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——— ——— Revista Equinoccio primera Edición 2017 El Amor, un sentimiento razonable y fronterizo. Cuando la Sacerdotisa Habla Página 48 El puente natural de Pandi Página 8

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17

El Amor, un sentimiento razonable y fronterizo.

Cuando la Sacerdotisa Habla Página 48

El puente natural de Pandi Página 8

——— 2 ———

——— 3 ———

Revista Equinoccio

Primer semestre 2017

Edición

Eduardo Pulido García

Jessica Lorena Galvis

Diagramación y diseño

Nayibe Rivera Fernández

Escríbenos a

[email protected]

——— 4 ———

ITINERARIO Exordio:

Fe de aciertos

Proemio

Editorial

Ideario:

Puente de Pandi - Eduardo Pulido

Cajamarca - Anónimo

Apuntes al Margen

Sobre Molloy, de Samuel Beckett - Diego

Noreña

Oralidad y nostalgia en la Odisea - Carlos Vélez

Hacia una ética de la confrontación - Jeison

Trujillo

La tragedia griega, el retorno al inicio - Jessica

Galvis

La construcción de sí a través de la lectura -

Marilyn Mendieta

El discurso como medio de justificación de la

violencia - Camilo Zapata

El Amor, un sentimiento razonable y fronterizo.

Cuando la Sacerdotisa Habla - Germán

Valencia

Eternización de la memoria a través de la

practicidad de la fotografía - Milena Henao

——— 5 ———

Entre líneas

Fotógrafo: Daniel Cardona

Conticinio

¿Cómo no querer la paz?

El fue fulminado cuatro meses atrás

Hay cosas

Síntomas

Íntimo Alfabeto

Perspectivas poéticas

Pan nuestro

Mi gato ha muerto

——— 6 ———

Exordio

Fe de Aciertos

Desarrollar un proyecto escrito y

más de periodismo literario,

ciertamente no se hace con

ánimo de lucro; pero cuando

entre lo ideal (tener una revista

de frecuencia semestral) y lo real

(tres números en tres años) hay

un desfase tan amplio es un

poco frustrante; sin embargo

tiene ante usted, querido lector,

un montón de obstinados.

Cada ejemplar contiene una

historia oculta; un camino de

trocha oscuro y al borde de

precipicios sinuosos tuvieron que

recorrer estas letras para llegar

hoy aparentemente impolutas a

sus manos; así que le solicitamos

con sumo respeto que por favor

lea cada línea de esta vieja

madera maltratada dispuesto a

despedazar intelectualmente

cada idea, no hay en ninguna

palabra aquí expuesta el menor

asomo de un axioma irrebatible,

nuestro mayor triunfo será

proponer alguna pequeña

discusión de cafetín, no más que

eso.

Por lo demás seguiremos con

nuestro proyecto, está desnudo y

sometido a la voluntad de sus

manos el resultado, y así habrá

de ser juzgado.

Eduardo Pulido G.

Coeditor Revista Equinoccio

Colombia como un país

pluriforme, rico en biodiversidad y

con un capital humano en pie

de lucha, se enfrenta a la difícil

tarea por más de cincuenta años

de culminar con la guerra y crear

escenarios de paz. En la historia

de Colombia, puede haber

denominaciones de diferentes

guerras y eventos históricos que

identificamos como la gran

guerra, y es que en la historia de

Colombia, no ha habido un solo

momento en el que la patria no

se enfrente a ideales políticos,

económicos y de poder que por

medio de las armas o las

palabras, ha dejado marcado en

la historia personal de cada

colombiano, e l recuerdo

intachable de la guerra.

Redacción Revista Equinoccio

——— 7 ———

Pero a estos escenarios de

memoria histórica en la guerra,

se abren paso nuevos conceptos

o entidades en busca de la paz,

como un precepto necesario

para un país que día a día se

levanta con el sol de equinoccio;

el discurso que se eleva a partir

de este concepto, ha de generar

nuevas estrategias y formas de

vivir en sociedad. Es la búsqueda

constante de una identidad, de

escenarios de participación

ciudadana y de nuevas

perspectivas de vida, para un

país que se ha enraizado en el

pensamiento de la guerra como

respuesta a las problemáticas

sociales, por lo que se abre la

posibilidad del diálogo, que le ha

dado al colombiano una nueva

oportunidad para vivir en

comunidad.

Los mov imientos sociales

emergentes han entendido este

precepto histórico de paz y le

apuestan a la cultura, como eje

que moviliza todas sus acciones

p a r a u n v e r d a d e r o

acercam ien to ent re co -

ciudadanos que se reconocen

en el otro, que convergen en

escenarios activos, donde el arte

convierte a la memoria y a la

imaginación, en una apuesta

renovada y una búsqueda

inagotable del sentimiento de

libertad que se genera por

medio de la expresión artística.

El arte, es el elemento mágico,

amontonador de momentos de

luz y claridad, que le han

p e r m i t i d o a l

c i u d a d a n o

colombiano, al artista,

la posibilidad de recordar y

confrontar los más profundos

pesares de su alma, la

aglomeración de una memoria

histórica que se sustrae de los

escenarios de guerra y se

muestra en medio del parque,

del escenario, del teatro o de la

sala de exposiciones con las

manos llenas de memorias y

anhelos; allí converge el artista

como dador de sentidos a algo

que no se le puede dar una

simple explicación racional o

frívola como se pretende en la

guerra que se cuentan números

de insurgentes y “dadas de

baja”. No es el arte por el arte, es

el arte por la construcción de

una identidad social y personal,

q u e c o n f l u y e c o n e l

pensamiento diferenciado, que

mira en la perspectiva del otro y

defiende el poder de la opinión,

el libre pensamiento y actuación

como el bien inmaterial más

preciado.

Los ciudadanos que emergen de

este renovado concepto del arte

como memoria y posibilidad, son

conscientes del camino al cual

se enfrentan, pero es bella la

forma de vivir del artista, que

nace, se hace y crece para ser

la confluencia del sentido de

toda una humanidad que

atemorizada y doliente le sigue

apostando a la oportunidad del

ser y de la elevación del espíritu

por medio de la expresión

——— 8 ———

IDEARIO

La frontera que divide las

poblaciones de Pandi e Icononzo

(a su vez por un costado a los

d e p a r t a m e n t o s d e

Cundinamarca y Tolima) está

trazada por el río Sumapaz,

encima de él se yergue una

descomunal obra de la

naturaleza decorada por las

manos del hombre: el Puente

Natural de Pandi. Sobre la

carretera el puente no tiene

mayor atractivo, se encuentra a

unos 3 km del casco urbano, sin

casas ni fincas cerca, solo la

estatua de una virgen raída

esperando monedas, una

carretera de polvareda y un

desvío que conduce a un

yacimiento de agua azufrada

El Puente Natural de Pandi

muy popular por sus poderes

curativos para mil enfermedades.

A un costado del puente hay

unas escaleras poco visibles,

anunciadas por una señora que

ofrece en una pequeña cajita de

plástico productos típicos de la

región y tinto envasado en un

termo viejo, al descender por

ellas unos metros se entiende la

razón de ser llamado Puente

Natural, y a su vez, el porqué

Alejandro Von Humbolt, que

todo lo vió, quedó pavido ante

su presencia.

Como base hay dos rocas de

t a m a ñ o d e s c o m u n a l ,

apeñuscadas una contra otra

que sirven como única unión

para los dos gigantescos riscos

separados hasta muy abajo

(ciento quince metros) por el río

Sumapaz. Al terminar las

escaleras se encuentra un

corredor/mirador de unos dos

metros de ancho por unos

quince metros de largo

bordeado a un costado por la

roca y al otro por una baranda

metálica vieja, pintada de un

verde ya gastado, famélica

separación del caminante con el

precipicio y que permite

Por: Eduardo Pulido

——— 9 ———

dimensionar esta gran obra de la

naturaleza en su plenitud. En la

roca del frente nace una tímida

caída de agua que refracta un

arcoíris incipiente por la luz que

entra del occidente en horas de

la tarde, se observa también

desde allí por encima de la vista

a unos cinco metros, la parte del

puente hecha por el hombre,

una estructura con arcos que

tiene de la base al techo (piso de

la carretera) algo así como diez

pies de alto, con una placa

tallada que dice: Puente San

José de Pandi 19 de marzo de

1924; abajo del puente, con

nidos incrustados sobre la

superficie irregular de la piedra se

escucha el aterrador sonido de

los guácharos, esas aves de color

ocre oscuro, del tamaño de una

gallina, con ojos grandes y pico

curvado, que sin problema

harían del cuervo de Poe una

ronda infantil, se observan cerca

del río, amontonados, violentos,

resguardados en la oscuridad de

las grietas, temerosos de la luz y

de los ojos del hombre que

desde arriba los sigue.

Sobre la creación del puente hay

gran variedad de historias, la más

marcada en la tradición oral

tiene sus raíces como narración

indígena, aunque se nota la

influencia del folclore español

(una forma bonita de nombrar el

v i o l e n t o p r o c e s o d e

colonización) y el relato, tomado

de la biblioteca del Banco de la

República y contrastado con la

tradición oral conservada en los

abuelos del pueblo, dice más o

menos así:

P r e o c u p a d o e l

cac ique Pan dé , por l a

interrupción del comercio con

sus vecinos los Pijaos y Cundayes,

especialmente cuando el río

crecía, decidió hacer un pacto

con Buziraco (el diablo) para que

creara un paso fácil al territorio

de Icononzo que evitaría el

riesgo de perecer en las violentas

aguas del río. En una noche de

luna llena se entrevistaron los dos

y acordaron la construcción de

un puente sobre el abismo, pero

se exigieron requisitos de ambas

partes. El demonio aceptaba a

cambio de dicho favor el alma

de Pandé y de sus descendientes

hasta la cuarta generación. Por

su parte el susodicho cacique

exigía a Buziraco la construcción

del puente en una sola noche y

con sólo dos piedras. Era también

condición indispensable que el

trabajo fuera comenzado a

medianoche y que terminara

antes de que cantara el gallo.

Marchó pues el diablo hasta

tierras de Tibacuy y arrancó dos

grandes piedras. Trajo la primera

en muy poco tiempo; la arrojó al

abismo y logró taponar la

——— 10 ———

enorme abertura. Regresó hasta

el cerro Quininí y buscó dos tejos

para venirse jugando durante el

segundo viaje. Arrojó el primer

tejo desde la cúspide de aquel

cerro el cual cayó en la vereda

de Bateas y el otro cayó en el

actual plano de Chinauta. Y así

con la segunda piedra se vino

silbando y tarareando una

canción diabólica. Cuando

de s p re o c u pa da m e n t e se

acercaba por el territorio de lo

que hoy es Arbeláez y más

exactamente en la vereda

llamada Ticinse, lo sorprendió el

canto del gallo. Furioso arrojó la

piedra que traía al hombro y le

dio dos puños y dos patadas. El

demonio perdió la apuesta y así

nació el puente natural que

luego sería terminado por el

pueblo Sutagao.

Esta historia y otras sobre el

puente de Pandi se escuchan a

viva voz en el pueblo, los

lugareños las cuentan con la

lengua motivada, más hay otras

historias sobre el puente que se

cuentan más bien pasito, con

cautela, son palabras que poco

pueden arrebatarle al bullicio de

las tabernas que rodean la plaza

principal, por eso es mejor

contarlas en un lugar tranquilo,

en una finca, por ejemplo, ya

bien entrada la noche y con una

totumada de guarapo. Don

Clemencio Ríos me dice que

Buziraco siglos después reclamó

las almas de los habitantes de

Pandi, durante la violencia,

exactamente los años que

siguieron desde el 48 hasta ya

entrada la década del 70,

campesinos eran apresados,

bien en el pueblo o en sus casas,

llevados en camionetas hasta el

puente y arrojados allí por esos

ciento quince metros hasta

escuchar el sonido ronco,

crepitante, de la carne contra la

piedra y el río, sucedía siempre

cerca a la medianoche, antes

de que cantara el gallo los

estertores se perdían con los

graznidos de los guácharos. Se

podría suponer que esto era un

tributo que le rendían algunos

g a m o n a l e s a B u z i r a c o ,

arrojándole los descendientes del

Cacique Pandé al puente,

dirigentes agrarios y campesinos

demasiado inteligentes, o era

Buziraco disfrazado de Gamonal

quien tiraba los hijos para que se

encontraran con su padre en el

río, eso aún no se tiene claro,

porque ninguno salió de nuevo

para aclarar la historia, y los

guácharos, únicos testigos,

desconfían mucho de los

hombres.

——— 11 ———

“El descubrimiento de los

yacimientos de oro y plata de

América, la cruzada de

exterminio, esclavización y

sepultamiento en las minas de la

población aborigen, el comienzo

de la conquista y el saqueo de

las Indias Or ientales , la

conversión del continente

africano en cazadero de

esclavos negros: son todos

hechos que señalan los albores

de la era de la producción

capitalista. (…) Tras ellos, pisando

sus huellas, viene la guerra

comercial de las naciones

europeas y cuyo escenario fue el

planeta entero. Rompe el fuego

con el alzamiento de los Países

Bajos, sacudiendo el yugo de la

dominación española, cobra

proporciones gigantescas en

Inglaterra con la guerra

antijacobina, sigue ventilándose

en China, en las guerras del

opio.‖ Marx. El capital. Vol. I

En el siglo XVI Cristóbal Colón y

otros marineros pioneros de la

navegación comercial, fueron

testigos de cómo una zona

boscosa con abundantes

afluentes podía transformarse en

algunas décadas en poco más

q u e b a r r a n c o s s e c o s .

La ostensible reducción de las

precipitaciones en las Islas

Canarias que impidieron la

Cajamarca: La invasión de los “popolocas”

La sed del oro: una añeja novedad

construcción de los molinos

soñados por los franceses y que

fueron observadas por los

marinheiros, se debió a un rápido

proceso de deforestación que, a

la postre, influyó en el declive del

―goteo de niebla‖ al no haber

árbo le s suf i c i ente s para

condensar las brumas oceánicas;

similar a como había ocurrido en

las islas de Las Azores y Madeira,

esta última dedicada a satisfacer

con monocultivos y el trabajo de

esclavos la demanda de azúcar

proveniente de Inglaterra,

Francia, Roma y otros centros de

poder.

Los filos pelados de las Islas

Canarias no eran, sin embargo,

un paraje aislado de Europa ni

mucho menos. Por el contrario,

eran la expresión de un

incipiente conflicto entre la

sociedad europea, la naturaleza

y l a m a n e r a c ó m o

conceptual izamos nuest ro

mundo. Por eso, en los albores de

la era de producción capitalista

se da paralelamente la primera

crisis ecológica con visos de

―globalización‖, nos referimos a

la deforestación iniciada en el

siglo XII y que llegaría a su

capacidad límite de carga en

Europa central durante el siglo XV

en adelante. De hecho, la

presión sobre el imprescindible

——— 12 ———

recurso maderero exacerbó las

tensiones de una sociedad

feudal en plena descomposición,

uno de cuyos s ín tomas

principales fue la adopción de la

constitutio criminalis* como

instrumento jurídico para eliminar

a un proletariado rural, informal,

que consumía los bosques sin

ningún permiso o consentimiento.

El resto del excedente de

pobl ac ión que e l v ie jo

continente no sabía dónde

ubicar o expulsar, poco a poco

fue encontrando su lugar en los

distintos confines del “nuevo

mundo” y su resplandeciente

promesa de riqueza. En efecto, la

codicia, sumado al anhelo de

poder, fue la fuerza motriz de las

expediciones de Hernán Cortés y

Pedro de Alvarado al interior del

territorio mexica y de Francisco

Pizarro más al sur, en la cordillera

de los Andes o camino mayor del

imperio Inca. Dicho proceso de

colonización originado por la

“fiebre del oro” y consistente en

la expropiación sistemática del

terr itor io en nombre del

cristianismo y la civilización

e u r o p e a , t u v o e n e s a

oportunidad la complicidad, un

poco inocente, tanto de aztecas

como de Incas: los mexicas

imaginaron el regreso de

Quetzalcóatl , la serpiente

emplumada; los quechuas, el

retorno de Huiracocha, guardián

de las lagunas. En realidad, esos

navegantes desdentados no

traían un mensaje divino o una

“buena nueva” para dar, solo la

podredumbre del evangelio, que

h a b r í a d e a n i q u i l a r

traicioneramente a dioses

y humanos por igual en

episodios desoladores como la

matanza del templo mayor y el

primer

*Este documento aprobado en

1532 por Carlos V permitía el

enjuiciamiento y la aplicación de

penas capitales para crímenes

tales como el robo o el asesinato.

La adopción de este instrumento

jurídico – penal, posibilitó la

persecución de un pequeño

proletariado rural: “vagantes”.

De esta forma, los campesinos

pasaron de ser trabajadores a

vagabundos errantes. Bern

Maquardt en su artículo Historia

de la sostenibilidad. Un concepto

medioambiental en la historia de

Europa Central 1000 - 2006 cifra

el excedente de población:

―Aproximadamente el 10 % de la

población total fue empujada a

una vida sin derecho de

pertenencia a ningún señorío ni

ciudad. Ellos no tenían la

posibilidad de adquirir los medios

de subsistencia legales y, en

consecuencia, sólo podían

sobrevivir a través de una vida

——— 13 ———

criminal‖. El autor sentencia: ―Al

fin, la sobrepoblación del sistema

agrario ―desapareció‖ en los

patíbulos de los verdugos.‖

¿Algún parecido con nuestra

―frontera legal‖?

encuentro con los incas, en

Cajamarca. Al final, los aztecas

llegaron a la misma conclusión

que habían sacado los mayas,

aunque estos no tardaron tanto

t ie m po e n h ace r l o : se

enfrentaban no contra seres

sobrenaturales, sino contra

bárbaros, es decir, dzules o

popolocas.

Ese primer desgarramiento del

tejido social alimentó, desde

entonces, la deslumbrante

modernidad europea a través

del transporte trasatlántico de

ricos cargamento de oro y plata,

provenientes de las minas de

Potosí o del puerto de

Cartagena, de donde zarpó el

galeón San José y tantas otras

e m b a r c a c i o n e s p i r a t a s ,

traficantes de oro o de carbón

(léase Drummond o AngloGold

Ashanti)) que hoy como ayer,

acuñan sus monedas, mueven

sus empresas y vuelan nuestras

montañas con el mismo

desparpajo de siempre.

Cajamarca o “El Dorado”:

1532 – 2016

“Hegel dice en alguna parte que

todos los grandes hechos y

personajes de la historia universal

aparecen, como si dijéramos,

dos veces. Pero se olvidó de

agregar: una vez como tragedia

y la otra como farsa”.

Marx . D ie c io ch o

Brumario de Luis

Bonaparte.

La sed del oro en Sudamérica

empezó – quién lo creyera– en la

ciudad de Cajamarca (hoy Perú)

cuando en noviembre de 1532

Francisco Pizarro, acompañado

de 167 hombres, más armados

con caries que con arcabuces,

esperaban encontrar tesoros

deslumbrantes – ¿análogo a sus

caries?– como los apreciados en

la majestuosa Tenochtitlán. El

resultado del encuentro entre

nativos y “popolocas” –como

llamaban los mexicas a los

invasores– es bien conocido por

todos: dos habitaciones llenas de

oro y la vida del hijo del sol,

Atahualpa.

La nueva colonización del

territorio andino tiene una

continuidad histórica con la

conquista española que no

p o d e m o s o b v i a r , c o m o

acertadamente señala Doña

Nora Rojas, campesina de la

vereda El Águila, al afirmar que el

peligro de la multinacional

AngloGold Ashanti y el proyecto

que ellos auspician, La Colosa,

solo es comparable con la

pérdida de las unidades

familiares de los Pijaos por cuenta

del avance blanco. Y eso resulta

lógico si tenemos presente cómo

el invasor ha prometido, ayer y

hoy, contentarse con algunos

pagos de oro e irse después. No

obstante, Cajamarca, en el Perú,

ha contado la misma historia dos

——— 14 ———

veces: una con los popolocas,

otra con su corrupta clase criolla.

La primera ya la conocemos, la

segunda, también. Como

tragedia, la primera historia es

comprensible por la asimetría

entre las fuerzas contendientes

(popolocas y nativos); la

segunda trama, en cambio,

resulta una falacia, una farsa

t o t a l d e s d e c u a l q u i e r

perspectiva: en 16 años, y no en

20 como lo prometieron, de

Yanacocha se extrajeron 32

millones de onzas de oro. Se

dinamitan 6 toneladas de roca

por día y se contaminan millones

de metros cúbicos de agua en

sus piscinas de lixiviación. Todo

para sacar unas cuantas pepitas

que no pueden comerse ni sirven

de alimento.

En Colombia la situación es más

alarmante en la medida que los

títulos mineros triplican las

hectáreas tenidas en concesión

por la Minera Yanacocha, es

decir, mientras allá poseen

282.000 hectáreas, acá la Anglo

Gold tiene 825.000 hectáreas en

títulos mineros, muchos en zonas

de reserva y con la posibilidad

inusitada de ampliarlos gracias a

la “locomotora minera” que

pretende convertir a Colombia

en un inmenso desierto.

Estos nuevos “popolocas”,

armados con cascos y eslóganes

sobre miner ía sosten ible ,

pretenden en pleno siglo XXI

iniciar una segunda conquista,

solo que ahora no se presentan

con espejos, cruces, palomas

cagadas y demás chucherías,

sino con cerdos, gallinas, internet

gratuito etc… y la imprescindible

presencia paramilitar que, en

anuencia con el Estado, vienen

declarando abiertamente “la

guerra del agua” contra

pobladores rurales y urbanos; o

¿De qué otra forma podría

interpretarse que una minera

gaste 4 litros de agua por

segundo en fase de exploración

mientras muchas poblaciones

tienen sus ríos secos?

No quiero imaginar la fase de

extracción si llegara a ser una

r e a l i d a d p o r q u e e s

incomprensible cómo Chorros

Blancos o el río Anaime podrían

soportar una presión de ese tipo:

se necesitan 380 litros de agua y

4 t o n e l a d a s d e r o c a

fragmentada para extraer un

gramo de oro. Como quien dice,

la locura humana hecha “ley

natural”.

Posiblemente, estos popolocas

ilusamente creen que ya han

logrado su “sagrada” segunda

conquista sobre nuestra cordillera

y den por descontado, como

Colón y sus marhineiros, que su

avance segui rá dejando

barrancos secos; pero nuestra

decisión, como la del Inca y el

Pijao, es pelear hasta el último

aliento, no dejárselas tan fácil,

pues sabemos que ―la tercera es

la vencida‖, y no tenemos otra

——— 15 ———

oportunidad para defender

nuestra vida de una agresión que

ya se ha repetido dos veces con

Cajamarca.

Hasta el momento, esta larga

guerra dura ya más de 500 años

y, a veces, parece como si los

acontecimientos se repitieran

una y otra vez; como si la vida

fuese una obra de teatro en la

que nunca se cambian los

personajes, sino solo quienes los

representan o interpretan. Me

vienen a la mente imágenes de

(los) Santos, Lleras, Pastranas y

otros bandidos h istór icos,

mejorados en la clásica versión

de los títeres made in usa. Es

cierto entonces: Algunos hechos

y personajes aparecen, como si

dijéramos, dos veces. Cuántos

C a m i l o s , M a n u e l e s ,

Cuauhtémocs, Titu Cusi Yupanqui

(s) y Túpac(s) Amaru(s) y Manco

(s) (¿Mochos también?), cuántas

vueltas y (re)vueltas de la historia.

Queremos de nuevo la vuelta,

pero con la revuelta, porque una

vuelta sin (re) vuelta no es una

vuelta completa. Sí, sí: que se

repita la historia. Nosotros

también tenemos un presente y

un futuro… y el

pasado lo viene

empujando hacia

adelante ¿o no pueblo Pijao?

De regreso, paro un momento

bajo un aviso que indica el

camino que todavía nos hace

falta por recorrer hasta nuestra

casa: 95 KM. La mañana es clara,

soleada, sin una nube en el cielo

azul, ¿A dónde se habrán ido? -

me pregunto- observando con

deseo la cascada de Chorros

Blancos y luego esa línea vertical,

empi nada, que promete

sacarnos de ese infierno ardiente

en el que se ha convertido la

carretera. Quisiera estar allá

(refrescándome, claro) para

sentir las gotitas de agua y no

rostizarme más. Mejor no miro.

Seguimos pedaleando – rodando

la palabra– porque caminar es

un poco lento y tenemos mucha

sed. Allá, en lo alto de la

m o n t a ñ a , d i v i s a m o s u n

nubarrón… algunos minutos

después la lluvia nos obliga a

guarecernos, justo cuando

divisamos la imponente selva

andina. Definitivamente, como el

agua no hay nada, ni el oro.

——— 16 ———

APUNTES AL MARGEN

Beckett, en Molloy, la novela que

abre su trilogía, va más allá del

plano meramente estético de la

representación; no hay allí la

reproducción de una

conciencia, como se puede

llegar a creer cuando nos

enfrentamos a sus primeras

líneas, a esas primeras frases en

las que nos parece, bien sea por

hábito o por vicio, que es algo o

alguien que nos habla. Pronto,

todo nos abandona y sentimos

por momentos que estamos

solos, que no hay nada allí en

donde nuestros ojos hace unos

momentos parecían estar

observando algo: una página en

blanco, una mancha de tinta

acuosa, esparcida por todo el

libro y que se va filtrando en

nuestra mente, que la obnubila,

que la enceguece. En Molloy ya

no hay hechos, y si por alguna

razón creímos que los había: el

incidente con la bicicleta, dos

hombres que se encuentran en

un cruce de caminos, acaso

importan un pepino. Pero

Sobre Molloy, de Samuel Beckett

tampoco es el psicologismo de

ese Dostoievski de El Doble o de

Crimen y castigo en donde se

nos permite ponernos en la

cabeza de un burócrata

patético o de un asesino igual o

tal vez más patético. No.

Tampoco es ese esculpido

monólogo de una dama

burguesa en la Inglaterra de

principios de siglo, esa psique

cantarina, llena de poesía, de

Mrs. Dalloway. No. En Beckett la

palabra se emancipa, se revela

su forma autónoma, se libera de

cualquier referencia al mundo

sensible o reflexivo. Ya no

asistimos a una realidad, en un

sentido objetivo. Ya no asistimos

a una realidad interior o

consciente. Estamos en una

dimensión meramente lingüística.

Todo los conceptos con los que

operamos en nuestra vida

consciente: tiempo, espacio,

cuerpo, se presentan bajo la

forma caprichosa de una sintaxis

que lo ordena todo, que se

Por: Diego Noreña

——— 17 ———

engulle a sí misma, que nos hace

sentir no sólo fuera de nosotros

mismos, sino fuera de todo;

apartados incluso de ese mundo

rígido y estático, ese mundo más

allá de nosotros, el de los cuerpos

y las piedras, el de las calles, el

del ruido; esa enorme masa de

cosas que nos rodean y cuya

realidad nos fascina y nos

atormenta al mismo tiempo

precisamente porque creemos

que allí se esconde algo, que

hay algo allí que se nos es

negado. Beckett nos demuestra

que en realidad no hay nada, o

que si lo hay, en el fondo no

importa. Que somos esa mosca

que intenta atravesar la ventana

sin percatarse que hay un vidrio

en el medio con el que se

estrella. ―Traicionemos,

traicionemos al pensamiento

traidor‖, es el manifiesto que nos

deja la obra. Y luego nos dice:

―No querer decir, no saber lo que

se quiere decir, no poder decir lo

que se cree querer decir, y

decirlo siempre…‖.

Si en Beckett asistimos a la

emancipación de la palabra se

debe precisamente a que la

palabra se hace consciente de sí

misma. Pero esa aparente

verborrea, ese maremagnum de

frases absolutas y contraintuitivas,

ese oleaje violento que hiere las

pupilas, que nos deja la

sensación de perder toda

referencia al mundo sensible de

los cuerpos, nos muestra, libre ya

de las viejas ataduras discursivas,

su propio mecanismo interno. Y

esto lo logra Beckett a partir de

cierta indiscreción, de

cierta ligereza

cometida

precisamente al calor

de la redacción. Molloy, sea

premeditado o no por Beckett,

nos da la sensación de ser una

obra concebida en un solo

envión. Una obra cuyo escritor ha

logrado apartarse de sí mismo,

que permite a sus manos, casi

como un tic, presionar las teclas y

dejarlas al misterioso impulso que

irrumpe el vacío angustiante de

la hoja. Durante esa exaltación la

palabra se confiesa, nos entrega

sus secretos, devela su verdadero

rostro: es un recipiente vacío,

inicuo e inútil en donde el mundo

muere indignamente,

pesadamente nombrado. Que la

palabra signifique más o menos

lo que se quiere decir o que no

signifique lo que se quiere decir,

sino otra cosa que no se quiere

decir, esa otra cosa que la

palabra dice por sí misma,

parece ser el embrollo de este

monólogo de nadie. Esto no

significa que se haya abierto una

herida incurable, que el ejercicio

de Beckett sea necesaria y

únicamente destructivo. No. Pero

sí crítico en el sentido filosófico

de esta expresión, o autocrítico,

en su caso como creador,

respecto a su propia materia

prima. Lo mismo sucede dentro

del propio universo de su obra.

Molloy, en especial, lucha todo el

tiempo contra la misma palabra

que lo define, lucha

conscientemente contra su

propia versión hecha de

palabras, lucha a muerte, si se

——— 18 ———

quiere, si se entiende el silencio

como la muerte: <<Esta es una

de las razones que me impulsan

a hablar lo menos posible. Y es

que siempre digo demasiado o

demasiado poco, lo que me

apena pues soy amante de la

verdad>>. Si Molloy ama la

verdad es natural que desconfíe

de la palabra, pero es ahí donde

Beckett muestra su talante

irónico, amargo, si se quiere,

pues Molloy se precipita sobre

esta inquietud bajo el propio

influjo de la palabra, y ya que es

la única, opta por el silencio: <<

(...) al decir que no necesitaba a

nadie no estaba diciendo

demasiado, sino una ínfima parte

de lo que hubiera debido decir,

no hubiera sabido decir, hubiera

debido callar>>. Hay hombres

que, como decía Nietzsche, son

incapaces de padecer hambre

en el alma por amor a la verdad,

como si una marca propia de

aquellos que se han entregado

al culto de la verdad sea su

eterna disposición al caso

opuesto, al escepticismo. Moran,

el personaje de la última parte

de la obra, aunque es

consciente de todo esto, resulta

tener una actitud contraria a la

de Molloy: <<La ira me impulsaba

a leves excesos del lenguaje. No

me arrepentía de ello. Me

parecía que todo lenguaje es un

exceso de lenguaje>>. ¿Qué

significa que no se arrepienta de

ello? ¿Y qué quiere decir que

todo lenguaje es un exceso de

lenguaje? Lo primero es que

acepta el pacto con la palabra,

conociendo sus consecuencias, y

segundo, que esas

consecuencias son las ya

mencionadas: que la palabra

habla por sí misma y que nosotros

somos sus títeres; somos esa

araña del cuento que, una vez

ha tejido su telaraña, se

metamorfosea en mosca y

queda atrapada en su propia

creación. Otro de los aspectos

en donde la palabra se hace

autoconsciente es con

referencia al tiempo dentro del

hilo narrativo. En la palabra,

quien nos indica el tiempo es el

núcleo de la oración: el verbo.

Eso quiere decir que, consciente

o inconscientemente, nuestra

mente busca esa referencia para

ubicarse en un tiempo y de paso

deducir el espacio. Pero en

Molloy se pierde la confianza en

este mecanismo. Parece que

todo acontece en un presente

absoluto, un presente en donde

todo se sucede de forma

simultánea o que se alterna

según sea el caso. El problema

aparece cuando tratamos de

aplicar estos términos pues la

obra parece invitarnos a pasarlos

por alto para que el mecanismo

por sí solo opere. <<Hablo en

presente por lo fácil que resulta

hablar en presente cuando se

trata del pasado>> dice Molloy, y

luego agrega: <<No le prestéis

mucha atención, se trata de un

presente mitológico>>. Si

entendemos que toda

representación mítica del tiempo

——— 19 ———

se caracteriza por ser atemporal,

se infiere entonces que no se

trata de si algo ocurre en el

pasado o si está ocurriendo en el

presente, sino que, como dice

Aristóteles sobre la poética,

siempre ocurrirá. Finalmente, la

obra termina con un Moran que

comprende que la mayoría de

las veces en las que creemos

poseernos, en realidad se trata

de una voz que nos habla en un

lenguaje que está más

allá del lenguaje

propiamente dicho;

diríamos: un lenguaje

que vuelve y gira sobre sí mismo.

Esa voz, y esto es propio de

Beckett, a saber: su nihilismo

militante, impulsa al personaje a

escribir: <<(...) es medianoche. La

lluvia azota los cristales. No era

medianoche. No llovía>>.

Introducción

¿Quién narra la Odisea? Y

¿Cómo se llamaba aquello que

sentía Ulises mientras estaba lejos

de su casa? Son las preguntas

que guían o desvían a este texto

sobre una de las obras literarias

que más ha marcado al

pensamiento occidental, La

Odisea.

Oralidad y Nostalgia en la Odisea.

Por: Carlos Vélez

1. El relato de la Odisea.

No se tolera leer la Odisea como

un libro. Aquél que no sienta la

fuerza de sus olas, ora delicadas,

ora intempestivas, al sumergirse

en su océano de historias, ha

perdido la oportunidad de sentir

la embriaguez de la fantasía.

Como aclaración debe señalarse

con prontitud que la fantasía de

los viajes de Ulises está

encarnada en las historias de los

viajes que se recuerdan, más que

en los hechos mismos, ya que si

se lee atentamente, se

entenderá que pocas cosas

pasan en la Odisea.

Como ya se ha expuesto, bajo el

efecto de la musa el poeta-

cantor puede ver todo lo que ha

acontecido en tiempos remotos,

como si de un viaje al pasado se

——— 20 ———

tratara. Gracias a esto se

aprecian los numerosos detalles

descriptivos de cada batalla en

la Ilíada. En el poema de “la

fuerza”, Homero, de manera

cinematográfica, describe

hechos del pasado que narra

como espectador fantasmal, es

un testigo del presente

contemplando las ruinas de lo

que ya aconteció, y que sólo la

musa se lo podría narrar. Si acaso

fuese prudente razonar de esta

manera, se diría que en la

conciencia de Homero está en

germen la idea del video, como

posibilidad de arrastrar al

presente algo ya arrojado a la

realidad y devorado por la

memoria oculta del tiempo.

Dado que todo ejercicio

descriptivo de un fenómeno

implica hacerlo emerger con su

identidad en contraste con otros

fenómenos, es necesario seguir

diferenciando la Odisea de la

Ilíada en este sentido, pues

aunque el poeta vuelve a pedir

la virtud de la Musa, tiene en este

poema cierta restricción. Luego

de invocar la Musa, comienza la

Odisea narrando el lugar donde

se encuentra Ulises, la isla donde

Calipso lo tiene secuestrado,

Ogigia. Pero no da a revelar más,

pues no le ha sido concedido por

la Musa.

Se podría decir que gran parte

de la aventura y búsqueda de la

Odisea, aparte de saber si

Odiseo aún existe, (de ahí la

Telemaquia) es saber qué le

ocurrió a Odiseo en un trayecto

específico: de la salida de Troya

hasta la llegada a la isla de

Calipso donde lleva secuestrado

siete años. Lo que sorprende y

contrasta con la estructura

narrativa de la Ilíada es que ese

trayecto, el más fantástico de

toda la narración, lo narra

Odiseo mismo, no el poeta

Homero, quitándole cierto

protagonismo al poeta. Y

pareciera que Homero se dejara

seducir por la narración del

aventurero de su canto, así

como Alcínoo y su corte al

terminar Odiseo sus historias:

“Tal Ulises hablóles y todos,

tomados de hechizo,

A través del oscuro salón como

mudos quedaron,‖

En este juego de revivir un

pasado de un héroe en el

presente, se incuba otra burbuja

para contener la historia que sólo

Odiseo podía contar.

Como se entiende, son

narraciones y recuerdos los que

se abordan en el tejido del

poema, mas no acciones

directas como lo hay en la Ilíada.

Telémaco viajando donde Néstor

y Menelao, es junto con el final

del viaje de Ulises desde Ogigia

hasta su patria las únicas

aventuras no recordadas por los

personajes del poema. El resto

habita en los recuerdos de aquél

héroe que en su tropezar por el

mundo marítimo no fue feliz.

——— 21 ———

Se podría decir que la verdadera

Odisea más que una aventura,

es un buen relato narrado por un

buen orador. Y no ha de verse

esto como un desengaño, o la

caída de una mentira, pues la

palabra misma es la que lleva en

su seno las aventuras, son ellas

mismas la aventura. En el mismo

sentido Fernando Pessoa, que

sintió todo como una corriente

de viento con conciencia, decía

en su libro del desasosiego:

“Moverse es vivir, decirse es

sobrevivir. No hay nada de real

en la vida que no lo sea porque

fue bien descrito…‖

Trasladando esta lógica a la

trama de la Odisea se podría

decir que lo fantástico de la

travesía de Ulises se debe a que

fue narrado con “aladas

palabras‖ y por aquél héroe que

ante todo, sabía hablar.

Es tal la calidad de su arte con

las palabras que Homero dice,

en una pequeña pausa del

discurso de Ulises en el Palacio

de Alcínoo, que...

“ni un aedo supiera mejor relatar

con los males

De los otros argivos tus propias

funestas desgracias.‖

Odiseo es el héroe que con su

ingenio permanece en la

memoria de los que lo escuchan,

gracias a la forma en que narra

sus aventuras. Imaginarse una

Odisea con un Ulises mudo o

tatareto sería pensar en su

anonimato. Es mythos

(μῦθος) quien

contiene la aventura y

transporta el salitre del

mar que ha raído el físico de

Ulises. La aventura subsiste

gracias a su cualidad de semilla

incrustada en el fruto de la

palabra.

Finalmente quisiera recordar a

Stanislaw Jerzy Lec, que como un

aedo del estallido, al respecto de

la deuda que carga la realidad

con las palabras, escribió:

“Cuántas menos cosas pasarían

en el mundo, si no existieran las

palabras.‖

La Odisea, por tanto, vuelve a

empezar cada vez que la

re co rde mo s en n ue st ras

conversaciones.

2. Ulises el muy sufrido

Después de que Hermes lleva la

orden de liberación a Ulises,

Calipso busca al héroe

y Homero lo describe de esta

manera cuando lo halla al borde

de un risco, inmóvil:

“Encontrolo sentado en el mismo

cantil; no acababa

de secarse en sus ojos el llanto, se

le iba la vida

en gemir por su hogar, porque no

le agradaba la diosa:

Pero ella imponíale su gusto y el

héroe por fuerza

A su lado pasaba la noche en la

cóncava gruta.

Iba, en cambio, a sentarse de

día en la playa o en las rocas

Destrozando su alma en dolores,

gemidos y en lloro

——— 22 ———

Que caía de sus ojos atentos al

mar infecundo...‖

Si algo le ha enseñado esta

travesía a Ulises, es cuánto

sufrimiento es capaz de soportar.

Los anteriores versos describen un

héroe consumido por el llanto y

que ronda las mejores

posibilidades de huida en un

risco, de esta forma contempla

petrificado la indiferencia del

mar, ese que antes era fértil

puente para infinidad de viajes,

ahora se muestra estéril para

concebir la más mínima fuga. El

mar ahora no guarda nada para

él. De esta manera Ulises en el

risco es imagen del extremo

aislamiento contra el que lo ha

arrinconado el destino.

Esa imagen de Ulises casi

petrificado en el risco no trae

consigo una descripción de

algún tipo de dolor físico, solo

llora en soledad, quizá dando la

espalda al resto de la isla y así su

alma es consumada por el fuego

transparente de la nostalgia. No

es otro el insumo que fortalece

dicho fuego, y será necesario

hablar de cómo su alma es la

que naufraga en él mismo, mar

estancado. Pero primero deberá

hacerse una minúscula apología

a su alma.

Ulises sobrevivió a la guerra de

diez años, a su paso por las islas

de Ísmera, los lotófagos, los

cíclopes, Circe, y Calipso; evadió

bestias marítimas (Escila y

Caribdis), descendió al Hades y

fue el único que sobrevivió a la

venganza del dios sol, Helios, y

solo por obra divina él está sano

en la isla de Calipso, pero

mutilado. Por tanto, su aflicción

es sensible, pero no a sus

sentidos. Acá deberá entenderse

el alma en el sentido que expone

María Zambrano cuando

describe el alma humana, en su

propuesta filosófica, como algo

olvidado por la historia de la

filosofía occidental. Así, para ella,

esa otra sensibilidad que nos

habita no se deposita ni en el yo

del idealismo ni en la naturaleza,

pues a dichos conceptos se les

seguía escapando la esencia de

esa otra sensibilidad incrustada

en el humano, por tanto,

quedaba aún…

“...ese trozo del cosmos en el

hombre que se ha llamado

alma.‖

Así...

“Entre el yo y el afuera de la

naturaleza se interpone lo que

llamamos alma.‖

Alma deberá entenderse, en este

orden de ideas, como aquello

que palpita justo después de los

sentidos y permite presentir los

misterios de lo que está afuera y

dentro de nosotros. Cumpliendo

así la función de piel después de

la piel y que posibilita sentir

aquello inconmensurable que

nos rosa intermitentemente y no

podemos ver.

——— 23 ———

Por consiguiente es su alma la

mutilada, es ella la que siente

aflicción, que en griego se

escribe algos (αλγος); por no

poder regresar, del verbo griego

nostos (νόστος), a su nación.

Podemos decir, en efecto, que

Ulises siente la consumación de

su alma por la nostalgia, ese

dolor por retornar a su lugar

de origen.

Consumado por dicho

sufrimiento es que Ulises mismo

habla a Alcínoo cuando va a

iniciar su relato fantástico:

“Mas tu alma te incita a pedirme

que cuente mis lutos

Y congojas, a fin de que llore con

más desconsuelo;

¿Y por dónde empezar mi relato,

por donde acabarlo

Cuando tantos pesares me han

dado los dioses celestes?‖

Ulises es un ser que ha sufrido

mucho, pues el regreso a su tierra

ha sido varias veces truncado,

por eso su relato está cargado

de dolor, pero encontramos que

paradójicamente la cura a este

sufrimiento de su alma, centro no

-fijo, piel desmembrada; es el

acoplamiento de su ser con el

terreno fijo de su isla. Señalando,

quizá, qué de tanto hay de

espiritual en la materia, y que

tanto de material hay en el

espíritu. ¿Pero exactamente qué

es lo que extraña un nostálgico

de su tierra? Y ¿Qué busca?

Primero hay que decir, que el

nostálgico no solo anhela volver

a su tierra para

contemplarla y estar

en ella de nuevo, el

nostálgico es un ser

desgarrado, y que en cierta

medida ya está en su hogar. Por

eso sufre, pues estando lejos aún

permanece en su tierra. El

subsiste en su familia y amigos y

desea llegar donde ya está. Por

eso podemos decir que el

nostálgico es un ser

desterritorializado que añora no

ser más un extranjero. Para

George Simmel el extranjero es la

unión de los conceptos de

nomadismo y fijación en un ser,

por eso dirá que el extranjero…

“…no es el nómada que llega

hoy y parte mañana, sino el que

llega hoy y mañana se queda; o,

por así decir, el emigrante

potencial, que, aunque se haya

detenido, aún no ha superado la

ausencia del vínculo propio del ir

y venir.‖

Ulises es, en ese orden de ideas,

extranjero pero en un sentido

negativo, al contrario de lo que

estudia Simmel, pues para el

filósofo y sociólogo alemán:

“…la unión de lo próximo y lo

lejano, propia de toda relación

humana, adquiere en el

fenómeno del extranjero una

configuración que puede

resumirse de este modo: si la

distancia dentro de la relación

significa la lejanía de lo cercano,

el extranjero significa la cercanía

de lo lejano. El ser extranjero

constituye, naturalmente, una

——— 24 ———

correlación perfectamente

positiva, una forma especial de

interacción.‖

A saber, Ulises es equivalente

pero de forma negativa, es un

extranjero que se queda pero

por imposición, casi un

desplazado pero con norte.

Sabiendo ya esto es necesario

retomar la pregunta guía de este

apartado: ¿Qué es lo que busca

un nostálgico? Al respecto, no

olvidaremos que Ulises no quiere

ser más un extranjero, gracias a

ese impulso sobrevive al mar,

símbolo de lo indeterminado e

inexplicable, para llegar a la

tierra que tanto ha extrañado en

sus sueños. Todo el esfuerzo de su

viaje desemboca en el regreso

para ser otra vez parte-de-algo

¿Pero de qué? Ya Alfred Schütz

en una investigación de

fenomenología psicológica y

social, hace alusión a Ulises como

el primer referente universal de

aquél hombre que logra volver a

su tierra, así Ulises es imagen de

aquél que…

“…vuelve al hogar… prevé su

regreso a un ambiente del cual

tuvo y cree seguir teniendo un

conocimiento íntimo, y que le

basta presuponer para orientarse

dentro de él.‖

Y como última pregunta, cabe

cuestionarse por ¿Qué es el

hogar? Schütz sigue hilando su

ensayo y también se inquieta por

lo que representa el hogar, y

entre varias imágenes-

sensaciones, el hogar

representará para el que vuelve

a casa…

“…tanto un punto de partida

como un punto terminal… Pero

no es solamente el lugar- mi

casa, mi habitación, mi jardín, mi

ciudad- sino todo lo que

representa.‖

El hogar para Ulises es imagen

crepuscular, conclusiva de su

vida, donde puede hallarse de

nuevo en paz y volver a anclar su

vida. De extranjero Ulises quiere

pasar a ser parte de su hogar, de

nuevo.

——— 25 ———

En

tr

e lín

ea

s I

——— 26 ———

En este trabajo pretendo no

establecer una ética que

provenga de una subjetividad. Es

decir: una metaforización de la

realidad, que encarne en sí un

valor supremo de actuación; un

―cálmate, serénate, restríngete‖.

Lo que intento de alguna

manera, es buscar una forma de

llegar a una ética si se quiere de

la equiparación, que discuta una

moral de la confrontación. Un

merodear, una posibilidad, un

acceso, un impulso en busca de

la emergencia de llegar a una

genealogía de los gestos

anímicos. Aquel ánimo presente

en todas las disposiciones. La

pretensión máxima de este

pórtico es apuntar a algo,

rodearlo sin contenerlo. No es

una construcción, más parece

Hacia una ética de la confrontación

una destrucción y el soplo de

una ética futura. La posibilidad

del ejercicio, entender al hombre

como un ser abocado a la huida,

en un medio que no es

estático, limitado, con riesgos. Lo

que ocasiona que

constantemente deba fabricarse

su propio paraguas como

escudo ante las circunstancias

que irrumpen. Un hombre

nervioso. Lo trágico y lo alegre

cohabitando eternamente. Una

ética conservadora que se

pretende transgresiva.

Sincerandose con lo concreto, lo

humano, lo realmente

humano. Sin exigencias, como

reservas o huidas. Que enfrente

y acepte la tensión vital en cada

gesto.

1. Opinión de un insensato

La infancia se torna más plena

conforme envejecemos, y no es

cosa vana tomarle la medida a

nuestros primeros años.

E.Canetti

Cuando era pequeño me

sorprendía ver la reacción ante

la sola idea de un costal.

Pensaba por disposición anímica

de mi madre que, aquello era lo

que portaban los descarriados,

Por: Jeison Trujillo

——— 27 ———

los inadaptados que debían

recurrir al vicio para vivir sus

vidas, y en ese sentido perderlas.

Muchas veces llegué a pensar

que en ese costal arrojaban los

niños para irlos a vender a una

especie de mercado de infantes

o intercambiarlos por alguna

sustancia extraña. Me generaba

un temor inconfesable

acompañado de la intriga que

alimenta aquellos años de

magia, de esa secreta

pertenencia y recepción de lo

misterioso, no es preciso lo que

digo, pues en ello hay mucho de

remembranza, pero confieso que

siento atinarle a lo que en

aquellos años decoraban los

paisajes de mi imaginación,

aquello innombrable que excede

las palabras, pues como dice

Agamben ―la magia no es

conocimiento de los nombres si

no gesto: trastorno y

desencantamiento del nombre.

Por eso el niño nunca está tan

contento como cuando inventa

una lengua secreta‖

El humo que salía por la parte de

atrás del patio de mi casa que

daba con el viejo ferrocarril,

envolviendo el pequeño árbol de

flores de Saúco, mezclados con

risas y frases ininteligibles era el

anuncio del peligro, suponía yo

que allí se desmoronaba lo que

hace hombre a un hombre.

Sin embargo, dentro de todo

este imaginario, producto del

temor y los juicios infundados de

una madre y su precaria

educación pragmática;

mezclada con el tufo

endeble de una

familia católica de

credo y de prejuicio,

pero secular en su cotidianidad;

me habitaba repentinamente el

asombro, la capacidad de

sobrepasar a contracorriente, las

disposiciones impuestas por la

familia. La inseguridad y el

miedo, lo monstruoso que se

aleja, lo desconocido. En ese

sentido, la figura del Vicioso, del

hombre que se pudre y se

escupe a sí mismo persiguiendo

un estado mental, siempre fue

algo que invadía mis horas de

ocio, recuerdo como una

mancha difusa, las tardes en el

patio mirando por una reja

oxidada a los hombres caídos en

batalla.

Más adelante, cuando fui

adquiriendo la conciencia de la

imposibilidad de hacer magia,

ese baño de realismo

viscoso que suprime el asombro

y nos vincula con la realidad

inmediata, con todos los juicios

que se sustentan en fisonomías

rasgadas, en alegatos

inconclusos e inconsistentes.

Descubrí por cuenta propia toda

una variedad de formas y

matices, de sujetos, de hábitos

extraños y manías infectadas con

la agonía de la sustancia.

En definitiva comprobé con

agrado y meticulosamente que

no era cierto aquello que decía

mi madre sobre los consumidores.

Aquel destino trágico, vacío,

carente, mecánico. Aquella

——— 28 ———

disposición falaz por destruir y

destruirse. No me malinterpreten,

pues sin duda es un camino

repleto de tensiones, pero no

todos los que lo habitan dejan

solo destrucción. Hay en ello una

suerte de tensión, una ética del

desarreglo, pues para muchos la

vida consiste en ese costalado

de aderezos y en la posología

pertinente para que estos no se

configuren como la muerte

inmediata. Es decir, un constante

tambalearse, milimétricamente

entre la arrogante idea de medir

la pócima de la destrucción y la

posibilidad de dejarla a un lado.

Antonio Escohotado asevera en

frente de una cámara, con la

arrogancia del entendimiento y

la alegría de quien le ha dado

resultado su pequeño cursillo en

el desarreglo que el ser humano

no está preparado para el

orgasmo químico. Quizá las

estadísticas le den la razón y

quien emprenda una vida

mediada por la desfachatez de

los excesos regulados, deberá en

el fondo saber que, como

pensaba Kafka sólo la maldad

se conoce a sí misma.

La inutilidad del argumento

No es posible dirigir al hombre

hacia el bien, sólo es posible

dirigirlo a alguna parte.

Ludwig Wittgenstein

Lo anterior es sin duda, una

manera de introducir algo. Una

idea difusa si se quiere, un

murmullo que busca dejar tras de

sí, el rastro de un posible habitar

en el mundo. No se trata como

se pensaría siendo sensatos, de

hacer una apología al desatino.

Es pues, vincular el nervio del día

a día, con una pequeña dosis de

desarreglo, generar la tensión

necesaria ante una

incapacidad constante de

pertenencia y así, no estando

serenos las decisiones pasan por

un filtro necesario, en el cual la

reflexión se hace imperativa y la

otredad evidente.

No podemos recurrir a los gurús

modernos para determinar los

posibles sentidos que el ser

humano debe seguir para llevar,-

como si se tratara de un rastro de

la fatalidad divina- un manual

preciso en el cual consultar, en

frente del espejo por ejemplo,

después de un día laboral

pesado y de no haber

superado la meta. Pues como

se sabe el sujeto de rendimiento

actual en palabras de Byung -

Chul Han ―está abocado sobre

todo al éxito‖ esto, genera que

su preocupación excesiva sea

desde luego ―una relación

consigo mismo exagerada y

patológicamente recargada‖.

Así pues, ¿Por qué vincular de

manera directa, un estar en el

mundo, entendiendo la ―realidad

como choque de fuerzas‖ en

aras de una actitud ansiosa que

——— 29 ———

permita discernir no con claridad

sino más bien con la pesadez del

vivir, con una tensión vital? No se

trata aquí, de establecer una

relación absoluta de la

decadencia con el habitar en el

mundo, su vigencia se

sostiene en el sentido contrario

como la entiende Nicolás Gómez

Dávila, no como una disposición

que vuelve amables muchas

cosas, sino más bien, un riesgo

vital que inclina al hombre a

mirar con más detalle, una

espera en tensión. Un estar en el

mundo alarmado, sin caer en el

nihilismo absurdo de los jóvenes

incautos, pero tampoco

conservando la fijeza en su mera

forma, sin ver la transformación

de las dinámicas, en palabras de

Lluis Duch ―un cambio en la

permanecía y una permanecía

en el cambio‖. Por tanto

argumentos como ―una manera

adecuada de vivir‖ deben evitar

el desmedido afán por estar

vinculado con un tejido absoluto,

universal. Pues como se sabe, en

palabras de Wittgenstein sólo es

posible dirigir al hombre a alguna

parte. Lo demás sería en este

sentido una ética de la

desfachatez, que se reduciría a

pura fraseología.

Pues evidentemente en la época

actual y siendo reiterativos con

aquellas posturas tan

desgastadas, la solidez no es un

lugar común y las reglas ya no

son las reglas. Por lo tanto, le

corresponde al mismo sujeto,

―...Dar una arma simbólica a su

vida, con todos sus peligros y sus

excedentes‖ Esta

suerte de construcción

de sí mismo, no recae

a partir de unas

determinaciones visibles (una

perezosa manía idolátrica de la

actualidad) que le permitan

saber con claridad hacia dónde

se dirige su abocado animal, Su

corcel de ceniza.

Así con la tremenda impresión de

la vida vivida intensamente, el

hombre se percata con desdén

de que es finito, por ende de su

irremediable destino, le

corresponde vivir su muerte

lentamente, un preámbulo

eterno gateando en el difuso

panorama del misterio.

Su máxima responsabilidad es a

la vez su delicado martirio,

construir los restos de la figura, las

formas restantes, los espacios, los

límites, conservar la distancia

necesaria, el silencio ante la

respuesta intraducible de su

genio. Se trata pues de una ética

que trasciende la moral,

entendiéndose esta como la

sintaxis de un determinado lugar,

transgredir, borrar finamente los

límites o ensancharlos. Una ética

que entienda la ambigüedad de

la instantánea respuesta, una

disposición más que una

respuesta a un ¿Qué hacer?

universal, a un elemento estático,

a una breve reseña adscrita en el

respaldo de la existencia.

Y esto implica de entrada

reconocer la tensión vital que

habita todo panorama del

——— 30 ———

hombre, un hombre que está

condenado a la fuga, hacia

adelante como diría Sloterdijk,

pero también que de esta

fuga, de este impulso

incondicionado, en palabras del

mismo autor ―han quedado en

uso reliquias cansinas‖ un hombre

que deberá forjarse una

armadura, una suerte de antropo

-técnicas que lo desvíen del

fracaso primigenio, un hombre

recordando al señor Unamuno,

de Carne y hueso que no evada

su finitud, pero que tampoco la

haga su escudo de inmunidad

para su fracaso repentino.

Mis amigos los impopulares.

El que ignora que dos adjetivos

contrarios califican

simultáneamente todo objeto no

debe hablar de nada

Nicolás Gómez Dávila

Con frecuencia vemos en todo

lugar, expresiones que, se

disfrazan de supremas o

absolutas, ímpetus baladís que

despliegan sobre el escenario un

murmullo pútrido sobre el

porvenir, me divierte con una

pizca de antipatía como algunas

personas bajo la aparente

destreza de la inteligencia son los

portadores de una llama que

para el incauto, está encendida,

pero lo único que transmite es

una vieja y desgastada impresión

que infunde sobre la vida una

seguridad terrible en la nada.

Parece ser que, es vital la

negación. Una especie de

pasaporte a una escuela de

inteligentes que tienen como su

gran apetito, devorar sin

saborear. No es preciso que el

odio disfrazado de arrogancia

crítica se despliegue por todos los

escenarios humanos. Alojar

cualquier esperanza en lo

invisible, es elogiar la estupidez.

Repiten como loros alucinados

en las academias de

humanidades. Sí, lo primero que

aprendemos es a ser criticones

y a desvirtuar aquello que nos ha

formado, uno se encuentra por

ahí, con personas buscando

apostasías. Quitarse una venda

dicen, sin percatarse que están

ciegos.

Este afán, si se me permite, del

que se ha hablado mucho,

como dirían los teóricos es un

signo, un síntoma ¿de qué? No

nos corresponde clarificarlo. Solo

merodear, burlarse en silencio de

la desfachatez. Con ella misma,

como quien salpicado de

mierda, habla de fragancias y de

virtud en un altar arrodillado en

el que solo se le exige silencio.

Canetti en esa carretera

fragmentaria de impulsos

necesarios dice:

«Jamás los hombres han sabido

menos de sí mismos que en esta

«era de la Psicología». No

pueden estar quietos. Escapan

de sus propias metamorfosis. No

——— 31 ———

están a la espera de ellas, las

anticipan; prefieren serlo todo

menos lo que podrían ser.

Recorren en automóvil los

paisajes de su propia alma, y

como sólo se detienen en los

puestos de gasolina, piensan que

están hechos de gasolina. Sus

ingenieros no construyen otra

cosa que puestos de gasolina: lo

que comen huele a gasolina.

Sueñan en charcos negros».

Con qué seguridad lo saben

todo, con qué seguridad lo

afirman todo, con qué seguridad

lo niegan todo. Parecen

periódicos diría Canetti. No dejo

de pensar en esos colegios

donde merodeando los espacios

íntimos se encuentran niñas

llorando porque las ha dejado su

novio, y dos días después con la

sonrisa de la claridad escriben

cartas nuevamente. No se trata

de estar estáticos, ―cambiar es la

única forma de permanencia

que conozco dice el poeta, pero

esta permanencia carece sin

duda de una calma

necesaria pues, es parte de

nuestra fisonomía emocional,

este afán desmedido por la prisa,

por el habitar y deshabitar. La

lentitud es belleza dice una

conocida autora.

Ni rastros, ni arqueologías, ni

precisiones, la fisonomía de una

época o la fragancia ulterior a su

cadáver, escapa a cualquier

formulación sociológica. ¿De

qué manera podemos

ampararnos del tedio si no es en

las trivialidades? Sin el misterio de

la incógnita, lo

asevera Nicolás

Gómez Dávila.

Pensar con la convicción de lo

indeterminado que el azar es

ejercicio divino. Podría ser una

manera de reivindicar esta necia

manía por explicarlo todo, por la

cercanía obsesiva en las

conductas. Estamos plagados

de taxonomías. Y solo basta con

meditar las redes sociales sin

ánimo de ser apocalípticos,

parece ser que hay que tener

seguridad y leer con atención

cada uno de los detalles que

componen la personalidad. Para

después ser personalidad. Es fácil

si quieres ser un escritor, debes

leer: Diez hábitos, Cinco formas

de vestir, Dos maneras de llevar

el pelo, ¡ah! y claro está Siete

colores diferentes de boina. Y

que no falte el poema en el

bolsillo, casi siempre para

exclamar, inclinando un poco la

mano hacia la derecha, mirando

fijamente a la pobre muchacha

que piensa que los libros y los

hombres salvan la vida. O por

qué no mirándolo fríamente,

fingiendo interés dejando que el

saltimbanqui ejerza su labor. Lo

mismo aplica para ser catador

hasta de chorizos. Madres

orgullosas de la inteligencia de

sus hijos, por decir que ya sabe

que el Papá Noel no existe, por

tener claro desde pequeño que

la magia es una excusa y un

invento de los hombres. Triste,

realmente triste que nos

vanagloriamos y burlamos del

rito, de aquello que se drena por

——— 32 ———

la rendija de la condición

humana. ¿Qué es el mal para los

modernos? Al respecto dice

Sloterdjik:

«El mal de los modernos es la

negatividad sin objetivo,

producto inconfundible de la

condición post histórica. Su

versión popular es el

sadomasoquismo en el hogar de

clase media, y la versión lujosa, el

esnobismo estético que profesa

la primacía de lo arbitrario. Valor

o no valor: ambos siguen

teniendo sentido tan sólo para el

mero capricho, que sin motivo

alguno valora una cosa u otra.

No tiene importancia alguna

que, a la manera de Kant,

llamemos radical a este mal. Sus

raíces no llegan más hondo que

la trivialidad de un antojo, y por

ello no se gana nada con el

término «radical». Se trata, tan

sólo, de sensacionalismo

ontológico»

Qué nos queda

Ciertos días no hay que tener

miedo a nombrar las cosas que

no pueden ser descritas

R. Char

Nos queda ir contracorriente,

recaer en el silencio, nos queda

el amor, la tradición, nos queda

en definitiva una ética de la

ansiedad. Reconocer como diría

mi mejor amigo, ―que como la

belleza física, todo lo grato está

en permanente huida. Toda

belleza es alteridad‖ es debido,

no jugarse las cartas porque la

partida es un invento. Nos queda

ese pequeño promontorio donde

nos sentamos a contemplar lo

bello y lo terrible del mundo.

Siendo sensatos, ―quizá haya que

empezar por callar‖ o como dice

Karl Kraus ―¡Quien tenga algo

que decir, que dé un paso

adelante y se calle!‖

——— 33 ———

La tragedia griega, el retorno al inicio

Por: Jessica Galvis

La tragedia griega como un

fenómeno literario excelso se

presenta de tal manera que es

uno de los principales referentes

para la literatura universal y su

lectura se convierte en un

e s c e n a r i o d e m ú l t i p l e s

interpretaciones para las diversas

épocas en que pueda leerse o

contextos sociales, pero, lo que a

mi interés particular surge es

cómo la tragedia es un referente

al origen de las cosas del mundo

y de la condición humana, y

para ello asumiré desde la

perspectiva de la forma en

espiral como la tragedia griega

es el retorno al inicio, es el inicio y

el regreso en sí mismo a las cosas

del mundo humano.

Para apoyar mi tesis, diré que la

figura en espiral conocida como

<<La espiral maravillosa>>,

nombrada así por Jakob

Bernoulli, se refiere a una figura

que había estudiado con

anterioridad Descartes y se

relacionaba con la forma que

tienen algunos elementos de la

naturaleza, como en el

crecimiento en espiral de las

plantas, los caracoles, formación

de huracanes que responde a

esta figura hasta llegar a la

formación en espiral de las

galaxias. Doy una relación

arquitectónica, ideológica y

filosófica de esta configuración

en espiral con la tragedia griega

como género literario.

Para ello quiero referirme a cada

una de las tragedias que forman

parte de dicho supuesto y que

en sí asumen la formación en

espiral en el sentido de que existe

un punto de inicio de la tragedia

y un punto de retorno al inicio:

En el caso de Las Troyanas, hay

un punto de inicio equidistante

con la obra de Homero, la Ilíada

y la Odisea, la trama se

desenvuelve al frente de Troya

destruida, con su rey muerto y la

ciudad en llamas, la repartición

de las bellas troyanas reinas y

princesas, que ahora serían

esclavas. Lo particular de la obra

es la sed de venganza que

albergan en sí estas mujeres al

partir por caminos separados.

Casandra, hija profetisa de

Hécuba, es entregada a

Agamenón, el cual luego asesina

por un presagio divino: <<Yo lo

mataré y devastaré su palacio,

pagándome lo que me debe por

——— 34 ———

haber dado muerte a mi padre y

a mis hermanos>>; la suerte de

Hécuba no es muy distinta y es

entregada a favor del odiado

Ulises a su pensar, y aun así, sufre

Ulises diez años de naufragio lejos

de su patria. Con Andrómaca,

existe un lazo significativo del

poder de la tragedia como un

todo, ya que ella será referente

tanto para anhelar la presencia

de su amado esposo fallecido

Héctor, que en contraste con

Tecmesa en la Tragedia de Áyax,

será la esposa que pierde a su

amado y que en sus brazos

llevará al hijo querido que puede

bien ser arrebatado para su

infortunio por los males que ha

causado su padre o el temor del

retorno del enemigo.

De una manera magistral se

entrelazan, adhieren y unifican

cada una de las tragedias para

formar en sí la gran tragedia

griega, por eso, ahora continuaré

haciendo referencia a cada uno

de los puntos en los cuales los

diferentes autores conversan

entre sí. En Áyax, el infortunio de

un héroe se ve de una manera

simbólica, ya que se hace

referencia a la espada que

Héctor cede a Áyax en medio de

la batalla, en La Ilíada, cuando

los dos héroes intercambian sus

armas; Sófocles dinamiza dicho

acto y le da un poder

vehemente desde las fuerzas de

destino de esta manera:

<<Considerad, por los dioses, la

suerte de estos dos hombres: por

una parte, Héctor que con el

cinturón que éste le había

r e g a l a d o f u e a t a d o

estrechamente a la parte

delantera de un carro y

arrastrado por tierra, hasta que

expiró; por otra parte, Áyax, que

de él había recibido, como don,

esta espada, por ella ha hallado

la muerte, precipitándose sobre

ella>>. En la Ilíada Héctor es

arrastrado por el carruaje del

Pélida Aquiles, y posteriormente

en Áyax, el héroe encuentra su

muerte atravesado por la

espada troyana.

Lo que quiero vislumbrar es cómo

cada una de las tragedias se

complementa entre sí y en el

caso de Las Troyanas y Áyax, se

ve la indudable unión de los

destinos de cada uno de los

personajes para retornar al

principio. Es decir, tanto Troya

como Grecia, encuentran un fin

inequívocamente trágico, Troya

es destruida a manos de los

aqueos, y de dicho suceso se

desenvuelven toda una clase de

historias que están en comunión

entre sí, por eso, Casandra venga

a su patr ia matando a

Agamenón, Menelao se ve

condenado a vivir al lado de la

mujer que llevó a todo su pueblo

a la ruina y a fatigosas tareas, del

mismo modo Hécuba dialoga

con Menelao y le profesa lo que

a su pensar sucedió realmente al

ser raptada Helena por Paris y

p r e s e n t a u n p a n o r a m a

totalmente distinto, mientras

——— 35 ———

asegura venerarle si mata a

dicha <<Lacedemonia>>, en

estas palabras dirigiéndose a

Helena y Menelao: <<Fue mi hijo

de notabilisima hermosura, y tú al

verle, la verdadera Venus. A

todas sus locuras llaman Venus

los mortales, y el nombre de esta

diosa tiene en ellas su raíz, y tú, al

admirarlo con sus lujosas galas y

vestido de oro resplandecientes,

sentiste arder en tu pecho el

fuego de la lujuria>>, y sin olvidar

a Ulises que vivirá diez años de su

vida enfrentado al mar en su

retorno a casa, a pesar del sutil

consejo que oye de manos de su

venerada Atenea en la tragedia

de Áyax: <<nunca contra los

dioses digas palabras de

soberbia ni te envanezcas

nunca…Y aman los dioses a los

prudentes, pero odian a los

malvados>>.

El poder expresivo de la tragedia

como un orden primordial de la

existencia del hombre en el

mundo, atiende a dos hechos, el

primero es la representación de

la Tragedia Griega en una espiral

que tiene un punto de inicio, y

varios puntos de desenlace que

en sí retornan al inicio de la

tragedia. La segunda suposición

es que las tragedias tienen dos

t ipos de formación: Son

equidistantes, en el sentido que

según la Espiral de Arquímedes

las distancias son constantes, y

en segunda instancia también

presentan una progresión

geométrica (Espiral logarítmica)

ya que su distancia se

incrementa exponencialmente.

Como es el caso,

tanto las tragedias se

c o m u n i c a n ,

interrelacionan y encuentran en

puntos de convergencia, y a su

vez distan unas de las otras, aun

sabiendo que provienen de un

mismo inicio, y de todas formas

poder retornar al mismo.

Otro hecho que complementa

dicha suposición del inicio en la

tragedia lo quisiera contemplar

basándome en la tragedia como

un orden primordial, y es en el

texto de La Tragedia y el Mito

Moderno de Juan Felipe

Calderón, en su interpretación

del mito expuesto por Freud

<<Tótem y Tabú>> el cual se

resume en la conciencia de

culpa por el asesinato del padre

por parte de los hijos varones. En

dicho caso, la t ragedia

encuentra algunos puntos de

separación con estos ritos de

sacrificio, pero lo que sí es

evidente, es que es el inicio de la

cultura, tanto el héroe, como el

personaje principal que ha

cometido un acto desastroso,

como el coro se entremezclan,

se unen para acompañar al

héroe en su desventura por el

delito cometido. Las troyanas

tanto como los fieles seguidores

de Áyax sufren junto al héroe sus

penurias, son parte del destino

trágico del héroe y participan a

su lado del fatal final, en

r e c o m p e n s a d e s u

desobediencia.

Para afianzar más este contexto

del orden primordial, la tragedia

——— 36 ———

de Los Siete contra Tebas, me

sirve como base para explicar el

por qué tanto del retorno de la

tragedia en sí misma como la

condena por el pecado

primordial de esta manera: Los

Siete contra Tebas es parte de la

trilogía de tragedias que surgen

de la maldición de Layo y que

tiene un orden cronológico y en

progresión una de las otras; la

maldición de Layo y toda su

estirpe surge cuando este es

expulsado de Tebas y encuentra

asilo en la casa del rey Pélope,

Layo se enamora de Crisipo hijo

del rey y le viola, a lo cual Crisipo

se suicida, por lo que Pélope

lanza una maldición a Layo: <<

tu estirpe se exterminará a sí

misma>>. De allí proviene la

tragedia de Edipo Rey quien

huyendo del destino asesina a su

padre y yace con su madre, a lo

cual se saca los ojos y se exilia,

de esta unión de madre e hijo

nacen Eteócles, Polinices,

Antígona e Ismene; la tragedia

de Los Siete contra Tebas, se

desarrolla con Eteócles como rey

y Polinices como traidor, los dos

hermanos se exterminan el uno al

otro, y la suerte de ambos

después de muertos, es

d e s f a v o r a b l e p a r a e l

considerado traidor que no se le

harán los actos fúnebres,

mientras el otro hermano si será

enterrado, a lo cual culmina en

Antígona, que decide enterrar a

su hermano Polinices y pagar

con su vida por la traición a las

leyes humanas. Este es el fin de

toda la estirpe de Tebas, es el

punto de retorno al inicio, es el

momento culminante de la

m a l d i c i ó n t e ban a y e l

cumplimiento del destino por el

crimen primordial del héroe.

Sin más vacilaciones, el interés

particular de este texto ha sido el

de demostrar cómo la tragedia

se fundamenta, se adhiere y

toma la forma en espiral, ya que

la Gran Tragedia Griega es el

origen de lo humano, con sus

limitaciones, con el pavor del

destino que es inevitable y la

adhesión de todos los males del

mundo humano a partir de la

desobediencia, el pecado o la

ostentación de lo humano sobre

lo divino. El ser humano es parte

de las cosas del mundo y su

n a c i m i e n t o , s u rg i m i e n t o ,

crecim iento y expans ión

exponencial atienden a una

vuelta en sí mismo, a la

reposición del orden natural,

desde un punto de vista tanto

biológico como social, porque

allí es donde el héroe y el coro se

convierten en comunidad, el

hombre se conoce a sí mismo en

función de lo social, lo particular

y en una mirada introspectiva.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

- ÁYAX – Sófocles.

- LAS TROYANAS – Eurípides.

- LOS SIETE CONTRA TEBAS – Esquilo.

- LA TRAGEDIA GRIEGA Y EL MITO

——— 37 ———

E

ntr

e lín

ea

s II

MODERNO – Juan Felipe Calderón.

- CONCEPTO ESPIRAL MARAVILLOSA

Y LA ESPIRAL DE ARQUÍMEDES.

- EXPOSICIONES MAGISTRALES. Diego

Alexander Vélez Quiroz. Docente

Titular.

——— 38 ———

Explorar la obra l iterar ia

denominada La Tejedora de

Coronas del escritor Cartagenero

German Espinosa, signif ica

adent rar se en un v ia je

interminable, la lectura genera

exigencia en términos de

co n cen t rac ión , l en g ua je ,

ast ronomí a , geograf í a e

imaginación para los diferentes

ambientes en los que se

desarrolla, además, la fuerza que

significa en términos psíquicos ir

de la mano de las pasiones de

Genoveva Alcocer y los

personajes que la acompañan,

no es poca. Esta es una obra que

se desarrolla en un ir y venir en el

tiempo, va de lo general a lo

particular y viceversa; los hechos

descritos por ella, por Genoveva,

acercan al lector a la realidad

del ambiente en general y lo

apropian de su particular forma

de observar el mundo, el mundo

que a su vez va definiendo el

carácter de la protagonista, va

definiendo el constante devenir

de su existencia.

La obra se desarrolla en

Cartagena de Indias, en una

ciudad “iletrada y jactanciosa”,

una combinación peligrosa, pues

nada como creer que se sabe,

para cometer los atropellos que

se deseen en la ilusión de la

razón; iletrada a causa de los

La construcción de sí a través de la lectura

Por: Marilyn Mendieta

desmanes de la inquisición y de

las decisiones de la corona, y

jactanciosa, al ser uno de los

puertos del nuevo mundo, al

tener relación directa con las

personas que salían y llegaban

del viejo mundo, al ser un lugar

propicio para el comercio y para

acrecentar las riquezas según los

padres de los personajes

principales, esos mismos, que se

v e n a t r a p a d o s p o r e l

oscurantismo que deja tras de sí

l o s e x c e s o s d e

aquellos “llamados” a instaurar

el orden, atrapados también por

el fanatismo de los creyentes que

no dudaban en denunciar la

“herejía” de sus congéneres, y

por supuesto presos también de

sus decisiones y a la vez de sus

pasiones, no solo las sensuales,

sino también, y sobre todo, de

las pasiones intelectuales que

son las que van a marcar el

trasegar de los personajes.

Es así como en el desarrollo de la

obra se manifiesta el peso que

muchas veces significa llevar

consigo un deseo íntimo, una

pasión profunda, pues si bien

Genoveva se libera de los

prejuicios a los que estaba

sometida la mujer en aquella

época, por medio del amor al

conocimiento y transgrede las

reglas impuestas por la sociedad

——— 39 ———

que la rodea, a partir de la

curiosidad heredada del amor a

Federico que a su vez la libra de

enfrentarse a las “obligaciones”

de una mujer de su status, es esa

misma pasión la que hunde a

Federico en el cadalso, y por la

cual ella termina añorando

siempre su presencia sumida en

la soledad. Es decir, su pasión es

a la vez su mayor cadena y su

llave de salida.

Cabe resaltar que en la obra

también se recorren aspectos

sociales de la época, a partir de

las experiencias narradas por la

joven mujer, en uno de sus

capítulos se puede entrever al

escuchar la reflexión de

Genoveva en su encuentro con

Francia, aspectos tan singulares

como el narrado a continuación

―(…) este otro mundo alucinante,

el de París, donde las diferencias

sociales parecían, a despecho

de la tan ponderada cultura

francesa, muchísimo más agudas

que en nuest ra remota

Cartagena de Indias, donde uno

acababa considerando a los

esclavos como miembros de la

familia o, al menos, tratándolos

mucho más humanamente que

lo que un gentil hombre francés

a un mozo de cordel,(…)‖.

Genoveva intenta explicar a su

amigo que el trato entre

personas en F ranci a es

decepcionante, viniendo de un

país que se hace llamar civilizado

y en el cual se están llevando a

cabo los últimos adelantos en

todas las materias de la ciencia,

debido a la fuerza que ha

tomado la actitud

laica dentro de

algunos círculos de la

sociedad francesa, en

este fragmento, se puede

observar el tipo de relaciones

que se teje en la sociedad de los

hombres ―ilustrados‖, entre

aquellos que pertenecen a lo

que se denomina la civilización, y

muestra, como lo dice Ernesto

Sábato en su obra hombres y

engranajes, el camino que toma

la ilustración, momento histórico

en el cual el humanismo es la

bandera y termina en la

explotación del hombre por el

hombre.

Es preciso aclarar que no se

pretende justificar la esclavitud

que vivió la América, sino,

mostrar que las diferencias entre

uno y otro continente no son tan

marcadas como se suele pensar,

demostrar que la ilustración no

significó un cambio radical en la

concepción de las relaciones

entre los hombres, manifestar

que el pensamiento evoluciona

sin que necesariamente la

realidad se transforme, es una

af i rmación pel ig rosa, s in

embargo se sustenta al observar

e l e n t o r n o q u e n o

necesariamente es el del siglo

XVIII en el que se desarrolla la

novela, pues, tres siglos después,

en los albores de la modernidad

se continúa con esta paradoja

donde el conocimiento no logra

transgredir la realidad, aún hoy

se encuentran Federicos y

Genovevas en ciudades iletradas

y jactanciosas, aún hoy se arrasa

——— 40 ———

con poblaciones enteras en

nombre de la razón que ahora

lleva por apellido desarrollo, aún

hoy existen disputas a causa de

los dogmas que pululan en la

sociedad.

Ahora bien, en el caso de

Genoveva se contó con la

fortuna de su inteligencia, su

belleza y como no su posición

social, que pese a no contar

para mucho en Francia, es con

esta “virtud” que accede al

conocimiento y el que la lleva a

recorrer esas otras latitudes, con

esta incide de manera directa

en el curso de la historia, cuenta

como ya se mencionó con la

gracia y la inteligencia que en

muchos casos falta para hacerse

a amistades que expanden su

horizonte, y es por medio de ellos

que accede a c í rcul os

insospechados y conoce de

primera mano los adelantos que

en un espacio como Cartagena

hubiesen sido imposibles de

alcanzar; ….―Genoveva nunca

se casa ni tiene hijos. Pero pese a

ser infértil, Genoveva fertiliza a las

almas masculinas ()…, los dota

del sentido femenino de la vida,

no importa que en ocasiones se

precipite en orgías y excesos

sexuales. Se le asemeja con

Diótima del banquete de Platón:

suerte de cortesana americana

que practica la filosofía, las artes

y las ciencias como ayudas

genésicas. En ella, ciencia y

filosofía son sonrisas de la belleza

vital y en su cuerpo desnudo, por

parafrasear a Gómez Dávila,

parecen resolverse todos los

problemas de l universo‖.

Genoveva es fecundidad, es

tierra, es calor, es enigma, es

mujer.

A manera de Epílogo:

El autor logra en la descripción

del personaje y en sí en la

obra, transmitir, irradiar, esa

fuerza, ese poder que tiene lo

desconocido, lo esotérico, lo

místico, de tal forma que se cree

en ello, de tal modo que el

mirarse al espejo se convierte

entonces en el encuentro con

ese “inverso universo” ante el

cual se refleja la turbación propia

del enigma que es el cuerpo

desnudo de la mujer. Y por

tanto, lo escrito se hace

entonces metafísico, es decir,

ingresa en el plano de las ideas

conscientes de tal modo que

pasa a intervenir en la esfera de

la interacción humana, e influye,

en las percepciones de los días

poster iores a la lectura,

desapareciendo lo que antes

hubo, lo que ocupó en algún

momento la posición frente a

cierto aspecto, sin importar la

categoría a la que corresponda,

si pertenece a la moral, a la ética

o cualquier de los otros valores

que como sociedad nos

empeñamos en mantener,

destruyendo los muros que antes

formaron la base para decidir

frente a las situaciones que el

d i a r i o v i v i r i m p o n e y

——— 41 ———

estableciendo entonces nuevas

barricadas para la afrenta que la

vida supone, y así, acompañar a

Genoveva en su constante

rehacer.

Tomando como marco de

reflexión el texto El problema de

la paz, hoy del filósofo alemán

Ernst Tugendhat intentaré mostrar

cómo desde el ámbito político el

discurso sirve para justificar tanto

la injusticia social como la guerra.

Hace más de 6 años cuando el

actual presidente de Colombia,

Juan Manuel Santos Calderón,

era el ministro de defensa del

entonces presidente Álvaro Uribe

Vélez, el gobierno de turno

manejaba como premisa: ―un

gobierno de seguridad

democrática‖. Éste eslogan o

frase lo llevó a dirigir los destinos

El discurso como medio de justificación de

la violencia

Por: Camilo Zapata

de los colombianos por dos

períodos consecutivos sin

alcanzar la rendición de las FARC

por vía militar, usando siempre en

su lenguaje el término grupo

narcoterrorista. Posterior a ello,

Juan Manuel Santos Calderón

alejándose de los principios de su

mentor y maestro ganó la

presidencia de la república. Sin

embargo, Santos cambió la

postura guerrerista por un

discurso abierto al diálogo con

las FARC que sedujo la opinión

del pueblo colombiano,

llevándolo a votar por él en dos

ocasiones. Este escenario nos

pone frente a varias

problemáticas que trataré de

hilar de forma lógica y

coherente. El problema radica

en cómo el ―discurso dialógico‖

además de las acciones políticas

logran influir y manipular la

voluntad de las mayorías. No

podemos desconocer que las

condiciones y las circunstancias

que rodean la vida de una

persona o de un pueblo juegan

un papel fundamental en sus

decisiones y determinaciones, es

por ello, que quien ostente el

poder ya sea una persona u

organización siempre tratará de

——— 42 ———

mover las pasiones y

convicciones de las mayorías

para legalizar, por medio de

mecanismos políticos acciones

egoístas. Es necesario aclarar

que en este tipo de discursos y

prácticas políticas no estamos

ante los topoi[1] aristotélicos con

los cuales se defendían las

querellas en los asuntos judiciales

de la polis, sino ante elaborados

programas de demagogia que lo

único que pretenden es

conseguir la adherencia de los

menos informados. Los topoi son

el camino para llegar a la

prudencia política, mientras los

discursos demagógicos tienen

solo pretensión de validez.

Podemos abordar el fenómeno

de la violencia en la historia de la

humanidad siempre como una

lucha por el poder y la posesión

de la verdad expresada en el

lenguaje.

La hipótesis de una única lengua

prefigurada por el mito de la

Torre de Babel o primera

Babilonia (Gn. 11) muestra a

todos los hombres unidos bajo el

mando de Nimrod, terminando la

torre con el propósito de llegar al

cielo. Este hecho supone la

organización de la comunidad

humana bajo las normatividad

de unas mismas reglas

lingüísticas. Es la primera

referencia a una organización

social en torno a un líder y ver

que todos habían llegado a un

acuerdo para realizar una

acción común. Génesis 11:1

proporciona un detalle que para

nosotros es importantísimo: “Tenía

entonces toda la tierra una sola

lengua y unas mismas

palabras” (RV1960, p. 17). La

posibilidad del entendimiento

residía en que todos tenían un

solo idioma y estaba al alcance

de todos el significado

lexicográfico y semántico de las

palabras. Lo anterior nos lleva a

que antes de que existiera

cualquier vínculo contractual,

especialmente como el de

Hobbes, ya toda la humanidad

contaba con un código

lingüístico común, es por eso, que

Hobbes establece una

antropología en la que

fundamenta una teoría del

lenguaje basada en los usos y las

aplicaciones que deben tener las

palabras (cf. 1.a parte, sec. IV,

del lenguaje). Ahora bien, a

primera vista no es fácil

establecer una relación entre

lenguaje y política ya que

cuando ocurre un hecho

producido acaecido bajo el

influjo de la coacción humana,

(entiéndase ésta como producto

del discurso), no nos detenemos

a estudiar la estructura del

lenguaje, sino la mecánica y la

materia ontológica del asunto. Es

por esto, que cuando analizamos

la naturaleza de los hechos

sociales y políticos no llegamos a

identificar que su génesis tuvo

lugar en las proposiciones,

enunciados y calificativos que le

dieron agentes activos

cualesquiera que sean.

——— 43 ———

Desde el establecimiento

constitucional de los Estados

hasta los decretos y enmiendas

que regulan los derechos y

deberes de sus ciudadanos, la

formulación de los derechos y

deberes está mediado por el

significado de los conceptos con

los cuales son elaborados, v. gr.,

el derecho a la vida, a la

igualdad ante la ley y a las

autoridades y al libre desarrollo

de la personalidad, como están

consagrados actualmente en la

Constitución Política de 1991

tienen un significado unívoco.

Pero, en su reconocimiento y

aplicación pierden por completo

su sentido. Ilustraré esto de la

siguiente manera, el abuso

económico y la exclusión social

sufridos por los habitantes del

país han hecho que muchos

gracias a su formación marxista

creen asociaciones y sindicatos

para defender condiciones

laborales dignas y un salario

acorde. Muchos de estos son

acusados de rebelión con el

argumento de promover

actividades terroristas en contra

del Estado. Es, precisamente, en

este punto donde hallamos la

intersección entre lenguaje y

política que legaliza acciones

contra la dignidad de individuos

y pueblos enteros. Colombia

lleva algo más de 60 años

viviendo un conflicto interno con

diferentes actores armados a lo

largo de su historia. Cuando

escuchamos términos como:

“guerrilla”, “grupo beligerante”,

“terroristas”, “narcoterroristas” o

“bacrim” por decir algo, ya

tenemos en nuestra

mente un cuadro de

las acciones que han

perpetrado en el

campo político y social de la

historia. La guerra en este país

comenzó por razones ideológicas

que luego degeneraron en

patologías de sadismo y

delincuencia.

Se formaron grupos guerrilleros

liberales. Los conservadores, a su

vez, integraron sus propias

bandas, que complementaban

la poco o nada imparcial acción

del ejército y la policía. Ciudades

enteras, regiones enormes,

fueron devastadas.

El empuje de la indignación

del pueblo gaitanista era

enorme. Pero, mientras los

guerrilleros se hacían matar

por el Partido Liberal, sus

dirigentes, terriblemente

asustados, se preguntaban

en Bogotá “el poder, ¿para

qué?”, o lanzaban desde el

extranjero consignas vacías

de contenido: “Fe y

dignidad”.

Acosados con increíble

sadismo por el gobierno y

el Partido Conservador y

traicionados por la

dirigencia, liberal, después

de años de duro combate,

los guerrilleros perdieron la

brújula y se convirtieron en

bandoleros. (Gutiérrez,

1988, p. 168).

La violencia en Colombia surgió

básicamente por el deseo de

——— 44 ———

perpetuar un pensamiento

político por la fuerza. Freud en ¿El

porqué de la guerra? expone

que los conflictos de intereses

entre los hombres son

solucionados mediante el recurso

de la fuerza. El camino

considerado por Freud para

resolver el conflicto se da

mediante la relación entre

derecho y poder. Sin embargo,

esta relación se comprende

mejor si reemplazamos ―poder‖

por ―fuerza‖. Freud describe

mejor el paso de la fuerza al

derecho en el siguiente texto:

―Por consiguiente, esta es la

situación original: domina el

mayor poderío, la fuerza bruta o

intelectualmente fundamentada.

Sabemos que este régimen se

modificó gradualmente en el

curso de la evolución que algún

camino condujo de la fuerza al

derecho; pero, ¿cuál fue este

camino? Yo creo que sólo pudo

ser uno: el que pasa por el

reconocimiento de que la fuerza

mayor de un individuo puede ser

compensada por la asociación

de varios‖ (Freud, S. 1981, p.

3209). La respuesta a la opresión

en un estado de cosas adverso

es la consolidación de la unión

entre los más débiles como

compensación a cualquier

ventaja estratégica. La violencia

es vencida por la unión: el

poderío de los unidos representa

ahora el derecho, en oposición a

la fuerza de un individuo aislado.

Esto lo podemos ver en los

ámbitos individual, nacional e

internacional.

Movámonos hacia otras latitudes

y dimensiones del problema. La

guerra de Vietnam, la invasión

de la Unión Soviética a

Afganistán y la guerra del Golfo

presentan de manera fehaciente

la subversión del discurso como

un medio para justificar una

acción ilegal. Noam Chomsky

dice que la invasión Soviética de

Afganistán era llamada en los

años 80 “la defensa Soviética de

Afganistán” (Chomsky, 1994, p.

297). Esta designación del hecho

puede explicarse por el apoyo

que Occidente y de manera

explícita Estados Unidos brindaba

militar y económicamente a los

afganos para que pudieran

resistir la incursión rusa en el país.

Pero, quién puede describir

realmente el impacto que tuvo la

incursión soviética en Afganistán

es su mismo pueblo, en oposición

a lo dicho por el gobierno ruso.

En este mismo orden de ideas la

incursión de fuerzas iraquíes en

Kuwait se convirtió en el mejor

pretexto para que los aliados

occidentales bajo el liderazgo de

los Estados Unidos iniciaran la

guerra del Golfo. El problema

estriba en primer lugar en quién

tiene el poder y cuáles son sus

intereses. Ya que no hay un

organismo o tribunal que tenga

la fuerza suficiente para disuadir

sus acciones. Un segundo

elemento y es tal vez es el más

importante es la legalización de

acciones militares so pretexto de

——— 45 ———

defender injusticias internas

padecidas por comunidades o

naciones bajo un régimen

dictatorial o totalitario.

No importa el escenario, el

panorama es el mismo hablando

en términos nacionales o

internacionales. Por un lado,

vemos a el que carece de los

medios para que le sean

satisfechas sus necesidades y

tampoco cuenta con la

representación política para ser

escuchada. Por otro lado, está el

aparato estatal nacional /

internacional que por el solo

hecho de estar adscrito a alguna

instancia jurídica criminaliza las

demandas de los que están bajo

su legislación.

Después del desmembramiento

de la Unión Soviética, Estados

Unidos obtuvo tal poder que no

ha habido nación u organización

internacional que haya podido

siquiera disminuir sus intenciones

bélicas y económicas sobre otras

naciones. Tugendhat hace dos

denuncias que si se llevaran a

cabo podrían modificar el curso

de la historia con relación a los

conflictos con Estados Unidos. El

primero, es que estos podrían

modificar la ONU para que

tuviera una estructura más

democrática, cosa que por

supuesto no va a hacer de

acuerdo con sus intereses. Lo

otro, que Europa no ha hecho

frente a este poder como una

unidad política que puede frenar

sus pretensiones casi ilimitadas.

Bertrand Russell dice que las

relaciones internacionales son el

medio para alcanzar

la paz de la siguiente

manera: “Se puede

decir que hay dos

fines principales a los que las

relaciones internacionales tienen

que servir: primero, evitar las

guerras, y segundo, impedir que

las naciones fuertes tiranicen a

las débiles‖ (Russell, B. 1961, p.

155). Contrario a lo que suponía

Kant en La paz perpetua estos

dos fines no pueden ser logrados

obligatoriamente por el mismo

medio, puesto que uno de los

medios más fáciles para asegurar

la paz del mundo sería una

combinación de los Estados más

poderosos, sin embargo, esto

traería a su vez la explotación y

opresión de los más fuertes sobre

los demás. Russell al igual que

Tugendhat está convencido que

el desarme es el mecanismo que

prevendría la guerra, pero dice

que el odio y la desconfianza

entre la naciones son los

elementos por los que muy

posiblemente el desarme no

ocurra.

Después de la caída de la URSS

el mundo quedó expuesto a los

chantajes de los Estados Unidos

en pro de la consecución de sus

intereses. El miedo de la gran

mayoría de los países del Tercer

Mundo a perder prebendas

económicas hace que accedan

a legalizar en sus territorios

contratos de explotación de

recursos que luego los dejan en

una crisis más profunda de la que

se encontraban. Cuando un país

es contrario a la ideología y

——— 46 ———

costumbres de Occidente, y se

opone abiertamente a la política

imperialista norteamericana,

como ha ocurrido recientemente

con Irak y Afganistán es atacado

sin ninguna valoración moral de

este hecho y poco o nada se

miden las consecuencias de tal

acto. Ante la dicotomía entre

tiranía y guerra Karl Popper en

Utopía y Violencia propone una

tercera vía. Ésta es reducir la

violencia llevándola bajo el

dominio de la razón por medio

de la argumentación. Nuestra

actitud crítica como la de

Popper debe llevarnos a tomar el

camino de lo razonable para

tratar no de intimidar al otro con

la fuerza del argumento, sino con

un verdadero compromiso de

rectificación de la verdad. Lo

que implica la humildad

intelectual del racionalista para

aceptar sus errores.

Al quedar agotada la opción del

desarme nos queda la opción de

una deliberación concienzuda

que da la posibilidad de

rectificación y corrección. Es lo

que Rawls llama “equilibrio

reflexivo”. A través de estos las

personas pueden ir cambiando

constantemente puntos de vista

que ya no sean acordes con sus

concepciones hasta llegar a un

criterio más acorde con su

realidad. Todo esto significa que

la paz no tiene una única vía

para su consecución, por lo que

es necesario agotar todos los

recursos para obtenerla. Pero,

también somos conscientes que

ésta está más allá de nuestros

deseos.

Referencias bibliográficas

La Santa Biblia Anotada de

Scofield (1998). Ed. C. I. Scofield,

D. D. Wisconsin, USA.

Publicaciones Españolas

Chomsky, Noam (1994). El

conocimiento del lenguaje.

Barcelona. Ediciones Altaya, S.A.

Freud, S. (1981). Obras

completas. Madrid. Biblioteca

Nueva

Hobbes, T. (1992). Leviatán.

Buenos Aires: FCE.

Gutiérrez S. Francisco (1988).

Expediente Negro, vol I. Bogotá:

Editorial Forja

Russell, B. (1961). Los caminos de

la libertad. Barcelona: Ediciones

Orbis, S.A.

——— 47 ———

Entre líneas III

——— 48 ———

Este trabajo se presenta como un

pequeño juego, intenta hacer

del amor no sólo un ejercicio

práctico que conlleva en sí

mismo una pedagogía sino que

también intenta nombrarlo de

manera distinta, señalando su

racional idad y condic ión

ambigüa. Indicando algo de su

naturaleza, dinamismo y por

extens ión , también sus

enunciados. La literatura y la

filosofía antigua en este punto

nos ayudarán a hacer el

recorrido.

P a l a b r a s c l a v e : A m o r ,

p r o l o n g a c i ó n , a u s e n c i a ,

pedagogía, tensión, límite,

El Amor, un sentimiento razonable y

fronterizo. Cuando la Sacerdotisa Habla

Por: Germán Valencia

misterio, Diótima, Sacerdotisa,

razonabilidad, frontera.

No se puede más que temblar al

intentar pronunciar ciertas

pal abras , e stas parecen

deslizarse en la boca, hacia

afuera y perderse para siempre,

volver a decirlas es un intento de

resurrección, como cada cosa a

la que nos abocamos, con b,

como las bocas que buscamos

cuando preguntamos sobre

algún misterio del universo, del

cuerpo. Aquí me tenderé como

una flor y lanzaré mi rostro hacia

el sol que ya se ha escondido,

con una pregunta en la boca:

¿Amor, existe tal cosa? , ¿No es

más bien una plantita sembrada

en una humana vasija de barro,

con tierra venida de otra parte,

con tierra invisible?

Me tiendo, pues, hablaré de algo

de lo que no sé mucho, pero me

lo permito, porque precisamente

todavía descansa como una

incógnita, como un pequeño

dios alado, ignoto, surgido de un

vientre imaginario. Debo hablar,

en contra de lo que decía

Wittgestein, de lo que no se debe

hablar, de lo que no está, de lo

que es porque no está, del

Amor, del amor sin oxcitocinas,

s in oleadas químicas de

e m o c i ó n , s i n s ú b i t a s

t ran sf o rm ac io ne s de l a s

——— 49 ———

conexiones de miles de millones

de circuitos neuronales que

liberan transmisores que cantan

la Balada de la Loca Alegría, la

Noradrenalina o Serotinina,

cancioncitas de borracho que

hacen del cuerpo una fiesta y

luego una guerra. Ya que

comencé mencionando cosas

que dije no iba a referir, creo que

estoy listo, para iniciar una

pequeña historia de amor con

ustedes que están enfrente,

algunos distraídos, como ciertos

amantes, otros atentos como los

amantes más sufridos y otros

sordos como los amantes de

verdad.

Lo que propongo aquí no es

resolver el concepto que

tenemos de amor, solo rodearlo,

corte jarlo, amarlo (f ile in),

pensarlo, cuestionarlo. Hay en mi

lectura de amor, sin el artículo,

una episteme, una teoría del

conocimiento, quizá por esto

solemos decir que sin amor

ninguna obra humana es sólida,

¿este sólo enunciado no se nos

presenta como algo metafísico?

Estas elucubraciones es mejor

dejarlas pasar de largo,

propongo aquí el amor como

lectura, atención y mirada. Amor,

entonces, se muestra como

impulso, no como meta, sino

como medida. ¿Qué mide

amor? La distancia. ¿Cómo se

mide tal cosa? Lo primero es

estar solos, que el sujeto amado,

digo sujeto, puesto que todo lo

que se ama viene a ser persona,

un libro vive y vibra ante los ojos

de quién lo lee, lo mira y lo

busca, una joya o una

hojita que pasó

suavemente de una

mano a otra, ya no

son objetos, amar, es inquirir, del

verbo latino in-quarere, buscar,

p r e g u n t a r ; a s a l t a r c o n

cuestionamientos a los otros, al

otro. Para preguntar, hace falta

ser consciente de que no se

Sabe, para buscar, basta con no

tener, carecer, ser otro. Mi

querido poeta, ese al que

i nqui e ro cas i to das la s

noches, alumbra lo siguiente en

su poema Der Abschied :

¡Sí! Yo lo sabía. Desde que el

arraigado temor, /

el informe temor, separa a dioses

y hombres,

debe expiar con sangre y

sucumbir

el corazón de los amantes.

¡Déjame que enmudezca! No

dejes nunca más/

que vea lo mortífero; que pueda

retirarme/

en soledad y en paz/

y que esta despedida aún nos

pertenezca.

Hölderlín aquí se despide de

Sussette Gontard, la mujer que

ama con todas sus fuerzas y que

el mismo ha llamado en su

novela Hyperion y en sus poemas

con el nombre de Diótima, igual

que la sacerdotisa del Banquete

o el Simposio de Platón, la misma

——— 50 ———

que le responde a Sócrates qué

es el amor. Dice el maestro de

Suabia: ¡Laβ mich Schweigen!

O laβ nimmer von nun an mich

Dises Tödliche sehn... (Déjame

que enmudezca, no dejes que

vea jamás la muerte). Esto es:

vete, déjame en silencio y que

vivas para siempre, si estuvieras,

dejaría de buscarte, si aplacaras

mi sed dejaría de beberte. Amor

acá se presenta como distancia,

porque lo que vemos se nos

hace demasiado familiar y de

tan cerca, deja de pertenecer,

en cambio lo que se mantiene

en las alturas, o al horizonte, suele

prolongarse, hacerse vocación,

el enamorado del amor, crea,

imagina, sueña y se prolonga, así

dice un antiguo epigrama,

escrito por una poetisa griega,

que no es Safo, pero con una

dulzura semajante. Corina de

Tanagra, de la vieja región de

Beocia (V. a de. C) : Iolao,

déjanos adorar en el santuario tú

y yo ambos-nosotros dos (para

hacer nuestros largamente

vinculantes votos).

Llegados aquí, no sin tropezones,

pero todavía claros, necesario es

referirnos a Platón, tantas veces

nombrado al referirnos al amor,

de aquí se desprende un

concepto que es poco

conocido, pero que aún así,

e s t a m o s s e ñ a l a n d o

continuamente, sin misericordia,

el amor platónico. ¿Sabemos

exactamente de qué se trata? Es

probable que sí, pero poco

probable es poder explicarlo,

Como el santo Agustín dijo del

tiempo; diríamos, se lo que es

pero si me preguntas no sabré

decirlo. No me detendré mucho

e n e s t e c a s o e n e l

conocido Mito del Andrógino,

ese ser circular, que era hombre

y mujer, pero que demasiado

acabado, quiere combatir con

los dioses, escalando el

impenet rable c ie lo . Zeus

preferiría cortarlo, escindirlo,

limitar; para que surgieran esos

dos sexos que se mezclan, se

buscan y repelen. “El que siente

deseo, desea lo que no tiene a

su disposición y no está presente,

lo que no posee, lo que él no es y

aquello de que carece, desea

aquello de que está falto, y no

desea si está provisto de ello”.

Aquí volvemos a la idea de la

ausencia, que en stricto sensu, no

es más que una idea. Pero

sigamos con platón.

En el Banquete o Simposio la

filosofía aparece como una

especie de locura divina, que

torna divino al hombre y lo

conduce al conocimiento de la

belleza trascendente. El amor

( Eros) es filsofo y la filosofía

consiste en un intermedio entre la

posesión de la ciencia perfecta,

como la tienen los dioses, y la

ignorancia perfecta, que no

experimenta necesidad alguna

de investigar. Esto realmente es

narrado a Sócrates en un Mito

que relata la historia del

nacimiento de Afrodita y la

——— 51 ———

concepción de amor. Este

diálogo abunda en largos

pasajes sobre la naturaleza de

Amor, para unos es lo mejor y

más sublime, para otros es una

locura, una enfermedad (Pathos)

que habiendo infectado a su

víctima, no le suelta hasta

devorarlo. Es realmente una

mujer, una Sacerdotisa llamada

Diótima quién por única vez en

todos los diálogos platónicos

tiene la función de partera y

alumbradora de ideas, no en

este caso Sócrates, quien

escucha atento a su maestra:

"—Es, mi querido Agaton,

imposible resistir a la verdad;

resistir a Sócrates es bien sencillo.

Pero te dejo en paz, porque

quiero referirte la conversación

que cierto día tuve con una

mujer de Mantinea, llamada

Di ot i ma. E ra mujer muy

entendida en punto a amor, y lo

mismo en muchas otras cosas.

Ella fue la que prescribió a los

atenienses los sacr i f icios,

mediante los que se libraron

durante diez años de una peste

que los estaba amenazando.

Todo lo que sé sobre el amor, se

lo debo a ella.

Confesé a Diotima, que decía

verdad.

—Sin embargo, repliqué yo, todo

el mundo está acorde en decir

que el Amor es un gran dios.

—¿Qué entiendes tú, Sócrates,

por todo el mundo? ¿Son los

sabios o los ignorantes?—

Entiendo todo el mundo sin

excepción.

— ¿ C ó m o , r e p l i c ó e l l a

sonriéndose, podría pasar por un

gran dios para todos

aquellos que ni aun

p o r d i o s l e

r e c o n o c e n ? —

¿Cuáles, la dije, pueden ser esos?

—Tú y yo, respondió ella.—

¿Cómo puedes probármelo?

—No es difícil. Respóndeme. ¿No

dices que todos los dioses son

bellos y dichosos? ¿O te

atreverías a sostener que hay

uno que no sea ni dichoso ni

bello?

—¡No, por Júpiter!—¿No llamas

dichosos a aquellos que poseen

cosas bellas y buenas?—

Seguramente .—Pero estás

conforme en que el Amor desea

las cosas bellas y buenas, y que

el deseo es una señal de

privación.—En efecto, estoy

conforme en eso.—¿Cómo

entonces, repuso Diotima, es

posible que el Amor sea un dios,

estando privado de lo que es

bello y bueno?

—Eso, a lo que parece, no puede

ser en manera alguna.—¿No ves,

por consiguiente, que también tú

piensas que el Amor no es un

dios?—¡Pero qué!, la respondí,

¿es que el Amor es mortal?—De

ninguna, manera.

—Pero, en fin, Diotima, dime qué

es.

—Es, como dije antes, una cosa

intermedia entre lo mortal y lo

inmortal.

—¿Pero qué es por último?

—Un gran demonio, Sócrates;

porque todo demonio ocupa un

lugar intermedio entre los dioses y

los hombres.

—¿Cuál es, la dije, la función

propia de un demonio?

——— 52 ———

—La de ser intérprete y

medianero entre los dioses y los

hombres; llevar al cielo las

súplicas y los sacrificios de estos

últimos, y comunicar a los

hombres las órdenes de los dioses

y la remuneración de los

sacrificios que les han ofrecido.

Los demonios llenan el intervalo

que separa el cielo de la tierra;

son el lazo que une al gran todo.

De ellos procede toda la esencia

adivinatoria y el arte de los

sacerdotes con relación a los

sacrificios, a los misterios, a los

encantamientos, a las profecías y

a la magia. La naturaleza divina

como no entra nunca en

comunicación directa con el

hombre, se vale de los demonios

para relacionarse y conversar

con los hombres, ya durante la

vigilia, ya durante el sueño. El

que es sabio en todas estas

cosas es demoníaco; y el que es

hábil en todo lo demás, en las

artes y oficios, es un simple

operario. Los demonios son

muchos y de muchas clases, y el

Amor es uno de ellos.

Entonces Diotima refirió lo

siguiente:

Cuando el nacimiento de Venus,

hubo entre los dioses un gran

festín, en el que se encontraba,

entre otros, Poros[1] hijo de Metis

Después de la comida, Penia[2]

se puso a la puerta, para

mendigar algunos desperdicios.

En este momento, Poros,

embriagado con el néctar

(porque aún no se hacia uso del

vino), salió de la sala, y entró en

el jardín de Júpiter, donde el

sueño no tardó en cerrar sus

cargados ojos. entonces, Penia,

estrechada por su estado de

penuria, se propuso tener un hijo

de Poros. fue a acostarse con él,

y se hizo madre del Amor. Por

esta razón el Amor se hizo el

compañero y servidor de Venus,

porque fue concebido el mismo

día en que ella nació; además

de que e l A m o r am a

naturalmente la belleza y Venus

es bella. Y ahora, como hijo de

Poros y de Penia, he aquí cuál

fue su herencia. Por una parte es

siempre pobre, y lejos de ser bello

y delicado, como se cree

gene ral men te , e s f laco,

desaseado, sin calzado, sin

domicilio, sin más lecho que la

tierra, sin tener con qué cubrirse,

durmiendo a la luna, junto a las

puertas o en las calles; en fin, lo

mismo que su madre, está

siempre peleando con la miseria.

Pero, por otra parte, según el

natural de su padre, siempre está

a la pista de lo que es bello y

bueno, es varonil, atrevido,

perseverante, cazador hábil;

ansioso de saber, siempre

maquinando algún artificio,

aprendiendo con facilidad,

f i l o s o f a n d o s i n c e s a r ;

encantador, mágico, sofista. Por

naturaleza no es ni mortal ni

inmortal, pero en un mismo día

aparece floreciente y lleno de

[1] Dios de la riqueza y el recurso,

también llamado expedito.

[2] Diosa de la pobreza.

——— 53 ———

vida, mientras está, en la

abundancia, y después se

extingue para volver a revivir, a

causa de la naturaleza paterna.

Todo lo que adquiere lo disipa sin

cesar, de suerte que nunca es

rico ni pobre. Ocupa un término

medio entre la sabiduría y la

ignorancia, porque ningún dios

filosofa, ni desea hacerse sabio,

puesto que la sabiduría es aneja

a la naturaleza divina, y en

general el que es sabio no

filosofa. Lo mismo sucede con los

ignorantes; ninguno de ellos

filosofa, ni desea hacerse sabio,

porque la ignorancia produce

precisamente el pésimo efecto

de persuadir a los que no son

bellos, ni buenos, ni sabios, de

que poseen estas [340 ]

cualidades; porque ninguno

desea las cosas de que se cree

provisto.

—Pero, Diotima, ¿quiénes son los

que filosofan, si no son ni los

sabios, ni los ignorantes?

—Hasta los niños saben, dijo ella,

que son los que ocupan un

término medio entre los

ignorantes y los sabios, y el Amor

es de este número. La sabiduría

es una de las cosas más bellas

del mundo, y como el Amor ama

lo que es bello, es preciso

concluir que el Amor es amante

de la sabiduría, es decir, filósofo;

y como tal se halla en un medio

entre el sabio y el ignorante. A su

nacimiento lo debe, porque es

hijo de un padre sabio y rico, y

de una madre que no es ni rica ni

sabia. Tal es, mi querido Sócrates,

la naturaleza de este demonio.

En cuanto a la idea que tú te

formabas, no es

extraño que te haya

ocurr ido, porque

creías, por lo que

pude conjeturar en vista de tus

palabras, que el Amor es lo que

es amado y no lo que ama. he

aquí, a mi parecer, por qué el

Amor te parecía muy bello,

porque lo amable es la belleza

real, la gracia, la perfección y el

soberano bien. Pero lo que ama

es de otra naturaleza distinta

como acabo de explicar"

D e b o d i s c u l p a r m e ,

por Semejante cita, no por su

co n te n ido , s in o po r su

prolongación, aquí aparece de

nuevo esta palabra, pro-longare

del latin, iniciar y alargar algo,

como en el epigrama de Corina,

como nuestras re laciones

sentimentales, un pro, de

p r i me ro, i n i c i o y l ueg o

alargamiento y búsqueda de

algo que no está muy claro, pero

que aparece en el horizonte y

que no quiere extinguirse, pues es

eterna búsqueda, en este caso

es fronterizo, no está ni aquí, ni

allá, ni en el amante, ni en el

amado, sino en el medio, difuso y

en tensión, es decir, tendido,

inclinado, nosotros somos seres

de tendencias, inclinaciones y

búsquedas, pocas veces de

metas. Virgilio canta en su

Bucólicas o del Campo: Omnia

vincit amor et nos cedamus

amori. En este sentido no

deberíamos entender o tender

hacia el amor, más que como

esfuerzo de llegar hacia lo

otro, la pura alteridad, ya

——— 54 ———

Hölderlín hace decir a su

Empédocles: "Sólo cuando aman

son buenos los mortales" quizá

también son malos, agregaría en

esta ocasión, pero en esta vía,

puede verse a Amor, como algo

razonable, más emparentado

con la fuerza demoníaca de la

labor y la eficacia, del

descubrimiento, de la lectura, de

la observación. Otra vez el

maestro Suabo en voz de

Hiperión, dice: " El amor es un sol

que todo lo transfigura, que todo

lo ilumina"; entonces quizá no sea

tan ciego el enamorado, sino

que como señala Gómez Dávila,

" el enamorado no es ciego, sino

que ve lo que otros no quieren

ver". ¡Claro! porque en todo hay

algo, todo es susceptible de ser

leído, visto y con más ímpetu,

mirado. Dios está pues ante los

ojos del enamorado, Gott Von

Augen.

Razonable es amor, pero

también es un Ars Amatoria, se

pueden ver sus manifestaciones

y efectos, sin neurociencia, pues,

se puede conocer el amor, no el

cómo. Vivirlo es otra cosa, pero

parece que todos conocemos

de algún modo sus efectos, eros,

es una fuerza que empuja, pero

suele ser consciente, los daños a

los que el otro nos somete o el

que nosotros infringimos, siempre

es conocido. Su complejidad se

i n s t a u r a e n s u d o b l e

naturaleza, la literatura nos ha

hablado de él desde sus

comienzos, en occidente, Helena

es raptada por Paris, el primer

arrebata que detona la Iliada, la

Odisea nos habla de un viaje de

regreso hacia un topos, un lugar

in core, en el corazón. Los

trovadores, que cantan ya a un

amor idealizado, a un amor lejos

del Homo Neandertalnsis o de

algún mono enamorado, es

curioso como la descripción de

unos hechos imaginarios nos

pueden conducir hasta tan lejos,

como en ese divertidísimo libro

de Fernando Iwasaki, El Libro del

Mal amor:

La gente cree que el amor nació

cuando la primera pareja de

homo-sapiens decidió vivir en la

misma cueva. Puede ser. Sin

embargo, a mí me parece que el

amor nació la primera vez que

una homo-sapiens le dijo que no

a otro homo-sapiens. Acaso así

aparecieron los regalos, las

serenatas, los piropos y hasta las

pinturas rupestres. Quizá el primer

poema. El homo-sapiens no lo

sapiens, pero está enamorado y

no sapiens qué hacer. Medio

millón de años más tarde la

incertidumbre es la misma. Sin

embargo, uno cree en la

evolución intuye que algo hemos

avanzado, porque ahora somos

capaces de reírnos de nuestras

propias calabazas y papelones.

Medio millón de años más tarde,

continuamos, luego más años, y

e n t o n ce s , E m pé do c l e s

habla de cómo todo nace de

cuatro elementos, fuego, tierra,

aire y agua, de cómo había un

——— 55 ———

gran Dios feliz (Espheros)

redondo, igual que nuestro

querido andrógino, pero que el

amor que mantenía a este

separado, fue perdiendo

su fuerza y luego Odio comenzó

a separar todas las cosas y de allí

surgió el universo y el mundo

conocido , l uego ya en

tiempos del esplendor de la

Roma imperial, Catulo escribe sus

elegías a Delia, luego el amor

cortés florecido en Aquitania, en

la misma maceta que el imperio

carolingio, que los trovadores,

que los Minnesanger, que el

renacimiento amoroso de Ficino

y Bruno, que Shakespeare con su

R o m e o e n f e b r e c i d o ,

envenenado, enamorado.

Cyrano ya en el siglo XVIII

enamorado de su prima Roxana

apuntando a la luna con su

prolongada nariz que tal vez

haya arrancado un pedazo.

Luego el erguido Marqués y así

la cuenta pasando por el

romanticismo hasta la literatura

contemporánea.

¿Y hoy qué? Ya nos dice

Zigmund Bauman que el amor se

nos hizo líquido, ¿pero acaso no

ha sido líquido siempre?, Porque

resulta que siempre está en

m o v i m i e n t o , s e a e n t r e

conexiones neuronales, entre

apretones y jadeos o por lo

menos jugueteando en la

incómoda Friend Zone, que no

por zona, no significa que no

tenga espacio para el tira y

afloje, para la tensión y el

movimiento. El biólogo Robert

Sapolski, comenta en este

sentido en su libro El

Mono Enamorado y

otros Ensayos que:

"La enorme complejidad y

esfuerzo que conlleva al cerebro

percibir la tensión que causa la

n e c e s i d a d e n t e r a m e n t e

biológica del cerebro, puede

hacer que muchas neuronas y

ciertas áreas del neocortex se

resientan, cómo también el éxito

en la empresa amorosa, puede

mejorar las cargas neuronales y

hacer que los procesos de

sinapsis y concentración sean

mayores, esto quiere decir, que

sea como sea, el poder

enamorarse, sigue siendo una

ventaja evolutiva".

Aquí todavía podemos entonces,

hablar de prolongación y de

pedagogía, pues al parecer, no

puede existir en ningún caso,

conocimiento si antes no se está

enamorado, que amor también

tiene que ver con razón, no

como las novelitas rosa nos han

metido por los ojos, para luego

hacernos llorar como fuente

sagrada. Es razonable y

fronterizo, pues depende de uno

y de otros, la frontera puede ser

la piel o los labios, las manos, los

ojos, la palabra entre la boca y el

oído del otro. De amor, sabe

también hablar muy bien la

mujer, así como Diótima, así

como la naturaleza que parece

afincarse mejor en ella que

nosotros los ansiosos hombres,

siempre tan molestos, tan

persistentes, tan ciegos. La mujer

más parecida a la Naturaleza,

——— 56 ———

con mayúscula, pues ella misma

es engendradora y no sólo de

ideas, parece estar más cerca

de la fuente de ese primer

impulso, de ese primer trabajo. El

impulso hacia lo otro, lo que

Platón llama Anamnesis, es decir,

reconocimiento, es el primer

fuego que brilla en los hombres,

formación en ciernes, desarrollo y

conocimiento.

El hombre, solo ante sí y la

naturaleza, reconoce, se da

cuenta que hay otro, otros, esto

aunque al frente, permanece

como ausente. El hombre

perdido en la espesura del

bosque está enamorado, las

ramas de los árboles se extienden

hacia arriba, el ruido de las

ramas y de los animales que las

habitan se hace tan agudo que

alcanza el umbral del silencio. El

bosque crece, se hace universo y

este hombre solo ante él, se

hace más pequeño, una

partícula o quizá una hoja

batiéndose. El terror sentido ante

lo inabarcable que habita, lo

separa de la fronda verde que

observa. Gott Vor Augen. Pero la

calidez y potencia de lo que

observa también conduce a la

armonía, entonces piensa, el que

es todo pensamiento. “Soy una

p a r t í c u l a e n t re m u ch a s

partículas, quizá una hoja entre

muchas hojas. Soy uno y sin

embargo descanso, me apoyo

en el todo, soy como una rama,

una simple rama, pero también

soy árbol, una rama del árbol, un

árbol entero.” Allí el caminante

del bosque, delirante, fuera de sí

y en sí con la cabeza

descubierta atrapa un rayo y ve,

“se ve viéndose y se mira

mirándose”.

Bibliografía

HÖLDERLIN FREDRICH. (2006)

Hiperión o el eremita en Grecia,

Ediciones Hiperión. La Muerte de

Empédocles, Ediciones Hiperión,

Madrid.

IWASAKI FERNANDO. (2007) El

Libro del Mal Amor. Ediciones

Alfaguara, Madrid.

PLATÓN. El Banquete, Ediciones

Gredos, Madrid. 2014.

SAPOLSKY M. ROBERT. (2007) El

Mono Enamorado y otros

ensayos sobre nuestra vida

animal. Ediciones Paidos Ibérica.

Madrid.

VERNANT, J.P. (1982) Mito y

sociedad en la Grecia antigua.

Siglo XXI, Madrid.

——— 57 ———

En

tr

e lín

ea

s V

——— 58 ———

“La fotografía repite

mecánicamente lo que nunca

más podrá repetirse

existencialmente”

Roland Barthes (1994)

¿Cuántos recuerdos que quería

preservar se han perdido en el

rincón más inhóspito de su

memoria?, ¿cuántos de esos

r e c u e r d o s h a l o g r a d o

conservar?, ¿acaso no ha

acudido a la fotografía para

revivir momentos?

Sin duda alguna, le hemos hecho

trampa a esa memoria que

conserva evocaciones (en este

caso en particular no hablo de la

q u e r e t i e n e

discernimientos académicos o

similares, la cual también es

ayudada con la captura de

imágenes de tableros o

diapositivas), quizá porque esta

resulta ser una sociedad en la

que la información incrementa

continuamente y la creación de

tecnologías avanzadas es

permanente, lo que ha suscitado

que los consumidores pierdan

capacidad de retención por el

Eternización de la memoria a través de

la practicidad de la fotografía

Por: Milena Henao mismo apoyo que generan estas

herramientas, las cuales en su

mayoría tienen dispositivos

fotográficos, lo que les permite a

los individuos registrar los sucesos

especiales de la cotidianidad. Y,

aunque la imagen congelada de

l a fotograf ía no queda

almacenada precisamente en

las recuerdos, su existencia

conlleva a una memoria a largo

plazo y más allá, a una memoria

para quienes no estuvieron en el

lugar de los hechos.

Es relevante recordar que la

fotografía es un fenómeno

iniciado como arte, el cual pasa

a la esfera de lo profesional y,

actualmente, llega a ser una

exploración empírica, utilizada

por muchos con diversos

dispositivos para retener su día a

día, evidencia de ello es la moda

de la autofoto (selfi o selfie)[1], la

c u a l , a d e m á s d e l a

rememoración, tiene un fin

narcisista.

No obstante, la fotografía tal y

[1] Recordemos que anteriormente a esto

se le llamaba autorretrato, pero con las

redes sociales y la necesidad esnobista

de apalabrar nuestro mundo en inglés,

ahora hablamos de selfi (en español) o

selfie (el anglicismo).

——— 59 ———

como la conocemos pasó por un

proceso de siglos. Ya Aristóteles

había hablado sobre el

fenómeno óptico, el sabio árabe

Al-Hazen lo estudió en el siglo X y

el descubrimiento de la cámara

oscura puede remontarse al siglo

XVI (o al menos en lo que queda

registrado históricamente) con la

primera publicación sobre esta

realizada por un discípulo de

Leonardo da Vinci. Tal vez esta

búsqueda de concretar la

realidad en una imagen puede

estar relacionada con la

necesidad estética y, por qué no,

egocéntrica, del ser humano de

eternizar su imagen: dejar una

huella visible para la posteridad,

o ¿será acaso una coincidencia

la herencia de retratos de la

farándula medieval?

"P ue s m an dar se

'hacer el retrato' era uno

de esos actos simbólicos

mediante los cuales los

individuos de la clase

so c ia l a sce n d ie n t e

manifestaban su ascenso,

tanto de cara a sí mismos

como ante los demás, y

se situaba entre aquellos

que gozaban de la

c o n s i d e r a c i ó n

social" (Freund, G. 1993).

Evidentemente, en sus inicios la

posibilidad de eternizar la

imagen era privilegio de las

clases hegemónicas. Y, aunque

parezca increíble, quienes

tenemos la oportunidad de

poseer en nuestros haberes una

cámara fotográf ica para

perdurar nuestros

acontecimientos y

seres especiales,

debemos reconocer

que esto se dio gradualmente a

partir de un periodo histórico en

que la comercialización de la

fotografía llegó a todas las

esferas de la sociedad (bueno al

menos a quienes tengan la

probabilidad económica para

adquirirla), gracias a George

Eastman, a su Eastman Kodak

Company y a la industrialización

del proceso de impresión de la

película fotográfica, a finales del

siglo XIX.

Esta democratización de la

imagen[2], indudablemente ha

permitido que los individuos

puedan inmortalizar su imagen y

tener como apoyo para su

reminiscencia la conservación

física de sus recuerdos, en papel

(hasta hace poco con el

revelado del rollo de la fotografía

análoga; ahora con la impresión

de la imagen digital) o en CD,

m e m o r i a , p a n t a l l a d e

computador como lo permite la

nueva tecnología, porque

nuestra mente y su retentiva

pueden fallar, y mucha parte de

la historia que vamos tejiendo

[2] Sin detenernos en quién tiene la

posibilidad de poseer o no una cámara

fotográfica (igualdad y desigualdad

términos de nuestra historia cotidiana), lo

seguro es que todos en este siglo que

arranca a una velocidad tecnológica

desmesurada, gracias al impulso que nos

dejó el siglo XX, hemos posado o aunque

sea aparecido por casualidad o

espontáneamente en una fotografía.

——— 60 ———

puede quedar perdida en el

olvido, dado que las nuevas

puntadas que constituyen ese

tejido que resulta ser nuestra

existencia van quedando atrás.

De esta manera, la imagen

emerge como memoria en forma

de un álbum fotográfico o en un

archivo de CD, según el caso.

En su momento la fotografía

análoga permitió congelar

imágenes que debían esperar un

p r o c e s o c o m p l e j o

(comparándolo con el de la

fotografía digital), sumado al

número reducido de registros,

puesto que un rollo como

máximo tomaba 36 fotos, y al

riesgo de obtener una fotografía

no tan deseada, borrosa,

movida, incompleta, oscura y en

algunas ocasiones velada.

Ahora, la fotografía digital hace

carrera desbordada en la

detención de instantes que cada

cual desde sus intereses propicia

conservar, dado a que accede a

presentarnos esa versión de la

r e a l i d a d s e l e c c i o n a d a ,

inmediatamente ocurrió, lo que

posibilita aceptar o no ese

registro: borrar, repetir, etiquetar;

porque, incluso es posible

compartirlo por las diferentes

redes sociales.

Pero en cualquier caso y como lo

ha dicho Roland Barthes (1994)

en su texto La cámara lúcida, en

el cual no se trata de

caracterizaciones estéticas ni de

la historia de la fotografía:

―la fotografía dice: esto,

es esto, es asá, es tal

cual, y no dice otra

cosa; una foto no

puede ser transformada

(dicha) filosóficamente,

e s t á e n t e r am e n t e

l a s t r a d a p o r l a

contingencia de la que

e s e n v o l t u r a

transparente y ligera‖.

Así, la fotografía congela

imágenes de momentos reales

que físicamente no pueden ser

transmutados en otros. Pero la

fotografía además de capturar

esos hechos familiares que no

queremos olvidar, es evocadora,

ya que cuando vemos esa

imagen congelada de algún

paseo, integración, fiesta, grupo

de amigos, reunión, concierto,

actividad cultural y todos

aquellos sucesos que queremos

recordar, llegan a nuestra

memoria los hechos que no

quedaron en la imagen, pero

simbólicamente nos llevan a ese

pasado que por más que lo

tengamos en el presente no

podrá regresar.

Con lo anterior, no queda más

que agradecer a los mecenas de

la fotografía que dejaron a

nuestra "civilización" el poder de

congelar esas imágenes que no

queremos olvidar. O acaso no ha

sentido que debió haber llevado

la cámara a ese paseo del

colegio para tener la imagen de

esos compañeros que quizás no

——— 61 ———

volverá a ver, o al campamento,

o al bar, o a la U, o a ese pueblo

que por primera vez visita, o al

bebé de su mejor amigo, o etc.,

o etc. O caso contrario, sentarse

con todo su arsenal fotográfico

(impreso o digital) y su armería

de amigos para reencontrarse

con el museo de los recuerdos,

que contienen aquellas locuras

de tiempos pasados. Y, de

manera más moderna, encontrar

archivos fotográficos y decidir

compartir con los involucrados

en las redes sociales dichos

instantes.

Infortunadamente, un fenómeno

se ha presentado en una época

en la que el consumismo y la

necesidad de aparentar ha

llevado a que la racionalidad de

muchos irracionales sea nublada

por la vanidad: soy el más rudo,

soy el más fuerte, soy el más

valiente… soy el más estúpido.

Escriba en el buscador de San

Google algo como “la selfi de la

muerte” y observe los resultados.

Finalmente, aunque quizá lo debí

señalar al comienzo, sabemos

que la fotografía ha sido

considerada un arte visual del

cual deriva el cine, y fotógrafos

profesionales han hecho artística

esta manifestación con el poder

de la seducción, como en el

caso de la publicidad. Sin

embargo este tipo de fotografía

re qu ie re de e n cua dre s ,

i luminación , escenograf ía,

modelos, como todo

tipo de arte debe

t e n e r l o t o d o

proyectado. Por eso

para a l guno s fotógrafo s

reconocidos, las imágenes

capturadas por la cámara de un

ce l u l a r n o pue de n se r

consideradas fotografías, lo que

es una posición muy radical, lícita

pero refutable, porque si captura

un momento específico, pese a

las dificultades técnicas, es

considerado para muchos otros

fotógrafos empíricos como una

foto, que podrán usar en la

posteridad para recordar eso

que ya no está o que está de

otra manera. Así que a congelar

momentos.

Bibliografía

Barthes, R. (1994). La cámara

lúcida. Nota sobre la fotografía.

B a r c e l o n a : P a i d ó s

Comunicación, 3º. Edición.

Berenguer, X. (Sin fecha).Càmera

de Kircher. Consultado el 22 de

mayo de 2015, en:

http://www.upf.edu/pdi/dcom/

x a v ie rbe re n g ue r / re c u r s o s /

fig_calc/_4_/estampes/2_7.htm

Freund, G. (1993). La fotografía

como documento social .

Barcelona: Editorial Gustavo Pili,

SL.

——— 62 ———

Conticinio

No quiero un fusil en mis manos,

ni las lágrimas de mi madre tener

que secar,

y si esto pasara, que sean

lágrimas de felicidad,

al verme crecer lleno de su

bondad.

A ustedes los mayores, los que

eligen por nosotros,

los que con su ejemplo nos

deben enseñar,

recuerden, nuestro futuro está en

sus manos

¿o es que solo tristeza y muerte

nos planean dejar?

¿Por qué algunos adultos no

pueden perdonar?

si es más difícil odio albergar,

les pido que dejen salir a su niño

interior,

que está pidiendo a gritos

reconciliación.

Si más de medio siglo,

bañándonos con nuestra propia

sangre,

no han dejado más que dolor

¿Por qué no intentarlo de otra

manera mejor?

Lo que en más de cincuenta

años,

no consiguieron las armas,

espero lo logren las palabras,

porque mi única guerra,

es con esta hoja, el lápiz

y con mis ideas poder ordenar,

para que ustedes entiendan

que todos los niños y niñas

merecemos la PAZ.

Santiago Cardona Quintero

“Aferrarse al odio, es como tomar veneno y

esperar que la otra persona muera”.

BUDA

¿Cómo no querer la Paz?

——— 63 ———

Un día lo encaró en el antejardín.

Trató de ser suave, pero no pudo.

Afiló sus palabras y de un tajo le

abrió el pecho y le sacó el

corazón con una mano, luego lo

tiró al piso y lo traspasó con su

tacón de diez centímetros

cuando le dijo: <<quiero que

terminemos>>.

Él no se dejó invadir por la rabia

ni la tristeza. Tranquilo se fue con

lo poco que le quedaba de

sangre y se internó en sus

pensamientos. Se decía que

pronto cambiaría de opinión,

que no tiene sentido lo que le

hizo, que en tres días llamaría a

su puerta y que le diría que

estaba equivocada que no

había pensado lo que dijo, que

eran las hormonas agitadas lo

que la tenían así. Un berrinche

más de la señorita –pensó-.

Una semana transcurrió y no

pasó nada. Entonces, para sus

adentros empezó a reflexionar en

cómo hacer para traerla de

vuelta. Quiso volverse interesante

para ella, se renovó. Volvió a

hacer ejercicio, compró algunas

camisas de estilo leñador que

sabía le gustarían, se recortó un

poco el cabello para verse más

serio y moderno. Pasó unos días

esperando y no aconteció nada.

Un par de veces la buscó. Ella fue

amable, cruzó pocas palabras

con él y ninguna con inflexiones

acariciadoras. No tuvo la

Él fue fulminado cuatro meses atrás

valentía de decirle cómo se

sentía porque ella se veía tan

fuerte como si no le importara

nada.

Todos los intentos fueron

agotándose, la realidad cada

día se engrosaba de crueldad.

Justo ahí comenzó a entender

que estaba perdiéndola de

verdad.

Así fue como llegó el cuarto mes.

Se preguntó - ¿cómo se resuelve

esto?- Quiso que fuera como en

una película del western, donde

se paran uno frente al otro

separados veinte metros y el más

rápido y certero vence. El fin de

la historia llega de manera

fulminante con la caída del

villano o del héroe mártir, sencillo.

Pensaba - ojalá pudiera

plantarme frente a ella

mascando una ramita de yerba,

mirarla con desprecio, poner mi

mano al lado de mi pistola y

verla a ella escupir su

resentimiento al suelo sin dejar de

mirarme con el cabello

tapándole parte del rostro

gracias al viento-. Y se repetía -

Ahí veríamos quién es más veloz y

quién queda tendido en el polvo

sin tiempo de agonizar-.

Él quería algo así, pero en su

caso, no sucedería nada de eso.

El fin de su historia de amor no es

digno de ningún argumento ni

guion de cine y mucho menos

——— 64 ———

tiene la intriga de un western.

Su situación actual era una cosa

aburridísima y dañina, no

significa esto que todo lo que

sentía y le ardía por dentro le

limitara la vida porque si podía

vivir, no es que lo haya sumido en

una depresión profunda porque

casi siempre estaba bien con las

personas, tampoco que le

afectara su toma de decisiones

porque no dejó ni una sola de sus

responsabilidades cotidianas. Lo

que ocurre es que ella no se va

de su mente, es como un

parásito, un huésped maldito, un

tumor maligno, algo así.

Cuando sucedió lo del

antejardín, quedó con la

confusión de un uppercut de

boxeo en pleno mantón. Luego

del aturdimiento, tomó una

postura racional y aferrado a ella

aguantó con relativo éxito las

primeras semanas de abandono.

Se consolaba diciendo que si ella

no quería quererlo más, ¿cómo

obligarla?

Y seguía repitiéndose: - Ella tiene

absoluta libertad de amar a

quien desee, el amor no se

puede forzar, si ya no le produce

alegría mi presencia en su vida,

tiene todo el derecho de

echarme al retrete, de

despejarme de su entorno, de

aniquilarme, de despedirme, de

batearme de su vida-.

Así, trató de meter en su corteza

cerebral esa sensación de ser

abandonado, pero eso no se

guarda ahí. Hizo muchas

reflexiones sensatas y frecuentes

abstracciones inteligentes al

respecto, buscando darle salida

intelectual a su problema. Pero

cuando razonaba

profundamente como si fuese el

heredero intelectual de

Aristóteles, no hacía otra cosa

que recordarla, pensaba en ella

y así se le incorporaba esa

sensación de vacío que no

llenaban sus eruditos análisis

precisos. A pesar de esto,

lograba estar sereno hacia

afuera, su vida caminaba como

una bicicleta en una llanura

cuando sale el sol, tranquila.

Nadie se percataba de su

condición dolorosa.

Cuando procuraba ser más

reflexivo buscando que se le

disipara su padecimiento, se

internaba en su casa. Se volvió

asiduo televidente

aprovechando la señal por

cable en su aparato a “blanco y

azul”, si, ese televisor de veintiún

pulgadas que poco antes había

sido policromático, tuvo un daño

repentino y todo se volvió azul en

sus distintas intensidades. Miraba

muchos documentales sobre

aterradoras enfermedades de

origen genético, reportajes sobre

fauna africana, historias de

sibaritas errantes, y principió a ver

muchas películas que miraba

saltando de piedra en piedra por

los ocho canales que tenía para

verlas. Toda su condición interna

comenzó a empeorar con cada

filme, la mitad de las películas del

mundo tienen calles como las de

Pereira y lomas y llanuras como

——— 65 ———

las de Pereira, paisajes rurales

como los hay en la Perla del

Otún, además, el 75% de las

comedias románticas suceden

en parques como los tiene su

ciudad y al mismo tiempo

concluyó que las camas del sexo

tierno de esas cintas poseen un

inconfundible parecido con la

suya. Esa fue su maldición,

porque aconteció muchas veces

que, justo cuando le palpitaba

una melancolía, aparecían estas

historias de amor chiflado, en las

que a los protagonistas después

de haber sufrido esa sensación

de que todo está perdido y que

el amor se les iba para siempre,

finalizaban besándose felices en

una esquina de una calle

semejante a la peatonal de la 22

con 8va.

Solo en su habitación, sumergido

en cada historia romántica,

viendo la cantidad de espacio

sobrante en su colchón, empezó

a imaginar cosas parecidas: la

ubicaba a ella como su

coprotagonista, y en los

episodios más solemnes, se

imaginaba ahí despidiéndola en

la estación del Megabús o

viéndola llegar al teatro de Cine

Colombia en una falda muy

breve con afán de entrar pronto

a la penumbra de las manos

juguetonas. Siempre, en su

fantasía creadora, incluía el beso

antes del ―The And‖ en una

esquina de la Plaza de la ciudad

con su Bolívar desnudo bañado

de mierda de paloma en el

fondo.

Todos estos ensueños hicieron

que se volviera seguidor de esos

filmes y ellos a su vez

le perseguían. Era

toda una conspiración

en contra de su dolor;

cada vez que movía el control

del televisor en un canal

cualquiera, aparecía una justo

en su inicio, ¡era increíble! Fue

por las malditas comedias

románticas que cada rincón de

Pereira lo empezó a ver perfecto

para escenas de humor tierno,

sobre todo los sitios que traían

algo consigo, como el día que

fue a montar bicicleta a la

vereda La Florida y vio un

pequeño paraje verde con

aroma encebollado casi poético

o cuando vio en el parque El

Lago a una muchacha que

llevaba una falda larga que

ondeaba con el viento y la vio

sacar de un bolso un libro

pequeño que se puso a leer

sentada en un muro bajito como

esperando a alguien; o la vez

que fue al banco y justo delante

estaba una mujer hermosa,

desesperada por el lento servicio

y él estuvo a punto de iniciar una

conversación con perfectos

comentarios que la harían reír y

hacerle la espera casi

imperceptible, pero no quiso.

Copiosa e involuntariamente

estas múltiples creaciones de su

imaginación hicieron parte de él

todos los días.

Después de varias semanas de

enclaustramiento voluntario, de

una treintena de comedias

románticas, de emparentar

lugares y situaciones con sus

historias con ella, de anidar en su

colchón como un enfermo

——— 66 ———

grave, luego de malnutrirse

como un perro callejero y de

volverse experto en dormir más

de diez horas diarias, a

continuación de un flash

reflexivo, pudo determinar, con

algo de temor por lo que

significaba, que estaba

deprimido.

Gracias a su auto examen

racional, se percató de lo que

estaba sucediendo y tomó

medidas. Únicamente se autorizó

a ver noticias, documentales y

deportes, además, limitó las

salidas a la calle a sólo las

necesarias, que casi

exclusivamente eran para

comprar víveres y pagar

impuestos.

A esta altura, su idea de olvidarla

daba pasos morrongos, no tenía

ningún puerto, aunque él no se

sentía como un cachorro triste,

estaba solemnemente simulando

un olvido. La prueba más

fehaciente era que no había

vuelto a acercarse

coquetamente a ninguna mujer.

Su juicio alcanzó a percibir esto,

entonces empezó a hacer

esfuerzos por salir y conocer más

chicas. Él tiene amigos que se

amistan con mujeres con

destreza gimnástica, pero él,

empapado de una timidez

infantil y embadurnada en la

falta de costumbre, le hacían la

tarea complicada, lo que

desembocaba en que se sintiera

torpe, lento. A pesar de ello, lo

intentó. Como buen estratega

intelectual, primero se acercó a

sus amigas con la intensión de

habituarse al contacto femenino

y de reaprender a llevar una

conversación con una dama, por

tanto, jamás pasó de hablar de

video juegos, de cine (sin tocar el

género de comedia), de la

familia, de política, de los novios

y amores de ellas. Aunque él se

esmeraba por escuchar cada

detalle de sus historias aburridas,

no lograba encontrar una buena

interlocutora cuando él trataba,

con mucha dificultad, de

contarle sobre su vida, sus dudas

del futuro, sus conflictos internos y

sobre el amor que trataba de

dejar atrás. Pasando esas charlas

por el análisis de contenido y de

forma, entendió que algunos

temas no se deben tratar con

ciertas mujeres vanidosas,

porque sólo quieren hablar de sí

mismas.

Como lo indicaba su plan y

gracias a lo acontecido antes,

revitalizó su valentía e invitó a

recién conocidas a compartir

con él. Pudo comprobar que

todo se reducía a falta de

seguridad. Las vio reír con sus

tonterías surtidas y cuando les

lanzaba anzuelos en las

oraciones de doble sentido. Con

un progreso lento como de

tejedor artesanal de mochilas,

llegó a los abrazos y los abrazos

condujeron a los besos. En bares

oscuros tuvo amables erecciones

y muchas sensaciones alegres,

que le erizaban los vellos de los

antebrazos y el abdomen.

Al fin compartió ambientes

——— 67 ———

distintos y con personas

diferentes. Todo esto lo llevó, a

través de la lógica, a concluir

que sí podía encontrar más

cosas, el mundo es enorme y el

universo que es cada persona lo

es más.

No obstante todo lo acontecido,

también pudo señalar que su

padecimiento por ella no había

concluido, al contrario, verse en

brazos de alguien más, además

de hacerle recordar cientos de

episodios magníficos y divertidos

con ella, le hacían inevitable

hacer comparaciones muy

nutridas, y para su martirio, las

bondades de ella estaban muy

por encima de las recién

conocidas. Como le enfurecía

eso, porque esperaba que tener

una mujer nueva a su lado se

convirtiera en una avalancha de

amor, y aguardaba y soñaba,

como cuando la conoció a ella,

enloquecer y percibir cada

avance sobre ella y su cuerpo

como un logro emocionante.

Ejercer activamente un

colonialismo erótico amoroso.

Abrir brechas donde no las hay,

proyectar un paraíso habitable

en un lugar en el que sólo se ven

barrancos, maleza y arbustos,

cavar cimientos poderosos para

su estadía y sembrar para

alimento y para vivir.

No fue así. Con ellas todo tenía

de agradable y también de

controlado. Él supo en su propia

carne que en el amor no influye

la voluntad, él llega y se va sin

pedirnos permiso, sin pedirnos

nada, así fue que se enamoró la

última vez. En éste caso él tenía

absoluto control de

sus emociones, no

había sorpresa,

sentimientos que

brotaran sin requerir

consentimiento. No era amor,

con ninguna de sus nuevas

conquistas había amor. Así las

cosas, para él que siempre pone

sus sentimientos por encima de

todo, le fue imposible

encontrarse enamorado de esas

dulces y fantásticas mujeres.

Su olvido es una mierda, una

mentira. Ella desde su trono de

desprecio ignora estas

sensaciones y lo peor es que no

le importaría si las supiese. Su

aflicción es más bien un

sufrimiento constante. Lo

compara al dolor de su tobillo

derecho, que nació cuando a los

17 años jugando fútbol el portero

lo arrolló en un intento de gol y el

pie se dobló y lo sintió crepitar

como cuando se rasga la tela. Al

principio le hizo cojear mucho,

pero luego, con descanso,

masajes, pastillas, y un calzado

adecuado, fue cediendo hasta

dejarlo caminar bien y luego de

unos meses pudo correr sin

problema y patear penaltis

después de noventa minutos;

pero, la maldita dolencia persiste

aún. A veces, especialmente

cuando vuelve a las canchas

con sus amigos o algún andén

inoportuno le tuerce el pie,

vuelve el salvaje dolor y lo deja

rengo de nuevo. Entonces vuelve

a su ritual analgésico: hielo,

acetaminofén, zapatos de bota

y punta ancha, también un leve

cese de actividades.

——— 68 ———

Seguramente dejará de doler,

porque tiene que dejar de doler,

nada dura para siempre. Así la

siente en su vida, ella anida en su

tobillo derecho.

<< ¡Hijo de puta tormento!>>.

Estaba harto de todo. Decidido,

se inundó de rabia y cojeado

(venía lastimado hace días)

emprendió camino a la casa de

ella. Respiraba hondo, las venas

de sus ojos hervían, llevaba el

entrecejo tenso y la mirada

profunda. Llamó a la puerta. No

estaba. Se marchó atascado de

palabras. Con las ganas de

redimirse de todo lo que no pudo

decir por la boca, liberó toda su

frustración pateando

insistentemente un bote viejo de

basura hasta que la respiración lo

atoró, los músculos ya no le

daban para una patada más y el

tobillo volvió a crepitar como a

los 17 años. Quedó enojado

sentado en el suelo y más que

eso, triste. Cuándo la respiración

se equilibró reveló su enojo con

la vida: << ¿quién putas me

manda a enamorar? ¿Por qué yo

tengo que padecer ésta mierda?

Hay tanto idiota inútil, no es justo

que esto me suceda a mí>>. Se

levantó con dificultad y con el

último ímpetu de su tobillo,

zapateó con sus fuerzas

recuperadas el tarro que rodó un

poco más de cuatro metros. <<

¡El mundo es una mierda, yo soy

una mierda!>> se dijo en el taxi

que lo llevó a su casa.

Después de unos días recobró el

aliento y, aunque parezca

mentira, con su autoestima

atropellada por la realidad, se

dio cuenta de que lo que

necesitaba: expresar su rabia

para poder liberarse de ella.

Llamó a sus amigas del principio,

no las vio tan pedantes cuando

les contó que necesitaba

hablarles de ella. Lo escucharon

con toda la lealtad de su

amistad y le ratificaron lo que él

llevaba tiempo pensando

<<todo está perdido>> y con

bondad maternal le dieron a

entender lo que todos sus amigos

y los de ella ya sabían, que hace

rato le daba besos apasionados

a otro varón en las calles y las

fiestas pocos días después de

dejarlo.

Sea como fuere y más allá de

cuanto se tardó en llegar a este

punto y cuanto esfuerzo le haya

demandado, sabe ahora que

terminar su padecer le

aumentará las posibilidades de

seguir en la ruta de la búsqueda,

le hará abrirse paso y se

enamoraría de nuevo tal vez.

Ha llegado a este punto muy

débil y cansado debido al

esfuerzo de intentar renunciar a

una realidad que ya no es

posible. Pero, no puede hacerlo

totalmente aún. No son ya sus

pensamientos sobre el pasado, el

presente o el futuro con ella, ni lo

es el recuerdo amoroso que lo

abriga y lo desabriga cada

tanto, ni que se le venga el amor

como una rebelión cuando la

piense o la sueñe, el problema

no es el recuerdo de ella en sí, la

——— 69 ———

verdadera complicación es que

siempre que su recuerdo llega, se

convierte en esperanza.

Ahora, como regla, discernida

después de muchos

ensimismamientos, se ha

ordenado estar solo,

preparándose para su futuro, y

aprovechar para hacer

evaluación sobre el balance de

su vida. Porque espera hacer de

su nueva etapa una experiencia

muy personal y

privada, hasta llegar a

aceptar todo lo que le

sucede y conquistarse

y liberarse hasta volver a ser el

mismo sujeto tranquilo lleno de

paz interior que era hasta antes

de haberse enamorado.

Agosto 2015

ATAHUALPA QUINTERO ZAPATA

Entre líneas VI

——— 70 ———

Hay cosas en la vida que no se

entienden.

Como el simple hecho de

porqué sonríes al verla de lejos o

el motivo de que tus pupilas se

dilaten hasta que el obscuro

ébano se adueñe del marrón

que siempre han tenido.

Hay cosas que no puedo

explicar, cómo por ejemplo por

qué aún conservo ese beso que

nunca di o el porqué en esas

noches frías no he vuelto a

sonreír.

También está el porqué escribo

sin motivos y esa manía mía por

dormir con un libro que nunca

leeré.

Hay cosas que nunca podré

explicar, mi falta de creencia o

de expresión, el porqué amo

tanto la lluvia, el viento, truenos,

rayos y relámpagos.

Hay cosas que no tienen forma ni

explicación: como el arte

callejero o el llorar de un violín.

Hay cosas

Cosas que no se explican y es

justo por eso por lo que nos

atraen, como el amor, el silencio,

la soledad o el dolor.

Hay cosas que se hacen porque

sí, como romper en llanto sin

motivos y permitir que el alma se

desborde por los ojos.

Pero hay cosas que no tienen

explicación y nunca la tendrán.

Pero hay cosas que no tienen

sentido: como esta soledad...

Jorge Agudelo

(Orito Putumayo)

——— 71 ———

En la siguiente compilación de

algunos textos, escuetamente es

expresada l a idea , de l

sentimiento que nos abate, de

las distintas emociones que se

vuelven incluso inefables, de la

conglomeración de cosas que

van atormentándonos en

soledad, o en sociedad; sin

diferenciar que de una u otra

manera siempre llevamos la

habitación que somos a todos los

lugares, y que en ella respiran

todas aquellas cosas que nos

indican lo fragmentado de

nuestro yo, de los múltiples que

hay, y de lo particularmente que

nos señalan las voces que

creamos porque ya no hay

conexión ninguna con la

identidad exterior de las

personas; temas que quedan en

unas horas, que regresan, y se

olvidan, que nos marcan; que

nos llaman desde el absurdo

para prestarle algún sentido, a lo

que pasa cuando realmente no

pensamos en nuestro caminar

diario.

Designio.

He hecho casi de todo un poco

en tanto esperar que la cosa

llegue a mí, de todo un poco

para mí, y dejarme en esta

palabra que hace referencia

simplemente a “mí” me va

llenando de frío, de una

sensación convulsa, ¿frío será la

mejor palabra? ¿Sofoco? en los

dos casos mi vida está líquida,

Síntomas

e s t a c o m o l a

ansiedad de mi noche negando

mis pasatiempos, me he vuelto

lector de manos, no de líneas si

no del sudor que escurre de ellas,

y es que estas se hicieron una

puta del negarse, me paso gran

parte de mi tiempo dejándome a

la negación y tal vez me están

sudando más que las manos, me

transpira la dicotomía entre

mirarme ahora en tantas partes,

y mirarme en las otras partes que

era, pareciese seguir siendo

muchos, pareciese ser solo ideas

de alguien más; y es que es difícil

que te diga cualquier fragmento

la posibilidad de que seas un

ente ficticio, y ¡joder! Si es que

vemos nuestra vida en letras y

toda parece una novela mal

escrita, una historia donde el

protagonista siempre está

deseando su pasado, pero

n u n c a p e n s a m o s l a s

e n f e r m e d a d e s q u e

devolveríamos si pudiésemos

volver, y no es que este menos

enfermo, o estemos –a veces no

sé ni a quién referirme- solo que

lo llevamos mejor, o aprendemos

a estar un poco menos vivos; ya

no miro la gente a los ojos en la

calle, ya no hay nada más que

mi secuencia de condiciones

para desplazarme, reírme si el

cosquilleo de un continuo ruido

que se ha hecho la música de

ambiente de mi cabeza,

aparece en mí, el ruido de una

mala señal, de un radio que no

sintoniza, ¡y es eso! creo que ya

——— 72 ———

no tomo señal alguna fuera de

mí. Nada más.

Extravío.

Hoy es un día de los que sale uno

para cruzar y ver la brisa del otro

lado de la siguiente esquina, de

día me encuentro, o más bien

me pierdo caminando por las

mismas rutas, sufro de un extravío

en las aceras conocidas;

escucho de a diez voces

diferentes hilando mis curvas

para pasar la calle o el bloque,

redigo, me encuentro, o más

bien me extravío en las cosas

que están y existen para mí, no

para todo, y menos para todos;

guardo distancias de la gente

que una vez conocí y no conocí

más porque se hicieron paisaje,

se hicieron árbol, caneca, ladrillo

y en su último caso espejo, en el

caso más severo, desconozco

mis hechos , desconozco

consciencia y acción, ya me

olvide entre muecas de mí, no sé

de nada ahora, y el recuerdo

que tengo de todo lo que tuve

vivo adentro y afuera, quedo en

un rigor mortis, no puedo

rememorar con movimiento, y tal

vez me vea y me piense, e

imagine mi pasado, porque no le

puedo dar secuencia continua al

mismo. Lo imaginé deglutiendo

tanto ente vivo, me imaginé

como posible desenlace de mi

pasado, sabiendo que no lo fue,

sabiendo que me estoy

comiendo mi propia mentira

ahora; me encuentro, o más bien

me pierdo, y me cruzo en cuanta

vía desconocida vea, para

crearme un pasado, cambiando

el curso de lo que una vez fuimos,

porque hubo de haber

más, unos existentes y otros poco

reales, aun escucho indicios de

las voces, y es porque nunca

pertenecen a un tiempo, o al

menos no a un pasado, y tal vez

si las quisiese en un futuro ya no

estarían aquí, como indicios para

poder cruzar a algún lado; para

poder dir ig irme a algún

desconocido, para refugiarme

en su imagen inconclusa, y es

que tengo una necesidad de

alguien o algunos, o algunas

cosas así, para que no cobren

existencia en mi vida, para huir

de ellas a otras, para no tener

que encontrarme siendo jalado

desde el hombro.

No estar.

Me siento aquí a hablar desde la

silla al horizonte en el que no me

fijo, hablo hacía delante, de eso

estoy seguro; estoy sentado,

obviamente ¿cómo más podría

estar?, estoy hundido un poco

también , ta l vez; estoy

dialogando entre el mutismo, no

hay nada para escucharme, la

silla vibra, estoy sentado, estoy

hablando, lo supongo, no puedo

definirlo con certeza, algo de mí

s e m u e v e p e r o e s t o y

ensordecido, apenas y me

siento; después se me ruborizan

las mejillas, y me siento, como la

silla astillada; vibro, me siento;

hay un borbotón de cosas en mi

rostro, tienen el sabor de la ironía

——— 73 ———

de mi fortuna; suspiro, se me

olvida respirar, o suspirar, parezco

un terrón, no me muevo, vibro;

me estoy desmoronando,

supongo, ¿estoy sentado? Me

siento, me siento; mi pecho va a

colapsar, se me olvidan mis

brazos; estoy olvidando el sonido,

perdí la palabra, mis ojos están

crispados; no deseo sentirme, me

siento ¿sigo sentado? Puedo

pensar en nombres, varios,

muchos, o pocos, hay

a l g u n o s s e r e s

divertidos; no están,

me torno espacio, el

lugar me habita, me respira; no

está vivo, me sigo sintiendo, estoy

entre la sala, la silla y el horizonte;

estoy vacío, no estoy sentado.

Daniel Osorio

En

tr

e lín

ea

s V

II

——— 74 ———

estos ojos quedos que solo saben

de ti

que solo saben mirarte

los que ahora

te dibujan desde su íntimo

alfabeto

son los mismos

que te siguen y te nombran

¿cómo decirles, a ellos,

los míos, que se dirijan a otra

parte?

me pregunto, ¿qué otro paraíso

pueden encontrar sobre la tierra

Jhonnatan Arredondo

Íntimo alfabeto

―Yo no sabía que

no tenerte podía ser

dulce como

nombrarte para que

vengas aunque

no vengas y no haya

sino

tu ausencia tan

dura como el golpe que

me di en la cara

pensando en vos‖

Juan Gelman.

Perspectivas poéticas

La poesía es para alimentar el

alma, da cuenta en ocasiones

de la razón capitalista del

hombre pero no se nubla por

completo cuando se desarrolla

entre los mares como lo hace el

film de Eliseo Subiela (1992), El

lado oscuro del corazón

sorprendió a muchos al

convertirse en un film comercial y

atrapar a un público para el cual

no iba dirigido, la producción es

un tributo a la poesía, la filosofía

del amor y el arte. Cuenta con

——— 75 ———

poemas de Oliverio Girondo,

Juan Gelman y Mario Benedetti

quien aparece en una de las

escenas de la cinta como un

amante más de la noche que

busca desnudar con poesía los

pezones de una puta en

Montevideo, En el mismo bar

Oliverio entregará con literalidad

su corazón para que sea

devorado por cuotas, pues ella

se alquila mas no se vende.

―Porque te tengo y no

porque te pienso

porque la noche está de

ojos abiertos

porque la noche pasa y

digo amor

porque has venido a

recoger tu imagen

y eres mejor que todas

tus imágenes

porque eres linda desde

el pie hasta el alma

porque eres buena desde

el alma a mí

porque te escondes dulce

en el orgullo

pequeña y dulce

corazón coraza‖

Fragmento de Corazón

Coraza- Mario Benedetti-

Recitado por Mario

Benedetti en Alemán

Esta producción nos ofrece una

reflexión sobre el amor y el arte,

sus escenas de carácter

surrealista hacen que sea

necesario verla hasta el final,

para comprender la magnitud

de los argumentos, que han

servido como línea de viaje al

que podría ser un poeta

bohemio de 1800

Oliverio, encarnado

p o r D a r í o

Grandinetti, la historia

toma vida y prosa en Buenos

Aires capital de Argentina y

cama en Montevideo, lugar

donde vive y trabaja Ana, la

amante que dará a Oliverio un

amor de cien dólares,

in te rpret ada por Sandra

Ballesteros, esta puta de salón

devora la cubierta exterior de sus

clientes y como es de esperarse

de una mujer, amante de la

poesía y dueña de las pasiones

más banales que surgen de los

hombres, los fantasmas de

Oliverio no logran escapar a ella.

Con un toque cómico, siempre

lírico y mágico se revela el amor

en todas sus formas, con la

cuantía claro, que el alma en el

hombre permite ante una

cámara rodeada por los

acechos de la muerte, quien

también tiene un lugar en la

historia, representada por Nacha

Guevara, de aspecto pálido y

labios carnosos y dicientes,

señalados, enamorada de un

poeta que le habla como

cam ionero pero so l o a

ella, siempre desaliñado

laborioso solo de sus vicios y en

ocasiones triste, decepcionado

d e s í m i s m o ,

sosteniendo desubicados

m o n ó l o g o s c o n u n a

vaca, porque yo creo que es él

quien se habla con otra voz y en

otra esencia, una que le interese

oír, es él siempre buscando

las palabras en cualquier parte

ese toque, ese fundamento,

——— 76 ———

buscándose motivo, siendo

poema de pastura y si no, a

todas estas ¿Qué carajos hace

una vaca ahí?

―Y lo peor es que la

vaca, mi madre, tiene

razón.

Yo no soy, ni he sido

nunca más que un

corcho.

Durante toda la vida he

flotado, de aquí para allá,

sin conocer otra cosa que la

superficie. Incapaz de

encariñarme con nada,

siempre me aparté de los

seres antes de aprender a

quererlos.

Y ahora, es demasiado

tarde.

Ya me falta coraje hasta

para ponerme las

zapatillas.‖

Fragmento de

Interlunios- Oliverio

Girondo

La historia también se mueve

entre el arte con figuras para

a l g u n o c ó m i c a s y

para otros irreverentes, que

llevan a su creador a una cárcel

moral que no solo lo condena en

la conciencia de los demás, sino

que se hace presente en la

justicia real, esa, la que da con

el bolillo. El arte de Gustavo

i n t e r p r e t a d o p o r J e a n

Pierre, muestra bellos rasgos del

cuerpo femenino y le da su

merecido lugar como tumba de

los poetas, “¿Hay alguien en la

vagina?”, dice Oliverio al entrar a

su casa. Todos participan en

busca de ese algo más grande

que ellos capaz de enamorarlos

lo suficiente para hacer la

apuesta de volar, como le

sucede a Erik (Andre Melancon)

un inmigrante francés atrapado

por una belleza latina que lo

desarraiga de todo, entre la

bohemia, la prosa y el alcohol.

“Si no saben volar, pierden el

tiempo conmigo” con este

p o e m a d e G i r o n d o

comienza esta historia, entorno a

esa frase gira la vida de Oliverio,

para esto trabaja y bebe, y

cuando al fin logra volar hasta el

punto de querer encadenarse, se

cae de la cama. ¡Ah! las

m u j e r e s , q u i e n l a s

entiende, pareciese que su todo

siempre está en la nada, incluso

la muerte lo sabe pero cuanto se

daría por una cama aun cuando

se caiga de ella.

―no es para quedarnos en

casa que hacemos una

casa

no es para quedarnos en

el amor que amamos

y no morimos para morir

tenemos sed y

paciencias de animal‖

Costumbres - Juan Gelman.

Hannys Vanessa Vaca

——— 77 ———

Agradezco mi espalda ancha

Forrada de carne

tallada en hueso

para cargar los fardos

que mis abuelos dejaron

en el campo

Agradezco mis manos grandes

preparadas para los callos

albugíneos y duros

que palpitan por recoger café y

banano

Agradezco mi piel tostada

mi pelo hirsuto

vivo en la ciudad

sin prisas

sin sudor

sin sueños

Al alba, un torrente río

que bruñe las rocas y la espuma

me llama

las picaduras de insectos,

el canto de luciérnaga

y el sol canicular

Claman mi regreso.

Allí,

donde los fusiles

dejaron la sangre de los viejos

aguardan pacientes las semillas

A mis manos que juntas

dan una plegaria por la siembra.

Edgar Auntá

Pan nuestro

Mi gato ha muerto

Sus siete vidas se apagaron

Entre mis manos se extinguió su

llama

Me llamó para morir cargado por

mis dedos impotentes

Y algo mío se debió llevar

Porque maúlla en mi pecho una

grieta

——— 78 ———