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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Trabajo Fin de Grado El valor de la excelencia para Friedrich Nietzsche Alumno/a: Antonio López Gallego Tutor/a: Prof. D. Francisco Peña Garrido Dpto.: Facultad de humanidades y ……… …………...……ciencias sociales de la educación Junio, 2017

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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Trabajo Fin de Grado

El valor de la excelencia para Friedrich Nietzsche

Alumno/a: Antonio López Gallego Tutor/a: Prof. D. Francisco Peña Garrido Dpto.: Facultad de humanidades y ……… …………...……ciencias sociales de la educación

Junio, 2017

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ÍNDICE

Resumen……………………………………………………………………. 3

1. Biografía de Nietzsche…………………………………………………...… 5

2. Obra de Nietzsche………………………………………………………… 10

3. Nietzsche y su contexto…………………………………………………… 12

- Contexto Histórico

- Contexto artístico

- Contexto filosófico

4. La tragedia griega……………………………………………………….... 15

- La sacralización del arte

5. El nihilismo de Nietzsche…………………………………………………. 23

6. El triunfo de la moral de los esclavos……………………………………. 26

7. El superhombre de Nietzsche……………………………………………...30

- El hombre superior

- La voluntad de poder

- El eterno retorno

8. El mal del historicismo. Fractura con la animalidad…………………... 46

- El animal y el Superhombre ¿Quién es mejor?

9. Conclusión………………………………………………………………… 52

Bibliografía………………………………………………………………... 58

3

RESUMEN

Mi objetivo en estas páginas es hablar de aquello que, para Nietzsche, a lo largo de las

distintas etapas de su vida, constituía lo más alto a lo que el ser humano podía aspirar,

identificando a lo largo de su obra está “excelencia” con dos acepciones. En un primer

momento nos encontraremos con la obra griega trágica, que para Nietzsche supone la única

cosa que permite a la vida vivirse. A continuación, hablare sobre la muerte de Dios y el

nihilismo que esta trajo consigo, siendo necesario superar a este nihilismo para la llegada del

superhombre. Esta es una de sus ideas más importantes, siendo también de las más

malinterpretadas. También hablaré sobre su obra "la genealogía de la moral, centrándome

especialmente en la transvaloración de la moral de la moral que dio pie al triunfo de la moral

cristiana, moral contra la que Nietzsche se haya totalmente en contra, lo que le ha hecho

ganarse el nombre de "antimoralista", nombre que le es totalmente inmerecido pues, aunque si

está en contra de esta moral cristiana, está a favor de lo que él denomina como "moral de la

vida". Finalmente hablaré del Nietzsche animalistaAquí me preguntare que era lo que más

valor tenía para Nietzsche, que era “mejor”, ¿El animal o el Superhombre?

Palabras clave: Tragedia, Dionisíaco, Apolíneo, arte, nihilismo, moral de los esclavos, moral

de la vida, superhombre, eterno retorno, voluntad de poder.

ABSTRACT

The main aim in this essay is the hope in the human being to get “the excellence” in different

Nietzsche´s thoughts , that is, he focused on the abitily of humang being to get the best along

his life identifying the excellence in two different meanings.

At first of all we can find a greek tragic masterpiece, in which Nietzsche emphasized to the

only one thing in life was live the life. Then, I am standing out the God´s death and its

consequence, the Nihilism. We need overcome this nihilism to reach the super-man, second

meaning about the excellence for Nietzsche. This was one of the most important ideas of

Nietzsche (and also, one of the most misinterprated).

After this first point of view, I will deal with the work On the genealogy of the morality, and

focus the attention to evaluation about the success of the Christian morality. Nietzsche was

against that moral . Therefore, Nietzsche won the name of antimoralist. it was totally

4

underserved idea, because he was against of Christian morality, however, he was in favour of

a moral of life.

Finally, I’ll hightlight the conception of human being as an animal in Nietzsche theory. In

conclusion of my essay I’ll ask myself about what was more valueble and important aspect

for Nietzsche: the super-man or the animal charasteristic of human being?

Keywords: tragedy, Dionisyac, Apollonian, art, nihilism, morality of slaves, morality of life,

super-man, eternal return, will power.

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1. BIOGRAFÍA DE NIETZSCHE

Para poder comprender la Obra de Nietzsche es muy importante conocer su vida, todos

aquellos acontecimientos que la marcaron y determinaron su pensamiento. Esta, estuvo

marcada por la tragedia, el desamor, la enfermedad y la locura. Es por ello que muchas veces,

más que de Nietzsche, se habla del “loco” de Nietzsche. Todo esto marcaría su obra también,

pudiendo un Nietzsche que se proclama contra los débiles (buscado no verse a sí mismo como

a uno de ellos), y en favor de los fuertes (no refiriéndose aquí a los que se imponían sobre los

demás, sino a los que podían imponerse a la vida y sobre sí mismos). La vida de Nietzsche no

fue sencilla y, por ende, tampoco su filosofía.

Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken y murió el 25 de agosto de

1900. Nació en el seno de una familia de pastores protestantes, siendo criado pues en un ámbito

religioso. Se dice, que su infancia fue su época más feliz, pero esta no duraría mucho pues a la

edad de 5 años vio como su padre (a quien respetaba) falleció tras un año de sufrimiento debido

a una enfermedad cerebral terminal. Pero esto no es la única tragedia que vivió a tan temprana

edad pues 2 años más tarde su hermano menor también falleció. Ambos sucesos serían los que

harían en un futuro a Nietzsche replantearse su fe; le harían preguntarse porque Dios había

castigado así a su familia (cuando su padre, a sus ojos, era un pastor ejemplar). Tras ambos

acontecimientos se mudará, junto al resto de su familia, a la ciudad de Bamberg para más tarde

trasladarse a un internado en la ciudad de Schulpforta (internado que tenía una gran tradición

religiosa).

Todos los acontecimientos antes descritos provocarían que Nietzsche fuera alguien muy

serio ya desde su infancia, cuestión que provocó que fuese burla de otros niños, acrecentándose

así su depresión. En el colegio era considerado un buen alumno, el cual mostraba un gran interés

por el estudio del cristianismo y tras dejar la escuela, se dirigió a la universidad de Born con el

objetivo de estudiar teología y convertirse en pastor, así como lo fuese su padre. Pero no tardará

mucho en cambiar sus objetivos, dejando en 1865 estos estudios para así empezar a estudiar

filología clásica (bajo la tutela del profesor Friedrich Wilhelm Ritschl). Los motivos de esta

decisión los podemos ver en una carta que le escribió a su hermana Elizabeth: “Toda verdad es

infalible… aquí los caminos del hombre se dividen: si buscas la paz y la felicidad ten fe, si

quieres ser un discípulo de la verdad, búscala”. Es en este momento cuando Nietzsche empieza

su fervorosa oposición al cristianismo.

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Una de las mayores muestras de esta oposición al cristianismo (y a la religión en general) la

encontramos en la “parábola del loco”. Esta parábola es una advertencia de cómo el mundo va

a cambiar debido a una serie de acontecimientos científicos que se producirán a lo largo del

Siglo XIX, acontecimientos que socavarían los cimientos de la moral cristiana (contribuyendo

3 figuras principalmente a esto: Darwin, Marx y el propio Nietzsche). Todo esto derivaría en

un profundo y fuerte nihilismo, ya que la sociedad se daría cuenta de que el mundo funciona y

discurre sin que sea necesaria la intervención de un ente divino.

En 1869, Nietzsche se convirtió en profesor de filosofía clásica en la ciudad de Basilea, antes

siquiera de graduarse (teniendo entonces 24 años, siendo así el profesor más joven de la misma).

La calidad de varios artículos que publicó en revistas le valieron obtener el doctorado (sin

siquiera tener que examinarse). Un año después fue nombrado profesor honorario.

Tras trasladarse a Basilea, renunció a su nacionalidad alemana (permaneciendo el resto de

su vida sin ninguna nacionalidad). Más tarde en 1870 consiguió un permiso para combatir en

el bando prusiano durante la conocida como "guerra franco-prusiana". Durante la misma solo

participo durante un mes como camillero y enfermero, no obstante, este periodo marcaría el

resto de su vida debido a que contrajo difteria y disentería (o al menos se piensa que fueron

estas las enfermedades que contrajo), marcando su deplorable estado de salud durante el resto

de su vida.

Tras haber desechado la moral cristiana y estando a partir de ahora marcado por el dolor que

le producían las enfermedades que contrajo en el campo de batalla, Nietzsche buscara un

consuelo para la vida, algo que le dé sentido a esta y a su sufrimiento (ahora que las ideas de la

recompensa o castigo eterno habían desaparecido), encontrando para esto consuelo en el

pensamiento de Arthur Schopenhauer.

La filosofía de Schopenhauer es pesimista por necesidad, aceptando que la existencia

humana no es, en general, muy agradable (llegando a considerar que lo mejor sería no haber

nacido, siendo lo mejor tras esto el morir pronto). Para Schopenhauer la única forma de escapar

de este dolor (aunque fuera de forma momentánea) es mediante el arte, sobre todo a través de

la música. Para Nietzsche, la mejor forma de ver esto es mediante la obra de Richard Wagner,

Cristal e Isolda. Nietzsche llegó a considerar a Wagner como un padre, a la vez que consideró

que la cultura europea podría resurgir de sus cenizas a través de su música, volviendo

nuevamente al modelo de la tragedia griega. Todo esto inspiró a Nietzsche a escribir su obra el

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origen de la tragedia en la cual defiende que la música de Wagner representa un ideal

precristiano simbolizado por el Dios griego “Dionisio”. La cultura Dionisiaca era salvajemente

enérgica y musical y Nietzsche la relacionaba con el baile, la embriaguez, los excesos, la alegría

y la insensibilidad hacia el dolor y la tristeza…etc.

Nietzsche fue buscando con más fuerza un significado a la crueldad de la existencia a medida

que su estado de salud iba empeorando (hasta el punto de que a los 30 años de edad ya se

encontraba parcialmente minusválido). La enfermedad de Nietzsche supuso un punto de

inflexión tanto para su vida, como para su filosofía. A la vez que su enfermedad empeoraba, su

relación con Wagner se tensó, debido esto a que Nietzsche estaba totalmente en contra del

creciente nacionalismo que mostraba Wagner. La ruptura total se debió a que Nietzsche

abandonó una de sus obras tras el primer acto de una de sus obras (debido esto a que se empezó

a encontrar mal por su enfermedad, o eso se cree). Tras esta ruptura, para Nietzsche la salida al

sufrimiento que le había aportado la música dejo de ser suficiente.

“Deje de ser pesimista en los años en los que mi vitalidad era más baja, el instinto de auto

restauración me prohibió una filosofía de la pobreza y el desaliento. De hecho, así es como me

parece ahora ese largo periodo de enfermedad. Descubrí la vida de nuevo y a mí mismo;

dediqué mi voluntad a la salud, a la vida, a una filosofía: a la voluntad de poder” (Friedrich

Nietzsche. Ecce Homo. 1889).

Para Nietzsche, todo conocimiento tiene su origen en el cuerpo. Por ello, el autodominio es

mayor en cuanto más se conozca sobre el cuerpo humano, del cuerpo de uno mismo. Para el,

uno de los mayores crímenes del cristianismo había sido negarle valor al cuerpo y centrarse

solo en el alma. Nuestra naturaleza física y psicológica guardan relación con nuestra forma de

pensar. Voluntad de poder = hacerse a uno mismo.

Esta nueva filosofía se concretó en su libro humano, demasiado humano. Este libro animaba

al ser humano a pensar por sí mismo, a aceptarse a uno mismo y buscar sus propias metas.

Desde esta obra Nietzsche se destierra a la soledad, pues sabe de la controversia que esta obra

levantaría. Se veía a sí mismo como una figura heroica errante.

Un año después de su publicación, Nietzsche abandonaría su catedra en la Universidad de

Basilea debido a su delicado estado de salud. Tras esto, se mudaría a la región de Sils-Maria en

los Alpes suizos, donde veranearía los próximos 10 años, pero el resto del tiempo lo pasaría en

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la Riviera francesa o la italiana. Nietzsche contemplaba que solo se podía hacer filosofía en la

soledad.

En 1882 conoció a Lou Andreas-Salomé, su único interés romántico. Junto a ella y a Paul

Rée, viajó a Italia durante todo el año, intentando vivir su filosofía (como espíritus libres).

Nietzsche le declaró matrimonio a ella, siendo rechazado, siendo uno poco más tarde

abandonado por los dos. Esto provocó una profunda crisis de auto desprecio y de furia, llegando

incluso a citar: “A no ser que consiga convertir toda esta porquería en oro, estoy perdido”.

Esto lo acabaría haciendo a través de su obra Así hablaba Zaratustra. Zaratustra es un

personaje de ficción en el que el propio Nietzsche se refleja. Esta es la obra de un hombre

aislado, lo que se traduce en una gran dificultad para encontrar un discípulo. El libro es una

búsqueda para encontrar el público adecuado, y una búsqueda por parte de Zaratustra para

encontrar cuál es su tarea (labor que solo podrá realizar mediante el aislamiento total en las

montañas). En esta obra es donde Nietzsche introduce su idea del “superhombre” (“el hombre

es algo que ha de ser superado”). No lo propone como algo metafísico (externo), sino como

algo interno, el hombre ha de conseguir a superarse a sí mismo. Nietzsche defendía que el ser

humano tenía la obligación de superar sus propias limitaciones. Esta idea sería la que

posteriormente recogería el Nazismo, cuyos defensores verían en Nietzsche a un héroe (como

el padre de su ideología racial). Esto fue así debido a que, con posterioridad a su muerte, su

hermana Elizabeth, defensora de esta ideología, recogería varios de sus escritos y los reeditaría

para promocionar este movimiento. Pero esta es una interpretación totalmente errónea: lo que

de verdad defendía esta idea era la que el hombre debía de conseguir superarse, encontrar un

nuevo camino en total libertad sin Dios, no la de considerar que ciertos hombres son superiores

a otros (y como tal debían de imponerse a los demás).

Nietzsche concebía un mundo más allá del “bien” y del “mal”, más allá de las efímeras

preocupaciones del ser humano. En este momento Nietzsche se aísla totalmente del mundo y

tras una vida llena de dolor y de decepciones tiene como único consuelo a su filosofía. Pero no

tardará en abandonar este aislamiento extremo, mudándose en 1886 a la ciudad de Turín

(representando el descenso de Zaratustra de nuevo a la ciudad).

Es en este momento, tras haberse librado la sociedad de Dios, cuando busca proponer un

nuevo sistema de valores, una nueva moral (lejos de la cristiana), se propone como proyecto la

transvaloración de todos los valores. Busca alejarse totalmente de la moral cristiana, a la cual

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identifica con el mal. El mal es todo aquello que nace de la debilidad, de la piedad (que nos

niega de toda nuestra fuerza), y el cristianismo es la religión de la piedad. Por otra parte,

Nietzsche identifica con el bien todo aquello que eleva el sentido de poder en el hombre, la

voluntad de poder (el propio poder). Nietzsche tenía una gran esperanza puesta en este proyecto,

dedicándole varias obras como El anticristo y El ocaso de los ídolos, pero nunca pudo llegar a

culminar dicho proyecto, pudiendo solo aportar un contenido que, en esencia, estaba vacío (no

pudiendo acabar con el sistema de valores, su objetivo final). Este proyecto le llevo a un rincón

sin salida.

Nietzsche empezó a sumirse en la locura, cosa que podemos ver en las cartas que escribió a

principios de enero de 1889, las cuales firmaba con el nombre de “Dionisio” o “el crucificado”

(considerándose un Dios, que debía soportar todo el dolor de la humanidad). No obstante, esto

puede que le ayudara a reivindicar su idea de que cada uno debía de ser un Dios para sí mismo.

Para Nietzsche, la condición humana era algo que se encontraba entre el superhombre y el

animal, y cada hombre debía decidir qué hacer con su dote como animal, hasta donde puedes

llegar en el camino para convertirte en un Dios. En enero de 1889 Nietzsche sufrió un ataque,

mostrando un total afecto a un caballo que había caído por un exceso de peso. Nietzsche se

abrazó llorando al caballo, pese a que siempre se mostró contrario a la piedad, pero fue capaz

de mostrar una profunda compasión por la condición humana que comparten los animales y los

seres humanos. Tras este ataque fue llevado a un asilo para más tarde ser trasladado a la ciudad

alemana de Weimar, donde pasó sus últimos años recibiendo los cuidados de su madre y su

hermana.

Su última muestra de cordura fue afirmar su identidad, no como un Dios, sino como un ser

lleno de debilidades humanas.

Nietzsche murió en 1900 tras un ataque de apoplejía. Durante los siguientes 30 años su

hermana se hizo con el control de su herencia literaria, la cual manipulo para promocionar la

ideología fascista, convirtiéndolo en el pensador filosófico oficial del tercer Reich, lo cual no

deja de ser irónico pues Nietzsche era contrario a cualquier tipo de nacionalismo. Esta situación

se vio favorecida por varias de las afirmaciones que hizo en su vida como la de “soy dinamita

y voy a hacer volar esta situación”, que serían malinterpretadas. Nietzsche sacrificó su vida por

la filosofía.

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2. OBRA DE NIETZSCHE

A lo largo de la vida y obra de Nietzsche, podemos diferenciar tres etapas (vamos a ordenar

sus obras cronológicamente):

En la primera (1871-1878), se ve la clara influencia de Schopenhauer y Wagner en el joven

Nietzsche. Sus obras son las siguientes:

- Fatum e historia (1862)

- Libertad de la voluntad y fatum (1868)

- Homero y la filología clásica (1869)

- El drama musical griego (1870)

- Sócrates y la tragedia (1870)

- La visión dionisíaca del mundo (1870)

- El Estado griego (1871)

- La visión Dionisíaca del mundo-Sócrates y la tragedia (1870)

- El nacimiento de la tragedia griega en el espíritu de la música (1872): una de sus

primeras y más importantes obras. En ella habla sobre su primera acepción de la

excelencia, el arte trágico. También habla sobre Sócrates y su “hombre teórico”,

quienes acabaron con la tragedia, sublevando la razón por encima de la vida.

- Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (1872)

- Cinco prefacios para libros no escritos (1872)

- La filosofía en la época trágica de los griegos (1873)

- Sobre la verdad y mentira en sentido extramoral (1873).

- Consideraciones intempestivas (1873-1876).

Durante la segunda (1878-1883), se aparta totalmente de la influencia de Schopenhauer y de

Wagner, iniciado su ataque desmedido contra la religión y la ciencia. El arte ya no le es

suficiente para soportar el dolor que produce la vida:

- Humano, demasiado humano (1878): nos habla aquí de que el ser humano existe más

allá de la religión y de la ciencia.

- El caminante y su sombra (1880).

- Aurora (1881): en esta obra atacará a la moral cristiana, como en tantas otras.

- La gaya ciencia (1882): En esta obra habla por primera vez del “eterno retorno” y “la

muerte de Dios”, dos de sus ideas fundamentales y más importantes.

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Finalmente, en la 3 etapa, (1883-1889), la de mayor importancia, será donde Nietzsche sacará

a relucir todo el potencial de su filosofía. Nos presenta aquí sus ideas principales, como son

“el superhombre” y el “eterno retorno”. Lucha contra la moral y filosofía de su tiempo, así

como contra el nihilismo que surge de la muerte de Dios, el cual es necesario superar para que

se produzca la llegada del Superhombre

Se propone eliminar a la moral esclava y hacer una radical “transmutación de valores”, es

decir, acabar con la moral cristiana e imponer una moral de la vida. A este periodo pertenecen

las siguientes obras:

- Así habló Zaratustra (1883-1885). Es la obra básica, la más poética de todas las obras

de Nietzsche (Nietzsche conseguirá embelesar al lector, acercarle a su terreno, todo

ello pese a ofrecer un contenido vacío). Nietzsche en esta obra nos ofrece algo que se

encuentra a caballo entre la filosofía y la poesía (esta obra se encuentra plagada de

metáforas). En esta obra Nietzsche nos habla de sus ideas más importantes: del

superhombre, de la voluntad de poder y del eterno retorno (Idea esta última que

Nietzsche posteriormente reconoce como la principal de esta obra).

- Más allá del bien y del mal (1886). Critica la filosofía, la religión y la moral.

- La voluntad de poder (1886-1906). Aparece la idea del nihilismo como la situación de

nuestro tiempo, en la que se inicia el proceso de superación de los ideales filosóficos,

religiosos y morales que ha criticado en sus obras anteriores.

- La genealogía de la moral (1887). Una crítica de los valores tradicionales de la moral

occidental, de la moral esclava.

- El Anticristo (1888). Es un ataque a la religión y en especial a la moral cristiana.

- El caso Wagner. Un problema para los amantes de la música (1888).

- Ditirambos de Dionisio (1888-1889)

- El crepúsculo de los ídolos. (1888).

- Nietzsche contra Wagner. Documentos de un psicólogo (1889)

- Ecce homo (1888). Es lo más parecido a una autobiografía. Esta obra fue terminada

unos 6 meses antes de que padeciese el colapso cerebral que lo mantuvo postrado

hasta su muerte (el 25 de agosto de 1900). Esta obra supuso un punto y aparte en la

obra de Nietzsche, pues llevo a cabo una aclaración de varias de sus ideas,

consiguiendo únicamente llenar su obra de más contradicciones.

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3. NIETZSCHE Y SU CONTEXTO

- Contexto histórico

Nietzsche vivió a lo largo del siglo XIX, época en la que florecieron los sentimientos

nacionalistas que desembocarían en la unificación de dos nuevos estados: Italia y Alemania.

La unificación de Alemania fue un proceso que abarcaría desde la Guerra Franco-Prusiana

(1870) hasta el nacimiento del 2º Reich, en el cual tendría un importante papel el Canciller

Otto von Bismarck, quien dio inicio a una cultura alemana contraria al catolicismo alemán,

luchando incluso contra el partido católico alemán (a esto se le denomina como cultura del

Kulturkampf). Nietzsche se mostraba totalmente en contra a ambas partes (estaba totalmente

en contra de lo alemán y de lo cristiano).

Este siglo XIX estuvo dominado por la clase burguesa, alentada por lo acontecido durante

la revolución francesa, y que vio crecer su poder tanto político como económico, gracias a la

revolución industrial (situación que la distanciaría de la clase proletaria, con sus respectivas

consecuencias). Esta revolución industrial requeriría una gran cantidad de materias primas y

amplios mercados, lo que desencadenó en la colonización de África y Asia, naciendo así el

denominado como Imperialismo Europeo. En el caso de la colonización de África, esta se

concretó la conferencia de Berlín, y en ella Alemania dejo muy clara sus pretensiones y sus

aires de superioridad. Este reparto tuvo como principal consecuencia el nacimiento del

imperio alemán (este reparto del continente africano también tendrá como consecuencia

multitud de conflictos a lo largo del siglo XX entre aquellos países que querían controlar una

mayor porción de territorio), convirtiéndose en una de las principales potencias mundiales.

La sociedad se encontraba dividida en 2 grupos separados por un abismo: la burguesía y el

proletariado. Esta dualidad vendrá a su vez acompañada de dos corrientes que tratan de

justificar sus propios intereses. Por el bando burgués nos encontramos con el denominado

como “liberalismo”, cuyo precursor fue Adam Smith y que defendía la libertad política y

económica de la burguesía. Como reacción contraria, aparecen las políticas socialistas y

anarquistas, cuyo máximo exponente será la filosofía de Karl Marx. Como en el caso

alemán/cristiano, Nietzsche se posicionará en contra de ambas corrientes (pues estas

proponían un final feliz para la sociedad, ya fuera mediante el avance técnico-científico o

mediante la implantación de una sociedad comunista).

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Por su parte, en lo que a ciencias sociales respecta, el acontecimiento más importante fue la

publicación en 1859 de El origen de las especies de Charles Darwin (donde encontrará,

supuestamente, un sustento para su teoría del “Superhombre”, aunque tal idea fue

posteriormente desmentida por el propio Nietzsche en su obra Ecce homo, desmarcando a su

teoría de cualquier concepción evolucionista). Darwin fue junto a Nietzsche una de las

grandes mentes que hizo tambalearse a la sociedad de su tiempo (la sociedad cristiana), pues

sus obras tendrían unas repercusiones enormes que se dejarían notar con posterioridad.

Para Nietzsche la cultura europea que dominó este siglo fue una clara muestra de la

decadencia del ser humano, el máximo exponente de aquel hombre socrático que nos “regalo”

Sócrates, aquel que mato a la vida.

- Contexto filosófico

En la segunda mitad del siglo XIX, dominó el “positivismo” de Comte, surgiendo

posteriormente otras líneas contrarias a esta, como el “historicismo” de Dilthey y el

“Vitalismo”, dentro del cual se situó el propio Nietzsche (ambas corrientes pretendían

comprender la realidad más allá de la explicación científica).

El positivismo decencia a la razón como único tipo de conocimiento aceptable. Nietzsche

se opone a esto alegando que la ciencia se basa en presupuestos extracientíficos y en las

matemáticas (las cuales no existen en la realidad). Su filosofía es una crítica total contra el

pensamiento que va desde la ilustración hasta el idealismo de Hegel (que considera a la razón

y la ciencia, así como la libertad, como los únicos motores que mueven al hombre, como los

únicos motores de la historia). Además de por este vitalismo, Nietzsche se vería influenciado

por el pesimismo de Schopenhauer, filósofo que influyo enormemente en Nietzsche y que

defendía que la única forma de conocer al mundo era por medio de la subjetividad, siendo

dentro de la misma, la mejor forma de acercarse la sensibilidad (cuestión que veremos muy

bien plasmada en la obra de Nietzsche). Defendió que el mundo es nuestra representación de

él (a través de nuestra percepción). Este mundo que representamos es voluntad de existir, de

perdurar en el ser (siendo esto lo que explica tomo acción, cambio o movimiento del mismo).

En esta época también tendrá una grandísima importancia la filosofía de Karl Marx, otro

de los padres de la sospecha, que harán tambalearse los cimientos de la sociedad, cosa que en

este caso es más fácil de ver, pues debido a su filosofía, este siglo fue el siglo de las

14

revoluciones del movimiento obrero. Marx justifica unas relaciones humanas de producción y

no de educación social. En este conjunto, también aparecen otros dos conceptos: socialismo

utópico y el socialismo científico.

No obstante, a los dos principales movimientos filosóficos a los que Nietzsche se adscribe

son: el vitalismo y la filosofía de Schopenhauer. El vitalismo, como ya hemos mencionado, es

una corriente filosófica que se opone al positivismo de Comte y que vendrá a defender una

exaltación de la vida, y más concretamente a la parte más afectiva (la parte más irracional del

hombre), frente a la racionalización científica del mundo, es decir, se puede alcanzar el

conocimiento, el cual se encuentra dentro de la vida.

A este grupo de “los maestros de la sospecha” (expresión creada por el filósofo francés

Paul Ricoeur), pertenecían 3 figuras esenciales de esta época histórica: Nietzsche (filosofía),

Marx (sociología histórica) y Freud (psicología). Estos 3 hombres cambiaron la forma de

pensar de su época, haciendo tambalear los pilares de la civilización occidental.

- Contexto artístico

El realismo, movimiento que se extendió desde el Siglo XVIII, hasta principios del XIX,

está en plena decadencia, sufriendo diversos ataques como por el ejemplo el expresionismo

francés, encabezado por Monet.

En cuanto a la música, lo más destacado será el “romanticismo”, donde destacó Richard

Wagner (quien fue íntimo amigo de Nietzsche). Wagner era partidario de recuperar la

mitología Germana, alegando que tenía más tradición que la cristiana (siguiendo por la línea

del Kulturkampf).

En lo literario, destacarán el movimiento del “Simbolismo”, así como la bohemia francesa.

15

4. LA TRAGEDIA GRIEGA

“Mucho es lo que habremos ganado para la ciencia estética cuando hayamos llegado no slo

a la intelección lógica, sino a la seguridad inmediata de la intuición de que el desarrollo del

arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisíaco: de modo similar a como la

generación depende de la dualidad de los sexos, entre los cuales la lucha es constante y la

reconciliación se efectúa solo periódicamente. Esos nombres se los tomamos en préstamo a

los griegos, los cuales hacen perceptibles al hombre inteligente las profundas doctrinas

secretas de su visión del arte, no, ciertamente, con conceptos, sino con las figuras

incisivamente claras del mundo de sus dioses. Con sus dos divinidades artísticas, Apolo y

Dionisos, se enlaza nuestro conocimiento de que en el mundo griego subsiste una antesis

enorme, en cuanto a origen y metas, entre el arte del escultor, arte apolíneo, y el arte no-

escultórico de la música, que es el arte de Dionisos: esos dos instintos tan diferentes marchan

uno al lado de otro, casi siempre en abierta discordia entre s y excitándose mutuamente a dar

a luz frutos nuevos y cada vez más vigorosos, para perpetuar en ellos la lucha de aquella

antesis, sobre la cual solo en apariencia tiende un puente la común palabra «arte»: hasta

que, finalmente, por un milagroso acto metafísico de la «voluntad» helénica, se muestran

apareados entre s, y en ese apareamiento acaban engendrando la obra de arte a la vez

dionisíaca y apolínea de la tragedia ática” (Friedrich Nietzsche. 1872)

Con este párrafo empieza Nietzsche fue “el nacimiento de la tragedia”, su primera gran

obra, la cual marcaría el rumbo del resto de su obra, publicada en los últimos días del año

1871 en Leipzig. Nietzsche llego a profesor en la universidad de Basilea en el año 1869,

teniendo entonces 24 años de edad, siendo nombrado “profesor extraordinario de filología

clásica en la Universidad de Basilea y profesor de lengua griega en la clase superior de

“Pedagogium”. Esta obra supuso su carta de presentación ante el mundo académico (aunque

supuso una decepción para los dirigentes de la Universidad, pues esperaba que esta fuese una

obra sobre la filología, cosa que no fue). A la hora de llevar a cabo esta obra llevo a 3 estudios

preparatorios para la misma: El drama musical griego, Sócrates y la tragedia y La visión

dionisíaca del mundo. En estas 3 obras aparecen ya sintetizadas las ideas que tratará en su

obra.

Nietzsche comenzará esta obra postulando que el desarrollo del arte griego esté ligado a la

duplicidad de dos divinidades: Apolo y Dionisio. Ambas divinidades representan antítesis

estilísticas que caminan una junto a otra (casi siempre enfrentadas entre sí). Por un lado,

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tenemos a Apolo que representa el mundo artístico del sueño, y con ello a la escultura y a la

poesía épica; y por el otro tenemos a Dionisio, que representa el mundo de la embriaguez,

siendo su mayor exponente la música. Pero llegado un momento se producirá un milagro y

ambas divinidades se entrelazarán, naciendo en ese momento la tragedia griega.

En un primer momento, Apolo era el Dios del arte en el mundo griego, en cuanto a que era

el dios de las representaciones oníricas. La bella apariencia de los mundos oníricos supone la

base de todo arte figurativo, pues aquí, en palabras textuales de Nietzsche, "Gozamos en la

comprensión inmediata de la figura, todas las formas nos hablan, no existe nada indiferente

ni innecesario” (Friedrich Nietzsche. 1872). Este mundo onírico solo es una apariencia del

mundo real, el cual a su vez es transformado también por esa bella apariencia, convirtiéndose

ahora en eso, en una mera apariencia detrás de la cual se esconde el UNO primordial. Para

Nietzsche, el sustrato común de nosotros experimenta el sueño con profundo placer y alegre

necesidad. La relación que el artista sensible mantiene con la realidad del sueño es igual a la

que mantiene el filósofo con la realidad de la existencia: ambos las contemplan con gusto y

sacan de estas su interpretación de la vida. De esta alegre necesidad se puede decir que Apolo

además es el dios de la luz, que domina la bella apariencia de lo interno de la fantasía, que se

muestra perfecta frente a la realidad diurna, siendo el arte la única razón que hacen a esta

última digna de vivirse. No obstante, no hay que olvidar que la esencia de Apolo es la

mesurada limitación, el estar libre de las emociones más salvajes, ese sabio sosiego del Dios-

escultor (mantener esa bella apariencia por encima de todo). Esta divinidad representa

perfectamente el principio de individualidad. Para Nietzsche este Dios representa una

negación de la vida. Esta mesura es una forma de falsear la vida para poder sobrellevarla,

creando así un Partenón de Dioses en los que mirarse, siendo este un espejo transfigurador,

siendo ahora la vida lo apetecible de vivirse, siendo la mayor de las tragedias el separarse de

la misma. Este Dios representa la apariencia, lo que no es. Y si entonces la mesura es lo no-

real, ¿Qué será lo real? La desmesura.

Frente a Apolo encontramos al dios de la embriaguez, a ese Dios que quiere romper ese

principio de individualidad (con esa mesura), a Dionisio. A través del influjo de bebidas

narcóticas, o bien con la aproximación poderosa de la primavera (que impregna a toda la

naturaleza, manifestándose esta aquí en su forma más álgida) se despiertan las emociones

dionisíacas que llevan a la desaparición del individuo que se ha olvidado completamente de sí

mismo. Es en este momento cuando se renueva la alianza entre los seres humanos,

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despareciendo cualquier tipo de delimitación social que existiese ("Ahora el esclavo es

hombre libre"). Durante esta festividad además se produce la reconciliación con la naturaleza

enajenada, hostil o subyugada. Ahora la humanidad se siente fundida en una única cosa,

perteneciente a una comunidad superior. El ser humano ya no es un artista, se ha convertido

en una obra de arte. No obstante, debemos de hacer un apunte que mucha gente pasa por alto

(siendo esto un error), el artista dionisiaco es consciente de esta embriaguez, teniendo que

estar pendiente de sí mismo, encontrando así pues a este artista no solo en la embriaguez, sino

en el punto intermedio entre embriaguez y sobriedad.

Dionisio era una divinidad extranjera, proveniente de otros rincones donde se practicaban

cultos Dionisiacos "barbaros". En estos cultos, la parte central consistía en un desenfreno

sexual que se imponía por encima de todo, desencadenándose las mayores bestias de la

naturaleza, que se funden en voluptuosidad y crueldad. Durante muchos años Apolo mantuvo

a salvo a los griegos de su influencia, repeliéndolo (siendo buena muestra de ello el arte

dórico). No obstante, llego un momento en el que la deidad dejo de "estrangular" a Dionisio,

iniciándose una reconciliación entre ambos, acontecimiento que dio inicio a una gran

revolución que transformaría al mundo griego, especialmente al arte. No obstante, Dionisio

fue guiado por Apolo de forma delicada (sin que este se diera cuenta), apareciendo así la orgia

dionisiaca griega, la cual abandona su concepción bárbara anterior, pasando ahora a ser "una

festividad de redención del mundo y de días de transfiguración. Solo en ella alcanza la

naturaleza su júbilo artístico, solo en ella el desgarramiento del principio individual se

convierte en un fenómeno artístico" (Friedrich Nietzsche. 1872).

Es pues en este momento en el que nace la tragedia griega, a través de ambas deidades que

se juntan para formar un mismo arte. Nietzsche explicará el nacimiento de la tragedia de la

siguiente forma: "En el éxtasis del estado dionisíaco quedan separados entre sí el mundo de

la realidad cotidiana y el mundo de la realidad dionisíaca. Pero tan pronto como la primera

vuelve a penetrar en la consciencia, en sentido en cuanto tal como nausea. En el pensamiento

lo dionisíaco es contrapuesto, como un orden superior del mundo, a un orden vulgar y malo:

el griego quería una huida absoluta de este mundo de culpa y de destino. Apenas se

consolaba con un mundo después de la muerte: su anhelo tendía más alto, más allá de los

dioses, el griego negaba la existencia, junto con su policromo y resplandeciente reflejo en los

dioses. En la consciencia del despertar de la embriaguez ve por todas partes lo espantoso o

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absurdo del ser hombre: esto le produce nausea" (Friedrich Nietzsche. El nacimiento de la

tragedia en el espíritu de la música. 1872).

Como bien nos dice Juan Martin Prada, Nietzsche nos compara aquí al hombre Dionisiaco

con Hamlet: ambos han visto la esencia de las cosas y ambos sienten nauseas de obrar, pues

sienten que el mundo no se puede transformar (pues no se puede alterar la esencia eterna de

las cosas) y este se ha salido de quicio. El hombre ve ahora el absurdo del ser, sintiendo

náuseas y llegando al límite más peligroso que la voluntad Helénica, con su principio básico

optimista apolínea, podía permitir. Esta situación no podía quedar así, por lo que sería

necesaria la intervención de la voluntad Helénica con su fuerza curativa natural para dar la

vuelta a este estado de ánimo negador, y el medio del que se servirá para tal fin no será otro

que la obra de arte trágica. Lo Dionisiaco no podía ser reprimido, pues desbordaba por todas

las venas de la vida, por ello se improvisó esta alianza fraternal entre ambas divinidades.

Para Nietzsche la meta suprema de la tragedia griega (y del arte en general) es que

Dionisio hable el lenguaje de Apolo y que Apolo hable el lenguaje de Dionisio. Así pues,

tomaremos la definición que otorga Juan Martín Prada: "Debemos ver la tragedia griega

como un coro dionisiaco que se descarga en un mundo apolíneo de imágenes. El drama sería

por tanto la manifestación apolínea sensible de conocimientos dionisiacos. Ese fondo

primordial de la tragedia irradiaría aquella visión en que consiste el drama, visión que es en

su totalidad una apariencia onírica y, por tanto, de naturaliza épica, pero que también es

objetivación de un estado dionisíaco".

La tragedia griega surgió del coro trágico, auténtico drama primordial, y del cual es

blasfemo decir que supone una "representación constitucional del pueblo". En esta obra las

constituciones políticas antiguas no tienen cabida (no existe una explicación política del

coro). Otra explicación del mismo lo otorga Schelegel, quien nos invita a ver el coro como "el

espectador ideal", el cual es aquel que pasa a formar parte de la escena. Esto último también

es erróneo para Nietzsche porque considera que el espectador sin espectáculo es un concepto

absurdo. Mucho más valor tendrá el significado que otorga Schiller, el cual ve al coro como

"un muro viviente tendido por la tragedia a su alrededor para aislarse nítidamente del mundo

real y preservar su suelo ideal y su libertad poética", quien declara la guerra al naturalismo en

el arte. No obstante, este arte superaría el "pseudoidealismo" de Schiller. La tragedia se

sustenta en un fingido estado natural y en unos fingidos seres naturales, lo que supondrá desde

un principio ofrecer una penosa imagen de la realidad. Pero el mundo de la tragedia es un

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mundo dotado de la misma realidad y credibilidad que para el griego tenía el Olimpo y sus

dioses. Esta tragedia supone la desaparición del estado y la sociedad, de los abismos que

separan a unos hombres de otros. La tragedia según Nietzsche nos ofrece un "consuelo

metafísico" (la vida es indestructiblemente poderosa y placentera), que se manifiesta con un

coro de sátiros, el cual se mantendrá por siempre inalterable. Este coro. El arte se nos presenta

como un mago que salva y que cura, acabando con esa nausea sobre lo espantoso y absurdo

de la existencia, convirtiéndolo en representaciones con las que se puede vivir: lo sublime

(sometimiento artístico de lo espantoso) y lo ridículo o cómico (descarga artística de la náusea

de lo absurdo). Ambos estarían más allá del mundo de la apariencia y no coincidirían con la

realidad, siendo más bien un espacio intermedio entre la belleza y la realidad.

El actor griego (en quien encontramos al hombre dionisiaco "representado") aspira a la

apariencia y a la verosimilitud, y no ya a la bella apariencia y a la realidad. Este actor, junto

con el coro, deberá quedar mediante el juego de la embriaguez, liberado de la misma. Es en

este momento en el que Apolo salva al griego tanto de la clarividencia, como de la náusea

producida por la existencia, todo ello mediante la obra de arte del pensamiento trágico-

cómico.

Surge ahora un nuevo mundo artístico el cual otorgaba una nueva visión de los dioses y del

mundo, fuera ya de la bella apariencia. Dejaron de ser bellos, absorbiendo el orden anterior,

así como su sublimidad. La voluntad apolínea adopto así la voluntad dionisiaca. Esta antigua

antítesis entre ambas divinidades buscaba a una glorificación más alta a través del arte trágico,

el cual se servía de la apariencia, que pasa a ser observada como símbolo de la verdad

(elemento que queda claro con el uso de las máscaras).

También debemos de hablar del declive de la tragedia, atribuyéndosela Nietzsche a

Eurípides, creador de la "comedia ática nueva", aquel que para Nietzsche no comprendió la

tragedia. Lo que Eurípides hizo fue llevar al espectador al escenario, dejando de lado todo lo

heroico, para sustituirlo en su lugar por lo cotidiano. El espectador dejaba así de verse

reflejado en un espejo bañado por la heroicidad, grandeza y audacia, para verse ahora

reflejado en un espejo que representaba con gran fidelidad al propio espectador. Así pues, aun

es lícito hablar de la "jovialidad griega", pero este paso a ser una jovialidad esclava: no tener

aspiraciones a hacer algo grande, y lo único que tiene valor (por encima del pasado o del

futuro) es el presente. Según Nietzsche, Eurípides no entendió la tragedia, lo cual le llevo a

despojarla de lo Dionisiaco (rebajando a la música a una mera esclava de la apariencia),

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matándola con ello. Eurípides ahuyento a lo Dionisiaco de la escena. Pero no fue el propio

Eurípides el que cometió tal fatalidad, sino el "demon" que habló por su boca, Sócrates. La

antítesis de lo apolíneo y lo dionisiaco dejó paso ahora a la antítesis de lo dionisiaco con lo

socrático. Cuando Eurípides se dio cuenta de su error ya era tarde, la tragedia está condenada

a la muerte. Eurípides en un primer momento intentó cimentar su drama únicamente en lo

apolíneo, no obstante, no lo conseguirá. Esto le llevo a optar por una tendencia naturalista y

no artística, acercándose así al denominado como "socratismo estético", el cual defendía que

para que las cosas sean bellas deben de ser conocibles, y por tanto el virtuoso solamente será

el conocedor. Para Eurípides la tragedia esquileosofoclea, hacía que el espectador prestara

más atención a los acontecimientos anteriores a la obra y en cómo esta terminaría. Por ello

decidió exponer todos los acontecimientos anteriores a la obra y los que sucederán en la

misma con la intención de que el espectador se centre en el presente lírico, en el "drama"

propiamente dicho. Así pues, es licito considerar a Eurípides como el poeta del socratismo

estético que Nietzsche tanto odiaba.

Sócrates condenó el arte y la ética entonces vigentes con su aire de superioridad, viendo en

toda falta de inteligencia, sustituida por el poder de la ilusión, infiriendo de esto que lo

existente es íntimamente absurdo y repudiable. Esto le llevo a creer que debía de corregir la

existencia, creando para ello un nuevo mundo que deberíamos considerar como la máxima

fortuna, siendo este por el contrario un mundo que se derrumba. Para Sócrates el arte trágico

era algo irracional que solo representaba lo agradable y no lo útil, por lo cual lo rechazó

completamente.

También nos vamos a detener en esa desaparición de la música de la obra trágica,

momento en el que esta pereció pues, según Nietzsche, esta tragedia solo podía brotar a partir

de la música. Este elemento ya fue perdiendo parte de su fuerza con Sófocles, quien coordinó

el coro con los actores, matando su esencia. Más tarde con Eurípides esta desaparecería,

destruyendo totalmente la esencia de la tragedia, que había sido la de manifestar e ilustrar

estados dionisíacos, simbolizados visualmente a través de la música, como el mundo onírico

de una embriaguez dionisíaca. La palabra solo puede aspirar a un carácter superficial,

mientras que la música va más allá. Dice Nietzsche que la música griega era mucho más rica

de lo que nosotros podemos llegar a conocer, quedándome aquí con estas palabras: "los

griegos son unos niños que no saben que sublime juguete ha nacido y ha quedado roto en sus

manos

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Nietzsche justificó que la tragedia necesitaba de la música pues considera que a través de

esta podemos intuir simbólicamente la universalidad dionisíaca, además de que esta hace

aparecer esta imagen simbólica en una significatividad suprema. Para Nietzsche el mayor

conocimiento que podemos obtener de la estética lo podemos encontrar en la afirmación

hecha por Schopenhauer, la cual decía que la música no supone un reflejo de la apariencia de

sino de la voluntad, representando por ello la cosa en sí. Este origen único y distinto de la

música con respecto a las demás artes hace que, por tanto, tenga también una meta distinta a

las demás artes. Así pues mientras que el arte apolíneo, la escultura, trata de dar un sentido a

la vida mediante una apariencia falseada, el arte dionisíaco busca incentivar al artista a buscar

el placer de la vida fuera de esa apariencia, detrás de ellas, en el UNO primordial,

convirtiéndose en el proceso (de forma breve) en "el ser primordial" (teniendo para ello que

mirar en los horrores de la existencia individual); y en cuanto esto sucede, se le hará necesario

acabar con la apariencia debido a la sobre plenitud que le inundará.

Nietzsche guardaba aún esperanza de que se pudiera alcanzar un redespertar artístico de la

tragedia (redespertar que mostró indicios, para Nietzsche, en la obra de Wagner) y de la

"consideración trágica del mundo" (que tenía su antítesis en la "consideración teórica del

mismo"). Esto se alcanzaría en el momento en el que la ciencia fuese llevada a su límite,

demostrando con ellos sus limitaciones. Esto supondría la victoria de la consideración trágica

del mundo, con respecto a la consideración teórica (sobre la cual se asentaba la cultura

occidental), quedando así sustituida la ciencia por la sabiduría, obteniéndose con ello una

imagen total (y no fragmentaria) del mundo. Relacionado con esto está la idea de Nietzsche

de que la obra trágica era una obra "completa", es decir, un arte que reúne al resto de artes:

recitación, canto, música, baile, poesía y escultura; y como tal, el espectador ha de buscar

contemplar y gozar esta obra de arte completa como un hombre completo.

- La sacralización del arte

Muy relacionado con el tema de la tragedia está el asunto de la sacralización del arte por

parte de Nietzsche, o más bien, el joven Nietzsche.

Para la autora Encarna Alonso Valero (2004), Nietzsche consideraba el arte como una

actividad propiamente metafísica y como reveladora de la verdad, el cual constituye el prisma

desde el que interpreta la vida: “Solo como fenómeno estético están eternamente justificados

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la existencia y el mundo” (Friedrich Nietzsche. El nacimiento de la tragedia en el espíritu de

la música. 1872). Ocupa por tanto la posición de actividad metafísica debido a que pregunta y

ofrece respuestas sobre el sentido de la vida, siendo a su vez el estímulo más poderoso de la

vida. Nietzsche establece así un nuevo concepto de la verdad, referido al ámbito de lo estético

y ligado al arte y a la revelación. Desde la óptica de la vida, el arte tiene más valor que la

verdad (siendo por esto uno de los objetivos principales de Nietzsche el “ver la ciencia con la

óptica del artista, y el arte, con la de la vida” (Friedrich Nietzsche. 1872)). En el arte, según

Nietzsche, se produce un paso desde el arte ascendente, afirmador de la vida, al arte del

enfermo. Esto hay que entenderlo como la base de la oposición entre el hombre tráfico y el

hombre teórico, y lo trágico para Nietzsche siempre es afirmación de la vida.

Para la autora Remedios Ávila, tanto el poeta, como el músico y los artistas en general, son

aquellos que, frente a los científicos, el hombre teórico, están mejor dotados para comprender

el mundo, el devenir constante, el Uno primordial en el que se encuentran todas las realidades,

todas las manifestaciones de la vida. Nietzsche busco siempre desacralizar a Dios y a todo lo

venerable, pero esto no lo hará con el arte, al cual le otorga una función casi sagrada.

Para Nietzsche el artista dionisíaco, mediante la música, se identifica con lo Uno

primordial. Se nos presenta al artista como un “médium” conocedor de la “esencia eterna del

arte”, que además puede fusionarse con su propia creación artística, pasando el artista a ser a

la vez sujeto y objeto, en poeta, actor y espectador.

El nacimiento de la tragedia fue la primera gran obra escrita por Nietzsche, la cual forma

parte de su etapa de producción más influenciada por el periodo romántico. Más tarde

Nietzsche proclamo la “muerte de Dios”, declarando una profunda crisis extrema. Esta

proclamación también esconde una desconfianza por aquellas fuentes de certeza o de

seguridad que han ido ocupando el lugar de Dios en el mundo moderno, siendo estos

sustitutos la Razón, el Estado y la Ciencia. Así pues, esta muerte no solo atañe la muerte de

Dios, sino también de todas estas instituciones sustitutivas. Esta crisis nace con el

“platonismo” el cual marcara el rumbo de la cultura occidental, y que daría paso al nihilismo:

estado de desorientación y de cuestionamiento de todo, en el que se han perdido las

referencias, incluidas las estéticas. Así pues, Nietzsche se propone luchar contra esta

metafísica monoteísta mediante una metafísica pagana.

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La fase nihilista es una fase de transición en la que se supera la tradición occidental

platónica y cristiana y se da paso a una tarea reconstructiva, la cual correspondería al filósofo

artista, quien más que descubrir la verdad, la crea.

En Así hablo Zaratustra vemos el ejemplo más claro de que Nietzsche no buscó

desacralizar el arte y la poesía, manifestando en esta obra la nueva forma de hacer filosofía, el

trabajo creativo del filósofo artista. Zaratustra es un poeta, y como tal miente mucho.

También pone de manifiesto la diferencia entre el poeta y el hombre veraz.

5. EL NIHILISMO

Esta idea la podemos ver en la obra de Nietzsche Así habló Zaratustra. En esta obra habla

también Nietzsche sobre la muerte de Dios, provocada por nosotros, el hombre. Nietzsche se

refiere al hombre como “el infierno de Dios” refiriéndose aquí más concretamente al amor

que él nos procesa, siendo este mismo amor el que lo matará. Dios muere ahogado por la

piedad hacia el hombre.

Este superhombre nace del nihilismo (idea que constituye el centro nodal de toda su

filosofía, desde el principio hasta el final, el tema del nihilismo es una constante), más

concretamente de la superación del mismo:

Guilles Deleuze, en su obra Nietzsche y la filosofía (1962) nos habla de que el nihilismo,

no significa no ser, sino más bien valor de nada. La vida toma un valor de nada cuando se la

niega o desprecia. Esta depreciación viene cuando se falsea a la vida, cuando se le da una

“apariencia”, la cual oculta su verdadero ser. La vida es representada como una mera

apariencia, tomando un valor de nada. Esta depreciación se hace en beneficio de otro mundo

suprasensible, en cuyo centro se han colocado a lo largo del tiempo diferentes conceptos

(Dios, la esencia, el bien, lo verdadero). Junto a este mundo encontramos unos "valores

superiores de la vida", los cuales se encargarán de despreciar la vida, negar este mundo. Así

pues, la palabra “Nihilismo", en su primer sentido y en su fundamento, significa "valor de la

nada tomado por la vida, ficción de los valores superiores que le dan este valor de la nada,

voluntad de la nada expresada en estos valores superiores" (Guilles Deleuze. 1962). Todo

esto representa para Nietzsche la decadencia de la cultura de occidente, cuya base está anclada

en el cristianismo, en la figura de Dios y en la creencia de un más allá, que le quita valor al

mundo real.

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No obstante, el nihilismo tiene un segundo significado más corriente. Ya no significa

voluntad, sino reacción contra el mundo suprasensible, al cual se le niega toda validez. Ya no

hablamos aquí de una desvalorización de la vida, sino una desvalorización de los propios

valores superiores. Así pues, el nihilismo niega a Dios, lo bueno, lo verdadero, a todas las

formas de lo suprasensible. Se produce entonces aquí la muerte de Dios.

Podemos ver como se pasa, en un primer momento, de despreciar la vida desde la altura de

los valores superiores, que la negaban, a pasar ahora a quedarse solo con la vida, pero esta

sigue siendo aquella vida que era despreciada, siendo este un mundo sin valores, desprovisto

de sentido y de finalidad, rodando cada vez más lejos hacia su propia nada. En un primer

momento se reducía la vida a la apariencia en favor de la esencia, para más tarde negar esa

esencia, pero aún conservar la apariencia. Así pues, Guilles Deleuze (1962) nos hablará aquí

del “nihilismo negativo”, el cual niega la vida falseándola y dotándole de una falsa apariencia,

derivado todo ello de la creencia en un mundo suprasensible y en Dios, y en segundo lugar del

“nihilismo reactivo”, el cual niega a Dios y todos los valores superiores, quedándose solo con

el mundo real, del cual aún guarda una imagen depreciada. Surgirá entonces la necesidad de

sustituir estos valores por unos nuevos, pudiendo encontrar aquí dos reacciones diferentes: el

“nihilismo pasivo” y el “nihilismo activo”.

Dios ha muerto, pero ¿De qué ha muerto? De piedad, dice Nietzsche. La piedad es amor a

la vida, pero a la vida enferma y débil, reactiva. Se beneficia de esta todo aquel que odia a la

vida y que se sirve de la misma para negarla. La piedad es la práctica del Nihilismo, persuade

hacia la nada, pero aquí, la nada se sustituye por Dios, por la verdadera vida, por el más allá.

Así pues, lo que nos encontramos es una piedad hacia la vida reactiva en nombre de los

valores superiores. Dios se asfixia de tanta piedad, muriendo al no poder soportar más. El

hombre busca acabar con Dios y ocupar su lugar, estableciendo sus valores. EL hombre

reactivo se sirve del resentimiento y de la mala conciencia para matar a Dios, pero no lo

conseguirá, dando lugar al nihilismo pasivo: “mejor no tener valores que valores superiores,

mejor tener la nada como voluntad que la voluntad de la nada” (Guilles Deleuze. 1962).

Mejor matar a Dios, aunque eso suponga que quedemos sumidos en la nada.

Así pues, el nihilismo pasivo es un estado de crisis, en el que, tras la muerte de Dios y la

eliminación de los valores superiores, el hombre entra en un estado de ansiedad pues ha

perdido todo aquello a lo que se aferraba. Esto hace que, para él, la vida pierda su sentido y su

finalidad, ha tomado el valor de algo insostenible, vacío y carente de sentido. Todo esto lleva

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a la inacción, pues estos nihilistas son incapaces de crear nuevos valores más allá de Dios,

más allá del bien y del mal. El hombre se ve abocado a la inacción, a la negación del deseo, al

suicidio; y todo esto le imposibilita el poder llegar a abrazar a la vida.

Frente a este nihilismo, aparecerá el nihilismo activo, que surge como consecuencia

necesaria del distanciamiento y replanteamiento del platonismo y cristianismo, de los valores

occidentales tradicionales. Es un nihilismo de actitud activa, que acepta la muerte de Dios e

incluso ayuda a la muerte del mismo, a la destrucción de los valores occidentales, buscando

sustituir a estos con otros valores. Este nihilismo nos conducirá a una nueva valoración de la

vida y del ser. Esta nueva valoración no surgirá ya de la razón, sino que surgirá desde el

instinto, desde la “voluntad de poder”. Esta voluntad de poder nos empujará a la creación de

unos nuevos valores “vitales”, que se encuentran más allá del bien y del mal. Se crea un

nuevo sistema de valores de acorde con la vida, desde la pluralidad y perspectivismo, pues

será un sistema de valores propio e individual. En definitiva, se busca acabar con el Dios

omnipotente para reemplazarlo por nosotros mismos, convertidos todos y cada uno de

nosotros en dioses finitos, teniendo cada uno por guía nuestra propia voluntad de poder.

Por todo ello, Nietzsche no considera que el Nihilismo sea un acontecimiento histórico,

sino que es el motor propio de la historia del hombre, como historia universal. Todo este

proceso que se inicia con la negación y falseamiento de la vida de la vida, pasando después

por la muerte de Dios y la búsqueda de un nuevo sistema de valores, es un proceso necesario

para poder superar al “último hombre”, aquel que no había podido superar su muerte. Y la

forma de superar a este último hombre sería mediante el superhombre.

La forma de alcanzar a este superhombre sería mediante la superación del nihilismo activo

mediante un nuevo sistema de valores, el cual llegará en el momento en que se afirme la vida

y se produzca el total triunfo de la voluntad de poder. Todo esto nos permitirá dejar

totalmente atrás el nihilismo, algo necesario para que se pueda volver a dar una nueva

transmutación de los valores, en la cual se recuperarán los valores aristocráticos y se

producirá una reafirmación de la naturaleza y de la vida. Esta transmutación supondrá un

alzamiento de lo múltiple y el devenir, sobre lo individual. Todo esto permitirá la llegada del

superhombre.

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6. LA MORAL DEL ESCLAVO

Nietzsche es totalmente contrario a la moral de la compasión de la que hacía gala

Schopenhauer, moral que tendía a negar a la vida., haciendo que la voluntad se volviese

contra la vida. Para Nietzsche esta moral es una enfermedad que hay que erradicar, habiendo

para ello que acabar con la compasión. Esta moral hace que sea necesario cuestionar el

“valor” de los valores, tiendo para ello que indagar en su origen, como surgieron, en qué

circunstancias…etc. Esto nunca se había realizado, siendo el ejemplo más claro el valor

“bueno”, que siempre se ha tomado más valioso que el valor “malo”, no obstante, esto hay

que cuestionárselo, pues ¿Y si por culpa de esto, el hombre no ha podido alcanzar su mayor

capacidad de poderío y esplendor?

Podemos ver como al principio de La genealogía de la moral, Nietzsche establece un

cierto paralelismo entre nosotros y este conocimiento de los valores morales: “No nos

conocemos a nosotros mismos, nosotros los conocedores. Pero esto tiene su razón de ser. Si

nunca nos hemos buscado, ¿Cómo íbamos a poder encontrarnos algún día? ¿Cómo podemos

conocer o comprender estos valores morales si nunca hemos buscado su origen?

Para Nietzsche el valor “bueno” proviene de la nobleza, de los poderosos, que ver sus

propias obras como buenas y en contraposición a estas estaba lo malo, lo bajo, rastrero, ruin y

plebeyo. De aquí surge la contraposición “bueno” y “malo”, de esta dualidad de clases. Son

los nobles lo que crean un nuevo lenguaje, otorgan palabra a lo que no tenía, para así ejercer

un dominio sobre los demás. Así pues, el concepto de bueno no tenía que ir ligado

desinteresado y beneficioso para los demás. Pero poco a poco podemos ir viendo cómo se

produce una reversión de estos valores morales (con la aparición del cristianismo), siendo

ahora ligados al egoísmo (malo) y al desinterés (bueno). En todas las distintas lenguas,

“bueno” se utiliza para designar a lo excelente, noble en sentido estamental y más tarde en el

sentido de “alma excelente”. Por su parte la palabra “mal” sigue una línea paralela,

designando a lo plebeyo, bajo, sencillo y vulgar, que se encuentra opuesto a lo noble. Más

tarde, en la guerra de los 30 años, alcanzaría su valor usual hoy día.

Se sigue pensando que los nobles se autodenominaron buenos para sentirse superiores: los

poderosos, los que mandan, los poseedores, los ricos. En un primer momento lo que este

término venía a recalcar era el carácter veraz del hombre noble, alguien que es verdadero.

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Pero durante la decadencia de la nobleza, este concepto pasaría a designar a la “nobleza del

alma”.

En lo que respecta al término “mal”, este designa al hombre vulgar, a quien identifica con

un color de piel y pelo oscuros. Por otra parte, este identifica al noble con un pelo rubio,

apropiándose la cultura alemana de tal ascendencia.

Durante mucho tiempo se puedo ver un ferviente enfrentamiento entre la aristocracia y la

“aristocracia” sacerdotal, enfrentamiento derivado en primera constancia por la envidia de

estos últimos hacia los primeros. Los juicios de valor caballeresco-aristocrático van ligados a

una salud floreciente: la guerra, la aventura, la caza, la danza… en definitiva, todo obrar que

implique fuerza, libertad y alegría. Por su parte, esta aristocracia sacerdotal siente envidia

debido a su impotencia, lo que les hace aumentar su odio hacia esta nobleza caballeresca. Esto

alcanza su máximo esplendor dentro del pueblo judío, capaz este de llevar a cabo una

transvaloración de los valores, la cual dejo a los nobles como los malos y a los desgraciados

como los buenos. Solo aquel que sea digno de compadecer será bueno. Por su parte, los

nobles pasan a ser los lascivos, los insaciables, los impíos… los malvados. Comienza con esto

la “rebelión de los esclavos de la moral”, la cual resulto victoriosa y persiste aún a día de hoy.

Esta transvaloración es el resultado del más perfecto y profundo de los odios, del cual

puedo incluso emanar un nuevo amor, el más profundo y sublime. Mientras ese odio va

creciendo y hundiendo sus raíces cada vez más hondo, también crecerá ese amor, como una

copa frondosa del mismo árbol. Esta reversión se ve completa mediante la seducción,

atrayendo al pobre, al desgraciado hacia ella. Ese Jesús de Nazaret sirve como reclamo para

atraer a todo aquel que se ve desgraciado y desprotegido, sirviendo este Jesús como una

imagen de perdón y de bondad, frente a ese Dios que vemos en el antiguo testamente, regido

por la crueldad y el castigo. Este Jesús es un anzuelo puesto por los mismos judíos, quienes lo

clavan en la cruz, como si de un anzuelo se tratase. Así pues, la horrenda imagen de Dios

crucificado en la cruz, es la misma que sirve como señuelo, mostrándose este Dios como un

salvador del hombre mediante su propio sacrificio.

Así pues, somos testigos de la victoria de lo plebeyo y la derrota de lo noble, gracias ello a

la religión. No obstante, si antes hablamos que esta se servía de Dios para atraer a todo aquel

desgraciado que se dignase a escucharla, hoy día esta ha perdido bastante atractivo, siendo la

iglesia incluso algo que nos llega a repugnar (más no su veneno, pues es algo que amamos).

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Toda esta transvaloración nace en primera constancia, como ya hemos dicho, del

resentimiento. Mientras la nobleza se mira a sí misma y se reafirma, lo plebeyo tiende a mirar

a fuera de sí y negar. Lo noble se reafirma a sí mismo como lo “bueno”, lo mejor, los feliz;

llegando muchas veces a confiarse, a tomarse a su rival, a lo plebeyo, a la ligera. Esto le lleva

en ocasiones a referirse a estos con expresiones como “los infelices” o “los dignos de

compasión”. Se hallan inmersos en la felicidad (llegando a no saber separar la felicidad del

obrar), mientras que los “infelices” se hayan ahogados por el veneno y la hostilidad, en los

cuales la felicidad se muestra de forma pasiva, como un narcótico. El plebeyo es el amante del

escondrijo y de la prudencia, todo lo contrario que el noble, quien vive con apertura y

confianza. El hombre noble tiende a olvidar los males que se acometen contra él, cosa

impensable en el hombre resentido.

Mientras que, para el hombre resentido, el origen de su moral se encuentra en “lo

malvado”, a lo cual se antepone “lo bueno”, en la moral del hombre esto es al revés, siendo el

centro de la misma “lo bueno”, mientras que “lo malo” es un mero complementario. Para esa

moral del resentido, el malvado no era otro que el noble (el bueno de la otra moral) y esto es

así porque quien tuvo a este hombre bueno como enemigo, no puedo tener a un enemigo más

malvado. Estos hombres nobles son tratados entre sí con igualdad y cordialidad, procesándose

mutuo respeto. Pero fuera de este manto de nobleza, estos nobles no se pueden identificar con

una palabra más adecuada que la de “bestias” (nombrándose aquí a la “bestia rubia”, dejando

aquí ya constancia de su idea de la raza superior aria, idea que, repito, se ha malinterpretado

totalmente a lo largo de la historia). El hombre nobel se ve atraído hacia la barbarie, habiendo

cometido muchas de estas a lo largo de la historia. No quiere la comodidad, ni siquiera la

seguridad de su propia vida, sino que prefiere el placer que le otorga la destrucción, la guerra,

la crueldad y la victoria.

Todo esto fue así hasta que esa moral resentida y con ganas de venganza, acabó con esta

nobleza y sus ideales. Durante mucho tiempo se creyó que esto supuso un avance para la

cultura, pues se creía que el objetivo final de esta era obtener un hombre manso y civilizado.

Pero nos cuenta Nietzsche que esto no es así y que esta transvaloración de los valores supuso

un retroceso de la humanidad. Es mejor sentir miedo de esta bestia rubia a tener que

contemplar a este hombre manso, quien ha aprendido a verse como la cúspide de la

civilización, sentimiento que reafirma cuando observa la mediocridad de la misma,

considerándose a sí mismo como una excepción. La cultura europea (occidental) está en plena

29

decadencia. Los hombres ya no quieren superarse los unos a los otros, sino que se conforman

con ser iguales. El hombre cada vez va más abajo, hacia lo bondadoso, prudente, cómodo,

indiferente, cristiano… se va haciendo cada vez “mejor”. El temor por el hombre ha hecho

que también se haya perdido el amor hacia él, quedando ahora el cansancio, el nihilismo.

En lo que respecta al valor “bueno” dentro de la moral resentida, explicándosenos en la

obra con un ejemplo: las aves rapaces, los fuertes, atacan a los corderos, los débiles. Así pues,

a los ojos de los corderos los buenos serán todos aquellos que menos se parezcan a estas aves

(ellos) y los malos serán estas propias aves. Pero exigir a la fuerza que no se manifieste es lo

mismo que exigir fuerza de la debilidad. La fuerza es un impulso, una voluntad, una eficiencia

en sí misma. Pero la clase resentida no puede ver esto, considerando que esta fuerza está

ligada al sujeto y este tiene control sobre la misma, pudiendo ejercerla o no, está en manos del

fuerte ser débil. Esto les sirve de pretexto para poder reprochar a los fuertes el ser fuertes.

Estos débiles consideran buenos a los pacientes, humildes, justos, a ellos mismos. Pero todo

esto viene a decir que su debilidad no tiene vuelta de hoja y es bueno que no hagamos nada

para volvernos fuertes. Así pues, los débiles justifican así su debilidad, pues dicen que esta es

algo voluntario y que optan por no usar la fuerza, viendo así la debilidad como un mérito.

Este es el mayor logro de esta moral resentida.

No obstante, estos débiles quieren algún día llegar a ser los fuertes, heredando ellos “el

reino de Dios”. Esta será su recompensa eterna a su vida terrena, dedicada al amor, a la fe y a

la esperanza, la bienaventuranza es su premio, es el premio de este odio eterno.

Esta lucha entre “bueno y malo”, “bueno y malvado” dura ya mucho tiempo, aunque si

bien, el segundo valor es el que predomina desde hace milenios, esta lucha aún continua hoy

día. Esta lucha tiene su ejemplo más caro en la lucha entre Roma y Judea. Nunca había habido

hasta ese momento algo más fuerte y noble que Roma, pero esta perdió sin lugar a dudas con

su judaización, siendo el más claro ejemplo de esto el hecho de que Roma más tarde se

convertiría en la casa del cristianismo. Este judaísmo, para Nietzsche volverá a triunfar con la

revolución francesa, capitulo que no hizo más que remarcar la decadencia de Europa, el cual

supuso un nuevo triunfo de los débiles y resentidos contra los nobles y poderosos.

30

7. EL SUPERHOMBRE

Antes de hablar de este superhombre, debemos decir en primer lugar que esta teoría es algo

que nunca podremos aplicar a la humanidad en su totalidad, sino que más bien se trata de un

proyecto individual, en el que el individuo consigue, mediante su propia voluntad, superar sus

condiciones ambientales y personales, sobreponiéndose a los paradigmas de su época. No

obstante, la ambigüedad que Nietzsche mostró con este tema hizo que algunos partidos

políticos, identificaran a ese superhombre con una superioridad biológica y cultural, todo ello

a pesar del rechazo que siempre mostró hacia lo alemán.

Este superhombre nace del rechazo de Nietzsche a la “masa” de borregos, apostando por la

excepcionalidad de la persona de manera individual. Cada persona busca su propio camino

hacia el superhombre, de manera autónoma y fidedigna a sí mismo.

Este individuo busca el conocimiento, el “querer conocer” es su objetivo, tratándose este

de un conocimiento de la vida, de los mandatos de la naturaleza (no de la cultura), siendo todo

lo que se opone a la misma producto de la razón. Encontramos aquí a la moral esclava.

Esta aplaca al instinto, lenguaje de esta naturaleza, y al cuerpo, el cual es una

representación de esta naturaleza, haciendo esta moral esclava del cuerpo como algo “malo”.

Tanto el cuerpo, como el instinto, como la propia naturaleza, deben de estar subordinados esta

moral.

Si este cuerpo decimos que es una representación de la naturaleza, para Nietzsche será algo

obligado atender a las necesidades del mismo y no permitir que esta moral lo ahogue.

Por su parte, los esclavos ahogan a la misma para poner en lo más alto a sus valores,

moralizándolo todo, estando ahora todo sujeto a ese criterio de “bueno” y “malo”, estando

tanto el cuerpo como el instinto dentro del segundo grupo.

Esto llevará a Nietzsche a proclamarse como un antimoralista, siendo el primero en atacar

a esta moral cristiana (aunque ya veremos, esto no es así pues promulga un nuevo tipo de

moral, una moral en favor de la vida), Nietzsche quería la vuelta a la naturaleza mediante el

superhombre. Se pone entonces Nietzsche por objetivo formar al superhombre

Debemos de empezar este apartado con una pregunta obligada: ¿Qué es el superhombre

para Nietzsche?

31

Gloria Esperanza Ramos Rodríguez (2006) dirá que es aquel que es capaza de crear sus

propios valores, teniendo como base y fundamento su genuina voluntad de poder. El

superhombre es aquel que vive según su voluntad de poder, asumiendo a su vez el eterno

retorno y la transmutación de valores. Es un producto del eterno retorno, recuperando la

inocencia del hombre primitivo, aquel que predominaba antes de la llegada de Sócrates y su

hombre teórico. Esta inocencia será la que le haga inmune al veneno de la filosofía, de la

religión y la ciencia, quedándose solo con la vida como tal. Este camino hacia la inocencia lo

representa Nietzsche a través de 3 transformaciones:

1. El camello: aquel que sufre la pesada carga de la moral y la religión, pues esta es la

doctrina que domina. Tiene que soportar el yugo de los hombres “buenos”, aquellos

que se han constituido como los nuevos señores aprovechándose de su mala

conciencia, la cual les sirvió para deslegitimar la fuerza y darlo un aura de

superioridad a su propia debilidad. Este camello se considera un esclavo de estos seres

“buenos”, que, a sus ojos, le son superiores.

2. El león: encontramos aquí al hombre superior, aquel que se ha rebelado y busca

liberarse del yugo que lo oprime, imponiéndose ahora un “yo quiero”, imponiendo su

voluntad por encima de todo. No obstante, aún no ha logrado superar esa moral

plebeya, pues aún está inmerso en una lucha por su libertad que le impide crear

todavía unos nuevos valores.

3. El niño: esta es la tercera y última transformación, llegando a la misma mediante la

creación de sus propios valores. El hombre consigue liberarse de esa moral plebeya,

siendo ahora totalmente libre para crear su propia moral. El simbolismo que se entabla

entre este hombre libre y el niño, es que al igual que haría un niño, este juega con la

vida a su antojo. Este es el verdadero creador de valores, aquel que consigue

sustituirlos tras la muerte de Dios. En este hombre predomina por encima de la razón

(razón que es intrínseca en el ser humano, pero que a su vez constituye su mayor

enemigo) la inocencia, el instinto. Este niño vive fiel a la tierra y asume el eterno

retorno como una más de sus reglas. Este niño-hombre ama a la vida y la vive sin

pensar sobre ella (tal como lo haría un animal, pero sin alcanzar tal “perfección).

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Esta autora (Gloria Esperanza Ramos Rodríguez. 2006) 2 cualidades innatas: la

sensibilidad del alma y la inteligencia

a. La sensibilidad del alma: Esta es la capacidad que posee este superhombre de conectar

con la naturaleza y contemplarla en todo su esplendor. Esto le lleva a olvidarse incluso

de sí mismo, fusionándose en uno con esa naturaleza. Este superhombre no está

envenado por la religión y la ciencia, lo que le permite abrir su alma a la naturaleza y

dejar que esta le deje su huella. Mientras que para el individuo común la vida pasa de

una manera casi imperceptible, este superhombre es capaz de conectar con esta a

través de sus sentimientos, dejando a la razón en un segundo plano. A través de estos

sentimientos conoce al mundo de forma directa.

b. La inteligencia: nos referimos aquí no a la inteligencia como tal, sino a la capacidad de

observar, de analizar y de reflexionar la vida.

c. También debemos de mencionar que este superhombre posee otra serie de cualidades,

pero estas las irá adquiriendo de forma progresiva mediante su propio esfuerzo. Estas

cualidades son la disciplina, la decisión y la búsqueda.

De todo esto obtenemos la idea de que el superhombre es una persona de carácter seguro,

independiente e individualista, no dejándose llevar por el rebaño. Este superhombre considera

que Dios ha muerto, no dejándose llevar por eso por la religión y sus promesas (sobre todo en

lo referido al castigo y al premio). Él cree en lo real y en lo que puede ver. Este superhombre

conoce no a través de la razón, sino que lo hace en primer lugar mediante la pasión y sus

sentimientos. Así pues, contradiciendo a Platón, el considera que es la razón la que debe de

subordinarse a las pasiones y sentimientos, y no al revés.

En Ecce Homo, Nietzsche hace hincapié en dos aspectos, que son necesarios para alcanzar

al superhombre: deshacerse del yugo de la moral cristiana y no caer en el resentimiento

Este superhombre debe de estar purificado de cualquier tipo de resentimiento, pues este es

un tipo de sentimiento que quita energía a la vida, es un veneno que desgasta al alma,

pudiendo incluso matarla. Así pues, nos habla de que debemos de librarnos del resentimiento,

pero esto no lo debemos hacer por motivos morales, sino por motivos fisiológicos. El

resentimiento desgasta el cuerpo y nos quita energía. Cuando las personas se encuentran en

una situación de debilidad y de impotencia, suelen recurrir a la cólera, a la frustración y al

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resentimiento, sentimientos que desgastan sus energías. Por ello este tipo de sentimientos no

tiene cabida dentro del superhombre.

Cuando la vida ataca a este superhombre, comprometiéndolo en situaciones que resultan

insoportables, este debe de mantener la calma y guardar sus energías. Con esto no hablamos

de un conformismo fatalista, en absoluto. Este superhombre debe de mantener la compostura

y hacer lo conveniente. Esto no quiere decir tampoco que no luche, pero como en toda lucha,

esta debe de regirse por la igualdad. Este superhombre debe de luchar cuando la victoria sea

posible, siendo esta una lucha personal y el único comprometido debe de ser el mismo. El

superhombre no busca atacar a las otras personas y si lo hace, solo será en caso de que ellas

representen una situación general de peligro.

Todo lo aquí dicho tendrá su contraparte en el esclavo, quien ante una situación

insoportable ira a recogerse debajo de las faldas de su Dios y sus normas morales, evitando el

enfrentamiento directo contra la adversidad. Mientras que la moral, el remordimiento y la

consciencia son una fuente de dolor y preocupación para los hombres comunes, no lo serán

para el superhombre, pues ha sabido afrontar sus adversidades en el momento y del modo

adecuados. Por su parte el hombre común al no haber hecho esto se ha quedado anclado en

este dolor, por no saber afrontar sus adversidades.

Mientras que el hombre común se preocupa de comprender el mundo externo, el

superhombre lo hará de su mundo interno, preocupándose por ello en lo que consume,

necesitando un buen “alimento” (entendemos aquí, además de por comida como tal, hasta

lecturas, compañía, amigos, paisajes…etc.), teniendo que tener cuidado con el veneno que

podamos consumir. Debemos de preocuparnos tanto de nuestro intelecto como de nuestro

cuerpo, pues es prácticamente imposible que salga una idea saludable de alguien que maltrata

a su cuerpo.

A la hora de intentar crear ideas que nos sean propias debemos de tener cuidado de nuestro

entorno, debiendo evitar los estímulos externos que puedan luego verse reflejados en nuestra

obra. Es necesaria la soledad para poder lograr esto, debiendo mostrar una férrea disciplina

basada en la prudencia, alejándonos de lo que nos es negativo, pues pararse a negarlo nos

hace perder energías (un ejemplo de esto lo vemos en la relación que hay entre el

superhombre y la moral cristiana, pues mientras el superhombre prosigue su camino, sin

prestar atención a esta moral, esta se centrará en atacar al superhombre).

34

Así pues, debemos de evitar el exceso de información, pues esto nos impedirá ver nuestras

propias ideas y nos hará meros reactivos a esta información. El individuo debe de crear su

propio camino, equivocándose muchas veces y aprendiendo de esto. En su búsqueda de

conocerse así mismo muchas veces irá por caminos que no le lleven a nada, o se encontrará

multitud de contradicciones que le son internas. Pero amparado por su instinto y su voluntad

no cesará en tal cruzada. Por su parte, la moral conducirá a sus seguidores por un solo camino,

“el correcto”. Esta moral nos impide conocer nuestros instintos, permitiéndonos solo alcanzar

conocimientos racionalizados.

Durante el capítulo IV de Así habló Zaratustra, Nietzsche habla de lo que Guilles Deleuze

(1962) nombra como el hombre reactivo, aquel que está en contra del superhombre y que

orienta su lucha en pro de la conservación y la supervivencia, aquel hombre que no posee la

fuerza de voluntad para alcanzar al superhombre y prefiere arrodillarse antes de luchar. Este

hombre reactivo se encuentra compuesto por: el adivino, los dos reyes, el hombre de la

sanguijuela, el mago, el último Papa, el hombre abominable, el mendigo voluntario y la

sombra. Y a través de todos ellos se obtiene lo que constituye la ambivalencia del hombre

superior. Todos estos elementos constituyen la ambivalencia de este hombre reactivo, el cual

se deifica a sí mismo. Deleuze (1962), nos explica de la siguiente manera las diferentes

“partes” a este hombre reactivo:

- El adivino es quien adivina el cansancio, representado en el nihilismo pasivo. Busca

un lugar donde morir, pero está demasiado cansado incluso para ello, deseando, pues,

la muerte como una extinción pasiva.

- El mago es la mala conciencia, que fabrica su sufrimiento para excitar a la piedad y

extenderla (como una enfermedad). Camufla el dolor y le da un nuevo significado. Es

el hombre reactivo, el más horrible de todos. Es aquel hombre que ha matado a Dios y

se ha posicionado en su lugar, pero sigue lleno de mala conciencia y de resentimiento.

- Los dos reyes representan las costumbres y su moralidad, representando cada uno de

los monarcas un extremo de las mismas, las dos extremidades de la cultura.

Representan la actividad genérica, desesperándose ambos cuando la victoria del

“populacho” supuso la deformación de la misma, tanto en su principio como en su

producto. Guardianes de la actividad genérica.

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- “El hombre de la sanguijuela” representa el producto de la cultura como ciencia.

Deseaba la certeza y apoderarse de la ciencia, de la cultura. Esta sanguijuela hace una

incisión de la vida, solo ella es conocimiento. Resultado de la actividad genérica en

cuanto a ciencia.

- El último Papa representa el producto de la cultura como religión. Sirvió a Dios hasta

el fin, dejándose en ello un ojo, el cual contemplaría a los dioses activos afirmativos,

mientras que el otro siguió al Dios judeocristiano, y con ello vio la nada, el nihilismo

negativo y la sustitución de Dios por el hombre. Es un viejo lacayo que se desespera

por haber perdido a su señor. Producto de la actividad genérica como religión.

- El mendigo voluntario ha recorrido toda la especie humana, desde los ricos hasta los

pobres. Buscaba el reino de los cielos y saber dónde se encontraba, además del

producto de la actividad humana, genérica y cultural. La respuesta que halló no estaba

ni entre los ricos, ni entre los pobres (populacho todos), sino en la actividad genérica

de las vacas. Esto era así porque las vacas sabían rumiar, y rumiar es el producto de la

cultura como cultura.

- En último lugar tenemos a la sombra, que es el propio viajero, la propia actividad

genérica, la cultura y su movimiento. La sombra viajera es la actividad genérica, pero

en tanto que pierde su producto, en tanto que pierde su principio y lo busca

desesperadamente. Pierde su fin y busca su principio.

Zaratustra trata al hombre superior de dos formas: a veces como el enemigo que no

retrocede ante ninguna trampa, ninguna infamia, que desvía a Zaratustra de su camino; a

veces como un invitado, casi un compañero que se lanza en una empresa muy similar a la del

propio Zaratustra.

No obstante, pese a todo lo aquí dicho, esta teoría peca, como toda su filosofía, de tener un

contenido demasiado vacío. Nietzsche anunció el final de la moral cristiana, tras lo cual el

individuo solo se guiaría por los instintos, no queriendo esto Nietzsche. Por ello nos propone

la llegada del superhombre (siendo el ser humano un mero puente entre el superhombre y la

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bestia). Este superhombre pertenece a una raza diferente, con su propia esfera de vida. Esta

raza está dotada de una exuberante belleza, valentía y cultura.

Pero, aun así, como hemos dicho, se trata de una teoría vacía de contenido, pues Nietzsche

es incapaz de desarrollar tal idea. Si alguien busca al superhombre dentro de la propia obra de

Nietzsche, se llevará una desilusión.

En estas líneas acabamos de presentar ese superhombre de Nietzsche, ahora debemos de

aclarar dos cuestiones con respecto al mismo. En primer lugar, hablaré del encargado de traer

a este superhombre ante nosotros, siendo este el hombre superior. Después de esto me

dispondré a hablar de la herramienta que le permitiría lograr tal hazaña, siendo además el

único criterio que rige la conducta del superhombre, “la voluntad de poder”:

- El hombre superior

Para hablar de este tema, empezaremos, como hizo Guilles Deleuze (1962), citando este

fragmente de la obra Así habló Zaratustra:

“Pero la plebe dirá parpadeando “todos somos iguales. Vosotros hombres superiores, - así

dice la plebe parpadeando - no existen hombres superiores, todos somos iguales, el hombre

no es más que hombre, ¡ante Dios - todos somos iguales!¡Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha

muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos ser iguales. ¡Vosotros hombres superiores,

marchaos del mercado!¡Ante Dios! - ¡Mas ahora ese Dios ha muerto! Vosotros hombres

superiores, ese Dios era vuestro máximo peligro. Sólo desde que él yace en la tumba habéis

vuelto vosotros a resucitar. Sólo ahora llega el gran mediodía, sólo ahora se convierte el

hombre superior - ¡en señor! ¿Habéis entendido esta palabra, oh hermanos míos? Estáis

asustados: ¿sienten vértigo vuestros corazones? ¿Veis abrirse aquí para vosotros el abismo?

¿Os ladra aquí el perro infernal? ¡Bien! ¡Adelante! ¡Vosotros hombres superiores! Ahora es

cuando gira la montaña del futuro humano. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos - que

viva el superhombre” (Friedrich Nietzsche. 1883, 1884, 1845).

Zaratustra trata al hombre superior de dos formas: a veces como el enemigo que no

retrocede ante ninguna trampa, ninguna infamia, que desvía a Zaratustra de su camino; a

veces como un invitado, casi un compañero que se lanza en una empresa muy similar a la del

propio Zaratustra.

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Con estas palabras empieza Nietzsche a hablar del superhombre, aquel que es el mejor de

los hombres y que solo puede aparecer una vez que Dios ha muerto, ese Dios que servía de

escudo a la plebe para justificar su debilidad y poder atacar a los fuertes. Ese Dios ante cuyos

ojos todos los hombres eran iguales, guardando en verdad una predilección hacia los hombres

“buenos”, los débiles, desamparados… todo aquel hombre que mereciese compasión. Pero

una vez que ese Dios ha desparecido ¿Qué queda? El nihilismo, el cual solo podemos aspirar

mediante el superhombre.

El hombre para Nietzsche no es más que un mero tránsito, un mero camino hacia el

superhombre. A este superhombre se llega mediante la desesperación y no la resignación.

Aquellos hombres a los que no les basta una justificación de su debilidad y no están

conformes con esa predicación de la modestia, la cordura, la laboriosidad…los que no están

contentos que no hacen más que empequeñecer al hombre. Todo aquello que huele a plebeyo

(mayor enemigo del superhombre) repugna a este hombre superior, que ha de buscar

superarlo (pues no podemos olvidar que estos plebeyos han conseguido situarse como los

grandes señores, siendo pues el objetivo a superar). El hombre superior debe guardar

desconfianza hacía el plebeyo y su “honestidad y humildad”, pues esta, siempre tiende a ser

retorcida y rencorosa.

El plebeyo es ese hombre que solo busca la comodidad y la felicidad. Por su parte, este

hombre superior afrontará el más largo y doloroso de los caminos hasta que, “le caiga el rayo

y lo haga pedazos”, siendo este el rayo de la sabiduría. Hasta alcanzar al superhombre.

Este hombre superior ha de ser egoísta y desconfiado por naturaleza, no dejándose

engañar. No debe actuar nada más que por sí y para sí, teniendo como única guía a su

voluntad; y no admitir por valores nada más que los suyos propios. Estos hombres han de

regirse por su propia voluntad, no dejándose amedrentar por la opinión de la plebe.

El proceso para que aparezca este superhombre es largo y tortuoso, comparándolo

Nietzsche con un parto:

“¡Vosotros creadores, vosotros hombres superiores! Quien tiene que dar a luz está enfermo;

y quien ha dado a luz está impuro. Preguntad a las mujeres: no se da a luz porque ello

divierta. El dolor hace cacarear a las gallinas y a los poetas. Vosotros creadores, en vosotros

hay muchas cosas impuras. Esto se debe a que tuvisteis que ser madres. Un nuevo hijo: ¡oh,

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cuánta nueva suciedad ha venido también con él al mundo! ¡Apartaos! ¡Y quien ha dado a luz

debe lavarse el alma hasta limpiarla!” (Friedrich Nietzsche. 1883, 1884, 1885).

Durante todo este proceso de creación del superhombre, este hombre superior que dará

lugar a su nacimiento puede llegar a malograrse, pero ¿Y qué más da? Debe aprender a reírse

de sí mismo y no darse por vencido en su arduo proyecto. Debe de mostrarse feliz y alegre,

pues en toda acción que se lleve a cabo con dolor, no hay verdad. No debe dejarse amedrentar

por la plebe, ni por el odio que esta le procesa. No debe decaer cuando se desvía de su

camino, sino que debe saber volver a él con alegría en su corazón. Pues él sabe, que en sus

espaldas se encuentra el futuro de la humanidad, el conseguir dar a luz al mejor de los

hombres, a aquel hombre que se encuentra más cerca del animal.

- La voluntad de poder

Este superhombre a través de sus propias cualidades podrá construir nuevos valores. De

entre todas estas cualidades me centraré en la que, a mi parecer, es la más importante de

todas: La voluntad de poder sobre sí mismo.

Es muy importante recalcar, como lo hace Gloria Esperanza Ramos García en su tesis Más

allá del Superhombre (2006), este “sobre sí mismo”, puesto que este ha sido el motivo de que

esta idea haya sido malinterpretada en muchas ocasiones (siendo el más sonado el caso del

Nazismo). Esta idea está totalmente alejada de cualquier acepción que pueda implicar un

dominio sobre otro. Esta voluntad de poder de la que habla Nietzsche solo puede aplicarse a

uno mismo, a la capacidad de autodominio que posee cada individuo. Esta voluntad está

ligada a la búsqueda del autoconocimiento de uno mismo. A través de esta voluntad también

busca el hombre alejarse de esa moral plebeya.

Nietzsche está en contra de la “virtud” cristiana, que se pierde en la búsqueda de algo

etéreo. Él es partidario de una virtud que ayude al hombre a superarse, ello mediante el

sufrimiento, buscando no la paz, sino la victoria. Una virtud que busca su sentido en las cosas

terrenas.

Esta voluntad es la que permite al hombre superior evitar su muerte interna, ayudándole a

superar toda desilusión o traspiés en su camino al superhombre. No obstante, si esta voluntad

flaquea, este hombre superior no podrá seguir su camino, abandonándolo.

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La voluntad de poder, bien entendida, busca que la vida se supere siempre así misma. Hay

que saber afrontar a la vida, que en ocasiones nos ama y en otras nos odia. Promueve la

libertad mediante el abandono de cualquier finalidad o expectativa. Debemos de

concentrarnos en nuestro mundo interior en vez de en el exterior. Por su parte la voluntad de

poder mal entendida (la de mandar y obedecer, siendo esto último el camino fácil que toman

aquellos que no son capaces de afrontar a la vida) lo que hace es matar a la vida.

Este superhombre, como lo define Esperanza Ramos (2006), es una voluntad andante, que

avanza porque así lo quiere, siendo dueño de su futro. Pero esta voluntad lo único que no

podrá cambiar es el pasado, pues siempre permanecerá ahí. Pero este superhombre conseguirá

reconciliarse con los errores de este mismo pasado, no como la moral cristiana que se

empecina en creer que todo error pasado merece castigo (y puesto que este error nunca

desaparecerá, este será un castigo eterno). Esta práctica de la moral plebeya es un ejemplo de

una de las mayores condenas del hombre, la razón. Esta razón nos impide olvidar, teniendo

que cargar por ello con nuestro pasado a cuestas, carga que conforme pasa el tiempo se vuelve

más pesada. Esta es la condena del hombre que envidia al animal. Por su parte, el

superhombre si hará hincapié en el olvido del pasado, conocedor de que esto es una carga

(aunque jamás llegará en este aspecto a la excelencia del animal).

Esta autora afirma además que el deseo de justicia es, por lo tanto, solo una mera expresión

de venganza que ata al individuo al pasado. Por su parte, el superhombre solo quiere

continuar hacia delante sin prestar atención al pasado, pues este solo desgasta a la vida; y será

capaz de esto mediante su voluntad.

Para llegar a alcanzar a ese superhombre, debemos de buscarlo dentro de nosotros mismos,

siendo aquí la voluntad la que nos empuja a no abandonar este camino. El que quiere

conocerse así mismo está destinado a un camino solitario. Esta es una labor de gran dificultad

que provoca que muchos la abandonen. Cuando el individuo alcanza a comprender que todo

lo que siente es fruto de sus acciones y conflictos internos, deberá entonces de indagar dentro

de sus propios sentires. “Es necesario entrar dentro de nosotros para aceparnos, aceptar

nuestros monstruos” (Más allá del hombre Nietzscheano, Gloria Esperanza Ramos. Pg. 81).

A la hora de intentar alcanzar la cima nos encontraremos con un enemigo interno en cada

uno de nosotros, un espíritu que nos impide alcanzar la grandeza. La forma de librarnos del

mismo es matándolo mediante nuestro propio miedo, el cual nos permite avanzar.

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Tras todo este camino se haya nuestra meta, nuestro cielo, el superhombre. Durante este

camino no se puede actuar de forma indolente, ni mucho menos dudar ya que esto supondría

suponer que se está actuando bien o mal. Para alcanzar al superhombre hace falta valor.

Todo hombre pequeño busca ser aceptado y evitar el daño propio, busca la seguridad. Esto

lo convierte a ojos de Nietzsche en un animal domesticado por el propio hombre. Este ser,

desde tan baja posición, al alzar la vista arriba para contemplar al superhombre solo podrá ver

a un demonio.

La voluntad de poder es fuerza de cambio, deseo de autodominio, liberándose de todo yugo

interior que tuviera. La voluntad es aquello que determina nuestra vida y acciones. Esta

voluntad es el arma de aquellas almas que buscan su propio camino hacía las alturas, y una

vez comprenden que todo es producto de su propia voluntad, asumirá tanto su pasado como su

presente, haciéndose responsable de su futuro.

Alcanzar al superhombre requiere un camino de sufrimiento voluntario, lo cual nos

permitirá ser libres, pues es el “querer conocer” el que nos hace libres. Esta es una voluntad

violenta, solitaria y que no quiere ningún Dios que la atrofie. Es una voluntad que no toma

por objetivo la felicidad. Este superhombre se constituye como tal a través del encuentro con

el dolor, siendo la tristeza un sentimiento frecuente en el mismo. Es capaz de soportar la

soledad. No busca ningún calmante para todo este dolor, e incluso lo agradece porque este

dolor le permite no poder escuchar ya al débil, convirtiéndose el silencio en un arte. Este

superhombre tampoco busca en ningún momento ocultar su tristeza, sintiendo mucha gente

compasión de él. Pero lo que no son capaces es de penetrar en su interior, donde lo que reina

es la plenitud. El objetivo del superhombre no es aspirar a la felicidad, sino aspirar a la obra, a

conseguir atraer a más hombres a que crucen el puente, esperando a que se acerquen a él. El

superhombre no huye de la tristeza ni de la duda, sino que se enfrenta a ellos, superándolos

porque así lo ha decidido.

Como hemos señalado, para alcanzar al superhombre, cada individuo debe de trazar su

propio camino, no pudiendo permitir que nadie le guie en el mismo. Esto es así debido a que

el sujeto debe de autogobernarse, y no someterse a la obediencia de otros. Además, este solo

podrá empezar a trazar este camino una vez se haya redimido del pasado, aceptando sus

errores. También debe de afrontar todo aquello que le acontece en la vida. Todo esto aquí

41

dicho es la tarea del hombre superior, quien se convierte en la nueva nobleza de la

humanidad.

Este hombre superior solo mirará al pasado para reconocer sus pasos y poder ir por nuevos

caminos. Es consciente de que hay cosas buenas y malas en el mundo, siendo necesario que

las vea y las acepte todas. Tampoco debe de ir con la intención de cambiar el mundo, no es

algo menester del superhombre, pero cada uno es libre de acercarse a él a través de ese

camino de búsqueda.

Nietzsche vuelve a ensalzar la vida, aquella que esta movida por el deseo. Esta vida es una

fuente constante de placer, menos para aquellos que tienen mentalidad de esclavos, para el

cual todo vivir es un tormento. Para el hombre de la voluntad el conocer es una fuente de

placer. Cuando al sujeto se le adviene un “querer conocer”, se le plantean dos opciones. Por

un lado, armarse con una férrea voluntad e iniciar su ascenso al superhombre, y por el otro,

dejarse abatir por el cansancio y preferir que se le diga que debe de hacer, prefiere obedecer.

El hombre no es capaz de apreciar el presente, pues siempre está atrapado en el pasado y el

futuro, sus pensamientos no se preocupan por el momento de la acción. Por su parte el

superhombre sí que busca vivir en este presente, pues ello implica vivir en la eternidad. El

hombre, aunque no sea consciente, siempre se encuentra viviendo en el presente. El

superhombre ama al presente y con ello a la eternidad.

- El superhombre y el eterno retorno

La obra Así hablo Zaratustra como un libro complejo, en el que varias ideas se

entremezclan, siendo las principales la teoría del superhombre y la del eterno retorno. Ambas

ideas aparecen entrelazadas, considerando muchos autores que el superhombre no sería más

que aquel que ha conocido y aceptado esta idea del eterno retorno. Existen varios argumentos

que empujan a creer esto, señalándonos Beille Vidal varios, siendo el principal que el propio

Nietzsche, a posteriori (en su obra Ecce Homo), considera en Zaratustra al eterno retorno

como la idea principal, siendo el superhombre una mera figura interpuesta (esto tiene su

explicación en el hecho de que, según pasa el tiempo, Nietzsche se ve menos afín a esta

teoría, distanciándose de ella, pues sabe que esta nunca llegará a cumplirse, apartándose del

sentido biológico que pudiera tener esta idea al principio).

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“Nietzsche nos va a presentar en esta obra al eterno retorno como un enigma” (Alber

Beille Vidal. Necesidad y eterno retorno en la filosofía de Nietzsche. página 244. 2004), y

este solo se puede resolver mediante la intuición.

Es cuanto menos curioso la afirmación de que la idea principal de Zaratustra es el eterno

retorno, cuanto esta aparece de forma explícita de forma muy breve. Esto seguramente pueda

deberse a que Desde que acabó la obra de Zaratustra, Nietzsche no volvió a mencionar a ese

superhombre hasta su Ecce Homo, obra en la que se puede ver como Nietzsche había perdido

parte de su amor hacia ese superhombre, del cual hablaba sin ningún miedo y con orgullo en

Zaratustra. Este, con el pasar de los años parece ser más consciente de que ese superhombre

del que hablaba nunca llegaría, y parece ahora, viejo y cansado, conformarse con una elite que

sea capaz de afrontar la crueldad de la vida y aun así amarla, que sea capaz de sacrificar su

felicidad en favor de un objetivo mayor, y que también mantenga su lucha contra aquellos que

odian a la vida, contra los “buenos”, contra los cristianos.

Nietzsche parece querer transfigurar esta teoría y dotar al superhombre de una concepción.

Nietzsche es un autor muy problemático de entender, debido esto en buena parte a que quiere

ocultar su doctrina al lector, pudiendo ver esto de forma clara en Así habló Zaratustra, unos

capítulos antes de que introdujese el eterno retorno:

“Y disfrazado quiero yo sentarme entre vosotros- para desconoceros y vosotros a mí: ésta

es, en efecto, mi última cordura respecto a los hombres” (Así habló Zaratustra. De la cordura

respecto a los hombres).

Es aquí cuando podemos ver, como Nietzsche, una vez ha visto que su superhombre no ha

sido ni entendido, ni aceptado, decide ocultarlo, sirviéndose para ello del eterno retorno, al

cual le aporta el papel de idea principal de la obra. No obstante, no ha renegado por completo

de ella, pues aún sigue con aquel objetivo en mente de instaurar aquella moral natural, que

acabaría con la moral esclava.

Es muy diferente el superhombre que se muestra en Ecce Homo de aquel que se veía en los

dos primeros capítulos de la obra de Zaratustra. En el primero de ellos, se nos muestra los

escalones que nos llevarán a alcanzarlo: crear nuevos valores y atacar a aquella “virtud” que

despreciaba el cuerpo y las pasiones, reconduciéndola al amor por el cuerpo y la tierra; para

alcanzar a este superhombre hay que penetrar hacia el “mal”, hacia la guerra y la crueldad.

Nietzsche nos alienta a destruir aquellos valores de la moral cristiana y poner otros en su

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lugar. Se ha de evitar el amor al prójimo y ser egoísta, buscando cada individuo su propio

camino hacia el superhombre.

Por su parte, en el segundo capítulo nos habla del superhombre como una justificación del

pasado, una justificación para todo el sufrimiento devenido hasta su aparición como algo

necesario para la misma.

Volviendo a la cuestión del eterno retorno, esta es una cuestión que pese a la gran

importancia que quiere otorgarle Nietzsche, aparece de forma muy breve en su obra, teniendo

que usar por echo la imaginación de forma muy acusada a la hora de estudiarla.

Uno de los fragmentos en donde esta idea se nos muestra de una forma más explícita es el

capítulo De la visión y el enigma, en Así habló Zaratustra, el cual dice así:

“¡Alto! ¡Enano!, dije. ¡Yo! ¡O tú! Pero yo soy el más fuerte de los dos -: ¡tú no conoces mi

pensamiento abismal! ¡Ése - no podrías soportarlo!» - Entonces ocurrió algo que me dejó

más ligero: ¡pues el enano saltó de mi hombro, el curioso! Y se puso en cuclillas sobre una

piedra delante de mí. Cabalmente allí donde nos habíamos detenido había un portón. «¡Mira

ese portón! ¡Enano!, seguí diciendo: tiene dos caras. Dos caminos convergen aquí: nadie los

ha recorrido aún hasta su final. Esa larga calle hacia atrás: dura una eternidad. Y esa larga

calle hacia adelante - es otra eternidad. Se contraponen esos caminos; chocan derechamente

de cabeza: -y aquí, en este portón, es donde convergen. El nombre del portón está escrito

arriba: ‘Instante’. Pero si alguien recorriese uno de ellos - cada vez y cada vez más lejos:

¿crees tú, enano, que esos caminos se contradicen eternamente?” «Todas las cosas derechas

mienten, murmuró con desprecio el enano. Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un

círculo.” “Tú, espíritu de la pesadez, dije encolerizándome, ¡no tomes las cosas tan a la

ligera! O te dejo en cuclillas ahí donde te encuentras, cojitranco, - ¡y yo te he subido hasta

aquí! ¡Mira, continué diciendo, este instante! Desde este portón llamado Instante corre hacia

atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad.

Cada una de las cosas que pueden correr, ¿no tendrá que haber recorrido ya alguna vez esa

calle? Cada una de las cosas que pueden ocurrir, ¿no tendrá que haber ocurrido, haber sido

hecha, haber transcurrido ya alguna vez? Y si todo ha existido ya: ¿qué piensas tú, enano, de

este instante? ¿No tendrá también este portón que - haber existido ya? ¿Y no están todas las

cosas anudadas con fuerza, de modo que este instante arrastra tras sí todas las cosas

venideras? ¿Por lo tanto - - incluso a sí mismo? Pues cada una de las cosas que pueden

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correr: ¡también por esa larga calle hacia adelante - tiene que volver a correr una vez más! -

Y esa araña que se arrastra con lentitud a la luz de la luna, y esa misma luz de la luna, y yo y

tú, cuchicheando ambos junto a este portón, cuchicheando de cosas eternas - ¿no tenemos

todos nosotros que haber existido ya? - y venir de nuevo y correr por aquella otra calle,

hacia adelante, delante de nosotros, por esa larga, horrenda calle - ¿no tenemos que retornar

eternamente?” (Friedrich Nietzsche. 1883, 1884, 1885).

En este fragmento, como bien dijo el autor Alber Baille Vidal (2004), podemos ver como

Nietzsche se haya ante dos puertas, mostrando una el pasado y la otra el futuro. Nietzsche

pregunta al enano si cree que ambos portones son contradictorios de forma eterna (como

serían en un sistema de tiempo lineal). Pese a su visión simplista, el enano da por hecho que

no, argumentando que el tiempo es circular. Zaratustra va más allá, preguntándose de forma

retorica si todo lo ocurrido tendrá que ocurrir de nuevo y de la misma forma si todo lo que

ocurrirá no habrá ocurrido ya.

Nietzsche pone especial hincapié en la pregunta “¿No tendrá que haber sucedido ya?”, la

cual repite hasta en 6 ocasiones en este fragmento, ello debido a que no quiere que se nos

escape la esencia de este enigma.

Esta teoría se sustentaría en el siguiente presupuesto cosmológico el cual está relacionado

con el origen del cosmos, cuya cuestión solo tiene dos posibles respuestas: O este ha sido

creado en algún punto del tiempo o esta ha sido increado, es decir, ha existido siempre.

Nietzsche se quedará con esta segunda acepción, la cual a su vez puede generar dos tipos de

tiempo:

- Un tiempo lineal con futuro abierto, del cual nosotros en algún momento pasaremos a

formar parte de su pasado. Esto supone aceptar una antinomia de la razón, pues si

hasta nosotros ha transcurrido un tiempo infinito, ¿Cómo ha podido alcanzarnos si es

infinito?

- Un modelo de tiempo en el que cualquier evento ya ha ocurrido. Hablamos aquí de un

tiempo completo, en el que no hay ni pasado ni futuro, pues no hay eventos nuevos

pues todo ha sucedido ya. Esta proposición implica pues que los eventos son finitos y

se repetirán en un tiempo también finito, repitiéndose ambos de forma finita. Este es

un modelo de tiempo cosmológico de carácter circular, en el que se repite de forma

infinita el mismo circulo (Este concepto de circulo debemos de tomarlo como lo que

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es, una herramienta para poder ver un continuo retorno de los eventos acontecidos),

con sus mismo y finitos eventos. Un evento nuevo supondría un tiempo infinito, pues

supondría que se han repetido multitud de estos círculos hasta llegar a este nuevo

evento.

Junto a este eterno retorno, va unido el concepto de la “necesidad”. Todos los eventos que

se acontecen van unidos entre sí por una cadena invisible (por una cadena de causas y

consecuencias), arrastrando cada evento de forma irremediable al siguiente, sucediéndose los

unos a los otros hasta llegar de nuevo al primer eslabón.

Para Nietzsche esta cadena es siempre la misma, no variando esta nunca, sin añadir o

perder ningún eslabón. Es más, vendrá a reforzar esta idea con la siguiente cita: “Yo mismo

formo parte del eterno retorno”; “vendré otra vez… para enseñar de nuevo el eterno retorno”.

Con esto no solo viene a decir que la cadena es la misma, sino que nosotros mismo formamos

parte de la misma, formamos parte de la eternidad.

Esta idea del eterno retorno también se halla en relación con el superhombre, no perdiendo

por ello su sentido fuerte, su sentido como teoría cosmológica. Este eterno retorno siempre

será igual, la misma cadena indestructible. Un hombre ante una misma situación no podrá

actuar de formas diferentes. Este eterno retorno a su vez sirve al hombre para hacerle ver que

tiene una voluntad libre, aunque esta sea falsa. Si nos encontramos en una cadena, que

siempre se repetirá de forma infinita, lo más agradable será pues repetir la mejor posible de

las vidas. Esto lleva al individuo a plantarse ante esta cuestión y proponerse actuar ante la

vida de un modo que siempre quiera repetir, proponiéndose esto a través de su “libre”

voluntad. Más, como hemos dicho, esta cadena siempre es la misma y los eventos no varían.

Así pues, esta voluntad que se le presenta a este individuo de forma libre no lo es, pues viene

marcada porque ya ha sido lo que será y será lo que ha sido. Este eterno retorno nos lleva a

tomar unas decisiones que parecen ser libres, pero no lo son, pues son exactamente las misma

que han sido y las que serán, de forma infinita.

Esta teoría se vio revestida de un modo científico (o al menos se intentó esto) en los

fragmentos póstumos de Nietzsche. Se hacen aquí referencias a la entropía, muerte

técnica…etc. Pero lo que seguirá prevaleciendo es la antinomia de la finitud temporal

incompleta, manteniéndose por encima pues los argumentos de carácter lógico, no científicos.

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El mundo, todo lo que existe, es una fuerza finita, pues en caso de no ser así, no sería

posible que esta fuerza ilimitada, sumada a un tiempo infinito, diera como resultado siempre

la misma cadena de eventos, una cadena finita (y esto sería una antinomia). A su vez,

debemos decir que esta fuerza, lo existente, nunca disminuye (pues ya habría perecido en este

tiempo infinito), ni se detiene.

En el tercer fragmento póstumo de Nietzsche se nos muestran varias cosas. En primer

lugar, que el conocimiento es un acto diferido, que representa con mayor o menor éxito la

realidad de la fuerza única, indivisible y finita (tanto ella como su espacio). Esta posee una

magnitud fija, no consumiéndose (ni incrementándose) nunca, simplemente se transforma.

Esta fuerza se encuentra en un constante fluir, que embarga todo el espacio. Dentro de esta

fuerza lo que predomina además es el desequilibrio de fuerzas internas (que están en

constante movimiento). Por todo esto, se deriva que esta fuerza no puede no retornar.

Junto a todo esto vamos a encontrar las principales características de este eterno retorno: la

ausencia de finalidad y la inocencia del devenir, que se encuentra más allá del bien y del mal,

sin meta alguna. Este eterno retorno tampoco responde a ninguna voluntad.

8. EL MAL DEL HISTORICISMO. RUPTURA CON LA ANIMALIDAD.

La segunda consideración intempestiva delimita una relación funcional con la historia: esta

beneficia a la vida cuando se posiciona desde una perspectiva ilusoria disimulada y

estratégica” (Nietzsche y la Historia. La infelicidad del animal y la esperanza del hombre.

Tullang Yuing Alfaro y Mariela Cecilia Ávila. (2014))

Para Nietzsche, el ser humano vive de forma histórica, pues la historia convierte la vida en

humanidad. El ser humano se sustenta en una animalidad, a la cual es cada vez más distante y,

con ello, de la vida. El hombre actual, soporte de la razón (con la cual incluso se ha

identificado), es el resultado de un proceso de miles de años, en los cuales el ser humano ha

sido educado y transformado por la cultura (pudiendo afirmar, como hace José Jara, que el

hombre es “un animal domesticado”). Nietzsche ve al hombre como un animal que ha

dislocado su instinto, alejándose de la inmediatez que le brinda la vida. El ser humano está

condenado a “cargar” consigo mismo (con toda su historia, su experiencia, sus recuerdos, sus

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fracasos y sus éxitos). Se produce en este momento la sustitución de su instinto (“su guía

infalible”), por la conciencia (“su órgano más miserable y expuesto a equivocarse”).

Ahora el mayor temor del hombre, es ese hombre mediocre que se verá si mismo como el

sentido de la vida, como al hombre superior. Este instinto que se ya no se exterioriza, se

interiorizará (fenómeno que se desarrolló posteriormente en lo que se denomina como

“alma”) y lo hará de distintas formas: la conciencia, el yo, la razón, la memoria, el hombre

mismo. Pero todo esto derivará en la dolencia más grande del ser humano, el sufrimiento del

hombre por el hombre, por sí mismo, derivado esto de la separación de su pasado animal (el

cual está dotado de un “presente eterno”)

Con la conciencia como nuevo guía del ser humano, surge también la mala conciencia, y

con ello el apego a la moralidad. El ser humano ya nunca llegará a sentirse pleno nunca, lo

que le lleva a desarrollar una incasable adaptabilidad (cada vez que logra satisfacer un deseo,

enseguida ya desea algo nuevo). En su segunda intempestiva y en su obra la genealogía de la

moral Nietzsche presenta una querella en contra de la pretendida objetividad de la

historiografía moderna. La historia puede favorecer o descomponer las necesidades de la vida.

El ser humano consigue articular una conciencia, que se sostiene inicialmente en la promesa,

gracias a su memoria y a su inevitable capacidad de recordar. A través de esto, el ser humano

es arrancado de ese presente eterno del que gozan los animales, para adoptar un nuevo

régimen moral que compromete su salud y su vida.

Para Nietzsche, el hombre envidia la felicidad la espontaneidad, la certidumbre de lo

instantáneo donde habita el animal. El hombre al preguntar al animal sobre la fuente de su

felicidad, este no obtendrá respuesta pues el animal ya habrá olvidado la respuesta (“esto pasa

porque siempre olvido lo que quisiera decir”). Aunque esto ha excluido al animal del acceso

al lenguaje y a la historia. Es este lenguaje el que, según Giorgio Agamben (2002), supone la

fractura entre la humanidad y la animalidad, siendo el momento preciso en el que se produce

dicha fractura la infancia. El infante, si bien pose las cualidades necesarias para aprender

dicho lenguaje, este lo aprenderá mediante la exposición ante sus iguales. Pero si esta

exposición no se diera, esa potencia de aprender se convertiría en impotencia. Esta impotencia

no debemos verla como una privación de potencia, sino como una posibilidad de no pasar al

acto, potencia de ser y de no ser. Así pues, podemos afirmar que la historia nace a partir del

lenguaje. El infante accede de forma individual al mundo de la simbolización lingüística.

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Volviendo a Nietzsche, este considera al lenguaje, en su obra Sobre verdad y mentira en

sentido extramoral, como un simple artilugio construido a escala humana, un dispositivo

antropomórfico que entrega cierta estabilidad al hombre (pero, considera que este es un

elemento tan complicado que es muy poco probable que surgiese de la razón del hombre,

surgiendo pues del instinto humano. El lenguaje es algo que nos es interno y está ligado a

nuestra propia naturaleza), pero nunca garantizará a este el acceso a la verdadera realidad.

Nietzsche también denuncia la condición edificante y per formativa que gana el lenguaje a

través de la conceptualización. Los conceptos permiten al lenguaje tejer realidades

inexistentes que se mantiene por sí mismas. Esto también pasa con la historia, que muchas

veces apela a lo humano y a sus anhelos, perdiendo por ello su objetividad, situándose a

medio camino entre la ciencia, la ficción y lo narrativo. La historia, pues, surge a partir de la

lengua, cuya condición es devenir subjetivada por el hombre.

Por otro lado, hay que mencionar que el hombre es el animal que nunca puede ser “ahora”,

pues es su mañana lo que le condiciona, esa promesa de felicidad y plenitud que nunca llega.

Esta promesa es lo que le permite al hombre ver potencia y posibilidad en esa separación que

experimentó de la animalidad, separación que se justifica con la promesa de que supondrá un

beneficio para la humanidad, como una cura total que permitirá llegar a una gran salud. Pero

mientras esta promesa llega, el hombre está fuera de la plenitud, por lo que debe buscar su

lugar en el tiempo.

La memoria del hombre y su incapacidad de olvidar han sido las que han provocado que

surja en el hombre la responsabilidad, o lo que es lo mismo, la capacidad de asumir las

consecuencias de sus actos. Dentro del ser humano sigue habiendo una batalla entre sus

deseos e instintos, contra sí mismo. Así pues, encontramos dentro del ser humano una agonía

constante entre su instinto y su domesticación, entre el cuerpo y la palabra. Esta lucha solo

tendrá su final en la esperanza del mañana, mañana que siempre es desplazado y nunca llega.

La historia se sustenta, por encima de los hechos ya desvanecidos, en la esperanza de un final

feliz, esperanza que se sustenta en el hoy (de esta forma, los animales no pueden ser felices de

la forma en la que lo son los humanos debido a que solo viven en el presente).

La historia solo le es útil al hombre en la medida en que le sirve para recordar que aun

lucha. Nietzsche concibe la historia como un relato que esconde las voces infames que se

esconden dentro del propio cuerpo, haciendo de la historia una cuna perfecta para un presente

pletórico de soluciones con respuesta perfecta a la niebla del ayer y con un recorrido único

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para dirigirse a lo que viene. La historia crítica debe permitir aflorar las inconsistencias y

debilidades del pasado, para de ese modo abrir más perspectivas para el presente y el futuro.

Nietzsche, como ya hemos visto, no niega que la vida necesite de la historia, pero resalta

que es la historia la que debe de estar al servicio de la vida y no al revés. “La historia forma

parte del ser vivo en 3 aspectos: en tanto que es activo y aspira, en tanto preserva y venera, y

en tanto sufre y necesita de liberación”. Se conforman así 3 historias: la historia monumental,

la anticuaria y la crítica (de la cual acabamos de hablar). Estas tres, a pesar de contar cada una

con sus ventajas y desventajas, se aportarán equilibrio entre sí para poder servir a la historia y

a la vida. Pero a veces este equilibrio se rompe, debido ello a los prejuicios que surgen en la

medida en que alguna de estas 3 formas cae en manos de los débiles e ineptos, o debido a la

excesiva veneración de los postulados o monumentos del pasado, por acogerlos como dogmas

o dioses inamovibles.

Cuando las formas de hacer historia no están al servicio de la vida, corroen a la cultura y al

hombre. Nietzsche criticaba a la cultura y al hombre modernos debido a que el hombre es un

mero seguidor de epígonos y la ciencia en vez de alentar a la vida, la subvierte, hasta

sofocarla y extinguirla. Y dentro ya de esta crítica, se centrará en la cultura alemana de su

tiempo, la cual esta ahogada de historicismo. El historicismo es un veneno, cuyos antídotos

son la ahistoria y la suprahistoria. Estos buscan revitalizar la vida por encima de la historia.

La ahistoria impulsa la fuerza de poder olvidar (como lo hace el animal, al que el hombre

envidia), afirmándose en el arte transformador y creador (el arte es lo único que hace a la vida

digna de vivirse). Por su parte, la suprahistoria impulsa “las potencias que desvían del devenir

la mirada, dirigiéndola hacia lo que da la existencia un carácter de eternidad y de identidad:

hacia “el arte y la religión””. Este arte y religión no son los convencionales, sino que tienen

un significado revertido.

Para Nietzsche la verdadera cultura enseña primero a vivir, antes que enseñar la historia.

Para Nietzsche la verdadera cultura es aquella en la que el hombre vive el presento, sin estar

atado constantemente al pasado.

En lo que respecta al hombre moderno, este se halla inmerso en su interioridad, de la que

no puede escapar y que no le permite ver su exterioridad. Está inmerso en el caos, teniendo

que aprender de los griegos a ordenarlo. Esta misión recaerá en la juventud, teniendo que ser

esta la que socave y transforme las estructuras y conceptos de su tiempo. Nietzsche confía en

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esta, pues aún no ha sido envenenada por la cultura. Estos deben de anteponer la vida por

encima de todo, deshaciéndose de los antiguos epígonos, buscando una nueva interpretación

de lo que debe de ser la vida para la excelencia.

- El animal y el superhombre ¿Quién es mejor?

En este apartado quiero indagar en la siguiente valoración, ¿Qué era mejor para Nietzsche?

¿El animal o el superhombre?

Esta es una cuestión bastante complicada pues, para Nietzsche el superhombre es aquel que

aspiraba a dejar atrás el pasado y vivir mediante su voluntad de poder. No dejarse atar al

pasado y vivir la vida con orgullo, teniendo como única guía su voluntad. No obstante,

Nietzsche considera a la razón (cualidad que nos hace realmente hombres), y más

concretamente a la memoria, una pesada carga para el hombre, pues esta hace al hombre

cargar con toda su historia a cuestas, haciéndole muy difícil poder vivir en el presente, poder

vivir en el momento, vivir de una forma verdaderamente libre. Por ello este hombre envidia al

animal, que no posee razón. Si bien es cierto que el superhombre puede olvidar el pasado para

poder vivir en el presente, esto no lo hará de una forma tan perfecta y tan pura como lo hace el

animal. Este animal además vive su vida sin proponerse ningún tipo de meta, viviendo su vida

de una forma totalmente plena. Esto no llega a ser así en el superhombre, el cual se tiene así

mismo como meta, siendo su forma de vivir la más plena. Él es el objetivo final de su

voluntad de poder.

Este superhombre era lo deseable para Nietzsche porque a su vez. Este era el mejor de los

hombres porque, en mi opinión, era el que estaba más cerca del animal.

Nietzsche ve en los animales una voluntad de poder absoluta, guiándose estos de una

forma absoluta por sus instintos. Viven la vida sin pensar en que la están viviendo.

En el superhombre también vemos una exaltación de los instintos, pero este hombre no

puede nunca vivir y guiarse únicamente por ellos. El hombre es hombre porque pose la

capacidad de pensar, son poseedores de la razón. Lo que diferencia a unos hombres de otros

es que mientras que unos superponen la razón a los instintos, al placer del cuerpo, a la vida,

otros buscan sin embargo superponer sus instintos y voluntad por encima de la razón, la cual

cumple la función de subordinada. El primero es el hombre plebeyo y el segundo el

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superhombre. Nietzsche ama al superhombre porque es lo más cerca que llegará el ser

humano a aspirar al animal.

Dentro del mismo saco, podemos ver la cuestión de cómo veía Nietzsche a la mujer,

afirmando que esta estaba más cerca del animal que del ser humano. Si tenemos en cuenta

todo lo que aquí hemos dicho, Nietzsche no la estaría menospreciando, sino todo lo contrario,

la estaría exponiendo como el culmen de la humanidad.

Es cierto que encontramos contradicciones de esta idea por parte de Nietzsche, quien al

hablar del hombre lo considera un puente entre las bestias y el superhombre, dejando al

animal por debajo del hombre. Pero como ya hemos dicho, la filosofía de Nietzsche está

plagada de contradicciones, pudiendo encontrar otros argumentos que nos ayudan a confirmar

esta idea, como cuando se refiere a la raza aria como “la bestia rubia”, como la raza que por

su excelencia se encuentra más cerca del animal.

Un acontecimiento que nos ayuda a reforzar este pensamiento es la crisis que sufrió

Nietzsche el 3 de enero de 1889, en Turín. Nietzsche al contemplar a un caballo que estaba

siendo hostigado en el suelo (tras haber caído agotado), no puede evitar que le inunde un

sentimiento de compasión hace el animal, lanzándose hacia el animal para abrazarle. Muchos

consideran que Nietzsche lo que aquí hizo fue pedir perdón al caballo en nombre de toda la

humanidad, quienes en vez de entablar con los animales una relación de igualdad, optaron por

dominarlos, cometiendo abusos contra ellos. Los humanos siguieron a Descartes, quien

consideró a los animales como maquinas vivientes que tenían que estar al servicio del ser

humano.

Cabe destacar aquí el hecho de que, para los hombres, hasta bien avanzado el siglo XX, el

hombre blanco era el único que merecía el distintivo de hombre, estando el resto de razas a

sus ojos al mismo nivel que los animales. Esto sin duda es una práctica muy cruel, pues si

bien el hombre maltrata al animal (el más digno de los seres vivos para Nietzsche), este no

posee razón y puede olvidar este maltrato, pero el hombre no, dejando esta crueldad y

desprecio una huella que es muy difícil de borrar (aun incluso a día de hoy).

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9. CONCLUSIÓN

Me gustaría comenzar este apartado citando este fragmento de los Fragmentos Póstumos

de Nietzsche, el cual constituye para el autor Alber Baille Vidal (2004) uno de los mejores

resúmenes de la propia filosofía de Nietzsche:

“¿Queréis saber lo que es para mí el “mundo”? ¿Queréis que os lo muestre en mi espejo?

Este mundo es una inmensidad de fuerza, sin principio, sin fin, una magnitud fija, de fuerza

férrea, que no aumenta y menos aún disminuye, que no se consume sino que sólo se

transforma, como totalidad e inmutablemente de la misma magnitud, un balance sin gastos ni

pérdidas, pero también sin incrementos, sin ingresos, encerrada en la “nada”, como en su

límite, nada evanescente o disipado o extendido hacia el infinito insertado como una fuerza

bien determinada en un espacio determinado, y no en un espacio con partes “vacías” sino

como fuerza omnipresente, como juego de fuerzas y de ondas energéticas, uno y “mucho” al

mismo tiempo que por un lado se acumula y por el otro disminuye, un mar de fuerzas en sí

mismas tempestuosas y fluctuantes, en eterna transformación, en eterno recorrido, con

incontables años de retorno, con flujo y reflujo de sus formas, empujándolas violentamente de

la simplicidad a la multiplicidad más variada, de la quietud y de la fijeza y la frialdad

máximas a la incandescencia, al desenfreno más salvaje, a la máxima contracción, para

después regresar del exceso a la simplicidad, del juego de las contracciones hacia atrás,

hasta el placer de lo unísono, en continua afirmación de sí mismo incluso en esa identidad de

sus años orbitales, y bendiciéndose a sí mismo como lo que eternamente no puede no

retornar, como un devenir que no conoce la saciedad, el hastío, el cansancio. Este es mi

mundo Dionisíaco de eterna auto creación, de eterna autodestrucción, este mundo misterioso

de deleites dobles, este es mí más allá del bien y del mal, sin meta, a menos que en la

felicidad del círculo no hay una meta, sin voluntad, a menos que un anillo no tenga la buena

voluntad de sí mismo. ¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Una solución para todos sus

enigmas? ¿Una luz incluso para vosotros, que sois los más ocultos, los más fuertes, los más

intrépidos, los más nocturnos? ¡Este mundo es la voluntad de poder y nada más! ¡Y vosotros

sois esa voluntad de poder y nada más!”

Nietzsche fue una de las mentes más brillantes de todo el siglo XIX. Él, junto a Marx y

Freud, acabó con las bases de la sociedad, todo ello mediante un ferviente ataque contra lo

cristiano y lo alemán.

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Nietzsche ha sido uno de los filósofos más malinterpretados de todos, teniendo el, en buena

parte, culpa de esto, debido a la ambigüedad con la que solía impregnar a sus libros. También

tuvo culpa en esto (más que Nietzsche) su hermana Elisabeth Föster-Nietzsche, la cual a la

muerte de Nietzsche heredó toda su obra. Esta la recopiló y le dio un significado más afín a

las ideas del partido alemán Nazi, siendo esto muy paradójico debido a que él era totalmente

contrario a cualquier movimiento político alemán o nacionalista. Su idea más malinterpretada

fue la del superhombre, el mejor de los hombres, el cual debía de conseguir imponer su

voluntad. Pero mucha gente al tratar a este superhombre solamente se quedó en una

concepción biológica, en la cual esta imposición de su voluntad tenía un carácter externo,

significando pues someter a los demás a nuestra voluntad y someterlo a su dominio. Pero esto

no es en absoluto lo que defendía Nietzsche, pues al referirse a este dominio, a esta

imposición de la voluntad, hablaba desde un sentido interno, se refería al autodominio, a la

fuerza de la voluntad para lograr alcanzar sus objetivos, de la voluntad de poder como motor

de funcionamiento del superhombre. Nietzsche al hablar del superhombre hablaba del

individuo, quien considera que es el único capaz de alcanzar la excelencia, imponiéndose ante

la moral y sociedad de su tiempo, ante la masa de borregos cristiana. Pero en ningún momento

se refiere aquí a un dominio de carácter físico. Así pues, podemos decir que su filosofía no era

de carácter biológico (es decir, su filosofía no estaba marcada por el biologismo, tendencia

que afirmaba que los fenómenos psicológicos, sociales y culturales dependían de las

condiciones orgánicas del individuo). Nietzsche rechazaba cualquier manifestación de pura

fuerza física desnuda.

La vida de Nietzsche estuvo marcada desde muy temprana edad por la tragedia, con la

temprana muerte de su padre y de su hermano. El desamor y la soledad también estuvieron

presentes en su vida, teniendo cada vez más un cierto desprecio por sí mismo. A todo ello

debemos de sumarle que desde muy pronta edad su vida estuvo marcada por la enfermedad,

enfermando de difteria (esto no se ha podido corroborar) durante su participación como

enfermero durante la guerra franco-prusiana. Esta enfermedad fue la que le hizo tener que

abandonar su catedra en 1879 en la universidad de Basilea, aquejado por las continuas

jaquecas y por problemas de visión. Su estado de salud, así como su estado mental, estaban

cada vez más comprometidos hasta que en 1888 sufrió una apoplejía, la cual mermó su vida

hasta que en 1900 murió. Es un tipo de arte en el que se exalta la vida y los instintos, en todo

su esplendor, el Uno primordial. Más tarde este tipo de arte sería aniquilado por Sócrates y su

hombre teórico, produciéndose entonces que la razón se impondría sobre los instintos,

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matando con ello a la vida. No obstante, Nietzsche vera un atisbo del regreso de esta obra

trágica en la obra de Wagner, a quien Nietzsche consideraba como un padre.

Así pues, podemos ver que en Nietzsche lo que predominó fue el sufrimiento, lo cual hace

comprensible que en un principio su vida estuviera marcada por el pesimismo, encontrando

aquí a un maestro en Schopenhauer, quien alegaba que lo único que hacía de la vida algo que

se pudiera vivir era el arte, más concretamente la música. A partir de aquí iniciaría Nietzsche

su fascinación por el mundo griego, sobre todo por su arte, por el arte trágico. Este es el arte

que no rechaza lo doloroso de la vida, sino que lo acepta y convive con ello, pudiendo vivir

así la vida de forma plena, sin que no haya ningún tipo de falseamiento entre la realidad y el.

Durante este periodo, vemos a un Nietzsche pesimista, para el cual la vida solo era

disfrutable, vivible, a través del arte, asunto que le llevo a sacralizarlo y a colocarlo por

encima de todo, manteniendo siempre, a lo largo de toda su obra un respeto contra el arte,

contra el cual nunca “abrirá fuego”.

Pero posteriormente, este pesimismo dejará paso a un fuerte vitalismo, caracterizándose en

este momento la obra de Nietzsche por una feroz defensa en favor de la vida y por un, aún

más feroz, ataque contra aquellos que estaban en contra de la misma. Se inicia en este

momento su ataque contra el cristianismo y su moral, la cual, valiéndose de la mala

conciencia y del resentimiento, había desplazado a la antigua moral, a aquella moral de los

nobles que para Nietzsche constituía la verdadera moral.

En este apartado, voy a hacer un inciso de extrema importancia, del cual no he hablado

antes en este trabajo. Nietzsche viene a exigir al hombre, al superhombre, que acabe con este

sistema de valores, poniendo en su lugar otros nuevos. Pero nunca será Nietzsche capaz de

concretar esta nueva reversión de la moral, pues nunca será capaz de entablar un nuevo

sistema de valores, siendo este uno de los mayores fracasos, sin lugar a dudas, de la filosofía

de Nietzsche. Nietzsche propone que, para superar el nihilismo derivado de la muerte de Dios,

es necesaria la creación de un nuevo sistema de valores que venga a sustituir a sistema

cristiano. Pero no será capaz de concretar este mundo. Entonces, en lugar de conseguir acabar

con este nihilismo, lo único que hará será aumentarlo aún más. No basta con decir que estos

valores son los que mueven a la “bestia rubia”. Nos encontramos pues con una filosofía de

apariencia muy bella, pero que en verdad está vacía de contenido.

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Nietzsche quiere con este superhombre hacer del sufrimiento (el cual, como hemos dicho

marcó su vida) lo deseable, como algo necesario para conseguir una vida plena. Nietzsche fue

un pobre desgraciado, el cual no rechazaba cualquier tipo de compasión, alegando que este

sentimiento solo se da en aquellas personas de moral débil, aquellos que justificaban a la

debilidad como algo bueno. Nietzsche no se podía identificar con estos débiles, los rechaza de

forma rotunda. Nietzsche suspira por la fuerza, pero no por la fuerza física, sino por la fuerza

propia, interna, de cada individuo. Alcanzar el autodominio debería ser el objetivo de cada

hombre, luchando por tal objetivo.

Como he visto, Nietzsche libró una lucha encarnizada contra lo alemán y lo cristiano.

Nietzsche ve al filósofo alemán como una mera copia del francés. En su obra Ecce homo,

Nietzsche subraya su ascendencia polaca y canoniza el ideal humano francés. Discute además

la capacidad de los alemanes para entender algo de música (considerando a Wagner, con

quien más tarde se pelearía, más extranjero que alemán). Abomina la filosofía alemana: Kant

y Leibniz suponen las mayores trabas para la honradez intelectual de Europa. Por su parte,

Fichte, Schelling, Schopenhauer, Hegel y Schleiermacher son, de forma inconsciente,

falsificadores de monedas, creadores de velas. Para Nietzsche, los historiadores alemanes son

bufones de la política y de la iglesia. “Los alemanes tienen sobre su conciencia todos los

grandes atentados contra la cultura de los últimos 4 siglos”. Este tipo de pensamiento hacia el

alemán se debió a que coincidió con el alemán de frente obtusa, el del marasmo cultural de

mediados de siglo XIX.

Nietzsche también fue crítico con el II Reich, donde, para él, siguen prevaleciendo los

necios.

No obstante, detrás de todo este odio de Nietzsche hacia el alemán, se escondía un secreto

amor. Nietzsche consideraba que dentro de esta cultura se podría producir esa nueva reversión

de la moral y alcanzar al superhombre a quien identificaba con la “bestia rubia”, la raza

superior aria (pero repito, su filosofía no tenía un carácter biológico).

Al igual que criticaba a lo alemán, este criticó a lo cristiano (cosa que ha quedado más que

clara a lo largo del proyecto). Nietzsche ve al concepto de Dios como un contrario al de la

vida, intentando constantemente ahogarla y aplastarla. Se intenta quitar el valor a esta vida

para dárselo a una hipotética vida del más allá. Se quita valor al cuerpo para dárselo al alma.

Estos cristianos, buscan quitar la fuerza a los fuertes a través de su moral plebeya, esclava, la

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cual legitima la compasión, el amor, la debilidad, y por otro ataca a la valentía y a la fuerza.

Toman como contrario de Dios (el de la cruz) a Dionisio.

No obstante, detrás de todo este odio también se esconde un amor secreto. Considera al

cristo de la cruz como el más elevado de los símbolos y mostrará burla por todos aquellos que

consideren que han superado al cristianismo mediante sus ciencias naturales.

También muestra, en algunas situaciones, una cierta admiración por esta iglesia, sobre todo

por su capacidad de haber constituido un autentico, de indudable fe, así como por su

jerarquización. Vera Nietzsche aquí al último vestigio del antiguo imperio romano.

Todo esto es en el caso de la iglesia católica, estando totalmente contrario a la protestante.

Nietzsche atacó a Lutero, pues considera su reforma como una revolución de los campesinos

del Norte contra el espíritu más fino de los del sur. Esta reforma acabó además con el sistema

jerárquico que tanto le había impresionado, dando lugar a una igualdad democrática que acaba

con el hombre superior.

Podemos ver con esto una de las cuestiones que predominará en toda su obra: la

contradicción. Nietzsche a la hora de escribir sus libros lo hace con una profunda

ambigüedad, que da a entender que no parece muy seguro de lo que dice. Las contradicciones

a lo largo de su obra, pudiendo encontrar para cada idea una contradicción. Todo esto hace

que, para conocer la filosofía de Nietzsche, tengamos que obviar unas para dirigirnos por

otras, teniendo también la imaginación e inventiva de cada uno un importante papel para tratar

de descifrar su pensamiento filosófico.

No cabe duda de que Nietzsche ha sido uno de los mayores filósofos de todo el siglo XIX,

pero también es verdad que su vida estuvo marcada por la enfermedad, la cual marcó toda su

filosofía hasta el día de su muerte. Aún a día de hoy su filosofía es muy difícil de entender

debido a su falta de contenido, a su ambigüedad y a su carácter más poético que filosófico.

Pero de lo que si podemos estar seguro es de lo que fue la excelencia para él, en un primer

momento le otorgo tal valor a lo que le ofrecía consuelo ante la vida, que se le hacía una

pesada carga, para más tarde abandonar el pesimismo que le había acompañado, siendo ahora

sustituido por un sentimiento más positivo, en el ensalza su amor a la vida y sus ganas de

acabar contra todos aquellos que querían falsearla. Quiere superar a ese Dios imaginario y

sustituirlo por un hombre, pero no un hombre cualquier, sino por un hombre que fuese capaz

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de imponerse así mismo su propia voluntad, aquel que era un Dios para sí mismo, al

superhombre.

Nietzsche fue uno de los pensadores más importantes para acabar con las bases de la

sociedad occidental, no dejando su filosofía ningún rincón sin revolver. Nietzsche se

consideró a sí mismo como el mayor enemigo del hombre occidental. La filosofía de

Nietzsche luchará contra la filosofía occidental, contra la filosofía de este hombre teórico y a

su dogmatismo. Para Nietzsche, esta filosofía lo que hace es alejarse de la vida, todo ello a

partir de la invención socrática de una realidad trascendente, suprasensible, estable e

inmutable, al contrario de la realidad que conocemos. Nietzsche se opone a tal dualidad

afirmando que esto solo supone una negación de la vida, la cual viene dada porque el hombre

conoce mediante la razón, la cual trabaja con conceptos (los cuales los pensamos como

inmutables), mostrándosenos así esta realidad como algo imperfecto. Ante esto, lo que

debemos de preguntarse es, ¿Es la razón una facultad adecuada para conocer el mundo?, ¿Es

posible conocerlo de una forma no racional? Este mundo suprasensible es solo una ilusión que

busca negar el mundo sensible. Es pues una reacción contra la vida, pues la niega. Es una

venganza contra la naturaleza por parte de aquellos que odian la vida, pues son incapaces de

afrontar el sufrimiento que esta puede llegar a generar (queriendo solo asimilar lo bueno de la

vida). Este resentimiento les hace negarla y convertirla en un mero residuo de otra realidad

que si es perfecta.

Nietzsche era consciente del gran peso que podía tener su filosofía para el devenir de la

historia, pensamiento que reflejo en la siguiente cita:

“Conozco mi suerte, alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco, de

una crisis como jamás la había habido en la tierra, de una decisión tomada mediante un

conjuro, contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no

soy un hombre, soy dinamita” Ecce Homo (1888).

Concluyo este trabajo con la siguiente idea: no cabe duda de que el estado mental de

Nietzsche distaba mucho de ser saludable. Nietzsche fue un loco, pero un loco excelente.

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BIBLIOGRAFÍA

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Friedrich Nietzsche.

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Eine Streitschrift). Alianza editorial, 2011. Friedrich Nietzsche.

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- La idea “se convierte en mujer”. Nietzsche y el cristianismo. Elvira burgos.

- Nietzsche: o el sentido del resentimiento. Iván Silén.

- Friedrich Nietzsche: entre el antigermanismo y lo dionisíaco. David Alberto Fuks

- Conferencia de Darío Sztajnszrajber. Clase 5 del ciclo “8 filósofos” (Youtube)

60

- Friedrich Nietzsche para leer en 30 minutos. Editorial LEA, 2015. Esteban Valesi

- Más allá del bien y del mal (1886). Editorial e-artnow, 2014. Friedrich Nietzsche

- Aforismos. Editorial Renacimiento, 2013. Friedrich Nietzsche.

- El nihilismo: escritos póstumos. Traducción de Gonçal Mayos, 2002

- Consejo editorial de El caballo de Nietzsche. Revista Eldiario.es

- Nietzsche y la redención del azar. Ávila Crespo.