el vaticano «revisa» la inquisición en portugal, españa y américa latina

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La Palabra Israelita VIERNES 8 DE JULIO DE 2005 12 El Vaticano «revisa» la Inquisición en Portugal, Espaæa y AmØrica Latina POR PROF. GÜNTER BÖHM [CENTRO DE ESTUDIOS JUDAICOS, UNIVERSIDAD DE CHILE] «LA PALABRA» EN LA HISTORIA (De «El Mercurio», octubre 30, 1998). Tras declarar que la Iglesia Católica no teme el juicio de la historia, el Vaticano inaugu- ró ayer un simposio sobre una de sus insti- tuciones mÆs controversiales: la Inquisi- ción. Varios de los principales expertos mun- diales en el tema participan en la reunión de tres días, que forma parte de los actos previos a las celebraciones del aæo 2000. El objetivo es examinar la organización, procedimientos y contexto histórico de la Inquisición, que duró del siglo XIII al XIX. «La Iglesia no puede trasponer el um- bral del nuevo milenio sin instar a sus hijos a que se purifiquen en arrepentimiento de sus errores, infidelidad, incoherencia y tor- peza», dijo el cardenal Roger Etchegaray al abrir el simposio. Muchos consideran que la Inquisición representa uno de los capítulos mÆs negros de la Iglesia, y símbolo de la intolerancia religiosa extrema. «La Iglesia no teme someter su pasado al juicio de la historia», dijo el cardenal Etchegaray, que preside la Comisión del Vaticano para el Gran Jubileo. Segœn el teólogo pontificio, el domini- co Georges Cottier, la Iglesia debe reflexio- nar sobre «el consentimiento dado, sobre todo en ciertos siglos, a mØtodos de intole- rancia e incluso de violencia en el servicio de la verdad», y ademÆs «sacar de ellos una lección para el porvenir» mediante la «pu- rificación de la memoria». «Para encomendar verdaderamente el pasado a la misericordia de Ds, nosotros debemos reconocer las culpas cometidas y pedir perdón», dijo. El procedimiento metodológico, como indica el título de la reunión «Problemas teológicos de la Inquisición en la perspec- tiva del Gran Jubileo» consiste en una re- flexión desde la teología para ver si son razones estructurales o coyunturales las que explican la actitud de los cristianos y de la Iglesia como tal. Un paso positivo para profundizar en el conocimiento de la Inquisición y de sus motivaciones fue la apertura este aæo de los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, heredera del Santo Oficio y de la propia Inquisición. Numerosos expertos de Espaæa y de países latinoamericanos participan en las re- uniones que se realizan a puerta cerrada. Ayer, en la sesión de apertura intervi- nieron Arturo Bernal Palacios, profesor de la Pontificia Universidad de Santo TomÆs, con el tema «El estatus jurídico y teológico de la Inquisición: reglas de procedimien- tos, relaciones entre ley inquisitorial y ley civil». TambiØn presentó una ponencia RenØ Millar Carvacho, de la Pontificia Universi- dad Católica de Chile, sobre «La Inquisi- ción de Lima: rasgos de su identidad». El pontífice se reunirÆ con los partici- pantes el sÆbado, en el œltimo día de la con- ferencia. Es probable que las conclusiones no sean dadas a conocer sino que permane- cerÆn en manos del Santo Padre, para que las tenga en cuenta a la hora de un eventual y solemne «mea culpa». oOo (DE «EL MERCURIO», JULIO 21, 2004). Cuatro aæos despuØs del Jubileo, Juan Pa- blo II reiteró su solemne «mea culpa», pro- nunciado el 12 de marzo de 2000 cuando pidió perdón a Ds por los pecados de los hijos de la Iglesia por «los dramas» gene- rados por la Inquisición, «por las heridas de la memoria» como consecuencia de ella y por sus «mØtodos de intolerancia y vio- lencia» que «representan para la opinión pœblica un símbolo de antitestimonio y es- cÆndalo». En la presentación del volumen de 783 pÆginas titulado «La Inquisición», que con- tiene las Actas del Simposio Internacional que se celebró en el Vaticano en octubre de 1998, el Papa envió un mensaje en el que, junto al perdón, especifica la necesidad de «conocer exactamente los hechos», para poder «reconocer las carencias respecto a las exigencias evangØlicas» en los casos específicos. Los resultados de la investigación, en la que participaron 60 expertos internacio- nales, relativiza cuantitativamente los ho- rrores y crueldades de la Inquisición, aun- que como especificó el profesor Agostino Borromeo encargado de la edición «no por el hecho de que hubiese menos conde- nas o menos torturas la Inquisición fue menos grave y el Papa en su documento tambiØn lo dice». El profesor Borromeo, docente de His- toria de la Universidad La Sapienza de Roma, director del Instituto Italiano de Es- tudios IbØricos, miembro del Pontificio ComitØ de Ciencias Históricas y condeco- rado con la Orden Bernardo OHiggins, recordó que «en el curso de los œltimos 30 aæos las investigaciones nos han permitido reducir las cifras de la actividad represiva de la Inquisición», lo que no quita el fenó- meno represivo y, por ende, la necesidad de pedir perdón. Por ejemplo, la Inquisi- ción espaæola muy activa y que no fue abolida hasta 1834 juzgó en toda su his- toria a unas 130 mil personas, de las cuales fueron condenadas a muerte solamente el uno por ciento, dice el profesor Borromeo. Durante mucho tiempo «se confundieron juicios con condenas a muerte, y se pensa- ba en unas 100 mil ejecuciones, una cifra totalmente irreal». Y agrega que «aunque hubo sentencias de prisión, la mayor parte de las condenas eran espirituales». Al recordÆrsele que la Inquisición tam- biØn torturaba físicamente, Øl respondió que igualmente en este tópico las cifras eran exageradas: «Descubrimos que se aplicaba a menos del 10 por ciento de los procesa- dos y siempre en condiciones mucho mÆs benignas que en los juicios civiles del mo- mento, ya que formaba parte de la normali- dad procesal». «La tortura nos choca hoy mucho, mÆs aun cuando, como en el caso de los prisioneros iraquíes, la realizan perso- nas que provienen de países democrÆti- cos y donde incluso hay implicados ofi- ciales. Como historiador y observador de la realidad social debo reconocer, sin embargo, que otras personas que tienen mi mismo nivel cultural no lo ven como una cosa tan tremenda», especifica. El poder de la corona El volumen dedica dos capítulos al con- tinente latinoamericano: «La Inquisición en Lima: rasgos de su identidad», del profe- sor chileno RenØ Millar Carvacho, y «Pa- norÆmica de la actividad inquisitorial en Cartagena de Indias (siglo XVII)», de la experta espaæola Fermina `lvarez Alonso. La Inquisición funcionó en Lima, espe- cialmente entre los siglos XVI a XVIII, aunque los tribunales estuvieron en vigor hasta 1820. En ese momento Lima era ca- pital del Virreinato del Perœ y por lo tanto su jurisdicción tambiØn comprendía Chile, aunque la investigación no entrega datos específicos de los países americanos. «La mayor actividad represiva se con- centra entre los aæos 1570 y 1615», escribe el profesor Millar y recuerda que en toda su historia el Tribunal condenó aproximada- mente a mil 700 reos de los cuales alrededor de 50 fueron condenados a muerte y de Øs- tos «solamente 30 de ellos sufrieron la rela- jación en persona» («Relajación» es la en- trega de un condenado a la autoridad civil para que Østa ejecute la condena a muerte). Tres fases caracterizaron la Inquisición limeæa: en la primera, entre 1570 y 1615 los delitos son sobre todo «blasfemias y herejías»; en la segunda fase, de 1615 hasta aproximadamente 1750, la actividad repre- siva fue menor aunque «en determinados y breves períodos se produjeron ciertas explo- siones represivas, que en dos casos culmi- naron en sendos autos de fe en 1639 y 1739, realizados en la plaza de Lima, con varios reos condenados a muerte». En el œltimo período, desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX, la actividad es escasa y junto con la biga- mia, los delitos mÆs perseguidos se refe- rían a las ideas relacionadas con la Ilustra- ción. Los inquisidores americanos sostenían que la presencia extranjera «no sólo cons- tituía un peligro para la religión sino que tambiØn significaba una amenaza para la estabilidad institucional, como lo demos- trarían en el siglo XVII los intentos de alian- za de los corsarios con los cimarrones y con los araucanos de Chile». Segœn el profesor Millar «el estableci- miento de los tribunales americanos, obe- dece a la conjunción muy propia de la Øpo- ca, de razones políticas y religiosas» y cita al inquisidor AndrØs GaitÆn que en 1625 afirmó que la Inquisición servía no sólo para combatir las herejías sino tambiØn «en gran medida para la tranquilidad temporal de los dominios de la corona». Borromeo agrega que «la visión que se tenía del hereje en la Edad Media y en la Edad Moderna era que un rebelde de la Igle- sia era un subversor de la sociedad y por eso el poder civil en los países católicos respaldó la Inquisición». Cuando el Papa decidió, en 1997, el «mea culpa», un sector de la Curia no com- partió la opción del Pontífice que de todas maneras siguió adelante, ya que para Øl constituyó ley una frase de la declaración del Concilio Vaticano II sobre libertad re- ligiosa: «La verdad sólo se impone por la fuerza de la misma verdad, que penetra sua- ve y fuertemente en las almas», que recor- dó en el mensaje con motivo de la presen- tación del volumen.

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POR PROF. GÜNTER BÖHM [CENTRO DE ESTUDIOS JUDAICOS, UNIVERSIDAD DE CHILE]

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Page 1: El Vaticano «revisa» la Inquisición en Portugal, España y América Latina

La Palabra Israelita VIERNES 8 DE JULIO DE 200512

El Vaticano «revisa» la Inquisición en Portugal, España y América LatinaPOR PROF. GÜNTER BÖHM [CENTRO DE ESTUDIOS JUDAICOS, UNIVERSIDAD DE CHILE]

«LA PALABRA» EN LA HISTORIA

(De «El Mercurio», octubre 30, 1998).�Tras declarar que la Iglesia Católica no temeel juicio de la historia, el Vaticano inaugu-ró ayer un simposio sobre una de sus insti-tuciones más controversiales: la Inquisi-ción.

Varios de los principales expertos mun-diales en el tema participan en la reuniónde tres días, que forma parte de los actosprevios a las celebraciones del año 2000.

El objetivo es examinar la organización,procedimientos y contexto histórico de laInquisición, que duró del siglo XIII al XIX.

«La Iglesia no puede trasponer el um-bral del nuevo milenio sin instar a sus hijosa que se purifiquen en arrepentimiento desus errores, infidelidad, incoherencia y tor-peza», dijo el cardenal Roger Etchegarayal abrir el simposio.

Muchos consideran que la Inquisiciónrepresenta uno de los capítulos más negrosde la Iglesia, y símbolo de la intoleranciareligiosa extrema.

«La Iglesia no teme someter su pasadoal juicio de la historia», dijo el cardenalEtchegaray, que preside la Comisión delVaticano para el Gran Jubileo.

Según el teólogo pontificio, el domini-co Georges Cottier, la Iglesia debe reflexio-nar sobre «el consentimiento dado, sobretodo en ciertos siglos, a métodos de intole-rancia e incluso de violencia en el serviciode la verdad», y además «sacar de ellos unalección para el porvenir» mediante la «pu-rificación de la memoria».

«Para encomendar verdaderamente el

pasado a la misericordia de D�s, nosotrosdebemos reconocer las culpas cometidas ypedir perdón», dijo.

El procedimiento metodológico, comoindica el título de la reunión �«Problemasteológicos de la Inquisición en la perspec-tiva del Gran Jubileo»� consiste en una re-flexión desde la teología para ver si sonrazones estructurales o coyunturales las queexplican la actitud de los cristianos y de laIglesia como tal.

Un paso positivo para profundizar enel conocimiento de la Inquisición y de susmotivaciones fue la apertura este año de losarchivos secretos de la Congregación parala Doctrina de la Fe, heredera del SantoOficio y de la propia Inquisición.

Numerosos expertos de España y depaíses latinoamericanos participan en las re-uniones que se realizan a puerta cerrada.

Ayer, en la sesión de apertura intervi-nieron Arturo Bernal Palacios, profesor dela Pontificia Universidad de Santo Tomás,con el tema «El estatus jurídico y teológicode la Inquisición: reglas de procedimien-tos, relaciones entre ley inquisitorial y leycivil».

También presentó una ponencia RenéMillar Carvacho, de la Pontificia Universi-dad Católica de Chile, sobre «La Inquisi-ción de Lima: rasgos de su identidad».

El pontífice se reunirá con los partici-pantes el sábado, en el último día de la con-ferencia. Es probable que las conclusionesno sean dadas a conocer sino que permane-cerán en manos del Santo Padre, para que

las tenga en cuenta a la hora de un eventualy solemne «mea culpa».

���oOo���

(DE «EL MERCURIO», JULIO 21, 2004).�Cuatro años después del Jubileo, Juan Pa-blo II reiteró su solemne «mea culpa», pro-nunciado el 12 de marzo de 2000 cuandopidió perdón a D�s por los pecados de loshijos de la Iglesia por «los dramas» gene-rados por la Inquisición, «por las heridasde la memoria» como consecuencia de ellay por sus «métodos de intolerancia y vio-lencia» que «representan para la opiniónpública un símbolo de antitestimonio y es-cándalo».

En la presentación del volumen de 783páginas titulado «La Inquisición», que con-tiene las Actas del Simposio Internacionalque se celebró en el Vaticano en octubre de1998, el Papa envió un mensaje en el que,junto al perdón, especifica la necesidad de«conocer exactamente los hechos», parapoder «reconocer las carencias respecto alas exigencias evangélicas» en los casosespecíficos.

Los resultados de la investigación, enla que participaron 60 expertos internacio-nales, relativiza cuantitativamente los ho-rrores y crueldades de la Inquisición, aun-que como especificó el profesor AgostinoBorromeo �encargado de la edición� «nopor el hecho de que hubiese menos conde-nas o menos torturas la Inquisición fuemenos grave y el Papa en su documentotambién lo dice».

El profesor Borromeo, docente de His-toria de la Universidad La Sapienza deRoma, director del Instituto Italiano de Es-tudios Ibéricos, miembro del PontificioComité de Ciencias Históricas y condeco-rado con la Orden Bernardo O�Higgins,recordó que «en el curso de los últimos 30años las investigaciones nos han permitidoreducir las cifras de la actividad represivade la Inquisición», lo que no quita el fenó-meno represivo y, por ende, la necesidadde pedir perdón. Por ejemplo, la Inquisi-ción española �muy activa y que no fueabolida hasta 1834� juzgó en toda su his-toria a unas 130 mil personas, de las cualesfueron condenadas a muerte solamente eluno por ciento, dice el profesor Borromeo.Durante mucho tiempo «se confundieronjuicios con condenas a muerte, y se pensa-ba en unas 100 mil ejecuciones, una cifratotalmente irreal». Y agrega que «aunquehubo sentencias de prisión, la mayor partede las condenas eran espirituales».

Al recordársele que la Inquisición tam-bién torturaba físicamente, él respondió queigualmente en este tópico las cifras eranexageradas: «Descubrimos que se aplicabaa menos del 10 por ciento de los procesa-dos y siempre en condiciones mucho másbenignas que en los juicios civiles del mo-mento, ya que formaba parte de la normali-dad procesal».

«La tortura nos choca hoy mucho,más aun cuando, como en el caso de losprisioneros iraquíes, la realizan perso-nas que provienen de países democráti-cos y donde incluso hay implicados ofi-ciales. Como historiador y observador dela realidad social debo reconocer, sinembargo, que otras personas que tienenmi mismo nivel cultural no lo ven como

una cosa tan tremenda», especifica.

El poder de la coronaEl volumen dedica dos capítulos al con-

tinente latinoamericano: «La Inquisición enLima: rasgos de su identidad», del profe-sor chileno René Millar Carvacho, y «Pa-norámica de la actividad inquisitorial enCartagena de Indias (siglo XVII)», de laexperta española Fermina Álvarez Alonso.

La Inquisición funcionó en Lima, espe-cialmente entre los siglos XVI a XVIII,aunque los tribunales estuvieron en vigorhasta 1820. En ese momento Lima era ca-pital del Virreinato del Perú y por lo tantosu jurisdicción también comprendía Chile,aunque la investigación no entrega datosespecíficos de los países americanos.

«La mayor actividad represiva se con-centra entre los años 1570 y 1615», escribeel profesor Millar y recuerda que en toda suhistoria el Tribunal condenó aproximada-mente a mil 700 reos de los cuales alrededorde 50 fueron condenados a muerte y de és-tos «solamente 30 de ellos sufrieron la rela-jación en persona» («Relajación» es la en-trega de un condenado a la autoridad civilpara que ésta ejecute la condena a muerte).

Tres fases caracterizaron la Inquisiciónlimeña: en la primera, entre 1570 y 1615los delitos son sobre todo «blasfemias yherejías»; en la segunda fase, de 1615 hastaaproximadamente 1750, la actividad repre-siva fue menor aunque «en determinados ybreves períodos se produjeron ciertas explo-siones represivas, que en dos casos culmi-naron en sendos autos de fe en 1639 y 1739,realizados en la plaza de Lima, con variosreos condenados a muerte».

En el último período, desde mediadosdel siglo XVIII hasta principios del XIX,la actividad es escasa y junto con la biga-mia, los delitos más perseguidos se refe-rían a las ideas relacionadas con la Ilustra-ción. Los inquisidores americanos sosteníanque la presencia extranjera «no sólo cons-tituía un peligro para la religión sino quetambién significaba una amenaza para laestabilidad institucional, como lo demos-trarían en el siglo XVII los intentos de alian-za de los corsarios con los cimarrones y conlos araucanos de Chile».

Según el profesor Millar «el estableci-miento de los tribunales americanos, obe-dece a la conjunción muy propia de la épo-ca, de razones políticas y religiosas» y citaal inquisidor Andrés Gaitán que en 1625afirmó que la Inquisición servía no sólo paracombatir las herejías sino también «en granmedida para la tranquilidad temporal de losdominios de la corona».

Borromeo agrega que «la visión que setenía del hereje en la Edad Media y en laEdad Moderna era que un rebelde de la Igle-sia era un subversor de la sociedad y poreso el poder civil en los países católicosrespaldó la Inquisición».

Cuando el Papa decidió, en 1997, el«mea culpa», un sector de la Curia no com-partió la opción del Pontífice que de todasmaneras siguió adelante, ya que para élconstituyó ley una frase de la declaracióndel Concilio Vaticano II sobre libertad re-ligiosa: «La verdad sólo se impone por lafuerza de la misma verdad, que penetra sua-ve y fuertemente en las almas», que recor-dó en el mensaje con motivo de la presen-tación del volumen.