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El papel de los procesos de atribución en la conformidad y el disentimiento: Reencontrando la situación de Asch Lee Ross, Günter Bierbrauer y Susan Hoffman FUENTE: American Psychologist, 1976, 31, 148-157 En las creencias sobre la naturaleza y fuerza de los procesos de conformidad han influido mucho las demostraciones de Solomon Asch (1951, 1955, 1956). Los primeros filósofos sociales ya habían observado la renuencia del individuo a quedar solo frente al grupo, pero los de- talles de las demostraciones de Asch eran sorprendentes e incluso alarmantes. Quizá la característica más provocativa de estas demostraciones era el tipo de juicios que resultaban susceptibles a la influencia social: a los sujetos de Asch se les ponía una tarea perceptiva simple que consistía en comparar líneas de lon- gitudes variables; la respuesta correcta en cada ensayo planteaba un problema de «realidad objetiva», inconfundible pa- ra el sujeto. No obstante, enfrentado con el juicio público unánime pero incorrec- to, de sus compañeros y al pedirle que expresara su propia respuesta, el sujeto llegaba a sentirse inseguro e incómodo. Estudios de Psicología n. 10 - 1982 En efecto, enfrentados con este conflicto entre la evidencia de sus sentidos y el consenso de sus compañeros, muchos su- jetos eligieron el camino del conformis- mo público. Incluso en el grupo más compenetrado de amigos o colaboradores hubiera parecido sorprendente un con- trol tan grande de los sentimientos y la conducta de sus miembros. Pero la com- posición de los grupos de Asch hizo la demostración aún más dramática e ines- perada, ya que estos grupos estaban formados por extraños sin ninguna de- manda especial a la lealtad o afecto del sujeto. No ofrecían ni la promesa de favor o ascenso futuros ni la amenaza de ostracismo o castigo. Los psicólogos sociales no pasaron por alto la implicación más obvia de estos estudios: Si en la situación de Asch pu- dieron obtenerse incluso tasas modera- das de conformismo, entonces se podría obtener un conformismo mucho mayor

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Page 1: El papel de los procesos de atribución en la conformidad y ...cial debe enfrentarse a los sentimientos expresados por sus compañeros se plan-tean problemas parecidos de atribución,

El papel de los procesosde atribución en la conformidady el disentimiento: Reencontrandola situación de Asch

Lee Ross, Günter Bierbrauery Susan Hoffman

FUENTE: American Psychologist, 1976, 31, 148-157

En las creencias sobre la naturalezay fuerza de los procesos de conformidadhan influido mucho las demostracionesde Solomon Asch (1951, 1955, 1956).Los primeros filósofos sociales ya habíanobservado la renuencia del individuo aquedar solo frente al grupo, pero los de-talles de las demostraciones de Ascheran sorprendentes e incluso alarmantes.Quizá la característica más provocativade estas demostraciones era el tipo dejuicios que resultaban susceptibles a lainfluencia social: a los sujetos de Aschse les ponía una tarea perceptiva simpleque consistía en comparar líneas de lon-gitudes variables; la respuesta correctaen cada ensayo planteaba un problemade «realidad objetiva», inconfundible pa-ra el sujeto. No obstante, enfrentado conel juicio público unánime pero incorrec-to, de sus compañeros y al pedirle queexpresara su propia respuesta, el sujetollegaba a sentirse inseguro e incómodo.

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En efecto, enfrentados con este conflictoentre la evidencia de sus sentidos y elconsenso de sus compañeros, muchos su-jetos eligieron el camino del conformis-mo público. Incluso en el grupo máscompenetrado de amigos o colaboradoreshubiera parecido sorprendente un con-trol tan grande de los sentimientos y laconducta de sus miembros. Pero la com-posición de los grupos de Asch hizo lademostración aún más dramática e ines-perada, ya que estos grupos estabanformados por extraños sin ninguna de-manda especial a la lealtad o afecto delsujeto. No ofrecían ni la promesa defavor o ascenso futuros ni la amenazade ostracismo o castigo.

Los psicólogos sociales no pasaron poralto la implicación más obvia de estosestudios: Si en la situación de Asch pu-dieron obtenerse incluso tasas modera-das de conformismo, entonces se podríaobtener un conformismo mucho mayor

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64 Estudiosen situaciones más favorables. De hecho,los investigadores del área naciente dela dinámica de grupos se dieron prisa endemostrar que el conformismo podía au-mentarse mediante la introducción dejuicios difíciles, complejos o subjetivos(Asch, 1951; Coleman, Blake y Mouton,1958; Dutsch y Gerard, 1955; Tudden-ham y MacBride, 1959).

Se logró aumentar aún más la confor-midad mediante manipulaciones del gru-po (Back, 1951; Gerard, 1954; Jacksony Salzstein, 1958) y mediante otros pro-cedimientos diseñados para incrementarsu cohesión o sentido de interdependen-cia (Deutsch y Gerard, 1955; Jones,Wells y Torrey, 1958; Tribaut y Strick-land, 1956).

Estos estudios y otros que los siguie-ron contribuyeron mucho a explicar elproceso por el que los grupos consigueny mantienen la uniformidad, pero quizádificultaran una comprensión y aprecia-ción cabal de las demostraciones origi-nales de Asch. Desde las conocidas pers-pectivas de la teoría de la comparaciónsocial y de la dinámica de grupos, erafácil ver la situación de Asch como unafuente débil y poco prometedora de pre-siones a la conformidad, una especie delínea base frente a la que podían evaluar-se paradigmas de conformismo más po-tentes.. En este artículo, sin embargo,reexaminamos la situación de Asch desdeuna perspectiva bastante diferente queacentúa el papel de la percepción inter-personal y la atribución. Desde esta pers-pectiva, podemos apreciar de nuevo lasapremiantes presiones a la conformidadcreadas por la situación de Asch y explo-rar, más en general, los procesos depercepción social que pueden liberar oinhibir a los disidentes potenciales de lasociedad. El análisis y discusión que pre-sentamos debe mucho, evidentemente, ala fenomenología de los sujetos de Asch(Asch, 1951, 1955, 1956; Jones y Ge-rard, 1967, pp. 387-391; Tuddenham yMacBride, 1959) y a las contribucionesmás formales de la teoría de la atribu-ción y la autopercepción (Alexander yKnight, 1971; Alexander y Sagutun,

1973; Bem, 1972; Heider, 1958; Jonesy Davis, 1965; Jones, Kanouse, Kelley,Nisbett, Valins y Weiner, 1973; Kelley,1967).

Consideremos, en primer lugar, losproblemas de atribución a los que seenfrentaban los sujetos de Asch cuandoveían las respuestas de sus compañerosen un ensayo «crítico»: a menos quededujesen la «conspiración», se senti-rían desconcertados, incapaces de detec-tar los aspectos de la situación o dispo-sición personal capaces de explicar losjuicios aparentemente erróneos pero uná-nimes de sus compañeros. Para el sujeto,el juicio correcto parecía tan obvio quesólo podían equivocarse personas incom-petentes desde el punto de vista percep-tivo, tontas, o locas. Además, tenía todaslas razones para suponer que la respuestacorrecta parecía igual de clara para suscompañeros. Por eso, se disentía, corríael riesgo de parecer incompetente, tonto,o incluso loco; en el mejor de los casos,su disconformidad sería tan incomprensi-ble para sus compañeros como los juiciosde éstos lo eran para él. Si disentía, enefecto, pondría en cuestión la competen-cia, la inteligencia y el equilibrio mentalde los otros; un reto que uno no estámuy dispuesto a plantear, sobre todocuando la propia capacidad para dar sen-tido al mundo parece de repente en telade juicio.

Los riesgos potenciales de inconformis-mo para el sujeto de Asch iban, enton-ces, mucho más allá de la pérdida de laaprobación del grupo o de la posibilidadde parecer menos perspicaz o entendidoque sus propios compañeros. Los des-acuerdos sobre política, películas o res-taurantes pueden cuestionar los valores,el intelecto o la sofisticación de uno;pero, a diferencia de la situación deAsch, no cuestionan la capacidad propiapara juzgar las características concretasy evidentes del ambiente. Aunque laexactitud de las percepciones propias pue-da ponerse, ocasionalmente, en tela dejuicio, en experiencias con ilusiones óp-ticas naturales o artificiales, pocos denosotros nos hemos enfrentado nunca al

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Estudios 65desacuerdo de un grupo de iguales nues-tros en estos problemas de realidad ob-jetiva.

Muchos investigadores han intentadodescribir el conflicto del sujeto de Asch,pero ninguno, aparte de él (1956, pp. 66-68), ha recalcado lo suficiente la especi-ficidad y dificultad de su dilema. Paraapreciar más la naturaleza de este dile-ma, imaginemos una conferencia intro-ductoria de psicología: El profesor estádescribiendo el estudio de Asch y acabade mostrar un cuadro de los estímulosexperimentales. De repente le interrumpeun estudiante que dice: «Pero la linea Aes la respuesta correcta, exactamente co-mo decía el cómplice.» Probablemente,los compañeros de clase se reirían a car-cajadas y comentarían lo divertido queera el chiste de su compañero. Pero su-pongamos que el disidente no sonríe nida ninguna otra muestra de estar ha-blando en broma. En lugar de eso, in-siste, « ¿por qué os reís todos de mí? Veoperfectamente, y la línea A es correcta».Una vez convencidos de la sinceridad deldisidente, la respuesta de la clase seríacasi con seguridad una mezcla de inco-modidad, perplejidad, inquietud y dudaacerca de la competencia mental y per-ceptiva del disconforme. A esta respuestase arriesgaban los disidentes de Asch, porlo que no es sorprendente que muchoseligieran evitarla mediante el conformis-mo, aun cuando los costos privados deese conformismo fueran considerables.

En ciertos aspectos la «crisis de atri-bución» del sujeto de Asch era única.Pero cada vez que un disidente poten-cial debe enfrentarse a los sentimientosexpresados por sus compañeros se plan-tean problemas parecidos de atribución,aunque no tengan la misma magnitud.El disidente se enfrenta continuamentecon dos problemas interrelacionados:a) ¿Por qué mis compañeros expresanjuicios que difieren del mío y que apa-rentemente son incorrectos?; es decir,¿a qué puedo atribuir su conducta?, yb) ¿Qué daría a entender mi disconfor-midad acerca de mí y de mi percepciónde mis compañeros?; es decir, ¿a qué

atribuirían ellos mi conducta? El éxitocon que el sujeto se enfrente a la pri-mera de estas cuestiones influirá en sujuicio privado y en su sentimiento deconfianza en ese juicio, así como en surespuesta pública. Su contestación a lasegunda pregunta influirá, sobre todo,en su conducta manifiesta, aunque comoBem (1965, 1967, 1972) ha subrayado,las inferencias sobre las creencias o per-cepciones privadas deben basarse, sobretodo, en la observación de la conductamanifiesta.

En la mayoría de las circunstancias co-tidianas, el disidente puede resolver estasdos cuestiones de atribución sin muchadificultad, sin demasiada tensión, al iden-tificar las diferencias entre las fuerzasexternas que influyen en él y las queinfluyen en sus antagonistas. Normal-mente, estas diferencias pueden conce-birse en términos de diferencias de bene-ficios potenciales que sesgan la expresiónpública de las creencias y, a menudo,también su percepción privada. Es elcaso del abogado defensor que se oponea la pena capital enfrentándose a ungrupo de oficiales de policía o de fisca-les que la apoyan, del general que semuestra en desacuerdo con políticos oalmirantes, del administrador de univer-sidad que disiente de las opiniones delclaustro o de los alumnos, del industrialal que se oponen los ecologistas o losmiembros del sindicato. En todos estoscasos, los que disienten conocen muy bienlas diferencias de intereses en que sebasa la disensión y saben que cuentancon un «grupo de referencia» que, en-frentado a las mismas fuerzas externas ycon intereses semejantes, comparte susopiniones (o podría compartirlas). Ade-más, puede suponer que estas presionesy beneficios son igual de obvias para casitodos los que disienten con él. Así, com-prende los sesgos que afectan a sus jui-cios y no duda demasiado (ni tiene dema-siado miedo) de la interpretación queellos dan a su disensión. Como resultado,las presiones a la conformidad a que seenfrenta se ven muy reducidas y, si no

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66 Estudiosvarían otros factores, es probable que di-sienta.

Un segundo tipo de confrontación esel que sitúa al disidente frente a igualesque parecen sujetos a las mismas fuerzasexternas y beneficios potenciales que tie-ne él. En este caso, la resolución de losproblemas de atribución debe ser más

• sutil y probablemente será menos satis-factoria para el disidente: no implicareconocer diferencias obvias de benefi-cios potenciales, sino diferencias más su-tiles en cuanto a la interpretación yevaluación de los beneficios posibles.En estos casos, el disconforme debe atri-buir diferentes disposiciones personalesa los demás y no puede utilizar unaatribución puramente «situacional» entérminos de diferencias claras de intere-ses. La necesidad de explicar la disensiónen términos de disposiciones individualesy no de la situación resulta mucho másinsatisfactoria para el individuo, desde elmomento en que los otros compartencon él los valores y la experiencia. Su-pongamos, por ejemplo, que un padrenegro tiene una opinión privada sobreel transporte escolar distinta de las ex-presadas por sus vecinos, hombres y mu-jeres negros sujetos a las mismas fuerzassociales que él, y que parecen compartir,por lo general, sus valores y metas. Eldisidente se verá obligado a suponer queél pesa o valora de forma diferente asus vecinos ciertos objetivos compartidoscomo la integración racial, el controlvecinal de las escuelas, las posibilidadesde acceso a la enseñanza superior y laconveniencia. En tales confrontaciones eldisidente probablemente se sentirá incó-modo y quizá tienda a cuestionar la inte-ligencia de su juicio (al menos hastapoder verificar y explicitar la diferenciade prioridades, y obtener apoyo para supostura de aquellos que comparten susprioridades). No obstante, la crisis deatribución a la que se enfrenta puederesolverse más o menos bien, y comoresultado, las presiones a la conformidadse detienen.

La situación de Asch contrasta aguda-mente con estas confrontaciones comu-

nes. Es representativa de las situacionesen que el disidente no puede encontrarexplicación adecuada para las diferenciasde juicio ni anticipar ninguna interpre-tación satisfactoria que sus compañerospudieran dar a su disensión. En efecto:constituye el tipo más extremo de crisisde atribución para el disidente, porqueno se puede explicar por la influenciade presiones externas o beneficios po-tenciales ni de diferencias de prioridadescapaces de explicar los desacuerdos. Encircunstancias tan complicadas como és-tas, la violencia ejercida sobre el juicioposible del disidente alcanza una inten-sidad virtualmente sin paralelo fuera dellaboratorio.

En el experimento recogido en esteartículo hemos tratado de captar las ca-racterísticas de las atribuciones de lostres tipos de situaciones de desacuerdoa los que nos hemos referido, introdu-ciendo en ellas las matrices adecuadasde intereses. Así, en una condición expe-rimental las matrices permitían que eldesacuerdo y el inconformismo fueranatribuidos a diferencias obvias entre losintereses potenciales en que se basaba eljuicio del disidente y los que fundamen-taban el juicio de los otros participantesen el experimento. En una segunda con-dición se introducía matices que ofrecíanbeneficios idénticos para el disconformepotencial y para su compañeros, pero quepermitían la postulación de diferencias encuanto a las prioridades que pudieranexplicar las diferencias de juicio. Unatercera condición fue diseñada para re-producir las características esenciales dela situación de Asch: las matrices debeneficios presentadas en esta condicióneran tales que no sugerían ninguna ex-plicación concebible para el inconformis-mo.

La hipótesis básica en que se basanlas predicciones sobre estas condicionesexperimentales está clara a partir de lainterpretación y el análisis precedentes.La hipótesis es que las presiones al con-formismo disminuyen, y aumenta la con-fianza de un disconforme potencial ensus propios juicios en la medida en que

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Estudios 67pueda explicar el desacuerdo observado yanticipar una interpretación satisfactoriade él por parte de sus compañeros. Con-cretamente, se predecía que: a) la con-dición que ofrecía una reproducción con-ceptual de la situación de Asch permitiríamenos inconformismo y menos confianzaentre los disconformes que las dos con-diciones experimentales que sugerían ex-plicaciones posibles del inconformismo,y, más concretamente que b) la frecuen-cia de inconformismo y la confianza delos disidentes deberían ser mínimas enla «condición de Asch»; intermedias enla situación en que deben postularse di-ferencias de prioridades en los evalua-dores para explicar el inconformismo,y máxima en la condición en que elinconformismo podía atribuirse a dife-rencias en los beneficios potenciales.

METODO

Resumen

Los participantes escuchaban 24 paresde tonos y después de cada par juzgabanqué tono duraba más. En una condiciónde control, los sujetos simplemente es-críbían sus juicios privados después deoír cada par de tonos. En las tres condi-ciones experimentales, el sujeto daba sujuicio en voz alta después de oír las res-puestas de tres cómplices del experimen-tador. En 17 ensayos los cómplices ha-cían juicios exactos, pero en siete ensayoselegían unánimemente el tono 2 cuando,en realidad, el primer tono presentadoera bastante más largo. En estos sieteensayos «críticos», la respuesta del su-jeto podía, por tanto, puntuarse comoun caso de conformidad o de disconfor-midad.

En las tres condiciones experimentalesse manipuló la atribución introduciendodiferentes matrices de beneficios. En lacondición de Asch se aplicaban los mis-mos beneficios en los ensayos críticosque en los otros, de modo que los bene-ficios no daban ninguna explicación po-sible del desacuerdo o el inconformismo.

En las otras dos condiciones, los erroresde los cómplices estaban perfectamenteasociados con la introducción de benefi-cios diferentes en los ensayos críticos(por lo que podían explicarse por estefactor). En una condición, se aplicabanal propio sujeto las mismas posibilidadesde beneficio que favorecían los juiciosincorrectos de los cómplices, por lo quela disensión podía explicarse adecuada-mente si se suponía que el sujeto y loscómplices daban un peso diferente a laasimetría de los beneficios. En la otracondición experimental, los beneficiosmayores en los ensayos críticos se apli-caban sólo a los cómplices, pero no alsujeto; así el desacuerdo o inconformis-mo podía atribuirse fácilmente al hechode que los beneficios potenciales de éstey aquéllos fueran diferentes.

Al terminar la presentación del últimoestímulo los sujetos de las cuatro condi-ciones valoraban su confianza en los jui-cios que habían hecho.

Sujetos, cómplicesy experimentadores

Los sujetos experimentales fueron 80estudiantes varones y 80 mujeres entotal. Una docena de sus compañeros fue-ron reclutados como cómplices pagados,participando cada uno en varias sesionesde cada condición experimental (sin em-bargo, no pudimos utilizar un diseñofactorial formal para controlar los posi-bles efectos de los distintos cómplices).Los sujetos experimentales eran estudian-tes de primero que no estaban matricu-lados en el curso de introducción a lapsicología; fueron reclutados por telé-fono después de enviarles una invitaciónpor correo para que ingresasen en el«grupo» de los sujetos pagados del de-partamento de psicología. La forma deelegir a los sujetos, y el tipo de procedi-mientos experimentales seguidos, basta-ron, aparentemente, para eliminar la po-sibilidad de que los sujetos sospecharanla complicidad de sus compañeros conel experimentador o tuvieran familiari-

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68 Estudiosdad con el paradigma de Asch. En la faseinicial de prueba, en la que se daban lasinstrucciones, ningún sujeto expresó lasospecha de que se hubieran empleadocómplices ni hizo referencia al fenómenoclásico de Asch. En la reunión siguiente,seis sujetos afirmaron reconocer una des-cripción detallada del procedimiento ori-ginal de Asch, pero ninguno afirmó ha-berlo asociado anteriormente con suspropios rasgos de conformidad.

Había dos experimentadores: un va-rón y una mujer. Cada uno trabajabacon la mitad de los sujetos varones y lamitad de las mujeres en cada condiciónexperimental. Sin embargo, en los aná-lisis estadísticos no se detectaba ningúnefecto principal o interacción relaciona-dos con el sexo del sujeto o el experi-mentador; por ello, ignoramos estasvariables en la posterior presentación ydiscusión de los datos.

TABLA 1

Duración de los estímulos en los ensayos críticos

Númerodel ensayo

Duracióndel tono 1

duracióndel tono 2

tono 1-tono 2

tono 1-tono 2tono 2

4 3.0 2.1 .9 .428 4.6 3.0 1.6 .53

10 5.2 3.6 1.6 .4414 3.2 1.9 1.3 .6818 4.7 2.7 2.0 .7420 5.2 3.4 1.8 .5322 1.5 .8 .7 .88

(Tiempo en segundos.)

Estímulos experimentales

Los 24 pares de estímulos presentadosa los sujetos en la tarea de juicio erantonos grabados previamente de duracióny frecuencia variables, que originalmentehabían sido generados por un audioosci-lador. Se había realizado una pruebapreliminar para seleccionar duracionesque pudieran distinguirse fácilmente pe-ro capaces de producir tasas de confor-midad que se acercaran a la del 36 por100 citado por Asch (1955).

Los tonos presentados en los siete en-sayos críticos de conformidad en que loscómplices se equivocaban deliberadamen-te en sus juicios variaban de duracióndesde .8 hasta 5.2 segundos con unadiferencia entre tonos que se ordenabadesde .7 hasta 2.0 segundos (ver Ta-bla 1). También se presentaron parejasde estímulos similares en los ensayos «nocríticos», en que los cómplices expre-

saban juicios correctos. En los ensayosno críticos el tono más largo se pre-sentaba el primero en dos tercios delas ocasiones.

Procedimientos iniciales para todaslas condiciones experimentales

Antes de que la sesión empezara, loscómplices y los sujetos conversaban du-rante varios minutos fuera de la habita-ción experimental. Los cómplices no da-ban ningún indicio de conocerse entre síni de saber nada sobre el experimento.

El experimentador conducía a los par-ticipantes al laboratorio, que conteníacuatro cabinas adyacentes con una sillacolocada frente a cada cabina. Los cóm-plices se sentaban rápidamente en lastres sillas a la izquierda del experimen-tador, dejando la cuarta para el sujeto.El experimentador, en primer lugar, daba

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Estudios 69las gracias a los participantes por ofre-cerse voluntarios y luego les explicabaque realizaba una prueba previa para se-leccionar estímulos para un experimentode percepción que implicaría juicios sobrelas duraciones relativas de los tonos endiversas circunstancias (p. ej., con o sindistracción y con varios incentivos paralos juicios correctos). Insistía en que enel experimento «formal» de percepciónutilizaría las cabinas a prueba de ruidos,situadas detrás de las sillas de los sujetospero que las cabinas no tenían todavíala instalación eléctrica y eran innecesa-rias para la prueba previa informal queiban a reali7ar a continuación.

Las instrucciones del experimentadorpara la tarea de discriminación seguíanasí: «Habrá una serie de ensayos en losque ustedes oirán dos tonos. Su tareaconsiste en decir, después de cada ensayo,qué tono dura más. Como lo estamoshaciendo informalmente, pueden simple-mente decir en voz alta su respuesta, des-pués de cada ensayo.»

En ese momento, el experimentadorhacía una pausa para las preguntas y unode los cómplices preguntaba: «¿Importaquién sea el primero?» El experimenta-dor respondía que sería más fácil regis-trar las respuestas si los participantes ex-presaban sus contestaciones en el ordenen que estaban sentados. Acompañándosecon un gesto, aseguraba que las respues-tas del sujeto seguían siempre a las delos tres cómplices.

Manipulación de la atribución

El siguiente conjunto de instruccionesdescribía los beneficios que se aplicaríanen los ensayos críticos y no críticos enlas tres condiciones experimentales (ha-ciendo variar las posibles fuentes deatribución). Estos beneficios se ilustra-ban con grandes cartulinas que permane-cían visibles a lo largo de todo el estudio.El experimentador se refería especifica-mente a estas ayudas visuales durantesus descripciones iniciales y en sus inten-

tos posteriores de clarificar la estructurapertinente de los beneficios potencialesde cada participante en cada ensayo.

Condición de Asch. El experimenta-dor explicaba que, en cada ensayo, cadauno de los cuatro participantes recibiría10 puntos por adivinar correctamenteque el tono 1 era más largo, 10 puntospor adivinar correctamente que el tono 2era más largo y O puntos por cualquierrespuesta incorrecta. Esta matriz asimé-trica queda ilustrada en la Tabla 2a.

Prioridades diferentes. El experimen-tador afirmaba que en la mayoría de losensayos los participantes recibirían 10puntos por cualquier respuesta correcta(Tabla 2a), pero en varios ensayos «es-peciales» se recompensaría con 100 pun-tos a cualquiera que adivinara que eltono 2 era más largo mientras que sólose recompensaría con los 10 puntos típi-cos al que adivinara correctamente que eltono 1 era más largo (Tabla 2b). Insistíaen que las respuestas incorrectas recibi-rían siempre O puntos y luego terminabacon la promesa de que en cada ensayoél indicaría claramente si se aplicaba lamatriz típica (simétrica) o la especial(asimétrica).

Beneficios diferentes. El experimen-tador describía primero la matriz simé-trica (Tabla 2a) e indicaba que se apli-caría para todos los participantes en «lamayoría de los ensayos». A continuaciónintroducía la matriz asimétrica (Tabla 2b)y explicaba que se aplicaría sólo en algu-nos «ensayos especiales» y «sólo paraciertos sujetos», característica del proce-dimiento que él justificaba pretendiendoun interés en «tener a diferentes perso-nas trabajando en la misma tarea dejuicio por diferentes recompensas». Elexperimentador luego afirmaba simple-mente que en los ensayos especiales lamatriz asimétrica sería aplicada para lossujetos 1, 2, 3 (es decir, los cómplices),pero no para el sujeto 4 (es decir, elúnico sujeto ingenuo). El sujeto 4, serecalcaba, siempre recibiría puntos deacuerdo con la matriz simétrica típica.Estas instrucciones terminaban con lapromesa del experimentador de que en

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70 Estudioscada ensayo él utilizaría las ayudas visua-les disponibles para dejar claro qué be-

neficios se aplicaban a los diversos par-ticipantes.

TABLA 2

Ejemplo de matrices simétricas y asimétricas

Puntos para la respuesta correcta

Tono 1 Tono 2Respuesta del sujeto

(a) matriz de suma simétrica

tono 1

10

otono 2

O

10

(b) matriz de suma asimétrica

tono 1

10

Otono 2

O

100

TABLA 3Asociación de matrices simétricas y asimétricas con los ensayos críticos

y no críticos para sujetos y cómplices

CondiciónEnsayo

Asch

dif. prioridades dif. sumas

Críticosujetos

Simétrico

Asimétrico

Simétricocómplices

Simétrico

Asimétrico

Asimétrico

No críticosujetos

Simétrico

Simétrico

Simétricocómplices

Simétrico

Simétrico

Simétrico

(Téngase en cuenta la excepción del ensayo 16; vid. nota 1.)

Todas las condiciones. Los partici-pantes oían entonces los 24 pares detonos. Después de cada par los trescómplices primero y luego el sujeto de-cían individualmente en voz alta susrespuestas cuando el experimentadormostraba los beneficios que recibirían.Los ensayos 4, 8, 10, 14, 18, 20 y 22eran los ensayos críticos en que los cóm-plices decían incorrectamente que el to-no 2 era más largo; en los otros 17 en-sayos los cómplices daban la respuestacorrecta.

La Tabla 3 indica la asociación entrelos ensayos críticos y la presentación dematrices simétricas o asimétricas. Es estaasociación la que constituye la manipula-ción de la atribución en el experimento.En la condición de Asch, el hecho de quelos beneficios fueran simétricos para to-dos los sujetos en todos los ensayos nopodía explicar los casos de desacuerdo oinconformismo en los ensayos críticos;por tanto, la característica esencial de lasituación de Asch quedaba reproducidaen esta situación. En las otras dos condi-

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Estudios 71ciones, las discrepancias entre el juiciodel sujeto y el de sus compañeros seasociaban sistemáticamente con la intro-ducción de matrices asimétricas (1). Enla condición de prioridades diferentes, laasimetría era la misma para el discon-forme potencial y el resto, pero aquélpodía suponer que él y sus compañeroshabían valorado con una jerarquía dife-rente esa asimetría al hacer sus juicios;además, el sujeto podía anticipar la posi-bilidad de una atribución similar por par-te de sus compañeros. En la condiciónde beneficios diferentes, el sujeto podíaatribuir los desacuerdos al hecho de quelos beneficios simétricos y asimétricostuvieran distintos efectos, y podía supo-ner que sus compañeros lo atribuirían alo mismo.

Condiciones de control. Un total de40 sujetos de control, 20 varones y 20mujeres juzgaron las longitudes relativasde los pares de tonos en dos situacionesde grupo. Se habló a los sujetos de quese iba a realizar un futuro experimentode percepción para el que estaban sir-viendo como sujetos de prueba previa.Luego se les dio la instrucción de queescribieran el número «1» ó el «2», paradar su respuesta, después de la presenta-ción de cada par de tonos. Esta condiciónproporcionó una línea base de la «tasade errores» con la que podían comparar-se las tasas de conformidad de las trescondiciones experimentales.

Valoraciones de la confianzay procedimientos finales

Después del último ensayo, se distri-buyeron cuestionarios para que los suje-tos evaluaran la confianza que teníanen sus respuestas. En ellos, los sujetosseñalaban un porcentaje entre O por 100y 100 por 100 para indicar lo segurosque estaban de haber conseguido: a) los24 ensayos correctos, b) al menos 22 en-sayos correctos, c) al menos 20 ensayoscorrectos y d) al menos 18 ensayos co-rrectos.

RESULTADOS

Datos sobre la conformidad

Los datos que prueban las principales--predicciones experimentales fueron losproporcionados por las siete pruebas deconformidad. Pero antes de atender alos datos pertinentes, es importante ob-servar que en ninguna de las tres condi-ciones experimentales, los sujetos come-tían ningún «error» en los 17 ensayos nocríticos; es decir, ningún sujeto disintiónunca del consenso del grupo en la res-puesta correcta.

La Tabla 4 presenta los datos básicospara nuestro estudio. Es evidente quese crearon presiones a la conformidad enlas tres condiciones experimentales por-que en las tres condiciones se producíanmás errores en los ensayos críticos queen la condición de control. Es tambiénevidente que estas tres condiciones dife-rentes de atribución produjeron diferen-tes tasas de conformidad. Como antici-pábamos, la tasa más alta de conformidad(y, por tanto, el menor inconformismo)se dio en la condición de Asch (26 por100) y se obtuvieron tasas más bajas enla condición de prioridades diferentes(18 por 100) y en la de beneficios dife-rentes (10 por 100).

Los análisis de contrastes revelan has-ta qué punto confirmaban estos resulta-dos las predicciones experimentales. Elnúmero medio de «errores» críticos co-metidos por los sujetos en la condiciónde Asch excedía a las medias de las otrasdos condiciones en que el desacuerdo oinconformismo podía atribuirse a dife-rencias de beneficios o de prioridades,F(1,108)=8.12, p< .01. También seconfirmó la predicción más específicareferida al grado de conformidad e in-conformismo en las tres condiciones (2).El contraste lineal pertinente, que asig-naba pesos de 1, 0, —1, respectivamen-te, a la condición de Asch, la de priori-dades diferentes, y la de beneficiosdiferentes, dio un resultado claramentesignificativo, F (1,108)=11.36, p< .01,con un residuo insignificante. El examen

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7 2 EstudiosTABLA 4

Conformidad en los ensayos críticos

CondiciónEstadístico

Asch dif.prioridades

dif.sumas control

Total errores (a) 72 50 27 10% errores/posibles errores 25.7 17.9 9.6 3.6Núm. de Ss con al menos un error 27 21 18 9Media del núm. de errores/sujetos

conformistas 2.67 2.38 1.50 1.11 (b)Media del núm. de errores/todos los

sujetos 1.80 1.25 .68 .25

En cada condición n=40.(a) Número total posible=280.(b) En la condición de control el cálculo se refiere a la media de errores cometidos por

los nueve sujetos que cometieron al menos un error al juzgar los estímulos críticos.

más detallado de los datos demuestra quelas diferencias de tasas totales de confor-midad reflejaban diferencias tanto en elnúmero de conformistas como en la fre-cuencia con la que cedían.

La condición de control produjo ochosujetos que cometieron un error y unoque cometió dos errores en los estímuloscríticos. Aunque esta tasa de error del3,6 por 100 era mucho más baja que latasa de conformismo obtenida en lascondiciones experimentales, es más altade lo que se hubiera deseado o esperadoen una reproducción conceptual del fenó-meno de Asch. Algunos de estos errorespueden deberse a que la situación degrupo grande producía cierto ruido inevi-table y podía contribuir a que los sujetosse confundiesen y distrajesen. Es eviden-te, sin embargo, que la tarea de discri-minación requerida para producir tasasmodestas de conformismo en las condi-ciones experimentales era más difícil quela utilizada por Asch.

Valoraciones de confianza

Las valoraciones de confianza que rea-lizaron los sujetos después del experi-mento revelaron efectos adicionales delas manipulaciones de la atribución (Ta-

bla 5). Los 13 sujetos que disentían sis-temáticamente en la condición de Aschinformaron que tenían una confianza del54,2 por 100 en haber adivinado correc-tamente en los 24 ensayos y sólo el 80por 100 de confianza en haber adivinadocorrectamente hasta 20 ensayos. Comopreveíamos, los que disentían consisten-temente en las condiciones de prioridadesdiferentes e influencias diferentes expre-saban mayor confianza en sus juicios (3).

Cuando se utiliza un índice de confian-za combinado para contrastar los discon-formes de Asch con los disconformes delas otras dos condiciones, resulta un va-lor F claramente significativo, F (1,51)==7.94, p< .01. La tendencia lineal a laconfianza creciente desde la condición deAsch hasta la de beneficios diferentes,pasando por la de prioridades diferentes,es también significativa, F (1,51). 11.42,p< .01 la confianza de los 22 sujetosque disentían consistentemente y que po-dían atribuir sus desacuerdos a las dife-rencias de beneficios es particularmentenotable. Estos disconformes, de hecho,tenían tanta confianza en sus respuestascomo los 31 sujetos del grupo de controlcuyos registros sin errores se habían ob-tenido en ausencia de cualquier presióngruPal.

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Estudios 73TABLA 5

Calificaciones de confianza en los disidentes consistentes

Condición

AschCalificación Dif.prioridades

(n=19)

Dif.sumas

(n=22)

Control(n=31)

Esperanza de ensayos correctos:

2422 ó más20 ó más18 ó más

Indice combinado:Suma de las calificaciones de con-

fianza

54.2 73.9 84.8 86.6

65.4 80.3 94.5 93.4

80.0 87.1 97.7 96.3

91.5 93.9 99.1 98.9

291.2 335.2 376.1 375.2

(Cada sujeto escribió un porcentaje entre O por 100 y 100 por 100 para calificar su con-fianza en que había hecho el número de ensayos correctos especificados.)

DISCUSION

Presiones de conformidady procesos de atribución

El intento de apreciar más a fondo lasignificación del fenómeno de Asch llevóinicialmente a un examen minucioso dela crisis de atribución afrontada por lossujetos de Asch y, en última instancia,a una hipótesis más general sobre el pa-pel de los procesos de atribución en lamediación de la conformidad y el incon-formismo. En apoyo de este análisis sediseñaron condiciones experimentales enque se manipulaba la capacidad de losdisidentes potenciales de explicar sus des-acuerdos con sus compañeros y suponerque se harían interpretaciones satisfacto-rias de su inconformismo por parte desus compañeros. Como se predecía, lafrecuencia del inconformismo y la con-fianza de los disconformes aumentabancuando las condiciones experimentalespertinentes permitían resolver satisfacto-riamente este problema de atribución.

Pensamos que la situación de Aschcreaba presiones de conformidad sin pa-ralelo, debido a la crisis de atribución queprovocaba en el sujeto. Decíamos, ade-

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más, que esta crisis se debía, sobre todo,al hecho de que la tarea de juicio notenía ninguna ambigüedad. Pero, al mis-mo tiempo, hemos observado que losjuicios ambiguos, difíciles o subjetivos,suelen provocar tasas de conformidadmás altas que las citadas por Asch (verla revisión de Allen, 1956, pp. 167-168).El lector puede confundirse con estaaparente paradoja si no tiene la precau-ción de distinguir entre tasa de confor-midad y presiones a la conformidad.

La tasa de conformidad refleja la resul-tante de dos fuerzas opuestas. La primerafuerza es la presión a la conformidad;esta fuerza ha constituido el tema centralde los análisis de atribución presentadosen este artículo. La otra fuerza es la pre-sión para permanecer independiente, unafuerza restrictiva que hasta ahora ha re-cibido poca atención. A medida que losjuicios se hacen más difíciles, ambiguoso subjetivos, las presiones a la indepen-dencia van reduciéndose. El sujeto deAsch que se conforma debe pagar unprecio muy alto. Debe admitir en privadoque es un débil que ha cedido ante unamayoría objetivamente equivocada (encuyo caso se ha rendido ante sus inferio-res) o que no puede hacer juicios sim-

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7 4 Estudiospies sobre la realidad y ni siquiera puededecir si un juicio es fácil o difícil. Entareas más típicas de juicio, más com-plejas y subjetivas, los costes que res-tringen la conformidad tienden a ser másmodestos. El conformista puede creerque ha evitado una confrontación inútily, probablemente, reñida sobre un pro-blema que no tiene una respuesta co-rrecta simple, con lo que da una muestrade tacto o buenos modales más que unaevidencia de su debilidad personal. Co-mo mucho se verá forzado a reconoceren privado que su sofisticación, su buengusto y su conocimiento de algunos te-mas o capacidad de juicio pueden serdistintos que los de la mayoría. La situa-ción de Asch produce así tasas de con-formidad relativamente bajas, a pesar deque las presiones a la conformidad sonmuy poderosas porque generan fuerzasigual de poderosas en el sujeto que lellevan a la independencia. Es este con-flicto entre fuerzas opuestas el que llevaen parte a la sensación de incomodidad eincertidumbre de los sujetos de Asch,que tan convincentemente describe esteautor.

Del análisis precedente se obtiene unaimplicación: la magnitud de las presio-nes a la conformidad puede inferirse apartir de las tasas de conformidad sólocuando las fuerzas restrictivas permane-cen constantes. Nuestra estrategia de in-vestigación se guió, en parte, por estaconsideración: para determinar el im-pacto de los procesos de atribución enlas presiones a la conformidad, era ne-cesario manipular la atribución de talmanera que se mantuviera constante latarea de juicio y otros factores que pu-dieran influir en las presiones que limi-tan la conformidad.

Atribuciones externas e internas

Los resultados de este experimentoapoyan algunas especulaciones, plantea-das antes, sobre el impacto relativo delas explicaciones externas e internas (o«situacionales» frente a «disposiciona-les») del inconformismo. Tal como pre-

decíamos, los sujetos se sentían libresde las presiones de grupo cuando ellosy los demás podían atribuir sus posiblesdesacuerdos al hecho de que las fuerzasexternas (o beneficios potenciales) queinfluían en el disidente eran diferentesde las que influían en la mayoría. Cuan-do tales factores externos eran idénticospara el disconforme y la mayoría, enuna condición experimental, el impactodel grupo aumentaba algo, pero seguíasiendo solo moderado.

Para explicar la disparidad de juiciosen la condición de deferencias de priori-dades, el sujeto podía suponer que habíaasignado una prioridad menor —en com-paración con sus compañeros— a losincentivos de la matriz de beneficios;además, podía anticipar que ellos atri-buirían a lo mismo su inconformismo.Sospechamos que estas atribuciones dis-posicionales son casi siempre, en el casodel conformismo, menos satisfactorias ymás amenazadoras que las atribucionessituacionales para los sujetos. Ningúndisidente, sin embargo, experimentabaproblemas de atribución tan desconcer-tantes o amenazadoras como las de lossujetos de Asch. En sus intentos de ex-plicar el desacuerdo y anticipar las atri-buciones de sus compañeros, éstos nopodían detectar ningún factor situacionalpertinente y sólo podían postular la in-fluencia de diferencias de disposicionesen las capacidades perceptivas más bá-sicas.

El hecho de que se obtuviera una tasamás alta de conformidad en la situaciónde Asch que en la de prioridades dife-rentes merece otro comentario. La re-compensa potencial del desacuerdo eraigual en ambas condiciones (10 puntos),pero la recompensa potencial de la con-formidad era 10 veces mayor en la con-dición de prioridades diferentes que enla condición de Asch (100 puntos frentea 10 puntos). Así, la diferencia en lastasas de conformidad se debía a unainfluencia de los procesos de atribuciónsuficientemente grande como para ven-cer cualquier influencia simple de los

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Estudios 75beneficios en la elección de los sujetos(ver nota 2).

La dicotomía público-privado

Prácticamente en todas las discusionesde la influencia social se ha distinguidoentre la condescendencia o conformidadpública y la disidencia privada en el jui-cio o la creencia (sobre todo, Dutsch yGerard, 1955; Kelman, 1958). En esteartículo, esta distinción nos llevó a uti-lizar las «medidas de confianza» ademásde los índices usuales de conformidad odisidencia públicas. Esta distinción eratambién evidente en la hipótesis de quelos juicios privados y la confianza de lossujetos en ellos dependen de su capacidadpara explicar las discrepancias de juiciomientras que las respuestas públicas de-penden mucho de las expectativas sobrelas atribuciones de los demás.

Pero desde el punto de vista de lateoría de la atribución, la dicotomía pú-blico-privado es, quizá, menos importanteque el problema de la «inferencia corres-pondíente» (cf. Jones y Davis, 1965). Endeterminadas circunstancias, el disidentepotencial puede suponer que las respues-tas públicas de sus compañeros no co-rresponden a sus juicios privados. Delmismo modo, puede especular sobre sisus compañeros supondrán una corres-pondencia entre su propia respuesta pú-blica y privada. Es evidente que lossujetos se sentirán más libres de presionesa la conformidad cuando supongan quesus compañeros no dicen en público loque piensan en privado debido a ciertasconsideraciones sobre los posibles benefi-cios. Sin embargo, hay algunas situacio-nes en que el sujeto puede estar másdispuesto a expresar su inconformismoporque cree que sus compañeros suponenque su oposición pública enmascara unasentimiento privado con sus opiniones.

Podemos interpretar los resultados deeste estudio en términos de un análisisde atribución, en que se da mucha impor-tancia a la correspondencia que el sujeto

percibe entre el juicio público y el pri-vado. Tanto los sujetos de la condiciónde beneficios diferentes, como los de lacondición de prioridades diferentes (perono de la condición de Asch) podían su-poner que las respuestas manifiestas delos cómplices en los ensayos críticos eran«jugadas temerarias» incitadas por lasatractivas ventajas que les ofrecía la ma-triz asimétrica de beneficios y, por tanto,que esos juicios públicos no correspon-dían con las impresiones privadas. En lacondición de beneficios diferentes, lossujetos podían, además, anticipar que supropio inconformismo sería atribuido porsus compañeros al hecho de no poderobtener unas gratificaciones tan atracti-vas. En la condición de prioridades dife-rentes, el sujeto tenía que atribuir eldesacuerdo en las respuestas públicas aalguna diferencia disposicional entre él ysus compañeros y a suponer que suscompañeros también lo harían así; peroesta diferencia podía consistir en tenermayor o menor afición a «arriesgarse poruna buena recompensa», una diferenciaindividual concreta que el disconformepuede estar perfectamente dispuesto areconocer o a que le reconozcan los de-más.

No hay forma de determinar si lossujetos de este experimento resolvieronsus problemas de atribución recurriendoa la distinción entre conductas públicasy juicios privados, pero el peso del argu-mento general de este artículo no exigetal determinación. En la sociedad, el dis-conforme potencial se enfrenta constante-mente con el dilema de interpretar laconducta y anticipar las interpretacionesde los demás. A veces puede identificar(o proponer) factores que suponen dis-torsión del juicio privado; otras, susexplicaciones pueden implicar posiblesdiscrepancias entre juicios públicos y pri-vados; y aun otras, puede atender a am-bas posibilidades o dejar de considerarla dicotomía. Prescindiendo del carácterde su intento de resolver los problemasde atribución, su éxito o fracaso deter-minará su susceptibilidad a las presionesdel grupo, en la forma señalada.

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76 EstudiosEstrategia de investigación

Los investigadores, conscientes de lasrestricciones de espacio de nuestras re-vistas principales, no suelen discutir laestrategia general que subyace a sus es-tudios particulares. Sin embargo, el des-afío provocativo de MacGuire (1973) alos objetivos, la base lógica y la tácticade la investigación contemporánea enpsicología social nos anima a planteareste tipo de temas en este estudio. Elintento de nuestra demostración y elespíritu de nuestro informe eran polémi-cos: primero tratábamos de persuadir allector de que los experimentos de Aschno demostraban la tiranía del grupo so-bre el individuo, sino la influencia deproblemas irresueltos e irresolubles depercepción y atribución interpersonales.Intentamos después discutir los proble-mas de atribución y las soluciones para-digmáticas que caracterizan las confron-taciones cotidianas entre el disconformey sus compañeros y, finalmente, ilustrarcon analogías de laboratorio estas con-frontaciones.

MacGuire (1973) plantea algunas cues-tiones penetrantes sobre el criterio de«no obviedad», que se ha convertidoen un lema para los psicólogos sociales.Este estudio, quizá, vuelve a replanteareste problema. Esperábamos que nues-tras demostraciones no fuesen «obvias»y resultaran provocadoras para el lectorque, antes del análisis conceptual y ladiscusión, no hubiera tenido en cuentael papel crítico de los procesos de atribu-ción en la situación de Asch o en otrassituaciones de conformidad. Pero no noshacíamos ninguna ilusión de que nuestroargumento general sobre la relación en-tre los procesos de atribución y la con-formidad fuera contraintuitivo. Es evi-dente que podría manipularse la atribu-ción de manera que influyera, casi conseguridad en las tasas de conformidad,

de una forma obvia y que no obligaría allector a modificar su comprensión de losfenómenos de conformidad o de la inves-tigación previa. Supongamos, por ejem-plo, que los cómplices, pero no el otrosujeto, llevaran gafas serniopacas en lasituación de Asch, o que se avisara alsujeto de la posible confabulación entresus compañeros y el experimentador, oque se le permitiera oír por casualidacla sus compañeros tramar un castigo alexperimentador por alguna afrenta pa-sada a su dignidad o inteligencia. Esevidente que estas condiciones permiti-rían al sujeto interpretar los aparentesdesacuerdos del juicio, satisfacer susaprehensiones sobre la interpretación da-da a su disconformidad por sus compa-ñeros, y es casi seguro que eliminaríantoda conformidad. Por tanto, en ciertomodo, los investigadores han fracasadosi han utilizado simplemente manipula-ciones sutiles y complicadas para probarun argumento general que, pensándolobien, podría ser aceptado sin demostra-ción. Sólo habremos tenido éxito en lamedida en que se hayan modificado lasconcepciones más amplias de nuestroslectores sobre la influencia social por

. nuestros argumentos y nuestras demos-traciones. Es más, sólo habremos tenidoéxito si hemos animado a futuros inves-tigadores a plantear cuestiones diferen-tes, a utilizar procedimientos diferentes,a preocuparse por variables moduladorasdiferentes en sus intentos de entender laconformidad y el inconformismo en lasituación de Asch y en nuestra sociedad.En esta breve discusión de la estrategiatáctica de investigación se hace patentenuestra profunda deuda con Asch, porquesus estudios sobre conformidad propor-cionaron el modelo clásico de investiga-ción, que no probó ninguna hipótesisque no fuera evidente pero desafió pro-fundamente nuestra visión del hombresocial y conformó nuestra investigación.

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Estudios 7 7

Notas(1) Tanto en la condición de beneficios diferentes como en la de prioridades diferentes

la matriz asimétrica de beneficios (que favorecía la adivinación del tono 2) era introducida enun ensayo no crítico (ensayo 16) en el que el tono 2 era el más largo de los dos presentados.Los cómplices juzgaron correctamente en este ensayo igual que el sujeto. Este procedimientose diseñó para evitar que los sujetos se formaran la hipótesis de que la respuesta aparentementefavorecida por la asimetría de los beneficios nunca era la correcta.

(2) Los dos contrastes citados no son ortogonales y no proporcionan dos pruebas inde-pendientes de la hipótesis sobre la relación entre los procesos de atribución y conformidad quese plantea en este estudio. Más bien el segundo es una prueba específica del razonamiento queinspiraba al primero. Un contraste simple entre las condiciones de beneficios diferentes y priori-dades diferentes es ortogonal a los citados y es estadísticamente significativo F (1, 76)=3.96,p=.05. Este contraste, sin embargo, se ve confundido por el efecto potencial de la diferenciade beneficios que podían obtener los sujetos, deicida a que en la condición de prioridades dife-rentes se ofrecía una recompensa potencial de 100 puntos si la respuesta conformista se probabacorrecta y en la condición de beneficios diferentes se ofrecía una recompensa potencial de10 puntos. Después de terminar el experimento citado aquí, los investigadores probaron a ungrupo de control adicional de 17 sujetos. Estos sujetos se enfrentaban a la misma matriz asi-métrica de beneficios que los sujetos del experimento, pero escribían sus juicios en privado sinexponerse a cómplices que los confundieran. El resultado en esta condición de control fueuna tasa de error del 5,9 por 100 en los ensayos «críticos», que se comparó con la tasa de3,6 por 100 de la condición de control original que no había propiciado beneficios asimétricos.Por tanto, debemos subrayar que los efectos de las diferencias de beneficios en el experimentooriginal son contrarios a la predicción probada en el primer contraste que señalábamos antes,y se ven neutralizados por los pesos asignados en el segundo contraste.

(3) La exclusión de los conformistas en estas comparaciones de valoraciones de confianzada lugar a un posible problema de interpretación. Los conformistas eran, probablemente, lossujetos cuya confianza en sus impresiones iniciales se veía más debilitada por el desacuerdode la mayoría; además, la incidencia de la conformidad (y por tanto la exclusión de sujetos)fue desigual en las tres condiciones experimentales. Sin embargo, es evidente que este posibleartefacto actuaba en contra de las predicciones experimentales. Estas quedaban confirmadas,ya que las condiciones de las que se excluyó un número mayor de «conformistas» eran precisa-mente aquellas en que se predecía que los disconformes estarían menos seguros de sus respuestas.

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