enseñanza y aprendizaje hargreaves

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Enseñanza y aprendizaje Andy Hargreaves, Lorna Earl & Jim Ryan Si se han de transformar las escuelas para satisfacer las necesidades le los adolescentes, la reforma del curriculum y de la evaluación no son más que una pieza del rompecabezas. En último término, el único curriculum y evaluación que cuentan son los experimentados por el estudiante, es decir, los que se utilizan efectivamente. ¿Cómo transforman los profesores y estudiantes los recursos, horarios e ideas en la enseñanza y el aprendizaje? Tal y como hemos mencionado, y de acuerdo con otros muchos autores, los modelos de cambio sobre el agrupamiento, la organización escolar o los resultados del currículum es probable que no tengan ningún impacto positivo relevante sobre las aulas o los estudiantes, a menos que incluyan también cambios en la forma que tienen de enseñar los profesores (Leithwood et al, 1988; Slavin, 1987c; Epstein, 1990). La enseñanza, como cualquier otra empresa humana, no es estatiza. El proceso de configurar a la que será la siguiente generación se encuentra en evolución, al igual que el conjunto de la sociedad. La naturaleza y el papel de la enseñanza se hallan inexorablemente unidos a las expectativas que tenemos para nuestros estudiantes, a nuestra forma de entender el proceso de aprendizaje humano y a nuestras convicciones acerca de cómo los adultos, y en especial los profesores, pueden orientar a la gente joven en su aprendizaje. Ya hemos analizado muchas de las crecientes demandas impuestas a nuestra sociedad y a sus jóvenes. Según han explicado, con insistencia, una serie de autores, las escuelas del futuro guardarán muy poca semejanza con las del pasado (Schlechty, 1990; Fullan, 1993) y los profesores tendrán que enseñar de un modo muy diferente (McLaughlin y Talbert, 1993). Esto quizá sea difícil de aceptar cuando son tan pocos los cambios que han experimentado nuestras estructuras escolares básicas en el último siglo. A pesar de todo, las fuerzas del cambio que se ciernen sobre nuestras escuelas parecen estar alcanzando unas dimensiones críticas y las escuelas, como los países y las grandes empresas, empiezan a contemplar finalmente la posibilidad de una reestructuración fundamental. Al menos parte del ímpetu en favor de la reforma escolar procede del reconocimiento de que el modelo moderno de especialización y estandarización ha sido rechazado en otras organizaciones y lugares de trabajo, y también está siendo cuestionado en la educación. Ya no es suficiente que las escuelas proporcionen habilidades básicas a los estudiantes. Además de las habilidades fundamentales que garanticen la alfabetización y unos conocimientos básicos de álgebra, los estudiantes, en general, y no sólo unos pocos, necesitarán aprender habilidades de más alto nivel, por ejemplo, cómo desarrollar un pensamiento crítico y complejo, nuevas fórmulas para la resolución de problemas, sopesar alternativas, recabar la

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  • Enseanza y aprendizaje

    Andy Hargreaves, Lorna Earl & Jim Ryan

    Si se han de transformar las escuelas para satisfacer las necesidades le los

    adolescentes, la reforma del curriculum y de la evaluacin no son ms que una pieza

    del rompecabezas. En ltimo trmino, el nico curriculum y evaluacin que cuentan

    son los experimentados por el estudiante, es decir, los que se utilizan efectivamente.

    Cmo transforman los profesores y estudiantes los recursos, horarios e ideas en la

    enseanza y el aprendizaje? Tal y como hemos mencionado, y de acuerdo con otros

    muchos autores, los modelos de cambio sobre el agrupamiento, la organizacin

    escolar o los resultados del currculum es probable que no tengan ningn impacto

    positivo relevante sobre las aulas o los estudiantes, a menos que incluyan tambin

    cambios en la forma que tienen de ensear los profesores (Leithwood et al, 1988;

    Slavin, 1987c; Epstein, 1990).

    La enseanza, como cualquier otra empresa humana, no es estatiza. El

    proceso de configurar a la que ser la siguiente generacin se encuentra en

    evolucin, al igual que el conjunto de la sociedad. La naturaleza y el papel de la

    enseanza se hallan inexorablemente unidos a las expectativas que tenemos para

    nuestros estudiantes, a nuestra forma de entender el proceso de aprendizaje

    humano y a nuestras convicciones acerca de cmo los adultos, y en especial los

    profesores, pueden orientar a la gente joven en su aprendizaje. Ya hemos analizado

    muchas de las crecientes demandas impuestas a nuestra sociedad y a sus jvenes.

    Segn han explicado, con insistencia, una serie de autores, las escuelas del futuro

    guardarn muy poca semejanza con las del pasado (Schlechty, 1990; Fullan, 1993) y

    los profesores tendrn que ensear de un modo muy diferente (McLaughlin y Talbert,

    1993). Esto quiz sea difcil de aceptar cuando son tan pocos los cambios que han

    experimentado nuestras estructuras escolares bsicas en el ltimo siglo. A pesar de

    todo, las fuerzas del cambio que se ciernen sobre nuestras escuelas parecen estar

    alcanzando unas dimensiones crticas y las escuelas, como los pases y las grandes

    empresas, empiezan a contemplar finalmente la posibilidad de una reestructuracin

    fundamental. Al menos parte del mpetu en favor de la reforma escolar procede del

    reconocimiento de que el modelo moderno de especializacin y estandarizacin ha

    sido rechazado en otras organizaciones y lugares de trabajo, y tambin est siendo

    cuestionado en la educacin. Ya no es suficiente que las escuelas proporcionen

    habilidades bsicas a los estudiantes. Adems de las habilidades fundamentales que

    garanticen la alfabetizacin y unos conocimientos bsicos de lgebra, los

    estudiantes, en general, y no slo unos pocos, necesitarn aprender habilidades de

    ms alto nivel, por ejemplo, cmo desarrollar un pensamiento crtico y complejo,

    nuevas frmulas para la resolucin de problemas, sopesar alternativas, recabar la

  • informacin necesaria para emitir juicios de valor, desarrollar identidades flexibles,

    aprender a trabajar de modo independiente y en comn y discernir acciones

    apropiadas en situaciones ambiguas (Earl y Cousins, 1995; Peterson y Knapp, 1993).

    El desafo para las escuelas consiste en capitalizar los nuevos mtodos de

    enseanza y los ambientes de aprendizaje que se sustentan sobre lo que ahora

    conocemos sobre el aprendizaje y el desarrollo humano, para preparar a nuestros

    estudiantes adolescentes a afrontar las crecientes demandas de la sociedad futura.

    Durante estos aos de transicin los estudiantes necesitan experimentar y

    tener acceso a un mayor nmero posible de las estrategias emergentes en la

    enseanza y el aprendizaje. Hemos visto que los adolescentes son muy activos

    fsica, emocional e intelectualmente, a medida que ponen a prueba sus cuerpos y

    habilidades durante el crecimiento. Son muy conscientes de la importancia de las

    relaciones humanas y, en consecuencia, se muestran muy preocupados por la lucha

    en favor de la igualdad social. Son inseguros y vacilantes en cuanto a su poder y

    capacidad para adaptarse y abrirse camino en el mundo. Los investigadores, sin

    embargo, han mostrado de forma repetida que la enseanza que reciben

    habitualmente los adolescentes reclama una absorcin pasiva, en lugar de una

    implicacin activa, ha situado el intelecto y los elementos cognitivos por encima de

    las emociones y la atencin, subordina la vida real y la pertinencia a la transmisin

    de los contenidos acadmicos y del libro de texto, y sacrifica la independencia de los

    estudiantes en favor del control.

    A medida que conocemos ms acerca de cmo aprende la gente y qu hace

    que la enseanza sea efectiva, tambin encontramos modos mejores de abordar las

    necesidades de los adolescentes, que se encuentran con un mundo sumido en la

    confusin y la crisis. Este captulo describe algunos de los conceptos emergentes y

    ms influyentes sobre los procesos de aprendizaje en los adolescentes, explora sus

    implicaciones en la enseanza y la prctica en el aula, y tambin considera hasta

    qu punto pueden contribuir estas estrategias a prepararlos para una realidad social

    cambiante en un mundo postmoderno de naturaleza compleja e incierta. No

    pretendemos hacer que los profesores se sientan culpables por definir un conjunto

    perfecto de estrategias de enseanza, que luego resultan ser inviables en sus cla-

    ses.

    Las estrategias creativas de enseanza no arraigarn bien all donde las

    pruebas estandarizadas exigen que los profesores enseen de un modo

    determinado, que trabajen aislados en sus clases, o donde los horarios obliguen a

    los profesores a limitar la extensin de sus lecciones, lo cual supone dedicar

    demasiado tiempo a iniciar y despejar el camino, sin la flexibilidad necesaria para

    trabajar ms all del sonido del timbre que anuncia el fin de las clases. Resulta triste

  • que se siga repitiendo la vieja historia. Se exhorta a los profesores a aprender y a

    poner en prctica nuevas estrategias de enseanza abocadas al fracaso porque las

    estructuras de la escolarizacin se mantienen inclumes. Para que pueda

    acometerse con xito un cambio en las prcticas aplicadas en el aula, es imperativo

    que se produzca en las escuelas unos cambios estructurales y culturales que

    resulten tiles a los adolescentes. En cualquier caso, la enseanza y el aprendizaje

    no mejorarn a menos que sepamos con claridad cules son las prcticas que

    parecen mejores, y se comprendan los principios que hicieron posible que tal

    enseanza y aprendizaje funcionaran. As pues, no incluiremos aqu una lista

    interminable de estrategias alternativas de enseanza y aprendizaje, sino que

    abordaremos en todo caso, los principios que deberan adoptar los profesores a la

    hora de considerar las alternativas pedaggicas.

    Aprender para comprender

    La especie humana es la nica que puede reflexionar sobre su propia

    existencia. El misterio de la mente humana y su funcionamiento nos ha fascinado

    desde siempre. A pesar de que ese inters se ha mantenido durante siglos, resultan

    paradjicas nuestra ignorancia sobre el aprendizaje humano y la dificultad que

    implica traducir el nuevo conocimiento a la prctica.

    A lo largo de todo el siglo XX, las concepciones dominantes sobre el

    mecanismo de aprendizaje han sido de carcter incremental y conductista. Las

    escuelas han funcionado como si el aprendizaje pudiera dividirse en habilidades y

    hechos especficos y discretos, que pueden adquirirse de forma fragmentada y

    ordenada (Cole, 1990). La prctica escolar tradicional se ha basado en la

    asimilacin, habitualmente de modo mecnico, la repeticin y la correccin de

    procedimientos y datos, y tambin se ha apoyado en las reglas y en los contenidos

    de las disciplinas, con objeto de fortalecer las conexiones y hbitos mentales

    correctos (Peterson y Knapp, 1993).

    Durante los ltimos treinta aos, sin embargo, una sutil revolucin que ha

    tenido lugar en las ciencias sociales ha desafiado el modelo de aprendizaje

    mantenido por nuestras escuelas. Los psiclogos cognitivos han propuesto una

    visin constructivista del aprendizaje, al que ya no se concibe lineal, sino interactivo.

    Afirman que existe un mundo real que experimentamos pero que el significado que le

    damos viene impuesto por nosotros, en lugar de ser algo que existe en el mundo,

    independiente de nosotros. Existen muchas formas de estructurar el mundo, y para

    cualquier acontecimiento o concepto hay muchos significados o perspectivas (Duffy y

    Jonassen, 1992). Atenindose al principio de que las cosas deberan tener sentido,

    los constructivistas han sugerido que el aprendizaje es un proceso en el que los

  • estudiantes absorben informacin, la interpretan, la conectan con lo que ya saben y,

    si es necesario, reorganizan su comprensin para acomodarla (Shepard, 1991). Esto

    significa que los estudiantes elaboran su propia comprensin basndose en nuevas

    experiencias que aumentan sus conocimientos. Gardner (1985) lo describe del

    siguiente modo:

    ... los sujetos humanos no realizan tareas como quien llena pizarras vacas:

    tienen expectativas y esquemas bien estructurados, dentro de los cuales

    abordan diversos materiales..., el organismo, con sus estructuras ya predis-

    puestas al estmulo, manipula y reordena la informacin nueva que encuentra

    (pg. 126).

    Uno de los descubrimientos ms significativos en esta exploracin del

    aprendizaje como un proceso de elaboracin es la increble ignorancia y la

    comprensin superficial que sobre las ideas, el conocimiento y los conceptos

    demuestran los estudiantes, y no slo en una disciplina, pas o nivel de enseanza,

    sino en todas partes donde se han llevado a cabo estos estudios (White, 1992). Los

    estudiantes son capaces de reproducir informacin que han memorizado, pero son

    ya menos competentes cuando se trata de actuar bajo condiciones nuevas que

    exijan su aplicacin.

    En La mente no escolarizada, Gardner (1991) argumenta que aprender para

    comprender supone mucho ms que producir una respuesta correcta. Cuando un

    individuo aprende algo de un modo que haya supuesto una comprensin profunda,

    esa persona puede asimilar el conocimiento, los conceptos, las estrategias y los

    datos, y aplicarlos a situaciones nuevas y apropiadas (Gardner, 1994). Las escuelas

    estn llenas de estudiantes capaces de combinar nmeros en una frmula, pero

    incapaces de utilizar esa misma frmula para solucionar un problema que no se les

    haya presentado antes, y en las universidades abundan los jvenes que estudian fsi-

    ca, pero que estn convencidos de que all donde no hay aire, no existe la gravedad;

    todos estos estudiantes son capaces de expresar un fenmeno complejo que han

    estudiado en la escuela, sin embargo slo ofrecen respuestas simplistas cuando

    sucede algo complejo en el mundo real.

    Gardner (1991) describe lo que l llama la mente no escolarizada o del

    nio de cinco aos, que se ha desarrollado sin ninguna educacin formal. Es una

    mente maravillosa que elabora teoras acerca de todo aquello con lo que se

    encuentra, teoras sobre la materia, la vida, su propio ser, los dems, etctera. Por

    desgracia, muchas de las ideas grabadas en nuestra mente a partir de esas primeras

    experiencias son errneas. Tal y como Gardner (1994) expresa de manera

    evocadora:

  • ...en la escuela, esos grabados estn recubiertos con un polvo muy fino, la

    materia que la escuela trata de ensear. Si en la escuela se observa la mente,

    parece, a primera vista, bastante adecuado, porque slo se ve el polvo. Pero, por

    debajo del polvo, el grabado no se ha visto afectado en lo ms mnimo. Y cuando

    se deja la escuela y se cierra la puerta de golpe por ltima vez, el polvo se disipa

    y el grabado inicial sigue all (pg. 27).

    Si no se hace un esfuerzo por alcanzar una comprensin genuina, el

    aprendizaje superficial sigue imperando hasta que desaparece la necesidad del

    mismo (como, por ejemplo, una vez terminado el examen) y se puede descartar. El

    "Conocimiento escolar ayuda a progresar en la escuela, pero su relacin con la vida

    real, ms all de la escuela, no es bien comprendida por el estudiante, y quiz ni

    siquiera por el profesor. La gente extrae sus puntos de vista cotidianos de la

    experiencia, y aunque esos puntos de vista no sean exactos con relacin al

    conocimiento escolar, a menudo hacen un gran servicio a quienes los poseen (White,

    1992). No resulta extrao, pues, que buena parte de lo que se ensea en las

    escuelas no sea retenido por los estudiantes.

    Pero aspirar a aprender para comprender evoca una imagen completamente

    nueva de las piezas que forman el rompecabezas de la enseanza y el aprendizaje.

    Para que los adultos de maana puedan adquirir una comprensin autntica, la

    enseanza de hoy debe contener muchas ms piezas, conectadas entre s de un

    modo enrevesado. Este tipo de enseanza en particular reconoce una amplia gama

    de conocimientos, inteligencias y estilos de aprendizaje; ve en el conocimiento previo

    un punto de partida crtico para adquirir nuevos conocimientos, se centra en el

    aprendizaje y el pensamiento de alto nivel, presta atencin a la naturaleza social y

    emocional del aprendizaje, vincula ste con la vida real y proporciona a los

    estudiantes un papel efectivo dentro de su propio aprendizaje. Los investigadores de

    todo el mundo analizan cada una de estas piezas para tratar de comprender las

    mltiples y diferentes facetas de esta concepcin mucho ms compleja, diferenciada

    y globalizadora de la enseanza y el aprendizaje.

    Diferentes formas de conocimiento, inteligencia y modos de aprendizaje

    Leinhardt (1992) llama la atencin sobre diferentes tipos de conocimientos y

    estrategias que esperamos sean desarrollados por los estudiantes. Dentro de cada

    disciplina hay una disposicin nica de datos, conceptos, citas y pautas de

    razonamiento.

    Aprender para comprender supone conectar la informacin y transmitir, de

    muy diversos modos, los principios generales a travs de las disciplinas. Algunos de

    esos modos han sido muy utilizados y nos resultan ya familiares, pero otros son ms

  • novedosos e imaginativos. Los estudiantes necesitan poseer ambas clases de

    conocimientos: acciones y habilidades, as como conceptos y principios, de modo

    que puedan conectar la accin estratgica con el conocimiento de contenido

    especfico, en situaciones nuevas y que impliquen para ellos un desafo. Necesitan

    una base de conocimientos que establezca interconexiones en su cabeza, con

    estrategias o rutinas de acceso al conocimiento durante la resolucin de problemas,

    y disposiciones o hbitos mentales que les permitan echar mano de sus diversos

    recursos intelectuales a medida que surjan las situaciones (Prawat, 1989).

    El hecho de valorar muchas formas de conocimiento cuestiona nuestras

    creencias ms bsicas sobre la naturaleza de la inteligencia. Gardner (1993) ha

    cuestionado el punto de vista segn el cual la inteligencia es unidimensional e

    inmutable. No llegamos a este mundo con una cantidad fija de inteligencia y ninguna

    escala puede captar las diversas formas que sta puede presentar. Gardner define la

    inteligencia como la habilidad para solucionar problemas o extraer resultados en

    situaciones dadas. Ha identificado (hasta el momento) siete inteligencias: musical,

    cinestsico-corporal, lgica-matemtica, lingstica, espacial, interpersonal e

    intrapersonal. Desde su punto de vista, todos nacemos con potencial para desarrollar

    una multiplicidad de inteligencias que pueden ser enseadas y aprendidas. Aunque

    estas inteligencias se inician con una habilidad en bruto, se pueden desarrollar y esti-

    mular mediante la enseanza y la prctica. Cada uno de nosotros tiene su propio y

    singular modelo de inteligencia, que desarrollamos de forma constante y rutinaria,

    utilizando innumerables combinaciones. Las escuelas, sin embargo, se han centrado

    principalmente en dos (la lgica-matemtica y la lingstica) y han infravalorado el

    resto. En general, las escuelas han aceptado un nico concepto de inteligencia que

    resalta la clasificacin por encima del logro, aquello que puede valorarse con

    facilidad por encima de la confusa complejidad, el aprendizaje individual por encima

    del aprendizaje en grupo, y la seleccin por encima del reconocimiento de la

    heterogeneidad de los estudiantes. La importancia que se le otorga a la posicin

    relativa de los individuos en una escala fija nos ha impedido darnos cuenta de que

    todos los estudiantes aprenden, e identificar el nivel singular de comprensin de cada

    estudiante, en lugar de fijamos slo en su posicin relativa. La capacidad de reflexin

    se halla ampliamente difundida, y no es una capacidad exclusiva de quienes

    alcanzan una elevada calificacin. Movilizar las mltiples formas de inteligencia es un

    modo mediante el cual la sociedad puede dar cabida a nuestra diversidad humana

    para alcanzar una gama ms amplia de objetivos (Wolf et al, 1991).

    El trmino estilos de aprendizaje comprende muchas teoras sobre las

    diferentes formas en que los estudiantes enfocan e interactan con el material, con

    objeto de comprenderlo. Hay referencias a estilos cognitivos (Messick, 1969),

    habilidades de mediacin (Gregorc, 1979), estilos conceptuales, tipos de aprendizaje

  • (McCarthy, 1980) y elementos del estilo de aprendizaje (Dunn y Dunn, 1982). B-

    sicamente, todas estas teoras afirman que la gente crea su propia concepcin del

    mundo de muy diversas maneras: considerando diferentes aspectos del entorno,

    enfocando los problemas desde mltiples perspectivas, utilizando claves distintas y

    procesando la informacin de modos diferentes pero coherentes con ellos mismos.

    Es esta combinacin de cmo percibe la gente y cmo procesa lo que percibe lo que

    constituye la singularidad del estilo de aprendizaje, y tambin la forma de aprendizaje

    individual ms cmodo. En cualquier grupo de preadolescentes encontraremos un

    amplio espectro de estilos de aprendizaje: algunos que necesitan tocar, saborear y

    oler las cosas, otros que hablan y slo parecen capaces de pensar en voz alta, el

    tpico nio callado que se lleva el libro y reflexiona sobre las ideas antes de hablar.

    Cada uno de ellos explora el mundo siguiendo sus propios criterios. En su mayor

    parte, las escuelas han soslayado la existencia de diferentes estilos de aprendizaje y

    no han hecho ningn esfuerzo por ajustar las actividades de la enseanza a stos.

    Aunque los que defienden los estilos de aprendizaje consideran importante que los

    profesores presten atencin a los estilos singulares de sus estudiantes, siempre

    advierten contra los peligros que podra acarrear una mala utilizacin de los

    conceptos del estilo de aprendizaje, lo cual convertira estas ideas en estereotipos

    para encasillar a los jvenes, o incluso conducirlos directamente hacia ambientes

    educativos que reflejen sus habilidades ms desarrolladas. Los profesores deberan

    comprender que el objetivo de utilizar una gama de enfoques de enseanza es

    brindar a todos los estudiantes la oportunidad de aprender mediante nuevas frmulas

    que pongan de relieve sus logros y traten de mitigar sus carencias.

    El conocimiento previo

    En el caso de que los estudiantes puedan elaborar su propia comprensin del

    material y de las ideas nuevas, su conocimiento previo ser esencial para determinar

    cmo lo hacen y las estrategias que utilizan. El impacto del conocimiento previo no

    es una cuestin de preparacin o de fases de desarrollo de la comprensin. Es ms

    un tema que tiene que ver con la interconexin, el acceso y la profundizacin

    (Leinhardt, 1992). El conocimiento y las creencias sostenidas por un estudiante

    configuran una compleja red de ideas, datos, principios y acciones que constituyen

    algo ms que simples bloques de informacin. Pueden facilitar, inhibir o transformar

    el aprendizaje en formas productivas o disfuncionales. Cuando son precisas, las

    convicciones preexistentes de los estudiantes sobre un tema facilitan el aprendizaje y

    proporcionan un punto de partida natural para la enseanza. Las concepciones

    falsas de los estudiantes, sin embargo, pueden distorsionar el nuevo aprendizaje de

    forma espectacular (Brophy, 1992).

  • Si el modelo constructivista es una representacin fidedigna del proceso de

    aprendizaje en los chicos, no resulta sorprendente que tengan a menudo dificultades

    en la escuela. De hecho, la falta de conexin entre los conocimientos adquiridos por

    los adolescentes a partir de su experiencia, y aquello que los currcula suponen que

    saben se encuentra en la raz misma de gran parte de los logros deficientes de

    nuestros estudiantes. sta es una de las vertientes del problema que plantea el

    sentido de pertinencia. Los estudiantes no slo creen que su escolarizacin es

    irrelevante para sus vidas, sino que tambin desarrollan conceptos distorsionados y

    confusos sobre el material del curriculum, debido, precisamente, a que ste no

    presenta coherencia alguna o no establece ningn vnculo con lo aprendido

    previamente. Este fenmeno se da con excesiva frecuencia ya que muchas aulas

    acogen a estudiantes procedentes de una gama de ambientes muy diversos.

    El pensamiento de orden superior

    El pensamiento de orden superior, en otro tiempo privilegio exclusivo de los

    estudiantes ms capacitados o superdotados, empieza a ser recomendado para

    todos los estudiantes, puesto que todo aprendizaje requiere extraer un sentido a

    aquello que tratamos de aprender (Costa, 1991). Resnick y Resnick (1992) lo

    describen como:

    ...los tipos de procesos mentales asociados con el pensamiento no estn

    restringidos a la fase avanzada o de orden superior del desarrollo mental. Al

    contrario, el pensamiento y el razonamiento se hallan ntimamente implicados en

    el proceso de aprendizaje productivo, incluso en los niveles elementales de

    lectura, matemticas y otras asignaturas escolares... Aprender las tres disciplinas

    bsicas supone importantes componentes de inferencia, juicio y construccin

    mental activa. Nuestra educacin ya no puede seguir dejndose guiar por un

    punto de vista tradicional, segn el cual la base debe ser tratada y enseada

    como una habilidad bsica rutinaria, mientras que el pensamiento es un proceso

    que aparece ms tarde.

    Esta nocin de que el pensamiento no es un producto, sino un prerrequisito

    para adquirir habilidades bsicas ha dado lugar a mltiples teoras y observaciones

    sobre la naturaleza del pensamiento. Marzano (1992) afirma que el aprendizaje es

    producto de cinco dimensiones o tipos de pensamiento: actitudes y percepciones

    positivas sobre el aprendizaje; pensamiento implicado en la adquisicin e integracin

    del conocimiento; pensamiento implicado en la ampliacin y depuracin del

    conocimiento; pensamiento implicado en la utilizacin del conocimiento de modo

    significativo, y los hbitos productivos de la mente. Estos tipos de pensamiento no

    funcionan por separado o siguiendo un orden lineal. Interactan, rebotan los unos

    contra los otros y giran los unos en torno a los otros. A veces actan

  • coordinadamente, pero en otras ocasiones crean disonancias. Todo esto sucede a la

    velocidad de la luz, mientras, el pensador tiene que ocuparse de los problemas y

    decisiones, siempre complicados y confusos, propios de la vida real, en un mundo

    incierto donde el empleo de una sola frmula no es suficiente.

    En la misma lnea, Barell (1991) argumenta que uno de los resultados clave

    de la escolarizacin debera ser la capacidad de reflexin. Segn explica, la reflexin

    combina dos aspectos de nuestras vidas: las operaciones intelectuales o cognitivas,

    y los sentimientos, actitudes y disposiciones. Ser reflexivo significa poseer un

    pensamiento esencialmente cognitivo. Tambin significa ser considerado y prudente

    en trminos de disposicin (Clark, 1996). Las operaciones cognitivas son intentos de

    buscar significado a situaciones complejas y no rutinarias, aventurar soluciones e

    interpretaciones y, durante todo el proceso, intentar tomar decisiones y hacer juicios

    razonables, que resulten tiles. La reflexin integra el pensamiento con el sentimien-

    to. Es una unin del corazn y de la mente; un componente importante del

    aprendizaje y del desarrollo de los preadolescentes, que se esfuerzan por encontrar

    su identidad y un lugar al que pertenecer.

    Perkins (1995) aporta una serie de ejemplos de lo que l denomina

    pensamiento o razonamiento dbil. Su investigacin demuestra que cuando nos

    enfrentamos a cuestiones cotidianas, la gente no suele razonar bien, comete una

    amplia gama de errores lgicos, y muestran tendencia a ponerse de mi parte. Esta

    propensin es comn a todo el mundo, al margen del coeficiente de inteligencia que

    tengan. Aunque muchos de estos sujetos fuesen, ms tarde, cognitivamente capaces

    de generar ideas ms equilibradas y amplias al ser interrogados, hasta ese momento

    se haban contentado con pensar lo justo sobre el tema y se haban mostrado

    satisfechos con sus respuestas. La calidad del pensamiento no es una consecuencia

    natural de la habilidad. Como resultado de ello, las grandes deficiencias de

    pensamiento en la escuela y en la vida se dan en estudiantes de todo tipo. Con

    demasiada frecuencia asumimos que la habilidad de alto nivel es sinnimo de

    sabidura y buen juicio. Nos equivocamos, todos los estudiantes necesitan aprender

    a utilizar bien sus mentes: a investigar, inventar, desafiar, reconsiderar y mantener su

    atencin en la tarea que realizan, al tiempo que interpretan la informacin que les

    rodea e intentan darle un sentido.

    La enseanza y el aprendizaje como fenmenos sociales

    Una de las teoras ms radicales surgidas del enfoque constructivista en la

    enseanza y el aprendizaje es la naturaleza social de estos mbitos. La psicologa,

    tal y como se ha desarrollado en las culturas occidentales, funciona bajo la

    suposicin de que su objeto de estudio es el individuo, que opera en un vaco

  • sociocultural. Como quiera que en psicologa estos enfoques, fundamentados en el

    individualismo, han terminado por imponerse, pocas son las teoras que han expli-

    cado de qu manera se encuentran los procesos mentales inherentemente

    vinculados al entorno cultural, histrico e institucional (Wertsch, 1991).

    La investigacin ms reciente en este mbito se ha inspirado en los hallazgos

    del notable cientfico social ruso Vygotsky, quien defendi la teora de que el

    aprendizaje humano se produce en las distintas situaciones sociales que jalonan la

    vida de la gente. Desde su punto de vista, el aprendizaje no es un proceso solitario,

    ni viene prescrito por condiciones genticas o de desarrollo. Es el resultado de la

    actividad que se genera en las condiciones externas de la vida.

    Los jvenes aprenden porque constituyen y conforman la cultura colectiva que

    les rodea y funden su comprensin personal en esta visin cultural ms amplia

    (Davydov, 1995). Cuando las personas interactan entre s, aprenden del grupo y

    tambin influyen sobre l. Su comprensin se encuentra en constante proceso de

    creacin y transformacin, al compartir ideas con los miembros del grupo (Leinhardt,

    1992).

    El conocimiento colectivo del grupo es mayor que el conocimiento individual

    de cualquiera de sus miembros, y juega un importante papel en la configuracin del

    pensamiento, las actividades y habilidades de sus miembros. Como quiera que el

    aprendizaje en los individuos es producto del contexto social en el que viven, media-

    tizado por los signos y smbolos de la cultura que los rodea, los estudiantes son

    potencialmente ms inteligentes en grupo de lo que puedan serlo individualmente.

    Aprenden mejor cuando se acostumbran a pensar juntos, a cuestionar las

    suposiciones del otro y a elaborar nuevas comprensiones. Esto plantea a los

    profesores muchos tipos de desafos.

    En su funcin de directores y orientadores del aprendizaje, los profesores

    necesitarn utilizar el ambiente social en el que vive la gente joven para propiciar una

    mejor comprensin (Davydov, 1995). Pero los grupos de adolescentes, con toda su

    energa, sexualidad y prepotencia, asustan con frecuencia a los profesores, que

    quiz tengan que esforzarse por superar sus propios temores y que, en ocasiones,

    detestan tener que desprenderse del poder que ejercen sobre el grupo para ganarse

    su confianza. Al mismo tiempo, las escuelas acogen a estudiantes que reflejan

    muchos mbitos sociales y culturales diversos, cada uno de ellos con su propio

    historial, valores e idioma. Los profesores necesitan encontrar frmulas que les

    permitan tender puentes entre las diferencias y ayudar a los estudiantes a establecer

    conexiones.

  • Hacer que la enseanza y el aprendizaje sean como la vida real

    A estas alturas ya debera haber quedado claro que los estudiantes son los

    arquitectos, ingenieros y constructores de su propia comprensin. Pero la enseanza

    y la escolarizacin no han sido organizadas fundamentalmente para reconocer y

    destacar la forma que la gente joven tiene de aprender. La construccin de su propia

    comprensin por parte de los chicos y las chicas ha sido erigida sobre unos

    cimientos dbiles, asentados sobre la roca inapelable de nuestro sistema escolar

    actual. Los jvenes y, de hecho, toda la gente, aprende de forma adecuada cuando

    presta atencin a su aprendizaje, controla su propia comprensin, pone de manifiesto

    sus cualidades y trata de solventar sus carencias (White, 1992; Perkins y Blythe,

    1994). Las escuelas tienen que buscar mtodos adecuados que les permitan tener

    un papel activo en este tipo de aprendizaje.

    El aprendizaje puede resultar particularmente efectivo, no slo cuando se

    relaciona con la vida real que se extiende ms all de la escuela, sino tambin

    cuando se asemeja a la propia vida real o forma parte integral de sta. En el

    captulo 6 nos referimos al concepto de verosimilitud de Woods (1993). Lo que este

    autor llama acontecimientos crticos en la enseanza y el aprendizaje se hallan

    prximos y a menudo se asimilan a otros tipos de aprendizaje y logro fuera de la

    escuela, y que obtienen reconocimiento dentro de ese mundo real ms amplio.

    Woods narra de manera clara un proyecto escolar de arqueologa dirigido

    conjuntamente con una arqueloga; la confeccin, por parte de nios y nias de

    primaria, de un libro que ellos mismos escribieron, ilustraron y luego comercializaron

    para que fuera ledo por otros nios; la produccin de un vdeo elaborado con y para

    una amplia comunidad, y otros muchos proyectos. En todos los acontecimientos

    crticos descritos por Woods:

    Podemos considerar al aprendizaje que tiene lugar como autntico aprendizaje.

    Se construye conforme a las propias necesidades y pertinencias (de los

    estudiantes), y sobre sus estructuras cognitivas y afectivas ya existentes. Se pone

    especial nfasis en la realidad, en problemas reales, en temas importantes y de

    inters, en la reconstruccin de situaciones que son las mismas que se proponen

    representar; busca la colaboracin de verdaderos profesionales, prefiere la

    utilizacin de pruebas y materiales de primera mano, y procura que los

    estudiantes hagan las cosas por s mismos y tengan un objetivo realista.

    Los acontecimientos crticos en la enseanza y el aprendizaje pueden

    convertirse en magnficas experiencias sobresalientes, y ser percibidos por los

    estudiantes como verdaderos progresos y logros (Woods, 1994), pues de hecho,

    constituyen autnticos logros para ellos. Crearlos exige liberarse de las exigencias de

    cubrir el contenido y poseer la flexibilidad suficiente para programar y estructurar la

  • escuela de modo ms amplio. Pero, por encima de todo, estos apoyos estructurales

    esenciales, estos acontecimientos crticos positivos tambin exigen un agente

    crtico, un profesor, o profesores, con los conocimientos, vocacin, fe, habilidades

    y relaciones necesarios para conceptualizar y planificar el proyecto, orquestarlo,

    promoverlo y llevarlo a la prctica, a menudo superando considerables dificultades.

    Segn Woods, tales profesores mantienen un fuerte compromiso con su labor.

    Sienten que la enseanza es el centro de sus vidas, que sus identidades se ven

    intensificadas con su trabajo, que les hace sentirse realizados y les permite ser

    ellos mismos.

    La verosimilitud, o conseguir que la enseanza y el aprendizaje se asemejen

    ms a la vida real, no tiene por qu ser siempre tan intensa y espectacular. Muchos

    profesores de escritura han reconocido desde hace tiempo que la escritura debera

    tener un propsito y unos destinatarios que le otorgaran ms significado y valor que

    el de una simple tarea escolar incorprea (Barnes, 1976). Escribir cartas a los

    peridicos, comunicarse con personajes famosos, inventar historias que luego sean

    ledas a los nios y nias ms pequeas y mantener correspondencia por correo

    electrnico con jvenes de otras ciudades y pases no hacen sino aadir finalidades

    y realidad a la tarea de escribir.

    Otros ejemplos de verosimilitud como principio de aprendizaje incluye la

    educacin cooperativa del trabajo escolar (confinada con excesiva frecuencia a los

    estudiantes de enseanzas profesionales de baja capacidad, en lugar de ponerla a

    disposicin de todos), la educacin al aire libre, los estudios medioambientales, la

    posibilidad de compartir con otras escuelas la recopilacin y el anlisis de datos por

    ordenador, la adquisicin de conocimientos sobre poltica a travs de tribunales de

    estudiantes.

    Hay muchas formas de introducir el principio de realidad en la enseanza y

    el aprendizaje, algunas muy ambiciosas, y otras bastante ms modestas. Los profe-

    sores no tienen por qu sentirse intimidados ante la perspectiva de invalidar todo un

    curriculum o cambiar toda su enseanza con objeto de experimentar estas frmulas.

    La evaluacin como aprendizaje

    El autocontrol del propio conocimiento y pensamiento, y la autovaloracin se

    encuentran en el ncleo mismo de un aprendizaje efectivo. Por ejemplo, para leer,

    los estudiantes utilizan su conocimiento personal para crear un significado a partir de

    los textos con los que se enfrentan. Tambin utilizan estrategias de autocontrol y

    autocorreccin para guiar este proceso (Col, 1990). Slo cuando se dan cuenta de

    que no comprenden algo y cuentan con recursos para identificarlo, pueden pasar de

  • la palabra leda a la comprensin de las ideas que transmite el texto. Esto tambin es

    cierto por lo que se refiere a los adultos. Con qu frecuencia ha ledo un prrafo, ha

    comprendido individualmente cada palabra, para darse cuenta al final de que no ha

    sido capaz de captar la idea general que transmita? Esto es autocontrol.

    Presumiblemente, se vuelve a leer el texto, se busca ms informacin, se pregunta a

    alguien, se trata de vincular el pasaje con el texto ms amplio o se utiliza cualquier

    otro enfoque que pueda ayudar a mejorar la comprensin (Earl y Cousins, 1995).

    Aprender es una bsqueda de significado. Es imposible aprender sin

    reconocer e investigar aquello que se hace y aquello que no se comprende, qu tiene

    y qu no tiene sentido. sta es la razn de que hayamos destacado la evaluacin

    como parte esencial del aprendizaje. La evaluacin efectiva proporciona a los

    estudiantes las estrategias precisas para plantear preguntas reflexivas e ir en busca

    de aquello que necesitan para ampliar su aprendizaje.

    Implicar activamente a los estudiantes en el aprendizaje tambin trae a

    colacin cuestiones relativas a la motivacin y la atribucin. Cules son las

    condiciones que ayudan a los estudiantes a convertirse en sus mejores monitores y a

    asumir un papel responsable y activo en lo que aprenden y en cmo lo aprenden?

    Qu hace que algunos estudiantes asuman retos, mientras otros los evitan? Qu

    motiva a algunos a volcarse en el aprendizaje, mientras otros slo hipotecan una

    mnima parte de s mismos? Desarrollar la motivacin del estudiante es un proceso

    complejo y dinmico que depende de muchas condiciones.

    Los estudiantes tienen opiniones distintas cuando se trata de explicar el

    motivo que les hace fracasar o tener xito en el cumplimiento de sus objetivos (por

    ejemplo, habilidad, suerte, esfuerzo, dificultad de la tarea). Estas opiniones influyen

    sobre su motivacin. En ocasiones, las creencias de los estudiantes estn

    profundamente arraigadas en valores culturales. En la sociedad estadounidense, por

    ejemplo, a los estudiantes brillantes se les supone la capacidad mnima para

    comprender cierto material, cosa que no sucede con los estudiantes mediocres.

    Las sociedades asiticas, por su parte, plantean el aprendizaje como algo gradual,

    que se incrementa y se adquiere a lo largo de un prolongado periodo de tiempo,

    mediante un esfuerzo considerable y gracias a la constancia (Stevenson y Stigler,

    1991).

    Pero la motivacin no reside nicamente en el estudiante y en la cultura. Los

    profesores pueden ser catalizadores clave en la motivacin del estudiante (Brophy,

    1987). Tal y como hemos mencionado antes, la motivacin es una forma de logro en

    s misma, y no slo algo que los estudiantes aportan. El desarrollo de este logro

    debera ser una responsabilidad capital para las escuelas. Si, tal y como propone

    Prawat (1989), el aprendizaje puede presentarse como un medio para conseguir un

  • fin que permita hacer el trabajo con la mayor rapidez posible, o como una forma de

    aumentar la competencia, siendo el aprendizaje un fin en s mismo, resultara que la

    forma en que los profesores definen el aprendizaje puede ejercer una fuerte in-

    fluencia sobre la motivacin de los estudiantes. Las personas comprometidas con su

    trabajo se ven impulsadas por cuatro necesidades esenciales: xito, comprensin,

    expresarse a s mismos, y por ltimo, implicarse con otros o prestarles la debida

    atencin (Strong, Silver y Robinson, 1995). Estas cuatro necesidades proporcionan

    una base excelente para que los profesores puedan estructurar su trabajo con

    preadolescentes curiosos, imaginativos, que anhelan el xito y que disfrutan

    relacionndose con los dems.

    Implicaciones para los profesores y la enseanza

    Puesto que los profesores, al igual que sus estudiantes, captan el sentido de

    la nueva informacin integrndola en lo que ya saben, hemos preferido no lanzarnos

    a una serie de recomendaciones acerca de los valiosos cambios que podran

    acometer los profesores en sus mtodos de enseanza. En lugar de eso,

    revisaremos cmo se plasman en la realidad algunos de los elementos necesarios

    para que los profesores cambien su prctica, antes de identificar algunas prcticas

    prometedoras que los profesores pueden considerar, a medida que empiecen a

    transformar o expandir su enfoque con respecto a la enseanza.

    Los profesores son quienes en definitiva reforman la escuela. Los intentos por

    cambiar las escuelas tendrn poco o ningn impacto sobre los estudiantes, a menos

    que afecten a la manera de ensear de los profesores y a la forma de aprender de

    los jvenes. Para que eso suceda, los profesores tienen que elaborar su propia

    comprensin de los diversos intentos de reforma llevados a cabo. Al igual que los

    estudiantes, los profesores se ven influidos en su aprendizaje por sus propios

    enfoques con respecto al pensamiento, su base de conocimientos, sus modelos de

    inteligencia, su proceso de aprendizaje, su ambiente social y su voluntad y

    posibilidad de participar activamente en cualquier tipo de aprendizaje nuevo. Si los

    esfuerzos de reforma descuidan las necesidades de aprendizaje activo y de

    comprensin constructivista de los profesores, las consecuencias sern tan graves

    como las resultantes de descuidar en el aula los estilos de aprendizaje de los

    estudiantes y sus necesidades de aprendizaje. Peterson y Knapp (1993) argumentan

    que:

    Al poner los profesores en prctica las reformas sugeridas, stas se ven

    profundamente influidas por las teoras y creencias que mantienen actualmente..., as

    que interpretan las recomendaciones de reforma, a la luz de sus suposiciones y

    marcos mentales. Si no estn enterados de las suposiciones y comprensiones

  • subyacentes del autor, los profesores pueden intentar incorporar la nueva

    informacin sin analizar su comprensin previa. Aquellos educadores a los que

    nicamente se exige que pongan en prctica aspectos superficiales de las reformas

    constructivistas, sin darles tiempo ni oportunidad para considerar e interpretar por s

    mismos las suposiciones e ideas sobre el aprendizaje que subyacen en las mismas,

    pueden pasar por alto el principal significado de la reforma, y atenerse a la

    descripcin de los procedimientos sugeridos (pgs. 137-138).

    Un ejemplo elocuente de la cantidad considerable de tiempo, y alto nivel de

    compromiso y desarrollo del personal docente necesarios para cambiar las prcticas

    de los profesores mediante los principios del aprendizaje activo y de la comprensin

    constructivista, surgi a partir de las iniciativas planteadas recientemente para

    transformar la enseanza de las matemticas impartida a los estudiantes, pasando

    de la memorizacin a una comprensin profunda de su funcionamiento. Pronto se

    puso de manifiesto que tal proceso exigira un notable esfuerzo de aprendizaje por

    parte de los profesores de la escuela elemental. El simple hecho de producir nuevos

    libros de texto y aportar nuevos recursos (aunque no hubieran sido probados por los

    profesores) no sera suficiente. La mayora de profesores de los primeros cursos

    saban muy poco de matemticas, y lo que saban era de carcter rutinario y

    algortmico, y no posean una comprensin profunda sobre el tema. De modo que no

    caba esperar que fueran capaces de ayudar a los nios y las nias a desarrollar una

    comprensin ms profunda y compleja de las matemticas, a menos que ellos

    mismos la adquirieran (Cohen y Barnes, 1992).

    Este ejemplo nos permite echar un fugaz vistazo a los cambios y dilemas con

    los que se encuentran los profesores en sus esfuerzos de reforma. Si tienen que

    ensear para estimular la comprensin, los profesores tienen que aceptar que sus

    estudiantes, adolescentes, son pensadores reflexivos y dignos de tener en cuenta,

    capaces de trabajar activamente y de utilizar su inteligencia para ampliar e

    intensificar su comprensin. Considerado de este modo, muchos profesores se

    enfrentan a la coyuntura de adoptar un enfoque completamente nuevo en la

    enseanza, convirtindose en orientadores, preparadores, mentores y canalizadores

    del aprendizaje de sus estudiantes, al plantear preguntas, desafiar el pensamiento de

    los estudiantes, estimularlos a examinar ideas y relaciones, y centrar su atencin en

    la comprensin conceptual (McLaughlin y Talbert, 1993). Este tipo de enseanza

    resulta mucho ms difcil que atiborrar a los estudiantes de contenidos extrados del

    libro de texto. Los profesores no slo tienen que aprender una nueva forma de

    ensear, sino tambin olvidar lo aprendido y dejar de lado buena parte de lo que

    saban y que con tanta seguridad exponan en el aula hasta ese momento (Cohen y

    Barnes, 1992). El desafo para los profesores es que ahora tienen que aprender a

    ensear mediante formas que nadie les haba enseado (McLaughlin y Talbert,

  • 1994). Est claro que efectuar cambios de esta magnitud no es una tarea rpida ni

    fcil, y que no existen sendas doradas que conduzcan de inmediato al xito. Los

    profesores deambularn de un lado a otro, tropezarn, avanzarn tres pasos para

    retroceder dos, en su intento por asimilar e integrar estas nuevas ideas y convertirlas

    en prcticas funcionales dentro del aula.

    No hay un camino ideal. Tal y como observ Smith (1987): Siempre que se

    intente reducir la enseanza a un modelo, aparecern problemas porque los modelos

    nos dan frmulas, y las frmulas extraen la vida de la enseanza. Cada uno de los

    aspectos que se incluyen a continuacin describe una estrategia o enfoque

    pedaggico surgidos de la tradicin constructivista y que contribuye al

    establecimiento de una enseanza para la comprensin. Esta seleccin no es en

    modo alguno exhaustiva y los enfoques no se presentan como modelos

    incuestionables a seguir. Se trata ms bien de opciones esperanzadoras o de

    estrategias tiles que han sido desarrolladas para uso de los profesores. Si no se

    ponen en prctica con sabidura y reflexin, de forma que respeten y aprecien la

    complejidad del aprendizaje y la diversidad de antecedentes, experiencias e

    inteligencias de los adolescentes a los que se ensea, lo ms probable es que

    conduzcan a un aprendizaje superficial y a una interpretacin errnea, en lugar de

    conseguir un aprendizaje y una autodireccin autnticos.

    Utilizar el aprendizaje cooperativo

    El aprendizaje cooperativo, en el que los estudiantes trabajan en pequeos

    grupos para investigar y compartir sus descubrimientos, es un enfoque natural en la

    enseanza de los adolescentes. Seala la preocupacin de stos por el mundo

    social que les rodea y su dependencia del grupo de compaeros. Crea un contexto

    para el aprendizaje en el que los estudiantes exploran nuevas ideas, examinan sus

    propias posiciones y desafan sus creencias previas al contratarlas con otras

    personas. Les proporciona un frum para que puedan desarrollar un sentimiento de

    identidad personal y de autoestima, y participen activamente en su aprendizaje. Por

    estas razones, se la menciona frecuentemente como una estrategia apropiada a

    emplear con grupos heterogneos de estudiantes en los cursos de grado medio

    (Garca, 1990; Lyman y Foyle, 1989). Se han preparado numerosos libros y recursos

    para los profesores interesados en el aprendizaje cooperativo (Garca, 1990), y no

    hay motivo para detallar aqu sus caractersticas. Slo queremos indicar que limitarse

    a sentar a los estudiantes en mesas, y darles instrucciones para que trabajen en

    grupo no constituye un aprendizaje cooperativo. Las lecciones del aprendizaje

    cooperativo efectivo son diseadas muy cuidadosamente por parte del profesor, de

    modo que planteen problemas propios de la vida real, con toda su carga de

    confusin y desafo, a los que puedan darse mltiples soluciones. Al mismo tiempo el

  • profesor debe plantear cmo trabajarn juntos los estudiantes para crear un producto

    final en un contexto en el que todos tengan un papel que cumplir (Nystrand et al,

    1992; Lyman y Foyle, 1989). El profesor disea la logstica que configurar la forma

    de trabajo comn que adoptarn los estudiantes. El profesor los organiza, determina

    las tareas y papeles que representarn, tratando de equilibrar personalidades,

    habilidades y resultados que se pretende alcanzar, para estimular la mxima

    cantidad de aprendizaje en todos los estudiantes. Esta planificacin permite una

    considerable flexibilidad en el funcionamiento de los grupos, y les induce a afrontar

    problemas reales que se les plantean a lo largo del camino. La estructura es, por

    tanto, rgida y flexible a un tiempo. Estimula y permite a los estudiantes utilizar

    conjuntamente sus mentes para elaborar su propio conocimiento, tanto de manera

    individual como colectiva.

    La enseanza de un currculum para pensar

    Si aceptamos que el pensamiento de orden superior es esencial para todos

    los estudiantes y que se puede ensear y aprender, las aulas de los adolescentes

    son los lugares ms apropiados para reivindicar y generar entusiasmo por aprender

    formas nuevas y ms complejas de pensamiento. La curiosidad natural y el rpido

    crecimiento intelectual de los estudiantes en estas edades proporcionan un trampoln

    idneo para intentar alcanzar (y conseguir) nuevas metas en el pensamiento.

    Existen una serie de libros, materiales y recursos para ensear a pensar

    mediante la utilizacin de una amplia variedad de enfoques. Aunque se ha debatido

    si ensear a pensar como elemento complementario de las clases normales es ms

    importante que infundir tal enseanza en todo un currculum (White, 1992), los

    diversos enfoques se fundamentan en la creencia de que el pensamiento se puede

    mejorar con entrenamiento y una enseanza explcita y prctica. Costa (1991)

    describe un proceso de enseanza para pensar, enseanza del pensamiento y

    enseanza sobre el pensamiento. En lugar de definir un programa prescrito, aporta

    esta estructura triple, adems de una amplia gama de cuestiones, ejemplos y

    recursos destinados a ayudar a los profesores a establecer un programa de

    pensamiento.

    Marzano (1992) ofrece lo mismo: una estructura clara con cinco dimensiones

    de aprendizaje y una serie de preguntas y ejemplos a utilizar cuando se planifica

    una unidad de trabajo. Barell (1991) aporta una visin general conceptual, ejemplos y

    muchas estrategias detalladas a emplear en el aula para intensificar el desarrollo

    intelectual. Otros sistemas, como el de Bono (1990) o el de Fogarty (1994) presentan

    enfoques ms estructurados con respecto a la enseanza del pensamiento en las

    aulas. Independientemente de los materiales que se utilicen, el propsito comn

  • estriba en realizar un esfuerzo consciente para desarrollar las habilidades cognitivas

    y metacognitivas de los estudiantes, ayudndoles a tomar responsabilidades sobre

    su propio aprendizaje.

    Desarrollar la independencia del estudiante

    Puesto que los estudiantes tienen que convertirse en pensadores crticos,

    capaces de solucionar problemas y de utilizar sus talentos y conocimientos en

    situaciones inesperadas, se ven obligados a desarrollar habilidades de

    autovaloracin y reajuste. No pueden esperar a que sea el profesor el que decida

    cul es la respuesta correcta, sino que deben adquirir una mayor seguridad en s

    mismos y acostumbrarse a emitir sus propios juicios (Earl y Cousins, 1995). Hemos

    mostrado cmo desarrollar la independencia es particularmente importante en la

    preadolescencia, cuando los estudiantes abandonan la seguridad de la escuela

    elemental para ingresar en el mbito ms impersonal de la escuela secundaria. Pero

    no es ste el momento adecuado para arrojar los corderos a los lobos, sino para

    estimular la asuncin de riesgos, afinar las habilidades, extender los horizontes y

    celebrar el xito. Segn describen Purkey y Novak (1984), es el momento de

    emprender una educacin que podramos denominar de invitacin en la que el

    profesor crea las condiciones ideales de aprendizaje adoptando una actitud

    invitadora y fomentando una sensacin de confianza, implicndose con los

    estudiantes para atraerlos hacia el proceso de aprendizaje.

    El aprendizaje mediante la experiencia es una manera eficaz y estimulante de

    hacer participar a los estudiantes en el mundo situado ms all de la escuela. Los

    programas de educacin cooperativa, las demostraciones de cmo se realizan

    algunos trabajos, los centros de educacin informal, el voluntariado y los programas

    extracurriculares proporcionan a los estudiantes la oportunidad de enfrentarse con

    los desafos que le presenta la vida real en muchos mbitos distintos, sin tener que

    verse en la necesidad de elegir demasiado pronto una direccin a seguir en el futuro.

    Pueden aventurarse por el mundo laboral y los amplios espacios abiertos que se

    extienden ms all de la jungla de asfalto. El teatro, los deportes y todos aquellos

    lugares adonde pueda llevarles la imaginacin les brindan la oportunidad de

    experimentar y, por lo tanto, de aprender, al tiempo que se les sigue ofreciendo

    proteccin y apoyo.

    Cuando los profesores se esfuerzan en promover la independencia del

    estudiante, lo que realmente le estn enseando es a ser responsable de su propio

    aprendizaje y tambin le estn dotando de las herramientas necesarias para hacerlo

    con inteligencia. Las estrategias ms efectivas para intensificar la motivacin son

    aquellas en las que se trata a los estudiantes como personas capaces, y se consigue

  • que el material sea pertinente al sacar partido de sus intereses y conocimientos, e

    implicarlos en la determinacin de los objetivos, los mtodos de aprendizaje y los

    criterios seguidos para alcanzar el xito (Levin, 1994). Cuando los estudiantes

    participan activamente en su propio aprendizaje y la autoevaluacin es real, aumenta

    la conciencia de s mismos y empiezan a comprender que los errores, los problemas

    difciles y hasta los fracasos constituyen una parte natural del aprendizaje y de la

    vida (Earl y Cousins, 1995).

    Aportar experiencias que sean amplias y profundas

    Dada la ingente cantidad de conocimientos disponibles y las diferencias

    inherentes entre individuos, es evidente que nadie puede aprenderlo todo y que sera

    absurdo intentar ensear a todo el mundo exactamente lo mismo, o ensear a todo el

    mundo de la misma forma. En lugar de eso, los profesores tienen que aprovechar la

    energa en bruto de los adolescentes e inducirles a participar en una amplia gama de

    actividades que aprovechen el conocimiento existente, amplen sus horizontes y

    utilicen sus talentos e intereses.

    En La mente no escolarizada, de Gardner (199D, se describen dos

    instituciones que ayudan a los estudiantes a ampliar su comprensin del mundo y de

    la gente: el trabajo de aprendiz y los museos para nios y nias. Atribuye el poder

    potencial de estas instituciones a la sabidura educativa arraigada en ellas, no a su

    existencia fuera de la escuela, y sugiere una serie de mtodos para que esos valores

    sean fomentados tambin dentro de las escuelas. En las tareas de aprendiz, el

    estudiante acompaa a alguien, generalmente un experto y un mentor, a quien

    observa y asiste mientras ste pone en prctica sus conocimientos. En un museo

    para nios y nias, los estudiantes preguntan, exploran, experimentan, se aproximan

    a las cosas de un modo propio y reflexionan sobre lo que est pasando (Gardner,

    1994). Dentro de las escuelas, la teora de Gardner sobre las inteligencias mltiples

    se ha traducido en una serie de actividades y materiales a realizar en el aula (Lazear,

    1991; Gardner, 1993; Armstrong, 1994), diseados para su posterior utilizacin por

    parte del profesor.

    El sistema 4 MAT, desarrollado por McCarthy (1980) es otro enfoque de la

    planificacin de la enseanza y el aprendizaje, ideado para garantizar que los

    estudiantes con distintos procesos de aprendizaje reciban enseanza y aprendan de

    acuerdo a frmulas que resulten compatibles con su estilo de aprendizaje. Para ello

    ha utilizado un modelo de cuatro cuadrantes con el que construye una estructura

    para la planificacin de la enseanza y el aprendizaje, y que identifica cuatro tipos de

    estudiantes segn aprendan fundamentalmente de un modo innovador,

    analtico, de sentido comn y dinmico. Esta estructura ofrece un extenso

  • abanico de actividades que seran apropiadas para cada uno de estos tipos. Aunque

    la autora asla estas categoras y ofrece estrategias de enseanza asociadas a ellas,

    se apresura a sealar que la intencin no es la de encasillar a los estudiantes o

    limitar su acceso al aprendizaje, sino ampliarlo mediante la utilizacin de todas las

    estrategias en el conjunto de la clase, asegurndose de que todos los estudiantes se

    beneficien al experimentar una variedad de enfoques en la enseanza. stos no son

    ms que unos pocos ejemplos de lo que tienen a su disposicin aquellos profesores

    que quieran hacer potenciar un aprendizaje significativo y relevante, ampliando y

    enriqueciendo las experiencias de los estudiantes.

    Utilizacin de la tecnologa

    Es imposible imaginar el futuro sin una tecnologa todava ms avanzada, fcil

    de manejar y transportar. Para muchos nios y nias de cinco aos el

    funcionamiento de los ordenadores, hornos microondas y videos resulta ms familiar

    y presenta menos problemas que para la mayora de los adultos. Muchos

    preadolescentes se pasan horas navegando por la red y han establecido contactos

    y desarrollado intereses mucho ms all de los lmites de su propia comunidad

    (Cummins y Sayer, 1995). Las comunidades de aprendizaje ya no tendrn por qu

    quedar confinadas al aula, tambin podrn constituirse a travs del espacio virtual de

    la tecnologa (Hargreaves, en prensa). La tecnologa es un componente aceptado en

    el mundo de los estudiantes, porque capta su imaginacin y les asusta mucho menos

    que a sus profesores.

    Los profesores hacen un uso creciente de la tecnologa en el aula. Con la

    tecnologa es mucho ms fcil crear ambientes productivos de aprendizaje en los

    que se puedan abordar simultneamente las inteligencias y los estilos de aprendizaje

    mltiples. La tecnologa de los ordenadores, en particular, puede suponer un acceso

    rpido a ms informacin. Sirve para mejorar la composicin, edicin, ilustracin y

    presentacin profesional de los textos (y no slo de aqullos que tienen dificultades

    con las habilidades motoras). Y permite la recopilacin de datos, su anlisis y

    transmisin con mayor facilidad.

    Es importante tener en cuenta, sin embargo, que no toda la tecnologa mejora

    la educacin. Si slo se trata de aadir imgenes y sonidos a las palabras y los

    nmeros. El uso de la tecnologa sigue basado en un modelo de aprendizaje que ve

    la mente como un recipiente que debe llenarse. El valor aadido se consigue cuando

    los estudiantes son ms proactivos en el planteamiento de preguntas y en la

    adquisicin de informacin que puede ser utilizada para solucionar problemas. Bien

    aprovechada, la tecnologa proporciona a los profesores la oportunidad de cumplir

    sus sueos dorados: individualizar la enseanza y el aprendizaje, crear el estmulo

  • necesario que conduzca al descubrimiento de importantes conexiones, dar a los

    estudiantes el control sobre su propia enseanza, intensificar la motivacin y

    organizar y presentar cualquier clase de informacin. Mal utilizada, la tecnologa

    puede limitar el conocimiento, aislar a los estudiantes y convertir las habilidades

    relacionadas con la escritura emocional y crtica que requiera la inspiracin e

    intervencin del profesor en una simple tcnica de comunicacin asptica

    (Thornburg, 1994; Postman, 1992). Segn expresa de manera elocuente Stoll (1995):

    Todos queremos que los nios experimenten una interaccin humana clida,

    la emocin del descubrimiento y la solidez de unos fundamentos en aquellos

    aspectos que consideramos esenciales: la lectura, las relaciones con los dems, la

    formacin en los valores cvicos... La inspiracin necesaria slo puede encontrarse

    en la figura de un profesor en clase, no en un orador, un televisor o una pantalla de

    ordenador (pg. 116).

    Es importante no aceptar con euforia y de forma incondicional toda la nueva

    tecnologa, ni ser un ludista que desprecia todas sus posibles y valiosas ventajas. Lo

    que deberamos exigirnos a nosotros mismos y a nuestros compaeros es una

    relacin constructiva y crticamente selectiva, no slo con respecto a la nueva

    tecnologa, sino a todos los nuevos mtodos de enseanza.

    Tambin debemos considerar el tema de la equidad con relacin al uso de la

    tecnologa. En una poca de escasez de recursos, cmo lograr que todos los

    estudiantes tengan acceso al maravilloso mundo de la tecnologa? Si no

    encontramos una solucin, la distancia entre los estudiantes privilegiados y los que

    estn en clara desventaja ser insalvable. Quiz llegue el da en que el acceso no

    sea un problema y el uso del ordenador sea tan habitual como lo es actualmente el

    telfono. Pero, por el momento, los profesores se enfrentan al grave desafo que

    representa un acceso muy desigual.

    A pesar de estos problemas, la tecnologa, quiz ms que ninguna otra

    innovacin, es un poderoso recurso para acometer una profunda reestructuracin de

    las escuelas. Debera ser utilizada no slo para realizar mejor el trabajo habitual, sino

    para crear experiencias de aprendizaje completamente nuevas. Apenas si hemos

    empezado a explorar las posibilidades que este terreno nos brinda.

    Peligros y Dificultades

    Nuestra breve revisin de algunos de los mtodos ms prometedores

    pretenda animar a los profesores a explorar las posibilidades de pueden ofrecernos

    stas y otras innovaciones de la enseanza. No obstante, y aunque hemos

  • destacado algunos modelos de enseanza y aprendizaje que parecen garantizar

    resultados positivos para el aprendizaje y el crecimiento del estudiante, queremos

    concluir con una advertencia contra la adopcin rpida y total de tales mtodos.

    Hacemos esta advertencia por las siguientes razones:

    - Obsesiones con la formacin permanente

    Las estrategias de aprendizaje constituyen un foco susceptible de cambio

    tentador. En algunos aspectos, resulta apropiado ya que, a travs de esas

    estrategias, los estudiantes pueden experimentar el currculum. Pero los jefes de

    departamento, los directores y los administradores del sistema escolar tienden a

    veces a concentrar todos sus esfuerzos de cambio en las estrategias de enseanza,

    en el mbito del profesor individual, con exclusin de otros mbitos de reforma.

    Aunque se trata de una tarea delicada y difcil, mejorar las estrategias de los

    profesores en el aula constituye una propuesta atractiva para los reformadores. Las

    normas que cuestionan son menos sagradas que las que se ven amenazadas por los

    cambios en el currculum o en las asignaturas escolares. Y, sin embargo, son las

    asignaturas y la organizacin de stas las que apoyan, en muchos aspectos, el

    mantenimiento de unos modelos tradicionales de enseanza, y las que hacen que

    sta sea tan difcil de cambiar. Las definiciones sobre el funcionamiento del

    aprendizaje en muchas asignaturas respaldan los modelos tradicionales de la

    enseanza. Y la fragmentacin del horario, resultante casi siempre de un currculum

    basado en las asignaturas, restringe igualmente las posibilidades de llevar a cabo un

    trabajo temtico continuado o un proyecto que permitira una mayor flexibilidad en los

    mtodos de enseanza. Los cambios en cuanto a estilo y estrategia de enseanza

    no pueden emprenderse con efectividad a menos que se introduzcan cambios

    paralelos en otros aspectos de la escolarizacin secundaria.

    Los cambios en la enseanza, como la puesta en prctica del aprendizaje

    cooperativo, se inician a menudo a travs de programas intensivos de formacin

    relativos a las habilidades y actitudes del profesorado. Los programas de formacin

    en prcticas, el uso de coordinadores de distrito escolar y el desarrollo de estrategias

    de enseanza por parte de los compaeros para poner en prctica nuevos mtodos,

    son algunos de los enfoques adoptados en este tipo de formacin dirigido al

    profesorado. Esos enfoques, sin embargo, presuponen que los profesores persisten

    en mantener los modelos tradicionales de enseanza porque carecen de los

    conocimientos necesarios sobre las alternativas, no saben cmo utilizarlas o no

    estn dispuestos a probarlas (Hargreaves y Dawe, 1990). Hemos visto, sin embargo,

    que en el mantenimiento de los modelos tradicionales de enseanza no influyen tan

    slo las preferencias de un profesor en particular, sino tambin otros aspectos

    sagrados de la escolarizacin secundaria, y en particular su organizacin

  • alrededor de asignaturas acadmicas y el uso continuado de modelos tradicionales

    de evaluacin.

    Mientras no se aborden los aspectos ms sagrados de la escolarizacin

    secundaria, predecimos, basndonos en las pruebas de que disponemos, que los

    esfuerzos por mejorar la enseanza sern ineficaces. En el mejor de los casos, los

    esfuerzos aislados por poner en prctica nuevos mtodos, como el aprendizaje

    cooperativo, ejercern un impacto a corto plazo, que ser ms efectivo entre aquellos

    que ya hayan establecido un compromiso con esta labor y sean fieles defensores de

    la misma, del mismo modo, creemos que esos mtodos slo se adoptarn en unas

    pocas asignaturas que sean solidarias con el mtodo. En el peor de los casos,

    provocarn la desviacin de unos recursos ya de por s escasos, lo cual puede

    suponer un desembolso innecesario, enfocarn el cambio y la mejora como algo que

    atae nicamente a las habilidades y actitudes de los profesores, en lugar de

    hallarse arraigado en las estructuras sagradas en las que trabajan los profesores.

    - No existen los milagros

    Cuando se descubre el valor de las nuevas estrategias de enseanza, como el

    aprendizaje cooperativo, el personal de la Administracin educativa y otros agentes

    del cambio se inclinan a defenderlas y ponerlas en prctica con demasiado

    entusiasmo, rapidez y dogmatismo. Los ejemplos que nos ofrece la investigacin

    sugieren que los enfoques ms efectivos en la enseanza son aquellos para los

    cuales los profesores han echado mano de un amplio repertorio de estrategias que

    aplican flexible y selectivamente a diferentes situaciones de aprendizaje (vase, por

    ejemplo, Galton, Simn y Croll, 1980; Mortimore et al., 1988). Cambiar la mentalidad

    de los profesores y sus modelos de enseanza no es como practicar lobotomas

    frontales. Despus de muchos aos de experiencia, la mayora de los profesores no

    van a dar un giro de 180 slo por acudir a unas pocas sesiones de formacin

    permanente o por haber sido instruidos en las nuevas tcnicas de enseanza. No

    cabe esperar que cambien de tal modo. La utilizacin de un repertorio amplio y

    flexible es ms efectivo que depender de una sola estrategia. Es posible incluso que

    una insistencia excesiva en que los profesores reacios adopten sin condiciones las

    nuevas estrategias de enseanza los haga menos y no ms eficaces (Hargreaves,

    1994).

    Adems, los estudios realizados sobre aquellos profesores que se encuentran

    en mitad de su trayectoria profesional sugiere que, tras haber pasado ya por varias

    innovaciones importantes a lo largo de su vida profesional, muchos de entre los ms

    experimentados se muestran lgicamente reacios a abdicar una vez ms y cambiar

    por completo su enfoque de la enseanza (Huberman, 1993). Pero lo que esos

    mismos profesores s estn dispuestos a hacer, si se les concede el tiempo y la

  • flexibilidad suficientes, es a probar nuevos mtodos y a ampliar un poco su

    repertorio.

    Si atendemos a aquellas estrategias que probablemente resulten ms

    efectivas, y a las realidades vividas por los profesores durante su trayectoria

    profesional, el estudio sugiere que es aconsejable animarlos a ampliar sus

    repertorios y a probar nuevos mtodos. Pero lo que no resulta aconsejable en

    absoluto es insistir en que adopten completamente estilos distintos de enseanza y

    se conviertan en un tipo de profesores muy diferente.

    - La velocidad mata

    Una nota final de advertencia, el nuevo modelo de enseanza no debera ser

    puesto en prctica con demasiada rapidez. Como ya hemos argumentado, los

    profesores no son simples muestrarios de habilidades y tcnicas. Su forma de

    ensear no se debe tan slo a las habilidades que han aprendido, sino tambin a las

    estructuras en las que trabajan y a su evolucin personal. Cambiar a los profesores

    supone cambiar a la gente y se es un trabajo lento (Goodson, 1992; Fullan y

    Hargreaves, 199D. Esto significa que las nuevas estrategias de enseanza deberan

    ponerse en prctica a un ritmo determinado y con la flexibilidad suficiente como para

    que los profesores puedan adoptarlas y adaptarse a ellas con comodidad.

    Sera injusto, poco realista e intil esperar que los profesores cambien

    espectacularmente su forma de ensear, y que lo hagan, adems, en un corto

    espacio de tiempo. Pero lo que s es justo, realista y, probablemente, demostrar ser

    ms efectivo, es esperar que se comprometan a procurar una continua mejora en su

    comunidad de compaeros, y que sean capaces de experimentar con las nuevas

    estrategias de enseanza como parte de ese compromiso. Al tratar de mejorar las

    estrategias de enseanza, a menudo nos inclinamos de manera entusiasta hacia la

    conversin, cuando hacerlo hacia la extensin sera un objetivo mucho ms prctico

    y productivo.

    Conclusin

    En este captulo hemos resaltado que, una vez liberada de todo lo que la

    cubre, la escolarizacin trata sobre el aprendizaje y la enseanza. Pero no sirve

    cualquier tipo de enseanza y aprendizaje. Si queremos preparar a los adolescentes

    para el prximo siglo, su aprendizaje tiene que ir mucho ms all de un aprendizaje

    superficial y una memorizacin de algoritmos, y basarse en un profundo y duradero

    aprendizaje para la comprensin. Este tipo de aprendizaje profundo encuentra su

    premisa en diferentes visiones del conocimiento, la inteligencia, los resultados del

    aprendizaje, la participacin de los estudiantes y, ms en particular, los modos de

  • ensear. Los profesores se enfrentan a grandes cambios en sus prcticas

    profesionales, que los convertirn en orientadores, preparadores, mentores y

    catalizadores, mientras que los estudiantes captarn las nuevas ideas y se

    esforzarn por encontrarles sentido y crearse una imagen coherente de todo lo que

    les rodea. Al mismo tiempo, realizan continuos esfuerzos por integrar nuevas teoras

    y enfoques con sus propias creencias y experiencias. Los ejemplos y dilemas que

    describimos ya estn teniendo lugar en muchas aulas, pero brillan por su ausencia

    en muchas otras. Si no se introducen cambios fundamentales en la enseanza y el

    aprendizaje, as como en los sistemas de apoyo, del currculum, la evaluacin y las

    culturas de la escuela, los adolescentes no sern los beneficiarios de todo lo que

    sabemos. As que llegar all es lo que importa.