estatuto del embrion

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  • 29Cuad. Biot. 2004/1

    La dimensin biolgica de la personalidad humana: el debate sobre el estatuto del embrin

    LA DIMENSIN BIOLGICA DE LA

    PERSONALIDAD HUMANA:

    EL DEBATE SOBRE EL ESTATUTO DEL EMBRIN

    Roberto Andorno

    Ethik und Geschichte der Medizin

    Universitt Gttingen (Alemania)

    Resumen

    Aunque no pueda demostrarse de modo fehaciente la personalidad del em-

    brin humano, existen importantes razones para atribuirle el respeto que se debe a

    las personas. La razn es que de alguna manera somos un cuerpo viviente y este

    cuerpo ya comienza a existir en el estadio embrionario. Nuestra dimensin corporal,

    lejos de ser un mero accidente de nuestra existencia, o un objeto sin valor moral

    intrnseco, debe ser considerado como elemento constitutivo de nuestro ser personal.

    Palabras clave: Embrin humano, persona, autoconciencia, corporalidad, unici-

    dad, continuidad, autonoma.

    Abstract

    Although do not be able to be shown of way fehaciente the personality of the

    human embryo, important reasons exist to attribute him the respect that owes the

    persons. The reason is that of some way we are a living body and this body already

    begins to exist in the embryonic stadium. Our corporal dimension, far from being a

    mere one accident, or an object without intrinsic moral value, should be conside-

    red like element constituent of ours to be personal.

    Key words: Human embryo, person, selfconscience, corporeal, uniqueness, conti-

    nuity, autonomy.

  • 30 Cuad. Biot. 2004/1

    Roberto Andorno

    lidad del embrin, sin que, por otro lado,

    tales argumentos puedan considerarse una

    autntica demostracin en tal sentido.

    Muy probablemente, tal demostracin sea

    imposible y en tal caso, estamos ante un

    problema en ltima instancia insoluble.

    Sin embargo, ello no significa que no se

    pueda intentar una reflexin tica sobre la

    cuestin, destacando la mayor fuerza de

    ciertos argumentos sobre otros.

    1. El cuerpo humano del embrin

    Aunque parezca una tautologa afir-

    marlo, el embrin humano es un ser bio-

    lgicamente humano. Este el punto de

    partida que servir a la presente exposi-

    cin, que procurar insistir en la dimen-

    sin corporal como elemento constitutivo de

    la personalidad humana. Esto se debe a que,

    en general, es fcil llegar a un consenso

    acerca de lo que constituye un ser biol-

    gicamente humano: es aquel que est

    dotado de las caractersticas genticas

    propias de la especie humana, es decir,

    de la especie Homo sapiens. Es cierto que

    los gametos y, en definitiva, toda clula o

    tejido del cuerpo humano que se separa

    y conserva en un medio artificial tam-

    bin pertenece a la especie humana, por-

    que posee informacin gentica huma-

    na. Sin embargo, una clula o un tejido

    no son un ser humano o individuo

    humano en el mismo sentido que lo es

    un embrin, porque slo este ltimo est

    potencialmente orientado a desarrollarse

    y a devenir un nio. Conviene aclarar,

    por tanto, que las expresiones ser hu-

    mano o individuo humano se em-

    plean aqu con este sentido restringido.

    Introduccin

    La cuestin relativa al status del em-

    brin humano (persona? cosa? ente in-

    termedio entre la persona y la cosa?) es

    tal vez el ms conflictivo en el debate

    biotico contemporneo. Sin embargo, en

    contra de lo que podra pensarse, la dis-

    cusin acerca de si el embrin es un al-

    guien o un algo no es totalmente nue-

    va, ya que se conecta con una de las re-

    flexiones ms antiguas de la historia de

    la filosofa: la referida al momento en el

    que tiene lugar la animacin en el ser

    humano, que ya fuera objeto de comple-

    jas disquisiciones desde Aristteles en

    adelante. El tema renace en la actualidad

    porque el embrin puede ahora ser pro-

    ducido en laboratorios (fecundacin in

    vitro), ya sea a partir de los gametos de la

    pareja deseosa de tener un hijo o de do-

    nantes annimos, para luego ser even-

    tualmente congelado, seleccionado, des-

    cartado si no rene las cualidades espe-

    radas, y en fin, utilizado como material

    de experimentacin o como fuente de

    determinadas clulas (clulas troncales,

    stem cells) que, tal vez, podran tener una

    utilidad teraputica. Est claro que estas

    prcticas, que son perfectamente lcitas

    cuando tratamos con cosas, resultan

    difcilmente aceptables si partimos de

    considerar al embrin como una perso-

    na. De aqu que el tema, lejos de ser

    puramente acadmico, tiene implicancias

    muy concretas y por este motivo suscita

    un fuerte debate.

    Este artculo tiene simplemente por

    objeto sealar que existe una serie de ar-

    gumentos slidos en favor de la persona-

  • 31Cuad. Biot. 2004/1

    La dimensin biolgica de la personalidad humana: el debate sobre el estatuto del embrin

    Hay que reconocer, sin embargo, que

    an admitiendo que el embrin es un

    individuo biolgicamente humano desde

    el primer momento de su existencia, la

    cuestin decisiva a los fines ticos y jur-

    dicos es la de determinar si esa entidad

    es una persona, es decir, si merece el

    respeto que se debe a las personas. En

    otras palabras, se trata de determinar si

    debe reconocerse al embrin como titu-

    lar de derechos (muy especialmente,

    del derecho a la vida), del mismo modo,

    o al menos, de un modo semejante a como

    lo tiene toda persona. Para algunos, la

    sla condicin humana basta para el re-

    conocimiento de la personalidad, mien-

    tras que para otros, ello no es suficiente,

    sino que se exige un cierto grado de de-

    sarrollo. Por tanto, puede decirse que en

    buena medida, lo que est en discusin

    aqu es el valor de la dimensin corpo-

    ral, si no como prueba, al menos como

    indicio de personalidad.

    Este tipo de reflexin se complica por

    el hecho de que el cuerpo del embrin

    es prcticamente microscpico y en su

    configuracin fsica no se advierten las

    caractersticas que normalmente observa-

    mos en nuestros semejantes. Si es del

    rostro del otro del que emerge en for-

    ma inmediata el imperativo de no ma-

    tar, segn un filsofo contemporneo

    (Levinas), en el caso del embrin, el so-

    porte fsico de ese imperativo bsico no

    existe, por la sencilla razn de que el

    embrin carece de rostro. Sobre todo en

    los primeros instantes de su existencia,

    el embrin humano no difiere mayormen-

    te a simple vista de un embrin de cual-

    quier otra especie animal.

    2. Tres argumentos en favor de la perso-

    nalidad del embrin humano

    Se hace necesario por lo tanto un cier-

    to esfuerzo de abstraccin para advertir

    la humanidad que est concentrada en

    el embrin para desarrollar todas sus vir-

    tualidades con el correr de los das y

    meses. En efecto, la dimensin corporal

    humana del embrin tiene en buena me-

    dida una naturaleza gentica. Por ello, vale

    la pena recordar tres de los argumentos

    principales que se suelen invocar en fa-

    vor de la personalidad del embrin hu-

    mano, que se vinculan con el carcter

    humano de la informacin gentica que

    estructura ese pequesimo cuerpo.

    En primer lugar, el embrin est do-

    tado de unicidad gentica. Esto quiere de-

    cir que, con la excepcin de los gemelos

    monocigticos, cada embrin es un ser

    absolutamente original y nico en la

    historia de la Humanidad. Es cierto que

    este argumento de ningn modo prue-

    ba por s solo la personalidad del em-

    brin, porque est claro que la originali-

    dad de la informacin gentica no es si-

    nnimo de personalidad, por la simple ra-

    zn de que la persona no se reduce al

    ADN que la caracteriza. Dos gemelos, al

    igual que dos clones, an poseyendo la

    misma informacin gentica, y en conse-

    cuencia, teniendo dos realidades corpo-

    rales prcticamente idnticas, son dos

    personas distintas. De todas maneras, el

    argumento de la originalidad gentica del

    embrin tiene el mrito de poner en evi-

    dencia el carcter no-fungible del em-

    brin, dado que su identidad humana

    con caractersticas propias de ese indivi-

  • 32 Cuad. Biot. 2004/1

    Roberto Andorno

    duo en particular queda determinada

    desde el primer momento de su existen-

    cia. Este dato no es irrelevante, porque es

    no puede negarse que la corporeidad pro-

    pia de cada persona, es decir, sus carac-

    tersticas fsicas particulares y nicas, con-

    tribuyen de un modo decisivo en la con-

    figuracin de su autoconciencia, as como

    en su esfuerzo por distinguirse suficien-

    temente de los dems y de tener una in-

    sercin propia en la sociedad.

    En segundo lugar, existe una conti-

    nuidad biolgica entre el embrin y el

    adulto que eventualmente va a devenir.

    Esto significa que la divisin y multipli-

    cacin de clulas que comienzan apenas

    tiene lugar la fecundacin no compro-

    meten la continuidad gentica del cigo-

    to, que tendr exactamente esa misma

    informacin como feto, nio y adulto. Si

    tomamos un recin nacido y nos remon-

    tamos hacia atrs en el tiempo, vamos a

    observar que, no obstante las evidentes

    diferencias en el aspecto fsico y en el

    grado de desarrollo de los diversos r-

    ganos y tejidos, no hay ningn cambio

    radical en ese ente que se desarrolla. Es

    decir, una vez producida la fecundacin

    no se ha demostrado que exista un salto

    cualitativo que interrumpa de modo ra-

    dical ese proceso de formacin de un

    nuevo ser. En tal sentido, la combina-

    cin de los cromosomas paterno y ma-

    terno es sin duda el acontecimiento bio-

    lgico ms importante en el proceso de

    transmisin de la vida. En sntesis, si

    admitimos que en el genoma est conte-

    nida toda la informacin biolgica es-

    tructurante del nuevo individuo, y si

    est claro que el embrin ya posee esa

    informacin, existe un fuerte argumen-

    to para sostener que el embrin y el nio

    en el que se va a desarrollar son, desde

    un punto de vista ontolgico, un mismo

    y nico individuo humano.

    Un tercer argumento en favor del sta-

    tus personal del embrin es la autonoma

    de su desarrollo. Gracias a la informacin

    gentica de que est dotado, el embrin,

    lejos de ser un mero ente pasivo, tiene

    una capacidad activa extraordinaria para

    desarrollarse y para controlar y coordi-

    nar las diversas etapas de su proceso de

    formacin. Por supuesto que esta auto-

    noma es relativa, en el sentido de que el

    embrin es enormemente dependiente

    del habitat materno para sobrevivir. Pero

    un recin nacido tambin es totalmente

    dependiente respecto de la madre y, aban-

    donado a si mismo, est ciertamente con-

    denado a morir. Pero, al margen de esta

    dependencia externa, incluso conside-

    rando el hecho de que hay informacin

    gentica proveniente directamente de la

    madre que juega un rol decisivo en las

    primeras horas de vida del embrin, no

    cabe concluir que el embrin sea un ente

    puramente pasivo en esos primeros mo-

    mentos de su existencia. Este hecho sim-

    plemente muestra que en el proceso de

    formacin de la vida, hay una interac-

    cin particularmente intensa entre el

    embrin y la madre. En otras palabras, el

    uso de informacin gentica materna por

    el embrin es compatible con el hecho de

    que el rol y la integracin de esa infor-

    macin en el nuevo organismo sean de-

    terminados por el mismo embrin y no

    por un factor externo.

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    La dimensin biolgica de la personalidad humana: el debate sobre el estatuto del embrin

    3. Algunas objeciones a la personalidad

    del embrin

    Una de las objeciones ms recurren-

    tes que se plantea a la personalidad del

    embrin es la basada en la divisibilidad

    del cuerpo embrionario. Esta tesis, que es

    defendida entre otros, por Norman Ford,

    parte del hecho de que el embrin puede

    dividirse dando lugar a dos o ms em-

    briones durante las dos primeras sema-

    nas de su vida. Se argumenta sobre esta

    base que, si el embrin puede dividirse, no

    sera un individuo y por tanto no podra

    ser una persona, dado que por defini-

    cin, una persona es necesariamente un

    individuo. Sin embargo, el argumento de

    la divisibilidad carece de solidez, porque

    las nociones de individualidad e in-

    divisibilidad son distintas. La posibili-

    dad de que el embrin llegue a dividirse

    en dos o ms embriones no entra real-

    mente en conflicto con la nocin de in-

    dividuo antes de tal divisin. Si corta-

    mos un gusano en dos partes, y cada una

    de ellas da lugar a otro gusano, como de

    hecho ocurre en las especies ms simples

    de este animal, ello no nos permite con-

    cluir que el gusano original no era un

    individuo antes de la divisin. Con ms

    razn an, los animales ms simples,

    como los unicelulares (ameba, parame-

    cio, etc.) slo se reproducen por divisin,

    y sin embargo, ningn bilogo duda sen-

    satamente en afirmar que una ameba es

    un individuo de la especie ameba, del

    mismo modo que un paramecio es un

    individuo de esa especie.

    En verdad, la nocin de individuo

    no significa imposibilidad de divisin,

    sino que remite a la idea de organizacin

    de la estructura viviente, que est orien-

    tada a formar un individuo de la especie

    en cuestin. Por lo tanto, la divisibilidad

    del embrin no es necesariamente un ar-

    gumento contrario a su status como in-

    dividuo biolgicamente humano. En el

    mismo sentido, los nuevos datos acerca

    de la posibilidad de la clonacin humana

    por transferencia de ncleo ponen en evi-

    dencia lo absurdo del argumento de la

    divisibilidad. Porque tal tesis llevara a

    sostener que la persona a partir de cuya

    clula se genera un clon no sera en reali-

    dad un individuo y por eso, en ltima

    instancia, ningn ser humano sera una

    persona!

    Pero existen algunas tesis negatorias

    de la personalidad del embrin que van

    todava ms lejos que la recin mencio-

    nada, en cuanto exigen requisitos ya no

    biolgicos, sino psicolgicos en un ente

    humano para que pueda ser reconocido

    como persona. Si la persona es un ser

    racional, sera necesario que el sistema

    nervioso, soporte biolgico de la racio-

    nalidad humana, tenga un grado parti-

    cular de desarrollo. Sin embargo, quie-

    nes sostienen esta tesis no llegan a po-

    nerse de acuerdo acerca de cual sera el

    desarrollo exigido. Para algunos, ese

    momento es el da 14 desde la fecunda-

    cin, cuando el primer rudimento del sis-

    tema nervioso comienza a formarse. Esta

    tesis coincide con la basada en la posible

    gemelacin puesto que el plazo es el mis-

    mo para ambos fenmenos. Otros auto-

    res fijan el inicio del respeto, ya sea en la

    semana 8, cuando la actividad elctrica

    del cerebro es perceptible a travs de un

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    Roberto Andorno

    electroencefalograma, o a la 20 semana,

    cuando el nuevo ser es capaz de ciertas

    funciones (sensaciones, memoria, apren-

    dizaje, etc.), o en fin, un cierto tiempo

    despus del nacimiento, cuando el nio

    comienza a ser autoconsciente de su pro-

    pia existencia.

    Entre los representantes ms destaca-

    dos de la tesis de la autoconciencia, que

    es la ms extrema, se destacan, con argu-

    mentos similares aunque no idnticos,

    Tristram Engelhardt, Peter Singer y Mi-

    chael Tooley. En lneas generales, los tres

    autores hacen una distincin entre ser

    persona y ser biolgicamente huma-

    no. La condicin humana como tal, es

    decir, la sola pertenencia a la especie hu-

    mana, carecera de relevancia tica ya que

    sera un mero dato biolgico. Segn

    esta corriente de pensamiento, slo en la

    medida en que un ente vivo (que incluso

    podra no ser humano) expresa algn tipo

    de autoconciencia, merece ser reconoci-

    do como persona. Ni en el embrin, ni

    en el feto, ni en el recin nacido se ad-

    vierte tal autoconciencia, ni existe ningu-

    na continuidad psicolgica ni de memo-

    ria entre ellos y el individuo adulto. Por

    este motivo, la supresin de embriones y

    fetos, e incluso la de recin nacidos con

    graves deficiencias, sera ticamente acep-

    table.

    Esta tesis refleja en realidad una de

    las corrientes filosficas ms influyentes

    en la biotica contempornea, que se apo-

    ya en una visin radicalmente dualista

    del ser humano, concebido como un com-

    puesto de dos substancias distintas, cuer-

    po y mente, o mejor dicho, como una

    substancia principal (mente) que utiliza

    una substancia secundaria (cuerpo) para

    satisfacer sus fines propios. Como es bien

    sabido, este dualismo radical, que supo-

    ne una devaluacin del cuerpo, fue espe-

    cialmente desarrollado a partir de los si-

    glos XVII y XVIII, en especial, con Des-

    cartes, Bacon y John Locke, entre otros.

    Desde esta perspectiva, el cuerpo es un

    simple instrumento al servicio de la men-

    te, que es donde realmente radica la per-

    sonalidad. Esta filosofa, cuando se com-

    bina con los modernos desarrollos bio-

    tecnolgicos, acarrea como consecuencia

    prctica que el cuerpo, dado que es un

    simple objeto, puede ser enajenado ya

    sea en parte (por ejemplo, patentamiento

    de genes; venta de rganos, etc.) o en el

    todo (el caso del embrin).

    Pero esta filosofa, que expresa una

    visin descarnada de la persona humana,

    contradice nuestra experiencia ordinaria

    segn la cual nuestro cuerpo es parte in-

    tegrante de nuestra subjetividad. En po-

    cas palabras, la falla ms obvia de la tesis

    de la autoconciencia es la ausencia de un

    sujeto agente. La autoconciencia no es por

    s sola suficiente para explicar los actos

    de una persona, porque los actos de la

    conciencia son necesariamente los actos

    de alguien. Para ejercer la autoconciencia,

    primero es necesario existir. Y el existir

    de las personas, al menos en el caso de

    los seres humanos, se materializa nece-

    sariamente en un cuerpo.

    En segundo lugar, si el ser de la per-

    sona reposara enteramente en la auto-

    conciencia, ello implicara que la perso-

    na viene al ser gradualmente. Pero el ser

    personal, en razn de su unicidad, no

    puede por principio venir a la existencia

  • 35Cuad. Biot. 2004/1

    La dimensin biolgica de la personalidad humana: el debate sobre el estatuto del embrin

    gradualmente. Slo las cosas, que es-

    tn constituidas por una multitud de ele-

    mentos pueden comenzar a existir segn

    diversos grados, pero no las personas.

    En tercer lugar, el ejercicio de la auto-

    conciencia no es necesariamente una ac-

    tividad ms personal o ms humana

    que otras que puede realizar el hombre.

    De hecho, todas las funciones biolgicas

    fundamentales (por ejemplo, alimentar-

    se, procrear, etc.) no son en el ser huma-

    no meras funciones puramente animales

    o a-personales sino que, por el contra-

    rio, son actos profundamente persona-

    les. En este sentido, los rituales que habi-

    tualmente rodean a esas diversas activi-

    dades en los distintos pueblos nos mues-

    tran que ellas poseen una significacin

    particular, y suponen mucho ms que

    meros datos biolgicos. En otras pala-

    bras, como lo destaca Robert Spaemann,

    la personalidad no es en el ser humano

    algo separado de su animalidad.

    4. La revalorizacin moderna de la di-

    mensin coporal

    Es interesante recordar que las re-

    flexiones filosficas ms recientes sobre

    el cuerpo tienden a rechazar el dualismo

    radical y a insistir en que el cuerpo no es

    una materia moralmente neutra, sino que

    tiene un valor intrnseco. En tal sentido,

    la fenomenologa pone gran nfasis en

    destacar que el cuerpo se encuentra en

    una relacin nica con el yo y que es a

    travs del cuerpo y en el cuerpo que la

    persona se expresa y percibe la realidad.

    Segn Merleau-Ponty, por ejemplo, el

    cuerpo no es un mero objeto entre otros

    del mundo, sino que es el lugar del mun-

    do en el que se halla la conciencia. Por

    ello, es gracias al cuerpo que el mundo

    puede ser percibido. El sujeto, al sentir,

    percibir y reflexionar, es ante todo un

    sujeto corporal, un ser encarnado en

    medio de las cosas con las que se relacio-

    na. En otras palabras, el cuerpo propio

    es aquello a travs de lo cual se constitu-

    ye mi percepcin del mundo. Este filso-

    fo llega incluso ms lejos al proponer la

    frmula Yo soy mi cuerpo, que supone

    un rechazo categrico del dualismo car-

    tesiano.

    Este nfasis en el valor moral del cuer-

    po ha sido tambin desarrollado con gran

    fuerza por el feminismo a partir de los

    aos 80. Especialmente en el contexto de

    la lucha contra la discriminacin femeni-

    na, esta corriente considera al dualismo

    antropolgico como una anomala del

    pensamiento occidental, excesivamente

    intelectualista, que devala la importan-

    cia de ciertas funciones biolgicas funda-

    mentales, tradicionalmente asociadas con

    la mujer (ej.: el embarazo, la nutricin

    del recin nacido, etc.) para favorecer las

    funciones cognitivas e intelectuales tra-

    dicionalmente asociadas al hombre. En

    lugar de esta visin, las corrientes femi-

    nistas sostienen que la corporeidad es un

    elemento constitutivo o condicin sine qua

    non de la personalidad. Es decir, el respe-

    to de la persona es en buena medida el

    respeto de la persona en su cuerpo. Esta

    perspectiva lleva a revalorizar ciertas fun-

    ciones biolgicas femeninas como las ya

    mencionadas y, al mismo tiempo, supo-

    ne una crtica de ciertas teoras morales

    (p. ej. kantianas) que asignan valor ex-

  • 36 Cuad. Biot. 2004/1

    Roberto Andorno

    clusivo a las verdades universales y eter-

    nas percibidas por la pura razn, a ex-

    pensas de los factores contingentes y con-

    textuales que se vinculan con la expe-

    riencia corporal.

    Por supuesto que esta revalorizacin

    moderna del cuerpo se ha hecho pensan-

    do sobre todo en el ser humano adulto,

    que es que est mximamente capacita-

    do para interrelacionarse con el mundo

    y sus semejantes a travs de su corporei-

    dad. Est claro que no es la vida humana

    prenatal la que ha estado en el centro de

    estas reflexiones. Ms an, las corrientes

    feministas han sido muchas veces quie-

    nes han alentado con ms fuerza la libe-

    ralizacin del aborto. Pero cabe sostener

    que, si furamos coherentes, y si parti-

    mos de admitir que la persona humana

    es esencialmente un organismo biolgi-

    camente humano y no una pura inteli-

    gencia o una pura conciencia de s des-

    carnada, habra que reconocer que esa

    personalidad comienza, o al menos es

    altamente plausible que comience, cuan-

    do ese organismo humano comienza a

    existir.

    Conclusin

    En sntesis, el objeto de esta reflexin

    ha sido el de destacar que, an cuando

    no pueda demostrarse de modo feha-

    ciente la personalidad del embrin hu-

    mano, existen fuertes razones para atri-

    buirle el respeto que se debe a las perso-

    nas. La razn es que no poseemos un cuer-

    po, sino que de alguna manera somos un

    cuerpo viviente y este cuerpo ya comien-

    za a existir en el estadio embrionario.

    Nuestra dimensin corporal, lejos de ser

    un mero accidente de nuestra existen-

    cia, o un objeto sin valor moral intrnse-

    co, debe ser reubicada una perspectiva

    ms amplia, como elemento constitutivo

    de nuestro ser personal.

    Bibliografa

    Andorno, Roberto, Biotica y dignidad de la per-sona, Madrid, Tecnos, 1998.

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