entre tiempos y distancias · 2016. 12. 13. · su edad, su ídolo; las distancias pueden ser...

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Fidencio Treviño / / / / Correo-e: [email protected] NUESTRO MUNDO La infancia, adolescencia y juventud vivida en los pueblos, barrios, callejuelas y lugares viven en el recuerdo como testigos en ruinas de lo que el tiempo no tuvo compasión y arrebató Las distancias separan las ciudades, las ciudades destruyen las costumbres... José A. Jimenez D e pronto la nostalgia invade a los individuos, los reem- bolsos de sus recuerdos son quebrados por las distan- cias, por los años, los tiempos idos y los sueños sepultados. Las distancias, esas que hacen la diferencia entre herma- nos, padres, hijos y amigos, estos últimos en ocasiones se vuelven más recordados que los mismos parientes. La infancia, adolescencia y juventud vivida en los pue- blos, barrios, callejuelas y lugares viven en el recuerdo como testigos en ruinas de lo que el tiempo no tuvo compa- sión y arrebató de la memoria, sólo quedaron los restos que el despiadado tiempo dejó; porque el pobre no tiene memo- ria, sólo guarda recuerdos que pueden ser grises, opacos, antiguas fotos de color sepia, como los del campesino que emigra a la ciudad, el Jacinto Cenobio, que sigue añoran- do su tierra que, aunque yerma, era su sostén; llega a un mundo deshumanizado, sin lugar para cobardes, viviendo a la defensiva, con ruidos y violencia, pero a fuerza de todo tiene que cambiar sus costumbres, amoldarse a otra tipo de vida, olvidarse de la quietud de sus comunidades ale- jadas del mundano ruido, tal vez por eso vive siempre con la esperanza nostálgica de volver aunque sea en mortaja a su pueblo, rancho o comunidad; esa lejanía sigue cerca aunque los montes, cerros y montañas fueron cambiados por la atroz modernidad de acero, concreto y vidrio. O como los de aquellos hombres y mujeres que lle- gan de lejanas tierras desde otros continentes, que reco- rrieron y traspasaron las grandes aguas buscando algo que no perdieron ni era suyo, ayudados por su espíritu aventurero y una rosa de los vientos que los hizo cam- biar de todo, de rumbo, comida, vestimenta e idioma; al- gunos, una minoría, regresa, pero la gran mayoría vive con la nostalgia de sus hogares, suelos secos, sus selvas, sus aguas, sus arenas, sus valles o montañas y sus entra- ñables seres queridos en esa despedida de espalda con espalda, en donde no se ve nada por las distancias, las latitudes o porque las lágrimas apocan sus sentimientos. Evocar reminiscencias con cartas, fotos color ocre, canciones y esos felices o infelices momentos que por nada se cambian y hacen pensar en voz alta: “Si tuviese otra oportunidad lo viviría de nuevo”. Los recuerdos surgen a la distancia del tiempo de cuando se fue niño, la adolescencia, la época de estudian- te con miles de limitantes ¿Qué fue de mis compañeros de escuela, de los profes tan respetados…? El primer encuentro con los ojos candorosos del amor de aquel o aquella cuyo nombre también el tiempo borró, aquellos barrios pobres con calles de tierra, sin servicios, comuni- dades olvidadas, casas ruinosas en las que cada adobe ca- carizo es un retablo y una pizca de historia de sus pueblos. Así es y será la vida, repleta de recuentros y despedidas, de viajes con boleto sólo de ida, caminos largos que sin com- pasión alguna separan a las personas, la trashumancia del hombre, de mujeres y familias desplazadas por la guerra, la miseria, por trabajos, por intereses, por miedo y que sin em- bargo regresan en sus pensamientos con sentimientos en- contrados, buscando escapar de recuerdos de esas lejanías, de una persona en especial que fue el ícono de su pueblo, de su edad, su ídolo; las distancias pueden ser largas o cortas, pero el tiempo nunca más volverá a ser lo que fue. La fría tecnología impone ahora nuevas reglas de sa- ludar o saber de parientes o amigos peregrinos, sin em- bargo este acercamiento da más motivos a la nostalgia y a la vez día a día crece más la distancia de ese sentimiento. El destino de muchos es vivir siempre atrapados en el tiempo y separados por las distancias, por designios natu- rales o celestiales. Millones de aves, peces y otros animales regresan al lugar donde nacieron, recorren distancias in- creíbles por tierra, aire y agua, sin embargo, el hombre con sus tecnologías casi capaces de convertir el agua en polvo, aún tiene esos limitantes y esta capacidad se limita a un hondo suspiro y a revivir sus recuerdos, que entre distan- cias y tiempos se difuman como el humo de un cigarrillo. Entre tiempos y distancias 58 SIGLO NUEVO

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Page 1: Entre tiempos y distancias · 2016. 12. 13. · su edad, su ídolo; las distancias pueden ser largas o cortas, pero el tiempo nunca más volverá a ser lo que fue. La fría tecnología

Fidencio Treviño ///// / / Correo-e: [email protected]

NUESTRO MUNDO

La infancia, adolescencia y juventud vivida en los pueblos, barrios, callejuelas y lugares viven en el recuerdo como testigos en ruinas de lo que el tiempo no tuvo compasión y arrebató

Las distancias separan las ciudades,las ciudades destruyen las costumbres...

José A. Jimenez

De pronto la nostalgia invade a los individuos, los reem-bolsos de sus recuerdos son quebrados por las distan-

cias, por los años, los tiempos idos y los sueños sepultados. Las distancias, esas que hacen la diferencia entre herma-nos, padres, hijos y amigos, estos últimos en ocasiones se vuelven más recordados que los mismos parientes.

La infancia, adolescencia y juventud vivida en los pue-blos, barrios, callejuelas y lugares viven en el recuerdo como testigos en ruinas de lo que el tiempo no tuvo compa-sión y arrebató de la memoria, sólo quedaron los restos que el despiadado tiempo dejó; porque el pobre no tiene memo-ria, sólo guarda recuerdos que pueden ser grises, opacos, antiguas fotos de color sepia, como los del campesino que emigra a la ciudad, el Jacinto Cenobio, que sigue añoran-do su tierra que, aunque yerma, era su sostén; llega a un mundo deshumanizado, sin lugar para cobardes, viviendo a la defensiva, con ruidos y violencia, pero a fuerza de todo tiene que cambiar sus costumbres, amoldarse a otra tipo de vida, olvidarse de la quietud de sus comunidades ale-jadas del mundano ruido, tal vez por eso vive siempre con la esperanza nostálgica de volver aunque sea en mortaja a su pueblo, rancho o comunidad; esa lejanía sigue cerca aunque los montes, cerros y montañas fueron cambiados por la atroz modernidad de acero, concreto y vidrio.

O como los de aquellos hombres y mujeres que lle-gan de lejanas tierras desde otros continentes, que reco-rrieron y traspasaron las grandes aguas buscando algo que no perdieron ni era suyo, ayudados por su espíritu aventurero y una rosa de los vientos que los hizo cam-biar de todo, de rumbo, comida, vestimenta e idioma; al-gunos, una minoría, regresa, pero la gran mayoría vive con la nostalgia de sus hogares, suelos secos, sus selvas, sus aguas, sus arenas, sus valles o montañas y sus entra-ñables seres queridos en esa despedida de espalda con

espalda, en donde no se ve nada por las distancias, las latitudes o porque las lágrimas apocan sus sentimientos.

Evocar reminiscencias con cartas, fotos color ocre, canciones y esos felices o infelices momentos que por nada se cambian y hacen pensar en voz alta: “Si tuviese otra oportunidad lo viviría de nuevo”.

Los recuerdos surgen a la distancia del tiempo de cuando se fue niño, la adolescencia, la época de estudian-te con miles de limitantes ¿Qué fue de mis compañeros de escuela, de los profes tan respetados…? El primer encuentro con los ojos candorosos del amor de aquel o aquella cuyo nombre también el tiempo borró, aquellos barrios pobres con calles de tierra, sin servicios, comuni-dades olvidadas, casas ruinosas en las que cada adobe ca-carizo es un retablo y una pizca de historia de sus pueblos.

Así es y será la vida, repleta de recuentros y despedidas, de viajes con boleto sólo de ida, caminos largos que sin com-pasión alguna separan a las personas, la trashumancia del hombre, de mujeres y familias desplazadas por la guerra, la miseria, por trabajos, por intereses, por miedo y que sin em-bargo regresan en sus pensamientos con sentimientos en-contrados, buscando escapar de recuerdos de esas lejanías, de una persona en especial que fue el ícono de su pueblo, de su edad, su ídolo; las distancias pueden ser largas o cortas, pero el tiempo nunca más volverá a ser lo que fue.

La fría tecnología impone ahora nuevas reglas de sa-ludar o saber de parientes o amigos peregrinos, sin em-bargo este acercamiento da más motivos a la nostalgia y a la vez día a día crece más la distancia de ese sentimiento.

El destino de muchos es vivir siempre atrapados en el tiempo y separados por las distancias, por designios natu-rales o celestiales. Millones de aves, peces y otros animales regresan al lugar donde nacieron, recorren distancias in-creíbles por tierra, aire y agua, sin embargo, el hombre con sus tecnologías casi capaces de convertir el agua en polvo, aún tiene esos limitantes y esta capacidad se limita a un hondo suspiro y a revivir sus recuerdos, que entre distan-cias y tiempos se difuman como el humo de un cigarrillo.

Entre tiempos y distancias

58 • S I G L O N U E V O