el poder masónico

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Gustavo Lencina

Los masones

y eL poder ocuLto

De losIlluminati y las logias de laIndependencia a las actuales

sociedades secretas



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Los masones y el poder oculto

Gustavo Lencina, 2014

D.R. Editorial Lectorum, S.A. de C.V., 2014

Batalla de Casa Blanca Manzana 147 A Lote 1621

Col. Leyes de Reforma, 3a. Seccin

C. P. 09310, Mxico, D. F.Tel. 5581 3202

www.lectorum.com.mx

[email protected]

L.D. Books Inc.

Miami, Florida

[email protected]

Primera edicin: noviembre de 2013

ISBN:

Coleccin CONJURAS

D.R. Portada e interiores: Mariel Mambretti

Caractersticas tipogrficas aseguradas conforme a la ley.

Prohibida la reproduccin total o parcial sin autorizacin escrita del editor.

Impreso y encuadernado en Mxico.

Printed and bound in Mexico.



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A los Maestros annimos,cuyo aliento agita las pginas de la Historia.

Gracias, una vez ms, a Dalia Goldman,Vivi Prez y Marcia Prez;

ngeles del conocimiento y la alegra.



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Prlogo



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Las races histricas

Desde su despertar al mundo, el Hombre se vali de su con-ciencia para conocer e interpretar su situacin en la vida. En-seguida (esto es un decir, digamos que le llev slo algunosmiles de aos) comprendi que entre las bestias que le rodea-ban haba algunas muy parecidas a l y las llam congneres.Y su instinto gregario lo llev a establecer formas primitivasde organizacin social. Pero el ser humano, por naturaleza,adems de sociable es conspirativo, y apenas logr crear lasnormas mnimas de convivencia, sinti el impulso de intrigarpor fuera de ellas, a fin de obtener beneficios adicionales.

De este modo, aquel hombre primigenio se demostraba as mismo su capacidad y vocacin por vivir simultneamenteen realidades distintas. Era uno con los lderes de su clan,otro con su familia, otro con sus amigos y otro con sus co-frades, aquellos con quienes se confabulaba para obtener al-guna racin extra de poder. Lo haca a espaldas del ordenestablecido y de los valores comunes. Lo haca furtivamente,arriesgndose, desde el momento mismo de ocultarse, a serdescubierto. Lo haca con otros que pensaban como l.

As fue que junto con el desarrollo mismo de la vida encomunidad naci la idea de sociedad secreta. A lo largo de lahistoria existieron todo tipo de agrupaciones de esta ndole;

algunas duraron siglos, otras slo hasta que cumplieron susobjetivos y otras hasta que fueron eliminadas, prohibidas osimplemente se disolvieron con los aos.



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Pero de entre todas ellas, hay una que surgi con los albo-res del cristianismo y no slo todava existe, sino que conti-na operando e intrigando. Es una sociedad tan antigua queparece que siempre hubiera estado all. Una corporacin cuyaactividad nunca ha sido del todo clara, cuyos miembros sonreacios a dejarse conocer, que ha envuelto sus actividades enuna especie de velo elegante, pero tambin cuyas huellas yseales se encuentran ntidamente grabadas en los hechos

ms importantes de la historia. Por supuesto hablamos de lamasonera.Segn sus propios enunciados se trata de una sociedad

filosfica, filantrpica y progresista sin fines de lucro. Enprincipio, nada ms loable. Pero se trata de una corporacincuyo motor es el ocultamiento. Lo sabido sobre ella es ape-nas lo entrevisto en laberintos, puertas ocultas, palabras quedicen otra cosa. Para estudiarla y acceder a un atisbo de ver-dad, slo podemos atenernos a algunos pocos indicios de susacciones, sus mtodos y su comportamiento interno. En ellatodo es como esos grandes escritorios medievales, repletos decajones y compartimentos falsos, grabados antiguos y tinte-ros que nunca se vacan. Resulta entonces inevitable pregun-tarse a qu obedece tanto misterio. En definitiva: qu es loque se trata de ocultar y para qu?

La clave para comprender el porqu de este perpetuo se-cretismo se encuentra en las races mismas de su pensamien-

to y su iconografa. En el Ojo de Horus enmarcado por aqueltringulo inicial definido por tres rectas: la vida espiritual, elarte arquitectnico, los vnculos secretos.

Divinidad y arquitectura

Desde tiempos inmemoriales ha existido una ntima relacin

entre el desarrollo de las religiones y los constructores desantuarios. estimonio de ello son las pirmides de Egipto,los antiguos templos aztecas, las inmensas catedrales gticas,



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los mausoleos griegos, las mezquitas islmicas. No existe re-ligiosidad sin oratorio, y en este sentido se podra decir quela presencia de un imponente edificio, con o sin imgenesreligiosas, pero siempre amplio, silencioso, provisto de unabuena dosis de mstica e invitacin al recogimiento, es un ele-mento fundacional de cualquier culto que aspire a trascender.

Claro que no suele ser el sacerdote o el intrprete del dog-ma la misma persona que siembra los cimientos y eleva los

muros del edificio. Para llevar a cabo estas construccionescomplejas, duraderas, gigantescas, hace falta un saber prc-tico que, por lnea general, est reido con el estudio de losdocumentos sacros o las interminables horas de oracin querequiere un sacerdocio. A su vez, el hombre de ciencia, si bienresulta necesario, suele ser objeto de desconfianza por partede las autoridades religiosas. Se ha dado entonces a lo largode los siglos una discordante relacin en la cual los sacerdo-tes se valan del conocimiento de los constructores sin dejarde vigilarlos, presionarlos y muchas veces traicionarlos (sobretodo a la hora de abonar por sus servicios). Era una relacinde servidumbre regulada apenas por el poder de ese conoci-miento que los constructores saban preservar. La arquitec-tura sagrada era su don; una gracia cuyo producto final po-sea el valor de lo irrefutable, y que guardaba un significadoque resultaba irritante para los jefes eclesisticos de cualquierclase: los constructores constituan el smbolo ms concreto

entre lo terrenal y lo divino.Desde el origen mismo de la Antigua Roma, los Colegios

de Oficios (Collegia Fabrorum) gozaban de gran relevanciasocial. Ya en el siglo VII a.C. su poder era comparable al delos actuales sindicatos. Eran los maestros carpinteros, losproveedores de armas para los ejrcitos, los constructores deempalizadas y murallas. odos ellos, cada cual en su espe-cialidad, cultivaban un fuerte espritu corporativo, resguar-

daban los secretos de su arte seleccionando cuidadosamentea los aprendices y se unan ante los poderosos que requerande sus servicios a fin de obtener ventajas econmicas. Posean



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sus propios rituales, creencias y tradiciones, herederas de enalguna medida de fuentes ms antiguas (griegos, egipcios ypueblos de la Mesopotamia).

Centurias ms adelante, en el siglo V de nuestra era, cuan-do se produjo la cada del Imperio Romano, los constructo-res, desperdigados por todo su territorio, debieron adecuarsea las necesidades de los invasores. No les fue difcil, ya que suconocimiento era respetado y requerido por los nuevos amos.

As los que se encontraban en lo que hoy es el norte de Italiafueron reclutados por los lombardos; los que estaban en laszonas de Espaa y Francia pasaron a atender las demandasde los visigodos y muchos se refugiaron en los pocos sitiosrespetados por los brbaros: los conventos cristianos perte-necientes a la Orden de San Benito.

De este modo, los maestros constructores se convirtieronen asistentes y asesores de muchos de los frailes que viajabanincansablemente llevando la doctrina cristiana hasta Blgica,Austria, Alemania, Inglaterra, Irlanda. El contacto con estospueblos, sumado al intercambio constante con los benedic-tinos, constitua un importante flujo de conocimientos que,fieles a su tradicin, anotaban, aplicaban y perfeccionaban enla construccin de los grandes santuarios catlicos que flo-recan por toda Europa. Se dice que fue de los alemanes dequienes recibieron el nombre de metzen o machun, que enFrancia se convirti definitivamente en masn.

El encanto de la agremiacin

En este proceso se dio una interesante paradoja. Para aque-llos proto-masones el pasaje de construir empalizadas a eri-gir templos requiri la elevacin de su oficio a la categora deciencia. La ciencia estuvo desde siempre abocada a la bs-

queda de la verdad, y para aquellos primitivos arquitectos laverdad estaba encerrada en la correcta interpretacin de lanaturaleza. Este enfoque los situ por encima de los dogmas



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religiosos, pero al mismo tiempo los mantuvo conectadoscon lo concreto. Su espiritualidad se torn profunda, despre-juiciada, prctica, y ms pura. Su objetivo no estaba puestoen la manipulacin de la conciencia sino en el dominio de lamateria. Lo suyo era real. Y tambin por ello, su devocintena que ver con lo trascendente.

Fue el estudio de lo fsico el que los llev a la comprensinde lo metafsico. En la Biblia estaba la Palabra, el origen, pero

para desarrollar la Verdad sobre la ierra necesitaban la re-gla, la escuadra y el comps.Para estos msticos albailes, la Iglesia era bsicamente

una fuente de trabajo de la que se deba recelar. Su trato conel clero era demasiado cotidiano y domstico como para queno se conocieran sus mutuas debilidades. A la vez, las au-toridades religiosas eran perfectamente conscientes de quelos constructores no entregaban nunca todo su conocimien-to, lo cual poda ser considerado una estrategia comercial; ytampoco terminaban de entregarse al dogma. Investigabancuestiones incmodas, arrojaban conjeturas para resolverenigmas que la Iglesia haba resuelto ya de manera clara ycontundente; guardaban secretos -muchos secretos-, oculta-ban su saber, jugaban al lmite con todo lo bueno y verdadero.Para los sacerdotes, lo ideal hubiera sido poder adquirir esosconocimientos y formar sus propios monjes constructores,pero estos cuasi-herejes arquitectos no se lo permitan. odo

lo contrario. A fin de organizar y asegurar su hermetismocomenzaron a agruparse en cofradas o hermandades, lo quesera el verdadero germen de la construccin de un gremio.

Con el advenimiento de una nueva etapa histrica de de-sarrollo econmico, social y poltico, que configur la AltaEdad Media, las hermandades comenzaron a ser solicitadasya no slo por el clero, sino tambin por los nobles y los se-ores feudales. Esto fortaleci an ms al gremio y debilit el

poder que la Iglesia tena sobre ellos.Los constructores comenzaron a viajar y a acumular ri-queza. La incipiente burguesa requera cada vez ms de sus



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servicios. Como gente pragmtica que era, decidieron con-solidar an ms su posicin. Reafirmaron sus cdigos delealtad, recopilaron y organizaron sus viejas leyendas a finde crearse una tradicin, generando as una cultura propia.Aun mantenindose cuidadosamente dentro de los lmitesimpuestos por la nobleza y el clero, supieron refrendar susrituales, estrechar sus filas, elegir cuidadosamente a quinimpartan conocimiento y, sobre todo, guardar sus secretos.

De la defensa del oficio a la vocacin poltica

El disimulo, como estrategia, puede ser considerado enfuncin de dos objetivos principales: protegerse y dominar.Ciertamente, tambin sirve para espiar, esconder y conspirar.Pero estas ltimas actitudes no dejan de ser derivaciones delas dos primeras. Desde hace siglos el pndulo de la masone-ra oscila entre ocultar y dominar, y en ese devenir ha dejadosu impronta claramente tallada en muchos de los episodiosms importantes de la historia.

Existe toda una mitologa acerca de los hechos en los queha estado involucrada la masonera, y sobre los hombres quehan pertenecido a ella. Se sabe que personajes tan dismi-les entre s como George Washington y Jos de San Martn,Danton y Federico II El Grande se alistaron en sus filas, reco-

rrieron los mismos pasos y elevaron los mismos juramentos.Igualmente, hay que reconocer que al comn de la gente le

gusta ver conspiraciones donde no las hay. Por eso es necesa-rio siquiera intentar una suerte de inventario, lo ms rigurosoposible, de los eventos en los cuales existen pruebas concretasde que la masonera tom parte.

Se sabe que los masones jugaron un rol muy activo en elinicio de la Guerra por la Independencia de los EE.UU. (has-

ta existen versiones acerca de detonaron deliberadamente lasrevueltas para luego guiarlas desde las sombras). De modomucho ms ntido se percibe su presencia durante la Revolu-



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cin Francesa, si bien en esa ocasin la marea de la historia,espoleada por los vientos del Hombre, los arras en su pro-pio xito como un incendio que devora a quien lo inici. Fueas que se vio a masones guillotinando a masones, no una,sino muchas veces, una escena inconcebible para el juramen-to principal de la logia.

Pero tambin es cierto que si por un momento nos ate-nemos a la visin ms paranoica, y asumimos como real su

participacin en cuanta conspiracin se les adjudica, enton-ces los masones quedaran muy bien parados. La Masone-ra estuvo presente en las luchas por la independencia delos pueblos de Latinoamrica, la abolicin de la esclavitud,la unificacin de Italia, la secularizacin de las ciencias, laenseanza laica, la formacin de las Naciones Unidas, eldesarrollo del socialismo humanista y muchos eventos ms.Ello adems de mantener una presencia fuerte y constanteen la lucha contra las monarquas, los imperios, los esta-dos absolutos y especialmente, el poder poltico de la IglesiaCatlica.

odo esto es real, aunque hay muchos otros hechos enlos que la influencia masnica no ha sido admitida o debida-mente comprobada. Y sin embargo los smbolos de la ordenestn all, grabados en la piedra, evocados en la esencia delpensamiento, como una firma sutil.

Se trata entonces de una especie de secta de superhroes

que desde hace siglos luchan por la libertad del hombre y laemancipacin de su conciencia?

Es seguro que a muchos masones les gustara definirse as.Pero la Hermandad no deja de ser una costumbre humana;una y otra vez ha mutado, se ha ramificado, se ha desviadoen sus objetivos y ha sido atravesada por el deseo de podery la ambicin de fortuna. al es el caso de los Iluminadosde Baviera, logia fundada en 1776 a la que se le adjudic un

plan para acabar con las religiones y los Estados y hacerse conel poder mundial bajo un slo regente. Un plan que, extrapo-lado al presente, ofrece ciertas retorcidas semejanzas con la



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globalizacin de la economa de mercado que actualmenterige el mundo.

Un modelo todava vigente

Otra caracterstica inquietante de la masonera es la natura-leza de su modo de infiltracin. Capta a sus adeptos median-

te un doble juego de seduccin. Se autopostula como una ligasemi-clandestina de inteligencias en pos de los ideales mselevados del conocimiento humanstico. De este modo cadamiembro se siente honrado de ser invitado a formar parte desus filas; pero luego pasa a ser sbdito de un gobierno secretoy paralelo. Es parte del juramente inicial que el hermano ma-sn debe rendir cuenta de sus actos y acatar las indicacionesque su logia le transmita, cualquiera sea el mbito en que seencuentre.

En base a esto cabra preguntarse si la masonera realmen-te podra llegar a ser una entidad colectiva cuya preservacinest por encima de las individualidades que la conforman.En tal caso, siempre hay una o varias personas que definen elrumbo de esa conciencia colectiva. Se ignora si la hermandadfunciona as. Lo que s es seguro es que ha servido como mol-de para un sinnmero de sociedades secretas del ms diversocuo y con los objetivos ms dispares, algunas no tan loa-

bles como las que inicialmente se propusieron los albailesmedievales.

En el siglo XXI existe todo tipo sociedades secretas. Enrealidad, la denominacin ya es demasiado abarcadora en unmundo donde coexisten sectas, carteles de droga, mafias, es-cuadrones de la muerte, etc. Pero si nos restringimos a lassociedades secretas en trminos masnicos, en la actualidadse pueden detectar claramente tres: Skull & Bones (calaveras

y huesos), el Grupo Bilderberg y el CRE (Consejo de Rela-ciones Exteriores). Aunque cada uno de ellos ser analizadoen el captulo correspondiente, podemos adelantar que se



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trata de pequeos organizaciones de enorme poder, que seproponen concentrar el capital y los medios de produccinglobal a fin de regular la economa mundial. Por desgracia esemundo ideal hacia el que la humanidad se estara dirigien-do es un planeta donde la gran mayora sobrevivir en la mi-seria, con los recursos naturales devastados y controlado porgigantescas organizaciones represivas. Se trata de un mundocarente de ideologas, donde los pases sern reemplazados

por corporaciones internacionales de negocios.Los masones hicieron del secretismo el cimiento, columnay viga de su construccin. Gracias a ello, ms all de habersufrido reveses, su existencia se ha extendido hasta nuestrosdas, y nadie sabe a ciencia cierta en qu se ha convertido, quoculta y cules son sus inquietudes en el tercer milenio.

Acaso lo ms interesante de la masonera no est tanto ensus objetivos (cumplidos o no) como en esa actitud de acogeruna lnea de pensamiento presuntamente superior al del co-mn de la gente; de ser una institucin selecta a la que sloconsigue ingresar quien lo merece, y que para la consecucinde sus fines necesita rodearse de un halo de misterio.

Veamos entonces de dnde proviene la raz de su enigma,para as poder desentraar el magnetismo que irradian suscdigos secretos.



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Captulo 1L



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A la distancia de quince siglos, la historia de la humani-dad se observa del mismo modo que se ve la ierra desdeel vuelo de un avin, a quince mil metros de altura: grandesparcelas de diferentes tonos, delineadas con precisin, que seacomodan geomtricamente en un trazado intrincado perono carente de lgica. Desde ac hasta all tenemos la EdadModerna; ms all se distinguen los colores vivos del Rena-cimiento; un poco ms lejana (tal vez algo cubierta por labruma) se percibe la enorme extensin de la Edad Media;aquellas cumbres oscuras, inalcanzables, bien podran ser losrecuerdos difusos de la Edad Antigua. Pueblos, religiones,sistemas de gobierno, podran equiparse a los ros que atra-viesan las parcelas de distintos colores. All una Revolucinquiebra el paisaje como un inmenso crter; aquella cadenamontaosa podra significar un Imperio que dur mil aos.

As como la ierra, vista desde las alturas, aparenta ser unenorme huerto, en las pginas de los libros de historia cadapoca comienza y termina con precisin de almanaque.

Pero esa nitidez es un invento de los hombres para par-celar el tiempo e interpretarlo, probablemente, a la luz desus propios intereses. Cuando se toca tierra con el avin, losperfectos cuadrados de color desaparecen abruptamente. Elpaisaje es continuo, cambiante, fluido. Las fronteras fsicas

no suelen coincidir con las fronteras polticas, ni culturales oeconmicas, ni siquiera con las idiomticas. Lo mismo ocu-rre con los hechos histricos. Cada evento significativo, cada

No hay problema que resista el ejercicio continuo del pensamientoVoltaire (1694-1778), escritor,filsofo y abogado francs, masn



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cambio de paradigma, es consecuencia de una sucesin deacontecimientos que llevaron cientos de aos, durante loscuales las condiciones de vida, con todo lo que ello impli-ca, conformaron una lnea de pensamiento que, como un ro,recibi influencias de muchos otros pensamientos y hechos.

Afirmar que los masones fueron los constructores fran-ceses que en la Edad Media decidieron agruparse en secretopara proteger de la Iglesia sus conocimientos es lcito, claro

que s. Pero no nos dice por qu los constructores poseantales conocimientos, de qu ndole eran, por qu tenan queprotegerlos, ni de dnde los haban recibido.

Por eso es necesario acercar un poco ms el foco. Y es en-tonces cuando los lmites de la Historia se tornan difusos a lavez que dinmicos, contradictorios, a veces absurdos.

El mundo feudal

A mediados del siglo VII el mundo europeo se encontrabarecin ingresando en esa era de incertidumbre que se dio enllamar Edad Media. Salvo por los miembros de la noblezay el clero, que disfrutaban de un lujo rstico y exagerado, lagran mayora de la poblacin viva en la ms dura pobreza.

Las aldeas estaban formadas por humildes caseros, ge-neralmente provistos de una sola habitacin en la que se

realizaban todas las actividades. Los inviernos eran temidospor ser inclementes, ya que no haba manera de calentar esasprecarias viviendas. El trabajo se desarrollaba literalmente desol a sol, ya que el hambre campeaba con frecuencia. Era unapoca en que se mora fcilmente, lo cual constitua terrenofrtil para las supersticiones, a pesar de que la Iglesia Catlicaejerca un frreo control sobre las mentes de los ciudadanos.

A slo 500 aos de la muerte de Jess de Nazaret, su Igle-

sia era tal vez la ms poderosa de las instituciones de Occi-dente. Pero el mensaje de paz del Mesas se haba convertidoen un corpusrepresivo del cual no era sencillo sustraerse. Era



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fcil ser acusado de brujera. Y si bien la poca ms terrible dela Santa Inquisicin todava no haba llegado, la hoguera erael castigo seguro para cualquier acusado de profano, apsta-ta o sodomita. res cargos cuya certeza era absolutamentedependiente de las circunstancias. La condena y la muerteeran utilizadas por la Iglesia como una herramienta poltica,por lo que muchos corrieron la peor de las suertes en base aacusaciones falsas.

En la Edad Media la sociedad se divida bsicamente entres estamentos: el clero, los nobles y los siervos, que eran lamayora de la poblacin. Estos ltimos rara vez se alejaban delos lmites de las tierras de su seor, salvo cuando se diriganhasta el pueblo cercano a fin de vender sus productos en elmercado, o cuando el noble dispona que le acompaasen enalguna guerra, momento en que solan ser alistados ms omenos por la fuerza. En esa precaria economa, los artesa-nos deban aguzar su ingenio a fin de despertar el inters delos comerciantes. Existan tejedores, orfebres y carpinteros,quienes solan fabricar muebles, enseres y las casas de maderapara los sectores privilegiados. ambin exista otra categorade trabajadores que eran al mismo tiempo, admirados, y envi-diados: los obreros de la piedra, tambin llamados masones.

En principio la piedra slo poda ser utilizada por los Re-yes para la construccin de sus castillos y muros defensivos.Ellos se reservaban el derecho de autorizar o no a los grandes

seores a edificar sus propias residencias en dicho material.Fuera de la nobleza, nicamente la Iglesia poda hacer uso dela piedra en templos, parroquias y abadas.

La necesidad de estrechar filas

El Cristianismo, afianzado, eriga enormes catedrales cuyas

cpulas parecan horadar ese cielo prometido por el Salva-dor. En la magnificencia de sus altares, en sus inmensos ar-cos, en las imgenes contenidas en sus molduras, en la luz



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vaga y serfica proyectada por sus vitraux, la Curia intentabacondensar el misterio, el temor y la esperanza sobre los que seapoyaba la ms joven religin de Occidente. Se tallaban gran-des bloques, cuyo peso hace difcil imaginar la maquinaria demadera y hierro necesaria para manipularlos. La materia uti-lizada para unirlos debi demandar horas de experimentos yelaboracin. Los andamios configuraran intrincadas torresde madera. odo ello costaba fortunas, y aun as no era tarea

sencilla erguir esos gigantescos templos con los medios dela poca. Dominar la arquitectura sagrada era un don raro yciertamente privilegiado.

Los primitivos masones conocan perfectamente las reglasdel juego; por eso cuidaban con celo su conocimiento, no slode sus clientes (la nobleza y la Iglesia), sino inclusive entreellos mismos. Por un lado estaban los picadores de piedra,tambin llamados masones rsticos, que construan el grue-so de las paredes. En un nivel superior se encontraban lostalladores, que trabajaban una piedra ms blanda y se encar-gaban de realizar las fachadas y frentes de los edificios. Estoseran los llamados masones de piedra libre o franca. Deno-minacin que con el tiempo se abrevi en francmasones.

La relacin entre los constructores y la Iglesia era por de-ms tirante. La curia desconfiaba del fantstico saber domi-nado por esos hombres, al tiempo que deseaba apropirse-lo para formar sus propios especialistas. Los constructores

saban que su integridad y su oficio dependan enteramentede conservar el conocimiento a salvo de una jerarqua quesaban corrupta y decadente, hipcrita en su esencia. Aquelloera dormir con el enemigo. Por eso decidieron encerrarse ensu propio juicio. Slo ellos decidiran a quien transmitir lossecretos de su arte; el mismo sera compartido mediante c-digos hermticos.

Para acceder a su selecto crculo deban rendirse una can-

tidad de pruebas; ritos iniciticos donde el aspirante debademostrar determinados competencias y comprometer suabsoluta fidelidad, al punto de estar dispuesto a pagar con la



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vida la menor infidencia. Los primeros masones comenzarona reunirse bajo las galeras de los bulevares, llamadas logias.Cada agrupacin tomaba el nombre de la calle en la cual sehallaba su lugar de reunin. odas respondan a una basecentral. Bajo esta elemental organizacin, la masonera habasurgido sobre el mundo.

Sus primeros smbolos parecan sintetizar la suma de supensamiento: una Biblia, una escuadra y un comps. Para

ellos, Dios era el gran arquitecto, una entidad justa, pensan-te y libre, muy lejos del odopoderoso vigilante y vengativocon que la Iglesia amenazaba a los hombres.

Nadie que no pertenezca a ella sabe con certeza la fecha defundacin de la masonera. No se sabe si hubo una ceremo-nia inaugural o si fue slo una comunin de ideas de que de apoco adquiri su propio carcter y sus normas de conducta.Lo que s se sabe es los masones comenzaban a reunirse a es-condidas, que se transmitan de boca en boca las particulari-dades de su oficio y que, paulatinamente, algunos detalles desus obras revelaban una crtica feroz al dogma de la Iglesia. Elsarcasmo y la burla se deslizaban subrepticiamente. Aqu, enel bajorrelieve de un templo, all en las lneas de un vitreaux,los rostros de las esculturas esbozaban gestos equvocos, laslneas arquitectnicas sugeran profanas influencias.

Los miembros del clero acaso pensaban que eran alqui-mistas, o tal vez, mucho menos ingenuamente, vean crecer en

los masones la semilla de un pensamiento que algn da loscuestionara y destronara. Cualquiera de estas hiptesis bas-tara para hacer de los constructores carne de hoguera. Perostos eran escurridizos, furtivos, astutos y, lo peor de todo,necesarios. al vez si el clero de aquel entonces se hubiera de-tenido un momento a estudiar sus smbolos, la ideologa ma-snica se les hubiera manifestado en toda su dimensin. Perosu propia porfa les impeda abrir su mente y comprender las

fuentes de inspiracin de los masones. Luchaban entoncescontra un enemigo invisible, difuso, que les sonrea y asentapero no les daba un pice de confianza.



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Y es que en algo no se equivocaban los religiosos: en subsqueda de conocimiento arquitectnico, los masones ha-ban cavado profundo en las antiguas tumbas de la tradicinegipcia y griega. Su clculo de las probabilidades del compor-tamiento humano no exclua la posibilidad de ser perseguidosy usurpados, como lo haba sido su maestro primigenio: Pit-goras de Samos. Porque la masonera se forj hundiendo susraces en la revolucin interior planteada por los Pitagricos

y en la intransigente independencia de los emplarios. Y losmasones saban que, al igual que estas hermandades, sufrirantodo tipo de acoso. ambin saban del increble sadismo queel ser humano es capaz de ejercer sobre aqul a quien teme.

Los Templarios

Muchos autores han dado por cierta, durante aos, la relacinde los Caballeros emplarios con la masonera. Segn estalnea histrica, lo que era un modesto movimiento intelec-tual con aires libertarios profundiz, bajo la influencia de losCaballeros, sus races teolgicas, y reorient sus objetivos. Yaunque otras teoras, en cambio, minimizan las consecuenciasde esa relacin, la influencia templaria en el diseo masnicoes innegable. Resta saber si ella fue producto de algn tipo demixtura o simplemente una forma evocativa de homenajear

una antigua y noble orden, traicionada y perseguida por el cle-ro y la nobleza, rasgo que por s slo justificaba cualquier for-ma de conmemoracin por parte de una de una hermandadlibrepensante como era la masonera en sus inicios.

A principios del siglo XII, nueve caballeros franceses,ungidos por el Papa, invadieron la ciudad de Jerusaln. Alldonde el Salvador haba sido clavado en una cruz, en la cimadel Monte Glgota. Era la ciudad por cuyas calles l haba

sido llevado hacia el suplicio, eran los ladrillos en que habatropezado y la piedra sobre la que su cuerpo lacerado habasido tendido.



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Luego de la victoria militar, esos guerreros decidieron que-darse en la Ciudad Santa para cuidar sus murallas y protegera los peregrinos, que llegaban de toda Europa para postrarseante la mayor reliquia viviente de la tradicin cristiana. Bajolas directivas de Hugo de Payens y Henri Sinclair, formaronla Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del emplo deSalomn; tambin llamada la Orden de los Caballeros delemple, o Caballeros emplarios.

Se dice que los Caballeros cavaron en las ruinas del em-plo de Salomn y que all encontraron un tesoro incalculable.Riquezas materiales y documentos secretos que contenan,entre otras revelaciones, datos muy concretos acerca de undesconocido matrimonio y descendencia de Jess. Informa-cin que, vale decir, bastaba por s sola para hacer tambaleartoda la estructura de una Iglesia Catlica que se perfilaba to-dopoderosa. Lo cierto es que la fortuna saqueada del templohabra permitido a los Caballeros convertirse en importantesprestamistas, y adquirir en muy poco tiempo derechos sobrela mayora de los nobles europeos, quienes acudan a ellostras dilapidar las riquezas de sus pueblos. ambin se diceque la propia Iglesia, acaso amenazada con la divulgacin delos documentos secretos, accedi a concederles privilegioshasta entonces inusitados. Como fuera, los emplarios sehicieron poderosos al punto que comenzaron a resultar in-cmodos. Gozaban de admiracin y prestigio entre la plebe,

pero eran cada vez ms temidos y odiados por la nobleza yel clero.

La conspiracin contra los Caballeros del emple fueuno de los episodios ms trgicos y vergonzantes de lahistoria antigua de Francia, y gener un escndalo de talmagnitud que sacudi todos los esquemas de poder. El ReyFelipe IV, apodado El Hermoso, quien se encontraba gra-vemente endeudado con la Orden, se ali con los Domini-

cos, viejos rivales de los emplarios; en bloque presionaronal Papa Clemente V y entre todos tejieron una red de ca-lumnias apoyados en testimonios apcrifos.



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Los testigos eran algunos caballeros resentidos por ha-ber sido rechazados por la Orden y, sobre todo, un supuestoemplario arrepentido, que hizo un relato aberrante de lossupuestos rituales secretos:

Cuando ingresan en la Orden y profesan, se les presen-ta su imagen y, horrible crueldad, le escupen tres veces alrostro; a continuacin de lo cual, despojados de los vestidos

que llevaban en la vida seglar, desnudos, son llevados ante lapresencia del que les recibe o de su sustituto y son besadospor l conforme al odioso rito de su Orden, primero en laparte baja de la espina dorsal, segundo en el ombligo y porltimo en la boca, para vergenza de la dignidad humana.Y despus de haber ofendido a la ley divina por caminos tanabominables y actos tan detestables, se obliga por el votoprofesado y sin temor a ofender la ley humana a entregarseel uno al otro sin negarse, desde el momento en que seanrequeridos para ello, por efecto del vicio de un horrible yespantoso concubinato.

Sin dudas, era una suerte de acusacin lapidaria, en unapoca en que por mucho menos se mora en la hoguera. Sinembargo los emplarios eran una institucin con mucho po-der y prestigio, que acumulaba fortuna y potencial militar, yno era tan sencillo meterse con ella. Pero la prdida de Jeru-

saln y la expulsin de ierra Santa ciertamente la habandebilitado. ampoco le convena a las autoridades que ellaregresara a Europa, donde la monarqua y el clero sostenanun precario equilibrio de poder. Era necesario entonces eli-minarla de la escena.

Lo que sigui fue un largo y tortuoso proceso judicial pla-gado de arbitrariedades y falsedad. A fuerza de torturas, a lostemplarios les fueron arrancadas confesiones espurias. Hasta

se autoriz a los interrogadores de la Inquisicin a realizarfalsas promesas de redencin a los Caballeros que accediesena reconocer sus graves faltas. El Papa y el Rey intentaban por



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todos los medios apoderarse de sus bienes, y en esa puja, losCaballeros emplarios tomados cautivos sufran una y otravez traslados, aislamiento y nuevos tormentos.

Jacques de Molay, el ltimo Grande Mestre de los em-plarios franceses, era un administrador moderadamente bue-no para guiar a sus cofrades en la lucha contra un enemigofranco, como lo haban sido los musulmanes. Pero el terre-no de la poltica y la mentira no era para l. Con la volun-

tad quebrada admiti acusaciones descabelladas, llegandoa aconsejar en una carta que sus compaeros hicieran otrotanto. Muchos se negaron y murieron a pie firme; otros aten-dieron sus razones y se produjo una confusa situacin de tes-timonios contradictorios. Finalmente, cuando a pesar de sucolaboracin Jacques de Molay fue llevado hasta el cadalso,muri proclamando a gritos la inocencia de la hermandady condenando a sus perseguidores a comparecer ante Diospor la suprema injusticia que se estaba llevando a cabo. Laorden fue diezmada en Francia, y los pocos sobrevivientes serefugiaron en Escocia. All, no de manera casual, fue fundadala primera sede de la masonera.

Como se ha dicho, el origen de la primera logia an semantiene incierto. Acerca de sus inicios, existe un nebulosoperodo de tiempo que siempre dej abierta la posibilidad(acaso intencional) de que la masonera sea una suerte decontinuacin de la Orden de los Caballeros emplarios. Este

es un dato sumamente estimulante, tanto para detractorescomo para defensores, porque refrenda la existencia de unmtico tesoro hallado en Jerusaln. Un tesoro cuyo contenidoha sufrido infinitas variaciones en la imaginacin popular. Seha hablado de reliquias santas, de la fortuna del Rey Salo-mn y de un Evangelio nunca divulgado por la Iglesia.

La primera hermandad de cuya existencia se tuvo registrofue la Kilwinning Lodge, Logia Nmero Cero o Madre Logia

de Escocia. Su nacimiento se ubica en el ao 1140, cuando losconstructores de la Abada de la ciudad escocesa de Kilwinningdecidieron agruparse en un gremio para evitar ser manipulados



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por la Iglesia, y comenzaron a disear su sistema de cdigos yrituales de iniciacin. Pero volvamos un poco hacia atrs.

Pitgoras de Samos

Este notable hombre fue el gran inspirador del pensamien-to masnico. El sabio griego, nacido en el ao 580 antes de

Cristo, no slo aport conocimientos matemticos de unamodernidad increble para su poca, sino que tambin de-sarroll una tica filosfica con la que aglutin discpulos yseguidores, los que conformaron la Sociedad Pitagrica. Erauna pequea comunidad que viva bajo sus propias normas(pacficos, vegetarianos, dedicaban su vida al estudio y el pen-samiento). Su cosmovisin influy radicalmente en persona-lidades posteriores, como Scrates y Platn, y sent las basesdel desarrollo de las matemticas y el racionalismo de Occi-dente. Pitgoras fue respetado, pero su prestigio tambin legranje muchos enemigos entre los poderosos de su tiempo.Su incursin en la mstica de Egipto no hizo ms que acre-centar los resquemores, al punto que muchos se preguntabanqu se proponan realmente los pitagricos. El saber ha sidodesde siempre un enemigo potencial para los gobiernos conpretensiones absolutistas. Sin embargo, l era admirado, yeran muchos los que, tal vez por simple esnobismo, aspiraban

a ser admitidos entre los pitagricos. Pero no bastaba con serrico y poderoso para ser aceptado por el sabio, y esa purezaintransigente fue la que lo llev a la ruina.

En la ciudad de Crotona, donde se hallaba una de sus es-cuelas, resida un noble llamado Ciln. De carcter violentoy tempestuoso, se empe en ser aceptado por la cofrada,y fue inmediatamente descalificado por un Pitgoras ya an-ciano pero an firme en sus principios e implacable en su

apreciacin del alma humana; un asesino desptico no tenaningn lugar en su escuela. Se ignora si Ciln utiliz sicarios



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o se encarg personalmente del asesinato del maestro, pero sse sabe que luego se dedic a perseguir a todos sus adeptos.Los Pitagricos manejaban el arte de disimularse y seguir

expandindose, como muchos aos despus lo haran los ma-sones. As, Ciln se extingui en el mundo, pero el pensa-miento de la hermandad se sigui difundiendo. Slo mediosiglo despus, el poder los atac abiertamente y fueron ma-sivamente masacrados. Los sobrevivientes se dispersaron y

acaso continuaron sus estudios, pero la sociedad se disolvi.Para los masones, Pitgoras encarnaba la manifestacinhumana de la inteligencia de Dios. Y aqu se esconde un de-talle importante de su concepcin espiritual, pues venerabana Dios a travs de la exaltacin del raciocinio. Ponan la con-ciencia curiosa y prctica por sobre el concepto de culpa yhumillacin que exiga la religin oficial. Los masones cele-braban a Dios en el estudio y el trabajo, en preguntarse todo ycuestionar todo vestigio de verdad absoluta. Por eso de Pit-goras tomaron el smbolo de la escuadra y el comps. Debajoestaba la Biblia, porque su propia inteligencia les indicaba quehaba un Ser Superior, tan superior como para planificar yejecutar la obra lgica y siempre evolutiva de la naturaleza.

Los ritos de iniciacin

Los masones inventaron una forma religiosa propia cuyodogma estaba basado en principios de escuela tcnica, mien-tras que la representacin litrgica fue tomada de los antiguosceremoniales egipcios. Probablemente de la raz pitagricaprovenga la aficin por los ritos paganos. Ms exactamentede los ritos de iniciacin sacerdotal que evocaban la muer-te y resurreccin de Osiris, la renuncia y el desapego comocamino hacia la renovacin interior. Es curioso, pero sobre

estos mismos rituales se dice que el Emperador Constantinodise el calendario cannico del catolicismo, fundiendo los



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episodios del cristianismo con las fechas del culto a Osiris,de manera de unificar todas las creencias del Imperio en una.El caso es que los masones tomaron toda esta simbolo-

ga egipcia para codificar sus secretos e iniciar a sus adeptos.Para merecer ser llamado Masn Libre y Aceptado, el aspi-rante deba atravesar una serie de rituales y pruebas para loscuales sola poda prepararlo un mentor, quien ya deba sermiembro de la hermandad. La idea subyacente era justamen-

te que el postulante muriera espiritualmente para resucitaren un hombre superior.Para empezar, el profano (nombre con que se denomi-

naba a quien pretenda iniciarse) era introducido en la C-mara de Reflexin, un cuarto ntegramente pintado de ne-gro donde slo haba una mesa, un taburete y un escritorio.Sobre la mesa haba un pan, una jarra de agua y dos copas,una con azufre y la otra con sal. En las paredes colgaban dis-tintos smbolos: el reloj de arena, la hoz, el gallo y las siglasV.I..R.I.O.L. cuyo significado es Visita interiora terrae rec-tificando invenies occultum lapidem(Visita el interior de latierra, por medio de la rectificacin hallars la piedra escon-dida). Una invitacin a la bsqueda del yo innominado, me-diante el silencio y la meditacin.

Luego el profano deba responder varias preguntas acercade s mismo y de su relacin con Dios; tras lo cual proceda aredactar su testamento. Se le colocaba una venda en los ojos

y deba despojarse de todos los objetos metlicos (que repre-sentan la civilizacin). Seguidamente deba desnudar la par-te izquierda de su pecho en seal de franqueza y sinceridad,arremangarse la pierna derecha del pantaln y quitarse el za-pato del mismo lado, en seal de humildad. A continuacin sele rodeaba el cuello con una gruesa soga con nudo corredizo,que simbolizaba todo lo que lo ata a lo profano del mundo.En esa condicin deba cumplir una serie de pruebas, tras las

cuales se le retiraba la venda: Sobre una Biblia con un compsencima, deba realizar su juramento de lealtad en nombre delGran Arquitecto del Universo. El juramento era anotado en



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un papel que luego l mismo deba quemar. Cuando recibala luz, el aspirante pasaba a ser un iniciado. Se tenda en elsuelo y los hermanos presentes apoyaban la punta de sus es-padas en su pecho, para atraer hacia l las fuerzas positivas deluniverso. En algunas rdenes, a cada iniciado se le entregabauna espada que sera la suya. Con ella deba defender, simb-licamente, su espritu libre, su logia, y vengar el asesinato delmtico Grande Mestre, Jacques de Molay.

Luego se le brindaba la informacin correspondiente a unya iniciado. ambin deba jurar mantener absoluto secretosobre las actividades de la cofrada, aceptando ser sometido acastigo en caso de quebrantar su promesa. La frmula utili-zada al efecto rezaba:

Si fallo en mi obligacin consiento en que me abran elcuerpo perpendicularmente y ser expuesto ocho horas al airelibre, para que las moscas se solacen en mis entraas; que micabeza sea cortada y puesta en el punto ms alto del mun-do. Infringir el mismo castigo a quienes rompan sus pactosy obligaciones.

El juramento inclua respetar a rajatabla, en cualquier si-tuacin en que se hallare, el Cdigo Moral Masnico:

Adora al Gran Arquitecto del Universo. Ama a tu prjimo.

Haz el bien, y deja hablar a los hombres.El verdadero culto a Dios, consiste en las buenas costum-

bres.Haz el bien, por el amor al bien mismo.Conserva tu alma pura; que pueda presentarse a toda hora

delante de Dios, libre de todo reproche.Ama a los buenos, compadece a los dbiles, huye de los

malvados. Ms no odies a nadie.

Hblales respetuosamente a los grandes, prudentementea tus iguales, sinceramente a tus amigos, y con ternura a lospobres.



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No adules jams a tu hermano, porque es una traicin; y situ hermano te adula, desconfa que te corrompa.Escucha siempre la voz de tu conciencia.S el padre de los pobres. Cada suspiro que tu dureza les

arranque, ser una maldicin que caer sobre tu cabeza.Respeta al extranjero y al viajero, porque su posicin los

hace sagrados para ti.Cuando a tu vez seas extranjero, no abuses de esa circuns-

tancia pretendiendo mayores consideraciones que las de la jus-ticia.Evita las disputas y prev los insultos, poniendo la razn

de por medio.Respeta a las mujeres. Jams abuses de su debilidad, y

muere antes que deshonrarlas.Si el Gran Arquitecto del Universo te da un hijo, dale gra-

cias; pero tiembla por el depsito que te confa, porque en losucesivo, t sers para ese nio, la imagen de la Divinidad.

Haz que hasta los diez aos te tema; hasta los veinte, teame, y hasta la muerte te respete.

Hasta los diez aos, s su maestro; hasta los veinte, su pa-dre; y hasta la muerte, su amigo.

Ensale ante todo, buenos principios; y despus, bellasmaneras. Que te deba una doctrina esclarecida, mejor queuna frvola elegancia.

Que sea mejor un hombre honrado, que un hombre hbil.

Lee y aprovecha; ve e imita; reflexiona y trabaja. Y que todoredunde en beneficio de tus hermanos, para tu propia utilidad.

S siempre contento para todo, con todo y de todo.Jams juzgues ligeramente las acciones de los hombres.

Perdnalas y no las condenes.El Gran Arquitecto del Universo es el que sondea nuestros

corazones. Es l, slo, quien puede apreciar su obra.

Ese conjunto de normas de comportamiento tico, moraly social cuyas consignas se mantienen inalterables hasta elda de hoy.



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Entre los especialistas en el tema, existe un consenso gene-ralizado acerca de que la francmasonera moderna deriva delos gremios de constructores constituidos en la Edad Media,como corporaciones laicas de arquitectos, obreros y labrado-res de piedra destinadas a preservar un saber profesional. Alperodo de esplendor de este tipo de estructuras, aproxima-damente de los siglos XII al XVI, se lo denomina convencio-nalmente como de la masonera operativa o de oficio.

A comienzos del siglo XVII, cuando la hermandad en-treabri sus puertas y ampli sus criterios de admisin, tuvolugar una profunda transformacin que dio lugar a la llamadamasonera especulativa, ya que signific el paso de un planoesencialmente material a uno espiritual. En otras palabras,esta transicin implic la masnica separacin definitiva delarte de la construccin (que slo fue conservado a nivel sim-

blico), para abocarse exclusivamente la bsqueda de una fi-nalidad tica. Y a partir de ese momento, el vrtigo con quela masonera se esparci por el mundo recuerda la manera enque se expandieron las principales religiones de Occidente.Comenz como una hermandad clandestina manejada segnsus propias normas, encubierta bajo un sistema de smbo-los y cdigos que cumplan la funcin de ocultar un nmerono determinado adherentes elegidos bajo un riguroso juicio.

Luego la organizacin relaj un tanto los requisitos de per-tenencia, pero se cuid de conservar y reafirmar las exigen-cias de ndole moral, filosfico y espiritual, con lo cual el ser

La curiosidad intelectual es la negacin de todos los dogmas,y la fuerza motriz del libre examenJos Ingenieros (1877-1925),

filsofo y psiclogo argentino, masn



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aceptado se volvi todo un desafo para quien pretendieseser reconocido como moderno, transgresor o iluminado. Enese mecanismo encontr la llave para transformarse en unasociedad capaz de generar una tendencia tica. Pero con losaos, le ocurri lo mismo que a tantos cultos: el factor dine-ro comenz a infiltrarse en sus filas generando todo tipo dedesviaciones.

Ahora bien, acerca del cmo y por qu la Masonera co-

menz a incorporar a aspirantes no constructores existentodo tipo de versiones, masnicas y antimasnicas; versio-nes pro-masnicas que se contradicen; versiones fabulosas omticas, heroicas incluso, aunque improbables. Lo cierto esque, como en todo cambio social, no hubo una sola causaidentificable. Ocurri porque tena que ocurrir. La masone-ra era una reunin de mentes libres y abiertas, habitando unmundo que evolucionaba rpidamente buscando escapar desus limitaciones.

Vale aclarar que la hermandad se inici como una asocia-cin de constructores algo especiales. Como ya lo hemos di-cho, posean un conocimiento precioso, no slo por su valorintrnseco sino porque el mismo significaba un importantevehculo social. El masn poda negociar con la nobleza y elclero desde un lugar de privilegio. Era cuidado, deseado y, sise manejaba con prudencia, poda gozar de un nivel de inde-pendencia raramente visto en esa sociedad de amos y siervos.

Pero ms all de estas diferencias, los masones seguanconstituyendo un gremio, como el de los tejedores, los car-pinteros, los alfareros. Segn la tradicin de la poca, losoficios eran hereditarios, pero esto era slo una generalidad;siempre haba excepciones. Los hijos de un asociado podanafiliarse a esa corporacin aunque no profesaran el mismooficio que su padre. Las adhesiones se manejaban por afini-dad, simpata o, a qu negarlo, por conveniencia.

En ese contexto la masonera bien poda considerarse ungremio de lujo; por tanto no era de extraar que al cabo deunos aos, muchos caballeros deseasen ser aceptados entre



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sus filas. Este proceso se dio especialmente en Inglaterra,donde para los caballeros (especialmente los del campo) erauna manera de tener vinculaciones en la ciudad de Londres.Para la hermandad, tener entre sus aclitos destacados re-presentantes de la clase alta y de instituciones cientficas yacadmicas significaba prestigio, sobre todo en una sociedadtan estratificada como la medieval. As fue que la masonera,como tantos otros gremios, se dispuso a ceir sus postulados

en torno de una frrea postura tica y a su vez, adaptarlosa fin de darles un carcter ms universal. Sin duda fue unadecisin importante, de modo tal que la hermandad no sloabandonada su naturaleza cerrada en cuanto a la transmi-sin de conocimientos, sino que de alguna manera apuntabasus objetivos mucho ms all de guardar los secretos de laarquitectura de los templos. Haba descubierto las ventajasde ser un poder en las sombras, un sistema de infiltracininstitucionalizado.

El desafo a la Iglesia

Al margen de las razones sealadas, acaso convencionales,hubo motivaciones mucho ms interesantes por las que secree que ocurri este cambio. Y es que la Hermandad lesofreca a los nuevos miembros la oportunidad de leer y ana-

lizar la Biblia. Algo que, por extrao que parezca, constituaun desafo a las autoridades eclesisticas de la poca.

Pero, cmo puede explicarse que en una sociedad casiteocrtica estuviese prohibido estudiar los textos sagrados dela religin imperante? Para la Iglesia oficial era menester evi-tar que los fieles ubicasen el ncleo de su devocin en la pala-bra de Jess, y no en la gran institucin que la representaba.La Iglesia, enarbolando sus textos oficiales, pretenda ser el

nico mensajero de Dios. Para el clero no era en absolutorecomendable que los creyentes desentraaran por su cuentalas palabras del Seor. Por ello se ocup de rastrear, capturar



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y quemar cuntos ejemplares de la Biblia en ingls pudieraencontrar, as como a sus traductores.Desde el siglo XIII haban surgido al sur de Francia y

en algunas regiones de Inglaterra pequeas sectas religiosasque se oponan al poder hegemnico de la Iglesia Catlica.Inmediatamente se dispusieron leyes que condenaban a losherejes a morir en la hoguera. Hubo muchas ejecucionesen Alemania y tambin en Inglaterra. Sin embargo la piedra

de la reforma se haba lanzado a rodar, y pensadores comoZwinglio, Calvino y Lutero pronto comenzaron a ser con-siderados adalides del movimiento protestante, que tomforma definitiva en el siglo XVI produciendo un cisma en elcristianismo.

En el origen de esta nueva corriente sin duda est la re-belda ante una Iglesia Catlica que guardaba para s mismatodos los derechos. Slo la curia tena acceso a la Biblia ytransmita la palabra; los sacerdotes se autoerigan en hom-bres de pureza superior mediante el voto de castidad, cuyastransgresiones solan ser un secreto a voces; el manejo del di-nero, las especulaciones polticas y hasta obrar el milagro dela transmutacin del pan y el vino alejaban el ritual cristianode la gente y protegan a la institucin ante cualquier tipo decuestionamiento.

Por supuesto, la persecucin fue feroz. Se encendieron laspiras y muchos de los lderes y sus seguidores fueron ejecu-

tados sin derecho a apelacin. En Inglaterra por lo menosse les quemaba sin tortura previa; inclusive en algunos casoslos amigos del condenado lograban sobornar al verdugo paraque les permitiese colgar el cuello de la vctima una pequeabolsa con plvora, a fin de que estallase al contacto con elfuego y concediese al desdichado una muerte relativamenterpida. Pero en otros pases, como Francia, previo a la hogue-ra el reo sufra horas y hasta das enteros de suplicios. Estos

incluan mutilaciones, quebrantamiento de huesos, estran-gulamiento, golpes, quemaduras, castraciones, y terminabanindefectiblemente con el fuego. A lo que hay que agregar que



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si el ejecutado tena la mala suerte de que la lea estuviesehmeda la agona poda prolongarse durante horas.En principio los masones mantuvieron prudente distan-

cia con estas cuestiones. Entre sus filas haba muchos noblesque cuidaban de sus compromisos polticos y en cierto modola Hermandad se aferraba a la consigna cristiana de al Csarlo que es del Csar, para no provocar abiertamente la irrita-cin del orden establecido.

Pero es sabido que aqul muchas veces se irrita a s mismoy patea su propio tablero, dando apenas tiempo a sus subor-dinados para adaptarse a los cambios. La ferviente lealtadde Inglaterra para con la Iglesia Catlica termin abrupta-mente cuando en 1533, el Papa le neg el divorcio a EnriqueVIII. Este rey deseaba fervientemente separarse de Catalinade Aragn para oficializar su relacin con Ana Bolena, has-ta ese momento su amante. Enrique instruy al Parlamentopara que aprobara rpidamente una ley que declarase que suMajestad era al mismo tiempo Jefe Supremo de la Iglesia deInglaterra, por sobre la autoridad del Papa; quien se mani-festase en contra de la reforma sera acusado de alta traiciny en consecuencia, colgado pblicamente, a la vista de todos.Se desgarrara su vientre a fin de que antes de morir l mismoviera caer sus vsceras sobre la calle; slo entonces se procede-ra al descuartizamiento.

Lo que sigui fue una sucesin de luchas religiosas en las

que toda Europa se dedic a masacrarse, con cierto regodeoy siempre en el nombre de Cristo. En principio la masoneraopt, con notable cintura poltica, por mantenerse al margencondenando a los herejes que abjuraban de la religin y a losprotestantes que intentaban socavar la autoridad de la Igle-sia. Pero cuando el movimiento protestante comenz a ganarplazas en todo el continente y a ejercer una represin violentasobre los catlicos (que a su vez respondan con todo tipo de

atentados), ya no les fue tan fcil a los hermanos masonesconservar la unidad de su criterio espiritual. En Inglaterra,Escocia y los Pases Bajos se quemaba a los catlicos; en Es-



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paa y Francia se descuartizaba a los protestantes; Guiller-mo el Silencioso, Prncipe de Orange, fue asesinado por unfantico catlico sobre quien se practicaron todas las torturas

juntas durante cuatro das. Las guerras y revueltas se suce-dan. Haba que obtener una unidad.

Tiempos de reacomodamiento

Frente a estos eventos comenz a gestarse una corriente depensamiento que deploraba la crueldad inusitada de las con-tiendas religiosas; primero a escondidas, luego en forma msexplcita. A principio del siglo XVII surgi en Alemania unasecta religiosa que sintetizaba este pensamiento: los Rosacru-ces. Si bien sus miembros fundadores eran protestantes, norenegaban del catolicismo, y en cambio proponan una con-vivencia pacfica buscando los puntos de encuentro de ambasreligiones, en pos de una espiritualidad pura y pacfica, de ladevocin a un Dios nico y bondadoso que slo requera desus hijos una vida piadosa y la vocacin de hacer el bien.

Sin proponrselo, los Rosacruces recuperaban uno de losprincipios espirituales de los primitivos masones: la reafir-macin bsica de la creencia en Dios como Gran Arquitectodel Universo, un concepto que se haba diluido con el creci-miento de la Hermandad. Planteaba adems la necesidad de

adaptar sus principios a la conveniencia de sus adeptos noprovenientes del gremio de los albailes.

al vez fue por eso que algunos masones simpatizaronde inmediato con los Rosacruces. Sin embargo la Logia senegaba a ser considerada una secta religiosa, a pesar de locual las coincidencias fueron tantas que todava hoy muchospiensan, errneamente, que los Rosacruces son una rama dela masonera.

Hoy da resultan casi irrisorias, poco crebles, las mlti-ples sospechas y la obsesin con que la Iglesia y ciertos secto-res de la nobleza persiguieron a los masones. Sin embargo es



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necesario no perder la perspectiva del enorme e indiscutiblepoder que detentaba la Curia en aquella poca, y de cuanvoltiles eran las relaciones polticas. Era una poca de bandi-dos ocultos en los bosques y de enemigos emplazados tras lasmontaas. Se guerreaba por honor, por tierras, por creencias,o por la simple locura de algn monarca omnipotente quequera extender su reino de sol a sol. En ese contexto, parala Iglesia y los nobles el hecho de que un grupo de hombres

instruidos y con cierta holgura econmica decidiera reunirseen secreto, sin dar a conocer ni sus creencias, ni sus objetivos,jactndose simplemente de ser distintos, seguro poda serdesencadenante de un sinnmero de recelos. Y desde luegolos hubo a millares.

La masonera fue acusada de ser una sociedad no sloatea, sino anticristiana; conspirativa, deseosa de atentar con-tra el orden poltico y religioso, y de pretender conquistar elmundo. La Iglesia no tuvo la menor vacilacin para ordenarla excomunin de sus miembros. En el siglo XVIII la situa-cin se complic an ms, porque muchas de las monarquaseuropeas comprendieron que se trataba de algo ms que declubes de encuentro de caballeros llenos de esnobismo, y pro-cedieron a prohibir sus reuniones y a infiltrar espas.

Entre 1738 y 1890 el Vaticano emiti 17 bulas condenan-do a la hermandad e instando a su proscripcin. Sin embar-go, tambin el lazo de la Iglesia era asfixiante para la nobleza,

y la masonera posea una seductora impronta de secreto ymodernidad ante la cual caan rendidos los aburridos aris-tcratas, que en gran nmero insistan en unirse a sus filas,someterse a sus rituales, refrendar sus juramentos. As pues,mientras algunos pases las rechazaban abiertamente, enotros las logias florecan por doquier, con nuevos captulos,cdigos, smbolos. Y la red se expanda en forma soterradapero constante.

El Rey Jaime VI de Escocia fue el primer monarca sospe-chado de masn. El emperador alemn Francisco I, en cam-bio, los apoy abiertamente a pesar de ser catlico. En cam-



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bio los gobiernos protestantes de Holanda, Suecia, Ginebra,Zurich, Berna, Bavaria, Austria, Rusia y Prusia la prohibie-ron en forma terminante.

La paranoia lleg incluso ms all de la Iglesia. A la realezano le importaba demasiado que un grupo de destacados ciu-dadanos se atreviese a desairar a la neurtica Curia, y hasta esprobable que lo disfrutara. Lo que s le atemorizaba era quelos planes secretos de esos individuos, que se daban en llamar

masones, incluyeran destronar para siempre a la monarqua.A fines del siglo XVIII, para confirmar esas sospechas,surgi la temible logia de los Illuminatide Baviera, y con ellalleg el fin de la inocencia para los integrantes de las logias.



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Desde su nacimiento, la masonera, rodeada de enigmas, hasido blanco de todo tipo de sospechas. La mayor parte de lasveces, stas han sido infundadas o, cuanto menos, exagera-das. Sin embargo suele ocurrir que en el germen del receloexista un atisbo de verdad, y la hermandad no ha escapadoindemne a esta generalidad.

Hablamos de una sociedad secreta cuyas ramificacioneshan sido incontables, que se ha desarrollado a travs de dis-tintas pocas, regiones, tendencias polticas y ticas socialesdispares, que ha sido integrada por seres humanos de todalaya, con sus contradicciones, sus intereses y sus ambicionesocultas. No es de extraar, entonces, que alguna vez surgieraen algunos de sus miembros un deseo de trascender los fi-nes altruistas de una organizacin de pensadores para ir msall, a la bsqueda del poder total. Y hubo un momento de

la historia en que de sus filas naci, efectivamente, un grupoque dio pie y argumento a todas las sospechas conspirativasque pululaban alrededor de ella. Se trat de una hermandadque surgi secretamente en el seno mismo de la masonera,la infiltr, se vali de su logstica y fue por todo, por la des-integracin definitiva de todas las instituciones, por la domi-nacin total. Una logia que se lanz decidida a luchar has-ta las ltimas consecuencias y que, aparentemente, fracas.

Pero que en todo caso, lo hizo tan al estilo masnico quesu completa desaparicin nunca pudo darse por cierta. As,an hoy puebla las fantasas de quienes agitan el fantasma

Los faros son ms tiles que las iglesiasBenjamin Franklin (1706-1790), uno de los PadresFundadores de los Estados Unidos, masn



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de una fuerza invisible que gobierna los destinos del mundo.Estamos hablando de los Illuminatide Baviera.Sus objetivos fueron concretos y absolutos: acabar con

todas las religiones y gobiernos e instaurar un solo eje de po-der sin fronteras; ejercer el control sobre toda la Humanidadbajo las rdenes de un nico lder; y ese lder tena nombre yapellido: Adam Weishaupt.

El hombre que quera ser rey

El 1 de mayo de 1776, un joven y modesto profesor de Dere-cho Cannico de la Universidad de Ingolstadt fund la Or-den de los Perfectibilistas; que luego sera conocida -y temi-da- como Illuminati, Los Iluminados de Baviera.

En principio sus objetivos fueron tan cndidos y loablescomo los de cualquier logia masnica existente: Estimular una visin humana y sociable. Apoyar la virtud donde fuera amenazada u oprimida

por el vicio. Promover el progreso de las personas meritorias y pro-piciar el beneficio de aquellos privados de educacin.

Nada del otro mundo, nada que se apartara de la tradicinmasnica.

Sin embargo, ya en su gestacin esta orden daba algunas

seales (que, por supuesto, no fueron interpretadas) de loque vendra despus. Por empezar, el nombre su fundador,que ha sido analizado infinidad de veces por los especialistas.

Bajo la luz de las versiones ms paranoicas no puede tra-tarse de un nombre real, sino de una extraa especie de acr-nimo diseado cabalsticamente para definir a un lder total,el sealado por el destino. Segn esta teora, Adam sera underivado de Adn, el hijo de Dios y primer hombre. El apelli-

do Weishaupt no sera menos significativo, ya que en alemnweisquiere decir sabio y haupt, lder. El resultado final de



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la interpretacin afirma que Adam Weishaupt significa nadamenos que El primer hombre que lidera a los sabios.Ahora bien, quin era el portador de semejante misin

y de tal mensaje oculto? Se trataba de un hombre surgidode los claustros de la enseanza cannica, por aadidura unexperto en las Leyes de Dios y de la Iglesia. Poco se sabe desu origen, y los escasos datos existentes no hacen ms quereafirmar su origen recndito. Hijo o nieto de judos con-

versos, fue educado en la tradicin jesutica, desde siempreconsiderada la ms intelectual de las escuelas catlicas y,por ello, la ms celosamente vigilada por las autoridades ecle-sisticas. Desde muy joven demostr poseer una inteligenciasobresaliente, y a los 28 aos ya era decano en la prestigiosaUniversidad Jesuita de Baviera. Pero a pesar de su aparenteortodoxia religiosa, se sostiene que era un obsesivo estudiosode los antiguos misterios y rituales provenientes de Egipto,adems de ser un slido miembro de la francmasonera.

Como si esto fuera poco, Weishaupt se defina como ungran admirador del pensamiento filosfico de Jean JacquesRousseau, tal vez el mayor intelectual del siglo XVIII, aqulque, sin proponrselo, fund las bases ideolgicas que habrande cimentar la Revolucin Francesa y que dej grabados enla historia pensamientos como los siguientes: El hombre hanacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas;La nica costumbre que hay que ensear a los nios es que

no se sometan a ninguna; La libertad es la obediencia a laley que uno mismo se ha trazado.

al vez Adam Weishaupt haya pensado en estos trmi-nos cuando comenz a trazar sus propios planes. Es posibleespecular con que la francmasonera tradicional resultabademasiado maleable para su espritu incendiario. al vez ensu aprendizaje de Rousseau haya pasado por alto que el fi-lsofo francs tambin haba dicho que: odas las pasiones

son buenas mientras uno es dueo de ellas, y todas son malascuando nos esclavizan.Pero Weishaupt era un hombre extrao, intrigante.



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Experto en mimetizarse con el fondo de la realidad y per-gear desde all nuevas y desafiantes formas, desde los claus-tros de la enseanza catlica form en s mismo al masnhumanista. Luego utiliz a la hermandad como tero de loque sera su propia sociedad secreta, su masonerapersonal, elinstrumento que le ayudara a incendiar el orden establecidoy emerger de entre las llamas como la nica respuesta posi-ble ante el caos. Y la masonera fue el capullo perfecto donde

esconder, dar vida y alimentar a su propia cofrada. Secretosdentro de secretos, cajones dentro de cajones y murmullosdeslizados en clave entre voces que apenas se dejaban or enlos pasillos ms oscuros de la logia.

As fue como en la entrelnea de los estatutos masnicoscomenz a gestarse otro reglamento, otra jerarqua y con ob-

jetivos que profundizaban los principios liberales de Rous-seau, hasta plantear el desafo de la anarqua total que darapaso al poder hegemnico de un solo lder.

Los cimientos de un nuevo orden

No es fcil imaginar cmo se habrn generado las primerasreuniones que daran forma a los Illuminati. El juramentomasnico aceptaba la tortura y la muerte para quien traicio-nase sus secretos. Sumergido en su hermetismo, Weishaupt

tuvo la audacia y el carisma para seducir y convencer a sushermanos de desafiar la jerarqua establecida dentro de lapropia orden y obedecer a otra, conocida por muy pocos, im-pregnada desde el comienzo por sus delirios de grandeza.

Sin embargo estos delirios, alentados por la imaginacinde una mente asimismo metdica y fra, dieron forma al es-queleto de una organizacin extremadamente disciplinada,que persisti ms all de la existencia de sus lderes. Una je-

rarqua cuasi-militar consistente en 13 grados, agrupados entres categoras.



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El primer estadio era de preparacin, y constaba de cua-tro grados: Preparatorio, Novicio, Minerval (en alusin al mo-chuelo de Minerva, pequeo bho de ojos grandes y atentosque acompaaba a la diosa en la mitologa romana) e Illu-minatus Menor. Quienes aqu se encontraban no conocan anadie de la orden ms que a su instructor directo y debanesperar tres aos para aspirar al siguiente nivel.

ras cumplir los plazos y rendir las pruebas de rigor, se

pasaba al segundo estadio llamado escuetamente Masonera.Ntese un detalle: para los integrantes de la francmasone-ra convencional convertirse en masn era todo un logro. Encambio, en la jerarqua de los Illuminati constitua apenasel segundo paso. ste comprenda los grados de Aprendiz,Compaero de oficio, Maestro Masn, Illuminatus Mayor eIlluminatus Dirigente.

En el ltimo escalafn las cosas empezaban a tomar coloro, por el contrario, a volverse ms difusas. Se denominaba

justamente Misterios y estaba dividido en dos instancias:Misterios menores, que abarcaba los grados de Sacerdotey Re-gente, y Misterios Mayores, que corresponda a los grados deMagus Rex (Mago) y de Rey o Aeropagita (que era como en laantigua Atenas se denominaba a los miembros del mximotribunal). Claro que en consonancia con la megalomana deAdam Weishaupt, ninguno de los cargos superiores fue ocu-pado ms que por l mismo, quien se autoproclam Rey de

los Iluminados de Baviera.Hasta 1780, aqullos slo eran conocidos en la regin

bvara, pero cuando comenz a formar parte activa el influ-yente Barn Adolf Von Knigge, un clebre masn reformistade la poca, los horizontes se ampliaron. Su fuerte ascendien-te se hizo sentir con un importante incremento de aspirantes,lo que llev a fundar numerosas academias de novicios y areforzar las medidas de seguridad.

Para ello, el incansable Weishaupt dise un sistema declaves que multiplicaba hasta la locura las de la francmasone-ra, ya ahora totalmente infiltrada. Muy pronto comenzaron



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a conocerse sus verdaderos objetivos; se acercaba el tiempode la clandestinidad.Atrs haban quedado las sencillas insignias de la Biblia,

la escuadra y el comps. Los Iluminados se representabancon un crculo (smbolo del Infinito, el Gran Arquitecto delUniverso), en cuyo interior haba un punto (que encarnabala Unidad). Sus miembros reciban seudnimos extradosde las mitologas griega y egipcia. Las ciudades tambin

eran designadas en clave con el nombre de metrpolis dela historia antigua. odas las listas se cifraban en nme-ros o jeroglficos. En este nuevo cdigo, por ejemplo, AdamWeishaupt reciba el nombre de Espartacus, y el Barn deKnigge era Philo.

En tan slo seis aos contaban con ms de 600 adeptosque operaban activamente para incrementar las filas de laOrden y extender su influencia sobre todas las institucionesoficiales, sobre escuelas, peridicos, seminarios, catedrales.Cada miembro se converta en un espa: observaba y anota-ba minuciosamente las actividades y creencias de cuantos lorodeaban y entregaba esa informacin, debidamente codifi-cada, a sus superiores. Al mismo tiempo, gestionaba el con-tacto y la captacin de toda personalidad influyente que seencontrara a su alcance. Los Iluminados trabajaban con unmtodo y un hermetismo digno de los actuales servicios deinteligencia de cualquier gobierno del mundo.

La apuesta fallida

En 1782, los Illuminatidecidieron dar el gran golpe y asumirel liderazgo de toda la masonera europea. Esto ocurri du-rante el mes de julio en el Convento de Wilhelmsbad, cercade la ciudad alemana de Hanau. All se reunieron varias obe-

diencias europeas con el declarado fin de refundar los tresgrados de la masonera ms tradicional (Aprendiz, Compae-roy Maestro).



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Naturalmente, el objetivo del encuentro era mucho msprofundo. Con el advenimiento de la masonera templariaescocesa, se haba encontrado cierto modo de neutralizara las logias de tendencia ms radicalmente racionalista, lascuales a su vez no ocultaban su desconfianza hacia la ma-sonera cristiana, a la que acusaban lisa y llanamente de ser

jesuitas disfrazados de masones. Por otra parte, el grueso dela francmasonera europea celebraba, sin manifestarlo, haber

hallado un punto de encuentro con la Iglesia, a travs justa-mente de los jesuitas escoceses, supuestamente herederos delos emplarios de Jerusaln. Esto permita a la hermandadcierto margen de negociacin con las autoridades de Roma,algo que los beneficiaba porque adems propiciaba que mu-chos integrantes de la nobleza se les acercasen sin temor aenemistarse con las autoridades de la Iglesia.

Frente a este escenario, la orden de los Illuminati se plan-taba como la ms fiel a la tradicin masnica original: eralibrepensante, anticlerical, antimonrquica; en definitiva,libertaria a ultranza. Weishaupt haba enviado como dele-gados a sus mejores hombres, bajo el mando del influyenteBarn Knigge. Y las otras logias racionalistas se abroquela-ron tras ellos.

La Gran Logia Nacional de Alemania se abstuvo de par-ticipar del debate, pero expres que apoyara la decisin dela mayora. Otro tanto hizo la de Suecia. La Gran Logia Es-

cocesa, apoyada por la Gran Logia Inglesa, estaba dispuestaa probar que el origen de la francmasonera se hallaba en loscaballeros templarios que haban sobrevivido a la traicin deFelipe II. Al frente de los racionalistas, Knigge abjuraba delcristianismo y exiga que se volviese a la apostasa de los ini-cios de la orden (si bien esto no era totalmente cierto, ya quela masonera se haba fundado bajo principios anticlericalespero claramente ligados a la imagen de Dios como Gran Ar-

quitecto Universal).A lo largo de los das se sucedieron encendidos discur-sos. El Barn Knigge, convenientemente documentado por



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Adam Weishaupt, desat una tormenta de cuestionamientosy proclamas. Exigi ver los antiguos documentos donde, sedeca, estaba probado que los emplarios hubiesen sido losfundadores de la logia original. Acus a los masones cristia-nos de ser jesuitas encubiertos, cuyo objetivo era licuar losprincipios revolucionarios de la hermandad. Abog por el finde las monarquas y de toda forma de poder totalitario.

Por su parte, la coalicin formada por las logias inglesas y

escocesas acusaba a los Illuminatide haber intentado infiltrara toda la hermandad (cosa absolutamente cierta), de alejarsede las bases espirituales de la orden y de alentar el caos social,contrario a toda idea de perfeccin.

Muchos fueron los masones tradicionales que al final decada jornada se acercaban discretamente a Knigge para ma-nifestarle su admiracin, confesarle su disconformidad conla masonera cristiana y solicitarle unirse a los Iluminados.Inclusive, entre los detractores hubo un clebre terico queno mucho tiempo despus pudo salvar la vida del mismsimoAdam Weishaupt. Se trataba de Johann Joachim Bode, dele-gado del poderoso duque Ernst von Gotha.

Pero las logias inglesa y escocesa eran antiguas y podero-sas. Y adems de ser expertas en los ardides de la poltica depasillo, contaban con el poderoso apoyo de los jesuitas y deun importante sector de la nobleza.

Los Illuminatiexigieron que fuera presentada la misterio-

sa documentacin que probaba que las logias britnicas eranlas ms antiguas. Estas alegaron, sin demasiado ingenio, quedicha documentacin se haba perdido en diversos incendiosaqu y all, pero contraatacaron afirmando que los Illumina-ti se proponan cambiar los ancestrales ritos masnicos poruna sucesin de grotescas ceremonias que bordeaban la pro-miscuidad y se hundan en la hereja.

A la luz de los aos resulta muy probable que ambas par-

tes fueran veraces en sus acusaciones. Pero lo cierto es queWeishaupt, Knigge y sus cofrades quedaron expuestos; y noquisieron, o no supieron, echarse atrs. Aquella pudo haber



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sido una experiencia de apertura y fusin que diera lugar auna masonera fuerte y moderna, lista para encarar los tiem-pos que se avecinaban. Pero eso no ocurri: cada bando secerr sobre s mismo, abroquelndose en su propia paranoia.

Infiltrados y perseguidos

al vez los Illuminatipecaron de soberbios al subestimar lacapacidad de intriga de la Iglesia. Lo cierto es que ellos mis-mos maestros de la infiltracin, no fueron capaces de detec-tar a los jesuitas que se haban colado entre sus filas. Fue ascomo la Iglesia tuvo acceso a valiosa informacin acerca desus objetivos y, sobre todo, de sus rituales secretos.

De este modo, qued develado su rito de iniciacin, quese realizaba en una casa en la que haba tres habitaciones.En una predominaba el color blanco, en otra el negro y en latercera el rojo.

En la habitacin blanca, el candidato avanzaba ataviadocon harapos como un esclavo, y le salan al encuentro losexaminadores quienes le cortaban al paso a la voz de: Alto,slo los hombres libres pueden pasar por aqu. All tambinse encontraban sus defensores, que deban contestar que elcandidato haba huido de las ataduras del mundo para en-tregarse a la Hermandad. Luego era llevado a la habitacin

negra donde, sobre una mesa, haba un esqueleto humano acuyos pies haba una espada y una corona. All le hacan unaserie de preguntas sobre el sentido de la vida. A cada errorera abofeteado. Luego ingresaba a la habitacin roja, donde leesperaba el Regente, en un trono del mismo color.

Si bien hoy toda esta liturgia puede ser considerada algoingenua y pretenciosa, a fines del siglo XVIII sin duda ofre-ca material de sobra para ser considerada satanista por parte

de la Iglesia.Hacia 1783 las cosas tomaron otro cariz cuando un grupode profesores de la Academia Mariannesadmiti ser miem-



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bro de los Illuminati, confesando su corte ateo y libertino.La Iglesia comenz entonces a presionar sobre el Elector deBaviera Juan II, quien, vale decir, estaba hastiado de las in-trigas ocasionadas por las sociedades secretas. Mediante undecreto, ste prohibi las reuniones clandestinas, y toda laMasonera se vio afectada. Otro decreto aboli directamentea los Illuminati y dio paso a su persecucin.

En 1785 un abad apstata de apellido Lanz, amigo y men-

sajero personal de Adam Weishaupt, fue alcanzado por unrayo. La polica encontr su cuerpo casi carbonizado juntoa su caballo (que curiosamente estaba ileso). Al revisar suspertenencias descubrieron un morral (que tampoco habasufrido dao) lleno de documentacin altamente compro-metedora. Se trataba de largos listados de miembros de la or-den, con detalle de sus nombres en clave, caractersticas y lasactividades que desempeaban. En otros papeles se hallabanimpresos y legitimados los objetivos, a mediano y largo plazo,de la hermandad proscripta: acabar con el orden establecido;anular el poder de la Iglesia; terminar con las leyes socialesy el sistema de Justicia. Y cada frase cay como un mazazosobre la paranoia popular.

Pero no se trataba slo de enunciados tericos.Entre la documentacin haba planes de accin, objetivos a

infiltrar y hasta posibles atentados en pos de la desestabiliza-cin social. Cundi el terror, comenzaron los allanamientos, la

crcel y la tortura para aquellos miembros que no tenan algu-na amistad influyente que pudiera cobijarlos. Y enseguida em-pezaron a escucharse las confesiones ms frondosas, aquellasque los espeluznantes tormentos podan arrancar.

La cada

Los Iluminados de Baviera tuvieron que desaparecer, escon-derse o renegar de sus principios. Adam Weishaupt fue despo-jado de su ctedra, expulsado de la Universidad y condenado al



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exilio. Una pena llamativamente leve cuando otros miembrosmenores de la orden sufran el encierro y la tortura. Pero notermina en eso la extraeza de todo su notorio ciclo. A Weis-haupt se le ofreci una importante renta a cambio de renegarde sus principios. l rechaz el ofrecimiento y march al ex-tranjero, pero nadie atent contra su integridad personal.

Evidentemente el lder de la hermandad ms temida yperseguida segua teniendo amigos poderosos, o conoca se-

cretos demasiado importantes que, por cierto, habra sabidoocultar a fin de volverse prcticamente intocable, porque esofue lo que ocurri.

Weishaupt nunca se escondi. Por el contrario, parti alexilio desafiante, jurando que la Hermandad volvera diezveces ms fuerte. Se aloj en Regensburg, donde public unpanfleto con el que intent limpiar el nombre de la Ordenponiendo nfasis en sus principios caritativos y humanistas.Luego se dirigi a Gotha, donde fue refugiado por el DuqueErnst II, un hermano iluminado.

All, en Gotha, vivi hasta su muerte, en 1830, cuando te-na 82 aos de edad. La historia oficial cuenta que en sus aosde madurez se reconcili con los valores jesuitas y fue sta lafe que intent inculcar a su numerosa familia. Sin embargoescribi varios libros sobre el Iluminismo y otros en que rela-taba las persecuciones y penurias sufridas por los Illuminati.Algunas versiones indican que en su lecho de muerte reneg

nuevamente del cristianismo y sostuvo que nunca haba deja-do de pensar y sentir como un iluminado.

Posteriormente se ha dicho de l que fue uno de los gran-des representantes del atesmo humanista, el gran precursordel movimiento anarquista y acaso, el mayor conspirador dela Historia.

Con estos acontecimientos se decret oficialmente el finde los Illuminati de Baviera. Sin embargo es en este punto

que los caminos se bifurcan y nos toca ingresar en ese eternolaberinto especulativo que nos impone el estudio de las so-ciedades secretas.



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Los Iluminados, es cierto, fueron prohibidos y disueltos,su documentacin fue destruida, su lder muri en el exilio.Y sin embargo...

ras su aparente desaparicin, sus huellas volvieron a re-gistrarse, ntidas, en distintos momentos de la historia. Al-gunas inmediatamente despus de su disolucin. Al fin y alcabo para ese entonces la orden posea logias en 25 de lasprincipales ciudades europeas, desde Munich hasta Londres,

incluyendo grandes urbes como Viena, Pars y Npoles.Lo que logr la proscripcin es que una legin de ilumina-dos furibundos se esparciera hacia todos los puntos cardina-les, con su entrenamiento intacto y sus ideales enardecidos.Eran hombres acostumbrados a moverse en el anonimato,artistas del disimulo, y portadores del legado que el pro-pio Adam Weishaupt alguna vez proclamara: La fuerza denuestra orden radica en el secreto.

En los captulos siguientes veremos cmo su accionar po-dra ser identificado en acontecimientos tan trascendentescomo la Revolucin Francesa y la independencia de los Esta-dos Unidos de Amrica.



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Captulo 4L P



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Nunca se sabr fehacientemente hasta qu punto la maso-nera instig los hechos histricos o si, algo que no tendramenos mrito, tuvo la agudeza de montarse en la ola de lostiempos.

Deca el inmortal Len olstoi en las pginas de La gue-rra y la paz que los lderes son algo as como fantoches emer-gentes de la voluntad de los pueblos. Si algo se debe reconocera la masonera (y mucho ms a los Illuminati) es que jamsbuscaron ocupar un lugar visible y presumir de lderes. Por elcontrario, intentaron inducir y acompaar los movimientosde cambio sin dejarse ver.

No es muy atinado afirmar que sucesos como las revolu-ciones francesa o americana fueron inventados, tambin y engran parte, por las sociedades secretas. Los pueblos tienensus propios tiempos y la historia es un ro que traza su propio

cauce. Cada cambio s

el poder masónico

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