escala de percepción del esfuerzo y activación muscular en
TRANSCRIPT
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALENCIA
SAN VICENTE MÁRTIR
Escala de percepción del esfuerzo y activación muscular
en ejercicios de estabilización del core
TESIS DOCTORAL PRESENTADA POR
D. Julio Martín Ruiz
DIRIGIDA POR
Dra. Dª. Concepción Ros Ros
Dr. D. Carlos Alberto Cordente Martínez
Dr. D. Juan Carlos Colado Sánchez
AÑO DE DEFENSA 2013
Dr.D. Carlos Alberto Cordente Martínez
Director de Tesis, Universidad Politécnica de Madrid
Dr.D. Juan Carlos Colado Sánchez
Director de Tesis, Universidad de Valencia
Dra.Dª Concepción Ros Ros
Tutora de Tesis, Universidad Católica de Valencia-San Vicente Mártir
CERTIFICAN:
Que la presente tesis doctoral titulada Escala de percepción el esfuerzo y activación muscular en ejercicios de estabilización del core, ha sido realizada por D. Julio Martín Ruiz bajo nuestra dirección, en el Programa de Doctorado Las Transformaciones Científicas y la Calidad de la Investigación Universitaria en los Comienzos del Tercer Milenio, para la obtención del título de Doctor por la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir.
Para que así conste a los efectos legales oportunos, se presenta esta
tesis doctoral y se extiende la presente certificación en Valencia a 15 de Febrero de 2013.
Fdo.: Dr. D. Carlos Alberto Cordente Martínez
Fdo.: Dr. D. Juan Carlos Colado Sánchez
Fdo.: Dra. Dª Concepción Ros Ros
Agradecimientos
Al término de un trabajo como éste y tras dar un par de pasos atrás
para ver el resultado en conjunto, es más que evidente que se trata de una
obra coral y nunca de un esfuerzo de méritos individuales.
Por ello, y, consciente de que quedarán nombres sin mencionar a los
que pido disculpas de antemano, quisiera dedicar unas líneas a aquellas
personas que han conseguido que este modesto documento haya llegado a
buen término.
A la Universidad Católica de Valencia, por su ayuda en el proceso de la
obtención del doctorado. Dentro de la misma, al estímulo constante de mi
decana la Dra. Dª. Amparo Bargues, a la ayuda del Dr. D. Carlos Pablos, que
ha sido una guía imprescindible en este viaje. Al joven e ilusionado grupo de
investigación sobre salud, cuyas ideas y motivación, son razones suficientes
para pensar que se puede llegar a todo.
A la Universidad de Valencia, por toda la colaboración prestada tanto
en lo material, como fundamentalmente en lo personal. Sin su ayuda,
sencillamente no se hubiera podido iniciar este proyecto.
A mis directores; a Inma por estar siempre, en los momentos dulces y
en los amargos, eres un acento invisible en la palabra amistad. A Carlos, por
ayudarme a comenzar y a superar trances difíciles, no en vano eres experto
en superar retos de diez en diez. A Juan Carlos, por mostrarme el interior de
este ámbito y propiciarme un aprendizaje muy válido sobre el mismo.
A mis compañeros de fatigas, Sebastien Borreani y Joaquín Calatayud,
incansables e imprescindibles en el proceso de este trabajo. Sin vosotros no
hubiera podido alcanzar el final. A Diego y Kimo por sus aportaciones y ayudas
constantes.
Al Dr. D. Fernando Martín, amigo sin condiciones y dispuesto dar aliento
y consejo en los momentos de duda, conocerte ha sido una suerte y has sido
fundamental durante la elaboración de este trabajo.
Al Dr. D. Iván Chulvi, de quien siempre se aprende incluso en el lapso
de una conversación. Tus aportaciones a esta tesis han sido claves para poder
ver el resultado hoy, tu crítica constructiva ha ayudado a cimentar este
documento.
A todos los participantes de esta investigación por su enorme paciencia,
sin vosotros hubiera sido imposible iniciar este trabajo y sois los verdaderos
protagonistas de todo lo que aquí acontece, gracias de corazón.
A todos los alumnos a los que he tenido el honor de impartir clase, ellos
son el verdadero impulso y motivación por la que está justificado este
esfuerzo.
Al Dr. D. Alberto Pardo por ayudarme a iniciarme en el campo
investigador y a su compañerismo y estímulo que ayudan a mantener el
ánimo. A los doctores D. José Enrique Gallach y D. Luis Millán, por
acompañarme también en esa andadura.
A Paco Gil, mi entrenador, maestro y amigo, tus enseñanzas han sido
más que números, series o marcas. Han supuesto y suponen, un modelo a
seguir y emular.
A mi familia valenciana. A Antonia y Paco, no sólo por su interés en
este trabajo, sino por facilitar que hoy sienta esta ciudad como mi hogar, al
haberme adoptado con vuestra infinita generosidad, demostrada en los
momentos más difíciles.
A mis hermanos Marisol y Mariano. A mis padres, Soledad y Mariano,
quienes han propiciado que pueda cursar mis estudios y que hoy pueda
alcanzar este importante objetivo; ojalá os sintáis orgullosos de lo que habéis
logrado conmigo.
A Laura, por ser alegre, creativa, imprevisible, por irradiar luz y color
en lo que haces, ser el apoyo en el que todo pierde negatividad y da pie a un
nuevo suspiro con el que alcanzar lo que me proponga. A pesar de que no se
vean, las líneas que tú has escrito son para mí las más importantes.
3
Resumen
La práctica de actividad física, es uno de los medios más adecuados de
mejorar y conservar la calidad de vida de las personas. Incluso en el ámbito
médico, se tiende a sugerir el ejercicio para prevenir algunas afecciones, en
especial las cardiovasculares (1). Entre los beneficios de un
acondicionamiento regular, figuran algunos psicológicos como atenuar la
depresión, la ansiedad o cuadros de estrés (2) y entre los fisiológicos, el
descenso de la frecuencia cardiaca basal, del riesgo de accidentes
cardiovasculares (3,4), o del dolor lumbar crónico, especialmente con el
trabajo de la faja lumbo-abdominal o core (5).
Entre algunos de los recursos utilizados para la mejora de esta
estructura, pueden citarse máquinas, pesos libres, materiales elásticos o
superficies inestables (6). Éstas últimas, se han posicionado recientemente
como uno de los materiales más utilizados para el entrenamiento de fuerza
(7), aunque debería clarificarse su criterio de uso, ya que cada modelo
transmite las cargas de un modo distinto y consecuentemente, también lo es
su impacto sobre el individuo.
Su empleo adecuado reportará ventajas, si en la actividad se tienen en
cuenta aspectos como el nivel inicial del practicante o la individualización de
cargas (8), por ello los prescriptores de ejercicio físico, deben reflexionar
sobre la selección de ejercicios en el diseño de un programa de
4
entrenamiento, atendiendo a la funcionalidad e intencionalidad del mismo
(9).
Con respecto a las superficies inestables, pueden encontrarse
referencias sobre la progresión del trabajo del core sobre acciones dinámicas
(10-13), sin embargo no se documenta ninguna discusión al respecto sobre la
secuencia a seguir en acciones estáticas (isometría), ni que valore en este
tipo de acondicionamiento la percepción individual del esfuerzo,
estableciendo una diferenciación de niveles.
El objetivo de este estudio, se centró en investigar cuál era la
activación muscular que se generaba en cinco músculos del core, en la
realización de unos ejercicios isométricos previamente seleccionados, así
como ver cuál era su correlación con la percepción del esfuerzo del sujeto,
para poder establecer de una forma sencilla, diferencias de intensidad entre
las diferentes propuestas y materiales a utilizar y por tanto, estratificar o
elaborar una progresión lógica.
La muestra estuvo compuesta por 44 estudiantes universitarios (24
hombres y 20 mujeres), reclutada en las facultades de Ciencias de la
Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Católica de Valencia y de la
Universidad de Valencia.
Se llevó a cabo un estudio descriptivo, que empleó ejercicios diseñados
para cuatro accesorios estables e inestables del equipamiento Thera-Band®.
Durante la ejecución de los mismos, se midió la activación muscular eléctrica
de la musculatura del core mediante electromiografía de superficie (SEMG) y
5
la percepción subjetiva del esfuerzo local de varios músculos del core, así
como la global de todo el cuerpo.
Los resultados obtenidos, permiten establecer una progresión de
ejercicios de inestabilidad fundamentados en la intensidad de los mismos, la
certeza de que las superficies monoplanares provocan mayor activación que
las multiplanares, así como evidenciar que la musculatura más activa es la
erectora torácica al registrar una media de 30.39±8.62% de la máxima
contracción voluntaria isométrica (MCVI). Por otro lado, se puede afirmar que
la percepción del esfuerzo, al resultar para el core de r 0.200, no presenta
correlación con la activación muscular que generan los distintos ejercicios que
trabajan sobre dicha zona en esta investigación, aunque podría ser válido para
el control de la intensidad en un mismo material.
Las aplicaciones prácticas que se derivan de estos resultados,
permitirán una prescripción de ejercicios de inestabilidad de una forma más
precisa y personalizada, dentro del ámbito deportivo-recreativo orientado a la
salud. Ello facilitará a muchos profesionales, ofrecer un servicio de mayor
calidad y una mejor capacidad de adaptación a los rápidos cambios de
tendencia actuales.
7
Índice
Índice de figuras ...................................................................... 11
Índice de tablas ....................................................................... 13
Índice de abreviaturas ............................................................... 15
1. El Core. Estructura, funciones y relevancia. ............................... 17
1.1. El trabajo del core para la consecución de objetivos de salud. .... 25
1.2. La co-activación muscular................................................ 27
2. Materiales inestables o desestabilizadores ................................. 31
2.1. Efectos de la elección de material de inestabilidad en el
entrenamiento. ...................................................................... 35
3. Bases para el acondicionamiento del core.................................. 39
3.1. Entrenamiento del core en superficies inestables. ................... 41
3.2. Valoraciones del sujeto para el trabajo sobre inestabillidad. ...... 44
3.3. Progresión de ejercicios del core sobre inestabilidad. .............. 49
4. Valoración de la intensidad: la EMG y la percepción del esfuerzo. .... 53
4.1. Electromiografía y activación muscular. ............................... 54
4.1.1. Representación gráfica de las señales eléctricas. ............... 58
4.2. La percepción subjetiva del esfuerzo. ................................. 62
4.2.1.1. Las escalas de percepción del esfuerzo......................... 64
4.2.1.2. Validación de constructo. ......................................... 65
4.2.2.2. Validación concurrente............................................ 67
5. Investigaciones previas, sobre la temática de estudio ................... 72
6. Objetivos .......................................................................... 78
8
7. Hipótesis .......................................................................... 79
8. Metodología ....................................................................... 81
8.1. Diseño del estudio ......................................................... 81
8.2. Participantes ............................................................... 82
8.3. Instrumentos de medición ................................................ 84
8.3.1. Medición de la activación muscular ................................ 84
8.3.2. Mediciones sobre la percepción del esfuerzo .................... 85
8.3.3. Mediciones antropométricas ........................................ 87
8.4. Equipamiento deportivo utilizado. ...................................... 90
8.4.1. Ejercicios específicos ................................................ 91
8.5. Procedimientos ............................................................ 93
8.5.1. Sesión de familiarización. ........................................... 96
8.5.2. Sesión de recogida de datos. ...................................... 103
Preparación de la piel, localización y colocación de electrodos. .... 103
Test de Máxima contracción voluntaria isométrica (MCVI). .......... 105
Medición específica del estudio. ......................................... 107
8.6. Registro y reducción de datos de la actividad eléctrica. ........... 108
8.7. Análisis de datos. ......................................................... 108
8.8. Análisis estadístico. ...................................................... 109
9. Resultados .......................................................................111
9.1. Resultados descriptivos y diferencias de género, tanto a nivel global
como en el estudio individual de cada músculo estudiado. ................. 111
9.2. Valores de la activación muscular para cada ejercicio estudiado. 115
9
9.3. Diferencias de la media de SEMG globales y para cada músculo. . 116
9.4. Correlación de la variación de la escala de percepción de esfuerzo
de Inestabilidad y los datos de activación muscular obtenidos. ............ 120
10. Discusión .......................................................................123
10.1. SEMG en ejercicios de estabilidad e inestabilidad................... 123
10.1.1. Diferencias de activación en relación al material empleado. 125
10.1.2. Diferencias de activación respecto a la posición. .............. 127
10.1.3. Diferencias de activación por grupos musculares. .............. 131
10.2. La escala de percepción del esfuerzo para valorar la intensidad del
entrenamiento sobre dispositivos con distinto nivel de desestablización. 133
10.2.1. Las características de las cargas. ................................. 135
10.2.2. Cambios de superficie. ............................................. 135
10.2.3. Diferenciación entre inestabilidad e intensidad. ............... 136
11. Conclusiones ...................................................................139
11.3. Conclusiones sobre los objetivos generales. .......................... 140
11.2. Conclusiones sobre los objetivos específicos. ........................ 140
12. Limitaciones del trabajo. ...................................................142
13. Futuras líneas de investigación ............................................143
14. Referencias bibliográficas ..................................................145
15. Anexos ..........................................................................173
Anexo 1. Confirmación del Comité Ético para la realización del estudio. . 175
Anexo 2. Protocolo de la escala de percepción del esfuerzo. ............... 176
Anexo 3. Consentimiento informado. ........................................... 178
10
Anexo 4. Cuestionarios de datos personales y Par-Q en página web. ...... 180
Anexo 5. Protocolo del estudio. ................................................. 182
Anexo 6. Plantilla de recogida de datos. ....................................... 187
Anexo 7. Galerías de imágenes web. ............................................ 188
Anexo 8. Ejemplo de uso del programa Matlab. ............................... 190
11
Índice de figuras
Figura 1. Vista general y detalle del dorsal largo. ................................ 20
Figura 2.Vista general y detalle del iliocostal. .................................... 21
Figura 3.Vista general y detalle del multífidus. ................................... 21
Figura 4.Vista general y detalle del glúteo mayor. ............................... 23
Figura 5. Niveles de estabilidad según la zona neutra. .......................... 28
Figura 6. Ejemplo de co-activación y de la carencia de la misma. ............. 29
Figura 7. Puente lateral. ............................................................. 50
Figura 8. Pico de máxima contracción voluntaria isométrica. .................. 57
Figura 9. Señal eléctrica sin tratamiento. ......................................... 60
Figura 10. Señal rectificada. ......................................................... 60
Figura 11. Señal eléctrica estable fraccionada. ................................... 61
Figura 12. Escala Omni-Res para peso libre. ....................................... 69
Figura 13. Escala Omni-Res para trabajo con material elástico. ............... 70
Figura 14. Roll-out, crunch y bent knee sit up. ................................... 72
Figura 15. Ejemplo de uso del Corex®. ............................................. 73
Figura 16. Electromiógrafo Megawin ME6000. ..................................... 84
Figura 17. Gráficos de la variación de la escala Omni-Res. ..................... 85
Figura 18. Vista general de la escala de inestabilidad. .......................... 86
Figura 19. Póster y escala modificada. ............................................. 87
Figura 20. Paquímetro Cescorf para medición de distancia biacromial........ 88
Figura 21. Tallímetro y técnica de medida. ....................................... 89
Figura 22. Modelo Tanita BF-350 y cálculo del porcentaje graso. .............. 90
12
Figura 23. Capturas de pantalla de la página web. ............................... 93
Figura 24. Ejercicios de calentamiento. ............................................ 97
Figura 25. Valoración de la escala y anotación. ................................... 99
Figura 26. Adhesivos para referencias y muestra de la localización. ......... 100
Figura 27. Posición de pies y calibrado de angulaciones. ....................... 101
Figura 28. Detalle del dispositivo láser. ........................................... 101
Figura 29. Diferencia de altura, ajuste de carga elástica y apoyo anterior. . 102
Figura 30. Preparación y colocación de electrodos. ............................. 104
Figura 31. Habitáculo para realización de pruebas isométricas. .............. 106
Figura 32. Máxima Contracción Voluntaria Isométrica EL, ET, ML y MT. ..... 107
Figura 33. Máxima Contracción Voluntaria Isométrica GM. ..................... 107
Figura 34. SEMG de la musculatura global del core. ............................. 116
Figura 35. SEMG de la musculatura del EL. ....................................... 117
Figura 36. SEMG de la musculatura del ET. ....................................... 118
Figura 37. SEMG de la musculatura del ML. ....................................... 118
Figura 38. SEMG de la musculatura del MT........................................ 119
Figura 39. SEMG de la musculatura del GM. ...................................... 119
Figura 40. Activación muscular del core en los 12 ejercicios propuestos. ... 134
13
Índice de tablas
Tabla 1. Clasificación de materiales según grados de inestabilidad y ejes de
movimiento permitido. ............................................................... 32
Tabla 2. Catálogo de materiales desestabilizadores.............................. 33
Tabla 3. Equivalencias en kilogramos entre materiales elástico Thera-Band® y
pesos libres. ............................................................................ 35
Tabla 4. Fases de acondicionamiento del core. ................................... 40
Tabla 5. Test de Kibler. ............................................................... 46
Tabla 6. Pruebas de estabilidad lumbar. ........................................... 47
Tabla 7. Modelo de progresión de ejercicio mediante elementos
desestabilizadores. .................................................................... 51
Tabla 8. Escala de Percepción del Esfuerzo de Borg 1971. ...................... 66
Tabla 9. Escala de Percepción del Esfuerzo de Borg 1982. ...................... 66
Tabla 10. Características de los sujetos de la muestra. ......................... 83
Tabla 11. Descripción de materiales Thera-Band®. .............................. 90
Tabla 12. Descripción de los ejercicios en sedestación. ......................... 91
Tabla 13. Descripción de los ejercicios en bipedestación. ...................... 92
Tabla 14. Ubicación de electrodos. ................................................ 104
Tabla 15. Procedimiento del test de máxima contracción voluntaria isométrica
para EL, ET, ML, MT y GM. .......................................................... 106
Tabla 16. Diferencias de activación del core entre hombres y mujeres. ..... 112
Tabla 17. Diferencias de activación del Erector Lumbar entre hombres y
mujeres. ................................................................................ 112
14
Tabla 18. Diferencias de activación del Erector Torácico entre hombres y
mujeres. ................................................................................ 113
Tabla 19. Diferencias de activación del Multífidus Lumbar entre hombres y
mujeres. ................................................................................ 113
Tabla 20. Diferencias de activación del Multífidus Torácico entre hombres y
mujeres. ................................................................................ 114
Tabla 21. Diferencias de activación del Glúteo Mayor entre hombres y
mujeres. ................................................................................ 114
Tabla 22. Media decreciente del porcentaje de activación muscular de la
musculatura del core por ejercicios. .............................................. 115
Tabla 23. Correlaciones entre SEMG y la escala de percepción del esfuerzo de
inestabilidad. .......................................................................... 120
Tabla 24. Correlaciones de la media de SEMG de la musculatura core con la
escala de percepción. ................................................................ 121
Tabla 25. ICC de la escala de inestabilidad para el total de la muestra. .... 121
Tabla 26. ICC de la escala de inestabilidad diferenciado por género. ........ 121
Tabla 27. Progresión de materiales por activación generada. ................. 126
Tabla 28. Progresión de ejercicios según su activación muscular (de menor a
mayor activación). .................................................................... 128
Tabla 29. Ejercicios de similar activación, sustituibles en un entrenamiento.
.......................................................................................... 130
15
Índice de abreviaturas
Abreviatura Significado
ATP Adenosín Trifosfato
ACSM Colegio Americano de Medicina del Deporte
EL Erector lumbar
EMG Electromiografía
ET Erector torácico
FMS Pantalla de movimiento funcional
GM Glúteo mayor
Hz Hertzio
ICC Índice de Correlación Intraclase
ISAK Sociedad Internacional para el Avance en Cineantropometría
Khz Kilohertzio
LBP Dolor lumbar
MCVI Máxima contracción voluntaria isométrica
ML Multífidus lumbar
ms Milisegundo
MT Multífidus torácico
mV Milivoltio
NIOSH Instituto Nacional de Salud y seguridad ocupacional
PUM Potencial de Unidad Motriz
RAW Señal sin tratamiento
16
RM Repetición máxima
RMS Raíz cuadrada media
SEMG Electromiografía de superficie
Vo2 máx. Volumen de oxígeno máximo
Marco teórico.
17
1. El Core. Estructura, funciones y relevancia.
El auge de la industria del Fitness, definiendo ésta como aquellos
servicios que inciden sobre la salud y por ende en la condición física (14), ha
crecido de manera continua en los últimos años. García Ferrando (15),
cuantifica que la proporción de personas que practican deporte durante su
tiempo libre ha aumentado de 1975 a 2010, de un 15% a un 30% y que el
interés por la actividad física, se mantiene en un 63% de la población (15).
La variedad de actividades existentes, obliga a disponer de un
adecuado criterio de elección y progresión de las mismas, que resulta
fundamental para lograr los objetivos a alcanzar, dado que los practicantes
comprenden edades y necesidades heterogéneas. Un programa inadecuado a
los niveles de adaptación de los mismos, podría ocasionar entre otras
alteraciones, lesiones musculares y/o articulares por abuso o por técnica
deficitaria (8,16) en lugares como la zona media o core (17), que resultan de
gran importancia para la realización de movimientos funcionales cotidianos
(18).
Su relevancia, sugiere la necesidad de establecer unos claros criterios
para su prescripción. Al igual que disponemos de recursos para la recopilación
de información orientativa del sujeto en la fase preactiva (19), o pruebas
objetivas que miden los márgenes de trabajo saludables (20) cuyo resultado
también es dependiente de factores fisiológicos y psicológicos (21), se debe
Marco teórico.
18
estudiar específicamente la implicación muscular de las actividades
funcionales que trabajen el core, con los recursos materiales a utilizar y en
las posiciones en las que se realicen.
Esto ayudará a clarificar, qué actividades son las más adecuadas para
cada sujeto, así como los ejercicios y la progresión de los mismos en el
acondicionamiento de una estructura como la que se estudia en la presente
tesis, el core como centro anatómico (17).
El core o faja lumbo-abdominal, es el conjunto que forman el esqueleto
axial y los tejidos blandos con origen y/o inserción en dicha localización (5).
Los músculos que lo componen, actúan proporcionando estabilidad al raquis,
la pelvis y la cadera durante situaciones estáticas o en movimientos
funcionales (22), facilitando la neutralidad de la posición de la columna
vertebral e impidiendo que se produzcan daños articulares (23).
Se encuentra formado por una gran cantidad de grupos musculares,
algunos de los cuales pueden llegar a insertarse en la región cervical como el
iliocostal (24), ejerciendo por tanto una influencia raquídea global.
En la parte ventral, se sitúa la pared abdominal, compuesta en su parte
externa por el recto anterior abdominal y el oblicuo externo, y en la más
profunda, por el oblicuo interno y el transverso abdominal (25). En la parte
dorsal y lumbar, se localizan los multífidus y los erectores espinales longísimo
e iliocostal, ambos con terminaciones tanto torácicas como lumbares y en
raquis lumbar y la cadera, el glúteo medio, el glúteo mayor o el cuadrado
lumbar (12).
Marco teórico.
19
La investigación ha puesto de manifiesto que estos músculos no actúan
de forma independiente, ni con la misma intensidad para las diversas tareas y
demandas funcionales de la vida cotidiana. Así, por ejemplo, Kavcic et al.
(26), han demostrado que la activación muscular selectiva de los músculos
que componen el core, está determinada por la dirección de la inestabilidad
lumbar que determine la tarea. Por otro lado, la acción muscular conjunta
puede estar determinada por las fascias y los rafes divisorios en mitades
laterales, que han sido señalados principalmente por los trabajos de Bogduk
(27), como los encargados de la conjunción funcional de los músculos del
core. Un ejemplo de este aspecto, lo encontramos en la sinergia existente en
la acción anticipatoria del transverso abdominal y el multífidus, que logran
hacer decrecer la laxitud del ligamento sacroilíaco, acción que preserva la
salud lumbar en mayor medida que otros ejercicios que utilizan de forma más
pronunciada la facción abdominal lateral (28). Esta respuesta anticipatoria,
que Brown et al. (29) han observado 50 milisegundos antes del movimiento,
permite ajustar la postura y estabilizar la región lumbar, antes de la acción
de los miembros inferiores y/o superiores (30-32).
Al dirigir este estudio hacia los músculos dorsales, concretamente los
extensores lumbares y torácicos además del glúteo mayor, será de éstos,
sobre los que se realice un breve resumen de su anatomía y las acciones a las
que se destinan.
Marco teórico.
20
Erectores espinales
Se corresponden con la musculatura del tracto lateral o paravertebral,
en los que se encuentran el músculo dorsal largo y el iliocostal (33).
El dorsal largo, con origen en la 4ª y 5ª vértebras lumbares, en el sacro
y en la cresta iliaca, se inserta en su porción medial; en las apófisis
transversas de las vértebras torácicas y en la cara posterior de las 12 costillas.
En su porción lateral; de la 4ª a la 1ª vértebra lumbar, en la fascia toraco-
lumbar y en la zona medial al ángulo de las costillas 12ª a 2ª (24,33).
Figura 1. Vista general y detalle del dorsal largo. Tomado de Primal Pictures con licencia personal (34).
Las flechas indican la localización del músculo.
El iliocostal, más largo en su recorrido, comparte el origen del
ligamento lumbosacro del músculo antes descrito y se inserta en su porción
lumbar, en el ángulo costal de la 5ª a la 12ª costilla. En la torácica, la misma
ubicación de la 6ª a la 1ª costilla, y en su porción cervical, en las apófisis
transversas de la 5ª, 6ª y 7ª vértebra cervical, así como en la cara posterior y
externa de cada costilla (24,33).
Marco teórico.
21
Figura 2.Vista general y detalle del iliocostal. Tomado de Primal Pictures con licencia personal (34).
Las flechas indican la localización del músculo.
Multífidus
Es un músculo vertebral del tracto medial, originado en el ligamento
sacro ilíaco posterior, la porción dorsal de la cresta ilíaca, las apófisis
mamilares de las vértebras lumbares, las apófisis transversas de las vértebras
torácicas y las apófisis articulares inferiores de las vértebras cervicales 7ª y
6ª. Se inserta haciendo su recorrido desde las apófisis espinosas hasta las
transversas, con la peculiaridad de hacerlo hacia más de dos vértebras
inferiores; En las apófisis espinosas de la 5ª a la 1ª vértebra lumbar, de la 12ª
a la 1ª vértebra torácica y de la 7ª a la 2ª vértebra cervical (24,33).
Figura 3.Vista general y detalle del multífidus. Tomado de Primal Pictures con licencia personal (34).
Las flechas indican la localización del músculo.
Marco teórico.
22
Este grupo de músculos, globalmente es fijador de la postura (33) y en
su acción unilateral, dirige el movimiento de inclinación lateral permitida
entre los 20 y 30º (16,35), mientras su acción bilateral estabiliza
verticalmente la columna y ayuda a su extensión hasta los 30º (33,35).
Glúteo mayor
Localizado en la cadera, articulación desde la que se origina en la
aponeurosis sacra y la cresta iliaca, para insertarse en su porción caudal; bajo
el cóndilo lateral de la tibia, y en la craneal; en la tuberosidad glútea del
fémur y el tabique intermuscular femoral lateral (24).
Su acción sobre la cadera en la porción craneal es la extensión, la
rotación lateral y la abducción. En su porción caudal; se repiten dichas
acciones salvo que realiza la adducción en lugar de la abducción. Sobre la
rodilla, interviene en la extensión a través del tracto iliotibial (24,36) y
resulta fundamental en actividades como la carrera, la movilización de cargas
como bolsas de la compra o en ejercicios como la sentadilla (squat) (37).
Marco teórico.
23
Figura 4.Vista general y detalle del glúteo mayor. Tomado de Primal Pictures con licencia personal (38).
Las flechas indican la localización del músculo.
Para obtener una visión global, también pueden mencionarse algunas
de las funciones genéricas que cumplen los músculos ventrales como los
abdominales; a) servir de prensa abdominal, b) excretar el contenido de
vísceras abdominales y pelvianas, c) realizar la ventilación pulmonar y como
los anteriores y d) estabilizar el tronco (25,39).
Desde una perspectiva biomecánica, se pueden citar otras funciones
que cumple el core como núcleo o centro anatómico tales como (17,22):
Asegurar la estabilidad lumbo-pélvica.
Absorción de fuerzas de rotación.
Transmisión de fuerzas entre el miembro inferior superior.
La compensación agonista-antagonista, proporciona la necesaria
estabilidad lumbo-pélvica de la musculatura equilibradora del raquis. Dicha
acción es fundamental para mantener las curvas fisiológicas y las correctas
actitudes posturales en situaciones de reposo o en actividades de diferente
Marco teórico.
24
impacto. La ubicación en la que se encuentra esta musculatura, que por
proximidad alberga del centro de masas (18), le hacen responsable de la
conservación de esta estabilidad y equilibrio, así como de evitar que por su
carencia, puedan adquirirse adaptaciones como el desequilibrio en la
activación de un grupo muscular determinado. Cuando éste se encuentra
inhibido, se produce lo que denomina Janda en Liebenson (40), debilidad de
tensión; el músculo no es capaz de controlar su centro de presión, al que
puede definirse como la respuesta neuromuscular a los cambios que se
producen, en este caso en el citado centro de masas (41), con la pérdida de
control motor que ello supone.
La absorción de fuerzas de rotación, se realiza con mayor intensidad en la
zona central, entre la cadera y las costillas aesternales en situaciones
estáticas (18), situación que expone al organismo a una constante actividad
compensatoria de las fuerzas de impacto recibidas del exterior, así como de
las internas, producidas por movimientos angulares y rotatorios, los únicos
que cuerpo humano es capaz de representar (42). Una musculatura del raquis
suficientemente acondicionada, prevendrá las inestabilidades que provocan
las citadas rotaciones, presentes en las actividades de la vida diaria además
de en las deportivas (43).
La transmisión de fuerzas entre el miembro superior e inferior, se
enmarca en la necesaria transferencia de las mismas entre las articulaciones
caudales y las craneales. Tal y como describe Kibler (17), una eficiente
estabilidad del core permite controlar el movimiento del tronco, de forma
Marco teórico.
25
que puede transmitir eficazmente la energía entre el miembro superior e
inferior en actividades atléticas integradas.
1.1. El trabajo del core para la consecución de objetivos de salud.
El trabajo de la musculatura core, se ha convertido en una práctica
muy utilizada para la prevención o readaptación de lesiones lumbares (44).
Desde un punto de vista funcional, el core es partícipe de cualquiera de
las acciones cotidianas y su cuidado es necesario, tanto en personas
sedentarias como en practicantes habituales de actividad física en todos sus
niveles.
La denominación de acondicionamiento del core o core stability, se ha
empleado para hacer hincapié en la habilidad para lograr la estabilización
lumbar y el control motor (45), y su carencia puede derivar en dolor lumbar
crónico. Este síndrome o low back pain (LBP), es una alteración común en los
países occidentales (46), cuya prevalencia en algún momento de la vida se
estima en un 80% de la población (47). Por ello, el entrenamiento del core se
ha convertido en un elemento especialmente importante para la salud del
raquis lumbar (23,48).
Por tanto, el entrenamiento del core stability, consiste en desarrollar
la habilidad del complejo lumbo-pélvico de prevenir cambios de posición,
sobre la curva lordótica de la región lumbar y su relación con la cadera para
poder retornar al equilibrio tras una perturbación del mismo (49), o mantener
Marco teórico.
26
su equilibrio estático cuando se le somete a repentinas fuerzas
desequilibrantes (50) que pueden producirse tanto de forma dinámica como
estática (51), reduciendo el riesgo de padecer lesiones estructurales y/o
nerviosas (52).
La adecuada prevención del LBP contempla entre sus objetivos, dotar a
la musculatura core de esta habilidad de anticipación del movimiento para
estabilizar el raquis (53,54). En caso de un control motor deficiente, se
producirán anomalías musculares, como la que detectó Ferguson (55), en la
que el erector espinal se contraía excesivamente pronto en ejercicios de
levantamiento de cargas en sujetos con LBP, en comparación con los sujetos
sanos. Otra deficiencia motriz descrita, ha sido la de que las personas con
dolor lumbar crónico, presentan una mayor tendencia a la desestabilización
de la columna en posiciones unipodales mantenidas, que en aquellas que no lo
padecen (56).
Debido a la importancia de la aptitud muscular sobre la función
estabilizadora de la región lumbar, al limitar los movimientos articulares en
los planos y ejes de la citada localización (57), resulta clave una valoración de
dicha competencia/aptitud, y para ello, McGill et al. (58) describen tres
pruebas de resistencia isométrica; la extensión del tronco, la flexión y el
puente lateral, que serán descritos posteriormente y cuyos resultados
deberían tomarse como punto de partida en la prescripción de ejercicio de
fortalecimiento del core.
Marco teórico.
27
El trabajo de estabilización con recursos como las superficies
inestables, estimula los sistemas de feedback motriz para poder
reprogramarlos aumentando su eficacia (7), ya que el LBP se asocia a un muy
temprano o muy tardío reclutamiento de ciertos músculos estabilizadores (7).
La activación que provocan estos medios de entrenamiento, es adecuada para
la protección muscular y articular, para garantizar el citado control motor
(59) y además para producir las correctas compensaciones musculares.
Con una práctica correcta, pueden reprogramar la conveniente
anticipación postural con la consecuente eficacia y eficiencia, desactivando
de este modo contracciones musculares superfluas, aspecto necesario para
prevenir y rehabilitar el LBP (7).
1.2. La co-activación muscular.
El concepto de co-activación muscular lumbar, se define por Brown et
al. (29), como la resistencia a la deformación del raquis por el mantenimiento
de su rigidez (stiffness), modulada por la acción conjunta de la musculatura
del tronco, aspecto estrechamente ligado a la compresión que éste soporta y
a su estabilidad (29).
Ésta depende en gran parte de que los movimientos se produzcan
estando sobre su zona neutra, es decir, recibiendo la menor resistencia
posible al movimiento articular en su región intervertebral, mientras sus
elementos neuromusculares estén activos (23,48,60). Si el movimiento se
Marco teórico.
28
ejecuta fuera de este límite, el sistema osteo-ligamentoso tendrá que ejercer
mayor resistencia y existirán mayores posibilidades de generar una lesión
(48,60,61).
Figura 5. Niveles de estabilidad según la zona neutra.
Con el símil de una bola en el interior de una copa, se representa la curva de carga-desplazamiento del raquis. Si ésta es de mayor anchura, existirá menor estabilidad.
ROM: Range of motion (rango de movimiento). NZ: Neutral Zone (zona neutra). Flexion: Flexión. Extension: Extensión. Load: Carga. Displacement: Desplazamiento. Tomado de
Panjabi (48,60).
El tejido lumbar pasivo, no presenta riesgos si se encuentra
estabilizado activamente dentro de dicha zona neutra (62), por lo que una
mayor activación muscular permitirá aumentar la estabilidad raquídea (63).
La rigidez o stiffness para lograr la estabilización, se regula por la
interacción de tres sistemas diferentes, uno pasivo correspondiente a los
cuerpos articulares, el activo representado por los grupos musculares y sus
inserciones tendinosas y por último, el control neural (48).
La buena coordinación de estos tres elementos, resulta en una
estabilidad global que puede representarse como argumenta McGill (64),
Marco teórico.
29
como los elementos que actúan sobre una caña que simboliza el sistema
osteoligamentoso. En el caso de que la musculatura insertada en ella
traccione de forma idéntica, su posición no se alterará, pero si uno de esos
músculos ejerce más tensión que los restantes, la estabilidad de la estructura
se perderá, manifestando así la importancia de la acción conjunta de los
sistemas activo y neural.
Figura 6. Ejemplo de co-activación y de la carencia de la misma.
Elaboración propia.
La coordinación muscular, así como la participación del sistema de
control neural, son fundamentales para garantizar la estabilidad del raquis
(65,66), ya que los ligamentos tienen una limitada capacidad de
proporcionarla por sí mismos (7), al estar dotados de una resistencia a la
compresión de sólo 90 Newtons, que se correspondería aproximadamente a la
ejercida por la masa del tronco superior.
Cuando se produce esta adecuada coordinación, sobreviene la
estabilidad lumbar. Así por ejemplo, Brown et al. (29) han demostrado que la
co-activación, aumenta la estabilidad raquídea, descendiendo el número de
respuestas musculares innecesarias (7), incrementando con ello la eficiencia
muscular.
Marco teórico.
30
El entrenamiento aplicado en superficies inestables, aumenta esta co-
activación muscular (67), al requerir de la participación de agonistas-
antagonistas para fijar la columna lumbar, particularmente cuando la
actividad es impredecible o compleja (68). Este hecho ha podido comprobarse
en poblaciones generales (65) y en deportistas (69), así como en muchos
ejercicios presentes en el acondicionamiento habitual como el press de pecho
(chest press) (70,71), o la sentadilla (squat) (72).
El umbral óptimo de intensidad de este factor de co-activación, será el
que garantice la estabilidad de raquis, si no impone cargas muy elevadas
sobre los tejidos (63,64). Según Vera et al. (73), las personas con LBP podrían
obtener beneficios con estímulos de baja intensidad, concretamente hasta un
10% de la máxima contracción voluntaria isométrica (MCVI), o hasta los 3400
Newtons, como argumenta el National Institute for Occupational Safety and
Health (NIOSH) (74) y que ejercicios como el rugby, los choques en deportes
de combate, caídas en judo o prácticas como la halterofilia con presiones
lumbares superiores a 20000 N. (75), superan ampliamente.
A pesar de que debe proponerse moderación en los niveles de
activación para la estabilización del raquis en tareas cotidianas (73), Sparto
(76) argumenta que el volumen de trabajo debe ser el suficiente como para
garantizar la protección y estabilización del raquis, y con éste en posición
neutra para poder conseguir dicho equilibrio (63,77).
Marco teórico.
31
2. Materiales inestables o desestabilizadores
En la actualidad, la extensa oferta y variedad de actividades
relacionadas con la práctica deportiva y recreativa, ha propiciado la creación
de nuevos recursos materiales, incluyendo a todos aquellos que basan su
trabajo en la inestabilidad, definidos por Hernando et al. (78) como;
“una superficie inestable es una superficie o material de
entrenamiento maleable, que se deforma o desplaza por la
aplicación de fuerzas que sobre él haga el ejecutante, o que
puede tener una distribución no uniforme de su masa (por
ejemplo los cilindros rellenos de agua) o un comportamiento
dinámico antes de interaccionar con el sujeto (por ejemplo las
plataformas vibratorias o tapiz rodante)”.
Su uso es muy frecuente en el actual concepto de entrenamiento
funcional, donde el cuerpo debe actuar de forma sincronizada y como una
unidad y no como un conjunto de elementos independientes, que puedan
movilizar cargas que el torso sea capaz de estabilizar (78).
La gran diversidad de materiales existentes, hace necesaria su
clasificación basándose en diferentes criterios como texturas, tipos de
superficie o planos de movimiento permitidos.
Atendiendo a estos factores, no se han encontrado evidencias
científicas que establezcan esta diferenciación entre ellos, por lo que se
Marco teórico.
32
recoge la propuesta de Gonzalo et al. (79), en la que se detallan los ejes de
movimiento permitido, así como el nivel de inestabilidad que representan y
sobre la que posteriormente Benito y Martínez (78), basaron la cantidad de
inestabilidad en una escala Likert analizada por un comité de expertos (80)
(tabla 1):
Tabla 1. Clasificación de materiales según grados de inestabilidad y ejes de movimiento permitido.
Adaptado de Gonzalo et al. (79).
Ejes de movimiento permitidos
Nivel de Inestabilidad
Leve Moderado Elevado
1
Foam Roller® Discos rotadores
2
Balanced Pad® Trampolín Bosu®
3
Core Board® MFT Challenge Disc® Neurocom Master®
A esta lista, puede agregarse la correspondiente al catálogo genérico
de materiales inestables propuesto por Heredia et al. (80), que representan la
amplia gama de productos ofertados en el mercado, en constante renovación
(tabla 2).
Marco teórico.
33
Tabla 2. Catálogo de materiales desestabilizadores.
Tomado de Heredia et al. (80).
Material Características
Fitball®, pelota suiza, physioball
Pelota de plástico de gran diámetro (variable a considerar según sujetos).
Ballastball® Bosu DSL®
Fitball con material pesado en su interior.
Physio-roll®
Resulta de la suma de dos pelotas gigantes (aparentando un cacahuete).
Bosu®
“Both sides up”. Aparato que nace de la división de una pelota gigante. Es decir tiene una parte de aire y otra rígida. Body Dome: Variación del bosu con tensores anclados para realizar ejercicios resistidos.
Dyna disc® Pequeños discos de goma hinchados.
Tablas de inestabilidad
Tablas con un elemento central más prominente.
T-Bow®
Arco de fibra sintética (polietileno) o madera natural, con dimensiones (70x50x17 cm.), equilibrado y con un peso reducido (de 3,2 a 4,7 Kg). Es posible utilizarlo por ambos lados (con un granulado en la parte cóncava y una esterilla en la parte convexa).
Core Board®
Plataforma (74 x 15 cm. Diámetro: 56) que se inclina, gira y torsiona en todas direcciones, respondiendo dinámicamente a los movimientos del usuario, si éste se mueve de un lado, la pista ejerce una fuerza que empuja hacia atrás en la dirección contraria.
Espuma de estireno
Espuma diseñada de forma tubular.
Elementos suspensión TRX®, Flying®, AirFitPro®
Elementos mediante los cuales el sujeto queda suspendido a nivel de algunas de sus extremidades (miembros superiores o inferiores).
Slide board pro®
Superficie rectangular que permite el deslizamiento corporal hacia los lados. Se utiliza un calzado especial, realizado en un tejido que posibilita un mejor deslizamiento de los pies en el slide. A los dos lados del slide se sitúan unos topes que limitan el movimiento lateral de los pies.
Gliding®
Evolución del slide board pro. Dos materiales idénticos que permiten el deslizamiento sobre el suelo, permaneciendo el punto de apoyo (pie, mano, rodilla…) constante y firme. Se pueden encontrar en tela (para deslizamientos sobre parqué o similar) y de goma para otras superficies más duras.
Marco teórico.
34
El empleo de las superficies inestables, ha venido acompañado en
numerosas ocasiones del uso de otros implementos que añaden a la
inestabilidad provocada, la contracción de la musculatura de otras
articulaciones, con el fin de ejecutar un movimiento.
Entre ellos se encuentran las bandas o los tubos elásticos, de los que
también se cuenta con una ingente variedad en el mercado, aunque al
contrario que en el caso del material inestable sobre el que existe mayor
bibliografía, se dispone de un escaso criterio científico para su elección en
función del estrés fisiológico que suponen. Así, entre los pocos estudios
realizados, se destacan los realizados por Colado et al. (81,82), en los que
utilizando material de la firma Thera-Band®, se encontró igual de eficaz el
entrenamiento en mujeres con material elástico, que con el entrenamiento
tradicional con peso libre, al observar que en 8 semanas de
acondicionamiento muscular, hubo un aumento similar de la máxima
contracción voluntaria isométrica de cada participante (82).
De la citada marca comercial, el único estudio del que se tiene
constancia de las equivalencias de tensión de bandas elásticas en tres
ejercicios (la abducción y la rotación externa del hombro y la extensión de
muñeca) con respecto a los pesos libres, es el elaborado por Andersen (83), en
el que con el uso de electromiografía y escala de percepción del esfuerzo, se
establecen las siguientes equiparaciones (tabla 3):
Marco teórico.
35
Tabla 3. Equivalencias en kilogramos entre materiales elástico Thera-Band® y pesos libres.
Tomado de Andersen (83).
Color Rango del tubo elástico Peso libre (mancuernas)
Rojo 2.0-2.2 2.0
Verde 2.6-3.0 3.0
Azul 3.7-4.1 4.0
Negro 5.0-5.6 5.0
Azul+rojo 5.7-6.3 6.25
Plata 6.9-7.8 7.5
2.1. Efectos de la elección de material de inestabilidad en el
entrenamiento.
La mejoría de los resultados en el acondicionamiento físico, se ha
debido entre otras razones a la optimización de los modelos de planificación y
a los avances tecnológicos, que han facilitado herramientas precisas para
cuantificar los aspectos más relevantes en la consecución de una mejor forma
física.
Se puede extraer del estudio de Dantas et al. (84), que aunque las
bases que sustentan la planificación del entrenamiento no han experimentado
grandes cambios, sí ha ocurrido en el modo de utilización de los recursos
disponibles, que siempre y cuando se seleccionen de forma eficaz, logran
mejores resultados con un menor margen de error, como ocurre con aquellos
que generan inestabilidad.
Se ha criticado el uso indiscriminado del material inestable para la
práctica de actividad física (7), puesto que hay intereses económicos que
crean la necesidad de comprar recursos no adecuados para los objetivos que
Marco teórico.
36
plantean (85,86) y que pueden ser potencialmente lesivos, incluso en su uso
con bajas intensidades. Un ejemplo de una inadecuada selección de material,
lo encontramos en los casos de la osteoartritis, sobre la que la inestabilidad
genera una tensión interna que podría ser nociva (7), una de las razones por
las que se hace necesario investigar estos recursos de forma más profunda
para poder seleccionarlos adecuadamente.
El hecho de que la desestabilización se emplee con cargas moderadas,
hace que el trabajo se enfoque desde un punto de vista global del
acondicionamiento y se favorezca una mayor cantidad de estímulos al sujeto
(87), por ello estos dispositivos son muy adecuados para individuos que se
inician y pueden ver inaccesible y poco motivante el trabajo con intensidades
moderadas-altas en torno al 80% de 1 repetición máxima (RM) (10).
Centrando la atención en esta perspectiva de uso, estos materiales no
resultan tan eficaces para el trabajo con altas cargas, ya que una gran
inestabilidad, hace decrecer la activación de los músculos responsables de
movilizar cargas (7) y la capacidad de generar fuerza máxima (88).
Este descenso puede ser de hasta un 45.6% de la actividad eléctrica con
respecto a las situaciones de estabilidad (89). Ejemplo de ello, son ejercicios
tradicionales como el peso muerto o el squat, en el que con una carga del 70-
80% de 1 RM, se genera mayor activación en músculos como los erectores
espinales, que en los ejercicios calisténicos realizados sobre superficies
inestables (90,91). Por otro lado Chulvi-Medrano (13), con el citado ejercicio
de peso muerto, encontró mayor activación sobre superficie estable que sobre
Marco teórico.
37
un Bosu®, al igual que Willardson (10), que no encontró grandes diferencias
de activación entre el trabajo convencional al 75% de 1 RM o al 50% de 1 RM
sobre este material.
Este hecho sucede en otros elementos como el Physioball®, donde se
produce un descenso de la activación en la flexión plantar de un 20% (67) y en
el press pectoral isométrico de un 59.6% (70) de la MCVI.
Adicionalmente, lo comentado se evidencia en estudios que analizan la
globalidad de los músculos del core en su acondicionamiento. A pesar de que
Marshall (72) encontró mayores activaciones en el recto anterior abdominal y
el transverso abdominal, existen otras investigaciones que contradicen esta
afirmación, como las realizadas por Vera-García et al. y Hildenbrand et al.
(86,92), así como en las más recientes de Cressey (93) y Hamlyn (94), en las
que los datos de SEMG en los citados músculos son inferiores sobre superficies
inestables, y no consiguen incrementar la activación con respecto a las
estables. Chulvi et al. (88), concluyen que el uso de elementos
desestabilizadores en ejercicios globales, no incrementan la actividad de los
músculos paraespinales, por lo que resultan cuestionables por implicar riesgos
de lesión.
A tenor de esta argumentación, la decisión de elegir el material deberá
ser fruto de la reflexión, basándose en el principio de especificidad del
entrenamiento y en función de éste, se podrá elegir la superficie idónea para
realizarlo.
Marco teórico.
38
La elección de un material inestable, deberá basarse en los grados de
inestabilidad que éste pueda provocar (88). Chuvi(88) y Behm y Colado (7),
comprobaron que existe menor reducción de fuerza en aquellos materiales
que la generan de forma monoplanar como el T-Bow®, que con respecto a un
Bosu®, que puede generarla en los 3 planos y ejes, al requerir menor
implicación de la musculatura estabilizadora, factor que influirá sobre las
respuestas del entrenamiento.
Marco teórico.
39
3. Bases para el acondicionamiento del core.
Se han diseñado multitud de programas con la finalidad de fortalecer el
core, mejorando su rigidez, la función muscular del tronco y la estabilidad del
raquis lumbar (95).
McGill (96), argumenta que para su mantenimiento, hay que cumplir
con una serie de requisitos tales como:
Fortalecer la columna lumbar durante el ejercicio mediante
propuestas isométricas que afecten a las zonas abdominal y lumbar.
Mantener la columna neutra con sus curvas fisiológicas.
Evitar las posiciones extremas de amplitud en los movimientos de
flexión o extensión.
Realizar preferentemente ejercicios destinados a la resistencia
muscular.
Según este precepto, Hyman y Liebenson (97), establecen unas bases
generales de acondicionamiento del core que se componen de tres fases:
1) Ejercicios de estabilización.
2) Entrenamiento analítico con diferentes recursos materiales.
3) Entrenamiento de estabilización con actividades funcionales
orientadas a las actividades de la vida diaria.
Marco teórico.
40
Estas tres modalidades de ejercicio con algunos ejemplos, quedan
reflejadas en la tabla 4.
Tabla 4. Fases de acondicionamiento del core. Adaptado de Hyman y Liebenson (97).
Fases Características de
ejercicios Gráfico
Estabilización en posición tendida o en bipedestación
Diseñados para el conocimiento del rango de movimiento individual. (anteversión, retroversión, inclinaciones pélvicas, etc.).
Estabilización analítica con el uso de diferentes materiales
Propuestas analíticas con cargas reducidas. (en contracción dinámica o isométrica)
Estabilización con ejercicios funcionales
Con transferencia a las implicaciones musculares de la vida real. (transporte de objetos, cambios de posición, etc.).
Por lo tanto y debido a este principio de progresión, durante la fase
que incluye diferentes materiales, deben elegirse los que permitan
evolucionar hacia la fase funcional, sin comprometer la integridad de las
estructuras articulares involucradas. Resulta imprescindible entonces,
establecer previamente una planificación que incluya la selección de los
elementos auxiliares para el entrenamiento.
Marco teórico.
41
3.1. Entrenamiento del core en superficies inestables.
El trabajo de fuerza con la utilización de materiales inestables o
desestabilizadores, como citan Heredia et al. (80), debe cumplir con unas
condiciones que salvaguarden la integridad del raquis, y cubran los objetivos
neuromusculares que se hayan propuesto.
Dentro de éstos, en un proceso de iniciación o rehabilitación en el que
el objetivo sea llegar a movilizar altas cargas, su utilidad en primera instancia
es el de la mejora de la estabilidad global y postural, aumentando las cargas
conforme se vayan introduciendo superficies más estables. Al final del
proceso, se orientaría el trabajo si es el caso, hacia intensidades próximas a 1
RM eliminando la inestabilidad, permitiendo el manejo de altas cargas (7).
Por tanto, la orientación del uso de este tipo de materiales hacia fines
terapéuticos o rehabilitadores, debe ser asumida como prioritaria, al decrecer
la efectividad y suponer un riesgo de lesión, la movilización de cargas
cercanas a las máximas.
La gama de tareas con este tipo de recursos debe ser variada, ya que
no hay ejercicios que logren grandes activaciones sin producir estrés raquídeo
(39,98), sobre todo los realizados a gran velocidad (99). Brown et al. (29),
encontraron este riesgo cuando dicho ritmo de ejecución hacía superar el 30%
de la máxima contracción voluntaria isométrica (MCVI).
Este componente de variedad, es importante para el adecuado
acondicionamiento del core. Como ejemplo de ello, en el trabajo de los
Marco teórico.
42
músculos abdominales que suele resultar poco atractivo para poblaciones
jóvenes (25), el uso de este tipo de materiales cuidando la carga, quizá podría
ser un elemento que aumente la adherencia a los programas de ejercicio.
Dentro del abanico de posibilidades de cada sujeto, se recomienda la
alternancia de ejercicios dinámicos y estáticos, a velocidad lenta o moderada
(100,101). Con ello, se produce la activación de las fibras tipo I más lentas
(102), por tanto, el uso de superficies inestables supone un estímulo saludable
dotado además de un carácter preventivo (7), que hace especialmente
interesante su uso con cargas bajas o medias.
Ejemplo de ello, es el incremento de la cantidad de fibras oxidativas
que se contraen en músculos como en el erector espinal, donde es superior al
80% (103), al igual que en acondicionamientos extensivos, en los que se
estimulan en mayor medida músculos como el multífidus o el longísimo
torácico, para mejor prevención del LBP (104).
En este sentido, la eficiencia del entrenamiento del multífidus se
corresponde con un trabajo del 30-40% de la MCVI (63), por ello se reitera que
no se hace necesario el trabajo con cargas excesivas, al encontrarse riesgos
de lesión en el trabajo sobre superficies inestables por encima de esta cifra
(10).
En lo referente a la frecuencia de trabajo del core, la documentación
encontrada más específica, se limita a condiciones de estabilidad y en
trabajos de acondicionamiento abdominal como los de Vera (25) y López
Vivanco (105), que citan que al trabajar 2 días a la semana con ejercicios de
Marco teórico.
43
encorvamiento, más específicos del trabajo del recto anterior abdominal u
oblicuos, se producen mejoras similares a realizarlo 3 días, mientras Vera (25)
y DeMichele (106) habían comprobado previamente que el trabajo con una
periodicidad de 1 sólo día semanal no las provocaba.
Este planteamiento coincide con el posicionamiento del American
College of Sport Medicine (ACSM), que de forma global recomienda el trabajo
muscular con resistencias, al menos dos veces por semana con entre 8 y 12
repeticiones por ejercicio (107).
Knudson (108), argumenta que en estas unidades de entrenamiento
sería adecuado no incluir la ejercitación abdominal al inicio de la sesión, al
poder influir negativamente en las tareas siguientes que requieran de una
adecuada estabilización del tronco (76), aspectos que denotan la relevancia
del adecuado orden de ejecución de ejercicios, para poder prever su impacto
sobre el sujeto y poder proporcionar las adaptaciones deseadas (109).
Marco teórico.
44
3.2. Valoraciones del sujeto para el trabajo sobre inestabilidad.
Para poder adecuar las cargas al sujeto, deben efectuarse valoraciones
previas sobre los recursos idóneos a utilizar en función de las capacidades
iniciales del mismo, así como de las cargas a emplear para que sirvan de guía
al prescriptor del ejercicio.
Siguiendo la premisa del principio de individualización, cada individuo
reacciona y se adapta de forma distinta y única ante las mismas cargas, y
entre algunos de los factores que afectan a esta respuesta, según Manso
(110), pueden citarse el nivel de condición física, la nutrición o la motivación
para la práctica elegida.
Este mismo autor señala que la no aplicación de estas valoraciones,
incurrirá en dos errores:
Aplicar un mismo modelo para diferentes sujetos, aspecto que provoca
mayores riesgos para los individuos menos cualificados.
La reproducción de modelos que han dado frutos en algunas ocasiones,
pasa por alto en nivel inicial de los practicantes.
Por tanto, se debe elegir de forma adecuada la prueba a emplear.
Podemos ejemplificar este aspecto en el caso del acondicionamiento de
fuerza tradicional, en el que se entiende la poca practicidad de determinados
tests como el de 1 RM, en el que los sujetos noveles y/o inexpertos,
Marco teórico.
45
somatizarían inhibición, inseguridad y evidenciarían carencias técnicas en la
ejecución (111), estos factores convierten esta prueba en desaconsejable para
todos los sujetos (112).
Podría proponerse como alternativa en ese ejemplo, un test como el
predictivo de 1 RM (113). LeSuer (114) resume siete formas de cálculo de esta
RM, cada una con una correlación más precisa al miembro superior o inferior.
La musculatura a evaluar debe implicar a varias articulaciones, en las que
además de la contracción de los músculos agonistas exista activación de otros
grupos que ejerzan su acción como fijadores o sinergistas (115).
En el caso del acondicionamiento sobre superficies inestables, se deben
elegir estas pruebas con el mismo sentido. Con carácter principalmente
estático, Kibler (17) expuso un test multiplanar con valoraciones de 0 al 2; el
0 con significado de imposibilidad de ejecución, el 1 equivalente a una
realización con dificultades, y el 2 que supone hacerlo correctamente. Esta
prueba se realiza primero sobre un lado del cuerpo, para continuar después
con el otro. La descripción del test modificado por Marín en Hernando (116) se
muestra en la tabla 5.
Marco teórico.
46
Tabla 5. Test de Kibler.
Adaptado de Kibler (17).
Gráfico Descripción Puntuación (0-1-2)
Derecho Izquierdo
1
En apoyo unipodal, con la pierna libre con flexión de 90º, el sujeto mantiene la posición durante 10 segundo y observamos si;
Puede mantener la posición,
Se produce el fenómeno Trendelemburg*.
2
En apoyo monopodal, con la pierna libre en flexión de 90º, el sujeto realiza extensión del raquis durante 10 segundos. Se valora la funcionalidad de los flexores del tronco en contracción excéntrica.
3
En apoyo monopodal, con la pierna libre en flexión de 90º, el sujeto realiza una flexión lateral hacia el lado del apoyo durante 10 segundos. Se valora la estabilidad en el plano frontal.
4
En apoyo monopodal, con la pierna libre en flexión de 90º, el sujeto realiza una rotación, sujetando con los brazos extendidos un balón medicinal de 3 kg. durante 10 segundos. Se valora la estabilidad en el plano transversal.
5
En apoyo monopodal, con la pierna libre en flexión de 90º y aducción escapular, el sujeto realiza una extensión con rotación hacia el lado del apoyo durante 10 segundos. Se valora la estabilidad de los planos transversal y sagital.
6
En apoyo monopodal y sujetando una mancuerna de 2 kg. con la mano del lado que está en apoyo, el sujeto realiza una flexión de tronco hasta aproximar la carga al suelo. Se valora la estabilidad en las tres dimensiones del espacio.
7
Decúbito lateral con apoyo de antebrazos, el sujeto intenta permanecer en esta posición 15 segundos.
*Fenómeno Trendelemburg: caída de la pelvis contraria a la pierna de apoyo, por debilidad a raíz de padecer sarcopenia o por debilidad o lesión del músculo y/o nervio glúteo.
Marco teórico.
47
Con los resultados del test de Kibler, se obtiene una orientación más
precisa de los músculos y movimientos que presentan deficiencias, para poder
elegir aquellos ejercicios y superficies que puedan potenciarlos.
Más sencilla, resulta la valoración propuesta por Trojian y McKeag (117)
en apoyo monopodal, con la pierna libre realizando una flexión de cadera de
90º y los brazos en flexión y abducción de 90º. Se le pide al sujeto que cierre
los ojos y permanezca en esa posición durante 10 segundos, para que el
resultado sea positivo. Como en el caso anterior, se ejecuta por ambos lados.
Además de éstas, deben incluirse otras pruebas como las elaboradas
por McGill (58), que tratan de medir la estabilidad lumbar del raquis,
normalizando el tiempo que pueden mantenerse tres posiciones, la extensión,
la flexión y el puente lateral, descritas en la tabla 6.
Tabla 6. Pruebas de estabilidad lumbar. Tomado de McGill (58).
Nombre Gráfico Descripción Ratio de normalidad Hombres Mujeres
Extensión de tronco
Con el sujeto en posición de tendido prono, sujeto de pies, rodillas y muslos, con brazos cruzados, realizar extensión de tronco. Se termina el ejercicio cuando el sujeto toque el suelo.
1.0 1.0
Flexión de tronco
A) Desde la sedestación con rodillas flexionadas a 90º y el tronco apoyado en una superficie a 60º. B) Se retira la superficie y el sujeto debe mantener la posición. Se termina el ejercicio cuando no puedan mantenerse los 60º de flexión de tronco iniciales.
0.99 0.79
Puente lateral
Desde tendido lateral, con apoyo del codo más cercano al suelo, el sujeto eleva la cadera. Se termina el ejercicio al volver a contactar con el suelo.
0.64 (dcho.)
0.66 (izq.)
0.38 (dcho.)
0.40 (izq.)
Marco teórico.
48
Esta prueba es la más cercana al objeto de estudio de esta tesis
doctoral, los hombres pueden mantenerse en posición lateral un 66% de su
tiempo de extensión y un 99% del mantenido en flexión, mientras las mujeres
únicamente pueden sustentarse un 40% y un 79% respectivamente,
demostrando que entre ambos existen tiempos de estabilización diferentes,
por lo que resulta importante su valoración inicial.
Existen otras alternativas más recientes que introducen más dinamismo
en las pruebas, como las que describe Peate (118) con el Performance on a
Functional Movement Screen (FMS), donde se realiza un test de 7 pruebas en
las que se valora la limitación del movimiento y el dolor percibido al activar el
transverso abdominal sobre superficies estables e inestables. La puntuación es
de 1 a 3, siendo la más alta la que indica la óptima condición en esa
propuesta.
Marco teórico.
49
3.3. Progresión de ejercicios del core sobre inestabilidad.
Para Marín en Hernando (116), las propuestas de ejercicios que se
prescriban, deben basarse en aspectos como: base de sustentación (de mayor
a menor), velocidades (de isométrico a dinámico), apoyos (de más a menos) o
la solicitación de mayor tensión muscular por medio de resistencias externas
(bandas elásticas o pesos libres).
Entre otras progresiones que se han encontrado, pueden citarse las
correspondientes a dos categorías estableciendo como punto de partida, el
nivel de velocidad de los ejercicios para distinguir entre propuestas:
Diseñadas sobre ejercicios dinámicos.
Planteadas para ejercicios estáticos o isométricos.
Propuestas sobre ejercicios dinámicos
Se ha especificado el orden concreto que debe seguirse, para el
desarrollo de un músculo como el recto anterior abdominal; Vera-García
(119), cita en primer lugar la flexión de tronco, en segunda instancia,
ejercicios de rotación y flexión lateral (39,120), y por último, los de
estabilización raquídea en isometría o sobre superficies inestables (92,121).
Marco teórico.
50
Más global y reciente, se cuenta con la propuesta de Hernando (122)
que establece de menor a mayor dificultad, seis formas de trabajo de un
ejercicio fundamental como la sentadilla (123), el lunge o paso al frente y los
fondos en el suelo en situaciones estables e inestables, con el Bosu® y el
CoreBoard® como elementos principales, o más recientemente el estudio de
Chulvi (13) en el que se comparan las activaciones musculares producidas en
ejercicios tradicionales realizados sobre diferentes materiales inestables.
Dado que al trabajar con estos elementos de forma dinámica, se
produce una pérdida de activación muscular, y de cantidad de fuerza
expresada (124), para minimizar este descenso debe hacerse especial énfasis
en la práctica de ejercicios isométricos (70). Según Durall (125), la
implantación de un programa en el que se incluyan ejercicios estáticos como
puentes pronos y laterales, además de los ejercicios convencionales de flexión
de tronco, supone un factor muy efectivo de prevención del LBP.
Figura 7. Puente lateral.
Marco teórico.
51
Propuestas sobre ejercicios estáticos.
Se distinguen dos propuestas diferentes; la presentada por Hernando
(78), sobre diferentes posiciones y materiales y la más reciente en el 2011 de
Heredia et al. (80), que respetando la estabilidad escapular y las posturas
raquídeas fisiológicas, propone un modelo que se desarrolla en tres niveles,
modificando las formas de estabilización externa e incrementando la
estabilización interna activa del sujeto, utilizando distintos elementos
desestabilizadores (tabla 7).
Tabla 7. Modelo de progresión de ejercicio mediante elementos desestabilizadores.
Tomado de Heredia et al. (80).
Progresión de ejercicio Nivel I Nivel II Nivel III
Posición corporal
Decúbito prono
Ejercicio Puente prono
Acción articular
Estabilización isométrica
Plano de movimiento
Sagital/transversal
Grupos musculares
Faja lumbo-abdominal en conjunto
Segmento fijo (en apoyo)
Tren superior e inferior
Segmento libre
La diferenciación que se realiza, se basa en la diferente utilización del
material, aunque al igual que el anteriormente citado de Hernando de 2009,
sin presentar datos objetivos sobre la activación muscular registrada.
Marco teórico.
52
Así pues, no se han podido desarrollar progresiones de trabajo basadas
en datos objetivos como los que proporciona la SEMG, que pudieran clarificar
un orden de ejecución preciso en ejercicios isométricos, efectuados sobre
diferentes materiales desestabilizadores.
Tomando como referencia las propuestas de progresión de Hernando
(2009) y Heredia (2011) y los estudios de Anderson en 2004 (70) y el más
reciente de Durall en 2009 (125) sobre la idoneidad de la práctica de
ejercicios isométricos, se hace evidente la necesidad de su estudio y
diferenciación por niveles para poder proceder de forma adecuada en su
prescripción.
Marco teórico.
53
4. Valoración de la intensidad: la EMG y la percepción del
esfuerzo.
Poder cuantificar la intensidad del ejercicio, quizá haya sido uno de los
aspectos que han provocado mayores mejoras en el acondicionamiento físico,
en cualquiera de sus ámbitos.
Es conocido que la exigencia que provoca el trabajo de índole aeróbica
o anaeróbica, puede ser valorada a través de medios como la frecuencia
cardiaca o el consumo máximo de oxígeno (Vo2 máx.), que registra las
variaciones de intensidad desde el estado de reposo hasta el ejercicio de
carácter submáximo o máximo (126). La intensidad de un ejercicio
anaeróbico, también se puede controlar mediante la monitorización del
lactato sanguíneo, que a pesar de su carácter invasivo, es muy empleada en
deporte de rendimiento y en investigaciones referentes a la salud (127,128).
Adicionalmente a los medios descritos, para el trabajo de fuerza
existen otras formas específicas de valorar este componente de la carga. Se
trata de la electromiografía (EMG), una técnica capaz de registrar la actividad
eléctrica de los potenciales de acción y calcular la activación muscular (129),
que permite establecer comparaciones de intensidad entre ejercicios.
Asimismo, se cuenta con formas de valorar este factor desde un punto
de vista psicobiológico, mediante las escalas subjetivas de percepción del
esfuerzo.
Marco teórico.
54
Desde este punto, se profundizará sobre estas dos últimas técnicas de
monitorización de la intensidad del entrenamiento de fuerza.
4.1. Electromiografía y activación muscular.
La EMG analiza la función y coordinación de los músculos en diferentes
movimientos y posturas (129,130). Proporciona entre otros detalles,
información sobre el estado funcional del sistema nervioso periférico (130) y a
partir de este registro, se puede estudiar la activación de un músculo o grupo
muscular durante una tarea determinada.
La medición de EMG se realiza sobre dos unidades; la anatómica y la
funcional. La primera representada por la fibra muscular, la segunda por la
motoneurona, encargada de inervar a la citada unidad anatómica. Al tándem
que forman, se le denomina unidad motora (130), que es el elemento mínimo
que puede individualizarse y visualizarse en un electromiograma,
distinguiendo las variaciones de cada activación.
Al potencial que originan las fibras de una unidad motora se le conoce
como potencial de la unidad motriz (PUM). La EMG se encarga de calcular la
suma de los potenciales de acción, de las unidades motoras durante la
contracción muscular (131).
Dicha contracción muscular se produce ante una resistencia (132), la
más básica de ellas representada por el peso corporal. Esta fuerza provoca en
el sarcómero que agrupa a dichas unidades, un deslizamiento entre filamentos
Marco teórico.
55
de actina y de miosina de los que está compuesto, hasta las dos micras
aproximadamente, alcanzada por la hidrolización del adenosín trifosfato
(ATP) por la ATPasa del ciclo de los puentes cruzados (132,133). La naturaleza
de este proceso, es variable dependiendo de la capacidad que el músculo
tiene de generar dicha tensión y de sus cambios de longitud en el tiempo, es
decir, su velocidad de contracción (134).
Se ha demostrado que la aplicación de un entrenamiento de fuerza,
tiene como principal e inicial beneficio (primeras semanas), una adaptación
neural que se manifiesta en un aumento de la señal de electromiografía de la
musculatura implicada, así como en la activación de las fibras tipo IIa y
especialmente tras el uso de ejercicios de potencia (135).
La activación, representa un nivel de tensión que establece una
relación en la que un mayor solapamiento del sarcómero se acompaña de un
mayor número de puentes cruzados en acción. Por tanto, un aumento de
tensión es proporcional a la reducción de la longitud sarcomérica (136) que
como curiosidad, Badillo considera óptima la situada entre 1.6 y 2.6 micras
(111).
El registro electromiográfico puede ser abordado de forma
intramuscular (método invasivo), colocándose una aguja con un electrodo que
atraviesa la piel hasta el músculo diana, o mediante la colocación de
electrodos sobre la piel (método no invasivo) de la musculatura a registrar
(130), que se denomina electromiografía de superficie (SEMG).
Marco teórico.
56
Es importante controlar las condiciones en las que se realizan las
mediciones electromiográficas. Es necesario que el espacio que se utilice,
esté libre de elementos que puedan distorsionar o perturbar la señal (ruido),
como el que puedan generar los aparatos eléctricos circundantes (137). Para
este fin, pueden emplearse filtros para limpiar las señales eléctricas que no
estén comprendidas entre 10 y 1000 Hertzios (Hz) (137).
La transducción de la señal recibida, requiere del uso de electrodos
construidos con diferentes materiales (metales) como plata (Ag.) y cloruro de
plata (Agcl.) (137), que sirvan de conductores entre la piel y el aparato. A
través de los mismos se conduce la señal de forma bipolar, siendo necesarios
dos polos situados sobre la musculatura a evaluar, y un tercero neutro de
referencia situado de forma perpendicular y centrado con respecto a los dos
anteriores. La conducción de la señal es facilitada por la aplicación de un gel
conductor neutro, que facilita la recepción de las citadas señales eléctricas.
El uso de los electrodos debe ser específico del momento de la
medición, siendo aconsejable desecharlos y renovarlos para posteriores tomas
de datos. Presentan la característica de transmitir una señal no selectiva, por
lo que recibirán la más dominante, es decir, la de las unidades motoras que
generen la mayor actividad (138). Esa es también su principal desventaja, al
dificultar la concreción en la evaluación de la participación muscular, que
puede estimarse con mayor precisión si se utilizan como guía, estudios como
los de Rainoldi (139) o Kramer (140), que describen la localización de varios
grupos musculares.
Marco teórico.
57
Se ha asentado el uso comparativo de la máxima contracción voluntaria
isométrica (MCVI) con respecto al movimiento articular, o el gesto deportivo
sobre el que hacer la medición (141) (figura 8). Las pruebas de MCVI, resultan
fundamentales y en el caso del core están estandarizadas y validadas según el
grupo muscular a tratar, pueden encontrarse en estudios de referencia como
el de McGill (58).
Estas valoraciones permiten, una vez recogidos los datos resultantes de
la fuerza de la SEMG, obtener la normalización de la señal con respecto a este
dato, dividiendo los valores numéricos resultantes en el suavizado por el valor
de la MCVI, obteniendo los valores porcentuales respecto a este último (129).
Figura 8. Pico de máxima contracción voluntaria isométrica. mV.: microvoltios. Ms.: milisegundos.
Los potenciales de acción musculares descargados en el
electromiógrafo tras la ejecución de la prueba, contienen unas señales que
tienen la característica de poder tener una frecuencia que vaya de unos pocos
hertzios (Hz.), a varios Kilohertzios (Khz.). Esto supone el número de
Marco teórico.
58
mediciones realizadas en la unidad de tiempo, así como de los valores
máximos y mínimos en voltios, que normalmente se amplifica en fracciones de
milivoltios (mV) para un mejor análisis (142).
4.1.1. Representación gráfica de las señales eléctricas.
Con la necesidad de establecer una ecuación que expresara la
conducción del calor, Jean Baptiste Joseph Fourier comprobó que si las
temperaturas iniciales eran una función cualquiera, el cálculo sería muy
complejo, pero si dichas temperaturas eran funciones sinusoidales del espacio
o una suma de éstas, la solución sería más sencilla.
Las señales están contenidas en series de funciones en recta no
periódicas. Para su lectura y comprensión, se utilizan las transformadas de
esas series, las Transformadas de Fourier, que consiguen el paso de una señal
de dominio del tiempo, al dominio de la frecuencia. En la actualidad, esta
técnica se usa con asiduidad, para el análisis e interpretación de las señales
eléctricas recogidas a través de SEMG.
Las características de dichas referencias son entre otras:
Tener un grado de oscilación finito.
Contener un número máximo de discontinuidades.
Marco teórico.
59
Los datos contenidos en una señal, son en primer lugar convertidos del
modo analógico al digital por el software del equipo usado, un
electromiógrafo que dispone generalmente de entre 4 y 8 canales de
recepción. Este paso permitirá cuantificar los datos para su análisis, ya que
recogerá la escala de números que se asignan a las diferentes amplitudes
recogidas en la muestra.
Estos dígitos se asignan atendiendo a tres premisas principales (137):
Según sea la unidad elegida para describir la señal.
La precisión del aparato.
El tipo de integración seleccionada para revisar los datos.
En la gráfica resultante de una medición, los datos aparecen para su
lectura en un plano cartesiano que facilita su interpretación, donde se
muestran los valores en el eje de ordenadas y el de abcisas; en el primero se
ubica el nivel de activación expresado en milivoltios (mV), y en el segundo el
tiempo en milisegundos (Ms).
En dicha representación (figura 9), se observa la señal sin tratamiento o
Raw signal, que contiene los elementos que forman parte de la muestra de
sujetos estudiados en la presente investigación y otros elementos generados
por elementos formadores de ruido (129).
Marco teórico.
60
Figura 9. Señal eléctrica sin tratamiento. mV.: microvoltios. Ms.: milisegundos. Registrados con una SEMG.
La señal ha de filtrarse para su estudio, con lo que se eliminará todo
elemento superfluo. Tras ese proceso, se rectifica la señal, a través del RMS o
valor cuadrático medio, tomando en cuenta el valor absoluto de todos los
registros (Figura 10).
Figura 10. Señal rectificada. mV.: microvoltios. Ms.: milisegundos. Registrados con una SEMG.
Marco teórico.
61
Cada grupo muscular a estudiar, dispondrá de su propio registro, del
que se seleccionará la fracción temporal en la que la señal permanece más
estable (Figura 11).
Figura 11. Señal eléctrica estable fraccionada. mV.: microvoltios. Ms.: milisegundos. Registrados con una SEMG.
A partir de aquí, el análisis se ceñirá a una de estas dos formas de
interpretación; la basada en amplitudes, o la que lo hace sobre las
frecuencias. A través de la amplitud de la señal, podría recogerse las
diferencias recogidas entre los valores máximos y mínimos, mientras que con
las frecuencias, se refleja en qué momento se producen dichos valores.
Poniendo como ejemplo un estímulo de fuerza, en el caso de medición por
amplitudes podrán medirse:
El valor cuadrático medio (RMS)
La máxima y la mínima activación muscular.
La media de dicha activación.
Marco teórico.
62
En el caso de ejercicios isométricos como es el caso de la presente
tesis, según Hibbs (143) el análisis que presenta los resultados más
significativos, se corresponde con la media de la activación muscular.
4.2. La percepción subjetiva del esfuerzo.
La SEMG cuenta con un amplio respaldo científico, sin embargo, las
características logísticas que conlleva tanto por la correcta forma de
colocación del material al sujeto, como por la dificultad que exige al inicio de
su manejo, hacen que no sea posible su uso en un acondicionamiento
convencional, además de las limitaciones de adquisición desde el ámbito de la
práctica clínica o de campo, por su alto coste económico.
A pesar de su objetividad, no revela las claves que actúan sobre la
mayor adherencia al ejercicio del sujeto que se inicia, o carece de
experiencia alguna. Éstas, están contenidas en pequeñas variaciones
sensitivas que hacen que el sujeto perciba el estímulo del ejercicio con
niveles distintos de exigencia (144).
Esta variable de carácter psicológico, da una información al
responsable de la puesta en marcha de la actividad, de la tolerancia que el
individuo presenta ante las cargas expuestas. Su cuantificación, incluye dos
paradigmas; por una parte identificar el nivel de esfuerzo que exige un
determinado ejercicio y por otra, producir un valor fisiológico a partir de un
ítem de la escala (145).
Marco teórico.
63
Tomando el control sobre esta variación subjetiva, ha de considerarse
que las variaciones de intensidad, pueden ser un motivo de no adherencia a la
práctica de actividad física o de fidelidad a la misma. Éste aspecto se ha
valorado en trabajos como el de Ekkekakis et al. (146), donde con el uso del
cuestionario (Pretie-Q), se trataron de comprender las diferencias
individuales en las respuestas al ejercicio y por tanto, se indagaron algunas de
las claves de la deserción del ejercicio.
Este abandono podría en parte evitarse, si el practicante percibe
intensidades moderadas y accesibles según su propio criterio, es decir,
respecto de su concepto individual de ejercicio ligero o de alto impacto.
Éste puede coincidir o diferir respecto a la exigencia que se ha
planificado de forma objetiva, incluso si se ha hecho respetando los márgenes
fisiológicos básicos recomendables para la salud (147), como así se consideran
la frecuencia cardiaca adecuada para el control de la intensidad del ejercicio
de Karvonen (148), o las recientes premisas establecidas por la British
Association of Sport and Exercise Sciences, de ejercitarse moderadamente
durante 300 minutos semanales o acumular 75 minutos de ejercicio vigoroso
en ese mismo periodo (149).
Marco teórico.
64
4.2.1.1. Las escalas de percepción del esfuerzo.
Las escalas de percepción han demostrado ser un método fiable y
reproductible de medir la intensidad de un estímulo de entrenamiento, no
sólo en relación a su coincidencia con el impacto fisiológico que se produce al
entrenar, sino como elemento que ayuda a anticiparse a la sensación de
tensión y dolor que experimenta el sujeto y en cierta medida, en relación al
grado de adherencia al ejercicio (150).
Como ejemplo de este último detalle, Knapen et al. (151) elaboraron
un estudio utilizando la escala Borg de 11 ítems, como indicador de la
intensidad percibida en pacientes con trastornos depresivos, dando una
fiabilidad moderada (r entre 0.42 y 0.82), respondiendo positivamente los
sujetos, con gran constancia al programa de ejercicio.
El uso frecuente de las escalas numéricas, hizo que fueran empleadas
también para cubrir la necesidad de valorar los cambios en la percepción del
esfuerzo (144), aspecto al que los sujetos respondían asignando un número a
la intensidad percibida (152), por lo que cada cifra valoraba los cambios de
intensidad que se daban en el ejercicio (144).
Esta capacidad de poder calibrar el esfuerzo, ya se puede realizar de
una forma precisa entre los 8 y los 12 años, cuando somos capaces de estimar
intensidades progresivas en bicicleta, guiados por el sentido del esfuerzo y
por poder distinguir las señales sensoriales de las distintas partes del cuerpo
(145).
Marco teórico.
65
A la hora de su validación, pueden emplearse dos formas
independientes o simultáneas, las de constructo y las concurrentes.
4.2.1.2. Validación de constructo.
Este tipo de escalas, dota con un valor numérico al cambio de
percepción de la intensidad de un sujeto (153,154), aplicable a varias
poblaciones. Ejemplo de ello es la diseñada por el científico Gunnar Borg en
1961 (155), que presenta 15 ítems desde el valor 6 al 20, con el propósito de
representar que cada valor multiplicado por 10, supone la frecuencia cardiaca
correspondiente al estímulo.
Al depender el ritmo cardiaco de numerosas variables como la edad,
género, etc. (154), y al no obtener una relación lineal con este valor, en 1971
agregó descripciones semánticas comparables entre sí, que pudieran dar una
acertada predicción del esfuerzo (156) tal y como puede observarse en la
tabla 8;
Marco teórico.
66
Tabla 8. Escala de Percepción del Esfuerzo de Borg 1971.
Adaptado de Borg (156).
Valor Percepción Valor Percepción
11 12 Regular 13 14 Pesado 15 6 Muy muy ligero 16 Muy pesado 7 17 8 Muy ligero 18 Muy muy pesado 9 19 10 Ligero 20
La segunda de 1982, se compone de 11 ítems (153) cuya valoración
resulta más fácil y similar a otras escalas numéricas que se emplean con
asiduidad en la vida cotidiana (del 0 al 10), al resultar lógico asociar el 50% de
intensidad al valor 5 o el 70% al 7 de la escala. Cuenta con las mismas
denominaciones sobre los ejercicios, aunque la calificación se realiza de
forma más agrupada que en el anterior ejemplo (tabla 9).
Tabla 9. Escala de Percepción del Esfuerzo de Borg 1982.
Adaptado de Borg (153).
Valor Percepción
0 Nada 1 Muy muy ligero 2 Muy ligero 3 Ligero 4 Moderado 5 Poco pesado 6 Pesado 7 8 Muy pesado 9
10 Extremadamente pesado
El modelo de Borg, sirve como modelo para la validación de constructo
de otras escalas más actuales, como la de Lagally et al. (157), que con una
Marco teórico.
67
muestra de 20 hombres y 20 mujeres, que realizaban 1 repetición de
extensión de la rodilla aplicando una carga del 40, 50, 60, 70, 80 y 90% de 1
repetición máxima (RM), valoraron la percepción de la musculatura activa.
Tomando como referencia la citada escala, se realizó un estudio de regresión
lineal, concluyendo que podrían utilizarse de forma indistinta, obteniendo una
correlación de r entre 0.94 y 0.97 de alta fiabilidad (158,159).
4.2.2.2. Validación concurrente.
La concurrencia de una escala, se determina cuando la percepción del
esfuerzo aumenta, en paralelo a otros parámetros fisiológicos característicos
del ejercicio, tales como la frecuencia cardiaca, o el VO2máx. (154).
Así, la escala de Borg presenta gran afinidad con los ejercicios de
carácter aeróbico y submáximo como demostraron Sweet et al.(160) en un
estudio en cicloergómetro, en el que en tres series incrementales al 56%, 71%
y 83% del Vo2 máx., se comprobó la correlación positiva de este valor con la
respuesta a la escala de 11 ítems, observando que la percepción aumentaba
con la carga, independientemente de que el tiempo de ejercicio disminuyera
(p<0.05).
Además de poder valorar el componente aeróbico, en el trabajo
Pandolf et al. (161) se experimentó con un modelo diferenciado, que pudiera
medir tanto la percepción aeróbica como la músculo-esquelética, realizando
una disociación entre el esfuerzo global, el central y el muscular. La
Marco teórico.
68
conclusión fue que según el modo de ejercitación, la percepción difería; en el
caso de los ejercicios de marcha, eran más evidentes los cambios en la
percepción aeróbica central, en el caso del ejercicio realizado con bicicleta
los cambios percibidos eran más claros a nivel muscular.
Estas valoraciones, presentan sutiles diferencias en sus resultados por
sexos dependiendo del tipo de ejercicios a los que esté expuesto el sujeto; la
percepción es similar o con diferencias no significativas cuando el trabajo es
con el miembro inferior, y es ligeramente más elevado en mujeres cuando el
ejercicio involucra al miembro superior (162).
Actualmente, se ha aceptado un modelo de escala que además de
incluir los ítems habituales de 0 a 10, incluye un pictograma que añade
información y es más explícito en la percepción del esfuerzo, las escalas
OMNI.
Suponen una variante para su aplicación en la monitorización del
entrenamiento de fuerza, con respecto a la citada escala Borg. Esta
diferenciación muscular con respecto a factores centrales, se ha contrastado
en la validación de las escalas OMNI para niños de Robertson con ambos
géneros y diferentes razas (163), la efectuada para condiciones de carrera y
caminata (164), o para la autorregulación del esfuerzo en bicicleta (165).
Dentro de las variantes que este autor ha aportado, la que sirve de referencia
para la valoración de la percepción del esfuerzo en el acondicionamiento de
la fuerza, es la escala OMNI-RES (166).
Marco teórico.
69
Además de la escala numérica, emplea imágenes que tratan de
trasmitir las sensaciones de esfuerzo al sujeto (166), para que de esta forma
pueda seleccionar más adecuadamente la puntuación final que tiene el
ejercicio de forma global, como la que se percibe en el trabajo de la
musculatura activa (figura 12).
Figura 12. Escala Omni-Res para peso libre. Tomado de Robertson (166).
Para su proceso de validación, se empleó una muestra de 20 hombres y
20 mujeres, con los que se trabajaron los ejercicios de curl de bíceps y la
extensión de la rodilla, en series de 4, 8 y 12 repeticiones con el 65% de 1 RM,
tomando como referencia el peso total levantado y concentración de ácido
láctico. Se valoró la percepción del esfuerzo de la musculatura activa, así
como la percepción global. Aplicando una regresión lineal, se establece su
correlación de r 0.79-0.91 para ambos sexos en los músculos activos en ambos
ejercicios, así como entre el ejercicio de curl de bíceps y la acumulación de
lactato, cuyo resultado fue de r 0.87.
Marco teórico.
70
La utilidad de esta escala, ha propiciado el que sirva de modelo para la
validación de otras, diseñadas para determinar la intensidad del esfuerzo con
el uso de determinados materiales. Colado et al. (167), encontraron
diferencias significativas según el modo de utilización de material elástico
Thera-Band®. Modificaron las imágenes de la escala original, de forma que
pudieran transmitir las sensaciones que el sujeto percibiera durante la prueba
y encontraron diferencias significativas en la intensidad del ejercicio, en
función del agarre escogido en el material, tanto de forma global y también
cuando sólo se tenía en cuenta la percepción de los músculos activos (figura
13).
Figura 13. Escala Omni-Res para trabajo con material elástico. Tomado de Colado et al.(167).
La escala OMNI-RES, ha demostrado su utilidad para prescribir cargas
adecuadamente como refleja el estudio de Lagally et al. (168), o diferenciar
los cambios que se dan por aumento de la intensidad en ejercicios de fuerza.
Naclerio et al. (169) indican, en una prueba trabajando con el test de 1 RM y
con márgenes entre el 30 y el 90% de 1 RM, que la escala se relaciona con la
Marco teórico.
71
magnitud de las cargas y sus variaciones. Otro estudio que refrenda este
hecho, es el realizado por Lins-Filho et al. (170), en el que 14 sujetos
trabajan con diferentes porcentajes de 1 RM y se encuentran diferencias
significativas en las percepciones individuales de los sujetos entre el trabajo
realizado entre el 50 y 70% de 1 RM.
Esta herramienta, ha obtenido buenos resultados al utilizarse de forma
simultánea a indicadores como la frecuencia cardiaca o el nivel de lactato
contemplado en la original, como en el estudio incremental de fuerza de
Capodaglio et al. (171), donde se encontró una buena correlación lineal (r
0.99, p>0.05) entre las citadas variables y la escala. Se documenta asimismo
esta buena afinidad con el nivel de lactato acumulado, en la investigación
realizada por Robertson el al. (166) en hombres y mujeres, también con
aumentos progresivos de la carga y diferenciando la musculatura activa con la
del resto del cuerpo, aspecto de también Singh (172) califica como eficaz.
Entre otras aplicaciones derivadas del uso de este recurso, Utter et al.
(173), mantienen que se obtienen resultados similares incluso en grupos de
sujetos que se suplementan con bebidas ricas en hidratos de carbono en
comparación con otros que no lo hacen, demostrando que el consumo de
dichos líquidos no altera su opinión ni su percepción del esfuerzo realizado.
Marco teórico.
72
5. Investigaciones previas, sobre la temática de estudio
Se han realizado trabajos similares al pretendido en esta investigación,
tratando de encontrar cuál es la mayor activación muscular durante la
ejecución de ejercicios localizados en la cintura lumbo-pélvica, incluyendo en
algunos casos la percepción del esfuerzo del sujeto.
Durante la realización de ejercicios dinámicos, pueden citarse sobre la
musculatura ventral, el realizado por Escamilla et al. (11), en el que con el
uso del Fitball® se compara la activación muscular en la realización de
diferentes ejercicios, resultando el roll-out como el que mayor SEMG produce
con respecto a otros ejercicios como el cruch o el bent knee sit up, en todos
los casos, realizados de forma dinámica (figura 14).
Figura 14. Roll-out, crunch y bent knee sit up. Tomado de Escamilla et al. (11).
Por otro lado y atendiendo a un mayor número de grupos musculares
del core, en el elaborado por Oliver et al. (12), se compara la activación
muscular producida en ejercicios de acondicionamiento, con y sin el uso del
Corex®, un material diseñado para aumentar la activación muscular core,
Marco teórico.
73
resaltando que tanto el multífidus 56.4% como el glúteo mayor 48.3%, son los
que mayor activación presentan con respecto a la MCVI.
Figura 15. Ejemplo de uso del Corex®. Tomado de Oliver et al (12).
En estudio llevado a cabo por Willardson et al. (10), se demuestra que
la activación muscular producida por el Bosu® no presenta mayor activación
muscular que sobre superficies estables en ejercicios como el peso muerto o
el squat, resultados parecidos al presentado por Colado et al. (82) y Chulvi-
Medrano (13), que como en el caso anterior, no contenían propuestas
estáticas.
Entre los trabajos que se centran en la realización de ejercicios de
carácter isométrico, deben tenerse en cuenta los realizados en el campo de la
rehabilitación por Arokoski et al. (174), quienes concluyen que en la medición
de la actividad muscular paravertebral (L2-L5) y del glúteo mayor en 5
hombres y 6 mujeres en 3 ejercicios estáticos, realizados a) en bipedestación
bipodal con separación de piernas hacia la pared, b) desde posición prona con
rodillas flexionadas sin mantener contacto con las rodillas en el suelo, y c)
extensión lumbar sobre una camilla, el multífidus (L5) presenta los mayores
Marco teórico.
74
valores de activación y en mayor medida en mujeres que en hombres
(34.5±15.9% frente a 20.8±8.1% de la MCVI), de igual forma que al realizar 16
ejercicios asistidos y no asistidos de rehabilitación (175), en los que en
posición de tendido prono, en puente, en sedestación y en bipedestación, se
establece una progresión de ejercicios en los que aquellos de carácter
estático, se activan a un mayor porcentaje de la MCVI en multífidus en
mujeres (57.5±15.4% por 35.5.±15.5%), al igual que en el longísimo torácico
(53.5±34.4% por 48.5±31.6%) así como el recto anterior y el oblicuo
abdominal. En la misma línea, Beach et al. (176), midieron la actividad
eléctrica de los erectores torácicos y lumbares, en el uso de un dispositivo
anti dolor durante grandes espacios de tiempo en sedestación, sin encontrar
que su empleo produzca diferencias estadísticamente significativas.
Posteriormente, Arokoski et al. (177), efectuaron una prueba en la que
se midió la amplitud de activación muscular bilateral, en la ejecución de 18
ejercicios terapéuticos a 5 hombres y 4 mujeres con LBP, durante ejercicios
estáticos en bipedestación bipodal y unipodal como la flexión y extensión de
tronco de 10º, flexión de hombro alternativo sobre superficie estáticas e
inestables, o la extensión de cadera sobre una camilla y su variante en
cuadrupedia en el ejercicio bird dog sobre una pierna y un brazo.
Al medir la activación muscular a nivel paraespinal (L5), en el recto
anterior abdominal y en el oblicuo externo, concluyeron que aquellos
ejercicios que mayor activación habían generado eran los realizados en
posiciones de tendido prono y en ejercicios en posiciones estáticas y que con
Marco teórico.
75
activaciones en torno al 25% de la MCVI, se producía el grado óptimo de
stiffness o rigidez muscular y descartarían para un proceso de rehabilitación
aquellos que superaran el 40% de la misma, es decir, los realizados en
posición prona con rodillas extendidas, en posición supina flexionando las
caderas, o aquellas en bipedestación manipulando cargas de forma
alternativa.
Más recientemente, puede encontrarse el elaborado por Oliver et al.
(178), en el que con 30 sujetos de 23.4±1.4 años trabajando sobre tres
ejercicios, se concluye que la máxima activación muscular la genera el
ejercicio de superman, y en todos los casos sobre el multífidus, en segundo
lugar el puente prono sobre una pierna, que presentaba diferencias
significativas con el mismo ejercicio bipodal (p<0.025).
El más actual, que incluye una progresión de ejercicios dinámicos y
estáticos, es el realizado por Colado et al. (91), en el que figuran los
ejercicios isométricos de extensión lumbar desde tendido prono, el puente
desde posición supina en bosu con rodillas flexionadas y la flexión estática en
bipedestación monopodal, en los que se midieron activaciones de
60.15±1.88%, 38.81±3.29% y 34.82±2.55% de la MCVI respectivamente para
grupos musculares paravertebrales lumbares y torácicos (multífidus y
erectores). A pesar de contar con estos registros, por cada posición descrita
únicamente se realiza un ejercicio y sólo incluye al sexo masculino. En los tres
casos, se supera al igual que en los datos mostrados de los estudios de
Marco teórico.
76
Arokoski (174,175,177), el margen de trabajo del 30% de la MCVI, aconsejable
para el ejercicio no sea potencialmente lesivo (29).
A tenor de los estudios encontrados, se han realizado varias
investigaciones con SEMG en las que se obtuvieron resultados de la activación
muscular del core, debida al uso de algunos materiales que provocan la
desestabilización al sujeto, así como algunas referencias sobre la progresión a
seguir con materiales y ejercicios dinámicos.
Los trabajos indicados se caracterizan por realizarse en situaciones
dinámicas, hasta la fecha no se han encontrado evidencias sobre cuál debe ser
la progresión del acondicionamiento en situaciones de isometría entre
distintos materiales y posiciones en el espacio, así como la existencia de una
correlación entre la intensidad objetiva que reporta la SEMG, y la intensidad
percibida por el sujeto en una escala que transmita al participante las
sensaciones desde la máxima estabilidad al desequilibrio que imposibilite el
mantenimiento de su posición. Esta herramienta, sería muy útil para los
profesionales en el control de la intensidad durante ejercicios de core,
facilitando una prescripción más precisa.
Las únicas referencias que versan sobre percepción del esfuerzo aunque
sin abordar ejercicios de desequilibrio, se encuentran en el estudio de
Marshall y Murphy de 2005 (72), y Colado et al. de 2011 (167). En el primero,
no se encontró correlación alguna entre la activación muscular, en ejercicios
dinámicos como el squat o los push ups, y la percepción del esfuerzo en una
escala de 0 a 10. En el segundo, se realizó una validación de la escala de
Marco teórico.
77
percepción para su uso con materiales elásticos, empleando como modelo la
Omni-Res, siendo éste el único estudio de los citados que incluye dentro de la
muestra tanto a hombres como a mujeres.
Por todo lo anteriormente comentado y argumentado, la presente
investigación contempla la monitorización de la actividad muscular mediante
la SEMG de la musculatura core en isometría, así como diseñar una escala de
percepción del esfuerzo para valorar la inestabilidad, tomando como modelo
la escala de percepción del esfuerzo Omni-Res de Robertson (166) y la más
reciente de Colado et al. (167), con el fin de comprobar su validez a la hora
de calibrar la intensidad a la que el sujeto entrena. En el caso de conseguirse,
podrá ofrecerse una forma sencilla y fiable de prescribir los ejercicios de
inestabilidad.
No se han encontrado evidencias ni progresiones que mediante la SEMG,
puedan clarificar un orden de ejecución preciso en ejercicios isométricos
efectuado sobre uno o varios materiales desestabilizadores.
El estudio de Marshall y Murphy de 2005 (72), presenta las diferencias
de activación entre ejercicios, aunque de forma dinámica sin el uso de la
escala Omni-Res y sobre un único material (Swiss ball®), situación parecida a
la investigación de Colado et al. (167), en la que a pesar del uso de la citada
escala, se efectúa sin contemplar las posibilidades de los ejercicios estáticos y
la diversidad de materiales desestabilizadores, por lo que puede afirmarse
que existe una carencia científica sobre el tema de la presente tesis.
Marco teórico.
78
6. Objetivos
Como objetivos del estudio, se exponen los siguientes:
Objetivos generales:
Establecer una graduación de la surface electromyography (SEMG) de
diversos músculos del core tales como el erector torácico (ET), erector
lumbar (EL), multífidus torácico (MT), multífidus lumbar (ML) y glúteo
mayor (GM) durante la ejecución de diversos ejercicios con material
TheraBand® tanto en condiciones de estabilidad como de inestabilidad.
Validar una escala para el control de la intensidad, durante la realización
de ejercicios ejecutados tanto en condiciones estables como inestables.
Objetivos específicos:
Registrar los valores de percepción global y local, diferenciando el raquis
lumbar y la cadera.
Determinar la posible correlación entre la activación muscular y los
valores perceptuales.
Comprobar las diferencias de SEMG existentes entre hombres y mujeres.
Marco teórico.
79
7. Hipótesis
En concordancia con los objetivos pretendidos en esta investigación, se
proponen las siguientes hipótesis:
La activación muscular resultará significativamente mayor, en ejercicios
con estancias unipodales con cargas elásticas, que las mismas posiciones
sin cargas elásticas y en estancias bipodales.
La correlación de la SEMG con la escala de esfuerzo percibido, permitirá
validar esta herramienta específica como una valoración fiable de
monitorización de la intensidad, durante ejercicios que supongan
inestabilidad realizados con recursos TheraBand®.
Metodología.
81
8. Metodología
8.1. Diseño del estudio
La presente investigación, fue diseñada en base a un estudio
descriptivo donde se registró la activación muscular superficial, durante la
ejecución de 12 ejercicios efectuados tanto situaciones estables como
inestables. Para crear la inestabilidad, se emplearon diversos materiales
específicos de la marca Thera-Band® (Hygienic Corporation, Akron, Ohio): a)
Exercise Ball®, b) Rocker Board®, c) Soft Stability Trainer® y d) Exercise
Station®, cuya descripción puede encontrarse en la tabla 11.
Tras reclutarse a los sujetos voluntarios que compondrían la muestra
del estudio, se procedió a su familiarización con los diferentes ejercicios y
elementos materiales a utilizar. Esta fase comprendió una sesión donde todos
realizaron un calentamiento estandarizado y se instruyó a los participantes en
la correcta ejecución de los ejercicios, y en el uso de los diferentes
dispositivos en las diferentes condiciones, todo ello realizado de forma
contrabalanceada.
En la sesión de estudio fueron sometidos a una prueba de valoración de
la fuerza máxima isométrica de los músculos analizados, para normalizar los
resultados de la SEMG extraídos durante los 12 ejercicios utilizados.
La investigación se realizó íntegramente, en la Unidad de Investigación
de la práctica de Actividad Física de la Universidad de Valencia, donde se
Metodología.
82
pudieron mantener estables las condiciones ambientales, respetando los
parámetros generales de investigación de 24 grados centígrados de
temperatura y 50-75% de humedad y se tuvo en cuenta que ningún
instrumento eléctrico cercano, interfiriera en el registro de la señal de EMG.
8.2. Participantes
El estudio se ha realizado con estudiantes de últimos cursos de las
titulaciones de licenciatura y grado de Ciencias de la Actividad Física y del
Deporte, de la Universidad Católica de Valencia y la Universidad de Valencia,
todos ellos muy habituados a la práctica de ejercicio físico.
La muestra total fue de 44 sujetos, repartida en 24 hombres y 20
mujeres, que tuvieron que cumplir con los siguientes requisitos de inclusión:
Ser una persona activa, practicante habitual de ejercicio físico.
No presentar contraindicaciones cardiacas absolutas o relativas.
Carecer de afecciones auditivas y de otros condicionantes del
equilibrio.
No padecer lesiones agudas ni crónicas que afecten total o
parciamente la musculatura y la estructura lumbo-pélvica.
No presentar lesiones agudas ni crónicas que afecten total o
parcialmente la musculatura y/o estructura de las articulaciones de
rodilla y tobillo.
Metodología.
83
Los requisitos de exclusión para esta investigación, fueron aquellos que
no cumplían con estas premisas.
Las características de los sujetos, pueden observarse en la tabla 10.
Tabla 10. Características de los sujetos de la muestra.
Variable Hombres Mujeres
Media D. Típica* Media D. Típica*
Edad (años) 22.63 2.75 23.55 3.10 Experiencia en entrenamiento de fuerza (años)
4.21 2.57 4.20 3.10
Experiencia con materiales inestables (años)
0.32 0.61 0.47 1.09
Grasa corporal (%) 8.72 3.00 21.90 5.42 Peso Corporal (kg.) 72.11 7.64 58.83 6.30 Estatura (cm.) 176.52 5.42 163.73 5.59 Distancia biacromial (cm.) 41.79 2.08 37.65 2.05
*D. Típica: Desviación Típica.
También se consultó cuál era su pierna dominante basándose en su
experiencia deportiva y la lateralidad evidenciada en la misma, como se hizo
en el trabajo de Rahnama et al. (179), siendo la derecha en un 79,20% y un
80,00% en hombres y mujeres respectivamente.
El estudio fue aprobado previamente por una comisión científica
institucional (anexo 1) y todos sus procedimientos cumplen con los requisitos
establecidos en la declaración de Helsinki de 1975, revisada en 2008 (180).
Metodología.
84
8.3. Instrumentos de medición
Los instrumentos para efectuar las mediciones del estudio, se clasifican en
aquellos destinados a la obtención de la activación muscular, los que tienen
como objeto determinar la percepción subjetiva del esfuerzo y los que ayudan
a la obtención de datos antropométricos, siendo estos últimos únicamente
para facilitar una mejor descripción de la muestra. A continuación se expone
la descripción de cada uno.
8.3.1. Medición de la activación muscular
Para el registro electromiográfico, se empleó un electromiógrafo modelo
Megawin ME6000 de 8 canales, con una frecuencia de muestreo de 1 Khz. y un
peso de 344 gr.
Este instrumento, era sujetado en todo momento por un colaborador del
estudio, encargado de vigilar que el cableado no entorpeciera las mediciones
y de asesorar al sujeto en las posiciones a adoptar para evitar contratiempos.
Figura 16. Electromiógrafo Megawin ME6000.
Metodología.
85
Los electrodos empleados fueron de la marca Dormo Stress autoadhesivos
de 35 mm. de diámetro, con cierre de clip. El modo de colocación de los
electrodos en el sujeto, se describe en la tabla 14.
8.3.2. Mediciones sobre la percepción del esfuerzo
Para la elaboración de esta parte del estudio, se elaboró una escala a
partir del modelo Omni-res descrito por Robertson (166), que se denominará
en esta investigación escala de inestabilidad. Se diseñaron gráficos tratando
de transmitir al sujeto las sensaciones a experimentar desde la máxima
estabilidad, sin la intervención de fuerzas externas perturbadoras, hasta la
pérdida de equilibrio provocada por la menor cantidad de puntos de apoyo y
la inclinación del cuerpo (figura 17).
Figura 17. Gráficos de la variación de la escala Omni-Res. Elaboración propia.
La visión completa de la escala se refleja en la figura 18.
Metodología.
86
Figura 18. Vista general de la escala de inestabilidad. Elaboración propia.
Para proceder a su validación concurrente, se recurrió a los mismos
procedimientos que los que se siguieron en la escala Omni-Res original de
Robertson (166) y la más reciente de Colado et al. (167) descritos en el
apartado 8.8, pudiendo hacerlo en este caso con hombres y mujeres.
Los participantes se familiarizaron con los ejercicios (figura 19) y con el
hecho de tener que calificar numéricamente, la intensidad de sus sensaciones
a nivel global teniendo en cuenta todo el cuerpo, y de forma local matizando
el esfuerzo diferenciando la musculatura core de dos localizaciones: en la
espalda, el erector lumbar (EL), erector torácico (ET), multífidus lumbar (ML)
y multífidus torácico (MT), y por otro lado el glúteo mayor (GM).
Se leyó al interesado el protocolo de la escala utilizada (anexo 2), y se
hicieron dos demostraciones sobre la misma para que pudiera interiorizar qué
sensaciones debía percibir. La primera ejemplificando la valoración de 0
puntos, en la que el sujeto se encontraba en pie sin que ninguna fuerza
externa impidiera su equilibrio estable, y la segunda recreando los 10 puntos,
Metodología.
87
donde debía situarse en apoyo unipodal sobre la pierna dominante. Desde esa
posición, se indicaba al sujeto que realizara una inclinación al frente y a
continuación, que elevara el talón del pie de apoyo, provocándole la pérdida
de equilibrio.
Figura 19. Póster y escala modificada. Elaboración propia.
8.3.3. Mediciones antropométricas
En la sesión de familiarización, los sujetos fueron sometidos a tres tipos de
pruebas antropométricas:
Medición de la distancia biacromial del sujeto, para conocer la longitud
de separación que debía haber entre las manos, para que hubiera
paralelismo en la sujeción de la barra del Exercise Station® (tabla 11).
Medición de la altura.
Cálculo del peso y el porcentaje graso.
Metodología.
88
Con el sujeto en posición anatómica, pies juntos y brazos relajados a lo
largo del cuerpo, el investigador midió con un paquímetro de ramas largas, la
distancia entre los dos acromios tomado como referencia ambos bordes
laterales externos de la clavícula, hasta llegar al borde lateral superior del
húmero.
Para ello se utilizó un paquímetro Cescorf, de 164 mm. Fabricado en
poliestireno y precisión de 1 mm.
Figura 20. Paquímetro Cescorf para medición de distancia biacromial.
Medición de la talla.
Este dato se obtuvo con el sujeto descalzo, manteniendo el mentón
retrotraído y el vértex en posición horizontal, respetando el plano de
Frankfort (181). Para cumplir con dicha premisa, el investigador manipuló la
cabeza del participante colocando ambos talones de la mano a ambos lados
de la mandíbula y los dedos movilizando el cráneo desde la base occipital.
Se empleó un tallímetro (Modelo SECA 206) con precisión de 1 mm.
Metodología.
89
Figura 21. Tallímetro y técnica de medida.
Cálculo del peso y porcentaje graso.
Para su obtención, se empleó la impedancia bioeléctrica con una Tanita
(Modelo BF-350, Tanita Corporation of America Inc: Illinois, USA).
El peso corporal se calculó situando al sujeto descalzo y quieto sobre la
plataforma, de modo que la superficie completa de los pies estuviera
apoyada. Introduciendo los datos de las variables de la talla y el peso en el
software incorporado en el citado modelo, se registraron los datos estimados
del porcentaje graso.
Se siguieron las recomendaciones de la International Society for the
Advancement in Kinanthropometry (ISAK), entre las que se destacan (182):
No tomar líquidos 4 horas antes de la prueba.
No consumir alcohol 24 horas antes de su realización.
No realizar ejercicio físico, tomar cafeína o alimentos cuatro horas
antes de la prueba.
Orinar 30 minutos antes de la valoración.
Metodología.
90
Figura 22. Modelo Tanita BF-350 y cálculo del porcentaje graso.
8.4. Equipamiento deportivo utilizado.
Los ejercicios objeto del estudio, se llevaron a cabo con el material
descrito en la tabla 11.
Tabla 11. Descripción de materiales Thera-Band®.
Nombre de material Características Imagen
Exercise Ball Green Pro Series®.
Diámetro 65 cm.
Rocker Board®. 33.52 cm.x35.56 cm. con 30º de ángulo de inclinación.
Soft Stability Trainer® Azul. Longitud 40.64 cm., anchura 22.86 cm., altura 5.08 cm.
Exercise Station®. Longitud 111.76 cm., anchura 60.96 cm., altura 5.08 cm.
Exercise tubing® de color verde. Uso con hombres
Longitud de 60.96 cm. Resistencia de 2.6-3 kg.
Exercise tubing® de color rojo. Uso con mujeres
Longitud de 60.96 cm. Resistencia 2 kg.
Barra Exercise Station® Longitud 91.44 cm.
Metodología.
91
8.4.1. Ejercicios específicos
Fueron analizados un total de 12 ejercicios, en posición de sedestación
(tabla 12) y en bipedestación (tabla 13).
Tabla 12. Descripción de los ejercicios en sedestación.
Posición/material Posiciones
Sedestación Bipodal Unipodal sin carga Unipodal con carga
Exercise ball®
Pies apoyados, rodillas en flexión de 90º y tronco en inclinación de 20º con flexión de hombros sujetando la barra (tabla 11) paralela al suelo*, escápulas retrotraídas y mirada al frente.
Con la rodilla de apoyo en flexión de 90º y la pierna libre con el muslo paralelo al de apoyo y su rodilla en extensión ligera, situando su pie con el talón a 5 cm. del suelo. Tronco en inclinación de 20º con flexión de hombros sujetando a barra (tabla 11) paralela al suelo*, escápulas retrotraídas y mirada al frente.
Misma posición que la anterior, sujetando con las manos la barra del Exercise Station®*, soportando la resistencia que plantean los tubos elásticos, que fue la verde para los hombres y la roja para mujeres. (tabla 11).
*En los 3 casos, la barra se sujeta a la distancia biacromial registrada durante el estudio antropométrico del sujeto.
Metodología.
92
Tabla 13. Descripción de los ejercicios en bipedestación.
Posición/material Posiciones
Bipedestación Bipodal Unipodal sin carga Unipodal con carga
En bipedestación bipodal, pies apoyados, rodillas en flexión de 140º y cadera en flexión de 60º con los brazos en flexión de hombros paralela al suelo, sujetando la barra* con las escápulas retrotraídas y la mirada al frente.
En bipedestación unipodal, con la rodilla de apoyo en flexión de 140º y la pierna libre con el muslo paralelo al de apoyo y su rodilla en flexión, de modo que su pie se sitúe con los dedos orientados al suelo y a 5 cm. del mismo. Cadera en flexión de 60º con los brazos en flexión de hombros paralela al suelo, sujetando la barra* con las escápulas retrotraídas y la mirada al frente.
Misma posición que la anterior, sujetando con las manos, la barra del Exercise Station®*, soportando la resistencia que plantean los tubos elásticos, que fue la verde para los hombres y la roja para mujeres (tabla 11).
Exercise station®
Soft stability®
Rocker board®
*En los 3 casos, la barra se sujeta a la distancia biacromial registrada durante el estudio antropométrico del sujeto.
Metodología.
93
8.5. Procedimientos
La toma de datos para la investigación, se desarrolló desde octubre
hasta diciembre de 2011. Se publicó una invitación a participar en el estudio,
a los alumnos de los últimos cursos de Licenciatura y de Grado de la
Universidad de Valencia y la Universidad Católica de Valencia.
A los candidatos interesados, se les proporcionó el acceso a una página
web específicamente diseñada para esta investigación, un subdominio
dependiente del sitio http://www.actividadfisica.org (figura 29), llamado
http://tesis.actividadfisica.org. Tanto el nombre de usuario como la
contraseña eran validadas con la palabra usuario, siendo posible visualizar y
descargar el contenido del sitio web.
Figura 23. Capturas de pantalla de la página web.
Metodología.
94
En dicha ubicación, se ofrecía la información completa del proceso de
investigación con los documentos y recursos siguientes:
Documento de consentimiento informado (anexo 3).
Enlace a los cuestionarios de datos personales y Par-Q (anexo 4).
Protocolo de medición de las pruebas, en el que se detallan los
criterios de inclusión (anexo 5).
Protocolo de la escala de inestabilidad (anexo 2).
Plantilla para el registro de datos (anexo 6).
Calendario para poder coordinar las sesiones concertadas con cada
sujeto.
Galería de imágenes donde poder visualizar los materiales y ejercicios
a utilizar en el estudio (anexo 7).
Formulario de contacto en caso de dudas o consultas por parte de los
sujetos.
Para la rápida recopilación de las respuestas de los cuestionarios, fue
implementada por el doctorando una aplicación informática de características
gratuitas Open Source, denominada Limesurvey, cuya página de descarga se
corresponde con la de su autor, en la dirección web
http://www.limeask.com.
Los interesados, a través de esta aplicación introdujeron sus datos
personales y de contacto, además de responder al cuestionario Par-Q sobre
Metodología.
95
salud cardiovascular (183), para así descartar aquellos casos en los que la
naturaleza del estudio pudiese resultar contraindicada para su salud.
Al mencionado formulario, se podía acceder en el enlace:
http://www.actividadfisica.org/encuestas/index.php?sid=25879&lang=es.
Se recopilaron los datos almacenados en el formulario, para su posterior
análisis en la aplicación Excel de Microsoft®. Tras registrar todas las
respuestas, se pudo comprobar qué sujetos cumplían con los requisitos de
inclusión.
Se solicitó a los participantes que siguieran una serie de pautas previas en
la investigación. Éstas fueron las mismas que se siguieron en el estudio de
Robertson (166) de similares características al presente estudio:
No realizar ejercicio físico al menos durante las 48 horas anteriores a la
realización de la prueba.
Evitar el consumo de estimulantes (ej. cafeína, teína), durante las dos
horas anteriores.
No ingerir líquidos ni alimentos en la hora anterior e intentar orinar en
ese periodo.
Haberse duchado previamente, evitando sudoraciones que pudieran
interferir En la recepción de la señal de la SEMG.
Disponerse a hacer la prueba en ropa interior, permitiendo la
señalización, colocación y manipulación del material de la investigación
sobre el cuerpo, como se muestra en las imágenes de la web.
Metodología.
96
Tras esta aclaración, se citó a los participantes para la primera de las dos
sesiones de las que constaba el estudio, una de familiarización y otra de
recogida de datos.
8.5.1. Sesión de familiarización.
El primer procedimiento fue el de firmar el consentimiento informado
(anexo 1) que previamente habían leído en la página web. Tras completar
este paso, se realizó su valoración antropométrica realizando las siguientes
pruebas:
Medición de la talla.
Obtención del peso y el porcentaje graso.
Medida de la distancia biacromial.
Tras estas valoraciones, se realizó un calentamiento estandarizado que
incluyó estiramientos de las cinturas escapular y pélvica, 10 ciclos del
ejercicio cat-camel como plantea Chulvi (13) y tres ejercicios isométricos,
recomendados por Anderson (70) para la activación del core, reflejados en la
figura 24 y realizados de la siguiente manera:
1. Tendido prono, con apoyo de codos situados bajo la vertical de los
hombros, manos entrelazadas, caderas y rodillas extendidas y pies en
flexión dorsal. El sujeto elevaba la cadera hasta dejar alineados tobillo,
Metodología.
97
rodillas, caderas y hombros, quedando en posición paralela al suelo y la
mirada fija en el mismo. El mantenimiento de esta postura se prolongó
20 segundos.
2. Tendido supino con apoyo en la base occipital y en las escápulas, con
rodillas flexionadas 90º, brazos paralelos al cuerpo y manos apoyadas
en la superficie, el sujeto realizaba una extensión de cadera mantenida
durante 20 segundos.
3. Desde la misma posición inicial, se realizó la extensión de cadera y a
continuación la extensión de la rodilla de la pierna no dominante, hasta
dejar ambos muslos alineados y el pie de la citada pierna menos
dominante sin contacto con el suelo. La posición se mantuvo 20
segundos, al igual que en las dos pruebas anteriores.
Figura 24. Ejercicios de calentamiento.
Entre una y otra posición, se efectuó un intervalo de descanso de 20
segundos para evitar la fatiga.
Terminada esta fase de activación, se mostraba un póster que ya
conocían desde la fase de familiarización, con las fotografías orientativas de
los ejercicios que se realizaban y un documento visual con la escala de
Metodología.
98
inestabilidad, cuyos gráficos sugerían al participante situaciones de mayor a
menor estabilidad en su posición.
Debido a los objetivos del estudio, el investigador principal puso
especial hincapié en:
a) la correcta colocación de la columna lumbar, atendiendo a los
criterios de estabilización activa de su lordosis, así como su relación con la
cadera, en las posiciones de sedestación bipodal y unipodal, así como en la
bipedestación bipodal y unipodal.
b) el adecuado uso de la escala de inestabilidad para proceder a su
validación, tomando como referencia los gráficos que se utilizan en la escala
Omni-Res (166).
Se determinó que tras la finalización de cada ejercicio, el intervalo
hasta el siguiente fuera de dos minutos evitando que la intensidad provocara
estímulos lactácidos (133,184,185), que pudieran provocar una pérdida
coordinativa que afectara a los ejercicios posteriores (133). Esta pausa fue
siempre pasiva y se efectuó sobre una superficie estable en bipedestación. En
ese momento, se solicitaría al sujeto que calificara en una escala del 0 al 10,
la intensidad percibida del ejercicio en la musculatura core tanto en la
espalda como en el glúteo de su pierna dominante, así como la global (figura
25). Sendas percepciones serían anotadas para cada uno de los ejercicios.
Metodología.
99
Figura 25. Valoración de la escala y anotación.
Se controló que se respetasen los ángulos de flexión de las rodillas con
respecto al tronco, y de éste en relación a los hombros mediante la
colocación de tres adhesivos sobre la piel del sujeto en su lado derecho, al
hacer todos los participantes la prueba en la misma dirección.
El primero sobre el epicóndilo femoral externo. Para identificar el
punto de referencia, el investigador principal se situaba con una rodilla en
tierra solicitaba al sujeto que colocara el pie dominante sobre su muslo, de
forma que tanto la cadera como la rodilla se encontraran en flexión de 90º.
Desde ahí, el investigador situaba sus dedos índice y pulgar a ambos lados de
la rótula, deslizándolos hasta palpar ambos cóndilos interno y externo,
marcado este último.
El segundo se situaba en el borde externo del trocánter mayor,
llegando hasta él situando los pulgares sobre ambos bordes laterales de la
cresta ilíaca y descendiendo hasta la superficie más prominente del fémur en
su borde lateral. En esa localización, se situaba el dedo pulgar y se pedía al
sujeto que realizase una flexión de cadera para detectar el punto de giro.
Metodología.
100
La última referencia se tomaba sobre el acromion, que se localizaba
palpando con el pulgar el borde distal de la clavícula, y continuando hasta el
borde lateral superior del húmero. Se colocó en la prolongación desde el
trocánter mayor al borde acromial, ya que si se situaba sobre este último
punto anatómico, se perdía su referencia visual durante la ejecución de los
ejercicios.
Figura 26. Adhesivos para referencias y muestra de la localización.
A continuación, se realizaban los 12 ejercicios del estudio y para ello se
situaba al sujeto en una marca fija en el Exercise Station®, y se colocaban
dos luces láser perpendiculares que pasaban por las referencias señalizadas
anteriormente en el sujeto; la primera de ellas con recorrido desde el
epicóndilo externo del fémur hasta el trocánter mayor marcando los 140º de
flexión de rodilla, angulación propicia para el mantenimiento de la estabilidad
(18) y la segunda desde el trocánter mayor hasta la referencia situada en el
acromion, mostrando los 60º de inclinación delantera del tronco que
compensan la flexión de rodillas.
Para verificar esta graduación, se utilizó un goniómetro Baseline
Stainless de acero, con ramas de 15 cm. y precisión en la medida de 1 mm.
(figura 27).
Metodología.
101
Figura 27. Posición de pies y calibrado de angulaciones.
Se aseguró en todos los casos el paralelismo de las referencias
marcadas, ya que existían diferencias de altura entre los materiales sobre los
que se situaba el sujeto. Para ello, se utilizó el regulador de altura del que
disponía el trípode en el que asentaba el dispositivo de la marca
Black&Decker, serie LZR6TP (figura 28).
Figura 28. Detalle del dispositivo láser.
Se compensó la diferencia de tensión del material elástico en las
posiciones de bipedestación y sedestación, al situarse la barra en la que se
coloca ese material, a alturas diferentes según el ejercicio, tal como se
refleja en la figura 29.
Metodología.
102
Esta diferencia fue medida desde la barra al agarre en ambas
situaciones, y en la posición de sentado se colocó un Exercise Station
adicional detrás del que se situaba el sujeto. La desigualdad obtenida en la
citada medición, se corrigió situando una cadena de acero con eslabones de 1
cm. en el agarre anterior y se fijó el material elástico en el eslabón de la
cadena que equiparara esas distancias.
Además, se añadió otra pieza del Exercise Station® por delante del
usado por el sujeto, en esta ocasión para que el apoyo de los pies siempre
estuviera al mismo nivel en la sedestación.
Figura 29. Diferencia de altura, ajuste de carga elástica y apoyo anterior.
Al término del proceso completo, cada participante realizó la vuelta a la
calma posterior con libertad, siguiendo el proceso al que cada uno estuviera
habituado tras realizar un acondicionamiento físico. Una vez aseado y
cambiado el sujeto, se le emplazaba a volver a realizar la medición 3 días
después, anotando la cita en su presencia, quedando publicado tanto el día
como la hora en el calendario del sitio web de la investigación.
Metodología.
103
8.5.2. Sesión de recogida de datos.
Tras solicitar al participante que se quedara en ropa interior, se dirigía su
calentamiento específico de forma idéntica a la primera sesión. A
continuación, el proceso de medición constaba de tres partes:
Preparación de la piel, localización y colocación de electrodos.
Test de máxima contracción voluntaria isométrica.
Medición específica del estudio.
Preparación de la piel, localización y colocación de electrodos.
Previo a la búsqueda de los puntos de colocación de electrodos, y con el
fin de evitar distorsiones de la señal eléctrica, se rasuraron con una máquina
desechable las zonas en las que iban a situarse los mismos, dejándola libre de
posibles interferencias al adhesivo del electrodo. Tras este paso, se limpió la
zona con alcohol y se secó con algodón.
La localización de cada punto, siempre en el lado dominante del sujeto
determinado previamente, se marcó con un lápiz dermográfico azul, hecho de
cedro y de marca Comed de 175x7 mm.
La colocación de los electrodos para cada grupo muscular, se realizó
según las indicaciones de Callaghan (186) y Kramer (140).
Metodología.
104
Figura 30. Preparación y colocación de electrodos.
Tabla 14. Ubicación de electrodos.
Grupo muscular Punto de inicio Gráfico
Erectores espinales lumbares (L-3)
Tomando como referencia la cresta iliaca (L-3), se sitúan separados entre sí 2 cm. en paralelo al raquis y a 2 cm. de él. (L).
Erectores espinales torácicos (T-9)
Partiendo de la referencia anterior, se invita al sujeto a realizar una flexión de tronco con las manos sobre las rodillas para localizar la apófisis espinosa de T-9. Los electrodos separados entre sí 2 cm., en paralelo al raquis y a 2 cm. del mismo. (T).
Multífidus lumbar (L5)
A 3 cm. del proceso espinoso de L-5 y en oblicuo (ascendente en dirección fuera-dentro). (L).
Multífidus torácico (T11-12)
A 3 cm. del proceso espinoso de T11-12 y en oblicuo (ascendente en dirección fuera-dentro). (T).
Glúteo mayor En la mitad muscular desde el trocánter mayor, a dos pulgadas (5.08 cm.) del pliegue interglúteo.
Terminado este paso, se colocaron los haces de electrodos en el grupo
muscular que correspondiera en cada caso. Se eligió un canal determinado del
Metodología.
105
electromiógrafo para cada grupo muscular, facilitando su identificación en la
lectura de la señal quedando dispuestos de la siguiente forma:
Canal 1 Erector lumbar.
Canal 2 Erector torácico.
Canal 3 Multífidus lumbar.
Canal 4 Multífidus torácico.
Canal 5 Glúteo mayor.
La fijación de electrodos, se reforzó con un esparadrapo en los casos en
los que el sujeto era propenso a sudar, evitando de este modo que hubiera
una pérdida de calidad de la señal.
Test de Máxima contracción voluntaria isométrica (MCVI).
Para cada uno de los grupos musculares, se efectuó un test máximo
voluntario de carácter isométrico, para posteriormente poder tomar como
referencia la MCVI, en los resultados que se registrasen en cada ejercicio.
Éste se realizó en un habitáculo metálico diseñado ex profeso para tests
isométricos máximos (figura 31).
Metodología.
106
Figura 31. Habitáculo para realización de pruebas isométricas.
Para todas las estas pruebas, se utilizaron las referencias de McGill (58)
y Brandon expuestas en la tabla 15 y las figuras 32 y 33.
Tabla 15. Procedimiento del test de máxima contracción voluntaria isométrica para EL, ET, ML, MT y GM.
Músculo Prueba Isométrica
Erectores espinales lumbares Erectores espinales torácicos Multífidus lumbares Multífidus torácicos
Posición inicial: Tendido prono sobre una camilla, tronco saliente hasta el borde superior de las crestas iliacas, caderas y rodillas extendidas, cuerpo alineado sin hiperextensión, manos en la cabeza y carga situada sobre las escápulas. La carga consiste en una barra situada en un habitáculo metálico sobre el que un ayudante del estudio hace descansar su peso, asegurando la imposibilidad de movimiento en una contracción del sujeto máxima. Posición del investigador: Se sitúa sobre las piernas del sujeto, impidiendo su movimiento de la camilla. Acción: A la voz de ¡Ya! El sujeto realiza una extensión lumbar máxima mantenida durante 5 segundos que marcará el mismo responsable del estudio. Posición final: término, el sujeto relajará el tono lumbar y descansará apoyando sus codos y manos sobre una silla.
Glúteo mayor
Posición inicial: Idéntica a la anterior, pero en este caso el tronco saldrá hasta llegar a la altura del borde lateral del trocánter mayor. Las restantes posiciones, se realizan de forma idéntica a los anteriores músculos.
Metodología.
107
Figura 32. Máxima Contracción Voluntaria Isométrica EL, ET, ML y MT. Test Biering-Sorensen.
Adaptado de McGill (58).
Figura 33. Máxima Contracción Voluntaria Isométrica GM. Adaptado de Brandon (187).
Medición específica del estudio.
Como en la sesión precedente y con el fin de asegurar la validez de los
resultados estadísticos, el orden de ejecución de los ejercicios fue aleatorio.
El investigador, activó el electromiógrafo en el momento que comprobaba
que el sujeto marcaba una de las posiciones descritas en las tablas 12 y 13,
ayudándose de las referencias láser y animando al participante al
mantenimiento de la postura. El registro se prolongó durante 20 segundos, en
los que el sujeto debía mantener la posición determinada.
Metodología.
108
Al terminar el test, el responsable del estudio desconectó el
electromiógrafo y extrajo los electrodos del sujeto, limpiando cada zona
testada con algodón y alcohol.
Al igual que en el día precedente, la vuelta a la calma fue libre y al
terminar el procedimiento, se agradeció al sujeto su participación en el
estudio.
8.6. Registro y reducción de datos de la actividad eléctrica.
Tras la obtención de los registros, se digitalizaron los datos
electromiográficos, (12-bit; DAQCard–700; National Instrument, Austin, USA)
desde el Biomonitor Megawin ME6000T8 y se guardaron en un disco duro para
su protección y posterior análisis.
8.7. Análisis de datos.
Para el tratamiento de la señal, se utilizó un programa específico,
Matlab 7.1 (R14) (Mathworks Inc., Natick, USA). La señal se filtró digitalmente
con una banda de 1-20HZ, para recoger únicamente las señales útiles para el
estudio (anexo 8).
Se midió la señal teniendo en cuenta las medias de la activación
muscular, adecuadas para ejercicios isométricos como indica el estudio de
Metodología.
109
Hibbs et al. (143). Se tomó durante 20 segundos y se recogieron los datos
desde los 2 a los 18 segundos, para disponer de una lectura más estable de los
registros.
Se examinó con la señal rectificada (RMS), una vez que se filtró y fue
eliminado el ruido de la misma.
8.8. Análisis estadístico.
El análisis estadístico se realizó utilizando el programa estadístico SPSS
versión 20 (SPSS Inc., Chicago, IL, USA) con la licencia de la Universidad de
Valencia.
Se confirmó la normalidad de las variables a través de la prueba Shapiro-
Wilk. La Homocedasticidad se comprobó mediante la prueba de Levene.
Se utilizaron los recursos estándar, para la obtención de los estadísticos
descriptivos, como así fue el caso de la media como medida de tendencia
central y el error estándar de la media (SEM) como medida de dispersión.
Se ha aplicó la prueba T para muestras independientes, para poder ver el
efecto entre hombres y mujeres.
Para cada uno de los 5 músculos Se realizó una ANOVA de medidas
repetidas con los 12 ejercicios propuestos.
El análisis post-hoc se realizó a través de la corrección del análisis de
Bonferroni para aquellos casos en los que se encontraron diferencias
significativas en el estudio principal o de interacción.
Metodología.
110
Se utilizó la correlación bivariada de Spearman con la escala de la sesión
de estudio y la SEMG global, de la musculatura paravertebral y del glúteo
mayor para dilucidar su correlación general y por sexos.
La fiabilidad en los valores de la escala de inestabilidad se comprobó
mediante el índice de correlación intraclase (ICC) entre los 2 diferentes días.
Para la totalidad de los análisis realizados, se empleó un nivel de
significación de (p) menor a 0.05.
Resultados.
111
9. Resultados
Para una mejor exposición de los resultados obtenidos, éstos han sido
englobados en los siguientes apartados:
Resultados descriptivos y diferencias de género, tanto a nivel global
como en el estudio individual de cada músculo estudiado.
Valores de la activación muscular para cada ejercicio estudiado.
Correlación de la escala de Inestabilidad y los datos de activación
muscular obtenidos.
9.1. Resultados descriptivos y diferencias de género, tanto a nivel global
como en el estudio individual de cada músculo estudiado.
Se han encontrado muy pocas diferencias significativas (p<0.05), entre
las activaciones musculares producidas por los ejercicios analizados entre
hombres y mujeres y las que se han producido, lo han hecho generalmente en
los ejercicios que generan menor activación muscular. Contemplando el total
de los cinco músculos del core analizados, en los ejercicios 2º y 3º, y en su
estudio por separado, en el 1º, 2º y 4º del ET, el 1º, 2º, 9º, 11º y 12º del MT, y
Resultados.
112
el 4º en el caso del GM. como se muestra en las tablas 16 a 21, en las que se
contempla la media de los registros de ambos sexos.
Tabla 16. Diferencias de activación del core entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 9.2707 0.6430 11.2625 0.6590 0.092
2 9.6035 0.8540 12.7196 0.8840 0.035†
3 12.1417 0.9750 15.5082 0.9770 0.020†
4 12.1882 0.6610 13.8816 0.7280 0.327
5 13.9655 0.8320 16.0233 0.8580 0.263
6 21.4592 1.2140 24.2624 1.4400 0.258
7 12.7549 0.6870 14.1375 0.8170 0.476
8 14.6285 0.7870 17.1584 0.9970 0.184
9 22.3437 1.3030 25.7792 1.5190 0.181
10 13.6120 0.7840 14.5716 0.7590 0.636
11 14.8060 0.8460 17.0850 0.9710 0.235
12 22.9380 1.3390 25.8982 1.5860 0.310
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Tabla 17. Diferencias de activación del Erector Lumbar entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 10.2713 0.9040 9.9430 0.6220 0.775
2 6.7983 0.8720 8.0600 0.9790 0.340
3 10.1275 1.0560 10.3260 0.9090 0.890
4 14.0958 0.9330 11.7810 1.0050 0.099
5 12.3592 0.8120 12.1575 0.7630 0.859
6 19.2363 1.1900 17.6640 1.2680 0.372
7 14.5179 0.9220 12.9925 0.8840 0.245
8 13.0617 0.7720 12.5375 0.7990 0.641
9 20.2175 1.3240 18.9455 1.2590 0.496
10 15.0042 1.0230 13.3685 0.8740 0.241
11 13.3913 0.9210 12.6650 0.8350 0.569
12 20.4192 1.2940 18.3650 1.2220 0.261
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Resultados.
113
Tabla 18. Diferencias de activación del Erector Torácico entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 12.8365 0.8600 15.9129 0.8330 0.005†
2 12.5550 0.9780 16.3741 1.4700 0.015†
3 17.0725 1.0700 20.7165 1.2770 0.051
4 14.3535 1.0820 16.6512 1.0720 0.033†
5 14.7930 1.1620 17.1582 1.1490 0.061
6 25.9170 1.6220 30.1606 1.8890 0.095
7 14.8500 1.0600 16.9300 1.1020 0.059
8 15.1955 1.1050 17.2971 1.3550 0.057
9 26.6755 1.8540 30.6147 1.8290 0.108
10 15.7240 1.0000 17.9053 1.2930 0.055
11 15.7325 1.0990 17.7582 1.4500 0.080
12 28.9635 1.9830 32.0812 2.0050 0.213
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Tabla 19. Diferencias de activación del Multífidus Lumbar entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 10.5475 1.102 9.1405 0.889 0.339
2 9.3504 1.082 10.5205 1.017 0.442
3 11.2396 0.952 13.001 0.984 0.208
4 15.0133 0.91 13.9105 0.948 0.408
5 16.1046 1.004 16.4215 1.065 0.830
6 21.4129 1.23 20.442 1.536 0.620
7 15.5079 0.927 14.1325 0.921 0.303
8 16.5383 0.897 17.716 1.148 0.417
9 22.4954 1.415 22.452 1.623 0.984
10 15.7683 0.944 14.525 0.837 0.339
11 16.6825 0.946 17.222 1.107 0.711
12 22.4813 1.276 21.9805 1.517 0.800
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Resultados.
114
Tabla 20. Diferencias de activación del Multífidus Torácico entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 12.8548 0.8930 14.5614 0.9070 0.014†
2 10.7474 1.1620 12.4914 1.1830 0.021†
3 14.8187 1.2070 16.9714 1.6240 0.095
4 16.5070 0.9090 17.5929 1.1900 0.056
5 16.0500 0.6720 16.8807 1.1030 0.252
6 25.1943 1.0930 27.0993 1.7920 0.205
7 17.3774 0.8760 17.4186 1.0280 0.140
8 16.6200 0.6540 17.0143 1.0650 0.446
9 26.0600 1.0700 28.8700 1.8270 0.006†
10 18.0974 0.9500 18.1364 1.1840 0.199
11 16.6574 0.7580 17.5236 1.2310 0.034†
12 26.6448 1.0780 28.9979 1.9440 0.015†
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Tabla 21. Diferencias de activación del Glúteo Mayor entre hombres y mujeres.
EJERCICIO Hombres Mujeres
SIG.* MEDIA ERROR TIPICO MEDIA ERROR TIPICO
1 1.0818 0.1640 1.3738 0.1830 0.556
2 7.6755 1.7390 7.7463 1.6980 0.687
3 6.8118 1.5670 7.3313 1.3950 0.102
4 2.5555 0.4060 3.4750 0.6580 0.020†
5 9.8227 0.9490 8.5313 0.9420 0.980
6 12.3473 1.2570 12.0150 1.4860 0.743
7 2.7573 0.3870 3.4313 0.7320 0.354
8 10.1855 0.9050 10.9213 1.3580 0.077
9 13.8773 1.5500 13.4200 1.7230 0.168
10 3.1864 0.5090 3.6775 0.6440 0.237
11 10.3518 0.9740 9.5550 0.9930 0.226
12 13.5409 1.2790 12.8750 1.5690 0.320
*SIG: Nivel de significancia (p<0.05). †Diferencia significativa hombres-mujeres.
Resultados.
115
9.2. Valores de la activación muscular para cada ejercicio estudiado.
En la tabla 22, se muestran los datos correspondientes a la media del
porcentaje de activación muscular, con respecto a MCVI de los cinco músculos
core (EL, ET, ML, MT, GM) para los 12 ejercicios con el total de la muestra.
Tabla 22. Media decreciente del porcentaje de activación muscular de la musculatura del core por ejercicios.
EJERCICIO MEDIA ERROR TIPICO N
12 24.3476 6.7643 44
9 23.9797 6.5970 44
6 22.794 6.1506 44
11 15.8912 4.2591 44
8 15.8332 4.2217 44
5 14.9454 3.9633 44
10 14.069 3.5343 44
3 13.7448 4.7392 44
7 13.4133 3.4640 44
4 12.9946 3.2504 44
2 11.0873 4.2356 44
1 10.2192 3.1133 44
Los resultados muestran que los ejercicios que generan una mayor
activación eléctrica son el 12º, 9º y 6º, es decir, aquellos realizados en
situación unipodal y con carga elástica presentando diferencias significativas
con respecto al resto de ejercicios (p>0.05), mientras que los realizados en
condiciones bipodales en bipedestación o sedestación, el 1º, 2º, 4º y 7º, son
los que provocan una inferior actividad.
Resultados.
116
El 1º y 2º ejercicios presentan diferencias con las demás
propuestas, el 4º no las recoge con el 3º y 7º (p>1.000 en ambos casos) y el 7º
con el 3, 4 y 10 (p>1.000. 1.000 y 0.078 respectivamente).
9.3. Diferencias de la media de SEMG globales y para cada músculo.
A continuación, desde la figura 34 a la 39, se exponen las medias de la
SEMG de forma global con los cinco músculos del core, así como de forma
individual, mostrando las diferencias significativas encontradas entre
ejercicios.
Figura 34. SEMG de la musculatura global del core. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (p<0.05) entre ejercicios.
Resultados.
117
Las siguientes figuras, ilustran las diferencias de SEMG obtenidas entre
los ejercicios estudiados individualmente para cada uno de los músculos
analizados.
Figura 35. SEMG de la musculatura del EL. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (p<0.05) entre ejercicios.
Resultados.
118
Figura 36. SEMG de la musculatura del ET. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (p<0.05) entre ejercicios.
Figura 37. SEMG de la musculatura del ML. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (p<0.05) entre ejercicios.
Resultados.
119
Figura 38. SEMG de la musculatura del MT. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (P<0.05) entre ejercicios.
Figura 39. SEMG de la musculatura del GM. Los datos se exponen como media del % de la MCVI, durante la extensión de tronco (N=44).
Los registros del error típico se expresan entre paréntesis (). Las estrellas indican la existencia de diferencias significativas (p<0.05) entre ejercicios.
Resultados.
120
9.4. Correlación de la variación de la escala de percepción de esfuerzo de
Inestabilidad y los datos de activación muscular obtenidos.
A continuación, se muestra la correlación de Spearman existente entre la
SEMG de la media de los músculos core y la escala de inestabilidad para el
total de la muestra, así como para la musculatura paravertebral y glúteo
mayor (tabla 23).
Tabla 23. Correlaciones entre SEMG y la escala de percepción del esfuerzo de inestabilidad.
SEMG ESCALA rs* Sig. † N
Musculatura global (core) Global 0.200 0.001 44 Erector lumbar Espalda 0.210 0.001 44 Erector torácico Espalda 0.133 0.002 44 Multífidus lumbar Espalda 0.165 0.001 44 Multífidus torácico Espalda 0.128 0.004 44 Glúteo mayor Glúteo 0.198 0.001 44
*rs: Ro de Spearman. †Sig.: Nivel de significancia.
Los datos reflejan que entre la SEMG global del core, la del resto de
músculos evaluados; EL, EM, M, MT y GM, y la variación propuesta de la escala
de inestabilidad, no existe correlación.
Los resultados diferenciados de esta correlación entre hombres y
mujeres, de la media de SEMG de la musculatura core, con la escala de
inestabilidad, se exponen en la tabla 24:
Resultados.
121
Tabla 24. Correlaciones de la media de SEMG de la musculatura core con la escala de percepción.
SUJETOS rs* Sig. † N
Hombres 0.289 0.001 24
Mujeres 0.140 0.051 20
*rs: Ro de Spearman. †Sig.: Nivel de significancia.
En los registros obtenidos, se confirma que tanto en el caso de los
hombres como el de las mujeres, la escala de inestabilidad, no tiene
correlación con los datos obtenidos en la SEMG.
El índice de correlación intraclase (ICC) o reproductibilidad de la misma,
se representa en la tabla 25.
Tabla 25. ICC de la escala de inestabilidad para el total de la muestra.
ZONAS CONSULTADAS ICC* Sig. † N
Global 0.743 0.000 44 Paravertebral 0.547 0.000 44 Glúteo 0.626 0.000 44
*ICC: Índice de correlación intraclase. †Sig.: Nivel de significancia.
Las diferencias por género en la reproductibilidad de la escala se
representan en la tabla 26:
Tabla 26. ICC de la escala de inestabilidad diferenciado por género.
Hombres Mujeres
ZONAS CONSULTADAS ICC* Sig. † N ICC* Sig. † N
Global 0.521 0.000 24 0.585 0.000 20 Paravertebral 0.680 0.000 24 0.564 0.000 20 Glúteo 0.748 0.000 24 0.736 0.000 20
*ICC: Índice de correlación intraclase. †Sig.: Nivel de significancia.
Resultados.
122
Los valores del índice del ICC, dan como resultado la buena
reproductibilidad de la escala, tal y como indican Koch y Landis (158), para
comparar la percepción del esfuerzo entre sesiones y en referencia a un
material concreto.
Discusión.
123
10. Discusión
Tras la obtención de los resultados, se procede a elaborar la discusión
de los mismos, estableciendo comparaciones con otros estudios similares. Se
ha redactado este apartado atendiendo a los objetivos principales de esta
investigación:
SEMG en ejercicios con distinto nivel de estabilización.
La escala de inestabilidad para valorar la intensidad del
entrenamiento sobre dispositivos con distinto nivel de estabilización.
10.1. SEMG en ejercicios de estabilidad e inestabilidad.
Como se ha argumentado, la SEMG es un método eficaz para valorar la
activación muscular producida durante el ejercicio (130), y en este caso ha
ayudado a determinar qué variantes de las propuestas, han sido las que mayor
cantidad de fuerza han requerido, dado su nivel de SEMG (124).
Como diferencia inicial con respecto a los trabajos previos
anteriormente citados, que cuentan con muestras exclusivamente de
hombres, se contemplan resultados tanto masculinos como femeninos. Al
Discusión.
124
encontrarse escasas diferencias significativas entre los resultados de ambos
sexos, éstos se interpretarán conjuntamente de aquí en adelante.
En los datos globales de activación del core, los resultados coinciden
con los datos previamente publicados por Sung (56), en los que los ejercicios
de mayor activación son los realizados en condiciones unipodales, en este
caso acompañados de carga elástica, con 24.34±6.76% de la MCVI como media
más alta, excluyendo de este grupo el ejercicio 3, realizado en sedestación.
Como ya se ha comentado, las equivalencias de estas cargas adicionales son
de entre 2.6 kg. y 3 kg. en hombres, que han utilizado la resistencia verde y
de 2 kg. en mujeres con la roja (83).
Por el contrario, la media de activación más reducida, se corresponde
con situaciones de gran estabilidad en sedestación, o en bipedestación
bipodal sobre superficie estable con valores de 10.22±3.11% de la MCVI, de
forma contraria a situaciones dinámicas, en las que Chulvi-Medrano et al.
(13,88) lograron las mayores medias siempre sobre superficies estables en
ejercicios como el peso muerto con un 88.10±3.69% frente a la ejecución con
Bosu® 71.78±2.55% o con el T-Bow® con un 72.51±2.31% y siempre en
bipedestación bipodal.
Las medias de la SEMG obtenidas en el presente trabajo con cargas que no
superan los 3 kg. (83), reflejan el hecho de que los ejercicios isométricos con
cargas reducidas, producen una activación muscular que se sitúa por debajo
del 30% de la MCVI, debiendo descartar como argumenta Arokoski (177), el
Discusión.
125
trabajo por encima de esa cifra, para que resulte adecuado en la prevención
del LBP y en la reducción del riesgo de lesión de los tejidos estructurales (29),
en mayor medida que aquellos realizados en condiciones dinámicas. Muy por
encima de esta cifra, se sitúan las investigaciones de Oliver con el uso del
Corex® (12) o Chulvi (13) y Chulvi et al. (88) e incluso en otros trabajos como
el de Escamilla et al. (11) en el que se analizó la musculatura ventral y
ejercicios como el Roll-out o el Crunch, obtuvieron activaciones superiores al
60% y entre el 40-60% de la MCVI respectivamente.
En este análisis de la SEMG se puede establecer para su mejor
comprensión, una diferenciación de la activación producida según el material,
la posición, o el grupo muscular estudiado.
10.1.1. Diferencias de activación en relación al material
empleado.
La progresión en la activación, de menor a la mayor según el material
utilizado, refleja que se ha producido desde una superficie inestable (en
sedestación con mayor base de sustentación), pasando por una estable, una
inestable en los 3 planos y ejes y por último en la plataforma que permite
movimientos monoplanares (Rocker Board®).
Este dato que reafirma lo analizado por Chulvi (13) en condiciones
dinámicas, en las que el T-Bow® con un 72.50±2.31%, obtiene una activación
Discusión.
126
superior al Bosu® con 71.78±2.55% de la MCVI, además de por Behm y Colado
(7), quienes afirman que los elementos que permiten un único eje de
movimiento, producen mayor actividad eléctrica, ya que la pérdida de fuerza
por la acción de los estabilizadores para el control de la posición es menor
(70). La progresión del uso de materiales en función de los datos obtenidos en
el presente trabajo queda reflejada en la tabla 27.
Tabla 27. Progresión de materiales por activación generada.
Nombre Características Nivel de
activación % MCVI Gráfico
Rocker Board® Unidireccional Mayor 24.34±6.76
Soft Stability® Movilidad en varios
planos Intermedio 23.97±6.59
Exercise Station® Estable Intermedio 22.79±6.15
Excercise Ball® Movilidad en varios
planos Menor 13.74±4.73
Esta diferenciación, permite en la prescripción, elegir la superficie
adecuada en función del sujeto, de sus objetivos y del estadio de la fase de
fortalecimiento del core en la que se encuentre, siguiendo la clasificación de
Hyman y Liebenson (97). Tomándola como modelo, puede planificarse el
Discusión.
127
entrenamiento de forma progresiva proponiendo en primer lugar recursos
multiplanares, que conseguirán una activación muy globalizada sobre las
fibras tipo I (102), evolucionando hacia las unidireccionales más intensas por
la mayor activación analítica que reportan, paso que es aconsejable realizar
con la superación de valoraciones previas como las comentadas de Kibler (17),
Trojian y Mc Keag (117), o la más específica de McGill (58).
En el caso de ejercicios en los que la carga adicional sea superior,
queda demostrado en el trabajo de Chulvi et al. (88), que a diferencia de
estas condiciones de isometría, el siguiente nivel de progresión para ejercicios
dinámicos se produce sobre superficies estables, en las que es posible el
trabajo con resistencias externas altas que puedan aumentar la intensidad en
la activación muscular.
Estas evidencias apoyan lo comentado en diversos estudios (7,85,86),
sobre la importancia de seleccionar adecuadamente los recursos a utilizar por
el variado nivel de impacto que suponen, por lo que debe criticarse su uso
indiscriminado y sugerirse para atletas expertos.
10.1.2. Diferencias de activación respecto a la posición.
Los ejercicios que menor activación provocan (1º, 2º, 4º, y 7º), son
aquellos con mayor base de sustentación sin intervención de la carga externa
elástica, es decir, los realizados en sedestación y en bipedestación sobre
Discusión.
128
superficie estable, o sobre superficie inestable que ofrezca mayor libertad de
movimiento. En este caso el Soft Stability® (ejercicio 7), que ofrece
posibilidades similares al Bosu® que como ya se ha argumentado (7), genera
menores activaciones que ejercicios estables con carga (10) y no presenta
diferencias significativas con respecto al ejercicio 4, en situación de
estabilidad.
De características parecidas entre sí, se encuentran 5 ejercicios que
alcanzan una similar activación, en tres de los casos son ejercicios unipodales
sin carga, se incluye uno en sedestación con carga, y otro en bipedestación
sobre superficie monoplanar, que como ya se ha comentado, supera a sus
homólogos sobre diferente superficie.
Por último, los 3 ejercicios unipodales y con carga elástica, que
proporcionan la mayor activación muscular del total de propuestas analizadas.
Se podría establecer una clasificación, atendiendo a la activación
comentada y prescribirlos según la secuencia que se muestra en la tabla 28:
Tabla 28. Progresión de ejercicios según su activación muscular (de menor a mayor activación).
Clasificación de ejercicios
1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10º 11º 12º
Discusión.
129
Además de esta progresión, cabe la posibilidad de poder combinarlos
en función de las distintas activaciones producidas entre ejercicios,
agrupando entre sí aquellos que no presentan diferencias significativas (tabla
29).
De esta forma se puede ofrecer mayor variedad de ejercicios en el
entrenamiento, con la certeza de trabajar con la misma intensidad, además
de añadir un factor motivacional beneficioso (10) por la combinación de
materiales y cambios de posición que pueden proponerse para un mismo
trabajo, sin repetir constantemente los mismos ejercicios (110).
Los únicos trabajos de similares características realizados por Chulvi
(13) y Chulvi et al. (88) en condiciones dinámicas, reafirman estos datos, ya
que la única diferencia se encuentra en el ejercicio de mayor activación es
sobre superficie estable con la movilización de altas cargas (siempre en
bipedestación bipodal), ya que Escamilla (11) la establece sobre la
musculatura ventral, y en los trabajos de Oliver se establece un progresión de
ejercicios únicamente sobre estabilidad y en posiciones alejadas a las
propuestas en este trabajo (178), o una comparativa sobre cuatro ejercicios
dinámicos (12).
Discusión.
130
Tabla 29. Ejercicios de similar activación, sustituibles en un entrenamiento.
Gráfico de ejercicio y numeración
1 2
4 7 3
7 3 10
3 10 5
5 8
8 11
11 12
La menor activación se registra en los ejercicios 1º y 2º, la mayor en el 11º y 12º.
Discusión.
131
10.1.3. Diferencias de activación por grupos musculares.
Atendiendo a cada grupo muscular de forma analítica, la activación
revela que el erector y el multífidus en ambos casos torácicos, son los que
trabajan sobre un mayor porcentaje de la MCVI (30.39±8.62% y 27.53±6.06%
respectivamente) y se encargan de equilibrar en mayor medida las fuerzas
tanto de la gravedad, como la que provoca el material elástico, que obliga a
realizar una extensión tanto lumbar como dorsal, superior al trabajo de
estabilización de cadera que realiza el glúteo mayor, presentando la
activación más baja con un 13.68±4.89% de la MCVI.
La activación de estos dos músculos paraespinales, favorece un mayor
control motor (55), como se refleja en todos aquellos ejercicios expuestos en
situaciones estáticas con fines rehabilitadores de Arokoski (174,175,177), al
igual que en los estudios sobre contracciones dinámicas. Oliver encontró
mayor activación en el multífidus 56.40% de la MCVI y asimismo Chulvi
(13,88), cuyas medias sobre la musculatura torácica (ET y MT) superaban en
todos los ejercicios y materiales a las lumbares (ET 91.66±5.11%, EL
91.26±5.93%, y MT 91.37-5±93%, ML 79.80±5.93%).
Esto sucede en los tres ejercicios que añaden la carga elástica, y las
medias globales del core que resultan de cada uno (22.79±6.15% el 6º,
23.97±6.59% el 9º y 24.34±6.76% el 12º respectivamente), se sitúan dentro del
margen que Brown et al. (29) establecen como seguro para el trabajo de
Discusión.
132
activación del core, fijado en el 30% de la MCVI y puede producir
adaptaciones positivas sin generar sobrecargas, que como comentaban Behm y
Colado (7) es un elemento fundamental en la iniciación o la rehabilitación.
La activación a la que se ve obligado el sujeto, logra que se produzca
equilibrio en la posición (65,66) y con él se propicia un aumento de la co-
activación, más efectivo con un acondicionamiento extensivo (76), que se
produce en este caso con un tiempo prolongado de estimulación isométrica de
20 segundos.
Tal y como expone Thorstenssonn (104), de esta forma se activan en
mayor medida músculos como el multífidus (27.53±6.06% de la MCVI),
suponiendo una mejor prevención del LBP, como ya había sido demostrado por
Oliver et al. (12).
Discusión.
133
10.2. La escala de percepción del esfuerzo para valorar la intensidad
del entrenamiento sobre dispositivos con distinto nivel de
desestabilización.
La escala para la valoración de la inestabilidad, no establece
correlación con la SEMG, ya sea tomando la media de la activación de la
musculatura core o el análisis por grupos musculares diferenciados.
El ICC (core r 0.743, ET, EL, MT y ML r 0.547 y GM r 0.626), presenta un
resultado positivo y se sitúa dentro de los márgenes de validación de otros
estudios (158,166,167), refleja que los sujetos han comprendido la pretensión
de la escala en la primera y segunda valoración, como se requiere en los pasos
llevados a cabo por Robertson (166). Se han producido contestaciones
similares, que dan coherencia a los resultados y más aún, si consideramos
como se ha citado en la metodología, que los ejercicios se han realizado de
forma aleatoria, por lo que desde un punto de vista global, con la
combinación de los diferentes materiales no puede considerarse válida,
aunque sí desde su empleo individual.
A pesar de presentar esa buena reproductibilidad como la obtenida por
Colado et al. (167), puede observarse en la figura 46, que los datos obtenidos
en la electromiografía presentan mucha variabilidad y la activación producida
por la musculatura del core, no ha seguido la tendencia lineal que indica su
concurrencia y que en otros estudios que emplean la escala Omni-Res como
Discusión.
134
los de Lagally y Robertson (157), Naclerio et al. (188), Colado et al.(167) o
Lins-Filho et al. (170), que permiten establecer la correlación y con ello, su
aplicación específica.
Figura 40. Activación muscular del core en los 12 ejercicios propuestos.
En la búsqueda de los motivos que pueden justificar este resultado,
pueden exponerse varios motivos:
Características de las cargas.
Cambios de superficie.
Diferenciación entre inestabilidad e intensidad.
Discusión.
135
10.2.1. Las características de las cargas.
Cada ejercicio se ha realizado sin carga o con el uso de un material
elástico de tensión invariable tanto en hombres como en mujeres, que ha
llevado a una media en la activación muscular muy reducida; la menor, del
glúteo mayor del 13.68±4.89% de la MCVI, y la mayor, del erector torácico del
30.40±8.62% de la misma referencia, probablemente por concentrar la carga
en el miembro superior, provocando una mayor actividad muscular
paravertebral para el mantenimiento de la horizontalidad y requerir un menor
reclutamiento en la estabilización de la cadera.
Ello puede explicar que los sujetos expresaran el valor 10 de la escala de
inestabilidad, con medias de activación muy inferiores (13-30%) a los valores
que podrían presuponerse como sus equivalentes (90-100%) y que con total
probabilidad sucedería en aquellos trabajos que han realizado su progresión
basándose en el aumento del porcentaje de 1RM (170,188).
10.2.2. Cambios de superficie.
Por otro lado, deben tenerse en cuenta las diferencias existentes entre
la tipología de ejercicios que se han valorado hasta el momento. Sobre
acondicionamientos de fuerza tradicional (188), o con materiales como los
elásticos sobre situaciones fijas y estables (167). Cada ejercicio se ha
Discusión.
136
realizado de forma idéntica, siendo la carga la única variable que se ha
modificado, con tensiones elásticas de distintas equivalencias o con
incrementos de 1RM, aunque en el caso de estos estudios de trabajo de fuerza
clásico, sin contar con las referencias de SEMG y sus variaciones.
En este caso, cada una de las propuestas se ha realizado sobre una
posición y superficie diferente, por lo que resulta lógico encontrar mayores
variaciones en la activación muscular, ya que cada ejercicio cambia sus
condiciones de ejecución con respecto al anterior y supone en sí mismo, una
variable, de ahí que su valor concurrente se ciña al uso de cada dispositivo de
forma individual.
10.2.3. Diferenciación entre inestabilidad e intensidad.
La última reflexión que debe realizarse, es la de la diferenciación que
existe de la intensidad percibida según los materiales utilizados. En las
investigaciones con pesos libres o con material elástico, el aumento de la
carga es progresivo y atiende a pequeñas variaciones apreciables por el
sujeto. En este caso, la carga externa sólo aumenta una vez para cada
material expuesto (tubos elásticos), es decir, en 4 de los 12 ejercicios por lo
que la estimación que el sujeto realiza de la intensidad, proviene
fundamentalmente de las diferencias entre las superficies que se emplean
para cada ejercicio, tal y como sucede en el estudio de Lehman et al. (189),
Discusión.
137
en el que existe una gran variabilidad entre sujetos al proponer cambios de
superficie al realizar diferentes ejercicios.
Esto lleva al planteamiento de si el factor cambiante de cada ejercicio
y en distinta medida, la inestabilidad, puede definirse como un término
sinónimo a la intensidad, o únicamente es un componente del equilibrio,
dentro de las capacidades perceptivo-motoras.
La intensidad, como componente cualitativo de la carga, está
condicionada por un índice externo evidenciado por la liberación de energía
en la unidad de tiempo y por otro interno del grado de solicitación de los
diferentes sistemas funcionales (190).
El equilibrio, que supone un estado en el que a pesar de la reducción
de la base de sustentación, un cuerpo logra no caerse reequilibrándose
constantemente (116), depende de tres factores según Kollmitzer (191):
Propioceptivo: regulando y direccionando el grado de
movimiento. Su carencia puede provocar torpeza motriz.
Vestibular: Fundamental en la percepción espacial, y cuyo
déficit disminuye el tono muscular y limita el equilibrio.
Visual: Involucrado en el aporte de información visual.
En esta investigación, la solicitación requerida por la intensidad, viene
dada por la dificultad que encuentre el sujeto para poder mantener su
Discusión.
138
situación de equilibrio. Ésta se define como un inconveniente, oposición o
contrariedad que impide conseguir, ejecutar o entender bien algo y pronto
(192).
La no diferenciación entre dificultad e intensidad, podría ser uno de los
motivos por los que existe diferencia entre la SEMG obtenida y las
contestaciones de la escala de inestabilidad, y el factor por el que no
obtienen correlación entre sí, al igual que ocurre en el trabajo presentado por
Marshall y Murphy (72).
Conclusiones.
139
11. Conclusiones
Se describe este apartado diferenciando al igual que en la discusión, las
diferentes hipótesis y objetivos.
11.1. Primera hipótesis
Puede afirmarse que la primera hipótesis expuesta, de que los ejercicios
que producen mayor activación son los que se realizan de forma unipodal e
incluyendo una carga elástica, se cumple en esta investigación.
11.2. Segunda hipótesis
Al comprobarse la no correlación entre la SEMG y la escala de
inestabilidad, se confirma que la segunda hipótesis, en la que se contempla la
posibilidad de validarla como instrumento de prescripción de la intensidad, no
se cumple plenamente en este estudio y se centre en el uso de un único
material inestable.
Conclusiones.
140
11.3. Conclusiones sobre los objetivos generales.
El registro de SEMG, ha permitido comprobar que globalmente el core
se recluta de forma diferente en función del ejercicio demandado,
pudiendo establecer una progresión en base a los niveles de activación
muscular global.
La escala de inestabilidad, no tiene correlación con la SEMG, por lo que
únicamente es un instrumento válido para determinar la activación de
los ejercicios estudiados de forma individual, tanto en hombres como
en mujeres.
11.2. Conclusiones sobre los objetivos específicos.
La mayor actividad eléctrica se produce en los erectores y multífidus
torácicos, que ejercen un mayor protagonismo sobre la estabilización
del raquis que los músculos de la cadera como el glúteo mayor, que
presenta la menor activación del conjunto analizado.
En ningún caso la activación supera el 30% de la MCVI, encontrándose
dentro del margen que asegura la protección tisular lumbar, en mayor
medida que aquellos ejercicios realizados de forma dinámica que
superan ampliamente esta cifra.
Conclusiones.
141
Se ha establecido una progresión de ejercicios, donde los menos
exigentes y con menor activación, son los realizados en sedestación sin
carga, bipedestación estable sin carga y en bipedestación unipodal sin
carga.
Los más intensos y con mayor activación se realizan en bipedestación
unipodal con carga elástica de valor bajo.
Los materiales que generan mayor activación muscular son los
monoplanares, seguidos de los multiplanares y los estables.
El ICC de la escala de Inestabilidad, indica que tiene una buena
reproductibilidad para el uso de un material específico, aunque no
puede ser validada en su conjunto, al no correlacionar con la SEMG
generada durante los ejercicios.
La dificultad como factor subjetivo, puede haber condicionado el
resultado de esta escala, al tener que valorar diferentes posiciones de
ejecución del ejercicio y no solamente la progresión de las cargas.
Existen escasas diferencias significativas en la activación registrada en
hombres y mujeres, tanto en la media global de los cinco músculos del
core analizados, como en la correspondiente a cada uno de ellos.
Conclusiones.
142
12. Limitaciones del trabajo.
Las limitaciones encontradas en esta investigación, han sido las siguientes:
Los datos obtenidos se corresponden únicamente con la musculatura
paravertebral. La inclusión de otros grupos laterales o ventrales, podría
dar una visión más global del trabajo del core.
Las posiciones estudiadas se han ejecutado en isometría. El estudio de
las mismas de forma dinámica, podría contrastar y enriquecer la
información obtenida.
Podría haberse añadido una plataforma de fuerzas en la ejecución de
los ejercicios, para comprobar las modificaciones de equilibrios
sufridas, e incluso poder establecer qué criterios de equilibrio tienen
los ejercicios propuestos, así como comprobar que la correlación con la
percepción de esfuerzo puede estar influida por los niveles de
desequilibrio, que podrían llegar a ser más importantes que la propia
SEMG.
Conclusiones.
143
13. Futuras líneas de investigación
Entre las posibles líneas de investigación posteriores a este trabajo,
podría sugerirse el llevar a cabo las siguientes variantes:
Incluir una muestra de sujetos sedentarios y/o con LBP para la
mayor aplicación de los resultados obtenidos.
Elaborar esta progresión de ejercicios y materiales de forma
dinámica, para ampliar la gama de posibilidades de trabajo.
Investigar sobre otras posiciones en el espacio con estos
materiales, tales como las de tendido prono, supino o lateral.
Introducir ejercicios con mayores cargas, para poder apreciar las
posibles diferencias en la activación muscular.
Incluir ejercicios de mayor dificultad, que supongan una
intensidad entre el 50 y el 90% de la MCVI para poder discriminar
la percepción de esfuerzo con mayor rigor.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
145
14. Referencias bibliográficas
Dadas las características de la temática del estudio y de los
requerimientos de formato de las revistas en las que se publican este tipo de
investigaciones, la normativa empleada para la unificación del estilo de
escritura y la bibliografía es Vancouver.
(1) Abadal L. La evolución de los programas de ejercicio físico en el ámbito de
la salud. En: Serra R, Bagur C, editores. Prescripción de ejercicio físico para la
salud. Barcelona: Paidotribo; 2004. p. 9-27.
(2) Cox R. Psicología del deporte. 6ª ed. Madrid: Panamericana; 2009.
(3) Durstine J, Russell R, Branch J. Respuestas cardiorrespiratorias al ejercicio
intenso. En: ACSM, editor. Manual de consulta para el control y la prescripción
del ejercicio. Barcelona: Paidotribo; 2008. p. 77-87.
(4) Smith M, Mitchell J. Adaptaciones cardiorrespiratorias al entrenamiento.
En: ACSM, editor. Manual de consulta para el control y la prescripción del
ejercicio. Barcelona: Paidotribo; 2008. p. 87-95.
(5) Behm DG, Drinkwater EJ, Willardson JM, Cowley PM. The use of instability
to train the core musculature. Appl Physiol Nutr Metab. 2010; 35(1): 91-108.
Referencias bibliográficas.
146
(6) Moffat R, Cucuzzo N. Conceptos de fuerza para la prescripción de
ejercicio. En: ACSM, editor. Manual de consulta para el control y la
prescripción del ejercicio. Barcelona: Paidotribo; 2008. p. 341-349.
(7) Behm D, Colado JC. The effectiveness of resistance training using unstable
surfaces and devices for rehabilitation. International Journal of Sports
Physical Therapy. 2012; 7(2): 226.
(8) Rodas G, Garrido E. Valoración funcional y cardiológica previa al
entrenamiento físico. En: Serra R, Bagur C, editores. Prescripción de ejercicio
físico para la salud. Barcelona: Paidotribo; 2004. p. 27-57.
(9) Jimémez A. Entrevista inicial: Identificación de objetivos y necesidades
del cliente. En: Jiménez A, editor. Entrenamiento Personal. Bases,
fundamentos y aplicaciones. 2ª ed. Barcelona: Inde; 2007. p. 199-219.
(10) Willardson JM, Fontana FE, Bressel E. Effect of surface stability on core
muscle activity for dynamic resistance exercises. Int J Sports Physiol Perform.
2009; 4(1): 97-109.
(11) Escamilla RF, Lewis C, Bell D, Bramblet G, Daffron J, Lambert S, et al.
Core muscle activation during Swiss ball and traditional abdominal exercises.
J Orthop Sports Phys Ther. 2010; 40(5): 265-276.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
147
(12) Oliver GD, Dwelly PM, Sarantis ND, Helmer RA, Bonacci JA. Muscle
activation of different core exercises. J Strength Cond Res. 2010; 24(11):
3069-3074.
(13) I. Chulvi-Medrano. Actividad de los músculos paravertebrales durante
ejercicios que requieran estabilidad raquídea. Valencia: Universidad de
Valencia; 2011.
(14) Hernando G. Dimensiones del entrenamiento personal. En: Hernando G,
editor. Nuevas tendencias en Entrenamiento Personal. Barcelona: Paidotribo;
2009. p. 3-23.
(15) Ferrando M, Llopis R. Ideal democrático y bienestar personal: Los hábitos
deportivos en España 2010. Madrid: ESM; 2011.
(16) Miñarro P. Ejercicios desaconsejados en la actividad física. 3ª ed.
Barcelona: Inde; 2008.
(17) Kibler WB, Press J, Sciascia A. The role of core stability in athletic
function. Sports Med. 2006; 36(3): 189-198.
(18) Hay J. Angular Kinetics. En: Hay J, editor. The Biomechanics of Sports
Techniques. 4ª ed. London: Prentice-Hall; 1993. p. 111-178.
(19) Heredia J, Ramón M. Valoración de la condición física y salud previa al
entrenamiento. En: Isidro F, Heredia J, Pinsach P, Costa M, editores. Manual
del Entrenador Personal. Barcelona: Paidotribo; 2007. p. 48-52.
Referencias bibliográficas.
148
(20) Forteza K, Comellas J, López P. El entrenador personal. Fitness y Salud.
Barcelona: Hispano-Europea; 2004.
(21) Harichaux P, Medelli J. Tests de aptitud física y tests de esfuerzo.
Barcelona: Inde; 2002.
(22) Akuthota V, Ferreiro A, Moore T, Fredericson M. Core stability exercise
principles. Curr Sports Med Rep. 2008; 7(1): 39-44.
(23) Panjabi MM. Clinical spinal instability and low back pain. J Electromyogr
Kinesiol. 2003; 13(4): 371-379.
(24) Putz R. Atlas de Anatomía Humana Sobotta. Tomo 2, vísceras y miembro
inferior. 21ª ed. Madrid: Panamericana; 2005.
(25) Vera-García FJ. Adaptaciones neuromusculares tras un programa de
entrenamiento abdominal dinámico y otro estático. Valencia: Universitat de
València, Servei de Publicacions; 2003.
(26) Kavcic N, Grenier S, McGill SM. Quantifying tissue loads and spine
stability while performing commonly prescribed low back stabilization
exercises. Spine (Phila Pa 1976). 2004; 29(20): 2319-2329.
(27) Bogduk N. Clinical anatomy of the lumbar spine and sacrum. 3ª ed.
Edinburgh: Churchill Livingstone; 1997.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
149
(28) Richardson CA, Snijders CJ, Hides JA, Damen L, Pas MS, Storm J. The
relation between the transversus abdominis muscles, sacroiliac joint
mechanics, and low back pain. Spine (Phila Pa 1976). 2002; 27(4): 399-405.
(29) Brown SH, Vera-Garcia FJ, McGill SM. Effects of abdominal muscle
coactivation on the externally preloaded trunk: variations in motor control
and its effect on spine stability. Spine (Phila Pa 1976). 2006; 31(13): E387-93.
(30) Hodges PW, Richardson CA. Delayed postural contraction of transversus
abdominis in low back pain associated with movement of the lower limb. J
Spinal Disord. 1998; 11(1): 46-56.
(31) Hodges PW, Richardson CA. Relationship between limb movement speed
and associated contraction of the trunk muscles. Ergonomics. 1997; 40(11):
1220-1230.
(32) Hodges PW, Richardson CA. Inefficient muscular stabilization of the
lumbar spine associated with low back pain. A motor control evaluation of
transversus abdominis. Spine (Phila Pa 1976). 1996; 21(22): 2640-2650.
(33) Lloret M. Tronco, cuello y cabeza. En: Lloret M, editor. Anatomía
Aplicada a la Actividad Física y Deportiva. 3ª ed. Barcelona: Paidotribo; 2006.
p. 21-67.
(34) Primal Pictures LTD. Interactive Spine: Clinical Edition. [DVD]. 2009.
Referencias bibliográficas.
150
(35) Kappandji A. Cuadernos de fisiología articular. Cuaderno III Tronco y
Raquis. 2ª ed. Madrid: Masson; 1990.
(36) Lloret M. Extremidad Inferior. En: Lloret M, editor. Anatomía Aplicada a
la Actividad Física y Deportiva. 3ª ed. Barcelona: Paidotribo; 2006. p. 109-
151.
(37) Wilson J, Ferris E, Heckler A, Maitland L, Taylor C. A structured review of
the role of gluteus maximus in rehabilitation. New Zealand Journal of
Physiotherapy. 2005; 33(3): 95.
(38) Primal Pictures LTD. Interactive Hip. [DVD]. 2009.
(39) Monfort M. Musculatura del tronco en ejercicios de fortalecimiento
abdominal. Valencia: Universitat de Valencia, Spain: Servei de Publicacions de
la Universitat de València; 1998.
(40) Janda V. Evaluación del desequilibrio muscular. En: Liebenson C, editor.
Manual de rehabilitación de la columna vertebral. 2ª ed. Barcelona:
Paidotribo; 2008. p. 129-145.
(41) Winter D. Biomechanics and motor control of Human Movement. 3ª ed.
Waterloo: Wiley; 2004.
(42) Guillén M, Martínez V. Mecánica del movimiento. En: Guillén M, Martínez
V, editores. Bases Biológicas y Fisiológicas del Movimiento Humano. Madrid:
Panamericana; 2002. p. 47-67.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
151
(43) Behm DG, Drinkwater EJ, Willardson JM, Cowley PM. The Role of
Instability Rehabilitative Resistance Training for the Core Musculature.
Strength & Conditioning Journal. 2011; 33(3): 72.
(44) Lederman E. The myth of core stability. J Bodyw Mov Ther. 2010; 14(1):
84-98.
(45) Akuthota V, Nadler SF. Core strengthening. Arch Phys Med Rehabil. 2004;
85(3 Suppl 1): S86-92.
(46) Souza GM, Baker LL, Powers CM. Electromyographic activity of selected
trunk muscles during dynamic spine stabilization exercises. Arch Phys Med
Rehabil. 2001; 82(11): 1551-1557.
(47) Norris C. Spinal Stabilization. Physiother. 1995; 81: 61-77.
(48) Panjabi MM. The stabilizing system of the spine. Part I. Function,
dysfunction, adaptation, and enhancement. J Spinal Disord. 1992; 5(4): 383-9;
discussion 397.
(49) Willson JD, Dougherty CP, Ireland ML, Davis IM. Core stability and its
relationship to lower extremity function and injury. J Am Acad Orthop Surg.
2005; 13(5): 316-325.
(50) Bergmark A. Stability of the lumbar spine. A study in mechanical
engineering. Acta Orthop Scand Suppl. 1989; 230: 1-54.
Referencias bibliográficas.
152
(51) Barr KP, Griggs M, Cadby T. Lumbar stabilization: core concepts and
current literature, Part 1. Am J Phys Med Rehabil. 2005; 84(6): 473-480.
(52) White AA, Panjabi MM. Clinical biomechanics of the spine. 2ª ed.
Philadelphia: Lippincott; 1990.
(53) Abenhaim L, Rossignol M, Valat JP, Nordin M, Avouac B, Blotman F, et al.
The role of activity in the therapeutic management of back pain. Report of
the International Paris Task Force on Back Pain. Spine (Phila Pa 1976). 2000;
25(4 Suppl): 1-33.
(54) Carpenter MG, Frank JS, Silcher CP, Peysar GW. The influence of postural
threat on the control of upright stance. Exp Brain Res. 2001; 138(2): 210-218.
(55) Ferguson SA, Marras WS, Burr DL, Davis KG, Gupta P. Differences in motor
recruitment and resulting kinematics between low back pain patients and
asymptomatic participants during lifting exertions. Clin Biomech (Bristol,
Avon). 2004; 19(10): 992-999.
(56) Sung PS, Yoon B, Lee DC. Lumbar spine stability for subjects with and
without low back pain during one-leg standing test. Spine (Phila Pa 1976).
2010; 35(16): E753-60.
(57) Yamamoto I, Panjabi MM, Crisco T, Oxland T. Three-dimensional
movements of the whole lumbar spine and lumbosacral joint. Spine. 1989;
14(11): 1256.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
153
(58) McGill SM, Childs A, Liebenson C. Endurance times for low back
stabilization exercises: clinical targets for testing and training from a normal
database. Arch Phys Med Rehabil. 1999; 80(8): 941-944.
(59) Engelhorn R. Agonist and antagonist muscle EMG activity pattern changes
with skill acquisition. Research Quarterly for Exercise & Sport. 1983.
(60) Panjabi MM. The stabilizing system of the spine. Part II. Neutral zone and
instability hypothesis. J Spinal Disord. 1992; 5(4): 390.
(61) Maduri A, Pearson BL, Wilson SE. Lumbar-pelvic range and coordination
during lifting tasks. Journal of Electromyography and Kinesiology. 2008; 18(5):
807-814.
(62) Scannell JP, McGill SM. Lumbar posture—should it, and can it, be
modified? A study of passive tissue stiffness and lumbar position during
activities of daily living. Phys Ther. 2003; 83(10): 907-917.
(63) Cholewicki J, McGill S. Mechanical stability of the in vivo lumbar spine:
implications for injury and chronic low back pain. Clin Biomech. 1996; 11(1):
1-15.
(64) McGill SM, Grenier S, Kavcic N, Cholewicki J. Coordination of muscle
activity to assure stability of the lumbar spine. J Electromyogr Kinesiol. 2003;
13(4): 353-359.
Referencias bibliográficas.
154
(65) McGill S. Low back disorders. Evidence-based prevention and
rehabilitation. Champaign: Human-Kinetics; 2002.
(66) McGill S. Evaluating and qualifying the athlete/client. Ultimate back
fitness and performance. 2006: 151-165.
(67) Behm DG, Anderson K, Curnew RS. Muscle force and activation under
stable and unstable conditions. J Strength Cond Res. 2002; 16(3): 416-422.
(68) De Luca CJ, Mambrito B. Voluntary control of motor units in human
antagonist muscles: coactivation and reciprocal activation. J Neurophysiol.
1987; 58(3): 525-542.
(69) Kolber MJ, Beekhuizen K. Lumbar stabilization: an evidence-based
approach for the athlete with low back pain. Strength & Conditioning Journal.
2007; 29(2): 26.
(70) Anderson KG, Behm DG. Maintenance of EMG activity and loss of force
output with instability. J Strength Cond Res. 2004; 18(3): 637-640.
(71) Koshida S, Urabe Y, Miyashita K, Iwai K, Kagimori A. Muscular outputs
during dynamic bench press under stable versus unstable conditions. J
Strength Cond Res. 2008; 22(5): 1584-1588.
(72) Marshall PW, Murphy BA. Core stability exercises on and off a Swiss ball.
Arch Phys Med Rehabil. 2005; 86(2): 242-249.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
155
(73) Vera-Garcia FJ, Elvira JL, Brown SH, McGill SM. Effects of abdominal
stabilization maneuvers on the control of spine motion and stability against
sudden trunk perturbations. J Electromyogr Kinesiol. 2007; 17(5): 556-567.
(74) NIOSH. A work practices guide for manual lifting Cincinnati, OH. Dept of
Health and Human Services. 1981: 81-122.
(75) Cholewicki J, McGill S, Norman R. Lumbar spine loads during the lifting of
extremely heavy weights. Med Sci Sports Exerc. 1991; 23(10): 1179.
(76) Sparto PJ, Parnianpour M, Reinsel TE, Simon S. The effect of fatigue on
multijoint kinematics and load sharing during a repetitive lifting test. Spine
(Phila Pa 1976). 1997; 22(22): 2647-2654.
(77) Cholewicki J, Panjabi MM, Khachatryan A. Stabilizing function of trunk
flexor-extensor muscles around a neutral spine posture. Spine. 1997; 22(19):
2207.
(78) Hernando G, Cañadas M, Barrejón A. Materiales inestables en
entrenamiento personal. En: Hernando G, editor. Nuevas tendencias en
entrenamiento personal. Barcelona: Paidotribo; 2009. p. 224-257.
(79) Gonzalo I, Hernando G, Cabezuelo P. Propuesta de clasificación de las
superficies inestables disponibles en el campo de la salud y el entrenamiento
deportivo. 2010: 21-21.
Referencias bibliográficas.
156
(80) Heredia JR, Peña G, Isidro F, Mata F, Moral S, Martín F, et al. Bases para
la utilización de la inestabilidad en los programas de acondicionamiento físico
saludable (Fitness). 2011.
(81) Colado JC, Triplett NT. Effects of a short-term resistance program using
elastic bands versus weight machines for sedentary middle-aged women. The
Journal of Strength & Conditioning Research. 2008; 22(5): 1441-1448.
(82) Colado JC, Garcia-Masso X, Pellicer M, Alakhdar Y, Benavent J, Cabeza-
Ruiz R. A comparison of elastic tubing and isotonic resistance exercises. Int J
Sports Med. 2010; 31(11): 810-817.
(83) Andersen LL, Andersen CH, Mortensen OS, Poulsen OM, Bjornlund IB,
Zebis MK. Muscle activation and perceived loading during rehabilitation
exercises: comparison of dumbbells and elastic resistance. Phys Ther. 2010;
90(4): 538-549.
(84) Martin Dantas E, García-Manso J, Salum de Godoy E, Sposito-Araujo C,
Gomes A. Applicability of the periodization models of the sport training. A
systematic review. RICYDE: Revista Internacional de Ciencias del Deporte.
2010; 6(20): 231-241.
(85) Vera-García F, Sarti M. Manipulación social en la actividad físico-
deportiva. La revistilla. 1999; 2: 25-29.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
157
(86) Hildenbrand K, Noble L. Abdominal Muscle Activity While Performing
Trunk-Flexion Exercises Using the Ab Roller, ABslide, FitBall, and
Conventionally Performed Trunk Curls. J Athl Train. 2004; 39(1): 37-43.
(87) Fowles JR. What I always wanted to know about instability training. Appl
Physiol Nutr Metab. 2010; 35(1): 89-90.
(88) Chulvi-Medrano I, Garcia-Masso X, Colado JC, Pablos C, de Moraes JA,
Fuster MA. Deadlift muscle force and activation under stable and unstable
conditions. J Strength Cond Res. 2010; 24(10): 2723-2730.
(89) McBride JM, Cormie P, Deane R. Isometric Squat Force Output and Muscle
Activity in Stable and Unstable Conditions. Journal of Strength & Conditioning
Research (Allen Press Publishing Services Inc.). 2006; 20(4): 915-918.
(90) Nuzzo JL, McCaulley GO, Cormie P, Cavill MJ, McBride JM. Trunk muscle
activity during stability ball and free weight exercises. J Strength Cond Res.
2008; 22(1): 95-102.
(91) Colado JC, Pablos C, Chulvi-Medrano I, Garcia-Masso X, Flandez J, Behm
DG. The progression of paraspinal muscle recruitment intensity in localized
and global strength training exercises is not based on instability alone. Arch
Phys Med Rehabil. 2011; 92(11): 1875-1883.
(92) Vera-Garcia FJ, Grenier SG, McGill SM. Abdominal muscle response during
curl-ups on both stable and labile surfaces. Phys Ther. 2000; 80(6): 564-569.
Referencias bibliográficas.
158
(93) Cressey EM, West CA, Tiberio DP, Kraemer WJ, Maresh CM. The effects of
ten weeks of lower-body unstable surface training on markers of athletic
performance. J Strength Cond Res. 2007; 21(2): 561-567.
(94) Hamlyn N, Behm DG, Young WB. Trunk Muscle Activation during Dynamic
Weight-Training Exercises and Isometric Instability Activities. Journal of
Strength & Conditioning Research. 2007; 21(4): 1108-1112.
(95) Lehman GJ, Hoda W, Oliver S. Trunk muscle activity during bridging
exercises on and off a Swissball. Chiropractic & Manual Therapies. 2005;
13(1): 14.
(96) McGill SM. Low back stability: from formal description to issues for
performance and rehabilitation. Exerc Sport Sci Rev. 2001; 29(1): 26-31.
(97) Hyman J, Liebenson C. Programa de ejercicios de estabilización de la
columna vertebral. En: Liebenson C, editor. Manual de rehabilitación de la
columna vertebral. 2ª ed. Barcelona: Paidotribo; 2004. p. 365-394.
(98) Axler CT, McGill SM. Low back loads over a variety of abdominal
exercises: searching for the safest abdominal challenge. Med Sci Sports Exerc.
1997; 29(6): 804-811.
(99) Davis KG, Marras WS. The effects of motion on trunk biomechanics. Clin
Biomech (Bristol, Avon). 2000; 15(10): 703-717.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
159
(100) Cissik JM. Programming Abdominal Training, Part II. Strength and
Conditioning Journal. 2002; 24(2): 9-12.
(101) Vera-Garcia FJ, Flores-Parodi B, Elvira JLL, Sarti M. Influence of trunk
curl-up speed on muscular recruitment. Strength & Conditioning Journal.
2008; 22(3): 684.
(102) Henneman E, Clamann HP, Gillies JD, Skinner RD. Rank order of
motoneurons within a pool: law of combination. J Neurophysiol. 1974; 37(6):
1338-1349.
(103) Mannion AF, Dumas GA, Cooper RG, Espinosa FJ, Faris MW, Stevenson
JM. Muscle fibre size and type distribution in thoracic and lumbar regions of
erector spinae in healthy subjects without low back pain: normal values and
sex differences. J Anat. 1997; 190(Pt 4): 505-513.
(104) Thorstensson A, Carlson H. Fibre types in human lumbar back muscles.
Acta Physiol Scand. 1987; 131(2): 195-202.
(105) López-Vivancos A. La frecuencia de entrenamiento y sus efectos sobre la
resistencia de la musculatura abdominal. Análisis de la fiabilidad de un test
de campo. [Trabajo de Investigación del Programa de Doctorado
“Investigación en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte II”]. Murcia:
Universidad Católica San Antonio de Murcia; 2007.
Referencias bibliográficas.
160
(106) DeMichele PL, Pollock ML, Graves JE, Foster DN, Carpenter D, Garzarella
L, et al. Isometric torso rotation strength: effect of training frequency on its
development. Arch Phys Med Rehabil. 1997; 78(1): 64-69.
(107) Westcott WL, Winett RA, Annesi JJ, Wojcik JR, Anderson ES, Madden PJ.
Prescribing physical activity: applying the ACSM protocols for exercise type,
intensity, and duration across 3 training frequencies. 2009; 37(2): 51-58.
(108) Knudson D. Issues in abdominal fitness: testing and technique. Journal
of physical education recreation and dance. 1999; 70: 49-55.
(109) Simao R, de Salles BF, Figueiredo T, Dias I, Willardson JM. Exercise
Order in Resistance Training. Sports Medicine. 2012; 42(3): 251-265.
(110) Manso J, Navarro F, Ruiz J. Bases Teóricas del Entrenamiento Deportivo.
Principio y aplicaciones. Madrid: Gymnos; 1996.
(111) Badillo J, Rivas J. Bases de la programación del Entrenamiento de la
Fuerza. Barcelona: Inde; 2007.
(112) Matuszak ME, Fry AC, Weiss LW, Ireland TR, Mcknight MM. Effect of rest
interval length on repeated 1 repetition maximum back squats. The Journal of
Strength & Conditioning Research. 2003; 17(4): 634.
(113) Mayhew JL, Ball TE, Arnold MD, Bowen JC. Relative muscular endurance
performance as a predictor of bench press strength in college men and
women. J Appl Sport Sci Res. 1992; 6(4): 200-206.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
161
(114) LeSuer DA, McCormick JH, Mayhew JL, Wasserstein RL, Arnold MD. The
accuracy of prediction equations for estimating 1-RM performance in the
bench press, squat, and deadlift. The Journal of Strength & Conditioning
Research. 1997; 11(4): 211.
(115) Naclerio F. Entrenamiento de fuerza y prescripción del ejercicio. En:
Jiménez A, editor. Entrenamiento Personal. Bases, fundamentos y
aplicaciones. 2ª ed. Barcelona: Paidotribo; 2007. p. 87-132.
(116) Marín P. Nuevas directrices del entrenamiento de fuerza en situaciones
inestables. En: Hernando G, editor. Nuevas tendencias en entrenamiento
personal. Barcelona: Paidotribo; 2009. p. 208-222.
(117) Trojian TH, McKeag DB. Single leg balance test to identify risk of ankle
sprains. Br J Sports Med. 2006; 40(7): 610-3; discussion 613.
(118) Peate WF, Bates G, Lunda K, Francis S, Bellamy K. Core strength: a new
model for injury prediction and prevention. J Occup Med Toxicol. 2007; 2: 3.
(119) Vera-García F, Monfort M, Sarti M. Prescripción de programas de
entrenamiento abdominal. Revisión y puesta al día. Apunts. 2005; 81: 38-46.
(120) Konrad P, Schmitz K, Denner A. Neuromuscular Evaluation of Trunk-
Training Exercises. J Athl Train. 2001; 36(2): 109-118.
(121) Vezina MJ, Hubley-Kozey CL. Muscle activation in therapeutic exercises
to improve trunk stability. Arch Phys Med Rehabil. 2000; 81(10): 1370-1379.
Referencias bibliográficas.
162
(122) Hernando G. Entrenamiento inestable. Urban Fit. 2007; 12: 26-29.
(123) Delavier F. Guía de los movimentos de musculación. Descripción
anatómica. 4ª ed. Barcelona: Paidotribo; 2004.
(124) Alkner BA, Tesch PA, Berg HE. Quadriceps EMG/force relationship in
knee extension and leg press. Med Sci Sports Exerc. 2000; 32(2): 459-463.
(125) Durall CJ, Udermann BE, Johansen DR, Gibson B, Reineke DM, Reuteman
P. The effects of preseason trunk muscle training on low-back pain occurrence
in women collegiate gymnasts. J Strength Cond Res. 2009; 23(1): 86-92.
(126) Hiruntrakul A, Nanagara R, Emasithi A, Borer KT. Effect of once a week
endurance exercise on fitness status in sedentary subjects. J Med Assoc Thai.
2010; 93(9): 1070-1074.
(127) Kang J, Hoffman JR, Im J, Spiering BA, Ratamess NA, Rundell KW, et al.
Evaluation of physiological responses during recovery following three
resistance exercise programs. J Strength Cond Res. 2005; 19(2): 305-309.
(128) Armstrong N, Tomkinson G, Ekelund U. Aerobic fitness and its
relationship to sport, exercise training and habitual physical activity during
youth. Br J Sports Med. 2011; 45(11): 849-858.
(129) Massó i Ortigosa N, Rey F, Romero D, Gual G, Costa Tutusaus L, Germán
A. Aplicaciones de la electromiografía de superficie en el deporte. Apunts:
Medicina de l'esport. 2010; 45(166): 8.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
163
(130) Gámez J, Garrido D, Montaner C, Alcántara E. Aplicaciones tecnológicas
para el análisis de la actividad física para el rendimiento y la salud. En:
Izquierdo M, editor. Biomecánica y Bases Neuromusculares de la Actividad
Física y el Deporte. Madrid: Panamericana; 2008. p. 173-201.
(131) Izquierdo M, Badillo J. Propiedades biomecánicas del músculo. En:
Izquierdo M, editor. Biomecánica y Bases Neuromusculares de la Actividad
Física y el Deporte. Madrid: Panamericana; 2008. p. 173-201.
(132) Izquierdo M, Hakkinen K, Gonzalez-Badillo JJ, Ibanez J, Gorostiaga EM.
Effects of long-term training specificity on maximal strength and power of the
upper and lower extremities in athletes from different sports. Eur J Appl
Physiol. 2002; 87(3): 264-271.
(133) Billat V. Fisiología y metodología del entrenamiento. Barcelona:
Paidotribo; 2002.
(134) Badillo J, Gorostiaga EM. Fundamentos del Entrenamiento de la Fuerza.
Barcelona: Inde; 1995.
(135) Cristea A, Korhonen MT, Hakkinen K, Mero A, Alen M, Sipila S, et al.
Effects of combined strength and sprint training on regulation of muscle
contraction at the whole-muscle and single-fibre levels in elite master
sprinters. Acta Physiol (Oxf). 2008; 193(3): 275-289.
Referencias bibliográficas.
164
(136) Berardi G. Science of Human Movement. Journal Of Dance Medicine &
Science. 2011; 15(1): 47.
(137) Fridlund AJ, Cacioppo JT. Guidelines for Human Electromyographic
Research. Psychophysiology. 1986; 23(5): 567-580.
(138) De Luca CJ. Myoelectrical manifestations of localized muscular fatigue
in humans. Crit Rev Biomed Eng. 1984; 11(4): 251-279.
(139) Rainoldi A, Melchiorri G, Caruso I. A method for positioning electrodes
during surface EMG recordings in lower limb muscles. J Neurosci Methods.
2004; 134(1): 37-43.
(140) Kramer M, Ebert V, Kinzl L, Dehner C, Elbel M, Hartwig E. Surface
electromyography of the paravertebral muscles in patients with chronic low
back pain. Arch Phys Med Rehabil. 2005; 86(1): 31-36.
(141) Bartlett R. Preface. Sports Biomechanics: Reducing Injury & Improving
Performance. 1999: 1-1.
(142) De Luca CJ. Surface Electromography: Detection and Recording. 2002;
Available at: http://delsys.com/Attachments_pdf/WP_SEMGintro.pdf. Acceso
1/12/2011, 2011.
(143) Hibbs AE, Thompson KG, French DN, Hodgson D, Spears IR. Peak and
average rectified EMG measures: which method of data reduction should be
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
165
used for assessing core training exercises? J Electromyogr Kinesiol. 2011;
21(1): 102-111.
(144) Noble BJ, Robertson RJ. Perceived exertion. : Human kinetics
Champaign, IL; 1996.
(145) Groslambert A, Mahon AD. Perceived Exertion: Influence of Age and
Cognitive Development. Sports Medicine. 2006; 36(11): 911-928.
(146) Ekkekakis P, Hall EE, Petruzzello SJ. Some Like It Vigorous: Measuring
Individual Differences in the Preference for and Tolerance of Exercise
Intensity. J Sport Exercise Psychol. 2005; 27(3): 350.
(147) Kennedy K, Adams J, Cheng D, Berbarie RF. High-intensity track and
field training in a cardiac rehabilitation program. Proc (Bayl Univ Med Cent).
2012; 25(1): 34-36.
(148) Karvonen MJ, Kentala E, Mustala O. The effects of training on heart
rate; a longitudinal study. Ann Med Exp Biol Fenn. 1957; 35(3): 307-315.
(149) O'Donovan G, Blazevich AJ, Boreham C, Cooper AR, Crank H, Ekelund U,
et al. The ABC of Physical Activity for Health: a consensus statement from the
British Association of Sport and Exercise Sciences. J Sports Sci. 2010; 28(6):
573-591.
Referencias bibliográficas.
166
(150) Juvancic-Heltzel JA, Glickman EL, Barkley JE. The Effect of Variety on
Physical Activity: a Cross-Sectional Study. The Journal of Strength &
Conditioning Research. 2012: En prensa.
(151) Knapen J, van de Vliet P, van Coppenolle H, Peuskens J, Pieters G.
Evaluation of cardio-respiratory fitness and perceived exertion for patients
with depressive and anxiety disorders: a study on reliability. Disabil Rehabil.
2003; 25(23): 1312-1315.
(152) Stevens S. Issues in psychophysical measurement. Psychological Review;
Psychological Review. 1971; 78(5): 426.
(153) Borg GA. Psychophysical bases of perceived exertion. Med Sci Sports
Exerc. 1982; 14(5): 377-381.
(154) Mays R, Goss F, Schafer M, Kim K, Nagle-Stilley E, Robertson R.
Validation of adult Omni perceived exertion scales for elliptical ergometry 1,
2, 3. Percept Mot Skills. 2010; 111(3): 848-862.
(155) Borg G. Perceived exertion in relation to physical work load and pulse-
rate. : Departm. of Psychiatry, Medical School; 1961.
(156) Borg G. The perception of physical performance. Frontiers of fitness.
1971: 280-294.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
167
(157) Lagally KM, Robertson RJ. Construct validity of the OMNI resistance
exercise scale. The Journal of Strength & Conditioning Research. 2006; 20(2):
252-256.
(158) Koch GG, Landis JR, Freeman JL, Freeman Jr DH, Lehnen RG. A general
methodology for the analysis of experiments with repeated measurement of
categorical data. Biometrics. 1977: 133-158.
(159) Robertson RJ, Noble BJ. 15 Perception of Physical Exertion: Methods,
Mediators, and Applications. Exerc Sport Sci Rev. 1997; 25(1): 407.
(160) Sweet TW, Foster C, McGuigan MR, Brice G. Quantitation of resistance
training using the session rating of perceived exertion method. J Strength
Cond Res. 2004; 18(4): 796-802.
(161) Pandolf K, Richard L, Ralph F. Differentiated ratings of perceived
exertion during physical conditioning of older individuals using leg-weight
loading. Percept Mot Skills. 1975; 40(2): 563-574.
(162) Springer BK, Pincivero DM. Differences in ratings of perceived exertion
between the sexes during single-joint and whole-body exercise. J Sports Sci.
2010; 28(1): 75-82.
(163) Robertson R, Goss F, Boer N, Peoples J, Foreman A, Dabayebeh I, et al.
Children's OMNI scale of perceived exertion: mixed gender and race
validation. Med Sci Sports Exerc. 2000; 32(2): 452-458.
Referencias bibliográficas.
168
(164) Utter AC, Robertson RJ, Nieman DC, Kang J. Children's OMNI Scale of
Perceived Exertion: walking/running evaluation. Medicine & Science in Sports
& Exercise. 2002.
(165) Robertson RJ, Goss FL, Bell JA, Dixon CB, Gallagher KI, Lagally KM, et
al. Self-regulated cycling using the Children's OMNI Scale of Perceived
Exertion. Med Sci Sports Exerc. 2002; 34(7): 1168.
(166) Robertson RJ, Goss FL, Rutkowski J, Lenz B, Dixon C, Timmer J, et al.
Concurrent validation of the OMNI perceived exertion scale for resistance
exercise. Med Sci Sports Exerc. 2003; 35(2): 333-341.
(167) Colado JC, X XG, Travis Triplett N, Flandez J, Borreani S, Tella V.
Concurrent Validation of the OMNI-Resistance Exercise Scale of Perceived
Exertion with Thera-Band(R) Resistance Bands. J Strength Cond Res. 2011.
(168) Lagally KM, Amorose AJ, Rock B. Selection of resistance exercise
intensity using ratings of perceived exertion from the OMNI-RES. Percept Mot
Skills. 2009; 108(2): 573-586.
(169) Naclerio F, Rodriguez-Romo G, Barriopedro-Moro MI, Jimenez A, Alvar
BA, Triplett NT. Control of resistance training intensity by the OMNI perceived
exertion scale. J Strength Cond Res. 2011; 25(7): 1879-1888.
(170) Lins-Filho Ode L, Robertson RJ, Farah BQ, Rodrigues SL, Cyrino ES, Ritti-
Dias RM. Effects of exercise intensity on rating of perceived exertion during a
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
169
multiple-set resistance exercise session. J Strength Cond Res. 2012; 26(2):
466-472.
(171) Capodaglio EM. Comparison between the CR10 Borg's scale and the VAS
(visual analogue scale) during an arm-cranking exercise. J Occup Rehabil.
2001; 11(2): 69-74.
(172) Singh F, Foster C, Tod D, McGuigan MR. Monitoring different types of
resistance training using session rating of perceived exertion. Int J Sports
Physiol Perform. 2007; 2(1): 34-45.
(173) Utter AC, Kang J, Nieman DC, Brown VA, Dumke CL, McAnulty SR, et al.
Carbohydrate supplementation and perceived exertion during resistance
exercise. J Strength Cond Res. 2005; 19(4): 939-943.
(174) Arokoski J, Kankaanpää M, Valta T, Juvonen I, Partanen J, Taimela S, et
al. Back and hip extensor muscle function during therapeutic exercises. Arch
Phys Med Rehabil. 1999; 80(7): 842-850.
(175) Arokoski JP, Valta T, Airaksinen O. Back and abdominal muscle function
during stabilization exercises. Arch Phys Med Rehabil. 2001; 82(8): 1089-1098.
(176) Beach TAC, Mooney SK, Callaghan JP. The effects of a continuous
passive motion device on myoelectric activity of the erector spinae during
prolonged sitting at a computer workstation. Work. 2003; 20(3): 237-244.
Referencias bibliográficas.
170
(177) Arokoski JP, Valta T, Kankaanpää M, Airaksinen O. Activation of lumbar
paraspinal and abdominal muscles during therapeutic exercises in chronic low
back pain patients. Arch Phys Med Rehabil. 2004; 85(5): 823-832.
(178) Oliver GD, Stone AJ, Plummer H. Electromyographic examination of
selected muscle activation during isometric core exercises. Clin J Sport Med.
2010; 20(6): 452-457.
(179) Rahnama N, Lees A, Bambaecichi E. A comparison of muscle strength
and flexibility between the preferred and non-preferred leg in English soccer
players. Ergonomics. 2005; 48(11-14): 1568-1575.
(180) Williams JR. The Declaration of Helsinki and public health. Bull World
Health Organ. 2008; 86(8): 650-652.
(181) Casajús J. Cineantropometría. En: Guillén M, Linares D, editores. Bases
Biológicas y Fisiológicas del movimiento humano. Madrid: Panamericana;
2002. p. 31-46.
(182) ISAK. The International Society for the Advancement of
Kinanthropometry. 2012; Available at: http://www.isakonline.com/.
(183) Earle R, Baechle T. The NSCA's Essentials of personal training text.
Strength & Conditioning Journal. 2004; 26(2): 76-77.
(184) Meléndez A. Entrenamiento de la Resistencia Aeróbica. Madrid: Alianza;
1995.
______________________________________________________________ Referencias bibliográficas.
171
(185) Córdova A, Navas F. Fisiología deportiva. Madrid: Gymnos; 2000.
(186) Callaghan JP, Gunning JL, McGill SM. The relationship between lumbar
spine load and muscle activity during extensor exercises. Phys Ther. 1998;
78(1): 8-18.
(187) Brandon R. Core training menus. En: Taylor J, editor. Core stability:
injury free performance. London: Pye, J.A.; 2006. p. 57-90.
(188) Naclerio F, Barriopedro I, Rodríguez G. Control de la intensidad en los
entrenamientos de fuerza por medio de la percepción subjetiva de esfuerzo.
Revista Kronos. 2009; 8(15): 59-66.
(189) Lehman GJ, Gordon T, Langley J, Pemrose P, Tregaskis S. Replacing a
Swiss ball for an exercise bench causes variable changes in trunk muscle
activity during upper limb strength exercises. Dyn Med. 2005; 4: 6.
(190) Platonov V. El Entrenamiento deportivo. Teoría y metodología. 3ª ed.
Barcelona: Paidotribo; 1993.
(191) Kollmitzer J, Ebenbichler GR, Sabo A, Kerschan K, Bochdansky T. Effects
of back extensor strength training versus balance training on postural control.
Med Sci Sports Exerc. 2000; 32(10): 1770-1776.
(192) RAE. Diccionario de la Lengua Española. 22ª ed. Madrid: Espasa-Calpe;
2001.
173
15. Anexos
Anexos.
175
Anexo 1. Confirmación del Comité Ético para la realización del estudio.
Anexos.
176
Anexo 2. Protocolo de la escala de percepción del esfuerzo.
Instrucciones de la escala
Está a punto de efectuar una prueba de ejercicios de fuerza en
situaciones de estabilidad e inestabilidad. La escala que vamos a usar
contiene números entre 0-10, y será utilizada para valorar su percepción del
esfuerzo en la ejecución de los citados ejercicios.
La percepción del esfuerzo físico define la intensidad subjetiva del
esfuerzo, la tensión, incomodidad, y/o fatiga que siente durante el ejercicio.
Usamos una escala con imágenes y expresiones que puedan corresponderse a
números de acuerdo a sus sensaciones de esfuerzo mientras hace ejercicio.
Los números y textos sobre la escala presentan un rango de percepción desde
muy fácil a muy duro.
Para ayudarle a escoger un número que corresponde a sus sensaciones
subjetivas dentro del citado rango, considere lo siguiente:
Cuando el esfuerzo sea "muy fácil", responda con el número 0, por
ejemplo cuando considere que la dificultad es la misma que estar en
bipedestación sobre una superficie estable. Cuando el esfuerzo sea "muy
duro", responda con el número 10. Esta respuesta sería apropiada cuando el
desequilibrio impide que pueda permanecer en la posición propuesta durante
el tiempo que debe durar la prueba.
Anexos.
177
Para las sensaciones que estén entre estos valores de 0 y 10, escoja
fijándose en las imágenes y los textos de la escala, el valor que más se
acerque a su percepción.
Se le pedirá que describa dos percepciones por separado:
1. La primera registrará sus sensaciones de esfuerzo local de el/los
músculos activos que usted está usando para llevar a cabo el ejercicio.
Cuando lo evalúe, cerciórese de sentir específicamente esas zonas de su
cuerpo.
2. La segunda debe incluir la percepción de sus sensaciones de esfuerzo
en la totalidad de su cuerpo. Al realizar esta valoración global, asegúrese de
seleccionar el número de la escala que de forma más aproximada se ajuste a
sus sensaciones globales. Redondee sus clasificaciones al valor entero más
cercano.
Anexos.
178
Anexo 3. Consentimiento informado.
Consentimiento Informado
Este documento certifica su aceptación en la participación del estudio
denominado “Escala de percepción del esfuerzo y la activación muscular, en
ejercicios de estabilización del core”, motivo de elaboración de Tesis Doctoral
por parte de D. Julio Martín Ruiz.
Con su firma, usted manifiesta explícitamente que ha entendido la
descripción del tipo de ejercicio a realizar y sus posibles complicaciones.
Además, usted indica que cualquier duda que haya podido surgir sobre el
proceso de evaluación y sus posibles riesgos ha sido respondida con claridad,
quedando satisfecho con las explicaciones aportadas.
Las pruebas, tests y cuestionarios realizados para evaluar su condición
física permitirán obtener información sobre su estado general de salud.
Existirán dos tipologías de pruebas, las de valoración preactiva que
recomendarán o no su participación en el estudio, y las específicas de la
investigación a llevar a cabo.
En la valoración preactiva, responderá a 1 cuestionario de salud
cardiovascular, que consta de 7 ITEMS para valorar su aptitud para someterse
a las siguientes pruebas del estudio.
La prueba específica constará en primer lugar de un estudio
cineantropométrico, donde se recopilarán los datos correspondientes a su
Anexos.
179
composición corporal, utilizando para ello los procedimientos característicos
de la ISAK (International Society of Advancement in Kineantropometry).
En segundo lugar de un test isométrico de carácter máximo de EMG
(electromiografía) por cada uno de los grupos musculares descritos en el
estudio, y de la medición de la actividad eléctrica en los mismos, en 12
ejercicios de acondicionamiento del core. Al término de cada una de estas
propuestas, usted valorará la intensidad experimentada en una escala de
instabilidad, tomando como modelo la Escala de Percepción Subjetiva Omni-
res.
Durante las valoraciones y tras las mismas, podrá experimentar fatiga.
La información obtenida como consecuencia de dicho ejercicio será
confidencial y su uso será meramente informativo y científico, salvaguardando
su identidad. Para ello será necesario su expreso consentimiento mediante
autorización por escrito.
Al firmar el presente documento usted acepta la completa
responsabilidad de su propia salud, y reconoce que ha sido informado y ha
entendido que esta responsabilidad no es asumida por los responsables de su
programa de ejercicio físico. Del mismo modo, admite la creación, utilización
y difusión del material fotográfico y de vídeo, que con fines científicos pueda
generarse con su participación en el estudio.
En Valencia a ___de_________de______
D. Dña. Julio Martín Ruiz
DNI
Anexos.
180
Anexo 4. Cuestionarios de datos personales y Par-Q en página web.
Anexos.
181
Anexos.
182
Anexo 5. Protocolo del estudio.
Protocolo del estudio “Escala de percepción del esfuerzo y activación
muscular en ejercicios de estabilización del core”,
tema de Tesis Doctoral de Julio Martín Ruiz
Manual para voluntarios que forman parte de la muestra
El sujeto pasará por tres fases dentro de este estudio;
1. La primera será la recopilación de datos de la encuesta que aparece en la
sección cuestionarios de esta página web. La finalidad de la misma es
verificar el nivel de salud del sujeto del estudio. Únicamente podrá
completarse una vez, por lo que no se permite la repetición del
cuestionario en ninguno de sus apartados.
Las respuestas correspondientes a dichos cuestionarios no se harán
públicas, y serán administradas únicamente por el doctorando Julio Martín
Ruiz, quedando a su cargo la privacidad de los sujetos que hayan
participado.
Tras contestar a la misma y confirmar que presenta los requisitos
necesarios para su participación, será emplazado a la sesión de
familiarización con el material a utilizar en la investigación.
Anexos.
183
Requisitos de inclusión:
Ser una persona activa, practicante habitual de actividad física.
No presentar contraindicaciones cardiacas absolutas o relativas.
Carecer de afecciones auditivas y de otros condicionantes del
equilibrio.
No padecer lesiones agudas ni crónicas que afecten total o
parciamente la musculatura y la estructura lumbo-pélvica.
No presentar lesiones agudas ni crónicas que afecten total o
parcialmente la musculatura y/o estructura de las articulaciones de
rodilla y tobillo.
2. En la segunda sesión, se le invitará a la firma de una hoja de
Consentimiento Informado, en la que podrá leer las características del
estudio y las pruebas sobre las que será valorado. Será advertido tanto de
los efectos de dichas pruebas, como de las particularidades que pueden
conllevar desde el punto de vista logístico. La negativa del sujeto a su
firma supone su no aceptación, por lo que voluntariamente descarta
formar parte de la investigación.
Será citado/a la primera sesión de toma de datos, en el laboratorio de
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. de la Universidad de
Valencia, al que acudirá en estas condiciones:
Anexos.
184
No haber realizado ejercicio al menos durante las 48 horas
anteriores.
Evitar el consumo de estimulantes (ej. cafeína, teína o alcohol).
Venir duchado.
Disponerse a hacer la prueba en ropa interior, permitiendo la
colocación y manipulación de material de la investigación sobre
el cuerpo.
No ingerir líquidos ni alimentos en la hora anterior e intentar
orinar.
Se le efectuarán cuatro mediciones antropométricas y una quinta
específica para igualar las condiciones en las que movilizará las cargas:
1) Medida biacromial.
2) Peso.
3) Talla.
4) Porcentaje graso.
5) Distancia comprendida entre las manos y el punto de anclaje de la
carga elástica.
La toma de estos datos antropométricos se realizará según el protocolo
que ISAK (International Society of Advancement in Kineantropometry).
Tras las mismas, realizará el calentamiento y los ejercicios que
componen el objeto de estudio. En ese momento se le pasará la escala de
Anexos.
185
inestabilidad por primera vez para poder comparar y validar sus
resultados en la siguiente tomas de datos, a la que será emplazado al
finalizar.
3. En la tercera y última fase, se procederá a la medición específica del
estudio, en el citado laboratorio, que dispondrá de unas condiciones de
24ºC. El participante debe cumplir las condiciones anteriormente
descritas y además se recomienda que tenga depiladas las siguientes
zonas: musculatura paravertebral y glúteo, siempre del lado dominante.
Se procederá a la localización de los puntos anatómicos de colocación de
electrodos para la medición electromiográfica, en el lado dominante del
sujeto.
En el proceso, cada referencia se desinfectará con alcohol, se rasurará
con una máquina desechable en caso de ser necesario y se procederá de
nuevo a su limpieza con algodón.
Con el electromiógrafo implementado al sujeto, se realizarán dos pruebas:
1) La Máxima Contracción Voluntaria Isométrica (MVCI), como referencia
para las siguientes mediciones dinámicas.
2) La segunda consiste en la realización de 12 ejercicios, tomando como
base 4 materiales de la marca Thera-Band®; Exercise ball®, Exercise
station®, Rocker board®, y Soft stability trainer®.
De cada uno de estos recursos, se plantean 3 niveles de ejecución. En
todos los casos el ejercicio tendrá la característica de realizarse en
contracción isométrica, y la progresión se propone partiendo en primer
Anexos.
186
lugar desde la posición bipodal con mayor estabilidad, en segunda
instancia unipodal sin carga, hasta la unipodal con resistencia elástica
al finalizar, acrecentando las condiciones de desequilibrio.
En cada uno de ellos se realizará una serie de 20 segundos de duración,
tras la que cada sujeto pudo valorar de forma subjetiva el esfuerzo que
había realizado mediante la utilización del protocolo de la variación de
la escala de inestabilidad, cuya explicación se adjunta (anexo 2).
Al término de la prueba, el responsable del estudio desconectará el
electromiógrafo y extraerá los electrodos del sujeto, limpiando cada
zona testada con algodón y alcohol.
Cada participante podrá realizar la vuelta a la calma posterior con
libertad, siguiendo el proceso al que cada uno tenga como hábito tras un
acondicionamiento físico.
Anexos.
187
Anexo 6. Plantilla de recogida de datos.
Anexos.
188
Anexo 7. Galerías de imágenes web.
Galería de materiales
Exercise Station Rocker Board Exercise Ball Soft Stability
Galería de ejercicios
Ejercicio Nº 1 Ejercicio Nº 2 Ejercicio Nº 3
Ejercicio Nº 4 Ejercicio Nº 5 Ejercicio Nº 6
Ejercicio Nº 7 Ejercicio Nº 8 Ejercicio Nº 9
Ejercicio Nº 10 Ejercicio Nº 11 Ejercicio Nº 12
Anexos.
189
Galería de muestra de colocación de electrodos
Erectores Multífidus Glúteo mayor
Anexos.
190
Anexo 8. Ejemplo de uso del programa Matlab.
for c=1:7 A=strcat('thera1_',num2str(c)) B=strcat(A,'.ASC') D=importdata(B,'\t',80) [F C]=size(D.data) x=filter(filtro2,D.data) centro=(F-mod(F,2))/2; %Pedir la parte central ISOMETRIA x=x(centro-1500:centro+1500,:); %Pedir la parte que me interesa ISOMETRIA RMS = rms_emg (x,100) figure for b=2:9 subplot(3,3,b) plot(RMS(:,b)) maximo(c,b)=max(RMS(:,b)) end end MIVC(1,1)=maximo(1,2) MIVC(2,1)=maximo(1,3) MIVC(3,1)=maximo(2,4) MIVC(4,1)=maximo(3,5) MIVC(5,1)=maximo(4,6) for c=8:19 A=strcat('thera1_',num2str(c)) B=strcat(A,'.ASC') D=importdata(B,'\t',80) [F C]=size(D.data) x=filter(filtro2,D.data) centro=(F-mod(F,2))/2; %Pedir la parte central ISOMETRIA x=x(centro-8000:centro+8000,:); %Pedir la parte que me interesa ISOMETRIA RMS = rms_emg (x,100) figure for b=2:9 subplot(3,3,b) plot(RMS(:,b)) media(b,c)=mean(RMS(:,b)) maximo(b,c)=max(RMS(:,b)) end end