el uso de la metodología mixta en la investigación psicológica

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El uso de la metodología mixta en la Investigación Psicológica Dr. Miguel Ángel López Carrasco http://lopezcarrasco.blogspot.com Universidad Iberoamericana Puebla, México XXVII Congreso Interamericano de Psicología Caracas, Venezuela. 27 de junio- 2 de julio de 1999 Introducción Dentro de la investigación psicológica es muy frecuente encontrar una clara tendencia hacia el uso y aplicación de la metodología funcionalista o de corte cuantitativo. Lo anterior confirma el origen mismo de la psicología moderna, así como el sustento mismo de las ciencias físico-naturales, más que el origen de las ciencias sociales. La gran influencia de la psicología clásica americana marcó durante las primeras décadas de este siglo una gran predominancia de la objetividad, el control y la preocupación por la validez de las investigaciones realizadas a través de la utilización del llamado “método científico”. Este modelo de investigación psicológica apoyó la presencia del conductismo radical y rechazó por completo el uso de la interpretación subjetiva, el manejo de la muestra pequeña, la falta de ordenación en el proceso investigativo y una serie más de aspectos que se alejaban tanto de la

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Page 1: El uso de la metodología mixta en la investigación psicológica

El uso de la metodología mixta en la Investigación Psicológica

Dr. Miguel Ángel López Carrasco

http://lopezcarrasco.blogspot.com

Universidad Iberoamericana

Puebla, México

XXVII Congreso Interamericano de Psicología

Caracas, Venezuela. 27 de junio- 2 de julio de 1999

Introducción

Dentro de la investigación psicológica es muy frecuente encontrar una

clara tendencia hacia el uso y aplicación de la metodología funcionalista o de

corte cuantitativo. Lo anterior confirma el origen mismo de la psicología

moderna, así como el sustento mismo de las ciencias físico-naturales, más que

el origen de las ciencias sociales. La gran influencia de la psicología clásica

americana marcó durante las primeras décadas de este siglo una gran

predominancia de la objetividad, el control y la preocupación por la validez de

las investigaciones realizadas a través de la utilización del llamado “método

científico”. Este modelo de investigación psicológica apoyó la presencia del

conductismo radical y rechazó por completo el uso de la interpretación

subjetiva, el manejo de la muestra pequeña, la falta de ordenación en el

proceso investigativo y una serie más de aspectos que se alejaban tanto de la

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validez “interna” como “externa”. El llamado trabajo científico dentro de las

ciencias sociales se llegó a considerar como impensable sin el uso de la

estadística y su acompañamiento numérico por medio de tablas y gráficas.

Aunado a esto se debían de considerar una gama muy amplia de estudios

previos que apoyaran la propuesta inicial. Entre más “completo y sofisticado”

mejor.

Sin duda alguna los tiempos han cambiado. A escasos meses de

ingresar a un nuevo milenio el análisis epistemológico del concepto “ciencia” se

encuentra en plena efervescencia. Por un lado, los más liberales, le apuntan a

una postura sin reglas ni restricciones al quehacer científico. Este grupo,

apoyador de la generación “X”, producto de la posmodernidad , presenta una

visión de apoyo al uso de una metodología de la investigación menos

restrictiva, y con un amplio sentido de apoyo a lo social. Por otro lado, se

encuentra otro grupo, en este caso apoyador de la generación de los “baby

boomers” quienes rechazan el exceso de libertad dentro de algunos grupos

“radicales”, llamando así al retorno a la cordura para volver a revalorar los

métodos tradicionales de la investigación científica. En este sentido resalta la

propuesta de Sokal y Bricmont (1999), quienes hacen referencia a lo que ellos

han denominado como las “imposturas intelectuales”, de un grupo de

pensadores franceses promotores de la postmodernidad, desde una vertiente

neo-estructuralista, pues han abusado de la falta de sistematización en sus

propuestas de investigación, así como de un manejo inadecuado de la

matemática y del lenguaje, creando con esto información pseudocientífica.

Cabe recordar que en la década de los años sesenta y setenta hizo su

aparición en diversos círculos científicos la llamada metodología cualitativa,

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cuyo origen de encuentra asociado a la antropología francesa y la sociología

alemana del siglo pasado y principios de este. Se inició así una dura crítica en

contra de la medición objetiva y sus temas asociados, como el caso del

llamado “testismo” psicológico. De esta manera se gestó un tránsito que fue de

lo objetivo a lo subjetivo, del control extremo al “dejar hacer”, de lo válido a lo

confiable, de lo nomotético a lo ideográfico, de la medición rigurosa a la

observación en vivo, del análisis de las grandes poblaciones al estudio de

casos, de los datos duros a la interpretación o análisis hermenéutico.

Rechazar un modelo de investigación para aceptar otro, nunca ha sido la

solución a esta disputa epistemológica. Conocer los límites y alcances de cada

una de las propuestas se empieza a vislumbrar como una sana alternativa.

Esto implica el conocimiento profundo y sistemático de ambas propuestas, con

la intención de obtener un amplio criterio de las posibilidades metodológicas

que cada una tiene. La investigación psicológica cuenta ahora con una nueva

posibilidad de desarrollo de la investigación. El uso de las llamadas

metodologías mixtas, en las que se da una combinación del paradigma

cuantitativo con el cualitativo está alcanzando una amplia aceptación de un

gran sector de metodólogos de la psicología, o la sociología. Ya en varios

campos, en especial en la educación, esto se presenta como una alternativa

viable al hacer investigación. La psicología se encuentra ante un nuevo reto por

descubrir, lo cual ya se observa en diversos programas de formación de

investigadores, en los que se empiezan a enseñar tanto la metodología

cuantitativa como cualitativa como materias obligatorias a lo largo de una

licenciatura.

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Hacia el uso de una metodología combinada.

Tal y como Bogden y Biklen lo señalan (1992) el debate cualitativo-

cuantitativo se dio en los setentas y continúa en la actualidad, no sólo en

cuanto a lo diferente que sean ambas posturas sino en la forma en que

puedan llegar a ser combinadas. Aunque vale la pena señalar que desde la

Grecia clásica ya había surgido esta polémica entre lo cuantitativo y cualitativo.

Por un lado, Platón, formalista, idealista, abstracto y matematizable (más

cuantitativista), se opuso a la teoría materialista de Demócrito; trató de sustituir

la naturaleza misma por las matemáticas. Por el otro, Platón, con una postura

más sustantivista, sensible y empírica (más pre-cualitativista), criticó a Platón

por querer reducir la ciencia y la naturaleza a un modelo matemático (Conde,

1995).

Como lo señalan Hammersley y Atkinson (1994), a pesar de sus

marcadas diferencias, en el siglo XIX se observó una marcada valoración de la

participación de ambas metodologías de investigación. Puede verse como

Mayhew en 1861, Le Play en 1879, y Booth en 1902 ya manejaban de manera

complementaria en sus trabajos de investigación lo cuantitativo y lo cualitativo.

Incluso los sociólogos de la Escuela de Chicago , a pesar de su radical postura

interaccionista y observacional, usaban tanto estudios de caso como métodos

estadísticos. Ya desde esa época empezaba a prevalecer un consenso general

sobre el valor de ambas posturas.

Para un buen número de estudiosos cada vez queda más claro que “la

posición cualitativista no se desmarca del cuantitativismo” (Dávila, 1995, pag.

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72), por el contrario, los expertos en metodología de la ciencia recomiendan

renunciar a aquella creencia que habla en la pureza de los géneros dentro de la

investigación. Es innegable que lo cuantitativo existe dentro de lo cualitativo y

lo cualitativo dentro de lo cuantitativo (Delgado y Gutiérrez, 1995).

Para Fraenkel (en Nau, 1995), el paradigma de investigación que echa

mano de lo cualitativo y cuantitativo puede ser productivo. Es más, la tensión

provocada por este encuentro entre lo nomotético y lo ideográfico debería de

tener “una forma y sabor de una dialéctica saludable, más que de un áspero

debate” (pag.4). De acuerdo a Galindo (1994), la discusión que se ha

generado en torno a esto se ha manejado más desde un punto de vista político

más que metodológico.

Así, al llegar a usar la metodología cualitativa y cuantitativa de manera

conjunta se ofrece no sólo información complementaria, la cual da un marco de

referencia mucho más amplio que no puede ser obtenido al aplicar un solo

método (Trepp-Reiner, en Nau, 1995), sino también una alternativa que permite

abordar conocimientos que con la forma tradicional de enfocar la investigación,

simplemente no se conseguiría. Lo cuantitativo no deja de ser limitado; requiere

una interpretación que lo vuelve en sí mismo cualitativo. Al mismo tiempo, la

investigación cualitativa, al ser demasiado subjetiva requiere necesariamente

de una sistematización y formalización que la acercan demasiado al rigor

cuantitativo (Galindo, 1994). A menudo la investigación cualitativa echa mano

de datos cuantitativos que otros han generado, o contrario a lo que muchos

pudieran pensar, es capaz de generar sus propios datos cuantitativos,

principalmente de tipo descriptivo, como una manera de checar ideas o

contrastar información ( Bogdan y Biklen, 1992). Se recomienda entonces

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seguir la apreciación de Galindo (1994); aceptar que la configuración

metodológica cuenta con dos facetas: una abierta y una cerrada. Esto quiere

decir que más que ser visto como una alternativa bipolar, el entender que lo

cualitativo y cuantitativo se mueven en un “continuum” que ofrece opciones

múltiples de trabajo, conformando una actividad hacia la investigación que

considere con firmeza en algunos puntos, pero que ofrezca una respuesta

flexible en otros.

El principio de complementariedad

El contar con una visión binocular de la metodología de la investigación

ofrece una visión postmoderna y postpositivista (Nau, 1995). Es preciso señalar

que el conocimiento científico se ha venido fortaleciendo de manera dialéctica

(López Carrasco, 1997). No se puede dejar de lado la función del denominado

“imperialismo cuantitativista”, o desacreditar el ahora llamado “triunfalismo

cualitativista” (Delgado y Gutierrez, 1995). La combinación de lo cuantitativo

con lo cualitativo, llamado por algunos (Nau, 1995) como bimodal, mixto,

binocular, multimétodo, modelo de investigación bireccional, o por otros más

(Bisquerra, 1989) como perspectiva unificadora, propone la aplicación de lo

cuantitativo y lo cualitativo como un sólo proceso de investigación (López

Carrasco, 1997). Como lo señala Goetz y Le Compte (1988) “ la investigación

basada en la tradición positivista puede enriquecerse con la influencia de los

métodos etnográficos” (pag. 23). Por lo anterior, Hammersley y Atkinson (1994)

señalan que por lo que a la etnografía corresponde, ni el positivismo ni el

naturalismo son completamente satisfactorios. Ambas posturas mantienen una

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misma posición equívoca; las dos mantienen una separación radical entre la

ciencia social y su objeto.

Tanto el positivismo como el naturalismo reconocen el carácter reflexivo

de la investigación social. En las dos posturas prevalece el separar la ciencia y

el sentido común. Por lo mismo, los dos enfoques buscan eliminar los efectos

del investigador sobre los datos. Para el positivismo la solución es la

estandarización de los procedimientos; por su parte, para los naturalistas es la

experiencia directa del mundo social. La coincidencia se centra en el aislar una

serie de datos no contaminados por el investigador. De esta manera se puede

ver la forma en que las ciencias sociales comparten muchas cosas en común

con las ciencias naturales (Hammersley y Atkinson, 1994).

De acuerdo a García Hoz (1994),el principio de complementariedad ha

surgido como consecuencia de este debate entre la compatibilidad o

incompatibilidad de la investigación cualitativa con la cuantitativa. La labor

investigativa ha logrado llegar a una etapa, sino de síntesis, de cierta

compatibilidad y cooperación entre los dos planteamientos, suponiendo una

actitud predominantemente comprensiva y de integración. Esta integración de

ninguna manera niega las diferencias que pudieran llegar a darse; al contrario,

lo ve como parte de una necesidad de complemento mutuo.

¿Se pueden usar los enfoques cualitativos y cuantitativos juntos?

Bogdan y Biklen (1992) nos indican como algunas combinaciones han sido

posibles: En el diseño de cuestionarios, para efectuar entrevistas iniciales; en el

análisis comparativo de la observación en profundidad para descubrir el por

qué algunas variables estadísticamente relacionadas se vinculan, en la

presentación conjunta de datos cualitativos con estadística descriptiva.

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Nau (1995) ofrece algunos ejemplos en donde se ha aplicado una

metodología mixta. Reporta el estudio de Waitzkin y Britt, quienes en 1993

analizaron la comunicación de un grupo de médicos en relación de la conducta

autodestructiva con sus pacientes. En cuanto a lo cuantitativo hicieron uso de

cuestionarios, pero por otros lado la parte cualitativa tuvo que ver con la

utilización del análisis narrativo y la crítica literaria a través de una postura de la

teoría crítica. Por otro lado, Tripp-Reimer aplicó un estudio etnometodológico

en 1985, combinando lo cualitativo con lo cuantitativo. Inicialmente aplicó un

cuestionario a un grupo de inmigrantes griegos, a quienes posteriormente se

les hizo una entrevista semiestructurada, complementándose con la

observación participante con el propósito de obtener datos descriptivos de sus

costumbres.

Conclusión

En los años por venir el uso y abuso de una metodología combinada va

a ser inminente. Los ataques o críticas hacia este tipo de alternativas, sobre

todo por la aparente incompatibilidad epistemológica entre estas dos posturas,

no va a dejar de aparecer. Sin embargo, la brecha se ha abierto y no se puede

dar marcha atrás. Cada vez un mayor número de estudios requieren no sólo

precisión sino también mostrar la riqueza del fenómeno (Lundin, 1996).

Es tiempo que los estudiosos de la investigación y evaluación sean más

partícipes de este movimiento, pues no siempre los datos observacionales

pueden reducirse a números, ni siempre una medida rigurosa es equivalente a

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hacer ciencia. No obstante esto, el uso de lo cualitativo presenta sus propias

reservas. Este tipo de investigación por sí sola presenta dificultad para llegar a

generalizaciones a partir de la descripción de grupos pequeños. Se le

considera poco rigurosa respecto a la recopilación y análisis de datos. En

ocasiones no aporta pruebas suficientes de sus afirmaciones, o la

interpretación de un fenómeno puede ser incorrecto, o haber imparcialidad en

la visión de los acontecimientos. Algunos actores modifican su conducta al

verse observados (Robertson, 1993).

El uso de la metodología mixta dentro de la investigación en ciencias

sociales se vislumbra como una alternativa de amplias posibilidades. El

científico social en formación ya empieza a verlo como parte de un tema

obligado en gran parte de planes y programas de estudio.

Referencias Bibliográficas

Bogdan, R. y Biklen (1992). Qualitative research for education (2nd Ed). Boston:

Allyn and Bacon.

Conde, F. (1995). La perspectiva metodológica cualitativa y cuantitativa en el

contexto de la historia de la ciencia. En J.M. Delgado y J. Gutiérrez

(Editores), Métodos y técnicas cualitativas de investigación en

ciencias sociales (pp.53-68). Madrid: Síntesis.

Dávila, Andrés (1995). Las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa

en las ciencias sociales: Debate teórico e implicaciones praxiológicas.

En J.M. Delgado y J. Gutiérrez (Editores), Métodos y técnicas

cualitativas de investigación en Ciencias Sociales. Madrid: Síntesis.

Page 10: El uso de la metodología mixta en la investigación psicológica

Delgado, J.M. y Gutiérrez, J. (1995). Métodos y técnicas cualitativas de

investigación en ciencias sociales. Madrid: Síntesis.

Galindo, J- (1994). Entre la exterioridad y la interioridad: apuntes para una

metodología cualitativa. Cuadernos de divulgación académica, No. 25,

Taquepaque, Jalisco, México: ITESO.

García Hoz, V. (1994). La investigación pedagógica y el principio de

distinción y c omplementareidad. En V. García Hoz (Editor), Problemas y

métodos de investigación en educación personalizada (pp.21-38).

Madrid. Rialp.

Goetz, J.P. y Le Compte, M.D. (1988). Etnografía y diseño cualitativo en

investigación educativa. Madrid: Morata.

Hammersley, M. y Atkinson, P. (1994). Etnografía: métodos de investigación.

Barcelona: Paidós.

López Carrasco, M. Á. (1997). Nuevas alternativas para la investigación en

psicología. Enseñanza e investigación en psicología, vol. 2, No. 1, pp.

59-93.

Lundin, R.W. (1996). Theories and systems of psychology (Fifth ed.). Lexington,

Ma. :Health and Co.

Nau, D. (1995). Mixing methodologies: can bimodal research be a viable post-

positivism too?. The cualitative report. An online Journal dedicated

to qualitative research and critical inquiry, vol. 2, No. 3.

Copiado de la red en:

http://www.nova.edu/ssss/QR/QR2-3/nau.html

Page 11: El uso de la metodología mixta en la investigación psicológica

Robertson, M. (1993). El método etnográfico en la investigación educativa.

Guadalajara, Jalisco, México. Universidad de Guadalajara.

Sokal, A. y Bricmont, J. (1999). Imposturas intelectuales. Barcelona: Paidós.

Recomendaciones para citar el presente artículo:

López Carrasco, M. Á. (1999, junio). El uso de la investigación mixta en la

investigación psicológica. Memorias del XXVII Congreso Interamericano

de Psicología. Caracas, Venezuela.