el triunfo de la razón de estado

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 Diseño interior y cubierta: RAG Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reproduzcan sin la preceptiva autorización o plagien , e n todo o en parte, una obra literari a, artística o c ientífi ca fijada en cualquier tipo de soporte. Título origina l From politics ro reason o state. The acquisirion and rransformation o rh language o polirics 1250-1600 © ambr id ge University Press, 1992 © Ediciones Akal, S. A. , 2009 para l engua españo la Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - España Tel.: 918 061 996 Fax: 918 044 028 www_akal.com ISBN: 978-84-460-2568-9 Depósito legal: M-17.625-2009 Im preso en L a ve , S.A. Humanes Madrid) M URIZIO VIROLI DE L POLÍTICA A LA RAZÓN DE ESTADO La adquisición y transformación del lenguaje político 1250-1600) Traducción de : Sandra Chaparro Martínez Estudio preliminar de: Sandra Chaparro Rafael del Águila ® k l

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  • Diseo interior y cubierta: RAG

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Cdigo Penal, podrn ser castigados con penas

    de multa y privacin de libertad quienes reproduzcan sin la preceptiva autorizacin o plagien, en todo o en parte, una obra literari a,

    artstica o cientfica fijada en cualquier tipo de soporte.

    Ttulo original From politics ro reason of state. The acquisirion and rransformation of rhe language

    of polirics, 1250-1600

    Cambridge University Press, 1992

    Ediciones Akal, S. A. , 2009 para lengua espaola

    Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - Espaa

    Tel.: 918 061 996 Fax: 918 044 028

    www_akal.com

    ISBN: 978-84-460-2568-9 Depsito legal: M-17.625-2009

    Impreso en Lave! , S.A. Humanes (Madrid)

    MAURIZIO VIROLI

    DE LA POLTICA A LA RAZN DE ESTADO

    La adquisicin y transformacin del lenguaje poltico (1250-1600)

    Traduccin de: Sandra Chaparro Martnez

    Estudio preliminar de: Sandra Chaparro y Rafael del guila

    a k al

  • lunu

    VI

    EL TRIUNFO DE LA RAZN DE ESTADO

    A medida que el siglo tocaba a su fin, el lenguaje de la poltica 1111no filosofa cvica fue dando paso, gradualmente, a una concepcin tl1 la poltica como razn de Estado. Esta transicin ideolgica se ma-ulli esta de diversos modos: el lenguaje del arte del Estado lleg a los r~pcjos de prncipes para ocupar su lugar junto a las convenciones de 1.1 1i losofa cvica. En un proceso paralelo, los estudiosos se dieron 1 utnta, poco a poco, de que el lenguaje poltico era irrelevante en la pt 1lctica. Por ltimo, se fueron introduciendo nuevos conceptos y dis-1 111 sos que tejieron la sutil red del lenguaje de la poltica como razn 1!1 Estado.

    a mayora de los tratadistas polticos del siglo xvn consideraban ljll!' la razn de Estado era un nuevo concepto que haba que definir 1 111\lraponindolo al ya familiar concepto de poltica. Algunos afirma-hllll que eran antnimos, otros que la razn de Estado era una parte de !.1 poltica. A medida que avanzaba el siglo, las diferencias entre pol-llt 'll y razn de Estado se fueron difuminando hasta el punto de que n111has nociones se convirtieron casi en sinnimos. La poltica dej de 'usiderarse la ms noble de todas las ciencias cuando se la identifi-' ) t.:on el arte de conservar el poder de un hombre o un grupo. Aun-11111' nunca desapareci del todo la resistencia ideolgica a la acepta-' 11111 de la razn de Estado, era un tipo de resistencia parecida a la de '"' puado de generosos supervivientes tras una batalla perdida. Por tiiiiY noble que fuera, la tarea de restablecer el lenguaje de la poltica '111110 filosofa cvica demostr ser histricamente imposible.

    \mtamos con un ejemplo especialmente ilustrativo de ese nuevo '''lillUS pblico adquirido por la razn de Estado. Me refiero a la pro-

    lu~ln de espejos de prncipes que coparon el escenario intelectual de ,, 'l'll.unda mitad del siglo. La mayora de los autores de la nueva ge-

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    . "'1

  • 1111111'

    neracin consideraban que Cosimo de Medici, duque de F lorl'lld era un ejemplo de buen prncipe 1 En las primeras pginas de su oh Rosello seala que el mejor modo de ensear virtud es mostrnru ejemplos. Explica que hace algo prctico al describir la gran pnull'n ca en el gobierno del Estado de la que haca gala Cosimo, padrl' ' destinatario de la dedicatoria. Cuando los principados son electivo~, 1 monarqua es, con gran diferencia, la mejor forma de gobierno. ( '11111 mo es un ejemplo de buen prncipe, puesto que no se hizo con el prln cipado por medios crueles o malvados, sino que le eligieron duqur 11 bremente. Ya en el poder, intent dotar de cierta unidad a su plllhlu, gobernando con la sabidura de un buen padre que intenta evitar '1 el pueblo se rebele para no tener que castigarle despus2.

    Tericamente, el prncipe debera favorecer a sus antiguos par111l ros e intentar aplacar a sus enemigos. Y, si esto no fuera posibk, f11 dra encontrar ms partidarios leales entre sus antiguos enemigo~>. In cando su odio en devocin por medio de la concesin de honorrN favores. Como ya sealara Maquiavelo, los amigos siempre csprr ms y se vuelven hostiles si el prncipe no atiende a sus demandas, poltica de Cosimo pretenda unir a sus sbditos distribuyendo suhl mente beneficios para favorecer a aquellos ciudadanos que dest;u:uh por su virtud y su habilidad en la administracin pblica. Este tipu poltica otorga la fama de liberal sin el lastre de la prodigalidad. prncipe slo debe beneficiar con su liberalidad a los soldados y , hombres virtuosos.

    El prncipe ha de seguir el ejemplo de Cosimo y evitar los Cll~ sos de crueldad y de clemencia. Ha de ser severo (severa giustitill) l'l los culpables y clemente con el resto. Sobre todo debe evitar la A(III minia (infamia) de la crueldad, que espanta por igual a amigos y a rr migos. Como diran los moralistas, debe ser cruel con unos pocos pll aterrorizar a los dems3.

    Los preceptos del arte del Estado y, ms concretamente, las l'll anzas de Maquiavelo, tambin surgen en torno a la ya clsica nr tin de si es mejor fundamento para el gobierno que el prncipl' 11 amado o temido. Mientras el prncipe consiga hacerse temer, no hu preocuparle el odio de sus sbditos4 Aquellos que opinan que el prfn cipe est mucho ms seguro si le temen que si le aman sealan. l'l mucha razn, que si bien el recuerdo de los beneficios recibidos l>l' he

    1 R. L. Padoano, ll ritratto del ve ro governo del prncipe dall 'esempio vivo dl'l 11 Cosimo de Medici, Venecia, 1552, p. 15b. El libro est dedicado a Francesco de Mcdil'l, hl del

  • 1111111

    En la segunda mitad del siglo xvr los espejos de prncipes adop111n una estructura diferente. En vez de constar de un conjunto de n.~ln bien ordenadas con cierta lgica aparente, nos empezamos a encontr con colecciones de historias, sucesos, consideraciones y ejemplos, lacionados de un modo u otro con el tema del buen gobierno. Part'l' prevalecer el enfoque de Guicciardini, no el de Maquiavelo. El )lll bemante debe tomar sus decisiones en tomo a problemas concreto" l1ft circunstancias muy determinadas. Un arte del Estado formulado en r glas generales no sera de gran ayuda y podra incluso llegar a ser ron traproducente. Haba que pensar en nuevas formas de enfocar el ll'lll" El mejor ejemplo de este nuevo estilo de escribir sobre el arte del H11 tado es el de Giovanfrancesco Lottini di Volterra, cuyos Avvedimt'fll civili fueron publicados pstumamente, en 1574, por su hermano< 11 rolamo 11 Por deseo expreso del autor, el libro, al igual que el de Mn sello, est dedicado a Francesco de Medici, hijo de Cosimo l.

    Al principio de su obra Lottini seala que gobernar un Estado 1111 pone enfrentarse a situaciones tan diversas que no hay gobernantt lJU pueda esperar experimentarlas todas para adquirir as una compctrn cia perfecta en el arte del Estado. En vez de tomar como ejemplo u un nico prncipe o de imaginar uno ideal, recopila ideas y opinionts l diversas fuentes. Puesto que, de hecho, el gobierno de los Estados lit' se basa en ningn orden general, no puede haber en puridad un ar1t' de los asuntos cvicos. Lo que realmente cuenta es la prctica (u.wl, ms que el conocimiento de reglas universales 12 Toda accin es, t'ft ltimo trmino, concreta, por lo que conviene tener en cuenta las glas generales slo cuando nos aporten informacin sobre cmo '"' tuar en casos especficos 13

    El hombre de Estado que se ha enfrentado muchas veces a asuntt difciles no slo sabe en qu consiste el arte, sino que, adems, l'NI acostumbrado a reconocer esos detalles concretos que hacen que nln guna situacin sea idntica a otra. El nico consejo general qul' 11 puede dar es que, para gobernar bien y conservar el Estado duranl cierto tiempo, el prncipe debe contar sobre todo con buenos consr.l ros y garantizar la justicia a todos sus sbditos 14

    Aunque se presente de forma novedosa, tambin en los Avvttll menti de Lottini aparece la idea ortodoxa de que el prncipe debe .tu

    11 G. Lottini , Avvedimenti civili, Florencia, 1574, en G. Manci ni (ed.), Scrittori fi0/1111'1 italiani, Bolonia, 1941.

    12 Avvedimenti civili, n. 291, p. 129. 13

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    amigos 18 Ya, ms adelante, el Estado podr garantizar la justil'l pero su creacin y establecimiento requiere de una discriminaci6n 11 bitraria.

    Contamos con otro ejemplo, no menos ilustrativo, de lo rpidamrn te que pierde importancia prctica el lenguaje de la poltica. En 1 ~t1l Francesco Sansovino publica su obra Del governo de i regni et de lit ' pubbliche casi antiche come moderne19 En el proemio afirma que IIU intencin al escribir esta obra no es otra que debatir en tomo a la lllll' va poltica (una nuova politica), siguiendo el ejemplo de Aristtck" otros filsofos que escribieron sobre el gobierno de los prncipes y htl repblicas. Sin embargo, el lector no debe esperar las definiciones y l'lt tegoras al uso en los tratados de poltica. Seala que, puesto qul' s111 objetivos son esencialmente prcticos, ha concebido su obra como un descripcin detallada de los reinos y repblicas antiguos. De hcdm, cree que el verdadero saber y la autntica prudencia se basan en cll'l nacimiento de los Estados, leyes, costumbres y hbitos de las gente Homero tena toda la razn al convertir en smbolo del hombre astutn capaz de hacer frente exitosamente a los asuntos mundanos ( ecallrtt tissimo e astutissimo nelle cose de maneggi del mondo), no a un lill'l sofo, sino a un viajero que conoci a muchas gentes distintas.

    Con ayuda de mis relatos, dice Sansovino, el lector podr formn rpidamente su propia opinin y decidir qu tipo de conducta convi ne adoptar. Ya en la primera pgina seala que las descripciones e hi torias son de la mayor utilidad para el aprendizaje de la vida cfvil' (utili e necessarie al vivere civile). Resulta interesante comprobar llll en una reedicin de la obra, realizada seis aos despus, la primcrn pgina est ligeramente retocada. En la nueva versin se califica al 11 bro de til y necesario para cualquier hombre cvico u hombre de E11 tado (utile e necessarie ad ogni horno civile e di statoP0. No slo f'lt rece estar cambiando el estilo de los tratados sobre poltica; tamhin se dirigen a otro tipo de lectores: al hombre de Estado.

    18 , Avvedimenti civili, n. 42.

    19 Del governo de i regni et delle repubbliche casi antiche como moderne Libri X\'1/1 Ne quale si contengono i Magistrati, Gli Offici, et gli ordini proprij che s'osservcmo 11r predetti Principati. Dove si ha cognitione di molte historie particolari, utili e necessanr ,, vivir civile, Venecia, 1561.

    20 F. Sansovino, Del governo de regni el delle repubbliche antiche et moderne libri XXI Nel quale si contengono diversi ordini, magistrati, leggi, costumi, historie, et cose 110111/ol le, che sano utili e necessarie ad ogni huomo civile e di sta/o, Venecia, 1567.

    280

    En el libro de Sansovino sobrevive el vocabulario de la poltica en-lcndida como arte del buen gobierno de la repblica, pero slo como ltnguaje utpico, carente de cualquier relevancia prctica. Tras des-t'ribir las leyes, instituciones y costumbres de diversos reinos y rep-blicas, Sansovino cierra su obra con un resumen de la Utopa de To-ms Moro. Moro, ciudadano londinense, hombre de vida santa que siempre practicara la justicia y la religiosidad, escribi Utopa debido

    11 desagrado que experimentaba ante la corrupcin generalizada de ~u s tiempos. Para que los hombres pudieran aprender, leyendo esta liccin, qu significaba vivir satisfechos y bien, escribi sobre un lu-

    ~ar felicsimo, una repblica gobernada por leyes excelentes en la que lodo el mundo viva en paz y felicidad.

    Una conclusin sorprendente para un libro que pretende ser de uti-lidad en asuntos cvicos para hombres de Estado. Cuesta ver qu lipo de utilidad prctica pudiera extraer un hombre de Estado de la

    topa de Moro. Como reconoce el mismo Sansovino, lo nico que se puede aprender de la Utopa es la forma de instituir una repblica perfecta. O mejor, como parece sugerir el mismo ttulo de la obra, el optimo stato reipublicae. Quien poda aprender algo de ella era el hom-bre cvico, no el hombre de Estado. Al no ser ya relevante para los hombres de Estado, la poltica desaparece, asimismo, del mbito de la !ducacin del hombre cvico. En 1542, el humanista de Siena Alessan-tlro Piccolomini (1508-1578), profesor de filosofa moral en las uni-versidades de Roma y Padua, public una obra que llevaba por ttulo De la educacin general del hombre noble nacido en una ciudad libre, cuyo subttulo haca suponer que el tema se analizara desde el punto de vista de la tica, la economa y la poltica21 .

    El subttulo era engaoso. De hecho, Piccolomini pospone un de-bate en torno a los temas polticos, la constitucin de la ciudad, los principios de gobierno y los diferentes tipos de gobierno, para una obra posterior que nunca se lleg a publicar22 En el proemio, dedicado a la hermosa Madonna Laudomia Forteguerri, Piccolomini expresa su des-precio por la forma en que los estudiosos de su tiempo, que tan afano-samente cultivan la fsica, las matemticas, la metafsica, la medicina y la geometra, pasan por alto la ms importante de estas disciplinas, la

    2 1 A. Piccolomini, De la Jnstitutione di tutta la vita de l 'homo nato nobile e i citta li-bera libri X in lingua toscana, Venecia, 1542. El subttulo reza:

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    que nos ensea la senda hacia la virtud y los buenos hbitos, el v1.1r dadero camino hacia la felicidad23 . Como repite en la carta dedil"nll ria a su hermano Giovanbattista en la edicin de 1560, nos estamos ni jando del autntico arte cvico y arquitectnico, que nos ensea a vavl y slo nos preocupamos del cuerpo, un componente perecedero, ti menos importante, descuidando el alma. Vivir en una ciudad bien a~n bernada es un requisito importante, pero no condicin suficiente, p11r alcanzar la felicidad que consiste en el hbito de la virtud, en vivir vlr tuosamente siguiendo las inclinaciones de nuestra propia voluntad. 1.111 leyes siempre se han promulgado para mantener bajo control los u titos de aquellos hombres que no son capaces de moderarse. Suslltu yen, por lo tanto, a la razn y obligan a los hombres a vivir virtuo11 mente, pero sta no es la vida que da la autntica felicidad. MAl importante que las leyes es la educacin, que instila en nosotros hu nos hbitos de virtud y nos ensea a vivir bien. Los legisladores dl ran ocuparse menos de las conquistas y la expansin y ms de lo~r, que los ciudadanos sean buenos y prudentes (buoni e prudenti).

    Tras esta introduccin, muy en la lnea de la filosofa cvica, cuhrf esperar una detallada discusin sobre poltica. Pero la omite. O hi~n da por sentado que el nio noble al que dirige la obra siempre vivir en una ciudad libre, o bien asume que basta con una educacin en l'l'll norna y moral para alcanzar la felicidad. Lo nico que tenemos qu aprender es a gobernarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno du mstico. Piccolomini seala que la felicidad reside exclusivamenll' en un tipo de vida activa, pero rechaza un argumento crucial de la lilu sofa cvica, a saber, que la vida activa implica relaciones con nucsll'lll conciudadanos y la ciudad como un todo. Aunque construya su ar~u mento partiendo de las premisas de la filosofa cvica, Piccolominl considera que la poltica es una herramienta intil y pasada de modu. SI hay libertad en la ciudad, simplemente podemos limitarnos a disfrul de ella con nuestra familia. Si est sometida, es mejor apartarse dl' 1 vida pblica y vivir nuestra vida, una vez ms, en el seno de la familha

    Sin duda, se hacen muchos elogios a la poltica en el siglo XVII Pero la mayora de estas loas no eran ms que ejercicios de retm de estilo aristotlico24. No obstante, contamos con ejemplos de w mentaristas de Aristteles que sealan que, si bien la poltica es un

    23 De la institutione di tutta la vita de 1 'hamo nato nobile e in citta libera, p. 2. 24 >, L.X.8, p. 536.

    27 Perche invero la felicita speculativa sebbene e nell ' uomo, ella v'e pure con quella 111t1ione ch'egli e pi u che huomo: e ha la sua perfezione in questo trattatO>>, L.X.9, p. 545.

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    todo, en la era de Cosimo, la poltica se haba convertido en al~o ~~, superfluo, que ya no precisaban ni los sbditos ni el prncipe. l .o" 1111 meros ya no tenan ocasin de participar en la vida poltica; al Sl'illl do le bastaba con el arte del Estado.

    Al verse privada de toda relevancia prctica en los asuntos dt a&ll biemo, eliminada del currculo educativo del hombre cvico, rchnl del rango de disciplina humana ms excelente, la poltica ful' p diendo gradualmente su identidad. A finales de siglo ya no estalla d ro a qu se poda llamar propiamente poltica o qu era un polll~'' Surgieron dudas sobre si la poltica era mera retrica y sobre cmo di ferenciar entre un poltico y un secretario. stos eran los dilema!'. lll preocupaban a los personajes del dilogo El secretario, escrito 1" Batista Guarini en 159428. Todos los participantes estn de acuerdo que la labor del secretario es, esencialmente, retrica. Es poltica l'll 1 medida en que la retrica tambin es parte de la poltica. Aclaran '1 no se refieren a las especulaciones abstractas sobre la repblica 1 fecta, sino a la poltica en tanto que arte concreto del buen gobicrnuJV

    Puesto que la poltica es la ciencia arquitectnica par excelltllc hay que entender que est por encima de la retrica. Est por cndm de la retrica y el resto de las artes humanas en lo que a su uso st fiere. No interfiere con los principios formales de la retrica, Jimit ~ dose a definir el modo en que deben hacer uso de este arte los onuln res. El orador puede pecar contra el arte o contra la ley. Si hace un 11111 uso de las reglas del arte, es la dialctica, a la que est sometido wm orador, la que debe corregirle. Pero si es un mal ciudadano, es la 1" ltica la que tiene la obligacin de corregirle30.

    Una vez clarificada la relacin entre retrica y poltica, los partid pantes en el debate se centran en la relacin existente entre la ccolllt ma y la poltica. La economa, como cualquier otra disciplina, t ic1 una forma y un contenido. La forma es el gobierno de los componen tes eJe la casa por parte del padre de familia; el contenido es la riqu za. En lo referente a su forma, la economa es un componente cscn

    28 B. Guarini, ll segretario. Dialogo nel queale non sol si tratta dell'ufficio del ,,,.N tario e del modo del compor lettere, ma sono sparsi molti concetti alla Retorica, Loic11, Mil ralee Politica pertinenti, Venecia, 1600. La primera edicin de 1594 no inclua en cllllntn la palabra

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    cretario37. No es lo mismo saber algo para persuadir que para dld un curso de accin. En este sentido, existe una gran diferencia l'lll la retrica y la poltica. El orador puede recurrir al medio que l'llll dere oportuno para persuadir. El poltico ha de conocer el bitn y mal, pero slo debe hacer el bien. El retrico domina las palahr1111 las expresiones propias del lenguaje poltico, pero slo el pol!l sabe qu hacer con las palabras38. El secretario tiene que tener lu 11 ficiente competencia poltica como para persuadir. No se le pidl' '1 entienda los conceptos polticos como un poltico, sino slo qul' !1 utilizarlos siguiendo reglas estrictas39.

    La diferencia que existe entre un poltico y un secretario e~ pu cida a la que se aprecia entre un compositor que sabe msica y al ).tul que toca de odo. Como el primero, el poltico debe saber por qu ul es honesto, justo o bueno, y no slo en opinin del pueblo, si no ~l'al las normas de la razn natural. Debe conocer la verdad al modo de filsofo40.

    Esta idea tan elevada del poltico necesariamente tena que dul\l con la realidad de los tiempos. Uno de los interlocutores seala '1 las conductas cvicas de antao resultan ya totalmente inapropiml El lenguaje poltico de los tiempos modernos est permeado de sl'rY necesidad ( servile necessita), hasta el punto de que slo un loco 1111 ra escribir al prncipe o a alguien eminente en un estilo corts y miliar4 1

    El poltico actual tampoco puede hacer de la justicia su prind baza, como en tiempos del predominio de la filosofa cvica. Guari anticipa un tema en su dilogo que, ms tarde, sera retomado pm le tericos de la razn de Estado, a saber, que los juristas son los llll'lll adecuados para solventar unos asuntos polticos que es preferit>ll' ~n comendar a hombres prudentes y experimentados. Resulta compr"n sible que irriten a los prncipes aquellos que estn constantemenlt' h blando de leyes y reglas, como si se tratara de ligaduras o cercas ll limitan el poder. El prncipe legisla para los dems, pero no le .!Wtl someterse a las leyes. Ms que el guardin de la justicia, es ley viva

    37 s y gran fortuna, que est por encima de las leyes y no tiene nada que temer de sus sbditos, est en muchas mejores condiciones de uardar las leyes y administrar justicia adecuadamente, tanto a los ri-

    I' OS como a los pobres. En 1600, Guarini sealaen su Tratado sobre In libertad poltica que, como demuestra la historia de las repblicas, 11 nico remedio a los desrdenes que las asolan es un prncipe noble. l)e hecho, la mayora de las repblicas italianas decidieron conver-llrse en principados para hallar remedio a su inestabilidad crnica43.

    Evidentemente, en un principado los sbditos estn privados de lo que Guarini denomina el uso de la libertad poltica, que consiste en 11 derecho a elegir a los magistrados, participar en el proceso legisla-ll vo y formar parte de tribunales. Pero, a cambio, se les garantizan los lrutos de la libertad poltica, es decir, la paz pblica y la tranquilidad

    41 B. Guarini, Trattato della politica liberta, en Opere, M. Guglielminetti (ed.), Turn, 1'171. p. 867.

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    privada. A los ricos el principado les brinda la libertad que pn'l'lll para atender sus negocios y acumular riquezas sin temor a ver~~ 1l posedos. A los pobres les ofrece proteccin frente a la insolenl"in los ms ricos y la posibilidad de salir de la miseria gracias a In ''" dad y al desarrollo de las artes y la industria. Cuando los ci udndnm aceptan formar parte de un principado cambian el vano y agotndt ejercicio de la libertad poltica por sus frutos. Y slo un loco pml negar que los frutos de la libertad son mucho ms importantes qm 11' ejercicio44.

    En una carta de 1565, en la que responde a un amigo que ll pll consejo sobre si debera abandonar su tranquila vida privada pam Ir vivir a la corte y entrar al servicio del prncipe, Guarini haba num festado una opinin bastante diferente. En una ciudad dominada 1" un prncipe, escribi, no hay proteccin alguna contra los vient o111 la envidia y la ambicin. Los sbditos de un prncipe no pueden vlv seguros ms que dependiendo de l. Cuando un prncipe domin" 1 ciudad no hay ms remedio que servirle45 . En un principado, el prlvl legio de la libertad se obtiene como recompensa a una serv idu mh personal.

    Guarini, un defensor del gobierno principesco, arroja ms lu bre las consecuencias de la prdida de libertad poltica que mud111111 los autores republicanos. Puede que verse exento de los deberl'' dv cos sea un alivio, pero tambin se puede convertir en una forma dr clavizarnos a nosotros mismos. Como siempre haban proclamado h autores republicanos, ser un hombre cvico dedicado a la consrrY cin de la libertad en la repblica no es tarea fcil. Participar l'll h consejos es aburrido y te expone a todo tipo de peligros y prcor111 ciones. Ocupar un cargo, impartir justicia o desempear imporlnlll funciones polticas es an peor. Sin embargo, el rechazo de los ul, les de la filosofa cvica tiene consecuencias que afectan pro tund mente a la libertad en su acepcin ms vulgar. Eso, al margen dl'1111 tido de dignidad personal, que algunos hombres consideran uno"'' lt valores ms importantes.

    Los tiempos estaban maduros para archivar el lenguaje repuhlll no de la poltica como un recuerdo histrico y elaborar un nuevo vt

    44 E per venir al punto decisivo e finale , la liberta ha due parti: l'una e !'uso, l' ulu ~ frutto, ch'e una medesima cosa col fine . Quanto all'uso, e vera che il cittadino so~lht prencipe ha perduta la liberta; ma quanto al frutto , l'ha guadagnata. Non ha liben> ti Vltlf' ma ben ha libero il godimento e possesso di quelle cose per cagione del le qua li d111 hilllt que ha sano intelletto si desidera, si combatte e si pregia la liberta>>, Trattato dl/111 flrt/111 liberta, pp. 875-876.

    45

  • 111111 1

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    Como sealara Federico Chabod en un magnfico ensayo de 111;' Botero no invent una nueva doctrina de la razn de Estado411 P .. Botero el Estado es, en ltima instancia, el prncipe; sigue siendo ti Estado del prncipe y su teora de la razn de Estado no es ms '1" el tradicional arte del Estado. Los argumentos y las reglas prcti~ de Delia Ragion di Stato parten del reconocimiento de la existenc111 un Estado, sin cuestionar sus orgenes o su legitimidad. Dejando 11 u lado los detalles, la diferencia entre el prncipe de Maquiavelo y t i prncipe de Botero es que, en el caso del segundo, el prncipe de ocuparse exclusivamente de la conservacin de su Estado, sin hu11~' esas grandes cosas (grandi cose) que, segn Maquiavelo, dchl apasionar al prncipe nuevo ideal. Resulta muy significativo que um1 de los ejemplos de Botero fuera Cosimo, el ms sabio, el mae11t de esa forma de arte del Estado que Maquiavelo despreciaba por ~un siderarla propia de hombres mediocres, incapaces de apuntar ms ul y realizar acciones gloriosas. Al librar al lenguaje del arte del Estll de las connotaciones que le dieran Tcito y Maquiavelo, Botcrn 1 dot de un significado nuevo y ms aceptable. El lenguaje del arte Estado sali a la luz despus de un largo peregrinar a la sombra delmu noble lenguaje de la poltica50

    Los consejos de Botero no se apartan mucho de la teora tradicl' nal. Al principio de Della Ragion di Stato seala que el mejor fund mento de un Estado es la virtud del prncipe51 Si bien debe estur posesin de todas las virtudes, algunas resultan especialmente 1111 piadas para generar amor, otras para labrarse una reputacin. Las de virtudes que aseguran al prncipe el amor de sus sbditos son la .iuU ca y la liberalidad. La justicia es la base natural de la paz y la Cl cordia. El prncipe debe ser justo en sus relaciones con sus shdiU no exigirles demasiados impuestos y distribuir honores y car~n quienes lo merezcan ms. Si los sbditos ms virtuosos no obti las recompensas que merecen, dejarn de ser leales y puede que In el uso decidan rebelarse contra el prncipe. Adems, si el prncipe Jl ma a los aduladores o a los ricos, en vez de a Jos virtuosos, indl los sbditos a convertirse en aduladores o hacer ostentacin de su11 quezas; dos tendencias igualmente dainas para el Estado. Y nu menos importante que el prncipe est alerta para mantener la juKIIUI entre sus sbditos. Si no castiga adecuadamente, los fraudes y crh

    49 F. Chabod, Scritti sul Rinascimento, Turfn, 1967, p. 325. Vase tambin las PI' ~ 304, en las que Chabod dice que la teora de Botero es consecuencia del agotarmrnln espritu de la filosofa cvica.

    50 Sobre el poder de la alocucin vase L. Zuccolo,

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    por qu algunos gobernantes tienen xito, mientras otros labran liU ruina55 .

    La regla de oro de la prudencia es que lo nico que mueve a lnt hombres es el inters propio y que los nicos lazos realmente tiahlot que cabe establecer con otros hombres son los que se basan en el in ters. Como muy bien han sealado desde el principio los tericos ll la razn de Estado, en asuntos de gobierno carecen de importancia 1 amistad y hasta las relaciones familiares. El prncipe debe rcconln asimismo que siempre es preferible enfrentarse a los peligros con VIl lor, a no ser que se encuentre en una evidente situacin de inferior! dad, en cuyo caso puede ser de sabios posponer el enfrentamiento. lln prncipe prudente no permite que pequeos desrdenes crezcan h11111 alcanzar un punto en que resulten incontrolables, ni vive de la ilusit.n de poder dar con alguna forma de poltica que no presente inconv nientes de ningn tipo. En poltica exterior, nunca debera emprcnd varias empresas militares al mismo tiempo, ni embarcarse en nucv111 conquistas antes de haber consolidado las anteriores. No debera ofcn der o perjudicar a un prncipe ms poderoso que l, y si un prfnd ms poderoso le ofende o perjudica, lo prudente es mirar hac ia olrt lado. Si est rodeado de vecinos poderosos, debera intentar promov la paz entre ellos. Y debe tener mucho cuidado y tomar las decisionot en el momento oportuno; si acta demasiado pronto o demasiado 111 de, todo ser; mucho ms difcil. Nunca debera ofender a una rcp!'1hll ca: el resentimiento de un prncipe muere con l, pero las rephlic nunca olvidan.

    En poltica interior debe centrarse principalmente en el mantl'lll miento de la paz y la tranquilidad, evitando todo tipo de innovacion innecesarias. Debe tener la capacidad de elegir adecuadamente m gistrados aptos para realizar sus tareas y que se sientan honrados J1C el cargo. Un prncipe que desee conservar su Estado mucho tiempo tiC debera beneficiar a la nobleza a expensas del pueblo. Si lo hickru convertira en el gobernante de slo parte del reino y en enemigo las multitudes: posicin poco segura donde las haya. Por ltimo. nun ca debera fiarse de alguien a quien haya ofendido en el pasado: sirlll pre ser un enemigo resentido, que sacar provecho de la situacii'n la primera de cambio56.

    De los dos pilares del dominio principesco: el amor y la reputad''" el ms fiable es, sin duda, la reputacin. Botero lo explica detallml mente en los dos libros De la reputacin, que aadi como su,J mento a Delia Ragion di Stato. La reputacin surge como consclucn ca del reconocimiento de una virtud extraordinaria que escapu

    55 Delta Ragion di Stato II.3. 56 lbidem, ll.6.

    292

    nuestro entendimiento y nos lleva, por tanto, a pensar en ella una y olra vez (re-putare). Slo quienes son capaces de hacer grandes cosas

    ~e labran una reputacin. Los mediocres pueden inspirar amor, pero 11 0 tienen reputacin57 La reputacin es un fundamento mucho ms

    guro para el dominio que el amor o el miedo. Tericamente, el domi-nio ms seguro es el que se basa en el amor. Pero como en la prctica los hombres son avariciosos, inestables e insaciables, resulta imposible que un prncipe conserve mucho tiempo el amor de sus sbditos. El te-ll10r tambin es buen fundamento, pero resulta muy difcil evitar que degenere en un odio que acabe suponiendo una seria amenaza para el J!stado del prncipe58. La reputacin requiere tanto de amor como de lt'mor. El amor refuerza el apego que los sbditos sienten por su prn-,lpe, el miedo les hace ser dciles y sumisos. Si nos fijamos en los l'fcctos que produce la reputacin, entenderemos fcilmente por qu tltemor es su principal componente. Un hombre que, debido a su ex-ilnordinaria virtud, goza de buena reputacin, inspira a los dems sen-ilmientos de sumisin, distancia y separacin que tambin suelen ir ~~ ~ociados al miedo. En cambio, un hombre amado inspira sentimien-II)S de cercana, de unidad, de atraccin. La reputacin est mucho nls cerca del temor que del amor59.

    Tras su anlisis sobre la reputacin Botero da un consejo prctico ya 11 ndicional: el arte de conservar el Estado consiste, sobre todo, en la ha-bilidad del prncipe para conservar su reputacin y la de su Estado, tan-lo frente a otros Estados como frente a sus sbditos. Botero seala que rl arte de la poltica trata de la conservacin y aumento de la reputa-' 1 n

    60. Es el arte de mantener la separacin y la desigualdad entre el

    prfncipe y sus sbditos, y de moderar o secundar las pasiones de stos, lt11scando lo que sea ms til para conservar la reputacin del prncipe y del Estado61 Al alejar a la poltica de los valores con los que la haba . ~oc i ado la filosofa cvica Gusticia, amistad y concordia) y presentarla tlllno el arte de conservar e incrementar la reputacin, Botero defenda, dt hecho, una concepcin de la poltica que segua las lneas maestras dtl arte del Estado. De paso redima a ste de sus connotaciones mora-

    , .~ negativas y preparaba el camino para poder atribuirle ese nombre de poltica que, originariamente, describa al arte de la repblica.

    " Delta riputazione I.2. " lbidem, 1.3. w >, Delia ri-'lllazione, 1.3.

    011 Vase Delia Ragion di Stato 1.11, donde Botero habla de la poltica como de una vir-

    utd que otorga reputacin. 1" Delia Ragion di Stato 11.2:

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    El siguiente paso en la metamorfosis fue la identificacin entn: po ltica y razn de Estado. Los Avisos del Parnaso publicados por Trn jano Boccalini entre 1612 y 1613 son un puente importante en r111 transicin intelectual. William Vaughan, editor de la primera tradu~ cin inglesa publicada en Londres ya en 1626, era muy conscienll' tlol carcter innovador de la obra de Boccalini. Le puso por ttulo: /11 New-Found Politicke. Disclosing the Secret Natures and Dispositi''" as Well of Private Persons as of Statesmen and Courtiers; Wherein t/1 Governments, Greatnesse and Power ofthe Most Notable Kingdom and Common-wealths of the World are Discovered and Censured. Hn su dedicatoria al rey, Vaughan explica que con la New-Found Politii A del ttulo pretende resaltar la novedad tanto en el estilo como en ol contenido dellibro62.

    Ni el ttulo ni el subttulo podan haber sido ms apropiados. Bn las Ragguagli di Parnaso, Boccalini no slo trata temas polfticuN morales en un estilo irnico y humorstico (una innovacin destaLnd de por s): tambin identifica a la poltica con la razn de Estado, 11111 cando un hito en la historia del lenguaje poltico. La observaci(m lJ hiciera Vaughan afirmando que los Ragguagli eran una crtica a la Jlt ltica moderna era muy acertada. Como confiesa el propio Bo~.:alllnl en las Dedicace, al inicio de la segunda Centuria, quera hablar dl' Jltl ltica con irona, de forma entretenida, lo que nadie haba intcnlndu hacer hasta el momento63 . Pero, al mismo tiempo, pretenda llc~l verdades a base de bromas y condenar la corrupcin de su siglu. l trataba de una crtica a la corrupcin resignada, desperanzada y 11 margen de cualquier proyecto para superarla. Boccalini cree que 1 poltica no es ms que el arte al que recurren los prncipes para L'llft servar sus Estados. No puede ser el arte de reformar ciudades cml'll tas, como vanamente soaban los tratadistas polticos republicano". 1 corrupcin moral haba calado tan profundamente en el cuerpo sucl que ya no haba reforma posible. Haban pasado los tiempos dL' l.1 gran poltica con la que se pretenda transformar la identidad mural de una sociedad. Como ya sealara Francesco Guicciardini en sus cordi, debemos averiguar cmo vivir en una ciudad corrupta. Lo n jorque podemos hacer, aade Boccalini, es recurrir a una buena 1hul1

    62 T. Boccalini, The New-Found Politicke, W. Vaughan (ed.), Londres, 1626. 63 >. T. Boccalini, Rli811UINII Parnaso. Centuria Seconda, Venecia, 1613. Vase, asimismo la dedicatoria al cardcnul lh hese en los Ragguagli di Parnaso. Centuria prima, Venecia, 1612, donde Boccali111 nllt que ha escrito los Ragguagli en el tiempo libre que le dejaba la redaccin de uno' """"" tarios a los Anales y las Historias de Tcito, el prncipe de los tratadistas polticos; y '1"' ltt hizo con la intencin de componer una obra divertida [ed. cast.: Trajano Bocalini , 1 I/ uN sos poUticos y avisos del Parnaso, Valencia, Servicio de Publicaciones de la Univc1 '"'"'' Valencia, 2001 (microforma)].

    294

    de irona y circunspeccin. Cuando la poltica se rinde ante la corrup-cin, la irona parece ser nuestro ltimo recurso.

    Boccalini inaugura una nueva era, pero sin entusiasmo. Como al revestirse de razn de Estado la poltica pierde su nobleza, bien se la puede tratar con irona. El elevado registro de las obras sobre el vive-re politico o la scienza civile resulta poco adecuado para el vil arte de In conservacin del propio Estado. En el primer Aviso Boccalini in-troduce brillantemente una nueva imagen de la poltica, al describir un llmacn donde la Sociedad de Polticos vende diversos tipos de mercancas que resultan de utilidad para que los sabios lleven una vida virtuosa. Hay grandes provisiones de lpices que son muy tiles para aquellos prncipes que en momentos de emergencia se ven obli-ados a pintar al pueblo las cosas en blanco y negro64. Tambin ven-

    den gafas (muy solicitadas) que ayudan a los hombres cegados por las pasiones a discernir entre el honor y la vergenza, el amigo y el ene-'nigo, el extrao y el pariente. E igualmente tienen gafas que sirven pura el propsito exactamente contrario, es decir, para ocultar todo lo que de repugnante tiene el mundo corrupto. Hay unas gafas muy apre-l'iadas, recientemente inventadas en Flandes, que los prncipes com-pran en grandes cantidades para obsequiar a sus cortesanos, porque les hace ver que ya estn al alcance de su mano recompensas y digni-dndes que no obtendrn mientras vivan65 . Es tan repelente el mun-do de la poltica que los cortesanos estn ansiosos por adquirir un tceite que vigorice sus estmagos para poder digerir las amarguras

    que han de tragar a menudo en la corte. La nueva poltica es el reino del engao, la vanagloria, la ambicin, el inters personal, la estupi-dez, la avaricia y el servilismo. Los polticos (politici) lo saben y se tprovechan suministrando a prncipes y cortesanos lo que necesitan.

    La poltica republicana tuvo sus maestros y sus hroes: Aristte-lt:s, Cicern, Sneca, Livio. El smbolo del nuevo poltico es Tcito, quien representa al poltico en estado puro, cuya naturaleza le impele a buscar el poder absoluto y todo lo mide por el rasero de la razn de Es-tndo66. Los prncipes modernos gobiernan aplicando los principios de la polftica tacitista, la forma ms refinada de razn de Estado. La irona de lloccalini no respeta ni siquiera al maestro ms venerable de la razn de listado. En la turbulenta vida del Parnaso, Tcito se ve envuelto en una

    ,. Sigo, con alguna modernizacin de la grafa, la traduccin inglesa de Henry Earl of ~lnmmouth, 1 Ragguagli di Parnaso: Or Advertisements from Parnassus in two Centuries wllh Politick Touch-Stone, Londres , 1656.

    61 1 Ragguagli di Parnaso, el, Av l . 116

    Gli uomini affatto politici, come son io, i quali per fomite di natura hanno l'ansieta .11 voler possedere tutta la dominazione, e che ogni cosa vogliono misurar con la loro ra-lnne di Stato, nel govemo dei principati elettivi riescono infelicissimi >>, 11 Ragguagli di

    1\mw.w, c. J. Av 29.

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    serie de desventuras que arruinan seriamente su reputacin. Por t' l''"' plo, se le nombra Prncipe de Lesbos porque nadie debera saber gollC' nar mejor que el maestro de la poltica. Explica en dos palabras su 11111 grama de gobierno a los embajadores de Lesbos. Les asegura que imilur con diligencia la conducta del prncipe anterior en aquello que ru vl ra contenta a la gente y que rechazar enrgicamente todo lo

  • tillllU

    Boccalini nos ofrece una definicin de poltica en los Avisos qu recuerda a la de Botero cuando afirmaba que la poltica es el conu cimiento de los medios necesarios para fundar, conservar y ampliar un Estado. Lo que hizo Botero, con gran astucia y cuidado, fue upll car la definicin general de poltica a la razn de Estado para que C:P~I ltima pareciera algo bueno. Al margen de las posibles crticas a ht labor de Botero, lo cierto es que el pasaje resulta crucial para la 11'1111 sicin de la idea de poltica como arte de la repblica a la idea de pu ltica como arte del Estado. Boccalini acepta la idea de que la polll ca es el arte de cpmservar y ampliar el Estado, y tambin habla (k ht razn de Estado como de un elemento de la poltica (parte della mil tica]1 1

    Tras vencer a la filosofa cvica, el arte del Estado adopta el nom breque una vez perteneciera a su adversario. El ttulo aporta noblr111, al menos hasta cierto punto. Boccalini no afirma que la nueva polfll ca sea la ms excelente de las disciplinas humanas, como lo fuera 1 antigua. Sobriamente, se limita a darle una connotacin positiva. Aun as, fue una promocin considerable. Hasta ese momento, ninguno d los autores de la razn de Estado haba dicho que el arte de conservu el Estado de un prncipe fuera algo bueno. Aunque la razn de Eslu do, su elemento ms bsico, fuera algo malo72, la nueva poltica adqul ra un estatus decente. Incluso poda reafirmar su independencia rc11 pecto de la filosofa moral.

    La razn de Estado habla del inters y el nuevo poltico, el homht de Estado, no gobierna por el bien de sus sbditos, sino en su propin inters. El mundo no es ms que un gran mercado pblico y lo que PI busca con el comercio es obtener ganancias. La poltica no es una cll cepcin. La filosofa cvica defenda que exista una diferencia cuull tativa entre el arte de la poltica y la economa, que los filsofos de ht razn de Estado eliminan.

    La supresin del viejo lenguaje de la poltica afecta a sus presun tos padres, a Aristteles el primero. Enfurecidos, algunos prncipc11 sitian su casa de campo en el Parnaso con gran nmero de infantes y caballera, y estn dispuestos a disparar sus caones contra la casa. Al ser informado del desagradable episodio, Apolo manda contra el11111 a dos legiones de satricos veteranos. Desafortunadamente, stos nu consiguen convencer a los sitiadores con sus versos para que abandu nen la empresa. Apolo manda entonces al duque de Urbino, un aman

    71 Advertisements from Parnassus, cll Adv 89. 72 Dice Boccalini que la correcta definicin de razn de Estado, no la engaosa de llu

    tero, debera ser: Razn de Estado es una ley til para las repblicas [stati en la versin 11 liana] , pero absolutamente contraria tanto a las leyes de Dios, como a las de los hombr~~ Fue voluntad de Apolo que esta definicin, escrita en letras de oro, se fijara sobre lao, l ' tt lumnas del Prtico Peripattico. Vase Advertisements from Parnassus cii Adv 89.

    298

    te de las letras. Pide a los prncipes que expliquen sus razones para volcar su furia contra el pobre filsofo. Aristteles, responden, es cul-pable de haber definido al tirano como a alguien que gobierna tenien-do en cuenta su propio inters y no el de sus sbditos. Segn esta ma-ligna definicin, se puede considerar tirano a cualquier potentado, por bueno o antiguo que sea. Si aplicamos los principios de Aristteles, el pastor se morir de hambre mientras el rebao engorda, sin atreverse a ordear o esquilar a las ovejas. Dicen los prncipes que un absurdo como ste es buen ejemplo de las tonteras que suelen salir de la plu-ma de los hombres de letras cuando escriben sobre la razn de Estado.

    La poltica no puede ni debe contar con una teora que se aplique como la gramtica. El arte de gobernar los Estados se aprende de los secretarios de los grandes prncipes o en los consejos de Estado, no en las letrujas que escriben los filsofos73. El duque de Urbino re-conoce que la rabia que sienten los prncipes hacia Aristteles est 'ustificada: el Filsofo debe retirar su definicin. Muerto de miedo, Aristteles admite que se refera a cierto tipo de hombres de la Anti-

    Uedad, cuya raza se ha extinguido completamente en nuestros das 74. Adems, conmina a los litterati a aplicarse a sus estudios y dejar en paz la razn de Estado.

    Construir un nuevo lenguaje de la poltica implica deshacerse de otro de los grandes principios de la filosofa cvica, a saber, de la idea de que los ciudadanos tienen el deber de luchar para defender la li-bertad de su patria. La razn de Estado exige que sean los prncipes los que tengan la autoridad para obligar al pueblo a coger las armas y luchar contra el enemigo, aunque no sea para defender una repblica libre. Esta vez la vctima de la indignacin de los prncipes es Marco

    atn, uno de los hroes republicanos ms destacados, que haba he-;ho grabar en letras de oro en el prtico de su casa las famosas pala-bras pro patria pugna, a las que, algunos das despus, aadi libera. Al ver este lema, los prncipes del Parnaso protestan con vehemencia ante Apolo. Sus palabras pueden prender fuego al mundo. Hay que :astigar a Catn severamente por ser un rebelde que quiere aparecer tnte los viles plebeyos como un amante de la verdad y ensearles una impertinente Libertad75. Apolo manda llamar a Catn y le reprocha nmargamente haber provocado el legtimo resentimiento de los prn-

    73 Advertisementsfrom Parnassus c.II Adv. 79. Del tema de la tirana tambin se habla en el , Adv 18, donde el embajador de los hircanos consulta a Apolo sobre la importante cuestin de si el pueblo puede, legtimamente, matar a un tirano. Apolo, muy afectado por lo cuestin, niega enrgicamente que sea recomendable matar a un tirano y cierra su res-puesta con las siguientes palabras de Tcito: [Rezar por buenos prncipes y tolerar al que te toque].

    74 Advertisementsfrom Parnassus, e 1, Adv. 79. 75 Advertisementsfrom Parnassus, c. 11, Adv. 31.

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    cipes. A los cargos de Apolo, Catn responde orgullosamente qul' In hombres buenos hacen lo que les dicta su conciencia, sin preocupur por las amenazas de los prncipes. Aad la palabra libera, afinn porque haba que darle pleno significado a la frase. Sin libera Sl' 1'111 da tergiversar para convencer al pueblo de algo que no le intercsu on absoluto: dar sus vidas y poner sus facultades al servicio de la drfrn sa de su patria como si fuera algo suyo. Los prncipes pueden ll'l1 la capacidad de obligarles a luchar. Lo que no pueden es obligarlc11 luchar con valor y coraje. A lo que Apolo replica que los buenos prfn cipes tienen poder suficiente como para hacer que sus sbditos pclron por el Estado del prncipe (lo Stato del Prencipej16 con el mismo In domable valor que si estuvieran defendiendo su patrimonio privudu Por lo tanto, la palabra libera es tan superflua como peligrosa y tlr eliminarse.

    Sin embargo, como muy bien sealara su traductor al ingls, Bocc lini era tanto un observador como un crtico de la nueva poltica. M vela lo que es la poltica segn la razn de Estado y concede qul' nu hay nada, o casi nada, que se pueda hacer para evitarlo. Sin emburaau no glorific en absoluto a la razn de Estado. En su famosa Pietm tlll paragone politico, castiga los errores que cometen reyes y prnl'iJWI de su tiempo al gobernar sus Estados77 Apolo, muy preocupado 111 la necesidad de que se gobierne adecuadamente a los pueblos, hu In traducido la admirable costumbre de reunir una vez al ao a los aac bernantes ms importantes de Europa para que rindan cuentas ante 1 censor de asuntos polticos (pubblico Censor delle cose Politicht') 1,

    Ningn Estado se libra de crticas ms o menos graves: la corll' tJ, Roma por tolerar las desafortunadas felonas y revueltas de los ('u lonna contra el papa; el Sacro Imperio porque los desmanes en Au tria y Alemania se deben a la negligencia del emperador Rodolto; 1 belicosa monarqua de Francia por no ser capaz de controlar al 1r cundo, incansable y descontrolado espritu de los franceses; la ~run de y poderosa monarqua de Espaa por el trato inhumano que NUI jefes dispensan a Npoles, Sicilia y Miln; la monarqua de Polunl por no mostrar suficiente severidad con sus sediciosos nobles; el du cado de Moscovia por negarse a educar al pueblo y mantener a la ~"" te en la ms escandalosa de las ignorancias, de modo que no picnhan su docilidad; la libertad veneciana por ser demasiado permisiva cun la insolencia de los jvenes nobles; el duque de Sabaya por ser dl'lllll

    76 El texto en ingls reza:

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    zn de Estado. De hecho, el nico ejemplo positivo que surge de 1 irona de los Avisos es la libertad de Venecia. Como muy bien se alan los hombres sabios del Parnaso durante un apasionado debate, la excelencia de Venecia es el resultado de la correcta implementacin de algunas reglas polticas importantes. En primer lugar, el Senadn vela por la estabilidad de sus leyes e instituciones. En segundo lugur, hay que mencionar el talante claramente volcado hacia lo pblico y 1 modestia de los nobles venecianos. Saber separar riqueza e insolenci es un gran logro de por s. Y no menos importante resulta el hecho d que anteponga la paz a la expansin, cualidad que dota a Venecia de un clara superioridad sobre Roma80

    Por ltimo, parece especialmente digna de elogio la imparcialidlld de la justicia que rige para nobles y pobres, as como tambin la eN tricta observancia del secreto en asuntos de Estado. La Libertad de Vt necia slo interviene personalmente en el debate para sealar que h,l grandes asuntos de Estado se discuten en el Senado, en vez en conse jos menores, por la gran importancia que revisten los buenos consejn11

    Las mismas cualidades que convierten a la Repblica de Venecia en el mejor ejemplo para la poltica, son las que hacen de ella algo nl co. La libertad requiere:

    ... un espritu que muestre tranquilidad en toda accin, un alma qu, sepa someterse a un ciudadano que, aun ostentando la superioridlld del magistrado, es inferior en todo lo dems; que sepa honrar a un pu bre anciano y obedecerle a pesar de ser rico y joven; que sepa depu sitar todo su amor en la Patria (despus de en Dios) antes que en !IUII hijos o propiedades; que sepa anteponer el bien pblico al inters prt vado; juzgar con rectitud en aquellas causas civiles o penales en 1 que sean parte amigos o parientes; temblar ante la severidad de las 1 yes en un Estado libre; poseer las riquezas de un prncipe y la mcnt de un ciudadano corriente; que sepa aceptar la voluntad de la ciud1 dana y ser, por ltimo, capaz de autocontrol y reserva en los a~un tos pblicos, adems de ejercer todos aquellos hbitos dignos de un hombre libre, de los que hace gala con tanta precisin todo noble v neciano81

    Como no existen estas costumbres en ningn otro lugar, serfa ull surdo intentar crear una repblica. La libertad es algo demasiado per fecto para un mundo tan corrupto que ya no admite reformas. Comu

    80 Vase asimismo Advertisements from Parnassus c. l, Adv 79:

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    ca (Ratio demum politica). En ese mismo ao escriba: llamamos ru zn de Estado a la razn poli ti ca (ratio politica) que antes se identifi caba con la equidad y la justicia. De hecho, recalca Campan ella, la ru zn de Estado es una falsa poltica, una degeneracin de la poltica autntica (falsam illam politicam, quam vocatis de statu rationem)"\

    Tambin seala Campanella en sus Aforismi politici que convicn no confundir a la antigua razn poltica (ratio politica) con el mu derno concepto de razn de Estado (Ratio status hodierna). La prime raes equidad y permite que se violente la letra de la ley (si bien no su razn de ser) para alcanzar mejor el bien comn o apuntar a un bien co mn ms elevado. La segunda es un invento de los tiranos (inventio ty ranorum) que justifica el inters de quienquiera que est en el poder"11, Tampoco son iguales el legislador de verdad y el poltico astuto (as tu tissimus politicus), que se limita a imitarle para ganarse el favor del populacho87.

    En elAtheismus Triumphatus, redactado entre 1604 y 1608, Cam panella expresa con especial claridad su sospecha de que un nuevo y falso concepto de poltica estaba reemplazando al autntico. En esl obra, Campanella lanza un vigorossimo ataque contra las concepciu nes errneas derivadas del mayor de los ignorantes, Maquiavelu, que nunca analiz la poltica cientficamente, sino slo desde el pun to de vista de un hombre pragmtico y astuto. Los admiradores d Maquiavelo sostienen que sus detractores no entienden Jo que es IM poltica y la confunden con la tica y la teologa (contra politicam lo quuntur ). Los maquiavelianos afirman que, de hecho, resulta absurdo creer que la poltica se ha de ocupar exclusivamente de la repblicQ perfecta. La poltica debe ayudar a conservar tanto las constitucionc11 polticas buenas como las malas, incluidas las tiranas88 . Afirman qu aquellos estudiosos de la poltica que condenan a Maquiavelo porqu afirm que el prncipe puede aparentar ser religioso sin serlo, de he cho no entienden lo que es la poltica (es a Polititica [sic] schola ali num). Y tampoco creen que un prncipe cruel peque contra la polticu (non peccat in politicam)89 Bien pudiera ser que se la debiera usur para conservar una tirana (ad Politicam vero servarej9, algo que, en todo caso, correspondera condenar a la tica.

    Contra este nuevo concepto de poltica entendida como el arte d conservar cualquier Estado por cualquier medio, Campanella esgrim

    85 Quod reminiscentur, Padua, 1939, p. 62. 86 T. Campanella, Aforismi politici, L. Firpo (ed.), Turn, 1941, p. 163 [ed. cast. : A/o

    rismos polticos, CEC, 1956]. 87 Aforismi politici, p. 167. 88 T. Campanella, Atheismus Triumphatus, Pars, 1636, p. 240. 89 Atheismus Triumphatus , p. 241. 90 lbidem, p. 242.

    304

    la nocin, ya en declive, de la poltica entendida como arte del buen gobierno. Centra su argumentacin en la comparacin entre ambas nociones. El filsofo que ensea al prncipe a ser un buen prncipe no traspasa los lmites de la poltica, mientras que la poltica maquiave-liana, que ensea al tirano cmo satisfacer sus ansias de poder, es un arte corrupto: no es prudencia poltica, sino infame astucia. De hecho, ni siquiera se puede decir que sea un arte, ya que un arte en ningn caso puede ensear un mal9 l. Arte significa razonamiento correcto en usuntos prcticos, y el objetivo de todo arte es lograr un bien. Cuando decimos que la poltica es el arte de conservar una tirana, es como si dijramos que la medicina es el arte de conservar la sfilis. El verda-Jero arte de la poltica (vera ars politicae) slo puede consistir en des-truir o reformar tiranas92. La autntica tica y la poltica verdadera nunca pueden chocar, porque una verdad no puede contradecir a otra. Ni se puede decir que condenar la tirana sea cosa de la tica y no de la poltica. La tica se aplica al individuo, la poltica a la repblica con-siderada como un todo. Puesto que el juicio sobre una parte ha de ser idntico al juicio sobre la totalidad, resulta perfectamente legtimo con-denar la tirana desde el punto de vista del arte de la poltica ( omnes ruinosas formas politiae detestantur ex arte)93

    Otros autores polticos del siglo xvn lamentaban que hasta las per-sonas cultas tuvieran ideas confusas sobre la relacin existente entre la poltica y la razn de Estado. Como sealara Ludovico Zuccolo, hay quien identifica errneamente a la poltica con la razn de Esta-do, mientras que otros sostienen que esta ltima no es ms que un ele-mento de la primera, sin reflexionar ms sobre ello94. En otro lugar ob-servaba que, segn la opinin ms generalizada, la poltica persegua !1 bien comn, mientras que la razn de Estado estaba al servicio del inters de los gobernantes95 .

    Tenemos otro ejemplo de la percepcin de la diferencia entre po-lftica y razn de Estado en la obra de Filippo Maria Bonini: Ciro Po-litico (1647). Afirmaba este autor que la poltica es hija de la Razn y madre de las Leyes; la razn de Estado es madre de la tirana y her-mana del atesmo. La poltica seala al prncipe la senda correcta para obernar, regir y defender a su pueblo, tanto en tiempos de paz como

    :n tiempos de guerra. En cambio, la razn de Estado ofrece el cono-imiento de los medios (justos o injustos) aptos para conservar cual-

    91

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    quier Estado. sta es la razn por la que la poltica es el arte de ln11 prncipes y la razn de Estado el de los tiranos96.

    Bonini y otros autores del siglo xvn entendan que la poltica crn t"l arte del buen gobierno, la consideraban el arte ms elevado al alcanl' de los humanos, y afirmaban que cumpla la funcin de luchar contn la injusticia. La alta estima en que se ha tenido a la poltica no fue rn absoluto el resultado de la filosofa poltica del siglo xvm, como se hat dicho, sino una reiteracin de temas aristotlicos sobre los que se dr bata desde el siglo XIIJ y que haban ido perdiendo fuerza a medida qu iba cobrando auge el concepto de razn de Estado. Al igual que otro11 autores del siglo xvn, Bonini elogiaba la antigua nocin de poltica l'll rrompida por la nueva razn de Estado97 . A veces los elogios a la pnlf tica tenan un marcado tono irnico. Por ejemplo, Gregorio Leti alir maba que la palabra poltica es tan dulce que hoy en da todos In quieren y la buscan. Hasta el vil populacho, que no tiene ocasin d practicar la poltica, quiere al menos hablar de ella98 Sin embargo, In que realmente quiere decir es que el trmino poltico se usaba de for ma inadecuada para ocultar viles prcticas de mal gobierno. Su aparen te elogio era, de hecho, una crtica a la forma en que sus contemporrt neos entendan y practicaban la poltica99. Observ con gran perspicadn

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    gedad, publicadas en Venecia en 1621, llega incluso a afirmar 4 cuando los griegos hablaban de poltica (politica) se referan a cuatl quier tipo de razn de Estado 105 Alberto Fabri, en sus Arcana polftlc asegura que los romanos tambin conocan muy bien y practicahun 1 razn de Estado, a la que denominaban ley de la necesidad (i11.1 " cessitatis) 106 En su opinin, la razn de Estado haba nacido con 1 institucin del gobierno y, mientras hubiera gobiernos, habra razn Estado.

    Tambin los acadmicos de la poca aceptaban la idea de la elll tencia de una continuidad bsica entre la razn de Estado moderna& la ratio publicae utilitatis (o ratio necessitas, ratio status, ratio fl'NI, ratio Ecclesiae) que elaboraran tanto los juristas como los canoni11t medievales y filsofos escolsticos a partir de fuentes del derecho m mano y la filosofa poltica de Cicern 107 Se deca que la razn de Ha tado medieval era recta razn en el sentido de un correcto raz1 m miento del soberano sobre los mejores medios que caba utilizar Jll proteger al pueblo y al Estado. Siempre era un razonamiento basad11 la naturaleza y las leyes de Dios 108 Incluso cuando se utilizaba lu '"' presin en su acepcin ms limitada, como ratio status regs o ratio .fl1 tus regni (la razn del bienestar del rey y el reino), esta razn dl' H tado estaba subordinada a una razn de Estado ms elevada, a su la razn de la comunidad en tanto que entidad natural aprobada 111 Dios y la ley natural para que los hombres puedan cumplir sus fun ciones sociales y polticas en esta tierra 109

    Si recordamos las palabras de Cosimo cuando afirmaba que no gobiernan los Estados con Padrenuestros, o los consejos de Bcrnurdt

    105 , cfr. R. de Mattei, op. cit., p. 43.

    106 R. de Mattei , op. cit., pp. 45-46. 107 Vase G. Post, Studies in Medieval Legal Thought, Princeton, 1964, pp. 253-211'1 1

    pasajes de Cicern ms citados eran del De oratore 1.46.201: . .. oratori iuris civilis "trnllll necessaria est: sic in causis publicis iudiciorum, concionum, Senatus, omnis haec el unlltflll tatis memoria, et publici iuri auctoritas, et regendae reipublicae ratio ac scientia, IUIIIflltllll aliqua materies, eis oratoribus, qui versantur in republica, subiecta esse debent>>; y ,. r11 ciis 3.11.46-47: . Una interpretacin diferente en H. Mnkler, /m Namen de.v Sttlrll' Frncfort, 1987, que seala (pp. 165-207) que > era una nueva form" 11 entender la poltica. Vase asimismo M. Stolleis, Arcana lmperii und ratio sratu1 merkungen zur politischen Theorie des frhen 17, Jahrhunderts , Gotinga, 1980.

    108 G. Post, o p. cit., p. 30 l. 109 G. Post, op. cit. , p. 303.

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    del Nero sobre la necesidad de que los gobernantes que quieran con-servar sus Estados estn preparados para violar los preceptos de la re-ligin cristiana, o las comparaciones de Giovanni della Casa entre la 'usticia y la razn cvica, no parece muy adecuada la idea de que la razn de Estado renacentista fuera una derivacin de la nocin cl-sica de recta razn. Por otro lado, la moderna razn de Estado era la anttesis de la nocin de poltica entendida como el arte del gobierno justo. Hemos visto cmo se elabora, precisamente para justificar la derogacin de las leyes y la justicia en inters del Estado encarnado en la persona pblica del prncipe. De hecho, los juristas y canonistas medievales, cuando debatan en torno a la posibilidad de violar las le-yes en casos de emergencia o necesidad para salvar un bien superior (el bienestar o el inters de la repblica, el reino o la Iglesia), siempre lo hacan buscando justificacin moral en la ley natural o divina 110 Los autores del Renacimiento debatan sobre algo muy distinto: la violacin de leyes humanas o naturales por parte de aquellos prnci-pes o gobernantes a los que slo preocupaba la conservacin de sus Estados; de Estados cuya legitimidad provena de la fuerza o el dine-ro. Maquiavelo no habla en absoluto de los medios ilegales a los que recurre un buen prncipe para crear un buen Estado gobernado con justicia y en el respeto a las leyes para el bien comn. Ni Botero re-suma el principio medieval en el que se especificaba que el prncipe deba gobernar con justicia. Lo que haca era dar forma a novedosos modos de interpretar las prcticas usuales de los prncipes cuando ha-cen lo que creen necesario para conservar el Estado, al margen de la legitimidad.

    Como muy bien supieron ver sus crticos, la definicin de razn de Estado que da Botero deja un amplio margen para la violacin de las normas de la justicia y la religin. Botero se limitaba a hablar de me-dios aptos (mezzi atti) y mostraba gran vaguedad en el tema de la prioridad de lo honesto sobre lo conveniente. Sus crticos afirman que tampoco queda claro si al hablar de Estado se refiere a la autoridad del prncipe o al territorio 111 Por todas estas razones se le considera-ba responsable de una ruptura ideolgica con la forma tradicional de entender la poltica y se le acusaba de defender las mismas prcticas viles que su archienemigo Maquiavelo.

    En el medio siglo siguiente a la publicacin del Delia ragion di Stato, filsofos, historiadores, juristas y telogos se impusieron la ta-rea de enmendar o redefinir la nocin de razn de Estado para que acabara siendo compatible con las leyes naturales y divinas y no tu-viera connotaciones de mal gobierno. Escipin Ammirato, uno de los

    110 Vase los ejemplos citados por Post, op. cit., pp. 253-290. 111 Vase, R. De Mattei , op. cit., pp. 65-89.

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    estudiosos de la obra de Botero ms influyentes, elabor una nuev definicin de razn de Estado a partir de la jerarqua normativa: t i clsico principio legal que permita la infraccin de la ley basndu se en una norma o ley de rango superior. Razn de Estado, at1 ma, debera significar derogacin de una ley ordinaria por el hien pblico, es decir al amparo de una norma ms universal o de mayn rango 11 2.

    La definicin de razn de Estado en trminos de derogacin per miti distinguir entre una razn de Estado buena y una mala. Es hu na la razn de Estado cuando deroga una ley por el bien comn: c:!l mala cuando el motivo es el inters particular. Ammirato explicaba cuidadosamente que la buena razn de Estado es lo contrario a un prl vilegio, es decir, a la enmienda a una ley por motivos privados. Es m1, aun cuando la razn de Estado pueda imponerse a la ley civil, debe r' conocer la superior autoridad de la ley moral y religiosa.

    Por mucho que se la presentara como el derecho a exceptuar 1 aplicacin de leyes ordinarias por el bien comn, la nocin de razt'ln de Estado supona una transformacin esencial, tanto del lenguaje el sico como del discurso poltico republicano moderno. Era el tnnl no Estado el que encarnaba la innovacin. Como escriba el mismu Arnrnirato, status no es otra cosa que un reino, o un imperio, o culll quier tipo de dominacin ( quia status quid est nisi regnum, vel imf'' rium, vel quocumque nomine dominatus noncupetur?) 113 Razn d Estado es, por tanto, la razn de lo dominado y de quien lo dominll y consta de privilegios, as como de leyes ocultas y secretas (arcana im perii), pensados para garantizar la seguridad de ese dominio concrclu Si bien no se debe identificar a los arcana imperii con la mala razn de Estado ( dominationis flagitia, en palabras de Tcito), lo fundamcn tal es que el prncipe representa al Estado y, por tanto, es el intrpre te ltimo en la tierra de esas leyes, excepciones y privilegios que dlln cuerpo a la razn de Estado. Sometido slo a la ley natural y la d Dios, al ser el nico representante del Estado, el prncipe, legitimadu para apelar a la razn de Estado, tena poco en comn con el polflil'n republicano. Aunque los tericos de la buena razn de Estado, la rcM petable, quisieran obligarle a obedecer siempre la ley natural y la ley de Dios, no dudaban en reconocerle la autoridad necesaria para con ceder esos privilegios y exenciones gracias a los cuales los signori ilu lianos haban construido sus sistemas clientelares.

    11 2 Ragion di Stato altro non essere che la contravvenzione di Jegge ordinaria, per m petto di publico beneficio, ovvero per ri spetto di maggiore e pi u universale ragione, H ''' Mattei, op. cit., p. 92.

    11 3 S. Ammirato, Dissertationes politicae sive discursus in C. Cornelium Tacitum. 11 lenpolis (Frncfort), 1609, Libro 12.1 , p. 165.

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    El hombre cvico estaba siempre sometido a las leyes de la ciudad y se comprometa a no otorgar privilegios y exenciones. En cambio, lns amos del Estado pueden y, de hecho, deben descartar los petulan-tt~s argumentos de los defensores de la razn jurdica y la justicia. t 'omo recuerda Amrnirato, los asuntos de Estado no se aprenden de 11110s juristas que slo entienden de litigios civiles y penales. El prn-ci pe debera escuchar ms bien los consejos de los filsofos polticos, que saben historia y han estudiado las acciones de los grandes prnci-pes y pueblos 11 4. Posturas como la de Ammirato muestran la incomo-didad que causaba la tradicional alianza entre ley y poltica forjada por los civilistas del siglo XIV, de la que haban partido los humanis-IIIS para elaborar su nocin de poltica entendida como filosofa cvi-l 'l l . Pero la razn de Estado revolucion otro elemento de la filosofa dvica no menos importante, a saber, la conexin existente entre la Hudencia poltica y la justicia. Siempre se haba estudiado la pruden-tlu en relacin con la sabidura y las otras tres virtudes cardinales, pero, en las obras de los tericos de la razn de Estado, la prudencia 11dquiere un papel independiente y autosuficiente. Si bien nadie osaba negar la necesidad de gobernar con prudencia, sabidura y justicia, se hnba pasado a considerar que la prudencia era la nica virtud rele-vnnte en asuntos de Estado. La sabidura, se afirmaba, nos permite l't)nocer verdades y normas universales, pero los asuntos de Estado tiX igen tomar decisiones contingentes sobre problemas concretos en l'lrcunstancias especficas. Para gobernar un Estado los prncipes pre-I'isan de prudencia, no de sabidura. Requieren, adems, de un tipo es-pecial de prudencia, a la que podramos denominar prudencia polti-l' tl, que es el ncleo de la razn de Estado.

    A pesar de todas estas eruditas discusiones y de las distinciones y 1claraciones ms o menos sutiles, poco a poco se fue imponiendo la I'OStumbre de usar poltica y razn de Estado como si fueran trminos Intercambiables. Por ejemplo, ya en 1609, Giovanni Antonio Palazzo 1firmaba que el arte del buen gobierno y la razn de Estado eran una 111isma realidad con dos nombres diferentes. Ambas provienen de l)ios, que las ense a los hombres por medio de las Escrituras y las lcyes 115. Sin embargo, la diferencia entre buena y mala razn de Esta-

    114 En cambio, el bolos Virgilio Malvezzi se opona con firmeza al divorcio entre 111 poltica y la jurisprudencia en su Ritratto del Privato Politico Christiano (1635). En su 11pinin, la ley es poltica (le legge e una politica), aunque hoy en da pocos juristas sean pulfticos (politici). En el pasado la pol ti ca era hija legtima de la jurisprudencia. Pero huy en da la poltica se ha convertido en una actividad mecnica y Jos juristas se han vue lto empricos. Vase B. Croce (ed.), op. cit., p. 273. Y tambin R. de Mattei, op. cit., 1, pp. 164- 187. -

    115 G. A. Palazzo, Discorso del governo e della ragion vera di stato, Venecia, 1609, JI 20.

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    do resurge en las discusiones sobre la existencia o no de una ratn de Estado autntica contrapuesta a otra falsa. La primera, al igual 4ll la antigua nocin de poltica, se basa en la justicia, la prudenciu y todas aquellas virtudes que garantizan la conservacin de la sod dad humana por medio de la creacin de lazos de amistad. La s gunda, el arte del Estado, se basa en la avaricia, la ambicin, la fui ta de templanza y un egosmo desordenado, y acaba destruyendo llll sociedades 116.

    Uno de los anlisis ms refinados sobre la relacin existente cnl poltica y razn de Estado es el que hace Ludovico Zuccolo en su s minal ensayo Delia ragione di stato, redactado en 1621 117 Seala 4U actuar de acuerdo con la razn de Estado significa adoptar el curso d accin ms apropiado para fundar o conservar un tipo concreto de Eli tado. Por lo tanto, no hay algo as como una nica razn de Estadn, hay muchas dependiendo de la naturaleza de cada Estado. Puede 4U para el sultn de Turqua actuar de acuerdo con la razn de Estado itn plique asesinar a sus hermanos y sobrinos y confiar en el apoyo d los jenzaros. Teniendo en cuenta la naturaleza de esta monarqua, un comportamiento como el descrito puede ser perfectamente prudente y corresponder a la razn de Estado. Que los florentinos impidieran 4u cierto nmero de ciudadanos o familias ocuparan cargos pblico11, tambin result una prudente aplicacin de la razn de Estado. Era, d' hecho, la razn de Estado apropiada, teniendo en cuenta la natura le popular de su forma de gobierno.

    La razn de Estado, comenta Zuccolo siguiendo a Botero, slo el conocimiento de los medios ms apropiados para conservar un r gimen, sea ste una repblica o una tirana. Puede que nicamcnt debamos calificar de prudente a aquella razn de Estado que 11 ejerce en regmenes justos, y no a la que se da en gobiernos basadnlt en la astucia ( avvedutezza) y se aplica en regmenes corrup11111 Aunque quiz no fuera del todo incorrecto calificar de

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    las leyes son sus ministros 121 En cambio, la razn de Estado no ocupa de buscar la mejor forma de crear y conservar una repblic una monarqua o una tirana en genral. Slo se ocupa de Estac.lc concretos y de cmo utilizar cualquier medio necesario para con) var la monarqua de Francia o la de Espaa, o las repblicas de Sui u Holanda.

    Tambin Torre, uno de los ltimos pensadores en intervenir en le debates sobre razn de Estado, comparta las ideas de Zuccolo sob la naturaleza ms general del conocimiento poltico. Deca Torre qu al igual que la medicina, la fsica y la jurisprudencia, la poltica trat ba temas tericos y generales. La razn de Estado, en cambio, ofrcd el tipo de conocimiento concreto que permita desarrollar las habill dades necesarias para ocuparse de los asuntos de Estado. En polftl ca se discuten problemas generales como la naturaleza de los Est dos, las diferentes formas de gobierno, el mejor gobierno, el equi li brl adecuado entre los distintos elementos sociales que componen 1 repblica o la educacin idnea para la juventud. Pero todo eso r' sulta de poca o ninguna utilidad para el hombre de Estado, que n cesita la sutil habilidad que le aporta la razn de Estado 122. As, el len guaje poltico se vio reducido a una ciencia poltica prcticamcnl intil o a una doctrina moral que permita sermonear sobre la justicl y el buen gobierno. Ya no era el arte del poltico, sino algo a lo que N dedicaban vanos filsofos morales o intiles cientficos polticos.

    A principios del siglo xvn, se haba generalizado bastante la ido de que la razn de Estado no era una ciencia, sino un tipo especial cJ prudencia. En un ensayo de 1624, Pietro Mattei afirmaba que la ciencl se ocupa de cosas permanentes y demostrables, mientras que la pru dencia trata de asuntos contingentes. En el caso de las primeras, siem pre se puede discurrir por la senda de la ley y la razn; los segu ndo obligan a veces a violar la ley y desatender los llamamientos de esa misma razn. La cualidad que distingue al hombre de Estado (Huomo di Stato) es la prudencia poltica (prudenza poltica), tambin llarnn da ciencia regia (Scienza Regia) o razn de Estado (Ragion di Stato)'l'.

    Valeriana Castiglione, autor del Statista Regnante de 1630, con sideraba asimismo que poltica y razn de Estado eran sinnimoN.

    121 , L. Zuccolo, Del/a ragione di stato, pp. 31-32. 122 R. de Mattei, op. cit., p. 182.

    123 P. Mattei, L'Huomo saggio nelle osservationi di stato, e di historie: Formato .)omt

    la vita, e negoziazioni fatte in servigio degli ultimi cinque Re di Francia da/ Signor di \ '1 lleroy, Venecia, 1624, p.6.

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    ! 'omo explica al lector, su intencin al componer esta obra es ensear 1 los prncipes catlicos las reglas de la razn de Estado cristiana, para que no caigan en las redes de la malvada razn de Estado que ense-llaron Maquiavelo y Bodino 124 Su perversa razn de Estado, que es 1ems la hegemnica, es la fuente de todos los vicios polticos (vi-tlj politici) que el autor, como hombre religioso que es, considera que debe contribuir a erradicar.

    La resistencia contra la hegemona de la razn de Estado no lleg 1 desaparecer del todo. Algunos de los adversarios de esta tendencia 1ucolgica dominante hacan campaa a favor de la recuperacin de los valores cristianos, otros apelaban al antiguo concepto de poltica.

    l ~n su Republica di Lesbo, el padre Vincenzo Sgualdi defenda la ne-;csidad de equilibrar la razn de Estado con las Escrituras de modo que pudiera ser realmente provechosa para la humanidad 125 Los pol-licos impos y ateos instruyen a crueles tiranos, una poltica equili-brada educa a buenos prncipes que beneficiarn y protegern a sus 11bditos 126. En cambio, Fabio Albergati prefera prescindir de los va-lores cristianos y de las Escrituras y recurrir contra la mala razn de

    l ~stado a razones polticas y naturales ( ragioni politiche e natura-/i)127. Estas razones deberan convencer a todo hombre razonable, al margen de sus creencias religiosas. De hecho, no es ya que la mala po-lftica sea perjudicial para el prncipe, tambin lo es para el tirano para )1 que se invent. Conviene restablecer urgentemente unos principios polticos autnticos (veri principi politici), compatibles con la vida c-vica, y acabar con la mala poltica que ensea que todo est permiti-uo si es en inters del Estado128.

    Desde un punto de vista parecido, Giovanni Battista de Luca peda ~ 1 restablecimiento de la poltica buena y verdadera para acabar con los principios invocados por la poltica malvada, tirnica y diablica que enseaban los filsofos modernos. En opinin de De Luca, la ver-dadera poltica consiste simplemente en un gobierno bien ordenado :jercido por padres sabios, justos, pos y prudentes. Como nos ense-

    flaron los griegos y romanos, la poltica es el arte de gobernar, tanto en la esfera pblica como en la vida privada. Distorsionando de for-ma algo curiosa su sentido original, De Luca explica concienzuda-mente que un buen gobierno poltico es aquel que no slo beneficia a reyes y prncipes, sino tambin a los barones, gobernadores y todos los magistrados pblicos a cargo del gobierno de las provincias, ciu-

    124 V. Castiglione, Statista regnante, Turn, 1630, p. 3. 125 V. Sgualdi, Republica di Lesbo overo delta Ragione di S tato in un Dominio Aristo-

    cratico Libri Dieci, Bolonia, 1642, p. 5. 126 V. Sgualdi , Republica di Lesbo, p. 6. 127 F. Albergati, La Republica Regia, !, Roma, 1664, p. 2. 128 F. Albergati, La Republica Regia, I , cit., p. 3.

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    dades y comunidades, incluido el mbito domstico. No obstante, on sentido convencional, poltica significa gobierno de los asuntos 1thll cos del Estado para la conservacin, la ampliacin y la mayor felkl dad de los principados y, por consiguiente, de todos los componlntol del cuerpo poltico mstico (mis tic o, ove ro politico corpo) 129

    A principios del siglo xvm, pareca tan vano como intil reempr"l' ll der la tarea de restablecer el viejo concepto de poltica. Paolo Mnttl Doria se lamenta de que estn tan asentadas las perversas doctrina!\ d Maquiavelo y Tcito (il sistema della maliziosa politica) que no se pu de hablar de gobernantes, entendiendo que son aquellos que si~uen los principios de la virtud poltica, sin acabar ridiculizado y tildado d soador y extravagante130 Esa poltica, que originalmente implilnhll luchar contra la corrupcin por el mantenimiento de las libertades, se hA convertido en una debilitada razn de Estado que alimenta la corTUfl cin y genera servidumbre131 Doria seala que con su obra intent volver a la vieja poltica. Aunque previsiblemente la verdadera poUtl ca tendra efectos muy beneficiosos, dice, tambin cabe esperar que mi Vita civile apenas se le dispense un fro recibimiento132.

    Era un buen profeta. Como en el caso de muchos otros que inten taron restablecer el lenguaje de la poltica entendida como filosofa d vica, sus esfuerzos fueron vanos. La filosofa cvica nunca recuplrl\ la hegemona intelectual de la que disfrutara antes de la revolucin que dio el poder a la razn de Estado. Desde entonces ha ido sobrevl viendo como un lenguaje meramente nostlgico o utpico; un con junto de palabras que sirven para recordar repblicas pasadas o sor\ra con futuras. Pero sa es otra historia: la historia de los intentos por lle gar a algn sitio de la mano de la razn de Estado, de reconstruir un lenguaje poltico que pudiera contribuir a superar la sensacin de rm potencia que el triunfo ideolgico de la razn de Estado difundicrra por los tiempos modernos.

    Todos los tratadistas polticos europeos de la poca estaban d acuerdo en que la razn de Estado era un producto especficamen te italiano. La historia termina donde empez: el mismo pas que din a luz un discurso poltico centrado en la filosofa cvica, termin ali mentando al enemigo que acabara enterrndola. Otra irona de la his toria. Tendra su gracia intentar adivinar dnde, si acaso, tendr lugar un renacer del lenguaje poltico como filosofa cvica. Ser mejor que en vez de profetizar intentemos reconstruir la filosofa cvica, tarea que quisiera acometer en el Eplogo.

    129 G. B. de Luca, 11 principe cristiano pratico, p. 66. 130 P. M. Doria, La vita civile, Npoles, 3 1729, p. 6. 131 P. M. Dori a, ibidem, p. 15. l32 P. M. Doria, ibidem, pp. 19-20.

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    EPLOGO

    LA POLTICA COMO FILOSOFA CVICA

    Las historias suelen tener moraleja. Pueden hablar de lo que somos lo que podramos ser. Cuando lo hacen, no slo nos ayudan a en-

    lcnder nuestro pasado, sino tambin a construir nuestro futuro. Lamo-rul se basa en creencias. No hay historia que refleje una moral nica, 11 igual que todo lo que describe o explica la realidad admite ms de una interpretacin. La misma historia puede tener distintas moralejas. l)ucde que, en opinin de algunos, la que acabo de contar sobre la po-lftica entendida como el arte del buen gobierno de la ciudad encierre una pattica incapacidad para entender la poltica. Otros considerarn ue era un mero velo ideolgico para ocultar el dominio y la discri-minacin y, an otros, que se trata de la mejor idea de poltica de la modernidad. Por lo tanto, sera un error intentar extraer algn tipo de moraleja de mi historia sobre la transicin de la filosofa cvica a la ra-t.n de Estado. Sin embargo, creo que es una historia que nos puede 1yudar a construir un lenguaje poltico que se adapte mejor a nuestras :reencias y lealtades que el que utilizamos actualmente. Intentar de-mostrar que los lenguajes polticos actuales no cubren algunas de las dimensiones ms relevantes de la accin poltica real y posible. No nos ayudan a entender la vida poltica, ni nos permiten disear prc-ticas polticas con las que valga la pena comprometerse.

    En los ltimos aos hemos asistido a un gran desarrollo de los es-tudios acadmicos sobre poltica y accin poltica, sin que se haya lle-ado a un acuerdo sobre su significado. Actualmente no existe una

    teora universalmente aceptada sobre lo que es la poltica 1 Pero me

    1 Escriba Rdiger Bubner que puede que nuestra poca se tome la poltica ms en se-llO que ninguna otra y, aun as, apenas sabemos lo que significa la poltica. ( ... wahrs-

    ~ hcinlich noch keine Epoche gegeben [hat] , die Politik so universal wichtig nahm, und so 3l7