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El Amor, un sentimiento razonable y fronterizo.
Cuando la Sacerdotisa Habla Página 48
El puente natural de Pandi Página 8
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Revista Equinoccio
Primer semestre 2017
Edición
Eduardo Pulido García
Jessica Lorena Galvis
Diagramación y diseño
Nayibe Rivera Fernández
Escríbenos a
——— 4 ———
ITINERARIO Exordio:
Fe de aciertos
Proemio
Editorial
Ideario:
Puente de Pandi - Eduardo Pulido
Cajamarca - Anónimo
Apuntes al Margen
Sobre Molloy, de Samuel Beckett - Diego
Noreña
Oralidad y nostalgia en la Odisea - Carlos Vélez
Hacia una ética de la confrontación - Jeison
Trujillo
La tragedia griega, el retorno al inicio - Jessica
Galvis
La construcción de sí a través de la lectura -
Marilyn Mendieta
El discurso como medio de justificación de la
violencia - Camilo Zapata
El Amor, un sentimiento razonable y fronterizo.
Cuando la Sacerdotisa Habla - Germán
Valencia
Eternización de la memoria a través de la
practicidad de la fotografía - Milena Henao
——— 5 ———
Entre líneas
Fotógrafo: Daniel Cardona
Conticinio
¿Cómo no querer la paz?
El fue fulminado cuatro meses atrás
Hay cosas
Síntomas
Íntimo Alfabeto
Perspectivas poéticas
Pan nuestro
Mi gato ha muerto
——— 6 ———
Exordio
Fe de Aciertos
Desarrollar un proyecto escrito y
más de periodismo literario,
ciertamente no se hace con
ánimo de lucro; pero cuando
entre lo ideal (tener una revista
de frecuencia semestral) y lo real
(tres números en tres años) hay
un desfase tan amplio es un
poco frustrante; sin embargo
tiene ante usted, querido lector,
un montón de obstinados.
Cada ejemplar contiene una
historia oculta; un camino de
trocha oscuro y al borde de
precipicios sinuosos tuvieron que
recorrer estas letras para llegar
hoy aparentemente impolutas a
sus manos; así que le solicitamos
con sumo respeto que por favor
lea cada línea de esta vieja
madera maltratada dispuesto a
despedazar intelectualmente
cada idea, no hay en ninguna
palabra aquí expuesta el menor
asomo de un axioma irrebatible,
nuestro mayor triunfo será
proponer alguna pequeña
discusión de cafetín, no más que
eso.
Por lo demás seguiremos con
nuestro proyecto, está desnudo y
sometido a la voluntad de sus
manos el resultado, y así habrá
de ser juzgado.
Eduardo Pulido G.
Coeditor Revista Equinoccio
Colombia como un país
pluriforme, rico en biodiversidad y
con un capital humano en pie
de lucha, se enfrenta a la difícil
tarea por más de cincuenta años
de culminar con la guerra y crear
escenarios de paz. En la historia
de Colombia, puede haber
denominaciones de diferentes
guerras y eventos históricos que
identificamos como la gran
guerra, y es que en la historia de
Colombia, no ha habido un solo
momento en el que la patria no
se enfrente a ideales políticos,
económicos y de poder que por
medio de las armas o las
palabras, ha dejado marcado en
la historia personal de cada
colombiano, e l recuerdo
intachable de la guerra.
Redacción Revista Equinoccio
——— 7 ———
Pero a estos escenarios de
memoria histórica en la guerra,
se abren paso nuevos conceptos
o entidades en busca de la paz,
como un precepto necesario
para un país que día a día se
levanta con el sol de equinoccio;
el discurso que se eleva a partir
de este concepto, ha de generar
nuevas estrategias y formas de
vivir en sociedad. Es la búsqueda
constante de una identidad, de
escenarios de participación
ciudadana y de nuevas
perspectivas de vida, para un
país que se ha enraizado en el
pensamiento de la guerra como
respuesta a las problemáticas
sociales, por lo que se abre la
posibilidad del diálogo, que le ha
dado al colombiano una nueva
oportunidad para vivir en
comunidad.
Los mov imientos sociales
emergentes han entendido este
precepto histórico de paz y le
apuestan a la cultura, como eje
que moviliza todas sus acciones
p a r a u n v e r d a d e r o
acercam ien to ent re co -
ciudadanos que se reconocen
en el otro, que convergen en
escenarios activos, donde el arte
convierte a la memoria y a la
imaginación, en una apuesta
renovada y una búsqueda
inagotable del sentimiento de
libertad que se genera por
medio de la expresión artística.
El arte, es el elemento mágico,
amontonador de momentos de
luz y claridad, que le han
p e r m i t i d o a l
c i u d a d a n o
colombiano, al artista,
la posibilidad de recordar y
confrontar los más profundos
pesares de su alma, la
aglomeración de una memoria
histórica que se sustrae de los
escenarios de guerra y se
muestra en medio del parque,
del escenario, del teatro o de la
sala de exposiciones con las
manos llenas de memorias y
anhelos; allí converge el artista
como dador de sentidos a algo
que no se le puede dar una
simple explicación racional o
frívola como se pretende en la
guerra que se cuentan números
de insurgentes y “dadas de
baja”. No es el arte por el arte, es
el arte por la construcción de
una identidad social y personal,
q u e c o n f l u y e c o n e l
pensamiento diferenciado, que
mira en la perspectiva del otro y
defiende el poder de la opinión,
el libre pensamiento y actuación
como el bien inmaterial más
preciado.
Los ciudadanos que emergen de
este renovado concepto del arte
como memoria y posibilidad, son
conscientes del camino al cual
se enfrentan, pero es bella la
forma de vivir del artista, que
nace, se hace y crece para ser
la confluencia del sentido de
toda una humanidad que
atemorizada y doliente le sigue
apostando a la oportunidad del
ser y de la elevación del espíritu
por medio de la expresión
——— 8 ———
IDEARIO
La frontera que divide las
poblaciones de Pandi e Icononzo
(a su vez por un costado a los
d e p a r t a m e n t o s d e
Cundinamarca y Tolima) está
trazada por el río Sumapaz,
encima de él se yergue una
descomunal obra de la
naturaleza decorada por las
manos del hombre: el Puente
Natural de Pandi. Sobre la
carretera el puente no tiene
mayor atractivo, se encuentra a
unos 3 km del casco urbano, sin
casas ni fincas cerca, solo la
estatua de una virgen raída
esperando monedas, una
carretera de polvareda y un
desvío que conduce a un
yacimiento de agua azufrada
El Puente Natural de Pandi
muy popular por sus poderes
curativos para mil enfermedades.
A un costado del puente hay
unas escaleras poco visibles,
anunciadas por una señora que
ofrece en una pequeña cajita de
plástico productos típicos de la
región y tinto envasado en un
termo viejo, al descender por
ellas unos metros se entiende la
razón de ser llamado Puente
Natural, y a su vez, el porqué
Alejandro Von Humbolt, que
todo lo vió, quedó pavido ante
su presencia.
Como base hay dos rocas de
t a m a ñ o d e s c o m u n a l ,
apeñuscadas una contra otra
que sirven como única unión
para los dos gigantescos riscos
separados hasta muy abajo
(ciento quince metros) por el río
Sumapaz. Al terminar las
escaleras se encuentra un
corredor/mirador de unos dos
metros de ancho por unos
quince metros de largo
bordeado a un costado por la
roca y al otro por una baranda
metálica vieja, pintada de un
verde ya gastado, famélica
separación del caminante con el
precipicio y que permite
Por: Eduardo Pulido
——— 9 ———
dimensionar esta gran obra de la
naturaleza en su plenitud. En la
roca del frente nace una tímida
caída de agua que refracta un
arcoíris incipiente por la luz que
entra del occidente en horas de
la tarde, se observa también
desde allí por encima de la vista
a unos cinco metros, la parte del
puente hecha por el hombre,
una estructura con arcos que
tiene de la base al techo (piso de
la carretera) algo así como diez
pies de alto, con una placa
tallada que dice: Puente San
José de Pandi 19 de marzo de
1924; abajo del puente, con
nidos incrustados sobre la
superficie irregular de la piedra se
escucha el aterrador sonido de
los guácharos, esas aves de color
ocre oscuro, del tamaño de una
gallina, con ojos grandes y pico
curvado, que sin problema
harían del cuervo de Poe una
ronda infantil, se observan cerca
del río, amontonados, violentos,
resguardados en la oscuridad de
las grietas, temerosos de la luz y
de los ojos del hombre que
desde arriba los sigue.
Sobre la creación del puente hay
gran variedad de historias, la más
marcada en la tradición oral
tiene sus raíces como narración
indígena, aunque se nota la
influencia del folclore español
(una forma bonita de nombrar el
v i o l e n t o p r o c e s o d e
colonización) y el relato, tomado
de la biblioteca del Banco de la
República y contrastado con la
tradición oral conservada en los
abuelos del pueblo, dice más o
menos así:
P r e o c u p a d o e l
cac ique Pan dé , por l a
interrupción del comercio con
sus vecinos los Pijaos y Cundayes,
especialmente cuando el río
crecía, decidió hacer un pacto
con Buziraco (el diablo) para que
creara un paso fácil al territorio
de Icononzo que evitaría el
riesgo de perecer en las violentas
aguas del río. En una noche de
luna llena se entrevistaron los dos
y acordaron la construcción de
un puente sobre el abismo, pero
se exigieron requisitos de ambas
partes. El demonio aceptaba a
cambio de dicho favor el alma
de Pandé y de sus descendientes
hasta la cuarta generación. Por
su parte el susodicho cacique
exigía a Buziraco la construcción
del puente en una sola noche y
con sólo dos piedras. Era también
condición indispensable que el
trabajo fuera comenzado a
medianoche y que terminara
antes de que cantara el gallo.
Marchó pues el diablo hasta
tierras de Tibacuy y arrancó dos
grandes piedras. Trajo la primera
en muy poco tiempo; la arrojó al
abismo y logró taponar la
——— 10 ———
enorme abertura. Regresó hasta
el cerro Quininí y buscó dos tejos
para venirse jugando durante el
segundo viaje. Arrojó el primer
tejo desde la cúspide de aquel
cerro el cual cayó en la vereda
de Bateas y el otro cayó en el
actual plano de Chinauta. Y así
con la segunda piedra se vino
silbando y tarareando una
canción diabólica. Cuando
de s p re o c u pa da m e n t e se
acercaba por el territorio de lo
que hoy es Arbeláez y más
exactamente en la vereda
llamada Ticinse, lo sorprendió el
canto del gallo. Furioso arrojó la
piedra que traía al hombro y le
dio dos puños y dos patadas. El
demonio perdió la apuesta y así
nació el puente natural que
luego sería terminado por el
pueblo Sutagao.
Esta historia y otras sobre el
puente de Pandi se escuchan a
viva voz en el pueblo, los
lugareños las cuentan con la
lengua motivada, más hay otras
historias sobre el puente que se
cuentan más bien pasito, con
cautela, son palabras que poco
pueden arrebatarle al bullicio de
las tabernas que rodean la plaza
principal, por eso es mejor
contarlas en un lugar tranquilo,
en una finca, por ejemplo, ya
bien entrada la noche y con una
totumada de guarapo. Don
Clemencio Ríos me dice que
Buziraco siglos después reclamó
las almas de los habitantes de
Pandi, durante la violencia,
exactamente los años que
siguieron desde el 48 hasta ya
entrada la década del 70,
campesinos eran apresados,
bien en el pueblo o en sus casas,
llevados en camionetas hasta el
puente y arrojados allí por esos
ciento quince metros hasta
escuchar el sonido ronco,
crepitante, de la carne contra la
piedra y el río, sucedía siempre
cerca a la medianoche, antes
de que cantara el gallo los
estertores se perdían con los
graznidos de los guácharos. Se
podría suponer que esto era un
tributo que le rendían algunos
g a m o n a l e s a B u z i r a c o ,
arrojándole los descendientes del
Cacique Pandé al puente,
dirigentes agrarios y campesinos
demasiado inteligentes, o era
Buziraco disfrazado de Gamonal
quien tiraba los hijos para que se
encontraran con su padre en el
río, eso aún no se tiene claro,
porque ninguno salió de nuevo
para aclarar la historia, y los
guácharos, únicos testigos,
desconfían mucho de los
hombres.
——— 11 ———
“El descubrimiento de los
yacimientos de oro y plata de
América, la cruzada de
exterminio, esclavización y
sepultamiento en las minas de la
población aborigen, el comienzo
de la conquista y el saqueo de
las Indias Or ientales , la
conversión del continente
africano en cazadero de
esclavos negros: son todos
hechos que señalan los albores
de la era de la producción
capitalista. (…) Tras ellos, pisando
sus huellas, viene la guerra
comercial de las naciones
europeas y cuyo escenario fue el
planeta entero. Rompe el fuego
con el alzamiento de los Países
Bajos, sacudiendo el yugo de la
dominación española, cobra
proporciones gigantescas en
Inglaterra con la guerra
antijacobina, sigue ventilándose
en China, en las guerras del
opio.‖ Marx. El capital. Vol. I
En el siglo XVI Cristóbal Colón y
otros marineros pioneros de la
navegación comercial, fueron
testigos de cómo una zona
boscosa con abundantes
afluentes podía transformarse en
algunas décadas en poco más
q u e b a r r a n c o s s e c o s .
La ostensible reducción de las
precipitaciones en las Islas
Canarias que impidieron la
Cajamarca: La invasión de los “popolocas”
La sed del oro: una añeja novedad
construcción de los molinos
soñados por los franceses y que
fueron observadas por los
marinheiros, se debió a un rápido
proceso de deforestación que, a
la postre, influyó en el declive del
―goteo de niebla‖ al no haber
árbo le s suf i c i ente s para
condensar las brumas oceánicas;
similar a como había ocurrido en
las islas de Las Azores y Madeira,
esta última dedicada a satisfacer
con monocultivos y el trabajo de
esclavos la demanda de azúcar
proveniente de Inglaterra,
Francia, Roma y otros centros de
poder.
Los filos pelados de las Islas
Canarias no eran, sin embargo,
un paraje aislado de Europa ni
mucho menos. Por el contrario,
eran la expresión de un
incipiente conflicto entre la
sociedad europea, la naturaleza
y l a m a n e r a c ó m o
conceptual izamos nuest ro
mundo. Por eso, en los albores de
la era de producción capitalista
se da paralelamente la primera
crisis ecológica con visos de
―globalización‖, nos referimos a
la deforestación iniciada en el
siglo XII y que llegaría a su
capacidad límite de carga en
Europa central durante el siglo XV
en adelante. De hecho, la
presión sobre el imprescindible
——— 12 ———
recurso maderero exacerbó las
tensiones de una sociedad
feudal en plena descomposición,
uno de cuyos s ín tomas
principales fue la adopción de la
constitutio criminalis* como
instrumento jurídico para eliminar
a un proletariado rural, informal,
que consumía los bosques sin
ningún permiso o consentimiento.
El resto del excedente de
pobl ac ión que e l v ie jo
continente no sabía dónde
ubicar o expulsar, poco a poco
fue encontrando su lugar en los
distintos confines del “nuevo
mundo” y su resplandeciente
promesa de riqueza. En efecto, la
codicia, sumado al anhelo de
poder, fue la fuerza motriz de las
expediciones de Hernán Cortés y
Pedro de Alvarado al interior del
territorio mexica y de Francisco
Pizarro más al sur, en la cordillera
de los Andes o camino mayor del
imperio Inca. Dicho proceso de
colonización originado por la
“fiebre del oro” y consistente en
la expropiación sistemática del
terr itor io en nombre del
cristianismo y la civilización
e u r o p e a , t u v o e n e s a
oportunidad la complicidad, un
poco inocente, tanto de aztecas
como de Incas: los mexicas
imaginaron el regreso de
Quetzalcóatl , la serpiente
emplumada; los quechuas, el
retorno de Huiracocha, guardián
de las lagunas. En realidad, esos
navegantes desdentados no
traían un mensaje divino o una
“buena nueva” para dar, solo la
podredumbre del evangelio, que
h a b r í a d e a n i q u i l a r
traicioneramente a dioses
y humanos por igual en
episodios desoladores como la
matanza del templo mayor y el
primer
*Este documento aprobado en
1532 por Carlos V permitía el
enjuiciamiento y la aplicación de
penas capitales para crímenes
tales como el robo o el asesinato.
La adopción de este instrumento
jurídico – penal, posibilitó la
persecución de un pequeño
proletariado rural: “vagantes”.
De esta forma, los campesinos
pasaron de ser trabajadores a
vagabundos errantes. Bern
Maquardt en su artículo Historia
de la sostenibilidad. Un concepto
medioambiental en la historia de
Europa Central 1000 - 2006 cifra
el excedente de población:
―Aproximadamente el 10 % de la
población total fue empujada a
una vida sin derecho de
pertenencia a ningún señorío ni
ciudad. Ellos no tenían la
posibilidad de adquirir los medios
de subsistencia legales y, en
consecuencia, sólo podían
sobrevivir a través de una vida
——— 13 ———
criminal‖. El autor sentencia: ―Al
fin, la sobrepoblación del sistema
agrario ―desapareció‖ en los
patíbulos de los verdugos.‖
¿Algún parecido con nuestra
―frontera legal‖?
encuentro con los incas, en
Cajamarca. Al final, los aztecas
llegaron a la misma conclusión
que habían sacado los mayas,
aunque estos no tardaron tanto
t ie m po e n h ace r l o : se
enfrentaban no contra seres
sobrenaturales, sino contra
bárbaros, es decir, dzules o
popolocas.
Ese primer desgarramiento del
tejido social alimentó, desde
entonces, la deslumbrante
modernidad europea a través
del transporte trasatlántico de
ricos cargamento de oro y plata,
provenientes de las minas de
Potosí o del puerto de
Cartagena, de donde zarpó el
galeón San José y tantas otras
e m b a r c a c i o n e s p i r a t a s ,
traficantes de oro o de carbón
(léase Drummond o AngloGold
Ashanti)) que hoy como ayer,
acuñan sus monedas, mueven
sus empresas y vuelan nuestras
montañas con el mismo
desparpajo de siempre.
Cajamarca o “El Dorado”:
1532 – 2016
“Hegel dice en alguna parte que
todos los grandes hechos y
personajes de la historia universal
aparecen, como si dijéramos,
dos veces. Pero se olvidó de
agregar: una vez como tragedia
y la otra como farsa”.
Marx . D ie c io ch o
Brumario de Luis
Bonaparte.
La sed del oro en Sudamérica
empezó – quién lo creyera– en la
ciudad de Cajamarca (hoy Perú)
cuando en noviembre de 1532
Francisco Pizarro, acompañado
de 167 hombres, más armados
con caries que con arcabuces,
esperaban encontrar tesoros
deslumbrantes – ¿análogo a sus
caries?– como los apreciados en
la majestuosa Tenochtitlán. El
resultado del encuentro entre
nativos y “popolocas” –como
llamaban los mexicas a los
invasores– es bien conocido por
todos: dos habitaciones llenas de
oro y la vida del hijo del sol,
Atahualpa.
La nueva colonización del
territorio andino tiene una
continuidad histórica con la
conquista española que no
p o d e m o s o b v i a r , c o m o
acertadamente señala Doña
Nora Rojas, campesina de la
vereda El Águila, al afirmar que el
peligro de la multinacional
AngloGold Ashanti y el proyecto
que ellos auspician, La Colosa,
solo es comparable con la
pérdida de las unidades
familiares de los Pijaos por cuenta
del avance blanco. Y eso resulta
lógico si tenemos presente cómo
el invasor ha prometido, ayer y
hoy, contentarse con algunos
pagos de oro e irse después. No
obstante, Cajamarca, en el Perú,
ha contado la misma historia dos
——— 14 ———
veces: una con los popolocas,
otra con su corrupta clase criolla.
La primera ya la conocemos, la
segunda, también. Como
tragedia, la primera historia es
comprensible por la asimetría
entre las fuerzas contendientes
(popolocas y nativos); la
segunda trama, en cambio,
resulta una falacia, una farsa
t o t a l d e s d e c u a l q u i e r
perspectiva: en 16 años, y no en
20 como lo prometieron, de
Yanacocha se extrajeron 32
millones de onzas de oro. Se
dinamitan 6 toneladas de roca
por día y se contaminan millones
de metros cúbicos de agua en
sus piscinas de lixiviación. Todo
para sacar unas cuantas pepitas
que no pueden comerse ni sirven
de alimento.
En Colombia la situación es más
alarmante en la medida que los
títulos mineros triplican las
hectáreas tenidas en concesión
por la Minera Yanacocha, es
decir, mientras allá poseen
282.000 hectáreas, acá la Anglo
Gold tiene 825.000 hectáreas en
títulos mineros, muchos en zonas
de reserva y con la posibilidad
inusitada de ampliarlos gracias a
la “locomotora minera” que
pretende convertir a Colombia
en un inmenso desierto.
Estos nuevos “popolocas”,
armados con cascos y eslóganes
sobre miner ía sosten ible ,
pretenden en pleno siglo XXI
iniciar una segunda conquista,
solo que ahora no se presentan
con espejos, cruces, palomas
cagadas y demás chucherías,
sino con cerdos, gallinas, internet
gratuito etc… y la imprescindible
presencia paramilitar que, en
anuencia con el Estado, vienen
declarando abiertamente “la
guerra del agua” contra
pobladores rurales y urbanos; o
¿De qué otra forma podría
interpretarse que una minera
gaste 4 litros de agua por
segundo en fase de exploración
mientras muchas poblaciones
tienen sus ríos secos?
No quiero imaginar la fase de
extracción si llegara a ser una
r e a l i d a d p o r q u e e s
incomprensible cómo Chorros
Blancos o el río Anaime podrían
soportar una presión de ese tipo:
se necesitan 380 litros de agua y
4 t o n e l a d a s d e r o c a
fragmentada para extraer un
gramo de oro. Como quien dice,
la locura humana hecha “ley
natural”.
Posiblemente, estos popolocas
ilusamente creen que ya han
logrado su “sagrada” segunda
conquista sobre nuestra cordillera
y den por descontado, como
Colón y sus marhineiros, que su
avance segui rá dejando
barrancos secos; pero nuestra
decisión, como la del Inca y el
Pijao, es pelear hasta el último
aliento, no dejárselas tan fácil,
pues sabemos que ―la tercera es
la vencida‖, y no tenemos otra
——— 15 ———
oportunidad para defender
nuestra vida de una agresión que
ya se ha repetido dos veces con
Cajamarca.
Hasta el momento, esta larga
guerra dura ya más de 500 años
y, a veces, parece como si los
acontecimientos se repitieran
una y otra vez; como si la vida
fuese una obra de teatro en la
que nunca se cambian los
personajes, sino solo quienes los
representan o interpretan. Me
vienen a la mente imágenes de
(los) Santos, Lleras, Pastranas y
otros bandidos h istór icos,
mejorados en la clásica versión
de los títeres made in usa. Es
cierto entonces: Algunos hechos
y personajes aparecen, como si
dijéramos, dos veces. Cuántos
C a m i l o s , M a n u e l e s ,
Cuauhtémocs, Titu Cusi Yupanqui
(s) y Túpac(s) Amaru(s) y Manco
(s) (¿Mochos también?), cuántas
vueltas y (re)vueltas de la historia.
Queremos de nuevo la vuelta,
pero con la revuelta, porque una
vuelta sin (re) vuelta no es una
vuelta completa. Sí, sí: que se
repita la historia. Nosotros
también tenemos un presente y
un futuro… y el
pasado lo viene
empujando hacia
adelante ¿o no pueblo Pijao?
De regreso, paro un momento
bajo un aviso que indica el
camino que todavía nos hace
falta por recorrer hasta nuestra
casa: 95 KM. La mañana es clara,
soleada, sin una nube en el cielo
azul, ¿A dónde se habrán ido? -
me pregunto- observando con
deseo la cascada de Chorros
Blancos y luego esa línea vertical,
empi nada, que promete
sacarnos de ese infierno ardiente
en el que se ha convertido la
carretera. Quisiera estar allá
(refrescándome, claro) para
sentir las gotitas de agua y no
rostizarme más. Mejor no miro.
Seguimos pedaleando – rodando
la palabra– porque caminar es
un poco lento y tenemos mucha
sed. Allá, en lo alto de la
m o n t a ñ a , d i v i s a m o s u n
nubarrón… algunos minutos
después la lluvia nos obliga a
guarecernos, justo cuando
divisamos la imponente selva
andina. Definitivamente, como el
agua no hay nada, ni el oro.
——— 16 ———
APUNTES AL MARGEN
Beckett, en Molloy, la novela que
abre su trilogía, va más allá del
plano meramente estético de la
representación; no hay allí la
reproducción de una
conciencia, como se puede
llegar a creer cuando nos
enfrentamos a sus primeras
líneas, a esas primeras frases en
las que nos parece, bien sea por
hábito o por vicio, que es algo o
alguien que nos habla. Pronto,
todo nos abandona y sentimos
por momentos que estamos
solos, que no hay nada allí en
donde nuestros ojos hace unos
momentos parecían estar
observando algo: una página en
blanco, una mancha de tinta
acuosa, esparcida por todo el
libro y que se va filtrando en
nuestra mente, que la obnubila,
que la enceguece. En Molloy ya
no hay hechos, y si por alguna
razón creímos que los había: el
incidente con la bicicleta, dos
hombres que se encuentran en
un cruce de caminos, acaso
importan un pepino. Pero
Sobre Molloy, de Samuel Beckett
tampoco es el psicologismo de
ese Dostoievski de El Doble o de
Crimen y castigo en donde se
nos permite ponernos en la
cabeza de un burócrata
patético o de un asesino igual o
tal vez más patético. No.
Tampoco es ese esculpido
monólogo de una dama
burguesa en la Inglaterra de
principios de siglo, esa psique
cantarina, llena de poesía, de
Mrs. Dalloway. No. En Beckett la
palabra se emancipa, se revela
su forma autónoma, se libera de
cualquier referencia al mundo
sensible o reflexivo. Ya no
asistimos a una realidad, en un
sentido objetivo. Ya no asistimos
a una realidad interior o
consciente. Estamos en una
dimensión meramente lingüística.
Todo los conceptos con los que
operamos en nuestra vida
consciente: tiempo, espacio,
cuerpo, se presentan bajo la
forma caprichosa de una sintaxis
que lo ordena todo, que se
Por: Diego Noreña
——— 17 ———
engulle a sí misma, que nos hace
sentir no sólo fuera de nosotros
mismos, sino fuera de todo;
apartados incluso de ese mundo
rígido y estático, ese mundo más
allá de nosotros, el de los cuerpos
y las piedras, el de las calles, el
del ruido; esa enorme masa de
cosas que nos rodean y cuya
realidad nos fascina y nos
atormenta al mismo tiempo
precisamente porque creemos
que allí se esconde algo, que
hay algo allí que se nos es
negado. Beckett nos demuestra
que en realidad no hay nada, o
que si lo hay, en el fondo no
importa. Que somos esa mosca
que intenta atravesar la ventana
sin percatarse que hay un vidrio
en el medio con el que se
estrella. ―Traicionemos,
traicionemos al pensamiento
traidor‖, es el manifiesto que nos
deja la obra. Y luego nos dice:
―No querer decir, no saber lo que
se quiere decir, no poder decir lo
que se cree querer decir, y
decirlo siempre…‖.
Si en Beckett asistimos a la
emancipación de la palabra se
debe precisamente a que la
palabra se hace consciente de sí
misma. Pero esa aparente
verborrea, ese maremagnum de
frases absolutas y contraintuitivas,
ese oleaje violento que hiere las
pupilas, que nos deja la
sensación de perder toda
referencia al mundo sensible de
los cuerpos, nos muestra, libre ya
de las viejas ataduras discursivas,
su propio mecanismo interno. Y
esto lo logra Beckett a partir de
cierta indiscreción, de
cierta ligereza
cometida
precisamente al calor
de la redacción. Molloy, sea
premeditado o no por Beckett,
nos da la sensación de ser una
obra concebida en un solo
envión. Una obra cuyo escritor ha
logrado apartarse de sí mismo,
que permite a sus manos, casi
como un tic, presionar las teclas y
dejarlas al misterioso impulso que
irrumpe el vacío angustiante de
la hoja. Durante esa exaltación la
palabra se confiesa, nos entrega
sus secretos, devela su verdadero
rostro: es un recipiente vacío,
inicuo e inútil en donde el mundo
muere indignamente,
pesadamente nombrado. Que la
palabra signifique más o menos
lo que se quiere decir o que no
signifique lo que se quiere decir,
sino otra cosa que no se quiere
decir, esa otra cosa que la
palabra dice por sí misma,
parece ser el embrollo de este
monólogo de nadie. Esto no
significa que se haya abierto una
herida incurable, que el ejercicio
de Beckett sea necesaria y
únicamente destructivo. No. Pero
sí crítico en el sentido filosófico
de esta expresión, o autocrítico,
en su caso como creador,
respecto a su propia materia
prima. Lo mismo sucede dentro
del propio universo de su obra.
Molloy, en especial, lucha todo el
tiempo contra la misma palabra
que lo define, lucha
conscientemente contra su
propia versión hecha de
palabras, lucha a muerte, si se
——— 18 ———
quiere, si se entiende el silencio
como la muerte: <<Esta es una
de las razones que me impulsan
a hablar lo menos posible. Y es
que siempre digo demasiado o
demasiado poco, lo que me
apena pues soy amante de la
verdad>>. Si Molloy ama la
verdad es natural que desconfíe
de la palabra, pero es ahí donde
Beckett muestra su talante
irónico, amargo, si se quiere,
pues Molloy se precipita sobre
esta inquietud bajo el propio
influjo de la palabra, y ya que es
la única, opta por el silencio: <<
(...) al decir que no necesitaba a
nadie no estaba diciendo
demasiado, sino una ínfima parte
de lo que hubiera debido decir,
no hubiera sabido decir, hubiera
debido callar>>. Hay hombres
que, como decía Nietzsche, son
incapaces de padecer hambre
en el alma por amor a la verdad,
como si una marca propia de
aquellos que se han entregado
al culto de la verdad sea su
eterna disposición al caso
opuesto, al escepticismo. Moran,
el personaje de la última parte
de la obra, aunque es
consciente de todo esto, resulta
tener una actitud contraria a la
de Molloy: <<La ira me impulsaba
a leves excesos del lenguaje. No
me arrepentía de ello. Me
parecía que todo lenguaje es un
exceso de lenguaje>>. ¿Qué
significa que no se arrepienta de
ello? ¿Y qué quiere decir que
todo lenguaje es un exceso de
lenguaje? Lo primero es que
acepta el pacto con la palabra,
conociendo sus consecuencias, y
segundo, que esas
consecuencias son las ya
mencionadas: que la palabra
habla por sí misma y que nosotros
somos sus títeres; somos esa
araña del cuento que, una vez
ha tejido su telaraña, se
metamorfosea en mosca y
queda atrapada en su propia
creación. Otro de los aspectos
en donde la palabra se hace
autoconsciente es con
referencia al tiempo dentro del
hilo narrativo. En la palabra,
quien nos indica el tiempo es el
núcleo de la oración: el verbo.
Eso quiere decir que, consciente
o inconscientemente, nuestra
mente busca esa referencia para
ubicarse en un tiempo y de paso
deducir el espacio. Pero en
Molloy se pierde la confianza en
este mecanismo. Parece que
todo acontece en un presente
absoluto, un presente en donde
todo se sucede de forma
simultánea o que se alterna
según sea el caso. El problema
aparece cuando tratamos de
aplicar estos términos pues la
obra parece invitarnos a pasarlos
por alto para que el mecanismo
por sí solo opere. <<Hablo en
presente por lo fácil que resulta
hablar en presente cuando se
trata del pasado>> dice Molloy, y
luego agrega: <<No le prestéis
mucha atención, se trata de un
presente mitológico>>. Si
entendemos que toda
representación mítica del tiempo
——— 19 ———
se caracteriza por ser atemporal,
se infiere entonces que no se
trata de si algo ocurre en el
pasado o si está ocurriendo en el
presente, sino que, como dice
Aristóteles sobre la poética,
siempre ocurrirá. Finalmente, la
obra termina con un Moran que
comprende que la mayoría de
las veces en las que creemos
poseernos, en realidad se trata
de una voz que nos habla en un
lenguaje que está más
allá del lenguaje
propiamente dicho;
diríamos: un lenguaje
que vuelve y gira sobre sí mismo.
Esa voz, y esto es propio de
Beckett, a saber: su nihilismo
militante, impulsa al personaje a
escribir: <<(...) es medianoche. La
lluvia azota los cristales. No era
medianoche. No llovía>>.
Introducción
¿Quién narra la Odisea? Y
¿Cómo se llamaba aquello que
sentía Ulises mientras estaba lejos
de su casa? Son las preguntas
que guían o desvían a este texto
sobre una de las obras literarias
que más ha marcado al
pensamiento occidental, La
Odisea.
Oralidad y Nostalgia en la Odisea.
Por: Carlos Vélez
1. El relato de la Odisea.
No se tolera leer la Odisea como
un libro. Aquél que no sienta la
fuerza de sus olas, ora delicadas,
ora intempestivas, al sumergirse
en su océano de historias, ha
perdido la oportunidad de sentir
la embriaguez de la fantasía.
Como aclaración debe señalarse
con prontitud que la fantasía de
los viajes de Ulises está
encarnada en las historias de los
viajes que se recuerdan, más que
en los hechos mismos, ya que si
se lee atentamente, se
entenderá que pocas cosas
pasan en la Odisea.
Como ya se ha expuesto, bajo el
efecto de la musa el poeta-
cantor puede ver todo lo que ha
acontecido en tiempos remotos,
como si de un viaje al pasado se
——— 20 ———
tratara. Gracias a esto se
aprecian los numerosos detalles
descriptivos de cada batalla en
la Ilíada. En el poema de “la
fuerza”, Homero, de manera
cinematográfica, describe
hechos del pasado que narra
como espectador fantasmal, es
un testigo del presente
contemplando las ruinas de lo
que ya aconteció, y que sólo la
musa se lo podría narrar. Si acaso
fuese prudente razonar de esta
manera, se diría que en la
conciencia de Homero está en
germen la idea del video, como
posibilidad de arrastrar al
presente algo ya arrojado a la
realidad y devorado por la
memoria oculta del tiempo.
Dado que todo ejercicio
descriptivo de un fenómeno
implica hacerlo emerger con su
identidad en contraste con otros
fenómenos, es necesario seguir
diferenciando la Odisea de la
Ilíada en este sentido, pues
aunque el poeta vuelve a pedir
la virtud de la Musa, tiene en este
poema cierta restricción. Luego
de invocar la Musa, comienza la
Odisea narrando el lugar donde
se encuentra Ulises, la isla donde
Calipso lo tiene secuestrado,
Ogigia. Pero no da a revelar más,
pues no le ha sido concedido por
la Musa.
Se podría decir que gran parte
de la aventura y búsqueda de la
Odisea, aparte de saber si
Odiseo aún existe, (de ahí la
Telemaquia) es saber qué le
ocurrió a Odiseo en un trayecto
específico: de la salida de Troya
hasta la llegada a la isla de
Calipso donde lleva secuestrado
siete años. Lo que sorprende y
contrasta con la estructura
narrativa de la Ilíada es que ese
trayecto, el más fantástico de
toda la narración, lo narra
Odiseo mismo, no el poeta
Homero, quitándole cierto
protagonismo al poeta. Y
pareciera que Homero se dejara
seducir por la narración del
aventurero de su canto, así
como Alcínoo y su corte al
terminar Odiseo sus historias:
“Tal Ulises hablóles y todos,
tomados de hechizo,
A través del oscuro salón como
mudos quedaron,‖
En este juego de revivir un
pasado de un héroe en el
presente, se incuba otra burbuja
para contener la historia que sólo
Odiseo podía contar.
Como se entiende, son
narraciones y recuerdos los que
se abordan en el tejido del
poema, mas no acciones
directas como lo hay en la Ilíada.
Telémaco viajando donde Néstor
y Menelao, es junto con el final
del viaje de Ulises desde Ogigia
hasta su patria las únicas
aventuras no recordadas por los
personajes del poema. El resto
habita en los recuerdos de aquél
héroe que en su tropezar por el
mundo marítimo no fue feliz.
——— 21 ———
Se podría decir que la verdadera
Odisea más que una aventura,
es un buen relato narrado por un
buen orador. Y no ha de verse
esto como un desengaño, o la
caída de una mentira, pues la
palabra misma es la que lleva en
su seno las aventuras, son ellas
mismas la aventura. En el mismo
sentido Fernando Pessoa, que
sintió todo como una corriente
de viento con conciencia, decía
en su libro del desasosiego:
“Moverse es vivir, decirse es
sobrevivir. No hay nada de real
en la vida que no lo sea porque
fue bien descrito…‖
Trasladando esta lógica a la
trama de la Odisea se podría
decir que lo fantástico de la
travesía de Ulises se debe a que
fue narrado con “aladas
palabras‖ y por aquél héroe que
ante todo, sabía hablar.
Es tal la calidad de su arte con
las palabras que Homero dice,
en una pequeña pausa del
discurso de Ulises en el Palacio
de Alcínoo, que...
“ni un aedo supiera mejor relatar
con los males
De los otros argivos tus propias
funestas desgracias.‖
Odiseo es el héroe que con su
ingenio permanece en la
memoria de los que lo escuchan,
gracias a la forma en que narra
sus aventuras. Imaginarse una
Odisea con un Ulises mudo o
tatareto sería pensar en su
anonimato. Es mythos
(μῦθος) quien
contiene la aventura y
transporta el salitre del
mar que ha raído el físico de
Ulises. La aventura subsiste
gracias a su cualidad de semilla
incrustada en el fruto de la
palabra.
Finalmente quisiera recordar a
Stanislaw Jerzy Lec, que como un
aedo del estallido, al respecto de
la deuda que carga la realidad
con las palabras, escribió:
“Cuántas menos cosas pasarían
en el mundo, si no existieran las
palabras.‖
La Odisea, por tanto, vuelve a
empezar cada vez que la
re co rde mo s en n ue st ras
conversaciones.
2. Ulises el muy sufrido
Después de que Hermes lleva la
orden de liberación a Ulises,
Calipso busca al héroe
y Homero lo describe de esta
manera cuando lo halla al borde
de un risco, inmóvil:
“Encontrolo sentado en el mismo
cantil; no acababa
de secarse en sus ojos el llanto, se
le iba la vida
en gemir por su hogar, porque no
le agradaba la diosa:
Pero ella imponíale su gusto y el
héroe por fuerza
A su lado pasaba la noche en la
cóncava gruta.
Iba, en cambio, a sentarse de
día en la playa o en las rocas
Destrozando su alma en dolores,
gemidos y en lloro
——— 22 ———
Que caía de sus ojos atentos al
mar infecundo...‖
Si algo le ha enseñado esta
travesía a Ulises, es cuánto
sufrimiento es capaz de soportar.
Los anteriores versos describen un
héroe consumido por el llanto y
que ronda las mejores
posibilidades de huida en un
risco, de esta forma contempla
petrificado la indiferencia del
mar, ese que antes era fértil
puente para infinidad de viajes,
ahora se muestra estéril para
concebir la más mínima fuga. El
mar ahora no guarda nada para
él. De esta manera Ulises en el
risco es imagen del extremo
aislamiento contra el que lo ha
arrinconado el destino.
Esa imagen de Ulises casi
petrificado en el risco no trae
consigo una descripción de
algún tipo de dolor físico, solo
llora en soledad, quizá dando la
espalda al resto de la isla y así su
alma es consumada por el fuego
transparente de la nostalgia. No
es otro el insumo que fortalece
dicho fuego, y será necesario
hablar de cómo su alma es la
que naufraga en él mismo, mar
estancado. Pero primero deberá
hacerse una minúscula apología
a su alma.
Ulises sobrevivió a la guerra de
diez años, a su paso por las islas
de Ísmera, los lotófagos, los
cíclopes, Circe, y Calipso; evadió
bestias marítimas (Escila y
Caribdis), descendió al Hades y
fue el único que sobrevivió a la
venganza del dios sol, Helios, y
solo por obra divina él está sano
en la isla de Calipso, pero
mutilado. Por tanto, su aflicción
es sensible, pero no a sus
sentidos. Acá deberá entenderse
el alma en el sentido que expone
María Zambrano cuando
describe el alma humana, en su
propuesta filosófica, como algo
olvidado por la historia de la
filosofía occidental. Así, para ella,
esa otra sensibilidad que nos
habita no se deposita ni en el yo
del idealismo ni en la naturaleza,
pues a dichos conceptos se les
seguía escapando la esencia de
esa otra sensibilidad incrustada
en el humano, por tanto,
quedaba aún…
“...ese trozo del cosmos en el
hombre que se ha llamado
alma.‖
Así...
“Entre el yo y el afuera de la
naturaleza se interpone lo que
llamamos alma.‖
Alma deberá entenderse, en este
orden de ideas, como aquello
que palpita justo después de los
sentidos y permite presentir los
misterios de lo que está afuera y
dentro de nosotros. Cumpliendo
así la función de piel después de
la piel y que posibilita sentir
aquello inconmensurable que
nos rosa intermitentemente y no
podemos ver.
——— 23 ———
Por consiguiente es su alma la
mutilada, es ella la que siente
aflicción, que en griego se
escribe algos (αλγος); por no
poder regresar, del verbo griego
nostos (νόστος), a su nación.
Podemos decir, en efecto, que
Ulises siente la consumación de
su alma por la nostalgia, ese
dolor por retornar a su lugar
de origen.
Consumado por dicho
sufrimiento es que Ulises mismo
habla a Alcínoo cuando va a
iniciar su relato fantástico:
“Mas tu alma te incita a pedirme
que cuente mis lutos
Y congojas, a fin de que llore con
más desconsuelo;
¿Y por dónde empezar mi relato,
por donde acabarlo
Cuando tantos pesares me han
dado los dioses celestes?‖
Ulises es un ser que ha sufrido
mucho, pues el regreso a su tierra
ha sido varias veces truncado,
por eso su relato está cargado
de dolor, pero encontramos que
paradójicamente la cura a este
sufrimiento de su alma, centro no
-fijo, piel desmembrada; es el
acoplamiento de su ser con el
terreno fijo de su isla. Señalando,
quizá, qué de tanto hay de
espiritual en la materia, y que
tanto de material hay en el
espíritu. ¿Pero exactamente qué
es lo que extraña un nostálgico
de su tierra? Y ¿Qué busca?
Primero hay que decir, que el
nostálgico no solo anhela volver
a su tierra para
contemplarla y estar
en ella de nuevo, el
nostálgico es un ser
desgarrado, y que en cierta
medida ya está en su hogar. Por
eso sufre, pues estando lejos aún
permanece en su tierra. El
subsiste en su familia y amigos y
desea llegar donde ya está. Por
eso podemos decir que el
nostálgico es un ser
desterritorializado que añora no
ser más un extranjero. Para
George Simmel el extranjero es la
unión de los conceptos de
nomadismo y fijación en un ser,
por eso dirá que el extranjero…
“…no es el nómada que llega
hoy y parte mañana, sino el que
llega hoy y mañana se queda; o,
por así decir, el emigrante
potencial, que, aunque se haya
detenido, aún no ha superado la
ausencia del vínculo propio del ir
y venir.‖
Ulises es, en ese orden de ideas,
extranjero pero en un sentido
negativo, al contrario de lo que
estudia Simmel, pues para el
filósofo y sociólogo alemán:
“…la unión de lo próximo y lo
lejano, propia de toda relación
humana, adquiere en el
fenómeno del extranjero una
configuración que puede
resumirse de este modo: si la
distancia dentro de la relación
significa la lejanía de lo cercano,
el extranjero significa la cercanía
de lo lejano. El ser extranjero
constituye, naturalmente, una
——— 24 ———
correlación perfectamente
positiva, una forma especial de
interacción.‖
A saber, Ulises es equivalente
pero de forma negativa, es un
extranjero que se queda pero
por imposición, casi un
desplazado pero con norte.
Sabiendo ya esto es necesario
retomar la pregunta guía de este
apartado: ¿Qué es lo que busca
un nostálgico? Al respecto, no
olvidaremos que Ulises no quiere
ser más un extranjero, gracias a
ese impulso sobrevive al mar,
símbolo de lo indeterminado e
inexplicable, para llegar a la
tierra que tanto ha extrañado en
sus sueños. Todo el esfuerzo de su
viaje desemboca en el regreso
para ser otra vez parte-de-algo
¿Pero de qué? Ya Alfred Schütz
en una investigación de
fenomenología psicológica y
social, hace alusión a Ulises como
el primer referente universal de
aquél hombre que logra volver a
su tierra, así Ulises es imagen de
aquél que…
“…vuelve al hogar… prevé su
regreso a un ambiente del cual
tuvo y cree seguir teniendo un
conocimiento íntimo, y que le
basta presuponer para orientarse
dentro de él.‖
Y como última pregunta, cabe
cuestionarse por ¿Qué es el
hogar? Schütz sigue hilando su
ensayo y también se inquieta por
lo que representa el hogar, y
entre varias imágenes-
sensaciones, el hogar
representará para el que vuelve
a casa…
“…tanto un punto de partida
como un punto terminal… Pero
no es solamente el lugar- mi
casa, mi habitación, mi jardín, mi
ciudad- sino todo lo que
representa.‖
El hogar para Ulises es imagen
crepuscular, conclusiva de su
vida, donde puede hallarse de
nuevo en paz y volver a anclar su
vida. De extranjero Ulises quiere
pasar a ser parte de su hogar, de
nuevo.
——— 26 ———
En este trabajo pretendo no
establecer una ética que
provenga de una subjetividad. Es
decir: una metaforización de la
realidad, que encarne en sí un
valor supremo de actuación; un
―cálmate, serénate, restríngete‖.
Lo que intento de alguna
manera, es buscar una forma de
llegar a una ética si se quiere de
la equiparación, que discuta una
moral de la confrontación. Un
merodear, una posibilidad, un
acceso, un impulso en busca de
la emergencia de llegar a una
genealogía de los gestos
anímicos. Aquel ánimo presente
en todas las disposiciones. La
pretensión máxima de este
pórtico es apuntar a algo,
rodearlo sin contenerlo. No es
una construcción, más parece
Hacia una ética de la confrontación
una destrucción y el soplo de
una ética futura. La posibilidad
del ejercicio, entender al hombre
como un ser abocado a la huida,
en un medio que no es
estático, limitado, con riesgos. Lo
que ocasiona que
constantemente deba fabricarse
su propio paraguas como
escudo ante las circunstancias
que irrumpen. Un hombre
nervioso. Lo trágico y lo alegre
cohabitando eternamente. Una
ética conservadora que se
pretende transgresiva.
Sincerandose con lo concreto, lo
humano, lo realmente
humano. Sin exigencias, como
reservas o huidas. Que enfrente
y acepte la tensión vital en cada
gesto.
1. Opinión de un insensato
La infancia se torna más plena
conforme envejecemos, y no es
cosa vana tomarle la medida a
nuestros primeros años.
E.Canetti
Cuando era pequeño me
sorprendía ver la reacción ante
la sola idea de un costal.
Pensaba por disposición anímica
de mi madre que, aquello era lo
que portaban los descarriados,
Por: Jeison Trujillo
——— 27 ———
los inadaptados que debían
recurrir al vicio para vivir sus
vidas, y en ese sentido perderlas.
Muchas veces llegué a pensar
que en ese costal arrojaban los
niños para irlos a vender a una
especie de mercado de infantes
o intercambiarlos por alguna
sustancia extraña. Me generaba
un temor inconfesable
acompañado de la intriga que
alimenta aquellos años de
magia, de esa secreta
pertenencia y recepción de lo
misterioso, no es preciso lo que
digo, pues en ello hay mucho de
remembranza, pero confieso que
siento atinarle a lo que en
aquellos años decoraban los
paisajes de mi imaginación,
aquello innombrable que excede
las palabras, pues como dice
Agamben ―la magia no es
conocimiento de los nombres si
no gesto: trastorno y
desencantamiento del nombre.
Por eso el niño nunca está tan
contento como cuando inventa
una lengua secreta‖
El humo que salía por la parte de
atrás del patio de mi casa que
daba con el viejo ferrocarril,
envolviendo el pequeño árbol de
flores de Saúco, mezclados con
risas y frases ininteligibles era el
anuncio del peligro, suponía yo
que allí se desmoronaba lo que
hace hombre a un hombre.
Sin embargo, dentro de todo
este imaginario, producto del
temor y los juicios infundados de
una madre y su precaria
educación pragmática;
mezclada con el tufo
endeble de una
familia católica de
credo y de prejuicio,
pero secular en su cotidianidad;
me habitaba repentinamente el
asombro, la capacidad de
sobrepasar a contracorriente, las
disposiciones impuestas por la
familia. La inseguridad y el
miedo, lo monstruoso que se
aleja, lo desconocido. En ese
sentido, la figura del Vicioso, del
hombre que se pudre y se
escupe a sí mismo persiguiendo
un estado mental, siempre fue
algo que invadía mis horas de
ocio, recuerdo como una
mancha difusa, las tardes en el
patio mirando por una reja
oxidada a los hombres caídos en
batalla.
Más adelante, cuando fui
adquiriendo la conciencia de la
imposibilidad de hacer magia,
ese baño de realismo
viscoso que suprime el asombro
y nos vincula con la realidad
inmediata, con todos los juicios
que se sustentan en fisonomías
rasgadas, en alegatos
inconclusos e inconsistentes.
Descubrí por cuenta propia toda
una variedad de formas y
matices, de sujetos, de hábitos
extraños y manías infectadas con
la agonía de la sustancia.
En definitiva comprobé con
agrado y meticulosamente que
no era cierto aquello que decía
mi madre sobre los consumidores.
Aquel destino trágico, vacío,
carente, mecánico. Aquella
——— 28 ———
disposición falaz por destruir y
destruirse. No me malinterpreten,
pues sin duda es un camino
repleto de tensiones, pero no
todos los que lo habitan dejan
solo destrucción. Hay en ello una
suerte de tensión, una ética del
desarreglo, pues para muchos la
vida consiste en ese costalado
de aderezos y en la posología
pertinente para que estos no se
configuren como la muerte
inmediata. Es decir, un constante
tambalearse, milimétricamente
entre la arrogante idea de medir
la pócima de la destrucción y la
posibilidad de dejarla a un lado.
Antonio Escohotado asevera en
frente de una cámara, con la
arrogancia del entendimiento y
la alegría de quien le ha dado
resultado su pequeño cursillo en
el desarreglo que el ser humano
no está preparado para el
orgasmo químico. Quizá las
estadísticas le den la razón y
quien emprenda una vida
mediada por la desfachatez de
los excesos regulados, deberá en
el fondo saber que, como
pensaba Kafka sólo la maldad
se conoce a sí misma.
La inutilidad del argumento
No es posible dirigir al hombre
hacia el bien, sólo es posible
dirigirlo a alguna parte.
Ludwig Wittgenstein
Lo anterior es sin duda, una
manera de introducir algo. Una
idea difusa si se quiere, un
murmullo que busca dejar tras de
sí, el rastro de un posible habitar
en el mundo. No se trata como
se pensaría siendo sensatos, de
hacer una apología al desatino.
Es pues, vincular el nervio del día
a día, con una pequeña dosis de
desarreglo, generar la tensión
necesaria ante una
incapacidad constante de
pertenencia y así, no estando
serenos las decisiones pasan por
un filtro necesario, en el cual la
reflexión se hace imperativa y la
otredad evidente.
No podemos recurrir a los gurús
modernos para determinar los
posibles sentidos que el ser
humano debe seguir para llevar,-
como si se tratara de un rastro de
la fatalidad divina- un manual
preciso en el cual consultar, en
frente del espejo por ejemplo,
después de un día laboral
pesado y de no haber
superado la meta. Pues como
se sabe el sujeto de rendimiento
actual en palabras de Byung -
Chul Han ―está abocado sobre
todo al éxito‖ esto, genera que
su preocupación excesiva sea
desde luego ―una relación
consigo mismo exagerada y
patológicamente recargada‖.
Así pues, ¿Por qué vincular de
manera directa, un estar en el
mundo, entendiendo la ―realidad
como choque de fuerzas‖ en
aras de una actitud ansiosa que
——— 29 ———
permita discernir no con claridad
sino más bien con la pesadez del
vivir, con una tensión vital? No se
trata aquí, de establecer una
relación absoluta de la
decadencia con el habitar en el
mundo, su vigencia se
sostiene en el sentido contrario
como la entiende Nicolás Gómez
Dávila, no como una disposición
que vuelve amables muchas
cosas, sino más bien, un riesgo
vital que inclina al hombre a
mirar con más detalle, una
espera en tensión. Un estar en el
mundo alarmado, sin caer en el
nihilismo absurdo de los jóvenes
incautos, pero tampoco
conservando la fijeza en su mera
forma, sin ver la transformación
de las dinámicas, en palabras de
Lluis Duch ―un cambio en la
permanecía y una permanecía
en el cambio‖. Por tanto
argumentos como ―una manera
adecuada de vivir‖ deben evitar
el desmedido afán por estar
vinculado con un tejido absoluto,
universal. Pues como se sabe, en
palabras de Wittgenstein sólo es
posible dirigir al hombre a alguna
parte. Lo demás sería en este
sentido una ética de la
desfachatez, que se reduciría a
pura fraseología.
Pues evidentemente en la época
actual y siendo reiterativos con
aquellas posturas tan
desgastadas, la solidez no es un
lugar común y las reglas ya no
son las reglas. Por lo tanto, le
corresponde al mismo sujeto,
―...Dar una arma simbólica a su
vida, con todos sus peligros y sus
excedentes‖ Esta
suerte de construcción
de sí mismo, no recae
a partir de unas
determinaciones visibles (una
perezosa manía idolátrica de la
actualidad) que le permitan
saber con claridad hacia dónde
se dirige su abocado animal, Su
corcel de ceniza.
Así con la tremenda impresión de
la vida vivida intensamente, el
hombre se percata con desdén
de que es finito, por ende de su
irremediable destino, le
corresponde vivir su muerte
lentamente, un preámbulo
eterno gateando en el difuso
panorama del misterio.
Su máxima responsabilidad es a
la vez su delicado martirio,
construir los restos de la figura, las
formas restantes, los espacios, los
límites, conservar la distancia
necesaria, el silencio ante la
respuesta intraducible de su
genio. Se trata pues de una ética
que trasciende la moral,
entendiéndose esta como la
sintaxis de un determinado lugar,
transgredir, borrar finamente los
límites o ensancharlos. Una ética
que entienda la ambigüedad de
la instantánea respuesta, una
disposición más que una
respuesta a un ¿Qué hacer?
universal, a un elemento estático,
a una breve reseña adscrita en el
respaldo de la existencia.
Y esto implica de entrada
reconocer la tensión vital que
habita todo panorama del
——— 30 ———
hombre, un hombre que está
condenado a la fuga, hacia
adelante como diría Sloterdijk,
pero también que de esta
fuga, de este impulso
incondicionado, en palabras del
mismo autor ―han quedado en
uso reliquias cansinas‖ un hombre
que deberá forjarse una
armadura, una suerte de antropo
-técnicas que lo desvíen del
fracaso primigenio, un hombre
recordando al señor Unamuno,
de Carne y hueso que no evada
su finitud, pero que tampoco la
haga su escudo de inmunidad
para su fracaso repentino.
Mis amigos los impopulares.
El que ignora que dos adjetivos
contrarios califican
simultáneamente todo objeto no
debe hablar de nada
Nicolás Gómez Dávila
Con frecuencia vemos en todo
lugar, expresiones que, se
disfrazan de supremas o
absolutas, ímpetus baladís que
despliegan sobre el escenario un
murmullo pútrido sobre el
porvenir, me divierte con una
pizca de antipatía como algunas
personas bajo la aparente
destreza de la inteligencia son los
portadores de una llama que
para el incauto, está encendida,
pero lo único que transmite es
una vieja y desgastada impresión
que infunde sobre la vida una
seguridad terrible en la nada.
Parece ser que, es vital la
negación. Una especie de
pasaporte a una escuela de
inteligentes que tienen como su
gran apetito, devorar sin
saborear. No es preciso que el
odio disfrazado de arrogancia
crítica se despliegue por todos los
escenarios humanos. Alojar
cualquier esperanza en lo
invisible, es elogiar la estupidez.
Repiten como loros alucinados
en las academias de
humanidades. Sí, lo primero que
aprendemos es a ser criticones
y a desvirtuar aquello que nos ha
formado, uno se encuentra por
ahí, con personas buscando
apostasías. Quitarse una venda
dicen, sin percatarse que están
ciegos.
Este afán, si se me permite, del
que se ha hablado mucho,
como dirían los teóricos es un
signo, un síntoma ¿de qué? No
nos corresponde clarificarlo. Solo
merodear, burlarse en silencio de
la desfachatez. Con ella misma,
como quien salpicado de
mierda, habla de fragancias y de
virtud en un altar arrodillado en
el que solo se le exige silencio.
Canetti en esa carretera
fragmentaria de impulsos
necesarios dice:
«Jamás los hombres han sabido
menos de sí mismos que en esta
«era de la Psicología». No
pueden estar quietos. Escapan
de sus propias metamorfosis. No
——— 31 ———
están a la espera de ellas, las
anticipan; prefieren serlo todo
menos lo que podrían ser.
Recorren en automóvil los
paisajes de su propia alma, y
como sólo se detienen en los
puestos de gasolina, piensan que
están hechos de gasolina. Sus
ingenieros no construyen otra
cosa que puestos de gasolina: lo
que comen huele a gasolina.
Sueñan en charcos negros».
Con qué seguridad lo saben
todo, con qué seguridad lo
afirman todo, con qué seguridad
lo niegan todo. Parecen
periódicos diría Canetti. No dejo
de pensar en esos colegios
donde merodeando los espacios
íntimos se encuentran niñas
llorando porque las ha dejado su
novio, y dos días después con la
sonrisa de la claridad escriben
cartas nuevamente. No se trata
de estar estáticos, ―cambiar es la
única forma de permanencia
que conozco dice el poeta, pero
esta permanencia carece sin
duda de una calma
necesaria pues, es parte de
nuestra fisonomía emocional,
este afán desmedido por la prisa,
por el habitar y deshabitar. La
lentitud es belleza dice una
conocida autora.
Ni rastros, ni arqueologías, ni
precisiones, la fisonomía de una
época o la fragancia ulterior a su
cadáver, escapa a cualquier
formulación sociológica. ¿De
qué manera podemos
ampararnos del tedio si no es en
las trivialidades? Sin el misterio de
la incógnita, lo
asevera Nicolás
Gómez Dávila.
Pensar con la convicción de lo
indeterminado que el azar es
ejercicio divino. Podría ser una
manera de reivindicar esta necia
manía por explicarlo todo, por la
cercanía obsesiva en las
conductas. Estamos plagados
de taxonomías. Y solo basta con
meditar las redes sociales sin
ánimo de ser apocalípticos,
parece ser que hay que tener
seguridad y leer con atención
cada uno de los detalles que
componen la personalidad. Para
después ser personalidad. Es fácil
si quieres ser un escritor, debes
leer: Diez hábitos, Cinco formas
de vestir, Dos maneras de llevar
el pelo, ¡ah! y claro está Siete
colores diferentes de boina. Y
que no falte el poema en el
bolsillo, casi siempre para
exclamar, inclinando un poco la
mano hacia la derecha, mirando
fijamente a la pobre muchacha
que piensa que los libros y los
hombres salvan la vida. O por
qué no mirándolo fríamente,
fingiendo interés dejando que el
saltimbanqui ejerza su labor. Lo
mismo aplica para ser catador
hasta de chorizos. Madres
orgullosas de la inteligencia de
sus hijos, por decir que ya sabe
que el Papá Noel no existe, por
tener claro desde pequeño que
la magia es una excusa y un
invento de los hombres. Triste,
realmente triste que nos
vanagloriamos y burlamos del
rito, de aquello que se drena por
——— 32 ———
la rendija de la condición
humana. ¿Qué es el mal para los
modernos? Al respecto dice
Sloterdjik:
«El mal de los modernos es la
negatividad sin objetivo,
producto inconfundible de la
condición post histórica. Su
versión popular es el
sadomasoquismo en el hogar de
clase media, y la versión lujosa, el
esnobismo estético que profesa
la primacía de lo arbitrario. Valor
o no valor: ambos siguen
teniendo sentido tan sólo para el
mero capricho, que sin motivo
alguno valora una cosa u otra.
No tiene importancia alguna
que, a la manera de Kant,
llamemos radical a este mal. Sus
raíces no llegan más hondo que
la trivialidad de un antojo, y por
ello no se gana nada con el
término «radical». Se trata, tan
sólo, de sensacionalismo
ontológico»
Qué nos queda
Ciertos días no hay que tener
miedo a nombrar las cosas que
no pueden ser descritas
R. Char
Nos queda ir contracorriente,
recaer en el silencio, nos queda
el amor, la tradición, nos queda
en definitiva una ética de la
ansiedad. Reconocer como diría
mi mejor amigo, ―que como la
belleza física, todo lo grato está
en permanente huida. Toda
belleza es alteridad‖ es debido,
no jugarse las cartas porque la
partida es un invento. Nos queda
ese pequeño promontorio donde
nos sentamos a contemplar lo
bello y lo terrible del mundo.
Siendo sensatos, ―quizá haya que
empezar por callar‖ o como dice
Karl Kraus ―¡Quien tenga algo
que decir, que dé un paso
adelante y se calle!‖
——— 33 ———
La tragedia griega, el retorno al inicio
Por: Jessica Galvis
La tragedia griega como un
fenómeno literario excelso se
presenta de tal manera que es
uno de los principales referentes
para la literatura universal y su
lectura se convierte en un
e s c e n a r i o d e m ú l t i p l e s
interpretaciones para las diversas
épocas en que pueda leerse o
contextos sociales, pero, lo que a
mi interés particular surge es
cómo la tragedia es un referente
al origen de las cosas del mundo
y de la condición humana, y
para ello asumiré desde la
perspectiva de la forma en
espiral como la tragedia griega
es el retorno al inicio, es el inicio y
el regreso en sí mismo a las cosas
del mundo humano.
Para apoyar mi tesis, diré que la
figura en espiral conocida como
<<La espiral maravillosa>>,
nombrada así por Jakob
Bernoulli, se refiere a una figura
que había estudiado con
anterioridad Descartes y se
relacionaba con la forma que
tienen algunos elementos de la
naturaleza, como en el
crecimiento en espiral de las
plantas, los caracoles, formación
de huracanes que responde a
esta figura hasta llegar a la
formación en espiral de las
galaxias. Doy una relación
arquitectónica, ideológica y
filosófica de esta configuración
en espiral con la tragedia griega
como género literario.
Para ello quiero referirme a cada
una de las tragedias que forman
parte de dicho supuesto y que
en sí asumen la formación en
espiral en el sentido de que existe
un punto de inicio de la tragedia
y un punto de retorno al inicio:
En el caso de Las Troyanas, hay
un punto de inicio equidistante
con la obra de Homero, la Ilíada
y la Odisea, la trama se
desenvuelve al frente de Troya
destruida, con su rey muerto y la
ciudad en llamas, la repartición
de las bellas troyanas reinas y
princesas, que ahora serían
esclavas. Lo particular de la obra
es la sed de venganza que
albergan en sí estas mujeres al
partir por caminos separados.
Casandra, hija profetisa de
Hécuba, es entregada a
Agamenón, el cual luego asesina
por un presagio divino: <<Yo lo
mataré y devastaré su palacio,
pagándome lo que me debe por
——— 34 ———
haber dado muerte a mi padre y
a mis hermanos>>; la suerte de
Hécuba no es muy distinta y es
entregada a favor del odiado
Ulises a su pensar, y aun así, sufre
Ulises diez años de naufragio lejos
de su patria. Con Andrómaca,
existe un lazo significativo del
poder de la tragedia como un
todo, ya que ella será referente
tanto para anhelar la presencia
de su amado esposo fallecido
Héctor, que en contraste con
Tecmesa en la Tragedia de Áyax,
será la esposa que pierde a su
amado y que en sus brazos
llevará al hijo querido que puede
bien ser arrebatado para su
infortunio por los males que ha
causado su padre o el temor del
retorno del enemigo.
De una manera magistral se
entrelazan, adhieren y unifican
cada una de las tragedias para
formar en sí la gran tragedia
griega, por eso, ahora continuaré
haciendo referencia a cada uno
de los puntos en los cuales los
diferentes autores conversan
entre sí. En Áyax, el infortunio de
un héroe se ve de una manera
simbólica, ya que se hace
referencia a la espada que
Héctor cede a Áyax en medio de
la batalla, en La Ilíada, cuando
los dos héroes intercambian sus
armas; Sófocles dinamiza dicho
acto y le da un poder
vehemente desde las fuerzas de
destino de esta manera:
<<Considerad, por los dioses, la
suerte de estos dos hombres: por
una parte, Héctor que con el
cinturón que éste le había
r e g a l a d o f u e a t a d o
estrechamente a la parte
delantera de un carro y
arrastrado por tierra, hasta que
expiró; por otra parte, Áyax, que
de él había recibido, como don,
esta espada, por ella ha hallado
la muerte, precipitándose sobre
ella>>. En la Ilíada Héctor es
arrastrado por el carruaje del
Pélida Aquiles, y posteriormente
en Áyax, el héroe encuentra su
muerte atravesado por la
espada troyana.
Lo que quiero vislumbrar es cómo
cada una de las tragedias se
complementa entre sí y en el
caso de Las Troyanas y Áyax, se
ve la indudable unión de los
destinos de cada uno de los
personajes para retornar al
principio. Es decir, tanto Troya
como Grecia, encuentran un fin
inequívocamente trágico, Troya
es destruida a manos de los
aqueos, y de dicho suceso se
desenvuelven toda una clase de
historias que están en comunión
entre sí, por eso, Casandra venga
a su patr ia matando a
Agamenón, Menelao se ve
condenado a vivir al lado de la
mujer que llevó a todo su pueblo
a la ruina y a fatigosas tareas, del
mismo modo Hécuba dialoga
con Menelao y le profesa lo que
a su pensar sucedió realmente al
ser raptada Helena por Paris y
p r e s e n t a u n p a n o r a m a
totalmente distinto, mientras
——— 35 ———
asegura venerarle si mata a
dicha <<Lacedemonia>>, en
estas palabras dirigiéndose a
Helena y Menelao: <<Fue mi hijo
de notabilisima hermosura, y tú al
verle, la verdadera Venus. A
todas sus locuras llaman Venus
los mortales, y el nombre de esta
diosa tiene en ellas su raíz, y tú, al
admirarlo con sus lujosas galas y
vestido de oro resplandecientes,
sentiste arder en tu pecho el
fuego de la lujuria>>, y sin olvidar
a Ulises que vivirá diez años de su
vida enfrentado al mar en su
retorno a casa, a pesar del sutil
consejo que oye de manos de su
venerada Atenea en la tragedia
de Áyax: <<nunca contra los
dioses digas palabras de
soberbia ni te envanezcas
nunca…Y aman los dioses a los
prudentes, pero odian a los
malvados>>.
El poder expresivo de la tragedia
como un orden primordial de la
existencia del hombre en el
mundo, atiende a dos hechos, el
primero es la representación de
la Tragedia Griega en una espiral
que tiene un punto de inicio, y
varios puntos de desenlace que
en sí retornan al inicio de la
tragedia. La segunda suposición
es que las tragedias tienen dos
t ipos de formación: Son
equidistantes, en el sentido que
según la Espiral de Arquímedes
las distancias son constantes, y
en segunda instancia también
presentan una progresión
geométrica (Espiral logarítmica)
ya que su distancia se
incrementa exponencialmente.
Como es el caso,
tanto las tragedias se
c o m u n i c a n ,
interrelacionan y encuentran en
puntos de convergencia, y a su
vez distan unas de las otras, aun
sabiendo que provienen de un
mismo inicio, y de todas formas
poder retornar al mismo.
Otro hecho que complementa
dicha suposición del inicio en la
tragedia lo quisiera contemplar
basándome en la tragedia como
un orden primordial, y es en el
texto de La Tragedia y el Mito
Moderno de Juan Felipe
Calderón, en su interpretación
del mito expuesto por Freud
<<Tótem y Tabú>> el cual se
resume en la conciencia de
culpa por el asesinato del padre
por parte de los hijos varones. En
dicho caso, la t ragedia
encuentra algunos puntos de
separación con estos ritos de
sacrificio, pero lo que sí es
evidente, es que es el inicio de la
cultura, tanto el héroe, como el
personaje principal que ha
cometido un acto desastroso,
como el coro se entremezclan,
se unen para acompañar al
héroe en su desventura por el
delito cometido. Las troyanas
tanto como los fieles seguidores
de Áyax sufren junto al héroe sus
penurias, son parte del destino
trágico del héroe y participan a
su lado del fatal final, en
r e c o m p e n s a d e s u
desobediencia.
Para afianzar más este contexto
del orden primordial, la tragedia
——— 36 ———
de Los Siete contra Tebas, me
sirve como base para explicar el
por qué tanto del retorno de la
tragedia en sí misma como la
condena por el pecado
primordial de esta manera: Los
Siete contra Tebas es parte de la
trilogía de tragedias que surgen
de la maldición de Layo y que
tiene un orden cronológico y en
progresión una de las otras; la
maldición de Layo y toda su
estirpe surge cuando este es
expulsado de Tebas y encuentra
asilo en la casa del rey Pélope,
Layo se enamora de Crisipo hijo
del rey y le viola, a lo cual Crisipo
se suicida, por lo que Pélope
lanza una maldición a Layo: <<
tu estirpe se exterminará a sí
misma>>. De allí proviene la
tragedia de Edipo Rey quien
huyendo del destino asesina a su
padre y yace con su madre, a lo
cual se saca los ojos y se exilia,
de esta unión de madre e hijo
nacen Eteócles, Polinices,
Antígona e Ismene; la tragedia
de Los Siete contra Tebas, se
desarrolla con Eteócles como rey
y Polinices como traidor, los dos
hermanos se exterminan el uno al
otro, y la suerte de ambos
después de muertos, es
d e s f a v o r a b l e p a r a e l
considerado traidor que no se le
harán los actos fúnebres,
mientras el otro hermano si será
enterrado, a lo cual culmina en
Antígona, que decide enterrar a
su hermano Polinices y pagar
con su vida por la traición a las
leyes humanas. Este es el fin de
toda la estirpe de Tebas, es el
punto de retorno al inicio, es el
momento culminante de la
m a l d i c i ó n t e ban a y e l
cumplimiento del destino por el
crimen primordial del héroe.
Sin más vacilaciones, el interés
particular de este texto ha sido el
de demostrar cómo la tragedia
se fundamenta, se adhiere y
toma la forma en espiral, ya que
la Gran Tragedia Griega es el
origen de lo humano, con sus
limitaciones, con el pavor del
destino que es inevitable y la
adhesión de todos los males del
mundo humano a partir de la
desobediencia, el pecado o la
ostentación de lo humano sobre
lo divino. El ser humano es parte
de las cosas del mundo y su
n a c i m i e n t o , s u rg i m i e n t o ,
crecim iento y expans ión
exponencial atienden a una
vuelta en sí mismo, a la
reposición del orden natural,
desde un punto de vista tanto
biológico como social, porque
allí es donde el héroe y el coro se
convierten en comunidad, el
hombre se conoce a sí mismo en
función de lo social, lo particular
y en una mirada introspectiva.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
- ÁYAX – Sófocles.
- LAS TROYANAS – Eurípides.
- LOS SIETE CONTRA TEBAS – Esquilo.
- LA TRAGEDIA GRIEGA Y EL MITO
——— 37 ———
E
ntr
e lín
ea
s II
MODERNO – Juan Felipe Calderón.
- CONCEPTO ESPIRAL MARAVILLOSA
Y LA ESPIRAL DE ARQUÍMEDES.
- EXPOSICIONES MAGISTRALES. Diego
Alexander Vélez Quiroz. Docente
Titular.
——— 38 ———
Explorar la obra l iterar ia
denominada La Tejedora de
Coronas del escritor Cartagenero
German Espinosa, signif ica
adent rar se en un v ia je
interminable, la lectura genera
exigencia en términos de
co n cen t rac ión , l en g ua je ,
ast ronomí a , geograf í a e
imaginación para los diferentes
ambientes en los que se
desarrolla, además, la fuerza que
significa en términos psíquicos ir
de la mano de las pasiones de
Genoveva Alcocer y los
personajes que la acompañan,
no es poca. Esta es una obra que
se desarrolla en un ir y venir en el
tiempo, va de lo general a lo
particular y viceversa; los hechos
descritos por ella, por Genoveva,
acercan al lector a la realidad
del ambiente en general y lo
apropian de su particular forma
de observar el mundo, el mundo
que a su vez va definiendo el
carácter de la protagonista, va
definiendo el constante devenir
de su existencia.
La obra se desarrolla en
Cartagena de Indias, en una
ciudad “iletrada y jactanciosa”,
una combinación peligrosa, pues
nada como creer que se sabe,
para cometer los atropellos que
se deseen en la ilusión de la
razón; iletrada a causa de los
La construcción de sí a través de la lectura
Por: Marilyn Mendieta
desmanes de la inquisición y de
las decisiones de la corona, y
jactanciosa, al ser uno de los
puertos del nuevo mundo, al
tener relación directa con las
personas que salían y llegaban
del viejo mundo, al ser un lugar
propicio para el comercio y para
acrecentar las riquezas según los
padres de los personajes
principales, esos mismos, que se
v e n a t r a p a d o s p o r e l
oscurantismo que deja tras de sí
l o s e x c e s o s d e
aquellos “llamados” a instaurar
el orden, atrapados también por
el fanatismo de los creyentes que
no dudaban en denunciar la
“herejía” de sus congéneres, y
por supuesto presos también de
sus decisiones y a la vez de sus
pasiones, no solo las sensuales,
sino también, y sobre todo, de
las pasiones intelectuales que
son las que van a marcar el
trasegar de los personajes.
Es así como en el desarrollo de la
obra se manifiesta el peso que
muchas veces significa llevar
consigo un deseo íntimo, una
pasión profunda, pues si bien
Genoveva se libera de los
prejuicios a los que estaba
sometida la mujer en aquella
época, por medio del amor al
conocimiento y transgrede las
reglas impuestas por la sociedad
——— 39 ———
que la rodea, a partir de la
curiosidad heredada del amor a
Federico que a su vez la libra de
enfrentarse a las “obligaciones”
de una mujer de su status, es esa
misma pasión la que hunde a
Federico en el cadalso, y por la
cual ella termina añorando
siempre su presencia sumida en
la soledad. Es decir, su pasión es
a la vez su mayor cadena y su
llave de salida.
Cabe resaltar que en la obra
también se recorren aspectos
sociales de la época, a partir de
las experiencias narradas por la
joven mujer, en uno de sus
capítulos se puede entrever al
escuchar la reflexión de
Genoveva en su encuentro con
Francia, aspectos tan singulares
como el narrado a continuación
―(…) este otro mundo alucinante,
el de París, donde las diferencias
sociales parecían, a despecho
de la tan ponderada cultura
francesa, muchísimo más agudas
que en nuest ra remota
Cartagena de Indias, donde uno
acababa considerando a los
esclavos como miembros de la
familia o, al menos, tratándolos
mucho más humanamente que
lo que un gentil hombre francés
a un mozo de cordel,(…)‖.
Genoveva intenta explicar a su
amigo que el trato entre
personas en F ranci a es
decepcionante, viniendo de un
país que se hace llamar civilizado
y en el cual se están llevando a
cabo los últimos adelantos en
todas las materias de la ciencia,
debido a la fuerza que ha
tomado la actitud
laica dentro de
algunos círculos de la
sociedad francesa, en
este fragmento, se puede
observar el tipo de relaciones
que se teje en la sociedad de los
hombres ―ilustrados‖, entre
aquellos que pertenecen a lo
que se denomina la civilización, y
muestra, como lo dice Ernesto
Sábato en su obra hombres y
engranajes, el camino que toma
la ilustración, momento histórico
en el cual el humanismo es la
bandera y termina en la
explotación del hombre por el
hombre.
Es preciso aclarar que no se
pretende justificar la esclavitud
que vivió la América, sino,
mostrar que las diferencias entre
uno y otro continente no son tan
marcadas como se suele pensar,
demostrar que la ilustración no
significó un cambio radical en la
concepción de las relaciones
entre los hombres, manifestar
que el pensamiento evoluciona
sin que necesariamente la
realidad se transforme, es una
af i rmación pel ig rosa, s in
embargo se sustenta al observar
e l e n t o r n o q u e n o
necesariamente es el del siglo
XVIII en el que se desarrolla la
novela, pues, tres siglos después,
en los albores de la modernidad
se continúa con esta paradoja
donde el conocimiento no logra
transgredir la realidad, aún hoy
se encuentran Federicos y
Genovevas en ciudades iletradas
y jactanciosas, aún hoy se arrasa
——— 40 ———
con poblaciones enteras en
nombre de la razón que ahora
lleva por apellido desarrollo, aún
hoy existen disputas a causa de
los dogmas que pululan en la
sociedad.
Ahora bien, en el caso de
Genoveva se contó con la
fortuna de su inteligencia, su
belleza y como no su posición
social, que pese a no contar
para mucho en Francia, es con
esta “virtud” que accede al
conocimiento y el que la lleva a
recorrer esas otras latitudes, con
esta incide de manera directa
en el curso de la historia, cuenta
como ya se mencionó con la
gracia y la inteligencia que en
muchos casos falta para hacerse
a amistades que expanden su
horizonte, y es por medio de ellos
que accede a c í rcul os
insospechados y conoce de
primera mano los adelantos que
en un espacio como Cartagena
hubiesen sido imposibles de
alcanzar; ….―Genoveva nunca
se casa ni tiene hijos. Pero pese a
ser infértil, Genoveva fertiliza a las
almas masculinas ()…, los dota
del sentido femenino de la vida,
no importa que en ocasiones se
precipite en orgías y excesos
sexuales. Se le asemeja con
Diótima del banquete de Platón:
suerte de cortesana americana
que practica la filosofía, las artes
y las ciencias como ayudas
genésicas. En ella, ciencia y
filosofía son sonrisas de la belleza
vital y en su cuerpo desnudo, por
parafrasear a Gómez Dávila,
parecen resolverse todos los
problemas de l universo‖.
Genoveva es fecundidad, es
tierra, es calor, es enigma, es
mujer.
A manera de Epílogo:
El autor logra en la descripción
del personaje y en sí en la
obra, transmitir, irradiar, esa
fuerza, ese poder que tiene lo
desconocido, lo esotérico, lo
místico, de tal forma que se cree
en ello, de tal modo que el
mirarse al espejo se convierte
entonces en el encuentro con
ese “inverso universo” ante el
cual se refleja la turbación propia
del enigma que es el cuerpo
desnudo de la mujer. Y por
tanto, lo escrito se hace
entonces metafísico, es decir,
ingresa en el plano de las ideas
conscientes de tal modo que
pasa a intervenir en la esfera de
la interacción humana, e influye,
en las percepciones de los días
poster iores a la lectura,
desapareciendo lo que antes
hubo, lo que ocupó en algún
momento la posición frente a
cierto aspecto, sin importar la
categoría a la que corresponda,
si pertenece a la moral, a la ética
o cualquier de los otros valores
que como sociedad nos
empeñamos en mantener,
destruyendo los muros que antes
formaron la base para decidir
frente a las situaciones que el
d i a r i o v i v i r i m p o n e y
——— 41 ———
estableciendo entonces nuevas
barricadas para la afrenta que la
vida supone, y así, acompañar a
Genoveva en su constante
rehacer.
Tomando como marco de
reflexión el texto El problema de
la paz, hoy del filósofo alemán
Ernst Tugendhat intentaré mostrar
cómo desde el ámbito político el
discurso sirve para justificar tanto
la injusticia social como la guerra.
Hace más de 6 años cuando el
actual presidente de Colombia,
Juan Manuel Santos Calderón,
era el ministro de defensa del
entonces presidente Álvaro Uribe
Vélez, el gobierno de turno
manejaba como premisa: ―un
gobierno de seguridad
democrática‖. Éste eslogan o
frase lo llevó a dirigir los destinos
El discurso como medio de justificación de
la violencia
Por: Camilo Zapata
de los colombianos por dos
períodos consecutivos sin
alcanzar la rendición de las FARC
por vía militar, usando siempre en
su lenguaje el término grupo
narcoterrorista. Posterior a ello,
Juan Manuel Santos Calderón
alejándose de los principios de su
mentor y maestro ganó la
presidencia de la república. Sin
embargo, Santos cambió la
postura guerrerista por un
discurso abierto al diálogo con
las FARC que sedujo la opinión
del pueblo colombiano,
llevándolo a votar por él en dos
ocasiones. Este escenario nos
pone frente a varias
problemáticas que trataré de
hilar de forma lógica y
coherente. El problema radica
en cómo el ―discurso dialógico‖
además de las acciones políticas
logran influir y manipular la
voluntad de las mayorías. No
podemos desconocer que las
condiciones y las circunstancias
que rodean la vida de una
persona o de un pueblo juegan
un papel fundamental en sus
decisiones y determinaciones, es
por ello, que quien ostente el
poder ya sea una persona u
organización siempre tratará de
——— 42 ———
mover las pasiones y
convicciones de las mayorías
para legalizar, por medio de
mecanismos políticos acciones
egoístas. Es necesario aclarar
que en este tipo de discursos y
prácticas políticas no estamos
ante los topoi[1] aristotélicos con
los cuales se defendían las
querellas en los asuntos judiciales
de la polis, sino ante elaborados
programas de demagogia que lo
único que pretenden es
conseguir la adherencia de los
menos informados. Los topoi son
el camino para llegar a la
prudencia política, mientras los
discursos demagógicos tienen
solo pretensión de validez.
Podemos abordar el fenómeno
de la violencia en la historia de la
humanidad siempre como una
lucha por el poder y la posesión
de la verdad expresada en el
lenguaje.
La hipótesis de una única lengua
prefigurada por el mito de la
Torre de Babel o primera
Babilonia (Gn. 11) muestra a
todos los hombres unidos bajo el
mando de Nimrod, terminando la
torre con el propósito de llegar al
cielo. Este hecho supone la
organización de la comunidad
humana bajo las normatividad
de unas mismas reglas
lingüísticas. Es la primera
referencia a una organización
social en torno a un líder y ver
que todos habían llegado a un
acuerdo para realizar una
acción común. Génesis 11:1
proporciona un detalle que para
nosotros es importantísimo: “Tenía
entonces toda la tierra una sola
lengua y unas mismas
palabras” (RV1960, p. 17). La
posibilidad del entendimiento
residía en que todos tenían un
solo idioma y estaba al alcance
de todos el significado
lexicográfico y semántico de las
palabras. Lo anterior nos lleva a
que antes de que existiera
cualquier vínculo contractual,
especialmente como el de
Hobbes, ya toda la humanidad
contaba con un código
lingüístico común, es por eso, que
Hobbes establece una
antropología en la que
fundamenta una teoría del
lenguaje basada en los usos y las
aplicaciones que deben tener las
palabras (cf. 1.a parte, sec. IV,
del lenguaje). Ahora bien, a
primera vista no es fácil
establecer una relación entre
lenguaje y política ya que
cuando ocurre un hecho
producido acaecido bajo el
influjo de la coacción humana,
(entiéndase ésta como producto
del discurso), no nos detenemos
a estudiar la estructura del
lenguaje, sino la mecánica y la
materia ontológica del asunto. Es
por esto, que cuando analizamos
la naturaleza de los hechos
sociales y políticos no llegamos a
identificar que su génesis tuvo
lugar en las proposiciones,
enunciados y calificativos que le
dieron agentes activos
cualesquiera que sean.
——— 43 ———
Desde el establecimiento
constitucional de los Estados
hasta los decretos y enmiendas
que regulan los derechos y
deberes de sus ciudadanos, la
formulación de los derechos y
deberes está mediado por el
significado de los conceptos con
los cuales son elaborados, v. gr.,
el derecho a la vida, a la
igualdad ante la ley y a las
autoridades y al libre desarrollo
de la personalidad, como están
consagrados actualmente en la
Constitución Política de 1991
tienen un significado unívoco.
Pero, en su reconocimiento y
aplicación pierden por completo
su sentido. Ilustraré esto de la
siguiente manera, el abuso
económico y la exclusión social
sufridos por los habitantes del
país han hecho que muchos
gracias a su formación marxista
creen asociaciones y sindicatos
para defender condiciones
laborales dignas y un salario
acorde. Muchos de estos son
acusados de rebelión con el
argumento de promover
actividades terroristas en contra
del Estado. Es, precisamente, en
este punto donde hallamos la
intersección entre lenguaje y
política que legaliza acciones
contra la dignidad de individuos
y pueblos enteros. Colombia
lleva algo más de 60 años
viviendo un conflicto interno con
diferentes actores armados a lo
largo de su historia. Cuando
escuchamos términos como:
“guerrilla”, “grupo beligerante”,
“terroristas”, “narcoterroristas” o
“bacrim” por decir algo, ya
tenemos en nuestra
mente un cuadro de
las acciones que han
perpetrado en el
campo político y social de la
historia. La guerra en este país
comenzó por razones ideológicas
que luego degeneraron en
patologías de sadismo y
delincuencia.
Se formaron grupos guerrilleros
liberales. Los conservadores, a su
vez, integraron sus propias
bandas, que complementaban
la poco o nada imparcial acción
del ejército y la policía. Ciudades
enteras, regiones enormes,
fueron devastadas.
El empuje de la indignación
del pueblo gaitanista era
enorme. Pero, mientras los
guerrilleros se hacían matar
por el Partido Liberal, sus
dirigentes, terriblemente
asustados, se preguntaban
en Bogotá “el poder, ¿para
qué?”, o lanzaban desde el
extranjero consignas vacías
de contenido: “Fe y
dignidad”.
Acosados con increíble
sadismo por el gobierno y
el Partido Conservador y
traicionados por la
dirigencia, liberal, después
de años de duro combate,
los guerrilleros perdieron la
brújula y se convirtieron en
bandoleros. (Gutiérrez,
1988, p. 168).
La violencia en Colombia surgió
básicamente por el deseo de
——— 44 ———
perpetuar un pensamiento
político por la fuerza. Freud en ¿El
porqué de la guerra? expone
que los conflictos de intereses
entre los hombres son
solucionados mediante el recurso
de la fuerza. El camino
considerado por Freud para
resolver el conflicto se da
mediante la relación entre
derecho y poder. Sin embargo,
esta relación se comprende
mejor si reemplazamos ―poder‖
por ―fuerza‖. Freud describe
mejor el paso de la fuerza al
derecho en el siguiente texto:
―Por consiguiente, esta es la
situación original: domina el
mayor poderío, la fuerza bruta o
intelectualmente fundamentada.
Sabemos que este régimen se
modificó gradualmente en el
curso de la evolución que algún
camino condujo de la fuerza al
derecho; pero, ¿cuál fue este
camino? Yo creo que sólo pudo
ser uno: el que pasa por el
reconocimiento de que la fuerza
mayor de un individuo puede ser
compensada por la asociación
de varios‖ (Freud, S. 1981, p.
3209). La respuesta a la opresión
en un estado de cosas adverso
es la consolidación de la unión
entre los más débiles como
compensación a cualquier
ventaja estratégica. La violencia
es vencida por la unión: el
poderío de los unidos representa
ahora el derecho, en oposición a
la fuerza de un individuo aislado.
Esto lo podemos ver en los
ámbitos individual, nacional e
internacional.
Movámonos hacia otras latitudes
y dimensiones del problema. La
guerra de Vietnam, la invasión
de la Unión Soviética a
Afganistán y la guerra del Golfo
presentan de manera fehaciente
la subversión del discurso como
un medio para justificar una
acción ilegal. Noam Chomsky
dice que la invasión Soviética de
Afganistán era llamada en los
años 80 “la defensa Soviética de
Afganistán” (Chomsky, 1994, p.
297). Esta designación del hecho
puede explicarse por el apoyo
que Occidente y de manera
explícita Estados Unidos brindaba
militar y económicamente a los
afganos para que pudieran
resistir la incursión rusa en el país.
Pero, quién puede describir
realmente el impacto que tuvo la
incursión soviética en Afganistán
es su mismo pueblo, en oposición
a lo dicho por el gobierno ruso.
En este mismo orden de ideas la
incursión de fuerzas iraquíes en
Kuwait se convirtió en el mejor
pretexto para que los aliados
occidentales bajo el liderazgo de
los Estados Unidos iniciaran la
guerra del Golfo. El problema
estriba en primer lugar en quién
tiene el poder y cuáles son sus
intereses. Ya que no hay un
organismo o tribunal que tenga
la fuerza suficiente para disuadir
sus acciones. Un segundo
elemento y es tal vez es el más
importante es la legalización de
acciones militares so pretexto de
——— 45 ———
defender injusticias internas
padecidas por comunidades o
naciones bajo un régimen
dictatorial o totalitario.
No importa el escenario, el
panorama es el mismo hablando
en términos nacionales o
internacionales. Por un lado,
vemos a el que carece de los
medios para que le sean
satisfechas sus necesidades y
tampoco cuenta con la
representación política para ser
escuchada. Por otro lado, está el
aparato estatal nacional /
internacional que por el solo
hecho de estar adscrito a alguna
instancia jurídica criminaliza las
demandas de los que están bajo
su legislación.
Después del desmembramiento
de la Unión Soviética, Estados
Unidos obtuvo tal poder que no
ha habido nación u organización
internacional que haya podido
siquiera disminuir sus intenciones
bélicas y económicas sobre otras
naciones. Tugendhat hace dos
denuncias que si se llevaran a
cabo podrían modificar el curso
de la historia con relación a los
conflictos con Estados Unidos. El
primero, es que estos podrían
modificar la ONU para que
tuviera una estructura más
democrática, cosa que por
supuesto no va a hacer de
acuerdo con sus intereses. Lo
otro, que Europa no ha hecho
frente a este poder como una
unidad política que puede frenar
sus pretensiones casi ilimitadas.
Bertrand Russell dice que las
relaciones internacionales son el
medio para alcanzar
la paz de la siguiente
manera: “Se puede
decir que hay dos
fines principales a los que las
relaciones internacionales tienen
que servir: primero, evitar las
guerras, y segundo, impedir que
las naciones fuertes tiranicen a
las débiles‖ (Russell, B. 1961, p.
155). Contrario a lo que suponía
Kant en La paz perpetua estos
dos fines no pueden ser logrados
obligatoriamente por el mismo
medio, puesto que uno de los
medios más fáciles para asegurar
la paz del mundo sería una
combinación de los Estados más
poderosos, sin embargo, esto
traería a su vez la explotación y
opresión de los más fuertes sobre
los demás. Russell al igual que
Tugendhat está convencido que
el desarme es el mecanismo que
prevendría la guerra, pero dice
que el odio y la desconfianza
entre la naciones son los
elementos por los que muy
posiblemente el desarme no
ocurra.
Después de la caída de la URSS
el mundo quedó expuesto a los
chantajes de los Estados Unidos
en pro de la consecución de sus
intereses. El miedo de la gran
mayoría de los países del Tercer
Mundo a perder prebendas
económicas hace que accedan
a legalizar en sus territorios
contratos de explotación de
recursos que luego los dejan en
una crisis más profunda de la que
se encontraban. Cuando un país
es contrario a la ideología y
——— 46 ———
costumbres de Occidente, y se
opone abiertamente a la política
imperialista norteamericana,
como ha ocurrido recientemente
con Irak y Afganistán es atacado
sin ninguna valoración moral de
este hecho y poco o nada se
miden las consecuencias de tal
acto. Ante la dicotomía entre
tiranía y guerra Karl Popper en
Utopía y Violencia propone una
tercera vía. Ésta es reducir la
violencia llevándola bajo el
dominio de la razón por medio
de la argumentación. Nuestra
actitud crítica como la de
Popper debe llevarnos a tomar el
camino de lo razonable para
tratar no de intimidar al otro con
la fuerza del argumento, sino con
un verdadero compromiso de
rectificación de la verdad. Lo
que implica la humildad
intelectual del racionalista para
aceptar sus errores.
Al quedar agotada la opción del
desarme nos queda la opción de
una deliberación concienzuda
que da la posibilidad de
rectificación y corrección. Es lo
que Rawls llama “equilibrio
reflexivo”. A través de estos las
personas pueden ir cambiando
constantemente puntos de vista
que ya no sean acordes con sus
concepciones hasta llegar a un
criterio más acorde con su
realidad. Todo esto significa que
la paz no tiene una única vía
para su consecución, por lo que
es necesario agotar todos los
recursos para obtenerla. Pero,
también somos conscientes que
ésta está más allá de nuestros
deseos.
Referencias bibliográficas
La Santa Biblia Anotada de
Scofield (1998). Ed. C. I. Scofield,
D. D. Wisconsin, USA.
Publicaciones Españolas
Chomsky, Noam (1994). El
conocimiento del lenguaje.
Barcelona. Ediciones Altaya, S.A.
Freud, S. (1981). Obras
completas. Madrid. Biblioteca
Nueva
Hobbes, T. (1992). Leviatán.
Buenos Aires: FCE.
Gutiérrez S. Francisco (1988).
Expediente Negro, vol I. Bogotá:
Editorial Forja
Russell, B. (1961). Los caminos de
la libertad. Barcelona: Ediciones
Orbis, S.A.
——— 48 ———
Este trabajo se presenta como un
pequeño juego, intenta hacer
del amor no sólo un ejercicio
práctico que conlleva en sí
mismo una pedagogía sino que
también intenta nombrarlo de
manera distinta, señalando su
racional idad y condic ión
ambigüa. Indicando algo de su
naturaleza, dinamismo y por
extens ión , también sus
enunciados. La literatura y la
filosofía antigua en este punto
nos ayudarán a hacer el
recorrido.
P a l a b r a s c l a v e : A m o r ,
p r o l o n g a c i ó n , a u s e n c i a ,
pedagogía, tensión, límite,
El Amor, un sentimiento razonable y
fronterizo. Cuando la Sacerdotisa Habla
Por: Germán Valencia
misterio, Diótima, Sacerdotisa,
razonabilidad, frontera.
No se puede más que temblar al
intentar pronunciar ciertas
pal abras , e stas parecen
deslizarse en la boca, hacia
afuera y perderse para siempre,
volver a decirlas es un intento de
resurrección, como cada cosa a
la que nos abocamos, con b,
como las bocas que buscamos
cuando preguntamos sobre
algún misterio del universo, del
cuerpo. Aquí me tenderé como
una flor y lanzaré mi rostro hacia
el sol que ya se ha escondido,
con una pregunta en la boca:
¿Amor, existe tal cosa? , ¿No es
más bien una plantita sembrada
en una humana vasija de barro,
con tierra venida de otra parte,
con tierra invisible?
Me tiendo, pues, hablaré de algo
de lo que no sé mucho, pero me
lo permito, porque precisamente
todavía descansa como una
incógnita, como un pequeño
dios alado, ignoto, surgido de un
vientre imaginario. Debo hablar,
en contra de lo que decía
Wittgestein, de lo que no se debe
hablar, de lo que no está, de lo
que es porque no está, del
Amor, del amor sin oxcitocinas,
s in oleadas químicas de
e m o c i ó n , s i n s ú b i t a s
t ran sf o rm ac io ne s de l a s
——— 49 ———
conexiones de miles de millones
de circuitos neuronales que
liberan transmisores que cantan
la Balada de la Loca Alegría, la
Noradrenalina o Serotinina,
cancioncitas de borracho que
hacen del cuerpo una fiesta y
luego una guerra. Ya que
comencé mencionando cosas
que dije no iba a referir, creo que
estoy listo, para iniciar una
pequeña historia de amor con
ustedes que están enfrente,
algunos distraídos, como ciertos
amantes, otros atentos como los
amantes más sufridos y otros
sordos como los amantes de
verdad.
Lo que propongo aquí no es
resolver el concepto que
tenemos de amor, solo rodearlo,
corte jarlo, amarlo (f ile in),
pensarlo, cuestionarlo. Hay en mi
lectura de amor, sin el artículo,
una episteme, una teoría del
conocimiento, quizá por esto
solemos decir que sin amor
ninguna obra humana es sólida,
¿este sólo enunciado no se nos
presenta como algo metafísico?
Estas elucubraciones es mejor
dejarlas pasar de largo,
propongo aquí el amor como
lectura, atención y mirada. Amor,
entonces, se muestra como
impulso, no como meta, sino
como medida. ¿Qué mide
amor? La distancia. ¿Cómo se
mide tal cosa? Lo primero es
estar solos, que el sujeto amado,
digo sujeto, puesto que todo lo
que se ama viene a ser persona,
un libro vive y vibra ante los ojos
de quién lo lee, lo mira y lo
busca, una joya o una
hojita que pasó
suavemente de una
mano a otra, ya no
son objetos, amar, es inquirir, del
verbo latino in-quarere, buscar,
p r e g u n t a r ; a s a l t a r c o n
cuestionamientos a los otros, al
otro. Para preguntar, hace falta
ser consciente de que no se
Sabe, para buscar, basta con no
tener, carecer, ser otro. Mi
querido poeta, ese al que
i nqui e ro cas i to das la s
noches, alumbra lo siguiente en
su poema Der Abschied :
¡Sí! Yo lo sabía. Desde que el
arraigado temor, /
el informe temor, separa a dioses
y hombres,
debe expiar con sangre y
sucumbir
el corazón de los amantes.
¡Déjame que enmudezca! No
dejes nunca más/
que vea lo mortífero; que pueda
retirarme/
en soledad y en paz/
y que esta despedida aún nos
pertenezca.
Hölderlín aquí se despide de
Sussette Gontard, la mujer que
ama con todas sus fuerzas y que
el mismo ha llamado en su
novela Hyperion y en sus poemas
con el nombre de Diótima, igual
que la sacerdotisa del Banquete
o el Simposio de Platón, la misma
——— 50 ———
que le responde a Sócrates qué
es el amor. Dice el maestro de
Suabia: ¡Laβ mich Schweigen!
O laβ nimmer von nun an mich
Dises Tödliche sehn... (Déjame
que enmudezca, no dejes que
vea jamás la muerte). Esto es:
vete, déjame en silencio y que
vivas para siempre, si estuvieras,
dejaría de buscarte, si aplacaras
mi sed dejaría de beberte. Amor
acá se presenta como distancia,
porque lo que vemos se nos
hace demasiado familiar y de
tan cerca, deja de pertenecer,
en cambio lo que se mantiene
en las alturas, o al horizonte, suele
prolongarse, hacerse vocación,
el enamorado del amor, crea,
imagina, sueña y se prolonga, así
dice un antiguo epigrama,
escrito por una poetisa griega,
que no es Safo, pero con una
dulzura semajante. Corina de
Tanagra, de la vieja región de
Beocia (V. a de. C) : Iolao,
déjanos adorar en el santuario tú
y yo ambos-nosotros dos (para
hacer nuestros largamente
vinculantes votos).
Llegados aquí, no sin tropezones,
pero todavía claros, necesario es
referirnos a Platón, tantas veces
nombrado al referirnos al amor,
de aquí se desprende un
concepto que es poco
conocido, pero que aún así,
e s t a m o s s e ñ a l a n d o
continuamente, sin misericordia,
el amor platónico. ¿Sabemos
exactamente de qué se trata? Es
probable que sí, pero poco
probable es poder explicarlo,
Como el santo Agustín dijo del
tiempo; diríamos, se lo que es
pero si me preguntas no sabré
decirlo. No me detendré mucho
e n e s t e c a s o e n e l
conocido Mito del Andrógino,
ese ser circular, que era hombre
y mujer, pero que demasiado
acabado, quiere combatir con
los dioses, escalando el
impenet rable c ie lo . Zeus
preferiría cortarlo, escindirlo,
limitar; para que surgieran esos
dos sexos que se mezclan, se
buscan y repelen. “El que siente
deseo, desea lo que no tiene a
su disposición y no está presente,
lo que no posee, lo que él no es y
aquello de que carece, desea
aquello de que está falto, y no
desea si está provisto de ello”.
Aquí volvemos a la idea de la
ausencia, que en stricto sensu, no
es más que una idea. Pero
sigamos con platón.
En el Banquete o Simposio la
filosofía aparece como una
especie de locura divina, que
torna divino al hombre y lo
conduce al conocimiento de la
belleza trascendente. El amor
( Eros) es filsofo y la filosofía
consiste en un intermedio entre la
posesión de la ciencia perfecta,
como la tienen los dioses, y la
ignorancia perfecta, que no
experimenta necesidad alguna
de investigar. Esto realmente es
narrado a Sócrates en un Mito
que relata la historia del
nacimiento de Afrodita y la
——— 51 ———
concepción de amor. Este
diálogo abunda en largos
pasajes sobre la naturaleza de
Amor, para unos es lo mejor y
más sublime, para otros es una
locura, una enfermedad (Pathos)
que habiendo infectado a su
víctima, no le suelta hasta
devorarlo. Es realmente una
mujer, una Sacerdotisa llamada
Diótima quién por única vez en
todos los diálogos platónicos
tiene la función de partera y
alumbradora de ideas, no en
este caso Sócrates, quien
escucha atento a su maestra:
"—Es, mi querido Agaton,
imposible resistir a la verdad;
resistir a Sócrates es bien sencillo.
Pero te dejo en paz, porque
quiero referirte la conversación
que cierto día tuve con una
mujer de Mantinea, llamada
Di ot i ma. E ra mujer muy
entendida en punto a amor, y lo
mismo en muchas otras cosas.
Ella fue la que prescribió a los
atenienses los sacr i f icios,
mediante los que se libraron
durante diez años de una peste
que los estaba amenazando.
Todo lo que sé sobre el amor, se
lo debo a ella.
Confesé a Diotima, que decía
verdad.
—Sin embargo, repliqué yo, todo
el mundo está acorde en decir
que el Amor es un gran dios.
—¿Qué entiendes tú, Sócrates,
por todo el mundo? ¿Son los
sabios o los ignorantes?—
Entiendo todo el mundo sin
excepción.
— ¿ C ó m o , r e p l i c ó e l l a
sonriéndose, podría pasar por un
gran dios para todos
aquellos que ni aun
p o r d i o s l e
r e c o n o c e n ? —
¿Cuáles, la dije, pueden ser esos?
—Tú y yo, respondió ella.—
¿Cómo puedes probármelo?
—No es difícil. Respóndeme. ¿No
dices que todos los dioses son
bellos y dichosos? ¿O te
atreverías a sostener que hay
uno que no sea ni dichoso ni
bello?
—¡No, por Júpiter!—¿No llamas
dichosos a aquellos que poseen
cosas bellas y buenas?—
Seguramente .—Pero estás
conforme en que el Amor desea
las cosas bellas y buenas, y que
el deseo es una señal de
privación.—En efecto, estoy
conforme en eso.—¿Cómo
entonces, repuso Diotima, es
posible que el Amor sea un dios,
estando privado de lo que es
bello y bueno?
—Eso, a lo que parece, no puede
ser en manera alguna.—¿No ves,
por consiguiente, que también tú
piensas que el Amor no es un
dios?—¡Pero qué!, la respondí,
¿es que el Amor es mortal?—De
ninguna, manera.
—Pero, en fin, Diotima, dime qué
es.
—Es, como dije antes, una cosa
intermedia entre lo mortal y lo
inmortal.
—¿Pero qué es por último?
—Un gran demonio, Sócrates;
porque todo demonio ocupa un
lugar intermedio entre los dioses y
los hombres.
—¿Cuál es, la dije, la función
propia de un demonio?
——— 52 ———
—La de ser intérprete y
medianero entre los dioses y los
hombres; llevar al cielo las
súplicas y los sacrificios de estos
últimos, y comunicar a los
hombres las órdenes de los dioses
y la remuneración de los
sacrificios que les han ofrecido.
Los demonios llenan el intervalo
que separa el cielo de la tierra;
son el lazo que une al gran todo.
De ellos procede toda la esencia
adivinatoria y el arte de los
sacerdotes con relación a los
sacrificios, a los misterios, a los
encantamientos, a las profecías y
a la magia. La naturaleza divina
como no entra nunca en
comunicación directa con el
hombre, se vale de los demonios
para relacionarse y conversar
con los hombres, ya durante la
vigilia, ya durante el sueño. El
que es sabio en todas estas
cosas es demoníaco; y el que es
hábil en todo lo demás, en las
artes y oficios, es un simple
operario. Los demonios son
muchos y de muchas clases, y el
Amor es uno de ellos.
Entonces Diotima refirió lo
siguiente:
Cuando el nacimiento de Venus,
hubo entre los dioses un gran
festín, en el que se encontraba,
entre otros, Poros[1] hijo de Metis
Después de la comida, Penia[2]
se puso a la puerta, para
mendigar algunos desperdicios.
En este momento, Poros,
embriagado con el néctar
(porque aún no se hacia uso del
vino), salió de la sala, y entró en
el jardín de Júpiter, donde el
sueño no tardó en cerrar sus
cargados ojos. entonces, Penia,
estrechada por su estado de
penuria, se propuso tener un hijo
de Poros. fue a acostarse con él,
y se hizo madre del Amor. Por
esta razón el Amor se hizo el
compañero y servidor de Venus,
porque fue concebido el mismo
día en que ella nació; además
de que e l A m o r am a
naturalmente la belleza y Venus
es bella. Y ahora, como hijo de
Poros y de Penia, he aquí cuál
fue su herencia. Por una parte es
siempre pobre, y lejos de ser bello
y delicado, como se cree
gene ral men te , e s f laco,
desaseado, sin calzado, sin
domicilio, sin más lecho que la
tierra, sin tener con qué cubrirse,
durmiendo a la luna, junto a las
puertas o en las calles; en fin, lo
mismo que su madre, está
siempre peleando con la miseria.
Pero, por otra parte, según el
natural de su padre, siempre está
a la pista de lo que es bello y
bueno, es varonil, atrevido,
perseverante, cazador hábil;
ansioso de saber, siempre
maquinando algún artificio,
aprendiendo con facilidad,
f i l o s o f a n d o s i n c e s a r ;
encantador, mágico, sofista. Por
naturaleza no es ni mortal ni
inmortal, pero en un mismo día
aparece floreciente y lleno de
[1] Dios de la riqueza y el recurso,
también llamado expedito.
[2] Diosa de la pobreza.
——— 53 ———
vida, mientras está, en la
abundancia, y después se
extingue para volver a revivir, a
causa de la naturaleza paterna.
Todo lo que adquiere lo disipa sin
cesar, de suerte que nunca es
rico ni pobre. Ocupa un término
medio entre la sabiduría y la
ignorancia, porque ningún dios
filosofa, ni desea hacerse sabio,
puesto que la sabiduría es aneja
a la naturaleza divina, y en
general el que es sabio no
filosofa. Lo mismo sucede con los
ignorantes; ninguno de ellos
filosofa, ni desea hacerse sabio,
porque la ignorancia produce
precisamente el pésimo efecto
de persuadir a los que no son
bellos, ni buenos, ni sabios, de
que poseen estas [340 ]
cualidades; porque ninguno
desea las cosas de que se cree
provisto.
—Pero, Diotima, ¿quiénes son los
que filosofan, si no son ni los
sabios, ni los ignorantes?
—Hasta los niños saben, dijo ella,
que son los que ocupan un
término medio entre los
ignorantes y los sabios, y el Amor
es de este número. La sabiduría
es una de las cosas más bellas
del mundo, y como el Amor ama
lo que es bello, es preciso
concluir que el Amor es amante
de la sabiduría, es decir, filósofo;
y como tal se halla en un medio
entre el sabio y el ignorante. A su
nacimiento lo debe, porque es
hijo de un padre sabio y rico, y
de una madre que no es ni rica ni
sabia. Tal es, mi querido Sócrates,
la naturaleza de este demonio.
En cuanto a la idea que tú te
formabas, no es
extraño que te haya
ocurr ido, porque
creías, por lo que
pude conjeturar en vista de tus
palabras, que el Amor es lo que
es amado y no lo que ama. he
aquí, a mi parecer, por qué el
Amor te parecía muy bello,
porque lo amable es la belleza
real, la gracia, la perfección y el
soberano bien. Pero lo que ama
es de otra naturaleza distinta
como acabo de explicar"
D e b o d i s c u l p a r m e ,
por Semejante cita, no por su
co n te n ido , s in o po r su
prolongación, aquí aparece de
nuevo esta palabra, pro-longare
del latin, iniciar y alargar algo,
como en el epigrama de Corina,
como nuestras re laciones
sentimentales, un pro, de
p r i me ro, i n i c i o y l ueg o
alargamiento y búsqueda de
algo que no está muy claro, pero
que aparece en el horizonte y
que no quiere extinguirse, pues es
eterna búsqueda, en este caso
es fronterizo, no está ni aquí, ni
allá, ni en el amante, ni en el
amado, sino en el medio, difuso y
en tensión, es decir, tendido,
inclinado, nosotros somos seres
de tendencias, inclinaciones y
búsquedas, pocas veces de
metas. Virgilio canta en su
Bucólicas o del Campo: Omnia
vincit amor et nos cedamus
amori. En este sentido no
deberíamos entender o tender
hacia el amor, más que como
esfuerzo de llegar hacia lo
otro, la pura alteridad, ya
——— 54 ———
Hölderlín hace decir a su
Empédocles: "Sólo cuando aman
son buenos los mortales" quizá
también son malos, agregaría en
esta ocasión, pero en esta vía,
puede verse a Amor, como algo
razonable, más emparentado
con la fuerza demoníaca de la
labor y la eficacia, del
descubrimiento, de la lectura, de
la observación. Otra vez el
maestro Suabo en voz de
Hiperión, dice: " El amor es un sol
que todo lo transfigura, que todo
lo ilumina"; entonces quizá no sea
tan ciego el enamorado, sino
que como señala Gómez Dávila,
" el enamorado no es ciego, sino
que ve lo que otros no quieren
ver". ¡Claro! porque en todo hay
algo, todo es susceptible de ser
leído, visto y con más ímpetu,
mirado. Dios está pues ante los
ojos del enamorado, Gott Von
Augen.
Razonable es amor, pero
también es un Ars Amatoria, se
pueden ver sus manifestaciones
y efectos, sin neurociencia, pues,
se puede conocer el amor, no el
cómo. Vivirlo es otra cosa, pero
parece que todos conocemos
de algún modo sus efectos, eros,
es una fuerza que empuja, pero
suele ser consciente, los daños a
los que el otro nos somete o el
que nosotros infringimos, siempre
es conocido. Su complejidad se
i n s t a u r a e n s u d o b l e
naturaleza, la literatura nos ha
hablado de él desde sus
comienzos, en occidente, Helena
es raptada por Paris, el primer
arrebata que detona la Iliada, la
Odisea nos habla de un viaje de
regreso hacia un topos, un lugar
in core, en el corazón. Los
trovadores, que cantan ya a un
amor idealizado, a un amor lejos
del Homo Neandertalnsis o de
algún mono enamorado, es
curioso como la descripción de
unos hechos imaginarios nos
pueden conducir hasta tan lejos,
como en ese divertidísimo libro
de Fernando Iwasaki, El Libro del
Mal amor:
La gente cree que el amor nació
cuando la primera pareja de
homo-sapiens decidió vivir en la
misma cueva. Puede ser. Sin
embargo, a mí me parece que el
amor nació la primera vez que
una homo-sapiens le dijo que no
a otro homo-sapiens. Acaso así
aparecieron los regalos, las
serenatas, los piropos y hasta las
pinturas rupestres. Quizá el primer
poema. El homo-sapiens no lo
sapiens, pero está enamorado y
no sapiens qué hacer. Medio
millón de años más tarde la
incertidumbre es la misma. Sin
embargo, uno cree en la
evolución intuye que algo hemos
avanzado, porque ahora somos
capaces de reírnos de nuestras
propias calabazas y papelones.
Medio millón de años más tarde,
continuamos, luego más años, y
e n t o n ce s , E m pé do c l e s
habla de cómo todo nace de
cuatro elementos, fuego, tierra,
aire y agua, de cómo había un
——— 55 ———
gran Dios feliz (Espheros)
redondo, igual que nuestro
querido andrógino, pero que el
amor que mantenía a este
separado, fue perdiendo
su fuerza y luego Odio comenzó
a separar todas las cosas y de allí
surgió el universo y el mundo
conocido , l uego ya en
tiempos del esplendor de la
Roma imperial, Catulo escribe sus
elegías a Delia, luego el amor
cortés florecido en Aquitania, en
la misma maceta que el imperio
carolingio, que los trovadores,
que los Minnesanger, que el
renacimiento amoroso de Ficino
y Bruno, que Shakespeare con su
R o m e o e n f e b r e c i d o ,
envenenado, enamorado.
Cyrano ya en el siglo XVIII
enamorado de su prima Roxana
apuntando a la luna con su
prolongada nariz que tal vez
haya arrancado un pedazo.
Luego el erguido Marqués y así
la cuenta pasando por el
romanticismo hasta la literatura
contemporánea.
¿Y hoy qué? Ya nos dice
Zigmund Bauman que el amor se
nos hizo líquido, ¿pero acaso no
ha sido líquido siempre?, Porque
resulta que siempre está en
m o v i m i e n t o , s e a e n t r e
conexiones neuronales, entre
apretones y jadeos o por lo
menos jugueteando en la
incómoda Friend Zone, que no
por zona, no significa que no
tenga espacio para el tira y
afloje, para la tensión y el
movimiento. El biólogo Robert
Sapolski, comenta en este
sentido en su libro El
Mono Enamorado y
otros Ensayos que:
"La enorme complejidad y
esfuerzo que conlleva al cerebro
percibir la tensión que causa la
n e c e s i d a d e n t e r a m e n t e
biológica del cerebro, puede
hacer que muchas neuronas y
ciertas áreas del neocortex se
resientan, cómo también el éxito
en la empresa amorosa, puede
mejorar las cargas neuronales y
hacer que los procesos de
sinapsis y concentración sean
mayores, esto quiere decir, que
sea como sea, el poder
enamorarse, sigue siendo una
ventaja evolutiva".
Aquí todavía podemos entonces,
hablar de prolongación y de
pedagogía, pues al parecer, no
puede existir en ningún caso,
conocimiento si antes no se está
enamorado, que amor también
tiene que ver con razón, no
como las novelitas rosa nos han
metido por los ojos, para luego
hacernos llorar como fuente
sagrada. Es razonable y
fronterizo, pues depende de uno
y de otros, la frontera puede ser
la piel o los labios, las manos, los
ojos, la palabra entre la boca y el
oído del otro. De amor, sabe
también hablar muy bien la
mujer, así como Diótima, así
como la naturaleza que parece
afincarse mejor en ella que
nosotros los ansiosos hombres,
siempre tan molestos, tan
persistentes, tan ciegos. La mujer
más parecida a la Naturaleza,
——— 56 ———
con mayúscula, pues ella misma
es engendradora y no sólo de
ideas, parece estar más cerca
de la fuente de ese primer
impulso, de ese primer trabajo. El
impulso hacia lo otro, lo que
Platón llama Anamnesis, es decir,
reconocimiento, es el primer
fuego que brilla en los hombres,
formación en ciernes, desarrollo y
conocimiento.
El hombre, solo ante sí y la
naturaleza, reconoce, se da
cuenta que hay otro, otros, esto
aunque al frente, permanece
como ausente. El hombre
perdido en la espesura del
bosque está enamorado, las
ramas de los árboles se extienden
hacia arriba, el ruido de las
ramas y de los animales que las
habitan se hace tan agudo que
alcanza el umbral del silencio. El
bosque crece, se hace universo y
este hombre solo ante él, se
hace más pequeño, una
partícula o quizá una hoja
batiéndose. El terror sentido ante
lo inabarcable que habita, lo
separa de la fronda verde que
observa. Gott Vor Augen. Pero la
calidez y potencia de lo que
observa también conduce a la
armonía, entonces piensa, el que
es todo pensamiento. “Soy una
p a r t í c u l a e n t re m u ch a s
partículas, quizá una hoja entre
muchas hojas. Soy uno y sin
embargo descanso, me apoyo
en el todo, soy como una rama,
una simple rama, pero también
soy árbol, una rama del árbol, un
árbol entero.” Allí el caminante
del bosque, delirante, fuera de sí
y en sí con la cabeza
descubierta atrapa un rayo y ve,
“se ve viéndose y se mira
mirándose”.
Bibliografía
HÖLDERLIN FREDRICH. (2006)
Hiperión o el eremita en Grecia,
Ediciones Hiperión. La Muerte de
Empédocles, Ediciones Hiperión,
Madrid.
IWASAKI FERNANDO. (2007) El
Libro del Mal Amor. Ediciones
Alfaguara, Madrid.
PLATÓN. El Banquete, Ediciones
Gredos, Madrid. 2014.
SAPOLSKY M. ROBERT. (2007) El
Mono Enamorado y otros
ensayos sobre nuestra vida
animal. Ediciones Paidos Ibérica.
Madrid.
VERNANT, J.P. (1982) Mito y
sociedad en la Grecia antigua.
Siglo XXI, Madrid.
——— 58 ———
“La fotografía repite
mecánicamente lo que nunca
más podrá repetirse
existencialmente”
Roland Barthes (1994)
¿Cuántos recuerdos que quería
preservar se han perdido en el
rincón más inhóspito de su
memoria?, ¿cuántos de esos
r e c u e r d o s h a l o g r a d o
conservar?, ¿acaso no ha
acudido a la fotografía para
revivir momentos?
Sin duda alguna, le hemos hecho
trampa a esa memoria que
conserva evocaciones (en este
caso en particular no hablo de la
q u e r e t i e n e
discernimientos académicos o
similares, la cual también es
ayudada con la captura de
imágenes de tableros o
diapositivas), quizá porque esta
resulta ser una sociedad en la
que la información incrementa
continuamente y la creación de
tecnologías avanzadas es
permanente, lo que ha suscitado
que los consumidores pierdan
capacidad de retención por el
Eternización de la memoria a través de
la practicidad de la fotografía
Por: Milena Henao mismo apoyo que generan estas
herramientas, las cuales en su
mayoría tienen dispositivos
fotográficos, lo que les permite a
los individuos registrar los sucesos
especiales de la cotidianidad. Y,
aunque la imagen congelada de
l a fotograf ía no queda
almacenada precisamente en
las recuerdos, su existencia
conlleva a una memoria a largo
plazo y más allá, a una memoria
para quienes no estuvieron en el
lugar de los hechos.
Es relevante recordar que la
fotografía es un fenómeno
iniciado como arte, el cual pasa
a la esfera de lo profesional y,
actualmente, llega a ser una
exploración empírica, utilizada
por muchos con diversos
dispositivos para retener su día a
día, evidencia de ello es la moda
de la autofoto (selfi o selfie)[1], la
c u a l , a d e m á s d e l a
rememoración, tiene un fin
narcisista.
No obstante, la fotografía tal y
[1] Recordemos que anteriormente a esto
se le llamaba autorretrato, pero con las
redes sociales y la necesidad esnobista
de apalabrar nuestro mundo en inglés,
ahora hablamos de selfi (en español) o
selfie (el anglicismo).
——— 59 ———
como la conocemos pasó por un
proceso de siglos. Ya Aristóteles
había hablado sobre el
fenómeno óptico, el sabio árabe
Al-Hazen lo estudió en el siglo X y
el descubrimiento de la cámara
oscura puede remontarse al siglo
XVI (o al menos en lo que queda
registrado históricamente) con la
primera publicación sobre esta
realizada por un discípulo de
Leonardo da Vinci. Tal vez esta
búsqueda de concretar la
realidad en una imagen puede
estar relacionada con la
necesidad estética y, por qué no,
egocéntrica, del ser humano de
eternizar su imagen: dejar una
huella visible para la posteridad,
o ¿será acaso una coincidencia
la herencia de retratos de la
farándula medieval?
"P ue s m an dar se
'hacer el retrato' era uno
de esos actos simbólicos
mediante los cuales los
individuos de la clase
so c ia l a sce n d ie n t e
manifestaban su ascenso,
tanto de cara a sí mismos
como ante los demás, y
se situaba entre aquellos
que gozaban de la
c o n s i d e r a c i ó n
social" (Freund, G. 1993).
Evidentemente, en sus inicios la
posibilidad de eternizar la
imagen era privilegio de las
clases hegemónicas. Y, aunque
parezca increíble, quienes
tenemos la oportunidad de
poseer en nuestros haberes una
cámara fotográf ica para
perdurar nuestros
acontecimientos y
seres especiales,
debemos reconocer
que esto se dio gradualmente a
partir de un periodo histórico en
que la comercialización de la
fotografía llegó a todas las
esferas de la sociedad (bueno al
menos a quienes tengan la
probabilidad económica para
adquirirla), gracias a George
Eastman, a su Eastman Kodak
Company y a la industrialización
del proceso de impresión de la
película fotográfica, a finales del
siglo XIX.
Esta democratización de la
imagen[2], indudablemente ha
permitido que los individuos
puedan inmortalizar su imagen y
tener como apoyo para su
reminiscencia la conservación
física de sus recuerdos, en papel
(hasta hace poco con el
revelado del rollo de la fotografía
análoga; ahora con la impresión
de la imagen digital) o en CD,
m e m o r i a , p a n t a l l a d e
computador como lo permite la
nueva tecnología, porque
nuestra mente y su retentiva
pueden fallar, y mucha parte de
la historia que vamos tejiendo
[2] Sin detenernos en quién tiene la
posibilidad de poseer o no una cámara
fotográfica (igualdad y desigualdad
términos de nuestra historia cotidiana), lo
seguro es que todos en este siglo que
arranca a una velocidad tecnológica
desmesurada, gracias al impulso que nos
dejó el siglo XX, hemos posado o aunque
sea aparecido por casualidad o
espontáneamente en una fotografía.
——— 60 ———
puede quedar perdida en el
olvido, dado que las nuevas
puntadas que constituyen ese
tejido que resulta ser nuestra
existencia van quedando atrás.
De esta manera, la imagen
emerge como memoria en forma
de un álbum fotográfico o en un
archivo de CD, según el caso.
En su momento la fotografía
análoga permitió congelar
imágenes que debían esperar un
p r o c e s o c o m p l e j o
(comparándolo con el de la
fotografía digital), sumado al
número reducido de registros,
puesto que un rollo como
máximo tomaba 36 fotos, y al
riesgo de obtener una fotografía
no tan deseada, borrosa,
movida, incompleta, oscura y en
algunas ocasiones velada.
Ahora, la fotografía digital hace
carrera desbordada en la
detención de instantes que cada
cual desde sus intereses propicia
conservar, dado a que accede a
presentarnos esa versión de la
r e a l i d a d s e l e c c i o n a d a ,
inmediatamente ocurrió, lo que
posibilita aceptar o no ese
registro: borrar, repetir, etiquetar;
porque, incluso es posible
compartirlo por las diferentes
redes sociales.
Pero en cualquier caso y como lo
ha dicho Roland Barthes (1994)
en su texto La cámara lúcida, en
el cual no se trata de
caracterizaciones estéticas ni de
la historia de la fotografía:
―la fotografía dice: esto,
es esto, es asá, es tal
cual, y no dice otra
cosa; una foto no
puede ser transformada
(dicha) filosóficamente,
e s t á e n t e r am e n t e
l a s t r a d a p o r l a
contingencia de la que
e s e n v o l t u r a
transparente y ligera‖.
Así, la fotografía congela
imágenes de momentos reales
que físicamente no pueden ser
transmutados en otros. Pero la
fotografía además de capturar
esos hechos familiares que no
queremos olvidar, es evocadora,
ya que cuando vemos esa
imagen congelada de algún
paseo, integración, fiesta, grupo
de amigos, reunión, concierto,
actividad cultural y todos
aquellos sucesos que queremos
recordar, llegan a nuestra
memoria los hechos que no
quedaron en la imagen, pero
simbólicamente nos llevan a ese
pasado que por más que lo
tengamos en el presente no
podrá regresar.
Con lo anterior, no queda más
que agradecer a los mecenas de
la fotografía que dejaron a
nuestra "civilización" el poder de
congelar esas imágenes que no
queremos olvidar. O acaso no ha
sentido que debió haber llevado
la cámara a ese paseo del
colegio para tener la imagen de
esos compañeros que quizás no
——— 61 ———
volverá a ver, o al campamento,
o al bar, o a la U, o a ese pueblo
que por primera vez visita, o al
bebé de su mejor amigo, o etc.,
o etc. O caso contrario, sentarse
con todo su arsenal fotográfico
(impreso o digital) y su armería
de amigos para reencontrarse
con el museo de los recuerdos,
que contienen aquellas locuras
de tiempos pasados. Y, de
manera más moderna, encontrar
archivos fotográficos y decidir
compartir con los involucrados
en las redes sociales dichos
instantes.
Infortunadamente, un fenómeno
se ha presentado en una época
en la que el consumismo y la
necesidad de aparentar ha
llevado a que la racionalidad de
muchos irracionales sea nublada
por la vanidad: soy el más rudo,
soy el más fuerte, soy el más
valiente… soy el más estúpido.
Escriba en el buscador de San
Google algo como “la selfi de la
muerte” y observe los resultados.
Finalmente, aunque quizá lo debí
señalar al comienzo, sabemos
que la fotografía ha sido
considerada un arte visual del
cual deriva el cine, y fotógrafos
profesionales han hecho artística
esta manifestación con el poder
de la seducción, como en el
caso de la publicidad. Sin
embargo este tipo de fotografía
re qu ie re de e n cua dre s ,
i luminación , escenograf ía,
modelos, como todo
tipo de arte debe
t e n e r l o t o d o
proyectado. Por eso
para a l guno s fotógrafo s
reconocidos, las imágenes
capturadas por la cámara de un
ce l u l a r n o pue de n se r
consideradas fotografías, lo que
es una posición muy radical, lícita
pero refutable, porque si captura
un momento específico, pese a
las dificultades técnicas, es
considerado para muchos otros
fotógrafos empíricos como una
foto, que podrán usar en la
posteridad para recordar eso
que ya no está o que está de
otra manera. Así que a congelar
momentos.
Bibliografía
Barthes, R. (1994). La cámara
lúcida. Nota sobre la fotografía.
B a r c e l o n a : P a i d ó s
Comunicación, 3º. Edición.
Berenguer, X. (Sin fecha).Càmera
de Kircher. Consultado el 22 de
mayo de 2015, en:
http://www.upf.edu/pdi/dcom/
x a v ie rbe re n g ue r / re c u r s o s /
fig_calc/_4_/estampes/2_7.htm
Freund, G. (1993). La fotografía
como documento social .
Barcelona: Editorial Gustavo Pili,
SL.
——— 62 ———
Conticinio
No quiero un fusil en mis manos,
ni las lágrimas de mi madre tener
que secar,
y si esto pasara, que sean
lágrimas de felicidad,
al verme crecer lleno de su
bondad.
A ustedes los mayores, los que
eligen por nosotros,
los que con su ejemplo nos
deben enseñar,
recuerden, nuestro futuro está en
sus manos
¿o es que solo tristeza y muerte
nos planean dejar?
¿Por qué algunos adultos no
pueden perdonar?
si es más difícil odio albergar,
les pido que dejen salir a su niño
interior,
que está pidiendo a gritos
reconciliación.
Si más de medio siglo,
bañándonos con nuestra propia
sangre,
no han dejado más que dolor
¿Por qué no intentarlo de otra
manera mejor?
Lo que en más de cincuenta
años,
no consiguieron las armas,
espero lo logren las palabras,
porque mi única guerra,
es con esta hoja, el lápiz
y con mis ideas poder ordenar,
para que ustedes entiendan
que todos los niños y niñas
merecemos la PAZ.
Santiago Cardona Quintero
“Aferrarse al odio, es como tomar veneno y
esperar que la otra persona muera”.
BUDA
¿Cómo no querer la Paz?
——— 63 ———
Un día lo encaró en el antejardín.
Trató de ser suave, pero no pudo.
Afiló sus palabras y de un tajo le
abrió el pecho y le sacó el
corazón con una mano, luego lo
tiró al piso y lo traspasó con su
tacón de diez centímetros
cuando le dijo: <<quiero que
terminemos>>.
Él no se dejó invadir por la rabia
ni la tristeza. Tranquilo se fue con
lo poco que le quedaba de
sangre y se internó en sus
pensamientos. Se decía que
pronto cambiaría de opinión,
que no tiene sentido lo que le
hizo, que en tres días llamaría a
su puerta y que le diría que
estaba equivocada que no
había pensado lo que dijo, que
eran las hormonas agitadas lo
que la tenían así. Un berrinche
más de la señorita –pensó-.
Una semana transcurrió y no
pasó nada. Entonces, para sus
adentros empezó a reflexionar en
cómo hacer para traerla de
vuelta. Quiso volverse interesante
para ella, se renovó. Volvió a
hacer ejercicio, compró algunas
camisas de estilo leñador que
sabía le gustarían, se recortó un
poco el cabello para verse más
serio y moderno. Pasó unos días
esperando y no aconteció nada.
Un par de veces la buscó. Ella fue
amable, cruzó pocas palabras
con él y ninguna con inflexiones
acariciadoras. No tuvo la
Él fue fulminado cuatro meses atrás
valentía de decirle cómo se
sentía porque ella se veía tan
fuerte como si no le importara
nada.
Todos los intentos fueron
agotándose, la realidad cada
día se engrosaba de crueldad.
Justo ahí comenzó a entender
que estaba perdiéndola de
verdad.
Así fue como llegó el cuarto mes.
Se preguntó - ¿cómo se resuelve
esto?- Quiso que fuera como en
una película del western, donde
se paran uno frente al otro
separados veinte metros y el más
rápido y certero vence. El fin de
la historia llega de manera
fulminante con la caída del
villano o del héroe mártir, sencillo.
Pensaba - ojalá pudiera
plantarme frente a ella
mascando una ramita de yerba,
mirarla con desprecio, poner mi
mano al lado de mi pistola y
verla a ella escupir su
resentimiento al suelo sin dejar de
mirarme con el cabello
tapándole parte del rostro
gracias al viento-. Y se repetía -
Ahí veríamos quién es más veloz y
quién queda tendido en el polvo
sin tiempo de agonizar-.
Él quería algo así, pero en su
caso, no sucedería nada de eso.
El fin de su historia de amor no es
digno de ningún argumento ni
guion de cine y mucho menos
——— 64 ———
tiene la intriga de un western.
Su situación actual era una cosa
aburridísima y dañina, no
significa esto que todo lo que
sentía y le ardía por dentro le
limitara la vida porque si podía
vivir, no es que lo haya sumido en
una depresión profunda porque
casi siempre estaba bien con las
personas, tampoco que le
afectara su toma de decisiones
porque no dejó ni una sola de sus
responsabilidades cotidianas. Lo
que ocurre es que ella no se va
de su mente, es como un
parásito, un huésped maldito, un
tumor maligno, algo así.
Cuando sucedió lo del
antejardín, quedó con la
confusión de un uppercut de
boxeo en pleno mantón. Luego
del aturdimiento, tomó una
postura racional y aferrado a ella
aguantó con relativo éxito las
primeras semanas de abandono.
Se consolaba diciendo que si ella
no quería quererlo más, ¿cómo
obligarla?
Y seguía repitiéndose: - Ella tiene
absoluta libertad de amar a
quien desee, el amor no se
puede forzar, si ya no le produce
alegría mi presencia en su vida,
tiene todo el derecho de
echarme al retrete, de
despejarme de su entorno, de
aniquilarme, de despedirme, de
batearme de su vida-.
Así, trató de meter en su corteza
cerebral esa sensación de ser
abandonado, pero eso no se
guarda ahí. Hizo muchas
reflexiones sensatas y frecuentes
abstracciones inteligentes al
respecto, buscando darle salida
intelectual a su problema. Pero
cuando razonaba
profundamente como si fuese el
heredero intelectual de
Aristóteles, no hacía otra cosa
que recordarla, pensaba en ella
y así se le incorporaba esa
sensación de vacío que no
llenaban sus eruditos análisis
precisos. A pesar de esto,
lograba estar sereno hacia
afuera, su vida caminaba como
una bicicleta en una llanura
cuando sale el sol, tranquila.
Nadie se percataba de su
condición dolorosa.
Cuando procuraba ser más
reflexivo buscando que se le
disipara su padecimiento, se
internaba en su casa. Se volvió
asiduo televidente
aprovechando la señal por
cable en su aparato a “blanco y
azul”, si, ese televisor de veintiún
pulgadas que poco antes había
sido policromático, tuvo un daño
repentino y todo se volvió azul en
sus distintas intensidades. Miraba
muchos documentales sobre
aterradoras enfermedades de
origen genético, reportajes sobre
fauna africana, historias de
sibaritas errantes, y principió a ver
muchas películas que miraba
saltando de piedra en piedra por
los ocho canales que tenía para
verlas. Toda su condición interna
comenzó a empeorar con cada
filme, la mitad de las películas del
mundo tienen calles como las de
Pereira y lomas y llanuras como
——— 65 ———
las de Pereira, paisajes rurales
como los hay en la Perla del
Otún, además, el 75% de las
comedias románticas suceden
en parques como los tiene su
ciudad y al mismo tiempo
concluyó que las camas del sexo
tierno de esas cintas poseen un
inconfundible parecido con la
suya. Esa fue su maldición,
porque aconteció muchas veces
que, justo cuando le palpitaba
una melancolía, aparecían estas
historias de amor chiflado, en las
que a los protagonistas después
de haber sufrido esa sensación
de que todo está perdido y que
el amor se les iba para siempre,
finalizaban besándose felices en
una esquina de una calle
semejante a la peatonal de la 22
con 8va.
Solo en su habitación, sumergido
en cada historia romántica,
viendo la cantidad de espacio
sobrante en su colchón, empezó
a imaginar cosas parecidas: la
ubicaba a ella como su
coprotagonista, y en los
episodios más solemnes, se
imaginaba ahí despidiéndola en
la estación del Megabús o
viéndola llegar al teatro de Cine
Colombia en una falda muy
breve con afán de entrar pronto
a la penumbra de las manos
juguetonas. Siempre, en su
fantasía creadora, incluía el beso
antes del ―The And‖ en una
esquina de la Plaza de la ciudad
con su Bolívar desnudo bañado
de mierda de paloma en el
fondo.
Todos estos ensueños hicieron
que se volviera seguidor de esos
filmes y ellos a su vez
le perseguían. Era
toda una conspiración
en contra de su dolor;
cada vez que movía el control
del televisor en un canal
cualquiera, aparecía una justo
en su inicio, ¡era increíble! Fue
por las malditas comedias
románticas que cada rincón de
Pereira lo empezó a ver perfecto
para escenas de humor tierno,
sobre todo los sitios que traían
algo consigo, como el día que
fue a montar bicicleta a la
vereda La Florida y vio un
pequeño paraje verde con
aroma encebollado casi poético
o cuando vio en el parque El
Lago a una muchacha que
llevaba una falda larga que
ondeaba con el viento y la vio
sacar de un bolso un libro
pequeño que se puso a leer
sentada en un muro bajito como
esperando a alguien; o la vez
que fue al banco y justo delante
estaba una mujer hermosa,
desesperada por el lento servicio
y él estuvo a punto de iniciar una
conversación con perfectos
comentarios que la harían reír y
hacerle la espera casi
imperceptible, pero no quiso.
Copiosa e involuntariamente
estas múltiples creaciones de su
imaginación hicieron parte de él
todos los días.
Después de varias semanas de
enclaustramiento voluntario, de
una treintena de comedias
románticas, de emparentar
lugares y situaciones con sus
historias con ella, de anidar en su
colchón como un enfermo
——— 66 ———
grave, luego de malnutrirse
como un perro callejero y de
volverse experto en dormir más
de diez horas diarias, a
continuación de un flash
reflexivo, pudo determinar, con
algo de temor por lo que
significaba, que estaba
deprimido.
Gracias a su auto examen
racional, se percató de lo que
estaba sucediendo y tomó
medidas. Únicamente se autorizó
a ver noticias, documentales y
deportes, además, limitó las
salidas a la calle a sólo las
necesarias, que casi
exclusivamente eran para
comprar víveres y pagar
impuestos.
A esta altura, su idea de olvidarla
daba pasos morrongos, no tenía
ningún puerto, aunque él no se
sentía como un cachorro triste,
estaba solemnemente simulando
un olvido. La prueba más
fehaciente era que no había
vuelto a acercarse
coquetamente a ninguna mujer.
Su juicio alcanzó a percibir esto,
entonces empezó a hacer
esfuerzos por salir y conocer más
chicas. Él tiene amigos que se
amistan con mujeres con
destreza gimnástica, pero él,
empapado de una timidez
infantil y embadurnada en la
falta de costumbre, le hacían la
tarea complicada, lo que
desembocaba en que se sintiera
torpe, lento. A pesar de ello, lo
intentó. Como buen estratega
intelectual, primero se acercó a
sus amigas con la intensión de
habituarse al contacto femenino
y de reaprender a llevar una
conversación con una dama, por
tanto, jamás pasó de hablar de
video juegos, de cine (sin tocar el
género de comedia), de la
familia, de política, de los novios
y amores de ellas. Aunque él se
esmeraba por escuchar cada
detalle de sus historias aburridas,
no lograba encontrar una buena
interlocutora cuando él trataba,
con mucha dificultad, de
contarle sobre su vida, sus dudas
del futuro, sus conflictos internos y
sobre el amor que trataba de
dejar atrás. Pasando esas charlas
por el análisis de contenido y de
forma, entendió que algunos
temas no se deben tratar con
ciertas mujeres vanidosas,
porque sólo quieren hablar de sí
mismas.
Como lo indicaba su plan y
gracias a lo acontecido antes,
revitalizó su valentía e invitó a
recién conocidas a compartir
con él. Pudo comprobar que
todo se reducía a falta de
seguridad. Las vio reír con sus
tonterías surtidas y cuando les
lanzaba anzuelos en las
oraciones de doble sentido. Con
un progreso lento como de
tejedor artesanal de mochilas,
llegó a los abrazos y los abrazos
condujeron a los besos. En bares
oscuros tuvo amables erecciones
y muchas sensaciones alegres,
que le erizaban los vellos de los
antebrazos y el abdomen.
Al fin compartió ambientes
——— 67 ———
distintos y con personas
diferentes. Todo esto lo llevó, a
través de la lógica, a concluir
que sí podía encontrar más
cosas, el mundo es enorme y el
universo que es cada persona lo
es más.
No obstante todo lo acontecido,
también pudo señalar que su
padecimiento por ella no había
concluido, al contrario, verse en
brazos de alguien más, además
de hacerle recordar cientos de
episodios magníficos y divertidos
con ella, le hacían inevitable
hacer comparaciones muy
nutridas, y para su martirio, las
bondades de ella estaban muy
por encima de las recién
conocidas. Como le enfurecía
eso, porque esperaba que tener
una mujer nueva a su lado se
convirtiera en una avalancha de
amor, y aguardaba y soñaba,
como cuando la conoció a ella,
enloquecer y percibir cada
avance sobre ella y su cuerpo
como un logro emocionante.
Ejercer activamente un
colonialismo erótico amoroso.
Abrir brechas donde no las hay,
proyectar un paraíso habitable
en un lugar en el que sólo se ven
barrancos, maleza y arbustos,
cavar cimientos poderosos para
su estadía y sembrar para
alimento y para vivir.
No fue así. Con ellas todo tenía
de agradable y también de
controlado. Él supo en su propia
carne que en el amor no influye
la voluntad, él llega y se va sin
pedirnos permiso, sin pedirnos
nada, así fue que se enamoró la
última vez. En éste caso él tenía
absoluto control de
sus emociones, no
había sorpresa,
sentimientos que
brotaran sin requerir
consentimiento. No era amor,
con ninguna de sus nuevas
conquistas había amor. Así las
cosas, para él que siempre pone
sus sentimientos por encima de
todo, le fue imposible
encontrarse enamorado de esas
dulces y fantásticas mujeres.
Su olvido es una mierda, una
mentira. Ella desde su trono de
desprecio ignora estas
sensaciones y lo peor es que no
le importaría si las supiese. Su
aflicción es más bien un
sufrimiento constante. Lo
compara al dolor de su tobillo
derecho, que nació cuando a los
17 años jugando fútbol el portero
lo arrolló en un intento de gol y el
pie se dobló y lo sintió crepitar
como cuando se rasga la tela. Al
principio le hizo cojear mucho,
pero luego, con descanso,
masajes, pastillas, y un calzado
adecuado, fue cediendo hasta
dejarlo caminar bien y luego de
unos meses pudo correr sin
problema y patear penaltis
después de noventa minutos;
pero, la maldita dolencia persiste
aún. A veces, especialmente
cuando vuelve a las canchas
con sus amigos o algún andén
inoportuno le tuerce el pie,
vuelve el salvaje dolor y lo deja
rengo de nuevo. Entonces vuelve
a su ritual analgésico: hielo,
acetaminofén, zapatos de bota
y punta ancha, también un leve
cese de actividades.
——— 68 ———
Seguramente dejará de doler,
porque tiene que dejar de doler,
nada dura para siempre. Así la
siente en su vida, ella anida en su
tobillo derecho.
<< ¡Hijo de puta tormento!>>.
Estaba harto de todo. Decidido,
se inundó de rabia y cojeado
(venía lastimado hace días)
emprendió camino a la casa de
ella. Respiraba hondo, las venas
de sus ojos hervían, llevaba el
entrecejo tenso y la mirada
profunda. Llamó a la puerta. No
estaba. Se marchó atascado de
palabras. Con las ganas de
redimirse de todo lo que no pudo
decir por la boca, liberó toda su
frustración pateando
insistentemente un bote viejo de
basura hasta que la respiración lo
atoró, los músculos ya no le
daban para una patada más y el
tobillo volvió a crepitar como a
los 17 años. Quedó enojado
sentado en el suelo y más que
eso, triste. Cuándo la respiración
se equilibró reveló su enojo con
la vida: << ¿quién putas me
manda a enamorar? ¿Por qué yo
tengo que padecer ésta mierda?
Hay tanto idiota inútil, no es justo
que esto me suceda a mí>>. Se
levantó con dificultad y con el
último ímpetu de su tobillo,
zapateó con sus fuerzas
recuperadas el tarro que rodó un
poco más de cuatro metros. <<
¡El mundo es una mierda, yo soy
una mierda!>> se dijo en el taxi
que lo llevó a su casa.
Después de unos días recobró el
aliento y, aunque parezca
mentira, con su autoestima
atropellada por la realidad, se
dio cuenta de que lo que
necesitaba: expresar su rabia
para poder liberarse de ella.
Llamó a sus amigas del principio,
no las vio tan pedantes cuando
les contó que necesitaba
hablarles de ella. Lo escucharon
con toda la lealtad de su
amistad y le ratificaron lo que él
llevaba tiempo pensando
<<todo está perdido>> y con
bondad maternal le dieron a
entender lo que todos sus amigos
y los de ella ya sabían, que hace
rato le daba besos apasionados
a otro varón en las calles y las
fiestas pocos días después de
dejarlo.
Sea como fuere y más allá de
cuanto se tardó en llegar a este
punto y cuanto esfuerzo le haya
demandado, sabe ahora que
terminar su padecer le
aumentará las posibilidades de
seguir en la ruta de la búsqueda,
le hará abrirse paso y se
enamoraría de nuevo tal vez.
Ha llegado a este punto muy
débil y cansado debido al
esfuerzo de intentar renunciar a
una realidad que ya no es
posible. Pero, no puede hacerlo
totalmente aún. No son ya sus
pensamientos sobre el pasado, el
presente o el futuro con ella, ni lo
es el recuerdo amoroso que lo
abriga y lo desabriga cada
tanto, ni que se le venga el amor
como una rebelión cuando la
piense o la sueñe, el problema
no es el recuerdo de ella en sí, la
——— 69 ———
verdadera complicación es que
siempre que su recuerdo llega, se
convierte en esperanza.
Ahora, como regla, discernida
después de muchos
ensimismamientos, se ha
ordenado estar solo,
preparándose para su futuro, y
aprovechar para hacer
evaluación sobre el balance de
su vida. Porque espera hacer de
su nueva etapa una experiencia
muy personal y
privada, hasta llegar a
aceptar todo lo que le
sucede y conquistarse
y liberarse hasta volver a ser el
mismo sujeto tranquilo lleno de
paz interior que era hasta antes
de haberse enamorado.
Agosto 2015
ATAHUALPA QUINTERO ZAPATA
Entre líneas VI
——— 70 ———
Hay cosas en la vida que no se
entienden.
Como el simple hecho de
porqué sonríes al verla de lejos o
el motivo de que tus pupilas se
dilaten hasta que el obscuro
ébano se adueñe del marrón
que siempre han tenido.
Hay cosas que no puedo
explicar, cómo por ejemplo por
qué aún conservo ese beso que
nunca di o el porqué en esas
noches frías no he vuelto a
sonreír.
También está el porqué escribo
sin motivos y esa manía mía por
dormir con un libro que nunca
leeré.
Hay cosas que nunca podré
explicar, mi falta de creencia o
de expresión, el porqué amo
tanto la lluvia, el viento, truenos,
rayos y relámpagos.
Hay cosas que no tienen forma ni
explicación: como el arte
callejero o el llorar de un violín.
Hay cosas
Cosas que no se explican y es
justo por eso por lo que nos
atraen, como el amor, el silencio,
la soledad o el dolor.
Hay cosas que se hacen porque
sí, como romper en llanto sin
motivos y permitir que el alma se
desborde por los ojos.
Pero hay cosas que no tienen
explicación y nunca la tendrán.
Pero hay cosas que no tienen
sentido: como esta soledad...
Jorge Agudelo
(Orito Putumayo)
——— 71 ———
En la siguiente compilación de
algunos textos, escuetamente es
expresada l a idea , de l
sentimiento que nos abate, de
las distintas emociones que se
vuelven incluso inefables, de la
conglomeración de cosas que
van atormentándonos en
soledad, o en sociedad; sin
diferenciar que de una u otra
manera siempre llevamos la
habitación que somos a todos los
lugares, y que en ella respiran
todas aquellas cosas que nos
indican lo fragmentado de
nuestro yo, de los múltiples que
hay, y de lo particularmente que
nos señalan las voces que
creamos porque ya no hay
conexión ninguna con la
identidad exterior de las
personas; temas que quedan en
unas horas, que regresan, y se
olvidan, que nos marcan; que
nos llaman desde el absurdo
para prestarle algún sentido, a lo
que pasa cuando realmente no
pensamos en nuestro caminar
diario.
Designio.
He hecho casi de todo un poco
en tanto esperar que la cosa
llegue a mí, de todo un poco
para mí, y dejarme en esta
palabra que hace referencia
simplemente a “mí” me va
llenando de frío, de una
sensación convulsa, ¿frío será la
mejor palabra? ¿Sofoco? en los
dos casos mi vida está líquida,
Síntomas
e s t a c o m o l a
ansiedad de mi noche negando
mis pasatiempos, me he vuelto
lector de manos, no de líneas si
no del sudor que escurre de ellas,
y es que estas se hicieron una
puta del negarse, me paso gran
parte de mi tiempo dejándome a
la negación y tal vez me están
sudando más que las manos, me
transpira la dicotomía entre
mirarme ahora en tantas partes,
y mirarme en las otras partes que
era, pareciese seguir siendo
muchos, pareciese ser solo ideas
de alguien más; y es que es difícil
que te diga cualquier fragmento
la posibilidad de que seas un
ente ficticio, y ¡joder! Si es que
vemos nuestra vida en letras y
toda parece una novela mal
escrita, una historia donde el
protagonista siempre está
deseando su pasado, pero
n u n c a p e n s a m o s l a s
e n f e r m e d a d e s q u e
devolveríamos si pudiésemos
volver, y no es que este menos
enfermo, o estemos –a veces no
sé ni a quién referirme- solo que
lo llevamos mejor, o aprendemos
a estar un poco menos vivos; ya
no miro la gente a los ojos en la
calle, ya no hay nada más que
mi secuencia de condiciones
para desplazarme, reírme si el
cosquilleo de un continuo ruido
que se ha hecho la música de
ambiente de mi cabeza,
aparece en mí, el ruido de una
mala señal, de un radio que no
sintoniza, ¡y es eso! creo que ya
——— 72 ———
no tomo señal alguna fuera de
mí. Nada más.
Extravío.
Hoy es un día de los que sale uno
para cruzar y ver la brisa del otro
lado de la siguiente esquina, de
día me encuentro, o más bien
me pierdo caminando por las
mismas rutas, sufro de un extravío
en las aceras conocidas;
escucho de a diez voces
diferentes hilando mis curvas
para pasar la calle o el bloque,
redigo, me encuentro, o más
bien me extravío en las cosas
que están y existen para mí, no
para todo, y menos para todos;
guardo distancias de la gente
que una vez conocí y no conocí
más porque se hicieron paisaje,
se hicieron árbol, caneca, ladrillo
y en su último caso espejo, en el
caso más severo, desconozco
mis hechos , desconozco
consciencia y acción, ya me
olvide entre muecas de mí, no sé
de nada ahora, y el recuerdo
que tengo de todo lo que tuve
vivo adentro y afuera, quedo en
un rigor mortis, no puedo
rememorar con movimiento, y tal
vez me vea y me piense, e
imagine mi pasado, porque no le
puedo dar secuencia continua al
mismo. Lo imaginé deglutiendo
tanto ente vivo, me imaginé
como posible desenlace de mi
pasado, sabiendo que no lo fue,
sabiendo que me estoy
comiendo mi propia mentira
ahora; me encuentro, o más bien
me pierdo, y me cruzo en cuanta
vía desconocida vea, para
crearme un pasado, cambiando
el curso de lo que una vez fuimos,
porque hubo de haber
más, unos existentes y otros poco
reales, aun escucho indicios de
las voces, y es porque nunca
pertenecen a un tiempo, o al
menos no a un pasado, y tal vez
si las quisiese en un futuro ya no
estarían aquí, como indicios para
poder cruzar a algún lado; para
poder dir ig irme a algún
desconocido, para refugiarme
en su imagen inconclusa, y es
que tengo una necesidad de
alguien o algunos, o algunas
cosas así, para que no cobren
existencia en mi vida, para huir
de ellas a otras, para no tener
que encontrarme siendo jalado
desde el hombro.
No estar.
Me siento aquí a hablar desde la
silla al horizonte en el que no me
fijo, hablo hacía delante, de eso
estoy seguro; estoy sentado,
obviamente ¿cómo más podría
estar?, estoy hundido un poco
también , ta l vez; estoy
dialogando entre el mutismo, no
hay nada para escucharme, la
silla vibra, estoy sentado, estoy
hablando, lo supongo, no puedo
definirlo con certeza, algo de mí
s e m u e v e p e r o e s t o y
ensordecido, apenas y me
siento; después se me ruborizan
las mejillas, y me siento, como la
silla astillada; vibro, me siento;
hay un borbotón de cosas en mi
rostro, tienen el sabor de la ironía
——— 73 ———
de mi fortuna; suspiro, se me
olvida respirar, o suspirar, parezco
un terrón, no me muevo, vibro;
me estoy desmoronando,
supongo, ¿estoy sentado? Me
siento, me siento; mi pecho va a
colapsar, se me olvidan mis
brazos; estoy olvidando el sonido,
perdí la palabra, mis ojos están
crispados; no deseo sentirme, me
siento ¿sigo sentado? Puedo
pensar en nombres, varios,
muchos, o pocos, hay
a l g u n o s s e r e s
divertidos; no están,
me torno espacio, el
lugar me habita, me respira; no
está vivo, me sigo sintiendo, estoy
entre la sala, la silla y el horizonte;
estoy vacío, no estoy sentado.
Daniel Osorio
En
tr
e lín
ea
s V
II
——— 74 ———
estos ojos quedos que solo saben
de ti
que solo saben mirarte
los que ahora
te dibujan desde su íntimo
alfabeto
son los mismos
que te siguen y te nombran
¿cómo decirles, a ellos,
los míos, que se dirijan a otra
parte?
me pregunto, ¿qué otro paraíso
pueden encontrar sobre la tierra
Jhonnatan Arredondo
Íntimo alfabeto
―Yo no sabía que
no tenerte podía ser
dulce como
nombrarte para que
vengas aunque
no vengas y no haya
sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara
pensando en vos‖
Juan Gelman.
Perspectivas poéticas
La poesía es para alimentar el
alma, da cuenta en ocasiones
de la razón capitalista del
hombre pero no se nubla por
completo cuando se desarrolla
entre los mares como lo hace el
film de Eliseo Subiela (1992), El
lado oscuro del corazón
sorprendió a muchos al
convertirse en un film comercial y
atrapar a un público para el cual
no iba dirigido, la producción es
un tributo a la poesía, la filosofía
del amor y el arte. Cuenta con
——— 75 ———
poemas de Oliverio Girondo,
Juan Gelman y Mario Benedetti
quien aparece en una de las
escenas de la cinta como un
amante más de la noche que
busca desnudar con poesía los
pezones de una puta en
Montevideo, En el mismo bar
Oliverio entregará con literalidad
su corazón para que sea
devorado por cuotas, pues ella
se alquila mas no se vende.
―Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de
ojos abiertos
porque la noche pasa y
digo amor
porque has venido a
recoger tu imagen
y eres mejor que todas
tus imágenes
porque eres linda desde
el pie hasta el alma
porque eres buena desde
el alma a mí
porque te escondes dulce
en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza‖
Fragmento de Corazón
Coraza- Mario Benedetti-
Recitado por Mario
Benedetti en Alemán
Esta producción nos ofrece una
reflexión sobre el amor y el arte,
sus escenas de carácter
surrealista hacen que sea
necesario verla hasta el final,
para comprender la magnitud
de los argumentos, que han
servido como línea de viaje al
que podría ser un poeta
bohemio de 1800
Oliverio, encarnado
p o r D a r í o
Grandinetti, la historia
toma vida y prosa en Buenos
Aires capital de Argentina y
cama en Montevideo, lugar
donde vive y trabaja Ana, la
amante que dará a Oliverio un
amor de cien dólares,
in te rpret ada por Sandra
Ballesteros, esta puta de salón
devora la cubierta exterior de sus
clientes y como es de esperarse
de una mujer, amante de la
poesía y dueña de las pasiones
más banales que surgen de los
hombres, los fantasmas de
Oliverio no logran escapar a ella.
Con un toque cómico, siempre
lírico y mágico se revela el amor
en todas sus formas, con la
cuantía claro, que el alma en el
hombre permite ante una
cámara rodeada por los
acechos de la muerte, quien
también tiene un lugar en la
historia, representada por Nacha
Guevara, de aspecto pálido y
labios carnosos y dicientes,
señalados, enamorada de un
poeta que le habla como
cam ionero pero so l o a
ella, siempre desaliñado
laborioso solo de sus vicios y en
ocasiones triste, decepcionado
d e s í m i s m o ,
sosteniendo desubicados
m o n ó l o g o s c o n u n a
vaca, porque yo creo que es él
quien se habla con otra voz y en
otra esencia, una que le interese
oír, es él siempre buscando
las palabras en cualquier parte
ese toque, ese fundamento,
——— 76 ———
buscándose motivo, siendo
poema de pastura y si no, a
todas estas ¿Qué carajos hace
una vaca ahí?
―Y lo peor es que la
vaca, mi madre, tiene
razón.
Yo no soy, ni he sido
nunca más que un
corcho.
Durante toda la vida he
flotado, de aquí para allá,
sin conocer otra cosa que la
superficie. Incapaz de
encariñarme con nada,
siempre me aparté de los
seres antes de aprender a
quererlos.
Y ahora, es demasiado
tarde.
Ya me falta coraje hasta
para ponerme las
zapatillas.‖
Fragmento de
Interlunios- Oliverio
Girondo
La historia también se mueve
entre el arte con figuras para
a l g u n o c ó m i c a s y
para otros irreverentes, que
llevan a su creador a una cárcel
moral que no solo lo condena en
la conciencia de los demás, sino
que se hace presente en la
justicia real, esa, la que da con
el bolillo. El arte de Gustavo
i n t e r p r e t a d o p o r J e a n
Pierre, muestra bellos rasgos del
cuerpo femenino y le da su
merecido lugar como tumba de
los poetas, “¿Hay alguien en la
vagina?”, dice Oliverio al entrar a
su casa. Todos participan en
busca de ese algo más grande
que ellos capaz de enamorarlos
lo suficiente para hacer la
apuesta de volar, como le
sucede a Erik (Andre Melancon)
un inmigrante francés atrapado
por una belleza latina que lo
desarraiga de todo, entre la
bohemia, la prosa y el alcohol.
“Si no saben volar, pierden el
tiempo conmigo” con este
p o e m a d e G i r o n d o
comienza esta historia, entorno a
esa frase gira la vida de Oliverio,
para esto trabaja y bebe, y
cuando al fin logra volar hasta el
punto de querer encadenarse, se
cae de la cama. ¡Ah! las
m u j e r e s , q u i e n l a s
entiende, pareciese que su todo
siempre está en la nada, incluso
la muerte lo sabe pero cuanto se
daría por una cama aun cuando
se caiga de ella.
―no es para quedarnos en
casa que hacemos una
casa
no es para quedarnos en
el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal‖
Costumbres - Juan Gelman.
Hannys Vanessa Vaca
——— 77 ———
Agradezco mi espalda ancha
Forrada de carne
tallada en hueso
para cargar los fardos
que mis abuelos dejaron
en el campo
Agradezco mis manos grandes
preparadas para los callos
albugíneos y duros
que palpitan por recoger café y
banano
Agradezco mi piel tostada
mi pelo hirsuto
vivo en la ciudad
sin prisas
sin sudor
sin sueños
Al alba, un torrente río
que bruñe las rocas y la espuma
me llama
las picaduras de insectos,
el canto de luciérnaga
y el sol canicular
Claman mi regreso.
Allí,
donde los fusiles
dejaron la sangre de los viejos
aguardan pacientes las semillas
A mis manos que juntas
dan una plegaria por la siembra.
Edgar Auntá
Pan nuestro
Mi gato ha muerto
Sus siete vidas se apagaron
Entre mis manos se extinguió su
llama
Me llamó para morir cargado por
mis dedos impotentes
Y algo mío se debió llevar
Porque maúlla en mi pecho una
grieta