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  • EL PROBLEMA DEL ECLECTICISMOEN LA ARQUITECTURA ESPAOLA

    DEL SIGLO XIXPOR

    PEDRO NAVASClffiS PALACIO

    .Uno de los aspectos ms sugestivos, y al mismo tiempo ms dis-cutidos, de la arquitectura del siglo XIX es el del eclecticismo. Es untema de suyo polmico, porque polmica es la esencia misma delsignificado de eclecticismo, bien se refiera a la pintura boloesa delsiglo XVII o, como aqu se trata, a la arquitectura del XIX. Al mismotiempo, el frecuente error de denominar eclctica a toda la arqui-tectura del sglo XIX, al igual que el romanticismo llam gtica atoda la arquitectura medieval, no hace sino confundir an ms lostrminos del problema. Por otra parte, la utilizacin del trminoeclecticismo con sentido peyorativo, como sinnimo de mal gusto,ha hcho de este tema algo cerrado y carente de inters, sin darsecuenta de que se trata de un fenmeno histrico-esttico de impor-tancia critica que afect a Europa entera durante el pasado siglo.

    Sin embargo, la arquitectura .eclctica, ms importante por loque tiene de planteamiento terico que por sus realizaciones, hasido 'ya objeto de una cierta atencin por la moderna crtica, comola que le dedica Peter CoIlns en su obra "Los ideales de la arqui-tectura moderna; su evolncin (1750-1950)" (1). ColIins revisa el

    (1) Collins, P.: Los ideales

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    significado de eclecticismo, haciendo notar que era una nocin familiar en Francia ya desde 1830, a partir de los escritos de VctorCousin y especialmente despus de la aparicin de su libro "LaVerdad, la Belleza y Dios" (1853), en la que afirmaba que el eclec-ticismo era el resultado inevitable de una poca historicista. Entretanto, en Inglaterra, la publicacin de "An Historical Essay on Ar-chitecture" de T. Hope (1835), plantea de modo claro lo que podriallamarse intencin del eclecticismo: "Nadie parece haber tenidoan la idea de recoger de cada uno de los estilos arquitectnicosdel pasado lo til, ornamental, cientfico, de buen gusto y reunirlocon nuevas formas y disposiciones, haciendo nuevos descubrimien-tos, nuevas conquistas, nuevos productos desconocidos en otros tiem-pos. y una arquitectura que, nacida en nuestro pas, desarrollada ennuestro suelo, en armona con nuestro clima, instituciones y cos-tumbres, fuese a la vez elegante, apropiada y original, y que mereciese verdaderamente ser llamada "nuestra" (2). La importanciade este texto se hace patente cuando pensamos que ya Caveda, ensus famosas "Memorias" (1867), haba traducido al castellano elprrafo citado (3), lo que demuestra el inters de nuestros criticosy arquitectos por el acuciante problema que se planteaba a la aroquitectura tras la crisis del neoclasicismo como estilo nico. Nuestroeclecticismo, puede decirse, fue gestndose en la etapa isabelina(1833-1868) cuando todava la Academia, refugiada en un tardoneoclasicismo, dirigia la vida artstica del pas, si bien algunos he-chos, tales como la creacin de la Escuela de Arquitectura (1844) Yla abundante historiografa artstica que revaloriz el arte medieval,pondrian fin a esta situacin. En efecto, el Romanticismo, con supeculiar matiz neomedievalista, haba dado un golpe certero al froneoclasicismo que rebasaba ya el primer tercio del siglo XIX. Unadura lucha se entabl entre clsicos y romnticos, especialmenteruidosa en el campo de las letras (4), si bien al final, como recuerda

    (2) Cito por Coliios, ob. cit., pg. 118.(3) Caveda, Jos: Memori... pora la historia

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    E. Allison Peerll, "fue el eclecticismo y no el romanticismo el querealmente triunf" (5).

    Este eclecticismo, sin embargo, no es un todo homogneo, Binoque atraviesa, a mi modo de ver, tres etapas bien definidas. Se daun primer eclecticismo tras la liquidacin del neoclasicismo, que es,sobre todo, experimental, indeciso y de vida efmera, cuyo intersreside en haber dado la batalla al clasicismo y en buscar en la EdadMedia nuevos elementos que pudieran serIe tiles, sin saber todavaexadamente qu derrotero seguir. A sta sigue una segunda etapaen la que se afirma la necesidad de que la arquiteetura y el arteen general sea eclctico, como solucin de compromiso, en tantose logra una frmula definitiva que responda al "espritu del sglo".Es, sin duda, la etapa ms decidida del eclecticismo que dio lugar auna interesante y bien entendida arquitectura. Por ltimo, este eclecticismo, concebido a modo de comps de espera, sufre una crisistotal a finales de siglo, si bien todava tienen lugar algunas de susrealizaciones arquitectnicas a principios del siglo xx, siendo obrasde relativo inters por el trato artesanal que an reciben sus ele-mentos, pero que en su conjunto no resultan nada afortunadas.

    Hay que decir adems que to"do este eclecticismo, que cuentacon casi un siglo de existencia desde qne se prodncen los primerosbrotes hasta BUS epgonos, es paralelo al desarrollo del historicismo,siendo importante recordar que los protagonistas de ambos, eclecticismo e bistoricismo, son los mismos arquitectos. Esto es, el eclecti.cismo radica, sobre todo, en el edificio y no en el arquitecto. Nnestroarquitecto del siglo XIX, dejando atrs el neoclasicismo, no tienems que dos solnciones, o bien sigue el camino de la seguridad, delo aceptado, es decir, del historicismo, aun a sabiendas de que setrataba de "recreaciones" y nunca de una nueva arquitectura, obien elige el camino de lo difcil, de lo desconocido, intentandohallar la arquitectura "de su siglo", la cnal, al no atreverse a darla espalda totalmente a formas y elementos que la historia haba sancionado como vlidas, fatalmente tenda a cristalizar en un eclecticismo. Cuando el arquitecto, la critica y el pblico decidieron superar esta actitnd se logr una verdadera arquitectura moderna, peroesta "modernidad" le corresponda ya a nuestro siglo xx, de ah que

    (5) AIlison Peere, E.: H&torl del movimiento romntico espaol,Madrid, 1967, 2.' ed., pg. 9.

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    la verdadera arquitectura del siglo XIX sea el historicismo, en susms variados matices, como "revival", y el eclecticismo, como expresin original ms caractersticas de aquella bsqueda.

    Aquel primer momento del eclecticismo que he llamado experi.mental, tuvo lugar hacia 1850. La duda de la eleccin y la insegu-ridad estilstica son, sin duda, sus aspectos ms llamativos. Uncjemplo: cuando en 1846 se casa Isabel 11 con don Francisco deAss, en el Paseo del Prado de Madrid se levant una aparatosa ypolcroma decoracin chinesca debida al arquitecto Jos Abral,mientras que Gabrel Gironi lcvantaba dos "rotondas de arcos g'ticos" en las plazas de Neptuno y Cibeles (6), todo ello a la vezque el arquitecto Pedro Ayegui diseaba una fachada de un temploclsico, exstilo y de orden drico romano, para colocar ante laiglesia del Buen Suceso en la Puerta del Sol (7). Es este hecho unbuen ndice para pulsar la actitud esttica de nuestros arquiteetosantes de los aos 50, pues se resumen en l los tres elementos in-grantes de la arquitectura espaola en los aos del reinado deIsabel 11. Es decir, la decoracin chinesca representa el elementoextico, pintoresco, que denuncia la atraccin del mundo oriental,y que en Espaa tomar cuerpo a travs de lo que Adolfo Salazar,refirindose a la msica sinfnica espaola del siglo XIX, denomin"alhamhrsmo". Expresin que encuentra exacta correspondencia enel pastiche rabe que tanto abunda en este momento y que llegaraincluso hasta la restauracin alfonsina. Los templetes gticos deGironi evidencian la vuelta a la Edad Media propugnada por el Ro.manticismo. Y finalmente, la fachada de Ayegui da continuidad alneoclasicismo que, si bien es de muy distinto contenido al del siglo xvm, seguir en vigor durante todo el siglo XIX, especialmentevinculado a la que podria llamarse arquitectura representativa.

    Lo que en el fondo significa esta variedad estilstica es el gocede una libertad por parte del artista frente al estilo nico de la Aca-demia. Esta representaba una especie de "absolutismo artstico" queterminara al crearse la Escuela de Arquitectura. Recordemos a este

    (6) Archivo de la Secretara del Ayuntamiento de Madrid, lego 4-86-35: "Festejos por el Matrimonio de la Reina N. Sra. Decoracin e iluminacin del Paseo del Prado",

    (7) Archivo de la Secretara del Ayuntamiento de Madrid, lego 4-86-48: "Festejos por el Matrimonio de la Reina N. Sra. Decoracin de lafachada principal de la Iglesia del Buen Suceso".

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    propsito lo que sobre la libertad escriba Mariano Jos de Larra,en 1836: "Libertad en la literatura, como en las artes, como en laindustria, como en el comercio, como en la conciencia. He aqu ladivisa de la poca, he aqu la medida con que mediremos".

    Entre las instituciones que se reformaron en Espaa al afianzarseel rgimen liberal en la cuarta dcada del siglo XIX, se encuentra laAcademia de Bellas Artes de San Fernando. La enseanza impar-tida por esta institucin resultaba inadecuada y no responda a lasnuevas exigencias del momento, especialmente en materia de ar-quitectura. Nuevos materiales como el hierro exign nuevas for-mas. La construccin de mercados o estaciones de ferrocarril, estoes, la llamada arquitectura del progreso, no tena cabida en el cuadrode enseanzas de la Academia. Por otra parte, ya se ha dicho, elRomanticismo haba quebrantado el slido Neoclasicismo que venaa ser el alma de la Academia desde su fundacin. Pblico y artistasvuelven la cabeza hacia estilos y formas de otras pocas 'y la Aca-demia se ve obligada tambin a dirigirse en aquella direccin, paraseguir conservando su papel fiscal y rector de las Bellas Artes.

    Sin embargo, esta situacin no se mantendria por mucho tiem-po, y la enseanza de la arquitectura sale definitivamente de laAcademia para instalarse en la Escuela de Arquitectura, creada porun Real Decreto de 1844. De este hecho, muy importante ya de pors, nos interesa destacar la presencia de nuevas asignaturas como "Historia de la Arquitectura", "Teoria del Arte y de la Decoracin", "Co-pia de edificios antiguos y modernos", "Adornos" y "Dibujos de Ar.quitectura", y la formacin de una biblioteca donde se reunieron "tra.tados especiales de estilo latino, del bizantino, del ojival, del rabey del Renacimiento, acompaados de los planos, alzados y detallesde sus principales monumentos". All haha adems una buena co-leccin "de vaciados de ornamentacin plateresca y rabe... , ascomo otros detalles de estilo romanobizantino". Sobre esta bibliografa y sobre esta abundante documentacin grfica se formar lafutura generacin del eclecticismo. Como apunta Caveda, todo estoera "para connaturalizarlos -a los alumnos- con los diversos es-tilos" (8).

    El testimonio de Lavia, uno de los profesores de la recin

    (8) Caveda, ob. cit., pg. 291.

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    creada Escuela de Arquitectura, que enseaba "Dibujo de Adorno",viene a confirmamos la crisis del estilo nico, crisis que la propiaAcademia acept. En efecto, sta declar texto oficial para todaslas Academias la "Cartilla de Adorno" (1849) de Lavia, en la quese lea: "De aqu se sgue la necesidad de estudar separadamentelos estilos que observamos en los monumentos egipcios, indios, grie-gos, etmscos, roma_s, bizantinos, y de los siglos posteriores, desdeel renacmiento hasta nuestros das, eligiendo al efecto los ejempla-res que han sido recibidos con ms aceptacin" (9).

    Todo ello fue causa de un eclecticismo al final de la etapa isabe-lina, cuyos fmtos fueron duramente censurados en sus mismos das.Ya Maritegui, en una critica aparecida en "El Arte en Espaa"sobre la exposicin de arquitectura de 1866, daba cuenta del dramade los arquitectos del siglo XIX, sealando que un estilo no podaser nunca hijo de elucubraciones emditas que matan todo impulsocreador (10). Por su parte, Caveda aade en 1867: "Es lo ciertoque el carcter de la Arquitectura de nuestros das, tal cual apare-ce en algunas fbricas, consiste en no tener ninguno; en su mismavaguedad; en la cofusin de todos los estilos; en la manera extraade mezclarlos y constmir con ellos un conjunto heterogneo quesorprenda por la novedad, aunque no satisfaga ni la imaginacinni el buen sentido. Bstale hacer alarde de su emancipacin; mos-trarse atrevida y caprichosa, cosmopolita y variada en sus inspira-ciones. Cuando no imita lo pasado, busca la originalidad en aprove-charse de sus despojos y ajustarlos mutilados a una combinacinen que se consulta primero el capricho que la filosofa; antes loextrao y extico, que lo agradable ya conocido" (ll).

    Esta situacin cambia sensIDemente tras la Revolucin de 1868y la restauracin de la monarqua. Es sta la etapa ms feliz deleclecticismo que bien pudiera llamarse alfonsino, al igual que eUInglaterra denominan al eclecticismo Queen Aune Reviva!. En pri-mer lugar citar un texto fundamental para nuestra arquitectura

    (9) De la "Memoria presentada a la Academia de San Fernando, porMatias Modesto Lavia, y aprobada el 4 de noviembre de 1849", Archivode la Aoademia de San Fernando, leg. 144.

    (10) 'Este hecho ya lo recoge el Marqns de Lozoya en La teora delas artes plstictis en el siglo XIX, Madrid, 1940, pg. 30.

    (11) Caveda, ob. cit., pgs. 322-323.

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    del siglo XIX, debido a Juan de Dios de la Rada y Delgado, al queyo llamara mnifesto del eclecticismo por la forma encendida conque est escrito. El nos da una visin contempornea del problemadel eclecticismo, y tiene doble inters en cuanto que es el discursoque ley en la Academia de San Fernando, en 1882, con motivode su ingreso. Su ttulo es: "Cul es y debe ser el carcter propio dela arquitectura del siglo XIX" (12). Rada y Delgado intenta definirlo. que l entiende debe ser el carcter de la arquitectura, procla-mando en la Academia que "el arte arquitectnico de nuestro siglotiene que ser eclctico", es decir, ya no se trata de un juicio a poste-riori, sino de la afirmacin de una postura exigible al arquitecto.Pensemos por un momento la trascendencia que esto puede tenerdesde el instante en que la propia Academia pi"oclama el eclecti-cismo, con la misma fuerza que aos atrs lo hiciera con el neocla-sicismo.

    El discurso de Rada es fundamental y por su inters transcribi-mos los siguientes prrafos: "Nuestro siglo tiene un espritu deasimilacin que puede fcilmente comprenderse, sin ms que visitarel gabinete de una persona de aficiones artsticas... Al hombre denuestro siglo parece no le basta lo presente. Avido de emocioneslleva al concurso de sus deseos, nunca saciados, lo moderno y loantiguo; lo nacional y lo extranjero; el arte y la industria; yen supropsito de buscar la belleza en esta novedad, cuya unidad estslo en el afn por lo bello que siente y no acierta a definir... Esun eclecticismo inconsciente el de nuestra vida moderna, que sin-tetiza el nico carcter que puede llamarse propio de nuestro siglo.Pueblos donde de tal modo vive el sentimiento de lo bello no sonpueblos perdidos para la Historia, no son pueblos perdidos parael arte ... El arte arquitectnico de nuestro siglo tiene que ser eclc-tco confundiendo los elementos de todos los estilos para producircomposiciones hbridas, en que no se encuentre un pensamientogenerador y dominante. As como no debe haber en arquitectura,siquiera sea en sus ornatos, nada que no est razonado en la cons-truccin, as en la concepcin arquitectnica no debe darse nadafuera del fin a que se destina la construccin misma. Vario, distinto,

    (12) Rada y Delgado, Juan de Dios de la: Cul es y debe ser el cq,.rcter propio de la arquitectlUa del siglo XIX. Discurso de ingreso en laAcademia de San Fernando, leido el 14 de mayo de 1882, Madrid, 1882.

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    aunque contribuyendo en esta distincin y en esta variedad a launidad de las modernas sociedades debe ser el arte de nuestro si.glo... Es preciso que no se olviden los artistas del clebre preceptode los retricos rwn erat in locus, para qae no tomen por eclec.ticismo lo que mejor dudramos llamar lamentable confusin y anotiesttico batiburrillo; es necesario que se estudien bien los estilospara que no se baga un gtico de confiteria, y un arte rabe, queslo tenga de tal algn accesorio en el ornato, 'y un griego o greco-romano, que parezca huir del edificio al que por desventura le pe-garon".

    Hasta aqu el concepto de eclecticismo est entendido de unmodo amplio, abundando en la idea de que un edificio neogticopuede perfectamente convivir con otro neobizantino o neogriego,sin exclusin alguna. Sin embargo, ms adelante Rada va perfilandoun nuevo concepto de eclecticismo, el autntico eclecticismo alfon.sino, al sealar lo siguiente: "Eclctico tambin puede ser el arte aunmezclando en un solo edificio elementos de estilo diverso; pero ensaber combinarlos de modo que resulte un todo homogneo y arm-nico est el secreto, que slo al verdadero talento artstico es dadopenetrar. El eclecticismo, pues, as entendido, forma en nuestro jniciola nota caracterstica de la arquitectura de nuestra poca, sin queesto sea obstculo para que pueda formarse andando el tiempo ypasado el perodo de transicin que atravesamos, un estilo propio,con peculiares caracteres de originalidad". Tiene este ltimo prra-fo especial inters, por cuanto es testimonio de la conciencia delverdadero alcance del eclecticismo. Rada, y con l la Academia yotros hombres de fuera de ella, saben que atraviesan una etapa especialmente difcil y que el eclecticismo puede ser una solucinvlida, si bien no definitiva. La Academia acepta este eclecticismoaunque, como en toda situacin de espera, est abierta a un posiblenuevo estilo. Esto nos lleva de la mano a la ltma y fundamentalconsecuencia del eclecticismo: la crisis del concepto de estilo. Aquelfuturo estilo esperado por Rada no lleg nunca. Despus de esteeclecticismo, que se da en toda Europa en el ltimo tercio del si-glo, slo el modernismo puede soportar con cierto rigor lo quehasta 1900 se llama "estilo". En efecto, a partir de este momento lahistoria de la arquitectura, y del arte en general, se vertebra demodo muy diferente. Es imposible, si se hace de un modo honesto,

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    abordar el arte de nuestro siglo XX atendiendo al concepto de estilo,que durante tantos siglos ha servido de cmodo instrumento paraenglobar obras y artistas. La falta de unidad y la importancia co-brada por la personalidad artstica, junto con la aparicin de "is-mos" de diversa indole, imposibilitan ese inexistente estilo del si-glo xx. En este sentido el golpe producido por el eclecticismo fuedefinitivo.

    Los hombres ms representativos de esta segunda etapa del eclecticismo fueron Agustn Ortiz de Villajos, Fernando Arbs y Tremanti, Arturo Mlida y Alinari y el pequeo grupo de arquitectosformados en torno al Marqus de Cubas.

    Finalmente aadiremos que si bien el eclecticismo fue en su ori-gen una solucin de compromiso, digamos con carcter eventual,tendi, sin embargo, a convertirse en un modo de hacer arquitec-tura fcil e inspida, lo cual provoc una dura polmica en la prensae, incluso, en la Academia, sobre el concepto de estilo, sobre la re-lacin arquitectura-sociedad (13), sobre la originalidad y la imita-cin en arquitectura, etc. Esta polmica, que marc el final deleclecticismo, tiene lugar en torno a nuestro 98, cuyo desastre iba aprovocar precisamente el ltimo revival, esta vez de carcter mar-cadamente nacionalista: el neoplateresco.

    Intentando dar con las races del mal, la crtica abord el temade la formacin de los arquitectos, sobre la cual haba una hondapreocupacin desde los aos 70. El discurso de ingreso en la Academia de Ruiz de Salces, ya trataba de los conocimientos que sedeban exigir al arquitecto (14), y en 1875, SimeD Avalos en lamisma Corporacin disert sobre cmo haba de ser la enseanza dela arquitectura (15). En este sentido, bien desde la Escuela, biendesde las revistas especializadas, se fue dedicando una especial aten-cin a dicho tema. Frente a la formacin historicista de la etapaisabelina, los nuevos 'Planes de estudios incorporaron disciplinasque tendan a preparar al arquitecto para enfrentarse a una nuevaarquitectura, que an tardara mucho en llegar. Materias como

    (13) Un intento de ensayo en este sentido es el discurso de ingreso enla Academia de San Fernando, de Lorenzo Alvarez Capra: La influenciade la al'quitectura en las sociedades, Madrid, 1883.

    (14) Ruiz de Salces, A.>tonio: Corwcimientos qlU! debe reunir el aroquitecto, Madrid, 1871.

    (15) Avalo., Simen: La enseanza de la al'quitectura, Madrid, 1875.

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    "Economa''. "Poltica", "Derecho Administrativo", "Hidrulica","Paisaje", "Optica", "Acstica", "Higiene General", "Salubridadde los edificios", "Electrotcnica", etc., intentan equilibrar las dis-ciplinas de carcter puramente histrico.

    Jugaron igualmente un papel muy importante en esta polmicados revistas dedicadas exclusivamente a arquitectura, una era la quepublicaba la Sociedad General de Arquitectos, y otra la dirigidapor E. Vega y March que se editaba en Madrid y Barcelona. LaSociedad Central de Arquitectos, con sede en Madrid, comenz apublicar en 1874 un "Boletin" trimestral de carcter, sobre todo,informativo. Dos aos ms tarde este boletn se convertia en una"Revista" mensual, en la que se dio entrada a temas de mayor in.ters arquitectnico, hasta que en 1891 la revista desapareci paradar paso al conocido "Resumen de Arquitectura". En sus distntassecciones se abordaron problemas de actualidad, desde los puramente constructivos, como pudiera ser aquel articulo de Adaro sobre "La Higiene en la Construccin" (16), hasta otros de carcterms critico como los articulos aparecidos sobre la arquitectura es-paola del siglo XIX (17). A su vez la "Biblioteca del Resumen deArquitectura" inici una coleccin de interesantisimas monografas,cuya consulta sigue siendo hoy indispensable para algunos aspectos.La revista que diriga Esteban Vega y March se llamaba "Arquitectu.ra y Construccin", y tanto la competencia de sus colaboradores comola abundante documentacin grfica, hacen de esta revista la fuentems importante para el estudio de nuestra arquitectura en tomoa 1900.

    A travs de estas y otras revistas anlogas el problema arquitec.tnico dej de ser un problema exclusivo de arquitectos y acadmicos, llegando al gran pblico que por vez primera se asomaba aestas cuestiones de esttica arquitectnica. As, por ejemplo, a razde la aparicin de un artculo firmado por Balsa de la Vega, en

    (16) Adaro, Eduardo: "La higiene en la constrnccin", conferenciapronunciada en la Sociedad Central de Arquitectos, el 30 de mayo de 1898,y recogida en parte en Resumen de Arquitectura, ao XXVI, nm. 1, 1899.

    (17) Estos trabajos abordan la arquitectura de nuestro siglo XIX porciudades, siendo hoy muy interesantes como fuente para su estudio. Elms extenso es el dedicado a "Madrid y sus arquitectos en el siglo XIX",de Cabello y Lapiedra, publicado en Resumen de Arquitectura, ao XXVII,nms. 2 y 3, 1901.

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    "La Ilustracin Artstica" (1894), en el que se sostena que la ar-quitectura haba muerto una vez perdida sU capacidad creadora, sedesencaden una fuerle polmica que trascendi incluso a la prensadiaria. Tal afirmacin encontr respuesta en el "Resumen de Ar-quitectura", desde donde se defendi una postura eclctica, queexplica en parte la pervivencia de este movimiento.

    Un arquitecto, Sorarran, contest a "La Ilustracin Artstica"desde el "Resumen" diciendo: "Verdad es que nos valemos de estilosya creados, de arquitecturas pasadas, de manifestaciones hechas ya ... ,pero cundo no se hizo otro tanto?" (18). Concluye afirmando quela arquitectura del siglo XIX puede recordar la arquitectura hist-rica, pero que su espritu es muy distinto. El mismo Sorarrain es-criba ms tarde, en 1895, que el arquitecto deba buscar el reflejodel espritu de la poca, "debe ser filsofo, y no slo buen dibujante,ingenioso, buen constructor", y como el espritu de la poca es latolerancia, sta "nos puede hacer consentir que una construccncivl del sglo XIX se vea ornada de esfinges egipcias, de frescospompeyanos" (19).

    Para el propo Vega y March, en un artculo titulado "Brevesreflexiones acerca del concepto actual del arte arquitectnico" (20),el mal radicaba en la falta de una crtica arquitectnica, en la faltade un enjuiciamiento para discernir lo bueno y lo malo. La Academia haba perdido el control sobre el modo de hacer arquitectura, la Escuela viva sumida en una enseanza eclctica, y lasExposiciones Nacionales de Bellas Artes, que podan haber ayudadoa salir de esta situacin a la arqutectura, mediante una seleccinde nuevas formas y una promocin de nuevos valores, no surtieronel efecto deseado.

    Es ms, tan aguda es la crisis que atraviesa la arquitectura, quese pens en eliminar la Seccin de Arquitectura de las ExposicionesNacionales. Esto fue motivado por el hecho de la escasa participacin

    (l8) Sorarran, R. de: ~~La arquiteotura en el siglo XIX", en Resumende Arquitectura, 1 de mayo de 1894, pgs. 49-52.

    (19) Sorarran, R. de: "Aspecto artstico de ]a arquiteotura en lapoca actual", en Resumen de Arquitectura, 1 de marzo de 1895, pgs. 21-23.

    (20) Vega y March, Esteban: "Breves reflexiones acerca del conceptoactual del arte arquitectnico", en Resumen de ArquiteCtura. 1 de agostode 1899, pgs. 1l0-1l3; Y mismo ttulo en la misma revista, 1 de septiem-bre de 1899, pg. 126-130.

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    de los arquitectos en estos certmenes. Ello a su vez tena una explicacin lgica, pues como apuntaba Repulls en 1899: "El escultor y pintor puede vender sus obras porque la escultura o pinotura es una obra artistica completa, su tamao, exposicin, etc., estal alcance de un nmero de personas. En cambio, el arquitecto nopuede presentar su obra completa, sino slo el proyecto, es decir,una representacin, por medio del severo dibujo de proyeccionesno comprensibles para todas las gentes y sin aplicacin, por lo general,para nadie. No hay persona que desee hacer una casa nCorporacin que necesite un edificio para sus fines que vaya a pro-veerse de ellos a una Exposicin de Bellas Artes. Ni hay arquitectoque dedique un tiempo largo para un edificio abstracto, teniendoen cuenta que no lo va a vender" (21). El remedio seria, segn elpropio Repulls, que el Estado promoviera concursos peridicos, conpremios, para determinados y concretos edificios que despus seconstruyeran. El hecho es que esto no se hizo y tampoco los jura.dos de las Exposiciones Nacionales orientaron la arquitectura conuna visin futurista que le alejara del eclecticismo reinante.

    Para otros, entre las causas que justificaban este insostenibleeclecticismo se contaban las limitaciones impuestas por las Orde-nanzas Municipales, y as, Alvarez Capra, en la contestacin aldiscurso de Repulls con motivo de su ingreso en la Academia, quevers sobre "La casahabitacin moderna desde el punto de vistaartstico", decia: "Las fachadas de las casas, como las de todos losedificios, tienen que responder en sus abultados a los elementosconstructivos que representan, pero siempre con la mayor sobriedaddentro del estilo eclctico que hoy en da se precisa adoptar en ellospor esos datos forzados, de algunas alturas limitadas para los pisos,reparto de huecos y agunos otros que coartan la libertad del cons-tructor" (22).

    El eclecticismo es un hecho y como tal hace su entrada en elsiglo :xx. No deja de ser elocuente la descripcin que el propio Alvarez Capra hace de la Exposicin Universal de Paris de 1900:"Aparte de la invasin del hierro... se ven amalgamados y emplea

    (21) Repulls y Vargas, E. M.: "La Exposicin Nacional de BellasArte. de 1899", en Resumen de Arquitectura, nm. 5, 1899.

    (22) Repulls y Vargas, E. M.: La Casa-Habitacin moderna desdeel punto de vista artstro, Madrid, 1896.

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    dos a la vez todos los estilos arquitectnicos, encontrndose en unasola fachada la columna romana con la pilastra india y el rematedecorativo persa, los ventanales ojival y bizantino, la torrecillaneogtica, el calado rabe y reminiscencias de anteriores edificios delas Exposiciones de Pars, Viena y Chicago. Esta mezcolanza de es-tilos revela la indecisin del arte-ciencia del construir, que caminaen demanda de un nuevo rumbo... , la indeterminacin y el eclec-ticismo en todas las manifestaciones del espritu humano" (23)_

    Todava en 1905 Landecho escriba: "Ante una obra el arqui.tecto se pregunta en qu estilo voy a edificar?". Esta y otras cues-tiones semejantes fueron planteadas por este arquitecto ante la Aca-demia el da de su ingreso, cuyo discurso llevaba el ttulo de "Laoriginalidad en el arte" (24). Analiza all la falta de originalidaden el arte, haciendo alusiones frecuentes a la literatura, donde tiem-po atrs se haba producido un fenmeno semejante (25). Landecbo,en su deseo de ruptura con el eclecticismo, contina diciendo: "Paramuchos es todava innegable que la arquitectura clsica es la msapropiada para los monumentos civiles, como Museos y Ayuntamien-tos; la medioeval para los edificios de carcter religioso, como igle.sias y mausoleos; la rabe para los de esparcimiento, etc. Este equi.vocado criterio, nacido acaso de que el estudio de las respectivasarquitecturas se ha hecho de pref.erencia en determinados edificios,estudios que pudieron haber llevado a sus autores a conclusionesmuy distintas de haberlas examinado en otros, lleva ya mucho ca-mino andado para su total desaparicin, por el cansancio que en elpblico y en los artistas produce la reproduccin constante de losmismos tipos, de los motivos arquitectnicos, y a la voz dearquitec-tura nueva para las nuevas construcciones, que por todas partessuena, dedicanse los artistas a desligarse de la tradicin y a inventarformas nuevas, distintas de las usadas hasta el presente". Entre estaspalabras y las que en su da pronunci Rada y Delgado en la mismaAcademia, se encierra, en el plano terico, nuestro eclecticismo,cuya existencia prctic~ alcanzar los aos veinte.

    (23) Alvarez y Capra, Lorenzo: "La arquitectura en la ExposicinUniversal de Pars", en Resumen. ele Arquitectura, nm. 4, 1900.,. pgs. 6}-66-.

    (24) Landecho y Umes, Luis de: La originaliJnd en el arte. Madrid,1905.

    (25) Valera, Juan: "Originalidad y plagio", en Revista Contempor-nea, 1876.

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    Por ltimo,no puede terminarse este planteamiento reflexivosobre la arquitectura eclctica que se produjo en el cambio Je si-glo, sin hacer mencin del discurso de ingreso en la Academia delarquitecto Manuel Anbal Alvarez y Amoroso, que vers sobre "Loque pudiera ser la arquitectura espaola contempornea", que sibien es de fecha algo tarda, 1910, seala de modo muy claro al-gunos aspectos muy importantes que condicionaron la arquitecturaque podemos llamar moderna: "Loo arquitectos no pueden por ssolos intentar una arquitectura espaola moderna, porque se en-cuentran en la imposibilidad de introducir en las plantas Je susproyectos, local que no ten'ga uso sancionado, ni dar a los aliadosde los mismos el carcter que desean; pues no edificando para s,sino para el pblico, nunca proyectan lo que quieren, sino lo quese les encarga. Tampoco pueden hacerlo de repente o en plazo bre-ve, por dos razones: l.', aun cuando tratasen con propetarios pro-picios a una arquitectura moderna, ste tiene que ser resultado node la vida individual, sino de la sociedaJ en general, que cambiade costumbres muy lentamente, como ha sucedido siempre. Por lotanto, la disposicin general de la Arquitectura podr llegar a ser,por variaciones sucesivas y al cabo de bastantes aos, completamen-te nueva; pero que esto ocUrra en una generacin no es hecho has-ta el presente sucedido; 2:, la estructura arquitectnica va tambina la zaga de la aparicin de nuevos materiales: las formas de stos,al principio, son siempre indecisas, lo mismo que sus tamaos aproxi.mados, hasta que por el conocimiento Je sus cualidades y al cabode los aos, se llega a las formas tpicas y a las dimensiones adecuadas, y siendo esto as, no es posble, como pretenden algunos,inventar de repente formas y estructuras.,," Condena igualmenteeste arquitecto los estilos histricos, pues "la arquitectura espaoladebe estudiar y procurar satisfacer las exigencias y condiciones peculiares de nuestro pas"; sin embargo, en la prctica, la obra ar-quitectnica de Manuel Anbal Alvarez pasa por ser el ms claroexponente de estos epgonos del eclecticismo, como puede compro-barse en el conocido Colegio del Pilar, de Madrid.

    Esta necesidad de adecuar la arquitectura a las exigencias pro-pias Jel pas, ya haba sido planteada muchos aos atrs por LusDomtmech y Montaner, en el conocido artculo "En busca de una

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    arquitectura nacional", publicado en "La Renaixensa" (1878) (26).Pero la arquitectura catalana, con un empuje y una serie de arquitec-tos de primerisimo orden, fue mucho ms consecuente con el plantea-miento terico del eclecticismo como estilo provisional, pasando pron-ta a la prctica con el decidido empeo de crear algo nuevo: el mo-deruismo. La arquitectura catalana cont desde luego con un eclec-ticismo, como el de Juan MartorelI, por ejemplo, que es anlogoal de un Ortiz de VilIajos, pero la obra colosal de los Gaud y Do-menech y Montaner, seguidos por Rubi, Jujol, GranelI y Puig YCadafalch, entre otros, rebas con creces el mediocre eclecticismofinal que caracteriza la arquitectura espaola a comienzos de nues-tro siglo.

    (26) Oriol Bohgas: ArquiteDtura modernista, Barcelona, 1968, pgi.na 243.