El sueo de un dios

XLVI

Anoche so que oa

a Dios, gritndome: Alerta!

Luego era Dios quien dorma,

y yo gritaba: Despierta!

Antonio Machado, de "Proverbios y Cantares"

No me mueve, mi Dios, para quererte,

el cielo que me tienes prometido,

y lo que sigue.

Soneto extrado de "Del sentimiento trgico de la vida", Miguel de Unamuno.

Contaban los hombres a los mas pequeos -mientras miraban el cielo sucio y triste, y se contagiaban de tal tristeza- que alguna vez creyeron en un Dios, digno de alabanzas, poderoso y a la vez generoso.

Hace mucho tiempo- habl el mas longevo de los hombres para los nios- se crea en los dioses, en muchos, pero nosotros creamos en el ms poderoso, no es cierto?-pregunt mirando con gravedad a los dems ancianos. Todos afirmaron. Ya perdimos aquella fe. Antes por lo menos este Dios nos daba seales de existencia, es decir milagros, pocos, pero existan. Sin embargo nuestros ruegos de pronto fueron arrastrados por el viento y muertos por el tiempo. No es cierto?- nuevamente pregunt a los demas ancianos y estos nuevamente balancearon sus cabezas en seal de afirmacin. Los nios aprendieron a no creer.

Un grito de espanto se oll en el dormitorio principal de toda la eternidad, en el dormitorio del Dios mas poderoso.

Un ngel se le acerc y le pregunt a este Dios. Qu le sucede?

Soe que los hombres dejaban de creer en m porque no realizaba milagros.

Asi mismo sucedi mi seor- respondi el ngel- durmi por mucho tiempo, y como consecuencia no realiz milagros necesarios para dar seales de su existencia. Ellos ya no creen en usted.

Por Bholmes