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1 El programa reformista de Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces. Autor: Joanny Ibarbia Pardo

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Page 1: El programa reformista de Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces

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El programa reformista de Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces.

Autor: Joanny Ibarbia Pardo

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Pág.

Introducción…………………………………………………………….. .3

Desarrollo………………………………………………………………... 4

Contexto Histórico……………………………………………….. 4

Breve reseña histórica de Francisco de Frías y Jacott ……….10

El proyecto reformista de Francisco de Frías y Jacott……...16

Su vigencia en épocas posteriores……………………………21

Conclusiones……………………………………………………………22

Recomendaciones……………………………………………………...23

Referencias bibliográficas……………………………………………...24

Anexos……………………………………………………………………26

Page 3: El programa reformista de Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces

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El rescate de nuestra historia nacional constituye para estudiantes y profesionales una de

las tareas más relevantes en el mundo actual, que está matizado por la globalización

neoliberal que trata de imponer a nuestros pueblos su cultura y modo de vida. La Historia de

Cuba en el siglo XIX ha tenido como protagonistas a hombres sublimes como Ignacio

Agramante, Antonio Maceo y José Martí, sin embargo para que estos hombres se lanzaran

a la lucha por la liberación nacional su pensamiento tuvo que nutrirse de ideas ,cuyos

portadores no siempre abrazaron el ideal independentista como objetivo final ,tal es el caso

de Francisco de Frías y Jacott ,más conocido como Conde de Pozos Dulces .Pero no por

ello debemos obviar su caudal de pensamiento ,ya que el mismo contribuyó al progreso de

la isla y marcó pautas en la formación de la nacionalidad cubana, evidenciando que el

reformismo no resolvería los problemas de Cuba.

Nuestra investigación se propone determinar las ideas fundamentales que componen su

programa de reformas, ya sean sociales como económicas para Cuba en el siglo XIX,

haciendo un mayor énfasis en las económicas. . En fin, se pretende invitar a todo aquel que

le interese a este viaje por los caminos de la obra de un Conde que hoy es un tanto

anónimo en nuestra historia ya que no es estudiado sistemáticamente por nuestros

historiadores, pero que sin embargo es un eslabón indisoluble de nuestro pensamiento,

específicamente del pensamiento económico.

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El presente trabajo tiene por título:”El Programa Reformista de Francisco de Frías y Jacott,

Conde de Pozos Dulces”.La presente investigación se centra en el análisis profundo y

minucioso del pensamiento económico de una persona un tanto desconocida en nuestra

historia pero que sin lugar a dudas es un valuarte imprescindible de nuestro pensamiento

cubano y aun más de nuestra nacionalidad e idiosincrasia cubana ,se trata de Francisco de

Frías y Jacott .En este rescate de nuestra historia ,por decirlo así ,se persiguen objetivos tan

importantes como: determinar las ideas fundamentales que componen su programa de

reformas, ya sean sociales como económicas para Cuba en el siglo XIX, haciendo un

mayor énfasis en las económicas; además se pretende analizar las limitaciones y aportes de

su pensamiento en un contexto histórico un poco polémico debido a la diversidad de criterio

y muy específicamente en el campo económico .Se debe considerar de gran importancia el

presente trabajo ya que no solo es un instrumento o una vía de rescatar nuestra historia

económica sino que constituye un importante material bibliográfico para las carreras con

perfiles económicos ,ayudando a conformar en el estudiante un sentido de pertenencia

sólido con nuestro Pensamiento Cubano.

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La historia es una ciencia que pone de relieve las diversas formas de movimiento de la

sociedad y contribuye a desentrañar los caminos recorridos por la humanidad en su

desarrollo. Como toda ciencia no puede existir sin sistematizar los conocimientos objetivos,

sin sintetizar teóricamente el material empírico, sin penetrar en la esencia misma de los

fenómenos en estudio, mediante la revelación de las leyes interiores que lo rigen. La unidad

dialéctica pasado- presente- futuro constituye el principio leninista de la historicidad, según

el cual cada fenómeno o proceso histórico debe ser estudiado en su desarrollo y

movimiento, teniendo en cuenta las premisas que anteceden a su surgimiento, las

condiciones en que se desenvuelven y los vínculos que los unen a otros fenómenos y que

en alguna medida pudieran influir en el curso de su desarrollo hasta alcanzar el momento de

plenitud que se estudia (Zhukov E. Metodología de la Historia. p 11.)

Después de haber conceptualizado a la historia como ciencia conviene resaltar un muy

importante tema que permitirá el mejor entendimiento del eje histórico en el que gira este

trabajo y es que precisamente en la historia y la cultura cubanas hay un elemento de

indiscutible valor: la obra del pensamiento cubano. Las ideas en Cuba a lo largo de su

historia han sido nóumeno o substancia, esencia o alma de las transformaciones sociales y

culturales, de los proyectos y perspectivas de la sociedad cubana, de su deber ser, que se

han levantado sobre la realidad concreta de Cuba en cada período de su historia. Por ello,

en el pensamiento cubano están las claves para entender un proceso histórico continuo-

discontinuo y la aproximación teórica a una realidad que se piensa a si misma y busca

perspectivas, de un proceso en formación y no estático, así como la esencia de la historia

de Cuba y el espíritu que nos identifica. El pensamiento cubano de ayer y de hoy continúa

siendo búsqueda y debate que pasa por el conocimiento de teorías universales,

manteniéndose en la reflexión cercana de la realidad nacional y latinoamericana.

Contexto histórico en el que se desenvuelve Pozos DulcesTodos sabemos que todo pensamiento humano es fiel reflejo de la realidad objetiva en la

que le toca vivir a un individuo, del momento histórico en el que se desenvuelve; en el conde

como en otros personajes históricos veremos como sus ideas se enriquecen y modifican en

el roce con los cambios que se dan en el contexto internacional y nacional.

Francisco de Frías tiene como momento cumbre, de más efervescencia innovadora en su

obra la etapa de 1830-1868 de allí que haga énfasis en los problemas del auge y la crisis de

la plantación esclavista en Cuba.

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Ahora bien, centrémonos en el contexto histórico en el que le tocó vivir; el incremento de la

producción de azúcar y tabaco a fines del XVIII y principios del XIX, descansa

paralelamente en una ampliación del territorio incorporado a la actividad económica como

en un uso más intensivo de la tierra. Los procedimientos técnicos para la elaboración del

azúcar, del tabaco -y luego del café- no alcanzan aún un nivel de complejidad y refinamiento

apreciable; la productividad del trabajo es por consiguiente reducida. El volumen mayor de

las cosechas se obtiene en lo esencial por el aumento de las áreas de siembra y del número

de trabajadores empleados.

Es una época en la que está latente el problema de la mano de obra, siendo el centro de

atención fundamental de todos lo productores, estos no se cansan de reiterar la necesidad

de importar esclavos como condición para aumentar las mercancías de exportación.

Debemos decir además, que la propia existencia de la esclavitud limitó y debilitó el

desarrollo de un mercado interno nacional. La masa gigantesca de esclavos, a la que se

agregará más tarde el colono asiático, imprime cierta rigidez a la demanda promovida por el

crecimiento del resto de la población. Aunque resulte verídico que desde finales del siglo

XVIII se concibieron proyectos de poblamiento para, paralelamente a la inmigración forzada

africana, promover la inmigración libre europea, pero los resultados no conllevaron una

efectiva solución para sustituir la mano de obra esclava.

Por otra parte la metrópoli española y los intereses azucareros no promovían en Cuba el

desarrollo de una amplia base alimenticia propia, más bien promovían las crecientes

importaciones en condiciones competitivas adversas para los productos de la colonia. Por

tanto, durante buena parte del siglo XIX el mercado interno crece a ritmo muy lento. Y ello a

pesar de que la expansión de las zonas urbanas y el acelerado aumento de las

exportaciones debía actuar como fuertes estímulos para su ulterior expansión.

Estos factores explican el retraso con que se consolidan zonas productivas especializadas

en la colonia, a pesar de un nivel relativamente alto de intercambios mercantiles. A medida

que la economía se centra cada vez más en el azúcar, el impulso por fortalecer los vínculos

entre las distintas regiones del país, se debilita, debido a que el mayor volumen de las

exportaciones genera un incremento en la variedad y cantidad de importaciones que

compiten con las producciones tradicionales, condenadas a desaparecer o reducirse al

mínimo.

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El grupo de poder que domina la producción azucarera esclavista favorece la introducción

de mercancías del exterior en detrimento de las locales, posición que no sólo se explica por

los necesarios nexos con productores que satisfacen los requerimientos de productos

complementarios o imprescindibles para la elaboración del azúcar, sino también como una

política que tiende a subordinar a los grupos locales que pudieran disputar su control en la

isla y su influencia en la administración colonial.

Es un período histórico en el que los senderos de la monoproducción se inician y consolidan

cada vez en mayor medida; en 1827 ya los productos básicos de exportación -sobre todo

los que descansan en el empleo masivo de esclavos- representan el 48,3% del valor de la

producción agropecuaria. El azúcar aporta el 25,7% de ese valor, mientras el café el 22,6%.

El mantenimiento de la trata esclavista constituye uno de los problemas sociopolíticos más

agudos de la época, que será objeto de debate por todos los representantes más

destacados del pensamiento económico cubano, sobre todo en el período 1830-1868 .

El verdadero interés británico por imponer la eliminación de la trata, aún cuando

reconozcamos a algunos abolicionistas justos, era liquidar la competencia del azúcar

cubano y permitir el desarrollo de las posesiones portuguesas donde tenían intereses

económicos. La metrópoli española, los esclavistas y tratistas conocían bien este interés

británico y no pensaron cumplir el tratado. Tampoco les convenía un enfrentamiento con

Inglaterra. En la práctica, se produjo un distanciamiento con los intereses ingleses en Cuba

y un acercamiento cada vez mayor con los Estados Unidos, en cuyo gobierno

predominaban los esclavistas sureños. La Corona española practicó desde entonces una

política oficial de rechazo de la trata y una política real de apoyo a la trata.

El ascenso al poder de España del probritánico Baldomero Espartero favoreció la

proposición inglesa de 1840 orientada a censar los esclavos introducidos después de 1820

para darles la libertad. El pánico se extendió entre los esclavistas que veían un ataque a lo

más preciado de su capital, pues significaba la libertad para la mayoría de los esclavos en

labores productivas. La llegada, en 1841, del cónsul inglés David Turnbull, enérgico

abolicionista, el nombramiento de Gerónimo Valdés como gobernador, con una actitud hostil

a la esclavitud; y un fuerte movimiento insurreccional de las dotaciones de esclavos,

llevaron a la burguesía esclavista a manifestar su intención de promover la anexión a

Estados Unidos, si las medidas anunciadas se llevaban a cabo. Ante la explosiva situación,

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el general Gerónimo Valdés expulsó a Turnbull (junio de 1842) y cambió su actitud

intentando calmar el malestar del sector esclavista.

También debemos citar la presencia del el controvertido tema del anexionismo que estuvo

presente en el pensamiento económico cubano a lo largo de toda la colonia ,y mas aun

cuando el propio Conde es tildado por algunos historiadores como anexionista a pesar del

mismo no identificarse con esta corriente ideológica.

En su orientación por despejar las trabas a los productos básicos de exportación, los

productores esclavistas desatendieron la creación de estímulos adecuados para el

establecimiento, cuando menos, de una base alimentaria propia. La necesidad de mantener

el intercambio comercial con un número relativamente grande de países, receptores de los

productos coloniales, impuso el mantenimiento de las introducciones de mercancías de gran

consumo.

Esta postura influyó negativamente sobre la producción de alimentos y las artesanías -

algunas como la carpintería y las confecciones de relativa importancia- que no podían

competir con los artículos extranjeros similares o equivalentes. El hecho de que una parte

del dinero acumulado en los períodos de ascenso económico fluyeran hacia el exterior y no

hacia inversiones en las manufacturas resulta sintomático de una concepción del desarrollo

de la isla que, las tendencias de la economía capitalista internacional se encargarían de

reforzar y hacer irreversibles después de 1839.

A ello se agregó la dificultad de la competencia del azúcar de remolacha, subsidiada por los

gobiernos de Alemania y Francia, y que podía asimilar rápidamente las innovaciones

tecnológicas por basarse en el trabajo asalariado. La industria azucarera cubana podía

asimilar hasta cierto punto las innovaciones, pero no en el sector agrícola, en tanto

persistiera la esclavitud.

El cambio técnico se había iniciado en la década del 20 con la aplicación de la máquina de

vapor como fuerza motriz (repercusión de la Revolución Industrial). Más tarde los nuevos

procedimientos y utillaje se desplazan lentamente hacia el proceso de producción mismo.

Pero toda esta transformación refuerza la dependencia del productor hacia el comerciante

local o extranjero que facilita el crédito para la implantación de estas mejoras. De modo que

los propietarios de ingenios se debaten en un verdadero círculo vicioso.

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Hacia la década de 1840 la plantación esclavista en Cuba entra en una fase de apogeo,

estimulada por los altos precios del azúcar a nivel mundial, lo cual permite la fundación de

una serie de instituciones de crédito, muchas de las cuales tenían el objetivo de facilitar

préstamos a los hacendados. no obstante, el carácter marcadamente especulativo de las

mismas, creadas al calor de una coyuntura excepcional, determinó que después de la caída

súbita de los precios ocurrida en 1857, se produjera la bancarrota de muchas de ellas,

reforzándose con esto la dependencia del hacendado respecto al comerciante prestamista.

Este comerciante-usurero desempeñó un papel muy importante, si consideramos su interés

en boicotear e impedir la materialización de una serie de proyectos bancarios concebidos

durante todo el siglo XIX. Al carecer el hacendado de organismos crediticios, no le quedaba

más alternativa que caer en las redes del comerciante, quien con una gran percepción y

habilidad especulativa se afanaba por aprovechar a su favor la iniciativa innovadora del

productor por reducir los costos y su extrema necesidad de financiamiento con este fin.

La introducción del ferrocarril, también orientada a rebajar los costos, se inscribe en la

misma dirección. Promovido originalmente como una iniciativa de la Junta de Fomento,

proliferan con bastante rapidez hasta 1868 las compañías privadas para el establecimiento

de vías férreas en zonas ya saturadas de ingenios o en proceso de convertirse en tales.

Entre 1837 y el inicio de la guerra de independencia, la red ferroviaria avanza con celeridad,

posibilitando así contrabalancear, con la disminución de los fletes, el aumento del costo de

adquisición de los esclavos.

En la parte agrícola, casi no se producen cambios de significación. Sólo se ensaya la

aclimatación de variedades de caña capaces de rendir más, pero el riego y la fertilización

aparecen como excepciones, y tampoco los sistemas de cultivo reflejan una explotación

más intensiva y racional. la importación de colonos asiáticos después de 1847, en forma

masiva, permitió disponer de una mano de obra más eficiente, capaz de superar las labores

ejecutadas por los negros esclavos. Aunque se les quiso presentar como trabajadores

asalariados, de hecho funcionaron como esclavos por deuda.

En definitiva, el desarrollo de la Revolución Industrial tiene un carácter desigual en las

metrópolis capitalistas y en las colonias y países dependientes. La progresiva

estandarización de la producción en gran escala induce a una homogeneización de los

artículos producidos en serie. En la agricultura del siglo XIX esta tendencia se expresa, para

las áreas coloniales, en la fijación de una frontera cualitativa que pocos pueden superar. Así

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ocurre con el azúcar. La expansión de la producción toma forma ahora de mascabado,

mientras la refinación y el ulterior procesamiento o confección de mercancías en los que el

dulce interviene como componente básico, se transforma en monopolio de los países

capitalistas más desarrollados. Por eso, la progresión del volumen producido en Cuba entre

1827 y 1862 se obtiene a cuenta de la disminución del azúcar blanco y quebrado.

Con el tabaco pasa otro tanto. la tendencia es, igualmente a exportar la hoja, que tiene

mayor demanda y puede burlar las tarifas proteccionistas que se oponen a la introducción

de tabaco elaborado, tanto en forma de puros como de cigarrillos. Estas tendencias se

sienten con más fuerza sobre las dos producciones básicas de la isla en la medida en que el

comercio exterior se concentra en la órbita norteamericana.

El resto de las producciones agropecuarias subsiste trabajosamente. El desamparo de la

ganadería es tal que la isla se transforma en una importadora sustancial de carne fresca, de

tasajo y otros productos pecuarios. Con el pretexto de que la economía pecuaria se rezaga,

se abren las puertas para los productos extranjeros. Sin embargo, no se eliminan los

impuestos que gravitan sobre la actividad. Las consecuencias visibles de esta falta de

protección es una reducción de la masa ganadera y, sobre todo, de la calidad del ganado.

En la avicultura y sus productos no es mejor la situación. Hacia 1850 hay intentos por formar

grandes compañías importadoras de estos productos, alegando, como siempre, que la

producción no es capaz de cubrir la demanda.

El problema real consistía en que el patrón de desarrollo impuesto por los productores

esclavistas por lo general descuida la creación de una base alimentaria local. El Real

Consulado de Agricultura, Industria y Comercio -así como su sucesora, la Junta de

Fomento- nada hizo por estimular eficazmente estas producciones. Sólo tuvo puesta la mira

en sustitutivos de los artículos principales de exportación cuando estos atravesaban

coyunturas desfavorables. pero no promovió esfuerzos encaminados a barrer los

obstáculos, fiscales y de otro tipo, que incidían sobre este ramo de la agricultura colonial.

El camino de fortalecer las artesanías y las manufacturas tampoco se estimuló. Salvo el

tabaco, donde se creó una red manufacturera más o menos amplia, el resto de las

instalaciones eran tan limitadas como ineficaces. la elaboración del queso, de los dulces en

conserva, de los muebles, tan prometedores en ciertos momentos, no pasaron nunca de

actividades auxiliares o del mínimo nivel artesanal. Sucumbieron bajo los efectos

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combinados de la competencia y del desinterés de las autoridades coloniales y de los

hacendados.

Las importaciones de la colonia denotan, en el mismo año, la creciente dependencia cubana

respecto a Estados Unidos. A ellos corresponde ahora sólo el 20% de las importaciones

(otro 20% corresponde a Gran Bretaña) y el 30% a España, pero la cifra española incluye la

ininterrumpida reexpedición de productos extranjeros a través de puertos peninsulares. La

interposición de la metrópoli política se hace sentir así fuertemente, al tiempo que la

distribución de las exportaciones pone en evidencia la verdadera relación cubana respecto

al mercado norteamericano: éste absorbe el 62% de las exportaciones, Gran Bretaña

absorbe el 22%, y España sólo el 3%.

De esta forma y bajo la acción combinada de factores internacionales y de la fuerza ejercida

por la clase de los productores esclavistas, se estaba consolidando una economía

monoexportadora y polimportadora que el imperialismo se encargaría de llevar a extremos

agobiantes en el siglo XX.

Breve reseña histórica de Francisco de Frías y Jacott Nació en La Habana el 24 de septiembre de 1809, que en 1848 heredó el título de “Conde

de Pozos Dulces” –otorgado el 24 de junio de 1790 por Carlos IV a su abuelo, don Melchor

Jacot y Ortiz, Ministro Togado del Consejo Supremo de las Indias, Primer Regente de la

Audiencia de Lima, Caballero de Carlos III–. Muere en París a 24 de octubre de 1877.

Contaba diez años de edad cuando fue enviado al Mount Saint-Mary-College, de Baltimore,

en el que se contó siempre entre los alumnos más distinguidos. Regresó a la Habana en

1829, año en que murió su padre, que era hacendado, y esto le hizo dedicarse a la

Agricultura. En 1832 vino a la península, y regresando a Cuba el año siguiente permaneció

allí hasta 1842; regresó a Europa, avecindándose en París; se consagró al cultivo de las

Ciencias y asistió a varios cursos públicos, siendo la Física, la Mecánica y la Química

aplicada a las Artes sus estudios favoritos. Vuelto a Cuba, con caudal poco común de

conocimientos, no tardó mucho en ser mirado con prevención por el gobierno, que lo

atribuía miras anexionistas de que no se mostró partidario. No cultivó asiduamente, ni como

profesión, las Bellas Letras; pero su estilo era tan ameno y florido que poetizaba las más

elevadas y áridas cuestiones. En 1848 propuso el Liceo Artístico y Literario de la Habana un

certamen, al que concurrió Frías con su importante Memoria sobre la industria pecuaria en

la Isla de Cuba, que fue premiada en los Juegos Florales (noviembre de 1849). La

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reprodujeron el Diario de la marina, los Anales de la Junta de Fomento y la Sociedad

Económica, haciéndola circular aquel periódico en impresión separada. En 1851, como

consiliario de la Junta de Fomento, presentó Frías a aquella corporación su extenso y

magnífico informe sobre el Instituto de de Investigaciones Químicas, del que era inspector:

En 1853 fue preso y encerrado seis meses en el castillo del Morro. Terminó la sumaria en

1854; y como se juzgaba perjudicial su presencia en Cuba, el general Cañedo le desterró,

designándole para residencia a Osuna. Durante su permanencia en París publicó La

cuestión del trabajo agrícola y de la población de la Isla de Cuba, teórica y prácticamente

examinada (París, 1860). Con este folleto inició en Cuba el estudio de la agricultura

científica. También desde aquella capital dirigía (1856 y 1857) al periódico El Correo de la

Tarde una serie de correspondencias, que más tarde (1860) reunió su amigo Domingo G.

Arozarena, y las publicó con el título Colección de escritos sobre Agricultura, Industria,

Ciencias y otros ramos de interés para la isla de Cuba. Además imprimió en París (1859) un

folleto titulado La cuestión de Cuba. Vuelto de Francia y Bélgica (enero de 1861), cuyas

escuelas agronómicas había visitado, quiso utilizar sus conocimientos y fundó en Cuba, con

la cooperación de su hermano José y del bien reputado escritor Anselmo Suárez, El

Porvenir del Carmelo, periódico de Artes e Industria, en el cual aparecieron sus luminosas

observaciones sobre la cría caballar. Por la misma época el conocido periodista cubano don

J. Quintín Suzarte trató de fundar un órgano reformista, que abiertamente y con entera

independencia de criterio se ocupara de las cuestiones administrativas y políticas del país.

De esta idea, a la cual nunca faltaron adeptos en el país, surgió El Siglo, quo tuvo

extraordinaria aceptación. Frías renunció la dirección, que le ofreció el general Serrano, del

Instituto Agronómico; mandado fundar desde 1860, y que no se planteó por haberse

distraído los fondos en la guerra de Santo Domingo; renunció asimismo diversos destinos

honoríficos y lucrativos, que le ofrecieron sus amigos y admiradores, y sólo aceptó, porque

presentaba mejor campo a sus proyectos reformistas, la dirección del dicho periódico, que

acababa de ceder Suzarte a dicha sociedad anónima de los señores Aldama, Mestre,

Valdés Fanli, Martín Rivero y Fernández Bramosio. Desde sus columnas abordó el examen

de las más variadas y trascendentales cuestiones, e inauguró célebre campaña periodística

para alcanzar las reformas político-sociales, económicas y administrativas de Cuba,

campaña que al cabo dio por resultado el decreto de 29 de noviembre de 1865, mandando

abrir una información sobre las bases en que debían fundarse las leyes especiales para el

gobierno de Cuba y de Puerto Rico. A los Ayuntamientos de algunas poblaciones de la isla

sólo correspondía el nombramiento de los dieciséis comisionados que habían de tomar

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parte en aquella junta de información. El de Villa Clara eligió al conde de Pozos Dulces, que

era regidor y alcalde 5º, y que en 29 de septiembre salió para Europa y a fines de octubre

de 1866 se hallaba en Madrid, donde fue nombrado presidente de la sección de inmigración,

y consecuente en sus principios abogó por el predominio de la raza blanca. Pero este

pensamiento fracasó, y el mismo día (15 de febrero de 1867) en que el gobierno declaraba

cerrada la información, expedían las Cortes un decreto aumentando en un 10 por 100 las

contribuciones de Cuba, indicando que esta resolución respondía a lo expuesto por los

delegados cubanos. La protesta que éstos hicieron contra tamaña tergiversación de la

verdad fue redactada por Frías; que regresó a su país (20 de agosto de 1867), donde,

nuevamente regidor, reasumió también la dirección de El Siglo y colaboró en El Ateneo,

periódico ilustrado de Ciencias y Artes, que fundó Armas y Martínez. Fue también individuo

de la Academia de Ciencias Médicas, en cuyas Memorias se halla un discurso inaugural;

con la contestación de Poey, y también una disertación sobre la luz, considerada como

elemento del clima; fue asimismo socio de la Económica, y allí dejó notables trabajos, entre

ellos un Informe sobre avenamiento; una Memoria sobre introducción de indios de América

para trabajos agrícolas, y un trabajo sobre destrucción del reino animal, que, premiado por

el Liceo en Juegos Florales el 1858, vio la luz en las dichas Memorias. Fue uno de los más

celosos promovedores de la idea de enviar algunos a las principales escuelas de Agronomía

de Europa, y electo socio de mérito en febrero de 1865. Suprimido el órgano reformista quo

con tanto acierto dirigía (diciembre de 1868), Frías, que no había aprobado el alzamiento de

Yara, permaneció corto tiempo retirado, hasta que a fines de 1869 se vio obligado a entrar a

París, donde su pluma no pudo permanecer ociosa, y con ella atendió a su subsistencia.

Así, pues, se dedicó a escribir para varios periódicos hispano-americanos, tales como El

Deber, de Valparaíso, de Ricardo Becerra (1871); La Patria, de Lima (1873); La República,

de Santiago de Chile; El Diario, de Cundinamarca; el Registro Oficial, de Bogotá; El

Educador Popular, de Nueva York, y La Legalidad, de la Habana. Se le atribuye un folleto

sobre actualidades de Cuba, que, anónimo, circuló profusamente en ésta; unas

observaciones acerca de esta obra, de Saco: Historia de la esclavitud desde su origen hasta

nuestros días, y las correspondencias firmadas Américo en el Americano, escritos todos

informados por el principio de utilidad y redactados con un estilo en que se unían en

admirable consorcio el fuego de la juventud con la conducta de la edad viril. «Escribía en

prosa con verdadero estro,» decía Echevarría; «a una firmeza invencible de carácter, añade

el señor Jorrín, reunía una bondad inagotable de corazón, una inteligencia clarísima y

vastos conocimientos adquiridos a fuerza de perseverantes estudios.» «Las cartas del

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Conde de Pozos Dulces se recomiendan, no sólo por el caudal de conocimientos teórico-

prácticos que contienen, sino también por el estilo eminentemente literario en que están

escritas, y que recuerdan el de Jovellanos al tratar iguales materias: de ellas puede decirse

que deleitan e instruyen (La Patria, 26 de agosto de 1873).» Continuó Frías viviendo en la

mayor estrechez, a pesar de que varios opulentos compatriotas querían asignarle una

pensión, hasta principios de 1877, en que una enfermedad le hizo pasar a Mentone, cerca

de Niza, donde estuvo siete meses; mas, agravándose, volvió a París y allí falleció.»

El Conde de Pozos Dulces, heredero con su familia de un importante patrimonio

agropecuario, intervino decididamente en la modernización de las explotaciones agrarias y

la industria pecuaria en Cuba, defendiendo la abolición de la esclavitud por anacrónica y

poco rentable, proponiendo la introducción en Cuba de indios de América para trabajos

agrícolas, la mejora de la cría caballar, etc. Al irse convirtiendo el Vedado en la barriada

residencial de La Habana, el Conde de Pozos Dulces y sus hermanos parcelaron en 1859 la

finca que allí tenían, que por su tamaño permitió urbanizar hasta 29 manzanas, de cien

metros por cada lado, nombrándose las nuevas calles con letras y números (entre las calles

G y 9), dejando así El Carmelo de ser la finca de la familia. Su hermano José fue director del

Departamento de Estadística del Gobierno General, y activo miembro de la Sociedad

Económica de Amigos del País; y su hermana María Dolores se casó en 1825 con Narciso

López [nacido en Caracas en 1797, coronel del ejército español que abandonó Venezuela,

se destacó en la península durante la primera guerra carlista –«el primer lancero en el

ejército»– y fue ascendido a general en 1839, siendo designado gobernador de Valencia; en

1841 fue a Cuba junto con el general Valdés como gobernador, y al llegar en 1843 el

general O'Donnell, se retiró a la vida civil, conspirando a partir de 1848 de la mano del

Partido Revolucionario, y desde los Estados Unidos, para lograr la anexión norteamericana

de Cuba previa ocupación militar: frustrada la efímera invasión por Cárdenas en 1850 –se le

atribuye haber utilizado por vez primera la bandera cubana, anexionista en sus barras y su

estrella–, lo volvió a intentar el 12 de agosto de 1851 por El Morrillo, siendo derrotado al día

siguiente, aplicándosele por alta traición el garrote vil el día primero de septiembre]

volviendo la viuda del general ajusticiado a contraer matrimonio, en 1856, con José Antonio

Saco.

Implicado el Conde de Pozos Dulces en la conspiración de Vuelta Abajo (se había

organizado cuidadosamente una frustrada insurrección para el 15 de agosto de 1852, que

coincidiera con un nuevo intento de invasión militar de Cuba procedente de Nueva Orleans),

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fue encarcelado y juzgado por el tribunal militar correspondiente (del 23 de febrero al 2 de

marzo de 1853) y condenado a la pena de confinamiento perpetuo en la Península, luego

suavizada por la de confinamiento durante dos años en Osuna, «sin perjuicio de la

resolución del Gobierno de S. M. quien a su tiempo podrá usando de más clemencia aún

permitirle regresar a esta Isla». El 10 de abril de 1853 fue embarcado rumbo a Cádiz, donde

desembarcó en el mes de mayo. Debió permanecer en la península hasta el decreto de

amnistía de 22 de marzo de 1854, que permitió a todos los implicados en conspiraciones

fijar libremente su residencia en España o establecerse en el extranjero.

A partir de marzo de 1855 el Conde de Pozos Dulces reaparece por Nueva Orleans, y por

Nueva York, en el entorno político de la Junta Cubana Revolucionaria, continuadora de las

lopiztas pretensiones anexionistas. Parece ser que era el Conde quien, desde la más

absoluta discreción, llevaba por entonces la correspondencia de la Junta, dirigiendo

instrucciones a sus adeptos. También parece que fue él quien escribió el artículo aparecido

en La Verdad, el 25 de diciembre de 1854, bajo la firma del Gaspar Betancourt Cisneros (en

el que se defiende la independencia de Cuba por encima de la anexión: “La libertad de

Cuba y su completa independencia son el único objeto de nuestra revolución”), así como el

manifiesto publicado el 25 de agosto de 1855.

Auto disuelta la Junta Cubana Revolucionaria, a causa de sus irreconciliables disensiones

internas, ideológicas y estratégicas, permaneció el Conde de Pozos Dulces casi un año en

los Estados Unidos, embarcándose a comienzos del verano de 1856 en Nueva Orleans,

rumbo a Francia, asentándose en el París del recién estrenado Imperio de Napoleón III (el

sobrino de Napoleón Bonaparte –¿dónde había quedado la Revolución Francesa?– ya

había matrimoniado en 1853 con una noble española, la Condesa de Tebala, y la

Emperatriz Eugenia de Montijo había ya parido sucesor en 1856, el Príncipe Imperial

Eugenio Bonaparte), hervidero de tantos intereses vinculados con la América española.

Distintas fuentes le han atribuido la autoría de tres documentos anónimos impresos en París

en 1858 y 1859, con pseudónimo, dos de ellos publicados en lengua francesa:

• Lettre a Sa Majeste l'Empereur Napoleon III sur l'influence française en Amérique a propos

du message de M. Buchanan, par un homme de la race latine, Ledoyen, París 1858, 32

págs. [Carta a Napoleón III sobre la influencia francesa en América..., traducida por José

Andrés Fernández Leost para el Proyecto Filosofía en español, agosto 2006.] El firmante

«Un homme de la race latine» [«Un hombre de la raza latina»] encubre a un francés o

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afrancesado católico y antinorteamericano, que, en francés, en su «Carta a Su Majestad el

Emperador Napoleón III sobre la influencia francesa en América, tras el mensaje de M.

Buchanan», incita al emperador francés a potenciar su Imperio mediante una «Alianza

latina», fagocitadora de lo hispánico, capaz de hacer frente a la que se suponía voluntad de

expansión protestante yankee por todo el continente –inflamada por la doctrina enunciada

por Monroe en 1823– tendente incluso a invadir Europa. Este alegato a favor de la

expansión imperial francesa por América, mediante la anegación de la 'especie hispano' [lo

que más tarde se dirá Hispanoamérica] en un supuesto 'género latino' [lo que más tarde se

dirá Latinoamérica a América Latina], no pasó desapercibido en los Estados Unidos de la

América del Norte (eran los tiempos del presidente James Buchanan –1857-1861–,

predecesor de Abraham Lincoln, gestándose la Guerra de Secesión –1861-1865–). El

periódico Le Courier des Etats Unis, que se publicaba en francés en Nueva York, reprodujo

la carta: «a pesar de que contiene muchas inexactitudes, no se puede disimular que

encierra, en una explosión violenta, los sentimientos de la opinión europea con respecto a la

política de los Estados Unidos, tal como la han hecho conocer las expediciones filibusteras,

el manifiesto de Ostende y el último Mensaje de Mr. Buchanan...» Y en español publicó

amplios párrafos El clamor público, el periódico que el joven californiano Francisco P.

Ramírez (nacido en 1837) logró editar en Los Ángeles entre 1855 y 1859 (concretamente en

el volumen IV, nº 38, 19 de marzo de 1859, bajo el título «Folleto Notable»). Quienes

atribuyeron al Conde de Pozos Dulces la autoría de esta Carta, al identificar a Francisco

Frías con el pseudónimo Un hombre de la raza latina, fueron Domingo Figarola-Caneda en

su Diccionario cubano de seudónimos (Imprenta El Siglo XX, Habana 1922), y,

probablemente confiados en esta fuente, los autores del Diccionario de la literatura cubana

(Editorial Letras Cubanas, La Habana 1980). ¿Habrá sido el «hommme de la race latine»

autor de esta carta cualquier ideólogo gabacho inflamado por el espíritu de Nicolás Chauvin,

o quien incitaba al emperador francés a incorporarse los restos del Imperio Español fue un

hispano, o hasta un español, incluso perteneciente a la nobleza, en tanto que Conde?

• La Question de Cuba, E. Dentu, París 1859, 63 págs. Varias fuentes atribuyen la autoría

de este texto (publicado anónimo y en francés) al Conde de Pozos Dulces: Francisco

Calcagno (Diccionario biográfico cubano, Nueva York 1878-1886), Emeterio S. Santovenia

(«El Conde de Pozos Dulces», Social, 1923), Carlos M. Trelles (Biblioteca histórica cubana,

Matanzas 1924), H. E. Friedlander (Historia económica de Cuba, La Habana 1944), &c.;

incluso Vidal Morales Morales, que en su Biografía... de 1887 atribuía este texto a Porfirio

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Valiente, en un artículo de 1901 asegura disponer de un ejemplar corregido por la propia

mano del Conde de Pozos Dulces.

• Isla de Cuba. Refutación de varios artículos concernientes a ese país, publicados en el

'Diario de Barcelona' en los meses de junio y julio 1859. Por un Cubano, Imprenta de

d'Aubusson y Kugelmann, París 1859, 56 págs. Su biógrafo Vidal Morales Morales,

Domingo Figarola-Caneda, Carlos M. Trelles, José Antonio Ramos, Friedlander, Francisco

Pérez de la Riva, &c., aseguran que esta refutación, firmada por un Cubano, se debe al

Conde de Pozos Dulces. Fue estampada en la imprenta de Kugelmann, el mismo taller

donde al año siguiente se publicó la Colección de escritos que sí firmó Francisco de Frías,

con su nombre y con su título de Conde de Pozos-Dulces.

El proyecto reformista de Pozos Dulces.El pensamiento económico de Pozos Dulces se manifestó en lo fundamental entre 1830 y

1868 y pudo exponer sus ideas principalmente a través de artículos periodísticos, de ahí

que su obra sea esencialmente de índole periodística. Una de las obras más importantes

que se tiene en la actualidad que recoge de manera sistemática su pensamiento lo

constituye “Reformismo Agrario” la cual es una recopilación de fragmentos de cartas

dirigidas a diferentes personalidades, obra de la cual analizaremos algunos de sus

componentes.

En su Carta XXI “ De que modo pueden consolidarse la riqueza y la prosperidad de la

agricultura cubana” ,escrita en París en el año 1857 plantea que: “ He dicho que de la

experiencia y de la comparación puede deducirse la posibilidad de ser nuestra Cuba el país

más rico y próspero de la tierra, considerado bajo el punto de vista de sus aptitudes

naturales y de la excelencia de los frutos sobre que trabaja su agricultura”.( De

Frías:”Reformismo Agrario”,p.69)

En este fragmento podemos ver claramente como el Conde considera que para la

obtención de riquezas es necesario prestarle importancia especial a la agricultura,

destacando las riquezas naturales que poseen la Isla y su clima. Además podemos apreciar

una marcada influencia fisiócrata en su pensamiento al reducir el concepto de riqueza

únicamente a la agricultura.

Más adelante en su Carta XVII “Necesidad de la instrucción agrícola en Cuba”,escrita desde

París en 1857,aboga por la aplicación de reformas en la agricultura y la industria y por el

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amplio conocimiento de la extracción de azúcar de caña ,señalando que: “El porvenir de

nuestra patria está estrechamente ligado con las forzosas transformaciones que ha de sufrir

su economía rural ,y con las diversas industrias que allí pueden y deben aclimatarse ,si

queremos enlazar estrechamente todas las fuentes de producción y cimentar sobre bases

seguras el edificio de nuestra prosperidad”.(Ibídem ,p 43-44).

El autor destaca además que resulta imprescindible llevar adelante una reforma agrícola

que rompa con las concepciones que se tenían con relación a esta rama para que Cuba

llegara a ser como él decía: un país próspero.

Francisco de frías también se manifestó en contra del trabajo esclavo, a favor de la pequeña

propiedad privada y de los cultivos en escala menor lo cual se pone de manifiesto en las

siguientes frases:

“Aseguran que la caña de azúcar no puede cultivarse sin las fuerzas musculares de los

africanos, ó las de los otros pueblos que más se le acercan en rusticidad y vigor”.(ibídem , p

69-70).

“Con tantos elementos, más se necesita de la inteligencia del blanco que de la fuerza

muscular del hombre de color; más de la industria y del saber que de la acción de los

grandes capitales y la robustez corporal .Cuba debiera ser por excelencia la patria de la

pequeña propiedad y de los cultivos en escala menor”.(Ibídem , p. 71-72).

En la Carta XII “Importancia de la yuca como sustancia alimenticia, y como materia

susceptible de aplicarse a una porción de preparaciones y de industrias”,el Conde propone

que se realice una modificación en la agricultura donde se debía cosechar más azúcar ,más

tabaco, más alimentos para el consumo interior y exterior y desarrollar la ganadería.

Plantea:”Acrecentar los productos disminuyendo la superficie cultivada ,asociar diferentes

cultivos para facilitar los unos por los otros ;reducir la mano de obra alternando las

cosechas, conservar y activar la fertilidad de los terrenos por medio de los estiércoles ,cuya

preparación es tan hacedera y expedita en buen sistema: he ahí ,si no me engaño ,lo que

salvaría de la ruina y de la miseria a una infinidad de propiedades por donde pasó la planta

asoladora de nuestra rutina y de nuestras labranzas exclusivas”.(Ibídem p.28-29).

Estas palabras de Pozos Dulces nos demuestran que defendía la diversificación de

productos y la aplicación de técnicas novedosas mediante el uso de fertilizantes ,lo que

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provocaría que se aprovecharan terrenos que estaban en desuso ,incrementándose la

productividad de los terrenos.

Hace referencia a que Cuba debe comenzar a cultivar la yuca ya que esta puede generar

grandes beneficios ,empleo e incentivar las inversiones de capitales , para lograr este

objetivo plantea que es necesario que se apliquen nuevas tecnologías y procesos que

aseguren una buena calidad y una rápida producción del cultivo ,al respecto expresa:

“Para lograr estos resultados ¿Qué es lo que nos falta? Unos cuantos capitalistas

emprendedores que introduciendo en Cuba los aparatos perfeccionados de desecación y

conservación de la yuca, como también los de fabricación de almidón ,tapiocas ,etc.,abran

un mercado para este fruto ,hasta ahora olvidado entre nuestras riquezas naturales o

malamente explotado en los trenes groseros del país”.(Ibídem , p. 30)

Para él era necesaria la separación del cultivo de la caña con respecto a la fabricación del

azúcar, esto a su vez seria la solución que le da a la falta de mano de obra en el país.

Aboga además por un desarrollo capitalista en la isla.

Otra de las cartas fue la Carta XIII “Nombramiento del químico cubano, Don Álvaro

Reynoso, para desempeñar la Cátedra de Química aplicada a la agricultura en la Isla de

Cuba”, en ella plantea que la agricultura no debe ser considerada algo que siempre estará

allí sin agotarse, esta debe apoyarse en la ciencia ya que ella sabe prever ,provocar y

asegurar los fenómenos que pueden ocurrir.

Al respecto planteó:”Ella entiende el modo de mantener en perenne vigor la fertilidad de los

campos ,devolverla a los que la perdieron ,adaptarlos a los nuevos cultivos ,señalar entre

estos los que deban asociarse o sucederse ,variar ,modificar ,aumentar y conservar las

cosechas. La química ha sido uno de sus auxiliares más indispensables…”. (Ibídem, p.34).

Señala la importancia del cultivo científico y refiere que la enseñanza de la química debiera

especializarse todavía más de lo acostumbrado y especialmente de la química aplicada a la

agricultura. Para el es necesario que todos conozcan sobre química.

Considera necesaria la creación de institutos que creen personas capacitadas para dirigir la

rama agrícola, que hasta que no ocurra este proceso en Cuba, debe estudiarse en otros

países ya que esto beneficiaría a la economía individual y nacional.

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20

En fin hasta aquí hemos podido ver en esencia el proyecto reformista del Conde de Pozos

Dulces, pero ¿cómo resumirlo sistemáticamente?

En el análisis minucioso de una selección de cartas que sintetizan su pensamiento hemos

visto como se destacan claramente ideas como que no sólo fue partidario de dividir las

grandes propiedades agrarias en pequeñas parcelas atendidas por emigrantes blancos, sino

que unido a esto, defendía el uso más racional de la alta tecnología de su tiempo.

En el caso del azúcar, Pozos Dulces, destacaba como el maestro de azúcar era analfabeto

y era eminentemente empírico en la extracción de azúcar de la caña. De 18% de azúcar

cristalizaba lograba cuando más sacar un 6%; de ahí su propuesta de crear un ingenio-

escuela para realizar todo tipo de experimentos. Su idea era que los ingenios fueran

exclusivamente industriales y que se enviaran al extranjero a formar los jóvenes que

dominaran el cultivo científico y los conocimientos industriales, para después adaptar esos

conocimientos mediante experimentos en Cuba.

Al Conde se le acusaba de ser contrario a la industria azucarera porque muchos de sus

escritos estaban dirigidos a promover otros cultivos, que incluso podían ser base para otras

industrias (yuca, café, tabaco, platanales, ñame, boniato, millo, arroz, etc.). Sin embargo, él

consideraba que bajo condiciones de trabajo asalariado y con alta técnica, su mayor deseo

era que Cuba desarrollara preferentemente la industria azucarera. Al mismo tiempo era

necesaria la completa separación de la industria agrícola de la fabril. De mantenerse unidas

y con trabajo esclavo, Pozos Dulces sí rechazaba la industria azucarera en Cuba. En ese

caso prefería que Cuba se poblara de pequeños propietarios que con el tabaco, el maíz, la

yuca, el añil, la cera y otras industrias menores constituyeran una población menos rica y

comercial, si se quiere, pero más homogénea y adaptada al predominio de nuestra

civilización. De hecho, era un apologista del colonato, que no llegó a conocer en Cuba, pues

la vida no le alcanzó para ello. Para él la gran industria y la pequeña propiedad agrícola

podían coexistir en armonía.

Con todo, su propuesta en aquel momento histórico era un paso adelante, era un paso

progresivo y sobre todo porque estaba asociado a aplicar la técnica avanzada, aun desde la

pequeña propiedad. No le importaba que lo acusaran de "teórico" en forma despectiva. Y

cuando muchos repetían que la producción agraria en Cuba era próspera y no necesitaba

cambios, Pozos Dulces argumentaba "¿Cómo puede ser ella rica, cuando hace siglos se

viene practicando sin que le fuera posible hasta ahora pocos años pagar salarios a sus

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trabajadores? ¿Cómo será rica ni próspera cuando para sostenerse tiene hoy que recurrir a

la contratación de los brazos más baratos que se encuentran en el mundo aunque traigan

aparejados muchos inconvenientes y peligros?”.

Su defensa de la pequeña propiedad es contrapuesta siempre al latifundio y en favor de

su concepto de Patria: "Cuba debiera ser por excelencia la patria de la pequeña propiedad y

de los cultivos en escala menor. Allí hay seguro refugio y tranquilo puesto para la

preponderante población de algunas regiones europeas. Hasta las mujeres y los niños

encontrarían en sus campos fácil y asegurada remuneración. Sin exceptuar la caña de

azúcar, todas sus labranzas convidan al trabajo y a la inmigración".

Ciertamente, el cultivo de la caña de azúcar estaba vedado para el pequeño productor, que

sólo le quedaba la yuca, el ñame, el plátano, el café, el tabaco, etc. Y era la caña el

producto que comercialmente tenía mayor demanda en el mercado mundial de los que se

producen en Cuba. Por tanto, el pequeño productor no tenía posibilidad de mejorar su

bienestar económico.

En abril de 1857 el Conde de Pozos Dulces escribía: “En Cuba se estudia todo menos

Agricultura y sin embargo Cuba todo se lo debe a la agricultura. No hay una sola fibra de su

constitución social que no esté más o menos enlazada con la producción de los campos. A

pesar de ello, allí se os hablará de historia, de política, de literatura, de jurisprudencia, de

medicina, con una copia de datos y de saber asombrosa. Preguntadles empero, a nuestros

hacendados lo que se les alcanza acerca de los fenómenos meteorológicos y terrestres en

su relación con la vida de las plantas y no habrá dos por ciento que sepan más allá que los

incultos guajiros de nuestra tierra ¡Cosa fenomenal! No hay en Cuba un solo periódico

consagrado en las cuestiones agrícolas que son cuestiones de vida para nosotros y se

cuentan varias dedicadas a novelas, modas y fruslerías. Ya se ve, es tan cómodo encerrar

toda la agricultura en una fórmula sencilla: ¡Tierra y Brazos!” (14).

He aquí en estas palabras del Conde su gran interés por la educación agrícola en Cuba,

también se puede ver que en el período colonial la enseñanza agrícola aunque no tuvo

prioridades, entre otras causas porque no lo tuvo tampoco la agricultura debido al sistema

imperante; sí tuvo su momento en la historia: se sembró la semilla que germinaría mucho

más tarde, a finales del siglo XX de una manera científica y organizada en Cuba, con el

triunfo de la Revolución Cubana.

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La presencia del Conde en épocas posteriores a su muerte.

Tiene su interés dejar constancia de algunos ejemplos de la presencia de Francisco de

Frías en Cuba a lo largo del siglo XX: el 18 de abril de 1916 se erigió un monumento al

conde de Pozos Dulces en las calles Línea y L, en el Vedado; y hoy una calle y un parque

llevan su nombre en La Habana(ver anexo . En 1933 se creó en La Habana la Escuela

Nacional Forestal Conde de Pozos Dulces. En 1937 la Secretaría de Educación de la

Dirección de Cultura recopiló algunos de sus escritos en el volumen Reformismo agrario (La

Habana 1937, 173 págs.). Durante el curso escolar 1954-1955, en el entorno de los

católicos Hermanos de La Salle, se fundó una Academia de Ciencias Económicas y

Sociales Conde de Pozos Dulces, «tomando prestado el nombre del título nobiliario de

Francisco de Frías y Jacott, ilustre agrónomo y economista, precursor de la independencia

de Cuba» (esta Academia fue clausurada en 1961, tras la Revolución, por tratarse de una

institución docente no estatal; aunque algunos de sus antiguos alumnos, reunidos en Miami

en 1996, la recrearon, también vinculada a los Hermanos de las Escuelas Cristianas,

publicando incluso desde 1994 unos Cuadernos de Pozos Dulces). En el proyecto editorial

de una «Biblioteca de Clásicos Cubanos» (firmado por Armando Hart Dávalos en La

Habana el 1º de marzo de 1999), se propone dedicar un volumen a los escritos del Conde

de Pozos Dulces, dentro de la subserie «Clásicos de los orígenes del Pensamiento

Emancipador, hasta 1868» (Escritos y epistolario, en dos tomos, a cargo de Rolando Misas).

El pensamiento cubano aparece a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, período

complejo y polémico donde se comienza a conformar la nacionalidad cubana .En esta época

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se proponen diversos proyectos para tratar de solucionar los problemas en los que estaba

inmersa Cuba, ya sean de índole social como económico, destacándose las de carácter

reformista .Entre estos proyectos reformistas se destacó el del Conde De Pozos Dulces en

el cual le atribuía gran atención a:

-el trabajo salariado, proponiendo la abolición de la esclavitud por anacrónica y poco

rentable.

-la diversificación de la agricultura, criticando fuertemente al monocultivo.

-la utilización de la ciencia y la técnica en las labores agrícolas.

-la necesidad de la instrucción o calificación agrónoma en Cuba.

-el máximo de aprovechamiento de la tierra.

Recomendamos:

-Continuar profundizando en las ideas que se exponen en el Proyecto Reformista de

Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces.

-Estudiar y rescatar la obra de autores poco conocidos en la Historia de Cuba.

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-Incorporar como material bibliográfico en las carreras de Historia, Economía y Contabilidad

fundamentalmente.

1. Barcia Martínez. Op.cit. p 19.

2. Carballo Barco, M. y col. Historia de la enseñanza de la Agronomía en la provincia de Villa Clara. Folleto. Universidad Pedagógica "Félix Varela". Villa Clara. Cuba. 2000.

3. De Frías, Francisco. Lettre a Sa Majeste l'Empereur Napoleon III sur l'influence française en Amérique a propos du message de M. Buchanan, par un homme de la race latine, Ledoyen, París 1858, 32 .

4. De Frías, Francisco.Isla de Cuba. Refutación de varios artículos concernientes a ese país, publicados en el 'Diario de Barcelona' en los meses de junio y julio 1859. Imprenta de d'Aubusson y Kugelmann, París 1859, 56 págs.

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5. De Frías, Francisco .La cuestión del trabajo agrícola y de la población en la isla de Cuba, teórica y prácticamente examinada por el conde de Pozos-Dulces, Imprenta de Jorge Kugelmann, París 1860, VI+72 págs.

6. De Frías, Francisco .Colección de escritos sobre agricultura, industria, ciencias y otros ramos del interés para la isla de Cuba. Tomo primero. Agricultura, Imprenta Tipográfica de Jorge Kugelmann, París 1860, VI+436 págs.

7. De Frías Jacott, Francisco. Colección de escritos sobre agricultura, industrias, ciencias y otras ramas de interés para la Isla de Cuba. T 2. Imprenta Tipográfica de Jorge Kugelmann. 1860. p 23.

8. De Frías, Francisco .Cartas sobre la influencia agrícola de la isla de Cuba y sobre ciencias y artes, Imprenta La Honradez, La Habana 1860.

De Frías, Francisco .Atraso de la agricultura española y necesidad de mejorarla, Madrid 1861.

9. Dentu E. La questión de Cuba, , París 1859, 63 págs

10. Lecuyer,Marie-Claude .Anticolonialisme à Cuba au XIXe siècle. Pozos Dulces (1809-1877), L'Harmattan (Publications de l'Équipe de recherche de l'Université de Paris-VIII. Histoire des Antilles Hispaniques, 20), París 2001, 190 págs.

11. Montaner y Simón,Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Barcelona 1891, tomo VIII, pág. 753.

12. Ramos, José Antonio. Reformismo agrario, nota preliminar de José Antonio Ramos, Publicaciones de la Secretaría de Educación (Cuadernos de cultura, cuarta serie, l), La Habana 1937, 173 págs.

13. Zhukov E. Metodología de la Historia. p 11.

Paginas Web consultadas:

14. http://wwwcirobianchi./acercade. Ciro Bianchi Ross/Barraca Habanera. Calles de la habana. Consulta (día 10 de diciembre del 2008)

15. http://www.casantigua.justincuba.com. Eusebio Leal Spengler para el folleto "La necrópolis de Colón" de la colección "Habana Siempre”. Consulta (día 20 de diciembre del 2008)

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Fue el Conde de Pozos dulces, Francisco de Frías y Jacob, el que alentó los proyectos que confirieron a este espacio de La Habana el encanto de un trazado, concebido como zona residencial de la burguesía, cuyas casas quintas y pequeños palacios poseen múltiples variaciones estilísticas que van del neoclásico al eclecticismo; de ahí que acceder al Vedado viniendo por el Malecón habanero desde el Centro Histórico o por alguna de las calles y calzadas interiores como el paseo extramuros de Carlos III, otrora decorado con fuentes, columnas, trofeos, esculturas y jardines, o por la antigua calle de San Lázaro, mantiene al entendido viajero en permanente sobresalto al descubrir de continuo la belleza de esta ciudad, por tantas razones atractiva.

Por estas vías, como llevados por inclinación natural, descubrimos las verjas y columnas que delimitan un espacio reservado, desde mediados del pasado siglo, para Necrópolis de Colón de la gran ciudad.

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El Vedado, cuyos planos exhibía con orgullo sobre su escritorio marmóreo el conde de Pozos Dulces –inmortalizado en el bello monumento de la calle de la Línea-, se observaban como silenciosos testigos las grandes y ricamente decoradas viviendas de madera.

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Temáticas Total de escritosMejoramiento de razas de ganado 9Cultivo del tabaco 9Inmigración blanca 8Fabricación de azúcar 7Enseñanza agrícola 6Pequeña producción agrícola 4Asociación de la labranza con la ganadería 4Uso industrial de la yuca 2Mecanización agrícola 1Conservación de legumbres y hortalizas 1Deshidratación de la caña de azúcar 1Mejoramiento de las razas de gusanos de seda 1Tecnología de molturación del maíz 1