en los tupidos bosques de pinos de una región montañosa

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En los tupidos bosques de pinos de una región montañosa española ungrupodemilicianossedisponeavolarunpuenteesencialpara laofensivarepublicana.Laaccióncortarálascomunicacionesporcarreterayevitaráelcontraataque de los sublevados.Robert Jordan, un joven voluntario de lasBrigadas Internacionales,eseldinamiteroexpertoquehavenidoaEspañapara volar dicho puente.Allí, en lasmontañas, descubrirá los peligros y laintensacamaraderíade laguerra.Ydescubrirá tambiénaMaría,una jovenrescatadaporlosmilicianosdemanosdelasfuerzassublevadasdeFranco.Mientrasatraviesanlasmontañas,RobertJordaniráconociendolosucedidodurantelosprimerosmomentosdelasublevaciónhastaelmomentoenqueseprecipitelatragediacolectivaenqueestáninmersos.

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ErnestHemingway

Porquiéndoblanlascampanas

ePUBv1.0Horus0117.03.12

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Títulooriginal:ForWhomtheBellTollsFechadepublicación:1940Traducción:LoladeAguado

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DedicoestelibroaMarthaGellhorn

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Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo delcontinente,unapartede la tierra;sielmarse llevaunaporciónde tierra, todaEuropaquedadisminuida,comosifueraunpromontorio,olacasadeunodetusamigos,olatuyapropia;lamuertedecualquierhombremedisminuye,porqueestoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar porquiéndoblanlascampanas;doblanporti.

JOHNDONNE

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Capítuloprimero

ESTABATUMBADOBOCAABAJO,sobreunacapadeagujasdepinodecolorcastaño,conlabarbilla apoyadaen losbrazoscruzados,mientras elviento, en loalto, zumbabaentre las copas. El flanco de lamontaña hacía un suave declive por aquella parte;pero,másabajo,seconvertíaenunapendienteescarpada,demodoquedesdedondese hallaba tumbado podía ver la cinta oscura, bien embreada, de la carretera,zigzagueandoentornoalpuerto.Habíauntorrentequecorríajuntoalacarreteray,más abajo, a orillas del torrente, se veía un aserradero y la blanca cabellera de lacascadaquesederramabadelarepresa,cabrilleandoalaluzdelsol.

—¿Eséseelaserradero?—preguntó.—Ésees.—Nolorecuerdo.—Sehizodespuésdemarcharseusted.Elaserraderoviejoestáabajo,muchomás

abajodelpuerto.Sobre las agujas de pinodesplegó la copia fotográfica de unmapamilitar y lo

estudió cuidadosamente.El viejoobservabapor encimade suhombro.Eraun tipopequeño y recio que llevaba una blusa negra al estilo de los aldeanos, pantalonesgrisesdepanayalpargatasconsueladecáñamo.Resollabaconfuerzaacausadelaescalada y tenía lamano apoyada en uno de los pesados bultos que habían subidohastaallí.

—Desdeaquínopuedeverseelpuente.—No—dijoelviejo—,Estaeslapartemásabiertadelpuerto,dondeelríocorre

másdespacio.Másabajo,pordondelacarreterasepierdeentrelosárboles,sehacemáspendienteyformaunaestrechagarganta...

—Yameacuerdo.—Elpuenteatraviesaesagarganta.—¿Ydóndeestánlospuestosdeguardia?—Hayunpuestoenelaserraderoqueveustedahí.El joven sacóunosgemelosdelbolsillode sucamisa,unacamisade lanillade

color indeciso, limpió los cristales con el pañueloy ajustó las roscas hasta que lasparedes del aserradero aparecieron netamente dibujadas, hasta el punto que pudodistinguirelbancodemaderaquehabía juntoa lapuerta, lapilade serrín juntoalcobertizo,endondeestabalasierracircular,ylapistapordondelostroncosbajabandeslizándoseporlapendientedelamontaña,alotroladodelrío.Elríoaparecíaclaroylímpidoenlosgemelosy,bajolacabelleradeaguadelapresa,elvientohacíavolarlaespuma.

—Nohaycentinela.

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—Sevehumoquesaledelaserradero—dijoelviejo—.Hayropatendidaenunacuerda.

—Loveo,peronoveoningúncentinela.—Quizáquedeenlasombra—observóelviejo—.Hacecaloraestashoras.Debe

deestaralasombra,alotrolado,dondenoalcanzamosaver.—¿Dóndeestáelotropuesto?—Másalládelpuente.Estáenlacasilladelpeóncaminero,acincokilómetrosde

lacumbredelpuerto.—¿Cuántos hombres habrá allí? —preguntó el joven, señalando hacia el

aserradero.—Quizáshayacuatroyuncabo.—¿Ymásabajo?—Más.Yameenteraré.—¿Yenelpuente?—Haysiempredos,unoacadaextremo.—Necesitaremosciertonúmerodehombres—dijoel joven—.¿Cuántospodría

conseguirme?—Puedoproporcionarle losquequiera—dijoelviejo—.Hayahoramuchosen

estasmontañas.—¿Cuántosexactamente?—Másdeuncentenar,aunqueestándesperdigadosenpequeñasbandas.¿Cuántos

hombresnecesitará?—Selodirécuandohayaestudiadoelpuente.—¿Quiereustedestudiarloahora?—No.Ahoraquisierairadondepudiéramosesconderestosexplosivoshastaque

llegueelmomento.Querríaesconderlosenunlugarmuyseguroyaunadistancianomayordeunamediahoradelpuente,sifueraposible.

—Esposible—contestóelviejo—.Desdeelsitiohaciadondevamos,serátodocaminollanohastaelpuente.Perotenemosquetreparunpocoparallegarallí.¿Tieneustedhambre?

—Sí—dijo el joven—; pero comeremos luego. ¿Cómo se llama usted? Lo heolvidado.—Eraunamalaseñal,asujuicio,elhaberloolvidado.

—Anselmo—contestóelviejo—.MellamoAnselmoysoydeElBarcodeÁvila.Déjemequeleayudeallevaresebulto.

Eljoven,queeraaltoyesbelto,conmechonesdepelorubio,descoloridosporelsol, y una cara curtida por la intemperie, llevaba, además de la camisa de lanadescolorida,pantalonesdepanayalpargatas.Seinclinóhaciaelsuelo,pasóelbrazobajo una de las correas que sujetaban el fardo y lo levantó sobre su espalda. Pasóluego el brazo bajo la otra correa y colocó el fardo a la altura de sus hombros.

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Llevabalacamisamojadaporlapartedondeelfardohabíaestadopocoantes.—Yaestá—dijo—.¿Nosvamos?—Tenemosquetrepar—dijoAnselmo.Inclinadosbajoelpesodelosbultos,sudandoyresollando,treparonporelpinar

que cubría el flanco de lamontaña.No había ningún camino que el joven pudieradistinguir,peroseabrieronpasozigzagueando.Atravesaronunpequeñotorrenteyelviejosiguiómontañaarriba,bordeandoellechorocosodelarroyuelo.Elcaminoeracadavezmás escarpadoydificultoso, hastaque llegaron finalmente aun lugar, endondedeunaaristadegranitolimpiaseveíabrotareltorrente.Elviejosedetuvoalpiedelaarista,paradartiempoaljovenaquellegasehastaallí.

—¿Quétalvalacosa?—Muy bien —contestó el joven. Sudaba por todos sus poros y le dolían los

músculosporloempinadodelasubida.—Espere aquí un momento hasta que yo vuelva. Voy a adelantarme para

avisarles.Noquerráustedquelepeguenuntirollevandoencimaesamercancía.—Nienbroma—contestóeljoven—.¿Estámuylejos?—Estámuycerca.Dígamecómosellama.—Roberto—contestóeljoven.Había dejado escurrir el bulto, depositándolo suavemente entre dos grandes

guijarros,juntoallechodelarroyuelo.—Espereaquí,Roberto;enseguidavuelvoabuscarle.—Estábien—dijoeljoven—.Pero¿tienelaintencióndebajaralpuenteporeste

camino?—No,cuandovayamosalpuenteseráporotrocamino.Muchomáscortoymás

fácil.—Noquisieraguardartodoestemateriallejosdelpuente.—Nologuardará.Sinolegustaelsitioelegido,buscaremosotro.—Yaveremos—respondióeljoven.Sentóse junto a los bultosymiró al viejo trepandopor las rocas.Lohacía con

facilidad,yporlamaneradeencontrarlospuntosdeapoyo,sinvacilaciones,dedujoeljovenquelohabríahechootrasmuchasveces.Noobstante,cualquieraquefueseelqueestuvieraarriba,habíatenidomuchocuidadoparanodejarningunahuella.

Eljoven,cuyonombreeraRobertJordan,sesentíaextremadamentehambrientoeinquieto. Tenía hambre con frecuencia, pero a menudo no se notaba preocupado,porqueno ledaba importanciaa loquepudieraocurrirleaélmismoyconocíaporexperiencialofácilqueeramoversedetrásdelaslíneasdelenemigoentodaaquellaregión.Era tan fácilmoversedetrásde las líneasdelenemigocomocruzarlas si secontabaconunbuenguía.Sóloeldarimportanciaaloquepudierasucederleauno,siera atrapado, era lo que hacía la cosa arriesgada; eso y el saber en quién confiar.

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Habíaqueconfiarenteramenteenlagenteconlacualsetrabajabaonoconfiarparanada,yeraprecisosaberporunomismoenquiénsepodíaconfiar.Nolepreocupabanadadeeso.Perohabíaotrascosasquesílepreocupaban.

AquelAnselmohabíasidounbuenguíayeraunmontañeroconsiderable.RobertJordan era un buen andarín, pero se había dado cuenta desde que salieron aquellamañana,antesdelalba,dequeelviejoleaventajaba.RobertJordanconfiabamuchoenelviejo,salvoensujuicio.Nohabíatenidoocasióndesaberloquepensaba,y,entodocaso,elaveriguarsisepodíaonotenerconfianzaenéleraincumbenciasuya.No,nosesentíainquietoporAnselmo,yelasuntodelpuentenoeramásdifícilquecualquierotro.Sabíacómohacervolarcualquierclasedepuentequehubierasobrelafaz de la tierra, y había volado puentes de todos los tipos y de todos los tamaños.Tenía suficientes explosivos y equipo repartidos entre las dosmochilas como paravolarelpuentedemaneraapropiada,inclusoaunquefueradosvecesmayordeloqueAnselmolehabíadicho;tangrandecomoélrecordabaqueeracuandolocruzóyendoaLaGranjaenunaexcursiónapieelañode1933,tangrandecomoGolzselohabíadescrito aquella noche, dos días antes, en el cuarto de arriba de la casa de losalrededoresdeElEscorial.

—Volar el puente no tiene importancia—había dicho Golz, señalando con unlápiz sobre el gran mapa, con la cabeza inclinada; su calva cabeza, señalada decicatrices,brillandobajolalámpara—.¿Comprendeusted?

—Sí,locomprendo.—Absolutamenteninguna.Limitarseahacerlosaltarseríaunfracaso.—Sí,camaradageneral.—Loqueimportaesvolarelpuenteaunahoradeterminada,señalada,cuandose

desencadenelaofensiva.Esoesloimportante.Yesoesloquetieneustedquehacerconabsolutalimpiezayenelmomentojusto.¿Sedaustedcuenta?

Golz contempló pensativo la punta del lápiz y luego se golpeó con él,suavemente,enlosdientes.

RobertJordannodijonada.—Esustedelque tienequesabercuándoha llegadoelmomentodehacerlo—

insistióGolz,levantandolavistahaciaélyhaciéndoleunaindicaciónconlacabeza.Golpeóenelmapaconel lápiz—.Esustedquien tienequedecidirlo.Nosotrosnopodemoshacerlo.

—¿Porqué,camaradageneral?—¿Porqué?—preguntóGolz iracundo—.¿Cuántosataqueshavistousted?¿Y

todavía me pregunta por qué? ¿Quién me garantiza que mis órdenes no serántrastocadas? ¿Quién me garantiza que no será anulada la ofensiva? ¿Quién megarantizaquelaofensivanovaaserretrasada?¿Quiénmegarantizaquelaofensivanoempezaráseishorasdespuésdelmomentofijado?¿Sehahechoalgunavezalguna

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ofensivacomoestabaprevisto?—Empezaráenelmomentoprevistosilaofensivaessuofensiva—dijoJordan.—Nunca son mis— ofensivas—dijo Golz—. Yo las preparo. Pero nunca son

mías.Laartilleríanoesmía.Tengoquecontentarmeconloquemedan.Nuncamedanloquepido,aunquepudierandármelo.Yesonoestodo.Hayotrascosas.Ustedsabecómoesestagente.Nohacefaltaqueselodiga.Siemprehayenredos.Siemprehayalguienquevieneaenredar.Trate,pues,decomprenderlo.

—¿Cuándoserámenesterquevueleelpuente?—preguntóJordan.—Encuantoempiecelaofensiva.Tanprontocomolaofensivahayacomenzado,

peronoantes.Esprecisoquenoleslleguenrefuerzosporlacarretera.—Señalóunpuntoconsu lápiz—.Tengoqueestarsegurodequenopuede llegarnadaporestacarretera.

—¿Ycuándoeslaofensiva?—Se lodiré.Peroutiliceusted la fechay lahora sólo comouna indicaciónde

probabilidad.Tiene usted que estar listo para esemomento.Volará usted el puentedespuésquelaofensivahayaempezado.¿Sedaustedcuenta?—Yvolvióaseñalarconellápiz—.Estaeslaúnicacarreteraporlaquepuedenllegarlesrefuerzos.Estaeslaúnicacarreteraporlaquepuedenllegarlestanquesoartillería,osencillamenteunsimplecamiónhastaelpuertoqueyoataco.Tengoquesaberqueelpuentehavolado.Peronoantes,porquepodríanrepararlosilaofensivaseretrasa.No.Tienequevolarcuandohayaempezadolaofensiva,y tengoquesaberquehavolado.Haysólodoscentinelas.Elhombrequevaaacompañarle, acabade llegardeallí.Eshombredeconfianza, según dicen ellos. Usted verá si lo es. Tienen gente en las montañas.Hágase con todos los hombres que necesite. Utilice los menos que pueda, peroutilícelos.Notengonecesidaddeexplicarleestascosas.

—¿Ycómopuedoyosabercuándohacomenzadolaofensiva?—La ofensiva se hará con una división completa. Habrá un bombardeo como

medidadepreparación.Noesustedsordo,¿no?—Entonces tendré que deducir, cuando los aviones comiencen a descargar

bombas,queelataquehacomenzado.—Nopuededecirsesiempreeso—comentóGolz,negandoconlacabeza—;pero

enestecasotendráquehacerlo.Esmiofensiva.—Comprendo —dijo Jordan—; pero no puedo decir que la cosa me guste

demasiado.—Tampoco me gusta a mí. Si no quiere encargarse de este cometido, dígalo

ahora.Sicreequenopuedehacerlo,dígaloahoramismo.—Loharé—contestóJordan—.Loharécomoesdebido.—Eso es todo lo que quiero saber—concluyóGolz—.Quiero saber que nada

puedepasarporesepuente.Absolutamentenada.

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—Entendido.—Nomegustapedira lagentequehagaestascosasensemejantescondiciones

—prosiguió Golz—. No puedo ordenárselo a usted. Comprendo que puede ustedverse obligado a ciertas cosas dadas estas condiciones. Por eso tengo interés enexplicárselotodoendetalle,paraquesehagacargodetodaslasdificultadesydelaimportanciadeltrabajo.

—¿YcómoavanzaráustedhaciaLaGranjacuandoelpuentehayavolado?—Estamospreparadospara repararlo en cuantohayamosocupadoel puerto.Es

unaoperacióncomplicadaybonita.Tancomplicaday tanbonitacomosiempre.ElplanhasidopreparadoenMadrid.EsotrodelosplanesdeVicenteRojo,elprofesorbonitoqueno tiene suerte con susobrasmaestras.Soyyoquien tieneque llevar acabo la ofensiva y quien tiene que llevarla a cabo, como siempre, con fuerzasinsuficientes. A pesar de todo, es una operación con muchas probabilidades. Mesiento más optimista de lo que suelo sentirme. Puede tener éxito si se elimina elpuente.PodemosocuparSegovia.Mire,leexplicarécómosehanpreparadolascosas.¿Veustedestepunto?Noesporlapartemásaltadelpuertopordondeatacaremos.Yaestádominado.Muchomásabajo.Mire.Poraquí...

—Prefieronosaberlo—repusoJordan.—Comoquiera—accedióGolz—.Así tieneustedmenosequipajeque llevaral

otrolado.—Prefiero no enterarme. De ese modo, ocurra lo que ocurra, no fui yo quien

habló.—Esmejornosabernada—asintióGolz,acariciándoselafrenteconellápiz—.

Avecesquerríanosaberloyomismo.Pero¿sehaenteradousteddeloquetienequeenterarserespectoalpuente?

—Sí,estoyenterado.—Locreo—dijoGolz—.Ynoquierosoltarleundiscurso.Vamosa tomaruna

copa.Elhablartantomedejalabocaseca,camaradaJordan.¿Sabequesunombreesmuycómicoenespañol,camaradaJordan?

—¿CómosediceGolzenespañol,camaradageneral?—Hotze—dijoGolz,riendoypronunciandoelsonidoconunavozgutural,como

situvieseenfriamiento—.Hotze—aulló—,camaradageneralHotze.DehabersabidocómopronunciabanGolzenespañol,mehubierabuscadootronombreantesdevenira hacer la guerra aquí.Cuandopiensoquevine amandar unadivisióny quepudehaberelegidoelnombrequemehubiesegustadoyqueelegíHotze...GeneralHotze.Ahoraesdemasiadotardeparacambiarlo.¿Legustaaustedlapalabrapartizan?

Era lapalabra rusaparadesignar lasguerrillasqueactuabanalotro ladode laslíneas.

—Me gusta mucho—dijo Jordan. Y se echó a reír—. Suena agradablemente.

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Suenaaairelibre.—Amítambiénmegustabacuandoteníasuedad—dijoGolz—.Meenseñarona

volarpuentesalaperfección.Deunamaneramuycientífica.Deoído.Peronuncalehe visto hacerlo a usted. Quizás, en el fondo, no ocurra nada. ¿Consigue volarlosrealmente?—Seveíaquebromeaba—.Bebaesto—añadió,tendiéndoleunacopadecoñac—.¿Consiguevolarlosrealmente?

—Algunasveces.—Esmejorquenomediga«algunasveces»ahora.Bueno,nohablemosmásde

esemalditopuente.Yasabeustedtodoloquetienequesaber.Nosotrossomosgenteseria,yporesotenemosganasdebromear.¿Qué,tieneustedmuchaschicasalotroladodelaslíneas?

—No,notengotiempoparachicas.—Nolocreo;cuantomásirregulareselservicio,másirregulareslavida.Tiene

ustedunserviciomuyirregular.Tambiénnecesitausteduncortedepelo.—Voya la peluquería cuandomehace falta—contestó Jordan. «Estaría bonito

quemedejasepelarcomoGolz»,pensó—.Notengotiempoparaocuparmedechicas—dijo con acento duro, como si quisiera cortar la conversación—. ¿Qué clase deuniformetengoquellevar?—preguntó.

—Ninguno—dijoGolz—.Sucortedepeloesperfecto.Sóloqueríagastarleunabroma.Esustedmuydiferentedenosotros—dijoGolz,yvolvióallenarlelacopa—.Usted no piensa en las chicas.Yo tampoco.Nunca pienso en nada de nada. ¿Creeusted que podría? Soy un général soviétique. Nunca pienso. No intente hacermepensar.

Alguiendesuequipo,queseencontrabasentadoenunasillapróxima,trabajandosobreunmapaenuntablero,murmuróalgoqueJordannologróentender.

—Cierraelpico—dijoGolzeninglés—.Bromeocuandoquiero.Soytanserio,quepuedobromear.Vamos,bébaseestoylárguese.¿Hacomprendido,no?

—Sí—dijoJordan—;lohecomprendido.Seestrecharonlasmanos,sesaludaronyJordansalióhaciaelcoche,endondele

aguardaba el viejodormido.En aquelmismocoche llegaron aGuadarrama, con elviejo siempre dormido, y subieron por la carretera de Navacerrada hasta el ClubAlpino,endondeJordandescansótreshorasantesdeproseguirlamarcha.

ÉsaeralaúltimavezquehabíavistoaGolz,consuextrañacarablanquecina,quenuncasebronceaba,consusojosdelechuza,consuenormenarizysusfinoslabios,consucabezacalva, surcadadecicatricesyarrugas.Aldía siguientepor lanoche,estarían todospreparados,en losalrededoresdeElEscorial,a lo largode laoscuracarretera:laslargaslíneasdecamionescargandoalossoldadosenlaoscuridad;loshombres, pesadamente cargados, subiendo a los camiones; las secciones deametralladorasizandosusmáquinashastaloscamiones;lostanquesremolcandopor

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las rampasa losalargadoscamiones; todaunadivisiónse lanzaríaaquellanochealfrenteparaatacarelpuerto.Peronoqueríapensareneso.Noeraasuntosuyo.EradelaincumbenciadeGolz.Elsóloteníaunacosaquehacer,yenesoteníaquepensar.Yteníaquepensarenelloclaramente,aceptarlascosassegúnveníanynoinquietarse.Inquietarseeratanmalocomotenermiedo.Hacíalascosasmásdifíciles.

Se sentó junto al arroyo, contemplandoel aguaclaraque sedeslizaba entre lasrocas,ydescubrióalotroladodelriachuelounamataespesadeberros.Saltósobreelagua,cogiótodoloquepodíacogerconlasmanos,lavóenlacorrientelasenlodadasraícesyvolvióasentarsejuntoasumochila,paradevorarlasfrescasylimpiashojasy los pequeños tallos enhiestos y ligeramente picantes. Luego se arrodilló junto alagua,yhaciendocorrerelcinturónalqueestabasujetalapistola,demodoquenosemojase,seinclinó,sujetándoseconunayotramanosobrelospedruscosdelbordeybebióamorro.Elaguaestabatanfría,quehacíadaño.

Se irguió, volvió la cabeza, al oír pasos, y vio al viejo que bajaba por lospeñascos.Conélibaotrohombre,vestidotambiénconlablusanegradealdeano,yconlospantalonesgrisesdepana,queerancasiununiformeenaquellaprovincia;ibacalzado con alpargatas y con una carabina cargada al hombro. En la cabeza nollevabanada.Losdoshombresbajabansaltandoporlasrocascomocabras.

Cuandollegaronhastaél,RobertJordansepusodepie.—¡Salud,camarada!—dijoalhombredelacarabina,sonriendo.—¡Salud!—dijo el otro, demala gana. Robert Jordan estudió el rostro burdo,

cubiertoporunprincipiodebarba,del recién llegado.Erauna fazcasi redonda; lacabezaeratambiénredonda,yparecíasalirdirectamentedeloshombros.Teníaojospequeñosymuyseparadosy lasorejaseran tambiénpequeñasymuypegadasa lacabeza.Eraunhombrerecio,deunmetroochentadeestatura,aproximadamente,conlasmanosylospiesmuygrandes.Teníalanarizrotayloslabioshendidosenunadelas comisuras; una cicatriz le cruzaba el labio de arriba, abriéndose paso entre lasbarbasmalrasuradas.

Elviejoseñalóconlacabezaasuacompañanteysonrió.—Eseljefeaquí—dijo,satisfecho,yconunademánimitóaunatleta,mientras

miraba al hombre de la carabina con admiración un tanto irrespetuosa—. Es unhombremuyfuerte.

—Yaloveo—dijoRobertJordan,sonriendootravez.Nolegustólamaneraqueteníaelhombredemirar,ypordentronosonreía.—¿Qué tiene usted para justificar su identidad? —preguntó el hombre de la

carabina.RobertJordanabrióelimperdiblequecerrabaelbolsillodesucamisaysacóun

papeldobladoqueentregóalhombre;ésteloabrió,lomiróconairededudaylediovariasvueltasentrelasmanos.

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«Demaneraquenosabeleer»,advirtióJordan.—Mireelsello—dijoenvozalta.Elviejoseñalóel selloyelhombrede lacarabina loestudió,dandovueltasde

nuevoalpapelentresusmanos.—¿Quéselloeséste?—¿Nolohavistoustednunca?—No.—Hay dos sellos —dijo Robert Jordan—: Uno es del S.I.M, el Servicio de

InformaciónMilitar.ElotroesdelEstadoMayor.—Hevistoesesellootrasveces.Peroaquínomandanadiemásqueyo—dijoel

hombredelacarabina,muyhosco—.¿Quéesloquellevaenesosbultos?—Dinamita —dijo el viejo orgullosamente—. Esta noche hemos cruzado las

líneasenmediodelaoscuridadyhemossubidoesosbultosmontañaarriba.—Dinamita—dijoelhombredelacarabina—.Estábien.Mesirve.—Tendióel

papelaRobertJordanylemiróalacara—.Mesirve;¿cuántamehatraído?—Yo no le he traído a usted dinamita —dijo Robert Jordan, hablando

tranquilamente—.Ladinamitaesparaotroobjetivo.¿Cómosellamausted?—¿Yaustedquéleimporta?—Se llama Pablo —dijo el viejo. El hombre de la carabina miró a los dos

ceñudamente.—Bueno,heoídohablarmuchodeusted—dijoRobertJordan.—¿Quéesloquehaoídousteddemí?—preguntóPablo.—He oído decir que es usted un guerrillero excelente, que es usted leal a la

República y que prueba su lealtad con sus actos. He oído decir que es usted unhombreserioyvaliente.LetraigosaludosdelEstadoMayor.

—¿Dóndehaoídoustedtodoeso?—preguntóPablo.Jordansepercatódequenosehabíatragadoniunasolapalabradesuslisonjas.—Lo he oído decir desde Buitrago hasta El Escorial—respondió, nombrando

todosloslugaresdeunaregiónalotroladodelaslíneas.—NoconozcoanadieenBuitragonienElEscorial—dijoPablo.—Haymuchasgentesalotro ladode losmontesquenoestabanantesallí.¿De

dóndeesusted?—DeÁvila.¿Quéesloquevaahacerconladinamita?—Volarunpuente.—¿Quépuente?—Esoesasuntomío.—Siesenestaregión,esasuntomío.Nosepermitevolarpuentescercadedonde

unovive.Hayquevivir enun sitioyoperar enotro.Conozcoel trabajo.Unoquesiguevivo,comoyo,despuésdeunañodetrabajo,esporqueconocesutrabajo.

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—Eso es asunto mío—insistió Jordan—. Pero podemos discutirlo más tarde.¿Quiereayudarnosallevarlosbultos?

—No—dijoPablo,negandoconlacabeza.Elviejosevolvióhaciaél,derepente,yempezóahablarlecongranrapidezyen

tonofurioso,demaneraqueJordanapenassipodíaseguirle.LeparecíaqueeracomosileyeseaQuevedo.Anselmohablabauncastellanoviejo,yledecíaalgocomoesto:«Eres un bruto, ¿no? Eres una bestia, ¿no? No tienes seso. Ni pizca. Venimosnosotrosparaunasuntodemucha importancia,y tú, conelcuentodeque tedejentranquilo,ponestuzorreríaporencimadelosinteresesdelahumanidad.Porencimade los interesesdelpueblo.Mec... enestoyen lootroyen tupadreyen toda tufamilia.Cogeesebulto.»

Pablomirabaalsuelo.—Cadacualtienequehacerloquepuede—dijo—.Yovivoaquíyoperomásallá

de Segovia. Si busca uno jaleo aquí, nos echarán de estas montañas. Sóloquedándonos aquí quietos podremos vivir en estasmontañas. Es lo que hacen loszorros.

—Sí—dijoAnselmo con acritud—, es lo que hacen los zorros; pero nosotrosnecesitamoslobos.

—Tengo más de lobo que tú—dijo Pablo. Pero Jordan se dio cuenta de queacabaríaporcogerelbulto.

—¡Ja,ja!—dijoAnselmo,mirándole—;eresmásloboqueyo.Eresmásloboqueyo,peroyotengosesentayochoaños.

Escupióenelsuelo,moviendolacabeza.—¿Tiene usted tantos años?—preguntó Jordan, dándose cuenta de que, por el

momento,lascosasvolveríanairbienytratandodefacilitarlas.—Sesentayocho,enelmesdejulio.—Sivemoselmesdejulio—dijoPablo—.Dejequeleayudeconelbulto—dijo,

dirigiéndose a Jordan—. Deje el otro al viejo.—Hablaba sin hostilidad, pero contristeza.—Esunviejoconmuchafuerza.

—Yollevaréelbulto—dijoJordan.—No—contestóelviejo—.Dejeesoalhombretón.—Yolollevaré—dijoPablo,ysuhostilidadsehabíaconvertidoenunatristeza

queconturbóaJordan.Sabíaloqueeraesatristezayeldescubrirlalepreocupaba.—Démeentonceslacarabina—dijo.YcuandoPabloselaalargóselacolgódelhombroyseunióalosdoshombres

quetrepabandelantedeél,yagarrándoseytrepandodificultosamenteporlapareddegranito,llegaronhastaelbordesuperior,dondehabíaunclarodeyerbaenmediodelbosque.

Bordearon un pequeño prado y Jordan, que se movía con agilidad sin ningún

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lastre,llevandocongustolacarabinaenhiestasobresuhombro,despuésdelpesadofardoquelehabíahechosudar,vioquelayerbaestabasegadaenvarioslugaresyqueenotroshabíahuellasdequesehabíanclavadoestacasenelsuelo.Viounsenderopor el que se había llevado a los caballos a beber al torrente, ya que habíaexcrementosfrescos.Sindudalosllevabanallídenocheaquepastasenyduranteeldíalosocultabanentrelosárboles.¿CuántoscaballostendríaPablo?

Seacordabadehabersefijado,sinrepararmucho,enquelospantalonesdePabloestaban gastados y lustrosos entre las rodillas y losmuslos. Se preguntó si tendríabotasdemontaromontaríaconalpargatas.«Debedetenertodounequipo—sedijo—;peronomegustaesaresignación.Esunsentimientomaloqueseadueñadeloshombres cuando están a punto de alejarse o de traicionar; es el sentimiento queprecedealaliquidación.»

Uncaballorelinchódetrásdelosárbolesyunpocodesolquesefiltrabaporentrelas altas copas que casi se unían en la cima permitió a Jordan distinguir entre lososcurostroncosdelospinoselcercadohechoconcuerdasatadasalosárboles.Loscaballoslevantaronlacabezaalacercarseloshombres.Fueradelcercado,alpiedeunárbol,habíavariassillasdemontarapiladasbajounalonaencerada.

Los dos hombres que llevaban los fardos se detuvieron y Robert Jordancomprendióquelohabíanhechoapropósito,paraqueadmiraseloscaballos.

—Sí—dijo—, son muy hermosos. —Y se volvió hacia Pablo—. Tiene ustedhastacaballeríapropia.

Habíacincocaballos enel cercado: tresbayos,unayeguaalazanayuncaballocastaño.Despuésdehaberlosobservadoenconjunto,RobertJordanlosexaminóunoa uno. Pablo y Anselmo conocían sus cualidades, y mientras Pablo se erguía,satisfechoymenos triste,mirando a los caballos con amor, el viejo se comportabacomosisetrataradeunasorpresaqueacabaseélmismodeinventar.

—¿Quéleparecen?—preguntóaJordan.—Todosésosloshecogidoyo—dijoPablo,yRobertJordanexperimentócierto

placeroyéndolehablardeesamanera.—Ése—dijo Jordan, señalando a uno de los bayos, un gran semental con una

manchablancaenlafrenteyotraenunamano,esmuchocaballo.Era en efecto un caballo magnífico, que parecía surgido de un cuadro de

Velázquez.—Todossonbuenos—dijoPablo—.¿Entiendedecaballos?—Entiendo.—Tantomejor—dijoPablo—.¿Vealgúndefectoenalgunodeellos?RobertJordancomprendióqueenaquellosmomentoselhombrequenosabíaleer

estabaexaminandosuscredenciales.Los caballos estaban tranquilos, y habían levantado la cabeza para mirarlos.

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RobertJordansedeslizóentrelasdoblescuerdasdelcercadoygolpeóenelancaalcaballocastaño.Seapoyóluegoenlascuerdasyviodarvueltasaloscaballosenelcercado; siguió estudiándolos al quedarse quietos y luego se agachó, volviendo asalirsedelcercado.

—La yegua alazana cojea de la pata trasera—dijo a Pablo, sin mirarle—. Laherraduraestárota.Esonotieneimportancia,siselahierraconvenientemente;peropuedecaersesiselahaceandarmuchoporunsueloduro.

—Laherraduraestabaasícuandolacogimos—dijoPablo.—Elmejordeesoscaballos,elsementaldelamanchablanca,tieneenloaltodel

garrónunainflamaciónquenomegustanada.—Noesnada—dijoPablo—;sedioungolpehacetresdías.Sifuesegrave,yase

habríavisto.Tiródelalonayleenseñólassillasdemontar.Habíatressillasdeestilovaquero,

dos sencillas y una muy lujosa, de cuero trabajado a mano, y estribos gruesos;tambiénhabíadossillasmilitaresdecueronegro.

—Matamosunpardeguardiasciviles—dijoPablo,señalándolas.—Vaya,esoescazamayor.—Sehabíanbajadodeloscaballosenlacarretera,entreSegoviaySantaMaría

delReal.Habíandescendidodelascabalgadurasparapedirlospapelesauncarretero.Tuvimoslasuertedepodermatarlossinlastimaraloscaballos.

—¿Hamatadoustedamuchosguardiasciviles?—preguntóJordan.—Avarios—contestóPablo—;perosóloaesosdossinheriraloscaballos.—FuePabloquienvolóel trendeArévalo—explicóAnselmo—.FuePabloel

quelohizo.—Había un forastero con nosotros, que fue quien preparó la explosión—dijo

Pablo—.¿Leconoceusted?—¿Cómosellamaba?—Nomeacuerdo.Eraunnombremuyraro.—¿Cómoera?—Erarubio,comousted;peronotanalto,conlasmanosgrandesylanarizrota.—Kashkin—dijoJordan—.DebíadeserKashkin.—Sí—respondióPablo—;eraunnombremuyraro.Algoparecido.¿Quéfuede

él?—Murióenabril.—Esoes loque lesucedea todoelmundo—sentencióPablosombríamente—.

Asíacabaremostodos.—Asíacabantodosloshombres—insistióAnselmo—.Asíhanacabadosiempre

todosloshombresdeestemundo.¿Quéesloquetepasa,hombre?¿Quélepasaatustripas?

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—Sonmuyfuertes—dijoPablo.Hablabacomosisehablaraasímismo.Miróalos caballos tristemente—. Usted no sabe lo fuertes que son. Son cada vez másfuertes,yestáncadavezmejorarmados.Tienencadavezmásmaterial.Yyo,aquí,con caballos como ésos. ¿Yqué es lo queme espera?Queme cacenymematen.Nadamás.

—Tútambiéncazas—ledijoAnselmo.—No —contestó Pablo—. Ya no cazo. Y si nos vamos de estas montañas,

¿adondepodemosir?Contéstame:¿adóndeiremos?—En España haymuchasmontañas. Está la Sierra de Gredos, si tenemos que

irnosdeaquí.—Nosehahechoparamí—respondióPablo—.Estoyhartodequemedencaza.

Aquíestamosbien.Perosiustedhacevolarelpuente,nosdaráncaza.Sisabenqueestamos aquí, nos darán caza con aviones, y nos encontrarán. Nos enviarán a losmorosparadarnoscaza,ynosencontraránytendremosqueirnos.Estoycansadodetodoeso,¿mehasoído?—YsevolvióhaciaJordan:¿Quéderechotieneusted,queesforastero,paraveniramíadecirmeloquetengoquehacer?

—Yonolehedichoaustedloquetienequehacer—lerespondióJordan.—Yamelodirá—concluyóPablo—.Eso,esoeslomalo.Señaló hacia los dos pesados fardos que habían dejado en el suelo mientras

mirabanloscaballos.Lavistadeloscaballosparecíaquehubiesetraídotodoaquelloasuimaginación,yalcomprenderqueRobertJordanentendíadecaballosselehabíasoltadolalengua.Lostreshombressequedaronpegadosalascuerdasmirandocómoel resplandor del sol ponía manchas en la piel del semental bayo. Pablo miró aJordan,y,golpeandoconelpiecontraelpesadobulto,insistió:

—Esoeslomalo.—Hevenido solamenteacumplir conmideber—insistió Jordan—.Hevenido

conórdenesdelosquedirigenestaguerra.Silepidoaustedquemeayudeyustedseniega,puedoencontraraotrosquemeayudarán.Peronisiquieralehepedidoayuda.Haréloquesemehamandadoypuedoasegurarlequeesasuntodeimportancia.Elqueyoseaextranjeronoesculpamía.Hubierapreferidonaceraquí.

—Paramí, lomás importante esqueno senosmoleste—aclaróPablo—.Paramí,laobligaciónconsisteenconservaralosqueestánconmigoyamímismo.

—A timismo, sí—tercióAnselmo—.Te preocupasmucho de timismo desdehacealgúntiempo.Detiydetuscaballos.Mientrasnotuvistecaballos,estabasconnosotros.Peroahoraeresuncapitalista,comolosdemás.

—Noesverdad—contestóPablo—.Meocupodeloscaballosporlacausa.—Muypocasveces—respondióAnselmosecamente—.Muypocasveces,ami

juicio.Robartegusta.Comerbientegusta.Asesinartegusta.Pelear,no.—Eresunviejoquevasabuscarteundisgustoporhablardemasiado.

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—Soyunviejoqueno tienemiedoanadie—replicóAnselmo—.Soyunviejoquenotienecaballos.

—Eresunviejoquenovaavivirmuchotiempo.—Soyunviejoqueviviráhastaquesemuera—concluyóAnselmo—.Ynome

danmiedoloszorros.Pablonoañadiónada,perocogióotravezelbulto.—Ni los lobos tampoco—siguióAnselmo, cogiendo su fardo—, en el casode

quefuerasunlobo.—Cierraelpico—ordenóPablo—.Eresunviejoquehablademasiado.—Yque hará lo que dice que va a hacer—repusoAnselmo, inclinado bajo el

peso—.Yqueestámuertodehambre.Ydesed.Vamos,jefedecaratriste,llévanosaalgúnsitioendondenosdendecomer.

«Lacosahaempezadobastantemal—pensóRobertJordan—.PeroAnselmoesun hombre. Esta gente es maravillosa cuando es buena. No hay gente como éstacuandoesbuena,ycuandoesmalanohaygentepeorenelmundo.Anselmodebíadesaber loquehacíacuandole trajoaquí.»Perono legustabanadacómoseponíaelasunto.Nolegustabanada.ElúnicoaspectobuenodelacosaeraquePabloseguíallevandoelbultoyquelehabíadadoaéllacarabina.«Quizásecomportesiempreasí—siguiópensandoRobertJordan—.Quizáseasimplementeunodeesostiposhoscoscomohaymuchos.»

«No,—sedijoenseguida—.Noteengañes.Nosabescómoesnicómoeraantes;perosabesqueestehombreestáechándoseaperderrápidamenteyquenosemolestaendisimularlo.Cuandoempieceadisimularloseráporquehayatomadounadecisión.Acuérdatedeesto.Elprimergestoamistosoquetengacontigoquerrádecirqueyahatomado una decisión. Los caballos son estupendos; son caballos preciosos. MepreguntosiesoscaballospodríanhacermesentiramíloquehacensentiraPablo.Elviejotienerazón.Loscaballoslehacensentirserico,yencuantounosesientericoquieredisfrutardelavida.ProntosesentirádesgraciadopornopoderinscribirseenelJockeyClub.PauvrePablo.IlamanquésonJockey.»

Esta idea le hizo sentirsemejor. Sonrió viendo las dos figuras inclinadas y losgrandesbultosquesemovíandelantedeélentrelosárboles.Nosehabíagastadoasímismoningunabromaentodoeldía,yahoraquebromeabasesentíaaliviado.«Estásempezandoasercomolosdemás—sedijo—.Estásempezandoaponertesombrío,muchacho.»SehabíamostradosombríoyprotocolarioconGolz.Lamisiónlehabíaabrumado un poco. Un poco, pensó; le había abrumado un poco. O,más bien, lehabía abrumadomucho.Golz semostró alegreyquisoque él semostrase tambiénalegreantesdedespedirse,peronolohabíaconseguido.

Lagentebuena,si sepiensaunpocoenello,hasidosiempregentealegre.Eramejormostrarsealegre,yelloeraunabuenaseñal.Algoasícomohacerseinmortal

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mientrasunoestávivotodavía.Eraunaideaunpococomplicada.Lomaloeraqueyanoquedabanconvidamuchosdebuenhumor.Quedabancondenadamentepocos.«Ysisiguespensandoasí,muchacho,acabarásporlargartetútambién.Cambiadedisco,muchacho;cambiadedisco,camarada.Ahoraerestúelquevaavolarelpuente.Undinamitero,nounpensador.Muchacho,tengohambre.EsperoquePablonosdébiendecomer.»

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CapítuloII

HABÍANLLEGADOatravésdelaespesaarboledahastalapartealtaenqueacababaelvalle,unvalleenformadecubeta,yJordansospechóqueelcampamentoteníaqueestaralotroladodelaparedrocosaqueselevantabadetrásdelosárboles.

Allí estaba efectivamente el campamento, y eradeprimera.No se le podíaverhastaquenoestabaunoencima,ydesdeelairenopodíaserlocalizado.Nadapodíadescubrirsedesdearriba.Estabatanbienescondidocomounacuevadeosos.Y,másomenos,tanmalguardado.Jordanloobservócuidadosamenteamedidaqueseibanacercando.

Habíaunagrancuevaenlaparedrocosayalpiedelaentradadelacuevavioaunhombresentadoconlaespaldaapoyadacontralarocaylaspiernasextendidasenelsuelo.Elhombrehabíadejadolacarabinaapoyadaenlaparedyestabatallandounpalo con un cuchillo. Al verlos llegar se quedó mirándolos un momento y luegoprosiguióconsutrabajo.

—¡Hola!—dijo—.¿Quiénviene?—Elviejoyundinamitero—dijoPablo,depositandosubultojuntoalaentrada

delacueva.Anselmosequitó elpesode las espaldasy Jordan sedescolgó la carabinay la

dejóapoyadacontralaroca.—No dejen eso tan cerca de la cueva—dijo el hombre que estaba tallando el

palo. Era un gitano de buena presencia, de rostro aceitunado y ojos azules queformabanvivocontrasteenaquellacaraoscura—.Hayfuegodentro.

—Levántateycolócalostúmismo—dijoPablo—.Ponlosahí,alpiedeeseárbol.Elgitanonosemovió;perodijoalgoquenopuedeescribirse,añadiendo:—Déjalosdondeestán,yasírevientes;conesosecurarántodostusmales.—¿Qué está usted haciendo?—preguntó Jordan, sentándose al lado del gitano,

que se lo mostró. Era una trampa en forma de rectángulo y estaba tallando eltravesaño.

—Esparaloszorros—dijo—.Estepalolosmata.Lesrompeelespinazo.—HizounguiñoaJordan—.Mireusted;así.—Hizofuncionarla trampademaneraqueelpalo se hundiera; luego movió la cabeza y abrió los brazos para advertir cómoquedabaelzorroconelespinazoroto.Muypráctico—aseguró.

—Loúnicoquecazasonconejos—dijoAnselmo—.Esgitano.Sicazaconejos,dicequesonzorros.Sicazaraunzorroporcasualidad,diríaqueeraunelefante.

—¿Ysicazaraunelefante?—preguntóelgitanoy,enseñandootravezsublancadentadura,hizounguiñoaJordan.

—Diríasqueerauntanque—dijoAnselmo.

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—Yameharéconeltanque—replicóelgitano—;meharéconeltanque,ypodráusteddarleelnombrequeleguste.

—Los gitanos hablanmucho y hacen poco—dijoAnselmo. El gitano guiñó aJordanysiguiótallandosupalo.

Pablohabíadesaparecidodentrode la cuevay Jordanconfió enquehabría idopor comida. Sentado en el suelo, junto al gitano, dejaba que el sol de la tarde,colándose a través de las copas de los árboles, le calentara las piernas, que teníaextendidas.Delacuevallegabaoloracomida,oloracebollayaaceiteyacarnefrita,ysuestómagoseestremecíadenecesidad.

—Podemosatraparuntanque—dijoJordanalgitano—.Noesmuydifícil.—¿Coneso?—preguntóelgitano,señalandolosdosbultos.—Sí—contestóJordan—.Yoseloenseñaré.Hayquehacerunatrampa,perono

esmuydifícil.—¿Ustedyyo?—Claro—dijoJordan—.¿Porquéno?—¡Eh!—dijo el gitano a Anselmo—. Pon esos dos sacos donde estén a buen

recaudo;hazelfavor.Tienenmuchovalor.Anselmorezongó:—Voyabuscarvino.Jordanse levantó,apartó losbultosde laentradade lacueva,dejándolosunoa

cada lado del tronco de un árbol. Sabía lo que había en ellos y no le gustaba queestuvierandemasiadojuntos.

—Traeunjarroparamí—dijoelgitano.—¿Hayvinoahí?—preguntóJordan,sentándoseotravezalladodelgitano.—¿Vino?Quesihay.Unpellejolleno.Mediopellejoporlomenos.—¿Yhayalgodecomer?—Todo lo que quieras, hombre —contestó el gitano—. Aquí vivimos como

generales.—¿Yquéhacenlosgitanosentiempodeguerra?—lepreguntóJordan.—Siguensiendogitanos.—Noesmaltrabajo.—Elmejordetodos—dijoelgitano—.¿Cómotellamas?—Roberto.¿Ytú?—Rafael.¿Esoquedicesdeltanque,esenserio?—Naturalmentequeesenserio.¿Porquénoibaaserlo?Anselmosaliódelacuevaconunrecipientedepiedrallenohastaarribadevino

tinto,llevandoconunasolamanotrestazassujetasporlasasas.—Aquíestá—dijo—;tienentazasytodo.Pablosaliódetrásdeél.

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—Enseguidavienelacomida—anunció—.¿Tieneustedtabaco?Jordan se levantó, se fuehacia los sacosy, abriendounodeellos,palpócon la

manohastallegaraunbolsillointerior,dedondesacóunadelascajasmetálicasdecigarrillosquelosrusoslehabíanregaladoenelCuartelGeneraldeGolz.Hizocorrerlauñadelpulgarporelbordedelatapay,abriendolacaja, leofrecióaPablo,quecogiómediadocenadecigarrillos.Sosteniendoloscigarrillosenlapalmadeunadesusenormesmanos,Pablolevantóunoalaireylomiróacontraluz.Erancigarrilloslargosydelgados,conboquilladecartón.

—Muchoaireypocotabaco—dijo—.Losconozco.Elotro,eldelnombreraro,tambiénlostenía.

—Kashkin —precisó Jordan y ofreció cigarrillos al gitano y a Anselmo, quetomaronunocadauno.

—Cojanmás—les dijo, y cogieron otro. Jordan dio cuatromás a cada uno yentoncesellos,conloscigarrillosenlamano,hicieronunsaludo,dandolasgraciascomosiesgrimieranunsable.

—Sí—dijoPablo—,eraunnombremuyraro.—Aquíestáelvino—recordóAnselmo.MetióunadelastazasenelrecipienteyselatendióaJordan.Luegollenóotra

paraelgitanoyotramásparasí.—¿Nohayvinoparamí?—preguntóPablo.Estabansentadosunojuntoaotro,a

laentradadelacueva.Anselmo leofreció su tazay fue a la cuevaabuscarotrapara él.Alvolver se

inclinósobreelrecipiente,llenósutazaybrindarontodosentoncesentrechocandolosbordes.

Elvinoerabueno;sabíaligeramentearesina,acausadelapieldelodre,peroerafrescoyexcelentealpaladar. Jordanbebiódespacio,paladeándoloynotandocómocorríaportodosucuerpo,aligerandosucansancio.

—Lacomidavieneenseguida—insistióPablo—.Yaquelextranjerodenombretanraro,¿cómomurió?

—Leatraparonysesuicidó.—¿Cómoocurrióeso?—Fueheridoynoquisoquelehicieranprisionero.—Pero¿cómofueronlosdetalles?—No lo sé—dijo Jordan, mintiendo. Conocía muy bien los detalles, pero no

queríaalargarlacharlaentornoalasunto.—Nospidióqueleprometiéramosmatarleencasodequefueraherido,cuandolo

deltren,ynopudieseescapar—dijoPablo—.Hablabadeunamaneramuyextraña.«Debíadeestarporentoncesmuyagitado—pensóJordan—.¡PobreKashkin!»—Tenía no sé qué escrúpulo de suicidarse—explicó Pablo—.Me lo dijo así.

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Teníatambiénmuchomiedodequeletorturasen.—¿Ledijoaustedeso?—preguntóJordan.—Sí—confirmóelgitano—.Hablabadeesocontodosnosotros.—Estuvoustedtambiénenlodeltren,¿no?—Sí,todosnosotrosestuvimosenlodeltren.—Hablabadeunamaneramuyrara—insistióPablo—.Peroeramuyvaliente.«¡PobreKashkin!—pensóJordan—.Debiódehacermásdañoqueotracosapor

aquí.»Lehubieragustadosabersisehallabayaporentoncestaninquieto.«Debieronhaberle sacado de aquí. No se puede consentir a la gente que hace esta clase detrabajosquehableasí.Nosedebehablarasí.Aunquelleveacabosumisión,lagentedeestaclasehacemásdañoqueotracosahablandodeesemodo.»

—Eraunpocoextraño—confesóJordan—.Creoqueestabaalgochiflado.—Peroeramuylistoparaarmarexplosiones—dijoelgitano—.Ymuyvaliente.—Peroalgochiflado—dijoJordan—.Enesteasuntohayquetenermuchacabeza

ynerviosdeacero.Nosedebehablarasí,comolohacíaél.—Yusted—dijoPablo—sicayeraustedheridoenlodelpuente,¿legustaríaque

ledejásemosatrás?—Oiga —dijo Jordan, inclinándose hacia él, mientras metía la taza en el

recipienteparaservirseotravezvino—.Oiga,sitengoquepediralgunavezunfavoraalguien,selopedirécuandollegueelmomento.

—¡Olé!—dijo el gitano—.Así es como hablan los buenos. ¡Ah!Aquí está lacomida.

—Túyahascomido—dijoPablo.—Peropuedocomerotravez—dijoelgitano—.Miraquiénlatrae.Lamuchachase inclinóparasalirde lacueva.Llevabaen lamanounacazuela

plana de hierro con dos asas y Robert Jordan vio que volvía la cara, como si seavergonzasedealgo,yen seguidacomprendió loque leocurría.Lachica sonrióydijo:«Hola,camarada»,yJordancontestó:«Salud»,yprocurónomirarlaconfijezani tampoco apartar de ella su vista. La muchacha puso en el suelo la paellera dehierro,frenteaél,yJordanvioqueteníabonitasmanosdepielbronceada.Entoncesellalemiródescaradamenteysonrió.

Teníalosdientesblancos,quecontrastabanconsutezoscura,ylapielylosojoserandelmismocolorcastañodorado.Teníalindasmejillas,ojosalegresyunabocallena,nomuydibujada.Supeloeradelmismocastañodoradoqueuncampodetrigoquemadoporelsoldelverano,perolollevabatancorto,quehacíapensarenelpelajedeuncastor.Lamuchachasonrió,mirandoaJordan,ylevantósumorenamanoparapasárselapor la cabeza, intentandoalisar los cabellos,que sevolvierona erguir enseguida. «Tiene una cara bonita —pensó Jordan— y sería muy guapa si no lahubieranrapado.»

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—Así es comome peino—dijo la chica a Jordan, y se echó a reír—. Bueno,comanustedes.Nosequedenmirando.MecortaronelpeloenValladolid.Ahorayamehacrecido.

Sesentójuntoaélysequedómirándole.Éllamirótambién.Ellasonrióycruzósusmanossobrelasrodillas.Suspiernasaparecíanlargasylimpias,sobresaliendodelpantalón de hombre que llevaba, y, mientras ella permanecía así, con las manoscruzadassobrelasrodillas,Jordanviolaformadesuspequeñossenostorneados,bajosucamisagris.CadavezqueJordan lamirabasentíaqueunaespeciedebolase leformabaenlagarganta.

—No tenemos platos —dijo Anselmo—; emplee el cuchillo. —La muchachahabíadejadocuatrotenedores,conlaspúashaciaabajo,enelrebordedelapaelleradehierro.

Comieron todosdelmismoplato,sinhablar,segúnescostumbreenEspaña.Lacomidaconsistíaenconejo,aderezadoconmuchacebollaypimientosverdes,yhabíagarbanzosenlasalsa,oscura,hechaconvinotinto.Estabamuybienguisado;lacarnesedesprendíasoladeloshuesosylasalsaeradeliciosa.Jordansebebióotratazadevinoconlacomida.Lamuchachanolequitabalavistadeencima.Todoslosdemásestabanatentosasucomida.

Jordanrebañóconuntrozodepanlasalsarestante,amontonócuidadosamenteaunladoloshuesosdelconejo,aprovechóeljugoquequedabaeneseespacio,limpióeltenedorconotropedazodepan,limpiótambiénsucuchilloyloguardó,ysecomióluego el panque le había servidopara limpiarlo todo.Echándose hacia delante, sellenóunanuevatazamientraslamuchachaseguíaobservándole.

Jordanseirguió,bebiólamitaddelatazayvioqueseguíateniendolabolaenlagargantacuandoqueríahablaralamuchacha.

—¿Cómotellamas?—preguntó.Pablovolvióinmediatamentelacarahaciaélaloíraqueltonodevoz.Enseguidaselevantóysefue.

—María,¿ytú?—Roberto.¿Hacemuchotiempoqueestásporaquí?—Tresmeses.—¿Tresmeses?—preguntóJordan,mirandosucabeza,elcabelloespesoycorto

queellatratabadeaplastar,pasandoyrepasandosumano,cosaquehacíaahoraconciertadificultad,sinconseguirlo,porqueinmediatamentevolvíaaerguirseelcabellocomouncampodetrigoazotadoporelvientoenelflancodeunacolina.

—Meloafeitaron—explicó—;meafeitabanlacabezadecuandoencuandoenlacárcel de Valladolid. Me ha costado tres meses que me creciera como ahora. Yoestabaeneltren.MellevabanparaelSur.Muchosdelosdetenidosqueíbamoseneltrenquevoló,fueronatrapadosdespuésdelaexplosión;peroyono.Yomevineconéstos.

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—Me la encontré escondida entre las rocas—explicó el gitano—. Estaba allícuandoíbamosamarcharnos.Chico,¡quéfeaera!Noslatrajimosconnosotros,peroenelcaminopensévariasvecesqueíbamosaabandonarla.

—¿Yelotroqueestuvoenlodeltrenconellos?—preguntóMaría—.Elotro,elrubio,elextranjero.¿Dóndeestá?

—Murió—dijoJordan—.Murióenabril.—¿Enabril?Lodeltrenfueenabril.—Sí—dijoJordan—;muriódiezdíasdespuésdelodeltren.—Pobre—dijolamuchacha—;eramuyvaliente.¿Ytúhaceselmismotrabajo?—Sí.—¿Hasvoladotrenestambién?—Sí,trestrenes.—¿Aquí?—En Extremadura—dijo Jordan—. He estado en Extremadura antes de venir

aquí. Hemos hecho mucho en Extremadura. Tenemos mucha gente trabajando enExtremadura.

—¿Yporquéhasvenidoahoraaestassierras?—Vengoa sustituir al otro, al rubio.Además, conozcoesta regiónde antesdel

Movimiento.—¿Laconocesbien?—No,nomuybien.Peroaprendoenseguida.Tengounmapamuybuenoyun

buenguía.—Ah,elviejo—aseveróella,conlacabeza—;elviejoesmuybueno.—Gracias—dijoAnselmo,yJordansediocuentaderepentedequelamuchacha

y él no estaban solos, y se dio también cuenta de que le resultaba difícil mirarla,porque en seguida cambiaba el tono de su voz. Estaba violando el segundomandamientodelosdosquerigencuandosetrataconespañoles:hayquedartabacoaloshombresydejartranquilasalasmujeres.Peroviotambiénquenoleimportabanada.Habíamuchascosasquele teníansincuidado;¿porquéibaapreocuparsedeaquélla?

—Eresmuybonita—dijoaMaría—.Mehubieragustadovercómoerasantesdequetecortasenelpelo.

—Elpelocrecerá—dijoella—.Dentrodeseismesesyalotendrélargo.—Teníaustedquehaberlavistocuandolatrajimos.Eratanfea,querevolvíalas

tripas.—¿De quién eres mujer?—preguntó Jordan, queriendo dar a su voz un tono

normal—.¿DePablo?Lamuchacha lemiró a los ojos y se echó a reír. Luego le dio un golpe en la

rodilla.

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—¿DePablo?¿HasvistoaPablo?—Bueno,entoncesquizáseasmujerdeRafael.HevistoaRafael.—NosoydeRafael.—No es de nadie—aclaró el gitano—. Es una mujer muy extraña. No es de

nadie.Peroguisabien.—¿Denadie?—preguntóJordan.—Denadie.Denadie.Nienbromanienserio.Nidetitampoco.—¿No?—preguntóJordanyvioquelabolaselehacíadenuevoenlagarganta

—.Bueno,yonotengotiempoparamujeres.Esaeslaverdad.—¿Ni siquiera quince minutos? —le preguntó el gitano irónicamente—. ¿Ni

siquierauncuartodehora?Jordanno contestó.Miró a lamuchacha, aMaría, y notóque tenía la garganta

demasiadooprimida,paratratardeaventurarseahablar.Maríalemiróyrompióareír.Luegoenrojecióderepente,perosiguiómirándole.—Tehaspuestocolorada—dijoJordan—.¿Teponescoloradaconfrecuencia?—Nunca.—Tehasvueltoaponercoloradaahoramismo.—Bueno,meiréalacueva.—Quédateaquí,María.—No—dijoella,ynovolvióasonreírle—.Mevoyahoramismoalacueva.Cogió la paellera de hierro en que habían comido, y los cuatro tenedores. Se

movíacontorpeza,comounpotroreciénnacido,perocontodalagraciadeunanimaljoven.

—¿Os quedáis con las tazas? —preguntó. Jordan seguía mirándola y ellaenrojecióotravez.

—Nomemires—dijoella—;nomegustaquememiresasí.—Dejalastazas—dijoelgitano—,Déjalasaquí.MetióenelbarreñounatazayselaofrecióaJordan,queviocómolamuchacha

bajabalacabezaparaentrarenlacueva,llevandoenlasmanoslapaelleradehierro.—Gracias —dijo Jordan. Su voz había recuperado el tono normal desde el

momentoenqueellahabíadesaparecido—.Eselúltimo.Yahemosbebidobastante.—Vamosaacabarconelbarreño—dijoelgitano—;haymásdemediopellejo.

Lotrajimosenunodeloscaballos.—FueelúltimotrabajodePablo—dijoAnselmo—.Desdeentoncesnohahecho

nada.—¿Cuántossonustedes?—preguntóJordan.—Somossieteydosmujeres.—¿Dos?—Sí,lamuchachaylamujerdePablo.

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—¿DóndeestálamujerdePablo?—En la cueva. Lamuchacha sabe guisar un poco. Dije que guisaba bien para

halagarla.PeroloúnicoquehaceesayudaralamujerdePablo.—¿Ycómoesesamujer,lamujerdePablo?—Una bestia—dijo el gitano sonriendo—.Una verdadera bestia. Si crees que

Pabloesfeo,tendríasqueverasumujer.Peromuyvaliente.MuchomásvalientequePablo.Unabestia.

—Pabloeravalientealprincipio—dijoAnselmo—.Pabloanteseramuyvaliente.—Ha matado más gente que el cólera —dijo el gitano—. Al principio del

Movimiento,Pablomatómásgentequeeltifus.—Perodesdehacetiempoestámuyflojo—explicóAnselmo—.Muyflojo.Tiene

muchomiedoamorir.—Seráporquehamatadotantagentealprincipio—dijoelgitanofilosóficamente

—.Pablohamatadomásquelapeste.—Por eso y porque es rico —dijo Anselmo—. Además, bebe mucho. Ahora

querríaretirarsecomounmatadordetoros.Peronosepuederetirar.—Sisevaalotroladodelaslíneas,lequitaránloscaballosyleharánentrarenel

ejército—dijoelgitano—.Amínomegustaríaentrarenelejército.—Aningúngitanolegusta—dijoAnselmo.—¿Yparaquéibaagustarnos?—preguntóelgitano—.¿Quiéneselquequiere

estarenelejército?¿Hacemoslarevoluciónparaentrarenfilas?Megustahacerlaguerra,peronoenelejército.

—¿Dóndeestánlosdemás?—preguntóJordan.Sesentíaagustoyconganasdedormirgraciasalvino.Sehabía tumbadobocaarriba,enelsuelo,ycontemplabaatravésdelascopasdelosárboleslasnubesdelatardemoviéndoselentamenteenelaltocielodeEspaña.

—Haydosqueestándurmiendoenlacueva—dijoelgitano—.Otrosdosestánde guardia arriba, donde tenemos la máquina. Uno está de guardia abajo;probablementeestántodosdormidos.

Jordansetumbódelado.—¿Quéclasedemáquinaesésa?—Tieneunnombremuyraro—dijoelgitano—;semehaidodelamemoriahace

unratito.Escomounaametralladora.«Debedeserunfusilametrallador»,pensóJordan.—¿Cuántopesa?—preguntó.—Unhombrepuede llevarla,peroespesada.Tiene trespiesquesepliegan.La

cogimosenlaúltimaexpediciónseria;laúltima,antesdeladelvino.—¿Cuántoscartuchostenéis?—Unainfinidad—contestóelgitano—.Unacajaentera,quepesalosuyo.

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«Debendeserunosquinientos»,pensóJordan.—¿Cómolacargáis,concintaoconplatos?—Conunostachosredondosdehierroquesemetenporlabocadelamáquina.«Diablo,esunaLewis»,pensóJordan.—¿Sabeustedmuchodeametralladoras?—preguntóalviejo.—Nada—contestóAnselmo—.Nada.—¿Ytú?—preguntóalgitano.—Séquedisparanconmucharapidezyqueseponentancalientesqueelcañón

quemalasmanossisetoca—respondióelgitanoorgullosamente.—Esolosabetodoelmundo—dijoAnselmocondesprecio.—Quizálosepa—dijoelgitano—.Peromepreguntósisabíaalgodelamáquina

yselohedicho.—Luegoañadió—:Además,encontradeloquehacenlosfusilescorrientes,siguendisparandomientrasseaprietaelgatillo.

—Amenosque seencasquillen,que les faltenmunicionesoque sepongan tancalientesquesefundan—dijoJordan,eninglés.

—¿Quéesloquediceusted?—preguntóAnselmo.—Nada—contestóJordan—.Estabamirandoalfuturoeninglés.—Esosíqueesraro—dijoelgitano—.Mirandoelfuturoeninglés.¿Sabeusted

leerenlapalmadelamano?—No—dijoRobert,ysesirvióotratazadevino—.Perositúsabes,megustaría

queme leyeras lapalmademimanoymedijeses loquevaapasardentrode tresdías.

—LamujerdePablosabeleerlapalmadelamano—dijoelgitano—.Perotieneungeniotanmaloyestansalvaje,quenosésiquerráhacerlo.

RobertJordansesentóytomóunsorbodevino.—VamosavercómoesesamujerdePablo—dijo—;siestanmalacomodices,

valemásquelaconozcacuantoantes.—Yonomeatrevoamolestarla—dijoRafael—;meodiaamuerte.—¿Porqué?—Dicequesoyunholgazán.—¡Quéinjusticia!—comentóAnselmoirónicamente.—Nolegustanlosgitanos.—Esunerror—dijoAnselmo.—Tiene sangre gitana —dijo Rafael—; sabe bien de lo que habla —añadió

sonriendo—. Pero tiene una lengua que escuece como un látigo.Con la lengua escapazdesacartelapielatiras.Esunasalvajeincreíble.

—¿Cómosellevaconlachica,conMaría?—preguntóJordan.—Bien.Quierealachica.Peronodejaquenadieseleacerqueenserio.—Movió

lacabezaysulenguachascó.

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—Esmuybuenaconlamuchacha—medióAnselmo—.Secuidamuchodeella.—Cuandocogimosalachica,cuandolodeltren,eramuyextraña—dijoRafael

—;noqueríahablar; estaba llorandosiempre,y si se la tocaba, seponíaa temblarcomounperromojado.Solamentemástardeempezóamarcharmejor.Ahoramarchamuy bien. Hace un rato, cuando hablaba contigo, se ha portado muy bien. Pornosotros,lahubiéramosdejadocuandolodeltren.Novalíalapenaperdertiempoporuna cosa tan fea y tan triste que no valía nada. Pero la vieja le ató una cuerdaalrededordelcuerpo,ycuandolachicadecíaqueno,quenopodíaandar,laviejalegolpeabaconunextremodelacuerdaparaobligarlaaseguiradelante.Luego,cuandolamuchacha no pudo de veras andar por su pie, la vieja se la cargó a la espalda.Cuando la vieja no pudo seguir llevándola, fui yo quien tuvo que cargar con ella.Trepábamosporestamontañaentrezarzasymalezashastaelpecho.Ycuandoyonopude llevarlamás,Pablome reemplazó. ¡Pero las cosas que tuvoque llamarnos laviejaparaquehiciéramoseso!—moviólacabeza,acordándose—.Esverdadquelamuchachanopesa,notienemásquepiernas.Esmuyligeradehuesosynopesagrancosa.Peropesabalosuyocuandohabíaquellevarlasobrelasespaldas,detenerseparadispararyvolvérselaluegoacargar,ylaviejaquegolpeabaaPabloconlacuerdaylellevabasufusil,yseloponíaenlamanocuandoqueríadejarcaeralamuchacha,yle obligaba a cogerla otra vez, y le cargaba el fusil y le daba unas voces que levolvíanloco...Ellalesacabaloscartuchosdelosbolsillosycargabaelfusilyseguíagritándole.Sehizodenoche,yconlaoscuridadtodosearregló.Perofueunasuertequenotuvierancaballería.

—Debiódesermuydurolodeltren—dijoAnselmo—.Yonoestuveeneltren—explicóaJordan—.EstabanlabandadePablo,ladelSordo,alqueveremosestanoche, y dos bandasmásde estasmontañas.Yome encontraba al otro ladode laslíneas.

—Yademásestabaelrubiodelnombreraro—dijoelgitano.—Kashkin.—Sí, es un nombre que no logro recordar nunca. Nosotros teníamos dos que

llevaban ametralladora.Dos que nos había enviado el ejército.No pudieron cargarcon la ametralladora al final y se perdió. Seguramente no pesaba más que lamuchacha,ysilaviejasehubieraocupadodeellos,hubierantraídolaametralladora.—Moviólacabezaalrecordarlo,yprosiguió—:Enmividavisemejanteexplosión.El tren venía despacio. Se le veía llegar de lejos. Yo estaba tan exaltado, que nopodríaexplicarlo.Seviolahumaredaydespuésseoyóelpitidodelsilbato.Luegoseacercó el tren haciendo chu-chu chu-chu, cada vez más fuerte, y después, en elmomentodelaexplosión,lasruedasdelanterasdelamáquinaselevantaronporlosairesy la tierra rugió,ypareciócomosi se levantase todoenunanubenegra,y lalocomotora saltó al aire entre la nube negra; las traviesas demadera saltaron a los

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airescomoporencanto,yluegolamáquinaquedótumbadadecostado,comoungrananimalherido.Yluegounaexplosióndevaporblancoantesqueelbarrode laotraexplosiónhubieseacabadodecaer.Entonceslamáquinaempezóahacertatatata—dijoexaltado,elgitano,agitandolospuñoscerrados,levantándolosybajándolos,conlos pulgares apoyados en una imaginaria ametralladora—. Ta ta ta ta —gritó,entusiasmado—.Nuncahabíavistonadasemejante,conlossoldadosquesaltabandeltren y la máquina que les disparaba a bocajarro, y los hombres cayendo; y fueentonces cuandopuse lamanoen lamáquina,y estaba tan excitado,quenomedicuentadequequemaba.Yentonceslaviejamediounbofetónymedijo:«Dispara,idiota; dispara, o te aplasto los sesos.» Entonces yo empecé a disparar, pero mecostabatrabajotenerlamáquinaderecha,ylossoldadoshuíanalasmontañas.Mástarde,cuandobajamoshastael trenaver loquepodíamoscoger,unoficial,con lapistola en la mano, reunió a la fuerza a sus soldados contra nosotros. El oficialagitaba lapistolay lesgritabaquevinieran trasdenosotros,ynosotrosdisparamoscontra él, pero no le alcanzamos. Entonces los soldados se echaron a tierra yempezaronadisparar,yeloficialibadeacáparaallá,peronollegamosaalcanzarle,ylamáquinanopodíadispararleacausadelaposicióndeltren.Eseoficialmatóadosdesushombres,queestabantumbadosenelsuelo,y,apesardeello,losotrosnoqueríanlevantarse,yélgritabayacabóporhacerloslevantarse,yvinieroncorriendohacia nosotros y hacia el tren. Luego volvieron a tumbarse y dispararon. Despuésescapamos con la máquina, que continuaba disparando por encima de nuestrascabezas.Fueentoncescuandomeencontréalachica,quesehabíaescapadodeltreny se había escondido en las rocas, y se vino con nosotros. Y fueron esosmismossoldadosquienesnospersiguieronhastalanoche.

—Debiódeserungolpemuyduro—dijoAnselmo—.Perodemuchaemoción.—Es laúnicacosabuenaquesehahechohastaahora—dijounavozgrave—.

¿Quéestáshaciendo,borrachorepugnante,hijodeputagitana?¿Quéestáshaciendo?Robert Jordanvioaunamujer,comodeunoscincuentaaños, tangrandecomo

Pablo,casitananchacomoalta;vestíaunafaldanegradecampesinayunablusadelmismocolor,conmediasnegrasdelanasobresusgruesaspiernas;llevabaalpargatasy tenía un rostro bronceado que podía servir de modelo para un monumento degranito.Lamujerteníamanosgrandes,aunquebienformadas,yuncabellonegroyespeso,muyrizado,quesesujetabasobrelanucaconunmoño.

—Vamos,contesta—dijoalgitano,sindarseporenteradadelapresenciadelosdemás—.¿Quéestabashaciendo?

—Estabahablandoconestoscamaradas.Estequevesaquíesundinamitero.—Ya lo sé—repuso lamujerdePablo—.Lárgatede aquíyve a reemplazar a

Andrés,queestádeguardiaarriba.—Me voy—dijo el gitano—.Me voy.—Se volvió haciaRobert Jordan—.Te

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veréalahoradelacomida.—Nilopienses—dijo lamujer—.Hascomidoyatresveces,por lacuentaque

llevo.VeteyenvíameaAndrésenseguida.—¡Hola!—dijoaRobertJordan,y le tendió lamano,sonriendo—.¿Cómovan

lascosasdelaRepública?—Bien—contestóJordan,ydevolvióelestrechoapretón—.LaRepúblicayyo

vamosbien.—Me alegro—dijo ella. Lemiraba sin rebozo y Jordan observó que lamujer

teníabonitosojosgrises—.¿Havenidoparahacervolarotrotren?—No—contestó Jordan, y al momento vio que podría confiar en ella—. He

venidoparavolarunpuente.—Noesnada—dijoella—;unpuentenoesnada.¿Cuándoharemosvolarotro

tren,ahoraquetenemoscaballos?—Mástarde.Elpuenteesdegranimportancia.—La chica me dijo que su amigo, el que estuvo en el tren con nosotros, ha

muerto.—Asíes.—¡Qué pena! Nunca vi una explosión semejante. Era un hombre de mucho

talento.Megustabamucho.¿Noseríaposiblevolarahoraotrotren?Tenemosmuchoshombresenlasmontañas,demasiados.Yaresultadifícilencontrarcomidaparatodos.Seríamejorquenosfuéramos.Ademástenemoscaballos.

—Hayquevolarunpuente.—¿Dóndeestáesepuente?—Muycercadeaquí.—Mejorquemejor—dijolamujerdePablo—.Vamosavolartodoslospuentes

que haya por aquí y nos largamos. Estoy harta de este lugar.Hay aquí demasiadagente.Nopuedesalirdeaquínadabueno.Estamosaquíparados, sinhacernada,yesoesrepugnante.

ViopasaraPabloporentrelosárboles.—Borracho—gritó—.Borracho,condenadoborracho.—SevolvióhaciaJordan

jovialmente—:Sehallevadounabotadevinoparabebersoloenelbosque—explicó—.Está todoel tiempobebiendo.Estavidaacabaconél. Joven,mealegromuchoquehayavenido—ledioungolpeenelhombro—.Vamos—dijo—,esustedmásfuerte de lo que aparenta. —Y le pasó la mano por la espalda, palpándole losmúsculosbajolacamisadefranela.—Bien,mealegromuchodequehayavenido.

—Lomismoledigo.—Vamosaentendernosbien—aseguróella—.Bebauntrago.—Hemos bebido varios —repuso Jordan—. ¿Quiere usted beber? —preguntó

Jordan.

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—No—contestóella—,hasta lahorade lacena.Medaardordeestómago.—LuegovolviólacabezayviootravezaPablo.—Borracho—gritó—.Borracho.—SevolvióaJordanymoviólacabeza.—Eraunhombremuybueno—dijo—;peroahora está acabado. Y escuche, quiero decirle otra cosa. Sea usted bueno y muycariñosocon la chica.Con laMaría.Hapasadounamala racha. ¿Comprendes?—dijotuteándolesúbitamente.

—Sí,¿porquémediceustedeso?—Porquevicómoestabacuandoentróenlacueva,despuésdehabertevisto.Vi

queteobservabaantesdesalir.—Hemosbromeadounpoco.—Lohapasadomuymal—dijolamujerdePablo—.Ahoraestámejor,ysería

convenientellevárseladeaquí.—Desdeluego;podemosenviarlaalotroladodelaslíneasconAnselmo.—Anselmo y usted pueden llevársela cuando acabe esto —dijo dejando

momentáneamenteeltuteo.RobertJordanvolvióasentirlaopresiónenlagargantaysuvozseenronqueció.—Podríamoshacerlo—dijo.LamujerdePablolemiróymoviólacabeza.—¡Ay,ay!—dijo—.¿Sontodosloshombrescomousted?—Nohedichonada—contestóél—;yesmuybonita,comoustedsabe.—No, no es guapa. Pero empieza a serlo; ¿no es eso lo que quiere decir?—

preguntólamujerdePablo—.Hombres.Esunavergüenzaquenosotras,lasmujeres,tengamosquehacerlos.No.Enserio.¿NohaycasassostenidasporlaRepúblicaparacuidardeestaschicas?

—Sí—contestóJordan—.Haycasasmuybuenas.Enlacosta,cercadeValencia.Y en otros lugares.Cuidarán de ella y la enseñarán a cuidar de los niños.En esascasas hay niños de los pueblos evacuados. Y le enseñarán a ella cómo tiene quecuidarlos.

—Esoesloquequieroparaella—dijolamujerdePablo—.Pabloseponemalosólodeverla.Esotracosaqueestáacabandoconél.Seponemaloencuantolave.Lomejorseráquesevaya.

—Podemosocuparnosdeesocuandoacabemosconlootro.—¿Ytendráustedcuidadodeellasiyoselaconfíoausted?Lehablocomosile

conocierahacemuchotiempo.—Yescomosifueraasí—dijoJordan—.Cuandolagenteseentiende,escomo

sifueraasí.—Siéntese—dijo lamujerdePablo—.No lehepedidoquemeprometanada,

porqueloquetengaquesuceder,sucederá.Perosiustednoquiereocuparsedeella,entoncesvoyapedirlequemeprometaunacosa.

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—¿Porquénovoyaocuparmedeella?—Noquieroquesevuelvalocacuandoustedsemarche.Lahetenidolocaantesy

yahepasadobastanteconella.—Me la llevaréconmigodespuésde lodelpuente—dijoJordan—.Siestamos

vivosdespuésdelodelpuente,melallevaréconmigo.—Nomegustaoírlehablardeesamanera.Esamaneradehablarnotraesuerte.—Lehehabladoasísolamenteparahacerleunapromesa—dijoJordan—.Nosoy

pesimista.—Déjamevertumano—dijolamujer,volviendootravezaltuteo.Jordanextendiósumanoylamujerselaabrió,laretuvo,lepasóelpulgarporla

palmaconcuidadoyselavolvióacerrar.Selevantó.Jordansepusotambiénenpieyvioqueellalemirabasinsonreír.

—¿Quées loquehavisto?—preguntóJordan—.Nocreoenesascosas;novaustedaasustarme.

—Nada—dijoella—;nohevistonada.—Sí,havistoustedalgo,ytengocuriosidadporsaberlo.Aunquenocreoenesas

cosas.—¿Enquéesenloqueustedcree?—Enmuchascosas,peronoeneso.—¿Enqué?—Enmitrabajo.—Yalohevisto.—Dígamequéesloquehavisto.—Nohevistonada—dijoellaagriamente—.Elpuenteesmuydifícil,¿noesasí?—No,yodijesolamentequeesmuyimportante.—Peropuederesultardifícil.—Sí. Y ahora voy a tener que ir abajo a estudiarlo. ¿Cuantos hombres tienen

aquí?—Hay cinco que valgan la pena. El gitano no vale para nada, aunque sus

intencionessonbuenas.Tienebuencorazón.EnPablonoconfío.—¿CuántoshombrestieneelSordoquevalganlapena?—Quizá tenga ocho. Veremos esta noche al Sordo. Vendrá por aquí. Es un

hombremuylisto.Tienetambiénalgodedinamita.Nomucha.Hablaráustedconél.—¿Haenviadoabuscarle?—Vienetodaslasnoches.Esvecinonuestro.Esunbuenamigoycamarada.—¿Quépiensausteddeél?—Esunhombrebueno.Muylisto.Enelasuntodeltrenestuvoenorme.—¿Ylosdelasotrasbandas?—Avisándolos con tiempo, podríamos reunir cincuenta fusiles de cierta

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confianza.—¿Dequéconfianza?—Dependedelagravedaddelasituación.—¿Cuántoscartuchosporcadafusil?—Unosveinte.Dependedelosquequierantraerparaeltrabajo.Siesquequieren

venirparaesetrabajo.Acuérdesedequeenelpuentenohaydineronibotínyque,porlamaneracomohablausted,esunasuntopeligroso,ydequedespuéstendremosqueirnosdeestasmontañas.Muchosvanaoponersealodelpuente.

—Locreo.—Asíesquelomejorseránohablardeesomásquecuandoseamenester.—Estoyenteramentedeacuerdo.—Cuandohayasestudiadolodelpuente—dijoellarozandodenuevoeltuteo—,

hablaremosestanocheconelSordo.—VoyaverelpuenteconAnselmo.—Despiértele—dijo—.¿Quiereunacarabina?—Gracias—contestóJordan—.Noesmalollevarla;pero,detodasmaneras,no

lausaría.Voysolamenteaver;noaperturbar.Graciasporhabermedicholoquemehadicho.Megustamuchosumaneradehablar.

—Hequeridohablarlefrancamente.—Entoncesdígameloquevioenmimano.—No—dijoella,ymoviólacabeza—.Nohevistonada.Veteahoraatupuente.

Yocuidarédetuequipo.—Tápeloconalgoyprocurequenadielotoque.Estámejorahíquedentrodela

cueva.—Lotaparé,ynadieseatreveráatocarlo—dijolamujerdePablo—.Veteahora

atupuente.—Anselmo—dijoJordan,apoyandounamanoenelhombrodelviejo,queestaba

tumbado,durmiendo,conlacabezaocultaentrelosbrazos.Elviejoabriólosojos.—Sí—dijo—;desdeluego.Vamos.

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CapítuloIII

BAJARON LOSÚLTIMOSDOSCIENTOSMETROSmoviéndose cuidadosamente de árbol enárbol,entrelassombras,paraencontrarseconlosúltimospinosdelapendiente,aunadistanciamuycortadelpuente.Elsoldelatarde,quealumbrabaaúnlaoscuramoledelamontaña,dibujabaelpuenteacontraluz,sombrío,contraelvacíoabruptodelagarganta.Eraunpuentedehierrodeunsoloarcoyhabíaunagaritadecentinelaacada extremo.El puente era lo suficientemente amplio comopara que pasaran doscochesalavez,ysuúnicoarcodemetalsaltabacongraciadeunladoaotrodelahondonada. Abajo un arroyo, cuya agua blanquecina se escurría entre guijarros yrocas,corríaaunirseconlacorrienteprincipalquebajabadelpuerto.

Elsol ledabaenlosojosaRobertJordanynodistinguíaelpuentemásqueensilueta.Porfin,elastropalidecióydesapareció,y,almirarentrelosárboles,hacialacimaoscurayredonda,traslaquesehabíaescondido,Jordanvioquenoteníayalosojosdeslumbrados,quelamontañacontiguaeradeunverdedelicadoynuevoyqueteníamanchasdenievesperpetuasenlacima.

En seguida se puso a estudiar el puente y a examinar su construcciónaprovechandolaescasaluzquelequedabaalatarde.Latareadesudemoliciónnoeradifícil.Sindejardemirarlo,sacódesubolsillouncuadernoytomórápidamentealgunosapuntes.Dibujabasincalcularelpesodelacargadelosexplosivos.Loharíamás tarde.Porelmomento, Jordananotaba solamente lospuntosenque lascargastendríanquesercolocadas,afindecortarelsoportedelarcoyprecipitarunadesusseccionesenelvacío.Lacosapodíaconseguirsetranquila,científicaycorrectamenteconmedia docena de cargas situadas demanera que estallaran simultáneamente, obien,deformamásbrutal,condosgrandescargastansólo.Seríamenesterqueesascargas fueranmuy gruesas, colocadas en los dos extremos y puestas demodo queestallaran al mismo tiempo. Jordan dibujaba rápidamente y con gusto; se sentíasatisfechoal tenerpor finelproblemaalalcancedesumanoysatisfechodepoderentregarse a él. Luego cerró su cuaderno,metió el lápiz en su estuche de cuero albordedelatapa,metióelcuadernoensubolsilloyseloabrochó.

Mientrasélestabadibujando,Anselmomirabalacarretera,elpuenteylasgaritasdeloscentinelas.ElviejocreíaquesehabíanacercadodemasiadoalpuenteycuandovioqueJordanterminabaeldibujo,sesintióaliviado.

CuandoJordanacabódeabrochar lacarteraquecerrabaelbolsillodepechosetumbóbocaabajo,alpiedeltroncodeunpino.Anselmo,queestabasituadodetrásdeél,ledioconlamanoenelcodoyseñalóconelíndicehaciaunpuntodeterminado.

Enlagaritaqueestabafrenteaellos,másarribadelacarretera,sehallabasentadoel centinela, manteniendo el fusil con la bayoneta calada en las rodillas. Estaba

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fumandouncigarrillo;llevabaungorrodepuntoyuncapotehechosimplementedeunamanta.Acincuentametrosnosepodíandistinguirsusrasgos,peroRobertJordancogiólosgemelos,hizoviseraconlapalmadelamano,aunqueyanohabíasolquepudieraarrancarningún reflejo,yheaquíqueaparecióelparapetodelpuente, contanta claridad que parecía que se pudiera tocar alargando el brazo. Y la cara delcentinela,consusmejillashundidas,lacenizadelcigarrilloyelbrillograsientodelabayoneta.El centinela tenía cara de campesino,mejillas flacas bajo pómulos altos,barbamalafeitada,ojossombreadosporespesascejas,grandesmanosquesosteníanel fusil y pesadas botas que asomaban por debajo de los pliegues de la capa.Unaviejabotadevino,decuerooscurecidoporeluso,pendíadelapareddelagarita.Sedistinguíanalgunosperiódicos,peronoseveíateléfono.Podíaocurrirqueelteléfonoestuviese en el lado oculto, pero ningún hilo visible salía de la garita. Una líneatelefónica corría a lo largo de la carretera y los hilos atravesaban el puente. A laentradadelagaritahabíaunbrasero,hechodeunaviejalatadegasolinasintapaconalgunos agujeros; el brasero estaba apoyado en dos piedras, pero no tenía lumbre.Había algunas viejas latas, ennegrecidas por el fuego, entre las cenizas sembradasalrededor.

Jordan tendió los gemelos a Anselmo, que estaba tendido junto a él. El viejosonrióymoviólacabeza.Luegoseseñalólosojosconeldedo.

—Yaloveo—dijo,hablandoconmuchocuidado,sinmoverloslabios,demodoque,másquehablar,eratansólounmurmullo.MiróalcentinelamientrasJordanlesonreíay,señalandoconunamanohaciadelante,hizounademánconlaotracomosisecortaraelgaznate.RobertJordanasintió,perodejódesonreír.

Lagarita, situada en el extremoopuestodel puente, daba al otro lado, hacia lacarreteradebajada,ynopodíaverseelinterior.Lacarretera,amplia,bienasfaltada,girababruscamentehacialaizquierda,alotroladodelpuente,ydesaparecíaluegoenunacurvahacialaderecha.Enestepuntolacarreteraseensanchaba,añadiendoasusdimensionesnormalesunabandaabiertaenelsólidoparedónderocadelotroladodelagarganta;sumargenizquierdauoccidental,mirandohaciaabajodesdeelpuertoyelpuente,estabamarcadayprotegidaporunaseriedebloquesdepiedraquecaíanapico sobre el precipicio. Esta garganta era casi un cañón en el sitio en que el ríocruzababajoelpuenteyselanzabasobreeltorrentequedescendíadelpuerto.

—¿Yelotropuesto?—preguntóJordanaAnselmo.—Está a quinientos metros más abajo de esa revuelta. En la casilla de peón

camioneroquehayenelladodelaparedrocosa.—¿Cuántoshombreshayenella?—preguntóJordan.Observódenuevoalcentinelaconsusgemelos.Elcentinelaaplastóelcigarrillo

contralostablonesdemaderadelagarita,sacódesubolsillounatabaqueradecuero,rasgóelpapeldelacolillayvacióenlapetacaeltabacoquelequedaba,selevantó,

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apoyóelfusilcontralaparedysedesperezó.Luegovolvióacogerelfusil,selopusoen bandolera y se encaminó hacia el puente. Anselmo se aplastó contra el suelo.Jordanmetiólosgemelosenelbolsillodesucamisayescondiólacabezadetrásdeltroncodelpino.

—Siete hombres y un cabo—dijo Anselmo, hablándole al oído—. Me lo hadichoelgitano.

—Nosiremosencuantosedetenga—dijoJordan—.Estamosdemasiadocerca.—¿Havistoloquequería?—Sí.Todoloquemehacíafalta.Comenzaba a hacer frío, ya que el sol se había puesto y la luz se esfumaba al

tiempo que se extinguía el resplandor del último destello en lasmontañas situadasdetrásdeellos.

—¿Qué le parece? —preguntó en voz baja Anselmo, mientras miraban alcentinelapasearseporelpuenteendirecciónalaotragarita;labayonetabrillabaconelúltimoresplandor;susiluetaaparecíainformedebajodelcapotón.

—Muybien—contestóJordan—.Muybien.—Mealegro—dijoAnselmo—.¿Nosvamos?Ahoranoesfácilquenosvea.El centinela estaba de pie, vuelto de espaldas a ellos en el otro extremo del

puente.De lahondonadasubíael ruidodel torrentegolpeandocontra las rocas.Depronto,porencimadeeseruido,seabriópasounatrepidaciónconsiderableyvieronque el centinela miraba hacia arriba, con su gorro de punto echado hacia atrás.Volvieron la cabeza y, levantándola, vieron en lo alto del cielo de la tarde tresmonoplanosenformacióndeV; losaparatosparecíandelicadosobjetosdeplataenaquellasalturas,dondeaúnhabíaluzsolar,ypasabanaunavelocidadincreíblementerápida,acompañadosdelrunrúnregulardesusmotores.

—¿Seránnuestros?—preguntóAnselmo.—Pareceque lo son—dijo Jordan,aunquesabíaqueaesaalturanoesposible

asegurarlo.Podíaserunapatrulladetardedeunouotrobando.Peroeramejordecirque los cazas eran «nuestros», porque ello complacía a la gente. Si se trataba debombarderos,yaeraotracosa.

Anselmo,evidentemente,eradelamismaopinión.—Sonnuestros—afirmó—;losconozco.SonMoscas.—Sí—contestóJordan—;tambiénamímeparecequesonMoscas.—SonMoscas—insistióAnselmo.Jordan pudo haber usado los gemelos y haberse asegurado al punto de que lo

eran;peroprefiriónousarlos.Noteníaimportanciaelsaberaquellanochedequiéneseranlosaviones,ysialviejoleagradabapensarqueerandeellos,noqueríaquitarlelailusión.Sinembargo,ahoraquesealejabancaminodeSegovia,noleparecíaquelosavionesseasemejaranalos«BoeingP.32»verdes,dealasbajaspintadasderojo,

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que eran una versión rusa de los aviones americanos que los españoles llamabanMoscas.Nopodíadistinguirbienloscolores,perolasiluetanoeraladelosMoscas.No;eraunapatrullafascistaquevolvíaasusbases.

Elcentinelaseguíadeespaldasalladodelagaritamásalejada.—Vámonos—dijoJordan.Yempezóa subircolinaarriba,moviéndoseconcuidadoyprocurandosiempre

quedar cubierto por la arboleda. Anselmo le seguía a la distancia de unosmetros.Cuandoestuvieronfueradelavistadelpuente,Jordansedetuvoyelviejollegóhastaél,yempezaronatrepardespacio,montañaarriba,entrelaoscuridad.

—Tenemosunaaviaciónformidable—dijoelviejo,feliz.—Sí.—Yvamosaganar.—Tenemosqueganar.—Sí,ycuandohayamosganado,tieneustedquevenirconmigodecaza.—¿Quéclasedecaza?—Osos,ciervos,lobos,jabalíes...—¿Legustacazar?—Sí,hombre,megustamásquenada.Todoscazamosenmipueblo.¿Nolegusta

austedlacaza?—No—contestóJordan—.Nomegustamataranimales.—Amímepasalocontrario—dijoelviejo—;nomegustamatarhombres.—Anadielegusta,salvoalosqueestánmaldelacabeza—comentóJordan—:

peronotengonadaencontracuandoesnecesario.Cuandoesporlacausa.—Esoesdiferente—dijoAnselmo—.Enmicasa,cuandoyoteníacasa,porque

ahorano tengocasa,habíacolmillosde jabalíesqueyohabíamatadoenelmonte.Habíapielesdeloboquehabíamatadoyo.Loshabíamatadoenelinvierno,dándolescazaentrelanieve.Unavezmatéunomuygrandeenlasafuerasdelpueblo,cuandovolvíaamicasa,unanochedelmesdenoviembre.Habíacuatropielesdeloboenelsuelodemicasa.Estabanmuygastadasde tantopisarlas,peroeranpielesde lobo.Habíacornamentasdeciervoquehabíacazadoyoenlosaltosdelasierrayhabíaunáguila disecada por un disecador de Ávila, con las alas extendidas y los ojosamarillentos,tanverdaderoscomosifueranlosojosdeunáguilaviva.Eraunacosamuyhermosadever,ymegustabamuchomirarla.

—Locreo—dijoJordan.—Enlapuertadelaiglesiademipueblohabíaunapatadeosoquematéyoen

primavera—prosiguióAnselmo—.Leencontréenunmonte,entre lanieve,dandovueltasaunleñoconesamismapata.

—¿Cuándofueeso?—Haceseisaños.Ycadavezqueyoveía lapata,queeracomolamanodeun

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hombre, aunque con aquellas uñas largas, disecada y clavada en la puerta de laiglesia,megustabamuchoverla.

—Tesentíasorgulloso.—Mesentíaorgullosoacordándomedelencuentroconelosoenaquelmontea

comienzosdelaprimavera.Perocuandosemataaunhombre,aunhombrequeescomonosotros,noquedanadabueno.

—Nopuedesclavarsupataenlapuertadelaiglesia—dijoJordan.—No, sería una barbaridad. Y sin embargo, la mano de un hombre es muy

parecidaalapatadeunoso.—Yeltóraxdeunhombreseparecemuchoaltóraxdeunoso—comentóJordan

—.Debajodelapiel,elososeparecemuchoalhombre.—Sí—agregóAnselmo—.Losgitanoscreenqueelosoeshermanodelhombre.—LosindiosdeAméricatambiénlocreen.Ycuandomatanaunosoleexplican

por qué lo han hecho y le piden perdón. Luego ponen su cabeza en un árbol y lerueganquelosperdoneantesdemarcharse.

—Losgitanospiensanqueelosoeshermanodelhombreporquetieneelmismocuerpodebajodesupiel,porquelegustabebercerveza,porquelegustalamúsicayporquelegustaelbaile.

—Losindiostambiénlocreen—dijoJordan.—¿Songitanoslosindios?—No,peropiensanlasmismascosassobrelososos.—Ya.Losgitanoscreentambiénqueelosoeshermanodelhombreporqueroba

pordivertirse.—¿Erestúgitano?—No, pero conozco a muchos, y, desde el Movimiento, a muchos más. Hay

muchos en lasmontañas.Para ellosno especado elmatar fuerade la tribu.No loconfiesan,peroesasí.

—Igualquelosmoros.—Sí. Pero los gitanos tienenmuchas leyes que no dicen que las tienen. En la

guerra,muchosgitanossehanvueltomalosotravez,comoenlosviejostiempos.—Noentiendenporquéhacemoslaguerra;nosabenporquéluchamos.—No—dijoAnselmo—;sólosabenquehayguerrayquelagentepuedematar

otravez,comoantes,sinqueselecastigue.—¿Has matado alguna vez? —preguntó Jordan, llevado de la intimidad que

creabanlassombrasdelanocheyeldíaquehabíanpasadojuntos.—Sí,muchasveces.Peronoporgusto.Paramí,mataraunhombreesunpecado.

Aunqueseanfascistaslosquemate.Paramíhayunagrandiferenciaentreelosoyelhombre, y no creo en los hechizos de los gitanos sobre la fraternidad con losanimales.No.Amínomegustamatarhombres.

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—Peroloshasmatado.—Sí,yloharíaotravez.Pero,sidespuésdeesosigoviviendo,tratarédevivirde

talmanera,sinhacermalanadie,quesemepuedaperdonar.—¿Porquién?—Nolosé.DesdequenotenemosDios,nisuHijoniEspírituSanto,¿quiénesel

queperdona?Nolosé.—¿YanotenéisDios?—No,hombre;claroqueno.SihubieseDios,nohubierapermitidoloqueyohe

vistoconmispropiosojos.DéjalesaellosquetenganDios.—Ellosdicenqueessuyo.—Bueno,yoleechodemenos,porquehesidoeducadoenlareligión.Peroahora

unhombretienequeserresponsableantesímismo.—Entonceserestúmismoquientienesqueperdonarteporhabermatado.—Creo que es así—asintió Anselmo—. Lo ha dicho usted de una forma tan

clara,quecreoquetienequeserasí.Pero,conDiososinDios,creoquemataresunpecado.Quitarlavidaaalguienesunpecadomuygrave,amiparecer.Loharé,siesnecesario,peronosoydelaclasedePablo.

—Paraganarlaguerratenemosquemataranuestrosenemigos.Hasidosiempreasí.

—Ya. En la guerra tenemos que matar. Pero yo tengo ideas muy raras—dijoAnselmo.

Ibanahoraelunojuntoalotro,entrelassombras,yelviejohablabaenvozbaja,volviendoalgunasveceslacabezahaciaJordan,segúntrepaba.

—No quisiera matar ni a un obispo. No quisiera matar a un propietario, porgrandequefuese.Megustaríaponerlosatrabajar,díatrasdía,comohemostrabajadonosotros en el campo, como hemos trabajado nosotros en las montañas, haciendoleña,todoelrestodelavida.Asísabríanloqueesbueno.Lesharíaquedurmierandondehemosdormidonosotros,quecomieranloquehemoscomidonosotros.Pero,sobretodo,haríaquetrabajasen.Asíaprenderían.

—Yviviríanparavolveraesclavizarte.—Matarno sirveparanada—insistióAnselmo—.Nopuedesacabarconellos,

porquesusimientevuelveacrecerconmásvigor.Tampocosirveparanadameterlosenlacárcel.Sólosirveparacrearmásodios.Esmejorenseñarlos.

—Perotúhasmatado.—Sí—dijoAnselmo—;hematadovariasvecesyvolveréahacerlo.Peronopor

gusto,ysiempremepareceráunpecado.—¿Yelcentinela?Tesentíascontentoconlaideadematarle.—Eraunabroma.Mataríaalcentinela,sí.Lomataría,conlaconcienciatranquila

sieraésemideber.Peronoagusto.

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—Dejaremosesoparaaquellosaquieneslesdivierta—concluyóJordan—.Hayochoycinco,quesumanentotaltrece.Sonbastantesparaaquellosaquienesdivierte.

—Hay muchos a quienes les gusta —dijo Anselmo en la oscuridad—. Haymuchosdeésos.Tenemosmásdeésosquedelosquesirvenparaunabatalla.

—¿Hasestadotúalgunavezenunabatalla?—Bueno —contestó el viejo—, peleamos en Segovia, al principio del

Movimiento; pero fuimos vencidos y nos escapamos. Yo huí con los otros. Nosabíamosni loqueestábamoshaciendoni cómo teníaquehacerse.Además,yonoteníamásqueunapistolaconperdigones,ylaGuardiaCivilteníamáuser.Nopodíadisparar contra ellos a cien metros con perdigones, y ellos nos mataban como sifuéramos conejos. Mataron a todos los que quisieron y tuvimos que huir comoovejas.—Se quedó en silencio y luego preguntó—: ¿Crees que habrá pelea en elpuente?—Desdehacíaunratosehabíapuestoatutearalextranjero.

—Esposiblequesí.—Nunca he estado en una batalla sin huir—dijoAnselmo—; no sé cómome

comportaré.Soyviejoynopuedoresponderdemí.—Yorespondodeti—dijoJordan.—¿Hasestadoenmuchoscombates?—Envarios.—¿Yquépiensasdelodelpuente?—Primero pienso en volar el puente. Es mi trabajo. No es difícil destruir el

puente. Luego tomaremos las disposiciones para los demás. Haremos lospreparativos.Todosedaráporescrito.

—Perohaymuypocosquesepanleer—dijoAnselmo.—Lo escribiremos, para que todo elmundo pueda entenderlo; pero también lo

explicaremosdepalabra.—Haréloquememanden—dijoAnselmo—;perocuandomeacuerdodeltiroteo

deSegovia,sihayunabatallaomuchotiroteo,megustaríasaberquéesloquetengoque hacer en todo caso para evitar la huida. Me acuerdo de que tenía una graninclinaciónahuirenSegovia.

—Estaremos juntos —dijo Jordan—. Yo te diré lo que tienes que hacer encualquiermomento.

—Entoncesnohaycuestión—aseguróAnselmo—.Haréloquesea,contalquemelomanden.

—Adelanteconelpuenteylabatalla,siesquehadehaberbatalla—dijoJordan,yaldecirestoen laoscuridadsesintióunpoco ridículo,aunque,despuésde todo,sonababienenespañol.

—Seráunacosamuyinteresante—afirmóAnselmo,yoyendohablaralviejocontal honradez y franqueza, sin la menor afectación, sin la fingida elegancia del

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anglosajónnilabravuconeríadelmediterráneo,Jordanpensóquehabíatenidomuchasuerte por haber dado con el viejo, por haber visto el puente, por haber podidoestudiarysimplificarelproblema,queconsistíaensorprenderaloscentinelasyvolarel puente de una forma normal, y sintió irritación por las órdenes de Golz y lanecesidaddeobedecerlas.Sintióirritaciónporlasconsecuenciasquetendríanparaélylasconsecuenciasquetendríanparaelviejo.Eraunatareamuymalaparatodoslosquetuvieranqueparticiparenella.

«Estenoesunmododecentedepensar—sedijoasímismo—;pensarenloquepuedesucedertea tiya losotros.Ni túnielviejosoisnada.Sois instrumentosdevuestro deber. Las órdenes no son cosa vuestra. Ahí tienes el puente, y el puentepuedeserellugarendondeelporvenirdelahumanidaddéungiro.Cualquiercosadelasquesucedanenestaguerrapuedecambiarelporvenirdelgénerohumano.Túsólotienesquepensarenunacosa,enloquetienesquehacer.Diablo,¿enunasolacosa?Sifueraenunasolacosaseríafácil.Estábien,estúpido.Bastadepensarentimismo.Piensaenalgodiferente.»

AsíesquesepusoapensarenMaría,enlamuchacha,ensupiel,supeloysusojos, todo del mismo color dorado; en sus cabellos, un poco más oscuros que lodemás, aunque cada vez seríanmás rubios, amedida que su piel fuera haciéndosemásoscura;ensusuaveepidermis,deundoradopálidoenlasuperficie,recubriendounardorprofundo.Supieldebíadeser suave,como todosucuerpo; semovíacontorpeza,comosiviesealgoqueleestorbase,algoquefueravisibleaunquenoloera,porque estaba sólo en sumente.Y se ruborizaba cuando lamiraba, y la recordabasentada,conlasmanossobrelasrodillasylacamisaabierta,dejandoverelcuello,yelbultodesuspequeñossenostorneadosdebajodelacamisa,yalpensarenellaseleresecaba la garganta, y le costaba esfuerzo seguir andando. Y Anselmo y él nohablaronmáshastaqueelviejodijo:

—Ahora no tenemos más que bajar por estas rocas y estaremos en elcampamento.

Cuandosedeslizabanpor las rocas,en laoscuridadoyerongritaraunhombre:«¡Alto!¿Quiénvive?»Oyeronelruidodelcerrojodeunfusilqueeraechadohaciaatrásyluegoelgolpeteocontralamadera,alimpulsarlohaciaadelante.

—Somoscamaradas—dijoAnselmo.—¿Quécamaradas?—CamaradasdePablo—contestóelviejo—.¿Nonosconoces?—Sí—dijolavoz—.Peroesunaorden.¿Sabéiselsantoyseña?—No,venimosdeabajo.—Yalosé—dijoelhombredelaoscuridad—;venísdelpuente.Losé.Perola

ordennoesmía.Tenéisqueconocerlasegundapartedelsantoyseña.—¿Cuáleslaprimera?—preguntóJordan.

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—Laheolvidado—dijoelhombreenlaoscuridad,yrompióareír—.Vetealapuñetacontumierdadedinamita.

—Eso es lo que se llama disciplina de guerrilla—dijo Anselmo—. Quítale elcerrojoatufusil.

—Yaestáquitado—contestóelhombrede laoscuridad—.Lodejé caer conelpulgaryelíndice.

—Comohicierasesoconunmáuser,setedispararía.—Esunmáuser—explicóelhombre—;perotengounpulgaryuníndicecomo

unelefante.Siemprelosujetoasí.—¿Haciadóndeapuntaelfusil?—preguntóAnselmoenlaoscuridad.—Haciati—respondióelhombre—.Lotengoapuntadohaciatitodoeltiempo.

Ycuandovayasalcampamentodiaalguienquevengaarelevarme,porquetengounhambrequemej...elestómagoyheolvidadoelsantoyseña.

—¿Cómotellamas?—preguntóJordan.—Agustín—dijoelhombre—.MellamoAgustínymemuerodeaburrimientoen

estelugar.—Daremostumensaje—dijoJordan,ypensóqueaburrimientoeraunapalabra

queningúncampesinodelmundousaríaenningunaotralengua.Ysinembargo,eslapalabramáscorrienteenbocadeunespañoldecualquierclase.

—Escucha—dijoAgustín,yacercándosepusolamanoenelhombrodeRobert.Luegoencendióunyesqueroysoplandoenlamecha,paraalumbrarsemejor,miróalacaraalextranjero.

—Teparecesalotro—dijo—;perounpocodistinto.Escucha—agregóapagandoelyesqueroyvolviendoacogerelfusil—.Dime,¿esverdadlodelpuente?

—¿Elquédelpuente?—Quevasavolaresamierdadepuenteyquevamosatenerqueirnosdeestas

puñeterasmontañas.—Nolosé.—No lo sabes —dijo Agustín—; ¡qué barbaridad! ¿Para qué es entonces esa

dinamita?—Esmía.—¿Ynosabesparaquées?Nomecuentescuentos.—Séparaquéesylosabrástúcuandollegueelmomento—prometióJordan—;

peroahoravamosalcampamento.—Vetealamierda—dijoAgustín—.J...coneltío.¿Quieresquetedigaalgoque

teinteresa?—Sí, si no es una mierda—repuso Jordan, empleando la palabra grosera que

habíasalpicadolaconversación.Aquelhombrehablabadeunmodotangrosero,añadiendounaindecenciaacada

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nombreyadjetivo,utilizandolamismaindecenciaenformadeverbo,queJordansepreguntaba si podría decir una sola palabra sin adornarla. Agustín se rió en laoscuridadaloírledecirmierda.

—Esunamaneradehablarqueyotengo.Alomejoresfea.¿Quiénsabe?Cadacual habla a su estilo.Escucha, nome importa nada el puente.Semeda tantodelpuentecomodecualquierotracosa.Además,meaburroamuerteenestasmontañas.Ojalá tengamos que marcharnos. Estas montañas no me dicen nada a mí. Ojalátengamos que abandonarlas. Pero quiero decirte una cosa. Guarda bien tusexplosivos.

—Gracias—dijoJordan—.Pero¿dequiéntengoqueguardarlos?¿Deti?—No—dijoAgustín—.Degentemenosj...queyo.—¿Yporqué?—preguntóJordan.—¿Túcomprendeselespañol?—preguntóAgustín,hablandomenosseriamente

—.Bueno,puestencuidadodeesamierdadeexplosivos.—Gracias.—No,nomedeslasgracias.Cuidabiendeellos.—¿Hasucedidoalgo?—No,onoperderíaeltiempohablándotedeestaforma.—Graciasdetodasmaneras.Vamosalcampamento.—Bueno—dijoAgustín—.Decidlesqueenvíenaquíalguienquesepaelsantoy

seña.—¿Teveremosenelcampamento?—Sí,hombre,enseguida.—Vamos—dijoJordanaAnselmo.Empezaronabordearlapradera,queestabaenvueltaenunanieblagris.Lahierba

formabaunaespesaalfombradebajodesuspies,conlasagujasdepino,yelrocíodelanochemojabalasueladesusalpargatas.Másallá,porentrelosárboles,Jordanviounaluzqueimaginóqueseñalabalabocadelacueva.

—Agustínesunhombremuybueno—advirtióAnselmo—.Habladeunamaneramuycochinaysiempreestádebroma,peroesunhombredemuchaconfianza.

—¿Leconocesbien?—Sí,desdehacetiempo.Yesunhombredemuchaconfianza.—¿Yesciertoloquedice?—Sí,esePabloescosamala;yaverás.—¿Yquépodríamoshacer?—Hayqueestarenguardiaconstantemente.—¿Quién?—Tú,yo,lamujer,Agustín.PorqueAgustínhavistoelpeligro.—¿Pensabasquelascosasibanairtanmalcomovan?

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—No—dijoAnselmo—.Sehanpuestomalderepente.Peroeranecesarioveniraquí. Esta es la región de Pablo y del Sordo. En estos lugares tenemos queentendérnoslas con ellos, a menos que se haga algo para lo que no se necesite laayudadenadie.

—¿YelSordo?—Bueno—dijoAnselmo—.Estanbuenocomomaloelotro.—¿Creesqueesrealmentemalo?—Heestadopensandoenellotodalatarde,ydespuésdeoírloquehemosoído,

creoqueesasí.Esasí.—¿No sería mejor que nos fuéramos, diciendo que se trata de otro puente y

buscáramosotrasbandas?—No—dijoAnselmo—.Enestapartemandanellos.Nopuedesmovertesinque

losepan.Asíesquehayqueandarseconmuchasprecauciones.

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CapítuloIV

DESCENDIERON HASTA LA ENTRADA DE LA CUEVA en la que se veía brillar una luzcolándose por las rendijas de la manta que cubría la abertura. Las dos mochilasestabanalpiedeunárbolyJordansearrodillójuntoaellasypalpólalonahúmedaytiesa que las cubría.En la oscuridad tanteó bajo la lona hasta encontrar el bolsilloexterior de uno de los fardos, de donde sacó una cantimplora que se guardó en elbolsillo.Abrióelcandadoquecerrabalascadenasquepasabanporlosagujerosdelabocade lamochila y desatando las cuerdas del forro interior palpó con susmanospara comprobar el contenido. Dentro de una de las mochilas estaban los bloquesenvueltosensustalegosylostalegosenvueltosasuvezenelsacodedormir.Volvióa atar las cuerdas y pasó la cadena con su candado; palpó el otro fardo y tocó elcontorno duro de la caja demadera del viejo detonador y la caja de habanos quecontenía las cargas. Cada uno de los pequeños cilindros había sido enrolladocuidadosamenteconelmismocuidadoconque,deniño,empaquetabasucoleccióndehuevosdepájarossalvajes.Palpóelbultodelaametralladora,separadadelcañónyenvueltaenunestuchedecuero,losdosdetonadoresyloscincocargadoresenunode los bolsillos interiores del fardomás grande y las pequeñas bobinas de hilo decobreyelgranrollodecableaislanteenelotro.Enelbolsillointeriordondeestabael cable, palpó las pinzas y los dos punzones demadera destinados a horadar losextremosdelosbloques.Delúltimobolsillointeriorsacóunagrancajadecigarrillosrusos,unadelascajasprocedentesdelcuartelgeneraldeGolz,ycerrandolabocadelfardoconelcandado,dejócaerlascarterasdelosbolsillosycubriólasdosmochilasconlalona.Anselmoentrabaenlacuevaenesosmomentos.

Jordansepusoenpieparaseguirle,pero luego lopensómejory, levantando latelaquecubría lasmochilas, lascogiócon lamanoy las llevóarrastrandohasta laentradadelacueva.Dejóunadeellasenelsuelo,paralevantarlamanta,yluego,conlacabezainclinadayunfardoencadamano,entróenlacueva,tirandodelascorreas.

Dentrohacíacaloryelaireestabacargadodehumo.Habíaunamesaalolargodelmuroysobreellaunaveladeseboenunabotella.EnlamesaestabansentadosPablo,treshombresqueJordannoconocíayRafael,elgitano.Lavelahacíasombrasen la pared detrás de ellos.Anselmo permanecía de pie, según había llegado, a laderechadelamesa.LamujerdePabloestabainclinadasobreunfuegodecarbónquehabía en el hogar abierto en un rincón de la cueva.Lamuchacha, de rodillas a sulado,removíaalgoenunamarmitadehierro.Conlacucharademaderaenelaire,sequedóparada,mirandoaJordan,tambiéndepiealaentrada.Alresplandordelfuegoque lamujeratizabaconunsoplillo, Jordanvioel rostrode lamuchacha,subrazoinmóvilylasgotasqueseescurríandelacucharaycaíanenlatarteradehierro.

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—¿Quéesesoquetraes?—preguntóPablo.—Miscosas—dijoJordanydejólosdosfardosunpocoseparadosunodelotroa

la entrada de la cueva, en el lado opuesto al de la mesa, que era también el másamplio.

—¿Nopuedesdejarlofuera?—preguntóPablo.—Alguienpodríatropezarconellosenlaoscuridad—dijoJordan,y,acercándose

alamesadejósobreellalacajadecigarrillos.—Nomegustatenerdinamitaenlacueva—dijoPablo.—Estálejosdelfuego—dijoJordan—.Cogedcigarrillos.—Pasóeldedopulgar

por el borde de la caja de cartón, en la que había pintado un gran acorazado encolores,yofreciólacajaaPablo.

AnselmoacercóuntaburetedecuerosincurtiryJordansesentójuntoalamesa.Pablo se quedó mirándole, como si fuera a hablar de nuevo, pero no dijo nada,limitándoseacogeralgunoscigarrillos.

Jordan pasó la caja a los demás. No se atrevía aún a mirarlos de frente, peroobservóqueunodeloshombrescogíacigarrillosylosotrosdosno.TodasuatenciónestabapuestaenPablo.

—¿Cómovaeso,gitano?—preguntóaRafael.—Bien—contestóelinterrogado.Jordanhabríaaseguradoqueestabanhablando

deélcuandoentróenlacueva.Hastaelgitanoseencontrabamolesto.—¿Tedejaráquecomasotravez?—insistióJordanrefiriéndosealamujer.—Sí,¿porquéno?—dijoelgitano.Elambienteamistosoyjovialdelatardese

habíadisipado.LamujerdePablo,sindecirnada,seguíasoplandolasbrasasdelfogón.—UnoquesellamaAgustíndicequeseaburreporahíarriba—explicóJordan.—Elaburrimientonomata—dijoPablo—.Dejadle.—¿Hay vino? —preguntó Jordan, sin dirigirse a ninguno en particular, e

inclinándoseapoyólasmanosenlamesa.—Haquedadounpoco—dijoPablodemalagana.Jordan decidió que sería conveniente observar a los otros y tratar de averiguar

cómoibanlascosas.—Entonces querría un jarro de agua. Tú —dijo, llamando a la muchacha y

acentuandoeltúcondesenvoltura—,tráemeunatazadeagua.Lamuchachamiró a lamujer, que no dijo nada ni dio señales de haber oído.

Luegofueaunbarreñoqueteníaaguayllenóunataza.VolvióalamesaylapusodelantedeJordan,quelesonrió.Almismotiempocontrajolosmúsculosdelvientreyvolviéndoseunpocohacialaizquierda,ensutaburete,hizoquesedeslizaralapistolaalolargodesucinturahastaellugarquedeseaba.Bajólamanohaciaelbolsillodelpantalón.Pablonolequitabaojodeencima.Jordansabíaquetodoslemiraban,pero

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él no miraba más que a Pablo. Su mano salió del bolsillo con la cantimplora.Desenroscó y luego alzó la tapa, bebió la mitad de su contenido y dejó caerlentamenteenelinteriorunasgotasdellíquidodelacantimplora.

—Esdemasiadofuerteparati;sino,tedaríaparaqueloprobases—dijoJordanalamuchacha,volviendoasonreírle—.Quedapoco;sino,teofrecería—dijoaPablo.

—Nomegustaelanís—dijoPablo.El olor acre procedente de la taza había llegado al otro extremo de lamesa y

Pablohabíareconocidoelúnicocomponentequeleerafamiliar.—Mealegro—dijoJordan—,porquequedamuypoco.—¿Québebidaesésa?—preguntóelgitano.—Esunamedicina—dijoJordan—.¿Quieresprobarla?—¿Paraquésirve?—Paranada—contestóJordan—,perolocuratodo.Sitienesalgoqueteduela,

estotelocurará.—Déjameprobarlo—pidióelgitano.Jordanempujólatazahaciaél.Eraunlíquidoamarillentomezcladoconelaguay

Jordanconfióenqueelgitanonotomaríamásqueuntrago.Quedabarealmentemuypocoyuntragodeestabebidareemplazabaparaéltodoslosperiódicosdelatarde,todaslasveladaspasadasenloscafés,todosloscastaños,quedebíandeestarenflorenaquellaépocadelaño;losgrandesylentoscaballosdelosbulevares,laslibrerías,losquioscosylassalasdeexposiciones,elParqueMontsouris,alEstadioBuffalo,laButteChaumont,laGuarantyTrustCompany,laÎledelaCité,elviejohotelFoyotyelplacerdeleerydescansarporlanoche;todaslascosas,enfin,queélhabíaamadoy olvidado y que retornaban con aquel brebaje opaco, amargo, que entorpecía lalengua,quecalentabaelcerebro,queacariciabaelestómago;conaquelbrebajeque,ensuma,hacíacambiarlasideas.

Elgitanohizounamuecayledevolviólataza.—Hueleaanís,peroesmásamargoquelahiel—dijo—;esmejorestarmaloque

tenerquetomaresamedicina.—Es ajenjo —explicó Jordan—. Es un verdadero matarratas. Se supone que

destruyeelcerebro,peroyonolocreo.Solamentecambialasideas.Hayquemezclarelaguamuydespacio,gotaagota.Peroyolohehechoalrevés:loheechadoalagua.

—¿Quéesloqueestáusteddiciendo?—preguntóPablo,malhumorado,dándosecuentadelaburla.

—Estabaexplicándolecómosehaceestamedicina—repusoJordan,sonriendo—.LacompréenMadrid.Eralaúltimabotellaymehaduradotressemanas.—Tomóunbuensorboynotóqueporsulenguaseextendíaunasensacióndedelicadaanestesia.MiróaPabloyvolvióasonreír.

—¿Cómovanlascosas?—preguntó.

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Pablo no contestó y Jordan observó detenidamente a los otros tres hombressentados a lamesa. Uno de ellos tenía una cara grande, chata ymorena como unjamón serrano, con lanariz aplastaday rota; el largoydelgado cigarrillo rusoquesosteníaenlacomisuradeloslabioshacíaqueelrostroparecieseaúnmásaplastado.Teníaunpelogris,comoerizado,yunrastrojodebarbasigualmentegris,yllevabalahabitualblusanegradeloscampesinos,abrochadahastaelcuello.BajólosojoshacialamesacuandoJordan lemiró,pero lohizodeuna forma tranquila; sinparpadear.Losotrosdoseran,evidentemente,hermanos;separecíanmucho:losdoseranbajos,achaparrados,depelonegro,quelescrecíaadosdedosdelafrente,ojososcurosypiel cetrina. Uno de ellos tenía una cicatriz que le cruzaba la frente sobre el ojoizquierdo. Mientras Jordan los observaba, ellos le devolvieron la mirada contranquilidad. Uno de ellos podría tener veintiséis o veintiocho años; el otro eraposiblementealgomayor.

—¿Quéesloquemiras?—preguntóunodeloshermanos,eldelacicatriz.—Teestoymirandoati—dijoJordan.—¿Tengoalgoraroenlacara?—No—dijoJordan—;¿quieresuncigarrillo?—Venga—dijo el hermano. No lo había querido antes—. Son como los que

llevabaelotro,eldeltren.—¿Estuvoustedeneltren?—Estuvimos todos en el tren—contestó el hermano calmosamente—. Todos,

menoselviejo.—Esoesloquedeberíamoshacerahora—dijoPablo—.Otrotren.—Podemoshacerlo—dijoJordan—.Despuésdelpuente.VioquelamujerdePablosehabíavueltodefrenteyestabaescuchando.Cuando

pronunciólapalabrapuente,todosguardaronsilencio.—Despuésdelpuente—volvióadecirJordanconintención.Ytomóuntragode

ajenjo.«Serámejorponerlascartassobrelamesa—pensó—.Detodasformas,meveréobligadoahacerlo.»

—Noestoyporlodelpuente—dijoPablo,mirandohacialamesa—.Niyonimigente.

Jordannolediscutió.MiróaAnselmoylevantóeljarro.—Entoncestendremosquehacerlosolos,viejo—ysonrió.—Sinesecobarde—dijoAnselmo.—¿Quéesloquehasdicho?—preguntóPabloalviejo.—Nohedichonadaparati;nohablabaparati—contestóAnselmo.RobertJordanmiróalotroladodelamesa,haciadondelamujerdePabloestaba

de pie, junto al fuego. No había dicho nada ni había hecho ningún gesto. Peroentoncesempezóadeciralgoalamuchacha,algoqueélnopodíaoír,ylachicase

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levantódelrincónqueocupabajuntoalfuego,sedeslizóalamparodelmuro,levantólamantaquetapabalaentradadelacuevaysalió.«Creoquelofeovaaplantearseahora—pensóRobertJordan—.Creoqueyasehaplanteado.Nohubieraqueridoquelascosasocurrierandeestemodo,peroparecequesucedenasí.»

—Bueno,haremoslodelpuentesintuayuda—dijoJordanaPablotuteándolederepente.

—No—replicóPablo,yJordanvioquesurostrosehabíacubiertodesudor—.Túnoharásvolaraquíningúnpuente.

—¿No?—Túnoharásvolaraquíningúnpuente—insistióPablo.—¿Ytú?—preguntóJordan,dirigiéndosealamujerdePablo,queestabadepie,

tranquilayarrogantejuntoalfuego.Lamujersevolvióhaciaellosydijo:—Yoestoyporlodelpuente.—Surostro,iluminadoporelresplandordelfogón,

aparecíaoscuro,bronceadoyhermoso,comoeldeunaestatua.—¿Quédicestú?—preguntóPablo,yJordanvioquesesentíatraicionadoyque

elsudorlecaíadelafrentealvolverhaciaellalacabeza.—Yoestoypor lodelpuenteycontra ti—dijo lamujerdePablo—.Nadamás

queeso.—Yotambiénestoyporlodelpuente—dijoelhombredelacaraaplastadayla

narizrota,estrujandolacolilladelcigarrillosobrelamesa.—Amíelpuentenomedicenada—opinóunode loshermanos—;peroestoy

conlamujerdePablo.—Lomismodigo—comentóelotrohermano.—Yyo—dijoelgitano.Jordan observaba a Pablo y, mientras le observaba, iba dejando caer su mano

derecha cada vezmás abajo, dispuesta, si fuera necesario, y esperando casi que lofuera, sintiendoqueacaso lomássencilloy fácil fueraqueseprodujesen lascosasasí, pero sin querer estropear lo que marchaba tan bien, sabiendo que toda unafamilia,unabandaounclanpuederevolverseenunadisputacontraunextraño;peropensando,sinembargo,queloquepodíahacerseconlamanoeralomássimpleylomejor, y quirúrgicamente lomás sano, una vez que las cosas se habían planteadocomosehabíanplanteado;JordanveíaalmismotiempoalamujerdePablo,paradaallí,comounaestatua,sonrojarseorgullosamenteanteaquelloscumplidos.

—Yoestoycon laRepública—dijo lamujerdePablo impetuosamente—.Y laRepúblicaeselpuente.Despuéstendremostiempodehacerotrosplanes.

—¡Y tú!—dijo Pablo amargamente—, con tu cabeza de toro y tu corazón deputa,¿creesquehabráundespués?¿Tieneslamásmínimaideadeloquevaapasar?

—Pasará lo que tenga que pasar—repuso lamujer de Pablo—. Pasará lo quetengaquepasar.

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—¿Ynoquieredecirnadapara ti elvertearrojadacomounabestiadespuésdeeseasunto,delquenovamosasacarningúnprovecho?¿Noteimportamorir?

—No—contestólamujerdePablo—.Ynotratesdemetermemiedo,cobarde.—Cobarde —repitió Pablo amargamente—. Tratas a un hombre de cobarde

porquetienesentidotáctico.Porqueescapazdeverdeantemanolasconsecuenciasdeunalocura.Noescobardíasaberloqueeslocura.

—Ni es locura saber lo que es cobardía—dijoAnselmo, incapaz de resistir latentacióndehacerunafrase.

—¿Tienesganasdemorirte?—preguntóPablo,yJordanvioquelapreguntaibaenserio.

—No.—Entonces,cierraelpico;hablasdemasiadodecosasquenoentiendes.¿Note

dascuentadequeestamosjugandoenserio?—dijodeunaformacasiafectuosa—.Yosoyelúnicoquevelogravedelasituación.

«Locreo—pensóJordan—.Locreo,Pablito,amigo;yotambiénlocreo.Nadiesedacuenta.Exceptoyo.Túerescapazdedartecuentaydeverlo,ylamujerlohaleído enmimano, pero noha sido capaz de verlo todavía.No, todavía no ha sidocapazdecomprenderlo.»

—¿Es que no soy el jefe aquí? —preguntó Pablo—. Yo sé de lo que hablo.Vosotrosnolosabéis.Elviejonotienecabeza.Esunviejoquenosirvemásqueparadar recadosyparahacerdeguíaen lasmontañas.Esteextranjerohavenidoaquíahacer una cosa que es buena para los extranjeros.Y por su culpa tenemos que sersacrificados.Yoestoyaquíparadefenderlaseguridadyelbienestardetodos.

—Seguridad—comentó lamujer dePablo—.Nohaynadaquepueda llamarseasí.Hayahoratantagenteaquí,buscandolaseguridad,quetodoscorremospeligro.Buscandolaseguridadtúnospierdesahoraatodos.

Estabajuntoalamesaconelgrancucharónenlamano.—Podemos sentirnos seguros —dijo Pablo—; en medio del peligro podemos

sentirnossegurossisabemosdóndeestáelpeligro.Escomoeltoreroquesabeloquehace,quenosearriesgasinnecesidadysesienteseguro.

—Hastaqueescogido—dijolamujeragriamente—.¡Cuántasvecesheoídoyoalostorerosdeciresoantesquelesdieranunacornada!¡CuántasvecesheoídoaFinitodecirquetodoconsisteensaberonosabercómosehacenlascosasyqueeltoronoatrapanuncaalhombre,sinoqueeselhombrequiensedejaatraparentreloscuernosdeltoro!Siemprehablanasí,conmuchoorgullo,antesdesercogidos.Luego,cuandovamos a verlos a la clínica—y se puso a hacer gestos, como si estuviera junto allechodelherido—:«¡Hola,cariño,hola!»—dijoconvozsonora.Yluego,imitandounavozcasiafeminada, ladel toreroherido—:«Buenas,compadre.¿Cómovaeso,Pilar?» «¿Qué te ha pasado, Finito, chico, cómo te ha ocurrido este cochino

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accidente?»—volvióadecir,consupoderosavoz.Luego,convozdébil,delgada—:«No es nada, Pilar; no es nada. No debiera haberme ocurrido. Le matéestupendamente, ya sabes. No hubiera podido matarle mejor. Luego, después dematarlecomodebíaydedejarleenteramentemuerto,cayéndoseporsupropiopesoytemblándolelaspatas,meapartéconciertoorgulloymuchoestilo,ypordetrásmemetió el cuerno entre las nalgas y me lo sacó por el hígado.» —Rompió a reír,dejandodeimitarelhablacasiafeminadadeltoreroyrecobrandosupropiotonodevoz.—Túytuseguridad.Ymelodicesamí,quehevividonueveañoscontresdelostorerospeorpagadosdelmundo.Ymelodicesamí,queséunratodeloqueeselmiedoydeloqueeslaseguridad.Háblameamídeseguridad.Ytú.¡Quéilusionespuseyoentiycómomehaschasqueado!Enunañodeguerratehasconvertidoenunholgazán,enunborrachoyenuncobarde.

—No tienes derecho a hablar así—dijo Pablo—. Y mucho menos delante degenteextrañaydeunextranjero.

—Hablocomomedalagana—dijolamujerdePablo—.¿Habéisoído?¿Todavíacreesqueerestúquienmandaaquí?

—Sí—dijoPablo—.Soyyoquienmandaaquí.—Ni en broma—dijo la mujer—. Aquí mando yo. ¿Lo habéis oído vosotros

también?Aquínomandanadiemásqueyo.Túpuedesquedarte,siquieres,ycomerde lo que yo guiso y beber el vino que guardo; pero sin abusar mucho. Puedestrabajarconlosdemás,siquieres,perolaquemandaaquísoyyo.

—Debieramatarteatiyalextranjero—dijoPablo,sombrío.—Inténtalo—dijolamujerdePablo—;yaveremosloquepasa.—Una taza de agua paramí—dijo Jordan, sin dejar demirar al hombre de la

cabezotasiniestrayalamujer,queseguíadepie,llenadearroganciaysosteniendoelcucharóncontantaautoridadcomosifueseuncetro.

—María—llamólamujerdePablo,ycuandolamuchachaaparecióenlapuerta,dijo—:Aguaparaestecamarada.

Jordansacódelbolsillosucantimplorayalcogerlaaflojóligeramentelapistoladelestucheyladeslizójuntoasucadera.Echóporsegundavezunpocodeajenjoensu tazade agua, cogió la que lamuchacha acababade traerle y empezó a echar elaguaalajenjogotaagota.Lamuchachasequedóenpie,asulado,observándole.

—Vetefuera—dijolamujerdePablo,haciéndoleunademánconlacuchara.—Afuerahacefrío—contestólachica,apoyandoelcodoenlamesayacercando

la mejilla a Jordan, para observar mejor lo que sucedía en la taza, donde el licorestabaempezandoaformarnubecillas.

—Puedequelohaga—dijolamujerdePablo—,peroaquíhacedemasiadocalor.—Yluegoañadióamablemente—:Enseguidatellamo.

Lamuchachamoviólacabezaysalió.

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«Nocreoquevayaaaguantarmucho»,sedijoJordan.Levantó la tazaconunamanoyapoyólaotrademaneraabiertaenlapistola.Habíacorridoelseguroysentíaahoraelcontactotranquilizadoryfamiliardelaculata,delabradogastado,casilisoporeluso,ylafrescacompañíadelgatillo.Pablohabíadejadodemirarleymirabaalamujer,queprosiguió:

—Escucha,borracho,¿sabesyaquiénmandaaquí?—Mandoyo.—No, oye.Abre bien los oídos y quítate la cera de las orejas peludas. La que

mandasoyyo.Pablolamiróyporlaexpresióndesurostronopodíaaveriguarseloquepensaba.

Lamiróresueltamenteunossegundosyluegomiróalotroladodelamesa,adondeestabaJordan.Luegovolvióamiraralamujer.

—Está bien; tú mandas—asintió—. Y si así lo quieres, él manda también. Ypodéis iros los dos al diablo.—Miraba ahora cara a cara a lamujer y no parecíadejarsedominarporellanihaberseturbadoporloquelehabíadicho.—Esposibleque sea un holgazán y que beba demasiado.Ypuedes pensar que soy un cobarde,aunqueteengañas.Pero,sobretodo,nosoyunestúpido—hizounapausa—.Puedesmandar si quieres, y que te aproveche.Y ahora, si eres unamujer, además de sercomandante,danosalgodecomer.

—María—gritó lamujerdePablo.Lamuchachametió la cabezapor lamantaquetapabalaentradadelacueva—.Entraysirvelasopa.

Lachicaentró,comoseledecía,yacercándosealamesabajaquehabíajuntoalfogón,cogióunasescudillasdehierroesmaltadoylasacercóalamesa.

—Hayvinoparatodos—dijolamujerdePabloaJordan—;ynohagascasodeloquediceeseborracho.Cuandoseacabe,conseguiremosmás.Acabaesacosatanraraqueestásbebiendoytomauntragodevino.

Jordan apuródeun trago el ajenjoque le quedabay sintióqueun calor suave,agradable,vaporoso,húmedo,todaunaseriedereaccionesquímicas,seproducíanenél.Tendió su taza para que le sirvieran vino.La chica se la llenó y se la devolviósonriendo.

—¿Hasvistoelpuente?—preguntóelgitano.Losotros,quenohabíanabierto labocadespuésdelhomenaje rendidoaPilar,

mostrabanahoramuchointerésenescuchar.—Sí—contestóJordan—;esfácildevolar.¿Queréisqueosloexplique?—Sí,hombre,explícalo.Jordansacódesubolsilloelcuadernodenotasylesenseñólosdibujos.—Mira—dijoelhombredelacaraaplastada,alquellamabanPrimitivo—;¡sies

mismamenteelpuente!Jordan, ayudándose con el lápiz, a guisa de puntero, explicó cómo tenían que

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volarelpuenteydóndeteníanquesercolocadaslascargas.—¡Qué cosa más sencilla! —dijo el hermano de la cicatriz, al cual llamaban

Andrés—.¿Ycómohacesqueexploten?Jordanloexplicótambiénymientrasdabalaexplicaciónnotóquelamuchacha

había apoyado el brazo en su hombro paramirarmás cómodamente. Lamujer dePablo estaba mirando igualmente. Sólo Pablo parecía no tener interés y se habíasentadoaparteconsutazadevino,quedevezencuandovolvíaallenarenelbarreñoque había colmado antesMaría con el vino del pellejo colgado a la entrada de lacueva.

—¿Has hecho ya otras veces este trabajo?—preguntó la chica en voz baja aJordan.

—Sí.—¿Ypodremosvertecómolohaces?—Sí,¿porquéno?—Loverás—dijoPablodesdeelotroladodelamesa—.Estoysegurodequelo

verás.—Cállate—dijo lamujer dePablo.Yde repente, acordándosede la escenade

aquellatarde,sepusofuriosa—.Cállate,cobarde;cállate,asesino;cállate,mochuelo.—Bueno—dijo Pablo—, me callaré. Eres tú quien manda ahora y no quiero

impedirquemiresesosdibujostanbonitos.Peroacuérdatedequenosoyunidiota.La mujer de Pablo sintió que su rabia se iba cambiando en tristeza y en un

sentimiento que helaba toda esperanza y confianza.Conocía ese sentimiento desdequeeraniñaysabíaelmotivo,comoconocíalascosasquelohabíancreadodurantetodasuvida.Sehabíapresentadoderepenteytratódeahuyentarlo.Noqueríadejarsetocarporél,noqueríaquetocaraalaRepública.Asíesquedijo:

—Vamosacomer.María,llenalasescudillas.

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CapítuloV

ROBERTJORDANlevantólamantaquetapabalaentradadelacuevayalsalirrespiróafondoelfrescoairedelanoche.Lanieblasehabíadisipadoybrillabanlasestrellas.Nohacíavientoy,lejosdelaireviciadodelacueva,cargadodelhumodeltabacoydelfogón;liberadodeloloraarroz,acarne,aazafrán,apimientosyaaceitefrito;deloloravinodelgranpellejocolgadodelcuellojuntoalaentrada,conlascuatropatasextendidas,porunadelascualessesacabaellíquidoquequedabagoteandocadavezquesehacíay levantabaelolorapolvodelsuelo; liberadodelolorde lasdistintashierbas cuyos nombres ni siquiera conocía, que colgaban enmanojos del techo, alladodelargasristrasdeajos;libredeloloraperragorda,vinotintoyajos,mezcladoconelsudorequinoyelsudordehombresecadobajolaropa(acreycansadoelolordelhombre,dulceyenfermizoelolordelcaballo,olordepielreciéncepillada);libredetodosesosolores,Jordanrespiróprofundamenteelairelimpiodelanoche,elairedelasmontañasqueolíaapinosyarocío,alrocíodepositadosobrelahierbadelapraderaalpiedel arroyo.El rocíohabía idocayendoconabundanciadesdeque sehabíacalmadoelviento;peroaldíasiguiente,pensóJordan,respirandocondelicia,seríaescarcha.

Mientraspermanecíaallí,respirandoaplenopulmónyescuchandoelpulsodelanoche, oyó primero disparos en la lejanía y luego el grito de una lechuza en elbosque,másabajo,haciadondesehabíamontadoelcorraldeloscaballos.Despuésoyó en el interior de la cueva al gitano que había empezado a cantar y el rasgueosuavedeunaguitarra:

Medejarondeherenciamispadres...

Lavoz,artificialmentequebrada, seelevóbruscamenteyquedócolgadaenunanota.Luegoprosiguió:

Medejarondeherenciamispadres,ademásdelalunayelsol...

Alsonidodelaguitarrahizoecounaplausocoreado.—Bueno—oyódecirJordanaalguien—.Cántanosahoralodelcatalán,gitano.—No.—Sí,hombre,sí;lodelcatalán.—Bueno—dijoelgitano,yempezóacantarconvozlamentosa:

Tengonarizaplasta,tengocaracharola,

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perosoyunhombrecomolosdemás.

—Olé—dijoalguien—.Adelante,gitano.Lavozdelgitano se elevó, trágicayburlona:

GraciasaDiosquesoynegroyquenosoycatalán.

—Esoesmuchoruido—dijoPablo—.Cállate,gitano.—Sí—se oyó decir a una voz demujer—. Eso no esmás que ruido. Podrías

despertaralaguardiacivilconesevozarrón.Peronotienesclase.—Cantaréotracosa—dijoelgitano,yempezóarasguearlaguitarra.—Guárdatelaparaotraocasión—dijolamujer.Laguitarracalló.—Noestoyenvenaestanoche.Asíesquenosehaperdidonada—dijoelgitano,

y,levantandolamanta,salió.Jordanvioquesedirigíaaunárbol;luegoseacercóaél.—Roberto—dijoelgitanoenvozbaja.—¿Qué hay, Rafael? —preguntó Jordan. Veía por la voz que le había hecho

efectoelvino.Tambiénélhabíabebidodosajenjosyalgodevino,perosucabezaestabaclaraydespejadaporelesfuerzodelapeleaconPablo.

—¿PorquénohasmatadoaPablo?—preguntóelgitano,siempreenvozbaja.—¿Paraquéibaamatarle?—Tendrás que matarle más pronto o más tarde. ¿Por qué no aprovechaste la

ocasión?—¿Estáshablandoenserio?—Pero¿quétefigurasqueestábamosesperandotodos?¿Porquécrees,sino,que

lamujermandóalachicafuera?¿Creesqueesposiblecontinuar,despuésdeloquesehadicho?

—Teníaisquematarlevosotros.—¡Qué va! —dijo el gitano tranquilamente—. Eso es asunto tuyo. Hemos

esperadotresocuatrovecesquelematases.Pablonotieneamigos.—Semeocurriólaidea—dijoJordan—;peroladeseché.—Todos sehandadocuenta.Todoshanvisto lospreparativosquehacías. ¿Por

quénolemataste?—Penséquepodríamolestaralosotrosoalamujer.—¡Qué va! Lamujer estaba esperando como una puta que caiga un pájaro de

cuenta.Eresmásjovendeloqueaparentas.—Esposible.

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—Mátaleahora—acucióelgitano.—Esoseríaasesinar.—Mejorquemejor—dijoelgitano,bajandolavoz—.Correríasmenospeligro.

Vamos,mátaleahoramismo.—Nopuedohacerlo;seríarepugnanteynoesasícomotenemosquetrabajarpor

lacausa.—Provócale entonces—dijo el gitano—; pero tienes quematarle.No haymás

remedio.Mientrashablaban,unalechuzarevoloteóentrelosárboles,sinromperladulzura

delanoche,descendiómásallá,yseelevódenuevobatiendolasalasconrapidez,perosinhacerelruidodeplumasquehaceunpájarocuandocaza.

—Mira esebicho—dijo el gitano en la oscuridad—.Así debieranmoverse loshombres.

—Ydedíaestarciegaenunárbol,conloscuervosalrededor—dijoJordan.—Esoocurreraravez—dijoelgitano—.Yporcasualidad.Mátale—insistió—.

Noledejesqueacarreemásdificultades.—Hapasadoelmomento.—Provócale—insistióelgitano—.Oaprovéchatedelacalma.Lamantaquetapabalapuertadelacuevase levantóyunrayodeluzsaliódel

interior.Alguienseadelantabahaciaellosenlaoscuridad.—Esunahermosanoche—dijoelhombre,convozgruesaytranquila—.Vamos

atenerbuentiempo.EraPablo.Estabafumandounodeloscigarrillosrusos,yalresplandordelcigarrilloenlos

momentosenqueaspiraba,aparecíadibujadasucararedonda.Podíadistinguirsealaluzdelasestrellassucuerpopesadodelargosbrazos.

—Nohagas casode lamujer—dijo, dirigiéndose a Jordan.En laoscuridad, elcigarrilloeraunpuntobrillantequedescendíasegúnbajabalamano—.Avecesnosda que hacer. Pero es una buena mujer; muy leal a la República.—La punta delcigarrillo brillaba conmás fuerza al hablar. Debía de estar hablando ahora con elcigarrillo en la comisura de los labios, pensó Jordan.— No debemos tenerdiferencias; tenemos que estar de acuerdo. Me alegro de que hayas venido. —Elcigarrillovolvióabrillarconmásfuerza.—Nohagascasodelasdisputas—dijo—;tedoylabienvenida.Perdónameahora—añadió—;tengoqueiraversiestánatadosloscaballos.

Ycruzóentrelosárboles,bordeandoelprado.Oyeronauncaballorelincharmásabajo.

—¿Hasvisto?—preguntóelgitano—.¿Hasvisto?Haconseguidoescaparseotravez.

RobertJordannocontestó.

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—Mevoyabajo—dijoelgitano,irritado.—¿Vasahaceralgo?—¡Quéva!Peroalmenospuedoimpedirlequeseescape.—¿Puedeescaparseconuncaballodesdeahíabajo?—No.—Entonces,veallugardesdedondepuedasimpedírselo.—Agustínestáallí.—Ve,entonces,yhablaconAgustín.Cuéntaleloquehasucedido.—Agustínlemataríadebuenagana.—Menosmal—dijoJordan—.Veydileloquehapasado.—¿Ydespués?—Yovoyahoramismoalprado.—Bueno,hombre,bueno.—NopodíaverlacaradeRafaelenlaoscuridad,pero

sediocuentadequesonreía.—Ahora tehasajustado losmachos—dijoelgitano,satisfecho.

—VeaveraAgustín—dijoJordan.—Sí,hombre,sí—dijoelgitano.Robert Jordan cruzó a tientas entre los pinos, yendo de un árbol en otro, hasta

llegar a la linde de la pradera, en donde el fulgor de las estrellas hacía la sombramenosdensa.Recorrió lapraderaconlamiradayvioentreel torrenteyél lamasasombríadeloscaballosatadosalasestacas.Loscontó.Habíacinco.Jordansesentóalpiedeunpino,conlosojosfijosenlapradera.

«Estoycansado—pensó—,yquizánotengalacabezadespejada;peromimisióneselpuente,yparallevaracaboestamisiónnodebocorrerriesgosinútiles.Desdeluego,avecessecorreungraveriesgopornoaprovecharelmomento.Hastaahoraheintentadodejarquelascosassigansucurso.Siesverdad,comodiceelgitano,queesperaban que matase a Pablo, hubiera debido matarle. Pero nunca he creído quedebía hacerlo. Para un extranjero, matar en donde tiene que asegurarse luego lacolaboracióndelasgentesesmalasunto.

»Puede uno permitirse hacerlo en plena acción, cuando se apoya en una sólidadisciplina.Enestecasopiensoquemehubieraequivocado.Sinembargo,lacosaeratentadora y parecía lomás sencillo y rápido. Pero no creo que nada sea rápido nisencillo en este país, y, por mucha confianza que tenga en la mujer, no se puedeaveriguarcómohubierareaccionadoellaanteunactotanbrutal.Vermoriraalguienenunlugarcomoéstepuedeseralgofeo,sucioyrepugnante.Esimposiblepreverlareaccióndeesamujer.Ysinellaaquí,nohayniorganizaciónnidisciplina;yconellatodo puedemarchar bien.Lo ideal sería que lematase ella, o el gitano pero no loharán,oelcentinela,Agustín.Anselmolematarásiselopido;perodicequenolegusta.AnselmodetestaaPablo,estoyconvencido,yconfíaenmí;creeenmícomo

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representantedelascosasenquecree.SóloélylamujercreenverdaderamenteenlaRepública, por lo que seme alcanza; pero es todavía demasiado pronto para estarsegurodeello.»

Comosusojosempezabanaacostumbrarsealaluzdelasestrellas,vioaPablodepie,juntoaunodeloscaballos.Elcaballodejódepastar,levantólacabezaylabajóluego, iracundo. Pablo estaba de pie junto al caballo, apoyado contra él,desplazándose con él todo lo que la cuerda permitía desplazarse al caballo yacariciándole el cuello. Al caballo le molestaban sus caricias mientras estabapastando.JordannopodíaverloquehacíaPablonioírloquedecíaalcaballo;perosedabacuentadequenolehabíadesatadoniensillado.Asíesquepermanecióallíobservando,conlaintencióndeverclaramenteelasunto.

«Mi caballo bonito», decía Pablo al animal en la oscuridad. Era a un gransemental al que hablaba. «Mi caballo bonito, mi caballito blanco, con el cuelloarqueado,comoelviaductodemipueblo.»Hizounapausa.«Peromásarqueadoymáshermoso.»Elcaballojuntabaelpastoinclinandolacabezadeunladoaotroparaarrancarlasmatas,importunadoporelhombreyporsucharla.«Túnoeresunamujerniunloco»,decíaPabloalcaballobayo.

«Micaballobonito,micaballo,túnoeresunamujercomounvolcánniunapotradechiquillaconlacabezarapada;unapotrancamamona.Túnoinsultasnimientesniteniegasacomprender.Micaballo,micaballobonito.»

HubierasidomuyinteresanteparaRobertJordanpoderoírloquePablohablabaalcaballobayo;peronoleoía,yconvencidodequePablonohacíamásquecuidardesuscaballosyhabiendodecididoquenoeraoportunomatarle,selevantóysefuea la cueva. Pablo estuvo mucho tiempo en la pradera hablando a su caballo. Elcaballo no comprendía nada de lo que su amo le decía. Por el tono de la voz,barruntabaqueerancosascariñosas.Habíapasadotodoeldíaenelcercadoyteníahambre.Pastabaimpacientedentrodeloslímitesdelacuerdayelhombreleaburría.Pabloacabóporcambiarelpiquetedesitioyestarsecercadelcaballosinhablarmás.Elcaballosiguiópaciendo,satisfechodequeelhombrenolemolestaraya.

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CapítuloVI

UNAVEZDENTRODELACUEVA,RobertJordanseacomodóenunode losasientosdepielsincurtirquehabíaenunrincón,cercadelfuego,ysepusoaconversarconlamujer,queestabafregandolosplatos,mientrasMaría,lachica,lossecabaylosibacolocando,arrodillándoseparahacerloanteunahendiduradelmuro,lacualseusabacomoalacena.

—Es extraño —dijo la mujer— que el Sordo no haya venido. Debería haberllegadohaceunahora.

—¿Leavisóustedparaqueviniese?—No;vienetodaslasnoches.—Quizásestéhaciendoalgo,algúntrabajo.—Es posible —dijo la mujer—; pero si no viene, tendremos que ir a verle

mañana.—Ya.¿Estámuylejosdeaquí?—No,peroseráunbuenpaseo.Mehacefaltaejercicio.—¿Puedoiryo?—preguntóMaría—.¿Podríairyotambién,Pilar?—Sí, hermosa —contestó la mujer, volviendo hacia ella su cara maciza—.

¿Verdad que es guapa?—preguntó a Robert Jordan—. ¿Qué te parece? ¿Un pocodelgada?

—Amímeparecemuybien—contestóRobertJordan.Maríalesirvióunatazadevino.—Bebaesto—ledijo—; leharávermemásguapa.Hayquebebermuchopara

vermeguapa.—Entoncesvalemásquenobeba—dijoJordan—.Meparecesyaguapa,ymás

queguapa—dijotuteándolaabiertamente.—Así sehabla—dijo lamujer—.Túhablascomo losbuenosdeverdad.¿Qué

mástienesquedecirdeella?—Que es inteligente—respondió Jordan, de unamanera vacilante.María dejó

escaparunarisitaylamujermoviólacabezalúgubremente.—¡Québienhabíaustedempezadoyquémalacaba,donRoberto!—NomellamesdonRoberto.—Esunabroma.AquídecimosenbromadonPabloydecimosenbromaseñorita

María.—Nomegustaesaclasedebromas—dijoJordan—.Camaradaeselmodocomo

debiéramos llamarnos todos en esta guerra. Cuando se bromea tanto, las cosascomienzanaestropearse.

—Eresmuymísticotúcontupolítica—dijolamujer,burlándosedeél—.¿Note

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gustanlasbromas?—Sí, me gustan mucho, pero no con los nombres. El nombre es como una

bandera.—Amímegustareírmede lasbanderas.Decualquierbandera—dijo lamujer,

echándose a reír—. Paramí, cualquiera puede bromear sobre cualquier cosa. A laviejabanderarojaygualdalallamábamospusysangre.AlabanderadelaRepública,consufranjamorada,lallamábamossangre,pusypermanganato.Yeraunabroma.

—Élescomunista—aseguróMaría—,yloscomunistassongentemuyseria.—¿Erescomunista?—No.Yosoyantifascista.—¿Desdehacemuchotiempo?—Desdequecomprendíloqueeraserfascista.—¿Cuántotiempohacedeeso?—Cercadediezaños.—Eso no es mucho tiempo —dijo la mujer—. Yo hace veinte años que soy

republicana.—Mipadrefuerepublicanodetodalavida—dijoMaría—.Poresolemataron.—Mipadrefuerepublicanotodalavidatambién.Ytambiénlofuemiabuelo—

dijoRobertJordan.—¿Endóndefueeso?—EnlosEstadosUnidos.—¿Mataronatupadre?—preguntólamujer.—¡Quéva!—dijoMaría—.LosEstadosUnidosesunpaísderepublicanos.Allí

nomatananadieporserrepublicano.—De todos modos, es una cosa buena tener un abuelo republicano —dijo la

mujer—.Esseñaldebuenacasta.—Mi abuelo formó parte del Comité Nacional Republicano—dijo Jordan. Su

declaraciónimpresionóhastaaMaría.—¿YtupadrehacetodavíaalgoporlaRepública?—preguntóPilar.—No,mipadremurió.—¿Puedepreguntarsecómomurió?—Sepegóuntiro.—¿Paraquenoletorturasen?—preguntólamujer.—Sí—replicóJordan—;paraquenoletorturasen.Maríalemiróconlágrimasenlosojos:—Mipadre—dijo—nopudoconseguirningunaarma.Peromealegromuchode

quesupadretuvieralasuertedeconseguirunarma.—Sí,tuvomuchasuerte—dijoJordan—.¿Podríamosahorahablardeotracosa?—Entonces,ustedyyosomosiguales—dijoMaría.Pusounamanoensubrazoy

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lemiróalacara.Jordancontemplólamorenacaradelamuchachayvioquelosojosde ella eranpor primera vez tan jóvenes comoel resto de sus facciones, sólo que,además,sehabíanvueltoderepenteávidos,juvenilesyansiosos.

—Podríaisserhermanoyhermanaporlatraza—opinólamujer—.Perocreoqueesunasuertequenoloseáis.

—Ahorayaséporquéhesentidoloquehesentido—dijoMaría—.Ahoraloveotodomuyclaro.

—¡Qué va!—se opuso Robert Jordan e, inclinándose, le pasó la mano por lacabeza.Habíaestadodeseandohaceresotodoeldía,yhaciéndolo,notabaqueselevolvíaa formarunnudoensugarganta.Lachicamovió lacabezabajosumanoysonrió.Yélsintióelcabelloespeso,duroysedosodoblarsebajosusdedos.Luego,lamanosedeslizósolahastasugarganta,peroladejócaer.

—Hazlootravez—dijoella—.Quieroquelohagasmuchasveces.—Luego—contestóJordan,convozahogada.—Muybonito—saltólamujerdePablo,convozatronadora—,¿Ysoyyolaque

tiene que ver todo esto? ¿Tengo yo que ver todo esto sin que me importe unpimiento?Nohayquienpuedasoportarlo.Afaltadealgunacosamejor, tendréqueagarrarmeaPablo.

Maríanolehizocaso,comonohabíahechocasodelosotrosquejugabanalascartasenlamesa,alaluzdeunavela.

—¿Quiereustedotratazadevino,Roberto?—preguntóMaría.—Sí—dijoél—;venga.—Vasatenerunborrachocomoyo—dijolamujerdePablo—.Conesacosarara

quehabebidoytodolodemás.Escúchame,inglés.—Nosoyinglés:soyamericano.—Escucha,entonces,americano.¿Dóndepiensasdormir?—Afuera;tengounsacodenoche.—Estábien—aprobóella—.¿Estálanochedespejada?—Sí,ymuyfría.—Afuera, entonces —dijo ella—; duerme afuera. Y tus cosas pueden dormir

conmigo.—Estábien—contestóJordan.—Déjanosunmomento—dijoJordanalamuchacha.Ylepusounamanoenel

hombro.—¿Porqué?—QuierohablarconPilar.—¿Tengoquemarcharme?—Sí.—¿Dequése trata?—preguntólamujerdePablocuandolamuchachasehubo

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alejadohacialaentradadelacuevadondesequedódepie,juntoalpellejodevino,mirandoaloshombresquejugabanalascartas.

—Elgitanodijoqueyodebería...—empezóadecirJordan.—No—ledijolamujer—;estáequivocado.—Si fuera necesario que yo... —insinuó Jordan de manera tranquila, aunque

premiosa.—Eresmuycapazdehacerlo—dijo lamujer—.Locreo.Peronoesnecesario.

Heestadoobservándote.Tucomportamientohasidoacertado.—Perosifuesenecesario...—No—insistió ella—. Ya te lo diré cuando sea necesario. El gitano tiene la

cabezaapájaros.—Unhombrequesesientedébilpuedeserungranpeligro.—No.Noentiendesnadadeesto.Eseestáyamásalládelpeligro.—Noloentiendo.—Eresmuyjoventodavía—afirmóella—.Yaloentenderás.—Luegollamóala

muchacha.—Ven,María.Yahemosacabadodehablar.LachicaseacercóyJordanextendiólamanoyselapasóporlacabeza.Ellase

restregóbajosumanocomoungatito.Hubounmomentoenqueélcreyóqueinclusoibaallorar.PeroloslabiosdeMaríavolvieronarecuperarsugestohabitual,lemiróalosojosysonrió.

—Harías bien yéndote a la cama —dijo la mujer a Robert Jordan—. Hastrabajadodemasiado.

—Bueno—dijoJordan—;voyabuscarmiscosas.

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CapítuloVII

SE QUEDÓ DORMIDO en el saco de noche y al despertar creyó que había dormidomuchotiempo.Elsacoestabaextendidoenelsuelo,alsocairedelosroquedales,másallá de la entrada de la cueva. Durmiendo, se había vuelto de lado y había ido arecostarsesobrelapistola,quetuvobuencuidadodesujetarconunacorreaentornoasumuñecaycolocarla juntoaélbajoel saco,cuandosepusoadormir;estaba tancansado—ledolíanloshombrosylaespalda,ledolíanlaspiernas,ylosmúsculosselehabíanquedadotanentumecidosqueelsuelose leantojóblando—,queelmeroestirarsebajoelsaco,yelroceconelforrodelanillalehabíaproducidounaespeciedevoluptuosidad,esavoluptuosidadquesóloproporciona la fatiga.Aldespertarsepreguntódónde estaba; recordóybuscó la pistola quehabíaquedadodebajode sucuerpo y se estiró placenteramente, dispuesto a dormir de nuevo, con una manoapoyada en el lío de ropas enrolladas en torno de sus alpargatas que le servía dealmohada,yelotrorodeandolaimprovisadaalmohada.

Entoncessintióquealgoseapoyabaensuhombroysevolviórápidamente,conlamanoderechacrispadasobrelapistoladentrodelsacodenoche.

—¡Ah!, ¿eres tú?—dijo, y, soltando el arma, tendió los brazos hacia ella y laatrajohaciasí.Alestrecharlaentresusbrazossintióquetemblaba—.Métetedentro—dijodulcemente—;fuerahacefrío.

—No,nodebo.—Ven—dijoél—;luegolodiscutiremos.La muchacha temblaba. Él la tenía sujeta por la muñeca, sosteniéndola

dulcementeconelotrobrazo.Ellahabíavueltolacabezaparanoencontrarseconél.—Vamos,conejito—dijoRobertJordan,ylabesóenlanuca.—Tengomiedo...—Notengasmiedo.Métete.—¿Cómo?—Deslízateenelinterior.Haymuchositio;¿quieresqueteayude?—No—dijoellaysemetióenelsacoyunmomentodespués,él,manteniéndola

biensujeta,tratabadebesarlaenloslabiosyellaleesquivabaapoyandolacaraenellíoderopasquehacíadealmohada;perohabíatendidounbrazoalrededordelcuellodeélylomanteníaenesapostura.Luegosintióquesusbrazosseaflojabanyaltratardeatraerlavioquevolvíaatemblar.

—No—dijo,echándoseareír—;noteasustes.Eslapistola.Cogióelarmaylapusodetrásdeél.—Medavergüenza—dijoella,conlacarasiemprealejadadelasuya.—Notienesporqué.Vamos,vamos.

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—No,nodebohacerlo.Medavergüenzayestoyasustada.—No,conejito,porfavor.—Nodeberíahacerlo;quizátúnomequieras.—Tequiero.—Yo tequiero también.Sí, tequiero.Ponme lamanoen lacabeza—dijoella,

conlacarasiemprehundidaenlaalmohada.Jordanlepusolamanoenlacabezaylaacarició,yderepenteellaapartóelrostrodelaalmohadayseencontróensusbrazos,apretadaestrechamentecontraél,mejillacontramejilla,yrompióallorar.

Éllamanteníainmóvilcontrasí,sintiendotodalaesbeltezdesucuerpojoven,leacariciabalacabezaybesabalasalhúmedadesusojos,ymientrasellalloraba,susredondos senos de recios botoncitos le rozaban a través de la camisa que llevabapuesta.

—Nosébesar—dijoella—;nosécómosehace.—Nohaynecesidaddebesarse.—Sí,tengoquebesarte.Tengoquehacerlotodo.—Nohaynecesidaddehacernada.Estamosmuybienasí;perollevasdemasiada

ropa.—¿Quétengoquehacer?—Yoteayudaré.—¿Estámejorahora?—Sí,muchomejor.¿Noteencuentrasmejor?—Sí,claroquesí.¿Ypodréirmecontigo,comohadichoPilar?—Sí.—Peronoaunasilo.Contigo.—Conmigo;noaunasilo.—Contigo,contigo,contigo.Contigo,yserétumujer.Seguían en la misma posición, pero todo lo que antes estaba cubierto había

quedadoahoradescubierto.Endondehabíaestadolarugosidaddelasbastastelaseraahora todo suavidad, dulzura, suave presión de un bulto suave, firme y redondo,sensación continuada de delicada frescura y un mantenerse unidos sin fin y unaespecie de dolor en el pecho, y una tristeza terrible y profunda que quitaba larespiración.RobertJordannopudoaguantarmás,ypreguntó:

—¿Hasqueridoaotros?—No,nunca.Peroderepentequedócomodesmayadaentresusbrazos.—Peromehanhechocosas.—¿Quiénes?—Varios.Sehabíaquedadoinmóvil,comosisucuerpoestuvieramuerto;apartólacabeza

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deél.—Ahoranomequerrás.—Tequiero—dijoJordan.Peroalgohabíasucedidoyellasediocuenta.—No—dijoella,y suvoz salía comoapagada;no tenía color—.Nomevasa

quereryquizámellevesalasilo.Yyoiréalasiloynoserélamujerdenadie.—Tequiero,María.—No,noesverdad—dijoella.Luego,comosipidieraperdón,conunpocode

esperanzaenlavoz—:Peronohebesadonuncaaningúnhombre.—Entonces,bésameamí.—Quisiera besarte—dijo ella—; pero no sé cómo. Cuandome hicieron cosas

luchéhastaquemequedésinver.Luchéhastaqueunosesentósobremicabezayyolemordí,yentoncesmeamordazaronyme tuvieronsujetos losbrazosdetrásde lacabeza,yotrosmehicieroncosas.

—Tequiero,María—dijoél—;ynadietehahechonada.Nadiepuedetocarteati.Nadietehatocado,conejitomío.

—¿Creesloquetedigo?—Locreo.—¿Ypodríasquererme?—preguntó,apretándosecálidamentecontraél.—Tequierotodavíamás.—Procurarébesartecomopueda.—Bésameahora.—Nosécómobesarte.—Bésame;nohacefaltamás.Maríalebesóenlamejilla.—No,así,no.—¿Qué se hace con la nariz? Siempre me he preguntado qué se hacía con la

nariz.—Muyfácil;vuelvelacabeza—dijoél,ysusbocasseunieronyellasemantuvo

apretadacontraél,ysubocaseabrióunpocoyél,manteniéndolaapretadacontrasísesintióderepentemásfelizquelohabíasidonunca,másligero,conunafelicidadexultante,íntima,impensable.Ysintióquetodosucansancioytodasupreocupaciónsedesvanecíanysólosintióungrandeleiteydijo—:Conejitomío,cariñomío,amormío;hacemuchotiempoqueyotequiero.

—¿Quéesloquedices?—preguntóella,comosihablaradesdealgúnsitiomuylejano.

—Amormío—dijoél.Estabanabrazadosyélsintióqueelcorazóndeellalatíacontraelsuyo,yconla

puntadelpie,acaricióligeramentesuspies.

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—Hasvenidodescalza—dijo.—Sí.—Entonces,sabíasqueibasaacostarteconmigo.—Sí.—Ynohastenidomiedo.—Sí,muchomiedo.Peromedabavergüenzanosabercómotendríaquequitarme

loszapatos.—¿Quéhoraesahora?¿Losabes?—No,¿tienestureloj?—Sí,perolotengodetrásdeti.—Entonces,sácalodeahí.—No.—Puesmiraporencimademihombro.Eralaunadelamadrugada.Laesferadelrelojbrillabaenlaoscuridadcreadapor

lamanta.—Mepinchascontubarbaenelhombro.—Perdóname,notengonadaconqueafeitarme.—Noimporta;megusta.¿Tieneslabarbarubia?—Sí.—¿Yvasadejártelacrecer?—No crecerámucho; antes tenemos que terminar el asunto del puente.María,

escúchame:¿estásdispuesta?—¿Dispuestaaqué?—¿Quieresquelohagamos?—Sí,quiero.Quieroloquetúquieras.Quierohacerlotodo,ysilohacemostodo,

quizáseacomosilootronohubieseocurrido.—¿Cómosetehaocurridoeso?¿Lohaspensadosola?—No.Lohabíapensadosola,perofuePilarlaquemelodijo.—Esmuylistaesamujer.—Yotracosa—dijoMaríasuavemente—;Pilarmehamandadoquetedigaque

noestoyenferma.Ellasabeestascosasymedijoquetelodijese.—¿Tedijoellaquemelodijeras?—Sí.Habléconellay ledijeque tequería.Tequiseencuanto tevi llegary te

habíaqueridosiempre,antesdeverte,yselodijeaPilar,yPilardijoquesialgunaveztecontabaloquemehabíapasado,quetedijeraquenoestabaenferma.Lootromelodijohacemuchotiempo;pocodespuésdelodeltren.

—¿Quéfueloquetedijo?—Medijoqueaunanolehacennadasiunanoloconsienteyquesiyoqueríaa

alguiendeveras,todoesodesaparecería.Queríamorirme,¿sabes?

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—Pilartedijolaverdad.—Yahorasoyfelizpornohabermemuerto.Mesiento tandichosadenohaber

muerto...¿Creesquepodrásquererme?—Claro,yatequiero.—¿Ypodríasertumujer?—Nopuedotenermujermientrashagaestetrabajo.Perotúeresmimujerdesde

ahora.—Sialgúndíalosoy,loseréparasiempre.¿Soytumujerahora?—Sí,María.Sí,conejitomío.Ellaseapretómáscontraélyélbuscósuslabios,losencontróysebesaron,yél

la sintió fresca, nueva, suave, joven y adorable, con aquella frescura cálida,devoradorae increíble;porqueera increíbleencontrárselaallí,ensusacodenoche,queeratanfamiliarparaélcomosuspropiasropas,suszapatososutrabajo,y,porúltimo,elladijo,asustada:

—Y ahora hagamos en seguida todo lo que tenemos que hacer, para quedesaparezcatodolodemás.

—¿Lodeseasdeverdad?—Sí—dijoellacasiconfiereza—.Sí.Sí.Sí.

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CapítuloVIII

LANOCHEESTABAFRÍA.RobertJordandormíaprofundamente.Sedespertóunavezy,alestirarse,notólapresenciadelamuchacha,acurrucada,dentrodelsaco,respirandoligera y regularmente. El cielo estaba duro, esmaltado de estrellas, el aire frío leempapabalasnarices;metiólacabezaenlatibiezadelsacoybesólasuaveespaldade lamuchacha.LachicanosedespertóyJordansevolvióde lado,despegándosesuavemente y, sacando otra vez la cabeza del saco, se quedó en vela un instante,paladeandolavoluptuosidadqueleoriginabasufatiga;luego,eldeleitesuave,táctil,delosdoscuerposrozándose;porúltimo,estirólaspiernashastaelfondodelsacoysedejócaeraplomoenelmásprofundosueño.

Se despertó al rayar el día. La muchacha se había marchado. Lo supo aldespertarse, extender el brazo y notar el saco todavía tibio en el lugar donde ellahabía reposado. Miró hacia la entrada de la cueva, donde se hallaba la manta,bordeadadeescarcha,yviounadébilcolumnagrisdehumo,queseescapabadeunahendiduraentrelasrocas,cosaquequeríadecirqueelfuegodelacocinahabíasidoencendido.

Unhombresaliódeentrelosárbolesconunamantasobrelacabezaalamanerade poncho; era Pablo. Iba fumando un cigarrillo. «Ha debido de ir a llevar loscaballosalcercado»,pensó.

Pablo levantó la manta y entró en la cueva sin mirar hacia donde se hallabaJordan.

RobertJordanpalpóconlamanolaligeraescarchaquesehabíadepositadosobrelaseda,delgada,ajadaymanchada,delafundaque,desdehacíacincoaños,leservíapara guardar su saco de noche; luego volvió a deslizarse dentro. «Bueno—dijo,sintiendo la caricia familiar del forro de franela sobre sus piernas extendidas; lasencogióysevolvióde lado,deformaquesucabezanoquedaraen ladireccióndedondeélsabíaquesaldríaelsol—.¿Quémásda?Puedodormirtodavíaunrato.»

Ydurmióhastaqueunruidodemotoresdeavionesledespertó.Tumbadobocaarriba,violosavionesquepasaban,unapatrullaenemigadetres

«Fiat»,minúsculosybrillantes,moviéndoserápidamenteatravésdelaltocielodelasierra,volandoenladirecciónpordondeAnselmoyélhabíanllegadolavíspera.Nohabíanhechomásquedesaparecercuando,trasellos,pasaronnuevemásvolandoamásaltura,enformacionesprecisasdetresentres.

Pabloyelgitanoestabanparadosalaentradadelacuevaenlasombra,mirandoal cielo, mientras Robert Jordan seguía tumbado sin moverse. El cielo se habíallenado del mugido martilleante de los motores. Hubo un nuevo zumbido y tresnuevosavionesaparecieron,estavezamenosdetrescientosmetrosporencimadela

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pradera.Eran«Heinkel111»,bimotoresdebombardeo.RobertJordan,conlacabezaalasombradelasrocas,sabíaquenoleveíanyque,

aunque le viesen, no tenía tampocomucha importancia. Sabía que podrían ver loscaballosenelcercadosiibanalabuscadealgunaseñalenaquellasmontañas;pero,aunque los vieran, a menos de estar advertidos, los tomarían seguramente porcaballería propia. Luego se oyó un zumbido más fuerte. Tres «Heinkel 111»aparecieron,seacercaronrápidamentevolandotodavíamásbajo,enformaciónrígidacon el sonoro zumbido aumentando, hasta hacerse algo ensordecedor y luegodecreciendo,amedidaquedejabanatráslapradera.

RobertJordandeshizoellíoderopasqueleservíadealmohadaysacósucamisa;yestabapasándoselayapor lacabezacuandooyó llegar losaviones siguientes.Sepuso el pantalón sin salir del saco y se tumbó, quedándose inmóvil al tiempo queaparecían tres nuevos bombarderos bimotores «Heinkel». Antes de que hubieranpodidodesaparecertraslacrestadelasmontañas,Jordansehabíaajustadolapistola,había enrollado el saco, disponiéndolo al pie de un muro, y estaba sentado en elsuelo,atándoselasalpargatas,cuandoelzumbidodelosavionesseconvirtióenunestruendomásfuertequenunca,ynuevebombarderosligeros«Heinkel»llegaronenoleadasrasgandoelcieloconsuvibración.

RobertJordansedeslizóalolargodelasrocashastalaentradadelacueva,dondeunodeloshermanos,Pablo,elgitano,Anselmo,Agustínylamujer,estabanparadosmirandoaloalto.

—¿Hanpasadootrasvecesavionescomoéstos?—preguntóJordan.—Nunca—dijoPablo—;entra,vanaverte.Elsolnoalumbrabaaúnlaentradadelacueva.Solamenteiluminabalapradera

cercanaaltorrente.Jordansabíaquelosavionesnopodíanverleenlaoscuridaddelasombramatinal de la arboleda y que la sombra espesa proyectada por las rocas leocultabatambién.Sinembargo,entróenlacuevaparanoinquietarasuscompañeros.

—Sonmuchos—dijolamujer.—Yseránmás—dijoJordan.—¿Cómolosabes?—preguntóPablorecelosamente.—Estosquehanpasadoahora,llevaráncazasdetrás.Justamenteenaquelmomentooyeronloscazas,conunzumbidomásagudo,más

alto, como un lamento, y, según pasaban, a unosmil doscientosmetros de altura,RobertJordancontóquince«Fiat»,dispuestoscomounabandadadeocassalvajes,engruposdetres,enformadeV.

Alaentradadelacueva,todosteníanlacaralarga,yJordanpreguntó:—¿Nosehabíanvistonuncatantosaviones?—Jamás—dijoPablo.—¿NohaytantosenSegovia?

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—Nuncahahabidotantos.Porlogeneral,seventres;algunasveces,seiscazas.Aveces, tres «Junkers», de los grandes, de los de tresmotores, acompañados de loscazas.Perojamáshabíamosvistotantoscomoahora.

«Malo—sedijoRobertJordan—.Malo,malo.Estaconcentracióndeavionesesde mal augurio. Tengo que fijarme en dónde descargan. Pero no, todavía no hanllevadolastropasparaelataque.Seguramentenolasllevaránantesdeestanocheomañana por la noche. No las llevarán antes. Ninguna unidad puede estar enmovimientoaestashoras.»

Podía oír todavía el zumbido de los aviones que se aminoraba.Miró su reloj.Debíandeestarenesosmomentosporencimadelaslíneas,almenos,losprimeros.Apretóelresortequeponíaensusitiolaagujadelminuteroylaviogirar.No,todavíano.Ahora.Sí.Yadebíandehabercruzado.Cuatrocientoskilómetrosporhoradebendehacerlos«111»entodocaso.Haríanfaltacincominutosparallegarhastaallí.Enaquellos momentos se hallarían al otro lado del puerto, volando sobre Castilla,amarillayparda,bajoellos,alsoldelamañana;conelamarillosurcadodelasvetasblancasdelacarreteraysembradodepequeñasaldeas,lassombrasdelos«Heinkel»deslizándose sobreel campocomo las sombrasde los tiburones sobreunbancodearenaenelfondodelocéano...

Noseoyóningúnbang,bang,bang,ningúnestallidodebombas.Surelojseguíahaciendotictac.

Deben de ir aColmenar, aElEscorial o al aeródromodeManzanares elReal,pensó,conelviejocastillosobreellagoylospatos,quenadanentrelosjuncos,yelfalsoaeródromo,detrásdelverdadero,confalsosavionescamufladosamediasylashélicesgirandoalviento.Tienequeserallíadondevan.Nopuedenestarprevenidosparaelataque,sedijo;peroalgorespondióenél:¿Porquéno?Hansidoadvertidosentodaslasocasiones.

—¿Creesquehabránvistoloscaballos?—preguntóPablo.—Esosnovanenbuscadecaballos—dijoRobertJordan.—Pero¿creesqueloshabránvisto?—No —contestó Jordan—, a menos que el sol estuviese por encima de los

árboles.—Esmuytemprano—dijoPabloapesadumbrado.—Creoquellevanotraideaqueladebuscartuscaballos—dijoJordan.Habíanpasadoochominutosdesdequepusoenmarchaelresortedelreloj.Nose

oíaningúnruidodebombardeo.—¿Quéesloquehacesconelreloj?—preguntólamujer.—Escucho,paraaveriguaradondehanido.—¡Oh!—dijoella.Al cabo de diez minutos Jordan dejó de mirar el reloj, sabiendo que estarían

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demasiado lejosparaoírlosdescargar, inclusodescontandounminutopara el viajedelsonido,ydijoaAnselmo:

—Quisierahablarle.Anselmosaliódelacueva.Losdoshombresdieronalgunospasos,alejándose,y

sedetuvieronbajounpino.—¿Quétal?—preguntóRobertJordan—.¿Cómovanlascosas?—Muybien.—¿Hacomidousted?—No,nadiehacomidotodavía.—Entonces,comay llévesealgoparaelmediodía.Quieroquevayaavigilar la

carretera.Anotetodoloquepase,arribayabajo,enlosdossentidos.—Noséescribir.—Tampocohacefalta—dijoJordan,y,arrancandodospáginasdesucuaderno,

cortóunpedazodesupropio lápizconelcuchillo—.Tomeestoyporcada tanquequepase,hagaunaseñalaquí—ydibujóelcontornodeuntanque—.Unarayaparacada uno, y cuando tenga usted cuatro, al pasar el quinto, la tacha con una rayaatravesada.

—Nosotrostambiéncontamosasí.—Bien.Haremosotrodibujo.Así;unacajaycuatro ruedas,para loscamiones,

quemarcaráconuncírculosivanvacíosyconunarayasivanllenosdetropas.Loscañones grandes, de esta forma; los chicos, de esta otra. Los automóviles, de estamanera;lasambulancias,así,dosruedasconunacajaquellevaunacruz.Lastropasque pasen en formación de compañías, a pie, las marcamos de este modo: uncuadradito y una raya al lado. La caballería lamarcamos así, ¿ve usted?, como sifuerauncaballo.Unacajaconcuatropatas.Estoesunescuadróndeveintecaballos,¿comprende?Cadaescuadrón,unaseñal.

—Sí,esmuysencillo.—Ahora—yRobertJordandibujódosgrandesruedasmetidasenuncírculo,con

unalíneacorta,indicandouncañón—,éstossonantitanques.Tienenneumáticos.Unaseñaltambiénparaellos,¿comprende?¿Havistocañonescomoéstos?

—Sí—contestóAnselmo—;naturalmente.Estámuyclaro.—Llévese al gitano conusted, para que sepadónde está usted situadoy pueda

relevarle.Escojaunlugarseguro,nodemasiadocerca,desdedondepuedaverbienycómodamente.Quédeseallíhastaquelereleven.

—Entendido.—Bien, y que sepa yo, cuando usted vuelva, todo lo que ha pasado por la

carretera.Hayunahojaparatodoloquevacarreteraarribayotraparaloquevayacarreteraabajo.

Volvieronalacueva.

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—Envíeme a Rafael—dijo Robert Jordan, y esperó cerca de un árbol. Vio aAnselmoentrarenlacuevaycaerlamantatrasdeél.Elgitanosalióindolentemente,limpiándoselabocaconeldorsodelamano.

—¿Quétal?—preguntóelgitano—.¿Tehasdivertidoestanoche?—Hedormido.—Bueno—dijoelgitano,ysonrióhaciendounguiño—.¿Tienesuncigarrillo?—Escucha—dijoRobertJordan,palpandosubolsilloenbuscadecigarrillos—,

quisieraquefuesesconAnselmohastaellugardesdedondevigilarálacarretera.Ledejasallí, tomandonotadel lugar,paraquepuedasguiarmeamíoalque lerelevemástarde.Despuésirásaobservarelaserraderoytefijarássihahabidocambiosenlaguardia.

—¿Quécambios?—¿Cuántoshombreshayahoraporallí?—Ocho,segúnlasúltimasnoticias.—Fíjate en cuántos hay ahora.Mira a qué intervalos se cambia la guardia del

puente.—¿Intervalos?—Cuántashorasestálaguardiayaquéhorasehaceelcambio.—Notengoreloj.—Tomaelmío—yselosoltódelamuñeca.—¡Vayaunreloj!—dijoRafael,admirado—.Miraquécomplicacionestiene.Un

relojcomoéstedeberíasaberleeryescribirsolo.Miraquéenredodenúmeros.Esunrelojquedejatamañitosatodoslosdemás.

—Nojueguesconél—dijoRobertJordan—.¿Sabesleerlahora?—¿Ycómono?Ahoraverás:alasdocedelmediodía:hambre.Alasdocedela

noche:sueño.Alasseisdelamañana:hambre.Alasseisdelatarde:borrachera.Conunpocodesuerte,almenos.Alasdiezdelanoche...

—Basta—dijo Jordan—.No tienesningunanecesidaddehacer el indio ahora.Quieroquevigileslaguardiadelpuentegrandeyelpuestodelacarretera,másabajo,delamismamaneraqueelpuestoylaguardiadelaserraderoydelpuentepequeño.

—Eso es mucho trabajo —dijo el gitano, sonriendo—. ¿No sería mejor queenviarasaotro?

—No,Rafael,esimportantequeesetrabajolohagastú.Tienesquehacerloconmuchocuidadoyandarlistoparaquenotedescubran.

—De eso ya tendré buen cuidado —dijo el gitano—. ¿Crees que hace faltaadvertirmequemeescondabien?¿Creesquetengoganasdequemepeguenuntiro?

—Tomalascosasmásenserio—dijoRobertJordan—.Esteesuntrabajoserio.—¿Yeres tú quienmediceque tome las cosas en serio despuésde lo quehas

hechoestanoche?Teníasquehabermatadoaunhombrey,enlugardeeso,¿quéhas

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hecho? Tenías que haber matado a un hombre y no hacer uno. Cuando estamosviendollegarporelairetantosavionescomoparamatarnosatodosjuntos,contandoa nuestros abuelos por arriba y a nuestros nietos, que no han nacido todavía, porabajo,eincluyendogatos,cabrasychinches,avionesquehacenunruidocomoparacuajarlalecheenlospechosdetumadre,queoscurecenelcieloyquerugencomoleones,mepidesquetomelascosasenserio.Yalastomodemasiadoenserio.

—Comoquieras—dijoRobertJordan,y,riendo,apoyóunamanoenelhombrodelgitano—.Nolastomes,entonces,demasiadoenserio.Hazmeesefavor.Yahora,acabadecomerymárchate.

—¿Ytú?—preguntóelgitano—.¿Quéesloquehacestú,atodoesto?—VoyaveralSordo.—Después de esos aviones, es fácil que no encuentres a nadie en todas estas

montañas—dijoelgitano—.Debedehabermuchagentequehasudadolagotagordaestamañanacuandopasaron.

—Esosavionesteníanotracosaquehacerquebuscarguerrilleros.—Ya—contestóelgitano,ymovió lacabeza—;perocuandose lesmetaen la

cabezahaceresetrabajo...—¡Quéva!—dijoRobertJordan—.Sonbombarderosligerosalemanes,lomejor

quetienen.Noseenvíanesosaparatosabuscargitanos.—¿Sabesloquetedigo?—preguntóRafael—.Quemeponenlospelosdepunta.

Sí,esosbichosmeponenlospelosdepunta,comotelodigo.—Vanabombardearunaeródromo—dijoRobertJordan,entrandoenlacueva—;

estoysegurodequeibanconesamisión.—¿Quéesloquedices?—preguntólamujerdePablo.Llenóunatazadecaféy

letendióunbotedelechecondensada.—¿Tambiénhayleche?¡Quélujos!—Tenemosdetodo—dijoella—,ydesdequehanpasadolosaviones, tenemos

muchomiedo.¿Adóndedicesqueiban?RobertJordanderramóunpocodeaquellalecheespesaensutaza,atravésdela

hendidura del bote; limpió el bote con el borde de la taza y dio vueltas al líquidohastaquesepusoclaro.

—Vanabombardearunaeródromo,esoesloqueyocreo.PeropuedenirtambiénaElEscorialoaColmenar.Quizávayanalostreslugares.

—Quesevayanmuylejosyquenovuelvanporaquí—dijoPablo.—¿Yporquéaparecenahoraporaquí?—preguntólamujer—.¿Quéesloquelos

traeenestosmomentos?Nuncasehanvistotantosavionescomohoy.Nuncapasaronentalcantidad.¿Esquepreparanunataque?

—¿Qué movimiento ha habido esta noche en el camino? —inquirió RobertJordan.Maríaestabaasulado,peroélnoleprestabaatención.

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—Tú—dijo la mujer de Pablo—, Fernando, tú has estado en La Granja estanoche.¿Quémovimientohabíaporallí?

—Ninguno —replicó un hombre bajo de estatura, de rostro abierto, de unostreintaycincoaños,conunanubeenunojo,yalqueRobertJordannohabíavistoantes—. Algunos camiones, como de costumbre. Algunos coches. No ha habidomovimientodetropasmientrasyoheestadoporallí.

—¿VaustedaLaGranjatodaslasnoches?—preguntóRobertJordan.—Youotrocualquiera—dijoFernando—.Siemprehayalguienqueva.—Vanpornoticias,portabacoyporcosaspequeñas—dijolamujer.—¿Tenemosgentenuestraporallí?—Sí,losquetrabajanenlacentraleléctrica.Yotros.—¿Yquénoticiashahabido?—Pues nada. No ha habido noticias. Las cosas siguen yendomal en el Norte.

Comodecostumbre.EnelNortevanmallascosasdesdeelcomienzo.—¿NohaoídodecirnadadeSegovia?—No,hombre;nohepreguntado.—¿VaustedmuchoporSegovia?—Algunas veces —contestó Fernando—; pero es peligroso. Hay controles y

pidenlospapeles.—¿Conoceustedelaeródromo?—No,hombre.Sédóndeestá,peronolohevistonunca.Pidenmuchospapeles

poraquellaparte.—¿Nolehablónadiedeesosavionesayerporlanoche?—¿En La Granja? Nadie. Nadie hablará seguramente esta noche. Anoche

hablabandeldiscursodeQueipodeLlanoporlaradio.Ydenadamás.Bueno,sí...ParecequelaRepúblicapreparaunaofensiva.

—¿Unaqué?—QuelaRepúblicapreparaunaofensiva.—¿Dónde?—Noesseguro.PuedeserporaquíoporotrapartedelaSierra.¿Haoídousted

algodeeso?—¿DicenesoenLaGranja?—Sí, hombre, lo había olvidado. Pero siempre hay mucha parla sobre las

ofensivas.—¿Dedóndeprovieneelrumor?—¿Dedónde?Lodicemuchagente.Losoficialeshablanen loscafés, tantoen

SegoviacomoenÁvila,yloscamarerosescuchan.Losrumoresseextienden.DesdehacealgúntiemposehabladeunaofensivadelaRepúblicaporaquí.

—¿DelaRepúblicaodelosfascistas?

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—DelaRepública.Sifueradelosfascistaslosabríatodoelmundo.No,esunaofensivaimportante.Algunosdicenquesondos.Una,aquí,ylaotra,porelAltodelLeón,cercadeElEscorial.¿Haoídoustedhablardeeso?

—¿Quémáshaoídousteddecir?—Nada,hombre.¡Ah,sí!,sedecíatambiénquelosrepublicanosintentaríanhacer

saltarlospuentessihayunaofensiva.Perolospuentesestánbiencustodiados.—¿Está usted bromeando?—preguntó Robert Jordan, bebiendo lentamente su

café.—No,hombre—dijoFernando.—Esenobromeapornadadelmundo—dijolamujer—;esunmalángel.—Entonces—dijoRobertJordan—,graciasporsusnoticias.¿Nosabeustednada

más?—No. Se habla, como siempre, de tropas que mandarían para limpiar estas

montañas; se dice que ya están en camino y que han salido de Valladolid. Perosiempresediceeso.Nohayquehacercaso.

—Y tú —rezongó la mujer de Pablo a éste, casi con malignidad— con tuspalabrasdeseguridad.

Pablolamirómeditabundoyserascólabarba.—Ytú—insistió—contuspuentes.—¿Quépuentes?—preguntóFernando,sinsaberaquésereferían.—Idiota—ledijolamujer—.Cabezadura.Tonto.Tomaunpocodecaféytrata

derecordarotrasnoticias.—Noteenfades,Pilar—dijoFernando,sinperderlacalmayelbuenhumor—;

nohayqueinquietarseporesosrumores.Tehecontadoatiyaesecamaradatodoloquepuedorecordar.

—¿Norecuerdaustednadamás?—preguntóRobertJordan.—No—contestóFernando,conactituddedignidadofendida—.Yesunasuerte

queme haya acordado de eso, porque, como se trata de rumores, no hagomuchocaso.

—Luegoesposiblequehayahabidoalgomás.—Sí,esposible;peroyonoheprestadoatención.Desdehaceunañonooigomás

querumores.RobertJordanoyóunacarcajadacontenida.Eralamuchacha,María,queestaba

depie,detrásdeél.—Cuéntanos algo más, Fernando —dijo la muchacha, y empezó otra vez a

estremecersederisa.—Si me acordara, no lo contaría —dijo Fernando—; no es cosa de hombres

andarseconcuentosydarlesimportancia.—¿YesasícomosalvaremoslaRepública?—dijolamujerdePablo.

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—No,lasalvaréishaciendosaltarlospuentes—contestóPablo.—Váyanse —dijo Robert Jordan a Anselmo y a Rafael—. Váyanse, si han

acabadodecomer.—Vámonos—dijo el viejo, y se levantaron los dos. Robert Jordan sintió una

manosobresuhombro.EraMaría.—Debieras comer—dijo lamuchacha,manteniendo lamano apoyada sobre su

hombro—;come,paraquetuestómagopuedasoportarotrosrumores.—Losrumoresmehancortadoelapetito.—Nodebenquitártelo.Comeantesdequevenganotros—ypusounaescudilla

anteél.—Noteburlesdemí—ledijoFernando—;soyamigotuyo,María.—Nomeburlodeti,Fernando.Meburlodeél.Sinocome,tendráhambre.—Debiéramos comer todos—dijoFernando—.Pilar, ¿quépasahoy, queno se

sirvenada?—Nada,hombre—ledijolamujerdePablo,yle llenólaescudilladecaldode

cocido—.Come,vamos,queesosíquepuedeshacerlo:come.—Estámuybueno,Pilar—dijoFernando,consudignidadintacta.—Gracias—dijolamujer—.Gracias,muchísimasgracias.—¿Estásenfadadaconmigo?—preguntóFernando.—No,come.Vamos,come.RobertJordanmiróaMaría.Lajovenempezóaestremecersedeganasdereíry

apartódeélsusojos.Fernandocomíacalmosamente,llenodedignidad,dignidadquenopodíaalterarsiquieraelgrancucharóndequesevalíanilasescurridurasdelcaldoquebrotabandelascomisurasdesuslabios.

—¿Tegustalacomida?—lepreguntólamujerdePablo.—Sí,Pilar—dijo,conlabocallena—.Estácomosiempre.Robert Jordan sintió lamanodeMaría apoyarse en subrazoy losdedosde su

manoapretarleregocijada.—¿Esporesoporloquetegusta?—preguntólamujerdePabloaFernando—.Sí

—añadiósinesperarcontestación—.Yaloveo.Elcocido,comodecostumbre.Comosiempre.LascosasvanmalenelNorte:comodecostumbre.Unaofensivaporaquí:comodecostumbre.Envíantropasparaquenosechen:comodecostumbre.Podríasservirdemodeloparaunaestatuacomodecostumbre.

—Perosinosonmásquerumores,Pilar.—¡Qué país! —dijo amargamente la mujer de Pablo, como hablando para sí

misma. Luego se volvió hacia Robert Jordan—. ¿Hay gente como ésta en otroslugares?

—NohaynadacomoEspaña—respondiócortésmenteRobertJordan.—Tienes razón—dijoFernando—;nohaynada en elmundoque separezca a

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España.—¿Hasvistootrospaíses?—No—contestóFernando—;peronotengoganas.—¿Has visto?—preguntó la mujer de Pablo, dirigiéndose de nuevo a Robert

Jordan.—Fernando—dijoMaría—,cuéntanoscómolopasastecuandofuisteaValencia.—NomegustóValencia.—¿Porqué?—preguntóMaría,apretandodenuevoelbrazodeJordan.—Lasgentesnotienenmodalesnicosaqueseleparezcayyonoentendíaloque

hablaban.Todoloquehacíaneragritarsechelosunosalosotros.—¿Yellostecomprendían?—preguntóMaría.—Hacíancomosinomecomprendieran—dijoFernando.—¿Yquéfueloquehicisteallí?—Memarché sin ver siquiera elmar—contestó Fernando—; nome gusta esa

gente.—¡Ah!,vetedeaquí,simplón,carademonja—dijolamujerdePablo—;lárgate,

porquemeestásponiendomala.EnValenciahepasado lamejorépocademivida.Vamos.Valencia.NomehablesdeValencia.

—¿Yquéesloquehacíasallí?—preguntóMaría.LamujerdePablosesentóalamesaconunatazadecafé,unpedazodepanyunaescudillaconcaldodecocido.

—¿Quéhacíaallí?EstuveallíduranteeltiempoqueduróelcontratoqueFinitoteníaparatoreartrescorridasenlaferia.Nuncahevistotantagente.Nuncahevistounos cafés tan llenos. Había que aguardar horas antes de encontrar asiento, y lostranvíasibanatestadoshastalostopes.EnValenciahabíaajetreotodoeldíaytodalanoche.

—Pero¿quéhacíastúallí?—insistióMaría.—Todo—contestó lamujerdePablo—; íbamosa laplayaynosbañábamos,y

habíabarcosdevelaquesesacabandelaguatiradosporbueyes.Metíanlosbueyesmaradentro,hastaqueseveíanobligadosanadar;entoncesselesuncíaalosbarcos,ycuandohacíanpiedenuevo,losremolcabanhastalaarena.Diezparejasdebueyesarrastrandounbarcodevela fueradelmar,por lamañana,conunahileradeolitasqueibanaromperseenlaplaya.EsoesValencia.

—Pero¿quéhacías,ademásdemiraralosbueyes?—Comíamos en los tenderetes de la playa. Pastelillos rellenos de pescado,

pimientosmorronesyverdesynuececitascomogranosdearroz.Pastelillosdeunamasa ligera y suave, y pescado en una abundancia increíble. Camarones reciénsacadosdelmar,bañadosconjugodelimón.Eransonrosadosydulcesysecomíanencuatrobocados.Pero consumíamosmontañasde ellos.Y luegopaella, con todaclasedepescado,almejas,langostinosypequeñasanguilas.Yluego,angulas,queson

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anguilastodavíamáspequeñas,alpilpil,delgadascomohilodehabasretorciéndosede mil maneras y tan tiernas, que se deshacían en la boca sin necesidad demasticarlas. Y todo ello acompañado de un vino blanco frío, ligero y excelente, atreintacéntimoslabotella.Y,paraacabar,melón.Valenciaeselpaísdelmelón.

—ElmelóndeCastillaesmejor—dijoFernando.—¡Quéva!—dijolamujerdePablo—;elmelóndeCastillaesparairalretrete.

El melón de Valencia es para comerlo. ¡Cuándo pienso en esos melones, grandescomomibrazo,verdescomoelmar,con lacortezaquecrujealhundirelcuchillo,jugososydulcescomounamadrugadadeverano!Cuandopiensoentodasaquellasangulasminúsculas,delicadas,enmontonessobreelplato...Había tambiéncervezaenjarrodurantetodalatarde.Cervezatanfríaquerezumabasufrescuraatravésdeljarroyjarrostangrandescomobarricas.

—¿Yquéhacíaiscuandonoestabaiscomiendoybebiendo?—Hacíamos el amor en la habitación, con las persianas bajadas. La brisa se

colaba por lo alto del balcón, que se podía dejar abierto gracias a unas bisagras.Hacíamos el amor allí, en la habitación en sombra, incluso de día, detrás de laspersianas, y de la calle llegaba el perfume del mercado, de flores y el olor de lapólvoraquemada,delospetardos,delastracas,querecorríanlascallesyexplotabandiariamente,amediodía,durantelaferia.Habíaunalíneaquedabalavueltaatodalaciudad y las explosiones corrían por todos los postes y los cables de los tranvíasrestallando con un estrépito que no puede describirse. Hacíamos el amor y luegomandábamosabuscarotrojarrodecerveza,cubiertodegotasporfuera,ycuandolacamareralotraía,yolotomabaenmismanosyloponía,helado,sobrelaespaldadeFinito,quenosehabíadespertadoalentrarlacamarerayquedecía:«No,Pilar;no,mujer, déjamedormir.»Yyo le decía: «No, despiértate y bebe esto, para queveascómo está de frío.» Y él bebía sin abrir los ojos, y volvía a dormirse, y yo metumbabaconunaalmohadaalospiesdelacamaylecontemplabamientrasdormía,morenoyjoven,conaquelpelonegro,tranquiloensusueño.Ymebebíatodoeljarroescuchando la música de una charanga que pasaba. ¿Qué sabes tú de eso? —preguntó,derepente,aPablo.

—Hemoshechoalgunascosasjuntos.—Sí—contestó lamujer—,yentus tiemposerasmáshombrequeFinito.Pero

no fuimos nunca a Valencia. Nunca estuvimos acostados juntos oyendo pasar unabandaenValencia.

—Era imposible—dijo Pablo—. No tuvimos nunca ocasión de ir a Valencia.Sabesbienqueesasí,silopiensasunpoco.PeroconFinitotúnohicistenuncavolaruntren.

—No—contestólamujer—.Yesoestodoloquenosqueda,eltren.Sí.Siempreeltren.Nadiepuededecirnadaencontradeltren.Esloúnicoquenosquedadetoda

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la vagancia, el abandono y los fracasos que hemos sufrido. Es lo único que nosqueda, después de la cobardía que tenemos ahora.Ha habido otras cosas antes, esverdad. No quiero ser injusta. Pero no consentiré que nadie diga nada contraValencia.¿Mehasoído?

—A mí no me gustó —dijo Fernando tranquilamente—. A mí no me gustóValencia.

—Y aún dicen que lasmulas son tozudas—dijo lamujer de Pablo—.Recogetodo,María,paraquepodamosmarcharnos.

Mientrasdecíaesto,oyeronlosprimeroszumbidosqueanunciabanelretornodelosaviones.

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CapítuloIX

ESTABAN A LA PUERTA de la cueva mirando los bombarderos, que volaban a granaltura,rasgandoelcielocomopuntasdelanzaconelruidodelmotor.Tienenformade tiburones, se dijo Robert Jordan; de esos tiburones del Gulf Stream, de anchasaletas y nariz puntiaguda. Pero estos grandes tiburones, con sus grandes aletas deplata, su ronquido y la ligera niebla de sus hélices al sol, no se acercan comotiburones.Seprecipitancomolafatalidadmecanizada.

«Todoestodebieraescribirse—sedijo—.Quizáseescribaalgúndía.»NotóqueMaríaseagarrabaasubrazo.Lamuchachamirabahaciaarriba,yélle

preguntó:—¿Aquéseparecen,guapa?—Nolosé—contestóella—;quizásalamuerte.—Paramínosonmásqueaviones—dijolamujerdePablo—.¿Dóndeestánlos

máspequeños?—Quizásesténcruzandolosmontesporelotrolado—contestóRobertJordan—;

estos bombarderos van demasiado de prisa, para esperar a los otros, y tienen quevolver solos. Nosotros no los perseguimos nunca al otro lado de las líneas. Notenemossuficientesaparatosparaarriesgarnosaperseguirlos.

Enaquelmomento,trescazas«Heinkel»,enformacióndeV,llegaronjustamenteadondeestabanellosvolandomuybajosobrelapradera,porencimadelascopasdelos árboles, parecidos a feos y estrepitosos juguetes de alas vibrantes y hocicopuntiagudo; de golpe los aviones se hicieron enormes, ampliados a su verdaderotamaño y pasaron sobre sus cabezas con un ruido espantoso. Iban tan bajos que,desde la entrada de la cueva, todos pudieron ver a los pilotos, con su casco y susgruesasanteojerasyhastapudieronver labufanda flotandoalvientodel jefede laescuadrilla.

—Estossíquehanpodidoveraloscaballos—dijoPablo.—Esospuedenverhastalacolilladetucigarrillo—dijolamujer—.Dejacaerla

manta.Nopasaronyamás aviones.Los otros debían de haber atravesado la cordillera

por un lugarmás alejado ymás alto. Y cuando se extinguió el zumbido, salierontodosfueradelacueva.

Elcielosehabíaquedadovacío,alto,claroyazul.—Parece como si hubiéramos despertado de un sueño—dijo María a Robert

Jordan.Nisiquieraseoíaese imperceptiblezumbidodelaviónquesealeja,queescomoundedoqueosrozaapenas,desapareceyosvuelveatocardenuevocuandoelsonidosehaperdidoyaenrealidad.

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—Noesningúnsueño,ytúveteparaadentroyarreglalascosas—ledijoPilar—.¿Quéhacemos?—preguntó, volviéndose aRobert Jordan—. ¿Vamos a caballo o apie?

Pablolamiróymurmuróalgo.—Comoustedquiera—contestóRobertJordan.—Entonces,iremosapie—dijoella—.Esbuenoparaelhígado.—Elcaballoestambiénbuenoparaelhígado.—Sí,peromaloparalasposaderas.Iremosapie.¿Ytú...?—Lamujersevolvió

hacia Pablo.— Ve a hacer la cuenta de tus caballos y mira si los aviones se hanllevadoalgunovolando.

—¿Quieresuncaballo?—preguntóPabloaRobertJordan.—No,muchasgracias.¿Ylamuchacha?—Esmejorquevayaapie—dijoPilar—.Sifueraacaballo,seleentumecerían

muchoslugaresyluegonovaldríaparanada.RobertJordansintióquesurostroseponíarojo.—¿Hasdormidobien?—preguntóPilar.Luegodijo—:Laverdadesqueporaquí

no hay nadie malo. Podría haberlo. Pero, no sé por qué, no lo ha habido. Hayprobablemente un Dios, después de todo, aunque nosotros le hayamos suprimido.Vete—dijo aPablo—;estono tienenadaquever contigo.Esto esparagentemásjoven que tú y hecha de otra pasta. Vete.—Luego, a Robert Jordan—Agustín secuidarádetuscosas.Nosiremosencuantollegue.

El día era claro, brillante y aparecía ya templado por el sol. Robert Jordan sequedó mirando a la mujerona de cara atezada, con sus ojos bondadosos y muyseparados, con su rostro cuadrado, pesado, surcado de arrugas y de una fealdadatractiva;losojoseranalegres,aunquelacarapermanecíatriste,mientrasloslabiosnosemovían.Lamiróyluegovolviósuvistaalhombre,pesadoycorpulento,quesealejabaentrelosárboles,haciaelcercado.Lamujertambiénleseguíaconlosojos.

—¿Qué,habéishechoelamor?—preguntólamujer.—¿Quéesloquelehadichoella?—Nohaqueridodecirmenada.—Entoncesyotampocoledirénada.—Entoncesesquehabéishechoelamor—dijolamujerdePablo—.Tienesque

sermuycariñosoconella.—¿Ysituvieraunniño?—Noestaríamal—contestólamujer—;esonoeslopeorquepuedepasarle.—Ellugarnoesmuyapropósitoparatenerlo.—Noseguirámuchotiempoaquí;seirácontigo.—¿Yadondeiréyo?Nopodréllevarmeningunamujeradondeyotengaqueir.—¿Quiénsabe?Quizácuandotevayastellevesados.

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—Esanoesmaneradehablar.—Escucha—dijolamujerdePablo—;yonosoycobarde,peroveoconclaridad

lascosasporlamañanatemprano,ycreoquedetodoslosqueestamosvivoshoyhaymuchosqueyanoveránelpróximodomingo.

—¿Quédíaeshoy?—Domingo.—¡Qué va! —dijo Robert Jordan—; el domingo está muy lejos. Si vemos el

miércoles,podremosdarnosporcontentos.Peronomegustaquehableasí.—Todo el mundo— tiene necesidad de hablar con alguien—dijo la mujer de

Pablo—; antes teníamos la religión y otras tonterías. Ahora debiéramos disponertodosdealguienconquienpoderhablarfrancamente;pormuchovalorquesetenga,unosesientecadavezmássolo.

—Noestamossolos;estamostodosjuntos.—La vista de esos cacharros produce cierta impresión sentenció la mujer de

Pablo—.Unanoesnadacontraesasmáquinas.—Sinembargo,selaspuedevencer.—Oye—dijolamujerdePablo—;si tedigoloquemepreocupa,nocreasque

mefaltaresolución.Amíresoluciónnomefaltanunca.—Latristezasedisiparáconelsol.Escomolaniebla.—Bueno—contestólamujer—;comoquieras.MiraloqueeshablardeValencia

yesedesastredehombrequehaidoaverasuscaballos...Lehehechomuchodañoconesahistoria.Matarle,sí.Insultarle,sí.Peroherirle,no;nomegusta.

—¿Cómohallegadoajuntarseconél?—¿Cómo se junta una conuno?En los primeros días delMovimiento, y antes

también,eraalgomuyserio.Peroahorasehaacabado.Quitaroneltapónyelvinosederramótododelpellejo.

—Amínomegusta.—Éltampocotequiere,ytienesusmotivos.Ayer,porlanoche,dormíconél.—

Sonreía,moviendolacabezadeunoaotrolado.—Vamosaver,ledije,Pablo,¿porquénohasmatadoalextranjero?

»—Esunbuenmuchacho,Pilar;unbuenmuchacho.»—¿Tedascuentadequesoyyolaquemando?»—Sí,Pilar,sí—merespondió.Después,medicuentadequeestabadespiertoy

llorando.Llorabadeunamaneraentrecortada,fea,comohacenloshombres,comosituviesedentrounanimalqueleestuvierasacudiendo.

»—¿Quétepasa,Pablo?—lepregunté,sujetándole.»—Nada,Pilar,nada.»—Sí,algotepasa.»—Lagente—exclamóél—;elmodoquehantenidodeabandonarme.Lagente.

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»—Sí—ledije—,peroestánconmigo,yyosoytumujer.»—Pilar, acuérdate de lo del tren.—Y después, añadió—:QueDios te ayude,

Pilar.»—¿ParaquéhablasdeDios?—lepregunté—.¿Quémaneradehablaresésa?»—Sí—dijoél—;DiosylaVirgen.»—¡Quéva,DiosylaVirgen!¿Esésamaneradehablar?»—Tengomiedodemorir,Pilar.Tengomiedodemorir,¿comprendes?»—Entonces,saldeestacama—leordené—;nohaysitioparamí,paratiypara

tumiedo.Somosdemasiados.»Entoncesélseavergonzó,sequedóquietoyyomedormí.Peroelhombreestá

hechounaruina.RobertJordannodijonada.—Todamividahe tenidoesta tristezaenalgunosmomentos—dijo lamujer—;

peronoescomolatristezadePablo.Notienenadaqueverconmiresolución.—Locreo.—Quizáseacomolosperíodosdelamujer—dijoella—;quizánoseanada.—Se

quedó en silencio y luego añadió—:He puestomuchas ilusiones en la República.CreomuchoenlaRepúblicaytengofeenella.Creoenellacomolosquetienenfeenlareligióncreenenlosmisterios.

—Locreo.—¿Ytú,tienesesafe?—¿EnlaRepública?—Sí.—Claro—contestóél,confiandoenquefueseverdad.—Bueno—dijolamujer—;¿ynotienesmiedo?—Miedodemorir,no—contestóélconenterasinceridad.—Pero¿tienesmiedodeotrascosas?—Solamentedenocumplircomodeboconmimisión.—¿Notienesmiedoaquetecojan,comoelotro?—No —contestó él con sinceridad—; si tuviera miedo de eso estaría tan

preocupadoquenoserviríaparanada.—Eresmuyfrío.—Nolocreo.—Digoqueeresmuyfríodelacabeza.—Esporqueestoymuypreocupadodemitrabajo.—¿Notegustalavida?—Sí,mucho;peronoquieroqueperjudiqueamitrabajo.—Tegustabeber;losé;lohevisto.—Sí,mucho;peronomegustaqueperjudiqueamitrabajo.

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—¿Ylasmujeres?—Megustanmucho,aunquenuncaleshedadogranimportancia.—¿Noteinteresan?—Sí,peronoheencontradoningunaquemehayaconmovidocomoellasdicen

quedebenconmovernos.—Creoqueestásmintiendo.—Quizámientaunpoco.—PeroquieresaMaría.—Sí,mucho;noséporqué.—Yotambiénlaquiero.Laquieromucho.Sí,mucho.—Yo también —dijo Robert Jordan, y sintió oprimírsele la garganta—. Yo

también.Sí.—Lecausabaplacerdecirloy lodijo solemnemente en español—:Laquieromucho.

—OsdejarésoloscuandovolvamosdeveralSordo.RobertJordannodijonadademomento.Peroluego:—Noesnecesario.—Sí,hombre.Esnecesario.Notendréismuchotiempo.—¿Hasvistoesoenmimano?—No,nodebescreerenesastonterías.YasíalejabaellatodoloquepodíaperjudicaralaRepública.RobertJordannoagregónada.MiróaMaría,queestabaarreglandolavajillaen

la alacena.Lamuchacha se secó lasmanos, se volvió y sonrió.No había oído laspalabras de Pilar; pero al sonreír a Robert Jordan enrojeció bajo su piel tostada yluegovolvióasonreír.

—Estáeldíatambién—dijolamujerdePablo—.Tenéislanocheparavosotros,pero también podéis aprovechar el día. ¿Dónde están el lujo y la abundancia quehabíaenValenciaenmitiempo?Peropodréiscogeralgunasfresasocualquiercosaporelestilo.—Yseechóareír.

RobertJordanpusolamanoenlosrecioshombrosdePilar.—Laquieroausted—dijo—;laquieroaustedmucho.—EresunDonJuanTenoriodemarcamayor—repusolamujerdePablo,turbada

ligeramente—.Sientescariñoportodoelmundo,hombre.AquíllegaAgustín.Robert Jordan se metió en la cueva y se acercó aMaría. Lamuchacha le vio

acercarse con los ojos brillantes y con el rubor cubriéndole todavía mejillas ygarganta.

—¡Hola,conejito!—dijo,ylabesóenlaboca.Ellaseapretócontraélyluegolemiróalacara.

—¡Hola,hola!—dijo.Fernando,que estaba aún sentado a lamesa, fumandoun cigarrillo, se levantó,

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movió la cabezaconexpresióndedisgustoy saliócogiendo la carabina,quehabíadejadoapoyadacontraelmuro.

—Esunacosaindecente—ledijoaPilar—ynomegustaeso.Debierascuidarmásdeesamuchacha.

—Lacuido—contestóPilar—;esecamaradaessunovio.—¡Ah!—exclamóFernando—,en ese caso, puestoque estánprometidos, todo

meparecenormal.—Mesientomuydichosadequepienseasí—dijolamujer.—Lomismodigo—asintióFernandogravemente—.Salud,Pilar.—¿Adóndevas?—Alpuestodearriba,arelevaraPrimitivo.—¿Adóndediablos vas?—preguntóAgustín al hombrecillo grave, cuando éste

comenzabaasubirporelsendero.—Acumplirconmideber—contestóFernando,condignidad.—¿Tudeber?—preguntóAgustín,burlón—.Mec...enlalechedetudeber.—Y

luego, dirigiéndose a la mujer de Pablo—: ¿Dónde está ese c... que tengo queguardar?

—Enlacueva—contestóPilar—;dentrodelosdossacos.Yestoycansadadetusgroserías.

—Mec...enlalechedetucansancio—siguióAgustín.—Entoncesveteyc...entimismo—dijoPilar,sinirritarse.—Yentumadre—replicóAgustín.—Túnohastenidonuncamadre—ledijoPilar;losinsultoshabíanalcanzadoesa

extremada solemnidad española, en que los actos ya no son expresados, sinosobrentendidos.

—¿Qué es lo que hacen ahí dentro? —preguntó Agustín a Pilarconfidencialmente.

—Nada —contestó Pilar—; nada. Después de todo, estamos en primavera,animal.

—¿Animal?—preguntóAgustínpaladeandoelpiropo—.Animal.Ytú,hijadelagranp...Mec...enlalechedelaprimavera.

—Lo que es a ti —dijo ella, riendo con estrépito— te falta variedad en tusinsultos.Perotienesfuerza.¿Hasvistolosaviones?

—Mec...enlalechedesusmotores—contestóAgustín,levantandolacabezaymordiéndoseellabioinferior.

—Noestámal—dijoPilar—.Noestámal,aunqueesdifícildehacer.—Aesaaltura,desdeluego—dijoAgustín,sonriendo—.Desdeluego.Perovale

másreírse.—Sí—dijolamujerdePablo—;valemásreírse.Túeresuntíoquetieneredaños

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ymegustantusbromas.—Escucha, Pilar —dijo Agustín, y hablaba ahora seriamente—. Algo se está

preparando.¿Noescierto?—¿Quéesloquepiensas?—Que todoestomehuelemuymal.Esosavioneseranmuchosaviones,mujer;

muchosaviones.—Yesotehacecosquillas,comoaotros,¿no?—¿Quécreestúqueesloquepreparan?—Escucha—dijoPilar—,puestoqueenvíanaunmozoparalodelpuente,esque

losrepublicanospreparanunaofensiva.Ylosfascistassepreparanpararecibirla,yaqueenvíanaviones.Pero¿porquéexponerasusavionesdeestamanera?

—Estaguerra—dijoAgustín—esunamierda.—Síqueloes—dijoPilar—.Sinolofuera,noestaríamosaquí.—Sí —dijo Agustín—, estamos nadando en mierda desde hace un año. Pero

Pabloesastuto.Pabloesmuyastuto.—¿Porquédiceseso?—Lodigoporquelosé.—Pero tienes que comprender—explicó Pilar— que es demasiado tarde para

salvarnossóloconeso,yélhaperdidotodolodemás.—Losé—dijoAgustín—,yséquetendremosqueirnos.Tenemosqueganarpara

sobreviviryesnecesariovolarelpuente.PeroPablo,paraser locobardequesehavueltoahora,siguesiendomuylisto.

—Yotambiénlosoy.—No,Pilar—dijoAgustín—;túnoereslista;túeresvaliente,túeresmuyleal.

Tútienesresolución.Túadivinaslascosas.Tienesmucharesoluciónymuchocoraje.Peronoereslista.

—¿Locreesasí?—preguntólamujer,pensativa.—Sí,Pilar.—Elmuchachoeslisto—dijolamujer—.Listoyfrío.Muyfríodelacabeza.—Sí—dijo Agustín—; tiene que conocer su trabajo; si no, no se lo hubieran

encargado.Peronosésieslisto.Pablosíqueséqueeslisto.—Peronovaleparanadaporculpadesucobardíaydesufaltadevoluntadpara

laacción.—Sinembargo,apesardetodo,siguesiendolisto.—¿Ytúquédicesdetodoesto?—Nada.Tratodeverlascosascomopuedo.Enestemomentohayqueobrarcon

muchainteligencia.Despuésdelodelpuentetendremosqueirnosdeaquíenseguida.Todo tiene que estar preparado y tendremos que saber hacia dónde tenemos queencaminarnosydequémanera.

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—Naturalmente.—ParaesonohaynadiecomoPablo.Hayquesermuylisto.—NotengoconfianzaenPablo.—Paraeso,sí.—No.Túnosabeshastaquépuntoestáacabado.—Peroesmuyvivo.Esmuylisto.Ysinosomoslistosenesteasunto,estamos

aviados.—Tengoquepensarentodoeso—dijoPilar—;tengotodoeldíaparapensaren

todoeso.—Para los puentes, el mozo—dijo Agustín—; tiene que saber cómo se hace.

Fíjatelobienqueorganizóelotrolodeltren.—Sí—dijoPilar—;fueélquienrealmentelodecidiótodo.—Tú, para la energía y la resolución —dijo Agustín—; pero Pablo para la

retirada.Oblígaleaestudiareso.—Eresmuylistotú.—Sí—dijoAgustín—;perosinpicardía.Pabloesquienlatiene.—Consumiedoytodo.—Consumiedoytodo.—¿Yquépiensasdeesodelospuentes?—Esnecesario.Yalosé.Haydoscosasquetenemosquehacer:salirdeaquíy

ganarlaguerra.Lospuentessonnecesariossiqueremosganarla.—SiPabloestanlisto,¿porquénovelascosasclaras?—Porquequierequelascosassigancomoestán,porflojera.Legustaquedarseen

la m... de su flojera; pero el río viene crecido. Cuando se vea obligado, se lascompondráparasalirdelpaso.Porqueesmuylisto.Esmuyvivo.

—Hasidounasuertequeelmuchachonolematara.—¡Quéva!Elgitanoqueríaqueyolemataraanoche.Elgitanoesunanimal.—Túerestambiénunanimal—dijoella—;peromuylisto.—Nosotrossomosmuylistoslosdos—dijoAgustín—;peroelverdaderotalento

esPablo.—Peroesdifícildeaguantar.Nosabescómoestádeacabado.—Sí,perotienetalento...Mira,Pilar,parahacerlaguerratodoloquehacefalta

esinteligencia;peroparaganarlahacefaltatalentoymaterial.—Voy a pensar en eso cualquier rato —dijo ella—; pero ahora tenemos que

marcharnos.Estarde.—Luego,elevandolavoz—:Inglés—gritó—.Inglés.Vamos.Andando.

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CapítuloX

—DESCANSEMOS —dijo Pilar a Robert Jordan—. Siéntate, María, que vamos adescansar.

—No, tenemos que seguir —dijo Jordan—; descansaremos cuando lleguemosarriba.Tengoqueveraesehombre.

—Yaleverás—dijolamujerdePablo—.Nohayprisa.Siéntate,María.—Vamos—dijoJordan—.Arribadescansaremos.—Yovoy a descansar ahoramismo—replicó lamujer dePablo.Y se sentó al

bordedelarroyo.Lamuchachase sentóa su lado, juntoaunasmatas;el solhacíabrillar sus cabellos. Sólo Robert Jordan se quedó de pie, contemplando la altapradera,atravesadaporeltorrente.Habíaabundanciadematasporaquellaparte.Másabajo,inmensospeñascossurgíanentrehelechosamarillentos,ymásabajotodavía,albordedelapradera,habíaunalíneaoscuradepinos.

—¿FaltamuchodesdeaquíhastadondeestáelSordo?—preguntóJordan.—Nofaltamucho—contestó lamujerdePablo—.Estáa laotrapartedeestas

tierras; hay que atravesar el valle y subir luego hasta el bosque, de donde sale eltorrente.Siéntateyolvidatuspenas,hombre.

—QuieroveralSordoyacabarconesto.—Yo quiero darme un baño de pies —dijo la mujer de Pablo. Se desató las

alpargatas, se quitó la gruesamedia de lana que llevaba ymetió un pie dentro delagua—.¡Dios,quéfríaestá!

—Debiéramoshabertraídoloscaballos—dijoRobertJordan.—Peromehacebien—dijolamujer—;meestabahaciendofalta.¿Yatiquées

loquetepasa?—Nada,sóloquetengopocotiempo.—Cálmate, hombre; tenemos tiempode sobra.Vayaundía; yqué contentame

sientodenoestarentrepinos.Nopuedes figurartecómosehartaunade lospinos.¿Túnoestáshartadelospinos,guapa?

—Amímegustanlospinos—dijolamuchacha.—¿Quéesloquetegustadelospinos?—Megustaelolorymegustasentirlasagujasdebajodemispies.Megustaoír

elvientoentre lascopasyel ruidoquehacen las ramascuandosedanunascontraotras.

—A ti te gusta todo—dijo Pilar—; serías una alhaja para cualquier hombre sifueses mejor cocinera. Pues a mí los pinos son algo queme harta. ¿No has vistonunca un bosque de hayas, de castaños, de nogales? Esos son bosques. En esosbosquestodoslosárbolessondistintos,loquelesdafuerzayhermosura.Unbosque

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depinosesunaburrimiento.¿Quédicestúaeso,inglés?—Amítambiénmegustanlospinos.—Perovenga—dijoPilar—, losdos igual.Amí tambiénmegustan lospinos,

perohemosestadodemasiadotiempoentreellos.Yestoyhartadeestasmontañas.Enlasmontañasnohaymásquedoscaminos:arribayabajo,ycuandosevaparaabajosellegaalacarreterayalospueblosdelosfascistas.

—¿VaustedalgunasvecesaSegovia?—¡Quéva!¿Conmicara?Estacaraesdemasiadoconocida.¿Quétepareceríasi

fuerastanfeacomoyo,guapa?—preguntólamujerdePabloaMaría.—Túnoeresfea.—Vamos,queyonosoyfea.Soyfeadenacimiento.Hesidofeatodamivida.Tú,

inglés,quenosabesnadademujeres,¿sabesloquesesientecuandoseesunamujerfea?¿Sabestúloqueesserfeatodalavidaysentirpordentroqueunaesguapa?Esalgomuyraro—dijo,metiendoelotropieenelaguayretirándolorápidamente—.¡Dios,quéfríaestá!Miralapajaritadelasnieves—dijo,señalandoconeldedounpájaro, parecido a una pequeña bola gris que revoloteaba de piedra en piedraremontandoeltorrente—.Noesbuenaparanada.Niparacantarniparacomer.Todoloquesabehaceresmoverlacola.Dameuncigarrillo,inglés—dijo,y,tomandoelqueleofrecía,loencendióconunyesqueroquesacódelbolsillodesucamisa.AspiróunabocanadaymiróaMaríayaJordan.

—Estavidaesunacosamuycómica—dijo,echandoelhumoporlanariz—Yohubierahechounhombre estupendo;pero soymujerde lospies a la cabezayunamujerfea.Sinembargo,mehanqueridomuchoshombresyyohequeridotambiénamuchos. Es cómico. Oye esto, inglés, es interesante. Mírame; mira qué fea soy.Míramedecerca,inglés.

—Túnoeresfea—dijoRobertJordantuteándolasinsaberporqué.—¿Queno?Noquieras engañarme.O será—y rió con su risaprofunda—que

empiezoahacerteimpresión.No,estoybromeando.Mirabienlofeaquesoy.Ysinembargo,unallevadentroalgoqueciegaaunhombremientraselhombrelaquiereauna.Conesesentimientoseciegaelhombreyseciegaunamisma.Yluegoundía,sinsaberporqué,elhombretevetanfeacomorealmenteeresyselecaelavendadelosojos,ypierdesalhombreyelsentimiento.¿Comprendes,guapa?—Ydiounosgolpesenelhombrodelamuchacha.

—No—contestóMaría—;noloentiendo;porquetúnoeresfea.—Tratadevalertede la cabezaynodel corazón,y escucha—dijoPilar—.Os

estoydiciendocosasmuyinteresantes.¿Noteinteresaloquetedigo,inglés?—Sí,peroconvendríaquenosfuéramos.—¿Irnos?Yoestoymuybienaquí.Así,pues—continuódiciendo,dirigiéndose

ahoraaRobertJordan,comosiestuviesehablandoaungrupodealumnos(sehubiera

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dichocasiqueestabapronunciandounaconferencia)—quealcabodeciertotiempo,cuandoseestanfeacomoyo,queestodolofeaqueunamujerpuedeser,alcabodecierto tiempo, como digo, la sensación idiota de que una es guapa te vuelvesuavemente.Esalgoquecrecedentrodeunacomounacol.Yentonces,cuandohacrecido lo suficiente, otro hombre te ve, te encuentra guapa, y todo vuelve acomenzar.Ahoracreoquehedejadoatráslaedaddeesascosas;peropodríavolver.Tienessuerte,guapa,pornoserfea.

—Perosisoyfea...—afirmóMaría.—Pregúntaseloaél—dijoPilar—;ynometastantolospiesenelagua,quesete

vanaquedarhelados.—Roberto dice que deberíamos seguir, y yo creo que sería mejor—intervino

María.—Escuchabienloquetedigo—dijoPilar—:esteasuntomeinteresatantocomo

atuRoberto,ytedigoqueseestáaquímuybien,descansandojuntoalagua,yquetenemostiempodesobra.Además,megustahablar.Eslaúnicacosacivilizadaquenosqueda.¿Quéotracosatenemosparapasarelrato?¿Noteinteresaloquetedigo,inglés?

—Habla usted muy bien, pero hay otras cosas que me interesan más que labellezaolafealdad.

—Entonces,hablemosdeloqueteinteresa.—¿DóndeestabaustedacomienzosdelMovimiento?—Enmipueblo.—¿Ávila?—¡Quéva,Ávila!—PablomedijoqueeradeÁvila.—Miente.Legustaríaserdeunaciudadgrande.Supuebloes...—ynombróun

pueblomuypequeño.—¿Yquéfueloquesucedió?—Muchascosas—contestólamujer—.Muchas,muchas,ytodasbellacas.Todas,

inclusolasgloriosas.—Cuente—dijoRobertJordan.—Esalgobrutal—dijolamujerdePablo—.Nomegustahablardeesodelante

delapequeña.—Cuente,cuente—dijoRobertJordan—.Ysinovaconella,quenoescuche.—Puedoescuchar—dijoMaría,ypusosumanoenladeJordan—.Nohaynada

queyonopuedaescuchar.—Nose tratadesaber sipuedesescuchar—dijoPilar—;sinodesaber sidebo

contarlodelantedetiydartepesadillas.—Nohaynadaquepuedadarmepesadillas.¿Creesquedespuésdeloquemeha

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pasadopodríatenerpesadillaspornadadeloquecuentes?—Quizáselasdéalinglés.—Cuéntemeusted,yveremos...—No,inglés,noestoydebromas.¿HasvistoelcomienzodelMovimientoenlos

pueblos?—No—contestóRobertJordan.—Entoncesnohasvistonada.SólohasvistoaPabloahora,desinflado.Peroera

cosadehaberlevistoentonces.—Cuente,cuenteusted.—No,notengoganas.—Cuente.—Bueno,contarélaverdad,talcomopasó.Perotú,guapa,sillegaunmomento

enquetemolesta,dímelo.—Si llega un momento en que me moleste, trataré de no escuchar —replicó

María—;peronopuedeserpeorqueotrascosasquehevisto.—Creoquesíqueloes—dijolamujerdePablo—.Dameotrocigarrillo,inglés,

yvámonos.Lajovenserecostóenlasmatasquebordeabanlaorillaenpendientedelarroyoy

RobertJordansetumbóenelsuelo,conlacabezaapoyadasobreunadelasmatas.Extendió el brazo buscando la mano deMaría; la encontró y frotó suavemente lamanodelamuchachajuntoconlasuyacontralamalezahastaqueellaabriólamano,y,mientrasescuchaba,ladejóquietasobreladeRobertJordan.

—Fue por la mañana temprano cuando los civiles del cuartel se rindieron—empezódiciendoPilar.

—¿Habíanatacadoustedeselcuartel?—preguntóRobertJordan.—Pablo lo había cercado por la noche. Cortó los hilos del teléfono, colocó

dinamitabajounadelastapiasygritóalosguardiasqueserindieran.Noquisieron.Entonces,aldespuntareldía,hizosaltar la tapia.Hubo lucha.Dosguardiascivilesquedaronmuertos.Cuatrofueronheridosycuatroserindieron.

»Estábamostodosrepartidosporlostejados,porelsuelooalpiedelosmurosalamedialuzdelamadrugadaylanubedepolvodelaexplosiónnohabíaacabadodeposarse porque había subidomuy alto por el aire y no había viento para disiparla;tirábamos todos por la brecha abierta en el muro; cargábamos los fusiles ydisparábamosentrelahumareda,y,desdeelinterior,salíantodavíadisparos,cuandoalguiengritó entre lahumaredaquenodisparásemosmásy cuatroguardias civilessalieronconlasmanosenalto.Ungrantrozodeltechosehabíaderrumbadoyveníanarendirse.

»—¿Quedaalgunodentro?—gritóPablo.»—Estánlosheridos.

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»—Vigiladaésos—dijoPabloacuatrodelosnuestros,quesalierondesdedondeestaban apostados disparando—.Quedaos ahí, contra la pared—dijo a los civiles.Los cuatro civiles se pusieron contra la pared, sucios, polvorientos, cubiertos dehumoconlosotroscuatroquelosguardaban,apuntándolesconlosfusiles,yPabloylosdemássefueronaacabarconlosheridos.

»Cuandohubieronacabadoyyanoseoyeronmásgritos,lamentos,quejidos,nidisparosdefusilenelcuartel,Pabloylosdemássalieron.YPablollevabasufusilalhombroyunapistolamáuserenunamano.

»—Mira, Pilar—dijo—. Estaba en la mano del oficial que se suicidó. No hedisparado nunca con esto. Tú —dijo a uno de los guardias—, enséñame cómofunciona.No,nomelodemuestres,explícamelo.

»Los cuatro civiles habían estado pegados a la tapia, sudando, sin decir nadamientrasseoyeronlosdisparosenelinteriordelcuartel.Erantodosgrandes,concaradeguardiasciviles;elmismoestilodecaraquelamía,salvoqueladeellosestabacubierta de un poco de barba de la última mañana, que no se habían afeitado, ypermanecíanpegadosalaparedynodecíannada.

»—Tú—dijoPabloalqueestabamáscercadeél—,dimecómofuncionaesto.»—Bajalapalanca—ledijoelguardiaconvozincolora—.Tiralarecámarahacia

atrásydejaquevuelvasuavementehaciadelante.»—¿Quéeslarecámara?—preguntóPablo,mirandoaloscuatrociviles—.¿Qué

eslarecámara?»—Loqueestáencimadelgatillo.»Pablotiróhaciaatrásdelarecámara,peroseatascó.»—Yahora¿qué?—dijo—.Sehaatascado.Mehasengañado.»—Échalomáshaciaatrásydejaquevuelvasuavementehaciadelante—dijoel

civil,ynoheoídonuncauntonosemejantedevoz.Eramásgrisqueunamañanasinsol.

»Pablohizocomoelguardia ledecíay larecámarasecolocóensusitio,yconello quedó la pistola armada con el gatillo levantado. Era una pistola muy fea,pequeña y redonda de empuñadura, con un cañón plano, nadamanejable.DurantetodoesetiempoloscivilesmirabanaPabloynohabíandichonada.

»—¿Quéesloquevaisahacerdenosotros?—preguntóunodeellos.»—Mataros—respondióPablo.»—¿Cuándo?—preguntóelhombre,conlamismavozgris.»—Ahoramismo—contestóPablo.»—¿Dónde?—preguntóelguardia.»—Aquí—contestóPablo—.Aquí.Ahoramismo.Aquíyahoramismo.¿Tienes

algoquedecir?»—Nada—contestóelcivil—.Nada.Peronoescosabienhecha.

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»—Tú eres el que no estás bien hecho —dijo Pablo—. Tú, asesino decampesinos.Tú,quemataríasatupropiamadre.

»—Yonohematadonuncaanadie—dijoelcivil—.Yteruegoquenohablesasídemimadre.

»—Vamosavercómomueres,tú,quenohashechomás|quematar.»—No hace falta insultarnos—dijo otro de los civiles—.Y nosotros sabemos

morir—dijootro.»—De rodillas contra la pared y con la cabeza apoyada en el muro—ordenó

Pablo.Loscivilessemiraronentresí.»—Derodillashedicho—insistióPablo—.Agachaoshastaelsueloyponeosde

rodillas.»—¿Quéteparece,Paco?—preguntóunodeloscivilesalmásaltodetodos,el

quehabíaexplicadolodelapistolaaPablo.Teníagalonesdecaboenlabocamangaysudabaportodossusporos,apesardeque,porlotemprano,aúnhacíafrío.

»—Dalomismoarrodillarse—contestóéste—.Notieneimportancia.»—Es más cerca de la tierra —dijo el primero que había hablado; intentaba

bromear,peroestabantodosdemasiadogravesparagastarbromas,yningunosonrió.»—Entonces, arrodillémonos—dijo elprimer civil, y los cuatro sepusieronde

rodillas, conun aspectomuycómico, la cabeza contra elmuroy lasmanos en loscostados.YPablopasódetrásdeellosydisparó,yendodeunoaotro,acadaunountiroenlanucaconlapistola,apoyandobienelcañóncontralanuca,yunoporunoiban cayendo a tierra en cuanto Pablo disparaba. Aún puedo oír la detonación,estridente y ahogada al mismo tiempo, y puedo ver el cañón de la pistolalevantándoseacadasacudiday lacabezadelhombrecaerhaciadelante.Hubounoque mantuvo erguida la cabeza cuando la pistola le tocó. Otro la inclinó hastaapoyarlaenlapiedradelmuro.Aotrole temblabatodoelcuerpoylacabezase lebamboleaba.Unosolo,elúltimo,sepusolamanodelantedelosojos.YyaestabanloscuatrocuerposderrumbadosjuntoalatapiacuandoPablodiolavueltaysevinohacianosotrosconlapistolaenlamano.

»—Guárdameesto,Pilar—dijo—.Nosécómobajareldisparador—ymetendiólapistola.Elsequedóallí,mirandoaloscuatroguardiasdesplomadoscontralatapiadel cuartel. Todos los que estaban con nosotros se habían quedado mirándolostambién,ynadiedecíanada.

»Habíamosocupadoelpueblo,eratodavíamuytempranoynadiehabíacomidonadani había tomado café; nosmirábamos losunos a los otrosynosvimos todoscubiertosdelpolvodelaexplosióndelcuartelypolvorientos,comocuandosetrillaenlaseras;yomequedéallíparada,conlapistolaenlamano,quemepesabamucho,ymehacíauna impresión raraenelestómagovera losguardiasmuertoscontra latapia. Estaban cubiertos de polvo como nosotros; pero ahoramanchando cada uno

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consusangreelpolvodellugarenqueyacían.Ymientrasestábamosallí,elsolsaliópor entre los cerros lejanosyempezóa lucirpor la carretera, adondedaba la tapiablancadelcuartel,yelpolvoenelairesehizodecolordorado;yelcampesinoqueestabajuntoamímiróalatapiadelcuartel,miróalosqueestabanporelsuelo,nosmiróanosotros,miróalsolydijo:“Vaya,otrodíaquecomienza.”

»—Bueno,ahoravamosatomarelcafé—dijeyo.»—Bien,Pilar,bien—dijoélysubimosalpueblo,hastalamismaplaza,yésos

fueronlosúltimosquematamosatirosenelpueblo.»—¿Quépasóconlosotros?—preguntóRobertJordan—.¿Esquenohabíamás

fascistasenelpueblo?—¡Quéva!Claroquehabíamásfascistas.Habíamásdeveinte.Peroaésosnolos

matamosatiros.—¿Quéfueloquesehizoconellos?—Pablohizoquelosmatasenagolpesdebieldoyquelosarrojarandesdeloalto

deunpeñascoalrío.—¿Alosveinte?—Yatecontarécómo.Noesnadafácil.Yen todamividaquerríaver repetida

unaescenasemejante,verapalearamuerteauno,hastamatarleenlaplaza,enloaltodeunpeñascoquedaalrío.

Elpueblodequetehabloestálevantadoenlamargenmásaltadelríoyhayallíuna plaza con una gran fuente, con bancos y con árboles que dan sombra a losbancos.Losbalconesdelascasasdanalaplaza.Seiscallesdesembocanenestaplazayalrededor,exceptoporunasolaparte,haycasasconarcadas.Cuandoelsolquema,unopuederefugiarsealasombradelasarcadas.Entrescarasdelaplazahayarcadascomo tedigoyen la cuartacara,quees laqueestáalbordedelpeñasco,hayunahileradeárboles.Abajo,muchomásabajo,correelrío.Haycienmetrosapicodesdeallíhastaelrío.

»Pablo loorganizó todocomoparael ataqueal cuartel.Primerohizocerrar lascallesconcarretas,comosipreparaselaplazaparaunacapea,queesunacorridadetorosdeaficionados.LosfascistasestabantodosencerradosenelAyuntamiento,queeraeledificiomásgrandequedabaalaplaza.Eneledificioseencontrabaunrelojempotradoenlapared,y,bajolasarcadas,estabaelclubdelosfascistasyenlaaceraseponíanlasmesasylassillasdelclub,yeraallí,antesdelMovimiento,endondelosfascistasteníanlacostumbredetomarelaperitivo.Lassillasylasmesaserandemimbre.Eracomouncafé,peromáselegante.»

—Pero¿nohuboluchaparaapoderarsedeellos?—Pablohabíahechoquelosdetuvieranporlanoche,antesdelataquealcuartel.

Peroelcuartelestabayacercado.Fuerondetenidostodosensucasa,alahoraenqueelataquecomenzaba.Esoestuvomuybienpensado.Pabloesbuenorganizador.De

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otra manera hubiera tenido gente que le hubiese atacado por los flancos y por laretaguardiamientrasasaltabaelcuarteldelaguardiacivil.

»Pabloesmuyinteligente,peromuybruto.Preparóyordenómuybienelasuntodel pueblo. Mirad, después de acabar con éxito el ataque del cuartel, rendidos yfusilados contra la pared los cuatro últimos guardias, después que tomamos eldesayunoenelcaféqueerasiempreelprimeroqueabría,porlamañana,yqueeselqueestáenelrincóndedondesaleelprimerautobús,Pablosepusoaorganizarlodela plaza.Las carretas fueron colocadas exactamente como si fuesepara una capea,salvoqueporlapartequedabaalríonosepusoninguna.Eseladosedejóabierto.Pablo dio entonces orden al cura de que confesara a los fascistas y les diera lossacramentos.»

—Y¿dóndesehizoeso?—En el Ayuntamiento, como he dicho. Había una gran multitud alrededor, y

mientras el cura hacía su trabajo dentro, había un buen escándalo fuera; oíansegroserías, pero lamayor parte de la gente semostraba seria y respetuosa.Quienesbromeabaneranlosqueestabanyaborrachosporhaberbebidoparacelebrareléxitode lo del cuartel, y eran seres inútiles que hubieran estado borrachos de cualquiermanera.

»Mientras el cura seguía con su trabajo, Pablo hizo que los de la plaza secolocaranendosfilas.

»Losdistribuyóendosfilascomosuelencolocarseparaunconcursodefuerzaenquehayquetirardeunacuerda,ocomoseagrupaunaciudadparaverelfinaldeunacarreradebicicletas,conelespacio justoentreellosparaelpasode losciclistas,ocomo se colocan para ver el santo al pasar una procesión.Entre las filas había unespaciodedosmetrosylasfilasseextendíandesdeelAyuntamientoatravesandolaplaza, hasta las rocas que daban sobre el río. Así, al salir por la puerta delAyuntamiento,mirandoa travésde laplaza, seveían lasdos filasespesasdegenteesperando.

»Ibanarmadosconbieldos,comolosqueseusanparaaventarelgrano,yestabanseparadosentresíporladistanciadeunbieldo.Notodosteníanbieldo,porquenosepudoconseguirnúmerosuficiente.PerolamayoríateníanbieldosquehabíansacadodelcomerciodedonGuillermoMartín,unfascistaquevendíatodaclasedeutensiliosagrícolas.Ylosquenoteníanbieldollevabangruesoscayadosdepastoroaguijonesdelosqueseusanparahostigara losbueyes,uhorquillasdemaderade lasqueseutilizan para echar al viento la paja después de la trilla. También los había conguadañasyhoces;peroaéstosloscolocóPabloalfinaldelahileraqueestabajuntoalabarranca.

»Loshombresdelasfilasguardabansilencioyeldíaeraclaro,hermoso,tanclarocomohoy,connubesaltasenelcielocomolasdehoy,ylaplazanoestabatodavía

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polvorienta, porque había caído un rocío espeso por la noche y los árboles dabansombraaloshombresqueestabanenlasfilasyseoíafluirelaguaquebrotabadeltubo de cobre que salía de la boca de un león e iba a caer en la fuente donde lasmujeresllenabansuscántaros.

»SolamentecercadelAyuntamiento,endondeestabaelcuracumpliendoconsudeberconlosfascistas,habíaalgúnescándaloyproveníadeaquellossinvergüenzas,que, como he dicho, estaban ya borrachos y se apretujaban contra las ventanas,gritando groserías y bromas de mal gusto por entre los barrotes de hierro de lasventanas.Lamayoríadeloshombresqueestabanenlasfilasaguardabanensilencioyoíqueunoaotropreguntaba:“¿Habrámujeres?”

»Yelotrocontestó:“Esperoqueno,Cristo.”»Entonces,untercerodijo:“Mira,ahíestálamujerdePablo.Escucha,Pilar.¿Va

ahabermujeres?”»Lemiréyerauncampesinovestidodedomingoquesudabadelolindoyledije:

“No, Joaquín; no habrá mujeres. Nosotros no matamos a las mujeres. ¿Por quéhabíamosdemataralasmujeres?”

»Yéldijo:“GraciasaDiosquenohabrámujeres.¿Ycuándovaaempezar?”»—Encuantoacabeelcura—ledijeyo.»—¿Yelcura?»—Nolosé—ledijeyviqueensurostrosedibujabaelsufrimiento,mientrasse

lecubríalafrentedesudor.»—Nuncahematadoaunhombre—dijo.»—Entonces,ahoraaprenderás—lecontestóelqueestabaasulado—.Perono

creoqueungolpedeésosmateaunhombre—ymiróelbieldoquesosteníaconlasdosmanos.

»—Ahíestálobueno—dijoelotro—.Hayquedarmuchosgolpes.»—Ellos han tomado Valladolid —dijo alguien—; han tomado Ávila. Lo oí

cuandoveníamosalpueblo.»—Peronunca tomaránestepueblo.Estepuebloesnuestro.Leshemosganado

porlamano.Pablonoesdelosqueesperanaqueellosdenelprimergolpe—dijeyo.»—Pabloesmuycapaz—dijootro—.Perocuandoacabóconloscivilesfueun

pocoegoísta.¿Nolocreesasí,Pilar?»—Sí—contestéyo—;peroahoravaisaparticiparvosotrosentodo.»—Sí—dijoél—.Estoestábienorganizado.Pero¿porquénooímosnoticiasdel

Movimiento?»—Pablohacortadoloshilosdelteléfonoantesdelataquealcuartel.Todavíano

sehanreparado.»—¡Ah!—dijoél—;esporesoporloquenosesabenada.Yoheoídoalgunas

noticiasenlaradiodelpeóncamineroestamañana,muytemprano.

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»—¿Porquévamosahacerestoasí,Pilar?—mepreguntóotro.»—Paraeconomizarbalas—contestéyo—yparaquecadahombretengasuparte

deresponsabilidad.»—Entonces, que comience.Que comience.Que comience—lemiré y vi que

estaballorando.»—¿Porquélloras,Joaquín?—lepregunté—.Nohayporquéllorar.»—Nopuedoevitarlo,Pilar—dijoél—.Nohematadonuncaanadie.»Quiennohayavistoeldíadelarevoluciónenunpueblopequeño,endondetodo

elmundoseconoceysehaconocidosiempre,nohavistonada.Yaqueldía,losmásde los hombres que estaban en las dos filas que atravesaban la plaza, llevaban lasropas con las que iban a trabajar al campo, porque tuvieron que apresurarse parallegaralpueblo;peroalgunosnosupieroncómoteníanquevestirseenelprimerdíadelMovimientoysehabíanpuestosutrajededomingoydelosdíasdefiesta,yésos,viendo que los otros, incluidos los que habían llevado a cabo el ataque al cuartel,llevabansuropamásvieja,sentíanvergüenzapornoestarvestidosadecuadamente.Peronoqueríanquitarselachaquetapormiedoaperderla,oaqueselaquitaranlossinvergüenzas,yestabanallí,sudandoalsol,esperandoqueaquellocomenzara.

»Fue entonces cuando el viento se levantó y el polvo, que se había secado yasobre la plaza, al andar y pisotear los hombres se comenzó a levantar, así que unhombre vestido con traje de domingo azul oscuro gritó: “¡Agua, agua!”, y elbarrenderode laplaza,que teníaque regarla todas lasmañanasconunamanguera,llegó,abrióelpasodelaguayempezóaasentarelpolvoenlosbordesdelaplazayhaciaelcentro.Loshombresdelasdosfilasretrocedieronparapermitirlequeregaselapartepolvorientadelcentrodelaplaza;lamanguerahacíagrandesarcosdeagua,quebrillabanalsol,yloshombres,apoyándoseenlosbieldosyenloscayadosyenlashorcasdemaderablanca,mirabanregaralbarrendero.Ycuandolaplazaquedóbienregadayelpolvobienasentado,lasfilassevolvieronaformar,yuncampesinogritó:“¿Cuándonosvanadaralprimerfascista?¿Cuándovaasalirelprimerodelacaja?”

»—Enseguida—gritóPablodesdelapuertadelAyuntamiento—.Enseguidavaasalirelprimero.—Suvozestabaroncadetantogritarduranteelasaltoalcuartel.

»—¿Quélosestáretrasando?—gritóuno.»—Aúnestánocupadosconsuspecados—contestóPablo.»—Claro,comoquesonveinte—replicóotro.»—Más—repusootro.»—Yentreveintehaymuchospecadosqueconfesar.»—Sí,peromeparecequeesunatretaparaganartiempo.Enuncasocomoéste,

sólodeberíanrecordarlosmásgrandes.»—Entonces, tened paciencia, porque para veinte se necesita algún tiempo,

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aunquenoseamásqueparalospecadosmásgordos.»—Yalatengo—contestóotro—;peroseríamejoracabar.Enbiendeellosyde

nosotros. Estamos en julio y hay mucho trabajo. Hemos segado, pero no hemostrillado.Todavíanohallegadoeltiempodelasfiestasylasferias.

»—Peroestodehoyseráunafiestayunaferia—dijoalguien—.Serálaferiadelalibertad,ydesdehoy,cuandohayamosterminadoconéstos,elpuebloylastierrasseránnuestras.

»—Hoytrillamosfascistas—gritóotro—,yde lapajasaldrá la libertaddeestepueblo.

»—Tenemosqueadministrarlabien,paramerecerla—añadióotromás—.Pilar,¿cuándonosreunimosparalareorganización?

»—En seguida que acabemos con éstos—dije yo—. En elmismo edificio delAyuntamiento.

»Yo llevaba en son de chanza uno de esos tricornios charolados de laGuardiacivilyhabíabajadoeldisparadordelapistola,sosteniéndoloconelpulgarcomomeparecíaqueeraprecisohacerlo,ylapistolaestabacolgadadeunacuerdaquellevabaalrededordelacintura,conellargocañónmetidobajolacuerda.Cuandomelapusemeparecióqueeraunabuenabroma,peroluegolamenténohabercogidoelestuchedelapistola,enlugardelsombrero.Yunodeloshombresdelasfilasmedijo:“Pilar,hija,meparecedemalgustoquellevesesesombrero,ahoraquesehaacabadoconcosascomolaGuardiacivil...”

»—Entonces,meloquitaré—dijeyo,ymeloquité.»—Dámelo—dijoél—;hayquedestruirlo.»Ycomoestabaalfinaldelafila,endondeelpaseocorrealolargodelbordede

la barranca que da al río, cogió el sombrero y lo echó a rodar desde lo alto de labarranca, de lamismamanera que los pastores cuando tiran una piedra a las resesparaquesereúnan.Elsombrerosalióvolandoporelvacíoylovimoshacersecadavezmáspequeño,conelcharolbrillandoalaluzdelsol,endirecciónalrío.VolvíamiraralaplazayviqueentodaslasventanasyentodoslosbalconesseapretujabalagenteyladoblefiladehombresatravesabalaplazahastaelporchedelAyuntamientoylamultitudestabaapelmazadadebajodelasventanasdeledificio,yseoíaelruidodemucha gente que hablaba almismo tiempo; y luego oí un grito y alguien dijo:“Aquívieneelprimero.”YeradonBenitoGarcía,elalcalde,quesalíaconlacabezaal aire, bajando lentamente los escalones del porche.Y no pasó nada.DonBenitocruzóentre lasdosfilasdehombresquellevabanlosbieldosenlamanoynopasónada.Y se adelantó entre las filasdehombres, con la cabezadescubierta, la anchacara redondadecolor ceniciento, lamirada fija ante él echandodevezenvezunaojeadaaderechaeizquierdayandandoconpasofirme.Ynopasabanada.

»Desde un balcón, alguien gritó: “¿Qué ocurre, cobardes?” Don Benito seguía

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avanzandoentrelasfilasdehombresynopasabanada.Entoncesvi,atresmetrosdemí,aunhombrequehacíagestosrarosconlacara,quesemordíaloslabiosyteníablancas lasmanosquesujetabanelbieldo.LeviquemirabaadonBenitoyque leveíaacercarse.Yseguíasinpasarnada.Entonces,unpocoantesdequedonBenitopasaraporsulado,elhombrelevantóelbieldocontantafuerza,quecasitiraalsueloalqueteníaasulado,yconelbieldodescargóungolpequedioadonBenitoenlacabeza.DonBenitomiróalhombre,quevolvióagolpearle,gritando:“Estoesparati,cabrón.”Yestavezledioenlacara.DonBenitolevantólasmanosparaprotegerselacarayentonceslosdemáscomenzaronagolpearle,hastaquecayóyelhombrequelehabíagolpeadoprimerollamóalosotrosparaqueleayudasenytiródedonBenitopor el cuello de la camisa y los otros cogieron a don Benito por los brazos y learrastraronconlacaracontraelpolvo,llevándolehastaelbordedelbarranco,ydesdeallílearrojaronalrío.Yelhombrequelehabíagolpeadoprimerosearrodillójuntoalas rocas y gritó: “Cabrón. Cabrón. Cabrón.” Era un arrendatario de donBenito ynuncasehabíanentendidobien.HabíantenidounadisputaapropósitodeunpedazodetierracercadelríoquedonBenitolehabíaquitadoyhabíaarrendadoaotro,yelrentero,desdeentonces,leodiaba.Aquelhombreyanovolvióalasfilasdespuésdeeso.Sequedósentadoalbordedelabarranqueramirandoal lugarpordondehabíacaídodonBenito.

»DespuésdedonBenitonosaliónadie.Nohabíaruidoenlaplaza,porquetodoelmundo estaba aguardando a ver quién sería el próximo. Entonces, un borracho sepusoagritar:“Quesalgaeltoro.Quesalgaeltoro.”

»Alguien, desde las ventanas delAyuntamiento, replicó: “No quierenmoverse.Todosestánrezando.”

»Otroborrachogritó:“Sacadlos;vamos,sacadlos.Seacabóelrezo.”»Peronadiesalía,hastaque,porfin,visaliraunhombreporlapuerta.»Era don Federico González, el propietario del molino y de la tienda de

ultramarinos,unfascistadeprimerorden.Erauntipograndeyflaco,peinadoconelpeloechadodeunladoaotrodelacabeza,parataparlacalva,yllevabaunachaquetadepijamametidadecualquiermaneraporelpantalón.Ibadescalzo,comolesacarondesucasa,ymarchabadelantedePablo,conlasmanosenalto,yPabloibadetrásdeél,conelcañóndesuescopetaapoyadocontralaespaldadedonFedericoGonzález,hasta elmomento enquedejó a donFederico entre las dos filas dehombres.PerocuandoPabloledejóysevolvióalapuertadelAyuntamiento,donFedericosequedóallísinpoderseguiradelante,conlosojoselevadoshaciaelcieloylasmanosenalto,comosiquisieraasirsedealgúnpuntoinvisible.

»—Notienepiernasparaandar—dijoalguien.»—¿Qué te pasa, donFederico? ¿No puedes andar?—preguntó otro. Pero don

Federicoseguíaallí,conlasmanosenalto,moviendoligeramenteloslabios.

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»—Vamos—legritóPablodesdeloaltodelaescalera—.Camina.»DonFedericoseguíaallísinpodermoverse.Unode losborrachos lepegópor

detrás con el mango de un bieldo y don Federico dio un salto como un caballoasustado;perosiguióenelmismositio,conlasmanosenaltoylosojospuestosenelcielo.

»Entonces, el campesino que estaba junto a mí, dijo: “Es una vergüenza. Notengonadacontraél,perohayqueacabar.”Asíesquesesaliódelafila,seacercóadondeestabadonFedericoydijo:“Consupermiso”,yledioungolpemuyfuerteenlacabezaconunbastón.

»Entonces,donFedericobajólasmanosylaspusosobresucabeza,porencimadesucalva,yconlacabezabajaycubiertaporlasmanosysuslargoscabellosralosqueseescapabanporentresusdedos,corriómuydeprisaentrelasdosfilas,mientrasle llovían los golpes sobre las espaldas y los hombros, hasta que cayó. Y los queestabanalfinaldelafilalecogieronenaltoylearrojaronporencimadelabarranca.No había abierto la boca desde que salió con el fusil de Pablo apoyado sobre losriñones.Suúnicadificultadestabaenquenopodíamoverse.Parecíacomosihubieraperdidoeldominiodesuspiernas.

»DespuésdelodedonFedericoviqueloshombresmásfuertessehabíanjuntadoalfinaldelashileras,albordedelbarranco,yentoncesmefuidelsitio,memetíporlosporchesdelAyuntamiento,meabrícaminoentredosborrachosymepuseamirarporlaventana.EnelgransalóndelAyuntamientoestabantodosrezando,arrodilladosen semicírculo y el cura estaba de rodillas y rezaba con ellos. Pablo y un talCuatrodedos,unzapateroremendón,quesiempreestabaconélporaquelentonces,ydosmás,estabandepieconlosfusiles.

»YPabloledijoalcura:“¿Aquiénletocaahora?”Yelcurasiguiórezandoynolerespondió.

»—Escucha —dijo Pablo al cura, con voz ronca—: ¿A quién le toca ahora?¿Quiénestádispuesto?

»El curanoqueríahablar conPabloyhacía comosino levierayyoveíaquePabloseestabaponiendoenfadado.

»—Vayamostodos juntos—dijodonRicardoMontalvo,queeraunpropietario,levantandolacabezaydejandoderezarparahablar.

»—¡Quéva!—dijoPablo—.Unoporunoycuandoestéisdispuestos.»—Entonces, iré yo—dijo donRicardo—.No estaré nuncamás dispuesto que

ahora.»Elcuralebendijomientrashablabaylebendijodenuevocuandoselevantó,sin

dejarde rezar,y le tendióuncrucifijoparaque lobesara,ydonRicardo lobesóyluegosevolvióydijoaPablo:“Noestarénuncatanbiendispuestocomoahora.Tú,cabróndemalaleche,vamos.”

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»Don Ricardo era un hombre pequeño, de cabellos grises y de cuello recio, yllevaba la camisa abierta. Tenía las piernas arqueadas de tanto montar a caballo.“Adiós—dijoalosqueestabanderodillas—;noestéistristes.Morirnoesnada.Loúnicomaloesmorirentrelasmanosdeestacanalla.Nometoques—dijoaPablo—,nometoquescontufusil.”

»Salió del Ayuntamiento con sus cabellos grises, sus ojillos grises, su cuellorecio, achaparrado, pequeño y arrogante. Miró la doble fila de los campesinos yescupió al suelo. Podía escupir verdadera saliva, y enmomentos semejantes tienesquesaber,inglés,queesoesunacosamuyrara.Ygritó:“¡ArribaEspaña!¡AbajolaRepública!ymec...enlalechedevuestrospadres.”

»Lemataron a palos, rápidamente, acuciados por los insultos, golpeándole tanpronto como llegó a la altura del primer hombre; golpeándole mientras intentabaavanzar, con la cabeza alta, golpeándole hasta que cayó y desgarrándole con losgarfios y las hoces una vez caído, y varios hombres le llevaron hasta el borde delbarrancoparaarrojarle,ycuandolohicieronlasmanosylasropasdeesoshombresestaban ensangrentadas; y empezaban a tener la sensación de que los que ibansaliendodelAyuntamientoeranverdaderosenemigosyteníanquemorir.

»HastaquesaliódonRicardoconsubravurainsultándoles,habíamuchosenlasfilas,estoysegura,quehubierandadocualquiercosapornohaberestadoenellas.Ysiunodeentrelasfilashubieragritado:“Vámonos,perdonemosalosotros,yatienenunabuenalección”,estoyseguradequelamayoríahabríaestadodeacuerdo.

»PerodonRicardo, con toda subravuconería, hizo a los otrosunmal servicio.Porque excitó a los hombres de las filas y, mientras que antes habían estadocumpliendoconsudebersinmuchasganas,luegoestabanfuriososyladiferenciaeravisible.

»—Hacedsaliralcura,ylascosasiránmásdeprisa—gritóalguien.»—Hacedsaliralcura.»—Yahemostenidotresladrones;ahoraqueremosalcura.»—Dosladrones—dijouncampesinomuypequeñoalhombrequehabíagritado

—.FuerondosladroneslosquehabíaconNuestroSeñor.»—¿Elseñordequién?—preguntóelotro,furioso,conlacaracolorada.»—Esunamaneradehablar:sediceNuestroSeñor.»—Ésenoesmiseñor,nienbroma—dijoelotro—.Yharíasmejorentenerla

bocacerrada,sinoquieresverteentrelasdosfilas.»—Soytanbuenrepublicanolibertariocomotú—dijoelpequeño—.Lehedado

adonRicardoen labocay lehepegadoen la espaldaadonFederico.AunquehemarradoadonBenito,ésaeslaverdad.PerodigoqueNuestroSeñoresasícomosediceyqueteníaconsigoadosladrones.

»—Mec...enturepublicanismo.Túhablasdedonporaquíyporallá.

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»—Asíescomolosllamamosaquí.»—No seré yo. Paramí, son cabrones. Y tu señor... Ah,mira, aquí viene uno

nuevo.»Fue entonces cuando presencié una escena lamentable, porque el hombre que

salía del Ayuntamiento era don Faustino Rivero, el hijo mayor de su padre, donCelestinoRivero, un rico propietario. Era un tipo grande, de cabellos rubios,muybienpeinadoshaciaatrás,porquesiemprellevabaunpeineenelbolsilloyacababaderepeinarseantesdesalir.EraunDonJuanprofesional,uncobardequehabíaqueridoser torero.Ibamuchocongitanosy torerosyganaderos,y legustabavestirel trajeandaluz,perono teníavaloryse leconsiderabacomounpayaso.Unavezanuncióque iba a presentarse en una corrida de Beneficencia para el asilo de ancianos deÁvilayquemataríauntoroacaballoalestiloandaluz,loquedurantemuchotiempohabíaestadopracticando;perocuandovioeltamañodeltoroquelehabíandestinadoenlugardeltoropequeñodepatasflojasqueélhabíaapartadoparasí,dijoqueestabaenfermo y algunos dicen que se metió tres dedos en la garganta para obligarse avomitar.

»Cuandolevieronloshombresdelasfilasempezaronagritar:»—Hola,donFaustino.Tencuidadodenovomitar.»—Oye,donFaustino,haychicasguapasabajo,enelbarranco.»—DonFaustino,esperaquetetraiganuntoromásgrandequeelotro.»Yunolegritó:»—Oye,donFaustino,¿nohasoídohablarnuncadelamuerte?»DonFaustinopermanecíaallí,depie,haciéndoseelbravucón.Estabaaúnbajoel

impulsoquelehabíahechoanunciaralosotrosqueibaasalir.Eraelmismoimpulsoquelehizoofrecerseparalacorridadetoros.Eseimpulsofueelquelepermitiócreeryesperarquepodríaseruntoreroaficionado.Ahoraestabainspiradoporelejemplode don Ricardo y permanecía allí, parado, guapetón, haciéndose el valiente yponiendocaradesdeñosa.Peronopodíahablar.

»—Vamos, don Faustino—gritó uno de las filas—.Vamos, don Faustino.Ahíestáeltoromásgrandedetodos.

»Don Faustino los miraba, y creo que mientras estaba mirándolos no habíacompasiónpor él enningunade las filas.Sin embargo, seguía allí con suhermosaestampa,guapetónybravo;peroeltiempopasabaynohabíamásqueuncamino.

»—DonFaustino—gritóalguien—.¿Quéesloqueesperas,donFaustino?»—Seestápreparandoparavomitar—dijootro,yloshombresseecharonareír.»—Don Faustino—gritó un campesino—, vomita, si eso te gusta. Para mí es

igual.»Entonces,mientrasnosotroslemirábamos,donFaustinoacertóamirarporentre

las filasa travésde laplazahaciaelbarranco,ycuandovioel roquedalyelvacío

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detrás,sevolviódegolpeysemetióporlapuertadelAyuntamiento.»Los hombres de las filas soltaron un rugido y alguien gritó con voz aguda:

“¿Adóndevas,donFaustino,adondevas?”»—Vaavomitar—contestóotro,ytodoelmundorompióareír.»EntoncesvimosadonFaustino,quesalíadenuevo,conPabloa susespaldas,

apoyandoelfusilenél.Todosuestilohabíadesaparecido.Lavistadelasfilasdeloshombreslehabíadisipadoeltipoyelestilo,yahorareaparecíaconPablodetrásdeél, comosiPabloestuvierabarriendounacalleydonFaustino fuese labasuraquetuviera delante. Don Faustino salió persignándose y rezando, y nadamás salir, sepusolasmanosdelantedelosojosysindejardemoverlaboca,seadelantóentrelasfilas.

»—Quenolotoquenadie.Dejadlesolo—gritóuno.»Los de las filas lo entendieron y nadie hizo unmovimiento para tocarle.Don

Faustino,conlasmanosdelantedelosojossiguióandandoporentrelasdosfilas,sindejardemoverloslabios.

»Nadiedecíanadaynadieletocaba,ycuandoestuvohacialamitaddelcamino,nopudoseguirmásycayóderodillas.

»Nadielegolpeó.Yomeadelantépordetrásdeunadelasfilas,paraverloquepasaba,yviqueuncampesinosehabíainclinadosobreélylehabíapuestodepie,yledecía:

“Levántate,donFaustino,ysigueandando,queeltoronohasalidotodavía.”»DonFaustinonopodíaandarsoloyelcampesinodeblusanegraleayudóporun

lado y otro campesino, con blusa negra y botas de pastor, le ayudó por el otro,sosteniéndoleporlossobacos,ydonFaustinoibaandandoporentrelasfilasconlasmanos delante de los ojos, sin dejar de mover los labios, sus cabellos sudorososbrillando al sol; y los campesinos decían cuando pasaba: “Don Faustino, buenprovecho.”Yotrosdecían:“DonFaustino,asusórdenes”,yunoquehabíafracasadotambiéncomomatadordetorosdijo:“DonFaustino,matador,asusórdenes”;yotrodijo: “Don Faustino, hay chicas guapas en el cielo, don Faustino.” Y le hicieronmarchar a todo lo largo de las dos filas teniéndole en vilo de uno y otro lado ysosteniéndoleparaquepudieraandar,yélseguíaconlasmanosdelantedelosojos.Pero debía de mirar por entre los dedos, porque cuando llegaron al borde de labarranquerasepusodenuevoderodillasysearrojóalsuelo;y,agarrándosealsuelotirabadelashierbas,diciendo:“No.No.No,porfavor.No,porfavor.No.No.”

»Entonces,loscampesinosqueestabanconélylosotroshombresmásfuertesdelfinaldelasfilasseprecipitaronrápidamentesobreél,mientrasseguíaderodillas,yledieronunempujónydonFaustinopasósobreelbordedelabarranquerasinquelehubiesenpuestosiquieralamanoencima,yseleoyógritarconfuerzayenvozmuyaltamientrascaía.

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»Fueentoncescuandocomprendíque loshombresde las filas sehabíanvueltocruelesyquehabíansidolosinsultosdedonRicardo,primero,ylacobardíadedonFaustinoluegoloqueloshabíapuestoasí.

»—Queremos otro—gritó un campesino, y otro campesino, golpeándole en laespalda,ledijo:“DonFaustino,quécosamásgrande,donFaustino.”

»—Ahorayahabrávistoel toro—dijoun tercero—.Ahorano le serviráyadenadavomitar.

»—Enmivida—dijootrocampesino—,enmividahevistonadaparecidoadonFaustino.

»—Hay otros —dijo el otro campesino—, ten paciencia. ¿Quién sabe lo queveremostodavía?

»—Yapuedehabergigantesycabezudos—dijoelprimercampesinoquehabíahablado—.YapuedehabernegrosybestiasrarasdelÁfrica.Paramí,nunca,nuncahabránadaparecidoadonFaustino.Peroquesalgaotro,vamos;queremosotro.

»Losborrachossepasabanbotellasdeanísydecoñacquehabíanrobadoenelbar del centro de los fascistas, las cuales semetían entre pechoy espalda como sifuerandevino,ymuchoshombresdeentrelasfilasempezarontambiénasentirseunpoco beodos de lo que habían bebido después de la emoción de don Benito, donFederico,donRicardoy,sobretodo,donFaustino.Losquenobebíandelasbotellasdelicorbebíandebotasquecorríandemanoenmano.Meofrecieronunabotaybebíungrantrago,dejandoqueelvinomerefrescasebienlagargantaalsalirdelabota,porqueyotambiénteníamuchased.

»—Matardamuchased—dijoelhombrequemehabíatendidolabota.»—¡Quéva!—dijeyo—;¿hasmatadotú?»—Hemosmatadoacuatro—dijoorgullosamente—,sincontaralosciviles.¿Es

verdadquehasmatadotúaunodelosciviles,Pilar?»—Ni a uno solo —contesté yo—; disparé en la humareda, como los otros,

cuandocayóelmuro.Esoestodo.»—¿Dedóndehassacadoesapistola,Pilar?»—MeladioPablo;meladioPablodespuésdehabermatadoalosciviles.»—¿Losmatóconesapistola?»—Conéstamismamente,yluegomeladio.»—¿Puedoverla,Pilar?¿Meladejas?»—¿Cómono,hombre?—dijeyo,y ledi lapistola.Mepreguntabaporquéno

salíanadieyenesemomento, ¿quées loqueveo sinoadonGuillermoMartín, eldueñode la tiendaendondehabíancogido losbieldos, loscayadosy lashorcasdemadera?DonGuillermoeraunfascista,peroapartedeeso,nadieteníanadacontraél.

»Esverdadquenopagabamuchoalosquelehacíanlosbieldos;perotampocolosvendíacaros,ysinosequeríairacomprarlosbieldosencasadedonGuillermo,

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unomismopodíahacérselosporpocomásqueelcostedelamaderayelcuero.DonGuillermoteníaunamaneramuyrudadehablaryera,sindudaalguna,unfascista,miembrodelcentrodelosfascistas,endondesesentabaamediodíayporlatardeenuno de los sillones cuadrados de mimbre, para leer ElDebate, para hacer que lelimpiaran las botas y para beber vermut con agua de Seltz y comer almendrastostadas,gambasa laplanchayanchoas.Perono semataanadiepor eso,y estoyseguradeque,denohabersidopor los insultosdedonRicardoMontalvoypor laescena lamentable de don Faustino y por la bebida consiguiente a la emoción quehabíandespertadodonFaustinoylosotros,alguienhubieragritado:“QuesevayaenpazdonGuillermo.Yatenemossusbieldos.Quesevaya.”

»Porquelasgentesdeesepueblopodíansertanbuenascomocruelesyteníanunsentimientonaturaldelajusticiayundeseodehacerloqueesjusto.Perolacrueldadhabíapenetradoenlasfilasdeloshombresytambiénlabebidaouncomienzodelaborrachera,ylasfilasnoeranyaloqueerancuandosaliódonBenito.Yonoséquépasaenlosotrospaísesyanadielegustalabebidamásqueamí;peroenEspaña,cuandolaborracheraseproduceporotrasbebidasquenoseanelvino,esunacosamuyfeaylagentehacecosasquenohubierahechodeotromodo.¿Esasíentupaís,inglés?

—Así es —dijo Robert Jordan—. Cuando yo tenía siete años, yendo con mimadreaunabodaenelestadodeOhio,endondeyo teníaqueserpajedehonoryllevarlasfloresconotraniña...

—¿Hashechotúeso?—preguntóMaría—.¡Québonito!—Enaquellaciudad,unnegrofueahorcadodeunfarolydespuésquemado.La

lámparasepodíabajarconunmecanismohastaelpavimento.Seizóprimeroalnegroutilizandoelmecanismoqueservíaparaizarlalámpara;peroserompió...

—¿Unnegro?—preguntóMaría—.¡Québárbaros!—¿Estababorrachalagente?—preguntóMaría—.¿Estabantanborrachoscomo

paraquemaraunnegro?—Nolosé—contestóRobert Jordan—; lacasaendondeyomehallabaestaba

situadajustamenteenunaesquinadelacalle,frentealfarol,yyomirabaporentrelosvisillosdeunaventana.Lacalleestaballenadegente,ycuandofueronaizaralnegroporsegundavez...

—Sitúnoteníasmásquesieteañosyestabasdentrodeunacasa,nopodíassabersiestabanborrachosono—dijoPilar.

—Comodecía,cuandoizaronalnegroporsegundavez,mimadremeapartódelaventanaynovimás—dijoJordan—;perodespuésmehanocurridoaventurasquepruebanquelaborracheraesigualenmipaís,igualdefeaybrutal.

—Erasdemasiadopequeñoalossieteaños—comentóMaría—.Erasdemasiadopequeñoparaesascosas.Yonuncahevistounnegromásqueenloscircos.Amenos

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quelosmorosseannegros.—Unos lo son y otros no lo son—dijo Pilar—; podría contarte unmontón de

cosassobrelosmoros.—Notantascomoyo—dijoMaría—;No;notantascomoyo.—Nohablemosdeeso—dijoPilar—;noesbueno.¿Dóndenosquedamos?—Hablábamosdelaborracheraentrelasfilas—dijoRobertJordan—.Continúa.—Noesjustodecirborrachera—dijoPilar—.Porqueestabantodavíamuylejos

de hallarse borrachos. Pero habían cambiado, y cuando don Guillermo salió y sequedóallí,derecho,miope,consuscabellosgrises,suestaturanomásquemediana,conunacamisaqueteníaunbotónenelcuello,aunquenoteníacuelloycuandomiródefrente,aunquenoveíanadasinsuslentes,yempezóaandarconmuchacalma,eracomoparainspirarpiedad.Peroalguiengritóenlasfilas:“Poraquí,donGuillermo.Poraquí,donGuillermo.Enestadirección.Aquítenemostodossusproductos.”

»SehabíandivertidotantocondonFaustinoquenosedabancuentadequedonGuillermo era otra cosa y que si hacía falta matar a don Guillermo, eramenestermatarleenseguidaycondignidad.

»—DonGuillermo—gritóotro—,¿quieresenviaraalguienatucasaabuscartuslentes?

»LacasadedonGuillermonoeraunacasa,porquenoteníamuchodinero;donGuillermoeraunfascistasóloporesnobismoyparaconsolarsedeverseobligadoatrabajar sin ganar gran cosa en su almacén de utensilios agrícolas. Era un fascistatambiénporlareligiosidaddesumujer,quecompartía,comosifuerasuya,poramoraella.DonGuillermovivíaenunpisoapocadistanciadelaplaza.YmientrasdonGuillermoestabaallíparado,mirando,consusojosmiopes,lasfilasentrelascualesteníaquepasar,unamujersepusoagritardesdeelbalcóndelpisoendondevivíadonGuillermo.Podíaverledesdeelbalcón.Erasumujer.

»—Guillermo—gritaba—.Guillermo,espérame,voycontigo.»DonGuillermovolviólacabezadelladodedondellegabanlosgritos.Nopodía

verasumujer.Quisodeciralgo,peronopudo.Entonceshizounaseñaconlamanohaciadondesumujerlehabíallamadoyseadelantóentrelasfilas.

»—Guillermo—gritaba ella—.Guillermo.Guillermo.—Sehabía agarrado conlasmanosalbarandaldelbalcónysebalanceabadealanteatrás—.¡Guillermo!

»DonGuillermohizootraseñalconlamanoenladireccióndedondellegabanlasvocesyseadelantóentrelasfilasconlacabezaerguida.Nosehubierapodidodecirloqueleestabapasandomásqueporelcolordesucara.

»Entonces, un borracho gritó: “Guillermo”, imitando la voz aguda y rota de lamujer.DonGuillermosearrojósobreaquelhombre,ciego,sinver,ylaslágrimaslecorríanporlasmejillas.Elhombreledioungolpeconelbieldoenelrostroy,bajoelgolpe,donGuillermocayóalsuelosentado,ysequedóallísentado,llorando,aunque

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nodemiedo,mientraslosborrachoslegolpeaban;yunborrachosaltóacaballosobresus espaldas y le golpeó, dándole con una botella. Después de eso, muchosabandonaron las filas y su lugar fue ocupado por los borrachos, que eran los quehabíanestadoescandalizandoydiciendocosasdemalgustodesde lasventanasdelAyuntamiento.

»Yome había quedadomuy impresionada al ver a Pablomatar a los guardiasciviles;fueunacosamuyfea,peroyomedecía:“Hayquehacerloasí.Asíescomohayquehacerlo.”Y,almenos,enellonohubocrueldad;sólo lesquitamoslavida,cosa que, como hemos aprendido en estos últimos años, es fea, pero tambiénnecesariasiqueremosganarysalvaralaRepública.

»Cuando se cerró la plaza y se formaron las filas, yo admiré y comprendí lohechocomounaideadePablo,quemeparecía,sinembargo,unpocofantásticaymedecía que todo aquello tenía que hacerse con buen gusto para que no fueserepugnante.Silosfascistashabíandeserejecutadosporelpueblo,eramejor,desdeluego,quetodoelpueblotomaseparte,yyoqueríatomarparteyserculpablecomocualquierotro,yaquetambiénesperabaparticiparenlosbeneficioscuandoelpueblofuera nuestro del todo. Pero después de lo de don Guillermo experimenté unsentimientodevergüenzaydedesagrado,ycuandolosborrachosentraronenlasfilasylosotrosempezaronamarcharsecomoprotesta,yohubieraqueridonotenernadaque ver con lo que estaba ocurriendo entre las filas y opté por alejarme. Crucé laplazaymesentéenunbanco,debajodelosgrandesárbolesquedabansombraalaplaza.

»Dos campesinos de entre las filas venían hablando entre sí y unode ellosmedijo:“¿Quéesloquetepasa,Pilar?”

»—Nada,hombre—lerespondí.»—Sí—dijo—;habla,algotepasa.»—Creoqueestoyhartadeesto—ledije.»—Nosotrostambién—dijoél,ysesentaronenelbancojuntoamí.Habíauno

quellevabaunabotadevinoymelaofreció.»—Mójate la boca—me dijo, y el otro siguiendo la conversación que habían

comenzado, agregó—:Lopeor es que esto acarrea desgracia.Nadiemehará creerquecosascomo,mataradonGuillermodeestamaneranotraigandesgracia.

Entonceselotrodijo:»—Sihacefaltaverdaderamentematarlosatodos,ynoestoysegurodequesea

necesario,queselesmatealmenosdeunamaneradecenteysinburlarsedeellos.»—LaburlaestájustificadaenelcasodedonFaustino—dijoelotro—.Porque

hasidosiempreunfantasmónyjamásunhombreserio.PeroburlarsedeunhombreseriocomodonGuillermonoesjusto.

»—Tengo llenas las tripas de todo esto—le dije, y era absolutamente verdad,

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porque sentía un verdadero malestar dentro de mí y sudores y náuseas como sihubiesecomidopescadopodrido.

»—Entonces, nada—dijo el primero—.No vamos a pringarnosmás. Peromepreguntoquéesloquepasaenlosotrospueblos.

»—Nohan reparado todavía las líneas telefónicas—dije yo—.Va a haber queocuparsedeello.

»—Claro—dijoelcampesino—.¿Quiénsabesinoharíamosmejorocupándonosde la defensa del pueblo en vez de asesinar a la gente con esa lentitud y estabrutalidad?

»—VoyahablardeesoconPablo—lesdije,ymelevantédelbancoparairalosporchesqueconducíanalapuertadelAyuntamiento,dedondesalíanlasfilas.Estasno teníanordenniconcierto,yhabíamuchaborracheraymuygrave.Doshombresestaban tumbados en el suelo y permanecían tendidos boca arriba, enmedio de laplaza, pasándose una botella de uno a otro. Uno de ellos tomó un trago y gritódespués: “Viva la anarquía”, sinmoverse del suelo, boca arriba, gritando como sifueraunloco.Llevabaunpañuelonegroyrojoentornoalcuello.Elotrogritó:“Vivala libertad”, y empezó a dar patadas en el aire, y luego gritó de nuevo: “Viva lalibertad.”Teníatambiénunpañuelorojoynegroyloagitabaconunamano,mientrasqueconlaotraagitabaunabotella.

»Uncampesinoquesehabíasalidodelasfilasysehabíapuestoalasombradelosporches losmirabadisgustado,ydijo: “Debierangritar:Viva laborrachera.Nosoncapacesdecreerenotracosa.”

»—Nocreensiquieraeneso—dijootrocampesino—.Esosnocreenennadanicomprendennada.

»En aquel momento uno de los borrachos se puso de pie, levantó el brazocerrandoelpuñoporencimadesucabezaygritó:“Vivalaanarquíaylalibertadymec...enlalechedelaRepública.”

»El otro borracho, que seguía aún en el suelo, atrapó por la pantorrilla al quegritabaydiomediavuelta,demodoqueelborrachoquegritabacayósobreél.Luegose sentó y el que había hecho caer a su amigo le pasó el brazo por el hombro, letendiólabotella,besóelpañuelorojoynegroquellevabaylosdosbebieronjuntosamorro.

»Justamenteentoncesseoyóunalaridoenlasfilasymirandohaciaelporchenopudeverquiénsalíaporquesucabezanosobrepasabalasdelosqueseapretujabandelante de la puerta del Ayuntamiento. Todo lo que podía ver era que Pablo yCuatrodedosempujabanaalguienconsusescopetas,aunquenollegabaadescubrirquién era; yme acerqué a las filas por la parte en donde se apretujaban contra lapuertaparatratardever.

»Todos empujaban. Las sillas y lasmesas del café de los fascistas habían sido

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derribadas, salvo una mesa, en donde había un borracho tumbado con la cabezacolgandoylabocaabierta.Cogíunasilla,laapoyéenunodelospilaresymesubíaloaltoparapoderverporencimadelascabezas.

»El hombre que Pablo yCuatrodedos empujaban era donAnastasio Rivas, unfascistaindudableyelhombremásgordodelpueblo.Eratratanteengranosyagentede varias Compañías de Seguros y prestaba además dinero a interés elevado. Yo,sobremisilla,leveíabajarlosescalonesyadelantarsehacialasfilasconsugruesocogote,que le rebosabapor encimadel cuellode la camisa,y sucráneocalvoquebrillabaalsol;peronisiquieratuvotiempoparaentrarenlasfilas,porqueestaveznohubo gritos, sino un alarido general. Fue un ruido muy feo. Todos los borrachosgritabanaun tiempo.Las filassedeshicierony loshombresseprecipitaron,yviadonAnastasiotirarsealsuelo,conlasmanosenlacabeza;despuésdeestonopudeverle,porqueloshombresseapilaronsobreél.Ycuandoloshombresledejaron,donAnastasio había muerto; le habían golpeado la cabeza contra los adoquines delpavimentobajolosporches;yyanohabíafilas,nohabíamásquelamultitud.

»—Vamosaentrarporellos;vamosadentro.»—Esdemasiadopesadoparacargarconél—dijounhombre,dandounpuntapié

adonAnastasio,queestabatendidobocaabajo—.Dejémosleaquí.»—¿Paraquévamosacargarconesetoneldetripashastaelbarranco?Dejémosle

aquí.»—Entremosparaacabarconlosdedentro—gritóunhombre—.Vamos.»—Nomerecelapenaesperartodoundíaalsol—gritóotro—.Vamos.Vamos.»Lamuchedumbreseapretujabadebajodelosporches.Habíagritosyempujones

ygritabantodoscomoanimales.Gritaban:“Abrid,abrid.Abrid.”PorquelosguardiashabíancerradolaspuertasdelAyuntamientocuandolasfilassehabíanroto.

»Subidaenmisilla,podíavera travésde losbarrotesde lasventanasdelsalóndelAyuntamiento,yenelinteriortodoseguíacomoantes.Elcuraestabadepie;losque quedaban estaban de rodillas en semicírculo alrededor y todos rezaban. Pabloestabasentadosobrelagranmesa,anteelsillóndelalcalde,conlaescopetacruzadaalaespalda.Estabasentadoconlaspiernascolgandoyfumabauncigarrillo.Todoslosguardiasestabansentadosenlossillonesdelosconcejales,consusfusiles.Lallavedelapuertagrandeestabasobrelamesa,alladodePablo.

»La muchedumbre gritaba: “A-brid. A-brid. A-brid...”, como una cantinela, yPablo permanecía allí, sentado, como si no se enterase de nada.Dijo algo al cura,peronolopudeoírporculpadelgranalborotodelamuchedumbre.

»El cura no le respondía y continuaba rezando. Acerquémás la silla al muro,porquelasgentesqueestabandetrásmeempujaban.Volvíasubirme.Teníalacabezapegadaalaventanaymesosteníaconlasmanossujetasa losbarrotes.Unhombrequisosubirtambiénsobremisillaysubió,pasandosusbrazosporencimadelosmíos

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ysujetándosealosbarrotesmásalejados.»—Lasillavaaromperse—ledije.»—¿Quéimporta?—contestóél—.Míralos,míraloscomorezan.»Sualientosobremicuellohedíacomohiedelamultitud,unoloragrio,comoel

vómitosobreelpavimento,yelolordelaborrachera,yfueentoncescuandometiólacabeza por entre los barrotes, por encima de mi espalda, y se puso a vociferar:“¡Abrid,abrid!”Yeracomosituviesealamismísimamultitudamisespaldasenunaespeciedepesadilla.

»La multitud se apretaba contra la puerta y los que estaban delante eranaplastadospor losotros,queempujabandesdeatrás,yen laplaza,unborrachíndeblusa negra, con un pañuelo rojo y negro en torno al cuello, llegó corriendo y searrojócontralamuchedumbreycayódebrucesalsuelo;entoncesselevantó,seechópara atrás, cogió carrerilla y volvió a lanzarse de nuevo contra las espaldas de loshombresqueempujaban,gritando:“¡Vivayoyvivalaanarquía!”

»Mientrasyomiraba,elhombresealejóde lamultitud,y fueasentarseporsucuentaysepusoabeberdesubotella,ymientrasestabasentadovioadonAnastasio,tendidoenelpavimento,peromuypisoteado,yentonceselborrachoselevantóyseacercóadonAnastasioy learrojóelcontenidode labotellapor lacabezaypor laropa. Luego sacó una caja de cerillas del bolsillo y encendió varias, intentandoprender fuego a don Anastasio, pero el viento soplaba con fuerza y apagaba lascerillas. Al cabo de un momento, el borracho se sentó junto a don Anastasio,moviendolacabezacontristezaybebiendodelabotella,ydecuandoencuandoseinclinabasobreelcadáveryledabagolpecitosamistososenlaespalda.

»En todoese tiempo lamuchedumbrehabíaseguidogritandoqueabrieran,yelhombrequeestabasubidoenmisillaseagarrabacontodassusfuerzasalosbarrotesdelaventana,gritandotambiénqueabrieran,hastaquemedejósordaconsusrugidosyconsualientomaloliente,quemeechabaencima,ydejédemiraralborrachoqueintentabaprender fuegoadonAnastasioyempecéamirar al interiordel salóndelAyuntamiento, y todo continuaba como antes. Seguían rezando todos los hombresarrodillados,conlacamisaabierta,unosconlacabezainclinada,otrosconlacabezaerguida,mirandoal sacerdoteyalcrucifijoqueel sacerdote teníaensusmanos;elsacerdoterezabamuydeprisa,mirandohacialoalto,ydetrásdeellosPablo,conuncigarrillo encendido, estaba sentado sobre lamesa, balanceando las piernas, con elfusilalaespaldayjugandoconlallave.

»Vi a Pablo inclinarse de nuevo para hablar al cura, pero no podía oír lo quehablabaporculpadelosgritos;peroelcuraseguíasinresponderleyseguíarezando.Unhombreselevantóenesosmomentosdelsemicírculodelosquerezabanyviquequería salir. Era don JoséCastro, a quien todos llamaban donPepe, un fascista detomoylomo,tratantedecaballos.Estabaallí,pequeño,conairedeenormepulcritud,

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aunsinafeitarcomoiba,yconunachaquetadepijamametidaenunpantalóngrisarayas.DonPepebesóelcrucifijo,elcuralebendijo,yentoncesdonPepelevantólacabeza,miróaPabloehizoungestoconlacabezahacialapuerta.

»Pablolecontestóconotromovimientodecabeza,sindejardefumar.PodíaveryoquedonPepe ledecíaalgoaPablo;peronopodíaoír loque ledecía.Pablonorespondió:moviósimplementelacabezaseñalandoalapuerta.

»EntoncesviadonPepevolverseparamirartambiénalapuertaymedicuentadequenosabíaquelapuertaestabacerradaconllave.PabloleenseñólallaveydonPepesequedómirándolaun instante,y luegovolvióa su sitioy searrodilló.Vialcura,quemirabaaPablo,y aPablo,que, sonriendo, le enseñaba la llaveyel curapareció entonces darse cuenta por vez primera de que la puerta estaba cerrada conllave,yparecióqueibaadeciralgo,porquehizocomosifueraamover lacabeza;peroladejócaeradelanteysepusoarezar.

»Nosécómose lashabíanarregladohastaentoncesparanocomprenderque lapuertaestabacerrada,amenosqueestuviesendemasiadoocupadosconsusrezosycon las cosas en que estaban pensando; pero al fin habían comprendido todos;comprendían lo que querían decir los gritos y debían de saber que todo habíacambiado.Perosiguieroncomportándosecomoantes.

»Los gritos se habían hecho tan fuertes, que no se oía nada. El borracho queestaba en la silla conmigo se puso a sacudir los barrotes y a vociferar: “¡Abrid!¡Abrid!”,hastaquesequedóronco.

»MiréaPablo,queenesosmomentoshablabadenuevoalcurayviqueelcuranorespondía.EntoncesviaPablodescolgarselaescopetaydaralcuraconellaenelhombro.ElcuranolehizocasoyviaPablomoverlacabeza;luego,levihablarporencimadelhombroaCuatrodedosyaéstehablarconlosotrosguardias.Entonceslosguardiasselevantaron,sefueronalfondodelsalónysequedaronallídepie,consusfusiles.

»ViaPabloquedecíaalgoaCuatrodedosyCuatrodedosquehacíacorrerlasdosmesas, y los bancos, y a los guardias que se ponían detrás, con sus fusiles. Esoformabaunabarricadaenunrincóndelsalón.Pabloavanzóyvolvióadaralcuraenelhombroconsuescopeta,peroelcuranolehacíacaso;viquedonPepelemiraba,aunque los otros no ponían atención y seguían rezando. Pablomovió la cabeza, ycuandovioquedonPepe lemirabahizounmovimientodecabeza, enseñándole lallavequeteníaenlamano.DonPepeloentendió;inclinóelrostroysepusoarezarmuydeprisa.

»PablosebajódelamesaypasandopordetrásdelalargamesadelConcejo,sesentó en el sillón del alcalde y lió un cigarrillo, sin quitar ojo a los fascistas, queseguían rezando con el cura. Su cara no tenía ninguna expresión. La llave estabasobre lamesa delante de él.Era una gran llave de hierro demás de una cuarta de

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larga.PorfinPablogritóalosguardias,aunqueyonopudesaberelquéyunguardiaseacercóalapuerta.Viquelosqueestabanrezandolohacíanmásdeprisaqueantesymedicuentadequetodossabíanyaloquesucedía.

»Pablodijoalgoalcura,peroelcuranocontestó.EntoncesPabloseechóhaciadelante,cogiólallaveyselatiróporloaltoalguardiaqueestabacercadelapuerta.ElguardialarecogióyPablolehizounguiño.Entonceselguardiapusolallaveenlacerradura, dio media vuelta, tiró hacia sí de la puerta, y se puso a cubiertorápidamentedetrásdeellaantesdequelamuchedumbresecolaradentro.

»Losvientrar,yjustamenteenaquelmomento,elborrachoqueestabaenlasillaconmigosepusoagritar:“¡Ahí!¡Ahí!”,yaestirarsucabezahaciadelante,demodoqueyonopodíavernada,mientrasélvociferaba:“¡Matadlos!¡Matadlos!¡Matadlosapalos!¡Matadlos!”,ymeapartabaconsusbrazos,sindejarmequeviesenada.

»Lehundíelcodoenlabarrigay ledije:“Soborracho,¿dequiénesestasilla?Déjame mirar.” Pero él seguía sacudiendo los brazos atrás y adelante, y con lasmanos sujetas a los barrotes gritaba: “¡Matadlos! ¡Matadlos a palos! ¡Matadlos apalos!¡Esoes,apalos!¡Matadlos!¡Cabrones!¡Cabrones!¡Cabrones!”

»Lediuncodazoyledije:“Elcabrónerestú.¡Borracho!Déjamemirar.”»Élmepusolasmanosenlacabezaparaauparseyvermejor,y,apoyándosecon

todosupesosobremicabeza,continuabagritando:“¡Matadlosapalos!¡Esoes!¡Apalos!”

»—Apaloshabíaquematarte—ledije,y lemetíelcodoconfuerzapordondepodíahacerlemásdaño;yselohice.Meapartólasmanosdelacabezayselaspusoendondeledolía,diciendo:“Nohayderecho,mujer.Notienesderechoahacereso,mujer.” Y, mirando por entre los barrotes, vi el salón lleno de hombres, quegolpeaban con palos y con bieldos y que seguían golpeando y golpeando con lashorcas de madera blanca que ya estaba roja y habían perdido los dientes, y quesiguierongolpeandoportodoelsalón,mientrasPablopermanecíasentadoenelgransillón, con su escopeta sobre las rodillas,mirando, y los gritos, y los golpes, y lasheridas se iban sucediendo, y loshombresgritaban como los caballosgritan enunincendio.Vialcuraconlasotanaremangadaquetrepabaporunbancoyvialosqueleperseguían,queledabanconhocesygarfios,yviaunoquelecogíaporlasotana,yseoyóunalarido,yotroalarido,yviadoshombresquelemetíanlashocesenlaespalda y a un tercero que le sujetaba de la sotana y al cura que, levantando losbrazos, trataba de agarrarse al respaldo de una silla, y entonces la silla en que yoestaba se rompió y el borracho y yo nos vimos en el suelo entre el hedor a vinoderramadoylavomitona;yelborrachomeseñalabaconeldedo,diciendo:“Nohayderecho,mujer;nohayderecho.Hubieraspodidodejarme inútil.”Y lasgentesnospisoteabanparaentrarenelsalóndelAyuntamiento.Ytodoloqueentoncespodíavereranlaspiernasdelasgentesqueentrabanporlapuertayalborracho,sentadoenel

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suelofrenteamí,quesellevabalasmanosadondeyolehabíametidoelcodo.»Fueasícomoseacabóconlosfascistasennuestropuebloymesentícontenta

por no haber visto más. De no ser por aquel borracho, lo hubiera visto todo. Demanera que en definitiva sirvió para algo bueno, ya que lo que pasó en elAyuntamientofuealgodeunestiloqueunahubieralamentadodespuéshabervisto.

»Pero el otro borracho, el que estaba en la plaza, era algo todavía más raro.Cuandonos levantamos,despuésdehaber roto la silla,mientras lasgentes seguíanempujándoseparaentrarenelAyuntamiento,viaeseborracho,consupañuelorojoynegro,queechabaalgosobredonAnastasio.Movíalacabezaaunoyotroladoylecostabamucho trabajopermanecer sentado;peroechabaalgoyencendíacerillas,yvolvía a echarloyvolvía a encender, ymeacerquéa él y ledije: “¿Quées loquehaces,sinvergüenza?”“Nada,mujer,nada—contestó—.Déjameenpaz.”

»Entonces,quizáporqueyoestuvieraallídepieasuladoymispiernashicierandepantallacontraelviento,lacerillaprendióyunallamaazulempezóacorrerporloshombrosdelachaquetadedonAnastasioypordebajodelanuca,yelborracholevantólacabezaysepusoagritarconunavozestentórea:“Estánquemandoalosmuertos.”

»—¿Quién?—preguntóalguien.»—¿Dónde?—preguntóotro.»—Aquí—vociferóelborracho—.Aquíprecisamente.»Entonces alguien dio al borracho un golpe en la cabeza con un bieldo, y el

borracho cayó de espaldas; se quedó tendido en el suelo ymiró al hombre que lehabía golpeado, y luego cerró los ojos y cruzó lasmanos sobre el pecho; y siguiótendidoallí,juntoadonAnastasio,comosisehubiesequedadodormido.Elhombreno volvió a golpearle pero el borracho siguió allí, y estaba allí todavía cuando serecogióadonAnastasioyselepusoconlosotrosenlacarretaquelosllevóatodoshastaelbordedelbarranco,yaquellamismanochesetiróaellosconlosotrosenlalimpiezaquedespuéssehizoenelAyuntamiento.Hubierasidomejorparaelpuebloquehubiesenarrojadoporlabarrancaaveinteotreintaborrachos,sobretodolosdelospañuelos rojosynegros,ysi tenemosquehacerotra revolucióncreoquehabráqueempezarporarrojarlosaellos.Peroesonolosabíamostodavíaporentonces.Loaprendimosenlosdíassiguientes.

»Aquella noche no se sabía lo que iba a pasar. Después de la matanza delAyuntamiento no hubomásmuertes; pero no pudimos celebrar la reunión, porquehabíademasiadosborrachos.Eraimposibleconseguirelordennecesario,demaneraquelareuniónseaplazóparaeldíasiguiente.

»AquellanochedormíconPablo.Nodebieradecirestodelantedeti,guapa,pero,porotraparte,esbuenoque lo sepas todo,ypor lomenos, loqueyo tedigoes laverdad.Oyeesto,inglés,queesmuycurioso.

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»Comodigo,aquellanochecenamosyfuemuycurioso.Eracomodespuésdeunatormenta o de una inundación o de una batalla, y todo elmundo estaba cansado ynadie hablaba mucho. Pero yo me sentía vacía y nada bien; me sentía llena devergüenza, con la sensación de haber obrado mal; tenía un gran ahogo y unpresentimiento de que vendrían cosas malas, como esta mañana, después de losaviones.Yclaroesquellególomalo.Llegóalcabodetresdías.

»Pablo,mientrascomíamos,hablómuypoco.»—¿Te ha gustado, Pilar?—me preguntó, al fin, con la boca llena de cabrito

asado.Comíamosenlaposadadedondesalenlosautocares,ylasalaestaballena;lasgentescantabanyelservicioeraescaso.

»—No—dije—.SalvolodedonFaustino,nomegustónada.»—Amímegustó—dijoPablo.»—¿Todo?—preguntéyo.»—Todo—dijo, y se cortóungranpedazodépan con su cuchilloy sepuso a

mojarlasalsa—.Todo,menoslodelcura.»—¿Notegustóelcura?—lepregunté,sabiendoqueodiabaaloscurasaúnmás

quealosfascistas.»—No,elcuramehadecepcionado—dijoPablotristemente.»Había tanta gente que cantaba, que teníamos que gritar para oírnos el uno al

otro.»—¿Porqué?»—Muriómuymal—contestóPablo—.Tuvomuypocadignidad.»—¿Cómo querías que tuviese dignidad mientras la gente le daba caza?—le

pregunté—. Me parece que estuvo todo el tiempo con mucha dignidad. Toda ladignidadquesepuedetenerensemejantesmomentos.

»—Sí—dijoPablo—;peroenelúltimomomentotuvomiedo.»—¿Yquién no hubiera tenidomiedo?—pregunté yo—. ¿No viste con qué le

golpeaban?»—¿Cómono ibaaverlo?—preguntóPablo—.Peroencuentroquemuriómuy

mal.»—Ensemejantescondiciones,todoelmundohubiesemuertomuymal—ledije

—.¿Quémásquieres?TodoloquepasóenelAyuntamientofueunacosamuyfea.»—Sí—contestó Pablo—; no hubomucha organización. Pero un cura debería

haberdadoejemplo.»—Creíqueodiabasaloscuras—ledije.»—Sí—contestóPablo,ysecortómáspan—;perouncuraespañoldeberíahaber

muertobien.»—Piensoquehamuertobastantebien—dijeyo—,parahaberestadoprivadode

todaformalidad.

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»—No—dijoPablo—;yomehellevadounchasco.Todoeldíaestuveesperandolamuertedelcura.Pensabaqueseríaelúltimoqueentraseenlasfilas.Loesperabaconmucha impaciencia.Loesperabacomounaculminación.Nohabíavistonuncamorirauncura.

»—Todavíatienestiempo—ledijeyo,irónicamente—:elMovimientoacabadeempezarhoy.

»—No—dijoél—;mesientochasqueado.»—Ahora—dije—supongoquevasaperderlafe.»—Nolocomprendes,Pilar—dijoél—.Erauncuraespañol.»—¡Qué pueblo, eh, los españoles! ¡Ah, qué pueblo tan orgulloso! ¿No es así,

inglés?¡Quépueblo!»—Habráquemarcharse—dijoRobertJordan.Levantólosojosalsol—.Escasi

mediodía.—Sí—contestóPilar—.Vamosamarcharnosahoramismo.Perodéjamecontarte

loquepasóconPablo.Aquellamismanochemedijo:“Pilar,estanochenovamosahacernada.”

»—Bueno—ledijeyo—;meparecemuybien.»—Encuentroqueseríademalgusto,despuésdehabermatadoatantagente.»—¡Qué va! —dije yo—. ¡Qué santo estás hecho! ¿No sabes que he vivido

muchosañoscontoreros,paraignorarcómosesientendespuésdelacorrida?»—¿Esesocierto,Pilar?—mepreguntó.»—¿Teheengañadoyoalgunavez?—lepregunté.»—Escierto,Pilar.Soyunhombreacabadoestanoche.¿Noteenfadasconmigo?»—No,hombre—ledije—;peronomateshombrestodoslosdías,Pablo.»Ydurmióaquellanochecomounbenditoytuvequedespertarlealdíasiguiente

demadrugada.Peroyonopudedormirdurante toda lanoche.Me levantéyestuvesentadaenunsillón.Miréporlaventanayvilaplaza,iluminadaporlaluna,dondehabíanestadolasfilas;yalotroladodelaplazavilosárbolesbrillandoalaluzdelalunay laoscuridadde su sombra.Losbancos, iluminados tambiénpor la luna; loscascos de botellas que brillaban y el borde del barranco por donde los habíanarrojado. No había ruido, solamente se oía el rumor de la fuente y permanecí allísentada,pensandoquehabíamosempezadomuymal.

»Laventanaestabaabiertayalotroladodelaplaza,frentealafonda,oíaunamujerquelloraba.Salíconlospiesdescalzosalbalcón.LalunailuminabatodaslasfachadasdelaplazayelllantoproveníadelbalcóndelacasadedonGuillermo.Erasumujer.Estabaenelbalcónarrodillada,ylloraba.

»Entoncesvolvíametermeenlahabitación,volvíasentarmeynotuveganasdepensarsiquiera,porqueaquélfueeldíamásmalodemividahastaquevinootropeor.

—¿Ycuálfueelotro?—preguntóMaría.

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—Tresdíasdespués,cuandolosfascistastomaronelpueblo.—Nome lo cuentes—dijoMaría—.Noquierooírlo.Ya tengobastante.Hasta

demasiado.—Yatehabíaadvertidoquenodebíasescuchar—dijoPilar—.¿No?Noquería

queescuchases.Ahoravasatenerpesadillas.—No—dijoMaría—;peronoquierooírmás.—Tendrásquecontarmeesoenotraocasión—dijoRobertJordan.—Sí—contestóPilar—.PeronoesbuenoparaMaría.—Noquierooírlo—dijoMaría,quejumbrosa—;teloruego,Pilar.Nolocuentes

cuandoyoestédelante,porquepodríaoírloaunquenoquisiera.Suslabiostemblabanyelingléscreyóqueibaallorar.—Porfavor,Pilar,nocuentesmás.—Notengascuidado,rapadita—dijoPilar—.Notengascuidado.Selocontaréal

inglésotrodía.—Peroestaréyotambiéncuandoselocuentes.Nolocuentes,Pilar;nolocuentes

nunca.—Selocontarémientrastútrabajas.—No,no;porfavor.Nohablemosmásdeeso—dijoMaría.—Lojustoseríaqueyocontaraeso también,yaquehecontado loquehicimos

nosotros.Peronolooirás,teloprometo.—¿Esquenohaynadaagradablequepuedacontarse?—preguntóMaría—.¿Es

quetenemosquehablarsiempredehorrores?—Esperaalatarde—dijoPilar—;elinglésytúpodréishablardeloqueosguste,

losdossolitos.—Entonces,quevengalatarde—dijoMaría—;quevengaenseguida.—Ya vendrá —contestó Pilar—. Vendrá muy de prisa y se irá en seguida, y

llegarámañana,ymañanapasarámuydeprisatambién.—Quelleguelatarde—dijoMaría—;latarde;quelleguelatardeenseguida.

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CapítuloXI

CUANDO IBAN SUBIENDO, a la sombra todavía de los pinos, después de haberdescendidodelaaltapraderaalvalleydehabervueltoaascenderporunasendaquecorríaparalelaalrío,paratrepardespuésporunaescarpadacuestahastalomásaltodeunaformaciónrocosa,lessalióalpasounhombreconunacarabina.

—¡Alto!—gritó.Yluego—:¡Hola,Pilar!¿Quiénvienecontigo?—Un inglés—dijoPilar—.Pero de nombre cristiano:Roberto. ¡Y quém... de

cuestahayquesubirparallegarhastaaquí!—Salud, camarada—dijo el centinela aRobert Jordan, tendiéndole lamano—.

¿Cómoteva?—Bien—contestóRobertJordan—.¿Yati?—Amítambién—dijoelcentinela.Era un muchacho muy joven, de rostro delgado, huesudo, la nariz un tanto

aguileña,pómulosaltosyojosgrises.Nollevabanadaenlacabezayteníaelcabellonegro y ensortijado. Tendió la mano de manera amistosa y cordial, con la mismachispadecordialidadenlosojos.

—Buenosdías,María—dijoalamuchacha—.¿Tehascansadomucho?—¡Quéva, Joaquín!—contestó lamuchacha—.Noshemosparadopara hablar

másdeloquehemosandado.—¿Erestúeldinamitero?—preguntóJoaquín—.Noshandichoqueandabaspor

aquí.—HepasadolanocheenelrefugiodePablo—dijoRobertJordan—.Sí,yosoy

eldinamitero.—Mealegrodeverte—dijoJoaquín—.¿Hasvenidoparaalgúntren?—¿Estuvisteenelúltimotren?—preguntóRobertJordansonriendoamanerade

respuesta.—Que si estuve—contestó Joaquín—; allí fue en donde encontramos esto—e

hizounguiñoaMaría—.Chica,estásmuyguapaahora.¿Tehandichologuapaqueestás?

—Cállate,Joaquín—dijoMaría—.Túsíqueestaríasguapositecortaraselpelo.—Tellevéahombros.¿Noteacuerdas?Tellevéahombros.—Como tantos otros—dijo Pilar, con su vozarrón—. ¿Quién fue el que no la

llevó?¿Dóndeestáelviejo?—Enelcampamento.—¿Endóndeestuvoayerporlanoche?—EnSegovia.—¿Hatraídonoticias?

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—Sí—contestóJoaquín—.Haycosasnuevas.—¿Buenasomalas?—Meparecequemalas.—¿Habéisvistolosaviones?—¡Ay!—dijoJoaquín,moviendo lacabeza—.Nomehablesdeeso.Camarada

dinamitero,¿quéclasedeavioneseran?—«Heinkel 111» los bombarderos; «Heinkel» y «Fiat» los cazas —respondió

Jordan.—Ylosgrandes,conlasalasbajas,¿quéeran?—Esoseranlos«Heinkel111».—Quelos llamencomoquieran,sonmalosde todasmaneras—dijoJoaquín—.

Peroosestoyentreteniendo.Voyallevarosalcomandante.—¿Elcomandante?—preguntóPilar,asombrada.Joaquínasintióconlacabeza,seriamente.—Megustamásquejefe—dijo—.Esmásmilitar.—Temilitarizasmuchotú—dijoPilar,riendo.—No —contestó Joaquín, riendo también—; pero me gustan las palabras

militares,porquelasórdenessonmásclarasyesmejorparaladisciplina.—Aquíhayunodetuestilo,inglés—dijoPilar—.Esteesunchicomuyserio.—¿Quieresque te lleveabrazos?—preguntóJoaquína lamuchachapasándole

unbrazoporelcuelloyacercándolelacara.—Conunavez,tengobastante—dijoMaría—.Detodosmodos,muchasgracias.—¿Teacuerdastodavía?—lepreguntóJoaquín.—Meacuerdodequemellevaban—contestóMaría—;peronomeacuerdodeti.

Meacuerdodelgitano,porquemedejócaermuchasveces.Detodasformas,muchasgracias,Joaquín;unodeestosdíastellevaréyo.

—Puesyomeacuerdomuybien—dijoJoaquín—.Meacuerdodeque te teníasujetaporlaspiernasconlatripaapoyadaenelhombroylacabezaalaespaldaylosbrazoscolgando.

—Tienesmuchamemoria—dijoMaría,sonriendo—.Yonomeacuerdodenadadeeso.Nidetusbrazos,nidetushombros,nidetuespalda.

—¿Quieresquetedigaunacosa?—preguntóJoaquín.—¿Quécosa?—Megustabamuchollevartealaespalda,porquenostirabanpordetrás.—¡Quécerdo!—dijoMaría—.¿Seríaporesoporloqueelgitanomellevótanto

rato?—Poresoyporsostenertedelaspiernas.—¡Quéhéroes!—dijoMaría—.¡Quésalvadores!—Escucha, guapa —dijo Pilar—, este chico te llevó mucho rato. Y en aquel

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momento tuspiernasnodecíannadaanadie.Enaquelmomentoeran lasbalas lasquelodecíantodo.Ysitehubiesedejadoenelsuelo,hubieraestadoprontolejosdelalcancedelasbalas.

—Yalehedadolasgracias—dijoMaría—.Ylellevaréahombrosunodeestosdías.Déjanosreírunpoco,Pilar;novoyallorarporquemehayallevado;¿no?

—No,siyotehubieradejadocaertambién—dijoJoaquín,siguiendolabroma—;peroteníamiedodequePilarmematase.

—Yonomatoanadie—dijoPilar.—Nohacefalta—contestóJoaquín—;nohacefalta.Lomatasdemiedo,sólocon

queabraslaboca.—Vayaunamaneradehablar—dijoPilar—;tú,queerasantesunmuchachotan

educado.¿QuéhacíastúantesdelMovimiento,chico?—Pocacosa—dijoJoaquín—.Teníadieciséisaños.—Pero¿quéhacías?—Algunoszapatos,devezencuando.—¿Losfabricabas?—No,loslustraba.¡Quéva!—dijoPilar—;esonoestodo—ysequedómirandolacaraatezadadel

muchacho; su estampa garbosa, sumata de pelo y sumodo de andar—. ¿Por quéfracasaste?

—¿Fracasarenqué?—¿Enqué?Sabesbiendequéhablo.Teestásdejandocrecerlacoleta.—Creoquefueelmiedo—dijoelmuchacho.—Tienes buena estampa —dijo Pilar—; pero la estampa no vale para nada.

Entoncesfueelmiedo,¿no?Sinembargo,estuvistemuybienenlodeltren.—Ya no tengomiedo ahora a los toros—dijo el chico—; a ninguno.He visto

toros peores y más peligrosos. Seguro que no hay toro tan peligroso como unaametralladora.Perosiestuvieseahoraenlaplaza,nosésiseríadueñodemispiernas.

—Queríasertorero—explicóPilaraRobertJordan—;peroteníamiedo.—¿Tegustan a ti los toros, camaradadinamitero?—preguntó Joaquín, dejando

veralsonreírunadentadurablanquísima.—Mucho—contestóRobertJordan—.Muchísimo.—¿HasvistolostorosdeValladolid?—preguntóJoaquín.—Sí,enseptiembre,enlaferia.—Valladolid es mi pueblo—dijo Joaquín—. ¡Y qué pueblo tan bonito! Pero,

¡cuántohasufridolabuenagentedeesepueblodurantelaguerra!—Luegosepusoserio.—Fusilaronamipadre,amimadre,amicuñaday,ahora,hanfusiladoamihermana.

—¡Québárbaros!—dijoRobertJordan.

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¡Cuántas veces había oído decir eso! ¡Cuántas veces había visto a las gentespronunciaraquellaspalabrascondificultad!¡Cuántasveceshabíavistollenárselesdelágrimaslosojosyoprimírseleslagargantaparadecirconesfuerzo:Mipadreomimadreomihermanoomihermana...!Nopodíaacordarsedecuántasvecesloshabíaoídomencionarasusmuertosdeesaforma.Casisiemprehablabanlasgentescomoelmuchacho,degolpeyapropósitodelnombredeunpueblo;ysiemprehabíaqueresponder:¡Québárbaros!

Hablabansolamentede laspérdidas;nocontaban la formacómohabíacaídoelpadre,comolohabíahechoPilardiciendoelmodoenquehabíanmuertolosfascistasenlahistoriaquelecontóalpiedelarroyo.Sesabíatodolomásqueelpadrehabíamuertoenelpatioocontraalgunatapiaoenalgúncampooenunhuerto,opor lanoche,alaluzdelosfarosdeuncamiónyaunladodelcamino.Seveíanlaslucesdel coche en la carretera desde el monte y se oían los tiros, y luego se bajaba arecogerloscadáveres.Noseveíafusilaralamadrenialahermananialhermano;seoía.Seoíanlostirosydespuésseencontrabanloscadáveres.

PeroPilarselohabíahechoverenlasescenasocurridasenaquelpueblo.Siaquellamujersupieraescribir...Trataríadeacordarsedesurelato,ysiteníala

suertederecordarlobien,podríatranscribirlotalycomoselohabíareferido.¡Dios,québiencontabalascosasaquellamujer!«EramejorqueQuevedo»,pensó.Quevedono ha descrito nunca la muerte de ningún don Faustino como ella la ha descrito.«Querría escribir lo suficientemente bien para reproducir esa historia», siguiópensando.«Loquenosotroshemoshecho.No loquenoshanhecho losotros.»Deeso ya sabía él bastante. Sabíamucho de lo que pasaba detrás de las líneas. Perohabíaqueconocerantesalasgentes.Hacíafaltasaberloquehabíansidoantesensupueblo.

«A causa de nuestra movilidad y porque nunca hemos sido obligados apermanecer en el sitio en donde hacemos el trabajo para recibir el castigo, nuncasabemoscómoacabanlascosasenrealidad—siguiópensando—.Estáunoencasadeuncampesinoconsufamilia.Llegaunoporlanocheycenaunoconellos.Dedíaseocultaunoyalanochesiguienteunosemarcha.Haceunosutrabajoyseva.Sisevuelveapasarporallí,unoseenteradeque todoshansido fusilados.Tansencillocomotodoeso.»

Perocuandosucedíanesascosasunosehabíamarchado.Lospartizanshacíaneldañoyseesfumaban.Loscampesinossequedabanyrecibíanelcastigo.«Siemprehesabido lo que les pasó a los otros —pensó—. Lo que les hicimos nosotros alcomienzo.Siemprelohesabidoymehainspiradohorror.Heoídohablardeelloconvergüenza y sin vergüenza, enorgulleciéndose de ello y haciendo alarde,defendiéndolo,explicándoloyhastanegándolo.Peroesacondenadamujermelohahechovercomosiyohubieseestadoallí.»

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«Bueno —pensó—, eso forma parte de la educación de uno. Será toda unaeducacióncuandoestohayaconcluido.Seaprendemuchoenestaguerra,siseprestaatención.»Élhabíaaprendidomucho,desdeluego.HabíatenidosuertepasandopartedelosdiezúltimosañosenEspañaantesdelaguerra.Lasgentestienenconfianzaentisihablassulengua,sobretodo.Confíanentisihablasbiensulengua,lalenguadetodoslosdíasysiconoceslasdistintasregionesdelpaís.Elespañolnoesleal,enfindecuentas,másqueasupueblo.Españaentraevidentementeenprimerlugar,luegosutribu,despuéssuprovincia,mástardesupueblo,luegosufamiliay,finalmente,sutrabajo. Si hablas español semuestran predispuestos a favor tuyo; si se conoce suprovinciaesmuchomejor;perosiconocessupuebloysutrabajohabrásidotodololejosqueun extranjeropuede ir. Jordanno se sentíanunca extranjero enEspañayellosno le trataban realmentecomoextranjero; sólo lohacíancuando se rebelabancontraél.

Porsupuestoquesevolvíanavecescontraél.Inclusolohacíanamenudo,peroesoeracosacorriente;lohacíanentreellos.Nohabíasinojuntaratresydosseuníanen seguida contra uno y luego, los dos que quedaban, empezaban en seguida atraicionarse mutuamente. No es que sucediera siempre, pero sí con la suficientefrecuenciacomopara tomarenconsideraciónungrannúmerodecasosysacarunaconsecuenciaapropiada.

Noestababienpensarasí;pero¿quiéncensurabasuspensamientos?Nadie,salvoél mismo. No creía que pensar en ello fuese derrotismo. Lo primero era ganar laguerra. Si no ganaban aquella guerra, todo estaba perdido. Pero, entretanto, élobservaba, escuchabayqueríaacordarsede todo.Estaba sirviendoenunaguerrayponíaensuserviciounalealtadabsolutayunaactividadtodolocompletaqueleeraposiblemientrasestabasirviendo.Perosupensamientolepertenecíaaél,delamismamanera que su capacidad de ver y de oír, y si tenía luego que hacer algún juicio,tendríaqueecharmanodetodoello.Habríamuchamaterialuegoparasacarlejugo.Yahabíamateriasuficiente.Aveceshabíahastademasiada.

«Miraaesamujer—sedijo—.Paseloquepase,sitengotiempo,hedehacerquemecuenteelrestodeesahistoria.Míralacaminandojuntoaesosdoschicos;noseríaposiblehallartresfigurasespañolasmástípicas.Ellaescomounamontañayelchicoylachicasoncomoarbolitosjóvenes.Losárbolesviejossonabatidosylosjóvenescrecen derechos y hermosos, como ésos. Y a pesar de todo lo que les ha pasado,parecentanfrescos,tanlimpios,tansinmanchacomosinuncahubiesenoídohablarsiquiera de ninguna desventura. Pero, según Pilar, María solamente ahora estáempezandoarehacerse.Hadebidodepasarpormomentosterribles.»

Seacordódelchicobelgadela11brigadaquesehabíaalistadoconotroscincomuchachos de su pueblo. Era de un pueblo de unos doscientos habitantes y elmuchacho no había salido nunca de su pueblo. La primera vez que Jordan vio al

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chicofueenelEstadoMayordelaBrigadadeHansylosotroscincomuchachosdesupuebloyahabíanmuertoyelmuchachoestabaen tanmalascondicionesque leempleaban como ordenanza para servir lamesa del EstadoMayor. Tenía una caragrande,redonda,deflamenco,ymanazasenormesytorpesdecampesino;yllevabalosplatosconlamismapesadezytorpezaqueuncaballodetiro.Además,sepasabaeltiempollorando.Sepasabaeltiempollorandodurantelacomida.

Levantabas la cabeza y le veías a punto de romper a llorar, iLe pedías vino ylloraba; le pasabas el plato para que te sirviera estofado y lloraba, volviendo lacabeza.Luegosecallaba.Perosivolvíasamirarle,laslágrimasvolvíanacorrerleporlacara.Entreplatoyplato,llorabaenlacocina.Todoelmundoeramuycariñosoconél, pero no servía de nada. Había que enterarse, pensó Jordan, de si el muchachohabíamejoradoysieracapazdenuevodeempuñarlasarmas.

María,porelmomento,parecíaestarbastanterecobrada.Almenos,asíloparecía.Peroélnoerabuenpsiquiatra.LapsiquiatraeraPilar.Probablementefuebuenoparaellos elhaberpasado juntos lanocheanterior.Sí, amenosquenoacabase tododerepente. Para él, por lo menos, fue bueno. Se sentía en condiciones inmejorables,sano, bueno, despreocupado y feliz. Las cosas se presentaban bastante mal, perohabía tenidomucha suerte.Había estado en otras que también se presentabanmal.Presentarse...Estabapensandoenespañol.Maríaerarealmenteencantadora.

«Mírala—sedijo—.Mírala.»Laveíaandaralegrementealsol,consucamisacaquidesabrochada.«Semovía

comounpotrito,pensó.Notropiezasamenudoconcosascomoésta.Estascosasnosucedenenlavidareal.Quizánotehayansucedidotampoco.Quizásestéssoñandooinventándolasyenrealidadnohayansucedido.Quizáseancomoesossueñosquehastenidocuandohas idoalciney tevas luegoa lacamaysueñasdeunamanera tanbonita.»Habíadormidocontodasellasasí,mientrassoñaba.PodíaacordarseaúndelaGarboydelaHarlow.Sí,laHarlowlevisitabamuchasveces.Quizátodoaquellofueracomoesossueños.

AúnseacordabadelanocheenquelaGarboseleaparecióenlacama,lavísperadel ataque a Pozoblanco; Greta llevaba un jersey de lana, muy suave al tacto, ycuando él la estrechó en sus brazos, ella se refugió en él y sus cabellos le rozaronsuavementelacaraylepreguntóporquénolehabíadichoantesquelaquería,siendoasíqueella lequeríadesdemuchotiempoatrás.Nosemostró tímidanidistantenifría.Seofreció tanadorableyhermosacomoen losviejosdíasenqueandabaconJohnGilbert,ytodofuetanrealcomosirealmentehubierasucedido;ylaamómuchomásquea laHarlow,aunquelaGarbonose lepresentómásqueunavez,en tantoquelaHarlow...Bueno,quizásestuvierasoñandotodavía.

«Peroquizánoloestuviera»,sedijo.QuizápudieraalargarlamanoenaquellosmomentosytocaraaquellaMaría.«Puedequeloqueteocurraesquetengasmiedo

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dehacerlo,novayaaocurrirquedescubrasquenohaocurridonunca,quenoesreal,que todo es pura imaginación, como esos sueños de las artistas de cine o como laaparición de todas lasmuchachas de antes, que venían a dormir en el saco por lanochesobreelsantosuelo,sobrelapajadelosgraneros,enlosestablos,loscorralesy los cortijos; en los bosques, los garajes y los camiones, así como en todas lasmontañas de España.» Todas acudían a dormir bajo esa manta cuando él estabadurmiendoy todasparecíanmuchomásbonitasde loqueeranen lavida real.Eraposiblequeahoraleestuvieseocurriendolomismo.«Esposiblequetengasmiedodetocarla para comprobar si es real—se dijo—. Es posible que si intentaras tocarladescubrierasquetodonoesmásqueunsueño.

Diounpasoparacruzaralotroladodelsenderoypusosumanoenelbrazodelamuchacha.Bajosusdedossintiólasuavidaddesupieldebajodelateladelaajadacamisa.Lachicalemiróysonrió.

—Hola,María—dijo.—Hola,inglés—contestóella,ypudoversucaramorenaysusojosverdegrísy

suslabiosquelesonreían,yelcabellocortado,doradoporelsol.Levantólacaraylesonriómirándolealosojos.Sí,eraverdad.

Estaban ya a la vista del campamento del Sordo, al final del pinar, en unagarganta en forma de palangana volcada. «Todas estas cuencas calizas tienen queestar llenasdecuevas—pensó—.Allímismoveodos.Lospinosbajosquecrecenentrelasrocas,lasocultanbien.EsteesunlugartanbuenoomejorqueelescondrijodePablo.

—¿Ycómofueelfusilamientodetufamilia?—preguntóPilaraJoaquín.—Pues, nada, mujer —contestó Joaquín—; eran de izquierdas, como muchos

otrosdeValladolid.Cuandolosfascistasdepuraronelpueblo,fusilaronprimeroamipadre. Había votado a los socialistas. Luego fusilaron a mi madre; había votadotambiénalossocialistas.Eralaprimeravezquevotabaensuvida.Despuésfusilaronalmarido de una demis hermanas. Eramiembro del Sindicato de conductores detranvías.NopodíaconduciruntranvíasinperteneceralSindicato,naturalmente.Peronole importaba lapolítica.Yoleconocíabien.Era, incluso,unpocosinvergüenza.Nocreoquehubierasidounbuencamarada.Luego,elmaridodelaotrachica,demiotrahermana,queeratambiéntranviario,sefuealmontecomoyo.Ellossupusieronquemihermanasabíadóndeseescondía;peromihermananolosabía.Asíesquelamataronporquenoquisodecirnada.

—¡Québarbaridad!—dijoPilar—.Pero,¿dóndeestáelSordo?Noleveo.—Está ahí. Debe de estar dentro —respondió Joaquín, y, deteniéndose y

apoyando la culata del fusil en el suelo, dijo—: Pilar, óyeme, y tú, María;perdonadmesioshemolestadohablándoosdemifamilia.Yaséquetodoelmundotienelasmismaspenasyquemásvalenohablardeello.

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—Valemáshablar—dijoPilar—.¿Paraquésehanacido,sinoesparaayudarnoslosunosalosotros?Yescucharynodecirnadaesunaayudabienpobre.

—PerotodoesohapodidosermolestoparaMaría.Yatienebastanteconlosuyo.—¡Qué va! —dijo María—. Tengo un cántaro tan grande que puedes vaciar

dentrotuspenassinllenarlo.Peromedueleloquemedices,Joaquín,yesperoquetuotrahermanaestébien.

—Hastaahoraestábien—dijoJoaquín—.Lahanmetidoenlacárcel,peroparecequenolamaltratanmucho.

—¿Tienesotrosparientes?—preguntóRobertJordan.—No—dijoelmuchacho—.Yonotengoanadiemás.Salvoelcuñadoquesefue

alosmontesyquecreoquehamuerto.—Puede que esté bien—dijo María—. Quizás esté con alguna banda por las

montañas.—Para mí que está muerto —dijo Joaquín—. Nunca fue muy fuerte y era

conductordetranvías;noesunapreparaciónmuybuenaparaelmonte.Nocreoquehayapodidodurarmásdeunaño.Además,estabaunpocomalodelpecho.

—Puedeserque,apesardetodo,estémuybien—dijoMaría,pasandoelbrazoporlasespaldasdeJoaquín.

—Claro,chica;puedequetengasrazón—dijoél.Como elmuchacho se había quedado allí parado,María se empinó, le pasó el

brazo alrededor del cuello y le abrazó. Joaquín apartó la cabeza, porque estaballorando.

—Lohagocomosifuerasmihermano—dijoMaría—.Teabrazocomosifuerasmihermano.

Elmuchachoaseveróconlacabeza,llorando,sinhacerruido.—Yo soy como si fuera tu hermana—le dijoMaría—. Te quieromucho y es

comosifueradetufamilia.Todossomosunafamilia.—Incluidoelinglés—dijoPilar,convozdetrueno—;¿noesasí,inglés?—Sí —dijo Jordan, dirigiéndose al muchacho—; somos todos una familia,

Joaquín.—Ésteestuhermano—dijoPilar—;¿noesverdad,inglés?RobertJordanpasóelbrazoporloshombrosdelmuchacho.—Somostodostushermanos—dijo.Joaquínaseveróconlacabeza.—Me da vergüenza haber hablado—dijo—. Hablar de semejantes asuntos no

hace más que dificultar las cosas a todo el mundo. Me da vergüenza haberosmolestado.

—Vetealam...contuvergüenza—dijoPilar,consuhermosavozprofunda—.YsiMaría tebesaotravez,voyabesarte tambiényo.Haceañosquenohebesadoaningún torero, aunque sea un fracasado como tú. Me gustaría besar al un torero

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fracasadoquesehavueltocomunista.Sujétalebien,inglés,quevoyadarleunbesocomounacatedral.

—¡Deja!—dijoelchico,yvolviólacabezabruscamente—.Dejadmetranquilo.Nomepasanadaysientohaberhablado.

Estabaallíparado,tratandodedominarlaexpresióndesurostro.MaríacogiódelamanoaRobertJordan.Pilar,paradaenmediodelcamino,puestaenjarras,mirabaalmuchachoconaireburlón.

—Cuandoyo tebeseno será comounahermana.Vayaun truco ésedebesartecomounahermana.

—Nohayquedartantabroma—dijoelmuchacho—;yaoshedichoquenomepasanada.Sientohaberhablado.

—Muybien,entonces,vamosaveralviejo—dijoPilar—.Tantasemocionesmefatigan.

Elchicolamiró.AtodasluceshabíasidoheridoporlaspalabrasdePilar.—Nohablodetusemociones—dijoPilar—;hablodelasmías.Eresmuytierno

parasertorero.—Notuvesuerte—dijoJoaquín—;peronovalelapenainsistirenello.—Entonces,¿porquétedejascrecerlacoleta?—¿Por qué no? Las corridas son muy útiles económicamente. Dan trabajo a

muchos y el Estado va a dirigir ahora todo eso; y quizá la próxima vez no tengamiedo.

—Quizásí—dijoPilar—yquizáno.—¿Porquélehablascontantadureza?—preguntóMaría—.Yotequieromucho,

Pilar,peroteportascomounaverdaderabruta.—Esposiblequeseaunpocobruta—dijoPilar—.Escucha,inglés,¿sabesbienlo

quevasadecirlealSordo?—Sí.—Porque es hombre que habla poco; no es como tú ni como yo ni como esta

parejitasentimental.—¿Porquéhablasasí?—preguntódenuevoMaría,irritada.—Nolosé—dijoPilar,volviendoacaminar—.¿Porquépiensasquelohago?—Tampocolosé.—Haycosasquemeaburren—dijoPilar,demalhumor—.¿Comprendes?Yuna

deellases tenercuarentayochoaños.¿Lohasentendido?Cuarentayochoañosyuna cara tan fea como la mía. Y otra es ver el pánico en la cara de un torerofracasado,detendenciascomunistas,cuandodigoensondebromaquevoyabesarle.

—Noesverdad,Pilar—dijoelmuchacho—.Nohasvistoeso.—¿Quévaaserverdad?Claroqueno.Yalamierdatodos.¡Ah,aquíestá!Hola,

Santiago.¿Quétal?

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ElhombrealquehablabaPilarerauntipodebajaestatura,fuerte,decaratostada,pómulosanchos,cabellogris,ojosmuyseparadosydeuncolorpardoamarillento,nariz de puente, afilada como la de un indio, boca grande y delgada con un labiosuperiormuy largo. Iba recién afeitado y se acercó a ellos desde la entrada de lacueva moviéndose ágilmente con sus arqueadas piernas, que hacían juego con supantalón, sus polainas y sus botas de pastor. El día era caluroso, pero llevaba unchaquetóndecuero forradodepieldecordero,abrochadohastaelcuello.TendióaPilarunamanogrande,morena:

—Hola, mujer —dijo—. Hola —dijo a Robert Jordan, le estrechó la mano,mirándole atentamente a la cara. Robert Jordan vio que los ojos del hombre eranamarillos,comolosdelosgatos,yaplastadoscomolosdelosreptiles—.¡Guapa!—dijo aMaría, dándole ungolpecito en el hombro—. ¿Habéis comido?—preguntó aPilar.

Pilarnegóconlacabeza.—¿Comer?—dijo,mirandoaRobertJordan—.¿Beber?—preguntó,haciendoun

ademánconelpulgarhaciaabajo,comosiestuvieravertiendoalgodeunabotella.—Sí,muchasgracias—contestóJordan.—Bien—dijoelSordo—.¿Whisky?—¿Tieneustedwhisky?ElSordoafirmóconlacabeza.—¿Inglés?—preguntó—.¿Noruso?—Americano.—Pocosamericanosaquí—dijo.—Ahorahabrámás.—Mejor.¿NorteoSur?—Norte.—Comoinglés.¿Cuándosaltarpuente?—¿Estáustedenteradodelodelpuente?ElSordodijoquesíconlacabeza.—Pasadomañana,porlamañana.—Bien—dijoelSordo.—¿Pablo?—preguntóaPilar.Ellameneólacabeza.ElSordosonrió.—Vete—dijoaMaría,yvolvióasonreír—.Vuelveluego.—Sacódesuchaqueta

ungranreloj,pendientedeunacorrea—.Dentrodeunamediahora.Leshizoseñasparaquesesentaranenuntroncopulido,queservíadebanco,y,

mirandoaJoaquín,extendióelíndicehaciaelsenderoenladirecciónenquehabíanvenido.

—BajaréconJoaquínyvolveréluego—dijoMaría.

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ElSordoentróenlacuevaysalióconunfrascodewhiskyytresvasos;elfrasco,debajo del brazo, los vasos en unamano, un dedo en cada vaso. En la otramanollevaba una cántara llena de agua, cogida por el cuello.Dejó los vasos y el frascosobreeltroncodelárbolypusolacántaraenelsuelo.

—Nohielo—dijoaRobertJordan,ylepasóelfrasco.—Yonoquierodeeso—dijoPilar,tapandosuvasoconlamano.—Hielo, noche última, por suelo —dijo el viejo, y sonrió—. Todo derretido.

Hielo,alláarriba—añadió,yseñalólanievequeseveíasobrelacimadesnudadelamontaña—.Muylejos.

RobertJordanempezóallenarelvasodelSordo;peroelviejomoviólacabezayleindicóporseñasqueteníaqueservirseélprimero.

RobertJordansesirvióunbuentragodewhisky;elSordolemiraba,muyatento,y, terminada laoperación, tendió lacántaradeaguaaRobertJordan,que la inclinósuavemente,dejandoqueelaguafríasedeslizaraporelpicodebarrococidode lacántara.

ElSordosesirviómediovasoyacabódellenarloconagua.—¿Vino?—preguntóaPilar.—No;agua.—Toma—dijo—.No bueno—dijo a Robert Jordan, y sonrió—.Yo conocido

muchosingleses.Siempremuchowhisky.—¿Dónde?—Finca—dijoelSordo—;amigosdueño.—¿Dóndeconsiguióustedestewhisky?—¿Qué?—Nooía.—Tienesquegritarle—dijoPilar—.Porlaotraoreja.ElSordoseñalósumejororeja,sonriendo.—¿Dóndeencuentraustedestewhisky?—preguntóRobertJordan.—Lohagoyo—dijoelSordo,yviocómosedeteníalamanoquellevabaelvaso

queRobertJordanencaminabaasuboca.—No —dijo el Sordo, dándole golpecitos cariñosos en la espalda—. Broma.

Viene Granja. Dicho ayer noche dinamitero inglés viene. Bueno. Muy contento.Buscarwhisky.Parati.¿Tegusta?

—Mucho—dijoRobertJordan—;esunwhiskymuybueno.—¿Contento?—ElSordosonrió.—Trajeestanocheconinformaciones.—¿Quéinformaciones?—Movimientodetropas.Mucho.—¿Dónde?—Segovia.Aviones.¿Hasvisto?—Sí.

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—Malo,¿eh?—Malo.—Movimientodetropas.Mucho.EntreVillacastínySegovia.Enlacarreterade

Valladolid.MuchoentreVillacastínySanRafael.Mucho.Mucho.—¿Quéesloqueustedpiensa?—Preparamosalgunacosa.—Esposible.—Ellossaben.Ellostambiénpreparan.—Esposible.—¿Porquénosaltarpuenteestanoche?—Órdenes.—¿Dequién?—CuartelGeneral.—¡Ah!—¿Esimportanteelmomentoenquehayquevolarelpuente?—preguntóPilar.—Nohaynadatanimportante.—Pero¿ysitraentropas?—Enviaré a Anselmo con un informe de todos los movimientos y

concentraciones.Estávigilandolacarretera.—¿Tienesalguienenlacarretera?—preguntóelSordo.RobertJordannosabíaloqueelhombrehabíaoídoono.Nosesabejamáscon

unsordo.—Sí—dijo.—Yotambién.¿Porquénovolarpuenteahora?—Tengootrasórdenes.—Nomegusta—dijoelSordo—.Nomegusta.—Amítampoco—dijoRobertJordan.ElSordomoviólacabezaysebebióuntragodewhisky.—¿Quieresalgodemí?—¿Cuántoshombrestieneusted?—Ocho.—Hay que cortar el teléfono, atacar el puesto de la casilla del peón caminero,

tomarleyreplegarsealpuente.—Esfácil.—Todosedaráporescrito.—Novalelapena.¿YPablo?—Cortaráelteléfonoabajo;atacaráelpuestodelmolino,lotomaráysereplegará

sobreelpuente.—¿Y después, para la retirada?—preguntó Pilar—. Somos siete hombres, dos

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mujeresycincocaballos.¿Tedascuenta?—gritóenlaorejadelSordo.—Ocho hombres y cuatro caballos. Faltan caballos —dijo el viejo—. Faltan

caballos.—Diecisietepersonasynuevecaballos—dijoPilar—.Sincontarlosbultos.ElSordonodijonada.—¿Nohaymaneradetenermáscaballos?—preguntóRobertJordan.—En guerra, un año—dijo el Sordo—, cuatro caballos—y enseñó los cuatro

dedosdelamano—.Túquieresochoparamañana.—Asíes—dijoRobert—.Sabiendoquesevanustedesdeaquí,nonecesitanser

tancuidadososcomolohansidoporestosalrededores.Noesnecesarioporahorasertancuidadosos.¿Nopodríanhacerunasalidayrobarochocaballos?

—Talvez—dijoelSordo—.Quizásí.Talvezmás.—¿Tienenustedesunfusilautomático?—preguntóRobertJordan.ElSordoasintióconlacabeza.—¿Dónde?—Arriba,enelmonte.—¿Quéclase?—Noséelnombre.Deplatos.—¿Cuántosplatos?—Cincoplatos.—¿Sabealguienutilizarlo?—Yo,unpoco.No tirodemasiado.Noquierohacer ruidoporaquí.Novaler la

penagastarcartuchos.—Luegoiréaverlo—dijoRobertJordan—.¿Tienenustedesgranadasdemano?—Muchas.—¿Ycuántoscartuchosporfusil?—Muchos.—¿Cuántos?—Cientocincuenta.Másquizá.—¿Quéhaydeotrasgentes?—¿Paraqué?—Contar con fuerzas suficientes para tomar los puestos y cubrir el puente

mientraslovuelo.Necesitaríamoseldobledelosquetenemos.—Tomaremospuestos;notepreocupes.¿Aquéhoradeldía?—Conluzdeldía.—Noimporta.—Necesitaréporlomenosveintehombresmás—dijoRobertJordan.—Nohaybuenos.¿Quiereslosquenosondeconfianza?—No.¿Cuántosbuenoshay?

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—Quizácuatro.—¿Porquétanpocos?—Nohayconfianza.—¿Serviríanparaguardarloscaballos?—Muchaconfianzaparaguardarloscaballos.—Meharíanfaltadiezhombresbuenos,porlomenos,sipudieraencontrarlos.—Cuatro.—Anselmomehadichoquehabíamásdecientoporestasmontañas.—Nobuenos.—Usted ha dicho treinta—dijoRobert Jordan a Pilar—. Treinta seguros hasta

ciertogrado.—¿YlasgentesdeElías?—gritóPilar.ElSordonegóconlacabeza.—Nobuenos.—¿Nopuedeustedencontrardiez?—preguntóJordan.ElSordolemiróconojos

planosyamarillentosynegóconlacabeza.—Cuatro—dijo,yvolvióamostrarloscuatrodedosdelamano.—¿Losdeustedsonbuenos?—preguntóJordan,lamentandoenseguidaelhaber

dichoestaspalabras.ElSordoafirmóconlacabeza.—Dentrodelagravedad—dijo.Sonrió—.Seráduro,¿eh?—Esposible.—No importa—dijo el Sordo, sencillamente, sin alardear—.Valenmás cuatro

hombres buenos quemuchosmalos.En esta guerra, siempremuchosmalos; pocosbuenos.Cadadíamenosbuenos.¿YPablo?—YmiróaPilar.

—Yasabes—exclamóPilar—.Cadadíapeor.ElSordoseencogiódehombros.—Bebe—dijoaRobertJordan—.Llevarélosmíosycuatromás.Conesotienes

doce.Estanoche,hablartodoesto.Tengosesentapalosdedinamita.¿Losquieres?—¿Dequéporcentajeson?—Nolosé;dinamitaordinaria.Losllevaré.—Haremos saltar el puentecillo de arriba con ellos—dijoRobert Jordan—; es

una buena idea. ¿Vendrá usted esta noche? Tráigalos; ¿quiere? No tengo órdenessobreeso,perotienequeservolado.

—Iréestanoche.Luego,cazarcaballos.—¿Hayalgunaprobabilidaddeencontrarlos?—Quizás.Ahora,acomer.«Mepreguntosihablaasíatodoelmundo—pensóRobertJordan—.Obiencree

queesasícomohayquehacerseentenderdeunextranjero.»—¿Y adonde iremos cuando acabe todo esto?—vociferó Pilar en la oreja del

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Sordo.ElSordoseencogiódehombros.—Habráqueorganizartodoeso—dijolamujer.—Claro—dijoelSordo—.¿Cómono?—La cosa se presenta bastantemal—dijoPilar—.Habrá que organizarlomuy

bien.—Sí,mujer—dijoelSordo—.¿Quéesloquetepreocupa?—Todo—gritóPilar.ElSordosonrió.—HasestadodemasiadotiempoconPablo—dijo.«Demanera que sólo habla ese español zarrapastroso con los extranjeros—se

dijoJordan—.Bueno,megustaoírlehablarbien.»—¿Adóndecreesquedeberíamosir?—preguntóPilar.—¿Adonde?—Sí.—Haymuchossitios—dijoelSordo—.Muchossitios.¿ConocesGredos?—Haymuchagenteporallí.Todosaquelloslugaresseránbarridosencuantoellos

tengantiempo.—Sí.Peroesunaregióngrandeyagreste.—Serádifícilllegarhastaallí—dijoPilar.—Todoesdifícil—dijoelSordo—;sepuedeiraGredosoacualquierotrolugar.

Viajando de noche. Aquí esto se ha puesto muy peligroso. Es un milagro quehayamospodidoestartantotiempo.Gredosesmásseguroqueesto.

—¿Sabesadondequerríayoir?—preguntóPilar.—¿Adonde?¿AlaParamera?Esonovalenada.—No—dijo Pilar—. No quiero ir a la Sierra de la Paramera. Quiero ir a la

República.—Muybien.—¿Vendríantusgentes?—Sí,silesdigoquevengan.—Losmíosnosésivendrían—dijoPilar—.Pablonoquerrávenir;sinembargo,

allíestaríamásseguro.Esdemasiadoviejoparaquelealistencomosoldado,amenosquellamenotrasquintas.Elgitanonoquerrávenir.Losotrosnolosé.

—Comonopasanadaporaquídesdehacetiempo,nosedancuentadelpeligro—dijoelSordo.

—Con los aviones de hoy verán las cosasmás claras—dijo Robert Jordan—;perocreoquepodríanoperarustedesmuybienpartiendodeGredos.

—¿Qué?—preguntóelSordo,ylemiróconojosplanos.Nohabíacordialidadenlamaneradehacerlapregunta.

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—Podrían hacer ustedes incursiones con más éxito desde allí —dijo RobertJordan.

—¡Ah!—exclamóelSordo—.¿ConocesGredos?—Sí. Se puede operar desde allí contra la línea principal del ferrocarril. Se la

puede cortar continuamente, como hacemos nosotros más al sur, en Extremadura.Operar desde allí sería mejor que volver a la República —dijo Robert Jordan—.Seríanustedesmásútilesallí.

Losdos,mientrasleescuchaban,sehabíanvueltohoscos.ElSordomiróaPilaryPilarmiróalSordo.

—¿ConocesGredos?—preguntóelSordo—.¿Loconocesbien?—Sí—dijoRobertJordan.—¿Adóndeiríastú?—PorencimadeElBarcodeÁvila;aquelloesmejorqueesto.Sepuedenhacer

incursionescontralacarreteraprincipalylavíaférrea,entreBéjaryPlasencia.—Muydifícil—dijoelSordo.—Nosotroshemostrabajadocortandola líneadelferrocarrilenregionesmucho

máspeligrosas,enExtremadura—dijoRobertJordan.—¿Quiénessonnosotros?—ElgrupodeguerrillerosdeExtremadura.—¿Soismuchos?—Comounoscuarenta.—¿Yésedelosnerviosmalosyelnombreraro?¿Veníadeallí?—preguntóPilar.—Sí.—¿Endóndeestáahora?—Murió;yaselodije.—¿Túvienestambiéndeallí?—Sí.—¿Tedascuentadeloquequierodecirte?—preguntóPilar.«Vaya, he cometido un error —pensó Robert Jordan—. He dicho a estos

españolesquenosotrospodíamoshaceralgomejorqueellos,cuandolanormapidequenohablesnuncadetuspropiashazañasohabilidades.Cuandodebierahaberlosadulado,leshedicholoqueteníanquehacerellos,yahoraestánfuriosos.Bueno,yaselespasaráonoselespasará.SeríanciertamentemásútilesenGredosqueaquí.Lapruebaesqueaquínohanhechonadadespuésdelodeltren,queorganizóKashkin.Y no fue tampoco nada extraordinario. Les costó a los fascistas una locomotora yalgunoshombres;perohablandeellocomosifueraunhechoimportantedelaguerra.QuizásacabenporsentirvergüenzaymarcharseaGredos.Sí,peroquizátambiénmelarguenamídeaquí.Encualquiercaso,noesunaperspectivademasiadohalagüeñalaquetengoahoradelantedemí.»

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—Oye,inglés—ledijoPilar—.¿Cómovantusnervios?—Muybien—contestóJordan—;perfectamente.—Telopreguntoporqueelúltimodinamiteroquenosenviaronparatrabajarcon

nosotros,aunqueerauntécnicoformidable,eramuynervioso.—Hayalgunosquesonnerviosos—dijoRobertJordan.—Nodigoquefueseuncobarde,porquesecomportómuybien—siguióPilar—;

perohablabadeunamaneraextrañaypomposa—levantólavoz—.¿Noesverdad,Santiago,queelúltimodinamitero,eldeltren,eraunpocoraro?

—Algoraro—confirmóelSordo,ysusojossefijaronenelrostrodeJordandeunamaneraquelerecordaroneltubodeescapedeunaspiradordepolvo—.Sí,algoraro,perobueno.

—Murió—dijoRobertJordanalSordo—.Hamuerto.—¿Cómofueeso?—preguntóelSordo,dirigiendosumiradadesde losojosde

RobertJordanasuslabios.—Lematéyo—dijoRobertJordan—.Estabaheridodemasiadogravementepara

viajar,ylematé.—Hablabasiempredeverseenesecaso—dijoPilar—;erasuobsesión.—Sí—dijoRobertJordan—;hablabasiempredeesoyerasuobsesión.—¿Cómofue?—preguntóelSordo—.¿Fueenuntren?—Fuealvolverdeuntren—dijoRobertJordan—.Lodeltrensalióbien.Peroal

volver,enlaoscuridad,nostropezamosconunapatrullafascistaycuandocorríamosfueheridoenloaltoporlaespalda,sinqueningunavértebrafuesedañada;solamenteelomóplato.Anduvoalgún tiempo,pero,porsuherida,sevioforzadoadetenerse.Noqueríaquedarsedetrás,ylematé.

—Menosmal—dijoelSordo.—¿Estás segurode que tus nervios se encuentran enperfectas condiciones?—

preguntóPilaraRobertJordan.—Sí —contestó él—; estoy seguro de que mis nervios están en buenas

condiciones yme parece que cuando terminemos con lo del puente harían ustedesbienyéndoseaGredos.

Nohabíaacabadodedecirestocuandolamujercomenzóasoltaruntorrentedeobscenidades, que le arrollaron, cayendo sobre él como el agua caliente blanca ypulverizadaquesaltaenlarepentinaerupcióndeungeiser.

ElSordomoviólacabezamirandoaJordanconunasonrisadefelicidad.Siguiómoviendo la cabeza, lleno de satisfacción mientras Pilar continuaba arrojandopalabrotatraspalabrotayRobertJordancomprendióquetodoibadenuevomuybien.PorfinPilaracabódemaldecir,cogiólacántaradelagua,bebióydijomáscalmada:

—Así es que cállate la boca sobre lo que tengamosquehacer después; ¿te hasenterado, inglés? Tú vuélvete a la República, llévate a esa buena pieza contigo y

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déjanosanosotrosaquíparadecidirenquépartedeestasmontañasvamosamorir.—Avivir—dijoelSordo—.Cálmate,Pilar.—Aviviryamorir—dijoPilar—.Yapuedoverclaramentecómovaaterminar

esto. Me caes bien, inglés; pero en lo que se refiere a lo que tenemos que hacercuandohayaconcluidotuasunto,cierraelpico,¿entiendes?

—Esoesasuntotuyo—dijoRobertJordan,tuteándoladerepente—.Yonotengoquemeterlamanoenello.

—Puessíquelametes—dijoPilar—.AsíesquellévateatuputillarapadayvetealaRepública;peronodesconlapuertaenlasnaricesalosquenosonextranjerosnialosquetrabajabanyaporlaRepúblicacuandotúestabastodavíamamando.

María,queibasubiendoporelsenderomientrashablaban,oyólasúltimasfrasesque Pilar, alzando de nuevo la voz, decía a gritos a Robert Jordan. La muchachamoviólacabezamirandoasuamigoyagitóundedoenseñaldenegación.PilarvioaRobertJordanmiraralamuchachaysonreírle.Entoncessevolvióydijo:

—Sí, he dicho puta, y lo mantengo, y supongo que vosotros os iréis juntos aValenciayquenosotrospodemosiraGredosacomercagarrutasdecabras.

—Soyunaputa,siestoteagrada—dijoMaría—;tienequeserasí,además,sitúlodices.Perocálmate.¿Quéesloquetepasa?

—Nada —contestó Pilar, y volvió a sentarse en el banco; su voz se habíacalmado,perdiendoelacentometálicoqueledabalarabia—.Noesquetellameeso;perotengotantasganasdeiralaRepública...

—Podemosirtodos—dijoMaría.—¿Porquéno?—preguntóRobertJordan—.PuestoquenotegustaGredos...El

Sordolehizounguiño.—Ya veremos —dijo Pilar, y su cólera se había desvanecido enteramente—.

Dame un vaso de esa porquería. Me he quedado ronca de rabia. Ya veremos. Yaveremosquéesloquepasa.

—Yaves, camarada—explicó el Sordo—; lo que hace las cosas difíciles es lamañana.—Yanohablabaenaquelespañolzarrapastrosoexprofesoparaextranjerosy miraba a Robert Jordan a los ojos seria y calmosamente, sin inquietud nidesconfianza,niconaquellaligerasuperioridaddeveteranoconquelehabíatratadoantes.—Comprendoloquenecesitas.Séqueloscentinelasdebenserexterminadosyelpuentecubiertomientrashacestutrabajo.Todoesolocomprendoperfectamente.Yesfácildehacerantesdeldíaodemadrugada.

—Sí—contestóRobert Jordan—.Vete unmomento, ¿quieres?—dijo aMaría,sinmirarla.

Lamuchachasealejóunospasos,lobastantecomoparanooír,ysesentóenelsueloconlaspiernascruzadas.

—Yaves—dijoelSordo—.Ladificultadnoestáeneso.Perolargarsedespuésy

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salirdeestaregiónconluzdeldíaesunproblemagrave.—Naturalmente—dijoRobertJordan—,yhepensadoenello.Perotambiénserá

plenodíaparamí.—Perotúestássolo—dijoelSordo—;nosotrossomosvarios.—Habríalaposibilidaddevolveraloscampamentosysalirporlanoche—dijo

Pilar,llevándoseelvasoaloslabiosyapartándolodespuéssinllegarabeber.—Eso es también muy peligroso —explicó el Sordo—. Eso es quizá más

peligrosotodavía.—Creoqueloes,enefecto—dijoRobertJordan.—Volar el puente por la noche sería fácil—dijo el Sordo—; pero si pones la

condicióndequeseaenplenodía,puedeacarrearnosgravesconsecuencias.—Yalosé.—¿Nopodríashacerloporlanoche?—Sí,peromefusilarían.—Esmuyposiblequenosfusilenatodossitúlohacesenplenodía.—Amímedaríalomismo,entantoencuantovolaseelpuente—explicóRobert

Jordan—;peromehagocargodesupuntodevista.¿Nopuedenllevarustedesacabounaretiradaenplenodía?

—Sí que podemos hacerlo—dijo el Sordo—. Podemos organizar esa retirada.Pero lo que estoy explicándote es por qué estamos inquietos y por qué nos hemosenfadado.TúhablasdeiraGredoscomosifueraunamaniobramilitar.SillegáramosaGredos,seríaunmilagro.

RobertJordannodijonada.—Oye —dijo el Sordo—; estoy hablando mucho. Pero es el único modo de

entenderselosunosalosotros.Nosotrosestamosaquídemilagro.Porunmilagrodela pereza y de la estupidez de los fascistas, que tratarán de remediar a su debidotiempo.Desdeluego,tenemosmuchocuidadoyprocuramosnohacerruidoporestosmontes.

—Yalosé.—Peroahora,unavezhechoeso,tendremosqueirnos.Tenemosquepensarenla

manerademarcharnos.—Naturalmente.—Bueno—concluyóelSordo—,vamosacomer.Yahehabladobastante.—Nunca te he oído hablar tanto—dijo Pilar—. ¿Ha sido esto?—y levantó el

vaso.—No—dijoelSordo,negandoconlacabeza—.Nohasidoelwhisky.Hasido

porquenuncatuvetantascosasdequehablarcomohoy.—Leagradezcosuayudaysulealtad—dijoRobertJordan—;medoycuentade

lasdificultadesqueoriginoexigiendoqueelpuenteseavoladoenesemomento.

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—No hablemos de eso—dijo el Sordo—. Estamos aquí para hacer lo que sepueda.Perolacosaespeliaguda.

—Sobreelpapel, sinembargo,esmuysencilla—dijoRobert Jordansonriendo—. Sobre el papel, el puente tiene que saltar en el momento en que comience elataque,demodoquenopuedallegarnadaporlacarretera.Esmuysencillo.

—Que nos hagan hacer alguna cosa sobre el papel —dijo el Sordo—, queinventenyrealicenalgosobreelpapel.

—Elpapelnosangra—dijoRobertJordan,citandoelproverbio.—Peroesmuyútil—dijoPilar—;esmuyútil.Loquemegustaríaamívalerme

detusórdenesparairalretrete.—Amí,también—dijoRobertJordan—;peronoesasícomoseganaunaguerra.—No—dijolamujerona—;supongoqueno.Pero¿sabesloquemegustaría?—IralaRepública—contestóelSordo.Habíaacercadosuorejasanaalamujer

mientras hablaba—. Ya irás, mujer. Deja que ganemos la guerra y todo será laRepública.

—Muybien—contestóPilar—;yahora,porelamordeDios,comamos.

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CapítuloXII

DESPUÉSDEHABERCOMIDOsalierondelrefugiodelSordoycomenzaronadescenderporlasenda.ElSordolosacompañohastaelpuestodemásabajo.

—Salud—dijo—.Hastalanoche.—Salud, camarada —dijo Robert Jordan, y los tres siguieron bajando por el

caminomientraselviejo,parado,losseguíaconlamirada.Maríasevolvióyagitólamano.ElSordoagitólasuya,haciendoconelbrazoeseademánrápidoquealestiloespañolquiereserunsaludo,aunquemásbienparecelamaneradearrojarunapiedraalolejos;algoasícomosienlugardesaludarsequisierazanjardegolpeunasunto.DurantelacomidaelSordonosehabíadesabrochadosuchaquetadepieldecorderoy se había comportado con una cortesía exquisita, teniendo cuidado de volver lacabeza para escuchar cuando se le hablaba, y volviendo a utilizar aquel españolentrecortado para preguntar a Robert Jordan sobre la situación de la Repúblicacortésmente;peroestabaclaroquedeseabaverselibredeelloscuantoantes.

Almarcharse,Pilarlehabíadicho:—¿Quétepasa,Santiago?—Nada,mujer—había respondidoelSordo—.Todoestámuybien;peroestoy

pensando.—Yotambién—habíadichoPilar.Yahoraqueseguíanbajandoporelsendero,bajadafácilyagradableporentrelos

pinos,porlamismapendientequehabíansubidocontantoesfuerzounashorasantes,Pilarmanteníalabocacerrada.RobertJordanyMaríacallabantambién,demaneraque anduvieron rápidamente hasta el lugar en que la senda descendía de golpe,saliendodel valle arboladopara adentrarse luegoen elmontey alcanzarpor fin elpradodelameseta.

Hacíacaloraquellatardedefindemayo,yamitaddecaminodelaúltimagradarocosa,lamujersedetuvo.RobertJordanlaimitóyalvolversevioelsudorperlarlafrentedePilar.Sumorenorostroseleantojópálido, lapielflojayvioquegrandesojerasnegrassedibujabanbajosusojos.

—Descansemosunrato—dijo—;vamosdemasiadodeprisa.—No—dijoella—,continuemos.—Descansa,Pilar—dijoMaría—;tienesmalacara.—Cállate—dijolamujer—;nadietehapedidotuopinión.Empezóasubirrápidamenteporelsendero,perollegóalfinalsinalientosyno

cabíayadudasobrelapalidezdesurostrosudoroso.—Siéntate,Pilar—dijoMaría—;teloruego;siéntate,porfavor.—Estábien—dijoPilar.

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Se sentaron los tres debajo de un pino ymiraron por encima de la pradera lascimasqueparecíansurgirdeentrelascurvasdelosvallescubiertosdeunanievequebrillabaalsolhermosamenteenaquelcomienzodelatarde.

—¡Quécondenadanieveyquébonitaesdemirar!—dijoPilar—.Hacepensarennoséqué lanieve.—SevolvióhaciaMaríaydijo—:Sientomuchohabersido tanbruscacontigo,guapa.Noséquémepasahoy.Estoydemalas.

—No hago caso de lo que dices cuando estás enfadada—contestóMaría—, yestásenfadadaconmuchafrecuencia.

—No,estoespeorqueunenfado—dijoPilar,mirandohacialascumbres.—Noteencuentrasbien—dijoMaría.—Noes tampocoeso—dijo lamujer—.Venaquí,guapa,pon la cabezaenmi

regazo.Maríaseacercóaella,pusolosbrazosdebajocomosehacecuandoseduermesin

almohadayapoyólacabezaenelregazodePilar.Luegovolviólacarahaciaellaylesonrió,pero lamujeronamirabaporencimade laspraderashacia lasmontañas.Sepusoaacariciarlacabezadelamuchachasinmirarla,siguiendocondedossuaveslafrente,luegoelcontornodelaorejayluegolalíneadeloscabellosquecrecíanbajolanuca.

—Latendrásdentrodeunmomento,inglés—dijo.Robertestabasentadodetrásdeella.

—Nohablesasí—dijoMaría.~—Sí, te tendrá—dijo Pilar, sin mirar ni a uno ni a otro—. No te he deseado

nunca,peroestoycelosa.—Pilar—dijoMaría—,nohablesdeesamanera.—Te tendrá—dijoPilar, y pasó su dedo alrededor del lóbulo de la oreja de la

muchacha—;peromesientomuycelosa.—Pero,Pilar—dijoMaría—,sifuistetúquienmedijoquenohabríanadadeeso

entrenosotras.—Siemprehay cosas de ese estilo—dijo lamujer—; siemprehay algoqueno

teníaquehaber.Peroconmigonohabránada.Yoquieroqueseasfeliz,ynadamás.María no respondió y siguió tumbada, intentando hacer que su cabeza fuese lo

másligeraposible.—Escucha,guapa—dijoPilar,pasandoundedonegligente,peroceñido,porel

contornodelasmejillas—.Escucha,guapa,yotequieroymeparecebienqueéltetenga;nosoyunaviciosa,soyunamujerdehombres.Asíes.Peroahoratengoganasdedecirteavozengritoquetequiero.

—Yyotambiéntequiero.—¡Quéva!nodigastonterías.Nosabessiquieradeloquehablo.—Sí,síquelosé.

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—¡Quéva!¡Quévasasaber!Túeresparaelinglés.Esoestáclaroyasítienequeser.Yes loqueyoquiero.Nohubierapermitidootracosa.Nosoyunapervertida,perodigolascosascomoson.Nohaymuchagentequedigalaverdad;ningunamujerteladirá.Yosímesientocelosalodigobienclaro.

—Nolodigas—replicóMaría—;nolodigas,Pilar.—¿Porquénolodigas?—preguntólamujer,sinmirarla—;lodiréhastaquese

mevayanlasganasdedecirlo.Yenestemismomomento—dijo,sinmiraraningunodelosdos—semehanacabado.Novoyadecirlomás;¿entiendes?

—Pilar—dijoMaría—,nohablesasí.—Túeresunagatitamuymona—dijoPilar—yquítameesacabezadelregazo.

Sehapasadoelmomentodelastonterías.—Noerantonterías—dijoMaría—,ymicabezaestábiendondeestá.—No,quítamela—dijoPilar.Pasósusgrandesmanospordebajodelacabezade

la joven y la levantó—. Y tú, inglés—preguntó, sosteniendo aún la cabeza de lamuchacha y mirando insistentemente a lo lejos, hacia las montañas, como habíahechotodoeltiempo—,¿setehacomidolalenguaelgato?

—Nofueelgato—contestóRobertJordan.—¿Quéanimalfue?—preguntóPilardepositandolacabezadelamuchachaenel

suelo.—Nofueunanimal—dijoRobertJordan.—¿Telahastragadoentonces?—Asíes—dijoRobertJordan.—¿Yestababuena?—preguntóPilar,volviéndosehaciaélysonriéndole.—Nomucho.—Yamelofigurabayo.Yamelofiguraba.Perovoyadevolverteatuconejito.

Nohe tratado nunca de quitártelo.Ese nombre le sienta bien, conejito.Te he oídollamarlaasíestamañana.

RobertJordansintióqueseruborizaba.—Esustedmuyduraparasermujer—ledijo.—No—dijoPilar—;soytansencillaqueparezcomuycomplicada.¿Túnoeres

complicado,inglés?—No,nitampocotansencillo.—Megustas,inglés—dijoPilar.Luegosonrió,seinclinóhaciadelante,yvolvió

a sonreír,moviendo la cabeza—. ¿Y si yoquisieraquitarte la gatita oquitarle a lagatitasugatito?

—Nopodríashacerlo.—Claro que no —dijo Pilar, sonriendo de nuevo—. Ni tampoco lo quiero.

Aunquecuandoerajovenpodíahaberlohecho.—Locreo.

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—¿Locrees?—Sinningunaduda—dijoRobertJordan—;peroestaclasedeconversaciónes

unatontería.—Noespropiadeti—dijoMaría.—Noespropiademí—dijoPilar—;peroesquehoynomeparezcomuchoamí

misma.Meparezcomuypoco.Tupuentemehadadodolordecabeza,inglés.—Podemosllamarleelpuentedeldolordecabeza—dijoRobertJordan—;pero

yoleharécaerenesagargantacomosifueraunajauladegrillos.—Bien—contestóPilar—.Siguehablandoasí.—Melovoyamerendarcomosifueraunplátanosincáscara.—Megustaríacomermeunplátanoahora—dijoPilar—.Continúa,inglés.Anda,

siguehablandoasí.—Novalelapena—dijoRobertJordan—.Vámonosalcampamento.—Tudeber—dijoPilar—.Yallegará,hombre.Peroantesvoyadejarossolos.—No,tengomuchoquehacer.—Esovalelapenatambiénynoserequieremuchotiempo.—Cállate,Pilar—dijoMaría—.Eresmuygrosera.—Soy muy grosera—dijo Pilar—; pero soy también muy delicada. Soy muy

delicada.Ahoravoyadejarossolos.Ytodoesodeloscelosesunatontería.Estabafuriosa contra Joaquín porque vi en sus ojos lo fea que soy. Estoy celosa porquetienesdiecinueveaños;esoestodo.Peronosoncelosqueduran.Notendrássiemprediecinueveaños.Yahorameiré.

Se levantó y, apoyándose una mano en la cadera, se quedó mirando a RobertJordan, que se había puesto también de pie.María continuaba sentada en el suelo,debajodeunárbol,conlacabezabaja.

—Volvamos al campamento todos juntos—dijo Robert Jordan—. Será mejor;haymuchoquehacer.

Pilarseñalócon labarbillaaMaría,quecontinuabasentadacon lacabezabaja,sindecirnada.Luegosonrió,seencogióvisiblementedehombrosypreguntó:

—¿Sabéiselcamino?—Sí—respondióMaría,sinlevantarlacabeza.—Puesme voy—dijo Pilar—;me voy. Tendremos listo algún reconstituyente

paraagregarloalacena,inglés.Comenzóaandarpor lapraderahacia lasmalezasquebordeabanelarroyoque

corríahastaelcampamento.—Espera—legritóJordan—.Esmejorquevolvamostodosjuntos.Maríacontinuabasentadasindecirpalabra.Pilarnosevolvió.—¡Quéva!¡Volvertodosjuntos!—dijo—.Osveréluego.

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RobertJordanpermanecíadepie,inmóvil.—¿Creesqueseencuentrabien?—preguntóaMaría—.Teníamalacara.—Déjala—dijoMaría,quecontinuabaconlacabezagacha.—Creoquedeberíaacompañarla.—Déjala—dijoMaría—.Déjala.

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CapítuloXIII

CAMINANDOPORLAALTAPRADERARobertJordansentíaelrocedelamalezacontrasuspiernas; sentía el peso de la pistola sobre la cadera; sentía el sol sobre su cabeza;sentíaasuespaldalafrescuradelabrisaquesoplabadelascumbresnevadas;sentíaen sumano lamano firme y fuerte de lamuchacha y sus dedos entrelazados. Deaquellamano, de la palma de aquellamano apoyada contra la suya, de sus dedosentrelazados y de lamuñeca que rozaba sumuñeca, de aquellamano, de aquellosdedosydeaquellamuñecaemanabaalgotanfrescocomoelsoploqueosllegadelmarporlamañana,esesoploqueapenasrizalasuperficiedeplata;yalgotanligerocomolaplumaqueosroza los labioso lahojaquecaealsueloenelaire inmóvil.Algotanligeroquesólopodíanotarseconelrocedelosdedos,perotanfortificante,tan intenso y tan amoroso en la formade apretar de los dedos y en la proximidadestrechadelapalmaydelamuñeca,comosiunacorrienteascendieraporsubrazoylellenasetodoelcuerpoconelpenosovacíodeldeseo.Elsolbrillabaenloscabellosde lamuchacha,doradoscomoel trigo,ensucarabruñidaymorenayen lasuavecurvadesucuello,yJordanleechólacabezahaciaatrás,laestrechóentresusbrazosylabesó.Albesarla lasintió temblar,yacercandotodosucuerpoaldeella,sintiócontra su propio pecho, a través de su camisa, la presiónde sus senos pequeñosyredondos;alargó lamano,desabrochó losbotonesdesucamisa, se inclinósobre lamuchacha y la besó. Ella se quedó temblando, con la cabeza echada hacia atrás,sostenidaapenasporelbrazodeél.Luegobajólabarbillayrozóconellaloscabellosde Robert Jordan, y cogió la cabeza de él entre sus manos como para acunarla.Entoncesélseirguióy,rodeándolaconambosbrazos,laabrazócontantafuerza,quela levantó del suelomientras sentía el temblor que le recorría todo el cuerpo. EllaapoyóloslabiosenelcuellodeélyJordanladejócaersuavementemientrasdecía:

—María.María.—Luegodijo—:¿Adóndepodríamosir?Ella no respondió. Deslizó su mano por entre su camisa y Jordan vio que le

desabrochabalosbotones.—Yotambién.Quierobesarteyotambién—dijoella.—No,conejitomío.—Sí,quierohacerlotodocomotú.—No;noesposible.—Bueno,entonces,entonces...Yhuboentonceselolordelajaraaplastadaylaasperezadelostallosquebrados

debajodelacabezadeMaría,yelsolbrillandoensusojosentornados.Todasuvidarecordaría él la curva de su cuello, con la cabeza hundida entre las hierbas, y suslabios,queapenassemovían,yeltemblordesuspestañas,conlosojoscerradosal

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solyalmundo.Yparaellatodofuerojonaranja,rojodorado,conelsolqueledabaenlosojos;ytodo,laplenitud,laposesión,laentrega,setiñódeesecolorconunaintensidadcegadora.Paraélfueunsenderooscuroquenollevabaaningunaparte,yseguía avanzando sin llevar a ninguna parte, y seguía avanzandomás sin llevar aningunaparte,haciaunsinfin,haciaunanadasinfin,conloscodoshundidosenlatierra, hacia la oscuridad sin fin, hacia la nada sin fin, suspendido en el tiempo,avanzandosinsaberhaciadónde,unayotravez,hacialanadasiempre,paravolverotravezanacer,hacialanada,hacialaoscuridad,avanzandosiemprehastamásalládelosoportableyascendiendohaciaarriba,hacialoalto,cadavezmásalto,hacialanada.Hasta que, de repente, la nada desapareció y el tiempo se quedó inmóvil, seencontraronlosdosallí,suspendidoseneltiempo,ysintióquelatierrasemovíaysealejababajoellos.

Unmomentodespuésseencontrótumbadodelado,conlacabezahundidaentrelashierbas.Respiróafondoelolordelasraíces,delatierraydelsolquelellegabaatravésdeellasy lequemaba laespaldadesnuday lascaderas,yvioa lamuchachatendidafrenteaél,conlosojosaúncerrados,yalabrirlos,lesonrió;yél,comoenunsusurroycomosillegarademuylejos,aunquedeunalejaníaamistosa,ledijo:

—Hola,conejito.Ellasonrióydesdemuycercaledijo:—Hola,inglés.—Nosoyinglés—dijoélperezosamente.—Sí—dijoella—,loeres.Eresmiinglés.—Seinclinósobreél,lecogiódelas

orejasylebesóenlafrente.—Ahítienes.¿Quétal?¿Besoahoramejor?Luego,mientrascaminabanalbordedelarroyo,Jordanledijo:—María, tequiero tantoyeres tanadorable, tanmaravillosay tanbuena,yme

sientotandichosocuandoestoycontigo,quemeentranganasdemorirme.—Sí—dijoella—;yomemuerocadavez...¿Tútemuerestambién?—Casimemuero,aunquenodeltodo.¿Notastecómosemovíalatierra?—Sí,enelmomentoenquememoría.Pásameelbrazoporelhombro,¿quieres?—No,damelamano.Esobasta.Lacontemplóunratoyluegomiróalprado,endondeunhalcónestabacazando,

ymirólasenormesnubesdelatarde,queveníandelasmontañas.—¿Y no sientes lo mismo con las otras? —le preguntó María, mientras iban

caminandoconlasmanosenlazadas.—No;deverasqueno.—¿Hasqueridoamuchasmás?—Hequeridoaalgunas.Peroaningunacomoati.—¿Ynoeracomoesto?¿Deverasqueno?—Eraunacosaagradable,perosincomparación.

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—Semovíalatierra.¿Lohabíasnotadootrasveces?—No;deverasqueno.—¡Ay!—exclamóella—.Ysólotenemosundía.Jordannodijonada.—Pero lo hemos tenido —insistió María—. Y ahora, dime ¿me quieres de

verdad?¿Tegusto?Cuandopasealgúntiemposerémásbonita.—Eresmuybonitaahora.—No—dijoella—.Peroponmelamanosobrelacabeza.Jordanlohizocomoselopedíaysintióquelacabelleracortasehundíabajosus

dedosconsuavidadyvolvíaalevantarseencuantodejabadeacariciarla.Entonceslecogiólacabezaconlasdosmanos,lehizovolverlacarahaciaélylabesó.

—Megustaquemebeses—dijoella—;peroyonosébesarte.—Notienesquehacerlo.—Sí,tengoquehacerlo.Sivoyasertumujer,tengoqueprocurardartegustoen

todo.—Medasyagustoentodo.Nadiepodríaprocurarmeunplacermayorynoséqué

tendríaquehaceryoparasermásfelizdeloquesoy.—Pues ya verás—dijo ella, rebosante de felicidad—. Te gusta ahora mi pelo

porque hay poco; pero cuando crezca y sea largo, no seré fea, como ahora, ymequerrásmuchomás.

—Tienesuncuerpomuybonito—dijoél—;elcuerpomáslindodelmundo.—No,loquepasaesquesoyjoven.—No; en un cuerpo hermoso hay una magia especial. No sé lo que hace la

diferenciaentreunoyotrocuerpo,perotúlotienes.—Lotengoparati—dijoella.—No.—Sí. Para ti siempre, y sólo para ti. Pero eso no es nada; quisiera aprender a

cuidartebien.Dime laverdad; ¿nohabíasnotadoque la tierra semovieseantesdeahora?

—Nunca—dijoélconsinceridad.—Bueno,entoncesmesientofeliz—dijoella—mesientomuyfeliz.Pero¿estás

pensandoenotracosa?—lepreguntóMaríaacontinuación.—Sí,enmitrabajo.—Me gustaría que tuviésemos caballos —dijo María—; me gustaría ir en un

caballoygaloparcontigo,ygaloparcadavezmásdeprisa.Iríamoscadavezmásdeprisa,peronuncallegaríamosmásalládemifelicidad.

—Podríamosllevartufelicidadenavión—dijoJordan,sinsaberloquedecía.—Ysubir,subirhacialoalto,comoesosavionespequeñitosdecazaquebrillanal

sol—dijoella—.Hacerunacabriolayluegocaer.¡Québueno!—exclamó,riendo—.

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Comoseríatandichosa,nolonotaría.—Esosíqueesfelicidad—dijoél,oyendoamediasloquedecíaella.Porqueenaquellosmomentosyanoestabaallí.Seguíacaminandoal ladodela

muchacha,perosumenteestabaocupadaconelproblemadelpuente,queahoraseleofrecía con todaclaridad,nitidezyprecisión, comocuando la lentedeuna cámaraestá bien enfocada.Vio los dos puestos, y aAnselmo y al gitano vigilándolos. Lacarreteravacía,ydespués llenademovimiento.Vioendónde teníaquecolocar losdos rifles automáticos para conseguir el mejor campo de tiro y se preguntó quiénhabríadeservirlos.Alfinal,loharíaél,desdeluego;peroalprincipio¿quién?Colocólas cargas agrupándolas y sujetándolas bien y hundió en ellas los cartuchos,conectando losalambres;volvió luegoal lugarenquehabíadispuesto laviejacajadelfulminante.Despuéssiguiópensandoentodaslascosasquepodíanocurriryenlasquepodíansalirmal.«Basta—sedijo—.Dejadepensarenesascosas.Hashechoelamoraesamuchacha,yahoraquetienes lamentedespejadateponesabuscartecavilaciones. Una cosa es pensar en lo que tienes que hacer y otra preocuparteinútilmente.Notepreocupes.Nodebeshacerlo.Sabesperfectamenteloquetendrásque hacer y lo que puede ocurrir. Por supuesto, hay cosas que pueden ocurrir.Cuando; temetiste en este asunto, sabías cuál era el objeto de tu lucha. Luchabasprecisamente contra lo que ahora te ves obligado a hacer para contar con algunaprobabilidad de triunfo. Te ves forzado a utilizar a personas que estimas, como sifueran tropas por las que no sintieras ningún afecto, si es que quieres tener éxito.Pablohasidoindudablementeelmáslisto.Vioenseguidaelpeligro.Lamujerestabaenteramenteafavordelasuntoylosigueestando,peropocoapocosehaidodandocuentadeloqueimplicabarealmenteyesolahacambiadomucho.ElSordovioelpeligroinmediatamente,peroestáresueltoallevarloacabo,aunqueelasuntonolegusta más de lo que te gusta a ti. De manera que dices que no es lo que puedasucederteati,sinoloquepuedasucederlesalamujeryalamuchachayalosotrosloquetepreocupa.Estábien.¿Quéesloqueleshubierasucedidodenohaberaparecidotú?¿Quéesloquelessucedióantesdequetúvinieras?Esmejornopensarenello.Tú no eres responsable de ellos salvo en la acción. Las órdenes no emanan de ti.EmanandeGolz.¿YquiénesGolz?Unbuengeneral.Elmejordelosgeneralesbajocuyas órdenes hayas servido nunca. Pero ¿debe ejecutar un hombre órdenesimposibles sabiendo a qué conducen? ¿Incluso aunque provengan de Golz, querepresentaalpartidoalmismotiempoquealejército?»Sí,debíaejecutarlas,porqueerasolamenteejecutándolascomopodíaprobarsesuimposibilidad.¿Cómosaberqueeranimposiblesmientrasnosehubiesenensayado?Sitodosseponíanadecirquelasórdenes eran imposibles de cumplir cuando se recibían, ¿adonde irían a parar?¿Adónde iríamos a parar todos, si se contentasen con decir «imposible» en elmomentoderecibirlasórdenes?

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Yaconocíaéljefesparaquieneseranimposiblestodaslasórdenes.Porejemplo,aquelcerdodeGómez,enExtremadura.Yahabíavistobastantesataquesenquelosflancosnoavanzabanporqueavanzareraimposible.No,élejecutaríalasórdenes,ysillegabaatomarcariñoalagenteconlaquetrabajaba,malasuerte.

Con su trabajo, ellos, los partizans, los guerrilleros, concitaban peligro ymalasuertealasgentesquelesprestabanabrigoyayuda.¿Paraqué?Paraquealgúndíanohubiese más peligros y el país pudiera ser un lugar agradable para vivir. Así era,aunquelacosapudieseparecermuytrillada.

SilaRepúblicaperdiese,resultaríaimposibleparalosquecreíanenellavivirenEspaña.

¿Estabasegurodeello?Sí, losabíapor lascosasquehabíavistoquehabíansucedidoen los lugaresen

dondehabíanestadolosfascistas.Pablo era un cerdo, pero los otros eran gentes extraordinarias y ¿no sería

traicionarlaselforzarlasahaceresetrabajo?Quizálofuera.Perosinolohacían,dosescuadronesdecaballeríalosarrojaríandeaquellasmontañasalcabodeunasemana.

No,noseganabanadadejándolostranquilos.Salvoquesedebíadejartranquiloatodo el mundo y no molestar a nadie. De manera, se dijo, que él creía que eramenesterdejaratodoelmundotranquilo.Sí,lopensabaasí.Pero¿quéseríaentoncesdelasociedadorganizadaydetodolodemás?Bueno,esoerauntrabajoqueteníanquehacerlosotros.Élteníaquehacerotrascosas,porsucuenta,cuandoacabaselaguerra.Si luchabaenaquellaguerraeraporquehabíacomenzadoenunpaísqueélamabayporquecreíaenlaRepúblicayporquesilaRepúblicaeradestruida,lavidasería imposible para todos los que creían en ella. Se había puesto bajo el mandocomunistamientrasduraselaguerra.EnEspañaeranloscomunistasquienesofrecíanlamejordisciplina,lamásrazonableylamássanaparalaprosecucióndelaguerra.Élaceptabasudisciplinamientrasduraselaguerraporqueenladireccióndelaguerraloscomunistaseranlosúnicoscuyoprogramaycuyadisciplinaleinspirabanrespeto.

Pero¿cuáleseransusopinionespolíticas?Porelmomento,nolastenía.«Noselodigasanadie—pensó—.Noloadmitassiquiera.¿Yquévasahacercuandoseacabeesta guerra?Me volveré a casa para ganarme la vida enseñando español, como lohacía antes, y escribiré un libro absolutamente verídico. Apuesto algo a que loescribiré.Apuestoalgoaquenoserádifícilescribirlo.»

ConvendríaquehablaradepolíticaconPablo.Seríainteresantesindudaconocersuevolución.Elclásicomovimientodeizquierdaaderecha,probablemente;comoelviejo Lerroux. Pablo se parecía mucho a Lerroux. Prieto era de la misma calaña.PabloyPrietoteníanunafe,semejantepocomásomenos,enlavictoriafinal.Losdos tenían una política de cuatreros. Él creía en la República como una forma deGobierno;perolaRepúblicatendríaquesacudirseaaquellabandadecuatrerosquela

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habían llevadoal callejón sin salidaenque seencontrabacuando la rebeliónhabíacomenzado.¿Hubojamásunpueblocomoéste,cuyosdirigenteshubieransidohastaesepuntosuspropiosenemigos?

Enemigosdelpueblo.Heahíunaexpresiónquepodíaélpasarmuybienporalto,unafrasetópicaqueconveníasacudirse.TodoelloeraelresultadodehaberdormidoconMaría.Susideaspolíticasseibanconvirtiendodesdehacíaalgúntiempoenalgotan estrecho e inconformista como las de un baptista de caparazón duro, yexpresionescomoenemigosdelpuebloleacudíanalamemoriasinquesetomaselapenadeexaminarlas.Todaclasedeclisésrevolucionariosypatrióticos.Sumentelosadoptaba sin criticarlos. Quizá fueran auténticos, pero se habituaba demasiadofácilmente a tales expresiones. Sin embargo, después de la última noche y de laconversaciónconelSordo,teníaelespíritumásclaroymásdispuestoparaexaminaraquel asunto. El fanatismo era una cosa extraña. Para ser fanático hay que estarabsolutamente seguro de tener la razón y nada infunde esa seguridad, eseconvencimientodetenerlarazóncomolacontinencia.Lacontinenciaeselenemigodelaherejía.

¿Resistiría la premisa un examen? Esa era la razón por la que los comunistasperseguían tanto a los bohemios. Cuando uno se emborracha o comete pecado defornicaciónodeadulterio,descubreunosupropia falibilidadhastaenese sustitutotanmudabledelcredodelosapóstoles:lalíneadelpartido.Abajoconlabohemia,elpecadodeMayakovski.

Pero Mayakovski era ya un santo. Porque había muerto y estaba enterradoconvenientemente.«Tútambiénvasaestarapañadounodeestosdías.Bueno,basta,bastadepensarenesto.PiensaenMaría.»

Maríahacíamuchodañoasufanatismo.Hastaahoranohabíaelladañadoasucapacidad de resolución, pero notaba que prefería por el momento no morir.Renunciaríacongustoounfinaldehéroeodemártir.NoaspirabaalasTermópilasnideseabaserelHoraciodeningúnpuentenielmuchachitoholandésconeldedoenelagujerodeldique.No.LehubieragustadopasaralgúntiempoconMaría.Yésaeralaexpresiónmássencilladetodossusdeseos.Lehubieragustadopasaralgúntiempo,muchotiempoconMaría.

Nocreíanuncaquehubieraunacosacomomuchotiempo,pero,siporcasualidadlahabía,legustaríapasarloconella.«PodríamosiraunhotelyregistrarnoscomoeldoctorLivingstoneysumujer.¿Porquéno?

Pero¿porquénocasarseconella?Naturalmente,secasaría.«EntoncesseríamoselseñorylaseñoraJordandeSunValley(Idaho).OdeCorpusChristi(Texas),odeButte(Montana).

«Las españolas son estupendas esposas. Lo sé porque no he tenido nuncaninguna.YcuandovuelvaamipuestodelaUniversidadharáunamujerdeprofesor

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excelente,ycuandolosestudiantesdecuartocursodecastellanovenganporlanocheafumarunapipayadiscutirdemaneralibreeinstructivasobreQuevedo,LopedeVega, Galdós y otros muertos admirables, María podrá contarles cómo algunoscruzados de la verdadera fe, vestidos de camisa azul, se sentaron sobre su cabeza,mientrasotrosleretorcíanlosbrazos,ylelevantabanlafaldaparaasíamordazarla.»

«Me pregunto cómo caerá María en Missoula (Montana). Suponiendo queencuentrealgúntrabajoenMissoula.Calculoqueaestasalturasestoyfichadocomorojoyquevanaponermeenlalistanegra.Aunque,adecirverdad,tampocopuedoasegurarlo.Nopuedeasegurarsenada.Notienenpruebasdeloquehehechoaquíy,porlodemás,sílocontase,nolocreeríannunca.MipasaporteeraválidoparaEspañaantes de que entraran en vigor las nuevas restricciones. En todo caso, no podríavolver antesdelotoñodel37.Salí enelveranodel36y lospermisos, aunque sonoficialmente de un año, no hacen necesaria la presentación antes del comienzodelcurso siguiente. Queda aún mucho tiempo hasta el comienzo del curso de otoño.Queda todavíamucho tiempode aquí amañana,mirándolo bien.No.No creoquehayaquepreocuparseporlodelaUniversidad.Serábastanteconquellegueparaelotoño,ytodoirábien.Tratarésencillamentedepresentarmeenesemomento.»

Pero ¡quévida tan raraera laque llevabadesdehacíaalgún tiempo!Vayasi loera.Españahabíasidosudiversiónysutemadetrabajodesdehacíamucho.LuegoeranaturalylógicoqueseencontraraenEspaña.«Hastrabajadovariosveranosenelservicioforestalyhaciendocarreteras.Allíaprendisteamanejarlapólvorademaneraquelasdemolicionessontambiénuntrabajonaturalylógicoparati.Aunquesiemprehayastenidoquellevarloacaboconunpocodeprecipitación.Perohasidounbuentrabajo.»Unavezquesehaaceptadolaideadeladestruccióncomounproblemaquehayqueresolver,yanohaymásqueelproblema.Lasdestrucciones,esosí,aparecenacompañadasdedetallesquelashacenpocogratas,aunqueDiossabequesetomanestos detalles a la ligera. Siempre había un esfuerzo constante por provocar lascondiciones mejores con la mira en los asesinatos que deben acompañar a lasdestrucciones.Pero¿acasolaspalabrasampulosashacíanposibleladefensadetalesasesinatos?¿Hacíanmásagradablelamatanza?«Tehasacostumbradoconfacilidadatodo ello, si quieres que te démi opinión—se dijo—.Y para lo que vas a servircuandodejeselserviciodelaRepública,semeantojaextremadamenteproblemático.Peromeimaginoquetedesembarazarásdetodosestosrecuerdos,poniéndolossobreelpapel.Puedesescribirunhermosolibro,sierescapazdehacerlo.Muchomejorqueel anterior. Pero, entretanto, la vida se reduce a hoy, esta noche, mañana, y asíindefinidamente.Esperémoslo.Haríasmejoraceptandoloqueeltiempotedeparaydando las gracias. ¿Y si lo del puente sale mal? Por ahora no parece marchardemasiadobien.PeroMaríatehaconvenido.¿Noesasí?Oh,claroquesí.Quizáseaestotodoloquepuedapedirlealavida.Puedequeseaesomivida,yqueenvezde

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durarsetentaañosnoduremásquesetentahoras.Oquizásetentaydos,sicontamoslostresdías.Meparecequetienequehaberlaposibilidaddevivirtodaunavidaensetenta horas lomismoque en setenta años, con la condición de que sea una vidaplenahastaelinstanteenquecomiencenlassetentahorasyquesehayallegadoyaaciertaedad.»

«¡Quétontería!—sedijo—,¡quétonteríasseteocurren!Esrealmenteestúpido.Aunquequizáno sea tanestúpido,despuésde todo.Bueno,yaveremos.Laúltimavez que dormí con una chica fue en Madrid. No, en El Escorial. Me desperté amedianochecreyendoquelapersonaencuestióneraotra,ymesentílocodealegríahastaelmomentoenquereconocímierror.Ensuma,enaquellaocasiónnohicemásque reavivar las cenizas. Pero, aparte de eso, aquella noche no tuve nada dedesagradable.LavezanteriorfueenMadrid.Yaparteciertasmentirasypretensiones,mientras la cosa estuvo enmarcha, el asunto fue,más omenos, elmismo. Por lotanto,nosoyuncampeónrománticodelamujerespañolay,porlodemás,cualquieraque sea el país en que me encuentre, una aventura amorosa, la he consideradosiemprecomounaaventura.PeroquierodetalformaaMaríaquecuandoestoyconellamesientoliteralmentemorir.Ynocreínuncaquemepudierapasartalcosa.Asíesquepuedescambiartuvidadesetentaañosporsetentahoras,ymequedaalmenoselconsuelodesaberqueesasí.Sinohaynadapormuchotiemponiporelrestodenuestra vida ni de ahora en adelante, sino que sólo existe el ahora, entonces,bendigamoselmomentopresenteporquemesientomuyfelizenél.»

Ahora,maintenant,now,heute.Ahoraesunapalabracuriosaparaexpresartodounmundoytodaunavida.Estanoche,cesoir,to-night,heuteabend.Lifeywife,vieyMarie. No, eso no rimaba. Había también now y frau, pero eso tampoco probabanada.Porejemplosepodíatomardead,mort,muerto,ytodt.Todtera,delascuatropalabras, laquemejorexpresaba la ideade lamuerte.War,guerre,guerra,ykrieg.Kriegeralaquemásseparecíaaguerra.¿Noeraasí?¿Oerasolamentequeconocíapeor el alemán que las otras lenguas?Chérie, sweet-heart, prenda y schatz. TodasesaspalabraspodíacambiarlasporMaría.María,¡quéhermosonombre!

Bueno,prontoibanaversetodosmetidoshastaelcuelloynoibaapasarmuchotiempo.Lodelpuente,en realidad, sepresentabacadavezpeor.Eraunaoperaciónquenopodíasalir inmuneconluzdeldía.Lasposicionespeligrosas tienenqueserabandonadasporlanoche.Almenosseintentaaguantarhastalanoche.Todomarchabiensisepuedeaguardarhastalanocheparareplegarse.Perosilacosaempezabaaponersemalconluzdeldía...Seríaabsolutamenteimposibleresistir.

Y aquel condenado del Sordo, que había abandonado su español zarrapastrosopara explicarle aquello con todos los pormenores, como si él no hubiese estadopensandoentodosincesardesdequeGolzlehablódelasunto.Comosinohubiesevividocon la sensaciónde tenerunabola amediodigerir en el estómagodesde la

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nocheanterioralaantevíspera.«Vayaunasunto.Estáunotodasuvidacreyendoquesemejantesaventurassignificanalgoyalapostreresultaquenosignificannada.Nohabía tenido nunca nada de lo que tenía ahora.Uno cree que es algo que no va acomenzarjamás.Yderepente,enmediodeunasuntopiojosocomoesacoordinaciónde dos bandas de guerrillas de mala muerte, para volar un puente en condicionesimposibles,conobjetodehacerabortarunacontraofensivaqueprobablementehabíaempezadoya,seencuentraunoconunamujercomoMaría.Claro,siempreocurreasí.Acabas por dar con ello demasiado tarde; eso es todo. Y luego, una mujer comoaquellaPilartemeteliteralmentealamuchachaentucama,y¿quéesloquepasa?Sí,¿quéesloquepasa?¿Quépasa?Dimequépasa,hazelfavor.Sí,dímelo.Puesesoes lo que pasa. Eso es justamente lo que pasa. No te engañes a ti mismo cuandopiensas que Pilar ha empujado a esta muchacha a tu saco de dormir, y trates denegarlotodoydeestropearlotodo.EstabasperdidodesdeelmomentoenquevisteaMaría,Encuantoellaabrió labocay tehabló,quedaste flechado,y losabes.Yyaque te ha llegado lo que nunca creíste que te podría llegar, porque no creías queexistiera,nohaymotivosparaquetratesdenegarlo,yaquesabesqueesunacosarealyqueestácontigodesdeelinstanteenqueellasaliódelacueva,llevandolacaceroladehierro.Teflechóentonces,ylosabes,demaneraque¿porquémentir?Tesentisteextraño interiormente cada vez que lamirabas y cada vez que ella temiraba a ti.Entonces¿porquénoreconocerlo?Bueno,estábien;loreconozco.EncuantoaPilar,quetelahapuestoenlosbrazos,todoloquehahechohasidoconducirsecomounamujerinteligente.Hastaentonceshabíacuidadomuybiendelamuchacha,yporesovio rápidamente,enelmomentoenque lachicavolvióaentraren lacuevacon lacomida,loquehabíasucedido.

»Loúnicoquehizoellafuefacilitarlascosas.Hizolascosasmásfácilesparaquesucedieraloquesucedióanocheyestatarde.Lacondenadaesmuchomáscivilizadaquetú,conoceelvalordeltiempo.Sí—sedijo—,creoquedebimosadmitirquetieneunaideamuyclaradelvalordeltiempo.Aceptóladerrotaporquenoqueríaqueotrosperdiesen loqueella tuvoqueperder.Despuésdeeso, la ideade reconocerque lohabíaperdidotodoresultódemasiadoduradeencajar.Ysabiendotodoeso,afrontólasituación allá arriba, en el monte, y sospecho que nosotros no hemos hecho nadaporquelascosasfueranmásfácilesparaella.Buenoesoesloquepasayloquetehapasado,yharíasmuybienen reconocerlo,yyano tendrásdosnochesenterasparapasarlasconella.Notendrásunavidapordelanteniunavidaencomúnnitodoesoquelagenteconsideranormalquesetenga;notendrásnadadeeso.Unanoche,queya ha pasado unmomento, esta tarde, y una noche que está por venir; que quizállegue.Esoestodo,señor.

»No tendrás nada de eso, ni felicidad, ni placer, ni niños, ni casa, ni cuarto debaño,nipijamalimpio,niperiódicoporlamañana,nidespertarsejuntos,nidespertar

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ysaberqueellaestáallíyqueunonoestásolo.No.Nadadeeso.Peroyaqueesesotodoloquelavidanosconcede,entretodaslascosasqueunohubiesequeridotener,¿porquénohabíadeserposiblepasarsiquieraunanocheenunabuenacama,consábanaslimpias?

»Peropidesloimposible.Pideslamismaimposibilidad.Porlotanto,siquieresaesamuchacha,comodices,lomejorquepuedeshaceresquererlamuchoyganarenintensidad lo que pierdes en duración y continuidad. ¿Lo comprendes? En otrostiempos,lagenteconsagrabaaestotodaunavida.Yahoraquetúlohasencontrado,sitienesdosnochesparaello,teponesapreguntartededóndetevienetantasuerte.Dosnoches.Dosnochesparaquerer,honraryestimar.Paralomejoryparalopeor.Enlaenfermedadyenlamuerte.No,noesasí:enlaenfermedadyenlasalud.Hastaquelamuertenossepare.Dosnoches.Esmásdeloquepodíaesperarse.Másdeloque podía esperarse, y deja ahora de pensar en esas cosas. Deja de pensar ahoramismo.Noesbueno.Nohagasnadaquenoseabuenoparati.Yestonoesbueno,conseguridad.»

EradeesodeloqueGolzhablaba.Cuantomástiempopasaba,másinteligenteleparecía Golz. De modo que era a eso a lo que se refería cuando hablaba de lacompensacióndeunservicioirregular.Golzhabíaconocidotodoaquello.¿Yera laprecipitación,lafaltadetiempoylascircunstanciasespacialísimasloqueprovocabatodoaquello?¿Eraalgoquelesucedíaatodoelmundoencircunstanciasparecidas?¿Ycreíaélqueeraalgoespecialporque lesucedíaaél?Golzhabíadormidoacáyallá,precipitadamente,cuandomandabalacaballeríairregulardelEjércitoRojo,ylacombinación de aquellas circunstancias y todo lo demás, ¿le hizo encontrar en lasmujerestodoloqueencontrabaélenMaría?

ProbablementeGolz conocía todo aquello también y deseaba hacerle notar queera preciso vivir toda una vida en las dos noches que a uno se le dan para vivir;cuando se vive comovivimos ahora hayque concentrar todas las cosas que teníanquehabersidoenelcortoespaciodetiempodequeunopuededisponer.

Como teoría, erabuena.PeronopensabaqueMaríahubiera sidohechapor lascircunstancias.Amenos,claro,quenofueraunareaccióndelascondicionesdevidaen que ella tuvo que vivir como le estaba sucediendo a él. Y ciertamente, lascircunstanciasenqueélhabíatenidoquevivirnofueronbuenas.No,nadabuenas.

Puesbien,silascosaseranasí,sencillamente,eranasícomoeran.Peronohabíaleyqueleobligaseadecirquelegustabalacosa.

«Nunca hubiera creído que podía sentir lo que he sentido—pensó—. Ni quepudieraocurrirmeesto.Querríaquemedurasetodalavida.Yalotendrás,dijosuotroyo.Ya lo tendrás.Lo tienesahora,yeseahoraes toda tuvida.Noexistenadamásqueelmomentopresente.Noexistennielayernielmañana.¿Aquéedadtienesquellegarparapodercomprenderlo?Nocuentasmásquecondosdías.Bueno,dosdías

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es toda tuvida,y todo loquepaseestaráenproporción.Esaes lamaneradevivirtodaunavidaendosdías.Ysidejasdelamentarteydepedirloimposible,seráunavidabuena.Unavidabuenano semide con edadesbíblicas.Demaneraqueno teinquietes;aceptaloqueseteda,haztutrabajoytendrásunalargavidamuydichosa.¿Acasonoha sidodichosa tu vida en estos últimos tiempos?Entonces, ¿dequé tequejas?Esoesloqueocurreenestaclasedetrabajos.»

Ylaidealegustómucho.Noestantoporloqueseaprendesinoporlagentequeunoseencuentra.Yalllegaraestepuntosesintiócontentoporqueeraotravezcapazdebromear,yvolvióaacordarsedelamuchacha.

—Tequiero,conejito—dijoalachica—.¿Quéeraloquedecías?—Decía—contestóella—quenotienesquepreocupartedetutrabajo,porqueyo

noquieromolestarteniestorbarte.Sipuedohaceralgo,melodices.—Nohaynadaquehacer.Esunacosamuysencilla.—Pilarmeenseñarátodoloquetengoquehacerparacuidaraunhombre,yeso

será loqueyohaga—dijoMaría—;ymientrasvayaaprendiendo,encontraréotrascosasyosolaquepuedahacerytúmediráslodemás.

—Nohaynadaquehacer.—¡Sí, hombre!Claro que hay cosas que hacer.Tu saco de dormir por ejemplo

hubieradebidosacudirloestamañanayairearlo,colgándoloalsolenalgunaparte,yluego,antesquecaigaelrocío,ponerloaresguardo.

—Sigue,conejito.—Tus calcetines habría que lavarlos y tenderlos a secar. Me ocuparé de que

tengassiempredospares.—¿Quemas?—Simeenseñascómotengoquehacerlo,limpiaréyengrasarétupistola.—Dameunbeso—dijoRobertJordan.—No, estoy hablando en serio. ¿Me enseñarás a limpiar tu pistola? Pilar tiene

traposyaceite.Yhayunabaquetaenlacuevaquecreoqueirábien.—Desdeluegoqueteenseñaré.—Y además, puedes enseñarme a disparar, y así cualquiera de los dos puede

mataralotroysuicidarsedespués,siunode losdoscaeheridoynoqueremosquenoshaganprisioneros.

—Muyinteresante—dijoRobertJordan—;¿tienesmuchasideasdeeseestilo?—Nomuchas—dijoMaría—,peroéstaesunabuenaidea.Pilarmehadadoesto

ymehadichocómoutilizarlo.—Abrióelbolsillodepechodelacamisaysacóunestuche de cuero como los de los peines de bolsillo; luego quitó una goma que locerraba por ambos lados y sacó una cuchilla de afeitar—. Llevo siempre estoconmigo.Pilardicequehayquecortarporaquí,debajodelaorejayseguirhastaaquí—dijo.Mostrólatrayectoriaconeldedo—.Dicequeaquíhayunagranarteriayque,

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apoyandobienlahoja,nosepuedefallar.Dicetambiénquenohacedañoyquebastaconapretarfuertedetrásdelaorejaytirarparaabajo.Dicequenoesnada,peroquenohaynadaquehacerunavezquesecorta.

—Esverdad—dijoRobertJordan—.Esaeslacarótida.«De manera—pensó— que lleva eso siempre encima como una contingencia

previstayaceptada.»—Amímegustaríamásquemematases tú—dijoMaría—.Prométemeque si

llegalaocasiónmematarás.—Claroquesí—dijoRobertJordan—;teloprometo.—Muchasgracias—dijoMaría—.Yaséquenoesfácil.—Noimporta—dijoRobertJordan.«Te olvidas de todas esas cosas; te olvidas de las bellezas de la guerra civil

cuandoteponesapensardemasiadoentutrabajo.Tehabíasolvidadodeesto.Bueno,esnatural.Kashkinnopudoolvidarloyfueloqueestropeósutrabajo.¿Ocreesqueel chico tuvo algún presentimiento? Es curioso, pero no experimenté ningunaemociónalmataraKashkin.Pensabaquealgúndíaacabaríasintiéndola.Perohastaahoranohabíasentidonada.»

—Hayotrascosasquepuedohacerporti—dijoMaría,queandabamuycercadeél,hablandodeunamaneramuyseriayfemenina.

—¿Apartedematarme?—Sí,podríaliarteloscigarrilloscuandonotengaspaquetes.Pilarmehaenseñado

aliarlosmuybien,apretadosysindesperdiciartabaco.—Estupendo—dijoRobertJordan—.¿Lespasas,además,lalengua?—Sí —dijo la muchacha—, y cuando estés herido podré cuidarte, vendar tu

herida,lavarteydartedecomer.—Quizánollegueaestarherido—dijoRobertJordan.—Entonces,cuandoestésenfermopodrécuidardetiyhacertesopitasylimpiarte

yhacertodoloquetehagafalta.Ypuedoleertetambién.—Quizánollegueaponermeenfermo.—Entoncestellevaréelcaféporlamañana,cuandotedespiertes.—Alomejornomegustaelcafé—dijoRobertJordan.—Pues claroque te gusta—dijo lamuchacha alegremente—.Estamañanahas

tomadodostazas.—Suponte que me canso del café, que no hay necesidad de matarme ni de

vendarme,quenomepongoenfermo,quedejodefumar,que tengosólounpardecalcetinesyquecuelgoyomismomi sacoparaque seairee. ¿Quéharásentonces,conejito?—preguntódándolegolpecitoscariñososenlaespalda—.¿Quéharás?

—EntoncespuedopedirlelastijerasaPilarycortarteelpelo.—Nomegustaquemecortenelpelo.

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—Tampocoamí—dijoMaría—.Ymegustaelpelocomolollevas.Bueno,puessinohaynadaquehacerporti,mesentaréatulado,temiraréyporlanocheharemoselamor.

—Bueno—dijoRobertJordan—;eseúltimoproyectoesmuysensato.—Amítambiénmeloparece—dijoMaría,sonriendo—,inglés.—Nomellamoinglés;minombreesRoberto.—Bueno,peroyotellamoingléscomotellamaPilar.—PeromellamoRoberto.—No—insistió firmemente ella—. Te llamas inglés; hoy, te llamas inglés. Y

dime,inglés,¿puedoayudarteentutrabajo?—No, lo que tengo que hacer tengo que hacerlo yo solo y con la cabezamuy

despejada.—Bueno—preguntóella—.¿Ycuándoterminas?—Estanoche,sitengosuerte.—Bien.Delante de ellos se extendía la enorme porción boscosa que los separaba del

campamento.—¿Quéeseso?—preguntóRobertJordan,señalandoconlamano.—EsPilar—contestó lamuchacha,mirandohaciadondeélseñalaba—.Seguro

queesPilar.En el extremo inferior del prado, donde comenzaban a crecer los primeros

árboles, había unamujer sentada, con la cabeza apoyada en los brazos. Parecía unbultoentrelosárboles,unbultonegroentrelosárbolesdeungrismásclaro.

—Vamos—dijo Jordan; y empezó a correr hacia ella entre la maleza, que lellegabaalaalturadelarodilla.Eradifícilavanzar,ydespuésdehaberrecorridountrecho, retrasó el paso y se fue acercando más despacio. Vio que la mujer teníaapoyada la cabeza en los brazos y los brazos sobre el regazo y parecía un bultoinmensoyoscuro,apoyadojuntoaltroncodelárbol.Seacercóaellaydijo:«Pilar»envozalta.

Lamujerlevantólacabezaysequedómirándole.—¡Oh!—dijo—.¿Habéisterminado?—¿Estás mala?—preguntó Jordan, tuteándola de repente e inclinándose hacia

ella.—¡Quéva!—contestó—.Mequedédormida.—Pilar—dijoMaría,quellegabacorriendo,arrodillándosejuntoaella—.¿Cómo

estás?¿Teencuentrasbien?—Meencuentroestupendamente—dijoPilar,sinmoverse.Losmiróconfijezaa

losdos—.Bueno,inglés—añadió—,¿hashechocosasquemerezcanlapena?—¿Seencuentraustedbien?—insistióRobertJordan,haciendocasoomisodesu

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pregunta.—¿Cómono?Mequedédormida.¿Habéisdormidovosotros?—No.—Bueno—dijoPilaralamuchacha—.Parecequelacosatesientabien.Maríasesonrojóynodijonada.—Déjalaenpaz—dijoRobertJordan.—Nadietehahabladoati—contestóPilar—.María—insistió,ysuvozsehabía

hecho dura. La muchacha no se atrevió a mirarla—.María—insistió la mujer—,parecequetesientabien.

—Déjelaenpaz—dijoJordan.—Cállate tú —dijo Pilar, sin molestarse en mirarle—. Escucha, María, dime

solamenteunacosa.—No—dijoMaría,ynegóconlacabeza.—María—dijoPilar,ysuvozsehabíahechotanduracomosurostroysurostro

sehabíavueltoenormementeduro—.Dimeunacosaportupropiavoluntad.Lamuchachavolvióanegarseconlacabeza.«Si no tuviese que trabajar con esta mujer—pensó Robert Jordan— y con el

borrachodesumaridoysucondenadabanda,acabaríaconellaabofetadas.»—Vamos,dímelo—rogóPilaralamuchacha.—No—dijoMaría—.No.—Déjelaenpaz—volvióadecirRobert,conunavozquenoparecíalasuya.«De

todasmanerasvoyaabofetearla,yaldiablocontodo.»Pilarnosemolestósiquieraencontestarle.Noeracomolaserpientehipnotizando

alpajarilloocomoelgato.Nohabíanadaenelladeafánderapiña.Nitampoconadadeperversión.Eracomoundesplegarsedealgoquehaestadoenroscadodemasiadotiempo, como cuando se despliega una cobra. Robert Jordan podía ver cómo seproducía;podíasentirlaamenazadeaqueldespliegue.Deundesplieguequenoera,sinembargo,undeseodedominio,quenoeramaldad;sinosencillamentecuriosidad.«Preferiríanopresenciaresto—pensóRobertJordan—;pero,detodasformas,noesasuntocomoparaacabarconélabofetadas.»

—María—dijoPilar—,novoy aobligartepor la fuerza.Dímelopor tupropiavoluntad.

Lachicanegóconlacabeza.—María—insistióPilar—,dímelopor tupropiavoluntad.¿Mehasoído?Dime

algo,cualquiercosa.—No—dijolachicaconvozahogada—.No,yno.—Vamos,cuéntamelo.Cuéntamealgo,loquesea.Vamos,habla.Yaverás.Ahora

vasacontármelo.—La tierrasemovió—dijoMaría, sinmirarla—.Deverdad;esalgoqueno te

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puedoexplicar.—¡Ah!—exclamóPilar,ysuvozeraahoracálidayafectuosa,ynohabíanada

forzado en ella. Pero Robert Jordan vio que en la frente y en los labios habíapequeñasgotasdesudor—.Demaneraquefueeso.Fueeso.

—Esverdad—dijoMaría,mordiéndoseloslabios.—Puesclaroqueesverdad—dijoPilarcariñosamente—.Peronoselodigasnia

tupropiafamilia;nuncatecreerán.¿Notienessangrecalé,inglés?Sepusoenpie,ayudadaporRobertJordan.—No—contestóJordan—;almenos,queyosepa.—NiMaría tampoco, almenosqueella sepa—dijoPilar—.Puesesmuy raro;

muyraro.—Perosucedió—dijoMaría.—¿Cómo que no, hija?—preguntó Pilar—. Claro que ocurrió. Cuando yo era

joven,latierrasemovíatantoquepodíasentirhastacómoseescurríaporelespacioytemíaquesemeescaparadedebajo.Ocurríatodaslasnoches.

—Mientes—dijoMaría.—Sí,miento—dijoPilar—;nuncasemuevemásdetresvecesenlavida.Pero

¿deverassemovió?—Sí—repusolamuchacha—;deveras.—¿Ypara ti también, inglés?—preguntóPilar,mirandoaRobert Jordan—.No

mientas.—Sí—contestóél—.Deveras.—Bueno—dijoPilar—.Bueno.Estoesalgo.—¿Quéquieres decir con esode las tres veces?—preguntóMaría—. ¿Por qué

hasdichoeso?—Tresveces—repitióPilar—;yahorayahastenidouna.—¿Sólotresveces?—Para lamayoría de la gente, ni una—dijo Pilar—. ¿Estás segura de que se

movió?—Tanto,queunapodíahabersecaído—contestóMaría.—Entoncesdebedehabersemovido—dijoPilar—.Vamosalcampamento.—Pero ¿qué es esa tontería de las tres veces?—preguntó Robert Jordan a la

mujerona,mientrasibanandandojuntosporentrelospinos.—¿Tonterías?—preguntóella,mirándoledereojo—.Nomehablesdetonterías,

inglesito.—¿Esunabrujeríacomolodelaspalmasdelasmanos?—No,esalgomuyconocidoycomprobadoentrelosgitanos.—Peronosotrosnosomosgitanos.—No,perohabéistenidosuerte.Losquenosongitanosavecestienensuerte.

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—¿Creesdeverasenesodelastresveces?Ellalemiróconexpresiónrarayledijo:—Déjameenpaz,inglés.Nomedeslalata.Eresdemasiadojovenparaqueyote

hagacaso.—Pero,Pilar...—dijoMaría.—Cierraelpico—dijoella—.Yahasdisfrutadounavezyelmundo teguarda

dosvecesmás.—¿Yusted?—preguntóRobertJordan.—Dos—contestó Pilar, y enseñó dos dedos de la mano—. Dos. Y no tendré

nuncalatercera.—¿Porqué?—preguntóMaría.—Callalaboca—dijoPilar—;cállate.Laschicasdetuedadmeaburren.—¿Porquénounaterceravez?—insistióRobertJordan.—Callalaboca,¿quieres?—replicóPilar—.Cállateya.«Bueno—se dijo Robert Jordan—, lo único que sé es que ya no voy a tener

ningunamás.Heconocidomontonesdegitanosysontodoslamardeextraños.Perotambién nosotros somos extraños. La diferencia consiste en que tenemos queganarnoslavidahonradamente.Nadiesabedequétribusdescendemosnicuálessonnuestras herencias ni quémisterios poblaban los bosques de las gentes de quienesdescendemos.Todoloquesabemosesquenosabemosnada.Nosabemosnadadeloque nos sucede durante la noche, pero cuando sucede durante el día, entonces escomo para asombrarse. Sea lo que sea, el hecho es que ha ocurrido, y ahora, nosolamentehahechoestamujera lamuchachadecirle loquenoqueríadecirle,sinoque,además,sehaapoderadodeelloylohahechosuyo.Hahechodeelloasuntodegitanos.Creíquehabíarecibidolosuyocuandoestábamosenelmonte,peroyaestáde nuevohaciéndose la dueñade todo.Si hubiera sido pormaldad, era comoparahaberlamatadoatiros.Peronoesmaldad.Essóloundeseodemantenersudominiosobre la vida. Y de mantenerlo a través de María. Cuando salgas de esta guerrapuedesponerteaestudiaralasmujeres.PodríasempezarporPilar.Noshafabricadoundía bastante complicado, si quieres que te démi opinión.Hasta ahora no habíatraído a cuento sus historias gitanas. Salvo lo de lamano, quizá. Sí, naturalmente,salvolodelamano.Ynocreoqueenloqueserefierealamano,estuvierafingiendo.Noquisodecirmeloquevioenmimano.Vieraloqueviese,creyóenello.Peroesonopruebanada.»

—Oye,Pilar—dijoalamujerona.Pilarlemiróysonrió.—¿Quétepasa?—preguntó.—Noseasmisteriosa.Losmisteriosmeaburrenmucho.—¿Seguro?—preguntóPilar.

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—No creo en ogros, en los que dicen la buenaventura ni en toda esa brujeríagitanadetresalcuarto.

—¡Vaya!—dijoPilar.—Asíes,yhagaustedelfavordedejaralachicatranquila.—Dejaréatuchicatranquila.—Y haga el favor de acabar con esos misterios —dijo Robert Jordan—; ya

tenemosbastantescomplicacionesparaestarhastasatisfechos,sincomplicarnosmáscontonterías.Menosmisteriosymásmanoalaobra.

—Deacuerdo—dijoPilar, asintiendocon lacabeza—.Peroescucha, inglés—prosiguió,sonriendo—.¿Semoviólatierra,síono?

—Semovió.Malditaseas.Semovió.Pilarrompióareír;sedetuvo,sequedómirandoaRobertJordanyvolvióareír

contodassusganas.—¡Ay, inglés, inglés!—dijo, riendo—.Eresmuy cómico.Tendrás que trabajar

muchoenadelantepararecuperartudignidad.«Vetealdiablo»,pensóRobertJordan.Peronodijonada.Mientrashablaban,el

sol sehabíanubladoyalmiraratrás,hacia lasmontañas,vioqueel cielo sehabíapuestosucioygris.

—Sí—dijoPilar,mirandotambiénalcielo—.Vaanevar.—¿Nevar?—preguntóél—.Siestamosenjunio.—¿Porquéno?Losmontesnosaben losnombresde losmeses.Estamosen la

lunademayo.—Nopuedenevar—dijoJordan—.Nopuedenevar.—Pues,quierasonoquieras,inglés—dijoella—,nevará.RobertJordanmiróalcieloplomizoyalsolquedesaparecía,deuncoloramarillo

pálido.Segúnmiraba, el sol seocultópor completoyel cielo sevolviódeungrisuniforme,plomizoydulcequeperfilabalascimasdelasmontañas.

—Asíes—dijo—;creoquetieneustedrazón.

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CapítuloXIV

AL TIEMPO EN QUE LLEGABAN al campamento empezó a nevar, y los copos caíandiagonalmente entre los pinos. Descendían sesgados entre los árboles, escasos alprincipio, más abundantes luego y describiendo círculos, cuando el viento fríoempezóasoplardelasmontañas,atorbellinosyespesos.RobertJordan,furioso,sedetuvoantelabocadelacueva,paracontemplarlos.

—Vamosatenermuchanieve—dijoPablo.Teníalavozroncaylosojosencarnadosyturbios.—¿Havueltoelgitano?—preguntóRobertJordan.—No—contestóPablo—;nohanvueltoniélnielviejo.—¿Quieresvenirconmigoalpuestodearriba,alqueestáenlacarretera?—No—dijoPablo—;noquierotomarparteennadadeesto.—Bueno,entoncesirésolo.—Conestatormentapuedequenoloencuentres—dijoPablo—;yo,entulugar,

noiría.—Nohaymásquebajarporlacarreterayluegoseguirlacuestaarriba.—Puedequeloencuentres;perotusdoscentinelasvanasubirconestanieveyte

cruzarásconellossinverlos.—Elviejomeaguardará.—¡Quéva!Volveráacasaconestanieve.—Pablomirólaquecaíarápidamente

frentealaentradadelacueva,ydijo—:Notegustalanieve,¿eh,inglés?RobertJordansoltóunjuramento;Pablolemiróconsusturbiosojosyseechóa

reír.—Conesto,tuofensivasevaapique,inglés—dijo—.Vamos,entraenlacueva,

quetugentevolveráenseguida.Enlacueva,MaríaseocupabadelfuegoyPilardelacocina.Elfuegohumeabay

lamuchachaloibaatizandoconunpalo,soplandoluegoconunpapeldoblado;huboderepenteunallamaradaintensaydespuéselvientotiródelhumohaciaarriba,porelagujerodeltecho.

—¡Qué manera de nevar! —exclamó Robert Jordan—. ¿Crees que va a caermucha?

—Mucha—dijoPablo, con satisfacción.Luego sedirigió aPilar—:Tú,mujer,¿notegustalanieve?Ahoraquemandastú,¿notegustaestanieve?

—¿Yamíqué?—dijoPilar,sinvolverse—.Sinieva,quenieve.—Echa un trago, inglés —dijo Pablo—. Yo he estado bebiendo todo el día

esperandoquenevara.—Dameunjarro—dijoRobertJordan.

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—Porlanieve—dijoPablo,brindandoconél.Robert Jordan le miró fijamente y chocó los jarros. «Tú, asesino legañoso—

pensó—, quisiera romperte el jarro entre los dientes. Vamos, cálmate, tómalo concalma.»

—Esmuybonitalanieve—dijoPablo—;peronovasapoderdormirfueracontantacomocae.

«Ah, eso es lo que piensas—se dijo Robert Jordan—. Eso es lo que te tienepreocupado,¿no,Pablo?»

—¿No?—dijocortésmenteenvozalta.—No;hacemuchofrío—dijoPablo—ymuchahumedad.«Loquetúnosabes—pensóRobertJordan—esporquéesosviejosedredones,

loquesellamaunsacodenoche,cuestansesentaycincodólares.Quisieraquemediesesundólarporcadavezquehedormidoenlanieve,guapo.»

—Entonces—volvióapreguntarenvozalta,cortésmente—¿tendréquedormiraquí?

—Claro.—Gracias—dijoRobertJordan—;peroprefierodormirfuera.—¿Enlanieve?—Claro.—«Aldiablotusojossanguinolentosdepuercoytucaradepuercocon

pelosdepuerco»,pensóyluegodijoenvozalta—:Enlanieve.—«Enesacondenadadesastrosaydestructoranieve.»

SeacercóaMaríaqueacababadeecharalfuegootrabrazadadepino.—Esmuybonitalanieve—dijoalamuchacha.—Peroesmalaparatutrabajo,¿noesasí?—preguntóella—.¿Estáspreocupado?—¡Quéva!—dijoél—.Novaledenadaelpreocuparse.¿Cuándoestarálistala

cena?—Supongo que tienes apetito —dijo Pilar—. ¿Quieres un trozo de queso,

mientrasaguardas?—Gracias—dijoJordan.YPilar lecortóun trozodequesode laenormepieza

que colgaba de un cordel, del techo. Se quedó parado allí comiéndoselo. El quesosabíademasiadoacabra,parasugusto.

—María—dijoPablo,sinmoversedelamesa.—¿Qué?—preguntólachica.—Limpialamesa,María—dijoPablo,conunasonrisamaliciosa.—Límpiatelasbabasantes—dijoPilar—.Límpiateanteslabarbillaylacamisa

ydespuésselimpiarálamesa.—María—llamóPablo.—Nolehagascaso;estáborracho—dijoPilar.—María—llamóPablo—,siguenevandoyesmuybonitalanieve.

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«Nosabenloqueesesesacodedormir—pensóRobertJordan—.Esteojosdepuerco no sabe que he pagado sesenta y cinco dólares por ese saco enWoods.Encuantovuelvaelgitanoiréabuscaralviejo.Deberíairahora,peroesposiblequemecruceconellos.Nosédóndeestádeguardiaelgitano.»

—¿Quieres que hagamos bolas de nieve? —dijo a Pablo—. ¿Quieres queorganicemosunabatallaconbolasdenieve?

—¿Quédices?—preguntóPablo—,¿quémepropones?—Nada—contestóRobertJordan—.¿Estánloscaballosbienguarecidos?—Sí.—Entonces—preguntóeninglés—,¿vasadejaraloscaballosqueechenraíces?

¿Ovasasoltarlosparaquesebusquenellosmismoselalimento,escarbando?—¿Quédices?—preguntóPablo.—Nada.Esasuntotuyo,hombre.Yovoyasalirdeaquíapiedetodasmaneras.—¿Porquéhablaseninglés?—preguntóPablo.—No lo sé—contestó Robert Jordan—; algunas veces, cuando estoy cansado,

hablo en inglés. O cuando estoy disgustado. O aburrido, digamos. Defraudado.Cuandomeencuentromuydefraudadohabloen inglésparaoír cómosuena.Esunsonidotranquilizador.Debierasintentarlounodeestosdías.

—¿Qué es lo que dices, inglés? —preguntó Pilar—. Eso tiene que ser muyinteresante,peronoloentiendo.

—Nothing—dijoRobert—;hedichonadaeninglés.—Bueno,puesahora,hablaenespañol—dijoPilar—;esmásfácilymásclaro.—Porsupuesto—dijoRobertJordan.«Pero—pensó—:¡Oh,Pablo!¡Oh,Pilar!

¡Oh,María!¡Oh,vosotros,losdoshermanosqueestáisenelrincónycuyonombreheolvidado;perodecuyapresenciatengoqueacordarme!Enalgunosmomentosmeencuentrorealmenteharto.Detodoesto,devosotros,demí,delaguerra;y¿porqué,porsifuerapoco,teníaquenevarahora?Todoestoesdemasiadaporquería.Bueno,no;noloes.Nadaesdemasiado.Hayquetomarlascosascomosonysalircomosepueda;yahoradejadehacerlaprimadonnayaceptaelhechodequeestánevando,comolohashechohaceunmomentoyveteasaberquépasaconelgitanoyvetearecogeratuviejo.¡Miraquenevar!Enestemes.Bueno,basta;dejaeso.Dejaesoytomalascosascomovienen.Lodelacopa.Esodelacopa.¿Quéeraaquellodelacopa?Haríamejorenejercitarlamemoriaonotratardecitarningunacosa,porquecuando hay algo que se escapa queda en la memoria como un colgajo y no haymaneradequitárselodeencima.¿Cómoeraaquellodelacopa?»

—Dameuntragodevino,porfavor—dijoenespañol.Yluego:Nodejadenevar,¿eh?—dirigiéndoseaPablo—.Muchanieve.

Elborracholevantólavistahaciaélysonrió.Moviólacabezaaunoyotroladoyvolvióasonreír.

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—Niofensiva,niaviones,nipuente.Nadamásquenieve—dijo.—¿Creesquedurarámucho?—preguntóRobertJordan,sentándoseasulado—.

¿Creesquevaaestarnevandotodoelverano,Pablo?—Todoelverano,no—dijoPablo—;estanocheymañana,sí.—¿Porquélosuponesasí?—Haydosclasesdetormentas—dijoPablo,sentenciosamente—;unasvienende

losPirineos.Esastraenmuchofrío.Peroahoralaestaciónestádemasiadoadelantada.—Bueno—dijoRobertJordan—;algoesalgo.—Esta tormenta viene del Cantábrico —dijo Pablo—; viene del mar. Con el

vientoenesadirección,seráunagrantormentaconmuchanieve.—¿Endóndehasaprendidotodoeso,veterano?—preguntóRobertJordan.Yaquesurabiasehabíadisipadoseencontrabaexcitadoplacenteramenteconla

tormenta,comolesucedíasiempreconlastormentas.Enunanevada,untemporal,unaguacero tropical o una tormenta de verano con muchos truenos en las montañashallabasiempreunaexcitaciónquenoseparecíaanada.Eracomolaexcitacióndelabatalla,peromáslimpia.Enlasbatallassoplaunvientoqueesunvientocalientequeresecalaboca,unvientoquesoplademaneraangustiosa,unvientocalienteysucio,unvientoqueselevantaoamainasegúnlasuertedeldía.Conocíamuybienesaclasedeviento.

Perounatormentadenieveerajustamentetodolocontrario.Enlastormentasdenieve es posible acercarse a los animales salvajes sin que os teman. Los animalesvaganporelcamposinsaberdóndeestányaveceslehabíaocurridoencontrarseunciervo en elmismoumbral de su casa.Enuna tempestadde nieve se puede llegargalopandohastaungamo,yelgamotomaavuestrocaballoporotrogamoyseponeatrotarasuencuentro.Enunatempestaddenievepuedeelvientosoplarenráfagas,perosoplaunapurezablancayelaireestállenodecorrientesdeblancura,todoquedatransfigurado,ycuandoelvientocesa,entonceseslapaz.

Aquella tormenta era una gran tormenta y convenía gozar de ella.La tormentadeshacíatodossusplanes;pero,almenos,podíadisfrutarla.

—He sido arriero durante muchos años —dijo Pablo— llevábamos lasmercancíasatravésdelasmontañasengrandescarros,antesquehubiesecamiones.Enesetrabajoseaprendeaconocereltiempo.

—¿YcómoentrasteenelMovimiento?—Hesidosiempredeizquierdas—dijoPablo—;teníamosmuchasrelacionescon

las gentes de Asturias, que son muy avanzadas en política. Yo he sido siemprerepublicano.

—¿Pero¿quéhacíasantesdelMovimiento?—Por entonces trabajaba con un tratante de caballos enZaragoza. Ese tratante

proporcionabaloscaballosparalascorridasdetorosyparalasremontasdelejército.

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Fue entonces cuando conocí aPilar que, como te he dicho, estaba entonces con eltoreroFinito,deValencia.

Estasúltimaspalabraslasdijoconevidentecomplacencia.—Noeragrancosacomotorero—comentóunodelosdoshermanosqueestaban

sentadosalamesa,mirandodereojoaPilar,queestabadeespaldasaellosdelantedelfogón.

—¿No?—dijoPilar, volviéndose ymirándole retadoramente—. ¿Novalía grancosacomotorero?

Paradaallí,enaquellacueva,juntoalfogón,volvíaaverlomorenoychico,conelrostrobiendibujado,losojostristes,lasmejillasflacasyloscabellosnegrosyrizadospegadosa la frenteporelsudor,en laparteenque laapretadamontera lemarcabaunarayaroja,quenadieadvertía.Leveíaenfrentándoseconuntorodecincoaños,encarándoseconloscuernosquehabíanlanzadoalairealoscaballos—elpoderosocuellomanteniendo al caballo en vilo,mientras el picador hundía la pica en aquelcuello,quelevantabaenaltoalcaballo,cadavezmásalto,hastaqueelanimalcaíaparaatrásconestrépitoyeljineteibaadarsecontralabarrera,yeltoro,conlaspatasdelanterashincadasenelsuelo,clavabacontodalafuerzadesucabezaloscuernosmásymásenlasentrañasdelcaballo,buscandoelúltimoalientodevidaquequedaseen él. Veía a Finito, aquel torero que no valía gran cosa, parado frente al toro ogirando suavemente para acercársele de costado. Le veía nítidamente, mientrasarrollabaelpesadopañodefranelaentornoalestoque.Yveíaelpaño,quecolgabapesadamente,porlasangrequelohabíaidoempapandoenlospases,cuandopasabadelacabezaalrabo,yveíaelbrillohúmedo,titilantedelacruzyellomo,mientraseltorolevantabaaloaltolacabeza,haciendoentrechocarlasbanderillas.VeíaaFinitocolocarsedeperfil, acincopasosde lacabezadel toro, inmóvilymacizo, levantarlentamente la espada,hastaque lapunta sehallabaalnivelde suhombro,y luegoinclinarlaespada,apuntandohaciaunlugarquenopodíaver,porquelacabezadeltoroquedabamásaltaquesumirada.Hacíabajar lacabezadel torocon las ligerassacudidas que su brazo izquierdo imprimía al paño húmedo y pesado, y retrocedíaligeramentesobrelostalonesymirabaalolargodelfilo,perfilándosedelantedelosquebradoscuernos;elpechodeltorosemovíaagitadamenteysusojosestabanfijosenlamuleta.

Le veía claramente e incluso oía su voz clara y un poco infantil cuandoFinitovolvía la cabeza, miraba hacia la gente colocada en la primera fila, encima de labarrerapintadaderojoydecía:«Vamosaversipodemosmatarleasí.»

Oía su voz y veía al torero adelantarse, después de haber hecho un ligeromovimientocon las rodillas,y leveíameterseentre loscuernos,que seagachabanahoramágicamentealseguirelhocicodelanimalelpañoquebarríaelsuelo,yveíalaflacamuñecamorena,queyendofirmementemásalládeloscuernos,enterrabala

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espadaenlapolvorientacruz.Veíaahoralahojabrillantepenetrarlentayregularmentecomosielimpulsodel

bichotuvieracomofinelhundirseelarmamásymás,arrancándoladelamanodelhombre, y veía el acero deslizarse hacia delante, hasta que los morenos nudillosquedabansobreelcuerorelucienteyelhombrepequeñoyatezado,cuyosojosnosehabíanapartadonuncadellugardelaestocada,encogíaelvientreyseretirabadeloscuernosdel toro, echándose aun ladoy con lamuleta todavía tendida en sumanoizquierdalevantandolaotramanomientrasveíamoriralanimal.

Le veía parado, con los ojos fijos en el toro, que trataba de aferrarse al suelo,contemplandocómoel toro se tambaleabacomounárbol antesdecaer, intentandoaferrarsealatierraconsuspezuñas;yveíalamanodelhombrecilloalzándoseenunaexpresióndetriunfo.Leveíaallí,depie,sudoroso,profundamentealiviadodequelafaena hubiese concluido, aliviado por la muerte del animal y porque no hubiesehabido golpe ni varetazo, aliviado de que el toro no le hubiese embestido en elmomento en que se apartaba de él; ymientras seguía allí parado, inmóvil, el toroperdíalasfuerzasporcompletoycaíaportierra,muerto,conlascuatropatasalaire,yelhombrecillomorenoseencaminabahacia labarrera, tancansadoquenopodíasiquierasonreír.

SabíaellaperfectamentequeaFinitonolehubierasidoposibleatravesarlaplazacorriendo, aunque su vida hubiese dependido de ello, y le veía encaminarse ahoralentamente hacia la barrera, secarse la boca con una toalla, mirarla y sacudir lacabeza;luego,secarseelrostroycomenzarsupaseotriunfalalrededordelruedo.

Le veía andando lentamente, con esfuerzo y paso cansino alrededor del anillo,sonriendo, saludando con una inclinación y volviendo a sonreír, seguido de sucuadrilla, bajándose, recogiendo los habanos, devolviendo los sombreros; dabavueltasalruedosonriendo,conlosojostristessiempre,paraacabarlavueltadelantedePilar.Ellalemirabaentoncesconmáscuidadoyleveíasentadoenelestribodemaderadelabarrera,conlabocaapoyadaenunatoalla.

YahoraPilarveíatodoesomientrasestabaallí,juntoalfuego:—Asíesquenoeraungrantorero—dijo—.¡Conquéclasedegentetengoque

pasarlavida!—Era un torero bueno—dijo Pablo—; pero se veía dificultado por su escasa

estatura.—Y,desdeluego,estabatuberculoso—dijoPrimitivo.—¿Tuberculoso? —preguntó Pilar—. ¿Quién no hubiera estado tuberculoso

despuésde loquehabíapasadoél?Enestepaís,enqueunpobrenopuedeesperarganarnuncadinero,amenosqueseaundelincuente,comoJuanMarch,untoreroountenordeópera.¿Cómonoibaaestartuberculoso?Enunpaísenquelaburguesíacome hasta que se hace polvo el estómago y no puede vivir sin bicarbonato y los

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pobrestienenhambredesdequenacenhastaeldíadesumuerte,¿cómonoibaaestartuberculoso? Si hubieras tenido que viajar de niño debajo de los asientos, en loscoches de tercera, para no pagar billete, yendo de una feria a otra para aprender atorear ahí en el suelo, entre el polvo y la suciedad, entre escupitajos frescos yescupitajossecos,¿notehabríasvueltotuberculosocuandolascornadastehubierandeshojado el pecho?—Claro—dijo Primitivo—; pero yo solamente he dicho queestabatuberculoso.

—Claroqueestabatuberculoso—dijoPilar,irguiéndoseconelgrancucharóndemaderaenlamano—.Erapequeñito, teníavozdeniñoymuchomiedoalostoros.Nuncahevistounhombrequetuviesemásmiedoantesdelacorridanimenosmiedocuandoestabaenelruedo.Tú—dijoaPablo—tienesmiedodemorirahora.Creesqueesotieneimportancia.PuesFinitoteníamiedosiempre,peroenelruedoeraunleón.

—Teníafamadesermuyvaliente—dijoelotrohermano.—Nuncahe conocidounhombreque tuviera tantomiedo—siguióPilar—.No

quería ver en su casauna cabezade toro.Unavez, en la feria deValladolid,matómuybienuntorodePabloRomero.

—Meacuerdo—dijoelprimerhermano—.Estabayoallí.Erauntorojabonero,conlafrenterizadayunoscuernosenormes.Erauntorodemásdetreintaarrobas.FueelúltimotoroquematóenValladolid.

—Justo—dijoPilar—.Ydespués,lapeñadeaficionadosquesereuníaenelcaféColónyquehabíadadosunombrealapeña,hizodisecarlacabezadeltoroyselaofrecióenunbanqueteíntimo,enelmismocaféColón.Durantelacomida,lacabezadel toro estuvo colgada en la pared, cubierta con una tela.Yo asistí al banquete ytambiénalgunasmujeres;Pastora,queesmásfeaqueyo;laNiñadelosPeinesconotrasgitanas,y algunasputasdepostín.Fueunbanquetedepocagente,peromuyanimado,ycasisearmóunagrescaregularaloriginarseunadisputaentrePastorayuna de las putas demás categoría por una cuestión de buenosmodales.Yo estabamuy satisfecha, sentada junto a Finito, perome di cuenta de que Finito no queríamiraralacabezadeltoro,queestabaenvueltaenunpañovioleta,comolasimágenesdelossantosenlasiglesiasdurantelaSemanaSantadelquefueNuestroSeñor.

»Finitonocomíamucho,porque,enelmomentodeentraramataren laúltimacorridadelañoenZaragoza,había recibidounvaretazodecostadoque le tuvosinconocimientoalgúntiempoydesdeentoncesnopodíasoportarnadaenelestómago;y de cuando en cuando se llevaba el pañuelo a la boca, para escupir un poco desangre.¿Quéesloqueestabadiciendo?

—Lacabezadeltoro—dijoPrimitivo—;hablabasdelacabezadeltorodisecada.—Esoes—dijoPilar—;esoes.Perotengoquedarosalgunosdetalles,paraque

osdeiscuenta.Finitonoeramuyalegre,comosabéis.Eramásbientristeyjamásle

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vireírdenadacuandoestábamossolos.Nisiquieradecosasqueeranmuydivertidas.Lotomabatodomuyenserio.EracasitanseriocomoFernando.PeroaquelbanqueteseloofrecióungrupodeaficionadosquehabíafundadolaPeñaFinitoyeraprecisoque se mostrase amable y contento. Así es que durante toda la comida estuvosonriendo y diciendo cosas amables, y sólo yo veía lo que estaba haciendo con elpañuelo.Llevaba trespañuelosencimay los llenó los tresantesdedecirmeenvozbaja:

»—Pilar,nopuedoaguantarmás;creoquetendréquemarcharme.»—Comoquieras,marchémonos—ledije;porquemedabacuentadequeestaba

sufriendomucho.Enaquelmomentohabíamuchas risasybullanga,y el ruidoeraterrible.

»—No,nopodemosirnos—dijoFinito—.Despuésdetodo,eslapeñaquellevaminombreymesientoobligadoconella.

»—Siestásmalo,vámonos—dijeyo.»—Déjalo. Me quedaré. Dame un poco de manzanilla. »No me pareció muy

sensatoquebebiese,yaquenohabíacomidonadaysabíacómoandabasuestómago;pero, evidentemente, no podía soportar pormás tiempo el bullicio y la alegría sintomar algo. Así es que vi cómo bebía rápidamente una botella casi entera demanzanilla.Comohabíaempapadotodoslospañuelos,sevalíaahoradelaservilleta.

»Elbanquetehabíallegadoaunasituacióndegranentusiasmo,yalgunasdelasputasquepesabanmenoseranllevadasenandasalrededordelamesaporvariosdelosmiembrosdelapeña.ConvencieronaPastoraparaquecantaseyElNiñoRicardotocó laguitarra.Eraunacosademuchaemociónyunaocasióndemucho regocijoparabeberconlosamigosenmediodegranjolgorio.Nuncahevistoenunbanquetesemejanteentusiasmodeverdaderoflamenco,ysinembargonosehabíadescubiertoaún la cabeza del toro, que era, al fin y al cabo, el motivo de la celebración delbanquete.

»Me divertía de tal forma, estaba de tal modo ocupada tocando palmas paraacompañar a Ricardo y tratando de formar un grupo para que tocase palmasacompañando a La Niña de los Peines, que no me di cuenta de que Finito habíaempapadosuservilletayhabíacogidolamía.Continuababebiendomanzanilla,teníalosojosbrillantesymovíalacabezaconairedecontentomirandoatodos.Nopodíahablar,porquesihablabatemíaeltenerqueecharmanodelaservilleta;peroteníaelaspectodeestardivirtiéndoseenormemente,cosaque,alfinyalapostre,eraloquedebíahacer.Paraesoestabaallí.

»Asíesqueelbanquetesiguióyelhombrequeestabajuntoamíquehabíasidoantiguo empresario de Rafael el Gallo, me estaba contando una historia queterminabaasí:“EntoncesRafaelvinoymedijo:‘Túereselmejoramigoquetengoenelmundoyelmásbuenodetodos.Tequierocomoaunhermanoyquierohacerteun

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regalo’. Así es que me dio un hermoso alfiler de brillantes, me besó en las dosmejillasynossentimoslosdosmuyconmovidos.Luego,RafaelelGallo,despuésdedarmeelhermosoalfilerdebrillantes,saliódelcaféyyoledijeaRetana,queestabasentadoamimesa:

»“Ese cochino gitano acaba de firmar un contrato con otro empresario”. “Pero¿quédices?”,mepreguntóRetana.“Hacediezañosquesoysuempresarioynomeha hecho nunca ningún regalo —dijo el empresario del Gallo—. Esto no puedesignificarotracosa”.Yeraabsolutamentecierto.YasífuecómoelGalloledejó.

»PeroentoncesPastorasemetióenlaconversación,notantoacasopordefenderelbuennombredeRafael,porqueanadieleheoídohablartanmalcomoaella,sinoporqueelempresariohabíahabladomaldelosgitanos,aldecir“cochinogitano”.Ysemetiócontantaviolenciaycontalespalabras,queelempresariotuvoquecallarse.Yo me metí también para calmar a Pastora y otra gitana se metió también paracalmarme a mí. Había tanto ruido, que nadie podía oír una palabra de lo que sehablaba,salvolapalabraputa,querugíaporencimadetodaslasdemás,hastaqueserestableció lacalma.Y las tresmujeresquenoshabíamosmezcladonosquedamossentadas,mirandoelvaso.YentoncesmedicuentadequeFinitoestabamirandoalacabeza del toro, todavía envuelta en el paño violeta, con el horror reflejado en sumirada.

»Entonceselpresidentede lapeñacomenzóapronunciareldiscursoquehabíaque pronunciar antes de descubrir la cabeza, y durante todo el discurso, que ibaacompañadodeolésogolpessobrelamesa,yoestuvemirandoaFinito,quesevalía,nodesuservilleta,sinodelamíaysehundíamásymásenelasiento,mirandoconhorrorycomofascinadolacabezadeltoro,todavíaenvueltaensupañoyqueestabaenlaparedfronteraaél.

»Haciaelfinaldeldiscurso,Finitosepusoamoverlacabezaaunoyaotroladoyaecharsecadavezmásatrásensuasiento.

»—¿Cómo va eso, chico? —le pregunté; pero, al mirarme, vi que no mereconocía;movíalacabezaaunoyotrolado,diciendo:“No.No.No.”

»Entonceselpresidentedelapeñaconcluyósudiscursoyluegotodoelmundoleaplaudió, mientras él, subido en una silla, tiraba de la cuerda para quitar el pañovioletaquetapabalacabeza.Y,lentamente,lacabezasalióalaluz,aunqueelpañoseenganchóenunodeloscuernosyelhombretuvoquetirardeltrapoyloshermososcuernos puntiagudos y bien pulimentados aparecieron entonces.Y detrás, el testuzamarillodeltoro,conloscuernosnegrosyafilados,queapuntabanhaciadelanteconsus puntas blancas como las de un puerco espín y la cabeza del toro era como siestuvieseviva.Teníalatestaensortijada,lasventanasdelanarizdilatadasysusojosbrillantesmirabanfijamenteaFinito.

»Todos gritaban y aplaudían, y Finito se echaba más y más hacia atrás en el

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asiento, hasta que, al darse cuenta de ello, se calló todo el mundo y se quedómirándole,mientrasélseguíadiciendo:“No.No”,ymirandoaltoroyretrocediendocadavezmás,hastaquedijounnomuyfuerteyunagranbocanadadesangrelesaliópor la boca. Y ni siquiera echó entonces mano de la servilleta, de manera que lasangrelechorreabaporlabarbilla;yFinitoseguíamirandoaltoro,ydiciendo:“Todala temporada, sí; para hacer dinero, sí; para comer, sí; pero no puedo comer, ¿meentendéis?Tengoelestómagomalo.Yahoraquelatemporadahaterminado,no,no,no.”Miróalrededordelamesa,miródenuevoalacabezadeltoroydijonounavezmás. Y luego dejó caer la cabeza sobre el pecho y, llevándose a los labios laservilleta,sequedóquieto, inmóvil,sinañadirunapalabramás.Yelbanquete,quehabíacomenzadotanbienyqueprometíahacerépocaenlahistoriadelaalegría,fueunverdaderofracaso.

—¿Cuántotardóenmorirdespuésdeeso?—preguntóPrimitivo.—Murióaquelinvierno—dijoPilar—.Nuncaserecobródelúltimovaretazoque

recibió enZaragoza. Esos golpes son peores que una cornada, porque la herida esinternaynosecura.Recibíaungolpeasísiemprequeentrabaamatar,yporesonologrótenernuncamáséxito.Leresultabamuydifícilapartarsedeloscuernosporqueerabajo.Casisiemprelegolpeabaeltoroconelflancodelcuerno,aunquelamayoríadelasvecesnoeranmásquegolpesderefilón.

—Sieratanpequeño,nodeberíahabersehechotorero—dijoPrimitivo.Pilarmiró a Robert Jordan ymovió la cabeza. Luego se inclinó sobre la gran

marmitadehierroysiguiómoviendolacabeza.«¡Quégenteésta!—pensó—.¡Quégentessonlosespañoles!“Ysiera tanbajo

no debía haberse hecho torero.”Yo oigo eso y no digo nada.Nome enfurezco, ycuando he acabado de explicarlo, me callo. ¡Qué fácil es hablar de lo que no seentiende!¡Quésencillo!Cuandonosesabenada,sedice:“Novalíagrancosacomotorero.” Otro, que tampoco sabe nada, dice: “Era un tuberculoso.” Y un tercero,cuandoalguienquesabeselohaexplicado,comenta:“Sieratanpequeño,nodebíahabersidotorero.”»

Inclinadasobreelfuego,veíaahoralacama,elcuerpomorenoydesnudoconlascicatrices inflamadasen lasdoscaderas,el rasgónprofundo,yyacicatrizado,enelladoderechodelpechoylalargalíneablancaqueleatravesabatodoelcostado,hastalasaxilas.Leveíaconlosojoscerradosyaquellacaramorenaysolemneylosnegroscabellosensortijados,echadosahorahaciaatrás.Ellaestabasentadacercadelacama,frotándole las piernas, dándole masaje en las pantorrillas, amasando, hastaablandarlos, losmúsculosygolpeándolos luegoconelpuñocerrado,hastadejarlossueltosyflexibles.

«—¿Cómovaeso?—lepreguntaba—.¿Cómovantuspiernas,chico?»—Muybien,Pilar—contestaba,sinabrirlosojos.

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»—¿Quieresquetedémasajeenelpecho?»—No,Pilar;nometoquesahí,porfavor.»—¿Yenlosmuslos?»—No,mehacenmuchodaño.»—Perosilosfrotoconlinimentosecalentaránytedoleránmenos.»—No,Pilar,gracias;prefieroquenometoquesahí.»—Voyalavarteconalcohol.»—Sí,esosí;peroconmuchocuidado.»—Hasestadoformidableenelúltimotoro—ledecía.»—Sí,lehematadomuybien.»Luego,despuésdelavarleytaparleconunasábana,setumbabaellajuntoaélen

la cama y él le tendía una mano morena. Y, cogiéndole la mano, le decía: «Eresmuchamujer,Pilar.»Eralaúnica«broma»quesepermitíay,generalmente,despuésdelacorrida,sedormíayellasequedabaallí,acostada,apretandolamanodeFinitoentrelassuyasyoyéndolerespirar.

Aveces,durmiendoteníamiedo;advertíaquesumanosecrispabayveíaqueelsudorperlabasufrente.Sisedespertaba,ellaledecía:«Noesnada.Noesnada.»Ysevolvíaadormir.Estuvoconélcincoaños,yjamásentodoesetiempoleengañó,ocasinunca.Yluego,despuésdelentierro,sejuntóconPablo,queeraelquellevabaalruedo loscaballosde lospicadoresyqueseparecíaa los torosqueFinitosehabíapasadolavidamatando.Peronadaduraba;nilafuerzadeltoronielvalordeltorero;lo veía en aquellosmomentos. ¿Qué era lo que duraba? «Yo duro—pensó—. Sí,duro;pero¿paraqué?»

—María—dijo—, tencuidadocon loquehaces.Esun fuegodecocina loqueestáshaciendo.Noestásprendiendofuegoaunaciudad.

Enaquelmomentoaparecióelgitanoenelumbral.Estabacubiertodenieveysequedóallíconlacarabinaenlamano,pateandoparaquitarselanievedelospies.

RobertJordanselevantóyseacercóaél.—¿Quéhay?—dijoalgitano.—Guardiasdeseishoras,dedoshombresalavezenelpuentegrande—dijoel

gitano—.Hayochohombresyuncaboenlacasilladelpeóncaminero.Aquítienestucronómetro.

—¿Yelpuestodelaserradero?—Allíestáelviejo.Puedeobservarelpuestoylacarreteraalmismotiempo.—¿Ylacarretera?—preguntóRobertJordan.—El movimiento de siempre —contestó el gitano—. Nada extraordinario.

Pasaronvarioscoches.El gitano parecía helado, y su atezada cara estaba rígida por el frío y tenía las

manosrojas.Sinentrartodavíaenlacueva,sequitósuchaquetaylasacudió.

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—Mequedéhastaquerelevaronlaguardia—dijo—.Larelevaronamediodíayalasseis.Esunaguardiamuylarga.Mealegrodenoestarensuejército.

—Vamosahoraabuscaralviejo—dijoRobertJordan,poniéndosesuchaquetóndecuero.

—No seré yo—contestó el gitano—.Ahorame tocan amí el fuego y la sopacaliente.Leexplicaréaalgunodeéstosdóndeestáelviejo,paraquetelleveallí.¡Eh,holgazanes!—gritóaloshombressentadosjuntoalamesa—.¿Quiénquiereservirdeguíaalinglésparairhastadondeseencuentraelviejo?

—Yovoy—dijoFernando,levantándose—.Dimedóndeestá.—Oye—dijoelgitano—.Está...—Yleexplicódóndeestabaapostadoelviejo.

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CapítuloXV

ANSELMOESTABAACURRUCADOalarrimodeunárbol;lanievelepasabasilbandoporlos oídos. Se apretaba contra el tronco, metiendo las manos en las mangas de suchaquetayhundiendolacabezaentreloshombrostodoloquepodía.«Simequedoaquímuchotiempo,mehelaré—pensaba—,yesonoservirádenada.Elinglésmehadichoquemequedehastaquemereleven,perocuandomelodijonosabíaqueibaahaberestatormenta.Nohahabidomovimientoanormalenlacarreterayconozcoladisposición y el horario del puesto del aserradero. Debiera volverme ahora alcampamento.Cualquierpersonaconsentidocomúnmediríaquedebovolverahoraalcampamento. Pero voy a esperar un poco, y luego volveré al campamento. Es elinconvenientedelasórdenesdemasiadorígidas.Noseprevénadaparaelcasoenquecambielasituación.»Sefrotólospies,unocontraotro.Luegosacólasmanosdelasmangas de la chaqueta, se echó hacia delante, se frotó las piernas y se dio un piecontraotroparaavivar lacirculación.Hacíamenos fríoenaquelsitioalabrigodelvientoyalamparodelárbol,perotendríaqueponerseprontoacaminar.

Estandoallíacurrucado,frotándoselospies,oyóveniruncocheporlacarretera.Era un coche que llevaba cadenas, y uno de los anillos estaba suelto y golpeabacontraelsuelo.Subíaporlacarreteracubiertadenieve,pintadodeverdeycastaño,amanchasirregulares,conlasventanillaspintarrajeadasdeazulparaocultarelinterior,aunque con un semicírculo transparente que permitía a sus ocupantes ver desdedentro.EraunRollsRoyce,dedosañosatrás,uncochedeciudadcamufladoparaelusodelEstadoMayor.PeroAnselmonolosabía.Nopodíaverenelinteriorlostresoficialesenvueltosensuscapotes.Dosenelasientodelfondoyunosobreelasientoplegable. Cuando el coche pasó por donde estaba Anselmo, el oficial del asientoplegablemiróporelsemicírculoabiertoenelazuldelvidrio.PeroAnselmonosediocuenta.Ningunodelosdosvioalotro.

ElcochepasósobrelanievepordebajodelpuntoexactoendondeseencontrabaAnselmo.Anselmovioalconductorconlacaraenrojecidayelcascodeacero,queapenassalíadelgruesocapoteenqueibaenvuelto;vioelcañóndelaametralladoraque llevaba el soldado sentado junto al conductor. Luego el coche desapareció yAnselmo,rebuscandoenelinteriordesuchaqueta,sacódelbolsillodelacamisadoshojitasarrancadasdelcarnetdeRobertJordanehizounaseñalfrentealdibujoquerepresentabauncoche.Eraeldécimocochequesubíaporlacarreteraaqueldía.Seishabían vuelto a bajar. Cuatro estaban arriba todavía. Todo ello no tenía nada deanormal,peroAnselmonodistinguíaentrelosFord,losFiat,losOpel,losRenaultylosCitroëndelEstadoMayorde ladivisiónqueguarnecía lospuertosy la líneademontañas, y los Rolls Royce, los Lancia, los Mercedes y los Isotta, del Cuartel

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General.EsadistinciónlahubierahechoRobertJordandehaberestadoenelpuestodel viejo, y habría comprendido la significación de los coches que subían. PeroRobertJordannoestabaallí,yelviejonopodíahacermásqueseñalarsencillamenteenaquellahojadepapelcadacochequesubíaporlacarretera.

Anselmo tenía tanto frío en aquellos momentos, que resolvió regresar alcampamento antesque llegara lanoche.No teníamiedodeperderse, peropensabaqueerainútilpermanecermástiempoallí.Elvientosoplabacadavezmásfríoylanieve nomenguaba.No obstante, cuando se puso en pie, pateando ymirando a lacarretera al través de la capa espesa de copos, no se decidió todavía a ponerse enmarcha,sinoquesequedóallíapoyadocontralapartemásresguardadadeltroncodelpino,esperando.

«El inglésme ha dicho queme quede aquí—pensaba—.Quizás esté ahora encaminohaciaaquí.Simevoy,puedeperderseenlanievemientrasmebusca.Enestaguerra hemos sufrido por falta de disciplina y desobediencia a las órdenes. Voy aaguardartodavíaunratoalinglés.Perosinollegaprontotendréqueirme,apesardetodas las órdenes, porque tengo que dar un informe inmediatamente y tengo quehacermuchascosasestosdías;yelquedarmeaquíheladoseríaunaexageraciónsinningunautilidad.»

Delotroladodelacarretera,enelaserradero,brotabaelhumodelachimeneayAnselmopodíapercibirelolordelhumoporqueselollevabaelvientoaltravésdelanieve. «Los fascistas están abrigados—pensó—, ymuy a gusto, ymañana por lanochelosmataremos.Esunacosararaynomegustapensareneso.Losheestadoobservandotodoeldía;sonhombrescomonosotros.Creoquepodríairalaserradero,llamar a la puerta y que sería bien recibido; si no fuera porque tienen la orden depedirlospapelesatodoslosviajeros.Peroentreellosyyonohaymásqueórdenes.Esos hombres no son fascistas. Los llamo así, pero no lo son. Son pobres gentescomonosotros.Nodebieranhabercombatidojamáscontranosotros,ynomegustanadalaideadematarlos.Losdeesepuestosongallegos.Losé,porquelosheoídohablarestatarde.Nopuedendesertarporque,entonces,fusilaríanasusfamilias.Losgallegossonmuyinteligentesomuytorpesybrutos.Heconocidodelasdosclases.LísteresdeGalicia,delamismaciudadqueFranco.MepreguntoloquepiensandelanieveesasgentesdeGalicia,ahora,enestaépocadelaño.Notienenmontañastanaltascomonosotros.Ensutierraestásiemprelloviendoytodoestásiempreverde.»

Unaluzaparecióenlaventanadelaserradero.Anselmoseestremeció,pensando:«Aldiabloelinglés.Ahíestánlosgallegos,lamardeconfortables,enunacasa,aquí,en nuestra Sierra y yome hielo detrás de un árbol; ellos viven a gusto y nosotrosvivimos en un agujero de la montaña como bestias del campo. Pero mañana lasbestiassaldrándesuagujeroylosqueestántanagustoenestosmomentosmorirántanagustoensucama.ComolosquemurieronlanocheenqueatacamosOtero.»No

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legustabaacordarsedeOtero.EnOterotuvoquemataraquellanocheporprimeravezyconfiabanotenerque

matar en la operación que ahora planeaban. Fue enOtero donde Pablo apuñaló alcentinela, mientras Anselmo le echaba una manta por encima de la cabeza. ElcentinelaagarróaAnselmoporunpie,envueltoenlamantacomoestaba,yempezóadar gritos espantosos.Anselmo tuvo que darle de puñaladas al través de lamanta,hastaqueelotro soltóelpiey secayó.Con la rodillapuesta sobre lagargantadelhombreparahacerlecallar,seguíadandopuñaladasalbulto,mientrasPabloarrojabalabombapor laventanadentrode lahabitaciónendondedormían loshombresdelpuesto de guardia. En elmomento de la explosión se hubiera dicho que elmundoenteroestallabaenrojoyamarilloantesuspropiosojos;yotrasdosbombasfueronlanzadas.Pablotiródelasespoletasylasarrojórápidamenteporlaventana.Losquenoquedaronmuertosensucama,perecieronallevantarse,porlasegundaexplosióndelabomba.EralagranépocadePablo;laépocaenqueasolabalaregióncomountártaroyningúnpuestofascistaestabaseguroporlanoche.

«Yahoraestáacabadoydesinflado,comounverracocastrado—pensóAnselmo—.Cuandoseacabalacastraciónycesanlosalaridos,searrojanlasdosglándulasalsueloyelverraco,queyanoesunverraco,sevahaciaellashozandoyhocicandoyse las come.No, todavíanohemos llegadoa tanto—pensóAnselmo sonriendo—;quizásestemospensandodemasiadomal,inclusoaunquesetratedePablo.Peroesunbellacoyhacambiadomucho.Hacedemasiadofrío.Si,almenos,vinieraelinglés...Sialmenosnotuvieraquematarenesepuesto...Esoscuatrogallegosyelcabosonparaquienesgustendematar.Elingléslohadicho.Loharé,siesésemideber;peroelingléshadichoquemequedaríaconélenelpuenteyquedeesoseríanlosotrosquienes se encargaran.En el puente habrá una batalla, y si soy capaz de aguantar,habréhechotodoloquepuedehacerunviejoenestaguerra.Peroquevengaelingléspronto, porque tengo frío y el ver la luz del aserradero, donde sé que los gallegosestán al calor,me damás frío.Querría estar enmi casa y que esta guerra hubieraconcluido.Pero¡sinotengocasa!Hayqueganarestaguerraantesquepuedavolveramicasa.

Enel interiordelaserradero,unode lossoldadosestabasentadoensucamadecampaña,limpiándoselasbotas.Elotroestabatumbadoydormía.Unterceroguisabay el cabo leía el periódico. Los cascos estaban colgados de la pared y los fusilesapoyadoscontraeltabiquedemadera.

—¿Qué diablo de país es éste, que nieva cuando estamos casi en junio? —preguntóelsoldadoqueestabasentadoenlacama.

—Esunfenómeno—dijoelcabo.—Estamosenlalunademayo—dijoelsoldadoquehacíalacocina—.Laluna

demayonohaacabadotodavía.

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—¿Qué diablos de país es éste donde nieva en mayo? —insistió el soldadosentadoenlacama.

—Enmayonoesraralanieveporestasmontañas—insistióelcabo—.Aquí,enCastilla,mayoesunmesdemuchocalorquepuedesertambiéndemuchofrío.

—O demucha lluvia—dijo el soldado que estaba en la cama—. Estemes demayohaestadolloviendocasitodoslosdías.

—Notanto—dijoelsoldadoquecocinaba—;ydetodasmaneras,mayoestáenlalunadeabril.

—Escomoparavolverselococontigoycontuslunas—dijoelcabo—.Déjanosenpazcontuslunas.

—Todoslosquevivencercadelmarodelcamposabenqueeslalunaynoelmesloqueimporta—dijoelsoldadococinero—.Ahora,porejemplo,acabadecomenzarlalunademayo.Sinembargo,prontoestaremosenjunio.

—¿Porquénoretrasamosdeunaveztodaslasestacionesdelaño?—dijoelcabo—.Todasesascomplicacionesmedandolordecabeza.

—Túeresdelaciudad—dijoelsoldadoqueguisaba—.TúeresdeLugo.¿Quésabestúdelmarodelcampo?

—Se aprendemás en una ciudad, que vosotros, analfabetos, en elmar o en elcampo.

—Con esta luna vienen los primeros bancos de sardinas—dijo el soldado queguisaba—.EnestalunaseaparejanlosbousylosarenquessevanalNorte.

—¿Porquénoestás túenlaMarina,siendocomoeresdeNoya?—preguntóelcabo.

—Porque no estoy empadronado enNoya, sino enNegreira, donde nací. Y enNegreira,queestáaorillasdelríoTambre,tellevanalejército.

—Vayaunasuerte—dijoelcabo.—Nocreasque faltanpeligrosen laMarina—dijoel soldadoqueestabaen la

cama—.Aunquenohayacombates,lacosatieneeninviernosuspeligros.—Nohaynadapeorqueelejército—dijoelsoldado.—Ylodicestú,queerescabo—dijoelsoldadoqueguisaba—.Vayaunamanera

dehablar.—No—dijoelcabo—.Hablodelospeligros.Merefieroaquehayqueaguantar

bombardeos,ataquesy,engeneral,alavidadelastrincheras.—Aquínotenemosquesufrirnadadeeso—dijoelsoldadoqueestabasentado

enlacama.—GraciasaDios—dijoelcabo—.Pero¿quiénsabeloquevaacaernosencima?

Novamosaestarsiempretanagusto.—¿Cuántotiempotefigurastúquevamosaquedarnosenestechamizo?—Nolosé—dijoelcabo—;peromegustaríaquedurasetodalaguerra.

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—Seishorasdeguardiaesdemasiado—dijoelsoldadoqueguisaba.—Seharánguardiasdetreshorasmientrasdurelatormenta—dijoelcabo—.Es

loacostumbrado.—¿QuéhanvenidoahacertodosesoscochesdelEstadoMayor?—preguntóel

soldadoqueestabaenlacama—.Nomegustannada,peronada,todosesoscochesdelEstadoMayor.

—Amítampoco—dijoelcabo—;todasesascosassondemalagüero.—¿Y qué me decís de la aviación?—preguntó el soldado que guisaba—. La

aviaciónescosamala.—Peronosotrostenemosunaaviaciónformidable—dijoelcabo—.Losrojosno

tienenunaaviacióncomolanuestra.Esosaparatosdeestamañanaerancomoparaponeralegreacualquiera.

—Yohevisto losavionesde los rojoscuandoeranalgoserio—dijoelsoldadoqueestabasentadoenlacama—.Hevistosusbombarderosbimotoresyeraunhorrortenerquesoportarlos.

—Sí,peronosontanbuenoscomonuestraaviación—dijoelcabo—.Nosotrostenemosunaaviacióninsuperable.

Así era como hablaban en el aserradero, mientras Anselmo aguardaba bajo lanievemirandolacarreteraylaluzquebrillabaenlaventana.

«Espero que no tendré que tomar parte en la matanza—pensaba Anselmo—.Cuando se acabe la guerra habrá que hacer una gran penitencia por todas lasmatanzas.Sinotenemosyareligióndespuésdelaguerra,haráfaltaquehagamosunaespeciedepenitenciacívicaorganizadaparaquetodossepurifiquendelamatanza,porque si no, jamás habrá verdadero fundamento humano para vivir. Es necesariomatar, ya lo sé; pero, a pesar de todo, es cosa mala para un hombre, y creo quecuandotodoconcluyayhayamosganadolaguerra,serámenesterhacerunaespeciedepenitenciaparalapurificacióndetodos.»

Anselmo era un hombre muy bueno, y siempre que estaba solo, cosa que lesucedíaconmuchafrecuencia,esacuestióndelamatanzaleatormentaba.

«¿Qué pasará con el inglés? —se preguntaba—. Me dijo que a él no leimportaban esas cosas. Y sin embargo, tiene cara de persona buena y de buenossentimientos.Quizáseaqueparalosjóvenesesonotieneimportancia.Quizáseaquepara los extranjeros o para los que no han tenido nuestra religión no tengaimportancia.Perocreoquetodoslosquehayanmatadoseharánmalosconeltiempo,y,pormuchoqueseanecesario,creoquemataresungranpecadoyquedespuésdeestohabráquehaceralgomuyduroparaexpiarlo.»

Sehabíahechodenochemientrastanto.Anselmomirabalaluzdelotroladodelacarretera y se golpeaba el pecho con los brazos para entrar en calor. «Ahora —pensaba— es tiempo de volver ya al campamento.» Pero algo le retenía junto al

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árbol,porencimadelacarretera.SeguíanevandoconfuerzayAnselmopensaba:«Sisepudieravolarelpuenteestanoche...Enunanochecomoéstaseríacosadenadatomarelpuesto,volarelpuenteyasíhabríamosacabado.Enunanochecomoéstapodríamoshacercualquiercosaquenospropusiéramos.»

Luegosequedóallí,depie,arrimadoalárbol,golpeandoelsuelosuavementeconlos pies y ya no pensómás en el puente. La llegada de la noche le hacía sentirsesiempremássolo,yaquellanochesesentíatansolo,quesehabíahechodentrodeélunvacíocomosifueradehambre.Enotrostiemposconseguíaaliviaresasensacióndesoledadrezandosusoraciones.Aveces,alvolverdecaza,rezabalamismaoraciónvariasvecesysesentíamejor.PerodesdeelMovimientonohabía rezadounasolavez.Echabademenoslaoración,aunqueseleantojabapocohonradoehipócritaelrezar.Noqueríapedirningúnfavorespecial,ningún tratodiferentedelqueestabanrecibiendotodosloshombres.

«No—pensaba—, yo estoy solo. Pero así están también todos los soldados ytodoslosquesehanquedadosinfamiliaosinsuspadres.Yonotengomujer,peroestoysatisfechodequemurieseantesdelMovimiento.Nolohubieracomprendido.Notengohijosnilostendréjamás.Estoysolodedíacuandotrabajoycuandollegalanoche es una soledad mucho mayor. Pero hay una cosa que tengo y que ningúnhombreniningúnDiospodráquitarme,yesquehetrabajadobienporlaRepública.HetrabajadomuchoporelbiendequedisfrutaremostodosyhehechotodoloquehepodidodesdequecomenzóelMovimiento,ynohehechonadaqueseavergonzoso.Loúnicoque lamento es quehayaquematar.Pero seguramentehabrá algoque locompense, porque un pecado como ése, que han cometido tantos, requiere queencontremosunajustaremisión.Querríahablardeelloconelinglés;pero,comoestan joven,quizánomecomprenda.Élhablóde lasmatanzas.¿Obienfuiyoquienhablóprimero?Hadebidodematar amuchos;pero, sin embargo,no tienecaradequelegusteeso.Enlosquegustandehaceresohaysiemprealgocomocorrompido.Tienequeserungranpecado.Pormuynecesarioquesea,esunacosaalaquecreoquenose tienederecho.PeroenEspañasehaceesomuyamenudoy,aveces,sinverdaderanecesidad.Ysecometendegolpemuchasinjusticiasqueluegonopuedenser reparadas. Me gustaría no cavilar tanto en ello. Me gustaría que hubiese unapenitenciaquepudiéramosempezarahacerahoramismo,porqueeslaúnicacosaquehecometidoenmividaquemehacesentirmemalcuandoestoysolo.Todolodemáspuede ser perdonado o hay una posibilidad de que sea perdonado viviendo de unamaneradecenteyhonrada.Perocreoqueesodemataresungranpecado,yquisieraestar en paz sobre este asunto. Más tarde podría haber ciertos días en quetrabajásemosparaelEstadoociertascosasquepodríamoshacerparaborrartodoeso.Oserá talvezalgoquecadauno tengaquepagar, comosehacíaen tiemposen laIglesia»,pensó,ysonrió.LaIglesiaestababienorganizadaparaelpecado.Laideale

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gustó, y estaba aún sonriendo en la oscuridad cuando llegó Robert Jordan. Llegósilenciosamenteyelviejonoleviohastaquenoletuvoasulado.

—¡Hola, viejo! —le susurró al oído Jordan, golpeándole cariñosamente en laespalda—.¿Cómovanlascosas,abuelo?

—Conmuchofrío—dijoAnselmo.Fernandosehabíaquedadounpocodistante,vueltodeespaldasalanieve,queseguíacayendo.

—Vamos—cuchicheóJordan—;venacalentartealcampamento.Esuncrimenhabertedejadoaquítantotiempo.

—Esaeslaluzdeellos—dijoAnselmo.—¿Dóndeestáelcentinela?—Noselevedesdeaquí.Estáalotroladodelrecodo.—Quesevayanaldiablo—dijoRobertJordan—.Yamecontarástodoesoenel

campamento.Vamos.Vámonos.—Déjemequeseloexplique.—Ya loverémañanapor lamañana—dijoRobert Jordan—; tomaun tragode

esto.Ymientrashablabaletendiólacantimploraalviejo.Anselmodesenroscóeltapónybebióuntrago.—¡Ay!—exclamó,restregándoselaboca—.Escomofuego.—Vamos—dijoelinglésenlaoscuridad—.Vámonos.Se había hecho tan oscuro, que no se distinguía más que los copos de nieve

empujadosporelvientoylalínearígidadelostroncosdelospinos.Fernandoseguíaunpocoapartado.

«Mira,pareceunodeesosindiosqueseparandelantedelascigarrerías—pensóRobertJordan—.Creoquedebieraofrecerletambiénaéluntrago.»

—¡Eh,Fernando!—dijoelinglés,acercándosele—.¿Untrago?—No—contestóFernando—;muchasgracias.«Soyyoquientedalasgracias,hombre—pensóRobertJordan—.Mecontenta

quelosindiosdelascigarreríasnobeban.Nomequedamucho.Chico,mealegrodever al viejo.»Miró aAnselmo y de nuevo le golpeó cariñosamente en la espalda,mientrasempezabanasubirlacuesta.

—Mealegrodeverte,abuelo—ledijoaAnselmo—;cuandoestoydemalhumor,nadamásvertesemeva.Vamos,vamosparaallá.

Ascendíanporlaladeracubiertadenieve.—DevueltaalpalaciodePablo—dijoRobertJordan.Enespañol,aquellosonaba

bien.—ElpalaciodelMiedo—dijoAnselmo.—Lacuevadeloshuevosperdidos—replicóalegrementeRobertJordan.—¿Quéhuevos?—preguntóFernando.

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—Es una broma —replicó Robert Jordan—. Solamente una broma. No sonhuevos,¿sabes?Sonlosotros.

—Pero¿porquéperdidos?—preguntóFernando.—No lo sé —contestó Jordan—. Haría falta un libro para explicártelo.

PregúntaseloaPilar.LuegoechóunbrazoporencimadeloshombrosdeAnselmoyfueasímientras

andaban,dándoledecuandoencuandoungolpecariñoso.—Escucha—ledijo—;nosabescuántomealegrodeverte.¿Meoyes?Nosabes

loquevaleenestepaíselencontrarseaalguienenellugarendondeselehadejado.Tenía tanta confianza en él, que hasta podía permitirse el lujo de hablar mal

contraelpaís.—Mealegrodeverte—dijoAnselmotuteándoleporvezprimera—;peroyaibaa

marcharme.—¿Qué es eso de que ibas a marcharte, hombre? —dijo alegremente Robert

Jordan—.Antestehubierashelado.—¿Cómovanlascosasporarriba?—preguntóAnselmo.—Muybien—contestóRobertJordan—.Todovamuybien.Se sentía dichoso con esa felicidad súbita y rara que puede adueñarse de un

hombrealfrentedeunejércitorevolucionario;laalegríadedescubrirqueunodelosdos flancos es seguro, y pensó que si semantuvieran firmes los dos flancos seríademasiado;seríatanto,quecasinosepodríaresistir.Erabastanteconunflanco,yunflanco,silascosassemirabanafondo,eraunhombre.Sí,unhombresólo.Estonoera el axioma que deseaba, pero el hombre era bueno.Era un hombre bueno. «Túserás el flanco izquierdo en la batalla;más vale que no te lo diga ahora. Será unabatallapequeña,peromuybonita.Aunquevaa serunabatalladura.Bueno,yohedeseadosiemprecontarconunabatallaparamísolo.Siemprehetenidounaideaenmateriadebatallassobreloquehabíasidoerróneoentodaslasotrasbatallas,desdeladeAgincourt.Convienequeestabatallasalgabien.Seráunabatallapequeña,peromuy bonita. Si puedo hacer lo que hemaquinado, será una batalla realmentemuylinda.»

—Escucha—dijoaAnselmo—,mealegrohorroresdeverte.—Yotambién—contestóelviejo.Mientras subíanpor elmonte en laoscuridad, conel viento a las espaldasy la

tormenta zumbando en torno a ellos, Anselmo dejó de sentirse solo. No se habíasentido solo desde el momento en que el inglés le golpeó cariñosamente en lasespaldas. El inglés estaba contento y habían bromeado juntos. El inglés decía quetodoibaamarcharbienyquenoestabapreocupado.Labebidalehabíacalentadoelestómagoysuspiesseleibancalentandoamedidaquetrepaban.

—Nohahabidograncosaporlacarretera—dijoalinglés.

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—Bien—contestóéste—;melocontarástodocuandolleguemos.Anselmo se sentía dichoso y se alegraba de haberse quedado en su puesto de

observación.Si hubiesevuelto al campamento, nohubiera sido incorrecto.Hubiera sidouna

cosa atinada y correcta el haberlo hecho, dadas las circunstancias, pensabaRobertJordan.Perosehabíaquedadoenellugarqueseledijo.Aquelloeralacosamásraraque podía verse enEspaña. Permanecer en su puesto durante una tormenta suponemuchascosas.NoesningunatonteríaelquelosalemanesempleenlapalabraSturm(tormenta),paradesignarunasalto.«Mevendríanbienunpardehombrescomoél,capacesdequedarseenellugarqueseleshadesignado.Mevendríanmuybien.MepreguntosiFernandosehubieraquedado.Esposible.Despuésdetodofueélquienseofrecióaacompañarme,haceunmomento.¿Creesquesehubieraquedado?Lacosaestaría bien. Es lo suficientemente tozudo para ello. Tengo que hacerle algunaspreguntas.¿Quéestarápensandoesteviejoindiodecigarreríaenestosmomentos?»

—¿Enquépiensas,Fernando?—preguntóJordan.—¿Porquémepreguntaseso?—Porcuriosidad—contestóJordan—.Soyunhombremuycurioso.—Estabapensandoenlacena—dijoFernando.—¿Tegustacomer?—Sí.Mucho.—¿QuétalguisaPilar?—Locorriente—dijoFernando.«EsunsegundoCoolidge—pensóJordan—.Pero,bueno,detodosmodostengo

laimpresióndequeesunodelosquesequedarían.»Ysiguierontrepando,colinaarriba,entrelanieve.

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CapítuloXVI

—EL SORDO HA ESTADO AQUÍ —dijo Pilar a Robert Jordan. Acababan de dejar latormentaparaadentrarseenelcalorhumeantedelacuevaylamujerhabíahechoungestoalinglésparaqueseacercaseaella—.Haidoabuscarcaballos.

—Bien.¿Dejódichoalgoparamí?—Sóloqueibaabuscarcaballos.—¿Ynosotros?—Nosé—dijoella—.Ahíletienes.RobertJordanhabíavistoaPabloalentraryPablolehabíasonreído.Lemiróde

nuevo,desdesuasientojuntoalamesadetablonesylesonrió,agitandolamano.—Inglés—dijoPablo—,siguecayendo,inglés.RobertJordanasintióconlacabeza.—Déjamequitarte loscalcetinesparaponértelosa secar—dijoMaría—.Voya

colgarlossobreelfuego.—Cuidado con no quemarlos—dijoRobert Jordan—; no quiero andar por ahí

con los pies desnudos. ¿Qué es lo que pasa?—preguntó a Pilar—. ¿Hay reunión?¿Nohabéispuestocentinelasfuera?

—¿Conestatormenta?¡Quéva!Habíaseishombressentadosalamesa,conlaespaldapegadaalmuro.Anselmo

y Fernando seguían sacudiéndose la nieve de sus chaquetones, golpeando lospantalonesyfrotandoloszapatoscontraelmurocercadelaentrada.

—Dametuchaqueta—dijoMaría—;nodejesquelanievesederritaencima.RobertJordansequitólachaqueta,sacudiólanievedesupantalónysedescalzó.—Vasamojarlotodo—dijoPilar.—Erestúlaquemehasllamado.—Noesunarazónparanoirtealapuertaysacudirteallí.—Perdona—dijoRobertJordan,enpie,conlospiesdescalzossobreelpolvodel

suelo—.Búscameunpardecalcetines,María.—Eldueñoyseñor—comentóPilar,ysepusoaatizarelfuego.—Hayqueaprovechareltiempo—dijoRobertJordan—hayquetomarlascosas

comovienen.—Estácerrado—dijoMaría.—Tomalallave—yselatiró.—Noabreestamochila.—Esladelaotra.Loscalcetinesestánenlapartedearriba,aunlado.Lamuchacha encontró los calcetines y se los entregó juntamente con la llave,

despuésdecerrarelsaco.

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—Siéntateypónmelos,peroantessécatelospies—dijo.RobertJordanlesonrió.—¿Nopodríassecármelostúcontuscabellos?—preguntóenvozalta,demodo

quePilarpudieseoírle.—¡Quécerdo!—exclamóPilar—.Haceunmomentoeraeldueñodeestacasay

ahoraquieresernadamenosquenuestroantiguoSeñorJesucristo.Daleunleñazo.—No—dijoRobertJordan—;esunabroma,ybromeoporqueestoycontento.—¿Estáscontento?—Sí—dijo—,estoycontentoporquetodovamuybien.—Roberto—dijoMaría—,veasentarte,ysécatelospies,quevoyadartealgo

debeberparacalentarte.—Sediría que es la primeravez en suvidaque esehombreha tenido los pies

mojados—dijoPilar—yquejamáshavistouncopodenieve.María le llevó una piel de cordero, que depositó en el suelo polvoriento de la

cueva.—Ahí—ledijo—;ponlospiesahíhastaqueesténsecosloscalcetines.Lapieldecorderoeranuevaynoestabacurtida,yalponersuspiessobreella

RobertJordanlaoyócrujircomoelpergamino.ElfogónhumeabayPilarllamóaMaría.—Soplaesefuego,holgazana.Esoesunahumareda.—Sóplalo túmisma—replicóMaría—.Yovoy abuscar la botella que trajo el

Sordo.—Estádetrásdelosbultos—dijoPilar—;yoye,¿hacefaltaquelocuidescomo

sifueraunniñodepecho?—No—contestóMaría—;perosícomoaunhombrequetienefríoyestácalado.

Un hombre que vuelve a su casa. Toma, aquí está.—Entregó la botella a RobertJordan—.Eslabotelladelmediodía.Conellasepodríahacerunalámparapreciosa.Cuandotengamosotravezelectricidad,¡québonita lámparapodráhacerseconestabotella!—Mirócondeleitelavasija—,¿Cómotomasesto,Roberto?

—Creíqueeraelinglés—dijoRobertJordan.—TellamaréRobertodelantedelosotros—dijoella,envozbaja,sonrojándose

—.¿Cómolotomas,Roberto?—Roberto —dijo Pablo, con voz estropajosa, moviendo a uno y otro lado la

cabeza—.¿Cómolotomas,donRoberto?—¿Quieresunpoco?—lepreguntóRobertJordan.Pablorehusóconlacabeza.—No,yomeemborrachoconvino—dijocondignidad.—VeteapaseoconBaco—contestóRobertJordan.—¿QuiénesBaco?—preguntóPablo.—Uncamaradatuyo.

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—Noheoídonuncahablardeél—dijoPablopesadamente—.Noheoídohablarnuncaenestasmontañas.

—Daleun tragoaAnselmo—dijoRobert JordanaMaría—.El síquedebedetenerfrío.—Sepusoloscalcetinessecos:elwhiskyconaguadeljarroolíabienylecalentó suavemente el cuerpo. «Pero estono se enrosca adentro comoel ajenjo—pensó—.Nohaynadacomoelajenjo.»

«¿Quién hubiera imaginado que tenían whisky por aquí?», pensó. Aunque LaGranjaera el lugardeEspañaconmásposibilidadesdeencontrarlo. ImaginaaeseSordoquevaacomprarunabotellaparaeldinamiteroquevienedevisita,quepiensaluego en traérsela y en dejársela. No era sólo cortesía lo de aquellas gentes. Lacortesíahubieraconsistidoensacarceremoniosamentelabotellayofrecerleunvaso.Esoes loque los franceseshubieranhecho,yhubieranguardadoel restoparaotraocasión. No, esa atención profunda, la idea de que al huésped le gustaría, ladelicadeza de llevársela para causarle placer, cuando estaba uno metido hasta elcuelloenunaempresaenqueseteníantodaslasrazonesparanopensarmásqueenunomismoyennadamás,esoera típicamenteespañol.Eraunrasgomuyespañol.Haberpensadoenllevarleelwhiskyeraunadelascosasquehacíanqueunoquisieraa tales gentes. «Vamos, no te pongas romántico—pensó—. Hay tantas clases deespañolescomodenorteamericanos.»Noobstante,eraunrasgoelhaberletraídoelwhisky.Unrasgomuyhermoso.

—¿Tegusta?—preguntóAnselmo.Elviejoestabasentadocercadelfuego,conlasonrisaenloslabios,sosteniendo

consusgrandesmanoslataza.Moviólacabeza.—¿Notehagustado?—lepreguntóRobertJordan.—Lapequeñahaechadoaguadentro—dijoAnselmo.—AsíescomolotomaRoberto—dijoMaría—.¿Esqueerestúdistinto?—No —dijo Anselmo—. No soy especial. Pero me gusta cuando quema la

gargantasegúnvabajando.—Dameeso—dijoRobertJordanalachica—,yéchaledeloquequema.VaciólatazadeAnselmoenlasuyayseladioalamuchacha,que,conmucho

cuidado,echóellíquidodelabotella.—¡Ah! —dijo Anselmo, cogiendo la taza, echando la cabeza hacia atrás y

dejandoqueel líquidolecayeraporelgaznate.LuegomiróaMaría,queestabadepie,conlabotellaenlamano,parpadeó,haciéndoleunguiñomientraslosojosseleestaban llenando de lágrimas—. Eso es —dijo—; eso es. —Se relamió—. Estomataráalgusano.

—Roberto—dijoMaría,yseacercóaél,teniendosiemprelabotellaenlamano—,¿quierescomerahora?.

—¿Estálistalacomida?

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—Loestarácuandotúquieras.—¿Hancomidolosdemás?—Todos,menostú,AnselmoyFernando.—Bueno,entonces,comamos—dijo—.¿Ytú?—Comeréluego,conPilar.—Comeahoraconnosotros.—No,noestaríabien.—Vamos, come con nosotros. Enmi tierra ningún hombre come antes que su

mujer.—Esoseráentutierra.Aquíseestilacomerdespués.—Comeconél—dijoPablo,levantandolosojosdelamesa—;comeconél;bebe

conél.Acuéstateconél.Muereconél.Hazlotodocomoensutierra.—¿Estásborracho?—preguntóRobertJordan,deteniéndosedelantedePablo.El

hombrederostrosucioehirsutolemiróalegremente.—Sí —contestó Pablo—. ¿Dónde está tu país, inglés? Ese país en que los

hombrescomenconlasmujeres.—EnlosEstadosUnidos,enelEstadodeMontana.—¿Esallídondeloshombresllevanfaldascomolasmujeres?—No,esoesenEscocia.—Puesoye—dijoPablo—:cuandolleváisesasfaldas,inglés...—Yonollevofaldas—dijoRobertJordan.—Cuandolleváisesasfaldas—prosiguióPablo—,¿quéesloquelleváisdebajo?—Noséloquellevanlosescoceses—dijoRobertJordan—.Muchasvecesmelo

hepreguntado.—No,nodigolosescoceses—dijoPablo—;¿quiénhahabladodelosescoceses?

¿Aquiénimportangentesconunnombrecomoése?Amí,no.Amínosemedaunrábano.Atitedigo,inglés.¿Quéesloquellevasdebajodelasfaldasentupaís?

—Yatehedichoyteherepetidoquenollevamosfaldas—dijoRobertJordan—.Ynoteaguantoquelodigasnienbromaniborracho.

—Bueno,puesdebajodelasfaldas—insistióPablo—.Porqueesbiensabidoquelleváis faldas. Incluso los soldados.Loshevistoen fotografíasy loshevistoenelcircoPrice.¿Quéesloquelleváisdebajodelasfaldas,inglés?

—Losc...—dijoRobertJordan.Anselmo rompió a reír, así como todos los que estaban allí. Todos, salvo

Fernando.Aquellapalabramalsonante,aquellapalabrotapronunciadadelantedelasmujeres,lepareciódemalgusto.

—Bueno,esoeslonormal—dijoPablo—.Peromeparecequecuandosetienenc...nosellevanfaldas.

—Nodejesquevuelvaacomenzar,inglés—rogóelhombredelacarachatayla

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narizaplastada,llamadoPrimitivo—,Estáborracho.Dime:¿quéclasedeganadosecríaentupaís?

—Vacasyovejas—contestóRobertJordan—.Yencuantoalatierra,secultivamuchotrigoyjudías.Ytambiénremolachadeazúcar.

Lostreshombressehabíansentadoalrededordelamesa,cercadelosotros.SóloPablosemanteníaalejado,antesutazóndevino.

Elcocidoeraelmismode lanocheanterioryRobert Jordancomióconmuchoapetito.

—¿Hay montañas en tu país? Con semejante nombre debe de haberlas—dijocortésmente Primitivo, para sostener la conversación. Estaba avergonzado de laborracheradePablo.

—Haymuchasmontañasymuyaltas.—¿Haybuenospastos?—Estupendos.EnveranoseutilizanlospradosaltosfiscalizadosporelGobierno.

Enelotoñosellevaalganadoalosranchosqueestánmásabajo.—¿Eslatierrapropiedaddeloscampesinos?—Lasmásdelastierrassonpropiedaddequieneslascultivan.Alprincipio,las

tierraseranpropiedaddelEstadoynohabíamásqueestablecerseenellasdeclarandola intención de cultivarlas para que cualquier hombre pudiese obtener el título depropiedaddecientocincuentahectáreas.

—Dimecómosehaceeso—preguntóAgustín—.Esaesunareformaagrariaquesignificaalgo.

Robert Jordan explicó el sistema.No se le habíaocurridonuncaque fueseunareformaagraria.

—Esoesmagnífico—dijoPrimitivo—.Entoncesesquetenéiselcomunismoentupaís.

—No,esolohacelaRepública.—Para mí —dijo Agustín—, todo puede hacerlo la República. No veo la

necesidaddeotraformadegobierno.—¿Notenéisgrandespropietarios?—preguntóAndrés.—Muchos.—Entoncestienequehaberabusos.—Desdeluegohayabusos.—¿Pensáisensuprimirlos?—Tratamosdehacerlocadavezmás;perohaytodavíamuchosabusos.—Pero¿nohaylatifundiosqueconvendríaparcelar?—Sí,perohaymuchosquepiensanquelosimpuestoslosparcelarán.—¿Cómoeseso?Robert Jordan, rebañando la salsa de su cuenco de barro con un trozo de pan,

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explicócómofuncionabaelimpuestosobrelarentaysobrelaherencia.—Pero las grandes propiedades siguen existiendo —dijo—, y hay también

impuestossobreelsuelo.—Pero, seguramente, los grandes propietarios y los ricos harán una revolución

contra esos impuestos. Esos impuestos me parecen revolucionarios. Los ricos selevantaráncontraelGobiernocuandoseveanamenazados,igualquehanhechoaquílosfascistas—dijoPrimitivo.

—Esposible.—Entoncestendréisquepelearenvuestropaíscomoloestamoshaciendoaquí.—Sí,tendríamosquehacerlo.—¿Haymuchosfascistasenvuestropaís?—Haymuchosquenosabenqueloson,aunquelodescubriráncuandollegueel

momento.—¿Nopodríaisacabarconellosantesquesesubleven?—No —dijo Robert Jordan—; no podemos acabar con ellos. Pero podemos

educaralpueblodeformaquetemaalfascismoyqueloreconozcaylocombataencuantoaparezca.

—¿Sabesdóndenohayfascistas?—preguntóAndrés.—¿Dónde?—EnelpueblodePablo—contestóAndrés,ysonrió.—¿Sabesloquesehizoenesepueblo?—preguntóPrimitivoaRobertJordan.—Sí,melohancontado.—¿TelocontóPilar?—Sí.—Ella no ha podido contártelo todo —terció Pablo, con voz estropajosa—;

porquenovioelfinal.Secayódelasillacuandoestabamirandoporlaventana.—Cuéntalotúahoramismo—dijoPilar—.Túconoceslahistoria;cuéntalo.—No—dijoPablo—.Yonolohecontadojamás.—No—dijo Pilar—, y no lo contarás nunca.Y ahora querrías además que no

hubieseocurrido.—No—dijoPablo—;esonoesverdad.Sitodoshubiesenmatadoalosfascistas

comoyo,nohubierahabidoestaguerra.Peroahoraquerríaquelascosasnohubiesensucedidocomosucedieron.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó Primitivo—. ¿Es que has cambiado depolítica?

—No,perofuealgobrutal—dijoPablo—.Enaquellaépocayoeraunbárbaro.—Yahoraeresunborracho—dijoPilar.—Sí—contestóPablo—;contupermiso.—Me gustabas más cuando eras un bruto —dijo la mujer—; de todos los

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hombres, el borracho es el peor. El ladrón, cuando no roba, es como cualquierhombre. El estafador no estafa a los suyos. El asesino tiene en su casa lasmanoslimpias.Peroelborrachohiedeyvomitaensupropiacamaydisuelvesusórganosenelalcohol.

—Túeresmujerynopuedescomprenderlo—dijoPabloconresignación—.Yomeheemborrachadoconvinoyseríafelizsinofueraporesagentea laquematé.Esagentemellenadepesar.

Moviólacabezaconairelúgubre.—DadleunpocodeesoquehatraídoelSordo—dijoPilar—.Dadlealgunacosa

queleanime.Seestáponiendotriste;seestáponiendoinsoportable.—Sipudieradevolverleslavida,seladevolvería—dijoPablo.—Vetealamierda—dijoAgustín—.¿Quéclasedelugareséste?—Lesdevolveríalavida—dijotristementePablo—atodos.—¡Tumadre!—legritóAgustín—.Dejadehablarcomohablas,olárgateahora

mismo.Losquematasteeranfascistas.—Puesyamehabéisoído—dijoPablo—;quisieradevolverlesatodoslavida.—Ydespués caminaría sobre las aguas—dijo Pilar—.Enmi vida he visto un

hombre semejante. Hasta ayer aún te quedaba algo de hombría. Pero hoy tienesmenosvalorqueunagataenferma.Ahora,esosí,tesientesmáscontentocuantomásmojadotesientes.

—Debiéramos haberlos matado a todos o a nadie —siguió diciendo Pablo,moviendolacabeza—.Atodosoanadie.

—Escucha, inglés—dijo Agustín—: ¿cómo se te ocurrió venir a España? NohagascasoaPablo.Estáborracho.

—Vine por vez primera hace doce años, para conocer este país y aprender elidioma—dijoRobertJordan—.EnseñoespañolenlaUniversidad.

—Notienescaradeprofesor—dijoPrimitivo.—Notienebarba—dijoPablo—.Miradle,notienebarba.—¿Eresdeverdadprofesor?—Ayudante.—Pero¿dasclase?—Sí.—¿Yporquéenseñasespañol?—preguntóAndrés—.¿Noteresultaríamásfácil

enseñaringlés,yaqueeresinglés?—Hablaelespañolcasitanbiencomonosotros—dijoAnselmo—.¿Porquéno

ibaapoderenseñarespañol?—Sí,peroesunpocoraroparaunextranjeroenseñarespañol—dijoFernando—.

Ynoesquequieradecirnadacontrausted,donRoberto.—Es un falso profesor—dijo Pablo,muy contento de símismo—.Y no tiene

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barba.—Seguramentehablarámejorelinglés—dijoFernando—.¿Noleseríamásfácil

ymásclaroenseñaringlés?—Noenseñaespañolalosespañoles—empezóadecirPilar.—Esperoqueno—dijoFernando.—Déjame acabar, especie de mula —dijo Pilar—: enseña español a los

americanos,alosamericanosdelNorte.—¿Nosabenespañol?—preguntóFernando—.LosamericanosdelSurlohablan.—Pedazodemulo—dijoPilar—,enseñaespañolalosamericanosdelNorte,que

hablaninglés.—Pero,apesardetodo,sigopensandoqueleseríamásfácilenseñaringlés,que

esloquehabla—insistióFernando.—¿No estás oyendo decir que habla español?—dijo Pilar, haciendo a Robert

Jordanungestodedesconsuelo.—Sí,perolohablaconacento.—¿Dedónde?—preguntóRobertJordan.—DeExtremadura—aseguróFernandosentenciosamente.—¡Mimadre!—dijoPilar—.¡Quégente!—Esposible—dijoRobertJordan—.Heestadoallíantesdeveniraquí.—Pero si él lo sabía.Escucha tú, especiedemonja—dijoPilar, dirigiéndose a

Fernando—,¿hascomidobastante?—Comeríamássilohubiera—contestóFernando—;ynocreaquetengonadaen

contrasuya,donRoberto.—Mierda—dijosencillamenteAgustín—.Yremierda.¿Esquehemoshechola

revoluciónparallamardonRobertoauncamarada?—Para mí la revolución consiste en llamar don a todo el mundo —opinó

Fernando—.YasíescomodebierahacerseenlaRepública.—Leche—dijoAgustín—;j...leche.—Y pienso además que sería más fácil y más claro para don Roberto que

enseñarainglés.—DonRobertonotienebarba—dijoPablo—;esunfalsoprofesor.—¿Quéquieresdecirconesodequenotengobarba?—preguntóRobertJordan.

Sepasólamanoporlabarbaylasmejillas,pordondelabarbadetresdíasformabaunaaureolarubia.

—Esonoesunabarba—dijoPablo,moviendolacabeza.Estabacasijovial—.Esunfalsoprofesor.

—Me c... en la leche de todo el mundo —dijo Agustín—. Esto parece unmanicomio.

—Deberíasbeber—leaconsejóPablo—;amí, todomeparececlaro,menos la

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barbadedonRoberto.MaríapasólamanoporlamejilladeJordan.—Perositienebarba—dijo,dirigiéndoseaPablo.—Túeresquientienequesaberlo—dijoPablo,yRobertJordanlemiró.«Nocreoqueestétanborracho—sedijo—.No,noestátanborracho,yharíabien

enestaralerta.»—Dime—preguntóaPablo—,¿creesqueestanievevaadurarmucho?—¿Quéesloquecreestú?—Esoesloqueyotepregunto.—Pregúntaseloaotro—dijoPablo—.Yonosoytuserviciodeinformación.Tú

tienesunpapeldetuserviciodeinformación.Pregúntaseloalamujer.Ellaeslaquemanda.

—Esatiaquienlohepreguntado.—Vetealamierda—ledijoPablo—.Tú,lamujerylachica.—Estáborracho—dijoPrimitivo—.Nolehagascaso,inglés.—Nocreoqueestétanborracho—dijoRobertJordan.María estaba en pie detrás de él y Robert Jordan vio que Pablo lamiraba por

encima de su hombro. Sus ojillos de verraco miraban fijamente, emergiendo deaquellacabezaredondaycubiertadepelosportodaspartes,yRobertJordanpensaba:«Heconocidoenmividamuchosasesinosytodoserandistintos.Noteníanunsolorasgocomún,nitipocriminal.PeroPabloesunbellaco.»

—Nocreoqueseascapazdebeber—dijoaPablo—,niqueestésborracho.—Estoy borracho —aseguró Pablo con dignidad—. Beber no es nada; lo

importanteesestarborracho.Estoymuyborracho.—Lodudo—dijoRobertJordan—;loquesícreoesqueeresuncobarde.Sehizounsilenciosúbitoenlacueva,detalmodoquepodíaoírseelsiseodela

leñaquemándoseenelfogóndondePilarguisaba.RobertJordanoyócrujirlapieldecordero en que apoyaba sus pies. Creyó oír la nieve que caía fuera. No la oía enrealidad,perooíacaerelsilencio.

«Quisieramatarle y acabar—pensóRobert Jordan—.No sé lo queva a hacer,pero seguramentenadabueno.Pasadomañana será lodelpuentey estehombre esmaloyrepresentaunpeligroparatodalaempresa.Vamos,acabemosconél.»

Pablolesonrió,levantóundedoyselopasóporlagarganta.Moviólacabezadeunladoparaotro,contodalaholguraqueleconsentíasugruesoycortocuello.

—No, inglés—dijo—;nomeprovoques.—MiróaPilaryañadió—:Noesasícomoteveráslibredemí.

—Sinvergüenza—ledijoRobertJordan,decididoaactuar—.¡Cobarde!—Es posible—contestó Pablo—; pero no dejaré queme provoquen. Toma un

trago,inglés,yveadeciralamujerquehasfracasado.

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—Cállatelaboca—dijoRobertJordan—;siteprovocoesporcuentamía.—Pierdeseltiempo—lecontestóPablo—.Yonoprovocoanadie.—Eresunbichoraro—advirtióJordan,quenoqueríaperderlapartidanimarrar

elgolpeporsegundavez;sabíamientrashablabaquetodohabíasucedidoantes;teníalaimpresióndequerepresentabaunpapelquesehabíaaprendidodememoriayquese trataba de algo que había leído o soñado, y sentía girar todas las cosas en uncírculopreestablecido.

—Muyraro,sí—dijoPablo—;muyraroymuyborracho.Atusalud,inglés.—Metióunatazaenelcuencodevinoylalevantóenalto.—Saludye...

Untiporaro,enverdad,yastutoymuycomplicado,pensóRobertJordan,queyanopodíaoírelsiseodelfuego:detalformalegolpeabaconfuerzaelcorazón.

—A tu salud—dijo Robert Jordan, ymetió también una taza en el cuenco devino.

Latradiciónnosignificaríanadasintodasaquellasceremonias,pensó.Adelante,pues,conelbrindis:

—Salud—dijo—.Saludymássalud.—«Yvetealdiabloconlasalud—pensó—,quetehagabuenprovecholasalud.»

—DonRoberto...—dijoPablo,convoztorpe.—DonPablo...—replicóRobertJordan.—Túnoeresprofesor,porquenotienesbarba—insistióPablo—.Yademás,para

deshacertedemíserámenesterquememates,yparaesonotienesc...MirabaaRobertJordanconlabocacerrada,tanapretada,quesuslabiosnoeran

másqueunaestrechalínea;comolabocadeunpez,pensóRobertJordan.Conesacabeza, se diría uno de esos peces que tragan aire y se hinchan una vez fuera delagua.

—Salud, Pablo —dijo Robert Jordan. Levantó la taza y bebió—. Estoyaprendiendomuchodeti.

—Enseñoalprofesor—dijoPablo,moviendolacabeza—.Vamos,donRoberto,seamosamigos.—Yasomosamigos.

—Peroahoravamosaserbuenosamigos.—Yasomosbuenosamigos.—Ahoramismomevoy—dijoAgustín—.Esverdadquesedicequehacefalta

comerunatoneladadeesoenlavida;peroenestosmomentoscreoquetengometidaunaarrobaencadaoreja.

—¿Quéesloquetepasa,negro?—lepreguntóPablo—.¿NoquieresverquedonRobertoyyosomosamigos?

—Cuidado con llamarme negro —dijo Agustín, acercándose a Pablo ydeteniéndosedelantedeél,conunademánamenazador.

—Asíescomotellamantodos—dijoPablo.

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—Peronotú.—Bueno,entoncestellamaréblanco.—Tampocoeso.—¿Entonces,quéesloqueerestú,rojo?—Sí,rojo.ConlaestrellarojadelEjércitoenelpechoyafavordelaRepública.

YmellamoAgustín.—¡Quépatriota!—dijoPablo—.Fíjatebien,inglés;esunpatriotamodelo.Agustínlegolpeóduramenteenlabocaconeldorsodelamanoizquierda.Pablo

siguió sentado. Las comisuras de sus labios estaban manchadas de vino y suexpresión no cambió; pero Robert Jordan vio que sus ojos se achicaban como laspupilasdeungato,bajolosefectosdeunaintensaluz.

—Esonocuenta—dijoPablo—.Nocuentesconeso,mujer.—VolviólacabezamirandoaPilar—.Nomedejaréprovocar.

Agustínlegolpeódenuevo.Estavezledioconelpuñoenlaboca.RobertJordansostenía lapistolapordebajode lamesaconel seguro levantado.EmpujóaMaríahacia atrás con su mano izquierda. La muchacha retrocedió con desgana y él laempujóconfuerza,dándoleconlamanoungolpefuerteen laespalda,paraqueseretiraseenteramente.Lamuchachaobedeciópor finy Jordanvioconel rabillodelojoque sedeslizabaa lo largode laparedhacia el fogón.EntoncesRobert JordanvolviólavistahaciaPablo.

Este permanecía sentado, con su cráneo redondo, mirando a Agustín con suspequeños ojos entornados. Las pupilas se habían hecho todavíamás pequeñas. Sepasólalenguaporloslabios,levantóunbrazo,selimpiólabocaconelrevésdelamano,yalbajarlavista,selaviollenadesangre.Pasósuavementelalenguaporloslabiosyescupió.

—Estonocuenta—dijo—;nosoyunidiota.Yonoheprovocadoanadie.—Cabrón—gritóAgustín.—Tútienesquesaberlo—dijoPablo—.Conocesalamujer.AgustínlegolpeódenuevoconfuerzaenlabocayPabloseechóareír,dejando

aldescubiertounosdientesamarillos,rotos,gastados,entrelalíneaensangrentadadeloslabios.

—Acabaya—dijo.Ycogiósu tazapara tomarnuevamentevinodelcuenco—.Aquínotienenadiec...paramatarme.Ytodoesodepegaresunatontería.

—¡Cobarde!—gritóAgustín.—Eso no son más que palabras —dijo Pablo. Hizo buches con el vino para

enjuagarselabocayluegoescupióalsuelo—.Laspalabrasnomehacenmella.Agustínpermanecióparadojuntoaél,injuriándole;hablabaconlentitud,claridad

ydesdén,yleinjuriabadeunaformatanregularcomosiestuvieraarrojandoestiércolenuncampo,descargándolodeuncarro.

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—Tampocoesovale.Tampocoesovale.Acabaya,Agustín,ynomepeguesmás.Vasahacertedañoenlasmanos.

Agustínseapartódeélysefuehacialapuerta.—Nosalgas—dijoPablo—;estánevandoafuera.Quédateaquíalcalor.—Tú, tú...—Agustín sevolvióparahablarle,poniendo todosudesprecioenel

monosílabo—.Tú,tú...—Sí,yo,yestarétodavíavivocuandotúestésenterrado.Llenódenuevolatazadevino,laelevóhaciaRobertJordanydijo:—Porelprofesor.—Luego,dirigiéndoseaPilar—:Porlaseñoracomandanta.—

Ymirandoatodosalrededor—:Porlosilusos.Agustínseleacercóy,conungolperudo,learrancólatazadelasmanos.—Ganasdeperdereltiempo—dijoPablo—.Esunatontería.Agustínleinsultódeunmodotodavíamásgrosero.—No—replicóPablo,metiendootratazaenelbarreño—.Estoyborracho;yalo

ves. Cuando no estoy borracho, no hablo. Tú nome has visto nunca hablar tanto.Perounhombreinteligenteseveobligadoaemborracharsealgunasvecesparapoderpasareltiempoconlosimbéciles.

—Me c... en la leche de tu cobardía—dijo Pilar—. Estoy harta de ti y de tucobardía.

—¡Cómohablaestamujer!—dijoPablo—.Voyaveraloscaballos.—Veaencularlos—dijoAgustín—.¿Noesesoloquehacesconellos?—No—dijoPablo,negandoconlacabeza.Sepusoadescolgarsuenormecapote

delapared,sinperderdevistaaAgustín—.Tú,túytumalalengua—dijo.—¿Quéesloquevasahacerentoncesconloscaballos?—preguntóAgustín.—Observarlos—contestóPablo.—Encularlos—dijoAgustín—.Maricóndecaballos.—Quiero mucho a mis caballos —dijo Pablo—. Incluso por detrás son más

hermosos y tienen más talento que otras personas. Divertíos—dijo, sonriendo—.Háblalesdelpuente,inglés.Dilesloquetienequehacercadaunoenelataque.Dilescómo tienen que hacer la retirada. ¿Adónde les llevarás, inglés, después de lo delpuente?¿Adóndellevarásatuspatriotas?Mehepasadotodoeldíapensandoenellomientrasbebía.

—¿Yquéhaspensado?—preguntóAgustín.—¿Qué es lo que he pensado? —preguntó Pablo, pasándose la lengua con

cuidadoporelinteriordelaboca—.¿Quéteimportaatiloquehepensado?—Dilo—insistióAgustín.—Muchascosas—dijoPablo,metiendo suenormecabezapor el agujerode la

mantasuciaquelehacíadecapote—.Hepensadomuchascosas.—Dilo—contestóAgustín—;diloquehaspensado.

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—Hepensadoque sois ungrupode ilusos—dijoPablo—.Ungrupode ilusosconducidos por unamujer que tiene los sesos entre las nalgas y un extranjero quevieneaacabarcontodos.

—Lárgate—dijoPilar—.Veteaevacuaralanieve.Veteaarrastrartumalalecheporotraparte,maricóndecaballos.

—Eso es hablar—dijo Agustín con admiración y distraídamente a la vez. Sehabíaquedadopreocupado.

—Ya me voy—dijo Pablo—; pero volveré pronto.—Levantó la manta de laentrada de la cueva y salió. Luego, desde la puerta gritó:—Aún sigue nevando,inglés.

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CapítuloXVII

NOSEOÍAENLACUEVAmásruidoqueelsilbidoquehacíalachimeneacuandocaíalanieveporelagujerodeltechosobreloscarbonesdelfogón.

—Pilar—preguntóFernando—,¿haquedadococido?—Cállate—dijolamujer.PeroMaríacogiólaescudilladeFernando,laacercóa

la marmita grande, que estaba apartada del fuego, y la llenó. Puso otra vez laescudillasobrelamesaydioungolpecitosuaveenelhombrodeFernando,quesehabía echado hacia delante para comer. Estuvo unos momentos junto a él; peroFernandonolevantólosojosdelplato.Estabaentregadoenteramenteasucocido.

Agustínseguíadepiejuntoalfuego.Losotrosestabansentados.Pilar,alamesa,juntoaRobertJordan.

—Ahora,inglés—dijo—,yasabescómoestánlascosas.—¿Quéesloquecreestúquehará?—preguntóRobertJordan.—Cualquier cosa—repuso lamujer,mirando fijamente a lamesa—.Cualquier

cosa.Escapaz.Escapazdehacercualquiercosa.—¿Dóndeestáelfusilautomático?—preguntóRobertJordan.—Allí, en aquel rincón, envuelto en una manta —contestó Primitivo—. ¿Lo

quieres?—Luego—dijoRobertJordan—;queríasaberdóndeestaba.—Estáahí—dijoPrimitivo—;lohemetidodentroyloheenvueltoenmimanta,

paraquesemantengaseco.Losplatosestánenesamochila.—Noseatreveráaeso—dijoPilar—;noharánadaconlamáquina.—Decíasqueharíacualquiercosa.—Sí—contestó ella—; pero no conoce lamáquina. Sería capaz de arrojar una

bomba.Esoesmásdesuestilo.—Esunaestupidezyuna flojeraelnohaberlematado—dijoelgitano,queno

había participado en la conversación de la noche hasta entonces—. Anoche debiómatarleRoberto.

—Matadle—dijoPilar.Suenormerostrosehabíavueltosombríoyrespirabaconfatiga—.Estoyresuelta.

—Yoestabacontraelloantes—dijoAgustín,paradodelantedel fuego,con losbrazoscolgandosobreloscostados;teníalasmejillascubiertasporunaespesabarbaylospómulosseñaladosporelresplandordelfuego—.Ahoraestoyafavor.Ahoraespeligrosoyquerríavernosmuertosatodos.

—Que hablen todos—dijo Pilar, con voz cansada—. ¿Qué es lo que dices tú,Andrés?

—Matadlo—dijoelhermanodelmechónoscuroyabundantesobrelafrente,al

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tiempoqueasentíaconlacabeza.—¿YEladio?—Lomismo—repusoelotrohermano—.Paramíesungranpeligro.Ynosirve

paranada.—¿Primitivo?—Lomismo.—¿Fernando?—¿Nopodríamosguardarlecomoprisionero?—preguntóFernando.—¿Yquiénleguardaría?—preguntóPrimitivo—.Hacenfaltadoshombrespara

guardarunprisionero.¿Yquéharíamosconélalfinal?—Podríamosvendérseloalosfascistas—contestóelgitano.—Nadadeeso—dijoAgustín—.Nadadehacerporquerías.—Era solamente una idea —alegó Rafael, el gitano—. Me parece que los

facciosossealegraríandetenerle.—Basta—dijoAgustín—;esoesunacochinada.—NomássuciaqueloquehacePablo—dijoelgitano,parajustificarse.—Unaporqueríano justificaríaotra—sentencióAgustín—.Bueno, ya estamos

todos.Salvoelviejoyelinglés.—Ellosnadatienenqueverenesto—dijoPilar—.Pablonohasidosujefe.—Unmomento—dijoFernando—;yonoheacabadodehablar.—Pueshabla—dijoPilar—.Hablahastaquevuelvaél.Ysiguehablandohasta

quenosarrojeunagranadademanoporencimade lamantaynoshagavolar,condinamitaytodo.

—Me parece que exageras, Pilar —dijo Fernando—; no creo que tenga talesintenciones.

—Yonolocreotampoco—dijoAgustín—.Porqueconeso,acabaríatambiénconelvino,yvaavolverdentrodepocoparaseguirbebiendo.

—¿Por qué no entregárselo al Sordo y dejar que el Sordo se lo venda a losfascistas?—propusoRafael—.Podríamosarrancarlelosojosyseríafácilllevarle.

—Cállate—dijoPilar—;cuandohablasasícreoquedebiéramoshacer tambiénalgocontigo.

—Además, los fascistasnopagaríannadaporél—dijoPrimitivo—.Esascosashan sido ya ensayadas por otros; pero no pagan nada. Y encima son capaces defusilarteati.

—Creo que si le arrancásemos los ojos podríamos venderle por algo—insistióRafael.

—Cállate—dijoPilar—.Hablade arrancarle losojosyvas a seguir sumismocamino.

—Peroél,Pablo,arrancó losojosalguardiacivilherido—insistióelgitano—.

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¿Tehasolvidadodeeso?—Cállate la boca—dijo Pilar. Le enfadaba el oír hablar así delante deRobert

Jordan.—Nomehabéisdejadoacabar—interrumpióFernando.—Acaba—ledijoPilar—;vamos,acaba.—YaquenoseríaprácticoguardaraPablocomoprisionero—comenzóadecir

Fernando—ypuestoqueseríarepugnanteentregarle...—Acaba—dijoPilar—.PorelamordeDios,acaba.—...encualquier clasedenegociaciones...—prosiguió tranquilamenteFernando

—, soy de la opinión que sería preferible eliminarle, a fin de que las operacionesproyectadascontasenconlasmayoresposibilidadesdeéxito.

Pilarmiróalhombrecillo,sacudiólacabeza,semordióloslabiosynodijonada.—Esaesmiopinión—dijoFernando—.Creoquetenemosderechoapensarque

PabloconstituyeunpeligroparalaRepública...—¡MadredeDios!—exclamóPilar—.Hastaaquímismopuedehacerburocracia

unhombresinmásquedespegarsuslabios.—Tanto por sus propias palabras como por su conducta reciente —continuó

Fernando—, y aunque es verdad que merece nuestro reconocimiento por susactividadesenloscomienzosdelMovimientoyhastahacepocotiempo...

Pilar,quehabíavueltojuntoalfogón,seacercódenuevoalamesa.—Fernando—dijotranquilamente,ofreciéndoleunaescudilla—,cómeteesto,te

lo ruego, con las debidas formalidades; llénate la boca y cállate. Hemos tenidoconocimientodetuopinión.

—Peroentonces,¿cómo?—preguntóPrimitivo,dejandolafrasesinterminar.—Estoy listo —dijo Robert Jordan—; estoy dispuesto. Ya que todos habéis

resueltoquedebehacerse,esunservicioqueestoydispuestoahacer.«¿Quémepasa?—pensó—.AfuerzadeoírleacaboporhablarcomoFernando.

Eselenguajedebesercontagioso.Elfrancéseslalenguadeladiplomacia;elespañoleslalenguadelaburocracia.»

—No—dijoMaría—.No.—Estonovacontigo—dijoPilaralamuchacha—.Tenlabocacerrada.—Puedo hacerlo esta noche —dijo Robert Jordan. Vio que Pilar le miraba,

poniéndoseundedosobreloslabios.Conungestoseñalólaentradadelacueva.SelevantólamantaquecubríalaentradayapareciólacabezadePablo.Sonrióa

todos, entró y se volvió para dejar caer lamanta detrás de él.Luego se quedó allíparado,haciéndolesfrente,sequitólamantaquelecubríalacabezaysesacudiólanieve.

—¿Estabaishablandodemí?—Sedirigíaatodos—.¿Ojitoheinterrumpido?Nadielerespondió.Colgósucapotedeunaestacaclavadaenelmuroyseacercó

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alamesa.—¿Quétal?—preguntó.Cogiólatazaquehabíadejadosobrelamesaylametió

enelbarreño—.NoquedavinodijoaMaría—.Anda,sacaalgodelpellejo.Maríacogióelcuenco,sefuehastaelpellejopolvoriento,deformeyennegrecido,

suspendidodelmuro,conelpescuezoparaabajo,ysoltóeltapóndeunadelaspatas.Pablo lamirómientras se arrodillaba levantando el cuenco y observó atentamentecómoelligerovinorojocaíaenelcuencohaciendoruido.

—Cuidado—dijo—;elvinoestáyamásabajodelaalturadelpecho.Nadiedijonada.—Mehebebidodesdeelombligohastaelpecho—dijoPablo—.Eslaracióndel

día.Pero¿quéesloquepasa?¿Habéisperdidotodoslalengua?Nadiedijonada.—Ciérralobien,María—ordenó—.Noledejesquesederrame.—Haymuchovinotodavía—dijoAgustín—.Podrásemborracharte.—Uno que ha encontrado su lengua —dijo Pablo, haciendo un gesto hacia

Agustín—.Enhorabuena.Creíquealgotehabíadejadomudo.—¿Elqué?—preguntóAgustín.—Mivuelta.—¿Creesquetuvueltatieneimportancia?«Está acaso preparándose para ello—pensó Robert Jordan—. Quizás Agustín

vayaadar elgolpe.Desde luego, leodia comoparaeso.Yono leodio.No,no leodio.Medesagrada,perono leodio.Aunqueesahistoriade losojosarrancados lecolocaenunaclaseaparte.Pero,alfinyalcabo,essuguerra.Nopodemostenerleconnosotrosduranteestosdosdías.Voyaquedarmeaunladodetodoesto.Hehechounavezel imbécilestanocheyestoy resueltoa liquidarle.Perono tengoganasdehacerotravezel imbécil.Ynoconvienemontarundueloapistolaniprovocarunescándalocontodaesadinamitaenlacueva.Pablohapensadoenello,naturalmente,y tú, ¿habías pensado en ello? Y Agustín, tampoco. Mereces todo lo que puedasucederte.»

—Agustín—llamó.—¿Qué?—contestóAgustín,elevandounamiradahoscayapartándoladePablo.—Tengoquehablarcontigo—dijoRobertJordan.—Luego.—No,ahora—dijoRobertJordan—.Porfavor.Robert Jordan se había acercado a la entrada de la cueva y Pablo seguía sus

movimientosconlosojos.Agustín,alto,conlasmejillashundidas,sepusoenpieyseleacercó.Semovíaadisgustoydespectivamente.

—¿Has olvidado lo que hay en los sacos?—le preguntóRobert Jordan en vozbaja.

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—Leche—dijoAgustín—.Unosehabitúaatodoyluegoseolvida.—Yotambiénlohabíaolvidado.—Leche —repitió Agustín—. ¡Leche! Somos unos imbéciles. —Se volvió

despreocupadamente hacia lamesa y tomó asiento junto a ella—. Toma un trago,Pablo,hombre—dijo—.¿Quétalvanloscaballos?

—Muybien—contestóPablo—.Yahoranievamenos.—¿Creesquevaadejardenevar?—Sí—dijoPablo—.Caemenosnieveyloscopossonahorapequeñosyduros.

Elvientovaacontinuar,perolanieveseva.Elvientohacambiado..—¿Creesqueestaráclaromañanaporlamañana?—lepreguntóRobertJordan.—Sí—contestóPablo—.Creoquemañanahará frío,peroestarádespejado.Se

estálevantandoelviento.«Mírale—sedijoRobertJordan—.Ahoraesunsanturrón.Hacambiadocomoel

viento.Tienelacarayelcuerpodeuncerdoyséqueesunasesinodecategoría;perotiene la sensibilidaddeunbuenbarómetro.Sí, tambiénel cerdoesunanimalmuyinteligente.Pablonosodia;oquizánonosodieyodiesolamentenuestrosproyectos.Nosmete enuncallejón sin salida con suodioy sus insultos, pero cuandovequeestamosdispuestosaacabarconél,cambiadeactitudyvuelveaempezarcomosinohubierapasadonada.»

—Tendremos buen tiempo para lo del puente, inglés —dijo Pablo a RobertJordan.

—¿Lotendremos?—preguntóPilar—.¿Quiénes?—Nosotros—contestóPablo, y bebió un tragode vino—. ¿Por quéno?Lohe

pensadobienmientrasestabaafuera.¿Porquénoponernostodosdeacuerdo?—¿Enqué?—preguntólamujer—.¿Enquétenemosqueponernosdeacuerdo?—En todo —le contestó Pablo—; en ese asunto del puente. Yo estoy ahora

contigo.—¿Estásahoraconnosotros?—lepreguntóAgustín—.¿Despuésde loquehas

dicho?—Sí—dijoPablo—;conestecambiodeltiempohecambiadotambiényo.Agustínmoviólacabeza.—Eltiempo—dijo,yvolvióamoverlacabeza—.Despuésdelosbofetonesque

tehedado.—Asíes—dijoPablosonriendoypasándoselamanoporlaboca—.Despuésde

eso,también.RobertJordanobservabaaPilar,que,asuvez,mirabaaPablocomosifueraun

animalextraño.Quedabaaúnenelrostrodeellalasombraquelaconversacióndelosojosarrancadoshabíaextendido.Comoqueriendoalejarla,moviólacabeza;luegolaechóhaciaatrásydijo:

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—Oye—dirigiéndoseaPablo.—¿Quéquieres?—¿Quéesloquetepasa?—Nada—contestóPablo—.Hecambiadodeopinión,yesoestodo.—Hasestadoescuchandoalapuerta—dijoella.—Sí—dijoél—;peronopudeoírnada.—Tienesmiedodequetematen.—No—dijo,mirandoporencimadelataza—;notengomiedo.Ytúlosabes.—Entonces,¿quétehapasado?—preguntóAgustín—.Haceunmomentoestabas

borracho,nosinsultabasatodos,noqueríastrabajarenelasuntoquellevamosentremanos, hablabas de que podíamos morir de una manera sucia, insultabas a lasmujeresyteoponíasatodoloquehabíaquehacer.

—Estababorracho.—¿Yahora?—Ahorayanoestoyborracho—dijoPablo—,yhecambiadodeparecer.—Quetecreaelquequiera—dijoAgustín—;yo,no.—Mecreasonomecreas—dijoPablo—,nohaynadiecomoyoparallevartea

Gredos.—¿AGredos?—Eselúnicositioadondepodremosirdespuésdevolarelpuente.Robert Jordanmiró a Pilar y se llevó lamano a la oreja, del lado que no veía

Pablo,golpeándolaligeramenteconungestointerrogativo.Lamujeraseveróyvolvióaaseverar.DijoalgoaMaríaylamuchachaseacercó

aJordan.—Dice que es seguro que lo ha oído todo—susurróMaría al oído de Robert

Jordan.—Entonces, Pablo—dijo Fernando, con mucha formalidad—, ¿estás ahora de

acuerdoconnosotrossobreelasuntodelpuente?—Sí, hombre—contestóPablo, ymiró aFernando a los ojos,mientras asentía

conlacabeza.—¿Deveras?—preguntóPrimitivo.—Deveras—replicóPablo.—¿Y crees que podemos tener éxito? —preguntó Fernando—. ¿Tienes ahora

confianzaenello?—¿Cómono?¿Notienesconfianzatú?—Sí;peroyohetenidosiempreconfianza.—Tendréqueirmedeaquí—dijoAgustín.—Hacefríofuera—replicóPabloentonoamistoso.—Quizá—dijoAgustín—;peronopuedoseguirmástiempoenestemanicomio.

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—Nollamesaestacuevamanicomio—dijoFernando.—Unmanicomiodelocoscriminales—dijoAgustín—.Ymevoyantesdeque

yotambiénmevuelvaloco.

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CapítuloXVIII

«ESTOESCOMOUNTIOVIVO—pensóRobertJordan—.Noesuntiovivocomoesosquegiranalegrementealossonesdeunorganillo,conloschicosmontadossobrevacasdecuernosdorados,dondehaysortijasqueseensartanconbastonesalpasar,alaluzvacilantedelgas,enlasprimerassombrasquecaensobrelaAvenidadelMaine;unodeesostiovivosinstaladosentreunpuestodepescadofritoyunabarracaenlaquegira laRueda de la Fortuna, con las tiras de cuero golpeando los compartimientosnumeradosylaspirámidesdeterronesdeazúcar,quesirvencomopremio.No,noesesa clase de tiovivo, aunque haya gente esperando aquí, igual que esperan allí loshombresconlasgorrascaladasylasmujeresconsuschaquetasdepunto,descubiertalacabezaybrillandoelcabelloa la luzdelgas,mientrascontemplan fascinadas laRueda de la Fortuna que da vueltas. Esta es otra clase de rueda y gira en sentidovertical.Estaruedahadadoyadosvueltas.Esunaruedamuygrande,sujetaporuncompás,ycadavezquegiravuelvealpuntodepartida.Unodesusladosesmásaltoqueelotro,ycuandovuelveadescenderosencontráisenellugardepartida.Notienepremiosdeningunaclase,ynadiemontaríaenellaporgusto.Seencuentraunoarribaytienequedarlavueltasinhaberabrigadolamenorintencióndesubirseaella.Nohaymásqueunasolavuelta,grande,elíptica,quenoselevaynosdejacaerdespués,volviendoallugardedondepartimos.Henosaquídevueltaotravezsinquenadasehayasolucionado.»

Hacíacalorenlacuevayfueraelvientohabíaamainado.Jordanestabasentadoala mesa, con su cuaderno ante él, calculando la parte técnica de la explosión delpuente.Hizo tresdibujos, calculó las fórmulasy señaló elmétodode explosiónendos dibujos tan sencillos como los dibujos de las escuelas de párvulos, para queAnselmo pudiese terminar el trabajo en el caso en que a él le ocurriera algúnaccidenteduranteelprocesodelademolición.Acabólosdibujosylosestudió.

María,sentadajuntoaél,lemirabaporencimadelhombro.JordansedabacuentadelapresenciadePabloalotro ladode lamesayde lapresenciade losotros,quecharlaban y jugaban a las cartas. Vio asimismo que los olores de la cueva habíancambiado;yanoeranlosdelacomidaylacocina,sinoqueestabanhechosdehumo,tabaco,vinotintoyeloloragrioydescaradodeloscuerpos.CuandoMaría,quelemirabamientrasconcluíasudibujo,pusosumanosobrelamesa,Jordanlacogió,lalevantóhastalaalturadesurostroyrespiróelolordeaguayjabónbastoquehabíausado la muchacha para fregar la vajilla. Volvió a dejar la mano en la mesa, sinmirarla,ycomosiguiótrabajandonovioquelamuchachasesonrojaba.Maríadejólamanoenelmismositio,cercadeladeél,peroJordannovolvióacogerla.

Había terminadoelplandelademoliciónypasóaotrapáginapararedactar las

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instrucciones. Pensaba fácilmente y con claridad, y lo que estaba escribiendo lecomplacía.Llenódospáginasdelcuadernoylasreleyóatentamente.

«Creo que eso es todo—sedijo—.Estámuy claro y no creo que haya dejadolagunas. Los dos puestos serán destruidos y el puente volará conforme a lasinstruccionesdeGolz;yhastaahíllegamiresponsabilidad.Nuncadebierahabermeembarcado en esta historia de Pablo. Eso se arreglará de una manera o de otra.TendremosaPablo,onotendremosaPablo.Entodocaso,nomeimportanada.Peroloquenoharéserávolverasubirmealtiovivo.Mehesubidodosvecesydosveces,después de dar la vuelta, me he encontrado en el punto de partida. Nome subirémás.»

CerróelcuadernoymiróaMaría.—Hola,guapa—ledijo—.¿Hascomprendidoalgodeesto?—No,Roberto—dijolamuchacha,ypusosumanosobreladeél,queaúntenía

ellápizentresusdedos—.¿Hasacabado?—Sí,ahoratodoquedaexplicadoyorganizado.—¿Quées loquehaces, inglés?—preguntóPabloalotro ladode lamesa.Sus

ojosestabandenuevoturbios.Jordan le miró atentamente. «No te subas a la rueda. No te subas a la rueda,

porquecreoquevaacomenzaradarlavuelta.»—Estabaestudiandoelasuntodelpuente—respondióconamabilidad.—¿Ycómovaeso?—preguntóPablo.—Muybien—contestóJordan—.Todomarchamuybien.—Yo he estado estudiando la cuestión de la retirada —dijo Pablo, y Robert

Jordanescrutósusojosdecerdoborrachoyluegomiróelcuencodevino.Estabacasivacío.

«Mantentelejosdelarueda;estáempezandoabeber.Claro,peroyonovolveréasubirme a esa rueda. ¿No se dice que Grant estuvo borracho la mayor parte deltiempoquedurólaguerracivil?Porsupuesto,estababorracho.PeroGrantsesentiríafuriosoconlacomparaciónsipudieraveraPablo.Además,Grantfumabahabanos.Sería conveniente encontrar un habano para Pablo. Era lo que hacía falta paracompletarsurostro:unhabanoamediomasticar.¿PodríaencontrarseunhabanoparaPablo?»

—¿Yquétalmarchaeso?—preguntócortésmenteRobert.—Muybien—contestóPablosesudamente,moviendolacabezacondificultad—.

Muybien.—¿Haspensadoalgo?—preguntóAgustín,desdeelrincónenqueseencontraba

jugandoalascartas.—Sí—contestóPablo—.Hepensadoalgunascosas.—¿Ydóndelashasencontrado?¿Enesavasija?—intervinoAgustín.

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—Puede ser—repusoPablo—. ¿Quién sabe?María, lléname el cuenco; haz elfavor.

—Enelodredebedehaberbuenasideas—dijoAgustín,volviendoasuscartas—.¿Porquénotedejascaerdentroylasbuscas?

—No—dijoPablocalmosamente—.Lasbuscoenlavasija.«Tampocoélsubealarueda—pensóJordan—.Laruedatienequegirarsolaen

estos momentos. No creo que pueda cabalgarse en ella mucho tiempo seguido.ProbablementeeslaRuedadelaMuerte.Mealegrodequelahayamosabandonado.Mehesubidodosvecesyyameestabamareando.Perolosborrachos,losmiserablesy los realmente crueles siguen en ella hasta morir. La ruedecita sube y baja y elmovimientonoesnuncaigualalanterior.Déjalagirar.Loqueesamí,novolveránahacermesubir.No,migeneral;hedesechadoesarueda,generalGrant.»

Pilarestabasentadajuntoalfuego,conlasillavueltademaneraquepodíaverporencimadelhombroalosdosjugadores,quelevolvíanlaespalda.Estabaobservandoeljuego.

«Lomásrarodeaquíeslatransicióndelamuertealavidafamiliar.Cuandoesamalditaruedadesciendeescuandoteatrapa.Peroyomeheapartadodeella.Nadiepodrá obligarme a subir de nuevo», estaba pensando Robert. «Hace dos días nisiquierasabíaquePilar,Pabloylosotrosexistieran.NohabíanadaparecidoaMaríaenestemundo.Eraseguramenteunmundomássencillo.YohabíarecibidodeGolzinstrucciones claras que parecían perfectamente hacederas, aunque presentabanciertasdificultadesyarrastrabanciertasconsecuencias.Creíaque,unavezdemolidoel puente, volvería a las líneas o no volvería a ellas. Si tenía que volver, llevabaintencióndepedirunpermisoparapasarmeunosdíasenMadrid.Nosedanpermisosenestaguerra,perocreoquehubierapodidoconseguirdosotresdíasenMadrid.»

EnMadrid se proponía comprar algunos libros, ir al Hotel Florida, tomar unahabitaciónydarseunbañobiencaliente.EnviaríaaLuis,elportero,enbuscadeunabotelladeajenjo,sieraposibleencontraralgunaenlasMantequeríasLeonesasoencualquierotrositiocercadelaGranVía,ysequedaríaacostado,leyendo,despuésdelbaño,ybebiendounparde copasde ajenjo.Después telefonearía alGaylord,parapreguntarsipodíairacomerallí.

NolegustabacomerenlaGranVía,porquelacomidanoerarealmentebuena,yademás había que llegar pronto si se quería comer algo. Y también había por allídemasiadosperiodistasqueélconocíaynolegustabaquedarseconlabocacerrada.Tenía ganas de beber unos ajenjos y de charlar en confianza. Iría, por tanto, alGaylord, a cenar conKarkov,porqueen elGaylord tenían cerveza auténticayunopodíaenterarsedelosúltimosacontecimientosdelaguerra.

LaprimeravezquellegóaMadridnolegustóelGaylord,elhoteldeMadridenque se habían instalado los rusos, porque el lugar le pareció demasiado lujoso, la

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comidademasiadobuenaparaunaciudadsitiaday lacharlademasiadocínicaparaunaguerra.«Peromedejécorromperfácilmente.¿Porquénocomerlomejorquesepuedacuandosevuelvedeunamisióncomoésta?»Ylacharlaquehabíaencontradodemasiadocínica laprimeravezque lahabíacompartido, resultódesgraciadamentedemasiado veraz. «Cuando acabe con esto, tendré muchas cosas que contar en elGaylord.Sí,cuandoacabeconesto.»

¿PodíallevaraMaríaalGaylord?No,nopodía.Peroladejaríaenelhotel,dondeella tomaríaunbañocalientey laencontraría listaalvolverdelGaylord.Sí,podríahacerloasí.LuegolehablaríadeellaaKarkovypodríallevarlamástardeparaquelaconociesen,porquetendríancuriosidadyquerríanconoceralamuchacha.

QuizánofueranisiquieraalGaylord.PodríancomertempranoenlaGranVíayarreglárselasparavolverprontoalFlorida.«PerotúsabesqueirásalGaylord,porquetienesmuchosdeseosdevolveravertodoaquello;tienesganasdecomerdenuevoaquellosplatosyquieresverdenuevo todoese lujoyesebienestarcuandoacabescon tumisión.DespuésvolverásalFloridayMaríaestaráallí.Pues teesperará.Teesperará, sí, cuando este asunto se termine. Si logro salir de este asuntome habréganadoelderechoaunacomidaenelGaylord.»

El Gaylord era el lugar en donde se encontraban los famosos generalescampesinos y obreros, que, sin ninguna preparación militar, habían surgido delpueblopara tomar lasarmasacomienzosde laguerra,ymuchosdeelloshablabanruso.Esa fue suprimeradesilusiónunosmeses antesy sehabíahechoa símismoalgunasobservaciones irónicasapropósitodeello.Peromás tardesediocuentadecómo habían sucedido las cosas, y le pareció bien. Eran, en efecto, campesinos yobrerosquehabíantomadoparteenlarevoluciónde1934yquetuvieronquehuirdelpaíscuandofracasó;enRusia losenviarona laescuelamilitaryal InstitutoLenin,dirigidopor elKomintern, con el fin de prepararlos para los próximos combates ydarleslainstrucciónnecesariaparaejercerunmando.

ElKomintern se había preocupado de su instrucción. En una revolución no sepuede reconocer delante de gente extraña que se ha recibido ayuda de éstos o deaquéllos, ni conviene sabermás de lo que corresponde. Eso era algo que él habíaaprendido.Siunacosaesfundamentalmentejusta,importapocoquesemienta.Perosementíamucho.Alprincipionolehabíagustadolamentira.Odiabalamentira.Mástardeempezóagustarle.Eraunsignodequeyanoeraunextraño,pero lamentiraacababasiempreporcorromper.

EraenelGaylorddondeunopodíaenterarsedequeValentínGonzález,llamadoel Campesino, no fue nunca un campesino, sino un antiguo sargento de la LegiónExtranjeraquedesertóyhabíacombatidojuntoaAbd-el-Krim.Bueno,nohabíanadamalo en ello; ¿por qué había de haberlo?Era preciso contar con jefes campesinosdispuestosenaquellaclasedeguerra,yunverdaderojefecampesinocorríaelpeligro

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deparecersedemasiadoaPablo.Nosepodíaaguardarlallegadadelverdaderojefecampesino,y,porlodemás,quizátuvierademasiadosrasgoscampesinoscuandoseleencontrara. Por consiguiente, había que fabricarse uno. Por lo que había visto delCampesino,consubarbanegra, susgruesos labiosdemulatoysusojosdemiradafija y febril, Jordan se decía que debía de ser tan difícil de manejar como unverdaderojefecampesino.Laúltimavezquelevioparecíahabersetragadosupropiapropaganda y creerse que era realmente un campesino. Era un hombre decidido yvaliente; no había otro más valiente en todo el mundo. Pero, Dios, hablabademasiado.Ycuandoseacalorabadecíaloqueleveníaalalengua,sinpreocuparsede las consecuencias de su indiscreción. Las consecuencias habían sido yaconsiderables.Era,noobstante,unmaravillosojefedebrigada,enlosmomentosenquetodoparecíaestarperdido.Porqueélnosabíanuncacuándoestabatodoperdidoyaunquetodohubieraestadoperdido,élhubierasabidocómosalirdelpaso.

En el Gaylord se encontraba uno también con el albañil Enrique Líster, deGalicia, que mandaba una división y que hablaba ruso. Y se encontraba allí unotambiénconelebanistaJuanModesto,deAndalucía,aquienseleacababadeconfiaruncuerpodeejército.NohabíasidoprecisamenteenelPuertodeSantaMaríadondeaprendióelruso,aunquehubierasidocapazdehaberhabidoallíunaescuelaBerlitzpara uso de ebanistas.De todos los jóvenesmilitares, era el hombre en quienmásconfiabanlosrusos,porqueeraunverdaderohombredepartidoalcientoporciento,comodecíanlosrusos,orgullososdeutilizarestetérminotanamericano.ModestoeramuchomásinteligentequeLísteryelCampesino.

Sí,elGaylorderaelsitioadondehabíaqueirparacompletarunosueducación.Unoseenterabaallídecómo iban lascosasynodecómosedecíaque iban.Yencuantoaél,nohabíahechomásquecomenzarsupropiaeducación.Sepreguntabasile quedaría tiempo para completarla. El Gaylord era una buena cosa. Era lo quenecesitaba.Alprincipio,eneltiempoenqueaúncreíaentodasaquellastonterías,elGaylord le había impresionado. Pero ahora sabía lo suficiente cómo aceptar lanecesidadde todas lasmentiras,y loqueaprendíaenelGaylordnohacíamásquerobustecer su feen laqueél teníacomo laverdad.Estabacontentosabiendocómopasabanrealmentelascosasynocómosesuponíaquetendríanquepasar.Semientesiempreenlasguerras,perolaverdaddeLíster,ModestoyelCampesinovalíamásque todas lasmentiras y todas las leyendas. Bueno, un día se les diría a todos laverdad.Ymientras tanto, estaba satisfechodequehubieseunGaylordendondeélpudieraaprenderporcuentapropia.

Sí, ése era el sitio adonde iría enMadrid, después de haberse comprado unoslibros,habersedadounbañocaliente,habersebebidounpardetragosyhaberleídounpoco.PerotodoaquellolohabíaplaneadoantesdequeMaríaentraseeneljuego.Bueno,podríantenerdoshabitacionesyellapodríahacerloquequisieramientrasél

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ibaalGaylordyvolvíaabuscarla.Maríahabíaestadoesperandoenlasmontañastodoaqueltiempo.Podríaaguardar

unpocomásenelHotelFlorida.DispondríanparaellosdetresdíasenMadrid.Tresdíasesmuchotiempo.Podría

llevarlaaveraloshermanosMarx,en«UnanocheenlaOpera».Aquellapelículalahabían estado proyectando tres meses y seguramente seguirían proyectándola tresmesesmás.AMaría legustaríanloshermanosMarxenlaOpera.Sí,seguroquelegustarían.

HabíadesdeelGaylordunbuen trechohastaaquellacueva.No,en realidadnohabía tanta distancia. La distancia realmente grande era la del regreso de aquellacuevahastaelGaylord.HabíaestadoconKashkinporvezprimeraenelhotel,ynolegustó. Kashkin le había llevado porque quería presentarle a Karkov, y queríapresentarleaKarkovporqueKarkovdeseabaconocernorteamericanosyporqueeraun gran admirador de Lope de Vega, el mayor admirador de Lope de Vega en elmundo y decía queFuenteovejuna era el drama más grande que se había escrito.Puedequefueraverdad,aunqueJordannopensabalomismo.

LehabíagustadoKarkov,peronoellugar.Karkoveraelhombremásinteligentequehabía conocido.Calzababotasnegrasdemontar, pantalóngrisy chaquetagristambién.Tenía lasmanosy lospiespequeñosyun rostroyuncuerpodelicados,yunamaneradehablarquerociabadesalivaauno,porqueteníalamitaddelosdientesestropeados. A Robert Jordan se le antojó un tipo cómico cuando le vio por vezprimera. Pero descubrió en seguida que teníamás talento ymás dignidad interior,másinsolenciaymáshumorquecualquierotrohombrequehubieraconocido.

ElGaylord lehabíaparecidodeun lujoyunacorrupción indecentes.Pero¿porqué los representantes de unapotencia quegobernaba la sexta parte delmundonopodíangozardealgunascosasagradables?Bueno,gozabandeellasyJordan,molestoal principio, había acabado por aceptarlo y hasta por verlo con agrado.Kashkin lehabíapresentadoaélcomountipomagnífico,yKarkovempezódesplegandoconélunacortesíaimpertinente.Peroluego,comoJordannoselasdiodehéroe,sinoquesepusoacontarunahistoriamuydivertidayescabrosaen laquenoquedabaenmuybuen lugar, Karkov pasó de la cortesía a una franqueza grosera y luego a unainsolenciaabierta,hastaqueacabaronhaciéndosebuenosamigos.

Kashkin no era más que tolerado en aquel lugar. Había ciertamente un puntooscuro en supasadoyvino aEspaña ahacerméritos.Noquisierondecirle enquéconsistía, pero quizá se lo dijeran ahora, ahora que Kashkin había muerto. Fueracomofuera,Karkovyélsehabíanhechograndesamigos,yéltambiénhabíahechoamistad con aquella mujer asombrosa, aquella mujercita morena, flaca, siemprefatigada, amorosa, nerviosa, despojada de toda amargura, aquellamujer de cuerpoesbelto, poco cuidadosa de sí misma, aquella mujer de cabellos negros, cortos,

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entrecanos,queeralamujerdeKarkovyqueservíacomointérpreteenlaunidaddetanques.Tambiénsehabíahechoamigode laamantedeKarkov,que teníaojosdegato,cabellosdeororojizo,másrojosomásdorados,segúnelpeluquerodeturno,uncuerpoperezosoy sensual, hechopara amoldarse conotro cuerpo, unabocahechapara moldearse con otra boca y una cabeza estúpida, una mujer extremadamenteambiciosayextremadamenteleal.Aquellamujergustabadechismesyseentregabapasajeramente a otros amores, cosa que parecía divertir a Karkov. Se contaba queKarkov tenía otramujermás, aparte la de la unidad de tanques, o quizá dos, peronadie lo sabíaconcerteza.ARobert Jordan legustabanmucho tanto lamujer, a laqueconocía,comolaamante.Pensabaqueprobablementetambiénlegustaríalaotra,de conocerla, concediendo que la hubiese. Karkov tenía buen gusto enmateria demujeres.

HabíacentinelasconlabayonetacaladadelantedelapuertacocheradelGaylordyseríaaquellanocheel lugarmásconfortabledelMadridsitiado.Legustaríaestarallí,envezdedondeseencontraba,aunque,despuésde todo,seestababien,ahoraquelaruedasehabíaparado.Ylanieveseestabaparandotambién.

Le gustaría presentar aMaría aKarkov; pero no podría llevarla alGaylord sinpedirpermiso,yhabríaqueaveriguarantescómoibanarecibirledespuésdeaquellaexpedición.Golzestaríaallíencuantoelataquehubieseterminado,ysiJordanhabíatrabajadobien, todoelmundolosabríaporGolz.GolzseburlaríadeélacausadeMaría.SobretododespuésdeloquehabíaoídodeciraJordanapropósitodesufaltadeinterésporlaschicas.

Se inclinó para llenar su taza de vino en la vasija que había delante de Pablo,diciendo:«Contupermiso».

Pablo asintió con la cabeza. «Está metido en sus planes militares, supongo»,pensóRobertJordan.«Noquierebuscarunaefímerafamaenlabocadelcañón,sinola solución de algún problema en el fondo de la botella. De cualquier manera, elmarrajohadebidodesersumamenteastutoparahaberconseguidollevaradelanteconéxito esta banda durante tanto tiempo.» Miró a Pablo y se preguntó qué jefe deguerrilla habría sido en la guerra civil de losEstadosUnidos. «Hubomontañas enella», pensó; «pero sabemos muy pocas cosas sobre ellos». No se trataba de losQuantrill,nidelosMosby,nidesupropioabuelo;sinodelospequeños,delosqueoperabanenlosbosques.Yporloquesereferíaalabebida,¿fueGrantrealmenteunborracho?Suabuelodecíaquelofue.Grantestabasiempreunpocobebidohacialascuatro de la tarde, decía, y enVicksburg, cuando el asedio, estuvo completamenteborracho durante dos días. Pero el abuelo decía que funcionaba de un modoenteramente normal aunque hubiese bebido. Lo difícil era despertarle. Pero si selograbadespertarle,entoncesseconducíaconenteranormalidad.

Hasta elmomentonohabía habidoningúnGrant ni ningúnShermanni ningún

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StonewallJacksonenningunodelosdosbandosdelaguerra.No,nisiquieraningúnJebStuart.NisiquieraunSheridan.PerohabíahabidomontañasdeMacClellans.Losfascistasposeíanmuchosynosotrosteníamostresporlomenos.

Nohabíavistoningúngeniomilitarenaquellaguerra.Niuno.Nicosaqueseleparecieraniporelforro.

Kleber,LucaszyHanshabían trabajadobienporsupartedurante ladefensadeMadridconlasbrigadasinternacionalesyluegoestabaaquelviejocalvo,congafas,engreído y estúpido, como una lechuza, incapaz de mantener una conversación,valerosoypesadocomountoro,elviejoMiaja,conunareputaciónhechaagolpesdepropagandaytancelosodelapublicidadqueledebíaaKleber,queobligóalosrusosa relevarle del mando y enviarle a Valencia. Kleber era un buen soldado, aunquelimitado,yhablabamuchoparaelpuestoqueocupaba.Golzeraunbuengeneral,unbuensoldado,perosiempreselemantuvoenunaposiciónsubalternaynuncaseledejó libertadde acción.Este ataque era el asuntomás importantequehabía tenidoentre susmanoshasta elpresente.YRobert Jordannoestabamuycontento con loquehabíasabidodelataque.DespuésestabaGall,elhúngaro,quedeberíahabersidofusiladodeserciertaslamitaddelascosasquesecontabandeélenelGaylord.Yaunquesólofueranciertasundiezporciento,pensóRobertJordan.

HubieraqueridoverlabatallaenlamesetamásalládeGuadalajara,dondefueronderrotados los italianos. Pero entonces estaba él enExtremadura.Hans se lo contóunanocheenelGaylord,haciéndoselovertodoconlamayorclaridad,ydeesohacíados semanas. Hubo unmomento en que todo estaba perdido, cuando los italianosrompieron las líneas cerca deTrijueque. Si la carretera deTorija-Brihuega hubierasidocortada,habríaquedadocopadalaBrigada12.Pero,sabiendoqueteníamosqueentendérnoslaconitalianos,lehabíadichoHans,nosarriesgamosaunamaniobraquehubierasidoinjustificadaconcualquieraotraclasedetropas.Ytuvoéxito.

Hans se lohabía explicado todo con susmapasdebatalla.Siempre los llevabaconsigo, y parecía aún maravillado y feliz de aquel milagro. Hans era un buensoldadoyunbuencompañero.LastropasdeLíster,deModestoydelCampesinosecomportaronbienenaquellabatalla, lehabíadichoHans.Elméritocorrespondíaalos jefes y a la disciplina que los jefes imponían. Pero Líster, el Campesino yModesto habían ejecutado varias de las maniobras que aconsejaron los militaresrusos.Parecíanalumnospilotosquecondujesenunavióndedoblemando,demaneraqueelprofesorpudieraintervenirsielalumnocometíaunerror.Enfin,aquelañosepondríaenclarotodoloquehubiesenaprendido.Alcabodeciertotiemponohabríadoble mando y se les vería manejar entonces divisiones y cuerpos de ejércitoenteramentesolos.

Eran comunistas y tenían sentido de la disciplina. La disciplina que ellosimplantabanharíabuenossoldados.Lístereraferozeneso.Eraunverdaderofanático

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y tenía por la vidahumanaundesprecio español.Enmuypocos ejércitos desde lainvasión del Occidente por los tártaros, se había ejecutado sumariamente a loshombrespormotivostaninsignificantescomobajosumando.Perosabíacómohacerdeunadivisiónunaunidaddecombate.Porqueunacosaeramantenerunaposición.Otra, atacarla y tomarla, y otra muy distinta hacer maniobrar a un ejército encampaña,sedecíaRobertJordan,sentadojuntoalamesa.«Porloquehevisto,megustaríavercómoselasbandeaLístercuandosesuprimanlosdoblesmandos.Peroquizá no se supriman —pensó—. Falta saber si se suprimirán. O si acaso sonreforzados.Mepreguntocuáles laposturarusaentodoeso.HayqueiralGaylordparasaberlo.HaymontonesdecosasquequierosaberyquenosabrémásqueenelGaylord.»

Durante algún tiempo creyó que elGaylord le hacía daño.Era lo contrario delcomunismo puritano a estilo religioso de Velázquez 63, el palacete madrileñotransformadoencuartelgeneraldelabrigadainternacional.EnVelázquez63unosesentíamiembrodeunaordenreligiosa.LaatmósferadelGaylordestabamuyalejadade la sensación que se experimentaba en el cuartel general delQuintoRegimientoantesquefueradisueltoyrepartidoentrelasbrigadasdelnuevoejército.

Allíseteníalasensacióndeparticiparenunacruzada.Eralaúnicapalabraquepodíautilizarse,aunquesehubierautilizadoysehubieraabusadotantodeella,queestabaresobadayhabíaperdidoyasuverdaderosentido.Unoteníalaimpresiónallí,apesardetodalaburocracia,laincompetenciaylasbregasdelospartidos,comolaqueseesperateneryluegonosetieneeldíadelaprimeracomunión:elsentimientode la consagración a un deber en defensa de todos los oprimidos del mundo, unsentimientodelqueresultatanembarazosohablarcomodelaexperienciareligiosa,unsentimientotanauténtico,sinembargo,comoelqueseexperimentaalescucharaBachoalmirarlaluzquesecuelaatravésdelasvidrierasenlacatedraldeChartres,oen lacatedraldeLeón,omirandoaMantegna,ElGrecooBrueghelenelPrado.Eraesoloquepermitíaparticiparencosasquepodíaunocreerenteramenteyenlasque se sentía uno unido en entera hermandad con todos los que estabancomprometidos en ellas. Era algo que uno no había conocido antes aunque loexperimentabayqueconcedíaunaimportanciaaaquellascosasyalosmotivosquelas movían, de tal naturaleza que la propia muerte de uno parecía absolutamenteinsignificante, algo que sólo había que evitar porque podía perjudicar elcumplimientodeldeber.Perolomejordetodoeraqueunopodíahaceralgoporesesentimientoyafavordeél.Unopodíaluchar.

«Así es que has luchado», se dijo.Y en la lucha ese sentimiento de pureza sepierdeentrelosquesobrevivenysehacenbuenoscombatientes.Nuncaduramásdeseismeses.

La defensa de una ciudad es una forma de la guerra en la que se puede tener

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semejante sensación. La batalla de la Sierra había sido así. Allí lucharon con laverdadera camaradería de la revolución. Allí arriba, cuando hubo que reforzar ladisciplina,élhabíacomprendidoyaprobado.Bajolosbombardeosalgunoshombreshuyeronpormiedo.Élviocómo los fusilabany losdejabanhincharse,muertos, albordedelacarretera,sinquenadiesepreocupasedeellossinoeraparaquitarleslasmuniciones y los objetos de valor. Quitarles las municiones, las botas y loschaquetonesdecueroeracosaordinaria.Despojarlosdelosobjetosdevaloreraunacosapráctica.Asíeraelúnicomediodeimpedirqueloscogieranlosanarquistas.

Parecíajustoynecesariofusilara losfugitivos.Nohabíanadamaloenello.Lafugaeraegoísta.«Losfascistashabíanatacadoynosotrosloshabíamosdetenidoenaquella ladera de las montañas del Guadarrama, con sus rocas grises, sus pinosenanosysustojos.Resistimosenlacarreterabajolasbombasdelosavionesyluegobajo los obuses, cuando trajeron la artillería, y por la noche, los supervivientescontraatacaronylosobligaronaretroceder.Mástarde,cuandolosfascistasintentarondeslizarse por la izquierda, colándose entre las rocas y los árboles, nosotrosaguantamos en el Clínico, disparando desde las ventanas y el tejado, aunque elloslograron infiltrarsepor losdos ladosy supimosentonces loqueeraestarcercados,hasta el momento en que el contraataque los rechazó de nuevo, más allá de lacarretera.

«Enmediodetodoaquello,entreelmiedoqueresecalabocaylagarganta,entreel polvo levantado por los escombros y el pánico de la pared que se derrumba,tirándoseuno al suelo entre el fulgor y el estrépito deunagranada, limpiandounaametralladora,apartandoa losque laservían,queyacencon lacaracontraelsuelocubierto de cascotes, protegiendo la cabeza para tratar de arreglar el cargadorencasquillado,sacandoelcargadorroto,enderezandolascintas,pegándose luegoalsuelodetrásdelrefugio,barriendodespuésconlaametralladoralacarretera,hicisteloqueteníasquehacerysabíasqueestabasenlocierto.Entoncesconocisteeléxtasisdelabatalla,conlabocasecayconelterrorqueapunta,aunsinllegaradominar,yluchasteaquelveranoyaquelotoñoportodoslospobresdelmundo,contratodaslastiranías,portodaslascosasenlasquecreíasyporunmundonuevo,paraelquetueducación te había preparado. Aquel invierno aprendiste a sufrir y a despreciar elsufrimientoenloslargosperíodosdefrío,dehumedadybarro,decavaryconstruirfortificaciones.Ylasensacióndelveranoydelotoñodesaparecíabajoelcansancio,la faltade sueño, la inquietudy la incomodidad.Peroaquel sentimientoestabaallíaún y todo lo que se sufría no hacía más que confirmarlo. Fue en aquellos díascuandosentisteaquelorgulloprofundo,sanoysinegoísmo...Todoaquelorgullo,enelGaylord, te hubiera hecho pasar por un pelmazo imponente.No, no te hubierasencontradoagustoenelGaylordenaquellos tiempos.Erasdemasiado ingenuo.Tehallabasenunaespeciedeestadodegracia.PeroquizánofueraelGaylordasípor

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entonces. No, en efecto, no era así por entonces. No era así en absoluto. Porque,sencillamente,elGaylordnoexistía.»

Karkovlehabíahabladodeaquellaépoca.Poraquellosdíaslosrusos,lospocosque había en Madrid, estaban en el Palace. Robert Jordan no llegó a conocer aninguno de ellos. Eso fue antes de que se organizaran los primeros grupos deguerrilleros,antesdequeconocieraaKashkinyalosotros.Kashkinhabíaestadoenelnorte,enIrúnyenSanSebastiányenelcombatefrustradohaciaVitoria.NollegóaMadridhastaeneroymientrastantoRobertJordanhabíacombatidoenCarabanchely enUseradurante aquellos tres días enque contuvieron el ataquedel ala derechafascista sobreMadrid,haciendo retrocedera losmorosyalTercio,arrojándolosdecasa en casa, hasta limpiar aquel suburbio destrozado, al borde de la meseta grisquemadaporelsol,estableciendounalíneadedefensaalolargodelasalturasquepudiese proteger aquella parte de la ciudad; y en aquellos tres días Karkov habíaestadoenMadrid.

Karkovnosemostrabacínicocuandohablabadeaquellosdías.Aquéllosfueronunos días en los que todo parecía perdido y de los que cada cual guardaba ahora,mejorqueunadistinciónhonorífica,lacertidumbredehaberobradobiencuandotodoparecíaperdido.ElGobiernosehabíamarchadodelaciudad,llevándoseensuhuidatodosloscochesdelministeriodelaGuerra,yelviejoMiajatuvoqueirenbicicletaa inspeccionar las defensas. Jordan no podía creer en aquella historia. No podíaimaginarseaMiaja enbicicleta,ni siquiera enunalardede imaginaciónpatriótica;peroKarkovdecíaqueeraverdad.Claroesque,comolohabíaescritoasíparaquesepublicara en los periódicos rusos, probablemente había deseado creerlo después deescribirlo.

Pero había otra historia que Karkov no había escrito. Había en el Palace tresheridos rusos,de loscualeseraél el responsable:dosconductoresde tanquesyunaviador,lostresheridosdemasiadogravesparaqueselespudieratrasladar,ycomoporentonceserade lamayor importanciaquenohubierapruebasde laayudarusa,quehubiesejustificadolaintervenciónabiertadelosfascistas,Karkovfueencargadodequeaquellosheridosnocayesenenmanosde los fascistas,enelcasodeque laciudadfueraabandonada.

Si laciudadibaaserabandonada,Karkovteníaqueenvenenarlos,paradestruirtodas laspruebasdesu identidad,antesdesalirdelPalace.Nadiedebíahallarseencondiciones de probar, por los cuerpos de los tres hombres heridos, uno con tresheridas de bala en el abdomen, otro con la mandíbula destrozada y las cuerdasvocalesaldesnudo,yeltercero,conelfémurhechoañicosporunabalaylasmanosylacaratanquemadasquelehabíandesaparecidolascejas,laspestañasyelcabello,que eran rusos. Nadie podría decir, por los cadáveres de aquellos tres hombresheridos,queéldejaríaensulechoenelPalace,queeranrusos.Porquenadapuede

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probarqueuncadáverdesnudoesunruso.Lanacionalidadylasideaspolíticasnosemanifiestancuandounohamuerto.

Robert Jordan había preguntado a Karkov cuáles habían sido sus sentimientoscuandosevioantelanecesidaddehacertalcosa,yKarkovlehabíarespondidoquela situación no había sido muy halagüeña. «¿Cómo pensaba hacerlo usted?», lepreguntóRobertJordan,añadiendo:«Noestanfácil,comoustedsabe,envenenaralagenteenunmomento.»YKarkovlehabíadicho:«¡Oh,sí!,cuandosetieneencimatodoloquehacefalta,paraelcasoenqueunotenganecesidaddeello.»Luegohabíaabierto su pitillera y había enseñado aRobert Jordan lo que llevaba en una de lastapas.«Peroloprimeroqueharán,sicaeustedprisionero,seráquitarlelapitillera—habíaadvertidoRobertJordan—.Leharánlevantarlasmanos.»

—Llevotambiénunpocoaquí—habíadichoKarkov,mostrandolasolapadesuchaqueta—.Bastaconponerlasolapaenlaboca,así,morderytragar.

—Esoestámuchomejor—habíadichoRobertJordan—.Perodígame,¿hueleaalmendrasamargas,comosediceenlasnovelaspolicíacas?

—Nolosé—habíarespondidoKarkov,muydivertido—.Noloheolidojamás.¿Quiereustedquerompamosunodeesostubitosparaolerlo?

—Serámejorqueloguarde.—Sí—habíadichoKarkov,volviendoaguardarselapitilleraenelbolsillo—.No

soy un derrotista, usted me entiende; pero es posible en cualquier momento quepasemosporunpercancegrave,ynopuedeunoprocurarseestoencualquierparte.¿Ha leído usted el comunicado del frente de Córdoba? Es precioso. Es micomunicadopreferidoporelmomento.

—¿Quédice?—preguntóRobertJordan.AcababadellegardelfrentedeCórdobaysentíaeseenfriamientosúbitoqueseexperimentacuandoalguienbromeasobreunasuntosobreelquesólounotienederechoabromear—.¿Quéesloquedice?

—Nuestragloriosa tropasigaavanzandosinperderunasolapalmade terreno—habíadichoKarkov,ensuespañolpintoresco.

—Noesposible—dijoRobertJordancontonoincrédulo.—Nuestras gloriosas tropas continúan avanzando sin perder un solo palmo de

terreno—había repetido Karkov en inglés—. Está en el comunicado. Lo buscaré,paraquelovea.

Uno podía recordar a los hombres que habían muerto luchando en torno aPozoblanco, uno por uno, con sus nombres y apellidos. Pero en el Gaylord todoaquellonoeramásqueunmotivomásparabromear.

Asíera,pues,elGaylordenaquellosmomentos,ysinembargo,nosiemprehabíahabidounGaylord,ysilasituaciónactualeradeesasquehacennacercosascomoelGaylord,tanlejosdelossupervivientesdelosprimerosdías,élsesentíacontentoporhabervistoelGaylordyhaberloconocido.«Estásahoramuylejosdeloquesentías

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en la Sierra, en Carabanchel y en Usera. Te dejas corromper fácilmente. Pero ¿escorrupción o sencillamente que has perdido la ingenuidad de tus comienzos? ¿Noocurrirálomismoentodoslosterrenos?¿Quiénconservaensustareasesavirginidadmentalconlaquelosjóvenesmédicos,losjóvenessacerdotesylosjóvenessoldadoscomienzanpor locomúna trabajar?Lossacerdotes laconservan,obienrenuncian.Creo que los nazis la conservan, pensó, y los comunistas, si tienen una disciplinainteriorlosuficientementesevera,también.PerofíjateenKarkov.»

NosecansabanuncadeconsiderarelcasodeKarkov.Laúltimavezquehabíaestado en el Gaylord, Karkov había estado deslumbrante a propósito de ciertoeconomista británico que había pasado mucho tiempo en España. Robert Jordanconocíalostrabajosdeesehombredesdehacíaañosylehabíaestimadosiempresinconocerle.Nolegustabamucho,sinembargo,loquehabíaescritosobreEspaña.Erademasiado claro y demasiado sencillo. Robert Jordan sabía que muchas de lasestadísticasestabanfalseadasporunespejismooptimista.Perosedecíaquees rarotambiénquegustenlasobrasconsagradasaunpaísqueseconocerealmentebienyrespetabaaaquelhombreporsubuenaintención.

Por último, había acabado por encontrárselo una tarde durante la ofensiva deCarabanchel.Jordanysuscompañerosestabansentadosalresguardodelasparedesdelaplazadetoros,habíatiroteoalolargodelasdoscalleslaterales,ytodosestabanmuy nerviosos aguardando el ataque. Les prometieron enviarle un tanque, que nohabía llegado, y Montero, sentado, con la cabeza entre las manos, no cesaba derepetir:«Nohavenidoeltanque.Nohavenidoeltanque.»

Eraundíafrío.Yelpolvoamarillentovolabaporlascalles.Monterofueheridoenelbrazoizquierdoyelbrazoseleestabaentumeciendo.

—Noshace faltaun tanque—decía—.Tenemosqueesperaral tanque,peronopodemosaguardarmás.—Suheridalehabíahechoirascible.

RobertJordanhabíasalidoenbuscadeltanque.Monterodecíaquepodíasucederque estuviese detenido detrás del gran edificio que formaba ángulo con la vía deltranvía. Y allí estaba, en efecto. Sólo que no era un tanque. Los españoles, porentonces,llamabantanqueacualquiercosa.Eraunviejoautoblindado.Elconductornoqueríaabandonarelángulodeledificiopara llegarhasta laplaza.Estabadepie,detrásdelcoche,conlosbrazosapoyadosenlacoberturametálicaylacabeza,quellevabametida en un casco de cuero, apoyada sobre los brazos.Cuando Jordan sedirigióa él, el conductor se limitóamover la cabeza.Por fin se irguió sinmirar aJordanalacara.

—Notengoórdenes—dijo,conairehosco.RobertJordansacólapistoladelafundayapoyóelcañóncontralachaquetade

cuerodelconductor.—Estas son tus órdenes—le dijo. El hombre sacudió la cabeza,metida en un

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pesadocascodecueroforrado,comoelqueusanlosjugadoresderugby,ydijo:—Notengomunicionesparalaametralladora.—Hay municiones en la plaza —le dijo Robert Jordan—. Vamos, ven.

Cargaremoslascintasallí.Vamos.—Nohaynadieparadisparar—dijoelconductor.—¿Dóndeestá?¿Dóndeestátucompañero?—Muerto—respondióelconductor—;ahídentro.—Sácale—dijoRobertJordan—.Sácaledeahí.—No quiero tocarle—dijo el chófer—. Además está doblado en dos, entre la

ametralladorayelvolante,ynopuedopasarsintocarle.—Vamos—replicóJordan—.Vamosasacarleentrelosdos.Sehabíagolpeadolacabezaalsaltaralcocheblindado,haciéndoseunapequeña

heridaenlaceja,quecomenzóasangrarcorriéndolelasangreporlacara.Elmuertoeramuypesadoysehabíaquedadotantiesoquenoselepodíamanejar.

Jordan tuvo que golpearle la cabeza para sacársela de donde se había quedadoembutida, con la cara hacia abajo, entre el asiento y el volante. Lo consiguiófinalmente,pasandolarodillapordebajodelacabezadelcadáver,luegotirándoledelacintura,y,unavezsueltalacabeza,consiguiósacarloporlaportezuela.

—Échameunamano—habíadichoalconductor.—Noquierotocarle—contestóelchófer.YenesosmomentosRobertJordanvioquelloraba.Las lágrimaslecorríanpor

lasmejillasaunoyotro ladode lanariz, surcandosu rostrocubiertodepolvo.Lanariztambiénlegoteaba.

Depie,juntoalaportezuela,tiródelcadáver,quecayósobrelaacera,juntoalosraílesdeltranvía,sinperderlaposiciónquetenía,dobladoporlamitad.Sequedóallí,elrostrodeuncolorcenicientosobrelaaceradecemento,lasmanosplegadasdebajodelcuerpo,comoestabaenelvehículo.

—Sube,condenado—dijoRobertJordan,amenazandoalchóferconlapistola—.Subeahoramismo,tedigo.

Justamente entonces vio al hombre que salía de detrás del edificio.Llevaba unabrigomuylargoylacabezaalaire;teníacabellosgrises,pómulossalientesyojoshundidosymuycercaunodeotro.LlevabaenlamanounpaquetedeChesterfield,ysacandouncigarrillo se loofrecióaRobert Jordanque,conelcañónde lapistola,empujabaalchóferobligándoleasubiralcocheblindado.

—Unmomento, camarada—dijo aRobert Jordan, en español—. ¿Puede ustedexplicarmealgosobrelabatalla?

RobertJordancogióelcigarroqueseletendíayseloguardóenelbolsillodesumono azul demecánico. Había reconocido al camarada por las fotografías. Era eleconomistabritánico.

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—Vete a la mierda —le dijo en inglés. Luego, dirigiéndose al conductor, enespañol—: Tira para abajo, hacia la plaza. ¿Comprendes? —Y había cerrado lapesadaportezuelaconunfuertegolpe.Empezaronadescenderporlalargapendiente,mientras las balas repiqueteaban contra los costados del coche, haciendo un ruidocomo de cascotes arrojados contra una caldera de hierro. Luego la ametralladoraabriófuegoconunmartilleocontinuo.Sedetuvieronalllegaralarrimodelaplaza,en donde los carteles de la última corrida de octubre se exhibían aún junto a lasventanillas, al lado del lugar donde estaban las cajas demuniciones apiladas y yaabiertas.Loscamaradas,armadosdefusiles,con lasbombasen loscinturonesyenlosbolsillos,losaguardaban,yMonterohabíadicho:«Bueno,yatenemoseltanque.Ahorapodemosatacar.»

Después,aquellamismanoche,cuandosetomaronlasúltimascasasdelacolina,Jordan, tumbado cómodamente detrás de una cómoda pared de ladrillos, en la quehabíaunagujeroabierto,queservíaderefugioydetronera,contemplabaelhermosocampodetiroqueseextendíaentreellosyelrebordeadondelosfascistassehabíanretirado,ypensabaconunasensacióndecomodidadcasivoluptuosaenlacrestadelacolina, en donde había un hotelito destrozado que protegía su flanco izquierdo. Sehabíaacostadosobreunmontóndepaja,conlasropashúmedasdesudor,ysehabíaenvueltoenunamantaparasecarse.Tumbadoallí,pensóeneleconomistayseechóareír.Luegosearrepintiódesudescortesía.Peroenelmomentoenqueelhombrelehabíatendidouncigarrilloenpagodesusinformes,elodiodelcombatientehaciaelquenocombatesehabíaadueñadodeél.

SeacordabadelGaylordydeKarkovhablandodeaquelhombre.—De manera que se encontró usted con él —dijo Karkov—. Yo no pasé del

PuentedeToledoaqueldía.Élestuvo,porlodemás,muycercadelfrente.Creoquefuesuúltimodíadebravura.SefuedeMadridalamañanasiguiente.FueenToledodondesecomportóconmásbravura,porloquecreo.EnToledoestuvoformidable.Fue uno de los artífices de la toma del Alcázar. Tenía usted que haberle visto enToledo. Creo que gran parte de nuestro éxito en aquel lugar se lo debemos a susconsejosyasusesfuerzos.Fuelaporciónmásestúpidadelaguerra.Allísellegóallímitedelatontería.Pero,dígame,¿quésepiensadeélenAmérica?

—En América—había dicho Robert Jordan— se cree que está muy bien conMoscú.

—Noloestá—dijoKarkov—;perotieneunacaramagníficaysuaspectoysusmodalesconsiguengranéxito.Conunacaracomolamíanosepuedeirmuylejos.Lopocoquehe logradoha sidoadespechodemicara,yaquenadiemequierenitieneconfianzaenmíacausadeella.Peroesetipo,Mitchell, tieneunacaraqueesunafortuna.Esunacaradeconspirador.Todoslosquesabenalgodeconspiradores,porhaberloleídoenloslibros,tienenprontoconfianzaenél.Yademástienemodales

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deconspirador.Noselepuedeverentrarenunahabitaciónsincreerinmediatamentequeseestáenpresenciadeunconspiradordeprimerorden.Todosesoscompatriotasricos de usted que sentimentalmente quieren ayudar a la Unión Soviética, segúncreen,oasegurarsecontraunéxitotriunfaldelpartido,venenseguidaenlacaradeesehombreyensusmodalesaalguienquenopuedemenosdeserunagentedetodaconfianzadelKomintern.

—¿YnotienerelacionesconMoscú?—No.Oiga,camaradaJordan,¿conoceustedlabromasobrelasdosespeciesde

idiotas?—¿Elidiotacorrienteyelfastidioso?—No.LasdosclasesdeidiotasquetenemosnosotrosenRusia.—Karkovsonrió

yprosiguiódiciendo—:Primeramente,estáelidiotadeinvierno.Elidiotadeinviernollegaalapuertadetucasaylagolpearuidosamente.Salesaabrirley,alverle,tedascuenta dequeno le conoces.Tieneun aspecto impresionante.Esungran tipo conbotas altas, abrigo de piel, gorro de piel y llega enteramente cubierto de nieve.Comienzasacudiéndoselasbotasyquitándoselanieve.Luegosequitasuabrigodepiel,losacudeycaemásnieve.Luegosequitasugorrodepielylosacudecontralapuerta.Caemásnievedesusombrerodepiel.Luego,golpeaconsusbotasyentraenelsalón.Entonceslemirasyvesqueesunidiota.Eselidiotadeinvierno.Enveranovemosunidiotaquevacalleabajosacudiendolosbrazosyvolviendolacabezaaunoyotrolado,ycualquierareconoceadoscientosmetrosqueesidiota.Eselidiotadeverano.Puesbien,eseeconomistaesunidiotadeinvierno.

—Pero¿porquéconfíanenéllasgentesdeporaquí?—preguntóRobertJordan.—Porsucara—repusoKarkov—.Porsumagníficagueuledeconspirateur,por

sujetadeconspiradoryporsuextraordinariatretadellegarsiempredeotraparte,endonde esmuy considerado ymuy importante. Desde luego—añadió, sonriendo—hay que viajar mucho para que esa treta tenga éxito continuo. Pero usted sabe loextraños que son los españoles—prosiguióKarkov—. Este gobierno esmuy rico.Tienemuchooro.Peronodanadaalosamigos.¿Ustedesamigo?Muybien,ustedharáloqueestáhaciendopornadaynodebeesperarningunarecompensa.Peroalasgentesquerepresentanunafirmaimportanteounpaísquenoestábiendispuestoyque conviene propiciar, a esas gentes les dan todo lo que quieran. Resulta muyinteresantecuandosepuedeseguirdecercaestefenómeno.

—Amínomeagrada.Además,esedineropertenecealostrabajadoresespañoles.—Noescosadequelegusteonoleguste.Loúnicoqueseesperadeustedesque

lo entienda—ledijoKarkov—Siempreque leveo le enseñoalgonuevo,ypuedeocurrirque,coneltiempo,llegueatenerunabuenaeducación.Seríamuyinteresanteparausted,siendoprofesor,estarbieneducado.

—No sé si seré profesor cuando vuelva a casa. Probablementeme echarán por

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rojo.—Bueno,entoncespodráustedira laUniónSoviéticaaproseguirsusestudios.

Seráacasolamejorsoluciónparausted.—¡Perosimiespecialidadeselespañol!—Haymuchospaísesendondesehablaespañol—dijoKarkov—.Ynodebende

ser todos tandifícilesdeentendercomoEspaña.Tieneustedque recordar,además,quedesdehacenuevemesesnoesustedprofesor.Ennuevemeseshaaprendidoustedquizásunnuevooficio.¿Cuántoslibrosdedialécticahaleídousted?

—HeleídoelManualdelMarxismo,deEmilBurns.Nadamásqueeso.—Silohaleídoustedhastaelfinal,esunbuencomienzo.Tienemilquinientas

páginasypuedeunoentretenerseencadaunadeellasunpocodetiempo.Perohayotrascosasquedebieraustedleer.

—Notengotiempodeleerahora.—Ya lo sé —dijo Karkov—. Quiero decir después. Hay muchas cosas que

convieneleerparacomprenderalgodeloqueestápasando.Detodoellosaldráundíaunlibro,unlibroqueserámuyútilyqueexplicarámuchascosasquehayquesaber.Quizáloescribayo.Confíoenseryoquienloescriba.

—Noséquiénpodríahacerlomejor.—Nomeaduleusted—dijoKarkov—.Yosoyperiodista;pero,comotodoslos

periodistas, quisierahacer literatura.En estosmomentos estoymuyocupado enuntrabajosobreCalvoSotelo.Eraunverdaderofascista,unverdaderofascistaespañol.Franco y todos los demás no lo son.He estado estudiando todos los escritos y losdiscursos de Calvo Sotelo. Era muy inteligente y fue muy inteligente el que lemataran.

—Yocreíaqueustednoerapartidariodelasesinatopolítico.—Sepracticamuyamenudo—explicóKarkov—.Muyamenudo.—Pero...—Nocreemosen losactos individualesde terrorismo—dijoKarkov,sonriendo

—. Y todavía menos, desde luego, cuando son perpetrados por criminales o pororganizacionescontrarrevolucionarias.Odiamosladoblezylaperfidiadeesashienasasesinas de destructores bujarinistas y esos desechos humanos, como Zinoviev,Kamenev,Rikovysussecuaces.Odiamosyaborrecemosaesosenemigosdelgénerohumano—dijo,volviendoasonreír—.Perocreo,sinembargo,quepuedodecirlequeelasesinatopolíticoseusamuyampliamente.

—¿Quiereusteddecir...?—Noquierodecirnada.Pero,indudablemente,ejecutamosyaniquilamosaesos

verdaderosdemonios,aesosdesechoshumanos,aesosperrostraidoresdegeneralesyaesosrepugnantesalmirantesindignosdelaconfianzaquesehapuestoenellos.

»Todosellossondestruidos;noasesinados.¿Veustedladiferencia?

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—Laveo—dijoRobertJordan.—Y porque gaste bromas de vez en cuando, y usted sabe lo peligrosas que

puedenresultarlasbromas,nocreaquelosespañolesvanadejardelamentarelnohaberfusiladoaciertosgeneralesqueahoratienenmandodetropas.Aunquenomegustanlosfusilamientos;¿mehacomprendido?

—Amínomeimportan—contestóRobertJordan—;nomegustan,peronomeimportan.

—Yalosé—contestóKarkov—;yamelohabíandicho.—¿Cree usted que tiene importancia?—preguntó Robert Jordan—. Yo trataba

solamentedesersincero.—Eslamentable—replicóKarkov—;peroesunadelascosasquehacenquese

tenga por seguras a gentes que, de otro modo, tardarían mucho tiempo en serclasificadasdentrodeesacategoría.

—¿Semeconsideraamídeconfianza?—En su trabajo, está usted considerado comodemucha confianza.Tendré que

hablar con usted de vez en cuando para ver lo que lleva dentro de la cabeza. Eslamentablequenohablemosnuncaseriamente.

—MicabezaestáensuspensohastaqueganemoslaguerraafirmóRobertJordan.—Entonces es posible que no necesite usted sumente enmucho tiempo. Pero

debierapreocuparsedeejercitarlaunpoco.—LeoMundoObrero—dijoRobertJordan,yKarkovrespondió:—Muybien,estámuybien.Yotambiénséaceptarunabroma.Además,haycosas

muyinteligentesenMundoObrero.Lasúnicascosasinteligentesquesehanescritoduranteestaguerra.

—Sí—afirmóRobert Jordan—; estoyde acuerdo conusted.Pero para hacerseunaideacompletadeloquesucedenobastaconleerelperiódicodelpartido.

—No—dijoKarkov—.Pero no llegará usted a hacerse esa idea ni aunque leaveinteperiódicos,y,porotraparte,aunquellegueahacérsela,nosabráquéhacerconella.Yotengoesaideasincesaryestoyintentandodeshacermedeella.

—¿Creeustedquevantanmallascosas?—Vanmejordeloquehanido.Estamosdesembarazándonosdelospeores.Pero

quedamuchapodredumbre.Estamosorganizandoahoraungranejército,yalgunosde los elementos, comoModesto, elCampesino,Líster yDurán, sonde confianza.Másquedeconfianza,sonmagníficos.Yaloveráusted.Yluegonosquedantodavíalasbrigadas,aunquesupapelestávariando.Perounejércitocompuestodeelementosbuenosy elementosmalosnopuedeganarunaguerra.Esprecisoque todoshayanllegadoaciertodesarrollopolítico.Esmenesterquesepantodosporquésebatenylaimportanciadeaquelloporloquesebaten.Esprecisoquetodoscreanenlaluchayque todos acaten la disciplina. Hicimos un gran ejército de voluntarios sin haber

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tenidotiempoparaimplantarladisciplinaquenecesitaunejércitodeestaclaseafindeconducirsebienbajoelfuego.Llamamosaésteunejércitopopular;peronotendránuncalasbasesdeunejércitopopularniladisciplinadehierroquelehacefalta.Yaloveráusted;elmétodoesmuypeligroso.

—Noestáustedhoymuyoptimista.—No—habíadichoKarkov—;acabodevolverdeValencia,endondehevistoa

muchagente.NuncasevuelvedeValenciamuyoptimista.EnMadridseencuentraunobien,setienepordecenteynosepiensaquepuedaperderselaguerra.Valenciaesotracosa.LoscobardesquehanhuidodeMadridsiguengobernandoallí.Sehaninstaladocomoelpezenelaguaen la incuriay laburocracia.Nosientenmásquedesprecio por los que se han quedado en Madrid. Su obsesión ahora es eldebilitamiento del comisariado de guerra. Y Barcelona. ¡Hay que ver lo que esBarcelona!

—¿Cómoes?—Es una opereta.Al principio, aquello era el paraíso de los chalados y de los

revolucionariosrománticos.Ahoraeselparaísodelossoldaditos.Delossoldaditosquegustandepavonearsedeuniforme,quegustande farolearyde llevarpañuelosrojinegros.Quelesgustatododelaguerramenosbatirse.Valenciaesparavomitar;Barcelona,paramorirsederisa.

—¿YlarevueltadelPOUM?—El POUM no fue nunca una cosa seria. Fue una herejía de chalados y de

salvajes,yenelfondonofuemásqueunjuegodeniños.Habíaallígentesvalerosas,peromaldirigidas.Habíauncerebrodebuenacalidadyunpocodedinerofascista.Nomucho.¡PobrePOUM!Enconjunto,unosidiotas.

—Perohubomuchosmuertosenlarevuelta.—Menosdelosquefueronfusiladosdespuésydelosqueseránfusiladostodavía.

ElPOUMllevabiensunombre.Noesunacosaseria.HubierandebidollamarlelaR.O.Ñ.A.oelS.A.R.A.M.P. I.Ó.N.,aunquenoescierto;elsarampiónesmáspeligroso.Puedeafectaralavistayaloído.Pero¿sabíaustedquehabíanorganizadoun complot paramatarme amí, paramatar aWalter, paramatar aModesto y paramatar aPrieto?Yave usted cómo lo confundían todo.No somos todos delmismopelaje. ¡PobrePOUM!Nohanmatado jamásanadie;nienel frentenienningunaparte.Bueno,enBarcelona,sí,aalgunos.

—¿Estuvoustedallíentonces?—Sí.Envié un artículo por cable describiendo la corrupción de aquella infame

turba de asesinos trotskistas y sus abyectas maquinaciones fascistas; pero entrenosotroslediréqueelPOUMnoesunacosaseria.Nineraelúnicoquevalíaalgo.Leatrapamos,perosenosescapódelasmanos.

—¿Dóndeestáahora?

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—EnParís.NosotrosdecimosqueestáenParís.Erauntipomuysimpático,peroteníaaberracionesenmateriapolítica.

—Yteníancontactosconlosfascistas,¿noesasí?—¿Yquiénnolostiene?—Nosotros.—¡Quién sabe! Espero que no. Usted pasa con frecuencia al otro lado de sus

líneas—dijosonriendo—.Lasemanapasada,elhermanodeunodelossecretariosdelaembajada republicanaenParíshizounviajeaSanJuandeLuzparaencontrarsecongentesdeBurgos.

—Megustamásel frente—habíadichoRobert Jordan—.Cuantomáscercaseestádelfrente,mejoressonlaspersonas.

—¿Legustaaustedmoversedetrásdelaslíneasfascistas?—Mucho;tenemosgentesmuybuenasporallí.—Bueno, como usted sabe, ellos deben de tener también gentes muy buenas

detrás de nuestras líneas. Les echamos el guante y los fusilamos, y ellos echan elguante a los nuestros y los fusilan. Cuando usted se encuentre con ellos, piensesiempreenlacantidaddegentesquedebenenviarellosparaacá.

—Yahepensadoenello.—Muybien—habíadichoKarkov—.Bueno,ustedyahapensadobastantepor

hoy.Vamos,acabeconesejarrodecervezaylárguese,porquetengoqueiraveralagentedearriba.Losgrandespersonajes.Yvuelvaustedpronto.

«Sí—pensabaRobertJordan—,seaprendemuchoenelGaylord.»Karkovhabíaleídoelúnicolibrosuyopublicadohastaentonces.Ellibronohabíasidounéxito.Noteníamás que doscientas páginas y no lo habían leído ni dosmil personas. Jordanhabíapuestoenél todo loquehabíadescubiertoenEspañaendiezañosdeviajeapie,envagonesdeterceraclase,enautobús,acaballo,alomodemulayencamiones.Conocía bien el País Vasco, Navarra, Galicia, Aragón, las dos Castillas yExtremadura.Había libros tanbuenos, como losescritosporBorrow,Fordyotros,queélnohabíasidocapazdeañadirgrancosa.PeroKarkovhabíadichoqueellibroerabueno.

—Esporesoporloquemetomolapenadeinteresarmeporusted.Meparecequeescribeusteddeunamaneraabsolutamenteverídica.Yesoesunacosamuyrara.Porellomegustaríaquesupieseustedciertascosas.

Muy bien, escribiría un libro cuando todo concluyese. Escribiría sólo sobre lascosasqueconocíarealmenteyqueconocíabien.«Peroseríaconvenientequefueseunescritormejordeloquesoyahoraparaentendérmelascontodoello.»Lascosasquehabíallegadoaconocerduranteaquellaguerranoerannadasencillas.

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CapítuloXIX

—¿QUÉHACESAHÍSENTADO?—lepreguntóMaría.Estabadepie,juntoaél,yJordanvolviólacabezaylesonrió.

—Nada—dijo—;estabapensando.—¿Enqué?¿Enelpuente?—No.Lodelpuenteestáconcluido.Estabapensandoenti,enunhoteldeMadrid

dondehayrusos,quesonamigosmíos,yenunlibroquealgúndíaescribiré.—¿HaymuchosrusosenMadrid?—No,muypocos.—Peroenlosperiódicosfascistassedicequehaycientosdemiles.—Esmentira.Haymuypocos.—¿Tegustanlosrusos?Elqueestuvoaquíeraunruso.—¿Tegustóati?—Sí.Estabaenfermaaqueldía;peromepareciómuyguapoymuyvaliente.—Muy guapo. ¡Qué tontería!—dijo Pilar—. Tenía la nariz aplastada como la

palmademimanoylacaracomoelculodeunaoveja.—Eraunbuenamigomíoyuncamarada—dijoRobertJordanaMaría—.Yole

queríamucho.—Claro—dijoPilar—;poresolemataste.Aloírestaspalabras,losqueestabanjugandoalascartaslevantaronlacabezay

PablomiróaRobertJordanfijamente.Nadiedijonada,peroalcabodeunmomentoRafaelelgitano,preguntó:

—¿Esesoverdad,Roberto?—Sí —dijo Robert Jordan. Lamentaba que Pilar lo hubiese dicho y hubiera

deseadonohaberlocontadoenelcampamentodelSordo—.Lohiceapeticiónsuya:estabagravementeherido.

—¡Qué cosa más rara! —dijo el gitano—. Todo el tiempo que estuvo connosotrosselopasóhablandodeesaposibilidad.Nosécuántasvecesleprometíquelemataríayo.¡Quécosamásrara!—insistió,moviendolacabeza.

—Eraunhombremuyraro—dijoPrimitivo—.Muyparticular.—Escucha—dijoAndrés,unodelosdoshermanos—,túqueeresprofesorytodo

eso,¿creesqueunhombrepuedesaberloquevaaocurrirle?—Estoy seguro de que no puede saberlo —dijo Robert Jordan. Pablo le

contemplabaconcuriosidadyPilarlemirabasinqueensurostrosereflejaseningunaexpresión—.Enelcasodeesecamaradarusoloquesucediófuequesehabíapuestomuy nervioso a fuerza de estar demasiado tiempo en el frente. Se había batido enIrún, donde, como sabéis, la cosa estuvomuy fea.Muy fea. Se batió luego en el

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Norte.Ycuando losprimerosgruposque trabajandetrásde las líneasse formaron,trabajó aquí, en Extremadura y en Andalucía. Creo que estaba muy cansado ynerviosoyseimaginabacosasraras.

—Debiódeverseguramentecosasmuyfeas—dijoFernando.—Comotodoelmundo—dijoAndrés—.Peroóyeme,inglés:¿creesquepuede

haberalgocomoeso,unhombrequesabedeantemanoloquevaasucederle?—Puesclaroqueno—fue la respuestadeRobert Jordan—;esonoesmásque

ignoranciaysuperstición.—Continúa—dijo Pilar—.Escuchemos lo que va a decirnos el profesor.—Le

hablabacomosehablaaunniñolisto.—Creoqueelmiedoproducevisionesdehorror—dijoRobertJordan—.Viendo

señalesdemalagüero...—Comolosavionesdeestamañana—dijoPrimitivo.—Comotullegada—añadiósuavementePablodesdeelotroladodelamesa.Robert Jordan le miró y vio que no era una provocación, sino algo pensado

sencillamenteenaltavoz.Entoncesprosiguió:—Cuandoelquetienemiedoveunaseñaldemalagüero,serepresentasupropio

fin y le parece que lo está adivinando, cuando en realidad no hace más queimaginárselo.Creoquenoesmásqueeso—concluyó—.Nocreoenogros,adivinosniencosassobrenaturales.

—Peroaqueltipodenombrerarovioclaramentesudestino—dijoelgitano—.Yasífuecomoocurrió.

—No lo vio —dijo Robert Jordan—. Tenía miedo de que pudiera ocurrirlesemejantepercanceyeltemorseconvirtióenobsesión.Nadiepodráconvencermedequellegóavernada.

—¿Niyo?—preguntóPilar.Recogiendounpuñadodepolvodealladodelfuego,losoplódespuésenlapalmadelamano—.¿Niyotampoco?

—No. Con todas tus brujerías, tu sangre gitana y todo lo demás, no podrásconvencerme.

—Porqueeresunmilagrodesordera—dijoPilar,cuyoenormerostroparecíamásgrandeymásrudoalaluzdelavela—.Noesqueseasunidiota.Eressimplementesordo.Unsordonopuedeoírlamúsica.Nopuedeoírlaradio.Entonces,comonolasoye,comonolashaoídonunca,dicequeesascosasnoexisten.¡Quéva,inglés!Yohevistolamuertedeaquelmuchachodenombretanraroensucara,comosihubieraestadomarcadaconunhierrocandente.

—Tú no has visto nada de nada —afirmó Robert Jordan—. Tú has vistosencillamenteelmiedoylaaprensión.Elmiedooriginadoporlascosasquetuvoquepasar.Laaprensión,porlaposibilidaddequeocurrieseelmalqueimaginaba.

—¡Qué va! —repuso Pilar—. Vi la muerte tan claramente como si estuviera

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sentadasobresushombros.Yaúnmás:sentíelolordelamuerte.—Elolordelamuerte—seburlóRobertJordan—.Seríaelmiedo.Hayunolora

miedo.—De lamuerte—insistióPilar—.Oye,cuandoBlanquet, elmásgrandede los

peonesdebregaquehahabido,trabajabaalasórdenesdeGranero,mecontóqueeldíadelamuertedeManolo,aliraentrarenlacapilla,caminodelaplaza,eloloramuertequedespedíaeratanfuerte,quecasipusomaloaBlanquet.YélhabíaestadoconManoloenelhotel,mientrassebañabaysevestía,antesdesalircaminode laplaza. El olor no se sentía en el automóvil, mientras estuvieron sentados juntos yapretadostodoslosqueibanalacorrida.Nilopercibiónadieenlacapilla,salvoJuanLuis de la Rosa. NiMarcial ni Chicuelo sintieron nada, ni entonces ni cuando sealinearonparaelpaseíllo.PeroJuanLuisestabablancocomouncadáver,segúnmecontóBlanquet,yéstelepreguntó:

»—¿Qué,tútambién?»—Tanto, que no puedo ni respirar—le contestó Juan Luis—. Y viene de tu

patrono.»—Pues nada—dijo Blanquet—; no hay nada que podamos hacer. Esperemos

quenoshayamosequivocado.»—¿Ylosotros?—preguntóJuanLuisaBlanquet.»—Nada—dijoBlanquet—;nada.PeroésehuelepeorqueJoséenTalavera.»Yporlatarde,eltorollamadoPocapena,deVeragua,deshizoaManolocontra

lostablonesdelabarrera,frentealtendidonúmero2,enlaplazadetorosdeMadrid.Yo estaba allí, con Finito, y lo vi, y el cuerno le destrozó enteramente el cráneo,cuando tenía la cabezaencajadaenel estribo, alpiede labarrera, adonde lehabíaarrojadoeltoro.

—Pero¿túolistealgo?—preguntóFernando.—No—repusoPilar—.Estabademasiadolejos.Estábamosenlafilaséptimadel

tendido 3. Por estar allí, en aquel lugar, pude verlo todo. Pero esa misma noche,Blanquet,que también trabajabaconJoselitocuandolemataron,se locontó todoaFinitoenFornos,yFinitolepreguntóaJuanLuisdelaRosasieracierto.PeroJuanLuis no quiso decir nada. Sólo asintió con la cabeza. Yo estaba delante cuandoocurrió,asíque,inglés,puedeserqueseassordoparaalgunascosas,comoChicueloyMarcialLalandaytodoslosbanderillerosypicadoresyelrestodelagentedeJuanLuisyManuelGranerolofueronenesaocasión.PeroniJuanLuisniBlanqueteransordos.Yyotampocolosoy;nosoysordaparaesascosas.

—¿Porquédicessordacuandosetratadelanariz?—preguntóFernando.—Leche—exclamóPilar—; eres tú quien debiera ser el profesor, en lugar del

inglés.Peroaúnpodríacontartecosas,inglés,ynodebesdudardeunacosaporquenopuedasverlanioírla.Túnopuedesoírloqueoyeunperroniolerloqueélhuele.

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Peroyahastenidodetodasmanerasunaexperienciadeloquepuedeocurrirleaunhombre.

Maríaapoyó lamanoenelhombrodeRobert Jordany lamantuvoallí.RobertJordan pensó de repente: «Dejémonos de tonterías y aprovechemos el tiempodisponible.»Perodespuésrecapacitó:erademasiadopronto.Habíaqueapurarloqueaúnquedabadelavelada.Asíesquepreguntó,dirigiéndoseaPablo:

—¡Eh,tú!,¿creesenestasbrujerías?—No lo sé —respondió Pablo—. Soy más bien de tu opinión. Nunca me ha

ocurrido nada sobrenatural.Miedo sí que he pasado algunas veces, ymucho. PerocreoquePilarpuedeadivinarlascosasporlapalmadelamano.Sinoestámintiendo,esposiblequehayaolidoesoquedice.

—¡Qué va! —contestó Pilar—. ¡Qué voy a mentir! No soy yo la que lo hainventado.EseBlanquet era un hombremuy serio y, además,muy devoto.No eragitano,sinounburguésdeValencia.¿Lehasvistoalgunavez?

—Sí—replicóRobertJordan—;lehevistomuchasveces.Erapequeño,decaragrisácea, pero no había nadie que manejase la capa como él. Se movía como ungamo.

—Justo—dijoPilar—.Tenía lacaragrisporunaenfermedaddelcorazóny losgitanos decían que llevaba lamuerte consigo, aunque era capaz de apartarla de uncapotazo,conlamismafacilidadconquetú limpiaríaselpolvodeestamesa.Yél,aunquenoeragitano,sintióelolordemuertequedespedíaJoséenTalavera.Nosécómo pudo notarlo por encima del olor a manzanilla. Pero Blanquet hablaba deaquelloconmuchasvacilacionesylosqueentoncesleescuchabandijeronquetodoesoeranfantasías,yqueloquehabíaolidoeraelolorqueexhalabaJoselitode lossobacos,porlamalavidaquellevaba.PeromástardevinoesodeManoloGranero,enloqueparticipótambiénJuanLuisdelaRosa.Desdeluego,JuanLuisnoeramuydecente,peroteníamuchahabilidadensutrabajoytumbabaalasmujeresmejorquenadie. Blanquet era serio ymuy tranquilo y completamente incapaz de contar unamentira.Yyotedigoquesentíelolordelamuertecuandotucompañeroestuvoaquí.

—No lo creo—insistió Robert Jordan—. Además, has dicho que Blanquet lohabía olido antes del paseíllo.Unosmomentos antes de que la corrida comenzase.PeroaquíKashkinyvosotrossalisteisbiendelodeltren.Kashkinnomurióentonces.¿Cómopudisteolerlo?

—Eso no tiene nada que ver —exclamó Pilar—. En la última temporada deIgnacio SánchezMejías olía tan fuertemente a muerte, que muchos se negaban asentarsejuntoaélenelcafé.Todoslosgitanoslosabían.

—Seinventanesascosasdespués—arguyóRobertJordan—;despuésqueeltipose hamuerto.Todo elmundo sabía que IgnacioSánchezMejías estaba a pique derecibir una cornada, porque había pasadomucho tiempo sin entrenarse, porque su

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estiloerapesadoypeligroso,yporquelafuerzaylaagilidadlehabíandesaparecidodelaspiernasysusreflejosnoeranloquehabíansidoantes.

—Desde luego—reconocióPilar—.Todoesoesverdad.Pero todos losgitanosestabanenteradosdequeolíaamuerte,ycuandoentrabaenVillaRosahabíaqueverapersonascomoRicardoyFelipeGonzález,queseescabullíanporlapuertadeatrás.

—Quizáledebierandinero—comentóRobertJordan.—Es posible—aseveró Pilar—. Es muy posible. Pero también lo olían. Y lo

sabíantodos.—Lo que dice ella es verdad, inglés—dijo Rafael, el gitano—. Es cosa muy

sabidaentrenosotros.—Nocreounasolapalabra—dijoRobertJordan.—Oye, inglés—comenzóadecirAnselmo—,yoestoyencontrade todasesas

brujerías.PeroestaPilartienefamadesabermuchodeesascosas.—Pero¿aquéhuele?—inquirióFernando—.¿Quéolortieneeso?Sihayunolor

amuerte,tienequeoleraalgodeterminado.—¿Quieres saberlo, Fernandito? —preguntó Pilar, sonriendo—. ¿Crees que

podríasolerlotú?—Siesacosaexisterealmente,¿porquénohabríadeolerlayotambiéncomootro

cualquiera?—¿Porquéno?—seburlóPilar,cruzandosusanchasmanossobrelasrodillas—.

¿Hasestadoalgunavezenalgúnbarco?—No.Niganas.—Entoncespodríasucederquenoloreconocieras.Porque,enparte,eselolorde

unbarcocuandohaytormentaysecierranlasescotillas.Siponeslanarizcontralaabrazadera de cobre de una escotilla bien cerrada, en un barco que va dandobandazos, cuando te empiezas a encontrarmal y sientes un vacío en el estómago,sabrásloqueeseseolor.

—Nopodríareconocerlo,porquenuncaheestadoenunbarco—dijoFernando.—Yoheestadoenunbarcomuchasveces—dijoPilar—.Para iraMéxicoya

Venezuela.—Bueno,yapartedeeso,¿cómoeselolor?—preguntóRobertJordan.Pilar,que

estabadispuestaarememorarorgullosamentesusviajes,lemiróburlonamente.—Está bien, inglés. Aprende. Eso es, aprende. Buena falta te hace. Voy a

enseñarte yo. Bueno, después de lo del barco, tienes que bajar muy temprano alMataderodelPuentedeToledo,enMadrid,yquedarteallí,sobreelsuelomojadoporla niebla que sube del Manzanares, esperando a las viejas que acuden antes delamanecer a beber la sangre de las bestias sacrificadas. Cuando una de esas viejassalgadelMatadero,envueltaensumantón,consucaragrisylosojoshundidosylospelosesosdelavejezenlasmejillasyenelmentón,esospelosquesalendesucara

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deceracomolosbrotesdeunapatatapodridayquenosonpelos,sinobrotespálidosenlacarasinvida,bien,inglés,acércate,abrázalafuertementeybésalaenlaboca.Yconoceráslaotrapartedelaqueestáhechoeseolor.

—Esomehacortadoelapetito—protestóelgitano—.Lodelosbroteshasidodemasiado.

—¿Quieresseguiroyendo?—preguntóPilaraRobertJordan.—Claroquesí—contestóél—.Siesnecesarioqueunoaprenda,aprendamos.—Esode los brotes en la cara de la viejameponemalo—repitió el gitano—.

¿Porquétienequeocurriresoconlasviejas,Pilar?Anosotrosnonospasalomismo.—No—se burló Pilar—. Entre nosotros, las viejas, que hubieran sido buenas

mozasensujuventud,anoserporqueibansiempretocandoeltamborgraciasalosfavoresdesumarido,esetamborquetodaslasgitanasllevanconsigo...

—Nohablesasí—dijoRafael—;noestábien.—Vaya, te sientesofendido—comentóPilar—.Pero¿hasvistoalgunavezuna

gitanaquenoestuvieraapuntodetenerunacriaturaoqueacabasedetenerla?—Tú.—Basta—dijoPilar—.Aquínohaynadieaquiennosepuedaofender.Loque

yoestabadiciendoesquelaedadtraelafealdad.Noesnecesarioentrarendetalles.Pero si el inglésquiere aprender adistinguir el olorde lamuerte, tieneque irse almataderoporlamañanatemprano.

—Iré —dijo Robert Jordan—; pero trataré de hacerme con ese olor mientraspasan, sinnecesidaddebesarlas.Amí tambiénmedanmiedoesosbrotes, comoaRafael.

—Besaaunadeesasviejas—insistióPilar—;bésalas,inglés,paraqueaprendas,y cuando tengas las narices bien impregnadas vete a la ciudad, y cuando veas uncajóndebasurallenodefloresmuertas,hundelanarizenélyrespiraconfuerza,paraqueeseolorsemezcleconelquetienesyadentro.

—Yaestáhecho—aseguróRobertJordan—.¿Quéflorestienenqueser?—Crisantemos.—Sigue—dijoRobertJordan—.Yaloshuelo.—Luego—prosiguióPilar—,esimportantequeseaundíadeotoñoconlluviao,

porlomenos,conalgodeneblina,ysino,aprincipiosdeinvierno.Yahoraconvienequesigascruzando laciudadybajespor lacallede laSalud,oliendo loqueoleráscuando estén barriendo las casas de putas y vaciando las bacinillas en lasalcantarillas, y con este olor a los trabajos de amor perdido,mezclado con el olordulzóndelaguajabonosayeldelascolillas,entusnarices,vetealJardínBotánico,endonde,porlanoche,laschicasquenopuedentrabajarensucasa,hacensuoficiocontralasrejasdelparqueysobrelasaceras.Allí,alasombradelosárboles,contralasrejasdelparque,esdondeellassatisfacentodoslosdeseosdeloshombres,desde

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losrequerimientosmássencillos,alpreciodediezcéntimos,hastaunapeseta,poresegrandiosoactograciasalcualnacemos.Yallí,sobrealgúnlechodefloresqueaúnnohayansidoarrancadasparaeltrasplante,yquehacenlatierramuchomásblandaqueelpavimentodelasaceras,encontrarásabandonadoalgúnsacodearpillera,enelquesemezclanlosoloresdelatierrahúmeda,delasfloresmustiasydelascosasquesehicieronaquellanocheallí.Enesesacoestarálaesenciadetodo,delatierramuerta,de los tallosde las floresmuertasyde suspétalospodridosydelolorqueesauntiempoeldelamuerteyeldelnacimientodelhombre.Meteráslacabezaenesesacoytratarásderespirardentrodeél.

—No.—Sí—dijoPilar—.Meteráslacabezaenesesacoyprocurarásrespirardentrode

él, y entonces, si no has perdido el recuerdo de los otros olores, cuando aspiresprofundamenteconoceráselolordelamuertequehadevenirtalycomonosotroslareconocemos.

—Muy bien —dijo Robert Jordan—. ¿Y dices que Kashkin olía a todo esocuandoestuvoaquí?

—Sí.—Bueno—exclamóRobert Jordan, gravemente—; si todo eso es verdad, hice

bienenpegarleuntiro.—¡Olé!—exclamóelgitano.Losotrossoltaronlacarcajada.—Muybien—aprobóPrimitivo—.Esolamantendrácalladaunbuenrato.—Pero,Pilar—observóFernando—,noesperarásquenadieconlaeducaciónde

donRobertovayaahacerunascosastanfeas.—No—reconocióPilar.—Todoesoesabsolutamenterepugnante.—Sí—asintióella.—Noesperarásquerealiceesosactosdegradantes,¿verdad?—No—contestóPilar—.Anda,vetealacama,¿quieres?—Pero,Pilar...—siguióFernando.—Calla la boca. ¿Quieres? —exclamó Pilar, agriamente. De pronto se había

enfadado—. No hagas el idiota y yo aprenderé a no hacer el idiota otra vez,poniéndomeahablarcongentequenoescapazdeentenderloqueunaestádiciendo.

—Confiesoquenoloentiendo—reconocióFernando.—No confieses nada y no trates de comprender—dijo Pilar—. ¿Está nevando

todavía?RobertJordanseacercóa labocade lacuevay, levantandolamanta,echóuna

ojeadaalexterior.Lanocheestabaclarayfríaylanievehabíadejadodecaer.Miróatravésdelostroncosdelosárboles,violanievecaídaentreellos,formandounmantoblanco,y,elevandolosojos,vioporentrelasramaselcieloclaroylímpido.Elaire

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ásperoyfríollenabasuspulmonesalrespirar.«ElSordovaadejarmuchashuellassiharobadoloscaballosestanoche»,pensó.

Ydejandocaerlamanta,volvióaentrarenlacuevallenadehumo.—Haaclarado—dijo—.Latormentahaterminado.

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CapítuloXX

ESTABATUMBADOENLAOSCURIDADesperandoquellegaselamuchacha.Nosoplabaelvientoylospinosestabaninmóvilesenlanoche.Lostroncososcurossurgíandelanievequecubríaelsueloyélestabaallí,tendidoenelsacodedormir,sintiendobajosu cuerpo la elasticidad del lecho que se había fabricado, con las piernas estiradaspara gozar de todo el calor del saco, el aire vivo y frío acariciándole la cabeza ypenetrandoporlasnarices.Bajolacabeza,tumbadocomoestabadecostado,teníaelenvoltoriohechoconsupantalónysuchaquetaenrolladosalrededordesuszapatos,aguisadealmohada,y,juntoalacadera,elcontactofríoymetálicodelapistola,quehabía sacadode su fundaal desnudarseyhabía atadoconuna correa a sumuñecaderecha.Apartó lapistolay sedejócaermásadentroenel saco, con losojos fijosmás allá de la nieve en la hendiduranegraquemarcaba la entradade la cueva.Elcieloestabaclaroylanievereflejabalasuficienteluzcomoparapoderdistinguirlostroncosdelosárbolesylasmasasdelasrocasenellugardondeseabríalacueva.

Poco antes de acostarse había cogido un hacha, había salido de la cueva y,pisando la nieve recién caída, había ido hasta la linde del claro y derribado unpequeño abeto. Había arrastrado el abeto en la oscuridad hasta la pared del murorocoso.Allí lohabíapuestodepie,y,sosteniendoconunamanoeltronco,lehabíaido despojando de todas las ramas.Luego, dejando éstas amontonadas, depositó eltroncodesnudosobrelanieveyvolvióalacuevaparacogerunatablaquehabíavistoapoyada contra la pared. Con esa tabla había escarbado en la nieve al pie de lamuralla rocosa y, sacudiendo las ramas para despojarlas de la nieve, las habíadispuestoen filas, comosi fueran lasplumasdeuncolchón,unasencimadeotras,hastaformarunlecho.Colocóluegoeltroncoalospiesdeeselechoderamas,paramantenerlasensusitio,ylosujetócondoscuñaspuntiagudas,cortadasdelamismatabla.

Luegovolvióalacueva,inclinándosebajolamantaparapasarydejóelhachaylatablacontralapared.

—¿Quéestabashaciendoafuera?—preguntóPilar.—Estabahaciéndomeunacama.—Nocortespedazosdemialacenaparahacerteunacama.—Sientohaberlohecho.—Notieneimportancia;haymástablonesenelaserradero.¿Quéclasedecamate

hashecho?—Alestilodemipaís.—Entonces,queduermasbien—dijoella.RobertJordanhabíaabiertounadelasmochilas,habíasacadoelsacodedormir,

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había puesto en su sitio los objetos que estaban envueltos en el saco y salió de lacuevaconelenvoltorioenlamano,agachándoseluegoparapasarpordebajodelamanta.Extendióelsacosobrelasramasdemaneraquelospiesestuviesencontraeltroncoy la cabezadescansara sobre lamuralla rocosa.Luegovolvió a entrar en lacuevapararecogersusmochilas;peroPilarledijo:

—Esaspuedendormirconmigocomoanoche.—¿Nosevanaponercentinelas?—preguntóJordan—.Lanocheestáclarayla

tormentahapasado.—IráFernando—habíadichoPilar.—MaríaestabaenelfondodelacuevayRobertJordannopodíaverla.—Buenasnochesatodoelmundo—habíadicho—.Voyadormir.De los que estaban ocupados extendiendo lasmantas y los bultos en el suelo,

frente al hogar, echando atrás mesas y asientos de cuero, para dejar espacio yacomodarse,sóloPrimitivoyAndréslevantaronlacabezaparadecir:

—Buenasnoches.Anselmoestabayadormidoenunrincón, tanbienenvueltoensucapayensu

manta,quenisiquieraseleveíalapuntadelanariz.Pablodormíaensusitio.—¿Quieres una piel de cordero para tu cama?—preguntó Pilar en voz baja a

RobertJordan.—No.Muchasgracias.Nomehacefalta.—Queduermasagusto—dijoella—.Yorespondodetumaterial.Fernando había salido con él. Se había detenido un instante en el lugar donde

Jordanhabíaextendidoelsacodedormir.—¡Quéideamásraraladedormiralsereno,donRoberto!—habíadicho,depie,

enlaoscuridad,envueltoensucapotehastalascejasyconlacarabinasobresaliendopordetrásdelaespalda.

—Tengocostumbredehacerloasí.Buenasnoches.—Desdeelmomentoenquetieneustedlacostumbre...—¿Cuándoeselrelevo?—Alascuatro.—Vaapasarustedmuchofríodeaquíaentonces.—Tengocostumbre—dijoFernando.—Desde el momento en que tiene usted costumbre... —había respondido

cortésmenteRobertJordan.—Sí —había dicho Fernando—, y ahora tengo que irme allá arriba. Buenas

noches,donRoberto.—Buenasnoches,Fernando.LuegoRobertJordansehizounaalmohadaconlaropaquesehabíaquitado,se

metióenelsacoy,allítumbado,sepusoaesperar.Sentíalaelasticidaddelasramas

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bajolacálidasuavidaddelsacoacolchado,yconelcorazónpalpitándoleylosojosfijosenlaentradadelacueva,másalládelanieve,esperaba.

Lanocheeraclaraysucabezaestabatanfríaytanclaracomoelaire.Respirabaelolordelasramasdepinobajosucuerpo,delasagujasdepinoaplastadasyelolormásvivodelaresinaquerezumabadelasramascortadas.Ypensó:«Pilaryelolordelamuerte.Amí,elolorquemeagradaeséste.Esteyeldeltrébolreciéncortadoyel de la salvia con las hojas aplastadas por mi caballo cuando cabalga detrás delganado,yelolordelhumodelaleñaydelashojasquesequemanenelotoño.Eseolor, el de las humaredas que se levantan de losmontones de hojas alineados a lolargodelascallesdeMissoula,enelotoño,debeserelolordelanostalgia.¿Cuáleselquetúprefieres?¿Eldelashierbastiernasconquelosindiostejensuscestos?¿Eldelcueroahumado?¿Elolordelatierraenprimavera,despuésdeunchubasco?¿Eldelmarquesepercibecuandocaminasentre los tojosenGalicia?¿OeldelvientoquesopladetierraalacercarseaCubaenmediodelanoche?Eseoloreseldeloscactus en flor, el de las mimosas y el de las algas. ¿O preferirías el del tocino,friéndose para el desayuno, por las mañanas, cuando estás hambriento? ¿O el delcafé?¿OeldeunamanzanaJonathan,cuandohincaslosdientesenella?¿Oeldelasidraenel trapiche?¿Oeldelpansacadodelhorno?Debesde tenerhambre.»Asípensóysetumbódecostadoyobservólaentradadelacuevaalaluzdelasestrellas,quesereflejabanenlanieve.

Alguien salió por debajo de la manta y Jordan pudo ver una silueta quepermanecíadepie juntoa laentradade lacueva.Oyódeslizarseaalguiensobre lanieveypudoverquelasiluetavolvíaaagacharseyentrabaenlacueva.

«Supongo que no vendrá antes que estén todos dormidos. Es una pérdida detiempo. La mitad de la noche ha pasado ya. ¡Oh, María! Ven pronto, María; nosquedapocotiempo.»Oyóelruidosordodelanievequecaíadeunarama.Soplabaunvientoligero.Losentíasobresurostro.Unaangustiasúbitaleacometióantelaideade que pudiera no llegar.El viento que se iba levantando, le recordaba que prontollegaríalamadrugada.Continuabacayendonievedelasramasalmoverelvientolascopasdelosárboles.

«Venahora,María.Ven,teloruego;venenseguida.Venahora.Noesperes.Yanovalelapenaqueesperesaqueseduermanlosdemás.»

Entonceslaviollegar,saliendodedebajodelamantaquecubríalaentradadelacueva.Sequedóparadauninstante,yaunqueestabasegurodequeeralamuchacha,nopodíaverloqueestabahaciendo.Silbósuavemente.Seguíacasiescondidajuntoala entradade la cueva, entre las sombrasqueproyectaba la roca.Por fin se acercócorriendo,consuslargaspiernassobrelanieve.Yuninstantedespuésestabaallí,derodillas, juntoalsaco,con lacabezaapretadacontra lasuyaquitándose lanievedelospies.Lebesóyletendióunpaquete.

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—Ponlocontualmohada—ledijo—;mehequitadolaropaparaganartiempo.—¿Hasvenidodescalzaporlanieve?—Sí—dijoella—;sóloconmicamisóndeboda.Laapretóentresusbrazosyellarestregósucabezacontrasubarbilla.—Apartalospies;losmíosestánmuyfríos,Roberto.—Ponlosaquíysetecalentarán.—No,no—dijoella—.Yasecalentaránsolos.Peroahoradimeenseguidaque

mequieres.—Tequiero.—¡Québonito!Dímelootravez.—Tequiero,conejito.—¿Tegustamicamisóndeboda?—Eselmismodesiempre.—Sí.Eldeanoche.Esmicamisóndeboda.—Pontuspiesaquí.—No.Eso sería abusar.Ya se calentarán solos.No tengo frío. La nieve los ha

enfriadoytúlossentirásfríos.Dímelootravez.—Tequiero,conejito.—Yotambiéntequieroysoytumujer.—¿Estándormidos?_No—respondióella—;peronopudeaguantarmás.Yademás,¿quéimporta?—Nada—dijoél.Ysintiendolaproximidaddesucuerpo,esbelto,cálidoylargo,

añadió—:Nadatieneimportancia.—Ponmelasmanossobrelacabeza—dijoella—ydéjameversisébesarte.Preguntóluego:—¿Lohehechobien?—Sí—dijoél—;quítateelcamisón.—¿Creesquetengoquehacerlo?—Sí,sinovasasentirfrío.—¡Quéva!Estoyardiendo.—Yotambién;perodespuéspuedessentirfrío.—No.Despuésseremoscomounanimalitoenelbosque,ytancercaelunodel

otro,queningunopodrádecirquiénesquién.¿Sientesmicorazónlatiendocontraeltuyo?

—Sí.Esunosólo.—Ahora, siente.Yo soy túy tú eresyo, y todo lodel uno esdel otro.Yyo te

quiero; sí, te quiero mucho. ¿No es verdad que no somos más que uno? ¿Te dascuenta?

—Sí—dijoél—.Asíes.

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—Yahora,siente.Notienesmáscorazónqueelmío.—Nipiernasnipiesnicuerpoquenoseanlostuyos.—Pero somos diferentes —dijo ella—. Quisiera que fuésemos enteramente

iguales.—Nodigaseso.—Sí.Lodigo.Eraunacosaquequeríadecirte.—Nohasqueridodecirlo.—Quizáno—dijoella,hablandoquedamente,conlabocapegadaasuhombro

—.Peroquizásí.Yaquesomosdiferentes,mealegrodeque túseasRobertoyyoMaría.Pero si tuvieraquecambiaralgunavez,amímegustaríacambiarmepor ti.Quisierasertú;porquetequieromucho.

—Peroyonoquierocambiar.Esmejorquecadaunoseaquienes.—Peroahoranoseremosmásqueuno,ynuncaexistiráelunoseparadodelotro.

—Luegoañadió—:Yoserétúcuandonoestésaquí.¡Ay,cuántotequiero...ytengoquecuidardeti!

—María...—Sí.—María...—Sí.—María...—Sí,porfavor.—¿Notienesfrío?—No.Tápateloshombrosconlamanta.—María...—Nopuedohablar.—Oh,María,María,María.Volvieron a encontrarse más tarde, uno junto al otro, con la noche fría a su

alrededor,sumergidosenelcalordelsacoylacabezadeMaríarozandolamejilladeRobert Jordan. Lamuchacha yacía tranquila, dichosa, apretada contra él. Entoncesellaledijosuavemente:

—¿Ytú?—Comotú—dijoél.—Sí—convinoella—;peronohasidocomoestatarde.—No.—Peromegustómás.Nohacefaltamorir.—Ojalá—dijoél—.Confíoenqueno.—Noquisedecireso.—Losé.Séloquequisistedecir.Losdosqueremosdecirlomismo.—Entonces,¿porquéhasdichoesoenvezdeloqueyodecía?

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—Porqueparaunhombreesdistinto.—Entoncesmealegromuchodequeseamosdiferentes.—Yyo también—dijoél—;peroheentendido loquequeríasdecirconesode

morirse.Hablécomohombreporlacostumbre.Hesentidolomismoquetú.—Hablescomohablesyseascomoseas,esasícomotequiero.—Yyotequieroatiyadorotunombre,María.—Esunnombrevulgar.—No—dijoél—.Noesvulgar.—¿Dormimosahora?—preguntóella—.Yomedormiríaenseguida.—Durmamos—dijoélsintiendolacercaníadelcuerpoesbeltoycálidojuntoasí,

reconfortante, sintiendo que desaparecía la soledad mágicamente, por el simplecontactodecostados,espaldasypies,comositodoaquellofueseunaalianzacontralamuerte.Ysusurró—:Duermeagusto,conejito.

Yella:—Yaestoydormida.—Yotambiénvoyadormirme—dijoél—.Duermeagusto,cariño.Luegosequedódormido,felizensusueño.Perosedespertódurantelanocheylaapretócontrasícomosiellafueratodala

vidayselaestuviesenarrebatando.Laabrazabaysentíaqueellaeratodalavidayqueeraverdad.Pero elladormía tanplácidayprofundamente, queno sedespertó.Asíesqueélsevolviódecostadoylecubriólacabezaconlamanta,besándolaenelcuello.Tiródelacorreaquesujetabalapistolaenlamuñeca,demodoquepudieraalcanzarlafácilmente,ysequedóallípensandoenlaquietuddelanoche.

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CapítuloXXI

CON LA LUZ DEL DÍA se levantó un viento cálido; podía oírse el rumor de la nievederritiéndose en las ramas de los árboles y el pesado golpe de su caída. Era unamañanadefinalesdeprimavera.ConlaprimerabocanadadeairequerespiróJordansedio cuentadequehabía sidouna tormentapasajerade lamontañade laquenoquedaríanielrecuerdoparaelmediodía.Enesemomentooyóeltrotedeuncaballoqueseacercabayelruidodeloscascosamortiguadoporlanieve.Oyóelgolpeteodelafundadelacarabinayelcrujidodelcuerodelasilla.

—María—dijo en voz baja, sacudiendo a la muchacha por los hombros paradespertarla—,métetedebajodelamanta.

Se abrochó la camisa con unamano,mientras empuñaba con la otra la pistolaautomática, a la que había descorrido el seguro con el pulgar. Vio que la rapadacabezade lamuchachadesaparecíadebajode lamantaconuna ligerasacudida.Enese momento apareció el jinete por entre los árboles. Robert Jordan se acurrucódebajodelamantayconlapistolasujetaconambasmanosapuntóalhombrequeseacercaba.Nolehabíavistonunca.

El jinete estaba casi frente a él.Montaba un gran caballo tordo y llevaba unagorradecolorcaqui,uncapoteparecidoaunponchoypesadasbotasnegras.A laderechadelamontura,saliendodelafunda,seveíanlaculatayellargocerrojodeunpequeñofusilautomático.Teníaunrostrojuvenilderasgosduros,yeneseinstantevioaRobertJordan.

Eljineteechómanoalacarabina,yalinclinarsehaciauncostado,mientrastirabade la culata, Jordan vio la mancha escarlata de la insignia que llevaba en el ladoizquierdodel pecho, sobre el capote.Apuntando al centro del pecho, unpocomásabajodelainsignia,disparó.

Elpistoletazoretumbóentrelosárbolesnevados.Elcaballodiounsalto,comosilehubieranclavadolasespuelas,yeljinete,asido

todavíaalacarabina,sedeslizóhaciaelsuelo,conelpiederechoenganchadoenelestribo.Elcaballotordocomenzóagaloparporentrelosárboles,arrastrandoaljinetebocaabajo,dandotumbos.RobertJordanseincorporóempuñandolapistolaconunasolamano.

Elgrancaballogrisgalopabaentrelospinos.Habíaunaanchahuellaenlanieve,por donde el cuerpo del jinete había sido arrastrado, con un hilo rojo corriendoparaleloaunode los lados.Lagenteempezóa salirde lacueva.Robert Jordan seinclinó, desenrolló el pantalón, que le había servido de almohada, y comenzó aponérselo.

—Vístete—ledijoaMaría.

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Sobresucabezaoyóelruidodeunaviónquevolabamuyalto.Entrelosárbolesdistinguióelcaballogris,parado,yeljinete,pendientesiempredelestribo,colgandobocaabajo.

—Vey atrapa a ese caballo—gritó a Primitivo, que se dirigía hacia él. Luegopreguntó—:¿Quiénestabadeguardiaarriba?

—Rafael—dijoPilardesdelaentradadelacueva.Sehabíaquedadoparadaallí,conelcabellopeinadoentrenzasquelecolgabaporlaespalda.

—Ha salido la caballería —dijo Robert Jordan—. Sacad esa malditaametralladora,enseguida.

OyóaPilarquedentrodelacuevagritabaaAgustín.Luegolaviometersedentroyquedoshombressalíancorriendo,unoconelfusilautomáticoyeltrípodecolgandosobresuhombro;elotroconunsacollenodemuniciones.

—Subaconellos—dijoJordanaAnselmo—.Échesealladodelfusilysujetelaspatas.

Lostreshombressubieronporelsenderocorriendoporentrelosárboles.El sol no había alcanzado la cima de las montañas. Robert Jordan, de pie, se

abrochóelpantalónyseajustóelcinturón.Aúnteníalapistolacolgandodelacorreade lamuñeca.Lametióen la funda,unavezaseguradoelcinturón,y, corriendoelnudodelacorrea,lapasóporencimadesucabeza.

«Alguien te estrangulará undía con esa correa—sedijo—.Bueno,menosmalque la tenías amano.» Sacó la pistola, quitó el cargador,metió una nueva bala yvolvióacolocarloensusitio.

MiróentrelosárboleshaciadondeestabaPrimitivo,quesosteníaelcaballodelasbridasyestabatratandodedesprendereljinetedelestribo.ElcuerpocayódebrucesyPrimitivoempezóaregistrarlelosbolsillos.

—Vamos—gritóJordan—.Traeesecaballo.Al arrodillarse para atarse las alpargatas, Jordan sintió contra sus rodillas el

cuerpodeMaría,vistiéndosedebajodelamanta.Enesosmomentosnohabíalugarparaellaensuvida.

«Ese jinete no esperaba nadamalo—pensó—.No iba siguiendo las huellas deningúncaballo,niestabaalerta,nisiquieraarmado.Noseguíalasendaqueconduceal puesto. Debía de ser de alguna patrulla desparramada por estos montes. Perocuandosuscompañerosnotensuausencia,seguiránsushuellashastaaquí.Amenosqueantessederritalanieve.Oamenosqueleocurraalgoalapatrulla.»

—Seríamejorquefuesesabajo—ledijoaPablo.Todoshabíansalidoyadelacuevayestabanparados,empuñandolascarabinasy

llevando granadas sujetas a los cinturones. Pilar tendió a Jordan un saco de cuerolleno de granadas; Jordan tomó tres, y se lasmetió en los bolsillos. Agachándoseentróenlacueva.Sefuehaciasusmochilas,abrióunadeellas, laqueguardabael

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fusilautomático,sacóelcañóny laculata, loarmó, lemetióunacintayseguardóotrastresenelbolsillo.Volvióacerrarlamochilaysefuehacialapuerta.«Tengolosbolsillosllenosdechatarra.Esperoqueaguantenlascosturas.»AlsalirdelacuevaledijoaPablo:

—Mevoyparaarriba.¿SabemanejarAgustínesefusil?—Sí —respondió Pablo. Estaba observando a Primitivo, que se acercaba,

llevandoelcaballodelasriendas—:Miraquécaballo.ElgrantordillotranspirabaytemblabaunpocoyRobertJordanlopalmeóenlas

ancas.—Lellevaréconlosotros—dijoPablo.—No —replicó Jordan—. Ha dejado huellas al venir. Tiene que hacerlas de

regreso.—Es verdad—asintió Pablo—. Voy a montar en él. Le esconderé y le traeré

cuandosehayaderretidolanieve.Tienesmuchacabezahoy,inglés.—Manda a alguno que vigile abajo—dijoRobert Jordan—.Nosotros tenemos

queiralláarriba.—Nohacefalta—dijoPablo—.Losjinetesnopuedenllegarporeselado.Será

mejornodejarhuellas,porsivienenlosaviones.Damelabotadevino,Pilar.—Paralargarteyemborracharte—repusoPilar—.Toma,cogeestoencambio—

y le tendió las granadas. Pablo metió la mano, cogió dos y se las guardó en losbolsillos.

—¡Quéva,emborracharme!—exclamóPablo—;lasituaciónesgrave.Perodamelabota;nomegustahacerestoconaguasola.

Levantó los brazos, tomó las riendas y saltó a la silla. Sonrió acariciando alnerviosocaballo.Jordanviocómofrotabalaspiernascontralosflancosdelcaballo.

—¡Quécaballomásbonito!—dijo,yvolvióaacariciaralgrantordillo—.¡Quécaballomáshermoso!Vamos;cuantoantessalgamosdeaquí,serámejor.

Seinclinó,sacódesufundaelpequeñofusilautomático,queerarealmenteunaametralladoraquepodíacargarseconmunicióndenuevemilímetros,ylaexaminó:

—Miracómovanarmados—dijo—.Fíjateloqueeslacaballeríamoderna.—Ahí está la caballería moderna, de bruces contra el suelo —replicó Robert

Jordan—. Vámonos. Tú, Andrés, ensilla los caballos y tenlos dispuestos. Si oyesdisparos,llévalosalbosque,detrásdelclaro,yveabuscarnosconlasarmas,mientraslasmujeres guardan los caballos. Fernando, cuídese de queme suban también lossacos;sobretodo,dequelosllevenconprecaución.Ytú,cuidademismochilas—ledijo a Pilar, tuteándola—. Asegúrate de que vienen también con los caballos.Vámonos—dijo—.Vamos.

—Maríayyovamosapreparar lamarcha—dijoPilar.LuegosusurróaRobertJordan—:Mírale—señalando a Pablo, quemontaba el caballo a lamanera de los

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vaqueros;lasnaricesdelcaballosedilataroncuandoPabloreemplazóelcargadordelaametralladora—.Miraelefectoquehaproducidoenélesecaballo.

—Siyopudieratenerdoscaballos—dijoJordanconvehemencia.—Yatienesbastantecaballoconloquetegustaelpeligro.Entonces, me conformo con un mulo —dijo Robert Jordan sonriendo—.

Desnúdeme a ése —le dijo a Pilar, señalando con un movimiento de cabeza alhombre tendido de bruces, sobre la nieve— y coja todo lo que encuentre, cartas,papeles,todo.Métalosenelbolsilloexteriordemimochila.¿Mehaentendido?

—Sí.—Vámonos.Pabloibadelanteylosdoshombresleseguían,unodetrásdeotro,atentosano

dejarhuellasen lanieve.Jordan llevabasuametralladoraen laempuñadura,conelcañónhaciaabajo.«Megustaríaqueselapudieracargarconlasmismasmunicionesqueesaarmadecaballería.Peronohayniquepensarlo.Estaesunaarmaalemana.EraelarmadelbuenodeKashkin.»

El solbrillabaya sobre lospicosde lasmontañas.Soplabaunviento tibioy lanieveseibaderritiendo.Eraunahermosamañanadefinalesdeprimavera.

Jordanvolvió lavistaatrásyvioaMaríaparada juntoaPilar.Luegoempezóacorrerhaciaélporelsendero.JordanseinclinópordetrásdePrimitivo,parahablarle.

—Tú—gritóMaría—,¿puedoircontigo?—No,ayudaaPilar.Corríadetrásdeél,ycuandollegóasualcancelepusolamanoenelbrazo.—Voycontigo.—No.Deningunamanera.Ellasiguiócaminandoasulado.—Podría sujetar laspatasde laametralladora, como lehasdicho túaAnselmo

quehiciese.—Novasasujetarnada,nilaametralladoraniningunaotracosa.Insistióenseguirandandoasulado,seadelantóligeramenteymetiósumanoen

elbolsillodeRobertJordan.—No—dijoél—;perocuidabiendetucamisóndeboda.—Bésame—dijoella—,sitevas.—Eresunadesvergonzada—dijoél.—Sí;porcompleto.—Vuelveahoramismo.Haymuchascosasquehacer.Podríamosvernosforzados

acombatiraquímismosisiguenlashuellasdeestecaballo.—Tú—dijoella—,¿novisteloquellevabaenelpecho?—Sí,¿cómono?EraelSagradoCorazón.—Sí,todoslosnavarroslollevan.¿Ylehasmatadoporeso?

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—No,disparémásabajo.Vuélveteahoramismo.—Tú—insistióella—,lohevistotodo.—Nohasvistonada.Nohasvistomásqueaunhombre.Aunhombreacaballo.

Vete.Vuélveteahoramismo.—Dimequemequieres.—No.Ahorano.—¿Yanomequieres?—Déjame.Vuélvete.Estenoeselmomento.—Quierosujetarlaspatasdelaametralladora,ymientrasdisparas,quererte.—Estásloca.Vete.—Noestoyloca—dijoella—;tequiero.—Entonces,vuélvete.—Bueno,mevoy.Ysi túnomequieres,yotequieroa ti losuficienteparalos

dos.Éllamiróylesonrió,sindejardepensarenloquelepreocupaba.—Cuando oigas tiros, ven con los caballos, y ayuda a Pilar conmismochilas.

Puedequenosucedanada.Asíloespero.—Mevoy—dijoella—.MiraquécaballollevaPablo.Eltordilloavanzabaporelsendero.—Sí,yaloveo.Perovete.—Mevoy.El puño de la muchacha, aferrado fuertemente dentro del bolsillo de Robert

Jordan,legolpeóenlacadera.Éllamiróyvioqueteníalosojosllenosdelágrimas.Sacóellalamanodelbolsillo,lerodeóelcuelloconsusbrazosylebesó.

—Mevoy—dijo—;mevoy,mevoy.Élvolviólacabezaylavioparadaallí,conelprimersoldelamañanabrillándole

enlacaramorenayenlacabellera,cortaydorada.Ellalevantóelpuño,enseñaldedespedida,ydandomediavueltadescendióporelsenderoconlacabezabaja.

Primitivovolviólacaraparamirarla.—Sinotuviesecortadoelpelodeesemodo,seríamuybonita.—Sí—contestóRobertJordan—.Estabapensandoenotracosa.—¿Cómoesenlacama?—preguntóPrimitivo._¿Qué?—Enlacama.—Cállatelaboca.—Unonotieneporquéenfadarsesi...—Calla—dijoRobertJordan.Estabaestudiandolasposiciones.

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CapítuloXXII

—CÓRTAME UNAS CUANTAS RAMAS DE PINO —dijo Robert Jordan a Primitivo— ytráemelasenseguida.Nomegustalaametralladoraenesaposición—dijoaAgustín.

—¿Porqué?—Colócalaahíymástardeteloexplicaré—precisóJordan—.Aquí,así—añadió

—.Dejaqueteayude.Aquí.—Yseagazapójuntoalarma.Miró a través del estrecho sendero, fijándose especialmente en la altura de las

rocasaunoyotrolado.—Hayqueponerlaunpocomásallá—dijo—.Bien,aquí.Aquíestarábienhasta

quepodamoscolocarladebidamente.Aquí.Ponpiedrasalrededor.Aquíhayuna.Ponestaotradelotro lado.Dejaalcañónholguraparagirarcon toda libertad.Hayqueponerunapiedraunpocomásallá,porestelado.Anselmo,bajeustedalacuevaytráigameelhacha.Pronto.¿Nohabéistenidonuncaunemplazamientoadecuadoparalaametralladora?—preguntóaAgustín.

—Siemprelahemospuestoahí.—¿OsdijoKashkinquelapusieraisahí?—Cuandotrajeronlaametralladora,élyasehabíamarchado.—¿Nosabíanutilizarlalosqueoslatrajeron?—No,eransólocargadores.—¡Quémanera de trabajar!—exclamóRobert Jordan—. ¿Os la dieron así, sin

instrucciones?—Sí,comosifueraunregalo.UnaparanosotrosyotraparaelSordo.Latrajeron

cuatrohombres.Anselmolosguió.—Esunmilagroquenolaperdieran.Cuatrohombresatravésdelaslíneas.—Lomismo pensé yo—dijoAgustín—.Pensé que los que la enviaban tenían

ganasdequeseperdiera.PeroAnselmolosguiómuybien.—¿Sabesmanejarla?—Sí.Heprobadoahacerlo.Yosé.Pablotambiénsabe.Primitivosabe.Fernando

también.Probamosamontarlayadesmontarlasobrelamesa,enlacueva.Unavezladesmontamos y estuvimos dos días sin saber cómo montarla de nuevo. Desdeentoncesnohemosvueltoamontarlamás.

—¿Disparabienporlomenos?—Sí,peronoseladejamosalgitanonialosotros,paraquenojueguenconella.—¿Ves ahora?Desde donde estaba no servía para nada—dijo Jordan—.Mira,

esasrocasqueteníanqueprotegervuestroflanco,cubríanalosasaltantes.Conunaarmacomoéstahayquetenerunespaciodescubiertopordelante,paraquesirvadecampodetiro.Yademás,esprecisoatacarlosdelado.¿Tedascuenta?Fíjateahora;

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todoquedadominado.—Yaloveo—dijoAgustín—;perononoshemospeleadonuncaaladefensiva,

salvo en nuestro pueblo. En el asunto del tren, los que tenían lamáquina eran lossoldados.

—Entonces aprenderemos todos juntos —repuso Robert Jordan—. Hay quefijarseenalgunascosas.¿Dóndeestáelgitano?Yadeberíaestaraquí.

—Nolosé.—¿Adóndepuedehaberseido?—Nolosé.Pablo fue cabalgando por el sendero y dio una vuelta por el espacio llano que

formabaelcampodetirodelfusilautomático.RobertJordanleviobajarlacuestaenaquellosmomentos a lo largo de las huellas que el caballo había trazado al subir.Luegodesaparecióentrelosárboles,doblandohacialaizquierda.

«Espero que no tropiece con la caballería—pensóRobert Jordan—.Temoquenoslodevuelvancomounregalo.»

PrimitivotrajoramasdepinoyRobertJordanlasplantóenlanieve,hastallegaralatierrablanda,arqueándolaalrededordelfusil.

—Traemás—dijo—;hayquehacerunrefugioparalosdoshombresquesirvenlapieza.Estonosirvedemucho,perotendremosquevalernosdeellohastaquenostraigan el hacha, y escucha —añadió—: Si oyes un avión, échate al suelo,dondequiera que estés, ponte al cobijo de las rocas. Yo me quedo aquí con laametralladora.

El sol estaba alto y soplaba un viento tibio que hacía agradable el encontrarsejuntoalasrocasiluminadas,brillandoasuresplandor.

«Cuatro caballos —pensó Robert Jordan—. Las dos mujeres y yo. Anselmo,Primitivo,Fernando,Agustín...¿Cómodiablossellamaelotrohermano?Estohacenocho.Sincontaralgitano,queharíanueve.Yademás,hayquecontarconPablo,queahora se ha ido con el caballo, que haría diez. ¡Ah, sí, el otro hermano se llamaAndrés! Y el otro también, Eladio. Así suman once. Ni siquiera la mitad de uncaballo para cada uno. Tres hombres pueden aguantar aquí y cuatro marcharse.Cinco, con Pablo. Pero quedan dos. Tres conEladio. ¿Dónde diablos estará?DiossabeloqueleesperaalSordohoy,siencuentranlahuelladeloscaballosenlanieve.Hasidomalasuertequedejasedenevarderepente.Aunque,sisederrite,lascosassenivelarán.PeronoparaelSordo.Metemoqueseademasiadotardeparaquelascosaspuedan arreglarse para el Sordo. Si logramos pasar el día sin tener que combatir,podremoslanzarnosmañanaalasuntocontodoslosmediosdequedisponemos.Séquepodemos.Nomuybien, peropodemos.Nocomohubiéramosqueridohacerlo;pero,utilizandoatodoelmundo,podemosintentarelgolpesinotenemosquelucharhoy.Sitenemoshoyquepelear,Diosnosproteja.

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»Entretanto, no creo que haya un lugarmejor que éste para instalarnos. Si nosmovemos ahora, lo único que haremos es dejar huellas. Este lugar no es peor queotro,ysilascosasvanmal,haytresescapatorias.Despuésvendrálanocheydesdecualquier punto donde estemos en estas montañas, podré acercarme al puente yvolarloconluzdedía.Noséporquétengoquepreocuparme.Todoestopareceahorabastantefácil.Esperoquelaaviaciónsaldráatiemposiquieraseaunavez.Sí,esperoqueseaasí.Mañanaseráundíademuchopolvoenlacarretera.

»Bueno,eldíadehoy tienequesermuy interesanteomuyaburrido.GraciasaDiosquehemosapartadodeaquíaesecaballo.Aunquevinieranderechoshaciaacánocreoquepudieranseguirlashuellasenlaformaqueestánahora.Creeránqueseparó en ese lugar ydiomediavuelta, y seguirán las huellas dePablo.Megustaríasaberadondehaidoesecochino.Abuenseguroqueestarádejandohuellascomounviejobúfaloqueandadandovueltasymetiéndosepor todaspartes,alejándoseparavolver cuando la nieve se haya derretido. Ese caballo realmente le ha cambiado.Quizálohayaaprovechadopara largarse.Bueno,yasabecuidarsedesímismo.Hapasado mucho tiempo manejándose solo. Pero, con todo eso, me inspira menosconfianzaquesituvieraquehabérmelasconelEverest.

»Creo que será más hábil usar de estas rocas como refugio y cubrir bien laametralladora,envezdeponernosaconstruirunemplazamientoenladebidaforma.Sillegaranellosconlosaviones,nossorprenderíancuandoestuviéramoshaciendolastrincheras. Tal y como está colocada, servirá para defender esta posición todo eltiempoquevalgalapenadefenderla.Ydetodasmaneras,yonopodréquedarmeaquíparapelear.TengoqueirmecontodomimaterialytengoquellevarmeaAnselmo.¿Quiénsequedaráparacubrirnuestraretirada,sitenemosquepelearenestesitio?»

En ese momento, mientras escrutaba atentamente todo el espacio visible, vioacercarse al gitano por entre las rocas de la izquierda. Venía con paso tranquilo,cadencioso, con la carabina terciada sobre la espalda, la cara morena, sonriente yllevandoencadamanounagran liebre, sujetade laspatas traserasycon lacabezabalanceándoseaunladoyaotro.

—Hola,Roberto—gritóalegremente.Robert Jordan se llevó un dedo a los labios, y el gitano pareció asustarse. Se

deslizó por detrás de las rocas hasta donde estaba Jordan agazapado junto a laametralladora,escondidaentrelasramas.Seacurrucóasuladoydepositólasliebressobrelanieve.

RobertJordanlemirófríamente.—Tú,hijodelagranputa—susurró—.¿Dóndec...hasestado?—He seguido sus huellas—contestó el gitano—. Las cacé a las dos. Estaban

haciéndoseelamorsobrelanieve.—¿Ytupuesto?

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—Nofaltémuchotiempo—susurróelgitano—.¿Quépasa?¿Hayalarma?—Lacaballeríaandaporaquí.—¡Rediós!—exclamóelgitano—.¿Loshasvisto?—Ahorahayunoenelcampamento—contestóRobertJordan—.Vinoabuscarel

desayuno.—Meparecióoíruntirooalgosemejante—dijoelgitano—.Mec...enlaleche.

¿Vinoporaquí?—Poraquí,pasandoportupuesto.—¡Ay,mimadre!—exclamóelgitano—.¡Quémalasuertetengo!—Sinofuerasgitano,tehabríapegadountiro.—No, Roberto; no digas eso. Lo sientomucho. Fue por las liebres. Antes del

amaneceroíalmachocorreteandoporlanieve.Nopuedesimaginartelajuergaquese traían. Fui hacia el lugar de donde salía el ruido; pero se habían ido. Seguí lashuellaspor lanieve,ymásarriba lasencontré juntasy lasmatéa lasdos.Tócalas,fíjatequégordasestánparaestaépocadelaño.PiensaenloquePilarharáconellas.Losientomucho,Roberto.Losientotantocomotú.¿Matasteisaldelacaballería?

—Sí.—¿Lematastetú?—Sí.—¡Qué tío! —exclamó el gitano, tratando de adularle—. Eres un verdadero

fenómeno.—Tumadre—replicóJordan.Nopudoevitarelsonreírle—.Coge tus liebresy

llévatelasalcampamento,ytráenosalgoparaeldesayuno.Extendió una mano y palpó a las liebres, que estaban en la nieve, grandes,

pesadas,cubiertasdeunapielespesa,consuspataslargas,suslargasorejas,susojos,oscurosyredondosenteramenteabiertos.

—Songordasdeveras—dijo.—Gordas —exclamó el gitano—. Cada una tiene un tonel de grasa en los

costillares.Enmividahevistosemejantesliebres;niensueños.—Vamos,vete—dijoRobertJordan—,yvuelveenseguidaconeldesayuno.Y

tráemeladocumentacióndeeserequeté.PídeselaaPilar.—¿Noestásenfadadoconmigo,Roberto?—No estoy enfadado. Estoy disgustado porque has abandonado tu puesto.

Imagínatequehubierasidotodaunatropadecaballería.—¡Rediós!—exclamóelgitano—.¡Cuántarazóntienes!—Oye, no puedes dejar el puesto de ninguna manera. Nunca. Y no hablo en

bromacuandodigoquetepegaríauntiro.—Claroqueno.Pero tediréunacosa.Nuncavolveráapresentarseenmivida

unaoportunidadcomoladeestasdosliebres.Haycosasquenoocurrendosvecesen

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lavida.—Anda—dijoRobertJordan—,yvuelveenseguida.Elgitanorecogiósusliebresysealejó,deslizándoseporentrelasrocas.Robert

Jordan se puso a estudiar el campo de tiro y las pendientes de las colinas. Doscuervosvolaronencírculoporencimadesucabezayfueronaposarseenunaramadeunpino,másabajo.OtrocuervoseunióaellosyRobertJordan,viéndolos,pensó:«Ahí están mis centinelas.Mientras estén quietos, nadie se acercará por entre losárboles.¡Quégitano!Novaleparanada.Notienesentidopolíticonidisciplina,nisepuedecontarconélparanada.Perotendrénecesidaddeélmañana.Mañanatengountrabajoparaél.Esraroverungitanoenestaguerra.Debieranestarexentos,comolosobjetores de conciencia. O como los que no son aptos para el servicio, física omoralmente.Novalenparanada.Perolosobjetoresdeconciencianoestánexentosen esta guerra. Nadie está exento. La guerra ha llegado y se ha llevado a todo elmundo por delante. Sí, la guerra ha llegado ahora hasta aquí, hasta este grupo deholgazanesdisparatados.Yatienenlosuyo,porelmomento.»

AgustínyPrimitivollegaronconlasramas,yRobertJordanconfeccionóunbuenrefugio para la ametralladora; un refugio que la haría invisible desde el aire yparecería natural visto desde el bosque. Les indicó dónde deberían colocar a unhombre,enloaltodelamurallarocosa,aladerecha,paraquepudiesevigilartodalaregióndesdeeselado,yunsegundohombredesdeunsegundolugar,paravigilarelúnicoaccesoqueteníalamontañarocosaporlaizquierda.

—Nodisparéisdesdearribasiaparecealguien—ordenóRobertJordan—.Dejadcaerunapiedra,enseñaldealarma,yhacedunaseñalconelfusildeestaforma—ylevantó el rifle, sosteniéndolo sobre su cabeza, como para resguardarla—. Paraseñalarelnúmerodehombres,así—ymovióelrifledearribaabajovariasveces—.Sivienenapiehayqueapuntarconelcañóndelfusilhaciaelsuelo.Asínohayquedispararun solo tirohastaqueempieceahablar lamáquina.Aldisparardesdeesaaltura hay que apuntar a las rodillas. Si me oís silbar dos veces, venid para acá,cuidandodemantenerosbienocultos.Venidaestasrocas,endondeestálamáquina.

Primitivolevantóelrifle.—Loheentendido—dijo—.Esmuysencillo.—Arrojaprimerounapiedra,paraprevenirnos,eindicaladirecciónyelnúmero

delosqueseacerquen.Cuidadenoservisto.—Sí—contestóPrimitivo—.¿Puedoarrojarunagranada?—No,hastaquenohayaempezadoahablarlamáquina.Esposiblequelosdela

caballeríavenganbuscandoasucamaradasinatreverseaacercarse.Puede tambiénque vayan siguiendo las huellas de Pablo. No queremos combatir si es posibleevitarlo.Ytenemosqueevitarloporencimadetodo.Ahora,vetealláarriba.

—Mevoy—dijoPrimitivo.Ycomenzóaascenderporlamurallarocosa,consu

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carabinaalhombro.—Tú,Agustín—exclamóRobertJordan—,¿quésabesacercadelamáquina?Agustín,agazapadojuntoaél,alto,moreno,consumandíbulaenérgica,susojos

hundidos,subocadelgadaysusgrandesmanosseñaladasporeltrabajo,respondió:—Puescargarla.Apuntarla.Dispararla.Nadamás.—No debes disparar hasta que estén a cincuenta metros, y cuando tengas la

seguridaddequesedisponenasubirelsenderoqueconducealacueva—dijoRobertJordan.

—Deacuerdo.¿Quédistanciaesésa?—Como de aquí a esa roca. Si hay un oficial entre ellos;; dispárale primero.

Después,muevelamáquinaparaapuntaralosdemás.Muévelasuavemente.Nohacefaltamuchomovimiento. Le enseñaré a Fernando amantenerla quieta. Tienes quesujetarbienelcañón,demodoquenorebote,yapuntarcuidadosamente.Nodisparesmás de seis tiros de una vez, si puedes evitarlo. Porque al disparar, el cañón saltahacia arriba. Apunta cada vez a un hombre y en seguida apunta a otro. Para unhombreacaballo,apuntaalvientre.

—Sí.—Alguien debiera sostener el trípode, para que la máquina no salte. Así. Y

debieracargarla.—¿Ytúdóndeestarás?—Aquíalaizquierda,unpocomásarriba,desdedondepuedaverloquepasay

cubrirtuizquierdaconestapequeñamáquina.Sivienen,esposiblequetengamosunamatanza.Peronotienesquedispararhastaquenoesténmuycerca.

—Creoquepodríamosdarlesparaelpelo.¡Menudamatanza!—Aunqueesperoquenovengan.—Sinofueraportupuente,podríamoshaceraquíunabuenaydespuéshuir.—Nonosvaldríadenada.Elpuenteformapartedeunplanparaganarlaguerra.

Lootronoseríamásqueunsencilloincidente.Nada.—¡Quévaaserunincidente!Cadafascistaquemuereesunfascistamenos.—Sí, pero con esto del puente, puede que tomemos Segovia, la capital de la

provincia.Piensaenello.Seríalaprimeravezquetomásemosunaciudad.—¿Locreesenserio?¿CreesquepodríamostomarSegovia?—Sí;haciendovolarelpuentecomoesdebido,esposible.—Megustaríaquehiciéramoslamatanzaaquíytambiénlodelpuente.—Tienestúmuchoapetito—dijoRobertJordan.Durantetodoesetiempoestuvoobservandoaloscuervos.Sediocuentadeque

unodeellosestabavigilandoalgo.Elpajarracograznóysefuevolando.Peroelotropermaneciótranquilamenteenelárbol.

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Robert Jordanmiróhacia arriba, hacia el puestodePrimitivo, en lo alto de lasrocas. Le vio vigilando todo el terreno alrededor, aunque sin hacer ninguna señal.Jordanseechóhaciadelanteycorrióelcerrojodel fusilautomático, seaseguródeque el cargador estaba bien en su sitio y volvió a cerrarlo. El cuervo seguía en elárbol.Sucompañerodescribióunvastocírculosobrelanieveyvinoaposarseenelmismoárbol.Alcalordelsol,yconelvientotibioquesoplaba,lanievedepositadaenlasramasdelospinosibacayendosuavementealsuelo.

—Tetengoreservadaunamatanzaparamañanaporlamañana—anuncióRobertJordan—.Seránecesarioexterminarelpuestodelaserradero.

—Estoydispuesto—dijoAgustín—;estoylisto.—Ytambiénlacasilladelpeóncaminero,másabajodelpuente.—Estoydispuesto—repitióAgustín—paraunacosaopara laotra.Opara las

dos.—Paralasdos,no;tendránquehacersealmismotiempo—replicóJordan.—Entonces para una o para la otra —dijo Agustín—. Llevo mucho tiempo

deseando que tengamos ocasión de entrar en esta guerra. Pablo nos ha estadopudriendoaquísinhacernada.

Anselmollegóconelhacha.—¿Quiereustedmásramas?—preguntó—.Amímeparecequeestábienoculto.—No quiero ramas —replicó Jordan—; quiero dos arbolitos pequeños que

podamosponeraquíyhacerqueparezcannaturales.Nohayaquíárbolesbastantescomoparaqueestopaseinadvertido.

—Lostraeréentonces.—Córtalosbienhastaabajo,paraquenoseveanlostacones.RobertJordanoyóelruidodehachazosenelmonte,asusespaldas.Miróhacia

arribayvioaPrimitivoentrelasrocas,yluegovolvióamirarhaciaabajo,entrelospinos, más allá del claro. Uno de los cuervos seguía en su sitio. Luego oyó elzumbidosordodeunaviónagranaltura.Miróaloaltoylovio,pequeñoyplateado,alaluzdelsol.Apenasparecíamoverseenelcielo.

—No nos pueden ver desde allí —dijo a Agustín—; pero es mejor estarescondidos.Yaeselsegundoavióndeobservaciónquepasahoy.

—¿Ylosdeayer?—preguntóAgustín.—Ahorameparecenunapesadilla—dijoRobertJordan.—DebendeestarenSegovia.Laspesadillasaguardanallíparahacerserealidad.Elaviónsehabíaperdidodevistaporencimadelasmontañas,peroelzumbido

desusmotoresaúnpersistía.Mientras Robert Jordan miraba a lo alto, vio al cuervo volar. Volaba derecho,

hastaqueseperdióentrelosárboles,sinsoltarungraznido.

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CapítuloXXIII

—AGÁCHATE—susurróRobertJordanaAgustín.Y volviéndose, le hizo señas con la mano para indicarle «abajo, abajo» a

Anselmo,queseacercabaporelclaroconunpinosobresusespaldasqueparecíaunárbol de Navidad. Vio cómo el viejo dejaba el árbol tras una roca y desaparecía.Luegosepusoaobservarelespacioabiertoenladireccióndelbosque.Noveíanada;nooíanada,perosentíalatirsucorazón.Luegooyóelchoquedeunapiedraquecaíarodandoygolpeabaenotraspiedras,haciendosaltarligerospedazosderoca.Volviólacabezahacialaderechay,levantandolosojos,vioelfusildePrimitivoelevarseydescenderhorizontalmentecuatroveces.Despuésnoviomásqueelblancoespaciofrenteaél,conlahuellacirculardejadaporelcaballogrisy,másabajo,lalíneadelbosque.

—Caballería—susurróAgustín,quelemiró.Ysusmejillas,oscurasysombrías,sedistendieronenunasonrisa.

Robert Jordan advirtió que estaba sudando.Alargó lamano y se la puso en elhombro.EnaquelmomentovieronacuatrojinetessalirdelbosqueyRobertJordansintiólosmúsculosdelaespaldadeAgustín,quesecrispabanbajosumano.

Unjineteibadelanteytrescabalgabandetrás.Elquelosguiabaseguíalashuellasdelcaballogris.Cabalgabaconlosojosfijosenelsuelo.Losotrostres,dispuestosenabanico, iban escudriñándolo todo cuidadosamente en el bosque. Todos estabanalerta.Robert Jordansintió latir sucorazóncontrael suelocubiertodenieve,enelque estaba extendido, con los codos separados, observando por la mira del fusilautomático.

El hombrequemarchabadelante siguió las huellas hasta el lugar enquePablohabíagiradoencírculoyluegosedetuvo.Losotrostreslealcanzaronyalllegarasualturasedetuvierontambién.

RobertJordan losveíaclaramenteporencimadelcañóndeazuladoacerode laametralladora.Distinguía losrostrosde loshombres, lossablescolgantes, los ijaresde los caballos brillantes de sudor, el cono de sus capotes y las boinas navarrasechadasaunlado.Eljefedirigiósucaballohacialabrechaentrelasrocas,endondeestabacolocadaelarmaautomática,yRobertJordanviosurostrojuvenil,curtidoporel viento y el sol, sus ojosmuy juntos, su nariz aquilina, y elmentón saliente enformadecuña.

Desdesusilla,porencimadelacabezadelcaballo,levantadaenalto,frenteporfrenteaRobertJordan,conlaculatadelligerofusilautomáticoasomandofueradelafunda,quecolgabaaladerechadelamontura,eljefeseñalóhacialaaberturaenlaqueestabacolocadoelfusil.RobertJordanhundiósuscodosenlatierrayobservó,a

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lo largodelcañón,a loscuatro jinetesdetenidos frenteaél sobre lanieve.Tresdeelloshabíansacadosusarmas.Doslasllevabanterciadassobrelamontura.Elotrolallevabacolgandoasuderecha,conlaculatarozándolelacadera.

«Esraroverlostandecerca—pensó—.Muchomásraroesaúnverlosalolargodelcañóndeunfusilcomoéste.Generalmentelosvemosconlamiralevantadaynosparecenhombres enminiatura, y es condenadamentedifícil disparar sobre ellos.Obienseacercancorriendo,echándoseatierra,sevuelvenalevantaryhayquebarrerunaladeraconlasbalasuobstruirunacalleocastigarconstantementelasventanasdeun edificio. A veces se los ve de lejos, marchando por una carretera. Únicamenteasaltandountrenhaspodidoverlosasí,comoestánahora.Aestadistancia,atravésdelamira,parecequetienendosvecessuestatura.Tú,—pensó,mirandoporlamiraysiguiendounalíneaquellegabahastaelpechodeljefedelapartida,unpocoaladerechadelaenseñarojaquerelucíaalsoldelamañanacontraelfondooscurodelcapote—.Tú—siguiópensandoenespañol,entantoextendíalosdedos,apoyándolossobrelaspatasdelaametralladora,paraevitarqueunapresiónadestiemposobreelgatillopusieraenmovimientoconunacorta sacudida lacintade losproyectiles—.Tú,túestásmuertoenplenajuventud.Ytú,ytú,ytú.Peroquenosuceda.Quenosuceda.»

Sintió cómoAgustín, a su lado, comenzaba a toser, se contenía y tragaba condificultad.Volviólamiradahaciaelcañónengrasadodelfusilyporentrelasramas,conlosdedosaúnsobrelaspatasdeltrípode,vioqueeljefedelapartida,haciendogirar a su caballo, señalaba las huellas producidas por Pablo. Los cuatro caballospartieronaltroteyseinternaronenelbosque,yAgustínexclamó:«¡Cabrones!»

Robert Jordan miró alrededor, hacia las rocas, en donde Anselmo habíadepositadoelárbol.

El gitano se adelantaba hacia ellos llevando un par de alforjas, con el fusilterciadosobrelaespalda.RobertJordanlehizoseñasparaqueseagacharayelgitanodesapareció.

—Hubiéramos podido matar a los cuatro—dijo Agustín, en voz baja. Estabasudandotodavía.

—Sí —susurró Robert Jordan—; pero ¿quién sabe lo que hubiera sucedidodespués?

Entonces oyó el ruido de otra piedra rodandoymiró atentamente alrededor.ElgitanoyAnselmoestabanbienescondidos.Bajó losojos,echóunamiradaal reloj,levantólacabezayvioaPrimitivoelevarybajarelfusilvariasvecesenunaseriedepequeñassacudidas.«Pablocuentaconcuarentaycincominutosdeventaja»,pensóJordan.Luegooyóelruidodeundestacamentodecaballeríaqueseacercaba.

—Noteapures—susurróaAgustín—;pasarán,comolosotros,delargo.Aparecieronenlalindedelbosque,dedosenfondo,veintejinetesuniformadosy

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armadoscomolosqueloshabíanprecedido,conlossablescolgandodelasmonturasylascarabinasensufundaypenetraronporentrelosárbolesenlamismaformaquelohabíanhecholosotros.

—¿Túves?—preguntóRobertJordanaAgustín.—Eranmuchos—dijoAgustín.—Hubiéramos tenidoquehabérnoslasconellosdehabermatadoa losotros—

dijoRobertJordan.Sucorazónhabíarecuperadounritmotranquilo;teníalacamisamojadadelanievequesederretía.Teníaunasensacióndevacíoenelpecho.

El sol brillaba sobre la nieve, que se derretía rápidamente. La veía deshacersealrededor del troncode los árboles y delante del cañónde la ametralladora; a ojosvistas, la superficie nevada se desleía como un encaje al calor del sol, la tierraaparecíahúmedaydespedíaunatibiezasuavebajolanievequelacubría.

Robert Jordan levantó los ojos hacia el puesto de Primitivo y vio que éste leindicaba:«Nada»,cruzandolasmanosconlaspalmashaciaabajo.

La cabeza deAnselmo apareció por encima de un peñasco yRobert Jordan lehizo señasparaque se acercase.Elviejo sedeslizóde rocaen roca, arrastrándose,hastallegarjuntoalfusil,acuyoladosetendiódebruces.

—Muchos—dijo—.Muchos.—Nomehacenfaltalosárboles—dijoRobertJordan—.Novalelapenahacer

mejorasforestales.AnselmoyAgustínsonrieron.—Todoestoha soportadomuybien laprueba,y seríapeligrosoplantar árboles

ahora,porqueesasgentesvanavolveryacasonoseanestúpidasdeltodo.Sentía necesidad de hablar, señal en él de que acababa de pasar por un gran

peligro.Podíamedirsiemprelagravedaddeunasuntoporlanecesidaddehablarquesentíaluego.

—Esunbuenescondrijo,¿eh?—Sí —dijo Agustín—; muy bueno. Y que todos los fascistas se vayan a la

mierda.Hubiéramospodidomataracuatro.¿Hasvisto?—preguntóaAnselmo.—Lohevisto.—Tú—dijoRobert Jordan,dirigiéndoseaAnselmo,y tuteándolede repente—.

Tienesqueiralpuestodeayeroaotrolugarqueelijas,paravigilarelcaminocomoayer y el movimiento de tropas. Nos hemos retrasado. Quédate allí hasta queoscurezca.Luegovuelveyenviaremosaotro.

—Pero¿ylashuellasquevoyadejar?—Toma el camino de abajo en cuanto haya desaparecido la nieve. El camino

estaráembarradopor lanieve.Fíjatesinohaymuchacirculacióndecamionesosihay huellas de tanques en el barro de la carretera. Eso es todo lo que podremosaveriguarhastaqueteinstalesparavigilar.

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—Siustedmelopermite...—insinuóelviejo.—Puesclaro.—Siustedmelopermite,¿noseríamejorquefueraaLaGranjaymeinformase

deloquepasólaúltimanocheyenviaraalguienparaquevigilasehoycomoustedmehaenseñado?Esealguienpodríaacudiraentregarsuinformeestanoche,opodríayovolveraLaGranjapararecogersuinforme.

—¿Notieneustedmiedodeencontrarseconlacaballería?—preguntóJordan.—No,cuandolanievesehayaderretido.—¿HayalguienenLaGranjacapazdehaceresetrabajo?—Sí.Paraeso,sí.Podríaserunamujer.HayvariasmujeresdeconfianzaenLa

Granja.—Yalocreo—tercióAgustín—.Hayvariasparaesoyotrasquesirvenparaotras

cosas.¿Noquieresquevayayo?—Deja ir al viejo. Tú sabes manejar esta ametralladora y la jornada no ha

concluidotodavía.—Irécuandosederritalanieve—dijoAnselmo—;yseestáderritiendomuyde

prisa.—¿CreesquepuedencapturaraPablo?—preguntóJordanaAgustín.—Pabloesmuylisto—dijoAgustín—.¿Creesquesepuedecazaraunciervosin

perros?—Aveces,sí.—PuesaPablo,no—dijoAgustín—.Claroquenoesmásqueuna ruinade lo

quefueentiempos.Peronopornadaestáviviendocómodamenteenestasmontañasypuedeemborracharsehasta reventar,mientrasotrosmuchoshanmuertocontraelparedón.

—¿Yestanlistocomodicen?—Muchomás.—Aquínohamostradomuchahabilidad.—¿Cómo que no? Si no fuera tan hábil como es, hubiera muerto anoche.Me

parece, inglés,quenoentiendesnadade lapolíticanide lavidadelguerrillero.Enpolítica, como en esto, lo primero es seguir viviendo. Mira cómo ha seguidoviviendo.Ylacantidaddemierdaquetuvoquetragarsedetiydemí.

PuestoquePablovolvíaaformarpartedelgrupo,RobertJordannoqueríahablarmal de él y apenas había hecho estos comentarios sobre la habilidad de Pablo,lamentó haberlos expresado. Sabía perfectamente lo astuto que era Pablo. Fue elprimero en ver los fallos en las instrucciones sobre la voladura del puente. Habíahecho aquella referencia despectiva por lo mucho que le desagradaba Pablo, y alinstantedehacerlasediocuentadeloequivocadoqueestaba.Peroeraenparteunaporción de la charla excesiva que sigue a una gran tensión nerviosa. Cambió de

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conversaciónydijo,volviéndoseaAnselmo:—¿EsposibleiraLaGranjaenplenodía?—Noestandifícil—contestóelviejo—;noiréconunabandamilitar.—Niconuncascabelalcuello—dijoAgustín—.Nillevandounestandarte.—¿Cómoirás,pues?—Porloaltodelasmontañasprimero,yluegodescenderéporelbosque.—Pero¿ysitedetienen?—Tengodocumentos.—Todoslostenemos,perohabrásdearreglártelasparatragartelosmalos.Anselmomoviólacabezaygolpeóelbolsillodesublusa.—¡Cuántasveceshepensadoeneso!—dijo—.Ynomegustanadacomerpapel.—Creoquedebieraañadirseunpocodemostaza—dijoRobertJordan—.Enmi

bolsillo izquierdo tengo los papeles nuestros. En el derecho, los papeles fascistas.Así,encasodepeligronohayconfusión.

Elpeligrodebiódehabersidomuyseriocuandoeljefedelaprimerapatrullahizoungestohaciaellos;porquehablabantodosmucho.Demasiado,pensóRobertJordan.

—Perooye,Roberto—dijoAgustín—,sedicequeelGobiernoestágirandocadadíamáshacialaderecha;queenlaRepúblicayanosedicecamarada,sinoseñoryseñora.¿Nopuedeshacerquegirentusbolsillos?

—Cuando las cosas se vuelvan tan hacia la derecha,meterémis papeles en elbolsillodelpantalónycoserélacosturadelcentro.

—Entoncesvalemásqueesténentucamisa—dijoAgustín—.¿Esquevamosaganarestaguerrayaperderlarevolución?

—No —replicó Robert Jordan—; pero si no se gana esta guerra, no habrárevoluciónniRepública,nitúniyoninadamásqueunenormecarajo.

—Esloqueyodigo—intervinoAnselmo—:hayqueganarestaguerra.—Yen seguida fusilar a los anarquistas, a los comunistasy a todaesa canalla,

salvoalosbuenosrepublicanos—dijoAgustín.—Queseganeestaguerrayquenosefusileanadie—dijoAnselmo—.Quese

gobiernecon justiciayque todosdisfrutende lasventajasen lamedidaquehayanluchadoporellas.Yqueseeduquealosquesehanbatidocontranosotrosparaquesalgandesuerror.

—Habrá que fusilar a muchos —dijo Agustín—. A muchos. A muchos. Amuchos.

Golpeóconelpuñoderechocerradocontralapalmadesumanoizquierda.—Espero que no se fusile a nadie. Ni siquiera a los jefes. Que se les permita

reformarseporeltrabajo.—Yaséyoquétrabajolesdaría—intervinoAgustín.Ycogióunpuñadodenieve

yselometióenlaboca.

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—¿Quéclasedetrabajo,malapieza?—preguntóRobertJordan.—Dostrabajosmuybrillantes.—¿Dequésetrata?Agustínchupeteóunpocodenieveymiróhaciaelclaropordondehabíanpasado

losjinetes.Luegoescupiólanievederretida.—¡Vaya,quédesayuno!¿Dóndeestáelcochinogitano?—¿Quétrabajos?—insistióRobertJordan—.Habla,malalengua.—Saltardeunaviónsinparacaídas—dijoAgustínconlosojosbrillantes—.Eso

paralosquequeremosmás.Alosotroslosclavaríaenlospostesdelasalambradasyloshincaríamosbiensobrelaspúas.

—Esamaneradehablares innoble—dijoAnselmo—.Asíno tendremosnuncaRepública.

—Lo que es yo, querría nadar diez leguas en una sopa espesa hecha con suscojones—dijoAgustín—;ycuandoviaesoscuatroypenséquepodíamosmatarlos,mesentícomounayeguaesperandoalmachoenelcorral.

—Perotúsabesporquénoloshemosmatado—dijoRobertJordansinperderlacalma.

—Sí—dijoAgustín—;sí,peroteníatantasganascomounayeguaencelo.Túnopuedescomprenderesosinolohasexperimentado.

—Sudabasmucho—dijoRobertJordan—;peroyocreíaqueerademiedo.—Demiedo,sí;demiedoydeotracosa.Yenestavidanohaynadamásfuerte

queesaotracosa.«Sí—pensóRobert Jordan—.Nosotros hacemos esto fríamente, pero ellos no,

jamás.Esunsacramentoextra.Eselantiguosacramento,elqueellosteníanantesdeque la nueva religión les llegara del otro extremodelMediterráneo; el sacramentoquenohanabandonadojamás.Sinosolamentedisimuladoyescondido,parasacarlodurantelasguerrasylasinquisiciones.Esteeselpueblodelosautosdefe.Matarescosanecesaria,peroparanosotrosesdiferente.¿Ytú?,¿nohasexperimentadonuncaeso?¿NolosentisteenlaSierra?¿NienUsera?¿NientodoeltiempoqueestuvisteenExtremadura?¿Enningúnmomento?¡Quéva!—sedijo—.Acadatren.

»Deja de hacer literatura dudosa sobre los bereberes y los antiguos iberos yreconocequehassentidoplacerenmatar,comotodoslosquesonsoldadosporgustosientenavecesplacerloconfiesenono.AAnselmonolegustaporqueesuncazadorynounsoldado.Peronoleidealicestampoco.Loscazadoresmatanalosanimalesylossoldadosmatanaloshombres.Noteengañesatimismo.Ynohagasliteratura.Mira,hacetiempoqueestásmanchado.YnopiensesmaldeAnselmotampoco.Esuncristiano;algomuyraroenlospaísescatólicos.

»Pero,porloqueserefiereaAgustín,creoquefuemiedo,elmiedonaturalqueacometeantesdelaacción.Ytambiénalgomás.Quizásestéfanfarroneandoahora.

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Habíamuchomiedoensucaso.Hesentidoelmiedobajomimano.Enfin,eshoradeacabarconlacháchara.»

—Mirasielgitanohatraídocomida—dijoaAnselmo—.Noledejessubirhastaaquí.Esuntonto.Tráelatúmismo.Y,pormuchaquehayatraído,mándaledenuevopormás.Tengomuchísimahambre.

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CapítuloXXIV

ERA UNA MAÑANA de fines de mayo, de cielo alto y claro. El viento acariciabatibiamente.Lanievesefundíaconrapidezmientrastomabanunrefrigerio.Habíadosgrandesemparedadosdecarneyquesodecabraparacadauno,yRobertJordancortóconsunavajadosgruesasrodajasdecebolla,ylaspusoaunoyotroladodelacarneydelqueso,entrelostrozosdepan.

—Vasaolerdetalmanera,quellegaráhastalosfascistasqueestánalotroladodelbosque—dijoAgustín,conlabocallena.

—Damelabotaparaenjuagarmelaboca—dijoRobertJordan,conlabocallenatambiéndecarne,queso,cebollaypanamediomasticar.

No había tenido nunca tanta hambre. Se llenó la boca de vino, que sabíaligeramente a cuero,por elpellejo enquehabía estadoguardado,y luegovolvióabeber,empinandolabota,demaneraqueelchorrolecorrieseporlagarganta.Labotarozólasagujasdepinoquecubríanelfusilautomáticoallevantarlamano,echandolacabezahaciaatrás,paradejarqueelvinocorriesemejor.

—¿Quieresesteemparedado?—lepreguntóAgustín,ofreciéndoseloporencimadelaametralladora.

—No,muchasgracias.Esparati.—Yonotengoganas.Noacostumbroacomertantoporlamañana.—¿Deverdadnoloquieres?—No.Tómalo.Robert Jordan cogió el emparedado y lo dejó sobre sus rodillas para sacar del

bolsillodesuchaqueta,endondeguardabalasgranadas,unacebolla;luegoabriósunavaja y empezó a cortar.Quitó primero cuidadosamente la ligera película, que sehabíaensuciadoenelbolsillo,yluegocortóunagruesarodaja.Unsegmentoexteriorcayóalsuelo;RobertJordanlorecogió,lopusoconlarodajaylometiótodoenelemparedado.

—¿Siemprecomescebollatantemprano?—preguntóAgustín.—Cuandolahay.—¿Todoelmundolohaceentupaís?—No—contestóRobertJordan—;allíestámalvisto.—Esomegusta—dijoAgustín—;siempretuveaAméricaporpaíscivilizado.—¿Quétienescontralascebollas?—Elolor.Nadamás.Apartedeeso,escomounarosa.RobertJordanlesonrióconlabocallena.—Unarosa—dijo—;esunaverdadcomountemplo.Unacebollaesunarosay

unarosaesunacebolla.

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—Seteestánsubiendolascebollasalacabeza—dijoAgustín—.Tencuidado.—Una cebolla es una cebolla y una rosa es una rosa —insistió alegremente

Robert Jordan, y pensó que una piedra es una roca, es un peñasco, un cascote, unguijarro.

—Enjuágatelabocaconelvino—leaconsejóAgustín—.Eresmuyraro,inglés.Haymuchadiferenciaentretúyelúltimodinamiteroquetrabajóconnosotros.

—Hay,efectivamente,unagrandiferencia.—¿Cuál?—Queyoestoyvivoyélmuerto—dijoRobert Jordan.Peroenseguidapensó:

«¿Quéesloquetepasa?¡Vayaunamaneradehablar!¿Eslacomidaloqueteponeeneseestadodelocafelicidad?¿Quéesloquetepasa?¿Estásborrachodecebolla?¿Esesoloquetepasa?Nuncameimportómucho.Quisistequefuesealgoimportantepara ti, pero no lo conseguiste. No debes engañarte por el poco tiempo que tequeda»—. No —añadió hablando seriamente—. Aquél era un hombre que habíasufridomucho.

—¿Ytúnohassufrido?—No—contestóRobertJordan—;yosoydelosquesufrenpoco.—Yo también—dijo Agustín—. Hay quienes sufren y quienes no sufren. Yo

sufromuypoco.—Tantomejor—dijoRobertJordanybebióunnuevotragodelabota—.Ycon

esto,todavíamenos.—Yosufroporlosotros.—Comotodosloshombresbuenosdeberíanhacer.—Peropormímismosufromuypoco.—¿Tienesmujer?—No.—Yotampoco.—PeroahoratienesalaMaría.—Sí.—Miraquécosatanrara—dijoAgustín—.Desdequeellasejuntóconnosotros,

cuandolodeltren,laPilarlahamantenidoapartadadetodos,tancelosamentecomosi hubiera estado en un convento de carmelitas. No te puedes imaginar con quéferocidadlaguardaba.Vienestúyteladacomoregalo.¿Quéteparece?

—Nohasidocomotúlocuentas.—¿Cómofueentonces?—Melaconfióparaquecuidasedeella.—Yporesolacuidasyj...conellatodalanoche.—Suertequetieneuno.—Vayaunamaneradecuidardeella.

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—¿Túnoentiendesquesepuedacuidardealguiendeesemodo?—Sí.Pero,porloqueserefiereaesemododecuidarla,podíamoshaberlohecho

cualquieradenosotros.—Nohablemosmásdeeso—dijoRobertJordan—.Laquierodeverdad.—¿Lodicesenserio?—Nohaynadamásserioenestemundo.—¿Ydespuésquéharás,despuésdelodelpuente?—Ellasevendráconmigo.—Entonces—dijoAgustín—,nohablemosmásningunode los dos.Yque los

dostengáismuchasuerte.Levantólabotadevino,bebióuntragoyselatendióluegoaRobertJordan.—Unacosamás,inglés...—Todaslasquequieras.—Yolahequeridomuchotambién.RobertJordanlepusolamanoenelhombro.—Mucho—insistióAgustín—.Mucho.Másdeloqueunoescapazdeimaginar.—Meloimagino.—Mehizounaimpresiónquetodavíanosehaborrado.—Meloimagino.—Mira,voyadecirteunacosamuyenserio.—Dila.—Nunca la he tocado, ni he tenido nada que ver con ella; pero la quiero

muchísimo.Inglés,nolatratesalaligera.Porqueaunqueduermacontigonoesunaputa.

—Tendrécuidadodeella.—Tecreo.Perohaymás.Túnopuedesfigurartecómoseríaunamuchachacomo

ella si no hubiese habido una revolución. Tienes mucha responsabilidad. Esamuchachahasufridomucho,deverdad.Ellanoescomonosotros.

—Mecasaréconella.—Bueno. No digo tanto. Eso no es necesario con la revolución. Aunque—y

moviólacabeza—seríamejor.—Mecasaréconella—repitióRobertJordan,yaldecirlosintióqueselehacía

unnudoensugarganta—.Laquieromuchísimo.—Másadelante—dijoAgustín—.Cuandoconvenga.Lo importantees tener la

intención.—Latengo.—Oye—dijoAgustín—.Hablodemasiadoydeunacosaquenomeconcierne.

Pero¿hasconocidoamuchaschicasentupaís?—Aalgunas.

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—¿Putas?—Algunasnoloeran.—¿Cuántas?—Varias.—¿Ydormisteconellas?—No.—¿Noves?—Sí.—LoquedigoesqueMaríanohaceestoalaligera.—Niyotampoco.—Siyocreyesequelohacías,tehubierapegadountiroanoche,cuandodormías

conella.Poresascosasmatamosmuchoaquí.—Oye,amigo.Hatenidolaculpalafaltadetiempodequenohubieseceremonia.

Loquenosfaltaestiempo.Mañanahabráqueluchar.Paramínotieneimportancia.PeroparaMaríayparamíesoquieredecirquetendremosquevivirtodanuestravidadeaquíaentonces.

—Yundíayunanochenoesmucho—dijoAgustín.—No,perohemostenidoeldíadeayerylanocheanterioryanoche.—Oye,sipuedohaceralgoporti...—No.Todovamuybien.—Sipuedohaceralgoportioporlarapadita...—No.—Verdadqueesmuypocoloqueunhombrepuedehacerporotro.—No.Esmucho.—¿Qué?—Ocurraloqueocurrahoyymañana,enloquehacealabatalla,confíaenmíy

obedéceme...Aunquelasórdenesteparezcanequivocadas.—Confíoenti.Despuésdeesodelacaballeríaydelaideaquetuvistealejandoel

caballo,tengoconfianzaenti.—Eso no fue nada.Ya ves que trabajamos por un fin preciso: ganar la guerra.

Mientrasnolaganemos, todolodemáscarecedeimportancia.Mañanatenemosuntrabajodegranalcance.Deverdaderoalcance.Yluegohabráunabatalla.Labatallarequieremuchadisciplina.Porquemuchascosasnosonloqueparecen.Ladisciplinatienequevenirdelaconfianza.

Agustínescupióalsuelo.—LaMaríay lodemássoncosasaparte—dijo—.Túy laMaríaconvieneque

aprovechéiseltiempoqueosquedacomosereshumanos.Sipuedoayudarteenalgo,estoyatusórdenes.Yporloquehaceamañana,teobedeceréciegamente.Sihayquemorirenelasuntodemañana,unomorirácontentoyconelcorazónligero.

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—Asípiensoyo—dijoRobertJordan—.Peroeloírtelodecirmedacontento.—Tedirémás—siguióAgustín—;ésedeahíarriba—yseñalóaPrimitivo—es

demuchaconfianza.LaPilarloesmucho,muchomásdeloquetúteimaginas.Elviejo, Anselmo, es también demucha confianza. Andrés también. Eladio también.Muycallado,perodemuchaconfianza.YFernando.Noséquéesloquetúpiensasdeél.Esverdadqueesmáspesadoqueelplomo.Yestámásllenodeaburrimientoqueunbueyuncidoasucarretaenuncamino.Peroparapelearyparahacerloqueselehadichoesmuyhombre.Yaverás.

—Tenemossuerte.—No, tenemos dos elementos flojos: el gitano y Pablo. Pero la cuadrilla del

Sordo es mejor que nosotros tanto como nosotros podemos ser mejores que lacagarrutadeunacabra.

—Entonces,todovabien.—Sí—concluyóAgustín—.Peromegustaríaquefueseparahoy.—Amítambién.Paraacabarconeso.Peronoserá.—¿Creesquevaaserlacosadura?—Puedequesí.—Peroestásahoramuycontento,inglés.—Sí.—Yotambién.PeseatodolodeMaríayatodolodemás.—¿Sabesporqué?—No.—Yotampoco.Quizáseaeldía.Eldíaeshermoso.—¡Quiénsabe!Quizáseaquevamosatenerjarana.—Yo creo que es eso. Pero no será hoy. Hoy tenemos que evitar cualquier

incidente.Esmuyimportante.Segúnhablaban, oyó algo.Era un ruido lejano que dominaba el soplo de brisa

entrelosárboles.Noestabasegurodehaberoídobienysequedóconlabocaabierta,escuchando, sin quitarle ojo a Primitivo. Apenas creía haberlo oído cuando sedisipaba. El viento soplaba entre los pinos y Robert Jordan se mantuvo atentoescuchando.Oyóalfinunruidotenuellevadoporelviento.

—Paramí,estonotienenadadetrágico—estabadiciendoAgustín—.ElquenopuedateneralaMaríanoimporta.Irédeputas,comohehechosiempre.

—Cállate—dijoJordansinescucharle.Ysetumbójuntoaélconlacabezavueltadelotrolado.Agustínlemiró.

—¿Quépasa?—preguntó.RobertJordansepusolamanoenlabocaysiguióescuchando.Looyódenuevo.

Eraun ruidodébil, sordo, secoy lejano;peronocabía lamenorduda:erael ruidocrepitante y sordo de ráfagas de ametralladora.Hubiérase dicho que pequeñísimos

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fuegosartificialesestallabanenloslinderosdeloaudible.RobertJordanlevantólosojoshaciaPrimitivo,queestabaconlacabezaerguida,

mirandohaciadondeellosseencontrabanconunamanosobre laoreja.Almirarle,Primitivo,señalólasmontañasmásaltas.

—EstánpeleandoenelcampamentodelSordo—dijoRobertJordan.—Vamosaayudarlos—dijoAgustín—.Reúnealagente...Vámonos.—No—dijoRobertJordan—.Hayquequedarseaquí.

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CapítuloXXV

ROBERTJORDANlevantósusojoshaciadondePrimitivosehabíaparadoensupuestode observación empuñando el fusil y señalando. Jordan asintió con la cabeza paraindicarle que había comprendido; pero el hombre siguió señalando, llevándose lamanoalaorejayvolviendoaseñalarinsistentemente,comosifueraposiblequenolehubiesenentendido.

—Quédatetúahí,conlaametralladora,ynodispareshastaquenoestésseguro,seguro,peroseguroquevienenhaciaacá,yesoúnicamentecuandohayanllegadoaesasmatas—leindicóRobertJordan—.¿Entiendes?

—Sí,pero...—Nadadeperos;despuésteloexplicaré.VoyaveraPrimitivo.AAnselmo,queestabajuntoaél,ledijo:—Viejo,quédateaquíconAgustínylaametralladora.—Hablabatranquilamente,

sinprisa.—Nodebedisparar,amenosquelacaballeríasedirijarealmentehaciaacá.Siaparecen,tienequedejarlostranquilos,comohemoshechounratoantes.Sitienequedisparar,sosténlelaspatasdeltrípodeypásalelasmuniciones.

—Bueno—contestóelviejo—.¿YLaGranja?—Luego.RobertJordantrepó,dandolavueltaporlospeñascosgrises,quesentíahúmedos

ahora, cuando apoyaba lasmanos para subir. El sol hacía que la nieve se fundierarápidamente.Enloalto,lasrocasestabansecasy,amedidaqueascendía,pudover,másalládelcampoabierto,lospinosylalargahondonadaquellegabahastadondeempezabanotravezlasmontañasmásaltas.AlllegarjuntoaPrimitivosedejócaerenunhuecoentredosrocas,yelhombrecillodecaraatezadaledijo:

—EstánatacandoalSordo.¿Quéhacemos?—Nada—contestóRobertJordan.Oíaclaramenteeltiroteoenaquellosmomentos,ymirandohaciadelante,alotro

ladodelmonte, vio, cruzando el valle en el lugar enque lamontaña se hacíamásescarpada,unatropadecaballería,que,saliendodeentrelosárboles,seencaminabaal lugardel tiroteo.Vio ladoblehilerade jinetesycaballosdestacándosecontra lablancura de la nieve, en el momento en que escalaban la ladera por la parte másempinada.Alllegaraloaltodelrebordeseinternaronenelmonte.

—Tenemosqueayudarlos—dijoPrimitivo.Suvozeraroncayseca.—Es imposible—le dijo Robert Jordan—. Me lo estaba temiendo desde esta

mañana.—¿Quédices?—Fueron a robar caballos anoche.La nieve dejó de caer y les han seguido las

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huellas.—Perohayqueiraayudarlos—insistióPrimitivo—.Noselespuededejarsolos

deestamanera.Sonnuestroscamaradas.RobertJordanlepusolamanoenelhombro.—Nosepuedehacernada.Sipudiéramoshaceralgo,loharíamos.—Hayunamaneradellegarhastaallíporarriba.Sepuedetomaresecaminocon

los dos caballos y las dos máquinas. La que está ahí y la tuya. Así podrían serayudados.

—Escucha—dijoRobertJordan.—Esoesloqueescucho—dijoPrimitivo.Les llegabael tiroteoenoleadas,unasobreotra.Luegooyeronelestampidode

lasgranadasdemano,pesadoysordo,entreelsecocrepitardeametralladora.—Estánperdidos—dijoRobertJordan—.Estuvieronperdidosdesdeelmomento

enquelanievecesó.Sivamosnosotros,nosveremosperdidostambién.Nopodemosdividirlaspocasfuerzasquetenemos.

Unapelambregriscubríalamandíbula,ellabiosuperioryelcuellodePrimitivo.Elrestodesucaraeradeunmorenoapagado,conlanarizrotayaplastadaylosojosgrises,muy hundidos;mientras lemiraba, Robert Jordan vio que le temblaban lospelosgrisesenlascomisurasdeloslabiosyenlosmúsculosdelcuello.

—Oye—dijo—,esoesunamatanza.—Sí,estáncercadosenlahondonada—dijoRobertJordan—;peroquizáshayan

podidoescaparalgunos.—Si fuéramos ahora podríamos atacarlos por la espalda —dijo Primitivo—.

Vamosloscuatroconloscaballos.—¿Yluego?¿Quépasarácuandoloshayasatacadopordetrás?—NosuniremosalSordo.—Paramorirallí.Miraalsol.Eldíaeslargo.Elcieloaparecíalímpido,sinunanube,yelsollescalentabayalaespalda.Había

grandesmasas nítidas de nieve sobre la ladera sur, por encima de ellos, y toda lanieve de los pinos había caído.Más abajo, un ligero vapor se elevaba a los rayostibiosdelsoldelasrocas,húmedasdenievederretida.

—Hayqueaguantarse—resolvióRobertJordan—.Soncosasquesucedenenlaguerra.

—Pero¿nosepuedehacernada?¿Deveras?—Primitivo lemirabafijamenteyRobertJordanvioqueteníaconfianzaenél—.¿Nopodríasenviarmeconotroyconlaametralladorapequeña?

—Noserviríadenada—contestóRobertJordan.En esemomento le pareció ver algo que había estado aguardando, pero no era

másqueunhalcón,quesedejabamecerenelvientoyqueremontóluegoelvuelo

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porencimadelalíneamásalejadadelbosquedepinos.—Noserviríadenadaaunquefuéramostodos.El tiroteo redobló en intensidad, puntuado por el estallido plúmbeo de las

bombas.—Me c... en ellos —dijo Primitivo con una especie de fervor dentro de su

grosería,conlosojosllenosdelágrimasylasmejillastemblorosas—.PorDiosyporlaVirgen,mec...enesoscobardes,yenlalechedesumadre.

—Cálmate—dijoRobert Jordan—.Vas a pelearte con ellos antes de lo que tefiguras.Mira,aquíestáPilar.

Pilarsubíahaciaellosapoyándoseenlasrocascondificultad.Primitivocontinuóblasfemando:—Puercos.DiosylaVirgen,mec...enellos—cadavezqueelvientollevabauna

andanadadetiros.RobertJordanseescurriódelarocaendondeestabaparaayudaraPilar.—¿Qué tal, mujer? —preguntó sujetándola por las muñecas, para ayudarla a

trasponerelúltimopeñasco.—Tusprismáticos—dijoella,quitándoselacorreadeencimadeloshombros—.

AsíquelehatocadoalSordo.—Asíes.—¡Pobre!—dijoellacompasivamente—.¡PobreSordo!Respiraba entrecortadamente a causa de la ascensión; cogió lamano deRobert

Jordanylaapretóconfuerzaentrelassuyas,sindejardemiraralolejos.—¿Cómovalacosa?¿Quécrees?—Mal,muymal.—Estáj...—Creoquesí.—¡Pobre!—dijoella—.Porculpadeloscaballos,¿no?—Probablemente.—¡Pobre!—exclamóPilar.Luegoañadió—:Rafaelmehacontadomontonesde

puñeteríassobrelosmovimientosdelacaballería.¿Quéfueloquepasó?—Unapatrullayundestacamento.—¿Hastadóndellegaron?RobertJordanseñalóellugarendondesehabíadetenidolapatrullayelrefugio

de laametralladora.Desdeel lugarenqueestabanpodíanverunabotadeAgustínqueasomabapordebajodelrefugioderamas.

—Elgitanomehacontadoquellegarontancercadevosotros,queelcañóndelaametralladoratocabaelpechodelcaballodeljefe—cortóPilar—.¡Quégitanos!Tusprismáticosestabanenlacueva.

—¿Hasrecogidotodaslascosas?

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—Todoloquesepuedellevar.¿HaynoticiasdePablo?—Lesllevabacuarentaminutosdeventaja.Leibansiguiendolashuellas.Pilarsonrióylesoltólamano.—Noleencontraránnunca.LomaloeselSordo.¿Nosepuedehacernada?—Nada.—¡Pobre!—exclamó ella—.Queríamucho al Sordo. ¿Estás seguro, seguro de

queestáj...?—Sí,hevistomuchacaballería.—¿Másdelaquevinoporaquí?—Undestacamentomásquesubíaalláarriba.—Escucha—dijoPilar—.¡Pobre,pobreSordo!Escucharoneltiroteo.—Primitivoqueríair—dijoRobertJordan.—¿Estásloco?—preguntóPilaralhombredelacaraaplastada—.¿Quéclasede

locosestamoscriandoporaquí?—Querríairaayudarles.—¡Quéva!Otroromántico.¿Noteparecequevasamorirlobastanteaprisasin

necesidaddehacerviajesinútiles?RobertJordanlamiró,observósucara,anchaymorena,conlospómulosaltos,

como losde los indios, losojososcuros,muy separados,y labocaburlona, conellabioinferiorgruesoyamargo.

—Pórtate como un hombre—le dijo a Primitivo—.Como una personamayor.Piensaentuscabellosgrises.

—No teburlesdemí—dijoPrimitivohoscamente—.Porpococorazónypocaimaginaciónqueunotenga...

—Hay que aprender a hacerlos callar —dijo Pilar—. Ya morirás pronto connosotros,hombre;nohaynecesidaddeirabuscarcomplicacionesconlosforasteros.Encuantoalaimaginación,elgitanolatieneparatodos.Vayaunpuñeteroromancequemehacontado.

—Sihubierasvistoloquepasónohablaríasderomance—dijoPrimitivo—.Noshemosescapadoporunpelo.

—¡Qué va! —siguió Pilar—. Algunos jinetes llegaron hasta aquí y luego sefueronyvosotrososhabéiscreídounoshéroes.Aesohemosllegado,afuerzadenohacernada.

—¿YesodelSordonoesgrave?—preguntóPrimitivocondesprecio.Sufría visiblemente cada vez que el viento le llevaba el ruido del tiroteo, y

hubieraqueridoirallíoalmenosquePilarsecallarayledejaseenpaz.—¿Total,qué?—dijoPilar—.Lehallegado,asíesquenopierdastusc...porla

desdichadelosotros.

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—Vete a la mierda —dijo Primitivo—; hay mujeres de una estupidez y unabrutalidadinsoportables.

—Esparahacerjuegoconloshombresdepocosc...—replicóPilar—.Sinohaynadaquever,meiré.

Enaquellosmomentos,RobertJordanoyóelrumordeunaviónquevolabaagranaltura.Levantólacabeza.Parecíaelmismoaparatodeobservaciónquehabíavistoaprimerahoradelamañana.VolvíadelaslíneasyseibahacialaaltiplanicieenqueelSordoestabasiendoatacado.

—Ahíestáelpájarodemalagüero—dijoPilar—.¿Podráverloquepasaaquíabajo?

—Seguramente—dijoRobertJordan—.Sinoestánciegos.Vieron al avión deslizarse a gran altura, plateado y tranquilo, a la luz del sol.

Veníadelaizquierdaypodíanverselosdiscosdeluzquedibujabanlashélices.—Agachaos—ordenóRobertJordan.El avión estaba ya por encima de sus cabezas y su sombra cubría el espacio

abierto,mientras que la trepidación de sumotor llegaba almáximo de intensidad.Luego se alejó hacia la cima del valle y le vieron perderse poco a poco hastadesaparecer para surgir de nuevo, describiendo un amplio círculo; descendió y diodosvueltasporencimadelaplanicie,antesdeencaminarsehaciaSegovia.

Robert JordanmiróaPilar, que tenía la frente cubiertade sudor.Ellamovió lacabezamientrassemordíaellabioinferior.

—Cadacualtienesupuntoflaco—dijo—.Amí,sonésoslosquemeatacanlosnervios.

—¿Nosetehabrápegadomimiedo?—preguntóirónicamentePrimitivo.—No—contestóella,poniéndolelamanoenelhombro—.Túnotienesmiedo,

yalosé.Tepidoperdónporhabertetratadocondemasiadaconfianza.Estamostodosenelmismocaldero.—Yluego,dirigiéndoseaRobertJordan—:Osmandarécomidayvino.¿Quieresalgomás?

—Porelmomento,nadamás.¿Dóndeestánlosotros?—Tu reserva está intacta, ahí abajo, con los caballos—dijo ella, sonriendo—.

Todoestábienguardado.TodoestálistoMaríaestácontumaterial.—Siporcasualidadsepresentaranaviones,mételoenlacueva.—Sí, señor inglés—repusoPilar—.A tugitano, te lo regalo, le hemandado a

cogersetasparaguisarlasliebres.Haymuchassetasenestetiempoyhepensadoqueserámejorquenoscomamoslas liebreshoy,aunqueestaríanmástiernasmañanaopasadomañana.

—Creoqueserámejorcomérnoslashoy,enefecto—respondióRobertJordan.Pilarpusosumanazasobreelhombrodelmuchachoenelsitiopordondepasaba

lacorreadelametralleta,ylevantandolamanoleacaricióloscabellosluego.

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—¡Qué inglés!—exclamó—.Mandaré aMaría con los pucheros, cuando esténguisadas.

Eltiroteolejanohabíaconcluidocasiporcompleto.Sóloseoíadevezencuandoalgúndisparoaislado.

—¿Creesquehaacabadotodo?—preguntóPilar.—No—contestóJordan—;porelruido,parecequehahabidounataqueyhasido

rechazado. Ahora, yo diría que los atacantes los han rodeado. El Sordo se haguarecidoesperandolosaviones.

PilarsedirigióaPrimitivo.—Tú,yasabesquenohequeridoinsultarte.—Yalosé—respondióPrimitivo—;estoyacostumbradoacosaspeores.Tienes

una lengua asquerosa. Pon atención en lo que dices,mujer. El Sordo era un buencamaradamío.

—¿Ynoloeramío?—preguntóPilar—.Escucha,caraaplastada.Enlaguerranosepuededecirloquesesiente.Tenemosbastanteconlonuestro,sinpreocuparnosdelodelSordo.

Primitivosiguiómostrándosehosco.—Debierasiralmédico—ledijoPilar—.Yyomevoyahacereldesayuno.—¿Mehastraídolosdocumentosdeeserequeté?—lepreguntóRobertJordan.—¡Qué estúpida soy!—dijo ella—; los he olvidado.Mandaré aMaría con los

papeles.

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CapítuloXXVI

LOS AVIONES NO VOLVIERON hasta las tres de la tarde. La nieve se había derretidoenteramentedesdeelmediodíaylasrocasestabanrecalentadasporelsol.Nohabíanubesenelcielo,yRobertJordan,queestabasentadosobreunpeñasco,sequitólacamisa y se puso a tostarse las espaldas al solmientras leía las cartas que habíanencontrado en los bolsillos del soldado de caballería muerto. De vez en cuandodejabadeleerparamiraratravésdelvallehacialalíneadepinos;luegovolvíaalascartas.Novolvióaaparecermáscaballería.DevezencuandoseoíaalgúntirohaciaelcampamentodelSordo.Peroeltiroteoeraesporádico.

Por la lectura de los papeles militares supo que el muchacho era de Tafalla(Navarra),queteníaveintiúnaños,quenoestabacasadoyqueerahijodeunherrero.El número de su regimiento sorprendió a Robert Jordan, porque suponía que eseregimientoestabaenelNorte.ElmuchachoerauncarlistaquehabíasidoheridoenlabatalladeIrúnacomienzosdelaguerra.

«ProbablementelehevistocorrerdelantedelostorosporlascallesenlaferiadePamplona—pensóRobertJordan—.Unonomatanuncaaquiensequisieramatarenlaguerra.Bueno,casinunca»,secorrigió.Ysiguióleyendolascartas.

Lasprimerasqueleyóerancartasamaneradas,escritasconcaligrafíacuidadosa,yse referían casi exclusivamente a sucesos locales. Eran de la hermana, y RobertJordanseenteróporellasdequetodoibabienenTafalla,dequeelpadreseguíabien,dequelamadreestabacomosiempre,aunqueteníadoloresenlaespalda;confiabaenqueelmuchachoestuvierabienynocorriesemuchospeligrosysesentíadichosaporsaber que estuviera acabando con los rojos para liberar a España de las hordasmarxistas.LuegohabíaunalistadelosmuchachosdeTafallamuertosogravementeheridosdesdesuúltimacarta.Mencionabadiezmuertos.EramuchoparaunpueblodelaimportanciadeTafalla,pensóRobertJordan.

Enlacartatambiénsehablabaextensamentedelareligión,ylahermanarogabaaSanAntonio,alaSantísimaVirgendelPilaryalasotrasvírgenesqueleprotegieran.Yasimismolepedíaalmuchachoquenoolvidaraqueestaba igualmenteprotegidoporelSagradoCorazóndeJesús,quesiempredebía llevarsobresucorazón,comoestabaellaseguradequelollevaba,yaqueinnumerablescasoshabíanprobado—yestoestabasubrayado—quegozabadelpoderdedetenerlasbalas.Sedespedíaconun«Tuhermanaquetequiere,comosiempre,Concha».

Esa carta estaba un poco sucia por los bordes y Robert Jordan la guardócuidadosamenteconelrestodelospapelesmilitaresyabrióotra,cuyacaligrafíaeramenosprimorosa.Eradelanoviaque,bajofórmulasconvencionales,parecíalocadehisteriaporlospeligrosquecorríaelmuchacho.RobertJordanlaleyó,luegometió

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lascartasylospapelesenelbolsillodesupantalón.Nolequedaronganasdeleerlasotrascartas.

«Creoqueyahehechomibuenaaccióndehoy—sedijo—.Vayaquesí.»—¿Quéestabasleyendo?—lepreguntóPrimitivo.—Los papeles y las cartas de ese requeté que hemos matado esta mañana.

¿Quieresverlos?—Noséleer—contestóPrimitivo—.¿Hayalgointeresante?—No—repusoRobertJordan—;soncartasdefamilia.—¿Cómoestánlascosasenelpueblodelmuchacho?¿Sepuedeaveriguarporlas

cartas?—Parecequelascosasvanbien—dijoRobertJordan—;hahabidomuchasbajas

en su pueblo.—Examinó el refugio, que habíanmodificado ymejorado un poco,despuésdederretirselanieve,yqueteníaunaspectomuyconvincente.Luegomiróhacialalejanía.

—¿Dequépuebloes?—preguntóPrimitivo.—DeTafalla—respondióRobertJordan.«Puesbien,sí,lolamento.Lolamentosiellopuedeservirdealgo.»«Nosirvedenada—secontestóasímismo—.Bueno,entonces,olvídalo.»«Deacuerdo,loolvidoahoramismo.»Peronopodíaolvidarlo.«¿Acuántoshasmatado?—sepreguntóasímismo—.

Nolosé.¿Creesquetienesderechoamatar?¿Nitansiquieraauno?No,perotengoquematar. ¿Cuántos de los quehasmatado eranverdaderos fascistas?Muypocos.Pero todos son enemigos, cuya fuerza se opone a la nuestra. ¿Tú prefieres losnavarrosalosdecualquierotrapartedeEspaña?—Sí.—¿Ylosmatas?—Sí.Sinolocrees,bajaalcampamento.—¿Nosabesqueesmalomataranadie?—Sí.—Perolohaces.—Sí.—¿Ysiguescreyendoquetucausaesjusta?—Sí.»

«Es justa—se dijo, no para tranquilizarse, sino con orgullo—. Tengo fe en elpuebloycreoqueleasisteelderechodegobernarseasugusto.Peronosedebecreerenelderechodematar.Esprecisomatarporqueesnecesario,peronohayquecreerqueseaunderecho.Sisecreeenello,todovamal.»

«—¿Acuántoscreesquehabrásmatado?—Notengointerésenllevarlacuenta.—Pero¿losabes?—Sí.—¿Acuantos?—Nopuedeunoestarsegurodelnúmero.—¿Y de los que estás seguro?—Más de veinte. —¿Y cuántos verdaderos fascistashabía entre ellos?—Solamente dos que fueran seguros. Porque me vi obligado amatarloscuando loshicimosprisionerosenUsera.—¿Yno tecausó impresión?—No.—¿Tampocoplacer?—No.Resolvínovolverloahacernunca.Loheevitado.Heprocuradonomataralosqueestabandesarmados.»

«Oye—sedijoasímismo—,harásmejorsinopiensasenello.Esmaloparatiyparatutrabajo.»Luegosecontestó:

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«Escúchame, tú, estás preparando algo muy serio y es menester que locomprendas.Esnecesarioqueyotehagacomprenderestoclaramente.Porquesinoestáclaroentucabeza,notienesderechoahacerlascosasquehaces.Porquetodasesas cosas son criminalesyningúnhombre tienederecho aquitar la vida a otro, amenosqueseaparaimpedirquelessucedaalgopeoralosdemás.Asíesquetratadeentenderlobienynoteengañesatimismo.

«Peroyonopuedollevarlacuentadelosquehematado,comosehaceconunacoleccióndetrofeosocomoenunadeesascosasrepugnantes,haciendomuescasenlaculatadelfusil.Tengoderechoanollevarlacuentaytengoderechoaolvidarlos.»

«No—se contestó a sí mismo—; no tienes derecho a olvidar nada. No tienesderecho a cerrar los ojos ante nada ni a olvidar nada ni a atenuar nada, ni acambiarlo.»

«Cállate—sedijo—.Teponeshorriblementepomposo.»«Nitampocoaengañarteatimismoacercadeello»,prosiguiódiciéndose.«Deacuerdo.Graciasportusbuenosconsejos.YquereraMaría,¿estábien?—

Sí»,respondiósuotroyo.«¿Incluso aunque no haya sitio para el amor en una concepción puramente

materialistadelasociedad?»«¿Desdecuándotienestúsemejanteconcepción?—preguntósuotroyo—.Nola

hastenidonunca.Nohaspodidotenerlanunca.Túnoeresunverdaderomarxista,ylo sabes.Tú crees en la libertad, en la igualdady en la fraternidad.Túcrees en lavida, en la libertady en la búsquedade la dicha.No te atiborres la cabeza conunexcesodedialéctica.Esoesbuenoparalosdemás;noparati.Convienequeconozcasestascosasparanotenerelairedeunestúpido.Hayqueaceptarmuchascosasparaganarunaguerra.Siperdemosestaguerra,todoestaráperdido.»

«Perodespuéspodrásrechazartodoaquelloenloquenocrees.Haymuchascosasen las que no crees ymuchas cosas en las que crees. Y otra cosa. No te engañesacercadelamorquesientasporalguien.Loqueocurreesquelasmásdelasgentesno tienen la suerte de encontrarlo. Tú no lo habías sentido antes nunca y ahora losientes. Lo que te sucede conMaría, aunque no duremás que hoy y una parte demañana,oaunqueduretodalavida,eslacosamásimportantequepuedesucederleaun ser humano.Habrá siempre gentes que digan que eso no existe, porque no hanpodido conseguirlo. Pero yo te digo que existe y que has tenido suerte, aunquemuerasmañana.»

«Bastayadehablardeestascosas—sedijo—ydelamuerte.Esanoesmanerade hablar. Ese es el lenguaje de nuestros amigos los anarquistas. Siempre que lascosas vanmal, tienen ganas de prender fuego a algo y morir después, tienen unacabezamuyparticular.Muyparticular.En fin, hoy se pasará en seguida, amiguito.Son casi las tres y va a haber zafarrancho, más pronto o más tarde. Se sigue

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disparandoenelcampamentodelSordo;loquemuestraquehansidocercadosyqueesperantalvezmásgente.Perotendránqueacabarconellosantesdelanochecer.»

«Mepreguntocómoiránlascosasalláarriba,enelcampamentodelSordo.Esloquenosaguardaatodosasudebidotiempo.Nodebedesermuydivertidoporalláarriba.Porciertoquelehemosmetidoenunbuenlíoconesodeloscaballos.¿Cómose dice en español? Un callejón sin salida. Creo que en un caso así yo sabríacomportarmedecentemente.Soncosasquenosucedenmásqueunavezyacabanenseguida. ¡Qué lujo sería el que tomase uno parte en una guerra en que pudierarendirsecuandolehancercado!Estamoscopados.Esehasidoelgrangritodepánicodeestaguerra.Despuésunoerafusiladoysiantesnolehabíasucedidoaunonada,unohabíatenidosuerte.ElSordonotendráesasuerte.Nivaatenerlanadiecuandollegueelmomento.»

Eranlastresdelatarde.Oyóunzumbidolejano,y,levantandolosojos,violosaviones.

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CapítuloXXVII

EL SORDO ESTABA COMBATIENDO en la cresta de una colina. No le gustaba aquellacolina,ycuandolaviosedijoqueteníalaformadeunabsceso.Peronopodíaelegir;lahabíavistode lejosygalopóhaciaellaespoleandoalcaballo, jadeanteentre suspiernas, con el fusil automático terciado sobre sus espaldas, el saco de granadasbalanceándose a un lado y el saco con los cargadores al otro, mientras Joaquín eIgnaciosedeteníanydisparabanparadejarletiempodecolocarlaametralladoraenposición.

Quedabatodavíanieve,lanievequeloshabíaperdidoycuandosucaballoheridoempezó a subir a paso lento la última parte del camino, jadeando, vacilando ytropezando,regandolanieveconunachorradarojadevezencuando,elSordoechópie a tierra y lo llevó de las riendas, trepando con las riendas sobre sus hombros.Había subidomuy de prisa, todo lo que podía, con los dos sacos, que le pesabansobre laespalda,mientras lasbalas seestrellabanen las rocasalrededordeél,yalllegar arriba, cogiendo al caballo por las crines, le „ pegó un tiro rápida, hábil ytiernamente,enelsitioendondehabíaquepegárselo,detalmaneraqueelcaballosedesplomódegolpe,con lacabezapordelante,quedandoencajonadoenunabrechaentredosrocas.ElSordocolocólaametralladorademodoquepudieradispararporencima del espinazo del caballo y vació dos cargadores en ráfagas precipitadas ymientrasloscasquillosvacíosseincrustabanenlanieveyalrededorunoloracrinesquemadassedesprendíadelcuerpodelcaballoenqueapoyaba labocacalientedelcañón,disparabasobre todoslosquesubíanpor lacuesta,obligándolesaponerseacubierto.En todoese tiempohabía idoexperimentandounasensaciónde fríoen laespaldaporqueno sabía losqueestabandetrásdeél.Perocuandoelúltimode loscincohombreshuboalcanzadolacima,esasensacióndefríodesaparecióydecidióconservarsusmunicionesparaelmomentoenquetuvieranecesidaddeellas.

Había otros dos caballos muertos en la pendiente y tres en la cima. No habíapodido robarmás que tres caballos la noche anterior, y uno de ellos se escapó alintentarmontarloapelodentrodelcorral,cuandolosprimerosdisparoscomenzaronaoírse.

Deloscincohombresquellegaronalacima, tressehallabanheridos.ElSordoestabaheridoen lapantorrillayendos lugaresdistintosdelbrazo izquierdo.Teníamuchased.Susheridasleendurecíanlosmúsculosyunadelasheridasdelbrazoeramuy dolorosa. Le dolía la cabeza y, mientras estaba tendido allí, aguardando quellegasen losaviones,se leocurrióunafrasedehumorespañol,quedecíaasí:«Hayquetomarlamuertecomosifueraunaaspirina».Noladijoenvozalta;perosonrióparasusadentros,enmediodeldolorydelasnáuseasqueleacometíancadavezque

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movíaelbrazoymirabaentornosuyoparaverloquehabíaquedadodesucuadrilla.Loscincohombresestabandispuestos como los radiosdeunaestrelladecinco

puntas.Cavando con lasmanos y los pies, habían hechomontículos de barro y depiedrasparaprotegerse la cabezay loshombros.Puestos a cubiertode esta suerte,trataban de unir los montículos individuales con un parapeto de piedra y lodo.Joaquín, elmás joven, que sólo tenía dieciocho años, tenía un casco de acero queutilizabaparacavarytransportarlatierra.

Había encontradoaquel cascoenel asalto al tren.El casco teníaunagujerodebalay todoelmundoseburlabadeél.PeroJoaquínhabíaalisadoamartillazos losbordesdesigualesdelagujeroylohabíatapadoconuntarugodemadera,quecortóylimóhastadejarloalniveldelmetal.

Cuandocomenzólabatallasemetióelcascoenlacabeza,contantafuerza,queleresonóenelcráneodegolpecomosisehubierametidounacacerola,yenlacarrerafinal, despuésdequehubomuerto su caballo, y con el pechodolorido, laspiernasinertes, la boca seca, mientras las balas se estrellaban, martillaban y cantabanalrededor,enlacarreraquedioparallegarhastalacima,elcascoselehabíaantojadopesadísimo, ciñendo su hinchada frente con una banda de hierro. Pero lo habíaconservado puesto y ahora cavaba aprovechándose de él con una regularidaddesesperanteycasimaquinal.Hastaentoncesnohabíasidoherido.

—Porfinsirveparaalgo—lehabíadichoelSordo,consuvozhondaygrave.—Resistiryfortificaresvencer—contestóJoaquín,conlabocaseca;secadeun

miedoquesobrepasabalasednormaldelabatalla.Eraunodelosslogansdelpartidocomunista.

El Sordomiró hacia la base de la colina, donde uno de los soldados disparabaprotegidoporlaroca.QueríamuchoaJoaquín,peronoestabaenaquellosmomentosdehumorparaaguantarslogans.

—¿Quéesloquedices?Unodeloshombreslevantólosojosdeloqueestabahaciendo.Tendidodebruces

yconlasdosmanos,colocabacuidadosamenteunapiedra,procurandonolevantarlabarbilla.

Joaquínrepitiólafrase,consuvozjuvenilyseca,sindejarunsegundodecavar.—¿Cuáleslaúltimapalabra?—Vencer—dijoelmuchacho.—¡Mierda!—exclamóelhombredelabarbillapegadaalsuelo.—Hay otra frase que se aplica aquí—dijo Joaquín, y se hubiera dicho que se

sacabalosslogansdelbolsillo,comotalismanes—.LaPasionariadicequeesmejormorirdepiequevivirderodillas.

—¡Mierda! —repitió el hombre, y un compañero suyo soltó por encima delhombro:

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—Noestamosderodillas.Estamosdebarriga.—Tú, comunista, ¿sabesque laPasionaria tieneunhijode tu edadqueestá en

RusiadesdeelcomienzodelMovimiento?—Esoesmentira—saltóJoaquín.—¡Quévaasermentira!—dijoelotro—.Fueeldinamiterodelnombreraroel

quemelodijo.Éleratambiéndetupartido.¿Paraquéibaamentir?—Esunamentira—dijoJoaquín—.LaPasionarianoharíaunacosacomoocultar

asuhijoenRusia,escondido,lejosdelaguerra.—Ya quisiera yo estar en Rusia —dijo otro de los hombres del Sordo—. Tu

PasionarianomandaráabuscarmeparaenviarmeaRusia,¿eh,comunista?—SitienestantaconfianzaentuPasionaria,veapedirlequenossaquedeaquí—

dijounhombrequellevabaunmuslovendado.—Yaseencargarándeellolosfascistas—replicóelhombredelabarbillapegada

alsuelo.—Nohabléisasí—dijoJoaquín.—Pásateuntrapoporloslabiosylímpiatelalechedelanodrizayalárgamede

pasoesebarroentucasco—dijoelhombredelabarbillapegadaalsuelo—.Ningunodenosotrosveráponerseelsolestatarde.

El Sordo pensaba: «Tiene la forma de un golondrino. O del pecho de unajovencita, sin el pezón. O del cráter de un volcán. Pero tú no has visto nunca unvolcán,ynoloverásnunca.Además,estacolinaescomoungolondrino.Déjatedevolcanes.Esdemasiadotardeparavolcanes.»

Miró con precaución por encima del espinazo del caballomuerto y en seguidabrotóunmartilleorápidodedisparosprovenientesdeunaroca,muchomásabajo,enlabasede lacolina.Oyólasbalashundirseenelcuerpodelcaballo.Arrastrándosedetrásdelanimal, seatrevióaecharunaojeadapor labrechaquequedabaentre lagrupadelcaballoy la roca.Había trescadáveresenel flancode lacolina,unpocomásabajodedondeestabaél.Treshombresquehabíanmuertocuandolosfascistasintentaronelasaltode lacolinabajo laproteccióndeun fuegodeametralladorasyfusilesautomáticos.ElSordoysuscompañerosfrustraronelataqueconbombasdemano,quehacíanrodarpendienteabajo.Habíaotroscadáveresquenopodíaveralosotros lados de la colina. Esta no tenía un acceso fácil, por el que los asaltantespudieranllegarhastalacima,yelSordosabíaque,mientrascontaseconmunicionesy granadas y le quedasen cuatro hombres, no los harían salir de allí amenos quetrajesen unmortero de trinchera.No sabía si habrían ido a buscar elmortero aLaGranja.Quizá no, porque los aviones no tardarían en llegar.Habían pasado cuatrohorasdesdequeelavióndereconocimientovolósobresuscabezas.

«La colina es realmente como un golondrino —pensó el Sordo— y nosotrossomos el pus. Pero hemos matado a muchos cuando cometieron esa estupidez.

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¿Cómo podían imaginarse que nos iban a atrapar de ese modo? Disponen de unarmamentotanmoderno,quelaconfianzalosvuelvelocos.»Habíamatadoconunabomba al joven oficial quemandaba el asalto. La granada fue rodando de roca enroca mientras el enemigo trepaba inclinado y a paso de carga. En el fogonazoamarillentoyentreelhumogrisqueseprodujo,elSordoviodesplomarsealoficial.Yacíaallí,comounmontónderopavieja,marcandoelextremolímitealcanzadoporlosasaltantes.ElSordomiróelcadáverdeloficialylosdelosotrosquehabíancaídoalolargodelaladera.

«Son valientes, pero muy estúpidos. Pero ahora lo han entendido y no nosatacarán hasta que lleguen los aviones. A menos, por supuesto, que tengan unmortero. Con un mortero, la cosa sería fácil.» El mortero era el procedimientonormal,yelSordosabíaque la llegadadeunmorterosignificaría lamuertede loscinco.Peroalpensarenlallegadadelosavionessesentíatandesnudosobreaquellacolinacomosilehubiesenquitadotodoslosvestidosyhastalapiel.«Nopuedeunosentirsemásdesnudo.Encomparación,unconejodesolladoestá tancubiertocomounoso.Pero¿porquéhabríandetraeraviones?Podríandesalojarnosfácilmenteconun mortero de trinchera. Sin embargo, están muy orgullosos de su aviación yprobablementetraeránlosaviones.Delamismamaneraquesesentíanorgullososdesusarmasautomáticasyporesocometieron laestupidezdeantes. Indudablemente,yahabránenviadoporelmortero.»

Uno de los hombres disparó. Luego corrió rápidamente el cerrojo y volvió adisparar.

—Ahorratuscartuchos—ledijoelSordo.—Uno de esos hijos de mala madre acaba de intentar subirse a esa roca —

respondióelhombre,señalandoconeldedo.—¿Lehasacertado?—preguntóelSordo,volviendolacabeza.—No—dijoelhombre—.Elmuycochinosehaescondido.—La que es una hija de mala madre es Pilar—dijo el hombre de la barbilla

pegadaalsuelo—.Esaputasabequeestamosapuntodemoriraquí.—Nopuedehacernada—dijoelSordo.Elhombrehabíahabladoporlapartede

suorejasanayleoyósinvolverlacabeza—.¿Quépodríahacer?—Atacaraesospuercosporlaespalda.—¡Qué va! —dijo el Sordo—. Están diseminados alrededor de la montaña.

¿Cómo podría ella atacarlos por la espalda desde abajo? Son ciento cincuenta. Oquizámásahora.

—Perosiaguantamosaquíhastalanoche...—dijoJoaquín.—YsiNavidadfueraPascua—dijoelhombredelabarbillapegadaalsuelo.—Ysitutíatuviesec...queentoncesseríatutío—añadióuntercero—.Mandaa

buscaratuPasionaria.Paraayudarnos,ellaeslaúnica.

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—Yonocreoenesahistoriadesuhijo—contestóJoaquín—.YsiestáenRusia,estaráaprendiendoaviaciónoalgoasí.

—Estáescondidoallí,paraestarseguro—repusoelotro.—Estará estudiando dialéctica. La Pasionaria también estuvo. Y Líster, y

Modestoyotros.Fueaqueltipodenombreraroelquemelodijo.Vanaestudiarallíparavolverypoderayudarnos.

—Quenosayudenenseguida—dijoelotro—;quetodosesospuercosmariconesconnombrerusovenganaayudarnosahora.—Disparóydijo—:Mecagoental;lohefallado.

—Ahorraloscartuchosynohablestanto—dijoelSordo—;quevasatenersedynohayaguaenestacolina.

—Toma esto —repuso el hombre, tumbándose de lado y haciendo pasar porencimadel hombrounabotaque llevaba enbandolera—.Enjuágate laboca, viejo.Debesdetenermuchasedcontusheridas.

—Quebebantodos—dijoelSordo.—Entonces,beberéyoelprimero—dijoelpropietariodelabota,yechóunlargo

trago,pasándolaluegodemanoenmano.—Sordo,¿cuándocreesquevanavenirlosaviones?—preguntóelhombredela

barbillapegadaalsuelo.—Deunmomentoaotro—contestóelSordo—;yadeberíanestaraquí.—¿Creesqueesoshijosdeputavanaatacarnosdenuevo?—Solamentesinolleganlosaviones.Nocreyóútildecirnadadelmortero.Cuandoéstellegase,yasedaríancuenta,y

siempreseríademasiadopronto.—SabeDioscuántosavionestendrán,porloquevimosayer.—Demasiados—dijoelSordo.Le seguía doliendo la cabeza y el brazo lo tenía tan tieso que cualquier

movimiento lehacía sufrir demanera intolerable.Levantando labota con subrazobueno miró al cielo, alto, claro y azul, un cielo de comienzos de verano. Teníacincuentaydosañosyestabasegurodequeeralaúltimavezqueloveía.

No sentíamiedodemorir, pero le irritaba el verse cogido enuna trampa sobreaquella colina donde no había otra cosa que hacermás quemorir. «Si hubiésemospodidoescapar...—pensó—.Sihubiésemospodidoobligarlosasubiralolargodelvalle y si hubiésemos podido desparramarnos al otro lado de la carretera, todohubieraidomuybien.Peroesteabscesodecolina»...Loúnicoquepodíahacerseerautilizarlolomejorquesepudiera.Yesoeraloqueestabanhaciendoentonces.

Dehabersabidocuántoshombresenlahistoriatuvieronquemorirenunacolina,laideanolehubieraconsoladoenabsoluto,porqueenlostrancesporqueélpasaba,los hombres no se dejan impresionar por lo que les sucede a otros en análogas

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circunstancias,másdeloqueunaviudadeundíapuedeconsolarseconlaideadequeotros esposos amantísimos han muerto también. Se tenga miedo o no, es difícilaceptar elpropio fin.ElSordo lohabíaaceptado;peronoencontrabaalivioenesaaceptación,peseaqueteníacincuentaydosaños,tresheridasyestabasitiadoenlacimadeunacolina.

Bromeóconsigomismosobreelasunto,pero,contemplandoelcieloylascimaslejanas, tomóuntragodelabotaycomprobóquenosentíaningúndeseodemorir.«Si es precisomorir, y claro que va a ser preciso, puedomorir. Pero nome gustanada.»

Morirnoteníaimportancianisehacíadelamuerteningunaideaaterradora.Perovivirerauncampodetrigobalanceándoseaimpulsosdelvientoenelflancodeunacolina.Vivir eraunhalcónenel cielo.Vivir eraunbotijoentreelpolvodelgranosegadoy lapajaquevuela.Vivirerauncaballoentre laspiernasyunacarabinaalhombro,yunacolina,yunvalle,yunarroyobordeadodeárboles,yelotroladodelvalleconotrascolinasalolejos.

ElSordodevolviólabotaasudueñoconunmovimientodecabezaqueerasignodeagradecimiento.Seinclinóhaciadelanteyacaricióelespinazodelcaballomuertoenellugarenqueelcañóndelfusilautomáticohabíaquemadoelcuero.Lellegabaaún el olor de la crin quemada. Recordaba cómo había tenido allí al caballotembloroso, mientras las balas silbaban crepitando alrededor como una cortina, ycómohabíadisparadocontientojustamenteenlainterseccióndelaslíneasqueunenla oreja con el ojo de la cara opuesta. Luego, cuando el caballo se desplomó, setumbó tras su espinazo, caliente y húmedo, para disparar sobre los asaltantes, quesubíanporlacolina.

«Erasmuchocaballo»,dijo.ElSordo,tumbadoenesemomentosobresucostadosano,mirabaalcielo.Estaba

tumbado sobre unmontículo de cartuchos vacíos, con la cabeza protegida por lasrocas, y el cuerpo pegado contra el flanco del caballo. Sus heridas le endurecíandolorosamente sus músculos, padecía mucho y estaba demasiado fatigado paramoverse.

—¿Quéesloquetepasa,hombre?—lepreguntóelqueestabajuntoaél.—Nada.Estoydescansandounpoco.—Duérmete—replicóelotro—;yanosdespertaráncuandolleguen.Enaquelmomentoalguiengritódesdeelcomienzodelacuesta:—Escuchad, bandidos—lavozprovenía de detrás del peñascoque abrigaba la

ametralladoramáspróximaaellos—.Rendíosahora,antesquelosavionesoshagantrizas.

—¿Quéhadicho?—preguntóelSordo.Joaquín se lo repitió.ElSordodiomedia vuelta y se irguió lo suficiente como

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paraponersedenuevoalaalturadesuarma.—Quizá no tengan aviones —dijo—. No le respondáis ni disparéis. Quizá

podamoshacerqueataquendenuevo.—¿Y si los insultáramos un poco?—preguntó el hombre que había contado a

JoaquínqueelhijodelaPasionariaestabaenRusia.—No—dijoelSordo—;dametupistolagrande.¿Quiéntieneunapistolagrande?—Yo.—Dámela.Sepusoderodillas,cogiólagran«Star»denuevemilímetrosydisparóunabala

al suelo, junto al caballomuerto. Esperó un rato y disparó después cuatro balas aintervalos regulares. Luego aguardó, contando hasta sesenta, y disparó una últimabalaenelcuerpodelcaballomuerto.Luegosonrióydevolviólapistola.

—Vuelveacargarla—susurró—,yquenadieabralabocanidispare.—Bandidos—gritólamismavozdesdedetrásdelospeñascos.Enlacolinanolerespondiónadie.—Bandidos,rendíosahora,antesqueoshagamossaltarenmilpedazos.—Yapican—murmuróelSordo,muycontento.Mientras él vigilaba la cuesta, un hombre se dejó ver por encima de una roca.

Ningúndisparosaliódelacolina,ylacabezadesapareció.ElSordoesperó,sindejardeobservar,peronopasónada.Volviólacabezaparamiraralosotros,quevigilabancadaunosucorrespondientesector.Comorespuestaasumirada,losotrosmovieronnegativamentelacabeza.

—Quenadiesemueva—susurró.—Hijosdeputa—gritódenuevolavozdedetrásdelospeñascos.—Cochinosrojos,violadoresdevuestramadre,bebedoresdelalechedevuestro

padre...ElSordosonrió.Conseguíaoírlosinsultosvolviendohacialavozsuorejabuena.

«Estoesmejorquelaaspirina.¿Acuántosvamosaatrapar?¿Esposiblequeseantancretinos?»

La voz había callado de nuevo, y durante tres minutos no se oyó ni percibióningún movimiento. Después, el soldado que estaba a un centenar de metros pordebajodeellossepusoaldescubiertoydisparó.Labala fueadarcontra la rocayrebotóconunsilbidoagudo.ElSordovioaunhombreque,agazapado,corríadesdelospeñascos endondeestaba el armaautomática, a travésdel espaciodescubierto,hasta el gran peñasco, detrás del que se había escondido el hombre que gritaba,zambulléndosematerialmentedetrásdeél.

ElSordoechóunamiradaalrededor.Lehicierongestosindicándolequenohabíanovedadenlasotraspendientes.ElSordosonriódichosoymoviólacabeza.«Diezvecesmejor que la aspirina», pensó, y aguardódichoso, como sólopuede serloun

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cazador.Abajo,elhombrequehabíasalidocorriendo,fueradelmontóndepiedras,hacia

elrefugioqueofrecíaelgranpeñasco,hablabayledecíaaltirador:—¿Quépiensasdeesto?—Nosé—respondióeltirador.—Seríalógico—dijoelhombrequeeraeloficialquemandabaeldestacamento

—.Estáncercados.Nopuedenesperarmásquelamuerte.Elsoldadonoreplicó.—¿Túquécrees?—inquirióeloficial.—Nada.—¿Hasvistoalgúnmovimientodesdequedispararonlosúltimostiros?—Ninguno.Eloficialconsultósurelojdepulsera.Eranlastresmenosdiez.—Losavionesdeberíanhaberllegadohaceunahora—comentó.Entoncesllegóalrefugiootrooficialyelsoldadosepusoaparteparadejarlesitio.—¿Quéteparece,Paco?—preguntóelprimeroficial.El otro, que todavía jadeaba por la carrera que se había pegado para subir la

cuesta atravesándola de uno a otro lado, desde el refugio de la ametralladora,respondió:

—Paramí,esunatrampa.—¿Ysinolofuera?Seríaridículoqueestuviéramosaguardandoaquísitiandoa

hombresqueyaestánmuertos.—Ya hemos hecho algo peor que el ridículo—contestó el segundo oficial—.

Mirahacialaladera.Miró hacia arriba, hacia donde estaban desparramados los cadáveres de las

víctimasdelprimerataque.Desdeellugarenqueseencontrabanseveíalalíneaderocas esparcidas, el vientre, las patas en escorzo y las herraduras del caballo delSordo,ylatierrareciénremovidaporlosquehabíanconstruidoelparapeto.

—¿Quéhaydelosmorteros?—preguntóelotrooficial.—Deberánestaraquídentrodeunahoraoantes.—Entonces,esperémoslos.Yahemoshechobastantestonterías.—Bandidos—gritórepentinamenteelprimeroficial,irguiéndoseyasomandola

cabezaporencimadelaroca;lacrestadelacolinaleparecióasímuchomáscercana—.¡Cochinosrojos!¡Cobardes!

El segundo oficial miró al soldado moviendo la cabeza. El soldado apartó lamirada,apretandoloslabios.

Elprimeroficialpermanecióallíparado,conlacabezabienvisibleporencimadelarocayconlamanoenlaculatadelrevólver.Insultóymaldijoaloshombresqueestaban en la cima. Pero no ocurrió nada. Entonces dio un paso, apartándose

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resueltamentedelrefugio,ysequedóallíparado,contemplandolacima.—Disparad, cobardes, si aún estáis vivos—gritó—.Disparad sobreunhombre

quenoletemeaningúnrojonacidodemalamadre.Eraunafrasemuylargaparadecirlaagritos,yelrostrodeloficialsepusorojoy

congestionado.El segundooficial, unhombre flaco,quemadopor el sol, conojos tranquilosy

bocadelgada,conellabiosuperiorunpocolargo,mejillashundidasymalrasuradas,volvió amover la cabeza. El oficial que gritaba en aquellosmomentos era el quehabía mandado el primer ataque. El joven teniente que yacía muerto en la laderahabía sidoelmejoramigodeesteotro teniente, llamadoPacoBerrendo,queahoraescuchaba los gritos de su capitán, el cual se encontraba en un estado visible deexcitación.

—Esossonloscerdosquemataronamihermanayamimadre—dijoelcapitán.Teníalatezroja,unbigoterubio,deaspectobritánico,yalgoraroenlamirada.Losojos erandeun azul pálido, conpestañas rubias también.Cuando se lesmiraba seteníalaimpresióndequesefijabanlentamente—.¡Rojos!—gritó—.¡Cobardes!—Yempezóotravezainsultarlos.

Sehabíaquedadoenteramentealdescubiertoy,apuntandoconcuidado,disparósobreelúnicoblancoqueofrecía lacimade lacolina:elcaballomuertoquehabíapertenecidoalSordo.Labalalevantóunapolvaredaaunosquincemetrospordebajodelcaballo.Elcapitándisparódenuevo.Labalafueadarcontraunarocayrebotósilbando.

Elcapitán,depie,siguiócontemplandolacimadelacolina.EltenienteBerrendomiraba el cuerpodel otro teniente, que yacía justamente por debajo de la cima.Elsoldadomirabaalsueloqueteníaasuspies.Luegolevantósusojoshaciaelcapitán.

—Ahíarribanoquedanadievivo—dijoelcapitán—.Tú—añadió,dirigiéndosealsoldado—,veteaverlo.

Elsoldadomiróalsueloynocontestó.—¿Nomehasoído?—legritóelcapitán.—Sí,micapitán—contestóelsoldado,sinmirarle.—Entonces,vete.—Elcapitánteníaenlamanolapistola.—¿Mehasoído?—Sí,micapitán.—Entonces,¿porquénovas?—Notengoganas,micapitán.—¿Notienesganas?—Elcapitánapoyólapistolacontralosriñonesdelsoldado.

—¿Notienesganas?—Tengomiedo,micapitán—respondiócondignidadelsoldado.EltenienteBerrendo,queobservabalacaradelcapitánysusojosextraños,creyó

queibaamataralsoldado.

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—CapitánMora...—dijo.—TenienteBerrendo...—Esposiblequeelsoldadotengarazón.—¿Quetengarazóncuandodicequetienemiedo?¿Quetengarazóncuandome

dicequenoquiereobedecerunaorden?—No.Quetengarazóncuandodicequeesunatrampaquesenostiende.—Están todos muertos—replicó el capitán—. ¿No me oyes cuando digo que

estántodosmuertos?—¿Hablas de nuestros camaradas desparramados por esa ladera? —preguntó

Berrendo—.Entoncesestoydeacuerdocontigo.—Paco—dijoelcapitán—,noseastonto.¿Creesqueereselúnicoqueapreciaba

aJulián?Tedigoquelosrojosestánmuertos.Mira.Se irguió, puso las dos manos en la parte superior de la roca y, ayudándose

torpementeconlasrodillas,seencaramóysepusodepie.—Disparad—gritó,depiesobreelpeñascodegranitogris,agitandolosbrazos

—.Disparad.Disparad.Matadme.En lacimade lacolinaelSordoseguíaacurrucadodetrásdelcaballomuertoy

sonreía.«¡Qué gente!», pensó. Rió intentando contenerse, porque la risa le sacudía el

brazoylehacíadaño.—¡Rojos!—gritabaeldeabajo—.Canallaroja,disparad.Matadme.ElSordo,conelpechosacudidoporlarisa,echóunarápidaojeadaporencimade

lagrupadelcaballoyvioalcapitán,queagitabalosbrazosenloaltodesupeñasco.Otro oficial estaba junto a él. Un soldado estaba al otro lado. El Sordo continuómirandoenaquelladirecciónymoviendolacabezamuycontento.

«Disparadsobremí—repetíaenvozbaja—.Matadme.»Yvolvieronasacudirsesus hombros por la risa. Todo ello le hacía daño en el brazo y cada vez que reía,sacabalaimpresióndequesucabezaibaaestallar.Perolarisaleacometíadenuevocomounespasmo.

ElcapitánMoradescendiódelpeñasco.—¿Mecreesahora,Paco?—lepreguntóaltenienteBerrendo.—No—dijoeltenienteBerrendo.—¡C...!—exclamóelcapitán—.Aquínohaymásqueidiotasycobardes.El soldado fue a refugiarse prudentemente detrás del peñasco y el teniente

Berrendoseagazapójuntoaél.El capitán, al descubierto, a un lado del peñasco, se puso a gritar atrocidades

hacialacimadelacolina.Nohaylenguajemásatrozqueelespañol.Seencuentraeneste idioma la traducción de todas las groserías de las otras lenguas y, además,expresionesquenoseusanmásqueenlospaísesenquelablasfemiavaparejaconla

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austeridad religiosa. El teniente Berrendo era un católicomuy devoto. El soldado,también. Eran carlistas de Navarra y juraban y blasfemaban cuando estabanencolerizados; pero no dejaban de mirarlo como un pecado, que se confesabanregularmente.

Agazapadosdetrásdelaroca,escuchandolasblasfemiasdelcapitán,tratarondedesentendersedeélydesuspalabras.Noqueríantenersobresuconcienciaeselinajedepecadosenundíaenquepodíanmorir.

«Hablarasínonosvaatraersuerte—pensóelsoldado—.Esehablapeorquelosrojos.»

«Juliánhamuerto—pensabaeltenienteBerrendo—.Muertoahí,sobrelacuesta,en un día como éste. Y ese mal hablado va a traernos peor suerte aún con susblasfemias.»

PorfinelcapitándejódegritarysevolvióhaciaeltenienteBerrendo.Susojosparecíanmásrarosquenunca.

—Paco—dijoalegremente—,subiremostúyyo.—Yono.—¿Quédices?—exclamóelcapitán,volviendoasacarlapistola.«Odioa losquesiempreestánsacandoarelucir lapistola—pensóBerrendo—.

No saben dar una orden sin sacar el arma. Probablemente harán lomismo cuandovayanalretreteparaordenarquesalgaloquetienequesalir.»

—Irésimeloordenas;perobajoprotesta—dijoeltenienteBerrendoalcapitán.—Estábien.Iréyosolo—dijoelcapitán—.Nopuedoaguantartantacobardía.Empuñandolapistolaconlamanoderecha,comenzófirmementelasubidadela

ladera. Berrendo y el soldado le miraban desde su refugio. El capitán pretendíaesconderseyllevabalavistaalfrente,fijaenlasrocas,elcaballomuertoylatierrareciénremovidadelacima.

El Sordo estaba tumbado detrás de su caballo, pegado a su roca, mirando alcapitán,quesubíaporlacolina.

«Uno solo. Pero, por sumanera de hablar, se ve que es cazamayor.Mira quéanimal.Míralecómoavanza.Eseesparamí.Aésemelollevoyopordelante.Esequeseacercavaahacerelmismoviajequeyo.Vamos,ven,camaradaviajero.Sube.Ven ami encuentro.Vamos.Adelante.No te detengas.Ven haciamí. Sigue comoahora. No te detengas para mirarlos. Muy bien. No mires hacia abajo. Continúaavanzando,con lamiradahaciadelante.Mira, llevabigote.¿Quétepareceeso?Legustallevarbigotealcamaradaviajero.Escapitán.Míralelasbocamangas.Yadijeyoqueeracazamayor.Tienecaradeinglés.Mira.Tienelacararoja,elpelorubioylosojosazules.Vasingorraytienebigoterubio.Tienelosojosazules.Susojossondecolor azulpálidoyhayalgoextrañoenellos.Sonojosquenomiranbien.Yaestábastantecerca.Demasiadocerca.Bien,camaradaviajero,ahívaeso.Esoesparati,

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camaradaviajero.»Apretó suavemente el disparador del rifle automático y la culata le golpeó tres

veces en el hombro con el retroceso resbaladizo y espasmódico de las armasautomáticas.

Elcapitánsequedódebrucesenlaladeraconsubrazoizquierdorecogidobajoelcuerpoyelderechoempuñandoaúnlapistola,tendidohaciadelanteporencimadesucabeza.Desdelabasedelacolinaempezaronadispararcontralacima.

Acurrucadodetrásdelpeñasco,pensandoqueahoraleibaasernecesariocruzarelespaciodescubiertobajoel fuego,el tenienteBerrendooyó lavozgraveyroncadelSordoenloaltodelacolina.

—Bandidos—gritabalavoz—.Bandidos.Disparad.Matadme.EnloaltodelacolinaelSordoestabatumbadodetrásdesuametralladora,riendo

contantafuerzaqueelpecholedolíaypensabaqueibaaestallarlelacabeza.—Bandidos—gritabaalegrementedenuevo—,matadme,bandidos.Luegomoviólacabezaconsatisfacción.«Vamosatenermuchacompañíaeneste

viaje»,pensó.Intentaba hacerse con el otro oficial cuando éste saliera del cobijo de la roca.

Antesodespués,severíaobligadoaabandonarlo.ElSordoestabasegurodequenopodía dirigir el ataque desde allí y pensaba que tenía muchas probabilidades dealcanzarle.

En aquel momento los otros oyeron el primer zumbido de los aviones que seacercaban.

El Sordo no los oyó. Vigilaba atentamente la ladera, cubriéndola con el fusilametrallador y pensando: «Para cuando yo le vea, habrá empezado a correr y esposiblequelemarresinopongomuchaatención.Tendréqueircorriendoelfusilamedidaqueélvayaatravesandoelespaciodescubierto;sino,comenzaréadispararalsitioadondesedirija,yluegovolveréhaciaatrásparaencontrarle.»Enesemomentosintió que le tocaban en la espalda, se volvió y vio el rostro de Joaquín color decenizaporelmiedo.Ymirandoenladirecciónenqueelmuchachoseñalaba,violosdosavionesqueseacercaban.

Berrendo salió corriendo del peñasco y se lanzó con la cabeza gacha hacia elabrigoderocasdondeestabalaametralladoradeellos.

ElSordo,queestabamirandolosaviones,noleviopasar.—Ayúdame a sacar esto de aquí —dijo a Joaquín. Y el muchacho sacó la

ametralladoradelhuecoentreelcaballoyelpeñasco.Losavionesseacercabanrápidamente.Llegabanenoleadasyacadasegundoel

estruendoseibahaciendomásfuerte.—Tumbaos boca arriba, para disparar contra ellos —dijo el Sordo—. Id

disparandoamedidaqueseacerquen.

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Losseguíafijamenteconlosojos.—Cabrones, hijos de puta —dijo apresuradamente—. Ignacio, coloca el fusil

sobreelhombrodelmuchacho.Tú—añadió,dirigiéndoseaJoaquín—,siéntateaquíynotemuevas.Agáchate.Más.No.Más.

Seechódeespaldasyapuntócon laametralladoraamedidaque losavionesseacercaban.

—Tú, Ignacio, sosténme las patas del trípode.—Los tres pies colgaban de laespaldadelmuchachoyelcañóndelaametralladoratemblabaporestremecimientosqueJoaquínnopodíadominarmientrasestabaallíconlacabezagacha,escuchandoelzumbidocreciente.

Bocaarriba,con lacabeza levantadaparaverlos llegar, Ignacioreunió laspatasdeltrípodeensusmanosyenderezóelarma.

—Manténahoralacabezagacha—ledijoaJoaquín—.Másbaja.«LaPasionariadice:“Esmejormorirdepiequevivirderodillas...”.»Joaquínse

lo repetía a sí mismo, en tanto que el zumbido se acercaba más y más. Luego,repentinamente,pasóa«Diostesalve,María...,elSeñorescontigo.Benditatúeresentre todas lasmujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.» «SantaMaría,MadredeDios,ruegapornosotrospecadoresahorayenlahoradenuestramuerte.Amén.SantaMaría,madredeDios...»,comenzódenuevo.Luego,muydeprisa,amedidaquelosavioneshicieronsuzumbidoinsoportable,comenzóarecitarelactodecontrición:«SeñormíoJesucristo...»

Sintió entonces elmartilleo de las explosiones junto a sus oídos y el calor delcañóndelaametralladorasobresushombros.Elmartilleorecomenzóysusoídosseensordecieron con el crepitar de la ametralladora. Ignacio disparaba tratando deimpedir con todas sus fuerzas que semovieran las patas del trípode, y el cañón lequemaba laespalda.Conel ruidode lasexplosionesnoconseguíaacordarsede laspalabrasdelactodecontrición.

Todo loquepodía recordar era: «Yen lahoradenuestramuerte,Amén.En lahora de nuestramuerte,Amén. En la hora. En la hora.Amén.» Los otros seguíandisparando.«Ahorayenlahoradenuestramuerte.Amén.»

Luego, por encimadel tableteode la ametralladora, hubo el estampidodel airequesedesgarra;yluego,untruenorojoynegro,yelsuelorodóbajosusrodillas,yselevantóparagolpearleenlacara.Yluegocomenzaronacaersobreéllosterronesylas piedras. E Ignacio estaba encima de él y la ametralladora estaba encima de él.Peronohabíamuerto,porqueelsilbidovolvióacomenzarylatierravolvióarodardebajodeélconunrugidoespantoso.Yvolvióporterceravezaempezartodoylatierraseescapóbajosuvientreyunodelosflancosdelacolinaseelevóporlosairesparadesplomarsesuaveylentamentesobreél.

Losavionesvolvieronybombardearontresvecesmás;peroningunodelosque

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estabanallísepercatódeello.Porúltimo,losavionesametrallaronlacolinaysefueron.Alpasarporúltimavez

enpicadoporencimade lacolinamartillaron todavía lasametralladoras.Luego,elprimeraviónseinclinósobreunalaylosotrosleimitaronpasandodelaformaciónescalonadaa laformaciónenuve.Ysealejaronpor loaltodelcieloendirecciónaSegovia.

Manteniendointensotiroteohacialacima,eltenienteBerrendohizoavanzarunapatrulla hasta uno de los cráteres abiertos por las bombas, desde el que se podíanarrojargranadasalacima.Noqueríacorrerelriesgodequeestuviesevivoalguienquelosestuvieseaguardandoen laaltura,escondido,entre laconfusiónydesordenoriginados por el bombardeo, y arrojó cuatro granadas sobre la masa informe decaballos muertos, rocas descuajadas y montículos de tierra amarilla que olíandesagradablementeaexplosivos,antesdesalirdelcráterabiertoporlabombaparairaecharunvistazo.

No quedaba nadie vivo en la cima, salvo el muchacho, Joaquín, desvanecidodebajodelcadáverdeIgnacio.Sangrabaporlanarizylosoídos.Nohabíaentendidonada.Nosintiónadadesdeelmomentoenquederepenteseencontróenelcorazónmismodeltrueno,ylabombaquecayólehabíaquitadohastaelaliento.EltenienteBerrendo hizo la señal de la cruz y le pegó un tiro en la nuca, tan rápida ydelicadamente, si se puede decir de un acto semejante que sea delicado, como elSordohabíamatadoalcaballoherido.

Paradoenlomásaltodelacolina,eltenienteBerrendoechóunaojeadahacialaladera,endondeestabansusamigosmuertos,yluego,alolejos,haciaelcampo,allugar desde donde ellos habían llegado galopando para enfrentarse con el Sordo,antesdeacorralarleenlacima.Observóladisposicióndelastropasyordenóquesesubieranhasta allí los caballosde losmuertosyque se colocaran los cadáveresdetravéssobrelasmonturas,parallevarlosaLaGranja.

—Llevadaésetambién—dijo—.Esequetienelasmanossobrelaametralladora.DebedeserelSordo.Eselmásviejoyelqueteníaelarma.No.Cortadlelacabezayenvolvedla en un capote. —Luego lo pensó mejor.— Podríais también cortar lacabezaatodoslosdemás.Ytambiénalosqueestánahíabajo,alosquecayeronenlaladera cuando los atacamos por primera vez. Recoged las pistolas y los fusiles ycargadesaametralladorasobreuncaballo.

Descendióunospasosporlaladerahastaelsitioenqueseencontrabaeltenientecaídoenelprimerasalto.Lemiróunosinstantes,peronoletocó.

«Quécosamásmalaeslaguerra»,sedijo.Luegovolvióasantiguarseymientrasbajabalacuestarezócincopadrenuestrosy

cinco avemarías por el descanso del alma de su camarada muerto. Pero no quisoquedarseparavercómocumplíansusórdenes.

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CapítuloXXVIII

DESPUÉSDELPASOde losaviones, JordanyPrimitivooyeronel tiroteoquevolvíaareanudarseyJordansintióquesucorazóncomenzabadenuevoalatir.Unanubedehumoseestabaformandoporencimadelaúltimalíneavisibledelaaltiplanicie,ylosavionesnoeranyamásquetrespuntitosqueseibanhaciendocadavezmáspequeñosenelcielo.

«Probablementehabránhechomigasasupropiacaballería,sinatacaralSordonia los suyos», sedijoRobert Jordan.«Estoscondenadosavionesdanmuchomiedo,peronomatan.»

—La lucha continúa—dijoPrimitivo,quehabía estadoescuchandoconmuchaatenciónel intenso tiroteo.Hacíaunamuecaacadaexplosión,pasándose la lenguaporlosresecoslabios.

—¿Porquéno?—preguntóRobertJordan—.Estosaparatosnuncamatananadie.Luegocesóporcompletoeltiroteoynoseoyóunsolodisparo.Ladetonaciónde

lapistoladeltenienteBerrendonollegóhastaallí.Cuandoseacabóeltiroteo,Jordannosesintiódemomentomuyafectado;peroal

prolongarse el silencio sintió como una sensación de vacío en el estómago.Luegooyóelestallidodelasgranadasysucorazónsealiviódepesadumbresunosinstantes.Despuésvolvióaquedarsetodoensilencio,ycomoelsilencioduraba,sediocuentadequetodohabíaacabado.

Maríasubióenesosmomentosdelcampamentollevandounamarmitadehierroqueconteníaunguisadodeliebreconsetas,envueltoenunasalsaespesa,unsacodepan,unabotadevino,cuatroplatosdeestaño,dostazasycuatrocucharas.Sedetuvocerca de la ametralladora y dejó los dos platos para Agustín y Eladio, que habíareemplazadoaAnselmo.Lesdiopan,desenroscóeltapóndelabotayllenódostazasdevino.

RobertJordanlahabíavistotrepar,ligera,hastasupuestodeobservaciónconelsacoalaespalda,lamarmitaenlamanoysucabezarubia,rapada,brillandoalsol.Saltóasuencuentro,cogiólamarmitayleayudóaescalarelúltimopeñasco.

—¿Quéhanhecholosaviones?—preguntóella,conmiradaasustada.—HanbombardeadoalSordo.Jordan había destapado ya lamarmita y se estaba sirviendo del guisado en un

plato.—¿Estánpeleandotodavía?—No.Seacabó.—¡Oh!—exclamóella,mordiéndoseloslabios,ymiróalolejos.—Notengoapetito—dijoPrimitivo.

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—Come,detodasmaneras—leinstóRobertJordan.—Nopodríatragarnada.—Bebeuntragodeesto,hombre—dijoRobertJordan,tendiéndolelabota—.Y

comedespués.—TodoesodelSordomehacortadoelapetito—dijoPrimitivo—.Cometú.Yo

notengohambre.Maríaseacercóaél,lepasóelbrazoporelcuelloyleabrazó.—Come,hombre—dijo—;cadacualtienequeguardarsuspropiasfuerzas.Primitivo se apartó. Cogió la bota, y, echando la cabeza hacia atrás, bebió

lentamente,dejandocaerelchorrohastaelfondodesugarganta.Luegosellenóunplatodeguisadoycomenzóacomer.

RobertJordanmiróaMaríamoviendolacabeza.Lamuchachasesentóasuladoylepasóelbrazoporloshombros.Cadaunodeellossabíaloquesentíaelotro,ysequedaron así, uno al lado del otro. Jordan comía despaciosamente su ración,saboreandolassetas,bebiendodevezencuandountragodevinoysinhablar.

—Puedes quedarte aquí si quieres, guapa—dijo al cabo de un rato, cuando lamarmitasehabíaquedadovacía.

—No—dijoella—;tengoquevolverconPilar.—Puedesquedarteunratoaquí.Creoqueahoranopasaránada.—No,tengoqueirconPilar.Estádándomelecciones.—¿Quéteestádando?—El catecismo—sonrió y luego la abrazó—. ¿No has oído hablar nunca del

catecismo?—Volvió a sonrojarse.— Es algo parecido.—Se sonrojó de nuevo.—Perodistinto.

—Veatucatecismo—dijoél,yleacariciólacabeza.EllalesonrióydijoluegoaPrimitivo—:¿Quieresalgodeabajo?

—No,hijamía—dijoél.Seveíaquenohabíalogradorecobrarse.—Salud,hombre—replicóella.—Escucha—dijo Primitivo—, no tengomiedo demorir; pero haberlos dejado

solosasí...—Selequebrólavoz.—Noteníamosotraopción—dijoRobertJordan.—Yalosé;pero,apesardetodo.—No teníamos otra alternativa—dijo Robert Jordan—. Y ahora vale más no

hablardeello.—Sí,perosolos,sinquelosayudasenadie...—Esmejornohablarmásdeeso—contestóRobertJordan—.Ytú,guapa,vetea

tucatecismo.La vio deslizarse de roca en roca. Luego se estuvo sentado un ratomeditando

mientrasmirabalaaltiplanicie.

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Primitivo le habló; pero él no dijo nada. Hacía calor al sol, pero no lo sentía.Mirabalasladerasdelacolinaylasextensasmanchasdepinaresquecubríanhastalascimasmáselevadas.Pasóunahorayelsolestabayaasuizquierdacuandolosvioporlacuestadelacolina,einmediatamentecogiólosgemelos.

Loscaballosaparecíanpequeños,diminutos;losdosprimerosjinetessehicieronvisiblessobre laextensa laderaverdede laaltamontaña.Seguían loscuatro jinetesmás,quedescendíanesparcidosportodoloanchodelaladera.Viodespuésconlosgemelosladoblecolumnadehombresycaballosrecortándoseenlaagudaclaridadde su campo de visión.Mientras los miraba sintió el sudor que le goteaba de lasaxilas,corriéndolepor loscostados.Al frentede lacolumna ibaunhombre.Luegoseguían otros jinetes. Luego, varios caballos sin jinete, con la carga sujeta a lamontura. Luego, dos jinetes más. Después, los heridos, montados, llevando a unhombreapieasulado,y,cerrandolacolumna,otrogrupodejinetes.

Los vio bajar por la ladera y desaparecer entre los árboles del bosque. A ladistanciaenqueseencontrabanopodíadistinguir lacargadeunade lasmonturas,formadapor unamanta, atada a los extremos, y de trecho en trecho, demodoqueformaba protuberancias como las que forman los guisantes en la vaina. Estabaatravesadasobrelamonturaycadaunodelosextremosibaatadoalosestribos.Asulado,encimadelamontura,sedestacabaconarroganciaelfusilautomáticoquehabíausadoelSordo.

EltenienteBerrendo,quecabalgabaalacabezadelacolumna,apocadistanciadelosgastadores,nosemostrabaarrogante.Teníalasensacióndevacíoquesiguealaacción.Pensaba:«Cortarlascabezasesunabarbaridad.Peroesunapruebayunaidentificación.Tendrébastantesdisgustos, a pesar de todo, con este asunto. ¡Quiénsabe!Eso de las cabezas quizá les guste.Quizá las envíen todas aBurgos.Es unacosabárbara.Los aviones eranmuchos,muchos,muchos.Perohubiéramospodidohacerlotodoycasisinpérdidasconunmortero«Stokes».Dosmulosparallevarlasmuniciones y un mulo con un mortero a cada lado de la silla. ¡Qué ejércitohubiéramos tenido entonces! Con la potencia de fuego de todas las armasautomáticas.Yotromulomás.No,dosmulosparallevarlasmuniciones.Bueno,dejaesoya.Entoncesnoseríacaballería.Déjalo.Teestásfabricandounejército.Dentrodeunratoacabaráspidiendouncañóndemontaña.»

LuegopensóenJulián,caídoenlacolina,muertoyatadosobreuncaballo,allí,alacabezadelacolumna.Yentantoquebajabanhacialospinos,adentrándoseenlasombríaquietuddelbosque,empezóarezarparasímismo.

«Diostesalve,reinaymadredemisericordia,vidaydulzura,esperanzanuestra:atillamamos,atisuspiramos,gimiendoyllorandoenestevalledelágrimas...»

Continuó rezandomientras los cascos de los caballos se apoyaban suavementesobrelasagujasdelospinosquealfombrabanelsueloylaluzsefiltrabaporentrelos

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árbolescomosifueranlascolumnasdeunacatedral.Y,sindejarderezar,sedetuvoun instante para ver a los gastadores, que iban en cabeza y cabalgaban entre losárboles.

SalierondelbosqueparameterseporunacarreteraamarillentaqueconducíaaLaGranja y los cascos de los caballos levantaron una polvareda que los envolvió atodos.Elpolvocayósobrelosmuertosatadosbocaabajosobrelamontura,sobrelosheridos y sobre los quemarchaban a pie, al lado de ellos, envueltos todos en unaespesanube.

FueentoncescuandoAnselmolosviopasarenvueltosenlapolvareda.Contó losmuertosy losheridosy reconoció el armaautomáticadelSordo.No

sabíaloqueguardabaelbultoenvueltoenlamanta,quegolpeabacontralosflancosdel caballo, siguiendo el movimiento de los estribos; pero cuando a su regresoatravesóaoscuraslacolinadondeelSordosehabíabatido,supoenseguidaloquellevabaaquelenormebulto.Nopodíareconocerenlaoscuridadalosqueestabanenla colina, pero contó los cuerpos y atravesó luego los montes para dirigirse alcampamentodePablo.

Caminandoasolasenlaoscuridad,conunmiedoquehelabaelcorazón,causadopor la vista de los cráteres abiertos por las bombas, y por todo lo que habíaencontrado en la colina, apartó de su mente toda idea que se relacionase con laaventuradeldíasiguiente.Comenzó,pues,acaminartodolodeprisaquepodía,parallevar la noticia. Y, caminando, rogó por el alma del Sordo y por todos los de sucuadrilla.EralaprimeravezquerezabadesdeelcomienzodelMovimiento.

«Dulce,piadosa,clementeVirgenMaría...»Pero al fin tuvo que pensar en el día siguiente, y entonces se dijo: «Haré

exactamenteloqueelinglésmedigaquehagaycomoélmedigaquelohaga.Peroqueestéjuntoaél,Diosmío,yquesusórdenesseanclaras;porquenosésilograrédominarmeconelbombardeodelosaviones.Ayúdame,Diosmío,ayúdamemañanaa conducirme como un hombre tiene que conducirse en su última hora.Ayúdame,Diosmío,acomprenderclaramente loquehabráquehacer.Ayúdame,Diosmío,adominarmispiernas,paraquenomepongaacorrercuandollegueelmalmomento.Ayúdame,Diosmío,aconducirmecomounhombremañanaenelcombate.Puestoquetepidoquemeayudes,ayúdame,teloruegoporquesabesquenotelopediríasinofueraunasuntograveyquenuncamásvolveréapedirtenada.»

Andandoasolasenlaoscuridad,sesintiómuchomejordespuésdehaberrezadoyestuvosegurodequeibaacomportarsedignamente.

MientrasdescendíadelastierrasaltasvolvióarogarporlasgentesdelSordoyenseguidallegóalpuestosuperiordondeFernandoledetuvo.

—Soyyo,Anselmo—ledijo.—¡Hola!—dijoFernando.

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—¿SabeslodelSordo?—preguntóAnselmo,paradosambosalaentradadelasrocas,enmediodelaoscuridad.

—¿Cómono?—dijoFernando—.Pablonoslohacontadotodo.—¿Estuvoallí?—¿Cómono?—volvióadecirFernando—.Estuvoenlacolinatanprontocomo

lacaballeríasealejó.—¿Yoshacontado...?—Noslohacontadotodo—contestóFernando—.¡Québárbaros!¡Esosfascistas!

HayquelimpiaraEspañadeesosbárbaros.—Sedetuvoyañadióconamargura—:Lesfaltatodosentidodeladignidad.

Anselmosonrióenlaoscuridad.Nohabíaimaginadounahoraantesquevolvieranuncaasonreír.«EsteFernandoesunamaravilla»,pensó.

—Sí—dijoaFernando—;habráqueenseñarlos.Habráquequitarlessusaviones,susarmasautomáticas,sustanques,suartilleríayenseñarlesloqueesladignidad.

—Justamente—dijoFernando—.Mealegrodequeseasdelmismoparecer.YAnselmoledejóallí,asolasconsudignidad,ysiguióbajandohacialacueva.

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CapítuloXXIX

ANSELMOENCONTRÓaRobertJordanenlacueva,sentadoalamesafrentedePablo.Habíauncuencodevinoentrelosdosyunatazallenadelantedecadauno.RobertJordanhabíasacadosucuadernodenotasyteníaunlápizenlamano.PilaryMaríaestabanalfondo,lejosdelalcancedelavista.AnselmonopodíasaberqueteníanalamuchachaapartadaparaquenooyeselaconversaciónyleparecióextrañoquePilarnoestuvierasentadaalamesa.

RobertJordanlevantólosojoscuandoAnselmoentró,echandoaunladolamantasuspendidaantelaentrada.Pabloclavólamiradaenlamesa;parecíaabsortomirandoelcuencodelvino,peronoloveía.

—Vengodealláarriba—dijoAnselmoaRobertJordan.—Pablonoslohacontadotodo—dijoRobert.—Habíaseismuertosenlacolinayleshancortadolacabeza—dijoAnselmo—.

Cuandopaséporallíeranocheoscura.Jordanasintió.Pabloseguíasentado,conlamiradafijaenelcuencodevino,yno

decíanada.Nohabíaningunaexpresiónensurostroysusojillosdecerdomirabanlavasijacomosinohubiesenvistoensuvidanadasemejante.

—Siéntate—dijoRobertJordanaAnselmo.ElviejosesentóenunodelostaburetesdecueroyRobertJordanseinclinópara

alcanzardedebajode lamesael frascodewhisky regalodelSordo.Estaba todavíamediolleno.RobertJordancogióunatazadeencimadelamesaylallenódewhisky,empujándoselaluegoaAnselmo.

—Bébeteeso,hombre—dijo.Pablo apartó sus ojos de la vasija para mirar a Anselmo mientras éste bebía.

Luegosepusootravezacontemplaralcuenco.Altragarelwhisky,Anselmosintióunaquemazónenlanariz,enlosojosyenla

boca,yluegouncalorcilloagradableyreconfortanteenelestómago.Sesecólabocaconeldorsodelamano.

DespuésmiróaRobertJordanydijo:—¿Podríatomarotra?—¿Cómono?—dijoJordan,llenandodenuevolatazaytendiéndoselaenvezde

empujarla.Esta vez la bebida no le quemó, y la impresión de calor agradable fue más

intensa.Eratanbuenocomounainyecciónsalinaparaunhombrequeacabadetenerunagranhemorragia.

Elviejomiródenuevolabotella.—Lo que queda, para mañana—dijo Robert Jordan—. ¿Qué ha pasado en la

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carretera,viejo?—Muchomovimiento—contestóAnselmo—.Loheapuntadotodocomotúme

enseñaste.Hedejadoenmipuestoaunoqueestávigilandoyqueapunta todas lascosasahora.Dentrodepocoiréarecogersuinforme.

—¿Has visto cañones antitanques? Son esos que tienen ruedas de goma y uncañónmuylargo.

—Sí—dijoAnselmo—;hanpasadocuatro.Encadacamiónhabíauncañóndelosquetúdices,cubiertoporramasdepino.Enloscamioneshabíaseishombresalcuidadodecadacañón.

—¿Cuatrocañoneshasdicho?—lepreguntóRobertJordan.—Cuatro—contestóAnselmo.Noteníanecesidaddeconsultarsusnotas.—Dimequéotrascosashahabidoenlacarretera.MientrasRobertJordanloapuntaba,Anselmoleibacontandotodoloquehabía

pasadoanteélporlacarretera.Selorefiriódesdeelprincipio,enperfectoorden,conla asombrosa memoria de las personas que no saben leer ni escribir. En dosocasiones,mientrasélhablaba,Pablotendiólamanohacialavasijaysesirvióvino.

—PasótambiénlacaballeríaqueibaaLaGranjadevueltadelacolinaendondesebatióelSordo—siguiódiciendoAnselmo.

Luegodioelnúmerodeheridosquehabíavistoyelnúmerodelosmuertosqueibansujetosdetravéssobrelasmonturas.

—Habíaunbultosujetoenunamonturaqueyonosabíaloqueera—dijo—.Peroahora sé que eran las cabezas.—Y prosiguió en seguida—: Era un escuadrón decaballería.Nolesquedabamásqueunoficial.Peronoeraelquepasóporaquíestamañana,cuandotúestabasconlaametralladora.Esedebíadeserunodelosmuertos.Dosdelosmuertoseranoficiales;loviporlasbocamangas.Ibanatadoscabezaabajoenlasmonturas,conlosbrazoscolgando.IbatambiénlamáquinadelSordo,sujetaalamonturaendondehabíanpuestolascabezas.Elcañónestabatorcido.Ynadamás—concluyó.

—Essuficiente—dijoRobertJordan,yhundiósutazaenlavasijadevino.—¿Quién,ademásdeti,haestadoyamásalládelaslíneas,enlaRepública?—

preguntóJordan.—AndrésyEladio.—¿Quiéneselmejordelosdos?—Andrés.—¿CuántotiempotardaríaenllegaraNavacerrada?—No llevando carga, y con muchas precauciones, tres horas, si tiene suerte.

Nosotrosvinimosporuncaminomáslargoymejor,acausadelmaterial.—¿Esseguroquepodríallegar?—Nolosé,nohaynadaseguro.

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—¿Niparatitampoco?—No.«Esoresuelvelacuestión—pensóRobertJordan—.Sihubiesedichoquepodía

hacerloconseguridad,hubierasidoaélseguramenteaquienhabríaenviado.»—¿PuedellegarAndréstanbiencomotú?—Tanbien,omejor;esmásjoven.—Peroesabsolutamenteindispensablequellegue.—Sinopasanada,llegará.Ysilepasaalgo,esporquepodríapasarleacualquier

otro.—Voy a escribir un mensaje para enviarlo con él—dijo Robert Jordan—. Le

explicarédóndepodráencontraralgeneral.DebedeencontrarseenelEstadoMayordelaDivisión.

—Novaaentenderesode lasdivisiones—dijoAnselmo—.Amí todoesomeembrolla.Tendráquesaberelnombredelgeneralydóndepodráencontrarle.

—Leencontrará,justamente,enelEstadoMayordelaDivisión.—Pero¿esoesunsitio?—Claroquesí,hombre—explicópacientementeRobertJordan—.Eselsitioque

elgeneralhabráelegido.Esallídondetendrásucuartelgeneralparalabatalla.—Entonces, ¿dónde está ese sitio? —Anselmo estaba fatigado y la fatiga le

entontecía. Además, las palabras brigada, división, cuerpo de ejército le turbabansiempre.Primerosehablabadecolumnas;luegoderegimientosyluegodebrigadas.Ahorasehablabadebrigadasytambiéndedivisiones.Noentendíanada.Unsitioesunsitio.

—Escúchamebien,hombre—ledijoRobertJordan.SabíaquesinolograbaqueleentendieraAnselmo,nolograríatampocoexplicarelasuntoaAndrés—.ElEstadoMayor de la División es un sitio que el general escoge para establecer suorganización de mando. El general manda una división, y una división son dosbrigadas.Yonosédóndeestaráenestosmomentos,porqueyonoestabaallícuandoloescogió.Probablementeestaráenunacueva,oenunrefugio,conhilostelegráficosque lleguen hasta allí.Andrés tendrá que preguntar por el general y por el EstadoMayor de la División. Tendrá que entregar esto al general, o al jefe de su EstadoMayor,oaotrogeneralcuyonombreyoescribiré.Unodeellosestaráallí,aunquelosotros hayan salido para inspeccionar los preparativos del ataque. ¿Lo entiendesahora?

—Sí.—Entonces, vete a buscarme aAndrés.Yo, entretanto, escribo elmensaje y lo

sello con esto.—Le enseñó el pequeño sello de caucho, con un puño demadera,marcadoS.I.M.yelpequeñotampóndetintaensucajadehierro,nomásgrandequeunamonedadecincuentacéntimos,quesacódesubolsillo.—Tedejaránpasaralver

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estesello.Ahora,veteabuscaraAndrés,paraqueyoseloexplique.Convienequesedéprisa;pero,sobretodo,convienequeloentiendabien.

—Loentenderá,porqueyoloentiendo;peroconvienequetúseloexpliquesmuybien. Todo eso del EstadoMayor y de la División es unmisterio paramí. Yo heestadosiempreensitiosmuyprecisos,comounacasa.EnNavacerradaeraunviejohoteldondeestabaelpuestodemando.EnGuadarramaeraunacasaconunjardín.

—Conestegeneral—dijoRobertJordan—estarámuycercade las líneas.Seráunsubterráneo,porcausadelosaviones.Andrésleencontraráfácilmentesisabeloque tienequepreguntar.No tendrámásqueenseñar loqueyo le entregaréescrito.Peroveabuscarleporqueconvienequellegueallíenseguida.

Anselmosalióagachándose,parapasarpordebajodelamanta,yRobertJordanempezóaescribirensucuaderno.

—Oye,inglés—dijoPablo,conlamiradasiemprefijaeneltazóndelvino.—Estoyescribiendo—dijoRobertJordansinlevantarlosojos.—Oye, inglés—Pablo parecía hablar a la vasija del vino—. No hay por qué

desanimarse.AunsinelSordo,disponemosdemuchagenteparatomarlospuestosyvolarelpuente.

—Bueno—contestóRobertJordan,sindejardeescribir.—Mucha—dijoPablo—.Hoyheadmiradomuchotu juicio, inglés.Piensoque

tienesmuchapicardía.Eresmáslistoqueyo.Tengoconfianzaenti.AtentoasuinformedestinadoaGolz,tratandodeescribirloconelmenornúmero

de palabras posible, haciéndolo al propio tiempo absolutamente convincente,esforzándoseporpresentarlascosasdemodoqueleconminasearenunciaralataque,dándoleaentenderqueellonosedebíaaquetemieseelpeligroenquelecolocabasupropiamisiónyquenoeraporesoporloqueescribíaasí,sinosolamenteparaponeraGolzalcorrientedeloshechos,RobertJordannoescuchabamásqueamedias.

—Inglés—dijoPablo.—Estoyescribiendo—repitióRobertJordan,sinlevantarlosojos.«Debiera enviar dos copias—pensó—; pero entonces no tendríamos bastantes

personasparavolarelpuente,si,detodasformas,hayquevolarlo.¿Quéesloqueséyodeesteataque?Quizáseaúnicamenteunamaniobradediversión.Quizáquieranatraeralgunastropas,parasacarlasdeotropunto.QuizáquieranatraeralosavionesqueestánenelNorte.Quizásíyquizáno.¿Quéséyo?EsteesmiinformeparaGolz.En todo caso, yo no tengo que volar el puente hasta que comience el ataque.Misórdenessonclaras,ysielataqueseanula,notendréquevolarnada.Perotengoquereservaraquíunmínimodegenteindispensableparacumplirlasórdenes.»

—¿Quéestabasdiciendo?—preguntóaPablo.—Quetengoconfianza,inglés.—Pabloseguíahablandoalavasijadelvino.«Hombre, ya quisiera yo tener esa confianza», pensó Robert Jordan, y siguió

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escribiendo.

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CapítuloXXX

DE MANERA QUE SE HABÍA HECHO todo lo que había que hacer, al menos por elmomento. Todas las órdenes estaban dadas. Cada cual sabía con certidumbre sumisióna lamañanasiguiente.Andréshabíasalido treshorasantes.Demaneraqueaquellosucederíaalrayarelalba,onosucedería.

«Creoquesucederá—sedijoRobert Jordanmientrasdescendíadelpuestomáselevado,adondehabíaidoahablarconPrimitivo—.Golzorganizaelataque,peronotienepoderparacontenerlo.ElpermisoparacontenerlotienequellegardeMadrid.Lomásseguroesquenologrendespertaranadieallíyque,sisedespiertaalguien,tendrádemasiadosueñoparaponerseapensar.HubieradebidoavisaraGolzantesdequetodoslospreparativoshubiesensidohechosparaelataque;pero¿cómoponerenguardiaanadiecontraunacosaquenohaocurrido?Nohancomenzadoamoverelmaterial hasta el anochecer. No querían que sus maniobras fuesen vistas en lacarretera desde los aviones. Pero ¿y en lo tocante a sus aviones? ¿Por qué tantosavionesfascistas?

»Seguramente nuestra gente se ha puesto en guardia viendo los aviones. PeroquizálosfascistastratendeocultarconestootraofensivamásalládeGuadalajara.SedicequehabíaconcentracionesdetropasitalianasenSoriaySigüenza,apartedelasque estaban operando en el Norte. No tienen bastantes hombres ni material paradesencadenardosgrandesofensivas almismo tiempo.Eso es imposible; por tanto,tiene que ser una baladronada. Pero sabemos también las muchas tropas que handesembarcadolositalianosestosúltimosmesesenCádiz.Esposiblequeintentendenuevo el ataque aGuadalajara, aunqueno tan estúpidamente como la primeravez;sinoentrescolumnas,queseiríanensanchandoyavanzandoalolargodelavíadelferrocarrilhacialaparteoccidentaldelameseta.»

Había un modo de lograrlo a la perfección. Hans se lo había explicado.Cometieronmuchos errores la primera vez. Todo el planeamiento era absurdo.NohabíanempleadoenlaofensivadeArgandacontralacarreteradeMadridaValencialastropasdequesehabíanservidoenlaofensivadeGuadalajara.¿Porquénohabíandesencadenadosimultáneamenteesasdosofensivas?¿Porqué?¿Porqué?¿Sesabráalgúndíaporqué?

«Sinembargo,nosotros losdetuvimos lasdosvecescon lasmismas tropas.Nohubiéramos podido detenerlos si hubiesen desencadenado almismo tiempo los dosataques. No hay que preocuparse, ha habido otros milagros. O tendrás que volarmañanaelpuenteonotendrásquehacerlovolar.Peronotratesdepersuadirtedequenoseránecesario.Lovolaránundíauotro.Ysinoesestepuente,seráotropuente.Noerestúquiendecide.Túcumplesórdenes.Obedécelasynopiensesdemasiadoen

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loquehaydetrásdeellas.Lasórdenessobreestosonmuyclaras.Demasiadoclaras.Peronohayquepreocuparseni tenermiedo;porque si tepermitesel lujode tenermiedo, aunque sea un miedo normal, puedes contagiárselo a los que tienen quetrabajarcontigo.Eseasuntodelascabezashasidoalgo,detodasmaneras.Yelviejotuvoquetropezarconelloenlacolina,cuandoandabaasolas...¿Tehubieragustadoatitropezarconeso?Tehaimpresionado,¿no?Sí,tehaimpresionado,Jordan.Másde una vez te has impresionado en el día de hoy. Pero te has portado bien.Hastaahora,tehasportadomuybien.»

«Tehasportadomuybien,parasersólounprofesordeespañolenlaUniversidaddeMontana—pensó,tomándoseelpeloasímismo—.Tehasportadobienparaserunprofesor.Peronovayasafigurartequeeresunpersonajeextraordinario.Nohasllegado muy lejos por este camino. Piensa simplemente en Durán, que no habíarecibidonunca instrucciónmilitar, queerauncompositor,unniñobonitoantesdelMovimientoyahoraesungeneraldebrigadarematadamentebueno.ParaDuránhasidotodotansencilloytanfácildeaprendercomoelajedrezparaunniñoprodigio.Túestásestudiandoelartedelaguerradesdetuinfancia,desdequetuabueloempezóacontartelaguerracivilnorteamericana.Salvoquetuabuelolallamabasiempre“laguerraderebelión”.PeroalladodeDuránerescomounbuenjugadordeajedrez,unjugadormuysensatoydebuenaescuelafrenteaunniñoprodigio.ElamigoDurán.Seríabuenovolverleaver.LeveríaenelGaylord,cuandoestaguerra termine.Sí,cuandotermineestaguerra.»¿Noeraverdadqueseestabaportandobien?

«LeveréenelGaylord—sedijodenuevo—cuandotodoestohayaterminado.Noteengañes.Teportasperfectamente.Enfrío.Notratesdeengañarte.NovolverásavernuncaaDurán,ylacosanotieneimportancia.Nolotomestampocoasí.Notepermitas tampoco esos lujos.Nadade resignaciónheroica.Nohacen falta en estasmontañas ciudadanos provistos de resignación heroica. Tu abuelo se batió durantecuatroaños,ennuestraguerracivil,ytúapenassiestásahoraalfindelprimeraño.Tienesaúnmuchocaminoqueandaryestásdotadoparahacerestetrabajo.Yahoratienes también a María. En fin, lo tienes todo. No debieras preocuparte. ¿Quéimportancia tiene una pequeña escaramuza entre una banda de guerrilleros y unescuadrón de caballería?Ninguna.Aunque corten cabezas. ¿Es que eso cambia dealgúnmodo lascosas?Nadaenabsoluto.Los indiosarrancabanelcuerocabelludotodavíacuandotuabueloestabaenFortKearny,despuésdelaguerra.¿Teacuerdasdel armario, en el despacho de tu padre, con las puntas de flechas en uno de losestantesylostocadosdeguerrapendientesdelmuro,conlasplumasdeáguilayeloloracueroahumadodelaspolainasyloschaquetonesdepieldeanteyeltactodelosmocasinesbordados?¿Teacuerdasdelgranarcoenunrincóndelarmarioydelosdoscarcajesdeflechasdecazayguerraydelaimpresiónqueteproducíaelpaquetedeflechascuandopasabaslamanosobreél?

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»Acuérdatedecosasdeeseestilo.Acuérdatedealgoconcreto,práctico;acuérdatedel sable de tu abuelo, brillante y bien engrasado en su estuche abollado, y delabuelo,enseñándotecómolahojasehabíaadelgazadoafuerzadehabersidoafiladamuchasveces.Acuérdatede la«SmithandWesson»delabuelo.Eraunapistoladeordenanza,deunsolodisparo,delcalibre7,65ynoteníaguardadelgatillo.Eljuegodelgatilloeralomássuaveyfácilquehasprobadonuncaylapistolaestabasiemprebienengrasaday limpia, aunqueel repujado sehabía idoborrandoporeluso,yelmetal oscuro de la culata y del cañón estaban suavizados por el roce de cuero delestuche.LapistolaestabaenunestuchequeteníalasinicialesU.S.sobrelasolapayseguardabaenuncajóncon losutensiliosde limpiezaydoscientoscartuchos.Lascajasdecartóndeloscartuchosestabanenvueltascuidadosamenteyatadasconhiloencerado. Podías sacar la pistola del cajón y tenerla en las manos. “Tenla en lasmanos todo lo que quieras”, solía decir el abuelo. “Pero no puedes jugar con ellaporqueesunaarmaseria.”

»Un día preguntaste al abuelo si habíamatado a alguien con ella, y el abuelorespondió:“Sí.”Entonces,túdijiste:“¿Cuándofueeso,abuelo?”Yéldijo:“Durantela guerra de rebelión”, y después tu dijiste: “Cuéntamelo, abuelo”. Y él dijo: “Notengoganasdehablardeeso,Robert.”Yluego,tupadresematóconesapistola,ytesacarondelcolegioparaasistirasusfunerales.Yelforensetediolapistoladespuésde las investigaciones judiciales, diciendo: “Bob, supongo que acaso quierasconservarestaarma.Deberíaguardarla,peroséquetupapálateníaengranestima,porquesupapálahabíallevadodurantetodalaguerraylatrajoporaquícuandovinoconlacaballería,ysiguesiendounaarmamuybuena.Laheprobadoestatarde.Labalanohaceyamuchodaño,peroaúnsepuededarenelblancoconella”.»

Habíavuelto aponer la pistola en su sitio, en el cajón, pero al día siguiente lasacó y se fue a caballo conChub hasta lo alto de lamontaña, por encima deRedLodge;allí,endondedespuéssehaconstruidounacarreteraatravésdelpuertoydelallanuradelDientedelOso.Elvientoesallídelgadoycortanteyhaynieveenlascumbresdurante todoel verano...Sehabíandetenidocercadel lagoquedicenquetienedoscientoscincuentametrosdeprofundidad,unlagoverdeoscuro,yChubhabíacuidado de los caballos mientras Robert había subido a un peñasco y se habíainclinado,paracontemplarsurostroenelaguainmóvil.Sehabíavistoconlapistolaenlamanoyluegolahabíasostenidounrato,manteniéndolasujetadelcañón,yporfin lahabía soltadoy lahabíavistohundirseenelagua, levantandoburbujasen laclara superficie, hasta que sólo fue como un dije de reloj y hasta que desapareciódespués.Enseguidasebajódelpeñascoysaltandosobrelasilla,diotalespolazoalaviejaBess,quelayeguaseencabritódegolpecomouncaballitodecartón.Laobligóairporelbordedellagoycuandolayeguasepusootravezrazonable,volvieronatomarelsendero.«Yoséporquéhashechoesoconlaviejapistola,Bob»,dijoChub.

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«Bueno,entoncesnotendremosquevolverahablardeello»,lecontestóél.No volvieron a hablar jamás, y ése fue el final de las armas del abuelo, a

excepcióndelsable...Teníaaúnelsableenunbaúl,enMissoula,conelrestodesuscosas.

«Me pregunto qué hubiera pensado el abuelo de esta situación—se dijo—.Elabueloeraunsoldadocondenadamentebueno.Todoelmundolodecía.Seasegurabaque,dehaberestadoconCuster,nolehubieraconsentidodejarseatrapar.¿CómonoviolahumaredanielpolvodetodasaquellascabañasalolargodeLittleBigHorn,ano ser que hubiera una espesa nieblamatinal? Pero no hubo niebla alguna aquellamañana.Megustaríaqueelabueloestuvieseaquí,enmilugar.Enfin,quizásestemosjuntosmañanaporlanoche.Siexisterealmenteunacondenadatonteríacomoelmásallá,queestoysegurodequenoexiste,mecausaríaverdaderoplacerhablarconél.Porquetengounmontóndecosasquequisierapreguntarle.Tengoderechoahacerlepreguntas,ahoraqueyohehechotambiénesascosas.Nocreoqueledesagradasequelehicieraesaspreguntas.Antesno teníaderechoapreguntarle.Comprendoquenomecontasenadaporquenomeconocía.Peroahoracreoquenosentenderíamosmuybien. Me gustaría poderle hablar ahora y pedirle consejo. Diablo, aunque no meaconsejara, me gustaría hablar con él. Sencillamente. Es una lástima que haya unlapsodetiempotangrandeentredostiposcomoélyyo.»

Luegosiguiómeditandoysediocuentadequesihubieraencuentrosenelmásallá,suabueloyélseveríanmuyconfusosporlapresenciadesupadre.

«Todoelmundo tienederechoahacer loquehace—pensó—,peroaquellonoestuvobien.Locomprendo,perono lo apruebo.Lache, ésa es lapalabra.Pero¿locomprendes realmente? Por supuesto, lo comprendo, pero... Sí, pero... Hay quehallarse terriblemente replegado sobre uno mismo para hacer una cosa como ésa.Diablo,quisieraquemiabueloestuvieseaquí.Aunquesólofueseporunahora.Quizámehayatransmitidolopocoqueyohelogradoaveriguarpormediodeeseotroquehizo tan mal uso de la pistola. Quizá fuera la única comunicación que hayamostenido.Pero,diablo,sí,diablo,sientoquenosseparentantosaños;porquemehubieragustadoquemeenseñaraloqueelotronomeenseñójamás.Pero¿ysielmiedoqueelabuelodebiódesentirydetratardedominar,elmiedodelquenopudodeshacersemásquealcabodecuatroañosomásdecombatescontra los indios,aunque,enelfondo, no debió de sentir realmentemuchomiedo, si esemiedo hubiera hecho delotrouncobarde,comosucedecasisiempreconlasegundageneracióndelostoreros?¿Ysihubierasidoeso?¿Ysilabuenasavianohubieserebrotadoconfuerzamásquepasandoporaquelotro?Noolvidaré lomalquemesentí cuandosupeporprimeravezquemipadreerauncobarde.Vamos,diloeninglés.Coward.Esmásfácilcuandosehadicho,ynosirvedenadahablardeunhijodemalamadreenlenguaextranjera.Perono eraunhijodemalamadre; eraun cobarde, simplemente, y eso es la peor

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desgracia que puede sucederle a un hombre. Porque, de no haber sido cobarde, sehubieraenfrentadoconaquellamujeryno sehubieradejadodominarpor ella.Mepreguntocómohubierasidodecasarseconotramujer.Bueno,esonolosabrásnunca—sedijo,sonriendo—;quizáselespírituautoritariodeellaaportóloqueaéllehacíafalta.Yporloqueatiserefiere,tómaloconcalma.Notepongasahablardelabuenasavia ni de todo lo demás antes de que pase mañana. No te felicites demasiadopronto.Yno te felicitesdeningunamanera.Ya severámañanaquéclasede saviatienestú.»

Después se puso a pensar otra vez en su abuelo. «George Custer no era uncomandante de caballería inteligente, Robert —había dicho su abuelo—. No erasiquieraunhombreinteligente.»

Recordaba que cuando su abuelo dijo aquello se asombró de que pudieracriticarseaaquelpersonajedechaquetadepieldeante,queaparecíadepie,sobreunfondodemontaña,conlosrubiosrizosalviento,elrevólverdeservicioenlamano,rodeadodesioux, talycomolerepresentaba lavieja litografíadeAnheuser-Busch,colgadadelmurodelapiscinadeRedLodge.

«Sóloteníaunagranhabilidadparameterseenembrollosyparasalirdeellos—habíaproseguidosuabuelo—.PeroenLittleBigHornnopudosalir.»

«PhilSheridanerahombreinteligenteyJebStuarttambién.PeroJohnMosbyfueelmejorjefedecaballeríaquehayaexistidonunca.»

Robert Jordan guardaba entre sus cosas, en el baúl deMissoula, una carta delgeneralPhilSheridanalviejoKilpatrick,KillyelCaballo,enlaquesedecíaquesuabueloeramejorjefedecaballeríairregularqueJohnMosby.

«DebícontárseloaGolz—pensó—.Peroseguramentenohaoídohablarnuncademiabuelo.Quizánohayaoídohablar tampocodeJohnMosby.Losingleses losconocenatodosellosporquehantenidoqueestudiarnuestraguerracivilmásafondoquelasgentesdelcontinente.KarkovdecíaquedespuésdelaguerrayopodríairalInstituto Lenin, deMoscú, si quería. Decía que podría ir a la EscuelaMilitar delEjército Rojo, si quería. Me pregunto qué hubiera pensado de eso mi abuelo. Miabuelo,quenisiquieraquisoensuvidasentarsealamismamesaqueundemócrata.No,yonoquiero ser soldado.De ello estoy seguro.Solamentequieroque seganeestaguerra.Mefiguroquelosbuenossoldadosnosirvenparaningunaotracosa.Peroesonoes cierto.Piensa enNapoleónyenWellington.Estásunpocoestúpidoestanoche.»

Porlogeneral,sumenteeraunabuenacompañíayhabíasidoasíaquellanoche,mientras estuvo pensando en el abuelo. Pero el pensar en su padre le había hechodesvariar. Comprendía a su padre, le perdonaba y le compadecía; pero sentíavergüenzadeél.

«Haríasmejorennopensarnada.ProntoestarásconMaría.Esoeslomejorque

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puedeshacer,yaquetodoestádispuesto.Cuandosehapensadomuchoenalgonosepuededejardepensaryelpensamientosiguevolandocomounpájaro loco.Haríasmejor si no pensaras. Pero suponte, suponte solamente que los aviones llegan yaplastan esos cañones antitanques, que hacen volar las posiciones y que los viejostanquessoncapacesdetrepar,porlomenosunavez,colinaarriba,yqueesebuenodeGolzlanzaaesabandadadeborrachos,clochardsvagabundos,fanáticosyhéroesquecomponenlaXIVbrigada,yyosé lobuenasquesonlasgentesdeDurán,queestánen laotrabrigadadeGolz;ysupontequeestamosenSegoviamañanapor lanoche.Sí,sencillamente,imaginaeso.YoelijoLaGranja.Perotienesquevolarantesesepuente.»

Deprontosesintióseguroenabsolutodequenohabríacontraorden.Porque loqueestabaimaginándosehacíaunmomentoerajustamentecomoteníaqueparecerelataque a los que lo habían ordenado. Sí, había que volar el puente; tenía lacertidumbredeello.YloquepudieraocurrirleaAndrésnocambiabalascosas.

Mientras descendía por el sendero, en la oscuridad, solo, con la agradablesensacióndequetodoloquehabíaquehacerhabíasidohechoydequeteníacuatrohoraspordelanteparasímismo,laconfianzaquehabíarecobradoalpensarencosasconcretas,laseguridaddequeteníaquevolarelpuente,volvióaacometerledeunamaneracasireconfortante.

Laincertidumbre,laaprensión,comocuando,aconsecuenciadeundesbarajusteen las fechas, se pregunta uno si los invitados van a llegar o no a la velada, esasensación que le había acuciado desde la marcha de Andrés, le abandonósúbitamente. Estaba seguro de que el festival no sería cancelado. «Es mejor estarseguro—pensó—.Esmuchomejorestarseguro.

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CapítuloXXXI

ASÍ, PUES, se encontraronde nuevo, a una hora avanzada de la noche, de la últimanoche,dentrodelsacodedormir.MaríaestabamuyunidaaélyRobertopodíasentirla suavidad de sus largosmuslos rozando los suyos y de los senos, que emergíancomodosmontículossobreunallanuraalargadaentornoaunpozo,másalláde lacual estaba el valle de sugarganta, sobre la que ahora se encontrabanposados suslabios.Yacíainmóvil,sinpensarennada,mientrasellaleacariciabalacabeza.

—Roberto —dijo María en un susurro—, estoy avergonzada. No quisieradesilusionarte,perotengoungrandolorycreoquenovoyaservirtedenada.

—Siempre hay algún dolor, alguna pena —replicó él—. No te preocupes,conejito.Esonoesnada.Noharemosnadaquetecausedolor.

—Noeseso;esquenoestoyencondicionesderecibirtecomoquisiera.—Esonotieneimportancia;escosapasajera.Estamosjuntos,aunquenoestemos

másqueacostadoselunoalladodelotro.—Sí, pero estoy avergonzada. Creo que esto me pasa por las cosas que me

hicieron.Noporloquehayamoshechotúyyo.—Nohablemosdeello.—Yotampocoquisierahablardeeso.Peroesquenopuedosoportar la ideade

fallarteestanoche,yhabíapensadopedirteperdón.—Escucha, conejito—dijoél—, todasesas cosas sonpasajerasy luegonohay

ningúnproblema.—Peroparasípensóquenoeralabuenasuertequehabíaesperadoparalaúltimanoche.

Luegosintióvergüenza,ydijo:—Apriétatecontramí, conejito; tequiero tanto sintiéndoteami lado,así, en la

oscuridad,comocuandotehagoelamor.—Estoymuyavergonzada, porquepenséque estanochepodría ser como lode

alláarriba,cuandovolvíamosdelcampamentodelSordo.—¡Qué va!—contestó él—; eso no es para todos los días. Perome gusta esto

tantocomolootro.—Mentíaparaahuyentareldesencanto.—Estaremosaquíjuntosydormiremos.Hablemosunrato.Sémuypocascosasdeti.

—¿Quieres que hablemos de mañana y de tu trabajo? —preguntó ella—. Megustaríaentenderbienloquetienesquehacer.

—No —dijo él, y arrellanándose en toda la extensión de la manta se estuvoquieto,apoyandosumejillaenelhombrodeella,yelbrazoizquierdobajolacabezadelamuchacha—.Lomejorseránohablardelodemañananideloquehapasadohoy. Así no nos acordaremos de nuestros reveses, y lo que tengamos que hacermañanasehará.Noestarásasustada...

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—¡Qué va!—exclamó ella—; siempre estoy asustada. Pero ahora siento tantomiedoporti,quenomequedatiempoparaacordarmedemí.

—Nodebesestarlo,conejito.Yoheestadometidoenpeoresandanzasqueésta—mintió él. Y entregándose repentinamente al lujo de las cosas irreales, agregó—:HablemosdeMadridydeloqueharemoscuandoestemosallí.

—Bueno —dijo ella, y agregó—: Pero, Roberto, estoy apenada por habertefallado.¿Nohayotracosaquepuedahacerporti?

Élleacariciólacabezaylabesó,yluegosequedóquietoasulado,escuchandolaquietuddelanoche.

—Puedes hablar de Madrid —le dijo, y pensó: «guardaré una reserva paramañana.Mañanavoyanecesitardetodoesto.Nohayramadepinoentodoelbosquequeestétannecesitadadesaviacomoloestaréyomañana.¿Quiénfueelquearrojólasimienteenelsuelo,segúnlaBiblia?Onán.Peronoséloquepasódespués.NomeacuerdodehaberoídohablarmásdeOnán.»Ysonrióenlaoscuridad.Luegovolvióarendirse y se dejó llevar de sus ensueños, sintiendo toda la voluptuosidad de laentregaalascosasirreales.Unavoluptuosidadqueeracomounaaceptaciónsexualdealgoquepuedevenirsolamenteporlanoche,cuandonoentraenjuegolarazónyquedasóloladeliciadelaentrega.

—Amor mío —susurró, besándola—. Oye, la otra noche estaba pensando enMadridymedijequeencuantollegaseallítedejaríaenelhotelmientrasibaaveraalgunos amigos en el hotel de los rusos. Pero no es verdad: no te dejaré sola enningúnhotel.

—¿Porquéno?—Porque tengo que cuidarte. No te dejaré jamás. Iremos a la Dirección de

Seguridadparaconseguirtepapeles.Despuésteacompañaréacomprartelosvestidosquetehaganfalta.—Nonecesitonadaypuedocomprármelosyosola.

—No, necesitas muchas cosas e iremos juntos. Compraremos cosas buenas yveráslobonitaqueestás.

—Yopreferiríaquenosquedásemosenelhotelymandásemosacomprarlaropa.¿Dóndeestáelhotel?

—EnlaPlazadelCallao.Estaremosmuchoennuestrocuartodelhotel.Hayunacama grande con sábanas limpias y en el baño agua caliente. Y hay dos roperosempotradosenlapared.Yyopondrémiscosasenunoytútequedarásconelotro.Yhayventanasaltasyanchas,quedanalacalle,yfuera,enlacalle,estálaprimavera.Tambiénconozcositiosenlosquesecomebien,quesonilegales,perobuenos,ysédealgunas tiendasen lasqueaúnsepuedeencontrarvinoywhisky.Yenelcuartoguardaremos provisiones para cuando tengamos hambre; tendremos una botella dewhiskyparamíyatitecompraréunabotellademanzanilla.

—Megustaríaprobarelwhisky.

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—Perocomoesmuydifícildeconseguiryatitegustalamanzanilla...—Guárdatetuwhisky,Roberto—dijoella—.Deveras,tequieromucho.Atiya

tuwhisky,quenotengoderechoaprobar.¡Vayacochinoqueestáshecho!—Bueno,loprobarás.Peronoesbuenoparalasmujeres.—Y como yo he tenido solamente cosas que eran buenas para mujeres... —

replicóMaría—.Bueno,yenesacama,¿llevarésiempremicamisóndeboda?—No.Tecomprarécamisonesnuevosytambiénpijamas,sitúlosprefieres.—Mecomprarésietecamisones—dijoella—;unoparacadadíadelasemana,y

atitecompraréunacamisadeboda,unacamisalimpia.¿Nollevasnuncalatuya?—Algunasveces.—Yolotendrétodomuylimpioyteserviréwhiskyconagua,comolotomabasen

el campamento del Sordo. Tendré guardadas aceitunas y bacalao y avellanas, paraquecomasmientrasbebes;yestaremosunmesenesecuartosinsalirdeél.Siesquepuedorecibirte—dijo,sintiéndoserepentinamentedesgraciada.

—Esonoesnada—insistióRobertJordan—;deverdad,noesnada.Esposiblequetequedaraslastimadayahoratengasunacicatrizquetesiguedoliendo.Lomásseguroesqueseaeso.Peroesascosassepasan.Yademás,sifueraalgoimportante,haymédicosmuybuenosenMadrid.

—Peroibatodotanbien...—dijoella,ensondeexcusa.—Esoeslapruebadequetodoirábiendenuevo.—Entonces,hablemosdeMadrid.—Seacurrucómetiendosuspiernasdebajode

lasdeRobertJordanyrestrególacabezacontrasuespalda.—Pero¿nocreesquevoyaresultarmuyfeaconestacabezarapadayvasatenervergüenzademí?

—No.Eresmuybonita.Tienesunacaramuybonitayuncuerpomuyhermoso,esbelto y ligero, y tu piel es suave, y del color del oro bruñido, y muchos van aintentarseparartedemí.

—¡Qué va, separarme de ti!—dijo ella—.Ningún hombreme tocará hastamimuerte.Separarmedeti,¡quéva!

—Pueshabrámuchosquelointentarán;yaloverás.—Entonces ya verán ellos que te quiero tanto que sería tan peligroso tocarme

como meter las manos en un cubo de plomo derretido. Pero, y tú, cuando veasmujeresbonitasquetengantantaculturacomotú,¿nosentirásvergüenzademí?

—Nunca.Ymecasarécontigo:—Sitúloquieres—dijoella—;pero,puestoquenohayyaiglesia,creoqueeso

notieneimportancia.—Megustaríaquenoscasáramos.—Sitúloquieresasí...Pero,oye,sivamosalgunavezaotropaísendondehaya

iglesia,quizápodamoscasarnosallí.—En mi país hay todavía iglesia—dijo él—. Podríamos casarnos allí, si eso

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significaalgoparati.Yonomehecasadonunca.Asíesquenohayproblema.—Mealegrodequenotehayascasado—dijoella—;perotambiénmealegrode

queconozcasesascosasdequemehashablado,porqueesopruebaquehasestadoconmuchasmujeres,yPilardicequeloshombresasísonlosúnicosquesirvencomomaridos.Pero¿noirásluegoconotrasmujeres?Porqueesomemataría.

—Nunca he andado con muchas mujeres—dijo él, sinceramente—. Antes deconocerteatinocreíaquefuesecapazdequerertantoaninguna.

Ellaleacariciólasmejillasyluegocruzólasmanosdetrásdesunuca.—Hasdebidodeconoceramuchas.—Peronohequeridoaninguna.—Oye,mehadichoPilarque...—Dime.—No.Valemásquenotelodiga.HablemosdeMadrid.—¿Quéesloqueibasadecir?—Notengoganasdedecirlo.—Esmejorquelodigassiesalgoimportante.—¿Creesqueesimportante?—Sí.—Pero¿cómosabesqueesimportante,sinosabesdequésetrata?—Porlamaneracomolohasdicho.—Bueno, entonces, te lo diré. Me ha dicho Pilar que mañana vamos a morir

todos,yquetúlosabestanbiencomoella;peroquenoledasningunaimportancia.Noesporcriticarteporloquemehadichoeso,sinocomoadmirándote.

—¿Ha dicho eso? —preguntó él. «¡Qué vieja loca!», pensó, y luego siguióhablando en voz alta—: Eso son estupideces gitanas. Buenas para las viejas delmercadoyloscobardesdecafé.Sontonterías—sentíacómoelsudorleibacayendopordebajodelasaxilascorriéndoleporlosbrazosyloscostadosysedijo:«Tienesmiedo, ¿eh?» Y añadió en voz alta—: Es una vieja loca supersticiosa. SigamoshablandodeMadrid.

—Entonces,¿noesciertoquetúlosepas?—Claroqueno.Nodigassemejantestonterías—replicó,usandodeunapalabra

muchomásgordaparaexpresarse.Pero, por mucho que intentase hablar de Madrid no conseguía engañarse de

nuevo. Mentía abiertamente a la muchacha y se mentía a sí mismo con el únicopropósito de pasar la noche de antes de la batalla lo menos desagradablementeposible, y lo sabía. Le gustaba hacerlo; pero la voluptuosidad de la aceptación sehabíaesfumado.Sinembargo,volvióaempezar.

—Heestadopensandoentuscabellos—dijo—.Yenloquepodríahacerseconellos.Comoves,ahoracreceniguales,comolapieldeunanimal;esmuyagradable

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tocarlosymegustanmucho.Sonmuybonitostuscabellos,seaplastanbajolamanoyvuelvenaerguirsecomolostrigalesalviento.

—Pásamelamanoporencima.Él hizo lo que le pedía; luego dejó la mano apoyada en su cabeza y siguió

hablando con la boca pegada a la garganta de la muchacha; sentía que se le ibahaciendounnudoenlasuya.

—PeroenMadridpodríamosirjuntosalpeluquero,ytelocortaríadeunamanerahábil, sobre lasorejasy lanuca,como losmíos,yquedaríanmejorpara laciudad,hastaquevolvieranacrecer.

—Quisiera parecerme a ti —dijo ella, apretándose contra él—. Y no quisieracambiarjamás.

—No.Seguiráncreciendoyesosóloserviríaparadarlesmejoraspectomientrascrecen.¿Cuántotiempotardaránencrecer?

—¿Hastaqueseanrealmentelargos?—No. Hasta que te lleguen a los hombros. Así es como me gustaría que los

llevaras.—¿CómolaGarboenelcine?—Sí—dijoélconvozronca.Levolvía impetuosamenteeldeseodeengañarseasímismoyseentregabapor

enteroaeseplacer.—Creceránasí,caeránsobretushombros,rizadosenlaspuntas,comolasolasdel

mar,yserándelcolordel trigomaduro,y turostrodelcolordelorobruñido,y tusojosdelúnicocolorquepuedehacerjuegoconesoscabellosyesapiel:dorados,conmanchas oscuras; y yo te echaré la cabeza hacia atrás y te miraré a los ojos,teniéndotemuyapretadacontramí.

—¿Dónde?—Encualquierparte.Encualquierparteendondeestemos.¿Cuántotiempohará

faltaparaquevuelvaacrecerteelpelo?—No losé,porquenome lohabíacortadonunca.Perocreoqueenseismeses

estará losuficientemente largocomoparacubrirme lasorejas,yenunaño, todo lolargoquetúquieras.Pero¿sabesloqueharemosantes?

—Dímelo.—Estaremos en esa cama grande y limpia, en ese famoso cuarto de nuestro

famoso hotel, estaremos sentados en esa cama y nos miraremos en el espejo delarmario, y primeromemiraré yo y luegome volveré así y te echaré los brazos alcuello,así,yluegotebesaréasí.

Sequedaroncallados,muyapretadoselunocontraelotro,perdidosenmediodelanoche,yRobertJordan,sintiéndosepenetradodeuncalorcasidoloroso,lasostuvocon fuerza entre sus brazos. Abrazándola, sabía que abrazaba todas las cosas que

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nuncasucederíanyprosiguiódiciendo:—Conejito,noestaremossiempreenesehotel.—¿Porqué?—PodríamostomarunpisoenMadrid,enlacallequecorrealolargodelRetiro.

Conozco a una norteamericana que alquilaba pisos amueblados antes delMovimiento,ysécómoencontrarunpisocomoése,almismoprecioqueantesdelMovimiento.HaypisosfrentealRetiro,yseveelparquedesdelasventanas:laverjadehierro,losjardines,lossenderosdegrava,elcéspeddelosrecuadrosalolargodelsenderoylosárbolesdesombraespesa,ylasfuentes.Yahoraloscastañosestaránenflor.EnMadridpodemospasearporelRetiroypodemosirenbarcaporelestanque,sihaydenuevoaguaenél.

—¿Yporquénohabíadehaberagua?—Lovaciaron ennoviembreporque eraunbuenblancopara losbombarderos;

perocreoquelohanvueltoallenardenuevo.Noestoyseguro.Peroaunquenohayaagua,podremospasearnosporelparquedetrásdellago.Hayunapartesemejantealaselva, con árboles de todos los países delmundo, que tienen su nombre escrito encarteles,yallíponequéárbolessonydedóndeproceden.

—Megustaríamuchoiralcine—dijoMaría—;peroesosárbolestienenquesermuyinteresantesymeaprenderécontigotodossusnombres,sipuedoacordarmedeellos.

—Noescomounmuseo—dijoRobertJordan—;crecenlibrementeyhaycolinasenelparque,enunapartequeescomounaselvavirgen.Ymásabajoestálaferiadeloslibros,concentenaresdebarracasdelibrosviejos,alolargodelasacerasyahora,desdequeempezóelMovimiento,puedenencontrarsemuchoslibrosqueprovienendelsaqueodelascasasdemolidasporlosbombardeosydelascasasdelosfascistas.Esos libros los han llevado a la feria los que los han robado. Si tuviera tiempo enMadrid,podríapasarme todoeldíao todos losdíasentre librosviejos,comohacíaantesdelMovimiento.

—Mientrastúestésenlaferiadeloslibros,yomeocuparédelpiso—dijoMaría—.¿Habrámediodehacerseconunacriada?

—Seguramente que sí. Yo podría hablar con Petra, que está en el hotel, si tegusta.Guisamuybienyesmuylimpia.Hecomidoallíconperiodistasparaquienesellaguisaba.Tienencocinaseléctricasenlashabitaciones.

—Comotúquieras—dijoMaría—.Obienpodríayobuscarotra.Pero¿estarásfuera a menudo por culpa de tu trabajo? ¿No querrán que vaya contigo para untrabajocomoéste?

—Quizá pudiera encontrar alguna cosa que hacer enMadrid.Hace tiempo queestoymetidoenestetrabajoyestoyluchandodesdeloscomienzosdelMovimiento.Es posible que me den ahora alguna cosa que hacer enMadrid. No lo he pedido

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nunca.Siempreheestadoenelfrenteoentrabajoscomoéste.¿Sabesquehastaqueteencontrénohepedidonuncanada?¿Nideseadoningunacosa,nipensadoennadaquenofueseelMovimientoyenganarestaguerra?Esverdadquehesidomuypuroenmisambiciones.Hetrabajadomuchoyahoratequiero—dijoabandonándoseporentero a lo que no sería nunca—, te quiero tanto como a todo aquello por lo quehemospeleado.Tequierotantocomoalalibertad,aladignidadyalderechodetodoslos hombres a trabajar y a no tener hambre.Te quiero comoquiero aMadrid, quehemos defendido, y como quiero a todos mis camaradas que han muerto. Y hanmuerto muchos. Muchos. Muchos. No puedes imaginarte cuántos. Pero te quierocomoquieroa loquemásquieroenelmundo.Y tequiero todavíamás.Tequieromucho, conejito.Más de lo que pueda decirte. Pero te digo esto para intentar quetengasunaidea.Nohetenidonuncamujer,yahoratetengoatiysoyfeliz.

—Serépara ti unamujer todo lobuenaquepueda—dijoMaría—.Nomehanenseñadomuchascosas,esverdad;perointentaréaprenderlas.SivivimosenMadrid,meparecerámuybien.Sitenemosqueirnosaotraparte,meparecerámuybien.Sinovivimosenningunaparteyyopuedoircontigo, todavíamejor.Sivamosa tupaís,intentaréhablarelingléscomoelmásinglésquehayaenelmundo.Mefijaréenloquehacenlosdemásyprocuraréhacerlocomoellos.

—Resultarásmuycómica.—Seguramente. Cometeré faltas, pero tú me las dirás y no las cometeré dos

veces,oquizá lascometadosveces,peronadamás.Luego,en tupaís, siechasdemenos nuestra cocina, yo guisaré para ti. Y además iré a una buena escuela paraaprenderaserunabuenaamadecasa,sihayescuelasparaeso,ytrabajarémucho.

—Hayescuelasparaeso,perotúnotienesnecesidaddeir.—Pilarmehadichoquecreíaquehayescuelasasíentupaís.Lohaleídoenun

artículodeunarevista.Tambiénmehadichoquetendríaqueaprenderahablaringlésyahablarlobien,paraquetúnosientasnuncavergüenzademí.

—¿Cuándotehadichoeso?—Hoy,mientrashacíamoselequipaje.Mehahabladotodoel tiempode loque

tendríaquehacerparasertumujer.«CreoquePilarsueñatambiénconMadrid»,pensóRobertJordan,ydijo:—¿Quétehadichoademásdeeso?—Que tengo que cuidar de mi cuerpo y cuidar de mi línea como si fuera un

torero.Mehadichoqueesoeramuyimportante.—Esverdad—dijoRobert Jordan—;perono tienesquepreocupartede eso en

muchosaños.—Sí. Pilar dice que entre las mujeres de nuestra raza hay que tener siempre

mucho cuidado porque a veces ocurre eso de golpe. Me ha dicho que en otrostiempos ella era tan esbelta como yo, pero que en su época lasmujeres no hacían

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gimnasia.Me ha dicho quémovimientos tengo que hacer y también que no comademasiado.Mehadicholoquenoteníaquecomer.Perosemehaolvidado.Tendréquevolvérseloapreguntar.

—Patatas—dijoél.—Sí—continuóella—.Patatasycosasfritas.Yluego,cuandoledijequesentía

dolor,me dijo que no debería hablarte de ello y que debería soportar el dolor sindecirtenada.Perotelohedichoporquenoquieroengañartenuncayteníamiedodequetúpudieraspensarquenocompartimosyaelmismoplaceryqueloquesucedióarriba,enelvalle,nohabíasucedidonunca.

—Hashechobiendiciéndomelo.—¿Noes verdad?Pero estoymuy avergonzaday haré todo lo quequieras que

haga.Pilarmehahabladodelascosasquepuedenhacerseconunmarido.—Noesprecisohacernada.Loquetenemoslotenemosjuntosyloguardaremos

bien.Tequieroasí,comoestásahora;tequieroacostadajuntoamíytocarteysentirqueestásrealmenteahíycuandoestésencondicionesloharemostodo.

—Pero¿notienesdeseosqueyonopuedasatisfacer?Pilarmehaexplicadoeso.—No.Nuestrosdeseos loscompartiremos juntos.No tengomásdeseosque los

tuyos.—Esometranquiliza.Peroquieroquesepasqueharétodoloquemepidas.Sólo

quetendrásquedecírmelo,porquesoymuyignoranteynoheentendidoclaramenteloquemehadicho.Medabavergüenzapreguntárselo,aunqueellasabemuchísimascosas.

—Conejito—dijo—,eresmaravillosa.—¡Quéva!—dijoella—;perohetratadodeaprenderenundíatodoloqueuna

mujer tiene que saber, mientras levantábamos el campamento y hacíamos lospreparativosparaunabatallayseestabalibrandootrabatallaahíabajo.Esunacosadifícil, y si cometo pifias tienes que decírmelo, porque te quiero mucho. Quizárecuerdelascosasdemaneraequivocada,ymuchasdelasquemehadichoPilareranmuycomplicadas.

—¿Quéesloquetehadichoella?—Pues tantas cosas, que no me acuerdo de ninguna. Me ha dicho que podía

contartetodoloquemehanhechosialgunavezmeatrevoapensarenello,porqueeresbuenoylocomprenderías.Peroqueerapreferiblequenotelodijese,amenosqueporcallarlomevuelvan las ideasnegras,comoantes,yqueentoncesquizámezafaradeellascontándotelo.

—¿Esqueteafligesmuchoenestosmomentos?—No.Desdelaprimeravezqueestuvimosjuntosescomositodoaquellojamás

hubierasucedido.Sigosintiendopenapormispadres.Peroquisieraquesupiesesunacosapara tu amorpropio, si es que tengoque ser tumujer:Nohe cedidonunca a

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ninguno.Meheresistidosiempreycadavezquelohicieronsenecesitarondosparaobligarme.Unosesentabasobremicabezaymesujetaba.Te lodigopara tuamorpropio.

—Miamorpropioestáenti.Nohablesmásdeeso.—No.Hablodelamorpropioquetienesquesentirportumujer.Yotracosa.Mi

padreeraelalcaldedelpueblo,unhombrehonrado.Mimadreeraunamujerhonradayunabuenacatólica,ylamataronconmipadreporlasideaspolíticasdemipadre,que era republicano. Vi cómo los mataban a los dos. Mi padre dijo: «¡Viva laRepública!» cuando le fusilaron, de pie, contra las tapias delmatadero de nuestropueblo.Mimadrequeestabadepie,contralamismatapia,dijo:«¡Vivamimarido,elalcaldedeestepueblo!»Yoaguardabaquemematasenamítambiénypensabadecir:«¡Viva la República! y ¡Vivan mis padres!» Pero no me mataron. En lugar dematarmemehicieroncosas.Oye,voyacontarteunade lascosasquemehicieron,porquenosafectaalosdos.Despuésdelfusilamientoenelmatadero,nosreunieronatodos los parientes de los muertos que habíamos presenciado la escena sin serfusiladosy,devueltadelmatadero,noshicieronsubirporlacuesta,hastalaplazadelpueblo.Casitodoslloraban.Peroalgunosestabanatontadosporloquehabíanvistoyseleshabíansecadolaslágrimas.Yomismanopodíallorar.Nomedabacuentadeloquepasabaporquesolamenteteníaantemisojoselcuadrodemipadreydemimadreenelmomentodesufusilamiento.Ylavozdemimadrediciendo:«¡Vivamimarido,elalcaldedeestepueblo!»,mesonabaenlosoídoscomoungritoquenoseapagabayserepetíacontinuamente.Porquemimadrenoerarepublicana,yporesonohabíagritado¡VivalaRepública!,sinosolamentevivamipadre,queestabaallí,debruces,asuspies.

»Peroloquegritólodijoenvozmuyalta,comosifueraungrito,yenseguidalafusilaron.Y cuando cayóquise acercarme, separándomede la fila; pero estábamostodosatados,losunosalosotros.ElfusilamientolollevóacabolaGuardiacivil,ylos guardias se quedaron esperando a los demás que tenían que fusilar; pero losfalangistasnosalejaron,haciéndonossubirlacuesta.Losguardiascivilessequedaronallíapoyandosusfusilescontralaparedjuntoaloscuerposcaídos,íbamosatadosdelasmuñecas, en una larga fila demuchachas ymujeres, y nos condujeron por lascalleshastallegaralaplaza,yenlaplazanoshicierondetenernosjuntoalabarbería,queestabafrentealAyuntamiento.

»Cuandollegamosallí,losdoshombresquenoscustodiabannosmiraron,yunodeellosdijo: “Esta es lahijadel alcalde”.Yelotroordenó: “Comenzadpor ella”.Entoncescortaronlacuerdaquemeatabalasmuñecasyunodeellosdijo:“Volvedaatar lacuerda”.Losdosquehabían idocustodiándonosmecogieronenvolandasymeobligaronaentrarenlabarbería,medejaroncaerdegolpeenelsillóndelbarberoymeforzaronaquedarmeallí.

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»Yoveíamicaraenelespejodelabarberíaylascarasdelosquemesujetabanylas caras de otros tres que se inclinaban sobremí, sin reconocer a ninguno. En elespejomeveíayoylosveíaaellos,peroellossólomeveíanamí.Teníalaimpresióndehallarmeenelsillóndeundentistayestarrodeadadevariosdentistas,todoslocos.Apenaspodíareconocermipropiacara,yaqueeldolormelahabíadesfigurado.Peroyomemirabaysabíaqueerayo.Midolorymipenaerantangrandes,quenosentíaningúntemor,sinosolamenteunapenaenorme.

»Porentoncesllevabayoelcabellosujetoendosgrandestrenzasysegúnmirabayoenelespejo,unodeloshombresmelevantóunadelastrenzasytiródeella,contantafuerza,que,apesardemipena,sentídoloryluego,deunsolonavajazo,melacortómuycercadelaraízdelcabello.Mevienelespejoconunasolatrenzayconuncortedondehabíaestadolaotra.Despuésmecortólaotra,aunquesintirardeella,yme hizo un tajo en la oreja con la navaja, y pude ver que la sangreme corría.Puedesnotarlacicatrizpasándomeeldedoporencima.

—Sí,pero¿noseríamejornohablardeestascosas?—Noesnada.Notecontarélascosasmalas.Así,pues,mehabíancortadolasdos

trenzas, muy cerca de la raíz del cabello, y los otros se reían; pero yo no sentíasiquieraeldolordeltajoquemehabíanhechoenlaoreja.Yelquemehabíacortadolastrenzasseparófrenteamíycomenzóagolpearmelacaraconellas,mientraslosotrosdosmesujetabanymegritabaél:“Asíescomohacemosmonjasrojas.Estoteenseñaráaunirtecontushermanosproletarios.MujerdelCristoRojo”.

»Ymegolpeóunayotravezconlastrenzasquehabíansidomíasyluegomelasmetióenlabocaymelasatóalcuello,anudándomelasenlanucacomosifueraunamordaza,mientras losquemeestabansujetandose reían.Y tambiénse reían todoslos demás; y cuando los vi reírse por el espejo comencé a llorar; porque hastaentoncesmehabíaquedadodemasiadoheladaporelfusilamientoynopodíallorar.

»Luego, el queme había amordazado, me pasó unamáquina de afeitar por lacabeza,primerodesdelafrentehastalanucaydespuésdeorejaaoreja,yportodalacabeza.Ymemanteníansujeta,detalmodoquenohabíamásremedioquevermeenelespejodelbarberomientrasmehacíaneso,yauncuandoloveíanopodíacreerlo,y lloraba y lloraba sin apartar los ojos del espejo, en donde se reflejaba mi carahorrorizada,conlabocaabierta,amordazadaconlastrenzas,mientrasmicabezaibasaliendorapadadelamaquinilla.Ycuandoelquehabíaestadorapándomeconcluyó,sacó una botellita de yodo de uno de los estantes de la barbería (al barbero ya lehabíanmatadoporquepertenecíaalsindicatoysucadáverestabatiradoalapuertadela barbería y tuvieron que levantarme para pasar por encima), y con la varilla decristalquetraenlasbotellasdeyodo,mepintólaorejaenellugarendondemehabíahechoeltajo,y,apesardemipenaydeldolorquesentía,notélaquemazóndelyodo.

»Después diomedia vuelta, se detuvo frente amí y, usando siempre lamisma

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varilla, me escribió con yodo en la frente las letras U. H. P. trazándolas lenta ycuidadosamente,comosifueraunartista.Yyoyanolloraba,porquemicorazónsehabía helado, pensando enmi padre y enmimadre, y veía que lo queme estabapasandonoeranadacomparadoconaquello.

»Cuandoterminódedibujarmelasletrasenlafrente,elfalangistaretrocediódospasos,paracontemplarsuobra,yvolvióadejar labotelladeyododondeestaba,yempuñando lamáquinadecortarelpelo,gritó:“Lasiguiente”.Ymesacaronde labarbería, llevándome sujeta de los brazos, y al salir tropecé con el cadáver delbarbero,queaúnseguíatiradoenelportal,deespaldas,conlacaragrisáceavueltaalcielo. Y casi me di de narices con Concepción García, mi mejor amiga, a la quellevabanentredoshombres;yalprontonomereconoció,peroaldarsecuentadequeerayo,comenzóagritarypudeoír suschillidos todoel tiempoquemeestuvieronpaseandoporlaplazaymientrasmehacíansubirlaescaleradelAyuntamiento,hastallegar al despacho demi padre, en dondeme tumbaron sobre el diván. Y fue allídondemehicieronlascosasmalas.

—Conejitomío—dijoRobert Jordan, estrechándolacon toda ladelicadezaquepudo,aunqueestabapordentrosaturadodetodoelodiodequeeracapaz—.Nomecuentesmás,porquenopuedoaguantarelodioquesiento.

Ellasehabíaquedadorígidayfríaensusbrazos.—No,nunca tehablaréyadeestas cosas.Pero songentesmalasymegustaría

ayudarte a matar a unos cuantos, si pudiera. Te he contado eso únicamente porrespetoatuamorpropio,yaquehedesertumujer,yparaquepuedascomprenderlo.

—Hashechobienencontármelo—dijoél—;porquemañana,sitenemossuerte,mataremosamuchos.

—Pero¿mataremosfalangistas?Ellosfueronlosquelohicieron.—Esosnopelean—replicóélsombríamente—.Matanenlaretaguardia.Noson

ésoslosqueencontramosenlasbatallas.—Pero,¿nopodríamosmataraalgunosdeellosdealgunamanera?Megustaría

muchomataraalgunos.—Yohematadoyaaalgunos—dijoél—;yvolveréamataraalgunosmás.Enel

asaltodelostreneshemosmatadoavarios.—Me gustaría ir contigo a atacar un tren—dijoMaría—. Cuando atacaron el

tren,quefuecuandoPilarpudorescatarme,yoestabamedioloca.¿Notehancontadocómoestaba?

—Sí.Peronohablesmásdeeso.—Teníalacabezacomoembotadaynohacíamásquellorar.Perohayotracosa

que tengo que decirte. Esmenester. Puede que, si te la cuento, no quieras casarteconmigo; pero, Roberto, si no quieres casarte conmigo, ¿no podríamos, de todasformas,seguirviviendojuntos?

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—Mecasarécontigo.—No.Habíaolvidadoeso.Quizánodebascasarteconmigo.Quizánopuedayo

tener nunca un hijo ni una hija; porquePilar dice que con todas las cosas quemepasaron,conlascosasquemehicieron,yodebierahaberlotenido.Teníaquedecirteesto.¡Oh,nosécómohepodidoolvidarlo!

—Esonotieneningunaimportancia,conejito.Primeroporquepuedenoserasí.Esoúnicamentepuedesaberlounmédico.Yluego,yonotengoelmenorinterésentraerunhijoounahijaaestemundo,talcomoestáahora.Yademás,todomicariñoesparati.

—Megustaríatenerunhijoounahijadeti—dijoella—,y,porotraparte,¿cómoibaamejorarelmundosinohayhijosnuestros,detodoslosqueluchamoscontralosfascistas?

—Tú—dijoél—,yotequieroati;¿hascomprendido?Yahora,vamosadormir,conejito;porquetengoquelevantarmemuchoantesdequeamanezca,yenestemesamanecemuytemprano.

—Entonces, ¿no hay inconveniente respecto a lo último que te he dicho?¿Podremoscasarnosapesardetodo?

—Estamos ya casados.Me caso contigo ahoramismo. Tú eresmimujer. Peroduérmeteahora,conejito,porquenosquedamuypocotiempo.

—¿Yestaremosrealmentecasados?¿Noserásólohablaryhablar?—Deverdad.—Entoncesmedormiréyvolveréapensarenellosimedespierto.—Yotambién.—Buenasnoches,maridomío.—Buenasnoches,mujercitamía.Oyóque su respiración sehacíamás firmey regulary sedio cuentadeque se

habíadormido;sequedódespierto,sinmoverse,paranodespertarla.Pensóentodoloqueellano lehabía contadoypermanecióallí, sintiendo revivir suodioydichosoantelaideadequealdíasiguientemataría.

«No obstante, no tengo que hacer de eso una cuestión personal. Pero ¿cómoimpedirlo? Sé que nosotros también hemos hecho cosas atroces. Pero fue porquenosotros éramos gentes ineducadas y no sabíamos hacerlomejor. Ellos lo hicierondeliberadamente.Losqueasíobraronsonelúltimoretoñodeloquesueducaciónhaproducido. Son la flor y nata de la caballerosidad española. ¡Qué gentes han sido!¡Quéhijosdemalamadre,desdeCortés,Pizarro,MenéndezdeAviléshastaEnriqueLíster y Pablo! ¡Y qué gente tan maravillosa! No hay nada mejor ni peor en elmundo. No hay gente más amable ni gente más cruel. ¿Y quién sería capaz decomprenderlos? Yo, no; porque si los comprendiera se lo perdonaría todo.Comprenderesperdonar.Estonoesverdad.Sehaexageradolaideadelperdón.El

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perdónesunaideacristiana,yEspañanohasidonuncaunpaíscristiano.Hatenidosiempreuna ideaespecialy su idolatríaparticulardentrode la Iglesia.OtraVirgenmás.Supongoque fuepor esopor loque tuvieronquedestruir lasvírgenesde susenemigos.Seguramente,estesentimientoeramásprofundoenellos,enlosfanáticosreligiososespañoles,queentrelagentedelpueblo.Lagentedelpuebloseapartódela Iglesia porque la Iglesia era el Gobierno y el Gobierno ha sido siempre algopodridoenestepaís.EstefueelúnicopaísadondenollegónuncalaReforma.EstápagandoahoralaInquisición,yesjusto.»

Bueno, aquello era algo comopara pensar un rato.Algo comopara impedir alespírituquesepreocupasedemasiadoporsutrabajo.Yentodocasoeramássanoquepretender engañarse. ¡Cómo lo había pretendido aquella noche! Y Pilar estuvoqueriendohacer lomismo todoeldía.Seguro.¿Ysimoríanaldíasiguiente?¿Quéimportaba,mientraselpuentevolasecomoeradebido?

Esoeratodoloqueteníanquehaceraldíasiguiente.Morirnoteníaningunaimportancia.Nosepuedehacerindefinidamenteesaclase

de trabajo.No se está destinado a vivir indefinidamente. «Quizás haya tenido todauna vida en tres días—pensó—.Si eso es así, hubiera preferido pasar esta últimanoche de unamanera distinta. Pero las últimas noches nunca son buenas. No sonnuncabuenaslasúltimasnadas.Sí,lasúltimaspalabrassonbuenasaveces.¡Vivamimarido,queeselalcaldedeestepueblo!Aquellosíquefuebueno.»

Sabíaquehabía sidobueno,porqueal repetirlo sentíaunescalofríopor todoelcuerpo.SeinclinóparabesaraMaría,quenosedespertó.Muyquedamente,ledijoen inglés: «Me gustaría casarme contigo, conejito. Y estoy muy orgulloso de tufamilia.»

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CapítuloXXXII

AQUELLANOCHE,enMadrid,habíamuchagenteenelHotelGaylord.Uncoche,conlos farospintadosconuna lechadadecalazulosa,entrópor lapuertacocherayunhombrecillo con botas negras de montar, pantalones grises y chaqueta del mismocolor,abrochadahastaelcuello,saliódelcoche,hizounsaludoalosdoscentinelas,yluegoconlacabezaalhombredelapolicíasecreta,queestabasentadoantelamesadelportero,y semetióenel ascensor.Habíaotrosdoscentinelas sentadosaunoyotro lado del vestíbulo demármol, se contentaron con levantar los ojos cuando elhombrecillopasódelantedeellosparameterseenelascensor.Teníanlaconsignadecachear a todos losqueno conocieran, pasándoles lasmanospor los costados, pordebajo de las axilas y palpándoles los bolsillos, para descubrir si el recién llegadollevaba pistola, en cuyo caso pasaba amanos del agente de la policía secreta quehacíadeportero.Pero loscentinelasconocíanbienalhombrecillodepantalonesdemontaryapenassilevantaronlavistacuandopasó.

ElapartamentoqueocupabaenelGaylordestabaatiborradoalentrarél.Habíagentesdepieygentes sentadasqueconversabananimadamente comoencualquiersalónburgués;bebíanvodka,whiskyconsodaocerveza,envasitosquellenabandeunagranjarra.Variosdeesoshombresibandeuniforme,otrosllevabanchaquetonesdesportodecuero;tresdelascuatromujeresqueseencontrabanenlareuniónibanvestidas de calle; pero la cuarta,morena y flaca, vestía uniforme demiliciana, decortesevero,ycalzabaaltasbotas,queasomabanpordebajodelafalda.

Al entrar en la habitación, Karkov se dirigió en seguida hacia la mujer deluniforme,inclinándoseanteellayestrechándolelamano.Erasuesposa.Ledijoalgoen ruso, que nadie entendió, y por unos instantes, la insolencia que iluminaba suspupilasenelmomentodeentrardesapareció.Luegovolvióaencendersealdistinguirla cabeza color de caoba y el rostro amorosamente lánguido de la jovencita deespléndidafiguraqueerasuamante.Seacercóaellaconpasoscortosydecididos,seinclinóy leestrechó lamanodemaneraquenadiehubierapodidoasegurarquenofueseunremedodelsaludodirigidoasuesposa.Sumujernolesiguióconlamiradaalcruzarlahabitación;estabadepie,juntoaunoficialespañol,altoybienparecido,conelquehablabaenruso.

—Tugranamorestáengordando—dijoKarkovalapelirroja—.Todosnuestroshéroes están engordando al acercarse el segundo añode la guerra.—Nomiraba alhombredelqueestabanhablando.

—Erestanfeo,quetendríasceloshastadeunsapo—lereplicóellaalegrementehablandoenalemán—.¿Podréirmañanacontigoalaofensiva?

—No.Además,nohayningunaofensiva.

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—Todoelmundolosabe—dijoella—.Noseastanmisterioso.Doloresva;yoiréconellaoconCarmen.Montonesdegentespiensanir.

—Veconquienquieracargarcontigo—repusoKarkov—.Noseréyo.Luego,mirándola,ledijomuyenserio:—¿Quiéntehahabladodeeso?Dímelocontodafranqueza.—Richard—dijoella,tanseriacomoél.Karkovseencogiódehombrosysealejóbruscamente.—Karkov—lellamóunhombredemedianaestatura,decarapesadaygrisácea,

grandes ojos hinchados, belfo prominente con voz de dispéptico—: ¿Conoces lanoticia?—Karkovseacercóaélyelhombreprosiguió—:Acabodeenterarme.Nohacesiquieradiezminutos.Esmaravilloso.Losfascistashanestadopeleándoseentreellos todo el día, cerca de Segovia. Han tenido que reprimir las revueltas conametralladoras y fusiles automáticos. Esta tarde han bombardeado a sus propiastropasconaviones.

—¡Ah!,¿sí?—exclamóKarkov.—Asíes—dijoelhombredelosojoshinchados—.LapropiaDoloresmeloha

dicho. Vino a contarlo en un estado de exaltación como nunca la había visto. Laveracidad de la noticia le iluminaba la cara. Esa magnífica cara que tiene—dijo,escuchándosemientrashablaba.

—Esamagníficacara—repitióKarkovsinningunaexpresiónensuvoz.—Si hubieras podido oírla... —dijo el hombre de los ojos hinchados—. Las

palabrassurgíandesubocairradiandounaluzquenoesdeestemundo.Suvozteníaelacentomismodelaverdad.VoyahacerunartículoparaIzvestia.Hasidoparamíuno de losmomentos cumbres de la guerra, cuando la he oído hablar con esa vozmagníficaenquesemezclanlapiedad,lacompasiónylasinceridad.Labondadylasinceridad irradian en ella como de una verdadera santa del pueblo. Por algo lallamanlaPasionaria.

—Poralgoserá—dijoKarkov,convozopaca—.PeroharíasmejorescribiendotuartículoparaIzvestiaahoramismo,antesdeolvidaresapreciosafrasefinal.

—Esunamujersobrelaquenosepuedebromear.Nisiquierauncínicocomotú—añadió el hombre de los ojos hinchados—. Si hubieras estado aquí y hubieraspodidooírsuvozyversurostro...

—Esamagnífica voz—dijoKarkov—.Esemagnífico rostro.Escribe todo eso.Nome locuentes.Noderrochespárrafosenterosconmigo.Veteaescribir todoesoinmediatamente.

—Noenestemomento.—Creo que sería mejor—dijo Karkov. Se quedó mirándole y luego apartó la

miradadeél.Elhombreestuvoallíunosinstantes,conelvasodevodkaenlamanoylos ojos entornados, perdidos en la admiración de lo que había oído. Y luego se

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marchódelahabitaciónparairaescribir.Karkovseacercóaotrohombredeunoscuarentayochoaños,pequeño,grueso,

de rostro jovial,conojosazules,cabellos rubios,queempezabanahacerse ralos,yboca sonriente, sombreada por un breve bigote duro y amarillento. Era general dedivisiónyhúngaro.

—¿EstabasaquícuandovinoDolores?—preguntóKarkovalhombre.—Sí.—¿Dequésetrata?—De algo sobre que los fascistas se pelean entre ellos.Muyhermoso, si fuera

verdad.—Sehablademasiadodelodemañana.—Es un escándalo. Todos los periodistas debieran ser fusilados, así como la

mayoría de la gente que está en esta habitación. Y, sin duda alguna, ese increíbleintrigantealemándeRichard.ElquehadadoaeseFügglerdedomingoelmandodeuna brigada, debería ser fusilado. Puede que tú y yo debiéramos ser fusiladostambién.

—Esmuyposible—dijoelgeneral,riendo—;peronovayasasugerirlo.—Esunacosadelaquenomegustahablar—dijoKarkov—.Eseamericanoque

viene por aquí algunas veces está allí. Le conoces: Jordan, el que trabaja con losgruposdeguerrilleros.Seencuentraallídondesesuponequehanocurridoesascosasdequetantosehabla.

—Entoncesdebiéramosteneruninformeestanoche—dijoelgeneral—.Nomequierenmuchoporallí;sino,iríayoabuscarinformes.EseJordantrabajóconGolz.¿Noesasí?TúverásaGolzmañana.

—Mañana,aprimerahora.—Mantentealejadodeél,silacosanovabien—dijoelgeneral—.Osdetestaa

vosotros,losperiodistas,tantocomoyo.Perotienemejorcarácter.—Sinembargo,acercadelodelosfascistas...—Probablemente los fascistas estaban haciendo maniobras —dijo el general,

sonriendo—.Bueno,ahoraseverásiGolzescapazdehacerlosmaniobrar.QueGolzpruebeahacerlo.NosotrosloshemoshechomaniobrarbienenGuadalajara.

—Meheenteradodequetúvasahacertambiénunviaje—dijoKarkov,dejandoaldescubiertosumaladentaduraalsonreír.Elgeneralseirritóenseguida.

—¿Yo también?Ahora es demí de quien se habla.Y de todos nosotros. ¡Quépuercochismorreodecomadres!Unhombrequesupieratenerlabocacerradaenestepaíspodríasalvarleacondicióndequecreyeraenél.

—TuamigoPrietosabetenerlabocacerrada.—Peronocreequepuedaganarselaguerra.¿Ycómopuedeganarselaguerra,si

nosecreeenelpueblo?

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—Buscatúlarespuesta—dijoKarkov—.Yomevoyalacama.Saliódelahabitaciónllenadehumoydevocesysefuealdormitorio;sesentóen

lacamaysequitólasbotas.Comoaúnoíalasvoces,cerróbienlapuertayabriólaventana.Nosetomóeltrabajodedesnudarse,porqueteníaquesaliralasdosdelamadrugadaparaColmenar,CercedillayNavacerrada,hastaellugardelfrenteenqueGolzibaaatacar.

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CapítuloXXXIII

ERAN LAS DOS DE LAMADRUGADA cuandoPilar le despertó.Al sentir lamano en elhombrocreyóalprontoqueeraMaríayvolviéndosehaciaella,ledijo:«Conejito».PerolaenormemanodePilarlesacudióhastadespertarleporcompleto.Echómanoalapistola,queteníapegadaasupiernaderecha,desnuda,yenpocossegundosestuvoéltandispuestocomosupropiapistolaalaquehabíadescorridoelseguro.

ReconocióaPilarenlaoscuridady,mirandolaesferadesureloj,enlaquelasdosagujasformabanunánguloagudo,vioquenoeranmásquelasdos,ydijo:

—¿Quéesloquetepasa,mujer?—Pablosehamarchado.RobertJordansepusolospantalonesysecalzó.Maríanollegóadespertarse.—¿Cuándo?—preguntó.—Debedehacerunahora.—¿Yquemás?—Sehallevadoalgunascosastuyas—dijolamujerconairedesolado.—¿Elqué?—Nolosé.Venaverlo.Anduvieronenlaoscuridadhastalaentradadelacuevayseagacharonparapasar

por debajo de lamanta.Robert Jordan siguió aPilar hasta el interior, en donde semezclabanlosoloresdelaceniza,delairecargadodehumoydelsudordelosqueallí dormían, alumbrándose con la linterna eléctrica, parano tropezar conninguno.Anselmosedespertóydijo:

—¿Eslahora?—No—susurróRobertJordan—.Duerme,viejo.LasdosmochilasestabanalacabeceradelacamadePilar,separadasdelrestode

lacuevaporunamantaquehacíadecortina.Dellechoseexpandíaunolorrancioydulzóncomoeldeloslechosdelosindios.RobertJordansearrodillóyenfocóconlalinterna las dosmochilas. Cada una de ellas tenía un tajo de arriba abajo. Con lalámpara en la mano izquierda, Robert Jordan palpó con la derecha la primeramochila.Eralamochilaendondeguardabaelsacodedormirylógicamenteteníaquehallarsevacía;peroestabademasiadovacía.Habíadentroaúnalgunoshilos,perolacajademaderacuadradahabíadesaparecido.Igualmentelacajadehabanos,conlosdetonadores cuidadosamente empaquetados.Y la caja de hierro de tapa atornilladaconloscartuchosylasmechas.

Robert Jordan metió la mano en la otra mochila. Estaba todavía llena deexplosivos.Quizáfaltaraalgúnpaquete.

Se irguió y se quedómirando a Pilar. Un hombre al que se despierta antes de

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tiempo puede experimentar una sensación de vacío cercana al sentimiento dedesastre,yJordanexperimentabaesasensación,multiplicadapormil.

—Aesollamastúguardarmiequipo—dijo.—Hedormidoconlacabezaencimaytocándoloconunbrazo—aseguróPilar.—Hasdormidobien.—Oye —dijo Pilar—, se ha levantado a medianoche y yo le he preguntado:

«¿Adóndevas,Pablo?»«Aorinar,mujer»,medijo,yvolvíadormirme.Cuandomedesperténo sabía cuánto tiempohabíapasado;pero, comonoestaba,penséque sehabía idoaecharunvistazoa loscaballos,comodecostumbre.Luego—prosiguióelladesconsolada—comonovolvíaempecéainquietarmeytoquélasmochilasparaestar seguradeque todo estaba enorden, y vi quehabían sido rajadas, yme fui abuscarte.

—Vamos—dijoRobertJordan.Salieron y era aún noche tan cerrada que no se advertía la proximidad de la

mañana.—¿Hapodidoescaparseconloscaballosporotrosendero?—Haydossenderosmás.—¿Quiénestáarriba?—Eladio.Robert Jordan no dijo nada hasta elmomento en que llegaron a la pradera, en

dondeguardabanloscaballos.Habíatresmordisqueandolahierba.Elbayograndeyeltordillonoestaban.

—¿Cuántotiempohacequesalió,segúntú?—Debedehacerunahora.—Entoncesnohaynadaquehacer—dijoRobert Jordan—.Voyacoger loque

quedademismochilasymevoyaacostar.—Yotelasguardaré.—¡Quéva!¿Quevasaguardármelastú?Yamelashasguardadounavez.—Inglés—dijolamujer—,sientotodoestolomismoquetú.Nohaynadaqueno

hiciera para devolverte tus cosas. No tienes necesidad de insultarme. Hemos sidoengañadoslosdosporPablo.

Mientrasdecía esto,Robert Jordan sedio cuentadequenopodíapermitirse ellujo demostrar lamenor acritud, de que de ningúnmodo podía reñir con aquellamujer. Tenía que trabajar con ella, en el día que comenzaba y del que ya habíanpasadomásdedoshoras.

Pusounamanosobresuhombro:—No tiene importancia, Pilar. Lo que falta no es muy importante.

Improvisaremosalgoquehagaelmismoservicio.—Pero¿quéesloquesehallevado?

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—Nada,Pilar;lujosquesepermiteunodevezencuando.—¿Eraunapartedelmecanismoparalaexplosión?—Sí, pero hay otras formas de producirla. Dime, ¿no tenía Pablo mecha y

fulminante?Contodaseguridad,lehabríanequipadoconello.—Yseloshallevadotambién—dijoella,acongojada—.Fuienseguidaaversi

estaban,peroseloshallevadotambién.Volvieronporentrelosárboleshastalaentradadelacueva.—Veteadormir—dijoél—.EstaremosmejorsinPablo.—VoyaveraEladio.—Novalelapena;sehadebidodeirporotrocamino.—Iré,detodosmodos.Tehefalladopormifaltadeinteligencia.—No—dijoél—.Veteadormir,mujer.Hayqueponerseenmarchaalascuatro.Entró en la cueva con ella y volvió a salir, llevando entre los brazos las dos

mochilas,conmuchocuidado,demaneraquenosecayeranadaporlashendiduras.—Déjamequetelascosa.—Antesdesalir—dijoélsuavemente—.Nomelasllevopormolestarte,sinopor

dormirtranquilo.—Necesitarétenerlasmuytemprano,paracoserlas.—Lastendrásmuytemprano—dijo—.VeteadormirPilar.—No—dijo ella—.He faltado ami deber, te he faltado a ti y he faltado a la

República.—Veteadormir,Pilar—ledijoél,condulzura—.Veteadormir.

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CapítuloXXXIV

LOS FASCISTASOCUPABAN las crestas de lasmontañas.Luego había un valle que noocupabanadie,aexcepcióndeunpuestofascistainstaladoenunagranja,delaquehabíanfortificadoalgunasdesusdependenciasyelgranero.Andrés,queibaaveraGolz con el pliego que le había confiado Robert Jordan, dio un gran rodeo en laoscuridadalrededordeesepuesto.Sabíaquehabíaunaalambradatendidaparaquequien tropezase con ella, delatara su presencia disparando el fusil conectado alextremo del alambre, y la buscó en la oscuridad, pasó con cuidado por encima yemprendióelcaminoporlariberadeunarroyobordeadodeálamos,cuyashojassemovíanconelvientodelanoche.Ungallocantóenlagranjaenqueestabainstaladoelpuesto fascista,y sindejar laorilladel arroyo,Andrésvolvió losojosyvioporentre los árbolesuna luzque se filtrabapor el quiciodeunade las ventanasde lagranja.Lanocheeratranquilayclara,y,apartándosedelarroyo,Andréscomenzóaatravesarelprado.

Habíacuatroparvasdehenoenaquellapradera.Estabanallídesdeloscombatesdel mes de junio del año anterior. Nadie había recogido el heno y las cuatroestacionesquehabíanpasadohabíanaplastadolasparvasyestropeadoelheno.

Andrés pensó en la pérdida que todo ello representaba mientras pasaba porencima de un alambre, tendido entre dos parvas. Pero los republicanos hubierantenidoquesubirelhenoporlapendienteabruptadelGuadarrama,queselevantabadetrásdelapradera,ylosfascistasnolonecesitaban.

«Losfascistas tienentodoelhenoyelgranoquequieren.Tienenmuchascosas—pensó—.Peromañanavamosadarlesunabuenapaliza.Mañana,porlamañana,vamosahacerlespagarlodelSordo.¡Québárbaros!Peromañanahabráunabuenapolvaredaenlacarretera.»

Teníaprisaporconcluirsumisiónyestardevueltaparaelataquedelospuestosalamañanasiguiente.¿Eraverdadquequeríaestardevueltaparaelataque,otratabadehacérselocreer?Noseleocultabalasensacióndealivioquehabíaexperimentadocuando el inglés le dijo que fuera a llevar ese mensaje. Ciertamente, se habíaenfrentadoconcalmaconlaperspectivadelamañanasiguiente.Esoeraloquehabíaquehacer.Habíavotadoporlodelpuente,yteníanquehacerlo.PerolaliquidacióndelSordolehabíaimpresionadoprofundamente.Aunque,despuésdetodo,habíasidoelSordo;nohabíansidoellos.Ellosharíanloqueteníanquehacer.

Noobstante,cuandoelingléslehablódelmensajequeteníaquellevar,sintiólomismo que sentía cuando, demuchacho, al despertarse por lamañana el día de lafiestadesupueblo,oíacaerlalluviacontantafuerza,quesedabacuentadequelaplazaestaríainundadaylacapeanosecelebraría.

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Legustabanlascapeascuandoeramuchachoysedivertíasinmásqueimaginarelmomento en que estaría en la plaza bañada de sol y de polvo, con las carretasalineadas alrededorpara cortar las salidasy convertirla en redondel, viendoal toroentrarprecipitándosedecostadofueradelcajónyfrenarluegoconlascuatropatassuimpulsocuandoquitaranlareja.Pensabadeantemanocondeleite,ytambiénconunmiedoquelehacíasudar,desdequeoíaenlaplazaelgolpedeloscuernosdeltorocontralamaderadelcajónenquehabíallegadoencerrado,enelmomentoenquelevería salir, resbalando y luego frenando en medio de la plaza, con la cabezalevantada,dilatadaslasaletasdelanariz,lasorejaserguidas,cubiertodepolvoydesalpiconessecosdebarroelpelajenegro,abiertoslosojos,unosojosmuyseparadosentresíquenoparpadeabannuncayquemirabandefrentebajolosanchosypulidoscuernos,unoscuernostanpulidoscomolosrestosdeunnaufragio,pulidosasuvezporlaarena,yconlaspuntascurvadasdetalforma,quesusolavistahacíapalpitarelcorazón.

Estabapensandotodoelañoenelmomentoenqueeltoroaparecíaenlaplazayenelmomentoenquetodosleseguiríanconlamirada,mientraseltoroelegíaalqueibaaembestirrepentinamente,bajoeltestuz,elcuernoafilado,conuntrotecillocortoque hacía que se pararan los latidos del corazón. Todo el año pensaba en esemomento cuando eramuchacho; pero cuando el inglés le dio la orden de llevar elmensaje, había sentido lo mismo que al despertarse al ruido de la lluvia cayendosobre los tejadosdepizarra, sobre lasparedesdepiedrao sobre los charcosde lascalles.

Habíasidosiempremuyvalientedelantedel toroenesascapeasdepueblo; tanvalientecomoelquemás,asíensupueblocomoencualquieraotrode lospueblosvecinosynohubierafaltadounsoloañoalacapeadesupuebloportodoelorodelmundo,aunquenoibaalasdelosotrospueblos.Eracapazdeaguantarinmóvilaqueeltoroembistiese,sinesquivarle,hastaelúltimomomento.Avecesagitabaunsacobajosuhocico,paraapartarleporejemplodeunhombrequeyacíaenelsuelo,y,confrecuencia, en circunstancias parecidas, le había cogido, tirándole de los cuernos,obligándoleavolverlacabezayabofeteándole,hastaqueabandonabaasuvíctimaysedisponíaaacometerporotraparte.

Hubounavezenqueseagarróalrabodeltoro,retorciéndoloytirandodeélcontodas sus fuerzas,paraapartarledelhombrequeestabaenel suelo.Otravezhabíaagarradoconunamanoelrabodeltoro,retorciéndolohastapoderasirseconlaotraaun cuerno, y cuando el toro levantó la cabeza disponiéndose a embestirle, habíaretrocedido,girandoconel toro,el raboagarradoconunamanoyelcuernocon laotra,hastaquelamultitudsehabíaechadosobreelanimalylehabíaacuchillado.Enmedio de la polvareda y del calor, entre el griterío, el hedor de los sudores de loshombresy lasbestiasyeloloravino,Andréserade losprimerosquesearrojaron

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sobreelanimalysabíaloqueessentirdebajodesímismoalbicho,quesetambaleay cae. Echado sobre el lomo del animal, agarrado a un cuerno, con los dedoscrispados alrededor del otro, seguía haciendo fuerza, mientras todo su cuerpo erasacudidoyretorcidohastaqueleparecíaqueelbrazoizquierdoibaaserlearrancadodecuajo;yél,echadosobreelenormemontículo,caliente,polvorientoycuajadodepelo, con la oreja del toro sujeta entre los dientes en apretadomordisco, hundía elcuchillounayotravezenaquelcogotehinchadoycurvoque leensangrentaba lospuños,yluegocargandosobrelacruzelpesodesucuerpo,lohundíaylovolvíaahundir.

Laprimeravezquehabíasujetadolaorejadeltoroentrelosdientes,conelcuelloylasmandíbulascrispados,paraaguantarlassacudidas,deformaqueleeraposibleaguantarlas por grandes que fuesen, todo elmundo se había burladode él. Pero, apesardeburlarse,lerespetabanenormemente,yañotrasañohabíatenidoquerepetirlahazaña.LellamabanelPerrodePresadeVillaconejos,ybromeabandiciendoquese comía a los toros crudos. Pero todo el pueblo se preparaba para verle repetir ellance, demanera que él sabía que todos los años saldría el toro y empezarían lasembestidasylosrevolcones,quetodosseprecipitaríanparamatarleyqueéltendríaqueabrirsepasoentrelosotrosydarunsaltoparaasegurarsupresa.Luego,cuandotodohubieseacabadoyeltorosehubiesequedadoinmóvil,muerto,bajoelpesodelosatacantes,Andrésselevantaríaparaalejarse,avergonzadodeaquellodelaoreja,perofelizalpropiotiempocomoelquemás;yseiríaporentrelascarretasalavarselasmanosalafuentedepiedra,yloshombresledaríangolpecitosenlaespaldaylealargaríanlasbotasdevino,diciendo:

—BienporelPerrodePresa.¡Vivatumadre!Obiendirían:—Esoestenercojones.Añotrasaño.Andrés se sentiría confuso, comovacío, orgullosoy feliz almismo tiempo, los

rechazaría a todos, se lavaría las manos y el brazo derecho, lavaría a fondo sucuchillo,ycogeríaunadelasbotasysequitaríaparaunañoelgustodelaoreja,afuerzadebeberyescupirelvinosobre losadoquinesde laplaza,antesde levantarporfinlabotamuyaltaparahacerqueelvinocorrieseporsugarganta.

Asíeracomosucedíanlascosas.EraelPerrodePresadeVillaconejos,ypornadadelmundohubierafaltadoalacapeaanualdesupueblo.Perosabíatambiénquenohabía sensación más dulce que la que le proporcionaba el ruido de la lluvia y lacertidumbredequenotendríaquedarelespectáculo.

«Noobstante, seráprecisoqueestédevuelta—sedijo—.Nohaydudadequetendréqueestardevueltaparaelataquealospuestosyelpuente.MihermanoEladioestará también, y Eladio es de mi misma sangre. Anselmo, Primitivo, Fernando,Agustín y Rafael, estarán también, aunque éste sea un informal, las dos mujeres,

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Pablo y el inglés, aunque el inglés no cuenta, porque es un extranjero y cumpleórdenes,todosestarán.Esimposiblequeescapeyo,porculpadeunmensajequeporcasualidad tengo que llevar. Ahora es preciso que yo entregue este papel lo antesposibleaquientengoqueentregárseloyluegoquemedéprisaparavolveratiempodel ataque a los puestos porque seríamuy feo, pormi parte, no participar en estaacciónacausadeestemensajefortuito.Esoestámuyclaro.Y,porlodemás—comoquienseacuerdaderepentedequetambiéntienesuladoagradableunhechodelquesólo se ha visto el aspecto penoso—, por lo demás, me sentiré contento matandofascistas.Hacemuchotiempoquenohemosacabadoconninguno.Mañanapuedeserun día de acción muy importante.Mañana puede ser un día de hechos decisivos.Mañanapuedeserundíaquevalgalapena.Quelleguemañanayqueyopuedaestarallí.»

En ese instante, mientras trepaba, metido en la maleza hasta las rodillas, lapendienteescarpadaquellevabaalaslíneasrepublicanas,unaperdizlevantóelvuelodeentresuspiesconunaleteotemerosoenmediodelaoscuridad,yAndréssintióunsusto tan grande que se le cortó el aliento. «Ha sido la sorpresa. ¿Cómo puedenmover las alas tan de prisa estos animalitos? Debía de estar empollando en estosmomentos. Probablemente he pasado cerca del nido. Si no estuviéramos en estaguerra,ataríaunpañueloaunárbolcercanoyvolveríaconluzdeldíaparabuscarelnido y podría llevarme los huevos y dárselos a empollar a una gallina, y cuandonacieranlospollitospodríamostenerperdigonesenelgallinero,yyolosveríacrecer,ycuandofuerangrandesmeserviríancomoreclamo.Noloscegaría,porqueestaríandomesticados.Peropuedequeseescaparan;probablementeseescaparían.Asíesquetendría que arrancarles los ojos de todas maneras. Pero no me gustaría hacer esodespuésdehaberloscriadoyomismo;podríarecortarleslasalasoatarlosdeunapatacuando los utilizase para reclamo. Si no estuviéramos en guerra, iría conEladio apescarcangrejosaesearroyoquehaypordetrásdelpuestofascista.Hemospescadocuatrodocenasundía,enesearroyo.SivamosalaSierradeGredosdespuésdelodelpuente,allíhaybuenosarroyosdetruchasytambiéndecangrejos.Confíoenqueiremos a Gredos. Podríamos pasarlo en Gredos de primera, en el verano y en elotoño;aunqueharíauncondenadofríoeninvierno.Peropuedequeparaelinviernohayamosganadoestaguerra.

»Sinuestropadrenohubierasidorepublicano,Eladioyyoseríamossoldadosdelosfascistasenestemomento;ysifuéramossoldadosconellosnoseríalacosatancomplicada. Obedeceríamos las órdenes, viviríamos y moriríamos, y, en fin decuentas,ocurriríaloquetuvieraqueocurrir.Esmásfácilvivirbajounrégimenquecombatirlo. Esta lucha clandestina es una cosa en la que hay muchasresponsabilidades. Muchos trabajos, si uno quiere tomárselos. Eladio tiene máscabeza que yo. También se preocupa más que yo. Yo creo verdaderamente en la

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causa, pero no me preocupo. Sin embargo, es una vida en la que hay muchasresponsabilidades.Meparecequehemosnacidoenunaépocamuydifícil.Meparecequecualquieraotra épocadebióde sermás fácil.Unono sufremuchoporqueestáhabituado a aguantar el sufrimiento. Los que sufren no pueden acomodarse a esteclima.Peroesunaépocadedecisionesdifíciles.Losfascistashanatacadoysehandecidido a hacerse con nosotros. Luchamos para vivir. Pero quisiera poder atar unpañuelo a ese arbusto, ahí detrás, y volver un día a coger los huevos, a hacerlosempollarporunagallinayveralosperdigonesenmicorral.Megustaríahaceresascosassencillasycorrientes.

»Pero¡sinotienescasanicorral!Yporloquehacealafamilia,sólotienesunhermanoquevamañanaalcombate,ynoposeesnadamásqueelviento,elsolyunastripasvacíasenestemomento.Elviento,apenascorre.Ynohaysol.Tienescuatrobombas de mano en tu bolsillo; pero no sirven más que para tirarlas. Tienes unacarabinaalaespalda,peronoesbuenamásqueparadispararbalas.Llevasunpapelquetienesqueentregar.Ytienesunabuenacantidaddeestiércolquepodríasdaralatierra,enestemomento—pensó,sonriendo,enmediodelanoche—.Podríastambiénmojarla orinándote encima. Todo lo que tienes son cosas que dar. Bueno, eres unfenómenodefilosofíayunhombremuydesgraciado»,sedijo,sonriendodenuevo.Pero,apesardetodosestosnoblespensamientos,hacíapocoquehabíatenidoaquellasensación de alivio que siempre acompañaba al ruido de la lluvia en la aldea lamañana de la fiesta. Más allá, en la cima de la cresta, estaban las posicionesgubernamentales,endondesabíaqueibaaserinterpelado.

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CapítuloXXXV

ROBERTJORDANestabanuevamenteensusacodedormiralladodeMaría,quenosehabíadespertadoentodoeltiempo.Sevolviódelotroladoysintióelcuerpoesbeltodelamuchachacontrasuespalda,yestecontactoseleantojóunaironíaenaquellosmomentos.«Tú,tú—sedecíafuriosocontrasímismo—.Sí,tú.Tútehabíasdicholaprimera vez que le viste que cuando se mostrara amistoso estaría a pique detraicionarte. Tú, tú, especie de imbécil. Tú, condenado cretino. Pero, basta, tienesotrascosasquehacer.¿Quéprobabilidadescabendequehayaescondidooarrojadoesas cosas en algún sitio? Ninguna. Además, no podrás encontrar nada en laoscuridad.Debede habérselas llevado consigo.También se llevódinamita. ¡Oh, elpuerco canalla, el cerdo traicionero! El inmundo cochino. ¿No se pudo dar porsatisfechollevándoselosdetonadoresylosfulminantes?Pero¿cómohesidoyotancretinocomoparadejárselosaesacondenadamujer?Elmalignoeinmundopuerco.Elcochinocabrón.Basta,cálmate.»

Había que aceptar los riesgos y era lo mejor que podía hacerse. «Pero estáscagado—sedijo—.Cagadohastabienarriba.Conservatuj...sangrefría,acabacontucóleraydejadegemircomounadamiselacontraelMurodelasLamentaciones.Sehamarchado.Rediós,sehamarchado.Aldiabloesepuerco.Puedesabrirtepasoentre lamierda, si quieres.Tienesque arreglártelas comopuedas.Tienesquevolaresepuente,asítengasqueponerteallídelantey...Bueno,bastayadeeseestilo.¿Porquénoconsultasatuabuelito?Mierdaparamiabuelito.Ymierdaparaestepaísdetraidores,ymierdaparatodoslosespañolesdecualquierbando,yquesevayantodosaldiablo.Quesevayantodosalamierda,Largo,Prieto,Asensio,Miaja,Rojo;todos.Mecagoenellosyquesevayantodosaldiablo.Mecagoenestej...paísdetraidores.Mecagoensuegoísmo,ensuegoísmo,ensuegoísmo,ensuvanidad,ensutraición.Mierda, y al diablo con todos ellos.Me cago en ellos aunque tengaquemorir porellos.Mecagaréenellosaunquehayamuertoporellos.Mecagoenellosyaldiabloconellos.Dios,mierdaparaPablo.Pabloescomo todos.Dios tengapiedadde losespañoles.Cualquieradesusdirigenteslostraiciona.Elúnicohombredecenteendosmil años fue Pablo Iglesias. Y ¿quién sabe cómo se hubiese comportado en estaguerra? Me acuerdo del tiempo en que yo creía que Largo era un tipo decente.Durrutierauntipodecente,perosusgenteslemataronenelPuentedelosFranceses.Lemataronporquequeríaobligarlosaatacar.Lemataronenlagloriosadisciplinadelaindisciplina.Loscochinoscobardes.Mierdaparatodosellos.YesePablo,quesellevómis fulminantes y la caja de los detonadores.Mierda para él hasta el cuello.Perono.Esélquiensehacagadoennosotros.Siemprehapasadolomismo,desdeCortésyMenéndezdeAviléshastaMiaja.Fíjate en loqueMiajahizoconKleber.

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Ese cerdo calvoy egoísta.Ese estúpido bastardode cabeza de huevo.Me cago entodosloscochinos,locos,egoístasytraidoresquehangobernadosiempreaEspañaydirigidosusejércitos.Mecagoentodosmenosenelpueblo,ycuidadoconélcuandolleguealpoder.»

Surabiaempezabaadisminuiramedidaqueexagerabamásymásyesparcíamásampliamentesudesprecio,llegandohastalímitesdeinjusticiaqueniélmismopodíaadmitir.Siesesoverdad,¿quéhasvenidoahaceraquí?Noesverdad,ytúlosabes.Fíjateen todos losque sondecentes.Nopodía soportarel ser injusto.Detestaba lainjusticia tanto como la crueldad.Y siguió debatiéndose en la rabia que cegaba suentendimiento,hastaque,gradualmente,larabiafuemitigándose,hastaquelacólera,roja, negra, cegadora y asesina, fue disipándose, dejando su espíritu tan limpio,descargado y lúcido como el de un hombre momentos después de haber tenidorelacionessexualesconunamujeraquiennoamaenabsoluto.

«Ytú,tú,pobreconejito—dijo,inclinándosesobreMaría,quesonrióensueñosyse apretó contra él—. Creo que si hubieras hablado hace un momento te habríapegado.¡Québestiaesunhombreenfurecido!»

Setumbójuntoaellaylacogióensusbrazos;apoyólabarbillaensuespaldaytratódeimaginarconprecisiónloquetendríaquehacerycómotendríaquehacerlo.

En realidad, lacosanoera tanmalacomohabíasupuesto.«Verdaderamente, lacosanoestanmala.Nosésialguienlohabráhechoalgunavez;perosiemprehabrágente que lo haga de ahora en adelante en una zarabanda parecida. Si lo hacemosnosotrosysielloslogranenterarse.Siseenterandecómolohemoshecho.Sino,sepreguntaránúnicamentecómolohicimos.Somosdemasiadopocos,peronosirvedenadaelpreocuparseporello.Volaréelpuenteconlosquetenga.Dios,mealegrodenoestaryaencolerizado.Escomocuandounosesienteincapazderespirarenmediode una tormenta. Y enfurecerse es uno de esos condenados lujos que no puedopermitirme.»

—Todoestáarreglado,guapa—dijoenvozbaja,contra laespaldadeMaría—.Nohassidomolestadaporelincidente;nisiquierahassabidonadadeél.Quizánosmaten, pero volaremos el puente.No tienes por qué preocuparte.No es gran cosacomo regalo de boda. Pero ¿no se dice que una buena noche de sueño no tieneprecio?Hastenidounabuenanochedesueño.Procurallevarteestocomounanillodeprometida.Duerme,guapa.Duermeagusto,amormío.Notedespertaré.Estodoloquepuedohacerportienestosmomentos.

Se quedó sosteniéndola entre sus brazos, con la mayor suavidad, oyendo surespiraciónregularysintiendo los latidosdesucorazón,mientras llevaba lacuentadelpasodelashorasensurelojdepulsera.

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CapítuloXXXVI

AL LLEGARA LAS POSICIONES de las tropasgubernamentales,Andrés gritó.Esdecir,despuésdeecharseatierra,porlapartequeformabaunaespeciedezanja,diovoceshacia el parapeto de tierra y roca. No había línea continua de defensa, y hubierapodidopasarfácilmenteatravésdelasposicionesenlaoscuridadydeslizarseenelterritorio gubernamental antes de tropezarse con alguien que le detuviera. Pero lepareciómásseguroymássencillodarseaconocer.

—Salud—gritó—.Salud,milicianos.Oyóelruidodelcerrojodeunfusilalcorrerseyalotroladodelparapetoalguien

disparó. Se oyó un ruido seco y un fogonazo amarillo que iluminó la oscuridad.Andrés se pegó contra el suelo al oír el ruido, con la cabeza fuertemente apretadacontralatierra.

—Nodisparéis,camaradas—gritóAndrés—.Nodisparéis.Quieropasar.—¿Cuántossois?—gritóalguiendesdeelotroladodelparapeto.—Uno.Yosolo.—¿Quiénerestú?—AndrésLópez,deVillaconejos.DelabandadePablo.Traigounmensaje.—¿Traesfusilyequipo?—Sí.—No podemos dejar que pase nadie con fusil y equipo—dijo la voz—. Ni a

gruposdemásdetres.—Estoysolo—gritóAndrés—.Esimportante;dejadmepasar.Podíaoírloshablardetrásdelparapeto,peronoentendíaloquedecían.Luego,la

vozgritó:—¿Cuántossois?—Uno.Yo.Solo.PoramordeDios.Volvíanaoírselaschácharasalotroladodelparapeto.—Escucha,fascista.—Nosoyfascista—gritóAndrés—.SoyunguerrillerodelacuadrilladePablo.

VengoatraerunmensajeparaelEstadoMayor.—Esunchalado—oyódecir—;tíraleunabomba.—Escuchad—dijoAndrés—;estoysolo.Estoycompletamentesolo.—Lanzóun

fuerteimproperio.—Dejadmepasar.—Hablacomouncristiano—dijoalguien,yoyórisas.Luego,otrodijo:—Lomejorserátirarleunabomba.—No—gritóAndrés—;seríaunerror.Setratadealgomuyimportante.Dejadme

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pasar.Era por eso por lo que nunca le habían gustado aquellas excursiones de ida y

vueltaporentrelaslíneas.Unasveceslascosasibanmejorqueotras.Peronuncaeranfáciles.

—¿Estássolo?—repitiólavoz.—Mecagoen la leche—repitióAndrés—.¿Cuántasveceshace faltaque te lo

diga?Estoysolo.—Entonces,siesverdadqueestássolo,levántateysosténtufusilporencimade

lacabeza.Andrésselevantóeizóconlasdosmanossucarabinaporencimadesucabeza.—Ahora,pasaporlaalambrada.Teestamosapuntandoconlamáquina—dijola

voz.Andrésestabaenlaprimeralíneazigzagueantedealambreespinoso.—Tengonecesidaddeusarlasmanosparapasarentrelosalambres—gritó.—Hubierasidomássencillotirarleunabomba—dijounavoz.—Déjalequebajeelfusil—dijootravoz—.Nopuedeatravesarlaalambradacon

lasmanosenalto.Nadiepodría.—Todos estos fascistas son iguales—dijo la primera voz—. Piden una cosa y

detrásotra.—Escuchad—gritóAndrés—.Nosoyfascista;soyunguerrillerodelabandade

Pablo.Hemosmatadonosotrosmásfascistasqueeltifus.—¿LabandadePablo?No laconozco—dijoelhombrequeparecíamandarel

puesto—.NiaPedroniaPablonianingúnsantoapóstol.Niasuscuadrillas.Échatealhombrotufusilyponteausartusmanosparaatravesarlaalambrada.

—Antesquetedescarguemosencimalamáquina—gritóotro.—¡Quépocoamablessois!—gritóAndrés.—¿Amables?—seextrañóalguien—.Estamosenguerra,hombre.—Yameloparecía—dijoAndrés.—¿Quéesloquehadicho?Andrésoyódenuevoelruidodelcerrojo.—Nada—gritó—.Nodecíanada.Nodisparéisantesdequehayasalidodeesta

puñeteríadealambrada.—Noinsultesanuestraalambrada—gritóalguien—.Otetiramosunabomba.—Quierodecirquébuenaalambrada—gritóAndrés—. ¡Québuenaalambrada!

¡Quéhermososalambres!Buenosparaunretrete.¡Quépreciososalambres!Yallego,hermanos,yallego.

—Tírale una bomba—dijo una voz—. Te digo que es lo mejor que podemoshacer.

—Hermanos —dijo Andrés. Estaba empapado de sudor y sabía que el que

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aconsejaba el uso de la bomba era perfectamente capaz de arrojar una granada encualquiermomento—.Yonosoynadieimportante.

—Tecreo—dijoelhombredelabomba.—Tienesrazón—dijoAndrés.Seabríapasoprudentementeporentreloscables

de la última alambrada y ya estaba muy cerca del parapeto—. Yo no soy nadieimportante.Peroelasuntoesserio.Muyserio.

—Nohaynadamásserioquelalibertad—gritóelhombredelabomba—.¿Creesquehayalgomásserioquelalibertad?—preguntóseveramente.

—Pues claro que no, hombre —dijo Andrés, aliviado. Sabía que tenía quehabérselasconaquelloschifladosdelospañuelosrojosynegros—.¡Vivalalibertad!

—¡Viva laFAI! ¡Viva laCNT!—le respondierondesdeelparapeto—.¡Vivaelanarcosindicalismoylalibertad!

—¡Vivanosotros!—gritóAndrés.—Esunodelosnuestros—dijoelhombredelabomba—.Ypensarquehubiera

podidomatarleconesto...Miró la granada que tenía en la mano profundamente conmovido, mientras

Andréssubíaporelparapeto.Cogiéndoleentresusbrazos,conlagranadasiempreensusmanos,deformaquequedabaapoyadaenelomóplatodeAndrés,elhombredelabombalebesóenlasdosmejillas.

—Mealegrodequeno tehayaocurridonada,hermano—ledijo—.Mealegromucho.

—¿Dóndeestátuoficial?—preguntóAndrés.—Soyyoquienmandaaquí—dijounhombre—.Déjamevertuspapeles.Se los llevóaun refugioy losexaminóa la luzdeunavela.Habíaelpequeño

cuadradodesedaconloscoloresdelaRepúblicay,enelcentro,elsellodelS.I.M.Habíaelsalvoconductoconsunombre,suedad,suestatura,ellugardesunacimientoy sumisión, queRobert Jordan le había redactado en una hoja de su cuaderno denotasyselladoconelsellodegomadelS.I.M.yhabía,enfin, loscuatropliegosdobladosdelmensajeparaGolz,atadosconuncordón,selladosconunsellodecera,timbradosconel sellodemetalS. I.M.,queestaba fijadoa laotraextremidaddelsellodegoma.

—Estolohevistoya—dijoelhombrequemandabaelpuestodevolviéndoleeltrozode seda—.Esto lo tenéis todos;ya lo conozco.Peroestonopruebanada sinesto.—Cogióelsalvoconductoyvolvióaleerlo—.¿Dóndehasnacido?

—EnVillaconejos—dijoAndrés.—¿Yquéesloquesecríaallí?—Melones—contestóAndrés—.Todoelmundolosabe.—¿Aquiénconocestúdeporallí?—¿Porqué?¿Erestúdeporallí?

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—No,peroheestadoporallí.SoydeAranjuez.—Pregúntameloquequieras.—HáblamedeJoséRincón.—¿Elquetienelabodega?—Ese.—Escalvo,conmuchabarrigayunanubeenunojo.—Estábien—dijoelhombre,devolviéndoleeldocumento—.Pero¿quéesloque

hacesalotrolado?—Nuestropadre se avecinó enVillacastín antesdelMovimiento—dijoAndrés

—.Allí,enelllanodelaotrapartedelasmontañas.FueallíendondelesorprendióelMovimiento.YopeleoenlabandadePablo.Perotengomuchaprisaporllevaresemensaje.

—¿Cómovanlascosasenlastierrasdelosfascistas?—preguntóelhombrequemandabaelpuesto.Notenía,porsupuesto,ningunaprisa.

—Hoyhahabidomuchotomate—dijoorgullosamenteAndrés—.Hoyhahabidomuchapolvaredaenlacarreteratodoeldía.HoyhanaplastadoalabandadelSordo.

—¿YquiéneseseSordo?—preguntóelotro,contonodespectivo.—Eraeljefedeunadelasmejoresbandasdelasmontañas.—Tendríais que veniros todos a la República y entrar en el ejército—dijo el

oficial—. Hay demasiadas tonterías de guerrillas. Tendríais que veniros todos ysometeros a nuestra disciplina libertaria. Y luego, si tuviéramos necesidad deguerrillas,yaseenviaríanenlamedidaquefuerannecesarias.

Andrésestabadotadodeunapacienciacasisublime.Habíasufridoconcalmaelpasoporentrelaalambrada.Nadalehabíaasombradodelinterrogatorio;encontrabaperfectamentenormalqueaquelhombrenosupieranadadeellos,nideloquehacían,yestabadispuestoaaguardarquetodoaquellosucedieralentamente;peroqueríairseya.

—Escucha,compadre—dijo—,esposiblequetengasrazón.PerotengoordendeentregarestemensajealgeneralquemandalaXXXVDivisión,quelanzaunataquedemadrugadaenestascolinas,ylanocheestáyaavanzada;esprecisoquemevaya.

—¿Quéataque?¿Quéesloquesabestúdeunataque?—No.Nosénada.PeroahoratengoqueirmeaNavacerrada.¿Quieresenviarme

a tucomandante,queme facilitaráunmediode transporte?Hazquemeacompañealguienquerespondademí,paranoperdereltiempo.

—Todoestonomegustanada—dijoelhombre—.Hubierasidomejorpegarteuntirocuandoteacercastealaalambrada.

—Has visto mis papeles, camarada, y te he explicado mi misión —le dijopacientementeAndrés.

—Esto de los papeles se fabrica—dijo el oficial—. Cualquier fascista podría

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inventarunamisióndeestegénero.Teacompañaréyomismoalcomandante.—Bueno—dijoAndrés—.Vamos.Vayamosenseguida.—Tú,Sánchez, túmandasenmi lugar—dijoeloficial—.Conoces laconsigna

tanbiencomoyo.Yomellevoaestesupuestocamaradaaveralcomandante.Sepusieronenmarchaalolargodelatrincheramenosprofunda,abiertatrasla

cresta de la colina, y Andrés sentía que le llegaba en la oscuridad el olor de losexcrementosdepositadosporlosdefensoresdelacolinaentornoaloshelechosdelacuesta. No le gustaban aquellos hombres, que eran como niños peligrosos, sucios,groseros, indisciplinados, buenos, cariñosos, tontos e ignorantes, aunque peligrosossiempre,porqueestabanarmados.Él,Andrés,noteníaopinionespolíticassalvoqueestabaconlaRepública.Habíaoídohablaravecesaaquellasgentesyencontrabaquelo que decían era con frecuencia muy bonito, pero no los quería. «La libertad noconsisteennoenterrarlosexcrementosquesehacen—pensó—.Nohayanimalmáslibre que el gato; pero entierra sus excrementos. El gato es el mejor anarquista.Mientrasnoaprendanacomportarsecomoelgato,nopodréestimarlos.»

Eloficial,quemarchabadelantedeél,sedetuvobruscamente.—Siguesllevandotucarabina—dijo.—Sí—contestóAndrés.—¿Por qué? Dámela—dijo el oficial—. Podrías descerrajarme un tiro por la

espalda.—¿Por qué?—le preguntó Andrés—. ¿Por qué iba a dispararte un tiro por la

espalda?—Nunca se sabe —dijo el oficial—. No tengo confianza en nadie. Dame la

carabina.Andrésseladescolgóyselaentregó.—Sitienesganasdecargarconella...—dijo.—Esmejorasí—dijoeloficial—.Asíestamosmástranquilos.Ydescendieronporlacolinaenlaoscuridad.

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CapítuloXXXVII

ASÍESQUEROBERT JORDAN estaba acostado junto a lamuchacha ymiraba pasar eltiempoensurelojdepulsera.Eltiempopasabalentamente,casiimperceptiblemente.Elrelojeramuypequeñoynopodíaverbienlaagujaquemarcabalosminutos.Noobstante,afuerzadeobservarlaydeconcentrarseacabóporadivinarla,porseguirlacasi,afuerzadeatención.Lacabezadelamuchachaestabadebajodesubarbillayalmoverla para mirar el reloj sentía el roce suave de la cabellera rapada, tan viva,sedosaydeslizantecomoelpelajedeunamartacuando,despuésdebienabierta latrampa,sesacaalanimalitoyselegolpeadelicadamenteparalevantarlelapiel.

Se le hacía un nudo en la garganta cuando rozaba el cabello de María y alabrazarlaexperimentabaunasensacióndedolor,devacío,quedesde lagarganta lerecorríatodoelcuerpo.Conlacabezabajaylosojosfijosenlaesferadelreloj,endonde la punta de lanza de la aguja fosforescente se movía lentamente hacia laizquierda,apretóaMaríacontrasícomopararetardarelpasodeltiempo.Noqueríadespertarla,peronoqueríadejarlatranquilamientraselfindelanocheseacercaba.Posósuslabiosdetrásdelaorejayfuecorriéndolosa lolargodelcuello,sintiendocondelicialapiellisayeldulcecontactodelospequeñoscabellosquecrecíanenlanuca. Veía la aguja deslizarse por la esfera y apretaba a María con más fuerza,pasándole la punta de la lengua por la mejilla y luego por el lóbulo de la oreja,siguiendo las graciosas circunvoluciones hasta llegar al firme extremo superior.Letemblaba la lengua y el temblor se adueñaba del vacío doloroso de su interior,mientrasveíalaagujaqueseñalabalosminutosformandounángulomásagudocadavezhaciaelpuntoendondeseñalaríaunanuevahora.Comoellaseguíadurmiendo,levolviólacabezayapoyóloslabiossobrelossuyos.Losdejóallí,rozandoapenassuboca,hinchadaporelsueño,yluegolospaseóporlabocadelamuchachaenunrocesuaveyacariciador.Sevolvióhaciaellaylasintióestremecersetodololargodesucuerpo,ligeroyesbelto.Ellasuspiróensueñosy,dormidaaún,seaferróaél,hastaque la tomó en sus brazos. Entonces se despertó, juntó sus labios con los de él,oprimiéndolosfuerteyfirmementeyéldijo:

—Peroeldolor...—Nohaydolorahora—dijoella.—Conejito.—Nohables.Nohables.Estaban tan juntos, que mientras se movía la aguja que marcaba los minutos,

aguja que él no veía ya, sabían que nada podría pasarle a uno sin que le pasaratambiénalotro;quenopodríapasarlesnadasinoeso;queesoeratodoysiempre,elpasado,elpresenteyesefuturodesconocido.Loquenoibanatenernunca,lotenían.

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Lo tenían ahora y antes y ahora, ahora y ahora.O ahora, ahora, ahora; este ahoraúnico,esteahoraporencimadetodo;esteahoracomonohubootro,sinosóloesteahorayahoraestuprofeta.Ahorayporsiemprejamás.Venahora,ahora,porquenohay otro ahoramás que ahora. Sí, ahora. Ahora, por favor, ahora; el único ahora.Nadamásqueahora.¿Ydóndeestástú?¿Ydóndeestoyyo?¿Ydóndeestáelotro?Yyanohayporqué;yanohabránuncaporqué;sólohayesteahora.Nihabránuncaporqué,sóloestepresente,ydeahoraenadelantesólohabráahora,siempreahora,desdeahorasólounahora;desdeahorasólohayuno,nohayotromásqueuno;unoqueasciende,parte,navega,sealeja,gira;unoyunoesuno;uno,uno,uno.Todavíauno, todavía uno, uno que desciende, uno suavemente, uno ansiadamente, unogentilmente,unofelizmente;unoenlabondad,unoenlaternura,unosobrelatierra,conloscodospegadosalasramasdelospinos,cortadasparahacerellecho,conelperfumedelasramasdelpinoenlanoche,sobrelatierra,definitivamenteahoraconlamañanadeldíasiguientequevaavenir.Luegodijoporquelootrolohabíadichosólo inmente ynohabíahablado:—¡Oh,María, te quiero tanto!Graciaspor esto.Maríadijo:

—Nohables.Esmejornohablar.—Tengoquedecírtelo,porqueesunacosamaravillosa.—No.—Conejito...Ellaleapretófuertemente,desviólacabezayentoncesélpreguntócondulzura:—¿Teduele,corderito?—No—dijo ella—. Es que te estoy agradecida porque he vuelto a estar en la

gloria.Se quedaron quietos, el uno junto al otro, tocándose desde el hombro hasta la

plantadelospies,tobillos,muslos,caderayhombros.RobertJordancolocóelrelojdemaneraquepudieseverlonuevamente,yMaríadijo:

—Hemostenidomuchasuerte.—Sí—dijoél—;somosgentesdemuchasuerte.—¿Noeshoradedormir?—No—dijoél—.Vaaempezartodoenseguida.—Entoncestenemosquelevantarnosycomeralgo.—Muybien.—¿Noestáspreocupadoporalgo?—No.—¿Deveras?—No,ahora,no.—Pero¿estuvistepreocupadoantes?—Uninstante.

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—¿Nopodríaayudarte?—No—contestó—;yamehasayudadobastante.—¿Poreso?Esofuesóloparamí.—Fue para los dos—dijo él—.Nadie está nunca a solas en ese terreno. Ven,

conejito,vamosavestirnos.Perosumente,queerasumejorcompañía,estabapensandoenlagloria.Ellahabíadicholagloria.«Esonotienenadaqueverconlagloriaeninglésni

conlagloire,dequelosfranceseshablanyescriben.Esalgoqueseencuentrasóloenelcante jondoyen lassaetas.EstáenelGrecoyenSanJuande laCruz,y,desdeluego,enotros.Yonosoymístico;peronegaresoseríasertanignorantecomonegarel teléfono o elmovimiento de la tierra alrededor del sol, o la existencia de otrosplanetas.¡Quépocascosasconocemosdeloquehayqueconocer!Megustaríavivirmucho,enlugardemorirhoy,porqueheaprendidomuchoenestoscuatrodíassobrelavida.Creoqueheaprendidomásquedurantetodamivida.Megustaríaserviejoysaber lascosasa fondo.Mepreguntosisesigueaprendiendoobiensinohaymásque cierta cantidad de cosas que cada hombre puede comprender. Yo creía sabermuchascosasy,deverdad,nosabíanada.Megustaríatenermástiempo.»

—Mehasenseñadomucho,guapa—dijoeninglés.—¿Quédices?—Queheaprendidomuchodeti.—¡Quéva!—exclamó—.Túsíquetienesinstrucción.«Instrucción—pensó él—. Tengo los primeros rudimentos de una instrucción.

Losrudimentosmásínfimos.Simuerohoyseráunapérdida,porqueahoraconozcoalgunascosas.Mepreguntosi lashasaprendidohoyporqueelpoco tiempoque tequeda te ha hecho hipersensible. Pero el tiempo no existe. Debieras ser losuficientemente inteligentepara saberlo.Hevivido la experienciade todaunavidadesdeque lleguéaestasmontañas.Anselmoesmiamigomásantiguo.Leconozcomejorde loqueconocíaaCharles,de loqueconocíaaChub,de loqueconocíaaGuy,deloqueconocíaaMike,ylosconocíamuybien.Agustín,elmalhablado,eshermanomío,ynohetenidonuncamáshermanoqueél.Maríaesmiverdaderoamorymimujer.Ynohe tenidonuncaverdaderoamor.Nuncahe tenidomujer.Ella estambiénmihermana,ynohetenidonuncahermana.Ymihija,ynotendrénuncaunahija.Odioeldejarunacosatanbella.»

Acabódeatarselasalpargatas.—Encuentrolavidamuyinteresante—dijoaMaría.Ellaestabasentadajuntoaél,enelsacodedormir,conlasmanoscruzadassobre

lostobillos.Alguienlevantólamantaquetapabalaentradadelacuevayvieronluz.Eraaúndenocheynohabíaelmenoratisbodelnuevodía,salvoque,allevantarlacabeza, Jordan vio, por entre los pinos, las estrellas muy bajas. El día llegaba

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rápidamenteenesaépocadelaño.—¡Roberto!—exclamóMaría.—Sí,guapa.—Eneltrabajodehoyestaremosjuntos,¿noesasí?—Despuésdelcomienzo,sí.—¿Yenelcomienzono?—No.Túestarásconloscaballos.—¿Nopodréestarcontigo?—No.Tengoquehaceruntrabajoquesólopuedohaceryo,yestaríapreocupado

porti.—Pero¿volverásencuantoloacabes?—Enseguida—dijo,ysonrióenlaoscuridad—.Vamos,guapa,vamosacomer.—¿Ytusacodedormir?—Enróllalo,siquieres.—Claroquequiero—dijoella.—Déjamequeteayude.—No.Déjamequelohagayosola.Se arrodilló para extender y enrollar el saco de dormir. Luego, cambiando de

parecer,selevantóylosacudió.Despuésvolvióaarrodillarsedenuevoparaalisarloyenrollarlo.RobertJordanrecogiólasdosmochilas,sosteniéndolasconprecaución,paraquenosecayeranadaporlashendiduras,ysefueporentrelospinos,hastalaentradadelacueva,dondependíalamantapringosa.Eranlastresmenosdiezensurelojcuandolevantólamantaconelcodoparaentrarenlacueva.

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CapítuloXXXVIII

YA ESTABAN TODOS en la cueva; los hombres, de pie delante del hogar; María,atizandoelfuego.Pilarteníaelcafélistoenlacafetera.Nohabíavueltoaacostarsedespués de haber despertado a Robert Jordan, y estaba sentada en un taburete enmediodelambientesaturadodehumo,cosiendoelrasgóndeunadelasmochilasdeJordan.Laotramochilaestabayarepasada.Elfuegoiluminabasucara.

—Comeunpocomásdecocido—ledijoaFernando—.¿Quéimportaquetengaslabarrigallena?Nohabrámédicoparaoperartesitecogeeltoro.

—Nohablesasí,mujer—dijoAgustín—.Tienesunalenguadegrandísimaputa.Estaba apoyado en el fusil automático, cuyos pies aparecían plegados junto al

cañón,yteníalosbolsillosllenosdegranadas;deunhombrolecolgabalabolsaconlas cintas de los proyectiles y en bandolera llevaba una carga completa demuniciones.Estabafumándoseuncigarrillomientrassosteníaenlamanounatazadecafé,quesellenabadehumocadavezqueselaacercabaaloslabios.

—Eresunaverdadera ferretería andante—ledijoPilar—.Nopodrás irmásdecienmetroscontodoeso.

—¡Quéva,mujer!—replicóAgustín—.Escuestaabajo.—Parairalpuestoescuestaarriba—dijoFernando—.Antesdequeseacuesta

abajoescuestaarriba.—Treparé como una cabra —dijo Agustín—. ¿Y tu hermano? —preguntó a

Eladio—.¿Tupreciosidaddehermanohadesaparecido?Eladioestabadepie,apoyadoenelmuro.—Callalaboca—lecontestó.Estabanerviosoysabíaquenadieloignoraba.Estabasiemprenerviosoeirritable

antesdelaacción.Seapartódelapared,seacercóalamesayempezóallenarselosbolsillosdegranadas,quecogíadeunodelosgrandescapachosdecuerosincurtirqueestabanapoyadoscontraunapatadelamesa.

RobertJordanseagachójuntoaéldelantedelcapacho.Tomódelcapachocuatrogranadas.TreserandeltipoMills,deformaovalada,decascodehierrodentado,conunapalancaderesortesujetaporuna tuercaconectadaconeldispositivodequesetiraparahacerlaestallar.

—¿Dedóndehabéissacadoesto?—preguntóaEladio.—¿Eso?DelaRepública.Fueelviejoquienlastrajo.—¿Quétalson?—Valenmásquepesan—dijoEladio.—Fuiyoquienlastrajo—expusoAnselmo—.Sesentadeunavez,ypesabanmás

decuarentakilos,inglés.

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—¿Lashabéisutilizadoya?—preguntóRobertJordanaPilar.—¿Quesilashemosusado?FueconesoconloquePabloacabóconelpuestode

Otero.CuandoPilarpronuncióelnombredePablo,Agustínsepusoablasfemar.Robert

JordanvioelsemblantedePilaralaluzdelfuego.—Acabaconesoya—dijovivamenteaAgustín—.Denadavalehablar.—¿Hanexplotadosiempre?—preguntóRobertJordan,sosteniendoenlamanola

granadapintadadegrisyprobandoelmecanismoconlauñadelpulgar.—Siempre—dijoEladio—.Nohafalladoniunadetodaslasquehemosgastado.—¿Yestallanrápidamente?—Altiempodearrojarlas.Rápidamente;bastanterápidamente.—¿Yesasotras?Tenía en sus manos una bomba en forma de lata de conserva con una cinta

enrolladaalrededordeunresortedealambre.—Eso es una basura —contestó Eladio—. Explotan, sí; pero de golpe, y no

arrojanmetralla.—Pero¿explotansiempre?—¡Qué va siempre! —dijo Pilar—. Siempre no existe, ni para nuestras

municionesniparalassuyas.—Perodicesquelasotrasestallansiempre.—Yonohedichoeso—contestóPilar—.Selohaspreguntadoaotro.Yonohe

vistonuncaunsiempreenestosartefactos.—Explotarontodas—afirmóEladio—.Dilaverdad,mujer.—¿Cómo sabes tú que explotaron todas? Era Pablo el que las arrojaba. Tú no

matasteanadiecuandolodeOtero.—Esehijodelagranputa—reiteróAgustín.—Callalaboca—dijoPilar,irritada.Luegocontinuó—:Todasvalen,inglés;pero

lasdentadassonmássencillas.«Valdríamásqueprobaseunaencadacarga—pensóRobertJordan—.Perolas

dentadasdebendesalirconmásfacilidadysonmásseguras.»—¿Vasaarrojarbombas,inglés?—preguntóAgustín.—¿Cómono?—fuelarespuestadeJordan.Peroagachadoallí,eligiendo lasgranadas,pensaba:«Es imposible;nosécómo

hepodidoengañarmeamímismo.HemosestadotodosperdidosdesdeelmomentoenqueatacaronalSordo,comoloestuvoelSordodesdequedejódenevar.Loquepasa es que no quiero reconocerlo. Hace falta seguir adelante con un plan que esirrealizable.Erestúquienlohaconcebidoyahorasabesqueesmalo.Ahora,alaluzdeldía,sabesqueesmalo.Puedesperfectamentetomarunodelosdospuestosconlagentequetienes.Peronopuedestomarlosdos.Nopuedesestarsegurodetomarlos,

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quierodecir.Noteengañes.Noteengañesahoraalaluzdeldía.Pretendertomarlosdos es imposible. Pablo lo ha sabido siempre. Probablemente tuvo siempre laintención de hacer la faena, pero supo que estábamos fritos cuando el Sordo fueatacado.Nopuedemontarseunaoperacióncontandoconmilagros.Vasahacerquelosmatenatodosytupuestonovaavolarsiquierasinodisponesdealgomásdeloquetienesahora.HarásquemueranPilar,Anselmo,Agustín,Primitivo,esecobardede Eladio, ese sinvergüenza de gitano y ese bueno de Fernando, y tu puente novolará.¿TeimaginasqueseobraráunmilagroyqueGolzrecibiráelmensajequelelleva Andrés y que lo detendrá todo? Si no se obra un milagro, vas a hacer quemueran todospororden tuya.María también.Vas amatarla a ella también con tusórdenes.¿Nopodríassacarladeaquí,porlomenosaella?MalditoseaPablo.

»No,no te enfades.Enfadarsees tanmalocomo tenermiedo.Peroen lugardeacostartecontuamiguitadeberíashaberteidoacaballoporlanocheconlamujerporesasmontañasy tratarde reunir toda lagentequehubiesesencontrado.Sí,ysimehubieseocurridoalgo,noestaríaahoraaquíparavolarelpuente.Sí,esoes.Esaeslarazóndequetúnohayasido.Ynopodíasenviaranadie,porquenopodíascorrerelriesgo de perderle y tener uno de menos. Tenías que conservar lo que tenías eimaginarunnuevoplan.Perotuplanapesta.Apesta,insisto.Eraunplanbuenoparala noche y ahora es de día. Los planes hechos de noche no valen a la mañanasiguiente.Loquesepiensadurantelanochenovaleparaeldía.Demaneraqueahorasabesquetodoesonovalenada.

»¿Y qué pasa si John Mosby era capaz de salir adelante de peripecias queparecían tan difíciles como ésta? Naturalmente que sí. Incluso más difíciles. Yademás, no desestimes el elemento de la sorpresa. Piensa en ello. Piensa que si lacosa tiene éxito no será unmal trabajo. Pero no es así comohay que trabajar.Nobasta conque seaposible; esmenesterque sea seguro.Naturalmente, tienes razón;peromiraloquehaocurrido.Todoestoanduvomaldesdeelcomienzoyestascosasagrandaneldesastre,aligualquevaagrandándoseunaboladenievequeruedacuestaabajosobrelanievehúmeda.»

Desdeelsuelo,endondeestabaagachadocercadelamesa,levantósusojoshaciaMaría,quelesonrió.Élledevolviólasonrisadedientesparafuerayescogiócuatrogranadasmás, que semetió en los bolsillos. «Podría destornillar los detonadores yvalerme de ellos por separado —pensó—. No creo que la dispersión de losfragmentospuedaserunobstáculo.Seproducirá inmediatamente,almismo tiempoquelaexplosióndelacarga,ynoladispersaré.Almenosyocreoqueseráasí.No,estoysegurodequeseráasí.Unpocodeconfianza—sedijo—.¡Ytúquepensabasanochelomaravillososqueerais túytuabueloyquetupadreerauncobarde!Tenahoraunpocodeconfianzaenti,hombre.»

SonriódenuevoaMaría,aunquelasonrisanoibamáslejosdelasuperficiedesu

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piel,quesentíatensaenlasmejillasyenlaboca.«Ellateencuentramaravilloso.Yomeencuentrodetestable.¿Ylagloriaytodas

esastonteríasquesetehabíanocurrido?Seteocurrenideasestupendas,¿eh?Teníaselmundoperfectamenteestudiadoyclasificado.Aldiablocontodoello.Cálmate;noteenfades.Aunqueesoestambiénunasalida.Siemprequedansalidasparatodo.Peroloque ahora tienes quehacer es tragarmecha.Es inútil renegar de todo lo quehasucedidosencillamenteporquehallegadoelmomentoenquevasasalirperdiendo.Nohagascomoesaserpientequecuandolerompenelespinazosemuerdelacola.Ynotieneselespinazorototodavía,cerdo.Esperaquetedespellejenantesdeecharteallorar.Aguardaquecomiencelabatallaparamontarencólera.Haymuchasocasionesparaelloenunabatalla.Enunabatalla,hastapuedesertedeprovecho.»

Pilarseacercóaélconlamochila.—Aquíestá.Haquedadomuysegura—dijo—.Estasgranadassonmuybuenas,

inglés.Puedestenerconfianzaenellas.—¿Cómoteencuentras,Pilar?Ella le miró y movió la cabeza, sonriendo. Jordan se preguntó hasta qué

profundidad de su rostro alcanzaba su sonrisa. Le pareció que hasta una honduraconsiderable.

—Bien—dijoella—.Dentrodelagravedad.Luegodijo,agachándosejuntoaél:—¿Quépiensas,ahoraquelacosacomienzadeveras?—Quesomosmuypocos—respondióenseguidaRobertJordan.—Yopiensolomismo—dijoella—;muypocos.Luegoañadió,siempreenvozbaja:—LaMaríapuedeguardarloscaballos.Nohacefaltaquemequedeyoparaeso.

Lespondremostrabas.Soncaballosdebatallayel tiroteonolosasustará.YoiréalpuestodeabajoyharétodoloquedeberíahaberhechoPablo.Deesemodoseremosunomás.

—Bueno—dijoél—;suponíaquetúloharíasasí.—Vamos,inglés—ledijoPilar,mirándolealosojos—,notepreocupes;todoirá

bien.Recuerdaquenoesperanungolpesemejante.—Sí—contestóRobertJordan.—Otracosa,inglés—siguióPilar,todoloqueditoquelepermitíasuvozarrón—.

Esodelamano...—¿Quéesesodelamano?—preguntóél,molesto.—Noteenfades,oye.Noteenfades,muchacho.Apropósitodeesodelamano...

Todoesonosonmásquetrucosdegitana,paradarmeimportancia.Esonoesverdad.—Déjaloya—dijoélfríamente.—No—dijoella,convozroncaycariñosa—;esunamentiraquetehedicho.No

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quisieraqueanduviesespreocupadoeldíadelabatalla.—Nomepreocupaeso—contestóRobertJordan.Ella volvió a sonreírle, con su enorme boca de labios gordos y la hermosa

franquezadesurostro,ydijo:—Tequieromucho,inglés.—Nohacefaltaquemedigasesoahora—contestó—.NitúniDios.—Sí—dijoPilar,volviendoabajarlavoz—.Yalosé,peroqueríadecírtelo.Yno

tepreocupes;lascosassaldránbien.—¿Porquéno?—preguntóRobertJordan.Ysólolasuperficiedesucarasonrió

—.Naturalmentequenoslasarreglaremos;todoirábien.—¿Cuándosalimos?—preguntóPilar.RobertJordanconsultósureloj:—Encualquiermomento.TendióunadesusmochilasaAnselmo:—¿Cómovaesohombre?—preguntó.El viejo estaba acabando de tallar con el cuchillo una pila de cuñas que había

copiadodeunmodeloquelehabíadadoRobertJordan.Erancuñasderepuesto,quellevabanporsipudieranserlesnecesarias.

—Bien—contestó el viejo, moviendo la cabeza—.Muy bien, hasta ahora.—Extendiólamano.—Mira—dijosonriendo.Susmanosnotemblaban.

—Bueno,¿yqué?—ledijoRobertJordan—.Yopuedoextendersiemprelamanosinquemetiemble.Peroextiendeundedo.

Anselmoobedeció.Eldedotemblaba.MiróaRobertJordanymoviólacabeza.—Yo también, hombre —y Robert Jordan extendió un dedo—. Siempre me

tiembla;eslocorriente.—Amí, no—dijo Fernando. Extendió el índice, para que lo viesen; luego, el

índicedelaotramano.—¿Puedesescupir?—lepreguntóAgustín,haciendounguiñoaRobertJordan.Fernandocarraspeó,yescupióorgullosamenteenelsuelodelacueva;luegopuso

elpiesobreelescupitajo.—Somulaasquerosa—ledijoPilar—,escupeenelfuego,siquieresmostrarnos

tuvalentía.—Nohubieraescupidoalsuelo,Pilar,sinonosfuéramosdeestelugar—explicó

Fernandocortésmente.—Tencuidadodondeescupeshoy—ledijoPilar—.Podríaserenalgúnsitioque

nofuesesaabandonar.—Esahablacomoungatonegro—dijoAgustín.Teníaunanecesidadnerviosade

bromear,cosaquesentíantodos,aunquedemaneradistinta.—Estababromeando—dijoPilar.

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—Yotambién—dijoAgustín—.Peromecagoenlaleche;yatengoganasdequeestocomience.

—¿Dóndeestáelgitano?—preguntóRobertJordanaEladio.—Conloscaballos—contestóEladio—.Ahíletienes,alaentradadelacueva.—¿Cómoestá?Eladiosonrió:—Tienemuchomiedo—dijo.Letranquilizabaelhablardelmiedodelosotros.—Escucha, inglés—empezó a decir Pilar.Robert Jordan volvió sus ojos hacia

ellayvioquesubocaseabríayqueunaexpresióndeincredulidadsedesparramabaportodosurostro;sevolviórápidamentehacialaentradadelacueva,conlamanoapoyadaenlaculatadelapistola.Apartandolamantaconunamano,conelcañóndela ametralladora apuntando por encima de su espalda, Pablo estaba allí, pequeño,cuadrado,conelrostromalafeitado,consuspequeñosojillosporcinos,bordeadosderojo,quenomirabananadieenparticular.

—Tú—dijoPilarincrédula—.Tú.—Yo—dijoPablocalmosamente.Yentróenlacueva—,¡Hola!,inglés—hablóa

Jordan—. Tengo a cinco de la cuadrilla de Elías y Alejandro ahí arriba con loscaballos.

—¿Ylosfulminantesylosdetonadores?—preguntóRobertJordan—.¿Yelrestodelmaterial?

—Lohearrojadotodoalfondodelrío,porlapartedelagarganta—dijoPablo,queseguíasinmiraranadie—.Perohediscurridounamaneraparaquesaltelacargaconunagranada.

—Yotambién—dijoRobertJordan.—¿Tenéisalgodebeber?—preguntóPablo,conairecansado.RobertJordanletendiósucantimplorayPablobebióconavidez.Luegoselimpió

labocaconeldorsodelamano.—¿Quétehapasado?—preguntóPilar.—Nada—respondióPablo,secándoselaboca—.Nada.Hevuelto.—¿Yquémás?—Nada.Tuveunmomentodeflojera.Mefui,perohevuelto.Enelfondo,nosoy

cobarde—dijo,volviéndosehaciaRobertJordan.«Loqueeresesotracosa—pensóRobertJordan—.Yalocreoqueloeres,cerdo.

Peroestoycontentodeverte,hijodeputa.»—Cinco;esofuetodoloquepudeconseguirdeElíasydeAlejandro—dijoPablo

—.Nomeheapeadodelcaballodesdequesalídeaquí.Vosotrosnueve, solos,nohubieraispodidoconseguirlonunca.Nunca; locomprendíanoche,cuandoel inglésmeloexplicó.Nunca.Ellossonsieteyuncaboenelpuestodeabajo.¿Ysidanlaalarmaosedefienden?—MirabaaRobertJordan—.Almarcharme,penséquetúte

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daríascuentadequeeraimposibleyquenolointentarías.Peroluego,cuandotirétumaterial,cambiédeparecer.

—Estoy contento de verte —dijo Robert Jordan. Se acercó a él— Nosarreglaremos con las granadas. Todo irá bien. Lo demás no tiene importancia, porahora.

—No—dijo Pablo—.No lo hago por ti. Tú eres un bicho demal agüero. Tútienes la culpa de todo.También de lo del Sordo. Pero cuando tiré tumaterialmeencontrémuysolo.

—Tumadre—exclamóPilar.—Entoncesfuiabuscaralosotros,paraquepudiéramoshacerlo.Hecogidoalos

mejoresquepudeencontrar.Losdejéahíarriba,parapoderhablarteprimero.Creenquesoyeljefe.

—Túereseljefe—dijoPilar—.Silodeseas.Pablolamiróynodijonada.Luegoañadiósimplementeenvozbaja:—Hepensadomucho después de lo del Sordo.Creo que si hay que acabar, es

mejoracabartodosjuntos.Peroati,inglés,teodioporhabernostraídoesto.—Pero, Pablo —Fernando, con los bolsillos atiborrados de bombas y los

cartuchos en bandolera estaba entretenido rebañando su plato de cocido con unpedazo de pan—. Pero, Pablo—comenzó diciendo—, ¿no crees que la operaciónpuedeteneréxito?Anteanochedecíasqueestabasseguro.

—Dale más cocido —dijo irónicamente Pilar a María. Luego, dirigiéndose aPablo,conlamiradamássuave—:Asíesquehasvuelto,¿eh?.

—Sí,mujer—contestóPablo.—Bueno, pues sé bien venido—dijo Pilar—.Creí que no estabas tan acabado

comoparecías.—Despuésdeloquehicesentíunasoledadquenoerasoportable—dijoPabloen

vozbaja.—Quenoerasoportable—repitióella,burlona—.Quenoerasoportableparati

duranteuncuartodehora.—Noteburlesdemí,mujer;hevuelto.—Bienvenido—repitióella—.¿Nohasoídoquetelohedicho?Bébetetucafé,

yvámonos.Tantoteatromefastidia.—¿Escaféeso?—preguntóPablo.—Claroqueloes—dijoFernando.—Dame una taza, María —dijo Pablo—. ¿Qué tal te va? —le preguntó a la

muchacha,sinmirarla.—Bien—replicóMaría,y lediouna tazadecafé—.¿Quierescocido?—Pablo

rehusóconlacabeza.—Nome gusta estar solo—dijo Pablo, hablando a Pilar como si los otros no

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estuvieran allí—.Nome gusta estar solo, ¿sabes?Ayer, trabajando por el bien detodosduranteeldía,nomesentíasolo.Peroestanoche,hombre,¡quémallopasé!

—JudasIscarioteseahorcó—dijoPilar.—Nome hables así,mujer—dijo Pablo—. ¿No te das cuenta?He vuelto.No

hablesdeJudasnidecosasporelestilo.Hevuelto.—¿Cómosonlosmuchachosquehastraído?—lepreguntóPilar—.¿Hastraído

algoquevalgalapena?—Sonbuenos—dijoPablo.SeatrevióamiraraPilaralacara.Luegoapartóla

mirada—:Buenosybobos.Dispuestosamorirytodo.Atugusto.Pablomiródenuevo aPilar a los ojos, y esta vezno apartó sumirada.Siguió

mirándoladefrente,consuspequeñosojosporcinos,bordeadosderojo.—Tú—dijoella,ysuvozroncateníadenuevoacentodeternura—.Tú.Creoque

siunhombrehatenidoalgoalgunavez,siemprelequedaalgo.—Listo—dijoPablo,mirándolaalacara,ahoraconfirmeza—.Estoydispuesto

paraloqueeldíanosdepare.—Yaveoquehasvuelto—dijoPilar—.Yaloveo;pero,hombre,¡quélejoshas

estado!—Dame un trago de esa botella —dijo Pablo a Robert Jordan—. Y después,

vámonos.

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CapítuloXXXIX

SUBIERONLAPENDIENTEenlaoscuridad,atravésdelbosque,hastallegaralestrechopaso de la cima. Iban todos cargados con mucho peso y subían lentamente. Loscaballosllevabancargastambién,atadasalasmonturas.

—Podríamossoltarlascargassihicierafalta,conunoscuantoscortes—dijoPilar—;pero,contodo,siconseguimosconservarlas,podemosinstalarotrocampamento.

—¿Yelrestodelasmuniciones?—preguntóRobertJordan,altiempoqueatabasusmochilas.

—Vanenesasalforjas.RobertJordansentíaelpesodesumochilayenelcuelloelrocedesuchaqueta,

cuyosbolsillosestabanrepletosdegranadas.Sentíaelpesodelapistola,golpeándolelacadera,yelde losbolsillosdesupantalón,cargadoshastarebosarconlascintasdelfusilautomático.Enlamanoderechallevabaelfusilyconlaizquierdaseestirabadecuandoencuandoelcuellodelachaqueta,paraaligerarlatirantezdelascorreasdelamochila.Aúnconservabaenlabocaelgustodelcafé.

—Inglés—ledijoPablo,quemarchabadelantedeélenlaoscuridad.—¿Quéhay,hombre?—Esosquehe traídocreenquevamosa teneréxito,porqueloshe traídoyo—

dijoPablo—.Nodigasnadaparanodesilusionarlos.—Bueno—contestóRobertJordan—;peroprocuremosteneréxito.—Tienen cinco caballos, ¿sabes?—dijo Pablo, cautelosamente, con miedo de

pronunciarlapalabra.—Bueno—dijoRobertJordan—.Guardaremostodosloscaballosjuntos.—Bien—dijoPablo.Yesofuetodo.«Ya me figuraba yo que tú no habías sentido una conversión completa en el

caminodeTarso,condenadoPablo—pensóRobertJordan—.No.Peroturegresohasidorealmenteunmilagro.Creoquenovamosaencontrarningunadificultadcontucanonización.»

—Conesoscincomeocuparéyodelpuestodeabajo,igualquelohubierahechoelSordo—dijoPablo—.Cortaréloshilosyvolveréalpuentecomoconvinimos.

«Hemoshabladodetodoesohacemenosdediezminutos—pensóRobertJordan—.Mepreguntoporquéahora...»

—Hay posibilidad de que lleguemos a Gredos—añadió Pablo—. He pensadomuchoenello.

«Me parece que has tenido una nueva inspiración hace unosminutos—pensóRobertJordan—.Hastenidounanuevarevelación.Peronomeconvencerásdeque

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yo haya sido invitado también. No, Pablo. No me pidas que lo crea. Seríademasiado.»

Desde el momento en que Pablo entró en la cueva, y le dijo que tenía cincohombres, Robert Jordan se sentía mejor. El regreso de Pablo había disipado laatmósfera trágica,en laque toda laoperaciónparecíadesplegarse,desdequehabíacomenzadoanevar.DesdeelregresodePablo,Jordanteníalaimpresión,nosólodequesusuertehubiesecambiado,porquenocreíaenlasuerte;perosídequetodalaperspectivadelasuntohabíamejoradoyquelacosasehabíahechoposible.Enlugarde la certidumbre del fracaso, sentía que la confianza iba subiendo en él como unneumático que se llena de aire gracias a una bomba. Al principio es casiimperceptible,comoocurrecon lagomade losneumáticosquecasinosedesplazaconlosprimerossoplosdeaire,peroluegoseparecíaaquelloalaascensiónregularde lamarea o a la de la savia en un árbol.Y comenzó a percibir esa ausencia deaprensiónqueseconvierteamenudoenunaverdaderaalegríaantesdelabatalla.

Era su don más preciado. La cualidad que le hacía apto para la guerra; esafacultad,nodeignorar,perosídedespreciarelfinal,pordesgraciadoquefuera.Esacualidad quedaba, no obstante, destruida cuando tenía que echarse encimaresponsabilidadesde losotrosocuandosentía lanecesidaddeemprenderuna tareamalpreparadaomalconcebida.Porqueentalescircunstanciasnopodíapermitirseelignorar un final desgraciado, un fracaso. No era ciertamente una posibilidad decatástrofeparaélmismo,quepodíaignorar.Jordansabíaqueélnoeranadaysabíaquenoeranadalamuerte.Losabíaauténticamente;tanauténticamentecomotodoloquesabía.Enaquellosúltimosdíashabíallegadoasaberqueél, juntoconotroser,podíaserlotodo.Perotambiénsabíaqueaquelloeraunaexcepción.«Hemostenidoesto—pensó—.Yhemossidomuydichosos.Semehaotorgadoesoquizáporquenuncalohabíapedido.Nadiepuedequitármelonipuedeperderse.Peroesoesalgopesado, algo que se ha concluido al despuntar el día, y ahora tenemos que hacernuestro trabajo.Y tú,me alegro de ver que has encontrado algo que te ha faltadocondenadamentedurantealgunosmomentos.Estabasmuybajodeforma.Hesentidomuchavergüenzadetialláabajo,durantealgunosmomentos.Sóloqueyoeratú.Yno había otro para juzgarte. Estábamos los dos en baja forma. Tú y yo, los dos.Vamos, vamos.Deja de pensar como un esquizofrénico.Que piense uno detrás deotro,cadacual segúnsu turno.Ahoraestásmuybien.Pero,escucha,no tienesqueestar pensando todo el día en lamuchacha.Nopuedes hacer nada para protegerla,comonoseaalejarla.Yesloquevasahacer.Vaahaber,sinduda,muchoscaballossitienesquejuzgarporlosindicios.Lomejorquepuedeshacerporellaescolmartutrabajoprontoybienyacabarconél.Pensarenellasóloserviráparaestorbarte.Asíesquenotepasestodoeltiempopensandoenella.»

Después de decirlo, esperó que María le alcanzase con Pilar, Rafael y los

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caballos.—Eh,guapa—ledijoenlaoscuridad—.¿Cómoteencuentras?—Meencuentrobien,Roberto—ledijoella.—No te preocupes por nada —le dijo él. Y pasándose el arma a la mano

izquierda,apoyóladerechaenelhombrodelamuchacha.—Nomepreocupo—dijoella.—Todo está muy bien organizado —prosiguió Jordan—. Rafael se quedará

contigoyconloscaballos.—Megustaríaestarcontigo.—No.Esconloscaballoscomopuedessermásútil.—Bueno—dijoella—;mequedaréconloscaballos.Enesemomentorelinchóunodelosanimalesdelclaroquehabíamásabajodela

abertura entre las rocas y respondió otro caballo con un relincho, cuyo eco fueagudizándoseentrémolohastadeshacersebruscamente.

Robert Jordan distinguió delante de él, en la oscuridad, lamasa de los nuevoscaballos.ApretóelpasoyalcanzóaPablo.Loshombresestabandepie,juntoasusmonturas.

—Salud—dijoRobertJordan.—Salud—respondieronenlaoscuridad.Nopodíaverleslacara.—Esteeselinglésquevieneconnosotros—dijoPablo—;eldinamitero.Norespondieron.Quizásasintiesenenlaoscuridad.—Vamos,adelante,Pablo—dijounhombre—.Prontovaaserdedía.—¿Hastraídomásgranadas?—preguntóotro.—Hetraídomuchas—respondióPablo—;podréiscogerlascuandodejemos los

caballos.—Bueno,puesenmarcha—dijootro—.Hemosestadoaguardandoaquímedia

noche.—Hola,Pilar—dijoalguienalacercarselamujer.—QuemematensinoesPepe—dijoPilarenvozbaja—.¿Cómovaeso,pastor?—Bien—contestóelhombre—.Dentrodelagravedad.—¿Quécaballollevas?—lepreguntóPilar.—EltordillodePablo.Estoesuncaballo.—Vamos—dijootrohombre—.Vamos.Nosirvedenadaponerseahablaraquí.—¿Qué tal te va,Elicio?—preguntóPilar cuando el así llamado se disponía a

montar.—¿Cómoquieresquemevaya?—repusoelotrobruscamente—.Vamos,mujer;

tenemosmuchotrabajo.Pablomontabaelgranbayo.—Cerrad el pico y seguidme. Os llevaré al lugar donde vamos a dejar los

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caballos.

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CapítuloXL

MIENTRASROBERTJORDANdormía,cavilabaenlodelpuenteyhacíaelamoraMaría,Andrés había estado avanzando muy lentamente. Hasta que llegó a las líneasrepublicanas,habíaatravesadoloscamposylaslíneasfascistasconlavelocidadqueun campesino en buenas condiciones físicas y buen conocedor de la región podíahacerlo en la oscuridad. Pero al llegar al territorio de la República, las cosascambiaron.

En teoría,hubierabastadoenseñarel salvoconductoqueRobert Jordan lehabíaentregado,conelsellodelS.I.M.yelmensajequellevabaelmismosello,paraquese le dejara seguir su camino todo lo más rápidamente posible. Pero el primertropezónlo tuvoconel jefede lacompañíadeprimera línea,quehabíaacogidosumisióncongravessospechas.

Siguió el jefe de la compañía hasta el cuartel general del batallón, endonde eljefe,quehabíasidobarberoantesdelMovimiento,seentusiasmóaloírelrelatodesumisión. Este comandante, llamado Gómez, maldijo al jefe de la compañía por suestupidez,diounaspalmaditasamistosasaAndrésenelhombro,lediounacopademalcoñacyledijoquesiemprehabíadeseadoserguerrillero.Luegodespertóaunodesusoficiales,leconfióelmandodelbatallónymandóaunordenanzaquefueraadespertarasumotociclista.EnvezdeenviaraAndrésalcuartelgeneraldelabrigadaconelmotorista,Gómezresolvióllevarleélmismo,afindeactivarlascosas.YconAndrés fuertemente asido al precario asiento de detrás, fueron zumbando y dandotumbosalolargodelaestrechacarreterademontaña,llenadebachesabiertosporlasbombas, entre la doble hilera de árboles que los faros iban descubriendo y cuyostroncos, cubiertos de cal, presentaban las huellas de las balas y los cascos de lasgranadas que los habían averiado en los combates que habían tenido lugar en esamisma carretera el primer verano del Movimiento. Cuando llegaron al pequeñorefugiodemontaña,detechosdemolidos,endondeestabainstaladoelcuartelgeneraldelabrigada,Gómezfrenócomouncorredordecarreras,apoyóelvehículocontralapared de una casa, despertó de un empujón al adormilado centinela que estabaencargadodeguardarloyentróenlagransaladeparedescubiertasdemapas,dondeunoficialdormitabaconunaviseraverdesobrelosojos,anteunamesaprovistadeunalámpara,dosteléfonosyunejemplardeMundoObrero.

EloficiallevantólosojoshaciaGómezydijo:—¿Quévienesahaceraquí?¿Nohasoídohablarnuncadelteléfono?—Necesitoveraltenientecoronel—dijoGómez.—Duerme—dijoeloficial—.Heestadoviendotusfarosdesdeunkilómetrode

distanciaenlacarretera.¿Quieresprovocarunbombardeo?

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—Llamaaltenientecoronel—insistióGómez—;esextremadamentegrave.—Estádurmiendo;yatelohedicho—replicóeloficial—.¿Quiénesesaespecie

debandidoquevienecontigo?—preguntó,señalandoaAndrésconungesto.—Es un guerrillero que viene del otro lado de las líneas con unmensajemuy

importante para el general Golz, que dirige la ofensiva que al amanecer va adesencadenarse al otro lado deNavacerrada—explicóGómez, grave y excitado almismotiempo—.Despiertaaltenientecoronel,porelamordeDios.

Eloficiallemirófijamente,consusojosdegruesospárpadossombreadosporlaviseradeceluloideverde.

—Estáis todos locos—dijo—; no sé nada del general Golz ni de la ofensiva.Llévateaesedeportistayvuélveteatubatallón.

—Despierta al teniente coronel te digo —gritó Gómez. Y Andrés vio queapretabalabocaengestoderesolución.

—Vetealamierda—ledijoindolentementeeloficial,volviéndolelaespalda.Gómez sacó su enormepistola«Star»denuevemilímetrosy la apoyó sobre la

espaldadeloficial.—Despiértale,cochinofascista—dijo—.Despiértale,otemato.—Cálmate —dijo el oficial—. Vosotros, los barberos, sois gente muy

impresionable.Andrésvioa la luzdela lámparaelrostrodeGómezalteradoporelodio.Pero

dijosolamente:—Despiértale.—Ordenanza—gritóeloficial,convozdespectiva.Unsoldadoaparecióenlapuerta,saludóysefue.—Sunoviaestáconél—dijoeloficial,ysepusodenuevoaleersuperiódico—.

Contodaseguridadlevaaencantarveros.—Losindividuoscomotú,obstaculizantodoslosesfuerzosparaganarlaguerra

—dijoGómezaloficialdelEstadoMayor.Eloficialnoleprestabaningunaatención.Luego,mientrasproseguíasulectura,

comentó,comohablandoconsigomismo.—¡Quéperiódicotancuriosoeséste!—¿PorquénoleesElDebate?Eseestuperiódico—dijoGómez,nombrandoal

principalórganocatólicoconservadorpublicadoenMadridantesdelMovimiento.—Noolvidesquesoytusuperioryqueuninformemíosobretillegaríamuylejos

—dijo el oficial, sin levantar los ojos—. No he leído nuncaElDebate; no hagasacusacionesfalsas.

—No,túleíaselABC—dijoGómez—.Elejércitoestápodridocongentecomotú.Peroestonovaadurarmucho.Estamoscopadosentreignorantesycínicos.Peroinstruiremosalosunosyeliminaremosalosotros.

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—Purgaes laexpresiónqueandasbuscando—dijoeloficial,sinmolestarseenlevantarlosojos—.Hayaquíunartículosobrelaspurgasdetusfamososrusos.Estánpurgandomásqueelaceitedericinoenestostiempos.

—Llámalocomoquieras—dijoGómez,furioso—.Llámalocomoquieras,contalquelosindividuosdetucalañaseanliquidados.

—¿Liquidados?—preguntóeloficialinsolentemente,ycomosihablaraconsigomismo—:Ahítienesunapalabraquecasinoseparecealcastellano.

—Fusilados entonces —dijo Gómez—; eso es buen castellano ¿no? ¿Loentiendes?

—Sí,hombre;peronohablestanfuerte.Ademásdeltenientecoronel,hayotrosdurmiendoenesteEstadoMayor,ytusemocionesmefatigan.Esaeslarazóndequesiempremehayaafeitadosolo.Nuncamehagustadolaconversación.

GómezmiróaAndrésymoviólacabeza.Susojosbrillabanconlahumedadqueprovocanlarabiayeldespecho.Perosacudiólacabezaynodijonada,dejandotodoaquelloparaunfuturomásomenospróximo.HabíaidodejandomuchascosasenelañoymedioqueestuvoenelpuestocomojefedebatallóndelaSierra.Alentrareltenientecoronelenpijama,Gómezselevantóysaludó.

El teniente coronel Miranda era un hombre bajo, de cara grisácea, que habíaestadoenelejércitotodasuvida,quehabíaperdidoelamordesuesposaenMadridyelapetitoenMarruecosyquesehabíahechorepublicanoaldescubrirquenopodíadivorciarse—de recobrar la buena digestión no huboninguna posibilidad—;habíaentradoenlaguerracivilcomotenientecoronelysuúnicaaspiracióneraterminarlacon el mismo grado. Había defendido bien la Sierra y quería que se le dejaratranquilo para seguir defendiéndola. Se encontrabamuchomejor en guerra que enpaz, sindudaa causadel régimendietéticoque seveía forzadoa seguir; teníaunainmensareservadebicarbonatodesosa,bebíawhiskytodaslasnoches;suamante,deveintitrés años, iba a tener un niño, como casi todas lasmuchachas que se habíanhechomilicianas en julio del año anterior, y al entrar en la sala respondió con uncabeceoalsaludodeGómez,yletendiólamano.

—¿Qué te trae por aquí, Gómez?—preguntó; y luego, dirigiéndose al oficialsentadoalamesa,queerasuayudante,dijo—:Dameuncigarrillo,Pepe,porfavor.

GómezleenseñólospapelesdeAndrésyelmensaje.Eltenientecoronelexaminórápidamente el salvoconducto, miró a Andrés, le saludó asimismo con la cabeza,sonrióydespuéssepusoaestudiarávidamenteelmensaje.Palpóelsello,pasándoleelíndice,yporúltimodevolvióelsalvoconductoyelmensajeaAndrés.

—¿Esmuyduralavidaenlasmontañas?—No,mitenientecoronel—contestóAndrés.—¿TehanseñaladoellugarmáspróximoalCuartelGeneraldelgeneralGolz?—Navacerrada, mi teniente coronel —dijo Andrés—. El inglés ha dicho que

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estaría en alguna parte cerca deNavacerrada, detrás de las líneas, a la derecha deaquí.

—¿Quéinglés?—lepreguntócortésmenteeltenientecoronel.—Elinglésqueestáconnosotroscomodinamitero.El teniente coronel asintió con la cabeza. No era más que uno de tantos

fenómenosinesperadoseinexplicablesdelaguerra.«Elinglésqueestáconnosotrosdedinamitero.»

—Serámejor que lo lleves tú en lamoto,Gómez—dijo el teniente coronel—.Prepáraleun salvoconductoenérgicopara elEstadoMayordelgeneralGolz;yo lofirmaré—dijoaloficialdelaviseradeceluloideverde—.Escríbeloamáquina,Pepe.Ahí están los detalles. —Hizo un gesto a Andrés para que le entregara elsalvoconducto—. Y ponle dos sellos. —Se volvió hacia Gómez—. Tendréisnecesidad esta noche de un documento en regla. Así tiene que ser. Hay que serprudentescuandosepreparaunaofensiva.Voyadarosalgotodoloenérgicoqueseaposible.—Luego,dirigiéndoseaAndrésconcariño—:¿Quieresalgo?¿Quieresalgodebeberodecomer?

—No,mi tenientecoronel—dijoAndrés—;no tengohambre.Mehandadouncoñacenelúltimopuestodemandoysitomoalgomásacabarépormarearme.

—¿Has visto movimientos o actividad al otro lado de mi frente cuando loatravesaste?—preguntócortésmenteeltenientecoronelaAndrés.

—Estabatodocomosiempre,mitenientecoronel;tranquilo,tranquilo.Eltenientecoronelpreguntó:—¿NotehevistoyoenCercedillahacecosadetresmeses?—Sí,mitenientecoronel.—Yameloparecía.—Eltenientecoronellegolpeócariñosamenteenlaespalda

—.EstabasconelviejoAnselmo.¿CómoestáAnselmo?—Estámuybien,mitenientecoronel—respondióAndrés.—Bueno; me alegro —dijo el teniente coronel. El oficial le mostró lo que

acababadeescribiramáquina;eltenientecoronelloleyóylofirmó—.Ahoratenéisquedarosprisa—dijoaGómezyaAndrés—.Atenciónconlamoto—dijoaGómez—.Utilizalas luces.Nopuedepasarnadaporunasimplemotocicleta,ytienesquesermuycuidadosoparaquenoosocurranada.DadlerecuerdosalcamaradaGolzdemiparte.NosconocimosdespuésdelodePeguerinos.—Lesdiolamanoalosdos—.Ponlospapelesenelbolsillodetucamisayabróchatelabien—dijo—.Secogemuchoairecuandosevaenmoto.

Cuandosefueron,abrióunarmario,sacóunvasoyunabotella,sesirvióunpocodewhiskyyllenóelvasodeagua,quetomódeunbotijoquehabíaenelsuelo,juntoalapared.Luego,conelvasoenlamano,bebiendoapequeñossorbos,seacercóalgranmapacolgadoenlaparedyestudiólasposibilidadesdelaofensivaalnortede

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Navacerrada.—MealegrodequeletoqueaGolzynoamí—dijoaloficialqueestabasentado

delantede lamesa.El oficial no contestóy, cuandoel teniente coronel levantó losojosdelmapaparamirarle,vioqueestabadormidoconlacabezasobrelosbrazos.Eltenientecoronelseacercóalamesaycolocólosdosteléfonosdemaneraquerozasenlacabezadeloficial,unoacadalado.Luegosevolvióalarmario,sesirvióunnuevowhiskyconaguaydenuevosepusoaestudiarelmapa.

Sujetándoseconfuerzaalasiento,mientrasGómezbregabaconelmotor,Andrésagachólacabeza,parasortearelviento,ylamotocicletacomenzósucarrera,entreelestrépito de las explosiones, hendiendo con sus luces la oscuridad de la carreterabordeada de álamos; la luz de los faros se hacía más suave cuando la carreteradescendíaporentrelasbrumasdellechodeunarroyoymásintensacuandovolvíaasubirelcamino.

Frenteaellos,unpocomásallá,enuncrucedecaminos,elfaroalumbrólamasadeloscamionesvacíosqueregresabandelasmontañas.

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CapítuloXLI

PABLOSEDETUVOyseapeódelcaballo.RobertJordanoyóenlaoscuridadelcrujidode lasmonturas y el pesado resoplar de los hombres segúnponíanpie a tierra, asícomo el tintineo del freno de un caballo que sacudía la cabeza. El olor de loscaballos, el olor de los hombres, olor agrio de personas sin aseo, acostumbradas adormirvestidas,yelolorrancio,aleñaahumada,delosdelacuevaseconfundióenunosolo.Pabloestabadepieasuladoyle llegabaunoloravinoyahierroviejo,semejantealgustodeunamonedadecobrecuandosemeteenlaboca.Encendióuncigarrillo,cuidandobiendecubrir la llamaconsusmanos,aspiróprofundamenteyoyódeciraPabloenvozmuybaja:

—Cogeelsacodelasgranadas,Pilar,mientrasatamosaloscaballos.—Agustín—dijoRobertJordanenelmismotonodevoz—,Anselmoytúvenís

conmigoalpuente.¿Tieneselsacodelosplatosparalamáquina?—Sí—dijoAgustín—;¿cómono?Robert Jordan fue hasta donde Pilar estaba descargando uno de los caballos,

ayudadaporPrimitivo.—Oye,mujer—susurró.—¿Quépasa?—lecontestóella,tratandodeamoldaralmismotonosuroncavoz,

mientrasdesatabaunacincha.—¿Hascomprendidobienquenosedebecomenzarelataquemientrasnooigas

caerlasbombas?—¿Cuántasvecestienesquerepetírmelo?—preguntóPilar—.Teestásvolviendo

unaviejagruñona,inglés.—Essóloparaestarseguro—dijoRobertJordan—;ydespuésdeladestrucción

del puesto te repliegas sobre el puente y cubres la carretera desde arriba, paraprotegermiflancoizquierdo.

—Locomprendílaprimeravezqueloexplicaste.¿Oesquenocomprendonada?—susurróPilar—.Ocúpatedetusasuntos.

—Que nadie haga ningúnmovimiento, que nadie dispare ni arroje una bombaantesquesehayaoídoelruidodelavoladura—dijoRobertJordan,siempreenvozbaja.

—Nome aburrasmás—contestóPilar, encolerizada—.Entendímuybien todoesocuandoestuvimosenelcampamentodelSordo.

RobertJordanseacercóaPablo,queestabaatandoloscaballos.—Noheatadomásque losquepodríanasustarse—explicóPablo—.Losotros

estánatadosdemaneraquebastatirardelacuerdaparadesatarlos.¿Tedascuenta?—Bueno.

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—Voy a explicar a la muchacha y al gitano cómo tienen que hacer paramanejarlos—dijo Pablo. Sus nuevos compañeros estaban de pie, apoyados en suscarabinas,formandoungrupoaparte.

—¿Lohasentendidotodo?—preguntóRobertJordan.—¿Cómo no? —dijo Pablo—. Destruir el puesto, cortar los hilos, volver al

puente.Cubrirelpuentehastaquetúlohagassaltar.—Ynohacernadahastaquenocomiencelavoladura—insistióJordan.—Esoes.—Bueno,entonces,buenasuerte.Pablogruñóamododecontestación.Luegodijo:—Nos cubrirás bien con la máquina y con la otra máquina pequeña cuando

volvamos,¿noescierto,inglés?—Deprimera.Oscubrirédeprimera.—Entonces, eso es todo. Pero en ese momento conviene que prestes bien

atención,inglés.Noseráfácilsinoestássobreello.—Cogerélamáquinayomismo—dijoRobertJordan.—¿Tienesmuchapráctica?PorquenotengoganasdequememateAgustín,con

todaslasbuenasintencionesquetiene.—Tengo mucha práctica. Ya verás. Y si Agustín se sirve de una de las dos

máquinas, me cuidaré de que dispare bien por encima de tu cabeza. Muy alto,siempreporencimadetucabeza.

—Entonces,nadamás—dijoPablo.Luegodijoenvozbaja,entonodeconfianza—:Notenemoscaballosparatodos.

«Este hijo de perra—pensó Robert Jordan—. Se creerá que no lo entendí laprimeravez.»

—Yoiréapie—dijoRobertJordan—;loscaballossonparati.—No,habráuncaballoparati,inglés—dijoPabloenvozbaja—.Habrácaballos

paratodosnosotros.—Loscaballossontuyos—dijoRobertJordan—.Notienesquecontarconmigo.

¿Tienesbastantesmunicionesparatunuevamáquina?—Sí—contestóPablo—.Todas las que llevaba el jinete.Nohedisparadomás

quecuatrotiros,paraensayar.Laprobéayerenlasmontañas.—Entonces,vamos—dijoRobert Jordan—;hayqueestar allímuy tempranoy

escondernosbien.—Vámonostodos—dijoPablo—.Suerte,inglés.«Mepreguntoquéesloquepiensaahoraestebastardo—sedijoRobertJordan—.

Tengolaimpresióndesaberlo.Bueno,esoescosasuya.ADiosgracias,noconozcoalosnuevos.»

Letendiólamanoydijo:

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—Suerte,Pablo.—Yseestrecharonlamanoenlaoscuridad.Robert Jordan, al tender su mano, esperaba encontrarse con algo así como la

manodeunreptiloladeunleproso.NosabíacómoeralamanodePablo.Pero,enlaoscuridad, aquellamanoqueapretó la suya, la apretó francamentey él devolvió lapresión. Pablo tenía una mano buena en la oscuridad y su contacto dio a RobertJordan la impresión más extraña de todas las que había experimentado aquellamadrugada.«Demaneraquetenemosqueseraliadosahora—pensó—.Haysiempremuchos apretones demanos entre aliados, sin hablar de las declaraciones y de losabrazos.Por loquehace a los abrazos,me alegrodequepodamospasar sin ellos.Creoquetodoslosaliadossondelmismoestilo.Seodiansiempreaufond;peroesePabloesuntiporaro.»

—Suerte,Pablo—dijo,yapretóaquellaextrañamano,firme,decididaydura—.Tecubrirébien;notepreocupes.

—Sientohabertequitadoelmaterial—dijoPablo—;fueunerror.—Peromehastraídoloquenecesitábamos.—Nopongoestodelpuenteencontratuya,inglés.Leveobuenfin—dijoPablo.—¿Quéestáishaciendovosotrosdos?¿Oshabéisvueltomaricones?—preguntó

Pilar,surgiendobruscamentealladodeellosenlaoscuridad—.Notefaltabamásqueeso—ledijoaPablo—.Vamos, inglés,acabacon lasdespedidas,antesqueéste terobeelrestodetusexplosivos.

—Nomeentiendes,mujer.Elinglésyyonosentendemos.—Nadie te entiende; ni Dios ni tu madre—dijo Pilar—. Ni yo. Vete, inglés;

despídetede la rapaditayvete.Mecagoen tupadre;creoque tienesmiedodeversalireltoro.

—Tumadre—replicóRobertJordan.—Tú no has tenido jamás una —susurró alegremente Pilar—. Y ahora, vete,

porquetengomuchasganasdequetodocomience,paraquehayaterminado.Vetecontushombres—dijoaPablo—.Cualquierasabeeltiempoquevaadurarsuhermosaresolución.Tienesunoodosquenocambiaríaniporti.Llévatelosyvete.

RobertJordanseechólamochilaalhombroyseacercóaloscaballosparadeciradiósaMaría.

—Hastaluego,guapa.Hastapronto.Teníaunasensacióndeirrealidad.Pensabaquetodoloquedecíalohabíadicho

antes,yaquelloeracomosisetrataradeuntrenquesemarchayélestuvieseenelandéndelaestación.

—Hastaluego,Roberto—dijoella—.Tencuidado.—Pues claro—dijo él. Inclinó la cabeza para besarla y sumochila se escurrió

haciaadelante,golpeándoleenlanucademodoqueconsufrentediocontraladelamuchacha.Tambiénpensabaqueestohabíasucedidoya.

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—Nollores—dijoturbado,ynosolamenteporlodelamochila.—Nolloro—respondióella—;perovuelveenseguida.—No te preocupes cuando oigas los disparos. Oirás seguramente muchos

disparos.—Puesclaro.Perovuelveenseguida.—Hastaluego,guapa—dijocontorpeza.—Salud,Roberto.RobertJordannosehabíasentidonuncatanjovendesdequehabíasubidoaltren

enRedLodge paraBillings, en donde tendría que tomar el que iba a llevarle a laescuelaporvezprimera.Teníamuchomiedodeirynoqueríaquesedierancuenta,yen la estación, cuando el conductor iba a coger sumaleta, para subir al estribo, supadre le había abrazado, diciendo: «Que el Señor vele por ti y por mí mientrasestemos separados.» Su padre era hombre muy piadoso y dijo eso de una formasencilla y sincera; pero su bigote estaba húmedo, sus ojos estaban húmedos deemociónyRobertJordansesintiótanazoradoportodoaquello,poreltonohúmedoyreligioso de la plegaria y por el beso del adiós paterno, que se había sentido derepentemuchomayorque supadre, y tandesoladodeverle así que casi le resultóintolerable.

Despuésdelasalidadeltrensequedóenlaplataformadedetrásyestuvoviendolaestaciónyeldepósitodeaguaquesehacíancadavezmáspequeños,ylosraíles,cruzados por las traviesas, que parecían converger hacia un punto en el que laestaciónyeldepósitosehacíanminúsculos,mientrasel rítmicoresoplardel tren leibaalejandomásymás.

Elrevisorlehabíadicho:—Papáparecíasentirmuchoquetefueras,Bob.—Sí—habíarespondido,contemplandolasmatasdesalviaquedesfilabanalos

flancospolvorientosdelavía,entrelospostesdeltelégrafo.Buscabaconlamiradalospájarosentrelasmatas.

—¿Notehaceimpresiónelirtealaescuela?—No—habíadichoél.Yeralaverdad.Nohubierasidoverdadunosmomentosantes,peroloeraenaquelmomento.Y

enelmomentodelaseparaciónsehabíasentidotanjovencomocuandoeltrenpartíaparalaescuela.Seencontrabamuyjovenderepente,ymuytorpe,ydecíaadióscontoda la timidezdeuncolegialqueacompañahasta supuertaaunamuchachaynosabesitienequebesarla.Luegovioquenoeranlosadiosesloqueleturbaba.Eraelencuentro hacia el que se dirigía. Los adioses no hacían más que acrecentar laturbaciónqueleinfundíasemejanteencuentro.

«Ya estás dándole otra vez—se dijo—.Pero creo que no hay nadie que no sesientaavecesdemasiadojoven.Bueno.Bueno,esdemasiadoprontoparavolverala

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infancia.»—Adiós,guapa—dijoenvozalta—.Adiós,conejito.—Adiós,Robertomío—contestóella.JordanseacercóaAnselmoyaAgustín,queesperaban,ylesdijo:—Vámonos.Anselmo se echó la pesada carga al hombro. Agustín, que había salido

completamenteequipadodelacueva,estabaapoyadocontraunárbol,conelcañóndelfusilametralladorasomandoporencimadesucarga.

—Bueno;vámonos.Ylostresempezaronabajarlacolina.—Buenasuerte,donRoberto—dijoFernando,alpasardelantedeél,enfilaindia,

entrelosárboles.Fernandoestabaacurrucadonolejosdeallí;perohablabacongrandignidad.

—Buenasuerteparati,Fernando—deseóleRobertJordan.—Entodoloquehagas—dijoAgustín.—Gracias, don Roberto —dijo Fernando, sin molestarse por las palabras de

Agustín.—Eseesunfenómeno,inglés—susurróAgustín.—Loes—dijoRobertJordan—.¿Puedoayudarte?Vascargadocomounmulo.—Voybien—dijoAgustín—;pero,hombre,mealegrodequeestoempiece.—Hablabajo—dijoAnselmo—;desdeahora,hablapocoybajo.Descendieron por la cuesta con precaución. Anselmo a la cabeza y Agustín

detrás.Robert Jordan, que cerraba lamarcha, pisaba con cuidadopara no resbalar,sintiendoenlasueladecáñamodesusalpargataslasagujasdepino.Altropezarconunaraízextendiólamanoytocóelmetalfríodelcañóndelfusilautomáticoydelaspatas del trípode. Luego fueron bajando de costado, trazando con la suela de susalpargatassurcosenelbosque,alresbalar.Volvióatropezary,buscandoapoyoenlacorteza rugosa del tronco de un árbol, su mano encontró una incisión de la quechorreaba resina,y la retiró,pegajosa.Al fin remataroncon lapendienteabruptayarboladayllegaronalsitioporencimadelpuente,endondeRobertJordanyAnselmohabíanestadoobservandoelprimerdía.

Anselmosedetuvocercadeunpino,enlaoscuridad,cogióaRobertJordanporlamuñecaysusurróenvoztanbaja,queJordanapenassileoyó:

—Mira,tienenelbraseroencendido.Seveíaabajounpuntoluminosoporlaparteenqueelpuentedabaalacarretera.—Fueaquídondeestuvimosobservando—explicóAnselmo.Cogiódelamanoa

RobertJordanylallevóhastaeltroncodeunpino,paraqueobservaraunapequeñaincisión recientemente hecha—. Hice esa señal mientras tú mirabas el puente. Esaquí,aladerecha,dondetúqueríasponerlamáquina.

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—Lapondremosahí.—Bueno.DejaronenelsuelolacargayAgustínyRobertJordansiguieronaAnselmohasta

ellugarllanoendondeseelevabaungrupodepinospequeños.—Aquíes—dijoAnselmo—.Justamenteaquí.—Desde aquí, a la luz del día—susurró Robert Jordan a Agustín, escondido

detrásdelosárboles—,verásunpedazodecarreterayelaccesoalpuente.Verástodala extensión del puente y un pedazo pequeño de carretera del otro lado, antes dellugarendondelacarreterahaceunacurvaentornoaunaroca.

Agustínnorespondió.—Estarásaquí, tumbado,mientraspreparamos laexplosión,ydispararáscontra

cualquieraqueseacerque,tantodearribacomodeabajo.—¿Dedóndeesesaluz?—preguntóAgustín.—Es la de la garita del centinela del otro lado del puente —susurró Robert

Jordan.—¿Quiénseencargarádeloscentinelas?—Elviejoyyo,comotehedicho;perosinoesasí,túdisparassobrelasgaritasy

sobreellos,silograsverlos.—Yalosé.Yamelohasdicho.—Despuésdelaexplosión,cuandolagentedePablovengavolviendoelrecodo,

tendrásquedispararmuyalto,por encimade sucabeza, si sonperseguidos.Habráque disparar muy alto en cuanto los veas, para evitar que sean perseguidos. ¿Loentiendes?

—¿Cómono?Fueloquemedijisteanoche.—¿Noseteocurrenadaquepreguntarme?—No. Tengo dos sacos que puedo llenarlos de tierra ahí arriba, donde no me

vean,ytraerlosaquí.—Peronocavesporaquí.Tienesqueestarbienescondido,comoloestábamosel

otrodíaalláarriba.—Sí,losllenaréenlaoscuridad.Yaverás.Nosepodrávernadatalycomoyolos

disponga.—Estás muy cerca, ¿sabes? A la luz del día, este bosquecillo se ve muy bien

desdeabajo.—Notepreocupes,inglés.¿Adóndevastú?—Voyalláabajo,conmimáquinapequeña.Elviejoatravesarálagarganta,para

estarendisposicióndeocuparsedelagaritadelotroladodelpuente.Lagaritaquemiraenesadirección.

—Entonces,nadamás—dijoAgustín—.Salud,inglés.¿Tienestabaco?—Nopuedesfumar.Estásdemasiadocerca.

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—Noesparafumar.Sóloparatenerloenlaboca.Parafumardespués.RobertJordanletendiósupitillerayAgustíncogiótrescigarrillos,quepusoenla

vueltadesugorradepastor.Abrióeltrípodeycolocóelfusilametralladorenbateríaentre los pinos. Luego comenzó a deshacer a tientas sus paquetes y a disponer sucontenidoenellugarqueleparecíamásapropiado.

—Nadamás—dijo.AnselmoyRobertJordanseapartarondeélparavolverjuntoalasmochilas.—¿Dóndeconvendríadejarlas?—susurróRobertJordan.—Aquí, creo yo. Pero ¿estás seguro de que podrás acercarte al centinela y

acertarlecontupequeñamáquina?—¿Nofueaquíendondeestuvimoselotrodía?—En esemismo árbol—susurróAnselmo, en voz tan baja que apenasRobert

Jordan podía oírle. Sabía que hablaba sin mover los labios como había hecho elprimerdía—.Lehehechounaseñalconmicuchillo.

RobertJordanteníadenuevolasensacióndequetodoaquellohabíasucedidoya;peroahoralacausaeralarepeticióndeunapreguntaydelarespuestadeAnselmo.Había ocurrido lo mismo con Agustín, que había hecho una pregunta sobre loscentinelascuandodeantemanosabíalarespuesta.

—Es losuficientementecerca;quizádemasiadocerca—susurróJordan—.Perolaluzestáanuestraespaldayestaremosbien.Esperfecto.

—Entonces,meiréalotroladodelagargantaymecolocaréenposición—dijoAnselmo.Luegoañadió—:Perdóname,inglés.Paraquenohayaningúnerror.Porsimesientoestúpido.

—¿Quédices?—preguntóRobertJordanenvozmuybaja.—Repítemeunavezmásloquetengoquehacer.—Cuandoyodispare,disparas tú.Encuantoeliminesa tuhombre, atraviesael

puenteyreúneteconmigo.Yotendrélasmochilasalláabajoytúiráscolocandolascargasenlaformaqueyotediga.Teloiréexplicandotodoconlamayorclaridad.Sime sucediera algo, procederás en la forma que te he indicado ya. Harás las cosasdespacioybien,sujetandofirmementelascargaspormediodelascuñasdemaderayasegurandobienlasgranadas.

—Ahora, todoestá claro—dijoAnselmo—.Lo recordaré todo.Ahoramevoy.Mantentebiencubierto,inglés,cuandosehagadedía.

—Cuandodispares—siguiódiciendoRobertJordan—,apuntacuidadosamenteycon calma. No pienses en él como en un hombre, sino como en un blanco. ¿Deacuerdo?Nodisparesalbulto,sinoaunpuntodeterminado.Siestádecarahaciati,tratade tiraralcentrodelvientre.Siestávueltodeespaldas,apuntaalcentrode laespalda.Oye, viejo, si cuando yo dispare, tu hombre está sentado, se levantará uninstante,antesdeecharacorreroagazaparse.Dispáraleentonces.Sinose levanta,

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tírale igual.Noesperes.Pero asegurabien tupuntería.Acércate aunadistanciadecincuentametros.Erescazador,demodoquenotendrásningúnproblema.

—Loharécomomeordenes—contestóAnselmo.—Sí,asílomando—dijoRobertJordan.«Mealegrodehabermeacordadodedarleunaorden—sedijo—.Esoleayudará

yatenúasuresponsabilidad.Almenosesperoqueseaasí.Habíaolvidadoloquemedijoelprimerdíaapropósitodematar.»

—Esoesloqueordeno—repitió—.Yahora,vete.—Mevoy—dijoAnselmo—.Hastapronto,inglés.—Hastapronto,abuelo—dijoRobert.Seacordódesupadreen laestaciónyde lahumedaddeaqueladiósynodijo

salud,nihastaluego,nibuenasuerte,ninadaparecido.—¿Haslimpiadoelaceitedelcañóndetufusil,abuelo?—susurró—.¿Paraque

disparesindesviarse?—Enlacuevaloslimpiétodosconlabaqueta—repusoAnselmo.—Entonces, hasta pronto—dijo Robert Jordan. Y el viejo se alejó sin ruido,

deslizándoseconsusalpargatasporentrelosárboles.Robert Jordan estaba tendido sobre las agujas de pino que cubrían el bosque,

espiando el primer estremecimiento de la brisa, que agitaría las ramas con el día.Sacó el cargador de la ametralladora y jugó con el cerrojo atrás y adelante.Luegovolvióelarmahaciaélyenlaoscuridadsellevóelcañónaloslabiosysoplódentro;sintióel saboragrasadelmetalalapoyarsu lenguaen losbordes.Apoyósuarmacontra el antebrazo, con el almacénpuestode formaqueninguna aguja depinoniningunaramitapenetraseenél;sacótodaslasbalasdelcargadorconeldedopulgarylasdepositósobreunpañueloquehabíaextendidoenelsuelo.Palpandocadaunadelasbalas en laoscuridad,volvió ameterlas, una trasotra, en el cargador.Sentía elpesodelcargadorensumano;lometióenelarmayloajustóensulugar.Setumbódebrucesdetrásdeltroncodeunpino,conelarmadetravés,ensubrazoizquierdo,ymiróelpuntoluminosoquesedivisabaabajo.Enalgunosmomentosdejabadeverlo,cuandoelcentinelasedeteníajuntoalbrasero.RobertJordan,tumbadoallí,aguardóaquesehicieradedía.

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CapítuloXLII

MIENTRAS PABLO VOLVÍA A LA CUEVA, después de haber recorrido los montes, y labanda descendía hasta el lugar en donde habían dejado los caballos,Andrés habíahecho rápidos progresos hacia el CuartelGeneral deGolz.Al llegar a la carreterageneral deNavacerrada, por donde descendían los camiones, se tropezaron con uncontrol. CuandoGómez exhibió el salvoconducto del teniente coronelMiranda, elcentinelaloleyóalaluzdeunalinterna,selodioaotrohombrequeestabaconélparaquelomirase,selodevolvióysaludó:

—Siga—dijo—;peroapaguelasluces.Lamotocicletarugiónuevamente;Andrésvolvióaaferrarsealasientoysiguieron

alolargodelacarreterageneralmanejándoseGómezhábilmenteentreloscamiones.Ningunodeloscamionesllevabaluces;eraunconvoyinterminable.Habíatambiéncamiones cargadosque subían carretera arribayque levantabanunapolvaredaqueAndrésnopodíaverenlaoscuridad,aunquesentíaquelegolpeabaelrostroypodíahaberhincadoenellalosdientes.

LlegaronjuntoalatraseradeuncamiónylamotocicletatamboreóunosinstanteshastaqueGómezlaaceleró,dejandoatrásalcamiónyaotro,yotro,yotroyotrosmás,mientrasa su izquierda seguía rugiendo la filadecamionesquevolvíande laSierra. Detrás de ellos se encontraba un automóvil rasgando el ruido y el polvoproducidos por los camiones con sus insistentes bocinazos. Encendió y apagó losfaros varias veces, iluminando la nube de polvo amarillento, y se lanzó adelante,entre el chirrido de los engranajes forzados por la aceleración y el conciertodiscordantedesubocinaamenazadora.

Másadelanteel tráfico sehabíadetenidoy lamotocicleta fuedejandoatrás loscamiones,lasambulancias,loscochesdelEstadoMayoryloscarrosblindados,queparecíanpesadastortugasdemetalerizadasdecañonesenmediodelpolvoqueaúnnohabía llegadoaposarse,hastaque llegaronaotrocontrol,que seencontrabaendondesehabíaproducidolacolisión.Uncamiónnohabíavistodetenersealcamiónque iba delante de él y había chocado con él, destrozando su parte posterior ydesparramando por la carretera las cajas de municiones para armas ligeras queformabansucargamento.Unacajasehabíarotoalcaer,ycuandoGómezyAndrésdescendieron haciendo rodar su motocicleta delante de ellos, entre los vehículosinmovilizados,paraenseñarsussalvoconductos,Andréspisólosestuchesdecobredelosmillaresdecartuchosesparcidosporelpolvo.Elsegundocamiónteníaelradiadorcompletamenteaplastado.Elsiguienteestabapegadoalapuertatraseradelanterior.Uncentenarmás sehabíanquedado inmovilizadosdetrásyunoficial, calzadoconbotasaltas,corríaremontandolafilaygritandoalosconductoresqueretrocediesen

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paraquepudieransacardelacarreteraelcamiónaplastado.Habíademasiadoscamionesparaqueellofueseposibleypudieranretrocederlos

conductores, amenosqueeloficial no llegase al finalde la fila, quenocesabadealargarse,yqueleimpedíaavanzar.Andrésleviocorrer,tropezando,consulinternaeléctrica,gritando,blasfemando,mientrasloscamionesseguíanllegando.

Loshombresdelcontrolnoqueríandevolverleel salvoconducto.Erandos,consusfusilesalhombro,ygritandotambién.Elquellevabaelsalvoconductoenlamanoatravesó la carretera para acercarse a un camión que bajaba y pedirle que fuese alpróximocontrol,afindequesedieraordendereteneratodosloscamioneshastaquepudieradespejarseelembotellamiento.Elconductordelcamiónescuchóloqueseledecía y prosiguió su camino. Luego, siempre con el salvoconducto en lamano, elhombre del control volvió a gritar al conductor del camión cuya carga se habíadesparramado.

—Dejaesoyavanza,poramordeDios,paraquepodamosquitartodoeso.—Tengorotalatransmisión—explicóelconductor,inclinadosobrelatraserade

sucamión.—Mecagoentutransmisión.Adelante,tehedicho.—No se puede andar con una transmisión rota —dijo el conductor, siempre

inclinadosobrelaparteposteriordelcamión.—Entonces,queteremolquenparaquepodamossacardelcamiónesaporquería.Elconductorlelanzóunamiradafuriosamientraselhombredelcontrolenfocaba

consulinternaeléctricalapartetraseradelcamión.—Adelante.Adelante—gritaba,llevandoelsalvoconductoenlamano.—¿Y mi salvoconducto? —preguntó Gómez—. Mi salvoconducto. Tenemos

prisa.—Vetealdiablocontusalvoconducto—dijoelhombre.Selotendióyatravesóla

carreteracorriendo,paradetenerauncamiónquedescendía.—Dalavueltaalllegaralcruceyponteenposiciónpararemolcaraestecamión

averiado—dijoalconductor.—Misórdenesson...—Mecagoentusórdenes.Hazloquetehedicho.Elconductorpusoenmarchaelvehículoysiguiócarreteraadelante,perdiéndose

devista.Mientras Gómez ponía en marcha su motocicleta y avanzaba por la carretera,

despejada en un largo trecho una vez rebasado el lugar de la colisión, Andrés,agarrado de nuevo a su asiento, pudo ver al hombre del control, que detenía otrovehículo,yalconductor,quesacabalacabezadelacabinaparaoírloqueledecía.

Corría rápidamente, devorando la carretera, que ascendía regularmente hacia laSierra. Toda la circulación en el mismo sentido que llevaban ellos había quedado

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inmovilizadaenelcontrolysólopasabanloscamionesquedescendían,quepasabanyseguíanpasandoasuizquierda,mientraslamotocicletasubíarápidayregularmentehastaquealcanzólacolumnadevehículosquehabíapodidopasarelcontrolantesdelaccidente.

Siempreconlaslucesapagadas,rebasaroncuatroautomóvilesblindadosyluegouna larga fila de camiones cargados de tropas.Los soldados iban silenciosos en laoscuridad.AlprincipioAndréssólosentíasupresenciaporencimadeél,enloaltodelos camiones a travésdel polvo.Luegoun cochedelEstadoMayor intentó abrirsepaso haciendo sonar su bocina y encendiendo y apagando los faros en rápidasucesión,yAndrésvioa la luzdeéstosa lossoldadosconloscascosdemetal, losfusiles enhiestos y las ametralladoras, apuntando hacia el cielo sombrío, recortarsenítidamenteenlanocheparavolverdenuevoadesaparecercuandolaslucesdelosfarosseapagaban.Hubounmomento,alpasarcercadeuncamióndesoldados,enque pudo ver su rostro triste e inmóvil a la súbita luz. Bajo los cascos de metal,viajandoenlaoscuridadhaciaalgoquesólosabíanqueeraunataque,cadaunodeaquellosrostros ibacontraídoporunapreocupaciónparticular,y la luz losrevelabatal y comoeran, deunmodocomonohubiesen aparecido a la luzdel día, porquehubierantenidomiedodemostrarseasílosunosalosotros,hastaelmomentoenqueelbombardeooelataquecomenzasenynadiepensarayamásenlacaraqueteníaqueponer.

Al pasarAndrés por delante de ellos, camión tras camión, conGómez siemprehábilmente delante del coche del EstadoMayor, no se hizo semejantes reflexionessobre aquellas caras. Pensaba solamente: «¡Qué ejército! ¡Qué equipo! ¡Quémotorización! ¡Vaya gente! Míralos. Ese es el ejército de la República. Míralos,camióntrascamión.Todosconelmismouniforme.Todosconcascodemetalenlacabeza.Miraesasmáquinasapuntandopara recibira losaviones.Miraquéejércitohanorganizado.»

Y la motocicleta pasaba ante los altos camiones grises, repletos de soldados,camiones grises de cabinas cuadradas, de feos motores cuadrados, ascendiendoregularmenteporlacarretera,entreelpolvoylaluzintermitentedelcochedelEstadoMayor que seguía. La estrella roja del ejército aparecía al resplandor de los focoscuando éstos alumbraban la parte trasera de los camiones, o se dejaba ver en losflancos polvorientos, cuando la luz los barría, y los camiones rodaban, ascendíanregularmente en el aire, que se hacía cada vez más frío por la carretera, que seretorcíayzigzagueaba,resoplandoygruñendo,algunosdespidiendohumoalaluzdelos faros. La moto subía también con esfuerzo. Y Andrés, agarrado al asiento,pensabamientrasascendíaqueaquelviajeenmotoeramucho,mucho.Nohabíaidoenmoto nunca hasta entonces, y ascendía por lamontaña enmedio de todo aquelmovimientoqueseencaminabaalataque,yalsubirsedabacuentadequeyanoera

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cosadepreguntarsesillegaríaatiempoparaocuparlospuestos.Enaqueltráfagoyaquellaconfusión,podría tenerseporhombreafortunadosiestabaderegresoaldíasiguienteporlanoche.Nohabíavistonuncaunaofensivanilospreparativosdeunaofensiva, y mientras subían por la carretera, se maravillaba de la potencia y deltamañodeaquelejércitoquehabíacreadolaRepública.

Corrían por una carretera que iba ascendiendo rápidamente por el flanco de lamontaña y, al acercarse a la cima, la pendiente se hizo tan abrupta queGómez lepidióquesebajasedelamoto,yjuntoslaempujaronhastaelfinal.Alaizquierda,nadamáspasarelpuntomásalto,habíaunacurvaendondeloscochespodíandarlavueltaycambiardedirecciónyseveíanlucesparpadeantesanteungranedificiodepiedraqueselevantaba,grandeyoscuro,contraelcielonocturno.

—Vamos a preguntar dónde está el Cuartel General —dijo Gómez a Andrés.Empujaronlamotohastallegaradondeestabanlosdoscentinelasapostadosdelantede la puerta cerrada del gran edificio de piedra. Gómez estaba apoyando ya lamotocicletacontraelmurocuandounmotociclistaconchaquetóndecueroseperfilóen el recuadro de una puerta que daba acceso al interior luminoso del edificio.Llevabaunacarteraalhombroyunmáusergolpeándolelacadera.Cuandolapuertasevolvióacerrar,elhombrebuscósumotoenlaoscuridad,alladodelaentrada,laempujóhastaponerlaenmarchaysaliózumbandocarreteraabajo.

Gómezseacercóalapuertaysedirigióaunodeloscentinelas.—CapitánGómez,dela65brigada—dijo—.¿Puedesdecirmedóndeencontraré

elCuartelGeneraldelgeneralGolz,comandantedela35división?—Aquínoes—dijoelcentinela.—¿Quéesesto?—Lacomandancia.—¿Quécomandancia?—Pueslacomandancia.—¿Lacomandanciadequé?—¿Quiéneres túparahacer tantaspreguntas?—preguntóelcentinelaaGómez

enlaoscuridad.Allí, en lo altodel puerto, el cielo estabamuyclaroy sembradode estrellas, y

Andrés,yaquehabíasalidode lapolvareda,podíaverclaramenteen lanoche.Pordebajo de ellos, donde la carretera torcía a la derecha, Andrés podía discernirclaramente la silueta de los camiones y de los coches que circulaban dibujándosecontraelhorizonte.

—SoyelcapitánRogelioGómez,delprimerbatallóndela65brigadaypreguntodóndeestáelCuartelGeneraldelgeneralGolz—dijoGómez.

Elcentinelaentreabriólapuerta.—Llamadalcabodeguardia—gritóhaciaelinterior.

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Enesemomento,ungranautomóvildelEstadoMayordiolavueltaalacurvaysedirigióhaciaelgranedificiodepiedra,anteelcualaguardabanAndrésyGómezaqueaparecieseelcabodeguardia.Elcocheseacercóysedetuvoantelapuerta.

Unhombregrande,viejo,pesado,conunagranboinacaquicomolaque llevanloschasseursàpieddelejércitofrancés,conunabrigogris,unmapaenlamanoyunapistolasujetaalrededordesuabrigoporunacorrea,saliódelasientoposteriordelcoche, acompañado de otros dos hombres con uniforme de las BrigadasInternacionales.

Elviejohablóenfrancésconsuchófer,ordenándolequeseapartasedelapuertayllevaraelcochealrefugio.Andrésnoentendíaelfrancés,peroGómez,quehabíasidobarbero,sabíaalgunaspalabras.

Al acercarse a la puerta, con los otros dos oficiales, Gómez vio su rostroclaramenteal ser iluminadoy le reconoció.Lehabíavistoen reunionespolíticasyhabíaleídoconfrecuenciaartículossuyostraducidosdelfrancésenMundoObrero.Reconociólaspobladascejas, losojosgrisesacuosos,elmentónyladoblepapada,como pertenecientes a una de las primeras figuras de los grandes revolucionariosmodernos de Francia; era el hombre que había encabezado el motín de la flotafrancesaenelMarNegro.Gómezconocíalaaltasituaciónpolíticaqueocupabaaquelhombre en las Brigadas Internacionales y sabía que tal persona tenía que conocerdónde se encontraba el CuartelGeneral deGolz y podía encaminarlos. Lo que nosabíaeraenloqueaquelhombresehabíaconvertidoconeltiempo,lasdesilusiones,lasamargurasdomésticasypolíticasylaambicióndefraudada,yquedirigirseaéleraunadelascosasmáspeligrosasquepodíanhacerse.Ignorandotodoesto,sedirigióhaciaelhombre,lesaludó,levantandoelpuño,ydijo:

—CamaradaMarty,somosportadoresdeunmensajeparaelgeneralGolz.¿PuedeustedindicarnossuCuartelGeneral?Esurgente.

Elanciano,grandeypesado,miróaGómezinclinandolacabezayescrutándolecontodalaatencióndesusojosacuosos.Inclusoenelfrente,alaluzdeunabombillaeléctricadesnudaycuandoacababadehacerunviajeencochedescubiertoyenunanoche fresca, su rostrogris tenía airededecrepitud.Su caraparecíamodelada conesosdesechosqueseencuentrandebajodelaspatasdelosleonesmuyviejos.

—¿Tienesqué,camarada?—preguntóaGómez.Hablabaelespañolconunfuerteacentocatalán.EchóunamiradadereojoaAndrésyvolvióafijarlavistaenGómez.

—UnmensajeparaelgeneralGolz,quetengoqueentregarensuCuartelGeneral,camarada.

—¿Dedóndeprocedeeso,camarada?—Demásalládelaslíneasfascistas—dijoGómez.AndréMarty extendió lamano para tomar elmensaje y los otros papeles. Les

echóunaojeadayselosguardóenelbolsillo.

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—Detened a los dos —dijo al cabo de guardia—; registradlos y traédmeloscuandoyoloordene.

Conelmensajeenelbolsillo,elancianopenetróenelinteriordelgranedificiodepiedra.

EnelcuartodeguardiaGómezyAndrésfueronregistrados.—¿Quélepasaaesehombre?—preguntóGómezaunodelosguardias.—Estáloco—dijoelguardia.—No; es una figura políticamuy importante—dijoGómez—.Es el comisario

supremodelasBrigadasInternacionales.—Apesardeeso,estáloco—insistióelcabo—.¿Quéhacíaisdetrásdelaslíneas

fascistas?—Estecamaradaesunguerrillerodeporallí—dijoGómez,mientraselhombre

le registraba—.TraeunmensajeparaelgeneralGolz.Tenmuchocuidadoconmispapeles.Guárdamebien el dinero, y esa bala, atada con un hilo; es demi primeraheridaenelGuadarrama.

—Notepreocupes—contestóelcabo—;todoseguardaráenestecajón.¿PorquénomepreguntasteamídóndeestabaGolz?

—Quisimoshacerlo.Preguntéalcentinelayéltellamó.—Perollegóellocoylepreguntasteisaél.Nadiedebierapreguntarlenada.Está

loco.TuGolzestáatreskilómetrosdeaquí,aladerechadeestospeñascos,enloaltodelacarretera.

—¿Nopodríasdejarquenosfuéramos?—No.Mevalacabeza.Tengoqueconducirosapresenciadelloco.Yademás,él

tienetumensaje.—Pero¿nopodríasavisaraalguien?—Sí—dijoel cabo—;se lodiré alprimer responsablequeme tropiece.Todos

sabenqueestáloco.—Siemprelehabíatenidoporunagranfigura—comentóGómez—.Porunade

lasgloriasdeFrancia.—Puedequeseaunagloriaytodoloquetúquieras—dijoelcabo,poniendouna

mano sobre el hombro de Andrés—; pero está más loco que una cabra. Tiene lamaníadefusilaralagente.

—¿Fusilarlos?¿Enserio?—Como lo oyes—dijo el cabo—. Ese viejomatamás que la peste bubónica.

Peronomataalosfascistas,comohacemosnosotros.¡Quéva!Nienbroma.Mataabichosraros.Trotskistas,desviacionistas,todaclasedebichosraros.

Andrésnocomprendíanadadeaquello.—CuandoestábamosenElEscorialfusilamosnosécuantostiposporordensuya

—dijoelcabo—.Siemprenostocóanosotrosfusilar.LosdelasBrigadasnoquerían

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fusilar a sus hombres, sobre todo, los franceses. Para evitar dificultades, siemprefusilábamosnosotros.Nosotrosfusilábamosalosfranceses.Nosotrosfusilábamosalos belgas. Nosotros fusilábamos a otros de distintas nacionalidades. De todas lasclases.Tiene lamaníade fusilargente.Siempreporcuestionespolíticas.Está loco.Purificamásqueelsalvarsán.

—Pero¿hablarásaalguiendeesemensaje?—Sí, hombre. Sin ninguna duda. Los conozco a todos en estas dos brigadas.

Todos pasan por aquí. Conozco incluso a los rusos, aunque no hay muchos quehablenespañol.Impediremosaeselocoquefusilealosespañoles.

—Pero¿yelmensaje?—El mensaje también; no te preocupes, camarada. Sabemos cómo hay que

gastarlasconese loco.Noespeligrosomásqueconsuscompatriotas.Ahoraya leconocemos.

—Traedalosdosdetenidos—dijolavozdeAndréMarty.—¿Queréisecharuntrago?—preguntóelcabo.—¿Cómono?Elcabocogiódeunarmariounabotelladeanís,yGómezyAndrésbebieron.El

cabotambién.Secóselabocaconeldorsodelamano.—Vámonos—dijo.Salierondelcuartodeguardiaconlabocaardiendoporefectodelanísquehabían

tomado entrecortadamente, con la tripa y el espíritu templados; atravesaron elvestíbuloypenetraronenlahabitacióndondeMartyseencontrabasentadoanteunalargamesa,conunmapaextendidodelantedeélysosteniendoenlamanounlápizrojoyazul,conelquejugabaageneral.ParaAndrés,aquellonoerasinounincidentemás.Habíahabidomuchosaquellanoche.Erasiempreasí.Siseteníanlospapelesenregla y la conciencia limpia, no se corría peligro.Acababan por soltar a uno y seproseguía el camino. Pero el inglés había dicho que se dieran prisa. Sabía que novolvería a tiempopara lodelpuente;pero teníaqueentregarundespacho,y aquelviejodetrásdelamesaloguardabaensubolsillo.

—Deteneosahí—ordenóMarty,sinlevantarsusojos.—Escucha,camaradaMarty—comenzóadecirGómez,fortificadasucólerapor

losefectosdelanís—;yahemossidoestorbadosunavezestanocheporlaignoranciadelosanarquistas.Luego,porlaperezadeunburócratafascista.Yahoraloestamossiendoporladesconfianzadeuncomunista.

—Cállate—dijoMarty,sinmirarle—.Noestamosenunareuniónpública.—CamaradaMarty,setratadeunasuntomuyurgente—insistióGómez—,yde

lamayorimportancia.El cabo y el soldado que los escoltaban seguían con el más vivo interés la

conversación, como si estuvieran presenciando una obra cuyos lancesmás felices,

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aunquevistosyamuchasveces,saboreabancondeleiteporanticipado.—Todo es de la mayor urgencia —dijo Marty—. Todas las cosas tienen

importancia. —Levantó la vista hacia ellos, con el lápiz en la mano.— ¿Cómosupisteis que Golz estaba aquí? ¿Os dais cuenta de la gravedad que supone elpreguntarporungeneralantesdeiniciarseunataque?¿Cómopudisteissaberqueesegeneralestaríaaquí?

—Cuéntaselotú—dijoGómezaAndrés.—Camaradageneral—empezóadecirAndrés.AndréMartynocorrigióelerror

degrado—.Esepaquetemelodieronalotroladodelaslíneas.—¿Alotro ladode las líneas?—preguntóMarty—.¡Ah,sí!,yaosoídecirque

veníaisdelaslíneasfascistas.—Me lo dio un inglés llamado Roberto, camarada general, que vino como

dinamiteroparalodelpuente.¿Entiendes?—Continúacon tucuento—dijoMarty,usando lapalabracuentoparaexpresar

mentira,falsedadoinvención.—Bueno,camaradageneral,elinglésmeordenóqueatodaprisaselotrajeraal

generalGolz, que va a lanzar una ofensiva por estasmontañas.Y lo único que tepedimos es podérselo llevar con toda la rapidez posible, si no tiene ningúninconvenienteelcamaradageneral.

Martyvolvióasacudirlacabeza.MirabaaAndrés,peronoleveía.Golz, pensaba con una mezcla de horror y de satisfacción; esa mezcla que es

capaz de experimentar un hombre al saber que su peor rival ha muerto en unaccidente de coche particularmente atroz, o que una persona que odiaba, y cuyaprobidadnosepusonuncaenduda,acababadeseracusadadedesfalco.QueGolzfuese tambiénunodeellos...QueGolzmantuviera relaciones tanevidentescon losfascistas...Golz,aquienélconocíadesdehacíamásdeveinteaños.Golz,quehabíacapturado el tren de oro aquel invierno conLucacz en Siberia.Golz, que se habíabatidocontraKolchakyenPolonia.YenelCáucaso,yenChina.Yaquí,desdeelprimerodeoctubre.PerohabíasidoíntimodeTukhachevsky.DeVorochilovtambién,ciertamente. Pero fue íntimo de Tukhachevsky. ¿Y de quién más? Aquí lo era deKarkov, desde luego. Y de Lucacz. Pero todos los húngaros eran intrigantes. ÉldetestabaaGall.«Acuérdatedeeso.Anótalo.»GolzhabíadetestadosiempreaGall.PerososteníaaPutz.«Acuérdatedeeso.YDuvalessujefedeEstadoMayor.Fíjateenloquehaydetrásdetodoeso.SelehaoídodecirqueCopieeraunimbécil.Esoesalgodefinitivo.Esoesalgoquecuenta.Yahora,esemensajeprocedentedelaslíneasfascistas.»Solamentecortandolasramaspodridaspodríaconservarseelárbolsanoyvigoroso.Eranecesarioquelapodredumbrequedaraaldescubiertoparaquepudieraserdestruida.PeroquetuvieraqueserGolz...QuefueraGolzunodelostraidores...Sabíaquenoeraposibleconfiarennadie.Ennadie.Nunca.Nienlapropiamujer.Ni

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enelhermano.Nienelmásviejocamarada.Ennadie.Nunca.—Lleváoslosyvigiladlos.—Elcaboyelsoldadosecruzaronunamirada.Para

serunaentrevistaconMarty,habíasidopocoruidosa.—CamaradaMarty—dijoGómez—,noprocedascomoundemente.Escúchame

a mí, un oficial leal, un camarada. Ese mensaje tiene que ser entregado. Estecamaradalohatraídoatravesandolas líneasfascistasparaentregárseloalcamaradageneralGolz.

—Lleváoslos—ordenóMarty al centinela, expresándose congran dulzura.Loscompadecía como seres humanos aunque fuese necesario liquidarlos. Pero era latragedia de Golz lo que le obsesionaba. Que tuviera que ser Golz, pensaba. EraprecisollevarenseguidaelmensajefascistaaVarloff.No,seríamejorqueélmismoseloentregaraaGolzyleobservaraensureacción.¿CómoestarsegurodeVarloff,si Golz mismo era uno de ellos? No. Era un asunto que requería grandesprecauciones.

AndréssedirigióaGómez.—¿Creesquenovaaenviarelmensaje?—preguntó,sinacabardecreerlo.—¿Noloestásviendo?—dijoGómez.—Mecagoensuputamadre—dijoAndrés—.Estáloco.—Sí—asintióGómez—;estáloco.Estásloco.¿Meoyes?Loco—gritóaMarty,

queestabadeespaldasaellos,inclinadosobreelmapa,esgrimiendosulápizrojoyazul—.¿Meoyes,locoasesino?

—Lleváoslos—volvióadecirMarty—.Sucabezaestádesquiciadabajoelpesodesuenormeculpa.

Aquélla era una frase que al cabo le resultaba familiar. La había oído ya otrasveces.

—Loco.Asesino—gritabaGómez.—Hijodelagranputa—gritabaAndrés—.Loco.Laestupidezdeaquelhombre le exasperaba.Si eraun loco,que le encerrasen,

que lequitaranelmensajedelbolsillo.Aldiabloconaquel loco.La furiaespañolaempezabaamanifestarse,sobreponiéndoseasumaneradesercalmosayasuhumorafable.Unpocomás,ylecegaría.

Marty, con los ojos fijos en elmapa,movió tristemente la cabezamientras losguardiashacíansaliraGómezyaAndrés.Losguardiassedivirtieronaloírcómoleinsultaban; pero, en conjunto, la representación había resultado floja.Habían vistootrasmuchomejores.AAndréMartynoleimportabanlasinjurias.Muchoshombresle habíanmaldecido, al fin y al cabo. Sentía piedad de todos, sinceramente, comosereshumanos.Eraalgoqueserepetíaamenudoyeraunadelaspocasideassanasquelequedabanyquefuerarealmentesuya.

Siguiósentadoallí,conlosojosfijosenelmapa,haciaelqueapuntabantambién

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lasguíasdesusbigotes;aquelmapaquenocomprenderíanunca,conloscírculosdecolorcastañofinoscomolateladeunaaraña.Podíadiscernirlascimasylosvalles,peronocomprendíaenabsolutoporquéeraprecisoelegiresacimaoaquelvalle.EnelEstadoMayor,donde,graciasalrégimendeloscomisariospolíticos,teníaderechoa intervenir, sabía poner el dedo sobre tal o cual lugar numerado, rodeado de uncírculo castaño, en medio de las manchas verdes de los bosques, cortado por laslíneasdelascarreterasquecorríanparalelasalaslíneassinuosasdelosríos,ydecir:«Aquí.Esteeselpuntovulnerable.»

GallyCopie,queeran losdospolíticosyhombresambiciosos,asentíany,mástarde,hombresquenuncahabíanvistoelmapa,yaquieneshabíandichoelnúmerodelacotaantesdesalir,treparíanporlasladerasenbuscadesumuerte,amenosque,detenidos por el fuego de las ametralladoras ocultas entre los olivares no laalcanzasen jamás.Podía sucederasimismoqueenotros frentes trepasen fácilmentepara descubrir que no habíanmejorado en nada su posición anterior. Pero cuandoMartyponíaeldedosobreelmapaenelEstadoMayordeGolz,losmúsculosdelamandíbula del general de cráneo lleno de cicatrices y rostro blanco se crispaban,mientras se decía para sí: «Debiera matarte, AndréMarty, antes de consentir quepusieras tu inmundo dedo sobre uno de mis mapas. Maldito seas por todos loshombresquehashechomorirmezclándoteencosasquenoconocías.Malditoseaeldíaenquesediotunombrealafábricadetractores,alasaldeas,alascooperativas,convirtiéndoteenunsímboloalqueyonopuedotocar.Veteaotraparteasospechar,aexhortar,aintervenir,adenunciaryaasesinar,ydejaenpazmiEstadoMayor.»

Pero en lugar de decir eso, Golz se limitaba a apartarse de la inmensa moleinclinadasobreelmapaconeldedoextendido,losojosacuosos,elmostachodeunblanco grisáceo, y el aliento fétido, y decía: «Sí, camarada Marty; comprendo tupuntodevista;peronoestá enteramente justificadoynoestoydeacuerdo.Puedespasar sobre mi cadáver, si lo prefieres. Sí, puedes convertirlo en una cuestión departido,comodices.Peronoestoydeacuerdo.»

Así, pues, André Marty seguía en aquellos momentos sentado, estudiando sumapa,extendidosobrelamesa,alaluzcrudadeunabombillaeléctricasinpantallasuspendida por encima de su cabeza y, consultando las copias de las órdenes deataque, trataba de buscar el lugar lentamente, cuidadosa y laboriosamente sobre elmapa como un joven oficial que tratara de resolver un problema en un cursopreparatoriodeEstadoMayor.

Hacía la guerra. Con su pensamiento mandaba las tropas; tenía derecho aintervenirypensabaqueesederechoeraunmandoSeguíasentadoallí,conlacartadeRobert Jordan aGolz en el bolsillo,mientrasGómez yAndrés esperaban en elcuarto de guardia y Robert Jordan estaba tumbado en el bosque, más arriba delpuente.

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EsmásquedudosoquelamisióndeAndréshubieraconcluidodeformadistintasihubieranpodidoseguirsucaminoGómezyélsinlosestorbosimpuestosporAndréMarty.Nohabíanadieenelfrenteconautoridadbastanteparasuspenderelataque.Elmecanismosehabíapuestoenmovimientodesdehacíademasiadotiempoparaquesepudiera detener de golpe. En las operacionesmilitares, cualesquiera que sean, haysiempremucha inercia. Pero una vez que esa inercia ha sido sobrepasada y que elmecanismosehapuestoenmarcha,estandifícildetenerlocomodesencadenarlo.

Aquella noche, el anciano, con su boina echada sobre los ojos, permanecíasentado ante la mesa mirando el mapa cuando la puerta se abrió y Karkov, elperiodistaruso,entróacompañadodeotrosdosrusos,vestidosdepaisanos,congorraychaquetadecuero.Elcabodeguardialamentótenerquecerrarlapuertadetrásdeellos. Karkov había sido el primer hombre de solvencia con quien había podidocomunicarse.

—TovarichMarty—dijoKarkovconsuexpresióncortésydesdeñosa,mostrandoalsonreírsumaladentadura.

Martyseincorporó.NolegustabaKarkov;perocomoKarkoveraunenviadodePravda y estaba en relación directa con Stalin, era uno de los tres hombres másimportantesdeEspañaporentonces.

—TovarichKarkov—contestó.—¿Estás preparando la ofensiva?—preguntó insolentemente Karkov, haciendo

ungestohaciaelmapa.—Laestoyestudiando—respondióMarty.—¿Eres tú el encargado de dirigirla, o es Golz?—siguió inquiriendo Karkov

suavemente.—Nosoymásqueunsimplecomisario,comosabes—dijoMarty.—No—repusoKarkov—;eresmuymodesto.Eresunverdaderogeneral.Tienes

tumapaytusprismáticos.¿Nohassidoalmirantealgunavez,camaradaMarty?—Fuicondestableartillero—contestóMarty.Eraunamentira.Enrealidad,fuepañolerodeproacuandoseamotinólaarmada.Perolegustaba

figurarsequehabíasidocondestableartillero.—¡Ah!, creía que habías sido pañolero de primera—dijo Karkov—. Siempre

tengolosdatosequivocados.Espropiodeperiodistas.Losotrosdos rusosno tomaronparte en la conversación.Mirabanelmapapor

encimadelhombrodeMartyydevezencuandocambiabanalgunaqueotrapalabraensu lengua.MartyyKarkov,despuésde losprimerossaludos,sehabíanpuestoahablarenfrancés.

—EsmejorquetuserroresnolleguenaPravda—dijoMarty.Lo dijo bruscamente, tratando de recobrar el aplomo. Karkov le deprimía. La

palabra francesa es dégonfler, y Karkov le deprimía y le irritaba. Cuando Karkov

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hablaba, le costaba trabajo recordar su propia importancia dentro del partido. Lecostaba trabajo recordar que era también intocable. Karkov parecía que le tocasesiempre ligeramente, con suavesbotonazos, aunquepodía tocarle todo loque se leantojara.Ahora,Karkovdecía:

—LocorrijoporlogeneralantesdeenviarnadaaPravda.TengomuchocuidadoconPravda.Dime, camaradaMarty, ¿has oído hablar de unmensaje paraGolz deuno de nuestros grupos de guerrilleros que opera cerca de Segovia? Hay allí uncamarada norteamericano, llamado Jordan, de quien debiéramos tener noticias. Senoshadichoquehahabidocombatesdetrásdelaslíneasfascistas.NuestrocamaradahadebidodeenviarunmensajeaGolz.

—¿Un norteamericano? —preguntó Marty. Andrés había dicho un inglés. Demanera que era él quien estaba equivocado. Pero ¿por qué habían ido a buscarleaquellosidiotas?

—Así es—dijoKarkov,mirándole condesdén—;un jovennorteamericano,nomuydesarrolladopolíticamente;peroqueseentiendemuybienconlosespañolesytieneunexpedientemuybuenocomoguerrillero.Entrégameeldespacho,camaradaMarty.Yahasidodetenidobastantetiempo.

—¿Quédespacho?—preguntóMarty.Eraunapreguntaestúpida,ylosabía.Peronoeracapazdeconfesartandeprisa

que se había equivocado, e hizo la pregunta aunque sólo fuese para retrasar aquelmomentodehumillación.

—EldespachodeljovenJordanparaGolzqueestáentubolsillo—dijoKarkovatravésdesumaladentadura.

AndréMartysemetiólamanoenelbolsillo,sacóelmensajeylopusosobrelamesa,mirandoaKarkovdirectamentealosojos.Muybien,sehabíaequivocadoynohabía nadaque se pudiera hacer para remediarlo; pero no estaba dispuesto a sufrirningunahumillación.

—Yelsalvoconductotambién—insistióKarkovsuavemente.Martypusoelsalvoconductoalladodeldespacho.—Camaradacabo—llamóKarkovenespañol.El cabo abrió la puerta y entró en la habitación.Echóuna rápidamirada hacia

Marty, que le devolvió lamirada como un viejo jabalí acosado por los perros.Nohabía en su rostro huellas de miedo ni de humillación. Estaba sencillamenteencolerizadoyhabíasidoacorraladoprovisionalmente.Sabíaqueaquellosperrosnoseharíanjamásconél.

—Entrégales esos documentos a esos dos camaradas del cuarto de guardia eindícaleselcaminoparallegaralCuartelGeneraldeGolz—dijoKarkov—.Yahanestadodetenidosdemasiadotiempo.

ElcabosalióyMartylesiguióconlamirada,volviéndoladespuéshaciaKarkov.

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—Tovarich Marty —dijo Karkov—, voy a averiguar hasta qué punto eresintocable.

Martylemiródefrenteynodijonada.—Nohagasplanessobreloquevasahacerconelcabo—prosiguióKarkov—.

Nofueelcaboquienmehabló.Via losdoshombresenelcuartodeguardiaymehablaronellos.—Eraunamentira.—Siemprequieroquelagentesedirijaamí.—Aquello era verdad, aunque fue el cabo quien le habló. Pero Karkov creía en losbeneficiosquepodíansacarsedesuaccesibilidadyenlasposibilidadesdehumanizarlas cosas por una intervención benévola.Era la única cosa en la que no era nuncacínico—.YasabesquecuandoestoyenlaU.R.S.S.lasgentesmeescribenaPravdasi se comete una injusticia en una aldea delAzerbayán. ¿Lo sabías? «El camaradaKarkovnosayudará»,sedicen.

AndréMarty lemirósinquesurostroexpresaramásquecóleraydisgusto.Notenía en sumente otra ideamás que la de queKarkovhabía hecho algo contra él.Muybien.Pormuchopoderquetuviera,Karkovtendríaqueestaralertaenadelante.

—Hayalgomás—continuóKarkov—,aunquesiempresetratadelomismo.Espreciso que descubra hasta qué punto eres intocable, camaradaMarty.Me gustaríasabersinoesposiblecambiarelnombredeesafábricadetractores.

AndréMartyapartólosojosylosfijódenuevoenelmapa.—¿QuédecíaeljovenJordanensumensaje?—preguntóKarkov.—Noheleídoelmensaje—contestóMarty—.Etmaintenant,fiche-moilapaix,

camaradaKarkov.—Bien—dijoKarkov—,tedejoentregadoatustareasmilitares.Salióde lahabitaciónysefuealcuartodeguardia.AndrésyGómezsehabían

marchado ya. Se detuvo un instante mirando el camino y las cumbres que seperfilabanenlaluzcenicientadelamadrugada.«Hayquellegaralláarriba—pensó—.Estovaacomenzarmuypronto.»

AndrésyGómezestabandenuevoenlamotocicleta,corriendoporlacarretera,quepoco apoco se iba iluminandopor la luzdel día.Andrés, agarrado al asiento,mientraslamototrepabaporlacarretera,encurvascerradas,envueltaenunabrumagris,quedescendíadeloaltodelpuerto,sentíalamáquinadeslizarsebajoél.Luegola sintió estremecerse y pararse. Se quedaron de pie, al lado de la moto, en unfragmento de carretera descendente envuelta en bosques. A su izquierda habíatanquescubiertosconramasdepino.Portodasparteshabíatropas.Andrésvioaloscamilleros, con los largos palos de las camillas al hombro.Tres coches delEstadoMayor estabanalineados a laderecha,bajo los árboles, aun ladode la carreteraydebajodeunaenramadadepinos.Gómezllevólamotocicletahastaapoyarlaenunpino, juntoaunode los automóviles.Sedirigió al chóferqueestaba sentadoenelcoche,conlaespaldaapoyadaenunárbol.

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—Yoos llevaré—dijo el chófer—.Esconde lamoto y cúbrela con algunas deesasramas—añadió,señalandounmontónderamascortadas.

Mientras el sol comenzabaa asomarpor las altas copasde lospinos,GómezyAndrés siguieron al chófer, que se llamaba Vicente, al otro lado de la carretera yllegaron, caminando entre los árboles, por una pendiente, hasta la entrada de unrefugio sobre cuyo techo se veían los hilos del teléfono y del telégrafo, quecontinuabancaminoarriba.Quedaronaguardandomientraselchóferentrabaconelmensaje,yAndrésadmirólaconstruccióndelrefugio,queparecíaunagujerodesdeelexteriordelacolina,sinescombrosalrededor,peroqueensuinterioreraprofundo,segúnpodíaverdesdelaentrada,yloshombressemovíanconholgurasinnecesidaddeagacharlacabezaparaesquivarelgruesotechodemaderos.

Porfin,Vicente,elchófer,salió.—Está allá arriba, en lo altode lamontaña, endonde se estándesplegando las

tropasparaelataque—dijo—.SelohedadoaljefedelEstadoMayor.Aquíestáelreciboquehafirmado.

EntregóelsobrefirmadoaGómez,queseloentregóaAndrés,elcualleechóunaojeadayselometióenelbolsillodesucamisa.

—¿Cómosellamaelquehafirmado?—preguntó.—Duval—dijoVicente.—Bien—dijoAndrés—.Esunodelostresaquienpodíaentregárselo.—¿Tenemosqueaguardarrespuesta?—preguntóGómezaAndrés.—Seríamejor;aunque,despuésdelodelpuente,niDiossabesipodréencontrar

aJordanyalosotros.—Venidconmigoaesperaraquevuelvaelgeneral—dijoVicente—.Osbuscaré

unpocodecafé;debéisdeestarhambrientos.—¿Yesostanques?—preguntóGómez.Pasabanjuntoalostanquesdecolordebarro,cubiertosderamas,cadaunodelos

cuales había dejado un profundo surco al virar para apartarse de la carretera. Loscañones del 45 asomaban horizontalmente bajo las ramas y los conductores y losartilleros, enfundados en sus chaquetas de cuero y cubiertos con casco de acero,descansabanjuntoalosárbolestendidosenelsuelo.

—Esos son los de la reserva —dijo Vicente—. Todas esas tropas son de lareserva.Losqueiniciaránelataqueestánmásarriba.

—Sonmuchísimos—dijoAndrés.—Sí—asintióVicente—;unadivisióncompleta.En el interior del refugio,Duval, sosteniendo con lamano izquierda abierto el

mensaje de Robert Jordan, miraba su reloj de pulsera y volvía a leer la carta porcuartavez,sintiendocadavezquelaleíaqueelsudorlegoteabaporlasaxilas.

—Dadme la posición de Segovia —dijo—. ¿Ya se ha ido? Bueno, entonces,

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dadmeladeÁvila.Continuótelefoneando.Peronoservíadenada.Habíahabladoalasdosbrigadas.

Golzestabainspeccionandoeldispositivodelataqueyhabíavueltoasalirhaciaunpuestodeobservación.Llamóalpuestodeobservación,peronoestabatampoco.

—Dadmelabaseaéreanúmero1—dijoDuval,asumiendorepentinamentetodalaresponsabilidad.Tomabasobresí laresponsabilidaddedetenerlotodo.Eramejordetenerlotodo.Nosepodíalanzarunataqueporsorpresacontraunenemigoqueloesperaba.Nosepodíahacereso.Eraunasesinato.Nosepodíahacer.Nosedebíahacer.Pasaraloquepasara.Podíanfusilarlesiquerían.Ibaatelefoneardirectamentealabaseaéreaysuspenderíaelbombardeo.Pero¿ysitodoellonofueramásqueunataque de diversión? ¿Si sólo se propusiera atraer hacia el sector un considerablenúmerode tropasenemigasygrancantidaddematerialparaoperarcon libertadenotra parte? Imaginó que sería por eso.Nunca se dice que se trata de un ataque dediversiónaquieneslollevanacabo.

—Anulelacomunicaciónconlabase1—dijoaltelefonista—.Démeelpuestodeobservacióndela69brigada.

Estaba esperando todavía la primera comunicación cuando oyó los primerosaviones.

Enaquelmomentoelpuestodeobservaciónrespondió.—Sí—dijosuavementeGolz.Estaba sentado con la espalda contra unos sacos de arena y tenía los pies

apoyados sobre una peña, y un cigarrillo colgando de una de las comisuras de loslabios;mientrashablaba,mirabaporencimadesuhombro,observandoeldespliegue,detresentres,delosavionesplateadosquecruzabanrugiendolalejanacrestadelamontaña, iluminados por los primeros rayos del sol. Los veía hermosos,resplandecientes,conlosdoblescírculosdelashélicesqueparecíanbatirlaluzsolar.

—Sí—respondióenfrancés,sabiendoqueDuvalestabaalotroextremodelhilo—.Nous sommes foutus. Oui, comme toujours. Oui. C’est dommage. Oui. Es unapenaqueesohayallegadodemasiadotarde.

Alverllegarlosaviones,susojossellenarondeorgullo.Veíalasmarcasrojasenlasalasycontemplabaelavancefirme,soberbioyrugientedelosaparatos.Asíeracomo hubieran podido hacerse las cosas. Aquéllos eran verdaderos aviones. SehabíantraídodesmontadosdesdeelMarNegro,enbarco,atravésdelosestrechos,através de los Dardanelos, a través del Mediterráneo; habían sido descargadoscuidadosamenteenAlicante,armadosatentamente,probados.Seleshabíaencontradoen perfectas condiciones y ahora volaban formando con minuciosa precisión uvesagudasypuras;volabanaltosyplateadosenelsoldelamañanaparairahacersaltaresas fortificacionesvecinas, haciéndolas volar por el aire, de formaque se pudieraavanzar.

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Golz sabía que, en cuanto pasaran por encima, las bombas caerían comomarsopas aéreas. Luego saltarían las crestas de los parapetos, se levantarían nubesrugientes de polvo y de piedra que desaparecerían en una misma masa. Luegoavanzaríanlostanquestrepandoporlasdosladerasy,trasellos,selanzaríanalataquesus dos brigadas. Y si el ataque hubiera sido una sorpresa, las brigadas hubieranpodido avanzar y proseguir sumarcha, cruzandoy siguiendo adelante, y pasar porencima,desplegándose,haciendoloquehabíaquehacer,yhabríamuchoquehacer,inteligentemente, con la ayuda de los tanques, con los tanques, que avanzarían yretrocederíancubriendolaspropiaslíneasdefuegoyconcamionesquellevaríanlastropasdeataquehastalomásalto,adelantandoysituandoalasqueencontrasenlibreel camino.Así tendría que realizarse la operación si no se interponía la traición ycadacualhacíaloquedebíahacer.

Allíestabanlasdoscumbres,yallíestabanlostanques,yallíestabanaquellasdosbuenas brigadas, dispuestas a salir del bosque, y en aquel momento llegaban losaviones.

Todoloqueélteníaquehaberhecho,estabapreparadoendebidaforma.Pero al ver los aviones, que volaban sobre su cabeza, sintió unmalestar en el

estómago, ya qué sabía, después de haberle sido leído el mensaje de Jordan porteléfono, que no habría nadie en aquellas colinas. Las tropas enemigas se habríanretiradounpocomásabajo,refugiándoseenestrechastrincheras,paraestarasalvodelas esquirlas, o estarían escondidas en los bosques, y cuando los bombarderoshubieranpasado,volveríanasuantiguaposiciónconsusametralladorasysusfusilesautomáticos y con los cañones antitanques que Jordan había visto subir por lacarretera, y sería la misma historia de siempre. Pero los aviones, avanzandoensordecedores,eranunapruebadecómopodíahabersido,ymientraslosobservaba,Golzrespondióalteléfono:«No.Rienàfaire.Rien.Fautpaspenser.Fautaccepter.»

Golz seguía mirando los aviones con ojos duros y orgullosos sabiendo cómopodríanhaberocurridolascosasycómoibanasucederencambio.Y,orgullosoporlo que pudiera haberse hecho, convencido de que hubiera podido hacerse bien,aunquenunca llegara a realizarse, dijo: «Bon.Nous ferons notre petit possible.»Ycolgóelteléfono.

PeroDuvalnoleoía.Sentadoalamesa,conelauricularenlamano,loúnicoqueoíaeraelrugidodelosaviones,mientraspensaba:«Quizáseaestavez.Óyelosllegar.Quizátusbombarderoshagansaltartodo.Quizápodamosabrirunabrecha.Quizásenos manden las reservas que Golz ha pedido. Quizá. Quizá. Quizá sea esta vez...Vamos.Vamos.Adelante.»Yelruidodelosavionessehizotanfuertequeyaniélmismolograbaoírloquepensaba.

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CapítuloXLIII

ROBERTJORDAN, tumbadotrasunpinoenlapendientedeuncerroquedominabalacarreterayelpuente,mirabacómoamanecía.Siemprelehabíagustadoaquellahoradeldía,yahorasentíacomosiélmismofueseunapartedelamanecer,comosifueseuna porción de esa luz gris, de ese lento aclarar que precede a la salida del sol,cuandolosobjetossólidosseoscurecen,elespacioseilumina,laslucesdelanochesehacenamarillasyseesfumanamedidaqueavanzaeldía.Lostroncosdelospinosdetrás de él se divisaban claros y nítidos, la corteza oscura y con relieve, y lacarretera brillaba bajo un velo de bruma. Estaba húmedo de rocío y el suelo delbosqueerablandoysentíaladulzuradelasagujasdepinohundiéndosedebajodesuscodos.Más abajo, a través de la bruma ligera, que subía del lecho del río, podíadivisarelpuentedeacero,erguidoyrígido,porencimadelpaso,conlasgaritasdelos centinelas a uno y otro extremo, y la estructura fina, aérea que lo sostenía,envueltoenlanieblaqueflotabasobreelagua.

Podíaveralcentinelaque,depie,ensugarita,conlaespaldavuelta,envueltoenuncapoteyconuncascoenlacabeza,secalentabalasmanosenelbidóndegasolinaagujereado que le servía de brasero. Robert Jordan oía el ruido del torrente, quegolpeabamásabajo,entrelasrocas,yveíaunaligerahumaredagrislevantarsedelagaritadelcentinela.

Mirósurelojysedijo:«¿HabrállegadoAndréshastaGolz?Sihayquehacerquesalteelpuente,quisierarespirarmuydespacio,prolongarelpasodeltiempoysentirlopasar.¿CreesquehabrállegadoAndrés?Yenesecaso,¿renunciaránalaofensiva?¿Estántodavíaatiempoderenunciar?¡Quéva!Notepreocupes.Sucederáunauotracosa.Túnotienesquedecidirnada.Yprontosabrásloquetienesquehacer.Imaginaque la ofensiva fuera un éxito. Golz dice que puede tener éxito, que hay unaposibilidad.Connuestros tanquesviniendopor esa carretera, los hombres llegandopor la derecha, avanzando hasta más allá de La Granja, rodeando todo el flancoizquierdo del cerro... ¿Por qué no crees que alguna vez podemos ganar? Hemosestadotantotiempoaladefensiva,quenoerescapazsiquieradeimaginarlo.Claro.Peroesosucedíaantesquetodoestematerialsubieseporlacarretera.Esoeraantesde la llegada de los aviones. No seas tan ingenuo. Pero recuerda que si nosotrosaguantamosaquí,losfascistasseveráninmovilizados.Nopuedenatacarporningunaotraparteantesdehaberacabadoconnosotros,ynoterminaránnuncaconnosotros.Silosfrancesesnosayudan,sencillamente,sidejanlafronteraabierta,ysirecibimosavionesdeNorteamérica,nopodránjamásacabarconnosotros.Jamás,sirecibimosayuda,porpocaquesea.Estagentesebatiráindefinidamentesiestábienarmada.

»No,nosepuedeesperaraquíunavictoria,almenosenmuchosaños.Estenoes

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másqueunataqueparairaguantando.Nodebeshacerteilusionessobreeso.¿Ysiseconsiguierahoyabrirrealmenteunabrecha?Esteesnuestroprimergranataque.Noteilusiones.Acuérdatedeloquehasvistosubirporlacarretera.Túhashechoenestoloquehaspodido.Peroharíafaltatenertransmisoresportátilesdeondacorta.Coneltiempo,lostendremos.Peronolostenemostodavía.Ahoradedícateaobservartodoloquetecorresponda.Hoynoesmásqueundíacomootrocualquieradelosquevanavenir.Peroloquesucedaenlosdíasveniderospuedequedependadeloquehagashoy.Duranteesteañohaocurridoasíyeneltranscursodeestaguerrahasidoasíenmuchasocasiones.Vaya,estásmuypomposoestamañana.Miraloquevieneahora.»

Vioadoshombresenvueltosencapotesycubiertosconsuscascosdeacero,quedoblabanenaquelmomentolacurvahaciaelpuenteconlosfusilesalaespalda.Unosedetuvoenlaorillaopuestadelpuenteydesaparecióenlagaritadelcentinela.Elotrocruzóelpuenteapasoslentosypesados.Sedetuvoparaescupirenelríoyluegoavanzó hacia el extremo del puente más cerca de donde estaba Robert Jordan.Cambióunaspalabrasconelotrocentinela; luego,el centinelaaquien relevaba seencaminóhaciaelotroextremodelpuente.Elqueacababadeserrelevadoibamásdeprisa de lo que había ido el otro. «Sin duda, va a tomarse un café», pensóRobertJordan.Perotuvotiempoparadetenerseyescupiraltorrente.

«¿Será superstición? —pensó Robert Jordan—. Convendría que yo tambiénescupieraalfondodeesagarganta,sisoycapazdeescupirenestosmomentos.No.Nopuede serun remediomuypoderoso.Nopuede servirdenada.Pero tengoqueprobarquenosirveantesdeirmedeaquí.»

Elnuevocentinelaentróenlagaritaysesentó.Sufusil,conlabayonetacalada,quedó apoyado contra el muro. Robert Jordan sacó los gemelos del bolsillo y losajustóhastaqueaquelextremodelpuenteapareciónítidoyperfilado,consumetalpintadodegris.Luegolosdirigióhacialagarita.

Elcentinelaestabasentadoconlaespaldaapoyadaenlapared.Sucascopendíadeunclavoysurostroeraperfectamentevisible.RobertJordanreconocióalhombrequehabíaestadodeguardiadosdíasantesenlasprimerashorasdelatarde.Llevabaelmismogorrodepuntoqueparecíaunamedia.Yno sehabía afeitado.Tenía lasmejillashundidasylospómulossalientes.Teníalascejaspobladas,queseuníanenmedio de la frente. Tenía aire soñoliento, y Robert Jordan le observó mientrasbostezaba. Sacó luego del bolsillo una pitillera y un librillo de papel y lió uncigarrillo.Tratódevalersedelencendedor,hastaque,alfin,volvióaguardárseloenelbolsilloy,acercándosealbrasero,seinclinó,ysacandountizónlosacudióenlapalma de la mano, encendió el cigarrillo y volvió a arrojar al brasero el trozo decarbón.

RobertJordan,ayudadoporlosprismáticos«Zeiss»deochoaumentos,estudiabala cara del hombre apoyado en la pared, fumando el cigarrillo. Luego se quitó los

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prismáticos,loscerróylosmetióensubolsillo.«Noquieroverlemás»,dijo.Se quedó tumbadomirando la carretera y tratando de no pensar en nada. Una

ardilla lanzabagrititos sobreunpino, a sus espaldas, unpocomás abajo, yRobertJordan laviodescenderpor el tronco,deteniéndoseamediocaminoparavolver lacabezaymiraralhombrequelaobservaba.Viosuspequeñosybrillantesojillosysuagitadacola.Luegolaardillasefueaotroárbolavanzandoporelsuelo,dandolargossaltosconsucuerpecillodepatascortasycoladesproporcionada.Alllegaralárbolsevolvió hacia Robert Jordan, se puso a trepar por el tronco y desapareció. UnosminutosdespuésJordanoyóalaardillaquechillabaenunadelasramasmásaltasdelpinoylaviotendidabocaabajosobreunarama,moviendolacola.

Robert Jordan apartó la vista de los pinos y la dirigió de nuevo a la garita delcentinela.Lehubieragustadometersealaardillaenunbolsillo.Lehubieragustadotocarcualquiercosa.Frotósuscodoscontralasagujasdepino,peronoeralomismo.«Nadiesabelosoloqueseencuentraunocuandotienequehaceruntrabajoasí.Yosíque lo sé. Espero que la gatita salga con bien de todo. Pero déjate de esas cosas.Bueno,tengoderechoaesperaralgo,yespero.Loqueesperoeshacersaltarbienelpuenteyqueellasalgabiendetodo.Bien,esoestodo;esoestodoloqueespero.»

Siguiótumbadoallí,yapartandolosojosdelacarreteraydelagarita,lospaseóporlasmontañaslejanas.Tratódenopensarennada.Estabaallítumbado,inmóvil,viendocómonacíalamañana.Eraunahermosamañanadecomienzosdeveranoyenesaépocadelaño,a finesdemayo, lamañananacemuydeprisa.Unmotociclistaconcascoychaquetóndecueroyelfusilautomáticoenlafunda,sujetoalapiernaizquierda,llegódelotroladodelpuenteysubióporlacarretera.Algomástarde,unaambulanciacruzóelpuente,pasóunpocomásabajodeJordanysiguiósubiendolacarretera.Peroesofuetodo.Lellegabaelolordelospinosyelrumordeltorrente,yelpuenteaparecíacontodaclaridadenaquellosmomentos,muyhermosoalaluzdela mañana. Estaba tumbado detrás del pino con su ametralladora apoyada en suantebrazo izquierdoynovolvió amirar a lagaritadel centinelahastaque, cuandoparecía que no iba a suceder nada, que no podía ocurrir nada en unamañana tanhermosa de fines demayo, oyó el estruendo repentino, cerrado y atronador de lasbombas.

Al oír las bombas, el primer estampido, antes que el eco volviera a repetirloatronandolasmontañas,RobertJordanrespiróhondamenteylevantódedondeestabael fusil ametrallador. El brazo se le había entumecido por el peso y los dedos seresistíanamoverse.

Elcentinelaensugaritaselevantóaloírelruidodelasbombas.RobertJordanvioalhombrecogersufusilysalirdelagaritaenactituddealerta.Sequedóparadoenmediodelacarreterailuminadoporelsol.Llevabaelgorrodepuntoaunladoyla

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luzdelsollediodellenoenlacara,barbuda,alelevarlavistahaciaelcielo,mirandoallugardedondeproveníaelruidodelasbombas.

YanohabíanieblasobrelacarreterayRobertJordanvioalhombreclaramente,nítidamente, parado allí, contemplando el cielo. La luz del sol le daba de plano,colándoseporentrelosárboles.

RobertJordansintióqueseleoprimíaelpechocomosiunhilodealambreseloapretase, y apoyándose en los codos, sintiendo entre sus dedos las rugosidades delgatillo,alineólamira,colocadayaenelcentrodelalza,apuntóenmediodelpechoalcentinelayapretósuavementeeldisparador.

Sintióelculatazo,rápido,violentoyespasmódicodelfusilcontrasuhombroyelhombrequeparecíahaber sido sorprendido, cayóen la carretera, de rodillas, ydiocon la cabeza en el suelo. Su fusil cayó al mismo tiempo y se quedó allí con labayonetaapuntadaalolargodelacarretera,yconunodesusdedosenredadoenelgatillo.

RobertJordanapartólavistadelhombrequeyacíaenelsuelo,doblado,ymiróhacia elpuenteyal centineladel extremoopuesto.Nopodíaverloymiróhacia laparte derecha de la ladera, hacia el sitio en donde estaba escondidoAgustín. OyódispararentoncesaAnselmo;yeltirodespertóunecoenlagarganta.Luegoleoyódispararotravez.

Altiempodeproducirseelsegundodisparolellegóelestampidodelasgranadas,arrojadas a la vuelta del recodo,más allá del puente.Luegohubootro estallidodegranadashacialaizquierda,muyporencimadelacarretera.PorfinoyóuntiroteoenlacarreterayelruidodelaametralladoradecaballeríadePablo—clacclacclac—confundido con la explosión de las granadas. Vio entonces a Anselmo, que sedeslizabaporlapendiente,alotroladodelpuente,ycargándoselaametralladoraalaespalda,cogió lasdosmochilasqueestabandetrásde lospinosy,conunaencadamano, pesándole tanto la carga que temía que los tendones se le rompieran en laespalda, descendió corriendo, dejándose casi llevar, por la pendiente abrupta queacababaenlacarretera.

Mientrascorría,oyógritaraAgustín:—Buenacaza,inglés.Buenacaza.Y pensó: «Buena caza. Al diablo tu buena caza.» Entonces oyó disparar a

Anselmoalotroladodelpuente.Elestampidodeldisparohacíavibrar lasvigasdeacero. Pasó junto al centinela tendido en el suelo y corrió hacia el puente,balanceandosucarga.

Elviejocorrióasuencuentro,conlacarabinaenlamano.—Sinnovedad—gritó—.Nohasalidonadamal.Tuvequerematarle.Robert Jordan, que estaba arrodillado abriendo las mochilas en el centro del

puente para coger elmaterial, vio correr las lágrimas por lasmejillas deAnselmo

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entrelabarbagris.—Yomaté a uno también—dijo a Anselmo. Y señaló con la cabeza hacia el

centinela,queyacíaenlacarretera,alfinaldelpuente.—Sí,hombre,sí—dijoAnselmo—;tenemosquematarlos,ylosmatamos.RobertJordanempezóadescenderporentreloshierrosdelaarmazóndelpuente.

Lasvigasestabanfríasyhúmedasporelrocíoytuvoquedescenderconprecaución,mientras sentía el calordel sol a susespaldas.Se sentóahorcajadasenunade lastraviesas.Oíabajosuspieselruidodelaguagolpeandocontrael lechodepiedrayoíaeltiroteo,demasiadotiroteo,enelpuestosuperiordelacarretera.Empezóasudarabundantemente.Hacíafríobajoelpuente.Llevabaunrollodealambrealrededordelbrazoyunpardepinzassuspendidasdeunacorreaentornoalamuñeca.

—Pásamelascargas,unaauna,viejo—gritóaAnselmo.Elviejoseinclinósobrelabarandilla,tendiéndolelosbloquesdeexplosivosrectangulares,yRobertJordanseirguió para alcanzarlos; los colocódonde tenía que colocarlos, apretándolos bien ysujetándolosbien.

—Lascuñas,viejo;damelascuñas.Percibía el perfume a madera fresca de las cuñas recientemente talladas, al

golpearlasconfuerzaparaafirmarlascargasentrelasvigas.Mientras trabajaba, colocando, afirmando, acuñando y sujetando las cargas por

medio del alambre, pensando solamente en la demolición, trabajando rápida yminuciosamente, como lo haría un cirujano, oyó un tiroteo que llegaba desde elpuestodeabajo,seguidodelaexplosióndeunagranadayluegodelaexplosióndeotra,cuyoretumbarsesobreponíaalrumordelagua,quecorríabajosuspies.Luegosehizounsilencioabsolutoporaquellaparte.

«Malditosea—pensó—.¿Quéleshabrápasado?»Seguían disparando en el puesto de arriba. Había demasiado tiroteo por todas

partes. Continuó sujetando dos granadas, la una al lado de la otra, encima de losbloquesdeexplosivosyenrollandoelhiloentornoalasrugosidades,paraapretarlasbien,y retorciendo losalambrescon las tenazas.Palpóel conjuntoydespués,paraconsolidarlo, introdujo otra cuña por encima de las granadas, a fin de que toda lacargaquedarabiensujetacontralasvigasdeacero.

—Al otro lado ahora, viejo —gritó a Anselmo. Y atravesó el puente por laarmazóncomounTarzáncondenadoavivirenunaselvadeacero templado,segúnpensó.Luegosaliódedebajodelpuentehacialaluz,conelríosonandosiemprebajosuspies, levantólacabezayvioaAnselmo,queletendíalascargasdeexplosivos.«Tienebuenacara—pensó—.Yanollora.Tantomejor.Yahayunladohecho.Vamosahaceresteotro,yacabamos.Vamosavolarlocomouncastillodenaipes.Vamos.Notepongasnervioso.Vamos.Hazlocomodebes,comohashechoelotrolado.Noteembarulles.Calma.Noquierasirmásdeprisadeloquedebes.Ahoranopuedes

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fallar.Nadie te impedirá que vuele uno de los lados. Lo estas haciendomuy bien.Hacefríoaquí.Cristo,estoestáfrescocomounabodegaysinmoho.Porlogeneral,debajodelospuentessuelehabermoho.Esteesunpuentedeensueño.Uncondenadopuentedeensueño.Eselviejoquienestáarriba,enunsitiopeligroso.Notratesdeirmásdeprisadeloquedebes.Quisieraquetodoestetiroteoacabase.»

—Alcánzameunascuñas,viejo.«Este tiroteonomegustanada.Pilardebedeandarmetidaenalgún lío.Algún

hombredelpuestodebíadeestarfuera.Fuerayaespaldasdeellos,obienaespaldasdel aserradero.Siguendisparando.Esopruebaquehay alguien en el aserradero.Ytodo ese condenado serrín. Esos grandesmontones de serrín. El serrín, cuando esviejoyestábienapretado,esunacosabuenaparaparapetarsedetrás.Perotienequehabertodavíacombatiendovariosdeellos.PorelladodePablotodoestásilencioso.Me pregunto qué significa ese segundo tiroteo. Ha debido de ser un coche o unmotociclista. Dios quiera que no traigan por aquí coches blindados o tanques.Continúa. Coloca todo esto lo más rápidamente que puedas, sujétalo bien y átalodespués con fuerza. Estás temblando como unamujercita. ¿Qué diablos te ocurre?Quieres irdemasiadodeprisa.Apuestoaqueesacondenadamujerno tiemblaalláarriba. La Pilar esa. Puede que tiemble también. Tengo la impresión de que estámetidaenunbuenlío.Debedeestartemblandoenestosmomentos.Comocualquierotroensulugar.»

Saliódebajodelpuente,hacialaluzdelsol,ytendiólamanoparacogerloqueAnselmolepasaba.Ahoraquesucabezaestabafueradelruidodelagua,oyócomoarreciabalaintensidaddeltiroteoyvolvióadistinguirelruidodelaexplosióndelasgranadas.Másgranadastodavía.

«Hanatacadoelaserradero.Esunasuertequetengalosexplosivosenbloquesynobarras.¡Quédiablo,esmáslimpio!Perouncondenadosacollenodegelatinaseríamuchomásrápido.Seríamuchomásrápido.Dossacos.No.Conunoseríasuficiente.Y si tuviéramos los detonadores y el viejo fulminante... Ese hijo de perra tiró elfulminantealrío.Esaviejacajaquehaestadoentantossitios.FueaesteríoadondelatiróesehijodeputadePablo.Lesestádandoparaelpeloenestosmomentos.»

—Damealgunasmás,viejo.«Elviejolohacetodomuybien.Estáenunsitiomuypeligrosoahíarribaenestos

momentos.Elviejosentíahorrorantelaideademataralcentinela.Yotambién;perono lo pensé. Y no lo pienso ya en estos momentos. Hay que hacerlo. Sí. PeroAnselmotuvoquehacerloconunacarabinavieja.Séloqueeseso.Matarconarmaautomática es más fácil. Para el que mata, por supuesto. Es cosa distinta. Tras elprimerapretónalgatillo,eselarmaquiendispara.Notú.Bueno,yapensarásenesomástarde.Tú,conesacabezatanbuena.Tienesunacabezamuybuenadepensador,viejo camarada Jordan. Vuélvete, Jordan, vuélvete. Te gritaban eso en el fútbol,

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cuando tenías lapelota.¿Sabesqueenrealidadnoesmásgrandeel ríoJordánqueeste riachuelo que está ahí abajo?En su origen, quiero decir.Claro que eso puededecirse de cualquier cosa en su origen. Se estámuy bien bajo este puente. Es unaespeciedehogar lejosdelhogar.Vamos, Jordan, recóbrate.Esto esuna cosa seria,Jordan.¿Nolocomprendes?Unacosaseria.Aunquevasiendocadavezmenosseria.Fíjateenelotrolado.¿Paraqué?Yaestoylistoahora,paseloquepase.ComovayaelMaine irá la nación. Como vaya el Jordán irán esos condenados israelitas. Quierodecir, el puente. Como vaya Jordan, así irá el condenado puente. O más bien alrevés.»

—Dameunaspocasmás,Anselmo,hombre—dijo.Elviejoasintió—.Estamoscasiterminando—dijoRobertJordan.Elviejoasintiódenuevo.

Mientrasterminabadesujetarlasgranadasconalambre,dejódeoíreltiroteoenla parte alta de la carretera. De repente se encontró con que el único ruido queacompañaba su trabajo era el rumor de la corriente. Miró hacia abajo y vio lashirvientesaguasblanquecinasdespeñándoseporentrelasrocasquepocotrechomásabajoformabanunremansodeaguasquietasenlasquegirabavelozmenteunacuñaque,momentosantes,habíadejadoescapar.Unatruchaselevantóparaatraparalgúninsecto, formando un círculo en la superficie del agua, muy cercano del lugar endondegirabalaastilla.Mientrasretorcíaelalambreconlatenazaparamantenerlasdos granadas en su sitio, vio a través de la armazónmetálica del puente la verdeladera de la colina iluminada por el sol. «Hace tres días tenía un color más bienpardusco»,pensó.

Saliódelaoscuridadfrescadelpuentehaciaelsolbrillante,ygritóaAnselmo,queteníalacarainclinadahaciaél:

—Dameelrollograndedealambre.«PoramordeDios,nodejesqueseaflojen.Estolassostendrásujetas.Quisieras

poder atarlas a fondo. Pero con la extensión de hilo que empleas quedará bien»,pensó Robert Jordan palpando las clavijas de las granadas. Se aseguró de que lasgranadas sujetas de lado tenían suficiente espacio para permitir a las cucharaslevantarsecuandosetirasedelasclavijas(elhiloquelasmanteníasujetaspasabapordebajodelascucharas),luegofijóuntrozodecableaunadelasanillas,losujetóconelcableprincipalquepasabaporelanillodelagranadaexterior,soltóalgunasvueltasdel rolloypasóelhiloal travésdeunavigadeacero.Porúltimo, tendióel rolloaAnselmo:

—Sujétalobien.Saltóaloaltodelpuente,tomóelrollodelasmanosdelviejoyretrocediótodolo

deprisaquepudohaciaelsitiodondeelcentinelayacíaenmediodelacarretera;sacóelalambreporencimadelabalaustradayfuesoltandocableamedidaqueavanzaba.

—Trae las mochilas —gritó a Anselmo sin detenerse, marchando siempre de

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espaldas.Alpasarseinclinópararecogerlaametralladora,quecolgóotravezdesuhombro.

Fueentoncescuando,allevantarlosojos,vioalolejos,enloaltodelacarretera,alosquevolvíandelpuestodearriba.

Vioqueerancuatro,peroinmediatamentetuvoqueocuparsedelhilodealambre,paraqueno se enredara en los salientesdel puente.Eladiono estaba entre losquevolvían.

Llevóelalambrehastaelextremodelpuente,hizounrizoalrededordelúltimopuntalyluegocorrióhacialacarretera,hastaunpoyodepiedra,endondesedetuvo,cortóelalambreyleentregóelextremoaAnselmo.

—Sujetaeso,viejo.Yahora,vuelveconmigoalpuente.Verecogiendoelalambreamedidaqueavanzas.No.Loharéyo.

Unavezenelpuente,soltóelenganchequehabíahechounosmomentosantesy,dejandoelalambredemaneraqueyanoestuvieseenredadoenningunapartedesdeelextremoqueuníalasgranadashastaelquellevabaenlamano,seloentregódenuevoaAnselmo.

—Llevaestohastaesapiedraqueestáallí.Sujétaloconfirmeza,perosintirar;nohagas fuerza. Cuando tengas que tirar, tira fuerte, de golpe, y el puente volará.¿Comprendes?

—Sí.—Llévalo suavemente, pero no lo dejes que se arrastre para que no se enrede.

Sujétalofuerte,peronotireshastaquetengasquetirardegolpe.¿Comprendes?—Sí.—Cuandotires,tiradegolpe,nopocoapoco.Mientrashablaba,RobertJordanseguíamirandohaciaarribaporlacarretera,en

donde estaban los restos de la banda de Pilar. Estabanmuy cerca ya y vio que aFernandolesosteníanPrimitivoyRafael.Parecíaquelehubiesenheridoenlaingle,porquesesujetabaelvientreconlasdosmanos,mientraselhombreyelmuchacholesostenían por las axilas. Arrastraba la pierna derecha y el zapato se deslizaba decostado, rozando el suelo. Pilar subía la cuesta camino del bosque, llevando alhombrotresfusiles.RobertJordannopodíaverlelacara,peroellaibaconlacabezaerguidayandabatodolodeprisaquepodía.

—¿Cómovaeso?—gritóPrimitivo.—Bien,casihemosacabado—contestóRobertJordan,gritandotambién.Noeramenesterpreguntarcómoleshabíaidoaellos.Enelmomentoqueapartó

lavistadelgrupoestabantodosalaalturadelacunetayFernandomovíalacabezacuandolosotrosdosqueríanhacerlesubirporlapendiente.

—Dadmeunfusilydejadmeaquí—leoyódecirRobertJordanconvozdébil.—No,hombre;tellevaremoshastadondeestánloscaballos.

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—¿Yparaquéquieroyouncaballo?—contestóFernando—.Estoybienaquí.RobertJordannopudooír loquesiguierondiciendo,porquesepusoahablara

Anselmo.—Hazlo saltar si vienen tanques—dijo al viejo—; pero solamente si están ya

sobreelpuente.Hazlosaltarsiaparecencochesblindados.Perosi los tienesyadeltodoencima.Sisetratadeotracosa,Pabloseencargarádedetenerlos.

—Novoyavolarelpuentemientrasestéstúdebajo.—Notecuidesdemí.Hazlosaltarencasodequeseanecesario.Voyasujetarel

otroalambreyvuelvo.Luegolovolaremosjuntos.Saliócorriendohaciaelcentrodelpuente.AnselmovioaRobertJordancorrerporelpuenteconelrollodealambredebajo

delbrazo,lastenazascolgadasdelamuñecaylaametralladoraalaespalda.Leviotreparpor labarandillaydesaparecer, conelhilo en lamanoderecha.Anselmoseacurrucódetrásdeunpoyodepiedraysepusoamirarlacarreterayelterrenomásallá del puente. A mitad de camino entre el puente y él estaba el centinela, queparecíamásaplastadosobrelasuperficielisadelacarretera,ahoraqueelsolledabaen la espalda. El fusil estaba en el suelo con la bayoneta calada apuntando haciaAnselmo. El viejo miró más allá del puente, sombreado por los vástagos de labarandilla, hasta el lugar en que la carretera torcía hacia la izquierda, siguiendo lagarganta,yvolvíaatorcerparadesaparecertraslaparedrocosa.Mirólagaritamásalejada, iluminada por el sol, y luego, siempre con el hilo en la mano, volvió lacabezahaciadondeestabaFernandohablandoconPrimitivoyelgitano.

—Dejadmeaquí—decíaFernando—;meduelemuchoy tengounahemorragiainterna.Losientocadavezquememuevo.

—Déjanos llevarte allí arriba —dijo Primitivo—. Échanos los brazos por elcuello,quevamosacogerteporlaspiernas.

—Esinútil—dijoFernando—;ponedmeahídetrásdeunapiedra.Aquísoy tanútilcomoarriba.

—Pero¿ycuandotengamosqueirnos?—preguntóPrimitivo.—Déjameaquí—dijoFernando—;no sepuedeandarconmigo tal comoestoy.

Asíquetendréisuncaballomás;estoymuybienaquí.Yellosnotardaránenllegar.—Podríamossubirtefácilmentehasta loaltodelcerro—dijoelgitano.Sentíaa

todas luces prisa por marcharse, como Primitivo. Pero como le habían llevado yahastaallí,noqueríandejarle.

—No—dijoFernando—;estoymuybienaquí.¿QuélehapasadoaEladio?Elgitanosellevóundedoalacabezaparaindicarelsitiodelaherida:—Aquí—dijo—;despuésquetú.Cuandocargamoscontraellos.—Dejadme—dijoFernando.AnselmoveíaqueFernandoestabapadeciendomucho.Sesujetaba la inglecon

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lasdosmanos.Teníalacabezaapoyadacontralaladera,laspiernasextendidasanteélysucaraestabagrisytransidadesudor.

—Dejadmeya;hacedelfavor.Osloruego—dijo.Susojosestabancerradosporeldoloryloslabiosletemblaban—:Estoybienaquí.

—Aquítienesunfusilyalgunasbalas—dijoPrimitivo.—¿Esmifusil?—preguntóFernando,sinabrirlosojos.—No.Pilartieneeltuyo—dijoPrimitivo—.Esteeselmío.—Hubiesepreferidoelmío—dijoFernando—;leconozcomejor.—Yo te lo traeré—dijo el gitano,mintiendoa conciencia—.Tenéstemientras

tanto.—Estoymuybiensituadoaquí—dijoFernando—;tantoparacubrirlacarretera

como para el puente. —Abrió los ojos, volvió la cabeza y miró al otro lado delpuente;luegovolvióacerrarlosalsentirunnuevoaccesodedolor.

El gitano se golpeó la cabeza y con el pulgar hizo un gesto a Primitivo paramarcharse.

—Volveremosabuscarte—dijoPrimitivo.Ysepusoasubirlacuestadetrásdelgitano,quetrepabarápidamente.

Fernandosepegóalapendiente.Delantedeélhabíaunadeesaspiedrasblancasque señalan el bordede la carretera.Tenía la cabeza a la sombra, pero el sol dabasobresuheridataponadayvendadaysobresusmanosarqueadasquelacubrían.Laspiernas y los pies también los tenía al sol. El fusil estaba a su lado y había trescargadoresquebrillabanalsolcercadelfusil.Unamoscasepusoapasearseporsumano,peronosentíaelcosquilleoporeldolor.

—Fernando—gritóAnselmo, desde el sitio en donde estaba acurrucado con elalambreenlamano.

Habíahechounalazadayselahabíapuestoalrededordelamuñeca.—Fernando—gritónuevamente.Fernandoabriólosojosylemiró.—¿Cómovaeso?—preguntóFernando.—Muybien—dijoAnselmo—.Dentrodeunminutovamosahacerlosaltar.—Mealegro.Sioshagofalta,paraloquesea,decídmelo—dijoFernando.Ycerrólosojosabrumadoporeldolor.Anselmoapartólamiradaysepusoaobservarelpuente.Esperabaelmomentoenqueelrollodealambrefuesearrojadosobreelpuente,

seguidopor la cabezabronceadadel inglés quevolvería a subir.Almismo tiempomirabamásalládelpuenteparaversiaparecíaalgoporelrecododelacarretera.Noteníamiedodenada;nohabíatenidomiedodenadaaqueldía.«Fuetodotanrápidoytannormal—pensó—.Nomegustómataralcentinelaymeimpresionó;peroahorayahapasado todo.¿Cómopudodecirel inglésquedispararsobreunhombrees lo

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mismoquedispararsobreunanimal?Enlacazasentísiemprealegríaynuncatuvelasensacióndehacerdaño.Peromataralhombrecausa lamismasensaciónquesisepegaaunhermanocuandoseesmayor.Ydispararvariasvecesparamatarle...No,nopiensesenello.Tehaproducidodemasiadaemociónyhaslloradocomounamujer,alcorrerporelpuente.Ahoratodosehaacabado.Ypodrástratardeexpiaresoytodolo demás. Ahora tienes lo que pedías ayer por la noche, al cruzar los montes, deregreso a la cueva. Estás en el combate y eso no te plantea ningún problema. Simueroestamañana,todoestarábien.»

Miró a Fernando, tendido contra la pendiente, con las manos arqueadas porencima del vientre, los labios azulados, los ojos cerrados, la respiración pesada ylenta, y pensó: «Si muero, que sea de prisa. No, he dicho que no pediría nada siconseguíahoyloquehacíafalta.Asíesquenopidonada.¿Entendido?Nopidonadade ninguna manera. Dame lo que te he pedido y abandono todo lo demás a tuvoluntad.»

Escuchóel fragor lejanode labatallaenelpuerto,y sedijo:«Verdaderamente,hoyesungrandía.Esprecisoquepienseyquesepaquéclasededíaes.»

Peronoabrigabaalegríanientusiasmoensucorazón.Todoaquellohabíapasadoy sólo quedaba la calma. Y ahora, acurrucado detrás del poyo, con una lazada dehierro en sus manos y otra alrededor de su muñeca y la gravilla del borde de lacarreterabajosusrodillas,nosesentíaaislado,nosesentíasoloenabsoluto.Estabaunidoalhilodehierroqueteníaenlamano,unidoalpuenteyunidoalascargasqueel inglés había colocado. Estaba unido al inglés, que trabajaba debajo del puente;estaba unido a toda la batalla y estaba unido a la República. Pero no sentíaentusiasmo. Todo estaba tranquilo. El sol le daba en la nuca y en los hombros, ycuandolevantólosojosvioelcielosinunanubeylapendientedelamontañaqueselevantabatraslagarganta,ynosesintiódichoso,perotampocosoloniasustado.

En lo alto de la cuesta, Pilar, acurrucada detrás de un árbol, observaba elfragmentodecarreteraquedescendíadelpuerto.TeníatresfusilescargadosytendióunodeellosaPrimitivocuandoéstefueacolocarseasulado.

—Ponteahí—ledijo—,detrásdeeseárbol.Tú,gitano,másabajo—yseñalóunárbolmásabajo—.¿Hamuerto?

—No.Todavíano—dijoPrimitivo.—¡Qué mala suerte! —dijo Pilar—. Si hubiéramos sido dos más, no hubiera

sucedido.Fernandodeberíahabersetumbadodetrásdelosmontonesdeserrín.¿Estábiendondelehabéisdejado?

Primitivoafirmóconlacabeza.—Cuandoelinglésvueleelpuente,¿llegaránhastaaquílospedazos?—preguntó

elgitanodetrásdelárbol.—Nolosé—dijoPilar—;peroAgustín,conlamáquina,estámáscercaquetú.

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Elinglésnolehubieracolocadoallísiestuvierademasiadocerca.—Meacuerdodequecuandohicimossaltareltren,lalámparadelalocomotora

pasóporencimademicabezaylostrozosdeacerovolabancomogolondrinas.—Tienesrecuerdosmuypoéticos—dijoPilar—.Comogolondrinas.¡Joder!Oye,

gitano,tehasportadobienhoy.Ahora,cuidadonovayaacogerteotravezelmiedo.—Bueno, yo he preguntado solamente si llegarían hasta aquí los hierros, para

sabersitendríaqueseguirdetrásdeltroncodelárbol—dijoelgitano.—Quédateahí—dijoPilar—.¿Acuántoshasmatado?—Puesacinco.Dos,aquí,¿novesalotroextremodelpuente?Mira,fíjate.¿Ves?

—Yseñalóconeldedo.—HabíaochoenelpuestodePablo.Estuvevigilandoesepuestoporordendelinglés.

Pilarsoltóunbufidoyluegodijo,encolerizada:—¿Qué le pasa a ese inglés? ¿Qué porquería está haciendo debajo del puente?

¡Vayamandanga!¿Estáconstruyendounpuenteovaavolarlo?IrguiólacabezaymiróaAnselmoacurrucadodetrásdelpoyo.—¡Eh,viejo!—gritó—;¿quéesloquelepasaaesepuercodeinglés?—Paciencia, mujer —gritó Anselmo, sosteniendo el alambre con suavidad

aunqueconfirmezaentresusmanos—.Estáterminandosutrabajo.—Lagranputa,¿porquétardatanto?—Esmuyconcienzudo—gritóAnselmo—.Esuntrabajocientífico.—Mecagoen la ciencia—gritóPilar, con rabia,dirigiéndosealgitano—.Que

ese puerco lo vuele, o que no se hablemás de eso.María—gritó con voz ronca,dirigiéndose a lo alto de la cuesta—. Tu inglés... —Y soltó una andanada deobscenidadesapropósitodelosactosimaginariosdeJordandebajodelpuente.

—Cálmate, mujer —le gritó Anselmo desde la carretera—. Está haciendo untrabajoenorme.Acabaenestosmomentos.

—Aldiabloconél—rugióPilar—.Loimportanteeslarapidez.Enaquelmomentooyeroneltiroteomásabajo,enlacarretera,enellugarenque

Pablo ocupaba el puesto que había tomado. Pilar dejó de maldecir y escuchóatentamente.

—¡Ay!—exclamó—.¡Ay!,¡ay!¡Ahorasíquesehaarmado!Robert Jordan oyó también el tiroteo cuando arrojaba el rollo de alambre por

encimadelpuenteytrepabahaciaarriba.Mientrasapoyabalasrodillasenelbordedehierrodelpuente,conlasmanosextendidashaciadelante,oyólaametralladoraquedisparabaenelrecododemásabajo.ElruidonoeraeldelarmaautomáticadePablo.Se puso de pie y después, inclinándose, echó el alambre por encima del pretil delpuente para ir soltándolo mientras retrocedía andando de costado a lo largo delpuente.

Oía el tiroteo y, sin dejar demoverse, lo sentía golpear dentro de sí, como si

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hallara eco en su diafragma. A medida que retrocedía, fue oyéndolo más y máscercano. Miró hacia el recodo de la carretera. Estaba libre de coches, tanques yhombres. La carretera continuaba vacía cuando se hallaba a medio camino de laextremidaddelpuente.Seguíaaúnvacíacuandohabíahecho las trescuartaspartesdel camino, desenrollando siempre el alambre con cuidado, para evitar que seenredara, y seguía aún vacía cuando trepó alrededor de la garita del centinela,extendiendoelbrazoparamantenerapartadoelalambredemodoquenoseenredaseen losbarrotesdehierro.Por finseencontróen lacarretera,quecontinuabavacía;subió rápidamente la cuesta de la cuneta, al borde de la carretera, extendiendosiempreelhilo,conelgestodeljugadorqueintentaatraparunapelotaquevienemuyalta,yquedócasifrenteaAnselmo;lacarreteraseguíaaúnlibremásalládelpuente.

Eneseprecisoinstanteoyóuncamiónquebajabay,porencimadesuhombro,levio acercarse al puente. Arrollándose el alambre en torno de su muñeca, gritó aAnselmo:

—Hazlosaltar.Yhundiólostalonesenelsuelo,echándosehaciaatráscontodassusfuerzaspara

tirardelalambre.Seoyóelruidodelcamiónalacercarse,cadavezmáspotente,yallíestaba la carretera, con el centinelamuerto, el largo puente, el trecho de carretera,más allá, aún libre, y luego hubo un estrépito infernal y el centro del puente selevantópor los aires, comounaolaque se estrella contra los rompientes,yRobertJordansintiólaráfagadelaexplosiónllegarhastaélenelmismoinstanteenquesearrojaba de bruces en la cuneta llena de piedras, protegiéndose la cabeza con lasmanos.Aúnteníalacarapegadaalaspiedrascuandoelpuentedescendiódelosairesy el olor acre y familiar del humo amarillento le envolviómientras comenzaban alloverlostrozosdeacero.

Cuando los pedazos de acero dejaron de caer, él seguía vivo aún. Levantó lacabezaymiróalpuente.Lapartecentralhabíadesaparecido.Lacarreterayelrestodel puente estaban sembrados de pedazos de hierro, retorcidos y relucientes. Elcamiónsehabíadetenidouncentenardemetrosmásarriba.Elconductory losdoshombresqueleacompañabancorríanbuscandorefugio.

Fernandoseguíarecostadoenlacuestayrespirabaaún,conlosbrazoscaídosalolargodelcuerpoylasmanosabiertas.

Anselmo estaba tendido de bruces detrás del poyo blanco. Su brazo izquierdoaparecíadobladodebajode lacabezayelbrazoderechoextendido.Aún llevabaelalambrearrolladoalamuñecaderecha.

Robert Jordanse levantó,atravesó lacarretera, searrodilló juntoaélyvioqueestabamuerto.No levolvió lacarapornoverdequémanera lehabíagolpeadoeltrozodeacero.Estabamuerto,yesoeratodo.

Parecía muy pequeño muerto, pensó Robert Jordan. Parecía pequeño con su

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cabeza gris, y Robert Jordan pensó: «Me pregunto cómo ha podido llevar encimasemejantescargas,sieraverdaderamentetanpequeño.»Luegosefijóenlaformadelaspantorrillasyenlosgruesosmuslospordebajodelestrechopantalóndepanagrisyenlasalpargatasdesueladecáñamo,muygastadas.Recogiólacarabinaylasdosmochilas,casivacías,atravesólacarreteraycogióelfusildeFernando.

De un puntapié, apartó un trozo de hierro que había quedado en la carretera.Luego se echó los dos fusiles al hombro, sujetándolos por el cañón, y comenzó asubirlacuestahacialosárboles.Novolviólacabezaparamiraratrásnitampocoalotroladodelpuente,hacialacarretera.Másabajoseguíandisparando,peroaquellonolepreocupaba.

LoshumosdelTNTlehicierontoser.Estabacomoentontecido.Cuando llegó junto a Pilar, escondida detrás de un árbol, dejó caer uno de los

fusiles,juntoalosqueyaestabanallí.Pilarechóunvistazoyvioquevolvíanatenertresfusiles.

—Estáiscolocadosaquídemasiadoarriba—dijo—;hayuncamiónenlacarreteraynopodéisverlo.Hancreídoqueeraunavión.Seríapreferiblequeosapostaraismásabajo.YovoyabajarconAgustínparacubriraPablo.

—¿Yelviejo?—preguntóella,mirándolealacara.—Muerto.Tosió,carraspeóyescupióalsuelo.—Tupuentehavolado,inglés—dijoPilar,sindejardemirarle—.Noolvideseso.—Noolvidonada—contestó—;tienesunavozmuyrecia.Teheoídogritardesde

abajocomounenergúmeno.DileaMaríaqueestoybien.—Hemos perdido dos en el aserradero —dijo Pilar tratando de hacerle

comprenderlasituación.—Yalohevisto—dijoRobertJordan—.¿Hashechomuchastonterías?—Veteahacerpuñetas,inglés.FernandoyEladioeranhombrestambién.—¿Por qué no te vuelves con los caballos? —preguntó Jordan—. Yo puedo

vigilarestetrechomejorquetú.—No,tútienesquecubriraPablo.—AldiabloconPablo.Quesecubraconmierda.—No, inglés. Pablo ha vuelto.Ha luchadomucho ahí abajo. ¿No lo has oído?

Ahoraestáluchandocontraalgúnpeligro.¿Nolooyes?—Lecubriré.Peroluegoosiréistodosalamierda.TúytuPablo.—Inglés—dijoPilar—,cálmate.Yoheestado juntoa tiy teheayudadocomo

nadie.Pablotehizodaño,peroluegovolvió.—Si hubiera tenido el fulminante, el viejo no habría muerto. Hubiera podido

volarelpuentedesdeaquí.—Sí,sí,sí...—dijoPilar.

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Lacólera,lasensacióndevacíoyelodioquehabíasentidocuando,allevantarsede la cuneta, había visto a Anselmo, seguían dominándole. Y sentía tambiéndesesperación,esadesesperaciónquenacedelapenayqueinspiraalossoldadoselodio suficiente para continuar siendo soldados. Ahora que todo había acabado, sesentíasolo,abandonado,singanasdenadayodiandoatodoslosqueteníaalrededor.

—Sinohubieranevado...—dijoPilar.Y entonces, no de unamanera súbita, como hubiera ocurrido tratándose de un

desahogofísico,si,porejemplo,Pilarlehubierapuestoelbrazoencimadelhombro,sinolentamenteydeunaformareflexiva,empezóaaceptarloquehabíapasadoyadejarqueelodiosedisipara.

Claro,lanieve.Habíasidolaculpabledetodo.Lanieve.Lanievehabíajugadoaotrosunamalapasadatambién.Yalvercómosucedieronlascosasa losdemás,alconseguir desembarazarse de sí mismo, de ese del que había que desembarazarseconstantementeenunaguerra,volvíaaver lascosasdeunamaneraobjetiva.En laguerra no había lugar para unomismo.Y al olvidarse de símismo, le oyó a Pilardecir:«ElSordo...»

—¿Quédices?—preguntó.—ElSordo...—Sí—dijoRobertJordan,ysonrióconunasonrisacrispada,tensa,unasonrisa

quelehacíadañoenlosmúsculosdelacara.—Perdóname. He hecho mal. Lo siento, mujer. Hagámoslo todo bien y de

acuerdo.Comotúdices,elpuentehavolado.—Sí,tienesqueponerlascosasensulugar.—Voy a reunirme ahora con Agustín. Coloca a tu gitanomás abajo, para que

puedaver lacarretera.DaleestosfusilesaPrimitivoycoge tú lamáquina.Déjamequeteenseñecómo.

—Guárdate tumáquina—repusoPilar—;noestaremosaquímucho rato.Pablollegaráenseguida,ynosiremos.

—Rafael—llamóRobertJordan—,venaquíamilado.Aquí.Bien.¿Vesaesosque salen de la cuneta? Ahí, más arriba del camión. ¿Los ves que se dirigen alcamión?Pégaleaunodeellos.Siéntate.Hazloconcalma.

Elgitanoapuntócuidadosamenteydisparó,ymientrascorríaelcerrojo,paratirarelcartucho,RobertJordancomentó:

—Muyalto.Hasdadoenlarocademásarriba.¿Veselpolvoquehalevantado?Procuraatinarmediometropordebajo.Ahora.Peroconcuidado.Corren.Bien.Siguetirando.

—Lediauno—dijoelgitano.Elhombrequedó tendidoenmediode lacarretera,entre lacunetayelcamión.

Losotrosdosnosedetuvieronpararecogerle.Searrojaronalacunetaysequedaron

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agazapadosallí.—No les tires a ellos—dijo Robert Jordan—.Apunta a lo alto de uno de los

neumáticosdelanterosdelcamión.Demaneraque,sinoatinas,ledesalmotor.Bien.—Miró con los prismáticos—. Un poco bajo. Bien. Estás pegando bien. Mucho.Mucho. Apunta a lo alto del radiador. En cualquier parte del radiador. Eres uncampeón.Mira.Nodejespasaranadiedeesepunto.¿Tedascuenta?

—Miracómoledeshagoelparabrisas—dijoelgitano,feliz.—No. El camión ya está fastidiado —dijo Jordan—. Guarda las balas para

cuando aparezca otro vehículo en la carretera. Empieza a disparar cuando lleguenfrentealacuneta.Tratadeacertarlealconductor.Entonces,disparadtodos—dijoaPilar,quehabíabajadoacompañadadePrimitivo—.Estáismuybiencolocados.¿Vescómoestaelevaciónosprotegeelflanco?

—VeahacertutrabajoconAgustín—dijoPilar—.Nohacefaltaquenosdesunaconferencia.Séloqueeselterrenodesdehacemuchotiempo.

—Coloca a Primitivomás arriba—dijoRobert Jordan—.Allí. ¿Te das cuenta,hombre?Allí,pordondelapendientesehacemásabrupta.

—Acabaya—dijoPilar—.Vete,inglés.Túytuperfección.Aquínohayningúnproblema.Enaquelmomentooyeronlosaviones.

Maríallevabamuchotiempoconloscaballos;peronoeraningúnconsueloparaella.Niparaloscaballos.Desdeelparajedelbosqueenqueseencontraba,nopodíaverlacarreteranielpuente,ycuandoeltiroteocomenzópasóelbrazoalrededordelcuellodelgransementalbajode frenteblanca,quehabíaacariciadoy regaladoamenudocuando los caballos estaban en el cercado, entre los árboles, por encima delcampamento. Pero su nerviosismo desazonaba al gran semental, que sacudía lacabezaconlasventanasdelasnaricesdilatadasaloírelruidodelasexplosionesdelosfusilesydelasgranadas.Maríanoeracapazdequedarsequietaenunmismositioy daba vueltas alrededor de los caballos, los acariciaba, les daba palmaditas y noconseguíamásqueexacerbarsunerviosismoysuagitación.

Intentópensareneltiroteo,nocomounacosaterrible,queestabasucediendoenaquellos momentos, sino imaginando que Pablo estaba abajo con los últimos quehabían llegado y Pilar arriba con los otros, y que no tenía por qué inquietarse nidejarsellevarporelpánico,sinotenerconfianzaenRoberto.Peronoloconseguía.Ytodo el tiroteode arribay el tiroteode abajoy la batalla quedescendía del puertocomounatormenta lejanaconuntableteosecoyelestallidoregularde lasbombascomponían un cuadro de horror que casi la impedía respirar. Más tarde oyó elvozarróndePilarque,desdeabajo,desdeelflancodelcerro,gritabaindecenciasquenocomprendía;ypensó:«Diosmío,no;nohablesasímientrasélestáenpeligro.Noofendasanadie.Noprovoquesriesgosinútiles.Nolosprovoques.»

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LuegosepusoarezarporRobert,rápidaymaquinalmente,comoenelcolegio,diciendo sus oraciones de prisa, todo lo de prisa que podía, y contándolas con losdedos de lamano izquierda, rezandomisterios completos de avemarías. Por fin elpuentesaltóyuncaballorompiólasriendasdespuésdeespantarse,yseescapóporentre los árboles. María salió tras él para cogerle y le trajo temblando,estremeciéndose, con el pecho bañado en sudor, la montura torcida, y, mientrasregresaba por entre los árboles, oyó el tiroteo más cercano y pensó: «No puedosoportarestomuchotiempo.Nopuedoaguantarmássinsaberloquepasa.Nopuedorespirary tengo labocaseca.Tengomiedoynosirvodenada,yheasustadoa loscaballosyhecogidoaésteporcasualidad;porquetirólamonturaaltropezarconunárbolyseenganchóenlosestribos,yahoraqueestoyreajustandolamontura,Diosmío,nosé,nopuedosoportarlo,teloruego.Quevayatodobien;porquemicorazónytodomiserestánenelpuente.LaRepúblicaesunacosa,yelque tengamosqueganarestaguerraesotra.Pero,Virgenbendita,traeledelpuentesanoysalvoyharétodoloquequieras.Porqueyonoestoyaquí.Nosoyyo.Yonovivomásqueporél.Protégele, porque te lo pido yo, y entonces haré todo lo que quieras, y él no seopondrá.YnoserácontralaRepública.Teloruego;perdóname,porquenoentiendonadaenestosmomentos;haréloqueestébienhecho;haréloqueéldigayloquetúdigas,y loharécontodamialma.Peroahoranopuedosoportarelnosaber loquepasa.»

Luegoajustólasilla,estirólamanta,apretólascinchasyoyóelvozarróndePilarquelellegabadeentrelosárboles:

—María.María,tuinglésestábien.¿Meoyes?Muybien.Sinnovedad.Maríaseagarróconlasdosmanosalamontura,apretósucabezarapadacontra

ellayrompióallorar.Oyóelvozarrónquevolvíaaelevarsey,apartandoelrostrodelamontura,gritóentresollozos:

—Sí,gracias.—Yluego,sindejardellorar,añadió—:Gracias.Muchasgracias.

Aloírlosavioneslevantarontodoslacabeza.VeníandelapartedeSegovia,volandomuyaltosenelcielo,plateadosalaluzdelsol,ahogandoconsuzumbidolosotrosruidos.

—Ahíestánésos—dijoPilar—;esloquenosfaltaba.RobertJordanlepasóelbrazoporelhombro,sindejardeobservarlos.—No—dijo—, esos no vienen por nosotros.No tienen tiempo que perder con

nosotros.Cálmate.—Losodio.—Yotambién;peroahoratengoqueirmeabuscaraAgustín.Rodeóelcerroporentrelospinos,conelzumbidodelosavionessobresucabeza,

mientras desde el otro lado del puente demolido, más abajo, por la carretera, le

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llegabaeltableteointermitentedeunaametralladorapesada.SeacurrucójuntoaAgustín,queestabatumbadoenmediodeungrupodeabetos

detrásdelaametralladora,yvioqueveníanotrosaviones.—¿Quépasaahíabajo?—preguntóAgustín—.¿QuéestáhaciendoPablo?¿No

sabequelodelpuentehaacabado?—Quizásestéatrapadoahí.—Entonces,nosiremos.Peorparaél.—Va a venir en seguida, si puede —dijo Robert Jordan—. Debiéramos estar

viéndoleya.—Hacemás de cincominutos que no le oigo—dijoAgustín—.Más de cinco

minutos.No.Mira.Ahíestá.Sí,esél.Seoyóeltableteodelfusilautomáticodecaballería.Primero,unaseriebrevede

disparos.Luegootray,enseguida,unaterceraseriededisparos.—Ahíestáesehijodeputa—dijoRobertJordan.Vio llegar más aviones por el alto cielo azul limpio de nubes y observó la

expresióndeAgustín cuando éste levantó la vista hacia ellos.Luegomiróhacia elpuentedestrozadoy el trechode carreterademás alláque seguía sinnadie.Tosió,escupió y prestó oído al tableteo de la ametralladora pesada, que comenzaba adispararalotroladodelrecododelacarretera.Parecíahallarseenelmismositioqueantes.

—¿Quéhasidoeso?—preguntóAgustín—.¿Quéesesaporquería?—Haestadodisparandodesdeantesquevolaraelpuente—dijoRobertJordan.Podíaverahoralacorrientedeaguamirandoporentrelossoportesdescuajadosy

distinguirlosrestosdeltramocentralcolgandoenelvacío,semejantesaunmandildehierro, retorcido.Oyóa losprimerosaviones,queestabandescargandosusbombasmásarribadelpuerto,yvioqueacudíanotrosenlamismadirección.Elruidodelosmotoresparecíallenarelaltocieloy,mirandoconatención,distinguiólosdiminutosyágilescazasqueibandetrásdeellos,describiendocírculosmuchomásaltos,entrelasnubes.

—Nocreoqueésoscruzaranlaslíneaselotrodía—dijoPrimitivo—.HandebidodeirhaciaelOesteyahoraestánvolviendo.Nosehubieraorganizadounaofensivadehaberlosvisto.

—Lamayorpartedeesosaparatossonnuevos—dijoRobertJordan.Teníalaimpresióndequealgoquehabíacomenzadonormalmenteprovocabade

golperepercusionesenormes,desproporcionadas,gigantescas.Eracomosisehubieraarrojado una piedra al agua, la piedra hubiese descrito un círculo y ese círculo sehubieraidohaciendomásgrande,rugiendo,hinchándose,abriéndoseencírculosmásgrandes hasta hacerse unamontañade olas.O como si se hubiera gritadoy el ecohubieserespondido,desencadenandounatormentaaparatosa,unatormentamortal.O

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comosisehubieragolpeadoaunhombre,comosielhombrehubiesecaídoycomosiporalgunapartehubieranaparecidootroshombresprovistosdearmas.SealegrabadenoencontrarseenloaltodelpuertoconGolz.

Tumbado en el suelo, junto a Agustín, mirando a los aviones que pasaban,escuchandoeltiroteo,vigilandolacarretera,esperabaquesucedieraalgo,aunquenosabíaqué,ysesentíaaúncomoentontecidoporlasorpresadenohabermuertoenelpuente. Había aceptado de manera tan completa el morir, que todo aquello se leantojabairreal.«Espabila—sedijo—.Dejatodoeso.Haymucho,mucho,muchoquehacer todavía.» Pero no lograba zafarse de aquella especie de entontecimiento ysentíademanerainconscientequetodoaquelloseestabaconvirtiendoenunsueño.

«Hastragadodemasiadohumo.»Perosabíaquenoeraaquello.Sedabamuybiencuenta de hasta qué punto todo aquello era irreal a través de la realidad absoluta.Miróalpuente; luegoalcentinelaqueyacíasobre lacarretera,no lejosdelsitioendondeAnselmoyacía también;después,aFernando, tumbadoen lacuesta,y luegovolvióamirarlacarretera,oscuraybienasfaltadahastaelcamiónreventado,ytodoaquelloleparecióenteramenteirreal.

«Seríamejorquedejarasdepensarenesascosas—reflexionó—.Erescomoesosgallos de pelea, que nadie ve la herida que han recibido, y están ya muertos.Estupideces. Estás un poco entontecido; eso es todo, y deprimido por tantaresponsabilidad;esoestodo.Tranquilízate.»

Agustínlecogiódelbrazoparallamarsuatenciónsobrealgunacosa.Miróalotrolado del desfiladero y vio a Pablo. Vieron a Pablo desembocar, corriendo, por elrecododelacarretera.Enelánguloderocasenquelacarreteradesaparecíalevierondetenerse, pegarse a lamuralla rocosa y disparar con la pequeña ametralladora decaballería, que arrojaba al sol una cascada de cobre brillante. Vieron a Pabloagacharseydispararotravez.Luego,sinmirarhaciaatrás,volvióacorrer,pequeño,conlaspiernastorcidasylacabezainclinadacaminodelpuente.

Robert Jordan apartó a Agustín y se hizo cargo de la gran ametralladoraautomática.Apuntócuidadosamentehaciaelrecodo.Sufusilautomáticoestabaenelsuelo,asuizquierda.Noleservíaparadispararaaquelladistancia.

Mientras Pablo corría hacia ellos, Robert Jordan seguía apuntando hacia elrecodo; peronada apareciópor él. Pablo, al llegar al puente, se volvióhacia atrás,echóporencimadelhombrounamiradarápida,giróhacialaizquierdaydescendiópor el desfiladero, perdiéndose de vista.Robert Jordan seguía vigilando el recodo,peronada aparecía.Agustín se irguió sobre sus rodillas.Veía aPablodeslizándoseporeldesfiladerocomounacabra.DesdequePabloapareció,eltiroteohabíacesado.

—¿Vesalgoporalláarriba,entrelasrocas?—preguntóRobertJordan.—Nada.Jordan seguíavigilandoel recodo.Sabíaqueelparedónerademasiadoabrupto

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paraquepudieraescalarseporaquellaparte;peromásabajo lacuestasehacíamássuaveysepodíasubirdandounrodeo.

Silascosashabíansidoirrealeshastaentonces,heaquíque,derepente,sehacíanenteramente reales. Era como si el ocular de una máquina fotográfica hubieseencontradorepentinamentesufoco.Fueentoncescuandovioelartefactodehocicoangulosoytorrecillacuadrada,pintadodeverdegrisycastaño,consuametralladoraapuntada,dandolavueltaalrecodoiluminadoporelsol.Disparó,yoyóelruidoquehacía la bala al chocar contra la cubierta de acero. El pequeño tanque diomarchaatrás, refugiándose tras la muralla rocosa. Vigilando el recodo, Robert Jordan vioasomarnuevamentelanarizdelartefacto,luegoelbordedelatorrecillayporúltimotodalatorrecilla,hastaqueelcañóndelaametralladoraquedóenfiladoalolargodelacarretera.

—Pareceunratónsaliendodesuagujero—dijoAgustín—.Mira,inglés.—Noestámuyconfiado—dijoRobertJordan.—EseeselanimalconquePablotuvoquepelear—dijoAgustín—.Disparaotra

vez.—No.Nopuedohacerledaño.Ynoquieroquesedécuentadedóndeestamos.El tanque comenzó a disparar sobre la carretera. Las balas rebotaban contra el

suelo y resonaban contra los hierros del puente. Era la misma ametralladora quehabíanoídodispararmásabajo.

—Cabrón—dijoAgustín—.Eseesunodesusfamosostanques,¿no,inglés?—Sí,esun«Bebé».—Cabrón. Si yo tuviese un biberón lleno de gasolina, se lo tiraría encima y le

prenderíafuego.¿Quévamosahacer,inglés?—Esperarunpocohastaqueseasomedenuevo.—Yesoesloquemetetantomiedo—dijoentonodespectivoAgustín—.Mira,

inglés.Estámatandootravezaloscentinelas.—Yaquenotieneotroblanco—dijoRobertJordanDéjale.Pero para sus adentros pensó: «Búrlate de él, anda. Imagínate que eres tú, que

vuelvesaunterritorioocupadoporlostuyosyqueteencuentrasconquetedisparanenlacarreteraprincipal;luego,conquesaltaunpuente.¿Nocreeríasquehabíasidominadoobienque se tratabadeuna trampa?Claroque sí.Así esquehace loquetienequehacer.Estáaguardandoquevengaalguienensuayuda.Entretanto,distraealenemigo.Elenemigosomosnosotros;peronopuedesaberlo.Miraalmuyhijodeputa.»

Eltanquecilloasomabaligeramenteelmorroporelrecodo.EntoncesvioAgustínapareceraPablo,saliendodeldesfiladero,y levio trepar,

arrastrándose,conelbarbudorostrollenodesudor.—Ahívieneesehijodeputa—anunció.

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—¿Quién?—Pablo.RobertJordanvioaPabloycomenzóadispararsobrelatorrecillacamufladadel

tanquecillo,haciaelpuntoendondesabíaqueteníaqueestarlahendiduraqueservíade mira más abajo de la ametralladora. El tanquecillo retrocedió, desapareció yJordan recogió el fusil ametrallador, plegó las patas del trípode y se lo echó alhombro.Elcañónestabatodavíacaliente;tancaliente,quelequemabalapiel.Jordanloechóhaciaatrás,deformaquelaculatadescansaraenlapalmadesumano.

—Traeelsacodelasmunicionesymipequeñamáquina,ydateprisa.Vamos.Robert Jordan subió corriendo por entre los pinos. Agustín iba detrás de él y

Pablounpocomáslejos.—Pilar—gritóJordan—.Vamos,mujer.Subíanlaempinadacuestatodolodeprisaquepodían.Nopodíancorrerporque

era demasiado empinada. Pablo, que no llevaba más impedimenta que el fusilautomáticodecaballería,llegóprontohastaellos.

—¿Ytugente?—preguntóAgustínaPablo,conlabocaseca.—Hanmuerto todos—dijo Pablo. Apenas si podía respirar. Agustín volvió la

cabezaylemirófijamente.—Ahoratenemosmuchoscaballos,inglés—dijoPablo,jadeando.—Bueno—dijoRobertJordan.«Estebastardoasesino»,pensó.—¿Quéoshapasado?—Nosha pasado de todo—dijoPablo, respirando penosamente—. ¿Qué tal le

fueaPilar?—HaperdidoaFernandoyalhermano.—Eladio—explicóAgustín.—¿Ytú?—preguntóPablo.—HeperdidoaAnselmo.—Haymuchoscaballos—dijoPablo—;tendremoshastaparalosequipajes.Agustínsemordióloslabios,miróaJordanehizounmovimientoconlacabeza.

Debajodeellos,ocultoporlosárboles,oyeronaltanque,quevolvíaadispararsobrelacarreterayelpuente.RobertJordanvolviólacabeza.

—¿Quéfueloquesucedió,pues?—preguntóaPablo.QueríaevitarmiraraPabloyolerle,peroqueríaenterarse.

—Nopodíasalirporallíconeseartefacto—dijoPablo—.Estábamosatrapadosenelpuesto.Porfin,sealejóparairenbuscadenoséquécosa,yyoescapé.

—¿Contraquiéndisparabasahíabajo?—preguntóbrutalmenteAgustín.Pablolemiró,esbozóunasonrisa,searrepintióynodijonada.—¿Fuistetúquienlosmatóatodos?—preguntóAgustín.RobertJordanpensaba:«Notemetaseneso.Nohayquemeterseenelloporel

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momento. Han hecho todo lo que tú querías e incluso más. Esta es una pelea detribus. No te metas a juzgar a nadie. ¿Qué podías esperar de un asesino? Estástrabajandoconunasesino.Notemetaseneso.Yasabíasqueloeraantesdeempezar.No es ninguna sorpresa. Pero ¡qué cochino bastardo! ¡Qué cochino, inmundobastardo!»

Ledolíaelpechodelaescaladaypensabaque”ibaaabrírseleendos.Alfin,másarriba,entrelosárboles,violoscaballos.

—Vamos—decíaAgustín—.¿Porquénoconfiesasquefuistetúquiénlosmató?—Callalaboca—dijoPablo—.Hepeleadomuchohoyymuybien.Pregúntaselo

alinglés.—Yahora,sácanosdeaquí—dijoRobertJordan—.Erestúelqueteníaunplan

parasacarnos.—Tengounbuenplan—dijoPablo—;conunpocodesuerte,todoirábien.Empezabaarespirarconmásholgura.—Notendrásintencionesdematarnos,¿eh?—preguntóAgustín—.Porqueestoy

dispuestoamatarteyoahoramismo.—Cierraelpico—dijoPablo—;tengoqueocuparmedetusinteresesydelosde

labanda.Eslaguerra.Nosepuedehacerloquesequiere.—Cabrón—dijoAgustín—;tellevastodoslospremios.—Dimequéocurrióalláabajo—dijoRobertJordanaPablo.—Pasódetodo—contestóPablo.Respirabatrabajosamente,comosiledolierael

pecho, pero podía hablar con claridad. Su cara y su cráneo estaban empapados desudoryteníaloshombrosyelpechoasimismoempapados.MiróaRobertJordanconprecaución,paraversinosemostrabarealmentehostil,yluegosonrió—:Mepasódetodo —dijo—. Primero tomamos el puesto. Después apareció un motociclista.Después, otro. Después, una ambulancia. Luego, un camión. Más tarde llegó eltanque.Unmomentoantesdequetúvolaraselpuente.

—¿Yluego?—Eltanquenopodíaalcanzarnos,perotampocopodíamossalirporquedominaba

lacarretera.Porfinsemarchó,yentoncespudesalir.—¿Ytugente?—preguntóAgustín,buscandotodavíacamorra.—Cállate—dijoPablo,mirándolealacara,ysucaraeraladeunhombrequese

habíabatidobienantesdequesucedieralootro—.Noerandenuestrabanda.Podíanverahoraaloscaballosatadosalosárboles.Elsollesdabadellenopor

entrelasramasylosanimales,inquietos,sacudíanlacabezaytirabandelastrabas.Robert JordanvioaMaríayun instantedespués laestrechabaentre susbrazos.Laabrazócontantavehemencia,queeltapallamasdelfusilametralladorselehundióenlascostillas.Maríadijo:

—Roberto,tú.Tú.Tú.

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—Sí,conejito,conejitomío.Ahoranosiremosdeaquí.—Pero¿erestúdeverdad?—Sí,sí,deverdad.Nohabíapensadonuncaquepudierallegarseasaberqueunamujerpodíaexistir

duranteunabatallaniqueningunapartedesímismopudierasaberlooresponderaello;nique,sihabíarealmenteunamujer,pudieratenerpequeñossenosredondosydurosapretadoscontrauno,atravésdeunacamisa;niquesepudieratenerconcienciadeesossenosduranteunabatalla.«Peroesverdad—pensó—.Yesbueno.Esbueno.Nohubieracreídojamásenesto.»Laapretócontraél,fuerte,muyfuerte,peronolamiróylediouncacheteenunlugardondenoselohabíadadonunca,diciéndole:

—Subeaesecaballo,guapa.Luegodesataron las bridas.Robert Jordanhabía devuelto el arma automática a

Agustín y había cogido su fusil ametrallador, cargándoselo al hombro. Sacó lasgranadas de los bolsillos para meterlas en las alforjas; luego metió una de lasmochilasvacíasenlaotraylasatódetrásdelamontura.Pilarllegótanagotadaporlacuesta,quenopodíahablarmásqueporgestos.

Pablometióenunasalforjas las tresmaniotasqueteníaen lamano,se irguióydijo:—¿Qué tal,mujer? Ella le contestó con un gesto para tranquilizarle, y todosmontaronenloscaballos.

Robert Jordan iba sobre el gran tordillo, que había visto por vez primera lavíspera,porlamañana,bajolanieve,ysuspiernasymanossentíanloquevalíaaquelmagníficocaballo.

Como llevaba alpargatasde suelade cáñamo, los estribos lequedabanunpococortos.Llevaba el fusil al hombro, losbolsillos repletosdemuniciones, y, unavezmontado, con las riendasdebajodel brazo, cambió el cargador, echandodevez encuandounamiradaaPilar,queaparecíaenloaltodeunaextrañapirámidedemantasypaquetesatadosalasilla.

—Deja todo eso, por el amor de Dios—dijo Primitivo—. Te vas a caer y tucaballonopodráaguantartantacarga.

—Cállate—repusoPilar—.Contodoestopodremosvivirenotraparte.—¿Podráscabalgarasí,mujer?—lepreguntóPablo,quesehabíaencaramadoal

grancaballobayo,aparejadoconunamonturadeguardiacivil.—Comocualquierlechero—dijoPilar—.¿Adóndevamos,hombre?—Derechos,haciaabajo.Atravesaremoslacarretera.Subiremoslacuestadelotro

ladoynosmeteremosporelbosque,porlapartemásespesa.—¿Hay que atravesar la carretera?—preguntó Agustín, poniéndose a su lado,

mientrashincabalasalpargatasenlosflancosduroseinertesdeunodeloscaballosquePablohabíatraídolanocheanterior.

—Puesclaro,hombre;eselúnicocaminoquenosqueda—dijoPablo.Leentregó

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unodeloscaballosdecarga;Primitivoyelgitanollevabanlosotrosdos.—Puedesveniraretaguardia,inglés,siquieres—dijoPablo—.Cruzaremosmuy

arriba,paraestarlejosdelalcancedeesamáquina.Peroiremosseparadosalcruzarlacarreterayvolveremosajuntarnosmásarriba,dondeelcaminosehacemásestrecho.

—Bien—dijoRobertJordan.Descendieronentre losárboleshastaelbordede lacarretera.Robert Jordan iba

detrásdeMaría.Nopodía ir a su ladopor los árboles.Acarició su caballo con laspiernas y lo mantuvo bien sujeto, mientras descendían rápidamente, deslizándoseentre los pinos, guiando al animal con losmuslos, como lo hubiera hecho con lasespuelasdehaberseencontradoenterrenollano.

—Oye, tú—exclamó, dirigiéndose aMaría—. Ponte en segundo lugar cuandoatravesemos la carretera. Pasar el primero no es tan malo como parece. Pero elsegundoesmejor.Losquecorrenmáspeligrosonlosquevandespués.

—Perotú...—Yopasarémuyaprisa.Nohayproblema.Lomáspeligrosoespasarenfila.Veía la redonda y peluda cabeza de Pablo hundida entre los hombrosmientras

cabalgabaconelfusilautomáticocruzadoalaespalda.MiróaPilar,queibaconlacabezadescubierta,amplios loshombros,másaltas lasrodillasquelosmuslos,conlostaloneshundidosenlosbultosquellevaba.Unavezsevolvióaellaamirarleymoviólacabeza.

—AdelantaaPilarantesdeatravesar lacarretera—dijoRobertJordanaMaría.Luego,mirandopor entre los árboles,queestabanmás separados,vio la superficieoscuraybrillantedelacarreterapordebajodeellos,y,másallá,lapendienteverdedelamontaña.«Estamosjustamenteporencimadelacuneta—observó—,yunpocomásacádel repecho,apartirdelcual lacarreteradesciendehaciaelpuenteenunapendiente larga.Estamosaunosochocientosmetrosporencimadelpuente.Esonoestáfueradelalcancedela«Fiat»deltanque,sisehanacercadoalpuente.»

—María—dijo—, ponte delante de Pilar antes que lleguemos a la carretera ysubedeprisaporesacuesta.

Maríavolviólacabezaparamirarle,peronodijonada.Élledevolviólamiradaparaasegurarsedequelehabíaentendido.

—¿Comprendes?—lepreguntó.Ellahizoungestoafirmativo.—Pasadelante—dijo.—No—respondió ella, volviéndose hacia él y negando con la cabeza—. Me

quedaréenellugarquemecorresponde.Entonces Pablo hundió las espuelas en los ijares del gran bayo y se precipitó

cuestaabajo,porlapendientecubiertadehojasdepino,atravesandolacarreteraentreun martillar y relucir de cascos. Los otros le siguieron y Robert Jordan los vio

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atravesarlacarreteraysubirlacuestacubiertadehierbayoyólaametralladoraquetableteabadesdeelpuente.Luegooyóunruidoqueseasemejabaaunsilbido—¡psiiicracbum!—seguidodeungolpesordoyunaexplosión,yviolevantarseunsurtidorde tierra de la ladera y una nube de humo gris. —¡Psiiii, crac, bum!—Inmediatamenteserepitiólaescenayunanubedepolvoyhumoselevantóunpocomásarriba,enlaladera.

Delantedeélseparóelgitanoalbordede lacarretera,alabrigode losúltimosárboles.MirólacuestayluegosevolvióhaciaRobertJordan.

—Adelante,Rafael—dijoJordan—.Algalope,hombre.Elgitanollevabadelasbridasalcaballocargadoconlosbultos,queseresistíaa

seguiradelante.—Sueltaaesecaballoygalopa—dijoRobertJordan.VioaRafaellevantarlamano,cadavezmásalto,comosisedespidieradetodoy

parasiempre,mientrashundíalostalonesenloscostadosdesumontura.LacuerdadelotrosecayóyelgitanohabíacruzadoyaelcaminocuandoRobertJordantuvoqueentendérselasconuncaballodetiroque,asustado,habíaretrocedidohastatoparcon él. El gitano, entretanto, galopaba por la carretera y se oía el galopar de loscascosdelcaballo,segúnibasubiendolacuesta.

¡Psiiii, crac,bum!Elproyectil seguía su trayectoriabajay Jordanvioalgitanosacudirsecomounjabalíenfugamientraslatierraselevantabatrasdeélenformadeun pequeño geiser negro y gris. Le vio galopar,más despacio ahora llegando a laladeracubiertadehierba,mientraslaametralladoraleperseguíaconsusdisparos,quellovíanalrededor,hastaque,porfin,llegóalosotros,resguardadosporlacolina.

«Nopuedollevarconmigoaestecondenadocaballoconlacarga—pensóRobertJordan—.Sinembargo,megustaríatenerloamilado.Megustaríaponerloentreesoscuarentaysietemilímetrosyyo,antesdequemedisparenencima.PorDios,voyatratardellevarle.»

Seacercóalcarguero,logrócogerlasogay,conelcaballotrotandodetrásdeél,subió unos cincuenta metros cuesta arriba entre los árboles. Allí se detuvo paraobservar la carretera hasta donde estaba el camión, hacia el puente.Vio que habíahombresenelpuenteydetrás,enlacarretera,algoqueparecíaunembotellamientode vehículos. Buscó alrededor hasta que encontró lo que buscaba, se irguió en elcaballoyrompióunaramasecadepino.Dejócaerlacuerdadelcarguero,ledirigióhacia lacarreteray legolpeóconfuerzaen lagrupacon la ramadepino.«Vamos,hijodeperra»,dijo.Ylanzólaramasecadetrásdeél.Elcaballoatravesólacarreterayempezóasubirlacuesta.Laramavolvióagolpearleyelcaballoselanzóalgalope.

RobertJordansubióuna treintenademetrosmásarriba,hastael límiteextremopor donde podría cruzar sin encontrar la pendiente demasiado abrupta. El cañóndisparaba llenando el aire con silbidos de obuses, tronaba y crepitaba levantando

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tierraportodaspartes.«Vamos,tú,bastardofascista»,dijoRobertJordanalcaballo.Ylelanzóporlapendiente.Luegoseencontróaldescubierto,cruzandolacarretera,tandurabajoloscascosdelcaballo,quelasentíaresonarhastaloshombros,elcuelloy losdientes.Después llegóa la cuestablanda, endonde los cascosdel caballo sehundíanymientraselanimaltratabadeafirmarse,tomabaimpulsoyseguíaadelante,vio el puente desde un ángulo que no le había visto jamás. Lo veía de perfil, sinescorzos; en el centro tenía un boquete y detrás de él, en la carretera, se veía eltanquecillo, y detrás del tanquecillo un tanque enorme con un cañón. Y el cañóndisparóyhubounfogonazoamarillento,tanbrillantecomounespejo,yelrelámpagoquefulguróaldesgarrarseelaireparecióhaberdescuajadoellargopescuezogrisqueteníadelantedeél.RobertJordanvolvió lacabezayviounsurtidorsuciode tierralevantándose.Elcargueroibadelantedeél;perocorríademasiadohacialaderechayperdíavelocidad.Jordan,algalope,volviódenuevolamiradahaciaelpuenteyviolahileradecamionesdetenidosjuntoalrecodo,bienvisibledesdelapartemáselevadadesucamino.Mientrasganabaaltura,volvióavernuevamenteelresplandoramarilloy oyó el psiiii y el bum de la explosión; pero la bomba cayó un poco cortapartiéndose los pedazos demetal por el camino como si brotaran del lugar en quehabíacaídoelproyectil.

Vio a los otros al borde de la arboleda y dijo: «¡Arre, caballo!» y vio cómo elpechodelcaballosehinchabaconlapendienteabruptaycómoestirabaelcuelloylasorejasgrises,einclinándoselediounaspalmadasenelcuellohúmedoyluegovolviólosojoshaciaatrás,haciaelpuente,yviounnuevo fogonazoque salíadel tanquepesado colorde tierra allá abajo, en la carretera, y estaveznooyó el silbido, sinosolamentelellegóeloloracredelestallido,comosihubierareventadounacalderayse encontró bajo el caballo gris, que pateaba y forcejeaba mientras él hacía porzafarsedelpeso.

Sepodíamover.Sepodíamoverhacialaderecha.Perosupiernaizquierdaselehabíaquedado aplastadabajo el caballo,mientras él semovíahacia la derecha.Sehubieradichoqueteníaunanuevaarticulación,noladelacadera,sinootralateral.Enseguidacomprendiódequésetrataba.Entonceselcaballogrisseirguiósobrelasrodillas,y lapiernaderechadeRobert Jordan,que sehabíaquedadodesgajadadelestribo,pasóporencimade lamonturayse juntóconlaotra.Sepalpóconlasdosmanos la cadera izquierda y susmanos tocaron el hueso puntiagudo y el lugar endondehacíapresióncontralapiel.

Elcaballogrissequedóparadojuntoaél,yélpodíavereljadeodesuscostillas.La hierba en donde estaba sentado era verde, con florecillas silvestres.Miró haciaabajo, hacia la carretera, el puente y el desfiladero, y vio el tanque y aguardó elfogonazo.Seprodujoenseguida,sinseracompañadodesilbidos.Enelmomentodelaexplosiónviovolarlosterronesylametrallalellevóhastalanarizelacreolordel

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explosivo,yvioalgrantordillorecogerlaspatastraserasysentarsetranquilamente,comosifuerauncaballodecirco,alladodeél.Yluego,mirandoalcaballo,sentadoallí,sediocuentadeloquesignificabaelruidoquehacía.

LuegoPrimitivoyAgustínlecogieronporlasaxilasparaarrastrarlehastaloaltodelacuesta,ylanuevaarticulacióndesupiernalehacíabailarsegúnlosaccidentesdelterreno.Unobússilbóporencimadeellos,quesearrojaronalsueloaguardandoaque estallase. El polvo les cayó encima, la metralla se dispersó y volvieron arecogerle.Luego lepusieronalabrigodeunosárboles,cercade loscaballos,yvioqueMaría,PilaryPabloestabanalrededor.

Maríasearrodillóasulado,diciendo:—Roberto,¿quétehapasado?Jordan,empapadodesudor,contestó:—Lapiernaizquierdaseharoto,guapa.—Vamosavendarla—dijoPilar—.Podrásmontarenése—yseñalóaunodelos

caballoscargueros—.Descargadle.RobertJordanvioaPablonegarconlacabezaylehizoungesto.—Alejaos—dijo.Luegoañadió—:Escucha,Pablo,venaquí.Supeludorostro,mojadodesudor,seinclinóhaciaélyRobertJordansintióde

llenoelolordePablo.—Dejadnoshablar—dijoaMaríayaPilar—.TengoquehablarconPablo.—¿Teduelemucho?—preguntóPablo,inclinándosemuycercadeél.—No.Creoqueelnerviohasidodestrozado.Oye.Marchaos.Yoestoylisto,¿te

das cuenta? Quiero hablar un rato con María. Cuando te diga que te la lleves,llévatela.Ellasequerráquedar.Perovoyahablarunratoconella.

—Tedaráscuentadequenotenemosmuchotiempo—dijoPablo.—Medoycuenta.CreoqueestaríaismejorenlaRepública—dijoRobertJordan.—No.PrefieroGredos.—Piénsalobien.—Háblaleahora—dijoPablo—.Notenemosmuchotiempo.Sientoloqueteha

pasado,inglés.—Puesto queme ha pasado—dijo Jordan—, no hablemosmás. Pero piénsalo

bien.Tienesmuchacabeza.Tienesqueutilizarla.—¿Y por qué no iba a utilizarla?—preguntó Pablo—. Ahora, habla de prisa,

inglés;notenemostiempo.Pablo se fue junto a un árbol y se puso a vigilar la cuesta, el otro lado de la

carreterayeldesfiladero.Mirótambiénelcaballogrisquehabíaenlacuestaconunaexpresióndeverdaderodisgusto.PilaryMaríaestabancercadeRobertJordan,queseencontrabasentadocontraeltroncodeunárbol.

—Córtame el pantalón por aquí, ¿quieres? —dijo Jordan a Pilar. María,

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acurrucadajuntoaél,nohablaba.Elsollebrillabaenloscabellosyhacíapucheros,comounniñoquevaallorar.Peronolloraba.

Pilarcogióelcuchilloycortólaperneradelpantalóndearribaabajo,apartirdelbolsillo izquierdo.Robert Jordan separó la tela con lasmanosy semiró la cadera.Quincecentímetrosporencimaseveíaunahinchazónpuntiagudayrojizaenformadecono,yalpalparlaconlosdedossintióelhuesodelacaderarotobajolapiel.Supiernaextendidaformabaunánguloextraño.LevantólosojoshaciaPilar.HabíaensurostrounaexpresiónparecidaaladeMaría.

—Anda—ledijo—.Vete.Pilar se alejó con la cabezabaja, sindecir nada, sinmirarhacia atrásyRobert

Jordanvioquesushombrosseestremecían.—Guapa—dijo aMaría, cogiéndole lasmanos entre las suyas—.Oye. Ya no

iremosaMadrid.Entonces,ellasepusoallorar.—No,guapa;no llores.Escucha.No iremosaMadridahora;pero irécontigoa

todaspartesadondevayas.¿Comprendes?Ellanodijonada.ApoyólacabezacontralamejilladeRobertJordanyleechó

losbrazosalcuello.—Oye bien, conejito—dijo—, lo que voy a decirte.—Sabía que era preciso

darseprisayestabasudandoytranspirabaabundantemente;peroeramenesterquelascosas fueran dichas y comprendidas.— Tú te vas ahora, conejito, pero yo voycontigo.Mientrasvivaunodenosotros,viviremoslosdos.¿Locomprendes?

—No.Mequedocontigo.—No, conejito. Lo que hago ahora, tengo que hacerlo solo.No podría hacerlo

contigo. ¿Te das cuenta? Cualquiera que sea el que se quede, es como si nosquedáramoslosdos.

—Yoquieroquedarmecontigo.—No,conejito,oye.Estonopodemoshacerlojuntos.Cadacualtienequehacerlo

asolas.Perositevas,yomevoycontigo.Deesamanera,yomeirétambién.Tútevasahora; séque te irás.Porqueeresbuenaycariñosa.Tevasahoraparaquenosvayamoslosdos.

—Peroesmásfácilsimequedocontigo—dijoella—.Esmásfácilparamí.—Sí,perohazmeelfavordeirte.Hazlopormí;porquepuedeshacerlo.—Pero¿noloentiendes,Roberto?¿Yyo?Espeorparamíelirme.—Claroquesí—dijoél—;esmásdifícilparati.Peroyosoytúahora.Ellanodijonada.Jordanlamiró.Estabasudandodeunamaneratremenda.Hizounesfuerzopara

hablar, deseando convencerla de unamaneramás intensa de lo que había deseadonuncaensuvida.

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—Ahora te irás como si fuéramos los dos —dijo—; no hay que ser egoísta,conejito,tienesquehacerloquedebes.

Ellanegóconlacabeza.—Túeresyo—siguióél—;tienesquedartecuenta,conejito.Conejito,escucha.

Esverdad.Mevoycontigo.Telojuro.Ellanodijonada.—¿Nolocomprendes?—preguntó—.Ahoraveoquelocomprendes.Ahoravasa

marcharte.Bien.Ahora tevas.Ahorahasdichoque te ibas.—Ellanohabíadichonada.—Ahoratevoyadarlasgraciasporirte.Vetedulcementeyenseguida.Veteenseguida,paraquenosvayamoslosdosenti.Ponmelamanoaquí.Lacabezaahora.No,aquí.Muybien.Ahorayopondrémimanoaquí.Estámuybien.¡Québuenaeres!Ahoranopiensesmás.Ahoravasahacerloquedebes.Ahoraobedecerás.Noamí,sinoalosdos.Amí,queestoyenti.Ahorateirásporlosdos.Asíes.Nosvamoslosdoscontigoahora.Esasí.Teloheprometido.Eresmuybuenasitevas,muybuena.

HizounaseñaconlacabezaaPablo,quelemirabadesdedetrásdeunárbol,yPabloseacercó.PablohizounsignoaPilarconelpulgar.

—IremosaMadridotravez,conejito—siguióél—.Escierto.Ahoralevántateyvete,ynosiremoslosdos.Levántate.¿Noves?

—No—dijoella,yseagarróasucuello.Jordanhablabaconmuchacalma,aunqueconunagranautoridad.—Levántate—dijo—.Túeresyoahora.Túerestodoloquequedarádemídesde

ahora.Levántate.Ellaselevantólentamente,llorandoconlacabezabaja.Luegovolvióasentarse

en seguida a su lado y se levantó de nuevo, muy lentamente, muy pesadamente,mientrasJordandecía:

—Levántate,guapa.Pilarlasujetabaporlosbrazos,depie,juntoaella.—Vámonos—dijo Pilar—. ¿No necesitas nada, inglés?—le miró y movió la

cabeza.—No—dijo Jordan, y continuó hablando aMaría—. Nada de adioses, guapa;

porquenonossepararemos.EsperoquetodovayabienenGredos.Veteahoramismo.Veteporlasbuenas.

—¡No!Siguió hablando tranquilamente, sensatamente, mientras Pilar arrastraba a la

muchacha.—No te vuelvas. Pon el pie en el estribo. Sí, el pie.Ayúdale—dijo a Pilar—.

Levántala.Ponlaenlamontura.Volviólacabeza,empapadoensudor,ymiróhacialabajadadelacuestayluego

dirigiódenuevolamiradaallugardondelamuchachaestabamontadaenelcaballo

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conPilarasuladoyPablodetrás.—Ahora,vete—añadió—.Vete.Maríafueavolverlacabeza.—Nomireshaciaatrás—dijoRobertJordan—.Vete.PablogolpeóalcaballoenlasancasconunamaniotayMaríaintentódeslizarse

delamontura,peroPilaryPablocabalgabanjuntoaellayPilarlasostenía.Lostrescaballossubieronporelsendero.

—Roberto—gritóMaría—;déjamecontigo.Déjamequemequede.—Estoycontigo—gritóRobertJordan—.Estoycontigoahora.Estamoslosdos

juntos.Vete.Y se perdieron de vista en el recodo del sendero mientras él se quedaba allí,

empapadodesudor,mirandohaciaunpuntoendondenohabíanadie.Agustínestabadepiejuntoaél.—¿Quieresque temate, inglés?—preguntó, inclinándosehaciaél—.¿Quieres?

Esunacosasinimportancia.—Nohacefalta—contestóRobertJordan—.Puedesmarcharte;estoymuybien

aquí.—Me cago en la leche queme han dado—gritóAgustín. Lloraba y no veía a

RobertJordanconclaridad—.Salud,inglés.—Salud, hombre—dijoRobert Jordan.Miró cuesta abajo—.Cuida bien de la

rapadita,¿quieres?—Eso,nisepregunta—dijoAgustín—.¿Tienestodoloquetehacefalta?—Haymuypocasmunicionesparaestamáquina;asíesquemequedoyoconella

—dijoRobertJordan—.Túnopodríashacerteconmás.ParalaotrayladePablo,sí.—Helimpiadoelcañón—dijoAgustín—.Sellenódetierraalcaertúalsuelo.—¿Quéfuedelcaballocarguero?—Elgitanologrócazarlo.Agustínestabayaacaballo,peronoteníaganasdemarcharse.Seinclinóhaciael

árbol,contraelqueRobertJordanestabarecostado.—Vete,amigo—lepidióRobertJordan—.Enlaguerrasucedencosascomoésta.—¡Quéputaeslaguerra!—dijoAgustín.—Sí,hombre,sí;perovete.—Salud,inglés—dijoAgustín,cerrandoelpuñoderecho.—Salud—dijoRobertJordan—;perovete,hombre.Agustíndiomediavueltaasucaballo,bajóelpuñodegolpe,comosimaldijera,y

subió por el sendero. Todos los demás estaban fuera del alcance de la vista desdehacíarato.

Se volvió cuando el sendero se perdía por entre los árboles y sacudió el puño.Robert Jordan le hizo un ademán y luegoAgustín desapareció también. Jordan se

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quedómirandolapendientecubiertadehierba,hacialacarreterayelpuente.«Estoyaquí tan bien como en cualquier otra parte. Todavía no vale la pena que corra elriesgodearrastrarmesobreelvientreconestehuesotancercadelapiel,yveobiendesdeaquí.»

Sentíasecomovacíoyagotadoacausadelaheridaydeladespedidayteníaunsaborabilis.Porfinnoteníayaproblemas.Decualquiermaneraquesucediesenlascosasycualquieraquefueseelmodocomoocurrieran,enadelantenohabríaparaélningúnproblema.

Sehabíanidotodosysehabíaquedadosolo,recostadocontraunárbol.MirólaverdeladeradelacolinayvioelcaballogrisqueAgustínhabíarematado.Unpocomás abajo de la cuesta, vio la carretera y,más abajo todavía, la porción arbolada.Luegomiró alpuentey a laotraorillayobservó losmovimientosquehabía en elpuenteyenlacarretera.Veíaloscamionesenlacarreteraenlapartedescendente.Lacolumnagrisdeloscamionesaparecíaentreelverdordelosárboles.Luegomiróalaotrapartedelacarretera,allugardondeasomabaporloaltodelcerroypensó:«Vanavenirenseguida.»

«Pilarcuidarádeellalomejorquepueda.Losabes.Pablodebedetenerunbuenplan;sino,nolohubieraintentado.NotienesquepreocuparteporPablo.NosirvedenadapensarenMaría.Intentacreerenloquelehasdicho.Eslomejor.¿Yquiéndicequenoesverdad?Tú,no.Túnolodices,delamismamaneraquenodiríasquelascosasquehanpasadonohanpasado.Agárratealoquecreesenestosmomentos.Notehagaselcínico.Eltiempoesmuycortoyacabasdedespedirtedeella.Cadacualhaceloquepuede.Túnopuedeshacernadaporti;peroquizápuedashaceralgoporotro. Bueno, hemos tenido suerte durante cuatro días. Cuatro días, no. Fue por latardecuandolleguéaquí,yaúnnoesmediodía.Entotal,nohacemásquetresdíasytres noches.Haz la cuenta exacta.Tienes que ser exacto.Creo que haríasmejor sifuesesacomodándote.Debierasresolverteabuscarunsitiodesdedondepudierasserútil,envezdepermanecerrecostadocontraeseárbolcomounvagabundo.Hastenidomuchasuerte.Haycosaspeoresqueesto.Atodoslesllega,undíauotro.Nosientesmiedoporquesabesquetienequeserasí,¿noesverdad?No.Esunasuertedetodasformasqueelnerviohayaquedadodeshecho.Ni siquieramedoycuentade loquetengopordebajodelafractura.»

Setocólapiernayeracomosinoformasepartedesucuerpo.Volvióamiraralolargo de la ladera y pensó: «Siento tener que dejar todo esto.Lamentomuchísimotenerquedejarloyesperohaberhechoalgodeutilidad.Intentéhacerlocontodoeltalentodequeeracapaz.Contodoeltalentodequesoycapaz,quierodecir.Esoes,contodoeltalentodequesoycapaz.

»He estado combatiendo desde hace un año por cosas en las que creo. Sivencemos aquí, venceremos en todas partes. Elmundo es hermoso y vale la pena

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lucharporél,ysientomuchotenerquedejarlo.Hastenidomuchasuerte—sedijoasímismo—porhaber llevadounavida tanbuena.Has llevadounavida tanbuenacomoladelabuelo,aunquenohayasidotan larga.Has llevadounavidatanbuenacomopuedaserlavida,graciasaestosúltimosdías.Novasaquejarteahora,cuandohastenidosemejantesuerte.Peromegustaríaquehubieseunmododetransmitirloqueheaprendido.Cristo, cómoestabaaprendiendoestosúltimosdías.MegustaríahablarconKarkov.EsoseríaenMadrid.Ahí,detrásdeesascolinasyatravesandoelllano,descendiendonadamásdejarlasrocasgrisesylospinos,lajaraylaretama,atravésdelaaltiplanicieamarilla,seveaparecerlaciudad,hermosayblanca.Esoestan verdad como las mujeres viejas de que habla Pilar, que beben sangre en losmataderos.Nohayunacosaquesea laúnicaverdad.Todoesverdad.Delamismamaneraquelosavionessonhermosos,seannuestrosodeellos.Aldiablosiloson.Yahora,tómaloconcalma.Túmbatebocaabajomientrastengastiempo.Oyeahoraunacosa.¿Teacuerdasdeeso?DelodePilarylamano.¿Creesenesapatraña?No.¿Nocrees,despuésdeloquehapasado?No,nocreoeneso.Pilarestuvomuyamableapropósitodeesoestamañana,antesqueempezasetodo.Teníamiedoacasodequeyocreyeraenello.Peronocreo.Ella,sí.Losgitanosvenalgunascosas.Obiensientenalgunascosas.Comolosperrosdecaza.¿Ylaspercepcionesextrasensoriales?¿Ylaspuñeterías?Pilarnoquisodecirmeadiósporquesabíaque,simelodecía,Maríanohubieraqueridoirse.¡QuéPilarésa!Vamos,vuélvete,Jordan.»Perosentíaperezadeintentarlo.Entoncesseacordódequellevabalapequeñacantimploraenelbolsillo,ypensó:«Voyatomarunabuenadosisdeesematagigantes,yluegolointentaré.»Perolacantimploranoestabaenelbolsillo.Ysesintiómuchomássolosabiendoquenotendríasiquieraeseconsuelo.Debierahabercontadoconello,sedijo.

«¿CreesquePablo lahacogido?Noseas idiota;debisteperderlacuando lodelpuente.Vamos,Jordan,vamos.Tienesquedecidirte.»

Cogió con las dosmanos su pierna izquierda y tiró con fuerza, con la espaldatodavía apoyada contra el árbol.Luego se tumbóy se sujetó lapierna,paraque elhuesorotonorasgaralapiel,ygirólentamentesobrelarodillahastaquedardecaraalabarranca.Luego,sujetándosesiemprelapiernaconlasdosmanos,apoyólaplantadelpiederechoenformadepalancasobreelizquierdoy,sudandoabundantemente,dio la vuelta hasta que se quedó con la cara pegada al suelo. Se apoyó sobre loscodos,estirólapiernaizquierda,acomodándolaconunempujóndeambasmanos,yapoyándose luego, para hacer fuerza, en el pie derecho, se encontró donde queríaencontrarse,empapadoensudor.Sepalpóelmusloconeldedoyloencontróbien.Elextremofracturadodelhuesonohabíaperforadolapielyseencontrabahundidoenlamasadelmúsculo.

«Elnervioprincipaldebióquedardestrozadocuandoesemalditocaballo semecayó encima—pensó—. La verdad es que nome duele nada, sino algunas veces,

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cuando cambio de postura. Eso debe de ser cuando el hueso pellizque alguna otracosa.¿Noves?¿Novesquésuertehas tenido?Nisiquierahas tenidonecesidaddeemplearesematagigantes.

Alcanzóelfusilautomático,quitóelcargadordelalmacény,buscandocargadoresde repuesto, en el bolsillo, abrió el cerrojo y examinó el cañón. Volvió luego acolocar el cargador en la recámara, corrió el cerrojo y se dispuso a observar lapendiente. «Tal vez una media hora. Tómalo con calma.» Miró la ladera de lamontaña,lospinos,eintentónopensarennada.

Miróel torrenteyseacordóde lo frescoy losombreadoqueestabadebajodelpuente.«Megustaríaquellegaranahora.Noquieroestarmedioinconscientecuandolleguen.¿Paraquiénesmásfácillacosa?¿Paralosquecreenenlareligiónoparalosque tomanlascosaspor lasbuenas?Lareligión losconsuelamucho;peronosotrossabemosquenohaynadaquetemer.Morirsóloesmalocuandounofalla.Moriresmalo solamente cuando cuesta mucho tiempo y hace tanto daño que uno quedahumillado.Yaves:túhastenidomuchísimasuerte.Notehapasadonadaparecido.Esmaravillosoquesehayamarchado.Noimportanadaya,ahoraquesehanidotodos.Esloqueyohabíasupuesto.Esverdaderamentecomoyolohabíapensado.Imaginoloquehubierasidodehaberestado todosdiseminadossobreestacuesta,ahídondeestá el tordillo.O si hubieran estado todos paralizados aquí esperando.No, se hanmarchado.Están lejos.Si laofensiva,almenos, tuvieraéxito...¿Quédeseasahora?Todo.Loquiero todoyaceptaré loquesea.Siestaofensivano tieneéxito,otra lotendrá.Nomehefijadoenquémomentohanpasadolosaviones.¡Dios,quesuertequehayapodidohacerlamarcharse!

»Megustaríahablardeestoconmiabuelo.Apuestoaqueélnotuvonuncaqueatravesarunacarretera,reunirseconsugenteyhacerunacosaparecida.Pero¿cómolosabes?Quizálohicieracincuentaveces.No.Séexacto.Nadiehahechocincuentavecesunacosasemejante.Nisiquieracinco.Esposiblequenadiehayahechoestonitansiquieraunavez.Bueno.Claroquesíquelohabránhecho.

»Me gustaría que vinieran ahora. Me gustaría que vinieran inmediatamente,porquelapiernaempiezaadolerme.Debedeserlahinchazón.Estabasaliendotodoalas mil maravillas cuando el proyectil nos alcanzó. Pero es una suerte que nosucediera eso cuando yo estaba debajo del puente.Cuando una cosa empiezamal,siempre tiene que ocurrir algo. Tú estabas fastidiado cuando dieron las órdenes aGolz. Tú lo sabías, y es sin duda eso lo que Pilar barruntó. Peromás adelante seorganizarán mejor estas cosas. Deberíamos tener transmisores portátiles de ondacorta. Sí, hay tantas cosas que debiéramos tener... Yo debería tener una pierna derecambio.»

Sonriópenosamente,porquelapiernaledolíamuchísimoporlaparteenqueelnervio había sido destrozado cuando la caída. «¡Oh, que lleguen!—se dijo—.No

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tengodeseosdehacercomomipadre.Sihacefalta,loharé;peroquerríanohacerlo.Nosoypartidariodehacerlo.Nopienseseneso.Nopienseseneso.Megustaríaqueesosbastardosllegaran.Megustaríamuchoquellegaranenseguida.»

Lapiernaledolíamucho.Eldolorhabíaempezadodegolpeconlahinchazón,aldesplazarse, y sedijo: «Quizádebierahacerlo ahoramismo.Creoqueno soymuyresistentealdolor.Escucha:sihagoesoahoramismo,¿nolotomarásamal,eh?¿Aquiénhablas?Anadie—dijo—.Alabuelo,creo.No.Anadie.¡Ah!,mierda,quisieraquellegasen.Oye:tendréquehaceresoquizá,porque,simedesvanezcooalgoasí,noserviréparanada;ysimehacenvolverenmímeharánunaseriedepreguntasyotrasmuchas cosas, y eso nomarcharía bien. Esmuchomejor que no tengan quehaceresascosas.Demaneraque,¿porquénovaaestarbienquelohagaenseguidaparaquetodotermine?Porque,¡oh,escucha!,quelleguenahora.

»Nosirvesparaeso,Jordan—sedijo—.Decididamente,nosirves.Bueno,pero¿quiénsirveparaeso?Nolosé,yenestosmomentosnopuedoaveriguarlo.Perolaverdadesquetúnosirves.Nosirvesparanada.¡Ay,paranada,paranada!Creoquesería mejor hacerlo ahora. ¿No lo crees? No, no estaría bien. Porque hay todavíaalgunascosasquepuedeshacer.Mientras sepas loque tienesquehacer, tienesquehacerlo.Mientras teacuerdesde loquees,debesaguardar.Asíesque,vamos,quevengan.Quevengan.

»Piensaen losquesehan ido.Piensaenellosatravesandoelbosque.Piensaenelloscruzandounarroyo.Piensaenellosacaballoentrelosbrezos.Piensaenellossubiendolacuesta.Piensaenellosacogiéndoseaseguroestanoche.Piensaenellosescondiéndosemañana.Piensaenellos.¡Malditasea!Piensaenellos.Yesoestodoloquepuedopensaracercadeellos.PiensaenMontana.Nopuedopensar.PiensaenMadrid.Nopuedo.Piensaenunvasodeaguafresca.Muybien.Asíescomoserá.Como un vaso de agua fresca. Eres un embustero.No será así en absoluto.No separeceráanada.Absolutamenteanada.Entonces,hazlo.Hazlo.Hazloahora.Vamos,hazloahora.No,tienesqueesperar.¿Aqué?Losabesmuybien.Asíesqueespera.

»Nopuedo esperarmucho.Si esperomucho tiempo, voy a desmayarme.Lo séporque he sentido tres veces que iba a desmayarme yme he aguantado.Me estoyaguantandomuybien.Peronosésipodréseguiraguantándome.Loquecreoesquetienesunahemorragia internaendondeelhuesohasidoseccionado.Lapescastealvolvertedelado.Esoesloqueprovocalahinchazónyloquetedebilitayteponeapiquededesmayarte.Estaríabienhacerloahora.Verdaderamentetedigoqueestaríamuybien.

»¿Ysiesperasesy losdetuvierasunmomentooconsiguierasacertaraloficial?Esoseríacosadistinta.Unacosabienhechapuede...»

Y permaneció tendido, inmóvil, intentando retener algo que sentía deslizarsedentrodeélcomocuandosesientequelanievesedeslizaenlamontaña,ysedijo:

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«Ahora,calma,calma.Déjameaguantarhastaquelleguen.»RobertJordantuvosuerte,porquelosvioentonces,cuandolacaballeríasalíadel

montebajoycruzabalacarretera.Losviosubirporlacuesta.Vioalsoldadoqueseparabajuntoalcaballogrisyllamabaagritosaloficial,queseacercóallugar.Juntos,examinaronalanimal.Desdeluego,loreconocieron.Tantoélcomoeljinetefaltabandesdeeldíaanterior.

RobertJordanlosdivisóenlacuesta,cercadeél,ymásabajodelcaminoviolacarreterayelpuenteylalargahileradevehículos.Estabaenteramentelúcidoysefijóbien en todas las cosas. Luego alzó sus ojos al cielo. Había grandes nubarronesblancos.Tocóconlapalmalasagujasdelospinos,sobrelascualesestabatumbado,ylacortezadelpinocontraelcualserecostaba.

Después se acomodó lo más cómodamente que pudo, con los codos hundidosentrelasagujasdepinoyelcañóndelaametralladoraapoyadoeneltroncodelárbol.

Cuandoeloficialseacercóaltrote,siguiendolashuellasdejadasporloscaballosdelabanda,pasaríaamenosdeveintemetrosdellugarenqueRobertseencontraba.Aesadistancianohabíaproblema.EloficialeraeltenienteBerrendo.Habíallegadode La Granja, cumpliendo órdenes de acercarse al desfiladero, después de haberrecibidoelavisodelataquealpuestodeabajo.Habíangalopadoamarchasforzadas,yluegotuvieronquevolversobresuspasosalllegaralpuentevolado,paraatravesarel desfiladero por un punto más arriba y descender a través de los bosques. Loscaballosestabansudorososyreventados,yhabíaqueobligarlosatrotar.

El tenienteBerrendo subía siguiendo las huellasde los caballos, y en su rostrohabía una expresión seria y grave. Su ametralladora reposaba sobre la montura,apoyada en el brazo izquierdo.Robert Jordan estaba de bruces detrás de un árbol,esforzándose porque susmanos no le temblaran. Esperó a que el oficial llegara allugaralumbradoporelsol,enquelosprimerospinosdelbosquellegabanalaladeracubiertadehierba.Podíasentir loslatidosdesucorazóngolpeandocontraelsuelo,cubiertodeagujasdepino.

FIN

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