enciclopedias wikipedia y la británica - el … · era el sueño de diderot ... tar el mercado...

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24 septiembre 10 número 165 revista de libros N o es exagerado afir- mar que la Encyclopæ- dia Britannica consti- tuye uno de los más reconocibles símbolos del humanismo occidental y su propósito de difundir globalmente un conocimiento uni- versal. Borges decía haberla leído de una vez, Einstein participó en su re- dacción y su disciplinado ejército de vendedores a domicilio la introdujo en los hogares de la clase media an- glosajona. Era el sueño de Diderot hecho realidad, ¡sin números rojos! O así solía ser. Porque, después de alcan- zar sus mejores resultados a comien- zos de los noventa, la Británica (desde hace décadas ha bastado el adjetivo en femenino para referirse a la enciclo- pedia de manera inequívoca) se decla- ró en bancarrota seis años más tarde y sus vendedores dejaron de llamar a la puerta. Desde entonces, lucha por evitar su desaparición. ¿Qué ha pasado? Naturalmente, lo que ha pasado es Internet. Baste decir que la compañía mira hacia África como uno de sus mercados es- tratégicos: porque allí no pueden co- nectarse fácilmente 1 . En el resto del mundo, la Británica ya no es la enci- clopedia: ese título corresponde a Wi- kipedia. Fundada en 2001, esta enci- clopedia digital redactada por los pro- pios usuarios ha crecido vertiginosa- mente, hasta convertirse en el sexto lugar más visitado de la red y desarro- llar versiones en más de doscientas lenguas. Mientras tanto, la Británica ha creado una versión online y trata de reafirmar sus valores tradicionales en un escenario nuevo. De modo que su enfrentamiento con Wikipedia ha ter- minado por representar algo más am- plio: el choque entre dos modelos de generación del conocimiento. Es la guerra de los mundos.Y la Británica va perdiendo. Aunque su creación se remonta a 1768, cuando los impresores escoceses Andrew Bell y Colin Macfarquhar trabajaron durante tres años en su pri- mera edición, no alcanzó un éxito popular significativo hasta la década de los veinte del pasado siglo. Fue en- tonces cuando sus artículos adoptaron una forma más accesible y se sometie- ron a revisión continua para conquis- tar el mercado americano. Empezaba la era dorada de las enciclopedias, que se prolongaría hasta la década de los sesenta y conocería el auge de insig- nes réplicas nacionales: Larousse, Brockhaus, Espasa,Treccani. Sus cos- tes eran bajos, los beneficios holgados. Todo iba bien. Pero cuando llegaron las nuevas tecnologías, la Británica no supo reac- cionar. En 1985, sus gestores rechaza- ron un acuerdo con la incipiente Mi- crosoft y lanzaron en solitario un CD-ROM que fracasó sin paliativos. Microsoft lanzó en 1993 su propia enciclopedia, Encarta, que cosechó un modesto e inesperado éxito. Sólo en 1994 salió al mercado una primera versión online de la Británica, pero ni siquiera la vertiginosa reducción de su precio persuadió a los consumidores, aparentemente indiferentes a la cali- dad de sus contenidos. Había nacido el mercado de las enciclopedias digi- tales y la Británica no tenía un lugar en él. En realidad, el posterior desa- rrollo de la web 2.0 condenó también a Encarta, que desapareció en 2009. Wikipedia era ya dominante.Y es que los tiempos –es decir, las tecnologías– van muy rápido 2 . De ahí que la Británica decidiera hace un par de años realizar cambios en su versión online para sobrevivir a Wikipedia, sin perder su identidad por el camino. Recordemos que la Britá- nica quiere erigirse en la autoridad definitiva sobre temas relevantes me- diante el juicio vertical de los exper- tos, mientras Wikipedia apuesta por la colaboración horizontal para cubrir razonablemente bien el mayor núme- ro de temas posibles. De ahí que el choque subsiguiente entre ambas sus- cite preguntas nada triviales acerca de las bases de la sociedad del conoci- miento. La Encyclopædia Britannica se ad- hiere a un proceso de edición tradi- cional. Selecciona a contribuyentes y editores conforme a sus cualificacio- nes; somete los textos a una meticulo- sa revisión; y sólo con el tiempo hace las correcciones pertinentes. Cautelas que difícilmente encajan con uno de los llamados cinco pilares de Wikipedia: «Sé atrevido al actualizar artículos y no te preocupes por los errores». Por- que se sobreentiende que el error co- metido por un contribuyente lo corre- girá otro. Su proceso de edición se basa, así, en la contribución libre y vo- luntaria de todos los usuarios, sin so- metimiento –salvo excepciones– al visto bueno de un editor. ¿Significa eso que Wikipedia carece de reglas? Todo lo contrario. Sus políticas de edición son severas: toda afirmación debe ser referenciada debidamente y el punto de vista ha de ser neutral. Cuestión distinta es su grado de cum- plimiento. Lo novedoso de Wikipedia no es el fin, sino los medios: una for- ma de cooperación que la tecnología hace posible.Y no cabe duda de que este sistema de edición –cooperativo, desjerarquizado, comunitario– es el secreto de su éxito. Ni siquiera la Británica ha podido sustraerse a su influencia. En enero de 2009, anunció la adopción de un mo- delo híbrido en su edición online, que trata de combinar su tradicional prin- cipio de autoridad con la apertura co- operativa de Wikipedia. Pero no se trata de operar con una wiki, que es la herramienta técnica que permite tra- bajar colectivamente y sin filtros en una página, sino de permitir a los lec- tores hacer sugerencias que serán tranquilamente aprobadas –o no– por sus editores. Estas contribuciones ha- brán de cumplir con los rigurosos es- tándares de la casa y sólo serán visibles en la edición digital. Jorge Cauz, su actual presidente, justifica estos cam- bios aduciendo que culminan una lar- ga historia de educada colaboración con los lectores, sin renunciar a la búsqueda de la objetividad y la subsi- guiente confianza en los expertos, probado que la generación de cono- cimiento puede ser cooperativa, pero no democrática 3 .Tampoco gratis, por cierto: a diferencia de Wikipedia, la Británica exige suscripción. Quizás eso explique que Wikipedia recibiera hace dos años cerca del 97% de las consultas a enciclopedias online en Es- tados Unidos, frente al 0,57% de la Británica 4 . ¿Qué sucede, en la práctica, cuan- do se manejan las dos enciclopedias? Sobre todo, ¿cómo se lee la Británica después de Wikipedia? La edición di- gital de la Británica tiene unos ciento veinte mil artículos y se alimenta de las dos principales secciones de su de- cimoquinta edición: los artículos cor- tos de Micropedia y los más extensos de Macropedia. Su diseño es acepta- ble, pero no brillante; la disposición de ENCICLOPEDIAS MANUEL ARIAS MALDONADO PROFESOR TITULAR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA Wikipedia y la Británica: la guerra de los mundos Tenedor, 1928. André Kertész www.elboomeran.com

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24 septiembre 10 número 165 revista de libros

No es exagerado afir-mar que la Encyclopæ-dia Britannica consti-tuye uno de los más

reconocibles símbolos del humanismooccidental y su propósito de difundirglobalmente un conocimiento uni-versal. Borges decía haberla leído deuna vez, Einstein participó en su re-dacción y su disciplinado ejército de

vendedores a domicilio la introdujoen los hogares de la clase media an-glosajona. Era el sueño de Diderothecho realidad, ¡sin números rojos! Oasí solía ser. Porque, después de alcan-zar sus mejores resultados a comien-zos de los noventa, la Británica (desdehace décadas ha bastado el adjetivo enfemenino para referirse a la enciclo-pedia de manera inequívoca) se decla-ró en bancarrota seis años más tarde ysus vendedores dejaron de llamar a lapuerta. Desde entonces, lucha porevitar su desaparición.

¿Qué ha pasado? Naturalmente,lo que ha pasado es Internet. Bastedecir que la compañía mira haciaÁfrica como uno de sus mercados es-tratégicos: porque allí no pueden co-nectarse fácilmente1. En el resto delmundo, la Británica ya no es la enci-clopedia: ese título corresponde a Wi-kipedia. Fundada en 2001, esta enci-

clopedia digital redactada por los pro-pios usuarios ha crecido vertiginosa-mente, hasta convertirse en el sextolugar más visitado de la red y desarro-llar versiones en más de doscientaslenguas. Mientras tanto, la Británica hacreado una versión online y trata dereafirmar sus valores tradicionales enun escenario nuevo. De modo que suenfrentamiento con Wikipedia ha ter-

minado por representar algo más am-plio: el choque entre dos modelos degeneración del conocimiento. Es laguerra de los mundos.Y la Británicava perdiendo.

Aunque su creación se remonta a1768, cuando los impresores escocesesAndrew Bell y Colin Macfarquhartrabajaron durante tres años en su pri-mera edición, no alcanzó un éxitopopular significativo hasta la décadade los veinte del pasado siglo. Fue en-tonces cuando sus artículos adoptaronuna forma más accesible y se sometie-ron a revisión continua para conquis-tar el mercado americano. Empezabala era dorada de las enciclopedias, quese prolongaría hasta la década de lossesenta y conocería el auge de insig-nes réplicas nacionales: Larousse,Brockhaus, Espasa,Treccani. Sus cos-tes eran bajos, los beneficios holgados.Todo iba bien.

Pero cuando llegaron las nuevastecnologías, la Británica no supo reac-cionar. En 1985, sus gestores rechaza-ron un acuerdo con la incipiente Mi-crosoft y lanzaron en solitario unCD-ROM que fracasó sin paliativos.Microsoft lanzó en 1993 su propiaenciclopedia, Encarta, que cosechó unmodesto e inesperado éxito. Sólo en1994 salió al mercado una primeraversión online de la Británica, pero nisiquiera la vertiginosa reducción de suprecio persuadió a los consumidores,aparentemente indiferentes a la cali-dad de sus contenidos. Había nacidoel mercado de las enciclopedias digi-tales y la Británica no tenía un lugaren él. En realidad, el posterior desa-rrollo de la web 2.0 condenó tambiéna Encarta, que desapareció en 2009.Wikipedia era ya dominante.Y es quelos tiempos –es decir, las tecnologías–van muy rápido2.

De ahí que la Británica decidierahace un par de años realizar cambiosen su versión online para sobrevivir aWikipedia, sin perder su identidad porel camino. Recordemos que la Britá-nica quiere erigirse en la autoridaddefinitiva sobre temas relevantes me-diante el juicio vertical de los exper-tos, mientras Wikipedia apuesta por lacolaboración horizontal para cubrirrazonablemente bien el mayor núme-ro de temas posibles. De ahí que elchoque subsiguiente entre ambas sus-cite preguntas nada triviales acerca delas bases de la sociedad del conoci-miento.

La Encyclopædia Britannica se ad-hiere a un proceso de edición tradi-cional. Selecciona a contribuyentes yeditores conforme a sus cualificacio-nes; somete los textos a una meticulo-sa revisión; y sólo con el tiempo hacelas correcciones pertinentes. Cautelasque difícilmente encajan con uno delos llamados cinco pilares de Wikipedia:«Sé atrevido al actualizar artículos yno te preocupes por los errores». Por-que se sobreentiende que el error co-metido por un contribuyente lo corre-girá otro. Su proceso de edición sebasa, así, en la contribución libre y vo-luntaria de todos los usuarios, sin so-metimiento –salvo excepciones– alvisto bueno de un editor. ¿Significa

eso que Wikipedia carece de reglas?Todo lo contrario. Sus políticas deedición son severas: toda afirmacióndebe ser referenciada debidamente yel punto de vista ha de ser neutral.Cuestión distinta es su grado de cum-plimiento. Lo novedoso de Wikipediano es el fin, sino los medios: una for-ma de cooperación que la tecnologíahace posible.Y no cabe duda de queeste sistema de edición –cooperativo,desjerarquizado, comunitario– es elsecreto de su éxito.

Ni siquiera la Británica ha podidosustraerse a su influencia. En enero de2009, anunció la adopción de un mo-delo híbrido en su edición online, quetrata de combinar su tradicional prin-cipio de autoridad con la apertura co-operativa de Wikipedia. Pero no setrata de operar con una wiki, que es laherramienta técnica que permite tra-bajar colectivamente y sin filtros enuna página, sino de permitir a los lec-tores hacer sugerencias que serántranquilamente aprobadas –o no– porsus editores. Estas contribuciones ha-brán de cumplir con los rigurosos es-tándares de la casa y sólo serán visiblesen la edición digital. Jorge Cauz, suactual presidente, justifica estos cam-bios aduciendo que culminan una lar-ga historia de educada colaboracióncon los lectores, sin renunciar a labúsqueda de la objetividad y la subsi-guiente confianza en los expertos,probado que la generación de cono-cimiento puede ser cooperativa, perono democrática3.Tampoco gratis, porcierto: a diferencia de Wikipedia, laBritánica exige suscripción. Quizáseso explique que Wikipedia recibierahace dos años cerca del 97% de lasconsultas a enciclopedias online en Es-tados Unidos, frente al 0,57% de laBritánica4.

¿Qué sucede, en la práctica, cuan-do se manejan las dos enciclopedias?Sobre todo, ¿cómo se lee la Británicadespués de Wikipedia? La edición di-gital de la Británica tiene unos cientoveinte mil artículos y se alimenta delas dos principales secciones de su de-cimoquinta edición: los artículos cor-tos de Micropedia y los más extensosde Macropedia. Su diseño es acepta-ble, pero no brillante; la disposición de

ENCICLOPEDIAS

MANUEL ARIAS MALDONADOPROFESOR TITULAR DE CIENCIA POLÍTICAEN LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

Wikipedia y la Británica:la guerra de los mundos

Tenedor, 1928. André Kertész

OU1-10 p24-25 22/7/10 12:25 Página 24

www.elboomeran.com

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las imágenes quizá no sea la mejor;detalles que, en el terreno de la cos-tumbre, cuentan. Sea ello como fuere,la Británica presenta un notable in-conveniente inicial: la dificultad debúsqueda. Cuando se introduce algúnconcepto o nombre, su buscador nosremite a la página individualizada(cuando la hay) o a lo que denominaassorted references, o referencias variadas.En principio, igual que Wikipedia;pero enseguida se aprecia que la me-nor cantidad de referencias cubiertasindividualmente por la Británica pro-voca que, en muchos casos, se nos re-mita a una breve mención dentro deun ensayo más largo. La unidad míni-ma de consulta resulta ser despropor-cionadamente grande.Así, si se intro-duce la noción de «atentado suicida»,la Británica dirige a Year Reviews o re-súmenes anuales en que se les men-ciona, mientras Wikipedia le dedicapágina propia; y lo mismo pasa con elcamp, la novela gráfica o la «responsa-bilidad de proteger» del derecho in-ternacional.

Es evidente que la mayor escalade Wikipedia hace posible una diver-sidad que la Británica no puede –niquiere– ofrecer. Pero sucede que elestándar impuesto por Wikipediaafecta al modo en que leemos la Bri-tánica. Esto no ocurre siempre; laBritánica ofrece páginas excelentessobre conceptos o nociones particula-res.Y apenas condesciende al trata-miento de una cultura popular queflorece en Wikipedia, aunque quizásorprenda encontrar en ella voces de-dicadas a Star Trek, Pokémon y SusanBoyle: ¡no todo va a ser Heidegger! Síparece estar menos atenta que Wiki-

pedia a conceptos más contemporá-neos, como el fotolog, las aplicacio-nes de software (apps) o los mercadosemergentes. Finalmente, tampococompite con Wikipedia en la dimen-sión archivística que constituye unode los mejores rasgos de esta última: elalmacenaje de una ingente cantidadde información diversa –partidas deajedrez, fichas de discos y películas, es-taciones de tren– gracias a la colabo-ración masiva.

A cambio, la Británica sigue sien-do más elegante, objetiva y fiable. Noobstante, las diferencias entre ambasquizá no sean abrumadoras. Un cono-cido estudio de Nature de 2005 con-cluyó que la Wikipedia apenas incurríaen un tercio más de errores que laBritánica. Ésta montó en cólera y exi-gió una retractación, que Nature, con-traargumentos en mano, no ofreció5.Leídos los detalles del estudio, no pa-rece haber razones para desacreditar-lo, si bien se limita a temas científicosy no obsta al reconocimiento de queWikipedia es una enciclopedia másdébil, por asistemática y propensa aincumplir sus propias normas sobreverificabilidad de textos.

Este último asunto merece aten-ción. La Británica no hace explícitaslas fuentes en que se asientan sus ar-tículos; todo lo más, incluye una bi-bliografía, sin que podamos saber quéfuentes incluidas en ella correspondena qué afirmaciones del artículo. Se tra-ta del enfoque enciclopédico tradicio-nal: el lector otorga su confianza a lainstitución, por pereza o a la fuerza,dada la dificultad de acceso a las fuen-tes. Pero Wikipedia nos ha hecho sen-sibles al problema que éstas suponen:

porque las exige a sus contribuyentesy porque nosotros se las exigimos aella. La autoridad heredada de la Bri-tánica ya no es suficiente; buscamosespontáneamente las referencias quesostienen sus textos y no las encontra-mos. No deja de ser paradójico queWikipedia –aunque unas versionesmás que otras– suela incumplir suspropias reglas al respecto; pero el de-bate en torno a ella ha consumado uncambio en la actitud de los lectores.Ylo mismo puede decirse de la llamadatrazabilidad de los artículos, cuyo his-torial consta en Wikipedia y sólo de-ficientemente en la Británica.

Podría decirse, entonces, que eléxito de Wikipedia ha modificado lasreglas del juego. De ahí que quizá seequivoque Paula Berinstein cuandoseñala que la pregunta clave es si pue-de el público desarrollar una enciclo-pedia fiable: se equivoca porque el pú-blico, precisamente, no se la plantea6.Son muchos los que prefieren la in-mediatez participativa de Wikipedia ala experiencia mediada de la Británi-ca, aunque las garantías de rigor seanmenores: la sensación de comunidadsimultánea atrae más que la certi-dumbre de un saber completo perodiferido. Naturalmente, cuando ha-blamos del público, debemos ser cau-tos: con una población mundial cer-cana a los siete mil millones de per-sonas, la Británica recibe un millón ymedio de visitas diarias, por seis deWikipedia. Pero esa mayor escala esdecisiva para su funcionamiento. ParaGabriel Zaid, sólo la tecnología deWikipedia es nueva; la preferenciapor las estructuras horizontales sobrelas verticales es característica de la co-

munidad lectora desde el Renaci-miento7. ¿Es la Británica lo antiguo,entonces? ¿Nos resistimos a aceptarWikipedia, como sugiere JohnNaughton, por nuestra «agorafobiacultural», nuestro miedo a lo abierto?8

Quizá. Pero el fetiche cultural quees la Británica representa tanto unmodo de hacer las cosas como unatradición de resultados culturales. Yqueremos estar seguros de que losnuevos procedimientos conducen, alargo plazo, al mismo sitio: una socie-dad abierta, meritocrática, global. Sea-mos cautos, pero optimistas. �

1 Entrevista con Ian Grant, director de laEncyclopædia Britannica en Reino Unido, enBoersenblatt.net, revista electrónica de loslibreros alemanes, 27 de enero de 2009(http://www.boersenblatt.net/303697/).

2 Sobre todo esto, véase Shane Greenstein yMichelle Devereux, «The Crisis at Ency-clopædia Britannica», Kellogg School ofManagement, Northwestern University,2006.

3 Jorge Cauz, «Collaboration and the Voice ofExperts», Encyclopædia Britannica, 3 de juniode 2008. (www.britannica.com/blogs/2008/06/collaboration-ownership-and-expertise/).

4 Véase www.pcworld.com/article/158263/hitwise_wikipedia_squashes_encyclopedia_rivals.html.

5 «Internet Encyclopædias Go Head toHead», en Nature, vol. 438, núm. 7070 (15de diciembre de 2005), pp. 900-901; «Fa-tally Flawed. Refuting the Recent Study onEncyclopedic Accuracy by the Journal Na-ture», comunicado de Encyclopædia Britan-nica, Inc., marzo de 2006; «EncyclopædiaBritannica and Nature: a Response», vol.440, núm. 7084 (30 de marzo de 2006),p. 582.

6 Paula Berinstein, «Wikipedia and Britanni-ca.The Kid’s All Right (And So’s The OldMan)», Searcher, vol. 4, núm. 3 (marzo de2006).

7 Gabriel Zaid, Los demasiados libros, Barcelo-na, Debolsillo, 2010, p. 128.

8 John Naughton, «Face Facts:Where Britan-nica Ruled,Wikipedia Has Conquered»,The Observer, 5 de abril de 2009.

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OU1-10 p24-25 22/7/10 12:25 Página 25

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