el trono y sus derechos

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    Índice

    LECCIÓN UNO

    EL TRONO Y SUS DERECHOS………………………………………………….......................….....7El significado de la expresión— la base de los derechos que nos da el Trono— un pasaje clave— lo queéramos y lo que somos— una nueva evaluación— el desarrollo de una confesión real— el efecto de esosderechos que nos vienen del Trono.

    LECCIÓN DOS

    EN LOS LUGARES CELESTIALES………………………………………………….........................13Unas leyes espiritual ineludible— la creencia debe preceder a la práctica— el ejemplo apostólico— su provisiónen los lugares celestiales— escrito el pasado— el significado de la expresión «bendiciones espirituales»— larevelación precede a la liberación— su poder en los lugares celestiales— la diferencia entre una verdad «de posición» y una verdad «de situación»— la guerra en los lugares celestiales— ocupe el lugar al que tienederecho.

    LECCIÓN TRES

    COMPLETOS Y GLORIOSOS………………………………………………………........................25El misterio del «Cristo en vosotros»— explicación del misterio— las riquezas de este misterio— su gloria ysu esperanza— la explicación de este misterio— lo que significa estar «completo» en Cristo— el significadodel término «pléroma»— como disfrutar de esa plenitud en Cristo— el triunfo sobre el pecado y la enfermedad—reinar en la vida— él «mucho más» de nuestra salvación, de nuestra victoria personal y de nuestro destinofuturo.

    LECCIÓN CUATRO

    ESCONDIDOS CON CRISTO……………………………………………………….......................39Cuatro claves para descubrir la autoridad real espiritual— escondidos con Cristo en Dios— una gran afirmacióny una gran exhortación— cuatro cosas que se debe eliminar acerca de si mismo— como buscar lo que está enlo alto— cómo quitárselo viejo y revestirse de lo nuevo.

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    LECCIÓN CINCO

    LA ORACIÓN CONTESTADA………………………………………………………........................47Una poderosa promesa— cuatro claves para que la oración obtenga respuesta— la autoridad de las Escrituras—la adquisición del derecho a orar— el desarrollo de una visión de fe— el contentamiento con Dios solamente—el conocimiento de lo que Dios quiere— la conformación a los deseos de Dios— la alimentación de nuestra fea base de tener en cuenta el poder de Dios— la liberación de la fe.

    LECCIÓN SEIS

    PALABRAS QUE CREAN MILAGROS……………………………………………..........................55La inmensa capacidad de Dios para responder a las oraciones— medida por el uso de su propia capacidad—su poder de decisión— aprenda a asirse de su propia decisión— el poder de una comprensión correcta— elSumo Sacerdote de nuestra confesión— exprese con palabra su fe en el poder de Dios— hable con osadía—hablé con autoridad contra Satanás— mantenga los ojos fijos en Jesús.

    LECCIÓN SIETE

    EL NOMBRE DE JESÚS…………………………………………………………......................……61La importancia de los nombres en los tiempos bíblicos— los nombres tenían una significación mística—demostrada por el nombre de Dios— Dios y sus nombres son unos— cuatro afirmaciones acerca del nombrede Dios— el nombre de Jesús— paralelos con el AT— por qué su nombre es grande— el uso de su nombrele ha sido delegado a la iglesia— tenemos derecho familiar ilegal al nombre de Jesús— un notable extraño—el ejemplo de Felipe— salvación, sanidad, avivamiento y milagros por el nombre de Jesús.

    LECCIÓN OCHO

    EL PODER DE LA ALABANZA…………………………………………………........................…...77La alabanza libera el poder de Dios— una ley espiritual— diversas menciones de la eficacia de la alabanza—el ofrecimiento de la alabanza como sacrificio para Dios— el contraste con un sacrificio de expiación—¿Cuándo es la alabanza un sacrificio?— El aumento, tanto natural como espiritual, procede de la alabanza—la alabanza conviene los justos— un gran ejemplo de alabanza.

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    EL TRONOY SUSDERECHOS

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    LECCIÓN UNO

    EL TRONO Y SUS DERECHOS

    Cuando yo era niño, mi madre tenía un retrato de las princesas Elizabeth y Margaret colgado de una pared en nuestro hogarde Australia. Ese retrato me enojaba con frecuencia. Me sentía envidioso porque ellas habían nacido en la familia real y yo

    no. Me molestaba que una de ellas terminara convirtiéndose en reina y de esta manera me gobernara. Era una afrenta a miincipiente ego masculino.

    Por fortuna, esos enojos juveniles desaparecieron hace mucho tiempo y ahora me siento satisfecho de poderle dar a la reinala honra que le es debida como la monarca de mi tierra natal.

    Pero también he descubierto que Dios tiene una maravillosa forma de hacer que los sueños se conviertan en realidad. Esosanhelos infantiles de pertenecer a un linaje real, esas aspiraciones de ascender a un trono del rey, han recibido unaemocionante realización, porque Dios ha convertido maravillosamente en realidades mis fantasías de juventud. Tengo elorgullo de proclamar que Él me ha elevado a un nivel de realeza extraordinario. Digo que es «extraordinario», porque mirango no se limita al de un monarca constitucional democrático moderno, lleno de rituales y desprovisto de poderes; Diosme ha ennoblecido con una genuina realeza autocrática a la antigua, cargada de prerrogativas reales que se basan en losderechos divinos de sus príncipes.

    El trono que Él me ha dado no es un simple mueble para usarlo en las ceremonias; está repleto de poder, su cetro espoderoso, su dominio tan amplio como el del propio Dios, y su corona está repleta de gloria. Es una soberanía como larepresentada en las Escrituras (el único tipo de soberanía que se reconocía en el mundo antiguo), en la cual el rey habla, yla tierra entera se apresura a cumplir lo que él ha ordenado.

    Ahora bien, todo el que afirme tener linaje real deberá ser capaz de certificar su alta cuna; es decir, deberá estar en capacidadde presentar documentos que evidencien su derecho al trono. ¿Lo puedo hacer? Sí, claro que puedo. Y usted también.Porque Dios lo ha elevado a usted tanto como mi. Esta elevación al trono nos viene por medio de Jesucristo, y tenemos elderecho más fuerte posible a reclamarla: es nuestra por nacimiento, por adopción y por conquista.

    Hay quienes son reyes porque nacieron con la corona sobre la cabeza; hay quienes son reyes porque han sidoadoptados

    por una familia real, y hay quienes se han apoderado del trono por medio de la fuerza. Sin embargo, en toda la historia, sóloel pueblo escogido de Dios ha tenido este triple derecho al trono. Es imposible que ese derecho pueda ser más seguro.Ningún golpe de estado contra ellos puede tener la esperanza de triunfar. No hay insurrección que pueda perturbar sudominio. Su soberanía es invencible.

    Su derecho al trono se funda:

    En que usted ha nacido de nuevo, lo cual lo ha convertido en hijo del Padre. En que ha sido adoptado en Cristo, lo cual ha fortalecido doblemente su demanda legal. En que lo ha conquistado, por medio de su acceso en fe al triunfo de la resurrección y la ascensión de Cristo.

    Y todo esto ha sido confirmado por un conjunto de pergaminos inmutables; su «carta de derechos personales»: Las SantasEscrituras. Se destaca en especial un pasaje:

    «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,  aun estando nosotros muertosen pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),   y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,  para mostrar en los siglos venideroslas abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.   Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.» (Ef. 2:4-9)

    La declaración clave es la que hemos subrayado. Proclama que Dios nos ha«entronizado con Cristo en lugares celestiales»y este gran acto se realizó sin tener en cuenta en absoluto sus derechos personales. De hecho, usted no tenía ninguno. Enel momento de ser entronizado, estaba «muerto» en sus pecados. Su gloriosa elevación le llega sólo por la gracia de Dios,

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    es un don gratuito que Él le da en Cristo. Es producto únicamente de la unión con Cristo que Dios ha producido en ustedpor la fe (y ni siquiera puede alardear de su fe, porque también es un don gratuito de Dios).

    Así que no puede ni aumentar ni destruir sus prerrogativas reales en Cristo. Todo quedó hecho antes de que usted naciera.Ahora se encuentra seguro en «los lugares celestiales», más allá de todo daño que le quiera hacer el diablo o el hombre,garantizado para siempre por la resurrección, la ascensión, y la entronización de Cristo.

    Si usted ha quedado unido con Cristo por medio de la fe, entonces es cierto que digamos que cuando El resucitó de entre

    los muertos, usted resucitó con Él; cuando ascendió a los cielos, usted ascendió con Él; cuando se sentó a la diestra de lamajestad en las alturas, usted se sentó con Él; y ahora, junto con Cristo, usted está entronizado«Sobre todo principado yautoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo sino también en el venidero» (Ef.1:20-21) ahora vamos a ver dos cosas:

    (1) UN GRAN CAMBIO

    Si es cierto que usted ha sido identificado con Cristo en su muerte, sepultura, resurrección, ascensión y entronización,entonces todo esto exige un asombroso cambio en su estilo de vida. Ningún plebeyo que haya sido elevado de repente larealeza y que sepa lo que le ha sucedido, puede volver a ser jamás lo que era antes.

    Supongamos que usted descubrirá hoy que es el primero dentro de la línea de sucesión al trono de Gran Bretaña, que algún

    día lo van a coronar en la Abadía de Wetminster, y que a partir de entonces, va a recibir en el palacio de Buckingham. ¡Cómocambiaría su vida! Si sabe que es el legítimo heredero de todos los títulos, prerrogativas y riquezas de la monarquíabritánica, ¿Cómo se podría volver a sentir pobre o insignificante?

    Sin embargo, esa herencia sería la de un indigente, comparada con los derechos de realeza que Dios ya le ha dado en Cristo.Está sujeta a la devastación que produce el tiempo, mientras que ésta va a ser espléndida por toda la eternidad. Le ofreceunas ventajas materiales, mientras que ésta no sólo comprende beneficios terrenales, sino también unos tesoros espiritualesque son infinitamente más valiosos. Trae consigo un territorio limitado, un dominio restringido, mientras que ésta comprendela autoridad del mismo Dios.

    No hay trono mayor que este, y con la excepción de Dios, no hay soberano alguno que ocupe un lugar más elevado.Aquellos que tienen derecho a sentarse en este trono (y todos los que han sido unidos a Cristo lo tienen) han recibidogobierno y autoridad, poder y dominio, nombre y honra, superiores a todos los demás, tanto en el tiempo como en la

    eternidad.

    (A) LO QUE ÉRAMOS ANTES Y LO QUE SOMOS.

    La grandeza de este cambio se halla casi por encima de toda comprensión posible. ¿Acaso no estábamos «muertos ennuestros delitos y pecados»? ¿No seguíamos «la corriente de este mundo», leales al «príncipe de la potestad del aire, elespíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia»? ¿No vivíamos nosotros también «en los deseos de nuestracarne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira»?

    Pero incluso mientras estábamos muertos para el de esa forma, Dios nos amaba con un amor muy grande, y su misericordiaera tan abundante, que nos tocó por su gracia y nos dio vida juntamente con Cristo (Ef. 2:1-5).

    Necesitamos destacar la forma en que Pablo usa la palabra«aún» (v. 5). «Aún estando nosotros muertos», Dios se inclinóhasta nosotros, nos levantó con Cristo y nos entronizó con Él en los lugares celestiales. No nos abriríamos podido hallar enuna situación peor ¿Quién está más indefenso que un muerto? ¿Quién habría podido ser más indigno de sentarse en untrono, menos merecedor de un esplendor tan asombroso? Pero Dios ha manifestado así las riquezas inconmensurables desu gracia hacia nosotros en Cristo: aún que nuestra situación era tan desesperada, y nosotros tan totalmente indignos, Élno se exaltó a la soberanía más elevada que es posible concebir.

    Ahora bien, ya que todo esto sucede de la voluntad de Dios, hay que excluir las obras. Él no lo ha rey a usted a causa de susbuenas obras, como tampoco le va a negar el título porque falle en su justicia.

    Hoy en día, usted no puede caer en un estado peor que aquel en que estaba cuando Dios le dio vida junto con Cristo.

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    Entonces, estaba «muerto», así que ahora no puede estar «más muerto» que antes. La muerte no reconoce grados. El queestá muerto, lo está de manera total e irrevocable, a menos que se produzca un milagro de la gracia divina. Este milagro yase ha producido a favor suyo en Cristo. Su entronizamiento junto con Cristo no puede ser destruido por sus pecados deayer, ni tampoco lo van a destruir sus pecados de mañana. La obra ha sido terminada totalmente por medio del esfuerzo deCristo, y no por esfuerzo alguno de parte suya.

    El apóstol Pablo es categórico: usted estaba muerto sus pecados; ahora está vivo en Cristo. Se deleita en hacer unacomparación entre lo que éramos y lo que somos. Por ejemplo:

    «Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.  Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,  el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,  para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta» (Tit. 3:3-8)

    Observe de nuevo que su salvación y su herencia no dependen en manera alguna de nada que usted pueda hacer. Sele ha concedido una categoría maravillosa, no en virtud de sus buenas obras, sino en virtud de la gracia de Él. Pablo está tanansioso de que sus lectores comprendan esto, que insiste: «Palabra fiel es esta» ¡Tienen que creerlo! Por muertos quehayan estado en el pecado, en Cristo Dios les ha dado vida. Lo que a ustedes les toca es aceptar esta nueva identidad ycomenzar a vivir de acuerdo a ella.

    (B) UNA NUEVA EVALUACIÓN

    Es importante que nos demos cuenta de que Pablo está describiendo nuestro estado, tal como Dios lo ve. Cuando hablade lo que «éramos» y de lo que hemos venido a «ser », está hablando desde el punto de vista divino. Esta diciendo que Diosnos veía antes en el pecado, necios, desobedientes, esclavos de las pasiones y demás, aunque nosotros mismos no nosviéramos así; en cambio, ahora no sé en Cristo: vivos, entronizados, victoriosos y demás, también aunque no nos veamosnosotros de esa forma. Tenemos que aprender a aceptar la manera en que Dios juzga nuestra situación y no la otra.

    A pesar de las cosas buenas que usted haya podido hacer, Dios lo veía a usted muerto en delitos y pecados; en cambioahora, a pesar de las cosas malas que pueda hacer, Dios lo ve vivo en Cristo. Entonces, es posible que usted pareciera tener

    éxito en cuanto a evitar ciertos pecados; con todo, Dios lo veía en una desesperada derrota. Ahora, tal vez parezca habersido derrotado por ciertos pecados, pero Dios ve en usted una gloriosa victoria. Tal vez entonces usted se considerara reypero para Dios, era esclavo; tal vez ahora se considere esclavo, pero para Dios, usted es rey.

    Este es nuestro problema: nuestra forma de evaluar una situación raras veces es la misma de Dios. Y en ningún otroaspecto es esto más cierto, que cuando nos enfrentamos a la proclamación divina de que hemos resucitado con Cristo yentronizados con Él en los lugares celestiales.

    Usted necesita dejar de mirarse a sí mismo con los ojos naturales para ver cómo lo ve Dios. La evaluación que ustedhaga de sí mismo no vale nada. La única evaluación que vale es la de Dios. Él lo trata a partir de lo que Él piensa acerca deusted, y no a partir de lo que usted piense. Y ha decidido que nunca lo va a ver sin ver a Cristo al mismo tiempo. Dios lo vea usted sólo como se ve reflejado en Cristo. Tal como Cristo es, así lo ve Dios a usted, y así considera que usted es.

    Si quiere llegar a algo con Dios, va a tener que comenzar a pensar de la manera que El piensa, y decir lo que Él dice. Y,y Él dice que a pesar de que usted estaba muerto antes en sus iniquidades, ahora por medio de su unión con Cristo, ha sidolevantado a los lugares celestiales, y sentado junto con Cristo en su glorioso trono.

    Ahora bien, ningún rey actúa como tal, ni disfruta de los privilegios de su realeza, si se niega a aceptar su identidad.

    Regresemos por un instante a mi ejemplo acerca de la monarquía británica. Supongamos que le ha notificado que unosdocumentos recién descubiertos demuestran sin dejar lugar a dudas que usted es el legítimo heredero al trono de Inglaterra.Pero supongamos también que usted se niega a creer en el heraldo. Recibe su anuncio con burla. Da mil razones para suincredulidad: su nacimiento, obviamente humilde, su comportamiento muy ajeno a la realeza, su incapacidad para gobernar,

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    sus pocos deseos de abandonar su vida actual, y muchos más. Nadie lo puede obligar a acercar el cetro, de manera que acausa de su rechazo, su corona irá a pasar a manos de otro.

    De igual manera, Dios no lo va a obligar a aceptar su entronización junto con Cristo, si usted insiste en negarse a tomarla barra de la autoridad; si está decidido a seguir fingiendo que es un plebeyo (a mantener su creencia de que sigue«muerto» en sus pecados), si rechaza la nueva posición que le ha dado Dios en Cristo, entonces sencillamente estaráanulando la gracia de Dios. Puede estar seguro de que seguirá empobrecido y derrotado.

    También están los que asumen sus derechos y se sientan en el trono, pero con el tiempo surge alguna circunstanciaque lo lleva a abdicar como sucedió con Eduardo VIII, quien abandonó el trono inglés en 1936 para casarse con BessieSimpson, su novia estadounidense. Estos cristianos comienzan bien, sosteniendo con entusiasmo sus derechos y suautoridad en Cristo, pero vienen las presiones o cambian las circunstancias y abdican de repente, convencidos de que yano sirven para reinar.

    Sin embargo, tenemos que comprender el triple derecho al trono que mencioné antes, y lo que Dios nos ha dadogratuitamente en Cristo. Legalmente, no se nos puede quitar ese derecho. Sólo lo podemos perder porque lo rechazamos, oporque abdicamos, es decir, porque nos negamos a aceptar nuestra nueva posición en Cristo, o porque abandonamos eltrono después de haber sido coronados.

    Por eso, casi no hay nada que sea tan importante como que usted se niegue a mirarse desde un punto de vista naturaly terrenal. Necesita aceptar de todo corazón el testimonio de Las Escrituras con respecto a la nueva identidad y losprivilegios que Dios le ha dado en Cristo. Cambie su manera de pensar con respecto a sí mismo. Niéguese a aceptar todo juicio sobre su situación que no sea el de Dios. Tal vez el mundo le diga que es débil e insignificante, el diablo lo acusa deser fraudulento e hipócrita o usted se considere a sí mismo como inmundo y lleno de pecado. Sin embargo, ninguna de esasopiniones tiene peso para Dios. Aprenda a evaluarse, no según su condición humana, sino según la revelación divina. Alfin y al cabo, sólo hay realidades en lo que Dios dice. Todas las demás evaluaciones son falsas.

    No en balde, Pablo escribe: «No os conformes a este siglo, sino transformamos por medio de la renovación de vuestroentendimiento» (Ro. 12:2). La transformación de su vida de derrota en victoria, de enfermedad en salud, de pobreza enriqueza, de pecado en justicia, de muerte en vida, comienza con una mente renovada. Piense lo que piensa Dios. Entonces,se producirá en usted «la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Haga caso al texto bíblico que dice: «Llevandocautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo» (2 Co. 10: 4-5)  piense bien sobre sí mismo en Cristo, porque enCristo, Dios piensa bien sobre usted.

    Usted es rey. Piense como rey.

    (II) UNA GRAN CONFESIÓN 

    Es casi inevitable que digamos lo que realmente queremos. «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mt.12:34). Pero también es cierto que la «abundancia del corazón» puede ser moldeada por lo que dice la boca. Lo que ustedcree, es lo que va a hablar, pero lo que habla va a cambiar lo que cree.

    Por eso, en esta situación de sus derechos en el trono debe haber una relación mutua entre creer y hablar. Pensar comorey y hablar como rey son dos cosas que deben ir mano a mano. Si usted lo cree, lo va a decir; si lo dice, lo va a creer. Lascreencias del corazón y la confesión hablada surgen cada cual de la otra, y si afirman y fortalecen una a otra.

    En la vida cristiana, la vida nunca puede ir más allá de la confesión, mientras que la confesión correcta fortalecerá quey la lleva más lejos de lo que habría podido ir sin ella. Entonces, puesto que usted ahora se cree rey, también debe hablarcomo rey. Por eso hablé con autoridad contra su enemigo espiritual y contra todo lo que pertenezca al reino de las tinieblas.

    Esta confesión de fe es el ejército y arsenal de nuestro reino. La palabra hablada es nuestro mejor método ofensivo ydefensivo. El centurión romano le dijo a Jesús: « Di la palabra y mi siervo será sano» en cambio, ahora la situación se hainvertido. Ahora es Cristo el que le dice a usted:«Mantente firmé en tu fe; di la palabra en mi nombre, y tendrás victoria».Su milagro se encuentra en sus labios. Dígalo y sucederá.

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    Cuando uno piensa como Dios, y dice lo que dice Dios, entonces atrae hacia sí los recursos infinitos de los cielos; libera lasriquezas y el poder de su trono celestial y las fuerzas de Satanás tiemblan.

    El trono sobre el cual Dios lo ha puesto usted en Cristo se volverá lleno de fortaleza y de poder, o se convertirá en débil eineficaz (para usted), según su grado de osadía en sus confesiones de fe. Hablé como rey. Hable con autoridad, como ungran monarca. Proclame los derechos que le da su trono con valor y persistencia. No ceda ante hostilidad alguna. No aceptederrota alguna. Identifíquese en Cristo. Ocupe su trono. Proclame como suyos todos los privilegios maravillosos y eldominio espiritual que Dios le ha dado gratuitamente en su Hijo.

    Pero ahora surgen dos preguntas: ¿Cuál es la naturaleza de esta confesión de fe y como la afecta el pecado?

    En las lecciones que siguen veremos la naturaleza de nuestra confesión de fe, cuál debe ser su contenido y cuando esadecuado o inadecuado hablar con autoridad. En este momento solo quiero responder la segunda pregunta: «¿Acaso elpecado no me destronara?».

    Si usted continúa consistiendo voluntaria y deliberadamente algún pecado, sin sentir vergüenza alguna, o sin ningúndeseo real de liberarse de él, bien podría ser que fuera destruido, cortado sin esperanza alguna, regresado a las tinieblas ya la muerte. Todo pecado, cuando es llevado a un extremo de rebelión contra Dios y de endurecimiento del corazón, se parade Cristo al pecador. Deja de estar «en Cristo». Ha sido aislado de la salvación. Vuelve a ser como si nunca se hubieraarrepentido o creído. Es de nuevo un pagano; ha dejado de ser cristiano. Ha renunciado por completo a sus derechos en eltrono.

    Sin embargo, no es fácil que una persona que una vez haya querido realmente en el Señor Jesucristo, que realmente se hayaconvertido «de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios»,  que haya nacido de nuevo, caiga otra vez en lamuerte espiritual. Es difícil resistirse a la gracia de Dios. Él Espíritu Santo lucha para rescatar el alma en peligro. Hace faltaalgo más que un pecado, o incluso más que un centenar de pecados, para asesinar a los hijos de Dios; para sacarlos deCristo y para anular sus derechos al trono.

    Recuerde que Dios no lo llama hijo porque usted se haya portado bien, sino porque Cristo hizo el bien. No son los méritosde usted, sino los de Él, los que forman la base de su entronización. Mientras usted se aferre a Él, a pesar del pecado en elque pueda caer de vez en cuando, tanto su autoridad espiritual como sus derechos y privilegios permanecerán inalterables.

    Por tanto, si usted peca no honra a Dios, ni le agrada tampoco si permanece caído, revolcándose en la infelicidad, lamentándose

    de sus debilidades. Lo que usted debe hacer es arrepentirse en el mismo momento en que él Espíritu Santo lo anime ahacerlo, confiar de inmediato en el perdón de la gracia divina y reafirmar con mayor fuerza que antes su victoria total enCristo.

    De hecho, mientras más osadamente proclame usted su categoría real, más difícil va a ser que el pecado lo vuelva a derribar.Por eso, su confesión de fe no debe ser controlada por sus experiencias, sino que usted debe decir lo que Dios dice acercade usted, en Cristo cualesquiera que sean esas experiencias. Mientras más lo diga, más lo vivirá.

    Dios no lo ha entronizado en los lugares celestiales a causa de sus triunfos en la lucha contra el pecado, sino a causa de loque Cristo ha hecho. Su justicia no fue la que lo colocó en el trono, y su falta de justicia (a menos que sea llevada hasta elextremo de separarlo de Cristo) tampoco lo puede sacar del trono. En Cristo (no en sí mismo) usted ha sido rescatado de lamuerte, ascendido a los cielos y sentado en el trono. Dios le exige que lo crea porque él lo ha dicho, tanto si está sucediendoen su vida diaria como si no. Y una vez que lo crea, le exige que lo confiese con osadía frente al rostro mismo del pecado, ante

    los colmillos de Satanás, a pesar de sus debilidades, por encima de la cabeza de las derrotas. Le exige que diga en voz altalo que Él dice que usted es en Cristo. Su palabra de fe va a convertir en realidad dentro de su vida diaria lo que ya es ciertoacerca de usted en los lugares celestiales.

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    LECCIÓN DOS

    EN LOS LUGARES CELESTIALES

    Hay una ley espiritual ineludible que dice que la fe debe preceder a la práctica. Muchos cristianos no viven en victoriaporque tratan de invertir esta ley de manera querida: la práctica primero y después la fe. Sin embargo, las leyes espiritualesson tan persistentes como las naturales. No es posible violar esta regla: la fe debe venir antes que la práctica. Es decir, que

    antes de poderse comportarse como un santo usted debe creer que lo es.

    Cristo enunció esta ley con estas palabras suyas:

    «Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn. 8:32)

    He aquí algo que todos deseamos: libertad para servir a Dios, para amarlo, para regocijarnos en su bondad; libertad en laadoración y la oración; libertad para vivir justamente, para caminar con sensatez y piedad en medio del mundo presente;libertad de las enfermedades y de toda obra de las tinieblas; libertad para prosperar cada día en el favor de Dios.

    ¿Cómo podemos obtener esa libertad?Todo lo que Jesús dijo fue: «Conoced la verdad»

    En otras palabras, antes de comenzar a orar por alguna necesidad busque lo que dice Dios acerca de su deseo y capacidadpara satisfacerla, y después crea su Palabra con todo el corazón. Su conocimiento de la Palabra de Dios y su fe en ella sonla clave inicial en el camino hacia todos sus maravillosos tesoros.

    En el Nuevo Testamento se aplica continuamente esta ley. Casi de manera invariable, cada vez que los apóstoles explicabanla práctica cristiana, explicaban antes la fe cristiana... en Romanos Pablo escribió once capítulos llenos de poderososargumentos sobre el plan de salvación, antes de añadir otros cinco acerca de la vida práctica.

    En Gálatas, los dos capítulos finales, que contienen advertencias, indicaciones y exhortaciones van precedidos por otroscuatro de una fe fuertemente razonada, cuyo punto más elevado es una fuerte exhortación: «Estad pues, firmes en lalibertad con que Cristo nos hizo libres». Pablo llevó primero a los gálatas al terreno de la libertad plena del cristiano paradespués decirles cómo debían manifestar las características de los verdaderos cristianos. La fe antes que la práctica.

    En Efesios comienza con tres capítulos sobrecogedores que muestran las glorias de Cristo, la inmensidad de la salvación yél amplio alcance que tiene el plan de Dios para la iglesia. Explora las infinitas riquezas del Evangelio y revela las riquezas degracia y de gloria que Dios nos ha dado en Cristo. Entonces, y no antes, comienza la aplicación práctica de las verdades.Tuvo el cuidado de proclamar lo que Dios ha hecho por nosotros, antes de escribir lo que nosotros debemos hacer por él.

    En muchos lugares más del Nuevo Testamento podemos notar el mismo principio. Antes de exhortar al cumplimiento de losdeberes cristianos, los apóstoles siempre tenían el cuidado de enseñarles a las personas la doctrina cristiana.

    Esta norma es especialmente evidente en las oraciones que escribe Pablo. Un apóstol que ora por la iglesia; ¿Cuál va a serel tema de su intercesión? ¿Orará para que venzan el pecado? ¿Para que reciban sanidad? ¿Para que la iglesia crezca? ¿Paraque sean satisfechas sus necesidades?

    ¡No! No ora por ninguna de las cosas de las que suelen estar repletas las oraciones de la mayoría de los cristianos. Lesuplica a Dios con pasión que no les de cosas, sino que conozcan la verdad. Una y otra vez, lo que anhela es que ellosconozcan... conozcan...¡CONOZCAN!

    En su ferviente intercesión ora para pedirle a Dios que les dé sabiduría y revelación en el conocimiento de Cristo; para quelleguen a conocer la esperanza de su llamado y las riquezas de la gloria de Dios; para que comprendan el ilimitado poder quetienen a su alcance en Cristo; para que comprendan el amor de Dios, entiendan su voluntad y adquieran iluminaciónespiritual (vea Ef. 1:15-19; 3:14-19; Fil. 1:9-10; Col. 1:9 y otros)

    Pablo sabía que si se familiarizaban con la verdad en Cristo, crecerían en el conocimiento del Evangelio; si captaban laimportancia de todo lo que Cristo hizo en el Calvario para que ellos tuvieran una salvación plena, entonces no necesitarían

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    nada más. Todas las cosas que pudieran estar deseando les vendrían como consecuencia natural de este conocimiento dela verdad.

    Tal vez representación más apasionante de las riquezas que Dios nos ha dado en Cristo se encuentre en los tres primeroscapítulos de la epístola de Pablo a los Efesios. En esta carta, Pablo mi de las profundidades más hondas y se remonta hastalas alturas más elevadas de las glorias del Evangelio y nos las revela en cinco fuertes frases acerca de nuestra posición ENLOS LUGARES CELESTIALES en Cristo: Efesios 1:3, 20; 2:6; 3:10; 6:12.

    (I) SU PROVISIÓN EN LOS LUGARES CELESTIALES

    «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo» (Ef. 1:3)

    Para el cristiano «creer» significa aceptar sin reservas el testimonio que Dios ha dado sobre sí mismo en las Escrituras. Enespecial, se me exhorta a aceptar dos cosas: lo que dice la Biblia acerca de Cristo, y lo que dice la Biblia acerca de mi mismo.Creer lo primero sin creerlo segundo es tener una fe truncada; una fe que me va a negar el acceso a la mejor parte de lasbendiciones de Dios.

    Si estoy satisfecho con la aceptación del testimonio de las Escrituras acerca de la identidad de Cristo en Dios, entoncestambién debo estar dispuesto a aceptar lo que dicen acerca de mi identidad en Cristo. La una tiene muy poco valor sin la otra.

    En ningún otro lugar es más evidente este principio que en el uso que hace Pablo de la frase«en los lugares celestiales»

    Nadie está realmente seguro de lo que significa esta frase, aparte del hecho de que describe la dimensión espiritualdeterminada a la cual hemos ganado el acceso por medio de Cristo. En ese lugar, Dios ha depositado todos los tesoros dela salvación; allí es donde están situadas en abundancia todas las bendiciones espirituales. Cuando usted necesite de Dios;cuanto Dios le quiera dar, ya está puesto allí a su nombre.

    (A) TODAS LAS BENDICIONES YA SON SUYAS.

    Como notará, Pablo dice que esta gran obra ya ha sido hecha. No se trata de una promesa. Es la proclamación de un hecho:«Dios... nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo».

    ¿Usted dice que tiene necesidad de una bendición? ¡Dios ya lo bendijo!Y, ¿Que le ha dado? Nada menos que «toda bendición espiritual»

    ¿Es capaz usted de comenzar a enumerar la abundante provisión que indica esta proclamación? ¿Podrá agotar alguna vezese tesoro sin límites? ¡Toda bendición espiritual! ¡Todas las cosas buenas que haya anhelado y por las que haya orado jamás! Cuanta bendición podría desear el corazón humano y cuanta bondad podrían proporcionar las manos de Dios. Todaslas riquezas de la gloria y todo lo que está almacenado en la tierra. Para su cuerpo, para la salud, la capacidad y la victoria.Para su mente, todo entendimiento, satisfacción y creencia. Para Su alma, toda purificación, salvación y vida. Para suespíritu, toda iluminación, fe y crecimiento

    Con una provisión superlativa como ésta, el Señor Dios ya lo ha bendecido. Sin embargo es posible que usted diga: «no veoque yo tenga todas esas cosas»

    ¿No será que las está buscando donde no están? ¿Dónde se pueden encontrar todas esas bendiciones espirituales? ¿Enusted mismo? ¿En su iglesia? ¿En sus buenas obras? Las Escrituras nos dicen con toda claridad dónde hallarlas. Dios nosha bendecido con toda bendición espiritual «en los lugares celestiales».

    O sea, que existe un ámbito determinado, conocido como «los lugares celestiales», donde usted goza de un créditoilimitado. En ese lugar, y depositadas a su nombre, hay unas riquezas incalculables. ¡Y son suyas ya! Si usted y yo noestamos disfrutando de esta provisión divina, sólo se debe a que no estamos buscando donde debemos o acercándonos aella por el camino incorrecto.

    Supongamos que existiera un banco comercial que se llamara « Banco de los Lugares Celestiales». Si un amigo suyo

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    deposita una gran suma de dinero a nombre de usted en ese banco, usted se convertirá de inmediato en una persona rica.Pero sus nuevas riquezas no le van a servir de nada, a menos que usted vaya a ese banco en particular, presente unaidentificación autorizada que le dé derecho a sacar dinero y después saque de la cuenta todo lo que necesita.

    Lo mismo sucede con sus riquezas que se encuentran en los «lugares celestiales» de Dios: usted tiene que entrar en esadimensión espiritual con la autoridad correcta para reclamar por fe lo que es suyo. Voy a ir explicando la forma de hacerlo amedida que avance este capítulo, pero primero vamos a mirar con mayor detenimiento...

    (B) EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS «TODA BENDICIÓN  ESPIRITUAL»

    ¿Que son esas «bendiciones espirituales» de las que habla Pablo?Sería erróneo pensar en ellas como bendiciones que son «espirituales», en contraste con las bendiciones físicas y materiales.Se las llama «espirituales», no porque no se han de esta tierra, sino porque tienen una base espiritual; es decir, surgen delministerio del Espíritu Santo en la vida del cristiano; brotan de nuestra unión con Cristo.

    Estas bendiciones comprenden en sí mismas todas las promesas que Dios nos ha hecho en cuanto a perdón, sanidad,victoria, provisión y demás.

    Pablo hace una especie de análisis de esas bendiciones en Efesios 1:3-20. Las enumera de esta forma:

    Una vida santa y sin mancha (v. 4) El destino de los hijos de Dios (v.v. 5-6) La redención y el perdón (v.v. 7-8) El conocimiento de los planes de Dios (v.v. 9-10) Libertad a fin de vivir para la gloria de Dios (v.v. 11-12) La promesa del Espíritu Santo (v. 13) La garantía de una herencia (v. 14) Después lo resume todo en tres grandes declaraciones (v.v. 18-20) La esperanza a la cual Él nos ha llamado Las riquezas de su gloriosa herencia La inconmensurable grandeza de su poder. Esperanza, riquezas, gran poder: estas tres, abarcan todas las bendiciones

    espirituales que Dios ha provisto para usted en los lugares celestiales. Hay esperanza, porque nuestro futuro está asegurado en Cristo. Tenemos un destino, un reino, una recompensa que

    nos ha sido destinada y de la cual nadie nos puede privar, sino somos nosotros mismos con nuestra incredulidad. Hay riquezas de perdón, de gracia, de sanidad, de vida, de satisfacción de todas nuestras necesidades; ciertamente

    todos los tesoros ofrecidos entre las buenas promesas de Dios. Hay poder, un poder incalculable, sobre todo el reino de las tinieblas, sobre los principados y las potestades demandas,

    sobre el pecado sobre la hostilidad del mundo, sobre la muerte y sobre las puertas mismas del infierno.

    Se necesitan dos llaves para abrir estos tesoros:

    (1) REVELACIÓN

    Como ya he indicado, necesitamos que se abra nuestros oídos y nuestros ojos para poder comprender que todas esas

    bendiciones que han sido prometidas ya nos pertenecen. No son bendiciones para el futuro, sino posesiones del presente.

    Ahora bien, este tipo de conocimiento se encuentra por encima de la mente natural. Es necesario que el espíritu lo revele. Nobasta con una comprensión puramente intelectual de las promesas; estas cosas se deben percibir de manera espiritual.

    Una persona puede leer, digamos, el primer capítulo de Efesios y estar de acuerdo en su mente con todas y cada una de suspalabras, sin embargo, seguir tan empobrecida ante Dios como lo ha estado siempre. Tiene que pasar de su mente a sucorazón. «Con el corazón se cree» y así se obtienen las bendiciones de Dios (Ro. 10:8-10)

    Si bastara con leer promesa y aceptarla como cierta en la mente, después de instruir a los efesios (Ef. 1:13-14), no habría

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    dicho de inmediato:

    « por esta causa también yo... no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo... os de espíritu de sabiduría y de revelación en el  conocimiento de él»

    El sabía que las palabras que escribiera, por sinceramente que las recibieran ellos, no bastaban por sí mismas. Se necesitabael toque de Dios para hacer que esas palabras adquirieran vida en el corazón de las personas. Necesitaban una revelación

    interna de la verdad que estaba allí escrita. Por eso, después de haber escrito todas esas bendiciones espirituales que lepertenecen al pueblo de Dios en los lugares celestiales, comienza enseguida a orar diciendo:

    «Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, o de espíritu de sabiduría y de revelación enel conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis...» (vv. 15-18)

    Eso es el conocimiento impartido por Dios. Es un propósito intelectual que se convierte en conocimiento del corazón. Es unconocimiento percibido por un avivamiento espiritual de las cosas que ha recibido la mente. Lo que ha sido«oído» por losoídos, ahora es «visto» en el espíritu. Es el Señor abriendo los ojos de nuestro corazón, dándonos iluminación espiritual, demanera que su Palabra se convierta de repente para nosotros en la única realidad.

    Este conocimiento interno de la promesa de Dios sobrepasa todo tipo de conocimiento. Por medio de la revelación divina,captamos su presencia y poder, mientras nuestra fe se ríe de todos los enemigos y se regocija en la victoria asegurada deDios (cf. 2 R. 6:15-17).

    Esta comprensión espiritual nos llega de distintas formas: a veces mientras leemos las Escrituras; a veces mientras escuchamosla predicación de la Palabra. O de alguna otra forma. Pero sobre todo, nos viene cuando tomamos una promesa de Dios yoramos acerca de ella, hasta que Él nos imparte «espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él»

    Cualquiera que sea la forma en que nos llegue, sencillamente no hay sustituto alguno para esa iluminación de «los ojos denuestro entendimiento» sin ella, las promesas de Dios seguirían siendo letra muerta para nosotros

    ¿Cómo saber cuando se ha producido esto? Lo sabrá por qué lo sabrá. Es decir, la promesa de Dios no va a ser sólo algo quese ha aprendido de memoria; ahora será tan real como la vida misma. En lo más profundo de su interior, usted estaráconsciente de que la promesa de Dios es irresistiblemente cierta. La incredulidad dará paso a una fe total. Se tenderá un

    puente sobre el abismo existente entre usted y la promesa. El abismo de credibilidad no va a existir ya más. Usted y lapromesa se van a fundir en uno. Le va a parecer inconcebible que la promesa pueda fallar.

    Este cambio es algo parecido a lo que usted experimentaría si un extraño le dijera que le va a dar 1 millón de dólares. Alprincipio se sentirá incrédulo y tal vez enojado, porque le parecerá que se quiere burlar de usted. Pero él insiste en que locompruebe por sí mismo; es tan insistente y sincero, que usted comienza a tener sus dudas. Por fin, toma el cheque y sinatreverse a esperar nada, se va al banco en el cual está la cuenta del cheque. Pregunta en el banco y para su asombro,descubre que el Che que es válido y que el dinero es suyo cuando lo quiera. Ahora se han acabado todas las dudas. Ahoralo sabe, de repente, la veracidad de todo aquello lo sorprende. Qué gozo tan grande el que le llena el corazón. Enseguidacomienza a pensar y hablar distinto porque ahora sabe que es millonario de verdad.

    Ese es el mismo tipo de seguridad que usted necesita llegar a tener con respecto a las riquezas que Dios ha separado parausted en los lugares celestiales, y le va a traer el mismo tipo de gozo. Esas riquezas son suyas si está dispuesto a creerlo.

    (2) LIBERACIÓN

    Si la «revelación» era la primera llave para abrir sus bendiciones espirituales en los lugares celestiales, entonces la segundallave es la «liberación» de su fe. Esas cosas que ya son posesiones suyas en potencia, se convertirán en unas posicionesreales cuando usted se comprometa en fe a recibirlas de Dios.

    Esa fe debe ser concreta. No es lógico que usted espere poder captar todas las bendiciones espirituales en un instante,como tampoco lo es que se pueda comer todo un almacén de alimentos en una sola comida. Usted necesita determinar cuáles la bendición espiritual adecuada para usted en el momento presente y después liberar su fe en Dios con respecto a ella.

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    Es frecuente que las personas no reciban la bendición espiritual que necesitan, porque hacen una explicación muy pococlara de esa promesa. La fe real no puede funcionar mientras no se haya aplicado una promesa determinada a una necesidaddeterminada.

    Por ejemplo, hay quien dice «Yo sé que Dios puede atender a mis necesidades económicas». Sin embargo, esto es mas unadeclaración de creencia doctrinal, que de una fe concreta. La fe real diría: «Yo sé que Dios me va a enviar el dinero quenecesito para pagar esta deuda». De hecho, la fe real sería más atrevida aún: «Yo sé que Dios ya me ha bendecido en los

    lugares celestiales con Cristo, con el dinero que hace falta para pagar esta deuda».

    La fe toma posesión de sus posesiones.La fe se regocija en la provisión que Dios ya ha hecho.La fe grita con alegría: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendiciónespiritual en los lugares celestiales Cristo»

    I) SU PODER EN LOS LUGARES CELESTIALES

    « La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra [la diestra del Padre] enlos lugares celestiales» (1:20)

    Observe en especial la maravillosa oración hecha por Pablo en conexión con esta proclamación acerca de la ascensión deCristo a los lugares celestiales: «en mis oraciones... para que sepáis... cuál [es] la supereminente grandeza de su poder  para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo resucitándole delos muertos» (v.v. 16-20)

    Pablo no le pidió a Dios que les diera poder, solo anhelaba que llegaran a conocer la grandeza del poder de Dios en loslugares celestiales, y a saber que todo ese poder era ya posesión y prerrogativa de ellos.

    ¿Qué es ese poder? ¿Cómo llega a ser nuestro?

    (A) LA MEDIDA DE ESE PODER

    Pablo mí de ese poder que es nuestro en los lugares celestiales, y nos dice dos cosas acerca de su grandeza:

    En primer lugar, que es «supereminente», incalculable: ningún cristiano tendrá que temer jamás que esepoder sea insuficiente para enfrentar cualquier dificultad que pueda aparecer. En segundo lugar, es «según» una demostración determinada del poder de Dios. ¿Cuál es esa demostración?

    El poder que se haya al alcance de cada cristiano es «Según la operación del poder de su fuerza, la cual operóen Cristo, resucitándole de los muertos»

    Es decir, que la extraordinaria fortaleza que poseemos en los lugares celestiales es la misma en cuanto a carácter, fuerza yefecto, que aquella que rompió las cadenas de la muerte para el Cristo crucificado, lo libertó de las tinieblas del pecado y loresucitó en gloria para llevarlo al resplandeciente trono de los cielos.

    Es interesante hacer una comparación entre las normas de poder de la antigua dispensación y las de la nueva.

    Antes de la resurrección de Cristo, cada vez que los hombres querían describir el poder de Dios, no podían citar unademostración mayor que él, que él éxodo de Israel al salir de Egipto. Una y otra vez, los profetas usaron aquel sorprendentesuceso como ejemplo supremo del poder de Dios. El éxodo demostraba lo grandiosas que eran las cosas que él Señor podíahacer por aquellos que confiaban en él. La medida de capacidad divina era en la dispensación antigua «según» la liberaciónde Israel de la tiranía egipcia.

    Sin embargo, ahora tenemos una nueva norma. Ahora se nos da una medida infinitamente superior de omnipotencia que senos ha revelado. Esta se encuentra en la resurrección y la ascensión de Cristo. La manifestación del poder de Dios en lostiempos antiguos había sido grandiosa, pero ahora es incalculablemente mayor. Su poder obró para sacar a Israel de Egipto,pero fue la obra de su gran poder la que resucitó a Cristo de entre los muertos y lo sentó a la diestra de la Majestad en lasalturas.

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    También hay un contraste entre la eficacia del poder antiguo y la del nuevo. Si el primero produjo la liberación de unaesclavitud temporal, el segundo produjo la liberación espiritual de la muerte eterna. Si el primero produjo la libertad de lanación, el segundo ha creado la salvación para toda la raza humana. Si el primero le ofreció a Israel una herencia terrenal yunas riquezas naturales, el segundo ha abierto para todos los que han creído los almacenes sin límites de Dios y un reinoeterno en los cielos.

    (B) EL PROPÓSITO Y LA UBICACIÓN DE ESTE PODER

    El poder de Dios es anulado al instante si hacemos algún intento por usarlo en unas situaciones que no sean las aprobadaspor Él. Es un poder ilimitado, tan irresistible en los cielos como la tierra, pero no se encuentra a disposición de cualquiera nipara cualquier cosa. No es como una toma eléctrica sin protección, abierta para que cualquiera conecte a ella lo que leparezca.

    No es posible usar el poder de Dios para hacer la voluntad del hombre; ese poder sólo está disponible para que se realicela voluntad de Dios. Nadie se puede apropiar de ese poder sólo para hacer lo que le plazca; no obstante, el creyente si sepuede y si se debe apropiar de él para hacer todo lo que él sabe que agrada a Dios.

    Por eso, Pablo escribe:

    «Por lo cual también nosotros... nos cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del  conocimiento de su voluntad... para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra... para toda paciencia y longanimidad» (Col. 1:9-11)

    De esta forma, este glorioso poder de Dios, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos, se encuentra a sudisposición en estos momentos para que logre todo aquello que se encuentra dentro de los propósitos de Dios con su vida.Usted no tiene por qué sentirse inadecuado jamás ante ninguna situación en la cual se encuentra por obedecer a Dios. Enla fortaleza de su poder dentro de usted (ese poder que usted obtiene de «los lugares celestiales»), puede hacer cuantoDios tiene dispuesto, ya sea «conquistar reinos, hacer justicia, alcanzar promesas, tapar bocas de leones, apagar fuegosimpetuosos, evitar filo de espada, sacar fuerzas de debilidad, hacerse fuerte en batallas, poner en fuga ejércitos extranjeros...recibir a sus muertos mediante resurrección» o bien para  «ser atormentado, no aceptando el rescate... experimentar vituperios y azotes, y más de esto prisiones y cárceles... ser apedreado, aserrado, puesto a prueba, muerto a filo deespada» (adaptación de He. 11:32-38)

    Una vez que he descubierto la voluntad de Dios en cualquier situación, su poder se convierte en mí, para que pueda haceresa voluntad, ya sea para cambiar esa situación por medio de un milagro o para soportarla con una firme paciencia.

    Puesto que el poder de Dios sólo existe para que hagamos su voluntad, Él no lo deja al descuido donde nadie pueda hacerun uso incorrecto de él. Cristo lo obtuvo (cuando Dios lo resucitó de entre los muertos), y con Él permanece, en la seguridadde los lugares celestiales. Sin embargo, no está allí para beneficio de Él, sino para nuestro beneficio. No se les concede a losángeles, sino que nos pertenece a «nosotros los que creemos», y esa nosotros a quienes se nos ofrece.

    Moisés tenía su vara, Dios se la ofreció y él la tomó. Así se convirtió para él en garantía de poder divino. Con esa vara, y conlas señales y los prodigios que produjo, hizo añicos al Egipto imperial y creó un ejemplo que por muchos siglos fue lamanifestación máxima del poder de Dios en medio de los seres humanos.

    ¿Envidia este privilegio de Moisés? ¿Se siente asombrado ante esta desconcertante exhibición de la omnipotencia divina?Ciertamente, es de admirar; con todo, este ejemplo de la antigüedad ha sido sobrepasado con creces por la asombrosaproeza nueva de Dios en Cristo. Y ahora, ahora mismo, se nos ha ofrecido a los que hemos creído. Tan seguro como queDios le ofreció la vara Moisés, el derecho de captar el enorme poder que arrancó a Cristo de la muerte y lo exaltó hasta lagloria más alta.

    En los lugares celestiales, Cristo reina con espléndida autoridad, «sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, ysobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» (Ef. 1:21)

    ¿Qué majestad tan increíble!

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    Pero lo más maravilloso de todo esto es que esa victoria no fue lograda para beneficio del cielo, sino para beneficio de usted.

    Dios no tenía necesidad alguna de demostrar su poder sobre el diablo, porque eso ya fue hecho desde el principio mismo,cuando lo expulsó del huerto del Edén

    Tampoco Cristo necesitaba personalmente que se lo exaltará por encima del reino de las tinieblas, porque mucho antes deeso, ya había echado abajo a Lucifer y a los ángeles que se rebelaron junto con él, dejándolos atados en cadenas detinieblas.

    Cristo resucitó de entre los muertos, y ascendió a los cielos, no para demostrar el poder del cielo, que nunca estuvo enriesgo alguno, sino para poner el poder en manos de «nosotros los que creemos» en Él. Éste «supereminente» poder noestá destinado a ser un arma en las manos de Dios, sino un poderoso recurso en sus propias manos, para que usted mismo,en el poderoso nombre de Jesús, quede totalmente liberado de la opresión de Satanás.

    Claro que es cierto que Dios «sometió todas las cosas bajo sus pies» (v 22). Ahora bien ¿Para qué? Para beneficio suyo ymío, porque después dice: «Y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia»

    Por el bien de la iglesia, Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Por el bien de la iglesia, Cristo fue exaltado hasta lo másalto, por el bien de la iglesia, Él reina en los lugares celestiales, por el bien de la iglesia, todo ha sido puesto bajo sus pies.

    Y si usted forma parte de su iglesia, entonces usted también se encuentra aquí en los lugares celestiales con Cristo. Todoel poder que es suyo le pertenece también a usted. Entonces, aquí es donde hay victoria sobre el príncipe del mal, liberaciónde las garras del pecado, libertad del dominio de las tentaciones, sanidad del encarcelamiento de las enfermedades. Todo loencontramos al tomar lo que ya es nuestro en los lugares celestiales.

    Pablo se vuelve más osado aún, está tan seguro de nuestra identificación total con Cristo; tan seguro que ya estamossentados con Él en los lugares celestiales, que proclama que ese poder supereminentemente grande está ya ahora «connosotros los que creemos». Si, está DENTRO de usted ya en estos momentos. Tal vez no lo sienta, pero sí puede creerlo. Ysi lo cree, entonces ese poder va a comenzar de inmediato a realizar la maravillosa obra de Dios en su vida.

    ¿Se le hace difícil creer que el poder de la resurrección de Jesús se encuentra dentro de usted en estos mismos momentos?Pablo nos da una ilustración que resuelve el asunto. Dice: «[Dios] sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (vv. 22-

    23)

    Si Cristo es la cabeza, y nosotros somos su cuerpo, entonces donde Él esté, también debemos estar nosotros; lo que Él sea,también lo debemos ser nosotros; lo que El tenga, también debe ser nuestro. ¿Cómo podrían ser las cosas de otra forma?Cristo no es un monstruo, no es un ser deforme.

    Piense en su propio cuerpo: donde se encuentra su cabeza, también se encuentra su cuerpo. En la vida natural todas lascosas buenas que va a recibir su cuerpo, entran a él por medio de la cabeza— por la boca, los ojos, los oídos— y despuéses compartida con el cuerpo entero.

    De igual manera, toda la plenitud de Cristo, la Cabeza, le pertenece a la iglesia, su cuerpo: «la iglesia, la cual es su cuerpo,la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» lo que se le da a la Cabeza, que es Cristo, también le pertenece en formainevitable a su cuerpo, que es la iglesia y por lo tanto, a todos los «miembros» de ese cuerpo.

    Por tanto, si usted ha entrado a la unión con Cristo por medio de la fe, todo su poder celestial es ahora tanto suyo como deÉl. Sólo la incredulidad puede bloquear este poderoso torrente. Pero si usted lo puede creer, entonces su poder de resurrecciónse encuentra en sus manos. Cuando usted las impone sobre los enfermos en su nombre; en su voz cuando usted habla esaspalabras de aquella autoridad; en su mente cuando busca la sabiduría de Dios en las Escrituras; en su carne cuando selevanta contra el reino de las tinieblas y hace suyo el triunfo de Dios. Impregna todo su ser; la ley de la vida en Cristo Jesúsconsiste en liberarlo de la ley del pecado y de la muerte.

    Estas frases nos llevan de forma ineludible al texto siguiente:

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    (III) SU POSICIÓN EN LOS LUGARES CELESTIALES

    «[Dios,] aún estando nosotros muertos en pecados, no dio vida juntamente con Cristo (por gracia soissalvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (2:5-6)

    Hay una diferencia entre lo que podríamos llamar verdad de «situación» y lo que llamaríamos verdad de «posición»

    La verdad de situación describe nuestro estado en estos momentos; es decir, nuestra situación, tal como la ven los ojosnaturales. En el estado en el que nos es evidente que nos hallamos ahora, ya sea espiritual, mental, emocional o físico. Esla forma en que nos sentimos, el estado de nuestra salud, la medida de nuestra economía, la amplitud de la victoria o derrotaque podamos estar experimentando. Nos da los datos relacionados con nuestras circunstancias del presente, lo que estásucediendo en realidad de nuestra vida día tras día.

    La verdad deposición describe nuestra situación tal como Dios la ve en Cristo. Es nuestra posición en los lugares celestiales,en contraste con nuestra situación en la tierra. Aquí la tierra estaremos incompletos por el pecado, pero en los lugarescelestiales estamos completos en Cristo (Col. 2:10) De hecho, la Biblia proclama cuatro cosas acerca de nuestra «posición»

    Hemos sido crucificados con Cristo Es decir, unidos con Él en su muerte expiatoria, convirtiéndolos así en los destinatarios de toda la misericordia,

    todo el perdón y toda la gracia que fueron puestos en el Calvario a la disposición de todo pecador arrepentido.

    Hemos sido resucitados con Cristo

    Es decir, unidos con Él en su victoria sobre el poder del pecado, la fortaleza de la muerte y las garras de la tumba

    Hemos sido ascendidos junto con Cristo

    Es decir, unidos con Él en su vida sin fin y en su acceso sin límites al trono de Dios.

    Hemos sido entronizados con Cristo

    Es decir, unidos con Él en su triunfo sobre Satanás, y sobre todos los poderes de las tinieblas, y sobre todo lo

    que se opone al Reino de Dios.

    Ahora bien, tenemos que comprender que estos acontecimientos no son cosas del futuro, sino que son ciertas conrespecto a nosotros EN ESTOS MISMOS MOMENTOS. Describe la posición que ya tenemos en Cristo. Así es como Dioslo ve a usted ahora mismo. No hay aislado, por supuesto, sino porque usted está en Cristo.

    En la apreciación de Dios cuanto Cristo logró por medio de su crucifixión, resurrección, ascensión y entronización, lepertenece ya a usted. Cuando Cristo murió, Dios lo vio morir a usted. Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, Dios lovio resucitara usted. Cuando Cristo ascendió al cielo, Dios lo vio ascender a usted. Cuando Cristo se sentó en su gloriosotrono, Dios lo vio sentado a usted.

    En la cuestión de su salvación, todo cuanto Cristo es, Dios considera que usted lo es también.

    Como es natural, si Dios lo viera usted distinto a Cristo, no lo vería crucificado, resucitado ni entronizado; al contrario, lovería derrotado por el pecado, enfermo y oprimido. Pero Él ha decidido no mirar nunca más al creador separado de Cristo.Cada vez que lo vea usted, lo ve en la virtud de Cristo. En la mente de Dios, usted ha sido identificado con las perfeccionesy el triunfo de Cristo.

    Ahora se nos dice en estas cosas, no para establecer una bonita teoría o una cómoda doctrina, sino para proporcionarnosuna base sobre la cual podamos abrazar la capacidad del mismo Dios en nuestra vida diaria. Es obvio que el anhelo de Diosconsiste en que aquello que es cierto en cuanto a posición respecto de usted y de mi, también se vuelva cierto en cuantoa la práctica. Sólo se nos dice lo que hemos llegado a ser en los lugares celestiales para que nos volvamos eso mismo aquí en la tierra.

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    Por tanto, he aquí la gran decisión tomada en los concilios del cielo: Dios ha resuelto poner en los lugares celestiales y enel trono a todo aquel que crea en Cristo. Es una entronización espiritual, producida en conjunción con la ascensión y laglorificación de Cristo, y establecida de manera irrevocable por la declaración infalible del propio Dios en las Escrituras. Élha proclamado también que el conocimiento de esta « posición» es la base legal y práctica a partir de la cual el creyentepuede adquirir victoria y plenitud en su vida diaria

    Es la base legal porque nuestra unión con Cristo en los lugares celestiales por medio de la fe nos libera para que no nosalcance la ley de Dios que hemos quebrantado, y lo capacita a Él en justicia para responder nuestras oraciones y actuar afavor nuestro como Salvador (en lugar de actuar en nuestra contra como Juez)

    Es la base práctica, porque Dios ha prometido responderle en poder a toda persona que capte la verdad de la posicióncelestial que Él le ha dado el creyente, y que afirme tener esa posición con una fe valiente.

    Cuando usted sabe, cualquiera que sea su situación real en la tierra, que está verdaderamente entronizado en un sentidoespiritual en los lugares celestiales con Cristo, y cuando comienza a confesar en voz alta esa entronización, entonces Diosva a comenzar a hacer que le suceda realmente.

    He aquí una ley: cuando su confesión esté de acuerdo con su posición, entonces su situación también estará de acuerdocon su posición. Cambie su confesión y también cambiará su situación.

    Sin embargo, hay mucha gente que quiere invertir esta regla: su actitud consiste en que no van a profesar el que estánentronizados con Cristo en los lugares celestiales, mientras no se vean a sí mismos realmente viviendo como reyes en latierra. No obstante, en la economía de Dios, la profesión siempre precede a la posición.

    Así que, si usted se proclama derrotado y esclavizado, en realidad lo que estará haciendo es anular su entronización. Encambio, si dice que está entronizado y triunfante en Cristo, entonces en realidad estará anulando su esclavitud.

    Lo que Dios proclama que ustedes ahora en Cristo, es lo que usted debe reconocer que es también ahora. Si se considerasentado en su trono en los lugares celestiales, entonces también podrá profesar que es rey y comenzará actuar como rey enla tierra. No se puede permanecer de manera experiencial en el trono, si lo que se cree y se confiesa está errado.

    Usted necesita pensar acerca de sí mismo tal como piensa Dios. Debe captar una imagen mental de sí mismo que refleje loque ustedes en los lugares celestiales, y no lo que es en la tierra. Cualquiera que sea su estado terrenal, usted debe declararpor fe que ahora es todo lo que Dios dice que es en Cristo.

    (IV) LA GUERRA EN LOS LUGARES CELESTIALES

    «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades» (6:12)

    Habrá quien proteste, diciendo que usted se proclama entronizado, cuando en realidad está esclavizado, y eso es mentir. Sinembargo, no es así. Usted sólo está suplantando un conjunto de datos con otro conjunto mayor; está cambiando unaverdad por la aplicación de otra.

    Un ejemplo: durante siglos, la humanidad estuvo atada por la realidad evidente de que el hierro y el acero no pueden flotar;de manera natural no flotan. Por eso, todo el mundo se burlaba de la idea de construir un barco de hierro. Entonces, huboalguien lo suficientemente usado como para aplicar a este problema las leyes del desplazamiento y de la gravedad específica,y he aquí que el mundo se quedó asombrado al ver flotar un barco de hierro. El hecho de que el hierro se hunde en el aguafue superado por un hecho mayor: si el peso del barco de hierro es inferior al de el agua que desplaza, el barco flota.

    De igual manera, nadie puede negar lo cierto de su situación, que podrá estar llena de pecado, temor, enfermedad o derrota.No estoy sugiriendo que la debamos negar. Lo que debemos hacer es reemplazar la verdad de situación con la verdad deposición. Aquella de las dos que usted decida creer tiene poder para anular a la otra.

    La decisión se encuentra totalmente en sus manos.

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    Si se decide a aferrarse a su situación, a hablar sólo de pobreza y de sus fracasos, a creer que su situación es la realidaddominante de su vida, entonces nunca adquirirá un conocimiento experimental de su entronización en los lugares celestiales.

    En cambio, si decide aceptar la posición que le corresponde por derecho en Cristo, y subir al trono por fe, reafirmando confirmeza el derecho al trono e insistiendo en él, entonces todo lo que Dios ha obrado para usted en Cristo se convertirá enparte de su experiencia.

    He aquí otra ilustración: supongamos que le ha llegado una carta donde se le dice que ha heredado una inmensa propiedad

    en un país extranjero. El hombre de la propiedades «Los Lugares Celestiales». Comprende 1 millón de acres de tierras depasto y cultivo de primera, con unas existencias de miles de ovejas y ganado vacuno de calidad. También contiene muchosedificios hermosos y una amplia cantidad de maquinaria; tiene grandes inversiones en muchas industrias, y enormesreservas de capital. El valor de esa propiedad es casi incalculable.

    Ahora bien, si suponemos que es una persona de unos ingresos modestos, esa carta representa para usted una verdad quetiene poder para transformar completo su situación actual. Todo lo que tiene que hacer es reclamar lo que es suyo.

    Pero supongamos que usted piensa que la carta es un engaño, o tal vez les tiene miedo a tanta riqueza y tanto poder, así quese niega a reclamar lo suyo, y de hecho, tira la carta a la papelera. O supongamos que usted permite que un falso pretendienteusurpe su título, o un abogado sin escrúpulos dispute sus derechos y lo empobrezca.

    Hay mucha gente que no llega a obtener «toda bendición espiritual» por esas mismas razones. Sencillamente no puedencreer que esa herencia y esos derechos de realeza se han suyos ya. O tienen una imagen tan fuerte de su propia derrotapersonal, que no logran imaginarse que ellos puedan llegar a pensar, hablar y actuar como monarcas entronizados. O bien,permiten que Satanás, el usurpador, los prive por la fuerza o por el engaño de la herencia que es suya.

    Por eso Pablo, después de haber dicho que «toda bendición espiritual» se halla en los lugares celestiales, dice además quetendremos que luchar por esas bendiciones contra el robo y la usurpación de «principados... potestades... gobernadoresde las tinieblas de este siglo... huestes espirituales de maldad» .

    ¿Como debe usted batallar contra ese engañador que es Satanás y contra sus huestes de las tinieblas? ¿Desde la debilidadde su posición terrenal, o desde la fortaleza de su posición celestial? Si usted es sabio, primero tomará posesión del tronoen el nombre del Cristo invencible y después guerreará contra Satanás, con la corona en la cabeza y el cetro en la mano.

    Nuestras armas no son carnales; no son «carne y sangre», pero son poderosas en Dios para derribar toda fortaleza deSatanás (2 Co. 10:3). Aún cuando Pablo habla de que nos pongamos la armadura y salgamos a la batalla, tiene el cuidado deseñalar que no luchamos con unas energías o armas naturales, sino con recursos espirituales: «tomad el escudo de la fe... y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef. 6:16-17).

    Busque y verá. Siempre hallará que se trata de la fe y la Palabra.

    Regresemos por un instante a mi ejemplo acerca de una magnífica propiedad recibida en herencia. Supongamos que ustedse niega a dejarse intimidar por el esplendor de la herencia, o por las amenazas y acusaciones de un usurpador. Está decididotomar posesión de lo que es suyo (Abd.17). ¿Qué haría? ¿Quedarse sentado retorciéndose las manos y lamentándose de sutriste situación? ¡Espero que no! Lo que haría es dejar en claro su indubitable identidad como legítimo dueño, y despuésreclamaría con toda valentía su propiedad, entrando a poseer la tierra, echando fuera de ella a cuanto falso demandante sele atraviese en el camino. Si fuera necesario, llamaría a las autoridades para que vinieran a darle ayuda y desalojar a los

    invasores.

    Eso mismo es lo que debe hacer por su herencia en los cielos.

    Lo primero que tiene que hacer es aclarar su identidad. ¿Es usted un verdadero cristiano? ¿Es usted la misma persona de laque estaba hablando Pablo cuando dijo:  «Nos dio vida juntamente con Cristo... y juntamente con él nos resucitó, yasimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (Ef. 2:5-6)? Si lo es, entonces tiene un derechoinalienable al trono. Impóngale su identidad al enemigo. Levante el escudo de la fe contra sus acusaciones. Cáigale encimacon la Palabra de Dios. Llame a las regiones celestiales, a esos «espíritus ministradores» (He. 1:14) para que se apresurena acudir en su ayuda.

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    No le dé tregua a su enemigo, ni deje de lado sus demandas, hasta que lo deje en indiscutible posesión de la herencia quepor derecho le corresponde.

    Los que se sientan en un trono, tienen los derechos que les da ese trono. Dios dice que por virtud de su unión con Cristo,usted se encuentra ya en estos momentos entronizado en los lugares celestiales. Así que ejerza sus derechos y no se dejeseguir oprimiendo por Satanás.

    (V) OCUPE EL LUGAR QUE LE CORRESPONDE POR DERECHO

    Aún que he sugerido que «los lugares celestiales» es una expresión que describe una clase especial de lugar espiritual, noquiero deducir que usted tenga que ir a buscar ese lugar. Usted no tiene que ir a ninguna parte para estar en «los lugarescelestiales»; todo lo que necesita es está en Cristo.

    Tampoco tiene que ser algo, ni convertirse en algo distinto a lo que es en estos momentos. Los privilegios y el poder taninmensos que Dios nos ha proporcionado los lugares celestiales no están reservados para nadie, más que para el pecadorque cree en Cristo.

    Pablo identifica a los beneficiarios correctos de la herencia celestial, y lo describe como los que han estado «muertos en susdelitos y pecados», que han sido «hijos de desobediencia», que «vivían en los deseos de su carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos», que eran «por naturaleza hijos de ira» (Ef 2:1-3), pero que también se han resuelto a

    hallar vida en Cristo.

    En otras palabras, si usted es un pecador que ha confiado en que Jesús le dé la salvación, reúne las cualidades necesariaspara recibir toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Dios no nos «dio vida» cuando nos halló dignos, sinocuando estábamos «muertos en nuestros pecados». No nos resucitó porque merecíamos tanta bondad o porque tuviéramosmérito alguno en ella. Sino porque «El es rico en misericordia». No hemos sido exaltado los lugares celestiales porquetengamos derecho a reclamar la recompensa de Dios, sino por «el gran amor con que nos amó».

    Pero ahora que estamos vivos y resucitados, y entronizados junto con Cristo, Dios espera de nosotros que ejerzamos losderechos que nos da nuestro trono y vivamos victoriosos de todas las obras de Satanás. «Porque somos hechura suya,creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviese Am en ellas» (v. 10)

    Dios no realizó de nosotros su poderosa obra de redención y renovación porque vivíamos de una manera piadosa y justa.

    Lo cierto es lo contrario. Sólo porque estábamos muertos en nuestros pecados, y éramos totalmente incapaces de hacernada bueno, él nos ha dado vida. Nos ha resucitado y nos ha levantado con Cristo en los lugares celestiales. Nuncahabríamos podido subir hasta allí por nuestras propias fuerzas. Sólo su gracia es la que nos ha podido exaltar. Sólo la fe nospuede dar acceso a esos derechos creados por Dios.

    Pero ahora, porque sabemos que hemos sido entronizados, porque comprendemos nuestros derechos, podemos derrocarla mortal garra del pecado teniendo bajo nuestros pies a todo enemigo espiritual para vivir en victoria, de manera fructíferay feliz ante el Señor.

    Por tanto, eche fuera esa falsa humildad, ese servilismo espurio, ese orgullo carnal escondido, ese anhelo carnal de crear supropia bondad, esa malvada incredulidad que se aferra impíamente a una posición de derrota y de separación con respectoa las bendiciones de Dios.

    ¿Cómo nos podemos atrever a decir que no estamos vivos, cuando Dios dice que lo estamos? ¿Cómo nos podemos atrevera negar la resurrección que Dios dice que se ha producido en nosotros en Cristo? ¿Cómo nos podemos atrever a eludir losderechos que nos da el trono, cuando Dios dice que estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales? ¿Cómo nospodemos atrever a desvirtuar que Él quiera «mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en subondad para con nosotros en Cristo Jesús», al dedicarnos a tratar de conseguir su favor sobre la base de nuestras propiasbuenas obras? (v. 7)

    El orden está claro. No se trata de buenas obras primero, y después el trono. Sino del trono primero, y después las buenasobras. No se trata de vencer primero al pecado para después recibir toda bendición espiritual, sino de recibir primero todabendición espiritual y después vencer al pecado. Esto es una realidad: a menos que usted haga suya  «toda bendición

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    espiritual en los lugares celestiales en Cristo», nunca triunfará en nada. En cambio, cuando comprenda los derechos quele da el trono los haga suyos y los comience utilizar, entonces se va a ver más que vencedor por medio de Cristo.

    ¿Ha utilizado alguna vez una cámara de las que enfocan a base de reunir dos imágenes en el visor? Se comienza con unasimágenes separadas y más bien borrosas, y se termina con una sola imagen muy clara. De igual manera, usted comienza conusted mismo y Cristo, separados y borrosos. Pero a medida que aprender identificarse con Él, reuniéndose con Él por la fe,toda su perspectiva va cambiando. Va a ver el mundo desde el trono, mirando hacia abajo desde los lugares celestiales. Yano lo va a controlar la verdad de situación, sino la de posición. Al ejercer los derechos que le da el trono, podrá cambiar su

    situación para que se conforme a su identidad y posición verdaderas.

    A través de su unión con Cristo por la fe, usted es rey. Así que piense como un rey. Hablé como un rey. Actúe como un rey.No permita que nada le niegue los derechos del trono

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    LECCIÓN TRES

    COMPLETOS Y GLORIOSOS

    A la gente le encanta oír secretos, sobre todo cuando son de otros, pero nunca hemos escuchado un secreto más maravilloso

    que el revelado por Pablo a la iglesia de Colosas. Era un misterio que había estado escondido por muchas generaciones, quemillones de seres humanos habían buscado y aún hoy siguen buscando, pero que ahora se ha dado a conocer al pueblo deDios.

    Dejemos que Pablo lo presente con sus propias palabras:

    «La iglesia, de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios quema fue dada para convosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desdelos siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocerla riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria» (Col. 1:24-27).

    No es el tipo de pronunciamiento que se recibe con un bostezo. Es asombroso. Es impresionante. Habla de «riquezas» de

    «gloria»  y de  «revelación».He aquí un misterio que ha quedado al descubierto. Un tesoro que ha sido sacado a la luz. Un milagro que se ha realizadoen nuestro interior. He aquí una de las proclamaciones más sublimes de toda la Biblia: «Cristo en vosotros, la esperanza degloria».

    (I) RIQUEZAS IMPOSIBLES DE DESCRIBIR

    (A) EL MISTERIO QUE HA SIDO REVELADO.

    ¿Es usted cristiano? ¿Ha producido el Espíritu Santo en usted el nuevo nacimiento? ¿Ha sido unido a Cristo por la fe?Entonces, mírese y diga con valentía: «Cristo es mi esperanza de gloria».

    En la dispensación antigua, nunca se pudo imaginar jamás que éste era el asombroso plan de Dios. Nadie se atrevió jamása pensar que él Mesías, cuando viniera, hallaría su gloria más alta en la unión con cada uno de los suyos. Si, con cada unode ellos. Porque no dice: «Cristo es en los buenos la esperanza de gloria». Tampoco niega que lo sea en los malos. Lo queafirma es que todo el que sea miembro de esa iglesia que es su cuerpo, queda incluido en esta proclamación: «Cristo estáen usted».

    No todos los miembros de la verdadera iglesia llevan una vida santa y triunfante. Están aquellos a los que el pecado molesta,los hábitos derrotan, las dudas inundan y los temores preocupan. Pero ninguno de ellos ha sido excluido del gran misteriorevelado ahora a los santos: Cristo, la esperanza de gloria, está en cada uno de ellos.

    Ahora bien, esto significa que cada creyente ha entrado en una relación con Dios por medio de Cristo que es más profunday vital que ninguna otra relación. Sobrepasa a la unión entre los esposos, o entre padre e hijo. Es más profunda que la

    existente entre los hermanos o las hermanas. Va mucho más allá de los lazos de amistad. No es una simple sociedad denegocios; ni siquiera una relación basada en afinidades sociales o espirituales. Es una relación con sanguínea tan cercanacomo la que existe entre mi propia alma y mi espíritu.

    Pablo es lo suficientemente osado como para decir que «somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos» (Ef.5:30). Y Jesús mismo expresó una idea similar cuando declaró solemnemente: «Desierto, de cierto os digo: si no come lacarne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí  permanece y yo en el» (Jn. 6:53-56).

    Son unas palabras extraordinarias: «Carne de su carne y hueso de sus huesos». Es asombroso o ir a Jesús hablando de que«comamos su carne y bebamos su sangre». Es difícil no sentirse ofendido con una expresión así. ¿Qué quiere decir?

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    Cristo mismo explicó que Él no tenía la intención de que se entendieran sus palabras de una manera cruel y física. Pero siquería que se tomaran en sentido literal, como descripción de la fuerza y la totalidad de la unión con él a la que llegamos pormedio de la fe.

    Esta unión es tan profunda, e infunde tanto como si nuestra carne y nuestros huesos se hubieran amalgamado con lossuyos, o como si hubiéramos comido realmente su carne, o bebido su sangre. Pero Cristo dice claramente que en realidadse trata de una unión espiritual que es consecuencia de nuestra fe en Él: «Es cierto, de cierto os digo: el que cree en mí 

    tiene vida eterna... el espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado sonespíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no cree en»  (v.v. 47.63-64)

    Ciertamente esto es un misterio: ¡Que yo, hijo del tiempo, quede enlazado con él Padre de la eternidad y que la tierra se unaal cielo, la corrupción a la en corrupción, la maldad al bien, la culpa a la inocencia, lo impío a lo santo y lo débil a lo fuerte!

    Pero las Escrituras lo proclaman, y a usted y a mí se nos exige que lo creamos. ¡Cristo está en mí! Se ha producido unaamalgama divina. La esperanza de gloria habita dentro de cada creyente. Hemos llegado a una inefable unión con él Hijo deDios.

    ¿Qué es lo que implica este espléndido misterio, ahora revelado, de que «Cristo está en mí»?

    (B) EXPLICACIÓN DEL MISTERIOEn su intento por revelar toda la maravilla y todas las promesas de esta grandiosa unión entre Cristo y el creyente, Pablo usatres nombres que están repletos de poder: «riquezas... gloria... esperanza».

    (1) EN ESTE MISTERIO HAY «RIQUEZAS».

    Hay unas riquezas incalculables en las manos de quienes están en manos de Cristo.

    Hay riquezas de Perdón:

    Porque este Cristo que está en ustedes más grande que todo su pecado; su justicia hace desaparecer suiniquidad como el océano se traga una tasa de tinta. Habita en usted, no como juez mi verdugo, sino como lafuente de toda la misericordia; la fuente de toda la vida.

    Cuando usted proclama valientemente: «¡Cristo en mi!», en realidad está confesando que la santidad de Diosestá en usted, y que no hay ninguna voz condenatoria que se pueda levantar contra usted y surtir efecto alguno(Ro. 8:1)Este pecado no se haya entretejido con todas las fibras de nuestro ser, que mancha todos nuestros pensamientos,nuestras palabras y nuestras obras, y que convierte hasta las obras que parecen buenas en trapos de menstruación(Isaías 64:6). Queda borrado por completo por la invencible pureza de este Cristo que habita en nosotros.Sin Él, no tenemos escapatoria alguna con respecto a nuestra culpa, con Él somos irresistiblemente inocentes.

    Hay riquezas de Sanidad:

    Porque la vida de Cristo de nosotros tiene poder para consumir a la muerte y a su precursora. La enfermedad.Pablo gritaba de gozo: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte». (Ro. 8:2) esta ley debida funciona en todos los creyentes. Está en su voz cuando ustedora, en su espíritu cuando adora. En su mente cuando medita, en sus manos cuando se las imponen losenfermos en el nombre de Jesús. El Cristo que está en usted es el Gran Médico. El Vencedor de la muerte, laResurrección y la Vida, Yahvé-Rafá, la Fuente de toda salud. Si usted lo puede creer, «la ley del Espíritu devida» en usted es una ley de sanidad. Puede aprovechar esta ley para que actúe como medicina divina en todaenfermedad. También la puede unir al uso de las medicinas corrientes y esperar los resultados nada corrientes.

    Hay riquezas de Comunión

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    y el juicio eterno. Mírese firme, de pie, con la libertad y el dominio de sí que son suyos en Cristo.

    En otro lugar indiqué que hay una clase de falsa piedad que nunca está feliz a menos que esté afligida. Estos cristianosmasoquistas, profundamente desconfiados ante la alegría (que califican de frivolidad) y el optimismo (que califican depresunción), se flagelan interminablemente a sí mismos con recriminaciones. No pueden resistir el impulso de apalearse a sí mismos con lastimeras proclamaciones de indignidad.

    Sin duda, se merecen la baja opinión que tienen de sí mismos, pero a Dios no le agrada en absoluto oírlos decir estas cosas

    una y otra vez. Él preferiría oírlos elogiar los méritos de su Hijo. En lugar de unas interminables admisiones de derrota, Diospreferiría oír una osada confesión de victoria en Cristo por la fe.

    Pero los numerosos exponentes modernos de las infidelidades de los ermitaños medievales están decididos a mantenersedoblados por el peso de las cadenas que ellos mismos se han buscado; nunca han aprendido a tener la fe del hombre quecanta: «contigo desbarata de ejércitos, y con mi Dios asaltare muros» (Sal. 18:29) .

    Por supuesto, si usted llega a pecar, debe sentirse afligido, arrepentirse y confesarle de inmediato su pecado al Padre. Perotan pronto como haya reconocido su falta, se debe apropiar con confianza del perdón y la purificación que Dios le ofrece enCristo, y no volver a mencionar nunca es el pecado, a menos que lo haga como base para alabar a Dios por su misericordiay su gracia tan maravillosas.

    Y en el momento en que su pecado queda bajo la sangre de la Cruz, usted debe comenzar de nuevo a hablar tan bien de sí mismo en Cristo, como lo hace Dios. A pesar de ese pecado, que ha sido perdonado y olvidado (He.8: 12), Cristo en ustedsigue siendo glorioso y usted sigue siendo glorioso en Él.

    Esta «gloria» es una restauración de su dignidad; es la opinión favorable que tiene Dios acerca de usted en Cristo; es laherencia maravillosa que le ha sido preparada en los lugares celestiales; es el pasmoso fulgor del que usted estará revestidoen el día de la resurrección. Y está en usted ahora, en Cristo, esperando a que usted lo valore y se lo apropie por la fe.

    (3) EN ESTE MISTERIO HAY «ESPERANZA»

    La «esperanza» en el mundo y la «esperanza» En el Reino de Dios no son la misma cosa. En el mundo, la «esperanza»siempre contiene un elemento de incertidumbre: «espero que Juan venga (pero no estoy seguro)». En cambio, en el Reinode Dios, esa incertidumbre desaparece el que espera en Dios posee una seguridad; su esperanza es inmutable y eterna.

    «Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de suconsejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamosun fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemoscomo segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo» (He. 6:17-19).

    Nuestra esperanza está anclada en dos cosas; la promesa de Dios y su solemne juramento de cumplir esa promesa. El juramento y la promesa son inmutables ambos. Dios no puede mentir. Lo que él ha dicho, lo va a realizar. Por eso, tenemosuna esperanza cierta y segura; una esperanza en la cual nuestra alma puede buscar un tranquilo refugio. Esta esperanzanuestra abarca muchas cosas, pero todas ellas se pueden resumir en dos palabras:

    (a) Resurrección

    Si Cristo, el Señor de la vida, se encuentra unido a mi por unos lazos indisolubles, entonces ya no puedo morir. La muertese convierte sólo en una transición momentánea del tiempo a la eternidad, y de los impedimentos de la carne a la ilimitadalibertad de un hijo inmortal de Dios.

    Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, a aunque esté muerto, vivirá. Y