ensayo.latinoamericano

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43 JEZREEL SALAZAR ESCALANTE Cómo dar cuenta de la gran tradición de ensayistas latinoamerica- nos? ¿Qué papel juega el ensayo en la historia del pensamiento y la literatura de América Latina? ¿Cómo explicar en nuestras letras la vitalidad y vigencia de un género por muchos considerado menor? ¿Cuál es su funcionamiento y su motivación secreta frente a otros discursos (académicos, periodísticos, institucionales) con lógicas distintas y muchas veces antagónicas? Deseo esbozar algunas aproximaciones en torno a la escritura ensayística del subcontinente que aborden, aun- que sea de manera tangencial, estas preguntas. * Ponencia presentada en las Jornadas del Colegio de Filosofía, Letras y Humanidades: Filosofía y Literatura: Límites y puntos de encuentro, llevadas a cabo en la Universidad del Claustro de Sor Juana, del 11 al 14 de mayo de 2005, en la Ciudad de México. ANATOMÍA DE LA CRÍTICA El ensayo latinoamericano: tradición y transgresión * ¿

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J.Salazar

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    JEZREEL SALAZAR ESCALANTE

    Cmo dar cuenta de la gran tradicin de ensayistas latinoamerica-nos? Qu papel juega el ensayo en la historia del pensamiento y laliteratura de Amrica Latina? Cmo explicar en nuestras letras la

    vitalidad y vigencia de un gnero por muchos considerado menor? Cules su funcionamiento y su motivacin secreta frente a otros discursos(acadmicos, periodsticos, institucionales) con lgicas distintas ymuchas veces antagnicas? Deseo esbozar algunas aproximaciones entorno a la escritura ensaystica del subcontinente que aborden, aun-que sea de manera tangencial, estas preguntas.

    * Ponencia presentada en las Jornadas del Colegio de Filosofa, Letras y Humanidades: Filosofa y Literatura: Lmites y puntos de encuentro, llevadasa cabo en la Universidad del Claustro de Sor Juana, del 11 al 14 de mayo de 2005, en la Ciudad de Mxico.

    ANATOMA DE LA CRTICA

    El ensayo latinoamericano:

    tradicin ytransgresin*

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    En principio quiero resaltar dos caractersticas delensayo que han creado un prejuicio en torno a estegnero como escritura menor: su dimensin pedag-gica y su carcter de urgencia. Comencemos por esteltimo rasgo. Habra que decir que en el ensayo lati-noamericano existe una voluntad incesante por desci-frar la inmediatez. Cuando Juan Bautista Alberdi pos-tula la necesidad de una filosofa americana, la supeditaa los problemas de su tiempo. Lo mismo ocurre conAndrs Bello, quien afirm la urgencia de lograr unaemancipacin espiritual, ms all de la independenciapoltica, para las en ese entonces nuevas nacio-nes americanas. El ensayo ejerce un juicio sobre cier-tas tramas y sucesos de un contexto particular y de unmomento especfico. Su relacin con la historia supo-ne un apego a la contemporaneidad, y en ese sentidoevidencia su dimensin moderna. Se trata de una es-critura que interioriza la contingencia del presente, sunovedad, pero sin renunciar a la posibilidad de con-formar una totalidad autnoma perdurable. Podra

    decirse que el ensayo busca aprehender lo eterno des-de lo transitorio, lo inmutable a travs de la contin-gencia, la sntesis artstica que Baudelaire fund y pro-puso para el escritor moderno.

    Esta dependencia y cercana respecto de la historiainmediata le otorga al ensayo un carcter fundamen-tal: ser un discurso provisional, inconcluso, an enmovimiento. Los ensayos son textos que estn reali-zndose en la palabra, que no pueden concebirse comoobras concluidas y cerradas. De ah que estn escritosen tiempo presente y no en pasado, como algo termi-nado. Se trata de una escritura en devenir, abierta a undebate todava no finiquitado. Eso explica el tono msque subjetivo personal del ensayo; ese discurso queostenta orgullosamente su parcialidad, que exhibe suslimitaciones no por falsa modestia sino por un fuertesentido de responsabilidad frente a la verdad. Michelde Montaigne, el padre fundador del gnero, afirma queel juicio sobre la realidad circundante debe ser some-tido continuamente a prueba: quienquiera que me

    PAISAJE A TRAVS DE LA LLUVIA GRAFITO / PAPEL 42 X 28 CMS

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    sorprenda en ignorancia nada ha de hacer contra m,pues difcilmente sera yo responsable por mis ideasfrente a los dems, yo, que no soy responsable ni estoysatisfecho por ellas ante m mismo. Hijo del escepti-cismo, el ensayo se erige como un discurso siempre enbusca de conocimiento. Es una conciencia moderna enel sentido cartesiano: la duda permanente como formade escritura.

    Aunada a esta pasin por lo actual, el ensayo enAmrica Latina posee tambin una vocacin pedag-gica. La Cartilla moral de Alfonso Reyes quiz sea unode los mejores ejemplos, pero la misma tentativa porforjar conciencias puede encontrarse en Roberto Fer-nndez Retamar que en Pedro Henrquez Urea, y re-corre la historia del pensamiento latinoamericano des-de Domingo Faustino Sarmiento hasta Ernesto Sbato,pasando por la obra de Jos Carlos Maritegui o delpropio Octavio Paz. A la par de constituirse como crea-cin esttica, el ensayo posee un afn crtico irrenun-ciable. Durante el siglo XIX esto se explica por el retode inventar las nuevas naciones. El escritor concibe sulabor como un deber cvico. Contribuir a la conforma-cin de la nacionalidad se engarza con la necesidad deeducar a un pas colonial. En el siglo XX el proyecto con-tina. En Mxico, por ejemplo, la tentativa se reproduceen la bsqueda de formas innovadoras de esclarecer elpresente e imaginar el futuro luego de la lucha revolucio-naria. El afn moralizante del Ateneo de la Juventud y elsurgimiento de nuevos mitos de identidad seran inex-plicables sin esta perspectiva pedaggica. La raza csmicade Vasconcelos, a pesar de su delirio basado en el cul-to a la figura del mestizaje, constituye un claro ejem-plo de esta bsqueda. No sobra recordar la importan-te labor de Vasconcelos como secretario de educacinpblica durante el gobierno de lvaro Obregn y comogran impulsor del muralismo.

    El intelectual imagina y concibe la nacin a la parque la obra, en una especie de relacin simtrica con laobra. No es otra la intencin de Ezequiel MartnezEstrada cuando escribe La literatura y la formacin de laconciencia nacional, o la de Jos Mart cuando, en Nues-tra Amrica, realiza su llamado continental al desper-tar de la aldea en busca de un porvenir comn. Y aques importante destacar la relacin entre moralidad yescritura como eje de la escritura ensaystica. En el fon-do de todo gran ensayista existe un moralista en elmejor sentido del trmino. Un moralista es aquel queconcibe la actividad moral como la clave de interpre-

    tacin de la realidad. Los ensayistas latinoamericanosrealizan una valoracin y crtica constante de la con-ducta pblica. Este sentido moral de sus textos tieneque ver con una concepcin en torno a la literatura: laescritura como una actividad que imagina y posibilitaformas distintas de actuar y de concebir el espaciopblico. La literatura ya no slo como la construccinde universos simblicos ajenos y exentos del contactocon lo real, sino tambin como una produccin de sen-tidos sociales. As, el ensayo latinoamericano consti-tuye no slo una interpretacin moral sino una pro-puesta tica. Esto lo realiza en palabras de LilianaWeinberg al poner en valor la realidad que inter-preta en relacin con el yo del ensayista y su sociedad,al examinar a la luz de un horizonte tico el mundoque lo rodea. El valor del ensayo radica entonces noslo en el juicio que extiende sobre las cosas, sino en laforma en que enuncia ese juicio.

    Como mencion al principio, la dimensin mo-ral y el apego al tiempo presente son los rasgos delensayo que han sido, de un modo u otro, utilizadospara colocarlo en un espacio marginal frente a otrosdiscursos. Respecto a la novela y la poesa por ejem-plo, los crticos literarios lo consideran un gneromenor por este contacto con el mundo real, como silo que definiera que un texto es literario o no tuvie-ra que ver con la distancia frente a la historia, consu grado de realidad o irrealidad. Se trata de un pre-juicio que sita al ensayo fuera de toda considera-cin esttica debido a su carcter no ficticio. Alfon-so Reyes, al hablar sobre el centauro de los gneros,aclaraba esta cuestin. Si el propsito del ensayo noes literario, posee sin embargo valores estticos. ParaReyes, el ensayo est inscrito en la literaturaancilar, que en oposicin a la literatura en pure-za, consiste en ser prosa de no ficcin, literaturade ideas, un gnero mitad lrico y mitad cientfico.O como quera Mariano Picn-Salas, el matrimo-nio entre la poesa y la filosofa, entre el mundo delas imgenes y el mundo de los conceptos.

    No obstante, tampoco respecto a la filosofa se lereconoce al ensayo una legitimidad equiparable a ladel tratado metdico. Se le objeta su falta de sistema-tizacin del conocimiento y su estado anterior al de lasideas propiamente filosficas, considerndolo, ensuma, slo como un tipo de esbozo o reorganizacinde lo ya sabido y no como discurso capaz de generarnuevo conocimiento. Aqu el prejuicio consiste en es-

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    tablecer una jerarqua valorativa en la cual la reflexinmetdica es lo que definira si un texto es filosfico ono. La mejor crtica a esta idea la ha elaborado OctavioPaz cuando afirma que el ensayista no tolera las sim-plificaciones de la sinopsis (como en el aforismo) niel congelamiento categrico del tratado, sino que bus-ca explorar y no agotar un tema, llevando a buen tr-mino el arte difcil de los puntos suspensivos, nicomodo de no quitarle vida al lenguaje de la prosa. Eneste sentido, para Paz, el lenguaje literario del ensayosustentara un discurso polismico que se resistira ala referencia unvoca del concepto.

    Dando por descontado la validez de los prejuiciosque se erigen contra el ensayo, lo que s hacen eviden-

    extraliteraria fue desapareciendo, en Latinoamrica elanlisis poltico y cultural se encuentra apenas en ger-men, de ah que siga teniendo vigencia el ejercicio dela crtica ejercida por los escritores, quienes encarnanla figura clsica del intelectual. Durante el siglo XIXesto era an ms evidente, cuando algunos de los me-jores ensayistas fueron tambin grandes lderes pol-ticos (pienso en Sarmiento, Bolvar, Mart, Altamirano,Prieto e incluso, ms adelante, en Vasconcelos). Sinembargo es posible otra explicacin. Es la que propo-ne Lauro Zavala. Si la hibridacin textual del ensayoresponde a la necesidad de que la escritura cumpla unafuncin a la vez crtica y artstica, esto se debe a quelos escritores en pases de filiacin latina forman par-te de una tradicin comunitaria, donde se les exigeun compromiso histrico y poltico que no se exige alos escritores en la sociedad [europea o] norteameri-cana que poseen una tradicin ms individualista.

    Por otra parte se nos revela un hecho: ms all de estarinterpelados por un compromiso histrico, el que los gran-des ensayistas latinoamericanos sean tambin escritoresde ficcin o de poesa implica un posicionamiento parti-cular, una dimensin propia del ensayo contenida en suconcepcin y ejecucin. Y es que se trata no slo de gran-des escritores sino de grandes lectores (pienso aqu enReyes, Borges y Paz). Por ello es que sera necesario pen-sar si existe en la escritura ensaystica una relacin entrelos escritores y la crtica que pasa por la ficcin; si existeen el gnero del ensayo una forma de leer, evaluar y repre-sentar el mundo que es el resultado de la experiencia conla ficcin o del trabajo con la poesa. Quiero decir queescribir ensayos no depende de un saber, de la aplicacinde un mtodo, del seguimiento de una disciplina espec-fica, sino de una reflexin que nace del laboratorio de laficcin y que supone otro tipo de lectura, interesada noslo en el significado de los textos sino en la forma en queestn construidos.

    El asunto no es menor. Lo que afirmo es que la his-toria del pensamiento latinoamericano est fuertemen-te ligada a la historia de la literatura, a las reflexionesque se han dado en torno a las formas de la ficcin.Estas dos tradiciones se sintetizan en el ensayo, gne-ro hbrido que ha permitido conjugar un proyecto es-ttico con un imaginario poltico, una narrativa hist-rica con un lenguaje literario; en suma, una propuestade crtica cultural a travs de la creacin de un univer-so artstico. El ensayo concebido as, constituye unmedio esttico capaz de ejercer una funcin crtica y

    te es la capacidad de este gnero para incluir en su in-terior diversos discursos, por el hecho de ser una es-critura fronteriza donde la divisin tradicional entrecrtica y ficcin queda rebasada. En Borges, por ejem-plo, la reflexin convive con la narracin y el relato, lomismo que en muchos textos de Ricardo Piglia, Ro-berto Bolao o Sergio Pitol. En Monsivis ocurre algoparecido: su escritura conjuga el registro de la crnicacon el impulso interpretativo, a tal grado, que se handenominado muchos de sus textos como croni-ensayos.Y es que desde la Conquista la elaboracin del pensa-miento en torno a la sociedad se ha llevado a cabo atravs de un lenguaje cercano a la ficcin, incluso an-tes de la llegada de Bernal Daz del Castillo. Esta tra-dicin sin duda tiene que ver con el papel del escritory el intelectual en la historia latinoamericana.

    A diferencia de lo que sucede en otras literaturas,el escritor en Amrica Latina ejerce la crtica como unade sus ocupaciones primordiales. Lo que en el sigloXVIII suceda en Europa el que la literatura fuese elmedio de expresin de la crtica a las instituciones,sigue siendo un fenmeno habitual para los escritoresde nuestros pases. Si en Europa, conforme madur ladiferenciacin de las disciplinas, esta funcin

    Quiero decir que escribir ensayos no de-pende de un saber, de la aplicacin de unmtodo, del seguimiento de una discipli-na especfica, sino de una reflexin quenace del laboratorio de la ficcin y quesupone otro tipo de lectura, interesadano slo en el significado de los textos sinoen la forma en que estn construidos

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    el hecho de que se desenvuelva con tal libertad en es-tos mbitos dismiles hace suponer que es infrtil tra-tar de encapsularlo en slo uno de ellos. Por ello la po-lmica sobre si el ensayo es arte o no, si es filosofa ono, me parece infructuosa y rebasada. Ms interesantees rastrear los modos en que el ensayo adquiere unafuncin transgresora.

    De qu manera logra incidir el ensayista en la apertu-ra y reconfiguracin del espacio del debate pblico? Msall de su contenido temtico, el ensayista trabaja sus tex-tos a travs de cdigos literarios que es necesario desci-frar. Toda escritura supone estrategias, posicionamientos,ejercicios de sentido en relacin con un espacio social yfrente a otros discursos. Por ello, la forma exterior de undiscurso posee importancia en la medida en que consti-tuye ya una organizacin que puede ser interpretada comocompromiso esttico y poltico. Segn Fredric Jamesonla forma siempre se capta como contenido. En el caso delensayo, su condicin escurridiza tiene que ver con esecarcter hbrido que le permite abrir sus fronteras e in-sertar en su interior otras formas de narrar la realidad. Elhecho de ser un gnero intermedio, como lo denominaJohn Kraniauskas, provee el sentido poltico del ensayo.Su carcter anticannico proviene de esa voluntad porinfringir o violentar las reglas, los lmites establecidos porlas convenciones genricas. Si los gneros representannormas literarias que establecen el contrato entre un es-critor y un pblico especfico, la escritura ensaystica,guiada por una voluntad de conciliar discursos dismiles,transgrede las normas y rompe con tales sistemas tradi-cionales de regulacin. Al ser un gnero transdiscursivo,el ensayo resulta ser un relato que desafa de manera cons-tante la estabilidad del canon recibido, as como los usosapropiados de los artefactos culturales tradicionales.

    Adems, al situarse fuera del centro, el ensayo lo-gra hacer de la marginalidad un elemento de impug-nacin. Eso le permite transgredir las pautas autori-zadas y romper el contexto de subordinacin en quese halla tanto el sujeto de su discurso (lo marginal, lootro) como su propio discurso, que funciona funda-mentalmente por su posicin respecto al canon. La hi-bridacin (o transdiscursividad) funciona as comomtodo de transgresin pero tambin como bsquedade nueva identidad. Su inherente voluntadtransgresora es el origen de su ambivalencia. Si se tra-ta de una escritura genricamente ambigua, no es taldesde el punto de vista poltico. Podra decirse que enel ensayo hay un traslado de las preocupaciones tem-

    ticas a las preocupaciones formales, de modo que elsentido deviene forma. Tal es la razn del porqu elensayo constituye un texto que rebasa las fronteras tra-dicionales de la escritura de ficcin y de crtica, for-jndose como una forma cultural esencialmentedialgica.

    Por ltimo quiero terminar refirindome al senti-do utpico contenido en el ensayo latinoamericano. Noslo temticamente los ensayistas han hecho de la uto-pa un asunto central. Su manera de escribir tambinla presupone. Por una parte, la forma del relato supo-ne cierta definicin ante dos problemticas en corre-lacin: el lenguaje y la sociedad. La forma hbrida delensayo supone la existencia multicultural y fractura-da de la vida social, as como del discurso que expresaa sta. Su heterogeneidad escindida reproduce en lanarracin los conflictos que fracturan a su comunidad.En este sentido, adems de una escritura de frontera,estamos frente a una narrativa de la crisis, un tipo detexto que busca representar el conflicto cultural quela sociedad vive. Pero si la fragmentacin del espaciopblico ha trado consigo una fragmentacin del dis-curso y de la conciencia que versa sobre l, el ensayistabusca restablecer cierta unidad a travs del sentido quele otorga su escritura: se trata de un ejercicio de cohe-sin social.

    Arturo Andrs Roig afirma que el ensayo latinoame-ricano se caracteriza por tres momentos: el diagnstico,la denuncia y el proyecto. Crisis, crtica y creacin dn-dose la mano. Es en este ltimo momento (en el que, lue-go del examen y el juicio, el ensayista lanza una propues-ta) donde se hace ms evidente un tipo de creencia sobrela que se erige el ensayo, un sentido utpico que es al finla tensin entre un ideal y la realidad. Esta creencia con-siste en suponer que la escritura constituye una forma deconocimiento, una manera de alcanzar cierta verdad, dis-tinta a la que otros discursos elaboran. Al ensayar sobre larealidad y crear un universo simblico, el ensayista sinte-tiza no slo diversas visiones, ideas y sentimientos res-pecto a lo real, sino tambin expresa una visin disidentesobre su lugar y tiempo histricos. En todo ensayo existeun fondo de insatisfaccin, un sustrato de inconformi-dad. En ese sentido, la fantasa literaria puede constituirun arma para combatir lo que nos disgusta del mundo yde nuestras propias vidas. Cuando la imaginacin abreun abismo entre lo que somos y lo que deseamos ser, escuando logra representar una tentativa por concebir elmundo de otra manera.