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Entre la ruta y el barrio

Anlisis de la Sociedad Argentina Pucciarelli -1 Cuatrimestre 2006

Entre la ruta y el barrio

Maristella Svampa y Sebastin Pereyra

Introduccin

Histricamente, el desarrollo de un movimiento de desocupados no ha aparecido como algo necesario ni evidente. A la problemtica vinculada con el hecho de que los desocupados se hallan fuera de la estructura social y no ocupan ningn lugar, muchos aaden otra dimensin que remite a la heterogeneidad de las bases y de las trayectorias sociales. En las sociedades latinoamericanas tradicionalmente los individuos han dependido de los mecanismos de integracin sistmica y mucho ms de las redes de supervivencia que la sociedad ha ido generando desde sus propios contextos de pobreza. Argentina aparece como uno de los pocos pases de Latinoamrica en el cual lo que se ha dado en llamar sociedad salarial tuvo un fuerte desarrollo. Es decir, fue una sociedad relativamente bien integrada desde el punto de vista social. Esta integracin se realiz en un contexto de pleno empleo, a travs de instituciones que fueron posibilitando la incorporacin de un amplio sector de los trabajadores urbanos, en trminos de derechos sociales, proteccin social y estabilidad laboral. Las hondas transformaciones que sacudieron el pas en los ltimos treinta aos como producto de determinadas polticas neoliberales, terminaron por reconfigurar completamente las bases de la sociedad. Este proceso de empobrecimiento, vulnerabilidad y exclusin social arranca en los aos 70, con la dictadura militar y tiene su punto de inflexin en 1991, con la asuncin de Menem; por ltimo encuentra su aceleracin mayor luego de 1995, con la acentuacin de la recesin econmica y la entrada a la desocupacin masiva.

Durante esos aos, un enorme contingente de trabajadores fue expulsado del mercado de trabajo formal, mientras que otro sufri las consecuencias de la precarizacin o busco refugio en las actividades informales, como estrategia de supervivencia. En suma el Estado no contaba con redes de contencin ni centros de formacin o reconversin laboral, pero tampoco se propuso desarrollarlos, a la luz de este proceso de descolectivizacin, en el momento de aplicar crudas medidas de flexibilizacin o licenciamientos masivos. Este conjunto de hechos y factores nos permite comenzar a responder porqu en la Argentina existe un movimiento de desocupados, cuya expansin y relevancia lo ha llevado a erigirse en una suerte de caso nico en el mundo.Gran parte de los comentarios y las reflexiones, indagan sobre tres dimensiones mayores que acompaan la experiencia piquetera, a saber: la recomposicin, la fragmentacin y la represin. La primera expresa las organizacin piqueteras son portadoras de novedosos elementos de recomposicin, a la vez social y poltica. La segunda, apunta al reconocimiento de la fragilidad de esta recomposicin, dada la fragmentacin social y las controversias poltico-ideolgicas que recorren el espacio piquetero, visibles sobre todo a partir de 2001. La tercera nos habla de la represin cristalizada en diferentes oportunidades- que pesa sobre estas experiencias. As la emergencia y el desarrollo de las organizaciones de desocupados est jalonada por una intensa campaa de juicializacin y criminalizacin del conflicto social, a travs de la persecucin, la detencin y el procesamiento de dirigentes piqueteros.

Las dos vertientes del movimiento piquetero

El movimiento piquetero, reconoce dos afluentes fundamentales: por un lado, reenva a las acciones disruptivas, evanescentes y por momentos unificadoras, de los piquetes y puebladas del interior, resultado de una nueva experiencia social comunitaria vinculada al colapso de las economas regionales y a la privatizacin acelerada de las empresas del Estado realizada en los 90; por el otro lado, remite a la accin territorial y organizativa gestada en el conurbano bonaerense y ligada a las lentas y profundas transformaciones del mundo popular, producto de un proceso de desindustrializacin y empobrecimiento creciente de la sociedad argentina que arranc en la dcada de los 70. El primer afluente nos emplaza en la perspectiva de la ruptura, tanto como en el segundo la perspectiva de la continuidad. Podramos decir que el movimiento piquetero nace all donde la desarticulacin de los marcos sociales y laborales se realiza de manera brusca y vertiginosa. As la cuna del movimiento piquetero est en las lejanas ciudades petroleras, Cutre-CO y Plaza Huincul, en Neuqun y sobre todo, Mosconi y Tartagal, en Salta; esto es, ciudades cuya vida estaba estructurada en torno a YPF, la mayor empresa productiva del Estado. El ao 1997 marca la inflexin para el naciente movimiento; entonces los cortes de ruta comienzan a reproducirse en todo el pas. Como suele suceder el efecto contagio es tal que no reconoce fronteras pero tampoco discrimina categora sociales: agricultores, camioneros, empleados estatales, desocupados

Es tambin a partir de 1996-1997 cuando se constata la intervencin de aquellos actores sociales que constituyen el segundo afluente y que inscriben su accin en la lnea de la continuidad, a saber, dentro de una tradicin contestataria ms ligada al trabajo en el espacio barrial y la gestin de las necesidades bsicas. En este sentido, la visibilidad que el trabajo territorial fue adquiriendo a travs de las primeras ollas populares dentro del mundo popular, entre ellas, que el barrio en tanto espacio donde interactuaban diferentes organizaciones de base (sociedades de fomento, juntas vecinales, cooperativas, etc.) haba pasado a ser el centro de las reivindicaciones. As es la acumulacin de una experiencia de trabajo barrial, ligada a la historia de los asentamientos, sobre todo en La Matanza y, de manera ms reciente, en el eje sur del conurbano bonaerense, lo que va a constituir el ncleo de la accin contestataria y rpidamente, el punto de partida para la organizacin.

En suma, no es posible comprender la gnesis ni el posterior desarrollo del movimiento piquetero se no establecemos su doble filiacin: por un lado, la vertiente que pone al descubierto la separacin de los marcos sociales y laborales que configuraron la cotidianeidad de generaciones y pueblos enteros; desencastramiento violento que, en el lmite, revela tanto una relacin ms cercana con el mundo del trabajo formal, como refleja la opcin de un tipo de accin sindical disruptiva, ligada a un modelo de accin confrontativo; por otro lado, la vertiente que seala la importancia de la matriz especficamente territorial de la accin colectiva, y da cuenta tanto de una distancia mayor en relacin con el mundo del trabajo formal como, en el extremo, de la continuidad de una relacin ms pragmtica con los poderes pblicos, en la lucha por la supervivencia.

Introduccin: cambios estructurales y transformaciones de la accin colectiva

Durante la ltima dictadura militar se inici en el pas el desmantelamiento del modelo de sustitucin de importaciones, acompaado por un fuerte estancamiento econmico. Sin embargo la salida de este modelo se oper finalmente durante la dcada menemista, a partir de la implementacin de un nuevo proyecto econmico, orientado hacia la eliminacin del dficit fiscal, la desregulacin de los mercados y la privatizacin acelerada de las empresas pblicas. El conjunto de transformaciones que impactaron, tanto por el carcter drstico como por la celeridad con la cual fueron implementadas, trajeron como consecuencia un cambio en las formas de intervencin del Estado en la sociedad, tanto en trminos de jurisdiccin, de polticas pblicas de trabajo, entre otros niveles y mbitos.Una transformacin tan radical del proyecto econmico exigi un cambio fundamental en las alianzas polticas del Partido Justicialista, que dej de apoyarse masivamente sobre el actor corporativo sindical, como lo hiciera tradicionalmente, para acercarse al corporatismo patronal representado por ciertos grupos oligoplicos de la economa argentina. Esta nueva alianza realizada con los grandes grupos econmicos hizo posible la aplicacin de la primera reforma del Estado (1991-1995), a partir del abandono de una poltica de concertacin social y de la asuncin de una gestin decisionista. El colapso del antiguo modelo produjo importantes cambios en el mundo sindical peronista. Las rpidas transformaciones, aceleraron notablemente el proceso de quiebre de poder sindical, reorientando sus fines y limitando su peso especfico dentro de la sociedad. Es cierto tambin que el giro neoliberal dado por el Partido Justicialista abri la posibilidad de nuevos espacios de accin autnoma por fuera del sindicalismo tradicional.A comienzos de los 90, los sistemas de accin colectiva atravesaron por un momento de inflexin histrico, visible en el declive de las formas tradicionales de huelgas como en la emergencia de nuevos repertorios de accin, ligados a movimientos de presin local, que pronto comenzaran a alternar cada vez ms con acciones espontneas y semiorganizadas de explosin social. Este primer perodo encuentra su mxima expresin en el santiagueazo (1993). En este perodo los nuevos repertorios de accin colectiva aparecen cruzados por un lenguaje atravesado por la apelacin pura a la dignidad. No ser sino entre 1996-1997 a partir del levantamiento de las ciudades petroleras, cuando los nuevos repertorios de accin van a confluir y alimentar el proceso de gestacin de un nuevo actor social.

Parte I. El eje de piquetes y puebladas. Accin evanescente y surgimiento de un nuevo actor

El largo proceso de configuracin identitaria as como la conformacin de mltiples organizaciones piqueteras en distintos lugares del pas, puede ser dividido en dos etapas graduales. Un primer momento se inicia en los cortes y puebladas de Neuqun, Salta y Jujuy entre 1996 y 1997. Esos conflictos representan el punto inicial en el cual una nueva identidad los piquetes-, un nuevo formato de protesta el corte de ruta-, una nueva modalidad organizativa la asamblea- y un nuevo tipo de demanda el trabajo-, quedan definitivamente asociados, originando una importante transformacin en los repertorios de movilizacin de la sociedad argentina. Encontraremos que, por un lado el ciclo de movilizacin que incluye puebladas y los piquetes tiene una impronta fuertemente sindical dada por la constante movilizacin de los gremios docentes y estatales en todo el pas y por otro, que varias lneas sindicales decidieron en la segunda mitad de los 90 volcarse progresivamente hacia organizaciones de desocupados, hecho que marca el salto de las organizaciones piqueteras hacia la masividad. O sea una nueva alianza entre sindicatos disidentes, partidos de izquierda- y desocupados, poco a poco reunidos bajo la simbologa piqueteraa) Las transformaciones y las temporalidades de la movilizacin

Analizaremos la organizacin de los procesos de movilizacin social en los primeros aos de la dcada de los 90, considerando, por un lado que la aceleracin del proceso de desindustrializacin y de reforma del Estado provoc un alto nivel de conflictividad pero que, por otro, esa conflictividad pudo ser procesada por el sistema poltico en la medida en que se mantuvo atrapada entre las dimensiones locales y nacional de la poltica argentina. As durante los aos del menemismo hubo una dinmica de descentralizacin del conflicto, aun incluso frente a diversas estrategias de nacionalizacin ensayadas por algunos actores movilizados. Esa dinmica descentrada es la que se expres en acciones evanescentes, estallidos sociales, ciclos de movilizacin, que parecan no venir de ningn lado y que luego eran reabsorbidos sin producir aparentes cambios de rumbo. se es el caso de Santiago del Estero en diciembre de 1993. Aun cuando existen importantes transformaciones en sus formas de movilizacin, el actor que lidera la protesta en la primera mitad de los 90 es el sindicalismo, pero ocurre que la realidad del sindicalismo argentino vari considerablemente durante ese perodo.

A pesar de que el Pacto Fiscal firmado en 1992 liber flujos mayores de fondos para las provincias, la crisis fiscal de stas, lejos de solucionarse, se agrav progresivamente a causa de las polticas de descentralizacin de la salud y la educacin. Esas crisis, se manifestaron reiteradas veces en la imposibilidad del pago de salarios en trmino o de un progresivo deterioro de infraestructura y condiciones de trabajo. El reclamo de maestros, empleados estatales y personal de salud en las provincias es constante durante los 90. Los ms interesante de este proceso es que se abri un espacio entre la poltica nacional y la provincial como instancias de negociacin mutuas-, que permiti o que oper una diseminacin del conflicto y supuso, por ejemplo para aquellos que planteaban una estrategia global de confrontacin con el modelo econmico, la tarea adicional de juntar las piezas o los retazos del conflicto que emergan y desaparecan en distintos lugares del pas y que estaban sujetos a temporalidades distintas y a mltiples instantes de negociacin.

Un segundo eje de transformaciones econmicas es el de las privatizaciones que no fueron objeto de reclamos en un sentido global ni dieron origen a un gran movimiento de protesta Esto puede leerse en el consenso que tuvo el proceso de reformas en la opinin pblica. As, a mediados de los 90 la privatizacin de todas las empresas del Estado ya se haba concluido y los sindicatos vinculados a ellas ya haban abandonado los reclamos respectivos.

Una vez ms, aunque por motivos diferentes, el punto central para comprender los procesos de movilizacin no se vincula en este caso directamente con una dimensin objetiva en la que se producen los fenmenos de transformacin econmica sino a parte de las mltiples formas en que esos procesos son experimentados en distintas situaciones. La desestructuracin de la economa de algunas regiones del pas no condujo directamente a la movilizacin. Muy por el contrario el aumento del desempleo, por ejemplo, pareca procesarse ms en trminos individuales que colectivos.

En ese contexto, en los primeros aos de la dcada se producen en el interior del pas algunos estallidos sociales. Estos acontecimientos presentaban algunas caractersticas comunes: a) los actores de este tipo de episodios son asalariados del sector pblico (provincial y municipal) apoyados por importantes sectores de la poblacin; b) sus demandas se orientan a la defensa de empleo y el salario y rechazan las medidas de ajuste de las administraciones provinciales; c) el modo de expresin es la movilizacin y concentracin callejeras, acompaadas con actos violentos contra smbolos propios de la vida poltica y frecuentemente, con ataques y saqueos a los domicilios de los polticos; d) su alcance es especialmente localizado y temporalmente episdico: no implica ni deriva en movimientos polticos estables con objetivos e identidad propios; y e) el destinatario es el gobierno provincial y la clase poltica local y, por ltimo, logran un alto nivel de impacto en el sistema poltico, ocasionando crisis de importancia (por ejemplo renuncias).

Los largos cortes de 1996 y 1997 en Neuqun y Salta tienen un importancia fundamental porque, en primer lugar, marcan el pasaje a la accin de nuevos actores constituidos en el interior del pas, a saber, multisectoriales conformadas por los sectores desigualmente afectados por la desectructuracin de las economas locales. Los cortes de 1996 en Cutral-Co y Plaza Huincul y los de 1997 en Tartagal y Mosconi son verdaderos cortes comunitarios donde confluyen desocupados, comerciantes pequeos empresarios, sindicatos y polticos locales. Ese carcter comunitario es el que, en segundo lugar, organizar la convergencia entre los cortes y las puebladas que, herederas de los estallidos en las provincias, se producirn, primero como respuesta a las represiones de los cortes y luego, se constituirn progresivamente en horizontes de cada corte. Puebladas y piquetes convergen, por primera vez, ah donde l aexperiencia de la desocupacin se expresa abruptamente en el ms crudo y abierto desarraigo, afectando a trabajadores que contaban con carreras laborales estables, que en algunos casos incluan tres generaciones.b) De las huelgas sindicales a los cortes piqueteros

El ao 1997 es clave para entender la configuracin del nuevo repertorio de protesta. En los meses siguientes al mes de mayo el conflicto se generalizar y se radicalizar extendindose a la mayor parte de las provincias argentinas hasta casi fin de ao, aunque con menor intensidad luego de la huelga general realizada por el sindicalismo disidente en todo el pas el 15 de agosto. Un rasgo importante es que el caso de Cutral-Co haba puesto en evidencia que la represin comenzaba a mostrarse impotente para quebrar reclamos que se inscriban en un contexto comunitario, resignificado a partir de la lucha y con la presencia de nuevos actores difcilmente clasificables, dispuestos a batirse en las rutas cuerpo a cuerpo contra las fuerzas de seguridad. Es decir, actores que literalmente parecan no tener nada que perder. En Tartagal y Mosconi, en 1997, la imagen de los ex empleados de YPF forzados a salir a la ruta luego de la retirada del Estado apareca como complemento de la figura de los jvenes que haba dejado la segunda pueblada en Cutral-Co y que representaban ms plausiblemente a los subversivos evocados desde el gobierno. Al mismo tiempo, la importancia de ese corte consista en que consolidaban la idea de que otra identidad era posible para quienes haban perdido su trabajo y haban visto interrumpida su carrera laboral. El nombre piquetero representaba una alternativa para los cuales una definicin como la de desocupados, le resultaba intolerable. Especialmente para quienes haban sido trabajadores, la posibilidad de nombrarse piquetero tuco un poder desestigmatizador que facilit la inclusin de esos sectores en las organizaciones. As un nuevo motivo de dignidad poda comenzar a buscarse explorando y explotando la categora piquetero, enterrando as finalmente la de desocupado.Desde el 26 de mayo y durante seis das se abrieron intensos procesos de negociacin que terminaron con el levantamiento de los veintin cortes que haban llegado a paralizar la provincia de Jujuy. Un primer dato a tener en cuenta es que el nico actor con capacidad para lograr que se iniciaran las negociaciones fue la Iglesia. En segundo lugar, esas negociaciones pueden ser consideradas un ejemplo cabal de la heterogeneidad de actores que, instalados de un lado y de otro del piquete, intentaban fijar las condiciones para su levantamiento.

Esta primera ola de movilizacin tiene la importancia histrica de presentacin pblica de la cuestin piquetera. En primer lugar hemos visto, entre los cortes y puebladas de 1996 y 1997, como un nombre hizo su aparicin dando lugar a mltiples y masivos procesos de identificacin que cristalizaran, aos ms tarde, en la conformacin de varias organizaciones piqueteras en escala nacional. En segundo lugar, una configuracin de ciertas demandas comienza a articularse en torno de la cuestin piquetera. Esa configuracin es tanto subsidiaria de una tematizacin de los resultados de las reformas econmicas y polticas implementadas en el pas como establecimiento de un mecanismo de negociacin organizado alrededor de la distribucin masiva de planes asistenciales. Por ltimo, asociado a la identidad piquetera y a una nueva formulacin de las demandas por trabajo, en estos aos se consolida el corte de ruta como nuevo formato de protesta legtimo. Esta consolidacin tiene que ver no slo con el volumen relativo del formato en relacin con otros sino tambin con el progresivo carcter modular del mismo. Parte II. El eje territorial del movimiento piquetero: el surgimiento de las organizaciones

a) Las primeras movilizaciones en el conurbano bonaerense

A diferencia de las movilizaciones que se producen en aquellas localidades afectadas por el proceso de privatizacin de las empresas, las acciones de protesta que se lleva a cabo en el conurbano bonaerense, en Rosario o en Mar del Plata, reenvan a un proceso econmico y social de ms largo plazo, ligado a la desindustrializacin como deterioro creciente de las condiciones de vida de las clase populares y las clases medias bajas que arranc a mediados de los 70. Este proceso de desindustrializacin afect a una parte importante del sector asalariado y cuentapropista. Este proceso de pauperizacin de las clases populares aparece ilustrado por la toma ilegal de tierras, hacia fines de la dictadura. Como saltar a la vista unos aos ms tarde, en la medida en que se agraven las condiciones de vida de las clases populares y se acente la distancia con el mundo del trabajo formal, la militancia territorial va a revestirse de nuevas dimensiones. Las organizaciones de desocupados que van a ilustrar cabalmente el modelo territorial so la FTV, la CCC, el MTR y la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anbal Vern, en un haz por dems heterogneo que rene juntas vecinales, sociedades de fomento y activistas, provenientes de diferentes mbitos polticos.As en determinadas zonas del conurbano y a diferencia del afluente que expresa la convergencia entre piquetero y puebladas, la experiencia de las organizaciones se inscribe en un modelo de accin territorial que remite a una historia precia, ligada a la lucha por la propiedad de la tierra y la organizacin de la vida del barrio alrededor de os servicios bsicos. Es necesario sealar el carcter disperso y puntual de las acciones llevadas a cabo por las incipientes organizaciones de desocupados, as como la relativa asincrona que existe entre alguna de ellas, especialmente entre la FTV y el resto de las corrientes.Con la puesta en marcha del programa de privatizaciones, entre 1990 y 1995, algunos barrios comenzaron a organizarse para reclamar por las tarifas de los servicios pblicos privatizados. Una primera comisin de desocupados surge a fines de 1995 en La Matanza, en la cual participan el Frepaso, la CTA, el Partido Obrero, el Partido del Trabajo y del Pueblo Partido Comunista Revolucionario. Sin embargo no es hasta 1996 que arrancan las primeras movilizaciones en demanda de ayuda alimentaria.

b) Encuentros y desencuentros: debates y primero marcos comunes de la experiencia piquetera

Primero sern las marchas y las ollas populares, en reclamo de ayuda alimentaria, a las que luego seguirn los primeros cortes de ruta, en demanda de trabajo, efectuados ya bajo el impacto de los piquetes y puebladas en el interior. El caso de que estas formas de movilizacin son la que posibilitarn los primeros cruces y posteriores encuentros entre los actores movilizados en el oeste y sur del conurbano bonaerense, con diferente organizacin y trayectoria. En las movilizaciones durante 1997 se presentan los debates sobre la estrategia de las organizaciones. Es decir, se comienza a discutir el tipo de organizacin que deban darse los desocupados, a saber: se stos tenan que organizarse de manera independiente, apuntando luego a una convergencia con el sector de trabajadores ocupados, o si deban articularse dentro de un movimiento multisectorial, que incluyera desde el principio a otros sectores afectados por el modelo neoliberal. Esta ltima estrategia es la que eligieron la CTA y el PCR.Otro eje de debate era el tratamiento de la cuestin reivindicativa en funcin de la respuesta que comenzar a dar el gobierno, a saber la ayuda alimentaria. Las posiciones eran: aquella que postular como mbito de organizacin el territorio y como punto de partida la atencin de las demandas alimentarias de los vecinos (FTV, CCC, MTR, MTD y CTD Anbal Vern), y por otro aquella que rechazar la ayuda alimentaria y los planes sociales, criticando la posicin asistencialista de las organizaciones territoriales, y plantear la creacin de un subsidio al desocupado no inferior a los $500 (PC, PO, MST). La organizacin encuentra, entonces, su punto de arranque en la accin de algunos sectores de izquierda.

c) Modelos organizacionales y accin territorial

A diferencia del resto de las corrientes, la FTV reclama una identidad construida al calor de las luchas reivindicativas por las tierras y la vivienda. En este sentido, es poco lo que retoma de la tradicin sindical y menos an de la lucha piquetera llevada a cabo en las lejanas ciudades petroleras, aunque parezca paradjico.

Una de esas organizaciones es el asentamiento el Tambo que encabezado por DEla, va a desarrollar un tipo de vnculo con las instituciones del poder pblico y los partidos polticos. Los mrgenes de la autonoma relativa logrados por las organizaciones congregadas de El Tambo revelaron la combinacin de tres factores claves: una accin estratgica que tenda a explotar al mximo las divisiones intra e interpartidarias e interjuridiccionales; en segundo lugar, un acelerado proceso de constitucin de redes entre organizaciones de base, a su vez articuladas con ONG, que sent las bases de la autonoma en la gestin de la ayuda social respecto de la red punteril y manzanera; y en tercer lugar, reenva al fuerte liderazgo comunitario que encarna la persona de DEla desde los orgenes del asentamiento.

Este modelo territorial va a ser relativizado en la medida en que se generalice la intervencin de otros actores polticos, sobre todo de izquierda, pues stos son en parte cuadros partidarios que asumen una identidad piquetera a travs del trabajo territorial. Sin embargo, pese a que los referentes pertenecen al partido y gran parte de ellos son trabajadores ocupados es necesario decir que todas las estructuras territoriales crecen y se nutren en gran parte gracias a la incorporacin de cuadros o referentes provenientes del peronismo tradiciones, y esto sucede indistintamente de que hablemos del Polo Obrero, la CCC o el MTR, entre las agrupaciones que componen el arco piquetero.