EL SENDERO HACIA LA

la paz interna

Un mensaje de apoyo

Nuestro ministerio es sostenido principalmente por ofrendas de personas como tú. Tu generosidad hace posible que podamos ofrecer este folleto edificante. Nuestro deseo es que la literatura de Unity esté disponible para todo el que la desee, especialmente aquellos que más necesitan aliento espiritual.

Para hacer una donación, por favor, visita: unityenlinea.org/dona o envíala a:

Unity 1901 NW Blue Parkway Unity Village, MO 64065-0001

Para más información acerca de los ministerios y servicios de Unity, por favor, mira la contraportada de este folleto.

Encontrando el sendero hacia tu paz internaLo que la mayoría de nosotros más desea en nuestra jornada espiritual, ya estemos conscientes de ello o no, es paz interna. Tal vez la definamos como “la paz de Dios”, “la paz de Jesús”, “la paz de la quietud”, “la paz de la no violencia” o “la paz que sobrepasa todo entendimiento”.

Sabios a lo largo de la historia nos han dicho que la paz que buscamos ya está dentro de nosotros. Que es una parte inherente de nuestra naturaleza como seres espirituales que están teniendo una experiencia humana. Sin embargo, encontrarla y conservarla puede ser retador.

En los siguientes relatos, leerás cómo otras personas encontraron su camino hacia la paz interna superando los retos comunes de la vida diaria. Sus maestros fueron tan diversos como Jesús, Buda, unas rosas, una aguja e inclusive Bugs Bunny —demostrando que cuando nos abrimos a la comprensión divina, la paz llega de maneras inesperadas.

Deseamos que este folleto te sirva como una luz en tu sendero hacia la paz. Ten presente que no estás solo en tu búsqueda y que encontrarás aquello que buscas.

Bendiciones en tu jornada,

Tus amigos en Unity

Encontrando la paz que habías perdido

por el Rev. Don Lansky

En las clases de Psicología 101, hay un ejercicio en el cual el instructor dibuja en la pizarra un círculo al cual le falta un pedazo.

Cuando los estudiantes miran el círculo, en vez de verlo casi completo, ellos ven la parte que

falta, la imperfección.

2

Los seres humanos estamos programados para reconocer la posibilidad de completar el círculo y para experimentar incomodidad cuando está incompleto. En las clases de Psicología 101, alguien (quien no puede aguantarlo por un segundo más) casi siempre va a la pizarra antes de que termine la clase para llenar el pedazo que falta.

Podemos aplicar esta lección a nuestras vidas. ¿Estamos escogiendo ver la completitud y la perfección o estamos obsesionados con lo que falta, lo que está mal? ¿Qué pasaría si viéramos nuestros retos de comportamiento, experiencias, pensamientos, relaciones, finanzas y salud e incluso nuestro desarrollo espiritual como una confirmación de quienes somos, más que como una deficiencia o un fracaso? ¿Qué pasaría si nuestra incomodidad fuera verdaderamente el resultado de un deseo muy arraigado de tener presente la completitud que ya sabemos que somos?

A veces podemos sentir que el universo conspira para robarnos nuestra paz y sentido de completitud. Le pasó a Jesús cuando fue tentado durante sus 40 días en el desierto. Y le pasó repetidamente a uno de los héroes que más respeto: Bugs Bunny.

Todo lo que Bugs Bunny quería era vivir en paz. Disfrutaba de tomar el sol en su diván, en la entrada de su madriguera, con las gafas de sol puestas, tomándose un jugo de zanahoria y cantando una canción. Más feliz no podía ser. Y entonces llegaba Elmer Fudd a dispararle y tratar de llevárselo para la cena. Al principio, Bugs no lo podía creer. Elmer ponía a Bugs en una olla para cocinarlo, mas Bugs pensaba que estaba tomando un baño caliente. ¡Hasta que finalmente entendía que Elmer trataba de comérselo!

¿Estamos escogiendo ver la completitud y la perfección o estamos obsesionados con lo que falta, lo que está mal?

3

Y entonces, la carrera comenzaba. Bugs Bunny era un gran maestro de Aikido. Nunca perdió la calma y sentido del humor, y siempre utilizó la fuerza de su oponente para su ventaja. Gracias a su ecuanimidad, Bugs Bunny salía victorioso y regresaba a su vida privada en paz, que era lo que realmente quería.

Cuando sentimos que las circunstancias externas amenazan nuestra paz interna y externa, podemos aprender mucho de Jesús, Buda, los grandes maestros y sabios de la historia, e incluso de Bugs Bunny. La verdad es que siempre estamos completos y sanos.

No nos falta nada. No hay nada que encontrar, porque no hemos perdido nada. Mark Twain lo expresó de otra manera: “Soy un hombre viejo y he sobrevivido muchas pruebas y dificultades, la mayoría de las cuales jamás ocurrieron”.

En este momento de la historia de la humanidad, somos llamados a tener una fe audaz a través de la oración, la meditación, la práctica de la gratitud y el perdón, a escuchar y seguir nuestra guía interior y a practicar la Presencia de Dios en todo momento.

Hace varios años, el astronauta Sultán Bin Salman al-Saud, quien era parte de una tripulación internacional que viajaba a bordo de una nave espacial, dijo que durante los primeros días en órbita, todo el mundo trataba de encontrar a sus países. Al tercer día, sólo podían identificar los continentes, y al quinto día, todo lo que veían era la Tierra.

Igual que los astronautas, todos tenemos una añoranza en nuestro interior: queremos ver la completitud, ver y experimentar la paz. Esa paz ya está dentro de ti —aquí y ahora mismo.

4

Rosas en noviembrepor la Rev. Bárbara Hadley

Todo el mundo me había dicho que llovía mucho en el noroeste del Pacífico, pero esto era increíble. Ocho pulgadas de agua en la autopista, lluvia cayendo diagonalmente, las carreteras bloqueadas por árboles caídos —¡y la gente de allí ni siquiera pensaba que esto era una “tormenta”!

Me había mudado del medio oeste del país para comenzar como ministra en la iglesia de Salem, Oregón, a corta distancia tanto de la bella costa de Oregón como de la Cordillera de las Cascadas. Todavía no conocía bien la ciudad y me perdía a menudo. La gente de la iglesia me recomendaba sitios donde comprar o comer, pero sus indicaciones bien podrían haber estado en un idioma extranjero, “simplemente llega a Kwan’s y dobla a la izquierda. Está allí mismo, no puedes dejarlo de ver”. Pero no lo vi y seguí de largo. No tenía la menor idea de dónde quedaba “Kwan’s”, ni ninguna de las otras calles que me indicaban.

5

Aprendí a confiar en el sistema de localización (GPS por sus siglas en inglés) que tenía en mi teléfono. La señal era débil en mi casa, así que no importaba cuán apurada estuviera, para ir a algún lugar, tenía que esperar que mi teléfono cargara el mapa afuera en el automóvil.

Un día, esperando que el mapa cargara en mi teléfono, noté las rosas al lado del garaje. Estaban floreciendo —aunque estábamos en noviembre y habíamos tenido varias heladas. ¡Rosas en noviembre! Me pregunté qué otras

señales asombrosas estaban a mi alrededor que yo no había notado. Me di cuenta de que sencillamente podía disfrutar la idea de que la vida era asombrosa.

Por un momento, hice a un lado todo el apuro y simplemente permanecí sentada

tranquilamente. De repente, la demora que se me había impuesto se convirtió en un regalo, porque elegí verla de esa manera. Disfruté tanto de ese sentimiento de paz interna que comencé a pasar un minuto extra cada mañana en mi automóvil antes de salir. Entonces, al proseguir, todo parecía un poco más grato.

Me pregunté qué otras señales asombrosas estaban a mi alrededor que yo no había notado.

6

Paz interna mediante el perdónpor John Beerman

“¿Cuánto pagarías por tener paz interna?” me preguntaba. ¿Qué pasos darías para eliminar la carga de la culpa de tu conciencia?

Me iba a encontrar con mi hija el día después de Acción de Gracias en un sitio neutral a medio camino entre mi casa y la de ella. Me sentí ansioso durante las dos horas de camino para verla. ¿Qué me dirá? ¿Cómo le responderé? A medida que me acercaba a mi destino, oré: “Dios, concédeme la paciencia para escuchar con el corazón, y no responder con la cabeza”.

Ella se veía hermosa, como siempre, pero más importante que eso, estaba calmada y serena. A medida que nuestra conversación progresaba, comencé a compartir partiendo del corazón. No le escondí nada, dándole permiso para que ella hiciera lo mismo. Años de “falta de perdón” entre nosotros comenzaron a derretirse. No había podido encontrar paz mental, ni siquiera al perdonarme por cualquier daño que pude haberle causado. Mas de alguna manera y de alguna parte, esa tarde la paz interna surgió.

Cuando nos despedimos, me senté en mi automóvil por largo rato mientras daba gracias a Dios —por la vida de mi hija, por mi vida y por el perdón, la llave de valor incalculable hacia la paz interna.

7

Sé pazpor la Rev. Toni Stephens Coleman

Por muchos años fui dueña de un pequeño negocio en casa. Trabajaba como costurera y siempre estaba contra el reloj. Las fechas límites eran algo bueno, pues me llevaban a completar los proyectos y pagar mis cuentas. Pero también generaban estrés, intensidad y situaciones en las que debía resolver problemas por mí misma. ¡Aunque realmente no estaba sola!

El plan de crear un negocio haciendo lo que amaba (crear y arreglar cosas) vino a mí como una idea divina. Llegó a mi mente como un destello un día cuando buscaba trabajo. Sabía que la idea de comenzar mi propio negocio había sido inspirada por lo divino y que el éxito dependería de la división de labores. Creé un convenio con Dios para una sociedad en igualdad. Dios me guiaría y me traería clientes, personas a quien pudiese ayudar, y yo haría el trabajo manual. Estaba tan entusiasmada que, al final del día, puse un anuncio en el periódico para promover mis servicios. (Otra idea divina: En la parte inferior del anuncio, escribí: “Guarde este anuncio”. ¡Cinco años después, las personas seguían llamando!)

Cocrear mi negocio con Dios fue la clave para el éxito. Tuve que dejarle espacio a mi “Socio” para que me guiara e intercediera. Me enfocaba en desarrollar técnicas para mantener la estabilidad, el enfoque y cumplir con mis tareas a la vez que mantenía mi salud mental, física y espiritual.

Creé un espacio interior de paz en el que pudiera reunirme con mi Socio. La parte más difícil fue tener confianza en mí

8

misma. Puse afirmaciones y recordatorios positivos en mi lugar de trabajo: sobre mi máquina de coser, la tabla de planchar y la tabla de cortar.

Aprendí algunas verdades espirituales maravillosas gracias a mi negocio. Una de ellas es siempre buscar la luz —literal y espiritualmente. Descubrí esta Verdad cuando más de un cliente me llamó en aprietos porque necesitaba enhebrar una aguja. Me siento bendecida por que siempre he podido enhebrar agujas con facilidad. Mis clientes me ayudaron a descifrar por qué. Primero, hay que respirar y sosegarse. Segundo, se necesita un corte preciso en el hilo. Tercero, no hay que mirar al ojo de la aguja, sino a la luz más allá de éste. La clave es respirar, inhalar el aliento de Dios y soltar. Dejar ir lo que no es para tu bien, considerando cada inicio como un comienzo fresco. Y por último ¡recordar que la solución siempre es la Luz!

Otra Verdad que aprendí fue la importancia de tener una visión. En Unity sabemos que nuestros pensamientos crean nuestra realidad. Tener una visión clara es primordial para lograr el fruto deseado. Yo no comenzaba un proyecto hasta que podía verlo completado en mi mente. Me familiarizaba con el proyecto y tenía claro lo que querían mis clientes. Entonces, afirmaba que estaba perfectamente terminado y le daba un poco de tiempo para que se cociera a fuego lento en mi subconsciente. Y entonces, en un instante, a veces en la ducha, otras en un sueño, veía cómo se desplegaban con perfecta claridad los pasos para completar el proyecto. Entonces yo seguía mi intuición. ¡Y listo! Todo se hacía gracias a una visión inspirada, mis destrezas y la guía de Dios.

Cocrear mi negocio con Dios fue la clave para el éxito. Tuve que dejarle espacio a mi “Socio” para guiarme e interceder.

9

Encontrando la paz mediante la luz y el viajepor la Rev. Toni Stephens Coleman

Al tener que lidiar con el estrés, encontré dos técnicas para centrarme que me llevan del caos exterior a un lugar interno de paz. En ese lugar de quietud, puedo trabajar sin tener conciencia del tiempo o del estrés. Estoy en paz.

A una de las técnicas la llamo el Proceso de la Luz, y a la otra, el Proceso del Viaje. Ambas comienzan con la respiración, sintiendo que el aire llena tus pulmones e hincha tu pecho, y soltando, dejando ir, liberando toda la tensión. Hago que mi cuello gire. Flexiono mis dedos de las manos y de los pies y libero la tensión de mis músculos conscientemente.

En el Proceso de la Luz, dejas que tus ojos se cierren hasta que puedas ver tu nariz. Los monjes budistas dicen que esta es la mirada del Buda. Luego de varias respiraciones, inhalando y exhalando, deja que tus ojos se cierren completamente y enfoca tu visión interior en la pantalla que está en el puente de tu nariz, detrás de tu frente. Ahí aparecerá un círculo de luz. Puede ser de cualquier color, y será del color que necesites. Déjate ir hacia adentro del círculo de luz. Estás en paz.

El Proceso del Viaje nos mueve desde la fase de descanso hasta poder ver una espiral o un signo del infinito (la figura del número ocho). Dibuja con tu mente los bordes de esta forma una y otra vez, sintiendo el viaje a través de tu cuerpo con cada repetición. Vuélvete uno con este antiguo símbolo universal. Activará cada célula en tu cuerpo y te traerá armonía y balance. La forma se convertirá en un portal hacia el Silencio. Estás en paz.

Encontrar la paz siempre es posible. Practica y adapta varios procesos hasta que encuentres el que funciona para ti.

La paz es una experiencia interna que se refleja en el mundo. Cualquier tipo de trabajo que hagas, cualquiera que sea el reto o el estrés, utilizar un proceso para centrarte apoyará tu excelencia, tu paz y el que puedas llevar tus trabajos a término. Está en paz y sé la paz.

De cabeza a la pazpor el Rev. Mark Fuss

Parecía comenzar de la misma manera cada domingo por la mañana. El ministro nos guiaba a un momento de meditación:

Siéntense y coloquen los pies sobre la Madre Tierra, dejando ir toda tensión. Cierren los ojos si les es cómodo y enfoquen la atención en su respiración. Inhalen el aliento de Dios, exhalen el aliento de Dios. Inspiren, exhalen.

Mi respiración se tornaba más lenta y, por un breve segundo, todo se aquietaba. Luego la rueda en mi cabeza comenzaba a dar vueltas de nuevo. No vueltas lentas, sino un remolino salvaje. Parecía que el universo se mofaba de mí con unos pocos segundos de quietud antes de decirme: “¡No hay paz para ti!”

Ciertamente, pensé. No hay mucha. En vez de sentirme renovado, generalmente me sentía frustrado y hasta agitado. ¿Qué estaba haciendo mal? Oír los suspiros de satisfacción de todas las personas a mi alrededor no me ayudaba. La iglesia estaba llena de gente pacífica, feliz y con mentes centradas. Me parecía que era gente que no tenía problemas ni preocupaciones y que no sentía estrés.

11

Para saber lo que yo estaba haciendo mal, comencé a coleccionar y examinar diferentes tipos de meditación. La biblioteca de la iglesia tiene una gran cantidad de libros con diferentes ejemplos. Pero mientras más duro me esforzaba, más parecían el éxito —y la paz— evadirme.

Entonces, un día, encontré en una carpeta mía vieja una copia gastada de una meditación titulada: “Meditación para el cuerpo”. Hasta entonces, mi enfoque había estado en aquietar la rueda en mi cabeza. Quizás valía la pena poner esto a prueba. Así que comencé.

Inhala —llena tu corazón.

Exhala —deja ir todo.

Continúa inhalando y exhalando el aire a medida que la meditación continúa.

Suavemente, permite que tu cuerpo se calme. Siente cómo esa calma fluye lentamente desde la cabeza hasta el cuello.

Relaja los ojos, la boca y la cabeza. Siente que la tensión deja la nuca y los hombros.

Permite que esta relajación baje por los brazos hasta tus manos y la tensión salga por la punta de los dedos.

La espalda y los hombros están relajados, sientes relaja-ción en el estómago, en las caderas y en la pelvis.

La relajación baja por las caderas, los muslos y las rodillas. Sientes las piernas muy relajadas, así como también los tobillos, los pies y los dedos de los pies.

Revisa cada parte de tu cuerpo por cualquier punto donde sientas tensión y trae la relajación allí.

12

Y luego regresa tu atención a la respiración. Recuerda que al inspirar respiras energía positiva, poder, amor y bien. Y dejas ir tensión, ira y resentimiento.

Toma aire y bota el aire —simplemente mantente observando tu respiración un rato.

Y cuando estés listo, cuenta hasta cinco muy lentamente antes de abrir los ojos y regresar tu atención a la habitación.

Sentí paz —quietud— no había rueda. Mi cuerpo estaba relajado y quieto.

Por supuesto, cuando comencé a analizar la experiencia, la quietud se me escapaba. Mas por un tiempo estuve en paz. Había encontrado una puerta. Enfocar mi atención permitía que mi mente se aquietara.

Pienso que he practicado muchos tipos de meditación con buenos resultados, incluyendo la meditación de comprensión y la oración para centrar la atención. Mas todavía regreso a esta meditación sencilla para experimentar la paz.

13

Paz centralpor la Rev. Toni Stephens Coleman

Voy alrededor del círculo en mi mente

el viaje más largo es hacia el borde del comienzo,

cuando las cosas vanas ya no tienen sentido.

Desenredo los pensamientos y los pongo a un lado

desentraño, desato los nudos, libero.

El borde del círculo se mueve hacia adentro

donde un poco de orden se despliega

a medida que mi mente se sosiega.

Respiro según procedo hacia un lugar aún más apacible

exhalo según dejo ir la preocupación

mi mente se libera y

se entrega a mi corazón.

Al llegar al centro

la calma es todavía mayor

estoy en paz.

14

Mirando el más allá que mora en mípor Richard S. Belous

He encontrado que cuando me irrito, lo mejor que puedo hacer es mirar a mi interior en vez de al exterior. Aun si creo que otra persona está equivocada en un 95%, todavía soy responsable por el 5%.

Para el 95% de la otra persona, he de trabajar con el perdón. Mas también debo hacer un inventario y tomar responsabilidad por mi parte —el pensamiento erróneo que me impide ser el mejor Cristo que pueda.

A menudo, el problema es debido al temor o el resentimiento. Temor de perder algo que tengo o deseo; temor de que la vida no vaya de la manera que quiero; o porque la vida es como el juego de las sillas musicales y yo me voy a quedar sin silla. A menudo, al examinar mi enojo, encuentro que tiene su raíz en algo que sucedió en 1976 en vez de 2016. Viejas heridas vienen a la superficie para ser sanadas.

Para recobrar el balance, centro y conecto de nuevo mi atención con lo que llamo “el más allá que mora en mí” —la presencia del Cristo en mí. Al hacerlo, encuentro la paz que sobrepasa todo entendimiento, no importa lo que esté sucediendo en el mundo.

El libro de Proverbios dice: “Cuando el necio calla, pasa por sabio”. Jesús eligió no responder a ningún desaire ni a ninguna acusación. Podemos hacer lo mismo. El restringir la lengua, la pluma, el correo electrónico o el mensaje de texto puede incrementar nuestra paz.

Si nuestra paz interna depende de un mar en calma, no durará en el mundo real. Mas la paz verdadera, la paz interna, puede ayudarnos ante cualquier tormenta.

15

Paz internapor Richard Mekdeci

Cuando vemos violencia en el mundo a nuestro alrededor, podemos entristecernos o enojarnos con los responsables. Nuestro primer instinto puede ser tomar represalias o proyec-tar nuestro temor o enfado hacia otras personas que podemos pensar que se parecen o actúan como los responsables.

Si somos amorosos, compasivos y racionales, podemos observar estos pensamientos y estas emociones por lo que son —reacciones de temor a acontecimientos que son contrarios a nuestra naturaleza divina innata— y dejarlos ir. Podemos llevar a nuestros corazones las palabras de Jesús: “Amen a sus enemigos” (Mateo 5:44) y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31).

También podemos recordar una de las enseñanzas más importantes de Jesús acerca de la paz en Juan 14:27: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo”.

Ésta es la máxima instrucción para cultivar la paz interna. Jesús comprendió que la paz que el mundo da es efímera y temporal, si acaso puede lograrse. Cuando él dijo: “Mi paz les doy…” hablaba acerca de su paz interna. Deseaba que imitáramos esa paz, la paz que el mundo a nuestro alrededor no puede tocar. La paz que nadie ni nada puede quitarnos.

Ser una presencia de paz hasta en medio del odio y del temor fue lo que Jesús hizo mejor. Él demostró paz interna ante los acontecimientos del mundo a su alrededor y hacia quienes buscaban hacerle daño. Este grado de paz interna

16

fue lo que le permitió perdonar a sus enemigos hasta cuando estaba muriendo en la cruz.

Cuando las circunstancias nos tientan a tener temor o a que nuestros corazones estén turbados, podemos dirigir nuestra atención a nuestro interior y buscar el espíritu de Cristo que Jesús ejemplificó de manera tan hermosa. Podemos repetir la negación, “No permito que mi corazón se turbe, ni tampoco siento temor”. Y afirmo: “La paz del Cristo está en mí. Manifiesto esta paz ahora”.

17

Opus de vidapor la Rev. Toni Stephens Coleman

Siempre hay músicaSinfónica

RítmicaLa fuerza vital que fluye en mí

El aliento que me respira.

Siempre hay músicaA veces staccato

basso y forte

A veces un arrullo,una canción de cuna para mi corazón

que me mece hacia la paz.

Siempre hay música,en mi interior encuentro mi ritmo.

Afino mi coro internopara cantar un acorde puro

que calma mis pensamientosque me lleva hacia la paz.

Siempre hay música

18

Paz en vez de estopor Joyce Flowers

Como abuela y directora de una escuela primaria grande, a menudo me encuentro impartiendo disciplina. Un día le dije a mi hija cómo disciplinar a su hija. Inevitablemente, este consejo no solicitado causó resentimiento y sentimientos heridos.

De hecho, mi hija se puso furiosa. Traté de razonar con ella, de hablar de ello y esperar que pasara, pero finalmente elegí sencillamente orar por ello. Una frase poderosa de Un Curso de Milagros me vino a la mente: “Puedo ver paz en vez de esto”. Las apariencias externas son engañosas. Son simplemente el producto de nuestra vista física. Nuestra vista espiritual es muy diferente. Cuando miramos a través de los ojos del Espíritu en nosotros, vemos paz en vez de conflicto. Me di cuenta de que podía ver paz en vez del enojo presente. Podía ver correctamente.

Así que oré y esperé e irradié amor y paz hacia mi hija por días y semanas. Y, poco a poco, con seguridad, la paz surgió entre nosotras.

No daré consejos no solicitados a mis hijos de nuevo. Ni tampoco limitaré mi vista a las apariencias externas. Con un poquito de conciencia, puedo ver paz en vez de conflicto.

19

Más profundo que la pazpor el Rev. Ed Townley

Mi mente egocéntrica está propensa a la adicción. Realmente es una aficionada. He podido superar las adicciones mayores: drogas, alcohol y cigarrillos, gracias al regalo de Los Doce Pasos y el apoyo espiritual de miles de personas que se reúnen regularmente en grupos pequeños para contribuir a la poderosa energía de la recuperación de cada uno, de la mía y de la conciencia colectiva del planeta. Mas mis pensamientos de adicción todavía están allí, alerta a cualquier posibilidad que yo pueda tener de hacerme la víctima una vez más.

Los Doce Pasos me llevaron a Unity y Unity me llevó a considerar, por primera vez en mi vida, la posibilidad de algo llamado “paz interna”. Dado a la gran cantidad de drama que experimenté en mis primeros 30 años, me

pareció una excelente idea. Así que con diligencia me propuse hacer el trabajo para lograrla y mantenerla. Iba a ser una labor de por vida, pero yo estaba anheloso por comenzar.

Traté vehementemente de remover, o por lo menos negarles poder,

a las creencias dualistas que siempre habían ocasionado conflictos en mi vida. Pensé que el dejar ir la creencia falsa de “nosotros vs. ellos” me ayudaría a lograr la paz

20

interna; mas no fue así. Eso me llevó a un tipo de paz externa —un sentido de que yo podía resistir, por lo menos temporalmente, las energías negativas del ego. Pero todavía se sentía… tentativo. Yo sabía que si bajaba la guardia, la paz se desvanecería y mi mente egocéntrica me llevaría de nuevo al caos.

Uno de mis mentores favoritos, el ministro (ya fallecido) Jack Boland, decía con frecuencia: “Lo aceptable es el peor enemigo de lo mejor”. Es fácil acostumbrarse a un grado mayor de comodidad —y por cierto tiempo, eso fue lo que ocurrió conmigo. Mas mi Ser espiritual continuó alentándome pacientemente para que expandiera mi comprensión y viera la vida desde una perspectiva más amplia.

Comencé a percibir vestigios de lo que significa “estar en el mundo, pero no ser de él”. (Jesús no dijo esas palabras exactamente; yo sé, yo también me sorprendí al saberlo, mas esas palabras se han convertido en una definición de su mensaje). Soy “del mundo” cuando permito que mi activa y bien intencionada mente egocéntrica defina mi YO SOY como limitado, defectuoso, víctima y con poco poder personal.

Ser “del” mundo es desafiante. Por muchos años, batallé obligando a mi mente egocéntrica a aceptar mi nuevo sentido de Ser espiritual. Pensé que lograría la “victoria” cuando disolviera todos los pensamientos de adicción, limitación y dualidad, dejando solamente a mi cálido Ser espiritual.

Ahora tengo una definición completamente distinta de lo que es la victoria. Una vez que llegué a verme como Espíritu, me di cuenta de que no hay necesidad de batallar con mi mente egocéntrica. Ésta, sencillamente, no tiene

21

poder sobre mí. Mi Ser espiritual es infinitamente más fuerte; de hecho, contiene y acoge la mente egocéntrica como una parte esencial para esta experiencia mortal. Puedo permitir que mi enfoque interno divague libremente por los caminos polvorientos y sombríos del ego. Puedo apreciar las muchas maneras cómo aun mis pensamientos basados en temores me ayudan a permanecer centrado y seguro según “soy del mundo”. Y luego puedo regresar mi enfoque al Espíritu que realmente YO SOY; sin sentirme amenazado por la mente mortal que, a fin de cuentas, es igualmente una expresión de lo Divino.

Lentamente, la paz externa a la cual me aferraba con tenacidad se convirtió en una paz interna perfecta y sosegada. Comencé a saber que YO SOY paz perfecta, a menos que nuevamente elija participar en el drama de ser víctima. E incluso puedo hacer eso sin comprometer mi paz interna.

Como alguien nacido en la década de los 70, yo demandaba con urgencia que la paz fuera declarada en el mundo a mi alrededor. Todavía tengo fuertes opiniones acerca de los asuntos públicos y la intención de hacer la diferencia cuando pueda. Mas ya no espero que una paz externa me guíe hacia la paz interna. En Verdad, es exactamente lo opuesto. Sólo desde un lugar de paz perfecta en mi interior puedo yo compartir algo pacífico con el mundo.

Ahora, ya sea durante un día bueno o en un breve instante, YO SOY capaz de ir de la lucha para crear la paz externa al poder sereno de la paz interna. No tengo que buscarla, encontrarla o merecerla. Lo único que tengo que hacer es entregar mi Ser espiritual a su eterna presencia.

¿Quién pudo haberlo imaginado?

22

La decisión es nuestrapor la Rev. Evelyn Foreman

Como la más joven de ocho en mi familia, a menudo me asombraba por los conflictos que surgían de nuestras rivalidades como hermanos. Había batallas constantes en nuestra casa acerca de quién tenía la razón, qué pertenecía a una persona y no a otra —encontrar el balance y la paz era un reto.

Gracias a esas experiencias y otras, me he dado cuenta de que si deseo paz en mi vida, debo elegirla. Y puedo hacerlo sin importar las circunstancias externas. Una vez que lo hago, debo estar dispuesta a practicar la paz, a ser realmente paz en medio del cambio y los retos constantes.

23

Como madre de un niño de ocho años y una niña de tres, he notado las luchas de poder a medida que aprenden a balancear su relación como hermanos. Trato de enseñarles que tienen el poder de elegir —pueden elegir paz y armonía en vez de discusión y conflicto.

Mis hijos han aprendido lo que significa elegir con experiencias tan sencillas como qué tipo de helado quieren en la heladería. Generalmente, pasan mucho tiempo eliminando sus opciones. Usualmente, están entre dos: chocolate o vainilla.

“Chocolate o vainilla… ¡ustedes eligen!” les digo, gesticulando con las manos.

Examinan una opción, luego la otra, luego regresan a la primera. Están callados por dos segundos a medida que cada uno escucha su voz interna. Después cada uno toma su decisión fácilmente.

La simple lección de “chocolate o vainilla… ¡elijan!” puede ser aplicada a nuestras decisiones de paz. Podemos preguntarnos si, en este momento, deseamos la paz de Dios… o no. Si nos sentimos ansiosos, confundidos, perturbados o atrapados en circunstancias, podemos tomar un momento a plena conciencia para decidir si deseamos paz o no paz. ¡La decisión es nuestra!

24

La ley de la pazpor el Rev. Michael Korpan

Eran las 5:30 de la mañana y estaba acostado plácidamente en mi cama agradable y cálida. De repente, la voz de mi esposa me despertó: “Michael, siento molestarte, pero tienes que venir. El árbol de Navidad se cayó”.

Apenas podía creer lo que oía, pero me levanté, me puse mi bata y bajé. Y allí estaba, sobre el piso de la sala, un árbol de ocho pies tumbado majestuosamente. La base todavía estaba pegada al tronco, como a tres pies del piso. Había adornos rotos por todas partes, y agua —mucha agua— regada por todo el piso, como si el árbol se hubiera desangrado. El ángel que una vez estuvo con tanto orgullo en la punta del árbol, ahora era literalmente un ángel caído con un ala rota y varias piezas faltantes.

¿Cómo pudo pasar esto? me pregunté. El árbol había estado erguido por cuatro días y parecía bastante fuerte. Ya había pasado

25

la prueba de “ponlo aquí, muévelo un poco para allá”. Mi primer pensamiento fue culpar al gato, pero recordé que no teníamos gato.

Más importante que eso, estaba parado descalzo en un pozo de agua condimentada con pedazos de vidrio de los adornos. Comencé a pensar: “¿Cómo ha podido pasarme esto, a mí? Mi sueño había sido interrumpido. Tenía que

arreglar este enorme desastre y, para empeorar las cosas, yo tenía una cita médica temprano la mañana siguiente.

Sentía que el enojo, el resentimiento y la frustración hervían en mí. ¿Es la estación de paz? ¡Debes estar bromeando!

Al reajustar la base, me di cuenta de que la gran caída había sido producto de mera física. Puede que hubiera tomado cuatro días pero, poco a poco, el árbol alcanzó el punto donde la base y los tornillos se forzaron más allá de sus capacidades. Quizás hubo un cambio en el centro de gravedad del árbol. Cualesquiera las circunstancias, la caída del árbol fue completamente consistente con las leyes de la física.

Estaba parado descalzo en un pozo de agua condimentada con pedazos de vidrio de los adornos. Comencé a pensar: “¿Cómo ha podido pasarme esto, a mí?

26

Me di cuenta de que también existe una ley de paz. Si no he asegurado apropiadamente la paz internalizándola, sino está anclada en el centro de mi ser y si no estoy consciente de que la paz es básicamente plenitud; entonces, mi paz también puede derrumbarse. Si mi paz depende de no tener problemas, será insostenible cuando los retos surjan inevitablemente.

Por otra parte, si mi paz proviene verdaderamente de mi interior, puede soportar todo: pequeños accidentes, enfermedad, visitas de parientes difíciles, problemas financieros y hasta un árbol de Navidad que se desploma de

madrugada. La paz interna es una presencia estable como una roca que no conoce fuerza que se le resista.

Al continuar con nuestra limpieza matinal, miré a Susan y le dije: “¡Dentro de cinco años cómo

nos vamos a reír de esto!”

La paz verdadera es el regalo que el mundo

todavía está aprendiendo a dar.

Si mi paz proviene verdaderamente de mi interior, puede soportar todo: pequeños accidentes, enfermedad, visitas de parientes difíciles, problemas financieros y hasta un árbol de Navidad que se desploma de madrugada.

27

¡Todo es bueno, todo es una bendición!por Elise Cowan

El seminario era un sueño lejano en el 2002 cuando sentí por primera vez el llamado al ministerio Unity. En ese entonces, un estudiante ministerial necesitaba tener un título universitario y yo no tenía más que secundaria y una licencia de cosmetología. “Dios debe estar loco” recuerdo haber pensado según echaba el folleto de información de Unity School of Christianity en la basura. Después de todo, ¡era imposible que Dios me sugiriera que fuera a la universidad primero! Mas como es típico del silbo apacible y delicado, la idea y la inspiración de mejorar mi vida no me dejaban en paz. Comencé mi búsqueda el año siguiente en una universidad local.

Los estudios no fueron fáciles, pero me las arreglé para aprobar mis clases con honores. Cada vez que me sentía

con ganas de abandonar los estudios, sentía “el llamado”.

Después de tener mi título universitario, asistir al seminario todavía parecía un sueño lejano. No tenía mucho dinero y no sabía cómo iba a pagar mis estudios. Pero mantuve mi atención enfocada en el sueño, a menudo pensando que si simplemente podía llegar allí, sentiría felicidad verdadera.

Coloqué una foto de estudiantes ministeriales en una clase y un anuncio del Instituto y Seminario Unity cerca de mi escritorio. Luego imaginé cómo se sentiría estar allí.

Coloqué una foto de estudiantes ministeriales en una clase y un anuncio del Instituto y Seminario Unity cerca de mi escritorio. Luego imaginé cómo se sentiría estar allí.

28

Anhelosa por empezar, tomé clases en línea, sabiendo que todavía no podía mudarme a Kansas City. Tomé clases durante algunos semestres de verano, pero ser estudiante a tiempo completo en Unity Village todavía parecía fuera de mi alcance. Continué soñando y creyendo que algún día lo lograría.

Finalmente, en el 2012 me mudé a una residencia estudiantil en Unity Village y me inscribí en clases a tiempo completo. ¡Estaba tan emocionada de que mi sueño finalmente se estaba haciendo realidad!

Ese sentimiento de felicidad duró más o menos tres días. Luego todo tipo de cosas comenzaron a perturbar mi paz. Primero vino la carta por parte del equipo de licenciatura y ordenación diciéndome que todavía no estaba lista. Decía que podía ser una buena ministra Unity, pero que primero necesitaba trabajar en ciertas cosas. No podía imaginar tener que regresar a casa, así que me senté y comencé a trabajar.

Para ayudar a cubrir los costos de vivir lejos de mi esposo, decidí buscar un trabajo y solicité un puesto en Silent Unity. Imagínense mi desaliento cuando después de hacer un examen se me dijo que no estaba calificada para el puesto. Mi sueño parecía ir cuesta abajo rápidamente.

29

Poco después, mi compañera de oración en la escuela me dijo que había comenzado a afirmar: “Todo es bueno, todo es una bendición”, especialmente al tratar con una situación nueva. Decidí ponerlo a prueba. Comencé a ver que los aparentes obstáculos en mi camino podían ser bendiciones si buscaba el bien en ellos.

Una de mis clases era una pasantía en Silent Unity. ¡Resultó que estaba calificada para el puesto, después de todo!

El seminario no fue la felicidad que había visualizado originalmente. Hubo muchas pruebas y lecciones en el camino, la más importante fue que pude cambiar lo que experimentaba en la vida al afirmar: “Todo es bueno, todo es una bendición”.

Ahora, en el camino hacia la ordenación, habiendo obtenido un Máster en Divinidad, he aprendido que las situaciones más difíciles me proporcionan las mayores oportunidades de crecimiento espiritual. Aprendí que mi felicidad y mi paz son decisiones mías, no dependen de una situación, una relación personal o una circunstancia financiera. ¿Han valido la pena los altibajos en mi viaje? ¡Absolutamente! “¡Todo es bueno, y todo es una bendición!”

30

Una conciencia de paz es un privilegiopor la Rev. Kelly Isola

De vez en cuando, me acuerdo de cuán afortunados somos de estar aquí como seres humanos, pues de seguro nunca ha habido otra forma de vida como la que tenemos nosotros. El autor y maestro espiritual Mark Nepo lo dice de esta manera: “Tenemos el privilegio de la conciencia del ser”.

Muchas veces he dado esto por sentado. Es rara la vez que aprecio la particularidad de mi propio ser o mi propia contribución. Sin embargo, sé que fui creada a través de un proceso que el universo ha practicado durante 14 mil millones de años. ¡Qué pensamiento tan aleccionador! Ya que soy una forma especial de vida que camina en este planeta, ¿qué haré hoy y cómo escojo hacerlo? ¿Qué puedo hacer que nadie más puede hacer?

Miro hacia afuera de mi ventana y veo los árboles de pino, los arrendajos azules y los ciervos. Ellos también son

31

criaturas únicas haciendo solamente lo que pueden hacer. Así que le pregunto al árbol de pino qué hace que yo no puedo hacer. Le hago la misma pregunta al gorrión y a la roca sobre la cual se posa. ¿Qué es lo que cada uno de nosotros puede ofrecer que nadie más puede hacerlo?

Ayer estaba hablando con un amigo sobre un proyecto que estamos creando y pude sentir cómo él se ponía impaciente y se frustraba. Así que me detuve y le pregunté si quería hacer esto en otro momento, que parecía irritado, casi rabioso, y yo me sentía responsable en alguna medida. Él dijo que todas mis preguntas le hicieron sentir que él nunca hace nada bien, que todo lo que estaba haciendo estaba mal.

Me quedé pasmada. Sentí que mi pecho se apretaba. ¿Cómo era posible que él pensara esto? ¿Cómo pudo haber llegado a esa conclusión durante una simple reunión creativa para compartir ideas uno con el otro? Se me estaban aguando los ojos.

Estaba confundida. No recordaba haber dicho nada ni remotamente relacionado a lo que él estaba experimentando. La idea de que yo había contribuido a que alguien pensara que estaba mal me angustiaba. Yo nunca quiero esto para nadie. Conozco el sentimiento de creer no hacer nada bien nunca. Te hiere hasta el núcleo de tu ser. Se conoce como la vergüenza.

Nos quedamos sentados y quietos por unos momentos, y mis propios sentimientos de quebranto comenzaron a inundar todo mi ser. Sentí cómo mi cuerpo se contraía, y se expandía la urgencia de huir de allí. Hasta que sentí un suspiro profundo. Pensé en la pregunta que le había hecho al árbol de pino y al arrendajo azul, y la respuesta que recibí: “Esto, ahora mismo, no es tu contribución particular. Será lo que HAGAS con esta experiencia.

32

Aunque sentía la urgencia de escapar, igualmente sentía la necesidad de quedarme. Podía escuchar las palabras de que tengo “una conciencia del ser que es un privilegio para mí”. Todos la tenemos. Estamos entrelazados de manera muy intrincada. Sufrimos, nos regocijamos y existimos juntos en la vida. Si tú no conoces la paz, entonces yo no conozco la paz. La pregunta es: ¿Qué haré hoy que solamente yo puedo hacer para asegurarme de que vas a conocer la paz?

Inhalé suavemente y miré a mi amigo. No recuerdo lo que dije, sólo sé que hice lo que solo este ser humano sabe hacer. Fui hacia adentro de mí misma para encontrar mi paz, mi sentido de completitud, para encontrar la bendición de estar juntos—y traje eso de vuelta.

La energía creativa incesante e incansable que ha viajado a través del cosmos durante 14 mil millones de años es la fuerza que mueve a los seres humanos y que movió a mi corazón ese día. Estoy diseñada particularmente para ser un conducto de esa energía para sanar, para la risa, para la paz—algo que el árbol de pino, el arrendajo azul y la roca no pueden hacer de la manera en que únicamente puedo hacerlo. Si eso es todo lo que hago por hoy, es suficiente.

33

¡Que el momento sea ahora!por el Rev. Douglas Duerr

34

En la secuela de los ataques terroristas en París, oré y trabajé con todas las afirmaciones que pude encontrar. Mas mis pensamientos continuaban dirigiéndose a: “¡Cálmate, sosiégate!”

Después me pregunté: ¿Qué estaba afirmando en ese momento? ¿Era quietud y paz interna, o paz en el mundo? Mi atención estaba centrada en la paz del mundo y deseaba hacer algo para hacer que sucediera. De repente, me di cuenta de que “¡cálmate, sosiégate!” no se trata de estar inmóvil. Conlleva movimiento. ¡La paz es activa!

Cuando leo las palabras de Jesús: “¡Cálmate, sosiégate!”, mis pensamientos se dirigen a la quietud en mí. ¡Pero estoy plenamente vivo y activo en el Espíritu! Pensé cómo el Espíritu estaba obrando en mí y en nuestro mundo en este tiempo de gran necesidad.

Mis pensamientos acerca de este tema se expandieron a medida que ponderaba cómo guiar una meditación más activa el domingo en la iglesia. Comencé a canturrear: “Que haya paz en la Tierra y que comience conmigo…”

Y la idea me vino: “Cantaremos la Canción de la Paz al final del servicio. Pero —gracias, Espíritu— este domingo será una meditación activa por la paz.

Esa mañana me acerqué al pianista y le pedí que estuviera preparado para tocar la canción de la paz lentamente, una nota a la vez.

A medida que comenzó la música, le pedí a todos que susurraran suavemente en sus corazones las palabras que se sabían tan bien y que se pusieran de pie si lo deseaban como señal de solidaridad para la paz mundial.

35

Para cuando llegamos a la estrofa: “Que el momento sea ahora” había lágrimas en cada rostro y las personas se pusieron de pie una por una. Fue un momento de consuelo para quienes se sentían preocupados o temerosos y un momento de solidaridad para quienes deseaban hacer algo pero no sabían qué.

Al unirnos en comunidad espiritual, cambiamos activamente nuestros pensamientos a una sola voz, un solo mundo, y dimos cuerpo a la paz. Fue una experiencia poderosa y edificante.

En cualquier momento podemos tener acceso a la energía de la quietud interna y utilizarla activamente para afirmar unidad: “¡Que haya paz en la Tierra. Que el momento sea ahora!”

Para cuando llegamos a la estrofa: “Que el momento sea ahora” había lágrimas en cada rostro y las personas se pusieron de pie una por una.

36

¿Cómo podemos servirte?

Por medio de la oración, la publicación y la educación espiritual, Unity está siempre disponible para ayudarte a que reconozcas y expreses tu potencial y tener una vida saludable, próspera y significativa por medio de:

Apoyo de oración

Llama al 1-866-379-1500 (gratuito en USA, Canadá y Puerto Rico) o al 816-969-2020 (llamadas internacionales) de 7:00 a.m. a 7:30 p.m. de lunes a viernes, los sábados y domingos de 7:00 a.m. a 4:00 p.m. (HC). O envía tu petición de oración en línea a unityenlinea.org/oracion.

Publicaciones edificantes

Llama al 1-866-498-1500 (gratuito en USA, Canadá y Puerto Rico) o al 816-251-3574 (llamadas internacionales) de lunes a viernes, de 7:30 a.m. a 4:30 p.m. (HC) o visítanos en unityenlinea.org para ver nuestros productos y solicitarlos en línea.

• La Palabra Diaria®

• Libros

• CDs

• Página Web de La Palabra Diaria: lapalabradiaria.org

• Facebook® Silent Unity Latino

RetirosLlama al 1-866-498-1500 (gratuito en USA, Canadá y Puerto Rico) o al 816-251-3574 (llamadas internacionales) de lunes a viernes, de 7:30 a.m. a 4:30 p.m (HC).

Recursos en líneaArtículos, oraciones, meditaciones, noticias e información acerca del movimiento Unity en unityenlinea.org.

Facebook© en facebook.com/silentunitylatino

Unity es una organización 501(c)(3) sin fines de lucro. Nuestros ministerios se sostienen principalmente de ofrendas, incluyendo donaciones planificadas. Para hacer una donación, visita unityenlinea.org/dona. Gracias por tu apoyo.

G1641Canada BN 13252 9033 RT Printed U.S.A.

1901 NW Blue Parkway Unity Village, MO 64065-0001 unityenlinea.org