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    EL PAITITIIMAGINARIO, REALIDAD Y UTOPA ANDINA

    1. Prlogo 2. Explorando los senderos de la utopa 3.3. El InkarriEl Inkarri 4.4. Diversidad de aproximacionesDiversidad de aproximaciones 5. Todos los senderos conducen al Paititi 6.6. Palabras finalesPalabras finales

    PROLOGONiebla, selva, pantanos y meandros. Aislamiento y lejana;

    amenazas impensadas nacidas desde el seno de alguna tribu con

    escaso o nulo contacto con la civilizacin . Vboras, insectos yprecipicios sin par que caen desde y hacia matorrales de exuberantefollaje, escondiendo miles de secretos inconfesables que el entorno,salvajemente natural, se niega a revelar.

    Colonos detenidos en el tiempo . Economas de subsistenciaalejadas del consumo. Avanzada humana que pretende generar seguridad levantando casas de barro y paja; chozas a las que llamancomunidades y que ms parecen lunares de raquticoantropocentrismo que refugios seguros para el citadino que searriesga a horadar aquel vasto ocano vegetal, conocido alguna vezcon el nombre de Infierno Verde .

    Distancias. Dilatacin geogrfica. Espesura, sombras; humedad yfalta de perspectiva. La fuerza del machete es la que abre senderos,desbastando muros de ramas y rboles centenarios. Y, a cada paso,la incertidumbre y el replanteo de estar haciendo lo correcto.

    Al mismo tiempo, adrenalina y el potencial descubrimiento de algoque nadie ha visto en siglos.

    Un poco ms adelante. Un kilmetro ms, un metro... All puedeque se encuentre .

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    Como en los juegos de azar, a los que no puede resistirse elapostador empedernido, la bsqueda infatigable de lo que muchoscreen es una quimera impulsa hacia delante, renueva el espritudentro de un cuerpo agotado; vence las trabas de la mediocridad.Exalta el sueo, promueve la aventura romntica y le da sentido legitimidad a la vida.

    Este es el escenario del mito, de la leyenda; y en su centro como presidiendo un esquema heliocntrico est el Paititi, laciudad perdida del folklore andino que ms energa y recursos hamovilizado desde los das de Francisco Pizarro, conquistador delPer.

    EXPLORANDO LOS SENDEROS DE LA UTOPIA(...) Matando en s mismo el vagabundo,

    es como el hombre ha refinado su esclavitudy se ha enfeudado a los fantasmas.E.M. Cioran, Adis a la Filosofa,

    Ed. Alianza, Bs As, 1994, pg.137

    El que no sale nunca de su tierravive lleno de prejuicios

    Carlos Goldoni

    No hay caminos hacia el Paititi; si por camino entendemos una

    ruta normalizada que evita el extravo y facilita el desplazamiento por un itinerario espacial preciso, determinado o determinable. Y si nohay caminos , no hay viaje ; ya que ste es posible nicamente cuandoexisten los primeros.

    Tener un camino significa disponer de un destino establecido, unaruta normalizada que evita el extravo y conduce, sin error, conconfianza y seguridad, a un lugar pblico y conocido por otros conantelacin. No hay viajeros hacia el Paititi, slo exploradores yaventureros, que son su contrafigura.

    El Paititi exige exploracin. Su bsqueda no se mueve por trayectos seguros. Se opone a la rutina, al re-corrido , a lasconductas normadas. Genera inseguridad, ansiedad; que sonvariables ms propias de los que siguen senderos que de los querecorren rutas.

    Es el explorador el que abre camino por primera vez, inaugurandoitinerarios inslitos que se nutren de las contingencias, del peligro ydel exotismo. Ir tras la huellas del Paititi implica, pues, seguir rumbosnuevos, desconocidos u olvidados hace mucho tiempo.

    El riesgo, la imprudencia y las exigencias extremas se imbricancon la libertad tan propia del trotamundo para cumplir con el

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    anhelo de descubrir; de recorrer tierras postergadas. Y recin cuandola presencia del explorador proyecta su sombra sobre el piso, a esesitio ignoto se le permite existir; generando la ilusin del egotriunfante y la narcisista tentacin de haber alcanzado la fama y lagloria. Curioso resultado ste, que se actualiza cuando se sale en posde la misteriosa ciudad , practicando la trashumancia. Porquealcanzar el Paititi significa entregarse al nomadismo, a la pasin por hurgar en una tierra que parece recin nacida, aunque no lo sea.

    Pero para lo que nosotros ( exploradores ) es un sendero, paraotros es un camino de regreso que conduce a la seguridad delpasado, a la idealizacin de una poca desaparecida hace ya ms decuatrocientos aos; un tiempo en el que un histrico y benvolo Incagobernaba el Tahuantinsuyo haciendo de la Tierra un paraso, cuyomodelo perdido durante la Conquista volvera a reeditarse en el

    futuro siempre promisorio de las comunidades aborgenes, queobservan la historia con la nostalgia y aoranza propia de las utopas.El Inca regresar , dicen. Nunca se fue. Permanece en el Paititi,

    armndose, preparndose para asestarle a la intrusiva culturaeuropea el golpe de gracia que la desplace del tablero, para implantar en las costas, alturas y selvas del Per, el antiguo culto a losantepasados, la justa reciprocidad quechua, la felicidad plena que losrescate de las penurias y les devuelva la esperanza de tener un reinopropio, una dignidad reedificada, una identidad sin contaminantes.

    En esta espera se apoy la leyenda del Paititi; y en ella se siguen

    apoyando muchas comunidades andinas y amaznicas paramantener en alto sus sueos reivindicativos y el anhelo de volver ainstaurar el honor en un pueblo vencido por las armas.

    El Paititi es esperanza; por ms que los intelectuales deescritorio sigan negndole al pueblo quechua (y aymar) unhorizonte propio, definiendo al legendario emplazamiento como laquimera de un pueblo frustrado . El mensaje milenarista persiste en elimaginario colectivo, consciente o inconscientemente.

    En Paititi viviremos tranquilos, honraremos a nuestros dioses,trabajaremos en comn la tierra, habr alimentos y ropas paratodos... Paititi es el perfume de nuestro pueblo y de nuestras gentes,la esperanza del ombligo del mundo, la sonrisa de los abatidos, la luzde bengala del da ya amanecido, el subsuelo que nutre el suelo delpueblo quechua 1.

    El Paititi es y fue resistencia. Bajo su poderosa sombra seorganizaron rebeliones, conspiraciones y levantamientos contra elorden colonial establecido, desde mediados del siglo XVI y todo a lolargo de los siglos XVII y XVIII; ms de cien aos antes de Juan

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    Suescum, Javier M., Paititi, el Perfume de los Pueblos , Editorial San Pablo, Madrid, 2000, pg. 110.

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    Santos Atahualpa o Tpac Amaru II, que son dos de los rebeldes msfamosos de la historiografa.

    Pero el Paititi sigue tentando al futuro con el corazn y ya no tantocon las armas. Su sola mencin insufla valor, fuerza, orgullo y unespritu de resistencia que se encarna en el idioma el runasimi ,quechua, en los rituales y cultos residuales, en el arte y sus temas,en los rumores y leyendas populares que todava recorren vallesaltiplnicos, cumbres y selvas tropicales del Antisuyu.

    El Inca volver. Nunca se ha ido. Permanece en el Paititi.

    EL INKARRITodos se esfuerzan por remediar la vida de todos (...).La sociedad es un infierno de salvadores.

    E.M. Cioran, Adis a la

    Filosofa, Ed. Alianza, Bs As, 1994, pg.9.

    En la zona de Chinchero y Urubamba, en las picanteras delCusco y en borde de la ceja de selva, los lugareos y aborgenescreen que el Paititi es el refugio de los ltimos incas y que anpermanecen all, escondidos y alejados del mundo. Incluso sostienenque unos pocos privilegiados han podido comunicarse con suspobladores, aunque no conocen ni desean revelar el sitio exacto

    en donde est emplazada lo que consideran es una llacta (ciudad) deorigen quechua.Esta es una de las bases residuales de un mito que viene

    circulando en el Per desde por lo menos el siglo XVIII y que postulade igual manera que el mesianismo andino del siglo XVI durante elTaki Onkoy la restitucin imperial como elemento cohesionador delas masas indgenas.

    Dentro de este esquema de utopa andina, la reforma moral y laresistencia pasiva, comportaban una dimensin estrictamentereligiosa, que no dud en tomar prestados elementos aportados por laevangelizacin y aculturacin espaola. Es as que vemos cmo,dentro de esa ideologa rebelde, se fueron mezclando mitosamaznicos, ideas incastas, pensamiento cristiano y teologa

    joaquinista, en un interesante menjurje mgico, milenarista ymesinico 2.2 Hoy en da, a esta herencia milenarista quechua/ cristiana, se le agregan los delirios ms acordes a nuestros tiempos que refieren a la presencia en la selva (en el Paititi) de antiguos miembros de la Atlntida o Lemuria, incluso de entidadesextraterrestres que, debido a lo tedioso que debe ser el espacio exterior, no encuentran mejor cosa qu hacer que permanecer escondidos en las selvas sudamericanas, abriendo portales dimensionales () y vistiendo blancas tnicas que (Ohignorantes incrdulos!) revelan su mstico origen aliengena de pureza espiritual y buenas intenciones. Nota: los etlicos

    efectos de la chicha, del ron o la ginebra aunque escondidos detrs de seudnimos pomposos y ridculos se dejan ver en

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    Como seal Alberto Flores Galindo, la capacidad de resistenciade una cultura no se contrapone necesariamente con la posibilidad deasimilar y recrear otros elementos culturales. Una cultura puede pasar por diversas fases a veces ambivalente de momentos deretroceso frente al embate occidental, a perodos de renacimiento yrecuperacin. Claro que estos cambios son ms difciles de encontrar en culturas que, como la incaica, estuvieron o estn asediadaspor fuerzas colonizadoras; ya que se ven en la necesidad deesconderse y cubrirse.

    Desde el siglo XVI, los hombres andinos debieron sentirse en unterritorio ocupado y para contrarrestar esa situacin yainmodificable recurrieron a la utopa andina. Pero, en qu consisteesa utopa? Sencillo: en la mitificacin del pasado. No es otra cosaque el intento de ubicar all no en el futuro, como en el caso

    europeo la ciudad ideal, el reino imposible de la felicidad; es decir,la idealizacin del imperio incaico. La utopa andina no se proyectahacia delante, sino hacia atrs, inscribindose en una concepcincclica y mtica del tiempo.

    El mito del Inkarr es el ms representativo al respecto.Vigente desde hace unos doscientos aos, el relato hace

    referencia al Inca rey, al gobernante que no slo es gobernante,sino un ser divino que opera como modelo y arquetipo dentro de unacosmovisin andina que data de pocas precolombinas (inclusopreincas, segn algunos estudiosos) 3. El Inkarr encarna el

    mesianismo y es visto y sentido como un ordenador del mundo,como un hroe fundador idntico al primigenio Manco Cpac, querestablecer el orden que los espaoles destruyeron tras la invasindel siglo XVI. Este rey mesinico, que por sus actos permitir elregreso al tiempo sagrado del Inca, ha sido interpretado como elequivalente al Cristo del catolicismo, an cuando arrastre muchossntomas propios de una mentalidad mtica precristiana.

    Una de las versiones populares del Inkarr que an circulay queel Padre Javier Suescum transcribe en su libro dice as:

    La tierra se hallaba poblada por los aupas, seres dotados deextraordinarios poderes. Wiracocha, dios creador, les anunci sudeseo de legarles sus poderes, pero, ellos, soberbios, le dijeron quetena ya los suyos y no necesitaban otros. Wiracocha indignado creoel sol y orden su salida y con su accin los aupas se deshidratarony sus msculos quedaron convertidos en carne resecas y adheridas a

    artculos y libros, productos de la tan mentada y lucrativa New Age. Este enfoque esotrico y barato tiene gran prensa y suinfluencia se advierte incluso en el discurso comercializado de muchos guas tursticos del Cusco. Estimado lector:mantngase alerta de esas tonteras!... La nica Hermandad Secreta (del color que sea)que busca este tipo de cosas es laHermandad de los Imbciles.3 Hay anlisis que sostienen que la idea de Inca podra ser un arquetipo anterior a la cultura incaica. Ello es lo que podra

    explicar la supervivencia que ha tenido en el pensamiento andino.

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    sus huesos. La tierra, entre tanto, qued inactiva. Luego para poblar la tierra crea a Inkarr y Qollari, un hombre y una mujer llenos desabidura.

    Orden al primero que levantara un pueblo en el lugar en quecayera enhiesta la barra de oro que a tal efecto le entreg. Inkarr laarroj una vez y cay mal. La segunda vez fue a caer oblicua entrelas montaas altsimas. Y aqu se puso a trabajar para levantar laciudad. Wiracocha, indignado porque no haba observado suprescripcin de que la barra estuviera vertical, decidi hacerle notar su error y, para ello, permiti que los aupa, que odiaban a Inkarr,cobraran nueva vida. Los aupa decidieron exterminarle y le lanzaronenormes rocas por las pendientes en direccin en que trabajaba.Inkarr huy asustado y no se detuvo en su huda hasta llegar al lagoTiticaca. Aqu, la tranquilidad del sitio le hizo meditar en los

    acontecimientos. Y fue cuando record que la barra no haba cadovertical. Decidi regresar y llegando a Raya, montaas que separanla regin del altiplano de la regin de Cusco, arroj nuevamente labarra. Esta vez fue a clavarse perpendicular en un valle frtil. Alllevant Cusco y se asent. A sus hijos les envi a poblar diferentesregiones.

    Muchos aos despus Inkarr decidi retirarse de Cusco,pasando por Qero , y se intern en una ciudad llamada Paititi. Allcontina viviendo, en compaa de los descendientes de los muchoshombres y mujeres que se llev consigo. Su paso por Qero ha

    quedado perennizado por sus huellas que se ven en una roca, y por Las marcas que dejaron sus posaderas y sus testculos cuando sesent en otra piedra a descansar.

    Inkarr dijo, al marchar, que volvera para empezar el nuevotiempo... que se pondra a la cabeza de su pueblo y lo conducirahacia Paititi (...) 4.

    Creacin, orden, cosmos. Ms tarde, conquista espaola y caos.El universo se subvierte pero renace la esperanza de un nuevonacimiento, de un nuevo orden, de una segunda creacin. El crculose cierra y el esquema cclico, mtico, se materializa denunciando unaesquema milenario, antiguo 5.

    Y el Paititi sigue estando en el centro de la escena.

    4 Suescum, Javier M., op.cit. pp. 38-39. NOTA : Otra versin quizs ms antigua dice que, en Puquio (Ayacucho) Inkarr fue, tras la conquista espaola, martirizado por los europeos. Le cortaron la cabeza y la enterraron en Cusco. Pero su cabeza estaba viva y su cuerpo ha vuelto a empezar a crecer a partir de ella. Cuando el Inkarr est completo, el Incavolver .5

    Vase: Eliade, Mircea, El Mito del Eterno Retorno , Editorial Alianza, edicin de 1979.

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    DIVERSIDAD DE APROXIMACIONES(...) Jams el espritu dubitativo fue pernicioso.

    E.M. Cioran, Adis a la Filosofa,Ed. Alianza, Bs As, 1994, pg. 8

    Es difcil tratar un tema del que ni siquiera hay acuerdo respectodel origen y significado de la palabra que lo define. Cualquiera quehaya ledo la bibliografa al respecto sabr que no existe a la fecha consenso en lo referido a la etimologa del vocablo Paititi . Claro

    que esto no impidi que se elaboraran alambicadas hiptesis quepretendan ms ajustar el termino a ideas preconcebidas queencontrar la verdad del asunto. Lo cierto es que se ha dicho de todo.

    Ojeando las crnicas y memorias de la poca de la conquista, osaltando de un ensayo contemporneo a otro, observamos lasdiversas formas en que se ha escrito la palabra que nos ocupa:Paititi, Paitite, Paykikin, Paiquiquin , Paitit (con acento en laltima i), Pa Titi (separado) o Pay Titi. Demasiadas variacionespara un toponmico del que en verdad desconocemos todo.

    Lo que s podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, es que noprocede del quechua. As lo han sostenido reconocidos lingistas.Por lo tanto, la versin que ms difusin tiene en el ambiente y quedice que Paykikin significa como l , igual a l o como el otroCusco es totalmente forzada y alejada de la verdad. Por supuestoque existen implcitas intenciones para abrazar este significado enparticular y que consisten en creer que el Paititi es una ciudad ociudadela de origen inca (cosa que tampoco es cierta, como veremosun poco ms adelante).

    En la dcada de 1950, el explorador alemn Hans Ertl llev a

    cabo una serie excavaciones en territorio boliviano, al norte de LaPaz, en cierto cerro que deca ser llamado por los indios locales comoPaititi. Tras su aventura exploratoria demasiado cargada deinventos y fantasas, segn nuestra opinin public un librito en1954 en el que arriesga un significado original al termino. Segn Ertl,Pai-titi significa Dos Colinas y serva adems para designar auna legendaria ciudad incaica ubicada en las postrimeras orientalesde los Andes 6.

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    Ertl, Hans, Paititi. Tras las huellas de los Incas , Timun Mas, Barcelona, 1998, Pg. 9.

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    Si retrocedemos un poco ms en el tiempo y consultamosalgunas crnicas del siglo XVII veremos que en una de ellas, escritapor el Padre Diego Felipe de Alcaya, se arguye que la palabra Paititideriva de dos vocablos: Titi, que significa plomo y Pay quesignifica aquel 7.

    Pero eso no es todo.En 1979, Gottfried Kirchner, otro explorador alemn, public la

    crnica de sus aventuras por Colombia y cuando se refiere al trminoPaititi dice que significa algo similar a La Patria del Padre Tigre 8.Esta traduccin libre es la que ms se acerca a la realizada por elPadre Juan Carlos Polentini Wester que de manera un tanto rpida desentraa, en media docena de renglones, el misteriososignificado del vocablo remitindose a lo escrito por otro religiosoigual que lel Padre Constantino Bayle 9 quien sostiene que Pa-

    Titi significa Padre Tigre o Padre Jaguar-Otorongo 10

    .Por su parte, el clebre historiador argentino Enrique de Gandaagrega a esta laberntica confusin un nuevo significado: (...) Pai es monarca y titi , contraccin de Titicaca , o sea Aquel Monarcadel Titicaca 11 .

    Lo cierto es que todo este andamiaje lingstico es pococonvincente y nada seguro. Son manotazos de ahogado en medio deuna niebla de ignorancia casi absoluta. Lo nico que podemos afirmar es que la traduccin ms famosa (aquella que la hace derivar delquechua) es artificial y tendenciosa y que como nos dice el profesor

    Daniel Heredia lo ms probable es que Paititi pertenezca a unidioma desconocido de la regin de la selva (tup-guaran?) 12 .

    TODOS LOS SENDEROS CONDUCEN AL PAITITI"Lo que debe ser, ser".

    Proverbio annimo rabe.El problema no son los herejes, sino los mediocres.

    Eugenio RosaliniCo-director de la Expedicin Vilcabamba

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    7 Aquel Plomo que abundaba en la selva, segn el cronista espaol y que fuera denunciado por los incas retirados en eloriente para que el Inca del Cuzco no les arrebatar un territorio que, en verdad, era abundante no en plomo, sino en oro.8 Kirchner, Gottfried, La Quimera de El Dorado. La Bsqueda del Mtico Tesoro de los Incas , Editorial Tikal, 1996, pg.53.9 Bayle, Constantino , El Dorado Fantasma , Editorial Razn y Fe, Madrid, 1930, pg. 297.10 Polentini Wester, Juan Carlos, El Pa Titi Padre Otorongo! , Editorial salesiana, Per, 1999, pg. 28.11 Ganda, Enrique de, Historia crtica de los Mitos y Leyendas de la Conquista Americana , centro Difusor del Libro,Buenos Aires, 1946, pg.228.12 Heredia, Daniel, Paititi; su posible existencia y su probable ubicacin , Separata de la Revista del Museo e Instituto

    Arqueolgico, N 13/14, Cuzco, 1951.

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    Desde los das de la conquista espaola al Per (siglo XVI), se havenido hablando de ciudades y centros ceremoniales incas " perdidos "en las selvas amaznicas, al Oriente del Cusco. Los descubrimientosde Machu Picchu (1911), El Pajatn (1963), Vilcabamba "La Vieja"(1964), Mamera (1979/80) y Gran Vilaya (1985), son pruebasefectivas de la penetracin e influencia de los incas en las planiciestropicales del Per. Cuando se consideran las leyendas que circulansobre el Imperio Incaico, en las provincias de Cusco y Madre de Dios,inevitablemente estamos de cara a la leyenda del Paititi; eindiscutiblemente nos enfrentamos, al mismo tiempo, con dosopiniones opuestas: que el Paititi es un producto originado por laimaginacin popular, tanto como por la antigua ambicin espaola deencontrar oro y tesoros; y los que defiende la existencia real delmismo.

    Se ha escrito mucho sobre esta legendaria ciudad . El rumor y loscomentarios la han cubierto de riquezas, de celosos aborgenesprotectores, de alimaas que impiden el acceso a sus ruinas, eincluso como hemos visto de incas residuales que, en laactualidad, se mantendran invictos de la influencia occidental,conservando sus antiguas costumbres, ritos y organizacin poltico -social.

    Si bien todos estos romnticos ingredientes son propios delimaginario colectivo de las comunidades andinas, no descartamos laexistencia de construcciones incaicas levantadas en la selva, mucho

    ms adentro de lo que comnmente se acepta. Hoy sabemos que losconstructores del Tahuantinsuyu tuvieron una presencia activa y casipermanente en las junglas orientales, y que los lazos que unancosta/sierra/selva tropical fueron ms fuertes y constantes que loimaginado por muchos estudiosos.

    Un sin fin de crnicas espaolas de los siglos XVI, XVII y XVIII nos informan sobre expediciones incaicas, orientadas hacia elEste, como as tambin sobre la fundacin de guarniciones, tambos yciudadelas, en territorios de tribus selvticas que mantenan cordialesrelaciones diplomticas con el Inca. Muchos caminos empedrados seinternan en la selva, y muchos ms se descubren a diario,obligndonos a re-escribir gran parte de la historia expansionista delTahuantinsuyu.

    Tras una concienzuda lectura de dichas fuentes. Roberto Levillier sostuvo hace aos que dos son las regiones en las que se sueleubicar el tan mentado Paititi.

    La primera, cercana al Cusco y en territorio de la Repblica delPer, es la Meseta de Pantiacolla, una regin montaosa y tropicalque se levanta dentro del Parque Nacional del Man, y que ha tenidola extraa condicin de atraer a la mayor parte de las ltimas

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    expediciones. Esto es en parte entendible dado el enorme potencialarqueolgico que esta zona ha demostrado tener. En ella se hanencontrado caminos empedrados, rocas talladas y ruinas incaicas;como as tambin enigmticos petroglifos (grabados abstractos,hechos en la pared de una saliente ltica), sobre los cuales muypocos especialistas se arriesgan a especular acerca de susignificado, funcin u origen.

    La segunda regin se encuentra en el departamento boliviano dePando, a unos 600 Km. de distancia de Pantiacolla, remontando el roMadre de Dios (antiguo Amarumayo ). Se caracteriza por ser la zonamenos poblada de Bolivia (slo 38.000 habitantes en un territoriocuya extensin es de casi 64.000 km 2) y estar prcticamentedesvinculada del resto del pas. De acuerdo con los testimonioscoloniales que describen detalladamente la ruta de penetracin

    seguida por el Inca Tpac Yupanqui hacia el ao 1476, sabemos quelos "Hijos del Cusco", tras construir varias balsas, remontaron el roAmarumayo por lo menos en dos oportunidades; consiguiendo por vade la diplomacia levantar dos fortificaciones en tierras de la etnia delos Musus, comarca que coincidira con los territorios ubicados alnorte de la actual ciudad de Riberalta (Bolivia), en la confluencia delro Madre de Dios con el Beni.

    Lo cierto es que existieron dos Paititis .Uno, conocido como la cultura del Gran Paititi y que

    correspondera a la antigua etnia de los Musus, que fue anterior,

    contemporneo y confederado al Tahuantinsuyu incaico. Estabaformado por muchas naciones selvticas (llamadas antis ) y su famalleg hasta el propio Cusco, Paraguay, Bolivia y la zona del Ro de laPlata. Las Sierras de Parecis eran el centro neurlgico de esteimperio amaznico y su poderoso gobernante era denominado conel ttulo de Gran Paytiti . Con este fuerte monarca es con quienpactaron los incas, formando la confederacin antes nombrada, quedur hasta la llegada de los espaoles en el siglo XVI 13 .

    El otro Paititi, es el Paititi peruano ; en donde habitaron ygobernaron los incas despus de la invasin ibrica. Esta zonacorresponde a la actual regin de la meseta de Pantiacolla (y que enlas crnicas de Garcilazo de la Vega aparece con el nombre hoyolvidado de Abisca o Habisca ). En esta zona, muy poco exploradaan hoy en da, los seores huidos del Cusco levantaron ciudadelas,tambos y fortificaciones para proteger la retaguardia de aquellosdignatarios incas que siguieron la ruta hacia el Paititi boliviano 14 .

    13 Vase una de las obras mejor documentadas al respecto : Levillier, Roberto, El Dorado, el Paititi y las Amazonas ,Editorial Emec, 1975.14

    Polentini Wester, Juan Carlos, El Pa Titi Padre Otorongo! , Editorial salesiana, Per, 1999.

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    A pesar de existir pruebas documentales que confirman loantedicho, una larga tradicin acadmica (hoy cuestionada) considerapoco probable la penetracin incaica en lo profundo de la selva,negando la existencia de culturas amaznicas desarrolladas, capacesde recibir y, eventualmente, absorber a los Seores vencidos delCusco.

    Consideramos que este prejuicio no se condice con los datostestimoniales recogidos en crnicas, "noticias" e informes,recopilados a lo largo de los siglos XVI y XVII por soldados,aventureros y misioneros; ni con los descubrimientos recientespracticados en territorios de Per y Bolivia (puestos de avanzada defactura incaica y restos pertenecientes a la cultura de los Musus yMoxos).

    El Paititi fue real. Es real, existe; aunque no con las

    caractersticas mitolgicas que tanto el mesianismo como el deseodesenfrenado de riquezas materiales le han otorgado a lo largo de lossiglos.

    Hay algo detrs de las montaas ?... Lo ms probable es que assea.

    Las futuras expediciones, seguramente, terminaran dndonos larazn.

    PALABRAS FINALESConcebir un pensamiento, un solo y nico pensamiento,pero que hiciese pedazos el universo.

    E.M. Cioran, Adis a la Filosofa , pg. 133

    El principal problema en todos estos aos es que, guiados por laleyenda del Paititi, hemos estado buscando una ciudad y no unconjunto desperdigado de ruinas probablemente muy pocoatractivas desde el punto de vista arquitectnico, que son las quenos permitirn certificar fehacientemente la presencia de incas enregiones orientales del viejo Tahuantinsuyu.

    El espejismo romntico del Paititi literario nos ha impedido ver elbosque detrs del rbol; y eso no slo le quit seriedad acadmica aun tema digno de ser investigado, sino que encaus las pesquisaspor terrenos infructferos y vanos. La impronta de Hiram Bingham ha

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    sido profunda. Desde la primera dcada del siglo XX, todos hemossoado con toparnos con un segundo Machu Picchu sera hipcritano admitirlo, lo que condujo muchsimas veces al sensacionalismoperiodstico hoy va Internet que anuncia cada tanto, conbombos y platillos, el descubrimiento de una ciudad perdida o deltan mentado El Dorado . De hecho, basta con hacer un seguimientopor los diarios de los ltimos veinte aos para advertir cuntoshallazgos maravillosos murieron en la tinta seca de los peridicosque los anunciaban.

    Cuando estas cosas ocurren, entre las muchas que se me vienena la cabeza, dos sobresalen por encima del resto. La primera, es laevidente falta de honestidad y afn de gloria que demuestran muchosde los actuales exploradores; que son los mismos que criticanretrospectivamente a los conquistadores espaoles por haber

    actualizado hace 400 aos idnticos propsitos a los de ellos.La segunda cuestin tiene que ver con un refrn racionalista delsiglo XVIII que dice as:

    El decir de las estrellases un muy cierto decir

    porque ninguno ha de ir a preguntrselo a ellas.

    Qu es lo que se pretende, anunciando a los cuatro vientos,

    falsedades de ese tipo? Quince minutos de fama?... Quizs. Locierto es que nadie o muy, muy pocos 15 se toman el trabajo de ir a comprobar esos descubrimientos in situ.

    La selva es demasiado extensa; demasiado hmeda, peligrosa eincmoda. Para qu verificar nada? Es ms placentero aceptar loledo, confiar o esbozar una sonrisa escptica que deje el tema en elmismo lugar que al principio.

    Lo que sucede es que, con cada Paititi que se rescataanualmente de la selva, surgen inconvenientes que hacen que las tancodiciadas y buscadas pruebas se pierdan, o estnirremediablemente escondidas a la vista de los no iniciados. Acasoes serio aceptar la existencia de tal o cual ruina maravillosaobservando nicamente una foto mal enfocada ydescontextualizada?...

    El trabajo de campo y exploracin exige mayores precisiones yapoyo institucional. Claro que esto tampoco es sinnimo dehonestidad absoluta. Hay muchos casos en los que el afn por filmar un documental atractivo,aventurero y de impacto en la15 El explorador arqueolgico Greg Deyermenjian es la excepcin a la regla ms admirable y el experto ms confiable y

    serio de todos los que tratan sobre el tema.

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  • 8/6/2019 EL_PAITITI

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    teleaudiencia, ha hecho que asociaciones de fama mundial yNational cayeran en la trampa o fuesen cmplices directos de lafarsa.

    An as, en el fondo de todo esto, se abre una puerta deesperanza para los espritus romnticos. El hecho de que muchasextensiones selvticas estn an por explorar, abren las posibilidadesa encontrara algo siguiendo las crnica de la conquista, en lasorientales latitudes del antiguo Antisuyu incaico.

    A lo mejor, en la prxima temporada, y cargando en la mochilamenos ego y ms sinceridad y honestidad profesional, podamostoparnos con esas ricas ruinas quechuas que nos certifiquen laexistencia del Paititi real; sin oro, sin plata ni seres mitolgicos alacecho.

    Alguien dijo una vez que toda exploracin es, en definitiva, la

    bsqueda de uno mismo. Estoy de acuerdo con ello. Adems, comoexpresin simblica de la curiosidad humana de los sueos y lasilusiones toda exploracin es tambin tentacin, fuente deinquietud, motivo de reflexin, acicate del conocimiento. Explorar provoca el cambio inesperado, muestra lo recndito, se alimenta de lanovedad, pues es cambio, movimiento, inquietud, utopa. Como todahistoria, la exploracin tiene principio y fin, pero admiteprolongaciones, incluso modificaciones de finalidad. Nunca es ftil.En ella, todo es posible... incluso el Paititi.

    Dedicado a Greg Deyermenjian;amigo, confesor y parte indispensablede esta obsesin que compartimos desde hace aos.

    Por:Fernando Jorge Soto RolandProfesor en HistoriaDirector de la Expedicin Vilcabamba [email protected]

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