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LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA EN CAMINO HACIA APARECIDA Discurso de Apertura del Año Académico el 12/3/2007 en la Facultad de Teología 1 RESUMEN El autor reflexiona sobre nuestra misión en el contexto de la Iglesia de América Lati- na en camino hacia Aparecida. Se centra en dos temas: 1) nuestra Iglesia de América Latina, en la que vivimos la fe y hacemos teología y 2) el acontecimiento y el tema de la V Conferencia, que nos convoca a ser discípulos misioneros de Cristo. El A. ha decidido no modificar este discurso, porque luego de pronunciarlo fue nom- brado perito de la Conferencia. Considera un deber de honestidad intelectual mante- ner su versión original como un jalón en la historia reflexiva y dejar en manos del lec- tor posibles correspondencias. Palabras clave: Iglesia, Aparecida, América Latina, misión, vida. ABSTRACT The author views our mission within the context of Latin American Church on its way to Aparecida, focusing on two issues: 1) our Church in Latin America, where we live our faith and theology; 2) the event and theme of the V Conference, calling us to be missionary disciples of Christ. The author has decided not to change this lecture, since he was later appointed as a consulting expert of the Conference, and considers his duty of intellectual honesty to offer it as a milestone in a reflexive history. He leaves further correspondence to the reader. Key Words: Church, Aparecida, Latin America, mission, life. CARLOS MARÍA GALLI 627 Revista Teología Tomo XLIV N° 94 Diciembre 2007: 627-666 1. Se publica el texto completo del Discurso de Apertura del Año Académico pronunciado parcialmente el 12/3/2007 por el Decano de la Facultad de Teología. Dado que fue anterior a

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LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA EN CAMINO HACIA APARECIDA Discurso de Apertura del Año Académico el 12/3/2007 en la Facultad de Teología1

RESUMEN

El autor reflexiona sobre nuestra misión en el contexto de la Iglesia de América Lati-na en camino hacia Aparecida. Se centra en dos temas: 1) nuestra Iglesia de AméricaLatina, en la que vivimos la fe y hacemos teología y 2) el acontecimiento y el tema dela V Conferencia, que nos convoca a ser discípulos misioneros de Cristo.

El A. ha decidido no modificar este discurso, porque luego de pronunciarlo fue nom-brado perito de la Conferencia. Considera un deber de honestidad intelectual mante-ner su versión original como un jalón en la historia reflexiva y dejar en manos del lec-tor posibles correspondencias.

Palabras clave: Iglesia, Aparecida, América Latina, misión, vida.

ABSTRACT

The author views our mission within the context of Latin American Church on itsway to Aparecida, focusing on two issues: 1) our Church in Latin America, where welive our faith and theology; 2) the event and theme of the V Conference, calling us tobe missionary disciples of Christ.

The author has decided not to change this lecture, since he was later appointed as aconsulting expert of the Conference, and considers his duty of intellectual honesty tooffer it as a milestone in a reflexive history. He leaves further correspondence to thereader.

Key Words: Church, Aparecida, Latin America, mission, life.

CARLOS MARÍA GALLI

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1. Se publica el texto completo del Discurso de Apertura del Año Académico pronunciadoparcialmente el 12/3/2007 por el Decano de la Facultad de Teología. Dado que fue anterior a

rreras y cursos, y para cuantos alcanzamos con nuestros servicios–. Lue-go nos alentó “a todos los que forman la comunidad educativa a un reno-vado empeño en la tarea pedagógica en favor de la formación académica”.

En esta línea, en 2005 hice un relato histórico-institucional de la Fa-cultad desde su pasado, en su presente y hacia su futuro.2 En 2006 ensa-yé una meditación teológica acerca del ethos de la Facultad centrado en elamor a la sabiduría y en la sabiduría del amor, con una primera recepciónde Deus caritas est.3 La Facultad debe ser una casa y una escuela de comu-nión en la sabiduría y el amor. Si el amor a la sabiduría debe animar losestudios, la sabiduría del amor debe regir nuestra convivencia.

En este acto, que reúne a la Facultad, reflexionaré sobre nuestra mi-sión en el contexto de la Iglesia de América Latina en camino hacia Apa-recida, para ampliar y profundizar la autoconciencia teológica y pastoral.Al corregirlo aclaro al lector que, como mi discurso se publica meses des-pués de su exposición oral e incluso del Documento de Aparecida (AP),4

mantendré su contenido original sin incorporar citas del mismo y sin es-tablecer correspondencias, las que quedan en manos del lector.

c. Siguiendo nuestra propia tradición de colegialidad episcopal, en elmes de mayo se celebrará la V Conferencia General del Episcopado La-tinoamericano y del Caribe en el santuario de Nossa Senhora da Imacu-lada Conceiçâo Aparecida, en el Brasil. Su tema es: Discípulos y misione-ros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.‘Yo soy elCamino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6).

Les cuento que, sobre la Conferencia, escribimos varios aportes conel Vicedecano. En 2006 cada uno publicó un artículo en la revista Mede-llín del Instituto Teológico-Pastoral del Consejo Episcopal Latinoameri-cano (ITEPAL).5 Los reelaboramos en el libro Discípulos misioneros,6 en-

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2. Cf. C. M. GALLI, “Nuestra Facultad de Teología en perspectiva histórica: desde su origen(1915) y hacia su Centenario (2015)”, Teología 88 (2005) 667-698.

3. Cf. C. M. GALLI, “El amor a la sabiduría y la sabiduría del amor”, Teología 91 (2006) 671-705; ver también L. ORTIZ LOZADA, “Deus caritas est, una lectura de la encíclica con miras a la VConferencia”, Medellín 126 (2006) 247-283.

4. QUINTA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO DE AMÉRICA LATINA Y DEL CARIBE, Aparecida. Docu-mento Conclusivo, 13-31/5/2007, Buenos Aires, Conferencia Episcopal Argentina, 2007. Se locitará con la sigla AP.

5. Cf. C. M. GALLI, “Comunicar el Evangelio del amor de Dios de Dios a nuestros pueblos deAmérica y del Caribe para que tengan vida en Cristo. Un marco teológico para situar metas pasto-rales hacia Aparecida”, Medellín 125 (2006) 121-177; V. M. FERNÁNDEZ, “Propuestas para que la VConferencia marque el inicio de una nueva etapa evangelizadora”, Medellín 126 (2006) 285-311.

6. Cf. V. M. FERNÁNDEZ - C. M. GALLI, Discípulos misioneros, Buenos Aires, Agape Libros, 2006.

a. Hemos celebrado la Eucaristía, en la que nos ha alimentado la Pa-labra de Dios y la homilía de Mons. Carmelo J. Giaquinta, ex-Decano yprofesor emérito. Con este Acto iniciamos el Año Lectivo 2007. La Fa-cultad, como la Iglesia y la Universidad, está llamada a ser una comuni-dad de amor (DCE 19) en la que se practique la caridad, para convivir yaprender juntos en alegría y paz.

Con este espíritu recibimos a todos y todas, y damos la bienvenidaa los nuevos alumnos. Espero que se dejen fascinar por la austera bellezade hacer teología y filosofía en esta difícil Argentina. Agradezco por suservicio a las dos comisiones –saliente y entrante– del Centro de Estu-diantes (CEFAT).

El jueves 7 de marzo envié una circular a los profesores para agrade-cerles su tarea docente, darles noticias e indicarles pautas para elevar el ni-vel académico y pedagógico. Los formadores y alumnos deben saber quequeremos cumplir nuestra vocación docente como una entrega de amory un acto de justicia. Les pedimos que nos ayuden a responder al amorque Dios nos tiene y que queremos compartirles creciendo en ciencia y sa-biduría, y comunicando mejor lo que sabemos y saboreamos.

Estamos en la víspera del Cincuentenario de la Pontificia Universi-dad Católica Argentina, que será en 2008, y al que aludimos en nuestros90 años celebrados en 2005. El 25 de octubre haremos aquí un Acto encuanto Facultad que se fue integrando gradualmente en la UCA. Además,nuestra institución colaborará con dos programas del Cincuentenario alBicentenario. Uno, promovido por nuestro departamento de Historia dela Iglesia, que asumirá la presidencia de la Comisión Ejecutiva para pre-parar el Bicentenario Patrio de forma interdisciplinaria; el otro, a partirde las futuras Terceras Jornadas de Estética, Literatura y Teología, estu-diará la cuestión de Dios en la literatura argentina en el grupo de investi-gación que tenemos desde 1997. Dejo otros anuncios al Sr. Vicedecano.

b. Un objetivo de este trienio de mi segundo decanato y del PlanOperativo Anual (POA) 2007 es contribuir a delinear mejor el perfil pre-sente de la Facultad hacia su Centenario. En 2005 Benedicto XVI pidióque la Facultad “siga siendo lugar de viva irradiación de conocimiento teo-lógico para cuantos a ella se acerquen” –para ustedes que asisten a sus ca-

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Aparecida y meses antes de la difusión de su Documento, el autor decidió mantener el texto ori-ginal aunque, en algunos puntos, sus posiciones se adelantaron a lo hecho y dicho por la Confe-rencia. Esta decisión ética se funda en que luego participó como perito en Aparecida.

Iglesia de América Latina, en la que vivimos la fe y hacemos teología; 2)el acontecimiento y el tema de la V Conferencia, que nos permite iniciarel Año Lectivo con el espíritu discipular de quienes viven unidos al Señor–Camino, Verdad y Vida– y son sus misioneros, que creen, meditan, es-tudian y practican el Evangelio y que desean comunicarlo a todos paraque tengan vida plena y digna en Cristo. Ambos dan líneas teológicas,institucionales y pedagógicas.

1. Una mirada al Pueblo de Dios que peregrina en AméricaLatina y El Caribe

1.1. La catolicidad: la Iglesia universal en la particular y la iglesiaparticular en la universal

a. La Iglesia es católica: universal en lo particular y particular en louniversal. La Iglesia universal no es una confederación de iglesias localespreexistentes, ni las iglesias particulares son una subdivisión administra-tiva de una única jurisdicción universal. Al contrario, la particularidad serealiza en el interior de la Iglesia universal y la universalidad se realiza enel interior de la Iglesia particular. La catolicidad reúne lo particular y louniversal. “Sólo una atención permanente a los dos polos de la Iglesia nospermitirá percibir la riqueza de esta relación” (EN 62). Esta unidad bipo-lar es explicada como una mutua inhesión o una inhabitación recíproca.Junto a la trascendencia y la encarnación de la Iglesia universal en todasy cada una de las iglesias particulares, hay una relación de mutua inma-nencia entre lo universal y lo particular en la única Iglesia de Cristo. Co-mo la única naturaleza divina existe concreta y completamente en las tresPersonas, así la única Iglesia universal existe concreta y completamenteen y por las iglesias particulares. De un modo similar a como cada Perso-na divina está en las otras (Jn 14,10), cada iglesia particular está en la Igle-sia universal y viceversa. Este es el misterio de la Iglesia en las iglesias yde las iglesias en la Iglesia. Dice un documento: “la fórmula del ConcilioVaticano II: la Iglesia en y a partir de las Iglesias (Ecclesia in et ex Eccle-siis: LG 23a) es inseparable de esta otra: las Iglesias en y a partir de la Igle-sia (Ecclesiae in et ex Ecclesia)”.13

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13. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, “Carta a los obispos de la Iglesia católi-ca sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión”, L’Osservatore Romano(edición semanal en lengua castellana), 19/6/1992, n. 9.

sayando una lectura teológica-pastoral del tema, proponiendo una evan-gelización inculturada para crecer en la vida plena y digna en Cristo, ycomprendiendo a todo bautizado como sujeto del discipulado misionero.Recientemente hicimos nuevos aportes. El P. Fernández trabajó intensa-mente en la elaboración del Documento de Síntesis,7 que resume muchasrespuestas al proceso de consulta realizado mediante el Documento deParticipación de 2005,8 que se sumó a textos anteriores del CELAM.9 Pormi parte, antes de la Conferencia se publicará en Medellín otro artículoque se concentra en la tarea de los discípulos misioneros para promoverla comunión de vida en el amor de Cristo y el servicio evangelizador de laIglesia a la integración de nuestros pueblos, un tema que aquí nos exce-de.10

Por honestidad intelectual, agrego que, días después de pronunciareste discurso, las autoridades de la Facultad fuimos convocadas por elSanto Padre a participar de la Conferencia haciendo presente a la Argen-tina, el Decano como perito y el Vicedecano como sacerdote invitado.11

Durante la asamblea colaboramos, todo lo posible, con la Comisión deRedacción, presidida por el Cardenal J. Bergoglio. Posteriormente, juntocon muchas actividades de difusión acerca de la Conferencia, hemos es-crito sobre el acontecimiento y su documento, aportando a su recepcióndesde nuestra Facultad.12

Conforme con mi decisión de mantener este texto como un jalón enuna historia reflexiva, me limito a los dos temas del discurso: 1) nuestra

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7. Cf. CELAM, Síntesis de los aportes recibidos para la Quinta Conferencia General del Epis-copado Latinoamericano y del Caribe, Bogotá, CELAM, 2007.

8. Cf. CELAM, Hacia la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y delCaribe. Documento de Participación. Fichas de trabajo, Buenos Aires, Conferencia Episcopal Ar-gentina-Oficina del Libro, 2005.

9. Cf. CELAM, El Tercer Milenio como Desafío Pastoral. Informe CELAM 2000, Bogotá, Do-cumentos 154, 2000; Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y El Caribe. Re-flexiones del CELAM 1999-2003, Bogotá, Documentos 165, 2003; Plan Global 2003-2007: Ha-cia una Iglesia casa y escuela de comunión y de solidaridad en un mundo globalizado. Humani-zar la globalización y globalizar la solidaridad, Bogotá, CELAM, 2003.

10. Cf. C. M. GALLI, “Discípulos misioneros para la comunión de vida en el amor de Cristo pro-moviendo la integración de los pueblos de América Latina y El Caribe”, Medellín 129 (2007) 113-163.

11. Cf. QUINTA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO DE AMÉRICA LATINA Y DEL CARIBE, Manual delParticipante, Aparecida, CELAM, 2007, 68 y 74.

12. Cf. C. M. GALLI, “Aparecida, ¿un nuevo Pentecostés en América Latina y el Caribe? Una pri-mera lectura entre la pertenencia y el horizonte”, Criterio 2328 (2007) 362-371; V. M. FERNÁNDEZ,Aparecida. Guía para leer el documento y crónica diaria, Buenos Aires, San Pablo, 2007.

Dios “encarnado” en los pueblos (DP 400) adquiere formas peculiares.Su rostro se configura en la diversidad cultural de las iglesias insertas enestas naciones. El corazón del Pueblo de Dios se manifiesta de forma pri-vilegiada en la piedad popular que es, en su mayoría, “expresión de la fecatólica” (DP 444). Ella es popular porque expresa la encarnación delPueblo de Dios en multitudes pobres y creyentes (MD VI,3; DP 462).Los sentimientos, gestos, símbolos y ritos del pueblo fiel son una vía deingreso en el núcleo ético-religioso del imaginario colectivo e identifican,diferencian y complementan iglesias y pueblos. Basta pensar en las expre-siones de la piedad mariana de Guadalupe a Luján.

La comunión de la Iglesia universal se realiza, concretamente, por lacomunicación de los bienes entre personas e iglesias. Hay muchas formasde realización de la communio fidelium y la communio ecclesiarum.Nuestra Facultad, con alumnos y alumnas de tantas comunidades y paí-ses, es un ejemplo de esta comunión católica del Pueblo de Dios que setraduce en la comunicación de dones (LG 13).15 El intercambio entre lasiglesias, enraizadas en pueblos distintos, enriquece la catolicidad y es fac-tor de comunicación entre las sociedades. Las iglesias arraigadas en lasculturas de América Latina y del Caribe, al acrecentar la comunión de susbienes teologales, humanos y materiales, se tornan signos e instrumentosdel intercambio de dones entre sus propias naciones. Mucho hacen la“cooperación entre las iglesias hermanas” (EIA 74) fomentando “relacio-nes de hermandad entre diócesis y parroquias” (EIA 33). Así el Pueblo deDios se vuelve un factor indirecto de unidad porque el intercambio dedones entre las iglesias inculturadas fomenta la comunicación secular en-tre los pueblos.

“... el texto (LG 13b) propone una tesis fundamental de la eclesiología católica...sería difícil expresarse con más claridad y profundidad: se presenta a la Iglesia uni-versal como una comunión de iglesias particulares e indirectamente como una co-munión de naciones, lenguas y culturas. Cada una de ellas aporta sus dones al con-junto”.16

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15. Cf. C. GALLI, “Dones o bienes a compartir”, Criterio 2233 (1999) 52-57.16. JUAN PABLO II, “Alocución a los cardenales y prelados de la curia romana”, 21/12/1984,

L’Osservatore Romano (edición semanal en lengua castellana), 30/12/1984, 3.

La Iglesia es una comunión de iglesias: “ella es Iglesia de iglesias lo-cales que guardan sus diferencias. Comunión de comuniones. La diferen-cia está situada dentro de la comunión”.14 Una eclesiología de comuniónde iglesias, con Pedro y bajo Pedro, promueve el intercambio entre ellaspara que vivan “vínculos de íntima comunión” (LG 13c). Los dos conci-lios vaticanos enseñan que el sucesor de Pedro es, en la Iglesia y en elEpiscopado, “el principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidadde fe y de comunión” (LG 18). El primado “protege las diferencias legí-timas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidaden vez de dañarla” (LG 13c). El ministerio petrino debe guardar la uni-dad en la Iglesia y garantizar la diversidad de las iglesias en comunión.

b. La Iglesia universal de Dios se particulariza al asumir un “deter-minado grupo humano” (AG 19) en un peculiar “territorio socio cultu-ral” (AG 22), lo que le confiere identidad a cada iglesia local.

“... esta Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particulares, constitui-das de tal o cual porción de humanidad concreta, que hablan tal lengua, son tribu-tarias de una herencia cultural, de una visión del mundo, de un pasado histórico,de un substrato humano determinado” (EN 62).

Así como la humanidad de Jesús se potencia al radicarse en la Per-sona del Verbo, así en la Iglesia, constituida a imagen del Verbo encarna-do (LG 8a), lo humano, concretado social y culturalmente, es asumido,purificado y elevado por su encuentro con lo divino. El Pueblo de Dios,recibiendo y dando, integra lo humano y lo cultural en sí mismo, y ani-ma evangélicamente lo humano y lo cultural en los pueblos. Este inter-cambio realiza dinámicamente la unidad entre el Pueblo de Dios y elmundo.

“a semejanza de la economía de la Encarnación (ad instar oeconomiae Incarnatio-nis), las iglesias nuevas... asumen en ‘admirable intercambio’ (in admirabile com-mercium assumunt) todas las riquezas de las naciones (omnes divitias nationum)”(AG 22a).

c. Una comunión de iglesias particulares, como la que asocia a lasiglesias de América Latina y El Caribe, junto con sus intrínsecos factoreseclesiales, es fruto de procesos históricos de inculturación e intercultura-lidad en la fe. Su configuración le confiere un estilo propio. El Pueblo de

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14. J. M. TILLARD, “L’Universal et le Local. II, Irenikon 51/1 (1988) 30.

permite integrar a toda la América latina y caribeña. Por ejemplo, losnombres América en singular, o las Américas en plural, están ligados auna visión regida por criterios geográficos, que ven a nuestro continentecomo una realidad continental o como la suma de cuatro regiones: Nor-te, Centro, Caribe y Sur. Pero ¿cómo considerar a México, ubicado geo-gráfica y económicamente en el Norte, pero que pertenece histórica, so-cial, cultural y religiosamente al Sur?

b. América Latina es una comunidad de pueblos con un plexo de va-lores comunes, un carácter afín, una tradición compartida. La Iglesia estápresente en toda su historia y en la historia de su nombre. La primera ins-titución en el mundo que llevó ese nombre fue un colegio fundado en1858 en Roma para formar al clero de nuestros países, el cual, en 1863, fuellamado Colegio Pío Latino-Americano. En 1899, convocado por LeónXIII, se realizó el Primer Concilio Plenario Latinoamericano. El nombreAmérica Latina expresa lo que nos une y distingue. Nos une a todos losamericanos, pero nos distingue de la América anglosajona; nos integra enla tradición occidental y latina, pero nos distingue de Europa. Afirma lavocación a ser un pueblo-continente o una nacionalidad continental.18

Nuestra unidad es muy frágil en los niveles institucionales, pero enaspectos culturales parece ser más fuerte que la de otros continentes. Haymás afinidad entre dos puntos extremos de América Latina que entre paí-ses distantes de Europa, África o Asia, por sus enormes heterogeneidadeslingüísticas, raciales, históricas y religiosas. Salvo excepciones, los latino-americanos nos entendemos hablando en español, portugués o portuñol.Lamentablemente no logramos que esos vínculos forjen una integraciónefectiva. Si el sentido de la Patria Grande pertenece a nuestro pasado ynos configura desde la memoria histórica, la integración debe propenderhacia una unidad futura, para llegar a ser, de una forma modesta peroefectiva, una Nación de naciones (Bolívar) o una Confederación de pue-blos libres (Artigas). Señalo esta aspiración sin ligarla a ningún proyectopolítico en boga.

c. Nos ayuda hacer una comparación con Europa si consideramos laformación de las naciones en el siglo XIX. Allí varios estados nacionalesse constituyeron desde realidades culturales preexistentes; aquí, la unidadcultural de la América Hispánica fue dividida en una veintena de estados.Desde aquellas bases, y luego del duro aprendizaje hecho en las dos gue-

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18. Cf. A. ARDAO, Nuestra América Latina, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1986, 54.

1.2. La fisonomía peculiar de la Iglesia latinoamericana

a. Me detengo a profundizar el aspecto cultural expresado en la cua-lidad latinoamericana de nuestra Iglesia. Sabemos que la cultura se decli-na en singular y plural. La cultura es el cultivo integral del hombre paraalcanzar “un nivel verdadera y plenamente humano”, y las culturas cons-tituyen “el bien común” de los distintos pueblos (GS 53-54). Si el clásicocultura tiene un carácter humanístico, valorativo, pedagógico, el moder-no culturas señala los aspectos descriptivos, expresivos, fenoménicos. Lacultura no es un común denominador ni una suma de culturas; las cultu-ras no llevan a la equivalencia ni al relativismo sino a percibir lo univer-sal y lo particular mediante el diálogo intercultural.17

Ya Medellín señaló que América Latina es una y múltiple. Teniendoen cuenta las riquezas peculiares y las diferencias evidentes, afirmo quesomos una unidad plural. Esta expresión especulativa conjuga unidad ypluralidad sin sacrificar la una a la otra, porque no cede ni a una abstrac-ta unidad ni a una irreconciliable pluralidad, ni cae en una homogeneidadférrea o en una total heterogeneidad.

La conciencia eclesial nos inclina a reconocer tanto la totalidad yunidad de esta comunidad subcontinental, como la particularidad y di-versidad de sus pueblos y estados. Si Puebla acentuó la unidad, Santo Do-mingo destacó la pluralidad. América Latina y El Caribe –como todocontinente– es una unidad plural con elementos comunes y componentesdiversos. Con sus innumerables diferencias regionales, nacionales o loca-les, ella forma una “originalidad histórico-cultural” (DP 446) a partir deacontecimientos pasados y presentes, y de los factores lingüísticos, cultu-rales, religiosos que le dan cierta unidad espiritual (DP 412), la cual sub-siste a pesar de las divisiones nacionales y los desgarramientos sociales.La clave de esa unidad en la pluralidad sigue siendo básicamente cultural.

Desde Medellín hasta Puebla hablábamos de América Latina, unien-do México, América Central y América del Sur con sus dos rostros luso-americano e hispanoamericano. En Santo Domingo se integró a los pue-blos del Caribe, que mayoritariamente son latinos, si bien hay pequeñí-simos estados independientes de procesos de colonización inglesa y ho-landesa que forman “el otro Caribe”. Por eso sólo un criterio cualitativo

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17. Cf. C. GALLI, “Breve introducción a algunas enseñanzas del magisterio sobre la cultura a40 años del Concilio Vaticano II”, en I CONGRESO DE EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA, Buenos Aires, Uni-versidad Católica Argentina, 19-45.

único modo de participar en la globalización”.24 En la historia modernaAmérica Latina jugó un rol secundario y, por eso, se la ha llamado extre-mo Occidente u occidental de forma marginal.25 S. Huntington caracteri-zó siete grandes áreas culturales: occidental, confuciana, japonesa, hindú,islámica, eslavo-ortodoxa y latinoamericana –¿y la africana?– marginan-do a América Latina de la occidental y considerándola una subciviliza-ción.26 S. Brzezinski no la menciona ni una vez en El Gran Tablero Mun-dial, porque en el mundo globalizado sólo cuentan los estados continen-tales euroasiáticos. Ojalá que no sea un destino fatal lo dicho por G. Pa-pini: “desde el punto de vista de la cultura universal... América Latina esprescindible”.27

d. Nuestra Iglesia tiene una responsabilidad especial para alentar unfuturo común porque, desde sus orígenes, ha sido y es sacramento de co-munión de los pueblos con Dios y entre sí. Abarca a la mayoría de los va-rones y mujeres latinoamericanos y caribeños. En 1998 eran católicosunos 450 de sus 500 millones de habitantes. Hoy las cifras son algo másbajas. América Latina tiene el 43% de los fieles de la Iglesia Católica.28 Sufisonomía surge, mediatamente, de los rasgos culturales de este pueblocreyente, mestizo y pobre, y de estar encarnada en un continente uno ymúltiple, tradicional y moderno, occidental y sureño. Su figura se delineópor el proceso de latinoamericanización llevado a cabo en la segunda mi-tad del siglo XX por las iglesias particulares agrupadas a nivel nacional ypor el servicio de la Santa Sede y del CELAM. Puebla expresó esta fiso-nomía cultural y la autoconciencia histórica de la Iglesia católica en lospueblos latinoamericanos (DP 4-14, 232-237, 408-415).

Con sus problemas, defectos y pecados, el Pueblo de Dios que pere-grina en nuestro subcontinente está llamado a profundizar el arraigo cul-tural de su fe y la renovación evangélica de su cultura. Tiene una fuerte

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24. A. METHOL FERRÉ - A. METALLI, La América Latina del siglo XXI, Buenos Aires, Edhasa,2006, 84; 35-58, 83-100.

25. Cf. V. MASSUH, El llamado de la Patria Grande, Buenos Aires, Sudamericana, 1983, 140.26. Cf. S. HUNTINGTON, El choque de civilizaciones y la reconsideración del orden mundial,

Barcelona, Paidós, 1997, 50-52.27. Citado por J. L. DE IMAZ en Sobre la identidad iberoamericana, Buenos Aires, Sudamerica-

na, 1983, 7.28. Cf. A. GONZÁLEZ ZUMÁRRAGA, “El Episcopado latinoamericano y las iglesias locales”, en PON-

TIFICIA COMMISSIO PRO AMERICA LATINA, Los últimos cien años de la evangelización en América Lati-na. Centenario del Concilio Plenario de América Latina, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Va-ticana, 2000, 355.

rras mundiales, la integración europea avanzó durante cincuenta añosdesde el Tratado de Roma, pasando del Mercado Común a la Unión Eu-ropea.19 Ella se ha consolidado institucionalmente y hoy enfrenta el retode fortalecer los vínculos recreando las bases espirituales comunes y res-petando tantas microculturas, cuando se afirman regionalismos y nacio-nalismos. Al mismo tiempo, al ampliarse para contener unos treinta paí-ses, enfrenta el desafío aún mayor de consolidar su unidad continental yde acordar una base jurídica común –ante la crisis de su proyectada Cons-titución– que represente a sus miembros, tradiciones e intereses.

Ante el cristianismo, Europa se debate entre la fe y la increencia, mien-tras se extienden el secularismo y el fundamentalismo.20 La Iglesia afirma suvalor histórico como una casa común,21 pero le pide ampliar la comunidad atodas las naciones del Atlántico hasta los Urales; ahondar la unión fundandola convivencia en los valores espirituales y éticos de la tradición humanista ycristiana –como la dignidad infinita de cada persona– simbolizada en sus co-patronos: Benito, Cirilo y Metodio, Brígida, Catalina y Edith; reconocer lapresencia específica de la Iglesia Católica, las iglesias cristianas y las comuni-dades religiosas en las instituciones comunitarias; evitar la tentación de reple-garse sobre sí misma ante la suerte del sur del mundo, porque la Iglesia y lahumanidad son realidades más amplias que la nación y el continente; e infun-dir un espíritu común en la construcción de la nueva Europa.22

En contrapunto, en América Latina estamos en los inicios de un pro-ceso equivalente y necesitamos una mayor integración económica, políti-ca, social y cultural que haga posible tener un destino común en el nuevosiglo, conociendo la posición de prescindencia que nos asignan poderesmundiales.23 Por esa razón, entre otras, pienso que “la integración es el

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CARLOS MARÍA GALLI

19. Cf. J. L. DE IMAZ, Los constructores de Europa, Buenos Aires, Fundación Carolina, 2007.20. Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, La teología española ante la nueva Europa, Salamanca, Kad-

mos, 1994, 7-54.21. Cf. II ASAMBLEA ESPECIAL PARA EUROPA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS, Mensaje final n. 6, L’Osser-

vatore romano (edición semanal en lengua española), 29/10/1999, 11.22. Éste era un tema recurrente del magisterio de JUAN PABLO II: cf. Discurso al Simposio del

Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, 11/10/1985, n. 12, L’Osservatore romano (edi-ción semanal en lengua española), 20/10/1985, 10; Discurso al Consejo de Conferencias Epis-copales de Europa, 16/4/1993, n. 6, L’Osservatore romano (edición semanal en lengua españo-la), 23/4/1993, 7. También lo es del actual pontífice, ya antes de asumir la Cátedra de Pedro: cf.J. RATZINGER, “Europa. Sus fundamentos espirituales ayer, hoy y mañana” en M. PERA - J. RATZINGER,Sin raíces. Europa, relativismo, Cristianismo, Islam, Barcelona, Península, 2006, 51-77.

23. Dijo H. Kissinger a G. Valdés: “Usted habla de América Latina. No es importante. Nadaimportante puede venir del Sur. El Sur no tiene importancia” (A. ROUQUIÉ, Extremo Occidente,Emecé, Buenos Aires, 1990, 353).

tivó esta pertenencia histórica y cultural en varias generaciones, con susdocumentos, santuarios y símbolos. Muchos jóvenes argentinos descu-brieron su pertenencia histórica al Pueblo de Dios que transita por Amé-rica Latina peregrinando al santuario de la Virgen de Luján con imágenesy banderas de las naciones hermanas, mientras cantaban: Éste es el tiem-po de América / éste es tu tiempo Señor / los jóvenes estamos presentes/ testigos de tu gran amor.29

1.3. Hacia una comunidad regional de naciones

a. La Iglesia existe para evangelizar o comunicar a Jesucristo parallevar a los hombres a la comunión con el Padre y los hermanos en el Es-píritu Santo. Esa misión salvadora comunica la plenitud del Salvador y dela salvación, y realiza sacramentalmente la unión de los hombres conDios y entre sí. Su amor al ser humano es un “elemento esencial de su mi-sión” (RH 15) y pertenece a su “estructura fundamental” (DCE 21). Es-te amor evangélico favorece intercambios entre los pueblos, fomenta eldiálogo entre las culturas y la justicia entre los estados, busca la unidadinternacional y la paz mundial. Aparecida debería renovar el compromi-so de fortalecer los vínculos espirituales y culturales entre nuestras nacio-nes de tal modo que la comunión basada en los valores teologales se pro-yecte, respetando tanto la pluralidad religiosa y ética de la sociedad civil,como la legítima laicidad del Estado y de la política (DCE 28), hacia nue-vas formas de unidad secular “en los cuadros respectivos de una naciona-lidad, de una gran patria latinoamericana y de una integración universal”(DP 428).

Como desarrollé en otros trabajos, estoy convencido de que el Pue-blo de Dios está llamado a ser sacramento de comunión realizando suaporte original a la integración regional, continental, intercontinental ymundial.30 Nuestra comunión debe ser ejemplo y estímulo para construir

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29. Cf. C. M. GALLI, “Imagen plástica y móvil del Pueblo de Dios peregrino en la Argentina.Una interpretación teológico-pastoral de la peregrinación juvenil a Luján”, en C. M. GALLI - G. DO-TRO - M. MITCHELL, Seguimos caminando. La peregrinación juvenil a Luján, Buenos Aires, Agape-Guadalupe, 2004, 312-389.

30. Cf. C. M. GALLI, “La Iglesia en América Latina”, en AA. VV., Ser católico hoy frente al ter-cer milenio, Buenos Aires, Manrique Zago, 1997, 159-165; “Catolicidad y globalización. A propó-sito del Sínodo para América”, Criterio 2205/6 (1997) 608-614; “El intercambio entre la Iglesiay los pueblos en el MERCOSUR”, en GRUPO DE PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA MONS. GERARDO FA-RRELL, Argentina: alternativas frente a la globalización, Buenos Aires, San Pablo, 1999, 167-208;“La Iglesia y la comunión entre los pueblos”, Criterio 2274 (2002) 378-387; “Epílogo. Interpreta-

conciencia de su identidad y lo ha expresado en una incipiente reflexiónteológica centrada en muchos temas, entre los que tuvieron mayor difu-sión los de pueblo, vida, cultura, religión, pobres y liberación. También lomanifiesta en sus valores pastorales propios, como son la riqueza de supiedad popular, el sentido de la liberación integral, la lucha por la digni-dad humana, la fuerza de su opción por los pobres, la vitalidad de sus co-munidades cristianas, su creatividad pastoral, el florecimiento de caris-mas, vocaciones y ministerios, su incipiente dinámica misionera, su pro-mesa de salvaguardar la paz en la región. Sin embargo, debe avanzar mu-cho por el camino de la conversión y la renovación, reconociendo sus in-fidelidades al Evangelio y pidiendo la gracia de crecer en santidad.

e. Nuestro subcontinente tiene una doble pertenencia: integra cultu-ralmente el mundo occidental, tanto tradicional como moderno, y es par-te del sur signado por el subdesarrollo y la pobreza. Integrando el conti-nente americano, es la única región cristiana del sur pobre y, todavía, elsubcontinente más homogéneamente católico de Occidente. Es un conti-nente con un pueblo cristiano y pobre. Hay continentes con pueblos cris-tianos y otros con pueblos más o menos secularizados del cristianismo,que ya no son pobres. Hay continentes con pueblos pobres que son reli-giosos pero no son cristianos, o se están secularizando de sus religioneshistóricas, o están en procesos de primera evangelización. En cambio,aquí coinciden la fe y la pobreza. La fe del pueblo está puesta en crisis porcríticos factores religiosos (secularismo / fundamentalismo), culturales(relativismo / desintegración), sociales (injusticia / desigualdad) y otros.La Iglesia debe alimentar la esperanza de forjar una nueva síntesis cultu-ral desde nuestra originalidad para integrar valores espirituales cristianoscon aportes seculares modernos. Medellín y Puebla asumieron el desafíolanzado por Pablo VI para asumir

“una vocación a aunar, en una síntesis nueva y genial, lo antiguo y lo moderno, loespiritual y lo temporal, lo que otros nos entregaron y nuestra propia originalidad”(MD Intr 7; DP 4).

La V Conferencia debería animar una cultura de la comunión a ni-vel nacional, regional y continental con destino universal, siendo fiel alcamino reciente de nuestra Iglesia. Ella promovió la unidad de AméricaLatina y generó una dinámica pastoral continental con sus ConferenciasGenerales, pioneras en reuniones continentales y antecedentes del Síno-do para América (EIA 4). La Iglesia, experta en latinoamericaneidad, cul-

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des regionales de naciones. Los estados parecen muy chicos ante los fenó-menos globales y demasiado grandes ante las necesidades locales. En estesigno de nuestro tiempo la fe puede discernir la voz de Dios que nos con-voca a plasmar nuevas formas de realizar la vocación a la convivencia. Lossignos son desafíos a la misión de la Iglesia, la cual, desde los años cin-cuenta, acompañó diversamente la suerte de la comunidad latinoamerica-na y la constitución de la comunidad europea.

Juan Pablo II miró a la Unión Europea no sólo como un mercado deintercambios económicos o un espacio de libre circulación de ideas, sino,sobre todo, como “una verdadera comunidad de naciones que quierenunir sus destinos para vivir como hermanos”.37 Con términos similaresdijo que la Iglesia en América está llamada a “promover una mayor inte-gración entre las naciones” (EIA 55). Pero, lamentablemente, Ecclesia inAmerica no recogió un párrafo de los Lineamenta para el Sínodo deAmérica (n. 47), en el que se discernía la formación de comunidades in-termedias a la luz del plan de Dios que tiende a la unidad de todas las per-sonas y pueblos de la familia humana. Ese texto decía:

“Para alcanzar esa meta (la paz y la unidad de la familia humana), que responde almisterioso designio de Dios en Cristo, el camino es largo y laborioso. Se trata de untrabajo que implica diversas etapas orientadas a la formación de comunidades in-termedias, a nivel regional, nacional e internacional. La tendencia histórica a for-mar comunidades de pueblos a nivel nacional, y comunidades de naciones a nivelinternacional y continental, es señal de esa aspiración de la humanidad a reconocer-se como una grande y única familia...”. 38

c. Dios nos invita a promover una mayor unidad latinoamericana.Puebla enseñó a evangelizar los nuevos procesos porque “es mejor evan-gelizar las nuevas formas culturales en su mismo nacimiento y no cuandoya están crecidas y estabilizadas” (DP 393). La unidad europea, la inte-gración latinoamericana, el intercambio intra e intercontinental, son pro-cesos que están en curso en distintas etapas, muy diferentes entre sí. Paraevangelizar las nuevas formas culturales en su nacimiento, la Iglesia debe

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37. JUAN PABLO II, Mensaje a la XXX Asamblea del Consejo de las Conferencias Episcopalesde Europa, 6/10/2000 n. 4, L’Osservatore romano (edición semanal en lengua española),27/10/2000, 2.

38. SÍNODO DE OBISPOS - ASAMBLEA ESPECIAL PARA AMÉRICA, Encuentro con Jesucristo vivo, cami-no para la conversión, la comunión y la solidaridad en América. Lineamenta, Ciudad del Vatica-no, 1996, n. 47.

con todos una comunidad regional de naciones en América Latina y el Ca-ribe entre procesos bipolares que aceleran la globalización y la fragmen-tación.31 La Conferencia de Santo Domingo constató “el dinamismomundial de naciones que se asocian, como signo de los tiempos, aún enAmérica Latina y el Caribe” (SD 205), e hizo una opción pastoral por laintegración latinoamericana (SD 206). Luego el CELAM propuso a lasiglesias “acompañar iniciativas de integración latinoamericana: hacia undestino común”,32 y representantes de los Episcopados del Cono Sur lla-maron a “reconocer y participar en la construcción y fortalecimiento debloques regionales y subregionales en nuestro continente”.33

b. Aquí se inserta el compromiso de la Iglesia en favor de la forma-ción de comunidades regionales de naciones.34 Un país, una región, uncontinente y el mundo son, cada uno a su modo, una unidad plural.35 Lacomunión católica puede confirmar la unidad plural de cada país y conti-nente, e iluminar los movimientos concéntricos y entrelazados de mun-dialización, continentalización y regionalización. Por eso ella debe culti-var y difundir una cultura de la comunión, la integración y el intercambio.

Como todos experimentamos, el Pueblo de Dios se realiza, a partirde la familia, en comunidades humanas de distinta consistencia y ampli-tud. En el primer posconcilio nuestras iglesias acentuaron perspectivasnacionales, latinoamericanas y universales, pero no aparecían todavía, co-mo en los años noventa, los desafíos de las regiones y los continentes. Porejemplo, a nivel comercial, en 1990 había 50 grupos regionales, pero “en2000 pasaban los 200”.36 En este espacio flexible se ubican las comunida-

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ción, valoración y actualización del pensamiento teológico de Lucio Gera en ‘Del Preconcilio a laConferencia de Puebla’ (1956-1981)”, V. R. AZCUY - C. M. GALLI - M. GONZÁLEZ (Comité TeológicoEditorial), Escritos teológico-pastorales de Lucio Gera. I. Del Preconcilio a la Conferencia de Pue-bla (1956-1981), Buenos Aires, Agape - Facultad de Teología UCA, 2006, 867-924.

31. Sobre la nación y la región cf. C. M. GALLI, “Reconstruir la nación, construir la región”, enV. M. FERNÁNDEZ - C. M. GALLI, La Nación que queremos. Propuestas para la reconstrucción, Bue-nos Aires, San Pablo, 2004, 27-67.

32. CELAM, Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe. Reflexio-nes del CELAM 1999-2003, Documentos CELAM 165, Bogotá, 2003, 212.

33. COMISIONES EPISCOPALES EJECUTIVAS DEL MERCOSUR, CHILE Y BOLIVIA, El Área de Libre Comer-cio de las Américas (ALCA) y el futuro de nuestros pueblos, Montevideo, 4/9/2003, n. 9.

34. Cf. C. M. GALLI, “El servicio de la Iglesia al intercambio entre Europa y América Latina”,Teología 78 (2001) 105-154.

35. Tomo esta expresión de J. P. LABARRIÈRE, L’unité plurielle, Paris, Aubier-Montaigne, 1975,64, 72.

36. COMECE, Global governance. Our responsibility to make globalisation an opportunityfor all, Brussels, 2001, 30.

en el norte. Las iglesias cristianas están llamadas a ser sacramento de co-munión solidaria entre naciones del norte y el sur, e impulsar una comu-nidad americana más justa. Estas dos dimensiones ya fueron indicadas en1992 por Juan Pablo II en su Discurso inaugural en Santo Domingo, cuan-do sugirió hacer un Sínodo para América en el marco de la “solicitud pas-toral por las categorías sociales más desprotegidas” (n. 17), o sea, siguien-do la opción preferencial por los pobres a nivel internacional. Al iniciar elciclo jubilar, en la Carta Tertio millennio adveniente, lo repropuso paratratar “la problemática de la nueva evangelización en las dos partes delmismo continente... y la cuestión de la justicia y de las relaciones econó-micas internacionales, considerando la enorme desigualdad entre el Nortey el Sur” (TMA 38). El contexto mundial de los años noventa fue el mar-co del Sínodo que en 1997 reunió a Obispos de la Iglesia que peregrina enAmérica, la cual en 2000 ya constituyó el 63% del catolicismo mundial.

Ecclesia in America enseña que Cristo, Camino al Padre y a los her-manos, es la vía hacia la conversión personal y social, a la comunión tri-nitaria y eclesial, y a la solidaridad social e internacional. En su óptica re-ligiosa acentúa la unidad espiritual del Continente desde la identidad cris-tiana como fuente de comunión entre iglesias y de solidaridad entre na-ciones (EIA 5). La unidad en la fe cristiana de la Iglesia en América (EIA14) reluce al considerar la diversidad religiosa de los continentes, pero de-be hacerse cargo de las diferencias confesionales y culturales y las desigual-dades económicas y sociales (EIA 55), frutos de “pecados sociales que cla-man al cielo” (EIA 56). En el proceso sinodal americano se planteó el de-safío a la comunión que afrontan las iglesias insertas en áreas culturalesdistintas y que sufren la división norte-sur. Para una eclesiología de co-munión, el Pueblo de Dios debe ser signo e instrumento de comunión so-lidaria para la sociedad civil en América. Como nunca antes hoy hay quepensar los problemas de la fe y de la justicia en perspectiva americana.

Si “el mayor don que ha recibido América es su fe” (EIA 14), la fecristiana es el bien más grande que América Latina y El Caribe puedendar ad gentes desde su pobreza. Algo parecido afirmó Juan Pablo II deEuropa: “el cristianismo ha sido en nuestro continente un factor prima-rio de unidad entre los pueblos y las culturas, y de promoción integral delhombre y de sus derechos”.41 Por esta comprensión de las relaciones en-

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41. JUAN PABLO II, Homilía durante la Misa de clausura de la II Asamblea especial para Euro-pa del Sínodo de los Obispos, 23/10/1999 n. 5, L’Osservatore romano (edición semanal en len-gua española), 29/10/1999, 9.

hacerse presente ahora, colaborando con los pueblos, los estados y las so-ciedades civiles.

Su acción evangelizadora a nivel capilar y estructural puede contri-buir a formar la conciencia regional, continental y mundial, así como enotras épocas colaboró con la formación de la conciencia nacional en cadapaís. El nuevo desafío requiere ampliar los horizontes hacia lo global yatender las demandas en lo local, porque los movimientos hacia lo macrohan provocado una renovada concentración sobre lo micro. En un tiem-po de reformulación del Estado-Nación urge dar espíritu y cuerpo a lapropia Patria y también a la Patria Grande y a las patrias chicas. Comovarios de “nuestros países se fundaron por la exclusión de vecino”,39 exis-te la tendencia a marcar en exceso los intereses nacionales y trazar pro-yectos sobre la política del vecino excluido. Muchos argentinos fuimosformados en la falsa conciencia de la superioridad y el desprecio. Si hayrecelos y conflictos –como pasa entre rioplatenses por las pasteras deFray Bentos– los cristianos debemos fomentar la hermandad.

La educación, sobre todo la educación universitaria y teológica –poreso hablo aquí de este tema– es un camino fundamental para la integra-ción. La fuerza profética y el lenguaje simbólico de la Iglesia puede ayu-dar a formar el ideal histórico de construir comunidades regionales. Paraavanzar hay que formar un nuevo imaginario integrador, como se hace enEuropa. Por eso, nuestra Facultad, que se ha caracterizado, en distintosdecanatos y departamentos, por ayudar a descubrir la pertenencia a laIglesia latinoamericana, quiere educar en una fraterna conciencia comu-nitaria entre los pueblos y ayudar a buscar un nuevo bien común regio-nal que beneficie a todos y a cada uno, enriqueciendo la propia identidadcon los aportes de las otras.40 La tarea educativa, catequística y teológicapuede formar valores comunes y espacios de encuentro desde lo académi-co hasta lo interreligioso.

d. También América es una unidad plural. En lo religioso hay ciertaidentidad cristiana de América y emerge una Iglesia joven con apenas 500años, lo que fue puesto de relieve por Ecclesia in America (EIA 14). En losocioeconómico hay enormes desigualdades entre ricos y pobres entre elnorte y el sur, en el sur –el subcontinente más desigual del mundo– y aún

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39. A. METHOL FERRÉ, “Paradojas de la política sudamericana”, Archivos del Presente 23(2001) 43.

40. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Valores argentinos, o un país insulso, Buenos Aires, Bouquet, 2006,56-62.

ciedad de necesidades, intereses y actividades, debe aspirar a ser una co-munidad de valores, aspiraciones e instituciones, a través de una integra-ción multidimensional que comprometa a las sociedades civiles.

El magisterio reconoce la subjetividad de la sociedad (CA 49) anteel peligro de absolutizar el Estado o el mercado, instituciones políticas yeconómicas al servicio de la persona y la sociedad. La emergencia de lasociedad civil forma un nuevo espacio de actuación para movimientos or-ganizados en redes solidarias. Si Puebla asumió el tema de los valores yestructuras en la cultura, Aparecida podría plantear el aporte cultural dela sociedad civil al bien común nacional, regional e internacional.

En este proceso nuestras iglesias, con su arraigo histórico, comuniónorgánica, tradición espiritual, autoridad moral, misión evangelizadora yextensión territorial –que cubre todo el tiempo y el espacio de nuestrospueblos– pueden hacer un importante aporte para querer eficazmente unideal histórico común. En camino a Aparecida me pregunto si los episco-pados, fieles y comunidades, incluyéndonos a los aprendices de teólogos,vemos todo lo que se juega en apostar por la región y el continente.

Pero, en cada nación y en nuestra región ¿queremos vivir, proyectar,decidir, actuar y poder en común mediante hábitos compartidos e insti-tuciones justas? La integración requiere querer ser una comunidad y ha-cer un proyecto sugestivo y posible de vida en común. En la Argentina noshemos preguntado: ¿Queremos ser nación? Ser nación exige una decisiónético-política de todos y cada uno para vivir en comunión y formar unacomunidad de destino, pues “ser un pueblo supone, ante todo, una acti-tud ética que brota de la libertad”.45 Algo similar pasa ante la región ensus varias acepciones. ¿Queremos ser una región? Para llenar de conteni-do aquella decisión responsable de querer ser una nación también nues-tros obispos preguntaron: ¿Qué nación queremos ser?46 Siguiendo con laanalogía, pregunto: ¿Qué región queremos ser? ¿Cómo imaginar juntosuna comunidad regional en América Latina? Si en Aparecida no se vierasu posibilidad histórica o no hubiera una decisión pastoral sobre estacuestión, al menos habría que debatir los argumentos. Pero, si hubieraconsenso en apostar por la integración, se debería proclamar en el Men-

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45. J. BERGOGLIO, Educar: exigencia y pasión, Buenos Aires, Claretiana, 2003, 159.46. “Debemos pasar del deseo de ser Nación a construir la Nación que queremos” (CONFEREN-

CIA EPISCOPAL ARGENTINA, “La Nación que queremos”, 28/9/2002, 4, en Recrear la voluntad de sernación, CEA, 2003, 40).

tre la fe cristiana y las culturas históricas de Europa y América, el servi-cio de la Iglesia a la unidad entre los pueblos debe fundarse en la fe queafirma el cristocentrismo trinitario como un potencial que promueve ladignidad humana en y para la comunión fraterna.

e. No me interno en las distintas propuestas políticas actuales nacidasde tradiciones panamericanistas o latinoamericanistas acerca de las for-mas concretas de unidad continental. Recuerdo que, junto con los intere-ses y acuerdos comerciales, hay que atender a las tradiciones y valoresculturales, porque un tratado comercial no es sinónimo de una integra-ción cultural. Los países del Sur, América Central, el Caribe y México de-berían integrarse mucho más entre sí. Ampliando la constituida Comuni-dad Sudamericana de Naciones, que desde la Declaración del Cusco del8/12/2004 integra formalmente los doce estados de América del Sur,42 ytrascendiendo el significativo nombre de los Estados Unidos de Sudamé-rica,43 hay que aspirar a la Unión latinoamericana,44 y caribeña, integran-do con realismo todos los aspectos, desde las identidades culturales a losintereses comerciales. Nuestros pueblos deberían jugar su destino en di-versos procesos entrelazados. Con el ideal y la opción por construir unacomunidad regional de naciones, deben avanzar en la integración latino-americana y, sobre esa base de unidad subcontinental, procurar la socie-dad continental americana, la asociación con Europa, los lazos con Chi-na, Rusia, India, Japón y con todos los pueblos del mundo.

Un verdadero proceso de integración de América debería basarse enuna política continental que tenga en cuenta los derechos humanos y losprincipios de la soberanía, la justicia, la solidaridad y el respeto a las iden-tidades culturales de los pueblos. Un regionalismo integral exige promo-ver valores culturales comunes y una ciudadanía plena para todos. La in-tegración debe ser entendida y vivida en el nivel económico del mercadoy en el nivel político de la región, pero, sobre todo, en el nivel histórico-cultural de una comunidad de naciones. Además de querer lograr una so-

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42. Cf. la Declaración del Cusco sobre la Constitución Sudamericana de Naciones, en la re-copilación de E. DUHALDE, Comunidad Sudamericana. Logros y desafíos de la integración, Bue-nos Aires, Planeta, 2006, 19-24.

43. G. CARRIQUIRY LECOUR, Una scommessa per l’America Latina. Memoria e destino storicodi un continente, Firenze, Le Lettere, 2003, 110. Versión castellana en Una apuesta por Améri-ca Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 2005.

44. J. SCANNONE, “Desafíos ético-sociales de la regionalización a la luz de la Doctrina Social dela Iglesia”, en GRUPO FARRELL, Ética, desarrollo y región. Hacia un Regionalismo Integral, BuenosAires, CICCUS, 2006, 34.

La revitalización de la piedad popular católica y el nacimiento denuevas expresiones urbanas muestran que la forma de ser cristiano en elcatolicismo popular es “la más numerosa de América Latina” y “un com-pomente de la cultura suburbana contemporánea”.49 La fe en Jesucristodistingue a los habitantes del Continente y el catolicismo sigue siendo lafigura cultural más común de la religión cristiana popular, si bien hay unmayor pluralismo religioso y crece el evangelismo pentecostal. La comu-nión de vida con el pueblo sencillo nos permite vislumbrar la fe contem-plativa de los humildes. Aparecida podría avanzar ante la valoración de lapiedad popular hecha por Puebla, poniendo de relieve que una de las ba-ses de la pedagogía de la santidad (NMI 31) es la mística popular que lateen la espiritualidad de los pobres. Por eso se propuso que “la Iglesia debe-ría reconocer públicamente esta raigambre mística del catolicismo popularlatinoamericano”.50 Luego la experiencia vivida en Aparecida y la refle-xión de la asamblea destacaron la espiritualidad popular (cf. AP 258-265).

La condición eclesial de las inmensas multitudes pobres y creyentesexpresa la universalidad de la Iglesia. Esta valoración teologal y sacra-mental no puede ser descalificada por criterios de pertenencia meramen-te psicológicos, sociológicos o jurídicos. La acción pastoral debe recono-cer la eclesialidad –y no sólo una indeterminada religiosidad– en las mul-titudes cristianas y pobres latinoamericanas y caribeñas, la cual incluyeprocesos de diferenciación –o desinstitucionalización, según un lenguajehoy usado, pero algo equívoco– que se verifican en la relativa indepen-dencia de la trasmisión familiar de creencias, valores y prácticas, y en cier-ta distancia de sectores del pueblo fiel ante algunas mediaciones jerárqui-cas, normas éticas y preceptos cultuales. No obstante, cuando digo ecle-sialidad popular no me refiero a la identificación eclesial sólo en el senti-do de una “vinculación oculta” al Cuerpo místico de Cristo, ni tampocomediante la “mera ordenación” a la unidad católica desde distintas situa-ciones religiosas (LG 13). Considero la pertenencia al Pueblo de Dios porla fe católica significada visiblemente en el signo sacramental del bautis-mo (LG 14), porque la mayoría del pueblo latinoamericano y caribeño escristiano –incluso católico– y bautizado. Pero vive en una situación pas-

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49. P. TRIGO, En el mercado de Dios, un Dios más allá del mercado, Santander, Sal Terrae,2003, 164-165.

50. J. SEIBOLD, La mística popular, México, Buena Prensa, 2006, 196; es el estudio más seriosobre este tema.

saje a los Pueblos y elaborarlo en secciones claves del Documento, comode hecho sucedió (cf. AP 1-18, 43-59, 127-128, 520-528, 547-554).

f. La religiosidad popular católica marca la fisonomía de la Iglesia lati-noamericana. La religión es el signo más elevado de la espiritualidad del serhumano, “el culmen de su naturaleza racional” (GS 15, FR 33 n. 28) y “ladimensión más profunda de la cultura” (DP 389). La religión puede ser yde hecho es expresión de la fe teologal. Según la lógica de la Encarnaciónambas se unen siendo distintas y no deben confundirse ni separarse, sinoque deben conjugarse para que la fe se exprese religiosamente y la religiónsea inspirada teologalmente. Para Tomás “la religión no es la fe sino la pro-fesión de la fe (fides protestatio) mediante algunos signos exteriores” (ST II-II,94,1, ad 1um). Con estos principios valoro –con sus luces y sombras, co-mo las que tenemos todos en la Iglesia– la religión popular mayoritaria enAmérica Latina, que es expresión de la fe católica (DP 444), expresión privi-legiada de la inculturación de la fe (SD 36). En el rostro mestizo de la Vir-gen de Guadalupe, y en los rostros del Cristo de Esquipulas en Guatemalao del Señor de los Milagros de Lima, se simboliza nuestro mestizaje cultu-ral (DP 446) y una forma de evangelización inculturada (SD 15). Las pere-grinaciones a los santuarios son sacramentales de la fe del pueblo fiel quecrecieron desde los años setenta. Cada año, por nuestros cientos de santua-rios pasa casi el 80% de los católicos latinoamericanos. Por eso, ante la pri-mera Conferencia que se celebrará en un santuario mariano, propuse que elacontecimiento de Aparecida refleje este amor popular a Cristo y a María.

La revalorización de la piedad popular se hizo de Medellín a Puebla,y tuvo eco en un texto de Pablo VI (EN 48) con su reflujo en Puebla.47

Su capítulo Evangelización y Religiosidad Popular (DP 444-469) –que,con el de Evangelización de la cultura, fue el más votado– es un clásicode lo que aporta América Latina a la Iglesia universal. En 1992, la Confe-rencia de Santo Domingo (SD 36) y el Catecismo de la Iglesia Católica(CCE 1674-1676) asumieron sus ideas para interpretar y valorar tal pie-dad. Su enseñanza sigue vigente después del Directorio sobre Piedad Po-pular y Liturgia.48

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47. CH. JOHANSONN FRIEDEMANN, Religiosidad popular entre Medellín y Puebla: antecedentesy desarrollo, Santiago de Chile, Anales de la Facultad de Teología 41, 1990; CELAM, Iglesia y Re-ligiosidad Popular en América Latina, Bogotá, Documentos CELAM 29, 1977; J. ALLIENDE LUCO,“Religiosidad popular en Puebla: La madurez de una reflexión”, en CELAM, Puebla: grandes te-mas. I, Bogotá, Paulinas, 1979, 235-266.

48. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre piedadpopular y Liturgia, Buenos Aires, Conferencia Episcopal Argentina, 2002. Lo cito con la sigla DPL.

forma escandalosa: el 20% más pobre del mundo percibe hoy, como en1960, el 2% de la renta, mientras que el 20% más rico duplicó su cuotadel 30 al 60% del total. Según el Banco Mundial, en 2006 América Lati-na creció a un 4,5%, pero todavía 205 millones de latinoamericanos vivenbajo la línea de pobreza, lo que es el 38,5% del total. Ella “es la región delmundo emergente que menos crece y donde es más bajo el progreso so-cial... la que tiene mayor desigualdad y la que está reduciendo menos lapobreza”.53

Hoy se requiere una nueva imaginación de la justicia y la caridad(NMI 50). Hay que urgir aquella opción a nivel nacional, americano e in-ternacional, en favor de los pobres de los pueblos y de los pueblos máspobres, apoyándolos para que sean protagonistas de su dignidad y su des-tino, y testimoniando que el Sur también existe. La Iglesia católica latino-americana y caribeña tiene la responsabilidad de ser sacramento de soli-daridad para los pobres del sur del mundo, donde vivirán la mayoría delos católicos. Para eso debemos vivir la fe de un modo más coherente ylograr una convivencia con más democracia, desarrollo y justicia entretanta inequidad, exclusión y corrupción. La difícil tarea de regionalizar yglobalizar las exigencias de la justicia y la solidaridad implica replantearlas instituciones nacionales e internacionales para lograr desarrollos e in-tercambios más equitativos.

h. Mientras iba trazando el panorama eclesial regional indiqué algu-nas consecuencias para nuestra vida y estudio. Me gustaría que cada pro-fesor y cada alumno se planteara la cuestión y que en los cursos que co-rresponda se dialogara al respecto. Mientras tanto les dejo dos grandes in-quietudes.

• El Concilio Vaticano II reconoció que hay naciones económi-camente pobres pero ricas en sabiduría (GS 15) y promovió lainculturación de la teología al pedir que en las iglesias locales seindague “por qué caminos puede llegar la fe a la inteligencia te-niendo en cuenta la filosofía o la sabiduría de los pueblos” (AG22, cf. FR 69 n. 92). En la Iglesia latinoamericana, el saber teo-lógico debe arraigar en la sabiduría teologal del Pueblo de Diosy debe buscar una inteligencia inculturada de la fe que respetetanto la universalidad de la fe y de la razón, como la tradición

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53. R. FRAGA, “Balance político de América Latina”, Diario La Nación, Buenos Aires,24/1/2007, 19.

toral de urgencia en la que debe catequizar su fe, recrear su piedad y cre-cer en santidad.

g. La opción preferencial por los pobres marca la fisonomía de la Igle-sia latinoamericana. Nuestra fe proclama que Jesucristo es el rostro huma-no de Dios y el rostro divino del hombre (EIA 67). En el Señor encontra-mos los rostros de los que sufren (Mt 25,44-45), recuerdan los últimos pa-pas (NMI 49, DCE 15) y las conferencias anteriores: los rostros sufrientesde los pobres son rostros sufrientes de Cristo (SD 178). Benedicto XVI re-toma la imagen del rostro en ese doble sentido: Cristo es el rostro huma-no de Dios; el ser humano, en especial el pobre, es el rostro de Cristo. Enuna entrevista previa a su viaje pastoral a Baviera dijo: “El asunto funda-mental es que debemos descubrir a Dios, no a un Dios cualquiera, sino alDios que tiene rostro humano, porque cuando vemos a Jesucristo vemosa Dios”.51 Antes, en su primera encíclica, comentando la parábola del jui-cio final, se había expresado así: “Jesús se identifica con los pobres...Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde en-contramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (DCE 15).

La V Conferencia deberá potenciar la opción del amor preferencial alos pobres planteada en las conferencias anteriores (DM XIV,4-11; DP1134-1165; SD 178-181). La Iglesia cree y confiesa, como expresó Gua-mán Poma de Ayala, indio peruano de la primera generación cristiana deAmérica, que donde está el pobre está Jesucristo.52 El amor de la Iglesia alos pobres “es un ámbito que caracteriza de manera decisiva la vida cris-tiana, el estilo eclesial y la programación pastoral” (NMI 49). En la líneade aquel magisterio, en comunión con el Discurso Inaugural de Benedic-to XVI y ante los nuevos rostros de la pobreza, Aparecida renovó la op-ción por los pobres (cf. AP 380-430).

Esta opción del amor manifiesta la catolicidad eclesial que se concre-ta en la predilección por los más pequeños en los niveles pastoral, teológi-co y espiritual. Requiere tener en cuenta que, en los últimos cincuentaaños, el producto bruto global creció nueve veces en el mundo y que larenta per capita promedio se triplicó. Pero las desigualdades crecieron en

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51. BENEDICTO XVI, “La alegría de servir. Entrevista concedida por el Papa con motivo de supróximo viaje apostólico a Alemania”, L’Osservatore romano (edición semanal en lengua españo-la), 25/8/2006, 5.

52. Cf. G. GUTIÉRREZ, “Donde está el pobre, está Jesucristo”, Páginas 197 (2006) 6-22; cf. G.GUTIÉRREZ, “La opción profética de una Iglesia”, en AMERINDIA, Tejiendo redes de vida y esperanza,Bogotá, Indo-American Press Service Ltda, 2006, 307-320.

2. Discípulos misioneros para renovar y promover la comunión de vida en Cristo

Las Conferencias de Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla(1979) y Santo Domingo (1992) fijaron, con sus luces y sombras, líneascomunes de un estilo eclesial y de una praxis pastoral a escala subcontinen-tal. Este es un rasgo original de la Iglesia de América Latina, ya que otroscontinentes recién a fines del siglo XX llegaron a instancias similares alcelebrar asambleas sinodales continentales preparadas durante el ciclo ju-bilar, desde el primer Sínodo de Europa en 1991, después de la caída delmuro de Berlín. Nuestras iglesias, en virtud de los factores que las unenen los planos histórico, cultural, religioso, socioeconómico, lingüístico ygeopolítico, se anticiparon al fenómeno del regionalismo. La V Conferen-cia debería situarse en el nuevo mapa geocultural que se dibuja en el sigloXXI con la formación de grandes bloques regionales y con la emergenciade estados continentales, como son los Estados Unidos, la Unión Euro-pea, Rusia, China y la India. Por eso, la integración parece ser una condi-ción de supervivencia para la comunidad latinoamericana de naciones.

2.1. Aparecida: ¿un nuevo Pentecostés para el Pueblo de Dios enAmérica Latina y el Caribe?

a. La V Conferencia reunirá a delegados de los episcopados acom-pañados por representantes invitados de distintos estados de la vida ecle-sial. Su organización, como la de las tres anteriores, se confió al CELAM,el cual convocó a los miembros del Pueblo de Dios a tomar parte en susdistintas etapas. Me animo a distinguirlas con un esquema en tres tiem-pos: preparación - celebración - misión. Concluye el primero, el de la con-sulta del Documento de Participación que, con sus valores y límites, pro-movió un movimiento de recolección de contribuciones con dispar suer-te en los distintos países.

Como sucedió con el Concilio Vaticano II y con las conferencias an-teriores, Aparecida será, ante todo, un acontecimiento salvífico, religiosoy eclesial que debería comprometer a todo el Pueblo de Dios en nuestrospueblos. El Concilio, los sínodos universales y las conferencias episcopa-les tienen y deben tener, además de su vida interior, una dimensión cele-brativa pública. El mismo lenguaje teológico, litúrgico, canónico y pas-toral dice que se celebra un Concilio, un Sínodo o una Conferencia.

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eclesial y el arraigo cultural, matrices en las que se desarrollan lateología y la filosofía como saberes universales e inculturados.En el documento elaborado en una reunión convocada por elConsejo Episcopal Latinoamericano y la Congregación para laDoctrina de la fe en 1996, presidida por el Cardenal J. Ratzin-ger, las autoridades de esas instituciones y los participantes con-sensuamos esta proposición: “se debe proseguir en el camino dela inculturación de la reflexión teológica para que sea plenamen-te católica y latinoamericana”.54 La Facultad siempre ha inte-grado lo clásico y lo moderno en lo contemporáneo y ahora tie-ne el desafío de integrar mejor lo universal y lo particular enuna figura teológica singular.

• En América Latina, somos una mínima minoría quienes enseña-mos y estudiamos teología en el nivel universitario, lo que acre-cienta nuestra responsabilidad pastoral por la fe del Pueblo deDios. Esta responsabilidad incluye querer a la Facultad, a suspersonas, actividades y cosas, incluyendo el bien inmueble deledificio –arreglado y embellecido– y los bienes comunes. Re-quiere amor y respeto al trabajo y el estudio, a las normas y losdeberes. Exige ser, saberse, quererse y sentirse universitarios, go-zando de un don que Dios nos brinda para el servicio de su pue-blo. Crecer en la comunión de la fe eclesial mediante la enseñan-za y aprendizaje de la teología requiere de una respuesta perso-nal. Los invito a valorar su educación universitaria como un lla-mado de Dios a través de las comunidades a las que perteneceny que los envían a aprender aquí para servir mejor a la Iglesia ya su misión. Estudiar bien es un acto libre de amor obediente aDios. En el sí inicial dado a Dios para cultivar la alegría de la vo-cación y alegrar la vida de los demás está inserta la gratitud a es-ta gracia de la teología, y el amor con el que hay que participaren esta Facultad y seguir la propia carrera teológica.

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54 CELAM, El futuro de la reflexión teológica en América Latina, Bogotá, Documentos CE-LAM 141, 1996, 367.

tinoamericano, que podría ser acompañada por la movilizaciónde muchas peregrinaciones a los santuarios marianos nacionales,regionales y locales del Continente. Guadalupe y Aparecida sondos santuarios muy visitados en el mundo y representan a Ibe-roamérica en sus vertientes española y lusitana. Convendría queuna imagen de la Guadalupana fuera de México al Brasil simbo-lizando la única Madre de Dios y el único Pueblo de Dios. Con-ferencias episcopales, obispos diocesanos y rectores de santua-rios deberían convocar a los pueblos para que peregrinen a lossantuarios el 13 de mayo. No habrá otra ocasión similar paraque el mundo globalizado contemple por los medios la imagenplástica y móvil del Pueblo de Dios cristiano y mariano en laIglesia católica latinoamericana y caribeña. Sería un hecho evan-gelizador más fuerte que la Conferencia.

• El desarrollo. Durante la asamblea convendría que, a diferenciade las otras conferencias, la celebración de la Eucaristía fueracon pueblo en el santuario, pública y televisada –allí la infraes-tructura lo permite– para que los fieles recen con sus pastores yparticipen en la mesa del Pan de Vida. Podrían conjugarse la ce-lebración litúrgica y la piedad popular en el templo y en los me-dios de comunicación, como se hizo con la trasmisión satelitaldel rezo del Rosario en el acto culminante del Año MarianoUniversal 1986-87, presidido por Juan Pablo II y realizado engrandes santuarios marianos.

• La conclusión. El final de la Conferencia debería ser el principiode una nueva etapa misionera, que sólo los Obispos allí reuni-dos pueden decidir. El momento final no debería tener el carác-ter masivo del inicio pero sí un horizonte popular mediante dosactos simbólicos durante la Misa del 31 de mayo, Fiesta de la Vi-sitación de la Virgen. Por un lado, la lectura del texto del Men-saje a los pueblos, que debería enviarse a todas las radios, diariosy canales del continente. Por el otro, un gesto de envío misione-ro de los representantes de nuestras iglesias, como la Nueva Vi-sitación de María llevando a Jesús que propuso el 11/10/1984Juan Pablo II en Santo Domingo. Tal inicio simbólico deberíaexpresar la actitud evangelizadora del Pueblo de Dios en unnuevo estado de misión. Si hubiera un documento final, conven-dría que se entregara en ese acto final de carácter discipular-mi-

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En el marco de la conferencia-acontecimiento el episcopado reflexio-nará y dialogará sobre el tema fijado y acerca del cual podrán surgir con-clusiones comunes que, según se decida, podrían volcarse en el texto deun documento, el cual trasmitirá un espíritu misionero y propondrá líne-as pastorales. La correlación entre acontecimiento, texto y espíritu es de-cisiva para la hermenéutica de la renovación del Concilio,55 y de todo do-cumento emanado de un encuentro eclesial. También lo será para inter-pretar la V Conferencia. Ya Medellín, Puebla y Santo Domingo fueronvistas como acontecimientos. En 2006 propuse al CELAM que Apareci-da se celebrara como un acontecimiento eclesial con una mayor participa-ción popular que las anteriores, porque se celebraba en el gran santuariomariano del Brasil. Ella podría ser vivida como un nuevo Pentecostés pa-ra nuestras iglesias, en las que el Espíritu de Dios irrumpa con su fuerzapara fortalecer la comunión e impulsar la misión.56 Gracias a Dios, el Do-cumento Conclusivo impulsa una Iglesia radicalmente misionera (cf. AP347-379).

b. Distingo tres momentos de diversa densidad en las formas de par-ticipar. Sin duda, el momento eclesial de mayor impacto popular será elinicio, lo que ayudará a prestar atención a la Conferencia.

• El inicio. El acontecimiento de comunión entre Dios y su Pueblocontiene la breve visita pastoral de Benedicto XVI al Brasil, queincluye encontrarse con la multitud peregrina e inaugurar laConferencia. Hace poco el Papa calificó a la reunión de “impor-tante evento eclesial” y “signo, testimonio y fuerza de comu-nión para toda la Iglesia en América Latina”.57 Así, Aparecidaserá la primera conferencia que se realice en un santuario maria-no, lo que debe ser aprovechado pastoralmente. Este inicio, el13 de mayo –sexto domingo de pascua y fiesta de la Virgen deFátima– expresará la piedad mariana del pueblo brasileño y la-

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55. Cf. C. GALLI, “Claves de la eclesiología conciliar y posconciliar desde la bipolaridad Lumengentium - Gaudium et spes. Síntesis panorámica y mediación especulativa”, en SOCIEDAD ARGENTI-NA DE TEOLOGÍA (ed.), A cuarenta años del Concilio Vaticano II: recepción y actualidad, Buenos Ai-res, San Benito, 2006, 49-107.

56. Cf. I. PÉREZ DEL VISO, “Aparecida, ¿Congreso o Pentecostés?”, CIAS 560/1 (2006) 687-708.

57. Cf. BENEDICTO XVI, “Proclamar íntegro el mensaje de la salvación para encarnarlo en el mo-mento histórico actual. Discurso a los participantes de la reunión plenaria de la Comisión pontifi-cia para América Latina”, L’Osservatore romano (edición semanal en lengua española),26/1/2007, 3.

24). La Conferencia debería discernir los principales procesos que mar-can no sólo una época de cambio sino un cambio de época, con los desa-fíos –amenazas y oportunidades– a la vida y a la fe de nuestro pueblo cris-tiano en todos los niveles, especialmente en las esferas religiosa, ética, cul-tural y social.

Aparecida será un acontecimiento-documento-espíritu significativosi logra responder a los actuales desafíos históricos. En un aporte reser-vado a los delegados del Episcopado Argentino a Santo Domingo, que es-cribí el 24 de septiembre de 1992 a pedido de la Comisión episcopal de Fey Cultura, expresé el siguiente criterio que mantengo, en nuevas circuns-tancias, para la reunión de Aparecida:

“Es difícil una comparación global del Documento de Trabajo para Santo Domin-go con respecto a los Documentos finales de Medellín y Puebla, textos muy impor-tantes en sí mismos y en sus contextos eclesiales y seculares. Hay sin duda una con-tinuidad sustancial y un avance global, expresado en la misma formulación del te-ma general: Nueva Evangelización, y en muchos desarrollos temáticos, sólo com-prensibles a partir de lo vivido, pensado y escrito desde 1979 hasta el presente. Noobstante, en varios aspectos parciales todavía falta alcanzar la significación de Me-dellín (vg. el tono profético, el entusiasmo posconciliar, la promoción humana, larenovación pastoral, la Iglesia de los pobres) y de Puebla (su síntesis doctrinal, laevangelización de la cultura, la piedad popular, la liberación para la comunión, laopción por los pobres y jóvenes). De no hacerlo, el futuro documento que surja dela IV Conferencia podría resultar regresivo en algunos puntos. Propondría para laConferencia de Santo Domingo este doble criterio de valoración: su hipotético Do-cumento Final avanzará efectivamente sobre los Documentos de Medellín y sobreel Documento de Puebla si, además de asumir superando lo valioso y vigente deellos a la luz del reciente camino de la Iglesia latinoamericana y mundial, es capazde responder a los nuevos desafíos del actual contexto histórico de América Latinay del Caribe, como lo hicieron Medellín y Puebla en sus respectivos contextos his-tóricos civiles y pastorales”.59

b. Las conferencias posconciliares atendieron a la realidad latinoa-mericana y al magisterio universal y regional. Medellín pensó la transfor-mación de América Latina y asumió de forma situada al Vaticano II me-diante Populorum progressio, que Pablo VI escribió pensando en nuestrospueblos y que en 2007 cumple 40 años. Puebla, en el marco del Concilio

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59. C. GALLI, “Informe acerca del Documento de Trabajo para la IV Conferencia de Santo Do-mingo”, en COMISIÓN EPISCOPAL DE FE Y CULTURA, Informes sobre el Documento de Trabajo para laIV Conferencia, Buenos Aires, Conferencia Episcopal Argentina, ad usum privatum, 1992, 49-85,cita en página 50.

sionero. Cuando se lea este discurso ya se conocerá lo sucedidoy se podrá evaluar sus intuiciones.

2.2. Algunos sentidos y dimensiones de la Quinta Conferencia General

a. En el posconcilio la misión, entendida como evangelización, sefue convirtiendo en la perspectiva englobante de la reflexión de las tresconferencias: de ser un aspecto de la acción eclesial en Medellín –sus trespartes fueron promoción-evangelización-agentes–, pasó a ser el temacentral de Puebla ya desde su título, según la lógica de la Evangelii nun-tiandi, y terminó asumiendo la inflexión de una nueva evangelización enSanto Domingo. ¿No debería estar la nueva evangelización en el centrodel temario de Aparecida? No hay que dar por supuesto que se sabe elsignificado de una “nueva” evangelización, frase que algunos consideranya gastada. No repetiré su historia antes y en Juan Pablo II, ni su valorpara expresar la presente etapa pastoral.58 Se la podría redefinir como unanueva forma de comunicación del Evangelio del Amor de Dios para quelos pueblos tengan vida en Cristo, o como una nueva forma de compartirla comunión de vida plena en el amor pascual de la Trinidad.

Ciertamente, la V Conferencia se situa en estos tiempos de nuevaevangelización que promueve una pastoral más misionera para conjugarel cuidado pastoral de fieles cristianos con el ímpetu misionero ante unafe débil y amenazada. Ella lleva a continuar la evangelización de pueblosque, habiendo recibido el Evangelio y teniendo de un modo raigal la fe,religión, vida y cultura básicamente cristianas, sufren una crisis en la fe(ChL 34, RMi 33) y están en una situación de urgencia pastoral (DP 460).Si la primera evangelización se dirige a quienes están aún lejos de la sacra-mentalidad de la fe, la nueva está destinada a “vivificar la fe” (SD 129-131)de las personas, familias, comunidades y pueblos con memoria cristianapero que, habiendo estado cerca, se han ido alejando de la eclesialidad vi-sible. Una nueva evangelización más misionera debe reconocer los nue-vos desafíos que plantean las difíciles circunstancias del cambio epocal pa-ra introducir la novedad de Cristo en las cosas nuevas de los hombres, sa-cando del Evangelio luces nuevas para iluminar los problemas nuevos (SD

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58. Cf. C. M. GALLI, “Pablo VI y la evangelización de América Latina. Hacia la nueva evangeli-zación”, en ISTITUTO PAOLO VI, Pablo VI y América Latina. Jornadas del 10-11/10/2000, con laPontificia Universidad Católica Argentina Santa Maria de los Buenos Aires, Brescia, Pubblicazio-ni dell’Istituto Paolo VI 24, 2002, 161-197, esp. 178-193.

integral para la comunión y la participación, la valoración de la religiosi-dad popular y la opción por los pobres, destacando el potencial evange-lizador del pueblo bautizado y humilde. Tampoco se debe callar el cris-tocentrismo de las Conclusiones Santo Domingo que se destaca, porejemplo, en su breve profesión final de fe: “La Iglesia de Latinoamérica ydel Caribe proclama su fe: 'Jesucristo ayer, hoy y siempre' (Hb 13,8)”(SD 302), y en su plegaria pastoral, que comienza así: “Señor Jesucristo,Hijo de Dios vivo, Buen Pastor y Hermano nuestro, nuestra única op-ción es por Ti” (SD 303). Los Obispos quisieron esta clave cristológicapara articular una nueva evangelización que promoviera integralmente alos hombres, en especial a los pobres, e inspirara una inculturación de lafe en la encrucijada de las culturas tradicional, moderna y posmoderna. Silos participantes de la V Conferencia tienen una lectura selectiva de esosdocumentos, ¿podrán actualizar sus opciones?

c. Aparecida se celebrará quince años después de Santo Domingo(1992), Conferencia realizada en el Quinto Centenario de nuestra fe cris-tiana, y diez años después del Sínodo para América (1997), cuyo resulta-do escrito fue la exhortación Ecclesia in América (1998) centrada en el en-cuentro con Cristo como camino a la conversión, la comunión y la soli-daridad.64 Además, estamos a dieciséis años de la última encíclica social,Centesimus annus (1991), si bien en 2005 se publicó el Compendio de laDoctrina Social de la Iglesia, y en Deus caritas est Benedicto XVI se refi-rió a cuestiones de doctrina y pastoral social (DCE 19-31).65 Al mismotiempo, en el último año se sostuvieron posiciones a favor o en contra devolver a la tradición de las conferencias después de haber tenido una pri-mera experiencia sinodal americana. En este contexto, ¿qué sentido tienecelebrar la V Conferencia? Sin negar la dimensión continental, la celebra-ción de Aparecida se justifica por tres grupos de razones.

• Aparecida debe expresar la comunión eclesial en el nivel sub-continental para afianzar la identidad católica en América Lati-na y El Caribe, y la presencia latinoamericana y caribeña en la

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64. Cf. J. GARCÍA, “De la IV a la V Conferencia General. Avances, propuestas, dificultades 1992a 2007”, Medellín 125 (2006) 5-27; y V. RUANO PINEDA, “Del encuentro con Jesucristo a la misiónen el mundo. Una lectura de Ecclesia in America”, Medellín 126 (2006) 203-246.

65. Cf. J. C. SCANNONE, “Hacia la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y delCaribe”, CIAS 560/1 (2006) 675-686, donde discierne las res novae en temas de índole social,cultural y religioso. En relación al amor y la justicia en el Papa, cf. “La Doctrina Social de la Iglesiaen la Encíclica Deus caritas est”, CIAS 554/5 (2006) 329-336.

y Medellín, fue la recepción creativa de la Evangelii nuntiandi y de supropuesta de evangelizar la cultura. Santo Domingo recibió la llamada auna nueva evangelización recreando la promoción humana con la opciónpreferencial por los pobres y la evangelización de la cultura con la incul-turación del Evangelio. ¿Aparecida hará una recepción inculturada de dosgrandes documentos papales: el testamento pastoral de Juan Pablo II enNovo millennio ineunte y la meditación programática de Benedicto XVIen Deus caritas est?60

En los últimos meses se levantaron voces proponiendo que Apare-cida mantenga y actualice las opciones pastorales indeclinables de Mede-llín, Puebla y Santo Domingo.61 Comparto y espero tal continuidad en elcambio y tal cambio en la continuidad. Pero esta tarea requiere, entreotros procesos, una síntesis interpretativa de esas conferencias. Tal her-menéutica debe integrar los contenidos novedosos de cada texto y no de-be dejar fuera sus elementos fundamentales. Por ejemplo, no debe silen-ciar el llamado a la justicia, la liberación, y el desarrollo integral, expre-siones presentes en Medellín desde su primer documento, titulado Justi-cia (DM I,3-5), actualizando Populorum progressio para América Latina.Tampoco debe omitir sistemáticamente que la opción articuladora dePuebla, como dice el título 2.2 de su capítulo sobre evangelización de lacultura (DP 385 443),62 –el más votado, el que tuvo más placet y ningúnnon placet– es la “opción pastoral de la iglesia latinoamericana: la evan-gelización de la propia cultura en el presente y hacia el futuro” (DP 394396). Siguiendo la propuesta de Pablo VI (EN 18-20), su meta es “la cons-tante renovación y transformación evangélica de nuestra cultura” (DP395).63 En ese marco se sitúan la evangelización liberadora y la liberación

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60. Cf. G. MELQUIZO YEPES, “Carta Apostólica Novo millennio ineunte como telón de fondo dela V Conferencia”, Medellín 126 (2006) 185-202; en p. 202 cita mi opinión favorable, y tambiénla de M. DE FRANÇA MIRANDA en “En vista de la Va. Conferencia geral do Episcopado Latinoameri-cano e Caribenho”, Medellín 123 (2005) 436.

61. Se podrían citar muchos artículos. Uno, editado en mayo y luego muy citado, fue el de al-gunos profesores de la Facultad de Teología de Belo Horizonte, Brasil; cf. PROFESORES DE TEOLOGÍA

DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS (FAJE/ISI), “Hacia la V Conferencia en Apare-cida”, CIAS 560/1 (2006) 649-659.

62. Este capítulo es “la clave de articulación entre doctrina y pastoral, punto neurálgico den-tro del clímax de Puebla” (J. C. SCANNONE, Evangelización, Cultura y Teología, Buenos Aires, Gua-dalupe, 1990, 55).

63. Cf. C. GALLI, “La teología latinoamericana de la cultura en las vísperas del tercer milenio”,en CELAM, El futuro de la reflexión teológica en América Latina, Bogotá, CELAM 141, 1996, 243-362, esp. 260-293.

cia un ejemplo para que todos en el Pueblo de Dios entremos enun estado de conversión para ser una comunidad de discípulosmisioneros que anime una comunión de vida digna y plena ins-pirada en el amor de Cristo para construir una mayor fraterni-dad entre nuestros pueblos de América Latina y el Caribe.

d. ¿Debería la V Conferencia expresarse mediante un extenso textoescrito o podría comunicar sus grandes consensos y cuestiones abiertasen un comunicado significativo y sugerente? ¿Que características deberíatener tal documento final? Distingo dos lenguajes en la comunicaciónporque, en teología pastoral, el estilo y el lenguaje dependen no sólo delcontenido sino también del destinatario. Los Obispos deberían hablarcomo pastores a todos los miembros comunes del Pueblo de Dios.

Sin embargo, las inmensas multitudes católicas latinoamericanas ja-más leerán o ni siquiera sabrán del Documento de Aparecida, aún cuan-do se lleven a cabo numerosas formas de comunicación capilar. A aque-llas hay que dirigirse con dos formas de comunicación popular. En el ni-vel del acontecimiento visible hay que hablar con el idioma de la piedadpopular, que consiste en los varios lenguajes de la fe mediante el senti-miento, la oración, la imagen, el símbolo y el rito, sobre todo con las ce-lebraciones religiosas públicas trasmitidas a todo el continente. En el ni-vel de la palabra escrita se debería comunicar el Mensaje a los pueblos deAmérica Latina y El Caribe, como lo hicieron las tres últimas conferen-cias y lo hacen las asambleas del Sínodo de los Obispos en sus Mensajesa la humanidad. Conviene que sea un mensaje teologal de tono kerigmá-tico y con un estilo sencillo y breve.

El destinatario específico de un documento final somos los agentespastorales –aunque no siempre lo leamos– que participamos en la acciónevangelizadora ordinaria, orgánica y organizada. Pero, además, lo seránlaicos y laicas con una formación superior que se preocupan por el futu-ro de la fe, la vida y la cultura, aunque no participen en la organizacióninstitucional de la evangelización, y también lo serán personas que, sin sercatólicas, pertenecen a medios religiosos, intelectuales y dirigentes, y quetienen derecho a esperar una palabra seria y significativa de la Iglesia Ca-tólica en América Latina y en el Caribe para iluminar este momento his-tórico y fortalecer la esperanza común.

Pienso que el eventual documento podría tener una extensión me-diana –como la de Novo millennio ineunte o de Deus caritas est– y debe-ría resumir líneas comunes de mediano plazo. Tendría que elaborar el nú-

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Iglesia católica. En el marco de América, único continente conmayoría cristiana dentro del mundo globalizado, ella represen-ta al sur con mayoría católica y una minoría protestante cre-ciente, así como el norte tiene una mayoría protestante y unaminoría católica creciente. En la Iglesia universal ella represen-ta el 43% del catolicismo romano. Tiene una población mayo-ritariamente católica que vive y debe desarrollarse en espíritu dediálogo y servicio en una sociedad pluralista a nivel religioso yético. Un poco menos de la mitad de ese pueblo fiel se expresaen portugués –Brasil es la mitad de América del Sur– y la otramitad en español. En esta lengua creemos, rezamos, estudiamosy evangelizamos. Ella es la cuarta lengua del mundo, la segundaen occidente y la primera en el catolicismo.

• La V Conferencia debe promover una nueva evangelización dela cultura en la etapa posjubilar impulsando, mediatamente, lí-neas pastorales comunes e, inmediatamente, una renovada mi-sión continental. Mediatamente ella puede impulsar fuertesconsensos pastorales para una enorme gama de situaciones so-cioculturales, actualizando las grandes opciones de las confe-rencias anteriores a la luz de Novo millennio ineunte y de Deuscaritas est, y discerniendo los principales caminos evangelizado-res entre las luces y sombras del cambio global y epocal que vi-ven los pueblos. Inmediatamente la Conferencia está llamada aanimar una renovada misión continental de todos y a todos quecomprometa a las iglesias particulares y a los fieles católicos pa-ra comunicar la plenitud de una vida digna y feliz en Cristo,anunciada, celebrada y compartida en la comunión de nuestraIglesia, que ha estado y está presente en todo el tiempo y en to-do el espacio de la historia de la región.

• Testimonialmente, la comunión eclesial debe ser el modelo y elapoyo para forjar el ideal de una comunidad regional de nacio-nes, con mayores intercambios de personas y bienes animadospor el amor. Aparecida puede contribuir inspirando desde su fevalores y actitudes que sostengan con esperanza la comuniónentre pueblos, para que una nueva cultura del compartir conamor anime la justicia, la solidaridad y la paz. Este servicio a laintegración es parte de la misión evangelizadora –santidad mi-sionera y pastoral de la santidad– que requiere de la V Conferen-

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conciliar y posconciliar siempre ve al Pueblo de Dios como elsujeto comunitario e histórico de la misión (LG 17, GS 40, AG2, EN 14-16, 59-60).

• Los destinatarios son nuestros pueblos, a los que pertenecemoslos evangelizados enviados a evangelizar. Ya Medellín, en con-sonancia con el Evangelio de Mateo, designó al destinatario conla frase “nuestros pueblos” (MD I,5; IV,9). El Resucitado envíaa sus apóstoles con estas palabras: Vayan y hagan discípulos atodos los pueblos... (Mt 28,18). No dice “enseñen a todos lospueblos” sino “hagan discípulos a todos los pueblos”. Discípu-los era una autodenominación de las comunidades cristianas an-tiguas (Hch 6,1.2.7). El envío consiste en hacer comunidades dediscípulos para el Reino, en introducir en la comunión de vidacon Cristo a todos los pueblos (pánta tá ethnón: Mt 28,19; Mt25,32, Mt 24,9.14). El Pueblo de Dios misionero en AméricaLatina debe ser sacramento del Reino de Dios, Reino de la Vi-da en Cristo, para que todos seamos mejores discípulos.

• La finalidad de la misión es compartir la vida nueva, plena, dig-na y feliz en Cristo. El cristocentrismo pastoral del tema se ex-plicita con el lema tomado de una frase de autorrevelación delSeñor: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Juanpresenta al Hijo-Verbo encarnado como revelador del Padre.En una perícopa (Jn 14,1-14) Jesús se presenta con el solemnesujeto teologal “Yo Soy” y un predicado con tres términos: “elCamino, la Verdad y la Vida”.68 Ante la intervención de Tomás“Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el ca-mino?”, Jesús le respondió: “Yo soy el Camino, la Verdad y laVida. Nadie va al Padre, sino por mí” (Jn 14,5-6).

Esta autopresentación de Jesús, que identifica sujeto y predicado, sedistingue de otras figuras religiosas que sólo dijeron que señalaban el ca-mino, enseñaban la verdad, traían la vida. Jesús es el Mediador que en lí-nea ascendente revela la verdad y en clave descendente trae la vida. Es elcamino (hodós) que conduce a la verdad (alêtheia) y la vida (zôê), que son

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68. Cf. I. DE LA POTTERIE, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, en La Verdad de Jesús. Estu-dios de cristología joanea, Madrid, BAC, 1979, 107-144; R. BROWN, El Evangelio según Juan XI-II-XXI. II, Madrid, Cristiandad, 1979, 861-883; L. RIVAS, El Evangelio de Juan, Buenos Aires, SanBenito, 2005, 386-393.

cleo del tema, que es el discipulado misionero para la vida en Cristo; re-forzar la identidad de la Iglesia Católica en América Latina y El Caribejunto con la presencia de América Latina y El Caribe en la Iglesia Cató-lica; afrontar los nuevos signos de los tiempos en un subcontinente cris-tiano, pobre y mestizo; animar la pasión ciudadana por el bien común detodos los hombres de buena voluntad; y dar un fuerte impulso místico ala responsabilidad misionera de todos los bautizados.

2.3. Una breve lectura teológico-pastoral del núcleo del tema de la VConferencia

a. En mis dos artículos publicados en la revista Medellín he plantea-do numerosos aportes al tema, en el cual aparecen componentes subjeti-vos y objetivos de toda evangelización. Ellos son los sujetos-agentes: dis-cípulos y misioneros de Jesucristo; los sujetos-destinatarios: nuestros pue-blos; y el contenido y la finalidad: para que en Él tengan vida. Hay unadoble referencia a Cristo. Por un lado, Él es el peregrino evangelizadorenviado (Lc 4,44) a anunciar la Buena Noticia (Lc 4,14-15; 8,1; 9,57; 13,22,19,11) –cuyos símbolos son los pies para caminar y la voz para proclamar(Is 52,7)– que, a su vez, envía a sus discípulos como apóstoles (Lc 6,13).Por el otro, es el Evangelio de Dios (Rm 1,3), “el Evangelio de Jesús, Cris-to, Hijo de Dios” (Mc 1,1), “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).

• Los agentes somos los miembros de la Iglesia. Se ha formuladoel tema queriendo poner la mirada en “el sujeto discípulo y mi-sionero”,66 “para que los cristianos profundicen y asuman el es-tilo de vida propio de los discípulos de Jesús”.67 Se emplean dosnombres evangélicos inseparables: discípulos y misioneros, quese profundizarán en el Curso de extensión de esta facultad. Mi-rar al sujeto-agente resalta la unión personal con Cristo y elcompromiso responsable del bautizado; asume un valor de lasensibilidad cultural actual; enfrenta el reto de llegar al sujeto-destinatario. Pero, los dos términos unidos aún no profundizanel hecho de que es toda la Iglesia el pueblo discípulo-misione-ro, la comunidad de los discípulos-misioneros. El magisterio

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66. A. STANOVNICK, “Claves de lectura para el documento de participación”, Medellín 125(2006) 38.

67. BENEDICTO XVI, Proclamar íntegro el mensaje de la salvación, op. cit., 4.

ca al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y con el gesto confiesa a Cristo quenos salva en la cruz pascual.

Evangelizar es comunicar la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.La Conferencia no podrá responder a todos los desafíos, pero tendrá queproclamar la feliz noticia de que Dios es Trinidad y se comunica en la en-trega del Hijo y el don del Espíritu para que participemos en su comu-nión de amor.

c. El horizonte para pensar, dialogar, ordenar y exponer el tema ele-gido es la convicción de que evangelizar es renovar las culturas de las per-sonas y de los pueblos con la vida teologal. Trasmitir la vida en Cristo escomunicar la gracia filial y fraterna que se despliega operativamente en lafe, la esperanza y la caridad. La fe implica conocer a Dios para pensar alhombre y conocer al hombre para pensar a Dios. La esperanza lleva alhombre a esperar en y a Dios, porque Dios espera en y al hombre. La ca-ridad unifica el amor a Dios en el hombre y el amor al hombre en Dios ypor Dios (DCE 18). La evangelización debe procurar que las culturas denuestros pueblos tengan la vida en Cristo en la medida en que estén másy mejor impregnadas, hasta sus raíces y en sus frutos, por una cultura dela fe, la esperanza y el amor. Este horizonte teologal de la evangelizacióninculturada reconoce la primacía de la caridad que vivifica y unifica a lafe y la esperanza según la lógica divina, porque el amor todo lo cree, todolo espera (1 Cor 13,7). Yo propongo revitalizar la sabiduría de la fe y dela razón, y recrear la religión popular católica; sostener la esperanza en eltriunfo de la vida que vence a la muerte y la desesperanza; comunicar elAmor de Dios encarnado y traspasado en Cristo e impulsar una nuevaimaginación de la justicia y la caridad ante la inequidad y exclusión.

Creo que un gran desafío es presentar la belleza de la vida teologalque brota de la comunión con Cristo y, en Él, con la Trinidad, para tran-sitar los caminos de la fe, la esperanza y la caridad. Se nota que el estiloevangelizador del Papa se orienta a proponer la alegría de una vida ple-na en la fe:

“Yo creo que la visita, como la de Colonia, es una oportunidad para que se vea quecreer es algo bello, que la alegría de una gran comunidad universal posee una fuerzaque arrastra, que tras ella hay algo importante y que, por tanto, junto a los nuevosmovimientos de búsqueda existen nuevas perspectivas de fe que nos llevan a unos ha-cia los otros y que son positivas también para la sociedad en su conjunto”.69

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69. BENEDICTO XVI, La alegría de servir, op. cit., 5.

realidades salvíficas. Cristo-camino es el Cristo-revelador que lleva a co-nocer la verdad de Dios en quien está la vida eterna del hombre (Jn 17,3),la vía que lleva a la Verdad de Dios y del hombre, a la Vida de Dios y delhombre. Cristo es el camino que revela la Verdad del Padre y comunicala Vida del Espíritu. Creyendo en Él tenemos vida (Jn 20,31), eterna (Jn3,16), abundante (Jn 10,10), porque Él es la Vida (Jn 11,25).

b. El centro cristológico-trinitario puede ser fortalecido con la doc-trina de Novo millennio ineunte. El número 29 de esta Carta es clave pa-ra preparar todo proyecto pastoral posjubilar, incluyendo las líneas quese marquen en Aparecida. El Jubileo fue un tiempo extraordinario de gra-cia. Ahora las iglesias, renovadas al contemplar el rostro de Cristo y ce-lebrar su encarnación redentora, deben retomar el camino de la santidadmisionera avanzando por los senderos de la pastoral ordinaria y proyec-tando programas centrados en Cristo, el Camino que nos lleva a la Patriade la Trinidad.

“El programa ya existe... Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay queconocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la his-toria hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste... es necesario que el únicoprograma del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidadeclesial... En las Iglesias locales es donde se pueden establecer esas indicacionesprogramáticas concretas ... que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las per-sonas, modele las comunidades, e incida profundamente mediante el testimoniodelos valores evangélicos en la sociedad y la cultura” (NMI 29).

Las propuestas de Aparecida se inscriben en la nueva etapa de la pas-toral ordinaria que deben realizar en comunión las iglesias particulares dela región centrada en el núcleo cristológico, trinitario y salvífico de la fecristiana. Desde ese centro se pueden afrontar tantos desafíos, pero sin élla pastoral queda descentrada. Es el núcleo de la nueva evangelizacióncentrada en Cristo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en élla vida trinitaria y transformar con él la historia (NMI 29).

Puebla enseñó que “la evangelización es un llamado a la participa-ción en la comunión trinitaria” (DP 218). Cristo y la Trinidad son el úni-co y doble centro bipolar de la fe cristiana, configurando lo que el Direc-torio Catequístico General llama el cristocentrismo trinitario (DCG 99-100, cf. CCE 234). El Pueblo de Dios expresa esa fe en la profesión litúr-gica del Credo, cuyo contenido y estructura son trinitarios y cristocéntri-cos. La manifiesta al hacer la señal de la cruz cuando con la palabra invo-

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plan de Dios en los desafíos de los pueblos y profundiza el misterio deCristo-Camino a la Verdad y la Vida para orientar actitudes y acciones delos discípulos misioneros. El sujeto evangelizado-evangelizador, punto departida del enunciado del tema, se vuelve punto de llegada del discursoteórico-práctico.

Este ordenamiento de la exposición permitiría recuperar el métodode reflexión teológico-pastoral conocido como ver / mirar - juzgar / ilu-minar - obrar / actuar. Si bien hay muchos estudios sobre el tema,72 algu-nos lo emplean mal y otros lo desacreditan, en ambos casos sin recono-cer la enseñanza y la praxis del magisterio. El abuso –vg. una lectura só-lo sociológica y no desde la fe–73 no quita el uso, sino que requiere expo-nerlo y emplearlo correctamente. Ya Juan XXIII (MM 236) lo presentócomo el método de la doctrina social de la Iglesia y en el documento ro-mano que orienta su estudio se indican sus tres momentos histórico, teó-rico y práctico, que se interrelacionan circularmente.74 Me importa recor-dar que, antes de que fuera utilizado en Medellín y Puebla, ese métodoobtuvo carta de ciudadanía magisterial en la Constitución Gaudium etSpes.75 Ella imbrica principios doctrinales y orientaciones pastorales (n.1) y lo emplea en su articulación general y en los capítulos particulares. Sien Aparecida se lo aplicara de forma teológica-pastoral integral, sub lu-men fidei, se podría asociar cada momento del método a cada uno de lostres miembros del tema en el orden arriba propuesto.

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72. Cf. A. BRIGHENTI, “Raíces de la epistemología y del método de la teología latinoamerica-na”, Medellín 78 (1994) 207-254; J. C. SCANNONE, “Situación de la problemática del método teo-lógico en América Latina”, Medellín 78 (1994) 255-283; L. ORTIZ LOZADA, “La importancia del mé-todo en el Concilio y en el Magisterio Episcopal Latinoamericano”, Medellín 126 (2006) 313-331.He consignado solamente estudios metódicos de autores latinoamericanos.

73. La enseñanza de Juan Pablo II es clara: “El discernimiento evangélico toma de la situa-ción histórica y de sus vicisitudes y circunstancias no un “simple dato, que hay que registrar conprecisión y frente al cual se puede permanecer indiferentes o pasivos, sino un deber, un reto a lalibertad responsable, tanto de la persona individual como de la comunidad. Es un ‘reto’ vincula-do a una ‘llamada’ que Dios hace oír en una situación histórica determinada; en ella y por me-dio de ella Dios llama al creyente; pero antes aún llama a la Iglesia...” (PDV 10)

74 Cf. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, “Orientaciones para el estudio y en-señanza de la doctrina social de la Iglesia en la formación sacerdotal” 5-8, L’Osservatore roma-no (edición semanal en lengua española), 23/7/1989, 7.

75. Cf. M. MC GRATH, “Presentation de la Constitution L’Église dans le monde de ce temps”, enY. CONGAR - M. PEUCHMAURD, L’Église dans le monde de ce temps. Constitution pastorale Gaudiumet spes, t. II, Unam Sanctam 65, Paris, du Cerf, 1967, 27-28; J. C. SCANNONE, “La recepción del mé-todo de Gaudium et spes en América Latina”, en J. C. SCANNONE - L. GERA Y OTROS, La Constituciónpastoral ‘Gaudium et spes’ a los treinta años de su promulgación, Buenos Aires, San Pablo,1995, 19-49.

Aparecida puede asumir ese estilo o tono de compartir la Buena No-ticia como un feliz sí de Dios al hombre para que tenga vida abundante,digna y feliz en Cristo. Como dijo el Papa en Verona:

“Por mi parte, quisiera poner de relieve cómo, a través de ese testimonio multifor-me, debe brotar sobre todo el gran ‘sí’ que en Jesucristo Dios dijo al hombre y a suvida, al amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia; y, por lo tanto,cómo la fe en el Dios que tiene rostro humano trae la alegría al mundo”.70

d. Desde el Concilio, los grandes temas que aparecen en los docu-mentos pastorales son Cristo, la Iglesia y el hombre, en el marco de rela-ción entre Dios y el mundo. No puedo repasar ahora los documentos uni-versales y latinoamericanos, en los que aquellos tres misterios aparecenen secuencias diferentes. Sólo digo que la eclesiología conciliar, en sus do-cumentos y discursos, sitúa a la Iglesia entre Cristo y el hombre, porqueella tiene una función mediadora. Cristo es el centro del Concilio, aunquesu temática haya sido eclesiológica.71 El enunciado abstracto del tema dela V Conferencia parece decir: Iglesia de Cristo (discípulos y misionerosde Jesucristo), hombre (nuestros pueblos), hombre en Cristo (en Él ten-gan vida). Seguirlo literalmente llevaría a la asamblea a comenzar por losagentes, seguir por los destinatarios, y culminar con el fin y el contenido.Tiene la ventaja de seguir el título pero las desventajas de no ofrecer unalectura teológica de los desafíos actuales de los pueblos, y de no concluircon una última sección práctica que brinde orientaciones a los agentespastorales.

Pienso que hay que rearticular el esquema para expresar sus ideas enun orden discursivo más adecuado. Propondría otro orden de exposición:analizar la realidad de los destinatarios, nuestros pueblos (a los que perte-necemos) desde la fe en el Amor de Dios y su plan salvador; desarrollaralgunas dimensiones teológicas, espirituales y pastorales sobre Cristo co-mo Verdad y Vida del hombre; y considerar a la Iglesia como comunidadde discípulos misioneros convocados a buscar nuevos caminos evangeliza-dores. Este orden sigue el movimiento interior del tema: contempla el

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70. BENEDICTO XVI, “Ser testigos de Jesús resucitado. Discurso en la IV Asamblea eclesial na-cional italiana en Verona”, 19/10/2006, L’Osservatore romano (edición semanal en lengua es-pañola), 27/10/2006, 9.

71. Cf. C. M. GALLI, “Cristo, por su Espíritu, en su Iglesia y en el hombre. Centralidad de Cristoy nexos entre sus presencias en el Concilio Vaticano II”, en V. M. FERNÁNDEZ - C. M. GALLI, Presen-cia de Jesús. Caminos para el encuentro, Buenos Aires, San Pablo, 2007, 9-63, esp. 29-39.

AVENATTI DE PALUMBO, CECILIA INÉS,Lenguajes de Dios para el sigloXXI. Estética, teatro y literaturacomo imaginarios teológicos,Juiz de Fora, Buenos Aires, Su-biaco - Facultad de Teología,2007, 815 pp.

“¿Sigue hablando Dios alhombre hoy en el

pórtico del siglo XXI? ¿Dónde ha-bla Dios? ¿Cómo habla? ¿Es la be-lleza un lenguaje kairológico don-de la voz de Dios se hace audible?¿Constituyen la estética, el teatroy la literatura lenguajes de Dioshoy? ¿Pueden ser consideradoscomo imaginarios teológicos enlos que la fe cristiana encuentresuelo donde echar raíces? ¿Quésucede cuando nuestro oído seapresta a escuchar la voz de Diosque habla en estas figuras tan anti-guas y tan nuevas?” (7). Con estaandanada de inquietantes y suge-rentes preguntas abre Cecilia Ave-natti su voluminoso libro paridohace pocos meses. Hace pocos me-ses con el formato de libro que lle-ga a nuestras manos, ya que lasbúsquedas, escritos, conferencias,ponencias y traducciones que lointegran son “el testimonio del pe-

regrinaje de mi pensamiento” (7)tal como la autora lo expresa ensus Palabras Preliminares y, por lotanto, abarcan buena parte del pe-riplo vital de la autora, entre 1985y 2006.

El libro se refiere a los “len-guajes de Dios en sentido subjeti-vo, en tanto la via pulchritudinis ode la belleza, la vía teodramática yla vía dialógica son modos de ha-blar de Dios al hombre”. Y tam-bién se refiere a “lenguajes de Diosen sentido objetivo, dado que la es-tética, teatro y literatura son imagi-narios teológicos o modos huma-nos de hablar sobre Dios” (7).

El conjunto del libro no ofre-ce un suma de respuestas teóricasorganizadas como un sistema depensamiento donde hallar las res-puestas a las preguntas planteadas,o un manual donde encontrar so-luciones a las inquietudes subya-centes, sino que desde la opción fi-gural la autora nos presenta una es-pecie de collage –en términos pic-tóricos– o una suma de variaciones–en términos musicales– alrededordel núcleo central que se refiere alhablar de Dios en el siglo XXI, talcomo lo expresa el título de laobra. “Decires fragmentarios” losllama la autora. Fragmentariedad

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Queridos amigos y amigas: en nuestra Facultad todos estamos con-vocados a ser discípulos misioneros. Debemos tener el oído y la lenguadel discípulo, como dice el tercer canto del siervo: El mismo Señor me hadado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado conuna palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yoescuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni mevolví atrás (Is 50,4-5). También debemos tener los pies y la voz del men-sajero enviado para anunciar el Evangelio y así dejar que, por su testimo-nio y palabra, Cristo siga teniendo nuevos discípulos. Vayan y hagan quetodos los pueblos sean mis discípulos ... enseñándoles a cumplir todo lo queyo les he mandado (Mt 28,19-20). Si el alumno debe tener la actitud deldiscípulo para dejarse enseñar y aprender, no debe olvidar que está llama-do a ser apóstol de Jesucristo (Rm 1,1). Si el profesor cumple su misiónevangelizadora enseñando teología y filosofía, no deja de ser discípuloque aprende del único Maestro a través de sus hermanos (Mt 23,8).

Con el Pueblo de Dios que camina hacia la V Conferencia pedimosa Nuestra Señora de Guadalupe, hoy Patrona de toda América, que sea la“estrella de la primera y la nueva evangelización” (SD 15, EIA 11) y la“pedagoga del Evangelio en América Latina” (DP 280). Que María, dis-cípula y misionera de Jesucristo, y también madre y modelo de todos losdiscípulos misioneros, haga resonar siempre en nosotros las palabras desu Hijo y Señor: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).

INICIAMOS EL AÑO LECTIVO 2007 DESEANDO QUE LA FACULTAD SEA

UNA CASA-ESCUELA EN LA QUE CREZCA LA FE DE LOS DISCÍPULOS Y QUE

ALIMENTE SU AMOR COMO MISIONEROS, PARA ANUNCIAR EL CORAZÓN DE

NUESTRA FE: DIOS ES AMOR (1 JN 4,8) Y LO MÁS GRANDE ES EL AMOR (1COR 13,13).

CARLOS MARÍA GALLI

30.08.07 / 15.09.07

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CARLOS MARÍA GALLI

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS