura de la tregua de Lizarra, queindudablemente le marcó. En 2003 ledestinaron a los Juzgados de Plaza deCastilla de Madrid y un año más tarde ala Audiencia Nacional. Aunque nadiepone en duda que la responsabilidad delfracaso del proceso la tuvo ETA, lasdecisiones judiciales de Grande-Marlaska contribuyeron a enrarecer elambiente entre la izquierda abertzale yel Gobierno y a debilitar las posicionesde Otegi y los suyos frente a quienesveían el proceso, desde ETA y laizquierda abertzale, con total reticencia.

Las directrices del fiscal general del

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Estado, que estuvo muy bien informadodel proceso por el propio presidente delGobierno, tuvieron poco eco en lajudicatura. El PP, totalmente beligerantecontra el proceso, utilizó toda suinfluencia en la judicatura y puso enestado de alerta contra él a toda laderecha judicial. También jugaron unpapel importante como catalizadores encontra del proceso los medios decomunicación conservadores. Otrosjueces vieron que una actitudbeligerante, en pleno proceso, los podíacatapultar profesionalmente para elfuturo. El terrorismo, desgraciadamente,ha servido, también, para impulsar

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algunas carreras profesionales y no sóloen el ámbito de la Justicia.

La activación de la doctrina Parot apocas semanas de la tregua, fue un malsíntoma para el proceso y mostró laimpostura del PP. Cuando eran ministrosde Interior, dos de los grandesdenostadores del proceso en ciernes,Jaime Mayor y Ángel Acebes, salieronde la cárcel el asesino de Enrique Casasy el de Baglietto, habiendo cumplidomenos de veinte años de condena, sinque dijera nadie nada. Sin embargo,ambos acusaron a Rodríguez Zapatero,sin pudor, de debilidad, porque salíande la cárcel los presos etarras tras

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cumplir sus condenas. Lo tuvo que poneren evidencia Barbara Dhurkop, la viudade Enrique Casas, con motivo delvigésimo quinto aniversario delasesinato de su esposo. En ese contextose cocinó la doctrina Parot, con unaclara finalidad de entorpecer el proceso.

A Eguiguren la actuación de unaparte de la judicatura, en aquellasfechas, y en particular, del juez Grande-Marlaska contra Batasuna después dedeclarada la tregua, le hacía pensar que«la tregua empezaba de la peor manera.Yo siempre había defendido, ante ETA,que el Estado actuaría como siempre,que la justicia era un poder

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independiente y, por eso dejamos delado el tema de los jueces. Pero había unsobreentendido: que las instituciones,incluidas las judiciales, serían másflexibles cuando se declarara la tregua.Pero sucedió lo contrario». Las causasde esta actitud del poder judicial laencuentra en que «hubo juecesinteresados en demostrar que no teníannada que ver con un Gobiernocontestado desde su oposición, yendurecieron su celo. Al juez Grande-Marlaska lo creía progresista. Mesorprendió cuando empezó a prohibir aOtegi ruedas de prensa, una vezempezado el proceso, cuando se habían

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tolerado en momentos anteriores.Supongo que estas decisiones lastomaron algunos jueces para hacerméritos en su carrera».

Pese a la importancia de lasdecisiones judiciales, convenientementeamplificadas por los medios decomunicación afines a la derecha,Eguiguren piensa que no fue decisivapara la ruptura del proceso. «Tengoclaro que fue ETA quien decidió laruptura. Pero si se tiene en cuenta que enETA no había unanimidad, no se puedeocultar que algunas decisionesjudiciales favorecieron y fueronutilizadas por los sectores de ETA que

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estaban en contra. Les dieronargumentos».

El 7 de abril Rodríguez Zapateroremodeló su Gobierno para adaptarlo ala nueva situación. Nombró al portavozdel PSOE en el Congreso, Alfredo PérezRubalcaba, que era su coordinador delproceso en la sombra, ministro deInterior. José Antonio Alonso, otrohombre de su confianza, pasó de Interiora ministro de Defensa. Y José Bonoabandonó el Gobierno alegando razonespersonales, aunque ya se conocía en loscírculos más cercanos al presidente suenorme recelo hacia el proceso. Al pocotiempo de la aprobación de la

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resolución parlamentaria, en mayo de2005, había manifestado en unaentrevista con el diario El País que tenía«más confianza en la Guardia Civil queen la negociación». Pero sería másadelante, una vez finalizado el proceso,cuando reconocería abiertamente susdiscrepancias con el mismo, incluida suaversión personal a Otegi, así como surecelo hacia la reforma del Estatuto deCataluña. Su aversión personal haciaOtegi tenía mucho que ver con que elportavoz de Batasuna lo señalaba,sistemáticamente, como muestra delespañolismo más acendrado en elPSOE.

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Rodríguez Zapatero hizo coincidir laremodelación de su Gobierno con unaentrevista con el primer ministronoruego, Jens Stoltenberg, en LaMoncloa, por lo que pasó totalmentedesapercibida. Y aprovechó el breveencuentro con él para agradecerle sucolaboración como representante delpaís que había puesto su territorio y supolicía al servicio de lasconversaciones para facilitar la treguade ETA, celebradas en noviembre delaño anterior. El presidente obtuvogarantías de Stoltenberg de que eseapoyo continuaría, como se volvería ademostrar más adelante.

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El traslado de Pérez Rubalcaba alMinisterio del Interior cambiabanotablemente los poderes de quien habíasido el interlocutor en Madrid deEguiguren, pero no su relación con él.«Mi relación con Rubalcaba estaba muycentrada en nuestros temas, nohablábamos de otras cosas. Interpretéque con el cambio el presidente queríainvolucrarlo de manera absoluta en elproceso».

Sin embargo, con Pérez Rubalcabaen el Ministerio del Interior lasdificultades no mermaron. El 18 de abrilel presidente de la Confederación deEmpresarios de Navarra denunció cartas

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de chantaje económico de ETA,posteriores a la declaración de tregua.Al mismo tiempo la Guardia Civildetuvo a Ibón Meñica por llevar «bonosde ETA». Más grave resultó aún elincendio, el 23 de abril, de unaferretería, propiedad de un concejal deUnión del Pueblo Navarro en Barañain,que quedó calcinada y que para loscontrarios al proceso ponía enentredicho la voluntad de diálogo deETA y de Batasuna. Ante esta exigenciapública, Pernando Barrena, portavoz deBatasuna en Navarra, se desmarcópúblicamente de aquella brutalidad.Posteriormente se supo que era un acto

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de kale borroka.El lehendakari Ibarretxe que no

quería resignarse a quedar fuera de focoen un momento en que el futuro deEuskadi podía estar en juego, anunció el21 de abril que llevaría a consultapopular, sin cumplir el trámite legal delCongreso, el acuerdo al que se puedallegar en una Mesa de Partidos en elPaís Vasco, una vez verificado el alto elfuego. Esta cuestión ya se la habíaplanteado a Rodríguez Zapatero en elencuentro que mantuvieron en LaMoncloa quince días antes. En aquellareunión, el presidente le convenció deque no se adelantara a los

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acontecimientos. Ibarretxe, nada másdeclarar ETA la tregua ya anunció quequería convocar una Mesa de Partidos,lo que le supuso un enfrentamiento conel PSE. Rodríguez Zapatero tuvosiempre mejor sintonía con el entoncespresidente del PNV, Josu Jon Imaz, quemantenía posturas dispares a las deIbarretxe. Imaz defendía la tesis de«primero, la paz. Después, la política».Esto es, que primero ETA abandonaralas armas definitivamente y después seabordarían las cuestiones políticas entrelos partidos en una mesa, incluidoBatasuna. Así lo manifestó públicamentetras entrevistarse con el presidente en La

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Moncloa en abril. No hace falta adivinarde qué parte estaba Zapatero.Indudablemente, todos estospronunciamientos repercutieron en ETA,que los pondría sobre la mesa en lasposteriores reuniones con losrepresentantes del Gobierno.

Zapatero en EuskadiEl 21 de mayo Zapatero acudió por

vez primera al País Vasco tras ladeclaración de la tregua. Llevaba mesessoñando con dar un paseo por las callesvascas, pero los responsables de suseguridad se lo habían desaconsejado.

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Con motivo de la festividad del Día dela Rosa protagonizó un mitin enBaracaldo en presencia de toda ladirección del PSE, a la que homenajeó.Allí anunció que en junio realizaría ladeclaración institucional, que abriríaoficialmente el diálogo con ETA. En elmitin anticipó la declaracióninstitucional de junio porque manejabasus principales claves: los ciudadanosvascos decidirán su futuro dentro de laley y lo que se persigue es «un granacuerdo de convivencia entre todos».

Esta intervención animó a laizquierda abertzale a hacer pública sucomisión negociadora. La constituyeron

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Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria, OlatzDañobeitia, Elena Urabayen, ArantzaSantesteban y Xabier Larralde. Lacomisión estaba muy equilibrada: mitadhombre y mujeres; veteranos y jóvenes,que representaban a todos los territoriosde Euskal Herria. En aquel momentomuchos interpretaron que RufiEtxeberria estaba allí como comisariopolítico de ETA. Había sido el sucesorde Josu Muguruza en el aparato deBatasuna, asesinado por dos extremistasde derecha —Ángel Duce y RicardoSáenz de Ynestrillas— en el hotelAlcalá de Madrid en noviembre de1989. Y se le consideraba el guardián

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de las ortodoxias, pues él habíaexpulsado de Batasuna, personalmente, alos abogados Iñaki Esnaola, TxemaMontero y Patxi Zabaleta por«desviacionistas» durante la década de1990. Pronto pudieron comprobar losque se sentaron a negociar con él quehabía cambiado y compartía la posiciónde Otegi.

Naturalmente, Eguiguren estaba enaquel mitin, pero no mantuvo ningúncontacto especial con el presidente.«Recuerdo que fue un gran día para elsocialismo vasco. Pusieron la canciónde Pablo Milanés. Aunque ya habíanempezado los problemas, había un

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ambiente de euforia. Nunca hablé conZapatero del proceso, ni le pedí que merecibiera. Pensaba que debía estar porencima de todo esto. Algún Día de laRosa, en años posteriores, me hacomentado algo así como, qué contentosestábamos y cómo estamos ahora».

Una semana después, el 29 de mayo,se reunió en secreto una representacióndel PSE con otra de Batasuna. En esareunión acordaron que el PSEoficializaría los contactos con Batasuna.La causa fue que el 26 de mayo el juezFernando Grande-Marlaska amplió conun nuevo delito los cargos a los queocho dirigentes de Batasuna —entre

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ellos, Otegi y Barrena— tendrían queresponder ante la justicia. El delitoconsistió en vincular con ETA laadvertencia realizada por JosebaPermach de que no habría paz si algunode ellos ingresaba en prisión. El juezinterpretó que era una muestra de lapretensión de ETA de «obligar alEstado a aceptar los fines de suactividad criminal».

Los dirigentes de Batasunaamenazaron con negarse a presentarseante el juez, con lo que éste les advirtióque les declararía en busca y captura.Para evitar que la situación llegara amayores Patxi López decidió reunirse

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públicamente con los líderes deBatasuna. La reunión se materializó unmes más tarde, el 6 de julio, en el hotelAmara Plaza de San Sebastián.

Lo anunció Patxi López al díasiguiente de su reunión secreta con Otegien una entrevista radiofónica. Esteanuncio se convirtió en el principalargumento para que Rajoy rompiese demanera oficial las relaciones conRodríguez Zapatero y le retirase suapoyo condicionado al Proceso de Paz.El 1 de junio el juez Grande-Marlaskadejó en libertad a ocho dirigentes deBatasuna que había citado a declararcomo imputados.

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Algo había falladoA su vez, el 7 de junio, Grande-

Marlaska impidió una rueda de prensade Batasuna en Navarra y el día 9 elTribunal Superior de Justicia del PaísVasco admitió a trámite la querellacontra Ibarretxe, Otegi, Barrena yPetrikorena por haberse reunido enabril. Los querellantes fueron laorganización ultraderechista Dignidad yJusticia y un radicalizado Foro deErmua, al que habían abandonado algunode sus fundadores, como Vidal Nicolásy el pintor Agustín Ibarrola.

El 20 de junio el juez Grande-

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Marlaska dirigió una redada policialcontra una presunta red de extorsión deETA en torno al bar El Faisán de Irún,en la que entre los doce detenidosfiguraban el dirigente del PNV, GorkaAgirre, y dos empresarios. El bar ElFaisán era utilizado por la policía comofuente de información, pues su dueño,Joseba Elosua, muy controlado por lapolicía, mantenía relaciones con elmundo de la extorsión etarra. Todo elmundo conocía en el País Vasco lo quesignificaba el bar El Faisán, con lo quela operación de Grande-Marlaska no eraninguna sorpresa.

El asunto de El Faisán lo llevaba el

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juez Baltasar Garzón, que en aquellosmeses se encontraba de viaje deestudios en Nueva York. Tanto él comola juez francesa Laurent Levertrecomendaron a Grande-Marlaska queno lo moviera alegando el papel queElosua desempeñaba como fuente deinformación muy útil, más aún en laetapa del proceso.

Pero el juez Grande-Marlaska nohizo caso. Además del celo profesionalque éste exhibió durante el proceso, ensu decisión tuvo que ver unacontecimiento que el PP después utilizóprofusamente como elemento dedesprestigio del propio proceso y del

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Gobierno: el llamado chivatazo. En unade tantas escuchas policiales que serealizaban a Elosua se recogía que eldueño del bar El Faisán comentaba a sucuñado cómo dos policías le dieron el«chivatazo» y con ello impidieron quefuera detenido con su contacto enFrancia con dinero de la extorsión. Noobstante, el juez Grande-Marlaska unassemanas después ejecutó la operación.

Este asunto del que, tras la rupturade la tregua, el PP ha pretendido montarun escándalo político, tratando deresponsabilizar a la cúpula delMinisterio del Interior del llamado«chivatazo» no tuvo trascendencia en el

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desarrollo del proceso. Losinterlocutores de ETA siempreconsideraron que el «chivatazo» fue unamaniobra policial para proteger a susconfidentes. ETA no se fiaba de loscomponentes de la trama del bar ElFaisán. Sabía que la policía conocíatodos sus movimientos. Fue, por tanto,todo lo contrario a lo que denuncia elPP: que fue una decisión política paraproteger a ETA. Así lo atestigua JesúsEguiguren. También asegura que fue enesos términos en los que larepresentación del Gobierno y ETAhablaron sobre dicho bar. Al menos enlas reuniones que él participó.

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El interlocutor en las reuniones conETA cree que la cuestión de fondoradica en la diferente actitud del PSOE ydel PP ante la actividad de las Fuerzasde Seguridad del Estado: «Voy a ponerun ejemplo. A nosotros nos mató ETAen marzo de 2002 a un concejal de Orio.Era un veterano socialista. Se llamabaJuan Priede. Pronto detuvieron a losasesinos. Por cierto, uno de ellos,Bilbao, salió de la cárcel, acogiéndose alos beneficios penitenciarios, siendopresidente del Gobierno José MaríaAznar. La policía nos admitió que teníalocalizado al comando antes de matar aJuan Priede. Que habían esperado para

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detenerlo y que, en el ínterin, habíanasesinado a nuestro compañero. Pero noreprochamos nada a la policía. Nosotrosrespetamos la administración de lostiempos que hace la policía en suactividad».

Los hechos demostraban lasdificultades con que arrancó el proceso.Los representantes de ETA nocontrolaban a los suyos y el Gobierno noera capaz de lograr que se tolerasen losactos de Batasuna por los jueces.«Habíamos pactado que Batasunafuncionara de facto y que diera los pasospara legalizarse. Pensamos que todo elmundo iba a apoyar el proceso. Pero

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surgieron todas las resistencias, desdeun sector de los jueces y de lasasociaciones de víctimas. Se hacían ecode un sector de opinión que se habíapuesto en alerta de que pudieranegociarse con ETA. Pero fue la nolegalización de Batasuna, con todos lossumarios en marcha, lo que quebró elcamino. Al principio pensé que seríanproblemas resolubles. Pero enseguidapude comprobar que sucedía algo másprofundo».

22 de junio de 2006. Primerareunión con ETA tras la tregua

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El 22 de junio tuvo lugar la primerareunión con ETA después de declaradala tregua, justo a los tres meses.Eguiguren ya era oficialmenterepresentante del Gobierno. «Adiferencia de reuniones anteriores fuiacompañado porque ya se habíadeclarado la tregua». Acompañó aEguiguren, por primera vez, JavierMoscoso, veterano político navarro,procedente de la UCD socialdemócratade Francisco Fernández Ordóñez, exministro de la Presidencia en el primerGobierno de Felipe González, exmiembro del Consejo General del PoderJudicial, ex fiscal general del Estado y

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presidente del Consejo deAdministración de la editorial Aranzadi.Zapatero eligió a Moscoso comointerlocutor por su formación jurídica,que podía resultar muy útil si se tiene encuenta que un aspecto clave de lanegociación con ETA iba a ser ofreceruna salida a la situación de sus presos.El hijo de Javier Moscoso, Juan, esdiputado del PSOE por Navarra ypertenecía a la hornada de jóveneszapateristas.

Paralelamente, Zapatero y PérezRubalcaba habían encargado alDepartamento de InstitucionesPenitenciarias, cuya titular era Mercedes

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Gallizo, un informe sobre la situación decada uno de los presos de ETA y otro ajuristas expertos, como el ministro deJusticia, Juan Fernando López Aguilar, yel secretario de Relaciones con lasCortes, Francisco Caamaño. Losinterlocutores del Gobierno con ETAmanejaron un texto muy reveladortitulado «Análisis de las medidasjurídicas que pueden adoptarse y de lassituaciones y escenarios».

El informe señala que «no pareceposible otorgar un indulto que afecte atodos los presos imputados», de acuerdocon el artículo 62,1 de la Constitución.Como el indulto, competencia del

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Consejo de Ministros, debe serindividualizado y cabe otorgarlo a todoslos condenados, propone que «seríaoportuno administrarlo con cuidado,tomando en consideración las penasimpuestas y la incidencia social de lamedida». Y de modo más preciso señalaque «debe plantearse la dificultadjurídica de conceder el indulto en unsolo acto del Consejo de Ministros a latotalidad de los presos porque ladecisión podría tratarse de indultogeneral, contrario a la Constitución».

El informe plantea «ganar lacomplicidad o, al menos, quebrar unaposición radicalmente contraria de los

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órganos judiciales de la AudienciaNacional: de los juzgados centrales deinstrucción, de la Sala de lo Penal de laAudiencia Nacional y del JuzgadoCentral de Vigilancia Penitenciaria enlos procesos penales terminados».También propone «prever lasconsecuencias de la intervención de lasvíctimas, política y jurídicamente, en lasmedidas que se puedan adoptar y en losprocesos pendientes (especialmente laAVT). Aunque mediante unamodificación legal se limitara la acciónpopular, no parece posible impedir lapersonación de las asociaciones ennombre de los familiares de las víctimas

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o de los mismos defendidos con elapoyo de la asociación».

El informe planteaba, también, «lainaplicabilidad de la disposicióntransitoria de la Ley Orgánica 7/2003,de medidas de reforma para elcumplimiento íntegro y efectivo de laspenas a los delitos cometidos conanterioridad a su entrada en vigor». Yañadía a continuación: «Hay autos de laAudiencia Nacional Provincial deMadrid, competente para conocer de losrecursos contra resoluciones de losJuzgados de Vigilancia y es sin duda unadoctrina sólida; sin embargo, ni elJuzgado Central de Vigilancia ni la

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Audiencia Nacional se han pronunciadoal respecto».

También admite el informe que «auncon modificaciones normativas noresulta claro evitar que se abran nuevosprocesos penales o que se dejen decelebrar los juicios orales de losprocesos en curso». Y precisa: «Pareceque es el escollo principal jurídico ypolítico, pues, además de que no existehabilitación al Ministerio Fiscal paraque deje de acusar si hay un hechodelictivo, las asociaciones de víctimasvan a estar permanentemente sobre losprocesos pendientes y futuros».

En cuanto a la responsabilidad civil

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exigida por las víctimas del terrorismo,el informe admite que «puede colocar alos responsables de los delitos en unadifícil situación económica por losproblemas para hacer frente a todas lasindemnizaciones a que han sidocondenados». Y aunque reconoce que elEstado podría renunciar a esa exigencia,«puede representar una importantedificultad política». Finalmente planteamecanismos de reinserción social como«búsqueda de soluciones laborales y decierta estabilidad en el tejido productivopara todos los afectados que carezcan deellas».

El informe reconocía las resistencias

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y dificultades que tenía el Gobierno paraadoptar medidas de gracia para lospresos de ETA mientras la situaciónpolítica se complicaba y Batasuna seenrocaba. Así estaban las cosas cuandoel 22 de junio se reunieron, por vezprimera, las delegaciones del Gobiernoy ETA tras la tregua. «Nosotros fuimospor separado. Ellos eran los dos de lasreuniones anteriores (Josu Urrutikoetxeay Yurrebaso). ETA había pedido lareunión. El Centro Henri Dunant nos citóen una casa de campo, en la cumbre deun monte, cerca de Ginebra, a primerahora de la mañana. Le dije a micompañero (a Moscoso) que la reunión

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no se celebraría en aquel lugar porqueno tenía escapatoria. No apareció nadiede ETA en la cita. Al mediodía aparecióun representante del Centro y nos dijoque la reunión se celebraría en otrolugar, en la ciudad».

La reunión no la convocó ETA paraempezar las conversaciones fijadas en lahoja de ruta del proceso (que nuncallegarían a celebrarse), sino paraquejarse. «El encuentro fue frío, acordecon la situación. George, al que llevabaseis meses sin ver, apeló al secreto y ala unicidad de las conversaciones, esdecir, sólo tenía valor lo que se decía enlas reuniones y no en los foros. En

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aquella reunión se trató sólo de hacer unbalance de lo sucedido en los tres mesesque llevaba vigente la tregua. ETAexplicó que no habría reuniones de otrocarácter hasta que no se resolviera elproblema de la seguridad para que ellospudieran moverse en el exterior, perosabían que ese asunto no se dirimía ennuestra mesa, que funcionaba a otronivel. Fue sólo una reunión de quejas.Nos entregaron una carta para RodríguezZapatero». La carta la recogió Moscosoy se la entregaría directamente aZapatero sin pasar por las manos dePérez Rubalcaba.

Como periodista y como ciudadano

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sentí una enorme curiosidad por saberde qué podría quejarse eTA. No sé siEguiguren traslada en sus palabras todoel contenido de la conversación, perodijeron «que había muchasinformaciones interesadas, que todo elmundo daba por hecho lo que allí setenía que discutir cuando esocorrespondía a quienes estaban en elproceso y que lo que se decía no seajustaba a lo que se había acordado enla hoja de ruta. Se estaba refiriendo alas declaraciones de Ibarretxe, Imaz yotros dirigentes políticos vascos.Protestaron especialmente porque eldiscurso del Gobierno incidía en que

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ETA estaba débil. También protestaronporque la verificación sobre el alto elfuego que planteó Rodríguez Zapaterono estaba en los preacuerdos y que,además, había vendido el proceso comoun proceso de resolución técnica, de pazpor presos, y no un proceso deresolución política. George insistió enque en la hoja de ruta no se habíaacordado que la mesa política empezabasólo cuando acababa la técnica. Noobstante, admitió dos hechos positivos:la intervención de Zapatero en el mitinde Baracaldo, donde anunció sucompromiso de abrir el procesooficialmente en junio y el anuncio de

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Patxi López de que se reuniría conBatasuna formalmente».

No parece del todo lógico que nofigure entre las «quejas» ningunareferencia a las detenciones y a lasprohibiciones del juez Grande-Marlaska. ¿No las hubo? «Nosentregaron un documento con el númerode detenciones y hasta de los controlesde carretera. Dijeron que el Gobiernohabía mantenido la represión paradebilitar a la izquierda abertzale yañadieron que la confianza había saltadohecha añicos y que el panorama eradesolador. Le contesté que no había unaestrategia planificada del Gobierno con

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esa intención y que las quejas eranprematuras porque aún no habíaempezado el proceso. Reconocí que lascosas no estaban saliendo comohabíamos previsto, que había un rechazomuy fuerte de los sectores contrarios alproceso y que en una sociedaddemocrática el Gobierno no controlatodos los poderes, como el judicial, quetiene sus límites. Y que, en definitiva, sise habían producido detenciones eraporque seguía habiendo extorsión».

Frente a los argumentos deEguiguren la respuesta de George fuemás amenazadora: «Dijo que estábamosjugando con fuego. Que sería muy grave

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que hubiera en el Gobierno unainterpretación distinta de lo acordado enGinebra y Oslo porque seguían lasdetenciones y porque ni la legalizaciónde facto de Batasuna, ni el pacto deEstado se habían cumplido. Terminóamenazando con que si las cosas seguíanasí se podía llegar a la suspensión delproceso y a la vuelta de ETA a losatentados. Que el Gobierno sabría cómoresolver los problemas».

23 de junio. Segunda reunión enLausana

Al día siguiente se reunieron de

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nuevo, brevemente, en Lausana. Los dosrepresentantes de ETA insistieron enque necesitaban moverse en el exterior ypedían garantías. La representación delGobierno respondió que no se las podíaofrecer, y particularmente Eguigurentrató de dejarles claro que la situaciónpolítica era muy complicada por laoposición del PP y de un amplio sectorde la opinión pública al proceso.

En conjunto las reuniones deGinebra y Lausana a Eguiguren leparecieron «muy duras. Me parecíadesproporcionada la posición de ETA,aunque era consciente de que habíanocurrido hechos negativos para el

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proceso. En aquel momento empecé apercibir que asomaba la ruptura. Luegosupe que fue entonces cuando losescépticos de ETA empezaban a ponerseen contra del proceso. Quedaba laesperanza de que la declaracióninstitucional de Rodríguez Zapatero, queiba a ser inminente, cambiara el rumbode la situación».

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CRISIS Y BLOQUEO DELPROCESO

Seis días después, el día que secelebró el último pleno del Congresoantes de las vacaciones, el 29 de junio,Rodríguez Zapatero hizo su declaraciónen el Salón de los Pasos Perdidos. Noesperó hasta los seis meses queconcedía el acuerdo de bases deGinebra y Oslo. La hizo a los tres mesesde la declaración de tregua. Una razónde peso para este adelanto fue que elclima se enrarecía, como acababa deponer de relieve el encuentro entre el

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Gobierno y ETA. A su vez, ETA estabacumpliendo básicamente su compromisode alto el fuego, al margen de algún casoaislado como el ataque a la ferretería deBarañain, procedente de la kale borrokalocal.

Le dio a la declaración un tonosolemne y llamó la atención que no seapoyara en ningún texto para hablar,tratándose de un asunto tan importante,que iba a ser escuchado con granatención por todo el mundo, desde el PPhasta ETA. Lo hizo así porqueRodríguez Zapatero había soñado tanto yensayado ese momento que se sabía lasfrases de memoria. Anunció la apertura

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del diálogo con ETA y proclamó, deacuerdo con el guion previsto enGinebra y Oslo, que el Gobiernoasumiría las decisiones de losciudadanos vascos, respetando lasnormas y procedimientos legales. Todoslos partidos apoyaron la declaración,incluida la patronal vasca, excepto el PPy la AVT. Batasuna también dio surespaldo entusiasta.

Una semana más tarde, el 6 de julio,una delegación del PSE (Patxi López yRodolfo Ares) se reunió, de maneraoficial, en un hotel de San Sebastián,con otra de Batasuna en la que estabanArnaldo Otegi, Rufi Etxeberria y Olatz

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Dañobeitia, en cumplimiento delcompromiso adquirido un mes antes. Lareunión era, sobre todo, para dar cartade naturaleza legal a Batasuna. López yAres les animaron a legalizarse. Eraevidente que una decisión así iba aprovocar una agria polémica y, más queprobablemente, el definitivo alejamientode Mariano Rajoy del proceso. ¿Fueinevitable hacerla? Y hacerla tan pronto.Eguiguren lo confirma: «El encuentrofue un compromiso adquirido en lasvísperas del cumplimiento de unacitación de ocho dirigentes de Batasunapor la Audiencia Nacional. Amenazabancon no acudir a la Audiencia y poner en

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crisis el proceso. Aquella reunión noresolvió nada, como luego se vio, peropensamos que facilitaría laconsideración de la izquierda abertzalecomo interlocutora política. Inclusopactamos con Otegi las declaracionesprevias al anuncio de aquella reunión».

La solemne declaración deRodríguez Zapatero en el Congreso nohabía apaciguado suficientemente losánimos, aunque «cumplió lo acordado enGinebra y Oslo. Recuerdo que fue muybien acogida, incluso por Batasuna. Apartir de la declaración pensé que elproceso se iniciaría en cualquiermomento, que la mesa técnica entre

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Gobierno y ETA iba a empezar y que losproblemas se irían resolviendo».

Zapatero, por su parte, tambiénestaba convencido de que en el veranose iniciarían las conversaciones de lallamada mesa técnica, que servirían paraencarrilar el proceso. En su despedidade la prensa, en León, el 25 de julio, envísperas de las vacaciones, dio aentender que en el verano se abriría elproceso propiamente dicho y que nohabría información.

«La izquierda abertzale reaccionóbien. Parecía que se iban a superar lasdificultades, que la izquierda abertzalese presentaría a la ventanilla para

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legalizarse porque habíamos acordadoque su funcionamiento de facto era tansólo transitorio. Yo le insistí a Otegi,desde que ETA declaró la tregua, paraque se legalizaran cuanto antes comoPatxi (López) y Rodolfo (Ares) en lareunión de San Sebastián. Manejamos,incluso, algún borrador para lalegalización y la estrategia consistía enque antes de que se registraran habría unvisto bueno del Gobierno. Celebramosmuchas reuniones. Recuerdo una quecelebramos en Aizarna, antes de lasvacaciones de verano, a la que asistimosOtegi y Joseba Permach, por laizquierda abertzale, y Javier Moscoso,

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que es jurista, y yo por la representacióndel Gobierno. Pensábamos que enagosto se legalizarían, porque Otegi secomprometió conmigo a que lo harían.Me pidió que le dejáramos agosto paraque convenciera a su gente. Me fui devacaciones pensando que iba a tener quevolver en cualquier momento paraacudir a una reunión con ETA», señalaEguiguren.

Pero en agosto el Centro no convocóninguna reunión y la situaciónempeoraba. En la Semana Grande deSan Sebastián rebrotó la kale borroka,incendiaron un autobús después de hacerbajar a sus ocupantes, como en los

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viejos tiempos. El 16 de agosto ETA enun comunicado reconoció expresamentela crisis. Situó la causa de ésta en la«actitud mezquina de los partidos»,sobre todo del PNV y el PSOE. Latensión iba en aumento. A ello tambiéncontribuyó la decisión del preso deETA, Iñaki de Juana Chaos, de ponerseen huelga de hambre en protesta por unnuevo juicio cuando estaba a punto desalir de prisión.

De Juana era un preso de ETA,veterano, que, en agosto de 2006,llevaba casi veinte años en prisión.Había sido ertzaina y fue detenido porlas Fuerzas de Seguridad en enero de

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1987, con 32 años, como miembro delsanguinario Comando Madrid, y estabacondenado por veinticinco asesinatos.De Juana era un personaje con unenorme rechazo social no sólo por susasesinatos. Sobre todo porque nuncahabía dado la más mínima muestra dearrepentimiento sino todo lo contrario.Algunos medios de comunicación leatribuyeron en tiempos no muy lejanos, afines de la década de 1990,declaraciones en las que expresaba suregocijo por asesinatos de la banda,como el del concejal del PP de Sevilla,Alberto Jiménez-Becerril, y su esposa,Ascensión García, o el del concejal de

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UPN, Tomás Caballero.Cuando De Juana, en enero de 2006,

estaba a punto de salir de prisión,debido a la redención de pena, previstaen el Código Penal de 1973, vigentecuando fue detenido y condenado, eljuez de la Audiencia Nacional, FernandoGrande-Marlaska, evitó su salida conuna argucia legal. Encontró en dosartículos de De Juana, publicados en eldiario Gara en diciembre de 2004 unposible delito de amenazas. Losartículos se titulaban «Gallizo», referidoa la directora general de InstitucionesPenitenciarias, y «El Escudo». En ellosatacaba a responsables de prisiones,

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políticos y jueces.De Juana fue procesado de nuevo y

se le declaró en prisión preventiva. LaFiscalía, afectada por el climamediático, le llegó a pedir inicialmenteuna pena de noventa y seis años decárcel. En ese momento inició la huelgade hambre. Posteriormente, el fiscalFernando Burgos rebajó la petición y el8 de noviembre de 2006 la AudienciaNacional lo condenó a doce años y sietemeses de reclusión por amenazasterroristas.

Durante el juicio oral De Juanamanifestó que no pertenecía a ETA, secomprometió a no volver a utilizar las

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armas y aseguró que, con sus dosartículos, no pretendía amenazar a nadie.Sus declaraciones tuvieron eco enZapatero que, durante una visita a unafábrica en San Leonardo de Yagüe(Soria), comentó que De Juana apoyabael proceso de diálogo. Este comentariole resultó muy caro al presidente delGobierno y es de los que más lerecordaron sus enemigos cuando fracasóel proceso. Lo mismo que su calificativode «hombre de paz» a Otegi cuando elproceso estaba en su fase ascendente. Lasentencia contra De Juana fue recurriday el 27 de febrero de 2007 el TribunalSupremo fijó una pena definitiva de tres

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años de prisión.Pero la huelga de hambre de Iñaki de

Juana no afectó a las relaciones entre elGobierno y ETA. Fue una decisiónunilateral del preso etarra, que nocontaba con el respaldo de la direcciónde ETA, que consideró su actitud comola de un disidente. Fue lo que entécnicas de resolución de conflictos sedenomina un spoiler, un imprevisto.Aunque tuvo un gran eco mediático, lahuelga de hambre de De Juana fue muysecundaria en la dinámica interna delproceso en la negociación del Gobiernoy ETA.

De Juana tuvo un gran eco mediático

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porque se convirtió en pieza clave de laestrategia del PP contra el proceso. Elnúcleo duro de Rajoy vio en De Juana laoportunidad de desestabilizar el procesocuando se empezaba a tambalear. DeJuana era un terrorista que habíacometido muchos asesinatos, que sehabía regocijado de ello y que podíaresultar beneficiado del proceso dediálogo. Tenía el gancho mediáticosuficiente como para desprestigiar elproceso y el PP y sus apoyos mediáticoslo utilizaron a fondo.

Pero lo más importante en el veranofue el comunicado de ETA denunciandopúblicamente la crisis del proceso. ¿Qué

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estaba pasando? La situación, pese a sercomplicada, no parece justificar ciertasactitudes. Para Eguiguren, «la crisis eraevidente. En septiembre Batasunadecidió no legalizarse. Otegi me dijo, ala vuelta del verano, que no se daban lascondiciones, que les iban a seguirdeteniendo de igual forma. Hoy tengoclaro que ETA se lo prohibió. ETA hareconocido, posteriormente, en susdocumentos que afrontó el procesodividida. Durante el verano ETA tuvoreuniones y se produjo un cambiointerno en la relación de fuerzas.Decidieron cambiar la hoja de rutapactada en Ginebra y Oslo».

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El argumento que Batasuna utilizóoficialmente para no acogerse a lalegalización por la vía de la Ley dePartidos fue que no les ofrecía garantíasporque en enero de 2006, antes de ladeclaración de tregua de ETA, el juezGrande-Marlaska había redactado unauto por el que prorrogaba por dos añosla ilegalidad de Batasuna acogiéndose ala vía penal, con lo que dejaba en papelmojado su legalización por la Ley dePartidos. «Podríamos vernos en elridículo de pasar por la ventanilla y serilegalizados por la vía penal», comentóun dirigente de Batasuna. Sin embargo,el portavoz del PNV en el Parlamento

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vasco, Joseba Egibar, ofreció unaversión bastante similar a la deEguiguren. Egibar, que presume debuenos contactos con la izquierdaabertzale, dijo: «La reunión entre ETA yel Gobierno no se ha producido porquela organización armada considera que elProceso de Paz no se limita a una líneade trabajo bajo el esquema clásico depaz por presos».

En vista de que el proceso diseñadoen Ginebra y Oslo no arrancaba, Otegile propuso a Eguiguren la posibilidad decelebrar reuniones entre el PSE,Batasuna y el PNV, «para llegar a unpreacuerdo de lo que sería la Mesa de

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Partidos. Tengo que decir que elministro del Interior no estaba deacuerdo porque a su juicio esasreuniones rompían el esquema deprimero, la paz, y después, la política;una expresión que acuñó Imaz y que tuvoéxito. Yo defendí la propuesta de Otegial considerar que sólo se rompíarelativamente la hoja de ruta, porque loque se pretendía no dejaba de ser unpreacuerdo. El PSE apoyó mi propuestay el PNV, aunque con escepticismo,también. Me encargué yo mismo dehablar con Imaz para convencerle. Ésefue el germen de las conversaciones deLoiola».

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Segundas reuniones con ETA tras latregua. Septiembre de 2006

Una semana después de haberseiniciado las conversaciones de Loiola elCentro Henri Dunant convocó la segundatanda de reuniones entre larepresentación del Gobierno y ETA. Lasreuniones comenzaron el 26 deseptiembre en Lausana. A la par, conmotivo de la celebración del GudariEguna (Día del Soldado Vasco),convocada por la izquierda abertzale enlas campas de Aritxulegi, en Oiartzun(Guipúzcoa), dos miembros de ETA,encapuchados, dispararon al aire,

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emulando al IRA de otros tiempos, yhomenajearon a la lucha armada. Fue ungesto que preocupó al Gobierno y quetuvo mucho eco mediático.

Nuevas presencias. Entra en escenaThierry

En la nueva tanda de reuniones hubonovedades en la representación deambas partes. En la parte gubernamentalacudió, además de Eguiguren yMoscoso, un tercer representante,Ramón (José Manuel Gómez Benítez,abogado, catedrático de Derecho Penal,hombre de confianza de Pérez

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Rubalcaba y hoy miembro del ConsejoGeneral del Poder Judicial). GómezBenítez tenía la autoridad derivada de laconfianza que le otorgaba PérezRubalcaba y un carácter muy fuerte,pero, al contrario que Eguiguren,desconocía los prolegómenos delproceso. Por parte de ETA, además deGeorge y Robert, se presenta por vezprimera, Marc. Meses después se supoque era el jefe político de ETA, JavierLópez Peña, Thierry, detenido por lapolicía en Burdeos en mayo de 2008.López Peña, de 48 años, era undesconocido para sus interlocutores.Más adelante se supo que procedía de

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ETA político-militar y su primeraacción conocida fue la participación enel frustrado asalto a la cárcel de Basaurien la década de 1980 para liberar variospresos de ETA, entre los que seencontraba Arnaldo Otegi. Durante untiempo estuvo huido en América y se lesituaba en el aparato logístico de ETAhasta que, tras las sucesivasdetenciones, fue ascendido a la jefaturapolítica de la banda.

También se conocería mucho másadelante que en aquellos momentos ladirección de ETA la integraban Thierry;Igor Suberbiola; Mikel GarikoitzAspiazu, Txeroki, y Mikel Carrera. Josu

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Urrutikoetxea no estaba en la direcciónde ETA. Era, como él mismo se definía,un mero interlocutor. La dirección deETA estaba sometida, en aquellosmomentos, a una dura lucha por elpoder, que se cruzaba con el debatesobre la estrategia que había que seguirentre los «políticos» —Thierry ySuberbiola— y los «militares» —Txeroki y Carrera—. La situacióninestable en la dirección de ETA tendríasu reflejo en la mesa de conversaciones.

Reunión del 26 de septiembre de2006 en Lausana

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Abrió la sesión un representante delCentro, quien dijo que el procesopasaba por el peor momento en quincemeses desde los Acuerdos de Ginebra;que estaba en fase crítica y en peligro deruptura. Precisó que no se cumplían lasgarantías por ninguna de las partes.George recuperó su análisis de junio yleyó la carta que había entregadoentonces a Moscoso para el presidentedel Gobierno. En ella se decía que elproceso estaba estancado y que seestaban incumpliendo los acuerdosanteriores al alto el fuego. Acontinuación George «nos dijo que nonos debimos creer la gravedad de la

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situación que planteó entonces, porqueno había habido ninguna rectificación, yque seguían las detenciones y lasprohibiciones. Lo más llamativo fue loque nos dijo sobre la declaración deRodríguez Zapatero de junio: que no sehabía ajustado a lo acordado enGinebra. Según él, se había cambiado elcontenido de la declaración aldesaparecer el término ciudadanosvascos y ser sustituido por Euskadi.Para ETA ese cambio, introducirEuskadi en vez de ciudadanos vascos,significaba excluir a Navarra».

Eguiguren trató de que la cuestiónfuera admitida como un error técnico,

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pero George «volvió a la carga, dijo queseguían las detenciones, que habíafiltraciones, en las que se contaban demodo interesado aspectos del proceso, yque el proceso estaba congelado. A loque contestamos que ellos publicabanentrevistas en medios vascos ydocumentos en Gara. Y que lasdetenciones y prohibiciones podríancesar cuando se pusiera en marcha lamesa técnica entre Gobierno y ETA y siBatasuna se legalizara. Cuando lespreguntamos por qué Batasuna no selegalizaba y por qué no se ponía enmarcha la mesa técnica, no contestaron.Al interrogarles sobre por qué se había

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relanzado en agosto la kale borrokadijeron que no tenían nada que ver conaquello».

La mayor novedad la representaba lapresencia de Marc (Thierry) en lasconversaciones. Con su intervenciónEguiguren comprobó que «habíanalterado la hoja de ruta marcada enGinebra y Oslo. Empezó acusando alGobierno de poner en marcha ladoctrina Parot para utilizar a los presos.Cuando le contestamos que la doctrinaParot no era una decisión del Gobierno,que era una decisión autónoma de laJusticia, dijo que no creía en laseparación de poderes, que a él no se le

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hablara del Estado de Derecho, de lafunción autónoma de la Justicia. Perotambién hubo un cambio determinología. Cuestionó la hoja de rutaal hablar en tono despectivo de laConstitución y la legalidad, que nuncahabía ocurrido con Josu Urrutikoetxea.La hoja de ruta del proceso estababasada en que los cambios se haríandesde la legalidad vigente. En la reuniónnos acusaron de romper el proceso defacto».

Puede pensarse que la huelga dehambre de De Juana Chaos, todo unespectáculo mediático, resultó ser otrode los inconvenientes añadidos; sin

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embargo, parecía no estar directamenterelacionada con las dificultades que seplantearon, porque «contestaron que noera cosa suya, que era un problemasobrevenido y que la responsabilidadera del Gobierno, que iba a ponermuertos sobre la mesa».

La delegación del Gobiernomanifestó que la reunión volvía a ser uncatálogo de reproches y que de esaforma el proceso no arrancaba, queestaban cambiando en la práctica lametodología que habían acordado.También les plantearon dos cuestiones,«una era la disposición del Gobierno arealizar un acercamiento de presos (que

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requería el apoyo del Parlamento) y fijaruna fecha para la primera reunión formalentre el Gobierno y ETA. La reuniónterminó sin que ETA respondiera a estasiniciativas del Gobierno. El centroconvocó una segunda reunión al díasiguiente en el mismo lugar».

Reunión del 27 de septiembre de2006

Para Eguiguren era evidente que elproceso estaba al borde de la ruptura;por eso «al empezar la reunión, lespedimos una declaración de que elproceso continuaba. Y les reiteramos

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nuestra disposición a convocar la mesaGobierno-ETA y a estudiar medidascomo el acercamiento de presos, a loque respondieron con evasivas. Marc(Thierry), que llevaba la voz cantante,acusó al Gobierno de actuar concálculos electorales y nos dijo quenecesitaban tiempo para respondersobre el acercamiento de presos, que nopodían comprometerse a realizar uncomunicado de ETA para reafirmar elproceso porque sus procesos de consultay decisión tardaban mucho y que noquerían adquirir compromisos porque nose fiaban del Gobierno».

El ambiente volvió al tono de bronca

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de otras ocasiones. «Aquello era tandemencial que Marc blandió un papelmientras acusaba al Gobierno derealizar maniobras militares en la zonade Cestona. Le recordamos que, por lainformación que teníamos, ellos seguíancon la extorsión a empresarios y con losrobos de coches en Francia».

«Yo que conocía la hoja de ruta y suelaboración era más consciente de quehabía pasado algo y que por aquelmétodo no llegábamos a ningún lado.Nadie quería hablar de la hoja de rutapactada. La terminología de lasreuniones ya no era la de antes. No sebuscaba facilitar los problemas del

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adversario sino acharcársele todo tipode traiciones. Por eso quizá en contra demi forma de ser, en aquella reunión, fuiel que utilicé el tono más crítico ymanifesté más su enfado. Me creíabsolutamente legitimado para ello. Ycreía estar en posesión de la visión másobjetiva de lo que sucedía. En el fondopensaba que mis razones eran de talpeso que tanto el Centro como la partecontraria eran conscientes de ello. Tardéalgún tiempo en darme cuenta de que anadie interesaban mis afirmacionessobre la hoja de ruta. Hasta el Centroparecía estar en conocimiento de que lascosas habían cambiado y me estaba

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volviendo una especie de obstáculo.Hasta a George, no sé por qué, leextrañaban mi tono y mi enfado. Suponíaque se debía a quedar bien ante misnuevos compañeros.

»La cosa llegó a tales extremos quecuando Thierry reprochó los ejerciciosmilitares en Cestona pedí la palabra y entono absolutamente encendido le dijeque el Ejército español hacía lasmaniobras que tenía que hacer enterritorio español. Y, por ahora, pormucho que les pesara, Cestona ycualquier otro lugar era España y, sialgún día conseguían que no lo fuera,podrían quejarse. Me miraron

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sorprendidos al verme hacer una defensatan patriótica y pensaban que no venía acuento. Uno de los interlocutores delGobierno que me acompañaban, conmucho sentido del humor, me dijo, en unaparte, que si esto lo contaba en Madridme darían alguna medalla del Ejército».

La hoja de ruta ya no interesaba másque a Eguiguren. Otra prueba de ello fueque así como en la preparación delproceso George mostraba un gran interésen que el PP se sumara al mismo, en esareunión ETA empezó a utilizar la actitudcrítica del PP contra el proceso como unsigno de debilidad del Gobierno.

Aquello terminó sin ningún avance.

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Eguiguren se quejó a los representantesdel Centro Henri Dunant de que no seestaba siguiendo la hoja de ruta, quienescomo respuesta convocaron una reuniónpara el día siguiente en Ginebra.

Reunión del 28 de septiembre.Bloqueo del proceso

Al acudir a la cita ambasdelegaciones «se desayunaron» con unreportaje a cinco columnas que Tribunede Genève dedicaba al proceso. Lotitulaba «Le processus de paix au Paysbasque est-il déjà mort?» («¿El Procesode Paz del País Vasco está ya muerto?»)

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y lo firmaba su corresponsal en Madrid,Cecile Thibaud. Tras hacer referencia ala presencia de los dos miembros deETA, que dispararon al aire enhomenaje al terrorismo, en las campasde Aritxulegi (Oiartzun), dos días antesy el rebrote de la kale borroka, el textose preguntaba si había un cambio deestrategia por parte de la banda o unsimple golpe de efecto para presionarsobre la negociación. Todos lo leyeron,pero nadie dijo nada. Los hechoshablaban por si solos.

La delegación del Gobierno planteóque era necesario reordenar el proceso«porque había entrado en una dinámica

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nefasta» y Marc tomó la palabra parasubrayar que «ETA había dado un pasoimportantísimo y que el Gobierno habíarespondido atacando en todos losfrentes, que pensaban que íbamos arectificar pero que no lo habíamoshecho». A partir de ahí, «tomó la actituddel clásico discutidor de taberna, dijoque habría guerra para cuarenta o cienaños, que no estaban dispuestos aapoyar una Constitución que el PaísVasco había rechazado. Llegó a decirque la expresión que tanto utilizóRodríguez Zapatero durante el proceso,de que iba a ser largo, duro y difícil, erauna amenaza. Aquello era demencial».

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El Centro Henri Dunant se dio porvencido. «Dijeron que no tenía sentidocontinuar con aquella discusión y que loúnico que procedía era aclarar cuáleshabían sido los acuerdos y verificar sise cumplían o no. Pero no llegamos acompromisos de ningún tipo».

Eguiguren ya pensaba que ETA noquería continuar el proceso, que seavecinaba la ruptura, «porque sihubieran tenido intención de seguirtenían ofertas para responder. Noquerían ningún tipo de compromiso, nisiquiera el de acercamiento de presos».

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Todos animan a Zapatero a seguiradelante

A pesar de todo aquel mismo díaRodríguez Zapatero manifestó en elCongreso que mantenía su plan dediálogo con ETA: «La expectativa de finde la violencia sigue con los mismosparámetros que el día en que ETAdecretó el alto el fuego permanente yestá fundada en razones objetivas: másde tres años sin víctimas mortales y unalto el fuego permanente desde hace seismeses». También mantuvo susconvicciones: «Legalidad, Estado de

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Derecho y diálogo para el fin de laviolencia».

Quien en mayor grado mantuvo la fedel presidente de Gobierno en elproceso fue el primer ministro británicoTony Blair, al que Rodríguez Zapaterorecibió unos días más tarde, el 4 deoctubre, en el Palacio de El Pardo. Blairhabía enviado, a petición de RodríguezZapatero, un informe a La Moncloa enjulio de 2005 tras el desarme del IRAsobre su experiencia en el Proceso dePaz en Irlanda del Norte. Entre losconsejos que Blair sugería figuraba queel Gobierno tuviera un canal reservadode comunicación con ETA, y que lograra

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el apoyo del primer partido de laoposición, como él hizo con el PartidoConservador Británico. También leaconsejó que no hiciera tanto hincapiéen el desarme de ETA como en lograr elcompromiso público de la banda sobresu cese y que vinculase las medidaspenitenciarias sobre los presos alcompromiso de ETA con el final de laviolencia.

Las principales claves delcomportamiento de Blair en aquelproceso, recogidas en el informe,afloraron en la rueda de prensa queambos dieron aquel 4 de octubre en elpalacio de El Pardo. La hora larga que

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departieron en privado la dedicaron alproceso y Rodríguez Zapatero leinformó de sus últimas vicisitudes, asícomo del comportamiento de ETA.

Ante los ataques que el procesoestaba recibiendo desde el PP, entreellos los de su antiguo aliado en laguerra de Irak, José María Aznar, tuvoimportancia lo que dijo Blair: «Siempremerece la pena intentarlo. Puede habermuchos altibajos en el proceso. A veceses muy difícil, pero lo correcto eshacerlo». Igual que Rodríguez Zapaterose quedaba con la parte positiva delproceso y añadió: «Son señalesimportantes que no haya habido muertos

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durante tres años y que el alto el fuegode ETA dure ya seis meses».

Blair era un decidido defensor delvoluntarismo en estos asuntos y así se lotransmitió al presidente español: «Si lavoluntad de resolverlo se mantiene y seaplica una determinación paciente,entendiendo que a veces se avanzadeprisa y otras, no tanto, e inclusoparece que el proceso se apaga, muchascosas acabarán cuajando». El primerministro británico hizo una tercerareferencia al momento histórico, que fuemuy celebrada por los medios decomunicación españoles: «Ante lasituación de Irlanda del Norte los

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dirigentes políticos estaban dispuestos aarriesgarse. Había una sensación decansancio en los ciudadanos. Existía elsentimiento de que ese tipo de conflictoera ajeno al siglo XXI».

Rodríguez Zapatero estabainformado de que el proceso estabaestancado, pero en todo momentomantuvo, animado por Blair, elvoluntarismo y el intento de racionalizarlo irracional. Aquellos días insistió enlo que le parecía el nudo gordiano paradesatascar el proceso: la legalización deBatasuna. Y como no podía entrevistarsecon los líderes de Batasuna, contestópúblicamente a las trabas que ellos

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mismos oponían a su legalización: «Elordenamiento jurídico no puede llevar aninguna contradicción insalvable. SiBatasuna es una nueva formaciónpolítica, con nuevos estatutos, connuevos objetivos, no parece que se lespueda apartar por consecuenciasanteriores. Hay que respetar lo quedigan los jueces, pero hay en la justiciamecanismos para que no exista estacontradicción de legalizar a un partidopor la Ley de Partidos e impedir susactuaciones después, en aplicación de lavía penal». Y les retó a que lo hicieranantes de las elecciones municipales demayo porque, de otro modo, no podrían

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formar parte de la Mesa de Partidos.Pocas semanas después, el 26 de

octubre, el Parlamento Europeo aprobópor escasa diferencia, por trescientosveintiún votos a favor, trescientos onceen contra y veinticuatro abstenciones,una resolución favorable al Proceso dePaz a propuesta de los socialistasespañoles. La resolución la plantearonlos socialistas españoles con elreferente del Proceso de Paz en Irlandadel Norte. El portavoz socialistaespañol, Enrique Barón, explicó que suobjetivo era conseguir el mismo apoyoque en 1993 logró John Major de laUnión Europea en el incipiente Proceso

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de Paz en Irlanda del Norte. Ladiferencia radicaba en que aquelproceso contó con el respaldo delprincipal partido de la oposición, ellaborismo británico. Sin embargo, eneste Proceso de Paz el PP estabaradicalmente en contra y logró laoposición de la inmensa mayoría delGrupo Popular Europeo.

La idea de llevar el asunto delproceso al Parlamento Europeo no gozóde la aprobación de todos los quetrabajaban a favor del proceso.Eguiguren opina que «esa decisión fueperjudicial porque se tomó cuando elproceso ya estaba muy deteriorado y

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creó problemas innecesarios». Además,«no partió de dentro del proceso. PérezRubalcaba estaba en contra», fue sí,«una iniciativa que quería ayudar, demucha gente que estaba a favor delproceso y quería demostrarlo, pero nosabía lo que estaba pasando».

Arrecia la oposición y la crisisEl PP ejerció la oposición al

proceso desde todos los frentes e hizodel mismo el principal punto dedesacuerdo con el Gobierno deRodríguez Zapatero. Unos días antes, laAVT, con Francisco Alcaraz a su

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cabeza, convocó otra manifestación enSevilla contra el proceso, bajo el lema:«Rendición en mi nombre, no», con laasistencia de toda la cúpula del PP, conla única excepción de Mariano Rajoy.Alcaraz llevó su oposición al Procesode Paz al mayor grado de sectarismo, detal modo que la AVT, presidida por él,no se personó, contra su costumbre, enel juicio celebrado, aquellos días en laAudiencia Nacional, contra los etarrasque atentaron contra el dirigentesocialista vasco, Eduardo Madina, unavíctima del terrorismo que veníaapostando desde hacía tiempo porintentar resolver el terrorismo etarra por

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la vía del diálogo si era posible. Elnúcleo duro de la AVT delultraderechista Alcaraz y también elsector más radical del PP nunca se loperdonó.

La policía y los jueces mantuvieronsu actividad. El 13 de octubre, laErtzaintza detuvo en Vitoria a dosjóvenes, acusados de kale borroka y eldía 23 el Tribunal Supremo envió a laGuardia Civil a inventariar las herrikotabernas. En tres días entró en más de uncentenar de locales.

El 25 de octubre ETA robótrescientas cincuenta pistolas en lalocalidad francesa de Vauvert, muy

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cerca de Nimes, en una acción muyplanificada en la que maniataron a tresvigilantes. Los servicios de informaciónsugirieron que el robo lo habíaorganizado el jefe del aparato militar,Garikoitz Aspiazu, Txeroki, que estabarearmando a ETA en la expectativa deque el proceso terminara por romperse.Era sin duda, en opinión de todos,también Eguiguren, el acto terrorista másgrave desde que ETA declaró la treguael 22 de marzo: «Fue lo más grave. Seprodujo casi a la par de la votación enel Parlamento Europeo y de lasconversaciones de Loiola. Ya había sidograve lo que sucedió a finales de

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septiembre, con motivo del GudariEguna, en las campas de Oiartzun. Alcomienzo hubo algunas dudas porqueellos, a través del Centro, no aclarabanquienes eran los autores. En mícontribuyó a asentar la idea de que enETA ya había un sector dispuesto aromper el proceso».

Rodríguez Zapatero declaró al díasiguiente que, de confirmarse la autoríade ETA, el hecho tendría «susconsecuencias». Pero ETA no seamilanó y pocos días más tarde, el 5 denoviembre, el diario Gara publicó elboletín interno de ETA, Zutabe, en elque se decía que el proceso estaba en

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«crisis» y que se rompería si «no haypasos visibles» en otoño y el Gobiernono cumplía sus compromisos.

La actitud de ETA y especialmenteel robo de armas colocaron al Gobiernoen una situación muy difícil, puesfacilitaba la ofensiva del PP, cada máscrecido en su oposición al proceso. Laconsigna del PP fue el toque a rebato.Mariano Rajoy aprovechó el últimoZutabe de ETA para interpelar aZapatero acerca de los «compromisos»que tenía con la banda terrorista. A lostres días, el 9 de noviembre, el portavozdel PP en el Senado, Pío GarcíaEscudero, que utilizaba aquellos meses

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las periódicas sesiones de control alGobierno en la Cámara Alta parainterpelar a Zapatero sobre el proceso,protagonizó una durísima intervencióncontra el presidente. Sentenció que nohabía «la más mínima señal de que ETAvaya a abandonar las armas» pues «todoindica que, una vez más, se estárearmando, reorganizando yrefinanciando». Como balance de losocho meses de alto el fuego citó cientocincuenta actos de violencia callejera,cuarenta y cuatro homenajes aterroristas, ochenta y dosmanifestaciones delictivas radicales y laextorsión a los empresarios. García

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Escudero obviaba algo tan importantecomo que ETA llevaba ya tres años ymedio sin matar. Pero para el portavozdel PP, «ETA sigue estando dondesiempre había estado» y «el único quese ha movido ha sido el presidente delGobierno, y quien debería ser el másfuerte es el más débil».

En respuesta a este ataque frontal,Rodríguez Zapatero ofreció algunasclaves de su estrategia en aquelmomento. Para diferenciarse delcomportamiento de Aznar en la tregua de1998-1999, que acercó ciento treintapresos de ETA a las cárceles vascas yse implicó en un proceso cuando la

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banda llevaba tan sólo tres meses sinmatar, recalcó que él no había dado aúnningún paso, pese a llevar la banda tresaños sin matar y anunció que sólo loharía cuando la banda acreditase suvoluntad de dejar las armas.

Ignacio Astarloa, ex secretario deEstado de Seguridad con Ángel Acebesy diputado por Vizcaya del PP, acusó alpresidente de «mantener una actitudpatética ya que comparte los mismosargumentos que la banda terrorista alquerer buscar la paz». Astarloa fueletrado mayor en el Parlamento vascocuando Eguiguren fue presidente de laCámara y mantenían una gran amistad.

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Por la forma en que hablaba, Eguigurenpensaba, en su fuero interno, que le teníaaprecio político. Al principio delproceso tuvieron algunasconversaciones telefónicas sinprofundizar en la cuestión. Con eldesarrollo del proceso, cuandoEguiguren empezó a adquirirprotagonismo, Astarloa perdió el interéspor hablar con él.

A su vez la presidenta del PP vasco,María San Gil, aseguró que del procesoanterior, el de 1998-1999, habíanaprendido que «no vale para nadanegociar con los terroristas, que sólosirve la mano dura»; esto acompañado

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de un amago de autocrítica en nombre deJosé María Aznar, porque en el procesode 1998-1999 había calificado a ETAde «Movimiento Nacional de LiberaciónVasco» y había acercado a ciento treintapresos etarras a las cárceles vascas.Extremos ambos en los que RodríguezZapatero no había incurrido, y que lossocialistas le recordaban a MarianoRajoy cada vez que criticaba al proceso.

No sólo fue el presidente objeto delacoso del PP a cuenta el proceso.También, de manera especial, el fiscalgeneral del Estado, Cándido CondePumpido, recibía críticas. En una de susinterpelaciones en el Senado del

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portavoz del PP, Conde Pumpido expusosu filosofía del proceso: «La Justicia noestá para favorecer procesos políticos,pero tampoco para obstaculizarlos». Yfrente a los duros ataques del PP, que loacusó de «ponerse del lado de losterroristas», denunció a los que generantensión en la sociedad, «confundiendo lajusticia con la venganza y las sospechascon las pruebas de delito».

La actitud del Partido Popularentraba en abierta contradicción con lade los líderes europeos. El 16 denoviembre el presidente de la Repúblicade Francia, Jacques Chirac, aprovechóla cumbre hispano-francesa, celebrada

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en Girona, para respaldar el Proceso dePaz. Unos días antes, también de visitapor España, lo había hecho el primerministro italiano, Romano Prodi.

Paralelamente, se recrudecía laespiral de acontecimientos queenturbiaban el proceso. El 3 denoviembre los tribunales admitían atrámite la querella contra la reunión delPSE y Batasuna, el 8 de noviembre Iñakide Juana reinició la huelga de hambreque había suspendido en octubre alfiltrarse en la prensa que los tribunaleslo iban a condenar a doce años y sietemeses por un artículo, publicado enGara, en el que profería amenazas

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contra la directora general deInstituciones Penitenciarias; el 10 denoviembre en un acto de kale borroka enBilbao resultó quemado un policíamunicipal y el 29 de noviembre lapolicía francesa detuvo a Zigor Garro,Marina Bernardó y Ekain Mendizábal.

Visto con frialdad lo que estabaocurriendo era un fenómeno que se da entodo proceso de negociación. Los másalejados de la voluntad de acuerdo sevan haciendo cada vez más fuertes ensus respectivos campos. Por ejemplo,los sectores políticos, sociales, etcétera,que desde el principio estaban en contrao desconfiaban del proceso, fueron

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haciéndose los dueños de la situación, amedida que pasa el tiempo y sucapacidad de influencia y arrastre eratremenda sobre el Gobierno y lospartidarios del proceso. A la vez, y sinquerer hacer ningún tipo decomparación, en el mundo terroristaocurría otro tanto. Los escépticos ocontrarios al proceso, desde elprincipio, iban ganando terreno eimponiendo sus posiciones, anulando ydejando sin margen de maniobra osimplemente sustituyendo, de hecho, alos iniciales partidarios de lanegociación.

Unos y otros, en la práctica, se

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fortalecían mutuamente. Cuanto másactuaba ETA, de más razones se cargabael PP, cuanto más agitaba la derecha,más se fortalecían los radicales de ETA.Al principio, los interlocutores de ETAquerían un pacto de Estado, al final lesinteresó la agitación antiproceso parafortalecerse en sus posiciones queconsideraban que debilitaba alGobierno. Es una dinámica objetiva quese observa en toda negociación y que laúnica forma de neutralizar es elconsenso entre Gobierno y oposición.

El ministro del Interior, que semantuvo muy discreto durante elproceso, hizo una de sus escasas

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intervenciones en la Comisión EjecutivaFederal del PSOE del 14 de noviembre.Pérez Rubalcaba ofreció una visiónpesimista del proceso. Constató que,desde el verano, los actos de violenciacallejera, lejos de disminuir habíanaumentado; que las exigencias alEjecutivo desde Batasuna y la bandaeran inaceptables. También se quejó dela actitud del PP que denunciabacesiones a ETA que no existían, y de uncomportamiento inexplicable desectores del Consejo General del PoderJudicial. Tras lamentar la constanteinformación que los medios decomunicación dedicaban al proceso,

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concluyó que la situación eracomplicada y preocupante. PérezRubalcaba tenía conocimiento demovimientos alarmantes de ETA enFrancia (además del robo de explosivos,robos de coches, etcétera), procedentesde la Guardia Civil y de la Gendarmeríafrancesa. Pérez Rubalcaba, con susilencio hasta el momento, quiso evitardar pistas a ETA y aumentar aún más elclima de incertidumbre y tensión queestaba generando la complicación delproceso en la opinión pública.

En aquella etapa Pérez Rubalcaba,además de los obligados contactos quemantenía con el presidente, con los

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interlocutores y con los mandos de lalucha antiterrorista, buscó asesoramientoen dos políticos expertos sobre ETA desu propio partido, en aquel momentodiputados al Congreso y residentes enMadrid: Txiki Benegas y RamónJáuregui. Benegas había representado alPSE en el Pacto de Ajuria Enea, de1988, como secretario general delpartido, y también lo era en el primerproceso fallido de diálogo con ETA, lasconversaciones de Argel, de 1989.Durante esa misma etapa, Jáuregui fuevicelehendakari del Gobierno vasco,con el peneuvista José Antonio Ardanzacomo lehendakari. Benegas hizo un

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seguimiento muy exhaustivo del procesoy lo volcó en un libro titulado Diario deuna tregua, que publicó en 2008, al añosiguiente de la ruptura del alto el fuegopor parte de ETA.

El ambiente era de tal pesimismoque a los tres días, el 19 de noviembre,en la reunión del Comité Federal delPSOE, máximo órgano del partido,Rodríguez Zapatero se hizo la siguientepregunta: ¿Merece la pena seguiradelante con el Proceso de Paz, a pesarde las dificultades? Respondióafirmativamente porque «el fin es salvarvidas y terminar con esta pesadilla queEspaña tiene desde hace tres décadas».

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Volvió a aflorar su posición de«determinación paciente»: «Ya os dijeque este proceso iba a ser largo y difícily así está siendo. Pero, a pesar de todo,lo vamos a seguir intentando, pese a lasdificultades que vienen del mundo delterrorismo, y de que el PP no ayuda ennada».

Una encuesta del CIS, realizadacuando se recrudecía la kale borroka,manifestó que la mala marcha delProceso de Paz beneficiabaelectoralmente al PP, que acortódistancias con el PSOE, desde ochopuntos, a la declaración de tregua, hasta1,4 a finales de de noviembre.

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El 5 de diciembre Batasuna advirtió:«El proceso es inviable en estascondiciones porque la estrategia deacoso policial y judicial ha agravado lasituación de bloqueo». Días antes Otegise había quejado públicamente delcomportamiento de los jueces: «Lapersecución a la que está sometida laizquierda abertzale por la Justicia es ungran escollo en la marcha del proceso yaque no permite a una de las partesdesarrollar su actividad política enigualdad de condiciones, que es una delas premisas imprescindibles para lapuesta en marcha de un diálogo políticoconstructivo».

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LOIOLA

«Behin batean Loiolan erromeriaesan...» («Una vez había romería enLoiola...»). El pueblo de Loiola del quehabla el más grande de los poetasrománticos vascos no es el lugar dondese celebraron las reuniones PNV-Batasuna-PSE. Tampoco lo que buscabael poeta en Loiola era un acuerdopolítico, sino otra cosa muy distinta.Pero algo tienen en común las dossituaciones: el fracaso y losincumplimientos en su desenlace. Malasuerte tuvieron los políticos reunidos enLoiola, pero peor fortuna le esperó al

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poeta donostiarra Bilintx, voluntario dela libertad en la segunda guerra carlista,que murió el mismo día en que fueronabolidos los fueros vascos, el 22 demayo de 1876, a consecuencia de lasheridas causadas por una bomba.

El Loiola del que hablamos aquí esmuy distinto. No está en San Sebastián,sino entre Azpeitia y Azkoitia y se tratade una grandiosa basílica levantadadonde está la casa-torre de los Loiola.«Aunque he leído lo contrario, creorecordar», afirma Eguiguren, «que fui yomismo el que propuso hacer lasreuniones allí. Al fin y al cabo estácerca de donde nací y guardo buenos

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recuerdos de los días de primavera enlos que a la salida del instituto cercano,donde estudiábamos el bachillerato,chicas y chicos paseábamos ydisfrutábamos de sus alrededores. O almenos acudí con el entonces alcalde deZumárraga, Antón Arbulu, a pedir lacesión de las salas donde tendrían lugarlas reuniones al padre Etxeberria, quefue todo amabilidad e interés porayudarnos».

Las conversaciones de Loiolatuvieron lugar con regularidad entre el20 de septiembre y el 10 de noviembrede 2006 entre representantes de PSE,PNV y Batasuna en el santuario

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guipuzcoano de los jesuitas. A ellasasistieron Jesús Eguiguren y RodolfoAres, por el PSE; Josu Jon Imaz e IñigoUrkullu, por el PNV, y Arnaldo Otegi yRufi Etxeberria, por la izquierdaabertzale (Batasuna). El objetivo quebuscaban era desbloquear el Proceso dePaz a través de un preacuerdo queconfigurara lo que debía abordarse ycómo en la Mesa de Partidos. Paraintentarlo partían de las posibilidadesque ofrece la Constitución española alotorgar un tratamiento diferenciado aGuipúzcoa, Álava, Vizcaya y Navarra,lo que abría a su entender, una puerta ala futura formación de una entidad

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común, de una entidadinterparlamentaria entre la Comunidadvasca y la Comunidad navarra, a travésde un proceso vinculado a la voluntadde vascos y navarros. Ambascomunidades podrían cedercompetencias hasta formalizar unacomunidad única. La Constitución ofreceesa posibilidad. Todo dependería, alfinal, de la libre decisión política devascos y navarros.

Las distintas sesiones, que secelebraron en un lateral de la basílica,tuvieron como objetivo acordar uníndice de temas y una metodología detrabajo para la futura Mesa de Partidos

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que los tres presentes pudieran acordar.Después de varias reuniones

llegaron a un acuerdo metodológicodentro de la legalidad, consistente en laformación de dos mesas y una propuestade reforma de los estatutos de Euskadi yNavarra cuyos destinatarios eran susrespectivos Parlamentos. En la reformade los estatutos se dejaba unaposibilidad a la regulación del derechoa decidir que sólo era posible en unescenario de ausencia de terrorismo. Enlas Cortes se ratificaría lo acordado ydespués se sometería a referéndum. Elmétodo respetaba los cauces legales,contemplaba mecanismos que

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trasladaban la doctrina del ConciertoEconómico Vasco a las relaciones entreel País Vasco y España de una maneragradual. Todos los partidos reunidoshicieron sus aportaciones al acuerdo. ElPSE cuidó especialmente que el mismorespetara, en todos sus pasos, los cauceslegales.

El lehendakari Ibarretxe quedómarginado de las conversaciones deLoiola aunque Eguiguren juzga suficienteque estuviera representado su partido,porque «lo que buscábamos era unacuerdo entre partidos». En cualquiercaso, al poco tiempo Ibarretxe comenzóa decir que todo [el conflicto] se

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arreglaba con el reconocimiento delderecho de autodeterminación, algo queamenazaba con hacerle la competencia,al alza, a Batasuna. «Partíamos de labase de que estaba informado por elPNV. Yo creo que Ibarretxe estaba altanto de lo que sucedía y siempre tuveclaro que si las conversaciones deLoiola hubieran terminado con acuerdose las habríamos trasladado allehendakari».

En todo caso, los no Acuerdos deLoiola trajeron consecuencias. TantoUrkullu como Ibarretxe, en vísperas delas elecciones generales de 2008,echaron en cara a Rodríguez Zapatero,

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en alusión a Loiola, que estabadispuesto a conceder a Batasuna lo quenegaba al lehendakari. «Nunca penséque nos pudieran echar en cara lospapeles de Loiola con el argumento deque legitimábamos a ETA. No se tratabade algo que el Gobierno concedía aETA, sino de una metodología para quelos partidos por consenso integraran laizquierda abertzale en un acuerdosiguiendo los cauces legales. Con aquelargumento el PNV desnaturalizaba loque era el acuerdo, un método ante todo,y además lo inutiliza para el futuro alesgrimirlo como un arma política.Ibarretxe obligó a responder al

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Gobierno que los papeles no servíanpara nada y a la izquierda abertzale adecir que eran insuficientes. Sinembargo, siempre he pensado que enesos papeles está la base de un acuerdopolítico integrador de la izquierdaabertzale en las instituciones».

De alguna manera de las palabras deEguiguren se sobrentiende que algún díaesos papeles podrían volver a prestar unservicio. «Si la izquierda abertzaleapostara por la paz, ¿por qué no? Creoque eso sería la solución y creo,además, que es lo que hay que hacer».

En algún momento, dirigentes delPNV insinuaron que el objetivo último

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del Gobierno era elevar el acuerdo conBatasuna, si se legalizaba, a un acuerdoparlamentario para reeditar en Euskadiel tripartito catalán dejándolos a ellosfuera, pero... «Nunca se nos pasó por lacabeza. Es inviable. Se necesita muchotiempo para cerrar las heridas entre unpartido que ha estado apoyando a ETA yotro que ha sufrido las consecuenciasdel terrorismo».

El desacuerdo de Loiola se produjoen la antesala de la ruptura del Procesode Paz. En la actualidad, después de ladesarticulación, en enero de 2008, delcomando que ejecutó el atentado seconoce que la decisión de realizarlo la

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tomó ETA al final del verano de 2006.Por tanto, en aquel momento ETA yahabía decidido colocar la bomba en laT-4 de Barajas, es decir, la ruptura.

Sobre las reunionesExiste cierta confusión sobre lo que

representaron las conversaciones deLoiola en el marco del Proceso de Paz.Para muchos han quedado como lo másimportante del mismo e incluso, amedida que pasa el tiempo, se empieza adenominar al proceso como el Procesode Loiola. También dieron lugar amuchos malentendidos y suspicacias. La

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percepción de lo ocurrido de lospartidos que no estuvieron presentes enellas fue muy crítica, en parte porquetemieron que se les vetaba laparticipación y, sobre todo, porque alfinal se encontrarían con un acuerdo yaestablecido. La interpretación deEguiguren es, sin embargo, muy distinta:«En primer lugar, las conversacionesfueron un hecho que no estabacontemplado en la hoja de ruta queteóricamente daría lugar al Proceso dePaz. Por tanto, no eran el núcleo delmismo, sino algo colateral, algoinstrumental para tratar de superar lacrisis en la que había entrado el proceso

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en el verano de 2006. Tampoco fueronlas diferencias surgidas allí lo queprovocó la ruptura. Todo lo contrario.Lo ocurrido allí fue un mero reflejo dela ruptura que se estaba produciendo enotra parte. En cuanto a la marginación deotras fuerzas siempre pensamos que, alexistir un Gobierno tripartito, tanto ellehendakari como los partidos delGobierno estarían informados por susocio, el PNV. Y a fin de cuentas lohablado en Loiola sólo tendría valor siel Proceso de Paz avanzaba. Se tratabasimplemente de consensuar unas basesque después tendrían que ir a la Mesa dePartidos, donde pensábamos estarían

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todos menos el PP, que, por otra parte,al final también intervendría, pues elacuerdo de la Mesa de Partidos tendríaque ir finalmente a las instituciones».

Otro gran inconveniente achacado alas conversaciones de Loiola fue elhaber alterado el principio: primero pazy después política. En esto «sí habíaalgo de verdad, por eso fue tan difícil ladecisión de acudir a ellas. Digo parte deverdad, porque en realidad no se rompíadel todo el citado principio, puessiempre estuvo claro, como se demostróal final, que nada de lo hablado tendríavalor hasta que fuera una realidad laconsecución de la paz y la culminación

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del proceso».En ocasiones las cosas son más

sencillas de lo que parecen. ¿Por qué seadentraron en la aventura de Loiola silos inconvenientes eran tan evidentes?Lo ocurrido fue lo siguiente: el Procesode Paz, como hemos visto en el capítuloanterior, no arrancaba. La crisis «eraevidente y aunque con Otegi nuncahablaba de lo que pasaba en el otrocarril, el del Gobierno y ETA, todoséramos conocedores de que aquello nofuncionaba o, mejor dicho, que nocomenzaba a funcionar. Por eso, en unade las reuniones que mantuvimos enTxillarre, Otegi me propuso que la

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forma de desbloquearlo era llegar a unaespecie de preacuerdo entre el PSE,Batasuna y PNV para demostrar a ETAque no estábamos ante el mero objetivode su rendición, sino con una voluntadreal de llegar a un arreglo político quepusiera las bases de una solución de loque ellos llaman el conflicto. Sillegamos a un preacuerdo entre las tresgrandes fuerzas políticas, ¿cómo ETAva a decir que no?, argumentaba Otegi.El acuerdo, por tanto, supondría eldesbloqueo del proceso, el diálogoGobierno-ETA empezaría a funcionar yllegaríamos a desarrollar la previstahoja de ruta».

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Otegi lo convenció con estosargumentos, llevaban mucho tiempocolaborando en un clima de confianza yno encontraba razones para pensar queexistía mala voluntad detrás de supropuesta. Nunca dudó, afirma, aunqueera consciente de los problemas queplanteaba la propuesta y de lasdificultades que se presentarían paraconsensuar las bases de un acuerdo.Después del fracaso sigue creyendo enla intención del líder de Batasuna:«Otegi pecó de optimismo, quizá porqueno era consciente de los problemasreales que estaban en el fondo de lacrisis. Tal vez era yo más conocedor de

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esos problemas. Pero el optimismo de lavoluntad —que diría Gramsci— en mísiempre es superior al pesimismo de larazón. Pensé que era una buenaoportunidad de demostrarles [a ETA]hasta dónde estábamos dispuestos allegar los socialistas en el terrenopolítico. Y, además, nunca podría existirla duda o la falsa justificación ante unaruptura del proceso por parte de ETAcuando ésta alegara falta de voluntadpolítica del Gobierno».

Las conversaciones fracasaron, pero«triunfamos al demostrar quién fue elque se echó atrás. Creo que nada de loocurrido desde entonces en la política

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vasca y en la propia izquierda abertzalees ajeno a este triunfo en el seno de laopinión pública vasca. Ni al disgusto delas bases de la izquierda abertzale porla ruptura».

Los papelesEn el mes de septiembre Otegi llevó

a Txillarre un folio en el que sedetallaban los puntos de discusión paraun futuro acuerdo según el criterio deBatasuna que, naturalmente, habría queconsensuar:

1. Sobre el carácter y la identidadnacional del PuebloVasco.

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2. Sobre los mecanismos quepermitan a la ciudadanía vasca adoptar,libre y democráticamente, decisiones entorno a su futuro político e institucional.

3. Sobre la garantía y el respeto atodos los derechos de la ciudadaníavasca.

4. Sobre la articulación institucional.5. Incorporación de los acuerdos al

marco jurídico y referéndum popular.En función de lo que durante años

había hablado con Otegi, Eguigurenaceptó sin reticencias ni cambios lospuntos presentados como base dediscusión: «Estaba convencido de quellegaríamos a un acuerdo y de que

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merecía la pena embarcarse en laaventura». Del contenido de los mismosse informó al PNV que también losaceptó «aunque no sin señalar lospeligros de la puesta en marcha de unsistema de esta naturaleza, perodispuesto también a arriesgar por lapaz». Más difícil fue convencer alministro del Interior, Alfredo PérezRubalcaba, «que estuvo en desacuerdocon la decisión y con la alteración de lahoja de ruta. Pero ante la insistenciasocialista vasca y del PNV, dejó hacer;advirtiendo, no obstante, que era unerror y que el tiempo lo demostraría».

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Punto por puntoEl carácter y la identidad nacional

del Pueblo Vasco era, la primera de lascuestiones del futuro acuerdo políticoque había que discutir. Como Eguigurenhabía previsto, el acuerdo fueperfectamente posible. Batasuna planteólo que para ellos era fundamental, «ynosotros, PNV y PSE, locontextualizamos en una terminología yunas claves de realismo que, más allá delo poco brillantes o confusas quepudieran resultar en su redacción, eranla base con la que podríamos trabajar enel futuro».

Texto aprobado:

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«1.1. Sobre el carácter y laidentidad nacional del Pueblo Vasco.

»El acuerdo resultante reconocerá laidentidad nacional del Pueblo Vasco.Dicho reconocimiento recoge así elsentimiento de pertenencia a una naciónampliamente compartido en la sociedadvasca. Reconociendo que los partidosmantenemos diferencias sustanciales entorno a la presente y futura configuracióndel Pueblo Vasco, aceptamos que existeuna realidad conformada por vínculossociales, lingüísticos, históricos,económicos y culturales llamada EuskalHerria que se constata en los territoriosde Araba, Nafarroa, Bizkaia y Gipuzkoa

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en el Estado español, y Lapurdi,Zuberoa y Baxe Nafarroa en el Estadofrancés. Se entiende que esta realidadestá configurada en el momento actual endos ámbitos administrativos, políticos einstitucionales con personalidad propia,Comunidad Autónoma Vasca yComunidad Foral Navarra, y también losterritorios vascos incluidos en eldepartamento de los PirineosAtlánticos».

Eguiguren reconoce haber impuestoen la parte socialista la aceptación deeste punto quizá guiado por su deseo deavanzar, puesto que «podíamoseternizarnos si nos liábamos con la

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terminología cuando, pensaba yo, losproblemas importantes vendrían másadelante. Además, las discusiones sobrela naturaleza de las cosas, lasdefiniciones, nunca me han gustado. Sihay buena voluntad, el día que hubieraque llegar a la práctica, a los acuerdos,siempre se encuentra el significadoconveniente a las grandes definiciones.Recuerdo que a Rodolfo Ares no legustó nada la decisión, pues pensaba queaquello no era nada ortodoxo y que nohabíamos obtenido nada a cambio.Tampoco creo que la cosa gustasemucho en Madrid».

En los medios políticos se extendió

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el rumor de que Rodolfo Ares era elhombre de Madrid en Loiola y de queejercía sobre Eguiguren un férreocontrol. Sobre lo primero «nada diré,pues alguien tenía que informar yconvencer a Madrid. Pero de todo lodemás, haciendo la salvedad de lo dichoanteriormente, me sentí muy cómodo y agusto trabajando con Rodolfo; esprecavido y riguroso en lasnegociaciones, y eso atemperaba miforma de negociar un poco escéptica odemasiado voluntariosa. El hecho es queel primer punto del futuro acuerdo quedóconsensuado».

Sobre los mecanismos que permitan

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a la ciudadanía vasca adoptar, libre ydemocráticamente, decisiones en tornoa su futuro político e institucional. Coneste extenso enunciado se presentaba elaparentemente más difícil de los puntosen discusión, pues a nadie se le ocultaque se refiere el derecho de decisiónque reclaman los nacionalistas, al queantes denominaban autodeterminación. AEguiguren la experiencia de Ginebra lemantenía tranquilo porque «si fui capazde acordar el tema con JosuUrrutikoetxea, más fácil iba a ser enLoiola buscar una redacción aceptable».Además conocía los términos de ladiscusión y el texto presentado por

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Batasuna le era familiar, todo discurriócomo estaba previsto, tanto en losproblemas como en las soluciones. Enun clima de entendimiento se acordó losiguiente: «Nos comprometemos adefender que las decisiones que sobre sufuturo político adopte libre ydemocráticamente la ciudadanía vascasean respetadas por las instituciones delEstado. Dichas decisiones se adoptaránen ausencia de cualquier tipo deviolencia y coacción, siguiendo lasnormas y procedimientos legales, yrespetando los métodos democráticos ylos derechos y las libertades de laciudadanía. Entendemos que dichos

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procedimientos legales se refieren a losvigentes en cada momento, pudiendo sermodificados en el futuro para que no seauna limitación a la voluntad popular,sino garantía de su ejercicio».

Para lo que fue necesario ponerse deacuerdo fue sobre el derecho a decidir,el compromiso de defender los acuerdosen el Congreso de los Diputados, elrespeto a la legalidad, la ausencia deviolencia y el derecho a materializar laindependencia por cauces democráticos.

Tampoco hubo, según Eguiguren,especiales dificultades para el apartadoreferido a la garantía y el respeto detodos los derechos de la ciudadanía

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vasca. Hubo lógicamente debates,propuestas y las inevitables diferencias,pero al final llegaron a consensuar unacuerdo sin grandes dificultades. Antelas grandes dificultades, recuerdaEguiguren, que «allí estaba Josu JonImaz, con su ordenador, para buscar lasfórmulas que pudieran apaciguar losprejuicios ideológicos de unos y otros».

El texto aprobado fue el siguiente:«Nos comprometemos a que el acuerdoresultante garantizará para la ciudadaníatodos los derechos reconocidos en elordenamiento jurídico internacional,tales como la Carta de Naciones Unidas,la Declaración Universal de Derechos

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Humanos, el Pacto Internacional de losDerechos Civiles y Políticos, laDeclaración Universal de los DerechosLingüísticos y el Convenio Europeopara la Protección de los DerechosHumanos y las LibertadesFundamentales. Asimismo, en el futuroordenamiento jurídico se definirán ygarantizarán, de forma acordada, losderechos que pudieran derivarse de lacondición nacional del pueblo vasco.Nos comprometemos a defender que eleuskera constituye un patrimonio comúnde todos/as los/as ciudadanos/as delpueblo vasco, que su conocimiento y usoes un derecho de todos, y deber de las

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administraciones públicas garantizar lascondiciones que posibiliten el ejerciciode dicho derecho en igualdad,especialmente en todo lo referido alsistema educativo y a los medios dedifusión cultural. En este sentido, seráreconocido legalmente y utilizado comolengua oficial (al igual que elcastellano) en los cuatro territorios de laComunidad Autónoma Vasca y de laComunidad Foral Navarra,desarrollándose una política activa yprogresiva tendente al objetivo de latotal normalización lingüística. Noscomprometemos a establecer lasmedidas jurídicas y normativas que

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garanticen la igualdad de condiciones yoportunidades a mujeres y hombres en elacceso y ejercicio real de todos losderechos».

La articulación institucional de lafutura entidad única que uniríapolíticamente al País Vasco y Navarradebería haber sido uno de los puntosmás complicados para llegar a unpreacuerdo; sin embargo, Eguigurenpensaba que si se aceptaba, porBatasuna y el PNV, la realidad políticaexistente y los procedimientos legales alos que ésta obliga, «no sólo habríapreacuerdo, sino que nosotrosllegaríamos en él más lejos que ellos».

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El debate, en su opinión, fue«constructivo, realista, y se llegó a unacuerdo de redacción entre los trespartidos de forma responsable yrelativamente rápido».

El texto consensuado dice:«a) Partiendo de la actual realidad

jurídico-política, plasmada en laexistencia de dos ámbitos institucionalesdiferenciados (Comunidad Autónomadel País Vasco, CAV, y ComunidadForal Navarra, CFN), noscomprometemos a promover la creaciónde un órgano institucional común paralos cuatro territorios comprendidos endichos ámbitos. Este órgano

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institucional tendrá las atribucionesejecutivas y de propuesta legislativa enel marco competencial que se acuerde,de conformidad con el ordenamientojurídico. Dichas atribuciones seránobjeto de negociación durante eltranscurso del diálogo multipartito.Estas atribuciones tendrán que contarcon la adhesión y el respeto de lavoluntad democrática de la ciudadaníaen cada ámbito territorial. El modeloinstitucional resultante podrámodificarse en un futuro respetando lavoluntad popular y en el marco de losprocedimientos legales vigentes en cadamomento.

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»b) Atendiendo a la actual realidadinstitucional y desde la aceptación de lavoluntad popular, nos comprometemos arespetar el derecho de los representantesdemocráticamente elegidos en cualquierámbito institucional, a crear, impulsar,desarrollar y financiar instituciones delconjunto de los territorios y ámbitosadministrativos de Euskal Herria. Noscomprometemos a que el acuerdoresultante, dentro del marco de la UniónEuropea y el respeto de laslegislaciones de los Estadoscorrespondientes, contemple la creaciónde una eurorregión vasca u otrasestructuras institucionales que la

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evolución del Tratado de la UniónEuropea vaya posibilitando. Asimismo,nos comprometemos a promoveracuerdos y políticas transfronterizas“para abordar y financiar en su casopolíticas comunes y favoreceriniciativas sociales en los ámbitoseconómico, cultural,medioambiental...”».

Después de la ruptura del proceso seha pensado que el desacuerdo sobreNavarra había sido la causa. Eguiguren,como ya es público, lo niega. «Lo hedicho varias veces e insisto en ello. Nilos años en que hablamos en Txillarre,ni en Ginebra, ni en Oslo, el tema de

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Navarra nunca apareció como el granproblema que podía hacer encallar elproceso. No es que Navarra noestuviese presente, pues es algosimbólico para la izquierda abertzaleevidentemente, pero siempre se abordócon realismo y pragmatismo que hacíanposible el entendimiento. Lo ocurrido enLoiola fue una muestra más de ello.Cuando ya todo estaba perdido, al finaldel proceso, se planteó como elproblema clave y en términosirresolubles». Es consciente de que estaafirmación y la de que el Proceso de Paz—lo previsto en la hoja de ruta— nuncacomenzó son causa de incredulidad y

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escepticismo, pero para él «son dos delas cuestiones clave donde mejor puedeapreciarse que ETA, al poco ya dedeclarar la tregua, cambió deplanteamientos y decidió que la hoja deruta no le valía. Y ésa fue en definitivala causa del fracaso. Ni losincumplimientos ni Navarra. En cuanto aque el proceso no comenzó, la mejordemostración es que no llegó acelebrarse el primer encuentro queestaba previsto. Pero como en la prensase habló de tantas reuniones (ninguna delas cuales formaba parte del procesopropiamente dicho ni de la hoja de ruta),como se habló también de Navarra (que

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apareció a última hora) y tanto o más deincumplimientos, no hay forma deconvencer a la gente. Si al menos en estelibro consiguiera alterar esa visiónerrónea, me daría por satisfecho».

La incorporación de los acuerdosadoptados al marco jurídico, es decir, alordenamiento y a la prácticainstitucional, así como el sometimientode los mismos al referéndum de losciudadanos, dio fin a la primera fase dereuniones y cerró las bases políticas delpreacuerdo con el siguiente texto: «Noscomprometemos a la aplicación de losacuerdos, su defensa y suimplementación en todos los ámbitos

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institucionales en que tengamosrepresentación. Así, los acuerdos que sealcancen fruto del diálogo político setrasladarán a las institucionescompetentes para su desarrollo eincorporación al ordenamiento jurídico.En última instancia, tras los procesos denegociación, pacto y tramitación en lasinstituciones competentes, los acuerdosserán sometidos a la decisión de laciudadanía a través de referéndum».

Cuestión de métodoCon el acuerdo sobre las bases

políticas los reunidos en Loiola

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manifestaron una cierta relajación.Aunque no en el caso de Eguiguren, paraquien «sin una metodología clara,adecuada, visible y respetuosa con lalegalidad todo lo anterior podía noservir para nada. Para mí siempre tienepreferencia la metodología sobre lascuestiones de fondo».

Sin embargo, tampoco en esteapartado surgieron grandes problemas.Está visto que cuando los aparatos delos partidos se ponen a defenderintereses comunes, rodeados de silencio,sin cámaras ni micrófonos, se entiendencon facilidad. Se crea una especie de«solidaridad, aunque parezca raro, entre

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los “aparatos”, aunque sean de distintospartidos». A este respecto, Eguigurenrecuerda que Fernando Múgica(asesinado por ETA en 1996) cuandoestaba de buen humor solía decir: «A míme gustan todos los aparatos partidistas,aunque sean del PNV». Los reunidos enLoiola estaban dentro de ese espíritu decolaboración y, como además tratabansobre cuestiones que iban a permanecersecretas, «que es lo que más les gusta alos miembros del aparato», se pusieronrápidamente de acuerdo sobre eldocumento que recoge los pasos que hayque seguir para el cumplimiento de losacuerdos políticos:

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«Este apartado responde a lanecesidad de acordar todos los aspectosy elementos políticos y técnicosnecesarios para visualizar y operativizarel proceso de diálogo propuesto. En estesentido acordamos:

»2.1. Los partidos que apoyamoseste acuerdo establecemos tresescenarios de diálogo. El primero loconstituimos los partidos firmantes deeste acuerdo; el segundo estaráconstituido por todos los partidospolíticos con representación estable ycontrastada que estén dispuestos aparticipar en el diálogo incluyente y aparticipar en las mesas de partidos, y el

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tercero, el correspondiente a lanegociación e implementación en lasinstituciones competentes para suincorporación al marco jurídico. Será laciudadanía, en última instancia, quienratificará el acuerdo a través dereferéndum. En todo caso, aunque sepongan en marcha otros ámbitos dediálogo, esta comisión negociadoracontinuará reuniéndose para avanzar enel desarrollo de este acuerdo-marco,trasladando el acuerdo futuro si lohubiere a las mesas de partidosprevistas, para cuando se constituyan lasmismas. Una delegación del PSN(Partido Socialista de Navarra)-PSOE

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se incorporará a los trabajos de estaComisión a partir de enero de 2007.

»2.2. Nos comprometemos acelebrar una Conferencia por la Paz, elDiálogo y el Acuerdo, que se convocarápara el día 2 de diciembre (de 2006) enDonostia, por Eusko Ikaskuntza, cuyaconvocatoria se efectuará públicamentea primeros de noviembre (de 2006), enla que participarán, por invitación,personas representativas de partidospolíticos, de organizaciones sindicales,patronales, sociales, de la universidad,foros por la paz y personalidadesrelevantes. Todas ellas avalarían con supresencia una declaración pública. La

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relación de asistentes, así como todoslos aspectos de funcionamiento,presidencia, etcétera será pactada conanterioridad. La declaración finalacordada previamente será leída por losorganizadores en euskara, castellano,francés e inglés.

»2.3. A partir de la celebración dela Conferencia por la Paz, el Diálogo yel Acuerdo, la presidencia de la misma,y con expreso mandato de laconferencia, iniciará una dinámica decontactos con los partidos políticos alobjeto de avanzar un acuerdo sobre: a)procedimiento y metodología de lasmesas de partidos. b) agenda y bases

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políticas a abordar en las mesas departidos. De la actividad de lapresidencia de la conferencia duranteeste tiempo se pactará la política decomunicación, que posteriormentetendrá que llevar adelante dichapresidencia hasta que finalice suactividad. Esta presidencia estarácompuesta por tres o cuatro miembrosde Eusko Ikaskuntza que serán pactadospor los partidos firmantes de esteacuerdo.

»2.4. Aunque el núcleo central deldiálogo multilateral corresponde a lospartidos políticos, ello no obsta para laimplicación en el proceso (en los

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términos en que se acuerden) de cuantosagentes y movimientos sociales así lodeseen. Asimismo, en aras a impulsaruna participación igualitaria entrehombres y mujeres en el proceso deimplicación social, se adoptaránmedidas específicas dirigidas a la mujerpara favorecer su participación activa.

»2.5. A partir del mes de enero (de2007) se activarán espacios deencuentro entre representantes departidos políticos en los diversosámbitos territoriales para contribuir altrabajo de la mesa de la conferenciarecogido en el apartado 2.3.

»2.6. En el mes de junio (de 2007)

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se celebrará la segunda parte de laconferencia para dar cuenta de lostrabajos asumidos por la presidencia.Mediante una declaración se constataráque hay bases suficientes para laconstitución de las mesas de partidos enlos distintos ámbitos territoriales,haciendo un llamamiento a los partidospara que las constituyan lo antesposible. Asimismo, se apelará a lasociedad a que apoye y participe en elproceso de diálogo mediante los caucesque se establezcan para cada mesa.Previamente a la constitución de lasmesas, la representación de los partidospolíticos que la vayan a integrar se

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reunirá con el máximo representanteinstitucional de cada uno de los ámbitosterritoriales (en la CAV el lehendakari yen la CFN el presidente del gobiernoforal) al objeto de dar cuenta delproceso de diálogo político que seiniciará en julio (2007) con laconstitución de las mesas de partidos.

»2.7. Las mesas de partidos seconstituirán en julio (2007) y en ellaspodrán participar los partidos conrepresentación institucional suficienteque así lo deseen.

»2.8. Una vez constituidas las mesasse entrará en la fase resolutiva deldiálogo, para que en ausencia de todo

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tipo de violencia acordemos uncalendario para las siguientes fases delproceso, que se desarrollarán ymaterializarán preferentemente yprioritariamente durante los años 2007 y2008. Una vez alcanzados los acuerdosde las mesas se harán públicos (de lamanera que acordemos) y los partidosfirmantes, según lo previsto en el punto1.5, nos comprometemos a promover: a)la tramitación y aprobación en losparlamentos de la CAV y CFN. b) latramitación y aprobación en las CortesGenerales. c) el refrendo popular pormedio de referéndum. d) la constitucióndel órgano institucional común.

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»2.9. Las mesas de partidos estaráncompuestas por delegaciones de losdiversos partidos, de uno a tres, establesen el número y pudiendo ser variablesen las personas, respetando el principiode paridad entre hombres y mujeres. Lapresidencia estará compuesta por unaterna de un/una presidente/a y dosvicepresidencias, cuya fórmula dedesignación será objeto de acuerdo entrelos partidos firmantes. Los acuerdos setratarán de adoptar por unanimidad.Cuando no sea posible, se concretará elmínimo necesario que garantice durantetodo el proceso de diálogo la aplicacióndel principio de “consenso suficiente”,

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debiendo contar, en todo caso, con elapoyo de las grandes tradicionespolíticas del país. La presidencia de lasmesas garantizará, mediante lasreuniones de todos sus miembros que atal efecto acuerden, la información ycoordinación de ambas mesas durante elproceso. Una vez alcanzados losacuerdos finales se procederá a sucomunicación al conjunto de lasociedad, mediante una fórmula acorde ala trascendencia de los mismos.Asimismo, los acuerdos seránpresentados, en una reunión al efecto, almáximo representante institucional decada uno de los ámbitos territoriales».

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Acuerdo cerradoFinalmente aprobaron el título

general del documento: Bases para elacuerdo y el diálogo político, con unaintroducción que hacía referencia a queel acuerdo-marco se concretaba en tresapartados: Bases políticas del futuroacuerdo, Esquema general del procesodemocrático de diálogo multilateral. Lametodología. Y, finalmente, el Protocolopara la gestión del acuerdo, que tambiénfue consensuado y que dice: «Delacuerdo marco suscrito por EAJ-PNV,PSE-EE-PSOE, PSN-PSOE e izquierdaabertzale sólo existirá un ejemplar.

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Dicho acuerdo-marco será depositadoen el Vaticano de manera oficial. Si enel transcurso del proceso de diálogo quese abriera tras el acuerdo-marcocualquiera de las partes entendiera quese incumple el acuerdo de formaflagrante, pedirá la convocatoria de unareunión para tratar de superar lasituación creada».

Todo esto ocurría el 10 de octubrede 2006.

Inesperada rupturaEl 10 de octubre de 2006, tanto en

las cuestiones de forma como de fondo,

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el acuerdo se había alcanzado ya, se fijóla siguiente reunión para el 31 deoctubre para dar tiempo a las consultasde los partidos y con el objetivo deultimar los últimos detalles.

El 31 de octubre Eguiguren no pudoasistir a la reunión y fue sustituido porJosé Antonio Pastor. Según informarontodos los asistentes, nadie presentóobjeción alguna a lo acordado hastaentonces, el ambiente fue de totalarmonía y se fijó la fecha del 8 denoviembre para la firma del acuerdo.Como muestra de la seguridad y solidezdel acuerdo, el propio Otegi planteó quea la reunión del día 8 «se venía con el sí

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o el no a la ratificación, pero sinpropuestas de modificación ni cambiossalvo los puramente técnicos».

Eguiguren no pudo acudir porque,como se refleja en el capítulo anterior,ese mismo día se celebró una reuniónentre representantes del Gobierno yETA en Ginebra, a la que acudió «con laidea de que todo debería de ir sobreruedas en Loiola». Una coincidencia quehabían calculado (en cuanto a agenda) aliniciarlas, pero en Ginebra «el ambienteno tuvo nada que ver con el de Loiola.Fue una más de las reuniones broncas,hablando de los incumplimientos deunos y de otros. La novedad de la

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reunión consistió en la aparición de unnuevo portavoz de ETA, Thierry (Marcen nuestro lenguaje), cuyos estilo yplanteamientos poco o nada tenían quever con los de Josu Urrutikoetxea. Fueuna reunión desastrosa. Parecía quenadie sabía nada de Loiola. Y tampocose podía hablar de la cuestión, porqueaquella mesa era sólo para cuestionestécnicas entre Gobierno y ETA. Pero yo,creyendo que las cosas no podían estartan mal, y dada la cantidad de reunionescon Urrutikoetxea, pedí al Centro HenriDunant que me preparara una pequeñareunión privada con él. Aunque adisgusto, accedió Urrutikoetxea. Y en un

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salón contiguo al de la reuniónintercambiamos unas pocas palabras, sinsentarnos siquiera. Quería transmitirleque lo de Loiola iba bien y que noentendía nada de lo que estabaocurriendo en la reunión Gobierno-ETA.Fue Otegi quien me había sugerido estareunión a solas con Urrutikoetxea. Viclaramente que se sentía muy incómodoy me instó a incorporarnos a la reuniónde los demás. Eso hicimos».

Eguiguren pensó que todavía nosabrían nada de lo de Loiola y que lascosas irían cambiando. De vuelta aEuskadi, le informaron sobre la reunióndel 31 de octubre en Loiola y de la

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ratificación el día 8 de noviembre. Unpar de días antes del 8 de noviembreOtegi le citó en Txillarre, alegando quetenía que comentarle una cuestiónimportante antes de la cita en Loiola.Fue allí donde le comentó que «habíanestado consultando entre ellos elpreacuerdo de Loiola para suratificación y, ofreciéndomeexplicaciones sobre las desconfianzasque tenían, me informó de que iban apresentar dos modificaciones el día 8 denoviembre. Una expresa referencia a lasopciones independentistas —que mepareció una obviedad— y después dejócaer la bomba: me informó de que

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querían añadir al acuerdo un nuevopunto, en el cual todos noscomprometíamos a la creación de unaComunidad Autónoma Única, formadapor Euskadi y Navarra, en un plazo dedos años. Y que quería que losupiéramos antes de la reunión, por siera posible buscar alguna fórmula decompromiso. Mi respuesta fue tajante einmediata. Era una exigencia imposible.No existía ninguna fórmula legal nidemocrática para consensuar eso.Aparte de ser inviable, iba en contra detoda la filosofía del acuerdo. Y nunca sehabía planteado en todos los años deconversaciones. No me lo podía creer.

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La única esperanza era que se tratara deuna extraña estrategia para conseguirotra cosa».

Significado de la rupturaEguiguren pretende denunciar lo que,

en su opinión, son dos falsas ideas. Laprimera de ellas es las razones queimpulsaron la celebración de lasreuniones de Loiola, algo que estáexpuesto en el inicio. La segunda, que laruptura por ETA del proceso (que nollegó a iniciarse en su fase formal) no sedebió a un desacuerdo sobre Navarra.Según él, «periodistas, analistas y

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políticos, incluidos los de mi partido,han dado por sentado que todo fracasópor no haber un acuerdo sobre Navarra.Es más, se piensa que una vez logrado elpreacuerdo de Loiola ETA elevó ellistón negociador y, con la amenaza deruptura, quiso lograr el objetivo de unaComunidad Autónoma Vasca Conjuntade Navarra y Euskadi. no compartoninguno de los dos argumentos. Yaunque en estas cuestiones nadie puedepretender estar en posesión de toda laverdad, los años de conversaciones conBatasuna hasta llegar a la tregua, ser elúnico que conoce —salvo los de ETA,lógicamente— la negociación de la hoja

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de ruta en Ginebra y Oslo, y haberasistido a las negociaciones, tanto ETA-Gobierno como las de Loiola, creo queme dan argumentos de juicio sólidospara sostener mis tesis. El argumento deque se quiso subir un peldaño más en lanegociación de Loiola se cae por supropio peso: es absurdo. Porque lapetición de autonomía única no es unañadido más al preacuerdo, sino ladesautorización total del acuerdo, queera gradual y respetuoso de la legalidady cuyo cumplimiento hubiera exigidonecesariamente —según la metodologíaestablecida— al menos un par delegislaturas. Para hacer una Comunidad

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única en dos años sobraba todo elpreacuerdo. ¿Para qué la mesapluripartidista? ¿Para qué la mejora delEstatuto y el mejoramiento de Navarra?¿Para qué los respectivos referendos? Sien dos años querían un Estatuto ¡único!,es evidente que esta exigencia de ETAsignificaba rechazar todo el preacuerdo.Esta fórmula y la aparición del tema deNavarra no fueron el motivo de laruptura, sino la exigencia inviable quepuso ETA sobre la mesa paradesautorizar el preacuerdo negociadopor Batasuna, para romper el proceso,ruptura que ya habían decidido desdeantes, usando una reivindicación que era

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un símbolo para sus bases. Podríaañadir más cosas, comentariosescuchados a representantes de ETA queyo interpreté como despectivos, sobre lohecho en Loiola, sobre la falta deconsultas de Batasuna a ETA, etcétera.De hecho, ETA nunca más quiso hablardel texto de Loiola y sólo hablaba de laexigencia sobre Navarra. Fuimos lossocialistas los que hicimos unatraducción al inglés y lo distribuimos alos observadores internacionales».

Tercera tanda de reuniones enOslo. Reunión del 11 de diciembre.

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Desaparece Josu UrrutikoetxeaDe nuevo convocados por el Centro

Henri Dunant, entre el 11 y el 15 dediciembre tuvo lugar en Oslo la terceratanda de reuniones entre la delegacióndel Gobierno español y losrepresentantes de ETA. Losrepresentantes del Gobierno fueron losmismos de las últimas reuniones y, porparte de ETA hubo dos novedades, noacudía George y en su lugar lo hacía unjoven que se hizo llamar Jack,continuaban en la delegación Marc(Thierry) y Robert (Yurrebaso). Mástarde se supo que Jack, desconocidoentonces para sus interlocutores, era

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Igor Suberbiola, donostiarra, de 28años. Militante de Jarrai y Haika quehabía sido encarcelado por orden deljuez Baltasar Garzón en 2001. Tuvorelación con Francisco Javier GarcíaGaztelu, Txapote, responsable de losasesinatos de Gregorio Ordóñez y deMiguel Ángel Blanco. Tras suexcarcelación, huyó a Francia donde fuedetenido por la policía en el mismodomicilio de Thierry, Burdeos, en mayode 2008.

La ausencia de George le dio unapésima impresión a Jesús Eguiguren, enprincipio porque le parecía absurda,pero también «me presagiaba que

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aquello iba a ser un fracaso, porque élera quien conocía la hoja de ruta. Y,además yo ya conocía, de la sesiónanterior, cuáles eran las posiciones deThierry. Antes de empezar le pedí alCentro que hiciera un resumen de lasituación. A continuación tomé lapalabra e hice una larga intervenciónsobre la marcha del proceso. Recuerdoque en un momento determinado dije queel Gobierno quería resolver el problemapendiente del pasado de España, que erael de Euskadi. Marc me cortó y me dijoque qué era eso de hablar de España yde Euskadi y no de Euskal Herria, algotambién absurdo.

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»Le contesté, ya que su intervenciónhabía sido muy agria, que qué me estabacontando. Si le molestaba queutilizáramos la palabra Euskadi quefueran ellos consecuentes y empezaranpor cambiar el nombre de ETA (Euskadiy Askatasuna)».

La situación parece reproducir laescena de la famosa tabla de GoyaDuelo a garrotazos, en un diálogo«básicamente» controlado por Marc(Thierry). «Robert insistió en algúnmomento en que el acuerdo tenía basesmuy claras y que no se cumplían. Peroenseguida Marc volvió con lo deEuskadi y España. Y en un tono

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amenazante dijo que si ETA no fueramás responsable que el Gobierno yahabría respondido con muchos muertos.Para colmo, rompió abiertamente con lahoja de ruta al señalar que la Mesa dePartidos era el gerente del proceso y susgarantes, ETA y el Gobierno. Terminódiciendo que el Gobierno estabahaciendo cálculos electorales. Lerespondimos que su posición rompía lahoja de ruta y que no estábamosdispuestos a hablar de muertos. Sesuspendió la sesión en medio de muchatensión. Y el Centro nos convocó para eldía siguiente. Lo que hasta entonces erauna sospecha, ahora estaba claro.

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Estaban en una actitud muy distinta a lonegociado con Josu Urrutikoetxea».

La soledad y tranquilidadconsecuentes que Eguiguren vivía enGinebra también se habían roto, quizápor eso ya no existen [o no comparte]sus anotaciones del cuaderno de anillas,pero ésta es su valoración del encuentro:«La ausencia de Josu Urrutikoetxea fuela confirmación de que la cosa no teníaarreglo. Loiola se había roto y lareunión fue un desastre, era como sialguien fuera cerrando todas las puertasde salida».

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Almuerzo con ThierryAun en aquella situación la

delegación del Gobierno intentórecomponer las cosas. «Quisimos volversobre la legalización de Batasuna, quesabíamos estaba en el origen de muchosde los problemas. Pero antesnecesitábamos saber si ETA queríaterminar. De ser así, noscomprometeríamos a llegar a un acuerdocon los partidos para que no seobstaculizase a Batasuna si se acogía ala Ley de Partidos. Planteamos, una vezmás, la flexibilización penitenciaria y el

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acercamiento de presos».La delegación gubernamental abrió

la posibilidad de abordar la situación delos presos de ETA enfermos, como JuanJosé Rego, José Ramón Foruria, JonAguirre, José Uribetxeberría y JoséMiguel Etxeandia. Y la de las presas deETA, que son madres. En el paqueteentraba la revisión de los presos deETA a los que se les había aplicado la«doctrina Parot», que ya ascendían adecenas así como la posibilidad derealizar acercamientos a las cárceles delPaís Vasco.

Marc dijo que le parecía interesante,que estaban dispuestos a dar el primer

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paso nada más pasar las eleccionesmunicipales, que se celebraban en mayo,pero reclamó la retirada de la Ley dePartidos, que hasta entonces no la habíapedido. A continuación se interrumpió lareunión y Marc pidió a Eguiguren quecomiera con él.

Eguiguren y Marc almorzaron en lasproximidades del hotel donde habíatenido lugar la reunión, donde todavía sesentían protegidos por los agentesnoruegos encargados de la custodia delencuentro. La casualidad hizo que lessirviera en la mesa un camarerovalenciano, pero Eguiguren piensa queno les reconoció.

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La comida no hizo sino confirmarsus peores expectativas. «Recuerdo quele pregunté por la ausencia de George yno me contestó. Le pregunté si teníamando en plaza y me respondió que loque él dijera iba a misa. Tampoco leimportó que le dijera que susplanteamientos no tenían nada que vercon la hoja de ruta pactada en Ginebra yOslo. Él insistía en que el Gobierno yETA tenían que ser los garantes del finaldel proceso, que era todo lo contrario alo pactado en la hoja de ruta. Me dijocosas como que no iban a dejar que elPNV capitalizara el negocio del tren dealta velocidad, que la extorsión la

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pagaban decenas de miles de personas,que podían atentar donde quisieran ycomo quisieran, dando a entender quetenían unos mecanismos muysofisticados y que si se rompía elproceso esto iba a ser Vietnam. Ycuando le comenté las dificultades quese planteaban para sacar a los presos delas cárceles, me dijo que para ETA teníapreferencia el que había matado sobre elque había quemado un autobús. En lacomida me confesó que responderían alas detenciones que había con unatentado en España. Esto fue dieciochodías antes del atentado de la T-4».

«En aquella larga conversación

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Thierry era capaz de darle un giro ypasar a hablar de repente, de posiblescolaboraciones políticas, de gobiernosde coalición, en el esquema anticuadode bloques de fuerzas revolucionarias.También estaba convencido de que lanegociación más que a ETA leinteresaba al Gobierno porque lelegitimaba. En el mismo sentido, insistíaen que si no lo hacíamos nosotros lointentaría con el PP, en cuyo caso selegitimaba no sólo España sino laderecha española».

«En el almuerzo hubo muchas máscosas. Pero saqué una valoración tanpesimista que supongo que, por esas

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pequeñas traiciones del inconsciente,apenas fui capaz de trasladarposteriormente al papel lo que habíamoshablado. La conclusión para mí fueclara. Recuerdo que cuando volví deOslo a casa le dije a mi mujer, que esuna militante muy activa del PSE, que elproceso se iba a romper, que no habíanada que hacer».

No había nada que hacer, pero al díasiguiente volvieron a reunirse. Yvolvieron a resurgir temas ya hablados:la doctrina Parot, la huelga de hambrede De Juana y la legalización deBatasuna. Jack, —hasta este momentoinédito en los recuerdos de Eguiguren—

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, «planteó que había que llegar a unacuerdo político» y Marc «dejó claroque Batasuna no se presentará a lalegalización hasta llegar a ese acuerdo,lo condiciona todo a la mesa política».La delegación del Gobierno insistió enque éste estaba dispuesto a acudir alParlamento para pedir la flexibilizaciónde la política penitenciaria y a que laizquierda abertzale participe en laselecciones si cumple la Ley de Partidos.Eguiguren les dijo que su propuesta «novale porque no se sabe si va a haberacuerdo político». Se montó de nuevo ellío. Marc dice que el acuerdo entre elGobierno y ETA fue el de un Estatuto

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único para Euskadi y Navarra. SegúnEguiguren hubo que «montar el lío»,porque, «a juzgar por su actitud, parecíaque nosotros habíamos aceptado lapropuesta que Batasuna presentó enLoiola después de hablar con ETA. Ytanto el PNV como nosotros [PSE], lahabíamos rechazado». Ahí concluyó lareunión.

Reuniones del 14 y del 15 dediciembre. De mal en peor

Aún se reunieron en dos ocasionesmás: el 14 y el 15 de diciembre. En laprimera de ellas Marc insistió en que

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«si se llegaba a un acuerdo políticoBatasuna pasaría por la “ventanilla” yque el Gobierno hiciera lo que quisieracon la Ley de Partidos». Aunque enGinebra y Oslo nunca se habló de dichaley. Después de un receso, la delegacióndel Gobierno volvió a remarcar que «sepodría flexibilizar la políticacarcelaria» y ETA volvió a «exigir» laderogación de la Ley de Partidos. Era undiálogo de sordos.

Al Gobierno, «a la vista de cómorespondían», le quedaba la posibilidadde tomar la iniciativa de «acercarpresos al País Vasco por su cuenta».Inicialmente, Eguiguren era partidario

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de esta estrategia porque pensaba quepodía ser «un estímulo» para que la basesocial de ETA «empujara» el proceso.Pero era evidente que ellos «estaban aotra cosa, Jack volvió a poner sobre eltapete la cuestión de laautodeterminación y de Navarra, cosasque nunca habían estado en la hoja deruta».

En Madrid la sensación era lamisma: tenían la conciencia de que ETAquería romper la tregua. «Aquellamisma noche le transmitimos a Thierryque en Madrid se decía que se habíaroto la negociación. La reacción deThierry fue desproporcionada. Puso el

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grito en el cielo, diciendo que se lequería detener allí mismo. Y por cierto,me hizo saber que estaban armados».

Reunión del 15 de diciembreLa última reunión se celebró al día

siguiente. El Centro Henri Dunant,siguiendo a rajatabla sus procedimientos(como si fuera una empresa deauditoría), realizó una valoración de lasreuniones que resultó sorprendente paratodos. Especialmente para Eguigurenque pensaba que las «reuniones habíansido fatales y que todo estaba rotoincluso las conversaciones de Loiola».

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Sin embargo, el Centro calificó elencuentro de positivo «porque lasposiciones habían sido más serias yporque se habían tocado todos lostemas». «Supongo que era suobligación», comenta hoy Eguiguren.Concluyó diciendo que «existía voluntadde avanzar porque el Gobierno habíahecho propuestas concretas y ETAestaba dispuesta a continuar en un marcode abandono de las armas». ETAmanifestó, «recuerdo, que no queríaromper» y el Centro concluyó con la«esperanza de que en enero se avanzarahacia una visión compartida». Ya todoera mera falacia.

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La información que ETA transmitióa Batasuna fue correcta, en opinión deEguiguren, pues Arnaldo Otegi, el 16 dediciembre, «reconoció implícitamenteque las reuniones habían ido mal». Porsu parte, el presidente al ser informadode las reuniones mantuvo su posición de«determinación paciente»; afirmandoque «no hay Proceso de Paz que seconsuma con ansiedad». También sedirigió a Otegi para pedirle quecontribuyera positivamente al mismo, enalusión a que trabajara por legalizarBatasuna.

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Zapatero y RajoyEl día 22 Rodríguez Zapatero

recibió a Mariano Rajoy en La Moncloay la reunión señaló de nuevo el enormedistanciamiento entre ambos. Elpresidente no confirmó a Rajoy lacelebración de las reuniones delGobierno con ETA, de las que, aunquecon algún retraso, se había hecho eco laprensa. Las informaciones destacabanque no había avances, pero tampocoruptura.

El presidente había perdido laconfianza en Rajoy en los asuntos que

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afectaban a la lucha contra el terrorismopor su actitud a lo largo del proceso. Lemolestaba profundamente la distintavara de medir del PP hacia los intentospor alcanzar la paz. En 1998-1999Aznar había pedido el apoyo de laoposición y el PSOE se lo había dado.En las actuales circunstancias, cuandoETA llevaba tres años sin cometerasesinatos, el contexto europeo era másfavorable y el proceso estaba tuteladopor un Centro internacional, el Gobiernose encontraba con la oposición frontalde la oposición.

En la reunión que mantuvieronMariano Rajoy trató de arrancar al

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Gobierno un compromiso público: queBatasuna no sería legalizada si antes norenunciaba a la violencia, que no seconstituyera ninguna mesa política en laque hubiera un partido ilegal y que noexistiesen actitudes vacilantes en laaplicación de la ley por parte del fiscalgeneral del Estado. Rodríguez Zapaterono quiso comprometerse.

En estas circunstancias no es extrañoque el mensaje navideño del Rey secentrara en pedir consenso entre losgrandes partidos en la cuestión del finaldialogado del terrorismo: «Todas lasinstituciones y fuerzas democráticastenemos el deber y la responsabilidad

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de lograr la unidad y la cohesión paradesplegar todos los esfuerzos que nospermitan alcanzar juntos, el objetivoirrenunciable de poner fin al terrorismodentro del pleno respeto a nuestraConstitución».

La Audiencia Nacional mostró unrevelador balance de condenas porterrorismo cuando se cumplía un año dela tregua de ETA: habían crecido un 30por ciento respecto al año anterior, conel cómputo de ciento veinticincopersonas condenadas. Casiparalelamente, el 29 de diciembre, seconoció el sondeo semestral delEuskobarómetro, la prestigiosa encuesta

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de la Universidad del País Vasco, queresultó muy pesimista sobre la evolucióndel proceso. Dos de cada tres vascosconsideraban «perfectamente posible»que ETA rompiera la tregua declaradael 22 de marzo. La confianza en el finalde ETA había caído en veintiséis puntosdesde el anterior sondeo, elaborado enmayo. Ese mismo día RodríguezZapatero ofreció su tradicional rueda deprensa, un balance a final de año, y altratar de rebatir la afirmación del PP deque la situación del terrorismo de ETAhabía empeorado, cayó en una trampa.«Es de sentido común afirmar que seestá mejor cuando hay un alto el fuego

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permanente que cuando había bombascomo en las Navidades de hace un año ysin duda se está mejor que hace cuatro ocinco años, cuando teníamos víctimasmortales. Algún parámetro deobjetividad tiene que haber endemocracia y en ese terreno la hay». Acontinuación añadió que el año queviene «estaremos mejor». Argumentóque tenía que ser discreto por razones deseguridad, pero que en un Proceso dePaz «es conveniente no estar esperandohitos de momentos trascendentales». «Loque es conveniente es estar trabajandocada día». Evidentemente, RodríguezZapatero demostró que no era consciente

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de la gravedad de la situación.

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ÚLTIMOS INTENTOS YLA RUPTURA

Atentado en la T-4. La rupturaPocas horas después, sobre las ocho

y media de la mañana del 30 dediciembre estalló una bomba en losaparcamientos de la T-4 en elaeropuerto de Barajas. Avanzada lajornada se conocería que debajo de losescombros yacían los cadáveres de dosinmigrantes ecuatorianos, Carlos AlonsoPalate y Diego Armando Estacio. Losdos primeros asesinados de ETAdespués de tres años y medio sin

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muertes.El atentado de ETA, con doble

asesinato, fue un auténtico mazazo parael presidente, sobre todo después de susdeclaraciones esperanzadoras de lavíspera. El atentado le sorprendió a él,pero también a Alfredo PérezRubalcaba. Habló primero Rubalcaba,en una rueda de prensa en el Ministeriodel Interior por la mañana, y reconocióque el Gobierno no esperaba eseatentado, que no respondía a las pautasacostumbradas de ETA, pues enprocesos anteriores primero anunciabaen un comunicado la ruptura de la treguay posteriormente atentaba. En la

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anterior, la de 1998-1999,transcurrieron dos meses entre elanuncio de la ruptura, en noviembre, y elprimer asesinato, el del militar PedroAntonio Blanco, en enero de 2000. PeroPérez Rubalcaba estaba especialmenteperplejo porque sabía que aunque lasreuniones de diciembre con ETA habíansido duras, existía el compromiso decontinuarlas en enero.

Rodríguez Zapatero regresó a LaMoncloa desde el Coto de Doñana,donde se había trasladado a pasar lasfiestas de fin de año, y habló por latarde desde el palacio. A su llegadareunió un gabinete de crisis. Formaron

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parte de él el ministro del Interior,Alfredo Pérez Rubalcaba; el ministro deExteriores, Miguel Ángel Moratinos; lavicepresidenta, María Teresa Fernándezde la Vega; el secretario de Estado deSeguridad, Antonio Camacho; eldirector del CNI, Alberto Saiz, y el jefede Gabinete de la Presidencia, JoséEnrique Serrano.

Tras su primera conversación conPérez Rubalcaba, que le comunicó lanoticia a primera hora de la mañana,Zapatero decidió la suspensión delproceso. Pero, en cuanto confirmó,avanzada la jornada, que había víctimasmortales optó por romperlo, aunque

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dejando claro que ETA era laresponsable de haber puesto fin a tantasesperanzas. Fue ése el objeto de aquellareunión, en la que Zapatero rompió lapauta habitual de reducir, al mínimo, aPérez Rubalcaba el ámbito de decisiónsobre el proceso. En ella se decidiótambién que el presidente anunciaría unapróxima comparecencia en el Congresopara explicar lo sucedido.

Muy afectado, anunció, en la ruedade prensa que celebró por la tarde quehabía ordenado la suspensión deldiálogo con ETA porque no se daban lascondiciones establecidas en laresolución parlamentaria de mayo de

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2005, que fijaba como condiciónindispensable para la apertura deldiálogo la acreditación de que la bandadejaba de atentar.

Los primeros indicios de lo quehabía ocurrido procedieron de Otegi.Para él y, por tanto, para ETA, elatentado no suponía la ruptura de latregua. Tan sólo era una manera depresionar sobre un proceso bloqueado.Así lo dijo en una intervención patéticapor la noche, ante los medios decomunicación, después de que hablara elpresidente, en la que se le notabanervioso porque, como reconocería másadelante, él mismo se había visto

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sorprendido por el atentado. No habíacomunicado de ETA anunciando laruptura de la tregua (como sucedió en1998-1999), porque el atentado no lasuponía.

Pero, evidentemente, para RodríguezZapatero y Pérez Rubalcaba un atentadode esa envergadura, con dos muertes,era el final del proceso. Así lovolvieron a decir uno y otro día ante lassuspicacias de los dirigentes del PP y deun Mariano Rajoy, muy crecido, quereaccionó ante el atentado señalandoque los hechos le habían dado la razón,que ETA no tenía voluntad de abandonarlas armas.

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Sin embargo, el PNV, con Imaz alfrente, reaccionó impecablemente, comosiempre habían hecho los partidosdemocráticos en las rupturas de las dostreguas anteriores de ETA, la de 1989 yla de 1998-1999: responsabilizando a labanda de la ruptura. Imaz vaticinó unmes antes del atentado de la T-4 lo queiba a pasar. Lo dijo en una conferenciaque dio en Madrid: «La crisis [delproceso] obedece a la resistencia deETA a abandonar su viejo papel degarante o tutor de los acuerdos políticosentre partidos en Euskadi y, en el fondo,a un vértigo y miedo a hacer política porla izquierda radical sin el tutelaje de las

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armas». Y ese miedo, a su juicio, habíaaumentado con «la percepción desectores de Batasuna, tras el alto elfuego, de una debilidad mayor de laprevista, muy lejana de la capacidad demovilización que mostró tras el alto elfuego anterior, el de 1998, y con laconstatación de su soledad política enlas reuniones de partidos (en Loiola) enlas que no pudo imponer sus planessoberanistas al no apoyarle el PNV».

Eguiguren y Otegi se reunieronpocos minutos después de producirse elatentado. Recuerda de entonces a unArnaldo Otegi muy nervioso. «Me dijoque el atentando no significaba la

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ruptura. Como era muy temprano aún nose conocía la existencia de víctimas yOtegi confiaba en que no las hubiera.Para mí el proceso se había acabado.Culminaba la sensación que tenía de quetodo iba mal, de que ya se había roto lahoja de ruta. Aunque no pensé que laadvertencia que me hizo Thierry enGinebra tuviera el alcance que tuvo: unabomba en la T-4 de Barajas».

Cuando se supo que había víctimasmortales, a Otegi tampoco se le pasó porla cabeza condenar el atentado de la T-4, aunque era letal para sus planes.Otegi siempre había sostenido que nocondenaría a ETA. Un día, muy poco

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antes de la tregua, en que ETA habíacometido un atentado sin víctimas, y quese notaba que a Otegi le incomodaba unperiodista le dijo: «Ahora tienesconvocada una rueda de prensa en SanSebastián. Si la aprovechas paraexpresar tu desacuerdo con esta acciónde ETA, te conviertes en el líder delfuturo proceso. ¿Por qué no lo haces?».«No puedo. El proyecto se quebraría»,respondió. Era evidente que aquelproceso estaba cimentado sobre unequilibrio difícil entre el mundo de laizquierda abertzale y ETA.

Todo estaba roto, pero ¿qué pudoinducir al presidente a cometer aquel

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error de interpretación sólo horas antesde la explosión? Eguiguren afirma queno había hablado con él, pero colige queel error puede provenir de «las distintasinterpretaciones que le transmitieron ydel hecho de que el Centro habíaanunciado una convocatoria paracontinuar las conversaciones en enero».

Eguiguren era consciente del fracasode su esfuerzo, pero también de «que laapuesta arriesgada que habíamos hechose nos iba a volver en contra. Para elGobierno la situación era muy dura.Pero la credibilidad de ETA y Batasunaquedaba por los suelos en Euskadi y aescala internacional». Aun así continuó

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comunicándose. «Transmití a Otegi sinninguna fe que la única forma de retomarel proceso era un comunicadoreconociendo que ETA se habíaequivocado y el compromiso de que noiba a haber más atentados. Él queríahablar de Navarra».

En conversación con PérezRubalcaba, éste le transmitió suconvicción de que «no había nada quehacer con el proceso y que lo quequedaba era una batalla frente a laopinión pública sobre quién habíadinamitado la esperanza. ETA habíapuesto la bomba y nadie lo entendió, nisiquiera Batasuna. Pero como tanto

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Batasuna como ETA afirmaron unos díasmás tarde que la tregua no se había roto,se entró en un tira y afloja sobre laresponsabilidad de hacerlo».

Un antes y un despuésEl análisis de Eguiguren sobre el

desarrollo y resultado de la batallafrente a la opinión pública es complejo:«Lo sucedido tuvo una repercusiónimportantísima en la opinión públicavasca. La gente sabía que el PSE habíatomado la iniciativa y que RodríguezZapatero, que tenía mucha credibilidaden el País Vasco, se estaba jugando el

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tipo por intentar terminar con laviolencia. En Euskadi se apreciaba suidealismo, su apuesta arriesgada porcerrar una herida como es el terrorismopara la democracia. También fue muyútil la posición de Pérez Rubalcaba, quetiene la virtud de los grandesnegociadores: tiene poca fe en losresultados, pero agota todas lasposibilidades. Jugaba, por tanto, en laopinión y a nuestro favor el que elpresidente, Rubalcaba y el PSEhubiéramos hecho todo lo posible porterminar con ETA por la vía deldiálogo. Nuestro principal esfuerzoaquellos días fue poner en valor lo que

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habíamos hecho y que laresponsabilidad de la ruptura era deETA. ETA pronto se dio cuenta de quecon el atentado de la T-4 había perdidola batalla de la razón y la batalla de laopinión. Lo reconocen sus textosposteriores. Esto fue muy importante,porque a partir de ahí se puede decirque cambiaron las cosas en Euskadi, queel proceso marcó un antes y undespués».

La batalla de opinión se planteó parael Gobierno en términos distintos en elPaís Vasco y en el resto de España,sobre todo, en Madrid. En Euskadi, elesfuerzo del PSE era demostrar que el

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Gobierno había hecho todo lo que habíapodido por lograr la paz y que laradicalidad de ETA lo había impedido.La misma pauta mantuvo el Gobierno enel despliegue que hizo para ganar labatalla de la opinión internacional. Así,Pérez Rubalcaba, que se prodiga muypoco en entrevistas de prensa, concedióuna a The New York Times para decirque ETA no sólo había engañado alGobierno, sino también a Batasuna. Conesta declaración, entonces muydesapercibida, el ministro del Interiorapuntó hacia lo que en los próximosmeses iba a ser una auténtica brecha, elchoque de intereses entre ETA y la

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izquierda abertzale.En el resto de España, con un

Mariano Rajoy crecido, convencido deque la ruptura de ETA le daba la razónsobre que la banda no tenía intención deabandonar las armas, el Gobierno tuvoque insistir en que las bases del procesoeran sólidas, que la radicalidad de ETAlo había roto y que los hechosdemostraban que era una fábula que elGobierno había cedido en cuestionestrascendentales, como afirmaba el PP.

Ante la ruptura de la treguaRodríguez Zapatero y Pérez Rubalcabacentraron su estrategia en tratar derecomponer la unidad de los partidos en

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esta nueva fase, lo que equivalía aintentar recobrarla con el PP, porquecon los demás ya existía. El presidenteconvocó a Mariano Rajoy el 9 de eneroy le pidió recomponer la unidad paraafrontar juntos el reto de la violenciaetarra, utilizando todos los instrumentosdel Estado de Derecho.

El encuentro fue inútil, a juzgar porla actitud de Mariano Rajoy seis díasdespués en el pleno que celebró elCongreso el 15 de enero para debatir, apetición del presidente, sobre elatentado de Barajas. Se empleó a fondo,acusó a Rodríguez Zapatero de unretroceso en la lucha contra el

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terrorismo y afirmó con toda claridad:«Apoyarlo a usted es un suicidio». Dejóclaro su pensamiento antagónico con elde Rodríguez Zapatero sobre un finaldialogado con ETA: «No se puededialogar con ETA porque si no se cedehabrá bombas, y si no hay bombas esporque se ha cedido». Pero se quedósolo en su pretensión de capitalizarpolíticamente el fracaso del proceso. Supensamiento en la utilización delterrorismo como arma de oposición, atan sólo tres meses de las eleccionesmunicipales, lo resumió en esta frase:«Zapatero no ha dado laautodeterminación, ni Navarra, pero

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hemos retrocedido varios años en lalucha contra ETA». O sea, el esloganhabía cambiado. Zapatero ya no era untraidor. Era un torpe.

Todos los demás partidos apoyaronal presidente como lo habían hechodesde la resolución parlamentaria demayo de 2005. En esas condiciones notenía sentido para el Gobierno insistir enrecuperar la unidad democrática. Trató,sin embargo, de recuperar la calle conuna manifestación contra el terrorismoetarra en Madrid y de respaldo a lasúltimas víctimas del terrorismo, CarlosAlonso Palate y Diego ArmandoEstacio, organizada por los sindicatos

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UGT y Comisiones Obreras y lasorganizaciones de inmigrantes. Lamanifestación, celebrada el 3 defebrero, se convirtió en una marcha derespaldo a Rodríguez Zapatero, muyatacado aquellos días por el PP, laderecha sociológica y los medios decomunicación bajo su influencia,mayoritarios en Madrid, que acusaban alpresidente del Gobierno de haberretrocedido en la lucha contra ETA. Entres meses se celebraban las eleccionesmunicipales y autonómicas y el PP noquería soltar aquella presa, la delfracaso del proceso dialogado con ETA,al que el Gobierno había dedicado tanto

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esfuerzo.El grado de sectarismo de la

dirección del PP fue tal que no sólo senegó a participar con los sindicatos, lasasociaciones de inmigrantes y elGobierno en la manifestación, con laexcusa de que no le gustaba el lema,sino que organizó otra para el 10 demarzo. Esta vez ya no se limitó asecundar a la AVT sino que la convocódirectamente el PP. En los días previos,como precalentamiento, convocaronconcentraciones en las ciudades.Aquello no fue una manifestación contraETA sino contra Rodríguez Zapatero.Los gritos más coreados fueron

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«¡Zapatero, dimisión!» y «¡España semerece otro presidente!».

Los protagonistas de lamanifestación no fueron las víctimas delterrorismo sino el presidente del PP,Mariano Rajoy, que cerró lamanifestación con un discurso, con labandera española ondeando y con elcierre del himno nacional que escuchóen posición de firmes. Se estaba a tansólo dos meses de las eleccionesmunicipales. José María Aznar loterminó de dejar claro en un mitinpreelectoral en Calatayud cuando dijo:«Todos los que no voten al PP estaránapoyando a ETA». Es muy revelador

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que desde los inicios del proceso definal dialogado del terrorismo, la AVT yel PP organizaron ocho manifestaciones.Todas ellas contra el Gobierno yninguna contra ETA. Siete en Madrid yuna en Sevilla. Ninguna en el PaísVasco, que es donde está del epicentrodel problema del terrorismo.Evidentemente, lo estaban utilizandocomo arma electoral.

La posición tan beligerante del PPpolarizó al país. Llegó a tal grado lacrispación que el presidente del PNV,Josu Jon Imaz, se preguntó en unaentrevista: «Pero ¿quién ha puesto labomba en Barajas? Porque nos hemos

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olvidado de ella». Fue también muysignificativa como muestra de lasituación política de aquel momento unadeclaración del ya fallecido premioNobel de Literatura, el portugués JoséSaramago, que participó en lamanifestación contra ETA en Madrid:«He venido con una sola idea: la paz enEuskadi. ¿Y mañana? A lo mejor mellaman loco, pero diré que a lo mejor deesto sale un ganador: RodríguezZapatero. El PP se ha hundido en ellodo, los ciudadanos no pueden quedarindiferentes a lo que ha hecho la derechaen estos últimos meses. Quien estámuerta es ETA, lo que pasa es que aún

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no se sabe cuando estará enterrada».Mientras tanto, ETA diez días

después del atentado de la T-4 dio aconocer un comunicado en el que loreivindica, que su objetivo no era causarvíctimas y que mantiene vigente el altoel fuego permanente. Pero se contradiceal advertir que responderá si continúa larepresión. El comunicado de ETAmostraba la lucha interna que había en elseno de la banda terrorista entre quienesestaban por el mantenimiento delproceso, ya en minoría, y los queestaban en contra. El comunicadoofrecía, además, su versión sobre lareunión de diciembre con el Gobierno:

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«En lugar de acordar las bases de unnuevo marco político que traiga lasuperación del conflicto y que reconozcalos derechos de Euskal Herria, elGobierno ha establecido como topes delproceso los límites de la Constituciónespañola y de la legalidad».

El equilibrio inestable en ETAencontraba contrapeso en Batasuna y suportavoz, Otegi, que reconociópúblicamente que la izquierda abertzalehabía pedido a ETA que no rompiera elproceso, tras el atentado de la T-4.Otegi reconoció incluso que elcomunicado de ETA era contradictorio,porque al reservarse actuar le quitaba

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credibilidad a su compromiso demantener el alto el fuego. Pocos díasdespués es el secretario general deLAB, Rafael Díez Usabiaga, quienseñalaba que «ETA tendrá queabandonar esos factores deambigüedad».

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DESPUÉS DE LARUPTURA. LA NADA

El sacerdote irlandés Alec Reidapareció de la mano de la Iglesia vascapor Euskadi antes de iniciarse elproceso de diálogo. Pertenecía a laorden de los mercedarios y residía en lacasa de retiro de Begoña (Bilbao).Hablaba con unos y otros, pero comoETA y Batasuna no confiaban del todoen él nunca estuvo implicado en elproceso. Tenía la imagen pública de seraliado del IRA, pero era un pacifista.Decía cosas como que la Providencia

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arreglaría el problema de la violencia.Vivía como un pordiosero y era muydespistado. Un día tomó un tren en SanSebastián para ir a Bayona, se durmió ydespertó en Dax, naturalmente sindinero.

Este personaje que, al final delproceso desempeñó un cierto papel,conectó muy bien con Eguiguren antes deque se iniciara el proceso; «solía venir averme a la Casa del Pueblo muchísimasveces. Allí se sentía a gusto, la gente letrataba con afecto. Me trajo el libro deGerry Adams, dedicado. Me puso encontacto con ex presos del IRA, con losque me reuní en Bilbao. Era un

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personaje curioso. Me cantaba unacanción gaélica, en la que se decía queestaba en la puerta de la muerte. Vio queíbamos en serio. Me llegó a decir que sifuera vasco, votaría al PSE». Se sabíaque hablaba con Rafael Díez Usabiaga,el secretario general de LAB, y queETA le había contado que el Gobiernohabía incumplido los compromisos yvolvía a reclamar la Mesa de Partidos yla legalización de Batasuna. «Comprobéque no sabía lo que pasaba en ETA, ytambién me dijo que quería pedir perdónpor unas declaraciones suyas, en las quehabía dicho que la bomba en la T-4 eraconsecuencia de los incumplimientos del

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Gobierno. Le contesté que era necesarioque ETA condenara el atentado de la T-4 y que se comprometiera públicamentea no cometer más. Que de otro modo elGobierno no se sentaba». A partir de eseencuentro, Eguiguren estuvo fuera dejuego varios meses. Se limitaba a hablarcon Otegi de vez en cuando.

Fuegos de artificioOtegi pretendió mantener viva la

llama del proceso, entre otras cosas,porque pocas semanas después, el 27 demayo, se celebraban las eleccionesmunicipales y quería que la izquierda

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abertzale pudiera presentarse. El 8 defebrero sorprendió con una nuevapropuesta pública sobre Navarra.Consistía en la aceptación de un nuevomarco autonómico, único para Euskadi yNavarra, partiendo de las institucionesautonómicas que rigen ambascomunidades. El PSE y el PNV lerecordaron que lo que único queesperaban de él era que se pronunciaseen contra de la violencia si queríareabrir el proceso. Pero, también,admitieron que era una novedad su tomade posición sobre Navarra, teniendo encuenta que asumía la legalidadconstitucional.

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El portavoz de Batasuna siguió consu campaña de tratar de mantener elespíritu del proceso. Pocos díasdespués, el 26 de febrero, en unasdeclaraciones en La Vanguardia ,llegaba a apuntar que «el Gobierno tienemotivos para desconfiar de unainterlocución con ETA». Estosmovimientos de Otegi no eran gratuitos.Pretendía, además de lograr que laizquierda abertzale participara en laselecciones, que el Gobierno y el PSEvolvieran a sentarse con Batasuna y conETA.

Durante esos mismos días, ETAenvió una nueva carta a Rodríguez

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Zapatero en la que le comunicaba quemantenía el alto el fuego y expresaba sudisposición a retomar el proceso definal dialogado del terrorismo porconsiderar un «accidente» el asesinatode Alonso Palate y Armando Estacio. El18 de febrero Zapatero respondiópúblicamente a ETA en un mitin del PSEen Vitoria. Dijo que sólo era posibleretomar el diálogo si ETA secomprometía a abandonar las armas. Fueel mismo mensaje que devolvió a ETA,a través del Centro Henri Dunant. Y aOtegi le contestó que si Batasuna queríaparticipar en las elecciones municipalesdebía respetar la Ley de Partidos.

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El Gobierno nunca lo ha confirmado,pero hubo contactos con ETA, noreuniones formales. Estos contactos secelebraron los días 30 y 31 de marzo alos que acudió, en solitario, el abogadoGómez Benítez, hombre de confianza dePérez Rubalcaba, para garantizar unamayor discreción, dado que el Gobiernohabía dado por roto el proceso. Porparte de ETA sólo acudió Thierry. Estecontacto y otro posterior, celebrado el 1de mayo, con los mismos protagonistas,no sirvieron para nada.

Thierry, además de recordar que laizquierda abertzale no iba a poderconcurrir a las próximas elecciones

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municipales por encontrarse en lailegalidad, insistió en la necesidad defijar una estrategia común y que la mesapolítica cerrara un acuerdo. GómezBenítez tenía un mandato muy concreto:trasladar a ETA que la únicaposibilidad que había de retomar elproceso era que la banda condenara elatentado de la T-4 y se comprometiera ano cometer ninguno más, es decir, queanunciara el cese definitivo delterrorismo.

En la reunión del 1 de mayo Thierryquiso entregar al enviado del Gobiernouna propuesta de acuerdo político paraque los partidos la firmaran después de

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las elecciones con el establecimiento deun marco jurídico-político para loscuatro territorios y un reconocimientodel derecho a decidir. Gómez Benítez senegó a recoger el documento porque notenía mandato para ello del Gobierno,que había dado por rotas lasconversaciones.

De manera paralela, el etarra preso,Iñaki de Juana, seguía siendo centro deatención del PP. De Juana, que habíaretomado la huelga de hambre tras sercondenado, fue ingresado en el hospitalDoce de Octubre de Madrid el 24 denoviembre. En enero su situación seagravó y los médicos temieron que

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pudiera morir. Para que cesara la huelgade hambre llegó a mediar el obispo deSan Sebastián, Juan María Uriarte, tíode la abogada de la izquierda abertzale,Jone Goirizelaia. Finalmente, logró suobjetivo una vez que Zapatero y PérezRubalcaba decidieron atenuar el año ymedio de prisión que le quedaba porcumplir al enviarlo al hospital de SanSebastián el 1 de marzo de 2007.

Pérez Rubalcaba lo anunció en unarueda de prensa en Madrid, cuando DeJuana ya había sido enviado en unaambulancia a San Sebastián. Elargumento principal de Pérez Rubalcabaes que la muerte de De Juana lo

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convertiría en una víctima del Estado ysería un símbolo negativo para futurasgeneraciones de jóvenes nacionalistas.Pérez Rubalcaba consultó esta decisióntan delicada, entre otros con elpresidente del PNV, Josu Jon Imaz, quelo animó a dar el paso. El ministro delInterior, con el respaldo de Zapatero,tomó la decisión después de recibir losinformes favorables de la Junta deTratamiento de la cárcel y del Juzgadode Vigilancia Central de la AudienciaNacional, previo informe del fiscal.Aplicaba el segundo grado, contempladoen el artículo 100.2 del reglamentopenitenciario, que recoge medidas

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específicas de seguimiento y control acargo de las instituciones penitenciarias.

Tanto entonces comoposteriormente, el ministro del Interiorha insistido en que ETA no tuvo nadaque ver con la decisión, que para labanda era una cuestión ajena al proceso.Eguiguren también sostiene que no fueun asunto que estuvo en lasconversaciones con ETA, que De Juanaactuó por su cuenta, aunque al final, conel proceso ya roto por el atentado de laT-4, ETA sí alertó sobre lasconsecuencias que acarrearía la muertedel preso etarra.

De Juana hizo mucho daño a la

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imagen del Gobierno en el proceso. ElPP lo planteó como el centro delproceso y como un símbolo de la«debilidad» del Ejecutivo en el mismo,aprovechando el rechazo popular queprovocaba la imagen del preso etarra.Durante semanas las vicisitudes de lahuelga de hambre de De Juana, lapresencia de su compañera, IratiAranzábal, y sus paseos por losalrededores del hospital de SanSebastián fueron objeto de portadas ynoticias en todos los medios decomunicación así como de todo tipo detertulias. Hubo semanas en que elproceso se redujo para los medios de

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comunicación al caso De Juana, lo quecontribuyó a su desprestigio.

Para mayor morbo mediático,Altamira, hermana de Iñaki de Juana,jefa de Enfermería de la Residenciasanitaria de San Sebastián, estabacasada con un hijo del capitán Herrera,policía nacional, asesinado por ETA enla capital donostiarra en enero de 1979.La madre de De Juana, vecina de laviuda del capitán Herrera, cuidaba deella porque se encontraba gravementeenferma. Esta historia era, por otraparte, relativamente común en unasociedad como la vasca, en que noexisten dos comunidades separadas en

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guetos, sino que víctimas y verdugos,militantes de la izquierda abertzale ysocialistas, nacionalistas y nonacionalistas se entremezclan en unamisma familia. Está en la realidad dehoy y en la historia del País Vasco, en lamisma Guerra Civil, en que numerososcarlistas alineados con el bandofranquista tenían hermanos que militaronen los batallones de gudaris quedefendieron la República. Y es unaspecto básico que separa la situacióndel País Vasco de la de Irlanda delNorte.

La derecha política también utilizóel terrorismo para hacer campaña

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electoral ante la inminencia de laselecciones municipales. El caso másdestacado se produjo en Navarra. El 18de marzo el partido gobernante en laComunidad Foral, UPN, convocó unamanifestación en Pamplona en defensade la españolidad de Navarra y enrechazo a que se utilizara a laComunidad Foral como «moneda decambio en la negociación con ETA».Acudió la plana mayor del PP, conMariano Rajoy al frente. El presidentenavarro y de UPN, Miguel Sanz, fue muyexpresivo en su discurso cuando señaló:«Lo que queremos oír de Zapatero esque el PSN (PSN) no pactará con

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partidos soberanistas». Lo que queríaSanz, en definitiva, era no perder elGobierno por un pacto entre lossocialistas y Nafarroa Bai, una coaliciónnacionalista que nada tenía que ver conETA, y que estaba en claro ascenso.

ETA, que después del atentado de laT-4 siguió reivindicando el proceso,como si no hubiera pasado nada, el 9 deabril reclamó, en un comunicado, lapresencia de la izquierda abertzale enlas elecciones: «ETA no puedeimaginarse unas elecciones sin laizquierda abertzale». Con ello avalabala decisión de la izquierda abertzale,que el 28 de marzo inscribió en el

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Ministerio del Interior un nuevo partido,Abertzalen Socialista Batasuna (ASB),en cuyos estatutos apostaba por lograr laindependencia de Euskadiexclusivamente «por las vías políticas ydemocráticas».

La izquierda abertzale, que contócon el asesoramiento de un brillantejurista como el abogado de presos deETA, Iñigo Iruin, buscó tres fórmulas ensu intento de concurrencia electoral. Laprimera era la marca ASB. En el casoprobable de que fuera rechazada,agrupaciones electorales con la siglaAS. Y, finalmente, la marca AcciónNacionalista Vasca (ANV), legal,

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histórica, en cuyos estatutos se rechazala violencia y que anunció cuatro díasdespués su presentación a laselecciones.

El PP dio una fuerte batalla políticacon la pretensión de que los tribunalesanularan todas las listas. El 3 de mayo elfiscal general del Estado, CándidoConde Pumpido, anunció la impugnaciónde la totalidad de las doscientascuarenta y cuatro listas de ASB y lamitad de las listas de ANV,«manteniendo un equilibrio entre elderecho de sufragio y la Ley dePartidos». En el primer caso consideróprobado que existía una vinculación de

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ASB con la marca ilegalizada Batasuna.En el segundo, en el de ANV, consideróque la marca era la de un partidohistórico, en cuyos estatutos rechaza laviolencia, y sólo eliminó las listas en lasque se comprobó que existíancandidatos que antes lo fueron de lailegalizada Batasuna. Sucedió que laizquierda abertzale en aquellaslocalidades en que disponía de másfortaleza pudo dotarse de candidatosnuevos, que no estaban quemados.

El 5 de mayo el Tribunal Supremoanuló todas las candidaturas de ASB yuna parte de las de ANV. Quedaron enpie ciento veintitrés listas de ANV.

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Algunos medios de comunicaciónvinculados al PP llegaron a afirmar queel mantenimiento de la mitad de lascandidaturas de ANV había sidopactado con la izquierda abertzale. Fueuna decisión polémica, pero puramentejudicial. Aquel asunto, el de laparticipación de la izquierda abertzaleen las elecciones, estuvo al margen delas conversaciones del proceso, señalaEguiguren. En términos jurídicosresultaba muy difícil anularabsolutamente todas las listas de unpartido, como ANV, que era legal yrechazaba la violencia. Así seexpresaron numerosos juristas no

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contaminados por el clima político delmomento.

La reacción del PP fue brutal contraRodríguez Zapatero. El portavoz del PPen el Congreso, Ángel Acebes, atacó ala vez al Supremo y a Zapatero: «Hoy esun día aciago para la democracia porqueel presidente del Gobierno ha queridodeliberada y culpablemente que ETAvuelva a los ayuntamientos maniatandoal Tribunal Supremo para que no lopudiera impedir». Rajoy acusó alpresidente nada menos que de«fortalecer a ETA con su decisión depermitir que ANV se presente a laselecciones del 27 de mayo». Y Jaime

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Mayor no podía quedar atrás: «Esterrible, pero es verdad. Tenemos unGobierno en España que necesita unabanda terrorista para su proyectopolítico. Lo necesita para su proyectopolítico vacío de contenido».

Oferta sin fundamentoEn este ambiente de crispación se

celebró una nueva ronda de contactoscon ETA y Batasuna. La cita fue en unhotelito en Ginebra del 14 al 16 demayo. Esta ronda estuvo precedida de uncontacto celebrado el 1 de mayo entremensajeros del Gobierno y ETA en la

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que la banda les entregó un texto con unapropuesta política global que losenviados del Ejecutivo se negaron arecoger por no tener autorización paraello, como hemos adelantado.

En el origen de esta nueva ronda dereuniones con ETA estuvieron TonyBlair y Gerry Adams. El primer ministrobritánico insistió a Rodríguez Zapateroque ETA quería plantear una oferta quepodía ser definitiva. El Centro HenriDunant convocó dos tipos de reunionesseparadas: Gobierno y ETA, por unlado; y PSE y Batasuna, por otro. Lasreuniones se celebraron en Suiza con lapretensión de zanjar la cuestión en un fin

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de semana. Estuvo presente un asesor deBlair, Jonathan Powell, y, por vezprimera, intervino un representante delSinn Fein, Gerry Kelly. Kelly era unviejo conocido de Eguiguren. Se lopresentó el sacerdote irlandés, AlecReid, en la etapa de las conversacionesque mantuvo con Otegi en Txillarre.Reid pretendió que Eguiguren fuera aIrlanda a conocerlo, pero Eguiguren senegó, alegando que iban a detectar susmovimientos y se iban a levantarespeculaciones no deseadas. Finalmente,se encontraron en Bilbao. Kelly habíaparticipado en el proceso deexcarcelación de los presos del IRA.

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A la reunión, como en las dediciembre, no acudió George. FueThierry, acompañado de Jack. Por partedel Gobierno, Eguiguren y Ramón [JoséManuel Gómez Benítez].

El Centro, como era loacostumbrado, realizó la introducción ylas presentaciones. En su primeraintervención Eguiguren comenzódiciendo que el proceso iniciado en2005 estaba roto, que se había roto enBarajas: «Precisé que no era unareunión del proceso porque éste sólo sepodía reiniciar con la rectificación y elcompromiso de ETA de no volver aatentar. Lo demás no tenía sentido. Y les

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recordé que el Estado de Derecho nodejaría de funcionar porque hubiera unproceso, y que el objetivo de paz delGobierno era sincero».

Por parte de ETA intervino Thierry«afirmando la voluntad de superar elconflicto y que el origen del mismo,para ETA, era la imposición de laConstitución. Afirmó también que elGobierno había incumplido desde elprincipio los acuerdos. Según él, ETAhabía avisado de que iba a responder yque ése era el origen del atentado, peroa continuación dijo que no era el fin delProceso de Paz, reclamó la constituciónde la mesa política y afirmó que si en

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ella se llegaba a un acuerdo sobre launidad territorial y el derecho a decidir,la oferta era desmantelar ETA».

En realidad se trataba de lo mismoque había vendido Batasuna «como unagran oferta, no había nada nuevo, puesera obvio que ETA sabía lo inviable desu propuesta. Aquello ponía patas arribala hoja de ruta del proceso, no serespetaban los compromisos previos,los métodos. Era inviable».

En la tarde de ese mismo día larepresentación del PSE, Eguiguren yRodolfo Ares, se reunió con Batasuna.Algo que parecía superfluo después dela reunión con ETA, pero «a Batasuna le

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pareció un gesto muy importante lareunión con ellos. Otegi hizo undiscurso. Planteó que querían acabarcon un conflicto que hundía sus raíces enlo más remoto de la historia. Dijo,incluso, que no había habido unageneración de vascos que no hubieraconocido la guerra y que en Navarranunca se había hecho un referéndum.Que sólo se acababa el conflicto con ellogro de la unidad territorial y delderecho a decidir. Hizo todo un repasodel proceso, desde Txillarre, paraconcluir que después de la tregua todohabía sido obstáculos, que él mismohabía ido a la cárcel por cuestiones

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pendientes y que el Gobierno lo habíahecho para debilitar a la izquierdaabertzale ante el proceso. Su conclusiónfinal fue que el Gobierno no habíaquerido llegar a un acuerdo, que enLoiola se avanzó, y que la salida alconflicto era el marco único conNavarra y el derecho a decidir».Ninguna novedad.

Eguiguren pensó que la intervenciónde Otegi podía hacer dudar al Centro y alos asesores de Blair y del Sinn Fein, yse empleó a fondo en la réplica:«Empecé por citar a García Márquez ysu novela Cien años de soledad.Recordé como Macondo era tan reciente

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que las cosas no tenían nombre. Perocomo Euskadi no era muy reciente ycada cosa tenía un montón de nombresse podían utilizar las mismas palabraspara decir cosas distintas. Dije que erauna falacia lo de que Euskadi siemprehabía estado en guerra. Que las guerrasque había habido, las carlistas, lo fueronentre el liberalismo y el viejo régimen;que la Guerra Civil española lo fueentre la izquierda y la derecha y queninguna había empezado ni acabado enel País Vasco. Le repliqué que alguienhabía decidido cambiar la hoja de ruta;que el proceso había empezado con unamesa técnica y otra política, y que

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alguien había decidido romperla; quealguien había hecho imposible elacuerdo en Loiola. Al final, elrepresentante del Centro me dijo que miintervención había sido acertada. Logrémi objetivo».

La reunión fue triste y las actitudesfueron duras. El único, en opinión deEguiguren, que tenía la cabeza fría era elrepresentante del Sinn Fein, GerryKelly. Le dijo que había hablado conETA y Batasuna, que trataba de ayudar,pero que no tenía mucha influencia.Reconoció que su papel era modesto yque tenía la sensación de que en lajornada no se había resuelto nada. Que

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aunque ETA y Batasuna tenían maticesdistintos, en aquel contexto estaban enlos mismos planteamientos deradicalidad. Era el único que veía clarala situación, porque el asesor de Blair,Jonathan Powell, acudió pensando queel tema estaba mucho mejor hasta elpunto de que se disgustó cuando se diocuenta de que la realidad no encajabacon su esquema.

Por su parte, el Centro Henri Dunantya se había olvidado del método y de lahoja de ruta, su único objetivo eraconseguir algún tipo de acuerdo quedejara un canal abierto para reanudar elproceso.

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La sesión continuó el 15 de mayo.Eguiguren y Ares volvieron con lamisma representación de Batasuna. Enesta ocasión intervino el representantedel Sinn Fein, Gerry Kelly. «Nos dijoque no entendía por qué el Estadoespañol no le dejaba a Batasunapresentarse a las elecciones municipalesque se celebraban dos semanas despuésy que su experiencia le habíademostrado que no había temasirresolubles. Que durante el Proceso dePaz irlandés los temas que sepresentaban conflictivos se dejaban parael día de mañana, en alusión a la unidadterritorial, a Navarra, que Batasuna

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quería poner sobre la mesa. Explicó queen su proceso se habían creado multitudde mecanismos para solucionar lostemas y que el proceso irlandés se salvópor seguir el método. Esta parte de suintervención me vino muy bien porque laaproveché para decir lo que pensaba deverdad, que el bloqueo del proceso sedebía al abandono del método. Ytambién quise responder alplanteamiento que Batasuna hacía deNavarra como clave de la resolución delproblema. Había una pizarra en la sala yante la sorpresa de todos, me levanté ehice un esquema». Esta anécdota larelataría Gara al poco de romperse el

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proceso. «Les dije que todo era unsofisma, que Navarra y Euskadi eran dosrealidades políticas distintas y conpersonalidades propias, que nuncahabían estado unidas en la historia,salvo que empezáramos condisquisiciones sobre territorios quepasaban de unas manos a otras en lossiglos XI y XII. Y que si querían habíafórmulas en la Constitución paraconseguir una comunidad no única, perosí compartida. E hice un paralelismo conel desarrollo de la Unión Europea.Cómo inicialmente, unos pocos estadoscrearon la comunidad del carbón y delacero; después constituyeron una

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interparlamentaria: luego, el mercadocomún, el Parlamento Europeo, la UniónEuropea, la Constitución Europea,etcétera».

Arriesgado paralelismo el de laUnión Europea y Euskal Herria pero, eneste caso al profesor Eguiguren pareciódarle resultado: «Les recordé que enLoiola acordamos la posibilidad dereformar los estatutos vasco y navarro.Creábamos previamente un órganocomún y una interparlamentaria, que yaestaba en el proyecto de Gobiernonavarro del PSE y nacionalistas de1994, y que se desechó al desaparecerese gobierno. Con las reformas de los

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estatutos se podían ceder competenciasa la interparlamentaria. Y ya tododependía de las mayorías que hubiera enel órgano común. Todo esto se podíahacer con la legalidad vigente, sin tocarla Constitución. Pero la clave consistíaen que todo dependía de la voluntad devascos y navarros». Los representantesdel Centro Henri Dunant pensaron queahí estaba la solución y nos dijeron quepartiendo de ese esquema iban a traeruna propuesta. Algo que hicieron enestos términos: «Al esquema que yoescribí en la pizarra le pusieron plazos.Les dije que no era posible, quenosotros no podíamos decidir el futuro

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de Navarra, que lo que yo habíademostrado era simplemente que con lalegalidad, con la Constitución, se podíanhacer muchas cosas, pero que, al final,todo dependía de la voluntaddemocrática de vascos y navarros».

Marc (Thierry), de la delegación deETA, le propuso a Eguiguren unareunión privada en la que le comunicóque tenían diez días para llegar a unacuerdo sobre Navarra, y ante susreservas le pidió «que redactáramos unacláusula secreta para fijar el final en dosaños. Le recordé que esta tanda dereuniones no era de negociación.Entonces me propuso un pacto para

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cinco años. Le dije que estábamos anteuna cuestión de fondo, de democracia yde método». Esa misma tarde tambiénvolvió a hablar con Otegi, que se mostrómuy duro, «me dijo que no había habidovoluntad en el PSOE y querespondiéramos con un sí o no a variaspreguntas que consideraban claves:aceptación o no de la unidad de Navarray Euskadi y del marco único. Le dije queno estábamos dispuestos a entrar en eso.Ya no querían debatir y les resultabaincómodo volver a los orígenes, arepasar la hoja de ruta. Al final, dijo quetoda esta discusión afectaba alreconocimiento de la autodeterminación.

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¡Tanto hablar durante años para acabarde esta forma!».

16 de mayo. Última jornadaNo parece que tuviera ningún

sentido continuar, pero aquellos días setransformaron en un calvario dereuniones que fomentaba Batasuna: «Aprimera hora de la mañana me quejé alCentro, les dije que les veía muycomprensivos con ETA y Batasuna, queles daba igual lo que se pactara. Les dijeque no se podía pactar cualquier cosa,que me sentía abandonado. Mecontestaron que no aceptaban la queja y

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que ya hablaríamos más tarde».El Centro convocó una breve

reunión de la mesa política yposteriormente, otra de la técnica, en laque no hubo nuevas propuestas: «Lareunión política fue muy breve, intervinoAres y les dijo que ya se conocía suposición, que no iba a repetir elplanteamiento. Yo les dije que la hojade ruta estaba en Loiola, en el órganocomún con Navarra y en la evolución deesa interparlamentaria. Que no habíaotra oferta política y que ya era mucho».

En la reunión con ETA preguntamossi iba a haber compromiso de alto elfuego o rectificación por el atentado de

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Barajas que lo dijeran, que se habíaaceptado la reunión porque habíananunciado una nueva propuesta. Peroque allí no hablábamos de Navarra ni depolítica. Marc tomó la palabra pararepetir que habría alto el fuegopermanente si había acuerdo político.Entonces Eguiguren le preguntó si ibaprimero el acuerdo político o el military Marc respondió que primero elacuerdo político, que era necesario unacuerdo sobre Navarra. Y por vezprimera introdujo la condición de queBatasuna se presentara a las elecciones.

ETA insistió, como exigencia, enque se reunieran las dos mesas (técnica

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y de partidos) a lo que Eguiguren senegó alegando «que allí ya no sehablaba en serio, que todo era un juegopara ver quien se responsabilizaba de laruptura del proceso». En ese momento,el representante del Sinn Fein, que ya lodaba todo por perdido, anunció queabandonaba la reunión. No hubo más.

Como cierre de la ronda deconversaciones el Centro convocó lamesa técnica para que ETA presentarala anunciada propuesta, en realidad unmanifiesto con las conclusiones de ETAen el que trataba de justificar suposición de ruptura:

a) ETA denuncia las mentiras ante

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los observadores.b) ETA dice que no ha amenazado

con la ruptura.c) ETA denuncia la falta de voluntad

del Gobierno, que lo único que quiere esdilatar el proceso.

d) La mesa política no ha queridoafrontar la resolución del conflicto.

e) ETA pone a disposición de losobservadores las actas de las reuniones.

f) el Gobierno hace como Hitler conlos judíos, los culpa a ellos de su propiaeliminación y les impide presentarse alas elecciones.

g) El Gobierno no aporta nada alproceso.

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h) ETA plantea que larepresentación del Gobierno presenteuna respuesta sobre alto el fuego porescrito.

Los representantes del Gobiernorespondieron que no podían hablar de unpunto concreto porque ETA locondicionaba todo al acuerdo político, yque lo que proponían no se ajustaba alplanteamiento inicial del proceso. ElCentro interrumpió la reunión parapresentar una conclusión general.

Eguiguren y Ares manifestaron queno podían continuar, que les reclamabanen España sus compromisos de lacampaña electoral en marcha. El Centro

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insistió en la posibilidad de que elprimero prolongase su estancia y en lapreocupación de Batasuna por laselecciones, les pidió que consultasencon el Gobierno, pero nada de esto fueatendido, ante lo cual concluyó la rondacon la convocatoria de otra reunión parael 21 de mayo, para la que el Centro lespidió que aportasen una respuesta a lapropuesta de ETA y Batasuna.

Ruptura formal del procesoRespondiendo a la convocatoria la

reunión del 21 de mayo tuvo lugar, peropara entonces las posturas eran

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irreconciliables. Los representantes delGobierno manifestaron que no teníannada nuevo que ofrecer y que exigíanuna autocrítica pública a ETA por elatentado de Barajas, unida alcompromiso de que no se produciríanmás. Para que no hubiera dudas lespresentamos por escrito lo que habíamoshablado. ETA contestó que eso erainsuficiente. Por la noche hubo otrareunión con Batasuna en la que semantuvieron las posturas de ambasdelegaciones. El Centro concluyó queera inútil seguir hablando. Se habíaformalizado la ruptura.

La representación de ETA salió de

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estampida por razones de seguridad,aunque no sin que antes losrepresentantes del Centro Henri Dunantle pidieran a Batasuna que reflexionara.

Cuando quedaron solos, el Centrollamó a Eguiguren y Ares para hacerrecuento y a modo de despedida. «Lesmanifestamos entonces que noentendimos la oferta extraordinaria deETA, que no era tal, y que nossorprendía que nos hubieran convocadopara aquello». La sorpresa vino cuandoellos manifestaron que no sabían, alconvocarnos, nada sobre su contenido.

A Eguiguren le quedó la sensaciónque se suele tener después de asistir a un

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funeral, en la que, unido al disgusto y latristeza, se tiene una sensación de alivio.Al final todo fue muy triste y lamentable.Regresaron a España al día siguiente. Loacompañó a Ginebra la traductora,polaca de nacionalidad, que parecía másafectada que Eguiguren. «Después detanto trabajo me miraba como a alguienque tiene que volver al campo debatalla, con un futuro personal muyincierto después de lo ocurrido»,recuerda Eguiguren.

El asesor de Blair, Jonathan Powell,escribió un libro Great Hatred, LittleRoom. Making Peace in NorthernIreland («Haciendo la paz en Irlanda

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del Norte») sobre las enseñanzas delProceso de Paz de Irlanda del Norte,que dedicó a Eguiguren. El interlocutordel gobierno en las reuniones con ETA,entre el cúmulo de enseñanzas, destacados. La primera, que todos loselementos para la paz en Irlanda delNorte ya estaban en la mesa desde hacíatiempo y que lograr la paz no consistíaen buscar fórmulas alambicadas sino enconsensuar los elementos ya existentes yque eso sólo ocurre cuando hay voluntadde hacerlo.

Refiriéndose a su experiencia en elproceso vasco, que no recuerda conentusiasmo, viene a decir que su éxito

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era imposible desde el momento en quese pidió al PSOE que renunciara a susprincipios sobre Navarra y defendieralo que quería su adversario. Por elcontrario, Powell destaca que lo quedesbloqueó el Proceso de Paz en Irlandadel Norte fue la renuncia del IRA apedir a los protestantes que defendieranla unidad de Irlanda, que era lo quehasta entonces estaba impidiendo la paz.Del mismo modo que lo hubieraimpedido si al Sinn Fein se le hubieraexigido que defendiese la unidad deIrlanda del Norte con Inglaterra.

Eguiguren no volvió a ver a ArnaldoOtegi hasta bastantes días más tarde.

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Ambos recordaron que en Ginebra casino se habían saludado, que iban a carade perro. Le dijo a Eguiguren «que nohabíamos entendido el esfuerzo quehicieron para salvar el proceso».

Terminado el proceso, Eguigurenleyó un libro del autor francés, WalterLaqueur, Una historia del terrorismo,en la que defendía la tesis de que no haydos terrorismos iguales y anotaba comouna constante que los terroristas eranjóvenes. A Eguiguren no le encajaba eseesquema porque la mayoría de losinterlocutores de ETA —tres de cuatro— pasaban de los 50 años y sólo uno,Jack, era joven. Tampoco le encajaba el

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esquema que Laqueur, citando a unpolicía francés —De la Hodder—, hacíade la tipología de los terroristas. Losclasificaba en marginales, bohemios,puristas, conspiradores…

Ninguno de esos perfiles encajabaen la personalidad de los interlocutoresde ETA que conoció Eguiguren: JosuUrrutikoetxea, Yurrebaso, Thierry yJack. «Los que yo traté eran gentenormal, del país, que requerían otraclasificación. El de aspecto simpático ybonachón, el que te encuentrashabitualmente cuando sales a tomarvinos, pero que está convencido de queel terrorismo es algo que tiene que

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defender; el serio, sin sentido del humor,maniático del orden y la austeridad quenos recuerda a los curas; el burócratacallado y responsable, que puedetrabajar en una caja de ahorros o en laadministración. Sólo uno encajaba en elesquema del terrorista convencional,pero sólo por ser joven. En definitiva,eran tipos del país, dedicados en cuerpoy alma a su Organización, perdidos en eltiempo y el espacio».

Como final, Eguiguren precisa elperfil que recuerda de sus interlocutoresde ETA: «George era serio, sereno,austero, preocupado por cuidarse y noadmitía bromas; Marc, al contrario, era

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bromista, anárquico y ciclotímico,pasaba de un estado de euforia a otrodepresivo con facilidad. Me parecieronpersonajes de este país. Con Jack, eljoven, no crucé palabra, se notaba queme veía como un agente enemigo. Luegosupe que era del mismo barrio de SanSebastián en que yo vivía, de Amara. Encuanto a Robert, se notaba que se sentíamás a gusto con George que con Marc».

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Hacia el cese definitivode ETA. Fracasotáctico y acierto

estratégico

Dos semanas después, el 5 de junio,ETA hizo público el esperadocomunicado de ruptura oficial del alto elfuego. Era muy simple: se reafirmaba enlas tesis independentistas yresponsabilizaba a Zapatero y al PNVde la ruptura del proceso. Zapateroconvocó por la tarde un gabinete decrisis al que acudieron la vicepresidenta

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primera, María Teresa Fernández de laVega; el ministro del Interior, AlfredoPérez Rubalcaba; el jefe del Gabinetedel Presidente, José Enrique Serrano; elsecretario de Estado de Seguridad,Antonio Camacho; el jefe del CNI,Alberto Saiz, así como altos cargos dela lucha antiterrorista para analizar lasituación de ETA y la estrategia quehabía que seguir.

Zapatero, ya en la declaración queleyó en La Moncloa aquella mismamañana, para la que se había asesoradosobre todo con Pérez Rubalcaba,adelantó las que serían sus líneasbásicas tras la ruptura del proceso:

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ganar la batalla de la opinión pública,sobre todo la vasca, a la que se dirigióexpresamente. Insistió en que quienhabía roto el proceso era ETA y no elGobierno. Justificó por qué había creídoque aquel proceso iba a salir adelante:«Las circunstancias, el contexto, lasituación de ETA, el terrorismointernacional, la disposición delGobierno, el cansancio de algunossectores de la izquierda abertzale, todoparecía confabularse a favor de que estavez se abandonara definitivamente laviolencia». Y planteó como únicaalternativa, tras la ruptura de ETA, elcombate contra la banda con todas las

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armas del Estado de Derecho y laapelación a la unidad política de lospartidos contra el terrorismo para lograrel cese definitivo de la violencia.

A juicio de Eguiguren las razones deaquel fracaso estuvieron claras desde elprincipio: «El proceso fracasó nada másempezar. Se llegó a la tregua condistintas visiones del proceso dentro deETA y de Batasuna. Hicieron una lecturamás de contenido que de método. Creoque puede decirse que en el verano de2006 se rompió el proceso. El resto deltiempo fue un esfuerzo de todos parasalvar responsabilidades. El desacuerdode Loiola no tuvo nada que ver. Las

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últimas reuniones con ETA no tuvieronnada que ver con el proceso. El procesofracasó porque no había en ETA unadecisión de acabar con el terrorismo.Como ETA no tomó esa decisiónadquirió una dinámica infernal que llevóa la ruptura. El Gobierno no puede dar auna banda terrorista algo que justifiquesu trayectoria. Se puede decir que elproceso no llegó a empezar. Fracasóantes de empezar, aunque algunosdijeran que el Gobierno cedió. Lasúltimas reuniones fueronintrascendentes. Mientras todo fuesecreto fue bien. Tengo claro que elGobierno no tuvo responsabilidad en la

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ruptura. Fue ETA».

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LA EXPLICACIÓN DEETA

Tras la definitiva ruptura de aquelproceso de 2006 ni Eguiguren ni ningúnotro representante de las institucionesdemocráticas volvió a tener laoportunidad de hablar con losinterlocutores de ETA. JosuUrrutikoetxea desapareció. Eguigurendejó de verlo desde la reuniónmantenida aquel octubre. Ha sido elúnico de los interlocutores de ETAdurante el proceso que no ha sidodetenido. En aquellos momentos se

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encontraba en paradero desconocido.Algunos lo situaban en algún paísbalcánico. Su desaparición y el hecho derepresentar al sector de ETA que seopuso a la ruptura del proceso habíanextendido la opinión de que susmovimientos habían sido tolerados porel Ministerio del Interior, que negó queasí fuera.

El etarra Yurrebaso, afín a JosuUrrutikoetxea, fue detenido el 29 demarzo de 2007 al intentar forzar uncontrol de carreteras de la policíafrancesa en la localidad de Perigueuxpocas semanas antes de la rupturadefinitiva del proceso. Iba armado con

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una pistola Herstal de 9 milímetros decalibre, acompañado de Kepa SuárezHuarte. Alegaron ante la policíafrancesa que eran miembros del«aparato de negociación» de ETA ypidieron a los policías que llamaran,para confirmarlo, a dos números deteléfono que llevaban consigo de dosaltos cargos del Ministerio del Interiorfrancés, uno de ellos, hombre deconfianza de Nicolas Sarkozy.

Estos avales no fueron suficientespara evitar su detención, lo quedemostraba que al menos en aquelentonces y después del atentado de la T-4, los interlocutores de ETA habían

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perdido todo tipo de coberturainternacional. A los detenidos la policíafrancesa les incautó, además,documentación en la que aparecíannombres de diplomáticos suizos ynoruegos, relacionados con el proceso.Fuentes del Ministerio del Interior galoreconocieron que cuando estaba encurso el Proceso de Paz un altoresponsable del Ministerio del Interiorespañol les pidió que le proporcionasenun número de emergencia para facilitarel paso por el territorio francés de losinterlocutores de ETA.

Thierry y Jack fueron detenidos el21 de mayo de 2008 por la policía

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francesa en su escondite en Burdeos,cerca de la estación de ferrocarriles.Junto a ellos fueron detenidos también elex parlamentario de Batasuna, JonSalaberria, y Ainhoa Ozaeta, la mujerque leyó el anuncio de la tregua el 22 demarzo de 2006.

Entre el material incautado por lapolicía a Thierry aparecierondocumentos en los que la bandareflexionaba sobre el proceso. Hubo unoespecialmente relevante, atribuidopersonalmente a Thierry, como jefepolítico de la banda, y redactado un añodespués de la ruptura del proceso quetenía un gran valor porque en él se

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ofrecía la versión de ETA sobre lo quehabía sucedido durante la tregua.

El documento confirmaba lo quepresuponían los expertos y Eguiguren:que ETA estuvo dividida durante elproceso. En él además se incluía unadura crítica de Thierry a quienes desdeBatasuna primero, como Arnaldo Otegi,y desde ETA después, como JosuUrrutikoetxea, gestionaron el proceso.Aquella crítica de Thierry coincidía conlas posiciones que éste había defendidoen todas sus intervenciones en lasreuniones con el Gobierno a las quedesde septiembre de 2006 habíaempezado a acudir y en las que se había

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saltado la hoja de ruta y el método quehabían sido fijados por Eguiguren y porJosu Urrutikoetxea en Ginebra y Oslo.

La crítica se situaba en losprolegómenos del proceso y abarcabadesde las conversaciones previas al altoel fuego de ETA, que mantuvieron elpresidente del PSE, Jesús Eguiguren, yel portavoz de la izquierda abertzale,Arnaldo Otegi, entre 2001 y 2005 enTxillarre. Thierry constataba que losplanteamientos de Eguiguren y Otegieran contradictorios: «La izquierdaabertzale situó esas conversaciones enel planteamiento de superar el actualmarco jurídico político y acordar un

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marco democrático dirigido a lasolución del conflicto entre los partidosde Euskal Herria. Por el contrario,aunque los representantes del PSOEmencionaron ese objetivo, tal y como sepudo ver a posteriori tenían el fin decondicionar y desfigurar la línea de laizquierda abertzale».

La crítica contra la estrategianegociadora de Josu Urrutikoetxea parapreparar las bases del proceso fuetodavía mayor. Thierry le reprochaba«no haber puesto como es debido lospilares para el acuerdo político entre lospartidos». Se refería a que las bases queacordaron Josu Urrutikoetxea y

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Eguiguren en Ginebra y Oslo y quehabían dado lugar a la declaración detregua en marzo de 2006 habían sidomuy genéricas y carecían de «un diseñodefinido para el proceso de negociaciónentre los partidos». Evidentemente, lasbases habían sido concebidas porEguiguren y Josu Urrutikoetxea como unprocedimiento de actuación, como unahoja de ruta del proceso: la fijación deuna mesa técnica entre el Gobierno yETA, cuyo objetivo era negociar paz porpresos, separada de una mesa política,con participación de todos los partidos,de cuyo debate, sin plazo alguno, saldríael acuerdo político. Las bases de

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Eguiguren y Josu Urrutikoetxea nofueron un pacto político cerrado. Y esomismo es lo que lamentaba Thierry.

El segundo error que Thierryreprochaba a Josu Urrutikoetxea fue quepusiera «en la primera fila del proceso»la negociación entre ETA y el Gobierno,«dejando en un segundo plano lanegociación entre los partidos y enconsecuencia el proceso que hay quellevar en Euskal Herria». Así loexplicaron a la opinión pública elGobierno y los socialistas, desde elmismo momento de la declaración detregua y quedó acuñado en una frase quepronunció el presidente del PNV, Josu

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Jon Imaz, tras entrevistarse con Zapateroen La Moncloa en abril de 2006 a lospocos días de que ETA declarase latregua: «Primero la paz; después lapolítica».

Con aquel reproche de Thierry aJosu Urrutikoetxea, ETA ponía el dedoen la llaga del fracaso del proceso. ElGobierno había intentado centrar lanegociación con ETA en paz por presos,inspirado en el punto 10 del Pacto deAjuria Enea de 1988, que había sidoasumido entonces por todos los partidosvascos, incluido el PP, y que había sidorecogido en la resolución parlamentariade mayo de 2005 y en la hoja de ruta que

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Eguiguren había acordado con JosuUrrutikoetxea. Y se había decididopostergar el pacto político a un futuroconsenso entre todos los partidos. PeroETA se había empeñado en lograr unacuerdo político previo entre partidos.Aquel choque paralizó el proceso y fuela razón última de su fracaso.

ETA dejaba clara su posición en eldocumento de Thierry: «El acuerdoentre el Gobierno y ETA tiene sentido yvalidez tras cerrar un acuerdo políticoentre los partidos. Si no, se quedadebilitado y sin una base firme, tal ycomo demostró la actitud denegociaciones interminables mantenidas

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por el Gobierno de España en elproceso». Para que no quedara ningunaduda la banda terrorista añadía: «Laprincipal intención del Gobierno deEspaña fue dirigir el proceso a unobjetivo de conclusiones de conflictosin contenido político». Y en otromomento en el documento se admitía que«se tenían que haber liberadopreviamente al proceso los nudospolíticos».

La conclusión de ETA de la razóndel fracaso del proceso fue la siguiente:«Aunque el acuerdo político entre lospartidos fuese la principal clave en elproceso, el intento de negociación de

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paz por presos entre la Organización,ETA, y el Estado se convirtió en lamuerte del proceso porque el Estado laforzó sin descanso. También a los ojosde los ciudadanos». Ciertamente,Zapatero pretendió que el Gobierno yETA avanzaran en la negociación de pazpor presos durante el verano de 2006,tan sólo tres meses después de ladeclaración de alto el fuego de ETA.Pero la banda se había negado porquequería constituir antes la Mesa dePartidos. No había puesto ningún interésen todas las reuniones que tuvo con elGobierno, tras la tregua, en constituir lamesa técnica entre Gobierno y ETA ni

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tampoco en la propuesta que larepresentación del Ejecutivo le habíahecho, ya en los estertores del proceso,de acercar presos al País Vasco.

El único reconocimiento que Thierryhace al comportamiento de su gente en elproceso fue el logro de Otegi de forzarlas conversaciones de Loiola entre elPNV, PSE y Batasuna, en las que elbrazo político de ETA puso sobre lamesa una propuesta de Estatuto únicopara el País Vasco y Navarra. Otegi loplanteó a los partidos a finales delverano de 2006 como una condiciónpara salvar el proceso. La pretensión deETA, se podía leer con claridad en el

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documento de Thierry, era forzar unpreacuerdo político y, de ese modo, conlas conversaciones de Loiola, cortar deraíz el llamado proceso técnico, lanegociación entre el Gobierno y ETA depaz por presos.

Thierry lo decía muy claro: «AlGobierno de España se le cortó de raízel posible desarrollo de un procesotécnico. Entre otras cosas porque cuandoquiso situarlo en medio del proceso,conseguimos que los partidos políticosnegociaran un nuevo marco jurídicopolítico para Euskal Herria y afloraranlas posiciones políticas».

Como ETA no había logrado lo que

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pretendía con las conversaciones deLoiola: imponer un plazo para unreferéndum para la unión de Navarra yPaís Vasco, así como el derecho a laautodeterminación, «para superar esasituación y darle un nuevo impulso alproceso, realizó la acción de Barajas»,en diciembre de 2006, tal y comoseñalaba el documento de Thierry.Asimismo calificaba de «iniciativas depresión hechas por la Organización parainfluir en el proceso de negociación» laaparición de unos encapuchados quehabían disparado al aire en las campasde Oyarzun, en septiembre de 2006, y elrobo de armas en el sur de Francia, un

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mes después.Thierry reconocía, también, en el

documento el fracaso de suspretensiones con el atentado de la T-4de Barajas, que le había costado la vidaa dos inmigrantes ecuatorianos. Supretensión era relanzar el proceso yconsiguió todo lo contrario, lo paralizódefinitivamente y perdió la batalla deopinión, incluida la abertzale, que habíaresponsabilizado a ETA de la ruptura.«La acción de Barajas no mejoró lascondiciones. Por su forma originó undesgaste de credibilidad de laOrganización (ETA)» y «tampoco serelacionó con que la acción era una

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ofensiva política», admitía ETAexpresamente.

En todo momento ETA dejaba claroque había roto el proceso no por los«incumplimientos» del Gobierno que sehabían denunciado en lasconversaciones que se habían mantenidocon él sino porque no se habían logradosus pretensiones políticas. «No seconsiguieron superar los obstáculospuestos al proceso por el Gobierno deEspaña y el PSOE. Las negociaciones seinterrumpieron sin ningún acuerdopolítico. Cuando llegó el momento deconcretar el contenido del nuevo marcoy definir el camino a recorrer para

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llegar desde el actual marco divisorhasta el nuevo marco nacional, el PSOEy el PNV respondieron con negación yambigüedad. La razón de no habercerrado ningún acuerdo político consisteen no haber querido aceptar un marcodemocrático para Euskal Herria porparte de los dos partidos», señalaba eldocumento de Thierry, que remataba así:«La actuación del Gobierno de Españademostró que no había ninguna voluntadpara cumplir las mínimas condicionesdemocráticas que son imprescindiblespara llevar a cabo un proceso denegociación. A causa de esto, el procesode negociación quedó roto».

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Thierry también repartíaresponsabilidades entre otros partidos.Al PNV, presidido en aquellosmomentos por Josu Jon Imaz, lereprochaba «juntarse con el PSOE, conlos intereses y la apuesta del Estado»,especialmente por la actitud que habíamostrado en las conversaciones deLoiola, en las que ambos partidos —PNV y PSE— habían dejado sola aBatasuna en sus pretensionesindependentistas, presionada por ETA.Lo dice aún más claro cuando señalabaque «teniendo en cuenta la voluntad delPSOE y la posición del PNV, no seprevió que era un modelo que debilitaba

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nuestra correlación de fuerzas». Imazsiempre dejó claro durante el procesoque no estaba dispuesto a que ETA lotutelara.

Al sindicato nacionalista ELA,mayoritario en Euskadi, y a los agentessociales, en general, los acusaba de«responder al proceso con pasotismo yapatía». Y al PP sencillamente de«sabotear el proceso mediante supartido, que representa a media España,y su fuerza mediática».

Pero los documentos de Thierrytambién iluminaban otros aspectosimportantes del proceso que no sehabían dado a conocer. Thierry

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reconoce que hubo dentro de ETA yBatasuna «diferentes formas de entenderel proceso de negociación» y que «elproblema de la cohesión política fue unproblema interno que empaparía todo elproceso, que originó una reducción defuerzas y un desgaste internoimpresionante». Esto explicaba elcambio tan vertiginoso de actitud enETA y que había captado Eguigurendurante las conversaciones: de un JosuUrrutikoetxea con voluntad de llegar aacuerdos en Ginebra y Oslo a un Thierryque aparecía tras el verano de 2006 conuna actitud manifiestamente hostil yreacia a pactar nada.

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El documento precisaba que elproblema de cohesión interna tuvo «unainfluencia inmensa y destructora dentrode la izquierda abertzale en todos lospasos y decisiones políticas deldesarrollo del proceso. Especialmenteporque tomó gran dimensión en elacuerdo político que había queconseguir». Thierry se refería en esteúltimo aspecto a las contradicciones quehubo entre la dirección de ETA y elnúcleo dirigente de Batasuna, que estabaliderado por Otegi, en lasconversaciones de Loiola. ETA impidióque Otegi firmara un acuerdo con el PSEy el PNV al que estaba predispuesto y le

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obligó a subir el listón para evitarlo.El reproche a la izquierda abertzale

fue, en realidad, una enmienda a latotalidad de su actuación. «El procesocomenzó muy mal. Desde el comienzo sesucedieron ataques, violaciones alacuerdo entre la Organización y elEstado, y ante eso la izquierda abertzalese situó muchas veces en una defensaaséptica del proceso más que en unaactitud ofensiva». Thierry se refería aque no reaccionó de forma adecuadaante las prohibiciones de los jueces alos actos de Batasuna y a lasdetenciones policiales en las primerassemanas del proceso. Pero el reproche

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lo precisaba aún más al señalar que fueun error que la izquierda abertzale lojugara todo al acuerdo con lossocialistas «hasta situar en un segundoplano las demás dinámicas», y hacíareferencia a que había descuidado lamovilización de masas en la calle y delos sectores sociales para condicionar alGobierno y al PSE en la mesa denegociación.

Aquella crítica a la izquierdaabertzale la alejaba, incluso, en eltiempo anterior al proceso. Ponía comoejemplo cómo ante la detención del líderde ETA, Mikel Antza, en Francia, enoctubre de 2004, en que estaban

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avanzadas las conversaciones entreOtegi y Eguiguren para preparar latregua y Zapatero llevaba seis meses enel Gobierno, «no se realizó ningunalectura profunda de esta operaciónpolicial, de los objetivos que pretendíael enemigo. Pudo más el interés deavanzar en el proceso de negociación,sin valorar si ese suceso pedía o no unarevisión de la línea».

Otro de los reproches que ETA sehizo fue haber entrado en el proceso dediálogo con una posición «débil». Sudiagnóstico fue que la vulnerabilidad desu estructura, unida a la debilidad de sulínea armada en los tres años anteriores

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a la declaración de tregua «condicionódesde su comienzo el desarrollo delproceso de negociación». ETA hacíareferencia a que desde mayo de 2003hasta la declaración de tregua en marzode 2006 no había matado a nadie.Precisamente, ese dato que ETA sereplanteaba, tres años sin muertos, fueclave para que Zapatero autorizara elproceso de diálogo.

Se reprochaba, incluso, decisionestomadas antes de la tregua, como el cesede los ataques a los políticos electos, enla primavera de 2005, poco antes deiniciarse las conversaciones en Ginebra,y luego el cese general de los atentados

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personales. Y su conclusión fue que «sedaba un notable desequilibrio entre laestrategia represiva del enemigo y lalínea armada. En el mismo sentido,aparecerán una y otra vez dificultadespara marcar los momentos políticosimportantes con la intervenciónarmada».

Sin embargo, ETA confirmaba eldiagnóstico generalizado de los expertosy coincidía con ellos en que uno de losacicates que había tenido para entrar enel proceso había sido el cambio deescenario político que le dio la victoriaelectoral de Zapatero el 14 de marzo de2004 y el atentado terrorista del 11-M,

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que suponía un descrédito absoluto delterrorismo a escala internacional.

La conclusión definitiva fue que «lainiciativa general se desarrolló desdeuna perspectiva errónea del procesonegociador» y establecía como causadel error que «la Organización (ETA) ledio más importancia a facilitar elcamino para que el Gobierno entrara enel proceso de negociación que alreforzamiento de su posición de fuerzaen el proceso».

Es difícil reconocer con mayorcontundencia lo que hemos mantenido alo largo del libro: el problema no fueronlos incumplimientos del Gobierno sobre

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la cuestión de Navarra y Loiola, sino eldesacuerdo de la dirección de ETA conla hoja de ruta y los términos en que sepactó el proceso.

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CONSECUENCIAS DELPROCESO EN ETA Y LA

IZQUIERDA ABERTZALE

Los reproches que se hizo ETAentonces mostraban su división interna ysu divorcio con la izquierda abertzaleque para ellos representaba Otegi. Peropronto se comprobó también su enormevulnerabilidad. En la tarde del 5 dejunio, el día que ETA anunció la rupturade la tregua, en la reunión que Zapateroconvocó con sus colaboradores máspróximos y con los principales mandosde la lucha antiterrorista, había un

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ambiente de preocupación en lospolíticos que recordaban cómo cuandola banda rompió la tregua anterior, la de1998, ésta llevó a cabo una campañaque le costó la vida a casi mediocentenar de personas en tres años.Curiosamente, fueron los mandosprofesionales de la lucha antiterroristalos que animaron a los políticos: «No sepreocupe. ¡No sabe cuánto se haequivocado ETA!», le dijo uno de losprincipales mandos a Zapatero. Aquelcomentario fue premonitorio.

Es verdad que ETA intentó repetir lacampaña sangrienta, posterior a laruptura de la anterior tregua, la de 1998.

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Justo al romper la tregua, el 6 de juniode 2007, ETA puso en marcha cincocomandos: el Andalucía; otro enFrancia; el Urederra (Agua limpia) paraGuipúzcoa y Navarra; el Elurra (Nieve),que había ejecutado el atentado de la T-4 en Barajas, el diciembre anterior, y elVizcaya.

Una campaña de atentados y laapertura de un proceso interno paraestablecer la estrategia ante la nuevasituación fue la reflexión que hizo ETAdespués de romper el Proceso de Paz. Eldebate interno que se celebró conposterioridad, entre el otoño de 2007 yel verano de 2008 culminó con la

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decisión de ETA de dar continuidad a suactividad terrorista. ETA había hechosuyos los planteamientos recogidos en ladocumentación incautada a Thierry eincidía en la conveniencia de arreciarlos atentados porque «el principalerror» de la etapa anterior había sidodeclarar la tregua «sin poner muertossobre la mesa».

Sin embargo, la reflexiónmayoritaria en la izquierda abertzale fueotra: la de que el atentado de ETA en laT-4 había desbaratado el proceso y apartir de ahí se abrió una fisura históricaentre ambas. La disparidad de losdiagnósticos iba a tener muchas

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consecuencias en el futuro e iba a poneren valor el acuerdo estratégico que iba asuponer para el Gobierno embarcarse enaquel complejo proceso. Lo resumióRubalcaba en una de sus famosas frases:«En este proceso ganábamos de todas,todas. Si terminaba bien porqueterminaba bien. Y si terminaba malporque ETA iba a salir mucho peorparada de lo que entró».

En el plazo de un año se pudocomprobar que la ETA que salía de latregua de 2006 estaba mucho másdebilitada y controlada que la queresurgió tras la tregua anterior, la de1998-1999. Entre junio de 2007 y julio

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de 2008 las Fuerzas de Seguridad delEstado desarticularon los cincocomandos que ETA había puesto enmarcha. En aquel tiempo además ETAasesinó a cuatro personas: los guardiasciviles Raúl Centeno y FernandoTrapero, en Cap-breton, el concejalsocialista Isaías Carrasco y el guardiacivil Juan Manuel Piñuel, en Legutiano(Álava). Sin embargo, en el primer añoposterior a la tregua de 1998-1999multiplicó por seis el número devíctimas: veintitrés personas.

El asesinato de Isaías Carrascoafectó directamente a Jesús Eguiguren ymás aún a su mujer, Rafaela Romero,

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pues había sido concejal con Isaías enMondragón (Guipúzcoa) y estaba en lascercanías del lugar del crimen, adondeacudió tras escuchar los disparos.Rafaela Romero repartía rosas en elbarrio de Isaías Carrasco, como un actode la campaña de las eleccionesgenerales de 2008, al igual que sufamilia. Pero no pudieron hacer nadapara evitar su muerte. La vida deEguiguren y de su familia se complicóaún más tras la ruptura de la tregua. Ledoblaron la escolta y tuvo que cambiarcon frecuencia de domicilio. En elentorno de Eguiguren interpretaron queETA asesinó a Isaías Carrasco porque

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tenía dificultades para hacerlo conEguiguren.

La desarticulación del ComandoVizcaya el 22 de julio de 2008, elúltimo de ellos, dio pie a que elMinisterio del Interior hiciera unbalance. De las consideraciones quehizo el entonces titular, Alfredo PérezRubalcaba, la más novedosa fue que lavida media de los comandos de ETA sehabía reducido sensiblemente. Unejemplo era el propio ComandoVizcaya, nacido tras la ruptura de latregua y que sólo había sobrevividoonce meses. Valía para todos los demás.En el pasado los comandos de ETA se

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mantenían varios años antes de serdesarticulados por la policía. El númerode militantes de ETA y de participantesen la violencia callejera detenidosdesde la ruptura de la tregua en junio de2007 hasta el abandono de las armas en2011 se acerca a los quinientos.

Con aquellas detenciones elMinisterio del Interior había esclarecidotodos los atentados que se habíancometido en las fechas anteriores yposteriores a la tregua, como el de la T-4 de Barajas. Pérez Rubalcaba dio aconocer que los autores del atentado dela T-4 lo empezaron a preparar enseptiembre por órdenes de Txeroki justo

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al regreso del verano, cuando Otegilogró convencer al PSE y éste al PNVpara que se iniciaran las conversacionesde Loiola para «salvar el proceso». Elmismo comando fue el que enseptiembre de 2006 disparó al aire enlas campas de Oyarzun (Guipúzcoa) enun acto de la izquierda abertzale enconmemoración del Gudari Eguna (Díadel Soldado Vasco) y que fue comentadocon inquietud por el Gobierno.

Asimismo, la detención en marzo de2007 del liberado de ETA, Ángel Lerin,encargado de restaurar el ComandoDonosti, permitió saber que la bandarealizaba seguimientos de políticos y de

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personajes públicos, como el filósofoFernando Savater en mayo de 2006 enplena tregua.

Un informe interno de las Fuerzas deSeguridad del Estado, de enero de 2008,seis meses después de la ruptura de latregua, calificaba la situación de ETAde «extrema debilidad que le haobligado a reconsiderar sus estructuras,formas de actuación y normas deseguridad y, lo que es más importante, aperder la iniciativa».

El informe precisaba que la base delsistema de seguridad de ETA, lacompartimentación de sus comandos yde sus actividades, había acabado.

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«ETA hoy sólo se fía de un pequeñogrupo de incondicionales a los que haconvertido en chicos para todo. De ahíque las repercusiones de cada una de lasoperaciones contra los miembros deETA deban ser convenientementemultiplicadas porque afectan a variosaparatos a la vez y, siempre, a susnúcleos esenciales».

Resaltaba también que lapreocupación por la seguridad de losdirigentes de la banda los había llevadoa descuidar la atención de su gente. Trasel asesinato de los dos guardias civilesen Capbreton (Francia) en diciembre de2007 el dirigente de ETA, Garikoitz

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Aspiazu, Txeroki, abandonó a su suertea dos liberados de la banda que sevieron obligados a deambular sinmedios ni infraestructura hasta serdetenidos en Chateauneuf de Randon.

Del mismo modo, el informedestacaba que los etarras que pasaban aFrancia eran detenidos muy pronto ydeducía que les situaban en el primerdomicilio que tenían a mano sin adoptarlas medidas de seguridad de otrostiempos, denostaba que los terroristasque pasaban a España para ejecutaratentados carecían de medios —como sehabía reflejado en el caso de AritzArginzoniz, participante en el atentado

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de Santander; de Iker Aguirre en PortBou y Gorka Lupiañez, en Berriz— yprecisaba, además, el caso de AnderMúgica que tras abandonar un coche conexplosivos en Ayamonte (Huelva) a lospocos días de que ETA rompiera latregua se vio obligado a huir de formaprecipitada y pocos días después volvióa protagonizar un episodio similar enTorreblanca (Castellón), con huida yabandono de material. La impresión dela policía era que huía sin contar conapoyo alguno, sin disponer de medios nisaber adónde iba. Casi un mes despuésfue detenido en Cahors.

Enseguida también las Fuerzas de

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Seguridad españolas, coordinadas conlas francesas, golpearon a la cúpula deETA. El 26 de julio de 2007, un mes ymedio después de que ETA rompiera latregua, desarticularon el aparatologístico, a cuyo frente estaba elveterano Juan Cruz Maiza, que nutría dearmas y explosivos a los comandos. El20 de mayo de 2008 la policía francesadetuvo en Burdeos al jefe del aparatopolítico de ETA, Javier López Peña,Thierry(Marc en las reuniones con larepresentación del Gobierno),acompañado de Igor Suberbiola (Jack enlas reuniones) y de Ainhoa Ozaeta, quefue quien leyó el comunicado que

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anunció la tregua el 22 de marzo de2006.

Seis meses después, el 18 denoviembre de 2008, la policía francesadetuvo en Cauterets, cerca del santuariode Lourdes, a Garikoitz Aspiazu,Txeroki, jefe del aparato militar de ETAdesde finales de 2003, al que se leatribuía la principal responsabilidad enla ruptura de la tregua de la banda, deordenar el atentado en la T-4 de Barajasasí como todos los asesinatos de labanda en ese periodo. Pero pocos díasdespués, el 8 de diciembre, fue tambiéndetenido en Francia el sustituto deTxeroki, Aitzol Iriondo, Gurbitz. Cuatro

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meses después, el 18 de abril de 2009,fue detenido en Francia el sustituto deAitzol Iriondo, Jurdan Martitegi. Un añodespués, el 20 de mayo de 2010, fuedetenido, también en Francia, el últimodirigente de ETA de los tiempos de latregua, Mikel Carrera. Con la detenciónde Carrera ETA perdió a uno de susúltimos jefes de cierta entidad, según losexpertos, en la lucha antiterrorista. Estosmismos creen que ETA pasó a estardirigida desde aquella última detenciónpor una mujer, Iratxe Sorzabal, queformaba parte de la banda desde ladécada de 1990.

Estos resultados fueron posibles

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porque las Fuerzas de Seguridad noabandonaron su trabajo de investigacióndurante la tregua de ETA. Eso, unido aque las Fuerzas de Seguridad estáncompuestas por profesionales queconocen muy bien las interioridades dela banda, que han aprendido de laexperiencia acumulada durante muchosaños, que disponen de tecnologías muyavanzadas de investigación, que cuentancon una inestimable cooperaciónpolicial internacional y que nada tienenque ver con el aparato policial que lacombatió en el franquismo y en latransición, explica los éxitos policialesque se produjeron tras la ruptura de la

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tregua de ETA. Eso y la enormevulnerabilidad de ETA, que no teníanada que ver con la de las décadas de1970 y de 1980, con varias ramas y cadauna con decenas de comandos.

En 2010 un informe de los serviciosantiterroristas revelaba que ETA estaba«al borde del abismo» por lasdetenciones y sus peleas internas. De2007 a 2009 fueron detenidos alrededorde doscientos terroristas en Francia yEspaña mientras no lograban laregeneración que conseguían en otrostiempos. El informe señalabatextualmente: «La dirección de ETA haexpresado en varias ocasiones su

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preocupación por carecer debanquillo… Cada vez son más losmiembros de la kale borroka que se venobligados a huir de la acción de laJusticia y que no desean integrarse enETA alegando motivos de poco pesocomo no estar preparado, querer llevaruna vida con su compañera, situaciónpsicológica…».

El acoso policial y judicial a escalainternacional impidió la instalación denuevas bases de ETA, como habíasucedido en Portugal. «La operaciónpolicial en Portugal impidió lainstalación de una base segura en esepaís, como consecuencia de la presión a

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que estaba sometida al norte de losPirineos. Las fuerzas policiales yaconocen los nuevos planes de ETA. Lasorpresa apenas existe», señalaba elinforme.

La extrema debilidad de ETA y lacapacidad de las Fuerzas de Seguridadpara neutralizar su campaña terroristatras la ruptura de la tregua tuvieron granrepercusión política en la propia banday en la izquierda abertzale. Un informedel jefe del aparato político de ETA,Thierry, redactado poco antes de sudetención en mayo de 2008 admitía que«se ha creado un desequilibrio entre losataques represivos del enemigo, algunos

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de gran dimensión política, y larespuesta armada». En él se aceptaba demanera expresa el fracaso de lacampaña posterior de ETA tras laruptura de la tregua: «No se consiguiómarcar con una línea efectiva deacciones armadas la época posterior a laruptura del alto el fuego».

Thierry admitió también algo nuevoy hasta entonces impensable en el mundode ETA, como que se «hayanintensificado las dudas» sobre la luchaarmada porque «su influencia no fuetanta como era necesaria en el ciclo deconfrontación después del alto el fuego yporque muchas veces el Estado ha

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mostrado que es capaz de neutralizarlo».El jefe político de ETA extendía el

fracaso a la izquierda abertzale alseñalar que tras la ruptura de la tregua«se ha ido apagando su protagonismo, suiniciativa y su capacidad movilizadora»y como «consecuencia de la influenciade la ruptura del proceso y de larepresión se ha sumergido en undebilitamiento general».

Thierry reconocía también cómotodos los planes de la izquierdaabertzale posteriores a la ruptura de latregua se habían visto desbaratados. «Laofensiva política que tenía prevista, trasla ruptura del proceso, había quedado

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neutralizada con la intensificación de larepresión del Estado». Se refería conello a la detención de la cúpula deBatasuna en Segura (Guipúzcoa)después del verano de 2007. Suconclusión era que la izquierdaabertzale tiene «una falta de claridadsobre la apuesta política».

El jefe político de ETA constatabaalgo que estaba sucediendo: ladesafección de la izquierda abertzalehacia ETA. Él mismo reconocía queETA había sufrido el desgaste de laruptura de la tregua ante la izquierdaabertzale y no el Gobierno, sobre todo,por el atentado de la T-4 en Barajas, que

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había conmocionado a la izquierdaabertzale y sus votantes, que habíancreído que ETA en este proceso iba enserio.

En el desgaste de ETA y en ladesafección de la izquierda abertzalehacia la banda tuvo mucho que ver elesfuerzo de Zapatero, Pérez Rubalcaba yel PSE no sólo en arriesgarse en unproceso muy difícil y complejo sino enaguantar y dejar que fuera la bandaterrorista la que rompiera y no ellos.Los propios mandatarios extranjeros lovieron, desde Tony Blair, que le pidió aZapatero el esfuerzo y él asumió elriesgo político de enviar a una

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delegación a Ginebra, en mayo de 2007,después del atentado de la T-4, aNicolas Sarkozy, pasando por GerryKelly, dirigente del Sinn Fein, queestuvo presente en las últimasconversaciones entre el Gobierno y ETAprevias a la ruptura. Un encuentro queZapatero negó en su momento y queadmitiría posteriormente en unaentrevista en el diario El Mundo.

Sarkozy dijo a este respecto tras laT-4: «El atentado del 30 de diciembredemuestra que, una vez más, ETA no seha comportado como un interlocutorfiable. No sé si la ruptura del alto elfuego fue decidida por los propios jefes

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de ETA o si éstos se vieron superadospor el sector más extremista eirresponsable de su movimiento.Después de todo, poco importa. Loúnico que cuenta es que la organizaciónreivindicó el atentado de Barajas. Lasllaves de la confianza están hoy en eltejado de ETA. De hecho, siempre lohan estado. Es ETA la que debe dar elpaso y probar que se puede comportarcomo un actor fiable y responsablerenunciando a la violencia». GerryKelly, el dirigente del Sinn Fein, cuyaopinión importaba más a la izquierdaabertzale, reprochó a ETA haberselevantado de la mesa. Experto

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negociador, les espetó que uno sólo selevanta de una mesa de negociación sicree que va a volver a ella más fuerte.

En definitiva, con la ruptura de latregua ETA salía aislada a nivelinternacional. El fantasma del finaldialogado de la violencia de ETA quepersiguió a todos los gobiernosdemocráticos españoles desdenumerosos países europeos lo enterróETA con esta ruptura. Desde aquelmomento no se volvió a escuchar aningún gobierno europeo reclamar aEspaña que debía terminar con elproblema de ETA por la vía deldiálogo.

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LA DESAFECCIÓN DE LAIZQUIERDA ABERTZALE

Otra consecuencia clave para elfuturo fue la desafección de la izquierdaabertzale hacia la dirección de ETA.Las bases y la dirección de la primeracoinciden y así lo muestran sustestimonios escritos que ETA seprecipitó con el atentado de la T-4 deBarajas y con la posterior ruptura de latregua. ETA perdió la batalla deopinión. Un estudio del Euskobarómetro,el prestigioso observatorio de laUniversidad del País Vasco, que se

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publicó en octubre de 2008 reflejaba laenorme desafección de los votantes dela izquierda abertzale hacia ETA conrespecto a situaciones anteriores. Segúnel estudio, desde 1995 hasta 2007,después de que se produjera la rupturade la tregua, los resultados reflejabanque el apoyo total a ETA desde laizquierda abertzale había caído de un 20a un 2 por ciento y la justificacióncrítica había pasado del 34 al 8 porciento. Finalmente, el rechazo total aETA se había incrementado del 4 al 11por ciento y el no sabe/no contesta,equivalente a indefinición odesconcierto, había subido del 5 al 19

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por ciento en la izquierda abertzale.El director del Euskobarómetro,

Francisco Llera, subrayaba que elrechazo total a ETA en la izquierdaabertzale después de la ruptura de latregua era superior al apoyo total: un 11frente a un 2 por ciento. Otro datocurioso del estudio era que mientras en1999 la izquierda abertzale considerabaen un 50 por ciento «patriotas» a losmiembros de ETA, en 2007 esa cifrahabía caído al 18 por ciento. ETA habíapasado de ser una organizaciónprestigiosa en la izquierda abertzale aldescrédito.

La desafección del entorno político

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de ETA se había extendido a lascárceles y al exilio. Antes de la tregua,en noviembre de 2004, un grupo dedirigentes históricos de ETA, de losaños más duros, de la década de 1980,como Francisco Múgica, Pakito;ignacio Arakama, Makario; IñakiBilbao, Carlos Almorza, hicieronpública una carta en la que asegurabanque «la lucha armada que hoy desarrollaETA no sirve» y reclamaban a ladirección de la banda que dejara elespacio a la política de la izquierdaabertzale.

Después de éstas aparecieron lascartas de otros militantes relevantes de

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las épocas más duras de ETA, comoJosé Luis Álvarez Santacristina, Txelis;josé Luis Urrusolo, Carmen Guisasola,Valentín Lasarte, Iñaki Recarte… Almalestar creciente contribuyó el hechode que el colectivo de presos no fueraconsultado por ETA cuando decidióromper la tregua en junio de 2007; elhecho de que ETA desatendiera la ofertadel Gobierno de acercar presos durantelas conversaciones en Ginebra y lasduras exigencias del colectivo a suspresos, como rechazar los beneficiospenitenciarios.

Un testimonio crítico contra la bandaespecialmente relevante fue el de Txema

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Matanzas por ser un conocido abogadode presos de ETA de la línea dura, hoyencarcelado con diez años de condenapor ser dirigente de Kas-Ekin-Saki. Enuna carta, publicada en julio de 2009, semostraba decepcionado por la gestiónque ETA hizo del último proceso y trascriticar duramente a la dirección de labanda decía abiertamente: «Es hora decerrar la persiana». Un testimonio aúnmás reciente y relevante fue el deldirigente de la línea más dura de ETA yopuesto a la tregua, Garikoitz Aspiazu,Txeroki, quien sorprendentemente enjunio de 2010 hizo un comentariofavorable desde la cárcel sobre el final

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de ETA.La existencia de un movimiento de

presos veteranos, disidentes de ETA,animó al entonces ministro del Interior,Alfredo Pérez Rubalcaba, encoordinación con la directora general deInstituciones Penitenciarias, MercedesGallizo, a activar la políticapenitenciaria. A final de 2008decidieron concentrar a los presosdisidentes de ETA en cárceles próximasal País Vasco, como Villabona(Asturias) y Zuera (Zaragoza) así comoen Nanclares de Oca (Álava). En aquelentonces cuarenta presos de ETA, sobreun colectivo de cerca de seiscientos en

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cárceles españolas, se declarabanabiertamente disidentes y estabanrecluidos en esas prisiones.

Los presos disidentes con ETAseguían dando pasos. Fue reveladora lacarta publicada el 15 de mayo de 2010en la que ocho de ellos, como CarmenGuisasola, Rafael Caride y José LuisUrrusolo, animaron al resto a acogerse alos beneficios penitenciarios, aparticipar en el debate interno de laizquierda abertzale en el que secuestiona la violencia etarra y areflexionar sobre la petición de perdón alas víctimas del terrorismo. Esto últimoera totalmente nuevo en el debate del

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mundo de ETA, aunque durante lasconversaciones entre Jesús Eguiguren yJosu Urrutikoetxea en 2005 elinterlocutor de la banda planteó que si elproceso iba para adelante habría queabrir el debate sobre el perdón a lasvíctimas del terrorismo.

No obstante, la inmensa mayoría delos presos de ETA solía estar a favor delas tesis de Otegi: la renuncia a laviolencia y la apuesta por vías políticasy pacíficas, con la pretensión de queETA asumiese esas tesis. Esta posiciónse hizo pública en septiembre de 2011 através de un texto que tuvo granrepercusión mediática.

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Pero antes de llegar a ese momentotuvieron que suceder muchas cosas,sobre todo, en el ámbito de la izquierdaabertzale. Así, la contundente decisióndel Tribunal de Derechos Humanos deEstrasburgo de junio de 2009 deconvalidar la decisión de los tribunalesespañoles sobre la ilegalización deBatasuna en base a la Ley de Partidosespañola por considerarla uninstrumento necesario para la bandaterrorista dejó a la izquierda abertzale,ilegalizada en todas sus marcas, sinninguna salida. Otegi lo calificó de«catástrofe». Una vez cerrada la vía delos tribunales, la izquierda abertzale

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estaba abocada a jugárselo todo a doscartas: o convencer a ETA de queabandonase la violencia o romper con labanda terrorista si quería recuperar lalegalidad para participar en la políticacomo deseaban sus dirigentes. Así se lorecordaba una y otra vez Alfredo PérezRubalcaba en todas sus declaracionespúblicas.

Desde el verano de 2009 laizquierda abertzale se empeñó a fondoen tratar de arrebatar a ETA lavanguardia tradicional del movimientonacionalista de izquierdas. Este debatevino precedido de algunas batallas queganaron la dirección de la izquierda

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abertzale a ETA. En las eleccionesvascas de marzo de 2009 ETA trató deimponer la abstención mientras laizquierda abertzale, ilegalizada, ganó eldesafío en su apuesta por el voto nulo,con el que pretendía contar los apoyos.Se repitieron las diferencias con laselecciones europeas de junio. ETAquería una candidatura abertzale con laque tratar de burlar los controlesjudiciales, y la izquierda abertzaleimpuso la Iniciativa Internacionalista,que encabezó el veterano dramaturgo,Alfonso Sastre.

A partir de ahí, los dirigentes de laizquierda abertzale diseñaron una nueva

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estrategia, un polo soberanista querecogiera el independentismo por lasvías políticas y pacíficas, que arrastraraa ETA para poder concurrir a lassiguientes elecciones, las municipalesde 2011, como un partido legal, lo quelogró casi en el último minuto a travésde la coalición Bildu. Todo empezó trasla ruptura de la tregua de ETA en juniode 2007 y el inmediato encarcelamientode Arnaldo Otegi dos días después —elTribunal Supremo revalidó la pena dequince meses de prisión por participaren un acto de recuerdo de José MiguelBeñaran, Argala, dirigente de ETAmuerto en un atentado de la extrema

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derecha en 1978— y de la cúpula deBatasuna en Segura (Guipúzcoa) enoctubre de 2007.

Mientras Otegi estaba encarceladoen Martutene (Guipúzcoa) ycontemplaba cómo se venía abajo laestrategia que diseñó ETA para laruptura de la tregua con la detenciónsucesiva de todos sus cabecillas yaparatos, abrió una reflexión y empezó aconstruir una nueva estrategia quesirviera de salida a la situación para laizquierda abertzale, al margen de labanda terrorista, pero tratando dearrastrarla. En aquella reflexión loacompañaron especialmente el ex

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secretario general de LAB, Rafael DíezUsabiaga, y el ex dirigente de ETA,Eugenio Etxebeste, Antxon, que lopusieron al tanto del desencanto de unaparte importante de las bases de laizquierda abertzale con ETA por laruptura de la tregua.

Otegi salió de la cárcel a finales deagosto de 2008 y esperó al 30 denoviembre para reaparecer en la escenapolítica con una entrevista a toda planaen el diario Gara, próximo a laizquierda abertzale. En enero de 2009ofreció en Bilbao una rueda de prensade la mano del diputado del Sinn Fein,Alex Maskey. Y el 17 de ese mismo mes

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participó en un acto público en elKursaal de San Sebastián, con unaentrevista realizada por los periodistasCarmen Liria, de La Jornada, deMéxico; Giuliana Sgrena, periodistaitaliana secuestrada en Irak, e IñakiIriondo, de Gara.

En su reaparición política defendiósu nueva estrategia: la creación de unpolo soberanista, la agrupación de todoel independentismo vasco, que laizquierda abertzale estima entre un 25 yun 30 por ciento del electorado vasco; elavance a la soberanía por vías pacíficas,de modo unilateral, esto es, sinnegociación previa de la izquierda

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abertzale y ETA con el Gobierno, alcontrario de lo que había sucedido enprocesos anteriores. Curiosamente, laestrategia del polo soberanista procedióde una sugerencia que le hizo a Otegi enuna visita a la cárcel en 2008 elentonces líder de Eusko Alkartasuna,Unai Ziarreta. Lo reveló JoneGoirizelaia, defensora de Otegi, duranteel juicio sobre Bateragune, en el que loacusaron y condenaron a diez años portratar de reorganizar a la antiguaBatasuna.

En el mismo juicio el defensor deDíez Usabiaga, Iñigo Iruin, que tratabade demostrar que la reorganización de

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Batasuna por parte del grupo de Otegiera precisamente para tratar de llevar aésta por las vías políticas y pacíficas,confirmó en la Audiencia Nacional lasreflexiones paralelas y contradictoriasde ETA y la izquierda abertzale tras elatentado de la T-4 en Barajas endiciembre de 2006. Y cómo Otegi seempezó a plantear desde ese momentoun cambio en la antigua estrategiapolítico-militar.

Otegi precisó en el mismo juicio quetras la T-4 su postura eradiametralmente opuesta a la de ETAporque ésta pensaba que «laacumulación de fuerzas era posible

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manteniendo la lucha armada y nosotros,no». «No es posible una acumulación defuerzas suficientes para alcanzarnuestros objetivos si se mantiene lalucha armada. No porque sea uncapricho nuestro sino porque las fuerzassociales y políticas que tienen quesumarse al proyecto dicen que no». Conesto Otegi confirmó también que su girohacia las vías pacíficas no era fruto deuna reflexión moral sino estratégica.

A comienzos de 2009 Otegi mantuvoalgunos encuentros con Eguiguren en losque le informó de sus planes. Y estainformación permitió a Eguiguren hacerun vaticinio. El 5 de abril de 2009 en

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una entrevista en El País auguró que «Lapaz se abrirá paso en 2011». Élargumentaba así este titular: «Laizquierda abertzale está al final delcamino. Quedó débil e ilegalizada alfinal del Proceso de Paz. Ellos mismoshan llegado a la conclusión de queterrorismo y política son incompatibles.Van a tener que tomar una decisión confecha de caducidad en dos años. En dosaños, se abrirá la paz en Euskadi».

Este vaticinio tenía aún más méritoporque en aquel momento, la izquierdaabertzale no sólo estaba ilegalizada,sino que además su estrategia resultabaperjudicada con una nueva irrupción de

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ETA en la escena. Tras la constitucióndel nuevo Gobierno vasco, ETA anuncióque atentaría contra él y el 19 de junioasesinó, cerca de Bilbao, al inspector depolicía, Eduardo Puelles. Fue el primerasesinato de ETA con el nuevoGobierno vasco del socialista PatxiLópez, que se había constituido en abrilde 2009 y el séptimo tras el final de latregua en junio de hacía dos años. Conanterioridad había matado en Capbreton(Francia) a los guardias civiles,Fernando Trapero y Raúl Centeno; al exconcejal socialista de Mondragón, IsaíasCarrasco; al guardia civil, Juan ManuelPiñuel en Legutiano (Álava), al brigada

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del Ejército, Ángel de la Cruz enSantoña (Cantabria), y al empresario deAzcoitia, Ignacio Uria.

El último asesinato de la banda secometió en Palma de Mallorca el 30 dejulio de 2009 al atentar mortalmentecontra dos guardias civiles, CarlosSáenz de Tejada y Diego Salvá, al díasiguiente de dinamitar el cuartel de laGuardia Civil de Burgos. Una especiede traca final porque desde entoncesETA ya no volvió a atentar en España.Aunque seguía siendo un dato dramático,resultaba revelador de la mejoría de lalucha antiterrorista si se comparaba conel número de víctimas del terrorismo en

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la etapa de José María Aznar que habíapasado de setenta a once con elGobierno de Zapatero.

La irrupción de ETA confirmaba aOtegi y a Díez Usabiaga aún más lanecesidad de mantener su iniciativa yactuar al margen de la banda. Lastensiones entre ETA y la izquierdaabertzale son notorias. En una de lascartas que le fueron intervenidas a DíezUsabiaga en octubre de 2009 se podíaleer: «Hay una evolución positiva, perosigue existiendo tendencia a creer quetodo es compatible, que esa reflexión yese discurso puede complementarse conotras cosas y eso nos podría llevar a

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otro atasco monumental». El «todo» y«cosas» eran referencias a la actividadterrorista de ETA y su autor mostraba supreocupación porque la banda lo echaratodo a perder. Más nítida fue aún lacarta que Arnaldo Otegi envió endiciembre de 2009 a un preso de ETAencarcelado en Zuera (Zaragoza), en laque decía, en clara referencia a labanda, que «quien se resiste a abandonarla violencia o no está en sus cabales otrabaja para el enemigo».

Los recelos de la banda hacia laizquierda abertzale quedaban reflejadosen sus documentos de aquellas fechas.Hablando de la reflexión abierta por la

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izquierda abertzale tras la ruptura de latregua ETA señalaba: «Puede servirpara debatir sobre el diseño del procesodemocrático, pero ese diseño delproceso vuelve a reunir muchos puntosde vista que no son compartidos por laOrganización (ETA). Nos irritaenormemente que se siga debatiendosobre un modelo de proceso que no escompartido por la Organización».

En septiembre de 2009 se unía aldúo Rufi Etxeberria, que acababa decumplir dos años de cárcel tras sudetención en Segura (Guipúzcoa) a lospocos meses de romperse la tregua pororden del juez Baltasar Garzón bajo la

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acusación de reconstruir la cúpula deETA. Etxeberria, que tenía problemasfamiliares, sólo aceptó la propuesta deOtegi y Díez Usabiaga con la condiciónde llevar el proceso hasta el final y nodejarse amilanar por ETA como sucedióen 2006.

Etxeberria, de Oyarzun (Guipúzcoa),había sido siempre una figura importanteen el mundo político de ETA. Fue elcomisario político de Batasuna, eldefensor de su ortodoxia desde elasesinato en Madrid por la extremaderecha de Josu Muguruza, al quesustituyó, en noviembre de 1989. Fue élpersonalmente quien expulsó de

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Batasuna a los abogados Iñaki Esnaola,Txema Montero y Patxi Zabaleta por«desviacionismo».

Como veterano dirigente deBatasuna, participó en los tres procesosde paz: el de Argel, de 1989; el deLizarra, de 1998, y el de Suiza y Oslo,de 2006. Su presencia en la MesaNegociadora de Batasuna en este últimoproceso fue interpretada como unaimposición de ETA para controlar aOtegi. Pero no fue así. Enseguida mostróque se había vuelto posibilista y queincluso se preocupaba por la situaciónpersonal de la gente, algo poco habitualen organizaciones muy disciplinadas.

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Con el encarcelamiento de Otegi yDíez Usabiaga en octubre de 2009 bajola orden de un auto del juez Garzón en elque los acusaba de reorganizar unaformación ilegal, Batasuna, lecorresponde a Etxeberria liderar unaizquierda abertzale que estaba siendoacorralada por todas las esquinas.Paradojas de la vida, en 1998 fueEtxeberria quien le pasó el testigo delproceso de Lizarra a Otegi porque él ibaa ingresar en la cárcel por haber sidocondenado por el Tribunal Supremo,como miembro de la Mesa Nacional deBatasuna, por haber cedido su espacioelectoral a ETA en la campaña de las

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elecciones municipales de 1995.

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PULSO ENTRE LAIZQUIERDA ABERTZALE

Y ETA

Etxeberria de acuerdo con Otegi,entonces encarcelado, le pidió ayuda alSinn Fein y volvió a conectar con BrianCurrin, el abogado sudafricano, quehabía asesorado a la izquierda abertzaledurante el último Proceso de Paz. Currinhabía participado activamente comoasesor en los procesos de paz deSudáfrica y de Irlanda del Norte.

Currin convenció a la izquierdaabertzale que para ganar credibilidad

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ante la sociedad vasca, debía realizargestos en la dirección del abandono dela violencia. El primer paso importanteen esa dirección lo dio la izquierdaabertzale el sábado, 14 de noviembre,con la presentación simultánea enAlsasua y Venecia de una declaración,que estaba inspirada en el documentoZutik Euskalherria, y que incluía unanovedad. En ella se apuntaba que «elproceso democrático tiene quedesarrollarse en ausencia total deviolencia y sin injerencias».

Aquella expresión moderada habíasustituido a la propuesta de Currin queplanteaba con claridad el rechazo a la

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violencia. Etxeberria y el núcleodirigente de la izquierda abertzale eranreacios a tirar demasiado de la cuerdapara no romper con ETA. Su batallaentonces era arrebatar a ETA lavanguardia del llamado MLNV(Movimiento de Liberación NacionalVasco), pero sin romper con ella. O entodo caso no darle argumentos para unaruptura que pudiera provocar unadivisión en la izquierda abertzale.

Tras la declaración de Alsasua yVenecia la izquierda abertzale decidióabrir un proceso de debate interno ensus bases para que decidieran si seaprobaba la nueva estrategia en la que

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aparecía como aspecto clave la apuestapor un proceso en «ausencia total deviolencia». El debate interno de laizquierda abertzale provocó momentosde tensión por la oposición de Ekin —los comisarios políticos de ETA en suseno—, e incluso llegaron a serexpulsados de algunas asambleas. Perose zanjó en favor de las posiciones deOtegi, Etxeberria y Díez Usabiaga porabrumadora mayoria, más de un 80frente a menos de un 20 por ciento. Esteapoyo abrumador reforzó la posición deOtegi y los suyos ante ETA aunqueseguían apostando por la gradualidadpara evitar la ruptura con la banda.

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Poco antes de que Otegi fueradetenido de nuevo mantuvo un encuentrocon Eguiguren en el que éste trató deconvencerlo de que era imposibleretomar el Proceso de Paz anteriordespués de todo lo que había pasado.«No es posible romper el diálogo, matary volver a negociar», le dijo Eguiguren.Este último recordó a Otegi lo queGerry Kelly, el enviado del Sinn Fein alas conversaciones de Ginebra de mayode 2007, le había dicho sobre cómohabía aprendido de la historia que unosólo se levanta de una mesa denegociación si puede regresar a ella conmás fuerza. Eguiguren recordó este

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pasaje con Otegi en una entrevista en ElPaís:«La historia demuestra que cuandofracasa un proceso cambia todo porqueimpacta en la opinión y en los partidos.En Euskadi nadie pide que se repita elproceso. La gente dice que pare ETA yluego hablamos».

Lo cierto fue que Otegi enfocó suestrategia a lograr el cese de laviolencia de ETA como prioridad através de un proceso unilateral sinmantener ninguna negociación ni con elGobierno ni los partidos. Su siguientepaso fue la declaración de Bruselas el29 de marzo de 2010 a cargo de Currin yvarios premios Nobel a los que

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movilizó el abogado sudafricano.Reclamaban a ETA un alto el fuegopermanente y verificableinternacionalmente y venía avalada porcuatro premios Nobel de la Paz: el expresidente sudafricano, Frederick deClerk; el arzobispo sudafricanoDesmond Tutu; el ex primer ministroirlandés, John Hume, y la ex presidentede Irlanda, Mary Robinson, así comopor la Fundación Nelson Mandela. Ladeclaración pasó sin pena ni gloriaporque tan sólo dos semanas antes, el 17de marzo, ETA asesinó en losalrededores de París a un policía, Jean-Serge Nérin, tras un enfrentamiento

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cuando varios terroristas trataban derobar coches para uso de la banda.Además de un crimen ETA cometió ungrave error político: aumentar la tenazade la policía francesa sobre su entoncesdebilitada organización.

Currin convenció a la izquierdaabertzale para que realizara unadeclaración crítica contra el atentado. Elresultado fue un comunicado novedoso,pero insuficiente a la vez. Por un lado,expresaba su pesar y lamentaba la«muerte fortuita» que había tenido lugaren las inmediaciones de París, y apelabaa la declaración de Alsasua, aprobadade forma masiva por la izquierda

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abertzale: «(Ese proceso) debe llevarseadelante exclusivamente por mediospolíticos y democráticos en ausencia detodo tipo de violencia».

Un comunicado así hace tan sólounos años hubiera sido interpretadocomo una revolución en la izquierdaabertzale, pero tras el fracaso del últimoproceso de final dialogado con ETA, laexigencia social fue superior y todo loque no fuera una exigencia de laizquierda abertzale a ETA para queabandonara definitivamente la violenciaresultaba insuficiente. Por eso ni elcomunicado de la izquierda abertzale nila declaración de Bruselas convencieron

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dos semanas después del últimoasesinato de ETA, no tuvieron el ecoque hubiera deseado su inspirador,Currin. Además, el 21 de marzo, tresdías después del asesinato de Jean-Serge Nérin, ETA emitió uncomunicado, redactado en fechasanteriores al luctuoso suceso, en el quecondicionaba el «cambio político» alreconocimiento del derecho a laautodeterminación por parte de lasdemás fuerzas políticas.

En esta política de avancesdosificados la izquierda abertzale diootro paso el sábado 24 de abril de 2010con la declaración de Pamplona. Quiso

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dar a la lectura, a cargo de TxeluiMoreno y Karmele Aierbe, un carácterde solemnidad. Con una escenografíatípica de la izquierda abertzale se llevóa cabo la lectura en una sala del hotelTres Reyes, de la capital navarra,respaldados por decenas de militantes ycon Rufi Etxeberria en primera fila.

La declaración tuvo mucho más ecoque la que se había celebrado enBruselas un mes antes, sobre todo, porun párrafo que fue decisivo: «Lareanudación de las acciones armadas,lejos de solucionar los bloqueos en eldiálogo no han hecho sino producir unbloqueo superior». Era una clara

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censura a la decisión de ETA decontinuar el terrorismo, tomada tras eldebate interno que cerró dos años antes.

Tres semanas después la detencióndel jefe militar de ETA, Mikel Carrera,junto con su número dos, ArkaitzAguirregabiria, dejaron fuera decombate al último de los miembros de ladirección de ETA de la banda durante elproceso y contribuyeron a fortalecer laposición de la izquierda abertzalefavorable a la vía pacífica ante lainviabilidad de la vía terrorista.

La debilidad de ETA no procedíasólo de su vulnerabilidad ante laactuación policial. También por razones

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internas. ETA estaba desgarrada por unalucha por el poder, zanjada con laexpulsión de Thierry y Suberbiola porTxeroki y Carrera después de queaquéllos hubieran sido detenidos por lapolicía francesa en Burdeos en mayo de2008. Aquellas diferencias internas semantuvieron entre sus sucesores en ETAy contribuyeron a la paralización de labanda que se encontraba además muycercada por el fuerte acoso policial.

La detención de Carrera a su vezeliminó un obstáculo importante para laizquierda abertzale al desaparecer de laescena el dirigente de ETA que más sehabía opuesto a su iniciativa de

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funcionar autónomamente. Carrera quisoimponer a la izquierda abertzale laabstención frente al voto nulo, queprevaleció en las eleccionesautonómicas de 2009. También perdióen su pretensión de que no se presentarala lista Iniciativa Internacionalista, queencabezó Alfonso Sastre, a laselecciones europeas de 2009. Pero,sobre todo, era un obstáculo para que laizquierda abertzale pudiera transitar porvías pacíficas y políticas.

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LAS TREGUAS DESEPTIEMBRE Y DE

ENERO

La prueba de que Carrera era unobstáculo para los planes de laizquierda abertzale se produjo el 5 deseptiembre de 2010 cuando ETA através de la BBC declaraba el alto elfuego. Se producía cuatro años y mediodespués de la anterior tregua, la queoriginó el proceso de 2006, y obedecíaa la reclamación de la izquierdaabertzale, ejercida a través de losfacilitadores internacionales de Brian

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Currin. Tenía una peculiaridad. Selimitaba a transmitir el cese de las«acciones armadas ofensivas». No fueuna declaración de tregua como laanterior, con compromisos como un altoel fuego permanente e indefinido. Nitampoco estaba previamente pactada conel Gobierno o los partidos como sucedióen anteriores treguas. Aquélla eraunilateral. Todos los partidos lacalificaron de «insuficiente».

Eguiguren no se vio sorprendido porla tregua y para él la declaración deETA tenía sentido. Los términos en quese producía la tregua, su unilateralidad,coincidían con los que le había

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expresado a Otegi en la últimaconversación que mantuvieron antes deque éste fuera encarcelado. En unaentrevista a El País una semana despuésde la declaración de la tregua dijo:«Aunque se ha presentado comonegativo que ETA no fije fecha a latregua, a mí me parece lo más positivoporque no la condiciona a un plazo.Además, es la primera tregua unilateralde ETA. Esta vez lo han decidido solosy para una organización terrorista resultamás fácil terminar por convicciónpropia que por la vía de la negociación.Ha pasado en muchos conflictosinternacionales. La tercera novedad es

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que la tregua procede de un mandato delas bases de Batasuna, que mantiene lapresión sobre ETA, pero sin romper conella».

Eguiguren, que tras elencarcelamiento de Otegi, manteníacontactos regulares con Rufi Etxeberria,sabía por éste no sólo que la treguallegaba sino que la clave del nuevoproceso que se abría era que en estecaso había un mandato de las bases deBatasuna, votado en asamblea, a favordel final de la violencia. TantoEtxeberria como Otegi han comentadoque si en el proceso anterior las basesse hubieran pronunciado, como en esta

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ocasión, el proceso no hubierafracasado porque el pronunciamiento dedichas bases obligaba a ETA comoparte del MLNV. Eguiguren concluía enque «el tiempo le ha dado un bañorealismo a Batasuna y empieza a sentirseen ETA, que tiene que dar con la formade terminar sin destrozar el movimientopolítico que ha creado».

Veinte días después de ladeclaración de tregua de ETA, laizquierda abertzale dio un paso más yreclamó a la banda mayores exigencias.Junto con Eusko Alkartasuna yAlternatiba, escisión de IU-EB, y Aralarproclamaron en Gernika una declaración

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en la que reclamaron a ETA un alto elfuego que fuera «expresión de suvoluntad para un abandono definitivo delas armas».

Poco después ETA emitía uncomunicado en el que afirmaba estardispuesta a dar ese paso si el Gobiernofacilitaba la creación de una Mesa dePartidos. El texto de la izquierdaabertzale reclamaba asimismo alGobierno medidas como la amnistíapara los presos políticos. Losprincipales partidos, PSOE, PP y PNVasí como el Gobierno rechazaron lasexigencias. Los tiempos del procesodialogado, que reclamaba ETA, ya

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habían sido superados. Exigieron a ETAel cese definitivo e incondicional, perotambién valoraron la reclamación de laizquierda abertzale a la banda terroristade cese definitivo.

La izquierda abertzale entróentonces en una etapa de administraciónde los tiempos para dosificar susmensajes a favor de las vías pacíficasmientras ganaba tiempo para tratar dearrastrar a ETA a sus posiciones puescomprobaba con nitidez que no iba a serposible una negociación con elGobierno como en el pasado. No sólo larechazaban el PSOE y el PP; también elPNV. Y, además, en la sociedad vasca

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lo que predominaba era la reclamación aETA de cese definitivo y no un finaldialogado como hacía cinco años. Todohabía cambiado.

Otegi era muy consciente de ello yutilizó la plataforma de la AudienciaNacional donde fue juzgado el 12 denoviembre de 2010 por un presuntodelito de enaltecimiento del terrorismopor su intervención en la asamblea deAnoeta de 2004, para propagar suapuesta unilateral y sin contrapartidaspor las «vías políticas y pacíficas».«Quiero volver a reseñar con carácterabsolutamente claro que nosotros hemoshecho una apuesta por las vías pacíficas

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y democráticas, que nosotrosrechazamos el uso de la violencia paraimponer un proyecto político, quenosotros abogamos por un proceso desoluciones democráticas», señaló en sualegato.

Al hilo del juicio de Otegi,Eguiguren, que fue citado por el juezcomo testigo obligatorio, se convirtió enobjeto de una durísima persecución porparte de la derecha mediática y del PP,que pedían su dimisión a través deDolores de Cospedal y EstebanGonzález Pons. A ésta contribuyeronunas declaraciones en la Sexta en lasque Eguiguren hablaba con naturalidad

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de sus conversaciones con JosuUrrutikoetxea en 2005 y 2006, y en lasque adelantó lo que iba a suceder tansólo dos meses después: que ETA iba adeclarar una tregua permanente yverificable. El sector más radical delPP, la gente de Mayor Oreja, así comola derecha mediática ya veníanatacándole desde hacía tiempo y leatribuían su participación en una nueva einexistente negociación con ETA.Eguiguren tuvo el respaldo expreso deZapatero, Rubalcaba y de Patxi López.Y el juez Pablo Ruz rechazó la querellapresentada contra Eguiguren por partede José Alcaraz, ahora presidente de la

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extremista Voces contra el Terrorismo,por «enaltecimiento del terrorismo».

En los prolegómenos de lasNavidades de 2010 Rufi Etxeberriaanunció en Radio Euskadi que antes deque acabaran las fiestas ETA haríapública la tregua que se esperaba, la quelos facilitadores internacionales deCurrin y la izquierda abertzale le habíanreclamado en marzo. No sorprendióaquel anuncio, que el entonces ministrodel Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba,asumió como cierta por la informaciónde que disponía y porque todo el mundola reclamaba.

El ambiente lo había ido caldeando

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la izquierda abertzale con sus mensajesdosificados. Antes del anuncio deEtxeberria sobre la tregua de ETA, elmismo dirigente leyó en Pamplona, el 27de noviembre, una declaración en la queanticipaba la creación de un nuevopartido de la izquierda abertzale querechazaría la violencia y cuyos estatutosse acogerían a la Ley de Partidos.Aquello requería un compromiso deETA.

Y el comunicado llegó el 10 deenero de 2011 en los términos previstosy solicitados por quienes lo habíanreclamado: los facilitadoresinternacionales de Currin y la izquierda

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abertzale. Un alto el fuego permanente,general y verificable. Pronto ETAaclaró que incluía el compromiso deacabar con la extorsión, además definalizar con la kale borroka, que enoctubre había reclamado Otegi en unaentrevista ofrecida desde la cárcel.

Este comunicado, al contrario del deseptiembre, fue tomado en cuenta por losGobiernos central y vasco así como porlos partidos, cuyos líderes coincidieronen valorarlo por su carácter unilateral yaque partía de una decisión de ETA,presionada por la izquierda abertzale yno incluía contrapartidas al no habersido negociado con el Gobierno. Los

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partidos también coincidieron enreclamar a ETA, a su vez, el cesedefinitivo.

A la unilateralidad de ETA y laizquierda abertzale contribuía que nadiefuera de ese mundo reclamabacondiciones al Gobierno para que labanda avanzara hacia el final de laviolencia. No había un lehendakariIbarretxe que reclamara una Mesa dePartidos como condición para la paz,como sucedía en el pasado. Alcontrario, el Gobierno vasco de PatxiLópez había contribuido a presionarsobre ETA con una mayor implicaciónde la Ertzaintza en la lucha antiterrorista

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y un trabajo de deslegitimación socialde la violencia política.

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LOS ESTATUTOS DESORTU Y LASELECCIONES

MUNICIPALES

El compromiso de alto el fuego deETA allanaba el camino para un pasodecisivo que pretendía la izquierdaabertzale, la presentación de losestatutos de Sortu con el objetivo deconcurrir en las elecciones municipalesdel 22 de mayo de 2011. Fue el pasomás importante que ha dado la izquierdaabertzale después de la decisión de susbases de apoyar el rechazo a la

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violencia en febrero de 2010. Laimportancia en este caso estuvo en quelos estatutos de Sortu rechazabanexpresamente la violencia de ETA,expulsaban del nuevo partido a quienesparticiparan en actos violentos y secomprometían a reconocer a lasvíctimas del terrorismo.

Leído en Bilbao por el abogado dela izquierda abertzale, Iñigo Iruin,auténtico ingeniero del texto, y de uno desus indiscutibles líderes, RufiEtxeberria, arropados por históricosdirigentes de la Mesa Nacional deBatasuna, el acto tuvo grantrascendencia política y mediática. No

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se esperaba que llegaran tan lejos y, dehecho, originó reservas en las filas de laizquierda abertzale, algunas serias,según reconocería el propio Iruin. Losestatutos de Sortu hacían creíbles lasdeclaraciones de Etxeberria sobre lairreversibilidad del final de la violenciao la decisión de la izquierda abertzalede condenar un atentado de la banda siéste se produjera. De tal modo que unamayoría de la opinión vasca creyó quese asistía, realmente, al proceso final deETA, al menos por parte de la izquierdaabertzale, y también empezó a prender laidea en sectores progresistas españoles.

El 7 de febrero de 2011 Jesús

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Eguiguren dijo sobre los estatutos deSortu: «Es una decisión histórica. Hancruzado la línea invisible de esteproceso. Se puede decir que haempezado la paz en Euskadi. Pero tengoque decir, también, que después demuchos años, estamos cerrando laherida pendiente de la transición,intentando consolidar la democracia enEuskadi, que no se valora por losproblemas económicos del país y por laceguera del PP».

En opinión de Eguiguren ETA aceptalas decisiones de la izquierda abertzalecon el silencio. Y añadió: «Yo creo aRufi Etxeberria cuando dice que ha

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habido un debate en toda la izquierdaabertzale y que ha decidido que laviolencia es cosa de otro tiempo. Estándando los pasos que decían que iban adar».

Pero el Tribunal Supremo noconsideró conveniente la legalización deSortu. En el terreno político había unacoincidencia entre los dos principalespartidos, PP y PSOE, en que fuera así.Los socialistas, aunque admitían que losestatutos de Sortu eran un avance,consideraban que era convenientemantener la presión sobre la izquierdaabertzale hasta que lograra el cesedefinitivo de ETA.

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Pero la izquierda abertzale tenía unplan B. Por un lado, decidió no recurrirante el Tribunal Constitucional lailegalización de Sortu ante el riesgo desufrir otro rechazo. Se guardó esta cartapara el momento en que hubiera másevidencias de su apuesta irreversiblepor el final de la violencia. Por otrolado, activó el acuerdo de coalición queen junio de 2010 suscribió con dospartidos legales, Eusko Alkartasuna yAlternatiba, el famoso polo soberanistade Otegi. La izquierda abertzale norenunciaba a presentarse a laselecciones municipales del 22-M y loharía con Bildu, una coalición en la que

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participan dos partidos legales, con loque complicaban mucho la decisión delos tribunales si trataban de evitar supresencia electoral. Fue Iruin el artíficede esta estrategia, un abogadodonostiarra prestigioso, que en los añosochenta fue parlamentario de HerriBatasuna y que contaba con la absolutaconfianza de Otegi y Etxeberria.

El 5 de mayo, diecisiete días antesde las elecciones, el TribunalConstitucional decidió la legalizaciónde Bildu por un ajustado 6 contra 5, y serevocó así la decisión del TribunalSupremo que tan sólo unos días antes lohabía ilegalizado, también en una

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votación apretada, con unos votosparticulares fundamentados en derecho,que inspiraron la sentencia absolutoriadel Constitucional. La derecha mediáticay el PP organizaron una gran campañacontra los magistrados delConstitucional que votaron a favor de lalegalización de Bildu y contra elGobierno, al que acusaron de tolerarla.El Ejecutivo se mantuvo al margen de ladecisión judicial. Pero el PP, en unacampaña que recordaba a la queprotagonizó durante el proceso dediálogo de 2006, no dudó en acusarlesde meter a ETA en las instituciones a tansólo dos semanas de las elecciones

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municipales en las que todas lasencuestas sonreían al PP.

De toda esta campaña mediática elprincipal beneficiado fue Bildu que gozóde publicidad gratuita durante las dossemanas previas al 22-M. Su resultadofue espectacular y sorprendente. Elmejor de la historia de la izquierdaabertzale, el 25,45 por ciento de losvotos en el País Vasco, seis puntos másque en las elecciones de 1999, donderadicaba su techo electoral. De estemodo Bildu se convertía en la segundafuerza vasca, la primera en Guipúzcoa, yunas semanas más tarde lograba laDiputación General de Gipúzcoa, la

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Alcaldía de San Sebastián y las denumerosos municipios guipuzcoanos. Noes necesario mencionar que Bildu habíacapitalizado el esfuerzo de la izquierdaabertzale por lograr que ETA parase ypor su apuesta por las vías políticas ypacíficas.

La victoria electoral de Bildureforzó la posición de la izquierdaabertzale en los ámbitos políticosvascos y ante ETA, que contempló cómosu fracaso tenía como contrapartida eléxito de la estrategia política y pacíficadefendida por Otegi tras la ruptura de latregua de 2006. La victoria de Bildusuponía la imposición definitiva de la

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izquierda abertzale sobre ETA.Otegi lo reflejó con toda rotundidad

en sus intervenciones en julio de 2011,durante el juicio del caso Bateragune, enla Audiencia Nacional. Se declaró«orgulloso» y «satisfecho» de haberhecho «virar el trasatlántico de laizquierda abertzale» hacia una estrategiaen la que «no aparezca la m(de militar)por ningún lado porque la m en nuestraestrategia sobra y estorba».

Reconoció cómo el cambio deestrategia había sido la razón del éxitoelectoral de Bildu en las elecciones demayo. «Empezamos siendo cuatro ocinco y ya vamos por 313.000 y eso no

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se va a detener. Eso va a ir a más». Y seratificó en la irreversibilidad de laapuesta de la izquierda abertzale porvías políticas y pacíficas cuandoaseguró que «rechazaría una vuelta deETA a la violencia» y que el únicoescenario que se plantea es «el cesedefinitivo de la violencia armada con eldesmantelamiento de las estructurasmilitares».

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LA LITURGIA DEL FINAL

En aquellos momentos la izquierdaabertzale planeaba una estrategia para elfinal. El excelente resultado de Bildu leotorgaba una gran autoridad ante ETA.Su pretensión era lograr la legalizaciónde su partido, Sortu, y activar medidasfavorables a los presos de ETA, con larevisión de la aplicación de la doctrinaParot. Ambas cuestiones dependen delTribunal Constitucional.

Los líderes de la izquierda abertzalecalculaban que con ambos logros ETApodría declarar el alto el fuegodefinitivo. Creían que además había

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margen para que estas decisionespudieran ejecutarse antes de laselecciones generales, previstas paramarzo de 2012, y que al Gobierno deZapatero, muy mal según las encuestas,le podían interesar.

Pero Zapatero, aunque seguía coninterés los movimientos políticos en elPaís Vasco, tenía como principalpreocupación la lucha contra la crisiseconómica. Acuciado por los malosresultados de las encuestas, en abrilhabía anunciado que no se presentaba ala reelección y el 29 de julio decidióadelantar las elecciones al 20 denoviembre de 2011.

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Los dirigentes de la izquierdaabertzale, a la vista del adelantoelectoral, dudaron sobre la posibilidadde esperar a que pasaran las eleccionespara redefinir su estrategia en función dela actitud del nuevo Gobierno quesaliera de las elecciones del 20-N.

Finalmente Rufi Etxeberria sedecidió a dar los pasos que teníaprevisto al margen del calendarioelectoral. Predominó la tesis de quetodo lo que pudiera hacerse antes de laselecciones haría más difícil la marchaatrás para el Gobierno que saliera de lasurnas en las elecciones del 20-N. SegúnRufi Etxeberria, ETA ya estaba en

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condiciones de dar el paso. Le habíacostado asimilar seis meses los estatutosde Sortu, pero lo había hecho. Laestrategia de la izquierda abertzale deavanzar lentamente, pero todos juntos,había triunfado. De tal modo que el 11de septiembre Rufi Etxeberria pudodecir en la prensa vasca: «ETA ya hatomado la decisión».

La izquierda abertzale activó en esemomento el plan que tenía previsto paraescenificar el final de ETA: lacelebración de una ConferenciaInternacional de Paz en el palacio deAiete, antigua residencia del dictadorFranco en San Sebastián. Estaba basado

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en una idea planteada en el Proceso dePaz de 2006, la celebración de unaconferencia de paz impulsada por lospartidos que se sentaron en lasconversaciones de Loiola —PSE, PNVy la izquierda abertzale— y organizadapor Eusko Ikaskuntza. Pero cuando ETAdinamitó aquellas conversaciones, elproyecto se desechó.

La izquierda abertzale lo recuperóen el verano de 2006 y encargó suorganización al movimiento social vascoLokarri. Decidió darle rango deconferencia internacional y encargó aCurrin y a su Grupo Internacional deContacto que encontrara personalidades

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extranjeras dispuestas a acudir. A travésdel Grupo Internacional de Contacto, deCurrin, logró atraer al ex secretariogeneral de la ONU, Kofi Annan; a los exprimeros ministros irlandés y noruego,Bertie Ahern y Gro Harlem Brutland; alex ministro del Interior francés en laetapa de Mitterrand, Pierre Joxe; aJonathan Powell, ex jefe de Gabinete delex primer ministro británico, Tony Blair,en cuya representación acudió, y al líderdel Sinn Fein, Gerry Adams. Blair juntocon el ex presidente norteamericanoJimmy Carter y el ex senador Mitchellse sumaron a la iniciativa al díasiguiente de su celebración en un

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comunicado enviado a Lokarri. Blair,Powell, Ahern y Adams ya habíancolaborado en el proceso de 2006.

El presidente del PNV, IñigoUrkullu, se convirtió en un animadorpolítico en la sombra de la conferencia yconectó con partidos, patronal,sindicatos, la Iglesia y organizacionessociales para que se sumaran al evento.Pero su papel más importante consistióen influir en que Zapatero, con el quemantenía una estrecha colaboraciónpolítica por ser su principal sosténparlamentario, tolerara el acto. Tambiéninfluyó en la no beligerancia del líderdel PP vasco, Antonio Basagoiti, y la de

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su presidente nacional, Mariano Rajoy,con el que había mantenido seisencuentros, la mayoría secretos, duranteel último año.

El lehendakari Patxi López noacudió a la conferencia. Coincidió conun viaje a Nueva York. No quisocomprometer al Gobierno vasco en unevento que consideraba un compromisoentre ETA y la izquierda abertzale, alque había permanecido ajeno, aunque síestaba informado por Eguiguren. ElPSE, igual que los demás partidos, aexcepción del PP y UPyD, respondió ala invitación con Eguiguren al frente.

Como aperitivo de la conferencia, la

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izquierda abertzale en la segundaquincena de septiembre escenificó ladisolución de Ekin, el grupo decomisarios políticos de ETA quecontrolaba a la izquierda abertzale en elpasado, y un pronunciamiento delcolectivo de presos de la banda a favorde la declaración de Gernika, queconfirmó cómo la mayoría de reclusosestaba en las tesis de Otegi, de cesedefinitivo de la violencia.

La Conferencia de Paz de SanSebastián, celebrada el 17 de octubre,fue la liturgia con la que la izquierdaabertzale escenificó el anuncio del cesedefinitivo del terrorismo de ETA. Tras

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tres horas de intervenciones de todos losasistentes, la representacióninternacional leyó una declaración en laque instó a ETA al cese definitivo de laviolencia y a los gobiernos español yfrancés a que por el logro de la pazofrecieran una solución para los presosde la banda y sugería a su vez laconstitución de una Mesa de Partidos yla celebración de una consulta. Al díasiguiente, con un guion que se habíadiseñado de antemano, la izquierdaabertzale se sumaba a la iniciativa.

La conferencia tuvo una reacciónvirulenta desde la derecha mediática yel sector más radical del PP, que hacía

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recordar los tiempos del Proceso de Pazde 2006. No querían entender que elprecio a pagar por el cese definitivo deETA era mínimo. Una liturgia conropaje internacional que sólocomprometía a ellos mismos. No sirvióde nada que la intervención deEguiguren en la conferencia, impecableen la defensa de tesisconstitucionalistas, rompiera losesquemas de la izquierda abertzale y delos partidos nacionalistas.

Evidentemente la cercanía de laselecciones acrecentó esa virulencia.Este clima se mantuvo cuando el jueves20 de octubre de 2011 ETA anunció a

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las siete de la tarde a través de uncomunicado en los diarios Gara yBerria el cese definitivo de la violencia.La derecha mediática, muy fuerte enMadrid, sorprendida, quisodesnaturalizar el sentido delcomunicado, negando su trascendencia.Sólo El País y Público, en Madrid, asícomo la prensa vasca y catalanaasumieron la importancia histórica de lanoticia. El País lo tituló «El fin delterror».

El comunicado de ETA era mejorque el emitido tres días antes por laConferencia internacional en la quejunto al punto crucial, la reclamación

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del cese definitivo, añadía sugerenciascomo la constitución de una Mesa dePartidos y la celebración de unaconsulta. ETA se limitó, en sucomunicado, a proclamarunilateralmente el cese definitivo de laviolencia a cambio de que España yFrancia tomasen medidas favorables amás de setecientos presos y centenaresde clandestinos. Dejaba claro que elesquema del final era el de paz porpresos. Fue la izquierda abertzale laque, con el Grupo Internacional deContacto, movió los hilos para que lascosas se hicieran de ese modo.

Las cuestiones políticas las

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gestionaría la izquierda abertzale que,en ese momento, preparaba con éxito laselecciones generales del 20 denoviembre con la constitución de unanueva coalición, Amaiur, en la quesumaba a todo el soberanismo vasco alincluir en ella a Aralar. Era evidenteque la declaración del cese definitivo dela violencia de ETA a tan sólo un mesde las elecciones la beneficiaba y que suaspiración era nada menos que situarsecomo primera fuerza política vasca, traslos excelentes resultados que obtuvo enlas municipales de mayo.

La reacción al comunicado fue laprevista en el Gobierno, a través de

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Zapatero y en el PSOE, a través de sucandidato, Alfredo Pérez Rubalcaba,porque estaban al corriente de lo que sehabía cocinado en San Sebastián. Lamayoría de los partidos siguieron suestela. Todos lo saludaron como el finalde cuarenta y tres años de terrorismo yel comienzo de una nueva etapa. Laincógnita estaba en la reacción del PP.Su líder, Mariano Rajoy, esperóveinticuatro horas. Pero, finalmente,valoró el comunicado de ETA como unanovedad que no había que desestimar.Fue clave la influencia de AntonioBasagoiti, líder del PP vasco, sureferente en las cuestiones relacionadas

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con el País Vasco y con el terrorismo deETA.

Los partidos parlamentarios fueronprácticamente unánimes, con laexcepción de UPyD, en considerar quecon el comunicado de cese definitivo deETA se abría una nueva etapa en el PaísVasco y que el Gobierno que saliera delas urnas el 20-N tendría que gestionarun Proceso de Paz por presos paraconsolidar el final de la violencia. Todoapuntaba a que el nuevo Gobierno iba adisponer del apoyo político de losprincipales partidos del que carecióZapatero en el Proceso de Paz de 2006por la desafección del PP.

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Eguiguren recibió la llamada deZapatero y Rubalcaba la misma nochedel jueves 20 de octubre. Estaban todostan emocionados que apenas hablaron.Los tres tuvieron una enorme sensaciónde satisfacción porque se había logrado,al fin, el objetivo por el que tanto habíanarriesgado cinco años antes. Eguigurenlo dijo en una entrevista en El País dosdías después: «Sin el Proceso de Paz de2006 la paz habría tardado mucho más.ETA perdió la legitimidad que lequedaba en el exterior y en la izquierdaabertzale al romper aquel proceso trasimplicarse, como se implicó, elGobierno. El enfrentamiento entre ETA

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y la izquierda abertzale surge de lascenizas de la T-4».

Por ello reconoció el papel deZapatero, de quien dijo: «Ha traído lapaz. Siempre pensé que lo iba a hacer.Espero que todo el mundo se loreconozca porque se ha jugado el tipo.Los vascos siempre se loagradeceremos». De la «contribución ala paz» de Rubalcaba dijo casi lasmismas palabras.

El que fuera negociador con ETA en2006 recordó en la entrevistaanteriormente citada que las claves delfinal de la violencia estaban en «eltrabajo policial, el de la justicia, la Ley

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de Partidos, la movilización social y lacolaboración internacional». Tambiénrecordó «la voluntad de los líderesabertzales de vivir en paz y rechazar laviolencia. Y quiso hacer unreconocimiento a Otegi y RufiEtxeberria porque su tarea ha sido muydifícil y han corrido muchos riesgos. Yosé que le han tenido que echar muchovalor».

Eguiguren, nada tímido en susapuestas, apuntaba que la nueva etapa delogro de la paz «va a costar una década»y colocaba en la agenda «la cuestión delos presos, el reconocimiento de lasvíctimas y la convivencia». Su

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experiencia del proceso de 2006 lellevaba a considerar indispensable «unacuerdo político entre todos los partidosen España y en el País Vasco» porque«sin ese acuerdo no se puede abordar niel problema de los presos ni el de laconvivencia».

Lo cierto es que hemos entrado en laetapa de final de la violencia y que parallegar ahí han sido muchos los actores.El principal de ellos ha sido el hartazgode la sociedad española y vasca que hancondicionado a que el antiguo brazopolítico de ETA se haya visto obligadoa enfrentarse a la banda. Para ello fue unfactor decisivo el proceso de diálogo de

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2006, impulsado por Eguiguren, con elapoyo de Zapatero y Rubalcaba, cuyaruptura por ETA terminó de aislartotalmente a la banda. No cabe duda deque aquel proceso fue un fracaso táctico,pero el tiempo ha demostrado que fue unacierto estratégico. Pero para llegar a2006, en que todo se ha acelerado, hasido vital una larga marcha contra elterrorismo en la que han participado lasFuerzas de Seguridad del Estado, losmovimientos sociales y susmovilizaciones, la unidad de lospartidos democráticos y la colaboracióninternacional, especialmente la francesa,con el trasfondo del reconocimiento a

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las víctimas del terrorismo.

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EpílogoUna nueva etapa. La

paz de los vascos

Todos los títulos que se me ocurríanpara este epílogo giraban en torno altiempo perdido. Pero al final he optadopor uno que haga referencia al futuro.

En España se ha abierto una nuevaetapa, una nueva administración será laencargada de gobernar en los próximosaños. Ha heredado una tarea de alcancehistórico: hacer una paz justa enEuskadi.

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Y frente a la multitud de retos a losque el nuevo Gobierno tendrá que hacerfrente, éste debe ser su objetivoprioritario sin guardarlo en el cajón. Esimportante no dejar que se pudra lacuestión de la paz vasca, ni dejarla queevolucione al albur de donde sople elviento. Una acción decidida, lo másrápida posible, aunque sinprecipitaciones, es lo que procede.

Soy de los que creen que el nuevoGobierno de España estará a la altura delas circunstancias históricas. Descartartentaciones de hacer demagogia con eltema, decir poco y hacer mucho, aportarrealismo e iniciativa serían opciones

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aconsejables. Y dejar de sentir temorpor un tema que es siempre complicado.Perder el miedo porque es una cuestióna la que se puede poner punto y final demanera adecuada y en un tiemporazonable, y porque además es unaobligación histórica para un partido deestado, y también una deuda con quienesen Euskadi, y fuera de Euskadi, hanluchado y sufrido por no renunciar a labandera de la libertad.

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NO COMETER ERRORES

De lo ocurrido hasta ahora laprimera conclusión es que tanto losgobernantes como los que han estado enla oposición no han estado a la altura delas circunstancias. No ha existido lacapacidad, la flexibilidad o la voluntadpara responder a la nueva situacióncreada en el País Vasco con una nuevapolítica adecuada a las circunstancias, yse ha convertido en un principioindiscutible el mantenimiento de lapolítica anterior.

Se podrá alegar la necesidad decomprobar el alcance de los cambios en

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la izquierda abertzale o la falta deinformación sobre lo que estabaocurriendo. Sin quitar importancia aestos argumentos, la verdad es que lainformación existía y se conocía lasolidez de la nueva estrategia de lanueva abertzale. Yo mismo, nada másiniciarse la legislatura vasca, informé allehendakari de que la izquierdaabertzale en su conjunto —ETA incluida— había optado por una estrategiadistinta que implicaba el abandono de lalucha armada.

Al mismo tiempo informé también alpresidente del Partido Popular Vasco,Antonio Basagoiti, de cuáles eran las

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decisiones de la izquierda abertzalepara que asumieran un replanteamientode la política del Gobierno vasco.Comprendo que el escepticismo o elrechazo del PP, teniendo en cuenta sutrayectoria, fuera la reacción más lógica.Espero que hayan tenido tiempo decomprobar que no eran invenciones deun socialista al que, sin ningún motivo yde manera constante, sus compañeros deMadrid descalificaban.

El Gobierno vasco debe mantener suiniciativa y su protagonismo, sin dejarde entenderse con el nuevo Gobierno deEspaña. El Gobierno vasco apenas correriesgos tomando medidas políticas pues

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cuenta con la receptividad y el apoyo dela opinión pública. La nueva situaciónha sido posible en gran medida graciasal cambio político producido enEuskadi, cambio político que a su vezfue impulsado por el papel de lossocialistas en el Proceso de Paz. Lológico es mantener una política queresponda y profundice en la estrategiaque nos llevó al Gobierno vasco.

No es una cuestión de votos sinoalgo mucho más trascendente. La misiónhistórica del nuevo Gobierno y delcambio de Euskadi es lograr la paz. Nosencontramos en las mejorescircunstancias para conseguirla y no

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podemos despilfarrar el crédito quehemos ganado en momentos anteriores yposteriores a la llegada al Gobierno.

Corremos el riesgo de que laizquierda abertzale se convierta en laabanderada de la paz. Si hace cuatroaños se vio al socialismo vasco como elpartido de la paz y a la izquierdaabertzale como la que obstruía lasposibilidades que existían paraalcanzarla, no permitamos ahora que sevea como la portadora de la pazmientras que el PSE y el Gobierno seperciben como entes pasivos ante ella.

Hemos de olvidarnos de los cálculoselectorales, que dependen de otros

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muchos factores. No podemos renunciaren cambio a nuestra misión histórica dehacer la paz. Tenemos que hacer frenteal reto más importante que tiene elGobierno vasco de Patxi López, que hade jugarse el todo por el todo.

Las obligaciones del Gobierno dellehendakari son más ineludibles sitenemos en cuenta que es el Gobierno deunos partidos a los que no les haimportado arriesgar la vida y que hanperdido en numerosas ocasiones porlograr la paz. Ahora que gracias a esalucha se dan las condiciones adecuadaspara hacer la paz, hay que estar enprimera línea e irrumpir con firmeza en

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el nuevo escenario.Si se hace lo contrario, las

consecuencias pueden ser terribles decara al futuro. Aparte del riesgoelectoral, estaríamos ante el fracaso deuna misión histórica que los ciudadanoshan depositado en nosotros. Más que elfallo de una fórmula de gobierno,estaríamos ante el peligro de que losvascos considerasen que el socialismode Euskadi no estuvo a la altura de lascircunstancias y quede por tantoinvalidado como partido de gobiernopara muchos años.

Tenemos una oportunidad y hemosde tratar de evitar que el fin de cincuenta

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años de sufrimiento y el logro de la pazvayan seguidos de un tsunaminacionalista que rompa con el equilibriodel pluralismo vasco y los partidosautonomistas se vean obligados a iniciarla travesía del desierto en un ambientede hegemonía nacionalista.

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QUÉ HACER. UNDOCUMENTO QUE

SIGUE VIGENTE

Hace algo más de un año quepubliqué un documento sobre la nuevasituación política y las medidas quehabía que tomar que fue objeto de agriaspolémicas y de duras descalificaciones.Un año después podría suscribir todo loque en él se decía. El texto se llamabaReflexiones y propuestas para unfuturo de paz y convivencia, y es el quese reproduce a continuación:

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Reflexiones y propuestaspara un futuro de paz yconvivencia

«¿Conoces los invisibles hiladoresde los sueños?

Son dos: la verde esperanza y eltorvo miedo».

ANTONIO MACHADO

Como dice el poeta, ningún sueño se

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puede abordar sin la esperanza, ytampoco sin reconocer los riesgos. Portanto, cualquier propuesta o reflexiónsobre cómo abordar el futuro ycontribuir a la paz y la convivencia debepartir de la aceptación de lasexperiencias pasadas, de la asunción delos riesgos futuros y con la esperanzaque hace posible no rendirse y seguirtrabajando por la paz.

En función de estos principios esteepílogo contiene una serie dereflexiones y propuestas abiertas quepueden servir de orientación en elfuturo. Mucho hemos hablado ya delpasado, y también hemos procurado

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analizar el presente, un presente repletode novedades y expectativas. Ahora tocareferirse al futuro.

Comprendo que adentrarnos en estacuestión es delicado y arriesgado.Primero, porque andamos sobre terrenoresbaladizo, pues no sabemos conseguridad si lo anunciado por laizquierda abertzale (inicio de un nuevociclo y desvinculación o cierre delterrorismo) se va a confirmar o no.Pienso que sí, pero en caso contrarioestas propuestas podrían parecer unbrindis al sol.

No obstante, la virtud de la políticaconsiste en adelantarse a los

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acontecimientos, tener una ciertacapacidad de previsión del futuro(producto de la experiencia, de laintuición, de la información, etcétera)porque, si no, los acontecimientosarrastran si sorprenden a los gobiernosmirando hacia otro lado. Y después esmuy difícil retomar el control de lasituación. Indalecio Prieto, miope ymedio cegato en lo físico; en cambio, enlo político es el mejor ejemplo de estascualidades. Todo lo que ha hecho hoy elsocialismo, por ejemplo, ya lo planteóél antes de la República y anunciótambién el desastre que amenazaba alrégimen. «La mirada en el horizonte

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lejano y los pies en el suelo» era una desus máximas, junto con otras muchas:«La política no es un fumadero deopio», «La política es un arte derealidades», etcétera.

No conozco nada parecido en elresto de los políticos españoles de laépoca. Aunque el político bilbaínopresumía de que su escuela había sido lavida y su universidad, la calle, no eradel todo cierto. Ya se sabe que era unlector insaciable (Azaña decía queestaba atiborrado de periódicos). Perono sólo leía periódicos, muchas de susafirmaciones que nos parecen originalesno lo eran y su concepción del

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socialismo liberal democrático esprácticamente la misma que encontramosen los escritos del socialista francésJean Jaurès, al cual se supone que leyó yreleyó. Por tanto, teoría, práctica yvisión de futuro. Tomar decisiones yadelantarse a los acontecimientos,asumiendo el riesgo de equivocarse.

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UNA LLAMADA A LARESPONSABILIDAD

Pero el gran problema hoy enEspaña para abordar la cuestión de unapolítica activa en caso de que seconfirme la evolución de la izquierdaabertzale no está en la incapacidad o laceguera, sino en la irresponsabilidadpolítica. Cualquier movimiento en lamateria por parte del Gobierno españolo del Gobierno vasco sería la ocasiónpara abrir un nuevo frente contra elGobierno, ya con bastantes problemaspor la crisis económica y sus

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devastadores efectos.Es necesario hacer un llamamiento a

la responsabilidad en esta cuestiónporque hay algo de inmoral en todo ello.No tiene sentido que quienes sienten,porque supongo que no lo aparentan,solidaridad y compasión a losdefensores de la libertad en el PaísVasco al hacer política sacrifiquen todoeso al sectarismo, a cálculos electoraleso simplemente se dejen arrastrar por lacorriente de la demagogia. Los políticosvascos no necesitamos compasiónporque ha sido un gran privilegio y unhonor defender los valores democráticosen Euskadi. No ha sido mala suerte que

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nos haya tocado hacer política enEuskadi, ha sido una gran oportunidad,porque aquí la política consiste endefender la libertad vasca y lademocracia española, corriendo riesgosfísicos y de todo tipo. Y donde se hahecho política por vocación, idealismo,amor propio y convicción en la victoria.

¿Duda alguien en España, sea dederechas o de izquierdas, de que elprincipal contrapeso que ha tenido elnacionalismo vasco, por no hablar delterrorismo y los radicales, ha sido elPSE? No es por adjudicarnos méritos,es que siempre ha sido asíhistóricamente. Por nuestra ideología y

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por nuestro arraigo y nuestra fuerza en elpaís. Otro tanto podría decir de losmilitantes del PP vasco. Quizá ellostodavía con más soledad y sintiéndosemás débiles que nosotros. O cómo cabedudar de que el PNV, aunque nocomprendemos desde nuestraperspectiva su actuación, ha sido quizáuna garantía frente al desastre por serprecisamente nacionalista y habermantenido la supremacía en ese campo,aunque para ello hayan seguido políticasque no compartíamos, pero que quizáellos, que conocían el terreno, sabían lasambigüedades con las que habían quejugar para no ser desbordados. La

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historia y el tiempo se encargarán dejuzgar los hechos.

Pero, volviendo a la cuestión de laresponsabilidad en la política española,qué sentido tiene que se haya combatidoal PSE con una política que lo hallevado al Gobierno, gracias al apoyodel PP, que a su vez ha salido delostracismo al que lo habíamosconducido todos, ellos mismosincluidos. Qué sentido puede tener dichaagresividad contra quienes siemprehemos defendido el Estatuto y laConstitución, precisamente sobre elterreno que había que hacerlo. En quécabeza cabe que se haya tratado de

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excluir no sólo al conjunto delnacionalismo democrático sino tambiénal socialismo vasco delconstitucionalismo si con ello, en casode que fuera verdad, no habría enEuskadi sino una ínfima minoría deconstitucionalistas y autonomistas. Nonecesitamos medallas. Los sufrimientos,los disgustos, las tristezas y lostrastornos físicos y psíquicos que todospadecemos valen mucho más quecualquier otro reconocimiento. Lo únicoque pedimos es que nos dejen trabajaren paz en lugar de sembrar el odio, lacalumnia y la división por todas partes.

Es lamentable que se cree este

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ambiente artificial cuando además, apesar de todo, en España no existeantivasquismo, se saben distinguir bienlas cosas y en general sólo veocomprensión y aprecio. Yo mismo, parami sorpresa, a pesar de haber sidoconvertido por algunos en traidor devíctimas y todo tipo de males, cuandoacompaño a mi mujer a las reuniones deasociaciones de víctimas a lo largo detoda España, en sus congresos yreuniones, sólo he encontrado cariño ysolidaridad. Y muchos de esosresponsables reconocían, abiertamente,que eran del PP. Incluso en el PaísVasco me atrevería a decir que la gente

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que más me animaba y apoyaba en lacalle, durante el Proceso de Paz, era delos populares.

Todos estamos paralizados ante eltemor de que los de siempre saquen elhacha de guerra si se intenta cualquiermovimiento en esta cuestión. En Madridsupongo que porque la opinión públicaestá muy sensibilizada y escarmentada ypodría no comprender al Gobierno. EnEuskadi porque somos una piezasensible de esa política, y el PP podríaverse obligado por sus correligionariosmadrileños a poner problemas alGobierno del Cambio en Euskadi.

¿No sería más inteligente que

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aprovechando precisamente la nuevasituación vasca el PP protagonizaratambién la política de pacificación,reforzando así sus posiciones para elfuturo, incluyendo también en estapolítica al PNV y a todos los partidosque estén dispuestos a colaborar? Comodudo mucho de que la responsabilidadse imponga en Madrid o el Gobiernotenga suficiente margen de maniobra,soy partidario de que tomemos lainiciativa, sin miedo a las amenazas, losataques y los chantajes. La opiniónpública, la sociedad vasca por mayoríaapoyarán esta actitud. Y los peligros enla práctica no podrían pasar de las

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palabras a los hechos, o se veríanampliamente compensados por lasolidaridad y los apoyos de la mayoríade los ciudadanos.

Por eso he querido terminar estelibro no mirando al pasado sino alfuturo, proponiendo una política deconstrucción de la paz, una apuesta porla convivencia y la reconciliación.Puede que haya llegado el momento deque, sin olvidar la preocupación por laseguridad, se ponga en marcha tambiénuna política de construcción de la paz.Lo que sigue, por tanto, es un conjuntode reflexiones y propuestas, sin llegar ala concreción y al detalle, pues sólo

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tienen sentido y serían eficaces si sirvenpara llegar a un consenso sobre eldiagnóstico actual y la terapia de futuro.Y el consenso sólo es posiblecomprendiendo parte de las propuestasajenas y renunciando a algunas propias,con un espíritu sincero y sabiendo quetodos compartimos el mismo objetivo.

Una última cuestión, antes de entraren las propuestas, frente a aquellos quecombaten normalmente desde lejos ydesde la seguridad personal a los que yanos hemos referido antes, a todo aquel otodo aquello que se hace en el PaísVasco y no coincide con sus gustos,prejuicios o creencias sinceras. A

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aquellos que han combatido sin piedadtanto la política del socialismo vascocomo la evolución del PP vasco quierodecirles que si hubiéramos seguido susconsejos no se habría producido elcambio político en Euskadi.

Cambio político que, a diferencia deellos, para nosotros no es simplementesituar al PNV en la oposición. Eso nodeja de ser una cuestión secundaria. Haycomunidades autónomas en Españadonde el mismo partido llevagobernando más tiempo que el PNV enEuskadi. Lo realmente importante,pienso yo, es que en Euskadi el cambioformaba parte del camino hacia la paz.

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No porque el PNV lo impidiese, o nohiciera nada por la paz, sino porque elcambio en Euskadi tenía también otrasignificación y otras consecuencias. Nohablo de politiquerías o de cuestionesmenores, sino de lo que Karl W.Deutsch decía en su obra Política ygobierno, y que espero que surta efectoen el País Vasco: «Una persona a la quellamamos ciudadano, en el verdaderosentido del término, es alguien en quienconfiamos y por quien estamosdispuestos a aceptar la derrota en unavotación. Aquellos en quienes noconfiamos y por quienes resultaríaintolerable ser derrotado en una

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elección son los que consideramosextranjeros, aun cuando puedan tener underecho legal al voto».

1. Punto de partidaQuiero empezar por señalar lo que

en varios apartados del libro ya heafirmado pero que conviene repetir paraevitar equívocos. Un proceso denegociación como el último no se va arepetir. Como dijo el filósofo griegoHeráclito de Éfeso, nadie se baña dosveces en el mismo río. Porque el aguaque lleva el río ya no será la misma y elbañista, tampoco. En nuestro caso, ni

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siquiera el paisaje por el que pasa es elmismo, pues la opinión pública tambiénse ha transformado.

No es éste el lugar para extenderseen las razones políticas de laafirmación, por lo obvias y conocidas,pues ningún gobierno sea del color quesea puede afrontar algo así, porque,entre otras cosas, la opinión pública nose lo permitiría. Además ningún partidopolítico vasco es partidario de hacerlo.La izquierda abertzale es consciente deello.

2. Agenda amplia y agenda limitada

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Aunque hemos tratado de evitar laterminología de las teorías de resoluciónde conflictos, esta vez puede sernos útil.

Agenda amplia es aquella quesustenta un Proceso de Paz donde seaborda desde los cambios políticos a lascuestiones de reinserción; por tanto,implica pacto o acuerdo político.Salvando las distancias, el Proceso dePaz anterior tenía algo de eso.

Agenda limitada, en terminología deresolución de conflictos, es, en cambio,algo distinto, pues no se abordancuestiones constitucionales y políticas,sino que la agenda está básicamentelimitada a resolver las consecuencias

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del conflicto, como reintegraciónpolítica de los que están fuera delsistema, reinserción en la sociedad depresos, etcétera.

Aquí no tiene por qué haber granpacto o acuerdo político que dé paso atodo lo demás. Se van adoptandomedidas parciales y graduales parapasar del conflicto y la división a laconvivencia y la integración. Si elproceso anterior, salvando lasdistancias, tuvo algo de agenda amplia,lo que vendría ahora tendría más deagenda limitada.

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3. Cuestión previaUna cuestión previa es saber, o

decidir más bien, cuál es la estrategiaque procede en ese momento, en elsupuesto de que la evolución anunciadapor la izquierda abertzale avance y seconfirme. Simplificando, pues habríados estrategias distintas entre las quehay que elegir. Una, la que sostiene queal Gobierno o a las instituciones no lescorresponde hacer nada especial, sinomantenerse vigilantes y observar lo queocurre. Si lo tienen claro, ya tomará laizquierda abertzale las decisiones para

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acogerse a la legalidad y el sistema.La segunda opción sería plantearse

si se debe incentivar o impulsar esaevolución de la izquierda abertzale, almismo tiempo que se es tajante en laexigencia de las garantías de rechazo ala violencia o apartamiento de ETA. Lasinstituciones se comprometerían aimpulsar la incorporación a lasinstituciones de su representaciónpolítica, a la elaboración de una agendao método de reinserción, a implantarmedidas humanitarias, etcétera.

4. Decisión difícil

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No es fácil la decisión, pues esdiscutible cuál será la estrategia máseficaz. Para unos es la primera, queademás impediría maniobras de vuelta ala situación anterior tras superar lasdificultades actuales. Para otros seríamás eficaz la segunda vía, puesimpulsaría y facilitaría la decisión de laizquierda abertzale al tener garantíasfirmes que alimentarían sus expectativasfuturas. El peligro podría consistir enque estas expectativas frenaran laevolución a la espera de plantearcondiciones y de cara al futuro dejaríamenos deslegitimado el movimiento, conlo que siempre podrían pensar en nuevas

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aventuras.

5. Gobernar es decidirPor tanto, hay razones para ambas

posiciones. Y la política consiste entomar decisiones sin tener la garantíaabsoluta de los resultados.Personalmente creo que lo más acertado,aunque también lo más arriesgado, es lasegunda opción. Primero, porque creoque la evolución no es irreversible, y seayuda más incentivando quemanteniéndose pasivo. En segundolugar, porque, aunque no compartamosla teoría del conflicto y los análisis de

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la izquierda abertzale, no debemosolvidar la dimensión de lo ocurrido entodos estos años. El número de presos,el número de detenidos que han pasadopor la cárcel o comisaría, el número defamiliares o amigos afectados, lasadhesiones a la causa, el rechazo frontaldel sistema que está detrás de todo esto,creo, y no doy cifras, aunqueseguramente serían espectaculares. Enmi opinión no se puede afrontar todoesto desde la mera inacción.

6. Transición confusaTanto la desvinculación de los

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políticos respecto a ETA o su abandonode las armas no deben verse como algopuntual y a la vez radical. No creo quevaya a producirse así. Lo lógico esconsiderar que, como todo proceso deevolución o transición, serán confusos ocontradictorios. Me gusta la imagen deldeshielo o de la desaparición de lanieve: se sabe cuando había nieve ycuando ha dejado de haberla, pero nadiesería capaz de afirmar la hora y elmomento en que desapareció. Es unproceso complejo, donde a la nieve lesigue nieve aguada, después zonas debarros y claros sin nieve... Por tanto,esperar una decisión firme de ellos

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puede conducir a más problemas quesoluciones.

7. Mano tendida, pulso firmeBatasuna primero empezará

criticando la estrategia violenta, luego larepudiará, alguna vez la condenarásegún sea el atentado… Tampoco pediráa ETA que deje las armas sino que pareun tiempo o algo similar. ETA a su vezpodrá plegarse o no a la petición. Yaunque se pliegue, puede atentar —atentados asumibles por la izquierdaabertzale— para demostrar que paraporque quiere y no porque no pueda

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actuar. Y, cuando paren, unos lo haránpor convicción y otros como táctica paravolver cuando puedan.

8. Una razón másEsto a su vez nos plantea un dilema

importante: que el paro frágil seconvierta en el abandono definitivo delas armas dependerá, entre otras cosas yen gran medida —así lo demuestra almenos la experiencia histórica—, de loque haga en ese tiempo la izquierdaabertzale. Es fundamental para conseguirel objetivo perseguido que se organice ytome decisiones contra la lucha armada

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y pueda poner en marcha losmecanismos para forzar a ETA al cesedefinitivo.

9. DilemaPodría uno pensar que lo que hasta

ahora ha sido tan eficaz, como lailegalización de Batasuna, podría sercontraproducente en el futuro, puesimpide la organización y el trabajo de laizquierda abertzale, lo que a su vezmerma su capacidad para parar a ETA.Como nadie va a derogar la Ley dePartidos, tendrá que ser la propiaizquierda abertzale la que resuelva su

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problema. En estos casos, suelen serhabituales alianzas o convergencias conotras fuerzas —algo así sería el forosoberanista— o simplemente cortar elnudo gordiano y proceder a constituir, através de una asamblea constituyente, unnuevo partido que condene la violenciay se acoja a la legalidad vigente. Asípuede desde las instituciones irplanteando medidas políticas en defensade sus seguidores. Todo esto contribuyeal éxito de la operación, pero ¿interesaen realidad dificultar ese hipotéticocamino? Creo sinceramente que no. Unacosa es estar atento y no dejarse engañary otra, no ver la germinación de un

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proceso histórico positivo y, por tanto,obstaculizarlo.

10. Convivencia y reconciliaciónHay una razón más difusa y lejana

que aconseja acudir a la política. Habríaque distinguir entre terminar con elterrorismo y construir la paz, laconvivencia y la reconciliación. Nodeberíamos renunciar a este objetivo. Ycreo además que esta cuestión entrenosotros no ofrece las dificultades y losretos históricos que puede plantear enotros sitios. Siempre teniendo en cuenta,cómo no, que es un reto que hay que

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asumir.

11. Razón prácticaAl hilo de lo anterior existe también

una razón práctica. Si se consigueintegrar mediante la complicidad aquienes han rechazado o combatido elsistema, es una garantía de que elsistema y la convivencia resultante sonmucho más sólidos y estables que si noes así. Se podrían dar múltiplesejemplos en nuestra propia historia,pero no insistiré en ello, pues los hechoshistóricos son valorados de formadistinta según la ideología. Solamente

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citaré lo ocurrido en Irlanda tras laindependencia. En el magnífico libroti tulado Voces ancestrales su autorConor Cruise O’Brien sostiene la teoríade las voces ancestrales que llaman a laguerra, pero quienes en su díacombatieron y se jugaron la vida ytienen la conciencia tranquila desoyen yson capaces de hacer frente a esasvoces. En cambio, para quienes en sudía dudaron, se abstuvieron odiscreparon de la acción el sonido delas voces es irresistible.

12. La política sigue siendo

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necesariaEn la legislatura anterior se hizo

famosa la frase «No habrácontrapartidas políticas, pero la políticapuede hacer mucho por la paz» querepetía el presidente del Gobierno. Hoyen día, si volviera a decirlo, pareceríaalgo fuera de lugar. Pero su contenidosigue siendo tan válido como antes.

Nadie discute que la acciónimplacable del Estado de Derecho y elacierto del ministro del Interior y laestrategia del Gobierno nos estánllevando a donde estamos. Pero creoque la política en el sentido antesseñalado sigue siendo necesaria aunque

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con cierto cambio en la visión que setenía hasta ahora de la cuestión.

13. La política deben asumirla losvascos

Creo que la parte política delproceso final del terrorismo o, si sequiere, del proceso inicial de la pazdebe estar básicamente en manos de lasinstituciones y los partidos vascos. Nose trata de reprochar nada al Gobiernode Madrid, porque, si ha tenido quecargar sobre los hombros muchas vecesen solitario con esto, es porque en elPaís Vasco hemos hecho dejación de

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nuestras responsabilidades. Tampoco setrata de que ahora que las cosas vanmejor nos pongamos al frente de lamanifestación. Es una cuestión derealismo y de eficacia. La opiniónpública vasca asume decisiones quepuede que haya que tomar, y que laopinión pública española en su conjuntorechaza de forma radical. Por tanto, alhablar de medidas políticas, lasinstituciones y los partidos vascos tienenun mayor margen. Y la opinión públicaespañola puede tolerar a los poderesvascos lo que no toleraría al Gobiernoespañol. Es distinto que el Gobierno deEspaña haga cosas por su iniciativa que

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simplemente se limite a asumir lo que ledemandan los vascos. Al fin y al cabosiempre hemos dicho que éste es unproblema entre vascos.

14. La política vasca ya no es loque era

No hablo simplemente del cambiode Gobierno, que también es importante,sino de un cierto consenso y de asunciónde las propias responsabilidades y delas culpas del pasado que se estánproduciendo en el País Vasco.

Es la opinión pública la que hacambiado y eso obliga y condiciona a

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todos los partidos en esta materia.Socialistas y populares colaboran,además, en la dirección del país. Unacuerdo o un consenso en el País Vascoobligarían también al mejorentendimiento entre el PSOE y el PP enMadrid, y quizá estaríamos resolviendouno de los problemas que paralizan alGobierno y dividen al país en estacuestión.

15. Nada se puede hacer sinconsenso

Si algo quedó claro en el últimoProceso de Paz es que sin consenso nada

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es posible en estas materias. No se tratade señalar culpables, sino de constataruna realidad. Gobiernen unos u otros, lapolítica antiterrorista tiene que sercompartida. Eso no se consigue conmultiplicar leyes o suscribir más y másacuerdos antiterroristas. Debe ser unacuestión de responsabilidad ycomplicidad. La solución puede venir enparte de la política vasca: a un consensoentre partidos vascos, un acuerdo en elque también esté el PP vasco y el PSE-EE, no habría partido ni dirigentepolítico en España que pudieraoponerse.

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16. ¿Es posible ese consenso?Debería ser posible. Ya hemos

dicho que la sociedad y los partidosvascos han cambiado, que hay unacolaboración también PSE-EE-PP, y quela evolución del problema terroristaatraviesa un momento sin precedentes alque se debe prestar especial atención. Sien su día fue posible, en condicionesmás difíciles, el Pacto de Ajuria Enea,por qué hoy no puede haber uncompromiso en lo básico, aunque novaya rodeado de la pompa y laparafernalia de dicho pacto, que por otraparte fue tan positivo en su momento.

No sé cuál sería la fórmula, puede

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haber mil, y dejando a un lado lasdiferencias y quedándose con lascoincidencias, por escrito o no, unaentente sencilla, escueta y básica seríaposible. Todos lo agradeceríamos.Clarificaría el futuro a unos y a otros,aceleraría la paz y nos prepararía parael futuro. La responsabilidad es de lospolíticos, y quien no colaborara noestaría a la altura de las circunstancias.

17. ¿De qué consenso hablamos?En cuanto a la forma, ya lo he dicho,

cualquiera es válida si sustenta lacomplicidad, la colaboración y el

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compartir diagnóstico sobre cuestioneselementales. ¿Y el contenido? Paraentendernos debería ser muy distinto alPacto de Ajuria Enea. Aunque muchosde sus principios sean de validezgeneral, los tiempos y las circunstanciashan cambiado mucho. Si queremos,podemos hablar de actualización, pero,más bien, estaríamos ante otra cosa. Nilas premisas del consenso serían lasmismas, ni los objetivos ni loscontenidos. Empecemos, por ejemplo,por las premisas.

18. Premisas

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La filosofía del Pacto de AjuriaEnea ha presidido hasta ahora, mejor opeor, todos los procesos de paz y lavisión política de cómo se produciría lanormalización y la pacificación. Una deestas premisas fundamentales era quecuando ETA diera señales de quereracabar con el terrorismo se procedería aun final dialogado. Después del últimoProceso de Paz esto ya no vale. Quizátampoco valía antes del proceso y poreso pasó lo que pasó. Lo cierto es queningún partido político vasco comparteesto y todas las premisas han cambiado.«ETA tiene que parar o Batasuna,condenar el terrorismo» y «además sin

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que sea a cambio de ningunacontrapartida política sobre el futurovasco». En caso contrario, no hay nadaque dialogar.

19. Es imaginable esa decisiónLa primera duda que se plantea es si

esa decisión que hemos establecido es ono un planteamiento realista. Yo creoque sí. En primer lugar, porque no existeotra salida. En segundo lugar, porque lasinformaciones apuntan a que algo de esose debate y va tomando cuerpo en laizquierda abertzale, y porque existennumerosos ejemplos de organizaciones

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armadas y sus brazos políticos que hanterminado su trayectoria así.

Lógicamente, cada caso es distinto yese final suele ir acompañado dereconversiones políticas, reintegraciónde antiguos miembros, etcétera. Nadiedice me he equivocado y punto. Seprocura justificar la historia pasada, ladecisión tomada y la expectativa de quese aborden lo que aquí se llama«consecuencias del conflicto».

20. ¿En Euskadi también?Creo que viviremos un final algo

parecido al descrito. He afirmado que

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después del desenlace del últimoProceso de Paz llegué a la conclusión deque era más fácil para ETA, o paraizquierda abertzale, renunciar a la luchaarmada a cambio de nada que a cambiode contrapartidas políticas.

Porque nunca el Gobierno les puededar lo que acaban pidiendo, ni ellospueden aceptar lo que les puede dar unGobierno. Por tanto, ante esaimposibilidad, es mucho más digno paraellos justificar su lucha pasada y loslogros obtenidos según ellos que decirque las circunstancias históricas hancambiado y que van a seguirpersiguiendo sus objetivos por otros

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medios. Aunque hay que tener en cuentaque todos estos procesos son muyconfusos y tampoco salen ni en el tiemponi en la forma como estaban previstos.También puede ocurrir que nada de estose cumpla y, cuando puedan, vuelvan aactuar con toda la crueldad posible.

Pero sigamos con nuestras hipótesis.

21. ¿De qué acuerdo hablamos?Conviene clarificar esta cuestión,

pues la palabra «acuerdo» ha adquiridoen nuestro lenguaje un significado casimágico, se ha convertido en la condiciónprevia de casi todo. No estamos

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hablando de eso, sino de un consenso demínimos sobre el diagnóstico de lasituación y la mejor terapia que se puedeaplicar para traer la paz. El granacuerdo político que todo lo soluciona,que cambia el marco político, es otracosa.

22. ¿Qué pasa entonces con elacuerdo político para un únicoconsenso, como se decía hasta ahora, opara el cambio de marco que dicenotros?

Pasan muchas cosas. En primerlugar, deja de ser algo prioritario y

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condicionante de todo lo demás. Loprioritario ahora sería otros problemas,como los que afectan al futuro de lospresos o a la legalización de partidosahora ilegales, y el acuerdo político,para quien no quiera renunciar a él,quedaría para el final de todo.

Es más, en el acuerdo entre todospara un nuevo marco político esperfectamente prescindible que cadapartido defienda su proyecto y, cuandoya tenga los votos, los apoyos y losconsensos suficientes, que procureaplicarlo.

En el anterior proceso insistí a Otegisobre por qué querían el acuerdo

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consensuado ya que implicaríalimitaciones para su proyecto político.Cuando avanzara el Proceso de Paz, sedarían cuenta de que no les interesaba elacuerdo, que lo más rentable eradefender las tesis independentistas ybuscar el máximo apoyo para su causa.No hubo ocasión de comprobarlo.

23. El valor del consensoNo quiero que se me interprete mal y

que después de defender el acuerdocomo la base de la política vasca ahorase pueda considerar que tengo unaactitud indiferente.

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No se trata de eso, pues el acuerdoes fundamental, pero acuerdo encuestiones de reglas de juego, deaceptación de un sistema, aunque elobjetivo sea cambiarlo. No un acuerdosobre doctrinas y objetivos finales, quees imposible y cuya pretensión lleva alconflicto. El acuerdo o el arreglo quenecesitamos es ese consenso mayoritariosobre las normas y el sistema en que sevive, que es lo que ha faltado enEuskadi, y que, en cambio, es la base detodas las sociedades democráticas ypacíficas.

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24. Y después ¿qué?También podíamos preguntarnos ¿y

hasta entonces qué?, por si se pudieraayudar al proceso. Aquí es donde surgenlas dudas, y es muy difícil acertar en larespuesta. Y de la respuesta dependetambién el mayor o menor interés quetiene el posible consenso del quehablamos al principio. Para unos laayuda es perjudicial e imposible. Hanllegado a donde han llegado por lafuerza de los hechos y alterar esapolítica puede llevarlos a alterar suevolución. Para otros lo precedente es

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no hacer nada, entre otras cosas porquepiensan que sería una injusticiahistórica. Ni medidas de ningún tipo, niacuerdos políticos, ni nada. Aboganporque se siga aplicando el Estado deDerecho y no hay nada más que hablar.

Para quien haya leído los puntosanteriores es evidente que no compartoninguno de estos postulados. Si no, notendría sentido hablar de políticas y deacuerdos para abordar el tema.

25. Después paz y reconciliaciónSí, después paz y reconciliación.

Puede que sea impopular afirmarlo, pero

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es lo que pienso y trataré de explicar elporqué. Acepto la crítica de quienespiensen que es contraproducente deciresto ahora, pues en política no hayverdades absolutas y hay que elegir; portanto, todo mi respeto a quienes piensenlo contrario. Pero hay muchos que,cuando hablo de paz y reconciliación,me acusan de una actitud indigna,traicionera a las víctimas o producto deocultas simpatías o mera cobardía. Aestos últimos sólo les digo que toda lavida he estado donde tengo que estar,algo que muchos de los críticos nopodrían sostener. En política hay quemirar al futuro y no regodearse en el

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éxito momentáneo.Recuerdo que en una entrevista

preguntaron a Helmut Kohl qué era lapolítica para él y no he olvidado surespuesta: «Es como el abuelo queplanta un árbol sabiendo que no lo verácrecido, pero con la ilusión de que susnietos tendrán un árbol frondoso». Quizáno sea necesario ponerse tantrascendente para defender la necesidaddel acuerdo político y la paz y lareconciliación en Euskadi. Quizá bastecon mirar alrededor, haber vivido losduros años de la transición, conoceralgo de su historia y ser un políticoresponsable.

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26. Pluralidad y consensoNos hemos cansado de afirmar que

el País Vasco es plural. Lo es ahora y loha sido siempre, al menos en la épocacontemporánea. La pluralidad, sinconsensos mínimos compartidos, llevaal enfrentamiento; en cambio, lapluralidad con consenso lleva alprogreso y a la convivencia. Hablo deconsenso por no utilizar la palabra«democracia», que es como llaman losteóricos a la democracia que necesitanlos países fragmentados. Es decir, nosólo democracia de mayorías yminorías, que también, sino democracia

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con consensos sobre algunas cuestionessensibles.

Nuestra historia ha sido un ejemplode conflictos, de guerras civiles delsiglo XIX, pero, generalmente, ejemplode sociedad estable, segura, deconvivencia ejemplar, de trabajo yprogreso durante la mayor parte deltiempo. Nos ha tocado un periodo deconflicto pero pronto, y para muchotiempo, volveremos a ser modelo deestabilidad y convivencia. Siempre quelo sepamos hacer bien.

Pero ¿cree alguien que porque acabeel terrorismo, después de todos losodios y las consecuencias del conflicto

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que hemos heredado, sin una políticatendente a curar esas heridas seríamosese modelo de convivencia? Que nadiese engañe, pues eso requiere unapolítica y unas medidas dereconciliación que no es lo mismo queel olvido.

27. Firmeza y generosidadPero no sólo pensar en un futuro

mejor aconseja la prudencia y unapolítica inteligente. Es una exigencia delpresente, una necesidad para lograr lapaz cuanto antes. Porque todavía todoestá en el aire. Estos procesos dan

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muchos pasos atrás, son difíciles eimprevisibles, y los políticos debenhacer lo posible y lo imposible parafavorecer el proceso. Quien se duermaen los laureles de los éxitosconseguidos, creyendo que las cosas enla política son irreversibles, puedenacabar fracasando.

Y esto no es una cuestión de firmezao debilidad, sino de prudencia y cautela.Si antes citábamos a Kohl, puede veniral caso ahora Churchill, a quien nadieacusará de debilidad, pues encabeza susmemorias con la frase aquella quetermina afirmando «en la derrota,altivez; en la guerra, resolución; en la

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victoria, magnanimidad, y, en la paz,buena voluntad». Generosidad yreconciliación pueden no ser laspalabras más adecuadas, pero se trata deque entendamos de lo que hablamos.

28. Política y acuerdoDespués de todo lo dicho, para mí es

evidente que los políticos vascos debenempezar a hablar para llegar a unafórmula de acuerdo que hagairreversible la paz ahora y lareconciliación y la convivencia después.Sin alardes, sin afán de protagonismo,con discreción y sin necesidad de

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esperar más tiempo.Creo que las premisas de las que ya

hemos hablado son compartidas engeneral y el contenido tampoco es ya eldel Pacto de Ajuria Enea. Habrá quehablar de qué vamos a hacer desde lasinstituciones si los políticos rechazan elterrorismo o ETA decide parar.

Y eso hoy significa hablar decompromisos para la vuelta a lalegalidad y a las instituciones de laizquierda abertzale, significa hablar depolíticas penitenciarias y de reinserciónsocial, y otras tantas cuestiones quetodos tenemos en mente y puedeninclinar la balanza a favor de la paz. Y

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deberán hacer sus planteamientospolíticos cuando estén en lasinstituciones, como si llevan el acuerdode Loiola, y, si se consiguen mayorías,bien y si no pues también. Así es lademocracia.

29. Construyendo la pazPero las medidas y las políticas que

se pueden adoptar no se limitan a lasantes mencionadas ya que, aun siendoimportantes y fundamentales, la realidades mucho más rica y compleja. Habríaque articular fórmulas para que lasiniciativas y las medidas que hay que

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adoptar no sean pan de un día y quecualquier contratiempo pueda dar altraste con todo.

Hay que buscar mecanismos paraque la construcción de la paz sea untrabajo continuo y con estructurasestables. Es decir, si avanza el acuerdo,debería haber una comisiónparlamentaria dedicada al tema y concomisionado nombrado por ellehendakari.

Entonces, la consecución de la pazno aparecería como la mera lucha contrael terrorismo, sino también como unatarea de construcción de la paz dirigidapor el Gobierno y el Parlamento.

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Así sería posible trabajar coneficacia, visión de futuro y nodependiendo de las coyunturas. Nopartiríamos del vacío sino de, comodecíamos al principio, la teoría sobre laresolución de conflictos y de losestudios comparados de procesos depaz. Organizaciones y fundacionesespecializadas en el tema forman ya hoyen día toda una ciencia y prácticapolítica a nivel internacional y ofrecenmultitud de ejemplos de experienciassobre la cuestión. En el estudio que hicesobre estas ciencias aplicadas alterrorismo recopilé más de cien medidasaplicables con mayor o menor

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adecuación a nuestro caso. Pero creoque trabajar sobre estos temas deberíaser tarea de todos, y cada partido tendrásu punto de vista, así que termino conuna reflexión final.

30. Construir la paz es un negociocaro

Es una de las conclusiones yacomúnmente admitidas por todos losexpertos que han tratado sobre el tema.En nuestro caso, al menos para lossocialistas, puede ser un negociodoblemente caro.

En el terreno internacional se dice

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que es un negocio caro, porque tienegrandes posibilidades de fracasar elGobierno que lo intente, pues quedarádefinitivamente tocado por su malcálculo de estrategia. Pero no es esto lopeor, pues ni siquiera el éxito en laempresa garantiza nada bueno, más bienlo contrario: está demostrado que losgobiernos que logran resolver unconflicto y llegar a un acuerdo pagan unafactura electoral que en general lleva alpartido de la oposición al gobierno, quees finalmente quien aplica el acuerdo ypasa a la historia como el que resolvióel problema.

La explicación es tan sencilla como

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que un acuerdo en este tipo de temaslleva a perder la simpatía de muchos delos suyos por considerar que ha cedidoante el enemigo. En cambio, y por lamisma razón, no logra ningún apoyonuevo de sus opositores aunque laopinión pública mayoritariamenteconsidere que el acuerdo y la solucióndel conflicto son enormementepositivos.

En nuestro caso el negocio puede serdoblemente caro. Cualquier situación enel País Vasco implicaría la presencia enel Parlamento del nacionalismo radical,lo cual, en teoría, podría cambiar lasmayorías al llevar por pura aritmética al

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gobierno a quien hoy es oposición y a laoposición a quien es gobierno. Muchahabilidad y acierto tendríamos que tenerpara evitarlo, pero cosas más difícileshemos hecho. Además, perder habiendoconseguido la paz sí que sería unaderrota dulce. Mucho más dulce que unavictoria sin haber conseguido la paz.

A ciertas edades es muy difícilpensar en la política sin mirar al pasadoy sin mezclar cuestiones personales.También se tiende a aburrirse de lastriquiñuelas políticas y se sueñan congrandes objetivos políticos, muchasveces imposibles de conseguir, y llevandirectamente al fracaso si otros más

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espabilados y con mejores reflejos no loevitan. Pero, si se acierta, colma la tareahistórica y compensan los sacrificios detoda una vida de los individuos y de loscolectivos al que pertenecen.

A los vascos de determinadasideologías les ha tocado sufrirdemasiado en su vida política y resistiry hacer frente a la adversidad. Seríalamentable que quienes han sabidoaguantar eso, arriesgando su vida, ahorano fueran capaces de arriesgar unostitulares de prensa adversos ante eltemor de equivocarse políticamente.

En fin, quiero decir que a quieneshoy dirigen la política vasca, al

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lehendakari Patxi López y a quien haapoyado ese cambio, Antonio Basagoitiy sus compañeros, les ha tocado lamisión de afrontar la pacificación y lafutura reconciliación en Euskadi. Notengo dudas de que si se arriesgan yabandonan prejuicios del pasadotendremos el apoyo de todos los gruposparlamentarios y del conjunto de laciudadanía vasca.

Antes he dicho que a algunos nos hatocado una tarea difícil. Muchos desdefuera de Euskadi nos compadecen oadmiran por esto. No se dan cuenta deque en realidad hacer política enEuskadi y defender lo que hemos

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defendido, y en las circunstancias que lohemos hecho, ha sido un privilegio y unhonor, no un sufrimiento o unadesgracia.

JESÚS EGUIGUREN

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REFLEXIONES FINALES

Lo primero es admitir y reconocerlos hechos, y también los errorescometidos. Y una vez libres de losprejuicios que han agarrotado nuestropensamiento las respuestas iránsurgiendo al hilo de los acontecimientos.Sabiendo que el tiempo con quecontamos es ya muy limitado.

Lo segundo, no caer en el erroropuesto; es decir, que el protagonismoen la pacificación debe ser sólo delGobierno. Se ha de admitir que esa tareadebe seguir correspondiendofundamentalmente a la propia izquierda

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abertzale. Hay cosas que sólo ellospueden y deben hacer, y por tanto,protagonizar y capitalizar.

Lo tercero, la tarea del Gobiernovasco o los partidos vascos no esarrebatar el protagonismo a la izquierdaabertzale, sino tener el suyo propio paraque el resultado sea equilibrado. Eseprotagonismo político tiene que consistiren mantener gran parte de la políticaactual: defensa de la memoria, defensade las víctimas del terrorismo y de losprincipios democráticos. Pero todo estointegrado en un proyecto en el que elcambio de la izquierda abertzale tengacabida y en el que ésta pueda ser

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alentada y ayudada. Implica asimismo uncambio de mentalidad; una mentalidadapositiva y esperanzada sobre la nuevaetapa de la política vasca que hay queconstruir entre todos y haciendo lo máscorto posible este periodo de transición.

En cuarto lugar, no se trata deenumerar aquí una relación de medidasconcretas que habría que adoptar sino dela política que se ha de seguir. Lasmedidas concretas es evidente que sonnecesarias: todo lo referente a la nuevapolítica penitenciaria, legalizaciones,etcétera, deberían ser cuestionessuperadas. Creo que gran parte de lo quese planteaba en el documento que he

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reproducido con anterioridad siguesiendo válido hoy día:

1. Convivencia y reconciliación2. Razón práctica.3. La política sigue siendo necesaria4. La política deben asumirla los

vascos5. La política vasca ya no es lo que

era6. Nada se puede hacer sin consenso7. ¿Será posible ese consenso?8. ¿De qué consenso hablamos?9. Premisas10. ¿Es imaginable esa decisión?

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11. ¿En Euskadi también?12. ¿De qué acuerdo hablamos?13. ¿Qué pasa con el acuerdo para el

cambio de marco?14. El valor del consenso15. ¿Y después qué?16. Después paz y reconciliación17. Pluralidad y consenso18. Firmeza y generosidad19. Política y acuerdo20. Construyendo la paz21. Construir la paz es un negocio

caro pero una inversión rentable para elfuturo…

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Hay otro tipo de medidas que quizáaún pueden ser aplicadas, como lacreación de un Comisionado para la Pazcon su oficina correspondiente y crearen el Gobierno las estructurasnecesarias para el seguimiento yfomento del proceso.

En quinto lugar las medidas ydecisiones políticas que en gran medidairán surgiendo con naturalidad una vezaceptada una visión realista de lo queocurre y una actitud positiva, pues elmodo en que evolucionen los hechos nosólo dependerá del Gobierno.

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Me gustaría finalizar estasreflexiones con el apunte a un hecho quepuede sorprender. En mi opinión elconflicto real no está tanto en estemomento de transición que con todaseguridad culminará con la paz, elproblema de verdad estará en lasiguiente legislatura y aquí las cosas nolas tengo tan claras ni soy tan optimista.Tarde o temprano se plantearán losproblemas de fondo sobre el futurovasco. Y en parte eso se empezará adilucidar en la siguiente legislatura, conla presencia de todas las fuerzaspolíticas en el Parlamento vasco.

Aun suponiendo que ganemos el

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tiempo perdido, no soy optimista sobrela configuración del futuro Parlamento ysobre las conformaciones del Gobiernoresultante, que por ahora sonimpredecibles. En mi opinión el graninterrogante que se va a plantear es elmodelo de país. El nacionalismo querráhacer valer su fuerza y plantear lacuestión del nuevo marco, como elderecho de decisión, entre otros asuntos.De la forma en que respondamos a esodependerá en gran medida cuál vaya aser nuestro futuro.

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EL DESAFÍO MÁSIMPORTANTE

Mucho me temo que se plantearánesas cuestiones no comoreivindicaciones sino como decisionesque hay que aplicar y, por tanto, comoconsecuencias en el actual marcojurídico político.

Todo dependerá de la relación defuerzas, pero mucho me temo que en lacomposición del nuevo Parlamento, lasfuerzas que quieran replantear el modelode país se sentirán legitimadas y confuerzas para llevarlo a cabo.

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¿Qué quiero decir con eso de«modelo de país»? No sé si es la mejorexpresión para abordar este tema. Elactual modelo es el del pacto, elestatutario en definitiva. Muchas veceshe dicho que el estatuto tiene «cuerpo deley y alma de pacto» para sintetizar lacuestión. Replantear el modelo seríacuestionar ese espíritu de pacto.

Tal vez no ocurra y ojalá así sea,pero es probable que se replantee elmodelo estatutario, una nueva definicióndel mismo que con independencia decuál sea su nombre se base en lafilosofía de las consultas o referendos alos ciudadanos vascos sobre el futuro —

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independencia o permanencia en España—, donde el juego de mayorías yminorías sustituya al actual modelopactista.

Es probable que quienes ahora hansido «campeones del inmovilismo» seanlos más proclives a aceptar esosmecanismos, en la creencia de que asíimpondrán sus ideas sobre el país —merefiero al socialismo vasco y a susdistintas posiciones personales sobreeste tema—. Sería rematar el fracasocon el mayor error político imaginable.

En mi opinión la defensa del«modelo pactista» es fundamental. No setrata de negar nada: ni el derecho de

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decisión, ni un nuevo marco político, niun marco más soberanista —hecho queya es difícil—, sino que, conindependencia del resultado y losmecanismos de decisión que incluyan,todos sean productos del pacto. Portanto se ha de seguir la reforma delactual estatuto sin matar el alma depacto que contiene.

El intento o modelo seguido enLoiola demuestra que es posible, aunquedifícil, atender las pretensiones desoberanistas y constitucionalistassiguiendo el actual modelo de país, depacto. Cualquier otra alternativa es laimposición de unos sobre otros cuando

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lo de menos es quién se impone, sino ladivisión que produce. Lo sustantivosería la imposición. Lo demás seríaadjetivo.

La sensatez y quizá la prioridad delas cuestiones pendientes evitarán estedebate por ahora. Pero en el momento enel que se pueda finalmente plantear, lamisión del socialismo vasco volverá aser la defensa del espíritu pactista oestatutario.

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AMAR AL PAÍS

Este libro arranca con la referenciaa una venta, Aittola, que aparece en unescrito de Pío Baroja y que fue el lugarde retiro durante el inicio del anteriorProceso de Paz, pero no recordaba encuál de sus obras el escritor vascohablaba sobre este enclave. Al recordarcómo se desarrollaron las negociacionespasadas y al contarlo en este libro, comola magdalena de Proust, me ha devueltoa la memoria el escrito de Baroja. Lareferencia se encuentra en el cuentotitulado «Maritxu», que empieza así:«La noticia corrió de boca en boca.

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Maritxu, la mujer del caserío Aittolatenía una enfermedad rarísima…».

Está visto que recordar lo ocurridoayuda a recobrar la memoria. Convieneno olvidar el origen de las cosas. Esohemos tratado de hacer en este libro.Recordar el origen del Proceso de Pazanterior, que surgió en un pequeñocaserío, y de este modo no olvidar elorigen de la actual evolución políticavasca que se sustenta sobre las ruinas deaquel proceso.

Todo empezó no en cancillerías o enpalacios, sino en un caserío humilde, enuna venta humilde hablando entrevascos. La fuerza que nos llevó a tener

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esas conversaciones no era más que ladel amor a un país.

JESÚS EGUIGUREN

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Índice onomástico

Acebes, ÁngelAdams, GerryAgirre, GorkaAguilar, Miguel ÁngelAguirre, IkerAguirre, JonAguirre, Lope deAguirregabiria, ArkaitzAhern, BertieAiartza, UrkoAierbe, KarmeleAlcaraz, Francisco JoséAlmorza, Carlos, Pedrito de

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AndoainAlmunia, JoaquínAlonso, José AntonioÁlvarez, JosebaÁlvarez Santacristina, José Luis,

TxelisAlzuguren, José ÁngelAngulo, IgorAnnan, KofiAntza, MikelArafat, YasirArakama, Ignacio, MakarioAranzábal, IratiArbulu, AntónArdanza, José AntonioAres, Rodolfo

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Arginzoniz, AritzArriola, PedroArzalluz, XabierAspiazu, Garikoitz, TxerokiAstarloa, IgnacioAsurmendi, MiguelAzaña, ManuelAzkarraga, JosebaAznar, José MaríaBaglietto, RamónBalza, JavierBandrés, Juan MaríaBarberá, RitaBarkos, UxueBaroja, PíoBarón, Enrique

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Barrena, PernandoBasagoiti, AntonioBenedicto XVIBenegas, José MaríaBeñaran, José Miguel, ArgalaBernardó, MarinaBilbao, Iñaki, Iñaki de LemonaBlair, TonyBlanco, JoséBlanco, Miguel ÁngelBlanco, Pedro AntonioBlázquez, RicardoBono, JoséBorges, Jorge LuisBorrow, GeorgeBuesa, Fernando

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Buesa, MikelBurgos, FernandoBush, George W.Caamaño, FranciscoCaballero, TomásCalleja, José MaríaCamacho, AntonioCañizares, arzobispoCaride, RafaelCarlin, JohnCarod Rovira, Josep LluísCarrasco, IsaíasCarrera, MikelCarrero Blanco, LuisCasas, EnriqueCenteno, Raúl

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Chirac, JacquesChurchill, WinstonClerk, Frederick deClinton, BillConde Pumpido, CándidoCorcuera, José LuisCosidó, IgnacioCruz, Ángel de laCruz Maiza, JuanCuesta, CristinaCuevas, José MaríaCurrin, BrianDanborenea, KoldoDañobeitia, OlatzDe la Hodder, policíaDeutsch, Karl W.

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Dhurkop, BarbaraDíez, RosaDíez Usabiaga, RafaelDuce, ÁngelDunant, HenriDuran i Lleida, JosepEchenagusia, CarmeloEchevarria, AletxuEgea, FranciscoEgibar, JosebaEguiguren, María EsperanzaEguiguren, JesúsElespe, FroilánElosúa, JosebaEmbid, JuliánEnzensberger, Hans Magnus

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Erkoreka, JosuEsnaola, IñakiEspartero, BaldomeroEstacio, Diego ArmandoEtchegaray, RogerEtxeandia, José MiguelEtxeberria, padreEtxeberria, RufiEtxebeste, Eugenio, AntxonFelipe II, rey de EspañaFernández Ordóñez, FranciscoFernández de la Vega, María TeresaForuria, José RamónFraga Iribarne, ManuelFranco Bahamonde, FranciscoFungairiño, Eduardo

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Gabilondo, IñakiGallizo, MercedesGarcía, AscensiónGarcía Escudero, PíoGarcía Gaztelu, Francisco Javier,

TxapoteGarcía Márquez, GabrielGarro, ZigorGarzón, BaltasarGeorge, véase Urrutikoetxea, José

Antonio, Josu TerneraGodoy, ManuelGoicoechea, VicenteGoirizelaia, JoneGómez Benítez, José ManuelGómez Bermúdez, Javier

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González, Juan PabloGonzález, MiguelGonzález Márquez, FelipeGonzález Peñalba, BelénGonzález Pons, EstebanGramsciGrande-Marlaska, FernandoGrecia, Sofía de, reina de EspañaGriffiths, MartinGrossman, DavidGuisasola, CarmenHabsburgo-Lorena, María Antonieta

de, reina de FranciaHeráclito de ÉfesoHerrera, capitánHitler, Adolf

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Houphouët-Boigny, FelixHume, JohnHusein, SadamIbarretxe, Juan JoséIbarrola, AgustínImaz, Josu JonIriondo, Aitzol, GurbitzIriondo, IñakiIruin, IñigoIsabel II, reina de EspañaIturbe, TxominJack, véase suberbiola, IgorJáuregui, Juan MariJáuregui, RamónJaurès, JeanJiménez-Becerril, Alberto

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Juan Carlos I, rey de EspañaJuan Pablo IIJuana Chaos, AltamiraJuana Chaos, Iñaki deKelly, GerryKohl, HelmutLabordeta, José AntonioLaiolo, GiovanniLaqueur, WalterLarralde, XabierLasarte, ValentínLevert, LaurentLiria, CarmenLópez, EnriqueLópez, PatxiLópez Aguilar, Juan Fernando

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López Lacalle, José LuisLópez Peña, Javier, ThierryLlamazares, GasparLlera, FranciscoLluch, ErnestLuis XVI, rey de FranciaLupiañez, GorkaMadina, EduardoMadrazo, JavierMaitia, FrançoisMajarenas, SaraMajor, JohnManjón, PilarMa r c , véase lópez Peña, Javier,

ThierryMarshall, Andrew

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Martí Fluxá, RicardoMartín, BonifacioMartínez Camino, Juan AntonioMartitegi, JurdanMaskey, AlexMatanzas, TxemaMaturana, José AntonioMayor Oreja, JaimeMendizábal, EkainMeñica, IbónMeyer, RoelfMilá, LorenzoMilanés, PabloMontero, ManuMontero, TxemaMoratinos, Miguel Ángel

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Moreno, TxeluiMoscoso, JavierMoscoso, JuanMúgica, AnderMúgica, FernandoMúgica Garmendia, Francisco,

PakitoMuguruza, JosuMuñagorri, José AntonioNérin, Jean-SergeNicolás, VidalNkurunziza, PierreO’Brien, Conor CruiseOlano, Juan MaríaOnaindia, MarioOrbegozo, Mikel

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Ordóñez, GregorioOrtiz, Letizia, princesa de AsturiasOtegi, ArnaldoOzaeta, AinhoaPacino, AlPagazaurtundua, JosebaPagazaurtundua, MaitePalate, Carlos AlonsoPastor, José AntonioPeces-Barba, GregorioPérez Aldunate, JavierPérez Rubalcaba, AlfredoPermach, JosebaPetrikorena, Juan JoséPiñuel, Juan ManuelPowell, Jonathan

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Priede, JuanPrieto, IndalecioProdi, RomanoPuelles, EduardoPuigcercós, JoanRabin, IsaacRajoy, MarianoRamaphosa, CyrilRamírez, Pedro J.Recalde, José RamónRecarte, IñakiRego, Juan JoséReid, AlecRío, Isabel delRivas, ManuelRivero, Paulino

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Robert, véase yurrebaso, JonRobinson, MaryRodríguez, FranciscoRodríguez, GermánRodríguez Zapatero, José LuisRojo, JavierRomero, RafaelaRosón, Juan JoséRouco Varela, Antonio MaríaRubio, PeioRuiz Piñeiro, FernandoRuz, PabloSáenz de Tejada, CarlosSáenz de Ynestrillas, RicardoSaiz, AlbertoSáinz, Roberto

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Salaberria, JonSalinas, FernandoSalvá, DiegoSan Gil, MaríaSantesteban, ArantzaSantos, JesúsSanz, MiguelSaramago, JoséSarkozy, NicolasSastre, AlfonsoSavater, FernandoSegura, JosebaSerrano, José EnriqueSetién, José MaríaSgrena, GiulianaShakespeare, William

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Solana, JavierSorzabal, IratxeStoltenberg, JensStøre, Jonas GahrSuárez, AdolfoSuárez Huarte, KepaSuberbiola, IgorTorrano, MaiteTrapero, FernandoTroitiño, AntonioTutu, DesmondUrabayen, ElenaUribetxeberría, JoséUrkullu, IñigoUria, IgnacioUriarte, Juan María

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Urrusolo, José LuisUrrutikoetxea, José Antonio, Josu

TerneraUstaritz, Garat deValéry, PaulYaniz, DaniYurrebaso, JonZabaleta, GemmaZabaleta, PatxiZaplana, EduardoZaragoza, JavierZarzalejos, JavierZarzalejos, José AntonioZubía, GuillermoZumalacárregui, Miguel deZumalacárregui, Tomás de

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Anexos

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Cuadernillo deimágenes

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El dirigente de ETA José AntonioUrrutikoetxea Bengoetxea, alias Josu

Ternera, junto a sus hijos a la salida dela cárcel de Nanclares de Oca tras ser

puesto en libertad por el TribunalSupremo el 14 de enero de 2000. (© El

País S.L./ Pradip J. Phanse).

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El portavoz del PSE-EE JesúsEguiguren (a la izquierda) y el portavoz

de la ilegalizada Batasuna ArnaldoOtegi (a la derecha) momentos antes de

la reunión en Vitoria sobre lasenmiendas parciales a la propuesta del

Plan Ibarretxe en diciembre de 2004. (©

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EFE/ David Aguilar).

En junio de 2006 el juez FernandoGrande-Marlaska sale del restaurante ElFaisán precintado por orden suya a raízde la operación policial sobre la red deextorsión de ETA en Irún, Guipúzcoa.

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(© El País S.L./ Javier Hernández).

El ex presidente del PNV Josu Jon Imaz(a la izquierda de la imagen) y Arnaldo

Otegi (a la derecha) en una de lasreuniones que mantuvieron sobre el

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proceso de normalización política enBilbao en julio de 2006. (© EFE/

Miguel Toña).

Reunión entre la ilegalizada Batasuna (ala izquierda de la imagen Rufi

Etxeberria, Arnaldo Otegi y Olatz

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Dañobeitia) y el PSE (a la derechaRodolfo Ares y Patxi López) en San

Sebastián en julio de 2006. (© El PaísS.L./ Jesús Uriarte).

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El preso etarra Iñaki de Juana Chaos enlos juzgados en octubre de 2006 antes de

iniciar su huelga de hambre. (© EFE/Emilio Naranjo).

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Varias dotaciones de bomberos realizanlas labores de extinción del incendio delaparcamiento de la T-4 del Aeropuerto

de Barajas de Madrid tras el atentado dela banda terrorista ETA con una

furgoneta-bomba en diciembre de 2006.(© EFE/ Juan Carlos Hidalgo).

Fotografías de Jon Yurrebaso Atutxa (a

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la izquierda) y Kepa Suárez Ugarte (a laderecha) tras ser detenidos por la

Gendarmería francesa en un control decarreteras en Périgueux, al suroeste deFrancia, el 29 de marzo de 2007. (©

EFE/ GENDARMERIE FRANÇAISE).

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El entonces ministro del Interior AlfredoPérez Rubalcaba en su escaño durante lasesión plenaria de control al Gobierno

en el Congreso de los Diputados enmayo de 2007. (© El País S.L./ Uly

Martín).

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Dirigentes socialistas vascosencabezados por Patxi López (a laizquierda) y Jesús Eguiguren (a laderecha) portan el féretro del ex

concejal de su partido, Isaías Carrasco,a su salida de la capilla ardiente del

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Ayuntamiento guipuzcoano de Arrasateen marzo de 2008. (© EFE/ Miguel

Toña).

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Igor Suberbiola (en el centro de laimagen) es trasladado por la policíafrancesa tras finalizar el registro del

número 63 de la calle de La Marne de

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Burdeos (Francia), donde fue detenidojunto a otros miembros de ETA en 2008.

(© EFE/ Juan Herrero).

Javier López Peña, alias Thierry, a sullegada al domicilio en Burdeos

(Francia), donde fue arrestado junto a

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otros tres presuntos miembros de labanda terrorista en mayo de 2008. (©

EFE/ Taris Philippe).

Garikoitz Aspiazu, más conocido comoTxeroki, custodiado por unos policías en

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su traslado a España desde Francia enseptiembre para ser interrogado por losatentados cometidos en 2002. (© EPA-EFE/ MINISTERIO DEL INTERIOR).

La izquierda abertzale en un acto paralos medios de comunicación en el que

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presentaron las conclusiones del debateinterno en abril de 2010 en Pamplona.

(© El País S.L./ Luis Azanza).

Fotografía de Mikel Carrera, presuntoetarra detenido en Bayona (Francia) en

mayo de 2010, considerado como el jefedel aparato militar de la banda. (©

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EPA-EFE/ MINISTERIO DELINTERIOR).

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Agradecimientos

A Alberto Surio, que colaboróactivamente en la primera parte de estelibro antes de ser nombrado director deEIETB (Euskal Ibarri Telebista / Radioy Televisión Vasca); a los directores deEl País, Jesús Cebeiro y Javier Moreno,y al subdirector de este diario, JoséManuel Romero, por su respaldo en lapublicación de esta obra.

LUIS R. AIZPEOLEA

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BiografíaJesús Eguiguren

Jesús Eguiguren (AizarnaGuipúzcoa, 1954) se doctoró enDerecho. Fue presidente del Parlamentovasco y hoy es el presidente del PartidoSocialista de Euskadi. Además esmiembro del Comité Federal del PSOE.Participó y fue clave en los contactosprevios que el PSE realizó conmiembros de Batasuna y queposteriormente llevaron a la declaraciónde alto el fuego permanente de ETA y eldenominado proceso de paz, que se

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rompió con el atentado de la T-4 deBarajas, y que facilitó el cese definitivode ETA. Ha publicado distintos ensayospolíticos: El PSOE en el País Vasco,1886-1986, Euskadi, tiempo deconciliación, El socialismo vasco y laizquierda vasca, 1886-1994, Losúltimos españoles sin patria (y sinlibertad) y La crisis vasca. Entre laruptura y el diálogo.

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BiografíaLuis Rodríguez

Aizpeolea

Luis Rodríguez Aizpeolea eslicenciado en Ciencias Empresarialespor la Universidad de Deusto. Formóparte de la primera redacción de Eginen 1977 en el País Vasco y dels e ma na r i o Ere en 1979. Fuecorresponsal político de El DiarioVasco desde 1981 hasta 1989. Fueresponsable de la Sección de Nacionale n El País y posteriormente fue

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nombrado corresponsal político, puestoque desempeña en la actualidad en ElPaís, donde lleva trabajando desde1989. Participa de manera habitual enRadio Nacional de España; Canal 24horas, Los desayunos y 59 segundos enTVE 1; Radio y Televisión vascas(EITB) y colaboró en CNN+ y enTelemadrid. Colabora, además, en lar e v i s t a Cuadernos de Alzate,especializada en temas vascos. Es autorde varios libros. El último de ellos fueCiudadano Zapatero. Comocorresponsal político es especialista enel seguimiento del Gobierno, en políticaterritorial y vasca y en el terrorismo de

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ETA.