elementos significativos tradicionales asturianas

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ELEMENTOS SIGNIFICATIVOS DE LAS FIESTAS TRADICIONALES ASTURIANAS * La f iest a.conceptualmente(1).es entendida como un a man i festa ción ritual y grupal con fines trascenden- tales. y como tal acogida a una se- rie de símbolos previamente con- venidos cu yo carácter es funda- mentalmente lúdico . Desde el pun o to de vista grupa l o part ic ipat ivo. las fiestas son de índole familiar o colectiva. siendo estas últ imas - susceptibles de introducir en otras divisiones y subdivisiones- las que const ituyen el ob jeto de las presentes notas . Aún es convenien- te añad ir que la adjet ivac ión ut ili- zada en este caso y alusiva a la tra- dición implica una concreción de estas f iestas dentro del campo más amp lio de las populares ; es verdad que las f iestas tr adic ionales está n dotadas de una impronta popu lar . en tanto que es el pueblo quien par- ticipa de ellas. pero no lo es menos que determ inadas man ifestaciones pop ulares - fiestas deportivas . po- Ii ticas . etc .- no poseen el mar- ch amo leg ado por una prolongada co st urnbre . Resu lta evident e. por otra parte. que las f iestas trad i- cio nales poseen un fuerte cornpo- nente reli gioso en la mayor parte de los caso s y de las cult uras. aunque no sea excl usivo . El tiempo y el espacio const itu- yen dos matic es insoslayables de las fie stas trad ic ionales. que son singularmente definitorios. En pri- mer lugar. est e tipo de fiest as acon- tecen c onfo rme a un ri tmo periódi- ca y generalmente invariable, sus- cepti ble de predec ir en cualqui er caso. En segundo lugar. su cesen- Eloy GOM EZ PELLON votvimiento tiene cabida en especi- ficas esp acios sujetos a la rettera- ci ón, que la mayor parte de las ve- ces son anexos a templos o lugares de veneración religiosa. Los ejes de coo rdenadas espacio-temporales pos ibi lita n. por tanto. el desarrollo de la fiesta y de su inherente carga ri tual. Sabido es que el tiempo fest ivo viene determinado por un calenda- rio . que en la cultur a occidental es de orden cris tiano. si bien en su seno se reconoce la influencia de otras relig iones (2). El cristianismo. en su largo proceso de adaptac ión asimiló much as de las prác ticas de que estaban dot adas las creenc ias previas. en func ión de su pecu liar fuerza ama lgamadora . y el propio calendario co nsti tuye una buena 47

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Page 1: ELEMENTOS SIGNIFICATIVOS TRADICIONALES ASTURIANAS

ELEMENTOS SIGNIFICATIVOSDE LAS FIESTASTRADICIONALES ASTURIANAS *

La fiesta. conceptual mente (1).esentendida como una man ifestaciónritual y grupal con fines trascenden­ta les . y como tal acogida a una se­rie de símbo los prev iamen te con­veni dos cu yo carácter es funda­mentalmente lúdico. Desde el pun oto de vista grupa l o part ic ipat ivo.las fiestas son de índole familiar ocolectiv a. siendo estas últ imas- suscepti bles de introduc ir enotras divis ion es y subd ivis iones­las que const ituyen el ob jeto de laspresentes notas. Aún es conven ien ­te añad ir que la ad jet ivac ión ut il i­zada en este caso y alus iva a la tra­di c ión impli ca una concreción deestas fiestas dentro de l campo másamp lio de las populares; es verdadque las fiestas tradic ionales estándotadas de una impronta popular .

en tanto que es el pueblo quien par­ticipa de ell as. pero no lo es menosque determ inadas man ifestacionespop ulares - fi estas deport ivas . po­Ii ticas. etc .- no poseen el mar­ch amo legado por una pro longadaco st urnbre . Resu lta evidente. poro tra parte. que las fiestas trad i­cionales pos een un fuerte cornpo­nente reli gioso en la mayor parte delos casos y de las cult uras. aun queno sea excl usivo .

El tie mpo y el espac io const itu­yen dos matices insoslayables delas fie stas trad ic ionales. que sonsing ularm ente defini torios. En pri­mer lugar. est e ti po de fiest as aco n­tecen conforme a un ritmo pe r i ód i­ca y genera lm ente invariable, sus ­cepti ble de predec ir en cualquiercaso . En segundo lugar. su cesen -

Eloy GOM EZ PELLON

vo tvimiento tie ne cabida en especi ­ficas espacios sujet os a la rettera ­ci ón, que la mayor parte de las ve­ces son anexos a templos o lugaresde veneración relig iosa . Los ejes decoo rdenadas espa cio-tempora lespos ibi litan. por tant o . el desarrollode la fiesta y de su inherente cargari tual.

Sabido es que el ti empo fest ivoviene determinado por un calenda­rio . que en la cultura occ idental esde orden cristi ano. si bien en suseno se reconoce la influencia deotra s relig iones (2). El cri sti ani smo.en su largo proceso de adaptac iónas im iló muchas de las prác ticas deque estaban dotadas las creenc iasprev ias. en función de su pecu l iarfuerza ama lgamadora. y el propioca lendario co nsti tuye una buena

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pru eba de es ta reali dad, est iq rnatl­zada po r dos ser ies festivas que sedistr ibuyen homogéneamente a lolargo de l año , s iendo de carácter lu­nar la primera de ellas -ocupandola primera m it ad - y so lar la sequn­da -sob re la cor respondientemitad del año natural - . El hechode que las fies ta s cr ist ianas po­sea n una motivaci ón lu nar - la decondición vari ab le- o so la r - la decondición fi ja - encuentra su expli­cación en el propio sin cret is mo quepresi de el calendario cr is t iano yque es resultado de la concu rrenc iade dos calend arios más, b ásic a­mente: el judio, de estruc tura lunar,y el romano, de estructura so la rdesde la épo ca de Julio César-con arreg lo al cálcu lo efe ctuadopor Sosigenes - en el que a su vezconfluyen lo s indoeuropeos y losprocedentes de la tradición medite­rránea.

Las fiestas as turianas re fl ejanbien a las c laras la presen ci a decomponentes exógenos al cristia­nismo. no sólo en cuanto a su di s­tribución sino también en sus as­pectos form ales. En el Princ ipadode Astur ia s los rit uales lúdicos setejen con peculiar fuerza sobre de­term inadas épocas del año, mos­trando una acusada bipolarizaciónen torno a ambos sols t ic ios. La di­ficu ltad del anál is is del co mplejofestivo asturiano. como del de otrasreg iones. estriba en el marcado re­troceso que en la cultura tradic io­nal se ha producido tras la presiónde una masiva ind ustrialización ,que creció con fuer za de sde las úl ti ­mas décadas de la centuri a pasada (3).

Hasta la segunda década del s i­glo actual. y posteriormente cadavez de manera má s ais lada, fue fre ­cuente que, coincidiendo co n el ini­cio del nuevo año (4), grupos de jó ­venes disfrazados llamaron la aten­ción de sus convecinos part ic ipan­do en significativas actu aci ones .Se tratab a en reali dad de un vario­pinto gr upo a cuyo frente iba un perosonaje ataviado con un traje bl ancode lana, po la inas negras y un cu ­curucho mult icolor sobre su cabe­za, ayudado de una pértiga que lepermitía reali zar vist osos sal tos alt iempo que agitaba los cencerrosque pendian de su cintura; en su co ­m it iva contaba con una ser ie de in­d ividuos vestidos c oncordan ­temente, per o menos ll amativos ens u s movimien t o s au nqu eigualmente provist os de esqu i las,completándose el conjunto conotros as imi smo disfrazados yayudados de pequeños láti go s de

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cuyas puntas penden veji gas -dedonde les viene su denominaci ónde vexigueros - con los cuales qol­pean a los transeuntes, y ñnalrnen­te con unos insu sti tuibl es ac to resdel cuadro escénico: la aguilande­ra , la cardona. la cen icera , etc. Losprimero s, los que encabezaban laco m it iva , respondian a una variadanomencl at ura: gu irrios y zamarro­nes en el Conc ejo de Lena, sidrasen el de Siero, bardancos en el deCaso , etc . El cul men de la ac­tu ac ión veni a dad o po r la rep resen­tación de una co med ia de hete­rogéneos caracteres, pres id ida porel común denominador de la ex­travagancia.

Las masc aradas citadas que ci e­rran el viejo año y abren el nuevomuestran en Astu ria s des tacablessingularidades, aunque respondana una práctica que es tá presente enbuena parte de Euoropa (5), comocabia esp erar de las intensas rela­ciones que han man teni do los pue ­blos que componen el mo saico con­t inental. Es altamente ilustrativocomprobar cómo la cost umbre delos enmascarados se rep it e con si­mi la r intensidad algunos mesesdespués. en concordancia con loseras sobre los que se desarroll a elCarnaval y que const ituyen el anun­C IO de la Cuaresma. En el Princ ipa­do de Asturi as el Antroxu (6), deno­minación que recae sobre el Carna­va l . ll evó aparejada tradic io­nal mente una considerable cargade cr it ica mordaz que fue osten tadacon gracia por parte de los ind ivi ­duos participantes, en forma de ri·diculizantes cencerrada s en el ám­bito rural o de graciosas comparsasen el urbano, valiéndose unas vecesde los disfraces zoomorfos, y otrosde la ele men tal ocult ac ión quecomportaba la cara tiz nada, simu­lando barbados per son aje s. El pro ­pio epilogo carnavalesco, conser­vado aún en nuestros di as, en algúncaso sin soluc ión de co nti nuidad,se halla en rima con la sátira gene­rada por los ac tos descritos,cuando un cortejo fúnebre. aparen­temente condolido y enc abezadopor algunos particip antes revestl­dos con rop as del cul to ecl es iás­tico . procede a efectuar el entierrode la sardina .

Existe en algunas poblacionesasturianas la costumbre pascual ,con stituida en col ofón cuaresmal,de proceder al repar to de lo que sellaman huevos pintos, (7) como con­secuenc ia de someter los huevos aun intenso proceso de teñ ido quehasta los inici os del presente sig lo

se hiz o conform e a la rudi mentariatéc nica de introduci rlos en agua decastañas con hollín, par a poste­riormente de jar paso a la épo ca delas an ilinas y de la complej idadquimica. La fi esta de los huevospintos , celebrada bri llanteme nte enPola de Siero o en Sama de Lan­greo , se reg istra en aquellos n ú­c1eos as tu rianos ligados a las inci ­pientes prospecciones mine ras quese hiciero n a fina les del siglo XVII Ide la mano de técnicos ext ran jeros,por lo que tales festejos son lamuest ra de un palad ino préstamocultural que responde a una práct i­ca que está pre sent e aún en nues­tro t iempo en much as ciudadescentroeuropeas el día de Pas cua.

En el mes de jun io , cua ndo se ini ­cia el periodo de las fi est as fij as,t iene cab id a en algu nas áreas delPrinci pado - refle jo de la mayorextens ión qu e tuvo en otro t tern­po - el ri tual de levantar grandesarboles (8) en el centro de las al­deas o de las parroquias, ge nera l­mente 'en torno a los templ os , do n­de permanece por espacio de variosmeses. Dichos árbol es han sidocortados co n anterioridad en algúnmonte cerca no, y tras ladados proce­sionalmente al lugar elegido y al rit­mo de caracterist icos cánticos , quearrecian m ientras el mayo -que enla zona ori ental reci be el nombe dejoguera- es izado. Y no es éste elún ico elemento vegetal de caracterri tual que está presente en las l íes­tas asturianas, puest o que en la ce­remonia reli gi osa de la mayor partede las que se celebran en la sequn­da mitad del año está pres ente elramu. o estructura de madera de al­tura var iable -que raramente so'brepasa la altura de sus portado­re·s-. de conf ormación piramidalen el Or iente as turiano y tendente ala conoc idad en la medida que seaproxima al extremo occide nta l, or­nado con una carga más pronun­ciada de flores y roscas en la pr i­mera de las zon as y más discretasen la segunda. El ramu, que es por­tado por un ind ividuo -en el po­ni en t e de la regi ón, freocuente mente- o por var ios -enel resto - co nsti tuye un elementoconnatural a las proc esi ones as tu ­rianas, situado inmedi atamenteantes o después de la efi gie santo ­ral y en las prox imidades del cel e­bran te.

El fuego ha constituido histórica ­mente otro de los princi pios ri ­tuales de las fiest as as turia nas,distribuidas con mayor in tensidad alo larg o del per iodo estival. La

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El ramu desig na un elemento inseparab le de las fiesta s as turian as. De arri ba a abajo . carac ten st icosramos de las zonas central y oriental del Principado.

toguera daba vida a la víspera de lafies ta y a és ta en sí mi sma (9)- au nque en el prese nt e la trad i­c ión se haya ido disolviendo- deforma que la docu me ntac iónhis tór ica la señala como uno de losmotivos determ inantes de las reu~

niones lúdicas. Los vegetale s y elfuego . junt ament e con el agua. co n­cretan la triada simbólica que con ­cu rre co mo en ninguna otra fec haen los rituales de la noche de SanJuan asturiana (10), amalgamadorade ant iqu ís imas práct icas a part irde su cond ic ión so lst lc la l encubier­ta por un pers istente proceso cr is­ti an izador. El agua de la noche ce not ra l de l año ha sido as im i lada trad i­cionalmente (11)a toda una serie depráct icas mágicas, nídrorn áncicas.pro filácticas - a par tir de la fl or deagua- , etc.

Ahora bien. a lo larg o de todo elaño se rastrean una serie de ete­me ntas que conf igu ran el comúndenom ina dor de las fi estas tradi­ci onales ast urianas. co n ince pen ­den cia de la posic ión que ocupanen el calendar io. Uno de ellos vienedeterminado por la cos tumbre de lapres entación de exvot os en torno alas devociones que marc an muchasde las fiestas an uales. entre las quevalgan co mo repre sen tat iva s alSant o Cr isto de Candás o losSantos Márt ires de Valdecuna. enlos Concejos de Carreña y de Mie·res respect ivamente. Much os sa n­tuarios de peregr inación fes t iva delPrin cipado están igualmente reta­cionados con especi fi cas ritos pre ­venti vos . mat izados por la superes­peciali zac i ón qu e ampara a cadauno de los cultos , resu ltando cl ara-

men te sign if icativas las prác ti casde la recogi da de hierbas en torno alos templos - es el caso del sa n­tua rio del Monsacro en el Conce jode Mo rc in (12)- . de antecede ntesprecristianos donde los devotosacuden especi almente el día de laAs unción de la Virgen para hacerseco n los cardos que nacen en lasproxi mi dades del lugar, y que luegoguardarán bajo creenci as pro f i l áct t­cas en sus casas du ran te los me­ses sucesi vos- y los usos rnáqi­cos - como la colocación de la cet­de ir ina de co bre sobre la cabeza delos romeros el día de la Virg en delC ébrano. pa trona del Concejo deTeverga . a fin de lograr la preserva­ci ón de las afe cc ion es neur álql­cas- . Asim ism o, determ inadasdanzas, como la Danza Prima (13),de estruc tur a gen eralment e cir-

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curar, y donde uno de los partic i­pantes adelanta la letra que es co­reada por los demás, van indefecti­blemente unidas a las fiestas astu ­rianas; se rastrean, además, otrasque son indicati vas de la profundarelaci ón que unió al Principado deAsturias con los pueblos europeosen los siglos jalonados por las pere­grinaciones jacobeas, y donde sehizo natural hacer un alto en Ovie­do, camino de Sant iago de Com­postela, para honrar las reliqu iasdel Salvador: se trata de las danzasde tipología rome ra, que se explic i­tan en la Danza Peregina de L1anesy en la Danza de los Romeros deOviedo y de Siero, éstas ya desapa­recidas, parangonables con otraslocaliz adas en diversos puntos deEurop a.

Fina lmente , la comensalidad, lasát ira y la act itud pet itoria son tresde los componentes que , del mismomodo que en ot ras cu lturas, ru­brican las fiestas asturianas. La pr i­mera de ellas, bien estudiada por R.Vald és del Toro (14), marca la fron­tera entre la mitad sagrada -de ca­ráct er mat inal, y donde se reune laproces ión , la ofrenda reli giosa, lami sa, etc.- y la mitad profana -deíndole vesperti na- o A su lado, lasát ira com port a ot ra de las cons­tantes festiv as, que se halla pre­sente no só lo en las burlescas di­versi ones carnavalescas, sino enmuchas co medietas de las fiestaspatronales en for ma de irrisori asparodias -la Amuravela de Cudi­llera. San Roque en Tazone s (Con­cejo de Villa vic iosa), etc .- quecuentan con la act uaci ón de inge­nioso s personajes . Por lo que se re­fier e a la act itud pet itoria , es obvioque implica la est rateg ia que per­mite la supervivencia de los rit osfestivos a lo largo del t iempo, de talmanera que tant o en las esce nif ica­ciones estiv ales, como en las te­nebros as proces iones noct urnas delas vísperas del día de los Di funtos ,o en las pro pias comparsas carn a­valescas, es obligada la figur a delbolsero.

Es claro que muchos de los ritua­les expuestos poseen un innegableinfl ujo precristiano, ante cuyo an á-

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li si s la recurrencia a la técn ica delas superv ivencias , dada su in­consistenc ia puesta de relieve a lolargo de este sig lo, sería necia.Pero es ig.ualmente cierto quealgunos elementos que part icipande los anted ichos rituales seremon tan en su origen al prop io de­venir del cristi anismo, como hasido observado en alguna ocasión(15) a propósit o de las fiestas astu ­rianas.

NOTAS

(') Cf. los detenidos trabajos referen­tes al tema de E. GOMEZ PELLON y G.GOMA GONZALEZ, Fies tas de As turias.Aproximación al p anorama fes ti vo estu ­riano. Oviedo, 1985; E. GOMEZ PELLO Ny G. COMA GONZALEZ. Fies tas y ritua­les de Asturias . Periodo estival . Oviedo.1986: E. GOM E PELLO N, u Not as para elestudio etnohistórico del complejo fes­tiv o astur iano... Actas del IV Con gresoNac ion al de Antropologia, 1987.

(1) Vid J. HUIZ INGA, Hamo luaens,Madrid. 1972. pp . 11·42. CI. V. TURNE R,La se lva de los simbotos , Madrid . 1980,pp . 21. ss . y passim.

(2) El gran avance experimentado enlas ultimas décadas en el con ocimientode la relig ión romana muestra claramen­te la inc idenci a Que en el cr istiani smotuv ieron muchos de sus ritos y esp ec ial ­mente su cal endari o . Vid G. DUMEZIL.La relig ión romaine archaique. París ,1966: tambi én J. BAYET. Croyances et ri­tes dans la Rome entique, Paris, 1971.Acerca del in fluj o de la reli gión celta. J .de VRIES. La rel igión des cettes , Paris.1963. etc.

(3) E. GOM EZ PELLO N...Notas parael es tudio etnológi co del complejo fes ­tivo ast uriano ...op . cit .

(4) Vid . D. GONZALEZ NUEVO-ZA·RRACIN A. ..Gu irr ios y Zamarrones... Re·Vist a de Dtetectotoqte y Tradic iones Po­pu lares, IV. 1948. pp . 242-265. También .F VIGH_. ..Los sid ros de Siero » , a(otetín)(deli Ctentro¡ toe¡ E(s tud ios ) Ats turie ­nos ). 3. 1924. pp. 9·16. Yde l mi smo. ..so­bre el origen de lo s sidras o gu irr ios» .

a .C.EA. 6. 1925. pp. 55·59. As im ismo. J.URIA . ..Sobre el orige n de los s idras . za­marrones. etc . » , a .C.E.A .. 5. 1925. pp . 64-

80. Y del propio autor. «Sobre la costum­bre de los zarnarrones, guirr ios . etc . ».

a .C.E.A..8. 1925, pp. 73-79.(5) J. CARO BARaJA, El Carnaval.

Madrid, 1979, pp . 262-268. esp ec ialmen­te.

(6) C. CABAL, Con tribución al Dic ­cio nari o Folk lórico de Asturias, Oviedo,1955. vol. 3. pp. 276·279 Y304-326. Y delmismo autor y obra, vo l. 4. Oviedo, 1958,pp. 97-104; A. de LLANO. Del fo lklore as­turiano . Mitos. Supers tic iones. Costum­bres . Oviedo, 1977 (reimp.) pp . 219-220.

(7) F. VIGIL, La fi esta de los HuevosPin tos de Pala de Siero , Siero, 1948.

(8) CI. E. GOMEZ PELLON y G. COMAGON ZALEZ. Fiesta s de Asturia s. pp . 28·30.

(9) Asi lo adv ierte a finales del sigloXVIII G. M. de JOVELLANOS, en su octa­va carta a Dn. Antonio Ponz, cuandodice : ..Se pasa toda la noche en baile ygresca a la orill a de una gran lumbradaQue hace ence nde r el mayordomo de lafiesta. reso nando por todas partes eltambor. la gaita . , ; » , Vid . Cartas de l viajede Asturias , en J.M. CASO GONZALEZ(eo.), Salinas. 198 1, vol. 2. p. 29. Cf . A. deLLANO. op. cit ., pp. 228-231, desde laperspectiva de los pr imeros lust ros delpresente siglo .

(10) Vid. E. GOMEZ PELLON y G. co.MA GONZALEZ, Fies tas y rituales deAsturias . pp . 9·55. Un estudio minuciosoy comparativo de est as fiestas puede ,verse en la ob ra de J. CARO BARaJA. Elestio festivo. Fiestas populares de l ve­ran o. Madrid. 1984.

(11) F.J. FERNANDEZ CONDE. ..Reli­giosidad popul ar y piedad oculta". enHistoria de la (glesia en España , 11 . 2.Madrid . 1982. pp. 310-311. 326 Ypassim .

(12) CI. J.M. GONZALEZ y FERNAN·DEZ-VALLES. ..Monsacro y sus trad ic io ­nes" . Archivum, 7. 1958. pp. 70-73.

(13) E. GOMEZ PELLON y G. COMAGONZALEZ. Fiest as y ri tua les de Astu­rias . pp . 131-139. Por lo Que se re fiere alas letras cantadas en estas danzas. re­sulta de obligada consulta el trabajo deJ.R. M ENENDEZ PIDAL , Romancero as ­turieno. Colección de can tares de DanzaPrima . esfoya zas y titenoones, Mad rid .1885, pp . 65·68; y también . J. CASOGONZALEZ. ..Ensayo de reconstru ccióndel romance -¡Ay! un qa l án de es tavill a-c-». Archivum. 4,1 954. pp . 385-XL.

(14) R. VAL DES DEL TORO. ..Eco log íay trabajo. fiestas y dieta en un Concejodel Occ idente astur" . en Tema s de An­tropotoqie Española. de C. LlSO N TO­LOSANA (ed.), Madrid . 1976. pp . 331-333.

(15) E. GOM EZ PELLON y G. COM AGONZALEZ. Fiestas y rituales de Astu­nas . pp. 141·155.