episodios nacionales. la corte de carlos iv¡sicos en español/benito... · co de perla, del elixir...

483
Episodios Nacionales La Corte de Carlos IV Benito Pérez Galdós Obra reproducida sin responsabilidad editorial

Upload: danganh

Post on 30-Sep-2018

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Episodios NacionalesLa Corte de Carlos IV

Benito Pérez Galdós

Obr

a re

prod

ucid

a si

n re

spon

sabi

lidad

edi

toria

l

Page 2: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Advertencia de Luarna Ediciones

Este es un libro de dominio público en tantoque los derechos de autor, según la legislaciónespañola han caducado.

Luarna lo presenta aquí como un obsequio asus clientes, dejando claro que:

1) La edición no está supervisada pornuestro departamento editorial, de for-ma que no nos responsabilizamos de lafidelidad del contenido del mismo.

2) Luarna sólo ha adaptado la obra paraque pueda ser fácilmente visible en loshabituales readers de seis pulgadas.

3) A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Luarna.

www.luarna.com

Page 3: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-I-Sin oficio ni beneficio, sin parientes ni

habientes, vagaba por Madrid un servidor deustedes, maldiciendo la hora menguada en quedejó su ciudad natal por esta inhospitalariaCorte, cuando acudió a las páginas del Diariopara buscar ocupación honrosa. La imprentafue mano de santo para la desnudez, hambre,soledad y abatimiento del pobre Gabriel, pues alos tres días de haber entregado a la publicidaden letras de molde las altas cualidades con quese creía favorecido por la Naturaleza le tomó asu servicio una cómica del teatro del Príncipe,llamada Pepita González o la González. Estopasaba a fines de 1805; pero lo que voy a contarocurrió dos años después, en 1807, y cuando yotenía, si mis cuentas son exactas, diez y seisaños, lindando ya con los diez y siete.

Después os hablaré de mi ama. Ante tododebo decir que mi trabajo, si no escaso, era di-

Page 4: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

vertido y muy propio para adquirir conoci-miento del mundo en poco tiempo. Enumerarélas ocupaciones diurnas y nocturnas en queempleaba con todo el celo posible mis faculta-des morales y físicas. El servicio de la histrioni-sa me imponía los siguientes deberes:

Ayudar al peinado de mi ama, que se verifi-caba entre doce y una, bajo los auspicios delmaestro Richiardini, artista de Nápoles, a cuyasdivinas manos se encomendaban las principa-les testas de la Corte.

Ir a la calle del Desengaño en busca del Blan-co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a laSultana, o de los Polvos a la Marechala, drogasmuy ponderadas que vendía un monsieur Gas-tan, el cual recibiera el secreto de confeccionar-las del propio alquimista de María Antonieta.

Ir a la calle de la Reina, número 21, cuartobajo, donde existía un taller de estampaciónpara pintar telas, pues en aquel tiempo los ves-

Page 5: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tidos de seda, generalmente de color claro, sepintaban según la moda, y cuando ésta pasaba,se volvía a pintar con distintos ramos y dibujos,realizando así una alianza feliz entre la moda yla economía, para enseñanza de los veniderostiempos.

Llevar por las tardes una olla con restos depuchero, mendrugos de pan y otros despojosde comida a D. Luciano Francisco Comella,autor de comedias muy celebradas, el cual semoría de hambre en una casa de la calle de laBerenjena, en compañía de su hija, que era jo-robada y le ayudaba en los trabajos dramáticos.

Limpiar con polvos la corona y el cetro quesacaba mi ama haciendo de reina de Mongoliaen la representación de la comedia titulada Per-derlo todo en un día por un ciego y loco amor, y falsoCzar de Moscovia.

Ayudarla en el estudio de sus papeles, espe-cialmente en el de la comedia Los inquilinos de

Page 6: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sir John, o la familia de la India, Juanito y Coleta,para lo cual era preciso que yo recitase la partede Lord Lulleswing, a fin de que ella compren-diese bien el de milady Pankoff.

Ir en busca de la litera que había de condu-cirla al teatro y cargarla también cuando erapreciso.

Concurrir a la cazuela del teatro de la Cruz,para silbar despiadadamente El sí de las niñas,comedia que mi ama aborrecía, tanto por lomenos, como a las demás del mismo autor.

Pasearme por la plazuela de Santa Ana, fin-giendo que miraba las tiendas, pero prestandodisimulada y perspicua atención a lo que sedecía en los corrillos allí formados por cómicoso saltarines, y cuidando de pescar al vuelo loque charlaban los de la Cruz en contra de losdel Príncipe.

Page 7: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Ir en busca de un billete de balcón para laplaza de toros, bien al despacho, bien a la casadel banderillero Espinilla, que le tenía reserva-do para mi ama, cual obsequio de una amistadtan fina como antigua.

Acompañarla al teatro, donde me era forzo-so tener el cetro y la corona cuando ella entrabadespués de la segunda escena del segundo acto,en El falso Czar de Moscovia, para salir luegoconvertida en reina, confundiendo a Osloff y alos magnates, que la tenían por buñolera deesquina.

Ir a avisar puntualmente a los mosqueterospara indicarles los pasajes que debían aplaudirfuertemente en la comedia y en la tonadilla,indicándoles también la función que prepara-ban los de allá para que se apercibieran con pa-triótico celo a la lucha.

Ir todos los días a casa de Isidoro Máiquezcon el aparente encargo de preguntarle cual-

Page 8: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

quier cosa referente a vestidos de teatro; perocon el fin real de averiguar si estaba en su casacierta y determinada persona, cuyo nombre mecallo por ahora.

Representar un papel insignificante, comode paje que entra con una carta, diciendo sim-plemente: tomad, o de hombre del pueblo primero,que exclama al presentarse la multitud ante elrey: Señor, justicia, o a tus reales plantas, coronadoapéndice del sol. (Esta clase de ocupación mehacía dichoso por una noche.)

Y por este estilo otras mil tareas, ejercicios yempleos que no cito, porque acabaría tarde,molestando a mis lectores más de lo convenien-te. En el transcurso de esta puntual historia iránsaliendo mis proezas, y con ellas los diversos ycomplejos servicios que presté. Por ahora voy adar a conocer a mi ama, la sin par PepitaGonzález, sin omitir nada que pueda dar per-fecta idea del mundo en que vivía.

Page 9: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Mi ama era una muchacha más graciosa quebella, si bien aquella primera calidad resplan-decía en su persona de un modo tan sobresa-liente que la presentaba como perfecta sin serlo.Todo lo que en lo físico se llama hermosura ycuanto en lo moral lleva el nombre de expre-sión, encanto, coquetería, monería, etc., estabareconcentrado en sus ojos negros, capaces porsí solos de decir con una mirada más que dijoOvidio en su poema sobre el arte que nunca seaprende y que siempre se sabe. Ante los ojos demi ama dejaba de ser una hipérbole aquello decombustibles áspides y flamígeros ópticos disparos,que Cañizares Añorbe aplicaban a las miradasde sus heroínas.

Generalmente de los individuos que cono-cimos en nuestra niñez recordamos o los acci-dentes más marcados de su persona, o algúnotro, que a pesar de ser muy insignificante,queda sin embargo grabado de un modo inde-leble en nuestra memoria. Esto me pasa a mí

Page 10: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

con el recuerdo de la González. Cuando la trai-go al pensamiento, se me representan clarísi-mamente dos cosas, a saber: sus ojos incompa-rables y el taconeo de sus zapatos, abreviadascárceles de sus lindos pedestales, como dirían Va-lladares o Moncín.

No sé si esto bastará para que Vds. se for-men idea de mujer tan agraciada. Yo, al recor-darla, veo yo aquellos grandes ojos negros, cu-yas miradas resucitaban un muerto, y oigo eltip-tap de su ligero paso. Esto basta para hacerlaresucitar en el recinto oscuro de mi imagina-ción, y, no hay duda, es ella misma. Ahora cai-go en que no había vestido, ni mantilla, ni lazo,ni garambaina que no le sentase a maravilla;caigo también en que sus movimientos teníanuna gracia especial, un cierto no sé qué, un en-canto indefinible, que podrá expresarse cuandoel lenguaje tenga la riqueza suficiente para po-der designar con una misma palabra la maliciay el recato, la modestia y la provocación. Esta

Page 11: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

rarísima antítesis consiste en que nada hay máshipócrita que ciertas formas de compostura oen que la malignidad ha descubierto que elmejor medio de vencer a la modestia es imitar-la.

Pero sea lo que quiera, lo cierto es que laGonzález electrizaba al público con el airosomeneo de su cuerpo, su hermosa voz, su patéti-ca declamación en las obras sentimentales, y suinagotable sal en las cómicas. Igual triunfo teníasiempre que era vista en la calle por la turba desus admiradores y mosqueteros, cuando iba alos toros en calesa o simón, o al salir del teatroen silla de mano. Desde que veían asomar porla ventanilla el risueño semblante, guarnecidopor los encajes de la blanca mantilla, la aclama-ban con voces y palmadas diciendo: «Ahí vatoda la gracia del mundo, viva la sal de Espa-ña», u otras frases del mismo género. Estasovaciones callejeras, les dejaban a ellos muysatisfechos, y también a ella, es decir a nosotros,

Page 12: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

porque los criados se apropian siempre lostriunfos de sus amos.

Pepita era sumamente sensible, y según miparecer, de sentimientos muy vivos y arrebata-dos, aunque por efecto de cierto disimulo tansistemático en ella, que parecía segunda natura-leza, todos la tenían por fría. Doy fe además deque era muy caritativa, gustando de aliviartodas las miserias de que tenía noticia. Los po-bres asediaban su casa, especialmente los sába-dos, y una de mis más trabajosas ocupacionesconsistía en repartirles ochavos y mendrugos,cuando no se los llevaba todos el señor de Co-mella, que se comía los codos de hambre, sindejar de ser el asombro de los siglos, y el primerdramático del mundo. La González vivía enuna casa sin más compañía que la de su abuela,la octogenaria doña Dominguita y dos criadosde distinto sexo que la servíamos.

Y después de haber dicho lo bueno, ¿se mepermitirá decir lo malo, respecto al carácter y

Page 13: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

costumbres de Pepa González? No, no lo digo.Téngase en cuenta, en disculpa de la muchachaojinegra, que se había criado en el teatro, puessu madre fue parte de por medio en los ilustresescenarios de la Cruz y los Caños, mientras supadre tocaba el contrabajo en los Sitios y en laReal Capilla. De esta infeliz y mal avenida co-yunda nació Pepita, y excuso decir que desde laniñez comenzó a aprender el oficio, con tal pre-cocidad, que a los doce años se presentó porprimera vez en escena, desempeñando un pa-pel en la comedia de Don Antonio FrumentoSastre, rey y reo a un tiempo, o el sastre de As-tracán. Conocida, pues, la escuela, los hábitospoco austeros de aquella alegre gente, a quienel general desprecio autorizaba en cierto modopara ser peor que los demás, ¿no sería locuraexigir de mi ama una rigidez de principios, quehabrían sido suficientes, en las circunstanciasde su vida, para asegurarle la canonización?

Page 14: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Réstame darla a conocer como actriz. En estepunto debo decir tan sólo que en aquel tiempome parecía excelente: ignoro el efecto que sudeclamación produciría en mí, si hoy la vieraaparecer en el escenario de cualquiera de nues-tros teatros. Cuando mi ama estaba en la pleni-tud de sus triunfos, no tenía rivales temiblescon quienes luchar. María del Rosario Fernán-dez, conocida por la Tirana, había muerto el año1803. Rita Luna, no menos famosa que aquélla,se había retirado de la escena en 1806; MaríaFernández, denominada la Caramba, tambiénhabía desaparecido. La Prado, Josefa Virg, Mar-ía Ribera, María García y otras de aquel tiempo,no poseían extraordinarias cualidades: de mo-do que si mi ama no sobresalía de un modonotorio sobre las demás, tampoco su estrella seoscurecía ante el brillo de ningún astro enemi-go. El único que entonces atraía la atencióngeneral y los aplausos de Madrid entero eraMáiquez, y ninguna actriz podía considerarlecomo rival, no existiendo generalmente el anta-

Page 15: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

gonismo y la emulación sino entre los dioses deun mismo sexo.

Pepa González estaba afiliada al bando delos anti-Moratinistas, no sólo porque en elcírculo por ella frecuentado abundaban losenemigos del insigne poeta, sino también por-que personalmente tenía no sé qué motivos deirreconciliable inquina contra él. Aquí tengoque resignarme a apuntar una observación quepor cierto favorece bien poco a mi ama; perocomo para mí la verdad es lo primero, ahí vami parecer, mal que pese a los manes de PepitaGonzález. Mi observación es que la actriz delPríncipe no se distinguía por su buen gustoliterario, ni en la elección de obras dramáticas,ni tampoco al escoger los libros que daban ali-mento a su abundante lectura. Verdad es que lapobrecilla no había leído a Luzán, ni a Mortia-no, ni tenía noticia de la sátira de Jorge Pitillas,ni mortal alguno se había tomado el trabajo deexplicarle a Batteux ni a Blair, pues cuantos se

Page 16: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

acercaron a ella, tuvieron siempre más presentea Ovidio que a Aristóteles y a Bocaccio más quea Despreaux.

Por consiguiente, mi señora formaba bajo lasbanderas de don Eleuterio Crispín de Andorra,con perdón sea dicho de cejijuntos Aristarcos. Yes que ella no veía más allá, ni hubiera com-prendido toda la jerigonza de las reglas, aun-que se las predicaran frailes descalzos. Es preci-so advertir que el abate Cladera, de quien pare-ce ser fidelísimo retrato el célebre don Hermó-genes, fue amigote del padre de nuestra heroí-na, y sin duda aquel gracioso pedantón echó ensu entendimiento durante la niñez, la semillade los principios, que en otra cabeza dieron porfruto El gran cerco de Viena.

Ello es que mi ama gustaba de las obras deComella, aunque últimamente, visto el des-crédito en que había caído este dios del teatro,al despeñarse en la miseria desde la cumbre desu popularidad, no se atrevía a confesarlo de-

Page 17: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

lante de literatos y gente ilustrada. Como tuveocasión de observar, atendiendo a sus conver-saciones y poniendo atención a sus preferenciasliterarias, le gustaban aquellas comedias en quehabía mucho jaleo de entradas y salidas, revistade tropas, niños hambrientos que piden la teta,decoración de gran plaza con arco triunfal a laentrada, personajes muy barbudos, tales comoirlandeses, moscovitas o escandinavos, y unestilo mediante el cual podía decir la dama encierta situación de apuro: «estatua viva soy dehielo:» o «rencor, finjamos... encono, no disimule-mos... cautela, favorecedme».

Recuerdo que varias veces la oí lamentarsede que el nuevo gusto hubiera alejado de laescena diálogos concertados como el siguiente,que pertenece si mal no recuerdo a la comediaLa mayor piedad de Leopoldo el Grande:

MARGARITA. Vamos, amor...NADASTI. Odio...

Page 18: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ZRIN. Duda...CARLOS. Horror...ALBURQUERQUE. Confusión...ULRICA. Martirio...LOS SEIS. Vamos a esperar que el

tiempodiga lo que tú no hasdicho.

Como este género de literatura iba cayendoen desuso, rara vez tenía mi ama el gusto dever en la escena a Pedro el Grande en el sitio dePultowa, mandando a sus soldados que comie-ran caballos crudos y sin sal; y prometiendo élpor su parte almorzar piedras antes que rendirla plaza. Debo advertir que esta preferenciamás consistía en una tenaz obstinación contralos Moratinistas que en falta de luces paracomprender la superioridad de la nueva escue-la, y en que mi ama, rancia e intransigente es-pañola por los cuatro costados, creía que las

Page 19: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

reglas y el buen gusto eran malísimas cosassólo por ser extranjeras, y que para dar mues-tras de españolismo bastaba abrazarse, como aun lábaro santo, a los despropósitos de nues-tros poetas calagurritanos. En cuanto a Cal-derón y a Lope de Vega, ella los tenía por ad-mirables, sólo porque eran despreciados por losclásicos.

De buena gana me extendería aquí haciendoalgunas observaciones sobre los partidos litera-rios de entonces y sobre los conocimientos delpueblo en general y de los que se disputaban sufavor con tanto encarnizamiento; pero temo serpesado y apartarme de mi principal objeto, queno es discutir con pluma académica sobre co-sas, tal vez mejor conocidas por el lector quepor mí. Quédese en el tintero lo que no es delcaso, y volvamos, una vez que dejo consignadoel gusto de mi ama, que hoy afearía a cualquiermarquesa, artista o virtuosa de lo que llaman elgran mundo; pero que entonces no era bastante

Page 20: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

a oscurecer ninguna de las gracias de su perso-na.

Ya la conocen Vds. Pues bien; voy a contarlo que me he propuesto... pero ¡por vida de!...ahora caigo en que no debo seguir adelante sindar a conocer el papel que, por mi desgracia,desempeñé en el ruidoso estreno de El sí de lasniñas, siendo causa de que la tirantez de rela-ciones entre mi ama y Moratín se aumentarahasta llegar a una solemne ruptura.

-II-El hecho es anterior a los sucesos que me

propongo narrar aquí; pero no importa. El sí delas niñas se estrenó en enero de 1806. Mi amatrabajaba en los Caños del Peral, porque elPríncipe, incendiado algunos años antes, noestaba aún reedificado. La comedia de Moratínleída varias veces por éste en las reuniones del

Page 21: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Príncipe de la Paz y de Tineo, se anunciabacomo un acontecimiento literario que había derematar gloriosamente su reputación. Los ene-migos en letras que eran muchos, y los envidio-sos, que eran más, hacían correr rumores alar-mantes, diciendo que la tal obra era un come-dión más soporífero que La mojigata, más vul-gar que El barón y más anti-español que El café.Aún faltaban muchos días para el estreno, y yacorrían de mano en mano sátiras y diatribas,que no llegaron a imprimirse. Hasta se tocaronregistros de pasmoso efecto entonces, cualeseran excitar la suspicacia de la censura eclesiás-tica, para que no se permitiera la representa-ción; pero de todo triunfó el mérito de nuestroprimer dramático, y El sí de las niñas fue repre-sentado el 24 de enero.

Yo formé parte, no sin alborozo, porque mispocos años me autorizaban a ello, de la tre-menda conjuración fraguada en el vestuario delos Caños del Peral, y en otros oscuros conciliá-

Page 22: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

bulos, donde míseramente vivían, entre cendalesarachneos, algunos de los más afamados drama-turgos del siglo precedente. Capitaneaba laconjuración un poeta, de cuya persona y estilopueden ustedes formarse idea si recuerdan alomnímodo escritor a quien Mercurio escogeentre la gárrula multitud para presentarlo aApolo. No recuerdo su nombre, aunque sí sufigura, que era la de un despreciable y mezqui-no ser constituido moral y físicamente comopor limosna de la maternal Naturaleza. Con-sumido su espíritu por la envidia, y su cuerpopor la miseria, ganaba en fealdad y repulsiónde año en año; y como su numen ramplón, pro-bado en todos los géneros, desde el heroico aldidascálico, no daba ya sino frutos a que hacíanascos los mismos sectarios de la escuela, estabaal fin consagrado a componer groseras diatribasy torpes críticas contra los enemigos de aque-llos a cuya sombra vivía sin más trabajo que elde la adulación.

Page 23: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Este hijo de Apolo nos condujo en imponen-te procesión a la cazuela de la Cruz, donde deb-íamos manifestar con estudiadas señales dedesagrado los errores de la escuela clásica. Mu-cho trabajo nos costó entrar en el coliseo, puesaquella tarde la concurrencia era extraordina-ria; pero al fin, gracias a que habíamos acudidotemprano, ocupamos los mejores asientos de laregión paradisíaca, donde se concertaban todoslos discordes ruidos de la pasión literaria, ytodos los malos olores de un público que nobrillaba por su cultura.

Ustedes creerán que el aspecto interior delos teatros de aquel tiempo se parece algo al denuestros modernos coliseos. ¡Qué error tangrande! En el elevado recinto donde el poetahabía fijado los reales de su tumultuoso ba-tallón, existía un compartimiento que separabalos dos sexos, y de seguro el sabio legisladorque tal cosa ordenó en los pasados siglos sefrotaría con satisfacción las manos y daríase un

Page 24: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

golpe en la augusta frente, creyendo adelantargran paso en la senda de la armonía entrehombres y mujeres. Por el contrario, la separa-ción avivaba en hembras y varones el naturalanhelo de entablar conversación, y lo que laproximidad hubiera permitido en voz baja, lapérfida distancia lo autorizaba en destempladasvoces. Así es que entre uno y otro hemisferio secruzaban palabras cariñosas, o burlonas o soe-ces, observaciones que hacían desternillar derisa a todo el ilustre concurso, preguntas que secontestaban con juramentos, y agudezas cuyamalicia consistía en ser dichas a gritos. Frecuen-temente de las palabras se pasaba a las obras, yalgunas andanadas de castañas, avellanas, ocáscaras de naranjas, cruzaban de polo a polo,arrojadas por diestra mano, ejercicio que si in-terrumpía la función, en cambio regocijaba mu-cho a entrambas partes.

Sin embargo, bueno es advertir que estemismo público, a quien afeaban tan groseras

Page 25: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

exterioridades, solía dar muestras de gran ins-tinto artístico, llorando con Rita Luna en eldrama de Kotzebue Misantropía y arrepentimien-to, o participando del sublime horror expresadopor Isidoro en la tragedia Orestes. Verdad estambién que ningún público del mundo ha ex-cedido a aquél en donaire, para burlarse de losautores malos y de los poetas que no eran de suagrado. Igualmente dispuesto a la risa que alsentimiento, obedecía como un débil niño a lassugestiones de la escena. Si alguien no pudojamás tenerle propicio, culpa suya fue.

Mirando el teatro desde arriba parecía elmás triste recinto que puede suponerse. Lasmacilentas (3) luces de aceite que encendía unmozo saltando de banco en banco apenas leiluminaban a medias, y tan débilmente, que nicon anteojos se descubrían bien las descoloridasfiguras del ahumado techo, donde hacía cabrio-las un señor Apolo con lira y borceguíes encar-nados. Era de ver la operación de encender la

Page 26: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

lámpara central, que, una vez consumada tandelicada maniobra, subía lentamente pormáquina, entre las exclamaciones de la gente dearriba, que no dejaba pasar tan buena ocasiónde manifestarse de un modo ruidoso.

Abajo también había compartimiento, y con-sistía en una fuerte viga, llamada degolladero,que separaba las lunetas, del patio propiamentedicho. Los palcos o aposentos eran unos cuchi-triles estrechos y oscuros donde se acomodabancomo podían las personas de pro; y como eracostumbre que las damas colgasen en los ante-pechos sus chales y abrigos, el conjunto de lasgalerías tenía un aspecto tal, que parecía deco-ración hecha ex profeso para representar lascalles de Postas o de Mesón de Paños.

El reglamento de teatros, publicado en 1803,tendía a corregir muchos de estos abusos; perocomo nadie se cuidaba de hacerlo cumplir, sólola costumbre y el progreso de la cultura re-formó hábitos tan feos. Recuerdo que hasta

Page 27: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mucho después de la época a que me refiero,las gentes conservaban el sombrero puesto,aunque el reglamento decía terminantementeen uno de sus artículos: «En los aposentos detodos los pisos, y sin excepción de alguno, no sepermitirá sombrero puesto, gorro, ni red al pe-lo; pero sí capa o capote para su comodidad.»

Mientras aguardábamos a que se alzase eltelón, el poeta me hacía minucioso relato delinfinito número de obras que había compuestoentre dramáticas, cómicas, elegíacas, epigramá-ticas, venatorias, bucólicas y del género senti-mental y mixto. Me contó el argumento de treso cuatro tragedias que no esperaban más que laprotección de un Mecenas para pasar de lasmusas al teatro, y como si mis culpas no estu-vieran aún bastante purgadas con oír los argu-mentos, me espetó algunos sonetos, que si noeran exactamente iguales a aquel famosísimo

Reverberante numen que del Istro

Page 28: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

al Marañón sublimas con tu Zurda,le eran tan semejantes como una calabaza a

otra.

Cuando la representación iba a empezar, elpoeta dirigió su mirada de gerifalte a los abis-mos del patio para ver si habían puntualmenteacudido otros no menos importantes caudillosde la manifestación fraguada contra El sí de lasniñas. Todos estaban en sus puestos, con pun-tual celo por la causa nacional. No faltaba nin-guno; allí estaba el vidriero de la calle de laSartén, uno de los más ilustres capitanes de lamosquetería; allí el vendedor de libros de laCostanilla de los Ángeles, hombre perito en lasletras humanas; allí Cuarta y Media, cuyo fuertepulmón hizo acallar él solo a todos los admira-dores de La mojigata; allí el hojalatero de lasTres Cruces, esforzado adalid, que traía bajo laancha capa algún reluciente y ruidoso calderopara sorprender al auditorio con sinfonías noanunciadas en el programa; allí el incompara-

Page 29: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ble Roque Pamplinas, barbero, veterinario ysangrador, que con los dedos en la boca, desa-fiaba a todos los flautistas de Grecia y Roma;allí, en fin, lo más granado y florido que jamásmidió sus armas en palenques literarios. Mipoeta quedó satisfecho después de pasar revis-ta a su ejército, y luego dirigimos todos nuestraatención al escenario, porque la comedia habíaempezado.

-¡Qué principio! -dijo oyendo el primer diá-logo entre D. Diego y Simón-. ¡Bonito modo deempezar una comedia! La escena es una posa-da. ¿Qué puede pasar de interés en una posa-da? En todas mis comedias, que son muchas,aunque ninguna se ha representado, se abre laacción con un jardín corintiano, fuentes monumen-tales a derecha e izquierda, templo de Juno en elfondo, o con gran plaza, donde están formados tresregimientos; en el fondo la ciudad de Varsovia, a lacual se va por un puente... etc... Y oiga usted lassimplezas que dice ese vejete. Que se va a casar

Page 30: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

con una niña que han educado las monjas deGuadalajara. ¿Esto tiene algo de particular?¿No es acaso lo mismo que estamos viendotodos los días?

Con estas observaciones, el endiablado poe-ta no me dejaba oír la función, y yo, aunque atodas sus censuras contestaba con monosílabosde la más humilde aquiescencia, hubiera de-seado que callara con mil demonios. Pero erapreciso oírle; y cuando aparecieron doña Ireney doña Paquita, mi amigo y jefe no pudo conte-ner su enfado, viendo que atraían la atencióndos personas, de las cuales una era exactamenteigual a su patrona, y la otra no era ningunaprincesa, ni senescala, ni canonesa, ni landgra-viata, ni archidapífera de país ruso o mongol.

-¡Qué asuntos tan comunes! ¡Qué bajeza deideas! -exclamaba de modo que le pudieran oírtodos los circunstantes-. ¿Y para esto se escri-ben comedias? ¿Pero no oye Vd. que esa señoraestá diciendo las mismas necedades que diría

Page 31: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

doña Mariquita o doña Gumersinda, o la tíaCandungas? Que si tuvo un pariente obispo,que si las monjas educaron a la niña sin artifi-cios ni embelecos; que la muy piojosa se casó alos 19 con D. Epitafio; que parió veintidóshijos... así reventara la maldita vieja.

-Pero oigamos -dije yo, sin poder aguantarlas importunidades del caudillo-, y luego nosburlaremos de Moratín.

-Es que no puedo sufrir tales despropósitos-continúo-. No se viene al teatro para ver lo quea todas horas se ve en las calles y en casa decada quisque. Si esa señora en vez de hablar desus partos, entrase echando pestes contra ungeneral enemigo porque le mató en la guerrasus veintiún hijos, dejándole sólo el veintidós,que está aún en la mamada, y lo trae para queno se lo coman los sitiados, que se mueren dehambre, la acción tendría interés, y ya estaría elpúblico con las manos desolladas de tanto pal-moteo... Amigo Gabriel, es preciso protestar

Page 32: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

con fuerza. Golpeemos el suelo con los pies ylos bastones, demostrando nuestro cansancio eimpaciencia. Ahora bostecemos abriendo laboca hasta que se disloquen las quijadas, y vol-vamos la cara hacia atrás, para que todos loscircunstantes, que ya nos tienen por literatos,vean que nos aburrimos de tan sandia y fasti-diosa obra.

Dicho y hecho; comenzamos a golpear elsuelo, y luego bostezamos en coro, diciéndonosunos a otros; ¡qué fastidio!... ¡qué cosa tan pesa-da!... ¡mal empleado dinero!... y otras frases por elmismo estilo, que no dejaban de hacer su efec-to: los del patio imitaron puntualísimamentenuestra patriótica actitud. Bien pronto un gene-ral murmullo de impaciencia resonó en elámbito del teatro. Pero si había enemigos, nofaltaban amigos, desparramados por lunetas yaposentos, y aquéllos no tardaron en protestarcontra nuestra manifestación, ya aplaudiendoya mandándonos callar con amenazas y jura-

Page 33: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mentos, hasta que una voz fuertísima, gritandodesde el fondo del patio; ¡afuera los chorizos!,provocó ruidosa salva de aplausos, y nos impu-so silencio.

El poetastro no cabía en su pellejo de indig-nación. Siguió haciendo observaciones, con-forme avanzaba la pieza, y decía:

-Ya, ya sé lo que va a resultar aquí. Ahoraresulta que doña Paquita no quiere al viejo,sino a un militarito, que aún no ha salido, y quees sobrino del cabronazo de don Diego. Bonitoenredo... Parece mentira que esto se aplauda enuna nación culta. Yo condenaba a Moratín agaleras, obligándole a no escribir más vulgari-dades en toda su vida. ¿Te parece, Gabrielito,que esto es comedia? Si no hay enredo, ni tra-ma, ni sorpresa, ni confusiones, ni engaños, niquid pro quo, ni aquello de disfrazarse un perso-naje para hacer creer que es otro, ni tampocoaquello de que salen dos insultándose comoenemigos, para después percatarse de que son

Page 34: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

padre e hijo... Si ese D. Diego cogiera a su so-brino y matándolo bonitamente en la cueva,preparara un festín e hiciera servir a su noviaun plato de carne de la víctima, bien condimen-tado con especias y hoja de laurel, entonces lacosa tendría alguna malicia... ¿Y la niña por quédisimula? ¿No sería más dramático que se ne-gase a casarse con el viejo, que le insultarallamándole tirano, o le amenazara con arrojarseal Danubio, o al Don, si osaba tocar su virgini-dad...? Estos poetas nuevos no saben inventarargumentos bonitos, sino estas majaderías conque engañan a los bobos, diciéndolos que sonconformes a las reglas. Ánimo, compañeros,prepararse todo el mundo. Pronunciemos fra-ses coléricas y finjamos disputar en corro, di-ciendo unos que esta obra es peor que La moji-gata, y otros que aquélla era peor que ésta. Elque sepa silbar con los dedos, hágalo ad libitum,y patadas a discreción. Apostrofar a doña Irenecuando se retire de la escena, llamándola cadacual como le ocurra.

Page 35: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Dicho y hecho: conforme a las terminantesórdenes de nuestro jefe, armamos una espanto-sa grita al finalizar el acto primero. Como losamigos del autor protestaron contra nosotros,exclamamos ¡afuera la polaquería! y enardecidoslos dos bandos por el calor de la porfía, se cru-zaron más duros apóstrofes, entre el discordegritar de la cazuela y el patio. El acto segundono pasó más felizmente que el primero; y pormi parte, ponía gran atención al diálogo, por-que la verdad era, con perdón sea dicho delpoeta mi amigo, que la comedia me parecíamuy buena, sin que yo acertara a explicarmeentonces en qué consistían sus bellezas.

La obstinación de aquella doña Irene, empe-ñada en que su hija debía casarse con Don Die-go porque así cuadraba a su interés, y la torpe-za con que cerraba los ojos a la evidencia, cre-yendo que el consentimiento de su hija era sin-cero, sin más garantía que la educación de lasmonjas; el buen sentido del don Diego, que no

Page 36: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

las tenía todas consigo respecto a la muchacha,y desconfiaba de su remilgada sumisión; laapasionada cortesanía de D. Carlos, la travesu-ra de Calamocha, todos los incidentes de laobra, lo mismo los fundamentales que los acce-sorios, me cautivaban, y al mismo tiempo des-cubría vagamente en el centro de aquella tramaun pensamiento, una intención moral, a cuyodesarrollo estaban sujetos todos los movimien-tos pasionales de los personajes. Sin embargo,me cuidaba mucho de guardar para mí estosraciocinios, que hubieran significado alevosatraición a la ilustre hueste de silbantes, y fiel amis banderas no cesaba de repetir con grandesaspavientos: «¡Qué cosa tan mala!... ¡Parecementira que esto se escriba!... Ahí sale otra vezla viejecilla... Bien por el viejo ñoño... ¡Qué abu-rrimiento! ¡Miren la gracia!», etc., etc.

El segundo acto pasó, como el primero, entrelas manifestaciones de uno y otro lado; pero meparece que los amigos del poeta llevaban venta-

Page 37: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ja sobre nosotros. Fácil era comprender que lacomedia gustaba al público imparcial y que subuen éxito era seguro, a pesar de las indignascábalas, en las cuales tenía yo también parte. Eltercer acto fue sin disputa el mejor de los tres:yo le oí con religioso respeto, y luchando conlas impertinencias de mi amigo el poeta, que enlo mejor de la pieza creyó oportuno desembu-char lo más escogido de sus disparates.

Hay en el dicho acto tres escenas de una be-lleza incomparable. Una es aquella en que doñaPaquita descubre ante el buen D. Diego las lu-chas entre su corazón y el deber impuesto poruna hipócrita conformidad con superiores vo-luntades: otra es aquella en que intervienen D.Carlos y don Diego, y se desata, merced a no-bles explicaciones, el nudo de la fábula; y latercera es la que sostienen del modo más gra-cioso D. Diego y doña Irene, aquél deseandodar por terminado el asunto del matrimonio, y

Page 38: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ésta interrumpiéndole a cada paso con sus im-portunas observaciones.

No pude disimular el gusto que me causóesta escena, que me parecía el colmo de la natu-ralidad, de la gracia y del interés cómico; peroel poeta me llamó al orden injuriándome pormi deserción del campo chorizo.

-Perdone Vd. -le dije- me he equivocado. Pe-ro ¿no cree Vd. que esa escena no está del todomal?

-¡Cómo se conoce que eres novato, y en lavida has compuesto un verso! ¿Qué tiene esaescena de extraordinario, ni de patético, ni dehistoriográfico...?

-Es que la naturalidad... Parece que ha vistouno en el mundo lo que el poeta pone en esce-na.

Page 39: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Cascaciruelas: pues por eso mismo es tanmalo. ¿Has visto que en Federico II, en Catalinade Rusia, en La esclava de Negroponto y otrasobras admirables, pase jamás nada que remo-tamente se parezca a las cosas de la vida? ¿Allíno es todo extraño, singular, excepcional, ma-ravilloso y sorprendente? Pues por eso es tanbueno. Los poetas de hoy no aciertan a imitar alos de mi tiempo, y así está el arte por los mis-mos suelos.

-Pues yo, con perdón de Vd. -dije- creo que...la obra es malísima, convengo; y cuando Vd. lodice, bien sabido se tendrá por qué. Pero meparece laudable la intención del autor que se hapropuesto aquí, según creo, censurar los viciosde la educación que dan a las niñas del día,encerrándolas en los conventos, y enseñándolasa disimular y a mentir... Ya lo ha dicho D. Die-go: las juzgan honestas, cuando les han ense-ñado el arte de callar, sofocando sus inclinacio-nes, y las madres se quedan muy contentas

Page 40: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cuando las pobrecillas se prestan a pronunciarun sí perjuro, que después las hace desgracia-das.

-¿Y quién le mete al autor en esas filosofías?-dijo el pedante-. ¿Qué tiene que ver la moralcon el teatro? En El mágico de Astracán, en AEspaña, dieron blasón las Asturias y León, y Triun-fos de don Pelayo, comedias que admira el mun-do, ¿has visto acaso algún pasaje en que sehable del modo de educar a las niñas?

-Yo he oído o leído en alguna parte que elteatro sirve de entretenimiento y de enseñanza.

-¡Patarata! Además, el Sr. Moratín se va aencontrar con la horma de su zapato por meter-se a criticar la educación que dan las señorasmonjas. Ya tendrá que habérselas con los reve-rendos obispos y la santa Inquisición ante cuyotribunal se ha pensado delatar El sí, y se dela-tará, sí, señor.

Page 41: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Vea Vd. el final -dije atendiendo a la tiernaescena en que D. Diego casa a los dos amantes,bendiciéndoles con cariño de un padre.

-¡Qué desenlace tan desabrido! Al menoslerdo se le ocurre que D. Diego debe casarsecon doña Irene.

-¡Hombre! ¿D. Diego con doña Irene? Si él esuna persona discreta y seria, ¿cómo va a casarsecon esa vieja fastidiosa?

-¿Qué entiendes tú de eso, chiquillo? -exclamó amostazado el pedante-. Digo que lonatural es que D. Diego se case con doña Irene,D. Carlos con Paquita, y Rita con Simón. Asíquedaría regular el fin, y mucho mejor si resul-tara que la niña era hija natural de D. Diego yD. Carlos hijo espúreo de doña Irene, que letuvo de algún rey disfrazado, comandante delCáucaso o bailío condenado a muerte. De estemodo tendría mucho interés el final, mayor-mente si uno salía diciendo; ¡padre mío!, y otro

Page 42: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

¡madre mía!, con lo cual después de abrazarse,se casaban para dar al mundo numerosa y mas-culina sucesión.

-Vamos, que ya se acaba. Parece que elpúblico está satisfecho -dije yo.

-Pues apretar ahora, muchachos. Manos a laboca. La comedia es pésima, inaguantable.

La consigna fue prontamente obedecida. Yomismo, obligado por la disciplina, me introdujelos dedos en la boca y... ¡Sombra de Moratín!¡Perdón mil veces...! No lo quiero decir: quecomprenda el lector mi ignominia y me juzgue.

Pero nuestra mala estrella quiso que la ma-yor parte del público estuviese bien dispuestaen favor de la comedia. Los silbidos provocaronuna tempestad de aplausos, no sólo entre lagente de los aposentos y lunetas, sino entre losde la cazuela y tertulia.

Page 43: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

El justiciero pueblo que nos rodeaba, y queen su buen instinto artístico comprendía elmérito de la obra, protestó contra nuestra in-digna cruzada, y algunos de los más ardientesde la falange se vieron aporreados de improvi-so. Lo que tengo más presente es la mala aven-tura que ocurrió al alumno de Apolo en aquellabreve batalla por él provocada. Usaba un som-brero tripico, de dimensiones harto mayoresque las proporcionadas a su cabeza, y en elmomento en que se volvía para contestar a lasinjurias de cierto individuo, una mano vigoro-sa, cayendo a plomo sobre aquella prendahiperbólica, se la hundió hasta que las puntasdescansaron sobre los hombros. En esta actitudestuvo el infeliz manoteando un rato, incapazpara sacar a luz su cabeza del tenebroso recintoen que había quedado sepultada.

Por fin, los amigos le sacamos con gran es-fuerzo el sombrero, y él echando espumarajospor la boca, juró tomar venganza tan sangrienta

Page 44: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

como pronta; pero no pasó de aquí su furor,porque todos los circunstantes se reían de él, ya ninguno se dirigió para vengarse. Le sacamosa la calle, donde se serenó algún tanto, y nosseparamos, prometiendo juntarnos otra vez aldía siguiente en el mismo sitio.

Tal fue el estreno de El sí de las niñas. Aun-que la primera tarde fuimos derrotados, aúnhabía esperanzas de hundir la obra en la se-gunda o tercera representación. Se sabía que elministro Caballero la desaprobaba, jurandocastigar a su autor, y esto daba esperanza alpartido de los silbantes, que ya veían a Moratínen poder del Santo Oficio, con coroza de sapos,sambenito y soga al cuello. Pero la segundatarde vinieron de un golpe a tierra las ilusionesde los más ardientes anti-Moratinistas, porquela presencia del Príncipe de la Paz impuso si-lencio a las chicharras, y nadie osó formulardemostraciones de desagrado. Desde entonces,el autor de El sí, a quien se dijo que la conspira-

Page 45: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ción había sido fraguada en el cuarto de miama, interrumpió la tibia amistad que con éstale unía. La González pagó este desvío con uncordial aborrecimiento.

-III-Contado este suceso, muy anterior a los que

son objeto del presente libro, empezaré mi na-rración, la cual irá al compás de ciertos hechosocurridos en el Otoño de 1807, año que en lamente de los madrileños quedó marcado con elrecuerdo de la famosa conspiración de El Esco-rial.

No quiero escribir una palabra más, sin da-ros a conocer a una persona que desde aquellosdías ocupó lugar privilegiado en mi corazón,siendo a la vez como se verá por este relato,lección viva de mi existencia, pues la enseñanza

Page 46: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que de su conocimiento me provino contribuyóde un modo poderoso a formar mi carácter.

Todas las ropas de teatro y de calle que usa-ba mi ama, eran confeccionadas por una costu-rera de la calle de Cañizares, excelente y hon-radísima mujer, joven aún, aunque desmejora-da por el trabajo, discreta y afable, en talestérminos que por entre la corteza de su males-tar presente parecían distinguirse nacimiento ycondición muy superiores. Esto no era más queapariencia, pero a la citada persona le pasaba locontrario de lo que a otros pasa, y es que sonnobles sin parecerlo. Doña Juana, que éste erael nombre de aquella santa mujer, tenía una hijallamada Inés, de quince años de edad, la cual leayudaba en sus tareas, con más solicitud de laque podía esperarse de su delicado organismoy edad temprana.

Enaltecía a esta muchacha, además de lasgracias de su persona, un buen sentido, cual nohe visto jamás en criaturas de su mismo sexo ni

Page 47: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

aun del nuestro, amaestrado ya por los años.Inés tenía el don especialísimo de poner todaslas cosas en su verdadero lugar, viéndolas conluz singular y muy clara, concedida a su privi-legiado entendimiento, sin duda para suplircon ella la inferioridad que le negó la fortuna.No he visto en mi larga vida otra muchachaque a aquella se asemejase, y estoy seguro deque a muchos parecerá este tipo invención mía,pues no comprenderán que haya existido, entrelas infinitas hijas de Eva, una tan diferente delas demás. Pero créanlo bajo mi palabra honra-da.

Si ustedes hubieran conocido a Inés, y nota-do la imperturbable serenidad de su semblante,imagen del espíritu más tranquilo, más equili-brado, más claro, más dueño de sí mismo queha animado el corporal barro, no pondrían enduda lo que digo. Todo en ella era sencillez,hasta su hermosura, no a propósito para des-pertar mundano entusiasmo amoroso, sino se-

Page 48: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mejante a una de esas figuras simbólicas, queno están materialmente representadas en nin-guna parte; pero que vemos con los ojos delalma, cuando las ideas agitándose en nuestramente, pugnan por vestirse de formas visiblesen la oscura región del cerebro.

Su lenguaje era también la misma sencillez;jamás decía cosa alguna que no me sorprendie-se como la más clara y expresiva verdad. Susrazones trayéndome al sentido equitativo ytemplado de todas las cosas, daban a mi enten-dimiento un descanso, un aplomo, de que ca-recía obrando por sí mismo. Puedo decir com-parando mi espíritu con el de Inés, y escudri-ñando la radical diferencia entre uno y otro,que el de ella tenía un centro y el mío no. Elmío divagaba llevado y traído por impresionesdiversas, por sentimientos contradictorios yrepentinos: mis facultades eran como meteoroserrantes que tan pronto brillan como se oscure-cen, tan pronto marchan como chocan, según la

Page 49: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

influencia recibida de superiores cuerpos;mientras las suyas eran un completo y armóni-co sistema planetario, atraído, puesto en mo-vimiento y calentado por el gran sol de su puraconciencia.

Alguien se burlará de estas indicaciones psi-cológicas, que yo quisiera fuesen tan exactascomo las concibe mi oscura inteligencia: al-guien encontrará digna de risa la presentaciónde semejante heroína, y harán mil aspavientosal ver que he querido hacer una irrisoria Beatri-ce con los materiales de una modistilla; peroestas burlas no me importan, y sigo.

Desde que conocí a Inés, la amé del modomás extraño que pueden ustedes imaginar: unaviva inclinación arrastraba mi corazón haciaella: pero esta inclinación era como el culto quetributamos a una superioridad indiscutible,como la fe que nos ocupa sublimando lo másnoble de nuestro ser; pero dejando libre unaparte de él para las pasiones del mundo. Así es,

Page 50: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que sin dejar de ser Inés para mí la primera detodas las mujeres, yo creía poder amar a otrascon amor apropiado a las circunstancias decada momento de la vida. Yo he observado quelos que se consagran a un ideal, casi nunca lohacen por entero, dejan una parte de sí mismospara el mundo, a que están unidos, aunque sólosea por el suelo que pisan. Hago esta observa-ción fastidiosa por si contribuye a esclarecer elpeculiar estado de mi alma ante tan noble cria-tura. ¡Y era una modista; una modistilla! Reíd sios place.

El tercer individuo de aquella honesta fami-lia era el padre Celestino Santos del Malvar,hermano del difunto esposo de doña Juana, tíopor lo tanto de Inés, clérigo desde su mocedad,varón simplísimo y benévolo, pero el más des-graciado de su clase, pues no tenía rentas, nicapellanía, ni beneficio alguno. Su modestia, subuena fe y su candor inagotable fueron sin du-da parte a tenerle en la miseria por tanto tiem-

Page 51: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

po; y él, aunque era un gran latino, jamás pudoconseguir colocación alguna. Pasaba la vidaescribiendo memoriales al Príncipe de la Paz,de quien era paisano y fue allá en la niñez ami-go; mas ni el Príncipe ni nadie le hacía caso.

Cuando Godoy subió al Ministerio prome-tiole una canonjía o ración, y en la época de esterelato hacía catorce años que D. Celestino delMalvar estaba esperando lo prometido: mas sinque la tardanza del favor hiciese desmayar suingenua confianza. Siempre que se le pregunta-ba, respondía: -La semana que viene recibiré elnombramiento: así me lo ha dicho el oficial dela secretaría. De este modo pasaron catorceaños, y la semana que viene no venía nunca.

Siempre que yo iba a aquella casa con reca-dos de mi ama, me detenía todo el tiempo po-sible, y a ella acudía también en mis ratos deocio, gozando mucho en contemplar la apacibleexistencia de una familia, cuyos tres individuostan honda simpatía habían despertado en mi

Page 52: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

corazón. Doña Juana y su hija siempre cosien-do, cosiendo con eterna aguja una tela sin fin:de esto vivían los tres, pues el padre Celestino,tocando la flauta, haciendo versos latinos, oconsumiendo tinta y papel en larguísimos me-moriales, no ganaba más caudal que el de susesperanzas, siempre colocadas a interés com-puesto.

Nuestras conversaciones eran siempre entre-tenidas y amenas. Yo les contaba mi breve his-toria, y les hacía reír dándoles a conocer lospocos proyectos que imaginaba para lo porve-nir. Nos reíamos discretamente y sin saña de labuena fe de D. Celestino, y éste después de salira informarse de su asunto, volvía lleno de júbi-lo, dejaba sobre una silla el sombrero de teja yel manteo, y restregándose las manos, decía alsentarse junto a nosotros;

-Ahora sí que va de veras. La semana queentra, sin falta. Me han dicho que ocurrieron

Page 53: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ciertas dilacioncillas; pero ya están vencidas, aDios gracias. La semana que viene, sin falta.

Cierto día le dije:

-Usted, D. Celestino, no ha conseguido ya loque deseaba, porque es hombre encogido y nose lanza... pues... no se lanza.

-¿Qué es eso de lanzarse, chiquillo? -me pre-guntó.

-Pues... a mí me han dicho que hoy convienepedir veinte para que den cinco. Además, váya-se el mérito con mil demonios: lo que convienees tener desvergüenza para meterse en todaspartes, buscar la amistad de personas podero-sas; en fin, hacer lo que los demás han hechopara subir a esos puestos en que son la admira-ción del mundo.

-¡Ah, Gabriel! -dijo doña Juana-. Tú eres unambiciosillo a quien alguien ha trastornado el

Page 54: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

juicio. Lo que menos crees tú es que te has dever por ensalmo en la corte, cubierto de galonesy mandando y disponiendo desde la secretaríadel despacho.

-Justo y cabal, señora mía -dije yo riendo yatento a lo que expresaba el semblante de Inés,con quien repetidas veces había hablado delmismo asunto-. Aunque estoy en el mundo sinpadre ni madre, ni perro que me ladre, yo creoque bien puedo esperar lo que otros han tenidosin ser más sabios que yo. De menos hizo Diosa Cañete a quien hizo de un puñete.

-Tú tienes disposición, Gabriel -dijo grave-mente don Celestino-; y mucho será que de undía para otro no te veamos convertido en per-sonaje. Entonces no te dignarás hablarnos, nivendrás a casa; pero hijo, es preciso que apren-das los clásicos latinos, sin lo cual no hallarásabierta ninguna de las puertas de la fortuna; yademás te aconsejo que aprendas a tañer laflauta, porque la música es suavizadora de las

Page 55: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

costumbres, endulza los ánimos más agrios, ypredispone a la benevolencia para con los quela manejan bien. Y si no, aquí me tienes a mí,que de seguro nada habría conseguido si deantiguo no cultivara mi entendimiento en aque-llas dos divinísimas artes.

-No echaré en saco roto la advertencia -repuse- pues todos sabemos a qué debe su en-cumbramiento el hombre más poderoso quehay hoy en España después del Rey.

-¡Calumnias! -exclamó irritado el sacerdote-.Mi paisano, amigo y mecenas, el señor Príncipede la Paz, debe su elevación a su gran mérito, ya su sabiduría y tacto político, y no a supuestashabilidades en la guitarra y las castañuelas,como dice el estólido vulgo.

-Sea lo que quiera -añadí yo-, lo cierto es queese hombre, de humildísimo guardia ha subidoa cuanto hay que subir. Bien claro está.

Page 56: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues no dudes que tú harás otro tanto -dijocon ironía doña Juana-. De hombres se hacenlos obispos, como dijo el otro.

-Verdad es -repuse siguiendo la broma- y ju-ro que he de hacer a D. Celestino arzobispo deToledo.

-Alto allá -dijo el clérigo seriamente-. Noaceptaré yo un cargo para el que me reconozcosin méritos. Bastante tendré yo con una cape-llanía de Reyes Nuevos o el arcedianato de Ta-lavera.

Así siguió entre veras y burlas la conversa-ción, hasta que saliendo de la salita doña Juanay el buen presbítero, nos dejaron solos a Inés ya mí.

-Cómo se ríen de mis proyectos, niñita mía -le dije-. Pero tú comprenderás que un mucha-cho como yo no debe contentarse con servir acómicos por toda su vida. A ver: de todo lo que

Page 57: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

yo puedo ser, Dios mediante, ¿qué te gustaríamás? Escoge: ¿te gustaría que fuese capitángeneral, príncipe coronado, con vasallos y ejér-cito, señor de muchas tierras, primer ministroque quite y ponga los empleados a su antojo,obispo?... No, obispo no, porque entonces nopodría casarme contigo, para hacerte llevar encarroza de doce caballos...

Inés se puso e reír, como quien oye un cuen-to de esos cuyo chiste consiste en la magnitudde lo absurdo.

-Ríete de mí, pero contesta: ¿qué quieresmás?

-Lo que quiero -dijo con dulce voz y sus-pendiendo la costura-, es verte general, primerministro, gran duque, emperador o arzobispo;pero de tal modo que cuando te acuestes por lanoche en tu colchoncito de plumas puedas de-cir: hoy no he hecho mal a nadie ni nadie hamuerto por mi causa.

Page 58: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pero reinita -dije yo interesándome más ca-da vez en aquel coloquio- si llego a ser eso quetú dices, (pues bien podría suceder) ¿qué im-porta que mueran por mí o por el bien del Es-tado tres o cuatro prójimos que nada significanen el mundo?

-Bueno -repuso ella-, pero que los matenotros. Si tú llegas a ser eso que has dicho, y pa-ra mantenerte en un puesto que no mereces,necesitas sacrificar a muchos desgraciados,buen provecho te haga.

-¡Qué escrupulosa eres, Inesilla! -dije-. Si tehiciera caso, mi vida se encerraría entre cuatroparedes. ¿Qué es eso de sacrificar desgracia-dos? Yo voy a mi negocio, y los demás... comoyo no he de matar a nadie. Y sobre todo, sihago daño a alguno serán tantos los que reci-ban beneficios de mi mano, que todo quedarácompensado y mi conciencia en santa paz. Veoque tú no te entusiasmas como yo, ni piensas loque yo pienso. ¿Quieres que te sea franco? Pues

Page 59: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

oye. A mí se me ha metido en la cabeza quecuando tenga más años, he de ocupar una posi-ción... qué sé yo... me mareo pensando en esto.No te puedo decir ni cómo he de llegar a ella, niquién me dará la mano para subir de un saltotantos escalones; pero ello es que yo cavilo enesto, y me figuro que ya me estoy viendo ele-vado a la más alta dignidad por una dama po-derosa que me haga su secretario, o por un jo-ven que me crea listo para ayudarle en susasuntos...; no te enfades, chiquilla, que cuandotales cosas se ocurren y uno tiene la cabeza lle-na a todas horas de los mismos pensamientos,al fin tiene que salir cierto, como éste es día.

Inés no se enfadaba, sino que reía. Despuésmarcando con su aguja el compás gramatical desu discurso me dijo:

-Pues mira: si tú hubieras nacido en cuna depríncipes, no te digo que no. Pero has de saberque si tú, que eres un pobrecillo hijo de pesca-dores y no tienes más ciencia que leer mal y

Page 60: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

escribir peor, llegas a ser hombre ilustre y po-deroso, no porque saques talento y sabiduría,sino porque a una señora caprichosa o a unvejete rico se le ocurra protegerte, como a otrosmuchos de quienes cuentan maravillas; has desaber, digo, que tan fácilmente como subas vol-verás a caer, y hasta los sapos se reirán de ti.

-Eso será lo que Dios quiera -respondí-. Cae-remos o no: pues aunque ignorantes, no nosfaltará nuestra gramática parda.

-¡Qué necio eres! Mira a mí me han dicho...no, nadie me lo ha dicho: pero lo sé... que en elmundo al fin y al cabo, pasa siempre lo quedebe pasar.

-Reinita -dije-, en eso te equivocas, porquenosotros deberíamos ser ricos, y no lo somos.

-Todos creerán lo mismo, hijito, y es precisoque alguno esté equivocado. Pues bien: todas

Page 61: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

las cosas del mundo concluyen siempre comodeben concluir. No sé si me explico.

-Sí te entiendo.

-A mí me han dicho... no, no me lo han di-cho: lo sé desde hace mil años... yo sé que en elmundo todo lo que pasa es según la ley... por-que, chiquillo, las cosas no pasan porque a ellasles da la gana, sino porque así está dispuesto.Las aves vuelan y los gusanos se arrastran, y laspiedras se están quietas, y el sol alumbra, y lasflores huelen, y los ríos corren hacia abajo y elhumo hacia arriba, porque así es su regla... ¿meentiendes?

-Lo que es eso todos lo sabemos -respondímenospreciando la ciencia de Inesilla.

-Bien, muchacho -continuó la profesora:¿crees tú que una tortuga puede volar, aunqueesté meneando toda la vida sus torpes patas?

Page 62: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No, seguramente.

-Pues tú pensando en ser hombre ilustre ypoderoso, sin ser noble, ni rico, ni sabio, erescomo una tortuga que se empeñara en subirvolando al pico más alto de Guadarrama.

-Pero, reina y emperatriz -dije yo-, si nopienso subir solo, sino que pienso encontrar,como otros que yo me sé, una personita que mesuba en un periquete. Hazme el favor de de-cirme cuál era la sabiduría y riqueza del otro,cuando le hicieron duque y generalísimo.

-Pero, señor duquillo -contestó ella jovial-mente-, si esa personita le sube a Vd. será comosi un águila o buitre cogiera por su concha a latortuga para llevársela por los aires. Sí, te le-vantará: pero cuando estés arriba, el pájaro queno va a estarse toda la vida con tanto peso enlas patas, te dirá: «Ahora, niño mío, mantentesolo». Tú moverás las patucas, pero como no

Page 63: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tienes alas, pataplús, caerás en el suelo hacién-dote mil pedazos.

-¡Qué tonta eres! -dije con petulancia-. Esopasa en las cosas que se ven y se tocan; pero,chica, lo que se piensa y lo que se siente es otromundo aparte. ¿Qué tiene que ver una cosa conotra?

-Estás lucido, sí -repuso Inés-. Todo debe serasí mismamente. Cuando tú quieres a una per-sona o cuando la aborreces, no es porque se teantoje. ¡Ay!, chico: el corazón tiene también...pues... su ley, y todo lo que pensamos connuestra cabecita, va según lo que debe ser yestá mandado.

-¿Pero di, chiquilla, de dónde sabes tú todoeso? -le pregunté.

-¿Pero esto es saber? -respondió con natura-lidad-. Pues esto lo sabes tú y todos. De veras te

Page 64: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

digo que se me ocurrió cuando estabas hablan-do, y que jamás había pensado en tales cosas.

-¡Picarona! Cuando menos, tienes escondidoun rimero de libros, con los cuales te vas ahacer doctora por Salamanca.

-No, hijito; no he leído más libros, fuera delos de devoción, que D. Quijote de la Mancha.¿Ves? A ti te va a pasar algo de lo de aquelbuen señor: sólo que aquél tenía alas para vo-lar, ¡pobrecillo!, lo que le faltaba era aire en quemoverlas.

Inesilla no dijo más. Yo callé también, por-que a pesar de mi petulancia, no pude menosde comprender, que las palabras de mi amigaencerraban profundo sentido. ¡Y la que asíhablaba era una modistilla! Ridete cives.

-Lo que yo sé -dije al fin, sintiendo en mí unvivo arrebato de afecto- es que te quiero, que teamo, que te adoro, que me subyugas y dominas

Page 65: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

como a un papanatas, que eres una divinidad, yque juro no hacer cosa alguna sin consultarte.Adiós, reinita: mañana te diré lo que se me ocu-rra esta noche. Quién sabe, quién sabe, si llega-remos a ser... ¿Por qué no? Es preciso estar dis-puesto, porque la escalera de los honores espenosa, y si uno se rompe la crisma, como di-ces...

-Siempre quedará la del cielo -me dijo incli-nando otra vez la cabeza sobre la costura.

-Tienes cosas que me hacen estremecer.Adiós, Inesilla, luz y pensamiento mío.

Dicho esto, me despedí de ella y salí. Alabandonar la casa la sentí cantar, y su armonio-sa voz se mezclaba en extraña disonancia conlos ecos de la flauta que tañía en lo interior dela morada el buen D. Celestino. Siempre quesalía de allí, mi espíritu experimentaba un re-poso, una estabilidad, no sé cómo expresarlo,una frescura, que luego destruía el trato con

Page 66: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

personas de diversa condición. De esto hablaréen seguida; mas ante todo me cumple manifes-tar que Inesilla tenía razón al burlarse de mislocos proyectos. Es el caso que como a todashoras oía hablar de personajes nulos, a quienesel cortesano elevó a honrosas alturas sin méritoalguno, se me antojó que la Providencia mereservaba, como en compensación de mi orfan-dad y pobreza, una de aquellas repentinas yescandalosas mudanzas que por entoncesocurrían en nuestra España; y de tal modo seencajó en mi cerebro semejante idea, que llegó aser artículo de fe. Me hallaba por más señas enla edad en que somos tontos. No todos poseenel don de saber las cosas desde hace mil años,como Inesilla.

Ahora verán Vds. la serie de circunstanciasque llevaron mi necia credulidad al último ex-tremo. Para esto tengo que dar a conocer a otraspersonas, a quienes espero recibirá el lector congusto. Hablemos, pues, de teatros.

Page 67: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-IV-El del Príncipe estaba ya reconstruido en

1807 por Villanueva, y la compañía de Máiqueztrabajaba en él, alternando con la de ópera, di-rigida por el célebre Manuel García; mi ama yla de Prado eran las dos damas principales dela compañía de Máiquez. Los galanes secunda-rios valían poco, porque el gran Isidoro, enquien el orgullo era igual al talento, no consent-ía que nadie despuntara en la escena, dondetenía el pedestal de su inmensa gloria y no setomó el trabajo de instruir a los demás en lossecretos de su arte, temiendo que pudieran lle-gar a aventajarle. Así es que alrededor del céle-bre histrión todo era mediano. La Prado, mujerde Máiquez, y mi ama alternaban en los pape-les de primera dama, desempeñando aquélla elde Clitemnestra, en el Orestes, el de Estrella enSancho Ortiz de las Roelas y otros. La segunda sedistinguía en el de doña Blanca, de García del

Page 68: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Castañar, y en el de Edelmira (Desdémona), delOtello.

La compañía de ópera era muy buena.Además de Manuel García, que era un granmaestro, cantaban su mujer Manuela Morales,un italiano llamado Cristiani, y la Briones. Deesta mujer, que era concubina de Manuel Garc-ía, nació el año siguiente el portento de las vir-tuosas, la reina de las cantantes de ópera, Mari-quita Felicidad García, conocida en su tiempopor la Malibrán.

Figúrense ustedes, señores míos, si estaríayo divertido con representación o música portarde y noche, asistiendo gratis, aunque pordentro y en sitios donde se pierde parte de lailusión, a las funciones más bonitas y másaplaudidas que se celebraban en Madrid;rozándome con guapísimas actrices, y familia-rizado con los hombres que hacían reír o llorara la corte entera.

Page 69: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Y no piensen ustedes que sólo alternaba conlos cómicos; gente que entonces no era conside-rada como la nata de la sociedad; también meveía frecuentemente en medio de personajesmuy ilustres, de los que menudeaban en losvestuarios; no faltando en tales sitios algunadama tan hermosa como linajuda de las que nodesdeñaban de ensuciar su guardapiés con elpolvo de los escenarios.

Precisamente voy a contar ahora cómo miama tenía relaciones de íntima amistad con dosseñoras de la corte, cuyos títulos nobiliarios, delos más ilustres y sonoros que desde remototiempo han exornado nuestra historia, me pro-pongo callar por temor a que pudieran enojarselas familias que todavía los llevan. Estos títulos,que recuerdo muy bien, no serán escritos eneste papel; y para designar a las dos hermosasmujeres emplearé nombres convencionales.

Recuerdo haber visto por aquel tiempo en lafábrica de Santa Bárbara un hermoso tapiz en

Page 70: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que estaban representadas dos lindas pastoras.Habiendo preguntado quiénes eran aquellassimpáticas chicas, me dijeron: «Estas son lasdos hijas de Artemidoro: Lesbia y Amaranta».He aquí dos nombres que vienen de molde pa-ra mi objeto, amado lector. Haz cuenta quesiempre que diga Lesbia, quiero significar a laduquesa de X, y cuando ponga Amaranta, a lacondesa de X. Con este sistema quedan a salvotodos los títulos nobiliarios de aquellas dosdiosas de mi tiempo.

En cuanto a su hermosura, todo lo que midescolorida pluma pueda expresar será pocopara describirlas, porque eran encantadoras,especialmente la condesa de... digo, Amaranta.Ambas tenían gusto muy refinado por las artes,protegían a los pintores, aplaudían y obsequia-ban a los cómicos, ponían bajo su patrocinio lasprimeras representaciones de la obra de algúnpoeta desvalido, coleccionaban tapices, vasos ycajas de tabaco, introducían y propagaban las

Page 71: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

más vistosas modas de la despótica París, sehacían llevar en litera a la Florida, merendabancon Goya en el Canal, y recordaban con tristezala trágica muerte de Pepe Hillo, acontecida en1803.

Nada tiene de extraño, pues, que su mismavida, la tumultuosa ansiedad de novedades yfuertes impresiones que las dominaba, fuesenparte a lanzarlas en un dédalo de aventuras,tales como las que voy a contar. Las pobrecillasno sabían otra cosa, y puesto que habían perdi-do cuanto la rancia educación española pudohaberlas dado, sin adquirir nada que llenaseeste vacío, no debemos culparlas acerbamente.Alguno quizás las culpe, y con razón aunquepor otras cosas; pero ¡ay!, eran... lindísimas.

Una tarde mi ama salió de muy mal humordel teatro. Isidoro la había reprendido no sé porqué, y aquí debo advertir que el sublime actortrataba a sus subalternos como si fueran chiqui-

Page 72: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

llos de escuela. Al llegar Pepita a su casa medijo:

-Prepara todo, que vendrán a cenar las seño-ras Lesbia y Amaranta.

El preparar todo, consistía en azotar un pocolos muebles de la sala para limpiar el polvo, omejor dicho, para que el polvo variara de sitio;en echar aceite en los velones; en comprar laprima para la guitarra si le faltaba; en llamar aD. Higinio para que afinase el clave; limpiar lascornucopias; ir por nueva remesa de pomada ala Marechala, etc., etcétera. En cuanto a la cena,venía hecha de una repostería. Di cumplimien-to a estos encargos, y pedí nuevas órdenes; pe-ro mi ama estaba de muy mal humor, y sinhacer caso de lo que le decía, me preguntó:

-¿No te dijo si venía esta noche?

-¿Quién? -pregunté.

Page 73: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Isidoro.

-No, señora, no me ha dicho nada.

-Como hablaba contigo al concluir la repre-sentación...

-Fue para decirme, que si volvía a enredarentre bastidores, mientras él representaba, memandaría desollar vivo.

-¡Qué genio! Le convidé para venir y no mecontestó.

Después de esto no dijo más, y con ademántriste y sombrío se encerró en su cuarto con lacriada para cambiar de vestido. Seguí prepa-rando todo, y al poco rato apareció mi ama.

-¿Qué hora es? -preguntó.

-Las nueve acaban de dar en el reloj de laTrinidad.

Page 74: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Me parece que siento ruido en el portal -dijo con mucha ansiedad.

La señora se equivoca.

-¿De modo, que él no te dijo terminantemen-te si venía o no venía?

-¿Quién, Isidoro? No señora; nada me dijo.

-Como tiene ese genio tan... ya ves que in-comodado estaba esta tarde. Sin embargo, yocreo que vendrá. Le convidé ayer, y aunque nome dijo una palabra... él es así.

Al decir esto, mostraba en su semblante unainquietud, una agitación, una zozobra, que eranseñales de las más vivas emociones de su alma.¿A qué tanto interés por la asistencia de Isido-ro, persona a quien diariamente veía en el tea-tro?

Después examinó la sala, por ver si faltabaalgo, y se sentó aguardando la llegada de sus

Page 75: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

convidados. Al fin sentimos abrir la puerta dela calle, y pasos de hombre sonaron en la esca-lera.

-Es él -dijo mi ama, levantándose de un saltoy andando con cierto atolondramiento por lahabitación.

Yo corrí a abrir, y un instante después elgran actor entró en la sala.

Isidoro era un hombre de treinta y ochoaños, de alta estatura, actitud indolente, sem-blante pálido, y con tal expresión en éste y en lamirada, que observado una vez, su imagen nose borraba nunca de la memoria. Aquella nochetraía un traje verde oscuro, con pantalón deante y botas polonesas, prendas todas de irre-prensible elegancia que usaba con más propie-dad que ninguno. Su vestir era un modo de serpropio y personal; él constituía por sí una espe-cie de moda, y no se podía decir que se some-tiera; cual dócil lechuguino, al uso común. En

Page 76: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

otros infringir las reglas habría sido ridículo;pero en él infringirlas era lo mismo que modifi-carlas o crearlas de nuevo.

Ya os lo daré a conocer más adelante comoactor. Por ahora podréis conocer algunos rasgosde su carácter como hombre. Al entrar se arrojósobre un sillón sin saludar a mi ama más quecon una de esas fórmulas familiares e indiferen-tes que se emplean entre personas acostumbra-das a verse con frecuencia. Por un buen atopermaneció sin decir nada, tarareando un ariacon la vista fija en las paredes y el techo, y sindejar de golpearse la bota con el bastón.

Salí de la sala a traer no sé qué cosa, y alvolver oí a Isidoro que decía:

-¡Qué mal has representado esta tarde, Pepi-lla!

Observé que mi ama, turbada como una chi-cuela ante el fiero maestro de escuela, no supo

Page 77: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

contestar más que con trémulas frases a aquellabrusca reprensión.

-Sí -continuó Isidoro-; de algún tiempo a estaparte estás desconocida. Esta tarde todos losamigos se han quejado de ti y te han llamadofría, torpe... Te equivocabas a cada instante, yparecías tan distraída que era preciso que yo tellamara la atención para que salieras de tu em-bobamiento.

Efectivamente, según oí entre bastidoresaquella tarde, mi ama había estado muy infelizen su papel de Blanca, en García del Castañar.Todos los amigos estaban admirados, conside-rando la perfección con que la actriz había des-empeñado en otras ocasiones papel tan difícil.

-Pues no sé -respondió mi ama con vozconmovida-. Yo creo que he representado estatarde lo mismo que las demás.

Page 78: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-En algunas escenas sí; pero en las que dijisteconmigo, estuviste deplorable. Parece que hab-ías olvidado el papel, o que trabajabas de malagana. En la escena de nuestra salida recitaste tusoneto como una cómica de la legua que repre-senta en Barajas o en Cacabelos. Al decirme:

No quieren más las flores al rocíoque en los fragantes vasos el sol bebe...

tu voz temblaba como la de quien sale porprimera vez a las tablas... me diste la mano y latenías ardiendo, como si estuvieras con calentu-ra... te equivocabas a cada momento, y parecíasno hacer maldito caso de que yo estaba en laescena.

-¡Oh, no... pero te diré! El mismo miedo dehacerlo mal. Temía que te enfadaras, y comonos reprendes con tanta violencia cuando nosequivocamos...

Page 79: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues es preciso que te enmiendes, si quieresseguir en mi compañía. ¿Estás enferma?

-No.

-¿Estás enamorada?

-¡Oh, no, tampoco! -contestó la actriz conturbación.

-Apuesto a que por atender demasiado a al-guna persona de las lunetas, no acertabas conlos versos de la comedia.

-No, Isidoro; te equivocas -dijo mi ama afec-tando buen humor.

-Lo raro es que en las escenas que siguieron,sobre todo en la de D. Mendo, hiciste perfecta-mente tu papel; pero luego en el tercer actocuando te tocó otra vez declamar conmigo,vuelta a las andadas.

-¿Dije mal el parlamento del bosque?

Page 80: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No: al contrario; recitaste con buena ento-nación los versos

¿Dónde voy sin aliento,cansada, sin amparo, sin intento,entre aquesta espesura?Llorad, ojos, llorad mi desventura.

En la escena con la reina también estuvistemuy feliz, lo mismo que en el diálogo con D.Mendo. Con qué elocuente tono exclamaste«¡tengo esposo!», y después aquello de

Sí harán,porque bien o mal nacido,el más indigno maridoexcede al mejor galán;

pero desde que salí yo y me viste...

-Es lo que digo. El temor de hacerlo mal ydisgustarte...

Page 81: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues me has disgustado de veras. Cuandodecías: «Esposo mío, García», te hubiera dadoun pescozón en medio de la escena y delantedel público. Marmota, ¿no te he dicho mil vecescómo deben pronunciarse esas palabras? ¿Nohas comprendido todavía la situación? Blancateme que su marido sospecha una falta. El con-tento que experimenta al verle, y el temor deque García dude de su inocencia, deben mez-clarse en aquella frase. Tú, en vez de expresarestos sentimientos, te dirigiste a mí como unamodistilla enamorada, que se encuentra demanos a boca con su querido hortera. Luegocuando me suplicabas que te matara, lo hicistesin lo que llamamos nosotros decoro trágico.Parecía que realmente deseabas recibir la muer-te de mi mano, y hasta te pusiste de hinojosante mí, cuando te tengo dicho terminantemen-te que no hagas tal cosa, sino en los pasajes enque te lo ordene. En las décimas

García, guárdete el cielo,

Page 82: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

te equivocaste más de veinte veces, y cuandoyo dije:

¡ay, querida esposa mía,qué dos contrarios extremos!

te arrojaste en mis brazos, cuando aún noera llegada la ocasión, y yo, preocupado por elagravio recibido, no podía entregarme a hala-gos amorosos. Echaste a perder el final, Pepilla,desluciste la comedia y me desluciste a mí.

-Yo no puedo deslucirte nunca.

-Pues ya ves cómo no fui aplaudido esta tar-de como las anteriores; y de esto tienes tú laculpa, sí, tú misma, por tus torpezas y tus ton-terías. No haces caso de mis lecciones, no teesfuerzas por complacerme, y por último, mepondrás en el caso de quitarte el partido en micompañía, poniéndote de parte de por medio oracionera, si no me obligas con tus descuidos aecharte del teatro.

Page 83: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ay Isidoro! -dijo mi ama-. Yo procurosiempre hacerlo lo mejor posible para que no teenfades ni me riñas; pero tanto miedo tengo aque me reprendas que en la escena tiemblodesde que te veo aparecer. ¿Querrás creer unacosa? Pues cuando estamos representando jun-tos, hasta temo hacerlo demasiado bien porquesi me aplauden mucho, me parece que tomopara mí una parte del triunfo que a ti sólo co-rresponde, y creo que has de enfadarte si no teaplauden a ti solo. Este temor, unido al que mecausas cuando me amenazas por señas o mecorriges con enojo me hace temblar y balbucir,y a veces no sé lo que me digo. Pero descuidaque ya me enmendaré: no tendrás que echarmede tu teatro.

No oí lo que siguió a estas palabras, porquesalí con un velón que exhalaba mal olor; al vol-ver noté que la conversación había variado.Isidoro permanecía en el sillón con indolencia ymostrando un gran aburrimiento.

Page 84: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Pero no vienen tus convidados? -preguntó.

-Es temprano. Veo que te fastidias en micompañía -contestó mi ama.

-No; pero la reunión hasta ahora no tienenada de divertida.

Isidoro sacó un cigarro y fumó. Debo adver-tir que el ilustre actor no gastaba tabaco por lasnarices, como todos los grandes hombres de sutiempo, Talleyrand, Metternich, Rossini, Mo-ratín y el mismo Napoleón, que si no miente lahistoria por abreviar la operación de sacar ydestapar la tabaquera, llevaba derramado elaromático polvo en el bolsillo del chaleco, fo-rrado interiormente de hules; y mientras dis-ponía los escuadrones de Jena, o durante lasconferencias de Tilsitt, no cesaba de meter en elsusodicho bolsillo los dedos pulgar e índicepara llevarlos a la nariz cada minuto. Por estasingular costumbre dicen que el chaleco amari-llo y las solapas que cubrían el primer corazón

Page 85: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

del siglo, eran una de las cosas más sucias quese han señoreado de la Europa entera.

Farinelli también se atarugaba las narices en-tre un aria y un oratorio, y de ciertos papelesviejos que hemos visto, se desprende que elmejor regalo que podía hacer una dama ena-morada, o un noble entusiasta, a cualquiermúsico, pintor o virtuoso italiano, era un par dearrobas de tabaco.

El abate Pico de la Mirandola, Rafael Mengs,el tenor Montagnana, la soprano Pariggi, elviolinista Alaí y otras notabilidades del teatrodel Buen Retiro, consumieron lo mejor que ven-ía de América en los regios galeones.

Perdóneseme la digresión, y conste que Isi-doro no usaba tabaco en polvo.

Page 86: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-V-Las diez serían cuando solemnemente entra-

ron las dos damas de que antes hice mención.¡Lesbia, Amaranta! ¿Quién podrá olvidaros sialguna vez os vio? Excusado es decir que ibande incógnito, y en coche, no en litera dondefácil hubiera sido conocerlas al indiscreto vul-go. Las pobrecillas gustaban mucho de aquellasreuniones de confianza, donde hallaban des-ahogo sus almas comprimidas por la etiqueta.

Ha de saberse que en las reuniones clásicasde familia o de palacio, en las reuniones dondereinaba con despótico imperio la ley castiza, noocurría cosa alguna que no fuese encaminada aproducir entre los asistentes un decoroso abu-rrimiento. No se hablaba, ni mucho menos sereía. Las damas ocupaban el estrado, los caba-lleros el resto de la sala, y las conversacioneseran tan sosas como los refrescos. Si alguientocaba el clave o la guitarra, la tertulia se ani-

Page 87: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

maba un poco; pero pronto volvía a reinar elmás soporífero decoro. Se bailaba un minueto;entonces los amantes podían saborear lasplatónicas e ideales delicias que resultaban detocarse las yemas de los dedos, y después demuchas cortesías hechas con música, volvía areinar el decoro, que era una deidad parecida alsilencio.

Nada tiene de particular que algunas damasde imaginación buscaran en reuniones menosausteras pasatiempos más acordes con su natu-raleza, y aquí traigo a la memoria El sí de lasniñas, que censurando la hipocresía en la edu-cación, es una general censura de la hipocresíaen todas las fases de nuestras antiguas costum-bres. Todo anunciaba en aquellos días una fuer-te tendencia a adoptar usos un poco más libres,relaciones más francas entre ambos sexos, sindejar de ser honradas, vida en fin, que se fun-dara antes en la confianza del bien, que en elrecelo del mal, y que no pusiera por fundamen-

Page 88: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tos de la sociedad la suspicacia y la probabili-dad del pecado. La verdad es que había muchahipocresía entonces: porque las cosas no sehicieran en público, no dejaban de hacerse, ysiendo menos libres las costumbres, no por esoeran mejores.

Lesbia y Amaranta entraron haciendo cor-tesías y gestos encantadores, que revelaban laalegría de sus corazones. Las acompañaba el tíode Amaranta, viejo marqués diplomático: peroantes de decir quién era éste, voy a referiroscómo eran ellas.

La duquesa de X (Lesbia), era una hermosu-ra delicada y casi infantil, de esas que, semejan-tes a ciertas flores con que poéticamente soncomparadas, parece que han de ajarse al impul-so del viento, al influjo de un fuerte sol, o pere-cer deshechas si una débil tempestad las agita.Las que se desataron en el corazón de Lesbia nohicieron estrago alguno, al menos hasta enton-ces, en su belleza.

Page 89: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Parecía haber salido el día antes del poderde las buenas madres de Chamartín de la Rosay que aún no sabía hablar sino de los bollos delconvento, de las hormigas de la regla de SanBenito y de los cariños de la madre Circunci-sión. ¡Pero cómo desmentía esta creencia encuanto comenzaba a hablar la muy picarona!En su lenguaje tomaba mucha parte la risa, contanta franqueza y tan discreta desenvoltura,que nadie estaba triste en su presencia. Era ru-bia, y no muy alta, aunque sí esbelta y ligeracomo un pajarito. Todo en ella respiraba felici-dad y satisfacción de sí misma; era una natura-leza tan voluntariosa como alegre, a quienningún extraño albedrío podía sujetar. Los quetal intentaron principiarían por enojarla, y eno-jarla era echarla a perder destruyendo la mitadde sus encantos.

Entre las cualidades que hacían agradable eltrato de Lesbia descollaba su habilidad en elarte de la declamación. Era una cómica consu-

Page 90: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mada, y según conocí después, su talento sinigual para la escena no se reducía a los estre-chos lienzos pintados de los teatros caseros,sino que tomaba más ancho vuelo, desplegán-dose en todos los actos de la vida. Siempre quese daba alguna función extraordinaria en cual-quiera de las principales casas de la corte, ellahacía la mejor parte, y a la sazón Máiquez leenseñaba el papel de Edelmira en la tragediaOtello, que debía ponerse en escena en el teatrodoméstico de cierta marquesa. Isidoro y mi amaestaban también designados para cooperar enaquella representación, anunciada como muyespléndida.

Lesbia era casada. Tres años antes, y cuandoapenas tenía diez y nueve, contrajo matrimoniocon un señor duque que se pasaba el tiempocazando como un Nemrod en sus vastas de-hesas: venía alguna vez a Madrid hecho unzafiote para pedir perdón a su mujer por laslargas ausencias, y jurarle que tenía el propósi-

Page 91: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

to de no disgustarla más, viviendo lejos de ella.Sin que nadie me lo diga, afirmo que Lesbia sequejaría con su dulce vocecita; pero cuidandode no esforzar su queja en términos que pudie-ran decidir al duque a cambiar de vida.

Amaranta era un tipo enteramente contrarioal de Lesbia. Ésta agradaba; pero Amarantaentusiasmaba. La apacible y graciosa hermosu-ra de la primera hacía pasajeramente felices acuantos la miraban. La belleza ideal y grandio-sa de la segunda causaba un sentimiento extra-ño, parecido a la tristeza. Pensando en estodespués, he creído que la singular estupefac-ción que experimentamos ante uno de estosraros portentos de la hermosura humana, con-siste o en creencia de nuestra inferioridad o enla poca esperanza de poseer el afecto de unapersona, que a causa de sus muchas perfeccio-nes, será solicitada por sin número de golosos.

Entre las mujeres que he visto en mi vida, norecuerdo otra que poseyera atracción tan seduc-

Page 92: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tora en su semblante, así es que no he podidoolvidarla nunca, y siempre que pienso en lascosas acabadas y superiores, cuya existenciadepende exclusivamente de la Naturaleza, veosu cara y su actitud como intachables prototi-pos que me sirven para mis comparaciones.Amaranta parecía tener treinta años. La gloriade haber producido a aquella mujer te pertene-ce en primer término a ti, Andalucía, y despuésa ti, Tarifa, fin de España, rincón de Europadonde se han refugiado todas las gracias deltipo español, huyendo de extranjera invasión.

Con lo dicho podrán ustedes formar ideacómo era la incomparable condesa de X, aliasAmaranta, y excuso descender a pormenoresque ustedes podrán representarse fácilmente,tales como su arrogante estatura, la blancura desu tez, el fino corte de todas las líneas de sucara, la expresión de sus dulces y patéticos ojos,la negrura de sus cabellos y otras muchas inde-finidas perfecciones que no escribo, porque no

Page 93: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sé cómo expresarlas; calidades que se com-prenden, se sienten y se admiran por el inteli-gente lector, pero cuyo análisis no debe ésteexigirnos, si no quiere que el encanto de esasmil sutiles maravillas se disipe entre los dedosde esta alquimia del estilo, que a veces afeacuanto toca.

No conservo cabal memoria de sus vestidos.Al acordarme de Amaranta, me parece que losencajes negros de una voluminosa mantilla,prendida entre los dientes de la más fastuosapeineta, dejan ver por entre sus mil recortes eintersticios el brillo de un raso carmesí, que enlos hombros y en las bocamangas vuelve a per-derse entre la negra espuma de otros encajes,bolillos y alamares. La basquiña del mismo rasocarmesí y tan estrecha y ceñida como el uso deltiempo exigía, permite adivinar la hermosaestatua que cubre; y de las rodillas abajo elmismo follaje negro y la cuajada y espesa pa-samanería terminan el traje, dejando ver los

Page 94: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

zapatos, cuyas respingadas puntas aparecen ose ocultan como encantadores animalitos quejuegan bajo la falda. Este accidente hasta llega aser un lenguaje cuando Amaranta, atenta a laconversación, aumenta con el encanto de supalabra los demás encantos, y añade a todas laselocuencias de su persona la elocuencia de suabanico.

Esto en cuanto a la condesa. Refiriéndome aLesbia, si quiero acordarme de su vestido, todome parece azul. Figúrensela Vds. con mantillablanca y guarda-pies azul bordado de encajesnegros; y si no es cierto que estuviera así, tam-poco es inverosímil que pudiera estarlo.

Antes de la noche a que me refiero, habíavisto hasta tres veces a las dos lindas mujeresen casa de mi ama. Desde luego comprendí queuna y otra eran personas muy metidas en losenredos de la corte, aunque en las clandestinastertulias de mi casa poco dejaban traslucir. Al-gunas veces, sin embargo, disputaban las dos

Page 95: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

en tales términos y con tan mal disimuladoensañamiento que me pareció no existía entreellas la mejor armonía. También mentaban devez en cuando los negocios públicos, y a tal ocual persona de la real familia: pero en talescasos siempre daba el tema el señor marqués ytío de Amaranta, personaje que no podía estaren sosiego, si no realzaba a todas horas su per-sonalidad, sacando a relucir a tontas y a locaslos negocios diplomáticos en que se creía muyexperto.

La noche a que corresponde mi narración,había asistido también el celebérrimo tío, dequien ante todo diré que parecía cosido a lasfaldas de su sobrina, pues la acompañaba atodas partes, sirviéndole de rodrigón en la igle-sia, de caballero en el paseo y de pareja en losbailes. No sé si he dicho que Amaranta era viu-da. Si antes lo dije, dese por repetido.

El marqués (callemos el título por las mis-mas razones que nos movieron a disfrazar el de

Page 96: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

las damas) era un viejo de mas de sesenta años,que había ejercido varios cargos diplomáticos.Elevado por Floridablanca, sostenido porAranda, y derribado al fin por Godoy, conservórencorosa pasión contra este ministro, y poresta causa todas sus disertaciones, que eraninterminables, giraban sobre el capitalísimotema de la caída del favorito. Su carácter eravano, aparatoso y hueco, como de hombre quehabiéndose formado de sí mismo elevado con-cepto, se cree destinado a desempeñar los másaltos papeles. Por su grandilocuencia, que noera inferior a la flojedad efectiva de su ánimo,servía como objeto de agudísimas burlas entresus amigos, y en todos los círculos que frecuen-taba, se divertían oyéndole decir: ¿Qué hará laRusia...? ¿Secundará el Austria tan atroz proyecto?¡Un gran desastre nos amaga...! ¡Ay de las potenciasdel Mediodía...! y otras igualmente misteriosas,con que se proponía darse importancia, cui-dando siempre en su estudiada reserva de decirlas cosas a medias, y de no dar noticias claras

Page 97: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de nada, para que los oyentes, llenos de dudasy oscuridades, le rogasen con insistencia quefuese más explícito.

He dado estos detalles para que se com-prenda qué clase de espantajos había entoncespara regocijo de aquella generación. En cuantoa mí, siempre me han hecho gracia estos tiposde la vanidad humana, que son sin disputa losque más divierten y los que más enseñan.

Como hombre poco dispuesto a transigir conlas novedades peligrosas, y enemigo del jacobi-nismo, el marqués se esforzaba en conseguirque su persona fuese espejo fiel de sus elevadospensamientos, así es que miraba con desdén lostrajes de moda, y tenía gusto en sorprender alpúblico elegante de la corte y villa con vestidosanticuados de aquellos que sólo se veía ya en laveneranda persona de algún buen consejero deIndias. Así es que si usó hasta 1798 la casaca detontillo y la chupa mandil, en 1807 todavía nose había decidido a adoptar el frac solapado y

Page 98: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el chaleco ombliguero (12), que los poetas satíri-cos de entonces calificaban de moda anglo-gala.

Me falta añadir que el marqués, con su anti-jacobinismo y su peluca empolvada, digna defigurar en las Juntas de Coblentza, había sidohombre de costumbres bastante disipadas. Enla época de mi relación la edad le había corre-gido un poco, y todas sus calaveradas no pasa-ban de una benévola complicidad en todos loscaprichos de su sobrina. No vacilaba en acom-pañarla a sus excursiones y meriendas en lapradera del Canal o en la Florida, con gente decategoría muy inferior a la suya. Tampocoponía reparos en ser su pareja en las orgías ce-lebradas en casa de la González o la Prado,pues tío y sobrina gustaban mucho de aquellafamiliaridad con cómicos y otra gente de pare-cida laya. Excusado es decir que tales excursio-nes eran secretas y tenían por único objeto elesparcir y alegrar el espíritu abatido por la eti-queta. ¡Pobre gente! Aquellos nobles que bus-

Page 99: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

caban la compañía del pueblo para disfrutarpasajeramente de alguna libertad en las cos-tumbres estaban consumando, sin saberlo, larevolución que tanto temían, pues antes de quevinieran los franceses y los volterianos y losdoceañistas, ya ellos estaban echando las basesde la futura igualdad.

-VI-Lesbia, dando golpecitos con su abanico en

el hombro de Isidoro, decía:

-Estoy muy enfadada con usted Sr. Máiquez,sí señor, muy enfadada.

-¿Porque he representado mal esta tarde?-contestó el actor-. Pepilla tiene la culpa.

-No es eso -continuó la dama-, y me las pa-gará Vd. todas juntas.

Page 100: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Al oír esto, Isidoro inclinó la cabeza. Lesbiaacercó su rostro, y habló tan bajo, que ni yo nilos demás entendimos una palabra; pero por lasonrisa de Máiquez se adivinaba que la dama ledecía cosas muy dulces. Después continuaronhablando en voz baja, y el uno atendía a laspalabras del otro con tal interés, daban tantafuerza y energía al lenguaje de los ojos, se pon-ían serios o joviales, tristes o alborozados contransición tan ansiosa y brusca, que al más listose le alcanzaba la injerencia del travieso amoren las relaciones de aquellos dos personajes.

Para que todo se sepa de una vez, diré que(13) el diplomático no miraba con malos ojos a laGonzález; mas ésta no podía contestar a sustiernas insinuaciones, porque harto tenía quehacer atendiendo al íntimo diálogo que sosten-ían Lesbia e Isidoro. A mi ama un color se le ibay otro se le venía, de pura zozobra: a veces pa-recía encendida en violenta ira; a veces domi-nada por punzante dolor, pugnaba por distra-

Page 101: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

erles, ingiriendo en su conversación conceptosextraños, y al fin, no pudiendo contenerse, dijocon muy mal humor.

-¿No concluirá tan larga confesión? Si siguenustedes así, entonaremos el yo, pecador.

-¿Y a ti qué te importa? -dijo Máiquez consemblante sañudo y con aquel despótico tonoque usaba con los desdichados subalternos desu compañía.

Mi ama se quedó perpleja, y en un buen ratono dijo una palabra.

-Tienen que contarse muchas cosas -dijoAmaranta con malicia-. Lo mismo sucedió elotro día en casa. Pero estas cosas pasan, señorMáiquez. El placer es breve y fugaz. Convieneaprovechar las dulzuras de la vida hasta que elhorrible hastío las amargue.

Page 102: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Lesbia miró a su amiga... Mejor dicho, am-bas se miraron de un modo que no indicaba laexistencia de una apacible concordia entre unay otra.

El secreto entre Isidoro y la dama continua-ba cada vez más íntimo, más ardoroso, másimpaciente. Parecía que el tiempo se les abre-viaba entre palabra y palabra, no permitiéndo-les decirlo todo. Amaranta se aburría, el Mar-qués dirigía con ojos y boca inútiles flechas alenajenado corazón de mi ama, y ésta cada vezmás inquieta, mostrando en su semblante ya lainterna rabia de los celos, ya la dolorosa con-formidad del martirio, no procuraba entablarconversación, ni parecía cuidarse de sus convi-dados. Pero al fin el marqués, comprendiendoque aquélla era ocasión propicia para hablar,aunque fuera ante mujeres, de su tema favoritoque eran los asuntos públicos, rompió el gravesilencio y dijo:

Page 103: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-La verdad es que estamos aquí divirtiéndo-nos, y a estas horas tal vez se preparan cosasque mañana nos dejarán a todos asombrados ylelos.

Hallándose mi ama, como he dicho, absortaentre el despecho y la resignación, se dejó do-minar del primero, que la inducía a trabar otrodiálogo íntimo con el diplomático, y dijo conviveza:

-¿Pues qué pasa?

-Ahí es nada... Parece mentira que estén us-tedes con tanta calma -contestó el marqués re-tardando el dar las noticias.

-Dejemos esas cuestiones que no son de estelugar -dijo la sobrina con hastío.

-¡Oh, oh, oh! -exclamó con grandes aspa-vientos el diplomático-. ¡Por qué no han de ser-lo! Yo sé que Pepa desea vivamente saber lo

Page 104: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que pasa, y saberlo de mis autorizados labios:¿no?

-Sí, muchísimo; quiero que Vd. me cuentetodo -dijo mi ama-. Esas cosas me encantan.Estoy de un humor... divertidísimo: hablemos,hablemos, señor marqués.

-Pepa, Vd. me electriza -dijo el marqués cla-vando en ella con amor sus turbios y amorti-guados ojos-. Tanto es así, que yo, a pesar dehaberme distinguido siempre, durante mi ca-rrera diplomática, por mi gran reserva, seré conusted franco, revelándole hasta los más pro-fundos secretos de que depende la suerte de lasnaciones.

-¡Oh!, me encantan los diplomáticos -dijo miama con cierta agitación febril-. Hábleme usted,cuénteme todo lo que sepa. Quiero estarhablando con Vd., toda la noche. Es Vd., señormarqués, la persona de conversación más dul-

Page 105: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ce, más amena, más divertida que he tratado enmi vida.

-Nada te dirá, Pepa, sino lo que todo elmundo sabe -indicó Amaranta-, y es que a estashoras las tropas de Napoleón deben de estarentrando en España.

-¡Oh, qué cosa más linda! -dijo mi ama-.Hable Vd., señor marqués.

-Sobrina, ¿acabarás de apurarme la pacien-cia? -exclamó el marqués, dando importanciaextraordinaria al asunto-. No se trata de queentren o no entren esas tropas, se trata de quevan a Portugal a apoderarse de aquel reino pa-ra repartirlo...

-¿Para repartirlo? -dijo la González con sucalenturienta jovialidad-. Bien; me alegro. Quese lo repartan.

Page 106: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Lindísima Pepa, esas cosas no pueden deci-dirse tan de ligero -dijo el marqués gravemen-te-. ¡Oh, Vd. aprenderá conmigo a tener juicio!

-Es cierto - añadió Amaranta - que se haacordado dividir a Portugal en tres pedazos: eldel Norte se dará a los reyes de Etruria; el cen-tro quedará para Francia y la provincia de Al-garbes y Alentejo, servirá para hacer un peque-ño reino, cuya corona se pondrá el señor Godoyen su cabeza.

-¡Patrañas, sobrina, patrañas! -dijo el mar-qués-. Eso es lo que dio tanto que hablar el añopasado; pero ¿quién se acuerda ya de semejantecombinación? Tú no estás al tanto de lo quepasa... Por supuesto, no necesito repetir que espreciso guardar absoluto secreto sobre lo quevoy a decir.

-¡Ah!, descuide Vd. -repuso mi ama-. Encuanto a mí, estoy encantada de esta conversa-ción.

Page 107: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-El año pasado Godoy trató de ese asunto,por medio de Izquierdo, su representante re-servado, con Napoleón. Parece que la cosa es-taba arreglada. Pero de repente el emperadorpareció desistir, y entonces D. Manuel, ofendi-do en su amor propio y viendo defraudadassus esperanzas, quiso mostrarse fuerte contraNapoleón, publicó la famosa proclama de Oc-tubre del año pasado, y envió un mensajerosecreto a Inglaterra, para tratar de adherirse a lacoalición de las potencias del Norte contraFrancia. Esto lo tengo yo muy sabido... porque¿qué secreto puede escaparse a mi penetracióny consumada experiencia de estos arduos nego-cios? Bien... así las cosas, venció Napoleón a losprusianos en Jena, y ya tenemos a nuestro D.Manuel asustadico y hecho un lego motilón,temiendo la venganza del que había sido gra-vemente ofendido con la publicación de la pro-clama, considerada aquí y en Francia como unadeclaración de guerra. Envió a Izquierdo aAlemania, para implorar perdón, y al fin le fue

Page 108: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

concedido; pero no se volvió a hablar más delreparto de Portugal, ni de la soberanía de losAlgarbes. He aquí, señoras, la pura verdad. Yo,por mis antecedentes y mis conocimientos, es-toy al tanto de todos estos asuntos, pues al pasoque los atisbo y escudriño aquí, no falta algúndiplomático extranjero que me los comuniquecon toda reserva. Hoy no se habla ya del repar-to de Portugal, señora sobrinita. Lo que ocurrees mucho más grave, y... pero no, no somosdueños de comunicar a nadie ciertas cosas. Ca-llaré hasta que el gran cataclismo se hagapúblico... ¿Aprueba Vd. mi discreción, queridaPepa? ¿Conviene Vd. conmigo en que la reser-va es hermana gemela de la diplomacia?

-¡Oh, la diplomacia! -exclamó mi ama conafectación-. Es cosa que me tiene enamorada.¡La pérfida Albión! ¡Los tratados! ¡Bonaparte!¡La coalición! ¡Oh, qué asuntos tan divinos!Confieso que hasta aquí me han aburrido mu-cho; pero ahora... esta noche, rabio por conocer-

Page 109: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

los, y esta conversación, señor marqués, metiene embelesada.

-Es verdad -dijo el diplomático relamiéndosede satisfacción-, qué pocas personas tratan deestas materias con tanta delicadeza, con tantaprudencia, digámoslo de una vez, con tantagracia como yo. Cuando estaba en Viena por elaño 84 todas las damas de la corte me rodea-ban, y si vieran Vds. cómo pasaban el ratooyéndome...

-Lo comprendo: lo mismo me pasa a mí estanoche -dijo mi ama sin cesar en su extraña exal-tación-. Por piedad, hábleme Vd. del Austria,de la Turquía, de la China, del protocolo y de laguerra; sobre todo de la guerra.

-Dejemos a un lado, por esta noche tan fasti-diosa conversación -indicó Amaranta-. No creoque usted, querido tío, sea de la ridícula opi-nión que se supone que Godoy intenta, con el

Page 110: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

auxilio de Bonaparte, mandar a América a laReal familia, quedándose él de rey de España.

-Sobrina, por todos los santos, no me incitesa hablar; no me hagas olvidar el gran principiode que la discreción es hermana gemela de ladiplomacia.

-Es absurdo también -continuó la sobrina-suponer que Napoleón haya mandado sus tro-pas a España para poner la corona al príncipeFernando. El heredero de un trono no puedesolicitar el favor de un soberano extranjero paraningún fin contrario a los de sus reales padres.

-Vamos, vamos, señoras, asuntos tan gravesno pueden tratarse de ligero. Si yo me decidieraa hablar, se quedarían Vds. espantadas, y nopodríamos cenar.

A esta sazón ya había venido la cena, y yocomenzaba a servirla. Isidoro y Lesbia, reque-ridos por mi ama para que se acercaran a la

Page 111: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mesa, dieron tregua al arrobamiento y tomaronparte por un rato en la conversación general.

-¿Pero, qué están Vds. hablando? -dijo Les-bia-. ¿Hemos venido aquí para ocuparnos de loque no nos importa? ¡Bonito tema!

-¿Pues de qué quiere Vd. que se hable, des-graciada?

-De otras cosas... vamos; de bailes, de toros,de comedias, de versos, de vestidos...

-¡Qué sosada! -indicó mi ama con desdén-.Además, Vds. pueden tratar de lo que gusten, ynosotras hablaremos de lo que más nos con-venga.

-Ya veo por qué anda Pepa tan distraída -dijo Máiquez burlándose de mi ama-. Se hadedicado a estudiar la política y la diplomacia,carreras más propias de su ingenio que la delteatro.

Page 112: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Mi ama intentó contestar a esta mofa, perolas palabras expiraron en sus labios y se pusomuy encendida.

-Aquí venimos a divertirnos -añadió Lesbia.

-¡Oh, frívola y vana juventud! -exclamó elmarqués después de beberse un gran vaso devino-. No piensa más que en divertirse, cuandola Europa entera...

-Dale con la Europa entera.

-Pepa es la única que comprende la grave-dad de las circunstancias. Vd., encantadoraactriz, será de las pocas que, como yo, no sesorprendan del cataclismo.

-¿Querrá Vd. explicarnos de una vez lo queva a pasar?

-¡Por Dios y todos los santos! -exclamó el di-plomático afectando cierta compunción supli-cante-. Yo ruego a Vds. que no me obliguen con

Page 113: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sus apremiantes excitaciones a decir lo que nodebe salir de mis labios. Aunque tengo con-fianza en mi propia prudencia, temo muchoque si Vds. siguen hostigándome, se me escapealguna frase, alguna palabra... Callen Vds. porDios, que la amistad tiene en mí fuerza irresis-tible, y no quiero verme obligado por ella aolvidar mis honrosos antecedentes.

-Pues callaremos: no deseamos saber nada,señor marqués -dijo Máiquez, comprendiendoque el mejor medio para mortificar al buen vie-jo consistía en no preguntarle cosa alguna.

Hubo un momento de silencio. El marqués,contrariado en su locuacidad, no cesaba de en-gullir, entablando relaciones oficiosas con uncapón, e impetrando para este fin los buenosoficios de una ensalada de escarola, que le ayu-daba en sus negociaciones. Mientras tanto sedeshacía en obsequios con mi ama, y sus tur-bios ojos, reanimados no sé si por el vino o porel amor, brillaban entre los arrugados párpados

Page 114: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

y bajo las espesas cenicientas cejas que contraíasiempre en virtud de la costumbre de leer lavieja escritura de los memorandums. La Gonzá-lez no decía tampoco una palabra, y sólo poníasu reconcentrada atención, aunque sin mirarlos,en los dos amantes, mientras que Amaranta,agitada sin duda por pensamientos muy dife-rentes, no miraba a Isidoro ni a Lesbia, ni a miama, ni a su tío, sino... ¿tendré valor para decir-lo?, me miraba a mí. Pero esto merece capítuloaparte, y pongo punto final en éste para des-cansar un poco.

-VII-Sí, ¿lo creerán Vds.?, me miraba, ¡y de qué

modo! Yo no podía explicarme la causa quemotivaba aquella tenaz curiosidad, y si he decirverdad como hombre honrado, aún no he sali-do de dudas. Yo servía a la mesa, como es desuponer, y no pueden ustedes figurarse cuál

Page 115: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

fue mi turbación cuando advertí que aquellahermosa dama, objeto por parte mía de la másfervorosa admiración, fijaba en mí los ojos másperfectos, que, según creo, se han abierto a laluz desde que hay luz en el mundo. Un color seme iba y otro se me venía; a veces mi sangretoda corría precipitadamente hacia mi semblan-te poniéndome encendido, y a veces se recogíapor entero en mi palpitante corazón, dejándo-me más pálido que un difunto. Ignoro el núme-ro de fuentes que rompí aquella noche, pues lasmanos me temblaban, y creo que serví de unmodo lamentable, trocando el orden de los pla-tos, y dando sal cuando me pedían azúcar.

Yo decía para mí: ¿qué es esto? ¿Tendré algoen la cara? ¿Por qué me mirará tanto esa mu-jer?... Al salir fuera, iba a la cocina, me miraba atoda prisa en un espejillo roto que allí tenía;mas no encontraba en mi semblante nada quede notar fuese. Volví a la sala, y otra vez Ama-ranta me clavaba los ojos. Por un instante lle-

Page 116: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

gué a creer... ¡pero quiá!, me reía yo mismo detan loca presunción. Cómo era posible que unadama tan hermosa y principal sintiera... ¡Ay!,recuerdo haber dicho, aunque al revés, lo quedespués escribió en un célebre verso cierto poe-ta moderno. Pero todo debía de ser un sueño demi infantil soberbia. ¿Cómo podía la estrella delcielo mirar al gusano de la tierra, sino para re-crearse, comparando, en su propia magnitud ybelleza?

Pero debo añadir otra circunstancia, y es quecuando mi ama me reprendía por las muchastorpezas que cometí en el servicio de la mesa,Amaranta acompañaba sus miradas de unadulce sonrisa, que parecía implorar indulgenciapor mis faltas. Yo estaba perplejo, y un violentofluido que parecía súbito acrecentamiento devida corría por mis nervios, produciéndomeuna actividad devoradora a la cual seguía unvago aturdimiento.

Page 117: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Después de largo rato la conversación,anudándose de nuevo, fue general. El marqués,viendo que no se le preguntaba nada, estaba engran desasosiego, y a los rostros de todos dirig-ía con inquietud sus ojos buscando una víctimade su conversación; pero nadie parecía dispues-to a escucharle, con lo cual, lleno de enojo,tomó la palabra para decir que si continuabanapremiándole para que hablara, se vería en elcaso de no poner por segunda vez a prueba sudiscreción concurriendo a tertulias donde noreinaba el más profundo respeto hacia los se-cretos de la diplomacia.

-Pero si no le hemos dicho a Vd. una palabra-indicó Lesbia, riendo.

Isidoro, conociendo que el marqués eraenemigo de Godoy, dijo con mucha sorna:

-No se puede negar que el Príncipe de laPaz, como hombre de gran talento, burlará lasintrigas de sus enemigos. Napoleón le apoya, y

Page 118: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

no digo yo la coronita de los Algarbes, sino lade Portugal entero o quizás otra mejor, recibiráde manos de su majestad imperial. Conozco aNapoleón, le he tratado en París, y sé que gustade los hombres arrojados como Godoy. VeráVd., verá Vd., señor marqués, todavía le hemosde ver a Vd. llamado a los consejos del nuevorey, y tal vez representándole como plenipo-tenciario en alguna de las Cortes de Europa.

El marqués se limpió la boca con la serville-ta, echóse hacia atrás, sopló con fuerza, des-ahogando la satisfacción que le producía el ver-se interpelado de aquel modo, fijó la vista en unvaso, como buscando misterioso punto de apo-yo para una sutil meditación, y dijo con muchapausa:

-Mis enemigos, que son muchos, han hechocorrer por toda Europa la especie de que yollevaba correspondencia secreta con el Príncipede Talleyrand, con el Príncipe Borghese, con elPríncipe Piombino, con el gran duque de

Page 119: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Aremberg, y con Luciano Bonaparte, en conni-vencia con Godoy, para estipular las bases deun tratado en virtud del cual España cedería lasprovincias catalanas a Francia a cambio de Por-tugal y el reino de Nápoles... pasando Milán ala reina de Etruria, y el reino de Westfalia a unInfante de España. Yo sé que esto se ha dicho -añadió alzando la voz y dando un fuerte puñe-tazo en la mesa-. ¡Yo sé que esto se ha dicho; hallegado a mis oídos, sí, señor! Los calumniado-res lo hicieron creer a los soberanos de Austriay Prusia; se me interpeló sobre el caso, Rusia notitubeó en hacerse eco de la calumnia, y fuepreciso que yo empleara todo mi valimiento ytacto para disipar las densas nubes que se hab-ían acumulado en el horizonte de mi reputa-ción.

Al decir esto el marqués empleaba el mismotono que habría usado ante un Consejo de losprincipales políticos de Europa. Después desonarse con estrépito, prosiguió así:

Page 120: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Afortunadamente soy bien conocido, y alfin... tengo la satisfacción de haber sido objetode las más satisfactorias frases por parte de lossoberanos citados. ¡Ah!... ya sé yo el objeto queguió a los calumniadores y el sitio de dondepartió la calumnia. En casa de Godoy se in-ventó esa trama abominable con objeto de versi, autorizada con mi nombre, podía esa combi-nación correr con alguna fortuna por Europa.Pero tan inicuos planes, quedaron sin éxito,como era de suponer, y la Europa entera con-vencida de que el Príncipe de la Paz y yo nopodemos obrar de concierto en negocio algunode interés general para las grandes potencias.

-¿De modo -dijo Isidoro-, que Vd. no es, co-mo dicen, amigo secreto de Godoy?

El diplomático frunció el ceño, sonrió condesdén, llevó un polvo a la nariz, y continuóasí:

Page 121: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Qué incongruentes especies no inventarála calumnia? ¿Qué torpes ardides no imagi-narán la astucia y la doblez contra la prudenciay la rectitud? Mil veces me han hecho esos car-gos, y mil veces los he rebatido. Pero es fuerzaque repita ahora lo que en otras ocasiones hedicho. Había hecho propósito solemne de noocuparme más de este asunto; pero la terque-dad de mis amigos, y la obcecación del públicome obligan a ello. Hablaré claro: si en el calorde mi defensa hago revelaciones que puedansonar mal en ciertos oídos cúlpese a los que mehan provocado, no a mí, que todo debo pospo-nerlo al brillo de mi inmaculada reputación.

Lesbia, Isidoro y mi ama hacían esfuerzospara contener la risa, al ver el énfasis con quenuestro hombre defendía, contra imaginariasacusaciones una personalidad de que nadie seocupaba sino él. Amaranta parecía meditabun-da, mas sus reflexiones no le impedían fijaralguna vez en mí sus incomparables ojos.

Page 122: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-En el año de 1792 -prosiguió el viejo-, cayódel ministerio el conde de Floridablanca, que sehabía propuesto poner coto a los estragos de larevolución francesa. ¡Ah! El vulgo no conoció lamano oculta que había arrojado de la secretaríadel Estado a aquel hombre insigne, envejecidoen servicio del Rey. ¿Pero cómo podía ocultarsea los hombres perspicaces la máquina interiorde aquel cambio de ministerio? Un joven de 25años a quien los Reyes miraban con particularafecto y que tenía frecuente entrada en palacio,y hasta participación en los consejos, influyó enel cambio de ministerio, y en la elevación delseñor conde de Aranda. ¿Tuve yo participaciónen aquel suceso? No, mil veces no; hallábame ala sazón agregado a la embajada española, cer-ca del emperador Leopoldo, y no pude deningún modo influir para que desempeñara elministerio mi amigo el conde de Aranda. Pero¡ay!, este duró poco en el poder, porque nuevasmaquinaciones le derribaron, y en Noviembredel mismo año, España y el mundo todo vieron

Page 123: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

con sorpresa que era elevado a la primera dig-nidad política aquel mismo joven de 25 años,ya colmado de honores inmerecidos, tales comoel ducado de la Alcudia y la grandeza de Espa-ña de primera clase, la gran cruz de Carlos III,la cruz de Santiago, los cargos de ayudantegeneral del cuerpo de guardias, mariscal decampo de los reales ejércitos, gentil-hombre decámara de S.M. con ejercicio, sargento mayordel real cuerpo de guardias de Corps, consejerode Estado, superintendente general de correosy caminos, etc., etcétera. Empuñó Godoy lasriendas del Estado en tiempos muy críticos:todos los hombres de previsión, comprendía-mos la proximidad de grandes males, e hicimoslo posible por conjurarlos. El torpe duque de laAlcudia declaró la guerra a Francia, contra laopinión de Aranda, y de todos cuantos tenía-mos alguna experiencia en los negocios. ¿Se noshizo caso? No. ¿Se oyeron nuestros consejos?No. Pues veamos ahora lo que ocurría despuésde hecha la paz con Francia.

Page 124: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

«El Rey continuaba acumulando en la per-sona de su favorito toda clase de distinciones yhonores, y por fin le enlazó con una princesa dela familia real. Tanto favor dispensado a unhombre nulo y que en los más indignos hechosbuscaba ocasión de medro, produjo la animad-versión y el descontento de todos los españoles.La caída de un favorito, que había desconcerta-do el Erario público, y desmoralizado la justiciavendiendo los destinos, era segura». Y aquídebo decir, aunque por un momento falte a lasleyes de mi sistemática reserva, que yo nadainfluí para que entraran en los ministerios deHacienda y Gracia y Justicia Saavedra y Jove-llanos. Ruego a Vds. que no revelen este secre-to, que hoy por primera vez sale de mis labios.

-Seremos tan callados como guardacantones,señor marqués -dijo Isidoro.

-Pero la cosa no tenía remedio -continuó eldiplomático dirigiendo sus ojos a todos los la-dos de la sala, como si le oyera gran número de

Page 125: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

personas-. Jovellanos y Saavedra no podíanconcertarse en el gobierno con quien ha sidosiempre la misma torpeza y la corrupción enpersona. La república francesa trabajaba encontra del favorito; Jovellanos y Saavedra seempeñaron en desprenderse de tan peligrosocompañero, y al fin el rey, cediendo a tantassugestiones, y a la voz popular, dio a Godoy suretiro en Marzo de 1798. Yo declaro aquí de unavez para siempre que no tuve participación ensu caída, como han dado en suponer. Y éstasería ocasión de decir algo que sé, y que siem-pre he callado; pero... no, no fío bastante en laprudencia de los que me escuchan, y prefieroguardar silencio sobre un punto delicado quenadie conoce. Conste tan sólo que no contribuía la caída de Godoy en 1798.

-Pero la desgracia del Sr. D. Manuel durópoco -dijo Isidoro-, porque el ministerio Jove-llanos-Saavedra fue de poca duración, y el de

Page 126: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Caballero y Urquijo, que le sucedió, tampocotuvo larga vida.

-Efectivamente, a eso iba -continuó el mar-qués-. Los Reyes no podían pasarse sin su ami-go. Ocupó éste nuevamente la secretaría deEstado, y queriendo acreditarse de guerrero,ideó la famosa expedición contra Portugal, paraobligar a este pequeño reino a romper sus rela-ciones con Inglaterra. Ya desde entonces nues-tro ministro no pensaba más que en secundarlos planes de Bonaparte del modo menos venta-joso para España. Él mismo mandó aquel ejérci-to, que se puso en planta a costa de grandessacrificios; y cuando los pobres portuguesesabandonaron a Olivenza sin que pudiera enta-blarse una lucha formal, el favorito celebró sussoñadas victorias con un festejo teatral que dioa aquella guerra el nombre de guerra de las na-ranjas. Ustedes saben que los Reyes habíanacudido a la frontera. El favorito mandó cons-truir unas angarillas que adornó con flores y

Page 127: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ramajes, y sobre esta máquina hizo poner a lareina, que fue tan chabacanamente llevada enprocesión ante las tropas, para recibir de manosdel generalísimo un ramo de naranjas, cogidoen Elvas por nuestros soldados. No añadiré unapalabra más, ni recordaré los punzantes chistesque circularon en aquella ocasión de boca enboca. Que cada cual se entienda con su con-ciencia, y que todos tengan bastante energíapara defender sus propios actos, como defiendoyo los míos en este momento. Ahora paso a otracuestión.

«Y aunque necesite repetirlo mil veces, dirétambién que no tuve parte alguna en las nego-ciaciones del tratado de San Ildefonso, ni en laalianza de nuestra marina con la francesa, ori-gen del desastre de Trafalgar. Pero sobre esetratado sé cosas curiosísimas que me confió elgeneral Duroc y que no puedo revelar a Vds.por más empeño que muestren en conocerlas.No... no me pidan Vds. que revele lo que sé; no

Page 128: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pongan a prueba mi discreción; hay secretosque no pueden confiarse en el seno de la amis-tad más íntima. Yo debo callar y callaré. Si losdijese, cuán pronto confundiría al Príncipe de laPaz y a los que me suponen cómplice de susinfames tratos con Bonaparte. Mi único afán haconsistido en destruir sus combinaciones, yaquí en confianza puedo decir que repetidasveces lo he conseguido. Por eso se empeña endesacreditarme a los ojos de Europa, en mal-quistarme con los hombres de Estado, que handepositado en mí su confianza; por eso suenami nombre unido a todas las combinacionesque fragua Izquierdo en París. Pero ¡ah!, graciasa mi destreza podré anonadar a los calumnia-dores, salvando mi buen nombre. Ojalá pudieraasimismo salvar a nuestros Reyes y a nuestropaís del descrédito a que los conduce ciega-mente un hombre abominable, que se ha eleva-do por las causas que todos sabemos y siguedirigiendo la nave del Estado valido de su tor-pe arrogancia e insolente travesura.

Page 129: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Dijo, y llevándose a la nariz con diplomáticoaplomo el polvo de rapé se sonó con más es-truendo que el de una batería, miró a todos porencima del pañuelo, y luego pronunció vagasfrases que anunciaban la agitación de su grandeespíritu. Oyéndole y viéndole, parecía que so-bre el mantel de la mesa que yo había servidoiban a resolverse las más arduas cuestioneseuropeas, repartiendo pueblos y arreglandonaciones como en el tapete de Campo-Formio,de Presburgo o de Luneville.

-Estamos ya convencidos, señor marqués -dijo Lesbia-, de que Vd. no ha tenido ni tieneparte alguna en los desastres ocasionados porel Príncipe de la Paz; pero no nos ha dicho cuá-les son los cataclismos que nos amenazan.

-Ni una palabra más, no diré ni una palabramás -dijo el marqués alzando la voz-. Cesen,pues, las preguntas. Todo es inútil, señorasmías. Soy inflexible e implacable: todos los es-fuerzos, todas las astucias de la curiosidad no

Page 130: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

conseguirán arrancarme una revelación. Hesuplicado a Vds. que no me preguntasen nada,y ahora, no ruego, sino mando que me dejen enpaz, renunciando a corromper y sobornar miexperimentada prudencia con los halagos de laamistad.

Oyendo al diplomático, yo recordaba a cier-to mentiroso que conocí en Cádiz, llamado D.José María Malespina. Ambos eran portentosde vanidad; pero el de Cádiz mentía desver-gonzadamente y sin atadero, mientras que el deMadrid, sin alterar nunca los sucesos reales, sesuponía hombre de importancia, y su pruritoconsistía en defenderse de ataques imaginariosy en negarse a revelar secretos que no sabía.Esto prueba la inmensa variedad que el Crea-dor ha puesto en la fauna moral, así como en lafísica.

Isidoro y Lesbia, retirándose de la mesa,habían vuelto a formar la tela de araña de suscomunicaciones amorosas. Mi ama había varia-

Page 131: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

do en sus disposiciones favorables con el mar-qués. En vano le prometió franquearse con ella,revelándole lo que ningún ser humano habíaoído hasta entonces de sus labios; pero sin du-da a la González no debió de halagar mucho lapromesa de conocer los planes de todas las po-tencias europeas, porque no tuvo para su solíci-to cortejante palabra ni frase alguna que nofuesen el mismo acíbar.

Amaranta, cuya reconcentración mental sedesvanecía poco a poco, clavó en mí sus ojos deuna manera que parecía indicar vivo deseo deentablar conversación conmigo. En efecto, con-tra todas las prescripciones del decoro], en cier-ta ocasión en que yo recogía los platos vacíosque tenía delante, se sonrió de un modo celes-tial, atravesándome el corazón con estas pala-bras:

-¿Estás contento con tu ama?

Page 132: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

No puedo asegurarlo terminantemente; perocreo que sin mirarla, contesté: -Sí, señora.

-¿Y no desearías cambiar de ama? ¿No de-seas encontrar colocación en otra parte?

Tampoco aseguro que sea cierto, pero meparece que respondí: -Según con quien fuera.

-Tú pareces un chico de disposición -añadiócon una sonrisa que parecía abrir el cielo antemis ojos.

A esto sí estoy seguro de no haber contesta-do una palabra. Después de una breve pausa,en que mi corazón parecía querer echársemefuera del pecho, tuve un arranque de osadía,que hoy mismo me causa asombro, y dije:

-¿Es que quiere usía tomarme a su servicio?

Al oírme, Amaranta prorrumpió en graciosacarcajada, y yo me quedé perplejo, creyendohaber dicho alguna inconveniencia. Al punto

Page 133: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

salí de la sala con mi carga de platos: en la coci-na procuré calmar mi turbación, tratando deexplicarme los sentimientos de Amaranta res-pecto a mí, y después de mil dudas, dije:

-Mañana mismo le contaré todo a Inés, y ve-remos lo que ella piensa.

-VIII-Cuando regresé a la sala, la escena continua-

ba la misma, pero la llegada de un nuevo per-sonaje iba a variarla por completo. Oímos ruidode alegres voces y como preludios de guitarraen el portal, y después entró un joven a quiendiferentes veces había yo visto en el teatro.Acompañábanle otros; pero se despidieron enla puerta, y él subió solo, mas haciendo tantoruido, que no parecía sino que un ejército senos metía en la casa. Me acuerdo bien de queaquel joven vestía el traje popular; esto es, un

Page 134: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

rico marsellés, gorra peluda de forma semejan-te a la de los sombreros tripicos, pero muchomás pequeña, y capa de grana con forros defelpa manchada. Al verle con esta facha, nocrean Vds. que era algún manolo de Lavapiés ochispero de Maravillas, pues los arreos con quele he presentado cubrían la persona de uno delos principales caballeros de la corte; sólo queéste, como otros muchos de su época, gustabade buscar pasatiempo entre la gente de bajaestofa, y concurría a los salones de Polonia laAguardentera, Juliana la Naranjera, y otras céle-bres majas de que se hablaba mucho entonces.En sus nocturnas correrías usaba siempre aqueltraje, que en honor de la verdad, le caía a lasmil maravillas.

Pertenecía aquel joven a la guardia real, ysus conocimientos no traspasaban más allá dela ciencia heráldica, en que era muy experto,del arte del toreo y la equitación. Su constanteoficio era la galantería arriba y abajo, en los

Page 135: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

estrados y en los bailes de candil. Parecían es-critos expresamente para él los famosos versos:

¿Ves, Arnesto, aquel majo en siete varasde pardomonte envuelto...

-¡Oh, don Juan! - exclamó Amaranta al verleentrar.

-Bien venido sea el Sr. de Mañara.

Animóse la reunión como por encanto con laentrada de aquel joven, cuyo carácter jovial ybullanguero se manifestó desde el primer mo-mento. Advertí que el rostro de Amaranta ad-quiría de súbito extraordinaria viveza y mali-cia.

-Sr. de Mañara -dijo con gran desenfado-,llega usted a tiempo. Lesbia le echaba a ustedde menos.

Page 136: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Lesbia miró a su amiga de un modo terrible,mientras Isidoro parecía dominado por violentacólera.

-Aquí, D. Juan, siéntese Vd. a mi lado -indicómi ama con alegría, señalando a Mañara la sillaque tenía a la izquierda.

-No creí encontrar a Vd. aquí, señora duque-sa -dijo el petimetre dirigiéndose a Lesbia-. Hevenido, sin embargo, impulsado por la voz demi corazón; ya veo que el corazón no se equi-voca siempre.

Lesbia estaba bastante turbada, mas no eramujer a quien arredraban las situaciones críti-cas; así es que entre ella y Mañara hubo unverdadero tiroteo de dichos agudos, risas yepigramas. Máiquez estaba cada vez más in-tranquilo.

-Esta es noche de suerte para mí -dijo D.Juan sacando un bolsillo de seda-. He estado en

Page 137: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

casa de la Primorosa, y allí he ganado cerca dedos mil reales.

Diciendo esto, vació el oro sobre la mesa.

-¿Había allí mucha gente? -preguntó Ama-ranta.

-Mucha; mas la marquesita no pudo ir por-que estaba con dolor de muelas. ¡Ah!, noshemos divertido.

-Para Vd. -dijo Amaranta con verdadero en-sañamiento en su malicia- no hay diversión allídonde no está Lesbia.

Ésta volvió a dirigir a su amiga colérica mi-rada.

-Por eso he venido.

-¿Quiere Vd. seguir probando fortuna? -dijomi ama-. La baraja, Gabriel; trae la baraja.

Page 138: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Hice lo que se me mandaba, y los oros, lasespadas, los bastos y las copas se entremezcla-ron bajo los dedos del petimetre, que barajabacon toda la rapidez que da la experiencia.

-Sea Vd. banquero.

-Bien; ahí va.

Cayeron las primeras cartas: todos los per-sonajes sacaron su dinero; fijáronse ansiosasmiradas en los terribles signos, y comenzó eljuego.

Por un momento no se oyeron más que estasbreves y elocuentes frases: «¡Tres duros al caba-llo!... Yo no abandono a mi siete de espadas...Bien por el rey... Gané..., perdí... Diez a mí...Maldita sota!».

-Mala suerte tiene Vd. esta noche, Máiquez -dijo Mañara, recogiendo el dinero del actor,

Page 139: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que ni una vez apuntaba sin perder cuantoponía.

-¡Y yo, qué buena! -dijo mi ama recogiendosus monedas, que ascendían ya a una respeta-ble cantidad.

-¡Oh, Pepa; para Vd. es toda la suerte! -exclamó el banquero-. Pero dice el refrán:«Afortunado en el juego, desgraciado en amo-res».

-En cambio Vd. -dijo Amaranta- puede decirque es afortunado en ambos juegos. ¿Verdad,Lesbia?

Y luego, dirigiéndose a Isidoro, que perdíamucho, añadió:

-Para Vd., pobre Máiquez, sí que no se hahecho aquel refrán; porque Vd. es desgraciadoen todo. ¿Verdad, Lesbia?

Page 140: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

El rostro de ésta se encendió súbitamente.Me pareció que la vi dispuesta a contestar conviolencia a su amiga; pero se contuvo y la tem-pestad quedó conjurada por algún tiempo. Elmarqués perdía siempre, pero no paró de jugarmientras tuvo una peseta en su bolsillo. No asíMáiquez, que una vez desvalijado, recibió unpréstamo del banquero, y así siguió el juegohasta más de la una, hora en que comenzaron ahablar de retirarse.

-Debo a Vd. treinta y siete duros -dijo Mái-quez.

-Y por fin -preguntó el petimetre-, ¿cuál es lafunción escogida para representarse en casa dela señora marquesa?

-Ya está acordado que sea Otello.

-¡Oh!, me parece bien, amigo Isidoro. Me en-tusiasma Vd. en el papel de celoso -dijo Maña-ra.

Page 141: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Querría Vd. hacer el de Loredano?-preguntó el actor.

-No; es papel muy desairado. Además, nosirvo para el teatro.

-Yo le enseñaré a Vd.

-Gracias. ¿Ya ha enseñado Vd. a Lesbia supapel?

-Lo sabe perfectamente.

-Cuánto deseo que llegue esa noche -dijoAmaranta-. Pero diga Vd., Isidoro, si le ocurrie-ra a usted un lance como el de Otello, si se vieraengañado por la mujer que ama, ¿sentiría ustedaquel terrible furor, sería capaz de matar a suEdelmira?

Esta flecha iba dirigida a Lesbia.

-¡Quiá! -exclamó Mañara-. Eso no pasa nun-ca sino en el teatro.

Page 142: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No mataría a Edelmira; pero sí a Loredano -repuso Máiquez con firmeza, clavando su enér-gica mirada en el petimetre.

Hubo un momento de silencio, durante elcual pude advertir perfectamente las señales dela más reconcentrada rabia en el rostro de Les-bia.

-Pepa, no me has obsequiado esta noche-dijoMañara-. Verdad es que he cenado; pero son lasdos, hija mía.

Serví de beber al joven, y habiéndome reti-rado, oí desde fuera el siguiente diálogo. Maña-ra, alzando una copa llena hasta los bordes,dijo:

-Señores: brindo por nuestro querido Prínci-pe de Asturias: brindo porque la santa causaque representa tenga dentro de pocos días eléxito más completo: brindo por la caída del

Page 143: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

favorito y el destronamiento de los Reyes Pa-dres.

-Muy bien -exclamó Lesbia aplaudiendo.

-Creo que estoy entre amigos -continuó eljoven-. Creo que un fiel súbdito del nuevo Reypuede manifestar aquí sin recelo, alegría y es-peranza.

-¡Qué horror! Está Vd. loco. Prudencia, joven-dijo el diplomático escandalizado-. ¿Cómo seatreve Vd. a revelar?...

-Cuidado -dijo Lesbia con mucha viveza-,cuidado Sr. Mañara, está delante una confiden-ta de S. M. la Reina.

-¿Quién?

-Amaranta.

-Tú también lo eres, y según dicen posees lossecretos más graves.

Page 144: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No tanto como tú, hija mía -dijo Lesbia sin-tiendo reponerse su osadía-; tú, que, según seasegura, eres hoy depositaria de todas las con-fianzas de nuestra amada soberana. Esto es unagran honra para ti.

-Seguramente -repuso Amaranta, dominan-do su cólera-. Sigo al lado de mi bienhechora.La ingratitud es vicio muy feo, y no he queridoimitar el ejemplo de las que insultan a quien lesha favorecido. ¡Ah!, es muy cómodo hablar delas faltas ajenas para que no se fije la vista enlas propias.

Lesbia, después de un momento de vacila-ción, iba a contestar. El diálogo tomaba algunagravedad, y de seguro se habrían oído cosasbastante duras, si el diplomático, interviniendocon su tacto de costumbre, no hubiera dicho:

-Señoras, por Dios... ¿qué es esto? ¿No sonustedes íntimas amigas? ¿Una diferencia deopinión puede turbar el cielo purísimo de la

Page 145: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

amistad? Dense las manos, y bebamos todos elúltimo vaso a la salud de Lesbia y Amarantaenlazadas en dulce y amorosa fraternidad.

-Estoy conforme; esta es mi mano -dijo Ama-ranta alargando la suya con gravedad.

-Ya hablaremos de esto -añadió Lesbia estre-chando con desabrimiento las manos de la otradama-. Por ahora seremos amigas.

-Bien: ya hablaremos de esto.

En aquel momento entré yo y la expresióndel semblante de una y otra no me pareció in-dicar predisposiciones a la concordia. Conaquel desagradable incidente, que por fortunano tomó proporciones, tuvo fin la tertulia, y laaparente reconciliación fue señal de partida.Levantáronse todos, y mientras el diplomáticoy Mañara se despedían de mi ama, Amarantase llegó a mí con disimulo, acercó su boca a mi

Page 146: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

oído, y me dijo con una vocecita que parecíaresonar dentro de mi cerebro:

-Tengo que hablarte.

Dejóme aturdido; pero mi sorpresa subió depunto un poco después, cuando acompañé a lacomitiva por la calle, precediéndoles con unfarol, según costumbre, porque en aquel tiempoel alumbrado público, si en alguna calle existía,era digno émulo de la oscuridad más profunda.Llegamos a la calle de Cañizares, a una suntuo-sa casa, que era la misma en cuyo sotabancovivía Inés, aunque se subía por distinta escale-ra. En el patio de aquella casa, que era la delmarqués diplomático, por mejor dicho, de suhermana, esperaban las literas que debían con-ducir a las dos damas a sus respectivas man-siones. Antes de entrar en la litera, Amarantame llamó aparte, y díjome que al día siguientefuese a buscarla a aquella misma casa, pregun-tando por una tal Dolores, que luego supe eradoncella o confidenta suya, cuyo mandato me

Page 147: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

alegró mucho, porque en él vi el fundamentode mi fortuna.

Volví a casa apresuradamente, y encontré ami ama muy agitada, paseando con precipita-ción en la estrecha sala, y departiendo consigomisma, como si no tuviera el juicio muy sano.

-¿Observaste -me dijo- si Isidoro y Mañaradisputaban por la calle?

-No reparé, señora -le respondí-. ¿Pues quémotivo tienen esos dos caballeros para enemis-tarse?

-¡Ah!, no sabes cuán alegre estoy, Gabriel;estoy satisfecha -me dijo la González con extra-viados ojos y tan febril inquietud, que me im-puso miedo.

-¿Por qué, señora? -pregunté-. Ya es hora dedescansar, y Vd. parece necesitar descanso.

Page 148: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No, tonto, yo no duermo esta noche -dijo-.¿No sabes que yo no puedo dormir? ¡Ah, cuán-to gozo considerando su desesperación!

-No entiendo a Vd.

-Tú no entiendes de esto, chiquillo; vete aacostar... Pero no, no, ven acá y escucha. ¿Ver-dad que parece castigo de Dios? El muy simpleno conoce la víbora que tiene entre sus brazos.

-Creo que se refiere Vd. a Isidoro.

-Justo. Ya sabes que está enamorado de Les-bia. Está loco, como nunca lo ha estado. ¡Ah!Con todo su orgullo, ¡qué vilmente se arrastra alos pies de esa mujer! Él, acostumbrado a do-minar, es dominado ahora, y su impetuosoamor servirá de diversión y chacota en el teatroy fuera de él.

-Pero me parece que el Sr. Máiquez es co-rrespondido.

Page 149: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Lo fue; pero los favores de Lesbia pasanpronto. ¡Oh! Bien merecido le está. Lesbia es lamisma inconstancia.

-No lo hubiera creído en una persona tansimpática y tan linda.

-Con esa carita angelical, con su sonrisa inal-terable y su aire de ingenuidad, Lesbia es unmonstruo de liviandad y coquetería.

-Tal vez ese Sr. Mañara...

-Eso no tiene duda. Mañara es hoy el favore-cido, y si habla con Isidoro es para divertirse asu costa, jugando con el corazón de ese desgra-ciado. Sí, el corazón de Isidoro está hoy comoun ovillo de algodón entre las patas de una gatatraviesa. ¿Pero no es verdad que le está bienmerecido?... ¡Oh, rabio de placer!

-Por eso la Sra. Amaranta no cesaba de deciraquellas cosas... -indiqué, deseando que mi ama

Page 150: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

esclareciera mis dudas sobre muchos sucesos ypalabras de aquella noche.

-¡Ah! Lesbia y Amaranta, aunque vienenjuntas aquí, se aborrecen, se detestan, y quisie-ran destruirse una a otra. Antes se llevabanmuy bien; mas de algún tiempo a esta parte, yocreo que algo ocurrido en palacio es la causa deesta inquina que ha empezado hace poco y seráuna guerra a muerte.

-Bien se conoce que no se llevan bien.

-En palacio, según me han dicho, arden pa-siones encarnizadas implacables. Amaranta esmuy amiga de los Reyes Padres, mientras queLesbia parece que es de las damas que más in-trigan en el bando de los amigos del Príncipede Asturias. Tan irritadas están hoy la una con-tra la otra, que ya no saben disimular el odioque se profesan.

Page 151: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y es Amaranta mujer de tan mala condi-ción como su amiga? -pregunté, deseando in-quirir noticias de la que ya consideraba comomi protectora.

-Todo lo contrario -repuso-. Amaranta esuna gran señora, tan discreta como hermosa, yde conducta intachable. Gusta de proteger a losdesvalidos: su sensible y tierno corazón es in-agotable para los menesterosos que necesitande su ayuda; y como es poderosísima en la cor-te, porque su valimiento casi excede al de losmismos Reyes, el que tenga la dicha de caer engracia, ya se puede considerar puesto en loscuernos de la luna.

-Ya me lo parecía a mí -dije muy contentopor tan lisonjeras noticias.

-Espero que Amaranta -prosiguió mi amacon la misma calenturienta agitación-, me ayu-dará en mi venganza.

Page 152: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Contra quién? -pregunté alarmado.

-Creo que se ha aplazado la función de lamarquesa -continuó sin atender a mi pregunta-.Nadie quiere hacer el desairado papel de Pésa-ro, y esto será ocasión de un lamentable retraso.¿Querrás desempeñarlo tú, Gabriel?

-¡Yo, señora!... no sirvo para el caso.

-Quedóse luego muy meditabunda, con elceño fruncido y los ojos fijos en el suelo, y porfin volvió a su primer tema.

-Estoy satisfecha -dijo con esa hilaridad do-lorosa, que indica las grandes crisis de la pa-sión-. Lesbia le es infiel, Lesbia le engaña, Les-bia le pone en ridículo, Lesbia le castiga... ¡Oh,Dios mío! Veo que hay justicia en la tierra.

Después, serenándose un poco, me mandóretirar, y cuando me hallé fuera, dejándola consu doncella, la sentí llorar con lágrimas francas

Page 153: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

y abundantes, que debían templar la irritaciónde su espíritu y poner calma en su excitadocerebro. A los consuelos y ruegos de su criadapara que se retirase a descansar, no respondíamás que esto:

-¿Para qué me acuesto, si sé que no he dor-mir en toda la noche?

Retiréme a mi cuarto, que era un estrechodormitorio donde jamás entraban ni en plenodía importunas luces. Me acosté bastante afli-gido al considerar la triste pasión de mi ama;pero estos pensamientos se enlazaron con otrosrelativos a mi propio estado, los cuales, lejos deser tristes, alborozaban mi alma; y acompañadopor la imagen de Amaranta que iluminaba mimezquino asilo como un rayo de luna, medormí profundamente pensando en la fábulade Diana y Endimión, que conocía por una delas estampas de la sala.

Page 154: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-IX-Al despertar en la mañana siguiente, acudie-

ron en tropel a mi pensamiento todas las ideasy las imágenes que me habían agitado la nocheanterior. La inclinación hacia mi persona quesuponía en Amaranta, me trastornaba el juiciocomo verá el amigo lector, si le cuento los dis-parates que dije y las locuras que imaginé enlas reflexiones y monólogos de aquella mañana.

-No veo la hora -decía para mí- de presen-tarme a esa señora. No me queda duda de quele he caído en gracia, lo cual no es extraño, puesalgunas personas me han dicho que no tengomal ver. Como dice doña Juana, de hombres sehacen obispos, y quién sabe si a la vuelta deuna media docena de añitos, me encuentrohecho en dos palotadas duque, conde o almi-rante, como otros que yo me sé y que deben loque son a haber caído en gracia a esta o la otrapersona. Hablemos claro, Gabriel. ¿No estás

Page 155: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

oyendo mentar todos los días a cierto personajeque antes era un pobre pelambrón, y ahora estodo cuanto puede ser un hombre? ¿Y todo porqué? Por la inclinación de una elevada señora.¿Y quién dice que lo que puede pasar a unhombre no le pueda suceder a otro? Verdad esque el tal personaje es un gallardo mozo; peroyo bien sabido me tengo que no soy saco depaja, pues muchas personas me han dicho queles gusto, y que no puede negarse que tengounos ojillos picarescos, capaces de trastornar atodo el sexo femenino. Ánimo, Sr. Gabrielito.Mi ama ha dicho que Amaranta es la mujer máspoderosa de toda la corte, y quién sabe si seráde sangre real. ¡Oh, divina Amaranta! ¿Quéharé para merecerte? Por supuesto, que si llegoa verme desempeñando esos elevados cargos,juro por Dios y mi salvación, que he de ser elhombre más formal que jamás haya gobernadoen el mundo: a buen seguro que nadie me acu-se, como acusan al otro, de haber hecho tantaspicardías. Lo que es eso... yo tendré las cosas

Page 156: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

bien arregladitas, y en mi persona no gastarésino lo muy preciso. Lo primero que voy a dis-poner es que no haya pobres, que España novuelva a unirse con Francia, y que en todas lasplazuelas de España se fije el precio de los co-mestibles, para que los pobres compren todomuy barato. Veremos si sé yo mandar o no sé...¡y que tengo un geniecillo! Como no hagan loque mando, nada, nada... no me andaré conchiquitas. Al que no obedezca, cortarle la cabe-za y se acabó... así andarán todos derechos co-mo un huso. Y lo dicho dicho. Nada con losfranceses. Napoleón que se entienda solo; noso-tros haremos lo que nos dé la gana, y que nome busquen el genio, porque yo tengo muymalas moscas... ¡Oh!, si esto sucediera, cómo sehabía de alegrar la pobre Inés: entonces sí queno repetiría lo de la tortuga y del águila. Se mefigura que Inés es algo corta de alcances; sinembargo, es tan buena que la amaré siempre...pero debo amar a Amaranta... pero ¿cómo pue-do dejar de amar a Inés?... Pero es preciso que

Page 157: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

adore sobre todas las cosas a Amaranta... peroInés es tan sencilla, tan buena, tan... pero Ama-ranta me subyuga, me fascina, me vuelve loco...pero Inés... pero Amaranta....

Esto decía yo, despeñado como corcel salva-je, por los derrumbaderos de mi fantasía; y yahabrá observado el lector que, al suponermeamado por una mujer poderosa, mis primerasideas versaron sobre mi engrandecimiento per-sonal, y el ansia de adquirir honores y destinos.En esto he reconocido después la sangre espa-ñola. Siempre hemos sido los mismos.

Levanteme, cogí el cesto para ir a la compra,y cuando recorría los puestos de la plazuelaregateando las patatas y las coles, considerécuán inconveniente y deshonroso era que seocupase en tan bajos menesteres un joven des-tinado a ser dentro de algún tiempo generalí-simo de los ejércitos de mar y tierra, gran almi-rante, ministro, y quién sabe si rey de algún

Page 158: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

reinito chico que le caería por chiripa en losrepartos europeos.

Dejando aparte por ahora lo que se refiere ami persona, voy a dar una idea de la opiniónpública en aquellos días, con motivo de los su-cesos políticos. En la plazuela advertí que sehablaba del asunto, y por las calles las personasse paraban preguntándose noticias, y regalán-dose mutuamente las mentiras de que cadacual era forjador o inocente vehículo. Yo hablédel caso con varias personas conocidas, y voy acopiar imparcialmente el parecer de algunas,pues siendo las más de diversa condición ycapacidad, el conjunto de sus observacionespuede ofrecer exactamente una muestra delpensamiento público.

Un hortera de ultramarinos, que era nuestroabastecedor y hombre muy aficionado a moverla sin hueso, me pareció más alegre que de or-dinario y en extremo jovial con sus parroquia-nos.

Page 159: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Qué nuevas corren por ahí? -le pregunté.

-¡Oh!, grandes nuevas. Los franceses han en-trado en España. Yo estoy contentísimo.

Luego, bajando la voz, dijo con semblante ri-sueño:

-¡Van a conquistar a Portugal! Es para vol-verse loco de alegría.

-Hombre, no lo entiendo.

-¡Ah! Gabrielillo: tú como eres un pobre chi-co, no entiendes estas cosas. Ven acá, menteca-to. Si conquistan a Portugal, ¿para qué ha de sersino para regalárselo a España?

-¿Y un reino se conquista y se regala como sifuera una libra de nísperos, señor de Cuacos?

-Pues es claro. Napoleón es un hombre queme gusta. Quiere mucho a España, y se desvivepor hacernos felices.

Page 160: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Vaya con el hombre. ¿Y nos quiere pornuestra linda cara o porque le conviene, parasacarnos dinero, barcos, tropas, y cuanto le dala gana? -dije yo, cada vez más resuelto a rom-per con Francia, cuando fuese ministro.

-Nos quiere porque sí, y sobre todo ahora vaa quitar de en medio al señor Godoy, que yanos tiene hasta el tragadero.

-¿Querrá Vd. decirme qué es lo que ha hechoese caballero para que todos le quieran tan mal?

-¡Bicoca!, ahí es nada lo del ojo. ¿No sabesque es un embustero, atrevido, lascivo, trampo-so y enredador? Ya sabemos todos a qué debesu fortuna, y la verdad es que la culpa no latiene él, sino quien lo consiente. Ya sabes tú quevende los destinos, ¡y de qué manera! Los quetienen mujer guapa o hija doncella son los queconsiguen de Su Alteza cuanto solicitan. Puesahora trata de que se vayan a América lospríncipes para quedarse él de rey de España...

Page 161: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Pero no echó muy bien las cuentas, y a lo mejorse presenta Napoleón para desbaratar sus pla-nes... Sabe Dios lo que ocurrirá dentro de algu-nos días: yo creo que Napoleón, como amigo yadmirador que es de nuestro gran Príncipe deAsturias, nos lo va a poner en el trono, sí se-ñor... y el Rey Carlos, con la buena pieza de sumujer, se irá a donde mejor le convenga.

No hablemos más del asunto. Entré luego enla tienda de doña Ambrosia, a comprar un pocode seda que me había encargado la doncella, yvi tras el mostrador a la grave tendera, acari-ciando su gato, sin dejar por eso de atender a laconversación entablada entre D. Anatolio, elpapelista de la acera de enfrente, y el abate D.Lino Paniagua, que estaba escogiendo unascintas verdes y azules.

-No le quede a Vd. duda, señora doña Am-brosia -decía el papelista-; de esta vez nos ve-remos libres del choricero.

Page 162: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No puede ser menos -contestó la tendera-sino que alguna buena alma ha ido a Francia yle ha contado a ese bendito emperador todaslas picardías que aquí hace Godoy, por lo cualéste ha mandado un ejército entero para quitar-le de en medio.

-Pues con perdón de Vds. -dijo el abate Pa-niagua alzando la vista-, yo que frecuento lasociedad de etiqueta, puedo asegurar que lasintenciones de Napoleón son muy distintas delo que se cree vulgarmente. Napoleón no man-da sus tropas contra Godoy, sino para Godoy;porque han de saber Vds. que en un tratadosecreto (y esto lo digo con reserva) se ha conve-nido echar de Portugal a los Braganzas, y repar-tirse aquel reino entre tres personas, de las cua-les una será el Príncipe de la Paz.

-Eso se dijo hace tiempo -observó condesdén D. Anatolio-; pero ahora no se trata detal reparto. La verdad pura y neta es que Napo-

Page 163: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

león viene a quitar el Portugal a los ingleses, locual está muy retebién hecho; sí señor.

-Pues a mí me han dicho -añadió doña Am-brosia-, que lo que quiere Godoy es mandar alPríncipe a América con sus hermanos, paraquedarse él solito de rey de España. Eso no lohabíamos de consentir. ¿Verdá usté D. Anato-lio? -Miren qué ideas de hombre. Pero ¿qué sepuede esperar de quien está casado con dosmujeres?

-Y creo que las dos se sientan con él a la me-sa, una a la derecha y otra a la izquierda -dijodon Anatolio.

-Por Dios, hablemos bajo -indicó con timidezD. Lino Paniagua-. Esas cosas no deben decirse.

-Nadie nos oye, y sobre todo... Si van a po-ner a la sombra a cuantos hablan de estas cosas,pronto se quedará Madrid sin gente.

Page 164: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Verdad -dijo Ambrosia bajando la voz-. Midifunto esposo, que santa gloria haya, y era elhombre de más verdad que ha comido nabosen el mundo, aseguraba... (y crean Vds. que losabía de buena tinta) que cuando el choriceroquiso que el consejo de Estado habilitase a laReina para ser regenta... pues, no sé si me ex-plico... era porque tenían el proyecto de despa-char para el otro barrio a mi señor D. Carlos; demodo que...

-¡Qué abominaciones se dicen hoy! -exclamóel abate.

-Como que es la pura verdad -dijo don Ana-tolio.

-Yo también lo supe por persona que estabaen el ajo.

-Pero esto no se dice, señores, esto se calla -respondió Paniagua-. Yo, francamente, no gus-to de oír tales cosas. Me da miedo; y si llega a

Page 165: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

oídos del señor Príncipe de la Paz, figúrenseVds. qué disgusto.

-Como no nos ha dado prebendas, ni le pe-dimos congruas...

-En fin, despácheme Vd., señora doña Am-brosia, que tengo prisa. Esas cintas verdes sonde etiqueta; pero lo que es las azules, no meatrevo a presentárselas a la señora condesa deCastro-Limón.

Despacharon al abate, y luego a mí, con máspresteza de la que habría querido, pues debuen grado me hubiera detenido más para oírlos comentarios políticos que tanto me agrada-ban. Ya iba derecho a casa, cuando acerté a tro-pezar con el reverendo padre Fray José Salmón,de la orden de la Merced, el cual era un sujetoexcelente que visitaba a doña Dominguita (laabuela de mi ama), con tanta frecuencia comoexigían el arte de Hipócrates y el piadoso an-helo de bien morir; pues para administrar lo

Page 166: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

primero y preparar el ánima a lo segundo eraun águila el buen mercenario Salmón, a quiensólo faltaba una o en su apellido para llamarsecomo el portento de la sabiduría. Detúvose enmedio de la calle, e interpelándome con suacostumbrada afabilidad y cortesía, dijo:

-¿Y esa incomparable doña Dominga, cómoestá? ¿Qué tal efecto te ha hecho el cocimientode cáscaras de frambuesa, o sea, tetragonia ficoi-de, que llama Dioscórides?

-¡Magnífico efecto! -respondí, aunque estabaen completa ignorancia del asunto.

-Ya le llevaré esta tarde unas pildoritas... -prosiguió- con las cuales o yo no soy el padreSalmón de la orden de la Merced, o esa señoraha de recobrar la agilidad de sus piernas... Perochico: qué buenas peras llevas ahí -añadió me-tiendo la mano en el cesto y sacando la frutaindicada-. Tú tienes buena mano derecha paracomprar peras.

Page 167: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Y acto continuo se la guardó, después deolerla, en la manga del luengo hábito, sin pedirpermiso para ello, pues aunque siguió hablan-do, fue para añadir lo siguiente:

-Dile que iré esta tarde por allá a contarle lasgrandes novedades que ocurren en España.

-Vd. que sabe tanto -dije impulsado por micuriosidad-, ¿podrá explicarme a qué vienenesos ejércitos franceses?

-Si tú tuvieras la mitad del talento que yotengo -repuso-, te pondrías al tanto de las di-versas razones que me hacen estar alegre con-siderando la llegada de esos señores. ¿Por ven-tura no sabes que Napoleón fue quien restable-ció el culto en Francia, después de los horroresy herejías de la revolución? ¿No sabes tambiénque entre nosotros no falta algún endiabladopersonaje en cuya mente bullen atrevidos pro-yectos contra la Iglesia? Pues sabiendo esto, ¿aquién no se alcanza que el objeto de la entrada

Page 168: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de esos ejércitos no es ni puede ser otro que darmerecido castigo al insolente pecador, al polí-gamo desvergonzado, al loco enemigo de losderechos eclesiásticos?

-Luego ese Sr. Godoy ¿no sólo es un bribón,y un acá y un allá, sino que también es enemigode la religión y los religiosos? -pregunté asom-brado de ver cómo aumentaba el capítulo deculpas del favorito.

-Sin duda -dijo el fraile-. Y si no, ¿qué nom-bre tiene el proyecto de reformar las órdenesmendicantes, quitándoles la vida conventual yobligando a esos buenos religiosos a servir enlos hospitales generales? También agita en sudiabólica mente el proyecto de sacar de lasgranjas que nos pertenecen lo necesario parafundar unas a modo de escuelas de agricultura;que sabe Dios lo que serán las tales escuelitas.¡Oh! Y si fuera cierto lo que se dice -añadióalargando la mano para hacer segunda explo-ración en mi cesto-; si fuera cierto lo que se dice

Page 169: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

respecto a la enajenación de parte de los bienesque ellos llaman de manos muertas... Pero nonos ocupemos de esto, que más bien causa risaque indignación, y fijemos la vista en el astro delas Galias que cual divino campeón viene alibertarnos de la tiranía de un necio valido, po-niendo en el trono al augusto príncipe en cuyasabiduría y prudencia fiamos.

Al concluir esto había trasportado desde micesto a las mangas de su hábito otra pera y has-ta media docena de ciruelas, dando despuésrienda suelta a los encomios de mi destreza enel comprar. Yo me apresuré a separarme de uninterlocutor que me salía tan caro, y le di losbuenos días, renunciando a las lecciones de susabiduría.

No había sacado en limpio gran cosa, ni di-sipado mis dudas, sobre lo que hoy llamaría-mos la situación política, y lo único que vi conalguna claridad fue la general animadversiónde que era objeto el Príncipe de la Paz, a quien

Page 170: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

se acusaba de corrompido, dilapidador, inmo-ral, traficante de destinos, polígamo, enemigode la Iglesia, y, por añadidura de querer sentar-se en el trono de nuestros Reyes, lo cual meparecía el colmo de la atrocidad. También vi deun modo clarísimo que todas las clases socialesamaban al Príncipe de Asturias, siendo de no-tar, que cuantos anhelaban su próxima eleva-ción al trono, fiaban tal empresa a la amistad deBonaparte, cuyos ejércitos estaban entrando yaen España para dirigirse a Portugal.

Volvía a la plazuela para reponer las bajashechas en el cesto por su paternidad, y allí en-contré... ¿no adivinan Vds. a quién? El infeliz,acompañado de su hija Joaquinita, a quien na-tura había hecho poetisa entre dos platos, se ocu-paba en comprar al fiado no sé que piltrafas ymiserables restos, que eran su ordinario ali-mento. Él pedía las cosas, la jorobadilla se lasregateaba, y entre los dos cargaban la ración,cuyo peso no hubiera fatigado a un niño de

Page 171: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cinco años. La miseria había pintado sus másfeos rasgos en el semblante de la hija y del pa-dre, el cual era tan flaco y amarillo, que se du-daba cómo podía existir y moverse cuerpo tanendeble, no siendo galvanizado por el misterio-so fluido del numen poético. ¿Necesito nom-brarle? Era Comella.

-¡Sr. D. Luciano, Vd. por aquí! -dije saludán-dole con mucho afecto, porque aquel hombreme inspiraba la más viva compasión.

-¡Ah, Gabriel! -contestó-, ¿y Pepita y doñaDominga? Tiempo hace que no las veo. Pero yasaben que aunque no las visito, porque el traba-jo me lo impide, les estoy muy agradecido.

-Hoy espero ir por allá a llevarles a ustedesalgún recadito -dije respondiendo verbalmentea las tristes suplicantes miradas de la hija delpoeta, cuyos ojos me hablaban el lenguaje delhambre.

Page 172: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Es preciso que vayas por casa -continuó elpoeta tomándome el brazo, e indicando en sugravedad que lo que iba a confiarme era impor-tantísimo-. Como me has dicho que presencias-te lo de Trafalgar, quiero consultarte sobre cier-tos detalles... pues.

-Ya. Escribe Vd. la historia de aquella bata-lla.

-No: historia no, un dramita que va a dejarbizcos a los señores. Verás que pieza. Se titulaEl tercer Gran Federico y combate del 21.

-Buen título -respondí-; pero no entiendoqué es eso del tercer Federico.

-¡Qué tonto eres! El tercer Gran Federico esGravina, y como ya hubo en Prusia un GranFederico que era segundo, ¿no comprendes quees ingenioso, y llamativo y tónico poner a nues-tro almirante en la lista de los Grandes Federi-cos que ha habido en el mundo?

Page 173: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ciertamente. Es una idea que sólo a ustedse le hubiera ocurrido.

-Ya Joaquina ha escrito las primeras escenas,que son preciosísimas. En primer término apa-rece la cubierta del Santísima Trinidad, a la dere-cha el navío de Nelson, y a lo lejos Cádiz consus castillos y torreones. Debo advertirte quefiguro a Nelson enamorado de la hija de Gravi-na, el cual se niega a dársela en matrimonio. Laescena empieza con una sublevación de losmarineros españoles que piden pan, porque entodo el barco no hay una miga. El almirante seenfurece y les dice que son unos cobardes, por-que no tienen alma para resistir tres días sincomer, y les da el ejemplo de la más plausiblesobriedad mandándose servir un pedacito demaroma asada. Nelson se presenta a decir quetodo se acabará al fin si le dan la niña parallevársela a Inglaterra: la muchacha sale de lacámara bordando un pañuelo, y...

Page 174: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

No dijo más, porque la violenta risa en queprorrumpí, sin poderme contener, le descon-certó un poco, aunque yo, para que no se enoja-ra, le aseguré que me reía por cierto recuerdodespertado en mi memoria.

-La escena del hambre está escrita, y si he dedecirte la verdad, no tiene pero.

-No dudo que esa escena puede ser admira-ble -dije con malicia-, sobre todo si ha puesto lamano en ella la señorita Joaquina.

-Ya hemos escrito a todos los teatros de Ita-lia, que se disputarán, como siempre, el dere-cho de traducirla -dijo Joaquinita.

-¡Ah! Aquí no se recompensa el verdaderomérito. Bien dicen, que nadie es profeta en supatria: verdad es que la posteridad hace justi-cia: pero entretanto que esa justicia llega, loshombres superiores arrastramos miserable exis-tencia, y nos morimos como cualquier pela-

Page 175: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

fustán sin que nadie se acuerde de nosotros.Vamos a ver: ¿de qué me valen ahora a mí losmausoleos, las inscripciones, las estatuas conque han de honrarme en tiempos futuros,cuando la envidia calle y a nadie quede dudadel mérito de mis obras? Y si no ahí tienes aCervantes, que es otro ejemplo como este mío.¿No vivió en la miseria? ¿No murió abandona-do? ¿Acaso tocó las ventajas positivas de ser elprimer escritor de su siglo? Pues a mí me pasados cuartos de lo mismo: por supuesto que sialgo me consuela es considerar cuánto se aver-gonzará la España futura al saber que el autorde Catalina en Cromstad, de Federico II en Glatz,de El negro sensible, de La enferma fingida poramor, de Cadma y Sinoris, de La escocesa de Lam-brun y de otras muchas obras, ha vivido algúntiempo almorzando dos cuartos de sangre fritay otras cosas que no nombro por respeto al artede la poesía, pues no lo quiero denigrar, de-nigrándome a mí mismo... Pero no hablemos deestas cosas, que dan tristeza y obligan a renegar

Page 176: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de una patria que no sabe premiar el mérito, yde unos tiempos en que los magnates protegenla envidia y persiguen la inspiración.

-Calma, calma, Sr. D. Luciano -dije yomostrándome interesado por el triunfo de lainspiración sobre la envidia-; tras esos tiemposvendrán otros. ¡Quién sabe lo que pasará ma-ñana!

-Eso me han dicho, sí -repuso Comella ba-jando la voz y con sonrisa de satisfacción.

-¿Será cierto que Napoleón es del partido delPríncipe de Asturias? ¿Caerá Godoy?

-Eso no tiene duda. ¿Pues qué quiere Napo-león más que el bien de los españoles?

-Justo; y aunque él y Godoy han sido muyamigotes, ya parece que el otro ha conocido susmalas mañas, y sabe que todos queremos alheredero, con lo cual dicho se está que nos hará

Page 177: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el gusto. En cuanto a Godoy, yo estoy en queno existe hombre peor en toda la redondez dela tierra. Pueden perdonársele los medios de suelevación; puede perdonársele que sea políga-mo, ateo, verdugo, venal, y otras faltas por elestilo; pero lo que no tiene nombre y pruebamejor que nada la corrupción de las costum-bres, es que proteja a los malos poetas, dandocordelejo a los que son buenos, y además na-cionales, españoles como yo, y no admitimosese fárrago de reglas ridículas y extranjeras conque Moratín y otros poetastros de polaina em-baucan a los tontos. ¿No piensas como yo?

-Lo mismito que Vd. -respondí-. Y ahoraverá el Sr. D. Luciano cómo los franceses,cuando hayan arreglado lo de Portugal, arre-glarán a España y se acabará la protección a losmalos poetas.

-Dios lo quiera así... Pero es tarde y nos va-mos, que antes del almuerzo hemos de dejar

Page 178: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

concluida la escena entre Nelson y la hija deGravina.

-¿Tanta prisa corre?

-Para fin de mes ha de estar en la Cruz.Tendrá un éxito atroz. Ya verás, Gabrielillo. Espreciso que vayas a aplaudir, porque me temomucho que los de Estala, Melón y Moratinillohan de querer silbarla. Hay que estar con cui-dado, y si ellos tienen la protección del gobier-no, no hay que asustarse por eso, la posteridadjuzgará. Con que adiós.

Se marcharon a prisa, y yo me quedé pen-sando en la serie de maldades que habría come-tido el Príncipe de la Paz, para tener también encontra suya a los malos poetas. Hasta muchotiempo después no conocí que entre los infini-tos actos reprensibles de aquel monstruo de lafortuna había algunos que la posteridad, por elcontrario, debía recordar siempre con agrade-cimiento.

Page 179: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-X-Aún me faltaba oír, antes de volver a casa,

otra opinión muy distinta de las anteriores, yera la para mí respetabilísima de Pacorro Chini-tas, el amolador, personaje que tenía estableci-da su portátil industria en la esquina de nuestracalle. Me parece que aún estoy viendo la piedrade afilar que en sus rápidas evoluciones des-pedía por la tangente, al contacto del acero, unacorriente de veloces chispas, semejantes a lacola de un pequeño cometa; y como era mi cos-tumbre no apartar la vista de la máquina mien-tras hablaba con el Júpiter de aquellos rayos, elfenómeno ha quedado vivamente impreso enmi imaginación.

Era Pacorro Chinitas un hombre que aparen-taba más de edad de la que realmente tenía,merced a los disgustos domésticos, de que eraautora su mujer, célebre buñolera del Rastro, aquien llamaban la Primorosa. No puedo menos

Page 180: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de dar algunas noticias sobre este ejemplar ma-trimonio, porque los dos seres que lo formabanfiguran algo en acontecimientos posteriores, yque he de contar, si para entonces tengo vida yel lector paciencia, como espero.

Es, pues, el caso que Pacorro Chinitas, varónmanso y discreto, no podía hacer buenas migascon la Primorosa, cuya fama, extendida de poloa polo, es decir, desde la calle de la Pasión hastael pórtico de San Bernardino, la acusaba demujer pendenciera, batalladora y que partía deun bofetón un par de quijadas, sin que estas yotras hazañas la hicieran nunca caer en manosde la justicia. Chinitas se vio obligado a pediruna separación, resignándose a no tener máscompañera que la rueda coronada de chispas, yen esta situación le conocí. Luego que nos hici-mos amigos contome las picardías de su anti-gua mitad, y así como en otros temas era dis-cretísimo, en este era muy pesado, pues no pa-saba día sin que me regalara un nuevo capítulo

Page 181: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de la larga historia de sus cuitas matrimoniales.Como yo encontrara en aquel hombre ciertamadurez de juicio, cierto sentido práctico queen los demás no hallaba, resultó que me afi-cioné a su conversación, y cuanto él decía meparecía entonces de perlas, sin que pudieraexplicarme la razón de esta preferencia por losjuicios de un hombre ignorante y rudo. Des-pués he meditado bastante sobre las cosas deaquel tiempo, y sobre la opinión general, ypuedo deciros sin miedo de equivocarme, queel hombre de más talento que conocí en aque-llos días fue el amolador de la calle del Baño.

Para muestra referiré mi conversación conél.

-¡Hola, Chinitas! ¿Cómo va? ¿Qué es eso quecuentan por ahí? ¿Con que tenemos a los fran-ceses en España?

-Eso dicen -contestó-. Y la gente está conten-ta.

Page 182: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Y parece que van a cogerse a Portugal.

-Pues ello... así dicen.

-Eso me parece muy bien. ¿Para qué sirvePortugal?

-Mira Gabrielillo -dijo incorporándose yapartando de la rueda las tijeras, con lo cualcesaron por un momento las chispas-; tú y yosomos unos brutos que no entendemos palota-da de cosas mayores. Pero ven acá: yo estoy enque todos esos señores que se alegran porquehan entrado los franceses, no saben lo que sepescan, y pronto vas a ver cómo les sale la cria-da respondona. ¿No piensas tú lo mismo?

-¿Qué he de pensar? Como Godoy es tanmalo de por sí, cátate ahí que Napoleón viene aquitarlo de enmedio, y a poner en el trono alPríncipe de Asturias, que dicen es un gerifaltepara el gobierno.

Page 183: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Chinitas volvió a aplicar el acero a la piedra,dandole movimiento con el pie, y después decontestar a mis observaciones con un mohínmuy expresivo, añadió:

-Yo digo y repito que todos estos señores pa-rece que están bobos. Nosotros, los que no sa-bemos leer ni escribir, acertamos a veces mejorque ellos; y lo que ellos no pueden ver, porqueles encandila el sol de un poder que tienen tancerca, lo vemos nosotros desde abajo; y si no, ditú: ¿No es preciso estar ciego para comprenderque Napoleón no dice lo que tiene pensado?¿Ese hombre, no ha revuelto todas las partesdel mundo; no ha quitado de los tronos los re-yes que ha querido para poner a los mocosos desus hermanos? Dicen que viene a poner alPríncipe de Asturias y a quitar al choricero. Deeso me río yo. Sí, porque Godoy y él no estánde compinche para hacer cualquier picardía... Amí con esas. Lo que menos le importa a Napo-león es que reine Fernandito o prive D. Manuel;

Page 184: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

lo que él quiere es cogerse a Portugal para darleun pedazo a Godoy, y otro pedazo a la infantaque han puesto de reina allá en Trucha o Tru-ria...

-Pues que lo cojan y lo repartan -dije yo congran crueldad para nuestros vecinos-, ¿qué nosimporta? Con tal que quiten a ese hombre tanmalo...

-Si cogen a Portugal, porque es un reino chi-quito, mañana cogerán a España, porque esgrande. Yo me enfado cuando veo a esos boba-licones que andan por ahí, abates, petimetres,frailes, covachuelistas, y hasta usías muy esti-rados, que se ríen y se alegran cuando oyendecir que Napoleón se va a embolsar a Portu-gal, y con tal de ver por tierra al guardia, no lesimporta que el francés eche el ojo a un bocaditode España, que no le vendrá mal para acabar dellenar el buche.

Page 185: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pero como dicen que no hay pecado que elchoricero no haya cometido...

-Mira, chiquillo -contestó con aplomo, pro-bando con el dedo el filo de las tijeras-; yo merío de todas las cosas que cuentan por ahí. Esverdad que ese hombre es un ambicioso que nova más que a enriquecerse; pero si ha llegado aser duque y general y príncipe y ministro, ¿dequién es la culpa sino de quien le ha dado todoeso sin merecerlo? Si vienen y te dicen a ti:«Gabriel, mañana vas a ser esto y lo otro, por-que me da la gana, y sin que necesites para elloquemarte las cejas estudiando latín», ¿qué dirástú? Dirás, «pues venga.»

-Eso no tiene duda.

-Y aunque ese hombre es una buena pieza yha hecho muchas maldades, la mitad de lo quedicen es mentira. También habrás visto que hoyle escupen muchos que antes le adulaban; esque saben que va a caer, y la sombra del árbol

Page 186: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

carcomido no le gusta a la gente. ¡Ah!, me pare-ce que aquí vamos a ver grandes cosas, sí señor,grandes cosas. Digo y repito, que de esto va aresultar lo que nadie piensa, y muchos que hoyse restriegan las manos de contento, lloraránmañana a moco y baba; y si no, acuérdate de loque te digo.

Aquellas razones, que me parecían encerrarprofunda verdad, me hicieron pensar; y comopersona que ya se preciaba de saber escoger loshombres, pensé que aquel sabio amolador eradigno de ocupar un puesto de consideración ami lado, cuando yo fuera generalísimo, primersecretario de Estado, archipámpano, y tuvieratodas las jerarquías que esperaba de la protec-ción y ayuda de mi divina Amaranta.

-Pues yo lo que deseo -dije-, es que venga deuna vez ese príncipe tan bueno, que todo lo hade arreglar a pedir de boca. ¿No cree usted, lomismo?

Page 187: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Mira, chiquillo -repuso Chinitas con sibilíti-co tono-, yo me tengo tragado que el herederono vale para maldita la cosa, y esto no se puededecir sino acá para entre los dos, porque si al-gunos nos oyeran, lloverían almendradas.Cuando vivía la señora princesa de Asturias,que en gloria esté, todos decían que Fernanditoera enemigo de los franceses y de Napoleón,porque éste ayudaba a Godoy, y ahora resultaque los franceses son la mejor gente del mundoy Napoleón tan bueno como pan bendito, sóloporque parece arrimarse al partido del Príncipede Asturias. Esa no es gente formal, Gabrielillo;y yo lo que veo es que el heredero tiene muchasganas de serlo antes de que muera su padre,aunque es de creer que el canónigo de Toledo yotros personajes le tienen sorbidos los sesos, yserían capaces de obligarle a ser mal hijo, contal que ellos pudieran después echarse al cuer-po los mejores destinos. Esa gente de arriba esmuy ambiciosa, y hablando mucho del bien delreino, lo que quiere es mandar; tenlo presente.

Page 188: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Yo, aunque no me han enseñado a leer ni a es-cribir tengo mi gramática parda; sé conocer alos hombres, y aunque parece que somos bobosy nos tragamos todo lo que nos dicen, ello esque a veces columbramos la verdad mejor queotros muy sabiondos, y vemos clarito lo que hade venir. Por eso te digo que veremos cosasgordas, muy gordas; y si no, acuérdate de loque te digo.

Así habló Chinitas. Cuando me separé de élpara entrar en casa, recuerdo, que iba resu-miendo las distintas conferencias de aquellamañana y lo mucho y vario que sobre un mis-mo asunto había oído en anteriores días. Cadacual juzgaba los sucesos según sus pasiones, ycomo yo no podía formarme idea exacta de laimportancia de aquellos hechos, en mi juvenilignorancia y equivocado patriotismo, creía muyjusto que el conquistador del siglo se apoderarade un pequeño reino, que a mi juicio no servíamás que de estorbo. En cuanto a Godoy, no

Page 189: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

había duda de que los comerciantes, los nobles,los petimetres, el pueblo, los frailes, y hasta losmalos poetas anhelaban su caída, unos conrazón y otros sin ella; unos por convicción de laineptitud del valido; bastantes por envidia, ymuchos porque creían a pie juntillas que hab-íamos de estar mejor cuando nos gobernara elheredero de la corona. Fue singular cosa quetodos se equivocaran respecto a la marcha delos futuros sucesos esperando el próximo arre-glo de todos los trastornos; fue singular cosaque el optimismo ciego de la mayoría no alcan-zase a comprender lo que penetró con su rudadesconfianza el buen juicio del amolador. Cadavez estoy más convencido de que Pacorro Chi-nitas fue una de las más grandes notabilidadesde su época.

-XI-Ignoro si fueron las conversaciones de aquel

día u otras causas, las que enfriaron el entu-

Page 190: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

siasmo de que yo estaba poseído por la maña-na. ¡Cuánto he desvariado! -decía para mí- y lomás seguro será que Amaranta habrá visto so-lamente en mí un chico dispuesto a servirlamejor que otro.

Sin embargo, mi curiosidad era tan viva queno podía ocuparme en cosa alguna, ni estar concalma en ninguna parte. Aquel día ni aun pudevisitar a Inés; y cuando cumplí las obligacionesde la casa me dispuse a acudir a la cita. Vestimecon el mayor esmero, dedicando el conjunto delas fuerzas de mi inteligencia a conseguir que lapersona de un servidor de ustedes fuese el de-chado de todas las gracias, y el resumen decuantas perfecciones concedió la Naturaleza ala juventud. El pedazo de espejo que limpiédesde por la mañana aduló mi amor propio,confirmando ante mí la enfática presunción deque no escaseaban en el semblante del criadode la González ciertos agradables rasgos, dig-nos de hacer fijar la atención. Fue aquélla la

Page 191: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

primera vez que me sentí presumido: después,recordándolo, he sentido ganas de abofetearme.

Yo habría deseado tener entonces el vestidomás rico, más lujoso, más elegante, más lucien-te que pudieran hacer los sastres del planetaque habitamos; pero tuve que contentarme conel mío humildísimo, sin más adorno que el delaseo, la pulcritud y esmero de mi peinado. Mitraje era modesto; pero a pesar de ello, yo co-nocía que estaba bien, y que mi persona y airepredisponían en favor mío. Con esto y con pen-sar durante un breve rato ciertas frases delica-das y elegantes que me parecían muy propiaspara contestar a los obsequios de la diosa, dipor terminados los preparativos, y salí de lacasa, sin dar cuenta a nadie de mi expedición.

Llegué a la casa de la calle de Cañizares, re-sidencia de la señora marquesa, de quien erahermano el diplomático, pregunté por Dolores,apareció ésta, y sin decirme nada me condujopor largos y oscuros pasadizos, hasta que al fin

Page 192: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dio conmigo en un camarín muy lujoso, dondeme ordenó que esperase. Mientras así lo hacía,creí sentir en la pieza inmediata voces de seño-ras que hablaban y reían, y también creí escu-char la desentonada voz del diplomático. Ama-ranta no me hizo aguardar mucho tiempo.Cuando sentí el ruido de la puerta, cuando vientrar a la hermosa dama, cuando se adelantóhacia mí sonriendo con bondad, pareciome queun ente sobrenatural se me acercaba, y tembléde emoción.

-Has sido puntual -me dijo-. ¿Estás dispues-to a entrar en mi servicio?

-Señora -contesté sin poder recordar ningu-na de las frases que traía preparadas-, estoy conmucho gusto a las órdenes de usía para cuantose digne mandarme.

-O yo me engaño mucho -dijo la damasentándose junto a mí-, o tú eres un chico biennacido, hijo de alguna noble familia, y te

Page 193: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

hallarás hoy en posición más baja de lo que tecorresponde.

-Mi padre era pescador en Cádiz -respondísintiendo por primera vez en mi vida no sernoble.

-¡Qué lástima! -exclamó Amaranta-: sin em-bargo, no importa. Pepa me ha dicho que cum-ples lo que se te encarga con mucha puntuali-dad, y sobre todo con gran reserva; que eresformal a toda prueba; me ha dicho también quetienes imaginación, y que podrías ser en otraesfera un hombre de provecho.

-Mi ama -dije disimulando mi orgullo-, mehace demasiado favor.

-Bueno -continuó la diosa-. Ya comprendesque entrar en mi servicio sin más recomenda-ción que el propio mérito es más de lo que pu-dieras desear. Pero me parece que tú tienesdisposición para más altos empleos, y... creo

Page 194: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que no seras desfavorecido por la fortuna.¿Quién sabe lo que llegarás a ser?

-¡Oh, sí señora, quién sabe! -dije sin contenerel entusiasmo que en mí producían aquellaspalabras.

Amaranta estaba sentada frente a mí, comohe dicho: su mano derecha jugaba con un grue-so medallón pendiente del cuello, y cuyos di-amantes, despidiendo mil luces, deslumbrabanmis ojos. Tanta era mi gratitud y admiraciónhacia aquella mujer, que no sé cómo no caí derodillas a sus plantas.

-Por de pronto no te exijo sino una grandefidelidad en mi servicio. Yo acostumbro re-compensar bien a los que bien me sirven, y a timás que a nadie, porque me han cautivado tuorfandad, tu abandono y la modestia y circuns-pección que hallo en tu persona.

Page 195: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Señora -exclamé en la efusión de mi grati-tud-; ¿cómo podré pagar tantos beneficios?

-Siéndome fiel y haciendo puntualmente loque te mande.

-Seré fiel hasta la muerte, señora.

-Ya ves que exijo poco. En cambio Gabriel,yo puedo hacer por ti lo que no has soñado nipodrías soñar. Otros con menos méritos que tú,se han elevado a alturas inconcebibles. ¿No teha ocurrido que podrías tú subir lo mismo, en-contrando una mano que te impulsara?

-¡Sí, señora! Sí me ha ocurrido, y ese pensa-miento me ha vuelto loco -contesté-. Viendoque usía se dignaba fijar en mí sus ojos, llegué acreer que Dios había tocado su buen corazón, yque todo lo que hasta ahora me ha faltado en elmundo, iba a recibirlo de una sola vez.

Page 196: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Has pensado bien -dijo Amaranta sonrien-do-. Tu adhesión a mi persona y tu obediencia amis órdenes te harán merecedor de lo que de-seas. Ahora escucha. Mañana voy al Escorial, yes preciso que vengas conmigo. Nada digas a tuama; yo me encargo de arreglarlo todo, de ma-nera que consienta en el cambio de servidum-bre. No digas tampoco a nadie que me hashablado, ¿entiendes? Pasado mañana irás a micasa, desde donde puedes hacer el viaje en loscoches que saldrán al mediodía. Estaremos enel Escorial pocos días, porque regresaremospara ver la representación que ha de darse enesta casa, y entonces, quizás vuelvas por unosdías al servicio de Pepa.

-¡Otra vez allá! -dije admirado.

-Sí: ya sabrás más adelante todo lo que tie-nes que hacer. Con que retírate ya: no faltesmañana.

Page 197: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Prometí ser puntual y me despedí de ella.Diome a besar su mano con tan dulce compla-cencia, que me sentí electrizado al poner mislabios en su blanca y fina piel. Ni sus modales,ni sus miradas, ni ninguno de los accidentes desu comportamiento para conmigo eran los deuna ama para con su criado. Más bien parecíatratarme como de igual a igual, y en cambio yo,ciego ya para todo lo que no fuera la protecciónde Amaranta, me lancé en la esfera de atracciónde aquel astro que inundaba mi alma de luz ycalor.

Salí a la calle... ¿a quién comunicar mi alegr-ía? Al punto me acordé de Inés, y subí la escale-rilla que conducía a su sotabanco, pues no sé sihe dicho que la habitación de mis amigos esta-ba en la misma casa. Encontré a Inés muy triste,y habiendo preguntado la causa, supe que doñaJuana, cuya naturaleza se desmejoraba con elcontinuo trabajar, había caído enferma.

Page 198: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Inés, Inesilla! -exclamé al encontrarme soloen la sala con la muchacha-. Quiero hablarte.¿Sabes que me voy?

-¿A dónde? -me preguntó con viveza.

-¡A palacio, a la corte, a correr fortuna! ¡Ah,picarona; ahora no te reirás de mí; ahora va deveras!

-¿Qué va de veras?

-Que se me ha entrado por las puertas la for-tuna, chiquilla. ¿Te acuerdas de lo que habla-mos el otro día? Bien te lo decía yo, y tú no mehacías caso. ¿Pero no ves, reinita, que eso se caede su peso?

-Que así como otros han llegado a su mayoraltura sin mérito propio, y sólo porque a algunagran persona se le antojó protegerles, nadatendría de extraño que a mí me aconteciera doscuartos de lo mismo, sí, señorita.

Page 199: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Eso es muy claro: avisa cuando llegues arri-ba. De modo que mañana te tendremos de ge-neral o ministro cuando menos.

-No te burles, ¿estamos? Tanto como maña-na, no; pero ¿quién sabe?

Inés empezó a reír, dejándome bastante con-fuso.

-Pero ven acá, tonta -dije con una seriedad,cuyo recuerdo me hace morir de risa-; tú noestás oyendo hablar todos los días de un hom-bre que no era nada, y hoy lo es todo; de unhombre que entró a servir en la guardia espa-ñola, y de la noche a la mañana...

-¡Hola, hola! -dijo Inés burlándose de mí conmás crueldad-. Esas tenemos, Sr. D. Gabriel.¡Qué callado lo tenía Vd.! ¿Se puede saberquién es la dama que se ha enamorado de Vd.?

Page 200: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Tanto como enamorarse, no, tonta-respondí, cortado-; pero... ya ves. Como uno noes saco de paja... qué quieres. Todo el mundo,aunque no valga nada, encuentra una persona aquien le gusta...

Inés continuó riendo; pero yo conocí quedespués de mis últimas palabras, la pobre nece-sitaba muchos esfuerzos para aparentar alegría.Como su carácter no era apto para el disimulo,luego cesó de reír y se puso muy seria.

-Bien, excelentísimo señor -dijo haciéndomeuna grave cortesía-; ya sabemos a qué atener-nos.

-La cosa no es para enfadarse -dije yo sin-tiéndome repuesto de mi turbación-; lo que hayes, que si una persona me quiere proteger, nohe de hacerle ascos. ¡Y si tú la conocieras, Inesi-lla; si tú vieras qué mujer, qué señora!... Todo loque te diga es poco; así es que no te digo nada.

Page 201: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y esa señora se ha enamorado de ti?

-Dale con el enamoramiento; no es eso, mu-jer. Es que entro a servirla; aunque quién sabelo que podrá pasar... Si vieras cómo me trata...Como de igual a igual, y se interesa mucho pormí... y es muy rica... y vive en un palacio muygrande cerca de aquí... y tiene muchos criados...y lleva en el cuello un medallón con un dia-mante como un huevo... y cuando le mira auno, se queda uno atortolado... y es muy gua-pa... y en palacio puede tanto como el Rey... yse llama...

Recordé de pronto que Amaranta me habíaprohibido revelar su entrevista con ella, y callé.

-Bueno -dijo Inés-. Ya veo que dentro de po-co le tendremos a usía hecho un archipámpano,con muchos galones y cintajos, dando quehablar a la gente, y teniendo el gusto de oírsellamar ladrón, enredador, tramposo y cuantomalo hay.

Page 202: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Mira tú lo que es no entender las cosas -dijealgo incomodado-. ¿De dónde sacas tú que to-dos los hombres célebres y poderosos, seanladrones y pícaros? No señor, también puedenser buenos; y lo que es yo... supón, chiquilla,que por arte del demonio llegara yo a ser... note rías, que de menos hizo Dios a Cañete; y to-dos somos hijos de Adam; y tan de carne yhueso es Napoleón Bonaparte como yo. Puessuponte que llego a ser... no te rías. Si te ríes mecallo.

-Si no me río -dijo Inés, conteniendo la hila-ridad que de nuevo la acometía-. Lo que dicesestá muy en razón, chiquillo. Si no hay más queponerse a ello. ¿Qué cuesta ser generalísimo,ministro, príncipe o duque? Nada. Ni ¿a quéviene el romperse los ojos estudiando poraprender todas las cosas que se deben saberpara gobernar? Si los aguadores y los mozos decuerda, y los horteras, y los monaguillos, sonunos tontos de camisón, cuando no se van to-

Page 203: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dos a palacio, sabiendo que tienen seguro elsueldo de consejeros con sólo guiñarle el ojo auna dama. Y si todas las damas no son tiernasde corazón, con tocarle el codo a alguna de lascocineras de palacio, está hecho todo.

-No es eso: veo que tú no entiendes -dije nosabiendo cómo hacerme comprender de Inés-.Eso que dices de aprender y saber gobernar, ylo demás, no viene al caso. Verdad es que antesse necesitaba ser hombre de ciencia para me-drar; pero hoy, chiquilla, ya ves lo que pasa. Noes sólo Godoy, son cientos de miles los queocupan altos puestos sin valer maldita de Diosla cosa. Con un poco de despejo basta. Si sabréyo lo que me digo.

-Ven acá, Gabriel -me dijo Inés dejando sucostura-. Las cosas del mundo pasan siemprecomo deben pasar. Esto lo sé yo sin que nadieme lo haya dicho. Los hombres que mandan alos demás, están en aquel puesto por su naci-miento, pues... porque así está arreglado, de

Page 204: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

modo que los reyes nacen de los reyes... Cuan-do algún hombre que no ha nacido en cuna realllega a gobernar el mundo, debe ser por queDios le ha dado un talento, una cosa celestialque no tienen los demás. Y si no, ahí me tienesa Napoleón, que es emperador de todo el mun-do, y manda no sé cuántos millones de solda-dos; pero es porque él se lo ha ganado, y por-que desde chiquito aprendía cuanto hay quesaber, y los maestros se quedaban lelos, viendoque sabía más que ellos... El que sube tanto sintener mérito es por casualidad, o por mil pi-cardías, o porque los reyes lo quieren así; ¿yqué hacen para tenerse arriba? Engañan a lagente, oprimen al pobre, se enriquecen, vendenlos destinos y hacen mil trampas. Pero buenpago les dan, porque todo el mundo les aborre-ce y lo que se desean es verles por los suelos.¡Ah, chiquillo! Yo no sé como no entiendes esto,esto que es tan claro como el agua...

Page 205: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

A pesar de ser tan claro como el agua, yo nolo comprendía. Muy lejos de eso, estaba tanobcecado, tan dominado por la vanidad, que novi sino impertinencias y majaderías en las jui-ciosas razones de la costurerilla. Aún fue máslejos mi soberbia, porque mi amor propio seresintió; me sentí pavo real, erguí mi cuello,levanté la cola tornasolada, y con mis feas patasde pájaro vanidoso pisoteé la discreta paloma,diciéndole estas palabras:

-Inés, hablemos claro. Veo que tú no com-prendes ciertas cosas... Tú eres muy buena, ypor eso te quiero y te estimo. No dudes por lotanto que de aquí en adelante haré en bien tuyocuanto me sea posible. Tú eres muy buena; pe-ro es preciso confesar que tienes pocos alcances.Al fin eres mujer, y las mujeres... como no seahacer calceta, y de poner el puchero a la lum-bre, de nada entienden una higa. Este negocioque tratamos no es para tu pobre cabecita. Loshombres son los que lo entendemos bien, por-

Page 206: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que tenemos un modo de ver las cosas más porlo alto, porque en fin, tenemos más talento. Noextraño lo que me has dicho porque... ¿tú quépuedes entender?... Pero eres una chica muybuena: te quiero, te quiero mucho, no te enfa-des. Puedes estar segura de que jamás me olvi-daré de ti.

Lector: cuando leas esto te suplico que tedespojes de toda benevolencia para conmigo.Sé justiciero e implacable, y ya que no me tie-nes, por ventaja mía, al alcance de tus honradasmanos, descarga en el libro tu ira, arrójalo lejosde ti, pisotéalo, escúpelo... ¡ay!, pero no: él esinocente, déjalo, no lo maltrates, él no tieneculpa de nada; su único crimen es haber recibi-do en sus irresponsables hojas lo que yo hequerido poner en él, lo bueno y lo malo, loplausible y lo irrisorio, lo patético y lo tontoque al escribir esta historia he ido sacando, es-carbador infatigable, de los escombros de mivida. Si algo encuentras que me desfavorezca,

Page 207: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tan mío es como lo que te parezca laudable. Yahabrás conocido que no quiero ser héroe denovela: si hubiera querido idealizarme, fácil mehabría sido conseguirlo, cuidando de encerrarcon cien llaves todas mis flaquezas y neceda-des, para que sólo quedasen a la vista delpúblico los hechos lisonjeros, adicionados conlindísimas invenciones, que en caso de apurono me habrían de faltar. Pero repito que noquiero idealizarme: bien sé que a los ojos demuchos, mi personalidad estaría cien codosmás alta, si yo representase en mí a un mozuelodesvergonzado, pendenciero y atrevido, que enlos diez y seis años de su edad hubiese tenidotiempo y fortuna para matar en duelo a dosdocenas de semejantes, y quitar la honra a igualnúmero de doncellas, casadas o viudas, esqui-vando la persecución de la justicia y la vengan-za de celosos padres o maridos. Todo esto seríamuy bonito; pero diré con el latino: sed nuncnon erat hic locus.

Page 208: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Como prueba de mi modestia, no he vacila-do en copiar el diálogo con Inés, que me favo-rece tan poco, atreviéndome a esperar que si ellector no me adorase romántico, podrá apre-ciarme sincero. Hagamos, pues, las paces y con-tinuaré la narración en el mismo punto en quela dejé; y es que habiendo espetado las palabrasreferidas y aun algunas más, hijas de mi estóli-da vanidad, dejé a Inés, creyendo que debíabuscar interlocutor más conforme a la alteza ysublimidad de mis pensamientos. Inés no medijo una palabra más, y yo, atraído por los ale-gres sones de la flauta tocada por D. Celestino,fui a buscarle a su cuarto, y con las manos jun-tas atrás, y el aire de persona protectora, lehablé así:

-¿Cómo van esos asuntos, señor mío?

-¡Oh, divinamente! -contestó con su opti-mismo de siempre-. Al fin se me hará justicia, ysegún me ha dicho esta mañana el oficial de la

Page 209: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

secretaría, no puede pasar de la semana queviene.

-Me parece que a Vd. no le vendría mal unarciprestazgo de buena renta o cosa así... Dígo-lo, porque aunque a Vd. le sorprenda, tal vezexista alguna persona que se lo pueda conse-guir.

-¿Quién, hijo mío, quién, a no ser mi paisanoy amigo el Serenísimo Príncipe de la Paz?

-En donde menos se piensa salta una liebre...Ya veremos, ya veremos -dije yo haciendo todolo posible para que la expresión de mi semblan-te fuera la más misteriosa y grave.

Quedóse aturdido con mis palabras, y volvíal lado de Inés, de quien no quería despedirmedejándola enojada. Con gran sorpresa mía, lamuchacha no conservaba enfado alguno, y mehabló con aquella incomparable ecuanimidadque siempre fue su principal atractivo. Despe-

Page 210: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dime prometiendo que la recordaría siempre, yella se mostró tan afable, tan cariñosa como sinada hubiera pasado. Su espíritu, cuya eleva-ción y superioridad desconocía yo entonces,confiaba firmemente sin duda en mi prontavuelta.

A los dos días mi ama me dijo que habíaconvenido con Amaranta en que yo pasara aservir a ésta. Arreglé mi pequeño ajuar, y fui ala casa de mi nueva dueña. Allí me pusieronuna librea, y subiendo al coche de la servidum-bre, el cual seguía a otro ocupado por la mar-quesa y su hermano el diplomático, emprendíel camino del Escorial, a donde llegamos por lanoche.

-XII-Como al llegar al Escorial nos encontrarnos

sorprendidos por la noticia de gravísimos acon-tecimientos, no estará demás que mencione lo

Page 211: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que por el camino me contó el mayordomo dela marquesa, pues a sus palabras dio proféticosentido lo que ocurrió después.

-Me parece que en el Real Sitio pasa algo queva a ser sonado -me dijo-. Esta mañana se decíaen Madrid... Pero lo que haya lo hemos de sa-ber pronto, pues dentro de tres horas y media siDios quiere daremos fondo en la Lonja.

-¿Y qué se decía en Madrid?

-Allí todos quieren al Príncipe y aborrecen alos Reyes Padres, y como parece que sus majes-tades se han propuesto mortificar al muchacho,apartándole de su lado... Eso yo lo he visto, y elPríncipe tiene una cara que da compasión... Sedice que sus padres no le quieren, lo cual estámuy mal hecho: a mí me consta que ni una solavez le lleva el rey a las cacerías, ni le sienta a lamesa, ni le muestra aquel cariño que parecenatural en un buen padre.

Page 212: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Será que el Príncipe anda metido en cons-piraciones y enredos? -dije.

-Ello bien pudiera ser. Según oí la semanapasada en el Real Sitio, el Príncipe se da unasencerronas que ya ya... no habla con nadie, estácomo quien ve visiones, y se pasa las noches envela. Con esto la Corte andaba muy alarmada,parece que acordaron vigilarle hasta averiguarlo que traía entre manos.

-Pues ahora caigo en que me dijeron que elPríncipe era algo literato, y se pasaba las nochestraduciendo del francés o del latín, que esto nolo recuerdo bien.

-Sí, en el Escorial se cree eso; pero sabeDios... Hay quien asegura que lo que el Prínci-pe trae entre manos es cosa gorda; que las tro-pas de Napoleón que han entrado en España, loque menos piensan es guerrear con Portugal, yparece que vienen a apoyar a los partidarios delPríncipe.

Page 213: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Esas son patrañas; quizás el pobre Fernan-dito no piensa más que en traducir sus libros...

-Parece que el que tradujo hace poco nogustó a los papás, porque hablaba de no sé quérevoluciones, y ahora está con otro: como nosea alguna endiablada tramoya para pescar eltrono...

Así continuó poco más o menos nuestraconversación hasta que llegamos al Real Sitio.El diplomático y su hermana se apearon de sucoche, y nosotros del nuestro. Como los dosviajeros debían aposentarse en palacio y en lashabitaciones de Amaranta, que ya había llega-do el día anterior, desde luego el mayordomonos encaminó allá haciéndonos recorrer mediomundo en escaleras, galerías, patios y pasillos.Todo indicaba que ocurría algo extraordinarioen la regia morada, porque se veía por los pasi-llos y salas de tránsito más gente de la queacostumbraba estar en pie a tal hora, que era lade las diez. Preguntó la marquesa; mas le con-

Page 214: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

testaron de un modo tan vago, que nada pudosacar en claro.

Instalados en las habitaciones de mi ama,donde me ocupé en acomodar los equipajes,según las órdenes que se me daban, al pocorato entró Amaranta tan inmutada, que fuepreciso aguardar un poco para que, repuesta desu zozobra, pudiese explicar lo que pasaba.

-¡Ay! -exclamó, cediendo a las reiteradaspreguntas de sus tíos-; lo que pasa es terrible.¡Una conjuración, una revolución! ¿En Madridno ocurría nada cuando Vds. salieron?

-Nada; todo estaba tranquilo.

-Pues aquí... Es una cosa tremenda, y quiénsabe si estaremos vivos mañana.

-Pero hija, dínoslo claramente.

Page 215: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Parece que se ha descubierto que queríanasesinar a los Reyes; todo estaba preparadopara un movimiento en palacio.

-¡Qué horror! -exclamó el diplomático-. Biendecía yo que bajo la capita de servidores delRey se escondían aquí muchos jacobinos.

-No es nada de jacobinos -continuó mi ama-.Lo más extraño es que el alma de la conjuraciónes el príncipe de Asturias.

-No puede ser -dijo la marquesa, que eramuy afecta a S. A.-. El Príncipe es incapaz detales infamias. Justo y cabal, lo que yo decía.Sus enemigos han ideado perderle por la ca-lumnia, ya que no lo han conseguido por otrosmedios.

-Pues la revolución preparada, que por loque dicen, iba a ser peor que la francesa-prosiguió Amaranta- se ha fraguado en el cuar-to del Príncipe, a quien se han encontrado unos

Page 216: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

papelitos que ya... Dícese que están complica-dos el canónigo D. Juan de Escóiquiz, el duquedel Infantado, el conde de Orgaz y Pedro Co-llado, el aguador de la fuente del Berro, hoycriado del Príncipe.

-Creo que tú, sobrina -dijo el marqués ofen-dido de que mi ama contase cosas que él nosabía-, te dejas arrastrar por tu impresionableimaginación. Tal vez lo que ocurre no tengaimportancia alguna, y pueda yo esclarecerlocon datos y noticias de índole muy reservadaque se me han trasmitido de cierta parte quedebo callar.

-Yo contaré lo que me han dicho. Desdealgún tiempo llamaba la atención que el Prínci-pe pasase las noches encerrado en su cuarto sincompañía, aunque los Reyes creían que se ocu-paba en traducir un libro francés. Pero ayer seencontró S. M. en su cuarto una carta cerrada,cuyo sobre no tenía más que estas palabras:luego, luego luego. Abrióla el Rey, y leyó un avi-

Page 217: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

so sin firma, en que le decían: «Cuidado, que seprepara una revolución en palacio. Peligra eltrono y la reina María Luisa va a ser envenena-da.»

-¡Jesús, María y José! -exclamó la marquesa,que como mujer nerviosa estuvo a punto dedesmayarse-. Pero, ¿qué demonio del infiernose ha metido en el Escorial?

-Figúrense Vds. cómo se quedaría el pobreRey. Al punto sospecharon del Príncipe y deci-dieron ocuparle sus papeles. Dudaron muchotiempo sobre el modo de hacerlo; pero al fin elRey se decidió a reconocer él mismo en personael cuarto de su hijo. Fue allá con pretexto deregalarle un tomo de poesías, y según dicen,Fernando se turbó de tal modo al verle entrar,que descubrió con su mirar medroso y azoradoel sitio en que estaban los papeles. El Rey loscogió todos, y parece que padre e hijo se dije-ron algunas cosas un poco fuertes; después delo cual, Carlos salió indignado ordenándole que

Page 218: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

permaneciese en su cuarto sin recibir a personaalguna... Esto fue ayer; en seguida vino el mi-nistro Caballero, y entre él y los Reyes exami-naron los papeles. No sabemos lo que pasó enesta conferencia; pero debió de ser cosa fuerte,porque la reina se retiró a su cuarto llorando.Después se dijo que los papeles encontrados enpoder del Príncipe contenían la clave de terri-bles proyectos, y según afirmó Caballero des-pués de hablar con los Reyes, el Príncipe Fer-nando debía ser condenado a muerte.

-¡A muerte! -exclamó la marquesa-. Pero -¡esa gente está loca! ¡Condenar a muerte a todoun Príncipe de Asturias!

-No hay que apurarse todavía -dijo el di-plomático con su acostumbrada suficiencia-.Tal vez se nos muestren esos papeles para sabernuestro dictamen, y haremos luminoso estudiode todos ellos para resolver lo que convenga.

Page 219: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pero ¿no se sabe lo que contenían esos pa-peles? -preguntó la marquesa.

-Se cuentan tantas cosas en palacio, que nose sabe la verdad. La reina no nos ha dicho na-da, y ha pasado toda la noche a lágrima viva,lamentándose de la ingratitud de su hijo. Tam-bién dice que no permitirá que se le persiga,porque él no tiene la culpa de lo que ha hecho,sino esos dos o tres pícaros ambiciosos que lerodean.

-Dejémonos de anticipar juicios sobre estossucesos -dijo el marqués-. Ya lo averiguaré yotodo, y sabré si es un complot de los enemigosdel Príncipe o simplemente una verdadera yefectiva conjuración; mas cuando yo lo sepa,guárdense Vds. de preguntarme, pues ya cono-cen mis ideas...

-Parece que han decidido formar causa paraaveriguar quiénes son los delincuentes -

Page 220: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

continuó Amaranta-, y esta noche va el Príncipea declarar a la Cámara regia.

A este punto llegaban de tan interesanteconversación, cuando sentimos cierto rumorcomo de gente que se agolpaba en sitio cercanoa la habitación en que estábamos. Como notenía gran cosa que hacer cerca de mi ama, yademás la curiosidad me llamaba fuera, salí,bajé una escalera y halléme en una anchurosapieza tapizada, que correspondía por amboslados a otras de igual tamaño y parecidosadornos. Recorrí dos o tres siguiendo la direc-ción de las personas que se encaminaban a unlugar determinado, y no vi nada digno de lla-mar la atención más que algunos grupos depalaciegos que cuchicheaban por lo bajo conmucho calor.

Yo me enorgullecía de encontrarme en pala-cio, creyendo que sólo por el contacto del sueloque pisaban mis pies, tenía nuevos títulos a laconsideración del género humano; y como

Page 221: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cuantos llevamos la generosa sangre españolaen nuestras venas, somos propensos a la fatui-dad, no pude menos de creerme un verdaderoy genuino personaje, y hubiera deseado encon-trar al paso a alguno de mis antiguos conoci-mientos de Madrid o Cádiz para mostrarle engestos y palabras el convencimiento de mi res-petabilidad. Felizmente no conocí alma de Diosentre tanta gente y me libré de ponerme enridículo.

Encontrábame en aquella larga serie de habi-taciones tapizadas que, recorriendo toda la ex-tensión de palacio por la parte interior, sirve delazo de unión a las moradas regias, cuyas lucesse abren en la fachada oriental del inmensoedificio. Seguí la dirección de los demás sinreparar si debía aventurar mis pasos por aque-llos sitios, mas como nadie me dijo nada, conti-nué muy impávido. Las salas estaban débil-mente alumbradas, y en la dulce penumbra lasfiguras de los tapices, parecían sombras deteni-

Page 222: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

das en las paredes, o débiles reflejos luminososenviados por escondido foco sobre el oscurofondo de las cámaras. Paseé mi vista por aque-lla multitud de figuras mitológicas, con cuyadesnudez provocativa se habían adornado lasnegras murallas construidas por Felipe, y yaconsagraba mi atención a contemplarlas, cuan-do pasó la extraña procesión de que voy a darcuenta.

El Príncipe de Asturias, a quien se había co-menzado a instruir sumaria por el delito deconspiración, volvía de la Cámara real, dondeacababa de prestar declaración. No olvidaréjamás ninguna de las particularidades de aque-lla triste comitiva, cuyo desfile ante mis asom-brados ojos, me impresionó vivísimamenteaquella noche, quitándome el sueño. Iba delan-te un señor con un gran candelero en la mano,como alumbrando a todos, y para esto lo lleva-ba en alto, aunque tan poca luz servía sólo parahacer brillar los bordados de su casacón de gen-

Page 223: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

til-hombre. Luego seguían algunos guardiasespañoles, tras de ellos un joven en quien alinstante reconocí no sé por qué al Príncipeheredero. Era un mozo robusto y de tempera-mento sanguíneo, de rostro poco agradable,pues la espesura de sus negras cejas y la expre-sión singular de su boca hendida y de su exce-lente nariz le hacían bastante antipático, por lomenos a mis ojos. Iba con la vista fija en el sue-lo, y su semblante alterado y hosco indicaba elrencor de su alma. A su lado iba un ancianocomo de sesenta años, y al principio no com-prendí que pudiera ser el Rey Carlos IV, puesyo me había figurado a este personaje como unhombrecito enano y enteco, siendo lo cierto quetal como le vi aquella noche era un señor demediana estatura, grueso, de rostro pequeño yencendido, y sin rasgo alguno en su semblanteque mostrase las diferencias fisonómicas esta-blecidas por la Naturaleza entre un Rey de pu-ra sangre y un buen almacenista de ultramari-nos.

Page 224: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

En los personajes que le acompañaban, yeran, según después supe, los ministros y elgobernador interino del Consejo, me fijé másque en la real persona, y después daré a cono-cer a alguno de aquellos esclarecidos varones.Cerraba, por último, la procesión el zaguanetede la guardia española, y nada más. Mientraspasó la comitiva, sepulcral silencio reinó entodo el tránsito, y tan sólo se oyeron las pisadasque se perdían de cámara en cámara hasta lle-gar a las que formaban el cuarto de Su Alteza.Cuando entraron en éste la cháchara comenzóde nuevo entre los circunstantes, y vi a Ama-ranta, que habiendo salido a buscarme, hablabacon un caballero vestido de uniforme.

-Creo que al declarar -dijo el caballero-, SuAlteza ha estado un poco irreverente con elRey.

-¿De modo que está preso? -preguntó Ama-ranta con gran curiosidad.

Page 225: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí, señora. Ahora quedará detenido en sucuarto con centinelas de vista. Vea Vd., ya sa-len. Deben haberle recogido su espada.

La comitiva volvió a pasar sin el Príncipe, yprecedida del gentil-hombre con el candelabroque iba abriendo camino. Cuando el Rey y susministros se alejaron, los palaciegos que habíansalido a las galerías, fueron desapareciendotambién en sus respectivas madrigueras, y pormucho tiempo no se oyó más que el violentocerrar de multitud de puertas. Se apagaron laspocas luces que alumbraban tan vastos recin-tos, y las hermosas figuras de los tapices sedesvanecieron en la oscuridad, como fantasmasa quienes el canto del gallo llama a sus ignotasmoradas.

Yo subí con mi ama a nuestro departamento,y me asomé por una de las ventanas que caíanhacia el interior, para reconocer como de cos-tumbre, el sitio en que estaba. Era oscurísima lanoche y no vi más que una masa negra e infor-

Page 226: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

me de la cual se destacaban altos tejados, cúpu-las, torres, chimeneas, paredones, aleros, arbo-tantes y veletas que desafiaban el firmamentocomo los topes de un gran navío. Tal imponen-te vista causaba cierto terror al espíritu, desper-tando meditaciones que se mezclaban a las su-geridas por lo que acababa de ver; mas no pudeocuparme mucho en trabajos del pensamiento,porque un sutilísimo ruido de faldas, y un lige-ro ce ce con que se me llamaba, me hizo volverla cabeza, y apartarme de la ventana.

La transición fue extremadamente brusca,cuando distrayéndome de la sombría perspec-tiva exterior, apareció ante mis ojos la figura deAmaranta y su celestial sonrisa. Reinaba pro-fundo silencio: el marqués diplomático y suhermana se habían retirado. Amaranta habíacambiado su traje de camino por una vestidurablanca y suelta que aumentaba su hermosura, sisu hermosura fuera susceptible de aumento.Cuando me llamó, aún no se había apartado su

Page 227: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

doncella; pero ésta salió sin tardanza, y luegonuestra seductora dueña, cerrando por sí mis-ma la puerta que daba a la galería, me hizo se-ñas para que me acercase.

-XIII--No olvides lo que me has jurado -dijo

sentándose-. Yo confío en tu fidelidad y en tudiscreción. Ya te dije que me parecías un buenmuchacho, y pronto llegará la ocasión deprobármelo.

No recuerdo bien las vehementes expresio-nes con que juré mi fidelidad; mas debieron sermuy acaloradas y aún creo que las acompañécon dramáticos gestos, porque Amaranta sonriómucho y me recomendó que convenía fueramenos fogoso. Después continuó así:

-¿Y no deseas volver al lado de la González?

Page 228: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ni al lado de la González, ni al lado de to-dos los reyes de la tierra -contesté, pues mien-tras viva no pienso apartarme del lado de miama querida, a quien adoro.

Si mal no recuerdo, me puse de rodillas anteel sillón en que Amaranta reposaba con seduc-tora indolencia; pero ella me hizo levantar, di-ciéndome que debía pensar en volver a casa demi antigua ama, aunque continuara sirviendo ala nueva con toda reserva. Esto me pareció algomisterioso e incomprensible; pero no insistí enque lo esclareciera por no parecer impertinente.

-Haciendo lo que te mando -continuó- pue-des estar vivir seguro de que te irá bien en elmundo. ¡Y quién sabe, Gabriel, si llegarás a serpersona de condición y de fortuna! Otros conmenos ingenio que tú se han convertido de lamañana a la noche en verdaderos personajes.

-Eso no tiene duda, señora. Pero yo he naci-do en humilde cuna, yo no tengo padres, yo no

Page 229: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

he aprendido más que a leer, y eso muy mal, enlibros que tengan letras como el puño, y apenasescribo más que mi firma y rúbrica en la cualhago más rasgos que todos los escribanos delgremio.

-Pues es preciso pensar en tu educación: elhombre debe ilustrarse. Yo me encargo de eso.Pero será con la condición de que ha de servir-me fielmente; no me canso de repetírtelo.

-En cuanto a mi lealtad no hay más quehablar. Pero entéreme usía de cuáles son misobligaciones en este nuevo servicio -dije an-helando que satisficiera mi curiosidad respectoa lo que tenía que hacer para hacerme acreedora tantas bondades.

-Ya te lo iré diciendo. Es cosa difícil y deli-cada: pero confío en tu buen ingenio.

-Pues ya anhelo prestar a usía esos serviciostan difíciles y delicados -contesté con todo el

Page 230: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

énfasis de mi bullicioso carácter-. No seré uncriado, seré un esclavo pronto a obedecer a us-ía, aunque pierda en ello la vida.

-No se necesita perder la vida -dijo sonrien-do-. Basta con un poco de vigilancia; y sobretodo teniendo completa adhesión a mi persona,sacrificándolo todo a mi deseo y no viendo másque la obligación de satisfacer mi voluntad, teserá fácil cumplir.

-Pues estoy impaciente, deshecho por empe-zar de una vez.

-Ya te enterarás con más calma. Esta nochetengo que escribir muchas cartas... Y ahora querecuerdo; vas a empezar a cumplir lo que espe-ro de ti, respondiéndome a varias preguntascuya contestación necesito para escribir. Dime,¿Lesbia solía ir a tu casa sin ser acompañadapor mí?

Page 231: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Me quedé perplejo al oír una pregunta queme parecía tan lejos del objeto de mi servicio,como el cielo de la tierra. Pero recogí mis re-cuerdos y contesté:

-Algunas veces, aunque no muchas.

-¿Y la viste alguna vez en el vestuario delteatro del Príncipe?

-Eso sí que no lo recuerdo bien, y por tantono puedo jurar que la vi, ni tampoco que no lavi.

-No tiene nada de particular que la hayasvisto, porque Lesbia no se mira mucho para ir asemejantes sitios -dijo Amaranta con muchodesdén.

Después de una pausa en que me pareciómuy preocupada, continuó así:

-Ella no guarda las conveniencias, y fiada enlas simpatías que encuentra en todas partes por

Page 232: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

su gracia, por su dulzura y por su belleza...aunque la verdad es que su belleza no tienenada de particular.

-Nada absolutamente de particular -añadí yoadulando la apasionada rivalidad de mi ama.

-Pues bien -dijo-, ya me enterarás despaciode esta y otras cosas que necesito saber. Loprimero que te recomiendo es la más absolutareserva, Gabriel. Espero que estarás contento demí y yo de ti, ¿no es verdad?

-¿Cómo podré pagar a usía tantos benefi-cios? -exclamé con la mayor vehemencia-. Creoque voy a volverme loco señora, y me volveréde seguro. Yo no puedo menos de desahogarmi corazón, mostrando los sentimientos que lollenan desde el instante en que usía se dignóponer los ojos en mí. Y ahora cuando usía meha dicho que va a hacer de mí un hombre deprovecho, y a ponerme en disposición de ocu-par puesto honroso en el mundo, estoy pen-

Page 233: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sando que aunque viva mil años adorando a mibienhechora, no le pagaré tantos favores. Yotengo deseos muy fuertes de ser un hombrecomo algunos que veo por ahí. ¿No es esto po-sible? ¿Usía cree que podré ser, instruyéndomecon su ayuda? ¡Ay! Cuando uno ha nacido po-bre, sin parientes ricos; cuando se ha criado enla miseria y en la triste condición de sirviente,no puede subir a otro puesto mejor sino por laprotección de alguna persona caritativa comousía. Y si yo llegara a conseguir lo que deseo,no sería el primer caso, ¿no es verdad, señora?Porque gentes hay aquí muy poderosas y muygrandes que deben su fortuna y su carrera aalguna ilustrísima mujer que les dio la mano.

-¡Ah! -dijo Amaranta con bondad-. Veo quetú eres ambicioso, Gabrielillo. Lo que has dichoúltimamente es cierto; hombres conocemos aquienes ha elevado a desmedida altura la pro-tección de una señora. ¡Quién sabe si encon-trarás tú igual proporción! Es muy posible. Pa-

Page 234: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ra que no pierdas la esperanza, ahí va un ejem-plo. En tiempos muy antiguos y en tierras muyremotas había un grande imperio que era go-bernado en completa paz por un soberano sintalento; pero tan bondadoso, que sus vasallos secreían felices con él y le amaban mucho. Lasultana era mujer de naturaleza apasionada yviva imaginación; cualidades contrarias a las desu marido, merced a cuya diferencia aquel ma-trimonio no era completamente feliz. Cuandoheredó a su padre, el sultán tenía cincuentaaños y la sultana treinta y cuatro. Acertó enton-ces a entrar en la guardia genízara un joven quese hallaba casi en el mismo caso que tú, puesaunque no era de nacimiento tan humilde, nitampoco dejaba de tener alguna instrucción, erabastante pobre y no podía esperar gran carrerade sus propios recursos. Al punto se corrió enla corte la voz de que el joven guardia habíaagradado a la esposa del sultán, y esta sospechase confirmó al verle avanzar rápidamente en sucarrera, hasta el punto de que a los veinticinco

Page 235: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

años de edad ya había alcanzado todos loshonores que pueden ser concedidos a un sim-ple súbdito. El sultán, lejos de poner reparos atan rápido encumbramiento, había fijado todosu cariño en el favorecido joven, y no contentocon darle las primeras dignidades le entregó lasriendas del gobierno, le hizo gran visir, prínci-pe, y le dio por esposa a una dama de su propiafamilia. Con esto estaban los pueblos de aquellaapartada y antigua comarca muy descontentosy aborrecían al joven y a la sultana. En su go-bierno, el joven valido hizo algunas cosas bue-nas; mas el pueblo las olvidaba, para no ocu-parse sino de las malas que fueron muchas, ytales que trajeron grandes calamidades a aquelpacífico imperio. El sultán, cada vez más ciego,no comprendía el malestar de sus pueblos, y lasultana, aunque lo comprendía no pudo en losucesivo remediarlo, porque las intrigas de sucorte se lo impedían. Todos odiaban al favore-cido joven, y entre sus enemigos más encarni-zados se distinguían los demás individuos de la

Page 236: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

regia familia. Pero lo más extraño fue que elhombre a quien una mano tan débil como ge-nerosa había elevado sin merecimientos, semostró ingrato con su protectora y lejos deamarla con constante fe, amó a otras mujeres, yhasta llegó a maltratar a la desventurada aquien todo lo debía. Las damas de la sultanareferían que algunas veces la vieron derraman-do acerbo llanto y con señales en su cuerpo dehaber recibido violentos golpes de una manosañuda.

-¡Qué infame ingratitud! -exclamé sin podercontener mi indignación-. ¿Y Dios no castigó aese hombre, ni devolvió a aquellos inocentespueblos su tranquilidad, ni abrió los ojos delexcelente sultán?

-Eso no lo sé -contestó Amaranta mordiendolas puntas blancas de la pluma con que se pre-paraba a escribir-; porque estoy leyendo la his-toria que te cuento en un libro muy viejo, y nohe llegado todavía al desenlace.

Page 237: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Qué hombres tan malos hay en el mundo!

-Tú no serás así -dijo Amaranta sonriendo-;y si algún día te vieras elevado a tales alturaspor las mismas causas, harías todo lo posibleporque se olvidara con la grandeza de tus ac-tos, el origen de tu encumbramiento.

-Si por artes del demonio eso sucediera -respondí-, lo haré tal y como usía lo dice, o nosoy quien yo, pues a mí me sobran alma y co-razón para gobernar, sin dejar de ser un hom-bre bueno, decente y generoso.

Estas últimas palabras la hicieron reír, yofreciéndome que al día siguiente me reco-mendaría a un padre jerónimo del monasteriopara que me instruyese, me dijo que iba a escri-bir cartas muy urgentes y que la dejase sola. Ladoncella volvió para conducirme al cuartodonde debía recogerme, y una vez dentro de élme acosté; mas los pensamientos evocados enmi cabeza por la pasada conferencia, me con-

Page 238: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

fundían de tal modo, que mi sueño fue agitadoy doloroso, cual opresora pesadilla, y creí tenersobre el pecho todas las cúpulas, torres, tejados,aleros, arbotantes y hasta las piedras todas delinmenso Escorial.

-XIV-Al día siguiente se reunieron a comer en ca-

sa de Amaranta, Lesbia, el diplomático y sudigna hermana. He hablado poco de esta buenaseñora, que no figura gran cosa en los aconte-cimientos referidos, lo cual es sensible, porquesu carácter y excelentes prendas, mereceríamención muy detallada. La marquesa era unadama de avanzada edad, mujer orgullosa, demodestas costumbres, española rancia por loscuatro costados, de carácter franco y sin artifi-cios, muy natural, muy caritativa, enemiga detrapisondas y aventuras, muy cariñosa paratodo el mundo; en fin, era la honra de su clase.

Page 239: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Su lado flaco, consistía en creer que su hermanotenía mucho talento. Aunque era modesta en sutrato privado, gustaba de dar grandes fiestas,prefiriendo las representaciones dramáticas, aque tenía mucha afición. Su teatro era el prime-ro de la corte, y para la representación de Otellohabía gastado considerables sumas. Protegía ytrataba a los cómicos; pero siempre a muchadistancia.

También estaba convidado a comer aqueldía con mi ama, el Sr. D. Juan de Mañara; perocuando fui a llevarle la invitación, contestó ex-cusándose, por tocarle entrar de guardia a lamisma hora. Y a propósito del pisaverde, nodebo pasar en silencio la circunstancia de que levi por la mañana en compañía de Lesbia, am-bos en traje que parecía indicar regresaban deuno de esos crepusculares y campestres paseos,siempre anhelados por los amantes. En la tardede aquel mismo día le vi paseando muy cabiz-bajo por el patio grande, y la mañana siguiente

Page 240: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

me detuvo en el mismo paraje suplicándomeque llevase una carta a la señora duquesa. Ne-gueme a esto, y allí quedó. Indudablementealgo le pasaba al señor de Mañara.

Amaranta pareció muy contrariada de queno se sentase a la mesa el joven mencionado.Cuando volví con la respuesta estaba de visitaen el cuarto de Amaranta un caballero de losque la noche anterior vi en la procesión descri-ta. Conferenciaron más de hora y media: cuan-do él se retiró le examiné bien, y por cierto quepocas veces he visto facha más desagradable.No le daría un puesto en la serie de mis recuer-dos, si aquel no fuera uno de los personajesmás célebres de su tiempo, razón por la cual meresuelvo no sólo a mencionarle, sino a descri-birle, para edificación de los tiempos presentes.Era el marqués Caballero, ministro de Gracia yJusticia.

No vi a semejante hombre más que una vez,y jamás lo he olvidado. Era de edad como de

Page 241: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cincuenta años, pequeño y rechoncho de cuer-po (33), turbia y traidora la mirada de uno de susojos, pues el otro estaba cerrado a toda luz; conel semblante amoratado y granulento como depersona a quien envilece y trastorna el vino; deandar y gestos sumamente ordinarios: en tantogrado repugnante y soez toda su persona, queera preciso suponerle dotado de extraordina-rios talentos para comprender cómo se podíaser ministro con tan innoble estampa. Pero no,señores míos. El marqués Caballero era tandespreciable en lo moral como en lo físico, pu-diendo decirse que jamás cuerpo alguno en-carnó de un modo tan fiel los ruines sentimien-tos y bajas ideas de un alma. Hombre nulo,ignorante, sin más habilidad que la intriga, erael tipo del leguleyo chismoso y tramoyista quefunda su ciencia en conocer no los principios,sino los escondrijos, las tortuosidades y lasfórmulas escurridizas del derecho, para enredara su antojo las cosas más sencillas.

Page 242: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Nadie podía explicarse su encumbramientotanto más enigmático, cuanto que el omnipo-tente Godoy no pasaba por amigo suyo, masdebió aquél consistir en que, habiéndose intro-ducido en palacio y héchose valer, merced aviles intrigas de escalera abajo, usó como ins-trumento de su ambición cerca del Rey, la Igle-sia; y adulando la religiosidad del pobre Carlos,pintándole imaginarios peligros y haciendodepender la seguridad del trono de la adopciónde una política restrictiva en negocios eclesiás-ticos, logró hacerse necesario en la corte. Elmismo Godoy no pudo apartarle del gobiernoni poner coto a las medidas dictadas por el bes-tial fanatismo del ministro de Gracia y Justicia,quien después de haber perseguido a muchosilustres hombres de su época, y encarcelado aJovellanos, remató su gloriosa carrera contribu-yendo a derribar al mismo Príncipe de la Paz,en Marzo de 1808.

Page 243: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Damos estas ligeras noticias respecto a unhombre que gozaba entonces de justa y generalantipatía, para que se vea que la elevación detontos y ruines y ordinarios, no es, como algu-nos creen, desdicha peculiar de los modernostiempos.

Después de la conferencia indicada, princi-pió la comida, que yo serví.

-Ya sé -dijo Amaranta al sentarse y sin disi-mular su intención de mortificar a Lesbia-; yasé lo que contenían esos papeles cogidos a S. A.Caballero me lo ha dicho, encargándome lareserva; pero puesto que pronto se ha de sa-ber...

-Sí, dínoslo. No lo confiaremos más que anuestros amigos -indicó la marquesa.

-Pues yo opino que no se diga -objetó el di-plomático, que siempre se incomodaba cuandoalguien revelaba secretos que él no conocía.

Page 244: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Entre los papeles -dijo Amaranta-, hay unaexposición al Rey que se supone hecha por D.Juan Escóiquiz, aunque la letra es de Fernando.Parece que en ella se pintan las malas costum-bres del Príncipe de la Paz, con las frases másindecentes. Allí han salido a relucir sus dosmujeres y también lo que dicen de los destinos,pensiones y prebendas que concede a cambiode...

-¡Y tan cierto como es! -dijo la marquesa-. Yosé de un señor a quien el Príncipe de la Pazofreció...

La buena señora cayó en la cuenta de que es-taba yo delante, y se contuvo. Pero a mí siem-pre me han bastado pocas palabras para enten-der las cosas, y supe pescar al vuelo lo quequerían decir.

-En esa exposición -continuó la duquesa-,ponen a la pobre Tudó de vuelta y media, yaconsejan al Rey que la encierre en un castillo.

Page 245: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Por último, se pretende que el de la Paz seadestituido, embargados todos sus bienes, y quedesde el mismo momento no se separe elPríncipe heredero del lado de su padre.

-Todo eso está muy puesto en razón -dijo lamarquesa, asombrada de cómo concordaban lasideas de los conjurados con sus propias ideas-;aunque me guardaré muy bien de decirlo fuerade aquí.

-Pues aquí no temo decirlo -continuó Ama-ranta-. Caballero no guarda muy bien el secre-to, sé que lo ha dicho ya a varias personas. Otrode los papeles es graciosísimo, y parece un sai-nete; pues todo él está en diálogo y se creeríaque lo habían escrito para representarlo en elteatro. Cada uno de los personajes que hablantiene allí nombre supuesto: así es que el Prínci-pe se llama D. Agustín, la reina Doña Felipa, elRey D. Diego, Godoy, D. Nuño, y la princesa,con quien dicen han tratado de casar al herede-ro es una tal Doña Petra.

Page 246: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y qué objeto tiene esa comedia?

-Es un proyecto de conversación con la rein-a, y suponiendo las observaciones que ésta hade hacer, se le responde a todo según un plancombinado para convencerla de las picardíasdel Príncipe de la Paz. También aquí abundanlas frases soeces, y por último, el D. Agustínparece que se niega redondamente a casarsecon Doña Petra, la cuñada del ministro y her-mana del cardenal y de la de Chinchón.

-También eso está bien pensado -dijo lamarquesa-; y si ese sainetillo se representara yolo aplaudiría. Pues ¿por qué han de querer ca-sar al pobre muchacho con la cuñada del otro?¿No es mejor que le busquen mujer en cual-quiera de las familias reinantes, que a buenseguro todas ellas se darían con un canto en lospechos por entroncar con nuestros reyes, ca-sando a cualquiera de sus mozuelas con seme-jante príncipe?

Page 247: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Cómo se atreven ustedes a juzgar cosas tangraves? -dijo con displicencia el diplomático-. Yen cuanto a los documentos citados, extrañoque una persona tan discreta como mi sobrinales dé publicidad imprudente.

-Vamos, Vd. dudaba antes que existieran, yahora, creyendo que no debe revelarse, los dacomo ciertos.

-Sí que los doy -repuso el diplomático-, y yaque otra persona ha descubierto hechos que yome obstinaba en callar...

El diplomático, no pudiendo negar aquellossecretos, resolvió apropiárselos, fingiendo tenerya noticias de los papeles del proceso.

-¿De modo que ya tú lo sabías todo? -le pre-guntó su hermana-. Bien decía yo que tú nopodías menos de estar al tanto de estas cosas.La verdad es que no se te escapa nada, y bien

Page 248: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

puedes afirmar que eres de los que ven losmosquitos en el horizonte.

-Desgraciadamente así es -contestó el di-plomático con la mayor hinchazón-. Todo llegaa mis oídos, a pesar de mis repetidos propósi-tos de no intervenir en nada y huir de los nego-cios. ¡Cómo ha de ser! Es preciso tener pacien-cia.

-Hermano, tú debes saber algo más, y te locallas -dijo la marquesa-. Vamos a ver. ¿Napo-león tiene alguna parte en este negocio?

-¿Ya comienzan las preguntillas? -repuso elviejo con retozona sonrisa-. Déjense de pregun-tas, porque les juro que no me han de sacar unasílaba. Ya conocen la rigidez de mi carácter enestas materias.

A todas estas Lesbia no decía una palabra.

Page 249: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues voy a acabar mi cuento -añadió miama-. Aún me falta decir cuál es el otro papelque se encontró al Príncipe.

-Más valdría que lo callaras, querida sobrina-dijo el diplomático.

-No; que lo diga, que lo diga.

-Pues se ha encontrado la cifra y clave de lacorrespondencia que el heredero sostiene consu maestro D. Juan Escóiquiz, y además... estoes lo más grave.

-Sí: lo más grave -indicó el diplomático-, ypor eso debe callarse.

-Por lo mismo debe decirse.

-Pues se encontró una carta en forma de no-ta, sin sobrescrito, firma, ni nombre, en quemanifiesta estar dispuesto a elevar al rey laexposición por medio de un religioso. Lo másnotable de este papelito es que el Príncipe ase-

Page 250: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

gura que está decidido a tomar por modelo alSanto mártir Hermenegildo; que se dispone apelear... óiganlo Vds. bien... a pelear por la jus-ticia. Esto es hablar clarito de una revolución.Pide después a los conjurados que le sostengancon firmeza; que preparen las proclamas, yque...

-¡Ah, las mujeres!, ¡las mujeres! ¿No apren-derán nunca a tener discreción? -interrumpió elmarqués-. Me admiro de ver con cuánta frivo-lidad te ocupas de asuntos tan peligrosos.

-En este papel -prosiguió la condesa sinatender a las fastidiosas amonestaciones deldiplomático-, se indica a los reyes y a Godoycon nombres godos. Leovigildo es Carlos IV, lareina es Goswinda, y el de la Paz, Sisberto. Puesbien: el Príncipe, que se atribuye el papel deSan Hermenegildo, dice a los con jurados que latempestad debe caer sobre Sisberto y Goswinda,y que traten de embobar a Leovigildo con vítoresy palmadas.

Page 251: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y eso es todo? -preguntó la marquesa.Pues no hay cosa más inocente.

-Está bien claro -indicó Amaranta con ira-,que se trata de destronar a Carlos IV.

-No lo veo yo así.

-Pues yo sí -repuso la condesa-. La tempes-tad debe caer sobre Sisberto y Goswinda. De mo-do que el heredero y sus amigos, no sólo tratande mandar a paseo al guardia, sino que tam-bién quieren hacer alguna picardía con la reina,cuando menos llevarla a la guillotina como a lapobre María Antonieta. Todos saben cuántoama el Rey a su esposa. Cualquier ofensa que aésta se le haga, la considera como hecha a supropia persona.

-Pues lo que digo es que si algo les pasa,bien merecido se lo tienen -fue la contestaciónde la marquesa.

Page 252: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Y yo sostengo -añadió mi ama alterándosemás-, que el Príncipe podía haber intentadocuantas conjuraciones quisiera para echar (34)

del ministerio a Godoy; pero escribir exposicio-nes al Rey, poniendo en duda el honor de sumadre, y hablando de arrojar tempestades so-bre Sisberto y Goswinda, lo cual equivale a aten-tar contra la vida de la Reina, me parece con-ducta muy indigna de un Príncipe español ycristiano... Al fin es su madre: cualesquiera quehayan sido las faltas de ésta (y yo estoy segurade que no son tantas ni tan grandes como las dequien las publica), no es propio de un hijo elreconocerlas o mencionarlas, ni menos fundar-se en ellas para perseguir a un enemigo.

-Hija, no estás poco melindrosa -dijo conacrimonia la tía de Amaranta-. Yo creo que elPríncipe hace muy retebién, y si a alguien lepesa, más valiera no haber dado motivos con loque todos sabemos a lo que está pasando. Y

Page 253: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sino, hermano, tú que lo sabes todo, dinos tuopinión.

-¡Mi opinión! ¿Creéis que es fácil dar opinión[164] sobre asunto tan espinoso? Y lo que yopueda pensar, conforme a mi experiencia yluces, ¿puedo acaso decirlo en conferencia demujeres, que al punto van diciendo por cáma-ras y ante-cámaras a todo el que las quieraoír...?

-No hay quien te saque una palabra. Si yosupiera la mitad de lo que tú sabes, hermano,gustaría de instruir ignorantes.

-Para formar exacto juicio, vengan datos -dijo el marqués-. ¿Alguna de Vds. sabe la opi-nión de la Reina sobre estas cosas?

-Cuando se leyó en consejo el último de lospapeles que he citado -respondió la condesa-,Caballero dijo que el Príncipe merecía la penade muerte por siete capítulos. La Reina, indig-

Page 254: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

nada al oírle, respondió: «¿Pero no reparas que esmi hijo? Yo destruiré las pruebas que le condenan; lehan engañado, le han perdido», y arrebatando elpapel lo escondió en su seno, y se arrojó lloran-do en un sillón. ¡Vean Vds. qué generosidad!Francamente, aunque nunca me ha sido simpá-tica la causa del Príncipe, desde que sé sus pro-yectos contra los Reyes, me parece un jovendigno de lástima, si no de otro sentimiento pe-or.

-¡Qué tontería! -exclamó la marquesa-. Aho-ra vienen los lloriqueos y los dengues despuésde haber sido causa de tantos males. ¿Pues qué,ocurrirían estas cosas, si no se hubieran come-tido ciertas faltas...?

Lesbia, que hasta entonces había permaneci-do en silencio, con cierta confusión y amilana-miento, no quiso callar más, y apoyó las últi-mas frases de la marquesa. Amaranta entoncesse volvió a ella, y con acento tan amargo comodesdeñoso, le dijo:

Page 255: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Cuánto hablar de faltas ajenas! Esa personano esperaba ser injuriada públicamente, comolo ha sido, por quien tantos favores recibió deella, por quien se ha sentado a su mesa y se hahonrado con su amistad.

-¡Ah!, el sermoncito no está mal -dijo Lesbiacon esa forzada jovialidad, que a veces es lamás terrible expresión de la ira-. Ya lo esperaba:desde que me negué a ciertas condescenden-cias; desde que cansada de un papel admitidocon ligereza e impropio de mí, lo cedí a otras,que lo desempeñan con perfección, se me cen-sura suponiéndome divulgadora de lo que todoel mundo sabe. Ciertas personas no puedenhacerse pasar por víctimas de la calumnia aun-que lloren y giman, porque sus vicios, en fuerzade ser tantos y tan grandes, han llegado a vul-garizarse.

-Es verdad -repuso Amaranta con perversaintención-. No falta quien sea prueba viva de

Page 256: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ello. Pero hija, el vicio más feo es el de la ingra-titud.

-Sí, pero ese es el vicio en que menos fácil-mente pueden sentenciar los hombres.

-¡Oh! no: también sentencian, y pronto lo ve-remos. Precisamente la causa del Príncipe esobra pura y simplemente consumada por laingratitud. Ya verás cómo ésta se castiga.

-Supongo -dijo Lesbia con malicia-, que noquerrás poner en la cárcel a todos los que esta-mos aquí por haber cometido el crimen de de-sear el triunfo del Príncipe.

-Yo no pongo a nadie en la cárcel; peroquizás no esté muy segura otra persona muyamada de alguien que me escucha.

-¡Ah! -dijo imprudentemente el diplomático-me han dicho que también Mañara está compli-cado en la causa.

Page 257: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Creo que sí -añadió Amaranta cruelmente-;pero fía mucho en el arrimo de elevadas perso-nas. Y como resulten complicadas las que sesospecha, es de esperar que no les valga ningu-na clase de apoyo.

-Eso es -dijo la duquesa-. ¡Duro en ellos! Fal-ta todavía conocer el giro que tomará este ne-gocio; falta saber si algún suceso inesperadocambiará de improviso los términos convir-tiendo a los acusadores en acusados.

-¡Ya... confían en Bonaparte! -afirmó Ama-ranta con despecho.

-¡Alto, allá! -exclamó el diplomático-; entranustedes señoras mías, en un terreno peligroso.

-Se hará justicia -dijo mi ama-, aunque nocomo se desea, pues no será posible descubrir-lo. Por ejemplo: hay gran empeño en averiguarquién se encargaba de transmitir a los conjura-dos la correspondencia del Príncipe y hasta

Page 258: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ahora no se sabe nada. Hay sospechas de quesea alguna de las muchas damas intrigantes ycoquetuelas que hay en palacio... hasta se hanfijado en alguna; pero aún no hay suficientespruebas.

Lesbia no dijo una palabra; pero la pícara sesonreía como quien está libre de todo temor.Después hasta se atrevió a mortificar a su ene-miga de esta manera:

-Quizás por lo mismo que es intrigante y co-quetuela, tenga medios para burlar a sus perse-guidores. Tal vez las circunstancias le hayanproporcionado medios de desafiar y provocar asus enemigos... Tengo deseos de saber quién esesa buena pieza. ¿Nos lo podrías decir?

-Ahora no -repuso mi ama-; pero mañana,tal vez sí.

Lesbia rió a carcajadas. Amaranta mudó deconversación, la marquesa volvió a lamentar la

Page 259: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

suerte del Príncipe, y el diplomático aseguróque por nada del mundo descorrería el veloque ocultaba los designios del capitán del siglo,con lo cual dio fin la comida, y todos, menos miama, se retiraron a dormir la siesta.

-XV-Al siguiente día, 30 de octubre, ocurrieron

grandes y conmovedoras novedades, si algopodía ya ocurrir capaz de aumentar la turba-ción de los ánimos. Desde por la mañana mehabía despedido mi ama, diciéndome que fueraa dar un paseo por la octava maravilla delmundo, y al mismo tiempo me mandó visitaseen su celda al padre jerónimo que había de ins-truirme en las letras sagradas y profanas. Am-bas cosas me contentaron mucho y más quenada, el ocio de que disfrutaba para recorrer ami antojo el edificio y sus alrededores. El pri-mer espectáculo que se ofreció a mi curiosidad,

Page 260: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

fue la salida del Rey a caza, lo cual no dejó decausarme extrañeza, pues me parecía que atri-bulado y pesaroso S. M. por lo que estaba pa-sando, no tendría humor para aquel alegre ejer-cicio. Pero después supe que nuestro buen mo-narca le tenía tan viva afición, que ni en los díasmás terribles de su existencia dejó de satisfaceraquella su pasión dominante, mejor dicho, suúnica pasión.

Yo le vi salir por la puerta del Norte, acom-pañado de dos o tres personas, entrar en sucoche y partir hacia la Sierra, con tanta tranqui-lidad como si en palacio dejase la paz más per-fecta. Sin duda debía de ser en extremo apaci-ble su carácter, y tener la conciencia más pura ylimpia que los frescos manantiales de aquellasmontañas. Sin embargo, aquel buen anciano, apesar de su alta posición y de la paz que yosuponía en su interior, más me inspiraba lásti-ma que envidia. Aquélla se aumentó cuando vique la gente del pueblo, reunida en torno al

Page 261: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

edificio, no mostraba a su Rey ningún afecto, yhasta me pareció oír en algunos grupos mur-mullos y frases mal sonantes, que hasta enton-ces creo no se habían aplicado a ningún sobe-rano de esta honrada nación.

Recorriendo después las galerías bajas delpalacio y las antecámaras altas, vi a otros indi-viduos de la regia familia, y me maravilló ob-servar en todos la misma forma de narices col-gantes, que caracterizaba la casta de los Borbo-nes. El primero que tuve ocasión de admirarfue el cardenal de la Escala, D. Luis de Borbón,célebre después por haber recibido el juramen-to de los diputados en la isla de León, y porotros hechos menos honrosos que irán saliendoa medida que avancen estas historias. No era elseñor cardenal hombre grave, cubierto de ca-nas, prenda natural de la edad y del estudio, nirepresentaba su rostro aquella austeridad queparece ha de ser inherente a los que desempe-ñan cargos tan difíciles: antes bien era un jo-

Page 262: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

venzuelo que no había llegado a los treintaaños, edad en la cual Lorenzana, Albornoz,Mendoza, Silíceo y otras lumbreras de la Iglesiaespañola no habían aún salido del seminario.

Verdad es que existía la costumbre de con-sagrar al cardenalato a los príncipes menoresque no podían alcanzar ningún reino grande nichico, y el señor don Luis de Borbón, primo delrey Carlos IV, fue en esto uno de los mortalesmás afortunados, porque con la leche en loslabios empezó a disfrutar las rentas de la mitrade Sevilla, y no cumplidos aún los 23, y maldigeridas las Sentencias de Pedro Lombardo,tomó posesión de la silla de Toledo, cuyas fabu-losas rentas habría envidiado cualquier prínci-pe de Alemania o de Italia.

Pero cada cosa a su tiempo y los nabos enAdviento. Lo que hemos dicho era costumbrepropia de la edad, y no es justo censurar al in-fante porque tomase lo que le daban. Su emi-nencia, tal y como le vi descender del coche en

Page 263: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el vestíbulo de palacio, me pareció un mozocoloradillo, rubicundo, de mirada inexpresiva,de nariz abultada y colgante, parecida a lasdemás de la familia, por ser fruto del mismoárbol, y con tan insignificante aspecto, que na-die se fijara en él si no fuera vestido con el trajecardenalicio. D. Luis de Borbón subió con granpriesa a las habitaciones regias, y ya no le vimás.

Pero mi buena estrella, que sin duda me ten-ía reservado el honor de conocer de una vez atoda la familia real, hizo que viera aquel mismodía al infante D. Carlos, segundo hijo de nues-tro Rey. Este joven, aún no aparentaba veinteaños, y me pareció de más agradable presenciaque su hermano el príncipe heredero. Yo leobservé atentamente, porque en aquella épocame parecía que los individuos de sangre realhabían de tener en sus semblantes algo queindicase la superioridad; pero nada de estohabía en el del infante D. Carlos, que sólo me

Page 264: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

llamó la atención por sus ojos vivarachos y sucarita de Pascua. Este personaje varió muchocon la edad en fisonomía y carácter.

También vi aquella misma tarde en el jardínal infante D. Francisco de Paula, niño de pocosaños que jugaba de aquí para allí, acompañadode mi Amaranta y de otras damas; y por ciertoque el Infante, saltando y brincando con su trajede mameluco completamente encarnado, mehacía reír, faltando con esto a la gravedad queera indispensable cuando se ponía el pie enparajes hollados por la regia familia.

Antes de bajar al jardín habían llamado miatención unos recios golpes de martillo quesentí en las habitaciones inferiores: despuéssucedieron a los golpes unos delicados sones dezampoña, con tal arte tañida, que parecíanhaberse trasladado al Real sitio todos los pasto-res de la Arcadia. Habiendo preguntado, mecontestaron que aquellos distintos ruidos salíandel taller del infante D. Pascual, quien acos-

Page 265: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tumbraba matar los ocios de la vida regia alter-nando los entretenimientos del oficio de carpin-tero o de encuadernador con el cultivo del artede la zampoña. Yo me admiré de que unpríncipe trabajase, y me dijeron que el don An-tonio Pascual, hermano menor de Carlos IV, erael más laborioso de los infantes de España,después del difunto D. Gabriel, celebrado comogran humanista y muy devoto de las artes.Cuando el ilustre carpintero y zampoñista dejóel taller para dar su paseo ordinario por lahuerta del Prior en compañía de los buenospadres jerónimos que iban a buscarle todas lastardes, pude contemplarle a mis anchas, y enverdad digo que jamás vi fisonomía tan bona-chona. Tenía costumbre de saludar con tantasolemnidad como cortesanía a cuantas perso-nas le salían al paso, y yo tuve la alta honra demerecerle una bondadosa mirada y un movi-miento de cabeza que me llenaron de orgullo.

Page 266: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Todos saben que D. Antonio Pascual, quedespués se hizo célebre por su famosa despedi-da del valle de Josafat, parecía la bondad enpersona. Confieso que entonces aquel príncipecasi anciano, cuya fisonomía se habría confun-dido con la de cualquier sacristán de parroquia,era, entre todos los individuos de la regia fami-lia, el que me parecía de mejor carácter. Mástarde conocí cuánto me había equivocado aljuzgarle como el más benévolo de los hombres.María Luisa, que le tachó de cruel, en una desus cartas profetizó lo que había de pasar a lavuelta de Valencey, cuando el infante congre-gaba en su cuarto lo más florido del partidorealista furibundo.

Este pobre hombre, lo mismo que su sobrinoel infante D. Carlos, eran partidarios del Prínci-pe Fernando, y aborrecían cordialmente al de laPaz; mas excusadas son estas advertencias,porque entonces ningún español amaba a Go-doy, empezando por los individuos de la fami-

Page 267: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

lia. Pero basta de digresiones, y sigamos con-tando. Quedé, si mal no recuerdo, en el anunciode ciertas novedades que dieron inesperadogiro a los sucesos; mas no dije cuáles fueran.Parece que a eso de la una el ilustre prisionero,luego que se enteró de que su padre había sali-do a caza, mandó a la Reina un recado su-plicándola fuese a su cuarto, donde le revelaríacosas muy importantes. Negóse la madre; peroenvió al marqués Caballero, quien recogió delabios del Príncipe las declaraciones de que voya hablar.

No crean Vds. que tan estupendas nuevaseran del dominio de todos los habitantes delEscorial. Yo las supe porque Amaranta lascontó al diplomático y a su hermana, y comopor mi poca edad y aspecto de mozuelo dis-traído y casquivano, creían que yo no había deprestar atención a sus palabras, no se cuidabande guardar reserva delante de mí.

Page 268: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Conforme dijo Amaranta, todas las personasreales andaban azoradas y aturdidas porque,según las últimas declaraciones del Príncipe, sesabía ya con certeza que los conjurados teníande su parte a Napoleón en persona, cuyas tro-pas se acercaban cautelosamente a Madrid conobjeto de apoyar el movimiento. También habíadenunciado Fernando a sus cómplices, llamán-doles pérfidos y malvados; y según las indicacio-nes que hizo, los rumores tiempo há propala-dos sobre proyecto de atentar a la vida de laReina, no carecían de fundamento. En cuanto alRey, los amigos del Príncipe no debían de tenermuy buenas intenciones respecto a él, porqueéste había nombrado generalísimo de las tropasde mar y tierra al duque del Infantado en undecreto que empezaba así: «Habiendo Dios tenidoa bien llamar para sí el alma del Rey, nuestro padre,etc».

No se fijaron bien en mi imaginación estospormenores; pero habiendo leído más tarde los

Page 269: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

incidentes de aquel proceso célebre, puedoauxiliar mi memoria con tanta eficacia que re-sulte la narración de los hechos tan viva comohija del recuerdo. Lo que sí me acuerdo es queAmaranta, alarmada con lo de Bonaparte, teníagran placer en hacer consideraciones sobre labajeza del Príncipe al denunciar vilmente a susamigos. La marquesa se resistía a creerlo, y loscomentarios, que no copio por no ser molesto,duraron mucho tiempo.

No había aún oscurecido cuando volvió elRey de caza, y hora y media después un granruido en la parte baja del alcázar nos anunció lallegada de otro importante personaje. Corrí alpatio grande y ya no pude verle, porquehabiendo descendido rápidamente del coche,subió por la escalera con prisa de llegar prontoarriba. Únicamente se distinguía un bulto arre-bujado en anchísima capa como persona en-ferma que quiere preservarse del aire; mas nome fue posible ver sus facciones.

Page 270: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Es él -dijeron algunos criados que había jun-to a mí.

-¿Quién? -pregunté con viva curiosidad.

Entonces un pinche de la cocina, con quienhabía yo trabado cierta amistad por ser el fun-cionario encargado de darme de comer, acercósu boca a mi oído, y me dijo muy quedamente:

-El choricero.

Más adelante tuve ocasión de hablar con estepersonaje; pero su pintura pertenece a otro li-bro.

-XVI-Seguí hablando con el pinche, por no perder

tan buena coyuntura de trabar relaciones con lagente de escalera abajo, y pregunté a mi abaste-cedor cuál era la opinión más extendida en las

Page 271: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

reales cocinas sobre los sucesos del día. Afortu-nadamente se aproximaba la hora de cenar; yllevándome mi amigo al aposento destinado alefecto, me hizo ver que el cuerpo de cocinerosseguía a todo el país en la senda trazada por losdirectores del partido fernandista.

Nada más patriótico, nada más entusiastaque la actitud de aquel puñado de valientes encuyas cacerolas estaba por decirlo así el paladarde los reyes de España, y era árbitro hasta cier-to punto de su bienestar, si no de su existencia.Aunque muchos de los hombres que allí vi eranantiguos y pacíficos servidores, que no partici-paban de la rebelde inquietud de la gente mo-za, la mayor parte habían sido deslumbradospor la perruna y grotesca elocuencia de PedroCollado, el aguador de la fuente del Berro, yaempleado en la servidumbre de Fernando. Estehombre, que con las gracias de su burdo yramplón ingenio se había conquistado prefe-rente lugar en el corazón del heredero, desem-

Page 272: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

peñaba al principio las funciones de espía entodas las regiones bajas de palacio; vigilaba laservidumbre, la cual a poco empezó por temer-le y concluyó por someterse dócilmente a susmandatos. De este modo llegó a ser Pedro Co-llado, respecto a los cocineros, pinches y laca-yos un verdadero cacique, al modo de los quehoy son alma y azote de las pequeñas localida-des en nuestra Península.

Cuando Pedro Collado bajaba contento, elregocijo se difundía como don celeste entretoda la servidumbre: cuando Pedro Colladobajaba taciturno y sombrío, melancólico silen-cio sustituía a la anterior algazara. Cuando al-guno perdía la gracia del aguador, ya podíaencomendarse a Dios, y los que tenían la suertede merecer su benevolencia o de servir de obje-to a sus groseras bromas, ya podían considerar-se con un pie puesto en la escala de la fortuna.

Aquella noche fue para mí muy interesanteporque presencié la prisión de Pedro Collado,

Page 273: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

contra quien habían resultado cargos muy gra-ves en las primeras actuaciones de la causa. Elfavorito del Príncipe comunicaba a los más au-torizados entre sus amigos las impresiones deldía, cuando un alguacil, seguido de algunossoldados de la guardia española, entró a pren-derle. No hizo resistencia el aguador, antes biencon la frente erguida y provocativo ademán,siguió a sus guardianes que le condujeron a lacárcel del Sitio, porque a causa de su baja con-dición no podía alternar con el duque de SanCarlos, ni con el del Infantado, presos en lasbohardillas de la parte del edificio llamado delNoviciado.

La prisión del aguador produjo en la cocinacierto terror y sepulcral silencio. Interrumpié-ronlo después las voces de mando, que cual lade los generales en la guerra, sirven para dirigirla estrategia de las cocinas reales, no menoscomplicada que la de los campos de batalla.Una voz decía: «Cena del señor infante D. An-

Page 274: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tonio Pascual». Y al punto la más rica menestraque ha incitado el humano apetito pasó a ma-nos de los criados que servían en el cuarto delinfante. Después se oyó la siguiente orden: «Lasopa hervida y el huevo estrellado de la señorainfanta doña María Josefa». Luego «El chocola-te del señor infante D. Francisco de Paula», ynuevos movimientos seguían a estas palabras.Hubo un instante de sosiego, hasta que el coci-nero mayor exclamó con voz solemne: «¿Está lapolla asada de su eminencia el señor carde-nal?». Al instante funcionaron las cacerolas, y lapolla asada con otros sustanciosos acompaña-mientos fue transmitida al cuarto del arzobispo.Por último, un señor muy obeso y vestido deuniforme con galones, que era designado con elestrambótico nombre de guardamangier, se paróen la puerta y dirigiendo su mirada de águilahacia los cocineros, exclamó: «La cena de S. M.el Rey». Era cosa de ver la multitud de platosque se destinaron a aliviar la debilidad estoma-cal diariamente producida en la naturaleza de

Page 275: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Carlos IV por el ejercicio de la caza. Como yono podía apartar mis ojos de aquella rica colec-ción de manjares, cuyo aromático vapor convi-daba a comer, mi amigo el pinche me dijo:

-Descuida, Gabrielillo, que ya probaremosalgo de aquellos platos. Al Rey le gusta vermuchos platos en su mesa; pero de cada uno nocome más que un poquito. Algunos vuelvencomo han ido. Voy a preparar el agua helada.

-¿Qué es eso de agua helada? -pregunté-. ¿Yquién se alimenta con manjar de tan poca sus-tancia?

-El Rey -me contestó-, una vez que llena bienel buche, pide un vaso de agua helada como lamisma nieve; coge un panecillo, le quita la cor-teza, empapa bien la miga en el agua, y se lacome después. Jamás toma más postre que ése.

Un buen rato después de haberse pedido lacena del Rey, pidieron la de la Reina, y esta

Page 276: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

diferencia de tiempo llamó tanto mi atención,que pregunté a mi amigo la razón de que nocomieran juntos los Reyes y sus hijos.

-Calla, tonto -me dijo-, eso no puede ser. Enlas casas de todo el mundo, comen padres ehijos en una misma mesa. Pero aquí no: ¿no vesque eso sería faltar a la etiqueta? Los infantescomen cada uno en su cuarto, y S. M. el Reysolo en el suyo, servido por los guardias. LaReina es la única persona que podría comer conel Rey, pero ya sabes que acostumbra comersola, por lo que callo.

-¿Por qué?, dímelo a mí. Es que tendrá algu-na persona que la acompañe de ocultis.

-Quiá: no come delante de alma viviente nique la maten.

-¿Ni tampoco delante de sus damas?

Page 277: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sólo la camarera que la sirve la ve comer. Tediré por qué -añadió en voz baja-. ¿Ves aquellosdientes tan bonitos que enseña la Reina cuandose ríe? Pues son postizos, y como tiene quequitárselos para comer, no quiere que la vean.

-Eso sí que está bueno.

En efecto, lo que me dijo el pinche era cierto,y en aquellos tiempos el arte odontálgico nohabía adelantado lo suficiente para permitir lasfunciones de la masticación con las herramien-tas postizas.

-Ya ves tú -continuó el pinche-, si tienenrazón los que critican a la Reina porque engañaal pueblo, haciendo creer lo que no es. ¿Y cómoha de hacerse querer de sus vasallos una sobe-rana que gasta dientes ajenos?

Como yo no creía que las funciones de losreyes fueran semejantes a las de un perro de

Page 278: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

presa, no pensé lo mismo que mi amigo, aun-que me callé sobre el particular.

Luego pidieron la cena de S. A. el Príncipede la Paz, y la de los Consejeros de Estado, locual me decidió a subir, creyendo llegada lahora de servir también la de mi ama. Se acerca-ba para mí el dulce momento de verla, dehablarla, de escuchar sus mandatos, de pasarjunto a ella rozando mi vestido con el suyo, deembelesarme con su sonrisa y con su mirada.Ausente de ella, mi imaginación no se apartabade tan hermoso objeto, como mariposa que ro-dea sin cesar la luz que la fascina. Pero muycontra mi voluntad, aquella noche Amarantano se dignó ponerme al corriente de lo que de-seaba saber respecto a mis servicios. Estabaescrito que fuera a la noche siguiente.

Aunque aún no me había acontecido en pa-lacio nada digno de notarse, yo estaba un si esno es descorazonado. ¿Por qué? No podía de-cirlo. Encerrado en mi cuarto, y tendido sobre

Page 279: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el angosto lecho, rebelde mi naturaleza al sue-ño, me puse a pensar en mi situación, en elcarácter de Amaranta que empezaba a pare-cerme muy raro, y en la clase de fortuna que asu lado me aguardaba. Acordeme de Inés, aquien por aquellos días tenía muy olvidada, ycuando su memoria, refrescando mi mente, mepredispuso a un dulce sueño, sentía (no sé sifue engañoso efecto del sueño) unos golpecitosen mi pecho, producidos por vivas y dolorosaspalpitaciones, como si una mano amiga, perte-neciente a persona que deseaba entrar a todacosta, estuviese tocando a las puertas de micorazón.

-XVII-A la siguiente noche, Amaranta me mandó

entrar en su cuarto. Estaba con la misma vesti-dura blanca de las noches anteriores. Hízomesentar a su lado en una banqueta más baja que

Page 280: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

su asiento, de modo que apenas faltaba un pe-queño espacio para que sus rodillas fuerancojín de mi frente. Me puso la mano en el hom-bro, y dijo:

-Ahora sabré, Gabriel, si puedo contar conti-go para lo que deseo. Veremos si tus facultadesestán a la altura de lo que he pensado de ti.

-¿Y usía ha podido dudarlo? -repuse con-movido.

-No puedo olvidar lo que me dijo usía la otranoche, y fue que otros, con menos méritos queyo, han llegado a subir hasta los últimos esca-lones de la fortuna.

-¡Ah, pobrecillo! -dijo riendo-. Veo que sue-ñas con subir demasiado, y esto es peligroso,porque ya sabes lo de Ícaro.

Yo contesté que nada sabía de ningún señorÍcaro; contome ella la fábula, y luego añadió:

Page 281: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-La historia que te conté la otra noche, nodebe servirte de ejemplo, Gabriel. Después delo que sabes, he leído un poco más y puedoseguirla.

-Quedó usía en aquello de que el joven de laguardia, a quien la sultana había hecho granvisir, daba muy mal pago a su protectora, locual me parece una grandísima picardía.

-Pues bien: después he leído que la sultanaestaba muy arrepentida de su liviandad, y queel joven genízaro, hecho príncipe y generalísi-mo, era cada vez más aborrecido en todo elimperio. El sultán continuaba tan ciego comoantes, y no comprendía la causa del malestar desus vasallos. Pero ella, como mujer de agudoingenio, conocía la tempestad que amenazabadescargar sobre la real familia. Sus damas laencontraban algunas veces llorando. Desaho-gando su conciencia con alguna, le hizo ver suarrepentimiento por las faltas cometidas. Masya parecía imposible remediarlas; el desconten-

Page 282: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

to de los súbditos era inmenso, y se formó ungrande y poderoso bando, a cuya cabeza sehallaba el hijo mismo de los sultanes, con objetode destronarles, proyectando quitarles la vida,si la vida era un estorbo para sus fines.

-Y el gran visir, ¿qué hacía?

-El gran visir, aunque no era hombre de po-cos alcances, no sabía tampoco qué partido to-mar. Todos volvían los ojos al gran Tamerlán,insigne guerrero y conquistador, que había en-viado sus tropas a aquel imperio como pasopara un pequeño reino que deseaba conquistar.En él creían ver un salvador el padre y el hijo yla sultana y el gran visir; mas como no es posi-ble que el gran Tamerlán les favorezca a todos aun tiempo, es seguro que alguno ha de equivo-carse.

-Y por último, ¿a quién favoreció ese señorguerrero?

Page 283: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Eso está en el final de la historia que no heleído todavía -contestó Amaranta-; pero creoque no tardaré en conocer el desenlace, y en-tonces podré contártelo.

-Pues digo y repito, que si el gran visirhubiera gobernado bien a los pueblos, como losgobernaría quien yo me sé, nada de eso habríapasado. Haciendo justicia como Dios manda,esto es, castigando a los malos y premiando alos buenos, es imposible que el imperio hubiesevenido a tales desdichas.

-Pero eso ahora no nos importa gran cosa -dijo Amaranta-, y vamos a nuestro asunto.

-Sí señora -respondí con calor-; ¿qué impor-tan todos los imperios del mundo?

Al decir esto, creyendo que mis palabraseran frigidísima expresión de lo que yo sentía,crucé las manos en la actitud más patética queme fue posible, y dando rienda suelta a la ardo-

Page 284: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

rosa exaltación que inflamaba mi cabeza, laexpresé en palabras como mejor pude, excla-mando así:

-¡Ah, señora Condesa! Yo no sólo os respetocomo el más humilde de vuestros criados, sinoque os adoro, os idolatro, y no os enojéis con-migo si tengo el atrevimiento de decíroslo.Arrojadme de vuestro lado, si esto os desagra-da, aunque con esto conseguiríais hacer de míun muchacho desgraciado, pero de ningúnmodo que dejase de amaros.

Amaranta se rió de mis aspavientos y hablóasí:

-Bueno, me gusta tu adhesión. Veo quepodré contar contigo. En cuanto a tus cualida-des intelectuales también las creo atendibles.Pepa me ha encomiado mucho tu facultad deobservación. Parece que tienes una extraordina-ria aptitud para retener en la memoria los obje-tos, las fisonomías, los diálogos y cuanto im-

Page 285: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

presiona tus sentidos, pudiendo referirlo des-pués puntualísimamente. Esto, unido a tu dis-creción, hace de ti un mozo de provecho. Si atantas prendas se añade el respeto y amor a mipersona, de tal modo que lo sacrifiques todo amí y a nadie revelas lo que hagas en mi servi-cio...

-¡Yo revelar, señora! Ni a mi sombra, ni amis padres, si los tuviera; ni a Dios...

-Además -añadió clavando en mí sus ojos deun modo que me mareaba-, tú eres un chicoque sabe disimular.

-Perfectísimamente.

-Y observas, te enteras de cuanto hay alre-dedor tuyo... todo sin excitar sospechas.

-Estoy seguro de poseer todas esas cualida-des.

Page 286: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues lo primero que has de hacer cuandovolvamos a Madrid, es ponerte al servicio de tuantigua ama.

-¿Cómo? ¿De mi antigua ama?

-Tonto, eso no quiere decir que dejes de ser-virme a mí. Al contrario, irás todas las noches acasa, donde nos veremos. Aunque no en apa-riencia, en realidad estarás siempre a mi servi-cio, y te recompensaré liberalmente.

-De modo que si sirvo a la cómica es...

-Es para evitar sospechas.

-¡Oh! ¡Magnífico!, sí, sí, ya comprendo. Asínadie podrá decir...

-Justo. Y en casa de tu ama observarás conmuchísima atención lo que allí pasa, quién en-tra, quién sale, quién va por las noches, en fin,todo...

Page 287: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y con qué objeto? -pregunté algo descon-certado, no comprendiendo por qué me queríaconvertir en inquisidor.

-El objeto no te importa -contestó mi dueña-.Además (esto es lo principal), en el teatro hasde vigilar cuidadosamente a Isidoro Máiquez, ysiempre que éste te dé alguna carta amorosapara tu ama, me la traerás a mí primero, y des-pués de enterarme de ella, te la devolveré.

Estas palabras me dejaron perplejo, y cre-yendo no haber comprendido bien su misterio-so sentido, roguela que me las explicara.

-Oye bien otra cosa -prosiguió-. Lesbia con-tinúa en relaciones con Isidoro aunque ama aotro, y yo sé que cuando ella vuelva a Madrid,se darán cita en casa de la González. Tú obser-varás todo lo que allí pase, y si consigues con tuingenio y travesura, que sí lo conseguirás,hacerte mensajero de sus amores, y siéndolo,me tienes al tanto de todo, me harás el mayor

Page 288: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

servicio que hoy puedo recibir, y no tendrásque arrepentirte.

-Pero... pero... no sé cómo podré yo... -dijelleno de confusiones.

-Es muy fácil, tontuelo. Tú vas al teatro to-das las tardes. Procura que la duquesa te creaun chico servicial y discreto, ofrécete si es pre-ciso a servirla, haz ver a Isidoro que no tienesprecio para llevar un recado secreto, y los doste tomarán por emisario de sus amores. En talcaso, cuando cojas una esquela amorosa deluno o del otro, me la traes y punto concluido.

-Señora -exclamé sin poder volver de miasombro-; lo que usía exige de mí, es demasia-do difícil.

-¡Oh! ¡Qué salida! Pues me gusta la disposi-ción del chico. ¿Y aquello de te amo y te ado-ro...? ¿Pero te has vuelto tonto? Lo que ahora temando no es lo único que exijo de ti. Ya sabrás

Page 289: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

lo demás. Si en esto que es tan sencillo, no meobedeces, ¿cómo quieres que haga de ti unhombre respetable y poderoso?

Aún pensaba yo que el papel que Amarantaquería hacerme representar a su lado no era tanbajo ni tan vil como de sus palabras se deducía,y aún le pedí nuevas explicaciones que me diode buen grado, dejándome, como dice el vulgocompletamente aplastado. La proposición deAmaranta me arrojó desde la cumbre de misoberbia a la profunda sima de mi envileci-miento.

No era posible, sin embargo, protestar con-tra éste, y tenía necesidad de afectar servil su-misión a la voluntad de mi ama. Yo mismo mehabía dejado envolver en aquellas redes; erapreciso salir de ellas escapándome astutamentepor una malla rota y sin intentar romperla conviolencia.

Page 290: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Pero cree usía -dije tratando de poner or-den en mis ideas-, que en esa ocupación noperderé la dignidad que, según dicen, debetener todo aquel que aspira a ocupar en elmundo una posición honrosa?

-Tú no sabes lo que te dices -me contestómoviendo con donaire su hermosa cabeza-. Alcontrario: lo que te propongo será la mejor es-cuela para que vayas aprendiendo el arte demedrar. El espionaje aguzará tu entendimiento,y bien pronto te encontrarás en disposición demedir tus armas con los más diestros cortesa-nos. ¿Tú has pensado que podrías ser hombrede pro sin ejercitarte en la intriguilla, en el di-simulo y en el arte de conocer los corazones?

-¡Señora -repuse-, qué escuela tan espantosa!

-Es indudable que te pintas solo para obser-varlo, y que sabes dar cuenta de cuanto ves deun modo asombroso. Esto, y algo que he nota-do en ti, me ha hecho creer que eras un mucha-

Page 291: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cho de facultades. ¿No dices que tienes ambi-ción?

-Sí, señora.

-Pues para medrar en los palacios no hayotro camino que el que te propongo. Suponga-mos que desempeñas satisfactoriamente la co-misión indicada: en este caso volverás a mi ladoy serás mi paje. Casi siempre vivo en palacio;ya ves si tienes ocasión de lucirte. Un paje pue-de entrar en muchas partes; un paje está obli-gado a ser galán de las doncellas de las cama-ristas y damas de palacio, lo cual le pone endisposición de saber secretos de todas clases.Un paje que sepa observar, y que al mismotiempo tenga mucha reserva y prudencia, juntocon una exterioridad agradable, es una poten-cia de primer orden en palacio.

Tales razones me tenían confundido de talmodo, que no sabía qué contestar.

Page 292: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Cuántos hombres insignes ves tú por ahíque empezaron su carrera de simples pajes!,paje fue el marqués Caballero, hoy ministro deGracia y Justicia, y pajes fueron otros muchos.Yo me encargaré de sacarte una ejecutoria denobleza, con la cual, y mi valimiento, podrásentrar después en la guardia de la real persona.Esta sería una nueva faz de tu carrera. Un pajepuede escurrirse tras una cortina para oír loque se dice en una sala, un paje puede traer yllevar recados de gran importancia, un pajepuede recibir de una doncella secretos de Esta-do; pero un guardia puede aún mucho más,porque su posición es más interior. Si tiene lascualidades que adornaron al paje, su poder esextraordinario; puede bienquistarse con damasde la corte, que siempre son charlatanas, puedehacerse un sin número de amigos en estas re-giones, diciendo aquí lo que oyó más allá,adornando las noticias a su modo y pintandolos hechos como le convenga. Tiene el guardiauna ventaja que no poseen los reyes mismos, y

Page 293: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que éstos no conocen más que el palacio en queviven, razón por la cual casi nunca gobiernanbien, mientras aquél conoce el palacio y la calle,la gente de fuera y la de dentro, y esta cienciageneral le permite hacerse valer en una y otraparte, y pone en sus manos un número infinitode resortes. El hombre que los sabe manejaraquí es más poderoso que todos los poderososde la tierra, y silenciosamente, sin que lo ad-viertan esos mismos que por ahí se dan tantotono llamándose ministros y consejeros, puedellevar su influjo hasta los últimos rincones delreino.

-¡Señora! -exclamé-, ¡cuán distinto es todo es-to de como yo me lo había figurado!

-A ti -añadió-, te parecerá que esto no esbueno. Pero así lo hemos encontrado, y puestoque no está en nuestra mano reformarlo, sigacomo hasta aquí.

Page 294: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ah!, confieso mi necedad -exclamé-. Con-fieso que, alucinado por mi disparatada imagi-nación, tuve locos y ridículos pensamientos,aunque ahora caigo en que deben ser propiosde mi poca edad e ignorancia. Es verdad que yocreía que tonto y vano y humilde como soy,podría imitar a otros muchos en su inmerecidoencumbramiento. Tanto he oído hablar de labuena fortuna de algunos necios, que dije:«Pues precisamente todos los necios debenhacer fortuna». Pero para conseguir esto, yo merepresentaba medios nobles y decentes, y decía:«¿Quién me quita a mí de llegar a ser lo queotros son? De ellos me diferenciaré en que sialgún día tengo poder, he de emplearlo enhacer bien, premiando a los buenos y castigan-do a los malos, haciendo todas las cosas comoDios manda, y como me dice el corazón quedeben hacerse». Nunca pensé ser hombre defortuna de otra manera, y si pensé en la necesi-dad de hacer algo malo, creí sería de eso que nodeshonra, tal y como desafiarse, amar a una

Page 295: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dama en secreto sin decírselo a nadie, reventarsiete caballos por ir de aquí a Aranjuez paratraer una flor, matar a los enemigos del Rey, yotras cosas por el mismo estilo.

-¡Ah!, esos tiempos pasaron -dijo Amarantariendo de mi simplicidad-. Veo que tienes sen-timientos elevados; pero ya no se trata de eso.Tus escrúpulos se irán disipando, cuando a lasdos semanas de estar en mi servicio conozcaslas ventajas de vivir aquí. Además, esto te pro-porcionará en adelante la satisfacción de hacerel bien a muchos que lo soliciten.

-¿Cómo?

-¡Oh!, muy fácilmente. Mi doncella ha con-seguido en esta semana dos canonjías, un bene-ficio simple y una plaza de la contaduría deespolios y vacantes.

Page 296: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues qué -pregunté con el mayor asombro-,¿las criadas nombran los canónigos y los em-pleados?

-No, tontuelo; los nombra el ministro, pero¿cómo puede desatender el ministro una reco-mendación mía, ni cómo he de desatender yo auna muchacha que sabe peinarme tan bien?

-Un amigo mío, muy respetable, está solici-tando desde hace catorce años un miserabledestino, y aún no lo ha podido conseguir.

-Dime su nombre y te probaré que, aun sinquererlo, ya comienzas a ser un hombre de in-fluencia.

Díjele el nombre del padre Celestino delMalvar, con la plaza que pretendía, y ellaapuntó ambas cosas en un papel.

-Mira -dijo después señalándome sus cartas-;son tantos los negocios que traigo entre manos,

Page 297: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que no sé cómo podré despacharlos. La gentede fuera ve a los ministros muy atareados, ydándose aire de personas que hacen algunacosa. Cualquiera creería que esos personajescargados de galones y de vanidad sirven paraalgo más que para cobrar sus enormes sueldos;pero no hay nada de esto. No son más que cie-gos instrumentos y maniquís que se mueven aimpulsos de una fuerza que el público no ve.

-Pero el príncipe de la Paz, ¿no es más pode-roso que los mismos reyes?

-Sí; mas no tanto como parece. Danle fuerzalas raíces que tiene acá dentro, y como éstas sonprofundas, como se agarran a una fértil tierra,como no cesamos de regarlas, de aquí que esteárbol frondoso extienda sus ramas fuera deaquí con gran lozanía. Godoy no debe nada delo que tiene a su propio mérito; débelo a quiense lo ha querido dar, y ya comprendes que seríafácil quitárselo de improviso. No te dejes nuncadeslumbrar por la grandeza de esos figurones a

Page 298: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

quienes el vulgo admira y envidia; su poderíoestá sostenido por hebras de seda, que las tije-ras de una mujer pueden cortar. Cuando hom-bres como Jovellanos han querido entrar aquí,sus pies se han enredado en los mil hilos quetenemos colgados de una parte a otra, y hanvenido al suelo.

-Señora -dije dominado por amarga pesa-dumbre-, yo dudo mucho que tenga ingeniopara desempeñar lo que usía me encarga.

-Yo sé que lo tendrás. Ejercítate primero enla embajada que te he dado cerca de la Gonzá-lez; proporcióname lo que necesito, y luegopodrás hacer nuevas proezas. Tú harás de mo-do que se aficione de ti alguna persona de pala-cio: fingirás luego que estás cansado de mi ser-vicio, yo haré el papel de que te despido, y túentrarás al servicio de esa otra persona, con laque alguna vez hablarás mal de mí para que nosospeche la trama; entretanto, diligente obser-vador de cuanto pase en el cuarto de tu nueva y

Page 299: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

aparente ama, lo contarás todo a la antigua y ala verdadera que seré siempre yo, tu bien-hechora y tu Providencia.

Ya me fue imposible oír con calma una tandescarada y cínica exposición de las intrigas enque era la condesa consumada maestra, y yocatecúmeno aún sin bautismo. Una elocuentevoz interior protestaba contra el vil oficio quese me proponía, y la vergüenza, agolpando lasangre en mi rostro, me daba una confusión, unembarazo, que entorpecía mi lengua para lanegativa. Levanteme, y con voz trémula, di a lacondesa mis excusas, diciendo otra vez que nome creía capaz de desempeñar tan difíciles co-metidos. Ella volvió a reír, y me dijo:

-Esta noche, aunque es hora muy avanzada,quizás celebren una conferencia en este micuarto dos personajes, ha tiempo reñidos, y aquienes yo trato de reconciliar. Hablarán solos,y en tal caso, espero que tú, escondido tras el

Page 300: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tapiz que conduce a mi alcoba, lo oirás todo,para contármelo después.

-Señora -dije-, me ha entrado de repente unvivísimo dolor de cabeza; y si usía me permitie-ra retirarme, se lo agradecería en el alma.

-No -repuso mirando un reló-, porque tengoque salir ahora mismo, y es preciso que estés envela, y aguardes aquí. Volveré pronto.

Esto diciendo llamó a la doncella, pidió sucabriolé, especie de manto que entonces se usa-ba; la doncella trajo dos, y envolviéndose cadauna en el suyo, salieron con presteza, dejándo-me solo.

-XVIII-La situación de mi espíritu era indefinible.

Un frío glacial invadió mi pecho, como si unahoja de finísimo acero lo atravesara. La brusca

Page 301: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

y rápida mudanza verificada en mis sensacio-nes respecto de Amaranta era tal, que todo miser se estremeció, sintiendo vacilar sus ignora-dos polos, como un planeta cuya ley de movi-miento se trastorna de improviso. Amarantaera no una mujer traviesa e intrigante, sino laintriga misma, era el demonio de los palacios,ese temible espíritu por quien la sencilla y hon-rada historia parece a veces maestra de enredosy doctora de chismes; ese temible espíritu queha confundido a las generaciones, enemistado alos pueblos, envileciendo lo mismo los gobier-nos despóticos que los libres; era la personifica-ción de aquella máquina interior, para el vulgodesconocida, que se extendía desde la puertade palacio, hasta la cámara del Rey, y de cuyosresortes, por tantas manos tocados, pendíanhonras, haciendas, vidas, la sangre generosa delos ejércitos y la dignidad de las naciones; era lagranjería, la realidad, el cohecho, la injusticia, lasimonía, la arbitrariedad, el libertinaje delmando, todo esto era Amaranta; y sin embargo

Page 302: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

¡cuán hermosa!, hermosa como el pecado, comolas bellezas sobrehumanas con que Satán tenta-ba la castidad de los padres del yermo, hermo-sa como todas las tentaciones que trastornan eljuicio al débil varón, y como los ideales quecompone en su iluminado teatro la embaucado-ra fantasía cuando intenta engañarnos alevo-samente, cual a chiquitines que creen ciertas yreales las figuras de magia.

Una luz brillante me había deslumbrado;quise acercarme a ella y me quemé. La sensa-ción que yo experimentaba, era, si se me permi-te expresarlo así, la de una quemadura en elalma.

Cuando se fue disipando el aturdimiento enque me dejó mi ama, sentí una viva indigna-ción. Su hermosura misma, que ya me parecíaterrible, me compelía a apartarme de ella. -«Niun día más estaré aquí; me ahoga esta atmósfe-ra y me da espanto esta gente» -exclamé dando

Page 303: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

paseos por la habitación, y declamando concalor, como si alguien me oyera.

En el mismo momento sentí tras la puertaruido de faldas, y el cuchicheo de algunas mu-jeres. Creí que mi ama estaría de vuelta. Lapuerta se abrió y entró una mujer, una sola: noera Amaranta.

Aquella dama, pues lo era, y de las más es-clarecidas, a juzgar por su porte distinguidísi-mo, se acercó a mí, y preguntó con extrañeza:

-¿Y Amaranta?

-No está -respondí bruscamente.

-¿No vendrá pronto? -dijo con zozobra, co-mo si el no encontrar a mi ama fuese para ellauna gran contrariedad.

-Eso es lo que no puedo decir a usted. Aun-que sí... ahora caigo en que dijo volvería pronto-contesté de muy mal talante.

Page 304: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

La dama se sentó sin decir más. Yo me sentétambién y apoyé la cabeza entre las manos. Noextrañe el lector mi descortesía, porque el esta-do de mi ánimo era tal, que había tomado re-pentino aborrecimiento a toda la gente de pala-cio, y ya no me consideraba criado de Amaran-ta.

La dama, después de esperar un rato, me in-terrogó imperiosamente:

-¿Sabes dónde está Amaranta?

-He dicho que no -respondí con la mayordisplicencia-. ¿Soy yo de los que averiguan loque no les importa?

-Ve a buscarla -dijo la dama no tan asom-brada de mi conducta como debiera estarlo.

-Yo no tengo que ir a buscar a nadie. Notengo que hacer más que irme a mi casa.

Page 305: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Yo estaba indignado, furioso, ebrio de ira.Así se explican mis bruscas contestaciones.

-¿No eres criado de Amaranta?

-Sí y no... pues...

-Ella no acostumbra a salir a estas horas.Averigua dónde está y dile al instante que ven-ga-, dijo la dama con mucha inquietud.

-Ya he dicho que no quiero, que no iré, por-que no soy criado de la condesa -respondí-. Mevoy a mi casa, a mi casita, a Madrid. ¿Quiereusted hablar a mi ama?, pues búsquela por pa-lacio. ¿Han creído que soy algún monigote?

La dama dio tregua a su zozobra para pen-sar en mi descortesía. Pareció muy asombradade oír tal lenguaje, y se levantó para tirar de lacampanilla. En aquel momento me fijé por pri-mera vez atentamente en ella, y pude observarque era poco más o menos, de esta manera.:

Page 306: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Edad que pudiera fijarse en el primer perío-do de la vejez, aunque tan bien disimulada porlos artificios del tocador, que se confundía conla juventud, con aquella juventud que se des-vanece en las últimas etapas de los cuarenta yocho años. Estatura mediana y cuerpo esbelto yairoso, realzado por esa suavidad y ligereza deandar que, si alguna vez se observan en laschozas, son por lo regular cualidades propiasde los palacios. Su rostro bastante arreboladono era muy interesante, pues aunque tenía losojos hermosos y negros, con extraordinaria vi-veza y animación, la boca la afeaba bastante,por ser de estas que con la edad se hienden,acercando la nariz a la barba. Los finísimos,blancos y correctos dientes no conseguían em-bellecer una boca que fue airosa si no bella,veinte años antes. Las manos y brazos, por loque de éstos descubría, advertí que eran a suedad las mejores joyas de su persona y las úni-cas prendas que del naufragio de una regularhermosura habían salido incólumes. Nada no-

Page 307: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

table observe en su traje, que no era rico, aun-que sí elegante y propio del lugar y la hora.

Abalanzose como he dicho a tirar de la cam-panilla, cuando de improviso, y antes de queaquélla sonase, se abrió de nuevo la puerta yentró mi ama. Recibiola la visitante con muchaalegría, y no se acordaron más de mí, sino paramandarme salir. Retireme, pasando a la piezainmediata, por donde debía dirigirme a micuarto, cuando el contacto del tapiz, deslizán-dose sobre mi espalda al atravesar la puerta,despertó en mí la olvidada idea de las escuchasy el espionaje que Amaranta me había encarga-do. Detúveme, y el tapiz me cubrió perfecta-mente: desde allí se oía todo con completa cla-ridad.

Hice intención de alejarme para no incurriren las mismas faltas que tan feas me parecían;pero la curiosidad pudo más que todo y no memoví. Tan cierto es que la malignidad de nues-tra naturaleza puede a veces más que todo. Al

Page 308: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mismo tiempo el rencorcillo, el despecho, eldescorazonamiento que yo sentía, me impulsa-ban a ejercer sobre mi ama la misma pérfidavigilancia que ella me encomendaba sobre losdemás.

-¿No me mandas aplicar el oído? -dije paramí, recreándome en mi venganza-. Pues ya loaplico.

La dama desconocida había proferido mu-chas exclamaciones de desconsuelo, y hasta mepareció que lloraba. Después, alzando la voz,dijo con ansiedad:

-Pero es preciso que en la causa no aparezcaLesbia.

-Será muy difícil eliminarla, porque estáaveriguado que ella era quien trasmitía la co-rrespondencia -contestó mi ama.

Page 309: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues no hay otro remedio -continuó la da-ma-. Es preciso que Lesbia no figure para nada,ni preste declaraciones. No me atrevo a decírse-lo a Caballero; pero tú con habilidad puedeshacerlo.

-Lesbia -dijo Amaranta-, es nuestro más te-rrible enemigo. La causa del Príncipe ha sido ensu vil carácter un pretexto más bien que unacausa para hostilizarnos. ¡Qué de infamiascuenta, qué de absurdos propala! Su lengua devíbora no perdona a quien ha sido su bien-hechora y también se ensaña conmigo, de quienha contado horrores.

-Contará lo de marras -repuso la dama de laboca hendida-. Tú cometiste la gran falta deconfiarle aquel secreto de hace quince años, quenadie sabía.

-Es verdad -dijo mi ama meditabunda.

Page 310: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pero no hay que asustarse, hija -añadió laotra-. La enormidad y el número de las faltassupuestas que nos atribuyen nos sirve de con-suelo y de expiación por las que realmentehayamos cometido, las cuales son tan pocas,comparadas con lo que se dice, que casi no de-be pensarse en ellas. Es preciso que Lesbia noaparezca para nada en la causa. Adviérteselo aCaballero; mañana podrían prenderla, y si de-clara, puede vengarse mostrando pruebas te-rribles contra mí. Esto me tiene desesperada:conozco su descaro, su atrevimiento, y la creocapaz de las mayores infamias.

-Ella es dueña, sin duda, de secretos peligro-sos, y quizás conserve cartas o algún objeto.

-Sí -respondió con agitación la desconocida-.Pero tú lo sabes todo: ¿a qué me lo preguntas?

-Entonces con harto dolor de mi corazón, lediré a Caballero que la excluya de la causa. La

Page 311: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pícara se jactaba ayer aquí mismo de que nopondrían la mano sobre ella.

-Ya se nos presentará otra ocasión... Dejarlapor ahora. ¡Ah!, bien castigada está mi impre-meditación. ¿Cómo fui capaz de fiarme de ella?¿Cómo no descubrí bajo la apariencia de suamena jovialidad y ligereza, la perfidia y do-blez de su corazón? Fui tan necia que su graciame cautivó; la complacencia con que me servíaen todo acabó de seducirme, y me entregué aella en cuerpo y alma a ella. Recuerdo cuandolas tres salíamos juntas de palacio en aquellabreve temporada que pasamos en Madrid hacecinco años. Pues después he sabido que una deaquellas noches, avisó a cierta persona el puntoa donde íbamos, para que me viera, y me vio...Nosotros no advertimos nada; no conocimosque Lesbia nos vendía, y hasta mucho despuésno descubrí su falsedad por una singular coin-cidencia.

Page 312: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ese estúpido y presuntuoso Mañara -dijomi ama-, le ha trastornado el juicio.

-¡Ah!, ¿no sabes que en el cuerpo de guardiase ha jactado ese miserable de que ha sidoamado por mí, añadiendo que me despreció?¿Has visto? ¡Si yo jamás he pensado en seme-jante hombre, ni creo haber siquiera reparadoen él! ¡Ay, Amaranta! Tú eres joven aún; túestás en el apogeo de la hermosura; sírvate delección. Cada falta que se comete, se paga des-pués con la vergüenza de las cien mil que nohemos cometido y que nos imputan. Y ni aunen la conciencia tenemos fuerzas para protestarcontra tantas calumnias, porque una sola ver-dad entre mil calumnias, nos confunde, ma-yormente si nos vemos acusadas por nuestrospropios hijos.

Al decir esto me pareció que lloraba. Des-pués de breve pausa Amaranta continuó así laconversación:

Page 313: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ese necio de Mañara, que no sabe hablarmás que de toros, de caballos y de su nobleza,ha tenido el honor de cautivar a Lesbia; tal paracual... Él es quien la ha inducido a andar entratos con los del Príncipe, y entre los dos sehan encargado de la trasmisión de la corres-pondencia.

-¿Pero no me dijiste -preguntó vivamente ladesconocida-, que Lesbia estaba en relacionescon Isidoro?

-Sí -contestó mi ama-; pero este amor, que hadurado poco tiempo, ha sido un interregnodurante el cual Mañara no bajó del trono. Les-bia amó a Isidoro por vanidad, por coquetería,y continúa en relaciones con él. Isidoro estálocamente enamorado, y ella se complace enavivar su amor, divirtiéndose con los martiriosdel pobre cómico.

-¿Y no has pensado que se podría sacar par-tido de esos dobles amores?

Page 314: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ya lo creo! Lesbia e Isidoro se ven en casade la González y en el teatro.

-Puedes hacer que Mañara los descubra y...

-No, mi plan es mejor aún. ¿Qué importaMañara? Yo quiero apoderarme de alguna cartao prenda, que Lesbia entregue a cualquiera desus dos amantes, para presentarla a su marido,a ese señor que a pesar de su misantropía, sillegara a saber con certeza las gracias de su mu-jer, vendría a poner orden en la casa.

-Indudablemente -dijo la desconocidaanimándose por grados-. ¿Y qué piensas hacer?

-Según lo que den de sí las circunstancias.Pronto volveremos a Madrid, porque en casade la marquesa se prepara una representaciónde Otello, en que Lesbia hará el papel de Edel-mira, Isidoro el suyo y los demás corren a cargode jóvenes aficionados.

Page 315: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Y cuándo es la representación?

-Se ha aplazado porque falta un papel, queninguno quiere desempeñar, por ser muy des-airado; mas creo que pronto se encontrará actora propósito, y la función no puede retardarse.El duque ha prometido dejar sus estados paraasistir a ella. La reunión de todas estas personasha de facilitar mucho una combinación inge-niosa, que nos permita castigar a Lesbia comose merece.

-¡Oh!, sí; hazlo por Dios. Su ingratitud es tal,que no merece perdón. ¿Sabes que es ella quienme ha acusado de haber querido asesinar a Jo-vellanos?

-Sí, lo sabía.

-¡Ves qué infamia! -añadió la desconocida,indicando en el tono de su voz la ira que ladominaba-. Verdad es que aborrezco a ese pe-dante, que en su fatuidad se permite dar lec-

Page 316: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ciones a quien no las necesita ni se las ha pedi-do; pero me parece que su encierro en el castillode Bellver es suficiente castigo, y jamás hanpasado por mi mente proyectos criminales,cuya sola idea me horroriza.

-Lesbia se ha dado tan buena maña parapropalar lo del envenenamiento, que todo elmundo lo cree -dijo Amaranta-. ¡Ah, señora, espreciso castigar duramente a esa mujer!

-Sí, pero no incluyéndola en la causa: eso re-dundaría en perjuicio mío. Manuel me lo haadvertido esta tarde con mucho empeño, y espreciso hacer lo que él dice. Por su parte, Ma-nuel le causa todo el daño que puede. Desdeque supo las infamias que contaba de mí, dejócesantes a todos los que habían recibido destinopor recomendación suya. Esta prueba de afectome ha enternecido.

-No sería malo que Mañara sintiera encimala mano de hierro del generalísimo.

Page 317: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Oh, sí! Manuel me ha prometido buscaralgún medio para que se le forme causa y seaexpulsado del cuerpo, como se hizo con aque-llos dos que nos conocieron cuando fuimosdisfrazadas a la verbena de Santiago. ¡Oh! Ma-nuel no se descuida: después que nos reconci-liamos por mediación tuya, su complacencia yfinura conmigo no tienen límites. No, no existeotro que como él comprenda mi carácter, y po-sea el arte de las buenas formas aun para negarlo que se le pide. Ahora precisamente estoy enlucha con él para que me conceda una mitra...

-¿Para mi recomendado el capellán de lasmonjas de Pinto?

-No: es para un tío de Gregorilla, la hermanade leche del chiquitín. Ya ves: se le ha puesto enla cabeza que su tío ha de ser obispo, y verda-deramente no hay motivo alguno para que nolo sea.

-¿Y el Príncipe se opone?

Page 318: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí; dice que el tío de Gregorilla ha sido con-trabandista hasta que se ordenó hace dos años,y que es un ignorante. Tiene razón, y el candi-dato no es por su sabiduría ninguna lumbrerade la cristiandad; pero hija, cuando vemos aotros... y si no ahí tienes a mi primo el cardena-lito de la Escala, que no sabe más latín que no-sotras, y si le examinaran, creo que ni aun paramonaguillo le darían el exequatur.

-Pero ese nombramiento lo ha de hacer Ca-ballero -dijo Amaranta-. ¿Se opone también?

-Caballero no -contestó riendo la desconoci-da; ese ya sabes que no hace sino lo que quere-mos, y capaz sería de convertir en regentes delas Audiencias a los puntilleros de la plaza detoros, si se lo mandáramos. Es un buen sujeto,que cumple con su deber con la docilidad delverdadero ministro. El pobrecito se interesamucho por el bien de la nación.

Page 319: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues él puede dar la mitra por sí y ante sí altío de Gregorilla.

-No; Manuel se opone, ¡y de qué manera!Pero yo he discurrido un medio de obligarle aceder. ¿Sabes cuál? Pues me he valido del tra-tado secreto celebrado con Francia, que se rati-ficará en Fontainebleau dentro de unos días.Por él se da a Manuel la soberanía de los Al-garbes; pero nosotros no estamos aún decididosa consentir en el repartimiento de Portugal, y lehe dicho: «Si no haces obispo al tío de Gregori-lla, no ratificaremos el tratado, y no serás rey delos Algarbes.» Él se ríe mucho con estas cosasmías; pero al fin... ya verás cómo consigo lo quedeseo.

-Y mucho más cuando estos nombramientoscontribuyen a fortificar nuestro partido. ¿Peroél no conoce que el del Príncipe es cada vezmás fuerte?

Page 320: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ah! Manuel está muy disgustado -dijo ladesconocida con tristeza-; y lo que es peor, muyacobardado. Afirma que esto no puede concluiren bien y tiene presentimientos horribles. Estossucesos le han puesto muy triste, y dice: «Yo hecometido muchas faltas, y el día de la expiaciónse acerca. « ¡Pero qué bueno es! ¿Creerás quedisculpa a mi hijo, diciendo que le han engaña-do y envilecido los amigos ambiciosos que lerodean? ¡Ah!, mi corazón de madre se desgarracon esto; pero no puedo atenuar la falta delPríncipe. Mi hijo es un infame.

-¿Y él espera conjurar fácilmente tantos peli-gros? -preguntó mi ama.

-No lo sé -repuso la desconocida tristemen-te-. Manuel, como te he dicho, está muy desco-razonado. Aunque cree castigar pronto y ejem-plarmente a los conjurados, como hay algo queestá por encima de todo esto, y que...

-Bonaparte sin duda.

Page 321: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No: Bonaparte creo que estará de nuestrolado, a pesar de que el Príncipe lo presenta co-mo amigo suyo. Manuel me ha tranquilizadoen este punto. Si Bonaparte se enojase con noso-tros, le daríamos veinte o treinta mil hombres,para que los sacase de España, como sacó los dela Romana. Eso es muy fácil y a nadie perjudi-ca. Lo que nos entristece es otra cosa, es lo quepasa en España. Según me ha dicho Manuel,todos aman al Príncipe y le creen un dechadode perfecciones, mientras que a nosotros, alpobre Carlos y a mí nos aborrecen. Parece men-tira: ¿qué hemos hecho para que así nos odien?Francamente, te digo que esto me tiene afecta-da, y estoy resuelta a no ir a Madrid en muchotiempo. Te juro que aborrezco a Madrid.

-Yo no participo de ese temor -dijo Amaran-ta-, y espero que castigados los conspiradores,la mala yerba no volverá a retoñar.

-Manuel trabajará sin descanso: así me lo hadicho. Pero es preciso que se evite todo lo que

Page 322: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pueda escandalizar, y sobre todo lo que resultedesfavorable. Por eso esta noche en cuantollegó Manuel, vino a suplicarme que por con-ducto tuyo, hiciese arrancar de la causa todo lorelativo a Lesbia, que es poseedora de docu-mentos terribles, y se vengaría cruelmente ensus declaraciones. Ya sabes que tiene muchaimaginación, y sabe inventar enredos con granarte. Desde que Manuel me habló hasta que tehe visto, no he sosegado un momento. Pero niél ni yo, podemos hablar de esto con Caballero:háblale tú y arréglalo con tu buen juicio y habi-lidad. ¡Ah!, se me olvidaba. Caballero desea elToisón de Oro: ofréceselo sin cuidado; queaunque no es hombre para cargar tal insignia,no habrá reparo en dársela, si se hace acreedora ella con su lealtad. ¿Harás lo que te digo?

-Sí, señora. No habrá nada que temer.

-Entonces me retiro tranquila. Confío en tiahora como siempre -dijo la desconocida le-vantándose.

Page 323: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Lesbia no será llamada a declarar; pero nonos faltará ocasión de tratarla como merece.

-Pues adiós, querida Amaranta -añadió ladama besando a mi ama-. Gracias a ti, esta no-che dormir tranquila, y entre tantas penas, noes poco consuelo contar con una fiel amiga quehace todo lo posible por disminuirlas.

-Adiós.

-Es muy tarde... ¡Dios mío, qué tarde!

Diciendo esto se encaminaron juntas a lapuerta, y abierta ésta aparecieron otras dosdamas, con las cuales se retiró la desconocida,después de besar por segunda vez a mi ama.Cuando ésta se quedó sola se dirigió a la habi-tación en que yo estaba. Mi primera intenciónfue retirarme del escondite y huir; pero re-flexionándolo brevemente, creí que debía espe-rarla. Cuando ella entró y me vio, su sorpresafue extraordinaria.

Page 324: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Cómo, Gabriel, tú aquí! -exclamó.

-Sí, señora -respondí serenamente-. He em-pezado a desempeñar las funciones que usíame ha encargado.

-¡Cómo! -dijo con ira-; ¿has tenido el atrevi-miento de...?, ¿has oído?

-Señora -respondí-, usía tenía razón: poseoun oído finísimo. ¿No me mandaba usía queobservara y atendiera...?

-Sí -dijo más colérica-. Pero no a esto... ¿en-tiendes bien? Veo que eres demasiado listo, y elexceso de celo puede costarte caro.

-Señora -repuse con mucha ingenuidad-,quería empezar a instruirme cuanto antes.

-Bien -repuso procurando tranquilizarse-.Retírate. Pero te advierto que si sé recompensara los que me sirven bien, tengo medios paracastigar a los desleales y traidores. No te digo

Page 325: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

más. Si eres imprudente, te acordarás de mítoda tu vida. Vete.

-XIX-Al día siguiente se levantó un servidor de

ustedes de malísimo humor, y su primera ideafue salir del Escorial lo más pronto que le fueraposible. Para pensar en los medios de ejecutartan buen propósito fuese a pasear a los claus-tros del monasterio, y allí discurriendo sobre susituación, se acaloró la cabeza del pobre mu-chacho revolviendo en ella mil pensamientosque cree poder comunicar al discreto lector.

Los que hayan leído en el primer libro de mivida el capítulo en que di cuenta de mi inútilpresencia en el combate de Trafalgar, recor-darán que en tan alta ocasión, y cuando lagrandeza y majestad de lo que pasaba ante misojos parecían sutilizar las facultades de mi al-

Page 326: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ma, puede concebir de un modo clarísimo laidea de la patria. Pues bien: en la ocasión queahora refiero, y cuando la desastrosa catástrofede tan ridículas ilusiones había conmovido has-ta lo más profundo mi naturaleza toda, el espí-ritu del pobre Gabriel hizo después de tantoabatimiento una nueva adquisición, una nuevaconquista de inmenso valor, la idea del honor.

¡Qué luz! Recordé lo que me había dichoAmaranta, y comparando sus conceptos con losmíos, sus ideas con lo que yo pensaba, mezclade ingenuo engreimiento y de honrada fatui-dad, no pude menos de enorgullecerme de mímismo. Y al pensar esto no pude menos de de-cir: -Yo soy hombre de honor, yo soy hombreque siento en mí una repugnancia invencible detoda acción fea y villana que me deshonre a mispropios ojos; y además la idea de que pueda serobjeto del menosprecio de los demás me enar-dece la sangre y me pone furioso. Cierto quequiero llegar a ser persona de provecho; pero

Page 327: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de modo que mis acciones me enaltezcan antelos demás y al mismo tiempo ante mí, porquede nada vale que mil tontos me aplaudan, si yomismo me desprecio. Grande y consolador de-be de ser, si vivo mucho tiempo, estar siemprecontento de lo que haga, y poder decir por lasnoches mientras me tapo bien con mis sabani-tas para matar el frío: «No he hecho nada queofenda a Dios ni a los hombres. Estoy satisfecho deti, Gabriel.»

Debo advertir que en mis monólogos siem-pre hablaba conmigo como si yo fuera otro.

Lo particular es que mientras pensaba estascosas, la figura de mi Inés no se apartaba unmomento de mi imaginación y su recuerdodaba vueltas en torno a mi espíritu, como esasmariposas o pajaritas que se nos aparecen aveces en días tristes trayendo según el vulgocree, alguna buena noticia.

Page 328: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Tal era la situación de mi espíritu, cuandoacertó a pasar cerca de mí el caballero D. Juande Mañara, vestido de uniforme. Detúvose yme llamó con empeño, demostrando que mipresencia era para él nada menos que un buenhallazgo. No era aquélla la primera vez quesolicitaba de mí un pequeño favor.

-Gabriel -me dijo en tono bastante confiden-cial sacando de su bolsillo una moneda de oro-,esto es para ti, si me haces el favor que voy apedirte.

-Señor -contesté-, con tal que sea cosa que noperjudique a mi honor...

-Pero, pedazo de zarramplín, ¿acaso tú tie-nes honor?

-Pues sí que lo tengo, señor oficial -contestémuy enfadado-; y deseo encontrar ocasión dedarle a usted mil pruebas de ello.

Page 329: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ahora te la proporciono, porque nada máshonroso que servir a un caballero y a una seño-ra.

-Dígame usted lo que tengo que hacer -dijedeseando ardientemente que la posesión deldoblón que brillaba ante mis ojos fuera compa-tible con la dignidad de un hombre como yo.

-Nada más que lo siguiente -respondió elhermoso galán sacando una carta del bolsillo-:llevar este billete a la señorita Lesbia.

-No tengo inconveniente -dije, reflexionandoque en mi calidad de criado no podía deshon-rarme llevando una carta amorosa-. Déme us-ted la esquelita.

-Pero ten en cuenta -añadió entregándomela-, que si no desempeñas bien la comisión, o estepapel va a otras manos, tendrás memoria de mímientras vivas, si es que te queda vida despuésque todos tus huesos pasen por mis manos.

Page 330: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Al decir esto el guardia demostraba,apretándome fuertemente el brazo, firme inten-ción de hacer lo que decía. Yo le prometí cum-plir su encargo como me lo mandaba, y tratan-do de esto llegamos al gran patio de palacio,donde me sorprendió ver bastante gente reuni-da descollando entre todos algunas aves de malagüero, tales como ministriles y demás gente dela curia. Yo advertí que al verles mi acompa-ñante se inmutó mucho, quedándose pálido, yhasta me parece que le oí pronunciar algúnjuramento contra los pajarracos negros que tande improviso se habían presentado a nuestravista. Pero yo no necesitaba reflexionar muchopara comprender que aquella siniestra turbanada tenía que ver conmigo, así es que dejandoal militar en la puerta del cuerpo de guardia,una vez trasladadas carta y moneda a mi bolsi-llo, subí en cuatro zancajos la escalera chica,corriendo derecho a la cámara de la señoraLesbia.

Page 331: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

No tardé en hacerme presentar a su señoría.Estaba de pie en medio de la sala, y con entona-ción dramática leía en un cuadernillo aquellosversos célebres:

... todo me mata,todo va reuniéndose en mi daño!-Y todo te confunde, desdichada.

Estaba estudiando su papel. Cuando me vioentrar cesó su lectura, y tuve el gusto de entre-garle en persona el billete, pensando para mí: -¿Quién dirá que con esa cara tan linda eres unade las mejores piezas que han hecho enredos enel mundo?

Mientras leía, observé el ligero rubor y lasonrisa que hermoseaban su agraciado rostro.Después que hubo concluido, me dijo un pocoalarmada:

-¿Pero tú no sirves a Amaranta?

Page 332: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-No señora -respondí-. Desde anoche he de-jado su servicio, y ahora mismo me voy paraMadrid.

-¡Ah!, entonces bien -dijo tranquilizándose.

Yo en tanto no cesaba de pensar en el placerque habría experimentado Amaranta si yohubiera cometido la infamia de llevarle aquellacarta. ¡Qué pronto se me había presentado laocasión de portarme como un servidor honra-do, aunque humilde! Lesbia, encontrando oca-sión de zaherir a su amiga, me dijo:

-Amaranta es muy rigurosa y cruel con suscriados.

-¡Oh, no señora! -exclamé yo, gozoso de en-contrar otra coyuntura de portarme caballero-samente, rechazando la ofensa hecha a quienme daba el pan-. La señora condesa me tratamuy bien; pero yo no quiero servir más en pa-lacio.

Page 333: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿De modo que has dejado a Amaranta?

-Completamente. Me marcharé a Madrid an-tes de medio día.

-¿Y no querrías entrar en mi servidumbre?

-Estoy decidido a aprender un oficio.

-De modo que hoy estás libre, no dependesde nadie, ni siquiera volverás a ver a tu antiguaama.

-Ya me he despedido de su señoría y nopienso volver allá.

No era verdad lo primero, pero sí lo segun-do.

Después, como yo hiciera una profunda re-verencia para despedirme, me contuvo dicien-do:

Page 334: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Aguarda: tengo que contestar a la carta quehas traído, y puesto que estás hoy sin ocupa-ción, y no tienes quien te detenga, llevarás larespuesta.

Esto me infundió la grata esperanza de quemi capital se engrosara con otro doblón, yaguardé mirando las pinturas del techo y losdibujos de los tapices. Cuando Lesbia huboconcluido su epístola, la selló cuidadosamentey la puso en mis manos, ordenándome que lallevase sin perder un instante. Así lo hice; pero¿cuál no sería mi sorpresa cuando al llegar alcuerpo de guardia me encontré con la inespe-rada novedad de que sacaban preso a mi señorel guardia, llevándole bonitamente entre dossoldados de los suyos! Yo temblé como un azo-gado, creyendo que también iban a echarmemano, pues sabía que no bastaba ser insignifi-cante para librarse de los ministriles, quienesdeseando mostrar su celo en la causa del Esco-

Page 335: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

rial, comprendían en los voluminosos autos elmayor número posible de personas.

Cometí la indiscreción de entrar en el cuerpode guardia para curiosear, lo cual hizo que unhombre allí presente, temerosa estantigua connariz de gancho, espejuelos verdes y larguísi-mos dientes del mismo color, dirigiese hacia mirostro aquellas partes del suyo, observándomecon tenaz atención y diciendo con la voz másdesagradable y bronca que en mi vida oí:

-Este es el muchacho a quien el preso en-tregó una carta poco antes de caer en poder dela justicia.

Un sudor frío corrió por mi cuerpo al oír ta-les palabras, y volví la espalda con disimulopara marcharme a toda prisa; pero ¡ay!, nohabíaandado dos pasos, cuando sentí que se clava-ban en mi hombro unas como garras de ga-vilán, pues no otro nombre merecían las afila-das y durísimas uñas del hombre de los espe-

Page 336: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

juelos verdes en cuyo poder había caído. Laimpresión que experimenté fue tan terrorífica,que nunca pienso olvidarla, pues al encarar consu finísima estampa, los vidrios redondos desus gafas que recomendaban la pupila cuajada,penetrante y estupefacta del gato, me turbaronhasta lo sumo, y al mismo tiempo sus dientesverdes, afilados sin duda por la voracidad, pa-recían ansiosos de roerme.

-No vaya Vd. tan de prisa, caballerito -dijo-,que tal vez haga aquí más falta que en otra par-te.

-¿En qué puedo servir a usía? -pregunté me-lifluamente, comprendiendo que nada mevaldría mostrarme altanero con semejante lobo.

-Eso lo veremos -contestó con un gruñidoque me obligó a encomendarme a Dios.

Mientras aquel cernícalo, con la formidablezarpa clavada en mi cuello, me llevaba a una

Page 337: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pieza inmediata, yo evoqué mis facultades inte-lectuales para ver si con el esfuerzo combinadode todas ellas encontraba medio de salir de tanapurado trance. En un instante de reflexión,hice el siguiente rapidísimo cálculo: -«Gabriel:este instante es supremo. Nada conseguirásdefendiéndote con la fuerza. Si intentas esca-parte, estás perdido. De modo que si por mediode algún rasgo de astucia no te libras de lasuñas de este pícaro, que te enterrará vivo bajouna losa de papel sellado, ya puedes hacer actode contrición. Al mismo tiempo llevas sobre tila honra de una dama que sabe Dios lo quehabrá escrito en esta endiablada carta. Con queánimo, muchacho, serenidad y a ver por dóndese sale».

Afortunadamente, Dios iluminó mi enten-dimiento en el instante en que el curial se sentóen un desnudo banquillo, poniéndome delantepara que respondiera a sus preguntas. Recordéhaber visto al feroz leguleyo en el cuarto de

Page 338: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Amaranta, a quien gustaba de ofrecer servil-mente sus respetos, y esto con la idea de que miantigua ama era desafecta a las personas aquienes se formaba la causa, me dio la normadel plan que debía seguir para librarme deaquel vestiglo.

-Conque tú andas llevando y trayendo carti-tas, picaronazo -dijo en la plenitud de su curialsevicia, gozándose de antemano con la con-templación imaginaria de las resmas de papelsellado en que había de emparedarme-. Ahoraveremos para quiénes son esas cartas, y si teocupas en comunicar a los conjurados con lospresos, para que burlen la acción de la justicia.

-Señor licenciado -contesté yo recobrando unpoco la serenidad-, usted no me conoce, y sinduda me confunde con esos picarones que seocupan en traer y llevar papelitos a los queestán presos en el Noviciado.

Page 339: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Cómo? -exclamó con júbilo-. ¿Estás segurode que eso pasa?

-Sí, señor-, respondí envalentonándome ca-da vez más-. Vaya usía ahora mismo con disi-mulo al patio de los convalecientes, y verá quedesde el piso tercero del monasterio echan car-tas a la bohardilla valiéndose de unas larguísi-mas cañas.

-¿Qué me dices?

-Lo que usía oye: y si quiere verlo con suspropios ojos vaya ahora mismo; que esta es lahora que escogen los malvados para su intento,por ser la de la siesta. Ya me podría usía re-compensar por la noticia, pues le doy este avi-so, para que pueda prestar un gran servicio anuestro querido Rey.

-Pero tú recibiste una carta del joven alférez,y si no me la das ante todo, ya te ajustaré lascuentas.

Page 340: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Pero el señor licenciado no sabe -contesté-,que soy paje de la excelentísima señora condesaAmaranta, a quien sirvo hace algún tiempo? ¡Yque no me tiene poco cariño mi ama en graciade Dios! Mil veces ha dicho que ya puede ten-tarse la ropa el que me tocase tan siquiera alpelo de la misma.

El leguleyo parecía recordar, y como eracierto que me había visto repetidas veces encompañía de mi ama, advertí que su endemo-niado rostro se apaciguaba poco a poco.

-Bien sabe el señor licenciado -continué-, quela señora condesa me protege, y habiendo co-nocido que yo sirvo para algo más que para esebajo oficio, se propone instruirme y hacer de míun hombre de provecho. Ya he empezado aestudiar con el padre Antolínez, y después en-traré en la casa de pajes, porque ahora hemosdescubierto que yo, aunque pobre, soy noble ydesciendo en línea recta de unos al modo deduques o marqueses de las islas Chafarinas.

Page 341: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

El leguleyo parecía muy preocupado con es-tas razones que yo pronuncié con mucho des-parpajo.

-Y ahora -proseguí-, iba al cuarto de mi ama,que me está esperando, y en cuanto sepa que elseñor licenciado me ha detenido se pondrá fu-riosa: porque ha de saber el señor licenciadoque mi ama me manda recorrer estos patios ygalerías para oír lo que dicen los partidarios delos presos, y ella lo va apuntando en un libroque tiene, no menos grande que ese banco. Ellava a descubrir muchas cosas malas de esa gentey está muy contenta con mi ayuda, pues diceque sin mí no sabría la mitad de lo que sabe.Por ejemplo, lo de las cañas apuesto a que na-die lo sabe más que yo, y agradézcame el señorlicenciado que se lo haya dicho antes que aninguno.

-Cierto es -dijo el ministril-, que la señoracondesa te protege, pues ahora caigo en lacuenta de que algunas veces se lo he oído decir;

Page 342: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pero no me explico que tu ama se cartee con elalférez.

-También a mí me llamó la atención -repuse-porque mi ama decía que ese señor era de losque primero debían ser puestos a la sombra;pero vea el señor licenciado. La carta que recibíera para mi ama; y le decía que viéndosepróximo a caer en poder de la justicia, solicita-ba la protección de la señora condesa para li-brarse de aquélla.

-¡Ah, Sr. Mañara, tunante, trapisondista! -exclamó el representante de la justicia humana-. Quería escaparse de nuestras uñas, poniéndo-se al amparo de una persona que está demos-trando el mayor celo en favor de la causa delRey.

-Pero no le valieron sus malas mañas, señorlicenciadito de mi alma -añadí entusiasmán-dome-, porque mi ama rompió la carta con

Page 343: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

desdén, y me mandó contestarle de palabra quenada podía hacer por él.

-¿Y a eso venías?

-Precisamente. Ya sabía yo que no lograbanada el señor alférez. Y me alegro, me alegro.Porque yo digo: esos picarones, ¿no queríanquitarle al Rey su corona, y a la Reina la vida?Pues que las paguen todas juntas, que bien me-recido tienen el cadalso; y como se descuiden,el señor Príncipe de la Paz no se andará por lasramas.

-Bien -dijo algo más benévolo para conmigo,pero sin que se extinguiera su recelo-. Iremosjuntos a ver a tu ama, y ella confirmará lo quehas dicho.

-Ahora se fue al cuarto del Príncipe de laPaz, a quien piensa recomendarme para queentre en la casa de Pajes. Y como el señor licen-ciado se descuide, no podrá ver a los que echan

Page 344: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

la caña por los balcones del piso tercero delmonasterio. Vaya usía a enterarse de esto, yluego puede pasar al cuarto de mi ama, dondele espero. Ella estará prevenida y recibirá a usíacon mucho agasajo, porque le aprecia y estimamucho.

-¿Sí? ¿Le has oído hablar de mí alguna vez? -preguntó vivamente.

-¿Alguna vez? Diga el señor licenciado milveces. La otra noche estuvo hablando de usíamás de dos horas con el Príncipe de la Paz, ycon el marqués Caballero.

-¿De veras? -preguntó plegando su arrugadaboca con una sonrisa indefinible y dejando veren todo su vasto desarrollo el mapa de su verdedentadura-. ¿Y qué decía?

-Que al señor licenciado se deben todas lasaveriguaciones que se han hecho en la causa, y

Page 345: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

otras cosas que no digo por no ofender la mo-destia de usía.

-Dilas picarón, y no seas corto de genio.

-Pues hizo grandes elogios de usía, ponde-rando su talento, su mucho saber y su disposi-ción para sacar leyes aunque fuera de un cantorodado. Después añadió que si no le hacían alseñor licenciado consejero de Indias o de la salade alcaldes de Casa y Corte, no tendríanperdón de Dios.

-¿Eso dijo? Veo que eres un chico formal ydiscreto. Di a la señora condesa que dentro deun momento pasaré a visitarla, para consultarcon ella gravísimas cuestiones. Ella sabrá cuán-to la aprecio y estimo. Con respecto a ti, al prin-cipio pensé que la carta entregada por el alférezera para la duquesa Lesbia.

-¡Quiá! No voy yo al cuarto de esa señora,porque mi ama y ella están reñidas.

Page 346: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Y como hoy -continuó-, se procederá tam-bién a prender a esa señora, que resulta compli-cada en el proceso lo mismo que su esposo elseñor duque...

-¡También prenden a la señora Lesbia! -exclamé asombrado.

-También; ya habrán subido mis compañe-ros a notificárselo. Con que, joven, sube al cuar-to de tu ama, adviértele mi próxima visita.

No esperé más para separarme de hombretan fiero, y bendiciendo fervorosamente a Dios,salí del cuerpo de guardia, muy satisfecho de laestratagema empleada. Mi primera intenciónfue correr al cuarto de Lesbia, no sólo para de-volverle la carta, sino para prevenirla acerca delgran riesgo que su libertad corría; mas cuandosubí, noté que la justicia había invadido su vi-vienda. Era preciso huir de palacio, donde corr-ía gran peligro de caer en poder del atroz licen-ciado, en cuanto éste, conferenciando con mi

Page 347: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ama, descubriese mis estupendas mentiras.Pies, ¿para qué os quiero?, dije, y al punto subíprecipitadamente a mi camaranchón, cogí yempaqueté de cualquier modo mi ropa, y sindespedirme de nadie salí del palacio y del mo-nasterio, resuelto a no detenerme hasta Madrid.

A pesar de mi zozobra, no quise partir sinprovisiones, y habiéndome surtido en la plazadel pueblo de lo más necesario, eché a andar,volviendo a cada rato la vista, porque me pa-recía que el licenciado caminaba detrás de mí.Hasta que no desapareció de mi vista la cúpulay las torres del terrible monasterio no recobré latranquilidad, y después de dos horas de preci-pitada marcha, me aparté del camino y restaurémis fuerzas con pan, queso y uvas, seguro yade que por el momento las durísimas uñas delrepresentante de la justicia no se clavarían enmis hombros.

En aquel rato de descanso y esparcimiento,me reí a mis anchas, recordando las mentiras

Page 348: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que había empleado para salvarme; pero no meremordía la conciencia por haberlas desembu-chado con tanta largueza, puesto que aquellosembustes, con los cuales no perjudicaba a lahonra de nadie, eran la única arma que me de-fendía contra una persecución tan bárbara co-mo injusta. Los trances difíciles aguzan al inge-nio, y en cuanto a mí, puedo decir que antes deencontrarme en el que he referido, jamás hubie-ra sido capaz de inventar tales desatinos. Biendicen, que las circunstancias hacen al hombretonto o discreto, aguzando el más rústico en-tendimiento, u oscureciendo el que se precia demás claro.

Más allá de Torrelodones encontré unosarrieros, que por poco dinero me dejaron mon-tar en sus caballerías, y de este modo llegué aMadrid cómodamente, ya muy avanzada lanoche.

Page 349: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-XX-Como era tarde, creí que no debía ir a casa

de Inés hasta la mañana siguiente, y entré en lade la González, que aún estaba levantada ycomo sin intención de recogerse todavía.Quedóse muy asombrada al verme entrar, yfaltole tiempo para preguntarme lo que mehabía pasado, y si había ocurrido alguna nove-dad a la señorita Amaranta. También quisosaber lo de la famosa conjuración, asunto que,según dijo, ocupaba la atención de Madrid en-tero, y satisfecha su curiosidad en este y otrospuntos, me aseguró haber recibido una carta deLesbia, en que le anunciaba su viaje a la cortedentro de algunos días para acabar de perfec-cionarse en el papel de Edelmira.

Aunque el cansancio me rendía, y más de-seaba acostarme que hablar, le conté lo de lacarta y también el triste caso de la prisión de laduquesa. Pepita, muy alterada con estas noti-

Page 350: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cias, me rogó que le entregase la carta, a lo cualme negué, jurando que la guardaría hasta quepudiese dársela en propia mano a la mismapersona de quien la recibí. Ella pareció confor-marse con mi negativa, y no hablamos más delasunto. Después le dije que resuelto a aprenderun oficio había abandonado a Amaranta pararegresar a la corte y me fui a acostar, deseandoque llegase pronto la mañana por ver a Inés.Excuso decir que dormí como un talego; levan-teme al día siguiente muy a prisa, y mi primeraimpresión fue una gran pesadumbre. Les con-taré a ustedes: al vestirme, busqué entre misropas la carta de Lesbia, y la carta no parecía.No quedó en mis bolsillos ni en mi breve equi-paje escondrijo que no fuese revuelto; pero noencontré nada. Muy afanado estaba, temiendoque la carta hubiese caído en manos indiscretas,cuando le conté a mi ama lo que me pasaba,preguntándole si había encontrado por el suelola malhadada epístola. Entonces la pícara, lan-

Page 351: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

zando una carcajada de alegría, me contestócon la mayor desvergüenza:

-No la he encontrado, Gabrielillo, sino queanoche, luego que te dormiste, entré en tu cuar-to de puntillas y saqué la carta del bolsillo de tuchaqueta. Aquí la tengo, la he leído, y no lasoltaré por nada.

Aquello me indignó sobremanera. Pedile lacarta, diciéndole que mi honor me exigía de-volverla a su dueña sin que nadie la leyera; masella me repuso que yo no tenía honor que con-servar, y que en cuanto a la carta no la devol-vería, aunque le diesen tantos azotes como le-tras estaban escritas en ella. Acto continuo mela leyó, y decía así si mal no recuerdo:

«Amado Juan: te perdono la ofensa y los de-saires que me has hecho; pero si quieres quecrea en tu arrepentimiento, pruébamelo vi-niendo a cenar conmigo esta noche en mi cuar-to, donde acabaré de disipar tus infundados

Page 352: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

celos, haciéndote comprender que no he amadonunca, ni puedo amar a Isidoro, ese salvaje,presumido comiquillo, a quien sólo he habladoalguna vez con objeto de divertirme con su ne-cia pasión. No faltes si no quieres enfadar a tu -Lesbia.- P. D. No temas que te prendan. Primeroprenderán al Rey.»

Leída la carta, la González se la guardó en elpecho, diciendo entre risas y chistes, que ni pordiez mil duros la devolvería. Todas mis súpli-cas fueron inútiles, y al fin, cansado de desgañi-tarme, salí de la casa, muy apesadumbrado conaquel incidente; mas esperando desvanecer mimal humor con la vista de la infeliz Inés. Diri-gime allá muy conmovido, y al entrar por lacalle, mirando a los balcones de su casa, decía:«¡Cuán lejos estará de que yo acabo de doblar laesquina y estoy en la calle! Estará sentadadetrás de la cortinilla, y aunque no tendría másque asomarse un poco para verme, no me veráhasta que no entre en la casa.»

Page 353: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Llegué, por fin, y desde que me abrió lapuerta comprendí que algo grave allí pasaba,porque Inés no corrió a mi encuentro, a pesarde las fuertes voces que di al poner el pie de-ntro de la casa. Quien primero me recibió fue elpadre Celestino, con rostro tan extremadamen-te compungido, que atribuirse no podía su es-cualidez a la sola causa del hambre.

-Hijo mío, en mal hora vienes -me dijo-.Aquí tenemos una gran desgracia. Mi hermana,la pobre Juana se nos muere sin remedio.

-¿Pero Inés?

-Buena: pero figúrate cómo estará la pobreci-ta con el ajetreo de estos días. No se separa dellado de su madre, y si esto siguiera muchotiempo creo que también se llevaría Dios alpobre angelito de mi sobrina.

-Bien le decíamos a la señora doña Juana queno trabajase tanto.

Page 354: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Y ¿qué quieres, hijo mío? -respondió-. Ellamantenía la casa; porque ya ves, todavía no mehan dado el curato, ni la capellanía, ni la coad-jutoría, ni la ración, ni la beca, ni la congrua queme han prometido, aunque tengo la seguridadde que a más tardar la semana que entra secumplirán mis deseos. Además mi poema lati-no no hay librero que lo quiera imprimir aun-que le dieran dinero encima, y aquí tienes lasituación. No sé qué va a ser de nosotros si mihermana se muere.

Al decir esto, las quijadas del pobre viejo sedescoyuntaron en un bostezo descomunal queme probó la magnitud de su hambre. Semejanteespectáculo me oprimía el corazón; pero afor-tunadamente yo tenía algún dinero de mis aho-rros y además el doblón de Mañara, lo cual mepermitía hacer una hombrada. Echándome lamano al bolsillo, dije:

Page 355: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Señor cura, en celebración de la congruaque ha de recibir su paternidad la semana queentra, le convido a chuletas.

-No tengo gana -respondió haciendo alardede aquella gentil delicadeza que le caracteriza-ba-, y además no quiero que gastes tus ahorros;pero si quieres tú comerlas, que las traigan yaquí te las aderezaremos.

Al instante mandé a una vecina por la carne,y mientras venía, no pudiendo contener miimpaciencia, me interné en busca de Inés.Hallela en la habitación principal, no lejos de lacama de su madre, que dormía profundamente.

-Inesilla, Inesilla de mi corazón -dije co-rriendo a ella y dándole media docena de abra-zos.

Por única respuesta Inés me señaló a la en-ferma, indicándome que no hiciera ruido.

Page 356: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Tu madre se pondrá buena -le contesté envoz baja-. ¡Ay, Inesita, cuánto deseaba verte!Vengo a confesarte que soy un bruto, y que tútienes más talento que el mismo Salomón.

Inés me miró sonriendo con serena tranqui-lidad, como si de antemano hubiera sabido queyo vendría a hacer tales confesiones. Mi discre-ta y pobre amiga estaba muy pálida por losinsomnios y el trabajo; pero ¡cuánto más her-mosa me pareció que la terrible Amaranta! To-do había cambiado, y el equilibrio de mis facul-tades estaba restablecido.

-Mira, Inesilla -dije besándole las manos-,acertaste en todas tus profecías. Estoy arrepen-tido de mi gran necedad, y he tenido la suertede encontrar pronto el desengaño. Bien dicenque los jóvenes nos dejamos alucinar por sue-ños y fantasmas. Pero, ¡ay!, no todos tienen unbuen ángel como tú que les enseñe lo que hande hacer.

Page 357: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿De modo que ya no le tendremos a usía decapitán general ni de virrey? -me dijo burlán-dose de mis locuras.

-No, niñita; no estoy ya por los palacios nipor los uniformes. Si vieras tú qué feas son cier-tas cosas cuando se las ve de cerca. El que quie-re medrar en los palacios, tiene que cometer milbajezas, contrarias al honor, porque yo tengotambién mi honor, sí señora... Nada, nada:dejémonos de virreinatos y de bambollas. Hesido un alma de cántaro; pero bien dice el señorcura, tu tío, que la experiencia es una llama queno alumbra sino quemando. Yo me he quema-do vivo; pero ¡ay!, hija, ¡si vieras cuánto heaprendido! Ya te contaré.

-¿Y ya no vuelves allá?

-No, señora; aquí me quedo, porque tengoun proyecto...

-¿Otro proyecto?

Page 358: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí, pero este te ha de gustar, picarona. Voy aaprender un oficio. A ver cuál te parece mejor.¿Platero, ebanista, comerciante? Lo que tú quie-ras. Todo menos el de criado.

-Eso no está mal discurrido.

-Pero detrás de este proyecto, está otro mejor-dije gozando de un modo indecible con aqueldiálogo-. Sí, hijita, tengo el proyecto de casarmecon usted.

La enferma hizo un movimiento, y entoncesInés, atendiendo a su madre, no pudo dar con-testación a mis vehementes palabras.

-Yo tengo diez y seis años -continué-, túquince; de modo que no hay más que hablar.Aprenderé un oficio, en el cual pienso ganarpronto muchísimo dinero, que tú irás guardan-do para nuestra boda. Verás, verás qué bienvamos a estar. ¿Quieres, sí o no?

Page 359: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Gabriel -repuso en voz muy baja-, ahorasomos muy pobres. Si me quedo huérfana, loseremos mucho más. A mi tío no le darán nun-ca lo que está esperando hace catorce años.¿Qué va a ser de nosotros? Tú no ganarás nadahasta que no pase algún tiempo: no pienses,pues, en locuras.

-Pero, tonta, dentro de cuatro años habré yoganado más de lo que peso. Entonces, para en-tonces... Mientras tanto, ya nos arreglaremos.Para algo te ha dado Dios ese talento de docto-ra de la Iglesia que tienes. Ahora conozco quesin ti no valgo nada, ni sirvo para nada.

Eso después que te reías de mí, cuando tedecía: «Gabriel, vas por mal camino».

-Tenías razón, cordera. ¡Si vieras qué raro esel hombre por dentro, y cómo se equivoca, ycómo ignora hasta lo mismo que le pasa!Cuando salí de aquí creí que no te quería, ycomo aquella señora me tenía deslumbrado,

Page 360: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

apenas me acordaba de ti. Pero no: te quería yte quiero más que a mi vida, sólo que a vecesparece que se le ponen a uno telarañas en losojos que tenemos por dentro, y no vemos lomismo que nos pasa en... pues... por dentro. Yal mismo tiempo, querida, tu carita se me veniaa la memoria, cuando, decidido a no ceder a loscaprichos de aquella dama endemoniada, pen-saba que el hombre debe buscarse una fortunapor medios honrosos.

La enferma llamó a su hija, y nuestro dulcecoloquio quedó interrumpido. Pero tras el pla-cer que había experimentado conferenciandocon Inés, Dios me deparó el no menos grato dever comer las chuletas al padre Celestino, quiena pesar de la gran necesidad que padecía, no lascató sin hacer mil remilgos, para poner a salvosu dignidad y pundonor.

-He almorzado hace un rato, Gabriel -dijo;pero si te empeñas...

Page 361: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Mientras comía recayó la conversación sobrelos asuntos del Escorial, y él que no ocultaba suafición a Godoy, se expresó así:

-Harán bien en extirpar de raíz la conjura-ción. Pues no es nada la que tenían armadacontra nuestros queridos Reyes y ese dignísimoPríncipe de la Paz, mi paisano y amigo protec-tor de los menesterosos.

-Pues la opinión general aquí, como en el re-al Sitio -le contesté-, es favorable al PríncipeFernando, y todos acusan a Godoy de haberfraguado esto para desacreditarle.

-¡Pícaros, embusteros, rufianes! -exclamó fu-rioso el clérigo-. ¿Qué saben ellos de eso? Siconocieran, como yo conozco, las intrigas delpartido fernandista... Descuiden, que ya le con-taré todo al señor Príncipe de la Paz cuandovaya a darle las gracias por mi curato, lo cual,según me ha dicho el oficial de la secretaría, nopuede pasar de la semana que entra. ¡Ah! Si tú

Page 362: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

conocieras al canónigo don Juan de Escóiquizcomo le conozco yo... Aquí le tienen por uncorderito pascual, y es el bribón mayor que havestido sotana en el mundo. ¿Quién sino él seha opuesto a que me den el curato? Y todo por-que en las oposiciones que hicimos en Zaragozahace treinta y dos años, sobre el tema Utrumhelemosinam... no recuerdo lo demás... le dejébastante corrido. Desde entonces me ha tomadogrande ojeriza. Cuando estemos más despacio,Gabrielillo, te contaré las mil infames tretas queha empleado el arcediano de Alcaraz, paraconquistar la voluntad de su discípulo. ¡Ah!, yosé cosas muy gordas. Él es el alma de este ne-gocio; él ha urdido tan indigna trama; él haestado en tratos con el embajador de Francia,monsieur Beauharnais, para entregar a Napo-león la mitad de España, con tal que ponga enel trono al príncipe heredero, sí señor.

-Pues oiga usted a todo el mundo -respondí-,y verá cómo al Sr. Escóiquiz le ponen por esas

Page 363: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

nubes, mientras dicen mil picardías del primerministro.

-Envidia, chico, envidia. Es que todos le pi-den colocaciones, destinos y prebendas y comono los puede dar sino a las personas decentescomo yo, de aquí que la mayoría se queja,murmura y ya ves. ¿Y podrán negar que se ledeben multitud de cosas buenas, como la pro-tección a la enseñanza, la creación del semina-rio de caballeros pajes, el fomento de la botáni-ca, las escuelas de agricultura, los jardines deaclimatación, la prohibición de enterrar en lostemplos, y otras muchas reformas útiles, queaunque criticadas por los ignorantes, ello esque son laudables y así ha de reconocerlo laposteridad? Cuando estemos despacio te con-taré otras cosas que te harán variar de opinión,y si no, al tiempo. Yo bien sé que me arras-trarán los madrileños si salgo por ahí diciendoestas cosas; pero amigo... super omnia veritas.

Page 364: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues hablando de otra cosa -le dije-, aquídonde usted me ve, puede que le haya conse-guido un servidor el destinillo que pretendía.

-¿Tú? ¿Qué puedes tú? Godoy quiere ser-virme, sí, él lo hará sin necesidad de recomen-daciones. Y a fe, hijo mío, que si no me colocanpronto, y se muere Juana, lo vamos a pasar mal;pero muy mal.

-Pero doña Juana tiene parientes ricos.

-Sí, Manso Requejo y su hermana Restituta,comerciantes de telas en la calle de la Sal. Yasabes que son avaros de aquellos de hártatecomilón con pasa y media. Jamás han hechonada por sus parientes. La pobre Inés no tieneque agradecerles ni un pañuelo.

-¡Qué miserables!

-Además, cuando yo me establecí en Ma-drid, hace catorce años, conocí a ese Requejo.

Page 365: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Juana estaba ya viuda, Inés era tamañita así, ytan lindilla y tan amable como ahora. Pues bien:el primo de Juana, a quien yo insté en ciertaocasión para que favoreciera a esa familia, medijo: «No puedo hacer nada por ellas, porqueJuana ha renegado de sus parientes; en cuanto aInesilla estoy casi seguro de que no es de misangre. Me han dicho que es una inclusera, aquien Juana ha recogido haciéndola pasar porhija suya». Pretexto, nada más que pretexto,para disculpar su avaricia. No me fue posibleconvencer a aquel bárbaro, y desde entonces nole he vuelto a ver.

-¿De modo que no hay que contar con esagente?

-Como si no existieran.

Estas palabras me llevaron a reflexionar so-bre la suerte de aquella infeliz familia. Hubieradeseado tener los tesoros de Creso para ponér-selos a Inés en el cestillo de la costura. Como

Page 366: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

nunca, sentí entonces imperiosa y viva la pri-mera necesidad del hombre honrado, que estáresuelto a no vender su conciencia. No teníadinero... ¿Cómo adquirirlo?

Fui otra vez al lado de Inés, a quien no podíamenos de mostrar a cada instante mi afectovehemente; y después que conferenciamos otropoco, salí de casa, pensando en el ardid queemplearía para que el padre Celestino recibiese,sin menoscabo de su dignidad, el doblón queme dio Mañara, y diciendo entre mí a cada pa-so: -¡Maldito dinero! ¿Dónde estás?

-XXI-Al entrar en casa de la González, ésta acudió

presurosa a mi encuentro, y me causó sorpresael verla muy alegre, con esa alegría inquieta yfebril de los niños, que ríen, cantan, golpean ydestrozan cuanto encuentran al paso. Mi ama

Page 367: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

me habló lo que después diré, y a cada frase seinterrumpía para cantar alguna tonada o estri-billo de los infinitos que enriquecían su reper-torio de sainetes.

-¿Qué pasa para tanta alegría, señora?

-He tenido carta de la señora marquesa -mecontestó-, la cual viene mañana a preparar lafunción. Yo estoy encargada de dirigir la esce-na.

Sal quiere el huevo,y el demonio del gatovertió el salero.

-Buen provecho -dije. ¿Y qué cuenta de laseñora Lesbia?

-Que la pusieron en libertad a la media horaconociendo que nada resultaba contra ella.También dejaron libre a D. Juan. Pronto les

Page 368: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tendremos aquí, y la función no se retrasará.¡Qué placer! Yo dirijo la escena.

Madre, y qué gustoes ver a dos gitanostrocar de burros.

-Pues sea enhorabuena.

-Pero hay un inconveniente, Gabriel-prosiguió-. Ya sabes que ninguno de esos se-ñores quiere hacer el papel de Pésaro por sermuy desairado. Perico Rincón, mi compañero,dijo que lo haría, si le daban mil reales; perocátate que ha caído con una pulmonía, y si lafunción es para el 6, no sé cómo nos compon-dremos. ¿Quieres tú hacer el papel de Pésaro?

-¡Yo!, yo representar -exclamé con espanto-.No quiero ser cómico.

-Pero representas de aficionado, tontuelo; yel honor de salir a las tablas en un teatro como

Page 369: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el de la marquesa, es tal, que muchos curruta-cos se desvivirían por obtenerlo. ¡Y yo dirijo laescena!

En mi casa me dicenque soy usía, que soy usía,porque amo a un escribientede lotería.

-Con que chico, vas a aprender ese papel;que aunque es superior a tu edad, con unasbarbas postizas, arregladas por mí, y teniendotú cuidado de ahuecar la voz, quedarás que nipintado. Además, no olvides que la señoramarquesa ha ofrecido dos mil reales a todas laspartes de por medio que trabajan en esta repre-sentación. Juanica, que hace de Hermanacia, nocobra más de mil.

La noche de San Pedrote puse un ramo,y amaneció florido

Page 370: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

como mil mayos.

¿Con que aceptas, chiquillo, sí o no?

No pude menos de discurrir que sería muytonto si renunciaba a poseer aquellos dineros,que me venían como anillo al dedo para ofrecera Inés un auxilio en su tribulación. Sin embar-go, me repugnaba el oficio de cómico, y másaún la idea de verme nuevamente entre perso-nas a quienes había cobrado cierta repugnancia.Con todo, después de pesar los inconvenientesy las ventajas, me decidí al fin, y hasta (deboconfesarlo) el pícaro demonio de la vanidadintentó de nuevo asaltar mi alma, poniendoante los ojos de mi imaginación la honra, ellustre, el tono que me daría alternando con tan-ta gente aristocrática en aquellas magníficassalas cuyas alfombras no era dado pisar a todoslos mortales. Pero lo que principalmente meindujo a aceptar fue el premio ofrecido, que erapara mí una cantidad fabulosa, un sueño deoro.

Page 371: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-La Providencia divina me envía esos dosmil reales que son diez duros y otros diez, yotros diez, y otros diez, etc... ¡quiá!, si no sepueden contar. Buen tonto seré si no los cojo.

Dejé a mi ama que al retirarme yo cantaba

Alons, madamusellaasamble reunion,á tour de la butellaferan le rigodon;

y volví a casa de Inés a quien participé la ri-queza que me aguardaba, prometiendo regalár-sela. Pasé allí largas horas entristecido por elespectáculo que ofrecía la pobre enferma doñaJuana, cada vez más empeorada. Al salir a lacalle, y cuando pasaba junto al gran portal, vique de un enorme carro sacaban telones pinta-dos y otros aparatos de teatro, los cuales trastosvenían, según me dijo el portero, de casa de D.Francisco Goya.

Page 372: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Dentro de tres o cuatro días -añadió-, es lafunción. Ya es seguro que vendrá la señora du-quesa a hacer el papel de Edelmira.

Oído esto me retiré pensando en que tal vezalcanzaría un triunfo escénico si tenía sereni-dad suficiente para no asustarme ante públicotan distinguido.

Los ensayos de mi papel empezaron congran actividad, y el mismo Isidoro me dio va-rias lecciones, haciéndome declamar trozo atrozo los principales y más difíciles pasajes.Entonces pude comprender mejor que nunca elviolento y arrebatado carácter del célebre actor,pues cuando yo no aprendía un verso tan pron-to y tan bien como él deseaba, se enfurecíallamándome torpe, necio, estúpido, sin omitirotros calificativos algo más duros y malsonan-tes. Ensayando, tuve muy presente la máximaque corría muy válida entre los cómicos delPríncipe, y era que, representando con Mái-quez, convenía trabajar bien, aunque no dema-

Page 373: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

siado bien, pues en este caso el gran maestro seenojaba tanto como en el caso contrario.

A los dos o tres días de trabajo ya sabía re-gularmente mi parte, siendo mi principal em-peño declamar bien el parlamento de salida,cuando el dux de Venecia me dice:

Insigne amigo del valiente Otelo.

Hubo un ensayo general, al que asistierontodos, menos Lesbia, y me parece que no lohice mal. Por mí la representación no debíaretrasarse, y el día 5 ya recitaba del principio alfin mi papel sin que se me escapara un verso.Según me dijo mi ama, la señora duquesa habíavenido del Escorial el 4 por la noche.

-De modo que nada falta ya.

-Nada -me contestó con la bulliciosa joviali-dad que la afectaba por aquellos días-. ¡Y yodirijo la escena!

Page 374: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Donde yo camponenguno campa.A bailar el boleroy asar castañas,apuesto a todo el orbecon la más guapa.Dale que dale,suenen las castañetas,rabie quien rabie.

Llegó por fin el día señalado, y desde por lamañana muy temprano, me puse en ejercicio,corriendo de aquí para allí en busca de mil co-sas que mi antigua ama necesitaba. Los afeitesde la calle del Desengaño, los trajes pintados enla de la Reina, las telas y cintas cotonías, muse-linetas, pañuelos salpicados de doña Ambrosiade los Linos, todo se puso en movimiento paradar cumplida satisfacción a los caprichos dePepita. Debo advertir que aunque ésta no traba-jaba más que como directora de escena en la

Page 375: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tragedia Otello, cantaba en el intermedio unagraciosa tonadilla; y como fin de fiesta el saine-te titulado La venganza del Zurdillo, del buenCruz, corría también por cuenta suya. Mientrasdesempeñaba yo por Madrid tantas y tan dife-rentes comisiones, iba recitando de memorialos versos de la parte de Pésaro; y cuando se metrascordaba algún pasaje, sacaba el papel delbolsillo, y metido en un portal, leía en voz alta,llamando la atención de los transeúntes.

Durante mi largo paseo por la villa, notégrande agitación. La gente se detenía formandogrupos, donde se hablaba con calor; y en algu-no de éstos no faltaba quien leyese un papel,que al punto conocí era la Gaceta de Madrid. Enla tienda de doña Ambrosia encontré ¡oh rara einexplicable casualidad!, a D. Lino Paniagua y aD. Anatolio, el papelista de en frente, cuyospersonajes no ocultaban su inquietud por losacontecimientos del día.

Page 376: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Ya me esperaba yo tan inaudita perfidia-dijo este último-. ¡Cómo se ve en este decretola mano alevosa del infame choricero!

-Pero léanos usted de una vez el decreto-dijo doña Ambrosia-, aunque sin oírlo ya séque el señor Godoy nos habrá hecho una nuevatrastada.

-No es más -continuó el papelista-, sino quehan ido a la prisión del Príncipe, y poniéndoleuna pistola al pecho, le han obligado a escribirestas herejías, sí, señores, porque es imposibleque un joven tan caballeroso, tan honrado y detan buen entendimiento como es el hijo denuestros Reyes, se rebaje y se humille hasta elextremo de pedir perdón como un chico de laescuela, y de acusar tan villanamente a los quele han ayudado.

-Pero lea usted, Sr. D. Anatolio.

Page 377: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Entonces D. Anatolio limpió el gaznate, ycon tono de pedagogo leyó el famoso decretode 5 de Noviembre, que empieza así: «La voz dela naturaleza desarma el brazo de la venganza, ycuando la inadvertencia reclama la piedad, no puedenegarse a ello un padre amoroso...». Lo notable deeste decreto, en que se anunciaba a la nación elarrepentimiento del Príncipe conspirador, eranlas dos cartas que él había dirigido a la Reina yal Rey, y que casi puedo transcribir aquí sinechar mano a la historia, donde están para inaeternum consignadas, porque las recuerdomuy bien; tan originales y gráficos eran el len-guaje y tono en que estaban escritas. Decía asíla primera:

«Papá mío: he delinquido, he faltado a V. M.como Rey y como padre; pero me arrepiento yofrezco a V. M. la obediencia más humilde.Nada debía hacer sin noticia de V. M., pero fuisorprendido. He delatado a los culpables, ypido a V. M. me perdone por haberle mentido

Page 378: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

la otra noche, permitiendo besar sus reales piesa su reconocido hijo -Fernando.»

La segunda era como sigue:

«Mamá mía: estoy arrepentido del grandí-simo delito que he cometido contra mis padresy Reyes, y así con la mayor humildad le pido aV. M. se digne interceder con papá, que mepermita ir a besar sus reales pies a su reconoci-do hijo -Fernando.»

En estas cartas aparecía el pobre Príncipecomo el más despreciable de los seres, puesdemostrando no tener ni asomo de dignidad enla desgracia, confesaba que había mentido, ydespués de delatar a los culpables, pedía perdóna sus papás, como un niño de seis años que haroto una escudilla. Pero entonces los honradosy crédulos burgueses de Madrid no comprend-ían que ocurriera nada malo sin que fuera cau-sado por el atrevido Príncipe de la Paz, y hastalas malas cosechas, los pedriscos, los naufra-

Page 379: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

gios, la fiebre amarilla y cuantas calamidadespodía enviar el cielo sobre la Península, se atri-buían al favorito. Así es que nadie veía en lascitadas cartas una manifestación espontáneadel Príncipe, sino antes bien una denigranteconfesión arrancada por sus carceleros, paraponerle en ridículo a los ojos del país entero. Siésta fue la intención de la corte, produjo efectomuy contrario al que se proponían, pues cono-cido el decreto, el público se puso de parte delprisionero, y abrumó al valido con su ardientemaledicencia, suponiéndole autor, no sólo deldecreto, sino de las cartas.

-¿Necesita esto comentarios? -dijo don Ana-tolio, dejando la Gaceta sobre el mostrador.

-Pues yo -dijo doña Ambrosia-, quisiera es-tar oyendo por el agujero de una llave lo quedice Napoleón de todas estas cosas.

-Eso -indicó con malicioso gesto D. Anatolio-, no necesitamos oírlo, pues bien claro es que ya

Page 380: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

tiene decidido quitar del trono a los Reyes pa-dres, para ponernos en él a nuestro Príncipequerido. Sí... que no sabrá hacerlo en menosque canta un gallo el buen señor.

-¡Qué escándalo! -exclamó con timidez D.Lino Paniagua-. Y eso se dice en voz alta, don-de pudieran oírlo personas allegadas al gobier-no.

-¡Bah, bah! -respondió el papelista-. Amigodon Lino, esto se va por la posta. Dentro de unmes no queda aquí ni rastro de choricero, ni Re-yes padres, ni escándalos, ni picardías, ni otrascosas que callo por respeto a la nación.

-Ojalá tenga usted boca de ángel, señor D.Anatolio -añadió la tendera-, y quiera Dios to-carle pronto en el corazón al señor de Bonapar-te, para que venga a arreglar las cosas de Espa-ña.

Page 381: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

El abate D. Lino no quiso oír más y semarchó; despacháronme a mí, y allí quedaronambos comerciantes arreglando los asuntos deEspaña.

No quise entrar en casa sin hablar un pococon Pacorro Chinitas que estaba en su sitio decostumbre, afilando cuchillos y tijeras.

-¡Ola, Chinitas! -le dije-. ¡Cuánto tiempo queno nos vemos! Anda la gente muy alarmadapor ahí.

-Sí; la Gaceta trae hoy no sé qué papel. En latienda del buñolero le oí leer y decían todosque era preciso colgar al choricero por los pies.

-¿De modo que creen ha sido escrito por él?

-¿Y a mí qué más me da? -respondió incor-porándose-. Lo que digo es que todos son bue-nas piezas, y si no vengan acá. Dicen que elministro sacó de su cabeza esas cartas y obligó

Page 382: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

al Príncipe a firmarlas. ¿Pues para qué lasfirmó? ¿Es acaso algún niño que todavía está enplanas de primera? ¿No tiene veintitrés años?Pues con veintitrés años a la espalda se puedesaber lo que se firma y lo que no se firma.

Las razones de Chinitas me parecían de unbuen sentido incontestable.

-Aunque no sabes leer ni escribir -le dije-,me parece, Chinitas, que tú tienes más talentoque un papa.

-Pues los tenderos, los frailes, los currutacos,los usías, los abates, y los covachuelistas y todaesa gente que anda por ahí, están muy entu-siasmados creyendo que Napoleón va a venir aponer al Príncipe en el trono. Dios nos la depa-re buena.

-Y tú, ¿qué crees insigne amolador?

Page 383: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Creo que somos unos archipámpanos si nosfiamos de Napoleón. Este hombre que ha con-quistado la Europa como quien no dice nada,¿no tendrá ganitas de echarle la zarpa a la me-jor tierra del mundo, que es España, cuandovea que los Reyes y los príncipes que la gobier-nan andan a la greña como mozas del partido?Él dirá, y con razón: «Pues a esa gente me lacomo yo con tres regimientos». Ya ha metido enEspaña más de veinte mil hombres. Ya verás,ya verás, Gabrielillo, lo que te digo. Aquí va-mos a ver cosas gordas y es preciso que este-mos preparados, porque de nuestros reyes na-da se debe esperar y todo lo hemos de hacernosotros.

Mucho meollo encerraban, como conocí mástarde, estas palabras, las últimas que en aquellaocasión oí a Pacorro Chinitas. Él solo habíaprevisto los acontecimientos con ojo seguro, yen cambio el héroe del siglo, que conocía a Es-paña por sus Reyes, por sus ministros y por sus

Page 384: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

usías, quería saberlo todo y no sabía nada. Suequivocación acerca del país que iba a conquis-tar se explica fácilmente: supo sin duda lo quedecían doña Ambrosia, D. Anatolio, el hortera,el padre Salmón y otros personajes; pero, ¡ay!,no oyó hablar al amolador.

-XXII-Llegó la noche y la función de la marquesa

era preparada con mucha actividad. Cuandodejé las ropas de mi ama en el cuarto que se lehabía destinado para vestirse, por la escalerapequeña subí al sotabanco, y encontré a Inésmuy apesadumbrada, porque los dolores de laenferma se habían recrudecido y mostraba labuena mujer mucha inquietud. Yo estuve allípara consolar a mi amiga y a su buen tío todo eltiempo de que pude disponer; pero al fin mefue forzoso abandonarlos, y bajé a casa de lamarquesa muy afligido.

Page 385: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Describiré aquella hermosa mansión paraque ustedes puedan formarse idea de su es-plendor en tan célebre noche. D. Francisco Go-ya había sido encargado del ornato de la casa, ycasi es excusado elogiar lo que corría por cuen-ta de tan sabio maestro. Desde el recibimientohasta la sala había adornado las paredes conguirnaldas de flores y festones de ramaje,hechas aquéllas con papel y éstos con hojas deencina, ambas obras tan perfectas que nadamás bello podía apetecer la vista. Las lámparasy candelillas habían sido puestas con muchoarte, también en forma de guirnaldas y festonesde diversos colores, su vivo resplandor dabafantástico aspecto a la casa toda.

El primer salón, de cuyas paredes las modas[248] nuevas no habían desterrado aún aquelloshermosos tapices, que pasaban de generación ageneración, entre los tesoros vinculados, noperdía con tan espléndidas luminarias su graveaspecto; antes bien, las luces, dando reflejos

Page 386: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

extraños a las armaduras de cuerpo entero queocupaban los ángulos, visera calada y lanza enmano, como centinelas de acero, parecían im-primir el movimiento y el calor de la vida a losimaginarios cuerpos que se suponían dentro deellas. Alegres cuadros de toros disipaban latristeza producida en el ánimo por otros, encuyos oscuros lienzos habían sido retratadosdos siglos antes por Pantoja de la Cruz o porSánchez Coello, hasta una docena de personajesceñudos y sombríos, conquistadores de mediomundo.

Con estas joyas del arte nacional contrasta-ban notoriamente los muebles recién introduci-dos por el gusto neoclásico de la Revoluciónfrancesa, y no puedo detenerme a describiroslas formas griegas, los grupos mitológicos, lasfiguras de Hora o de Nereida o de Hermes quesobre los relojes, al pie de los candelabros y enlas asas de los vasos de flores, lucían susacadémicas actitudes. Todos aquellos dioses

Page 387: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

menores, que, embadurnados en oro, renova-ban dentro de los palacios los esplendores delviejo Olimpo, no se avenían muy bien con ladesenvoltura de los toreros y las majas que elpincel y el telar habían representado con profu-sión en tapices y cuadros; pero la mayor partede las personas no paraban mientes en estainarmonía.

El salón donde estaba el teatro era el másalegre. Goya había pintado habilísimamente eltelón y el marco que componían el frontispicio.El Apolo que tocaba no sé si lira o guitarra en elcentro del lienzo, era un majo muy garboso, y asu lado nueve manolas lindísimas demostrabanen sus atributos y posiciones que el gran artistase había acordado de las musas. Aquel grupoera encantador, pero al mismo tiempo la másaguda y chistosa sátira que echó al mundo consus mágicos colores D. Francisco Goya; porquehasta el buen Pegaso estaba representado porun poderoso alazán cordobés que, cubierto de

Page 388: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

arreos comunes, brincaba en segundo término.En el marco menudeaban los amorcillos, copia-dos con mucho donaire de los pilluelos del Ras-tro. No era aquélla la primera vez que el autorde los Caprichos se burlaba del Parnaso.

Pero dejemos los salones y penetremos entrebastidores, donde el movimiento y la confusióneran tales, que no nos podíamos revolver. Sehabían dispuesto varios cuartos para que losactores se vistieran: a Máiquez se señaló uno,otro a mi ama, y en el tercero nos vestíamos, sindistinción de sexos, todos los demás represen-tantes venidos del teatro. Lesbia tenía por toca-dor el mismo de la señora marquesa, y los dosgalanes aficionados se vestían en las habitacio-nes del amo de la casa. Creo que yo fui el pri-mero que se arregló, trocándome de festivoGabrielillo en el sombrío Pésaro, que es el Yagode la inmortal tragedia. El traje que me pusie-ron creo que no pertenecía a época alguna de lahistoria, y era como todos los que usaron los

Page 389: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

malos cómicos en las pasadas edades. Hubieraservido para hacer de paje; pero con las barbasque me aplicaron a las quijadas, me transforméde tal modo, que los sastres allí presentes medieron por el más tétrico y espantable traidorque había salido de sus manos.

Mientras se vestían los demás, di un paseopor el escenario, entreteniéndome en mirar altravés de los agujeros del telón la vistosa con-currencia que ya invadía la sala. A quien pri-mero vi fue al joven Mañara, sentado en prime-ra fila junto al telón. Luego advertí que hom-bres y mujeres dirigieron la vista a la puertaprincipal, apartándose para dar paso a algunapersona que en aquel momento entraba, y cuyapresencia produjo en el alegre concurso generalsilencio, seguido después de un murmullo deadmiración. Una mujer arrogante y hermosísi-ma entró en la sala y avanzaba hacia el centrorecibiendo los saludos de amigos y amigas.Vestía de blanco, con uno de aquellos trajes

Page 390: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ligeros y ceñidos, que llamaban volubilís, lle-vando sobre el pecho una banda de rosas que lamoda designaba con el nombre de croissures á lavictime. Su peinado, de estilo griego, era el queen la tecnología del arte capilar se llamaba en-tonces toilette Iphigenie. A su hermosura, a labelleza de su vestido, daba mayor realce laartística profusión de diamantes que encendíanmil luces microscópicas en su cabeza y en suseno. ¿Necesitaré decir que era Amaranta?

Viéndola no tardaron en encenderse dentrode mí, en los oscuros centros de la imaginaciónaquellos fuegos vaporosos y tenues, que se merepresentan como si una llama alcohólica baila-se caracoleando dentro de mi cerebro. Mientrasla contemplaba, no traje a la memoria el envile-cimiento en que habría caído siguiendo en suservicio. Su hermosura era tan hechicera, tanabrumadora, su actitud tan orgullosamentenoble, el imperio de sus miradas tan irresistibley despótico, que valía la pena de doblar por un

Page 391: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

momento la terrible hoja que yo había leído enel libro de su carácter misterioso. Con tal fijezala miraba, que parecía clavado tras el telón: misojos trataban de buscar el rayo de los suyos,seguían los movimientos de su cabeza, y ob-servándole las facciones y el casi imperceptiblemodular de sus labios, querían adivinar cuáleseran sus palabras, cuáles sus pensamientos enaquel instante. Dentro de poco se alzaría eltelón; en mí se fijarían las miradas de todaaquella brillante muchedumbre y especialmen-te de Amaranta; atenderían a mis estudiadaspalabras, y el desarrollo de la acción en que yotomaba parte, despertaría sin duda la sensibili-dad, el interés, el entusiasmo de tan escogidoauditorio. Estos razonamientos fueron elaguijón que acabó de despabilar la adormecidavanidad dentro de mí, y lleno de los más necioshumos, pensé que hacerse aplaudir de tantasseñoras y caballeros era una gloria cuyos rayosdebían proyectar clarísima luz sobre la vidaentera.

Page 392: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

La orquesta, comenzando de improviso lasonata que había de preceder a la representa-ción, hizo llegar al último grado la excitación demi cerebro. La sangre circulaba velozmente pormis venas, dándome una actividad devoradora;y me ocurrió que tener una casa como aquélla,convidar a tantos y tan nobles amigos, recibir,obsequiar a tal conjunto de bellas damas, debíaser la mayor satisfacción concedida al mortalsobre la tierra. Pero la tragedia iba a empezar;el apuntador estaba en la concha, Isidoro habíasalido de su cuarto, y la misma Lesbia, menosasustada de lo que yo suponía, se preparaba asalir a la escena. Esto me distrajo, y ya no sentísino miedo. Pasaron algunos minutos y se alzóel telón.

La tragedia Otello ó el Moro de Venecia, erauna detestable traducción que D. Teodoro LaCalle había hecho del Otello de Ducis, arreglomuy desgraciado del drama de Shakespeare. Apesar de la inmensa escala descendente que

Page 393: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

aquella gran obra había recorrido desde la emi-nente cumbre del poeta inglés, hasta la bajísimasima del traductor español, conservaba siemprelos elementos dramáticos de su origen y la im-presión que ejercía sobre el público era asom-brosa. Supongo que todos ustedes conocerán latragedia primitiva, y así me costará poco darlesa conocer las variantes. Los personajes estabanreducidos a siete. Otelo era el mismo. Los ca-racteres de Casio y Roderigo habían sido fun-didos en una figura de segundo término, lla-mada Loredano, que se presentaba como hijodel Dux. El senador Brabantio era Odalberto ytenía más intervención en la fábula. Desdémo-na no había cambiado más que de nombre,pues se llamaba Edelmira; Emilia se trocaba enHermancia, y Yago, el traidor y falso amigo delmoro, tenía por nombre Pésaro. La acción esta-ba muy simplificada, y los recursos escénicosdel pañuelo habían desaparecido, sustituyén-dolos con una diadema y una carta, que debíanpasar de las manos de Edelmira a las de Lore-

Page 394: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dano para que adquiridas luego por Pésaro ypresentadas a Otelo, confirmaran la calumniade aquél. Pero aparte de estas modificaciones ydel estilo y de la expresión y energía de losafectos que desde la obra inglesa a la españolaponían tanta distancia como del ciclo a la tierra,el drama en su estructura íntima era el mismo,y sus escenas se repartían igualmente en cincoactos. Para abreviar intermedios, Máiquez dis-puso que en aquella representación se reunie-sen los actos segundo y tercero y el cuarto conel quinto, de modo que la obra quedó en tresjornadas.

En la segunda escena, después que el Duxrecitó algunos versos, me correspondía salir amí, haciendo en un parlamento no muy largo larelación de los triunfos militares de Otelo. Convoz muy temblorosa dije los primeros versos:

¡Que no hayan sido vuestros mismos ojosfieles testigos de su ardor bizarro!

Page 395: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Pero me fui reponiendo poco a poco, y laverdad es que no lo hice tan mal, aunque nocorresponda a mi pluma el describirlo. Despuésentraban en escena Otelo y más tarde Edelmira.Nada puedo deciros de la perfección con queIsidoro dijo ante el senado, el modo y maneracon que encendió la llama amorosa en el co-razón de Edelmira; y en cuanto a ésta, debodesde luego señalarla como consumada actriz,porque en la misma escena ante el senado, de-clamó con una sensibilidad que habría envidia-do Rita Luna.

En el primer entreacto debían recitar versosMoratín, Arriaza y Vargas Ponce. El escenariose había llenado de personajes que deseabanfelicitar a la triunfante Edelmira. Allí vi al di-plomático, que no había desistido al parecer dehacer la corte a mi ama, pues corrió presurosotras ella, diciéndole:

-Puede usted estar segura, adorada Pepita,que nuestra pasión quedará en secreto, pues ya

Page 396: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

se conoce mi reserva en estas delicadísimasmaterias.

Junto con él había subido al escenario D.Leandro Moratín, el cual era entonces un hom-bre como de cuarenta y cinco años, pálido yserio, de mediana estatura, dulce y apagadavoz, con cierta expresión biliosa en su semblan-te como hombre a quien entristece la hipo-condría e inquieta el recelo. En sus conversa-ciones era siempre mucho menos festivo que ensus escritos; pero tenía semejanza con éstos porla serenidad inalterable en las sátiras más crue-les, por el comedimiento, el aticismo, ciertaurbanidad solapada e irónica, y la estudiadallaneza de sus conceptos. Nadie le puede quitarla gloria de haber restaurado la comedia espa-ñola, y El sí de las niñas, en cuyo estreno tuve,como he dicho, parte tan principal, me ha pare-cido siempre una de las obras más acabadas delingenio. Como hombre, tiene en su abono lafidelidad que guardó al Príncipe de la Paz,

Page 397: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

cuando era moda hacer leña de este gran árbolcaído. Verdad es que el poeta vivió y medróbastante a la sombra de aquél cuando estaba enpie, y podía cubrir a muchos con sus frondosasramas. Si mi opinión pudiera servir de algo, novacilaría en poner a D. Leandro entre los pri-meros prosistas castellanos; pero su poesía meha parecido siempre, exceptuando algunascomposiciones ligeras, un artificioso tejido, omejor, un clavazón de durísimos versos, aquienes no pueden dar flexibilidad y brillo to-dos los martillos de la retórica. Moratínademás, en materia de principios literarios,tenía toda la ciencia de su época, que no eramucha; pero aun así, más le hubiera valido em-plearla en componer mayor número de obras,que no en señalar con tanta insistencia las faltasde los demás. Murió en 1828, y en sus cartas ypapeles no hay indicio de que conociera a By-ron, a Goethe ni a Schiller, de modo que bajó alsepulcro creyendo que Goldoni era el primerpoeta de su tiempo.

Page 398: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Pido mil perdones por esta digresión, y sigocontando. En el escenario leía Moratín el ro-mance Cosas pretenden de mí, que hizo reír a losconcurrentes, porque en él pintaba con muchagracia la perplejidad en que le ponían su médi-co, sus amigos y sus detractores. El romance eraa cada momento interrumpido por afectuosaspalmadas, especialmente al llegar al pasaje enque está la conversación de los pedantes; ¿peroquién negará que en aquella composición Mo-ratín no hace otra cosa que una apoteosis de supersona?

Dejemos al grande ingenio asfixiándose en elhumo de los plácemes más lisonjeros, y siga-mos la intriga del drama que iba a representar-se entre bastidores, no menos patético que elcomenzado sobre las tablas y ante el público.

Page 399: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-XXIII-Al concluir el primer acto, y cuando aún no

habían comenzado los poetas a recitar sus ver-sos, sorprendí a Isidoro en conversación muyviva con Lesbia. Aunque hablaban en voz baja,me pareció oír en boca del actor recriminacio-nes y preguntas del tono más enérgico, y creíadvertir en el rostro de la dama cierta confusióno aturdimiento. Cuando se separaron, mi des-gracia quiso que Lesbia encarase conmigo, in-terpelándome de este modo:

-¡Ah, Gabriel! Buena ocasión de hablarte asolas. Ya podrás figurarte para qué. He estadollena de inquietud desde que supe que habíasido presa la persona...

-¡Ah!, usía se refiere a la carta -dije atusán-dome los bigotes postizos, para disimular miturbación.

Page 400: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Supongo que no iría a manos extrañas. Su-pongo que la guardarías, y que la habrás traídoesta noche para devolvérmela.

-No señora, no la he traído; pero la buscaré...es decir...

-¡Cómo! -exclamó con mucha inquietud-, ¿lahas perdido?

-No señora... quiero decir. La tengo allí...sólo que yo... -fue la única respuesta que se mevino a las mientes.

-Confío en tu discreción y en tu honradez-dijo con mucha seriedad-, y espero la carta.

Sin añadir una palabra más se retiró, deján-dome muy entristecido por el grave compromi-so en que me encontraba. Hice propósito depedir nuevamente a mi ama que me devolviesela carta, y con esta idea, la llamé aparte como sifuese a confiarle un secreto, y le supliqué del

Page 401: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

modo más enfático que me diese aquel mal-hadado objeto, cuya devolución era para mí uncaso de honra. Ella se mostró sorprendida, yluego se echó a reír, diciendo:

-Ya no me acordaba de tu carta. No sé dóndeestá.

Comenzó el segundo acto, que no me ocu-paba más que durante una escena, y concluidaésta, me retiré al interior del teatro resuelto aponer en práctica un atrevido pensamiento.Consistía éste en hacer una requisa en el cuartode mi ama, mientras ésta se hallase fuera.Cuando la González me quitó la carta, reciénvenido del Escorial, advertí que la guardó en elbolsillo de su traje. Aquel traje era el mismoque había traído a casa de la marquesa; mashabiéndose mudado para la representación dela tonadilla, se lo quitó, y estaba colgado conotras muchas prendas, tales como mantón, chal,enaguas, etc., en una percha puesta al efectosobre la pared del fondo. Era preciso registrar

Page 402: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

aquellas ropas. Mi ama, que dirigía la escena, yera la que indicaba las salidas, disponiéndolotodo, no vendría. Yo había quedado libre portodo el acto segundo. Tenía tiempo y coyunturaa propósito para lograr mi objeto, y semejanteacción no me parecía muy vituperable, porquemi fin era recobrar por sorpresa, lo que porsorpresa se me había quitado.

Hícelo así, y con tanta cautela como rapidezregistré los bolsillos del traje, de los cuales sa-qué mil baratijas, aunque no lo que tan afano-samente buscaba. Ya había perdido la esperan-za de conseguir mi objeto, y casi estaba dis-puesto a creer que la carta no volvía a mis ma-nos por hallarse demasiado guardada o quizásrota y perdida, cuando sentí acelerados pasosque se acercaban al cuarto. Temiendo que ellame sorprendiera en tan fea ocupación y nosiéndome posible escapar, me oculté bajo lapercha y tras los vestidos, cuyas faldas meofrecían el más seguro escondite. Casi en el

Page 403: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mismo instante entraron Lesbia e Isidoro.Aquélla cerró la puerta y ambos se sentaron.

Desde mi escondrijo les veía perfectamente.Máiquez en su traje de Otelo parecía una figuraantigua, que animada por misterioso agente, sehabía desprendido del cuadro en que la grabaracon los más calientes colores el pincel venecia-no. La tinta oscura con que tenía pintado elrostro fingiendo la tez africana, aumentaba laexpresión de sus grandes ojos, la intensidad desu mirada, la blancura de sus dientes y la elo-cuencia de sus facciones. Un airoso turbanteblanco y rojo, sobre cuya tela se cruzaban filasde engastados diamantes, le cubría la cabeza;collares de ámbar y de gruesas perlas dabanvueltas a su negro cuello, y desde los hombroshasta el tobillo le cubría un luengo traje talar detisú de oro, ceñido a la cintura y abierto por loscostados para dejar ver las calzas de púrpuraestrechamente ajustadas. Alfanje y daga, amboscon riquísima empuñadura, cuajada de pedrer-

Page 404: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ías pendían del tahalí, y en los brazos desnu-dos, que imitaban el matiz artificial de la caracon una finísima calza de punto color de mula-to, y terminada en guante para disfrazar tam-bién la mano, lucían dos gruesas esclavas debronce en figura de sierpe enroscada. Dábale laluz de frente, haciendo resplandecer las facetasde las mil piedras falsas, y el tornasol de tisúverdadero con que se cubría, y añadidas a estosefectos la animación de su fisonomía, la noble-za de sus movimientos, presentaba el más her-moso aspecto de figura humana que es posibleimaginar.

Lesbia vestía de tisú de plata, con tanta ele-gancia como sencillez, y sus cabellos de oro,peinados a la antigua, obedeciendo más bien ala moda coetánea que a la propiedad escénica,se entrelazaban con cintas y rosarios de menu-das perlas, no ciertamente falsas como las deIsidoro, sino del más puro y fino oriente. El

Page 405: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

moro, apretando con sus negras manos las deLesbia blanquísimas y finas, le dijo:

-Aquí nos podemos hablar un instante.

-Sí, Pepa nos ha dicho que podríamos vernosen su cuarto -repuso ella-; pero esta cita no hade ser larga, porque la marquesa me espera. Yasabes que está ahí mi marido.

-¿A qué esa prisa? ¿Por qué no me escribistedesde el Escorial?

-No pude escribir -repuso ella con impacien-cia-; pero cuando hablemos despacio, te expli-caré...

-Ahora, ahora mismo has de contestar a loque te pregunto.

-No seas tonto. Me prometiste no ser imper-tinente, curioso, ni pesado -dijo con coquetería.

Page 406: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Eso es lo mismo que prometer no amar, yyo te amo, Lesbia, te amo demasiado por midesgracia.

-¿Estás celoso, Otelo? -preguntó la dama, yluego, tomando el tono trágico, dijo entre bur-las y veras:

¡Otelo mio! ¡Sí, para ti solomi corazón reserva su cariño!

-Déjate de bromas. Estoy celoso, sí, no puedoocultártelo -exclamó el moro con viva ansiedad.

-¿De quién?

-¿Y me lo preguntas? Piensas que no he vistoa ese necio de Mañara puesto en primera fila, ymirándote como un idiota.

-¿Y no te fundas más que en eso? ¿No tienesotros motivos de sospecha?

Page 407: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Pues si tuviera otros, desgraciada, ¿estaríascon tanta calma delante de mí?

-Poquito a poco, señor Otelo. ¿Sabes que tetengo miedo?

-En el Escorial ese joven se ha jactado públi-camente de que le amas -afirmó Isidoro, fijandotan terriblemente sus ojos en el rostro de Les-bia, que parecía querer penetrar hasta el fondodel alma.

-Si te pones así, me marcho más pronto -dijoLesbia algo desconcertada.

-He recibido varios anónimos. En uno se medecía que ese joven te escribió una carta el díade su prisión, y que tú le contestaste con otra.Además yo sé que ese hombre te obsequia mu-cho, yo sé que te visitaba en Madrid. ¿Querrásdarme explicación sobre esto?

Page 408: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ah!, tengo una grande y terrible enemiga, aquien supongo autora de los anónimos que hasrecibido.

-¿Quién es?

-Ya te he hablado de esto en otra ocasión. EsAmaranta; y también te he dicho que tras de laenemistad de la condesa, se esconde el odio deotra persona más alta. Todas las damas que enotro tiempo le servimos con fidelidad, estamoscansadas de presenciar las liviandades que hanmanchado el trono, y no queremos asociarnos alos escándalos que envilecen esta pobre nación.No te he contado el motivo de nuestra querella;pero ahora mismo la vas a saber, y no te enfa-des si oyes el nombre de ese mismo Mañara, aquien tanto temes. Parece que Mañara rechazó,cual otro José, los halagos de la elevada perso-na, cuya pasión se trocó con esto, en odio viví-simo y deseo de venganza. Al mismo tiempoese joven dio en hacerme la corte, y la mujerofendida descargó sobre mí su rencor, cuando

Page 409: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

yo ni siquiera había advertido que Mañara meamaba. Jamás me fijé en semejante hombre. Seemprendió contra mí una guerra terrible y so-lapada: quitaron sus destinos a cuantos habíansido colocados por mi mediación, y todo suafán se dirigía a buscar los medios de deshon-rarme. Viéndome perseguida sin motivo, mehice partidaria del Príncipe de Asturias, ofrecími auxilio a los conspiradores, y tengo la satis-facción de haber servido eficazmente tan noblecausa. A ti puedo revelártelo sin miedo: yo hesido depositaria durante algún tiempo, de lacorrespondencia establecida entre el canónigoEscóiquiz y el embajador de Francia: en mi casase reunieron éstos varias veces con otros perso-najes: yo sola tenía noticia de las primeras con-ferencias celebradas en el Retiro; yo poseía elsecreto de todos los planes descubiertos poruna simpleza del Príncipe; yo conocía el pro-yecto de casarle a éste con una princesa impe-rial; sabía que el duque del Infantado no espe-raba más que la orden firmada por Fernando

Page 410: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

para lanzar a la calle tropa y pueblo... en fin, losabía todo.

-Todo cuanto me dices parece inverosímil -dijo Isidoro-. Si es cierto, ¿cómo no te han per-seguido abiertamente, cómo te pusieron enlibertad a la media hora de estar presa?

-Ya sabía yo que no sería molestada. Poseoun escudo terrible que me defiende contra lasasechanzas de la camarilla. Creo haberte conta-do que cuando intervine en la primera reconci-liación de Godoy, cuando intenté por superiorencargo, de atraerle de nuevo a palacio, fui de-positaria de secretos, cuya publicación haríaestremecer de espanto a ciertas personas. Poseopapeles que rebajan y envilecen del modo másrepugnante a quien los escribió, y conozco elsecreto de la inversión de fondos de obras píasque se emplearon en lo que no tiene nada depiadoso. Esto pasó en una época en que hacía-mos excursiones clandestinas fuera de palacio,cuando Amaranta hizo que Goya la retratase

Page 411: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

desnuda. Hacía un año que estaba viuda: fuecuando por una coincidencia providencial des-cubrí el gran secreto de su juventud, que mereveló una mujer desconocida que vive orillasdel Manzanares, junto a la casa del pintor. Ya telo he dicho y pienso hacer de manera que nadielo ignore. De un desgraciado y oculto amor quepadeció Amaranta antes de su matrimonio conel conde, nació una criatura que no sé si vivetodavía.

-Nunca me hablaste de eso.

-Los padres de Amaranta supieron disimu-lar su deshonra: el joven amante, que perte-necía a una noble familia de Castilla y habíavenido a Madrid buscando fortuna, huyó aFrancia y fue muerto en las guerras de la Re-pública.

-Me has referido una curiosa novela -dijoIsidoro-; ¡pero con cuánto arte has desviado la

Page 412: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

conversación del asunto principal! Al fin con-fiesas que Mañara te ha hecho la corte.

-Sí, pero jamás he pensado en corresponder-le; ni le trato, ni le veo, ni le hablo. Tus celosharán que por primera vez me fije en semejantehombre.

-No, no me convences, no: yo tengo indicios,tengo noticias de que tú amas a ese hombre.¡Oh!, si mis sospechas se confirmaran... ¿Creesque no he advertido el embobamiento con queatiende a tu declamación?

-Procuraré entonces hacerlo mal para noconmover al público.

-No, no intentes disculparte ni disimular.¿Por qué aseguras que no te fijas en él, si yomismo, durante la escena del senado, te he sor-prendido mirándole, y aún me parece que lehiciste alguna seña?

Page 413: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Yo?, ¡estás loco! ¡Ah!, no sabes. Mi marido,que dejó sus cacerías para asistir a esta repre-sentación, está ahí esta noche, y la pérfidaAmaranta, sentada a su lado, le habla con mu-cho interés. Si me ves que miro al público esporque me inspiran mucha inquietud los colo-quios del duque con Amaranta. Temo que éstale haya dirigido también algún anónimo. Sufrialdad y ademán sombrío me indican quesospecha.

-¿Lo ves...? Y con motivo fundado.

-Sí; porque sospecha de ti.

-No... no -exclamó Isidoro-. No trastornes lacuestión. Tú amas a Mañara; con todos tus arti-ficios no puedes arrancar esta sospecha de miardiente cerebro. ¡Y ese necio está ahí, gozán-dose en los aplausos que te prodigan, que adu-lan su amor propio porque se siente amado dela gloriosa artista! ¡No, no quiero que represen-tes más! ¡Cuando contemplo desde arriba el

Page 414: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

entusiasmo de tus admiradores, cuando les veocon los ojos fijos en ti, participando de la pasiónque indican tus palabras, siento impulsos desaltar del escenario para cerrarles a golpes losojos con que te miran!

-Me haces estremecer -dijo Lesbia-. No eresIsidoro, eres Otelo en persona. Sosiégate porDios. Harto sabes lo mucho que te amo. ¿A quéme mortificas con celos ilusorios?

-Disípalos tú.

-¿Cómo, si ninguna razón te convence? Tuviolento carácter ha de traerme algún compro-miso. Modérate, por Dios, y no seas loco.

-Lo haré si me amas. Tú no sabes quién soy.Isidoro, no consientas rivales ni en la escena, nifuera de ella. De Isidoro no se ha burlado hastaahora ninguna mujer, ni menos ningún hom-bre. Entiéndelo bien.

Page 415: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí, señor mío, estoy en ello -contestó Lesbiaen tono jovial y levantándose para retirarse-.Pero aunque esta conversación me agrada mu-cho, tengo que irme. ¿Sabes que te tengo mie-do?

-Quizás con razón. ¿Pero te vas tan pronto?-dijo el moro intentando detenerla aún.

-Sí, me voy -repuso Lesbia-. Ya ha concluidola tonadilla, y pronto empezará el tercer acto.

Y ligera como una corza se marchó. En aquelinstante se oyeron los aplausos con que era sa-ludada mi ama al acabar la tonadilla, y pocodespués entró en su cuarto radiante de júbilo,con el rostro encendido por la emoción, y tansofocada que al punto dio con su cuerpo en unsofá.

Page 416: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-XXIV--¡Oh, Isidoro! ¿Por qué no has querido oír-

me? -exclamó con entrecortadas palabras-.Aseguran que lo he hecho muy bien. ¡Cuántome han aplaudido!

-¿Quieres dejarte de simplezas? -dijo Isidorode muy mal talante.

-Y a propósito: dicen que Lesbia hace laEdelmira mejor que yo. ¡Lo que puede la her-mosura! Con su buen palmito trae sin seso atodos los hombres que hay en la sala. Sobretodo, ahí está uno que no le quita la vista deencima, y parece...

-¡Quieres callar! -exclamó bruscamente elmoro.

Después, como hombre que toma repentinaresolución, se disipó el fruncimiento temeroso

Page 417: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

de sus negras cejas, y sentándose junto a laGonzález, le habló en estos términos:

-Pepa, espero de ti un favor.

-Mándame lo que quieras.

-Siempre te has mostrado muy agradecidapor todo lo que he hecho en beneficio tuyo.Varias veces has dicho: «¿Qué he de hacer, Isi-doro, para corresponder a lo que te debo?».Pues bien, chiquilla, ahora puedes prestarmeun gran servicio, con lo cual quedará pagadolargamente el hombre que te sacó de la miseria,el que te enseñó el arte escénico, dándote posi-ción, gloria y fortuna.

-Mi agradecimiento durará mientras viva,Isidoro -respondió la cómica con serenidad-.¿Qué necesitas ahora de mí?

-Si la contrariedad que experimento afectarasólo a mi corazón, la resolvería fácilmente, por-

Page 418: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

que sé padecer. Pero tal vez afecte a mi amorpropio, tal vez ponga en trance muy terrible midignidad, y me resigno a sufrir los desengañosmás crueles; pero de ningún modo consiento enhacer ante mis amigos y el mundo un papeldesairado y ridículo.

-Ya sé lo que quieres decir. Lesbia me ha di-cho que estás celoso; ¡si vieras cómo se ríe de ti,llamándote el pobre Otelo!

-No debemos fiarnos de la afición que algu-na vez nos muestran esas personas tan superio-res a nosotros por su clase. Un abismo nos se-para de ellas, y si alguna vez las deslumbramoscon nuestro talento y nuestro arte, la ilusión lesdura poco tiempo, y concluyen despreciándo-nos, avergonzadas de habernos amado. Todoslos que hemos brillado en la escena conocemostan triste verdad. ¿No la conoces tú también?

Page 419: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí -dijo mi ama-; y yo creí que tú estuvierasen esa parte más aleccionado que todos los de-más.

-Esas personas -prosiguió Isidoro-, nos con-templan desde sus aposentos; su imaginaciónse trastorna viéndonos remedar los grandescaracteres, las nobles y elevadas pasiones, elamor, el heroísmo, la abnegación, y se enamo-ran de lo que ven, de un ser ideal en quien seasocia y confunde con nuestra persona, la delhéroe que representamos. Con la imaginaciónexcitada, nos buscan entre bastidores y fueradel teatro; pero en cuanto nos tratan un poco yadvierten que somos lo mismo, si no peoresque los demás, y que todas las sublimidadesdel arte escénico desaparecen con el vestido ylas piedras falsas que arrojamos al concluir eldrama, se disipa de un soplo su entusiasmo yno ven en nosotros más que a una turba detramposos y embusteros farsantes que apenasvalen el partido con que se les paga. Hasta aho-

Page 420: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

ra, Pepilla, no me habían afectado gran cosa losbruscos desenlaces de las aventuras con quealgunas ilustres personas han honrado nuestraprofesión; pero esta en que ahora me hallo meafecta profundamente, porque... te lo diré contoda franqueza.

-¿Amas verdaderamente a Lesbia?

-Sí, por mi desgracia; esta pasión no es deaquellas pasajeras y superficiales, que pasansatisfaciendo el afán de un día. Esa mujer hatenido el arte de ahondar en mi corazón de talmodo, que hoy empiezo a reconocer en mí elembrutecimiento que acompaña a los amoresexaltados. Sin duda su coquetería, su frivoli-dad, los mil artificios de su voluble carácter hanrealizado en mí este trastorno, y para acabarmede confundir, los celos, la desconfianza y eltemor de ser ridículamente suplantado porotro, agitan mi alma de tal modo, que no res-pondo de lo que podrá pasar.

Page 421: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Hola, hola!, señor Otelo, ¿esas tenemos?-dijo mi ama festivamente-. ¿A quién va usted amatar?

-No te rías, loca -continuó el moro- ¿Has vis-to en el salón a ese miserable Mañara?

-Sí; ocupa un sillón de primera fila, y no qui-ta los ojos de la señora Edelmira. Verdadera-mente, chico, y sin que esto sea confirmar tussospechas, a todos los que están en el teatro hallamado la atención el exagerado entusiasmo deese joven, y más de cuatro han sorprendido lasseñas que hace a Lesbia durante la comedia. Yademás..., yo no lo he visto, pero me han dichoque...

-¿Qué te han dicho?

-Que la duquesa le mira mucho también, yque parece representar sólo para él, pues todaslas frases notables del drama las dice volvién-

Page 422: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

dose hacia el tal joven, como si quisiera arrojar-se en sus brazos.

-¡Oh! Es cierto. ¡Ves! -exclamó Isidoro bra-mando de furor-. ¡Y se reirán todos de mí!, yese vil currutaco... ¡Ah! Pepa... quiero descubrirfijamente lo que hay en esto... quiero acabar deuna vez estas terribles dudas... Quiero desen-mascarar a esa infame, y si me engaña, si hasido capaz de preferir al amor de un hombrecomo yo, los necios galanteos de ese vil y des-preciable mozuelo... ¡ah! Pepa, Pepa, mi ven-ganza será terrible. Tú me ayudarás en ella; ¿noes verdad que me ayudarás? Tú me lo debestodo, yo te saqué de la miseria; tú no puedesnegar a Isidoro la ayuda de tu ingenio para estefin, y proporcionándome placer tan inefable,quedarás descargada de la inmensa deuda degratitud que tienes conmigo.

Al decir esto, Isidoro se había levantado ydaba vueltas en la pequeña habitación como unleón enjaulado, pronunciando con trémulo la-

Page 423: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

bio palabras rencorosas. Lo raro fue que miama, ya porque tal fuera el estado de su espíri-tu, ya porque creyera oportuno fingir en aque-llos momentos, lejos de amedrentarse al ver laira de su amigo y maestro, contestó con risas asus ardientes palabras.

-Te ríes -dijo Máiquez deteniéndose anteella-. Haces bien: ha llegado el momento de quehasta los mete-sillas del teatro se rían de Isido-ro. Tú no comprendes esto, chiquilla -añadiósentándose de nuevo-. Tú no tienes vehemenciani fogosidad en tus sentimientos. En esto teadmiro, y quisiera imitarte, porque yo sé muybien que en las inclinaciones que hasta ahora sete han conocido, has jugado con el amor,tomándolo como un pasatiempo divertido, queentretiene a uno mismo y hace rabiar a los de-más; pero hasta ahora, y Dios te libre de ello, noconoces el amor que ocasiona las mortificacio-nes propias, mientras los demás se ríen a costanuestra.

Page 424: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Qué orgulloso eres! -contestó seriamente laGonzález-. Hasta en esto quieres saber más quetodos.

-Pues si amas de veras, guárdate de enamo-rarte de esos usías presumidos y orgullosos,que vendrán a ti para satisfacer su vanidad.Ellos no te amarán con noble y desinteresadoamor.

-No creo que jamás pueda amar sino al quesiendo igual a mí, no se avergüence de tenermepor compañera.

-¡Oh, qué buen sentido, Pepilla! ¿Dónde hasaprendido eso? Pero te aconsejo también queno ames a ningún hombre de teatro, si no quie-res tener rabiosos celos de todo el público fe-menino. ¿Sabes tú lo que es eso?

-Harto lo sé.

Page 425: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-De modo que tu amor aún está dentro delteatro. Eso sí que es una desgracia. Tu suerteconsistirá en que el galán será de esos que, porfalta de genio, no excitan nunca la arrebatadaadmiración de las bellas de la platea. Serás feliz,Pepilla; si quieres casarte, cuenta con mi pro-tección.

-Estoy muy lejos de aspirar a eso.

-¿Ese bruto será capaz de no amarte? ¿Acasovale más que tú?

-Muchísimo más -dijo la González aparen-tando con grandes esfuerzos la serenidad queno tenía.

-Apuesto a que es algún tenor de la compañ-ía de Manolo García. Déjalo por mi cuenta. Si escierto lo que supongo, si ese loco no te corres-ponde y prefiere a tu sencillo cariño el falsoamor de alguna damisela de estas que arrastran

Page 426: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

su púrpura por entre los bastidores del teatro,ya sabrás lo que son celos, ¿eh?

-Demasiado lo sé y demasiado padezco, Isi-doro -dijo mi ama en tono de cariñosa confian-za-; pero yo tengo una ventaja sobre ti, que noposeyendo aún la certeza de tu desgracia, igno-ras qué partido tomar; yo conozco ya, sin géne-ro de duda que no soy amada, y las circunstan-cias se han ordenado de tal modo, que me pre-sentan ocasión de tomar venganza.

-¡Oh! Pepa; estás desconocida. No te creí ca-paz... -indicó Isidoro con energía-. Tú tomarásvenganza. Descuida, te ayudaré, si tú me ayu-das a mí en la averiguación y en el castigo delas infamias de Lesbia. Pero dime, chiquilla,dime quién es ese hombre. Sé franca conmigo;yo soy tu mejor amigo.

-Te lo diré más tarde, Isidoro. Por ahora mehe propuesto guardar secreto.

Page 427: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Tú vales mucho, Pepilla -añadió el cómicocon acento reflexivo-. No esperaba encontrar enti un eco tan fiel de lo que en mí está pasando.¡Y ese miserable te desprecia por otra, ignoran-do las bondades de tu fiel corazón! Dime quiénes. ¿Será el mismo Manuel García? Por supues-to, chiquilla, ya sabrás cuánto padece la digni-dad, el amor propio, al ver que otra personaposee el afecto que nos pertenece. Te mortifi-cará horriblemente la idea de la triste figuraque harás ante el mundo, el pensamiento de loscomentarios que hará sobre tu ridícula posiciónel envidioso vulgo, y al considerar que tú, lapersona acostumbrada a rendir a tus pies loscorazones, se ve menospreciada por uno solo,rabiará tu orgullo herido, y llorarás en silencio,viéndote más baja de lo que creías.

-En esto -contestó mi ama con patética voz-,no nos parecemos. Tú estás frenético de celos;pero antes que al desaire de que ha sido objetotu corazón, atiendes a lo que sufre tu dignidad,

Page 428: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

la dignidad del gran Isidoro, que siempre des-precia sin ser nunca despreciado; te enfurecesal considerar que se ríen de ti los envidiosos, yesas terribles voces de venganza no las pronun-cia tu amor, sino tu orgullo. Yo no soy así: amoel secreto; y si triunfara, gustaría de tener ocul-ta mi felicidad: nada me importaría que elhombre a quien amo, aparentara galantear atodas las mujeres de la tierra, con tal que enrealidad a ninguna amase más que a mí.

-Eres singular, Pepilla, y me estás descu-briendo tesoros de bondad que no sospechabaexistiesen en tu corazón.

-Yo -continuó mi ama más conmovida-, novivo más que para él, y los demás me importanpoco. Contigo debo ser franca y decírtelo todo,menos su nombre, que nadie debe saber. Yo nosé cómo ni cuándo empezó mi funesto amor, yme parece que nací con esta viva inclinación,más dominadora cuanto más intento sofocarla.Por él sacrificaría gustosa mi vida. Tú quizás no

Page 429: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

comprensas esto; ni menos que yo sacrifique mireputación de artista, el aprecio y la admiraciónde la multitud. ¿Qué importa todo eso? Se amaa la persona por la persona y no por la vanidadde poseerla.

-El que te ha inspirado tan noble cariño, sincorresponder a él -dijo Isidoro con brío-, es unmiserable que merece arrastrar su existenciadespreciado de todo el mundo. ¿No puedo sa-ber tampoco quién es la mujer preferida? [275]

-Tampoco debes saberlo -replicó mi ama, ydespués, no pudiendo contener el llanto, ex-clamó así: -Yo no soy cruel; yo no deseaba unavenganza que puede ser muy terrible; pero seme ha venido a las manos y he de llevarla ade-lante.

-Haces bien -dijo Isidoro recreándose conpensamientos de exterminio-. Véngate: yo tam-bién me vengaré. Nos ayudaremos el uno alotro. ¿Puedo servirte de algo?

Page 430: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-De mucho -dijo mi ama secando sus lágri-mas-. Espero que tu ayuda será de la mayoreficacia.

-¿Y yo puedo contar contigo?

-¿Y me lo preguntas?

-Oye bien: Lesbia confía en tu amistad. ¿Noha celebrado en tu casa entrevista alguna conese joven?

-Hasta ahora no.

-Pues la celebrará. Si ella no te lo propone,propónselo tú con buenos modos.

-¿Cuál es tu objeto?

-Sorprenderla en algún sitio con ese Mañara.Ella busca siempre las casas de las amigas queno son de su clase, para evitar de este modo lavigilancia de su familia y de su esposo.

Page 431: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Entiendo.

-Confío en que no te dejarás sobornar porella, y en que ante todas las consideraciones,será para ti la primera el servicio que me pres-tes, a mí, tu protector, tu amigo. Espero que teserá muy fácil lo que propongo. Si van a tu ca-sa, les entretienes allí, y me avisas. Yo haré demanera que ese joven se acuerde de mí paratoda la vida.

-Ya tiemblas de gozo, al pensar en tu ven-ganza -dijo mi ama-. Lo mismo me pasa a mí;pero con más motivo, porque la mía está máscercana.

-¿Puedo confiar en ti? ¿Me pondrás al co-rriente de todo cuanto veas?

-Puedes estar tranquilo, Isidoro. Tú no meconoces bien: en esta ocasión sabrás lo que soy.

Page 432: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Y tú ¿qué crees? -preguntó el moro con in-terés-. ¿Crees que tengo razón? ¿Lesbia amará aese hombre?

-Sí creo que te engaña del modo más mise-rable; creo que todos los que asisten a la repre-sentación se ríen de ti esta noche y el afortuna-do amante no cabe en sí de satisfacción y orgu-llo.

-¡Rayos y centellas! -dijo Máiquez con másfuria-. Le escupiré la cara desde el escenario.¡Oh! Pepilla: yo admiro y envidio tu tranquili-dad. No desees nunca parecerte a mí; ojalá nosepas nunca lo que son estas culebras de fuegoque se enroscan dentro de mi pecho y despa-rraman por mis arterias su veneno. ¡Oh, quégran talento tuvo ese poeta inglés que inventóel Otelo! ¡Qué bien pintó la rabia del celoso, lahorrible fruición con que se recrea, pensandoque ha de poner el cuerpo inanimado y san-griento de su rival ante los ojos que le cautiva-ron! ¡Qué razón tuvo al suponer el corazón de

Page 433: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

la mujer antro de maldades y perfidias; québien se comprende la espantosa determinacióndel moro, y el terrible placer de su alma al con-siderarse sepultando el cuchillo en los miem-bros palpitantes de quien le ofendió, y arrastrardespués su infame cadáver!

-¿Qué cadáver, Isidoro? ¿El de él o el de ella?-preguntó mi ama con frialdad.

-El de los dos -contestó Otelo cerrando lospuños-. ¿Con que dices que se ríen de mí? ¡Y losaben todos, y me observan, y estoy sirviendode espectáculo a ese miserable zascandil! Demodo que Isidoro es el hazme reír de las gen-tes, y tendrá que ocultarse y huir para evitar lasburlas de los envidiosos, y ya ninguna mujer sedignará mirarle a la cara. Pero tú, si sabías estoque pasa, ¿por qué no me lo dijiste? ¡Eres tontasin duda! ¡Oh!, no tengo amigos verdaderos...nadie se interesa por mi honor ni por mi deco-ro. ¡Estoy solo!... pero solo ¡vive Dios!, sabrévolver al lugar que me corresponde.

Page 434: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Diciendo esto, se levantó con resueltoademán. En aquel momento sonaron algunosgolpes en la puerta: era la señal que llamaba atodos los actores para empezar el tercer acto.Máiquez iba a salir; pero al dar los primerospasos un objeto cayó de su cintura al suelo. Erala daga con puño de metal y hoja de maderaplateada: Pepa, durante la conversación habíaestado jugando con la larga cadena que la sos-tenía y ésta se rompió.

-Se ha saltado un eslabón -dijo mi ama reco-giendo el arma-: yo te la compondré en seguidaatándola fuertemente.

Isidoro salió, y mi ama, acercándose a unamesa arrimada a la pared de en frente, se entre-tuvo durante un rato y con mucha prisa en unaoperación que no pude ver; pero presumí fuerala compostura de la cadena rota. Al fin salió, yquedándome solo, pude dejar mi sofocanteescondite para correr a la escena.

Page 435: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-XX-Dio principio el último acto, donde ocurren

las principales escenas del drama. En él Pésarodespierta poco a poco los celos en el alma delcrédulo moro hasta que, engañándole con cruely mañosa calumnia, precipita el trágico desen-lace. La importancia de mi papel, me obligaba,pues, a fijar en él toda mi atención, apartándolade las impresiones recientemente recibidas.Durante mi primera escena con Otelo, advertíque Máiquez, inquieto y receloso, dirigía susmiradas al joven Mañara, sentado muy cercadel escenario: a causa de la ansiedad de su al-ma, el gran histrión desatendía impensadamen-te la representación. A veces algunas de misfrases se quedaban sin réplica; también suprim-ía él bastantes versos, y hasta llegó a trabarse suexpedita lengua en uno de los pasajes dondeacostumbraba hacerse aplaudir más. El audito-rio estaba descontento, pues aunque conocía lasgenialidades de Isidoro, no creía natural que se

Page 436: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

permitiera tales descuidos en una representa-ción de confianza y amistad verificada ante lomás selecto de sus admiradores. El silencio re-inaba en la sala, y sólo un sordo murmullo desorpresa o enfado acogía los versos, mal senti-dos y fríamente dichos por el príncipe de nues-tros actores.

Mas se esperaba verle repuesto en la segun-da escena entre Otelo y Pésaro. Este, urdiendomuy bien la trama que ideó contra Edelmira sudiabólica astucia, adquiere al fin las pruebasmateriales que Otelo exige para creer en la infi-delidad de la veneciana. Aquellas pruebas sonuna diadema entregada por Edelmira a Lore-dano, y cierta carta que su padre le obligó afirmar, amenazándola con matarse si no lo hac-ía. Ni la entrega de la diadema ni la carta fir-mada por fuerza, eran pruebas que ante la fríarazón comprometerían el honor de la esposa deOtelo: pero éste, en su ciego arrebato y salvaje

Page 437: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

impetuosidad, no necesitaba más para caer enla trampa.

Antes de comenzar esta escena, y hallándo-me entre bastidores, oí a los concurrentes que-jarse de la torpeza de Isidoro, y alguno achacóeste defecto no al gran actor, sino a mí, porhaberle irritado con mi detestable declamación.Esto me ofendió, y creyéndome autor del des-lucimiento de la pieza, resolví hacer todos losesfuerzos de que era capaz para arrancar algúnaplauso.

Mi ama, como he dicho, dirigía la escena;indicaba las entradas y salidas; cuidando deentregar a cada actor los objetos de que debíahacer uso durante la representación. Diome ladiadema y la carta y salí en busca de Otelo queestaba solo en las tablas concluyendo su monó-logo. Entonces empecé aquella grandiosa esce-na, que es patética, sublime y arrebatadora aundespués de haber sido tamizada por el romoingenio de D. Teodoro la Calle.

Page 438: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿Sabes tú padecer?

-le dije-, y al punto Isidoro mirándomesombríamente, repuso:

-Me han enseñado.-Y sin agitación -dije yo- ¿el triste avisode un infortunio grande escuchar puedes?-Hombre soy.

-Respondió con calma.

Continuó el diálogo, y parecía que Isidororecobraba todo su genio, pues los versos, inspi-rados por el recelo y la ansiedad, le salían delfondo del alma. Cuando dijo:

¡Infeliz!, ¡la prueba necesito!¡Con que dámela luego!

Me apretó tan fuertemente la muñeca y susrabiosos ojos me miraron con tanta furia, queperdí la serenidad, y por un instante los versosque seguían a aquella demanda, huyeron de mi

Page 439: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

memoria. Pero no tardé en reponerme: le di ladiadema, y poco después la carta.

Mas en el momento en que vi en sus manosel fatal papel, un súbito estremecimiento sacu-dió todo mi ser, y me quedé mudo de espanto.En el color y en los dobleces del papel, en laforma de la letra, que distinguí claramentecuando él fijó en ella la vista, reconocí la cartaque Lesbia me había dado en el Escorial paraMañara, y que después mi ama sustrajo de misropas al llegar a Madrid.

Otelo debía leer en voz alta la carta, quesegún el drama decía: «Padre mío: conozco lasin razón con que os he ultrajado. Vos sólotenéis derecho de disponer de vuestra hija-Edelmira». Pero el pliego que la pícara Pepahabía hecho llegar a sus manos, decía: «AmadoJuan: Te perdono la ofensa y los desaires queme has hecho; pero si quieres que crea en tuarrepentimiento; pruébamelo viniendo a cenarconmigo esta noche en mi cuarto, donde aca-

Page 440: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

baré de disipar tus infundados celos, haciéndo-te comprender que no he amado nunca, nipuedo amar a Isidoro, ese salvaje y presumidocomiquillo, a quien sólo he hablado alguna vezdeseando divertirme con su necia pasión. Nofaltes, si no quieres enfadar a tu -Lesbia.

»P.D. No temas que te prendan. Primeroprenderán al Rey».

Ocurrió una cosa singular. Isidoro leyó elpapel en silencio; sus labios secos y lívidostemblaron, y como si aún creyera que era ilu-sión lo que veía, lo leyó y releyó de nuevomientras el público, ignorando la causa deaquel silencio, mostró su asombro en un sordomurmullo. Isidoro al fin alzó la vista, se pasólas manos por la frente; parecía despertar de unsueño; balbuceó algunas voces terribles, cerrólos ojos, como tratando de serenarse y reanudarsu papel; dio algunos pasos hacia el público yretrocedió luego. Los rumores aumentaron; elapuntador le llamó repitiendo con fuerza los

Page 441: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

versos, hasta que al fin Isidoro se estremeciótodo, su semblante se encendió vivamente,cerró los puños, agitó los brazos, golpeó el sue-lo, y declamó los terribles versos siguientes:

Mira: ves el papel, ves la diadema;pues yo quiero empaparlos, sumergirlos,en la sangre infeliz y detestable,en esa sangre impura que abomino.¿Concibes mi placer, cuando yo veasobre el cadáver, pálido, marchito,de ese rival traidor, de ese tirano,el cuerpo de su amante reunido?

Jamás estos versos se habían declamado enla escena española con tan fogosa elocuencia,con tan aterradora expresión. El artificio deldrama había desaparecido, y el hombre mismo,el bárbaro y apasionado Otelo espantaba alauditorio con las voces de su inflamada ira. Unaplauso atronador y unánime estremeció la

Page 442: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sala, porque nunca los concurrentes habíanvisto perfección semejante.

Después las facciones del moro se alteraron;su rostro palideció: oprimiose el pecho con am-bas manos, y su voz, trocando el áspero tono enotro desgarrador y patético, dijo:

Las recias tempestadesel viento anuncia con terrible ruido;el rayo con relámpagos avisasu golpe destructor, y los rugidosdel león su presencia nos advierten;mas la mujer con ánimo tranquiloy aparentes halagos nos destrozael corazón cual pérfido asesino.

Nueva explosión de entusiastas aplausos.Las mujeres lloraban, algunos hombres no pod-ían conservar su entereza y lloraban también.La concurrencia estaba estremecida, atónita,electrizada, y cada cual, suspensa y postergada

Page 443: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

su propia naturaleza, vivía momentáneamentecon la naturaleza y las pasiones de Otelo.

La representación seguía: fuese Otelo, cam-bió la escena, apareció la cámara de Edelmira.Entretanto, todos me preguntaban la causa dela turbación y desasosiego de Isidoro; mas yono sabía qué responder.

Entre bastidores le buscamos con inquietud,pero no le podíamos ver por ninguna parte, ninadie se daba razón de dónde pudiera encon-trarse. Edelmira dijo los versos de su monólogocon extraordinaria sensibilidad: no cesaba demirar a Mañara, y la vanidosa coquetería de susojos, parecía decir: «¡qué bien represento!»,mientras el afortunado amante, embebecido encontemplarla, parecía contestarle: «¡qué guapaestás!».

Y así era. Lesbia estaba encantadora, con loscabellos sueltos sobre la espalda, y el ligerovestido blanco que le ceñía el cuerpo indolente.

Page 444: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Entró luego Hermancia, la fiel amiga, y Edelmi-ra le contó sus tristes presentimientos. ¡Quétono tan melancólico y dulce tenía su voz alexpresar el temor de la muerte funesta! ¡Cuángrande interés despertaba su pena! Aunque yohabía visto muchas veces la misma tragedia,dentro de la escena, y había perdido toda ilu-sión, en aquella noche sentía un terror inexpli-cable, y me conmovía la suerte de la infeliz einocente Edelmira.

La esposa de Otelo, ansiando desahogar lasofocante angustia de su pecho, toma el arpa yentona la canción de Laura al pie del sauce,cuyos lastimeros quejidos son la voz de lamisma muerte. Edelmira, a quien Manuel Garc-ía había enseñado la hermosa estrofa, cantó condulce y poética expresión. Su voz parecía quenos penetraba hasta los huesos, y nos hacíaestremecer con horripilante escalofrío, como elcontacto de una hoja de acero.

Page 445: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Cesó la canción y sonó la tempestad en el in-terior del teatro. El público estaba tan impre-sionado que ni siquiera aplaudía. AcostoseEdelmira y todo quedó en profundo silencio.Otelo debía aparecer, y en el breve momento enque estuvo la escena muda, profundísimo si-lencio reinaba en la sala. Yo creí sentir el palpi-tar de los corazones; pero sólo escuchaba lasoscilaciones del mío. La más ardorosa inquie-tud se había apoderado de mí, y miré en tornobuscando una persona de confianza a quiencomunicar mis recelos; pero no vi sino el pálidosemblante de mi ama que se esforzaba en reírdiciendo:

-¡Qué bien ha hecho Lesbia su papel! Meconfieso derrotada, pues representa mil vecesmejor que yo. Pero ahora verán ustedes a Isido-ro. Esta noche está más inspirado que nunca.

Observé a Máiquez que ya decía los prime-ros versos de la escena junto al lecho de la ve-neciana. Su rostro aparentaba una serenidad

Page 446: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

meditabunda. Cuando alzó las cortinas del le-cho y dijo con voz calmosa:

No... tú no morirás... ¡cuánto realzansu hermosura estas lúgubres antorchas!

un rumor confuso surgió del apiñado audi-torio; lloraban casi todas las mujeres, y loshombres se esforzaban en sostener el decoro dela insensibilidad. Otelo acerca su rostro al deEdelmira y dice con extasiado amor:

¡Con qué pureza respirar la siento!¿Qué poderoso hechizo es el que arrastrami persona a la suya con tal fuerza?

Edelmira despierta con sobresalto. Otelo di-simula al principio; mas luego no oculta el obje-to que le trae, y Edelmira aterrada y confusa,jura que es inocente. Nada convence al terriblemoro, que mudando de improviso la expresiónde su fisonomía, exclama con ferocidad y des-compuestos ademanes:

Page 447: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Mírame, ¿me conoces... me conoces?

El auditorio se estremeció de terror. Algunasseñoras se desmayaron, y oyéronse voces acon-gojadas que decían: «Piedad, piedad paraEdelmira... es inocente... ese infame Pésaro tie-ne la culpa... que traigan a Pésaro».

Isidoro sacó el papel y lo mostró con fieroademán a Lesbia, quien lanzó un grito terriblesin decir los versos que correspondían en aquelmomento. Otelo se acercó más a Edelmira, yEdelmira hizo un movimiento para saltar dellecho. Se le habían olvidado los versos; pero alfin, dominando un poco su turbación, recordóalgo, y el diálogo siguió así:

EDELMIRA. ¿Y qué quieres decirme?OTELO. Preparaos.EDELMIRA. ¿Pero a qué?OTELO. Este acero os lo señala.

Page 448: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Diciendo esto, Isidoro desenvainó la daga;en lugar de la hoja de madera plateada, vimosbrillar en su mano una reluciente hoja de acero.La conmoción fue general entre bastidores.Lanzose Edelmira del lecho con precipitación yazoramiento, y recorrió la escena gritando co-mo una loca: «¡Favor, favor... que me mata! ¡Alasesino!».

No puedo pintaros lo que fue aquel momen-to en la escena y fuera de ella. Los espectadoresde primera fila trataron de subir al escenario enel momento en que Lesbia perseguida por Isi-doro, fue asida por el vigoroso brazo de éste.En el mismo instante, no pudiendo contenerme,me abalancé hacia la dama como impulsadopor un resorte, y abracéme estrechamente aella. El puñal de Isidoro se levantó sobre mí. Lapresencia inesperada de una víctima extrañahizo sin duda que el moro volviera en sí de sufuriosa obcecación; conmoviose todo, parecióque un velo se descorría ante sus ojos, arrojó el

Page 449: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

puñal, quiso recobrar su aplomo; pronuncióalgún verso tremendo clavando sus manos enmí, como si yo fuera Edelmira; ésta, despren-diéndose de mis brazos, cayó al suelo desma-yada, y al punto nos vimos rodeados de multi-tud de personas. Todo esto pasó en unos cuan-tos segundos.

-XXVI-El escenario se llenó de gente. La condesa,

alzada al instante del suelo, fue objeto de solíci-tos cuidados. Al poco rato desvaneciose sudesmayo, abrió los ojos y dijo algunas palabras.No tenía la más ligera lesión, y todo había con-cluido sin más consecuencias que las del susto.Su palidez y la alteración de su semblante eranextraordinarias; pero aún había entre los cir-cunstantes una persona más alterada y máspálida: era mi ama.

Page 450: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Isidoro parecía embrutecido y avergonzado.Transcurrió media hora, y cuando fue induda-ble que no había ocurrido ninguna desgraciaque se temía, entablose una discusión muy vivasobre aquel acontecimiento, que la mayoría delos presentes consideraba bajo el punto de vistaartístico; y era opinión de muchos que exaltadohasta un extremo de delirio el genio artístico deMáiquez, se identificó con su papel de un modoperfecto.

-Pues lejos de ser el camino de la perfecciónartística -dijo Moratín-, lleva derecho a la co-rrupción del gusto, y extinguirá en las ficcionesel decoro y la gracia, para confundirlas con larepugnante realidad.

-Ni eso es representar, ni eso es nada -dijoArriaza, que como es sabido, detestaba a Isido-ro-. Desde que ese caballero introdujo aquí laescuela francesa, ha corrompido el arte de ladeclamación.

Page 451: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Nunca he visto a Máiquez tan apasionado yfogoso -indicó un caballero que se unió al gru-po-. Me parece que en la escena ha pasado algoextraño a la comedia.

Otro joven acercó sus labios al oído del pri-mero, y por un rato le habló en voz muy baja.Después a los cuchicheos siguieron las risas.Pasó Mañara no lejos de allí, y todos fijaron lavista en él.

-Bien se explica la ferocidad de Isidoro -dijouno.

-Hasta aquí -añadió Moratín-, siempre se leha visto contenerse dentro del límite de lasconveniencias escénicas.

-Me acuerdo de cuando Isidoro era un peda-zo de hielo -dijo Arriaza-. En el teatro no le lla-maban sino el marmolillo.

Page 452: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Es verdad -repuso Moratín-. Pero cuandovolvió de París vino muy corregido, y no puedenegarse que es un actor de gran mérito. En lopatético no tiene igual; en lo trágico suele care-cer de fuego: pero esta noche lo ha tenido conexceso.

-Le he tratado bastante -dijo un tercero-. Eshombre de pasiones enérgicas. Como actor con-sumado, comprende bien que el arte es unaficción, y representando no deja nunca de sercomedido y decoroso. Esta noche, sin embargo,le hemos visto tal cual es.

Otro personaje se acercó al grupo.

-¿Qué le ha parecido a Vd., señor duque, eldesenlace de la tragedia? -le preguntó Arriaza.

-¡Magnífico! Esto se llama representar-contestó el marido de Lesbia-. Parecía aquellola misma realidad. Pero no consentiré que miesposa salga otra vez a la escena. Representa

Page 453: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

demasiado bien y entusiasma y trastorna a losactores que la acompañan.

Un abanico tocó el hombro del señor duque;volviose éste, y Amaranta entró en el corrillo.Todos la saludaron, disputándose a porfía elhonor de dirigirle la palabra. Ella habló así:

-Bien dije a Vd., señor duque, que no habíanada que temer. Un exceso de inspiracióndramática y nada más.

-El exceso es malo en todo: yo creí que laduquesa iba a perecer a manos de Isidoro porun exceso de inspiración.

-Además -dijo Amaranta-, quizás algunacausa que no conocemos...

Al decir esto pareció que los pies de la her-mosa dama habían tocado algún objeto arroja-do en el escenario. Apartose ella vivamente,apartáronse todos, y las faldas de Amaranta, al

Page 454: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

deslizarse sobre el piso, dejaron ver un papelarrugado. Como si aquel papel fuera un tesorode inestimable precio, Amaranta bajose a coger-lo, y después de mirarlo rápidamente, loguardó en su bolsillo. Era la carta fatal, comodiría un novelista.

-¿Alguna causa que no conocemos?...-preguntó el duque continuando la conversa-ción interrumpida.

-Sí -contestó la dama-; y me parece que pue-do sacarle a Vd. de dudas... Pero tengo que ir alcuarto de la González. Allí le aguardo a usted yhablaremos.

Quedaron solos los hombres otra vez. Lamarquesa atravesó la escena preguntando porIsidoro.

-¿Será posible -decía-, que no pueda repre-sentarse La venganza del Zurdillo? ¡Pepa!... ¿Perodónde está Pepa?

Page 455: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Esta pregunta se dirigió a mí, y al instantemarché en busca de mi ama. No estaba en sucuarto, y sí en el de Máiquez, quien una vezpasada la excitación del terrible momento, seesforzaba en aparecer tranquilo y hasta risueño,aunque era fácil conocer que la rabia no sehabía extinguido en su pecho.

-¡Qué broma tan pesada, Isidoro! -dijo lamarquesa asomándose a la puerta-. Aún no mehe recobrado del susto.

-Es verdad, señora -dijo el actor-; pero la se-ñora duquesa tiene la culpa, por la perfeccióncon que ha hecho su papel. Su incomparabletalento tuvo el don, no sólo de transportarla aella, sino de transportarme a mí mismo a laesfera de la realidad. Jamás me ha pasado cosaigual desde que piso las tablas. Un actor inglés,representando en cierta ocasión a Otelo, mató ala cómica que hacía de Desdémona. Esto meparecía inverosímil; pero ahora comprendo quepuede ser verdad.

Page 456: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¿No se suspenderá La venganza del Zurdillo?

-Por ningún caso. Hace falta reír un poco,señora marquesa.

Retirose ésta y después que salieron algunosamigos de Máiquez, que le acompañaban, elactor quedó solo con mi ama y conmigo.

-Ven acá -me dijo el actor, apretándome vi-gorosamente el brazo-. ¿Quién te dio aquellacarta?

Señalé a mi ama.

-Fui yo -dijo ésta-. Quería que conocieras elcorazón de Lesbia.

-¿Por qué no me la diste en otra parte? Mehas puesto al borde del abismo; he estado apunto de cometer un crimen. Mi furor fue tangrande cuando leí aquel papel, que lo olvidétodo, y aunque en el instante que estuve fuerade la escena procuré serenarme, mi cólera se

Page 457: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

encendió más, y... ya sabes lo que pasó. Cuandola vi en la escena final quise contenerme; perosus miradas, su acento, me irritaban cada vezmás, y sentí en mí una crueldad, una ferocidadque nunca había conocido. Recordaba sus tier-nas promesas, sus apasionados arrebatos deamor, su falsa sencillez, y por un momento creíque hasta era un deber castigar a aquel mons-truo de falsedad e hipocresía. Cuando saqué elpuñal y advertí que era una hoja de acero, ex-perimenté un placer indecible. ¡Ay, Pepa! ¡Quémomento! No sé cómo no la maté; no sé cómoen aquel instante no me perdí y me deshonrépara siempre. Si Gabriel no se hubiera abrazadoa ella cubriéndola con su cuerpo, creo que aestas horas... no lo quiero pensar.

-A estas horas -dijo mi ama-, estarías lloran-do sobre el cadáver de tu amante, herida por tupropia mano.

-No, Pepa, no; ya no la amo. La lectura de lacarta ha ahuyentado de mí todo sentimiento

Page 458: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

amoroso: ya no tengo para ella más que undesprecio, una repugnancia de que no puedesformar idea. Me espanto de haber amado a se-mejante mujer. Pero di: ¿fuiste tú quien trocó elpuñal de teatro por la hoja de acero?

-Sí; yo fui.

-¿Luego tú -exclamó con asombro, lo prepa-raste todo? ¿Qué interés, qué intención...?

-¡La aborrezco con toda mi alma!

-¡Y quisiste hacerme instrumento de un cri-men! Hace poco hablabas de tu venganza. ¿Porqué aborreces a Lesbia?

-La aborrezco porque... la aborrezco.

-¿Y no te remuerde la conciencia de un sen-timiento que te lleva hasta el crimen?

-¡La conciencia!... ¡Un crimen! -dijo mi amacon cierta enajenación, y después ocultando el

Page 459: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

rostro entre las manos empezó a llorar amar-gamente, exclamando-. ¡Oh! ¡Dios mío, quédesgraciada soy!

-Pepa, ¿qué tienes? ¿qué es eso? -dijo Isidorosentándose junto a ella, y apartándole las ma-nos del rostro-. Pero tú... Con que tú... De modoque tú...

Dieron golpes en la puerta, y una voz dijo:«El sainete: que va a empezar el sainete».

El aviso no distrajo a los dos actores. Pepaseguía llorando e Isidoro lleno de asombro.

-XXVII-Creí prudente retirarme, no sólo porque allí

no hacía falta ninguna, sino porque en mi men-te bullía, inquietándome mucho, un proyectoque al fin decidí poner en ejecución sin pérdidade tiempo. Dirigime lleno de resolución al cuar-

Page 460: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

to de mi ama. Amaranta estaba allí y estabasola.

-¡Oh Gabriel! -me dijo- ¿tienes valor parapresentarte delante de mí? ¿Sabes que tienes unmodo singular de despedirte? Veo que eres unfarsantuelo de quien nadie debe fiarse. Di: ¿esesa la lealtad con que tú acostumbras pagar atus favorecedores?

-Señora -repuse desafiando el rayo de susojos, como el marino desafía la tempestad-, eloficio a que usía me pensaba dedicar en palaciono era de mi gusto. Si no me despedí de miama, fue porque el temor de que me prendieranme obligó a salir del real Sitio.

-No puedo negar -dijo riendo-, que te burlas-te con mucha gracia del licenciado Lobo. Biendecía yo que eras un chico de mucha disposi-ción. Pero el talento más fecundo permaneceoculto hasta que encuentra ocasión de mostrar-se. Aquel rasgo de ingenio habría sido comple-

Page 461: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

to, habría sido sublime, si me hubieras entrega-do la carta.

-No me la habían dado para usía.

-Lo cierto es que no fue a poder de su dueña.Pepa te la quitó, y ha hecho de ella el uso quesabes. Tampoco ella quiso entregármela; pero alfin la casualidad la ha traído a mis manos. ¿Laves?

-Creo que usía me la entregará, porque esacarta es mía, me pertenece, tengo que devolver-la a su dueño -dije con resolución.

-¡Devolvértela! ¿Tú estás loco? -exclamóAmaranta riendo como quien oye un gran des-propósito.

-Sí señora, porque el recobrarla es para míuna cuestión de honor.

Page 462: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Honor! -dijo la dama riendo más fuerte.¿Acaso tienes tú honor? ¿Sabes tú lo que es eso,chiquillo?

-¿Pues no he de saber? -respondí-. Cuandousía me propuso el oficio de espía, sentí que seme subía un calorcillo a la cara; y me parecióque me estaba viendo a mí mismo en aquelempleo y en los de engañar, fingir y mentir... yviéndome me daba espanto... y un sudor se meiba y otro se me venía, porque el Gabriel que mimadre echó al mundo, se entretiene a vecesoyendo lo que él mismo se dice por dentroacerca de la manera de ser caballero decente yhonrado. Cuando la señora duquesa me pidiósu carta, y yo no podía dársela sentí el mismoembarazo... y también me ocurrió que no de-volviendo el papel y permitiendo que otraspersonas sigan haciendo mal uso de él, el Sr.Gabrielillo no vale dos cuartos. Si esto no es elhonor, que venga Dios y lo vea.

Page 463: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Amaranta pareció muy sorprendida de estasrazones, y me dijo con bondad:

-Tales ideas no son propias de ti. Tiempotienes, cuando seas mayor, de tener todo elhonor que quieras. Cada vez te encuentro máspropio para desempeñar a mi lado los empleosde que te hablé. Me parece que has empezadobien el curso en la universidad del mundo; y omucho me engaño, o te bastarán pocas leccio-nes más, para ser maestro.

-Creo que usía no se equivoca -respondí-, yen cuanto a las lecciones que usía me ha dado,me parece que han sido de provecho.

-¿Y no renuncias a tus proyectos de ser...como decías?... -me preguntó irónicamente.

-No señora, sigo en mis trece -contesté sinturbarme-, y a lo mejor va a tener usía el gustode verme príncipe o tal vez de rey en cualquierreino que las damas de la corte sacarán para mí.

Page 464: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Si no hay más que ponerse a ello, como diceInesilla.

-Pero di, chiquillo: ¿de veras creíste tú queya te estaban labrando la espada de general o lacorona de duque?

-Como esta es noche. Y usía, que se me figu-raba una divinidad bajada del cielo para favo-recerme, acabó de trastornarme el juicio, en-señándome lo que debía hacer para echarme acuestas el manto regio o cuando menos paraponerme los galones de capitán general.

-Parece que te burlas; ¿qué quieres decir?

-Digo que desde que usía me dijo que el ca-mino de la fortuna estaba en escuchar tras delos tapices, y llevar y traer chismes de cámaraen cámara, se han arreglado las cosas de talmodo, que sin querer estoy descubriendo secre-tos, y aunque quiero taparme las orejas, las pi-caronas se empeñan en oír...

Page 465: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-¡Ah! Tú quieres revelarme algo que has oí-do -dijo Amaranta con complacencia-. Siéntatey habla.

-Lo haré de buena gana, si usía me devuelvela carta de la señora duquesa.

-Eso no lo pienses.

-Pues entonces callaré como un marmolejo.En cambio contaré una historia parecida a laque usía me refirió, aunque no es tan bonita.No la he leído en ningún libro viejo, sino que laoí... Estas condenadas orejas mías...

-Pues empieza -dijo la condesa con algunaperplejidad.

-Hace quince años había en Madrid una da-mita muy guapa, muy guapa, que se llamaba...no me acuerdo su nombre. Esto no pasaba enningún reino apartado ni antiguo, sino en Ma-drid, y no se trata de sultanes ni de grandes ni

Page 466: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

pequeños visires, sino de una damita muy lin-da, la cual damita se enamoró de un joven debuena familia que vino a la corte a buscar for-tuna. Parece que los padres se oponían; pero ladamita amaba ciegamente al joven; y como to-do lo vence el amor, entre éste y el demonioproporcionaron a los dos jóvenes entrevistassecretas que...

Amaranta se puso pálida, y su mismo asom-bro la tenía muda.

-Pues es el caso que la damita dio a luz unacriatura -continué.

-No estoy aquí para oír necedades -dijoAmaranta dominando su ira.

-Pronto concluyo. Dio a luz una criaturita:huyó el joven a Francia temiendo ser persegui-do, y los padres de la damita se dieron tan bue-na maña para echar tierra a aquel negocio, quenada se supo en la corte. La damita se casó

Page 467: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

después con el conde de no sé cuántos... y nadamás.

-Veo que eres rematadamente necio. Noquiero oír más tus simplezas -dijo la dama, cu-yo semblante se cubría de vivísimo carmín.

-Aún falta un poquito. Más tarde lo descu-brieron algunas personas; y hablaron de esto ensitio donde yo lo oí; pero como soy tan curioso,y ahora ando amaestrándome en los chismes yenredos para ver si llego a general o a príncipe,no me contento con aquellas noticias y voy aque me dé más una mujer que vive orillas delManzanares, junto a la casa de D. FranciscoGoya.

-¡Oh! -exclamó Amaranta furiosa-. Sal deaquí, desvergonzado mozalbete. ¿Qué me im-portan tus ridículas historias?

-Y como estas noticias no tienen valor hastaque no se traen de aquí para ahí, pienso comu-

Page 468: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

nicárselas a la señora marquesa para que meayude en mis pesquisas. ¿No cree usía señoracondesa, que esta es una excelente idea?

-Veo que sabes manejar la calumnia y las ba-jas y miserables intrigas. Supongo quién habrásido tu maestro. Vete Gabriel, me repugnas.

-Me iré y callaré; pero es preciso que usía mevuelva la carta.

-Miserable rapaz: ¡quieres burlarte de mí,quieres medir conmigo tus indignas armas!-exclamó levantándose de su asiento.

Su actitud decidida me turbó un poco; perohice esfuerzos por reponerme, y continué así:

-Para hacer fortuna no hay medio mejor queel espionaje y la intriguilla: el que posee secre-tos graves lo tiene todo, y ahora salimos conque voy a conseguir dos mitras, ocho canonjías,veinte bastones de coronel, cien capellanías y

Page 469: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

mil plazas de contaduría para todos mis ami-gos.

-Déjame, no quiero verte. ¿Has oído?

-Pero antes me dará usía la carta. Si no he dellevar un recadito a la señora marquesa, o alseñor diplomático, que como hombre reservadono lo dirá a alma viviente.

-¡Ah!, imbécil, cuánto te desprecio -dijo re-volviendo en su bolsillo con febril inquietud-.Toma, toma la carta, vete con ella, y jamásvuelvas a ponerte delante de mí.

Diciendo esto, arrojó en el suelo la carta querecogió un servidor de ustedes.

Después, sentándose de nuevo, volvió haciamí su rostro siempre bello, y me dijo:

-¡Quién te ha enseñado esas travesuras? Eresun necio.

Page 470: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-De los necios se hacen los discretos -contesté-. Dando con un buen maestro... Si usíano me hubiera despabilado tanto... Oyendo yviendo se aprende mucho, señora; y yo, desdeque entré al servicio de usía hasta hoy, no hedesperdiciado el tiempo. Bien haya quien meha abierto los ojitos que ven y las orejitas queoyen. Para ser discreto es preciso haber sidotonto.

Cuando pronuncié esta extraña sentencia,Amaranta echó sobre mí una mirada de orgu-lloso desdén, y señalome la puerta. ¡Ay!, estabahermosa, hermosa como nunca. Su nobleademán, sus mejillas teñidas de leve púrpura,el incendio de sus ojos, la agitación de su senoencantaban la vista, y no era posible aborrecer-la. Indudablemente, señores, el mal es a veceslindísimo.

Ya me marchaba, cuando entró el señor du-que acompañado del diplomático.

Page 471: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Aquí estoy, Amaranta -dijo el primero-. Mehabló Vd. de causas que no conocemos...

-No le hagas caso, sobrina -exclamó el mar-qués-. ¿Pues no ha dado en la flor de estar celo-so? Y dice que en el caso de Otelo él haría lomismo.

-Sí -dijo el duque-. Si yo sospechara de mimujer la mataría.

-No me refería a nada que no fuese algúnmotivo artístico -indicó secamente Amaranta.

-No consiento que mi mujer salga más a lastablas en compañía de ese bárbaro Otelo. Lapobrecita debe de haber padecido mucho. Peroveo que en mi ausencia han ocurrido grandesnovedades. Parece que también han queridoponerla presa. ¡Pobre cordera mía! ¿Cómo esposible que haya dado motivos para eso...? Si esla bondad, si es la dulzura en persona.

Page 472: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Son tantos los que han sido incluidos en lacausa... -dijo Amaranta-. Pero por mediaciónmía se la puso al instante en libertad.

-¡Oh!, gracias, querida condesa. Verdad esque Lesbia es amiga de Vd. desde la infancia, yentre amigas... ¿Y no se la molestará más?

-No -dijo el diplomático-. Felizmente puedearrancarse de la causa todo lo que conviene,¿no es verdad, sobrina?

-Sí; precisamente se ha hecho eso con todo loque se refiere al Príncipe, porque como ha con-fesado y hecho acto de contrición de todas susfaltas... Los jueces tienen buena mano, y supri-mirán todo lo que se quiera, dejando la causatal como convenga presentarla al público.

-Eso está muy bien dispuesto -afirmó el di-plomático-, y prueba que hay tacto en el Go-bierno. ¿Y Napoleón?

Page 473: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Napoleón ha exigido que no se le nombrepara nada, y por esto ha sido preciso eliminartambién cuanto a él se refiere. Aunque constaque el Príncipe le escribió y tuvo tratos con suembajador, los jueces se comerán todas las de-claraciones y documentos en que esto se vea,para que Bonaparte quede contento.

-Bien, bien, eso me tranquiliza -afirmó el di-plomático con mucho énfasis-, y así lo pondréen conocimiento del Príncipe Borghese, delpríncipe Piombino, de S.A. el gran duque deAremberg. Por supuesto, os encargo que nodigáis a nadie mis propósitos; ¿lo oyes Ama-ranta? ¿Lo oye usted, señor duque? ¡Ah!, alduque no se le puede confiar un secreto. Todolo dice.

-¿Qué? -preguntó Amaranta.

-Por más que me empeño en que la más ab-soluta reserva sirva de impenetrable velo a loque ocurre entre la González y yo...

Page 474: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

El señor marqués no abandona sus antiguasmañas -dijo el duque.

-No hijo; es que sin saber cómo ni cuándo...Nada he puesto de mi parte. Hace tiempo quePepita ha manifestado que hallaba en mí ciertoencanto... Pero la pícara no se cuida de disimu-lar; ahora mismo, durante el sainete, me echabaunas miradas... ¡Y qué bien ha representado!Nunca la he visto tan alegre, tan graciosa, tanjuguetona, tan vivaracha. La verdad es que meestá comprometiendo. ¿Lo creerás, sobrina? Yome empeño en ocultarlo, porque... ya sabes...ese es mi carácter, y ella... pero si todo el mun-do lo sabe. Al concluir el sainete, no he podidomenos de acercarme a ella, y le he dicho: «Di-simule usted Pepa, no olvide usted que la re-serva es hermana gemela de la... digo, delamor». Sin duda por obedecer esta advertencia,se ha marchado con Isidoro, fingiéndose muycontenta en su compañía. Ambos iban muy

Page 475: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

amartelados, y cualquiera menos listo que yo,los habría tenido por amantes.

-Tal vez -dijo Amaranta.

Salí del cuarto. Cuando después de buscarávidamente a Lesbia por el escenario, di conella al fin y la entregué la carta, me dijo conmucha ansiedad mientras la guardaba:

-¡Ah, Gabrielillo! Esta noche me has salvadola vida dos veces.

-XXVIII-No quise estar más allí; salí decidido a huir

para siempre del vergonzoso arrimo de cómi-cos y danzantes, de damas intrigantuelas y dehombres corrompidos y fatuos. Al salir, un vi-vo deseo de correr a casa de Inés llenaba mialma toda. Volé al cuarto piso tomando la pe-

Page 476: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

queña escalera, y por el camino, en mi precipi-tada marcha, iba arrojando los postizos y ador-nos que me habían servido para la representa-ción. Aquí dejé las barbas y bigotes, allí lasplumas de mi sombrero, más allá la escarcela, ypor último eché a rodar el tahalí y el collar. Meparecían prendas de ignominia que no debíanir sobre mí al presentarme en la casa del reposo.

Subí y entré: el padre Celestino me abrió lapuerta, y al punto advertí que sus ojos habíanllorado.

-La pobre doña Juana ha muerto hace doshoras -dijo contestando a mis preguntas.

Esta noticia dio a todo mi ser el frío y la in-movilidad de una estatua. Sepulcral silencioreinaba en la casa. En el fondo del pasillo vi lapuerta de la sala, cuyo recinto iluminaba unaclaridad rojiza. Acerquéme con pasos lentos yconteniendo con la mano el latir de mi corazónque parecía querer salírseme del pecho. Desde

Page 477: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

el umbral vi el cuerpo de la santa mujer vestidode negro, y sobre el mismo lecho en que habíasido abandonado por el alma: sus manos cru-zadas en actitud de orar, sus cerrados ojos y laapacible y tranquila expresión de su semblanteblanco como el mármol, más que el aspecto dela triste muerte, dábanle la fisonomía propia deun recogimiento meditabundo y de aquelmístico sueño que es en las gentes de exaltadapiedad, como un viaje al cielo para volver.

Junto a ella, y sentada en el suelo, con la ca-beza entre las manos y apoyada en el lecho,estaba Inés. Su llanto tranquilo era el naturaldesahogo de un dolor resignado, propio dequien acostumbraba a relacionar las penas y lasalegrías con la voluntad de arriba. No hizo mo-vimiento alguno para mirarme, ni yo segura-mente lo merecía. Una sola vela de cera, cuyallama puntiaguda y movible señalaba al cielocon leve oscilación, iluminaba la silenciosa sala;y las imágenes de vírgenes y santos que había

Page 478: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

en la pared, como afectadas del fúnebre cuadro,parecían tener en sus rostros inusitada grave-dad.

A pesar de mi aflicción, yo experimentabaante aquel espectáculo una especie de aliviomoral que me es imposible expresar con pala-bras. Aquella tranquilidad que acompañaba auna gran pena, aquella paz de espíritu quecubría el dolor, como las alas del misteriosoángel protegen el alma, al salir turbada y teme-rosa del cuerpo pecador; aquel silencio de lamujer muerta, que me hacía oír en lo profundode mi mente un lejano y celeste coro de triun-fante música; el sereno llorar de la huérfana,cuyo dolor modesto no acusaba a la suerte, ni ala casualidad, ni a otro alguno de los irrisoriosdioses que ha creado el holgazán entendimien-to humano; aquel aspecto de resignación; elreposo imperturbable que ni aun la muertehabía alterado en aquella mansión de la con-ciencia pura, de los deberes, de la religión, del

Page 479: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

sencillo amor, fueron para mi espíritu como unaura serena, como un templado y regeneradorambiente que equilibra y uniforma la atmósferapor tempestades revuelta o agitada por opues-tas corrientes. Jamás he podido comparar conmás propiedad mi alma con la imagen de unterso lago, de igual y no alterada superficie, nijamás he distinguido con tanta claridad el leja-no fondo. Cual si mi pecho hubiese estado porlargo tiempo privado de fácil respiración, mispulmones se dilataron y mi aliento sacaba delcorazón un gran peso...

El cura me sacó de tales abstraccionesllamándome fuera.

-La pobre Juana -me dijo enjugando unalágrima-, no tuvo tiempo de ver satisfecho eldeseo de toda mi vida.

-¿Pues qué? Vd...

Page 480: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

-Sí, hijo mío; poco antes de su muerte recibíeste papel en que se me nombra ecónomo de laiglesia parroquial de Aranjuez. Al fin se me hahecho justicia. No me ha cogido de nuevo, ybien te decía yo que había de ser esta semana.¿Ves, Gabrielillo? Dios ha acudido oportuna-mente a nosotros en esta desgracia. Ya Inés noquedará desamparada, ni tendrá que pedirauxilio a los parientes de Juana.

-¡Pobre Inés! -exclamé-. A ella consagraré mivida entera. Viviré por ella y sólo por ella.

-¡Ah! -dijo el clérigo-. Ocurre una cosa singu-larísima, querido Gabriel. ¿Sabes que la pobreJuana me ha hecho antes de morir una revela-ción que... a ti puedo confiarlo porque casi eresde la familia.

-¿Qué?

-Después que confesó, llamome aparte y medijo que Inés no es hija suya... ¡Si vieras qué

Page 481: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

historia tan singular! Estoy confundido, absor-to. Pues, sí, Inés no es hija suya, sino de unagran señora que...

-¿Qué dice usted? -exclamé con el mayorasombro.

-Lo que oyes: la verdadera madre... ya com-prenderás que en esto hubo una de esas secre-tas aventuras, que deshonran a una noble fami-lia. La verdadera madre abandonó a esa pobreniña, y... ya te contaré despacio.

-Pero el nombre, el nombre de esa señora eslo que quiero saber.

-Juana iba a revelármelo: su relación la habíafatigado mucho, y la palabra tembló en sus la-bios ya paralizados por la muerte.

Tal noticia produjo en mí espantosa confu-sión: volví a la sala y contemplé a la muerta,

Page 482: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

casi esperando que sus labios pudieran articu-lar el deseado nombre.

-¿Es posible, Dios mío -dije dirigiendo mimente al cielo-, que no hagas bajar un rayo devida a este yerto cadáver para que su fría len-gua se mueva y pronuncie una sola palabra?

En mi ansiedad, hasta tuve por un momentola esperanza de que el cadáver reanimado pormis ruegos, volviese a la vida para revelarme elmisterio del nacimiento de Inés.

-¡Qué loco soy! -dije después-. No faltaránmedios de averiguarlo.

Desde entonces Inés fue para mí el resumende la vida. Si antes no la hubiera amado, sudesgracia me habría inclinado con invenciblefuerza hacia ella. Empleé los dos mil reales enel entierro de la difunta, y en el viaje que elpadre Celestino y la huérfana hicieron a Aran-juez, donde se instalaron. Yo regresé a Madrid.

Page 483: Episodios Nacionales. La corte de Carlos IV¡sicos en Español/Benito... · co de perla, del Elixir de Circasia, de la Pomada a la Sultana, o de losPolvos a la Marechala, drogas muy

Inés, reclamada después por los parientes dedoña Juana, sufrió martirios y desgracias, cuyorecuerdo hace aún estremecer de angustia micorazón. Creímos al fin asegurada nuestra feli-cidad; pero vinieron aciagos y terribles días:vino la revolución de Aranjuez, vino el Dos deMayo, día de sangre y luto; los franceses inmo-laron muchas víctimas; Inés cayó en poder delos invasores... pero ahora me faltan fuerzaspara relatar tan horrorosos acontecimientos.Estoy fatigado y necesito tomar aliento paraseguir contando.

Madrid, Abril-Mayo de 1873.

FIN DE LA CORTE DE CARLOS IV.