el valor de la familia, 2015
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El valor de la familia
Al hablar de familia podemos imaginar a un
grupo de personas felices bajo un mismo techo y
entender la importancia de la manutención, cuidados y
educación de todos sus miembros,
pero descubrir la raíz que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, es una meta
alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más
humano, que posteriormente se transmitirá naturalmente a
la sociedad entera...
El valor de la familia va más allá de los encuentros
habituales e ineludibles, los momentos de alegría y la
solución a los problemas que cotidianamente se enfrentan.
El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus
miembros asume con responsabilidad y alegría el
papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar,
desarrollo y felicidad de todos los demás.
Formar y llevar a la familia en un camino de superación constante no es una tarea fácil. Las exigencias de la vida actual pueden dificultar la colaboración e interacción porque ambos padres trabajan, pero eso
no lo hace imposible, por tanto, es necesario dar orden y prioridad a
todas nuestras obligaciones y aprender a vivir con ellas
No debemos olvidar que cada miembro cumple con una tarea específica y un tanto aislada de los demás: papá trabaja y trae dinero, mamá
cuida hijos y mantiene la casa en buen estado, los hijos
estudian y deben obedecer.
Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y
espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por
cultivar los valores en la persona misma, y así estar en
condiciones de transmitirlos y enseñarlos
En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se
aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega
gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y
cercanos.
Lo primero que debemos resolver en una familia es el
egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis
gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y
cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los
demás?
Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se
encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede
pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo
con los demás.
La generosidad nos hace superar el cansancio para
escuchar esos problemas de niños (o jóvenes) que para los
adultos tienen poco importancia; dedicar un
tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con
todos el fin de semana;
la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge... La unión familiar no se plasma en una
fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención,
sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con
nosotros.
Otra idea fundamental es que en casa todos son
importantes, no existen logros pequeños, nadie es mejor o
superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el
trabajo, el estudio y la ayuda en casa, más que la perfección
de los resultados obtenidos;
se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que
aprenda y mejore; participamos de las alegrías y
fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un
amigo... Saberse apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la convivencia y fomenta el espíritu de
servicio.
Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de
diferencias, desacuerdos y pequeñas discusiones. La
solución no está en demostrar quien manda o tiene la razón,
sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos
autodominio para controlar los disgustos y el mal genio,
en vez de entrar en una discusión donde por lo general
nadie queda del todo convencido. Todo conflicto
cuyo resultado es desfavorable para cualquiera
de las partes, disminuye la comunicación y la convivencia,
hasta que poco a poco la alegría se va alejando del
hogar.
Es importante recalcar que los valores se viven en casa y se
transmiten a los demás como una forma natural de vida, es
decir, dando ejemplo.
Para esto es fundamental la acción de los padres, pero los
niños y jóvenes -con ese sentido común tan
característico- pueden dar verdaderas lecciones de cómo
vivirlos en los más mínimos detalles.
En una reunión pasó un pequeño de tres o cuatro años
de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en dos ocasiones y no recibir
respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: "¿Por qué tío (...) no me contestó
cuándo le saludé?" La respuesta pudo ser cualquiera, así como los motivos para no
recibir respuesta
pero imaginemos el desconcierto del niño al ver como las personas pueden
comportarse de una manera muy distinta a como se vive en
casa. Se nota que está aprendiendo
a cultivar la amistad, a ser sociable y educado,
seguramente después de este incidente le enseñarán a ser
comprensivo...
Por otra parte, muchas son las familias que han encontrado
en la religión y en las prácticas de piedad, una guía y un
soporte para elevar su calidad de vida,
ahí se forma la conciencia para vivir los valores humanos de
cara a Dios y en servicio de los semejantes. Por tanto, en la fe se encuentra un motivo más elevado para formar, cuidar y
proteger a la familia.
Aunque son los padres quienes tienen la
responsabilidad en la formación y educación de los
hijos, estos últimos no quedan exentos. Los jóvenes solteros,
y aún los niños, comparten esa misma responsabilidad pues en este camino todos necesitamos ayuda para ser
mejores personas
Actualmente triunfan aquellos que se distinguen por su
capacidad de trabajo, responsabilidad, confianza,
empatía, sociabilidad, comprensión, solidaridad, etc. etc., valores que se aprenden en casa y se perfeccionan a lo
largo de la vida según la experiencia y la intención
personal de mejorar.
Pensemos que todo a nuestro alrededor cambiaría y la
relaciones serían más cordiales si los seres humanos
se preocuparan por cultivar los valores en familia
Cada miembro, según su edad y circunstancias personales sería un verdadero ejemplo, un líder en el ramo, capaz de comprender y enseñar a los
demás la importancia y trascendencia que tiene para
sus vidas la vivencia de los valores, los buenos hábitos y
las costumbres.
Para que una familia sea feliz no hace falta calcular el
número de personas necesarias e indispensables
para lograrlo, mientras en ella todos participen de los
mismos intereses, compartan gustos y aficiones y se
interesen unos por otros.
Podríamos preguntarnos ¿cómo saber si en mi familia se están
cultivando los valores? Si todos dedican parte de su tiempo para
estar en casa y disfrutar de la compañía de los demás, buscando conversación,
convivencia y cariño, dejando las preocupaciones y el egoísmo a
un lado, sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa.
Toda familia unida es feliz sin importar la posición
económica, los valores humanos no se compran, se viven y se otorgan como el regalo más preciado que
podemos dar. No existe la familia perfecta, pero si aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.
Siete claves para una familia feliz
Todos queremos una familia feliz. En nuestra sociedad cada día abundan más los divorcios, los malos tratos, la infidelidad,
la incomunicación, el egoísmo... ¿Qué está pasando? Parece que todos los hogares se deshacen a
nuestro alrededor pero en cambio todos queremos una
familia feliz. ¿Qué hacer?
En este breve artículo queremos dar siete claves
para una familia feliz. No son una formula mágica, pero aplicarlas en casa puede
marcar la diferencia.
1. COMPROMISOLa familia fue diseñada por Dios con el fin de ser de apoyo a cada
uno de sus miembros y para promover las relaciones y el
desarrollo de todos nosotros. Pero lo que más seguridad da a los hijos es ver que sus padres
son un equipo. Que están unidos y comprometidos a construir un
hogar.
En nuestra sociedad individualista todo es confuso. No se sabe qué es ser hombre
y que es ser mujer, pero hemos sido creados diferentes
para complementarnos.
Y compromiso supone también fidelidad; no sólo
fidelidad sexual en el matrimonio, sino en el
tiempo, la dedicación, la compañía... ¿O está ocupando
el trabajo el lugar de tu marido? ¿Estás escuchando la tele en vez de escuchar a tus
hijos? El compromiso trae seguridad
y paz.
2. EL TIEMPOEl tiempo es un bien precioso, y muy escaso, por eso el tiempo
que dediques a los tuyos mostrará el compromiso que tienes con ellos. El tiempo es
como el aire: hace falta un mínimo para vivir, y la familia sin
tiempo para los suyos se va ahogando.
“Los padres han sido sustituidos por el plástico” -
decía una profesora de preescolar. Y es verdad, porqué el niño pasa más
tiempo con sus juguetes que con papá y mamá.
Se hizo una encuesta a mil personas mayores de 80 años
preguntándoles qué harían ahora que no hicieron durante
su vida, y la respuesta que ocupó el segundo lugar en
importancia fue: "Pasaría más tiempo con las personas a las
que he amado”.
3. COMUNICACIÓNDice una cita bíblica: "Todo hombre sea pronto para oír, tardo en hablar, y tardo en
airarse". Pero ¿Cuantas veces nos gritamos en vez de hablar?
La comunicación sincera, transparente, en la que se hable, se escuche y se comprenda, es a la familia como la savia al árbol.
La comunicación auténtica y honesta permite que todos expresen cómo se sienten,
qué quieren y qué piensan, sin reproches ni críticas. En toda
comunicación debe haber respeto y amor.
¿Y no es la intimidad sexual una forma de comunicación? ¿Y qué comunicas? ¿Deseo u
obligación? ¿Interés en el placer del otro o egoísmo?
¿Amor o resignación?En toda comunicación debe
haber respeto y amor.
4. AMOREl amor es lo que mantiene viva una familia. Sin amor un bebé
muere, un adolescente se mete en drogas y el matrimonio se
convierte en funeraria.El amor no se "hace", sino que se vive, se cultiva, se muestra y
se expresa de una manera práctica día a día.
Cada vez que le dejas ver a tu esposo lo contenta que estás de él; cada vez que les dices a
tus hijos lo bien que han hecho los deberes; en cada
pequeña cosa puedes decirles "te quiero".
Qué poco alabamos a los nuestros y cuán fácil resulta
criticarlos, ¿verdad?Si amas a los tuyos deja que lo sepan. Piensa: ¿Cómo puedo
expresar amor a cada miembro de mi familia?
5. FE
La fe es uno de los ingredientes más ausentes en las familias de nuestra tierra.
El Dr. Stinnett hizo un estudio sobre la fe y la vida familiar, y averiguó que la fe en común y
una vida religiosa auténtica conlleva mayor felicidad en el matrimonio, menor número de divorcios y separaciones y
una vida más larga.
Unos padres que tengan una fe personal y viva en Dios, un hogar en que El sea el centro
tendrá una influencia beneficiosa sobre los hijos. Disfrutaran de una mayor
seguridad, una sensibilidad por lo no material, una ética
solidaria, etc.
Pero hablamos de una fe real, no de ir a la iglesia por
compromiso, no de hablar una cosa y hacer otra... ¿Qué dios
adoráis en casa? La tele, el trabajo, el coche... o a Dios.
Dice el profeta Isaías: "Los que esperan al Señor tendrán
nuevas fuerzas; levantaran alas como las águila; correrán, y no se cansaran; caminaran, y
no se fatigaran".
6. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Dicen que hay tres cosas seguras en esta vida: Impuestos, Muerte y
Conflictos.
Todo puede producir conflictos en el hogar:
matrimonio, hijos, estrés, agotamiento... Pero el problema real no es el
conflicto, sino más bien qué hacemos para solucionarlo:
¿gritamos? ¿salimos corriendo? ¿nos hundimos?
¿nos insultamos?
Afrontemos los problemas con serenidad y de manera
constructiva, pensemos que nuestros hijos aprenderán de
nosotros a afrontar los conflictos e imitaran lo que vean en casa. ¿Sabes quién sufre más cuando
dos elefantes se pelean? La hierba. En cada conflicto
matrimonial piensa en tus hijos, porqué ellos son los que más
pueden sufrir.
7. SERVICIO
La familia no debe ser un centro de egoísmo, sino un
centro de apertura y de ayuda a los demás. La familia, unida, puede fortalecer a los otros y
ayudarles a crecer.
La gran mayoría de problemas familiares y psicológicos
tienen su origen en un exceso de auto-contemplación. Nos
miramos tanto a nosotros mismos que como Narciso podemos llegar a creer que
nuestro ombligo es el centro del universo.
Está bien cuidarse, arreglarse, ir limpios, presentables y ser agradables a la gente, pero
hay una joya aún mucho más preciosa que es "un espíritu
afable y apacible", como escribió el apóstol Pedro.
Debemos ayudar a otros como familia, porque nadie es tan
rico que no necesite ayuda ni tan pobre que no la pueda dar.
El propósito de la vida no es vivir para uno mismo, sino poder mirar atrás y ver que
has podido ser de ayuda para muchos y has vivido según la
voluntad de Dios.
CONCLUSIÓNPara concluir, recordemos que una familia sólida y feliz tiene 7 características:
l. Están todos comprometidos unos con otros.2. Pasan tiempo juntos.3. Tienen una buena comunicación.
4. Se quieren y se expresan amor entre ellos.5. Tienen fe en Dios y una vida espiritual real.6. Son capaces de resolver sus conflictos.7. Tienen un proyecto de vida y de servicio.
UNA FAMILIA FELIZ NO OCURRE DE LA NOCHE A LA MAÑANA, SINO QUE ES EL RESULTADO DEL ESFUERZO
DIARIO DE CADA UNO DE SUS MIEMBROS.
Haz que esto se haga realidad en tu hogar.
12 asesinos del matrimonio Problemas Matrimoniales
Mi consejo a las parejas jóvenes es simplemente éste: No
permitan que la posibilidad del divorcio entre en sus
pensamientos. Incluso en momentos de gran conflicto y desaliento, el divorcio no es la
solución. Sólo sustituye una nueva serie de sufrimientos por
los que quedan atrás.
Guarden su relación de la erosión como si estuvieran
defendiendo sus propias vidas. Sí, ustedes pueden lograrlo juntos. No sólo
pueden sobrevivir, sino que pueden mantener su amor
vivo si le dan prioridad en su sistema de valores.
Cualquiera de los siguientes males pueden destruir su
relación si les dan lugar en sus vidas:
1. El exceso de trabajo o compromisos y el agotamiento físico
Cuidado con este peligro. Es especialmente insidioso en las
parejas jóvenes que están tratando de comenzar en una
profesión o todavía están estudiando.
No traten de estudiar, de trabajar a tiempo completo, de tener un
bebé, de manejar a un niño pequeño, de hacer reparaciones
en la casa, y de comenzar un negocio, todo al mismo tiempo.
Suena ridículo, pero muchas parejas jóvenes hacen
exactamente eso y luego se sorprenden cuando su
matrimonio se viene abajo.
¿Por qué no habría de ser así? ¡El único momento en que se
ven es cuando están agotados! Es especialmente peligroso
cuando el esposo es el que tiene demasiados compromisos o
trabajo, y la esposa está todo el día en casa con un hijo en edad
preescolar.
La profunda soledad de ella da lugar al descontento y a la
depresión, y todos sabemos a dónde lleva eso. Deben
reservar tiempo el uno para el otro si quieren mantener su
amor vivo.
2. Las deudas muy grandes y el conflicto en cuanto a cómo
se gastará el dinero
Paguen en efectivo por los artículos de consumo, o no los compren. No gasten más de lo
que pueden por una casa o por un automóvil,
dejando muy pocos recursos para salir juntos, para viajes cortos, para personas que
cuiden a los niños, etc. Distribuya sus fondos con la
sabiduría de Salomón.
3. El egoísmo
Existen dos tipos de personas en el mundo, los que dan y los
que toman. Un matrimonio entre dos personas que dan
puede ser algo bello.
Sin embargo, la fricción está a la orden del día entre una persona
que da y otra que toma. Pero dos personas que toman pueden
darse zarpazos la una a la otra hasta hacerse trizas dentro de
un período de seis semanas. En resumen, el egoísmo siempre
devastará un matrimonio.
4. La interferencia de los suegros
Si el esposo o la esposa no se ha emancipado totalmente de los padres, lo mejor es no vivir cerca de ellos. La autonomía
es algo difícil de conceder para algunas madres (y padres), y el estar muy cerca será causa
de problemas.
5. Las expectativas poco realistas
Algunas parejas llegan al matrimonio esperando
cabañas cubiertas de rosas, una vida sin preocupaciones ni
responsabilidades y un gozo ininterrumpido.
La consejera Jean Lush cree, y yo estoy de acuerdo con ella, que
esta ilusión romántica es particularmente característica de las mujeres norteamericanas que esperan más de sus esposos de lo que ellos son capaces de dar. La decepción consiguiente es una trampa emocional. Pongan sus
expectativas en línea con la realidad.
6. Los invasores del espacio
No me refiero a extraterrestres de Marte. Más bien, mi preocupación es por
las personas que violan el espacio para funcionar que su cónyuge necesita, sofocándolo rápidamente y destruyendo la
atracción entre ellos.
Los celos son una manera en que este fenómeno se
manifiesta. Otra es la baja autoestima, la cual lleva a que
el cónyuge inseguro se inmiscuya en el territorio del otro. El amor debe ser libre y
confiado.
7. El abuso del alcohol y de otras sustancias químicas.
Éstos son asesinos, no sólo de los matrimonios, sino también
de las personas. Evítenlos como a la plaga.
8. La pornografía, los juegos de azar y otras adicciones
Debe ser obvio para todos que la personalidad humana tiene
imperfecciones. Tiene la tendencia a quedar atrapada en
comportamientos destructivos, especialmente cuando se es joven.
Durante una etapa inicial,
las personas creen que pueden jugar con tentaciones
tales como la pornografía o los juegos de azar sin salir
dañadas. De hecho, muchos se alejan casi sin haber sido
afectados.
Sin embargo, para algunos existe una debilidad y una
vulnerabilidad que se desconoce hasta que es
demasiado tarde. Entonces se vuelven adictos a algo que rasga la fibra de la familia.
Tal vez esta advertencia les parezca tonta e incluso mojigata a
mis lectores, pero he hecho un estudio de veinticinco años de duración sobre personas que
arruinaron sus vidas. Sus problemas a menudo comienzan con la experimentación con un
mal conocido y finalmente terminan en la muerte física o la
muerte del matrimonio
Las restricciones y los mandamientos de las Escrituras
se han diseñado para protegernos del mal, aunque es algo difícil de
creer cuando somos jóvenes.
“La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
Si mantenemos nuestras vidas limpias y no nos permitimos jugar con el mal, las adicciones que han hecho estragos en la humanidad
nunca nos podrán tocar.
9. La frustración sexual, la soledad, la baja autoestima y la
quimera de la infidelidad
¡Una combinación mortal!
10. El fracaso en los negocios.
En especial, el fracaso en los negocios afecta adversamente a
los hombres. Su inquietud por los reveses financieros algunas veces
se muestra en ira dentro de la familia.
11. El éxito en los negocios.
Es casi tan peligroso tener mucho éxito en los negocios, como lo es fracasar rotundamente en ellos. El autor de Proverbios dijo: “No
me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario”
(30:8).
12. Casarse demasiado jóvenes.
Las chicas que se casan entre los catorce y los diecisiete años de
edad tienen el doble de probabilidades de divorciarse que las que se casan a los dieciocho y
diecinueve años.
Las que se casan entre los dieciocho y los diecinueve años tienen una vez y media más de
probabilidades de divorciarse que las que se casan entre los veinte y
los treinta años.
Las presiones de la adolescencia y las tensiones de los primeros años de vida matrimonial no
hacen un buen dúo. Terminen lo primero antes de emprender lo
segundo.
Éstos son los asesinos del matrimonio que se ven más a
menudo. Pero, en verdad, la lista es prácticamente interminable.
Todo lo que se necesita para que crezcan las malas hierbas más
fuertes es una pequeña grieta en la vereda.
Si van a vencer la ley de las probabilidades en relación al
divorcio y mantener una unión matrimonial estrecha a largo
plazo, deben emprender la tarea con seriedad. El orden natural de
las cosas los alejará el uno del otro, no los unirá.
¿Cómo vencerán la ley de las probabilidades? ¿Cómo formarán
una relación sólida que dure hasta que la muerte los haga emprender el último viaje?
¿Cómo se incluirán ustedes entre el número cada vez más reducido
de parejas de mayor edad que han cosechado toda una vida de recuerdos y experiencias felices?
Aun después de cincuenta o sesenta años de casados, todavía
se buscan mutuamente para darse aliento y comprensión. Sus
hijos han crecido dentro de un ambiente estable y amoroso, y no
tienen cicatrices emocionales o recuerdos amargos que borrar. A
sus nietos no se les tiene que explicar con delicadeza por qué
“los abuelos ya no viven juntos”. Sólo el amor prevalece.
Así es como Dios quería que fuera, y todavía sigue siendo algo
posible que ustedes pueden alcanzar. Pero no hay tiempo que perder. Refuercen las riberas del río. Defiendan el fuerte. Traigan las dragas y hagan más profundo
el lecho del río.
Mantengan las poderosas corrientes en sus propios cauces.
Sólo esa medida de determinación mantendrá el
amor con el que comenzaron, y hay muy poco en la vida que compita con esa prioridad.
Recuerden que una unión matrimonial es un compromiso de tres…Esposo, Esposa y Dios.Cuando ustedes permiten que Dios viva entre su relación y su
familia, su vida es mas llevadera, su vida es mas tranquila.
Problemas probablemente vendrán, pero tendrán la
compañía de Dios y su Santo Espíritu
Además la fortaleza de Jesús, que es una promesa de Dios en la
Biblia.Cuando nosotros involucramos a
Dios en nuestra relación matrimonial ténganlo por seguro
que su luz brillara a través de nosotros y seremos mas sabios para tomar decisiones y para compartir nuestra vida con
nuestros hijos, nuestra familia y nuestros hijos.
"Como Yo os he amado, que también os améis unos a otros"
(Juan 13:34b),
"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que
no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese
santa y sin mancha." (Efesios 5:25-27)
¿Qué tiene que ver el amor con ello? ¡Todo!
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no
es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca
lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo
sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Corintios
13:4-7).
El amor nunca deja de ser.
Cuando se acaba el amor
Muchos han confesado dramáticamente: “Se me acabó el amor ...”, “Las cosas no se dieron como yo pensaba ...”, “Ya no la
(lo) quiero” ... Si somos honestos, debemos reconocer que esto le ocurre a la gran mayoría de los matrimonios, tanto cristianos
como no cristianos.
Sin embargo, los cristianos tenemos una ventaja: tras la muerte del amor romántico,
carnal, que se mueve al vaivén de los sentimientos y emociones,
emerge el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros
corazones, y que ‘nunca de dejar de ser’.
Dios nos ama; nosotros somos sus hijos, y Él, como Padre, es el
primer preocupado por el estado de nuestro matrimonio. Él desea
socorrernos.
Proverbios 13:18 dice: “Pobreza y vergüenza tendrá el que
menosprecia el consejo; mas el que guarda la corrección recibirá
honra.” Muchos hijos de Dios pasan por pobrezas y vergüenzas tan sólo
por no poner oído atento al consejo del Señor.
Cuando hablamos de matrimonio en la iglesia, estamos hablando de la
unión de dos personas que tienen a Cristo en su corazón, y que, por
tanto, han pasado de muerte a vida. Estos hombres y mujeres tienen al
Señor Jesucristo como su Señor y su vida. Entonces, se puede esperar de ellos que, a medida que el tiempo
transcurre, mayor habrá sido la siembra para el espíritu que para la
carne.
Si al abordar el tema matrimonial, no podemos apelar a la fe y a la
experiencia del creyente, entonces nos encontraríamos en el plano de la
carne y de la sangre, y deberíamos acudir a un profesional que nos
asista con los recursos de la ciencia humana; pero los que somos de
Dios, apelamos a sus recursos, ya sea al trono de la gracia (Heb.4:16) o a la vida eterna que llevamos dentro
(1ª Timoteo 6:12).
EL AMOR DE DIOS
VS.
NUESTRO AMOR
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no
se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de
la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca dejar de ser...”
(1ª Cor.13:4-8).
Aquí está descrito el amor ‘ágape’, el amor de Dios, el que nunca deja de ser. ¿Estará este amor muy lejos de
nosotros? Romanos 5:5 dice: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado.” “Derramado” implica abundancia.
Este es un hecho divino en el corazón del creyente.
¿Qué se puede esperar de un esposo y una esposa, que son hijos de Dios, redimidos por la sangre preciosa del
Cordero, en quienes habita el Espíritu Santo, el cual los conduce y
los regula? Convengamos en que nuestro Dios no nos ha dado sólo unos cuantos mandamientos para
nuestra conducta, sino que primeramente nos ha capacitado y vivificado por medio de su Santo
Espíritu (Gál.4:6; Rom.8:9-11).
¿Recordemos por un momento aquel amor que se encendió en
nosotros cuando nos encontramos con la persona que creímos que
llenaba todas nuestras expectativas. ¡Oh, qué precioso es cuando llega el
amor! Entonces nada nos importaba; no tuvimos ojos para
nada ni nadie más; nos llenamos de sueños ¡hallamos al hombre (o la
mujer) ideal! Vinieron cartas, citas, regalos, etc. ... ¡preciosa
experiencia!
Ahora bien, aquel amor juvenil, apasionado, ciego, ¿se compara (o
se asemeja) con el amor de 1ª Corintios 13? ¿Era sufrido, sin
envidia, sin rencor, capaz de sufrirlo y soportarlo todo? Evidentemente,
no.
Un hombre en la carne (Rom.8:6-8; Gál.5:19-21) es absolutamente
impotente para soportarlo o sufrirlo todo; sólo buscará su
autosatisfacción. Es hedonista en esencia. Pero hablando entre
hombres y mujeres que tienen viva y presente en sus corazones la
realidad del “amor que nunca deja de ser”, no temeremos, pues cuando
el inmaduro amor sentimental juvenil comienza a disminuir hasta
morir, se levantará poderoso y firme el “otro amor”, el de
1ª Corintios 13.
Entonces vas a valorar y amar a tu mujer, porque el Señor mismo te dirá: “Marido, ama a tu mujer: El que ama a su mujer a sí mismo se
ama.” (Ef.5:25-28). No se puede pretender amar al Señor y ser
despreciativo con la esposa. No puedo (o no podemos) amar al
Señor, respetarlo, honrarlo, serle fiel, y no serlo con mi esposa (o con mi esposo). ¿Podemos ver que hay una gran solidez cuando llegamos a la persona y obra de nuestro Señor
Jesucristo?
Hermanos, contrario a cuanto personaje público piense, nosotros
concebimos el matrimonio para toda la vida. A medida que evolucione la
presente sociedad donde nos ha tocado vivir, creemos que el
matrimonio quedará –finalmente–circunscrito a los creyentes. Que el
mundo haga o piense lo que quiera; los santos, nos santificaremos
todavía (Apoc.22:11).
Una aplicación para el matrimonio
(Efesios 4:17-32)
Consideremos ahora la palabra de Efesios 4:17-32 aplicada a la vida matrimonial: Ya no tenemos el
entendimiento entenebrecido, ya no se concibe la dureza en nuestro
corazón. Hemos sido alumbrados por el Señor para que ahora se
refleje la vida de Cristo en nosotros; es tiempo que se manifieste cuanto
hemos aprendido en Él y con Él.
¿En verdad le hemos oído, y hemos sido por Él enseñados? (vers.4:21).
Si no es así, entonces no nos extrañemos por tantos fracasos.
Nada podemos esperar del “viejo hombre” (4:22), pero todo podemos
esperarlo del “nuevo hombre” (4:24), que es Cristo en nosotros
(Col.1:27). Si esta palabra es aplicable a la iglesia en general,
¿cuánto más lo será al matrimonio, donde verdaderamente somos
miembros el uno del otro? (4:25).
Hay una “ira legítima”, un enojo repentino, a causa de cualquier
situación de la vida cotidiana, que no es pecado. El Señor nos pone
límite: “No se ponga el sol” para que estas “iras” no se acumulen hasta
reventar en un conflicto mayor.
“Ni deis lugar al diablo”. Aquí se trata de abrir una puerta el enemigo de todo lo que es de Dios. El Señor
nos perdone por cuantas veces hemos dado lugar al diablo. Por esto
llegan aquellos enojos, rabias y enemistades; las acusaciones
mutuas se multiplican, se traen a la memoria muchas cosas que la
sangre del Señor ya pagó y sepultó.
Esto es absolutamente ilegal e ilegítimo. Satanás se siente de
alguna manera autorizado: “Ustedes desobedecieron, me dieron lugar”.
Él no traerá ternura ni comprensión; viene a romper la paz, a turbar, a
llenarnos de amargura y dolor. En la iglesia velamos por no darle espacio
al enemigo.
Los que ministran o presiden luchan porque no se les ceda terreno
alguno. Pero, hermanos, la vida de la iglesia no termina en la reunión de los creyentes; no tenemos una
vida matrimonial y otra eclesiástica.
Llegamos al hogar con nuestra esposa, que es también nuestra hermana en Cristo. Ya hay dos
reunidos en su Nombre: el Señor está aquí (Mateo 18:20). No demos,
entonces, lugar al que viene para destruir. Vamos a la perfección como
iglesia, pero también como matrimonio (Hebreos 6:1).
No contristéis al Espíritu Santo
Otra palabra para meditar: “Y no con-tristéis al Espíritu Santo de Dios ...”
(4:30). ¿Cómo está, cómo se siente esta bendita Persona entre nosotros, en mi vida matrimonial? Se trata del Espíritu
del Dios vivo, el que le dio vida a la iglesia el día de Pentecostés, el que hizo maravillas con los primeros apóstoles,
el que fortalece con poder en el hombre interior, nuestro Consolador,
quien nos conduce a todas las riquezas de Cristo, para poseerlas y disfrutarlas.
¡Qué tremendo es esto, hermanos! Que siendo tan poderoso el
Consolador nosotros le contristemos y aun lo apaguemos con nuestras
carnalidades! Dios no nos hizo autómatas, Él espera que nos rindamos, que demos nuestra
anuencia a su gobierno y autoridad, y que, al mismo tiempo, juzguemos
la bajeza, la vileza de nuestro corazón (“Miserable de mí”,
Ro.7:24).
Dios nos dio su Espíritu para honra, gloria, hermosura, poder y victoria,
pero nuestra vanidad y soberbia natural lo contrista. “Perdónanos,
Señor, por haberte contristado; por toda ofensa y desobediencia contra
el consejo de tu Santo Espíritu dentro de nosotros.”
Esta sección de Efesios termina con una exhortación a la benignidad, a la
misericordia y al perdón (4:32). Aplicado al matrimonio, esto es un
fuerte golpe al ‘machismo’ y a la prepotencia de muchos maridos.
Estas cosas le parecerán a muchos cosa de ‘debiluchos’. Pero los
creyentes, los que son de Cristo, los que viven en el Señor, son capaces
de humillarse y pedir perdón cuantas veces sea necesario, cada vez que tengamos testimonio de
haber herido o defraudado a nuestra esposa o familia.
Esta actitud les dará confianza, y serán así testigos del trabajo del Señor en el corazón del que se
humilla. Sólo el carnal, el soberbio, no se humillará nunca...
¡Amados, que nuestro matrimonio sea como una ofrenda de olor
fragante! (Ef.5:1-2).
Fracaso en el matrimonio más
divorcio
¿Qué puede hacer una persona que ha fracasado en su matrimonio para rehacer su vida? ¿Puede divorciarse?
Recuerde que los fracasos a los ojos de los hombres, son solamente
oportunidades a los ojos de Dios. Donde terminan las posibilidades
del hombre, allí comienzan las posibilidades de Dios. Digo esto para
que nadie piense que ya no hay solución a su problema matrimonial.
No se debe perder la esperanza. Ese aparente fracaso en el matrimonio
puede llegar a ser el punto de partida para que cual ave fénix, el
matrimonio se levante de las cenizas. Es necesario dejar entrar a Dios en la solución del problema.
Cuando Dios interviene en un matrimonio y ambas partes deciden
someterse a lo que Dios dice, el matrimonio se puede levantar y la
relación entre los dos puede llegar a ser hermosa. Esta es la voluntad de
Dios para los matrimonios.
Así que es conveniente que cualquier pareja que esté
atravesando por problemas matrimoniales se saque de la cabeza la idea que para rehacer la vida, es
necesario divorciarse. El divorcio no es la voluntad de Dios.
La Biblia jamás aconseja a las parejas en problemas matrimoniales que se
divorcien. La Biblia enseña la permanencia del matrimonio. Aún
cuando uno, o los dos cónyuges han caído en fornicación, es posible una restauración cuando las dos partes están de acuerdo en propiciar esa
restauración. Dios tiene todo el poder para curar las heridas que deja la
infidelidad en el matrimonio y de esa manera evitar que el matrimonio se
destruya.
Solo hay que dar a Dios una oportunidad. Dios no va a hacer su obra de preservar matrimonios en
contra de la voluntad de alguien. Todo esto para ayudar a reflexionar a las
parejas en conflicto en cuanto a que la felicidad de cada uno dentro de la
pareja no está en divorciarse y volverse a casar con otra persona. El
problema está en la persona, si la persona se divorcia y se vuelve a
casar, el problema persistirá. La única diferencia será que el conflicto será
entonces con una persona diferente.
El divorcio jamás ha sido una solución a los problemas conyugales
en la pareja. El divorcio mata algo que Dios ha creado. Cuando dos
personas se unen en matrimonio, Dios hace de los dos una sola carne.
El divorcio mata lo que Dios ha creado. El divorcio se parece mucho al aborto, en el sentido que ambas acciones matan la obra creativa de
Dios.
En la concepción, Dios hace de dos uno, el aborto mata esa obra que Dios ha hecho. En el matrimonio, Dios hace uno de dos, el divorcio mata esa obra que Dios ha hecho. Las parejas que se divorcian y las parejas que practican un aborto cometen el mismo crimen contra
algo que ha sido producto de la obra de Dios.
Todo esto, para que Ud. tome conciencia en cuanto a que el divorcio
no es la voluntad de Dios. Pero a pesar de lo dicho, es triste reconocer que existe el divorcio. No se puede
cerrar los ojos a esta lacerante realidad. El divorcio es como el
pecado. Aún cuando no es la voluntad de Dios, existe en el mundo. La Biblia dice que es por la dureza del corazón
del hombre. A pesar de que el hombre sabe que el divorcio es contrario a la voluntad de Dios, lo realiza, y en eso manifiesta la dureza de su corazón
LOS PADRES CRISTIANOS SEGÚN
LA BIBLIA
El mandamiento más grande en la Escritura es este: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda
tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:5) Retrocediendo al verso 2, leemos, “.. para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus
estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tu, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para
que tus días sean prolongados.”
Siguiendo los versos, más adelante dice, “Y esas palabras que yo te
mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás
de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes” (versos 6-7).
La historia hebrea revela que el padre debía ser diligente en instruir a sus
hijos en los caminos y las palabras del Señor para su propio desarrollo
espiritual y bienestar. El padre que era obediente a los mandamientos de sus
Escrituras hacía esto justamente.
pero primeramente al verso 6, en el cual leemos, “Instruye al niño en su
camino, y aun cuando fuere viejo (conforme se haga mayor) no se
apartará de él.” Instruir, se refiere a las primeras enseñanzas que un padre y madre deben dar a su hijo, esto es;
su educación temprana.
El instruir tiene como objetivo colocar ante el niño la forma de vida prevista para él. El iniciar la educación del niño
de esta manera es de gran importancia, al igual que un árbol
sigue la inclinación de sus primeros tres años.
Un pasaje del Nuevo Testamento que nos da una clara ilustración de la
instrucción del Señor a un padre en relación con la crianza de sus hijos es: Efesios 6:4; este es un breve sumario
de instrucción a los padres, representada aquí por el padre,
expuesto de una manera negativa y positiva.
. “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor.” Aquí está lo que la Biblia dice acerca
de la responsabilidad de los padres al criar a sus hijos.
El aspecto negativo de este verso, indica que un padre no debe fomentar
malos sentimientos en sus hijos por su severidad, injusticia, parcialidad o el irracional ejercicio de la autoridad. Eso solo servirá para ocasionar que el niño alimente rencor en su corazón.
El aspecto positivo es expresado en una dirección comprensiva; esto es, educarlos, animarlos, desarrollar su conducta en todos los aspectos de la
vida mediante la instrucción y amonestación del Señor.
Esto es la instrucción (ser un claro ejemplo del modelo de un padre) o educación de un hijo – el proceso
completo de educación y disciplina. La palabra “amonestación” contiene la
idea de “poner en la mente del niño”, que es el acto de recordarle al niño
sus faltas (constructivamente) o deberes (responsabilidades de acuerdo a su edad y nivel de
comprensión).
No debe permitirse a los niños crecer sin vigilancia o control. Ellos deben
ser instruidos, disciplinados y amonestados, para que adquieran
conocimiento sobre el auto-control y la obediencia. Todo este proceso de
educación debe ser en un nivel espiritual y cristiano (en el verdadero sentido de la palabra). Es la “disciplina y amonestación del Señor” el vehículo mediante la cual se alcanza el fin de la
educación.
Cualquier otro substituto o guía de educación, bien puede resultar en un desastroso fracaso. El elemento moral y espiritual de nuestra naturaleza es tan esencial y tan universal como el
intelectual. Por lo tanto, la espiritualidad es tan necesaria para el
desarrollo de la mente como el conocimiento. Nuevamente
Proverbios 1:7 nos dice, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová.”
El padre cristiano es realmente el instrumento en la mano de Dios en
materia de la paternidad. Así como el cristianismo es la única religión
verdadera, y Dios en Cristo, el único Dios verdadero, el único posible
camino para una educación provechosa, es la disciplina y
amonestación del Señor
Todo el proceso de instrucción y disciplina debe ser aquél que Él
prescribe y administra, para que Su autoridad pueda estar presente y esté en constante contacto con la mente, el corazón y la conciencia del niño.
El padre humano nunca debe presentarse a sí mismo como la mayor autoridad que determine la verdad y el deber. Esto simplemente desarrolla
el humano aspecto del “yo”. Es solamente haciendo a Dios, Dios en
Cristo, el maestro y el gobernante, en cuya autoridad todo es creíble y en obediencia a quien todo lo puede, que se logra alcanzar la meta de la
educación.
Hagamos un resumen de lo que se ha dicho. La palabra “provocar” significa
irritar, exasperar, incitar, etc. Esto resulta de un espíritu y métodos
equivocados, como es, la severidad, irracionalidad, autoritarismo, dureza,
crueles exigencias, restricciones innecesarias, y obcecada terquedad
sobre la autoridad.
Tales provocaciones producirán reacciones adversas, menoscabando su afecto, obstaculizando su deseo por la santidad, y haciéndolo sentir que es imposible complacer a sus
padres. (Yo lo se – he estado ahí, lo he hecho). Un padre sabio (desearía haber sido sabio) busca hacer la
obediencia deseable y alcanzable mediante el amor y la gentileza. Los
padres no deben actuar como tiranos ateos.
Martín Lutero decía; “Mantén una manzana al lado de la vara, para darla
al niño cuando hace bien.” La disciplina en la educación y cultura
general, debe ser ejercitada con una cuidadosa vigilancia y una enseñanza
constante con mucha oración.
El castigar, disciplinar y aconsejar por la Palabra de Dios, proporcionando
tanto reprimendas como ánimos según se necesite, es indicativo de
“amonestación”. La instrucción proporcionada procede del Señor, es
aprendida en la escuela de la experiencia cristiana, y administrada
por los padres (el padre)
La disciplina cristiana es necesaria para prevenir que los hijos crezcan sin
reverencia a Dios, respeto por la autoridad paterna, conocimiento de
los estándares cristianos y hábitos de auto-control.
La disciplina cristiana es necesaria para prevenir que los hijos crezcan sin
reverencia a Dios, respeto por la autoridad paterna, conocimiento de
los estándares cristianos y hábitos de auto-control.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea prefecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2
Timoteo 3:16,17).
Esto es lo que dice la Biblia acerca de ser un padre. La manera y los
métodos que los padres puedan utilizar para enseñar la verdad de
Dios, necesariamente serán variables. Pero esas verdades deberán estar
siempre disponibles para ser aplicadas sobre cualquier vocación en
la vida, viviéndolas y haciendo de ellas un estilo de vida.
Así como el padre es fiel en su papel formativo, lo que el niño aprenda acerca de Dios, permanecerá en
él/ella en buen lugar a través de toda su vida, sin importar lo que hagan o
dónde vayan. Ellos aprenderán a “amar al Señor su Dios con todo su
corazón, con toda su alma, y con toda su fuerza” y desearán servirle en todo
lo que ellos hagan.
LOS HIJOS SON HERENCIA DE DIOS
¿Qué instrucción moral o espiritual les estás dando a tus hijos?
¿Les brindas el amor y el tiempo que necesitan valorándolos y
estimándolos?
Amigos (as); ¡Saben! los hijos son herencia de Dios, y su palabra dice
que gran estima es el fruto del vientre.
Nuestros hijos son un tesoro, son como un diamante en bruto y
nosotros como padres tenemos la responsabilidad de hacer los cortes
perfectos al diamante, para que salga todo su brillo y belleza, o dañarlo, de
tal manera que sus cortes sean irreparables y nunca tengan brillo y
valor real.
Hay algo muy importante que nos tiene que hacer reflexionar: nuestros hijos son la bendición de Dios, ellos
no son una casualidad en nuestra vida porque EL los formo en el vientre
(salmo 139:13)
Los esperamos durante nueve largos meses, imaginándonos como serán, a quienes se parecerán, tanto anhelo y
expectativas pero al nacer y comenzar a crecer,
parece que la importancia que tenían se desvía a otros asuntos como el
trabajo y los compromisos con terceros, lo sujetamos a presiones
diarias, y los vamos involucrando en nuestro mundo adulto y su afán,
olvidándonos que ellos son frágiles y delicados, y nos damos cuenta de ello,
sólo cuando sus actitudes y reacciones no nos parecen normales,
y creemos que es demasiado tarde para cambiar todo y comenzar de
nuevo.
Pero a pesar que el tiempo es nuestro peor enemigo, es tiempo de
reconocer que en nuestros hijos Dios nos ha entregado tesoros preciosos
para que los cuidemos aquí en la tierra, y si no los hemos cuidado como
corresponde, nunca es tarde para rectificar y comenzar de nuevo.
Amigos (as) ¿Qué harías si recibieras una herencia? ¿Cómo la
administrarías? ¿Despilfarrarías el dinero, comprarías cosas innecesarias, o harías buenas inversiones para que al final de tu vida recojas el fruto de una buena administración? Así será
con los hijos, ellos son la herencia de Dios para nosotros los padres, y serán la extensión nuestra aquí en la tierra, y lo que sembremos en ellos será lo que recojamos a lo largo de nuestra
vida.
A ninguno de nosotros se nos ha enseñado como ser buenos padres, y si hubiera una "escuela para padres", tal
vez nuestras ocupaciones nos impedirían asistir a ella. Enseñamos a nuestros hijos con un patrón de conducta aprendido de generación en generación, creyendo que
aprendimos lo correcto y eso lo repetimos en la crianza de nuestros hijos,
realmente ser padres requiere de una gran responsabilidad y una atención
especial porque ¿quién quiere ocasionar daño a sus hijos?.
Ahora, ¿Es posible criar correctamente a los hijos con amor?
¡Sí! La Biblia nos dice "Amados, amémonos unos a otros, porque el
amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios" 1º
Juan 4:7. Y su ley de amor que es perfecta dice que corrijamos a
nuestros hijos en tanto que hay tiempo y esperanza, pero que no se apresure nuestra alma a destruirlos.
Dios es amor, Él no tiene amor sino que es la esencia misma del Amor.
Pero, ¿Qué es Amor? Es un sentimiento de afecto que una
persona experimenta por otra. Es un afecto compasivo del corazón, es un sentir especial que Dios inspira en
nuestro interior.
El amor que sentimos por nuestros hijos debe ser para toda la vida y no sólo cuando son unos tiernos bebes. Amar es dar, y esto a su vez produce
una reacción en la persona que recibe amor y devuelve amor, es un
sentimiento que se retroalimenta y llega a las personas (padres e hijos)
con lazos tan fuertes que las circunstancias adversas no lo pueden
romper antes por el contrario los fortalecen.
Dios nos dio hijos para que los amemos y disciplinemos, para preservarlos del camino de la destrucción. Estamos viviendo
tiempos difíciles que amenazan ferozmente a la familia, y para
salvarla necesitamos comprender con urgencia que debemos aprender a
desarrollar el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones, ese amor especial, amor de padres que instruye al niño en su camino para cuando sea viejo no se aparte de él
El conocer las necesidades básicas de nuestros propios hijos como son el
amor, la aceptación, el valor propio, seguridad, nos ayudará a dedicarles
tiempo, aprender a oírlos. La sociedad nos presenta métodos equivocados
para ayudar a nuestros hijos,
uno de ellos es la complacencia, otro no corregir adecuadamente cuando se lo merecen Nuestros hijos necesitan sentirse entendidos y corregidos en
las diferentes etapas y edades y nosotros tenemos la responsabilidad
de guiarlos a valores morales y espirituales que los ayuden a
encontrar el buen camino a lo largo de su vida.
No podemos confundir el amor con un sentimiento manipulador y egoísta,
pretendiendo llenar los vacíos y supliendo las necesidades de nuestros
hijos con cosas materiales y en complacer todos sus caprichos,
creyendo que estamos haciendo lo mejor cuando ellos realmente lo que
esperan y necesitan de nosotros es un consejo, un te amo, una caricia, un
beso.
El tiempo que invirtamos en escucharlos, entenderlos, y darles
herramientas para resolver sus problemas, es tiempo bien
compartido, es ganancia para los padres, porque estaremos con ellos
en las alegrías para reír juntos, en sus crisis seremos su apoyo, que siendo
sus amigos en todo tiempo, teniendo respuestas a sus interrogantes,
porque las cosas materiales solo ocuparán un espacio en su habitación,
más nunca en su corazón.
¡Ahora! Si cree que ha perdido mucho tiempo y no ha valorado a sus hijos y
amado como debe ser, no se desanime, el autor y creador del amor
que es Dios está presto para socorrerle si no puede comenzar sólo, no dude en contactarnos, queremos ayudarle, darle una orientación para
que su hogar comience a cambiar, ¡Manos a la obra y bendiciones!
CONSEJOS PARA EMPEZAR A CRIAR NUESTROS HIJOS
Criar a los Hijos es Exigente
Si yo fuera a darle consejos crianza de los hijos a alguien
quiera ser mamá o papá, haría posible para ayudarles a
exigente y consumidor de es el cuidar de los niños. La
los hijos suena a cielo para los pronto se convertirán en
papás
pero no mucho tiempo después de que el pedacito de alegría llega, la
mayoría comienza a buscar consejos acerca de la crianza. ¿Por qué?
Aunque todos sabemos que la crianza de los hijos es exigente, a la mayoría
todavía nos toma por sorpresa.
Cuando yo tuve mi primer bebé, no tenía la menor idea de cuánto tiempo
le iba a dedicar a cuidar de mi hijo. Debido a que yo era tan ignorante,
realmente pensaba que ser papá no iba a cambiar mucho mi estilo de vida.
Todavía tendría tiempo de hacer lo que quisiera hacer, cuando y donde
quisiera. Estaba completamente equivocado, y por lo tanto, totalmente desprevenido.
Me deprimí debido a la atención constante que él necesitaba. Fue una adaptación tan dura para mí, porque no tenía ninguna idea del hecho de
que la crianza de los hijos pudiera ser tan exigente. Si usted está esperando
un bebé o ya tiene uno, el mejor consejo que alguien le puede dar es este: Esté preparada mentalmente
para satisfacer las demandas, y luego propóngase en su corazón a darle a su
niño la tan necesitada atención y tiempo, una y otra vez.
AMOR GENUINO
El siguiente consejo que podría darle sería que los niños no pueden crecer y
ser adultos sanos, felices y bien ajustados, a menos que sean amados
-- amados genuinamente por sus padres. Los niños necesitan saber que
son especiales, importantes, e irremplazables.
De otra manera, no serán capaces de superar esta afirmación tan
necesitada. Tratarán de buscarla en las drogas, en las malas relaciones, y en la rebelión. No estarán equipados
emocionalmente para soportar de frente la presión de grupo.
Los niños se esfuerzan para obtener la aprobación de sus padres. Pero, nosotros como padres no seremos
capaces de dar esta aprobación a un nivel constante si no llegamos primero a entender el consejo
número uno, que los niños necesitan nuestro tiempo y atención. Esto es
normal para cualquier niño, y si nosotros no entendemos lo
imperativo que es esto, en lo profundo de nuestros corazones y
mentes,
entonces el mensaje que les daremos a nuestros niños es que son una carga. Piense en esto, será imposible para un
niño el sentirse como una carga si nosotros nos proponemos primero en
nuestros corazones al darnos a nosotros mismos por sus necesidades.
Esto es amor genuino y conocemos esto por el ejemplo de Jesús: Él se dio
a Sí mismo por nosotros, lo hizo debido a su amor genuino.
En Juan 15:12, Jesús dice: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he
amado."
LA IMPORTANCIA DEL RESPETO Y LA
GUIA
Esto nos trae a nuestro siguiente consejo, el cual es la guía. Los niños
aprenderán lo que ellos vivan. Si nosotros los irrespetamos, ellos nos
irrespetarán a nosotros y a otros. Una forma común en que nosotros como padres irrespetamos a nuestros hijos
es al no disciplinarlos cuando nos irrespetan.
Por ejemplo: Yo le digo a mi hijo de cuatro años, Johnny: "Es hora de irse a la cama, date prisa." Su respuesta es: "NO" y yo me río y digo: "Que lindo."
Yo lo he irrespetado. En otras palabras, yo no me preocupé por su necesidad de una guía. Si nosotros entramos en la casa de alguien y fumamos, después de que han expresado su deseo de que no fumemos en su casa, yo estaría
irrespetando las necesidades del dueño de la casa.
Si nos reímos cuando nuestros niños nos faltan el respeto (lo que harán a
veces) o no los corregimos, irrespetamos las necesidades de ellos.
Los niños necesitan guía. Pero, a menos que nuestra guía provenga del amor, terminará como nada más que ordenes: "Yo soy el padre y tú no eres
nada, ¡haz lo que te digo!"
Como padres, les debemos a nuestros hijos el guiarlos para llegar a ser niños respetuosos. De otra forma, crecerán sin respeto por todas las autoridades.
El guiarlos toma tiempo y amor --mucho tiempo y mucho amor. Nunca, nunca se rinda. Si los niños saben sin
lugar a dudas que son amados, especiales, e importantes para sus
padres, y están aprendiendo a respetar a los demás, están en el
camino hacia un futuro sano y feliz.
Pero la clave es el ser persistente y darse cuenta que ese pedacito de alegría vino a este mundo con un
número de necesidades grandes, que podemos satisfacer si nos damos
cuenta de las exigencias de la crianza de los hijos y los amamos en todas las
etapas del crecimiento.
El Salmo 127:3 dice: "He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de
estima el fruto del vientre."
PADRES CRISTIANOS ANTE LA CRIANZA
DE LOS HIJOS
ELEGIR
Los padres cristianos enfrentan la difícil tarea de criar a los hijos en un mundo
"políticamente correcto." En el pasado, los niños crecían en una sociedad que
definía claramente lo que era correcto y lo que era incorrecto. Los padres eran
reconocidos como la figura principal de autoridad en la vida de sus niños. Ahora,
a medida que el mundo se ajusta, nuestros niños reaccionan a una
inmoralidad sin precedentes, a conceptos en contra de la familia, y en contra de los padres, en las escuelas y en los medios de
comunicación.
Los padres muestran una creciente preocupación a medida que sus niños
son animados a rechazar reglas estrictas y verdades bíblicas. Siempre que se menciona la aplicación de las
leyes de Dios, una lluvia de organizaciones les advierten a los
padres que no impongan sus propios valores a sus niños. Pero los padres cristianos entienden la maldad de cambiar la verdad de Dios por una
mentira.
La Biblia habla de los "injuriosos, soberbios, altivos, inventores de
males; desobedientes de los padres. . ." (Romanos 1:30). La rebelión y la
desobediencia son tan omnipresentes hoy a medida que la autoridad de los padres se desintegra. Hoy, los padres deben decidir quién y qué moldea la
vida de sus hijos. Sin duda alguna, Dios todavía considera a los padres
responsables por sus hijos - para instruirlos y para disciplinarlos.
INSTRUIR
En el Antiguo Testamento, Moisés le recuerda a los israelitas su
responsabilidad para con sus hijos y nietos. "Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han
visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida. Antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos" (Deuteronomio 4:9-10).
A todos nos gustaría creer que nuestros hijos tomarán las decisiones correctas basadas en las lecciones que
se les enseñaron. Si nuestro hijo encuentra un billete de un dólar en el
patio de juegos, ¿qué haría con él? ¿Qué clase de "vara de medir"
aplicará cada niño como punto de referencia para la honestidad? Tal vez
ese niño se acordará de cómo su padre regresó el sobre cambio a un
cajero.
Cuando instruimos a nuestros hijos, no estamos simplemente presentando
una lista de reglas a seguir. Estamos dejando que nuestras "acciones
hablen" al entrenarlos de acuerdo a los estándares de Dios. Al vivir una
vida recta, los padres les proporcionan a sus hijos el
entendimiento de cómo las reglas de Dios gobiernan todas nuestras vidas. Luego, a medida que nuestros hijos maduran, desarrollan el hábito de hacer lo correcto, sirviendo a Dios tomando sus propias decisiones.
Es la meta de cada padre el mirar que sus hijos acepten la responsabilidad por sus decisiones. Si nuestros hijos
aprenden de sus errores y aceptan la corrección que Dios manda, entonces
estamos en el camino correcto. Un padre trató de tomar un atajo al
explicar la responsabilidad, diciendo: "No es lo que haces, sino el si te atrapan o no. Y si te atrapan. . .
¡acepta pagar las consecuencias!" Obviamente, no existe una vía rápida
para instruir a nuestros hijos. La instrucción de los padres es un arduo
camino que comienza al nacer y continúa por muchos años. Y puede
haber incontables veces cuando nuestros hijos tomen decisiones despreocupadas y hasta elijan
rechazar la instrucción. Esos son los momentos cuando la disciplina es más
necesaria.
DISCIPLINAR
Las teorías acerca de la disciplina "correcta" cambian al cabo de unos
pocos años - la Biblia nunca cambia. Si los hijos no obedecen, tienen que recibir corrección. La Biblia enseña
que esto debe hacerse utilizando una vara de corrección. La vara de la corrección da sabiduría, más el
muchacho consentido avergonzará a su madre." (Proverbios 29:15).
A menudo los padres se cansan de disciplinar a sus hijos pequeños. A
veces, un día típico parece estar compuesto de quejas y regaños. Los
padres se preguntarán si han arruinado todas las oportunidades de tener una relación amorosa con sus
hijos. Hasta estarán tentados a darse por vencidos de un todo. "Sólo Dios
sabe qué hacer con este niño," se quejan. ¡¡SÍ, DIOS LO SABE!!
Dios elige a cada padre con mucho cuidado. Porque yo lo escogí, para qué mandara a sus hijos y a su casa
después de él, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio. . ." (Génesis 18:19). Dios le encomienda a sus hijos para su cuidado específico. Él quiere que conozca esa corrección
firme, bondadosa, que enseñará a sus hijos a obedecerle a Él.
"Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor"
(Colosenses 3:20). La corrección amorosa y consistente ayuda a los hijos a aprender verdades bíblicas como la auto-disciplina. Dios sabía
que Abraham criaría hijos temerosos de Dios y lo bendijo. Al aplicar los
estándares de Dios, nosotros también podemos recibir las bendiciones de
Dios como padres.
"Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor"
(Colosenses 3:20). La corrección amorosa y consistente ayuda a los hijos a aprender verdades bíblicas como la auto-disciplina. Dios sabía
que Abraham criaría hijos temerosos de Dios y lo bendijo. Al aplicar los
estándares de Dios, nosotros también podemos recibir las bendiciones de
Dios como padres.