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Copyright © 2016 The New York Times DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA Investigación de malformaciones en Brasil conduce a virus portado por mosquitos El virus del zika viaja rápido FERNANDO VERGARA/ASSOCIATED PRESS Algunos hallan nuevas recompensas al afrontar sus viejos temores. UESLEI MARCELINO/REUTERS; ABAJO, MAURICIO LIMA PARA THE NEW YORK TIMES La niñez es la mejor época para aprender a conquistar nuestros miedos Al tratar de enfrentar nuestros temo- res, es fácil decir que no. Pero puede ser mucho más satisfactorio decir que sí. Éste fue el enfoque tomado por Henry Alford, quien explicó en The New York Times que se había encontrado a sí mis- mo dando tumbos “como un zombie a la mediana edad” y, por lo tanto, decidió introducir un aire de imprevisibilidad de vuelta en su vida. Al hacerlo, siguió el ejemplo de Shonda Rhimes, creadora de la serie de televisión “Grey’s Anatomy”, quien, a fines de 2013, se había prome- tido pasar el siguiente año diciendo sí a nuevas oportunidades. La versión de Alford implicó un mes de actividades que lo sacaron de su zona de confort. En su lista: tomar una clase de butoh, una forma de danza japonesa; cenar solo en un restaurante donde pro- bablemente vería a gente que él conocía; y cantar y tocar la guitarra frente a invi- tados en casa de su hermano. Durante ese mes, Alford se preguntó si un reto así traería resultados más contundentes a personas carentes de confianza, teniendo en cuenta que él era “relativamente seguro de sí mismo, pero a veces desmotivado”. Pero a final de cuentas decidió que el concepto de de- safiar el miedo era más eficaz que el de simplemente seguir una lista de asuntos pendientes. Sarah Lyall, redactora de The Times, también asumió el reto de decir que sí, y en su caso cada instancia involucraba participar en producciones teatrales inmersivas. Normalmente, escribió, evitaba cosas como vestir disfraces, marchar, corear o hablar espontáneamente en un micró- fono. Pero la escena teatral neoyorquina actual ofrece al público muchas oportu- nidades de convertirse en parte del es- pectáculo. Y fue así como se vio a sí mis- ma asistiendo a diez eventos en los que los retos incluían ser “reprendida por un chef falso que blandía un cuchillo de ver- dad” y ser rociada de agua en “una obra sobre huracanes y otros temas tristes”. Lyall se estuvo más cómoda al tener una amiga que la acompañara a la mayoría de los eventos, pero también se sintió aliviada cuando experimentó algunos de ellos por sí sola. Estos temores sin confrontar a menu- do se acumulan con el tiempo, y muchos comienzan en la niñez. En vez de enfren- tar retos o incluso tareas cotidianas, los niños a veces dicen que no pueden hacer algo para no arriesgarse al fracaso. “Algunos niños fingen ser incompe- tentes para no encontrar que realmente lo son”, escribió Jessica Lahey en The Times, mientras que otros “se rinden antes de empezar para evitar la decep- ción, la frustración o la vergüenza”. En tales casos, el consejo que ofrece Katie Hurley, psicóloga de niños y ado- lescentes, es que los padres de familia y maestros deben “alentar a los niños ansiosos a enfrentar situaciones difíci- les mientras que, al mismo tiempo, los empoderan para que puedan superar su ansiedad”. El truco, escribió Lahey, “es saber cuándo dar un paso atrás y dejar que los niños luchen un poco, y cuándo ayudarlos cuando una tarea verdade- ramente está más allá de sus capacida- des”. Y es importante apoyarlos y tener una actitud positiva. Después de todo, aprender a enfren- tar sus miedos a temprana edad puede ayudarlos a hacerlo más tarde como adultos. Y podrían descubrir que es más fácil de lo que esperaban, e incluso pla- centero. TESS FELDER Sus comentarios son bienvenidos en [email protected]. INTELIGENCIA Cuentos de hadas en Rusia. PÁG. 2 EL MUNDO Ayuda banda aborigen a sanar heridas. PÁG. 3 DINERO Y NEGOCIOS Desaceleración china golpea a África. PÁG. 5 PERSONAJES Ir a Olimpíadas de Río es una lucha. PÁG. 7 Este artículo fue escrito por Donald G. McNeil Jr., Simon Romero y Sabrina Tavernise. Algo extraño ocurría en agosto en las salas de maternidad de Recife, una ciudad en la punta oriental de Brasil, donde el país mete el codo al Atlántico. “Médicos, pediatras y neurólogos empezaron a encon- trar esta cosa que ja- más habíamos visto”, dijo Celina M. Turchi, investigadora de enfermedades infec- ciosas en la Funda- ción Oswaldo Cruz, un prominente instituto científico en Brasil. “Los niños tenían rostros norma- les de las cejas para abajo, pero luego nada de frentes y cabezas muy extra- ñas”, recordó, en referencia a la condi- ción conocida como microcefalia. “Los médicos decían, ‘Pues yo vi a cuatro hoy’ y ‘ay, qué extraño, porque yo vi a dos´”. Fuera de su alarmante apariencia, muchos de los bebés parecían saluda- bles. “Lloraban, se alimentaban bien del pecho y simplemente no parecían estar enfermos”, dijo Turchi. Los mé- dicos estaban desconcertados. Esta- ban viendo la primera oleada de un ho- rrendo maremoto. Un patógeno poco conocido —el virus de Zika, portado por mosquitos— tenía por lo menos un año de estar circulando en Brasil. Se convertiría en el principal sospechoso de lo que había sucedido a esos recién nacidos. Desde entonces, esos diminutos bebés han llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar una emergencia de salud pública. Han pro- piciado advertencias a mujeres emba- razadas de evitar los países donde cir- cula el virus e incluso a abstenerse de relaciones sexuales sin protección con hombres que han visitado esos países, tras un reporte reciente de la transmi- sión sexual del virus en Texas. Han llevado a los ministros de salud de cinco países a pronunciar palabras que nunca antes habían dicho: muje- res, por favor posterguen el tener hi- jos. El virus ahora amenaza los Juegos Olímpicos de verano 2016 en Río de Ja- neiro y ha abierto un nuevo frente de debate en países férreamente católi- cos sobre el control natal y el aborto. Y los niños aquejados de microcefa- lia tienen a los médicos en todas partes preguntando: ¿Qué es este virus? ¿Có- mo pudo existir durante casi 70 años? ¿Qué les decimos a las mujeres que preguntan si están a salvo sus bebés aún por nacer? “Al igual que con el ébola, este virus es algo que pudo existir durante años bajo el radar y no sabemos sus verda- deros efectos hasta que surgen miles de casos”, dijo Anthony S. Fauci, direc- tor del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos. Para los médicos en Recife, lo que afectaba a los bebés parecía haber lle- gado como total sorpresa. En realidad, tenía meses de estar en proceso. Los mismos síntomas Un año antes, dijeron los médicos, empezaron a llegar los primeros pa- cientes a los hospitales de Natal, una ciudad costeña a unos 320 kilómetros de Recife. Sucedió unas semanas des- pués de la Copa Mundial 2014, y Natal había sido una de las sedes del cam- peonato de futbol. Casi todos los pacientes presenta- ban los mismos síntomas: un sarpulli- do rosa plano, ojos enrojecidos, fiebre, dolor en las articulaciones y dolores de cabeza. Ninguno estaba enfermo de gravedad, pero las similitudes era impactantes. “Eso asustó a algunos pacientes y doctores, y a mi equipo”, dijo Aline Bezerra, la epidemióloga municipal. “Lo único que pensamos Continúa en la página 2 El mosquito Aedes aegypti (sup.) transmite, entre otros, el virus de Zika, que podría estar ligado a la microcefalia. Rosana Vieira Alves (arr.) con Luana, su hija de 4 meses, nacida con la condición. Soldados brasileños revisan un patio en Recife como parte del esfuerzo por combatir los mosquitos que propagan el virus.

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Copyright © 2016 The New York Times

DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

Investigación de malformaciones en Brasil conduce a virus portado por mosquitos

El virus del zika viaja rápidoFERNANDO VERGARA/ASSOCIATED PRESS

Algunos hallan nuevas recompensas al afrontar sus viejos temores.

UESLEI MARCELINO/REUTERS; ABAJO, MAURICIO LIMA PARA THE NEW YORK TIMES

La niñez es la mejor época para aprender a conquistar nuestros miedosAl tratar de enfrentar nuestros temo-

res, es fácil decir que no. Pero puede ser mucho más satisfactorio decir que sí.

Éste fue el enfoque tomado por Henry Alford, quien explicó en The New York Times que se había encontrado a sí mis-mo dando tumbos “como un zombie a la mediana edad” y, por lo tanto, decidió introducir un aire de imprevisibilidad de

vuelta en su vida. Al hacerlo, siguió el ejemplo de Shonda Rhimes, creadora de la serie de televisión “Grey’s Anatomy”, quien, a fines de 2013, se había prome-

tido pasar el siguiente año diciendo sí a nuevas oportunidades.

La versión de Alford implicó un mes de actividades que lo sacaron de su zona de confort. En su lista: tomar una clase de butoh, una forma de danza japonesa; cenar solo en un restaurante donde pro-bablemente vería a gente que él conocía; y cantar y tocar la guitarra frente a invi-tados en casa de su hermano.

Durante ese mes, Alford se preguntó si un reto así traería resultados más contundentes a personas carentes de confianza, teniendo en cuenta que él era “relativamente seguro de sí mismo, pero a veces desmotivado”. Pero a final de cuentas decidió que el concepto de de-safiar el miedo era más eficaz que el de simplemente seguir una lista de asuntos pendientes.

Sarah Lyall, redactora de The Times,

también asumió el reto de decir que sí, y en su caso cada instancia involucraba participar en producciones teatrales inmersivas.

Normalmente, escribió, evitaba cosas como vestir disfraces, marchar, corear o hablar espontáneamente en un micró-fono. Pero la escena teatral neoyorquina actual ofrece al público muchas oportu-nidades de convertirse en parte del es-pectáculo. Y fue así como se vio a sí mis-ma asistiendo a diez eventos en los que

los retos incluían ser “reprendida por un chef falso que blandía un cuchillo de ver-dad” y ser rociada de agua en “una obra sobre huracanes y otros temas tristes”.

Lyall se estuvo más cómoda al tener una amiga que la acompañara a la mayoría de los eventos, pero también se sintió aliviada cuando experimentó algunos de ellos por sí sola.

Estos temores sin confrontar a menu-do se acumulan con el tiempo, y muchos comienzan en la niñez. En vez de enfren-tar retos o incluso tareas cotidianas, los niños a veces dicen que no pueden hacer algo para no arriesgarse al fracaso.

“Algunos niños fingen ser incompe-tentes para no encontrar que realmente lo son”, escribió Jessica Lahey en The Times, mientras que otros “se rinden antes de empezar para evitar la decep-ción, la frustración o la vergüenza”.

En tales casos, el consejo que ofrece Katie Hurley, psicóloga de niños y ado-lescentes, es que los padres de familia y maestros deben “alentar a los niños ansiosos a enfrentar situaciones difíci-les mientras que, al mismo tiempo, los empoderan para que puedan superar su ansiedad”. El truco, escribió Lahey, “es saber cuándo dar un paso atrás y dejar que los niños luchen un poco, y cuándo ayudarlos cuando una tarea verdade-ramente está más allá de sus capacida-des”. Y es importante apoyarlos y tener una actitud positiva.

Después de todo, aprender a enfren-tar sus miedos a temprana edad puede ayudarlos a hacerlo más tarde como adultos. Y podrían descubrir que es más fácil de lo que esperaban, e incluso pla-centero.

TESS FELDERSus comentarios son bienvenidos en [email protected].

INTELIGENCIA

Cuentos de hadas en Rusia. PÁG. 2

EL MUNDO

Ayuda banda aborigen a sanar heridas. PÁG. 3

DINERO Y NEGOCIOS

Desaceleración china golpea a África. PÁG. 5

PERSONAJES

Ir a Olimpíadas de Río es una lucha. PÁG. 7

Este artículo fue escrito por Donald G. McNeil Jr., Simon Romero y Sabrina Tavernise.

Algo extraño ocurría en agosto en las salas de maternidad de Recife, una ciudad en la punta oriental de Brasil, donde el país mete el codo al Atlántico.

“Médicos, pediatras y neurólogos empezaron a encon-trar esta cosa que ja-más habíamos visto”, dijo Celina M. Turchi, investigadora de enfermedades infec-ciosas en la Funda-ción Oswaldo Cruz,

un prominente instituto científico en Brasil.

“Los niños tenían rostros norma-les de las cejas para abajo, pero luego nada de frentes y cabezas muy extra-ñas”, recordó, en referencia a la condi-ción conocida como microcefalia. “Los médicos decían, ‘Pues yo vi a cuatro hoy’ y ‘ay, qué extraño, porque yo vi a dos´”.

Fuera de su alarmante apariencia, muchos de los bebés parecían saluda-bles. “Lloraban, se alimentaban bien del pecho y simplemente no parecían estar enfermos”, dijo Turchi. Los mé-dicos estaban desconcertados. Esta-ban viendo la primera oleada de un ho-rrendo maremoto. Un patógeno poco conocido —el virus de Zika, portado por mosquitos— tenía por lo menos un año de estar circulando en Brasil. Se convertiría en el principal sospechoso de lo que había sucedido a esos recién nacidos.

Desde entonces, esos diminutos bebés han llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar una emergencia de salud pública. Han pro-piciado advertencias a mujeres emba-razadas de evitar los países donde cir-cula el virus e incluso a abstenerse de relaciones sexuales sin protección con hombres que han visitado esos países, tras un reporte reciente de la transmi-

sión sexual del virus en Texas.Han llevado a los ministros de salud

de cinco países a pronunciar palabras que nunca antes habían dicho: muje-res, por favor posterguen el tener hi-jos. El virus ahora amenaza los Juegos Olímpicos de verano 2016 en Río de Ja-neiro y ha abierto un nuevo frente de debate en países férreamente católi-cos sobre el control natal y el aborto.

Y los niños aquejados de microcefa-lia tienen a los médicos en todas partes preguntando: ¿Qué es este virus? ¿Có-mo pudo existir durante casi 70 años? ¿Qué les decimos a las mujeres que preguntan si están a salvo sus bebés aún por nacer?

“Al igual que con el ébola, este virus es algo que pudo existir durante años bajo el radar y no sabemos sus verda-deros efectos hasta que surgen miles de casos”, dijo Anthony S. Fauci, direc-tor del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos.

Para los médicos en Recife, lo que afectaba a los bebés parecía haber lle-gado como total sorpresa. En realidad, tenía meses de estar en proceso.

Los mismos síntomasUn año antes, dijeron los médicos,

empezaron a llegar los primeros pa-cientes a los hospitales de Natal, una ciudad costeña a unos 320 kilómetros de Recife. Sucedió unas semanas des-pués de la Copa Mundial 2014, y Natal había sido una de las sedes del cam-peonato de futbol.

Casi todos los pacientes presenta-ban los mismos síntomas: un sarpulli-do rosa plano, ojos enrojecidos, fiebre, dolor en las articulaciones y dolores de cabeza. Ninguno estaba enfermo de gravedad, pero las similitudes era impactantes. “Eso asustó a algunos pacientes y doctores, y a mi equipo”, dijo Aline Bezerra, la epidemióloga municipal. “Lo único que pensamos

Con tinúa en la página 2

El mosquito Aedes aegypti (sup.)

transmite, entre otros, el virus de Zika, que podría estar ligado a la

microcefalia. Rosana Vieira Alves (arr.) con Luana, su hija de 4 meses, nacida

con la condición. Soldados brasileños

revisan un patio en Recife como

parte del esfuerzo por combatir los

mosquitos que propagan el virus.

Page 2: El virus del zika viaja rápido - images2.listindiario.comimages2.listindiario.com/n/pdf/5_2x14x2016.pdf · Pero la escena teatral neoyorquina actual ofrece al público muchas oportu-

E L M U N D O

DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

DIARIO DE YARRABAH

Banda de metales aborigen toca con esperanza

Iraquíes quieren regresar a su paísPor TIM ARANGO

BAGDAD — Mohammed al-Jabiry daba vueltas y vueltas en su cama en un centro de refugiados en Finlandia, com-parando la vida en Europa con la vida en Bagdad. Tras muchas noches en vela, decidió regresar a casa.

“En Iraq puedo encontrar una chica para casarme”, razonó Jabiry, de 23 años. “Y mi mamá está aquí”. También había detalles pequeños que lo impulsa-ron a regresar, como el alto precio de los cigarros y el clima más frío. “En Europa, estaba aislado”, dijo. “La vida en Europa no era lo que esperábamos”.

El año pasado, decenas de miles de ira-quíes se unieron a sirios, africanos y afga-nos en la gran oleada de migrantes hacia el continente. Ahora, miles de iraquíes re-gresan a casa. Muchos dicen que llegaron a Europa con expectativas irreales. Algu-nos también dicen que la cálida recepción que tuvieron de los europeos el verano pasado cedió su lugar a sospechas tras los ataques terroristas de París perpetrados por el Estado Islámico en noviembre.

Muchos iraquíes han permanecido en Europa, por supuesto, particularmente los que fueron desplazados de tierras controladas por el Estado Islámico. Y otros aún arriesgan todo para llegar allí. Los que regresan principalmente refle-jan a aquellos que dejaron Bagdad por motivos económicos.

Cuando Jabiry se marchó el verano pasado, dijo, “pensaba, ‘no tengo empleo aquí, y nunca terminé la escuela’. Pen-saba en un mejor futuro allá, que encon-traría un mejor empleo, que podría con-tinuar mis estudios, ganar más dinero.

“Lloré de felicidad el primer día que lle-gué a Finlandia”, agregó. A medida que los días se convertían en meses, se dio cuenta de que pasaría mucho tiempo an-tes de poder conseguir un empleo o una casa propia.

La Organización Internacional para las Migraciones informó que ayudó a casi 3.500 iraquíes a regresar a casa en 2015, solo una porción del número general de repatriados, ya que muchos lo hacen con ayuda de gobiernos locales o las emba-jadas iraquíes en los países europeos. El gobierno iraquí envió recientemente una delegación a Europa para organizar el retorno de iraquíes y quizás envíe avio-

nes alquilados para traerlos de regreso.Muchos de los que regresan a Irak

están en la ruina, tras haber vendido la mayoría de sus pertenencias para pa-gar a traficantes para que los sacaran de Turquía. “Nuestro sueño era salir del país”, dijo Haitham Abdulatif, quien vendió su Mercedes en 8.000 dólares pa-ra pagar el viaje que hizo con su hija de 10 años.

Abdulatif era oficial en el Ejército de Saddam Hussein, pero tras la invasión de Estados Unidos en 2003 se quedó sin pen-sión. Tres hermanos fueron asesinados durante la guerra civil. Pero tiene una tía y un primo que viven en EE.UU., y sus historias lo motivaron. “Están a gusto”, dijo. “Están seguros. Hay oportunidades de empleo”.

Llegó a Bélgica con esto en mente: “esperaba que me dieran una casa y un buen empleo y así podría tener una vida mejor”.

La realidad, dijo, fue muy diferente. Rápidamente gastó los 8.000 dólares que traía y se encontró casi en la ruina. Odiaba la comida (leche y pan tostado en el desayuno, sandwiches de queso en la comida). Y obtener residencia y encon-trar un empleo decente tomaría meses,

señaló. Finalmente, fue con las autorida-des y dijo, “quiero volver a Irak”.

“Se sorprendieron”, apuntó. “Pero les dije que prefería morir en mi país que mo-rir en un país extraño”.

Jabiry dijo que al principio fue trata-do cordialmente, aunque como una cu-riosidad. “En los primeros días cuando llegamos, la gente estaba impresionada con nosotros”, comentó. “Nos tomaban fotos, nos invitaban a su casa. Les gusta-ba nuestra piel morena y nuestro cabello oscuro”. Sin embargo, después de los ata-

ques en París muchos europeos comen-zaron a ver a los inmigrantes como una amenaza.

Algunos iraquíes que regresaron te-nían gratos recuerdos de su roce con la cultura europea. “Todo era muy verde y muy limpio”, dijo Abdulatif. “Era her-moso. Incluso los valores morales de la gente, todos nos respetaban. Todos me decían ‘bonjour’ todas las mañanas.

“Era diferente de Bagdad. Aquí, toda la gente habla de manera sectaria: él es sunita, él es chiita, él es kurdo”, añadió.

Por CLARISSA SEBAG-MONTEFIORE

YARRABAH, Australia — Este remo-to tramo de costa en el norte de Queens-land tiene mucho que ofrecer: playas vírgenes salpicadas con palmeras y árboles de mango, brisas tropicales y un mar celeste.

Sin embargo, el exuberante entorno oculta una historia aquejada de proble-mas. Yarrabah fue colonizada como una misión anglicana en la década de 1890 y nativos aborígenes y algunos de las islas del Mar del Sur fueron reubicados por la fuerza aquí desde sus tierras tradiciona-les. Bajo el yugo de la misión, trabajaron en los campos, en plantaciones de azú-car y café, a cambio de escasas raciones.

A los niños se los apartaba de sus padres y eran enviados a dormitorios dirigidos por la iglesia, se les prohibía

hablar en sus idiomas natales y limita-ban su libertad de movimiento; la comu-nidad aborigen aún lidia con esta triste historia.

Sin embargo, sí hay un aspecto de las épocas de la misión que muchos residen-tes de edad aquí recuerdan con afecto: la Banda de Metales Yarrabah.

Fundada en 1901 para acompañar los himnos, fue una de ocho bandas de me-tales indígenas en Queensland. Cuando la misión cerró en los 60, la banda Yarra-bah también se apagó.

Ahora, tras casi medio siglo de si-lencio, la banda hace música. Y a su propia y modesta manera, la banda está ayudando a sanar profundas heridas raciales.

El tercer Festival Anual de Banda Yarrabah atrajo a unas 2.500 perso-nas en noviembre. Muchas hicieron el

recorrido desde la ciudad de Cairns, a aproximadamente una hora de distan-cia, por primera vez y se sentaron en el pasto para apreciar a la banda tocando con James Morrison, el conocido músico de jazz australiano.

A Greg Fourmile, quu toca el eufonio o bombardino, se le adjudica el crédito de revivir la tradición en 2012.

Los 13 miembros de la banda son indígenas, con la excepción de Tracey Radford, el director, que es blanco, y Lee Rogers, un afroamericano que toca el saxofón alto y es conocido como “el texano”.

“Hemos estado en el mapa por las razones incorrectas”, dijo Errol Neal, el Alcalde de Yarrabah. Los residentes aún sufren de “estrés post traumático como resultado de haber sido reubi-cados y retirados por la fuerza de sus

hogares”, dijo.“Esta banda “es una gran parte de có-

mo nos encaminamos al futuro”, añadió.De acuerdo con Neal, la tasa de des-

empleo en Yarrabah es de un 80 por ciento, siendo los jóvenes los más afec-tados. Unos 4.500 residentes viven en poco más de 400 casas; otros viven en cabañas maltrechas confeccionadas

con ramas. Hay altos niveles de violen-cia doméstica y drogadicción.

Fourmile, cuya esposa es blanca, dijo que la banda era un instrumento para combatir el racismo. “Para hacer que la gente se dé cuenta de que este no es un lugar temible donde se juntan todos los negros”, dijo. “Yarrabah no es Alcatraz, es una comunidad”.

Falih Hassan, Omar al-Jawoshy y Ahmed Salah contribuyeron con reportes a este artículo.

Una batalla entre visiones laicas y religiosas de Israel.

RONEN ZVULUN/REUTERS

Los nuevos sionistas no pretenden ser una nación más, sino apartarse de la comunidad mundial. Un colono judío.

ANÁLISIS NOTICIOSO

Dos formas de sionismo pelean por Israel

ANÁLISIS NOTICIOSO

Paquistán está detrás de la yihad internacional

Por STEVEN ERLANGER

JERUSALÉN — El sionismo nunca fue la más apacible de las ideologías. El regreso del pueblo judío a su patria bíbli-ca y la reanudación de la soberanía judía allí han conllevado el desplazamiento de los que ya vivían en esa tierra.

El general y político israelí Yigal Allon definió el sionismo en 1975 como “el mo-vimiento de liberación nacional de un pueblo exiliado de su patria histórica y dispersado entre las naciones del mun-do”. Algunos años después, otro general y político, Rehavam Ze’evi, un derechis-ta duro, señaló: “el sionismo es, en esen-cia, el sionismo del traslado”, al agregar, “si el traslado es inmoral, entonces todo el sionismo es inmoral”.

Entre el idealismo y el pragmatismo está la intensa batalla que hoy se libra en Israel sobre los verdaderos herede-ros del sionismo. ¿Son los que se aferran a la visión laica e internacionalista de los fundadores de la nación, o son los co-lonos religiosos nacionalistas que crean comunidades más allá de las fronteras de 1967 y buscan anexar más de la tierra bíblica de Israel?

La versión más temprana del sionis-mo basaba la creación de una nación judía en el idioma resucitado del hebreo, para unificar a la enorme variedad de judíos dispersados. A partir de los años 20 y especialmente con el Holocausto, sugiere Bernard Avishai, autor de “The Tragedy of Zionism” (La Tragedia del Sionismo) y “The Hebrew Republic” (La República Hebrea), llegó la idea del “sionismo político”, que requería un Es-

tado y unas fuerzas armadas tanto para proteger a los judíos contra el antisemi-tismo como para transformarlos en un Estado moderno.

La generación de David Ben-Gurion tenía una visión dual de Israel como “una luz entre las naciones” y a la vez un Estado como otros. “Cuando Israel tenga prostitutas y ladrones, seremos un Estado como cualquier otro”, dijo Ben-Gurion.

Los “nuevos” sionistas —los religio-sos— están seguros de representar el futuro. “Nosotros somos los verdaderos

sionistas ahora”, expresó un colono, Igal Canaan, “y lentamente nos conver-tiremos en la mayoría del país”. Argu-mentan que son los pioneros, corriendo riesgos para expandir el Estado frente a peligros de los palestinos.

“El sionismo justificaba un regreso a la Tierra Santa en términos de valores universalistas”, dijo Yaron Ezrahi, pro-fesor emérito en la Universidad Hebrea. “La idea era traer progresismo y desa-rrollo cultural. Pero los colonos son el epítome del particularismo, del localis-mo, y le dan mala fama al sionismo”.

Uri Dromi, que fue vocero del Primer Ministro Yitzhak Rabin, dijo que los israelíes liberales y seculares se sienten “asediados y pesimistas” ante el poder político de los religiosos nacionalistas y los ultraortodoxos. En lugar de tratar de ser una nación entre naciones, “hoy, por lo que hacemos, somos un pueblo que está solo”.

El sionismo religioso considera que los asentamientos son “su creación más importante”, dijo Yossi Klein Halevi, del Instituto Shalom Hartman, un centro de investigación. “Hay un creciente sen-timiento de que ellos son el verdadero futuro del sionismo, porque el sionismo secular tiene décadas de estar en de-cadencia”. Han tomado más posiciones de liderazgo en el Ejército, tienen los movimientos juveniles más vitales y están teniendo un importante impacto en la política.

La relación entre el sionismo religioso y la democracia es otro de los dramas ocultos ahora en Israel. La lucha por el futuro de la democracia en el país, afir-mó Halevi, será “entre los que son demó-cratas legítimos y los que realmente no la entienden, que aparentan respetarla, pero que tienen ideas nacionalistas e incluso teocráticas y ven ciertas normas democráticas como una amenaza”.

El sionismo más viejo no está muerto, señaló Avishai. Toda empresa nueva de alta tecnología, todo nuevo restaurante tailandés y toda película exitosa —y la misma Tel Aviv de habla hebrea, plura-lista y próspera— demuestra el éxito del sionismo tradicional.

ANDREW QUILTY PARA THE NEW YORK TIMES

Por CARLOTTA GALL

TÚNEZ — Ashraf Ghani, Presiden-te de Afganistán, ha advertido recien-temente que, a menos que las pláticas de paz con Paquistán y el talibán ge-neren resultados, su país podría no so-brevivir a 2016. Afganistán apenas se mantiene en pie tras la ola de ataques del talibán el año pasado, aseveró.

“¿Cuánto más va a empeorar?”, preguntó Ghani. “Depende de cuánta cooperación regional podamos asegu-rar y de cuánta mediación y presión internacional se pueda ejercer para crear reglas de juego entre Estados”.

Lo que Ghani quiere decir es que depende de cuánta presión internacio-nal se pueda colocar sobre Paquistán para que frene su agresión.

Paquistán ve a Afganistán como su patio trasero. Resuelto a no permitir que su archirrival, India, gane influen-cia allí, y a asegurar que Afganistán permanezca en el bando de los islamistas sunitas, Paquistán ha echado mano selectivamen-te del talibán.

El servicio de inteligencia paquistaní tiene mucho tiempo de funcionar como el adminis-trador de las fuerzas mujaidi-nes internacionales, e incluso se especula que podría haber estado involucrado en el ascen-so del Estado Islámico.

Ciertamente, el triunvirato de la yihad violenta de la región vive abiertamente en Paquis-tán.

Primero, está Sirajuddin Ha-qqani, líder de la red Haqqani, y segundo al mando del tali-bán. Transita libremente por Paquistán e incluso ha visitado el cuartel de inteligencia pa-quistaní de la campaña afgana en Rawalpindi.

El nuevo líder del talibán, el mulá Akhtar Muhammad Mansour, ha sostenido abiertamente reuniones cerca del pueblo paquistaní de Quetta. Desde que llegó al poder el año pa-sado, el talibán ha montado algunas de sus ofensivas más ambiciosas en Afganistán, invadiendo el pueblo de Kunduz, y ejerciendo presión para tomar control de la provincia rica en opio de Helmand.

Finalmente, Ayman al-Zawahri, líder de Al Qaeda, goza de refugio en Paquistán. Ha estado estableciendo campamentos de entrenamiento en el sur de Afganistán. En octubre, las fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. tardaron varios días en destruír esos campos con combates y ataques aéreos.

Paquistán niega albergar al talibán

y a Al Qaeda, y señala que el país tam-bién es víctima de terrorismo. Pero muchos analistas han detallado cómo su ejército ha apoyado a grupos de milicianos islamistas como un instru-mento para reprimir los movimientos nacionalistas.

Veintenas, incluso cientos, de com-batientes extranjeros salieron de las zonas tribales en 2014 para luchar contra el presidente Bashar al-Assad en Siria. Miembros de tribus y taliba-nes señalan que los combatientes se trasladaron a Quetta y luego volaron a Qatar. Allí recibieron pasaportes nuevos y pasaje a Turquía, de donde podían cruzar a Siria.

Los combatientes llegaron justo a tiempo para reforzar la extensa ofen-siva de ISIS en Irak y la creación del Estado Islámico, en el verano de 2014.

Si estos reportes son correctos, Pa-quistán estaba cooperando con Qatar,

y quizás con otros, para trasladar a yihadistas sunitas internacionales (entre ellos 300 paquistaníes) de las zonas tribales de Paquistán a los nue-vos campos de batalla en Siria.

En 2012, me topé con varios casos en los que jóvenes clérigos, recién graduados de la madrasa Haqqania en Paquistán, regresaban a sus aldeas natales en Afganistán, forrados de di-nero, y empezaron a operar mezquitas y a reclutar y organizar un grupo de seguidores talibanes.

La madrasa es desde hace mucho tiempo un instrumento de la inteligen-cia paquistaní, que busca tomar con-trol del norte de Afganistán a través de sus jóvenes egresados. Nadie le ha pedido a Paquistán que rinda cuentas por esta conducta. ¿Por qué habría de renunciar a ella ahora?

La banda australiana de vientos que toca jazz para combatir el racismo, (de izq.) Greg Fourmile, Jackson Clarke, Lee Rogers y Raymond Clarke, ensaya.

ILVY NJIOKIKTJIEN PARA THE NEW YORK TIMES

Muhiadin Hassan (ext. izq.), agente de viajes en Helsinki, Finlandia, con dos iraquíes que quieren ir a casa. Para algunos, el viaje significó la ruina.

SHAH MARAI/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

El funeral de Saeed Jawad Hossini, de 29 años, resultó muerto en un ataque suicida talibán en Kabul, en enero.

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E L M U N D O

4 DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Zhang Tiantian contribuyó con investigación desde Beijing.

Coro alemán maltrató alumnos por décadas

Veteranos ucranianos hallan futuro en la pizza

China enseña a los niños a ser hombres de verdad

La mutilación genital de las niñas es común en IndonesiaPor PAM BELLUCK y JOE COCHRANE

La mutilación genital femenina ha sido vista como un ritual antiguo practicado en África y en menor medida en Medio Oriente, pero un nuevo informe docu-menta por primera vez que es generali-zada en uno de los países más poblados de Asia: Indonesia, donde se calcula que casi la mitad de las mujeres la ha sufrido.

Desde hace mucho tiempo ha habido evidencia anecdótica de la práctica allí, pero la Unicef estimó este mes que 60 mi-llones de mujeres y niñas han sido muti-ladas con base en datos recopilados por el gobierno indonesio.

La adición de Indonesia es en gran parte responsable de elevar de 130 mi-llones a 200 millones el total mundial de mujeres y niñas que han sido sometidas a la práctica y llevar de 29 a 30 el número de países donde está concentrada. “Sa-bíamos que la práctica existía, pero no teníamos idea del alcance”, dijo Claudia Cappa, la especialista en estadística de la Unicef que publicó el reporte. Indicó que

los nuevos datos de Indonesia muestran que la mutilación no es simplemente “un problema africano”.

Expertos en Indonesia señalaron que, en general, la práctica allí había involu-crado una incisión o rasguño superficial, en lugar de una desfiguración más seve-ra. La encuesta del gobierno preguntó a los padres si a sus hijas se les había prac-ticado la circuncisión. Cappa dijo que era posible que hubiera algunos casos gra-ves, pero indicó que la definición oficial del gobierno indonesio de la circuncisión femenina es “un acto de rasguñar la piel que cubre la parte delantera del clítoris sin lesionar el clítoris”.

Los datos indonesios son parte de la actualización mundial más reciente de la Unicef sobre la mutilación genital fe-menina, que muestra que en general la práctica está disminuyendo. Por ejem-plo, el porcentaje de muchachas de 15 a 19 años que han sido cortadas ha bajado del 51 por ciento en 1985 al 37 por ciento hoy en los países donde la costumbre es-tá arraigada. En Egipto, donde al 97 por

ciento de las jóvenes de 15 a 19 años se le practicó la circuncisión hace 30 años, el índice hoy es de un 70 por ciento.

Aun así, pese a que encuestas de la Uni-cef señalan que hombres, mujeres y ado-lescentes de ambos sexos en muchos de los países concuerdan en que la mutila-ción debería eliminarse, la práctica per-siste. El reporte de la Unicef indica que “el progreso actual es insuficiente para mantenerse a la par del creciente aumen-to de la población” y que si las tendencias continúan, el número de niñas y mujeres cortadas “crecerá de manera significati-va durante los próximos 15 años”.

Las autoridades indonesias intentaron prohibir la práctica hace 10 años, pero lo

objetaron las autoridades religiosas que consideran que es importante que las jó-venes se sometan al ritual antes del ma-trimonio. En respuesta, el gobierno sua-vizó su postura, al emitir regulaciones que estipulaban que la práctica debería ser realizada solo por médicos.

La encuesta reportó que el 49 por cien-to de las niñas menores de 11 años habían sido sometidas a la circuncisión.

La práctica es “considerada parte de nuestra cultura, o una confirmación de que serán oficialmente ‘islamizadas’”, señaló por correo electrónico Jurnalis Uddin, presidente del Centro de Es-tudios de Población y de Género en la Universidad Yarsi, en Yakarta, y agre-gó que la costumbre “en Indonesia es principalmente simbólica (sin ninguna incisión)”.

Las opiniones sobre la práctica entre las mujeres indonesias varían. La en-cuesta halló que fue denunciada en mu-chas provincias, pero era más prevalente entre familias urbanas y adineradas.

Rena Herdiyani, de Kalyanamitra, or-

ganización no gubernamental indonesia que presiona al gobierno para que prohí-ba todo tipo de mutilación, dijo: “creen que es una tradición cultural o familiar, y una obligación islámica, pero no pueden mencionar ningún verso en el Corán so-bre la circuncisión femenina”.

Sin embargo, hay fuertes defensoras como Lia Sarifah, de 47 años, cuya expe-riencia ocurrió cuando tenía 7 años. Re-cuerda haber temblado de miedo mien-tras yacía en una cama mientras que un curandero tradicional subía la bastilla de su vestido, sosteniendo un pequeño cu-chillo en sus manos enguantadas. Unos minutos después, se puso de pie con un pequeño fragmento de su clítoris. Pero Lia afirmó recordar ese día no con enojo y vergüenza, sino con orgullo.

Fitri Yanti, de 30 años, madre emba-razada de dos hijos, dijo no entender por qué había tanto alboroto. Afirmó que casi no sintió dolor durante su circuncisión.

“La mutilación es horrible, pero no es cierto que suceda aquí”, dijo. “No pueden detenernos. Es nuestra tradición”.

Por JAVIER C. HERNÁNDEZ

FUZHOU, China — La clase de his-toria comenzó con una lección sobre el ser viril.

Lin Wei, de 27 años, uno de un pu-ñado de maestros de sexto año en una escuela primaria de esta ciudad, ha vuelto una costumbre contar historias de jefes militares que lanzaban brujas a los ríos y soldados que burlaron con astucia a las tropas japonesas.

“Los hombres tienen obligaciones es-peciales”, dijo. “Tienen que ser valien-tes, proteger a las mujeres y aceptar la responsabilidad por ofensas”.

Preocupados de que una escasez de maestros varones haya producido una generación de niños tímidos, egocén-tricos y afeminados, los educadores chinos trabajan para reforzar los tradi-cionales roles de género y valores en el salón de clase.

En Zhengzhou, ciudad en las már-genes del Río Amarillo, las escuelas han solicitado a los niños que firmen promesas de actuar como “verdaderos hombres”. En Shanghai, los directo-res de escuelas están probando clases

exclusivas para varones con cursos como artes marciales, reparación de computadoras y física. En Hangzhou, en China oriental, los educadores han iniciado un campamento de verano llamado West Point Boys, con clases de taekwondo y todo, y el lema “sacamos al hombre que los niños llevan dentro”.

Las autoridades educativas de toda China reclutan agresivamente a maes-tros del sexo masculino, mientras los medios noticiosos chinos advierten de la necesidad de “rescatar la masculini-dad en las escuelas”. El llamado a una educación más orientada a los varones ha provocado un debate más amplio so-bre la igualdad de género y la identidad social en un momento en que los líderes del país buscan volver más meritocrá-tico al mercado laboral.

También refleja una inquietud gene-ral por los niños en la sociedad china. Si bien los niños superan en número a las niñas como resultado de la prolon-gada política de un solo hijo y una pre-

ferencia cultural por los hijos varones, se rezagan de manera consistente en el desempeño académico.

A algunos padres les preocupan las perspectivas de sus hijos en una eco-nomía incierta, así que ponen sus es-peranzas en modelos masculinos que creen que imparten lecciones sobre asertividad, valor y sacrificio.

La opinión de que el exceso de maes-tras ha tenido un efecto negativo en los niños ha provocado, quizá prede-ciblemente, una reacción en contra. Los padres han acusado a las escue-las de propagar rígidos conceptos de masculinidad y normas de género, y las educadoras han denunciado como sexistas los esfuerzos para atraer más maestros varones con prestaciones ge-nerosas.

En Fuzhou, ciudad de 2 millones de habitantes, colegios y universidades han sido criticados por relajar los re-quisitos de admisión y ofrecer becas del 100 por ciento y empleos en ense-ñanza a hombres jóvenes.

En algunos planteles, los maestros dijeron que un gran número de edu-

cadoras, especialmente en los grados inferiores, tenían una influencia po-sitiva en los estudiantes.

“Tenemos un sentido más intuitivo de las nece-sidades de los niños”, dijo Li Yue, maestra de jardín de niños. “No es respon-sabilidad de las escuelas enseñar a los niños a ser varones. Esa es respon-sabilidad de los padres”.

Las mujeres ocupan cuatro de cada cinco puestos de enseñanza en las áreas urbanas, de acuerdo con un estudio de 2012 de la Universidad Normal de Beijing.

La Secundaria Núme-ro 8 de Shanghai inició un

programa exclusivo para varones para 60 estudiantes en 2012 con el objetivo de “revivir la masculinidad” de sus es-tudiantes varones.

Zhou Jiahao, estudiante de último grado allí, dijo que no creía que China enfrentara una crisis de masculinidad en las aulas. Pero dijo que los chicos se sentían más confiados cuando toma-ban clases juntos.

“En las clases con estudiantes mu-jeres, quizá no nos atreveríamos a hablar”, dijo. “Cuando somos sólo va-rones, nos sentimos mucho más libres”.

Sun Yunxiao, investigador en el Cen-tro de Investigación de Niños y Jóve-nes de China, dijo que los estudiantes chinos estaban cada vez más distantes de los modelos masculinos, incluyendo sus padres.

“Los niños necesitan tanto maestros como maestras para su desarrollo”, se-ñaló Sun.

En la Provincia de Fujian, las auto-ridades de educación esperan reclutar a miles de maestros varones al año, particularmente para educación pre-escolar, donde la escasez es más grave.

Por MELISSA EDDY

RATISBONA, Alemania — Udo Kaiser tenía 8 años, energía de sobra y una voz fuerte y clara de soprano cuando llegó al internado del famoso coro de niños que lleva el nombre de la ciudad de Ratisbo-na. Antes de que terminara su primer día, había sido golpeado por un maestro.

Los meses siguientes trajeron tirones de orejas o bofetadas por interrumpir el silencio. Cantar la nota equivocada re-sultaba en una paliza con una batuta de director. Los dedos que omitían notas en el piano eran machucados con la tapa del teclado.

Pero fue la noche en que lo atraparon jugando con canicas en su dormitorio, y que lo llamaron a la sala del prefecto pa-ra recibir un castigo, lo que le provocaría después años de depresión y haría que perdiera su voz.

Ahí, un sacerdote le ordenó que se ba-jara la pijama y se arrodillara. El sacer-dote, a quien Kaiser se rehusó a nombrar, pero dijo que ya había muerto, colocó la cabeza del niño entre sus piernas y tomó una vara para golpearlo.

Incluso al tiempo que el golpe hería su piel desnuda, Kaiser recuerda percibir otra sensación contra la parte posterior de su cabeza. El sacerdote había aprove-chado para darse placer.

“En ese momento, comienzas a vivir en otro mundo”, dijo. “No quieres creerlo”.

Este mes, Kaiser, de 58 años, será uno de los seis que está previsto que cuenten sus historias de cómo fueron víctimas en el coro Regensburg Domspatzen —“Go-rriones de la Catedral”— a representan-tes de la Iglesia Católica Romana y del co-ro. De 1964 a 1994, el coro fue dirigido por Monseñor Georg Ratzinger, hermano del Papa Benedicto XVI.

Kaiser y representantes de las otras

víctimas son parte de una comisión de 12 miembros formada para abordar la his-toria de maltratos en el coro.

La comisión llega tras la publicación de un reporte, en enero, que encontró al menos 231 casos de maltrato físico entre 1945 y 2014, que incluyen una docena de casos de presunto abuso sexual. Poste-riormente, otras 60 víctimas de maltrato físico han dado a conocer sus historias, dijo Ulrich Weber, un abogado local que realiza una investigación independien-te.

Weber dijo que tenía que “suponer” que Ratzinger, actualmente de 91 años, tenía conocimiento del maltrato físico y sexual que ocurría bajo su mando.

Monseñor se ha disculpado anterior-

mente por abofetear a niños durante las tres décadas en que dirigió el coro, al tiempo que se-ñalaba que el castigo corporal era una disciplina aceptada. Indicó que “no estaba consciente de que tuviera lugar algún abuso sexual en aquel momento”.

El número de niños que solici-tan ingresar a las escuelas se ha reducido desde que las acusacio-nes cobraron notoriedad en 2010.

Aunque líderes de la Iglesia y del coro estaban enterados de las acusaciones de maltratos e incluso las criticaban, nadie fue castigado ni se tomaron medidas durante décadas, dijo Weber.

Debido a que la mayoría de los casos datan de hace más de 30 años, ya no pueden ser llevados ante el sistema de justicia alemana. Pero el reporte citaba tres acusaciones de maltrato por tres perpetradores, a fines de los 90 y princi-pios de la década de 2000, que están sien-do investigados.

Kaiser recibe con gusto la oportunidad de contar lo que le sucedió a líderes de la Iglesia, después de tantos años de ser ig-norado.

“Siempre me dijeron que no fui víctima de abuso, que lo que me hicieron fue mi culpa, porque rompía las reglas, porque era impertinente”, dijo Kaiser. “Nunca han reconocido la forma en que nos de-monizaron y destruyeron nuestras vi-das”.

Por ANDREW E. KRAMER y ALISA SOPOVA

KIEV, Ucrania — En los campos del es-te de Ucrania, lucharon contra los rusos. Ahora, como hombres en una cocina, son no menos temibles.

“Es difícil, está caliente, pero estoy con mis hermanos”, dijo Leonid Ostaltsev, el barbudo y tatuado fundador de Pizza Ve-terano, una pizzería recién abierta que sólo contrata a veteranos de guerra como cocineros.

En la cocina, los hermanos en armas pican chile morrón, extienden en el aire bolas de masa y sacan pizzas chisporro-teantes del horno caliente. Las pizzas son elaboradas al estilo ucraniano, re-pletas de tocino y cebolla.

En el mes que va desde que abrió sus

puertas, Pizza Veterano, donde todos los manteles son de estampado de camufla-je, se ha convertido en un éxito de lo más improbable, en parte porque se enfocó en un segmento desatendido de la pobla-ción.

Kiev, la pintoresca capital ucraniana, está lidiando con una oleada de vetera-nos que regresaron del frente, alrededor de 12.000 de los 50.000 soldados que se estima fueron movilizados, cuando la guerra de 18 meses en el este se apagaba en septiembre. Cientos de esos veteranos están en busca de empleo y de sitios para reunirse.

“Hombres que tienen experiencia mi-litar, la experiencia de matar, y están reincorporándose a la sociedad”, dijo Ostaltsev. “Están dolidos, frustrados e

insatisfechos. ¿Qué van a hacer?”.Resulta que van a hornear pizza, para

Ostaltsev y media docena de otros.Ostaltsev se retiró del ejército tras un

año en el frente, listo para amortajar sus recuerdos de guerra con los vapores del alcohol. Se tatuó una cruz en el antebra-zo por cada camarada perdido. Se ofre-ció como voluntario en una asociación de veteranos, intentando encontrar signifi-cado en ayudar a sus camaradas. Pero pronto se dio cuenta de que lo que real-mente necesitaban él y sus colegas eran empleos. Con capital inicial de un inver-sionista ucraniano-estadounidense, Pi-zza Veterano encendió su horno en uno de los centros comerciales de la ciudad.

El establecimiento aún tiene que lo-grar ganancias, en parte porque un ró-

tulo declara prominentemente que cual-quier veterano que entre por la puerta recibirá una pizza gratis. Sin embargo, para Ostaltsev y sus empleados, el dine-ro no es lo importante: quieren ofrecer un lugar lleno de esperanza en una ciu-

dad y un país que últimamente carece de ella.

En lugar de dos cocineros, Ostaltsev contrató a cinco, produciendo unas 150 pizzas al día. Y todos los domingos Piz-za Veterano ofrece clases gratis de hor-neado de pizza a los hijos de veteranos. También exhorta a los clientes que sí pagan a donar pizzas a hospitales milita-res. Durante el primer mes, los clientes ordenaron 3.500 dólares en pizzas para hospitales militares.

Curiosamente —para Ucrania— ni un inspector de salubridad ni de segu-ridad contra incendios ha solicitado un soborno. Pero como dijo Rafail Agayev, el cocinero titular, “tendrías que ser muy valiente para pedirnos un soborno”.

Practican la circuncisión a 200 millones de mujeres en todo el mundo.

LAM YIK FEI PARA THE NEW YORK TIMES

Lin Wei, maestro de sexto año de primaria en Fuzhou, China, da lecciones sobre el ser viril.

FOTOGRAFÍAS POR GORDON WELTERS PARA THE NEW YORK TIMES

Udo Kaiser, hoy de 58 años, habla del abuso sexual que sufrió en la Catedral de Ratisbona. Se integró al coro cuando tenía 8 años.

PETE KIEHART PARA THE NEW YORK TIMES

Leonid Ostaltsev (segundo de izq.) fundó Pizza Veterano para dar empleos de cocinero a veteranos.

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D I N E R O Y N E G O C I O S

DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Con Wi-Fi a bordo,se quejan de oleada publicitaria.

La caída de la economía china afecta a los países africanosPor NORIMITSU ONISHI

JOHANNESBURGO — Años de rápido crecimiento económico por toda el África subsahariana alimentaron esperanzas de una era nueva y próspera. Para mu-chos, el Continente más pobre del mundo finalmente emergía, con economías que ya no dependían de la inconstante de-manda global de materias primas afri-canas.

Pero, a medida que la economía China se desacelera y su hambre de commodi-ties de África disminuye, muchas econo-mías africanas caen, rápidamente.

Desde el inicio de este año, el panora-ma en todo el continente se ha vuelto más desalentador, en particular en sus dos economías más grandes, Nigeria y Sud-áfrica. Sus monedas cayeron a niveles récord el mes pasado cuando China, el mayor socio comercial de África, anun-ció que las importaciones procedentes de este continente cayeron casi 40 por ciento en 2015.

El Fondo Monetario Internacional ha recortado drásticamente sus proyeccio-nes para el continente. Las agencias ca-lificadoras de crédito han degradado su panorama para naciones exportadoras de materias primas como Angola, Gha-na, Mozambique y Zambia.

Muchos economistas esperan que Sud-áfrica caiga en recesión. En su calidad del mayor exportador africano de mi-neral de hierro a China, Sudáfrica sufre

por una caída en la minería, así como en otros sectores como el manufacturero y la agricultura. Su moneda, el rand, se ha devaluado y hará que sea más doloroso para Sudáfrica, que experimenta una se-quía, importar maíz.

Nigeria, productor petrolero y la eco-nomía más grande de África, se tamba-lea por la estrepitosa caída de los precios del crudo, al mismo tiempo que el pre-sidente Muhammadu Buhari trata de lidiar con el grupo extremista islámico Boko Haram.

Como el petróleo representa un 80 por ciento de los ingresos de la nación, el gobierno también podría carecer de recursos para reprimir los potenciales disturbios en el delta del Níger, la fuente del petróleo del país.

La divisa de Nigeria, la naira, se colap-só a niveles récord el mes pasado luego de que su banco central restringió la ven-ta de dólares para proteger sus decre-cientes reservas de divisas extranjeras. Las devaluadas monedas harán más di-fícil que Nigeria —y muchos otros gobier-

nos africanos— paguen los préstamos chinos tomados para construir grandes proyectos de infraestructura.

Sin embargo, los expertos también ven puntos brillantes en el mapa. Mientras que exportadores de materias primas como Angola y Zambia han sido más gol-peados por la desaceleración de China, otros países muestran una mayor resis-tencia.

“Lo que vamos a ver es mucha más fragmentación y divergencia en todo el continente”, señaló Simon Freemantle, economista político de alto nivel en el banco sudafricano Standard Bank. “Y lo que va a determinar esa divergencia es lo cauteloso que los países hayan sido durante las buenas épocas”.

Freemantle dijo que naciones de Áfri-ca Oriental, incluyendo a Kenia y Etiopía, que diversificaron sus economías en par-te debido a su escasez de commodities, probablemente seguirán disfrutando de un robusto crecimiento. Incluso Nigeria ha experimentado crecimiento en secto-res diferentes del petróleo. Una creciente clase media ha llevado al surgimiento de centros comerciales estilo occidental. Y una floreciente industria del entreteni-

miento ayudó al país a superar a Sudá-frica como la economía más grande del continente en 2014.

Aun así, dicen los expertos, la mayoría de las naciones no aprovechó los años de bonanza para abordar algunos de los obstáculos más grandes para el creci-miento sostenido (como la grave falta de electricidad) y para estimular industrias que crearían empleos.

Zambia, cuya economía depende de las exportaciones de cobre, ha sufrido por la menguante demanda china y la caída en los precios. Se han cerrado minas y se han perdido miles de empleos.

Los críticos dicen que Zambia pudo haber aprovechado el auge negociando mejores términos con compañías chinas. Zambia usó los ingresos del cobre para subir los sueldos de burócratas, pero no invirtió en industrias de potencial creci-miento, como turismo y agricultura.

Edith Nawakwi, exministra de Finan-zas en Zambia y ahora líder de un partido opositor, dijo que los grandes proyectos de infraestructura a menudo fueron oportunidades desperdiciadas. Los líde-res africanos pudieron haber pedido a los chinos que construyeran infraestructura que habría impulsado la integración, los negocios y el comercio en la región.

“Lo que necesitamos es un cambio en la forma en que abordamos a China”, afirmó. “Uno obtiene de China lo que uno pide”.

JOAO SILVA/THE NEW YORK TIMES

Una firma beduina es agente de cambioPor ISABEL KERSHNER

ABU QREINAT, Israel — Rabaa Al-Hawashleh, residente de una desor-denada extensión de chozas y casas en el Desierto del Néguev, es una trabajadora improbable en la industria de alta tecno-logía de Israel.

Su madre es analfabeta y su padre ma-neja un camión. El poblado beduino en el que vive no tiene electricidad suficiente por la noche para conectar la laptop de la oficina que se lleva a casa. En una socie-dad conservadora que desaprueba que las mujeres manejen, dijo, no tiene licen-cia para conducir.

Pero todos los días hábiles, Hawas-hleh, de 24 años, toma dos autobuses pa-ra hacer un trayecto de 90 minutos a su empleo, donde brinda control de calidad para programas de software en Sadel Tech, compañía totalmente beduina que ofrece desarrollos en internet y tecnolo-gías móviles.

Desde hace mucho, Israel ha sido líder global en alta tecnología. Pero la minoría árabe palestina, que representa casi una quinta parte de la población e incluye a los beduinos del árido sur del país, uno de los sectores más pobres y desatendi-dos de la sociedad Israel, se ha quedado en gran parte fuera. Compañías como

Sadel e iniciativas del gobierno intentan cambiar eso.

“Era un fenómeno en la sociedad be-duina”, dijo Ibrahim Sana, de Sadel, que él estableció en 2013 con un inversionista israelí en tecnología. “Los jóvenes se gra-duaban de la universidad con ingenierías en software y otros estudios tecnológi-cos, y terminaban como despachadores en gasolineras o maestros”.

Sana, de 35 años, emplea ahora a una docena de personas. Encontró a uno de sus empleados, que se había graduado de la universidad con honores, surtiendo anaqueles en un supermercado. Otro tra-bajaba como aprendiz de cerrajero.

“Israel es líder en alta tecnología y que-remos participar en eso”, dijo Sana.

Cientos de árabes se gradúan de uni-versidades cada año en alta tecnología. Pero de aproximadamente 284.500 tra-bajadores de tecnología en Israel en 2013, sólo un 1.3 por ciento era árabe, de acuer-do con estadísticas oficiales.

Con la esperanza de abordar el des-equilibrio, el Ministerio de Economía in-trodujo un programa de tres años en 2015 con el objetivo de colocar mil egresados árabes en la fuerza laboral de alta tecno-logía. “Ellos pueden abrirle puertas a sus amigos”, dijo Michal Tzuk, funcionario

del Ministerio.Sana, uno de 13 hermanos en el po-

blado beduino de Lakiya en el Néguev, dijo que muchos beduinos luchan para encontrar empleo porque viven lejos del comercio en el centro del país, a menudo en poblados no reconocidos por las au-toridades, o porque el reclutamiento se hace por recomendación de boca en boca. También hay prejuicios, dijo, así como el hecho de que para muchos árabes el in-glés es un tercer idioma después del ára-be y el hebreo.

Sadel es poco común en el sentido de que contrata mujeres beduinas, cuyas oportunidades a menudo están limita-das a campos como la educación. Rifaa Azbarga, de 26 años, una de tres mujeres que trabajan en Sadel, obtuvo un título en ingeniería de software y daba clases de matemáticas en el poblado beduino de Keseife, “porque todo el mundo me de-cía que nunca aceptan árabes en la alta tecnología”. Ahora crea sitios de internet y desarrolla una app para Android que combina noticias de radio, publicidad y funciones de chat.

Hawashleh dijo que cuando comenzó a trabajar en Sadel, sus padres no les con-taron a sus parientes, porque trabajaba lejos de casa. “Ahora todos saben”, dijo.

URIEL SINAI PARA THE NEW YORK TIMES

Rabaa Al-Hawashleh (izq.), viaja 90 minutos desde Abu Qreinat, Israel, a su empleo de especialista en software.

Los catálogos de compras invaden el Wi-Fi en vuelos

Por MARTHA C. WHITE

Rose Wang, viajera frecuente, está dispuesta a reconocer que práctica-mente extraña el catálogo SkyMall y su pintoresca selección de aparatos y curiosidades.

No obstante, Wang, consultora que vive en el área de Washington, se muestra menos entusiasta respecto a lo que percibe como una oleada de publicidad minorista con la que se to-pa en los vuelos. “Cuando te metes a la consola de entretenimiento, hay más anuncios, y si te conectas al Wi-Fi, por supuesto, hay más anuncios”, declaró.

Las aerolíneas señalan que sólo es-tán dando a los pasajeros lo que ellos quieren: una oportunidad de comprar.

Las aerolíneas cuentan con una red Wi-Fi más rápida y confiable en el ai-re para presentar catálogos virtuales, promociones y una serie de bienes y

servicios. Esperan obtener una par-ticipación de un mercado de 5.000 mi-llones de dólares al año, según reporta GuestLogix, compañía de tecnología minorista para viajeros.

Stefan Patermann, de la compañía tecnológica irlandesa Retail inMo-tion, estima que tan sólo en Europa el mercado de ventas minoristas a bordo tiene un valor aproximado de 1.090 mi-llones de dólares al año. LSG Sky Che-fs, compañía de servicios de alimentos para aerolíneas que adquirió a Retail inMotion en noviembre, anunció que su intención era vender a los pasajeros to-do, desde mercancía hasta boletos para eventos o atracciones en el destino de vuelo.

Los analistas indican que esta evo-lución era sólo cuestión de tiempo: la separación de servicios y amenidades como comidas y asientos preferencia-les hicieron que el modelo minorista de “compre a bordo” fuera estándar. Y una conexión Wi-Fi rápida facilita las compras a bordo y permite que las aerolíneas procesen transacciones con tarjeta de crédito en tiempo real.

“Todo el mundo presiona para ven-derte algo”, se quejó James Condon, consultor que vive en el área de Was-

hington y viaja frecuente-mente por motivos de traba-jo.

Algunas aerolíneas buscan una alternativa a la campaña agresiva de ventas. Virgin America opta por un senti-miento de satisfacción, per-mitiendo que los pasajeros compren bonos de carbono para ayudar a reducir el im-pacto de sus vuelos.

El año pasado, JetBlue hi-zo equipo con Amazon para hacer que la biblioteca de medios de Amazon esté dis-ponible para miembros de su servicio Prime, así como pa-ra pasajeros que adquieran un periodo de prueba gratis o una suscripción al servicio.

A diferencia de la mayoría de las demás aerolíneas, JetBlue ofre-ce su Wi-Fi básico gratis. La compañía calcula que su inversión redituará al largo plazo a medida que más gente na-vegue y compre artículos o se suscriba a servicios, subsidiando así el Wi-Fi y dándole a JetBlue ingresos extras.

Abby Lunardini, vicepresidenta en Virgin America, dijo que la moderni-zación tecnológica que la aerolínea inició el año pasado permitiría ofrecer una variedad de bienes y servicios y promover sus productos de manera discreta.

Para viajeros como Condon, cual-quier cosa que haga que las ofertas a bordo sean menos molestas sería una mejora.

LUCAS JACKSON/REUTERS

Miembros de Amazon Prime acceden a la biblioteca de medios en JetBlue en vuelo.

Netflix alcanza a titanes del entretenimientoImagine que usted dirige un conglo-

merado global de los medios. Digamos que es Robert A. Iger, director general de Disney, o quizá es ligeramente menos poderoso, el jefe de Twenty-First Cen-

tury Fox o Time Warner. En todo caso, es dueño de mucho: estudios de cine, cadenas de televisión de señal abierta y de cable, tal vez parques temáti-cos con montañas rusas.

Entonces, ¿qué tanto le preocupa Netflix? Y, yendo más al gra-no: ¿le preocupa lo suficiente?

Actualmente Netflix tiene más de 70 millones de suscriptores que pagan alrededor de 8 a 10 dólares al mes para tener acceso a una gran colección de películas y programas de televisión. El año pasado, las acciones del servicio de streaming fueron las de mejor desempe-ño del índice Standard & Poor’s 500, al aumentar 140 por ciento.

Y sus perspectivas siguen mejorando: Reed Hastings, director general de Net-

flix, anunció que haría que sus películas y programas de televisión estén instan-táneamente disponibles para casi todos los países del mundo. La medida casi duplicó el mercado potencial de Netflix: ahora más de 540 millones de hogares con acceso a internet de banda ancha a nivel mundial pueden usar el servicio.

Pero Netflix es suficientemente pe-queño para no ser una amenaza para los titanes de la industria, ¿verdad?

Bueno, ¿qué pasará si Netflix es el Amazon de la industria del entreteni-miento, la encarnación de un esfuerzo lento, caro y de alto riesgo por acaparar su negocio?

El plan de Hastings de enfrentarse a la industria de la televisión tradicional ha sonado tan ilusorio como alguna vez lo pareció la estrategia de Jeff Bezos, en Amazon, de invadir la industria de las ventas al menudeo. El plan de Netflix definitivamente es de alto riesgo: con-siste en gastar miles de millones de dó-lares para crear y vender contenido bajo licencia y combatir a resueltos magna-

tes de los medios alrededor del mundo.

La audaz estrategia de Netflix suscita fuertes sentimientos en Wall Street. La compañía, con sede en el Valle del Sili-cio, ahora está valuada en 50.000 millones de dólares.

El negocio de Netflix es tan atrevido que parece que no debería de funcionar y, sin embargo, sigue sorprendien-do a todo mundo.

Considere que igual que a Amazon, los inversionistas han dado libertad a Net-flix para gastar enormes sumas a fin de construir un servicio de video que abar-que todo el planeta y esté disponible a todo mundo. Para Amazon, la inversión fue en almacenes; para Netflix, el di-nero es invertido en contenido original. Ted Sarandos, director de contenido de Netflix, dijo recientemente que la compañía produciría 600 horas de pro-

gramación original en 2016, casi el doble de lo que creó el año pasado y a la par de la mayoría de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos.

Pero Netflix no es un productor de te-levisión común. Igual que Amazon, acu-mula una reserva de información sobre qué quieren los clientes, y usa esos datos para crear contenido que atrae a una amplia gama de grupos demográficos a nivel mundial.

Y finalmente, Netflix, como Amazon,

se parece a una rueda que gira cada vez más rápido: a medida que tiene más suscriptores, consigue

más datos y más dinero pa-ra financiar más contenido, lo que a su vez le ayuda a atraer a más clientes.

Hay escépticos. Michael Pachter, de Wedbush Secu-rities, afirmó que a Netflix le será difícil bajar los costos de su contenido. También predijo que tendrá proble-mas para elevar los precios de las suscripciones dada la creciente competencia de Amazon.

Considerando estos obstáculos, Pa-chter piensa que Netflix puede crear un negocio modestamente rentable, pero no espectacular. “Estas personas no van a desaparecer; sólo creo que las acciones bajarán a unos 70 o 75 dólares”, dijo, —frente a su precio actual de unos 115 dólares—. “De otra manera, las co-sas simplemente no tienen sentido. Por-que en realidad, para que Netflix gane, todos los demás tienen que perder”.

Y eso no puede suceder. ¿Verdad?

FARHADMANJOOENSAYO

STUART GOLDENBERG

Muchos países africanos no usaron años de auge para invertir en industrias de crecimiento. Una mina de cobre en Zambia.

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C I E N C I A Y T E C N O L O G Í A

6 DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Babilonios conocían el cálculo astronómico

Planta carnívora cuenta toques para empezar a comer

Centros de datos bajo el mar mejorarían servicio de Internet

Científicos vuelan a donde se origina El NiñoPor HENRY FOUNTAIN

HONOLULÚ — A unos 1.600 kilóme-tros al sur de Hawai, el aire a 13.000 me-tros sobre el Pacífico ecuatorial era una reluciente mezcla de densas nubes de tormenta con gélidas y delgadas nubes cirros, todo producido por las aguas so-brecalentadas de abajo.

Investigadores en la Administra-ción Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) sobre-volaban en un jet Gulfstream este de-solado tramo de océano tropical donde convergen los vientos alisios del norte y del sur. Es un área conocida como la zona de calmas ecuatoriales, pero este año es todo menos eso.

Esto es el centro de El Niño, el más fuerte en una generación, que bombea humedad y energía a la atmósfera y per-turba el clima en todo el mundo.

Un día, hace poco, el avión avanzó por una larga ruta hacia el oeste, evitando lo peor del aire agitado al sur. Cada 10 minutos, los técnicos sacaban un paque-te de instrumentos a través de un tubo delgado en el piso. Con un pequeño para-caídas que los desaceleraba, los disposi-tivos, llamados dropsondas, caían hacia el agua, transmitiendo continuamente al avión información sobre velocidad y dirección del viento, humedad y otros datos atmosféricos.

La información, llevada a modelos me-teorológicos, puede ayudar a los inves-tigadores a entender mejor qué pasa en este lugar, en el punto de partida, mejo-rando el pronóstico del efecto de El Niño sobre el clima.

“Una de las cuestiones más importan-tes es resolver qué tan bien funcionan nuestros modelos meteorológicos y cli-matológicos actuales al representar la respuesta de la atmósfera tropical a un fenómeno como El Niño”, dijo Randall Dole, del Laboratorio de Investigación del Sistema de la Tierra de la NOAA. “Es el primer eslabón en la cadena”.

El Niño se forma cada dos a siete años, cuando los vientos de la superficie que tí-picamente soplan de este a oeste se des-aceleran. Como resultado, el agua cálida que por lo general se acumula a lo largo del ecuador en el Pacífico occidental se junta hacia el este. Debido a este cambio, la extensión de agua actúa como una má-quina de calor, afectando las corrientes en chorro que soplan a altitudes eleva-das.

Ayudados por un vasto poder de pro-cesamiento y datos más precisos, los

científicos han mejorado las prediccio-nes de cuándo ocurrirá El Niño y cuán fuerte será. Pero han tenido menos éxito en pronosticar el efecto de El Niño sobre el clima.

Anthony Barnston, meteorólogo en la Universidad de Columbia, en Nueva York, dijo que los modelos dinámicos, que simulan las leyes físicas del mundo real, recientemente han hecho una mejor predicción de si ocurrirá El Niño que los modelos estadísticos, que dependen de comparaciones de datos históricos.

Con un modelo dinámico, dijo Barns-ton, datos que representan condiciones actuales son introducidos al modelo, que empieza a producir las predicciones.

Los datos buenos son cruciales. Los modelos de El Niño han sido ayudados por el desarrollo de satélites y redes de boyas que pueden medir las temperatu-ras de la superficie del mar y otras carac-terísticas del océano.

Pero cuando se trata de pronosticar los efectos meteorológicos de El Niño, puede ser más difícil hallar datos buenos. Allí es donde el proyecto de investigación busca ayudar, al estudiar un proceso cla-ve: la convección tropical profunda.

Las nubes por las que el avión pasó ese día eran resultado de este proceso, en que el aire encima de las cálidas aguas de

El Niño absorbe calor y humedad y sube miles de metros. Cuando el aire alcanza grandes alturas, la humedad se conden-sa y se convierte en gotitas, liberando energía en forma de calor y creando vien-tos que fluyen hacia fuera.

Los científicos saben que la energía liberada puede causar una especie de onda en una corriente en chorro, una ola que al desplazarse puede afectar el cli-ma en regiones disímiles alrededor del mundo. Y saben que los vientos que se generan pueden aportar potencia a una corriente en chorro, fortaleciéndola. Ésa es una importante razón por la que Ca-lifornia y gran parte del sur de EE.UU. tienden a ser más húmedos durante El Niño; los vientos producidos por la con-vección fortalecen la corriente en chorro a tal grado que ésta llega a California y más allá.

Pero para estudiar la convección du-rante El Niño, los datos deben ser reco-pilados de la atmósfera y también de la superficie del mar. Ésa es una tarea inti-midante, dado que todo esto ocurre en un lugar muy remoto.

De cierto modo, indicó Dole, les ayu-dó El Niño actual, que suprimió los hu-racanes en el Atlántico el otoño pasado. El Gulfstream voló menos misiones y las horas de vuelo disponibles, así como dropsondas adicionales, fueron transfe-ridas al proyecto.

“Nuestra fuerte sospecha es que nues-tros modelos tienen importantes errores al reproducir algunas respuestas”, dijo. “La única manera que podemos saberlo es saliendo y haciendo observaciones”.

Por JOHN MARKOFF

REDMOND, Washington — Tomando una página de Julio Verne, investigado-res en Microsoft creen que el futuro de los centros de datos podría estar bajo el mar.

Microsoft ha puesto a prueba el proto-tipo de un centro de datos autónomo que puede trabajar a unos 100 metros bajo el mar, eliminando uno de los problemas más costosos de la industria tecnológi-ca: el consumo de electricidad por el aire acondicionado.

Los centros de datos de hoy en día, que suministran energía a todo, desde el streaming de videos hasta las redes so-ciales y el correo electrónico, contienen miles de servidores computacionales que generan mucho calor. Cuando hay demasiado calor, se inhiben los servido-res.

Colocar el equipo bajo el agua fría del mar podría solucionar el problema. También podría satisfacer las demandas energéticas exponencialmente crecien-tes del mundo informático porque Micro-soft está considerando acoplar el sistema ya sea con una turbina o con un sistema de energía mareomotriz para generar electricidad.

El esfuerzo, llamado en clave Proyecto Natick, podría llevar cadenas de enor-mes tubos de acero unidos por cables de fibra óptica colocados en el lecho del mar. Otra posibilidad sería suspender conte-nedores bajo la superficie para capturar la corriente oceánica con turbinas.

“Cuando oí hablar de esto por prime-

ra vez, pensé, ‘Agua... electricidad, ¿por qué harías eso?’”, recordó Ben Cutler, di-señador informático de Microsoft y uno de los ingenieros que trabajaron en el sistema. “Pero entre más piensas en ello, tiene más sentido”.

Una idea tan radical podría toparse con inquietudes ambientales e imprevis-tos técnicos. Pero los investigadores de Microsoft creen que al producir en masa las cápsulas, podrían acortar el tiempo de despliegue de nuevos centros de datos de los dos años que toma ahora en tierra a sólo 90 días, ofreciendo una enorme ven-taja en cuanto a costos.

Los contenedores también podrían ayudar a que los servicios de internet funcionen más rápido. Gran parte de la población mundial ahora vive en centros urbanos cerca del mar, pero lejos de cen-tros de datos construidos en lugares re-motos. La capacidad de acercar la poten-cia informática a los usuarios reduce el retraso que experimenta la gente, que es un gran problema para los cibernautas.

Microsoft administra más de 100 cen-tros de datos por todo el mundo y agrega más a paso rápido. La compañía ha gas-tado más de 15.000 millones de dólares en un sistema global de centros de datos que ahora provee más de 200 servicios en línea. En 2014, ingenieros en la rama de Microsoft Research conocida como Nue-vas Experiencias y Tecnologías, o NExT, comenzó a pensar en un enfoque nove-doso para agilizar el proceso de agregar más potencia a los llamados sistemas de computación en la nube.

“Cuando sacas tu smartphone crees que estás usando esta pequeña compu-tadora milagrosa, pero, de hecho, estás usando más de 100 computadoras en esta cosa llamada la nube”, dijo Peter Lee, vi-cepresidente corporativo para Microsoft Research y la organización NExT. “Y lue-go multiplica eso por miles de millones de personas, y eso es simplemente una enorme labor de informática”.

La compañía acaba de concluir una prueba de 105 días de una cápsula de ace-ro —de unos 2.5 metros de diámetro— que fue colocada 9 metros bajo el agua en el Océano Pacífico frente a la costa del centro de California. Controlada desde el campus de Microsoft, en Redmond, la prueba fue más exitosa de lo esperado. El grupo de investigación ha empezado a di-

señar un sistema que será tres veces más grande. Será construido en colaboración con un desarrollador, aún no elegido, de un sistema marino de energía alternati-va. Los ingenieros de Microsoft esperan una nueva prueba el año próximo, cerca de Florida o en el norte de Europa.

El primer prototipo, llamado Leona Philpot —personaje en los videojuegos Halo de Microsoft— ha sido devuelto al campus corporativo de la compañía. Es un tubo grande de acero. Adentro hay un solo estante de servidores que fue bañado en nitrógeno presurizado para eliminar el calor de los chips mientras lo probaban en el fondo del mar.

Su mejor potencial es que obtendría electricidad del movimiento del mar. No se agregaría energía ni calor al océano.

Por KENNETH CHANG

Para la gente que vivía en la an-tigua ciudad de Babilonia, Marduk era su dios patrono, por lo tanto no es una sorpresa que los astrónomos babilónicos se interesaran en moni-torear las idas y venidas del planeta Júpiter, al que consideraban como una manifestación celestial de Mar-duk.

Lo que es quizá más sorprendente es la sofisticación con la que moni-torearon el planeta, a juzgar por las inscripciones en una pequeña placa o losa de arcilla que data de entre los años 350 y 50 antes de Cristo. La placa revela que los astrónomos de Babilonia emplearon una especie de precálculo para describir el movi-miento de Júpiter en el cielo nocturno con relación a las distantes estrellas de fondo.

Hasta ahora, el crédito para este tipo de técnica matemática había si-do para los europeos que vivieron 15 siglos más tarde.

“Ése es un hallazgo verdadera-mente sorprendente”, dijo Mathieu Ossendrijver, profesor de la Univer-sidad Humboldt de Berlín. “Es una figura que describe una gráfica de velocidad contra el tiempo”, dijo. “Es un concepto muy moderno”.

Los cálculos matemáticos en otras cuatro placas muestran que los babi-lonios se dieron cuenta de que el área bajo la curva en esta gráfica repre-sentaba la distancia recorrida.

“Creo que es un descubrimiento bastante notable”, dijo Alexander Jones, profesor del Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo en la Uni-versidad de Nueva York.

La antigua Babilonia, situada en lo que ahora es Irak, era una metrópo-li próspera, un centro de comercio y ciencia. Los primeros matemáticos babilónicos que vivieron entre los

años 1800 y 1600 antes de Cristo ha-bían descubierto, por ejemplo, cómo calcular el área de un trapezoide, e incluso cómo dividir un trapezoide en dos trapezoides más pequeños de igual área.

En su mayoría, los babilonios usaron sus habilidades matemáti-cas para cálculos mundanos, como averiguar el tamaño de una parcela. Pero en losas del periodo babilónico posterior parece haber cálculos tra-pezoidales ligados a observaciones astronómicas.

En los 50, un matemático e his-toriador de ciencia austríaco-esta-dounidense, Otto E. Neugebauer, describió dos de ellos. Ossendrijver, en su investigación, presentó dos más. Pero no estaba claro qué esta-ban calculando los astrónomos babi-lónicos.

Hace un año, un visitante mostró a Ossendrijver una serie de fotogra-fías de losas ahora en poder del Mu-seo Británico de Londres. Vio una placa que no había visto antes. Esta losa, con impresiones de escritura cuneiforme en arcilla, no menciona-ba trapezoides, pero registraba el movimiento de Júpiter, y los números coincidían con los de las losas con los cálculos trapezoidales.

“Ahora estaba seguro de que era Júpiter”, dijo Ossendrijver.

En septiembre, Ossendrijver fue al Museo Británico. Una mirada de cerca a la nueva losa lo confirmó: los babilonios estaban calculando la distancia recorrida por Júpiter en el cielo desde su aparición hasta su posición 60 días después. Utilizando la técnica de dividir un trapezoide en dos más pequeños de igual área, luego calcularon el tiempo que le to-maba a Júpiter viajar la mitad de esa distancia.

Era un concepto abstracto que no se conocía en ningún otro lugar en ese entonces.

“Se adelanta al cálculo integral”, dijo Ossendrijver. “Esto es totalmen-te familiar para cualquier físico o ma-temático moderno”.

Por JAMES GORMAN

Las plantas carnívoras estimulan la imaginación. Puede encontrar los resul-tados en novelas de ciencia ficción, en obras de Broadway y en la investigación reciente que concluye que la venus atra-pamoscas puede contar.

No en voz alta, por supuesto. Y nadie está afirmando que las plantas están conscientes de que cuentan. Pero aun así, ésta es la primera vez que alguien ha demostrado la capacidad de contar de una planta, de acuerdo con el investiga-dor que dirigió los experimentos, Rainer Hedrich, de la Universidad de Würzburg, en Alemania.

Las venus atrapamoscas son carnívo-ras y extraen los nutrientes necesarios de los insectos que atrapan y disuelven. Su trampa es un par de hojas que actúan como mandíbulas y estómago. Cuando un insecto aterriza y choca contra los filamentos activadores en la superficie de estas hojas, la trampa se cierra. A medida que las enzimas digestivas se fil-tran en la trampa, se convierte en lo que Hedrich llama un “estómago verde”, y la presa se convierte en una sopa nutritiva.

Los científicos sabían que un insecto tenía que sacudir los filamentos activa-dores más de una vez para que la trampa se cerrara, presuntamente para evitar desperdiciar energía al responder a go-tas de lluvia y desechos arrastrados por el viento. En el experimento, los investi-gadores estudiaron cómo la planta res-pondía al movimiento de los filamentos, y determinaron que contaba los pulsos eléctricos de éstos. Las plantas no tienen un sistema nervioso para transmitir es-tos pulsos, pero un aumento en la electri-cidad producida por los cambios bioquí-micos puede viajar en la superficie de las células.

Los investigadores observaron que las células motoras que cierran las man-díbulas de hoja sobre la presa actuaban

solamente cuando recibían dos señales en 20 segundos. Eso significaba que, de alguna forma, las células recordaban la primera señal por corto tiempo. Después de 20 segundos, este primer pulso eléc-trico se olvidaba.

Pero la venus atrapamoscas también debe disolver a su presa. Se necesitaron más de tres movimientos de un filamento para indicar a las células que produjeran las enzimas digestivas.

En la naturaleza, los filamentos se ac-tivan una y otra vez mientras el insecto atrapado lucha. Ese frenesí le da a la planta una forma de juzgar la cantidad de enzimas digestivas que necesita. Hedrich y sus colegas descubrieron que más señales eléctricas de los filamentos se traducían en más enzimas.

David Clapham, de la Universidad de Harvard, señaló que le intrigaba lo que parecía ser un sistema “justo a tiempo” para proporcionar jugos digestivos. La atrapamoscas consume energía sólo pa-ra producir enzimas cuando se necesitan y sólo en la cantidad necesaria.

Hedrich indicó que las señales eléctri-cas eran producidas por cambios bioquí-micos y que este proceso evolucionó casi desde el principio de los tiempos. “Una sola célula se puede emocionar eléctri-camente”, dijo.

EN LÍNEA: PLANTA COORDINADAVideo de una planta carnívora en acción: nytimes.comBusque ‘Venus flytrap’

Cálculo matemático surgió en Europa 15 siglos después.

FIDUCIARIOS DEL MUSEO BRITÁNICO/MATHIEU OSSENDRIJVER

Losas revelaron que los astrónomos babilónicos usaban un tipo de precálculo.

MATT LUTTON PARA THE NEW YORK TIMES

Ben Cutler (al frente) y Norman Whitaker, de Microsoft, con el prototipo de un centro de datos sumergible, que conseguiría ahorrar mucha energía.

SÖNKE SCHERZER

Científicos hallan que la venus atrapamoscas se cierra si sus filamentos son tocados dos veces en 20 segundos.

HENRY FOUNTAIN/THE NEW YORK TIMES

Científicos volaron a una parte del Océano Pacífico para entender a El Niño. Un investigador con un dispositivo llamado dropsonda.

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P E R S O N A J E S

DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016 7THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

MAURICIO LIMA PARA THE NEW YORK TIMES

R A FA E L A S I LVA

Joven de la favela busca el oro olímpico

J OAC H I MR O N N E B E R G

Su heroísmo detuvo el programa nuclear nazi

B O B B OZ I C

Los cuentos increíbles del barman resultaron ciertos

PAT T I S M I T H

Veterana del punk hace paces con fantasmas

Por JOHN BRANCH

RÍO DE JANEIRO — En una calle es-trecha y empinada a unos 8 kilómetros de donde se llevará a cabo la competen-cia olímpica de judo en agosto, 31 esca-lones de concreto abrazaban el exterior

de un edificio. No tenían pasamanos y en unas partes sobresalían las varillas. Al igual que gran parte de esta ciu-dad, lejos de las playas, en lo profundo de las co-linas y al interior de las

favelas, las cosas parecían en proceso tanto de construcción como de derrum-barse.

En la cima, cruzando la puerta de don-de creció Rafaela Silva y donde aún vive su familia, ella estaba sentada con su hermana Raquel.

Pocos atletas brasileños serán obser-vados en los Juegos Olímpicos de Río con tanta atención como Rafaela Silva, cam-peona mundial de judo en 2013. Brasil nunca ha ganado más de cinco medallas de oro en una sola Olimpiada, pero nin-gún deporte ha producido más medallis-tas brasileños que el judo.

“Tener la oportunidad de ganar una

frente a mi familia y amigos no tiene pre-cio”, dijo Silva, de 23 años.

Raquel Silva, de 26 años, también es campeona de judo en el equipo nacional de Brasil, pero no alcanzó a calificar pa-ra los Juegos Olímpicos.

Zenilda, la madre de Rafaela y Raquel, tiene una pequeña tienda donde vende propano y artículos diversos, como jabón y arroz. Sus hijas desarrollaron fuerza al cargar tanques de propano. Su padre tra-baja en mudanzas.

Cuando las hermanas estaban en pri-maria, la familia escapó de una favela vecina en busca de un lugar más seguro. Las niñas de todos modos se metieron en problemas. “Aquí, si no golpeas a al-guien, alguien te golpeará a ti”, dijo Ra-quel Silva. “Es supervivencia”.

Sus padres las guiaron lejos de las ten-taciones. Un gimnasio cercano de judo fue la forma de hacerlo. Les brindó es-tructura y distracción.

En la parte interior del bíceps derecho de Rafaela Silva, ocultos bajo su judogi durante las competencias, están tatua-dos los anillos olímpicos y una nota, en portugués: “Dios sabe cuánto he sufrido y lo que he hecho para llegar aquí”.

Rafaela logró la cinta negra a los 16

años y se convirtió en campeona mun-dial juvenil.

A los 19 años, ganó la medalla de plata en el campeonato mundial. A los 21, ganó el oro. Pero el torneo que la atormenta ocurrió entre ambos, en los Juegos Olím-picos de Londres 2012.

Silva fue descalificada durante un en-cuentro preliminar por una llave ilegal, un tecnicismo relacionado con un cambio reciente de reglamento.

“Entrené cuatro años para los Juegos Olímpicos y en un minuto habían termi-nado”, dijo.

Las repercusiones inmediatas fueron peores. Algunos brasileños en las redes sociales se burlaron de ella y le lanzaron insultos raciales, diciendo uno que “el lu-gar de un mono está en una jaula”.

Silva no pudo resistir responder y lo hi-

zo con sus propios insultos mordaces. La guerra en Twitter atrajo tanta atención que el Comité Olímpico Brasileño inter-vino y las autoridades de judo persuadie-ron a Silva para que dejara de responder a los críticos intolerantes.

El episodio casi la hizo renunciar. Se tomó unos meses de descanso.

Rafaela Silva finalmente reanudó su entrenamiento. La primavera siguiente, tras recuperar su enfoque y canalizar su frustración, se convirtió en campeona mundial.

Y ahora, los Juegos Olímpicos regre-san, esta vez a su país. Una nación estará observando. Y un vecindario le estará echando porras, para ver si una joven de las calles maltrechas y caóticas puede construir una historia olímpica impro-bable para el equipo de casa.

Por ANDREW HIGGINS

ALESUND, Noruega — Para ser un hombre que salvó al mundo, o que al menos ayudó a garantizar que Adolf Hitler nunca lograra tener una bomba nuclear, Joachim Ronneberg, de 96 años, tiene una opinión sor-prendentemente poco heroica de las fuerzas que dan forma a la historia.

“Hay tantas cosas que simple-mente fueron suerte y coincidencia”, declaró sobre su misión de 1943 que hizo estallar una planta noruega que era vital para el programa nuclear de la Alemania nazi. “No había un plan. Simplemente esperábamos lo mejor”, agregó Ronneberg, el héroe de guerra viviente más condecorado de Noruega.

El líder y único miembro viviente de un comando de la Segunda Guerra Mundial que destruyó la única fuen-te de los nazis de agua pesada, un líquido raro, necesario para produ-cir armas nucleares, Ronneberg ha visto a sus hazañas ser celebradas en una cinta taquillera de 1965, “Los Héroes de Telemark”, protagonizada por Kirk Douglas; ha sido colmado de medallas; y ha sido homenajeado, tardíamente, con una estatua y una exhibición de museo en su ciudad natal de Alesund, en la costa oeste de Noruega.

M.R.D. Foot, el historiador oficial de la Dirección de Operaciones Espe-ciales, el servicio británico de sabota-je e inteligencia en tiempos de guerra que organizó la misión de Ronne-berg, describió la incursión en una planta de Norsk Hydro que producía agua dura en la Noruega ocupada por los nazis como un “golpe que cambió el curso de la guerra”.

No obstante, Ronneberg, hablando con voz suave mientras toma café y galletas en su modesto hogar con vis-ta a un fiordo, donde ha vivido desde 1947, explicó que toda la misión —y quizás el desenlace de la Segunda Guerra Mundial— habría sido muy

diferente si no hubiera decidido por casualidad ir al cine y luego a una se-rie de bares en Inglaterra, en febrero de 1943.

Aún poseedor de la tranquilidad imperturbable que tanto impresionó a los comandantes militares británi-cos hace más de 70 años, recordó có-mo, durante un día libre de su entre-namiento en Cambridge, Inglaterra, a principios de 1943, fue a un cine y luego “por pura coincidencia” pasó frente a una ferretería que vendía pinzas cortadoras de metal. Decidió comprar un par, y las llevó consigo en su misión.

Sin esta compra, señaló Ronne-berg, él y sus hombres nunca podrían haber tenido acceso y destruido la planta fuertemente resguardada en Vemork, en el sur de Noruega. El se-rrucho que los estrategas británicos habían pensado utilizar en el can-dado pesado de la reja lateral de la planta habría tomado mucho tiempo, hecho demasiado ruido y alertado a los guardias nazis, explicó.

Los alemanes luego trataron de llevar el agua pesada que aún queda-ba a Alemania, pero este esfuerzo se vino abajo cuando saboteadores no-ruegos hicieron estallar el ferry que la transportaba.

Aunque durante mucho tiempo fueron celebradas por cineastas ex-tranjeros, particularmente británi-cos, las proezas de Ronneberg y los otros nueve noruegos involucrados en frustrar el proyecto nuclear na-zi, cobraron fama en Noruega ape-nas el año pasado, cuando NRK, la televisora pública, transmitió “The Heavy Water War” (La guerra del ggua pesada), una miniserie de seis episodios. La estatua de Ronneberg frente al Ayuntamiento en Alesund fue erigida recién el año pasado, para marcar su cumpleaños número 95.

Por ALEX VADUKUL

En el Café Fanelli en Nueva York, Bob Bozic, de 65 años, se ganó admiradores como un barman grosero que lee varios libros a la semana, tiene abonos de tem-porada para la ópera y cuenta historias de una vida improbablemente novelísti-ca: intercambió golpes con Larry Hol-mes en una pelea de box; intentó robar un banco; se casó con la ex novia de Ba-rack Obama.

En el Fanelli desde 1990, Bozic se ne-gaba a preparar cocteles que requerían esfuerzo. Coqueteaba con las novias de los parroquianos y servía bebidas gratis a los que contestaban sus preguntas de trivia. “El Fanelli es como la gente espera que sea un bar en Nueva York y yo soy como espera que sea un cantinero”, dijo.

Sin embargo, Bozic recientemente tra-bajó su último turno y voló a Serbia para reclamar la mansión de 22 habitaciones en Belgrado que los comunistas incauta-ron a su familia en 1946.

Los parroquianos habían oído durante años de la casa de la familia Bozic injus-tamente confiscada y en general le res-taban importancia. Aceptaban la vida de Bozic como una serie de anécdotas dra-máticas e incluso tenían un nombre para ellas: “cuentos de Bob”.

Pero una foto de él peleando con Hol-

mes cuelga en el bar, con otra en la sala de su hogar. Y la historia de la mansión resultó también ser cierta.

El esfuerzo para recuperar la casa co-menzó hace una década. Pero sus oríge-nes se remontan a 1946, cuando la familia de Bozic fue obligada a huir de Yugosla-via. Nació en Windsor, Ontario, en 1950, demasiado tarde para disfrutar la prós-pera vida de su familia en Belgrado. Su padre, Dobrivoje Bozic, era un ingeniero que inventó un sistema de frenos de aire para trenes. El freno Bozic lo hizo rico, y compró la majestuosa residencia en el centro de Belgrado.

Pero tras la Segunda Guerra Mundial, el Partido Comunista incautó la casa y los Bozic huyeron a Canadá.

Días después de que nació Bob, su pa-dre abruptamente abandonó a la fami-lia. Su madre, Radmila, se convirtió en cocinera en un hotel y vivió allí en una pequeña habitación con el hermano de Bob. Puso a Bob en un hogar temporal.

“Todas las desgracias iniciales de la vida de Bob se derivan de su infancia y la casa en Belgrado”, indicó Alex Mc-Near, ex esposa de Bozic. “Volver a re-clamar la casa es una manera de cerrar su historia personal”. (McNear también tiene un lugar en los cuentos de Bob: cuando Obama era estudiante en la Uni-

versidad de Columbia, en Nueva York, en 1982, fue su primera novia formal. Se casó con Bozic cinco años después. Están divorciados, pero mantienen una relación cercana).

Bozic huyó de su casa a los 15 años. Vivía en la calle cuando un corredor de apuestas y propietario de un gimnasio de boxeo se hizo cargo de él. Más tarde, Bozic ganó el campeonato amateur cana-diense de peso completo.

La pelea de Bozic con Holmes, futuro campeón mundial de peso completo, ocu-rrió en Madison Square Garden en 1973.

Más tarde, Bozic trabajó como guar-dia de seguridad en la famosa discoteca Studio 54, fue chofer personal de un re-

portero que cubría a los sandinistas en Nicaragua en los 80, e intentó robar un banco en Madison Avenue contando que afuera tenía cómplices que apuntaban armas al edificio. En realidad, no hubo armas involucradas, y Bozic fue arres-tado. De algún modo, logró evitar pasar una condena en la cárcel.

En Belgrado, mata tiempo esperan-do la decisión final sobre la mansión. Al explorar la propiedad, halló uno de los frenos de tren de su padre. Un inquilino anterior aparentemente pensó que era un buen tope para puertas.

“Todos estos años después, está aquí”, dijo. “Este diminuto freno que creó esta casa y mi legado”.

Por PENELOPE GREEN

El bungalow escasamente amueblado de una sola habitación de Patti Smith en la zona de Rockaways, en el barrio neo-yorquino de Queens, estaba reluciente. “Es el primer lugar en el que he vivido donde yo tomé todas las decisiones”, dijo con orgullo. “No me gusta lo superfluo”.

Un sillón hacía gala de una cobija de Jerry Garcia, y una cama de día lucía un colorido textil. “Durante toda mi vida, ce-dí alegremente a familia, parejas, hijos”, dijo. “Esto era mío”.

En 1994, en cuestión de semanas, Smi-th perdió a su esposo, el músico Fred Sonic Smith, por una insuficiencia car-díaca, y a su hermano Todd Smith, su ge-rente de giras, por un derrame cerebral. Casi dos décadas después, Smith aún estaba en proceso de reconciliarse con la ausencia de ambos. Esas pérdidas im-pregnan su melancólico libro publicado en octubre, “M Train”, que en su propio modo es una historia de amor sobre su di-funto esposo, tanto como “Éramos unos Niños”, sus impactantes memorias de 2010 sobre su juventud y vida bohemia, eran sobre Robert Mapplethorpe.

Fue la publicación de “Éramos unos Niños” en 2010, y el Premio Nacional del Libro que ganó, lo que transformó a la poeta punk de figura de culto del centro de Manhattan a algo socialmente omni-presente. El año pasado, Smith habló en la entrega de premios de Amnistía In-ternacional en Berlín y se acurrucó con el Dalai Lama en el Festival de Glaston-bury. Este año, aparece en un calenda-rio, donde se une a Yoko Ono, Serena Wi-lliams y otras mujeres “emblemáticas” fotografiadas por Annie Leibovitz para la compañía de llantas italiana Pirelli.

Con “M Train”, Smith, de 69 años, ha escrito un libro con recuerdos, pero que no constituye unas memorias. Hay esce-nas de cuando ella y su esposo desapare-cieron en gran medida de la vida públi-ca y criaron a su hijo e hija en Michigan mientras escuchaban a Coltrane y los partidos de los Tigres de Detroit.

Dentro de este recorrido de amor, pérdida y supervivencia, Smith halla

consuelo en un bungalow de un siglo de antigüedad en el área de Rockaways, que compró justo antes del embate del Huracán Sandy en 2012. La casa apenas sobrevivió.

Lo que siempre ha sido sorprendente sobre Smith es que es un poco un ratón de biblioteca, que fue una niña soñadora, amante de los libros y enfermiza que ado-raba a Louisa May Alcott y “Pinocho”. En

persona, es franca, incisiva y divagadora a la vez.

Una de las mejores cosas sobre Patti Smith, la autora, es su disposición pa-ra exhibir el tedio nebuloso del proceso creativo y su profunda soledad. Como es-critora que aún está haciendo las paces con la pérdida, es un hecho que lo que sea que escriba esté asediado por fantasmas.

Así que lo pospone; toma siestas; hace listas; ve un capítulo tras otro de series de detectives: “Law & Order: Criminal Intent”, “Wallander” de la BBC y “The Killing”.

“Sólo hago mi trabajo y trabajo todos los días, y mi ambición es simplemente hacer algo mejor que lo último que hi-ce”, dijo. “Me gustaría escribir algo tan genial como ‘Pinocho’ o ‘Mujercitas’. No

diré que como ‘Moby-Dick’ porque eso es imposible. Me gustaría escribir un li-bro que todos amen. Me gustaría tomar una fotografía que alguien quiera poner arriba de su escritorio para poder verla mientras escribe una carta o hace lo que sea que hace sentado en su escritorio”.

Pero los libros son su amor más pro-fundo, y escribirlos es evidentemente su ambición más férrea. Cuando recibió su adelanto de Knopf, la casa editorial que publicó “M Train”, compró una estatua de bronce de un niño que atrapa un ave en sus manos, y la puso en su desordena-do jardín frontal.

“Era mi sueño estar en Knopf desde que tenía 20 años”, dijo. “Quería tener algo sólido para celebrar eso. Lo compré porque me recordó a Peter Pan”.

YANA PASKOVA PARA THE NEW YORK TIMES

LESLYE DAVIS/THE NEW YORK TIMES

“No había un plan. Simplemente

esperábamos lo mejor”.

PHILIP MONTGOMERY PARA THE NEW YORK TIMES

“El Fanelli es como la gente espera que sea un bar en Nueva York, y yo soy como espera que sea un cantinero”.

“Dios sabe cuánto he sufrido

y lo que he hecho para llegar aquí”.

“Trabajo todos los días, y mi ambición es simplemente

hacer algo mejor que lo último que hice”.

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A R T E Y D I S E Ñ O

8 DOMINGO 14 DE FEBRERO DE 2016THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por ROBERT ITO

En las imágenes que abren “Los Punks: We Are All We Have”, el docu-mental de la directora Angela Boatwri-ght sobre la pujante escena del punk en los patios traseros de las áreas Sou-th-Central y Este de Los Ángeles, dos jó-venes en minifaldas caen al piso, enfras-cadas en una lucha. Un guitarrista gira sobre su espalda, desnudo salvo por un pequeño taparrabos. Hay armas, alco-hol, vómito y guerras campales, todo ello al son del ritmo aceleradísimo del grupo de punk Street Threat. Parece caótico, pero hay quienes hablan de la camara-dería de estos espectáculos, de cómo les brindan a los participantes un fuerte sentido de pertenencia. “En ninguna otra parte me siento en casa”, dijo uno.

Boatwright ha estado fotografiando grupos de música punk desde los 90 en EE.UU. y otros países, y acudió a su pri-

mer espectáculo en un patio trasero en el Este Los Ángeles hace tres años.

“Los Punks”, que tuvo su estreno el mes pasado en el Festival Cinematográ-fico Slamdance, en Utah, es uno de varios documentales recientes que exploran las escenas muy distantes de Londres y Nueva York, los epicentros históricos del género.

“Mad Tiger”, sobre la amistad con-vulsiva entre dos hombres japoneses, ambos integrantes del grupo de punk Peelander-Z, se estrenó en noviembre en Doc NYC. “Never Release My First”, del director Shui-Bo Wang, nominado al Oscar, que hace una crónica de la escena del punk que emergió en Wuhan, China, en los 90, ha sido proyectada en festiva-les en Chicago y Taipei. Y “My Buddha is Punk”, sobre la lucha de un hombre birmano de 25 años por crear una escena viable de punk en Myanmar, se proyectó

en Italia en noviembre.Para “Los Punks”, Boatwright utilizó

sólo dos cámaras —una en el área frente al escenario y otra entre el público en ge-neral— para filmar a grupos del Sur de California como Corrupted Youth, Psyk Ward, Rythmic Asylum y Las Cochinas.

Los grupos y la escena eran primor-dialmente hispanos, al igual que los ba-rrios, y varios de los grupos cantan en español.

“Mad Tiger” relata la historia de Pee-lander-Z, uno de los grupos de punk más imaginativos visualmente. (En una esce-na, un miembro del grupo vestido como un calamar gigante es lanzado contra pi-nos de boliche). El documental tiene me-nos que ver con las presentaciones anteel público del grupo nipón y más con la rela-ción accidentada entre Red y Yellow, sus miembros medulares y mejores amigos.

En la cinta dirigida por Jonathan Yi y

Michael Haertelin y que toma como título una de las canciones del grupo, descubri-mos que Red (Kotaro Tsukada) dejará el grupo. ¿Podrán Red y Yellow (Kengo Hioki), el carismático líder, seguir sien-do amigos? “Inicialmente sólo quería fil-mar la última presentación de Red y ha-cer una película sobre cómo era dejar un grupo”, dijo Yi. “Pero para cuando me di cuenta, habíamos filmado varios años”.

El resultado es un relato espinoso so-bre la amistad masculina de mediana edad, complicado además por el hecho de que el grupo quería mantener el dra-ma detrás de bambalinas. “Las mejores entrevistas surgieron de discutir sobre qué se nos permitiría filmar y por qué”, dijo Yi.

Tanto Yi como Boatwright filmaron lo más posible, aún cuando las presenta-ciones y las amistades terminaban mal. En “Los Punks”, un show en una sala de

tatuajes se degenera en casi caos: un asistente embriagado lanza un aro de basquetbol portátil desde un techo; llega la policía, pero se retira para lidiar con un tiroteo; un residente empieza a imprecar a los asistentes.

“Estuvo genial”, recordó Boatwright.

JONATHAN YI

“Mad Tiger” es una crónica de los últimos días de Peelander-Z una banda nipona visualmente creativa.

Por SARAH LYALL

Las imágenes con las que abre “As-tro Noise”, la exposición de Laura Poi-tras en el Museo Whitney de Arte Esta-dounidense en Nueva York, son impac-tantes, agradables y, en un principio, imposibles de descifrar. Una muestra hileras de franjas horizontales inter-caladas con líneas curvadas que se precipitan diagonalmente hacia abajo; otra parece algún tipo de vehículo aé-reo con un estallido de luz frente a él; una tercera sugiere que ondas sonoras atraviesan el lienzo.

Nada es lo que parece en la exposi-ción de Poitras, la periodista y cineasta que ganó fama por su asociación con Edward J. Snowden, un ex contratista del gobierno. La decisión de Snowden de copiar información sobre los apa-ratos de vigilancia de EE.UU. y Gran Bretaña, y la decisión de Poitras de ayudarlo, hizo que los denunciaran como traidores quienes opinaban que dañaban la seguridad nacional.

Para Poitras, de 51 años, el nuevo proyecto ofrece una oportunidad dife-rente de presentar el mismo argumen-to. Y cree que usar arte visual podría ayudar a abordar el tipo de entumeci-miento público causado por tantas re-velaciones sobre los excesos del gobier-no. Estas bonitas imágenes provenían de los archivos Snowden y muestran imágenes decodificadas —de monito-res de drones israelíes y sirios, entre otras fuentes— interceptadas en se-creto por los británicos.

Poitras ya ha irritado a EE.UU., a sus aliados y a algunos de sus enemigos al atraer atención sobre el material de Snowden a través de artículos en pe-riódicos, por los que compartió un Pre-mio Pulitzer en 2014, y un documental, “Citizenfour”, que ganó un Premio de la Academia en 2015. (También ganó una subvención “genio” de la Fundación MacArthur en 2012). Nunca ha tenido una exposición individual de arte. Pe-

ro esta instalación refleja el mismo tipo de preocupaciones que han impulsado toda su obra: el exceso del gobierno; la vigilancia masiva de ciudadanos; la paranoia que dice que ha impulsado gran parte de la política de inteligencia desde los ataques del 11 de septiembre de 2001; el extenso alcance de lo que Poitras llama el “Estado profundo”, es decir, explicó, “el Estado oculto, el que no elegimos”.

La exposición, inaugurada el 5 de febrero, ocupa todo el octavo piso, con cinco obras distintas compuestas por videos, material escrito y fotografías de los archivos Snowden y otras fuen-tes, que incluyen documentos del go-bierno sobre la vigilancia realizada a Poitras, que ella obtuvo sólo después de demandar al gobierno para que los diera a conocer. Las obras pueden pre-sentarse individualmente, pero están hechas para ser experimentadas en orden, como una progresión.

En una instalación, se transmiten dos videos de forma simultánea, el pri-mero mostrando imágenes tomadas por Poitras en la zona cero poco des-pués de los ataques del 11 de septiem-bre y el otro presentando a dos sos-pechosos que son interrogados por el Ejército de EE.UU. en Afganistán. Las obras obligan al espectador a pensar en la forma en que una injusticia pue-de resultar en otra, sobre lo que hace la gente en nombre de la libertad.

Poitras busca que la instalación le permita al público interactuar con sus ideas y el material en una forma nue-va. “Sabemos que Guantánamo sigue abierto, pero ¿realmente sabemos lo que significa eso?”, dijo. “La idea es ex-perimentar un entendimiento emocio-nal, para que no sea sólo una abstrac-ción intelectual.

“Se han dado a conocer tantas cosas impactantes y lo sorprendente es lo po-co que algo realmente conmociona a la gente”, añadió.

Documentales sobre el punk reflejan su vigente atractivo global

Exhibición cuenta vida y uso de falsos libros

Instalación de arte ilustra los excesos del gobierno

Ganador del Óscar y enviado de paz debuta en BroadwayPor MICHAEL PAULSON

En el momento en que Forest Whitaker pone un pie en la Calle 42 de Nueva York, empieza el griterío.

“¿Puedo tomarme una foto contigo, por favor?” “¿Una selfie? ¿Una selfie?” “Eres el mejor”.

Son sólo tres cuadras desde el estu-dio de ensayos al teatro donde hará su debut en Broadway, pero a su alrededor hay resplandecientes anuncios panorá-micos, sirenas estridentes y multitudes abrumadoras.

Whitaker trata de desconectarse de todo eso. Ha estado obsesionado con Times Square, pero el Times Square de 1928, elegante y encumbrado justo antes de la gran crisis del mercado bursátil.

Fue en un hotel en este vecindario que nació Eugene O’Neill, en 1888. Y fue en un hotel en este barrio que el dramatur-go ambientó la obra de un acto “Hughie”, para la que Whitaker se prepara para protagonizarla como un apostador de poca monta y un bebedor de altos vuelos llamado Erie Smith.

Será la primera vez en décadas que Whitaker, de 54 años, actor de cine y tele-visión que ganó un Óscar por su trabajo en “El Rey de Escocia”, aparezca en una obra. También será la primera vez que un actor de color interprete a Erie Smith en Broadway, detalle que podría ser sólo un dato teatral, si no fuera por el hecho de que llega en un momento en que Ho-llywood está convulsionado por el debate sobre la lista exclusivamente blanca de nominados al Óscar en las categorías de actuación, mientras que Broadway celebra su temporada más diversa en la historia.

“Mire, soy afroamericano”, dijo. “Soy negro. Pero simplemente estudio el per-sonaje y trato de encontrar su alma, su energía”, dijo Whitaker. “Si puedes qui-tar ese manto de piel y carne que la gente tiende a ver, y miras el interior en busca de la esencia del alma, entonces ése es el trabajo que hago”.

En las últimas tres décadas, Whitaker ha interpretado variedad de papeles en cine y televisión, con frecuencia en pro-

yectos de prestigio como “Bird” y “El Mayordomo de la Casa Blanca”. En persona es tran-quilo, ref lexivo y apasionado, en particular sobre la actuación, y sobre la justicia; también es californiano, ve-getariano de mu-cho tiempo y eterno

practicante de las artes marciales.Michael Grandage, director of “Hu-

ghie”, dijo: “Cuando alguien pregunta, ‘¿Puedes describir a Forest Whitaker?’, respondes: ¿Con base en qué? ¿’Juego de Lágrimas’? ¿Idi Amin? ¿’Southpaw’? Es tan diferente en cada actuación.

“Es un transformista, y lo hace literal-mente. En el ensayo, ha perdido varios centímetros de su talla, porque se ha convertido en Erie; ha ajustado su pro-pio punto vocal, que es una gran voz de barítono bajo natural, a algo ligeramente

más alto y más vulnerable, y constante-mente mira por encima de su hombro, porque Erie es paranoico”, añadió.

O’Neill escribió la obra en 1941, pero no fue representada durante su vida.

“Hoy, ‘Hughie’ es considerada por mu-cha gente como la máxima obra de un solo acto jamás escrita por un estadouni-dense”, dijo Robert M. Dowling, biógrafo de O’Neill.

Whitaker estaba esperando una obra original, cuando, inesperadamente, un productor de Broadway le envió el libreto de “Hughie”.

El actor no conocía la obra y le gustó la idea de O’Neill, el tema de la identidad, el contexto del duelo.

“Quiero volverme mejor como actor, seguir intentando trabajar más dura-mente, tratar de descubrir algo diferen-te”, explicó.

Whitaker es un hombre ocupado. En los últimos meses, estuvo rodando la próxima película de la franquicia de “Star Wars”, así como el remake de tele-visión de “Roots” (Raíces). Es director  y

productor. Dedica un 60 por ciento de su tiempo a

la filantropía, supervisando su fundación que trabaja en la resolución de conflictos alrededor del mundo, y representando a las Naciones Unidas, para la que es En-viado Especial de la UNESCO para la Paz y Reconciliación.

Está muy interesado en cuestiones de raza en su propio país. Parte de esa preo-cupación está formada por sus experien-cias personales: hace apenas tres años, fue acusado falsamente por un trabaja-dor de de hurto un delicatessen.

Whitaker dijo que la falta de diversidad entre los nominados al Óscar debería provocar la reflexión.

“Esto es algo que tiene que ser aborda-do en un nivel básico: quién está distri-buyendo los proyectos, qué clase de his-torias son escritas, qué clase de papeles se está permitiendo que tengan personas de todos los colores”, dijo. “Uno tiene que tratar de encontrar una forma de cam-biar esa ecuación, y estamos en una épo-ca en que puede ser cambiada”.

Por JENNIFER SCHUESSLER

El romance de Mindell Dubansky con los falsos libros comenzó hace casi dos décadas, en un mercado de cosas usadas en Manhattan, donde compró un pequeño volumen tallado de un tro-zo de carbón y que portaba el nombre de un joven que había muerto en un ac-cidente minero en 1897.

“Una descarga eléctrica de pesar reco-rrió todo mi cuerpo”, recordó Dubansky, durante muchos años la bibliotecaria de preservación en el Museo Metropolitano de Arte.

También le vino una idea a la cabeza. Percibiendo un territorio inexplorado, Dubansky se propuso trazar un mapa del mundo de los falsos libros. Con el tiempo juntó unos 600 hechos de piedra, cera, paja, madera, jabón, plástico, vidrio y otros materiales. Incluso acuñó un tér-mino para ellos: “blooks”, abreviatura de “book-look” (apariencia de libro).

Unos 200 artículos de su colección fue-ron puestos en exhibición el mes pasado en el Grolier Club, en Manhattan, un tem-plo de libros, donde permanecerán hasta el 12 de marzo. La exhibición, “Blooks: The Art of Books That Aren’t” (Blooks: El arte de libros que no lo son), parece ser la primera de su tipo en Estados Unidos.

La mayoría de las exhibiciones en el Grolier, cuya gran biblioteca alberga

más de 100.000 tomos con páginas reales y en ocasiones encuadernaciones finas y es-pectaculares, no incluye artículos como el Diccionario Espía de Secret Sam, un juguete de los 60 que permite a los usua-rios fotografiar enemigos con una cáma-ra oculta dentro de un falso libro que tam-bién dispara balas de plástico de su lomo.

Para Dubansky, la meta más amplia de la exhibición es lograr que los falsos libros sean aceptados como parte real de la historia del libro.

“Veo los blooks paralelamente a la his-toria de los libros, pero he batallado para hacer que la gente los tome en serio a raíz de su asociación con lo frívolo”, explicó.

Aunque puede ser difícil establecer una historia clara de los blooks, podrían haber existido desde hace tanto tiempo como el códice mismo. Había elaborados relicarios medievales con forma de libro, así como artículos como un tarro de cer-

veza con forma de libro que Dubans-ky vio descrito en un viejo texto.

Cronológicamente, la exhibición en el Grolier abarca desde un tomo de madera del siglo 18 que se abre para formar un altar (aparentemente uti-lizado por católicos, dijo Dubansky) hasta un juguete infantil de plástico

morado de mediados de los 90 llamado Polly Pocket. Los objetos están ordena-dos por categoría —religión, conmemo-rativos, fotografía, comida, juguetes, arreglo personal, etc.— formando lo que ella llama una taxonomía tentativa de blooks.

Es difícil no sentirse cautivado por la intensidad emocional, el ingenio y a ve-ces la simple extravagancia de los artí-culos en los atestados estantes de exhi-bición.

Sin embargo, no le hable a Dubansky, curadora y experta en encuadernaciones históricas, de la popularidad actual de li-bros que han sido partidos, serruchados, triturados, quemados con soplete y de otra manera mutilados camino a conver-tirse en nuevas obras de arte.

“Odio esta destrucción al por mayor de libros que se está realizando, este furor por los libros alterados”, dijo Dubansky. “He visto tantos libros hermosos que han sido dañados en Etsy, el sitio de manua-lidades. ¡Mejor podrían hacer blooks!”.

FOTOGRAFÍAS DE LA COLECCIÓN DE MINDELL DUBANSKY

Objetos que tienen apariencia de libros: Un cenicero (arr.), un reloj despertador (abajo), se exhiben en Nueva York.

Forest Whitaker

DAMON WINTER/THE NEW YORK TIMES

La exposición “Astro Noise” (Ruido astral) de Laura Poitras, en Museo Whitney de Arte Estadounidense. En su estudio, en Nueva York.