especial internacional 01-11-14

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ELECCIONES ANTIIMPERIALISTAS EN AMÉRICA LATINA SÁBADO 1 de noviembre de 2014 / Año 2 / N° 85 Jorge Mamani El presidente Evo Morales celebra con el pueblo los logros y avances reflejados en un contundente triunfo electoral.

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ELECCIONES ANTIIMPERIALISTAS EN AMÉRICA LATINA

SÁBADO 1 de noviembre de 2014 / Año 2 / N° 85

Jorg

e M

aman

i

El presidente Evo Morales celebra con el pueblo los logros y avances reflejados en un contundente triunfo electoral.

Elecciones antiimperialistas en América Latina

INTRODUCCIÓNLas elecciones en Boli-via y Brasil aún no cie-rran este año electoral en América Latina y el

Caribe, todavía falta la segunda vuel-ta el 30 de noviembre en Uruguay y las parlamentarias en Dominica para el 14 de diciembre, que defini-rán al nuevo Primer Ministro. Con anterioridad, en El Salvador el FMLN gana por segunda vez las elecciones imprimiendo una marcada historia revolucionaria.

Por su parte, en Panamá y Costa Rica fueron derrotados sendos gobier-nos neoliberales que se encontraban entre los más cercanos aliados de Es-tados Unidos.

En cambio, Colombia fue el único país que mantuvo un gobierno de dere-cha y neoliberal, pero la importancia de la reelección del presidente Santos vie-ne dada por la derrota del sector de ul-tra derecha que encabeza Álvaro Uribe. Al menos eso permitirá la continuidad de los diálogos de paz, a la que aspira la mayoría del pueblo colombiano y el conjunto de la opinión pública de Amé-rica Latina y el mundo.

En este contexto, la reclamación y exigencia de los pueblos va mucho más allá del simple restablecimiento de la democracia como vía de instau-rar un modelo de redistribución más equitativo del ingreso a fin de darle

Redacción internacional

2 1 de noviembrede 2014 31 de noviembre

de 2014

BRASIL

BOLIVIA

Para definir la actual coyuntura que vive el país recorri-mos a Arkonada, que, desde un punto de vista gram-sciano, señala que el debate político “se sitúa en torno a la construcción de hegemonía y la consolidación de un sentido común de época en Bolivia a partir del nuevo bloque histórico cristalizado en el movimiento indígena originario campesino”.Arkonada sostiene que el reciente triunfo electoral muestra que luego de más de ocho años de gobierno el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009 (64%) implica no sólo que el temible desgaste del po-der no ha afectado al primer mandatario, lo cual cons-tituye un mérito notable para él por lograr mantener sólido su liderazgo.En Bolivia se manifiestan de prístina manera expresiones que dan cuenta no sólo de una metamorfosis política de la sociedad. Más que eso, los resultados electorales son

expresión de una profunda mutación civilizatoria que re-coge no sólo las enseñanzas de la práctica de la política y la filosofía occidental, sino que por sobre todo enuncia toda la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. Así los bolivianos han entendido que el MAS es sólo un instrumento para “jugar” en la política de la democracia representativa. Su verdadera fuerza radica en la organi-zación y fortaleza ideológica del movimiento social —del cual Evo jamás se ha desprendido—, que ha ganado protagonismo real en la toma de decisiones, como lo atestigua la paridad en materia de género y el alto nú-mero de parlamentarios indígenas en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, por citar sólo algunos ejemplos.Finalmente, “hay un profundo sentimiento no sólo en Bolivia, sino en América Latina y el Caribe, un movimien-to de liberación de nuestros pueblos (...) Este triunfo es el triunfo de los anticolonialistas y antiimperialistas”, tal como remarcó el propio Evo Morales.

Si hay unanimidad respecto de la solidez del proce-so boliviano, esta unanimidad es en lo referente a aplaudir el triunfo de Dilma Rousseff y del PT en la segunda vuelta, pero varias partes mantienen al res-pecto un apoyo crítico.De todos modos, se puede señalar que ni la genui-na performance de Marina Silva en primera vuelta ni todo el poderoso establishment que defendió a Neves en la segunda han podido con el proceso de cambio en Brasil, iniciado con la victoria de Lula allá por el año 2002. Son 14 años y es la cuarta victo-ria consecutiva del Partido de los Trabajadores, sin que la oposición pueda arrebatársela. Ya no sirve la explicación maniquea de que “todo se debe a la bonanza económica mundial” o al “viento de cola”; son tiempos de recesión económica mundial y el apoyo popular al proceso sigue siendo mayoritario. En Brasil no es que todo sea color de rosa, pero las luces predominan sobre alguna sombra; se ha re-ducido mucho la pobreza en estos años, y también la desigualdad, y se han mejorado las condiciones económicas y sociales de vida de la mayoría social. Esto no se consigue por arte de magia, sino que ha habido una voluntad política de cambiar el modelo económico democratizándolo y reinsertándolo en el mundo. Eso es lo que podría explicar por qué los 40 millones de brasileños sacados de la pobreza por las medidas tomadas por los gobierno del PT se con-viertan en votos electorales.En cambio, para Borón fue “difícil y angustiosa la victoria de Dilma en el balotaje del domingo 26 de noviembre, la más estrecha jamás habida en la histo-ria brasileña (…) En el balotaje de 2006 Lula derrotó al candidato del PSDB Geraldo Alckmin por más de veinte puntos: 61 a 39 por ciento. En 2010 Dilma doblegó en la segunda vuelta a José Serra por unos doce puntos: 56 versus el 44 por ciento. Este domin-go derrotó a Aécio por apenas tres puntos: 51,6 a 48,4 por ciento”.Borón añade: “Y si el PT hizo suya —en sus grandes líneas, aunque no en su totalidad— la agenda neoli-beral de la derecha brasileña nadie puede sorpren-derse que en una coyuntura tan complicada como la actual un significativo sector de la ciudadanía hubiera manifestado su predisposición a votar por Aécio. Es cierto que hubo algunas heterodoxias en la aplicación de aquella receta, la más importante de las cuales fue la creación del programa Bolsa Fami-

lia. Pero en lo tocante a las orientaciones económi-cas fundamentales la continuidad de la tiranía del capital financiero y su reverso, la fenomenal deuda pública del gobierno federal, unida al raquitismo de la inversión social (¡aproximadamente una décima parte de lo que paga por concepto de intereses de la deuda pública a los banqueros!), la deliberada des-politización y desmovilización popular que marca-ron la gestión del PT desde sus inicios más el retraso en el combate a la desigualdad y en atender a pro-blemas como el transporte público —entre tantos otros—, que afecta el bienestar de las clases y capas populares (en especial a sus grupos más vulnerables como los afrobrasileños, los marginales de la ciudad y el campo, la juventud), terminaron por empujar al PT al borde de una catastrófica derrota. Borón termina su análisis apuntando que “para no sucumbir ante estos grandes factores de poder se requiere en primer lugar la urgente reconstrucción del movimiento popular desmovilizado, desorgani-zado y desmoralizado por el PT, algo que no podrá hacerlo sin una reorientación del rumbo guberna-mental que redefina el modelo económico, recorte los irritantes privilegios del capital y haga que las clases y capas populares sientan que el Gobierno quiere ir más allá de un programa asistencialista y se propone modificar de raíz la injusta estructura económica y social del Brasil. En segundo término, luchar para llevar a cabo una auténtica reforma polí-tica que empodere de verdad a las masas populares y abra el camino largamente demorado de una pro-funda democratización”.Con todo lo anterior las oligarquías brasileñas aun-que formalmente aceptaron la derrota electoral, pero cierta parte aún no la acepta.El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil denunció recientemente “que sectores de la oposición, renuentes a reconocer los resultados de las recientes elecciones presidenciales, incitan a un golpe militar como el ocurrido en 1964”.“Tras la reelección de la presidenta Dilma Rousseff en la segunda vuelta de los comicios, la página del Ejército en la red social de Facebook recibió centena-res de mensaje con pedidos de intervención militar. Al parecer se trata de electores que respaldaron al otrora candidato de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, y que enfrentan dificultades para reconocer su derrota en las urnas”, señala el PT.

La alegría de Dilma Rousseff y de Lula Da Silva y sus partidarios fue tan grande como el triunfo de la segunda vuelta electoral.Tabaré Vázquez y Raúl Sendic, junto con miembros del Frente Amplio, celebran la victoria de la primera vuelta electoral.

Tele

sur

AFP

La campaña electoral en Bolivia fue una fiesta alegre y azul (color de la bandera del MAS).

AFP

visibilidad a los excluidos y margina-dos de los últimos cinco siglos.

Asimismo, hay que resaltar que este proceso ha significado una contundente derrota de los medios de comunicación, en particular de las grandes cadenas de televisión que se han transformado en verdaderos actores políticos al servicio de los intereses de la oligarquía proim-perialistas de nuestros países.

Las actuales burguesías han decidi-do lavar su narrativa dejando de insis-tir en eso de la inversión extranjera, la seguridad jurídica, los tratados de libre comercio, los programas de austeridad. No se atreven en público ni siquiera a cuestionar el rol del Estado en algunas áreas económicas ni a interpelar las po-líticas públicas redistributivas llevadas a cabo en muchos países.

No saben cómo ganar las eleccio-nes fundamentalmente porque co-meten un grandísimo error: creen que hablan a otro pueblo, a un pue-blo irreal de anteriores épocas, sin tener en cuenta las profundas trans-formaciones sociales y económicas establecidas en tiempo record.

Sin embargo, dejan que sean los grandes grupos mediáticos los res-ponsables y portavoces del “todo está mal”, aunque corriendo el riesgo de que éstos no sintonicen con el nuevo sentido común de época.

Hasta el momento, los conserva-dores siguen perdiendo a pesar de los

intentos de Capriles en Venezuela, de Rodas en Ecuador, de Doria Medina en Bolivia, de Marina Silva o Aécio Neves en Brasil, y Lacalle en Uruguay.

Las últimas victorias para derrocar a un gobierno progresista sólo las consi-guieron con golpes antidemocráticos, tanto en Honduras como en Paraguay. Aún lo siguen procurando con golpes de eso que llaman mercado; en Vene-zuela, con un dólar ilegal que amenaza constantemente, y con prácticas usure-ras del rentismo importador que some-ten al pueblo a una inflación inducida; en Argentina con fondos buitres, y con devaluaciones forzosas por prácticas es-peculativas cambiarias o soyeras. Pero están condenados a buscar la fórmula para ganar en las urnas.

Por ahora, el bloque de países pro-gresistas sigue sin perder elecciones presidenciales. El chavismo con Nico-lás Maduro en Venezuela, Cristina Kir-chner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Sánchez Cerén en El Salvador, Daniel Ortega en Nicaragua, y reciente-mente Evo Morales en Bolivia. La últi-ma revalidación la obtiene Dilma Rous-seff en Brasil, y previsiblemente Tabaré Vázquez en Uruguay.

El trabajo para elaborar este suple-mento se basó en trabajos, artículos de análisis y entrevistas de Sergio Rodrí-guez Gelfenstein, Alfredo Serrano Man-cilla, Emir Sader, Atilio A. Borón, Katu Arkonada y Jean Zieglerv.

Elecciones antiimperialistas en América Latina

INTRODUCCIÓNLas elecciones en Boli-via y Brasil aún no cie-rran este año electoral en América Latina y el

Caribe, todavía falta la segunda vuel-ta el 30 de noviembre en Uruguay y las parlamentarias en Dominica para el 14 de diciembre, que defini-rán al nuevo Primer Ministro. Con anterioridad, en El Salvador el FMLN gana por segunda vez las elecciones imprimiendo una marcada historia revolucionaria.

Por su parte, en Panamá y Costa Rica fueron derrotados sendos gobier-nos neoliberales que se encontraban entre los más cercanos aliados de Es-tados Unidos.

En cambio, Colombia fue el único país que mantuvo un gobierno de dere-cha y neoliberal, pero la importancia de la reelección del presidente Santos vie-ne dada por la derrota del sector de ul-tra derecha que encabeza Álvaro Uribe. Al menos eso permitirá la continuidad de los diálogos de paz, a la que aspira la mayoría del pueblo colombiano y el conjunto de la opinión pública de Amé-rica Latina y el mundo.

En este contexto, la reclamación y exigencia de los pueblos va mucho más allá del simple restablecimiento de la democracia como vía de instau-rar un modelo de redistribución más equitativo del ingreso a fin de darle

Redacción internacional

2 1 de noviembrede 2014 31 de noviembre

de 2014

BRASIL

BOLIVIA

Para definir la actual coyuntura que vive el país recorri-mos a Arkonada, que, desde un punto de vista gram-sciano, señala que el debate político “se sitúa en torno a la construcción de hegemonía y la consolidación de un sentido común de época en Bolivia a partir del nuevo bloque histórico cristalizado en el movimiento indígena originario campesino”.Arkonada sostiene que el reciente triunfo electoral muestra que luego de más de ocho años de gobierno el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009 (64%) implica no sólo que el temible desgaste del po-der no ha afectado al primer mandatario, lo cual cons-tituye un mérito notable para él por lograr mantener sólido su liderazgo.En Bolivia se manifiestan de prístina manera expresiones que dan cuenta no sólo de una metamorfosis política de la sociedad. Más que eso, los resultados electorales son

expresión de una profunda mutación civilizatoria que re-coge no sólo las enseñanzas de la práctica de la política y la filosofía occidental, sino que por sobre todo enuncia toda la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. Así los bolivianos han entendido que el MAS es sólo un instrumento para “jugar” en la política de la democracia representativa. Su verdadera fuerza radica en la organi-zación y fortaleza ideológica del movimiento social —del cual Evo jamás se ha desprendido—, que ha ganado protagonismo real en la toma de decisiones, como lo atestigua la paridad en materia de género y el alto nú-mero de parlamentarios indígenas en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, por citar sólo algunos ejemplos.Finalmente, “hay un profundo sentimiento no sólo en Bolivia, sino en América Latina y el Caribe, un movimien-to de liberación de nuestros pueblos (...) Este triunfo es el triunfo de los anticolonialistas y antiimperialistas”, tal como remarcó el propio Evo Morales.

Si hay unanimidad respecto de la solidez del proce-so boliviano, esta unanimidad es en lo referente a aplaudir el triunfo de Dilma Rousseff y del PT en la segunda vuelta, pero varias partes mantienen al res-pecto un apoyo crítico.De todos modos, se puede señalar que ni la genui-na performance de Marina Silva en primera vuelta ni todo el poderoso establishment que defendió a Neves en la segunda han podido con el proceso de cambio en Brasil, iniciado con la victoria de Lula allá por el año 2002. Son 14 años y es la cuarta victo-ria consecutiva del Partido de los Trabajadores, sin que la oposición pueda arrebatársela. Ya no sirve la explicación maniquea de que “todo se debe a la bonanza económica mundial” o al “viento de cola”; son tiempos de recesión económica mundial y el apoyo popular al proceso sigue siendo mayoritario. En Brasil no es que todo sea color de rosa, pero las luces predominan sobre alguna sombra; se ha re-ducido mucho la pobreza en estos años, y también la desigualdad, y se han mejorado las condiciones económicas y sociales de vida de la mayoría social. Esto no se consigue por arte de magia, sino que ha habido una voluntad política de cambiar el modelo económico democratizándolo y reinsertándolo en el mundo. Eso es lo que podría explicar por qué los 40 millones de brasileños sacados de la pobreza por las medidas tomadas por los gobierno del PT se con-viertan en votos electorales.En cambio, para Borón fue “difícil y angustiosa la victoria de Dilma en el balotaje del domingo 26 de noviembre, la más estrecha jamás habida en la histo-ria brasileña (…) En el balotaje de 2006 Lula derrotó al candidato del PSDB Geraldo Alckmin por más de veinte puntos: 61 a 39 por ciento. En 2010 Dilma doblegó en la segunda vuelta a José Serra por unos doce puntos: 56 versus el 44 por ciento. Este domin-go derrotó a Aécio por apenas tres puntos: 51,6 a 48,4 por ciento”.Borón añade: “Y si el PT hizo suya —en sus grandes líneas, aunque no en su totalidad— la agenda neoli-beral de la derecha brasileña nadie puede sorpren-derse que en una coyuntura tan complicada como la actual un significativo sector de la ciudadanía hubiera manifestado su predisposición a votar por Aécio. Es cierto que hubo algunas heterodoxias en la aplicación de aquella receta, la más importante de las cuales fue la creación del programa Bolsa Fami-

lia. Pero en lo tocante a las orientaciones económi-cas fundamentales la continuidad de la tiranía del capital financiero y su reverso, la fenomenal deuda pública del gobierno federal, unida al raquitismo de la inversión social (¡aproximadamente una décima parte de lo que paga por concepto de intereses de la deuda pública a los banqueros!), la deliberada des-politización y desmovilización popular que marca-ron la gestión del PT desde sus inicios más el retraso en el combate a la desigualdad y en atender a pro-blemas como el transporte público —entre tantos otros—, que afecta el bienestar de las clases y capas populares (en especial a sus grupos más vulnerables como los afrobrasileños, los marginales de la ciudad y el campo, la juventud), terminaron por empujar al PT al borde de una catastrófica derrota. Borón termina su análisis apuntando que “para no sucumbir ante estos grandes factores de poder se requiere en primer lugar la urgente reconstrucción del movimiento popular desmovilizado, desorgani-zado y desmoralizado por el PT, algo que no podrá hacerlo sin una reorientación del rumbo guberna-mental que redefina el modelo económico, recorte los irritantes privilegios del capital y haga que las clases y capas populares sientan que el Gobierno quiere ir más allá de un programa asistencialista y se propone modificar de raíz la injusta estructura económica y social del Brasil. En segundo término, luchar para llevar a cabo una auténtica reforma polí-tica que empodere de verdad a las masas populares y abra el camino largamente demorado de una pro-funda democratización”.Con todo lo anterior las oligarquías brasileñas aun-que formalmente aceptaron la derrota electoral, pero cierta parte aún no la acepta.El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil denunció recientemente “que sectores de la oposición, renuentes a reconocer los resultados de las recientes elecciones presidenciales, incitan a un golpe militar como el ocurrido en 1964”.“Tras la reelección de la presidenta Dilma Rousseff en la segunda vuelta de los comicios, la página del Ejército en la red social de Facebook recibió centena-res de mensaje con pedidos de intervención militar. Al parecer se trata de electores que respaldaron al otrora candidato de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, y que enfrentan dificultades para reconocer su derrota en las urnas”, señala el PT.

La alegría de Dilma Rousseff y de Lula Da Silva y sus partidarios fue tan grande como el triunfo de la segunda vuelta electoral.Tabaré Vázquez y Raúl Sendic, junto con miembros del Frente Amplio, celebran la victoria de la primera vuelta electoral.

Tele

sur

AFP

La campaña electoral en Bolivia fue una fiesta alegre y azul (color de la bandera del MAS).

AFP

visibilidad a los excluidos y margina-dos de los últimos cinco siglos.

Asimismo, hay que resaltar que este proceso ha significado una contundente derrota de los medios de comunicación, en particular de las grandes cadenas de televisión que se han transformado en verdaderos actores políticos al servicio de los intereses de la oligarquía proim-perialistas de nuestros países.

Las actuales burguesías han decidi-do lavar su narrativa dejando de insis-tir en eso de la inversión extranjera, la seguridad jurídica, los tratados de libre comercio, los programas de austeridad. No se atreven en público ni siquiera a cuestionar el rol del Estado en algunas áreas económicas ni a interpelar las po-líticas públicas redistributivas llevadas a cabo en muchos países.

No saben cómo ganar las eleccio-nes fundamentalmente porque co-meten un grandísimo error: creen que hablan a otro pueblo, a un pue-blo irreal de anteriores épocas, sin tener en cuenta las profundas trans-formaciones sociales y económicas establecidas en tiempo record.

Sin embargo, dejan que sean los grandes grupos mediáticos los res-ponsables y portavoces del “todo está mal”, aunque corriendo el riesgo de que éstos no sintonicen con el nuevo sentido común de época.

Hasta el momento, los conserva-dores siguen perdiendo a pesar de los

intentos de Capriles en Venezuela, de Rodas en Ecuador, de Doria Medina en Bolivia, de Marina Silva o Aécio Neves en Brasil, y Lacalle en Uruguay.

Las últimas victorias para derrocar a un gobierno progresista sólo las consi-guieron con golpes antidemocráticos, tanto en Honduras como en Paraguay. Aún lo siguen procurando con golpes de eso que llaman mercado; en Vene-zuela, con un dólar ilegal que amenaza constantemente, y con prácticas usure-ras del rentismo importador que some-ten al pueblo a una inflación inducida; en Argentina con fondos buitres, y con devaluaciones forzosas por prácticas es-peculativas cambiarias o soyeras. Pero están condenados a buscar la fórmula para ganar en las urnas.

Por ahora, el bloque de países pro-gresistas sigue sin perder elecciones presidenciales. El chavismo con Nico-lás Maduro en Venezuela, Cristina Kir-chner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Sánchez Cerén en El Salvador, Daniel Ortega en Nicaragua, y reciente-mente Evo Morales en Bolivia. La últi-ma revalidación la obtiene Dilma Rous-seff en Brasil, y previsiblemente Tabaré Vázquez en Uruguay.

El trabajo para elaborar este suple-mento se basó en trabajos, artículos de análisis y entrevistas de Sergio Rodrí-guez Gelfenstein, Alfredo Serrano Man-cilla, Emir Sader, Atilio A. Borón, Katu Arkonada y Jean Zieglerv.

4 1 de noviembrede 2014

URUGUAY

CONCLUSIÓN

Daniel Ortega celebra con su pueblo un aniversario más de la Revolución Sandinista.

Las oligarquías proimperialistas recurrieron a la violencia en Venezuela, Ecuador y donde pudieron, pero los pueblos siguen avanzando.

AFP

Raúl Castro, Evo Morales, Rafael Correa, Nicolás Maduro, Salvador Sánchez Cerén y la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú con banderas de Bolivia y la wiphala.

AFP

AFP

A este escenario hay que sumarle Uru-guay porque —según datos oficia-les— el progresista Frente Amplio es la fuerza más votada en primera vuelta (46,48%), siendo el máximo favorito para ganar en segunda vuelta contra la propuesta neoliberal liderada por Laca-lle Pou, el 30 de noviembre. En ese país, ni el hijo de un presidente en dictadura, Bordaberry (del Partido Colorado), ni el

hijo de un Presidente de los noventa neoliberales, Lacalle Pou (del Partido Nacional), pudieron contra la propues-ta de continuidad del cambio que ve-nía liderando ‘Pepe’ Mujica. Los últimos datos respecto a esta prime-ra vuelta dan al Frente Amplio mayoría en diputados como en el senado. Habrá que ahondar más en el análisis con los resultados de la segunda vuelta.

Bolivia y Brasil permiten mirar la cara y el sello de gobiernos que han escogido tácticas distintas. Mientras Evo y el MAS optan por una persisten-cia y profundización de la democracia popular participativa, además de alianzas económicas hegemonizadas por el Estado y del cual los secto-res más humildes de la población se han sentido beneficiados, en Brasil, la merma electoral señala una relación con el abandono del PT de su histó-rica relación privilegiada con las clases populares. Por un lado, habla de la institucionalización de la política sin entender que la inclusión social por sí misma no basta para avanzar en el camino de la transformación y el cambio. El PT deberá ‘refres-car’ su quehacer político a fin de que sus fallas no generen el caldo de cultivo en el que la derecha, bajo el paraguas invaluable de los medios de co-municación, siga restando espacio al movimiento popular, de acuerdo con Borón.Arkonada considera que “la integración latinoa-mericana es una necesidad para subsistir y al mismo tiempo para solidificar los cambios que se

están dando gracias a varios gobiernos progre-sistas de la región. En el ámbito político sostiene que hace falta mayor interrelación de los sectores de izquierda y los movimientos populares a nivel continental en un momento clave para América Latina, que se debate entre la emancipación de-finitiva y la restauración capitalista-hegemónica”.En ciertos aspectos coincide Alfredo Serrano Mancilla al apuntar: “Estamos en un momento de disputa, de gran tensión, en el que el imperio del capital representado en Estados Unidos y su prin-cipal aliada la Unión Europea buscan por todos los medios sabotear el proceso integracionista que tratan de consolidar los países de América Latina”.“Más allá de las conquistas de la década ganada por los gobiernos progresistas de Latinoaméri-ca, toca ahora hacer propia la década venidera, escribirla con nombres propios, con lenguaje propio, con retos propios, con placeres propios, dibujar la escena y elegir la arena de disputa. Adelantarse a los peligros y evitar enconarse en neocapitalismos amables”.