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NÓMADAS 10 EPISTEMOLOGÍA, ÉTICA Y POLÍTICA DE LA RELACIÓN ENTRE INVESTIGACIÓN Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL Humberto Cubides C.* Armando Durán D.* * Este texto pretende examinar desde una visión panorá- mica los complejos problemas de la relación entre investiga- ción y transformación social, centrándose en tres dimensiones que permiten comprender el significado diverso que puede to- mar: lo epistemológico, lo ético y lo político. En cada caso, explicita algunas problemáticas de su abordaje, estableciendo un nexo con las otras dos dimensiones. Finalmente, al intro- ducir la discusión sobre la noción de “cambio social”, insiste en la necesidad de crear alternativas al desarrollo convencio- nal desde la aceptación de las diferencias culturales y de las circunstancias propias de nuestros países; en consecuencia, para superar el intervencionismo irreflexivo, los investigado- res sociales deberían comprometerse con la definición de un futuro posible para la región. This text seeks to examine, from a panoramic perspective, the complex problems in the relation between research and social transformation, centering in three dimensions that allow to understand the diverse meaning that they can take: the epistemological, the ethical, and the political. In each case, it makes explicit certain problematic in its approach, establishing the links with the other two dimensions. Finally, by introducing the discussion about “social change”, it insists in the necessity to create alternatives to the conventional development of this topic from the acceptance of the cultural differences specific to our countries. In consequence, to overcome an irreflexive interventionism, social researchers should compromise in the definition of a possible future for their regions. * Subdirector del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central, DIUC, y do- cente-investigador de su Programa de Comunicación-Educación. E-mail: hcubidesc@ucentral. edu.co o [email protected] ** Docente-investigador del Programa de Comunicación-Educación de la Universidad Central. E-mail: [email protected]

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Page 1: Epistemología, etica y política de la relación entre investigación social y transformación.HUMBERTO CUBIDES

NÓMADAS10

EPISTEMOLOGÍA,ÉTICA Y POLÍTICADE LA RELACIÓN

ENTRE INVESTIGACIÓNY TRANSFORMACIÓN

SOCIAL

Humberto Cubides C.*Armando Durán D.* *

Este texto pretende examinar desde una visión panorá-mica los complejos problemas de la relación entre investiga-ción y transformación social, centrándose en tres dimensionesque permiten comprender el significado diverso que puede to-mar: lo epistemológico, lo ético y lo político. En cada caso,explicita algunas problemáticas de su abordaje, estableciendoun nexo con las otras dos dimensiones. Finalmente, al intro-ducir la discusión sobre la noción de “cambio social”, insisteen la necesidad de crear alternativas al desarrollo convencio-nal desde la aceptación de las diferencias culturales y de lascircunstancias propias de nuestros países; en consecuencia,para superar el intervencionismo irreflexivo, los investigado-res sociales deberían comprometerse con la definición de unfuturo posible para la región.

This text seeks to examine, from a panoramic perspective,the complex problems in the relation between research andsocial transformation, centering in three dimensions that allowto understand the diverse meaning that they can take: theepistemological, the ethical, and the political. In each case, itmakes explicit certain problematic in its approach, establishingthe links with the other two dimensions. Finally, by introducingthe discussion about “social change”, it insists in the necessityto create alternatives to the conventional development of thistopic from the acceptance of the cultural differences specificto our countries. In consequence, to overcome an irreflexiveinterventionism, social researchers should compromise in thedefinition of a possible future for their regions.

* Subdirector del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central, DIUC, y do-cente-investigador de su Programa de Comunicación-Educación. E-mail: [email protected] o [email protected]

** Docente-investigador del Programa de Comunicación-Educación de la Universidad Central.E-mail: [email protected]

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menguados por el conocimiento quese crea?, y 2º. Político, relacionadocon inquietudes como la siguiente:¿Hasta qué punto ese conocimientocontribuye o no a la posibilidad deconstruir una sociedad más democrá-tica y más equitativa? (E. Lander,

2000). De allí que una indagación ala relación propuesta, tenga que con-siderar estos tres aspectos como ejesde análisis; en su conjunto, lo ante-rior indudablemente sugiere precisara qué clase de transformaciones so-ciales nos referimos: ¿mayor desarro-llo?, ¿qué clase de desarrollo, undesarrollo con arandelas: más “huma-

La relación entre producciónde conocimiento e incidencia en larealidad desde siempre ha sido unproblema central para las institucio-nes académicas; sin embargo, estetema adquiere particularidades tra-tándose del saber social y susimplicaciones en el ámbito de lo pro-piamente societal. Esclaro que las cienciassociales surgieron en laedad moderna tratandode emular a las cienciasnaturales en cuanto a suintento de lograr plena“objetividad”, certezaabsoluta, la represen-tación de las entidadesconcretas y tangiblesdesde una perspectivaoperativa para lograr me-dirlas, y acudiendo a unaforma de pensar lógico-formal que se confundecon lo propiamente racio-nal, entre otras caracterís-ticas (M. Martínez, 2000).Este modelo especular quehabía sido aplicado previa-mente de manera exitosa enla ciencia y la tecnología delos cuerpos de tamaño inter-medio, pero no en el mundosubmicroscópico ni tampocoen el mundo macroscópico,determinó un planteamientoinstrumental y utilitarista enel abordaje inicial de los fenó-menos sociales.

Pero en la relación entreinvestigación y transformación so-cial, a los problemas de ordenepistemológico mencionados (queretomaremos luego), se suman otrosdos no menos importantes. 1º. Éti-co, al que se refieren preguntas como:¿Qué clase de valores y qué posibili-dades de futuro son alimentados o

no” o “sostenible”?, ¿un cambio pro-gresivo o atenuado, o la transforma-ción radical o estructural de lasociedad? En consecuencia, para ter-minar discutiremos la noción de cam-bio o transformación social que sepropicia desde diversas perspectivas,

de acuerdo con la maneracomo se comprende la rela-ción entre las dimensionesepistemológica, ética y polí-tica de la investigación social.

Dimensiónepistemológica

Volvamos al primero delos aspectos enunciados. Entérminos generales, se plan-tean tres entradas episte-mológicas para reconocerla producción de conoci-miento, que coincidencon posiciones distintasdel sujeto investigador (J.Ibáñez, 1994). La prime-ra, propia del paradigmatradicional, sustenta unarelación unidireccionalentre sujeto y objeto; elsujeto “investigador”mantiene distancia conlo investigado, se tratade una relación que sebasa en la metáfora dela labor del científicoen el laboratorio consu microscopio estu-

diando una especie distinta a éste (su-jeto absoluto). La segunda formulauna relación interdependiente suje-to-objeto; esta postura frente al co-nocimiento evidencia que el sujeto“investigador” es influenciado por elobjeto “investigado” dado que se leda valor en el proceso al papel delcontexto (sujeto relativo). La terceraentrada hace énfasis en una relación

Centro Rockefe lle r. New York, 1938

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sujeto-sujeto; el sujeto “investigador”le confiere el estatus a lo “investiga-do” de sujeto, lo que implica que elproceso de producción de conoci-miento es construido por un diálogoentre visiones que involucra la par-ticipación de éstos como artíficesprincipales (sujeto intersubjetivo).

Cada una de estas posiciones:sujeto absoluto, sujeto relativo y su-jeto interdependiente, evidenciaposicionamientos diferenciales sobrela investigación y su relación con laacción social. Explicitar algunas pro-blemáticas implícitas en estosabordajes contribuiría a allanar pis-tas sobre su relación estratégica.

Es evidente que desde el paradig-ma tradicional, denominado pormuchos autores de control, el investi-gador y la investigaciónmisma tienen un papelmuy débil, casi nulo, paraun desarrollo deseable alconjunto de la sociedad.Ello por cuanto, de unaparte, se maximiza la in-dependencia de los valo-res de los diversos actoresdel carácter de una posi-ble contribución de la in-vestigación al procesopolítico-social (neutrali-dad) y, de otra, porque seasume como principio elaislamiento: los fenóme-nos aunque se relacionanunos con otros, pueden serestudiados independiente-mente (Navarro, 1989).

No obstante, son nu-merosos los filósofos de laciencia que coinciden enseñalar que la crisis del pa-radigma tradicional, cuyamás acabada expresión es

la del positivismo lógico, dio paso auna nueva manera de pensar no soloel problema del conocimiento sinotambién a nosotros mismos, nuestrarelación mutua y la sociedad en ge-neral (B. Pearce, 1998); y que de loque se trata es del paso de una visióncontemplativa y pasiva del investi-gador a una actitud participante yactiva frente al “objeto” de conoci-miento. El interrogante que surge es¿cuál es la clase de conocimiento queresulta adecuado para los participan-tes? Algunos responden que se debeaspirar a la fronesis, a una inteligen-cia reflexiva que a cambio de pregun-tarse por el qué o la substanciaverdadera de las cosas aspire a cono-cer cómo funcionan éstas y a inte-grar la teoría con la práctica o lareflexión con la acción instaurandola praxis. La praxis como dinámica

que impulsa a visibilizar el papel delas ciencias humanas y sociales comoagentes del cambio, y al mismo tiem-po, como generadoras de compren-sión del cambio.

La mencionada crisis del paradig-ma clásico de la modernidad —consus nociones de ciencia, técnica yracionalidad— ha conllevado la di-solución de los principios y funda-mentos de las ciencias sociales yhumanas en lo que tiene que ver conaspectos de sus disposiciones episte-mológicas: remisión a las causas últi-mas, predictibilidad, verificabilidad,objetividad del sujeto consciente,idea de progreso; y a sus disposicio-nes ontológicas mediante las cualesse atribuyen modos del ser humano:el hombre como sujeto de historia;la sociedad basada en la cooperación

y la solidaridad; las formasde producción y circula-ción del lenguaje; igual-mente de aquello queremite a las parejas: funcio-nes y normas, conflictos yreglas, significaciones y sis-temas significativos (M.Foucault, 1978).

Lo anterior permitió laemergencia de al menos dosnuevas formas de mirada delo social: el construccio-nismo y el contextualismo.Desde el primero, tomadoen sentido amplio, el mun-do social se asume comoconjunto de actividadesque definen las pautas deinteracción, como juegosen donde los sujetos se ha-cen un lugar; de este modolas actividades se estructu-ran según ciertas reglas deobligatoriedad (B. Pearce,1998). Esta concepciónNew York, 1934. Foto: Walker Evans

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formula que todo acto es co-construi-do a partir de la interacción socialcomunicativa con otros; ello suponeque la menor unidad de análisis esuna tríada de acciones: el aconteceren función de lo que sucedió previa-mente y de lo que sucederá después;una fuerza contextual presente entoda situación, la cual se encuentraprefigurada por las circunstancias vi-gentes; y, tercera, una fuerza implica-tiva, esto es, aquello que la acciónrealizada implica al contexto. El cons-truccionismo es caracterizado entoncespor algunos autores por un “relativis-mo” derivado de realidades construi-das en contextos sociales específicos.Esta perspectiva afirma que las perso-nas no conocen de verdad sus moti-vos, sean éstos razonables o racionales.Constituyen sus motivos enel curso de su interacción, loque implica que las defi-niciones colectivamentecompartidas de normas, in-tereses, hechos, etc., son elresultado de procesos socia-les. Se habla para que algosea (Eder, 1998). En relacióncon el conocimiento, elconstruccionismo sugiereque el sujeto asume una ac-titud de participante: el pa-saje de la teoría a la praxiscon base en una inteligenciareflexiva, para dar respuestaa una nueva estructura físicadel mundo social predo-minantemente comunica-cional; se subraya así elperspectivismo y relativismode todo conocimiento,pretendidamente objetivo,de la realidad social.

Con el contextualismo,en sus diversas versiones(teoría crítica, hermenéuti-ca, de la complejidad, del

pensamiento globalista, etc.), se bus-ca superar las limitaciones intrínse-cas de la epistemología de lasubjetividad (con su jerarquizacióndesmedida del saber tácito de unaconciencia práctica subjetiva y supertrechamiento en una miradamicro-social del mundo, de lasinteracciones sociales descontex-tualizadas). Esta epistemología bus-ca articular los esfuerzos indagativosde una mirada macro-social con losde una micro-social, a través de lacaracterización de la contextualidadsocial situacional o local del obrar yaccionar de la vida cotidiana y la ca-racterización de la contextualidadsocial global desde el análisis de lasestructuras de relaciones sociales y delas instituciones macro, bajo el su-

puesto de que la investigación estámediada por los valores del sujetoinvestigador y del “objeto” investi-gado que interactúan y se comunican.

De manera transitiva, en algu-nos casos esta perspectiva sugiere enel terreno teórico, y también en elpráctico, que la meta de indagaciónes la crítica y transformación de lasconflictivas estructuras sociales, po-líticas, culturales, económicas, etc.,y la necesidad de elaborar la facti-bilidad social de posibles vías o cami-nos de tránsito, particularmentedesde la actual globalización expan-sionista excluyente hacia otra “glo-balización solidaria”, mediante lateorización de las experiencias de lospueblos y países que intentan atenuar

las consecuencias extre-mas de la actual sociedadmundial neoliberal (L.Sotolongo, 2000).

La “globalización ex-pansionista”, entendidacomo las transformacionessociales fruto de un con-junto de procesos que im-plican la movilización derecursos económicos y cul-turales desde los centros depoder tradicionales, pare-ce menguarse por unaprogresiva “globalizaciónsolidaria” como conse-cuencia, entre otros aspec-tos, de la emergencia deuna incipiente estructurasocial agenciada por los“nuevos” movimientos so-ciales. Las organizacionesy grupos que configuranestas nuevas formas emer-gentes de movimientossociales actúan en el ám-bito de la solidaridad conlos sectores menos favore-Carro de galletas. New York, 1930

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cidos o marginados de las sociedades,por ejemplo, con colectivos que sehan visto impulsados a emigrar bus-cando su supervivencia, mejorar sucondición de vida o sólo para garan-tizar su seguridad. Estos movimien-tos no sólo testimonian sino que enmuchos casos lideran la movilizaciónsocial, ya sea porque han alcanzadomayor presencia en la esfera públicao porque los otros movimientos imi-tan, de forma creciente, en sus for-mas reivindicativas e identitarias, alos movimientos sociales por la soli-daridad (Ibarra, 1998). Asumiendoesa perspectiva, uno de los objetivosfundamentales en el estudio de estasorganizaciones es el análisis de cómoconstruyen sus discursos para la trans-formación social y su difusión (Sabu-cedo, 1998).

La pregunta que emerge es la de¿cómo diseñar investigaciones de talmodo que el desarrollo social se en-camine por ciertas direcciones desea-bles? Coincidimos que un primercriterio para considerar es que bajola aceptación del principio de com-plementariedad en el análisis, deter-minado objeto social sea estudiado

en tres niveles posibles: como ele-mento singular, como conjuntoimbricado de relaciones y como ope-rador de cambio en el sistema socialabierto; tal pauta exige acudir a he-rramientas metodológicas que permi-tan tal cobertura. Así mismo, implicala utilización de parámetros de ob-servación que logren combinar lasdimensiones cuantitativas e institui-das del fenómeno con las propias delas relaciones cualitativas que seorientan a las transformacionesinstituyentes (A. Davila, 1999).

La producción de nuevo pensa-miento puede abrir cauces a la reali-dad social de manera que comoproducto de verse a sí misma como“objeto” algunos de sus integranteslogren actuar en la perspectiva depermitir que dicha realidad se dife-rencie de ella misma, negando sucondición. Esto supone asumir unaactitud de reflexividad objetiva, pers-pectiva que atribuye, simultánea-mente, al objeto y sujeto de lainvestigación las mismas condicionesde posibilidad de su par contrario;como consecuencia del “intercambiode información”, producto de la so-

cialización de los resultadosinvestigativos y la apropiación en elanálisis y la interpretación de lavisión de los individuos y grupos es-tudiados, unos y otros son transfor-mados (J. Ibáñez, 1988). En elproceso de investigación se requiereconfrontar entonces las interpreta-ciones de primera instancia (emic,hechas por el actor a partir de su ex-periencia cotidiana), frente a las in-terpretaciones de segunda instancia(etic, realizadas por el investigador,“desde fuera”).

La actitud reflexiva objetivatambién podría verse como un suje-to “investigador” que antes que tra-tar de construir las condiciones“artificiales” necesarias para adelan-tar la investigación, propende porinstaurar una interacción dialógicacon éste desde su contexto “real” co-tidiano implicado.

En síntesis, la pregunta por el tipode investigación que pueda ayudar amejorar y cambiar la sociedad puedeser contestada afirmando que esaquella que se distancia del (los)paradigma(s) de control. Es decir, la

Publicidad para el Luna Park. New York, 1930

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que acepta fundamentar su diseño enla presencia de actores múltiples,contemplando la maximización deuna serie de valores en alguna o entodas las partes del sistema, agrupa-miento cuya elección resulta relevan-te para responder a la pregunta de sies cierto o no que las descripciones o“modelamientos” que se realicen so-bre el mundo social contribuyen a loque los actores se proponen llevar acabo dentro de los procesos políticos.Tema que nos adentra en los siguien-tes puntos.

Dimensión ética

Como se ha insinuado, esta líneade análisis conduce a preguntar so-bre el sentido de las formas de con-creción de la reflexión y acción socialde las comunidades del conocimien-to (comunidades que dialogan consaberes académicos, empíricos, esté-ticos, religiosos, entre otros). Funto-wicz y Ravetz1 (1999) han acuñadoel término de ciencia pasnormal para

denominar la praxis científica que,superando la concepción “normal” dela ciencia (Kuhn, 1971) como pro-greso racional de resolución de pro-blemas, incluye también los aspectoséticos. Lo que esta noción problema-tiza tiene que ver con la “aplicación”simple y mecanicista del conoci-miento (ciencia aplicada) que se ex-tiende hacia otros tipos de praxis(como el asesoramiento científico ytécnico).

La concepción “normal” de cien-cia proviene de las llamadas cienciasnaturales en donde el ser humano essujeto y no objeto de conocimiento,es decir, corresponde a la idea de su-jeto absoluto presentada anterior-mente. Las ciencias humanas ysociales han recibido el influjo de estaperspectiva y han introducido otrasposturas de relacionamiento (sujetorelativo, sujeto intersubjetivo) endonde el ser humano es sujeto yobjeto de conocimiento y, además,parte integral del método del inves-tigador. En esta triple faceta de suje-

to, objeto y vehículo metodológicoel investigador –portador de deseos,sentimientos, intenciones, opinionese intereses inexistentes en los objetosinanimados de la ciencia natural–,suele introducir una serie –variablepero relevante– de sesgos y valorestanto en el proceso de estudio comoen sus resultados. De este modo, nose considera como a priori posible ynecesario de la investigación la dis-tinción entre la parte de valores in-dependiente del actor y la parte quedeviene con el proceso mismo de lainteracción.

Desde el punto de vista ético, lacrisis de la razón y del paradigma tra-dicional muestra que las nocionesguía de ciencia, técnica y racionali-dad aparecen como nociones ciegas;hace también crisis, el supuesto éti-co conforme al cual las sociedadespueden y deben ser racionalmentefundadas en orden a una única fina-lidad, que en este caso es traducidaen lógica de la dominación y devieneen un orden racionalizador que es-

“La reina Cristina”. Teatro Astor, New York, 1930

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tigmatiza y excluye como irracionaly no verdadero todo lo que se resistea ser encerrado en ese orden, es de-cir, todo lo singular, contingente, elarte, la pasión, etc. (M. Téllez, 1995).

Es evidente que intervención so-cial y producción de conocimientoestán interconectadas gracias alas temáticas y enfoques quesubyacen a ambos ámbitos, locual obliga a un posicionamien-to respecto de diversos aspectosen donde están implicados de-terminados valores e ideales defuturo. La intervención social,como actividad práctica, mu-chas veces requiere integraranalítica y operativamente lainformación obtenida desde unamultiplicidad de enfoques; pers-pectiva opuesta, en algunoscasos, a los supuestos metodoló-gicos de algunas teorías. Igual-mente, debido a la complejidady multisectorialidad de los temassociales y a la dificultad de suabordaje integral desde una es-pecialidad científica o profesio-nal, la intervención prácticarequiere adoptar la multidis-ciplinariedad, entendida comoesfuerzo analítico e interventivo con-junto. La conciencia de la pluralidady diversidad psicológica y social pue-de generar problemas de coherenciaen los puntos de vista y en los intere-ses de las áreas de estudio selec-cionadas lo cual demanda en lapráctica atender problemas de sínte-sis e integración.

Por otra parte, el asunto del po-der es un aspecto para tener en cuen-ta en cualquier acción social, almismo nivel que otros aspectos ra-cionales que se contemplan como losde evaluación, planificación, resolu-ción de problemas, etc.; por tanto,

este tema requiere de su incorpora-ción en la investigación y análisisteórico como un factor clave de larealidad social. Pero esto no siempresucede desde algunos enfoques queacuden a conceptos mucho más di-fusos; por el contrario, las posicionesque se autodefinen como de indaga-

ción crítica apuntan a reconocer losefectos de la investigación en el sis-tema macro, con lo cual contribuyena mantener en la vida social el enfo-que de la realidad de la dominación,la distribución del poder y las des-igualdades sociales.

Finalmente, se acepta que el fac-tor de la participación, el diálogo ynegociación social es definitivo encualquier programa de intervenciónsocial, pues éstos se enfrentan al sur-gimiento de conflictos y divergenciasentre los distintos actores, siendonecesario entonces un espacio deampliación democrática en el plan-

teamiento y la resolución conjuntaentre investigadores e investigados deciertos problemas sociales. Ante elinterrogante de cómo puede ser apo-yado el cambio social desde la inves-tigación, puede afirmarse que siemprey cuando se disponga de medios fia-bles de argumentación en los que

exista la oportunidad para losdiversos actores de utilizar re-cursos acordes a sus propios va-lores, sin que se impida su usopor parte de otros, la investiga-ción puede convertirse en unfactor importante de transfor-mación. No obstante, en mu-chas ocasiones, ésta no es laperspectiva que se adopta puesse parte de un sobredimen-sionamiento del saber especia-lizado, del papel del experto, yde las posibilidades de losmétodos de las disciplinas cien-tíficas, aparentemente más ri-gurosos. Se trata, en cambio, decomprender que desde hacecierto tiempo el conocimientoha dejado de ser dominio ex-clusivo de los intelectuales y susherederos (investigadores, “in-genieros sociales” o “analistassimbólicos”) y se ha converti-

do en un medio común y en un im-portante dispositivo mediante el cuallas sociedades se organizan, cambiany se adaptan a las nuevas circunstan-cias históricas.

Conocimiento que se expresa enlas creencias sociales compartidas queconfiguran el sentido común de losindividuos el cual es fruto de lainteracción social y de la influenciapasada y presente de distintas co-rrientes de pensamiento, ideologías,etc. Al respecto, Gramsci afirma “elsentido común no es algo rígido einamovible, sino que está continua-mente transformándose, enrique-

Lionel Hampton en el xilófono. New York, 1930

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ciéndose con las ideas científicas ycon las opiniones filosóficas que hanentrado en la vida ordinaria”(Sabucedo, 1998).

La necesidad de crear alternati-vas al desarrollo convencional por víade la defensa de la diferencia cultu-ral implica visibilizar los procesos deconstrucción de identidad colectiva.La identidad colectiva como proce-so se distancia de aquella concepciónque la considera como algo unitarioy coherente. Según BenjamínTejerina (1998), la identidad colec-tiva tiene tres elementos constituti-vos. En primer lugar, supone lapresencia de aspectos cognitivos quese refieren a una definición sobre losfines, medios y el ámbito de la ac-ción colectiva. En segundo lugar,hace referencia a una red de relacio-nes entre actores que comunican, in-fluencian, interactúan,negocian entre sí y adop-tan decisiones. En tercerlugar, requiere cierto gra-do de implicación emocio-nal, posibilitando a losactores sentirse parte deun “nosotros” (Tejerina,1998). Desde este plantea-miento se hace visible la di-mensión construccionistade la acción colectiva.

Seguir el rastro de losmovimientos sociales des-de este enfoque de la ac-ción colectiva que prestaatención a los aspectossimbólicos y culturales(también presentes en elproceso de movilizacióncolectiva) impulsa unaforma “novedosa” de re-novación de los valoressociales que la moderni-dad erige como exclusi-

vos. En relación con esto, ManuelCastells afirma que lo característicode los movimientos sociales y proyec-tos culturales construidos en torno aidentidades en la era de la informa-ción es que no se originan dentro deinstituciones predominantes de la so-ciedad civil. Introducen, desde elprincipio, una lógica social alterna-tiva, distinta a los principios de ac-tuación en torno a los cuales se erigenlas instituciones dominantes de lasociedad (Castells,1997).

En síntesis, la cuestión que pre-senta este apartado no es si la in-vestigación y la proyección socialque realizan las ciencias humanas ysociales contienen o no valores eideología, sino la necesidad de in-dagar qué valores concretos concu-rren en cada proceso y situación,cuál es su papel y cómo se podrán, y

deberán –desde las diferentes visio-nes de realidad–, manejar e integraren la práctica. Un principio para te-ner en cuenta es que no se puede eli-minar la subjetividad y los valores dela ciencia y de sus usos técnicos; habría,en cambio, que esforzarse en hacerlosexplícitos, sea para intentar controlar-los, para observar su aportación al re-sultado final de la actividad o parautilizarlos provechosamente en la ac-ción social. Con esta orientación, elinvestigador asume mayor libertadde elección de un curso de acción ode un método determinado pero, pa-ralelamente, mayor es la respon-sabilidad (personal, jurídica yprofesional) por las consecuencias desu proceder y por el valor social de losresultados de sus investigaciones.

Dimensión política

En la relación entre in-vestigación y transforma-ción social esta dimensiónse presenta diferencial-mente según la perspectivaque se asuma de esta no-ción. De algunas orienta-ciones, sobre todo de cortepositivista, se infiere un ca-rácter neutral o apolítico dela investigación. Posturasde este tipo se basan en laconcepción clásica de laciencia, en la idea de queel sujeto perturba el cono-cimiento, por tanto paratener una visión objetiva esnecesario excluir, “borrar”,al sujeto (Schnitman,1995). Esta elisión se hizoinevitable en la medida enque obedecía al paradigmacartesiano: el mundo de lacientificidad es el mundodel objeto, y el mundo deSéptima Avenida. Midtown, New York, 1933

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la subjetividad es el mun-do de la filosofía, de la re-flexión. Ambos dominiosquedaban legitimados,pero eran mutuamenteexcluyentes: el sujeto me-tafísico no integrable den-tro de la concepcióncientífica y la objetividadcientífica no integrabledentro de la concepciónmetafísica del sujeto.

Concepciones críticasa la anterior invitan avisibilizar los referentes dela dimensión política delser humano, consideracióninsustituible para dar sen-tido a la reflexión y acciónsocial desarrollada desde lainvestigación y en su pro-yección social. ChantalMouffe (1999) plantea unasugestiva distinción entrelas nociones de “lo polí-tico” y “la política”; con-frontando el liberalismoclásico, esta autora define “lo políti-co” como la dimensión antagónicainherente a toda sociedad humana,antagonismo que puede tomar formasmuy diferentes y que puede situarseen relaciones sociales diversas. Encontraste “la política” se toma comoalgo referido al conjunto de prácti-cas, discursos e instituciones que bus-can establecer un cierto orden yorganizar la vida social en condicio-nes que siempre están sujetas, demanera potencial, al conflicto, pre-cisamente porque se ven afectadaspor la dimensión de “lo político”.Desde esta perspectiva, la políticapuede ser vista como un intento depacificar lo político, se refiere a lainstalación y encarnación del ordeny las prácticas sedimentadas por de-terminada sociedad (Slater, 2001)2.

Lo anterior supone aceptar quela investigación social, como todapráctica humana, es parcial y limita-da, debido a que en ella es imposibledistinguir claramente entre objetivi-dad y poder. Si se admite que aquelloque se denomina “exterior constitu-tivo” es lo que permite establecer unconsenso, tras del cual existe siem-pre un acto de exclusión, en el sabersocial nunca podrá existir entoncesun acuerdo “racional” totalmenteinclusivo, entre otras razones porquehay que preguntarse siempre quiéndecide qué es y qué no es razonable:la demarcación de este límite es com-pletamente política, resultado de unacto de hegemonía (Mouffe, 1999).La democracia científica precisa portanto, tener la posibilidad de cues-tionar cualquier pretensión de uni-

versalidad conceptual rea-lizada en nombre de la ra-zón, así como el conjuntonormativo o institucionalque la establece; esto im-plica marcar una fronteraen la investigación socialentre aquello que conside-ramos con valor y sentidopara el bienestar de la so-ciedad, y en particular parala mayoría excluida ydesprotegida, y el “otro”conocimiento que mera-mente posee valor econó-mico aprovechable porunos cuantos.

Desde un análisis másconcreto, puede afirmarseque en la época de glo-balización que se vive ac-tualmente, y en particularpor efecto de la globali-zación económica en don-de la realidad económica ysocial en general es contro-lada por el mercado, el

conocimiento tiende también a serorientado, valorado y monopolizadodesde los intereses de esta dimensión,hasta el punto de que el Estado haperdido la capacidad de definir las po-líticas de investigación e incluso defiscalizar el saber que se produce des-de la universidad, pues ésta se con-vierte, más bien, en una máquinaproductora de conocimientosmercantilizados puestos al serviciodel capital global (Castro-Gómez yGuardiola, 2002).

Hace una década todavía se du-daba de que la tendencia por buscarque las investigaciones conllevaransu aplicación directa en la realidad,en lo que se llamó la ingenieria polí-tica y social, tuviera consecuenciassobre el carácter crítico de los resul-

Estación Central. New York, 1930

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tados de la investigación y sobre eltipo de estudios que se desarrollabanpara ajustarse a la demanda del Esta-do o las organizaciones privadas. Des-tacando la participación de unnuevo tipo de “analista simbólico” enlos procesos de organización social, seinsistía en que lo fundamental del tra-bajo científico radicaba en la acciónde explicar el mundo social en ordende transformarlo (J. Brunner, 1992).Sin embargo, lo que ha pasado recien-temente con la investigación socialmuestra una situación aparentementeantagónica: en contraste con losespectaculares logros de la ciencia yla tecnología, los males sociales y lacapacidad de la ciencia de actuar porel bien común, principal-mente por los más necesita-dos, resultan impactantes(V. González, 2002).

Una lista comprensivasobre las recientes tenden-cias verificadas de la cien-cia y la tecnología esreveladora. Sobre las ins-tituciones: reducción de lainversión estatal en educa-ción y ciencia, crecienteinfluencia del capital pri-vado en la fijación de suspolíticas y transformaciónde las universidades que su-peditan el desarrollo de lasciencias básicas al de lasaplicadas; sobre los cien-tíficos: dispersión de sutrabajo en empresas de in-vestigación que se tornanherméticas, privatización ysecreto de sus hallazgos,competencia individua-lista, diferenciación jerár-quica entre científicosadministradores y científi-cos rasos, negación del in-tercambio disciplinario;

sobre la ciencia: posible o efectiva de-gradación de su calidad y relevancia,dispersión en un conjunto inconexode tecnociencias (Alan Rush, citadopor González, 2002). Los problemasde financiamiento, por efecto del do-minio del capital privado en las acti-vidades de conocimiento (que imponeáreas de interés privilegiado, tipo deproyectos apoyados, instancias de con-trol, exigencias de rentabilidad, etc.),han alcanzado a distorsionar las fun-ciones básicas de la universidad, in-cluso de las estatales, pues tienden aadaptarse a un desempeño válido paraobtener recursos económicos priva-dos, transformándose, poco a poco, enempresas productivas3.

De manera semejante, los orga-nismos internacionales que orientanla ciencia y la educación inciden enla definición de las agendas investi-gativas al diagnosticar los problemassociales que requieren respuestas in-mediatas e incluso el tipo de estu-dios que daría solución “más eficazy menos costosa” a la formulaciónque de ellos se hace. En este senti-do, se busca afinar la “pertinencia”de la investigación en ciencias so-ciales y la especialización para latoma de decisiones; concretamente,en términos de definiciones para laformulación de políticas públicas, seplantea el tipo de proyectos a desa-rrollar y las condiciones mediante

las cuales éstos tendríanmayor posibilidad de inci-dir en la definición de di-chas políticas4.

Particularmente, lacontradicción implícita,señalada especialmente porS. Zizek, en el conceptoactual de “propiedad” delconocimiento –cuando és-te es por naturaleza indife-rente a su propagación, esdecir, que su difusión y usono lo desgastan– conduce ala paradoja de que el capi-talismo global tenga queacudir a estrategias extre-mas para “sostener la econo-mía de escasez en la esfera delconocimiento” y así evitar elriesgo de que el conoci-miento desborde el marcode la propiedad privada ylas relaciones mercantiles(S. Zisek, 2001). En elprobable evento de queun dispositivo tecnológi-co –producido solamentepor una empresa– unifiquela multitud de medios deCentral Park. New York, 1930

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comunicación, la mayor expresión deeste riesgo sería “la de que un únicoagente, al margen del control públi-co, domine la estructura comunica-cional básica de nuestras vidas y detal modo, en cierto sentido, sea másfuerte que cualquier gobierno”5.

La dimensión política expresadaen este problema implica repensar(en el lenguaje de Wallersteinimpensar) los mapas cognitivos, losimaginarios culturales hegemónicosy los paradigmas que enmarcan lainvestigación en ciencias sociales(Castro Gómez y Guardiola, 2000).Superar el eurocentrismo de los para-digmas de la modernidad, los cualesse han orientado a sustentar el go-bierno de las poblaciones medianteel sometimiento del tiempo y el cuer-po de los individuos a las normasdefinidas y legitimadas por las disci-plinas del conocimiento, implicaredefinir el proceso de institucionali-zación, jerarquización y disciplinari-zación de las ciencias sociales,especialmente en las universidades.

Específicamente, se plantea queen América Latina se hace necesariofranquear la división del trabajo teó-rico por la cual las ciencias socialestradicionales producen conocimien-to orientado a la transformación de larealidad (abordando las temáticas deldesarrollo, la dependencia, la relaciónentre Estado y democracia, etc.) entanto que las humanidades y los estu-dios de la cultura producen saberes notraducibles a acciones o políticas. Enesa perspectiva, se ha propuesto unconjunto de aspectos clave para res-ponder al desafío de la tarea de rees-tructuración de las disciplinas sociales.Entre ellos se sugiere superar las limi-taciones tanto de los enfoqueseconomicistas como de los cultura-listas; entender los procesos de

transculturación entre dominantes ydominados; enfatizar las relacionescomplejas que definen el encuentroentre el imperio y los subalternos de-jando atrás interpretaciones discur-sivistas y textualistas; superar lasposiciones que establecen dicotomíasentre los agentes y las estructuras dedominación y elaborar modelos detransformación social que se coloquenmás allá del determinismo colectivis-

ta y del individualismo voluntarista;y aceptar el carácter central de la ima-gen en la configuración de las rela-ciones entre economía y cultura locual permite trascender los supuestosteóricos y epistemológicos que impi-den acercar los estudios sociales y cul-turales al problema central de laideología y las posibilidades deempoderamiento de los agentes espe-cializados de la producción cultural

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(Castro-Gómez y Guardiola, 2000).De este planteamiento se deriva laexigencia de implementar políticas deconocimiento que cambien las con-diciones de las instituciones académi-cas y permitan abrir sus estructuras ala comprensión de un mundo cada vezmás global y complejo.

El posicionamiento anterior par-te de aceptar el hecho de que la eco-

nomía política se adentra claramen-te en el campo de la cultura, y ésta, asu vez, se erige en el marco de refe-rencia del sistema de producción yreproducción social. Se pone de pre-sente así la discusión que se ha dadosobre la necesidad de renovar la re-flexión sobre teoría y crítica de lacultura en América Latina, en laperspectiva de democratizar el cono-cimiento y pluralizar las fronteras de

la autoridad académica, aceptando elingreso a la universidad de saberesque cruzan la construcción de obje-tos con la formación de sujetos. Setrata entonces de aceptar la con-flictualidad política e ideológica delsaber de los estudios culturales (N.Richard, 2001). No obstante, se afir-ma que a ello se opone la emergen-cia en nuestro contexto de undiscurso metropolitano de la otredady de la diferencia mediante el cual sellama a representarse o dejarse repre-sentar de acuerdo con una economíade sentido que traza una frontera yjerarquía entre teoría y práctica, co-nocimiento y realidad, discurso y ex-periencia, mediaciones e inmediatez,etc. Resolver esta situación obliga arealizar un ejercicio que supere la di-ferencia diferenciada para ser una dife-rencia diferenciadora.

A pesar de que los denominados“estudios culturales” surgieron com-binando pluridisciplinariedad contransculturalidad, al intentar ampliary diversificar la comprensión de locultural, ni éstos ni la crítica cultu-ral resuelven la pregunta de cómosuperar las tensiones entre trabajoacadémico y práctica social, “entrela delimitada interioridad de la pro-fesión universitaria y los bordes deintervención extra-disciplinarios apartir de los cuales ampliar social-mente la crítica a los ordenamientosburocráticos y mercantiles delneocapitalismo” (N. Richard, 2001).Se plantea en consecuencia que losestudios culturales y también la crí-tica cultural pueden quedar reducidosa simples máquinas de conocimien-to que marcan cambios de relaciónentre las disciplinas intelectuales,pero sin afectar la trama de lasinterrelaciones cotidianas entresocialidad, política y cultura que tras-cienden el mundo de la academia.New York, 1930

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La comprensióndel cambio o latransformaciónsocial

La noción de crisis en-vuelve la idea misma de de-sarrollo, la cual hizo delprogreso inexorable e irre-versible hacia lo mejor lacerteza dogmática y articu-ladora de los procesos delegitimación social, certe-za articulada a las nocionesde ciencia y razón de la mo-dernidad. Frente a esta si-tuación, diversos autorespertenecientes a lo quepuede llamarse una co-rriente alternativa, hanrealizado un trabajo relativamentecoherente que reivindica el conoci-miento local, el rol de los movimien-tos de base y el poder popular en latransformación del desarrollo, plan-teando, simultáneamente, una mira-da crítica a los discursos científicosestablecidos e interesándose por elproblema de la cultura.

En relación con este asunto, Artu-ro Escobar plantea dos preguntasorientadoras: ¿dónde se halla lo “al-ternativo”?, ¿qué instancias debemosinterrogar acerca de su relación conposibles prácticas alternativas? Supunto de partida es una reinterpreta-ción crítica de la modernidad latinoa-mericana; el concepto de hibridaciónque retoma implica una recreacióncultural que puede o no ser (re)inscritaen constelaciones hegemónicas (A.Escobar, 1996). El proceso alternati-vo, tal como se formula, supone el retode ver la teoría como un conjunto deformas de conocimiento en disputa,originadas en diversas matrices cultu-rales y, al mismo tiempo, lograr queesa teoría promueva intervenciones

concretas desde los grupos subalter-nos. Para Hooks (Escobar, 1996),sólo un intercambio significativoentre el investigador y la gente “so-bre la que se escribe” asegurará quelos trabajos investigativos sean unespacio que permita la “interven-ción” crítica.

La llamada crisis de los regímenesde representación del Tercer Mundorequiere desde este punto de vistanuevas teorías y estrategias de inves-tigación, pero se hace necesario supe-rar una actitud de intervencionismoirreflexivo el cual se sustenta en lacreencia de que los estudiosos pueden“liberar” a los otros; igualmente aban-donar el hecho de ignorar completa-mente el rol del intelectual en la vidasocial: que el investigador mismo re-flexione, por tanto, cómo resuelve enla práctica la relación teoría-prácticay cuál es su compromiso más allá delámbito académico, cuál es su verda-dera “proyección social”6.

En el fondo de la investigaciónde alternativas se encuentra otro as-

pecto determinante: el delas diferencias culturales.Estas encarnan posibilida-des de transformar las po-líticas de representación,es decir, de renovar la vidasocial misma, cuestiónque resulta clave al mo-mento de definir concre-tamente las políticas deinvestigación y de proyec-ción social de la univer-sidad. Ante la necesidadde crear alternativas aldesarrollo convencionalmuchos grupos sociales enel mundo acuden a ladefensa de la diferenciacultural como fuerza trans-formadora que permite

valorar las necesidades y oportuni-dades económicas, más allá de la ga-nancia y el mercado, y a la defensade lo local como prerrequisito paraarticularse con lo global sin caer enla simple modernización. Esto obligaa examinar de nuevo las complejasrelaciones entre cultura y economíaque se presentan en contextos comoel nuestro.

El conocimiento social queatienda a la transformación socialcon responsabilidad ya no ha de ali-mentar el sueño de certezas finales.Más aún, somos conscientes de quelos seres humanos no pueden esca-par a las consecuencias inesperadasde su acción. No obstante, nuncase deja de formular hipótesis y pro-ducir visiones de futuro para asíorientar la acción social. Los inves-tigadores sociales no pueden eludirsu responsabilidad de definir unposible futuro. En este sentido, lareivindicación del conocimientosocial es parte importante del es-fuerzo para construirlo (Melucci,1998).

“Please, help us”. New York, 1930

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Citas

1 Citado por Alipio Sánchez en: “La éti-ca de la intervención social”, Buenos Ai-res, Paidós, 1999.

2 La política tiene su propio espacio pú-blico, es el campo de los intercambiosentre los partidos políticos, de los asun-tos parlamentarios y gubernamentales,de las elecciones y la representación, yen general, del tipo de actividades, prác-ticas y procedimientos que tienen lugaren los escenarios institucionales del sis-tema político. Lo político, sin embargo,como lo propuso Ardite (1994) puedeser más eficazmente considerado comoun tipo de relación que se puede desa-rrollar en cualquier área de lo social, sinimportar que permanezca o no dentrodel recinto institucional de “la políti-ca”. Lo político es, por tanto, un movi-miento vivo, un tipo de “magma de vo-luntades en conflicto” o antagonismos,es móvil y ubicuo, sobrepasa pero tam-bién subvierte los lugares y atadurasinstitucionales de la política.

3 Una comprensión más amplia de estosproblemas puede hacerse revisando elinteresante artículo de Víctor GonzálezBarbone “La ciencia vendida”, http://www.iie.fing.edu.vy/ense/asgn/hciencia/trabs2001/victor/cienciavend.pdf

4 Tal es el caso del Programa MOST (Ma-nagement of Social Transformations) dela Unesco, centrado en tres aspectos quese han definido como prioritarios de lastransformaciones sociales vigentes: lamulticulturalidad, la gobernabilidad y eldesarrollo urbano, y los efectos de lamundialización. En torno a esto, véasela agenda de la reciente reunión reali-zada en Santo Domingo: “De la investi-gación social a la transformación social”.

5 En su análisis de la economía política dela cultura, Slavon Zizek se refiere en estecaso a la figura de Bill Gates y su empresaMicrosoft, en: El espinoso sujeto. El centroausente de la ontología política, Buenos Ai-res, Paidós, 2001, pp. 380 y ss.

6 Este último planteamiento lo introduceJorge Huergo en el ensayo que tambiénhace parte de esta edición de Nómadas.

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