ensayo final, miguel angel moreno
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Universidad Pedagógica Nacional
Facultad de educación
Maestría en educación
REPRODUCCIÓN: VIOLENCIA SIMBÓLICA EN LA EDUCACIÓN INICIAL
Por: Miguel Ángel Moreno
Cod: 2011287592
La educación preescolar se ha constituido con un objetivo especifico fundamental
de generar identidad y autonomía en los niños, esto en función de lograr una
formación de orden integral a partir de acciones concretas que posibilitan la
configuración de la personalidad y la responsabilidad, acciones que son
establecidas en un orden político- social que es constantemente territorializado sin
encontrar impedimentos ideológicos, por lo que es necesario generar, desde el
trabajo con niños de los grados del preescolar, unas dinámicas de pensamiento
crítico, de descubrimiento del conocimiento y la posibilidad de cuestionar los
contenidos, en busca de un mejor aprendizaje, al mismo tiempo que se construye
la identidad, y la autonomía, mediante la exploración de “otras formas” de explorar,
conocer y reconocer el mundo. Es decir, la construcción, no la reproducción de
conocimiento.
En el grado jardín, el poder se instaura desde el primer momento, las
“arbitrariedades” suelen estar presentes en cada uno de los espacios, académicos
y sociales. “Debes escribir en esta o tal dirección”, “ No te subas ahí porque te
puedes lastimar”, “debes comer más rápido” son algunos de los ejemplos que dan
cuenta de la presencia del poder en el aula, el primer indicio de violencia simbólica
en las dinámicas escolares de la educación inicial. La noción de poder involucra
sobre todo el concepto de control sobre dos instancias: los actos de las personas y
la mente de las personas; es decir, hablar de poder es hablar de control. El control
remite a la limitación de la libertad de acción de otros. (van Dijk, 1994). Es decir,
un acto de control sobre el ejercicio del otro, la delimitación de las posibilidades de
actuar libremente en un desarrollo autónomo.
Los espacios académicos en el preescolar están atravesados por constantes
“arbitrariedades” (Bourdieu, 1979) , de orden institucional, las cuales están
presentes en el desarrollo de las actividades académicas y sociales que se
desarrollan con normalidad, y que son espacios y dinámicas diseñados y
ejecutados, en la mayoría de los casos, sin considerar las motivaciones propias
de cada estudiante y con un objetivo particular : hacer que el estudiante alcance el
“modelo” establecido por el conjunto social. Es evidente el papel de la institución “
La institución absorbe cualquier intento de renovación, de ruptura o de rebelión, y
se convierte en una forma de afianzamiento, para prolongar su repetición de modo
indefinido”. (Bourdieu, 1979)
Sin hablar de anarquía escolar, y teniendo en cuenta la dependencia natural de los
niños en edad preescolar ( alrededor de los 5 años de edad), es necesario
propiciar los espacios para la reflexión, la crítica, el análisis, la observación y la
creación de escenarios propios para la construcción de conocimiento que abren la
puerta a la “fuga” frente a la instauración de las arbitrariedades del poder
dominante, y así posibilitar una alternativa de resistencia frente a la legitimación
de verdades que buscan dar continuidad y poder a un segmento de la sociedad.
Lo anterior requiere de una reestructuración de orden institucional, en la búsqueda
de espacios reflexivos, críticos y propositivos, donde se de la oportunidad de
cuestionar lo aprendido, de descubrir el mundo desde otras perspectivas y romper
con las arbitrariedades impuestas y en ese sentido, detener la “violencia
simbólica” que surge cuando se intenta, en un “juego de poder” se da en la
escuela. “Todo poder de violencia simbólica, es decir, todo poder que logra
imponer significados e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de
fuerza en las que se basa su fuerza, agrega su propia fuerza, es decir, una fuerza
específicamente simbólica, a estas relaciones de fuerza.” (Bourdieu, 1979)
En la edad preescolar se empieza formalmente el desarrollo de las funciones
cognoscitivas como la percepción, el razonamiento y la lógica entre otras, pues a
través del juego se desarrolla la responsabilidad, el respeto, el amor por sí mismo
y la identidad, y es el momento adecuado para fortalecer la capacidad crítica
desde la propia regulación. Un niño de grado preescolar es capaz de reconocer,
tomar decisiones y sobre todo, de naturalizar una dinámica educativa en la que se
le exija exponer sus propias opiniones, controlar sus actos, hacerse responsable y
decidir que aprender, como.
Evidentemente, por la etapa del desarrollo en la que se encuentra el estudiante, es
necesario que se le oriente en estas perspectivas “otras”. El papel del docente es
fundamental en esta orientación pues será el agente Territorializante y al mismo
tiempo, des-territorializante pues desde los grados inferiores, el docente instaura
la arbitrariedad y al mismo tiempo genera espacios a nivel institucional.
En la educación inicial, es evidente la presencia de ideologías socialmente
reconocidas, aceptadas, y naturalizadas. Practicas que generan una estratificación
que favorece la instauración de la violencia, el fortalecimiento que se presenta en
el ámbito pedagógico debido a la necesidad de instaurar una arbitrariedad, de
orden cultural, es decir, la transmisión de conocimiento, conocimiento que es
clasificado por un poder “legitimo” un poder que decide, y administra el
conocimiento, la verdad, en este caso, dentro del dispositivo escolar.
“Para confirmar científicamente la verdad, es conveniente verificarla desde varios
puntos de vista diferentes” (Bachelard, 2000).
¿Sería posible combatir la reproducción desde la apertura de unas ideologías que
motiven al sujeto a reconocerse a sí mismo como único e individual permitiendo
principalmente, registran el conocimiento como múltiple y variado, y los contenidos
como cuestionables y susceptibles de ser entendidos de maneras diferentes y de
modos distintos?.
En la formación inicial, la generación de identidad y autonomía permiten que la
arbitrariedad tenga menos peso en el desarrollo de las actividades educativas ya
que a menor reconocimiento de verdades absolutas es posible el trabajo desde la
multiplicidad de perspectivas, desde variados modelos, alternativas de acceso al
conocimiento según los ritmos, y capacidades de cada persona, la no utilización
de la “fuerza” a travez de “acciones y trabajo pedagógico” (Bourdieu, 1979) que
genere en todos los campos la apertura cultural necesaria para que se eliminen
los estereotipos, ideales y modelos que los conjuntos sociales dominantes buscan
instaurar desde los primeros años de escolaridad.
Queda la reflexión en el ejercicio educativo, pues dar la posibilidad de generar,
descubrir, configurar, estructurar la propia identidad, el conocimiento de sí mismo
y liberarse de los estigmas y las limitaciones que la misma sociedad se encarga de
propiciar, permite que cada dia los sujetos sean más críticos ante sus propias
decisiones, ante el conocimiento y a su vez, más flexibles y dispuestos a escuchar
las perspectivas diversas de las personas que configuran su círculo social, liberar
las tensiones constituidas en las relaciones de poder y así disminuir la “violencia
simbólica” que decanta de ellas.
BibliografíaBachelard, G. (2000). La formación del espiritu científico. Siglo XXI Editores.
Bourdieu, P. (1979). La Reproducción, elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Mexico D.F: Laia S.A.
van Dijk, T. A. (1994). Discurso, poder y congnición social.