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EMPRESA Y SISTEMAS DE COOPERACION SOCIAL IGNACIO MIRALBELL C U A D E R N O S EMPRESA Y HUMANISMO I N S T I T U T O 24

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INDICE

1. Introducción

2. Los factores de los sistemas decooperación

3. Ser socio-personal y complejidad

NOTA BIOGRAFICA

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1. Introducción

Cuando Chester Barnard, en 1937, escribíasu obra The functions of the Executiv, yaseñaló en el prólogo1 que sólo comenzó aentender las empresas y la conducta humanaen ellas, cuando relegó la teoría económica aun lugar secundario.

Barnard criticó las exageraciones del econo-micismo, que desde Adam Smith pretendíaanalizar las organizaciones sociales, bajo elsupuesto de que el hombre es un ser eco-nómico, que incluye unas pocas dimensionesno económicas. Pero también denunció la insu-ficiencia de algunos planteamientos de lasociología del momento, que se centrabanexclusivamente en las instituciones, estruc-turas, o costumbres populares, y no prestabanatención a lo que para él era el núcleo de lasorganizaciones humanas: los procesos dedecisión y de cooperación en los fines, en laacción y en el esfuerzo.

Barnard puso de manifiesto que elfenómeno organizacional tiene característicasuniversales y que puede ser objeto de conoci-miento científico. En su trato con dirigentes,políticos, autoridades académicas, altosmandos militares o incluso con autoridadeseclesiásticas, se había sorprendido de la seme-

janza de algunas experiencias, a pesar de lasdiferencias. Se podía hablar de una expe-riencia común en la dirección de organiza-ciones humanas.2

Esto constituyó un importante impulso parael desarrollo de la teoría científica sobre orga-nización y gerencia de empresas. Hastaentonces esta disciplina científica había dadosus frutos solamente en el nivel técnico. Fun-damentalmente con la dirección científica deTaylor, cuyo principal objetivo fue conseguirun máximo rendimiento de las capacidadesfisiológicas del esfuerzo corporal humano, enprocesos de producción y en cadenas demontaje. Taylor utilizaba, como método, ladescripción por pasos de series de movi-mientos, y el cálculo de tiempos e intervalos.3La obra de Fayol -Administración industrial ygeneral- había sido otra importante apor-tación a la teoría del Management, aunque enuna temática distinta de la de Taylor, porque elestudio de Fayol no se centraba en el trabajooperativo, sino en el trabajo gerencial, y susprocedimientos.4

Sin embargo Barnard, sin dejar de apro-vechar los importantes logros de la direccióncientífica, introdujo un punto de vista másamplio y centró su atención en las organiza-ciones como procesos sociales de cooperación,

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es decir, en la relación entre las organizacionesy la conducta libre de los individuos.

Posteriormente, la teoría de la organizaciónha seguido dando importantes frutos en estalínea de una ampliación de experiencias, más omenos científicamente analizadas, que faci-litan el acercamiento de esta disciplina a lasociología, y, en general, a las cienciashumanas. Como es sabido, esta línea de desa-rrollo de la ciencia de la organización fue con-tinuada, con aportaciones muy significativas,por autores como Mayo, Drucker, Selznick,Simon, Andrews y otros. En todos estos autoresse aprecian las grandes virtualidades de lateoría de la organización, en la medida en queno se limita a la explicación analítica, propiade las ciencias de la naturaleza, sino que másbien adoptaba el método de comprensiónpropio de las ciencias humanas.

Por este motivo, la teoría de la organizaciónofrece una base experiencial que tiene muchointerés para la antropología filosófica. Su des-cripción y comprensión de los fenómenosorganizativos no debe ser desatendida, en unaantropología suficientemente desarrollada. Ya su vez, a la teoría de la organización cada vezle es más difícil eludir el problema de la funda-mentación psicológica, sociológica y antropo-lógica de la teoría y de la práctica organiza-

cional; por lo que reclama el apoyo de estasciencias para afrontar con perspectiva ade-cuada su problemática.

Es más, los autores antes mencionados, yotros estudiosos de la organización empre-sarial, se han alzado como una de las vocesmás significativas, frente a las insuficiencias dela economía positiva; haciendo notar quetambién la economía es una ciencia humana, yque debe revisar sus presupuestos antropoló-gicos, pues indudablemente los tiene, aunquea veces de modo inconsciente e incontrolado.La teoría económica contenida en El origen dela riqueza de las naciones de Adam Smith,tiene una determinada fundamentación antro-pológica, que es la concepción del hombre queSmith expuso en una obra anterior tituladaSobre los sentimientos morales. Se olvida condemasiada frecuencia la conexión entre estasdos obras.

Como ha señalado Koslowski5 el abandono-cada vez más generalizado- del fisicalismopositivista como paradigma científico, conduceal redescubrimiento del punto de vista antro-pológico, no sólo para las ciencias humanas -en cuanto tienen como objeto algún aspectodel ser humano-, sino para toda ciencia engeneral, en la medida en que es una actividadhumana y un tipo de conocimiento, cuyo

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sujeto es el hombre. Según Koslowski, esteredescubrimiento, es uno de los factores quehan dado lugar a la aparición de la bussines-ethic en nuestro panorama sociocultural.

Por todo ello, creo que el diálogo entre laantropología filosófica y la teoría de la organi-zación puede enriquecerse bastante. Cierta-mente, desde el punto de vista del antro-pólogo, el estudio de la organización tiene uncarácter parcial y especializado, porqueestudia solamente un tipo de fenómenoshumanos, o un aspecto de ellos, y por lo tanto,no se libra del posible peligro que acecha -engeneral- a las disciplinas teóricas especiali-zadas: el peligro del reduccionismo. Pero preci-samente el peligro acechante del reduccio-nismo -que tantas veces ha sojuzgado a lasciencias- es un motivo más para ahondar en eldiálogo abierto con la antropología; pues,como es sabido, el problema de los reduccio-nismos cientificistas ha proliferado a causa dela crisis de fundamentos de las ciencias, que hacaracterizado a las primeras décadas denuestro siglo y que, naturalmente, ha afectadotambién a la teoría de la organización,

Esta crisis de fundamentos de las cienciashumanas que todavía padecemos hoy no sólose debe a la hegemonía o el imperialismo delfisicalismo positivista como paradigma cien-

tífico, sino que también se debe a que, en res-puesta a él, se ha pretendido buscar para lasciencias humanas, un ámbito distinto al de laciencia positiva. Esto condujo a una ciertaescisión entre las ciencias de la naturaleza y lasciencias humanas. A mi modo de ver, ni Diltheyni Max Weber, a pesar de sus grandes aporta-ciones a las ciencias humanas, consiguieronhallar una adecuada fundamentación paraellas, precisamente por haber aceptado estaescisión entre los dos tipos de ciencia. A su vez,la otra cara de la moneda de este dualismoentre las ciencias de la naturaleza y las cienciashumanas es justamente la pérdida del puntode vista antropológico en las ciencias de lanaturaleza, del que ya hemos hablado y que,según Koslowski, está comenzando a supe-rarse en nuestros días.

Pienso que el camino para alcanzar la supe-ración de esta grave escisión científica está enla tesis aristotélica de que el sistema de lasciencias tiene una raíz común, una perspectivafundamental que le da la unidad originaria,que es la ontología. La ontología de tradiciónaristotélica precisamente es aquel saberhumano fundamental que es capaz de darcuenta de la comunicación estrechísima entrelos conocimientos y las consecuencias de todoslos saberes especializados y técnicamente apli-

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cados. La ontología aristotélica también puedehacerse cargo de la cuestión sobre el ser-del-hombre porque esta cuestión está íntima-mente vinculada a su amplia y radical pers-pectiva de la comprensión fundamental delser. Esta perspectiva ontológica que se pre-gunta por lo fundamental de la realidad esmás radical y más amplia que la preguntaantropológica por el ser del-hombre. Por esola ontología puede dotar de fundamentacióna la antropología, es decir, desarrollar unaonto-antropología, que hace innecesaria latarea de reivindicar un ámbito propio para lasciencias humanas, porque la amplitud de laperspectiva ontológica permite dar cuenta delas relaciones de mutua dependencia entre elpunto de vista antropológico y el punto devista cosmológico, e incluso del punto de vistateológico.6

Si la ontología de tradición aristotélica seabre a la praxis existencial humana, y a los aná-lisis descriptivos de ella -como por ejemplo, losque lleva a cabo la teoría de la organización-de tal modo que se amplía hacia una onto-antropología, entonces es posible la unifi-cación de perspectivas. Sólo así cabe la inte-gración de las ciencias de la naturaleza con unpunto de vista antropológico o humanista.incluso la propia ética, que está redescu-

briéndose en el ámbito de la economía, noencuentra una sólida fundamentación másque en una comprensión cabal del ser delhombre, de su relación con el ser de la natu-raleza y con el ser de Dios.

Por lo que hace referencia a la ética, la onto-antropología permite obviar toda conside-ración escindida entre ser y deber ser. Para unaperspectiva aristotélica, y antes aún para unaperspectiva socrática, el primer deber delhombre es conocerse a sí mismo, porque todolo que debe hacer no es otra cosa que actuar yorientar su libertad de acuerdo con lo que es.Esta actualización del deber ser, este hacer quelo que debe ser sea, en la medida de lo posible,es justamente la teoría y la praxis ética. Eldeber-ser, lejos de consistir en un ideal utópicoy contra-fáctico que hay que postular paraorientar las acciones y las decisiones de la exis-tencia real, es un punto de referencia siemprepresente en la acción práctica, porque es justa-mente la realidad del hombre, en cuanto queel hombre es esencialmente una realidad reali-zable.

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2. Los factores de los sistemas decooperación

Pero al mismo tiempo, desde una ontologíaabierta a la supremacía del ser del hombresobre el ser del cosmos natural, es posible unaampliación y profundización de las teorías dela organización. Voy a intentar mostrarlo conun ejemplo concreto: afrontaré desde unaperspectiva onto-antropológica la teoría deBarnard sobre los tipos de factores queinfluyen en un proceso de cooperación, y sucélebre distinción entre la eficacia de laempresa en orden a la consecución de los obje-tivos corporativos y la eficiencia de su acti-vidad, entendida como la contribución de laorganización a satisfacer los motivos perso-nales de quienes cooperan en ella.

En efecto, Barnard señala repetidas veces ensu obra, la importancia de distinguir los tiposde factores que influyen en un sistema de coo-peración.7 Habla fundamentalmente de fac-tores físicos, factores biológicos, factores psi-cológicos, factores sociales y factores perso-nales. Su descripción de los tipos de factores,como iremos viendo, no está exenta de ambi-güedades y oscilaciones, a la hora de dife-

renciar netamente un tipo de factores de otro,especialmente la diferenciación entre los fac-tores biológicos y psicológicos, o entre los fac-tores sociales y personales.

En su descripción de los diversos tipos de fac-tores, se pone de manifiesto que éstos se vandiferenciando de manera ascendente y así,cada tipo de factores es, en cierto modo, unnivel de realidad determinante e influyente enun sistema de cooperación. La diferenciaciónde los niveles se hace de tal modo que cadatipo o nivel superior se distingue completa-mente del inferior, pero no se separa de él. Loque caracteriza el planteamiento de Barnardes que cada tipo o nivel superior integra yasume los niveles inferiores, sin que éstos desa-parezcan. Precisamente porque el nivelsuperior de factores integra a los niveles inte-riores y no se limita a añadirse o superponerse,los niveles inferiores, al ser asumidos, nopierden su naturaleza y su dinámica propias.

Barnard observó que estos tipos de factoresson, al mismo tiempo, tipos de limitaciones delser y del obrar humano,8 que influyen en lossistemas de cooperación en la medida en queesos sistemas son procedimientos con los queafrontar y superar esas limitaciones: limita-

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ciones físicas, biológicas, psicológicas, sociales,etc. Estas limitaciones también son descritas demodo ascendente y por niveles, de manera quecada nivel de limitaciones sólo puede sersuperado desde un nivel más alto. Es decir, laslimitaciones del nivel inferior sólo se superandesde un sistema de cooperación establecidodesde un nivel más alto. Se es capaz de superarun nivel de limitaciones justamente porque yase está actuando desde un nivel superior; y esenuevo nivel tiene a su vez sus límites existen-ciales y operativos propios.

Este planteamiento sugiere una conclusiónantropológica bastante interesante, a saber,que el ser humano se caracteriza por un cons-tante afán de superación de sus limitacionesexistenciales y operativas. Sin embargo, estasuperación de límites dejaría de tener sentidosi fuera un proceso al infinito. Si nuestra exis-tencia se orientase finalmente hacia una con-tinua superación, en una constante auto-poiesis, en una autorealización ad infinitum,entonces los “resultados” de cada momentode ese proceso expansivo serían siempre limi-tados, y este desajuste sería insalvable. Por eso,concebirla autosuperación humana como unproceso ilimitado hacia el super-hombreconduce irremisiblemente al nihilismo y a ladesesperación, La filosofía de Nietzsche9 lo ha

demostrado claramente: si la libertad seentiende como una constante voluntad depoder ilimitada, se llega a la negación total dela libertad: es la idea nitzscheana del eternoretorno cósmico. Si se transmutan todos losvalores para dejar al genio humano a suexpansión estética ilimitada, se llega a lanegación del hombre en función de un futuroultra-hombre, que ya no será humano,

El afán de superación de las limitaciones noes de suyo ilimitado, es decir, no tiene sentidoen sí mismo, no es autoreferencial. Desde unpunto de vista antropológico y ontológico,todo superar está en función de una plenitud,en la que culmine la posibilidad de algosuperior a lo dado, y esa culminación debedarse en equilibrio estable. Es más, superarse así mismo sería imposible si, en algún sentido,nuestra condición existencial y operativa nofuera ya culminar, Porque de otro modo ¿cómopodría partir de uno mismo la iniciativa de lasuperación?. Por eso, la auto-superación es elmodo como se asume e integra un nivel delimitaciones, desde otro nivel más alto en elque ya nos encontramos también, La autosuperación, por tanto, implica que se goza deun cierto exceso o sobreabundancia, y almismo tiempo, se sufre una cierta indigencia y

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carestía. Es un claroscuro intrínseco a la exis-tencia humana.

La conclusión es que tiene que haber unnivel último, un límite último, en el proceso desuperación humano, que no hace cesar la supe-ración sino que justamente la posibilita y laexige. Ese nivel, el más alto, el último, el queda la plenitud, el equilibrio de lo humano ensus propios límites, ya no es objeto cabal desuperación, sino de respeto cuidadoso, demantenimiento invariado, de celosa guarda yconservación o, como diría Heidegger,10 dedejar-ser, de cuidar-que-permanezca-en-su-surgir (Sein-gelassenheit).

A este último estadio de plenitud humana esa lo que Aristóteles llama felicidad. Sólo exis-tiendo según el propio límite último se puedealcanzar la plenitud propia, es decir, la feli-cidad. Sólo existiendo desde la aceptación delos límites del ser-hombre, se puede ser plena-mente hombre. Por eso la existencia lanzadahacia la auto-superación ilimitada, al estilonietzscheano, es una negación de todos losvalores humanos, y conduce paradójicamentea la deshumanización. Estos límites infranque-ables del ser-hombre en cuanto tal, consti-tuyen lo que en la filosofía clásica se denominóesencia o naturaleza humana. Como haseñalado R. Spaemann,11 el concepto de natu-

raleza humana sólo puede ser entendidodesde la ontología clásica porque está más alláde la escisión moderna entre los conceptos denaturaleza y de libertad.

Desde un punto de vista práctico, los nivelesde limitaciones o de factores constituyen tiposde problemas y tipos de necesidades. En lastareas gerenciales y organizativas surgen o segeneran constantemente alternativas parasolucionar problemas y para satisfacer necesi-dades. Pero para encontrar una solución satis-factoria, se requiere siempre un diagnóstico,una identificación del problema, y puedeocurrir que esto sea lo más difícil. Por eso, laexperiencia y la ciencia del management, parapoder formar la capacidad de encontrar solu-ciones adecuadas a los diferentes problemasde la empresa, deben facilitar la capacidad detipificar los problemas y las necesidades, desituarlos, y de darles la solución y la respuestadel tipo más adecuado.

2. 1 . Factores físicos

Ser un ente humano quiere decir, obvia-mente, ser una realidad física. El hombre estáontológicamente caracterizado por propie-dades físicas. Es claro que en los sistemas decooperación, este nivel ontológico no puededejar nunca de ser tenido en cuenta. Al pro-yectar la fabricación de ascensores, coches, o

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máquinas para una fábrica se tienen en cuentadatos tan elementales como la altura media deun ser humano, el peso medio, el número deusuarios que lo van a utilizar, la capacidad deesfuerzo normal en la realización de determi-nados movimientos, etc.

La localización en un lugar de una personaha sido considerado un factor de planificaciónde conjuntos de tareas que constituyen unpuesto. El tiempo físico o cronométrico -que sediferencia de otros sentidos del tiempo- es unfactor principal en los cálculos de la direccióncientífica de Taylor.

Las reglas para asumir estos factores a nivelde trabajo humano han sido descritas porDrucker con gran precisión. Drucker ha puestode manifiesto que el método taylorista de aná-lisis de movimientos, pese a su gran eficacia,ha desaprovechado los mejores recursos del serhumano, que no son precisamente la rapidez yla constancia en el control motriz y en elesfuerzo mecánico, cualidades para las que esmucho más apto un autómata.

Por otra parte, Drucker ha profundizado enla distinción taylorista entre planeamiento yacción ejecutiva. Según Drucker, una malainterpretación de esta distinción podríaimpedir la asignación de tareas integradoras alos trabajadores e incluso, a los gerentes

mismos: pues los primeros, en la gerencia cien-tífica de Taylor se dedicarían a la ejecución, ylos segundos se dedicarían al planeamiento.Pero la acción y el planeamiento no puedenentenderse como tareas distintas, sino comofases o dimensiones de cualquier tarea que seamínimamente integrativa, aunque cada unade esas dimensiones prevalezca sobre la otraen algunas tareas, y no en otras.

Drucker ha demostrado que las nuevas tec-nologías y la robótica exigen un enfoquenuevo de la gerencia científica, basado en eseprincipio de la articulación de tareas:“...sabemos hoy, en otras palabras, que donde-quiera el concepto de un-movi miento, una-tarea, se puede utilizar con efectividad,tenemos una operación que se puede y sedebe mecanizar. Para una operación así el con-cepto de la línea de montaje puede ser el prin-cipio más efectivo para el trabajo humano,pero éste, en una operación así, es una imper-fección. Porque éste es trabajo que debe pro-yectarse como el trabajo de máquinas y no dehombres.

Para todo otro trabajo, y esto significa lamayor parte del trabajo que se realiza hoy enla industria y todo el que será creado por laautomatización, el principio es la organizaciónde la tarea, en la manera de integrar un

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número de movimientos u operaciones en untodo.

Por lo tanto tenemos dos principios en lugarde uno. El que se refiere al trabajo mecánicoes la mecanización. El que se refiere al trabajohumano es la integración. Los dos tienen comopunto de partida el análisis sistemático de losmovimientos constitutivos del trabajo”.12

Es muy necesario plantearse los problemasque surgen de los procedimientos inadecuadosen la dirección de] nivel de factores físicos, queinfluyen en todos los sistemas humanos decooperación. No debería olvidarse la extraor-dinaria importancia que tienen para quepuedan producirse avances en la línea de unamayor humanización del trabajo, y un mejoraprovechamiento de los recursos más propia-mente humanos. Drucker ha contribuido de unmodo muy sólido a estos progresos.

Sin embargo, Drucker tiende a confiar enque la información y la robotización de losprocesos productivos contribuirán decisiva-mente a hacer posible la humanización delpuesto de trabajo. Y no cabe duda de que esosavances tecnológicos facilitarán -y facilitan yaen nuestros días- mucho las cosas. Pero creoque también es importante tener en cuentaque ningún avance meramente tecnológico,ninguna máquina de] presente o del futuro

puede hacer por sí misma que el trabajo deloperario sea más humano. Este no es unobjetivo que pueda ser cumplido por ningunamáquina. La mejora de la calidad humana delas condiciones físicas de los puestos de trabajoes algo que sólo puede alcanzarse mediantedos condiciones:

a) Que los directivos de las empresas, losorganizadores del trabajo, e incluso los diseña-dores de la maquinaria productiva se planteenesto como un objetivo impostergable e irre-nunciable, es decir, adquieran criterios huma-nistas claros para hacer que todos los procesosproductivos tengan las condiciones que debetener un lugar de empleo y de cooperación deseres humanos.

b) Que consigan realizar esos objetivos einternalizar esos criterios en el trabajo orga-nizado de sus empresas.

2.2. Factores biológicos

Pero ser humano quiere decir también, serun organismo viviente. Esto es enteramentedistinto de ser un simple cuerpo físico inerte.Es un nivel más elevado de ser. Algunas dimen-siones propias de este nivel son la adaptaciónal medio, la capacidad de intercambio con él(homeostasis), el mantenimiento de un equi-librio interno, la evolución de las especies, el

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crecimiento, la nutrición, la reproducción, losciclos biológicos, etc.

Desde un punto de vista ontológico esimportante advertir -aunque sólo sea comoorientación para niveles superiores- que losfactores biológicos no eliminan, ni se separan,de los factores físicos. Un ser vivo sigueteniendo propiedades físicas -tamaño, peso,temperatura, etc- pero todas ellas se con-vierten en variables o constantes con sentidobiológico. Por ejemplo: el tamaño de unaplanta puede indicar una fase de su creci-miento, la temperatura elevada de un animalpuede manifestar una enfermedad , ¡a irra-diación solar -que es un fenómeno físico esintegrada en el nivel botánico mediante lafunción clorofílica, las condiciones físicas de undeterminado espacio geográfico, constituyencondiciones para el desarrollo de los seresvivientes.

La importancia de los factores o limitacionesbiológicas, para cualquier sistema de coope-ración, se está poniendo de relieve, cada vezcon más claridad. Uno de los factores másimportantes de este nivel es el del influjo en elmedio ambiente. La preservación del medioambiente contra los peligros de la contami-nación, el problema de la capa atmosférica deozono, el problema de la extinción de algunas

especies animales y el de la disminución de lasselvas tropicales, son problemas de los quecada vez tenemos más conciencia y responsabi-lidad gracias, en buena medida, a las cam-pañas de opinión y a las reivindicaciones de losecologistas. También ha tenido importancia laDeclaración de las Naciones Unidas sobreMedio Ambiente, que tuvo lugar en Esto-colmo, en junio de 1972. Los problemas ecoló-gicos se han producido, a veces, como autén-ticos efectos perversos de sistemas de organi-zación del trabajo que, durante mucho tiempohan hecho abstracción de su influjo perjudicialen el medio ambiente. Hoyen día, se estáimponiendo la necesidad de una gerenciaempresarial más sensibilizada en este nivel defactores.13

Pero los factores biológicos no sólo serefieren a la preservación del medio ambiente,sino sobre todo al establecimiento de las con-diciones y atenciones mínimas adecuadas alorganismo de los propios miembros delsistema de cooperación. Se trata de factoresimportantísimos para una empresa como son,por ejemplo, la higiene, la atención sanitaria,los tiempos de descanso, las precaucionescontra accidentes o lesiones laborales etc. Elmodo en que se tienen en cuenta estos fac-tores en una gestión gerencia] es un índice de

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calidad y excelencia, que influye bastante en laeficiencia del sistema de cooperación, es decir,en el logro de adhesión y reconocimiento detodas las personas que, de algún modo, inter-vienen o forman parte de él. Probablemente elservicio sanitario, por ejemplo, funcionaríamucho mejor si las propias empresas partici-pasen de la responsabilidad en su gestión. Elsistema de la seguridad social tal como seestructura hoy por hoy en España tiene elinconveniente de que su gestión pesa casienteramente sobre las espaldas del Estado; yquizás sería más sencillo si se llegase a fór-mulas de cogestión.

Hay un factor de este nivel biológico muyinteresante y que merece más atención de laque a veces se le presta a nivel de gerenciaempresarial. Se trata de la vida familiar comohecho bio-antropológico importante tambiénpara la organización del trabajo. ¿En quémedida un sistema de cooperación y de orga-nización del trabajo tiene en cuenta y respetala vida familiar de sus componentes? Con-sidero que es un indicador muy neto del estilogerencial. Evidentemente, la realidad de lafamilia está mucho más allá del nivel mera-mente biológico, como veremos más adelante,pero creo que podemos decir que la relevanciade la familia tiene raíces ya a este nivel bio-

lógico, como ha señalado Leonardo Polo.14Todos los sistemas de cooperación social sonobviamente deudores de las organizacionesfamiliares a las que pertenecen cada uno desus miembros, porque constituyen parte fun-damental de ellos mismos.

En efecto, el carácter insustituible de laorganización familiar no sólo se fundamentaen el derecho de todo ser humano a tener unámbito de intimidad, que sea respetado, sinoque tiene raíces biológicas: el hecho básico dela condición bisexual del ser humano y de quesu crianza requiera un largo período deintensos cuidados. Muchos conflictos presunta-mente personales entre la dedicación a laempresa y la dedicación a la familia puedenevitarse cuando, desde la gerencia del sistemade cooperación, no se hace abstracción deestos factores; por supuesto, no en la forma deentrometerse en la vida familiar de nadie, sinocomo criterio normativo de organización ydirección. Es evidente que la estabilidad en lavida familiar de los miembros de una empresa,da estabilidad a su tarea cooperativa, y enúltima instancia, da estabilidad y garantía a laempresa misma.15

No cabe duda de que la tarea de formar unafamilia debe ser compartida por todos losmiembros de la familia, en el ámbito de la con-

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vivencia conyugal y paterno-filial. Perotambién es un hecho con raíces biológicas elque, con frecuencia, la mujer -por su sentidode lo concreto, por su sensibilidad para elcuidado de los detalles, etc.- está mejor capa-citada y tiene especiales aptitudes paraentender el trabajo del hogar familiar comouna auténtica ocupación o tarea. En cambio,con frecuencia, los varones tienden a emplearsus recursos vitales en la forma del aprovisio-namiento y a concentrar esfuerzos en tareasmás globales.

A la hora de la contratación de personal esimportante tener en cuenta que hay tareasmás aptas para las condiciones físico-biológicasdel varón y otras más aptas para las de lamujer, por lo menos en las tareas en que elesfuerzo físico juegue un papel relevante.También hay que tener en cuenta que esto noes una regla general rígida sino que se da encondiciones muy variables y muy diversifi-cadas.16

Más que una demarcación de tipos detareas, se trata de una distinción entre modoso estilos femeninos y masculinos de afrontarcualquier tarea.

Otro factor de nivel biológico es la cuestiónde las condiciones de trabajo para la mujer. Esun síntoma de competencia y excelencia

gerencial de la empresa, configurar sistemasadecuados para hacer posible que las mujerespuedan acceder a los puestos de trabajo, enigualdad de oportunidades, según sus capaci-dades y aptitudes, sin que ello obstaculice sucondición de madres de familia, y no veanamenazado su puesto de trabajo, por el hechode estar en período de embarazo.

Para dar soluciones adecuadas a este pro-blema no es suficiente con las garantías de laregulación jurídica que ya se han conseguido,al menos, en los países de Europa occidental;sino que exige generación de alternativas ymétodos organizativos. Además del problemajurídico, es un problema gerencial, de aprove-chamiento y empleo adecuado de los recursoshumanos de la mujer, sin hacer abstracción delas condiciones de ser mujer. Sólo de estemodo es posible que la igualdad de oportuni-dades no sea puramente formal.

2. 3. Factores psicológicos

Barnard no siempre distingue el nivel psico-lógico del nivel biológico, pero en ocasiones sílo hace. En realidad, para advertir la diferencianeta de nivel ontológico entre ambos, puedeservirnos tomar como punto de partida la dife-renciación que hace Aristóteles de las opera-ciones propias del principio de vida animal ylas propias del principio de vida vegetal.17

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Según Aristóteles, un ser vivo es animal sirealiza lo que llama operaciones inmanentes,es decir, actos psíquicos que son fundamental-mente de dos tipos: conocimiento sensitivo yapetito. La auto-moción local -o lo que hoydenominaríamos conducta- es otra caracte-rística distintiva del principio de vida animal,pero Aristóteles explica que ésta es conse-cuencia del conocimiento sensitivo y el apetito;y que sin ellos sería imposible.18

Adopto aquí el planteamiento de Aristó-teles, y no el de la psicología conductista deSkinner y sus nociones de estímulo y respuesta,porque considero que estas nociones implicanun modelo mecanicista, que me parece pertur-bador para la comprensión de lo que es unacto psíquico. Por otro lado, el desarrollo de lapsicología experimenta] ya ha permitido unasuperación del modelo mecanicista y conduc-tista. Maslow es un exponente importante deeste avance de la psicología.

Pero la conexión de los desarrollos de la psi-cología actual con la teoría clásica -aristotélica-de la psique, creo que puede ser muy fruc-tífera. En este sentido, es importante la apor-tación realizada por L. Polo en su Curso deTeoría del conocimiento (tomo l). En ella Poloha desarrollado ampliamente qué significa elconcepto aristotélico de operación inmanente

y, centrándose en los actos cognoscitivos, haestudiado de modo pormenorizado los carac-teres de las distintas operaciones (y objetos) deconocimiento sensible y sus correspondientesfacultades.19 De modo ascendente va descri-biendo la sensibilidad externa (los cinco sen-tidos) y la sensibilidad interna o intermedia(percepción, imaginación, memoria y esti-mativa).

Desde esta inspiración aristotélica cabe,como decíamos, complementar la teoría delacto de conocimiento, con una teoría de lamotivación, es decir, una teoría que tematiceen qué medida y de qué modo el deseo (o ten-dencia) también es un acto psíquico, es decir,una operación inmanente, aunque distinta delconocimiento. Este tipo de actos psíquicos sonjustamente el objeto de algunos recientesestudios que los denominan motivación, entrelos que cabe destacar el de Maslow, Herzberg,McGregor, y J. A. Pérez López. Estas teorías psi-cológicas y antropológicas estudian las motiva-ciones y necesidades humanas en sus dife-rentes tipos, niveles y relaciones.

Estos autores han puesto de manifiesto queno se puede entender la conducta según unmodelo mecánico de estímulos-respuestas,porque la conducta está regulada por un ele-mento interno al agente psíquico, que es la

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estructura compleja de sus motivaciones. Deeste modo se repite la tesis aristotélica de quelos movimientos locales que realiza la psiqueanimal sólo se explica como consecuencia desus actos psíquicos inmanentes. Pero Aristó-teles además distinguía muy netamente entreconocimiento y motivación e incluso llegó ahacer unas caracterizaciones descriptivas muyprecisas de ellos.20

Esto nos permite retomar de nuevo la teoríade los tipos o niveles de factores y advertir quela conducta puede comprenderse mejorteniendo en cuenta la diferencia de nivel.“Conducirse” para un viviente animal puededefinirse como la integración misma de los fac-tores físico-biológicos desde una actividad psí-quica inmanente. “Conducirse” podría carac-terizarse como aquellos movimientos yacciones de un viviente, mediante los quedirige y dispone de sus miembros, órganos yfunciones físico-biológicas, de su interaccióncon el medio ambiente físico-natural, desde laapertura perceptiva (o cognoscitiva, engeneral), y para dar cumplimiento a las ten-dencias o motivaciones, que son consiguientesa dicha apertura perceptiva. incluso un animalcon un mínimo grado de percepción -porejemplo un erizo de mar, que sólo percibe porel tacto- se conduce, en la medida en que se

mueve y realiza sus funciones físico-biológicasdesde una instancia psíquica inmanente y enorden a ella: el conocimiento táctil y la moti-vación de más o menos agrado o dolor, quedicho conocimiento conlleva en su interior.

Lo importante es tener en cuenta que elnivel más inmediato de motivación o de deseo(que corresponde a la epithimia en el griegode Aristóteles) es un impulso de placer y bie-nestar, es decir, de equilibrio orgánico interno.Este impulso no podría darse si, de algúnmodo, no antecediera una cierta noticia o pre-sencia de aquello que motiva, un notar queuna necesidad orgánica puede ser satisfechapor un objeto. (Por ejemplo, el conocimientode la estructura compleja: “un alimento-para-calmar-el-hambre”). Es decir, lo que no es dealguna manera sentido (conocido), no puedemotivar; y los grados y tipos de motivacióntienen que estar condicionados por los gradosy tipos de actos cognoscitivos que la dotaciónnatural de las facultades permite a un viviente.

La conducta no puede explicarse sin moti-vación, pero a su vez la motivación no puedeexplicarse sin conocimiento. Pienso que lateoría del conocimiento sensible desarrolladapor L. Polo permite ser puesta en relación conla teoría de la motivación, de modo queresulte una psicología más completa y, por lo

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tanto, más fructífera para la teoría de la orga-nización empresarial. La articulación podríallevarse a cabo teniendo en cuenta ciertascorrelaciones entre niveles de conocimiento,motivación y conducta. Estas correlaciones per-miten advertir cierta diferenciación de niveles,dentro del nivel psicológico.

a) Un primer plano, el más inmediato, loencontramos en la sensibilidad externa (sen-tidos externos y percepción o sensorio común).La percepción o sensorio común es descrita porL. Polo como la conciencia sensible quepercibe, distingue y unifica los actos de los sen-tidos externos. La percepción es el acto psí-quico de sentir que se ve, que se oye, que setoca; y precisamente por eso, es el acto psí-quico que permite distinguir sensitivamenteesos distintos actos y sus objetos correspon-dientes, es decir, sentir la diferencia entre ver-colores, oír-sonidos, oler-olores, gustar-sabores, etc.

La función fundamental de la percepción esjustamente la unificación de la sensibilidadexterna. Al percibir, se distinguen los distintosactos de los sentidos externos en un mismonivel sensorial, y esto permite la comparacióny contraste entre todos ellos. Por eso, la per-cepción no puede reducirse ni confundirse conninguno de ellos, es decir, es un acto psíquico

distinto de ver, oír, o gustar. Además, la per-cepción puede asociar los colores con lossonidos, o con las sensaciones táctiles, de tem-peratura, humedad, etc. Y lo hace de tal modoque no son una dispersión caótica, sino queforman un continuum, es decir, configuran unapercepción unitaria y sucesiva. En este punto,la psicología de la Gestalt ha realizadonotables avances, que han puesto en entre-dicho la tesis de Kant acerca de carácter desar-ticulado de la recepción de intuiciones sen-sibles, cuya organización sería a priori.

A este nivel de conocimiento corresponde,en el orden motivacional, lo que Aristótelesllamó epithimía, es decir, el deseo, que es lagama de motivaciones que va desde el gusto,agrado, o placer, hasta el dolor o malestar, ensus variadas formas y situaciones intermedias.En el planteamiento de Maslow,21 en estenivel correspondería su primer tipo de motiva-ciones llamadas “fisiológicas”, porque sederivan de la percepción de necesidades deeste género. Maslow enumera entre ellas laalimentación, el descanso, la protección contralas adversidades o peligros de la naturaleza,etc. Se trata de las primeras motivaciones, losdeseos más inmediatos, es decir, aquellas quese derivan de las necesidades que conlleva elequilibrio bio-fisiológico del organismo, y que

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al ser percibidas, producen una motivación,tendencia, deseo, inclinación o impulso. Porejemplo, el hambre, la inclinación a protegersedel frío o calor excesivos, la tendencia a des-cansar y reponer fuerzas después de unesfuerzo intenso, la inclinación a hacer agra-dable el ambiente físico -evitar ruidos, etc-.

Con este nivel de conocimiento y motivaciónse corresponde también un tipo de conducta.La podríamos denominar conducta instintivo oinstantánea. Se trata de la respuesta inmediataa un estado cognoscitivo-motivacional de estenivel perceptivo-hedónico. La conducta ins-tintiva es aquélla en que se realizan movi-mientos, acciones físico-biológicas que posibi-litan, mantienen, rehuyen o restauran undeterminado estado cognoscitivo-motiva-cional inmediato. Por ejemplo: el brusco movi-miento de repulsa ante el pinchazo de unaaguja, la huida ante el incendio, etc.

Se trata, en efecto, del nivel más inmediatode conducta. El nivel de conducta en el que elviviente dotado de actividad psíquica, es decir,de apertura presencial y motivacional inma-nentes, articula sus condiciones físicas(incluidas las interacciones con el entorno) ysus condiciones biológicas (incluidas las rela-ciones con el medio ambiente) desde el nivelde su actividad psíquica inmanente. Los exte-

roceptores y los interoceptores (que se puedenconsiderar diferentes aspectos de lo que Aris-tóteles llamó, genéricamente, “tacto”) y todaslas facultades de conocimiento sensible secodifican como estados perceptivos (o distintasobjetivaciones presenciales) y como estadosmotivacionales (distintos grados y aspectos.dela epithimía positiva o negativa),

b) Un segundo nivel psicológico lo cons-tituye lo que L. Polo llama sensibilidad inter-media. Su carácter intermedio se debe a que sesitúa “entre” la sensibilidad externa y la inteli-gencia. Se trata fundamentalmente de la ima-ginación como facultad de retención de per-cepciones esquematizadas, como thesaurus -esdecir tesoro psicológico- y como movimientocognoscitivo a partir de la percepción quepermite asociar unas percepciones con otras,contrastarlas o concatenarlas. Cuando “merepresento”, por ejemplo, la imagen del portalde mi casa, estoy re-presentándome unesquema que resulta de la combinación de lasdistintas percepciones con que lo he presen-ciado,

Pero la sensibilidad intermedia no sólo es laimaginación, sino también la memoria y la esti-mación proyectiva o anticipativa. La memoriaretiene imágenes con intención o remitenciaintencional al pasado. Cuando una imagen

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esquemática es retenida con su referencia a lapercepción pasada a partir de la que se haretenido, entonces esa imagen es un recuerdo.Los recuerdos son los objetos propios de losactos de la memoria (memorización, evo-cación, etc.).

La estimativa anticipa imagi nativa mentepercepciones futuras. Si una imagen esque-mática lleva asociada la noticia de que seguiráa las percepciones presentes, es decir, de queserá percibida en un futuro, entonces es unaestimación, o una previsión proyectiva, o unaanticipación.

La imaginación, la memoria y la estimativason facultades interrelacionadas.

a) La memoria y la estimativa requieren laimaginación. Sólo se puede memorizar o anti-cipar una imagen retenida, porque la per-cepción presente ni es atribuible al pasado nial futuro. Por eso lo recordable o anticipablees algo que ya se ha retenido esquemática-mente a partir de alguna percepción, es unesquema imaginativo. Es decir, si no hubieraesquematización retentiva de percepciones(imaginación), si el ser vivo siempre estuvieraatenido a lo que percibe en presente, deninguna manera podría hacerse esa compa-ración de percepciones que permite identificar

una como pasada respecto a ¡a percepción pre-sente o como futura.

b) A su vez, ocurre que la estimaciónrequiere memoria, puesto que se estima que lapercepción presente será seguida de unas per-cepciones futuras con arreglo a recuerdos deprocesos pasados, semejantes a la percepciónpresente. Por ejemplo, cuando anticipo que sirealizo tal tarea el jefe me lo tendrá en cuenta,es porque recuerdo situaciones pasadas en quetales tareas eran reconocidas y recompen-sadas.

c) La memoria requiere estimación, porquesólo se pueden recordar imágenes en lamedida en que se seleccionan algunas para serretenidas en orden al futuro. La anticipaciónde futuridad de ciertas imágenes es lo quepermite seleccionarlas para ser recordadas. Porejemplo, ante una amplísima información dedatos, tengo que seleccionar la más relevantepara memorizarla, y seleccionaré la que anti-cipo que me resultará más útil en el futuro.

En esta articulación de las tres dimensionesde la sensibilidad intermedia, encontramos unnuevo sentido filosófico de¡ tiempo, distintode] tiempo cronológico o físico. A este nuevosentido del tiempo Heidegger lo llamó“tiempo extático” porque está constituido portres éxtasis temporales mutuamente remi-

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tentes, vertidos fuera de sí, es decir, consti-tuidos cada uno en una mutua referencialidada los otros dos. La interrelación entre estasfacultades o dimensiones de la sensibilidadintermedia es, como veremos más adelante,justamente el punto de partida del conoci-miento intelectual.

Al nivel de conocimiento intermedio, que esel que estamos considerando ahora, podemosencontrarle un nivel correlativo de motivación,que correspondería, en la escala de Maslow, ados tipos de motivaciones y necesidades: lasmotivaciones de seguridad y las motivaciones“socia1es”, -según el término, poco afor-tunado, que emplea Maslow, para referirse amotivaciones de tipo afectivo-. En la termino-logía aristotélica, este nivel motivacionalcorrespondería a movimientos del afecto rela-cionados con el thimos, se trata de lo que hoyllamamos afectividad.22

La afectividad es una gama de deseos omotivaciones -mucho más amplia que la epit-himía- que va desde la agresividad o el miedohasta la compasión o la confianza afectuosa.Es un nivel motivacional basado en laretención de. agrados y molestias de la epit-himía, de tal manera que éstos se asocian, con-trastan y combinan produciendo movimientosde modulación u orientación de las inclina-

ciones inmediatas, de acuerdo con el conoci-miento comparado y contrastado que da lasensibilidad intermedia, es decir, de acuerdocon una información cognoscitiva que superala percepción instantánea. Cuando unapersona tiene miedo a un peligro en unadeterminada situación, es porque anticipa queesta situación le conducirá a consecuenciasperjudiciales y tal anticipación sólo es posiblepor la proyección de un recuerdo de situa-ciones pasadas, en la situación presente.

Del mismo modo que la sensibilidad inter-media es un movimiento psíquico-cognoscitivoa partir de la percepción, la afectividad -comomotivación intermedia- es un movimiento psí-quico-motivacional a partir de la epithimía,Estas motivaciones intermedias son las queregulan la mayor tensión o distensión psico-lógica de un ambiente, que normalmenteviene determinada por el uso que se haga dela política de sanciones. Si la aplicación de san-ciones es correcta, es perfectamente compa-tible con un ambiente de trabajo distentido.igualmente la regulación de incentivostambién interpela a este nivel motivacional. Siesta regulación es adecuada consigue motivarsin crear tensión y a la vez, evitando la rela-jación. Por otra parte los incentivos puedenproducir una motivación en forma de reto o en

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forma de stress. De ellas sólo la primera debeser fomentada, mientras que la segunda, a lalarga es bastante perjudicial.

Con este nivel cognoscitivo y motivacional secorresponde un tipo de conducta: la conductarefleja, o secuencial, es decir, la conducta queestá dirigida por conocimientos y motivacionesasociados por secuencias, no simplemente ins-tantáneos. De acuerdo con la teoría de niveles,la conducta instantánea no queda eliminadapor la conducta refleja sino todo lo contrario,pues la conducta refleja o secuencial se cons-tituye a partir de aquélla, asumiéndola e inte-grándola en un nivel más alto. Lo que ocurrees que es una conducta que no está orga-nizada desde un limitado presente perceptivo-motivo. Se supera ese límite y, en conse-cuencia, las capacidades de la memoria y laanticipación estimativa abren al sentido y a lavaloración motivacional de lo presente segúnsu pertenencia a secuencias más amplias, quelo relacionan con percepciones pasadas yfuturas. Es una conducta que se configuramediante esa retención y apertura más amplia.

Como es obvio, este tipo de conducta segúnuna actividad psíquica dotada de memoria yestimativa no sólo se da en el hombre, sinotambién en los animales superiores en mayor omenor grado, como ya señaló Aristóteles. La

afectividad de un perro está a este nivel, ytambién la domesticación de animales supe-riores, pues requiere la capacidad de adqui-sición de respuestas reflejas a estímulos condi-cionados, y la capacidad de anticipación desecuencias.

Sin embargo, en el hombre, estas capaci-dades están mucho más desarrolladas que encualquier animal superior. La dotaciónorgánica de estas facultades, que son ciertasáreas del cerebro, es mayor en el cerebrohumano. Por otra parte, estas áreas delcerebro se caracterizan por no estar completa-mente constituidas, sino que permiten unaconfiguración ulterior al ejercicio, una modifi-cación a través de él, dentro de los umbralesde la dotación natural, que es diferente paracada individuo. A través del ejercicio, esta dife-renciación aumenta todavía más, no en elsentido de un más y un menos, sino fundamen-talmente en el sentido de una diversificación.Como decía Tomás de Aquino, si comparamosa dos individuos cualesquiera siempre habráalgo en lo que uno es mejor que el otro.

Ramón y Cajal decía que cada hombre setalla su propio cerebro. Aunque la fórmula,evidentemente, debe ser matizada, sinembargo, expresa esta importante propiedadde las facultades intermedias del hombre, y es

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que el sujeto va configurándolas, especificán-dolas, o modificándolas, a medida que laspone en ejercicio,23 lo cual se refleja inclusoen la dimensión más orgánica de esas facul-tades, a saber, en los circuitos de conexionesneuronales de que cada uno va dotando a supropio cerebro.

2.4. Desde los factores psicológicos a los fac-tores racionales y personales

Ahora bien, este desarrollo de la capacidadpsíquica del cerebro humano y esta propiedadde admitir auto-configuración o autopoiesis,no sería explicable salvo que se admita queesta actividad psíquica está a disposición del yoespiritual dotado de inteligencia y voluntad.24Sólo desde ese nivel más alto de la persona-lidad, el yo -o el espíritu, como se le quierallamar-, lleva a cabo actos de intelección y devoluntad, es decir, “lee-dentro” (intus-legere)de la experiencia, y la valora y decide. Por lotanto, el hombre va configurando su expe-riencia personal, en la medida en que disponede sus facultades no sólo en cuanto a su ejer-cicio, como digo, sino también en cuanto a suconfiguración o capacitación a través del ejer-cicio, dentro de los límites de perfecciona-miento que dichas facultades permiten.

A) De la sensibilidad a la inteligencia. Laexperiencia.

Aristóteles, en el primer libro de su Meta-física,25 explica cómo este juego de recuerdos-esquemas-estimaciones va configurando loque llamamos experiencia, en la medida enque el conocimiento intelectual -científico ono científico- lo interpreta o codifica en supropio nivel superior. Esta tesis aristotélica nodebe interpretarse como una tesis empirista,en el sentido de que sólo tenga validez lo quehoy llamamos ciencia experimental. Lo quehoy llamamos ciencia experimental o empíricaestá ligado frecuentemente a un cierto pre-juicio positivista, que es ajeno a la filosofíaaristotélica. La tesis aristotélica simplementeindica algo más obvio y profundo: que todo loque entendemos, en el sentido más amplio ygeneral del término “entender”, es decir,todos nuestros conceptos, ideas, juicios, cál-culos, razonamientos y significados de expre-siones lingüísticas, los obtenemos a partir de laexperiencia sensible, es decir, a partir de lo queconocemos mediante la sensibilidad externa eintermedia.

Sin duda, el modo como el ser humanoarticula esquemas de la experiencia, enten-diéndolos, leyendo dentro de ellos, y eleván-dolos a comprensión intelectual, expresablemediante el lenguaje, es extraordinariamentecomplejo. La abstracción es un hallazgo filo-

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sófico muy valioso, que también debemos aAristóteles. No podemos detenernos aquí en laintrincada cuestión de cómo la inteligenciaabstrae de la experiencia y cómo eso permiteque la voluntad valore y decida desde un nivelsuperior a la motivación sensible.26

En la teoría del conocimiento de L. Polo, ladescripción de la sensibilidad intermedia seprosigue con el estudio de los actos de la inte-ligencia (tomo II, III): como actos de unafacultad inorgánica de conocimiento, es decir,como una capacidad de conocimiento que sediferencia de todas las mencionadas hastaahora, entre otras cosas, por el hecho de quecarece de órgano corporal específico. En elhombre, todo lo dicho hasta ahora, no es másque un preámbulo para alcanzar el nivelmáximo, el límite que establece la plenitud, elúltimo nivel y por lo tanto el más propio y cul-minar, que -como decíamos antes- diferenciaal hombre de todo lo que no lo es. En cuantoal conocimiento, este nivel es la capacidadintelectual.

En definitiva, se trata del nivel específica-mente humano de conocimiento, el conoci-miento experimental, como articulacióndinámica de conocimiento intelectual y sen-sible, es decir, como conocimiento que se desa-rrolla mediante procesos de aprendizaje,

Mediante estos procesos el hombre adquierecapacidades cognoscitivas. Es lo que Aristó-teles llamó hábitos dianoéticos. Eso es elobjeto de la teoría del conocimiento. Por loque se refiere a la praxis empresarial, estoconstituye uno de los aspectos de la formaciónde las personas. La formación del personalsiempre tiene un aspecto conceptual, trans-mitir conocimientos de ciencias aplicadas,nociones básicas sobre el sector laboral ycomercial propio de la empresa, etc.

B) De la motivación sensible a la voluntad.Valoración y decisión.

En su teoría de las motivaciones, Maslow27todavía describe dos niveles más elevados quelos vistos hasta ahora, a los que llamó motiva-ciones (o necesidades) de autoestima y deautorrealización.

Ya Herzberg28 puso de manifiesto que hayuna diferencia más intensa entre todos losniveles motivacionales mencionados (fisioló-gicos, de seguridad, y “sociales” o afectivos) yestos otros que están por encima de ellos(autoestima y autorrealización). Hasta talpunto consideró que esta diferencia de nivelera más intensa que las otras, que denominó alprimer grupo “factores de higiene” y reservóal segundo grupo el nombre de “factores pro-piamente motivadores”.

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Juan Antonio Pérez López29 ha mostradocómo se puede profundizar en estos hallazgosde psicología de la motivación, hacia una basede antropología filosófica y pasar del para-digma psico-sociológico al paradigma antropo-lógico o humanista. A este avance ya ha contri-buido notablemente Maslow, Pero J. A. PérezLópez ha llevado a cabo una descripción de losniveles de motivación, según la cual, hay tresniveles fundamentales:

a) Motivaciones intrínsecas: es decir aquellasque mueven a actuar de determinada manerapor mor de las consecuencias que trae consigointrínsecamente la acción. (Por ejemplo, elgusto por la actividad misma).

b) Motivaciones extrínsecas: es deciraquellas que mueven a realizar una acción pormor de determinadas consecuencias extrín-secas a la acción. (Por ejemplo, para conseguircualquier tipo de incentivo).

c) Motivación trascendente: Pérez López ladescribe así: “A poco que pensemos en ello,veremos que la acción de una persona tieneotro tipo de consecuencias que no puedenincluirse en ninguno de los tipos anteriores yque, sin embargo, constituyen una poderosafuente de motivación (es decir, consecuenciasque son muchas veces directamente buscadaspor la persona que actúa, sin que le supongan

ni recibir un incentivo, ni obtener ningunasatisfacción por la mera realización de laacción). De hecho, son consecuencias externasque se buscan por motivos internos, motivosque dejarían de existir si no se diesen esas con-secuencias externas”.30 Se trata de la moti-vación por los resultados que la acción tiene enotras personas distintas de quien ejecuta laacción. (Por ejemplo: la satisfacción delhambre del niño cuando la madre le alimenta,la ayuda que se presta a un compañero detrabajo, o un vendedor que está motivado porofrecer un buen servicio a un cliente).

Se trata, por tanto, del aprendizaje prácticoacerca de los valores existenciales humanos,como articulación dinámica entre motiva-ciones volitivas y afectivas, es decir, como pro-cesos de valoración y de decisión. El valor delas cosas depende de su modo de ser, natural-mente, pero el valorarlas adecuadamente, esdecir, en congruencia con su verdadero valorsólo se da en el acto-de-valorar, cuando éste escorrecto. Evidentemente la investigaciónantropológica sobre los actos de la voluntad esdemasiado compleja para poder abordarlaaquí.31 Simplemente señalaré que estos actosnaturalmente también son susceptibles deaprendizaje, un aprendizaje práctico, por elque se adquieren capacidades de valoración y

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decisión ética. Esto es el objeto más propio dela teoría de la motivación, de la teoría de losprocesos de decisión y de la teoría de lavoluntad. Estas disciplinas científicas abarcanel ámbito temático de lo que Aristótelesdenominó ética. Lo que Aristóteles llamóhábitos éticos, (prudencia, justicia, fortaleza,templanza, etc.) consisten fundamentalmenteen capacidades adquiridas de valoración y dedecisión. Esto es otro aspecto fundamental dela formación del personal en la empresa. Nor-malmente a este aspecto del aprendizaje se lesuele llamar relaciones humanas, capacidadesde negociación, toma de decisiones, prácticas ypolíticas de empresa, etc.

C) De la conducta al comportamiento per-sonal. La acción.

Por último tenemos aquí también un tercerfactor que completa la tríada del nivel especí-ficamente humano, a semejanza de la tríadapsicológica anteriormente analizada (sensibi-lidad, deseo y conducta). Se trata de la acción,como articulación dinámica entre la conductafísico-biopsicológica y el comportamientoracional, libre y personal. Los procesos deacción también son susceptibles de apren-dizaje. Son capacidades susceptibles de adqui-sición, incremento y perfeccionamiento con-

tínuo. A este tipo de capacidades adquiribles,Aristóteles las denominó hábitos técnicos, y serefieren de modo general a hábitos organiza-tivos, administrativos, de contabilidad, técnicasde todo tipo -técnicas comunicativas, técnicasfinancieras, técnicas productivas, técnicascomerciales, etc-, También corresponde a estolo que hoy denominamos tecnologías. Es eltercer aspecto fundamental de la formacióndel personal de una empresa.

Lo que es la acción puede comprendersemejor si se enfoca desde la teoría de los nivelesde factores. La acción es lo que articula preci-samente la diferencia de dos niveles, al modode la integración o subsunción del nivelinferior en el superior. Es decir, la acción es laarticulación misma de todos los factores y con-diciones físico-bio-psicológicos de la persona -incluidas las motivaciones fisiológicas, las moti-vaciones afectivas y sus variaciones en larelación con el entorno y con los demás- desdeun nivel de conocimiento racional y para lasatisfacción de necesidades y motivacionesvoluntarias, libremente valoradas y decididas,es decir, -en la terminología de J. A. PérezLópez motivaciones trascendentes.

El cuadro de la teoría de niveles de factorespodría representarse así:

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1. Factores físicos.

2. Factores biológicos.

3. Factores psicológicos:

3. 1. Primer tipo de factores psicológicos

3.1.1. sensibilidad externa, percepción ins-tantánea.

3.1.2. motivación fisiológica.

3.1.3. conducta instintiva o epithimia.

3.2. Segundo tipo de factores psicológicos

3.2.1. sensibilidad intermedia: imaginación,memoria, estimativa.

3.2.2. motivación intermedia: afectividad,agresividad, deseo de seguridad.

3.2.3. conducta refleja o secuencial.

4. Factores socio-personales, intelectuales,volitivos, o trascendentes.

4.1. Conocimiento intelectual: experiencia,hábitos dianoéticos o teóricos.

4.2. Motivación volitiva: valores, decisiones,hábitos éticos o prácticos.

4.3. Comportamiento personal: acción,hábitos técnicos o tecnológicos.

(Cada tipo de factores interacciona con losdemás desde su nivel, por lo tanto la inte-

racción es tanto ascendente como descen-dente).

2.5. El nivel de factores específicamentehumano. Lo racional y lo libre, en su realidadsocio-personal

Solamente una antropología de raigambreclásica puede hacerse cargo de este nivelhumano ya que aquí está implicada la res-puesta a preguntas tan fundamentales y radi-cales como ¿qué es ser persona? o ¿qué es lalibertad? o ¿qué es el espíritu? Es manifiestoque la respuesta a estas preguntas, elemen-tales pero radicales, determina en granmedida la respuesta a otras preguntas como¿en qué consiste fundamentalmente unsistema de cooperación social? o ¿cómo sedesarrolla el comportamiento de las personasa través de ese sistema? o incluso, ¿qué sonfundamentalmente las empresas?

Pues bien, vamos a adentrarnos ahora eneste último nivel de factores trascendentes, alque voy a llamar, a partir de ahora, nivel socio-personal. Se podría llamar también nivelracional, nivel de libertad, nivel espiritual, o deotros modos. Se trata de lo distintivo delhombre: ser un animal inteligente y libre, esdecir, dotado de espíritu. La expresión “nivelsocio-personal” hace referencia a algo queconsidero importante: que el ser persona, y el

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ser social que caracterizan al hombre, se sitúanen este nivel y no antes, y además no se sitúanaquí como uno de los factores del nivel, sinocomo lo constitutivo o definitorio del ser enese nivel, en sí mismo, Y por último, el término“socio-personal” implica también la unidad,inseparabilidad y complementariedad intrínse-ca entre lo personal y lo social.

Por lo tanto creo que es mejor diferenciar losocial de cualquier tipo de motivación psico-lógica, también de la motivación afectiva, ypor lo tanto, no voy a usar aquí el término“social” en el sentido de Maslow. Pienso que elsignificado de “lo social” en el lenguaje ordi-nario, no permite ser reducido a un “tipo”determinado de motivaciones humanas dis-tinto de otras motivaciones no-sociales. Losocial no parece situarse en el nivel psico-lógico, sino en otro nivel superior. En lamedida en que lo social se sitúa exactamenteen el mismo nivel que lo personal -pues ambosson anverso y reverso de una misma realidad,como luego veremos- en esa misma medida, losocial pertenece al último nivel ontológico, ypor lo tanto, según la ley de diferencia deniveles expuesta anteriormente, asume eintegra a todos los niveles inferiores.

Filosóficamente hablando, es fácil mostrarque ni el ser biológico, ni el ser-psicológico,

pueden fundamentar propiamente unasociedad. Es patente que una organizaciónque basa su autoridad únicamente en el ins-tinto de supervivencia, o en el miedo a lasrepresalias -es decir, en el terror-; o en asegurara sus miembros frente a todo riesgo, o en laespontaneidad de comportamiento, ensentido psicológico, no puede constituir unaverdadera sociedad. Un la medida en que sebusca el fundamento de la sociedad en dimen-siones pre-racionales de sus integrantes, en esamedida se convierte paradójicamente en unaorganización de la ausencia de sociedad, enuna organización de la incomunicacióncolectiva, de la ruptura entre facciones, del ais-lamiento-dentro-de-la-masa. Un ejemplo muycercano de organización basada fundamental-mente en el miedo lo encontramos en loscampos de concentración nazi, De algunamanera, una sociedad que pretendiera satis-facer totalmente el afán de seguridad -que esotro modo de designar el miedo al riesgo- desus ciudadanos, estaría quedándose en eseestadio pre-social.

Una muestra de lo que digo se puedeencontrar en la teoría del juramento de J. P.Sartre. Para Sartre -al menos el Sartre de losaños 50 que es cuando optó por la vinculaciónpolítica al partido comunista- la unión inter-

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subjetiva se realiza plenamente en el jura-mento de lealtad al partido, en la medida enque es un vínculo para la supresión delenemigo común, que obliga bajo la amenazade convertirse en enemigo. Según Sartre elmiedo de cada uno de los miembros a la fuerzacoercitiva del juramento es la esencia de larelación grupal. Cada uno se defiende a símismo del miedo al enemigo común medianteel juramento que vincula hasta la muerte. Elterror mutuo creado por el vínculo es la fuerzade cohesión grupal.32

Sartre sólo describe la organización de laausencia social. La motivación de seguridadsólo es un aspecto de la relación interpersonal.Y además sólo es un factor inter-personal siestá asumida en un nivel que la trasciende.

Por la misma razón, una organizaciónbasada en las necesidades y motivaciones afec-tivas tampoco sería capaz de realizar unasociedad. La correspondencia afectiva serealiza también en algunas especies animalessuperiores.

Sin embargo, no constituyen una sociedad.Con ello se fundamentan apareamientos máso menos duraderos, hordas, manadas, pero nouna sociedad.

No quiero decir, con esto, que el deseo deseguridad, la afectividad, etc. no tenganninguna relevancia social, sino que todos estosfactores, necesidades, o problemas psicoló-gicos sólo son humanos y personales, si estánasumidos en un nivel racional más alto; y, pre-cisamente por eso, tampoco son factores oproblemas sociales si no están asumidos en esenivel más alto, en el cual y desde el cualadquieren sentido social.

No es accidental que el filósofo que con-siguió definir la esencia del hombre comozoon logisticon, es decir, como animal quehabla, que razona, que tiene inteligencia,fuera justamente el filósofo que dio tambiénotra definición del hombre como zoon poli-tikon,33 es decir, como animal social, animalque vive como ciudadano de la “polis”, animalcivil, animal político -pero no en el sentido queahora damos a este término-. Y es que sólo lasrelaciones entre seres donados de logos sonrelaciones sociales.

Pero Aristóteles, en la Etica a Nicómaco,34también dice que el fundamento de la polis, esdecir, de la sociedad civil, de la comunidadsocial, es la amistad (philía). La amistad formaparte del fin común de los hombres (del biencomún) dado que estar rodeado de los amigoses un elemento esencial de la felicidad, La

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amistad es uno de los elementos esencial-mente integrantes del concepto aristotélico defelicidad.

Esta amistad de la que habla Aristóteles noes simple-mente un sentimiento de benevo-lencia, sino que es una virtud ética, o mejoraún, forma parte de la culminación de las vir-tudes éticas que junto a la culminación de lasvirtudes dianoéticas (hábitos cognoscitivos:ciencia, inteligencia, etc.) constituye justa-mente la felicidad, La amistad aristotélicatiene por tanto un carácter fundamental parala realización misma de la sociedad, algo asícomo lo que hoy entendemos por solidaridad.No una solidaridad que se postula ideológica-mente, sino una solidaridad natural: la que hayen las relaciones familiares, relaciones devecindario, de ciudadanía, etc.

Por otra parte, la tradición cristiana pro-fundiza y corrobora esta tesis antropológica deAristóteles. Desde la fe cristiana las relacioneshumanas tienen su fundamento en el amorfraterno dispuesto, querido y mandado porDios, que es Padre de todos los hombres, y queama a todos como hijos. A su vez se ama a loshijos de Dios porque se ama a Dios, comoPadre. Es la lógica de la caritas. De ahí que sepueda hablar de la civilización del amor, comomodelo cristiano de civilización. Para quien

tiene fe cristiana, esto no sólo es posible, sinoque es un deber en el sentido no-utópico deltérmino “deber”, y hablando en profundidad,también es una realidad: justamente eso es laIglesia, como organización familiar de los hijosde Dios.

El reinado de Dios, que es un reinadopaterno en una sociedad fraterna, en la quecreemos los cristianos, no es compatible con unplanteamiento utópico, y mucho menos conuna crítica pragmática des-mitologizadora.Pero tampoco es compatible con la fe cristiana,la idea revolucionaria de una sociedad funda-mentada en la fraternidad universal,entendida de modo abstracto y separado de larelación de filiación a Dios. Este ideal sí que esutópico, o mejor dicho, es imposible. La expe-riencia en los países del Este ha sido muy reve-ladora en este sentido: la superación delateísmo de Estado, y la renovación de la reli-giosidad ha ido unida al surgimiento de unnuevo sentido de la solidaridad, y a una supe-ración del odio y del terror. La unión entreestos dos fenómenos es lo natural. Lo insólitoes la consideración abstracta -artificial mentedesconectada- de ellos, es decir, la pretensiónde una fraternidad universal fundada en unateísmo-agnosticismo religioso.

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Pero ahondemos un poco más en ladimensión filosófica del problema, Decíamosque según Aristóteles la razón y la amistad sonlos fundamentos de la relación civil o social.Ahora bien, éstas son justamente las capaci-dades propia,; M espíritu. La capacidad para loque llamamos “entender”, en el sentidosemánticamente amplio y rico con que utili-zamos este término en el lenguaje ordinario,se asocia con lo que llamamos concebir, idear,juzgar, calcular, pensar, presuponer, analizar,interpretar, investigar, etc. A su vez, la capa-cidad de “querer” se asocia semánticamente atérminos como amar, valorar, apreciar, estimar,preferir, elegir, decidir, interesarse, propo-nerse, aceptar, ser atraído, estar motivado, etc.Pero todas estas acciones son acciones de laspersonas. Cada persona tiene su espíritu y suscapacidades de entender y querer. Este es elfundamento y la base ontológica misma en laque se apoya y de la que emana ese haz deinterrelaciones que llamamos sociedad,

Esta cuestión de la relación entre lo social ylo personal queda pendiente en la obra de Ch.Barnard. Barnard35 identifica el nivel o tipo defactores sociales en su diferencia con los fac-tores físicos y biológicos, pero no siempre lodiferencia con nitidez de los factores psicoló-gicos. En este punto tiende, con algunas vaci-

laciones, a una confusión semejante a la deMaslow de lo social con lo psicológico, que hayque evitar cuidadosamente. Es una enseñanzacomún de los más grandes filósofos de nuestrotiempo, concretamente de Husserl, Frege yHeidegger,36 la indicación de evitar el psicolo-gismo, es decir, de evitar la pretensión de con-siderar las explicaciones psicológicas comodefinitivas, como si los factores psicológicosfuesen el nivel culminar y último del conoci-miento humano, y en general, de la existenciahumana.

Cuando Barnard intenta descubrir cómo serelacionan lo social y lo personal, es decir, quétienen que ver lo uno con lo otro, y cual es suinflujo en la empresa, también se adviertenciertas vacilaciones. Desde luego, Barnardtiene el mérito de haberse enfrentado a esteproblema de no haberlo eludido, como se hacecon frecuenta, haciendo abstracción de él, oquizás obviándolo, o tratándolo como unapseudo-problema que está resuelto de modoevidente, que es ocioso o trivial plantearse. Esun problema teórico y práctico, y tiene muchasconsecuencias para la praxis organizacional;por lo menos cuando ésta se intenta realizarcon calidad ética.

¿Cómo entender adecuadamente la dife-rencia y la relación que hay entre las personas

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(con sus perspectivas, sus fines, sus motiva-ciones y sus intereses) y las organizaciones (quetambién tienen finalidad, intereses y obje-tivos)?

“Muchas veces -señala Barnard- miramos alos hombres desde un punto de vista másgeneral, como fases, aspectos, funciones, queson más extensas en duración y en espacio quelos individuos mismos: cuando hablamos dedirectores, empleados, o electores, o políticos,o clientes, etc., tenemos en cuenta ciertosaspectos de los individuos, ciertas clases deactividades de las personas y no la totalidaddel individuo. En otras ocasiones los vemoscomo en su entidad propia y objetiva, advir-tiendo sus relaciones con nosotros o con otrossistemas más amplios, y entonces tenemos encuenta, en cuanto nos es posible, el mismoconjunto de los individuos. En la práctica, cam-biamos de un punto de vista a otro, o nossituamos en perspectivas más bien indecisa-mente intermedias; dependiendo de las cir-cunstancias y de nuestros propósitos, y todoello en muchos casos con asombrosa des-treza”.37

Barnard distinguió entre la eficacia en ellogro de los fines específicos del sistema decooperación y lo que él llamó eficiencia de laorganización, que consiste justamente en el

grado de satisfacción de los fines personales delos individuos que intervienen. Pero como elmismo Barnard señala, esta distinción no esuna división disyuntiva. No se trata de dos fina-lidades o dos efectos equívocos y disociadosque produce un sistema de cooperación. Laorganización misma se constituye más biencomo la región intermedia, como la unifi-cación misma de estos dos aspectos. Son dosaspectos distintos pero inseparables, de unamisma realidad bi-dimensional. Aquí, cual-quier lógica de la oposición o de la disociacióndialéctica entre los intereses privados y losintereses de la organización queda completa-mente superada.

Si nos preguntamos con Barnard, algo tansencillo y tan radical como ¿qué significa o quéentendemos por “sociedad”, o por “losocial”?, advertimos que no podemosentender eso más que como algo que está“en” y “entre” personas y que consiste en elhaz de relaciones o interacciones mutuas de unconjunto o pluralidad de personas entre sí. Setrata de una evidencia vital que resiste a cual-quier distorsionamiento ideológico defectuo-samente abstracto. Hay, a veces, una ciertatendencia a entender la sociedad de modoimpersonal, a cosificarla como si fuese una rea-lidad en-sí a la cual tuviesen que subordinarse

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los intereses personales. Es la idea delLeviathan de Hobbes o la voluntad general deRousseau o el fatal proceso dialéctico his-tórico-material de Marx. Pero ya hemos vistoque lo que hay de impersonal en los sistemasde cooperación o en las estructuras de organi-zación social no se sitúa por encima de las per-sonas, sido que es asumido e integrado comoparte de la realidad social en la medida en quees asumido por las personas como parte de símismas (los factores físicos, biológicos, psicoló-gicos, etc).

La sociedad no es, ante todo, otra cosa queun conjunto o grupo de personas que coe-xisten y se relacionan mutuamente. Lo sociales la misma reciprocidad o el carácter mutuodel reconocimiento, la aceptación, y el com-portamiento cooperativo entre personas encuanto personas, en cuanto seres inteligentesy libres. Lo social no es otra cosa que elriquísimo tejido, el ámbito, constituido por lascone-xiones o relaciones interpersonales. Eltérmino “interpersonales” es más adecuadoque el término “inter-subjetivas” porque con-viene evitar las connotaciones dialécticas de lanoción idealista de “sujeto”.

3. Ser socio-personal y complejidad

3.1 . Observaciones teológicas sobe las raícescristianas de la noción de persona

Por lo tanto, la pregunta ¿qué es lo social?no puede ser respondida y ni siquieraentendida, si no se retrotrae a la pregunta másfundamental ¿qué es un ser personal? Desdeun punto de vista filosófico, es sabido que enesta cuestión -tomada en su sentido preciso- yano nos basta con acudir a Aristóteles. Aristó-teles no maneja el término “persona” y, pro-piamente hablando, tampoco alcanzó unacomprensión adecuada de la persona.Tampoco consideraba que “ser humano” signi-ficase de suyo “ser libre”. La amistad era elfundamento de la polis, pero no todos los indi-viduos eran ciudadanos de la polis, ni todoseran hombres libres. Como es sabido, Aristó-teles admitía la esclavitud. En esto era deudorde la mentalidad de sus contemporáneos.

En realidad la comprensión del hombrecomo ser personal hizo su entrada en nuestracultura como elemento básico de la religióncristiana. Desde un punto de vista teórico, fueen los primeros siglos de la cristiandad cuandosurgió la comprensión del ser personal, al hilodel desarrollo paulatino de la especulaciónteológica y filosófica, acerca del misterio de la

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Trinidad de Personas en el Unico Dios, y acercadel misterio de la Encarnación del Hijo de Dios,es decir, del misterio de Cristo, que es unaúnica Persona al mismo tiempo divina yhumana.

Dentro de la doctrina cristiana surge la auto-comprensión de nuestra propia dignidad, encuanto que los hombres somos “imagen ysemejanza de Dios”; es decir, en cuanto quetambién somos personas. Somos el término dela Iniciativa Redentora de Dios, es decir los des-tinatarios de ella. El mensaje cristiano nos dala autocomprensión de nosotros mismos comopersonas, que en cuanto tales pueden ser hijosadoptivos de Dios, a través del Hijo Unigénitoy junto con El, si libremente lo desean. Todoslos hombres estamos llamados o invitados aparticipar de esta relación y comunidadpaterno-filial y fraterna, porque todos somospersonas. Por lo tanto, es parte esencial delmensaje cristiano el desarrollo de un sentidomuy intenso de la solidaridad universal.

3.2. Observaciones filosóficas sobre la rea-lidad social como realidad inter-personal

Pero volviendo de nuevo al plano filosófico,podemos señalar muy brevemente que lanoción de persona ha ido impregnando laespeculación y la praxis de la cristiandad occi-dental, a través de los siglos, estrechamente

unida a una noción de libertad, más profundaque la de los griegos. También ha producido eldesarrollo de la filosofía de los derechoshumanos que tuvo una importante fuente deinspiración en los estudios teológicos y filosó-ficos de la Escolástica española del siglo XVI38sobre los derechos de los indios americanos.

A esta evolución especulativa en el seno dela cristiandad tardo-medieval, pertenece loque Hegel llamó la “idea europea delibertad”.39 Según ella, todas las personas sonlibres, y sólo las personas son libres. Prescin-diendo de una exégesis de esta noción delibertad, que no es posible abordar aquí, sepuede insistir en que la libertad es sólo propiade personas, pero de todas las personas. Encierto modo son términos que se convierten:persona equivale a ser libre, y viceversa. Poreso, del mismo modo que hay una intrínsecacoimplicación entre lo social y lo personal,igualmente hay también una intrínseca coim-plicación entre la libertad personal y las liber-tades sociales.

Podemos hablar, pues, de un nivel o tipo defactores socio-personales que determinan unaorganización. Esto nos permite considerar losocial referido intrínsecamente a las personasy, por lo tanto, definido como lo inter-per-sonal. Pero esto tiene también su envés:

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también la persona es constitutiva mentesocial. Es decir, el hombre es sociable por natu-raleza. Esto es lo que olvida sistemáticamenteel individualismo exacerbado, propio del libe-ralismo.

No se trata ahora sólo del hecho de que lascondiciones bio-psicológicas del hombre exijanun desarrollo en sociedad, porque de otromodo sería imposible la supervivencia equili-brada de la especie humana -como han puestode manifiesto los estudios antropológicos deA. Gelhen-, sino que se trata de una conside-ración filosófica más fundamental, a saber, deque la esencia personal del hombre exige rela-ciones interpersonales para realizarse comotal. Es decir, el hombre, por ser persona, nopuede realizarse como tal, ni puede serentendido como tal, si no es como formandoparte de una estructura de co-existencia inter-personal. La idea de una persona en soledad,aislada, que fuera auto-suficiente y que estu-viera totalmente incomunicada, que carecierade cualquier tipo de trato personal con otraspersonas humanas y con Dios, es una idea insu-frible y dramática, pero sobre todo es impen-sable.

El solipsismo es completamente insopor-table y además es contradictorio. Sartre seequivocó cuando dijo que “el infierno son los

otros”, por considerar que “el otro” en cuantotal es, para mí, algo dialécticamente opuesto ycontradistinto a mi libertad subjetiva, es decir,por considerar que para mí, como sujeto, losotros son objeto, y para los otros, yo soyobjeto. Sartre declara imposible a priori elcarácter mutuo de la relación inter-personal.Ciertamente el ser libre puede pervertirse ytratar a las demás personas, objetivándolas ycosificándolas. Además, ciertamente, sólo enun ser libre puede producirse este fenómenoque denominamos “corrupción” o “per-versión”, y que constituye una especie demuerte interior una degradación de lapersona. Pero esto no justifica que pueda des-cribirse la estructura de la libertad tomandocomo paradigma el modelo de una libertadcorrompida. Eso es lo que, a mi modo de ver,pretende hacer Sartre.

Esta tesis sartriana está en plena coherenciacon su mode-lo de grupo basado en el terror,al que antes aludíamos. De hecho la búsquedade la coherencia entre su existencialismo ateode la primera época y su opción política mar-xista es lo que determina la posición filosóficade Sartre, a partir de los años 50. Y encontróesa coherencia. De un lado, el existencialismo,le permitía una descripción de la libertad bajoel modelo de la libertad utópicamente

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absoluta y solipsista, nauseabunda, y con-vertida por sí misma en un absurdo. Por otrolado, el marxismo le ofrecía una teoría de larelación social que también elevaba a para-digma la relación social corrupta, es decir, larelación social entendida como explotaciónalienante, como odio de clase, como antago-nismo dialéctico, como vinculación por elterror. El punto de coherencia que Sartreencontró entre su existencialismo de laprimera época y el marxismo era, en realidad,únicamente este: el nihilismo ateo y la justifi-cación del odio.

Pero ya que Sartre no tiene inconvenienteen hablar sobre el infierno, se puede señalartambién que la concepción cristiana delinfierno es exactamente contraria a la deSartre. El infierno es la ausencia absoluta ydefinitiva de los otros. Es la tragedia de la rea-lización del solipsismo. Lo peor del infierno esque el hombre allí no puede relacionarse conDios; es decir la ausencia del Otro principal.Pero también forma parte de su sufrimiento elser excluido de la comunidad de los hijos deDios a la que estaban llamados a participar.Propiamente hablando, los condenados nopueden ni siquiera relacionarse socialmenteentre ellos mismos, porque sólo saben des-preciar, odiar y amarse a sí mismos. Uno de los

fundamentos radicales de la sociedad -laamistad- es justamente lo que les falta.

Pero continuando con la cuestión filosóficade la persona, habría que hacer algunas obser-vaciones acerca de las propiedades de lapersona humana. ¿Se pueden dar algunascaracterísticas básicas de este tipo de realidad?Voy a referirme a tres que considero especial-mente urgidas de aclaración .

a) Una de ellas es la inmortalidad de suespíritu. Por lo menos esta tesis ha sido man-tenida por la tradición filosófica clásica, desdelos presocráticos hasta Kant. En efecto, este esuno de ¡os puntos de coincidencia de ampliastradiciones filosóficas, y de los más célebresrepresentantes de la filosofía clásica.

Por otra parte, la inmortalidad del almahumana ha formado parte y sigue formandoparte de las concepciones del mundo (Weltan-chauungen) de todas las civilizacioneshumanas, desde las más primitivas. En todasellas siempre se realizó y se sigue realizando elenterramiento de los cadáveres, con un ritoreligioso orientado a facilitar el descansoeterno de las almas separadas. Vico,40 uno delos padres de la historiología como ciencia,descubrió que esta creencia en la inmortalidady su manifestación en los ritos eran un rasgocomún a todas las civilizaciones humanas, his-

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tóricamente dadas. Algunos ejemplos son lacivilización egipcia -y sus tumbas faraónicas enforma de grandes pirámides-; la religión de losIncas y otras tribus de indios americanos, elanimismo de las religiones africanas, el culto alos antepasados típico de casi todas las reli-giones primitivas, como, por ejemplo, del con-fucionismo japonés, etc. (De todos modos, laprueba más decisiva de la inmortalidad de lapersona humana es de tipo teológico: que hasido revelada por Dios mismo a los hombres, através de Cristo, y ya antes, a través de los pro-fetas del pueblo de Israel).

b) Otra propiedad es la mortalidad de sucuerpo. El viejo ejemplo de silogismo: “Todohombre es mortal, Sócrates es hombre, luegoSócrates es mortal” es mucho más que unsimple ejemplo de silogismo bien construido.Expresa una propiedad esencial del serhumano: la esencial mortalidad que se siguede su ser-animal. De todos modos, para un cris-tiano creyente, el misterio de la muerte es ilu-minado por la fe en la resurrección de loscuerpos al final de los tiempos. Ser cristiano esser testigo y propagador de la victoria deCristo sobre la muerte, es decir, de su resu-rrección, que se hará extensiva a todos loshombres al final de los tiempos.

c) Por último, me referiré a otra propiedadde la persona humana que considero de granimportancia: la denominaré historicidad per-sonal, y por ella entiendo lo siguiente: cadapersona va trazando una historia personal, varealizando paso a paso su propia biografía. Eldesarrollo temporal de su existencia no serepite cíclicamente -la tesis nietzschiana deleterno retorno niega la historicidad personal-,pero esa trayectoria temporal tampoco sedetiene -nadie puede sustraerse al transcursode su propia trayectoria personal, ni instalarseen un presente absoluto-.En definitiva, la exis-tencia del ser personal humano va transcu-rriendo en una sucesión de momentos, que noson los minutos y los segundos del reloj, sinomomentos de una historia personal. A vecescomprendemos esto cuando advertimos quelas distintas situaciones en que nos hemosencontrado, las distintas acciones de nuestropasado son irrepetibles; entonces podemoscomprender que lo son precisamente porqueen ellas ha quedado reflejado nuestra propiairrepetibilidad ontológica. Esto nos ocurreporque somos personas. Vamos fraguandonuestra biografía, nuestro currículum ensentido amplio, nuestro recorrido que en suineludible transitar se dirige vectorialmentehacia el momento de la muerte, igualmenteineludible, que -para un hombre con fe y con

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esperanza- es el paso a la vida que comienza alotro lado de la muerte.

Ahora bien, si tenemos en cuenta lo queanteriormente decíamos acerca de la insepara-bilidad de la persona y la sociedad, y -de lacomplementariedad entre ambas, formandouna misma realidad socio-personal, entoncesestas características del ser-personal tendránque caracterizar también a la sociedad misma,deberán tener un reflejo en la estructura onto-lógica de la sociedad en cuanto tal. Y, enefecto, es fácil comprobar que cada una deellas tiene una notable relevancia social:

a) la inmortalidad espiritual se traduce en elculto a los antepasados, en la religiosidad, y enla institución matrimonial.

b) la mortalidad física se traduce en el relevogeneracional, y

c) la historicidad personal (la biografía)determina la historicidad de las sociedades for-madas por personas humanas.

La sociedad evoluciona históricamente,porque está compuesta por personashumanas. Sin relevo generacional no habríahistoria. Cada momento histórico tiene unosprotagonistas diferentes, y eso es lo que haceque sea un momento histórico diferente. Yjunto a esto, el relevo generacional lleva

consigo una continuidad, una transmisión dela herencia, (influjo que “es” la continuidad dela historia.

Por lo tanto, la propiedad a) explica por quéla plenitud social (es decir, el cumplimientodefinitivo de todo el progreso humano, la jus-ticia completa) es una radical aspiración socialque trasciende la historia. Pero, por otra parte,la propiedad b) explica por qué esa plenitudsocial se va realizando sólo a través del relevode las generaciones, y por lo tanto ningunageneración es un puro paso hacia la siguiente,y ninguna generación es un presente absolutoque despoje de sentido a las generacionesfuturas. La filosofía de Hegel es un ejemplo deesto: la pretensión de alcanzar un presenteabsoluto equivale a despojar de sentido alfuturo. Desde un presente absoluto, el pasadosólo tiene sentido como preparación, como elproceso por el que ha devenido el presente. Asu vez, para un presente absoluto, el tiempofuturo es un puro continuar inercial que noaporta nada, es una pura continuación inde-finida del presente.

La pretensión de colmar la aspiración a laplenitud social en un determinado tiempo his-tórico, en una determinada generación, hasido un error típicamente moderno. La Revo-lución Francesa, la Revolución Rusa, el mito

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liberal de instalarse en un estado definitivo decontinuo progreso, la aspiración de los román-ticos -o del mismo Hegel- a un EstadoAbsoluto, han sido proyectos sociales cons-truidos de espaldas a la realidad inter-personalde la sociedad, es decir, de espaldas a la inmor-talidad de los espíritus y a la mortalidad de loscuerpos.

Los proyectos sociales modernos suelencaracterizarse por la explícita o implícitanegación de la trascendencia ultra-mundanadel ser socio-personal humano. Por eso hanevolucionado con una dialéctica revolucio-naria, es decir, recíclica, imparable y autoenvol-vente, como un torbellino, mezclada deutopías y, a la vez, de pragmatismo-materia-lista, que ha sembrado la paradoja, la con-fusión, y la desesperación (es decir, el despojode la esperanza).

A este respecto, Daniel Bell comenta losiguiente: “El problema real de la modernidades el de la creencia. Para usar una expresiónanticuada, es una crisis espiritual, pues losnuevos asideros han demostrado ser ilusorios ylos viejos han quedado sumergidos. Es unasituación que nos lleva de vuelta al nihilismo; afalta de un pasado y un futuro, sólo queda unvacío. El nihilismo fue antaño una filosofíatemeraria, como lo fue para Bazarov, cuando

había algo que destruir y algo que poner en sulugar. Pero hoy ¿qué queda por destruir delpasado y quién tiene esperanza en unfuturo?”41

¿A qué se debe esta situación? Una res-puesta plausible es la siguiente: se debe a queen la modernidad se ha secularizado la espe-ranza. En efecto, las esperanzas o proyectos deplenitud social propuestos por las revolucionesmodernas se han afirmado con fuertes dosis denegatividad frente a todos los resortes cultu-rales, religiosos y éticos de las etapas históricasanteriores. Pero luego la experiencia históricadesmiente los postulados utópicos que carac-terizan a estos proyectos. Se muestran ilusoriosy vacíos. Sus pronunciamientos y proclamasllegan a ser aburridos y el desinterés de lapoblación se generaliza. Al final reina un prag-matismo que es ajeno a cualquier tipo de con-vicciones. Es el error de Occidente, del quehabló A. Solzehnytsin.

Lo que queda de las revoluciones es unhedonismo individualista que se instala en elnihilismo explícito, en la esquizofreniaasumida, en el pasotismo, en el cinismo, en ladrogradicción colectiva, o actitudes seme-jantes. En los países del Este todo esto ha sidomucho más estruendoso y llamativo. El fracasode los ideales revolucionarios, el despotismo

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de Stalin, el surgimiento de la nomenklatura,han sido fenómenos muy claros, sin máscara.En consecuencia, el derrumbamiento posteriortambién ha sido bastante estruendoso. Es loque estamos contemplando en el actualproceso de transformación de los países delEste europeo.

Pero el despojo de las falsas esperanzas,puede ser visto también como el momentomás cercano a la comprensión de la verdaderaesperanza. La verdadera esperanza es la quebusca la plenitud social, sin dar la espalda a latrascendencia, y a la inmortalidad de las per-sonas y de los pueblos. Sólo la certeza cristianade que habrá una plenitud social y personal alfinal de los tiempos puede refrendar y ase-gurar las esperanzas humanas intramundanas.

En este sentido el propio D. Bell hizo unlúcido análisis de la circunstancia de crisis post-moderna en que nos encontramos y su análisisle permitió anticiparse a acontecimientos muyrecientes. “Si es verdad que las palabras delpoeta apuntan al futuro -escribía a mediadosde los años 70-entonces en ese país en que lapoesía contemporánea ha hecho oír su vozmás vigorosa y ha expresado la angustia máshumana -en la Unión Soviética- la religiónconocería el mayor florecimiento en la cultura,si se rompieran los grilletes políticos del

régimen. En la escritura invisible que sepercibe sordamente, el tema subterráneo recu-rrente es el de la salvación del hombremediante la resurrección de la fetradicional”.42

3.3. La tridimensionalidad del nivel socio-personal

Con lo dicho hasta ahora hemos diferen-ciado algunos rasgos propios del nivel socio-personal. Más adelante me referiré, más enconcreto, a la empresa, y a sus peculiaridadesdentro de las realidades que están en ese nivel.Pero por lo pronto, con lo dicho ya hemoscaracterizado a la empresa en su raíz funda-mental, es decir, como una realidad que sesitúa ontológicamente en el nivel socio-per-sonal.Un sistema de cooperación inter-per-sonal.

Los modelos físico-mecánicos, biológicos,psicológicos, son insuficientes para com-prender las empresas, es decir, son reduccio-nistas. El método comprensivo de las cienciashumanas y, sobre todo, la perspectiva onto-lógica, exigen abandonar esos modelos en elmomento en que se advierte que con ellos esimposible una comprensión suficiente delfenómeno empresarial, como organización osistema de cooperación social. El método de laonto-antropología no admite simplificaciones

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o reducciones del fenómeno humano, talcomo a veces se intentan, con el fin de que seajuste a un modelo explicativo; por el con-trario, el método comprensivo y onto-funda-mental exige ampliar, precisar o remodelar losmodelos tantas veces como haga falta, paraque puedan hacerse cargo de la amplitud delfenómeno. Y hace falta hacerlo constante-mente porque, como se ha mostrado a travésde la cibernética, sólo la complejidad es capazde controlar la complejidad. Sólo un modelocomplejo se hace cargo de un fenómeno com-plejo. Sin esta actitud metódica se puedenhacer ideologías, pero no se puede hacerciencia social, ni onto-antropología, ni teoríade la empresa.

Decíamos, pues, que la empresa es, antetodo, un elemento del conjunto de lasociedad, uno de los tipos de organizaciones osistemas de cooperación social. Drucker señalaque “si queremos saber qué es un negocio,tenemos que comenzar por su finalidad. Y éstadebe encontrarse fuera del negocio mismo. Enrealidad debe residir en la sociedad, puestoque una empresa comercial es un órgano deaquélla”,43 Y como órgano social, no es otracosa que una red de interacciones o relacionesinter-personales.

En el organismo social se pueden distinguirtejidos y se pueden distinguir células. Porejemplo, las familias, las escuelas, los juzgados,los clubs de fútbol, los hospitales, los partidospolíticos, el parlamento, las parroquias, etc.Todas ellas son organizaciones más o menosarticuladas en redes más amplias, Todas ellasse caracterizan esencialmente por su finalidad,por su función social. Las empresas indus-triales, las empresas de servicios, las empresascomerciales, las financieras, etc, son determi-nados tipos de organizaciones. Pero, ¿cuál esel carácter específico y distintivo de estas orga-nizaciones que llamamos empresas? Druckernos ha dado en parte la respuesta: lasempresas se caracterizan por el tipo de funciónsocial a que responden, Su función las dis-tingue del resto de organizaciones sociales.

De todos modos, la formulación de Druckeres ambivalente. Por una parte dice que laempresa es un órgano de la sociedad, pero porotra parte dice que la finalidad del negocioempresarial está en la sociedad como lo queestá fuera de la empresa. La distinción espacialentre lo de “dentro” y lo de “fuera” siempreme ha parecido muy problemática para darleun sentido distinto del estrictamente físico,por lo que prefiero no aplicarla. Pero ademásno es acertada la clásica distinción liberal entre

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la sociedad como lo público, como lo exterior ylas empresas como la iniciativa privada, comolo individual, en el sentido de individualista.Este modo de considerar las cosas se ha mos-trado harto insuficiente.44

Por tanto, un negocio es ya un haz de sis-temas de cooperación social. Por ejemplo: elsistema de cooperación entre la sociedadfinanciera que presta los créditos y la empresacomercial. El sistema de cooperación con losproveedores, con los transportistas; con lasempresas publicitarias; el sistema de coope-ración que constituye internamente a unanave de producción industrial; o el que formanentre sí los distintos departamentos de unaempresa; y fundamentalmente, el sistema decooperación con los clientes. No basta condecir que todo esto indirectamente sirve ybeneficia a la sociedad, como algo exterior,hipostático, impersonal. Más bien lo queocurre es que todo eso es la sociedad y, comotal, es un conjunto de sistemas de servicios ybeneficios mutuos inter-personales, es decir,un conjunto de sistemas de coexistencia y coo-peración.

En esa red de sistemas de cooperación queconstituye el nivel ontológico de la existenciasocio-personal, hay una serie de dimensionesfundamentales, que curiosamente también se

estratifican por niveles. Son como los tejidosbásicos a los que pertenecen las distintascélulas sociales. Las empresas comerciales,industriales, y financieras son células de unmismo tejido.

A esos tejidos se los puede denominardimensiones de la sociedad. En realidadtambién son niveles de factores, pero es mejordenominarlos dimensiones, para destacar queson la subestratificación de un único nivelontológico: el nivel socio-personal. Veamoscómo formula Daniel Bell la diferenciación delas dimensiones sociales “Casi toda la cienciasocial contemporánea concibe la sociedadcomo un sistema unificado, organizado sobreel cimiento de un solo principio fundamental(para Marx las relaciones de propiedad, paraTalcott Parsons, un valor dominante como eléxito, que trata de reproducirse mediante lasinstituciones dominantes). Yo creo, en cambio,que el mejor modo de analizar la sociedadmoderna es concebirla como una difícilamalgama de tres ámbitos distintos: laestructura social (principalmente el ordentecno-económico), el orden político y lacultura”.45

Daniel Bell, junto con J. K. Galbraith y otrosautores han hecho importantes aportacionespara comprender la complejidad de las rela-

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ciones entre las distintas dimensiones o tejidossociales. La distinción entre ellas es clásica. Laencontramos ya en La República de Platón,46donde distingue tres tipos de hombres: loscomerciantes, los guardianes o militares, y losfilósofos. Es probable, además, que el filósofoque ha analizado con más agudeza esta dife-renciación de dimensiones haya sido el propioMarx,47 cuando distinguió entre la infraes-tructura (Basis), la estructura (Struktur) y lasuperestructura (Uberbau) de la sociedad.48

La formulación de Daniel Bell está másactualizada y además, como veremos, haceimportantes correcciones al planteamientomarxista. Se trata de la distinción entre:

1) el sistema tecno-económico: empresasindustriales, el sector servicios, los comercios,las sociedades financieras, los mercados devalores, las empresas agrícolas y ganaderas,transportes, etc.

2) la dimensión jurídico-político-militar: lasinstituciones y órganos jurídicos en general, losórganos políticos, a diferentes niveles -desdeel municipal hasta el internacional-, los par-tidos políticos, las organizaciones sindicales,los ejércitos, los sistemas de seguridad, depolicía y de orden público, etc.

3) la dimensión cultural: el sistema edu-cativo en sus múltiples niveles, las institucionesreligiosas,49 las Universidades, las institu-ciones para la investigación científica, las orga-nizaciones para la conservación del patrimonioartístico, las instituciones de mecenazgo, losgrupos de artistas, los medios de información yde comunicación, las empresas de espectá-culos, el folklore, etc,

El problema -como señala D. Bell- es que,con frecuencia, ha habido sociólogos que hanintentado reducir la complejidad de dimen-siones sociales a un único factor determinante,originario y radical. El materialismo dialécticode Marx es un ejemplo de estos reduccio-nismos.

En primer lugar, el materialismo dialécticomarxista procede a conectar las tres dimen-siones con una lógica determinista y necesaria,de manera que en este modelo social, no cabeuna cierta autonomía de cada una de ellas,dentro de la interdependencia. Sin embargo,esta cierta autonomía en la interdependenciay en la mutua complementariedad entre lastres dimensiones, es esencial e ineludible parael sistema social, porque se deriva del hecho deque las dimensiones de la sociedad reflejan lasdimensiones de la misma existencia libre de laspersonas humanas y de sus relaciones mutuas.

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Por otra parte, Marx establece una conexiónde tipo mecánico, necesaria y directa, entre lastres dimensiones de la sociedad humana.Además tal conexión mecánica es unilateral. Esdecir, la única dimensión realmente operantees la base tecno-económica. La dimensióntecno-económica es la que -para Marx- con-figura tanto la infraestructura como laestructura social. La superestructura “ideo-lógica”, en cambio, se reduce a ser unresultado de las fuerzas y relaciones de pro-ducción, que son lo único determinante de lavida social. ¿Porqué llegó a esa conclusión?Porque identificó la dimensión social tecno-económica con el nivel onto-lógico o sustratosocio-personal mismo, tomado en sí. ParaMarx, el nivel ontológico de la existencia socio-personal consiste en las fuerzas y relaciones deproducción tecno-económica. Marx toma laparte por el todo, una dimensión del nivelsocio-personal, por el nivel en sí mismo, con loque las demás dimensiones pasan a ser mera-mente epifenoménicas.

Por otra parte, para Marx, el nexo unificanteno consiste en un sistema de cooperación, sinoprecisamente en lo contrario: se trata de rela-ciones de explotación, que producen un anta-gonismo entre capitalistas y proletarios, y talantagonismo “es” la esencia de la realidad y

de la conciencia social. De ahí deduce Marx elmecanismo de funcionamiento de la realidadsocial: la explotación produce la alienación, yésta conduce a la lucha de clases, que es la quegenera dialécticamente las transformacioneshistóricas. En la sociedad industrial burguesa,según Marx, se produce dicho antagonismojustamente por la explotación capitalista de lostrabajadores. Es el mismo sistema económicoburgués el que genera su antítesis: el proleta-riado enajenado.

Este reduccionismo economicista le lleva aMarx a interpretar la estructura social comoalgo esencialmente determinado por la pro-ducción tecno-económica, la estructura sociales el conjunto de relaciones de producción conque se organiza y distribuye la propiedad y eluso de las fuerzas productivas. Las relacionespolítico-jurídicas tienen valor estructural sóloen la medida en que resultan de las relacionesde propiedad y de producción. Lo demás essuperestructura ideológica.

Y a su vez la superestructura ideológica sóloes, según Marx, el conjunto de medios de per-suasión y de influencia de los que se vale laclase explotadora, para llevara cabo la alie-nación. Esta dimensión de la sociedad es pura-mente epifenoménica, es una especie demáscara ficticia, aspecto superficial de una

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única realidad profunda: la explotación. Lacultura, el sistema jurídico-político represen-tativo, el arte, la religión, etc, están determi-nados, instrumental izados, por los interesesde la clase dominante. Marx no aceptaría quehubiera una relación de determinacióninversa, es decir, que las decisiones del sistemajurídico-político, o los fenómenos culturales,tuviesen un influjo determinante en el sistematecno-económico, en la formación de las clasesy sectores sociales; o en la modificación mismade los intereses de clase. Y sin embargo, la exis-tencia de estas direcciones de la determinaciónsocial se ha mostrado evidente en nuestrosdías.

Naturalmente, los militantes de los partidossocialistas europeos se han visto obligadoshace ya algunos años -y de modo acelerado,ante los últimos acontecimientos en el Este- arenunciar a este modelo ideológico bastantedemoledor de Marx y a matizar sus programaspolíticos con un pragmatismo de tipo neoli-beral. Esto es cierto, pero no lo es menos quelos partidos socialistas de los países occiden-tales -como, por ejemplo, sucede en España-siguen manteniéndose básicamente en unclaro materialismo, como posición cultural, ypor otra parte, siguen reduciendo sistemática-mente la lógica histórico-social a un plantea-

miento dialéctico dentro de las formas polí-ticas democráticas: es la repetida y rancia ideade que en el fondo de la vida social latesiempre una lucha entre dos facciones: Unafacción es la que los propios socialistas repre-sentan, a saber, los trabajadores y las clasessociales menos favorecidas, el pueblo, lasfuerzas sociales partidarias del progreso, de lalibertad-con-igualdad, es decir, las fuerzassociales con futuro. La otra facción son los ene-migos de la libertad, los que impiden el pro-greso social, los viejos explotadores prepo-tentes, los capitalistas retrógados, los quetienden al fascismo y al despotismo. Y en elplano de la política económica mantienen envigor la dialéctica entre el sector público y elsector privado.

No cabe duda de que los partidos social-demócratas occidentales han posibilitado efi-cazmente la gobernabilidad de muchos países.El pacto social-demócrata y el estado de bien-estar han sido grandes logros a los que talespartidos han contribuido y contribuyen nota-blemente. Además, tales partidos no sóloaceptan, sino que han sido importantes artí-fices de la estabilidad M juego democrático.Pero cabe sin embargo preguntarse si nosiguen aún manteniendo de modo muy sutilpero persistente, este planteamiento ideo-

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lógico dialéctico de la “mecánica” social comoun proceso de emancipación progresivo que seva alcanzando sólo en la medida en que elvector del futuro se sustrae a los retrógradosenemigos del pueblo, y avanza hacia el cambiosocial que ellos dirigen. Si los partidos socia-listas renunciaran a esta interpretación dia-léctica del vector histórico, ya no les quedaríanada con qué identificarse como fuerzas polí-ticas. La persistencia en este planteamiento nodebe interpretarse como una burla a la inteli-gencia de sus conciudadanos, sino como laúnica tabla de salvación de su identidad his-tórica. Si eso no es válido, ¿qué queda del tra-dicional socialismo ideológico, es decir, mar-xista? A penas un recuerdo vago, impreciso.50

Sin embargo, hoy día resulta claro que elmodelo materialista dialéctico no es viable. Laaplicación del reduccionismo economicista deMarx en los países del Este no ha logrado lle-varles a una sociedad del bienestar y de laabundancia socializada y pacífica. No halogrado llevarles al paraíso secularizado queprometió Marx. El materialismo dialéctico mar-xista se ha mostrado improductivo, improce-dente y, a la larga, inviable, incluso a nivel deresultados económicos y técnico-materiales.Pero hay muchos otros acontecimientos quedesmienten el planteamiento de Marx. La

sociedad postindustrial y la sociedad de lainformación y del conocimiento no respondena las predicciones del análisis social marxista.Las profecías pseudomesiánicas que Marx seaventuró a realizar han quedado desfasadaspor lo que hoy son factores decisivos del desa-rrollo: las nuevas tecnologías, las organiza-ciones, la informatización, la superación deuna sociedad de clases por una sociedad enque predomina la subestratificación de la clasemedia y sobre todo la diversificación de profe-siones, etc. También resulta claro que elproceso de evolución hacia la sociedad post-industrial se debe sobre todo a los avancescientíficos, a los planes de I+D y otros factoressemejantes que no parecen tener mucho quever con la legendaria lucha de clases, comofactor de progreso social.

J. K. Galbraith explica que el desarrollo delas naciones exige una evolución equilibrada yarmonizada de las tres dimensiones de lasociedad, anteriormente mencionadas. Cadauna de ellas tiene su propia secuencia his-tórica, pero si se avanza mucho en una y no enlas otras, se producen desequilibrios yentonces no hay verdadero desarrollo.

En todos los viejos países industrial izados -comenta J. K. Galbraith- se puso inicialmenteel acento en el desarrollo político y más tarde

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en el desarrollo cultura¡; y no en la inversiónde capitales. En los Estados Unidos, Europaoccidental, y más recientemente en Japón, sedestacó la importancia de un contexto políticoseguro tanto en el pensamiento como en laacción en pro del desarrollo económico (…) Yhay más que decir acerca del desarrollo cul-tural, y más específicamente de la educación,como requisito previo del desarrollo eco-nómico. Aunque, en general, los países ricosno han comprendido bien sus propios procesoshistóricos en este sentido, son muchos los indi-viduos que sí lo han hecho. Y han advertido,observando el mundo, un hecho notorio: noexiste un país con una población uniforme-mente alfabeta que no tenga un nivel de vidarelativamente elevado y creciente. No existeun país con una población en general anal-fabeta que lo posea. La educación no es unbien que el desarrollo económico produce; lasviejas naciones industriales saben por su expe-riencia que es la educación lo que permite eldesarrollo económico”.51

3 .4. La tridimensionalidad de la empresa

Las empresas, en general, pertenecen alnivel de los comerciantes -en la terminologíade Platón-, a la infraestructura (Marx), alsistema tecno-económico (D. Bell y J. K. Gal-braith), al “espacio” como ámbito de libertad

(Polo). Las empresas son las organizaciones ysistemas de cooperación que en las sociedadesmás o menos desarrolladas se hacen cargo dela producción de bienes de consumo y la pres-tación de servicios tecno-económicos, su distri-bución y comercialización. Las empresas son elmodo en que una sociedad desarrollada de unpaís con economía de libre mercado, se orga-nizan las tareas orientadas al desarrollo demedios técnicos cada vez más eficaces, y elaprovechamiento de los recursos naturales yhumanos. Las empresas realizan la producciónde bienes y la prestación de servicios tecno-económicos (cabe distinguir entre las empresascomerciales y las financieras, que son dosaspectos de esta función). Eso es lo que comer-cializan y ofrecen a los clientes.

Las empresas, por lo tanto, configuran laespecialización laboral y el sistema ocupa-cional tecno-económico. Como consecuenciade esta especialización o división de] trabajo,surge necesariamente el intercambio de bienesy servicios. Los dos criterios racionales o valoresmotivacionales preponderantes de este nivelson:

a) El aprovechamiento máximo de losrecursos, la calidad de] producto y del servicio,la competitividad comercial. Es lo que Barnardllamaba eficacia del sistema de cooperación.

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La economía de mercado tiene la gran ventajade ser la que fomenta más la eficacia empre-sarial.

b) La distribución de recursos justa y propor-cionada a las necesidades de utilización de losmismos; y proporcionada también a la calidady responsabilidad del trabajo; es decir, no unadistribución abstractamente igualitaria sinoequilibrada. La distribución de la riqueza debemantener un equilibrio proporcional entre losesfuerzos aportados por una persona(esfuerzos de preparación, de responsabilidad,de desempeño eficaz, de experiencia, etc.) y laretribución o compensación que recibe. Esteequilibrio es esencial para que exista lo quedenominamos justicia social.

En realidad, si no existe justicia social, lasorganizaciones pueden ser eficaces pero, sólopara los pocos que reciben un beneficioelevado. Y entonces se produce una eficaciaineficiente. Lo que Barnard llama eficiencia, esdecir, el grado en que una organizaciónsatisface los fines personales de todos los quecooperan en ella, se realiza mediante la justiciasocial y el fomento de la solidaridad. L. Polo hainsistido en la importancia de la justicia distri-butiva para el sistema tecno-económico. Estano consiste en una igualdad homogénea o

indiferenciada, sino en una equidad propor-cionaL

Curiosamente, para conseguir una mayoreficiencia y justicia social, también ha mos-trado sus ventajas la economía de mercado,cuando está bien dirigida y regulada por losórganos políticos. Las economías colectivistasni siquiera son mejores en el plano de la jus-ticia social. La experiencia de los países del estelo ha demostrado. De alguna manera, el libremercado facilita unas ciertas garantías de lacalidad de productos y servicios, un aprovecha-miento eficaz de los recursos, una oferta ocu-pacional, etc. En un mercado libre las empresasnecesitan ser eficaces y competitivas o de locontrario, sucumben ante la competencia. Elmodelo de economía central izada y burocra-tizada, al no aprovechar los mecanismos de lacompetencia comercial, no ofrece estasgarantías. A decir verdad, la economía de libremercado no es un modelo económico entreotros. El mercado, en cierto modo, es el reflejoen el nivel del sistema tecno-económico de laestructura fundamental del sustrato socioper-sonal: una pluralidad de personas libres quecooperan y se relacionan entre sí.

De todos modos, la economía de mercadotambién es frecuentemente mal entendidadesde los principios del liberalismo de Smith, o

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del neo-liberalismo. Se plantea el mercadocomo un proceso darwinista de selecciónnatural de empresas. La competitividad seentiende, entonces, como pura lucha por lasupervivencia. Y en esas condiciones lo únicoque se puede pretender es no sucumbir, esdecir, ser una empresa solvente. En estas con-diciones es lógico que esté muy extendida laopinión de que la finalidad de las empresas esobtener beneficios. Se suele pensar que lasempresas se distinguen por tener una finalidadexplícitamente lucrativa, frente al resto deorganizaciones sociales de carácter no-lucrativo.

Este planteamiento liberal es otro reduccio-nismo economicista semejante al de Marx.Consiste en fijarse solamente en la eficacia,pero no en la eficiencia. Se interpreta la fina-lidad de la empresa fundamentalmente comoaportación de máxima rentabilidad a los sociosaccionistas que sólo mantienen su inversión sihay rentabilidad. Todo lo demás: proceso pro-ductivo, organización, management, servicio alos clientes, atención a las reivindicaciones delos sindicatos, etc, son instrumentos de per-suasión y de influencia más o menos útiles parael único objetivo de obtener beneficios, sonsuperestructura o máscara ficticia.

Aquí nos volvemos a encontrar de nuevoante un planteamiento -muy extendido, pordesgracia- que toma la parte por el todo. Lainversión de capital, que es una parte delsistema de cooperación, se toma como el todo.La empresa se entiende como un sistema deobtención de beneficios para los inversores. Seproduce entonces una disociación entre capitaly trabajo. Los que trabajan no participan en lacapitalización. Los capitalistas no trabajan.Cada uno a lo suyo. Los beneficios, natural-mente, son para el capital que es lo únicodeterminante de la finalidad de la empresa,como sistema de obtención de beneficios.

J. K. Galbraith ha denominado a este reduc-cionismo ideológico heredado de A. Smith la“mística del mercado”. “La retórica de lospaíses capitalistas ricos -dice J. K. Galbraith-alaba con entusiasmo el mercado libre detrabas y restricciones; se le hacen reverenciasen todo el mundo industrial y, en verdad, noha muerto; pero la realidad moderna es unahuida en masa de su impredecibilidad, Detrásde las actuales angustias de los países indus-trial izados están los problemas -no resueltos yen gran medida ni siquiera encarados- de unmundo de grandes organizaciones. Ladevoción extrema a la mística del mercadolleva a negar que las grandes organizaciones

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lo han cambiado todo, Y, por lo tanto, lapolítica gubernamental se mantiene adecuadaa una etapa anterior del proceso histórico”.52

Realmente en el capitalismo liberal estáimplícito el antagonismo entre capital ytrabajo que Marx se encargaría de explicitar. Elcapitalismo liberal provocó la réplica mar-xiana, es decir, que la situación de las socie-dades capitalistas de mediados de siglo XIXdaban crédito a la teoría del antagonismo y dela explotación.53

En realidad, capitalismo liberal y marxismoson las dos caras dialécticamente opuestas dela misma moneda. El anverso y el reverso de unmismo reduccionismo unidimensional, que sellama “economicism”. A. Llano en su obra Lanueva sensibilidad ha mostrado cómo la evo-lución social ha desmentido esta unidimensio-nalidad, cómo somos testigos y protagonistasde una nueva sensibilidad ante la complejidaddimensional de la sociedad. Es un despertarque está lleno de expectativas y de peligros defracaso.54

3.5. El doble aspecto de la empresa

Pero no podemos quedarnos, sin más, enuna crítica a las concepciones standard delsistema tecno-económico y de su lugar en la

vida social, porque quedarse en la crítica nor-malmente es sinónimo de irresponsabilidad.

Aunque en la práctica lo que hoy en díaconstituye una grave irresponsabilidad es“defender” cualquiera de estos modelosstandard (capitalismo y colectivismo) en suestado puro. A falta de un modelo teóricoválido del sistema tecno-económico, ya hacemuchos años que se arbitran soluciones y fór-mulas intermedias, terceras vías, co-gestión,etc. Quizás la “economía social de mercado”que se aplica en la R.F.A. desde la postguerrasea la respuesta práctica más acertada anteeste problema. Por otro lado, la teoría deniveles de factores y de la pluridimensiona-lidad de cada nivel nos permite enfocar elnúcleo del problema y desentrañar algunasfibras de su complejidad.

En primer lugar ya hemos distinguido el sus-trato ontológico socio-personal (una plura-lidad de personas y sus relaciones de coope-ración) y las diferentes dimensiones de ese sus-trato, es decir, de las personas humanas, y desus mutuas relaciones de cooperación. Esta dis-tinción nos ha permitido advertir el carácterreduccionista de todo economicismo, porquela economía es sólo una dimensión, entreotras.

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Pero siguen abiertas otras preguntas: ¿cómose relacionan las mencionadas dimensionesentre sí? y ¿cómo se relaciona el sustrato y susdimensiones? A la primera pregunta hemosrespondido acudiendo al modelo de D. Bell y J.K. Galbraith. Las dimensiones se relacionanentre sí de modo no unilateral sino interactivo,y al mismo tiempo, con cierta autonomía. Deeste modo, cada dimensión tiene su propiasecuencia, sus propios dinamismos, pero almismo tiempo, cada una está en dependenciade las otras.

Queda aún por resolver la otra cuestión:¿cómo se relaciona el sustrato con sus dimen-siones? Esta es una cuestión de fondo querequiere atentos análisis, pero siempreteniendo en cuenta que las dimensiones de losocio-personal humano constituyen sus propie-dades ontológicas y, por lo tanto, son insepa-rables de lo que es en ese nivel de “ser”. Por locual es metafísicamente imposible separarcada dimensión de las demás, o separar una deellas del sustrato (de un grupo de personas);porque las propiedades ontológicas de algoson aquellas características por las que es loque es, y no otra cosa. Del principio aristotélicode no-contradicción, que es el primer principiode la ontología, se desprende que separar algode sus propiedades esenciales es exactamente

igual de imposible que la contradicción, esdecir, que algo fuera lo que es, al tiempo quedejara de ser lo que es; el principio de no-con-tradicción permite denunciar la insuficienciade los modelos de desarrollo humano que sondeshumanizadores.

Por lo tanto, todas las personas humanas, ytodas las relaciones interpersonales humanas,todos los grupos sociales, todos los sistemas decooperación, poseen esta tridimensionalidad.Este principio general tiene múltiples implica-ciones:

1) Si todas las relaciones interpersonales yorganizaciones tiene tal tridimensionalidad,entonces la familia también la tendrá. Alhablar de los factores biológicos de la coope-ración ya hemos mencionado las razones bio-lógicas por las que la familia es la organizaciónnuclear o básica de toda sociedad humana.Junto a ellas, hay razones importantes por loque se refiere al papel nuclear y básico de lafamilia en la realización personal y en la reali-zación de la sociedad. La familia, en efecto, esun ámbito insustituible de la existencia per-sonal, es un modo culminante de relacióninterpersonal en la coexistencia y en la coope-ración. Es un sistema de cooperación másradical, más profundo, más relevante para lapersona misma, que cualquier otro. Y son las

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dimensiones más profundas del espíritu lasque exigen que la realización de la persona-lidad se desenvuelva en un ámbito familiar. Ladeuda de todos los sistemas de cooperacióncon las familias se pone de relieve si se con-sidera que a ellas deben el relevo genera-cional. Sin familias no habría sistemas de coo-peración, porque no habría sociedad humana,ni generaciones, ni formación básica de nuevosseres humanos.

Pues bien, el carácter nuclear y básico de lafamilia se manifiesta en las tres dimensionesde lo social:

a) La familia es la primera organización deservicios y tareas, la primera expresión deadministración económica en común. Laprimera “escuela” de responsabilidad econó-mica, de capacidad de trabajo, y de habili-dades y destrezas básicas. Cabe señalar en estepunto la urgente necesidad que tienen hoy díalas sociedades desarrolladas de una revalori-zación de las tareas de administracióndoméstica como tarea humana, y de su rele-vancia social. La dirección de la familia y lacrianza y educación de las nuevas genera-ciones constituyen un conjunto integrado detareas, una ocupación de máxima relevanciapara la sociedad. Hay un cierto punto de vista,el de la fundamental ¡dad, el de la origina-

riedad, desde el que se muestra como obvioque el trabajo doméstico es el trabajo másnoble, de un sistema laboral que se organicedesde criterios antropológicos adecuados,

b) La familia también es la primera organi-zación “política” en el sentido de que en ellase realiza la vinculación jurídica de modobásico, en ella se dan las primeras manifesta-ciones de autoridad y liderazgo, así como decomportamiento cívico, convivencia pacífica yparticipación.

c) Por último, la familia también es la orga-nización básica en el orden cultural. En ella secrea una “cultura familiar”, es la primeraescuela de lenguaje ordinario, de comuni-cación y de diálogo. También es un núcleobásico en lo que se refiere a la transmisión dereligiosidad.

2) Otra consecuencia de aquel principiogeneral que formula la tridimensionalidad detoda organización sociopersonal es lasiguiente: si tal principio es válido, entonceshabrá que admitir que las empresas comer-ciales o financieras tienen una dimensión cul-tural y política, Que las instituciones político-jurídicas, como los órganos de gobierno muni-cipales o el ejército, tienen una dimensión cul-tural y económica. Y, por último, que las insti-tuciones culturales como la Universidad, las

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escuelas, e incluso las instituciones religiosas,tienen una dimensión política y tecno-eco-nómica. Ahora bien, por otra parte, cada unade estas instituciones pertenecen propiamentea uno de los tres ámbitos y no a los otros.¿Cómo resolver esta aparente paradoja?

Creo que Ch. Barnard nos pone en la pistade una solución satisfactoria, cuando distinguelos dos puntos de vista que se pueden adoptaral considerar a la persona. Por una parte,desde un cierto punto de vista, se la puedeconsiderar en sí misma como un todoautónomo y por otra parte, desde otro puntode vista, se la puede considerar en cuantodesempeña un rol, una función, una ocupaciónen un sistema de cooperación con otras per-sonas. Desde el primer punto de vista, cadapersona por su mismo ser, posee todas lasdimensiones propias del ser personal humano,por lo tanto, su existencia tiene dimensionestécno-económicas, político-jurídicas y cultu-rales. Desde el segundo punto de vista, cadapersona tiene una ocupación, un rol, unadeterminada función en el sistema (en rea-lidad hoy en día, lo normal es que cadapersona tenga distintas funciones en distintossistemas de cooperación y pertenezca amuchas organizaciones).

Esta función puede integrar tareas másespecializadas en alguna de las dimensiones.Por ejemplo, ocupaciones de la dimensióntecno-económica serían: director general deuna multinacional, manager, agente de bolsa,banquero, ingeniero, arquitecto, agricultor,etc. Ocupaciones de la dimensión políticapueden ser: funcionario de un organismoestatal, juez, diputado del parlamento,alcalde, jefe sindical, diplomático, policía,militar, representante de la patronal, etc. Ocu-paciones de la dimensión cultural pueden ser:artista, profesor universitario, o de enseñanzamedia, editor, periodista, deportista, escritor,directivo de una empresa de espectáculos o deun teatro, etc.

Pero si tenemos en cuenta que la sociedad,es decir, el conjunto de relaciones interperso-nales, pertenece al sustrato ontológico tantocomo las personas mismas, entonces cabeadoptar también ese doble punto de vista paralas sociedades, los grupos, los conjuntos derelaciones inter-personales, o sistemas de coo-peración. Se pueden considerar en sí mismoscomo un todo autónomo, como una porciónde la sociedad, y en ese caso siempre poseen latridimensionalidad. Pero se pueden consideraren su función social, es decir, en su específicaaportación respecto de un todo social más

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amplio, y entonces pueden estar especiali-zados en una de las tres dimensiones. Cadasistema de cooperación es, por una parte, ungrupo de personas consideradas en su tota-lidad, y, por otra parte, un grupo de personasque desempeña una función específica res-pecto al todo social más amplio. Este segundopunto de vista atiende a lo que se podría con-siderar la ocupación específica de cada sistemade cooperación. Es lo que SeIznick llamó elcarácter de una institución.

La exigencia ética de saber conjugar siempreeste doble punto de vista fue formulada ya porKant cuando estableció como un imperativode la razón práctica lo siguiente “obra de talmodo que no trates a la humanidad ni en tupersona ni en la de otros meramente comomedio, sino siempre, al mismo tiempo,también como fin”.55 Tan propio de la dig-nidad del ser humano es su capacidad dehacerse instrumento para los otros sereshumanos, como su condición de poseer unincondicionado derecho al respeto. Sólo laspersonas son capaces de autoinstrumentali-zarse en orden a la cooperación con las demáspersonas, y precisamente por ello, sólo ellasson destinatarias válidas de esta autoinstru-mentalización ajena. A su vez, sólo las per-

sonas son capaces de auto-respetarse, y porello son destinatarias válidas del respeto ajeno.

Este doble punto de vista permite solucionaralgunas aporías que surgen ante la cuestión dela finalidad de las empresas. Ciertamente lasempresas industriales, comerciales y finan-cieras tienen como objetivo principal la efi-cacia y eficiencia tecno-económica. La funciónsocial específica de estas empresas es la pro-ducción, distribución y comercialización debienes de consumo y el desempeño de serviciossituados en el orden de la dimensión tecno-económica, que reporten beneficios o presta-ciones tecno-económicas para los agentes o losmiembros de la empresa, proporcionados a lasprestaciones que la empresa ofrece mediantesu actividad. En las sociedades de economíalibre, cada empresa cumple su finalidad espe-cífica buscando cubrir una demanda deter-minada de un sector y procurándose laobtención de beneficios proporcionales a susprestaciones. Esto se hace a través del inter-cambio en el mercado o a través de contratos.

Todo esto implica que la finalidad específicade estas empresas no es simplemente obtenerbeneficios. El asunto es más complejo:primero, porque los bienes que se producen olos servicios que se prestan forman parteesencial de la finalidad. La finalidad tecno-eco-

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nómica es justamente un intercambio. Seproduce, se prestan servicios y -a cambio- seobtiene del cliente un precio justo, por esosproductos o servicios. La finalidad específica delas empresas es precisamente este intercambio,con su doble aspecto. Además, en este inter-cambio, el beneficio es la totalidad de lo quese obtiene por la prestación que se hace y suapropiación por parte de todos los que hancontribuido en la actividad empresarial, cadacual en la medida proporcional a su contri-bución, pues de otro modo el sistema de coo-peración sería injusto, y a la larga, eso quieredecir ineficiente. Además la correcta distri-bución de los beneficios es tan intrínseca-mente relevante en la finalidad de la empresacomo la misma obtención de beneficios.

El beneficio de una empresa comercial, nose reduce sólo a lo obtenido por los inversores,los accionistas, etc. Este es el beneficio queellos obtienen por su inversión de capitales.Pero la finalidad de la empresa como inter-cambio permite comprender que toda apor-tación (trabajadores, directivos, proveedores,empresas complementarias, comerciantes, etc.)tiene que tener su beneficio correspondiente yproporcional. Esto implica que si el personalasalariado realmente forma parte de laempresa, entonces el salario también es un

beneficio, De otro modo no se distinguirían ennada un asalariado perteneciente a laempresa, de un proveedor, o del personal deuna empresa complementaria contratada.56

La concepción del salario como parte delbeneficio no significa una participación de losasalariados en el beneficio de otros -de losaccionistas-. Esta concepción sigue enten-diendo el beneficio exclusivamente como larentabilidad del capital. Se trata de que elsalario es el beneficio proporciona¡ que cadatrabajador obtiene por sus prestaciones. Lossalarios son beneficio ya distribuido. Si se da elcaso de que un accionista contribuye tambiéncon su trabajo directivo y operativo en laempresa, o al revés, que un trabajador o undirectivo invierte en su empresa, entonces,cada una de estas dos prestaciones (su trabajoy su capital inversor) tiene su propio beneficio.

Por lo tanto el beneficio así entendido,como el aspecto receptivo de cualquier inter-cambio, no es lo mismo que la rentabilidad. Larentabilidad implica siempre una plusvalía quese considera al margen del trabajo; algo asícomo un milagroso incremento mágico delbeneficio de algunos, sin que eso impliquemayor esfuerzo o mayor aportación por suparte. Se dice que lo que se aporta es el riesgo¿pero tiene sentido aportar riesgo? Por

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esencia, el riesgo es algo que intentamosevitar, es decir, no parece ser un valor que hayaque fomentar, más bien es un contra-valor. Lacapacidad de riesgo puede parecer una virtuden el juego, o en las apuestas, ¿pero el sistematecno-económico y el mercado, constituyenrealmente un juego? Hay quienes piensan quesí. Lo quepa rece claro es que el juego y lasapuestas arriesgadas se pueden -y quizás sedeben- aceptar en determinadas circuns-tancias, pero como modelo paradigmático desistema, me parecen discutibles. En general, elriesgo interesa evitarlo todo lo que se pueda,aunque nunca es posible evitarlo totalmente, ysin duda en determinadas circunstancias, lasdecisiones y las acciones exigen asumir unriesgo.

Además, la rentabilidad a veces se entiendede un modo que rompe la proporcionalidaddel intercambio. Son los especuladores quejuegan a obtener beneficios sin esfuerzo pro-porcional. El “especulacionismo” económicoseguramente es tan problemático como la filo-sofía “especulativa”. Es un modelo de acciónhumana que metiendo la realidad en un tor-bellino caleidoscópico de representacionesespeculares, acaba por hacer perder de vista ladiferencia entre lo real y lo ficticio, la realidady las representaciones especulares. Por eso

creo que hay que distinguir entre el beneficio,como aspecto receptivo de todo intercambio, yla rentabilidad que sólo corresponde a unintercambio proporcional en algunos casos, yen otros no.

Desde luego la obtención de beneficiostiene que ver con la finalidad específica de laempresa, porque ese valor añadido implica uncrecimiento económico natural y necesariopara la eficacia tecno-económica, que es justa-mente la finalidad de la empresa. Este creci-miento es natural y necesario porque si unaempresa no es rentable, quiere decir que nopuede sobrevivir por si misma, que no puederecapitalizarse, y puede llegar a ser parasitaria.

El beneficio, por lo tanto, es una condiciónde posibilidad de la supervivencia de laempresa y de su crecimiento y estabilidadnaturales. El beneficio es un índice funda-mental que refleja la competencia y eficacia dela empresa. Sin embargo, no es el único índiceindicador de la salud de una empresa. Ademásno se debe tomar un indicador por lo indicado,ni una condición de posibilidad de la actividadempresarial, por su finalidad misma.

La idea de que la finalidad de la empresa esobtener beneficios lleva a la conclusión de queel proceso productivo, la comercialización, laorganización del trabajo, etc., son puramente

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ocasionales. Sin embargo, parece claro que,por ejemplo, para una empresa de fabricaciónde calzado, la producción de zapatos decalidad, a buen precio y fabricados medianteun sistema de cooperación que organizapuestos de trabajo dignos y justos son aspectosintrínsecamente relevantes en el cumplimientode su finalidad. Por otra parte, este modelo deempresa-para-el-beneficio hace imposiblecualquier criterio de discernimiento entre laobtención de beneficios éticamente válida yjusta, de la obtención de beneficios porfraude, competencia desleal, especulación otráfico de influencias.

El beneficio no es, por tanto, el único indi-cador de la eficacia técnico-económica de unaempresa. Puede haber empresas comerciales yfinancieras que cumplan con eficacia sufunción social y que, por las condiciones delsistema, obtengan muy pocos beneficios en undeterminado período de tiempo. Y puedehaber empresas que obtengan muchos bene-ficios y que, sin embargo, no cumplan sufunción social con la competencia que sería deesperar o, incluso, que estén provocando unafuerte disfunción social. El beneficio, por lotanto, es una parte fundamental, pero sólouna parte, de los indicadores de eficacia y efi-ciencia empresarial. Es un indicador económico

importante, pero hay otros indicadores econó-micos: distribución, incentivos, etc. (por otraparte, también hay indicadores de eficienciaque no son económicos, como las condicionesfísicas, biológicas y psicológicas de los puestosde trabajo, cultura empresarial, prácticas departicipación, políticas de empresa, etc.).

Hemos abordado la cuestión de la finalidadespecifica de las empresas industriales, comer-ciales y financieras. Pero éste es sólo un puntode vista. Desde otro punto de vista, lasempresas comerciales, industriales y finan-cieras son grupos de personas, que, como cual-quier otro grupo de personas, coexisten, con-viven y cooperan. No debemos considerar a laempresa nunca sólo como un medio para lasociedad, sino siempre al mismo tiempo comoun fin. Es decir, como una pequeña parte de lamisma sociedad. Y podemos comprenderentonces que también para las personas deempresa, la dimensión económica de sutrabajo es sólo un aspecto parcial de él. Desdeeste punto de vista, en la vida empresarialjuegan un papel esencial los factores jurídico-políticos y los aspectos culturales, igual queocurre en cualquier otro grupo de personashumanas en funcionamiento. Este es el funda-mento filosófico que explica el desarrollo queestá adquiriendo actualmente la cultura

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empresarial. Cada vez se constata más seria-mente que el éxito y la excelencia empresarial,en la mayoría de los casos, está muy rela-cionado con el fomento de una cultura de laempresa, definida con valores humanos clarosy operativos, y bien liderada y organizada parapermitir el desarrollo de las personas en todassus dimensiones.

En conclusión, como ya advirtió ChesterBarnard, la eficacia y la eficiencia de lasempresas tecno-económicas mismas es muchomás que su reflejo en el beneficio. A la larga,las empresas que obtienen más beneficios, sonprecisamente las que tienen en cuenta pruden-cialmente todos los factores humanos queentran en juego para alcanzar la eficacia y la

eficiencia. Las que saben dar a los cifras delbeneficio contable cuantitativo el lugar que lecorresponde, importante e imprescindible,pero secundario, medial y sígnico.

NOTA BIOGRAFICA

Ignacio Miralbell Guerín es Profesor Ayu-dante del Departamento de Historia de la Filo-sofía de la Universidad de Navarra y miembrodel Departamento de Investigación del Semi-nario Permanente Empresa y Humanismo.

Es autor de varios artículos sobre la historiadel pensamiento tardo-medieval y los orígenesde la filosofía moderna.

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1. Ch Barnard, The functions of the Executiv,La citaré en su versión castellana Las funcionesde los elementos dirigentes, traducción de F.Jardon Santa Eulalia, Instituto de estudios polí-ticos, Madrid, 1959, p. 11

2. Ibidem, p. 8

3. F. W, Taylor, The principies of ScientificManagement, Nueva York, 1911.

4. H. Fayol, Industrial and General Adminis-tration, Londres, 1930,

5. P. Koslowski, Moralidad y eficiencia, líneasfundamentales de la ética económica, Cua-dernos Empresa y Humanismo, nº 7, Univer-sidad de Navarra, p. 11.

6. Aunque Aristóteles es el fundador de laontología como ciencia suprema y el herederode la larga historia de especulación filosóficagriega, sin embargo él no llevó a cabo estaapertura de la ontología a la onto-antropo-logía, Por lo tanto la cuestión del ser-del-hombre exige llevar la ontología a desarrollosque están más allá de su propia contribución ala ontología. Y por lo que hace referencia a laperspectiva teológica, el mismo Aristóteles,como es sabido, desarrolla una onto-teologíaen los últimos libros de su Metafísica. Por otrolado, ya son muchos los estudios sociológicosactuales que ponen de manifiesto la necesidad

de la averiguar las conexiones entre estas pers-pectivas, Piénsese por ejemplo, en los estudiosde Max Weber sobre la relación entre la teo-logía calvinista y los orígenes del capitalismo.

7. Ch. Barnard, op. cit., cap III y IV.

8. Ibidem. p. 71.

9. F. Nietzsche, “De la superación de símismo”, 2ª parte de Así habló Zaratustra, enObras Completas, Aguilar, Buenos Aires, 195 1;tomo VII, pp. 118-121.

10. M. Heidegger, Introducción a la Meta-física, Ed Nova, Buenos Aires, 1969, p. 82-88 yss.

11. R. Spaemann, Lo natural y lo racional,ed. Rialp, Madrid, 1989.

12. P Drucker, La gerencia de empresas,Colección Perspectivas, Barcelona, 1979, p.384.

13. Cfr. I. Ballesteros, “Postmodernidad yecología: pensar integral y actuar local”, enPostmodernidad: decadencia o resistencia, ed.Tecnos, Madrid, 1989,

14. L Polo, Ricos y pobres, Igualdad y desi-gualdad. Cuadernos Empresa y Humanismo, nº11.

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15. Sobre la importancia de la familia comocomunidad primaria, cfr. la Política de Aristó-teles.

16. L. Polo. op. cit.

17. Aristóteles, Sobre el alma, 402a-435b.

18. Ibidem, 432b

19. L. Polo, Curso de Teoría del conoci-miento, Tomo 1, Eunsa, Pamplona 1985

20. En los últimos años se está avanzandomucho en el campo de la psicología cognitiva,y es una de las especialidades con más futurodentro de la psicología Cfr. P. Ha, Lindsay y D.A. Norman, Introducción a la psicología cog-nitiva, ed. Tecnos, Madrid, 1983 o M, VegaIntroducción a la psicología cognitiva, AlianzaEditorial, Madrid, 1984.

21. Cfr Maslow, Motivation and personality,Ed. Harper and Row, New York 1970, capítulo2.

22. Cfr Jacinto Choza, Conciencia y afecti-vidad (Aristóteles, Nietzsche, Freud), Eunsa,Pamplona, 1978

23. Cfr. L. Polo, Curso de teoría del conoci-miento, Tomo II, Eunsa, Pamplona, 1989,Lección primera

24. Es interesante a este respecto la apor-tación de K. Popper y J. Eccles en su célebreobra: El yo y su cerebro, Ed, Labor, Barcelona,1980).

25. Aristóteles, Metafísica, 980a.

26. Una interpretación adecuada de lateoría aristotélica de la abstracción permitetambién una cierta normativa para su ejercicio.No toda abstracción es correcta. Se puede abs-traer incorrectamente, Esto exigiría una diluci-dación de la relación entre esta operación inte-lectual y la inducción, la analogía, la ejemplifi-cación, la verificación, el juicio, la reflexión, lasuposición, etc. A lo largo de este artículo seven numerosos ejemplos de abstracciones enfalso. Un caso de abstracción en falso es la queocurre cuando se considera aisladamente unobjeto como si su conexión con las realidadesafines o contiguas no existiera. La abstracciónes falsa cuando se lleva a cabo mediante unademarcación artificial de un objeto, olvidandoel carácter artificial de tal demarcación.

27. Maslow, op. cit. capítulos 11, 12 y 13.

28. Cfr. Herzberg, Work and the Nature ofMan, World, Cleveland, 1966

29. J. A. Pérez López, “Las motivacioneshumanas” , Nota técnica de la División deInvestigación del IESE, Enero de 1985, pp. 9-10.

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30. Ibidem, p. 9.

31. Algunas investigaciones recientes sobreteoría de la voluntad son: R. Alvira, Reivindi-cación de la voluntad, Eunsa, Pamplona, 1988;o también, Varios autores, Dimensiones de lavoluntad, Ed. Dossat, s.a; Madrid, 1988.

32 . Precisamente en la Crítica de la RazónDialéctica, escrita a finales de los años 50, J. P.Sartre desarrolla una teoría dialéctica delfenómeno del agrupamiento humano y de lavinculación mutua por juramento. Cfr. Críticade la Razón Dialéctica, ed Losada, Madrid,1960.

33. Aristóteles, Política, 1253a,

34. Cfr. Aristóteles, Etica a Nicómaco, LibroVIII.

35. CH. Barnard, op, cit, p 59

36. E. Husserl, Die Krisis der europaischenwissenschaften und die Transzendentale phae-nomenologie, Husserliana, GesammelteWerke, Ed. Martinus Nijhoff, 1962 Band VI.,Frege, Fundamentos de la Aritmética, Ed. Laia,Barcelona, 1972, pp. 13-21. Heidegger, DieLehre vom Urteil im psychologismus, enGesamtausgabe, ed. Vittorio Klostermann,Frankfurt am Main, 1978, Band 1, ss. 59-187.

37. Ch. Barnard, op, cit., p. 35.

38. Cfr. Martin Kriele, Liberación e ilus-tración, Herder, Barcelona, 1982.

39. Hegel, Grundlinien der Philosophie desRechts, Suhrkamp, Frankfurt, 1970, VII, & 124,s. 233. Sobre esta tesis hegeliana Cfr. unreciente artículo de Daniel Innerárity: “DerEuropäische Sinn der Freiheit” (El sentidoeuropeo de la libertad), en Prima Philosophia,Sonderdruck, Junghans-Verlag Cuxhaven,Band 2, Heft 4, 1989.

40. Cfr. Juan Cruz Cruz, Hombre e historia enVico, Eunsa, Pamp1ona, 1982, capítulo IX. Loselementos del sentido común: las religiones,los entierros y los casamientos.

41. D. Bell, Las contradicciones culturales delcapitalismo, Alianza Editorial, Madrid 1977, p.39.

42. Ibidem, p. 40.

43. P. Drucker, op. cit., p. 56

44. Sobre esta insuficiencia de la concepciónneoliberal de la empresa privada, cfr. I. Are-llano. Cuadernos Empresa y Humanismo nº 16,pp. 16 y 17.

45. D. Bell, op cit, p 11.

46. Cfr. Platón, La República.

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47. Cfr. K. Marx, El Capital: crítica de la eco-nomía política, Traducción de W. Roces EdCenit S A., Madrid, 1934. De todos modos, estadistinción se encuentra ya muy agudamentedesarrollada en la obra de Hegel. Marx la tomóde ahí, y la elaboró de modo más científico-positivo,

48. L. Polo desarrolla también una teoría dela tri-dimensionalidad de la sociedad, Polohabla de tres ámbitos de la libertad. El primerámbito es la espaciosidad, como ámbito delibertad, es decir, como la expansión de lalibertad humana en forma de transformacióny dominación de la naturaleza para obtener“medios” o recursos para la existencia humanaEs el ámbito de los medios La libertad seexpansiona como fuerza organizadora y trans-formadora de espacios para ser habitados. Unsegundo ámbito de libertad sería la “inti-midad”. La expansión de la libertad comoorganizadora del tiempo, Es el ámbito de lasubordinación de los distintos fines más omenos inmediatos, y de la organización de lasactividades en su mutua complementariedad.

Por último, hallamos un tercer ámbito de lalibertad, el más alto, que es el de la “desti-nación” de la persona, Es el ámbito de laapertura a la trascendencia, y de los vínculosmás hondos. Cfr. L. Polo, “Las organizaciones

primarias y la empresa” en El Balance social dela empresa y las instituciones financieras, I Jor-nadas de estudio sobre economía y sociedad,ed, por el Banco de Bilbao, Madrid, 1981,

49. La religión tiene varios aspectos. En uncierto aspecto la religión cristiana constituyeuna elevación del ser socio-personal humano aun nivel más alto: el nivel de la filiación divina,de la vida de la gracia, es decir, el nivel de losobrenatural. Esta elevación es una “gracia”,es decir un don que no destruye la naturalezasino que la perfecciona. Pero en su aspectohumano, la religión es una dimensión delhombre que está básicamente en el ámbitocultural. En ese segundo sentido, sostengo quela religión es lo más alto del ámbito cultural -que a su vez es el ámbito más alto-, La religiónes la cúspide, el vértice de la tridimensiona-lidad humana, Esto se muestra en que las másgrandes manifestaciones y experiencias cultu-rales -artísticas, filosóficas, literarias, depor-tivas, folklóricas, etc.- tienen un último fondoreligioso que las convierte a veces en algo muycercano a lo sagrado. Y esto no es una defor-mación de la religión, sino todo lo contrario,se trata de una multiforme plasmación de suraigambre, en el ser humano Muchas vecesconstituye tina participación o una plasmaciónhumana de algo cuyo sentido muestra una

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cierta vinculación simbólica e íntima con loreligioso

50. Sobre el socialismo de los países occiden-tales, cfr. J. Arellano, op, cit

51. J. K. Galbraith, Naciones ricas, nacionespobres, ensayos sobre la persuasión polítiyeconómica, Ariel, Barcelona, 1986. ca

52. Ibidem, p. 75.

53. La gravedad del conflicto social decimo-nónico y de principios de nuestro siglo, pro-vocado por la práctica del capitalismo liberal,ha sido puesta de manifiesto en todas las Encí-clicas de los Romanos Pontífices sobre lacuestión social. La doctrina social de la Iglesiasiempre luchó denodadamente contra las abe-rrantes consecuencias del economicismo indivi-dualista, y también desde sus inicios advirtióque la solución del economicismo colectivistade Marx era un remedio mucho peor que laenfermedad Frente a esto, el Magisterio de laiglesia ha desarrollado su “doctrina social” enla que están sólidamente fundamentados losprincipios de una concepción cristiana y huma-nista de las cuestiones socio-económicas. cfr. J.M. lbáñez Langlois, Doctrina social de laIglesia, Eunsa, Pamplona, 1987,

54. Cfr, A. Llano, La nueva sensibilidad,Espasa-Calpe, Madrid, 1988

55. I. Kant, Fundamentación de la metafísicade las costumbres, A K., IV, p. 429.

56. Cfr. L. Polo, Las Organizaciones primariasy la empresa, op. cit. p, 131-135. En este escritoLeonardo Polo ofrece una fundamentaciónfilosófica global para asentar las bases de estanueva filosofía de empresa, Y de tal funda-mentación filosófica global se extraen nume-rosas consecuencias prácticas que me parecende gran interés, Una de ellas es la propuesta deampliar la noción de beneficio, haciéndolaextensible al salario, propuesta que posterior-mente ha sido planteada por J. M. Basagoiti en“Empresa y Hombre: lo cambiante y lo inmu-table”. Servicio de documentación Empresa yHumanismo, nº 8, donde afirma: “…una de lascosas que hay que hacer es pasar el salario delos costos a las utilidades, Esto rompe mucholos esquemas contables tradicionales, peropermite enfrentarse a la nueva realidadempresarial Todas las normativas sociales danal salario una primacía sobre los demás valoresde la Empresa, que, además, se merece. Sinembargo, se relega al capítulo de costos,cuando es la primera utilidad que la Empresaofrece a la sociedad”.

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