el relato gótico tropical de Álvaro mutis

7
El relato gótico tropical de Álvaro Mutis Lauren Pertuz Castro Narrativa Colombiana Decimonónica 6to Semestre 17 de junio de 2016 Hablar de novela gótica es hablar de elementos sombríos, oscuros y tenebrosos en un ambiente de clima frío, pero encontrarnos con un relato gótico de tierra caliente es algo realmente arriesgado e innovador, una locura si tenemos en cuenta las características de los ingleses para ambientar este tipo de novelas; algo que Álvaro Mutis en La mansión de Araucaíma, adapta de una forma extraordinaria al ambiente tropical de las zonas cafeteras colombianas. La autora del trabajo Teoría de la novela gótica, Miriam López de Santos, intenta sistematizar las características de este tipo de relatos basada en las novelas cumbres de este género: El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo y El monje. Sin embargo, Mutis demuestra con La mansión de Araucaíma que una novela no necesita de un ambiente helado, fantasmal y húmedo para ser gótica, basta con que los elementos estructuradores de la misma estén presentes en su relato, como bien podemos observar en esta obra. De acuerdo con López, la novela gótica se basa en una sucesión de eventos enigmáticos que los personajes tendrán que ir desentrañando. Situaciones misteriosas, en un lugar que no es propiamente un castillo, como los de Inglaterra, sino una casona amplia, llena de frases enigmáticas escritas en las paredes, rica en secretos sin descifrar, personajes con historias pasadas que ocultar, construyen ese universo desconocido que poco a poco

Upload: guillermherrera

Post on 07-Jul-2016

220 views

Category:

Documents


6 download

DESCRIPTION

ser

TRANSCRIPT

El relato gótico tropical de Álvaro Mutis

Lauren Pertuz CastroNarrativa Colombiana Decimonónica6to Semestre17 de junio de 2016

Hablar de novela gótica es hablar de elementos sombríos, oscuros y tenebrosos en un ambiente de clima frío, pero encontrarnos con un relato gótico de tierra caliente es algo realmente arriesgado e innovador, una locura si tenemos en cuenta las características de los ingleses para ambientar este tipo de novelas; algo que Álvaro Mutis en La mansión de Araucaíma, adapta de una forma extraordinaria al ambiente tropical de las zonas cafeteras colombianas.

La autora del trabajo Teoría de la novela gótica, Miriam López de Santos, intenta sistematizar las características de este tipo de relatos basada en las novelas cumbres de este género: El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo y El monje. Sin embargo, Mutis demuestra con La mansión de Araucaíma que una novela no necesita de un ambiente helado, fantasmal y húmedo para ser gótica, basta con que los elementos estructuradores de la misma estén presentes en su relato, como bien podemos observar en esta obra.

De acuerdo con López, la novela gótica se basa en una sucesión de eventos enigmáticos que los personajes tendrán que ir desentrañando. Situaciones misteriosas, en un lugar que no es propiamente un castillo, como los de Inglaterra, sino una casona amplia, llena de frases enigmáticas escritas en las paredes, rica en secretos sin descifrar, personajes con historias pasadas que ocultar, construyen ese universo desconocido que poco a poco irá revelándose. Los misterios presentes en el relato dependen de la agilidad con que se narren los hechos, los detalles que el lector va descubriendo, los vacíos que irá llenando y finalmente el desenlace de dicho misterio.

En La mansión de Araucaíma, la lógica narrativa, perfectamente organizada en trece secciones o apartados, expone con detalle los personajes, (Don Graci, el dueño y dudoso heredero de la mansión; un Fraile; un piloto, Camilo, cuyo avión fue destruido por un rayo; Cristóbal, el sirviente obediente; Paul, el guardián; la Machiche, mujer de edad madura y finalmente Ángela, la muchacha) y su carácter y el papel que desempeñaron en el llamado desenlace de los acontecimientos (pág. 9). En estas

secciones también se encuentran los sueños de algunos miembros de la historia, los hechos y el desenlace o final del relato (funeral Pág. 50).

La intención de López es básicamente centrar su foco de atención en los elementos que construyen la novela gótica y lo hace mediante otra característica fundamental llamada Los Motivos recurrentes. Esta se basa en una tensión entre el mal y el bien; la sensación de temor físico y moralizante; el miedo como ingrediente principal manifiesto en la mayor medida posible y acciones violentas, crueles y despiadadas.

En el relato de Mutis esta dualidad bien vs mal salta a la vista desde el inicio en la descripción de los personajes. El guardián es el primer personaje que es descrito y de entrada se observa de su carácter dicha dualidad: <<Todos le temían con excepción del dueño, a quien le era indiferente, y del fraile, que sentía por él una cierta adusta simpatía (pág. 8). Dicha tensión entre el mal y el bien es claramente observable de igual forma en la descripción del carácter de La Machiche, una mujer, cuyo carácter fuerte, dominante y vengativo conlleva en gran parte a la tragedia de la Mansión: << Tenía la Machiche una de esas inteligencias naturales y exclusivamente femeninas; un talento espontáneo para el mal y una ternura a flor de piel, lista a proteger, acariciar, alejar el dolor y la malaventuranza (pág. 18).

El miedo, sentimiento primordial en los motivos recurrentes de la obra, penetra las paredes de la mansión de Araucaíma desde el epígrafe, que es una carta de Gilles de Rais al diablo en donde le dice que puede llevarse lo que quiera de él, menos el alma, la abreviación de su vida, hasta los elementos que adornan la mansión: <<Dos cuadros adornaban el recinto. Uno ilustraba, dentro de cierta ingenua concepción del desastre, el incendio de un carnaval... <<la otra pintura mostraba una virgen de facciones casi góticas con un niño en las rodillas que la miraba con evidente y maduro rencor, por completo ajeno a la expresión de la madre (pág. 39).

La violencia, crueldad y pasiones bajas o inmorales abundan en el relato de Mutis. Dado que en la obra las situaciones misteriosas son producto de la degradación de los mismos personajes, son ellos quienes batallan contra esos fantasmas que viven dentro de sí y en la mansión de forma tan natural y que los devoran con cada acción que realizan. Por eso sus miedos se fundamentan en sus propias culpas, en sus actos egoístas, y eso los convierten en seres solitarios, victimas y victimarios de sus propios tormentos: <<La Machiche rumió varios días el desencanto y la rabia… <<Puso los ojos en la muchacha, le achacó para sus adentros toda la culpa de su fracaso con el guardián y se propuso vengarse de la joven (pág. 46)

En La mansión de Araucaíma, el ambiente oscuro y lúgubre lo conforman esos seis personajes mencionados anteriormente, excepto la muchacha, quien rompe ese círculo vicioso en el que los demás personajes convivían mediante un aparente acuerdo que les generaba un también aparente equilibrio y que se derrumba con la llegada de la

chica, que entre inocencia y curiosidad encuentra en la mansión la destrucción de su ser: <<No es fácil reconstruir paso a paso los hechos ni evocar los días que la muchacha vivió en la mansión. Lo cierto es que entró a formar parte de la casa y comenzó a tejer la red que los llevaría a todos al desastre, sin darse cuenta de ello… (pág. 43).

López expone que la construcción de los personajes en la novela gótica responde a convenciones establecidas, tales como la época y la cultura, y que, fuera de ellas no tendrían el mismo significado. Vale recordar que las características de López apuntan a la novela gótica inglesa, y que especialmente esta característica fue creada por el iniciador de este género, Horace Walpole. Sin embargo, Mutis no se aleja de esta concepción de los personajes fijos y estereotipados, representantes de virtudes o defectos en La mansión de Araucaíma. El villano, el caballero, la mujer bella y la mujer fatal son según Ramos Gómez:

(…) seres que recorren con esfuerzo el universo sombrío de las cosas visibles y que con angustioso desconcierto comprueban que el mundo no es el descrito por las leyes físicas y matemáticas (…) un mundo que descubren poco a poco como un laberinto, donde las leyes que les permitían explicarse la realidad (leyes del tiempo, del espacio, de la casualidad) pierden su regularidad. (Ramos Gómez, 1988: 15)

La mansión de Araucaíma no permite determinar un único villano, puesto que en el desarrollo del relato, la mayor parte de los personajes se convierte en autores y cómplices del crimen, o los múltiples crímenes que acaban siendo la tragedia de la mansión. Según López, el villano es la contracara de la victima. Teniendo eso en cuenta y a manera de clasificación, se pueden resaltar características villanas en el dueño, por los actos pervertidos que realizaba en su juventud y que ha remplazado en su madurez por otros igualmente bajos: <<en su juventud había sido un pederasta de cierta nombradía y en varias ocasiones fue expulsado de los cines y otros lugares públicos por insinuarse con los adolescentes. <<pero de tales costumbres la edad lo había alejado por completo, y para calmar sus ocasionales urgencias acudía durante el baño a la masturbación (pág. 10).

Otro ejemplo de posible villano es el piloto, quien acabó con la vida de La Machiche en un intento frustrado por demostrar su hombría, tan negada por las dos mujeres de la mansión debido a que él jamás pudo satisfacerlas sexualmente, por lo que demostró una debilidad de la que ellas se valieron para dejarlo: <<el piloto le había disparado a La Machiche y traía en la mano la pistola del fraile. (pág. 53).

Quizá en la obra quien más se acerca a la figura de un caballero es el fraile, quien manejaba una sutileza y discreción en sus actos, pese a no ser el más correcto, pues aunque se negó a los enredos sexuales con el dueño, accedió fervientemente a los amoríos con la muchacha, pero les puso fin en cuanto presintió que el orden de la mansión podía verse alterado y perderse el equilibrio conseguido, desatando una terrible tragedia: <<no obró así a causa del miedo o la prudencia... lo que lo llevaba a colocarse al margen de un caos que anunciaba la aniquilación y la muerte (pág. 45).

El guardián y el sirviente podrían representar a su vez el papel de caballeros héroes por las virtudes que poseían: destrezas para las armas, viveza, astucia, el dominio de cinco idiomas, en el caso de el guardián; buen amigo, dulce, eficiente en su labor, para el caso de el sirviente. Pero, en especial -dice López- la bondad es el mayor atributo del caballero; una característica mejor hallada en el sirviente y un poco en el guardián al permitirle la entrada a la muchacha en la mansión.

Por su parte, La Machiche se transfigura en villana y mujer fatal, pues sus actos dejan ver una rivalidad obvia con la recién llegada que parece (y en efecto logra) quitarle su dominio y control (sexual, erótico, pasional) de los hombres en la mansión. Diría entonces López: <<De esta dama, con no demasiada buenas intenciones, se evoluciona una mujer perversa, dominante y atroz (López, pág.10). La Machiche procura una venganza en contra de la muchacha por ver en ella la frustración de sí misma: belleza, juventud, deseo insaciable de aventuras y experiencias sexuales y sobretodo la atención de los hombres de la mansión que, antes de la inoportuna llegada de ésta, le pertenecía por completo a ella: <<Entró el médico que la había contratado. La abrazó por la espalda y la atrajo haca sí mientras le decía suavemente: «Lo hiciste muy bien…, ven…, no llores…, estás muy hermosa, ven…, ven…» (pág. 23).

La última, pero no menos importante en la caracterización de los personajes, es la mujer bella que en ocasiones actúa de heroína. Si bien en este relato de Mutis no hay una heroína delineada perfectamente, el carácter y los rasgos físicos de la muchacha son los que mejor encajan en esta descripción. De las mujeres bellas, López expone que es imprescindible en la novela gótica un personaje que sea símbolo e imagen suprema de todas las bondades y virtudes del ser humano. Aunque la muchacha no es precisamente un personaje dotado de las características absolutas de una heroína, posee la belleza, la juventud, la delicadeza y la gracia que atrajo a todos en la mansión y precisamente lo que llevó a todos en ella a la perdición. La entrada de la mujer bella en el círculo irrompible de la mansión de Araucaíma fue lo que desató el nudo de farsas y mentiras en el que se desenvolvían los miembros de esta casona y condujo al desenlace de esa red lujuriosa y egoísta de la manera más trágica.

La autora en su tesis destaca la figura del narrador como otra característica relevante. Expone que en la novela gótica el narrador, entidad creada por el autor, es omnisciente, puesto que controla la narración y sus elementos. Este narrador sabe el desenlace de los hechos, (esto se deduce de su narración en tiempo pasado) pero por cuestiones de modestia y misterio, mantiene al lector al margen del relato, llevando la diégesis de la obra como una montaña rusa. En La mansión de Araucaíma el narrador aparece en tercera persona, conocedor de la historia y en cierto sentido objetivo en cuanto a su punto de vista. En ocasiones les da la palabra a los personajes en algunos diálogos: <<Mis palabras necesitan ser escritas- dijo- porque son la mentira y sólo escrita es ésta valedera como verdad. (pág.26).

El manejo espacio-temporal en la novela gótica juega un papel fundamental, pues es enigmático y misterioso, está deformado y fragmentado, según López y hace que el relato posea una lógica interna que sería el principal ingrediente de la literatura fantástica. Precisamente La mansión de Araucaíma se desarrolla en un juego del narrador entre ese ir y venir en el relato; cuando se ve próximo a contar el suceso más importante, vuelve a uno de los personajes para conectarlos a todos en una misma historia. La fragmentación del relato en secciones también es muestra clara de la intención del autor de jugar con el estilo de la obra, pues aunque están aparentemente desligados, cada uno funciona correctamente, unido al otro y se sustentan en conjunto. Tanto el inicio como el final de la narración dejan en el lector una sensación de estar inmiscuido en un relato pasado, remoto o lejano sin una fecha o datos exactos; una característica propia de las novelas de este género.

En fin, La mansión de Araucaíma es un excelente ejemplo de la riqueza literaria de nuestro país, pues arriesgarse a adaptar un género completamente ajeno a nuestro clima, costumbres y situaciones y crear una obra cargada de irreverencia y magia, todo esto encerrado en un ambiente de misterio y suspenso, hace que este género literario reciba la bien merecida atención que ha tenido y principalmente, que toda la obra de Álvaro Mutis sea leída y recibida gratamente por la academia.