epílogo - mapa.gob.es€¦ · epílogo. a lo largo de las muchas páginas de este libro, se ha...

22
Epílogo

Upload: others

Post on 03-Oct-2020

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Epílogo

A lo largo de las muchas páginas de este libro, se ha pretendidoanalizar la política oleícola en España de un modo sistemático a travésde un estudio que nunca pretendió ser polémico ni responder a nin-guna cuestión de actualidad. Sin embargo, cuando el manuscrito de-bía ir a imprenta, tras el verano de 1981, el aceite ocupaba las cabece-ras de todos los periódicos. Este no era evidentemente el clima másadecuado para la publicación de un estudio de estas características y,al mismo tiempo, tampoco podía ignorarse la actualidad candentedel mercado de aceites.

Periódicamente el aceite ha sido noticia en toda España. No sóloen las zonas productoras, ^donde la actualidad es permanente, sino enlos principales diarios de las grandes ciudades, en la radio y en la tele-visión. El país entero tuvo conocimiento de hechos delictivos comolos de Reace y Redondela, cuyo análisis no debe corresponder a un es-tudio de Política Oleícola. También el país se ha visto sacudido perió-dicamente, por el escándalo de los precios. Este aspecto sí ha sido tra-tado, porque las subidas en el precio del aceite de oliva tienen un im-portanté papel en la historia que se ha ido relatando.

Sin embargo, los problemas reales de la política de aceites intere-san menos al gran público: Tiene que ocurrir un drama nacional co-mo el sucedido a lo largo de 1981, con el envenenamiento por consu-mo de aceite tóxico, para que autoridades y ciudadanos tomen con-ciencia de la gravedad de los problemas acumulados en torno al sectorde los aceites comestibles. Y quisiera añadir que el mal llamado «casocolza^, ya que la colza no ha envenenado a nadie, sirve tristementepara culminar los múltiples errores de muchos años de política deaceites.

No pretendo ampararme en el crecido número de víctimas de to-do tipo, entre los que se encuentra la industria alimentaria, y el crédi-to y prestigio en general de este país, para apoyar una crítica global ala política de aceites actual o pretérita. EI caso del aceite tóxico no esel único síntoma de una política nefasta. EI día 26 de noviembre de

303

1981 al concluir la reunión de Londres de Presidentes de Gobierno dela CEE, François Miterrand en rueda de prensa hablaba del sectoraceites, como el más grave problema en el proceso de adhesión de Es-paña. Más allá de que en dicho contexto, esta afirmación del Presi-dente francés no deja de ser una «cortina de humo^, es evidente queel sector oleícola español complica seriamente el difícil equilibrio dela política de grasas comunitaria, con ramificaciones en el comercioexterior con los países de la cuenca mediterránea, replantea posiblescambios en las actitudes de la CEE en el seno del GATT, etc... Es de-cir, el sector oleícola español cobra también actualidad en el marco delas futuras negociaciones de adhesión al plantear serios problemas a laComunidad de doce miembros.

El caso del aceite tóxico

No debe, en justicia, culparse a la política de grasas, en sentidoestricto, de la aparición en el mercado español de un aceite fraudu-lento y tóxico que ha provocado una auténtica catástrofe de ámbitonacional. La actual política de aceites comestibles puede ser criticableen muchos aspectos, pero es pteciso reconocer que con otra políticade abastecimiento completamente distinta, tartibién podría haberseproducido esta tragedia.

Sin embargo sí existe responsabilidad política en la permisividaddel fraude que hoy se produce en el comercio y la transformación deproductos alimenticios. Si esta situación no puede reducirse al ámbi-to del sector oleícola, hay que admitir que hay sectores donde el frau-de tiene una rancia tradición. Por la facilidad para la mezcla, los pro-ductos líqúidos, es decir, vino-leche-aceite, han dado lugar en Espa-ña a una moderna alquimia basada en muy diversos procedimientosque van, desde aguar la leche o el vino, a los más sofisticados méto-dos de síntesis qúunica, con el enorme riesgo de la manipulaciónclandestina de productos destinados al consumo alimenticio de los es-pañoles. Esta economía subterránea dirigida muchas veces por todotipo de chapuceros, no ha sido perseguida con eficacia. La situacióndel sector agroalimentario español es en este sentido pavorosa y el ca-so del aceite tóxico puede por desgracia, repetirse cualquier día, conocros productos.

No es preciso que se produzcan productos tóxicos para que deba

304

perseguirse el cumplimiento de la normativa legal vigente y los pro-ductos alimenticios sean lo que se dice que son. Pero en el sector oleí-cola el fraude es, desde hace muchos años, algo más que una excep-ción. Yo diría que el fraude en gran escala comienza con el fin del es-traperlo. Se ha visto que el mercado negro de aceites, tuvo un augeimportante durante los años de racionamiento.

EI estraperlo era en el fondo, un medio de fraude «sui generisp,por lo que suponía de actividad económica clandestina, es decir ile-gal, con riesgo y por tanto con unas expectativas de beneficios enor-mes. Del estraperlo surgió un grupo social que aprendiendo a sortearcontroles legales, buenos conocedorés de las gentes y del mundo delaceite, habían cultivado un cierto'ingenio, desarrollando un conjuntode características imprescindibles, como el cinismo, el descaro y la fal-ta absoluta de ética. Este mundo del estraperlo y del fraude no habríapodido alcanzar el nivel logrado si no hubiera contado con la toleran-cia y a veces complicidad, de sectores administrativos ligados enaquella época al Sindicato Vertical del Olivo y la Comisaría de Abas-tecimientos y Transportes. Casos como los ya citados de Reace o Re-dondela no fueron en este contexto, más que la punta del iceberg deesa economía subterránea que ha enriquecido a mucha gente en estepaís.

Cuando el estraperlo dejó de producir beneficios, con el fin delracionamiento carecía ya de sentido, el mundo subterráneo del aceitedescubrió un nuevo modo de seguir acumulando fortuna. Con laaparición de aceites distintos al de oliva, con precios diversos, la mez-cla de aceites se convirtió en el vehículo preferido del fraude. Y aquísí hubo errores políticos gtaves, que ya han sido analizados en este es-tudio, que facilitaron enormemente la tarea de estos delincuentes. Lapolítica de mezcla de aceites llevada a cabo por la CAT, en la segundaparte de la década de los cincuenta y primeros años de la década si-guiente, desorientó definitivamente el mercado, Ilegando a competiren cierto modo con los defraudadores. Cada campaña se autorizabanprácticas que posteriormente se prohibían al año siguiente. EI aceiteque era comestible un año, se prohibía su destino a consumo de bocaal año siguiente. En estas condiciones, ^qué autoridad moral podíaejercerse sobre el mercado? ^con qué argumentos, que no fuera la le-tra del Boletín Oficial del Estado, iban a reprimirse las irregularida-des si, posiblemente algunos meses después, en el siguiente decretode ordenación de campaña, tal vez se autorizarían?

305

Además de la política de mezclas hubo otros muchos errores. Sir-va de muestra la indecisión de años y años para imponer el envasadoobligatorio de los aceites comestibles. La falta de decisión en este as-pecto sólo puede explicarse por la presión sobre los responsables de lapolítica de áceites de poderosos intereses del sector oleícola, ampa-rándose en motivos que podían ir, desde la siempre difícil ruptura dela rutina que cuesta algo de dinero en inversiones, hasta la mayor fa-cilidad para garantizar la calidad del aceite que suponía su venta, en-vasado y precintado, con marca y otras identificaciones. Hasta hacemuy pocos años no se ha prohibido definitivamente, al menos porahora, la venta de los famosos graneles.

EI caso del aceite tóxico ha sacado a la luz pública la mayor partede los canales y afluentes que constituyen la estructura de la econo-mía subterránea del aceite. •

1°) La existencia de unas importacionés de diversos aceites, in-dustriales y comestibles, cuyo posterior destino en España noestá suficientemente controlado.

2°) La expansión, desde que en Italia fueron sometidas a riguro-sos controles, del sector de esterificación y elaboración deproductos de síntesis, cuyo destino tampoco puede ser sufi-cientemente controlado. En España existen hoy 114 plantas yen Italia tan sólo cuatro.

3°) La existencia de un excedente de aceite de soja que no puedeser introducido en el mercado interior y que debe ser expor-tado.

4°) EI aceite de orujo, inexistente en el mercado.

La actual crisis económica refuerza la infraestructura de esta eco-nomía subterránea. Por un lado el paro existente es una cantera idealpara formar ese ejército de vendedores ambulantes, garrafistas, y pe-queños industriales y comerciantes de nuevo cuño, que desconocen,en muchos casos, el producto que manipulan y la actividad que ejer-cen. Pero la otra cara de la moneda favorece aún más la clandestiniza-ción del mundo del aceite. EI deterioro de la capacidad adquisitiva demuchas economías domésticas predispone a la compra del productomás barato, múy especialmente en el caso del aceite que, como ya sedijo, es un producto que el consumidor no distingue fácilmente yademás se emplea principalmente en la cocina para guisar y no direc-tamente en la mesa.

306

Todo este cúmulo de circunstancias han constituido el materialexplosivo que teníamos y tenemos almacenado. La cerilla o el deto-nante puede ser cualquier desaprensivo o cualquier ignorante. Peroademás, hay que reflexionar sobre aspectos conexos que han podidoobservarse en el entorno de la crisis provocada por el aceite tóxico. Merefiero principalmente a la guerra sucia dentro del sector agroalimen-tario, los rumores propagados interesadamente, o la actitud de diver-sos grupos de interés para capitalizar los efectos producidos en la po-blación por la tragedia. Los grupos ligados a la soja intentaron en unprimer momento, capitalizar la crisis, pero pronto se dieron cuentaque los resultados podían ser contraproducentes y abandonaron sŭempeño.

No parece necesario insistir en los efectos negativos de toda índoleque han podido provocar el caso del aceite tóxico. Estos efectos van,en algunos casos, a perdurar muchos años y tal vez no resulte fácilvolver a recuperar para el aceite español, alguno de los mercados quepuedan perderse como consecuencia del deterioro de una imagen decalidad, que cuesta muchos años crear y puede destruirse muy fácil-mente.

Lo importante en este momento es elaborar una estrategia paraque algo semejante no pueda volver a ocurrir, tarea que resulta com-pleja por no ser específica para el sector oleícola, teniendo que exten-derse al conjunto de la industria agroalimentaria.

En estos momentos el impacto provocado en la sociedad españo-la, puede suponer un estunulo para abordar una nueva política másestricta en materia de calidad y control sanitario de alimentos. Desdeel funcionario que debe autorizar unas importaciones, hasta el consu-midor a la hora de comprar un producto sin marca, pasando por lospropios delincuentes de la agroalimentación, han recibido este im-pacto y además existe en el país un consenso generalizado para gastarlo que sea preciso, con objeto de poner orden en el sector.

La propia industria agroalimentaria está interesada de forma muyespecial, en que se acabe con la competencia desleal que supone laeconomía subterránea que cabría definir, de un modo amplio, comoaquel conjunto de empresas o sujetos económicos que no cumplen lanormativa vigente y las exigencias para poder desarrollar la correspon-diente labor industrial o mercantil.

Por lo que respecta al sector oleícola, la normativa vigente con-templa ya, las exigencias a que deben someterse la industria y el co-

307

mercio del aceite. Por tanto, más que introducir grandes modificacio-nes en la letra legal, es preciso establecer una estrategia que oblique asu cumplimiento. En el sector oleícola desde antiguo está generaliza-da la práctica de los registros de producción, de entradas y salidas,etc... Pero la rutina y la burocratización, han llevado a la situación ac-tual en que los registros han perdido prácticamente toda su virtuali-dad, convirtiéndose exclusivamente en obligaciones engorrosas cuan-do se llevan correctamente. Se ha alcanzado una situación en la quela existencia de un papel, con firma y sello en la declaración, es másimportante y liega a sustituir al hecho real que le ha provocado. Deeste modo una declaración de producción, sustituye ante el aparatode la Administración a la producción misma y la tarea básica de laburocracia encargada de estos aspectos, consiste en almacenar pape-les, darle entrada y salida en Registro, etc.... Evidentemente esta si-tuación es producto de la historia y no va a ser posible modificarla acorto o medio plazo, pero de cualquier modo hay que reflexionar eintentar devolver a estas prácticas administrativas su sentido primiti-vo, es decir, ir dando más énfasis a lo que tienen de control por partede la Administración, tendiendo a disminuir la parte que tiene dejustificación o trámite, necesario pero carente de contenido. Esta ta-rea exige igualmente una tendencia a eliminar trámites innecesarios.Cuando se acumulan éstos en cualquier procedimiento, tienden adesdibujarse los límites de los trámites con contenido real sólido.

Estos aspectos de renovación en el procedimiento administrati-vo, los considero básicos para poder devolver al control de los produc-tos alimenticios, de la industria y el comercio, una dimensión abor-dable por el funcionario público y al tiempo una eficacia que tienda adar prioridad a los aspectos trascendentes del control administrativo.

Estas modificaciones serían insuficientes si no se aborda al mismotiempo, con seriedad, la unificación administrativa de competenciasy la reforma penal que permita ejemplarizar la represión del fraudeen materia alimentaria. Por lo que respecta a la reforma administrati-va, existe un compromiso contraído en el Congreso de los Diputadospara la creación de un Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimenta-ción, que se ha cumplido nominalmente en la reestructuración gu-bernamental de diciembre de 1981. Sin embargo, la impresión esque los intereses corporativos dentro de la Administración, van a im-pedir abordar la unificación de funciones del proceso de producción-transformación y comercio de alimentos. Este es un hecho muy grave

308

porque, como ha quedado evidente en la crisis del aceite tóxico, pue-den Ilegar a verse implicados cinco o seis departamentos ministeria-les, sin que nadie tenga que asumir la responsabilidad de explicar alciudadano qué ha ocurrido y si han existido negligencias administra-tivas o no.

Según la evolución de la crisis y los intereses de los medios de opi-nión, puede darse mayor o menor énfasis a unos aspectos de comer-cio, de política de grasas, sanitarios o incluso a la escasa represión dela venta ambulante por parte de las autoridades municipales. Esta si-tuación no puede volver a repetitse. La indefinición y solapamientode funciones, la falta de transparencia administrativa, etc., constitu-yen el mejor vehículo para que todo el mundo se encoja de hombros,e intente traspasar las responsabilidades «al vecinon. Esta es la sensa-ción que tienen buena parte de los observadores en el caso del aceitetóxico, al comprobar que la precipitación en unas declaraciones o elretraso y mal enfoque epidemiológico, han llevado a destacar los as-pectos clínicos y sanitarios del caso, en lugar de analizar cómo y porqué aparece un aceite tóxico en el mercado. Es decir, destacar un as-pecto del problema no debe Ilevar a olvidar el otro.

Por lo que respecta a la ejemplatidad en la represión, debetía irunida al control y mayor eficacia en las inspecciones de productos ali-menticios. El fraude en los aceites es un hecho que viene advirtiéndo-se en la prensa desde hace años. Las organizaciones del sector vienendenunciándolo como uno de los males endémicos en la economía delaceite. Las negociaciones de precios y la ordenación de la campañaoleícola para 1981-82, no pudo finalizarse normalménte porque elbalance oferta-demanda de aceite de oliva no cuadraba, ante la exis-tencia de unas 80.000 Tm. de este producto que se consumen, sin serproducidas. Personalmente desde el año 1978 vengo oyendo comen-tarios, por parte de funcionarios del Ministerio de Agricultura, res-pecto a la existencia cierta de un volumen oceánico de aceites fraudu-lentos que, además de atentar contra los derechos del consumidor,dificultan aún más el costoso equilibrio en el sector del olivar. En es-tas condiciones, y cualquier conocedor del sector oleícola español sa-be que no exagero, es indudable que ha existido responsabilidad ad-ministrativa en el caso del aceite tóxico. Otra cuestión que no meatrevo a abordar, por no ser mi especialidad, es donde reside dicharesponsabilidad. Sabiéndose la existencia del fraude ha habido mu-cho tiempo para mejorar y endurecer las inspecciones, para castigat

309

ejemplarmenté a los culpables y enderezar un sectot que de otro mo-do podía llevarnos a la catástrofe, como así ha ocurrido. Normalmen-te todo se habría quedado en una sangría económica, pero la malafortuna ha querido dar carácter de drama a la constatación de la situa-ción real del mercado de aceites en España. La prueba más evidentede lo que digo, se encuentra en el descubrimiento de multitud de fir-mas fraudulentas y operaciones irregulares, aunque sin conexión conel aceite tóxico, aparecidas en cuanto se endureció el control adminis-trativo, una vez desencadenado el escándalo.

Sin embargo considero erróneo achacat a los precios relativos en-tre el aceite de oliva y otros aceites vegetales, el estunulo al fraude.Tampoco el mayor o menor proteccionismo al aceite de oliva puedenconsidetarse en el origen del problema. En cualquier caso estas opcio-nes están en la base de lo que debe constituŭ una estrategia de políti-ca oleícola y son legítimamente defendibles, porque existen muchosmotivos para apoyar una u otra política. EI aceite de oliva no podránunca tener igual precio que los aceites de semillas oleaginosas. Sihubiera libertad para vender aceite de soja a bajo precio en el merca-do español, no desaparecería pot ello el estunulo para obtener bene-ficios fraudulentos, vendiendo como oliva, mezclas que tuvieran otrasgrasas. Pot otra patte, mientras que en España exista un sector oliva-rero importante, con regiones enteras que dependan de él, la protec-ción económica de un modo u otro será inevitable.

Dentro del cúmulo de contradicciones implícitas en el seétor degrasas comestibles, pueden y deben combinarse varios instrumentos

para hacer menos •ostoso el sostenimiento del sector y sobre todo, in-tentando abordar a medio y largo plazo las contradicciones que, hoydía, no pueden tener fácil solución: Puede discreparse y pueden co-metetse errores, pero parece muy interesado culpar a la política deprotección al aceite de oliva, la responsabilidad de la aparición del

aceite tóxico.

La CEE y la «guerra de las grasasn

La futura integración de España en la CEE amenaza con desequi-

librar muy seriamente el balance oferta-demanda en el sector deláceite de oliva. Esto es cierto al combinarse los efectos de la política

agrícola común:

310

a) Protección al olivar italiano, con altos precios y estunulo a laproducción.

b) Política libetal en la importación de semillas oleaginosas y susaceites, que nutren principalmente al consumidor europeo.

La ampliación a Grecia, Portugal, pero principalmente a España,tendrá necesariamente como consecuencia, una disminución en elconsumo de aceite de oliva en estos países y un aumento de la pro-ducción. Estos son hechos innegables y apoyan la ya iniciada reformade la P.A.C. En ningún caso la política para la Europa de doce miem-bros, podrá ser, como fue en sus comienzos, para una Europa de seismiembros, que además, podían considerarse como un aclub dé ricos»en el que, con el apoyo al olivar italiano, efectuaban una transferen-cia de rentas a una de las zonas más pobres de la CEE primitiva:

Todo ello obliga a concebir y diseñar una nueva estrategia oleícolaque deberá asentarse en los siguientes prineipios:

1°) Debe protegerse el olivar europeo, en una supe^cie que nosea mayor a la que España posea el día de la adhesión, o a laya restringida por el actual reglamento comunitario, para losdemás países miembros. '

2°) Debe concebirse una política internacional del aceite de oli-va, en el marco del Consejo Oleícola Internacional, que abor-de la formación de stocks y la regulación de précios, dentrode lo que debería cónstituir una planificación ordenada de laproducción y el comercio de este producto. La mejora en elactual Acuerdo Internacional está en línea con la estrategiade las Naciones Unidas para la estabilización de los mercadosde los productos básicos.

3°) La nueva política oleícola europea debe hacer suya la actualestrategia española de reconversión y reestructuración oliva-rera, con el objeto de intensificar y tecnificar el cultivo en Es-paña, Italia y en el resto de los países productores. La mejorade la productividad y la disminución de los costes, tienenaún un amplio margen en el sector olivarero y hay que prose-guir estas políticas. Las zonas menos productivas, deberán serobjeto de programas específicos de carácter regional o desti-

. nados a zonas deprimidas y que, por supuesto, deberán com-binar medidas, no exclusivamente dirigidas al olivar, conotras de política social y política económica general.

311

4°) Es preciso mejorar la relación de precios que entre el aceite deoliva y otros aceites vegetales existe hoy en la CEE. Para ello,y dado el gran desnivel actual, será preciso utilizar simultá-neamente varios instrumentos:a) Crecimientos del precio comunitario muy moderados o

nulos durante el período de transición.b) Sostenimiento de las actuales ayudas al consumo y a la

producción, de modo que tienda gradualmente a subven-cionarse en mayor medida la disminución del precio alconsumo, manteniendo los niveles de ayuda al productor.

c) Establecimiento de una tasa especial sobre el con ŭumo deaceites vegetales en general, que permita financiar la polí-tica oleícola comunitaria. Esta medida exigirá una difícil

negociación en el marco del GATT, pero en las actuales

circunstancias de la CEE parece ser la única solución. Laactual liberalidad en la política de comercio exterior euro-peo en semillas oleaginosas y aceites vegetales, desembo-caría inevitablemente en la desaparición del olivar euro-peo. Como esta solución es impensable, el coste de soste-nimiento del cultivo tiene en el establecimiento de la ta-sa, que repercutiría poco en el precio al consumo de losaceites de semillas, una solución sencilla y no discrimina-toria, puesto que gravaría de igual modo, a todos los acei-tes vegetales.

Está claro que cada una de estas medidas puede ser discutida.Existen argumentos sólidos para discrepar respecto a la tasa mencio-nada, respecto a las ayudas y subvenciones al sector olivarero y tam-bién para discrepar de la prohibición de nuevas plantaciones o de laentrada, libre de derechos arancelarios, de las semillas oleaginosas enterritorio europeo. Pero en mi opinión, cualquier otra combinaciónde medidas tendría efectos peores y costaría más. Ni la Europa medi-terránea puede prescindir del olivar, ni el coste para los poderes pú-blicos y para el consumidor pueden crecer desordenadamente sin lí-mites. Es preciso acotar el gasto público destinado al sector, de modoque la mejora paulatina del olivar permita ir disminuyéndolo con losaños. Además el consumidor debe tener en cuenta que pagar el aceiteun poco más caro, le ahorra el incremento enorme de gasto públicoque habría que ditigir a las zonas olivareras, si se decidiera una estra-tegia de sistemática destrucción de este cultivo.

312

Por parte de los productores de aceite de oliva tendrán que habi-tuarse, a que los precios europeos en la CEE de doce miembros, van adisminuir en términos reales, con respeto a los hoy vigentes en la CEEde diez. El olivar español ha podido sobrevivir con precios que, apro-ximadamente, reptesentan un 60% de los europeos, y por esta razónparece razonable que los precios futuros tiendan progresivamente asituarse, en términos reales, entre los que actualmente se dan en Es-paña y en la CEE de diez miembros. Esto obligará a arbitrar medidasde transición especiales para el olivar italiano, semejantes a las quehoy constituyen el Plan de Reconversión y Reestructuración del olivarespañol .

Por último y para no perder la perspectiva, es necesario recordar elorden de magnitud que los problemas olivareros poseen, dentro de laactual crisis de la política agrícola común, que es muy pequeño. Ni laCEE va a decidir su nueva estrategia agraria guiándose por los proble-mas del olivar, ni España retrasará más o menos su adhesión por lascomplicaciones en el sector oleícola. Este es un hecho evidente parapropios y extraños, pero sin embargo, «la guerra de las grasasp enEuropa afecta a demasiados intereses, como para considerarlo unasunto intrascendente.

La estrategia oleícola en España hasta la adhesión

En el conocimiento de que las líneas básicas de la integración delolivar español en la CEE, no van a diferir mucho de las señaladas enel apartado anteriot, la política olivarera para el espacio de tiempoque nos separa de la adhesión, y que todavía es una incógnita, nopuede diferir en gran medida de la actual. Es decir, hay que pro-seguir la reconversión y reestructuración del olivar y hay que sostener^la relación de precios con los aceites de semillas de modo que no sesupere el límite del 1,5. El modo de actuar es ya más discutible.

Por lo que respecta a la política de reforma estructural, piensoque se ha hecho más énfasis en la reestructuración de las empresasviables, que en la reconversión del olivar marginal. Esto significa queel coste de la política que se está Ilevando a cabo, es muy superior pa-ra el olivar menos productivo. Este es un hecho evidente. Los créditosy subvenciones del Plan del olivar están siendo aprovechados, en ge-neral, por olivareros con expectativas de futuro, mientras el efecto so-

313

bre el olivar marginal, ni puede ni debe, contemplarse en un Planolivarero. La reconversión del olivar matginal o se afronta a nivel co-marcal como un plan económico general, que aborde la problemáticade cada zona de modo específico, o no se obtendrán resultados signi-ficativos. EI problema persistirá, como ha pervivido desde 1972 a1981, o cuando se abandona el cultivo, será sin subvención y simple-mente pot emigración, muerte o ruina.

Por todo ello creo conveniente desligar ya, la reestructuración delolivar productivo o del que puede setlo pot introducción de mejoras,del problema de la reconversión del olivar marginal. Y una vez des-lindados los problemas, habrá que decidir cuánto dinero desea em-plearse en la resolución de cada uno de ellos y sobre todo, cuáles sonlos resultados que se obtienen. Mientras ésto no sea así, persiste el pe-ligro de que muchos empresarios que pueden acogerse a líneas de cré-dito normales, por el solo hecho de ser olivareros, disfruten de un planespecial que ha sido concebido para atajar un problema nacional muygrave. Este es también el peligro de no distinguit suficientemente,cuando se quieten abordar problemas agrarios y de mercados, y cuan-do lo que se pretende hacer es política social o regional. Estos aspec-tos suelen estar enlazados en la realidad, pero nó tanto como para nopoder deslindarlos, si existe voluntad de hacerlo.

En el segundo aspecto de la actual política olivarera, es decir, laregulación de precios entre el aceite de oliva y otros sustitutivos, pare-ce induscutible que mientras en España produzcamos, como prome-dio anual, más de 400.000 Tm. de aceite de oliva, y no parece queuna disminución de la producción pueda esperarse, aunque disminu-ya la superficie cultivada, ese volumen de producción no puede seralmacenada: o se exporta o se consume. En este terreno no podemosesperar soluciones milagrosas, porque no existen. Más que esperarlasdeberíamos evitar por todos los medios que casos como el del aceitetóxico ocurran. Por tanto las medidas deben concentrarse en:

a) Disminuir drásticamente el fraude en el aceite de oliva.b) Recuperar la imagen exteriot y si es preciso subvencionar la ex-

portación del aceite de oliva actualmente almacenado, espe-cialmente si el paso de los años puede provocar pérdidas en lacalidad o la destrucción total de la mercancía.

c) Sostener o incrementar en lo posible el actual nivel de consu-mo interior y para ello hay que mantener las actuales relacio-nes de precios.

314

d) Todo lo anterior, manteniendo un nivel de stocks de seguri-dad pata salvar desabastecimientos por escasez de cosecha. Enla actualidad el desabastecimiento es un problema inexistente,por haberse superado todo 1'unite razonable de stocks.

Queda por fin hacer referencia a un factor decisivo de la actualpolítica oleícola como es, la política de la soja. Como quedó suficien-temente aclarado en los capítulos anteriores, el tema soja es un aspec-to de la política agraria que desborda los 1'unites del sector oleícola yrequiere una nueva estrategiá global. Mientras no sea posible abotdaresta nueva política agtatia, el sector de aceites comestibles, con el ex-cedente de aceite de soja, con ese lago subterráneo de aceite de sojaque se produce en España pero no se puede consumir y hay que ex-portar, paga el precio de sector residual de la política agraria españo-la.

Y tampoco aquí podemos aspirar a soluciones mila ŭrosas. Si hayexcedentes de aceite de soja que amenazan con desequilibrar el sectoroleícola español, la única solución es importar menos haba de soja. Laactual situación como transitoria puede ser correcta. Pero hay que te-ner cuidado con las soluciones transitorias que duran toda la vida. Enmi opinión o se limita y encauza el sectot soja español, o antes o des-pués irá destruyendo partes cada día más importantes de la agricultu-ra española. Hoy puede ser el olivar, pero mañana será tal vez el gira-sol, o la ganadería extensiva o las leguminosas autóctonas sin estunu-lo para ser mejoradas, aumentar su cultivo y su participación en lasraciones para la alimentación animal.

Este es un tema clave y hay que pronunciarse. Entre una estrate-gia alimentatia basada en un modelo de dependencia exterior, quehoy representa la soja, pero mañana puede extenderse a la leche, lacarne o los cereales, o una estrategia alimentaria basada en un apoyorazonable a la agricultura española, mi opción es esta última. Y engran medida esta es la cuestión que hoy día se debate en torno a la re-forma de la política agrícola común: ^Debe mantener Europa su pro-ducción agrícola o debe apoyar una estrategia de división internacio-nal del trabajo, de especialización? Esta última opción es irreal, peli-grosísima y supondría en gran medida un suicidio o una satelizacióninsoportable.

Coherente con la visión anteriormente expuesta, no consideroque, desde el punto de vista agrario, debería aceptarse la integración

315

en la CEE, si se modificara sustancialmente su estrategia agraria y ali-mentaria. Las probabilidades de que esto ocurra parecen, de todasformas, ser muy escasas. Por todo ello resulta más lógico apoyar unagradual y limitada especialización de producciones agrarias, dentrodel marco de una Comunidad Económica Europea ampliada, quetendiera a eliminar las situaciones de mayor irracionalidad económi-ca. Pero generalizat esta estrategia al marco internacional, con estruc-turas sociales, económicas y políticas tan dispares como las que hoy sedan, es sencillamente una locura.

Dentro del marco europeo, el olivar español tiene un papel quejugar en el futuro del sector de aceites y grasas comestibles. Pero estepapel de todas formas, viene condicionado por la solución que en Es-paña, o en la CEE de doce miembros se dé a la política de la soja. Co-mo apuntaba a.nteriormente, el sector soja debe ser controlado mejorque hasta hoy y limitado, dentro de unos márgenes de maniobra quepermitan, sin caer dentro de límites intalerables de irracionalidadeconómica, es decir, habrá que seguir importando soja, impedir quela voracidad demostrada por este producto nos incapacite para man-tener un nivel aceptable de desarrollo en nuestra propia agricultura.

^Cómo podría instrumentarse estz pnlítica? Centrándonos en elobjeto de nuestro estudio y en la situación de incertidumbre. actualrespecto a nuestra integración europea, existe un margen de manio-bra que hay que utilizar. En primer lugar hay que fomentar el consu-mo de leguminosas pienso aútóctonas, girasol y cebada en la alimen-tación animal. También hay que reconvertir parte de las importacio-nes de haba de soja, aumentando la propoición de importaciones deharinas y turtos de soja, de modo gradual, tendiéndonos a situar en larelación que la CEE tiene entre importaciones de haba de soja y hari-nas y turtos que se sitúa entre 0,5 y 0,6, cuando en España, como he-mos visto esta relación alcanzó 0,97 en 1980. Esto implicaría la desa-parición gradual de los excedentes de aceite de soja, con una víctima:la industria molturadora de soja. ^Pero realmente sería una víctima osimplemente se pondría freno y límite a un crecimiento que pareceno tener fronteras?

Todas las soluciones apuntadas anteriormente son posibles desdeel punto de vista técnico y sólo sería necesario poder contar con la su-ficiente independencia política y económica para Ilevarlas a la prácti-ca. Insisto en que exacerbar el proteccionismo agrario, puede ser tannefasto como pensar que buena patte de nuestra agricultura es un

316

fardo pesado del que conviene desembarazarse. En el sector olivarerotenemos un ejemplo de que es posible combinar una política de pro-tección con medidas de transformación y mejora, que aproximen estecultivo a niveles de praductividad alcanzados por otras produccionesen nuestro país, en base a una aplicación sistemática de la cienciaagronómica a un cultivo que durante muchos años recibió elogiostraidores. El aceite de oliva está muy lejos de ser el ^oro de España»,pero tampoco tenemos por qué convertirlo en nuestra vergiienza.

La problemática global

La actual crisis olivarera no debe considerarse aislada sino en elmarco de la crisis, más global de la agricultura española, resultante dela adopción de una estrategia de apoyo al consumo de productos ali-menticios.

La sustitución de parte del consumo de aceite de oliva por otrosde semillas oleaginosas, es un fenómeno similar al desarrollo del con-sumo de carne de pollo o de cerdo, en lugar de carne de vacuno u ovi-no, en el sentido de constituir un incremento en el consumo de pro-ductos alimenticios baratos, en procesos casi totalmente industrializa-dos y sin dependencia del medio rural español.

Desde este punto de vista la crisis del olivar, más que enmarcadaen un proceso de crisis de la agricultura tradicional, por inadaptacióntecnológica, es un elemento más de la crisis de la agricultura españolaal abandonarse, en la estrategia de la industrialización del país, todoobjetivo de ptogreso agrario suficientemente programado. El ritmoveloz del desarrollo económico español ha impedido el correcto rea-juste del sector agrario, especialmente en las regiones menos indus-trializadas.

La política oleícola ha quedado además subordinada a la políticade abastecimiento de carne y la diversidad de la elasticidad del consu-mo en ambos sectores, ha generado un excedente de aceites, en unpaís con déficit acusado de grasas.

Este excedente actual de aceites, ha sido provocado por la inexis-tencia de un programa coherente para compensar el déficit detectadodesde 1940. Se apoyó la expansión supe^cial del olivar en la idea decompensar dicho déficit, pero simultáneamente se adoptó desde1956, una estrategia de abastecimiento exterior, que se volvió irrever-

317

sible al vincularse desde 1964, a la demanda de soja para el sector ga-nadero. Además la expansión a partir de 1967, de la producción degirasol ha intensificado el excedente de aceites.

Toda esta problemática es el reflejo de las contradicciones inter-nas de la política agraria en el desarrollo español, pero se ha vistoagravada por la política de comercio interior practicada desde 1956.EI mercado de aceites ha sido objeto de continuas intervenciones ycontroles, con objetivos coyunturales, que han impedido una normalevolución del sector productivo agrario. La política de creación de unmercado de aceite de alta calidad, para unas clases con rentas altas ypara la exportación, habría exigido una política de abastecimiento demasas que no inte^riera aquel mercado. EI organismo interventor,CAT, practicó una política que hizo imposible la diversificación deambos mercados. Su actuación en el comercio interior y exterior se haapoyado en la existencia de un único mercado de aceites vegetales,sustitutivos en alto grado, pero con precios distintos.

En estas condiciones el equilibrio del mercado oleícola habría exi-gido o la protección comercial del aceite de oliva, o una política deprogresiva reconversión del olivar a otros aprovechamientos, redu-ciendo la producción interior de aceite de oliva.

La política intervencionista, en los momentos de crisis de abaste-cimiento en el mercado interior, se ha efectuado siempre con despre-cio hacia el mecanismo de formación de los precios del aceite de oli-va, afectando la estabilidad del mercado de exportación, imprescin-dible para garantizar la absorción de la producción española de aceitede oliva.

La política de reconversión del olivar se inició tarde, en 1972,cuando el cambio en la coyuntura económica general comprometía lareadaptación de las zonas productoras a otros aprovechamientos. Lastensiones y elevaciones en los precios de los productos básicos y la cri-sis del empleo, desaconsejan hoy día la elaboración de una políticasistemática de sustitución del olivar, que en todo caso debió haberseacometido en la década de los sesenta. Las propias característicasagronómicas del cultivo y la inadaptabilidad dé buena parte de la su-perficie olivarera para otros aprovechamientos, se ha mostrado a lolargo de la historia, como un factor de estabilización de la superficieolivarera, en épocas de crisis.

Se puede, por tanto, admitir cierta rigidez en la oferta españolade aceite de óliva. Un supuesto verosímil sitúa la producción, en los

318

)I/Tm.1.800

1.700

1.600

1.500

1.400

1.300

1.200

1.100

1.000

900

800

700

600

500

400

300

200

100

PRECIOS INTERNACIONALES DE ACEITES VEGETALES

1 ^. ^ `^• \ ^ \

^ '^ /

^ ^\1^ , ^

^^

\ ,

%♦ .\

'^' ^• ^ i^. : \

'

/

/^ ;

// /

i' ` ^ ^ /.^• ^ ^ /

^ ^^:

•s^

1967 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79

Aceite de oliva

Aceite decacahuete

Aceite degirasol

Aceite de sojaAceite de colza

FUENTE: C.O.I. y F.A.O.

ptóximos años, en el intervalo de 400.000 a 450.000 Tm/año, comopromedio, considerando que los descensos en la superficie productivavan a verse compensados por el incremento en los rendimientos de lasupe^cie óptima pata el cultivo.

Esta producción media es superior, ligeramente, al nivel mediode la demanda total registrada en los últimos años, pero puede pro-vocar grandes excedentes, si no se conservan los actuales niveles de ex-portación o consumo interno. Es decir, sobre el mercado del aceite deoliva, sigue gravitando amenazadoramente, la apertura sin restriccio-nes del mercado interior, a toda lá gama de tipos y calidades de acei-tes vegetales que hoy compiten en el mercado europeo. Si esta aper-tura coincide con un momento de crisis económica, es decir, con se-rias limitaciones en los presupuestos de ŭonsumo familiar, la relaciónde precios entre los distintos aceites vegetales puede provocar una im-portante disminución en el consumo interior de aceite de oliva.

Además, plantear una posible mejora en la relación de ptecios,no parece un supuesto vero•unil a corto plazo, si tenemos en cuentaque la relación entre el precio del aceite de oliva y del aceite de sojaen España, aún siendo 1, 5, no impidió una sustitución creciente en elconsumo. Pero además, dada la existencia de una demanda exteriorde aceite de oliva, con precios muy superiores en el mercado europeo,los precios en España estarán sometidos a una presión alcista, quecondena el mercado oleícola español a crisis periódicas,.que desesti-mularán más aún al consumidor.

Este es el aspecto real del mercado oleícola español. Las contradic-ciones básicas parecen ser suficientes y con entidad, para que la crisisdel olivar sea irreversible. Sin embargo las ya comentadas insuficien-cias del sistema productivo español, vienen frenando el reajuste natu-ral del sector y es posible que en los próximos años se intensifique laacción de estas fuerzas.

Toda acción de sostenimiento del equilibrio del mercado, con losdesajustes estructurales descritos, representa un volumen de recursospúblicos muy elevado, pero la relevancia del problema oleícola espa-ñol, sector en el que confluyen gran parte de la política agraria, decomercio exteriot, política de empleo y política regional, hace invia-ble cualquier supuesto de abandono al libre juego de las fuerzas delmercado. Sin embargo, cúalquier política de sostenimiento públicoque no vaya acompañada de un conocimiento profundo de los desa-justes estructurales del sector y no tienda, dentro de una estrategia a

320

medio y lazgo plazo, a su cortección, podtía convertitse en inductorade futuros desequilibrios aún mayores.

En la perspectiva de la integración de España a la ComunidadEconómica Europea, el problema olivatero mantiene, básicamente,los pe^les descritos. Sólo la adopción de una política moderadamen-te proteccionista puede sostener el cultivo del olivaz. Pero éste es unprincipio válido para gtan pazte de la producción rutal española yeuropea, limitadas por estructuras de producción resultantes de mu-chós siglos de historia. Cualquier otra estrategia, en la situación ac-tual de dependencia exterior^en multitud de productos básicos, ma=tetias primas y energía, incrementazía a niveles intolerables la depen-dencia exterior de la economía española o europea.

321