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ENERGIA EN EVOLUCION Por Jhon O'Manique

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ENERGIA EN EVOLUCION

Por

Jhon O'Manique

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PREAMBULO

Los escritos de Teilhard de Chardin se caracterizan por un interés constante yapasionado en el hombre y su futuro. Desde principio a fin evidencian una gran fe en elhombre, así como la convicción de que el género humano -al que el autor ve cual untodo orgánico y autodinámico- tiene ante sí unas perspectivas llenas de promesas. Estaconclusión no fue, ni mucho menos, el resultado de un optimismo cándido. Más biennació de un esfuerzo reiterado para comprender la coherencia existente entre la doctrinacristiana de creación y redención, por una parte, y, por la otra, nuestra interpretacióncientífica moderna del hombre como producto y participante de un notable procesoevolutivo. Teilhard concluyó que ya no se puede conceptuar al hombre cual observadorpasivo de la evolución, sino más bien como un agente activo en la prosecución y eldesarrollo de un proceso interno mundial en el que cada individuo y quienes le rodeanpuedan apreciar las dimensiones absolutas de su personalidad.

Teilhard no pretendió en modo alguno proporcionar un minucioso plano para laedificación del futuro. Sólo intentó explorar y exponer un sistema coherente paraobservar la proyección del hombre en la sociedad, la Naturaleza y la evolución. Quisoque otros contribuyeran a rectificar y enriquecer sus ideas. Asimismo celebró que otrosasumieran idénticas tareas prescindiendo de sus propias teorías, partiendo de distintasbases y empleando también medios diferentes.

Así pues, nuestro propósito en The Teilhard Study Library no es el de acrecentar losmuy numerosos comentarios y exposiciones sobre las ideas de Teilhard, sino publicar lostrabajos de científicos, teológicos y otros eruditos que, influidos o no directamente por elpensamiento de Teilhard, comparten su creencia en la urgente necesidad de desentrañarel significado del Cosmos y concebir un credo humanista común. Pues es mediante el«ascenso hacia lo personal», en todos los estados y condiciones de la existencia humana,como hemos de asumir nuestra responsabilidad respecto al ordenamiento de la Tierra.

Directores generales

Anthony DysonBernard Towers

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PREFACIO

Por Bernard Towers.

En el último tercio del siglo xx la Ciencia y la Tecnología han alcanzado una fasecrítica de desarrollo. Es como si antes del año 2000 se nos ofreciera, posiblemente, unade las tres alternativas siguientes: 1 ) El desvío persistente de los jóvenes respecto a laCiencia podría adquirir los caracteres catastróficos del alud. La decepción y eldescontento crecientes ante una «sociedad opulenta» a cuya formación han contribuidoesencialmente los modernos métodos científicos y teológicos, podrían dar al traste con laEra Científica, que se desvanecería como lo hirieron otras «eras» en el pasado. 2) Otraalternativa es que el progreso científico prosiga como antes a paso acelerado hastadesencadenar posiblemente una catástrofe en lo que algunos han llamado ya «nuestromundo desbocado». Es probable que la actitud refractaria hada la Ciencia, tangeneralizada entre muchos de la generación más joven, obedezca precisamente a estetemor de una catástrofe potencial. 3) Pero queda una tercera posibilidad: el hombrepudiera habituarse finalmente a coexistir con esos conocimientos científicos asimiladospor él; pudiera aprender a gobernar la tecnología de tal modo que no sólo promovieralos beneficios existentes aportados por la Ciencia sino que también satisfaciera susaspiraciones supremas para el bien común a un nivel mucho más prominente que elpuramente material.

En el ámbito científico se observan muchos signos indicadores de que los caducosexclusivismo, separatismo y especialización pertenecen ya al pretérito. Científicos delmundo entero se reúnen no sólo entre sí o formando grupos de diversas disciplinassujetas a cierta interdependencia, sino también con filósofos, teólogos y otros exponentesde las «humanidades» para analizar con una mentalidad remozada las implicacionessociales, políticas, psicológicas e incluso espirituales de sus trabajos. El hombre sereexamina con mirada nueva, estudia su lugar en la Naturaleza y, claro está, la propiaNaturaleza. Así pues, intenta -con pasos vacilantes y tentativos, como es de rigor-integrar sus experiencias sobre sí mismo de una forma consecuente, por ser a un tiempoparte y producto del proceso evolutivo.

El presente volumen representa una contribución significativa a ese movimientoexploratorio. El autor inició su carrera con títulos de Ciencias Físicas y Matemáticas, a locual agregó una enunciación cabal del proceso mental asociado a la energía física y queviene dominando el pensamiento occidental desde hace más de un siglo. Ni los físicosinvestigadores modernos ni los astrónomos que laboran en las fronteras de lo cognosciblepara desentrañar la naturaleza física del Universo, pueden seguir ocupándose con losefectos de las clásicas leyes físicas cuando éstas se aplican (o mal aplican) a escalauniversal1. Sin embargo, es evidente que el panorama mental de un universo donde sereconoce solamente un tipo de energía (y por añadidura en vías de extinción» según secree), sido casi un tema obsesivo para diversos autores literarios de las últimas décadas yciertos biólogos ortodoxos afectos a la filosofía reduccionista y la hipótesis decimonónica

1Véase Saslaw, W., en The Teilhard Review, vol. 3, nº 2. Invierno de 1968-69, págs. 76-79.

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llamada «bola de billar» sobre la naturaleza de la materia.Más tarde el doctor O'Manique se pasó de la física a la filosofía académica y escribió

su tesis doctoral sobre «Teoría de la Ortogénesis en la Síntesis de Teilhard de Chardin».Actualmente ocupa la cátedra de Filosofía como profesor asociado en el «St. Patrick'sCollege» de Ottawa. Se ausentó con licencia temporal durante el curso 1966-1967 paratrabajar en la Universidad de Cambridge, Departamento de Historia y Filosofía de laCiencia.

Su exposición del concepto «Hiperfísica» propuesto por Teilhard y su análisis de lasrelaciones entre esta nueva disciplina y otras tradicionales como la física o la metafísica,merecen un estudio concienzudo por todos quienes se ocupan del pensamiento y lafunción que pudiera desempeñar este pensamiento en el futuro desarrollo evolutivo delhombre. Si la física y la metafísica fueron productos característicos del mundo estático deantaño, la Hiperfísica es la ciencia unificadora de un mundo «en movimiento». Esta obraes exploratoria inevitablemente, y sus conclusiones serán, sin duda» modificables a la luzde futuros estudios. Por otra parte tipifica todos los estudios sinceros del mundomoderno por hombres «modernos». Aunque algunas de esas conclusiones puedan parecerextrañas a primera vista, la integridad y el rigor intelectual del autor serán incentivossuficientes para que nadie se contente con una sola lectura del libro.

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INTRODUCCIÓN

Pierre Teilhard de Chardin es un nombre conocido entre millones de personas. Elritmo al que consumen sus obras unos auditorios con intereses considerablementedivergentes, atestigua su fenomenal popularidad y extensa divulgación. Parece, sinembargo, que muchos de esos seguidores no han acertado a interpretar fielmente susíntesis. Hasta los propios eruditos familiarizados con muy profundos sondeos analíticos,encuentran dificultades para captar la vastedad unitaria del pensamiento de Teilhard,pues su teoría es comprensible e insondable a un tiempo. Existe una tendenciaespontánea a clasificar su obra en compartimientos tradicionales e interpretarla como sifuera ciencias naturales» Filosofía o Teología. En parte es las tres cosas, pero comoconjunto no tiene nada de ellas. Teilhard le da el nombre de Hiperfísica; es decir, unanueva disciplina que se basa en las ciencias naturales si bien rebasa sus límites y sirve porañadidura como sustituta de la Metafísica.

La Hiperfísica encuentra su base en las ciencias naturales, ya que se deriva de teoríascientíficas reconocidas, especialmente la teoría de la evolución. Su objeto es el hombreintegral en el contexto de un universo evolutivo. Así pues, la Hiperfísica sobrepasa losconfines tradicionales de las ciencias naturales al escudriñar el interior de las cosas(consciencia) así como el exterior (complejidad). En virtud de ello la Hiperfísica viene aser una síntesis científica y filosófica por partes iguales, y cuando discute el futuro delhombre se adentra en los dominios de la teología natural.

No es de extrañar, pues, que la síntesis de Teilhard resulte difícilmente comprensible.El empleo de vocablos esotéricos y conceptos científicos modernos constituye unobstáculo casi infranqueable para el profano, y el ocasional estilo poético de Teilhard,unido a su terminología improvisada, dificulta aún más las cosas. Entre los diversospropósitos de este libro figura el intentar hacer más accesible la Metafísica a quienes seinteresen por Teilhard. Con este fin repasaremos (principalmente en el capítulo I)algunas de las teorías científicas sobre cuya base se asienta la Hiperfísica, paraproporcionar al lector una panorámica del mundo científico según lo veía Teilhard y enel que éste trabajaba. Para comprender su síntesis es preciso que nosotros veamostambién en cierta medida ese universo dinámico y continuamente progresivo quedistinguiera Teilhard, el paleontólogo y geólogo activo. Al exponer la segunda y tal vez laprincipal finalidad de esta obra quisiéramos rememorar las palabras escritas por loseditores generales de esta colección en sus preámbulos a los volúmenes I y II. Ambosaseveran que «Teilhard de Chardin nunca alegó haber creado un sistema hermético yconclusivo del pensamiento cuya divulgación y protección correría a cargo de losdiscípulos tras su muerte». Y agregaron lo siguiente: «Teilhard intentó esbozar los perfilesprovisionales de una síntesis que integrase el Evangelio cristiano con la conscienciaevolutiva e introspectiva del hombre moderno y además esperó que otros corrigieran,desarrollaran y aplicaran esa síntesis desde muy distintos puntos de partida.» No se pretende que esta obra sea una simple exposición de la Hiperfísica. Es unainterpretación de dicha teoría bajo determinados aspectos y un análisis de variosproblemas fundamentales. Concretamente presentaremos en el capítulo II unainterpretación de la energía según la conceptuaba Teilhard. El concepto «energía» esbásico, esencial en la Hiperfísica y, no obstante, Teilhard lo expuso de forma algo difusae indefinida. Por consiguiente, nuestra interpretación sobrepuja las palabras de Teilhard;

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ahora bien, esperamos que, a pesar de todo, sea suficientemente «teilhardiana».En el capítulo III examinaremos con brevedad la teoría de Teilhard sobre evolución

como un desarrollo de complejidad-consciencia; pero como el propio Teilhard discutecon toda clase de pormenores esta teoría, nosotros concentraremos aquí nuestra atenciónen dos de los mayores problemas que plantea: el de la ortogénesis y el de la entropía.

El capítulo IV profundiza (aunque no demasiado en esta cuestión: «¿Tiene algúnfundamento científico la Hiperfísica?» No haremos más que formular el problemaanalizado algunos aspectos del pensamiento «teilhardiano» en función de los criteriossustentados por la ciencia pura.

He tenido siempre presente el hecho de que este volumen forma parte de una«colección de estudios». Si su lectura condujera a una ampliación de estudios, podríadecirse que esta obra ha desempeñado la función asignada. El trabajo de Teilhard es tanvasto, encierra un espectro tan completo de los campos científico, filosófico y teológico,que su evaluación y desarrollo adecuado requerirían la contribución de especialistas muydiversos. Por consiguiente, uno se introduce en la Hiperfísica con cierto titubeo y emo-ción. Yo me animo bastante cuando oigo decir a Teilhard: «Es mucho mejor presentarexperimentalmente una mixtura de verdad y error, que mutilar la realidad para intentarseparar con excesiva premura el trigo de la granza. He acatado sin vacilar esta reglaevangélica que es realmente la regla de todo esfuerzo intelectual y del progresocientífico.»

En este volumen se ha recurrido a algunos datos de varios artículos míos publicadospor The Teilhard Review (Volumen 1, Número 2 y Volumen 2, Número 1).

John O'Manique

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CAPÍTULO PRIMERO

GENESIS DE LA HIPERFISICA

«Mi único objeto en estas páginas - y a tal fin he consagrado todas mis fuerzas- es ver.Con ello quiero decir que pretendo desarrollar una perspectiva homogénea y coherentede nuestras amplias experiencias generales acerca del hombre. Un conjunto cerrado quese despliega.»

Esta cita, correspondiente al prólogo de Teilhard en la obra El fenómeno humano --titulado por él «Viendo» -- representa mucho más que una mera exposición de susobjetivos. Es también una clara indicación de su actitud ante el mundo y del métodoempleado para alcanzar semejante meta.

El énfasis aplicado a la visión en dicha cita y a lo largo de todo el prólogo nosfamiliariza con Teilhard, el científico empírico. La obra de Teilhard como paleontólogo ygeólogo depende de su habilidad para ver e interpretar cuanto ve. Y cuanto vio en lascapas geológicas donde excavara, en las mediciones y clasificaciones de los fósilesextraídos, le ofreció parcialmente el retrato coherente del hombre que buscaba. Otrasramas de las ciencias naturales brindaron los datos necesarios para completar ese retratoy, como una consecuencia natural, el concepto del hombre, según Teilhard, se basó en loque pudiéramos llamar una «visión científica del mundo». Así pues, para comprender aTeilhard debemos compartir hasta cierto punto esa «visión del mundo» expuesta por élcomo científico naturalista.

Ahora bien, su concepto absoluto del hombre no se basó únicamente en dicha visióncomo tal científico naturalista. Según creyó él, las ciencias naturales pueden ver más de loque han visto en el pasado. Dijo: «Ha llegado el momento de reconocer que toda in-terpretación actual del Universo --incluso la más positivista-- seguirá resultando pocosatisfactoria mientras no abarque tanto el interior como el exterior de las cosas» la mentetanto como la materia. Una física auténtica será aquella que consiga incluir algún día alhombre íntegro en un cuadro coherente del mundo.»

Por consiguiente, se puede ver la imagen completa del hombre dentro de la Física, omejor aún, dentro de las ciencias naturales. Pero no dentro de la Física tal como existehoy día. Es preciso amplificar las ciencias naturales para englobar no sólo el exterior delas cosas, cuya percepción puede ser directa, sino también su interioridad. Estaampliación de la física es lo que Teilhard denomina Hiperfísica. Así pues, paracomprender la Hiperfísica de Teilhard no sólo es necesario participar en su visión delmundo como científico naturalista sino también tener ciertas nociones sobre su «visiónamplificada del mundo». Comenzaremos, pues, por analizar la opinión de Teilhard -como científico naturalista-sobre el Universo, y luego extenderemos nuestro examen a laHiperfísica.

Visión Científica del Mundo, según Teilhard

El mundo, visto por un científico naturalista moderno es radicalmente diferente del

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mundo visto por un profano o lo que pudiéramos llamar «la visión normal del mundo».Bastará un sencillo ejemplo para ilustrar este punto. Sin el auxilio de la teoría o losaparatos científicos, el escritorio ante mi parece ser una superficie plana y tersa, sólida ydura. A juzgar por su apariencia, la compone una materia extremadamente compacta...,tan compacta vista desde mi observatorio que no creo posible el desplazamiento de suscomponentes. Sin embargo, un físico, en su calidad de tal, no lo entendería así. E1 veríala superficie de dicho escritorio como una multitud de partículas subatómicas o cargas deenergía separadas entre sí por distancias relativamente inmensas y moviéndose avelocidades muy elevadas. El describiría cualquier libro colocado sobre el escritorio, nocomo un cuerpo en contacto con otro según el sentido lógico y tradicional de la palabracontacto, sino como la interacción entre dos campos de fuerzas. Evidentemente, ambasopiniones son diferentes y, por ende, los enunciados provenientes del criterio científico senos antojarán incomprensibles a menos que entendamos ese criterio.

Como ya se ha dicho, Teilhard fue geólogo y paleontólogo. Su tesis doctoral, escritabajo la orientación de Boule en la Sorbona, giró sobre los mamíferos del período eocenoinferior en Francia y obtuvo altas calificaciones del tribunal examinador. Aunque per-tenecía a la Compañía de Jesús, Teilhard vivió y laboró como un científico profesional enel campo de su elección. Se le respetó y aclamó como científico naturalista; para verificarsu capacidad productora como científico creador basta con revisar la larga lista depublicaciones en su apartado bibliográfico.

En su calidad de paleontólogo y geólogo, Teilhard se circunscribió a la teoríamoderna de la evolución; esta teoría constituye los fundamentos de la «visión científicadel mundo» y, consecuentemente, de su Hiperfísica. Por consiguiente, dicha teoría seráahora el objeto de nuestra discusión.

Las obras El fenómeno humano y El lugar del hombre en la Naturaleza contienen enesencia la síntesis de Teilhard. El manuscrito de la primera quedó listo en 1938, y seobtuvo autorización para publicar la segunda en 1950. Con anterioridad a estas fechas sepresentaron tres de las teorías sobre cuya base se asienta el concepto del universoevolutivo. En 1859 Charles Darwin publicó su Origen de las especies, en el que seexplicaba el desarrollo de las cosas vivientes en términos de selección natural. Allá por1927 Canon Georges Lemakre propuso una teoría para explicar el origen del Universo,refiriéndose como base práctica a la teoría einsteniana de la relatividad. En 1936 elcientífico ruso Oparin publicó su teoría sobre el origen de la vida ofreciendo unaconexión entre las otras dos teorías, es decir, entre el desarrollo físico desde los elementoshasta las moléculas pesadas, y el desarrollo biológico de las especies vivientes.

Darwin, Lemakre, Oparin y todos sus continuadores -quienes están desarrollando aúndichas teorías- han ofrecido a la Ciencia una base para esa nueva visión del mundo comounidad homogénea, dinámica y en incesante desarrollo..., un mundo, según lo expresóDarwin, cuyos sencillos comienzos han dado y están dando origen a infinitas formas acuál más bella y maravillosa. Conviene analizar brevemente las teorías sobre el origen delUniverso, el origen de la vida y la teoría darwiniana de la evolución, debido a suimportancia para la visión teilhardiana del mundo.

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EL ORIGEN DEL UNIVERSO

La teoría mis generalizada sobre el origen del Universo es una versión amplificada deaquel «universo evolutivo» visto por Canon Georges Lemaltre, o teoría del Big Bang(gran estampido). Según esta teoría, el Universo nació de una tremenda explosión ener-gética que liberó enormes cantidades de hidrógeno, es decir, el más simple de loselementos cuya proporción en nuestro universo físico representa un 95 %. El helio y losdemás elementos se derivaron gradualmente del hidrógeno. Cuando todas estas materiasse proyectaron con gran violencia desde el centro de la explosión, las fuerzas gravitatoriasocasionaron, a su debido tiempo, la formación de galaxias, y más tarde se desarrollarondentro de cada galaxia los sistemas solares con sus correspondientes planetas 3.

Una segunda teoría que hoy día va perdiendo adeptos es la de un universo «estable».Tal adjetivación resulta de esta premisa (cuyo fundamento es la desviación del rojo en elespectro de las galaxias distantes): el Universo se expansiona, pero la densidad decualquier volumen suficientemente grande permanece constante. La creación continuade hidrógeno mantiene ese estado estable de la densidad.Enfocando esta cuestión desde el ángulo de la materia elemental y su evolución, ladiferencia entre ambas teorías reside en el modo de explicar cómo se forma el bloqueestructural y básico, es decir, el hidrógeno. Dejando aparte el origen del hidrógeno, existeuna concordancia fundamental respecto al desarrollo de materias más complejas sobre labase hidrógeno. Así pues, las dos teorías mantienen que el universo físico se hadesarrollado incesantemente desde los más simples elementos de la materia hasta suestado actual.

EL ORIGEN DE LA VIDA

Hoy día se reconoce universalmente que la complejidad puede producirse al nivel delo inanimado, es decir, que en la Naturaleza puede tener lugar un desarrollo desde losmás simples elementos, helio e hidrógeno, hasta las moléculas más complejas tales comola proteína y el ácido nucleico. Los químicos, físicos y orgánicos comprenden con relativaclarividencia ese desarrollo y consiguen reproducirlo en el laboratorio. Junto al origen delos elementos constitutivos del Universo hay un segundo punto crítico en la explicacióncientífica del Universo y su historia: el origen de la vida. Sin embargo, en los últimosveinte años se ha esclarecido considerablemente el misterio que rodea a este problema, yhoy se cree, por lo general, que las formas vivientes evolucionaron naturalmente de las novivientes.

Existen pruebas concluyentes de que la transición desde las moléculas pesadas -particularmente proteína y ácido nucleico- hasta los organismos vivientes es continua ynatural, tal como lo es la transición desde los átomos hasta las moléculas. Eldescubrimiento y análisis del virus ha fortalecido especialmente la teoría sobre el origende la vida. Por lo pronto, el virus posee una peculiar combinación de propiedades«vivientes» e «inánimes». Puede reproducirse con cambios hereditarios y es metabolizablecomo una cosa viviente. Realmente el producto de su metabolismo es lo que causa la

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enfermedad. Sin embargo, a diferencia de los organismos vivientes, no respira; además,cosa aún más sorprendente, se le puede cristalizar y almacenar por un período indefinidosin pérdida de su poder infectivo. Finalmente es posible desintegrarlo en proteína noviviente y ácido nucleico para resintetizarlo a renglón seguido como virus activo. Asípues, los virus están en la divisoria entre lo viviente y lo no viviente. Aunque los virusmodernos son parásitos, se cree que los virus de vida independiente han existido yciertamente pueden haber representado el paso intermedio entre seres no vivientes y seresvivientes hace millones de años.

La vida, tal como se la conoce hoy día, requiere cuatro clases básicas de componentes:ácidos nucleicos, proteínas, hidratos de carbono y grasas. No obstante, diversasinvestigaciones recientes han demostrado que la proteína y el ácido nucleico son tanfundamentales que se los puede considerar como el mínimo requisito básico para la vida.El ácido nucleico constituye la base de la reproducción, y las proteínas en forma deenzimas son los factores primordiales del metabolismo o del crecimiento. Para ilustrar lafunción desempeñada por el ácido nucleico y la proteína en los organismos vivientesdeberemos examinar, si bien brevemente, la química de los cromosomas.

El cromosoma es portador de los rasgos hereditarios celulares y guía del desarrolloorgánico. El cromosoma contiene ácido desoxirribonucleico y ácido ribonucléico a losque se suele denominar ADN y ARN, respectivamente. El ADN es la verdadera sustanciagenética o hereditaria.

El ADN se presenta en forma de dos grandes cadenas entrelazadas de desarrollohelicoidal compuestas por desoxirribosa y ácido fosfórico, mantenidas juntas coneslabones de hidrógeno. Estos eslabones son bases nucleótidas: adenina, guanina, citosinay timina. Denominándolas por sus iniciales, la A se emparejará siempre con la T, y la Ccon la G. En la división celular, la cadena ADN se disocia y cada C atrae a una nueva Gy viceversa; igualmente cada A atrae a una T y viceversa, formándose así dos cadenassimilares (y también iguales a la original), salvo algún accidente fortuito. Esta es, pues, labase de la reproducción.

Como ya se ha dicho anteriormente, la proteína es el elemento básico delmetabolismo o del crecimiento. En el cuerpo humano hay entre 10000 y 100000proteínas diferentes. Están constituidas por veinte aminoácidos distintos,aproximadamente, en forma de largas cadenas dispuestas de formas diversas ycomplicadas. El mensaje genético codificado en el ADN bajo la forma de una secuenciaA, T, C y G se traduce por medio del ARN a la secuencia de las «letras» del aminoácidoen una cadena compuesta por determinada proteína.

Dicha explicación, aun siendo tan simple, evidencia la complejidad de esos procesosfundamentales. A primera vista parece como si una complejidad semejante no pudierahaberse desarrollado nunca naturalmente; pero, aunque la ciencia no haya logradotodavía reproducir sintéticamente el proceso completo en sus laboratorios, sí haconseguido desarrollar ciertas partes de ese proceso en esta forma. Ya mencionamosantes, por ejemplo, que se había logrado resintetizar el virus, es decir, disociación delvirus viviente en sus componentes, ácido nucleico y proteína, para su reunión ulterior enforma de virus viviente. El experimento, ya famoso, de S. L. Miller, merece sermencionado aquí. pues ejemplifica adicionalmente la síntesis de los complejosfundamentales de la vida en el laboratorio. Según se cree, la tierra primigenia estuvo

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cubierta por un océano pastoso, casi a punto de ebullición, rico en metano y amoníaco ysujeto a las innúmeras descargas eléctricas de continuas tormentas. Miller reprodujo esascondiciones en el laboratorio y entonces aparecieron los aminoácidos, es decir, elcomponente básico de la molécula proteínica. Ello reafirma la posibilidad de que lascélulas proteínicas y el ácido nucleico hayan podido desarrollarse en el medio ambientede esa tierra primaria con lo cual la propia vida primitiva se habría sintetizadonaturalmente1.

Resumiendo, cabe decir que el análisis de la célula y sus componentes muestra, poruna parte, la vasta complejidad de los elementos constitutivos de la célula, y, por otraparte, la posibilidad, o más bien la probabilidad, de que esa complejidad se hayadesarrollado naturalmente desde sus más simples componentes físicos tales como agua,amoníaco y metano.

TEORÍA DARWINIANA DE LA EVOLUCIÓN

Hemos seguido la trayectoria teórica del desarrollo natural desde sus comienzos enforma de energía o partículas elementales, hasta el origen de la vida. Desde este ángulovisual se explica el desarrollo tomando como referencia la teoría darwiniana de laevolución, cuya antigüedad rebasa ya el siglo. Los principios básicos darwinianos sobreprodigalidad de la Naturaleza, variación y selección natural tienen todavía aceptacióngeneral en la comunidad científica. La teoría moderna de los cromosomas complementala interpretación darwiniana de la variación. Antes de proseguir con la sucinta exposiciónde esta teoría, convendrá distinguir entre la evolución propiamente dicha y el método aque se acogen las cosas para evolucionar. Es probable que las criaturas existentes hoy díasobre la tierra hayan evolucionado de formas inferiores; verdaderamente es tan probableque, para todos los propósitos prácticos, se la puede conceptuar como un hecho. Elmétodo exacto de evolución no es tan inequívoco; pero al analizar la teoría darwinianaquisiéramos explicar ese método de evolución que, según los índices para seleccionarbuenas teorías, debe ser conceptuado como la explicación más probable.

Volviendo a los principios de Darwin: la prodigalidad de la Naturaleza y la variaciónson observables directamente. Con respecto a la primera se sabe que nacen muchos másorganismos de los que pueden sobrevivir hasta la madurez. Por ejemplo, si los vástagos dedos estrellas de mar y sus descendientes vivieran lo suficiente para reproducirsenormalmente, al cabo de quince generaciones habría 1072 estrellas de mar. Diez elevado ala septuagésima nona potencia es el número calculable de electrones en el universovisible. Desde ese mismo enfoque, una pareja de elefantes -posiblemente losreproductores más lentos de la Tierra- producirían diecinueve millones de descendientesal término de setecientos cincuenta años. Este hecho de la prodigalidad combinado conel hecho de la variación (a saber, el hecho de que no hay dos seres vivientes exactamenteiguales aun cuando sean descendientes de los mismos padres), inspiró a Darwin paraformular su teoría de la selección natural.____________________________________________________________________1Informes reciente, revelan que se ha conseguido una síntesis del ácido desoxirribonucleico (ADN) en ellaboratorio.

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La variación dentro de las especies ocasiona diversos grados de adaptabilidad al medioambiente. El organismo con «buenas» características --es decir, características compatiblescon las condiciones circundantes-- tendrá más probabilidades de sobrevivir lo suficientepara reproducirse. Así pues, ciertas características resultarán más o menos favorecidas ypor consiguiente tendrán más o menos probabilidades de transmitirse a la siguientegeneración. Si disponen de tiempo suficiente (y ese margen de tiempo es una realidadsegún nos aseguran los geólogos y los físicos), los cambios tendrán sobrada amplitud paradar origen a lo que se denomina una nueva especie. En los tiempos de Darwin elproblema se planteó así: ¿Cuáles son las causas de la variación, y cómo se transmiten loscambios? Las leyes mendelianas sobre caracteres hereditarios y el descubrimiento de lasmutaciones solventaron en gran parte este problema.

Existe por consiguiente la posibilidad (considerada hoy día ciertamente comoprobabilidad por casi todos los científicos) de una evolución continua en los seresinanimados desde el más simple hasta el más complejo, una transición natural de loinanimado a lo animado, y adicionalmente un continuo desarrollo de los seres animadosdesde las formas más simples tales como el virus hasta las más complejas, los primatesmodernos. (El orden primate incluye rumioideos, lemúridos, tarsioideos, monos,antropoides y hombres.)

La escala de fósiles humanos no está completa ni mucho menos. Sin embargo,numerosas pruebas evidencian una evolución gradual desde un cuerpo simiescosumamente primitivo hasta el hombre moderno (Homo sapiens sapiens) cuya inclusión esobligada. Desde el Dryopithecus del Plioceno hasta el hombre moderno propiamentedicho, pasando por el Australopithecus, el grupo de Pithecanthropus, el hombreNeandertal y el Cromagnon (una forma primitiva del hombre moderno), vemos unatransición gradual de los rasgos físicos que es explicable si aceptamos la evoluciónpaulatina del cuerpo humano actual desde las más primitivas formas simiescas.

A la luz de todas estas teorías - es decir, evolución, origen de la vida y origen delUniverso- el científico ve el mundo como un proceso dinámico en continuo desarrollo.Ya no se le ve como un mundo estático dividido en compartimientos, compuesto porseres cuya formación se completó prácticamente con el acto de la creación, integrado poresencias inmutables y diferencias específicas infranqueables, sino más bien como unaformación homogénea de interacciones mutuas. Esta es la visión científica del mundo, ytambién la visión de Teilhard, el científico; y, precisamente, esta visión del mundo daorigen a su síntesis. Así pues, su teoría sólo es comprensible en el contexto de tal visión.Sir Julian Huxley, quien prologó la obra El fenómeno humano, asignó especialimportancia a este punto: «En El fenómeno humano el autor desarrolla una síntesis triple:la del mundo físico y material con el mundo mental y espiritual; la del pasado con elfuturo; la de variedad con unidad, es decir, las partes múltiples con el todo. Y lo consigueanalizando cada hecho y cada sujeto de su investigación sub specie evolutionis conreferencia a su desarrollo en el tiempo y su posición evolutiva... Tal vez el puntofundamental por excelencia sea la necesidad absoluta de adoptar un criterio evolutivo» 4.

No debemos atribuir excesiva importancia a esa perspectiva de la realidad como si setratara de un proceso de evolución, dinámica e interacción continuas. Teilhard se

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interesa primariamente en el hombre, lo ve dentro de ese contexto e intenta arrojar másluz sobre la naturaleza del hombre y el futuro de la raza humana. Cualquier análisis delhombre tal como existe hoy día, cualquier predicción sobre su futuro necesita reconocerel contexto humano total en tiempo y espacio. Dicho de otra forma, debe basarse en lateoría general de la evolución que, según Teilhard, «es una condición general a la cualdeben someterse todas las teorías, todos los sistemas e hipótesis para concordar con elladesde ese instante si han de ser concebibles y verosímiles. La evolución es una luz cuyoresplandor ilumina todos los hechos, una curva a la cual deben ajustarse todas las líneas» 5

Es obvio, pues, que la propia teoría de Teilhard, la Hiperfísica, que será objeto dediscusión en esta obra, se asienta sobre la teoría general de la evolución. Por consiguienteno nace de cualquier otra ciencia, sino de todas las ciencias naturales: antecedentes sobreel origen del Universo, formulados por la Cosmogonía, la Física y la Astronomía;antecedentes sobre el desarrollo molecular y el origen de la vida, formulados por laFisicoquímica, la Química Orgánica y la Bioquímica; antecedentes sobre la evolución delos organismos vivientes, formulados por diversas ramas de la Biología y, finalmente,antecedentes sobre el origen del hombre mismo formulados por la Antropología y elcampo especial de Teilhard, la Paleontología.

Desde luego, Teilhard no fue un especialista en todos esos terrenos. Ahora bien,conoció a fondo las teorías de la evolución en los niveles físico y biológico; y, lo que esmás importante, como paleontólogo se interesó directa y profesionalmente por cierta sec-ción del propio proceso evolutivo. Teilhard poseyó especial clarividencia para discernir laevolución, esa intuición que sólo puede poseer un científico activo y empírico.

VISIÓN TOTAL DEL MUNDO SEGÚN TEILHARD

Realmente, Teilhard no vio sólo al hombre en el contexto de la teoría de evolución.Su visión del mundo tiene unos límites que no están definidos por las ciencias naturales.Teilhard no fue solamente un científico naturalista, sino también un cristiano, y de resul-tas no vio únicamente al hombre en el contexto de la evolución, sino asimismo en elcontexto del Medio Divino y su objeto fue demostrar que ambos contextos sonrealmente uno, y exponer la verdadera imagen cristiana de Dios, la unión del Hombrecon Dios basada en una teoría científica evitando el dualismo de materia y espíritu, decuerpo y alma.

Así pues, su visión total del mundo armoniza y unifica el dinámico universo evolutivodel científico naturalista y el universo espiritual del cristiano creyente. Sin embargo, él nofundamenta su Hiperfísica en las creencias cristianas; ni el concepto de Dios ni el deInmortalidad figuran entre las premisas hiperfísicas. Por añadidura, la Hiperfísicatampoco representa un nuevo medio conciliatorio entre la fe cristiana y la teoría de laevolución. Realmente es, como esperamos demostrar hasta cierto punto, una teoríabasada en evidencias empíricas que conduce a ciertas conclusiones cuya similitud con loscredos de la religión judeocristiana resulta obvia. Antes de profundizar en la teoríapropiamente dicha de Teilhard, parece indicado decir algunas palabras sobre lanaturaleza de la Hiperfísica. (Desde luego, la discusión más completa de esa naturalezaestá a la espera de su elaboración.)

Teilhard admite desde el principio que la Hiperfísica no es una ciencia física, puesto

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que abarca una gama muy amplia de fenómenos. Por otra parte, cree que algún día lamisma Física deberá tomar en consideración esa gama de fenómenos, con lo cual se da aentender que la Hiperfísica es la Física del futuro. «Ha llegado el momento de reconocerque toda interpretación del Universo --incluso la más positivista--seguirá resultando pocosatisfactoria mientras no abarque el interior de las cosas tanto como el exterior, la mentetanto como la materia. Una física auténtica será aquella que consiga incluir algún día alhombre integro en un cuadro coherente del mundo»6

Asimismo Tcilhard manifiesta en El fenómeno humano que su obra no es metafísca7.Así expuesta, sin embargo, esa manifestación parece algo equívoca, pues se la podríainterpretar como si, al reconocer la naturaleza y el valor de la metafísica, Teilhard com-prendiera que su planteamiento fenomenológico tiene unas limitaciones inherentes y nopuede invadir los dominios del metafísico. No obstante, quien lea el epistolario del autorse sentirá inducido a pensar que Teilhard rechaza verdaderamente la Metafísica tachán-dola de racionalista y estática, y ve su Hiperfísica como una sustituta de la Metafísica'.Por consiguiente, cuando se hable de Hiperfísica importa tener presente que, segúnmanifiesta el propio Teilhard, la Hiperfísica no es física ni metafísica, o, para exponerlocon mayor concisión, la Hiperfísica es una ampliación de la Física y una sustituta de laMetafísica.

Según hemos dicho, hay ciertas manifestaciones, como en el prefacio de El fenómenohumano, donde Teilhard no rechaza taxativamente la Metafísica. Ahora bien, suambigüedad es comprensible a la luz de los siguientes hechos: Dicha obra quedó lista en1940 y, sin embargo, no se concedió autorización para publicarla hasta 1947; además,durante aquel año el superior de Teilhard ordenó a éste que no escribiera más Filosofía.Con respecto a esta censura que jamás sería condonada, Teilhard comunicó por carta aun amigo que había hecho ciertas alteraciones en el texto para satisfacer las demandas delcensor 8. Aunque, por una parte, esa preocupación acerca del censor no le indujo a alterarsu pensamiento, es posible que por otra parte le aconsejara la omisión de todo ataquedirecto contra la Metafísica en los textos que le habría gustado publicar.

Según el padre Elliott, la obra de Teilhard es filosófica porque busca una respuesta aestas dos preguntas fundamentales: «¿Qué es el hombre?» «¿Cuál es su futuro?»9. Nadamás cierto; pero ello no significa que la Hiperfísica sea, como la Metafísica, un sistemafilosófico o una disciplina totalmente ajena a las ciencias naturales y, por ende, a losmétodos y criterios propios de la Ciencia. Parece que la Hiperfísica, como ampliación dela Física, debe ser en cierto sentido verdaderamente científica. Ahora consideraremos estepunto bajo la titulación «Concepto de Teilhard sobre la verdad», y volveremos a él en elúltimo capítulo. También examinaremos la relación entre su «visión total del mundo» ysu visión del mundo como científico naturalista bajo el encabezamiento «Perspectivateilhardiana del proceso evolutivo».

CONCEPTO DE TEILHARD SOBRE LA VERDAD

Puesto que la Hiperfísica se basa en las ciencias naturales y es una ampliación de lasciencias naturales, se infiere que debe seguir los métodos de las Ciencias Naturales yadherirse a los criterios establecidos para definir la verdad científica. Consecuentemente,

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prologaremos nuestra discusión sobre el concepto teilhardiano de la verdad con unabreve recapitulación de los conceptos científicos en materia de hechos, leyes y teorías.

La ciencia genuina comienza con hechos. Mediante la observación se llega aconceptos (o proposiciones), y éstos son verídicos puesto que se corresponden con loshechos. Un número de conceptos verídicos relacionados entre sí pueden conducir, porinducción, a un concepto más general o una ley general. La observación adicional de taleshechos puede sustentar esa ley o falsearla. Asimismo ciertos hechos y leyes dan origen aconceptos generales cuya verificación empírica es imposible; entonces reciben ladenominación de teorías y sirven para unificar aún más la Ciencia, explicar leyes yhechos, y conducir a nuevos hechos. Con objeto de esclarecer este punto y formular elconcepto de Teilhard sobre la verdad, permítasenos exponer el siguiente ejemplo.

Un antropólogo físico mide ciertas características de varios cráneos de primate quedatan de fechas geológicas (por ejemplo, Dryopithecus, Australopithecus, Atlanthropus,Neandertaly Horno sapiens, siguiendo un orden cronológico). Tales observacionespueden conducir a la comprobación de diversos hechos; por ejemplo, las mandíbulas,según se observa en el orden antedicho, disminuyen progresivamente de tamaño. Si lasmediciones realizadas con tipos similares conducen a la misma conclusión, se puedeestablecer una ley general diciendo que los primates recientes tienen mandíbulas máspequeñas que los primeros primates. Es sencillo someter esta ley a pruebas adicionalesmidiendo más y más mandíbulas de cráneos de primates cuya antigüedad sea conocida.Si tales experimentos tienden a confirmar la ley, se podrá enunciar una nuevageneralización que defina dicha ley: las mandíbulas gradualmente menguantes sonresultado de un proceso evolutivo que hizo innecesarias las mandíbulas potentes paramascar o apresar cosas porque marcó el desarrollo de otros órganos (cerebro, manos,etc.). Este enunciado general no puede ser objeto de verificación empírica como la ley, yaque el proceso evolutivo se sustrae a nuestra observación directa. El teorizante podríaaducir que esos primates fueron crudos deliberadamente con mandíbulas cada vez mispequeñas, y no sería posible contradecirle, al menos con las pruebas ya expuestas.

Si uno no puede verificar ni falsear una teoría mediante ensayos empíricos, ¿cómo sela ha de evaluar? ¿Cuáles son los módulos justos para comprobar la bondad de unateoría? Hay diversos módulos, pero aquí mencionaremos solamente la coherencia. Unabuena teoría debe mostrarnos un cuadro más coherente de la compleja realidad. Esta, sepodría añadir, es una de las tareas fundamentales, si no la principal, de la Ciencia. Entrelas razones más convincentes para aceptar como buena la teoría moderna de evolución -una teoría que parece estar muy próxima a la verdad - figura la de que ésta no sóloexplica razonablemente los hechos y leyes expuestos más arriba, sino que también unificay simplifica una vasta colección de leyes y hechos diversos pertenecientes a muy diversoscampos científicos. Presenta una panorámica coherente de lo que pudiera ser desde otroángulo visual un universo caótico.

El propio Teilhard propone este principio: «La coherencia superlativa es un indicioinfalible de verdad superlativa»10. Por otra parte declara mis explícitamente que laspiedras de toque para hallar la verdad en todo campo científico son la coherencia y lafecundidad. Cuanto más orden imponga una teoría a nuestra visión del Mundo, tantomayor será su capacidad para guiarnos hacia nuevos conocimientos y tanto mayor suverosimilitud. Entre diversas teorías la verídica será siempre la más ventajosa11.

Por consiguiente, la coherencia es, para Teilhard, el módulo básico en la investigación

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de la verdad; no la coherencia interna que debe poseer todo sistema aceptable y lógico,sino más bien la coherencia objetiva descubierta en el mismo Universo. No la coherenciaimpuesta por el pensamiento a la caótica diversidad de realidades, sino una coherenciacuya existencia ha sido percibida verdaderamente en dicha diversidad. Esto, desde luego,no es un invento teilhardiano sino un principio básico de todas las ciencias naturales.

La teoría general de evolución nos ofrece una panorámica coherente del Universo yaque revela las causas comunes e interdependencias en la vasta diversidad de fenómenosque existen hoy día y existieron en el pasado. Así mismo la teoría de evolución encauzalas investigaciones hacia mayores conocimientos y, por tanto, promueve la fecundidadque Teilhard expone con coherencia como su módulo para comprobar la verdad.(Convendría añadir que la teoría de evolución satisface otros módulos para verificar labondad de una teoría y a los cuales Teilhard no alude con especial énfasis: se basa, porejemplo, en la evidencia empírica directa e indirecta, y es compatible con hechosgeneralmente aceptados y otras teorías.)

La teoría general de evolución es, para Teilhard, un punto de partida, un principiocardinal de su Hirperfísica. La evolución, dice él, es algo más que una teoría: «Es unacondición general a la cual deben someterse todas las teorías, todos los sistemas e hipó-tesis para concordar con ella desde ese instante sí han de ser concebibles y verosímiles. Laevolución es una luz cuyo resplandor ilumina todos los hechos, una curva a la cual debenajustarse todas las líneas».

La imagen del hombre en el contexto de un universo dinámico y evolutivo es, claroestá, el mundo visto por Teilhard como científico naturalista. La circunstancia de que élvea al hombre integro dentro de ese contexto, origina lo que hemos denominado suvisión total del mundo. «Repito que mi único objeto en estas páginas -y a tal fin heconsagrado todas mis fuerzas- es ver. Quiero decir, desarrollar una perspectivahomogénea y coherente de nuestras amplias experiencias generales acerca del hombre.Un conjunto cerrado que se despliega» 13.Cuando aborda el fenómeno completo del Hombre, Teilhard no atiende solamente aldesarrollo de su complejidad material, sino también al desarrollo de su interioridad, esdecir, el desarrollo de consciencia, alma o espíritu. Soslaya, como esperamos poder de-mostrar, el dualismo de materia y espíritu; para Teilhard, materia y espíritu sonúnicamente dos facetas de un solo desarrollo, facetas que el científico naturalista puededescribir en última instancia. Al propio tiempo soslaya ese tipo de materialismo queexplicaría la consciencia en los niveles superiores del desarrollo evolutivo como unasimple manifestación progresiva de la complejidad.

Así pues, su visión total del mundo es el panorama de un conjunto «complejidad-consciencia» en continuo desarrollo. Todo ser desarrollado ofrece dos aspectos: unaexterioridad o complejidad que ha sido estudiada por los científicos naturalistas, y unainterioridad o consciencia, que si bien está presente hasta cierto punto en los estudios dela ciencia empírica y sus diversas ramas dedicadas al hombre, e incluso a los animalessuperiores, no ha sido nunca objeto general de una investigación científica. Al considerarese fenómeno completo, la Hiperfísica trata por partes iguales con el aspecto interiorconsciente del desarrollo y la complejidad. Sobre esa extensa base, incluyendo laconsciencia, Teilhard erige su teoría sobre el futuro del hombre; una teoría que comparteel optimismo de la cristiandad y no el pesimismo de un planteamiento puramentemaquinal, pese al hecho de basarse en las ciencias naturales.

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PERSPECTIVA TEILHARDIANA DEL PROCESOEVOLUTIVO

Como ya hemos visto, la teoría de evolución constituye el fundamento de laHiperfísica de Teilhard. Aunque éste aceptó dicha teoría tal como la presentaba la cienciamoderna, concibió también una interpretación propia, interpretación que no debería sernecesariamente aceptable para todos los estudiosos de la evolución. La evolución, segúnTeilhard, es el desarrollo dirigido del conjunto «complejidad-consciencia». Puesto que laortogénesis no tiene aceptación general, la idea de una evolución dirigida seríacuestionable sin lugar a dudas. Por añadidura, agregar el desarrollo de la consciencia aldesarrollo de la complejidad podría equivaler aparentemente a retirar la teoría del ámbitode las ciencias empíricas. Desde luego, cabría esperarlo así, ya que la Hiperfísica es unaampliación de la ciencia física; ahora bien, ello plantea ciertos problemas, algunos de loscuales analizaremos más adelante. Por lo pronto concentraremos nuestra atención en elsignificado de «un desarrollo dirigido del conjunto complejidad-consciencia».

Teilhard hace observar que otrora se conceptuó al hombre como centro de ununiverso estático. Sin embargo, el fracaso de la teoría geocéntrica y el ulterior desarrollocientífico hicieron preguntarse al hombre cuál sería su lugar en el Universo. Es más, lehicieron preguntarse cuál sería el lugar de la vida misma. Entre las dimensiones reciéndescubiertas de espacio y tiempo, se conceptúa a la vida como una ocurrencia accidentalde poca monta en el panorama general, un epifenómeno que nace de la casualidad y sedesvanece por el mismo conducto. La ley de entropía creciente puede esquematizar eldesarrollo y la decadencia del Universo como una parábola ascendente y descendente;por otra parte, cabe representar la historia de la vida sobre esta Tierra incluyendo lahistoria del hombre, cual una pequeña parábola ascendiendo y descendiendo junto a esaparábola general del Universo. Pero tal representación tendría escasa significación, salvopara acentuar la insignificancia del hombre.

Para Teilhard, la verdad reside entre dos opiniones extremas: que el hombre es elcentro del Universo, y que el hombre es un accidente insignificante en el Universo.Desde el ángulo visual de las dimensiones espaciales el hombre no es ni mucho menos elcentro del Universo, pero, según Teilhard, hay otro punto de vista perfectamente válido.Los recientes avances en el campo científico han hecho resaltar lo infinitamente grande ylo infinitamente pequeño, y el hombre, existiendo espacialmente entre dos infinitos, esde una insignificancia relativa. Para Teilhard hay otra escala que permite apreciar laposición del hombre: no la escala de las dimensiones espaciales, sino una escala decomplejidad. Aparte de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño existe loinfinitamente complejo.

Si uno se abstrae de las dimensiones espaciales del Universo y considera éste bajo elaspecto de una complejidad creciente, la vida adquirirá nuevo significado. Dada sucomposición relativamente simple las estrellas y galaxias quedarán relegadas a un lugarinferior en la escala, por debajo del minúsculo pero muy complejo virus. El hombreocupa su lugar dentro de ese contexto; ya no es el centro de un mundo estático, sino unelemento altamente significativo de un mundo en movimiento14.

Bajo esa luz, las galaxias, las estrellas y nuestro propio planeta ganan nueva

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importancia, aunque no por su tamaño, sino porque crean la condiciones necesarias parala emergencia de un ser más complejo. Viéndolo desde ese ángulo visual las dimensionesdel sol revisten poca significación por sí mismas. Lo importante es el hecho de que el solemita radiaciones vitales para la existencia.Llegados a este punto, debemos prestar especial atención al término complejidad, segúnlo define Teilhard. Este no entiende por complejidad solamente el número y la variedadde los elementos integrando del conjunto, sino también su ordenación. Él reduce es-trictamente el empleo de la palabra complejidad al significado de combinación, es decir,«esa singular forma superior de agrupamiento cuya propiedad consiste en aglutinar unnúmero fijo de elementos --grandes o pequeños, pues su tamaño importa poco-- con osin el aditamento secundario de agregación o repetición para formar una agrupacióncerrada de determinado radio, tal como el átomo, la molécula, la célula, el metazoo,etcétera» 15.

Teilhard subraya el carácter dual de la complejidad: un número fijo de elementos y untodo cerrado. Seguidamente agrega que su tesis depende de todo ese régimen.

Con arreglo a dicha definición de la complejidad, una estrella es menos compleja queun virus o un hombre, aunque contenga más elementos. La estrella es una agregacióninmensa pero simple. No es un todo cerrado, ya que carece de unidad inherente o ac-tividad autónoma como el virus o el hombre. La estrella es una colección de elementosque funcionan mayormente con independencia. Sin embargo, hay complejidades queevidencian cierta «acción centralizadora», y al parecer cualquier incremento de esa accióncentralizadora va acompañada de un incremento en complejidad. Dicho de otra forma,los elementos de algunas agregaciones tienen actividades más unificadas que los deotras15. Para Teilhard, el término complejidad se refiere al número y la disposición deelementos en esas agregaciones unificadas o centralizadas. Así pues, un aumento de lacomplejidad no implica meramente un número mayor de elementos, sino también eldesarrollo del ordenamiento, y por ende el aumento de la unidad y la centralización.Citemos un ejemplo: todas las piezas de un automóvil amontonadas en un rincón nopueden actuar como un automóvil ni poseen la unidad requerida para ser denominadasautomóvil, porque aunque todas ellas forman parte del montón no poseen ordenamientoni constituyen la combinación apropiada para ser un automóvil.Un virus no es simplemente ácido nucleico y proteína, sino una combinación uordenamiento específico de ácido nucleico y proteína. Por añadidura, ese ordenamientoespecífico no actúa ya como ácido nucleico y proteína por separado, sino como unaunidad denominada virus.

____________________________________________________________________Los conceptos de complejidad y unidad relacionados entre sí se emplean ordinariamente en Biologíacomo módulos para el desarrollo. Cf.: por ejemplo: The Language of Life, de George y Muriel Beadle,Garden City, Nueva York, «Doubleday», 1966, pág. 37. «Superior (con referencia a los animalessuperiores) significa un organismo cuya creciente complejidad respecto a los componentes se emparejaparalelamente con la creciente capacidad de todos los componentes para funcionar juntos como un todounificado.»

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El concepto teilhardiano de complejidad creciente concuerda con las teoríasuniversalmente aceptadas sobre el origen y desarrollo del Universo, según las enunciamosantes. En los niveles inferiores del desarrollo los grados de complejidad resultanevidentes: la molécula de agua es más compleja que el átomo de hidrógeno, la moléculade proteína más compleja que la molécula de agua. Sin embargo, en los niveles medios dela evolución, esas complejidades relativas se hacen más ambiguas. Primero, no hay unalínea concreta de ascendencia evolutiva, sino más bien, como afirma Teilhard, una gruesacolumna de tipos pluricelulares desarrollándose en la dirección general de la complejidad.Segundo, la complejidad de los elementos en las estrías de esa columna es tan consi-derable que sería virtualmente imposible compararlos en términos cuantitativos o conarreglo a su disposición. Por añadidura, los componentes de ciertos seres pierden inclusocomplejidad a medida que se desarrolla el todo (por ejemplo, la pezuña del caballo).Como, al parecer, se puede decir muy poco objetivamente sobre las complejidadesrelativas de los organismos en las fases más avanzadas del desarrollo evolutivo, elconcepto «complejidad» tiene escaso valor cuando se intenta evaluar la posición delhombre en el Universo. No obstante, hay --según Teilhard-- un módulo empírico para lacomplejidad creciente a esos niveles, un parámetro que nos guía por el laberinto de lasformas vivientes. Este módulo de complejidad creciente es el "desarrollo del sistemanervioso, incluido el cerebro; es decir, cerebración o cefalización.

Cefalización pasa por ser un parámetro concreto y preciso, taro y absoluto de lacomplejidad; por consiguiente proporciona los medios necesarios para esquematizar elincremento en complejidad y determinar así la dirección de la evolución. SegúnTeilhard, la aplicación de este parámetro a la cefalización es un eje de desarrollo decomplejidad, presente en los mamíferos el orden de los primates, y particularmente en lafamilia de los antropoides. Sin embargo, aquí es donde la complejidad en sí cesa deinteresar a Teilhard. Una capacidad craneal o un índice cefálico no basta por sí solo paradeterminar si un organismo o especie o filium se encuentra en una posición privilegiada.Como ya mencionamos anteriormente, la creciente unidad de acción acompaña a lacreciente complejidad, y aquí hallamos el módulo adicional requerido.

Esta unidad de acción, o centralización, aunque asociada en cierto modo a lacomplejidad, no es propiamente complejidad. Su introducción conduce a nuevosconceptos: la causa de acción es energía, y una unidad de acción sugiere alertaconcentración de energía. La actividad que proporciona al hombre su unidad como tal yle hace proclamar su superioridad sobre los demás primates es su singular especie deconsciencia, o sea, consciencia de sí mismo. Se conceptúa a la consciencia como unafaceta del desarrollo tan fundamental como la complejidad, y no se la puede desestimaren ningún análisis científico del proceso evolutivo. Con la inclusión de la conscienciacomo parámetro del desarrollo junto a la complejidad, nace la Hiperfísica. Evolución esun desarrollo del conjunto complejidad-consciencia. La «ley de complejidad-consciencia»es tan esencial como las leyes físicas de entropía o gravitación: «Cuando se la abandonadurante suficiente tiempo bajo el influjo prolongado y universal de lo casual, la materiamanifiesta la propiedad de ordenarse por sí sola en agrupaciones cada vez más complejas,y al mismo tiempo en estamentos cada vez más profundos de consciencia; una vezcomienza ese doble movimiento combinado de "interiorización" psíquica (ocentralización y despliegue físico) prosigue a paso acelerado y crece hasta su máxima

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extensión».Según se ha sugerido anteriormente, los conceptos de consciencia y energía están

relacionados en la Hiperfísica. Por consiguiente, iniciaremos nuestra discusión de laHiperfísica con un análisis del concepto teilhardiano de energía.

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CAPÍTULO II

ENERGÍA EN LA HIPERFISICA

Teilhard no fue un físico, pero pese a todo tuvo conocimientos prácticos de la físicaelemental y utilizó el concepto físico de energía para fundamentar sus propias teorías sobreenergía y consciencia. Se requiere, pues, algún conocimiento de los conceptos físicos básicospara comprender claramente el concepto teilhardiano de energía. Comenzaremos por tantocon una somera explicación del concepto físico de energía pensando en aquellos lectorescuyos conocimientos físicos sean escasos.Se llegó matemáticamente al concepto de energía mediante la integral de fuerza en elespacio: ∫ F. dx (que se denomina el trabajo). El resultado es la cantidad 1/2 mv2, llamadaenergía cinética. De esa misma integral se dedujo también matemáticamente una cantidadV, cantidad con las mismas dimensiones que el trabajo y la energía cinética, y cuyo valordepende exclusivamente de la posición. Por consiguiente se denominó a V energía deposición o energía potencial.Los instrumentalistas (es decir, quienes opinan que la tarea del físico es desarrollar talesfórmulas matemáticas y utilizar aquellas que parezcan eficaces, pero no explicar la realidad)se darían por satisfechos con una formulación de la energía arropada con términosmatemáticos como se expresa más arriba. Si, por una parte, esos modelos matemáticosfueran aplicables al mundo real objetivo, y si algunos términos tales como energía cinética yenergía potencial se refirieran a algo existente en ese mundo, sería posible hablar de energíacomo sí existiera fuera de la mente matemática tanto como dentro. Por añadidura, Teilhardhabla de energía existente, no sobre energía como un nombre dado al resultado de lacomputación matemática. Por tanto, aquí expondremos una energía que aun siendocompatible con los fundamentos matemáticos de la Física no es en sí misma matemática.Esta explicación será generalmente satisfactoria para el físico. Pero, tal ves, elinstrumentalista ponga reparos.

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CONCEPTO DE LA ENERGÍA SEGÚN EL FÍSICO

Los físicos definen la energía como la capacidad para realizar un trabajo. El término«trabajo» en Física tiene lugar cuando se ejerce una fuerza a través de la distancia. Si, porejemplo, yo empujo mi escritorio y le hago recorrer cierta distancia, puede decirse que heefectuado un trabajo con el escritorio. Si, por otra parte, empujo el escritorio pero éstepermanece inmóvil, no se habrá realizado ningún trabajo con el escritorio aun cuando sehaya ejercido cierta fuerza. (En términos matemáticos, dt = F dx. Respecto al primerejemplo, F, la fuerza, y x, la distancia, tienen un valor indeterminado y consecuentemente,hay un valor para t. En el segundo ejemplo, F tiene cierto valor, pero x es cero: por lo tanto,nada de trabajo.) Así pues, el trabajo tiene lugar cuando se aplica una fuerza y a ello siguecierta actividad. En otras palabras, los conceptos «fuerza» y «actividad» mantienen relacióncon el concepto «trabajo». De resultas la energía, como capacidad para trabajar, esbásicamente la capacidad para realizar cierta actividad mediante la aplicación de ciertafuerza.Un cuerpo tiene capacidad de trabajo gracias a su movimiento, su posición y su energíacinética. Examinemos cada punto separadamente:Un cuerpo tiene capacidad de trabajo gracias a su movimiento, y la energía del movimientose denomina energía cinética. (Matemáticamente la energía cinética es igual a la masa por elcuadrado de la velocidad dividido entre dos. La propia masa aumenta con la velocidadcreciente, pero este efecto de relatividad es despreciable, salvo en las grandes velocidades, ypor tanto se puede conceptuar a la masa como un elemento constante para casi todos lospropósitos.) En Física se define la masa como medida cuantitativa de la inercia. Sabemosque los cuerpos materiales se resisten a cualquier cambio de movimiento, y la propiedad delos cuerpos creadora de tal resistencia se llama inercia. Dicho de otra forma, cuando uncuerpo se mueve, será necesaria cierta fuerza para cambiar el movimiento en un sentido uotro. Pero sí un cuerpo ejerce cierta fuerza sobre otro, este otro ejercerá también una fuerzaigual aunque opuesta sobre el primero. Consecuentemente, sí se aplica alerta fuerza a uncuerpo para cambiar su movimiento, el cuerpo móvil ejercerá asimismo una fuerzadeterminada sobre el cuerpo que altera su movimiento, y por ende, este cuerpo móvil serácapaz de realizar un trabajo. Así pues, la energía cinética de un cuerpo es una función de sumovimiento y su inercia.Asimismo un cuerpo tiene capacidad de trabajo en virtud de su posición. La energía deposición se llama energía potencial. Un resorte o un volumen de gas sometido a presióntiene energía potencial puesto que recobrará su posición original cuando se retire la fuerzacompresiva, y al hacerlo así ganará energía cinética. Igualmente un cuerpo poseerá energíapotencial como consecuencia de su posición en un campo gravitatorio. Por ejemplo,cualquier masa en reposo sobre la superficie terrestre puede ceder a las fuerzas de atracciónejercidas desde el centro de la Tierra y caer hacia ese centro, ganado así energía cinética.Asimismo un cuerpo cargado eléctricamente en algún lugar de un campo eléctrico o uncuerpo magnetizado en un campo magnético puede moverse por ese campo obedeciendo alas fuerzas de atracción o repulsión y adquirir así energía cinética. Por tanto, un cuerpo tiene

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básicamente energía potencial pues su posición le impulsa a moverse bajo la acción de unafuerza o varias y como resultado, gana energía cinética.Un cuerpo tiene también capacidad de trabajo en virtud de su energía interna, Elmovimiento y configuración de las partículas en un cuerpo originan la energía interna oenergía de composición. Un volumen de gas en reposo no tendrá energía cinética externa;sin embargo, posee energía interna de movimiento puesto que las moléculas gaseosasindividuales están moviéndose. Asimismo, sí el volumen total es neutro eléctricamente, noposeerá energía potencial electrostática como conjunto, pero las moléculas de carga in-dividual sí la tendrán.Así pues, energía interna es la energía cinética o potencial del elemento en un grupo deelementos, y no es por tanto una nueva clase de energía. Igualmente, la energía potencial talcomo la de un resorte o gas comprimido resulta ser, bajo la observación analítica, un efectoa gran escala de las energías potenciales básicas acumuladas por los elementos constitutivosdel resorte, gas, etcétera. Las energías potenciales básicas son gravitatorias, electrostáticas ynucleares. Fundamentalmente, pues, es posible reducir todas las energías a energía cinética ypotencial. Por añadidura, la energía cinética y la energía potencial representan dos fasesdiferentes en la capacidad de trabajo más bien que dos clases diferentes de esta capacidad.Energía potencial es la capacidad para obtener energía cinética que puede efectuardirectamente un trabajo en virtud de la inercia.

EL CONCEPTO DE ENERGÍA DISPONIBLE

Con arreglo al primer principio de termodinámica, o conservación de energía, la cantidadtotal de energía en el Universo permanece constante. Dicho de otra forma, no es posiblecrear ni destruir la energía (lo mismo cabe decir sobre la propia masa en el contexto de laequivalencia masa-energía perteneciente a la relatividad física). Ahora bien, la existencia deenergía no garantiza que se la pueda utilizar siempre para rendir un trabajo. Por ejemplo, elagua que circunda a un transatlántico contiene gran cantidad de energía, pero dada sutemperatura relativamente baja no se la puede emplear para mover el transatlántico.Realmente la nave no sólo se ve imposibilitada de extraer la energía acumulada en el aguasino que, además, entrega energía al agua. Así llegamos al concepto de energía disponibleque explicaremos con ayuda del siguiente ejemplo:La Figura 1 representa un sistema aislado, es decir, aquí no hay transferencia de masa nienergía al o del medio circundante. Se compone de un recipiente con agua, una ruedahidráulica y un generador. Al iniciarse el proceso, el agua está más alta que la rueda y porconsiguiente, ofrece energía potencial gravitatoria para mover la rueda la cuál hace girar algenerador y produce energía eléctrica. (Tenemos, pues, energía potencial gravitatoriatransformada en energía cinética del agua, transformada en energía cinética de la rueda,transformada en energía cinética de la armadura del generador, transformada en energía po-tencial eléctrica.) Cuando toda el agua ha descendido hasta el nivel de la rueda hidráulica sealcanza un estado de equilibrio; y aunque el agua tiene todavía energía potencial

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gravitatoria, pues podría seguir descendiendo y hacer trabajar a cualquier otro artefactosituado en un nivel inferior, no dispone de más energía para mover la rueda y producirenergía eléctrica. A la luz de este ejemplo ofrecemos la siguiente definición: la energíadisponible es aquella proporción de energía que se puede transformar en trabajo medianteprocesos ideales que reducen el sistema a un estado inerte, es decir, un estado de equilibriocon el medio circundante.

Para ilustrar un aspecto principal de la energía disponible, elaboremos el sistema descrito (enla Figura 1) con el siguiente diagrama:

Figura 1

En la Figura 2 hemos conectado un motor eléctrico al generador y una bomba de agua almotor con objeto de elevar el agua desde el nivel de la rueda y devolverla a su recipiente. Asípodemos invertir el proceso transformando la energía potencial eléctrica producida por elgenerador en energía cinética mediante el motor, transfiriendo esta energía cinética a labomba y finalmente, transmitiendo la energía cinética de la bomba al agua con unincremento final en la energía potencial gravitatoria del agua, con lo cual puede reanudarseel ciclo. De esta forma se evita el equilibrio o estado inerte elevando el agua hasta su alturaoriginal y manteniendo por consiguiente su energía potencial disponible. Este sistemaparece idóneo y por tanto, debería funcionar indefinidamente. La experiencia demuestra sinembargo que, aun cuando su funcionamiento dure más que el del sistema expuesto en laFigura 1, alcanzará pronto el estado inerte y se detendrá el sistema. He aquí la causa: unaporción de la energía generada durante el proceso se transforma en calor con la fricciónconstante en tuberías, ruedas, alambres, etcétera, y por consiguiente no está disponible parahacer trabajar a la rueda y el generador, el motor y la bomba. Aunque se podría utilizar partede ese calor para rendir un trabajo en el sistema, otra parte, generalmente la mayor, deja deestar disponible. Entonces el trabajo realizado con la rueda hidráulica será igual a la energía

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potencial del agua menos el calor generado y perdido. Ese trabajo realizado con el generadorserá igual a la energía cinética de la rueda hidráulica menos el calor generado y perdido, y asísucesivamente a lo largo de todo el proceso. Así pues, el agua abandonará su recipiente másaprisa de lo que puede restituirla allí la bomba, con el consiguiente decrecimiento de laenergía potencial gravitatoria disponible en el sistema.

Fig. 2

A su debido tiempo, es decir, cuando el agua esté al nivel de la rueda hidráulica, se alcanzaráel estado inerte.Resulta evidente, pues, que es preciso establecer ciertas condiciones preliminares si se quiereutilizar la capacidad de trabajo para rendir verdaderamente un trabajo, y por consiguienteexiste una distinción entre energía y energía disponible. La ley sobre conservación de energíatiene aplicación a la capacidad fundamental para rendir trabajo y no a la cantidad de energíaverdaderamente disponible para trabajar. Ahora bien, el segundo principio determodinámica se relaciona con la energía disponible.

SEGUNDO PRINCIPIO DE TERMODINAMICA

El ejemplo antedicho conduce directamente al enunciado del segundo principio determodinámica: la energía disponible de un sistema aislado decrece en todos los procesosreales. Según esta ley, la energía disponible del sistema decrece, y el acrecentamiento de laenergía no disponible en forma de calor probará cumplidamente esa disminución.Introduzcamos ahora el concepto de entropía. Entropía es una propiedad termodinámica dela materia, o para expresarlo mejor, una función de sus propiedades -tales comotemperatura, presión y volumen- que determina el estado de la sustancia. En definitiva ex-

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presa la energía disponible de un sistema. Por tanto, como el orden o la disposición requiereenergía, la entropía mide el grado del orden interno de un sistema. Para ser más exactosdigamos que expresa la falta de energía disponible en un sistema y el grado de desordeninterno, puesto que un crecimiento entrópico entraña un decrecimiento de la energía dispo-nible y una consecuente disminución del orden interno. (La definición física idónea deentropía debería ser como sigue: Entropía es una propiedad de la materia que se mantieneconstante en un proceso adiabático reversible; en términos matemáticos: dS = dQ(rev.)/Tdonde S es entropía, Q calor y T temperatura absoluta).

Como resultado de la relación entre entropía y energía disponible se puede formular lasegunda ley bajo la forma de un principio de entropía creciente: la entropía del sistemaaislado se incrementa en todos los procesos reales. Se infiere, por tanto, que aumentará elgrado de desorden interno del sistema en todos los procesos reales. (Cuando hablamos aquíde sistemas aislados (adiabático) nos referimos, como antes, a un sistema donde no haytransferencia reciproca de masa ni energía con el medio circundante.)Según las teorías del universo físico tal como lo viera Teilhard, el Universo es un sistemaaislado. Si fuera éste el caso, cabría deducir del segundo principio de termodinámica que laentropía del Universo se incrementa paulatinamente, y por tanto decrece la energíadisponible total. Consecuentemente, también decrece su orden interno. Suponiendo que elsegundo principio de termodinámica siga siendo aplicable a los procesos reales en tiemposfuturos, el Universo alcanzará algún día un estado de equilibrio estable donde no habráenergía disponible pero sí máximo desorden y máxima entropía.

LA ENTROPIA Y EL PROCESO EVOLUTIVO

En el proceso evolutivo existe, evidentemente, un incremento del orden o disposición y porende, un decrecimiento entrópico no puede existir en un sistema aislado; el sistemaevolutivo debe recibir energía disponible del exterior, es decir, de su medio circundante.Cualquier aumento en orden o disposición requiere energía. Durante su desarrollo, el serindividual absorbe energía del exterior en forma de alimento, aire, energía solar, etcétera. Elsistema evolutivo total sobre la Tierra (o cualquier otro planeta) no es un sistema aisladopuesto que obtiene su energía del Sol (o la apropiada estrella o estrellas). El procesoevolutivo es un sistema abierto que depende de la energía disponible emitida por fuentesexternas, y de resultas puede experimentar un incremento en orden o decremento enentropía. Sin embargo, su desarrollo sólo tendrá continuidad mientras esté disponible lafuente energética externa. Suponiendo que el segundo principio siga siendo aplicable, llegaráun día en que la fuente energética externa cese de estar disponible con la consiguienteparalización del proceso evolutivo cuyos productos alcanzarán oportunamente un estado deequilibrio estable con el resto del sistema universal.Por consiguiente, en el contexto del segundo principio de termodinámica, el desarrollo delUniverso entero apunta hacia una mayor entropía o un mayor desorden. El proceso

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evolutivo es, según se le conceptúa, un sistema abierto que puede oponerse temporalmente ala tendencia general hacia una mayor entropía absorbiendo energía del exterior. Pero eso noes más que un reflujo temporal, y el proceso deberá sucumbir a su debido tiempo bajo lacorriente principal hacia una entropía creciente.

EL CONCEPTO TEILHARDIANO DE LA ENERGÍA

Según hemos visto ya anteriormente, el físico define la energía como una capacidad detrabajo. Teilhard la define como «una capacidad para la acción, o mejor dicho, lainteracción». Su empleo de los términos acción, interacción en lugar de trabajo hace esadefinición algo más amplia que la del físico. Sin embargo, su concepto fundamental de laenergía procede directamente de las ciencias físicas. Puesto que se define el trabajo comofuerza a lo largo de una distancia, la medida del trabajo debería ser también medida deacción. Hasta la actividad mas compleja, tal como la actividad del cerebro humano, entrañafuerzas que mueven masas a lo largo de ciertas distancias; ahora bien, siendo muy difícil sino imposible medir exactamente esas fuerzas y distancias, el físico define la energía comouna capacidad de trabajo; el trabajo como producto de la fuerza aplicada y la distanciarecorrida no tiene ningún valor práctico a ese nivel de acción. Teilhard se interesaprimariamente en la energía como fuente de todas las acciones e interacciones que hanocasionado el desarrollo evolutivo.Teilhard conceptúa la evolución de complejidad como un desarrollo continuo desde lasformas más simples tales como electrones y protones hasta el más complejo de losorganismos, es decir, el hombre. La continuidad de este desarrollo reviste muchaimportancia y se relaciona directamente con el principio Theileriano de coherencia. Desdeel ángulo visual de la complejidad no hay lagunas ni saltos aparentes en el proceso evolutivo.La diferencia radical entre vida y «no vida» tiene explicación en términos de unagrupamiento gradual de macromoléculas. La tremenda diferencia entre los primatessuperiores y las formas inferiores de vida puede tener una explicación similar mediantecambios paulatinos en la disposición de los elementos.Pese al hecho de que seres radicalmente diferentes han sido creados por ese continuo cambioen la complejidad, no hay ninguna razón válida para abogar por la existencia de una energíaradicalmente nueva a fin de explicar las transformaciones ulteriores. El organismo viviente,por ejemplo, se desarrolla de una forma nueva, acrecentando su formación complexionaldesde dentro, pero un análisis de las acciones e interacciones presentes en el proceso dedesarrollo revela que todas ellas son fundamentalmente iguales a las acciones e interaccionesdel mundo no viviente y fluyen de la misma fuente energética. «En última instancia --manifiesta Teilhard--, debe haber de un modo u otro una sola energía funcionando en elmundo.»

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Teilhard no dice que haya una sola energía funcionando en el mundo físico; sino,simplemente, que debe haber una sola energía funcionando en el mundo. Dicho de otraforma, la energía que origina la atracción entre el electrón y el protón en el átomo dehidrógeno es el mismo tipo de energía que produce las acciones más profundas einextricables en el hombre, tales como el pensamiento y la voluntad. Cabe interpretar talplanteamiento como de carácter puramente materialista: mediante el análisis se puedepercibir que las actividades superiores del hombre son tan sólo unas especies complejas deactividad física. Desde este punto de vista podríamos decir que la única energía operativa enel mundo es la física. Sin embargo, Teilhard insiste en que el físico ha contemplado alMundo desde el exterior exclusivamente, ha examinado tan sólo la envoltura de las cosas; enotras palabras: él mismo ha estudiado la realidad desde el ángulo visual de la complejidad, eincluso muchas de sus nociones sobre energía están expresadas en términos de complejidad.De ahí que el planteamiento materialista ya mencionado podría significar que las actividadessuperiores del hombre, tales como el pensamiento y la voluntad, son sencillamentemanifestaciones de un grado superior de complejidad. Como lo expresa Lord Russell, elhombre no es más que una colocación accidental de átomos.Ahora bien, el sendero que recorre Teilhard desde su postulado de una sola energía en elmundo difiere algo de la senda materialista. Teilhard no analiza al hombre hasta descubrirsus más elementales componentes para explicar seguidamente su existencia en términos detales componentes. El hombre es, sin duda, una colocación de átomos, pero si conocemosmás sobre el hombre que sobre el átomo, ¿no deberíamos iniciar nuestra explicación delhombre a su propio nivel, en lugar de remitirnos al átomo? Por añadidura, ¿no deberíaprincipiar también en el nivel del hombre la explicación de formas inferiores? A Teilhard nole tienta comenzar con el átomo y seguir una ruta ascendente hasta el hombre; prefiereempezar con cuanto sabe de las actividades humanas y bajo el supuesto de un desarrollocontinuo, proceder «cuesta abajo» hacia el átomo.E1 hombre percibe indudablemente su propia complejidad, pero también percibe algunasactividades tales como la consciencia y la voluntad que podríamos clasificar entre lasactividades psíquicas. Además conoce actividades análogas en otros organismos. Por aña-didura, allá donde se manifiestan las actividades psíquicas, todas parecen ser esenciales parael desarrollo de los seres que las poseen. El individuo y la especie se desarrollan por supercepción del medio ambiente y sus afinidades con aquellas cosas que contribuyen aldesarrollo. Un animal, por ejemplo, percibe el alimento, y aun desconociendo su provecho,como ocurre con el animal consciente de sí mismo, tiene una afinidad con ese alimento osiente inclinación hacia él.Por lo menos, esto es indudable: Sabemos que la actividad genuinamente humana se basa enla consciencia, y consecuentemente es psíquica por definición. Algunas actividades animales,en cualquier caso las de los animales superiores, son suficientemente similares a lasactividades psíquicas humanas para permitimos decir con seguridad que fluyen de laconsciencia y por consiguiente, son también psíquicas. Sin embargo, bajo el nivel de losanimales superiores la actividad psíquica no es evidente. La actividad de, digamos, unaplanta no es similar a la actividad humana, y por ende, la consciencia no es aparente. Elestudio de la vida vegetal no nos conduce necesariamente a postular la existencia de

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actividad psíquica en ese nivel. No obstante, si la flora y la fauna son sólo dos segmentos daun espectro continuo de cosas vivientes, como sabemos, y si el desarrollo de las vidas vegetaly animal fue un proceso ininterrumpido, podemos negar a afirmar conclusivamente que lasactividades vegetales y animales deben su origen a una clase similar de energía. (En verdadhay formas de vida, como la euglena, a las que no podemos clasificar en el reino animal ni elvegetal y por tanto, parecen ocupar la divisoria entre ambos.) En ninguna etapa del procesoevolutivo se ven indicios de un nuevo tipo de energía actuante. Teniendo esto presente,podemos examinar con más minuciosidad las actividades de la vida vegetativa para ver si esposible descubrir algunas analogías con la animal. A semejanza del animal, la planta requiereciertas ayuda para su adecuado desarrollo: luz solar, agua, minerales, etcétera. y a semejanzadel animal, la planta actúa para obtener tales cosas. Las hojas, por ejemplo, se vuelven haciael Sol, y las raíces buscan fuentes de humedad. Ahí tenemos ya pruebas evidentes de que laplanta se entrega a su medio ambiente y muestra afinidad con todo cuanto la ayude adesarrollarse. Esta apertura ante la realidad y las correspondientes afinidades son más simplesy primitivas que aquellas actividades propias de animales y hombres a las cualesdenominamos psíquicas, pero, vista la continuidad del desarrollo mencionadaanteriormente, no son actividades esencialmente diferentes sino, más bien, grados diferentesde las mismas actividades. Por tal razón Teilhard las llama también psíquicas, y denominaconsciencia a dicha apertura ante la realidad, una palabra que él emplea con sentido muyamplio para denotar cualquier clase de psiquismo. Las actividades fundamentales de todoslos seres vivientes son, por consiguiente, psíquicas.

En el contexto de la evolución se ve la vida misma cual un desarrollo continuo partiendo dela «no vida». Y aquí tampoco hay razón alguna para suponer la existencia de una especialactividad esencialmente diferente en las formas no vivientes donde se evidencia unaactividad análoga a la de las formas vivientes. La actividad de las moléculas complejas en elumbral de la vida misma no puede ser calificada de ciega ni accidental. Por ejemplo, en ladivisión celular, las bases nucleótidas del ácido nucleico se emparejan casi siempre de lamisma forma (adenina con timina, citosina con guanina). En el caso excepcional de unamutación, los cambios en emparejamiento no se deben a la pura casualidad, sino aldesplazamiento de los nexos de hidrógeno, lo cual es previsible. Hay cierta afinidad bienconcreta entre ciertos grupos de moléculas que indica por sí misma una apertura ante elmedio ambiente: y el hecho de que la molécula sea parte de un espectro continuo de seres,entre los cuales hay algunas innegablemente consciente, confirma la existencia de ciertaconsciencia rudimentaria en el nivel molecular.Esta analogía podría extenderse con mayor profundidad al reino de las cosas no vivientes.Por ejemplo, las actividades de partículas en determinados campos sugieren una apertura dela partícula ante el medio ambiente y una afinidad consecuente. Un electrón se moveráhacia cierto punto en un campo electrostático positivo, y hacia otro en un campo negativo;reaccionará de una forma ante un cuerpo cargado, y de otra ante un cuerpo descargado.Tales actividades no son inmotivadas ni puramente accidentales. No cabe explicarlas con elsupuesto de que las partículas son totalmente ajenas al medio ambiente. (Cuando se diceque el campo «atrae» o «repele» meramente a la partícula durante algún tiempo, nuestra

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atención se centra en esa otra partícula que es la fuente alimentadora del campo. Si unprotón «repele», a otro protón y «atrae» a un electrón, será porque distingue en cierto modoentre protones y electrones.)Decir que esta apertura ante la realidad, característica de las partículas fundamentales (ytodas las partículas inanimadas), es consciencia, parece a primera vista una afirmacióninfundada y ridícula. Incluso la aplicación de semejante termino a la vida vegetativa se nosantoja algo inusitado, y cuando se usa en los niveles ínfimos de la vida latente solemos decirque se está abusando de la analogía. No obstante, sí echamos una mirada retrospectiva alespectro continuo de la evolución, ¿quién puede decir dónde está la analogía? Así pues, ¿nopodría ser esa simple apertura del átomo y la molécula una forma excepcionalmenterudimentaria de consciencia? La respuesta de Teilhard a tales interrogantes es taxativa. «Losubjetivo, la consciencia y la espontaneidad tres expresiones para una misma cosa. En elterreno experimental no es más legitimo asignar un principio absoluto e esas tres expresionesde la misma cosa que a cualquier otra fisonomía del Universo.»Para Teilhard, la consciencia no tiene principio en el proceso evolutivo, sino que secoextiende con la complejidad. Respecto a las afinidades que son las actividades psíquicasderivadas de la consciencia, Teilhard dice: «Conceptuado en su plena realidad biológica, elamor - es decir, la afinidad entre un ser y otro - no es peculiar del hombre... En verdad, paratener la certidumbre de su presencia entre nosotros, deberíamos asumir que esta presente, almenos bajo una forma incipiente, en todo cuanto existe.»Tanto si la llamamos consciencia o perceptividad como simplemente apertura ante larealidad, esa actividad psíquica - amor o afinidad - existe en todos los niveles del desarrollodesde las partículas sub-atómicas basta el hombre. Por añadidura, ésas son las actividadesque promueven el desarrollo en cada nivel; no hay ninguna actividad que no sea fundamen-talmente psíquica.Si toda actividad es psíquica y sólo hay una fuente energética en el origen de la actividad,parece lógico que esa fuente energética se denomine energía psíquica. A decir verdad,Teilhard lo propone así, exactamente, cuando dice: «Toda energía es psíquica pornaturaleza. »Repitamos una vez más el punto esencial a tener en cuenta: Sólo hay un tipo de energíaactuante en el Universo. Puesto que las manifestaciones supremas de esa energía han sidodenominadas psíquicas, Teilhard cree adecuado llamar energía psíquica a su conjunto. Estono es verdaderamente una arrancada radical desde el criterio materialista mencionadoanteriormente, sino más bien un desplazamiento del acento y un criterio diferente que abrela puerta al desarrollo de la Hiperfísica. El criterio materialista o positivista carga del acentosobre lo analítico y la descripción de los organismos superiores en términos de leyes yfenómenos físicos. Consecuentemente, y como al físico sólo le preocupa la complejidad,resulta un mecanismo especificativo. Teilhard, por su parte, no intenta explicar lo superioren función de lo inferior; a él le parece preferible utilizar cuanto sea evidente en lasactividades de los organismos superiores para arrojar luz sobre las actividades de los nivelesinferiores del desarrollo, acentuando así las actividades psíquicas.Conviene observar que Teilhard no sustituye la «actividad física» por la «actividad psíquica»,ni la «energía física» por la «energía psíquica». Tampoco pretende agregar una entidad

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misteriosa para explicar la actividad. Lo que hace, fundamentalmente, es recalcar la unidad,continuidad y homogeneidad de todo el proceso evolutivo, subrayando aquella posicióndonde se manifieste cierta especie de actividad, y por ende, cierta especie de energía duranteese proceso. Las actividades vistas por el físico o el químico son básicamente las mismasactividades que ve el psicólogo o cualquier otro ser humano mediante la introspección.Según aseveran algunos, el hombre se sustenta de la misma energía que el átomo, a saber, laenergía física; pero Teilhard prefiere decir que el átomo se sustenta de la misma energíapsíquica. Es más, al discutir la actividad psíquica en el nivel humano, nosotros rebasamosordinariamente la complejidad del organismo para hablar sobre otro aspecto de la materiaque denominamos consciencia, mente o incluso espíritu. El planteamiento teilhardiano paraabordar el problema de la actividad y la energía implica la existencia de ese otro aspecto dela materia en cada nivel del desarrollo evolutivo. Para Teilhard, las dos caras de la materiason complejidad y conciencia, o una parte externa y otra interna. La interna se coextiendecon la externa, es decir, en cada nivel existe alguna forma de consciencia o apertura ante larealidad. Por consiguiente él ve la evolución como un desarrollo del conjunto complejidad-consciencia.Aquí no se pretende establecer dualismo alguno; o por lo menos ningún dualismo en elsentido cartesiano o ese otro generalizado entre algunos filósofos escolásticos quienesparecen hacer una distinción entre cuerpo y alma como si fueran dos entidades separadas.Complejidad y consciencia son, simplemente, según lo expone Teilhard, dos aspectosdistintos de cada ser material. La consciencia requiere cierto grado de complejidad, elmantenimiento y desarrollo de la complejidad requiere conciencia. Ambas poseen nexosmutuos e íntimos en cada ser y sin embargo, no se las puede identificar indistintamente.Cuando Teilhard afirma que toda energía es psíquica no aboga por una nueva especie deenergía, sino por un modo diferente de contemplar la energía física; como, por añadidura,desea fundamentar su Hiperfísica en la Física, tiene que acatar forzosamente las leyes físicasrespecto a la energía. Una de estas leyes que él acepta, concretamente el segundo principiode termodinámica, le platea un espinoso problema para el desarrollo de su síntesis; tanespinoso realmente que toda su teoría hiperfísica gira alrededor de la solución. BernardTowers dice: «El logro fundamental y precursor de Teilhard fue el de dar sentido a las dosideas científicas más famosas, aunque aparentemente contradictorias, concebidas en el sigloXIX: por una parte la teoría de evolución biológica, por otra, el segundo principio determodinámica.»

Como ya hemos visto antes, la cantidad total de energía disponible en el Universo esmenguante según el segundo principio de termodinámica o la ley de entropía creciente. Portanto, en alerta etapa futura se extinguirá la energía disponible para mantener y desarrollar lacomplejidad; entonces el proceso de desarrollo evolutivo hará marcha atrás y declinará hastaun estado de completo desorden o, expresado en términos físicos, «un estado de máximaentropía». Cabría sobrentender, pues, que los pronósticos sobre el destino postrero delhombre, en un estado perfectivo, deberán asentarse sobre datos ajenos al campo de lasciencias naturales1. Sin embargo, Teilhard expone una teoría de la energía que conduce a esa

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predicción en el contexto de la Hiperfísica y al propio tiempo, respeta los principios determodinámica.Teilhard agrega lo siguiente a su proposición de que toda energía es psíquica: «En cadaelemento particular esa energía fundamental queda dividida en dos componentes distintos:una energía tangencial que enlaza al elemento con todos los demás del mismo orden (esdecir, de la misma complejidad y la misma centralización) en el Universo; y una energíaradial que le impulsa hacia una mayor complejidad y centralización .... dicho de otra forma»hacia delante.».Infortunadamente, y a despecho de la importancia que reviste tan singular punto, Teilhardno ofrece una elucidación detallada y explícita sobre esos dos componentes de la energía.Por tanto, en nuestra discusión subsiguiente, nos sustraeremos algunas veces a las palabrastextuales de Teilhard acerca del tema; no obstante, esperamos que cuanto se diga, sigasiendo teilhardiano.

La división de la energía psíquica fundamental en dos componentes se desprendedirectamente de la posición teilhardiana: evolución es un desarrollo de complejidad-consciencia.Teilhard dice que «en cada corpúsculo existen dos niveles de funcionamiento: Uno(llamémosle tangencial) para enlazar por conducto fisicoquímico, es decir, mediante lacomplejidad, al corpúsculo con todos los demás corpúsculos del Universo; el otro(llamémosle radial o axial) conduciendo directamente desde la consciencia hasta laconsciencia y manifestándose al nivel de la Humanidad en los diferentes fenómenospsicológicos... de unanimidad y correflexión».Este último nivel de funcionamiento, el radial, es el más fundamental, y su fuente actuantese denomina energía radial. La «función conexiva» sobre el otro nivel es, realmente, unaoperación para disponer nuevos ordenamientos, lo cual no se consigue gracias a una especiediferente de energía, sino mediante un aspecto de la energía fundamental que Teilhardllama energía tangencial.

Tal vez alguien objete a esta interpretación del concepto teilhardiano de energía, puesel propio Teilhard parece sugerir algunas veces que las energías radial y tangencial son dostipos distintos de energía. No obstante, él manifiesta claramente que sólo hay una energía yque las energías radial y tangencial son componentes de una misma energía.

1 Desde luego, éste no sería el caso si resultara inválida la ley de entropía o la predicciónbasada sobre ella; debe tenerse presente que hoy día algunos científicos creen posible talcosa. Ahora bien, tanto la ley como la predicción fundada en ella tienen aceptación entre lascomunidades científicas y por añadidura, Teilhard pareció aceptar ambas sin vacilar. Asípues, su teoría hiperfísica se basa en la suposición de que tal ley es válida y por tanto, se laconsiderará válida para los propósitos de esta exposición. Puesto que el segundo principio determodinámica plantea un problema en la hiperfísica teilhardiana, la invalidación de dichaley sólo serviría para reforzar su teoría. Véase la obra de E. Schamnan, The origin andevolution of the Universe (Londres, 1966, apéndice 2), donde se discute la impugnación de laley de entropía creciente.

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Más adelante Teilhard identifica la energía radial con la energía psíquica, lo cual parececontradecir la afirmación de que toda energía es psíquica. Para explicar esto quizá convengarecurrir al hecho de que los dos niveles actuantes son conocidos tradicionalmente comofísico y psíquico. La capacidad fundamental para cualquier actividad, según Teilhard, espsíquica.Las actividades que fluyen desde esa energía psíquica se dividen tradicionalmente enpsíquicas y físicas; la energía generadora de las primeras se denomina radial, y la energíageneradora de las segundas tangencial.

En el lenguaje del físico, la aceleración radial es una aceleración hacia el centro, la fuerzaradial una fuerza hacia el centro; dicho de otra forma, el término radial en este contextosignifica «hacia el centro». El término «tangencial», cuando se refiere a velocidad oaceleración en física, significa a lo largo de una tangente y alejándose del centro. Esta pareceser la razón esgrimida por Teilhard para emplear tales términos, pues él hace constar que laspartículas sometidas a una poderosa fuerza centrípeta tienen un alto grado de energía radial,mientras que las partículas dependientes de una fuerza centrípeta inferior tienen menosenergía radial y más tangencial. El empuje centrípeto acrecentado o la concentraciónacrecentada de las fuentes de actividad psíquica se encuentran entre los seres que ocupan lospeldaños superiores en la escala del desarrollo natural y por consiguiente, cuanto más sereplieguen los seres hacia el centro o cuanto mayor sea su desarrollo, tanto menos evidenteresultará la energía tangencial y tanto más evidente la energía radial.Como clave adicional para desentrañar el significado de energía radial, Teilhard idéntica aésta con el amor en Su obra El fenómeno humano. El amor --dice en ella-- no existe sólo enel nivel humano. A decir verdad, para que pueda estar presente entre los seres humanosnecesita existir en todos los niveles del desarrollo. Teilhard define el amor sencillamentecomo la afinidad de un ser con otro. De hecho lo equipara a la energía radial cuando afirmaque, impulsados por las fuerzas del amor, los fragmentos del Mundo se buscan unos a otroshasta que el Mundo llega a su ser (según reitera él, esta afirmación no es metafórica nipolítica). Tal identificación aparece bien definida, de forma más explícita, en el siguientepárrafo: «Solamente unión mediante amor y con amor (usándose la palabra "amor» en sumás amplio y real sentido de "afinidad interna mutua"), porque él reúne a los individuos node una forma superficial ni tangencial sino centro con centro; y además en el terreno físicoposee la facultad de no diferenciar meramente sino personalizar a los elementos que abarca.»Dicha identificación es consecuencia y evidencia adicional del principio teilhardiano decoherencia y de la creencia en una unidad estructural y un mecanismo real. Teilhardreconoce que la analogía entre el amor humano y las afinidades de los seres inferiores es muyoscura. Pero tanto sí se ve esa relación como si no, él insiste en que todas las afinidades son,fundamentalmente, la misma. Por añadidura, la energía del amor o energía radial, es lapromueve el desarrollo en todos los niveles.Ciertamente, la noción de que el amor existe en cada nivel de los seres materiales y todas lasafinidades son fundamentalmente la misma, no forma parte de la ciencia moderna. Es más,cuando el científico utiliza el término «atracción» no piensa en las atracciones asociadas alamor humano. Este concepto, sin embargo, es parte esencial de la Hiperfísica teilhardiana.

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Ampliemos la interpretación del concepto «energía» según Teilhard, comparándola con laidea de energía tal como la ve el físico. Pero antes nos parecen útiles algunas reflexionessobre las nociones básicas aquí expuestas.Nosotros vemos en funciones el principio de coherencia de Teilhard cuando oímos decir aéste insistentemente que «de una forma u otra debe haber una sola energía actuando en elMundo» . Ahora bien, esto no conduce al monismo materialista ni a la actitud positivista deesa especie que reduce todo a una disposición más o menos compleja de átomos y explicacualquier actividad remitiéndose a las cargas fundamentales de energía. Por el contrario,Teilhard ensalza la materia explicando lo inferior en términos de lo superior, aduciendo,efectivamente» que sí conocemos la existencia de energía psíquica y aceptamos la hipótesisde que hay sólo una energía, debemos aceptar también la hipótesis de que toda energía seapsíquica.Esto proporciona a Teilhard unos fundamentos coherentes para la Hiperfísica, y le guardacontra el dualismo que él repudia como no científico. También le plantea un dilema o algomuy parecido, porque él ve dos tipos relativamente diferentes de actividad en el procesoevolutivo. Está la tendencia hacia el propio desarrollo, que es la actividad fundamental, yestá la actividad dedicada a constituir nuevos ordenamientos y que es absolutamentenecesaria para el desarrollo de la complejidad-consciencia. Así pues, la energía psíquica debedividirse en dos componentes que son la fuente de esas dos actividades específicas: energíaradial, fuente del movimiento fundamental hacia una mayor complejidad-consciencia, yenergía tangenciales, fuente de los ordenamientos requeridos.Procedamos ahora a un análisis más circunstancial de esta teoría a la luz de lo que dice elcientífico sobre energía.

RELACIÓN ENTRE EL CONCEPTO TEILHARDIANODE ENERGÍA Y EL DE LA CIENCIA MODERNA

Puesto que la Hiperfísica de Teilhard se basa en la ciencia moderna, cabe suponer que suconcepto de energía no debe ser solamente compatible con la Ciencia, sino también estarbasado en el concepto científico de energía. Teilhard no fue un físico; fue paleontólogo yconsecuentemente, su trabajo se centra en los niveles superiores del desarrollo evolutivo másbien que en el problema de la energía misma. Así resulta que la muy importante yfundamental discusión sobre energía, adolece de cierta ambigüedad cuando la trataTeilhard, quien no expone con claridad las verdaderas relacionas entre su energía psíquicabásica y los dos componentes (energías radial y tangencial) mediante el concepto físico deenergía. Ahora intentaremos hacer más explícita la conexión entre el concepto teilhardianode energía y el de la Física moderna. Ya que cuanto sigue aquí no fue dicho por Teilhard,nosotros sólo podemos exponerlo como una interpretación de su concepto de energía yabogar por su validez, demostrando que es compatible con cuanto dijera é1 y con losconceptos modernos de energía.

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Como ya indicamos anteriormente, las diversas energías conocidas por el físico --energíapotencial, energía cinética y energía interna-- no son, en realidad, diferentes tipos deenergía, sino más bien diferentes fases en la capacidad fundamental de trabajo. Energíainterna es la energía cinética o potencial de los elementos en un grupo de elementos, yenergía potencial es la capacidad para desarrollar energía cinética que pueda aplicarsedirectamente al trabajo aprovechando la inercia. Un cuerpo puede trabajar cuando está enmovimiento o posee energía cinética, y si tiene energía cinética es porque poseía antes ciertaenergía potencial. El físico responderá que un cuerpo tiene energía potencial por su posiciónen un campo dado; seguidamente se referirá a las fuerzas de atracción o repulsión existentesa causa del campo. Sin embargo, el físico no dirá nada sobre la naturaleza fundamental deesa energía potencial o de dichas fuerzas. Según lo expresa Teilhard, el físico sigueocupándose primordialmente con el exterior de las cosas. Por otra parte la Hiperfísica,intentando penetrar unos pasos más que la Física en el interior de las cosas, se interesa por lanaturaleza de la energía potencial.El supuesto teilhardiano de que toda la energía es psíquica afecta a la naturaleza de la energíamisma. Identifica la energía, como fuente de actividad psíquica, con la consciencia y lasafinidades o tendencias («amor») que se derivan de la consciencia. Nadie osaría afirmar queésta sea una explicación conclusiva de la energía y su naturaleza, pues ciertamente sabemosmuy poco sobre la consciencia, incluso en el nivel humano del desarrollo. No obstante (seacierta o errónea), es más conclusiva que las definiciones en términos de integrales de fuerza,o la definición de energía como capacidad de trabajo. Asumamos que la energía es psíquicaen relación con lo que podría ser descrito ordinariamente como un fenómeno físico puro.El agua cayendo desde alerta altura hará girar a una rueda hidráulica. Se hace trabajar a larueda porque el agua descendente posee energía cinética. Y el agua tiene energía cinética porsu posición sobre la rueda hidráulica, es decir, por su energía potencial. En otras palabras,como el agua está más alta que la rueda, puede caer sobre ésta, y cae por razón de laatracción gravitatoria. Para Teilhard, esta atracción sería explicable si se dijera que el aguapercibe otros cuerpos materiales, en este caso la tierra y obedeciendo a tal percepción,produjera una afinidad fundamental entre el agua como cuerpo material y la tierra como elotro cuerpo material; esa percepción y esa afinidad de un ser con otro es energía psíquica.Tal vez parezca innecesario en este caso introducir términos tales como psíquica, afinidad ypercepción en lugar de emplear los conceptos físicos de campo o atracción gravitatoria. Sinembargo la utilización de semejantes términos no es superflua porque nos revela algo sobrela naturaleza de esa actividad estableciendo una analogía entre ella y las actividades en otrosniveles del desarrollo. (Más adelante discutiremos este punto con mayor amplitud.)Consideremos algunas de las cosas que dice Teilhard sobre energía radial o psíquica, paracomprobar si confirman la tesis antedicha: es decir, que la energía radial es el fundamentode la energía potencial y por ende, de la energía cinética.Teilhard afirma que la energía radial impulsa al elemento hacia una mayor complejidad ocentralización; tal aserto parece compatible con nuestra posición. El electrón y el protón,por ejemplo, reciben impulso hacia una mayor complejidad en la formación del átomo, locual tiene lugar mediante la atracción electrostática entre el electrón y el protón que podríaser descrita en términos teilhardianos como una percepción y afinidad mutuas entre ambas

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partículas. El átomo, con mayor complejidad y centralización que sus partículas subatómicascomponentes, tiene también un grado más alto de energía radial que lo impulsa aún máshacia la unión con otros átomos para formar unidades de creciente complejidad, tales comolos átomos pesados o moléculas.Teilhard asevera asimismo que la energía radial conduce directamente desde una conscienciahasta otra, manifestándose al nivel humano en diferentes fenómenos psicológicos tales comounanimidad y correflexión .Teilhard dice, por añadidura, que la energía radial escapa de la entropía. Más adelantediscutiremos este punto con mayor amplitud; aquí señalaremos simplemente que la ley deentropía no tiene aplicación directa a las energías fundamentales tales como energíaelectrostática, nuclear o gravitatoria, y por tanto, tampoco es aplicable a la fuente de dichasenergías. (Entonces surge el siguiente interrogante: ¿Si es sencillamente un caso de entropía,inaplicable a la energía radial, por qué dice Teilhard que la energía radial escapa de laentropía? También discutiremos esta pregunta en otras páginas.)Teilhard afirma que la energía radial aumenta con el ordenamiento de la energía tangencial.Como ya hemos dicho antes, las estructuras más complejas poseen mayores grados deconsciencia y mayores afinidades, y por tanto, cabe añadir que tienen mayor grado deenergía radial.Ahora pasaremos a analizar el concepto teilhardiano de energía tangencial, cuya definiciónparece incluso menos clara que la de energía radial. Antes de exponer nuestra teoría sobre laposible relación entre la energía tangencial y el concepto físico de la energía, debemospresentar algunos conceptos de termodinámica.Tanto las funciones de Gibbs como las de Helmholtz son funciones de la entropía, laenergía interna y la temperatura de un cuerpo. El decrecimiento en cada una de esasfunciones es igual a la energía máxima que puede liberar un cuerpo y dejarla disponible parael trabajo. Por tanto, esas funciones se denominan energía libre. Consecuentemente, laenergía libre se refiere al potencial termodinámico que es la energía requerida paratransportar una unidad de masa de una sustancia desde un estado inicial arbitrariamentedefinido hasta cualquier otro estado. Para expresarlo con mayor concisión, la energía libre esla cantidad total de energía disponible y suficiente para suscitar un ordenamiento particular.Un análisis del concepto teilhardiano de energía tangencial revelaría que la energíatangencial es energía libre tal como la definen las funciones de Gibbs o Helmholtz.Primeramente debería hacerse constar que la energía libre no es un tipo diferente de energía,sino más bien un aspecto particular de la energía. La energía libre es, sencillamente, energíadisponible para efectuar transformaciones o nuevos ordenamientos. Lo mismo cabe decir deTeilhard: según afirma él, hay una sola clase de energía y por consiguiente, la energíatangencial es un aspecto particular de la energía psíquica fundamental. Además, él aseguraque ese aspecto de la energía es precisamente lo que enlaza a los elementos con otros delmismo orden. En otras palabras -y esto lo manifiesta Teilhard explícitamente- es la energíadel ordenamiento; en ocasiones él utiliza el término energía tangencial libre.Con arreglo a la termodinámica, la cantidad total de energía libre disponible en el Universoestá decreciendo; sin embargo, un cuerpo complejo tiene mayor cantidad de energía libreque un cuerpo simple. Asimismo, para Teilhard, la energía tangencial del ordenamiento

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obedece a los principios de la termodinámica, particularmente al principio de la entropíacreciente, pero se acrecienta en los niveles altos de complejidad. Respecto a la relación entreenergía tangencial y energía radial, Teilhard dice que la energía radial suscita nuevosordenamientos pero que ni la energía radial ni la tangencial son directamentetransformables, sino interdependientes. Aunque algo ambiguos, tales asertos parecen serbásicamente compatibles con la interpretación propuesta por nosotros. Es obvio que seproduce una transformación, no porque haya energía disponible sino porque la energía es lacapacidad fundamental de trabajo. En términos teilhardianos el componente radial de laenergía es lo que origina verdaderamente la transformación. Sin embargo, como ya hemosvisto en nuestra discusión general sobre energía y entropía, no se puede disponer de energíaen todo momento para dedicarla al trabajo; de aquí que ni la energía radial ni la tangencialsean directamente transformables.Teilhard denomina energía tangencial a la energía Física, y psíquica a la radial; asimismoafirma que el físico se interesa principalmente por la primera. Esta afirmación es tambiéncompatible con la tesis que hemos expuesto. La energía radial se refiere a la naturalezafundamental de la energía, que no ofrece interés alguno para el científico naturalista,mientras que la energía tangencial se refiere a la energía disponible para realizar un trabajo yademás, al aspecto mensurable de la energía, es decir, una faceta de la energía que atañedirectamente al físico.(Desde luego, el físico se interesa por todos los aspectos de la energía, incluyendo algunosmatices no relacionados directamente con la energía disponible. Teilhard hace unadistinción adicional que, si bien no parece desempeñar un papel importante en su síntesis,deja posiblemente cierto margen para la energía como cualidad física y mensurable, pero norelacionada directamente con la energía libre. Él asevera en una nota de su obra El fenómenohumano, que tal vez debiera dividirse la energía tangencial en energía tangencial deordenamiento ---a la cual ya hemos aludido y cuya presencia es más acusada, según él, en losaltos niveles de desarrollo y la energía tangencial de radiación que, de acuerdo con susafirmaciones, es más aparente en los niveles inferiores. Radiación significa emisión ypropagación de la energía a través del espacio o a través de un medio material en forma deondas. El término puede referirse a cualquier tipo de propagación de ondas, perousualmente, cuando no se especifica, denota las ondas electromagnéticas. Así pues, laradiación es un aspecto muy importante de la energía física, y el propio Teilhard se refiere ala energía radiante, cuando discute la evolución inicial del Universo. Estando interesadoprimordialmente en el propio proceso evolutivo, Teilhard debería ocuparse ante todo con laenergía de ordenamiento; no obstante, al exponer una discusión casi fundamental sobreenergía, sería inapropiado sugerir que la única energía interesante para el físico sea la energíade ordenamiento. Ahí estriba posiblemente la razón de esa distinción adicional. Convendríaobservar también que la radiación electromagnética se propaga realmente en los nivelesatómicos o subatómicos, pero existe, por supuesto, en los cuerpos complejos, ya que todosestos cuerpos están compuestos de partículas subatómicas. Hagamos constar asimismo quela energía libre está presente en cada nivel de complejidad, pero es mayor en los nivelessuperiores.) Recapitulando la relación entre el concepto teilhardiano de energía y elconcepto físico de energía, podemos decir lo siguiente: En primer lugar, según Teilhard, hay

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sólo un tipo fundamental de energía en el Universo; esta energía es psíquica, y el términoenergía radial se refiere a la energía vista desde este particular enfoque. La energía psíquicadebería ser entonces fuente fundamental de las energías que discute el físico. La energíapsíquica sería, pues, fuente de energía potencial que es, a su vez, fuente de energía cinética.El físico, en calidad de tal, no se interesa directamente por la naturaleza fundamental de laenergía y de hecho, no presta atención a la energía psíquica o energía como tal.

Respecto a la idea que sugiere la existencia de una sola energía fundamental, convieneindicar que ciertos experimentos recientes en la Universidad de Princeton han conducido ala conclusión de que los efectos gravitatorios obedecen, tal como los electromagnéticos, a lainteracción de la materia con uno o más de los tres tipos clásicos de campos, los queposiblemente son un solo campo tensor. CI. Dicke, Ro y Weber, Gravity Experiments, enModern Science and Technology, Princeton» N. J., Van Nostrand, pags. 1 y sig. (1965).

Ahora parece conveniente esclarecer el aserto de que la energía psíquica es fuente de energíapotencial. La energía potencial es energía de posición, pero evidentemente la propiaposición no es causa de energía. Nosotros decimos que un cuerpo en cierta posición tieneenergía, es decir, puede rendir un trabajo por su percepción (consciencia) de otros cuerpos ysu afinidad con dios. Según hemos visto más arriba, el físico mide esta energía tomandocomo referencia la posición del cuerpo en un campo. Podríamos decir, pues, que, respecto ala medición, la energía potencial es energía de posición; pero, por cuanto atañe a sunaturaleza, la energía potencial es energía psíquica. Por añadidura, la cantidad medida deenergía de posición indica la cantidad de energía cinética que puede adquirir un cuerpo. Elafirmar que la energía fundamental es psíquica nos explica por qué puede adquirir energíacinética un cuerpo.

Así pues, Teilhard distingue entre energía psíquica y energía tangencial diciendo que laprimera es fuente fundamental de toda energía y la segunda una faceta de la energía vistapor el físico. El aspecto físico más importante de la energía, al menos desde el ángulo visualde la teoría de evolución, es la energía de ordenamiento o energía libre tal como la definenlas funciones de Gibbs y Helmholtz. Esto es a lo que se refiere Teilhard cuando habla deenergía tangencial de ordenamiento.Permítasenos repetir que aquí se presenta como una teoría esta interpretación del conceptoteilhardiano de energía, y una de las objeciones contra semejante interpretación es esta: Si eseso lo que quiere significar Teilhard, ¿por qué no lo manifiesta de forma explícita? ¿Por qué-valga el ejemplo- no empleó simplemente el término energía libre en vez de energíatangencial del ordenamiento o energía tangencial libre? Primero, cabría pensar que, siendotan poco explícito el tratamiento teilhardiano de la energía, cualquier interpretacióncircunstanciada de él podría ser objeto de la misma objeción exactamente.

También cabría pensar que al no ser físico Teilhard ni tampoco sus lectores, él pudierahaber creído preferible, lógicamente, omitir el uso detallado o explícito de una terminologíainherente a las ciencias físicas. Sin embargo, puesto que Teilhard era un científico y deseaba

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basar su Hiperfísica en la Ciencia, parece razonable asumir que allá donde fuera factible legustaría emplear en la mayor extensión posible los resultados reconocidos de las cienciasfísicas. El hecho de haberse podido demostrar la compatibilidad entre las palabras deTeilhard y la teoría científica es un argumento de peso para justificar esta interpretación.Otro problema, cuando se intenta atribuir la susodicha interpretación a Teilhard, es que élse refiere a ambas energías como si fueran componentes de la única energía fundamental, yhabla de su mutua independencia que, según dice, es tan clara como su relación reciprocacuando pretendemos acoplarlas entre sí. Como ya hemos hecho constar, la energía potencialno es siempre totalmente transformable en energía disponible y sin embargo, puesto que laenergía disponible es simplemente energía potencial en un particular contexto o posición,parece imposible hablar sobre la mutua independencia de ambas. Manifestacionessemejantes a éstas acrecientan la posibilidad de que el propio Teilhard no haya pretendidodar a sus dos energías la interpretación que se presenta más arriba. No obstante, nosotrosintuimos que esa interpretación es teilhardiana en espíritu, pues retiene la base científica queél deseaba para su Hiperfísica. Según veremos en páginas subsiguientes, permite que laHiperfísica se desarrolle tal como lo quiso él; responde a algunas de las preguntas queformuló el propio Teilhard, y soslaya el dualismo que él quiso evitar aunque no loconsiguiera siempre, como lo prueban los antedichos asertos referentes a la independenciade las dos energías.Apoyándonos en nuestra interpretación de la relación entre el concepto teilhardiano deenergía y el del físico, pasaremos ahora a discutir la relación entre energía tangencial yenergía radial, es decir, entre el exterior y el interior. Desde luego, esta relación depende porsu naturaleza de las dos energías y consecuentemente, la ambigüedad del tratamientoteilhardiano de las dos energías se transmite al tratamiento de la relación entre ellas.El exterior y el interior, afirma Teilhard, «están asociados constantemente y en cierto modo,se funden uno con otro. Pero, al parecer, es imposible establecer una correspondenciaelemental entre sus curvas» . E1 lo estima así porque ve una desproporción cuantitativaentre las dos energías. Por ejemplo, las actividades humanas supremas del pensamiento y lavoluntad pueden ser practicables con una cantidad casi inapreciable de energía física (dígase,tangencial). [Los experimentos con el encefalograma para medir las ondas cerebrales handemostrado que, si bien es fácil medir la actividad física del cerebro de un sujeto humanodedicado a tareas mentales muy simples, la actividad física del cerebro de un sujetoempeñado en la resolución de problemas matemáticos muy espinosos no es comprobable.En otras palabras, la actividad física del cerebro parece decrecer a medida que aumenta laactividad mental. Otros experimentos indican que la amplitud de las ondas cerebrales nosigue aumentando con el desarrollo mental del sujeto humano durante su vida, sino que seequilibra hasta adquirir un valor constante cuando las facultades mentales del sujetoempiezan a florecer. Es imposible que Teilhard conociera los experimentos mencionados; ysin embargo, éstos contribuyen a confirmar su posición respecto a la desproporción existenteentre las energías física y mental]. E1 deduce de esa desproporción que, entre el interior y elexterior de las cosas, hay una interdependencia incontestable de energía, pero que no cabe lamenor esperanza de descubrir un equivalente mecánico de la voluntad o el pensamiento.Dicho de otra forma» él insiste en que no es posible atribuir las formas superiores de

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actividad mental a la complejidad o al ordenamiento. ¿Cómo explicar, pues, lainterdependencia de energía entre el interior y el exterior de las cosas?

Primero debemos intentar precisar un poco más las definiciones de «interior» y «exterior» delas cosas. Teilhard idéntica el interior con la consciencia y la espontaneidad; de aquí que elinterior sea «la fuerza psíquica» de la materia; a juzgar por nuestra interpretación y el asertode Teilhard -sólo hay una energía fundamental-, el interior debería ser la fuente de todaenergía. El exterior de las cosas, que según Teilhard ha sido objeto de investigación científicay es la única parte realmente perceptible en un planteamiento mecánico, podría seridentificado con la complejidad o el ordenamiento. Así como la energía radial o psíquica seasocia al interior de las cosas, Teilhard relaciona la energía tangencial con el exterior.Aunque es posible conceptuar el interior como fuente de la energía radial, no cabe asignar alexterior el origen de la energía tangencial. Ni la complejidad ni el ordenamiento pueden serfuentes energética puesto que ellos mismos se derivan de la energía; así pues, podemos decirque la energía tangencial origina el exterior de las cosas. Este enunciado se alineaciertamente con el criterio del físico sobre la energía libre de ordenamiento, y también conel criterio de Teilhard, a saber, que hay solamente una energía fundamental, de lo cual sedesprende, como es lógico, que hay sólo una fuente fundamental de toda energía, es decir, elinterior o la energía psíquica.Por consiguiente, cada ser material tiene dos «facetas» o aspectos: un aspecto decomplejidad, que Teilhard denomina el exterior, y un aspecto psíquico llamado el interior.Este interior es la consciencia o la energía fundamental del ser. La energía psíquica se centrao concentra cuanto más se acrecienta la complejidad de tal forma que, aunque cada parteintegrante de un ser complejo tenga su propia energía, el ser como conjunto poseerátambién su propia energía, la cual, aparentemente, no es tan sólo la suma de las energíasparciales. Por ejemplo, los átomos de hierro, oxigeno e hidrógeno en un cuerpo humanotienen cada cual su peculiar apertura ante el medio ambiente y ciertas afinidades que lesinducen a actuar de formas especificas; pero, al propio tiempo, el hombre integral comoorganismo unificado posee una consciencia y unas afinidades que lo impulsan a actuar comoun hombre y desarrollarse como un hombre. No es la suma total de las actividades parcialeslo que origina la actividad humana sino la concentración de energía psíquica en el centropsíquico o el interior humano.Empleando el análisis teilhardiano de las dos energías y la interpretación expuesta más arribaen términos de ciencia física, quisiéramos elucidar ahora sus relaciones recíprocas.Todo cuerpo material tiene alerta capacidad para la acción o el trabajo. El físico se refiere aesta capacidad denominándola energía potencial del cuerpo. Teilhard la ve como unapercepción consciente del medio ambiente complementada por las afinidades con otroscuerpos determinados de ese medio ambiente, y la denomina energía psíquica. En lascondiciones apropiadas, un cuerpo dotado de esa energía psíquica puede actuar asociándosea otro cuerpo semejante para producir un nuevo ordenamiento. Este nuevo ordenamiento,con su creciente complejidad, debería tener, según el físico, una energía potencial que lehiciera diferir algo de sus componentes, y según Teilhard, un mayor grado de perceptividadpara su medio ambiente más la posibilidad de nuevas afinidades. Por consiguiente, podría

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establecer una interacción con otros cuerpos para formar ordenamientos adicionales cuyacomplejidad fuese aún mayor. Aclaremos este punto mediante el siguiente ejemplo:Un electrón es una partícula subatómica cargada negativamente, y un protón, una partículasubatómica cargada positivamente. Puesto que las cargas de signo contrario se atraen,electrones y protones se atraerán mutuamente, y si se dan las condiciones adecuadas, hayprobabilidades de que el electrón y el protón establezcan interacciones para formar unátomo de hidrógeno. El físico diría que cuando el electrón está en el campo o área deinfluencia del protón (o viceversa), adquiere alerta cantidad de energía potencial eléctrica.Por consiguiente, puede moverse hacia el protón, y entonces tienen lugar las susodichasinteracciones. Es interesante observar aquí que no nos será posible conocer ni medirdirectamente la energía potencial del electrón si no nos atenemos a su movimiento. Dichode otra forma» la energía potencial que posee el electrón en el punto A respecto a otro puntoB, es igual a la energía que se requerirla para mover el electrón desde el punto B hasta elpunto A. Resulta evidente, pues, que el concepto de energía tangencial, según el físico,queda definido en función del movimiento de la masa y no dice nada sobre la naturaleza dela energía potencial. Por otra parte, Teilhard diría que el electrón percibe hasta cierto puntosu medio ambiente, y en este caso particular, percibe al protón (este concepto teilhardianose corresponde con el concepto físico del campo); y también diría que el electrón tiene unaafinidad subsecuente con los protones (y viceversa). Ahí pues, el electrón y el protón semueven juntos, lo cual posibilita la interacción si se dan las condiciones requeridas. Elátomo de hidrógeno resultante es más complejo que el electrón o el protón y tiene nuevasafinidades. Por ejemplo, el átomo de hidrógeno puede atraer a un átomo de oxigeno asícomo caer bajo la atracción de éste, y en las condiciones precisas, dos átomos de hidrógeno yuno de oxigeno pueden combinarse para formar una complejidad mayor: la molécula deagua.Ascendiendo los peldaños de la escala evolutiva se encontrarían ejemplos similares bajoambos aspectos, es decir, transformaciones habidas en la producción de seres complejosmediante seres simples y diferentes ordenamientos requeridos para el desarrollo de unorganismo individual. Por ejemplo, la búsqueda de un animal para adquirir alimento podríaaplicarse en términos de una acción reciproca entre las actividades psíquicas (a saber,consciencia, apetito) y actividades físicas en los niveles celular, molecular y atómico. Aunquetales aplicaciones parezcan infinitamente más complejas que el sencillo ejemplo citadoanteriormente, la naturaleza de la interdependencia entre lo psíquico y lo físico, es decir, elinterior y el exterior, será fundamentalmente la misma según Teilhard. Asimismo, cualquieractividad humana requería una relación recíproca entre las actividades psíquicas de laconsciencia y la voluntad por una parte, y las actividades físicas del ordenamiento yreordenamiento de complejidades por otra.Cuando atribuye una calidad positiva a la energía potencial, identificándola con la energíapsíquica que produce actividades análogas a las actividades psíquicas características de losanimales superiores y el hombre, Teilhard logra exponer una elucidación coherente deldesarrollo a cada nivel basándose en fundamentos científicos y de paso, evita unplanteamiento mecánico que necesitaría basarse en la propia complejidad. Asimismo,cuando habla de energía psíquica refiriéndose a la energía fundamental, Teilhard no rotula

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meramente las ideas antiguas con nombres nuevos. Como ya se ha hecho constar, elconcepto físico de energía potencial se debe exclusivamente a las consecuencias de la energíapotencial y no tiene nada en común con la fuente o la naturaleza de esta energía. Se dice queun cuerpo posee energía potencial cuando tiene capacidad para hacer algo. Se deja almargen, como factor incógnito, la verdadera naturaleza de esa energía potencial en elcuerpo. Sin embargo, Teilhard asigna realmente un valor a ese factor incógnito cuandotoma la energía fundamental por energía psíquica; quiere decir, pues, que la energíafundamental es, verdaderamente, consciencia y afinidad. Ahora bien, como el interior de lascosas --o sea consciencia y afinidad-- no es una entidad aparte, sino un aspecto de todos loscuerpos materiales, Teilhard procura evitar el dualismo y cualquier forma extrema devitalismo.

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CAPÍTULO III

TEORÍA HIPERFÍSICA DE LA EVOLUCIÓN

En el capítulo primero dijimos que la Hiperfísica se asienta sobre las cienciasnaturales y es una acción de las mismas. En el capítulo segundo intentamos la teoríade energía de Teilhard, una interpretación que se atiene al espíritu hiperfísico por lassiguientes razones: Demuestra que el concepto teilherdiano de energía se basa en elconcepto físico de energía. Y demuestra también que su concepto de, energía es unaampliación del que formula el físico. Debemos tener presente una cosa: aquí no seagrega ni principio vital ni entidad misteriosa a la realidad cuerpos materiales(incluido el hombre) son coentidades con energía. La extensión hiperfísicaproporciona una nueva interpretación de energía ya que la explica en términos deconsciencia y sin («amor»), pero la energía psíquica cuya naturaleza discute Teilhardes la misma energía que mide el físico.En esta teoría de energía encontramos los fundamentos de la elucidación teilhardianasobre el mismo del proceso evolutivo. Tal elucidación se en la teoría científica de laevolución; sin embargo, como Teilhard acentúa la energía psíquica, no ah laevolución en función de la complejidad solamente, sino también del conjuntocomplejidad-consciencia.En esta teoría ampliada de la evolución, el desarrollo evolutivo es un proceso gradualy homogéneo donde, como se ha explicado anteriormente, la actividad psíquicaorigina la formación de nuevos ordenamientos. Estos nuevos ordenamientos tienennuevas actividades psíquicas que, a su vez, promueven otros ordenamientos máscomplejos y así sucesivamente. Desde el nivel del electrón y el protón hasta el nivelde los primates hay un desarrollo gradual de complejidad y una relación recíprocaevolutiva de consciencia sin que se registre la menor variación en el mecanismo detal proceso.Ahora bien, pese a esa homogeneidad y continuidad hay varios puntos en el proceso--que Teilhard determina umbrales-- donde los pequeños incrementos de complejidadfavorecen el desarrollo de tipos radicalmente nuevos de actividad psíquica. Elincremento de complejidad ocasionado por la síntesis del ácido nucleico y laproteína» no es más significativo que cualquier otro incremento de complejidad. Y,no obstante, conduce al desarrollo de muy diversas actividades, concretamente lasactividades de los organismos vivientes. (Actividades tan diferentes, de hecho, quehasta fechas muy recientes se creyó inconcebible la posibilidad de vidaevolucionando desde la «no vida».)

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CAPÍTULO IV

¿ES CIENTIFICA LA HIPERFISICA?

Quienes esperen hallar una respuesta a tal pregunta en las páginas subsiguientes, sufriránuna decepción. Nosotros no tendríamos la audacia de afirmar que capítulos precedenteshan respondido al interrogan «¿qué es la Hiperfísica?» Los filósofos de la Cienciatampoco tienen suficiente audacia para asegurar que pueden responder con unanimidady concisión a pregunta: «¿qué es el método científico?» Porque, dada la complejidad delproblema, una respuesta siquiera tentativa requeriría otro volumen; así pues, deberemoscontentamos aquí con algunos comentarios que pueden servir para esclarecer cuanto seha dicho en los capítulos anteriores, conducir a un escudriñamiento de la cuestión yproporcionamos, indudablemente, más preguntas que respuestas.Los críticos de Teilhard han hallado considerables dificultades para clasificar su obra, locual era de esperar, pues él veía la Ciencia tal como la realidad, cual un conjuntohomogéneo en continuo desarrollo. Consecuentemente, rechazaba la clasificación delpensamiento en compartimientos herméticos, y por lo tanto, la Hiperfísica no parecepertenecer a ninguna de las categorías tradicionales del conocimiento sistematizado (ano ser, posiblemente, que retornemos al concepto de «filosofía natural»). Teilhardadmite que la Hiperfísica no es una ciencia natural, según se la entiende hoy día. Esto,sin embargo, no excluye la posibilidad de que la Hiperfísica sea científica; pero siqueremos investigar tal posibilidad, deberemos estar en condiciones de responder a esteinterrogante: ¿qué significa preguntar si «la Hiperfísica es científica»?Podría significar que la Hiperfísica emplea el método científico o alguna derivación ovariación aceptable del actual método científico; pero, como la naturaleza y el alcancedel método científico son ellos mismos objeto de grandes debates hoy día, y como elmétodo teilhardiano requiere también mayor esclarecimiento, nosotros no podemos decirde ninguna forma la última palabra sobre el asunto.Asimismo podría significar que la Hiperfísica tiene fundamentos científicos (oempíricos). Ya hemos discutido la base científica de la Hiperfísica, y resulta evidenteque ésta descansa, por ejemplo, sobre la teoría general de evolución. No parece tanevidente, sin embargo, que todos los elementos principales de la Hiperfísica descansensobre fundamentos empíricos. (Además no se ve con perfecta claridad lo que son losfundamentos empíricos.)

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Finalmente, podría significar también (y esto sería un requisito mínimo o una condiciónsine qua non) que las conclusiones hiperfísicas son compatibles con leyes, teorías yhechos reconocidos de la ciencia moderna.Este es el problema al que hemos prestado mayor atención en la presente obra,intentando demostrar la compatibilidad entre la Hiperfísica y el concepto científico deenergía, el segundo principio de termodinámica y la teoría darwiniana moderna deevolución. Suponiendo que nuestro intento haya sido fructuoso, abordamos por fin larespuesta a esta pregunta: «¿Es científica la Hiperfísica?» Comenzaremos por reflexio-nar brevemente sobre todo cuanto se ha dicho acerca de la compatibilidad entreHiperfísica y Ciencia.

Primero, el principio teilhardiano de que toda energía psíquica no parece contradecirninguno de los hechos establecidos. La naturaleza de las energías fundamentales en eluniverso físico, es decir, energías gravitatoria, electrostática y nuclear, es desconocidapor ahora. Pero lo que se conoce» es compatible con el panpsiquismo. Considerando lagravedad, por ejemplo, experimentos recientes en la Universidad de Princeton hanconducido a la conclusión de que «los efectos gravitatorios --como loselectromagnéticos-- se deben a la interacción entre la materia y uno o más de los trestipo de campos clásicos» que posiblemente forman un «solo campo tensor» . Esta teoríasobre el campo de gravedad así como las teorías sobre los campos de fuerzaselectrostáticas y nucleares son compatibles con el concepto teilhardiano de energíapsíquica. Mientras el físico considere que un campo es un área de influencia o el espaciodonde actúa una fuerza, se podrá entender por teoría de los campos la descripcióncuantitativa de las actividades psíquicas fundamentales.Segundo, Teilhard no contradice la teoría darwiniano-mendeliana generalmenteaceptada sobre la mecánica de la evolución. Reconoce que las mutaciones casuales y laselección natural son elementos necesarios en el desarrollo. El principio lamarquianoque él emplea, no es el principio anulado sobre la calidad hereditaria de los rasgosadquiridos, sino el concepto revisado de necesidad interna, concepto compatible con laactual teoría del desarrollo evolutivo.Tercero, Teilhard no rebate el criterio generalizado de que la evolución sigue unlaberíntico complejo de sendas, ocasionado por la condición errática de las mutaciones yla selección. La ortogénesis se remite a un eje principal o privilegiado dentro dellaberinto que no sigue necesariamente una línea recta y determinada.Cuarto, la teoría teilhardiana de ortogénesis no contradice la ley de entropía sino que,por el contrario, la acepta como una ley física válida que se deberá tener siemprepresente cuando se mire al futuro. Por ello mismo él ve la necesidad de unatransformación futura para librar totalmente a la energía radial de la tangencial y, porende, de los efectos termodinámicos.Quinto, el concepto de un interior no se opone a ningún hallazgo de la ciencia moderna.Declaraciones como las de Huxley o Toulmin aduciendo la falta de pruebas científicassobre ese interior, no bastan ciertamente para negar su existencia. Teilhard reconoce queel interior no es el objeto de la ciencia física actual, pero ello no excluye la posibilidad --

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si no probabilidad- de que la ciencia física lo estudie en el futuro. Así pues, el conceptodel interior pertenece a la Hiperfísica.Una teoría cabal no debe ser sólo compatible con las teorías y los hechos establecidos;debe estar también desprovista de contradicciones internas. Con arreglo a este criterio,los elementos esenciales de la Hiperfísica teilhardiana evidencian la consistencia internanecesaria para constituir una buena teoría. E1 se alerta a su principio sobre unidad demecanismo y estructura en todos los planos, presentando incluso la concienciaintrospectiva humana como parte de un proceso evolutivo continuo, el desarrollo de lasociedad en términos de «divergencia-convergencia-emergencia», y la Encarnacióncomo una «prodigiosa operación biológica». Su consistencia es evidente; por ejemplo,cuando admite un posible fracaso del proceso ortogénico conducente a la destrucción dela noosfera, es porque él acepta la «casualidad darwiniana» como un mecanismo deevolución en todos los niveles desde el atómico hasta el de la consciencia introspectiva.Otra consideración muy importante es la base objetiva para las premisas de una teoría.No basta que un sistema sea simple y lógicamente coherente. Los sistemas de Descartes,Spinoza y Hegel son lógicamente consistentes, pero al faltarles los fundamentosempíricos no se los considera satisfactorios como explicaciones de la realidad.Un principio científico debe tener algún fundamento objetivo; en otras palabras, debeconformarse con la realidad. Ahora bien, esto no equivale a decir que se necesiteconocer la veracidad de sus premisas. Verdaderamente, las premisas de muchas teoríasaceptables en ciencia tienen una naturaleza sobremanera teórica, y por consiguiente nose puede saber si son alertas o erróneas. Las premisas de una teoría científica cabaldeben ser compatibles con los hechos establecidos y, además, deben estribar en pruebasempíricas directas o indirectas. Por añadidura, las pruebas que le sirven de base debenser otras que la evidencia sobre la cual se basa la aceptación del explicandura.Entre los primordiales principios de Hiperfísica figura el principio de coherencia, ycualquier ciencia debe ser indefectiblemente un sistema coherente. Sin embargo, dentrode un sistema científico no se puede producir coherencia mediante la lógica solamente yconservar al mismo tiempo su realismo. La coherencia de un sistema debe reflejar unacoherencia objetiva descubierta en la realidad; es preciso que el científico encuentrealguna unidad y continuidad en la diversidad del mundo físico que lo rodea. Descubriresa unidad y continuidad en la Naturaleza para promover el desarrollo de un esquemacoherente del mundo, es su principal tarea como científico. Respecto a este punto AlbertEinstein puntualiza: «Ciencia es una tentativa para hacer corresponder la diversidadcaótica de nuestro sentido-experiencia con un sistema lógicamente uniforme delpensamiento. En ese sistema las experiencias individuales deben mantener correlacióncon la estructura teorética, de tal forma que la coordinación resultante sea única yconvincente.»El sentido-experiencia es el sujeto-asunto dado. Pero la teoría que lo interpreta es obrahumana .»Gracias a la teoría física moderna de evolución, tenemos un cuadro de continuidad alnivel de complejidad basado en el sentido-experiencia. Teilhard ve una coherencia másamplia donde hay una continuidad de complejidad-consciencia. Esta continuidad

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conduce directamente a la conclusión de que existe un interior y un exterior en cadanivel, así como actividad de energía psíquica por doquier. A este propósito convienerecordar un principio de continuidad formulado primeramente por Leibniz, en conexióncon la conclusión antedicha. Este principio de continuidad «estriba en la imposibilidadde dividir apropiadamente un continuo uniforme. Científicamente hablado es erróneoexcluir, como hace Euclides, el ángulo cero y el ángulo recto de la definición de án-gulo».Asimismo, si se ve el Universo como un continuo de complejidad-consciencia, serácientíficamente erróneo dividir el continuo para excluir la energía psíquica de algúnsegmento suyo.Sin embargo, esta conclusión sólo será científicamente cierta cuando el principio que lesirve de base sea científicamente cierto. Es preciso considerar la validez científica delprincipio teilhardiano de coherencia. Para hacerlo podemos guiarnos por las Rules ofreasoning in philosophy de Newton, quien define las reglas como sigue:«Regla I: No debemos admitir más causas de las cosas naturales que aquellasdotadas de verosimilitud y suficiencia para explicar su aparición.» Esto tiene comobase la noción de que la Naturaleza no hace nada en vano, y por tanto no usará más cau-sas de las necesarias.«Regla II: Por consiguiente, mientras sea posible, deberemos asignar las mismascausas a los mismos efectos...»«Regla III: Las cualidades de los cuerpos que no admiten intensificación niremisión de grados y que resultan ser parte integral de todos los cuerpos al alcancede nuestro experimento, deben ser entendidas como cualidades universales de todoslos cuerpos cualesquiera que sean .»La continuidad del eje de complejidad se basa, desde luego, en la teoría de evolución. Laextensión del eje de consciencia desde los niveles máximos del desarrollo hasta losínfimos no se asienta directamente en la evidencia empírica, pero sigue las reglas new-tonianas. Sabemos que ciertas actividades de los seres vivientes, tales como supercepción del medio ambiente y sus apetitos, son psíquicas. Entonces es permisiblepresentar la energía psíquica como la causa de actividades similares cuyas causas sesustraen actualmente a nuestra comprensión. Dicho de otra forma, existe un interior encada nivel, y la evolución es un desarrollo de complejidad-consciencia.La consciencia no resulta evidente en los niveles inferiores de la creación y, no obstante,Teilhard predice con insistencia que el científico físico deber reconocerla allí algún día.Hoy, sin embargo, el científico físico se interesa tan sólo por lo empíricamente com-probable, o al menos, empíricamente comprobable en principio. La proposición «hay uncontinuo eje de complejidad» es, por tanto, científica en el sentido de que esempíricamente comprobable. Por otra parte, la consciencia no es susceptible deobservación empírica. Así pues, la proposición «hay un eje continuo de conscienciacoextensivo con el eje de complejidad», no es empíricamente comprobable, ni enprincipio siquiera. Consecuentemente, la proposición referente a la consciencia no escientífica en el mismo sentido que la proposición referente a la complejidad. Por añadi-dura, sí limitamos la ciencia a métodos estrictamente empíricos, entonces, según tal

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definición, el parámetro teilhardiano de consciencia no es ciencia ortodoxa. Pero hoy díamuchos científicos propugnan una definición menos rígida del método científico, o enotras palabras, una ciencia más «heterodoxa». Nagel, por ejemplo, escribe: «... lasconclusiones científicas son, a diferencia de las creencias racionales, productos delmétodo científico. Sin embargo, esta breve fórmula no debería dar lugar ainterpretaciones equivocas. No se la debe aprovechar para afirmar, por ejemplo, que lapráctica del método científico consiste en seguir las reglas prescritas para efectuardescubrimientos experimentales o para buscar aplicaciones satisfactorias a las cuestionesde hechos establecidos. En Ciencia no hay reglas de descubrimiento e invención, comotampoco las hay en el Arte. Ni se debe concebir la fórmula como si se mantuviera que lapráctica del método científico consiste en emplear para toda investigación algúnconjunto especial de técnicas (tal como la medición utilizada en Física) cualquiera quesea el sujeto o el problema bajo observación. Una interpretación semejante de lo dictadoes una caricatura de su finalidad; y en cualquier caso» lo dictado sobre esa interpretaciónes absurdo» .Ese criterio dejaría margen en el campo científico para la inclusión de las teoríasteilhardianas, ya que permitiría desviarse del riguroso método científico. Un enunciadomás positivo de Nagel justifica adicionalmente la inclusión de la teoría hiperfísica en elespectro científico. Él define las concepciones científicas como: «...formulaciones depropiedades estructurales penetrantes, extraídas de trazos familiares que manifiestanclases limitadas de cosas sólo usualmente en condiciones muy especializadas,relacionadas con asuntos expuestos a la observación directa sólo por medio decomplejos procedimientos, lógicos y experimentales, y articuladas con una panorámicade elucidaciones sistemáticas en desarrollo para gamas muy amplias de diversosfenómenos» .

La concepción teilhardiana de consciencia como propiedad de todos los seres materiales,se extrae de las actividades familiares de una clase limitada, concretamente el hombre ylos animales superiores. Su propósito es desarrollar una elucidación sistemática para lamás amplia gama de fenómenos diversos, y la elucidación teilhardiana esverdaderamente sistemática. La relación entre este concepto y los asuntos expuestos a laobservación directa se establece por medio de procedimientos lógicos más bien queexperimentales; por ejemplo, no parece haber ninguna evidencia experimental parademostrar que la energía psíquica hace extender al árbol sus raíces adventicias o unirseal oxigeno con el hidrógeno. Ahora bien, esto por sí mismo no suscita la exclusión de lasteorías teilhardianas del mundo científico mientras no se mantenga que el método em-pírico debe emplearse para obtener todos los conocimientos científicos sin excepción.La falta de método experimental en el planteamiento teilhardiano para abordar laconsciencia no implica por sí misma una ausencia de certitud. Nosotros no tenemosevidencia experimental de que haya consciencia entre los animales superiores y, sinembargo, estamos seguros de su existencia. Observamos que los animales tienenactividades similares a las nuestras, y, como sabemos mediante la reflexión que nuestrosapetitos y consciencia están presentes en la raíz de todas nuestras actividades,

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deducimos que los animales deben poseer también consciencia y apetitos. SegúnTeilhard, es solamente nuestra escasa familiaridad con las actividades de cosas en lospeldaños inferiores de la escala evolutiva, lo que nos hace vacilar sobre su posesión deenergía psíquica.Puesto que el concepto teilhardiano de consciencia se deriva primariamente del hombrepara ser aplicado después a otras cosas según su grado de desarrollo, es un conceptoanalógico; aquí la analogía tiene adecuada proporción y su sujeto primario es el hombre.Esto concuerda enteramente con el principio de coherencia por cuyo conducto Teilhardve uniformidad, continuidad y similitud en todo el Universo material, pero al propiotiempo descubre diferencias radicales a lo largo del eje de desarrollo. Por cuanto serefiere al empleo del analogismo en Ciencia, podemos invocar otra sentencia de SirIsaac Newton: «Ciertamente, no nos es permisible relegar la evidencia de losexperimentos para satisfacer sueños y ficciones vanas de nuestra propia invención; comotampoco debemos renunciar a la analogía de la Naturaleza que tiende a ser simple ysiempre consonante consigo mismo» .Este uso de la analogía para fundamentar una teoría es muy valioso en Ciencia auncuando se reconozca que la teoría puede ser objeto de modificación por la futuraevidencia experimental. Weyl nos ofrece el siguiente ejemplo: «Encontramos elprincipio de analogía en lo que quizá sea su aplicación más significativa: elestablecimiento de la teoría atómica. Las leyes mecánicas derivadas del comportamientode cuerpos visibles ordinarios y confirmadas con suma precisión por los planetas, pasana regir sobre los átomos. Se prevé que los hechos impondrán, posiblemente, ciertascorrecciones más adelante, pero sin esta adopción preliminar de las leyes mecánicas, elcomienzo de la investigación atómica hubiera sido inconcebible».El científico puede prever también que la existencia de perfección análoga en el sujetoquedará demostrada experimentalmente algún día, o bien descartada. Para quienesinsistan en tal posibilidad, la teoría de Teilhard parecerá otra vez ajena a la definición deciencia. Pero si se permite que la diversidad del método aporte elucidacionessistemáticas con cierto grado de probabilidad, entonces el empleo teilhardiano de laanalogía tendrá aceptabilidad científica.De todo cuanto hemos expuesto anteriormente se puede inferir que la Hiperfísicateilhardiana no es una ciencia empírica en el riguroso sentido de la expresión. Es decir,si se define la ciencia empírica de tal forma que sólo sea practicable el métodoexperimental y sólo sean admisibles los conceptos comprobables empíricamente,entonces debemos descartar esta teoría, ya que se basa en principios no comprobablesempíricamente y emplea métodos no experimentales. Si, por otra parte, aceptamos laproposición de que las ciencias empíricas pueden, y quizá deben, desviarse algunasveces del planteamiento estrictamente empírico si han de desarrollarse, entonces cabecatalogar de científica la teoría teilhardiana. La energía no es en sí misma directamenteobservable, pero el físico comprueba su existencia mediante observaciones empíricas delas actividades que genera. Sin embargo, jamás diríamos que el concepto de la energíano es un concepto científico. Pues en realidad figura entre los conceptos científicosfundamentales. Si, consecuentemente, se justifica la relación entre energía por una parte,

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y consciencia y amor por la otra, cúmplenos considerar estos conceptos tan científicoscomo el de energía.Se podría aducir, desde luego, que el científico reconoce la existencia de algo a lo cualdenomina energía, pero no hace el menor intento, como científico, para esclarecer sunaturaleza. Se da por satisfecho con saber lo que puede hacer, cómo actúa, etcétera. Elrelacionar la energía con la consciencia y el amor equivale, aparentemente, a decir algosobre la naturaleza de la energía, y según muchos, las manifestaciones sobre lanaturaleza o esencia de las cosas, no son científicas. Esto plantea en toda su amplitud elproblema del «esencialismo» frente al «instrumentalismo», como dos criterios opuestosde la teoría científica. Nosotros diríamos que el criterio de Teilhard sobre la Cienciaocupa un lugar entre esencialismo e instrumentalismo. É1 parece creer que la Cienciapuede elucidar verdaderamente la realidad sin asumir que tal elucidación nos obligue arebasar el nivel de observación para alcanzar algún otro misterioso y esencial. É1 noaceptaría, por ejemplo, la opinión instrumentalista de Berkeley, quien creía solamente enesencias espirituales y mantenía que toda elucidación incluía a Dios y procedía de lareligión. Teilhard admitirla que la explicación suprema de la realidad se encuentra enDios, y reconocerla asimismo una distinción fundamental entre el creador y el creado;sin embargo, rechazaría una distinción similar entre un orden espiritual y un ordenmaterial dentro del Universo creado. Los dos aspectos del ser material, es decir,complejidad y consciencia, son accesibles a la investigación científica, y talinvestigación conducirá a lo que se puede denominar razonablemente una elucidación.(La conexión entre energía y Dios o Cristo en la síntesis de Teilhard puede constituir laexplicación suprema de la realidad, pero este punto deberá ser objeto de estudios másprofundos por competentes teólogos.)Concluiremos con un breve comentario sobre la relación de la Hiperfísica con laFilosofía y la Teología. Se ha dicho que la Hiperfísica es filosófica y, por tanto, se nosocurre inmediatamente la siguiente pregunta sobre la síntesis teilhardiana:¿«evoluciona» continuamente la Ciencia hacia la Filosofía formando un espectrocontinuo de conocimiento? En otras palabras, ¿constituye la Hiperfísica una nuevafilosofía natural como ampliación de la Ciencia y sustituto de la Metafísica?Para responder a esa pregunta convendría tener presente lo que dice Maritain acerca dela diferencia entre Ciencia experimental y Filosofía. Este filósofo alega que existe ciertacontinuidad o solidaridad entre la parte específicamente racional y la parte específica-mente experimental del conocimiento. Mientras las ciencias en el extremo inferior delespectro de los conocimientos, tales como la Física, recurren todavía a un métodomatemático casi puro, las ciencias en lo más alto del espectro, tales como la Biología,incluyen un planteamiento filosófico. Maritain afirma que, a diferencia de la Física,«...la Biología y la Psicología experimentales no pretenden reconstruir un universohermético de fenómenos sometidos al matematismo; y es completamente normal que eltipo de explicación deductiva cuya influencia se haga sentir más en ellas sea filosófico yno matemático» .Teilhard nunca negaría que hay tipos de conocimiento esencial o radicalmentediferentes, como tampoco negaría la existencia de seres esencialmente diferentes. Para

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él, sin embargo, la existencia de seres esencialmente diferentes no significa que laevolución sea discontinua ni que falte unidad de estructura o mecanismo, ni que escaseela coherencia en el Universo. Este panorama del mundo real se refleja en suepistemología. La Hiperfísica emplea a un tiempo los métodos empíricos y racionales ofilosóficos, pero sigue siendo una ciencia continua, parecida en cierto modo a lo quequiere expresar Maritain cuando dice continuidad de la Ciencia. El biólogo, observaTeilhard, ha reconocido ya como tal biólogo la existencia de la consciencia, y en eseterreno se ha hecho ya filósofo. Ciertamente, según Maritain, «...usando el bagaje delfilósofo y haciéndose filósofos ellos mismos, los biólogos psicólogos podrán aportar unasolución propia y adecuada a los problemas supraexperimentales que su propiaexperiencia les obliga a considerar...».Decir que el pensamiento de Teilhard se desenvuelve en lo filosófico no es decir queabarque todo lo filosófico. Su filosofía no comprende una ontología explícita ni unaepistemología explícita, y su teodicea es una teología natural o física más bien que unateología metafísica. Aunque recurre a los principios metafísicos como lo hace cualquierotra Ciencia, no contiene una metafísica desarrollada. Hay, sin embargo, puntos departida filosóficos y métodos filosóficos tales como deducción y analogía conducentes aciertas conclusiones filosóficas, por ejemplo la existencia de Omega.Aunque no hemos sometido a un análisis circunstanciado el concepto teilhardiano deOmega, nos parece apropiado dejar constancia del papel representado por la Fe y laTeología en su síntesis.Separada de la Hiperfísica - una ciencia natural -, pero convergiendo con ella, laTeología es la ciencia de lo sobrenatural. Para Teilhard, Fe y revelación no forman partede la Hiperfísica pero constituyen un conocimiento independiente que conduce a lasmismas conclusiones que la Hiperfísica. Cuando se hace converger al conocimientodivergente mediante la Fe y la Ciencia, surge el panorama completo de la realidad.La teoría de convergencia sobre el Punto Omega, discutida anteriormente, parecebasarse en los principios hiperfísicos de Teilhard. Ahora bien, ciertas conclusiones sobrela Causa Final se basan, según Teilhard, en la Fe. Por ejemplo, al concluir un análisis dela socialización como fenómeno esencial de la hominización, é1 manifiesta: «...elfenómeno humano contemplado en toda su amplitud parece fluir hacia un punto críticode madurez... lo cual corresponde a la concentración de Reflexión colectiva en un centroúnico abarcando todas las unidades individuales de la reflexión sobre nuestra Tierra.»Nosotros no podemos ver más allá y nuestro argumento debe detenerse aquí, excepto...en el caso del cristianismo, quien, sustentándose de una fuente adicional delconocimiento, puede avanzar todavía otro paso».La dificultad con la teoría de Teilhard se presenta cuando se intenta definir la divisoriaentre la parte fundamentada en fenómenos y la parte asentada en la Fe. Pero ello nodebería sorprendernos, dada su visión total del Mundo. Así como cada forma de ser ma-terial se funda con la siguiente en el espectro continuado del proceso evolutivo, cadaforma del pensamiento teilhardiano se funde con otra. Cabe considerar que la discusiónde Omega se halla en la línea fronteriza entre fenomenología y Teología, tal como elvirus está en la línea fronteriza entre vida y no vida. Teilhard afirma, por ejemplo: «... el

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criterio cristiano (respecto a la unión de todos los hombres en Dios), coincide con latesis biológica llevada naturalmente a su extremo...»

La anterior analogía entre el punto Omega y el virus sirve meramente para denotar lafalta de limites definidos en la síntesis de Teilhard. No implica que la Fe o la Teologíade Teilhard sea una ampliación de su fenomenología. E1 llega a la misma conclusióndesde dos direcciones distintas. El estudio de los fenómenos le conduce a conclusionesprobables que coinciden con artículos de Fe, los cuales no le ofrecen duda alguna. Si,por ejemplo, el Pleroma no se desarrollara naturalmente mediante la reflexión de lanoosfera -cosa posible, según Teilhard-, Omega o Dios y la inmortalidad del hombreseguirían siendo para él hechos palmarios. Él los acepta como hechos basados en la Feindependientemente de su tesis fenomenológica. «Si nos formáramos una idea del activopoder de la fe y de cuanto ella consigue, lucharíamos larga y pacientemente: vista laincertidumbre práctica del mañana, deberíamos entregarnos en un verdadero acto desumisión interna a la Providencia, considerada cual un ser tan físicamente real como losobjetos de nuestra inquietud...».Utilizando la mejor filosofía a su disposición e interpretándola para sus propios fines,santo Tomás de Aquino nos ofreció una demostración racional sobre la existencia deDios a quien ya había conocido por conducto de su Fe. Utilizando la mejor teoríacientífica disponible e interpretándola a su manera, Teilhard nos ofrece su teoría deortogénesis conducente al concepto de Omega, único Dios a quien el conociera desde elprincipio mediante la Fe. Hay una convergencia patente entre la teoría teilhardiana deortogénesis y la Fe, pero las dos no se fundirán en una sola hasta que se desentrañe elconcepto del Omega-Dios.

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Posdata no científica

En un trabajo publicado en el Church Time titulado Teilhard de Chardin Album, se dijoque Teilhard de Chardin era un hombre tan afectuoso y digno de afecto como genial yaudaz intelectualmente. En nuestro intento de ofrecer un análisis objetivo y científicohemos discutido con cierta amplitud el pensamiento teilhardiano, pero tal vez hayamosomitido un punto muy importante. No sólo fue Teilhard un hombre afectuoso y digno deafecto, sino que su Hiperfísica es también una teoría de amor. La energía del amorencauza y anima todo el proceso evolutivo, y ese amor aporta la convergencia final.Tanto si entendemos la síntesis de Teilhard como si no, debemos esforzarnos porpromover una mayor convergencia de nuestra especie. Y esto es realizable solamentemediante la energía humana auténtica decir, el auténtico amor humano. «Siconsideramos aunque sea brevemente, cuáles pueden ser las condiciones que haganposible en el corazón humano un florecimiento de ese amor universal --el cual nos hahecho soñar mucho vanamente pero ahora abandona al fin los dominios de lo utópicopara mostrarse como posible y necesario-- observamos esto: si los hombres sobre laTierra, por la Tierra entera, se han de amar unos a otros, no les bastará con reconocer enel prójimo los elementos de un algo único; deberán también percibir, mediante eldesarrollo de una consciencia "planetaria", el hecho de que se están transformando en un"alguien único" sin perder sus identidades individuales. Pues no hay amor total --y estoestá escrito con grandes letras en el Evangelio-- salvo aquel que está en lo personal yproviene de lo personal.»Y el significado de eso no es que, en última instancia, la "planetización» de la Tierrapresuponga solamente para su propio desarrollo la contracción de la tierra, laorganización y condensación del pensamiento humano, sino también un tercer factor: ladesviación sobre nuestro horizonte interno de algún centro cósmico psíquico, algún polosupremo de consciencia hada el cual deberán converger todas las conscienciaselementales del Mundo y donde éstas puedan amarse unas a otras: para expresarlomejor, el ensalzamiento de un Dios».

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BIBLIOGRAFÍA

Quien desee una bibliografía completa de las obras de Teilhard la encontrará en:Teilhard de Chardin, a biographical study («Teilhard de Chardin, un estudiobiográfico», por Claude Cuémot, 1965, Burns Oates. (Texto francés original, 1958,publicado por la «Li-brairie Plon».)La bibliografía expuesta a continuación contiene los siguientes apartados:

A) Traducciones inglesas de las obras de Teilhard de Chardin (ediciones empleadascomo referencia en este texto).

B) Una bibliografía con anotaciones de algunas obras de Teilhard especialmenterelacionadas con los temas discutidos en páginas anteriores.

C) Una selección de los volúmenes sobre la vida y el pensamiento de Teilhard.

D) Una breve enumeración de obras por otros autores cuya lectura se recomienda porquetiene relación con lo expuesto aquí.

A

θ The phenomenon of Man (El fenómeno humano), Londres «Collins», 1959, pág, 318.Traducida por Bernard Wall; introducción de Sir Julian Huxley.

θ Le milieu divin (El medio divino), Londres, «Collins», 1960, pág. 160. Edicióngeneral por Bernard Wall.

θ Letters frof a Traveller (Cartas de un viajero), Londres, «Collins», 1962, pág. 380.Extracto traducido de Lettres de voyage y Nouvelles lettres de voyage, editor general:Bernard Wall, Introducciones de Julian Huxley, Claude Aragonés y Pierre Leroy.

θ The tuture of Man (El futuro del hombre), Londres, «Collins», 1964, pág. 319.Traducida por N. Denny.

θ Hymn of the Universe (Himno del Universo), Londres, «Collins, 1965, pág. 157.Traducida por Simon Bartholomew.

θ Letters from Egypt (Cartas desde Egipto), Nueva York, «Herder and Herder», 1965,pág. 256. Traducida por Mary Ilford.

θ The making of a mind (Formación de una mentalidad), Londres, «Collins», 1965,pág. 315. Traducida de Genèse d'une pensée, por René Hague.

θ The appearance of Man (La aparición del hombre), Londres, «Collins», 1965, pág.266. Traducido por J. M. Cohen. Prólogo de Desmond Collins.

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θ The vision of the Past (La visión del pasado), Londres, «Collins»» 1966, pág. 285.Traducido por J.M. Cohen.

θ Man's place in Nature (El lugar del hombre en la Naturaleza), Londres, «Collins»1966, pág- 127. Traducida por René Hague.

B

Teilhard de Chardin, Pierre:θ L'Activation de l'Énergie Humaine (Activación de la energía humana), en

L'Activation de l'Energie, páginas 407-416. Escrita en 1953, es una breve discusiónde las dos energías: radial (irreversible) y tangencial (con arreglo a los principios dela termodinámica).

θ Agitation ou Genèse (Agitación o Génesis) en L'Avenir de l'Homme (El porvenir delhombre), págs. 273-289. Este ensayo, escrito en 1947, intenta mostrar un ejeprincipal de evolución --de aquí la palabra ortogénesis-- aduciendo que la vida y lareflexión humana, la socialización y la Iglesia no son epifenómenos de la evolución.

θ Barrière de la Mort et Co-Réfiexion (Barrera de la muerte y correflexión), enL'activation de l'Énergie, páginas 417-429. Escrita en enero de 1955, esta discusiónsobre la irreversibiHdad incluye un comentario acerca de la relación entre Ciencia yFe.

θ Comment Concevoir et Espérer que se Réalise sur Terre l'Unanimisation Humaine?(¿Como concebir y esperar que se materialice en nuestra tierra la unanimizaciónhumana?), en L'avenir de l'Homme, páginas 365-374. Este escrito de 1950, es unabreve exposición de la convergencia en términos de unificación reforzada (curvaturade compresión geográfica y mental) y unificación libre mediante la atracción (amor).

θ La Convergence de 1'Univerx (Convergencia del Universo) en Uactivation del'Énergie, pags. 293 y 309. Este trabajo, rizado en 1951 reviste espedal importanciapor sus lignes al'atraque permettant de vérifier plus outre la réalite du phénomène(líneas de ataque que permiten verificar adicionalmente la realidad del fenómeno),sobre todo la convergenda de la noosfera.

θ Une Défense de l'Orthogénèse à Propos des Figures de Spéciation (Defensa de laortogénesis con respecto a las cifras de especifidad), en La vision du passé, páginas381-391. Este escrito, de enero 1955, expone la necesidad científica de considerar laevolución en términos de vectores (u ortogénesis) pese a la casualidad, la entropía yla complejidad de las líneas del progreso evolutivo.

θ Du Pré-humain à l'Ultra-humain (De lo prehumano a lo ultrahumano), en L'avenirde l'Homme, páginas 375-385. Este breve trabajo, escrito en 1950, contiene algunasmanifestadones relevantes sobre necesidad estadística, autogénesis y ortogénesis.

θ L'Esprit Nouveau (El espíritu nuevo), en L'avenir de l'Homme, págs. 107-126. Unensayo escrito en 1942 donde Teilhard manifiesta el deseo de explicarse claramentepara que todos puedan comprender sin ambigüedades su teoría sobre la convergenciade la noosfera mediante la reflexión y el amor.

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θ Êvolution Zoologique et Invention (Evolución zoológica e invención), en La vision dupassé, págs. 327-331. En este contra escrito del año 1947, Teilhard expone su empleodel principio lamarquiano de evolución.

θ La Fin de l'Espèce (El fin de la especie) en L'avenir de l'Homme, págs. 387-395. Estetrabajo, escrito en 1952, es importante por su discusión sobre la irreversibilidadfundada en el deseo humano de «más ser».

θ La Formation de la Noosphère, (La lormacidn de la noosfera), en L'avenir del'Homme, págs. 199-231. Esta obra de 1947 es, según Teilhard: Une interprétationbiologique plausible de l'Histoire Humaine (Una interpretación biológica plausiblede la historia humana.) Explica el concepto de la noosfera, sus fases, nacimiento,anatomía y la transformación necesaria para escapar de la entropía. Contieneasimismo una definición de la ortogénesis y un comentario sobre la evoluciónlamarquiana en la noosfera.

θ Le Goút de Vivre (El placer de vivir), en L'activaaon de l'Énergie, págs. 237-251.Escrito el afio 1950, este trabajo especifica el papel indispensable de la autogénesisen la evolución. Aquí se presenta la autogénesis como un «placer psíquico de vivir».Ésta es la base del principio lamarquiano que utiliza Teilhard junto con la ectogénesisdarwiniana para explicar la evolución.

θ Un Grand Evénement qui se Dessine: La Planétisation Humaine (Un granacontecimiento que se perfilaa progresivamente: la planetización humana), enL'Avenir de l'Homme, pag. 157-175. Breve ensayo del año 1945 sobre las etapas deconvergencia del Hombre. La planetización significa la reflexión total de laHumanidad sobre si misma.

θ Note sur la Réalité Actuelle et la Signification évolutive d'une Orthogénèse Humaine(Nota acerca de la realidad actual y la significación evolutiva de una ortogénesishumana), en La vision du pasté, pags. 351-362. Ésta es una somera discusión, escritaen 1951, sobre la aceleración de la autogénesis en el desarrollo humano.

θ Le Phénomène Humain (El fenómeno humano), en La vision du passé, pags. 255-243. Este trabajo (1930) contiene algunas de las primeras opiniones teilhardianassobre el desarrollo irreversible en función de la casualidad, y la entropía. Estrocriterios son fundamentalmente idénticos a los expuestos veinte años después.

θ Le Phénomène Humain (El fendmeno humano), París, «Éditions du Seuil», 1955,pág. 348. Introducción por N. M. Wildiers. Esta obra, escrita entre junio de 1938 yjunio de 1940 con algunos apéndices y revisiones en 1947-48, puede ser conceptuadacomo el más importante trabajo íntegro de Teilhard. Se basa en su elaborada visióndel Mundo y expone circunstanciadamente su fenomenología total o hiperfísica, asícomo de su concepto «Cristo-génesis». Sin embargo, no se la debería interpretarcomo una exposición completa e intensiva de su teoría. Para comprender totalmenteEl fenómeno humano es preciso agregarle el contexto de las multiples obrasteilhardianas sobre este tema. Este es alertamente el caso de sus teorías sobreortogénesis y autogénesis» que no alcanzan pleno desarrollo en esta obra.

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θ La place de l'Homme dans la Nature (El lugar del hombre en la Naturaleza), París,«Êditions du Seuil», 1963, pág. 173. Reeditada con Le groupe zoologique humain,París, «Êdicions Albin Michel», 1956, XIII + 172 págs. Escrita en 1950, esta obra esun estudio de la estructura evolutiva y las directrices del grupo zoológico humano.Contiene diversos capítulos sobre el desarrollo de la materia viviente, la biosfera, elHombre, la expansión y compresión de la noosfera. Sigue una línea paralela a la delPhénomène Humain (El fenómeno humano), pero contiene más antecedentes técnicosy científicos.

θ La place de l'Homme dans l'Univers, en La vision du passé, págs. 303-321. Estetrabajo, escrito en 1942, contiene el concepto teilhardiano de los trois infinis (los tresinfinitos) y la posición del hombre en el Universo respecto a ellos. Tambiénencontramos aqui una breve declaración sobre su criterio acerca de la verdad.

θ Le Rebondissement Humain de l'Evolution es ses Conséquences (Repercusioneshumanas de la evolución y sus consecuencias) en L'Avenir de l'Homme, páginas 251-271. Este escrito (1947) es un análisis de la noosfera donde se carga el acento en laevolución darwiniana y lamarquiana, la autogénesis y la ectogénesis, el propósito y lacasualidad.

θ La Réfiexion de l'Energie (Reflexión de la energía) en L'Activation ele l'Ênergie,págs. 333-353. Escrito el año 1952, este ensayo explica el futuro, primerorelacionándolo con la ley de entropía y después en función de la necesariatransformación para la irreversibilidad de la reflexión.

θ Réfiexions sur le Progrès (Reflexiones sobre el progreso) en L'Avenir de l'Homme,pags. 83-106. Ensayo del año 1941 dividido en dos partes: I) L'Avenir de l'Homme vupar un Paléontologiste (El porvenir del hombre visto por un paleontólogo). II) Surles Bases Possibles d'un Credo Humain Commun (Sobre las posibles bases de uncredo humano común). Expone una panorámica optimista del futuro fundamentadaen razones científicas según Teilhard, y desarrolla el concepto de una noosferaconvergente.

θ Les Singularités de l'Espèce Humaine (Las singularidades de la especie humana), enL'Apparition de l'Homme, págs. 293-374. Escrita en 1954, esta obra presenta laexplicación teilhardiana del desarrollo de la noosfera en función de su convergencia ycorreflexión. Aquí se expone la entropía como una de las dos corrientes de evolución;la segunda es el conjunto «complejidad-consciencia». Esta última prosigue medianteuna separación entre energía radial y energia tangencial.

θ La Structure Phylétique du Groupe Humain (Estructura del grupo humano respectoal filum), en L'Apparition de l'Homme, págs. 185-242. Escrita en 1951, esta obracontiene importantes comunicaciones sobre la existenda de un eje principal deevolución y la extensión de tal eje en el futuro. En ella se esdarecen las opiniones deTeilhard sobre casualidad, entropía, transformación de la noosfera y significado deortogénesis.

θ Sur la Loi d'Irréversibilité en Evolution (Sobre la ley de irreversibilidad enevolución) en La vision du passé, págs. 71-74. Éste es un breve trabajo escrito en1923 donde se definen y distinguen la irreversibilidad y la ortogénesis.

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θ Sur les Degrés de Certitude cientifique de l'Idée d'Evolution (Sobre los grados decertidumbre científica sobre la idea de evolución), en Science es Christ, páginas 245-249. Este breve ensayo del afio 1947 contiene algunos comentarios sobre las dosenergías.

θ Sur l'Existence Probable» en Avant de blous, d'un «Ultra-Humain. (Sobre laprobable existenda de un «ultrahumano» anterior a nosotros), en L'Avenir del'Homme, págs. 351-364. Escrita en 1950 dsta es una sucinta extrapolación desde la«definición físico-biológica del hombre hasta la convergencia de la noosfera.

θ Transformations et Prolongements en l'Homme du Mé-canisme de l'Bvolution(Transformaciones y prolongaciones del mecanismo evolutivo en el hombre), enL'Activation de l'Énergie, págs. 311-322. Escrito en 1951 para Sir Julian Huxley, esteensayo explica la convergencia en función del mecanismo de autoevolución.

θ Vie et Planètes (Vida y planetas) en L'Avenir de l'Homme, págs. 127~156. Escrita en1946, esta conferencia contiene una discusión sobre el «nacímiento casual» denuestro planeta, su significado como fuente de vida, así como una importante ma-nifestación sobre la transformación que liberará a la Humanidad convergente de laley entrópica.

θ La Vision du Passé, en La vision du passé (La visión del pasado), págs. 333-343.Escrita en 1949, esta obra contiene una breve discusión sobre la ortogénesis y el «ejeprivilegiado de la evolución».

C

θ Barjon, Louis y Leroy, Pierre, La carribe scientifique de Pierre Teilhard de Chardin(La carrera cientifica de Pierre Teilhard de Chardin), Mónaco, «Éditions deRocher», 1964, 140 págs.

θ Barthélemy-Madaule, Madeleine, Bergson et Teilhard de Chardin, París, «Éditionsdu Seuil», 1963, 686 páginas. Esta comparación entre Bergson y Teilhard contieneuna exposición general de la síntesis teilhardiana, incluyendo secciones sobreortogénesis, las dos energías, así como finalidad y naturaleza de la sintesisteilhardiana.

θ Blanchard, J. P., Méthode et Príncipes du Père Teilhard de Chardin (Método yprincipios del padre Teilhard de Chardin), París, «La Colombe», 1961, 190 págs.Esta obra es una demostración, en términos teilhardianos, de que la Ciencia puede ydebe condudr a Dios, y mediante Dios a Cristo. Contiene algunas criticas sobre elmétodo de Teilhard, especialmente de su empleo de la analogía.

θ Chauchard, Paul, La pensée scientifique de Teilhard (El pensamiento científico deTeilhard ) , París, «Editions Universitaires», 1965, 270 págs. El autor intenta mostrarel aspecto científico de toda la obra teilhardiana.

θ Cuénot, Claude, Nouveau Lexique Teilbard de Chardin (Nuevo Léxico Teilhard deChardin), París, «Éditions du Seuii», 1968, 223 págs.

θ Pierre Teilhard de Chardin, les grandes Êtapes de son Évolution (Pierre Teilhard deChardin, las grandes etapas de su evolución), París, «Plon», 1958, 489 + LIII págs.

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Esta es una excelente biografía de Teilhard con un análisis de su curso mental.Aparecen muchas citas de Teilhard. Contiene la bibliografía más completa hasta lafecha de los trabajos de Teilhard. Traducción inglesa: Teilhard de Chardin, traducidapor V. Colimore, editada por «R. Hague», Baltimore, Londres, «Bums & Oates»,1965, VI+ 492 págs.

θ Teilhard de Chardin, París, «Éditions du Seuil», 1962, 191 págs. Contiene textos deTeilhard con comentarios, biografía, bibliografía y vocabulario.

θ Science and Faith in Teilhard de Chardin (Ciencia y fe en Teilhard de Chardin),Londres, «Garnstone Press», 1967, 112 págs.; con un comentario por Roger Garaudy(Volumen I de The Teilhard Study Library; Editores generales: Bernard Towers yAnthony Dyson.). Ciencia y Fe en Teilhard de Chardin, edítado, Colección«Rotativa», por «Plaza y Janés», Barcelona, 1971.

θ Cuypres, Hubert, Pour ou contre Teilhard, París, «Éditions Universitaires», 1962(Volumen 4 de «Carnets Teilhard»), 59 págs. Incluye breves críticas de la Ciencia,Filosofía y Teología teilhardianas.

θ Vocabulaire Teilhard, París, «Éditions Universitaires», 1963 (Volúmenes 5 y 6 de«Camets Teilhard»). Un diccionario de terminología teilhardiana con referencías asus trabajos.

θ Francoeur, Robert, T., (editor), The World of Teilhard (El mundo de Teilhard),Baltimore, «Helicon Press», 1961. 208 págs. Crítica general y análisis del mundoteilhardiano por científicos, filósofos, psicólogos, teólogos, etc., tales como Weigel,Stern, Barbour y Bruns.

θ Grenet, Paul-Bernard, Teilhard de Chardin, the Man and His theories (Teilhard deChardin, el hombre y sus teorías), traducida por R. A. Rudorft, Londres, «SouvenirPress», 1965, 176 págs. Contiene la biografía de Teilhard y una somera discusiónsobre su personalidad como científico, teólogo y filósofo. Incluye también algunosescritos seleccionados por Teilhard.

θ Grenet, Paul-Bernard, Pierre Teilhard de Chardin ou le Philosophe malgré lui(Pierre Teilhard de Chardin o el filósofo a pesar suyo), París, «Beauchesne», 1960,258 págs. Una crítica de la filosofía teilhardiana con algunas secciones específicassobre la «debilidad» de su concepto de «el Todo», su empleo de la analogía, sunoción de novedad, sus conceptos de materia y espíritu y su noción del ser.

θ Magloire, George y Cuypers, Hubert, Présence de Pierre Teilhard de Chardin(Presencia de Pierre Teilhard de Chardin), París, «Éditions Universitaires», 1961,226 págs. Contiene una biografía de Teilhard y un análisis de su pensamiento;asimismo un diccionario y bibliografía.

θ Rabut, Oliver, Dialogue with Teilhard de Chardin (Diálogo con Teilhard deChardin), Londres, «Sheed and Ward», 1961, 247 pags. Ésta es una crítica deTeilhard, principalmente desde el punto de vista científico. Contiene interesantescomentarios sobre los métodos de Teilhard, su uso de la teoría de evolución, supanpsiquismo y su concepto de las dos energías.

θ Rideau, Émile, Teilhard de Chardin: A guide to his Thought (Teilhard de Chardin:una guía para conocer su pensamiento), Londres, «Collins», 1967, 672 págs. Ésta es

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una exposición muy completa de la síntesis teilhardiana, y contiene varios datossobre todos los temas fundamentales estudiados en este volumen.

θ Towers, Bernard, Teilhard de Chardin, Londres, «The Carey Kingsgate Press Ltd.»,1966, 45 págs. Una excelente introducción a la vida de Teilhard, el pensamiento y lasignificación de su obra.

θ Towers, Bernard y Dyson, Anthony (Editores generales, Evolution, marxista andchristianity, Londres, «Garnstone Press», 1967, 116 págs. (Volumen II de la TheTeilhard Study Library). Ensayos por C. Cuénot, F. G. Elliott, R. Garaudy, A. O.Dyson, P. G. Fothergill and B. Towers. Publicado en esta colección: Evolución,marxismo y cristianismo. «Plaza & Janés», Barcelona, 1970.

θ Thys, Albert, Conscience-ré/lexion collectivisation chez Teilhard (Consciencia-reflexión y colectivización en Teilhard), París, «Editions Universitaires», 1964, 127págs. (Volúmenes 15 y 16 de Carnets Teilhard.) Éste es un análisis de la teoríateilhardiana y el desarrollo de la consciencia en la noosfera.

θ Tresmontant, Claude, Introduction à la pensée de Teilhard de Chardin (Introducciónal pensamiento de Teilhard de Chardin), París, «Éditions du Seuil», 1956, 134 págs.Traducción inglesa: Pierre Teilbard de Chardin: bis Thought (Pierre Teilhard deChardin: su pensamiento), traducida por S. Attanasio, Baltimore, «Helicon Press»,1959, VIII + 128 págs. Êsta es una introducción general al pensamiento de Teilhard,conteniendo un acertado análisis de su principio de coherencia, autoevolución ynaturaleza de sus obras.

D

θ Blum, Harold, F., Time's Arrow and Evolutéon (Flecha del tiempo y evolución),Nueva York, «Harper Torchbook», 1962, X + 220 págs. Esta obra reviste especialimportancia por sus consideraciones sobre la evolución en relación con el segundoprincipio de termodinámica.

θ Bohm, David, Causality and Chance in Modern Physics (Causalidad y casualidad enla física moderna), Nueva York, «Harper Torchbook», 1965, xi + 170 páginas.Prólogo de Louis de Broglie. Es una excelente obra sobre casualidad, propósito,probabilidad, leyes estadísticas, mecanicismo y temas relacionados con el contextode la ciencia física moderna.

θ Dobzhansky, Theodosius, Mankind Evolving (Género humano en evolución), NewHaven, «Yale University Press», 1962, XIII + 381 págs. Excelente estudio delhombre como producto de la evolución por uno de los zoólogos más relevantes delmundo. Contiene diversas discusiones sobre ortogénesis, autogénesis eirreversibilidad, y concluye con un breve comentario sobre el pensamiento deTeilhard.

θ Huxley, Sir Julian, Evolution in action (Evolución en acción), Nueva York,«American Library of World Literature», 1957, VIII + 141 págs. A la luz de la teoríaevolutiva, Huxley explora las futuras posibilidades del hombre. Esta obra contiene

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una excelente explicación general de la teoría moderna de evolución. Asimismoexpone el planteamiento humanístico del propio autor. También se encuentra aquíuna discusión sobre ortogénesis y la «fuerza vital».

θ Simpson, George Gaylord, The Meaning of Evolution (El significado de evolución),Nueva York, «The New American Library of World Literature, Inc.», 1956, 192pags. Una explicación general de la teoría evolutiva por un relevante paleontólogo;esta obra analiza la ortogénesis, las fuerzas de evolución y otros temas relacionadoscon su obra.

θ Tax, Sol (editor), Evolution atter Darwin (La evotu, ción segdn Darwin), Chicago,«The University of Chicago Press», 1960. Esta obra de tres tomos gira sobre elCentenario de Darwin celebrado en la Universidad de Chicago. Vol. I, The Evolutionot life: its origin, History and future (Evolución de la vida: sus origenes, historia yfuturo), VIII + 629 páginas. Vol. II, The evolution of man: Mind, Culture and Society(La evolución del hombre: pensamiento, cultura y sociedad), VIII + 473 págs. Vol.III. Issues in Evolution: The University ot Chicago Centennid Discussion (Problemasen evolución: debates de la Universidad de Chicago con motivo del Centenario),VIII + 310 págs. Una excelente colección de artículos sobre todos los aspectos de laevolución por las autoridades denttficas mis relevantes del momento. Ofrecenparticular interés las discusiones del Vol. III.

θ Waddington, C. H., The Nature ot Lite (Naturaleza de la vida), Nueva York,«Atheneum», 1962, 131 páginas. Esta excelente obra discute numerosos problemasrelacionados con la evolución, incluyendo la diferencia entre vida y «no vida»propósito y libertad del hombre.

FIN

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Aunque el desarrollo de complejidad y el desarrollo de consciencia son realmente dosaspectos del proceso evolutivo, se puede asociar un pequeño incremento decomplejidad (y, por ende, una pequeña cantidad de energía potencial delordenamiento) a un gran incremento en consciencia o energía radial. Los umbralesmás obvios e importantes, aquellos donde se han iniciado esos cambios de energíaradial son el umbral de la vida y el umbral del pensamiento (es decir: el origen delhombre).

Teilhard ha discutido ya el origen y desarrollo de la vida, ha analizado tanminuciosamente su significado, que nosotros no creemos necesario pormenorizaraquí esa cuestión. Pero sí queremos recapitular algunas de las conclusiones másrelevantes de Teilhard.A diferencia del ser inanimado, el organismo viviente «deja abierto continuamente uncamino para un aumento adicional de la complejidad y la heterogeneidad unificada».La complejidad del organismo no se detiene en su propio nivel, sino que más bienmodifica su propia complejidad sin «desligarse». La unidad permanece replegadasobre sí misma pero la envoltura es móvil. La molécula no viviente de agua, porejemplo, conserva su ordenamiento básico mientras es molécula de agua. Elorganismo viviente, por otra parte, modifica su ordenamiento desde el interior aunqueretiene su unidad fundamental; tiene, según Teilhard, una propiedad «centralizadora»activa que le distingue de la «no vida».El desarrollo de un nuevo tipo de «centralización», una concentración nueva y mayorde energía radial, radica en el eje principal del proceso evolutivo. La vida no es unepifenómeno.«Sin duda alguna, una porción de la materia cósmica no sólo evade la desintegración,sino que incluso inicia un proceso vivificativo produciendo una especie deflorescencia en su propio seno. Esto es tan verídico que, dejando aparte la entropía(por cuyo conducto se disipa la energía), la expansión (por cuyo conducto sedespliegan y granulan las capas del Universo), las fuerzas eléctricas y gravitatorias deatracción (por cuyo conducto se aglomera el polvo sideral), nos vemos obligadosahora (si realmente deseamos abarcar todas las experiencias e incluir todos losfenómenos) a reconocer y contemplar una corriente perenne e ininterrumpida de"complexificación intrínseca" que anima a la masa total de las cosas».Así pues, la evolución no es meramente el proceso de expansión y disipación, visto alnivel del desarrollo físico. Es, en su fase viviente, un proceso de repliegue, deconcentración energética, de convergencia. Ello se ve con más claridad en eldesarrollo que sigue al tercer umbral importante: el umbral de la reflexión.

DESARROLLO DE LA NOOSFERA

Desde el nivel del electrón y protón hasta el nivel de los primates hay un desarrollogradual de complejidad y un desarrollo de consciencia con sus relaciones recíprocasdonde los seres más complejos tienen mayor perceptividad ante su medio ambientecon el consecuente incremento de las afinidades para los objetos en tal medioambiente. Debe observarse, sin embargo, que los objetos de esa perceptividad

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incrementada en los organismos inferiores al hombre, están fuera de la conscienciapropiamente dicha; en otras palabras, la consciencia no es, por sí sola, un objeto de laconsciencia. Ahora bien, llegado cierto punto del proceso evolutivo y,probablemente, debido a un cambio ínfimo en complejidad, la consciencia se replegósobre sí misma y vino a ser su propio objeto. Así, en el umbral de la reflexión,encontramos el origen del hombre, del animal racional. El animal no reflexivo, noconsciente de sus propios actos, tiene escasa individualidad. Todo su ser está inmersoen el grupo, sólo tiene capacidad para mirar al exterior. Consecuentemente,desconociendo sus propias energías, afinidades y objetivos, se desarrolla a ciegaspara beneficio de la especie, del filium, y de la totalidad del proceso evolutivo.Mediante la reflexión, el hombre lanza una mirada introspectiva hacia sus propiospoderes, metas e inclinaciones, y al hacerlo así, adquiere una nueva identidad.Entonces el proceso evolutivo ya no es ciego ni simplemente un desarrollo de lasmasas. Hay dentro de la especie humana un énfasis creciente del propio yo, originadopor la consciencia de sí mismo, una especie de granulación interna como lo expresaTeilhard. Sin embargo, esta granulación no conduce a una divergencia de losindividuos aislados, lo cual interrumpiría la evolución. El individuo consciente de símismo, no sólo sabe: también sabe que sabe. Por consiguiente, puede conocer suyo, acrecentando así la propia identidad, y también puede conocer a otro comoalguien distinto, creando por tanto una nueva unión intencional. Además, medianteese conocimiento humano verdadero se hace realidad el verdadero amor humano, ytambién el grado máximo de afinidad en el proceso evolutivo.Dada su habilidad para reflexionar, el hombre es el ser más centrado de la Tierra. Laconsciencia de sí mismo no sólo le permite centrarse en su propio ser, sino tambiéncentrar a todos los demás en sí mismo. Es decir, el hombre no tiene solamentecapacidad para reflexionar sobre los propios actos sino también para reflexionar sobresu conocimiento acerca de quienes lo rodean, alcanzando así una comprensión másprofunda --que de otra forma sería imposible y también un mayor contacto con sumundo. Llega a ser, por tanto, un centro de los centros. Esto, más bien que ocasionaruna divergencia de los individuos aislados, conduce a la segunda etapa principal en elproceso de desarrollo de la consciencia introspectiva. Tras el umbral de lo individualmediante el acceso a la reflexión, hay una fase que Teilhard denomina el umbral delfilium, la «hominización» de la especie, o convergencia de los gránulos conscientesdel propio ser.Teilhard enumera las causas de esa unificación o convergencia. El incremento de lapoblación en nuestro planeta causa necesariamente una convergencia. Teilhard lollama «curvatura geológica». Y forzosamente sobrevendrá una unificación adicionalpor la universalidad de las ideas, denominada «curvatura mental». Sin embargo,Teilhard aduce insistentemente que ni la proximidad física impuesta por el procedi-miento acrecentado en un espacio limitado, ni la unidad de ideas impuesta por unacomunidad científica y las progresivas comunicaciones son estímulo suficiente paraocasionar una convergencia completa. La unidad genuina se producirá con todalibertad mediante el amor; mediante la atracción hada un destino común aceptadolibremente por todos.Según Teilhard, la segunda fase en el desarrollo de la consciencia introspectiva o«noosfera» ha comenzado ya. Hay pruebas concluyentes de la convergencia

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ocasionada por las curvaturas geológica y mental, y lo que es más importante, pese alas obvias divergencias existentes en nuestro planeta, resulta evidente un amorhumano en desarrollo de proporciones globales.Se ha iniciado la convergencia, cierto, pero su consumación puede requerir millonesde años. El resultado final será una unión permanente y perfecta entre los elementosindividuales humanos. Ello requiere una evolución irreversible; y el análisis adicionaldel proceso confirma tal aserto. El argumento para fundamentar la irreversibilidadqueda expuesto con la siguiente recapitulación:La coherencia es, según hemos visto, el módulo de Teilhard para la verdad. Conarreglo a ello, el panorama más coherente del Universo es también el más verosímil.Las perspectivas de un continuo desarrollo del conjunto complejidad-conscienciaofrecen el panorama más coherente, y, por consiguiente, el más próximo a la verdad.Se deduce, pues, que la producción de vida (o el hombre consciente de sí mismo) ysocialización más el desarrollo de la capa especulativa o noosfera, son partesesenciales e integrantes del proceso continuo y total de la evolución. El desarrolloracional y social no es un epifenómeno, pero es tan inherente al proceso como eldesarrollo fisicoquímico. En todo este proceso, desde la base hasta el vértice, existeuna unidad fundamental de mecanismo y estructura.El desarrollo de la capa especulativa o noosfera, visto desde ese ángulo, es undesarrollo biológico equiparable al de las formas inferiores de vida. (Teilhard hablaincluso de la Encarnación como si fuera «una prodigiosa operación biológica».) Portanto, el desarrollo de la noosfera debe acatar las mismas leyes de desarrollo que losniveles inferiores de la evolución sí el proceso evolutivo total ha de retener sucoherencia.Reflexionando sobre los niveles inferiores del desarrollo, observamos que, comonorma general, han existido y siguen existiendo las condiciones necesarias para laconsumación de una naturaleza particular. Sólo se desarrolla un apetito o tendenciacuando se asocia al objeto de ese mismo apetito o tendencia. Los electrones cuentancon protones para atraer o ser objeto de atracción. Los herbívoros se desarrollanporque hay hierba, y las aves porque existe una atmósfera donde pueden volar. Unapetito sin su correspondiente objeto sería incoherente por naturaleza. Si el objeto nopuede satisfacer ese apetito, se retardará el desarrollo.Teilhard aplica esta regla general del desarrollo físico y biológico al nivel deldesarrollo humano. El hombre conoce el futuro y desea un futuro. Es una criaturacreativa que no desea sólo bienestar, es decir, lo que le mantendrá en su actual estado,sino también lo necesario para trascender su presente forma de ser; en otras palabras,él ambiciona «más ser». Y así se perfilará con creciente nitidez cuanto más se de-sarrolle la consciencia. Por consiguiente, el hombre sin futuro, sin la perspectiva del«más ser», resultaría tan incoherente como el herbívoro sin hierba o el pájaro sin aire.En el contexto del principio teilhardiano sobre unidad de la estructura y el mecanismopodemos reafirmar ese mismo argumento remitiéndonos a la energía radial o«energía-amor». Como ya hemos dicho, la existencia real de un ser atrayente esnecesaria absolutamente para que tenga lugar la atracción. El electrón cede a laatracción del protón en virtud de su propia energía psíquica y la existencia del protón.El conejo cede a la atracción de la zanahoria en virtud de su propia energía psíquica yla existencia de la zanahoria. Para que haya atracción no debe solamente existir el ser

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atraído con su energía psíquica, sino también el ser que ejerce la atracción con sucapacidad para la consumación como término de la atracción. Amor, o manifestaciónde la energía radial, es la afinidad de un ser con otro.Entonces, sí el mecanismo de la evolución al nivel humano o al nivel de la noosferaes básicamente el mismo en todos los demás niveles, la existencia del amor por unfuturo de «más ser» indica que este futuro de «más ser» existe. Sin su existencia, laevolución humana llegaría a un punto muerto, puesto que su mecanismo carecería deun elemento esencial.Consecuentemente, Teilhard se funda en un análisis de la evolución como desarrollodel conjunto complejidad-consciencia, para justificar su continuo desarrollo hasta unpunto terminal que él denomina «Omega». El siguiente pasaje expone esta parteimportante de la Hiperfísica con las propias palabras de Teilhard: «Por la naturalezadel trabajo y, correlativamente, por el requerimiento (exigencia) del trabajador anteun muro infranqueable contra el cual se estrellaría la consciencia y luegodesaparecería para siempre, son pues "incompatibles" con el mecanismo de la activi-dad de reflexión (cuyo principal resorte se quebrantaría inmediatamente). Cuanto máshombre se haga el hombre tanto menos preparado estará para moverse mientras no lohaga hacia una innovación interminable e indestructible. El juego de su actividadoperativa implica algún término «absoluto». Si el progreso es un mito, o sea, sí alenfrentarnos con el trabajo a realizar hemos de decir, "¿cuál es el beneficio de todoesto? nuestros esfuerzos se perderán en el vado. Y con ello se interrumpirá toda laevolución... porque nosotros mismos somos la evolución».Teilhard agrega en una nota marginal que «a semejanza del amor (y precisamenteporque es amor), toda energía consciente se funda en la esperanza».El concepto de un término «absoluto» y la posibilidad de una evolución tendentehacia lo absoluto, descubierta mediante un análisis del mecanismo de la evoluciónhumana, adquiere mayor desarrollo en manos de Teilhard con su teoría sobre unanoosfera convergente. Gracias a la reflexión y el amor los elementos conscientes desu propio ser convergen sobre sí mismos. Este repliegue de la raza humana sobre símisma es, para Teilhard, un hecho indiscutible. No obstante, sí los elementos de lanoosfera convergen sobre sí mismos, convergerán también posiblemente sobre uncentro común, un centro de centros o punto focal.Por consiguiente, a juicio de Teilhard, el proceso evolutivo proseguirá con el hombrecomo punta de lanza. Puesto que existe la consciencia introspectiva, ésta promoveráun desarrollo acelerado de energía psíquica y asimismo, en asociación con el amorhumano genuino, conducirá a una convergencia definitiva de la especie humana. Estedesarrollo de la consciencia en el nivel humano está asociado todavía al desarrollo dela complejidad y a los nuevos ordenamientos; sin embargo, como hemos visto másarriba, un alto grado de actividad psíquica puede asociarse con una cantidad ínfimade energía física. Por tanto, mientras progresa el desarrollo, la energía psíquicaadquiere creciente prominencia y la energía física se hace casi insignificante. Asípues, todo el proceso evolutivo parece revelarse como un desarrollo de conscienciamás bien que de complejidad. En otras palabras, aunque el desarrollo implique lainteracción de dos aspectos de la energía, radial y tangencial, el aspecto radialadquirirá mayor ritmo que el tangencial, lo cual resulta particularmente evidente alnivel del hombre donde el desarrollo de la energía radial se acelera rápidamente.

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Esta interpretación del proceso evolutivo nos permite inferir inmediatamente dosconclusiones, y ambas conducen a serios problemas en la síntesis teilhardiana.Primero, aquí se ve la evolución como un proceso dirigido, y dirigido no sólo hada eldesarrollo de una mayor complejidad sino también, lo cual es más esencial, hacia eldesarrollo de una mayor consciencia. El proceso es por consiguiente ortogénico yTeilhard lo admite así. Esto plantea un gran problema en la síntesis de Teilhard, yaque muchos biólogos y evolucionistas actuales rechazan el concepto de ortogénesisaplicado a la evolución. Segundo, como Teilhard vislumbra un desarrollo final para laevolución mediante una convergencia conclusiva de la especie humana, el proceso es,a su juicio, irreversible. Ello constituye un problema, porque según el pronósticobasado en la ley de entropía creciente el proceso evolutivo es reversible. Talesproblemas crean una situación especialmente crítica puesto que implican unadiscrepancia y una aparente incompatibilidad entre la Hiperfísica teilhardiana y lateoría científica moderna; y si la Hiperfísica ha de ser una ampliación de la Ciencia,basada en una sólida teoría científica, será preciso solucionar semejantesdiscrepancias e incompatibilidades. Ahora discutiremos dichos problemascomenzando por el más general de la ortogénesis.

EL PROBLEMA DE LA ORTOGÉNESIS

La palabra ortogénesis se deriva del griego orthos (derecho, recto) y génesis (origen onacimiento) que a su vez procede de gignesti: engendramiento. Etimológicamente,por lo tanto, ortogénesis es un engendramiento o desarrollo en línea recta. Sinembargo, la palabra ha adquirido cierto número de connotaciones diversas que, sibien relacionadas todas ellas con la raíz etimológica, pueden significar visos muydiferentes de la evolución.Primero, ortogénesis puede significar simplemente que la evolución toma ciertadirección o sigue cierta senda más o menos recta, más o menos limitada; la evoluciónno es totalmente casual. Puesto que deja margen para movimientos casuales yerráticos, para algunos accidentes, «callejones sin salida» e incluso regresiones, estadefinición debería ser aceptable entre casi todos los darwinianos.El término ortogénesis puede referirse también a determinada evolución que siga unatrayectoria bien definida con límites rígidos. Esta definición es descriptiva como laprimera, pero conduce directamente al concepto tecnológico de una meta prevista yuna tendencia hacia esa meta. Se relaciona, pues, con un tercer empleo del términoortogénesis que denota una especie de causalidad en lo que se refiere a un impulsointerno, una fuerza vital misteriosa o un factor orientador físico que hace seguir a laevolución una senda recta.El segundo significado de ortogénesis pudiera convenir a un cuadro simplificado ymás elemental del desarrollo evolutivo pero inaplicable hoy día. Actualmente no serepresenta ya a la evolución como un árbol con grueso tronco y unas cuantas ramasbien delineadas creciendo decididamente hacia arriba, sino más bien como unenmarañado arbusto cuyo crecimiento general va de abajo arriba, pero tiene brotes entodas direcciones y también puntas sin continuidad.

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La tercera definición, es decir, aquella que incluye los conceptos de una metadefinida y un principio vital conducente hacia esa meta, debería ser relegada poridéntica razón que la segunda y también porque incluye el principio vital. Laexplicación darwiniana de la evolución se afianza firmemente en la casualidad y lainfluencia de factores ajenos al ser incipiente, o dicho de otra forma, en laectogénesis, lo cual provocaría conflictos con cualquier concepto de una evolucióndeterminada y autogénica como se especifica en esta última definición. Tal definiciónes la connotación más común de la palabra.Dobzhansky, por ejemplo, la usa para referirse a teorías donde la deliberación es unapropiedad de la vida misma, una especie de autogénesis donde la potencialidadexistente en las cosas se despliega gradualmente de una forma conveniente para elmedio ambiente. Según dice este científico, es lamentable que Teilhard confunda eldesarrollo evolutivo con la ortogénesis, pues ello denota una falta de conocimientosbiológicos por parte de Teilhard. Aparentemente, Dobzhansky cree que Teilhard usael tercer sentido del término, tal como lo definimos antes. La siguiente discusiónsobre el significado de ortogénesis en el propósito de Teilhard, muestra que esto no esenteramente cierto.Teilhard percibió claramente los problemas implícitos en el uso del vocabloortogénesis. Él manifiesta que, «tomando como pretexto su uso en diversos sentidoscuestionables y restringidos, o su regusto metafísico, algunos biólogos quisieransuprimir la palabra "ortogénesis". Pero en mi respetuosa opinión, esa palabra esesencial e indispensable si se quiere seleccionar y consolidar la manifiesta propiedadde la materia viviente para formar un sistema donde "los términos se sucedan unos aotros experimentalmente, siguiendo los valores constantemente crecientes de centro-complejidad"». También declara en otro lugar que, debido a ciertos significadosinaceptables del vocablo ortogénesis, tales como «el alineamiento casi místico defila» sugiriendo ciertas concepciones vitalistas o finalistas, un paleontólogorespetable no puede usar la palabra sin experimentar incomodidad. No se la deberechazar, dice, pero sí corregir y restablecer de tal manera que se la haga figurarcomo un importante ingrediente en una dirección general en evolución. Teilhard diceque él mismo emplea esa palabra en su sentido etimológico, en el sentido más generalde una transformación que, dirigida hasta cierto punto, se halla bajo alguna influenciade origen desconocido. La noción de los vectores debe aplicarse a la evolución de unmodo u otro.Por una parte, Teilhard reconoce los problemas a afrontar cuando se usa el términoortogénesis, y distingue entre los significados inaceptables y los aceptables. Por otraparte, sin embargo, y dada la importancia que atribuye a la dirección de la evolución,se niega a rechazar el vocablo y lo define en términos muy generales y cautelosos quedeberían ser plausibles para los darwinianos. La definición que emplea es similar a laprimera de las tres definiciones descritas más arriba, es decir, ortogénesis significaque la evolución sigue cierta dirección. Él insiste, además, en que la ortogénesis es unrasgo general, un efecto a gran escala de la evolución, sin implicar un determinismoabsoluto en ningún nivel del desarrollo.Pese a cuanto dice Teilhard sobre su empleo del término ortogénesis, pudiera parecerque esa teoría del desarrollo dirigido de complejidad-consciencia implicando energíapsíquica o el interior de las cosas, denota que él usa la palabra ortogénesis en el

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tercero de los sentidos relacionados anteriormente, es decir, el sentido que incluye elconcepto de un principio vital y cuya aceptación es, por lo general, nula. Ya hemosanalizado el módulo de Teilhard para la dirección: desarrollo del sistema nervioso ydesarrollo correspondiente de la consciencia. Ahora debemos observar másatentamente cómo explica el mecanismo de ese desarrollo refiriéndose al interior delas cosas; así podremos descubrir sí su elucidación es compatible o no con la teoríadarwiniana generalmente aceptada.Antes manifestamos que el concepto de ortogénesis se relaciona usualmente con losconceptos de vitalismo y autogénesis. También se asocia a la teoría, hoy repudiada,de evolución, propuesta por Lamarck. Debemos, pues, prestar particular atención a laortogénesis según la emplea Teilhard, el vitalismo y el «lamarquismo». Pero antes deabordar esta cuestión, hagamos un breve comentario sobre Lamarck, Darwin y lacasualidad, a modo de introducción.Los principios del lamarquismo respecto a la evolución pueden ser descritos comosigue:

1) Los organismos vivientes y sus partes componentes tienden continuamente aaumentar de tamaño.

2) La producción de un nuevo órgano obedece a una nueva necesidad y a unnuevo movimiento que esa necesidad inicia y mantiene.

3) Si se utiliza constantemente un órgano, éste adquirirá un alto grado dedesarrollo, mientras que el desuso le hará tender hacia la degeneración.

4) La modificación producida por los principios antedichos durante la vida delindividuo, será hereditaria entre sus descendientes con el resultado de que loscambios resultarán acumulativos al cabo del tiempo.

La noción de que el desarrollo obedece a una necesidad interna puede suscitar laformulación de un principio vital como fuente de esa necesidad, y por ende, ciertaforma de vitalismo. También implica que el cambio obedece al propósito desatisfacer tal necesidad, lo cual tiene por consiguiente un sentido teológico, además,el concepto de un desarrollo promovido por un principio vital intencional nos hacellegar a la conclusión de una evolución dirigida u ortogénesis. Así pues, se sueleidentificar la autogénesis de Lamarck con el vitalismo, la teleología y la ortogénesis,teorías todas ellas rechazadas por muchos evolucionistas modernos. Aparte de ello, laevidencia experimental muestra que los rasgos adquiridos no son hereditarios y,consecuentemente, se rechaza también el cuarto principio del lamarquismo.La moderna teoría darwiniana es una exposición más mecanicista. No es la actividadintencional de un principio vital lo que origina la evolución, sino lo accidental alcombinarse con los elementos. La absorción casual de energía puede producir unamutación, lo que ocasiona una transformación de los cromosomas. El cambioresultante será rechazado o mantenido mediante un proceso de selección natural queentraña acciones y reacciones entre la cosa viviente y su medio ambiente, lo cualparece ser también accidental en cierta medida. Así pues, esta teoría acentúa laortogénesis y la casualidad bastante más que la autogénesis y el propósito.Después de leer El origen de las especies, Karl Marx escribió con tono entusiásticoque Darwin había destruido la teleología, y ciertamente hoy día muchos filósofos y

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científicos opinan que la elucidación teológica es incompatible con la moderna teoríadarwinista. Una teoría finalista, tal como la de Hegel, que condiciona todaelucidación a la causa final y no deja margen para la casualidad, sería difícilmenteconciliable con la moderna teoría de la evolución. Parece, por añadidura, que cuandomuchos pensadores modernos se refieren a la teleología, hablan de ese tipo raciona-lista extremo. Se ha identificado la propia causalidad con el determinismo,probablemente por el desarrollo de la física mecánica y la Filosofía que igualmentedejan muy poco espacio para las ocurrencias casuales. El determinismo propio delmecanicismo clásico no es teológico, sino una forma más enérgica del mecanismocausativo que se encuentra en la mecánica cuántica. La tendencia de la Ciencia se hadistanciado de esas elucidaciones deterministas o rígidamente mecanicistas paradirigirse hacia explicaciones donde intervenga la casualidad y el cálculo deprobabilidades. Sin embargo, en todo el mundo científico se carga el acento sobre lacausalidad mecanicista o eficiente, mientras que la teleología parece no tener lugar enningún sentido de la palabra.La casualidad, cuando se la usa con su sentido más radical, se refiere a todo cuantosucede totalmente sin causa, es decir, a lo absolutamente espontáneo o fortuito. Otroaspecto de lo casual muestra el acontecimiento accidental como casualmente idénticoal acontecimiento no casual o determinado, pues la diferencia no estriba en las causasmismas, sino en nuestro conocimiento de ellas. Hay un tercer significado donde locasual presupone la mutua interferencia de líneas causativas independientes. Estaúltima definición, que ha sido tradicionalmente aceptada como la más realista, estambién la más útil para comprender la casualidad darwiniana. Consideremos, porejemplo, el concepto de mutación casual a la luz de esta definición.Una serie de acontecimientos puede ocasionar la aparición de cierta cantidad deradiación en un lugar concreto y en una época determinada. Otra serie de acon-tecimientos puede colocar un animal determinado en el mismo lugar y al mismotiempo. La conjunción de ambas series de acontecimientos puede causar unatransformación de cromosomas en el animal, lo cual ocasionará a su vez un cambioen la descendencia. Este es un acontecimiento casual o accidente, en el sentido de quela causa de esa radiación no ha tenido la finalidad de producir una mutación, comotampoco la tuvieron las causas que determinaron el movimiento del animal. Ahorabien, la mutación no fue absolutamente fortuita ni sin causa.El éxito de la teoría darwiniana con su acentuación de lo casual ha ejercido influenciasin duda, contribuyendo a generalizar la teoría de las probabilidades en muchoscampos científicos. En algunos casos la oscilación del péndulo ha sido completa:desde el estricto determinismo mecanicista de la física clásica y el determinismoteleológico de la filosofía racionalista hasta la aceptación de lo casual comoelucidación completa y conclusiva. Así lo ejemplifica la sugerencia de Lord Russell:el hombre no es nada salvo una colocación accidental de átomos.Por otra parte se han hecho llamamientos para formular un criterio más equilibradoque evite los extremos. del determinismo, la casualidad alega y la ortogénesis por unaparte, así como el vitalismo, el determinismo y la autogénsis por otra.La elucidación de Teilhard gira en tomo a su concepto de casualidad dirigida. Élacepta la teoría darwiniana porque explica la mecánica de la evolución, y de ahí sederiva su uso del concepto «casualidad». Los cambios no obedecen primariamente a

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un deseo consciente o subconsciente dentro del ser, sino a efectos externos -cuyacatalogación de accidentes es plausible- tales como la acción de la radiación sobre loscromosomas. Un acontecimiento casual de ese tipo puede ocasionar cambios a laprogenie del ser cuyos cromosomas se hayan alterado. Sin embargo, según lospropios darwinistas, dentro de la especie se mantendrá o rechazará el cambio conarreglo a la interacción entre la progenie y el medio ambiente. Por ejemplo, uncambio casual de cromosomas en un tigre puede favorecer el desarrollo de colmillosalargados entre sus descendientes. Considerando cuál es el medio ambiente de untigre, los colmillos alargados serán beneficiosos, pues le permitirán vivir largo tiempoy producir más progenie. Aquí predomina la ectogénesis, es decir, las influenciasexternas que son accidentales y se sustraen al control del propio tigre. Pero se podríaformular una pregunta que nos conduciría hasta la noción de casualidad dirigida y ellamarquismo de Teilhard: ¿Por qué es mejor para el tigre tener colmillos alargados?O bien: ¿Por qué se mantiene este cambio dentro de la especie mientras se rechazanotros?En respuesta a esta pregunta cabría decir que es mejor para el tigre tener colmillosalargados, porque un tigre «desea» comer carne o necesita comer carne parasobrevivir. Este deseo o impulso interno es necesario. Si un tigre se mostraseindiferente ante la carne, o prefiriese una dieta vegetal o perdiese por completo elapetito, los colmillos largos serían superfluos y su desarrollo dentro de la especie noprosperaría. Examinando al tigre como individuo se podría afirmar con razón que elanimal come carne porque tiene colmillos, y tiene colmillos porque ha sufrido unamutación accidental. Ahora bien, examinando a la especie se puede decir que lostigres tienen colmillos porque comen carne. Según Teilhard, la novedad aportada conla mutación casual ha sido objeto de selección física por un impulso interno queencuentra su origen en el interior; dicho de otra forma, la percepción del tigre ante lacarne y su afinidad con ella son elementos necesarios en el proceso evolutivo del ti-gre. No se hace referencia a ninguna entidad misteriosa en el ser, aparte su cuerpo,sino más bien a la energía psíquica que es un aspecto indispensable de todos loscuerpos materiales.Así pues, el desarrollo a largo plazo no es simplemente un efecto de las fuerzasexternas, sino también de la actividad psíquica en el ser que se desarrolla. El propioTeilhard conceptúa este aspecto de su doctrina como «lamarquiano».El principio lamarquiano aceptado por Teilhard es, evidentemente, ajeno al principiosobre herencia de los rasgos adquiridos. El principio empleado dice que la producciónde un nuevo órgano resulta de una nueva necesidad y del nuevo movimiento queinicia y sustenta esa necesidad. Pero, mientras Lamarck aplicó tal principio a laontogénesis, es decir, al desarrollo, de cada ser individual, Teilhard lo aplica a lafilogénesis o desarrollo de grandes grupos de seres durante un largo período. Unnuevo rasgo en un ser individual se explica mediante la teoría darwiniana sobrecasualidad y fuerzas externas, en vez de relacionarlo con la nueva necesidad delindividuo. Sin embargo, en la especie se explica la selección y el mantenimiento deun nuevo rasgo mediante las necesidades de la especie que se satisfacen con laactividad psíquica de cada miembro.El significado de la palabra «necesidad» es muy importante en este contexto. Lapalabra «necesidad» puede referirse a la falta de algo útil o necesario; o a la misma

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cosa que es necesaria; o a la demanda o deseo de esa cosa necesaria. Talinterpretación realza el papel del organismo viviente como agente activo en laproducción de un nuevo órgano y omite la función de las condiciones externas; elloconduce a la elucidación autogenética.

Si se asume, por otra parte, que la necesidad hace referencia a la falta de algo útil, elorganismo aparecerá como un elemento más pasivo en la producción de nuevosórganos, y entonces el realce puede transferirse a los agentes externos y, por tanto, ala elucidación ortogénica. En el contexto teilhardiano el uso del vocablo «necesidad»parece abarcar ambos significados. (Lo mismo puede ser cierto del uso quepretendiera dar Lamarck a la necesidad. ) Los nuevos órganos resultan de lasmutaciones producidas por la acción de agentes externos sobre el organismo. Lanecesidad no produce el nuevo órgano. Si el nuevo órgano es inútil, o dicho con otraspalabras, si no hay necesidad de este órgano y ningún individuo lo «demanda», elórgano no será seleccionado ni se desarrollará dentro de la especie. Ahora bien, sí elnuevo órgano fuera necesario, se le podría seleccionar y promover dentro de laespecie. Según Teilhard, el organismo «reconoce» y «selecciona» todo cuanto es útil.El elemento autogénico en el proceso es esa selección psíquica.Desde luego, los términos «reconocimiento» y «selección» no significan unreconocimiento consciente del nuevo órgano como tal ni la selección consciente delnuevo órgano porque se haya reconocido su utilidad. Aquí la selección es darwiniana,acentuando la naturaleza psíquica del organismo. Por ejemplo, los conejos handesarrollado poderosas patas traseras porque las necesitan para correr, y para ellosvelocidad significa supervivencia. Realmente, las potentes patas se debieron a unaserie de mutaciones, pero fueron seleccionadas porque eran útiles, y fueron útilesporque el conejo tiene una tendencia natural a la supervivienda, y al hacer tales cosascomo correr, conseguirá sobrevivir. Si el conejo no tuviera ese impulso interno hadala supervivencia ni corriera para sobrevivir, las potentes patas resultarían inútiles y laespecie no las seleccionaría. En este caso, pues, no existe el deseo consciente de tenerpatas potentes; el origen de esas poderosas extremidades se encuentra en una serie demutaciones casuales y un impulso interno para actuar a fin de asegurar lasupervivencia. Este último factor es el elemento psíquico de la selección.Teilhard alude a esa selectividad psíquica denominándola «anticasualidadlamarquiana»; tal selectividad adquiere mayor predominio en los niveles superioresde la evolución donde la actividad psíquica tiene máximo desarrollo; no se la puedeobservar directamente en los niveles inferiores. Es más, él manifiesta queprobablemente tienen razón los darwinistas cuando sostienen que nada es reconocibleen las zonas pre-humanas de la vida salvo el juego de la selección casual, pero alnivel humano las fuerzas del ordenamiento interno son claramente distinguibles en elproceso evolutivo. Para Teilhard, eso equivale a decir que la deliberación biológicano es aparente por doquier en el mundo viviente, sino que se muestra tan sólo sobrecierto nivel. Y, desde luego, la auténtica actividad intencional en el nivel humano sedebe a la consciencia de sí mismo. Ahora bien, incluso al nivel humano laanticasualidad lamarquiana o autogénesis desempeña todavía un papel relativamentesecundario como mecanismo de evolución cuando se le compara con la casualidaddarwiniana. No obstante, se conceptúa a la autogénesis cual un ingrediente esencial

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de todo el proceso evolutivo, pues aun cuando es la zona humana reflexiva queTeilhard reconoce explícitamente como lamarquiana, esta zona representa también eldesarrollo natural en las capas prerreflexivas de la evolución. Por tal razón seencuentran vestigios de la anti-casualidad lamarquiana en los niveles inferiores; don-dequiera que haya seres con un interior, la autogénesis será posible, y, para Teilhard,el interior es coextensivo con la complejidad material. Todos los seres tienen unapropensión a desarrollarse de acuerdo con su propia naturaleza; y la energía psíquicadel interior origina dicha propensión.Sin embargo, esas tendencias autogenéticas están en gran medida a merced delmundo externo y de la casualidad. Ningún esfuerzo consciente por parte del tigrepuede aportar la mutación que alargue sus colmillos o los colmillos de su progenie.Esto lo produce una ocurrencia sobre la cual el no tiene dominio alguno, unaocurrencia tal como la radiación o la reacción bíoquímica. Tampoco tiene el animalmucho dominio sobre las circunstancias circundantes, por ejemplo, el hecho de vivirentre animales que sean presas fáciles. Todos estos factores pertenecen al exterior deltigre y constituyen la faceta ectogenética de su desarrollo.A pesar de todo, la propensión del tigre hacia la carne proviene de su interior, y elactuar con arreglo a las condiciones dispuestas por el exterior es causa esencial deldesarrollo. Desde luego, el ser no reflexivo carece de dominio sobre el apetito o lamisma afinidad. El «interior de un carnívoro» se desarrolla mediante un procesoautoectogenético; no se desarrolla mediante un deseo consciente por parte del tigrepara llegar a ser carnicero. El hombre, un ser reflexivo, percibe más o menos susafinidades. Tiene dominio sobre ellas dentro de ciertos límites, y por tanto controlahasta cierto punto su proceso evolutivo. El carnívoro no tiene ningún dominio sobresu apetito de carne, pero el hombre puede decidir, por muy diversas razones,hacerse vegetariano aunque le guste la carne.Si bien -según Teilhard- la anticasualidad lamarquiana no es aparente en los nivelesontogenéticos inferiores del desarrollo, sus manifestaciones tales como que la Tierranació por accidente, los planetas fueron creados por casualidad y Dios juega con lacasualidad, tienen como fundamento su creencia en la existencia de la casualidad y elpropósito en cada etapa de la evolución. Para él la casualidad pertenece al designiogeneral del proceso evolutivo, tal como pertenece al designio de un juego de naipes odados. Lo que resulta más evidente en el nivel atómico es la colocación accidental.Por ejemplo, el hecho de que un electrón determinado se asocie con un protóndeterminado para formar un átomo de hidrógeno, se debe a la casualidad. Dicho deotra forma, parece como si ciertos protones no tuvieran la intención de unirse conciertos electrones. El orden se percibe en la circunstancia de que los electrones seunen con los protones de una forma específica. Podría decirse que esta unión dependede la percepción recíproca y las afinidades entre electrones y protones; en otraspalabras, depende de sus interiores.La acentuación de lo casual en el pensamiento teilhardiano no quebranta losprincipios tradicionales de la causalidad ni elimina la noción de necesidad. Susti-tuyendo a la necesidad absoluta del determinista, Teilhard aboga por el conceptofísico-matemático de la necesidad estadística. Manifiesta, por ejemplo, que elimprobable desarrollo de proteínas conducente al origen de la vida fue ocasionadopor el juego de los grandes números. Las teorías matemáticas de estadísticas y

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probabilidades se han asociado estrechamente con las teorías del juego; un ejemplofacilitado por cualquier juego de azar tal como los dados nos ayudará a esclarecer elsignificado de la necesidad estadística. Si lanzamos un dado decimos que sale unnúmero determinado por pura casualidad. Conociendo el designio de los dados y lasleyes físicas concurrentes, podemos calcular la proporción 1:6 como límite de lacasualidad. Igualmente podremos calcular las posibilidades con diferentescombinaciones de números, digamos un «par de unos» si lanzamos dos dados. Puestoque la posibilidad de obtener dos unos arrojando ambos dados está en la proporción1:36, no cabe considerar la aparición de esta combinación como un acontecimientonecesario. Sin embargo, cuando tenemos mayor número de dados, digamos mil, y porañadidura podemos lanzarlos más veces, las probabilidades de no obtener talcombinación serán tan ínfimas que es lícito conceptuar su ocurrencia como inevitableo necesaria. Habría, en efecto, muchas de esas combinaciones. Esta no es unanecesidad absolutamente matemática, sino una «necesidad práctica»: es decir, tanprobable que se la puede considerar necesaria «para todos los propósitos prácticos».Las combinaciones requeridas para el desarrollo de una molécula proteínica soninfinitamente más complejas que las combinaciones de dados en el ejemplo expuesto.Por tal razón, Teilhard las clasifica como improbables en el sentido mecanicista (ytambién con arreglo al segundo principio de termodinámica). Sin embargo, dado unnúmero de elementos disponibles para dichas combinaciones, más el tiempodisponible que requiere su materialización, sin olvidar que las combinacionescomplejas no se forman en una sola fase, sino mediante una serie de fases menoscomplejas y, por consiguiente, más probables, se acepta por lo general que laocurrencia de las combinaciones fue necesaria estadísticamente. (Se ha pasado poralto ese extremo en los argumentos contra la ocurrencia casual de los organismoscomplejos, tales como los esgrimidos por William Palley, Lecomte du Nouy yGarrigou-Langrange.En el contexto del pensamiento teilhardiano el aserto de que Dios juega con lacasualidad puede interpretarse como el repudio de un universo determinista tal comoel de Hegel o Laplace, e incluso del determinismo que podría originarse con ellamarquismo. Anticipa la creencia en un mundo donde las cosas con alertasnaturalezas conducentes a ciertas actividades, actúan como causas secundariasproduciendo efectos que no son absolutamente necesarios. Dios no interviene encada faceta particular del desarrollo, ni cada faceta particular del desarrollotiene un propósito específico en la Mente Divina según lo enseñaron algunosteólogos. Por ejemplo, nosotros no tenemos ojos para poder ver, sino más bien vemosporque tenemos ojos. Los ojos no fueron creados explícita e inmediatamente por unsolo acto creativo de Dios a fin de que el hombre pudiera ver. La existencia denuestros ojos se explica en función de un proceso largo y complejo deacontecimientos, ninguno de los cuales fue preconcebido para producir el ojo con lafinalidad de ver. No obstante, para Teilhard, el proceso es inteligible tan solo cuandose reconoce el proceso globalmente, así como cada una de sus fases. A la luz delpensamiento teilhardiano cabe decir que el designio general es la producción de serescon una adaptabilidad máxima a su medio ambiente total, lo cual es, ciertamente, unconcepto muy darwiniano. Darwin afirma lo siguiente: «Debido a la lucha por lavida, cualquier variación por ínfima que sea y cualesquiera hayan sido las causas

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precedentes, deberá tender a la preservación del individuo y ser generalmente heredi-taria entre sus descendientes si ha de ser provechosa en algún grado para un individuode cualquier especie en sus relaciones infinitamente complejas con otros seresorgánicos y la naturaleza externa». Respecto al ejemplo anterior, cada fase en eldesarrollo de órganos sensibles a la luz desde el ojo más rudimentario hasta el másperfecto, tuvo lugar porque proporcionaba al organismo una ligera ventaja que lepermitiría afrontar su medio ambiente y adaptarse mejor a la vida en él.Concluido este comentario general sobre el uso del lamarquismo y su teleologíaasociada por Teilhard, analizaremos ahora someramente el valor y la aceptabilidad desu teoría. Primero debemos observar que algunos de quienes criticaron a Teilhard porsu excesivo lamarquismo supusieron que él manipulaba el principio lamarquianosobre herencia de rasgos adquiridos. Por ejemplo, P. F. Forsthoefel, un jesuita biólo-go, lo manifiesta así explícitamente y agrega que Teilhard no favoreció la teoríagenética moderna de evolución. El texto teilhardiano al que se remite parafundamentar esa postura no parece referirse, sin embargo, al principio lamarquianosobre herencia de rasgos adquiridos, sino más bien a la selección física discutidaanteriormente. En dicho texto, Teilhard afirma que el análisis de la evolución entérminos de casualidad, herencia y selección es incompleto, y sugiere que se reserveun lugar para los efectos de la consciencia (es decir, la selección psíquica) sobre elmecanismo de evolución. Teilhard añade que el desarrollo de la vida tiene ciertoaspecto decididamente mecanicista, pero a renglón seguido pregunta: ¿Es abso-lutamente mecanicista ese desarrollo?En el último párrafo del mismo artículo Teilhard sugiere que la invención, vista alnivel del desarrollo humano, pudo haber existido como factor en los primeros pasosde la evolución. Prescindiendo del contexto, pudiera parecer que, al emplear eltérmino invención, Teilhard aceptaba el principio lamarquiano de que una nuevanecesidad produce un nuevo órgano en el individuo. Ahora bien, dentro del contextoteilhardiano sería preferible entender el término invención en su significadoetimológico de descubrimiento. Para expresarlo con mayor claridad, él dice que elhombre, y muy posiblemente varias formas inferiores de vida, descubren mediante suconsciencia los nuevos perfeccionamientos producidos por las mutaciones y hacenuso de ellos. Esto representa, una vez más, su principio de selección psíquica.Podemos comparar esa noción de invención con la insistencia de Teilhard sobre laexistencia de actividad psíquica como principio vital de la selección natural, sirecurrimos a la opinión de un relevante biólogo, Theodosius Dobzhansky: «Losevolucionistas modernos creen que la evolución es una respuesta creativa de lamateria viviente a los desafíos del medio ambiente. El papel del medio ambienteconsiste en brindar oportunidades para las invenciones biológicas. La evolución noobedece a la casualidad ni al designio: es un producto del proceso creativo natural.Este es precisamente el criterio de Teilhard sobre el proceso evolutivo, y su teoría dela energía psíquica, del interior, representa un intento para esclarecer tal criterio. E1interior es fuente de la respuesta creativa que origina invenciones biológicas; es elagente activo necesario en el proceso de selección natural.El concepto de selección psíquica, según Teilhard, no es una alternativa de laselección natural ni contradice la selección natural, sino que aparece más bien comoun ingrediente necesario de la selección natural. No obstante, muchos miembros de la

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comunidad científica creen que la actual teoría de selección explica suficientementeel proceso evolutivo y prescinde del elemento psíquico como algo superfluo. A esterespecto debemos considerar una observación de sir Julian Huxley: El único agenteefectivo de la evolución es la selección natural, y todas las teorías sobre ortogénesis,lamarquismo y misteriosas fuerzas vitales son inválidas. Como ya se ha admitidoanteriormente, la teoría moderna de selección natural es incompatible con losprincipios de Lamarck y con cualquier teoría extrema de ortogénesis o vitalismo.Pero también hemos dicho que el empleo del lamarquismo y la ortogénesis porLamarck es compatible con la selección natural. Así pues, la cuestión a debatir esésta: Si se acepta la selección natural como único agente efectivo de evolución, ¿seeliminará también automáticamente la posibilidad o la necesidad de agregarle laselección psíquica de Teilhard? O bien, ¿es la selección natural un agente efectivojustamente porque incluye un elemento creativo tal como el que entraña la teoríateilhardiana?Para que el concepto de selección natural tenga un significado real debe referirse aactividades desarrolladas dentro del propio ser y a las relaciones recíprocas entre él ysu medio ambiente. Esto va implícito en la propia definición darwiniana de laselección natural. Si una variación es útil y provechosa para el miembro individual deuna especie en sus complejas relaciones con otros organismos y el medio ambiente,entonces esa variación tenderá a preservarle y posiblemente será hereditaria entre susdescendientes. La variación debe ser útil al individuo para permitirle ser seleccionadoen las condiciones reinantes; dicho de otra forma, debe satisfacer una necesidad.El concepto darviniano de la selección natural ha sufrido amplias modificaciones; noobstante, la idea básica de selección natural sigue inalterable y pasa por ser elmecanismo o agente que promueve el desarrollo evolutivo. George Gaylord Simpsonasevera que el elemento orientador de la evolución es la adaptabilidad, y elmecanismo de la adaptabilidad es la selección natural. Según Huxley, la mutación yla nueva combinación proporcionan las materias primas para el cambio evolutivo, yla selección natural es el guía o agente directriz en ese cambio. Sewdl Wright creeque ningún genetista relevante pondrá en duda la validez esencial de la selecciónnatural como principio orientador de la evolución.Pero cuando Huxley afirma que «la selección natural no entraña ninguna acciónconsciente» se basa en la proposición de que la selección natural es el elemento,agente o principio orientador. Lo mismo hace Simpson al aseverar que no puedehaber una tendencia innata o progresión de la vida hacia una meta prevista de acuerdocon un plan. Teilhard mantiene que la tendencia innata de la vida es esencial para elmecanismo de la selección natural como su principio orientador o guía. Si noexistieran una percepción del medio ambiente y una necesidad interna, ¿cómo seexplicarían las relaciones infinitamente complejas para la preservación de esasprovechosas variaciones a las que alude Darwin? La selección natural no habríadesarrollado los colmillos del tigre a menos que, como lo expresa Teilhard, el tigretenga «el alma (o la energía psíquica, o el interior) de un carnívoro».También conviene considerar una crítica de George Gaylord Simpson sobre ellamarquismo de Teilhard. En su revisión de El fenómeno humano dice que Teilhardatribuía máxima importancia a los factores de la anticasualidad lamarquiana, aunqueél sabía bien que esos factores no son sólo insignificantes, sino también inexistentes

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para todos los biólogos. Simpson afirma asimismo que el único factor anti-casualidadestablecido objetivamente en la evolución es la selección natural y no ellamarquismo.Ya hemos hecho constar que Teilhard no refrenda todos los factores lamarquianos,sino que emplea meramente uno de ellos para sus propios fines. Es cierto que hacereferencia a la anticasualidad lamarquiana, mientras Simpson, por su parte, señalaque la selección darwiniana se ha establecido como el factor anti-casual. Sinembargo, Teilhard no ve contradicción alguna entre los elementos lamarquiano ydarwiniano como sugiere Simpson más adelante al decir que Teilhard es la mutaciónen calidad de un acontecimiento casual y la ortogénesis como designio, y es muy po-sible que se refiera al factor de la mutación en la teoría darwiniana cuando habla decasualidad darwiniana. Es posible que pensara también en los aspectos casuales de laselección natural, por ejemplo, la oportunidad de nacer en un lugar determinado a unahora determinada, o la oportunidad de encontrarse con un semejante o un ser rapaz.Ahora bien, su anti-casualidad lamarquiana no es nada aparte de la selección naturalni opuesto a ella, sino que unida con el elemento casual es una parte necesaria de ella;es el elemento psíquico. Si esta opinión fuera acertada, cabría decir con razón que elelemento lamarquiano es realmente para Teilhard el elemento anticasual de laselección natural darwiniana.El problema de las elucidaciones teológicas tiene suficiente importancia parajustificar nuestra exploración. Tal vez sea el abuso de la teleología lo que le ha hechosospechoso hoy día. Ya hemos mencionado un aspecto de ese abuso: el argumento deque la casualidad no puede producir los organismos complejos se basó en unahipótesis falsa, es decir, que esos ordenamientos complejos se derivan en una solafase de sus componentes elementales. Consideremos ahora otro abuso muy común.Se ha alegado, por ejemplo, que si hay propósito y actividad intencional es porque losiguiente no puede explicarse mediante el factor casual: la Tierra está a una distanciaadecuada del Sol, tiene el ritmo adecuado de rotación, revolución y precesión, y laadecuada densidad atmosférica para proporcionar un clima donde pueda desarrollarsela vida humana. A primera vista, este tipo de argumento es sumamente convincente.Y si fueran necesarias más pruebas, se podrían citar centenares de ejemplos dondeparece resaltar el propósito. Sin embargo, una exploración más profunda muestra queel anterior ejemplo es cuestionable. Ahí se asume que la Tierra fue hecha para la vidahumana y, por consiguiente, se asume una actividad intencional. El hecho es,probablemente, que la vida humana existe porque la Tierra tiene su particular clima,atmósfera, etc. Decir que «el clima es adecuado para el hombre» no parece ser unaafirmación exacta. Puesto que la evolución del hombre estuvo determinada ocondicionada parcialmente por el clima, sería más correcto decir que «el hombre esuno de los seres adecuados para ese clima», y no lo contrario.Teilhard no abusó de la teleología; percibió que en la teoría de selección natural lasconsecuencias sustituyen al propósito: «vemos porque tenemos ojos» y no «tenemosojos para poder ver». Ahora bien, si se quiere dilucidar cuáles son las consecuenciasde la selección natural, será preciso un propósito universal. Esta conclusión no es elresultado de una confusión fundamentalmente semántica como ocurre en el ejemploanterior (o con el empleo de la voz pasiva por Paley), sino de un examen del

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mecanismo de selección natural en el contexto de la teoría teilhardiana sobre energíapsíquica.para recapitular podemos decir que Teilhard entiende y acepta los principios básicosy el mecanismo de la evolución según lo explica la escuela darwiniana. Su teoría deldesarrollo ortogenético con el principio lamarquiano no atenta contra la posicióndarwiniana; es más, se basa en ella. Su inclusión de la necesidad interna y el interiorha sido conceptuada como una aclaración del aspecto creativo de la selección natural,un aspecto que se reconoce en la escuela darwiniana. Por añadidura su lamarquismono es más que la in-alusión del interior y su selección psíquica como parte integral dela explicación sobre evolución. Su concepto del desarrollo mediante la casualidaddirigida o la necesidad estadística» parece ser aceptable, matemática y científica-mente. Presenta un panorama moderado respecto a los extremos vitalista y teológicopor una parte, y las elucidaciones mecanicistas mediante lo casual por la otra.Teilhard hubiera rechazado cualquier teoría de desarrollo basada exclusivamente enel propósito, y hubiera rechazado igualmente el concepto de que, en virtud de lamoderna Biología, las consecuencias han reemplazado a los propósitos. En suopinión, propósito y consecuencia son elementos inseparables de la explicacióncompleta. Al nivel de la ontogénesis nosotros vemos porque tenemos ojos. Al nivelfilogénico, tenemos ojos para poder ver. Las variaciones individuales se derivan delas mutaciones accidentales, pero se las retiene en la especie al reconocerse suutilidad, y se las selecciona psíquicamente para el propósito general de producirorganismos con una adaptabilidad óptima a su medio ambiente. (Aquí nosignificamos por «reconocer» ese reconocimiento consciente, introspectivo medianteel cual se decide si el objeto en cuestión es bueno o útil, sino simplemente lapercepción no consciente ni introspectiva y la afinidad con aquellas cosas quefavorecen el apropiado desarrollo del organismo.) El resultado es un procesoortogenésico, aunque no en el sentido de que sea absolutamente determinado sinomás bien dirigido hasta cierto punto.

EL PROBLEMA DE LA ENTROPÍA

Como ya hemos dicho, Teilhard acepta el segundo principio de termodinámica comouna ley física válida. Es más, puesto que su Hiperffsica se basa en la Física, éltambién lo acepta como una ley con la cual debe contarse en su sistema. Esto planteainmediatamente el problema de la discrepancia entre las predicciones del físico sobreel futuro del Universo basadas en el segundo principio, y los pronósticos de Teilhard.Ahora discutiremos este problema y la solución propuesta por Teilhard.Según hemos visto anteriormente, el segundo principio de termodinámica especificaque está disminuyendo la cantidad de energía disponible para nuevos ordenamientosdel Universo, y que en algún tiempo futuro se agotará la energía disponible. Porconsiguiente, llegado ese momento, el proceso de evolución que es un proceso decreciente complejidad u ordenamiento, se interrumpirá y emprenderá una reversión.La complejidad existente se desintegrará y habrá una regresión hacia el desordencompleto. Contemplando el Universo como un todo y a la luz del segundo principio

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de termodinámica, el físico ve esa tendencia general hacia el desorden como lacorriente principal del desarrollo. El proceso evolutivo con su acrecentamiento encomplejidad, aparece como una corriente más pequeña corriendo temporalmente con-tra la corriente principal cuyo destino es la entropía. Así pues, la evolución no es másque un reflujo o remolino en la irresistible marea hada el desorden.Teilhard reconoce también la existencia de esas dos corrientes, es decir, la corrientehacia el completo desorden y la corriente evolutiva hacia una mayor complejidad, yadmite asimismo que esta última fluye contra la primera. Sin embargo, él no ve laevolución como un simple incremento en complejidad sino como un desarrollo delconjunto complejidad-consciencia, y por añadidura ve el desenvolvimiento de laconsciencia como la línea maestra del desarrollo. En otras palabras, mientras por unaparte acepta las dos corrientes del físico, por otra rechaza la evaluación de suimportancia relativa. Evolución, como desenvolvimiento de la consciencia y suconsiguiente mayor complejidad, es la corriente principal; la tendencia hacia unamayor entropía es secundaria.Sin embargo, ese desplazamiento del acento no resuelve en modo alguno el problemaantedicho; subsiste todavía el hecho de que la creciente consciencia requiere crecientecomplejidad, la creciente complejidad requiere energía, y según el segundo principiode termodinámica, la cantidad de energía disponible está decreciendo. Por tanto,Teilhard pregunta: «¿Está destinada (la energía radial) a desintegrarse algún día parasatisfacer el principio de entropía, para sumirse indefinidamente en el períodoanterior a la vida e incluso otros inferiores por el agotamiento y los gradualesdescensos niveladores de la energía tangencial libre contenida en las sucesivasenvolturas del universo que la originó?»Desde luego, no hay problema alguno desde el ángulo visual de Teilhard y su fe. ElAutor de la ley entrópica no está sujeto a ésta, ni tampoco lo está esa parte de sucreación a la que ha asignado una perfección suprema. Así como la muerte delindividuo no representa ninguna amenaza para la vida eterna, tampoco la representanlos principios de termodinámica. Teilhard, sin embargo, desea llegar a la conclusiónde una perfección suprema de la consciencia en el contexto científico, es decir, en suHiperfísica.El único medio de explicar un proceso irreversible es desestimar el segundo principiode termodinámica, es presuponer una transformación en el futuro por cuyo conductose sustraiga el proceso evolutivo a la ley de entropía creciente. Pero es precisoexplicar esa transformación dentro del contexto científico; sólo hay una evolución,insiste Teilhard, y por tanto cada fase del proceso evolutivo debe ser explicable enunos términos que sean análogos por lo menos a los empleados para explicarcualquier otra fase. Teilhard no se hubiera contentado con la idea de alguna media-ción especial divina como recurso para explicar la transformación que él predijo. Siexiste tal transformación, debería ser explicable en términos científicos.Para Teilhard, la evolución es fundamentalmente un proceso continuo de desarrollodel conjunto complejidad-consciencia con una unidad básica de estructura ymecanismo íntegro. Pero es también un proceso que produce innovacionescualitativas, es decir, un proceso donde hay transformaciones que originan seresradicalmente diferentes, gobernados por nuevas leyes. Lo viviente difiereesencialmente de lo no viviente, y como resultado el físico no puede desentrañar por

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completo esa diferencia mediante las leyes físicas. Los seres con conscienciaintrospectiva difieren esencialmente de los seres sin ella, y por ello el biólogo nopuede desentrañar por completo esa diferencia mediante las leyes biológicas.(Debemos hacer constar que las expresiones «radicalmente diferentes» y «difierenesencialmente» no se emplean aquí con la intención de sugerir una discontinuidad enel proceso evolutivo. Queremos significar simplemente que en ciertos puntos delproceso continuo sobrevienen cambios estructurales que originan cambios radicalesde actividad relativamente más numerosos que en otros momentos del proceso.) Sinos atenemos al cuadro coherente de todo el proceso evolutivo es posible, pues, queen el futuro este proceso atraviese un nuevo umbral del ser y encuentre más alláalgunas leyes nuevas cuya aplicación surtirá sus efectos. Teilhard afirma que a lasleyes sobre conservación de la energía y degradación de la energía (es decir,acrecimiento de la entropía) se sumará la ley de reflexión de energía. Laconvergencia o reflexión del género humano sobre sí mismo concentrará una energíaradial suficientemente cuantiosa para liberarse por sí misma de la energía tangencial.Esta ley sobre reflexión de la energía y el nuevo ser originado por ella representaránel desenlace de todo el proceso y no un aditamento. Sobrevendrán con la mismanaturalidad que lo hicieron la vida y la consciencia introspectiva.El desarrollo de ese nivel superior del ser en el futuro es conciliable con el postuladoteilhardiano de que la energía radial - sobre la cual no tiene aplicación directa elprincipio de entropía creciente - existe en todos los niveles del ser material. Puestoque el desarrollo del conjunto complejidad-consciencia implica un acrecimiento oconcentración de la energía radial, podrá producirse un cambio cualitativo en elproceso. Esta transformación es comparable a otras que parecen ser análogas ypueden tener explicación para el científico físico. Por ejemplo, cuando se eleva latemperatura de un líquido aumenta también la energía cinética de las moléculas hastaque en el momento de transformación, es decir, el punto de ebullición, la energíacinética resulta suficiente para sobreponerse a las fuerzas moleculares que aglutinanla sustancia en forma líquida. Otro ejemplo: según se ha teorizado, en cierta fase de laexpansión primigenia del Universo las fuerzas gravitatorias sustituyeron a las fuerzasde energía radiante y suscitaron la formación de las galaxias.Esos fenómenos donde una transformación provoca cambios de la ley predominanteson bastante comunes en la Ciencia. Ello podría inducirnos a suponer que si eldesarrollo prosigue en el futuro como lo ha hecho durante el pasado, son de esperaralertas transformaciones, insospechadas hoy día, y, asociadas a ellas, algunas leyesnuevas, tales como la ley teilhardiana sobre reflexión de la energía.Una vez más, el escaso desarrollo del concepto «energía» expuesto por Teilhardpresta cierta ambigüedad a su forma de explicar esa transformación. No obstante, sitomamos como pauta nuestra interpretación de dicho concepto nos será posibleexaminar las posibilidades de un cambio en el segundo principio de termodinámica.El pronóstico del físico que augura un universo de máxima entropía o completodesorden se basa en diversas hipótesis, de las cuales mencionaremos aquí dos. Sesupone que el Universo es un sistema aislado, o sea, que no hay trasferencia de masani energía dentro del Universo ni entre éste y su exterior. (Un postulado del segundoprincipio de termodinámica dice: «La energía disponible del sistema aislado decreceen todos los procesos reales.») Esta suposición ha sido impugnada por algunos

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científicos, quienes niegan la validez del segundo principio; por ejemplo, según seteoriza con la concepción del Reiser Vanderjagt del Universo, existe alrededornuestro pero no en la matriz de nuestro espacio-tiempo, un océano de energíaeléctrica. Allí tiene lugar una transformación continua de esa energía en materia yviceversa, aunque el proceso de transformación es en sí un misterio. Este proceso serige por una ley que, según se ha sugerido, podría identificarse con Dios. Un procesosemejante reviste indudable interés, puesto que el propio Teilhard ve a Dios comofuente suprema de toda energía; ahora bien, Teilhard no ve a Dios como un generadorcontinuo de energía en el sentido antedicho ni opugna la suposición del Universoaislado.Una segunda hipótesis incluida en la predicción del físico, presupone que el segundoprincipio de termodinámica tendrá una aplicación futura infinita. Esta esconcretamente la hipótesis que hace cavilar e interrogarse a Teilhard; y nos convieneconsiderar las consecuencias de tal interrogación. Sin recurrir a los milagros ocualquier mediación especial divina, ¿qué acarrearía una escapatoria para evadir elsegundo principio de termodinámica?Como ya hemos visto, la razón fundamental cuando se habla de entropía creciente enun sistema aislado, es que la energía calorífica no se puede reconvertircompletamente en trabajo. Así pues, una reconversión total y continua de energíacalorífica en trabajo in-validaría el segundo principio de termodinámica. Un cambiosemejante sería universal y fundamental, pero actualmente no hay ninguna evidenciade que tal cambio puede tener lugar. Aunque, a decir verdad, algunas teoríascosmológicas sugirieron una reconstrucción de la complejidad, esta reconstrucción seproduciría tras la destrucción y disipación de nuestro universo físico actual. En otraspalabras, la transformación tendría lugar cuando se hubiese hecho realidad elpronóstico del físico moderno.Otra posibilidad, también en línea con el postulado teilhardiano - la evolución sesustraerá a la entropía - es la de que en algún tiempo futuro la evolución conseguiráseguir adelante sin la intervención de un ordenamiento. Al no ser necesarios másordenamientos, tampoco sería necesaria la energía de ordenamiento y por tanto elproceso escaparía del segundo principio. Para analizar esta idea será precisoretroceder y elaborar algunos de los conceptos expuestos anteriormente en nuestradiscusión de la energía.Aunque las partes de un ser complejo continúan funcionando hasta cierto punto conarreglo a su propia naturaleza, o dicho de otra forma, parecen retener su propiaenergía psíquica, hay también en el desarrollo de la consciencia una concentración deenergía psíquica. La actividad de un ser complejo no es aparentemente la sencillaadición de actividades parciales, sino más bien una unidad de actividad. El sercomplejo actúa como una unidad, y esto es a lo que se refiere Teilhard cuandomenciona la concentración de energía psíquica. Puesto que la energía psíquica no sedistribuye ni disipa por todo el ser complejo sino más bien se centraliza de un modo uotro, esa energía psíquica se concentra progresivamente a medida que los seres sehacen más complejos. Esa concentración de energía psíquica se hace más evidentecon el desarrollo del cerebro que es un centro de actividad en los organismosvivientes, y resulta aún más patente en la raza humana donde el individuo percibe suidentidad y la unidad de sus operaciones. En todo desarrollo conocido hasta estas

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fechas, la complejidad parece ser condición necesaria pero no suficiente para eldesenvolvimiento y actuación de la energía psíquica. Como manifestamos antes, si lapropia complejidad depende de la energía psíquica no podrá ser causa fundamental deesta energía y por ende, tampoco será una condición suficiente. También hemosafirmado, sin embargo, que, según demuestra alerta evidencia experimental, lacomplejidad se hace cada vez menos necesaria como condición para la actividadpsíquica. Las actividades psíquicas superiores del hombre requieren menos energía deordenamiento que otras actividades más simples. Si es correcto proponer que hay unaproporción inversa entre la creciente concentración de energía psíquica y la necesidadde energía ordenadora, entonces será lógico predecir una independencia completa ysuprema de la energía psíquica respecto a la energía de ordenamiento. Tal predicciónsería alertamente conciliable con la idea teilhardiarm de que la evolución es, antetodo, un desarrollo de la consciencia, y después un desarrollo de la complejidad.Teilhard explica ese desarrollo hacia la independencia de la energía radial, comosigue: «...siguiendo su marcha ascendente hacia muy grandes complejos desde suaparición en los seres, el mismo elemento psíquico" manifiesta en relación con sumatriz de "complejidad» una tendencia creciente a la dominación y la autonomía.Allá por los orígenes de la vida parece haber sido el foco del ordenamiento (F1) queengendra y controla en cada elemento individual su correspondiente foco deconsciencia (F2). Pero, más arriba, el equilibrio se invierte. Evidentemente, por lomenos desde el "umbral individual de la reflexión" - y no antes - es F2, el queempieza a ocuparse (mediante la "invención») del progreso de F1. Entonces, másarriba todavía, es decir en los contornos (supuestos) de la reflexión colectiva,encontramos que F2 se desprende aparentemente de su estructura tiemporoespacialpara reunirse con el foco supremo y universal: Omega».En los niveles inferiores de evolución, la energía psíquica tiene escaso control sobreel desarrollo propiamente dicho y está en gran medida a merced de las fuerzascasuales. Sin embargo, cuando se alcanzan niveles superiores, y sobre todo al nivelhumano, el desarrollo evolutivo se halla mayormente bajo el gobierno de lo psíquico,y ello prueba, según Teilhard, la autonomía de la energía radial.Antes mencionamos la ley sobre reflexión de energía que gobernará el desarrollo delfuturo, tal como las leyes sobre conservación de energía y entropía creciente hangobernado el desarrollo del pasado. La ley sobre reflexión de energía se refiere a laidea teilhardiana de que el desenvolvimiento de la consciencia se sustraerá a la leyentrópica en virtud de la reflexión. Aquí la reflexión no tiene relación con laconsciencia introspectiva de la reflexión individual humana, sino más bien con laconvergencia del género humano. Se ve, pues, toda la especie cual una unidadcompleja compuesta por individuos humanos como elementos integrantes. Siendouna unidad compleja, la propia especie desarrollará cierto tipo de energía radial. Enotras palabras, y como hemos visto anteriormente, las energías individuales de losmiembros no se disipan, sino que se concentran en el proceso de convergencia.Debe observarse que la propia energía, y por ende la energía radial, acatan el primerprincipio de termodinámica, o sea esa zona donde se dice que no es posible crear nidestruir la energía sino solamente hacerla pasar de una forma a otra.Consecuentemente, si se eliminara la necesidad del ordenamiento, no correría ningúnpeligro la existencia continuada de la energía fundamental.

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Conviene dejar bien sentado que el examen anterior sobre la posibilidad y lanaturaleza de una escapatoria respecto a la ley de entropía creciente no debeconfundirse con un pronóstico de tal escapatoria. Las razones para predecir esaprobabilidad de sustraerse a la entropía se encuentran, como ya hemos visto, en elanálisis teilhardiano sobre evolución de la consciencia y, especialmente, de laconsciencia introspectiva.Para concluir, dejaremos constancia de los siguientes puntos: Primero, Teilhardaceptó, desde luego, como parte de su fe cristiana, el desarrollo supremo y laperfección del Universo o al menos de sus elementos humanos. Sin embargo,creyendo como creía en una coherencia fundamental dentro de la evolución universaly rechazando toda distinción radical entre materia y espíritu, Teilhard adujo que sepodía predecir y explicar científicamente ese desarrollo supremo. Ni la predicción nila explicación se presentan como algo absolutamente infalible. En cierto respecto losargumentos favorables a la predicción parecen ser más inconsistentes y menoscientíficos que el justificante de la transformación que requiere la predicción. No esirrazonable ni mucho menos poner en duda la continuada validez del segundoprincipio de termodinámica, como tampoco lo es, si se considera el realce que daTeilhard al desarrollo de la consciencia, predecir que la energía psíquica podráescapar a su debido tiempo de la ley de entropía. Pero, repitámoslo una vez más: elhecho de que la energía psíquica pueda sustraerse a la ley en entropía creciente, noquiere decir que se sustraerá.