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ISSN: 0556-6533 Revista Española de A atropo/cg/a Americana 2000, nY 30: 235-263 El viaje de la fragata San Antonio, en 1745-1746. Reflexiones sobre los procesos políticos, operados entre los indígenas pampeano-patagónicos Raúl J. MANORINI’ RESUMEN El advenimiento de la dinastía borbónica en España en el siglo XVIII y las transformaciones que tuvieron lugar en el terreno de las relaciones internacionales, conllevaron modificaciones de la política colonial española en la región del Río de La Plata. En este contexto, la revaluación de la ruta del cabo de Hornos y las ame- nazas extranjeras contra el territorio de Patagonia —potenciales si no efectivas—, alentaron los viajes de exploración y las expediciones militares a los territorios meridionales. El viaje de la fragata española San Antonio a las costas meridiona- les de Patagonia en 1745-1746 fue resultado de ese nuevo interés. A pesar de que los viajeros no vieron indios, encontraron una tumba india en San Julián, cuya des- cripción podemos encontrar en los diarios de los viajeros. Este articulo analiza esa información y sus implicaciones para comprender las estructuras políticas y socia- les indígenas. Palabras clave: Historia colonial, exploraciones, patagones, jefaturas, necro- pompa Instituto de Estudios Histórico-Sociales «Prof. Juan C. Grosso», UNCPBA [Pinto 399-(7000) Tandil (BA), Argentina. E-mail: rman@fch. unicen. edu. ar]. Este artículo fue pre- parado, en lo esencial, durante mi permanencia en The John Carter Brown Library (Providen- ce, R. 1.) como becario de la Fundación Lanipadia (1997-1998). Una primera versión fue pre- parada en el «Virginia-Carolinas-Georgia Serninar in Colonial Latin American History» (Atlanta, 1998). Agradezco especialmente la colaboración brindada por la dirección y el per- sonal del Museo Naval, en Madrid. 235

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ISSN: 0556-6533Revista Española de Aatropo/cg/a Americana2000, nY 30: 235-263

El viaje de la fragata SanAntonio, en 1745-1746.Reflexionessobrelosprocesospolíticos, operados

entre los indígenaspampeano-patagónicos

RaúlJ. MANORINI’

RESUMEN

El advenimientode la dinastíaborbónicaen Españaen el siglo XVIII y lastransformacionesque tuvieronlugar en el terrenode las relacionesinternacionales,conllevaronmodificacionesde la políticacolonial españolaen la regióndel Río deLa Plata.En estecontexto,la revaluaciónde la ruta del cabode Hornosy las ame-nazasextranjerascontrael territorio de Patagonia—potencialessi no efectivas—,alentaronlos viajes de exploracióny las expedicionesmilitares a los territoriosmeridionales.El viaje de la fragataespañolaSan Antonio a las costasmeridiona-les de Patagoniaen 1745-1746fue resultadode esenuevointerés. A pesarde quelosviajerosno vieron indios,encontraronuna tumbaindia enSan Julián, cuyades-cripción podemosencontraren los diarios de los viajeros.Estearticulo analizaesainformacióny susimplicacionesparacomprenderlas estructuraspolíticasy socia-les indígenas.

Palabrasclave: Historia colonial, exploraciones,patagones,jefaturas,necro-pompa

Instituto de Estudios Histórico-Sociales«Prof. Juan C. Grosso»,UNCPBA [Pinto399-(7000)Tandil (BA), Argentina.E-mail: rman@fch. unicen. edu. ar]. Esteartículo fue pre-parado,en lo esencial,durantemi permanenciaen TheJohn CarterBrown Library (Providen-ce, R. 1.) comobecariode la FundaciónLanipadia(1997-1998).Unaprimeraversión fue pre-paradaen el «Virginia-Carolinas-GeorgiaSerninar in Colonial Latin American History»(Atlanta, 1998). Agradezcoespecialmentela colaboraciónbrindadapor la direccióny el per-sonaldel MuseoNaval, en Madrid.

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Raúl Ji Mandrini El viaje de lafragata San Antonio en 1743-1746

ABSTRACT

The rise of the Bourbon dynasty in Spain in the 1 8th centuryand the trans-formationswhich took placein thefleld of internationalrelationshipsmeantmodi-ficationsof the SpanishColonial policy in the Río de la Plata region. In this con-text, the revaluationof te Cape Horn route, aud te foreign threatsagainstthePatagonianterritory —potential if not actual—enconragedexplorationtrips andmilitary expeditionsto the Southernterritories.A result of this new interestwasthe travel of te Spanishfrigate San Antonio to southernshoresof Patagoniain1745-1746.In spiteof the travellersdid not seeIndians,they foundan Indíantombin San Julián,whosedescriptionwe canfind in te journalsof the travcllers.Thisarticle analizesthis information and its iniplications for understandingthe Indiansocial andpolitical structures.

Key words: Colonial I-listory, explorations,Patagonianindians, chiefdoms,necropomp

En diciembre de 1745 partió del puerto de Montevideo, en la bandaoriental del Río de la Plata, la fragataespañolaSanAntonio. Iba al mandoelalférez de navío Joaquínde Olivaresy Centeno,y viajabanen ella tres sacer-dotesjesuitas, los padresJosé Quiroga, Matías Strobely JoséCardiel2. Lanaveteníacomo misiónprincipal reconocery relevarla costapatagónica—tareaencomendadaa Quirogapor su experienciacomo cartógrafo—con el fin delocalizar sitios aptospara futuros asentamientosque serviríancomo puestos

de vigilancia y posiblesescalasen el largo viaje por la ruta del Cabo dc Hor-nos. Estaruta, virtualmentecerradaal consolidarseel sistemade monopoliocomercialespañolen el siglo XVII, volvió a tomar importanciatrasel inten-to de los Borbonespararevitalizarel sistemamercantilespañolcon el llama-do «Proyectopara galeones»(1720) que reglamentóla existenciade los«navíosde registro»y, particularmente,luego de la quiebradel llamado«sis-temade flotas y galeones»despuésde la caídade Portobelloen manosingle-

sasen 1739 (Villalobos R. 1986: 38-41.Paramayoresdatossobreel papelde

2 CarmenMartínezMarín (1991)ha dedicadoun articulo a estudiarestamisma expe-

dición. El trabajo,empero, resultamuy poco útil, pesea la rica documentaciónquemanejasuautora.Descriptivoy fáctico, porcalificarlo dealgúnmodo,casi lamitaddel texto es unasim-píe enumeraciónde viajesque, desdeel siglo XVI, precedieronal deQuiroga.Además,resul-tan llamativasexpresionescomo «... las atrocidadesque cometieronlos bárbarosen 1739.»(pág. 128).

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la ruta del Cabode Hornosen el comercioatlántica,García-BaqueroGonzá-lez 1976: 1, 143-174y 263-265).

Los viajerosdebíantambiénregistrar indicios de la presenciade extran-jeros —fundamentalmentede ingleses—en las costasdel sur y, al mismotiempo, echarlas basespara una futura empresade evangelizaciónde losindígenaspatagónicosa quienesalgunosvisualizabancomo potencialesalia-dos de los posiblesinvasores,motivo por el cual viajaban Strobel y Cardielqueteníanya experienciacomo misioneros3.Estasamenazasteníanun ante-cedenteinmediatoen la expediciónde GeorgeAnson a los maresdel sur en1741 (Walther 1748) y se extendíana otras partesdel Imperio colonial: elCaribey la Florida (ingleses),el norestede NuevaEspaña(franceses)y Cali-fornia (ingleses,holandesesy rusos)(Weber 1992: 172-203; 1998. NavarroGarcia 1988: 205-206).Estapresenciaextranjeraen o cercade las zonasdefrontera tendíaa hacermás conflictivas las relacionescon los indígenas,enalgunoscasosya de por si bastanteprecarias(Por ejemplo,Clark and Guice1 996, para la región situadaal estedel Mississippi). En el casode las costaspatagónicas,la amenazaextranjeraestimuló expedicionesde exploración yentradasde caráctermilitar cuyo resultadofue un mejor conocimientode losterritorios del sur y un contactocadavezmás intensocon los grupos indiosque los ocupaban(Martínez Sierra 1975: 1, 123-269;Argentina. Comando...1973: 1, 249-391).

No resultadificil comprenderestaspreocupacionesde la Coronay de lasautoridadeslocales—que fueron constantesa lo largo del siglo— a la luz delos cambiosquese estabanoperandoen la situacióncolonial en generaly enel ámbito rioplatenseen particular.El advenimientode la dinastíaborbónica

La labor misional habíarecobradofuerzaspor entoncesen las áreasfronterizasdelImperio. En estecontextosedesarrollaba,en el sur de BuenosAires, el primer—y orneo—intento serio deevangelizaciónde los gruposindios de la región, conocidoscómo<¿pampas»y «serranos».Esta breveexperiencia(1740-1753)a cargodemisionerosjesuitas,en la quepar-ticipó activamenteCardiel,coincidió con un momentode intensoconflicto con los indígenas.Duranteel siglo XVIII las relacioneshispano-indígenasen el Río de la Plata alcanzaronmomentosdegrantensión,y la décadade 1740 y los primerosañosde la de 1780 fueron,qui-zá, los momentosmás álgidos deconflicto (Mandriní 1993a).A diferenciade lo ocurridoenotrasáreas,estaexperienciaterminóen un rotundofracaso,sin dudapordiversasy complejascausas.E> temaesperaaúnun estudioenprofundidad.Ver, Mazzantiy otros (1991: 28-29)quedestacan,a mi juicio correctamente,el papel de los cambiospolíticos en el senode la socie-dad indígena—fortalecimientode los grandescaciques como un factor fundamentalparaentenderese fracaso.

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en Españaal iniciarseel siglo y las transformacionesque seprodujeronenelcampo de las relacionesinternacionalesdurantey despuésde la GuerradeSucesión(1701-1713)significaronmodificacionesde la política colonialespañolacuyosefectoscomenzaronahacerseevidentesenel Río de la Platahacia mediadosdel siglo: reformas políticas y administrativascentraliza-doras, liberalizacióndel comercio, renovadointerés por tas produccionesregionales—entreotras laganadería—,revalorizacióndel frenteatlánticodelimperio españolal volver a utilizarsela ruta del Cabo de Hornos4.

Perovolvamosahoraa nuestrosviajeros.Trasunalarganavegaciónalcan-zaron tierra a la altura del entoncesllamadoCabo Blanco (hoy Cabo TresPuntas),y llegaronluegoaPuertoDeseado,dedicandovariosdíasa suexplo-ración. Continuaronhaciael sur, pasaronla bahíade San Julián, alcanzaronel río Gallegos,cuyascercaníasexploraron,y volvieron hacia elnorteen bus-cade la entradadel río SantaCruz a la quearribaroncl 23 de enerode 1746.El 7 de febrero, alcanzaronnuevamenteSan Julián, donderealizaronexplo-racionesy reconocimientoshastael j0 de marzo.Continuaronluegohaciaelnortesiguiendola costay reconociendodistintossitios —el golfo de SanJor-ge, las bahíasde SanGregorioy Camarones—hastaque,apremiadospor loavanzadode laestación—mediabayamarzo—y la falta de aguapotable,ini-ciaronel retornohacialas costasdel Río de la Plata,alcanzandoel 4 de abrilel amarraderode Buenos—Airestras más de tresmesesde navegacion.

Conocemoscon detalle los pormenoresdel viaje, sobreel cual tenemosabundantedocumentación:al diario del comandantede la nave, Olivares yCenteno(1746), se sumanel del piloto mayor,Andia y Varela—del que dis-ponemosde dos versiones(1 746a y 1 746b)5—,y el redactadopor el padreQuiroga (1746). Existe ademásun conocido resumenrealizadopor PedroLozanoa partir de datosbrindadospor Cardiel y Quiroga (Lozano 1836) y,finalmente,un fragmentode Diario anónimoque,creemos,sedebeal mismoCardiel (1746)6.

Parauna síntesis generalde la política colonial de los Borbonesespañolesy delimpacto de talespolíticasen America, Brading 1984; parael Rio de la Plata, Chiaramonte1972. TambiénVillalobos R. 1986.

MartínezMann (1991: 133) hacereferenciaa otro ejemplarautógrafodel queno seconoceprocedenciay quese encuentraen el Archivo Municipal delPuertodeSantaMaría.

6 La atribucióndel documentoaCardielesmía y seapoyaen el análisisdesu conteni-do. El catálogodel Fondo lo atribuyea Andia y Varela. El texto, similar al dc Lozano,estáescritoen primerapersonay no tercera.El autor seatribuyeel descubrimientodela tumbaa

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FIGURA 1.—Viajede la Fragata San Antonia 1745-1746.

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Paradecepciónde los misioneros,y pesea susdenodadosesfuerzos—

especialmentede Cardiel—, duranteel viaje no vieron un solo indio nimuchos indicios de su presencia.En Puerto Deseadoencontraronalgunosobjetos—unapuntade flecha de pedernaly unabola— y observaronrestosde unatumbaindia, simple amontonamientode piedrasquecubríalos huesosya carcomidosde un indio

«... hallaron enloalto de un colladoun montonde piedras,yde-bazode ellas huessosdealgunindio ya carcomidos,y no tan grandescomo los pinta Mayre, y otros delosantiguos,quedicen,quehabita-ban enestacosta los Gigantes; puesal presentenosehallanindiciosdequeestatierra estubiessehabitadani de Gigantes,ni deotraalgu-na nacion..»>(Quiroga 1746: 17; tambiénLozano 1836: 5-6)~.

El hallazgomás importanteseprodujo el 15 de febreroen SanJulián. Setratabade una sepulturade aspectomuy particularque llamó la atencióndelos visitantesal puntoquesudescripciónapareceentodoslos diarioscitados(Olivaresy Centeno1746: 19r-20v; Andía y Varela 1746a: s/f; Andía y Vare-la 1746b:25v-26v; Quiroga1746: 43-44 y 48; Cardiel 1746: 23-24; Lozano1836: 16-17). Su descubridorfue el siempreactivo Cardiel, quien relataque

«... á distan?deunaleguade dondehicimosnoche,encontramosunacasa,quepr un lado tenia 6 vanderasde pañodevarioscoloresdemedia vara en quadroen unospalosaltosclauadosen tierra: y pr elotro lado 5 cauallosmuertosembutidosde paxacon sus crines, ycolas [anotaciónal margen:Casa; y Sepulchrode Indios] clauadoscadauno sobretrespalos en alturacompetente.Entrandoen la casahallamosdoscamisetas,ó ponchostendidos;y cabandoencontramoscon 3 difuntos, q. todavia teníancarne, y cabello. El uno pareciavaron, y los otros mugeres:en el canellodeunadeestashauia una-planchade laton demediaquaríadelargo,y dosdedosdeancho,y en

que nos referiremos,hechoquetodos los demásreconocena Cardiel. Sobre los escritos deCardiel,Furlong 1953: 54-61, conreferenciasal relatode Lozano.En su cartaal padrePedrode CalatayudCardiel hace unareferenciabreve a su viaje a las costaspatagónicas(Cardiel1953 [1747]). MartínezMarín (1991: 133), citandoa Furlong,mencionaunacartao memoriade Strobel no localizada.

Este tipo de tumbaes conocidoen la región. Véanse,Pando1769; Fitz-Roy 1839:305. FranciscoE Moreno (1972: 94-95 y 143) comentalo comúnde estastumbas,queobser-vó en Patagonia,y describeunaen PuedoDeseadoquesuponepudo ser la quevio Cardiel.

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FIGURA 2.—.--Sepulcroindígenaen San Gregorio sobreel Estrechode Magallanes.Dibujo basadoen el grabadoincluido en ParkerD. King, «Proceedingsof dic

SecondExpedition.1831-1836,under ihe Commandof Captain...»in, Narrativeofthe SurveyingVoyagesof this Majestic’sShip AdventureandBeagle....Volurne 11.

London, 1839.

las orejaszarzillos, ó arrecados[sic] de lo mismo. En lo alto de lacasa hauia otra camisetarebuelta,y atadacon una faxa de lana decoloresy deellasalia un palo largo como veleta, de que pendian8borlas grandesdelanaamusca[sic]» (Cardiel 1746: 23-24; tambiénCardiel 1953 [1747]: 205; Lozano 1836: 16-17).

La noticia llegó al navío al día siguiente,a travésde dos soldadosdespa-chadospor Cardiel parasolicitarvíveresy hombresa fin de seguirla búsque-dade los indios que habíanconstruidola tumba.Relatael padreQuirogaque

«... llegaron dos soldadosembiadospor el P.0 JosephCardielcon un papel para el PS Mathias Strobel, en el qual pedia que le

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embiasseunossoldadosy viverespara internaralgunasleguasmas,e introducirseconlos Indios queereiaestabancerca,puesa distan-cia decinco leguasde la bahiaavia halladoun toldo de Indios... [y]dentro de el toldo hallaronenterradosun Indio, y dos Indias...»(1746:43-44)

El viernes18, antesde regresar,segúninformanOlivaresy Andía y Vare-la, Cardiel explorópor segundavez la tumbaen compañíade Strobelque lehabíallevado algunos refuerzos.Fue en realidadentoncescuandoencontrólos cuerposde las indias allí sepultadas.SeñalaAndía y Varelaque

«... bimos acosade las 12: queel? Cardiel, ysu Comp?JuntoconelP. Mathias,yla suia, beniancaminandohacial Nauio, conquenos ymcorporamos,ynos dijeron que la causadeboluerseéra, elnecesitarmas prevenzY~dela que llebabael]’. Mathias, yel hallarsealgunosdelossoldados,totalm.teyncapazesdeseguirla empresaporestar rendidosdelaAsperzadel camino; Añadieron que ala bueltadesentrañaron[tachado:masque a hida] elSepuicro,y encontrarondos Indias mas enél enterradas,que la una estabaembueltaen unpedazode Paño fino de color Amarillo, yla otra, en otro de colorblanquisco; ytenian puestosenel Pelo uno pedaz: [sic] de Metal[agregadoentre líneas:p. a Adorno], ypor sarzillos unoscomo Ani-llos mui grandesdela mismaespecie...»(1746b: 25r-26v; también1746a: s/f Olivaresy Centeno1746: 20v).

Cardiel insistió en encontrarlas tolderías de los indígenasque habíanconstruidola tumba y que suponíacercanos,dadoque la tumba era recientey había muchosrastrosde caballosy una sendaque partía del lugar Eldomingo 20 partió con unacomitiva de treintay cuatrohombrcsy armas,municionesy víveresparaocho días.Una semanadespuésla partidaretornóexhaustaal flavio sin haberhallado indios ni indicios de susasentamientos.Así refiere el padreQuiroga lo relatadopor Cardiela su regreso

«Dixo, que aviendointernado25, o 26 leguasacia el ponientesiguiendola maiorptC de essecaminounasendadelos indios deaca-ballo, no avia hallado indio alguno (...) Dixo tambien que la sendatrillada delos indios de acaballoguiabaacia el poniente,sínqueentodo loque alcanzabala vista, se deseubriessealgunaseñalde pue-blo, ó de habitacionde indios...»(1746: 47-48. TambiénOlivaresyCenteno1746: 21v; Lozano1836: 19).

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Cardiel intentóexplicar la situacióny no con malosargumentos,como loreconoceel mismo Quiroga

«... discurria, que los indios, queavian causadoaquellasenda,eran indios Araucanos,5 algunosvezinosá estos,quehabitabanenla costade Chile, y á tiemposhacian sus viagespara llevar delasLagunasde San Julian algunascargasde sal. Este discursotienemuchofundam.’” porquelos Ponchos,quesehallaronenel toldo, loscaballos,y algunaspieles de carnero, queestabanenlos sepulchrosdeel indio, e indias que dexo referidos, todas son alajaspropriasdelos indios Araucanos.»(1746: 48)8.

Lozano—que como señalamosutiliza información brindadapor Car-diel— mencionala posibilidad de que fueranpueleheso pehuenches,quepara ese entoncesmostrabanya fuertes influencias araucanas,y Quirogatambién señalaestasrelacionesal referirse a los adornosde metal de lasindias

«... queson lasjoyas, queusanlos Indios Araucanosde Chile, ylos Serranos,que comunicancon los Pampasde Buenosayres.»(1746: f. 44; tambiénLozano1836: 20-21).

No es extrañoque paratestigosde la épocala presenciade tejidosy deobjetosde metal estuvieravinculada con los araucanosde Chile o, cuantomenos,con gruposque,como los pehuenchescordilleranosy los puelchesoserranos(tehucichesseptentrionalesen la terminologíausual de los etnólo-gos)9,estabanya influenciadospor aquéllos,cuya presenciaen las pampas,

8 Ver tambiénOlivaresy Centeno1746: 21v; y Andia y Varela 1746a,aunqueéstosno

identifican a esosindios comoaraucanos.La identificación étnicade los grupos queocuparonla región pampeano-patagónica

esunatareapendienteen la construcciónde la historia indígenadel área.El temahasido moti-yo dc encendidaspolémicasquegeneralmentegiraron sobreaspectossecundariosdel proble-ma, reduciéndosea la discusiónde los nombreso «etiquetas»a aplicar a los distintosgrupos,aunquesus autorescompartieranciertos supuestosbásicos,generalmenteinspiradosen lospostuladosdela llamadaescuelaHistórico-Cultural(ver Mandrini 1993b). Paraunacríticadelas posturastradicionales,especialmentede Rodolfo Casamiquelay Milcíades Vignati, verNacuzzi 1998: 43-101.Su critica, aunqueexcesivamenteminuciosa,pierdedc vista a vecescuestionesde fondo,especialmentelos supuestosteóricosquesostienentalesposturas.La mis-ma autora intentauna reconstruccióndel panoramaétnico, aunquemuy acotadatemporaly

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dondellegabanen buscade ganado,estábien documentadaal menosdesdecomienzosdel siglo XVIII. Este proceso,al que historiadoresy etnólogossuelen denominar«araucanización»,fue mucho más complejo de lo quesuponíamoshastahace pocos años (Mandriní y Ortelli 1996; y especial-menteOrtelli 1996). La referenciaa veredaso caminosindios y la referen-cia a un númeroconsiderablede caballos—abundantesen el norteperocadavez más escasosa medidaque se avanzabahacia el sur— parecíanreforzartal aserto.

Peroavancemospor partes.La tumbano parececaracterísticade la regióny esto debió ser decisivo para atribuirla a grupos araucanoso araucaniza-

dos10. Su estructurano eratécnicamentemuy complejaperollamala atenciónla referenciaa algunosmaterialesy, particularmente,la menciónde los ele-mentosasociadosa la tumbay a los cuerposalli enterrados.Hastadondeyoconozco,sólo hayotrareferenciadeun testigodirectoparael extremosur delcontinente: en 1827, el capitán King describeuna tumba de característicassimilaresobservadaen SanGregorio,sobreel estrechode Magallanes

espacialmente.El resultadoessugestivoy alentador—el capítulo correspondiente(págs. 103-162) mepareceel máslogradoy original del libro— y seriaimportanteextenderloenel espa-cio y en el tiempo. Parala épocay la regióna quenos referimos,la informacióndocumentalescasi inexistentey sólo haciala décadade 1780 aparecealgunadocumentaciónsignificativa.Se trataademás,deun momentodeintensastransformacionessocialesy culturales.Por talesmotivos, las denominacionesquesedantienen carácterprovisionaly secorrespondencon lostérminos usadospor los viajeros,quienesen generalutilizan el términode «patagones»paralos gruposmeridionales.

O TomasFalkner (1774: 120), cuya informaciónpuedevenir de Cardicí,se refiere a laexpediciónde 1746, perosus datos—cl tiempo pudohaberconfundidola información-—soncontradictorios.Recuerdala costumbrede colocarcaballosmuertossostenidosporestacas:«...

andthey placealí around[of the buryingplaces]the bodiesof their deadhorses,raifed upontheir feet, and supportedwith sticks»,pero señaladiferenciasentre las tradicionesde lostehuelhets— nuestrostehucíches—y otros grupos.Mencionacomotípico de aquélloshacersecarlos huesosdelos difuntosy luegoenterrarlosarregladosy adornados(inhumaciónsecun-daria)—no esel casodenuestratumba—debajoderamadaso toldos en la costadesérticadelocéano—si serianuestrocaso—lejos de susasentamientos(paraotros gruposmencionaencambio la cercaníaa sus habitaciones):«After havingdriedthebonesof their dead,thecarriedthem to a greatdistaneefrom their habitations,in de desertby tl-ie seacost,anafter placingthem in their proper form, andadomingthem in te manerbefore described,theyset themordenaboyeground,undera hut or tent, erectedfor thatpurpose,with the skeletonsof theirdeadhorsesplacedareunóthem».La tumbaencontradaen 1746 era, paraFalkner,unodeestossepulcrosindios: «... one of this Indian sepulchres,containingthree skeletons, and havingmanydeadhorsesproppedup roundit». Asi, su referenciapodriaapoyarla suposiciónde quefueron tehuelehesquienesla erigierony usaron.

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Raúl Ji Mandriní El viaje de la fragata SanAntonio ea1745-1746

«Aboní two hundredyardsfrom the village [toldería] Ihe tombwas erected...It was a conicalpile of dried twings and branchesofbushes,about ten feet high and twenty-five in circumferenceat thebase,thewhole boundround with thongsof hide,and thc top cove-red with a piece of red cloth, ornamentedwith brassstudsandsur-mountedby two poles,bearingred flags and a strig of belís,which,movedby the wing, kept up a continual tinkling.

«A ditch, abouttwo feel wide andone feel deep,was dug roundthetomb, except at the entrancewhich has beenfilled up with bus-hes. lo front of thís entrancestoodthe stuffed skinsof two horses,rccently killed, eachplacedupon four poles for legs. Thc horses’hcadswere ornamentedwith brassstudssimilar to thoseon the topof Pielomb; andon Iheoníermargin of Ihe ditch weresix poles,eachcarrying two tlags,oneover Ihe other...» (King 1839: 93-94; incluyeun grabadode la tumba).

«Casa»,«toldo de indios»«pabellón»,la designanlos textoscitados,agre-gandoquepresentaforma«piramidal»—-»cónica»en el casode King—, estáhechadepalosy/o ramasy paja, y tienesupartesuperiorcubiertapor un pon-cho o mantade lana. La menciónde palos o ramas—dos textosaclaranquepodríanserde manzanoo durazno—apuntana la regióndel Limay. La made-ra era uno de los recursosmás escasosde la mesetapatagónica,como atesti-guan los viajeros,generalmenteobligadosa usarleñade matorralessecos.Lamenciónde astasquesosteníanlas banderas—«... quedelejossefigurabanlan-zas...»—refuerzaestaapreciación.

No hay referenciasa las dimensionesde la sepultura,pero si tenemosencuentaquedentro estabanenterradastrespersonas,no debió serinferior a laque describeKing —destinadaa un niño— que tenía unos tres metros dealtura y unos2 metrosy medio de diámetroen la base.Dentro de ella esta-ban enterradosun hombrey dos mujeresy la fosa estabacubiertapor pon-chosde lanay, segúnunareferencia,pieles de carnero.No tenemosinforma-ción precisasobrelas condicionesy posiciónde los cuerpos.Al parecer,elhombre sc encontraba«sentado»y se nos dice que el entierro debió serrecienteporque los cuerposconservabanaún «carney cabello».Finalmentehay una breve referenciaal adorno de los cuerpos:las mujeres—al menosunade ellas— llevabanplacasde metal —latón—--en el cabelloy aroso zar-cillos del mismo metal, como «... Anillos mui grandes...»,agregaAndia yVarela(1746b: 26v), quien ademásseñalaque los cuerposde las indiasesta-ban envueltosen pañosfinos.

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Y estoestodo. Y no espoco, sin embargo.Podemosubicarcon bastanteprecisión el lugar y fechade la tumba y describirlaa grandesrasgos,pero¿quiénera el personajeallí enterradoy quiéneslas mujeresquele acompa-ñaban?,¿aquégrupo étnicopertenecían?,¿cómomurierony por qué fueronenterradosallí? Sonpreguntasqueno puedensercontestadas—tal veznun-ea lo sean—y que,sin duda,se las hicierontambiénsusdescubridoresque,como en el casode Cardiel, erantestigosprivilegiados.

Parecíalesclaroa los testigosque no se tratabade un indio del lugar. Enprimer lugar, porqueno vieren indios ni muchosrestosde indios en todo suviaje y las condicionesdel medio no parecíanpropiciaspara la habitaciónhumana(Quiroga 1746:47-48; tambiénLozano 1836:20-21).Cardiel recuer-da que

«... Sólo en un pueblohallamosaguabuenay abundantea tresleguasdela mar...»(1953 [1747]: 205)’’

Un cuartode siglo después,San Julián era un punto importante de con-centraciónde indígenasy Viedma(1837: 67-68) hacereferenciaa la presen-cia allí de hasta300 y 400 personasy nos dice que Camelo o Julián, quesefioreabalas tierrasque se extendianentrePuertoDeseadoy el río de San-ta Cruz, «... es el de más séquitode su nacion...»,quetienecomo subalternoa otro cacique,Onos, su cuñado,y mantieneen situaciónde cierta depen-denciaa los indios del caciqueCoopano Cohopan’2.Estosgrupospermane-

Estaaguadapuedehabersido la queusoAntonio deViedmay quele fue señaladaporel caciqueCameloo Julián,con el cual mantuvoamistosarelación. A diferenciade nuestrosviajeros,Viedmatuvo estrechocontactocon los indigenaspero,aunqueregistravaliosasinfor-maciones,aporta pocosdatossobre costumbresfunerariasy éstos no se refierenal entierromismo (Viedma 1837: 24-29y 40-42; 47 y 77, sobreusosfunerarios).Hastadondeconozco,tampocoaparecendatossobreprácticasfunerariasen los informesy diariosde la expediciónde Alejandro Malaspina,quepermanecióalgunosdíasen Puerto Deseadoen diciembrede1789 y mantuvocontactocon gruposde la región. Ver HiguerasRodríguezy Pimentel Igea1993: 21-46; y Viana 1849: 43-51; veaseademásla rica documentacióninédita quese con-servaenel MuseoNaval,en Madrid. Paraun análisisde la información,GonzálezMonterodeEspinosa1989; 1992: 61-88.

2 En los diarios de la expediciónde Malaspinaencontramosotra referenciainteresan-te sobrela existenciadeciertajerarquización— aunquepoco marcada— entrelos caciquespatagónicos.SeñalaFranciscoJavierde Viana (1849: 48) que en el verano esosindígenashabitabanlas costasvecinasal Estrecho«... bajo las órdenesde un gefe superior,en quienresidenesclusivamentelas facultadesde hacerla guerra,y todaslas operacionesqueexigen

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cian en el lugar buenapartedel año,aunquesalíandurantetemporadasmáso menoslargas podíandurar algunosmeses—paracazarguanacos.Pose-emosalgunosdatos significativossobrela movilidad de estosgruposmeri-dionalesqueal parecermigrabanhaciael sur duranteel veranoparaconcen-trarseen grandesgruposen las cercaníasdel Estrechode Magallanes.Señala

Vianaque

«... encontramosen estasinmediaciones[Puerto Deseado]unatribu de Patagones,compuestade 61 individuos de todas edadesysexos;parecehanllegadoaqui hacedosdias,y dentrode pocovan áincorporarseconotra masnumerosaen la bahiade SanJulian, pararetirarseprobablementehácia el 5. (...) Estosnaturaleshabitanenelveranohacialas costasinmediatasal estrechode Magallanes(...) lue-go queempiezael invierno, divididos en pequeñasórdenes,vagueanpor todo el espaciode una linea de 450 de latitud (...) sabemosquelos guanacosmuchosmasabundantesque las otrasespeciesy cuyacarnees masgustosay nutritiva, son su comida favorita y casi uni-versal. Sabemosigualmentequeestosanimalesamancon preferen-cia los climas frios (...) supuestoesto¿nopodrácreersecon funda-mentoque losPatagonessiguenen susviagesperiódicosestosútilescuadrúpedos,retirandosecon ellos á la parteestrechadel 5. en elverano y dispersándoseen el invierno en trozos poco numerosos,porqueestendidosaquellosentóncesen mayor espacio,sonpropor-cionalmentemenos abundantes,y por consiguientemas dificil lasubsistenciade la nacion,reunidaen un mismo sitio.» (1849: 43-44,48 y 49; también SanfeliuOrtiz 1945: so)i3.

¿Habríacambiadotanto la situaciónde la zona en esasdos décadasymedia?Parecemás razonablepensarque en el momentodel viaje de la fra-

gataSanAntonio los indios del lugar, si los había,estuvieranen el interiorcazandoguanacos,o viajandohaciael norte, haciael Rio Negro, dondesolí-

eí movimientode la nacionentera...»;en el invierno, en cambio,«... divididos en pequeñasórdenes,vaguean(...) cadaunade ellas obedeceá un caciqueó capitanparticular,mientrasdura la separaciony estereconocesiemprela dependenciade aquel.»TambiénSanfeliuOrtiz1945: 50.

3 A fines de 1785, Antonio de Córdobapudo observargruposde patagonessobreelmismo Estrechoy refiereacontactoscon españolesde BuenosAires y, con másseguridad,delos establecimientosespañolesde la costa patagónicaquereflejan esamovilidad (Relación...1778: 20-25).TambiénRamírezRivera1990: 81-85.

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an ir a comerciarcon los indios de las pampas”.¿Perteneceríanentoncesagruposdel lugar los rastrosy la tumba vistospor Cardiel?La realidades queno lo sabemos,peronos parecepocoprobable.

Perosi, en cambio,setratarade araucanoso de serranos,cabríapreguntar-se quéhacíanen esaslatitudes.La obtenciónde sal—comosuponenlos viaje-ros— no seriaun motivo desdeñableya que,aunquehay salinasmásal norte,la sal eraun productoesencialde consumoy un valiosoartículo de comercio,tanto entrelos mismosindioscomo entreéstosy los blancos.Sin dudalas dis-tanciasdesdeel Río Negroy el alto Limay son enormes(unos 1200 km enlínearecta desdela confluenciade esosríos hastaSanJulián),pero los tehuel-cheslas recorrianregularmentei5;tenemosbastanteinformación sobrela exis-tenciade sendaso caminosy el mismo Cardiel siguió uno de ellosen sufrus-trada búsqueda16.Por otro lado, los gruposde la Patagoniaseptentrionalrealizabanregularmentelargos viajes desdelas tierrascercanasa la cordillerahacialas sierrasdel sur bonaerenseí?,siguiendoel cursodcl río Negro.

4 Antonio de Viedma (1837: 71, 78 y 79) comentaque«... hacenprevencióny cosecha

en la primavera[de cuerosde liebre, zorrillo y guanaconotato], paracon los sobrantescomer-ciar con los indios del Rio Negro porcaballos,ropas,frenosabaloriosy dagas,queaquellosadquierendelcomercio,é invasionesquehacenen lasfronterasde BuenosAires,..»;que«... nohaysuficientescaballosparasurtirlos,sino fuerapor los quelos indios PampasdeBuenosAiresles cambianpor los cuerosqueles llevan cuandobajanal Rio Negro...»;y que«Las armasqueusan,son bolas y lazo,y tarabiendagasy sables,queadquieren delos indios PampasdeBue-nos Aires...». Felipe Bauzá,queacompanóa Malaspina,señalaque los patagones«... tienenalgun.’ trato con los nuestrosy qY porestemcd.’ ó el de algun.sde los Pampastienenlos Aba-lorios y aparejode caballo»([17891: 17v). Franciscode Viema(1938: 405) consignaquelostehucíchesqueencuentraen el Río Negroeran«... oriundosde SanJulian...»y queel cacique«... de mas sequito...es un Mozo, que le llaman Julian, hijo segunme há informadoGoico[e]chea deotro Julian,queestuvoenestaCiudaddeBuenosAyres añospasados...».Esteúltimo no puedeserotro queeí Juliano Cameloquetrabóamistadcon Antonio.

> En la segundamitad del siglo XIX el aventureroinglés GeorgesCh. Musters(1979)acompañóa unadeesaspartidas,la del caciqueCasimiro,en su marchahaciael norte,aun-que no porel caminode la costa.

6 Antonio de Viedma (1838: 72) hacemenciónexplícitaa ellas: «Las mugeresvan porveredasquehayhechasparatodaslaaguadasdondedebenparar..».Su hermanoFrancisco(1938:406)consignaque,segúnsusinformantestehuelehes,«... desdeesteRio [el Negro]a SanJulian...haytrecediasdecamino...»La distanciaentreambospuntossuperabalos 1300 kilómetros.

17 Cacapoly Cangapol—al quelos españolesllamaban«el bravo»—, tehuelehessep-tentrionalesy para la épocade nuestroviaje los caciquesmáspoderososdelas tierras meri-dionales,teníansus tolderíasen Huichin cercade la confluenciade los ríos Negro y Limay(Falkner 1774: 26), peroerafrecuenteencontrarloscercade lassierrasdeTandil y Ventana,aunadistanciadeno menosde800 kilómetrosen línearecta.

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Sin dudaseriaimportante,paraavanzaren el tema,poderrespondera laspreguntasformuladas.Pero,de unamanerau otra, la presenciade esatumba,en ese lugar, y sobretodo en esaépoca,planteaotras cuestionesgeneralesque nos obligan a repensaralgunasde las ideasque hastaahorahabíamossostenido.

Durante la última décaday mediase verificaronsignificativos progresosen el conocimientode las sociedadesindígenasde la región duranteel perío-do transcurridoentre el asentamientode los europeosal Río de la Plata,afines del siglo XVI, y la incorporacióndel territorio indio al Estadonacionalargentinoen el siglo pasado.Aunque, obviamente,talesavancesno excluyenconfrontacionesy diferenciasentrelos investigadores,ciertospuntosparecenahora fuerade discusión.

Hay coincidenciaen considerara la sociedadindígenamucho más com-

pleja en su funcionamientoy en sus estructurasde lo que historiadoresyetnólogoshabíansupuestodurantemuchosaños(Mandrini 1993b).Tambiénhay acuerdosobrela imposibilidad deentenderlasin atendera susrelaciones—multiples y no menoscomplejas—con la Araucaníachilenay con la socie-dadhispanocriolla.Porúltimo, parecefuerade discusiónqueesemundoindí-genasufrió cambiosy transformacionesa lo largo del período.

Sin embargo,parecehabermenosacuerdoa la horade evaluarel alcan-cey el carácterde talescambiosasí como sucronología.Sin duda,partedeellos estádirectamenteligada a los contactoscon la sociedadhispanocrío-lía y con los araucanos,pero en lo esencialparece—o mejor, nospareceaalgunos—que tales cambiosresultande un dinámicamás complejaen lacual las trasformacionesinternasde la sociedadindia frente a las nuevas

condicioneshistóricasde suexistenciafueron tanto o más importantesquelas influenciaso contactosexternos. Así, la rápida incorporaciónde ele-mentosalóctonosfue posible,en realidad,graciasa esastransformaciones,y más que una «causa»de las mismas,tal incorporaciónhabríacontribuidoa reforzar los cambiosproducidos.De hecho,por ejemplo, la incorporaciónde bienesculturalesaraucanosprecedióal ingresoy asentamientomasivode gruposde ese origen, fenómenoque recién se verificó en las primerasdécadasdel siglo XIX (Mandrini y Ortelli 1996; Ortelli 1996; Mandrini

~ La presenciadetejidosy de metalapareceasociadasiemprealos indios cordilleranos

o de Chile, lo mismoqueel cultivo (Mandrini 1987: 13-17).

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Menor aún pareceser el acuerdoa la hora de caracterizara la sociedadindígena,especialmenteen lo quehaceal carácterde las estructurassociopolí-ticas de las formacionessocialespampeano-patagónicas19y los investigadoresno han conseguidoponersede acuerdoen la caracterízaciónde la sociedadindígena(véase,a modo de ejemplos, Sánchezy Juliá 1976; iones 1984;I3echisR. 1984; González,1979).Todaslas formasusualmentereconocidasenlas tipologíasde los sistemaspolíticospreestataleshansido empleadas(banda,tribu, confederacionestribales, cacicatoo jefatura) y no siemprea partir dedefinicionesclaras,así como distintascaracterizacionesde las diferenciassocialesinternas(sociedadesigualitarias,de rango,jerárquicas,estratificadas).

Personalmente,entiendoque la categoríade «jefatura»es la quemás se

ajustaa la informaciónhistóricadisponible,y es por tal motivo queunahipó-tesis central de mi investigaciónfue la definición de los grandescacicatosindios—al menoshaciamediadosdel siglo XIX— como verdaderas«jefatu-ras» (chiefdoms),traducciónque prefiero a la de «señorío»,que tiene otrasconnotaciones.

La definición de jefatura dentro de una taxonomía de organizacionespolíticasno esunatareaexentade dificultades.Su incorporaciónal campodela antropologíapolítica es relativamenterecientey, pesea los debatesorigi-nadosfalta aún avanzaren la definición del concepto,en la precisiónde susrasgosfundamentalesy, sobretodo, en la determinaciónde los factorescau-salesquedeterminansu surgimiento.

En el tema apareceninvolucradasdos cuestiones:la primera es taxonó-

mica, la de las definiciones,estoes,quées unajefaturao cuándouna unidadsociopolíticapuedeser definidacomojefatura. En buenamedida,los proble-mas paradefinir la categoríade jefatura derivande la variedady multiplici-dad de formashistóricasquepuedenserreconocidascomo tales.Los debatesmásrecientesse hanorientadojustamentehaciael temade la variabilidaddelas jefaturasmás que a la discusiónde problemasevolutivosquecaracterizóa las primerasetapas(Farle 1987; 1991).

En estesentido, las jefaturasson, antetodo, formaspolíticas—o socio-políticas, si se quiereser más amplio—— y, en tanto talesprecedena —o se

9 Tradicionalmente,los escasoshistoriadoresquese ocuparondel tema lo hicieron en

forma tangencial,poniendoénfasisen la situaciónde la frontera, la guerracontra el indio y laocupaciónterritorial másqueen la sociedadindígenamisma, y utilizando paracaracterizarla

en forma acrítica— expresionesque van desde «hordassalvajes»y «bárbaros»hasta«imperios deldesierto»,pasandoporunaampliagama intermedia.

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diferenciande— las sociedadesestatales.La definición mínima propuestapor Carneiro (1981: 45) pareceun punto de partida útil. Tiene en cuentados elementosque implican niveles distintos de decisión política: a. unaunidadpolítica autónomamulticomunitaria,estoes,un agregadode comu-nidades,villas o aldeascuyosjefesrepresentanel nivel inferior de decisión;y b. la presenciade unajefaturapermanente—Carneiro excluye expresa-menteasociacionestemporaleso circunstanciales—ejercidapor el jefe dela comunidaddominante,sobreimpuestaa las comunidades,y que marcaelnivel superior de decisión. A estoselementosfundamentalespodríanadi-cionarseotros que aparecensiemprevinculadosa lasjefaturas,como ser:e.la presenciade unajerarquíade rangostantoentrelas distintascomunida-desque conformanla jefaturacomo entrelos individuos, determinada—-ojustificada—por la distancia genealógicarespectodel jefe principal y quese manifiesta,políticamente,en los distintosgradosdel ejerciciodel poder;y d. el poder se apoyaesencialmenteen la figura del jefe —de allí el con-junto de normas llamadassuntuariasde que se lo rodea— y carece demecanismosformalesde coaccióny del uso legítimo de la fuerza,elemen-tos característicosdel Estado.Los demáselementosquea menudose invo-lucran —dimensionesde la jefatura,gradosde cohesióninterna, formasymecanismosconcretosde ejercicio del poder— dependenen realidad decondicionesy situacionesespecíficasquedebenserestudiadasen cadacasoparticular.

La segundacuestiónen cambio, quedependeen granmedidade la acep-taciónde un modelo evolucionistade las formaspolíticas, se orientaaesta-blecersu lugar en esemodeloy en determinarel «motor»de tal procesoevo-lutivo, consideradocomo el factor explicativo determinantedel surgimientode lasjefaturas.Sinembargo,comohistoriador,consideroque la explicacióndel procesode surgimientode sociedadesdejefaturaenla región pampeana,aceptandoque tales sociedadesalcanzaranese nivel de desarrollosociopolí-tico, debepartir del análisisdelas condicioneshistóricasconcretasen quetalprocesotuvo lugar. Sólo así la investigaciónpodríaservir paraponera prue-ba algunasde la hipótesisformuladasy, eventualmente,contribuir a la for-mulaciónde nuevashipótesisespecificas.

El uso de estacategoríaconcarácterinstrumentalme fue de granutilidaden el momentodedefinir objetivosy problemasasí comoparadescribir,defi-nir y analizarlas estructurasy el funcionamientode esasformacionessocia-les. El desarrollode la investigaciónfortalecióestahipótesis,pero,al mismotiempo,abrió otrascuestionesy otraspreguntascomenzarona tomarforma y

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sentido. Centralmente,estaspreguntasse orientaronhaciael procesodecon-formacióndeesasjefaturasindiasyaqueparecíaestarfueradetodadudaquelos grandescacicatosdel siglo XIX, aquéllosa los que caracterizamoscomojefaturas,pocoteníanquever comolas bandasde cazadores-recolectoresque,afines del siglo XVI ocupabanel territorio20.

Cómo,cuándoy por quécambiaron,eranlaspreguntasquedebíamostra-tar de contestary, a medidaque la informacióndisponiblehacíaremontaralsiglo XVIII las presenciade algunosde los rasgoscentralesde esasformaspolíticas,aparecíacomomásdifusala posibilidadde una «difusión»,o de laimposiciónde un modelopolítico importadodesdeChileacomienzosde esemismo siglo XIX. El desarrollode estemodelo,que aparecíavinculadoa lageneralizaciónde conflictos inter e intraétnieosde carácterbélico en el perí-odo postrrevolucionario(Villar 1998), sustentóla hipótesisque manejamosinicialmente (Mandriní 1984: 9; 1997). Sin embargo,el análisis de nuevadocumentaciónmostrabaque la guerra habría, en todo caso, aceleradoyreforzadoprocesosque se encontrabanya en marcha.

El análisisde las fuentesde mediadosdel siglo XVIII, no muchasporcierto,resultóentoncessugerente.El primer intentomisioneroenel surbona-erense—al que hicimos referencia—produjo la primera informaciónetno-gráfica de importanciade quedisponemosparala región,y los nombresdeCardiel,Falknery SánchezLabradoraparecenindisolublementeligadosa esainformación.Allí los misionerostuvieron estrechocontactono sólo congru-pos pampas,sino también con tehuelehesseptentrionales——los llamadoscomúnmente«serranos»—y algunos meridionalesque llegabanhastaesastierrasen buscade ganado.Los datosqueaportanson significativos, en par-tictilar algunos referidos a la organizaciónsociopolíticade esosgruposyespecialmentesobrelos tehuelchesseptentrionalesy sus entoncespoderososjefes, Cacapol y Cangapol.Cangapolfue, por otra parte,uno de los infor-mantesmásimportantesde Falkner

20 Nacuzzi (1991; 1998: 199-214)ha llamadola atenciónsobre los riesgosdel uso de

expresionescomo«cazadores»y «nomadismo»atentosus connotacionesideológicas,ya queamenudose los ha asociadoa «salvajismo»y se ha dadopor sentadala «simplicidad»o el«primitivismo» de talessociedades.Sin embargo,y desdehaceya bastantetiempo ——comoseñalala autora—el conocimientode las sociedadescazadorasrecolectorassehamodificadoprofundamente.Nospareció innecesariopor lo obvio hacerestaaclaraciónen trabajosante-riores,peroa fin de evitar confusionesquedeentendidoqueal hablarde cazadores-recolec-toressólo hacemosreferenciasa las actividadeseconómicasfundamentales—no exclusivas--detalesunidadessociales,lasquede ningún modosuponensimplicidado primitivismo.

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El análisisdetalesdatos(Mandrini 1988: 93-97; 1993: 72-73; 1997)nosmuestraque,por entonces,esoscaciquesparecíancontrolarla circulaciónporel río Negro, sin dudala ruta ganaderamásimportanteparael tránsito haciala Cordillera y la Araucaníachilenay queencabezabanunaalianzade dife-rentesgruposindiosdel sur cuyoscaciquesreconocíansumandoo autoridad—eran«comoreyesde los demás»,recuerdaFalkner , al menosparala gue-rra (Falkner 1774: 103). El devastadormalón que amboscaciqueslanzaronsobreBuenosAires en 1740 es unapruebadel podermilitar de esa alianzayde la capacidadde movilizar hombresy recursospor partede ambosjefes.

Peroesosmismosinformesnos danotros datossignificativos. En el mapaque acompañaa su obra, Falknerdiferenciagráficamente—dibuja un toldomásgrandey complejo——la tolderíade Huichin, residenciay centrode ope-racionesde Cacapoly Cangapol.También íios informaque el cargo de Apo—algoasí como un comandanteenjefe— aunqueelectivo,

«... hasfor manyyearsbeenin a mannerhereditary,amongtho-se [Indiansíof the South, in Ihe family of Cangapol...»(1774: 121)

Otros datos,dispersosa travésde esosescritos,nos informande diferen-cias de riquezay de distincionesjerárquicasentrelos indios de sur que seexpresabanen el atuendo,en los adornos,en el númerode mujeres21.Datossemejantesse repiten en documentosde las décadassiguientespara otrosgrandescaciquesdel sur, en especialparaChanél,másconocidopor losespa-ñolescomocaciqueNegro22.

21 SánchezLabrador1936: 35-37, 72-73. La referenciaa conflictos entrelos caciquesy

los shamaneso hechiceros—querepresentanlos poderestradicionalesde las tribus- -podríatenerquever con esteprocesode concentraciónde autoridaden manosde los caciques(Sán-chezLabrador1936:51 y 61-63; Falkner1774: 117). Ver, Mandrini 1988:96(nota68). Sobreel ejerciciode funcionesde redistribuciónpor parte de los caciques,Mandrini 1988: 94-95ynota62.

22 Nacuzzi (1998: 168-177)proponeel funcionamientodejefaturasdualesen eí surbonaerensey norte patagónicoen el último cuartodel siglo XVIII, lasque habriandesapa-recido luegoanteel fortalecimientode las grandesjefaturasunipersonalesdel siglo siguien-te. Sus afirmacionesse apoyan,esencialmente,enlos datosproporcionadosen su «Diario»porPabloZizur, en 1781, y en unarelecturade algunosdocumentoscontemporáneos.Sinembargo,aunquesugerentea nivel de hipótesis,su propuestarequieretodavía ser trabajadacon mayorprofundidadpueslas referenciasde las fuentesno son del todo clarasy la auto-ratampocoavanzaen unadefiniciónmásprecisade lo queentiendeporjefaturasduales.Unejemplode talesjefaturasdualespodríaencontrarseentrelos gruposmeridionales.Antonio

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Ahora bien, si esteerael contextosociopolíticode los gruposnorpatagó-nicos hacia mediadosdel siglo XVIII, no resultaextrañauna tumbade lascaracterísticasde las quehemosdescriptoque,sin duda,debiópertenecera uncaciquede relativa importancia.La presenciade piezastejidasde lana—pon-chosy banderas—,de madera——un productoajenoa la región—, los cuerosde caballosembutidosy alzadossobre estacas,las piezasde metalqueador-nanal menosa una de las mujeres,son todosbienesque expresan—-en eluniversosocial indígena—riqueza,prestigioy autoridad.Y así debióenten-derlo Cardiel, que conocíaeseuniverso.Lozano (1836: 20) —que, comoseñalamos,debereproducirinformación obtenidade Cardiel— identifica alpersonajeenterradocomo «... algúnprincip~l de ellos...»

Empero,los datosqueposeemosparalos gruposmeridionales,pesea serbastantemás tardíos,no reflejan diferenciassocialessimilares a las queencontramosen el norte. Pinedaseñalaque

«Estandivididos en casiquesycadadivicion tiene dos, con titulode cap. a Grandey cap. ~chico. nadasediferenciasen susvestidos»([1789b: 159r.)

Pineda([1789a1: 82v-82r),uno de los científicosqueacompañaa Malaspina,señala,apo-yándoseendatosdel piloto Peña,la existenciade dosjefes—un jefe grandey un jefe chi-co— con diferentesfuncionespero sin rasgosexternos significativos que los diferencienentresi o de los demásindios: «EnsusTolderiasel Caziqueprincipal YCapitangrandetie-ne la distinciondetenerdelantede su toldo un caballoensilladoy enfrenadodia ynoche,ael pareceincumbela obligacion de haceral pueblociertosdiscursos,ó sermonesenquesenotanmuchosafectosy gesticulaciones.Los demasJefessubalternostienenel caballosolocon el lazo. Al Caziqueprincipal sigueeí dignidadel CapitanNicacocha,estehacelos ofi-cios de Alojador, escogeel terreno para el campamento,disponelos toldos, los lebantaquandomudan de sitios y conducelas mugerescon la perradapara la cazade armadillos,quirquinchos,zorrillos y otros animalespequeños.Ya dho qY El Caziqueprincipal parecetienela incumbenciade hacerciertossermonesála tribu, verosimilmenteles expondraavi-sosy con[s]ejos utiles,se notabaqueacompañabala energiadel discursocon grandesafec-tos y gesticulaciones»(tambiénPineda[1789b]: 159r). Pero,ejercidala autoridaden formadual o unipersonal,lo cierto es que los caciques—y esto lo destacaen variasocasionesNacuzzi—ocupanun papel cadavez más destacado.Hemosseñaladoen otro trabajoqueprobablementeno podamoshablarparaestaépocade «jefaturasplenamenteconstituidas».Enestesentido,coincidimoscon ella cuandoafirmaque«... no podemosconsiderara estosgruposcomo«sociedadesigualitarias»en las que no hacia falta un líder porqueno habiadesigualdadespermanenteso institucionalizadasentre las unidadessociales fundamenta-les...»(1998: 245).

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y, en otro texto, afirmael mismoPinedaque

«El govierno de los Patagonespuedellamarse con propiedadPatriarcal,mas bien que con otro nombre.El mas respetabledelafamilia pues al parecercadatribu componeuna dilatadaó por susaños,por su robustez,ó por sus amigos,la gobiernamasbien comoPadre,quecomoPrincipe; notamosen Junchar,Gefe dela tribu quetratamos,el mismo vestido,el mismotrato, mas bien parecíacom-pañeroqueCazique,ó Capitande los otros Indios, si seexceptuaqueno venianhastaqueel los llamaba,ni se retirabanásustoldoshastaque el daba las ordenes»([l789a: 81r-82v; también I3auzá [1789]:14v; Díaz Hurtado [1789]:23v).

Estosdatos,sumadosalos másconocidosaportadospor Viedma, sostie-nennuestraopinión de que dificilmente fueranesosgruposlos queerigieronla tumbaque nos ocupa.

Pero hay otro dato significativo cuyo análisisdejamosparael final. Pue-de ser entendibleen tales circunstacias,el entierrode un cacique,pero ¿quéhabíaocurrido con las dos mujeresque lo acompañabanen su tumba?¿Habríanmuerto al mismotiempo o, comopodemossuponer,fueron muer-tas y enterradasconel cacique?Y estoúltimo resultade singular importan-cía.

En efecto,la prácticadel suttee23es conocidaen las pampasduranteelsiglo XIX y suapariciónen la región,hastadondehoy sabemos,es un pro-ducto de losprocesossociopolíticosallí operados,a los quenos hemosrefe-rido (González 1979; Mandrini 1997). Tal práctica, atestiguadaen el surbonaerensea comienzosde la décadade 1820, resultabacongruentecon eldesarrollode talesprocesossociopolíticosen la segundamitad del siglo ante-rior Perosi aceptamosque,en el casode la tumbadc SanJulián, nosencon-tramosante un testimoniode prácticade suttee,entoncesdeberemosaceptarque los procesosde desarrollode sociedadesdejefaturaen la región debiósermástempranode lo que habíamossupuestoy debíaestaravanzadohaciamediadosdel siglo XVIII.

23 Designacióndel rito hindú de cremara la esposaen lapira funerariadelmarido.Porextensión,selo utiliza —asícomoel de necropompa—parareferirsea la costumbrede immo-lar y enterraren la tumbade un gobernante,jefe o personajeimportantea su esposa/sy/o asus servidores,o a algunosdeellos.

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La interpretacióndel entierro de SanJulián comoun ejemplodeprácticade sutteeparececonsistentecon los datosque manejamossobrela situaciónde los tehuelehesseptentrionalesen esaépoca—y varios testimoniosaceptanquepuedaserdeese origen el caciqueallí enterrado.Pero además,si estonobastara,Lozanoaclara

«... queesteañomoriríaallí algúnprincipalde ellos, paracuyasexequiasmataríandos de ~usmujeresy sus caballos,para queleshiciesencompañíaen la otra vida, segúncree su ceguedad,y por elmismo motivo enterraríancon él todas sus alhajuelas.»(Lozano1836: 20)

En síntesis,la presenciade esatumbaen territoriostan australesy enunafechatemprana,refuerzay sostienela hipótesisde quelas sociedadesindiasdel vasto espaciopampeanopatagónicotransformaronprofundamentesusestructurassocialesy políticasapartirdel momentodel contactocon loseuro-peosy de su vinculación a vastoscircuitoscomerciales.El resultadofinal fuela conformaciónde grandesjefaturasen la región de las pampashaciamedia-dos del siglo XIX, perola formaciónde las mismasaparece—cadavez más—comoun largo y complejoprocesohistóricocuyosorigenespodemosrastrearahorahastala primera mitad del siglo XVII], un momentoen el cual la vin-culación de la sociedadindia al mundohispanocriolloy el impactoque talvinculacióntuvo sobreelladespuésdemásde un siglo de contactos,comien-zan a perfilarseconclaridad.

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