el padre perfecto - salvadme reina · la revista heraldos del evangelio, en la que podemos...

52
Salvadme Reina Número 122 Septiembre 2013 El padre perfecto

Upload: others

Post on 19-May-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Salvadme Reina

Número 122 Septiembre 2013

El padre perfecto

Page 2: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

“Natividad de la Virgen” - Parroquia de la Santísima Trinidad, Monreal (Alemania)

uestra celestial niña, por haber sido hecha la mediadora del mundo y por

haber estado destinada a ser Madre del Re-dentor, desde el principio de su vivir, recibió una gracia superior a la de todos los santos juntos. ¡Qué espectáculo tan sublime para el Cielo y la tierra la hermosísima alma de esta niña afortunada aunque oculta aún en el seno de su madre!

Era la criatura más amable a los ojos de Dios, [...] sin que nadie jamás en el mundo

se le pudiera comparar en la fuerza de su amor. De suerte que si hubiera nacido inme-diatamente después de su purísima Concep-ción, ya hubiera venido al mundo más rica de merecimientos y más santa que todos los santos. Pensemos cuán santa nació vinien-do al mundo después de nueve meses de su Concepción en que no dejó de ir acrecentando merecimientos en el seno de su madre.

San Alfonso María de Ligorio, “Las Glorias de María”

Más que todos los santos juntos

NG

Frei

halte

r

Page 3: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Escriben los lectores � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 4

El gran regreso de la “humanidad pródiga” (Editorial) � � � � � � 5

La voz del Papa – Vayan, sin miedo, para servir

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �6

Comentario al Evangelio – Entre el perdón y la perseverancia, ¿qué es lo que Dios prefiere?

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �10

¿Cómo surgió la Biblia?

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �20

Heraldos en el mundo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �27

San Juan Crisóstomo – La fuerza de la palabra

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �32

“Mira, estoy de pie a la puerta y llamo”���

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �50

Los santos de cada día

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �48

Historia para niños��� Las dos monedas perdidas

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �46

Lucilia Ribeiro dos Santos Corrêa de Oliveira – Su desvelo durante los insomnios y las enfermedades de su hijo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �38

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �40

Un monasterio cisterciense en el corazón de Brasil

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �36

Año XI, número 122, Septiembre 2013

Periódico de la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima

SumariO

Salvadme Reina

Director Responsable:D. Eduardo Caballero Baza, EP

Consejo de Redacción: Guy de Ridder, Hna. Juliane Campos, EP,

Luis Alberto Blanco, M. Mariana Morazzani, EP, Severiano Antonio de Oliveira

Administración:C/ Cinca, 17

28002 – Madrid R.N.A., Nº 164.671

Dep. Legal: M-40.836- 1999Tel. sede operativa 902 199 044

Fax: 902 199 046

www.salvadmereina.org [email protected]

Con la Colaboración de la Asociación Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio

Heraldos del evangelio

www.heraldos.org

Montaje: Equipo de artes gráficas

de los Heraldos del Evangelio

Imprime:Impresos y Revistas, S. A. - Madrid

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y

enviando una copia a la redacción. El contenido de los artículos es responsabilidad

de los respectivos autores.

Page 4: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

4      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

EscribEn los lEctorEs

Construir un mundo nuevo de esperanza

Es un placer para mí compar-tir con ustedes la alegría de recibir la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia. Pero lo que más me gusta es el mensaje positivo de esperanza que nos transmite, porque es para noso-tros una tabla de salvación en medio de una terrible tormenta. Aunque el mundo que nos rodea parezca des-integrarse en mil pedazos, la revista, por el contrario, parece construir un mundo nuevo de esperanza.

Me encantan las fotos, los artícu-los sobre santuarios y maravillas na-turales, las Historias para niños... ¿o adultos llenos de fe?, que nos renue-van la inocencia y el más puro amor a Dios. Hay tantas y tantas historias de santos que conocemos; sin em-bargo, en esta publicación se nos presentan de manera a hacer arder nuestra fe.

Gracias a la revista siento una unión especial con la gran familia de los Heraldos del Evangelio en el mundo entero, y a través de ella po-demos mantener un contacto, mes a mes, con hermanos y hermanas que buscan el mismo fin: la salvación de muchas almas y el Reino de María.

Jorge Andrés CamposHouston – Estados Unidos

La he utiLizado en mi apostoLado

La revista me ha sido muy útil para mi apostolado personal por la profundidad como se tratan los te-mas. Por ejemplo, en el banco en el que trabajo, a algunas personas les

gusta pedirme las revistas en présta-mo para entender en mayor medi-da las creencias y devociones de la Santa Iglesia Católica. También me ha servido para el grupo de Misión archidiocesana y miembros de los Oratorios en los que he colaborado en su formación.

Claudia Marcela Benavides BernalCali – Colombia

ejempLos de obedienCia y humiLdad

En la edición de julio la revis-ta Heraldos del Evangelio nos habla de la reina Santa Isabel de Portugal que, con caridad y bondad, auxilió de modo tan efectivo a los necesita-dos de su época, cumpliendo tanto con sus deberes de reina como con los de verdadera cristiana. Por otra parte, en la correspondencia de San-ta Clara de Asís, la revista nos habla de la princesa Santa Inés, hija del rey de Bohemia, que decidió aban-donar su vida de riquezas y comodi-dades para ser una hija espiritual de Santa Clara.

Mención aparte son las cartas de Santa Clara a Santa Inés. ¡Maravi-llosas! Nos enriquecen el alma y nos muestran cómo nuestra sociedad es-tá decadente en las costumbres y en el trato entre las personas; y nos en-señan cómo podemos mejorar si-guiendo las huellas nobles y santas de esta gran hija de Asís.

Felicidades a la revista por mos-trarnos con esos dos ejemplos que el camino hacia la santidad es aceptar con obediencia y humildad lo que Dios nos reserva a cada uno de no-sotros.

Solange AlmeidaMontes Claros – Brasil

un haLo de espirituaLidad

Con puntualidad y siempre es-perada, llega cada mes a mi hogar

la revista Heraldos del Evangelio. El Comentario al Evangelio y el Santo-ral, como brisa de aire fresco alien-ta y reconforta el espíritu. Todas sus páginas las veo envueltas en halo de espiritualidad y al propio tiempo se-milla e ilusión, que deseo caigan en tierra buena...

Al contemplar en las fotografías interiores a tantos jóvenes —futuros heraldos— llevar entre sus brazos a la Virgen por parroquias, orfanatos, residencias de ancianos, hospitales... que es lo mismo que decir llevar es-piritualidad, cariño y consuelo a los más necesitados.

Con mi modesta colaboración desde hace años procuro contribuir a hacer realidad el sueño de esos jó-venes seminaristas. Sé que rezan por mí y por mi familia, se lo agradezco y me considero privilegiado.

Enhorabuena al consejo de re-dacción que con amor, sacrificio y constancia hacen el bien a tantas al-mas en tan variadas partes del mun-do, a juzgar por la correspondencia que cada mes sale publicada. Laus Deo!

Ángel España ArroyoBarcelona – España

deseo que eL número de susCriptores aumente

Ésta es una revista llena de sa-biduría, desde las Historias para ni-ños... ¿o adultos llenos de fe?, la vi-da de los santos, hasta el Comenta-rio al Evangelio, de Mons. João S. Clá Dias. Todos los suscriptores po-demos dar testimonio de ello. De-seo que su número aumente para que muchos puedan tener la opor-tunidad de conocer mejor a los He-raldos del Evangelio y sentir la ale-gría de pertenecer a esta gran fami-lia eclesial.

María Goreth Cavalcante FonsecaOsasco – Brasil

Page 5: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Salvadme Reina

Número 122

Septiembre 2013

El padre perfecto

C

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      5

Editorial

uando leemos la parábola del hijo pródigo solemos aplicarla a personas que conocemos y muy raramente a la propia Historia. Pero, ¿existe un paralelismo entre el hijo pródigo del Evangelio y la trágica situación en

la que se encuentra la humanidad?La libertad y la razón son los dos tesoros naturales más preciosos que hemos reci-

bido del Padre. Esta herencia hace de los hombres una imagen y semejanza de Dios.En determinado momento el hombre, principalmente el occidental y cristiano,

resolvió utilizar esos dones enteramente separados de Dios, por así decirlo, fuera de la casa paterna. Comenzó un proceso multisecular que ha llegado hasta nues-tros días: primero rechazó la autoridad de la Iglesia, a continuación la divinidad de Cristo y, finalmente, negó la existencia de Dios.

Con los “tesoros” de la libertad y de la razón, la humanidad construyó un po-deroso imperio, gastándolos desenfrenadamente. Progresó en las artes, en las le-tras, en las ciencias, en las leyes, en las comunicaciones... No hubo campo en que los hombres no se hubiesen embriagado con el desarrollo conquistado a costa de su inteligencia, de su libertad, separados de Dios. Daba la impresión de que ha-bían llegado a una era de esperanza, de alegría y de paz.

Sin embargo, parece que las enfermedades han avanzado más que la medici-na; el fantástico mundo financiero puede, en cuestión de minutos, transformar a un multimillonario en mendigo; la violencia ha alcanzado un índice tan alto que el delincuente anda suelto por las calles, mientras que el honesto se confina detrás de rejas en su casa; la impiedad en muchas ocasiones dicta las normas de la ley; los hombres no se han comunicado nunca con tanta facilidad como hoy a través de los medios informáticos, pero hijos y padres, aun viviendo bajo el mismo techo, casi ya no hablan entre ellos...

¿Y qué decir de la tecnología que tanta seguridad dio en el pasado? Se ha con-vertido en un Leviatán capaz de destruir a la Tierra numerosas veces.

El hijo pródigo del Evangelio perdió su herencia porque deseó gastarla lejos de la casa de su padre, y la humanidad parece que ha perdido la luz de la razón por-que se creyó capaz de usarla sin Dios. Y habiendo dilapidado toda la “fortuna” de su inteligencia y libertad, ¿no se vería reducida ahora a alimentarse de las “bello-tas de los cerdos”?

¿Y no será que la Historia nos reserva algo mejor? La gran bondad manifesta-da por el padre al hijo arrepentido, ¿no nos autoriza a esperar un inmenso perdón para la “humanidad pródiga”?

Por otra parte, en la parábola del Evangelio no figura Aquella que tiene un pa-pel fundamental en la Historia: la Madre de las misericordias. En Fátima predijo la situación a la que llegaría el mundo, pero anunció la venida de un reino de ini-maginable paz y armonía entre los hombres y el Creador: “Por fin, mi Inmacula-do Corazón triunfará”.

El Padre, que es Dios, tan sólo está esperando la petición de perdón y el “gran regreso” de los hombres para darles el precioso traje de la razón que se inclina an-te la fe, y el anillo de oro, símbolo de la libertad verdadera, es decir, la que se so-mete a la voluntad de Dios.

El gran rEgrEso dE la “humanidad pródiga”

“El hijo pródigo”, vitral de la catedral de San Juan Bautista, Charleston (Estados Unidos)

(Foto: Gregory B. Wilson)

Page 6: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Vayan, sin miedo,

para servir

“V

6      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

La voz deL PaPa

Siguiendo estas tres palabras experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría.

ayan y hagan discípulos a todos los pueblos”. Con estas palabras, Je-sús se dirige a cada uno

de ustedes diciendo: “Qué bonito ha sido participar en la Jornada Mun-dial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángu-los de la tierra, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás”. Jesús te llama a ser discípu-lo en misión. A la luz de la palabra de Dios que hemos escuchado, ¿qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos di-ce hoy el Señor? Tres palabras: Va-yan, sin miedo, para servir.

El Señor quiere que todos sientan el calor de su misericordia

Vayan. En estos días aquí en Río, han podido experimentar la belleza de encontrar a Jesús y de encontrar-lo juntos, han sentido la alegría de la fe. Pero la experiencia de este en-cuentro no puede quedar encerra-da en su vida o en el pequeño gru-po de la parroquia, del movimiento o de su comunidad. Sería como qui-tarle el oxígeno a una llama que ar-

de. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se transmite, para que todos conozcan, amen y profesen a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la Historia (cf. Rm 10, 9).

Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo vayan, si-no que dijo: “Vayan y hagan discípu-los a todos los pueblos”. Compartir la experiencia de la fe, dar testimo-nio de la fe, anunciar el Evangelio es el mandato que el Señor confía a to-da la Iglesia, también a ti; es un man-dato que no nace de la voluntad de dominio, de la voluntad de poder, si-no de la fuerza del amor, del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no nos dio algo de sí, sino se nos dio todo Él, Él ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino co-mo a personas libres, amigos, herma-nos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro la-do en esta misión de amor.

¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos en-

vía a todos. El Evangelio no es pa-ra algunos sino para todos. No es só-lo para los que nos parecen más cer-canos, más receptivos, más acogedo-res. Es para todos. No tengan mie-do de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias exis-tenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Se-ñor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.

En particular, quisiera que este mandato de Cristo: “Vayan”, reso-nara en ustedes jóvenes de la Igle-sia en América Latina, comprometi-dos en la misión continental promo-vida por los obispos. Brasil, Amé-rica Latina, el mundo tiene necesi-dad de Cristo. San Pablo dice: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1 Co 9, 16). Este continente ha re-cibido el anuncio del Evangelio, que ha marcado su camino y ha da-do mucho fruto. Ahora este anun-cio se os ha confiado también a us-tedes, para que resuene con reno-vada fuerza. La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, la creativi-

Gus

tavo

Kra

lj

Page 7: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      7

dad y la alegría que les caracteriza. Un gran apóstol de Brasil, el Beato José de Anchieta, se marchó a mi-sionar cuando tenía sólo diecinueve años. ¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. ¡Éste es el camino que ha de ser recorrido por ustedes!

“No tengan miedo” Cristo va por delante

Sin miedo. Puede que alguno pien-se: “No tengo ninguna preparación especial, ¿cómo puedo ir y anunciar el Evangelio?”. Querido amigo, tu miedo no se diferencia mucho del de Jeremías, escuchamos en la lectura recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: “¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño”. También Dios les dice a ustedes lo que le dijo a Jeremías: “No les tengas miedo, que yo estoy conti-go para librarte” (Jr 1, 6.8). Él está con nosotros.

“No tengan miedo”. Cuando va-mos a anunciar a Cristo, es Él mis-mo el que va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión, ha prometido: “Yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). Y esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos, nunca deja solo a nadie. Nos acompaña siempre.

Además, Jesús no dijo: “Andá”, sino “Vayan”: somos enviados jun-

tos. Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y tam-bién la comunión de los santos, en esta misión. Cuando juntos hace-mos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha llamado a los Apóstoles para que vivan aislados, los ha lla-mado a formar un grupo, una comu-nidad.

Quisiera dirigirme también a uste-des, queridos sacerdotes que conce-lebran conmigo esta Eucaristía: han venido a acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe. Seguro que les ha rejuveneci-do a todos. El joven contagia juven-tud. Pero es sólo una etapa en el ca-mino. Por favor, sigan acompañán-dolos con generosidad y alegría, ayú-denlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan so-los. Y aquí quiero agradecer de cora-zón a los grupos de pastoral juvenil, a los movimientos y nuevas comuni-dades que acompañan a los jóvenes en su experiencia de ser Iglesia, tan creativos y tan audaces. ¡Sigan ade-lante y no tengan miedo!

Evangelizar es superar nuestros egoísmos, es servir

La última palabra: para servir. Al comienzo del salmo que hemos proclamado están estas palabras:

“Canten al Señor un cántico nue-vo” (Sal 95, 1). ¿Cuál es este cán-tico nuevo? No son palabras, no es una melodía, sino que es el canto de su vida, es dejar que nuestra vida se identifique con la de Jesús, es tener sus sentimientos, sus pensamientos, sus acciones. Y la vida de Jesús es una vida para los demás, la vida de Jesús es una vida para los demás. Es una vida de servicio.

San Pablo, en la lectura que hemos escuchado hace poco, decía: “Me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles” (1 Co 9, 19). Pa-ra anunciar a Jesús, Pablo se ha he-cho “esclavo de todos”. Evangelizar es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar nues-tros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.

Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir. Siguiendo estas tres pala-bras experimentarán que quien evan-geliza es evangelizado, quien transmi-te la alegría de la fe, recibe más ale-gría. Queridos jóvenes, cuando vuel-van a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar tes-timonio del Evangelio. En la primera Lectura, cuando Dios envía al profeta Jeremías, le da el poder para “arran-car y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar” (Jr 1, 10). También es así para ustedes. Llevar el

“El Evangelio no es para algunos sino para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores”

Vista panorámica de la playa de Copacabana durante la Misa del 28/7/2013

Gus

tavo

Kra

lj

Page 8: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

La Iglesia va en misión siguiendo siempre la estela de María

¡Q

8      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Y, en efecto, puede decirse que el Documento de Aparecida nació pre-cisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos, bajo la protección materna de María. La Iglesia, cuan-do busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: “Muéstra-nos a Jesús”. De Ella se aprende el verdadero discipulado. He aquí por qué la Iglesia va en misión siguiendo siempre la estela de María.

Hoy, en vista de la Jornada Mun-dial de la Juventud que me ha traí-do a Brasil, también yo vengo a lla-mar a la puerta de la casa de María —que amó a Jesús y lo educó— pa-ra que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan ar-tífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno. Pa-ra ello, quisiera señalar tres sencillas actitudes, tres sencillas actitudes: mantener la esperanza, dejarse sor-prender por Dios y vivir con alegría.

Dios está siempre a nuestro lado

Mantener la esperanza. La segun-da Lectura de la Misa presenta una

escena dramática: una mujer —figu-ra de María y de la Iglesia— es per-seguida por un dragón —el diablo— que quiere devorar a su hijo. Pero la escena no es de muerte sino de vida, porque Dios interviene y pone a sal-vo al niño (cf. Ap 12,13a-16.15-16a).

Cuántas dificultades hay en la vi-da de cada uno, en nuestra gen-te, nuestras comunidades. Pero, por más grandes que parezcan, Dios nun-ca deja que nos hundamos. Ante el desaliento que podría haber en la vi-da, en quien trabaja en la evangeliza-ción o en aquellos que se esfuerzan por vivir la fe como padres y madres de familia, quisiera decirles con fuer-za; tengan siempre en el corazón es-ta certeza: Dios camina a su lado, en ningún momento los abandona. Nun-ca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón.

El “dragón”, el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza. Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la suges-tión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar es-peranza: el dinero, el éxito, el poder,

La Iglesia, cuando busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: “Muéstranos a Jesús”. De Ella se aprende el verdadero discipulado.

ué alegría venir a la casa de la Madre de todo bra-sileño, el Santuario de

Nuestra Señora de Aparecida! Al día siguiente de mi elección como Obis-po de Roma fui a la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, con el fin de encomendar a la Virgen mi minis-terio. Hoy he querido venir aquí pa-ra pedir a María, nuestra Madre, el éxito de la Jornada Mundial de la Ju-ventud, y poner a sus pies la vida del pueblo latinoamericano.

De María se aprende el verdadero discipulado

Quisiera ante todo decirles una cosa. En este santuario, donde hace seis años se celebró la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, ha ocurrido algo muy hermoso, que he podido consta-tar personalmente: ver cómo los obis-pos —que trabajaban sobre el tema del encuentro con Cristo, el discipu-lado y la misión— se sentían alenta-dos, acompañados y en cierto sentido inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vi-da a la Virgen: aquella Conferencia ha sido un gran momento de Iglesia.

Evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la vio-lencia; para destruir y demoler las ba-rreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo.

Queridos jóvenes: Jesucristo cuen-ta con ustedes. La Iglesia cuenta con ustedes. El Papa cuenta con ustedes. Que María, Madre de Jesús y Madre nuestra, los acompañe siempre con su

ternura: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”.

Homilía de la Santa Misa para la XXVIII JMJ, 28/7/2013

Page 9: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      9

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.vatican.va

el placer. Con frecuencia se abre ca-mino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.

Queridos hermanos y hermanas, seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad. De-mos aliento a la generosidad que ca-racteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor po-deroso para la Iglesia y para la socie-dad. Ellos no sólo necesitan cosas. Ne-cesitan sobre todo que se les propon-gan esos valores inmateriales que son el corazón espiritual de un pueblo, la memoria de un pueblo. Casi los pode-mos leer en este santuario, que es par-te de la memoria de Brasil: espiritua-lidad, generosidad, solidaridad, perse-verancia, fraternidad, alegría; son va-lores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana.

Dios guarda lo mejor para nosotros

La segunda actitud: dejarse sor-prender por Dios. Quien es hombre, mujer de esperanza —la gran espe-ranza que nos da la fe— sabe que Dios actúa y nos sorprende también en medio de las dificultades.

Y la historia de este santuario es un ejemplo: tres pescadores, tras una jornada baldía, sin lograr pes-ca en las aguas del río Parnaíba, en-cuentran algo inesperado: una ima-gen de Nuestra Señora de la Con-cepción. ¿Quién podría haber ima-ginado que el lugar de una pesca in-fructuosa se convertiría en el lugar donde todos los brasileños pueden sentirse hijos de la misma Madre?

Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evange-lio que acabamos de escuchar. Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por

su amor, que acojamos sus sorpresas. Confiemos en Dios. Alejados de Él, el vino de la alegría, el vino de la es-peranza, se agota. Si nos acercamos a Él, si permanecemos con Él, lo que parece agua fría, lo que es dificultad, lo que es pecado, se transforma en vi-no nuevo de amistad con Él.

Embriagados por el Señor, nos convertimos en sus apóstoles

La tercera actitud: vivir con ale-gría. Queridos amigos, si caminamos en la esperanza, dejándonos sor-prender por el vino nuevo que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nues-tro corazón y no podemos dejar de ser testigos de esta alegría. El cris-tiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña. Tenemos una Ma-dre que intercede siempre por la vi-da de sus hijos, por nosotros, como la reina Esther en la primera Lectu-ra (cf. Est 5, 3). Jesús nos ha mostra-do que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama.

El pecado y la muerte han si-do vencidos. El cristiano no pue-

de ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpe-tuo. Si estamos verdaderamente ena-morados de Cristo y sentimos cuán-to nos ama, nuestro corazón se “infla-mará” de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor. Como decía Benedicto XVI, aquí, en este santuario: “El discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperan-za, no hay amor, no hay futuro” (Dis-curso Inaugural de la V Conferencia ge-neral del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13/5/2007).

Queridos amigos, hemos venido a llamar a la puerta de la casa de Ma-ría. Ella nos ha abierto, nos ha he-cho entrar y nos muestra a su Hijo. Ahora Ella nos pide: “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5). Sí, Ma-dre, nos comprometemos a hacer lo que Jesús nos diga. Y lo haremos con esperanza, confiados en las sor-presas de Dios y llenos de alegría.

Homilía en la Santa Misa en el Santuario Nacional de Nuestra

Señora Aparecida, 24/7/2013

“Sí, Madre, nos comprometemos a hacer lo que Jesús nos diga. Y lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios y llenos de alegría”

El cardenal Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo de Aparecida, le entrega al Papa Francisco una réplica de la imagen de la Patrona de Brasil

Gus

tavo

Kra

lj

Page 10: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Entre el perdón y la perseverancia, ¿qué es lo

que Dios prefiere?

10      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Comentario al evangelio – XXiv Domingo Del tiempo orDinario

Ante las objeciones farisaicas, Jesús traduce en parábolas su encanto por perdonar a los hombres, colmándolos de misericordia. Y, al mismo tiempo, muestra cómo no todos aceptan la invitación para beneficiarse de las riquezas de ese perdón redentor.

a EvangElio AEn aquel tiempo, 1 solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. 2 Y los fariseos y los escribas murmuraban, dicien-do: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”.3 Jesús les dijo esta parábola: 4 “¿Quién de voso-tros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 5 Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hom-bros, muy contento; 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: ‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me ha-bía perdido’. 7 Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. 8 O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no en-ciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? 9 Y, cuando

la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: ‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido’. 10 Os di-go que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”.11 También les dijo: “Un hombre tenía dos hijos; 12 el menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la fortuna’. El padre les repartió los bienes. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.14 Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. 15 Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. 16 Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP

Page 11: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      11

I — Una concepcIón eqUIvocada de la jUstIcIa y de la mIserIcordIa

Los hombres suelen juzgar las actitudes aje-nas, en general, con el siguiente criterio: ¿Ha ac-tuado bien?, se merece un premio y estima. ¿Ha actuado mal?, entonces se merece un castigo y el rechazo. Este modo de pensar, además de man-char la pureza de intención de las buenas obras y llevar a la persona a hacer el bien por el mero in-terés de recibir una recompensa, crea en el alma las condiciones favorables para el desarrollo de toda clase de vicios, sembrados por el amor pro-pio herido, como la venganza, el resentimiento y el rencor. En consecuencia, en la relación con Dios muchos se basan en la misma concepción y lo imaginan como un legislador intransigente, a quien la menor infracción encoleriza y mueve a descargar de inmediato sobre el culpable el me-recido castigo. También según este criterio la be-nevolencia divina tan sólo se manifestaría —en forma de bendiciones, consolaciones y otros fa-vores sobrenaturales— sobre aquellos que mere- “El hijo pródigo” - Catedral de San Julián, Le Mans (Francia)

Fran

cisc

o Le

caro

s

17 Recapacitando entonces, se dijo: ‘Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. 18 Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; 19 ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros’.20 Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. 21 Su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.22 Pero el padre dijo a sus criados: ‘Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; 23 traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezaron a celebrar el banquete.

25 Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Este le contestó: ‘Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud’.28 Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. 29 Entonces él respondió a su padre: ‘Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; 30 en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado’.31 Él le dijo: ‘Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; 32 pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado’” (Lc 15, 1-32).

Page 12: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

12      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Jesús mani-festó con largueza, durante su vida mortal, su deseo de salvar, aco-giendo indul-gentemente a los pecadores arrepentidos que acu-dían a Él

cen ser recompensados por haber cumplido los Mandamientos de modo eximio.

Ahora bien, ésa es una visión muy deforma-da de la perfección infinita de Dios, porque le atribuye una justicia según los limitados crite-rios humanos e ignora su misericordia. Y en Él éste atributo es tan vigoroso que llega a vencer a la propia justicia. Una prueba de la insupera-ble fuerza de su compasión son las palabras que le dirigió a nuestros primeros padres después del pecado original: antes de sentenciar las pe-nas a las que la naturaleza humana estaría su-jeta en la tierra de exilio, les promete la veni-da de un Salvador, nacido de la descendencia de Adán (cf. Gn 3, 15). Apenas el hombre acababa de pecar y ya el Señor le garantizaba el perdón. Así, parafraseando la afirmación de San Juan, podríamos decir que en el fiat de María Santísi-ma, el perdón de Dios se hizo carne y habitó en-tre nosotros (cf. Jn 1, 14).

Jesús manifestó con largueza, durante su vida mortal, su deseo de salvar, acogiendo indulgente-mente a los pecadores arrepentidos que acudían a Él confiados de encontrar el perdón. Sin embar-go, la misma misericordia que tanto atraía a unos, despertaba una feroz indignación en otros...

II - la mIserIcordIa pUesta en parábolas

En aquel tiempo, 1 solían acercarse a Je-sús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. 2 Y los fariseos y los escri-bas murmuraban, diciendo: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”.

Para entender a fondo el motivo de esa ob-jeción, basta considerar que los fariseos y los maestros de la Ley eran un claro ejemplo de la deformada mentalidad a la que nos hemos refe-rido. Para ellos “Dios es sobre todo Ley; se ven en relación jurídica con Dios y, bajo este aspec-to, a la par con Él”,1 comenta el Papa Benedicto XVI. Según ese mismo criterio también exami-naban a los demás, discriminando como pecado-res —y como tales, objeto de la ira divina y del desprecio de los hombres— a todos los judíos negligentes en el cumplimiento de las prescrip-ciones legales relativas a la pureza ritual o ali-mentaria. Incluían en la misma categoría a los publicanos, porque, además de colaborar con el dominio pagano ejercido por Roma, a menu-

do eran deshonestos recaudando los impuestos y extorsionaban en su propio beneficio. Sin em-bargo, los paganos eran el blanco principal de rechazo, debido a la idea errónea, muy difundi-da entre los judíos, de que la elección divina del pueblo hebreo era sinónimo de la condenación eterna de todas las demás naciones. Por lo tan-to, si para los israelitas no observantes de la Ley y para los cobradores de impuestos aún existía una lejana posibilidad de salvación, si se arre-pintiesen y se reconciliasen con Dios, tal hipó-tesis no se aplicaba a un extranjero, por el sim-ple hecho de no ser beneficiario de las prome-sas hechas a los patriarcas.

Nada podía contundir de un modo tan vehe-mente esa mentalidad como la manera de pro-ceder del Señor. La curación del siervo del cen-turión romano (cf. Lc 7, 1-10; Mt 8, 5-13), la pe-cadora perdonada en casa de Simón, el fariseo (cf. Lc 7, 36-50), y la incorporación de un recau-dador de impuestos al Colegio Apostólico con la vocación de Leví (cf. Mt 9, 9-17; Mc 2, 13-22; Lc 5, 27-39) son algunos ejemplos de actitudes que escandalizaban a los fariseos, para cuyos oí-dos sonaban como blasfemias las palabras: “No he venido a llamar a los justos, sino a los peca-dores a que se conviertan” (Lc 5, 32). Por ese motivo, trataban todo el tiempo de mostrar su implacable oposición a Él, conforme nos lo na-rra el comienzo del Evangelio de este domingo.2

Sin embargo, como Jesús deseaba salvar a to-dos —incluso a los fariseos y a los maestros de la Ley—, la respuesta a tales objeciones fue una tríada de parábolas, que San Lucas registra co-mo un mismo argumento presentado sucesiva-mente con diferentes ropajes. El objetivo del Señor en cada una de ellas no sólo era incenti-var a los pecadores que lo escuchaban a confiar en el perdón, sino también convencer a los opo-sitores acerca de la necesidad de la misericor-dia, sin la cual nadie puede salvarse.

La oveja descarriada3 Jesús les dijo esta parábola: 4 “¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pier-de una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la desca-rriada, hasta que la encuentra?”.

El pastor y el rebaño, realidades tan comu-nes en la sociedad judaica de aquella época, ad-quieren en esta parábola su más elevado sim-

Page 13: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      13

Además de no castigar a la oveja extraviada cuando la encuentra, el pastor la trata con extremado cariño

bolismo. Aunque dicha imagen ya había si-do utilizada en el Antiguo Testamento pa-ra representar el celo de Dios por su pueblo (cf. Ez 34), los detalles que el divino Maestro añade subliman la fuerza de su expresividad a fin de hacerla significación del misterio de la Redención.

En primer lugar, al mencionar la cantidad exacta de ovejas, el Señor “se refiere a toda la multitud de las criaturas racionales que le están subordinadas, porque el número cien, compuesto de diez decenas, es perfecto. Pe-ro de éstas se ha perdido una que es el géne-ro humano, que habita en la tierra”,3 explica San Cirilo. En la vida cotidiana, el pastor se aflige enormemente cuando nota que le falta una oveja y, dejando de lado el rebaño, no es-catima esfuerzos por recuperar la descarriada, concentrando en ella toda su atención. La ac-titud de Dios en la Redención es análoga: al encarnarse, el Hijo dejó en el Cielo “innume-rables rebaños de ángeles, arcángeles, domi-naciones, potestades, tronos”,4 para rescatar en la tierra a la humanidad perdida por el pecado.

La alegría del pastor al encontrar la oveja5 “Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: ‘¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido’”.

Además de no castigar a la extraviada cuan-do la encuentra, el pastor la trata con extrema-do cariño y la carga sobre los hombros, con un cuidado que no ha tenido con ninguna de las ovejas obedientes. Este desvelo representa las caricias del perdón restaurador de Dios desti-nado a los pecadores arrepentidos: en lugar de castigarlos por las ofensas recibidas y así satis-facer el clamor de la justicia, prefiere manifes-tar su omnipotencia atendiendo al llamamiento de la misericordia. Es el infinito deseo de salvar, que incluso reemplaza a la maldad humana, co-mo enseña San Gregorio Magno: “Nos hemos apartado de Él, y no obstante, Él no se aparta. [...] Hemos vuelto la espalda a nuestro Creador, y, con todo, nos aguanta; nos llama benigno a los que, soberbios, nos hemos vuelto contra Él, y, pudiendo castigarnos por la espalda, promete recompensarnos para que volvamos”.5

No obstante, al considerar esta parábola, nuestra primera atención debe centrarse en la efusiva alegría del pastor al recuperar la oveja y la invitación que hace a otros para regocijar-se con él. Ése es el principal detalle de la narra-ción, con el que el Señor quiere mostrar el agra-do de Dios al encontrar un alma dócil a la ac-ción de la gracia que, a pesar de haberse desvia-do del camino de la virtud, se abandona al cui-dado del Buen Pastor y se deja reconducir por Él. Esta flexibilidad es la única exigencia para perdonar y restaurar al pecador. Así, el alma se llena de felicidad al verse nuevamente en orden con Dios y en paz con su conciencia y le da al Señor la alegría de poder manifestar su miseri-cordia. Y, por consiguiente, de ese regocijo par-ticiparán todos los que lo aman de verdad.

7 “Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nue-ve justos que no necesitan convertirse”.

El pecador y los noventa y nueve justos, se-gún algunos autores, simbolizan respectivamen-te la humanidad y los ángeles, ya que tan sólo éstos son “justos que no necesitan convertirse”. Al destacar la desproporción entre unos y otros, el Maestro nos da una preciosa enseñanza acer-ca de la superioridad numérica del mundo an-

“La oveja perdida” - Parroquia de San Juan Bautista, Obereschach (Alemania)

And

reas

Pra

efck

e

Page 14: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

14      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Cambió la inocencia del hogar por una vida disoluta. Una expresiva imagen de todos los bautizados que abandonan el estado de gracia al cometer una falta grave

gélico, el cual “sobrepasa el limitado campo de nuestros números físicos”.6

Por otro lado, vemos la fuerza del perdón: sus efectos repercuten en los ángeles, causándoles más júbilo que su propia perseverancia. Es un in-centivo para no desesperarse nunca cuando, arre-pentidos, nos damos cuenta de que nos hemos ale-jado del rebaño por seguir nuestras malas inclina-ciones. En el sacramento de la Penitencia nos está esperando el mismo Jesús, dispuesto a cargarnos sobre sus hombros con todas nuestras miserias.

Un ejemplo para el público femenino8 “O ¿qué mujer que tiene diez mone-das, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cui-dado, hasta que la encuentra? 9 Y, cuan-do la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: ‘¡Alegraos conmi-go!, he encontrado la moneda que se me había perdido’. 10 Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”.

Sin duda, la presencia femenina entre el pú-blico que asistía a la predicación del Señor era considerable. Por eso compone una segunda pa-rábola adaptando la trama anterior a una situa-ción en la cual la protagonista es un ama de ca-sa, responsable por la administración de la eco-nomía doméstica, según las costumbres judai-cas. Al emplear todas sus energías para recupe-rar la moneda perdida, esa mujer es presenta-da por Jesús como imagen del incansable empe-ño de Dios en querer “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2, 4). Cristo, que sufrió la Pasión y murió en la cruz para redimir a la humanidad, nos ama a cada uno de nosotros individualmente. Un al-ma, aunque parezca insignificante junto a los in-agotables tesoros de su omnipotencia, es una “monedita” de valor infinito, pues vale el precio de su Preciosísima Sangre. Una vez más, el Sal-vador resalta el júbilo que causa en los ángeles la conversión de “un solo pecador”.

Narradas por el divino Maestro, esas escenas cotidianas de la vida pastoril y doméstica hacen más accesible a nuestra comprensión el sublime misterio del amor de un Dios que, haciéndose hombre, “ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10).

III - la parábola del padre perfecto

A semejanza de un buen vino, cuyo cambian-te sabor sorprende al paladar con cada degus-tación, de modo que los que lo aprecian nunca pueden afirmar que lo conocen completamen-te, la tercera parábola que el Señor narra en esta ocasión posee tanta riqueza de enseñanzas que siempre nos aporta nuevos aspectos a ser consi-derados. Es el conocido drama del hijo pródigo, una de las páginas más hermosas de la Sagrada Escritura. Habiendo sido ya tratada en este ciclo litúrgico, con ocasión de la Cuaresma,7 hoy se nos presenta una vez más desde otra perspectiva.

El padre reparte los bienes11 También les dijo: “Un hombre tenía dos hijos; 12 el menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la fortuna’. El padre les repartió los bienes”.

El padre se llevaría un profundo disgusto, sin duda, cuando recibió la petición de su hijo me-nor. Además de revelar la intención de abando-nar la casa paterna —pues sólo en este caso se hacía el reparto de la herencia antes de la muerte del padre—,8 la solicitud confirmaba sus temores a respecto de ese hijo en cuya alma ya había dis-cernido la agitación de las pasiones desordena-das. Veía, con dolor, las sinuosas sendas por las que el joven se adentraría; sin embargo, dándo-se cuenta de que era imposible hacerlo desistir de sus propósitos, no hizo nada para impedirlo y le entregó la parte de la fortuna que le corres-pondía. Exactamente así es como Dios actúa con nosotros: nos concede en abundancia sus gracias y dones, a pesar de conocer en su omnisciencia el mal uso que podemos hacer de esos bienes, sea valorándolos poco, sea descuidándolos o incluso usándolos para pecar.

La paciencia: uno de los nombres de la misericordia13 “No muchos días después, el hijo me-nor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortu-na viviendo perdidamente”.

El hijo cambió la inocencia del hogar por una vida disoluta. Una expresiva imagen de todos los bautizados que abandonan el estado de gra-cia al cometer una falta grave, despreciando la condición de hijos de Dios. Despilfarran el teso-

Page 15: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      15

El joven, en otro tiempo rico, pasó a ser un hambriento indigente, cuya desesperada situación le llevó a aceptar el humilde trabajo de porquerizo

ro sobrenatural que el Padre celestial les ha en-tregado y prefieren el placer fugaz del pecado a la felicidad de convivir con Dios y con María Santísima en la eternidad.

Por su parte, el padre no se olvidó en ningún momento del joven y continuamente elevaba al Cielo afligidas oraciones por su conversión, pues nunca perdió las esperanzas de volver a verlo. Dios reacciona con igual indulgencia con noso-tros cuando le ofendemos y, en su bondad, nun-ca nos desampara, ni siquiera cuando nos ale-jamos de Él por el pecado. Reflexionando so-bre esa clemencia, escribe San Alfonso de Ligo-rio: “Si hubierais insultado a un hombre como in-sultasteis a Dios, aun siendo vuestro mejor ami-go o hasta vuestro propio padre, no habría teni-do más remedio que vengarse. Cuando ofendíais a Dios, podía haberos castigado al instante; vol-visteis a ofenderle, y Dios, en vez de castigaros, os devolvió bien por mal, os conservó la vida, os rodeó de todos sus cuidados providenciales, apa-rentó no ver los pecados, y todo con el fin de ver si conseguía que os enmendaseis y cesaseis de in-juriarlo”.9 Por consiguiente, mientras las dos pa-rábolas precedentes resaltan la iniciativa de Dios en la conversión de los hombres, ésta ilustra otro aspecto de su misericordia, que se cifra en la pa-ciencia en esperar que “el pecador caiga en sí y Dios pueda perdonarlo y salvarlo”.10

En la extrema decadencia, recuerdo de la bondad del padre14 “Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y

empezó él a pasar necesidad. 15 Fue en-tonces y se contrató con uno de los ciu-dadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. 16 Desea-ba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada”.

El joven, en otro tiempo rico, pasó a ser un hambriento indigente, cuya desesperada situa-ción le llevó a aceptar el humilde trabajo de porquerizo. Esto es un símbolo de la completa miseria a la cual el pecado mortal reduce el al-ma, arrancándole todos los méritos y haciéndo-la merecedora del infierno, realidad mucho más terrible que la del hijo pródigo. “No hay catás-trofe ni calamidad pública o privada que pueda ser comparada a la ruina causada en el alma por un solo pecado mortal. El pecado mortal es co-mo un derrumbamiento instantáneo de nuestra vida sobrenatural, un verdadero suicidio del al-ma en la vida de la gracia”.11

No es raro, sin embargo, que Dios permita que el pecador caiga en ese ínfimo estado pa-ra que luego la añoranza de la inocencia perdi-da nazca en su alma.

17 “Recapacitando entonces, se dijo: ‘Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. 18 Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cie-lo y contra ti; 19 ya no merezco llamar-me hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros’”.

Sólo entonces, en medio de la amarga frus-tración del pecado, empezó a reflexionar, com-parando la miseria en la que se encontraba con la abundancia de la casa paterna. Le vino a la memoria la bondad y el afecto de su padre, los bienes más grandes perdidos con la desordena-da vida que había llevado. Sus palabras reflejan tal disposición de alma, ya que se refieren no a un mero regreso al hogar, sino al deseo de po-nerse de nuevo bajo ese amparo: “Me pondré en camino adonde está mi padre”.

No obstante, nunca se habría decidido a abandonar el pecado si en su alma no existiera la acción de la gracia, porque es imposible que el hombre se convierta movido únicamente por

“El hijo pródigo cuidando cerdos”Catedral de San Julián, Le Mans (Francia)

Fran

cisc

o Le

caro

s

Page 16: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

16      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

La buena disposición espiritual con la que el joven se presentaba, reconociendo su error con humildad, fue sufi-ciente para que el cora-zón paterno desbordase de gozo

su propia fuerza de voluntad, como subraya San Agustín: “Nadie se arrepentiría de su pecado si no fuera por algún llamamiento de Dios”.12

La inesperada acogida20 “Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las en-trañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos”.

Es muy probable que en varias ocasiones el padre sintiese reavivarse sus esperanzas a res-pecto del regreso de su hijo. Entonces se dirigi-ría a un lugar donde podía divisar los caminos de la región y pasaría allí un largo rato rezando, en una confiada espera... Hasta el día en que “lo vio y se le conmovieron las entrañas”. Andrajoso y con la fisonomía desfigurada por la vida de pe-cado, el joven había cambiado mucho desde la última vez que su padre lo vio. Pero mucho más profunda era su transformación interior. Salió de casa orgulloso y creyéndose autosuficiente; vol-vía humilde, consciente de su propia debilidad y confiando en la bondad de su padre. Éste, que fue corriendo a su encuentro, enseguida notó el cambio, pero venciendo la repugnancia que la apariencia miserable de su hijo le causaba no du-dó en manifestarle su afecto con profusión.

Esta enternecedora escena narrada por Je-sús representa, de manera elocuente, la acogida que el Padre celestial da a las almas arrepentidas, que no es otra cosa que la vigorosa manifestación de su amor infinito. “¡Con cuánta ternura abraza Dios al pecador que se convierte! […] Es el Pa-dre que, cuando retorna el hijo perdido, sale a su encuentro, lo abraza, lo besa, y, al recibirlo, no puede contener la alegría que lo embarga. […] Dios afirma que, ni bien el pecador se arrepien-te, ya le son perdonados sus pecados y se olvida de ellos, como si nunca le hubieran ofendido”,13 destaca San Alfonso de Ligorio.

La alegría por el regreso de su hijo21 “Su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no merez-co llamarme hijo tuyo’.22 Pero el padre dijo a sus criados: ‘Sa-cad enseguida la mejor túnica y vestídse-la; ponedle un anillo en la mano y san-

dalias en los pies; 23 traed el ternero ce-bado y sacrificadlo; comamos y celebre-mos un banquete, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y em-pezaron a celebrar el banquete”.

La buena disposición espiritual con la que el joven se presentaba, reconociendo su error con humildad, fue suficiente para que el corazón paterno desbordase de gozo y lo llevase a hacer los preparativos de una gran celebración. En es-te pasaje el Señor también nos enseña, al acen-tuar por tercera vez la alegría que Dios —per-sonificado aquí por ese padre— tiene al perdo-nar, cómo el verdadero arrepentimiento puede conceder al alma un grado mayor de gracia que el perdido por el pecado,14 porque el hijo nunca había sido honrado con una fiesta de tal porte cuando vivía en casa antes de pervertirse.

Aún en este fragmento, nuestra atención se dirige a un pequeño detalle: ¿cuál era la proce-dencia del traje que el padre pide que traigan para vestir a su hijo, en sustitución de los andra-jos con los cuales se cubría, ya que el joven ha-bía juntado “todo lo suyo” antes de marcharse? Tal vez haya sido cogido de las pertenencias del hijo mayor... En este caso, se aplicaría la afir-mación del Maestro: “Al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene” (Mc 4, 25). Vemos, pues, que aunque el benja-mín estuviese en la miseria, tenía algo que ha-cía mucho el primogénito había dejado de po-seer, un bien inestimable: el amor por su padre. Los próximos versículos ofrecen datos ilustrati-vos que confirman tal hipótesis.

Un hijo sin amor por su padre25 “Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Este le contestó: ‘Ha vuelto tu herma-no; y tu padre ha sacrificado el ternero ce-bado, porque lo ha recobrado con salud’. 28a Él se indignó y no quería entrar,”...

Es comprensible que, en un primer momen-to, el impacto de la fiesta despertase cierta in-dignación en el hijo mayor, por venirle el re-cuerdo de la ingratitud de su hermano para con

Page 17: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      17

El primogénito es el pecador oculto, con una fisonomía tranquila y con actitudes exteriores conformes a la virtud

el padre y el profundo disgusto que éste había sufrido a causa de ello. No obstante, al enterar-se del júbilo en que ahora se encontraba su pa-dre por el regreso de su hermano, debería ha-ber controlado inmediatamente tal sentimiento y, demostrando una consonancia afectiva con su progenitor, haber entrado en seguida a la fiesta.

Pero su reacción fue otra muy distinta. ¿Qué la habría motivado? Desde una perspectiva hu-mana, el primogénito habría actuado con más astucia que el otro al quedarse en el hogar mientras su hermano se lanzaba a correr los riesgos del mundo. Servía a su padre por inte-rés, en una situación muy cómoda, pues tenía cubierta todas las necesidades materiales, y vi-vía en casa más como huésped que como hijo. Su obediencia a la autoridad paterna se funda-ba en motivos de conveniencia y no de afecto fi-lial. Aunque estaba físicamente cerca de su pa-dre, se encontraba separado de él por las géli-das distancias de la indiferencia. El Señor seña-la esta disposición de ánimo cuando dice que el joven “estaba en el campo”, es decir, “trabajan-do y sudando en las obras terrenas, lejos de la

gracia del Espíritu Santo, ajeno a los designios de su padre”,15 explica San Jerónimo.

Conjeturas sobre la actitud del primogénito

Es probable, dado su desamor, que se hubiera quedado en casa por la ambición de apropiarse del resto de la fortuna cuando falleciese su progenitor. Y mientras que el más joven se había ido a derrochar sus bienes en “un país lejano” escapando de la mirada paterna, el primogénito también hacía mal uso de los bienes de la familia, bajo las apariencias de una conducta correcta, tratando de ocultarle a su padre las sinuosas sendas por las que se había metido. Así pues, el enojo que le causó el regreso de su hermano, ¿no sería la manifestación de una conciencia pesada y de un alma amargada por las frustraciones del pecado, que se consumía de envidia viendo al otro gozar de las alegrías del perdón? ¿Su cólera no habría aumentado aún más al pensar que la reintegración de su hermano al núcleo familiar impediría la realización de su codicia, lo que implicaría en una nueva división de bienes entre los dos herederos?

Por consiguiente, aunque la interpretación clásica de esta parábola considera a los dos hi-jos, respectivamente, como una imagen del pue-blo judío y de los gentiles,16 existe una dimen-sión de significado mucho más amplia en am-bas figuras. El benjamín es el pecador público que no esconde sus desórdenes y que, para apa-ciguar su conciencia, procura olvidarse de Dios alejándose de todo lo que pueda reavivarle su memoria. El primogénito es el pecador ocul-to que a los ojos de los hombres aparece como justo, con una fisonomía tranquila y con actitu-des exteriores conformes a la virtud; pero por dentro está repleto de hipocresía y crueldad (cf. Mt 23, 28).

28b... “pero su padre salió e intentaba persuadirlo. 29 Entonces él respondió a su padre: ‘Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabri-to para tener un banquete con mis ami-gos; 30 en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado’”.

“El regreso del hijo pródigo” (Detalle) Iglesia de Trinità dei Monti, Roma

Ric

ardo

Cas

telo

Bra

nco

Page 18: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

18      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Si establecemos un paralelo entre la humanidad actual y el hijo pródigo, veremos con tristeza que no está muy lejos de la etapa en la que el joven quiso alimentarse con las bellotas de los cerdos

Esta insolente respuesta confirma que no se trata de una rebelión contra los desvaríos de su hermano, sino contra la benevolente acogida de su padre. Considerándose digno de recompensa y el otro merecedor de castigo, se sentía tratado injustamente al ver que la bondad paterna actua-ba de manera diferente, no sólo por perdonar al culpable, sino también por dar muestras de ex-tremo afecto. Ésta es la típica reacción de los que nunca han experimentado los efectos del perdón y no pueden entender la misericordia con la que son tratados los demás. Cabría al padre respon-derle a ese hijo envidioso con las mismas pala-bras que Jesús puso en los labios del dueño de la viña cuando se dirigió a los obreros inconformes con la generosa paga de los trabajadores de la úl-tima hora: “¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” (Mt 20, 15). No obstante, el padre, incluso esta irrespetuosa acu-sación, la rebate con benignidad.

Una advertencia a los que rechazan la misericordia31 Él le dijo: ‘Hijo, tú estás siempre con-migo, y todo lo mío es tuyo; 32 pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muer-to y ha revivido; estaba perdido y lo he-mos encontrado’”.

Aquí aparece un nuevo matiz de la bondad pa-terna: aclarándole el auténtico motivo de la fiesta —no era un homenaje a los vicios de quien había sido hasta entonces despilfarrador, sino la celebra-ción de su regreso—, “hace caso omiso de lo que el hijo afirma sobre que no ha quebrantado uno solo de sus mandamientos. El padre no confirma ser verdad lo que el hijo había dicho, sino que tra-

ta de calmar por otro lado su ira: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo’”.17 Así pues, demuestra que cono-cía el camino ajeno a la virtud por el que andaba su hijo y, al mismo tiempo, cómo éste era objeto de su paciencia misericordiosa, porque aguantaba su hipocresía y desamor en el día a día, esperando con confianza una regeneración.

Concluyendo la parábola, Jesús reprende tá-citamente a los fariseos y a los maestros de la Ley, al señalarles la necesidad de ajustar siempre sus propios criterios de acuerdo con la acción de Dios y nunca analizar ésta según la mezquina vi-sualización humana. Y, en las entre líneas de la narración, les estaba haciendo una advertencia, a ellos y a todos los que se cierran al perdón: Co-nozco vuestros pecados desde siempre, y deseo perdonaros como perdono a éstos que recurren a mí. Pero rechazáis recibir mi compasión y os rebeláis al ver cómo otros se benefician de ella. Al actuar así ponéis en riesgo vuestra salvación, pues a los que rechazan la misericordia en esta vida les está reservada mi justicia en la eternidad.

Iv - conclUsIón

La secuencia de parábolas presentada en el Evangelio de este vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario surge ante nosotros como un prisma a través del cual la Historia de la Salva-ción adquiere un colorido especial. Para resca-tar a la humanidad perdida por el pecado, el Buen Pastor asumió nuestra naturaleza, murió en la cruz e hizo que de su costado abierto por la lanza naciera la Iglesia, el verdadero rebaño de Cristo, en el que los hombres son introduci-dos por las aguas del Bautismo, concediéndoles la suprema dignidad de hijos de Dios. Dóciles a la gracia, los hombres dieron frutos a la altura de su condición de herederos del Cielo y cons-

1 BENEDICTO XVI. Jesús de Naza-ret. Primera parte. Desde el Bautis-mo a la Transfiguración. Bogotá: Planeta, 2007, pp. 252-253.

2 El espíritu crítico, del que daban muestras los fariseos en diversas circunstancias, está insinuado en el original griego. El tiempo ver-bal usado por San Lucas es el im-perfecto διεγόγγυζον, indicando una continuidad de acción. No se trataba de un acto, sino de una ac-titud constantemente objetante.

3 SAN CIRILO, apud SANTO TO-MÁS DE AQUINO. Catena Au-rea. In Lucam, c. XV, vv. 1-7.

4 SAN AMBROSIO. Tratado sobre el Evangelio de San Lucas. L. VII, n.º 210. In: Obras. Madrid: BAC, 1966, v. I, p. 456.

5 SAN GREGORIO MAGNO. Ho-miliæ in Evangelia. L. II, hom. 14, n.º 17. In: Obras. Madrid: BAC, 1958, p. 722.

6 DIONISIO AREOPAGITA. La Je-rarquía Celeste. C. XIV, 321 A. In: Obras Completas. Madrid: BAC, 1990, p. 175.

7 Cf. CLÁ DIAS, EP, João Scogna-miglio. O Filho Pródigo: Justiça e Misericórdia. In: Arautos do Evangelho. N.º 27 (Marzo, 2004); pp. 6-11; Comentario al Evange-lio del IV Domingo de Cuaresma – Ciclo C, del volumen V de esta colección.

Page 19: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      19

Dios tratará como hijos predilectos a los que se entreguen sin reservas y promoverá la celebración inaugural de un nuevo régimen de gracias en el plan de la salvación

truyeron una civilización arraigada en las ense-ñanzas del Evangelio.

Sin embargo, con el paso del tiempo la huma-nidad comenzó a menospreciar esa filiación divina y se fue alejando del Padre celestial. En nuestros días son muchos los que viven como si Él no exis-tiera. Al entregarse al pecado dilapidan los teso-ros que les habían sido confiados con la venida de Jesucristo al mundo y andan de desvarío en des-varío. Si establecemos un paralelo entre la huma-nidad actual y el hijo pródigo, veremos con triste-za que no está muy lejos de la etapa en la que el joven, reducido a la completa miseria, quiso ali-mentarse con las bellotas de los cerdos. Dios per-mite que los hombres caigan en los horrores de un mundo contrario a la virtud porque está espe-rando pacientemente el momento oportuno pa-ra concederles, a través de una acción del Espíri-tu Santo, las luces de su misericordia. Dicha ac-ción les hará ver con claridad su deplorable estado y despertará en ellos la añoranza de las maravillas de la gracia, abandonadas hace ya muchos siglos.

Los símbolos, no obstante, siempre claudi-can en relación con la realidad, y la fe nos ha-ce creer que el futuro de los hombres supera-rá con creces el desenlace de la parábola, sobre todo a causa de un elemento. En la narración no aparece una figura que tiene un papel funda-mental en la Historia: María Santísima, a quien Dios constituyó Abogada y Refugio de los peca-dores, Madre de los hombres. Cuando la huma-nidad pródiga emprenda el camino de vuelta, esta Madre vendrá a su encuentro y la recibirá con inconmensurable bondad. Así pues, bastará con que le sea dirigida esta humilde y confiada súplica: hemos pecado contra el Cielo y contra ti; ya no merecemos llamarnos hijos tuyos. Trá-tanos como a uno de tus siervos. Entonces Ella misma intercederá ante su Hijo llevándole esa

petición de clemencia. En el momento en que los hombres se presenten delante del trono de la Divina Misericordia, poniéndose en la condi-ción de esclavos de la Sabiduría Eterna y Encar-nada, por las manos de María, estará concedido el perdón restaurador.

Y así como el padre festejó al joven arrepenti-do, Dios tratará como hijos predilectos a los que se entreguen sin reservas y promoverá la celebra-ción inaugural de un nuevo régimen de gracias en el plan de la salvación: el Reino de María, era histórica de la misericordia, constituida por al-mas que, reconociéndose pecadoras, se habrán dejado transformar por la fuerza del perdón.

“Nuestra Señora de los Milagros” Parroquia de San Ginés, Madrid (España)

Vic

tor

Toni

olo

8 Cf. SÁENZ, SJ, Alfredo. Las Pará-bolas del Evangelio según los Pa-dres de la Iglesia. La misericor-dia de Dios. 2.ª ed. Guadalajara: APC, 2001, pp. 160-161.

9 SAN ALFONSO MARÍA DE LI-GORIO. Obras Ascéticas. Madrid: BAC, 1954, t. II, p. 697.

10 Ídem, p. 698.11 ROYO MARÍN, OP, Antonio. Teo-

logía de la salvación. 3.ª ed. Ma-drid: BAC, 1965, pp. 68-69.

12 SAN AGUSTÍN. Epistolæ ad Ro-manos inchoata expositio, n.º 9. In: Obras. Madrid: BAC, 1959, v. XVIII, p. 76.

13 SAN ALFONSO MARÍA DE LI-GORIO, op. cit., pp. 699-700.

14 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUI-NO. Suma Teológica. III, q. 89, a. 2.

15 SAN JERÓNIMO. Epistola ad Damasum XXI, 28. In: Cartas. Madrid: BAC, 1962, v. I, p. 143.

16 Cf. SAN BEDA. In Lucæ Evan-gelium. L. IV, c. XV: ML 92, 526; SAN JERÓNIMO, op. cit., 27, pp. 142-149; SAN AGUSTÍN. Sermo CXXXVI, n.º 8. In: Obras. Madrid: BAC, 1952, v. X, pp. 520-521; SAN AMBROSIO, op. cit., pp. 470-472.

17 SAN JERÓNIMO, op. cit., 34, p. 146.

Page 20: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

20      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

¿Cómo surgió la Biblia?

Un largo y maravilloso itinerario recorrido por la razón humana iluminada por la fe, y asistida por la gracia y por los carismas del Espíritu, hizo posible definir con divina autoridad la “regula fidei” de la Sagrada Escritura.

ucho se habla so-bre la Biblia, pero ¿cuántos la cono-cen en profundi-

dad? La generalidad de los católicos —incluso los considerados practi-cantes—, ¿sabrá cómo surgieron los libros sagrados, qué criterio de se-lección se ha seguido y con qué au-toridad fueron adoptados o rechaza-dos? Vemos, pues, que unas aclara-ciones al respecto son del todo opor-tunas para el conjunto de los fieles.

Antiguo y Nuevo Testamento

La Biblia, como sabemos, es el conjunto de los escritos o libros del Antiguo y del Nuevo Testamen-to con los que Dios se reveló a los hombres. También son denomina-dos Sagrada Escritura o Letras Sa-gradas y constituyen un solo y úni-co libro cuyo contenido es la Palabra de Dios. Aunque sean producto de autores humanos —los hagiógrafos, escritores sagrados— fueron redac-tados bajo la inspiración del Espíritu Santo y, por lo tanto, son verdadera-

D. Arnóbio José Glavam, EP

MTim

othy

Rin

g

Page 21: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      21

mente la Palabra de Dios. Por eso se dice que la Sagrada Escritura es una obra conjunta entre hagiógrafos y el divino Paráclito.

Así pues, la Biblia se encuen-tra dividida en dos grandes partes: el Antiguo y el Nuevo Testamento.1 El primero contiene la Palabra de Dios dirigida al pueblo elegido de la primera Alianza y fue consigna-da en diversos escritos elaborados a lo largo de unos 900 años. El Nue-vo Testamento contiene, consigna-do por los Apóstoles y evangelistas, las enseñanzas con las que Jesucris-to completó y perfeccionó la Reve-lación Antigua, y el testimonio de su Muerte y Resurrección —el Miste-rio Pascual—, con el que abrió triun-falmente la Era de la Gracia, sellan-do así la Nueva y Eterna Alianza.

Y en el eje divino alrededor del cual giran ambos testamentos es-tá la persona de Jesucristo. En efec-to, en el Antiguo se le anuncia a Él: “las Escrituras [...] están dando tes-timonio de mí” (Jn 5, 39), dice el Se-ñor; y el Nuevo es la realización de ese anuncio. Esta verdad es expre-sada por San Agustín con el brillo y la concisión de su ingenio: “in Vete-re Novum lateat, et in Novo Vetus pa-teat” 2 — En el Antiguo está escon-dido el Nuevo, y en el Nuevo se re-vela el Antiguo.

Ahora bien, sabemos que antes de Cristo y, sobre todo, en la era cristiana vinieron a la luz numerosos escritos que supuestamente contenían la Pala-bra de Dios, y de ellos tan sólo un re-ducido número fue incluido en la rela-ción de los Libros Sagrados. ¿Por qué unos entraron y otros no? ¿Quién hi-zo esa selección y con qué autoridad? Estas cuestiones nos llevan a tratar un bellísimo tema: la formación del ca-non de los libros sagrados.

Admirable unanimidad forjada a lo largo de siglos

La palabra griega κανών (canon) tiene varios significados: regla de

medir, regla, norma y por extensión lista, relación. El Canon de la Sagra-da Escritura es, por lo tanto, la re-lación de los Libros Sagrados que componen la Biblia: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Sola-mente estos 73 gozan de la prerro-gativa de Palabra de Dios.

Larga y luminosa es la historia de la formación del Canon, es de-cir, de cómo la Divina Providencia fue disponiendo a lo largo de los si-glos las circunstancias y los espíritus para que la Santa Iglesia discerniera e identificara entre los diversos es-critos presentados como auténticos transmisores de la Palabra de Dios, cuáles eran de hecho inspirados y contenían infaliblemente las verda-des de la fe.

La dificultad estaba en el hecho de que, con el paso de los siglos, aparecieron un número determi-nado de escritos del Antiguo Testa-mento en el seno de las comunida-des religiosas israelitas. No todos, sin embargo, gozaban de igual res-peto y acatamiento. Algunos, des-de el principio, reflejaban antiguas y auténticas tradiciones con las que el pueblo de Dios se identificaba ple-namente. Con relación a otros, no existía esa aceptación general.

Una maravillosa acción de Dios condujo poco a poco a las comuni-dades judaicas a una opinión casi unánime en esa materia. Admirable obra de hecho, porque no se conocía en aquella época una autoridad in-falible, como la concedida por Jesu-cristo a su Iglesia, que pudiera reco-nocer y declarar el carácter sagrado e inspirado de esos libros.

En primer lugar, el Pentateuco, o Torah, fue reconocido muy pronto como la Palabra de Dios. A continua-ción, los Profetas; y los demás escri-tos fueron adquiriendo después el re-conocimiento normativo hasta cons-tituir colecciones, que contenían más o menos el actual conjunto de los li-bros del Antiguo Testamento.3

“El Señor en Majestad” con los cuatro Evangelistas (siglos XI-XII), Museo Metropolitano de Arte, Nueva York

En el eje divino alrededor del cual giran ambos testamentos está la persona de Jesucristo: en el Antiguo se le anuncia a Él; y el Nuevo es la realización de ese anuncio

Gus

tavo

Kra

lj

Page 22: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

22      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Discernir el mensaje evangélico de las falsas interpretaciones

En lo que respecta al Nuevo Tes-tamento, la situación es aún más ri-ca y compleja, si bien que más clara y fácil de ser acompañada. En deter-minado momento de la historia de la Iglesia primitiva, los Apóstoles y sus seguidores se dedicaron a la ta-rea de registrar por escrito gran par-te de lo que oralmente predicaban. Así surgieron los primeros libros.

Muy pronto, no obstante, se intro-dujeron herejías en medio de las co-munidades cristianas. Algunas pro-cedían de erróneas interpretacio-nes doctrinarias concebidas por cris-tianos judaizantes; otras, por lo que parece, de origen pagano, como las doctrinas llamadas gnósticas. Unas y otras llevaron a interpretaciones fal-seadas del mensaje evangélico.

En los primeros tiempos del cristia-nismo proliferaron escritos neotesta-mentarios, mezclándose, por tanto, los testimonios auténticos de los Apósto-les y de sus primeros seguidores con los otros de cuya veracidad se podía legítimamente dudar, porque no go-zaban de la garantía de procedencia apostólica (del tiempo de los Apósto-

les), o porque no eran objeto de credi-bilidad por parte de las iglesias.

También se introdujeron adapta-ciones o interpolaciones heréticas en algunos escritos con la pretensión de proceder de la época apostólica, pero de dudosa y sospechosa autoría.

Dado que la Iglesia, por medio del Espíritu Santo, recibió como le-gado las Escrituras, tanto del Anti-guo como del Nuevo Testamento, le cupo a ella discernir, reconocer y declarar, con la asistencia de ese mismo Espíritu, cuáles de entre los

En determinado momento de la his-toria, los Apóstoles y sus seguidores se dedi-caron a la tarea de registrar por escrito gran parte de lo que oralmente predicaban

“Los Evangelistas San Lucas y San Juan” - Museo San Pío V, Valencia (España)

Ser

gio

Hol

lman

n

numerosos escritos eran de hecho la Palabra de Dios.

El resultado de este trabajo lento y seguro de la Iglesia en la identifi-cación de los Libros Sagrados fue la creación del Canon.

La acción del Espíritu Santo

En esta paciente tarea de la Igle-sia se nota una triple acción del Es-píritu Santo.

Primero, el divino Paráclito actúa sobre las comunidades que acogie-ron la Palabra de Dios, que “en mu-chas ocasiones y de muchas mane-ras” habló “antiguamente a los pa-dres por los profetas” y “en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (cf. Hb 1, 1-2), formando e inspirando las tradiciones, propiciando que éstas sean conservadas en la memoria del pueblo, y disponiendo que la Pala-bra permanezca íntegra e inalterable. En segundo lugar, inspira a los hagió-grafos a poner por escrito el conteni-do de la Palabra de Dios transmitida al comienzo oralmente y consignada en las tradiciones; y a escribir “todo y sólo lo que Él quería”.4 Los autores sagrados se entregan, pues, a esta mi-sión. Finalmente, a través de la mis-

Page 23: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      23

Torah

GénesisÉxodoLevíticoNúmerosDeuteronomio

Profetas Anteriores

JosuéJuecesSamuel 1Samuel 2Reyes 1Reyes 2

Profetas Posteriores

IsaíasJeremíasEzequielOseas JoelAmósAbdías Jonás

MiqueasNahún HabacucSofoníasAgeoZacaríasMalaquías

Escritos

SalmosJobProverbiosRutCantar de los

CantaresEclesiastés

LamentacionesEster DanielEsdrasNehemíasCrónicas 1Crónicas 2

ma Tradición, es decir, lo que semper, ubique et ab omnibus fue objeto de fe, da a conocer a la Iglesia los escritos inspirados.

La definición del Canon, tanto del Antiguo como del Nuevo Tes-tamento es, por tanto, obra huma-na y divina de la Iglesia. Es decir, en cuanto que aplica criterios lógicos de sabiduría humana para discernir la autenticidad de los escritos vete-ro y neo testamentarios, pero tam-bién en cuanto que es asistida por el divino Espíritu Santo en la inter-pretación de los datos procedentes de tales recursos humanos. La labor aplicada e inteligente de una pléya-de de hombres de los primeros tiem-pos del cristianismo —los Santos Pa-dres— llevó a la Iglesia a un eleva-dísimo plano en el conocimiento de las Escrituras y la hizo discernir, por la acción del Espíritu Santo, precio-sos criterios para la selección y clasi-ficación de los Libros Sagrados.

El Canon veterotestamentario

Teniendo en cuenta el hecho de que los libros del Antiguo Testamen-to fueron escritos a lo largo de apro-ximadamente 900 años en hebreo, arameo y, en menor medida, en grie-go, y sin entrar en el interesante te-ma de la probable datación de tales escritos, ni de sus autores, puesto que rebasaríamos los límites naturales de este artículo dedicado a estudiar la formación del Canon, veamos a con-tinuación cómo los mencionados li-bros se hicieron conocidos.

Es cierto que algunas coleccio-nes parciales de escritos veterotes-tamentarios ya circulaban entre va-rias comunidades israelitas, tanto de Palestina como de la Diáspora, en el tiempo post-destierro, sobre todo en el período de los Macabeos, pero nos faltan datos históricos precisos a ese respecto.

Hacia el año 200 a. C. apareció por primera vez una amplia colec-

ción de los escritos veterotestamen-tarios, en griego, compuesta, según se decía, por 70 sabios judíos de Ale-jandría y por eso se le llama “Sep-tuaginta” o “de los Setenta”, o inclu-so “Alejandrina”, a menudo desig-nada por la sigla numérica “LXX”.

Sin embargo, no hay noticias de que se hubiera elaborado un Canon de los libros sagrados antes de la era cristiana. Junto a algunos libros re-conocidos por todos como sagrados, habían varios sobre los cuales exis-tía cierta indecisión, y algunos fran-camente contestados.

Las diversas versiones de las Es-crituras circulaban pacíficamente entre los judíos de Palestina y del ex-tranjero, pero la Septuaginta obtu-vo amplia aceptación entre unos y otros y era la más difundida en los primeros tiempos del cristianismo.

“La mayor parte de las citas del Antiguo Testamento atribuidas a Je-sús en los Evangelios corresponden al

Canon Breve (Hebraico)

Canon Largo, Alejandrino (Católico)Pentateuco

GénesisÉxodoLevíticoNúmerosDeuteronomio

HistóricosJosuéJuecesRutSamuel 1Samuel 2Reyes 1Reyes 2

Crónicas 1Crónicas 2EsdrasNehemíasEster JuditTobíasMacabeos 1Macabeos 2

SapiencialesSalmosProverbiosEclesiastésCantar de los

CantaresJobSabiduríaEclesiástico

ProféticosIsaíasJeremíasLamentacionesBarucEzequiel DanielOseas AmósMiqueas

JoelAbdíasJonásNahunHabacucSofoníasAgeoZacaríasMalaquías

Page 24: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

24      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Cuando los judíos decidieron cerrar su canon, era ya ampliamen-te aceptada en la Iglesia la versión de los Setenta

Pergamino masorético sin datación Museo Real de Ontario, Toronto (Canadá)

Gus

tavo

Kra

lj

texto de la versión de los Setenta”.5 El hecho de que esta versión sea la más citada en los Evangelios le confie-re innegable autoridad. También era la más usada por los judíos cristianos de los primeros tiempos, y gozaba de plena credibilidad en esos medios.

En el transcurso del primer siglo, la mayoría de los libros contenidos en la versión de los LXX fue pacífi-camente aceptada: son los llamados protocanónicos (de proto, primero, en griego). Sin embargo, otros que se prestaban a discusiones sólo fue-ron aceptados posteriormente: son los llamados deuterocanónicos (de deutero, segundo).

Al principio del siglo II —cuan-do la Iglesia ya tenía vida propia, in-dependiente del judaísmo, y en ella se daba amplia aceptación a la re-lación de libros de los LXX, lla-mada Canon Largo— las auto-ridades judías, por iniciativa de los rabinos fariseos, decidieron cerrar su canon y rechazar siete libros contenidos en la versión de los LXX,6 abrazando por tanto un canon reducido, llama-do Canon Breve.

No es disparatado admi-tir que el hecho de que los ju-díos abrazaran el Canon Breve se debió, entre otros motivos, a una necesidad de diferencia-ción frente al cristianismo.

Los datos históricos dispo-nibles indican que, muy proba-blemente, esa colección abra-zada por los rabinos —conoci-da también por el nombre de Texto Protomasorético— fue revisada más tarde, en la Edad Media, y provista con anotaciones y signos a manera de comentarios, por los masoretas ju-díos, maestros y representantes de la Massorah (Tradición) judaica, llegan-do a constituir el llamado Texto Ma-sorético, es decir, la actual Biblia he-braica.

Cuando los judíos decidieron ce-rrar su canon, era ya ampliamen-

te aceptada en la Iglesia, hacía más de un siglo, la versión de los Seten-ta, el Canon Largo. Así pues, el ca-non de los rabinos fariseos no tuvo sino un alcance restringido, limitado al ámbito de las comunidades judías remanentes.

La Iglesia primitiva, desde el prin-cipio, acató la versión de los Setenta, versión ésta que entre otras, como ya ha sido dicho, corría libremente en-tre los judíos, porque no había aún, entre ellos, una relación definida de los libros considerados sagrados. Por lo tanto, no heredó del judaísmo un canon definido, sino que fue ella quien lo definió, acogiendo todos los libros que constaban entre los LXX y también los llamados deuterocanóni-cos. De esta manera la versión de los

Setenta, el Canon Largo, fue abra-zada por el cristianismo, en su tota-lidad, desde sus primeros comienzos —con algunas dificultades circuns-tanciales,7 esclarecidas con el tiem-po— y gozó de plena autoridad entre los cristianos. El Concilio de Calce-donia (451 d. C) no hizo sino recono-cer una realidad ya vivida por el cris-tianismo hasta el siglo IV, pues aun-que el Canon veterotestamentario ya estuviese vivo en la Iglesia y los libros que vinieron a componerlo gozasen de gran autoridad entre los fieles, a excepción de algunas pocas comuni-dades orientales aisladas y sin mayor importancia, no se puede hablar aún de libros canónicos. Sólo a partir de esa fecha es cuando la colección de esos libros adquiere plena configura-

ción canónica.8 Y así permane-ció durante más de mil años.

Únicamente en el siglo XVI —¡un milenio y medio des-pués del nacimiento del cris-tianismo!— fue cuando dicha realidad fue negada. En efec-to, Martín Lutero y sus segui-dores decidieron rechazar ca-si 1.500 años de Tradición cris-tiana, naciendo así la Biblia Protestante.

Durante muchos siglos, por el camino de la Tradición apostólica, la Iglesia no sintió la necesidad de presentar una definición dogmática sobre el Canon sagrado, de tal forma la pax Christi no se veía seria-mente amenazada en esa ma-

teria. Las negaciones de Lutero en el siglo XVI y la intranquilidad sus-citada por ellas en el seno de la cris-tiandad fueron las que llevaron a la Santa Iglesia a manifestar en ese campo el poder que su divino Fun-dador le había conferido. Así, lo que estaba asentado como doctrina co-mún y corriente de la Iglesia desde el siglo IV y vivido por el cristianis-mo desde sus comienzos, fue obje-to de una formulación explícita en el

Page 25: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      25

Concilio de Florencia (1442) en el decreto Pro Iacobitis,9 y de una definición dogmá-tica en el Concilio de Trento (1564), reafirmada en el Con-cilio Vaticano I (1870).

Canon neotestamentario

Como hemos visto, la pre-dicación apostólica fue al principio exclusivamente oral, porque los Apóstoles salieron por el mundo a predicar, fieles al mandato del divino Maes-tro que les dijo “id y predicad” (cf. Mc 16, 15) y no “id y escri-bid”. Y no nos olvidemos de las dificultades de la época pa-ra conseguir libros, los cuales eran todos manuscritos, por lo tanto, costosos y de elabora-ción lenta.

Así pues, en el Período Apostólico (hasta el año 70) la Iglesia naciente no poseía aún escritos propios, sino sola-mente la “Ley y los Profetas”, o sea, el Antiguo Testamen-to, leído a la luz del mensa-je cristiano. Enseguida, no obstante, dos factores exigieron de los Após-toles y de sus primeros seguidores el recurrir a la escritura: la multiplica-ción de las comunidades en regiones muy distantes, gracias, sobre todo, al apostolado de San Pablo, y la apari-ción de las herejías. Sin embargo, du-rante mucho tiempo e incluso hasta el Período de los Padres Apostólicos, las tradiciones evangélicas eran más conocidas a través de la tradición oral que de la escrita.10 San Lucas da testimonio de eso: “Muchos han em-prendido la tarea de componer un re-lato de los hechos que se han cum-plido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servido-res de la palabra” (Lc 1, 1-2).

Esta lucha terminó por cristalizar en la Iglesia una idea que ya existía, latente, desde el Período Sub-apos-

tólico:11 la necesidad de un Canon cerrado.

En los tiempos de San Justino Mártir (siglo II) en Roma, el Nue-vo Testamento ya contenía dos ter-cios de lo que vino a ser su Canon definitivo. En el período siguiente

—de San Irineo, San Clemen-te de Alejandría, Orígenes— lo esencial del Canon defini-tivo ya había sido incluido en el Canon reconocido por San Irineo y por la Iglesia de la Galia: los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, algunas Cartas y el Apocalip-sis.

Precisamente San Irineo —una de las grandes figuras de la patrística— fue quien, ante el gnosticismo y, sobre todo, el marcionismo, desa-rrolló la doctrina cristiana, estableciendo magníficamen-te los fundamentos de la com-prensión de las Escrituras co-mo un todo único, coherente y armónico.

San Clemente de Alejan-dría y Orígenes presentaban una relación de 22 libros sobre los cuales, para ellos, no exis-tían dudas: los cuatro Evange-lios, los Hechos de los Apósto-les, las 14 Cartas paulinas, las primeras Epístolas de Pedro y

Juan y el Apocalipsis.12

Algunos escritos neotestamenta-rios, como hemos visto más arriba, parecen haber obtenido muy pron-to el reconocimiento canónico, ma-nifestado sobre todo por el uso li-túrgico que se fue haciendo de ellos. Son los llamados protocanónicos del Nuevo Testamento.

Otros, no obstante, ofrecieron cierta dificultad para ser aceptados y sólo después de un proceso rela-tivamente largo la autoridad de la Iglesia los incluyó en el Canon. Son los llamados deuterocanónicos del Nuevo Testamento —la Epístola a los Hebreos, la segunda de Pedro, la segunda y tercera de Juan, las epís-tolas de Santiago y Judas y el Apo-calipsis— lo que significa que en-traron en el Canon neotestamenta-rio solo después de algunas vacila-ciones, siendo aceptados, repetimos,

La predicación apos-tólica fue al princi-pio exclusivamente oral y, así, la Iglesia naciente no poseía aún escritos propios, sino solamente la “Ley y los Profetas”

“La predicación de San Pedro” Museo de Bellas Artes, Dijon (Francia)

Ser

gio

Hol

lman

n

Page 26: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

26      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

1 Término bíblico usado en el sentido de Alianza.

2 SAN AGUSTÍN. Quæstionum in Heptateuchum, l. 2, 73: ML 34, 623.

3 Los términos “Antiguo Tes-tamento” y “Nuevo Tes-tamento” fueron pues-tos en uso por el cristianis-mo: el primero procede de una expresión de San Pablo (2 Co 3, 14), y el segundo extraído de un oráculo de Jeremías (31, 31).

4 CONCILIO VATICANO II. Dei Verbum, n.º 11.

5 TREBOLLE BARRERA, Ju-lio. A Bíblia Judaica e a Bí-blia Cristã. 2.ª ed. Petrópo-lis: Vozes, 1999, p. 600.

6 Tobías, Judit, Baruc, Sabidu-ría, Eclesiástico, 1 y 2 Maca-beos, además de algunos pa-sajes de Ester y Daniel.

7 Algunos libros, los deutero-canónicos, fueron objeto de discusión entre las iglesias, pero en un segundo mo-

mento de la historia del Ca-non fueron aceptados pací-ficamente por la generali-dad del mundo cristiano.

8 Cf. TREBOLLE BARRERA, op. cit., p. 273.

9 Cf. DZ 1334-1335; 1501-1504; 3029.

10 KÖSTER, Helmut. Synoptis-che Überlieferung bei den Apostolischen Vätern. In: TREBOLLE BARRERA, op. cit., p. 277.

11 Período que siguió, inmedia-tamente, a los Apóstoles.

12 Véase que aunque el Apo-calipsis y la Carta a los He-breos no presentan dudas para Orígenes y San Cle-mente de Alejandría en cuanto a su autenticidad, só-lo más tarde estos libros se-rán considerados por la Iglesia como deuterocanó-nicos.

13 CONCILIO VATICANO II, op. cit., n. 21.

únicamente por la autoridad de la Iglesia.

La sabiduría divina supera cualquier previsión humana

A lo largo de casi 300 años, basa-do en la aceptación por las comuni-dades, animadas por el Sensus Fidei (el sentido de la fe), pero sobre to-do por el uso litúrgico, con el reco-nocimiento explícito de las autorida-des eclesiásticas —reunidas en síno-dos y concilios regionales o ecumé-nicos—, se fue definiendo un núcleo de libros de canonicidad segura e in-discutible.

Lutero también había rechaza-do los deuterocanónicos del Nue-vo Testamento, pero sus seguido-res no pudieron sustentar esa posi-ción y acabaron por admitirlos. De este modo la Reforma caía en la in-coherencia de negar la autoridad de la Iglesia en cuanto al Antiguo Tes-tamento y afirmarla en relación con en el Nuevo.

Así pues, de una forma divinamen-te sapiencial el Espíritu Santo va go-bernando la Santa Iglesia de una ma-nera nada racionalista y esquemática, definiendo sin prisas maravillas como el conjunto de los libros de la Sagra-

da Escritura, en los que “el Padre que está en los Cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos”.13

Este largo y maravilloso itinera-rio recorrido por la razón humana iluminada por la fe, y asistida por la gracia y por los carismas del Espíritu Santo, hizo posible discernir con cla-ridad y definir con divina autoridad la regula fidei de la Sagrada Escritu-ra. Durante este trayecto hemos si-do llevados también a contemplar la maravillosa armonía entre dos fuentes en las que se funda toda la fe cristiana: la Santa Tradición y las Letras Sagradas.

Lo inédito sobre los Evangelios

Los Evangelios de todos los domingos y solemnidades del año litúrgico comentados por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. Ya están disponibles los dos volúmenes del Ciclo C:

Vol. V: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y las Solemnidades del Señor durante el Tiempo Ordinario

Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario

Los 2 volúmenes por 44,00 € gastos de envío incluidos

Pedidos por email en [email protected]

o en el teléfono 902 19 90 44

Page 27: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Actividades en Costa Rica

L

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      27

os Heraldos del Evangelio de Costa Rica participa-ron en las celebraciones en honor de la Patrona de

ese país, Nuestra Señora de los Ángeles, presididas por el obispo de Cartago, Mons. José Francisco Ulloa (foto 1). Siguiendo la costumbre, el santo Rosario fue rezado procesionalmente alrededor de la basílica (foto 2).

En la fiesta de San Pedro y San Pablo, el coro de los Heraldos fue invitado a cantar el Oremus pro Pontifice y el Magnificat (foto 3) durante el homenaje al Santo Pa-dre realizado en la Nunciatura Apostólica, en el que es-tuvieron presentes, además del nuncio, Mons. Pierre

Ngüyen Van Tôt, el presidente de la Conferencia Epis-copal, Mons. Óscar Fernández, el arzobispo de San José, Mons. Hugo Barrantes (en la foto 5, saludando al P. An-dy Rodríguez, EP), y la presidenta de la República, Lau-ra Chinchilla.

Entre las actividades realizadas en las últimas sema-nas cabe mencionar igualmente la Misa celebrada por el P. Andy Rodríguez, EP, en la residencia de ancianos Car-los María Ulloa en San José (foto 4), y la participación en los festejos en honor del Apóstol Santiago en la co-munidad de Puriscal (foto 6).

3 4

1

5

2

6

Page 28: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

28      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Montes Claros – En la primera semana de julio, después de seis meses de preparación, cerca de 250 personas hicieron la solemne consagración a la Santísima Virgen como esclavas de amor, según el método de San Luis María

Grignion de Montfort, en una ceremonia presidida por D. Jorge Antonini, EP.

Moreno – Con ocasión de las vacaciones, jóvenes aspirantes de la ciudad de Recife recorrieron en misión los domicilios de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, animando a todos a frecuentar los sacramentos.

Nova Friburgo – Misioneras de los Heraldos visitaron la sección de pediatría

del Hospital Raúl Setá el 2 de julio pasado.

Ponta Grossa – Los cooperadores de los Heraldos en Paraná participaron con mucho provecho en un Encuentro Regional en Ponta Grossa. El programa se compuso de meditaciones sobre el valor de la oración, adoración al Santísimo

Sacramento y Misas diarias. Heraldos sacerdotes estuvieron a disposición para confesar y dar orientación espiritual.

Page 29: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

E

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      29

1 2

3

5

4

stando en Brasil para participar de la JMJ, el cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid,

quiso visitar el seminario de los Heraldos del Evangelio en Caieiras, São Paulo, y también celebró una Misa en la ba-sílica de Nuestra Señora del Rosario (foto 1). El purpura-do, acompañado en la ocasión por Mons. Alfonso Carras-co Rouco, Obispo de Lugo, Mons. Fidel Herráez Vegas, Obispo auxiliar de Madrid, y Mons. José Rico Pavés, Obis-po auxiliar de Getafe, conoció ese mismo día la Casa Mon-

te Carmelo, donde fue calurosamente recibido por las jó-venes de la rama femenina (foto 2). También Mons. Brau-lio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, quiso visitar el seminario, acompañado por varios sacerdotes de su archi-diócesis (foto 3). Entre los diversos grupos de jóvenes que fueron acogidos por los Heraldos durante esos días desta-camos dos grupos de participantes del Camino Neocatecu-menal procedentes de Panamá, con cerca de 150 jóvenes, y de Italia y de la Isla de Malta, con más de 270 (fotos 4 y 5).

Visitas al seminario de los Heraldos

Page 30: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

30      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

República Dominicana – La visita de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María al pueblo de San Rafael del Yuma, en la costa Este (foto de la izquierda), y al pueblo de Hato Viejo (foto de la derecha),

fueron algunas de las actividades evangelizadoras realizadas durante el mes de julio.

Italia – La asistencia espiritual a los mayores y enfermos fue una de las principales preocupaciones de los Heraldos durante las Misiones Marianas realizadas en Catanzaro y Castrolibero. En esta última localidad, el P. Francesco Zumpano consagró su parroquia a la Virgen y, durante la homilía de la Misa de despedida,

destacó las gracias recibidas en esos días por todos los fieles.

Castrolibero Catanzaro

Castrolibero Catanzaro

Page 31: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Extremadura manifiesta su

devoción a María

L

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      31

a parroquia de la Santa Cruz, de Arroyo de San Serván, en la dió-

cesis de Mérida-Badajoz, acogió con fervor a la imagen peregrina del In-maculado Corazón de María, durante la primera semana de junio. Cerca de mil personas, encabezadas por el pá-rroco, D. Antonio López Ortiz, reci-bieron a la imagen a las afueras de la localidad y participaron en la proce-sión de bienvenida (foto 1).

Más de 600 hogares fueron visita-dos en esos días y, tanto el número de confesiones como el de participantes en la Misa diaria aumentó enorme-mente (foto 2). Un impresionante re-cogimiento marcó la procesión de an-torchas, durante la cual se rezó el san-to Rosario (foto 3).

Ecuador – El P. Rubén Darío Bedoya, párroco del Espíritu Santo de San Bartolo, en Quito, promovió la visita de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María durante las fiestas parroquiales.

Fue una emotiva oportunidad para que una gran cantidad de fieles exteriorizase su devoción a la Madre de Dios.

2

1

3

Page 32: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

La fuerza de la palabra

“L

32      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Hace más de 1.600 años que su voz resuena en todo el orbe dando testimonio de la perennidad de las elevadas enseñanzas legadas por él a la humanidad.

a Palabra de Dios tiene una fuerza irresistible. Es el arma más podero-sa que existe; arma de

conquista, arma de transformación mucho más poderosa que la bomba atómica. Un orador sacro bien pre-parado, que transmita la palabra re-velada, tiene en sus manos un autén-tico tesoro de influencia y de posibi-lidades para hacer el bien”.1

El comentario anterior, hecho por nuestro fundador y superior general, expresa bien la importancia de la vi-da de San Juan Crisóstomo. De he-cho, pocos predicadores sacros se hi-cieron tan notables como él a lo largo de la Historia. Su vida y sobre todo su muerte son testimonio de la efica-cia de su palabra: los impíos sintie-ron la necesidad de silenciar esa “bo-ca de oro”, por el riesgo de ver a todo el Oriente en los brazos de la Esposa Mística de Cristo, ya en los primeros siglos del cristianismo.

El sonoro apodo de crisóstomo —“boca de oro”, en griego— es muy adecuado para este gran santo que supo presentar la doctrina católi-ca de una manera inflamada y con-vincente, para defender la integri-dad de la fe y de la moral en aque-llos conturbados tiempos.

No se podía conocerlo sin amarlo

Nació hacia el año 349 en Antio-quía, por entonces la segunda ciu-dad del Imperio Romano de Orien-te; en ella convivían paganos, mani-queos, gnósticos, arrianos, apolina-rios, judíos y cristianos. Su padre, Segundo, comandante de las tropas imperiales en Oriente, falleció des-pués del nacimiento de su hijo, y su madre, Antusa, viuda con 20 años, se quedó sola a cargo de la educa-ción del recién nacido.

Pronto el niño demostró tener una gran inteligencia y fue encami-nado a dos famosos profesores, uno de ellos Libanio, considerado el ma-yor orador de su siglo. Recibió edu-cación religiosa del obispo San Me-lecio que, por su carácter suave, se-rio y atrayente, cautivó al discípu-lo al punto de hacerlo desistir de los estudios clásicos y dedicar su vi-da a la búsqueda de la perfección es-piritual. De ese santo obispo recibió Crisóstomo el Bautismo y el lectora-do, a los 20 años de edad.

El joven Juan podía haberse deja-do llevar por su ilustre cuna y por los raros talentos recibidos de la Provi-dencia, convirtiéndose quizá en uno de los primeros hombres del Imperio. Pero, después de probar “cuán sua-

ve es el Señor”, los honores del mun-do no le atrajeron y su único deseo era consagrarse a Dios en la soledad. Se entregó a una vida de austeridad y oración, y estudió profundamen-te la Sagrada Escritura. Dominando su temperamento colérico, adquirió la mansedumbre evangélica, a la que unió una amable modestia, una tier-na caridad para con el prójimo y una conducta llena de sabiduría.

Tras cuatro formativos años de convivencia con San Melecio, se re-tiró a un lugar desierto, donde vivió como anacoreta bajo la dirección de Diodoro, más tarde obispo de Tarso. Allí escribió varias obras de cuño li-terario y espiritual. Con la salud de-bilitada por vigilias y ayunos, en el año 381 se vio obligado a regresar a Antioquía, donde reasumió la fun-ción de lector junto a su celoso maes-tro, que le confirió la ordenación dia-conal. El joven Juan aún vivía en los albores de su vida espiritual, encon-trando gran consuelo y apoyo en la amistad de su compañero de estudios San Basilio de Cesarea.

Fértil actividad pastoral como predicador

Aquel mismo año fallecía San Melecio. El nuevo obispo de An-

Hna. Ángela María Tomé, EP

San Juan CriSóStomo

Page 33: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      33

tioquía, Flaviano, enseguida se vio vinculado a Crisóstomo por lazos de santa amistad. En el 386 lo or-denó sacerdote y lo nombró su pre-dicador.

Durante los doce años en los que ejerció esa función se difundió su fama de orador sacro. Sus ardoro-sos sermones, siempre escuchados con avidez y a menudo interrum-pidos por calurosos aplausos, ver-saban sobre la Sagrada Escritura. Sin embargo, no eran los aplausos su objetivo: se servía del púlpito pa-ra conducir a las almas hacia Dios y Dios a las almas. Así pues, no esca-timaba críticas a las malas costum-bres de la época, tanto del pueblo llano que lo aplaudía como de los poderosos que, al comienzo, lo ad-miraban.

Valiéndose de su extraordinaria facilidad de expresión, de su pro-fundidad de pensamiento, de la ma-nera noble y brillante de presentar-lo, Crisóstomo formaba a su rebaño con sólidos principios. Sin ninguna preocupación mundana, se oponía fuertemente a las interpretaciones excéntricas, místicas y alegóricas de la denominada Escuela de Alejan-dría, por entonces de moda.

En ese período de actividad pas-toral como predicador desarrolló su más intensa producción teológi-ca literaria. A juzgar sólo por esos años, del 386 al 398, San Juan Cri-sóstomo ya podía ser considerado digno de figurar entre los primeros doctores de la Iglesia. No obstante, mayores honores le estaban reserva-dos y, para alcanzarlos, debía acep-tar la cruz del divino Redentor sobre sus hombros.

Reformando el clero de Constantinopla

Inmersa en los abundantes pla-ceres que la prosperidad económi-ca le proporcionaba, Constantino-pla abrigaba la faustuosa corte de los emperadores romanos de Orien-

te. Como en todas las épocas, mu-chas veces, donde hay riquezas, lujo y ostentación, escasean las virtudes cristianas. Habiendo fallecido el ar-zobispo Nectario, quiso el empera-dor Arcadio elevar al santo predica-dor a esa dignidad. De este modo, el 28 de febrero del 397 recibió de Teó-filo, el Patriarca de Alejandría, la or-denación episcopal y tomó posesión de la sede constantinopolitana.

El presbítero Juan se vio inespe-radamente en la arrogante metrópo-lis, puesto a la cabeza del episcopa-do bizantino, en un ambiente en que predominaban las apariencias y el poder, conquistado con frecuencia a base de maquinaciones secretas.

Según Paladio de Galacia, uno de sus biógrafos más importan-tes, San Juan inició su gobierno ba-rriendo la escalera desde arriba, es decir, “primero derribando el edi-ficio de la mentira y luego estable-ciendo las bases de la verdad”.1 Y tuvo un encontronazo con el mismo Patriarca Teófilo que al observarlo tan íntegro y franco en sus homilías se llenó de antipatía por él.

Registra Paladio en su Diálo-go que Teófilo “tan hábil en discer-nir los pensamientos e intenciones ocultas”,2 al no encontrar en Crisós-tomo algo que armonizase su pro-pio modo de ser relativista y relaja-do, promovió toda clase de hostili-dad contra el nuevo arzobispo, por-que creía que “era mejor dominar a los de carácter débil en lugar de es-cuchar a los sabios”.3

Sin embargo, San Juan, fiel a su conciencia, comenzó moralizan-do las costumbres del clero, desde las relativas a la práctica de la casti-dad hasta las concernientes a la po-sesión y uso de bienes materiales.

Muchos de los numerosos monjes de la diócesis preferían pasar más tiempo fuera que dentro de sus mo-nasterios. Crisóstomo los convenció a regresar al recogimiento.

Bondadoso con los ricos y con los necesitados

Al igual que había hecho en An-tioquía, predicó contra las costum-bres mundanas y la ridícula extrava-gancia de las modas, sobre todo a las viudas, a las que les recomendó viva-mente que viviesen de acuerdo con las leyes del decoro impuestas por su peculiar situación. Estas adver-tencias provocaron resentimientos

Gus

tavo

Kra

lj

No eran los aplausos su objetivo: se servía del púlpito para conducir a las almas hacia Dios y Dios a las almas

“San Juan Crisóstomo”, detalle de las Puertas Reales de la iglesia de San Nicolás Museo del Estado Ruso, San Petersburgo

Page 34: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

34      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

en algunas damas de la corte que se quejaron a la emperatriz.

El pueblo, no obstante, oía admi-rado las palabras nobles, bellas y, al mismo tiempo, severas de Boca de oro, porque veían en su conducta personal la práctica ejemplar de lo que predicaba. Preocupado con los más necesitados, construyó varios hospitales para los pobres y extran-jeros; sus limosnas eran tan abun-dantes que fue llamado Juan, el li-mosnero.

Con los pecadores, herejes y pa-ganos era bondadoso, al punto de que algunos, con falso celo por la religión, lo censuraban; sin embar-go, actuando con paternal dulzura exhortaba a todos a la penitencia y a la conversión: “Si caéis mil veces en el pecado, venid a mí, y seréis cu-rados”.4 Pero cuando se trataba de mantener la disciplina, era firme y pertinaz, evitando siempre la rude-za en la palabras. Organizó a las viu-das y a las vírgenes consagradas pa-ra que vivieran en comunidad, bajo la dirección de Santa Olimpia, joven viuda que empleó su enorme fortu-na y su vida para el servicio de Dios y del prójimo.

Nuestro santo tenía otros grandes amigos entre los ricos. Brison, ofi-cial de justicia al servicio de la em-peratriz Eudoxia, le ayudaba en las instrucciones a los fieles y siempre le manifestó verdadera amistad. La misma emperatriz le daba muchas muestras de admiración e incluso de devoción: asistía a sus sermones, se-guía las procesiones, ofrecía piezas ornamentales para el culto y hacía otras demostraciones de conside-ración. Del emperador consiguió la promulgación de leyes favorables a la cristianización de todo el Imperio.

Desavenencias con la corte imperial

Para destruir la influencia de este hombre de Dios, el demonio se valió astutamente de pequeños incidentes

en los que trasparece la envidia, el egoísmo y la intriga organizada. Pri-mero se sirvió de Eutropio, ayudan-te de cámara del emperador. Este hombre, que al principio admiraba de corazón al santo obispo, come-tía enormes abusos de poder, per-siguiendo a todos los que parecían amenazar su posición. San Juan in-tentó varias veces disuadirlo de esa mala conducta, pero sin resultado. Cuando Eutropio, finalmente, cayó en desgracia, procuró refugio en la catedral, para escapar de sus nume-rosos enemigos. Ignorando todas las ofensas y desconsideraciones recibi-das de ese oportunista, San Juan in-tercedió por él una vez más, lo que no agradó a la corte.

Poco después la emperatriz Eu-doxia, cuya influencia sobre el em-perador Arcadio había aumenta-do mucho tras la caída de Eutropio, cometió una grave injusticia contra una viuda y Crisóstomo tomó par-tido por la más débil, lo que dejó a la soberana ofendida. A esto se su-mó las desavenencias con el arria-no Gainas, comandante de los mer-cenarios godos del ejército imperial, que exigió una iglesia en Constan-tinopla para alojar a sus soldados. Crisóstomo se opuso enérgicamente a esa insolente pretensión.

Se estableció entonces entre la corte imperial y el palacio episcopal una actitud de distanciamiento que presagiaba una catástrofe. Situación grave para San Juan Crisóstomo, so-bre todo porque la camarilla de los cortesanos se sentía reforzada por la llegada de nuevos aliados, entre ellos algunos eclesiásticos: Severiano, Obispo de Gabala, que se jactaba de rivalizar con Crisóstomo en elocuen-cia; Antíoco, Obispo de Ptolemai-da; y, durante algún tiempo, Acacio, Obispo de Beroea. Todos éstos prefe-rían la vida llena de los atractivos de la corte a la sencillez de sus diócesis.

Pero la fama de santidad, el fer-vor apostólico, la prudencia y la sa-

biduría del varón de Dios le granjea-ban la confianza de las regiones ve-cinas. Y fue invitado por varios obis-pos a presidir un sínodo regional en Éfeso, con el objetivo de indicar a un nuevo arzobispo y deponer a al-gunos obispos acusados de simonía.

El Sínodo de la Encina y el primer exilio

Durante su ausencia estuvo al frente de la Iglesia de Constantino-pla su rival, Severiano, a quien el mis-mo Crisóstomo había confiado algu-nas funciones eclesiásticas, con la in-tención de conquistar su amistad. Pe-ro, siempre prepotente y ambicioso, el obispo de Gabala entró en conflic-to con el ecónomo de la catedral.

La situación se complicó cuan-do Teófilo, Arzobispo de Alejandría, fue llamado a la capital por el em-perador para defenderse de ciertas acusaciones ante un sínodo —más tarde conocido como “Sínodo de la Encina”, en referencia al suburbio de Calcedonia donde fue realiza-do—, el cual sería presidido por Cri-sóstomo. Teófilo compareció acom-pañado por veintinueve obispos, sus sufragáneos y otros siete más. Inicia-da la asamblea, presentó una larga lista de ridículas acusaciones contra San Juan, el cual, repentinamente pasaba de juez a reo. Obviamente, el santo rechazó reconocer la legali-dad de esa maniobra y dejó de com-parecer a las reuniones. A la vista de su ausencia tras tres convocaciones, fue declarado depuesto de la sede episcopal y condenado al exilio.

Como era de esperar, el pueblo se rebeló y exigió su regreso. Con supersticioso temor de un castigo di-vino, la emperatriz Eudoxia, que en-tre bastidores conducía los aconte-cimientos, ordenó que volvieran a investirlo. Retornó y Teófilo se vio obligado a huir de Constantinopla. Pero la derrota de Eudoxia tuvo co-mo resultado aumentar aún más su profundo rencor.

Page 35: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      35

La “Boca de oro” se silenció para los oídos humanos

Habiendo transcurri-do tan sólo dos meses, un nuevo incidente vi-no a agravar la situación. Enfrente de la iglesia de Santa Sofía había sido erigida una estatua de plata de la emperatriz. Los juegos públicos pro-movidos en los festejos de su inauguración per-judicaron las funciones litúrgicas y arrastraron al pueblo a desórdenes y a extravagantes manifesta-ciones de superstición.

Con el celo y el va-lor que lo caracteriza-ban, el arzobispo alzó la voz desde el púlpito con-tra tales abusos, perpe-trados bajo la dirección del inspec-tor de los juegos, un maniqueo. Pe-ro la emperatriz, en un acceso de vanidad, lo tomó como un ultraje a su persona. Enfurecida, convocó de nuevo a los enemigos de San Juan Crisóstomo para destituirlo. Basa-dos en unos cánones de un sínodo arriano realizado en el 341, los obis-pos partidarios de la emperatriz ob-tuvieron del emperador un decreto de destierro para San Juan Crisósto-mo. Así pues, en el 404 fue llevado a su segundo exilio.

Inicialmente las tropas lo con-dujeron a un lugar solitario y rudo, en la frontera oriental de Armenia, donde, no obstante, consiguió man-tener correspondencia con discípu-los y amigos. Desde aquí le escribió al Papa Inocencio I que, indignado por el procedimiento traicionero de aquellos obispos, depuso a varios de ellos y dirigió reconfortantes pala-bras de apoyo al que fue blanco de una injusticia.

Ante el temor de un posible re-greso del molesto hombre de Dios,

sus enemigos decidieron trasladarlo, en el 407, a Pythius, un lugar en el lí-mite extremo del imperio, cerca del Cáucaso. Los crueles sufrimientos de la caminata bajo un fuerte sol y llu-vias, agravados por los malos tratos de la soldadesca, lo llevaron al agota-miento total de su ya debilitado cuer-po. Así pues, el 14 de septiembre de aquel año la “Boca de oro” se silen-ció a los oídos humanos y se abrió para cantar glorias y alabanzas a su Creador y Redentor en el Cielo.

Una parte importante del tesoro de la Santa Iglesia

“Desde el siglo V en adelante, San Juan Crisóstomo fue venerado por toda la Iglesia cristiana, tanto oriental como occidental, por su valiente tes-timonio en defensa de la fe eclesial y por su generosa entrega al ministerio pastoral. Su magisterio doctrinal y su predicación, así como su solicitud por la sagrada liturgia, le merecieron muy pronto el reconocimiento de Padre y doctor de la Iglesia”,5 escribía el Papa Benedicto XVI.

“Su magisterio doctrinal y su predicación, así como su solicitud por la sagrada liturgia, le merecieron muy pronto el reconocimiento de Padre y doctor de la Iglesia”

“Traslado del cuerpo de San Juan Crisóstomo al convento de los Santos Apóstoles, en Constantinopla” - Miniatura del Menologio de Basílio II, Biblioteca Apostólica Vaticana

De hecho, su vasta obra —dividi-da en opúsculos, homilías y cartas— representa una importante parte del tesoro inapreciable de la Santa Igle-sia. Hace más de 1.600 años que su voz resuena en todo el orbe. La am-plísima bibliografía existente a su respecto y las incontables ediciones de sus escritos dan testimonio de la perennidad de las elevadas enseñan-zas legadas por él a la humanidad. San Pío X lo proclamó, en 1907, pa-trón de los oradores sacros.

1 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio. Ho-milía del XV Domingo del Tiempo Ordi-nario. Caieiras, 13/7/2008.

2 PALADIO DE GALACIA. Dialogus cum Theodoro. c. 5: MG 47, 21.

3 Ídem, MG 47, 20.4 Ídem, MG 47, 21.5 Saint Jean Crysostome, Archevêque de

Constantinople – Sa vie et extraits de ses écrits. Lille: Lefort, 1852, p. 41.

6 BENEDICTO XVI. Carta con ocasión del XVI centenario de la muerte de San Juan Crisóstomo, n.º 3, 10/8/2007.

Page 36: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

36      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

E

Fundado en Brasil en pleno siglo XX, el monasterio de Claraval participa de la misma esencia arquitectónica y espiritual de los edificios cistercienses de la Edad Media.

n la frontera entre los esta-dos brasileños de São Pau-lo y Minas Gerais, rodeado de verdes montes, se en-

cuentra el municipio de Claraval. Al divisarlo desde la carretera, cuesta imaginar que esta pequeña población rural, compuesta por casas sencillas y habitada por poco más de 4.500 al-mas, pueda deparar una sorpresa co-mo la que habríamos de encontrar: un monasterio cisterciense, con su imponente iglesia neogótica.

La historia de este convento es re-lativamente reciente. Fue en 1969 cuando veintitrés jóvenes comenza-ron la vida comunitaria en el edifi-cio de nueva construcción, cuya fun-dación se había iniciado dos déca-das antes, con la llegada a la región de cuatro monjes cistercienses proce-dentes de Italia.

¿Qué pensarían al contemplar el hermoso panorama, típicamente brasileño, donde pastizales salpica-dos de palmeras, se disputan el es-pacio con amplios cafetales? ¿Ima-

ginarían esos religiosos europeos lo que nacería en ese ambiente al mis-mo tiempo mineiro y paulista, en el cual fe y cultura, tradición y futuro se funden en afectuoso abrazo?

No lo sabemos. Pero algo les lle-vó a instalarse allí y dar comienzo a la construcción de un imponente mo-nasterio. Para los cimientos se cince-laron y movieron enormes piedras, al-gunas de tres toneladas, sin contar con la ayuda de maquinaria apropiada. La gente del lugar les ayudó preparando ladrillos y confeccionando los elemen-tos decorativos. De este esfuerzo co-mún resultó un magnífico templo, de armonía y belleza sorprendentes.

Mantener vivo el espíritu de la fundación

Cuando llegamos a Claraval era todavía de noche. El sol nacía detrás de las risueñas montañas de la Sie-rra de la Canasta, mientras la cam-pana del convento llamaba a la San-ta Misa conventual, abierta para to-do aquel que quiera participar.

Al entrar en el sagrado recinto y ver a los monjes sentados en el co-ro, silenciosamente recogidos en oración, nuestra imaginación retro-cedió en el tiempo a aquellos años de 1098, cuando Roberto de Cham-pagne fundó el primer monasterio cisterciense, deseoso de dar un pa-so hacia adelante dentro del ideal de vida propuesto por San Benito

De hecho, ¿qué son 900 años cuan-do se busca mantener vivo el espíritu de la fundación? Ora et labora es el le-ma de la familia benedictina. La ora-ción y el trabajo son las dos columnas en las que se basó la vida de los pri-meros discípulos del santo de Nursia y también son las que sustentan los cinco monasterios cistercienses mas-culinos y los tres femeninos que en la actualidad existen en Brasil.

Una forma sabia y eficaz de organizar la vida temporal

La historia medieval está cuajada de momentos en que a la sombra de una abadía benedictina florece una

Jorge Martínez

Un monasterio cisterciense en el corazón de Brasil

Page 37: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      37

Algunos aspectos del monasterio de Claraval, Brasil. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Torre del campanario; nave central de la iglesia, desde el coro; patio del claustro e interior del mismo;

un momento de la celebración de la Misa conventual

región entera. Y no es de extrañar, pues de la mano de un auténtico reli-gioso emana no sólo el alimento espi-ritual, sino también una forma de or-ganizar la vida temporal de acuerdo con criterios sabios y eficaces.

Algo parecido ocurrió cuando se fundó en Claraval el monasterio de Nuestra Señora del Divino Espíritu Santo. A la iniciativa de los monjes se debe el primer hospital del muni-cipio. También fueron los que consi-guieron que hasta allí llegase el ten-dido eléctrico. Y hasta hoy día hay habitantes de la región que encuen-tran trabajo en los cafetales planta-dos por la comunidad, en la elabora-ción de dulces y licores artesanales, o en la panadería del convento.

¡Y qué ricos panes hacen estos monjes! Bien pudimos comprobarlo, desayunando y comiendo con ellos, invitados por el prior, según el espí-ritu de fraternal acogida peculiar de la Orden cisterciense.

Como los dos arcos de una ojiva

Vale la pena, lector, detenerse unos instantes en las fotografías es-tampadas en estas páginas, y con-templar la nobleza y sencillez que caracterizan la arquitectura del mo-nasterio.

Aunque fue construido en ple-no siglo XX, las columnas, las ven-tanas y los elementos decorativos del monasterio ostentan las carac-terísticas del gótico primigenio.

Más aún, procuran participar de una misma esencia arquitectóni-ca y transmitir un mismo espíritu. En Claraval, como en los edificios cistercienses de la Edad Media, po-breza y grandeza se funden como los dos arcos de una ojiva, apun-tando hacia el cielo.

Bajo la saludable influencia de ese ambiente, y con los ecos del can-to del Oficio Divino resonando to-davía en nuestros corazones, no pu-dimos evitar una singular sensación: quien visita Claraval y se deja arre-batar por el carisma de la Orden del Císter, tiene la impresión de que de-trás de cada columna hay un monje rezando, y detrás de cada monje está su fundador.

Foto

s: S

teph

en N

ami

Page 38: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Su desvelo durante los insomnios y las

enfermedades de su hijo

P

38      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

luCilia ribeiro DoS SantoS Corrêa De oliveira

A partir de esa convivencia “paradisíaca” se estableció entre ellos una unión de almas que transpuso las murallas de la eternidad y se mantuvo intacto hasta el último día de vida del Dr. Plinio.

oco después del falle-cimiento de su padre, doña Lucilia se mudó con su esposo y sus hi-

jos al palacete Ribeiro dos Santos, antigua residencia paterna. Se insta-laron en una habitación cuya puerta dejaba pasar, a través del montante, la discreta luz del pasillo, donde una lámpara quedaba encendida duran-te toda la noche.

El pequeño Plinio, que dormía en una cuna junto a la cama de sus pa-dres, a veces se despertaba de madru-gada y, lejos de dormirse de nuevo, se sentía dominado por un inquieto in-somnio. Al oír la regular y pausada respiración de doña Lucilia, la llama-ba, tratando de despertarla. Todo era en vano. La Providencia le había con-cedido un sueño tranquilo y profundo. Por eso tardaba algo más en atender al niño, que sentía el naufragio de la soledad en la penumbra de la noche.

Como sabía que su madre, todo protección y ternura, estaba allí, Pli-nio no lo dudaba: saltaba de la cuna a

la cama, se sentaba sobre su pecho e intentaba abrirle los ojos con sus de-ditos mientras la llamaba, diciendo:

— Manguinha, manguinha...1

El tierno y afligido infante se da-ba cuenta de que le iba a causar un trastorno, pero pensaba: “Como es mi madre no se va a enfadar, y no tengo otra opción”.

Se despertaba sin enfadarse en absoluto y le decía dulcemente:

— ¡Oh, hijito!, ven aquí. ¿Qué te pasa?

El pequeño discernía con cuánto cariño ella enfrentaba la situación. Para vencer la somnolencia, doña Lucilia se sentaba y se ponía a ha-blar con su hijo, a distraerlo, hasta comprobar que esa inseguridad noc-turna había desaparecido.

Esta ejemplarísima madre le na-rraba, con admirable paciencia, uno, dos o cinco cuentos, que él oía en-cantado, sintiendo el torrente de afecto, cariño y compasión de que era objeto. Cuando veía que le ha-bía vuelto el sueño al niño, le decía:

— Ha llegado la hora de que te acuestes —y le ayudaba a volver a la cuna. Antes de quedarse dormi-do sentía una reconfortante impre-sión que invadía su espíritu: “Ella es justo lo que yo esperaba, me satisfa-ce enteramente, confío en ella, me siento enteramente suyo”.

Con una añoranza indescriptible, este mismo hijo comentaba unos me-ses antes de morir: “¿Cómo sentía yo su compasión cuando era pequeño? Ella percibía la sensación que yo tenía de mi propia debilidad, pero sonreía como diciendo: ‘Es cierto, pero es na-tural que seas débil; es la senda por la que el hombre ha de pasar. Tam-bién es natural que el hombre tenga una madre y que ésta sea toda ternura para con él. Siéntete comprendido en todo y no tengas el orgullo de querer ocultarme tu debilidad; al contrario, ponla en mis manos que yo me encar-garé de ella’. Con una sonrisa afec-tuosa, como nunca he visto en mi vi-da... Como si me dijese: ‘Vamos a se-guir juntos tu difícil camino’.

Doña Lucilia en 1909, con su hijo Plinio

Page 39: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

128

Capítulo VHavendo-se então difundido

pelo mundo a boa nova do êxito

alcançado na Alemanha pelo Prof.

Dr. August Karl Bier, médico par-

ticular do Kaiser, numa extração

de vesícula biliar,3 a grande estima

dos parentes de Dona Lucilia por

ela levou-os a não poupar esfor-

ços para fazê-la chegar até esse

famoso especialista.

Entre os que a acompanhariam não figuravam apenas seu es-

poso e filhos, mas também irmãos, cunhados e sobrinhos, e sobretudo

sua mãe, Dona Gabriela.

Uma penosa viagem

Um trem os levaria até Santos, de onde iriam de navio ao porto

do Rio de Janeiro, para ali embarcar rumo à Europa num confortável

transatlântico alemão, em 11 de junho de 1912.4

Por um esmerado desejo de perfeição, Dona Lucilia, prevendo

uma longa estadia no exterior, chamou a si os preparativos de viagem,

apesar de seu estado de saúde.

3) Lendo uma revista alemã, o Prof. Adolpho Lindenberg, cunhado de Dona Lucilia, en-

controu o relato de tão grande sucesso, obtido por Dr. Bier. Como constava tratar-se

da primeira tentativa realizada com êxito em matéria tão delicada, o Prof. Lindenberg,

também médico, imediatamente enviou uma carta ao eminente cirurgião germânico,

descrevendo o estado de Dona Lucilia, a fim de encaminhar uma possível operação.

4) O Hohenstaufen, da companhia Hamburg-Amerika Linie.

Acima: lembrança oferecida por

Dr. Bier a Dona Lucilia; à direita:

Prof. Adolpho Lindenberg, esposo de Dona Yayá

129

Viagem à Europa

Antes mesmo de deixar o lar, no próprio dia da partida, foi to-

mada por um acesso de violentas dores, que a obrigaram a permane-

cer recostada durante boa parte do trajeto de trem até Santos. Em-

bora sofresse muito, inclusive no percurso até o Rio de Janeiro, não

perdeu, um instante sequer, sua invariável e virtuosa serenidade de

alma, o que lhe proporcionou contemplar o deslumbrante panorama

com o qual Deus brindou aquela cidade.

Hospedaram-se todos no Hotel dos Estrangeiros, um dos primei-

ros da então Capital Federal, à espera de partirem para a Alemanha.

Singrando os mares, ru

mo ao Velho Continente

Chegando ao porto, no dia do embarque, Dona Lucilia sen tiu-

se tão mal que, contorcendo-se de dor, teve de subir a bordo do tran-

satlântico carregada pelo esposo e por um cunhado, diante dos olhos

penalizados de seus filhos.

O vapor levanta âncoras. Enquanto se vai distanciando da terra

firme, todos os passageiros se postam nos bordos do tombadilho ou

se reclinam confortavelmente em chaises longues e assistem ao belo e

emocionante espetáculo da partida.

Dona Lucilia logo começa a sentir, em seu debilitado organis-

mo, os efeitos de um balouçar marítimo que só poderia agravar seus

males. Deitada em seu camarote, reza ao Sagrado Coração de Jesus,

implorando graças para que, segundo o divino modelo, com paciência

e virtude suporte todos os incômodos de tão longa travessia.

Quando a embarcação, após rumar em direção à barra, está

prestes a ganhar o oceano, alguns parentes descem à cabine de Dona

A família Ribeiro dos Santos embarcou para a Europa no transatlântico Hohenstaufen

Arc

hiv

foto

Hap

ag L

oyd (

Ham

burg

o, A

lem

anha)

212

Capítulo VI

No Carnaval, dois pequenos marquesesQuão recatados eram aqueles festejos carregados de pitoresco

e de alegria, dos idos de 1915, contrariamente aos de hoje, nos quais

imperam o frenesi e a imoralidade!Uma das principais distrações eram os famosos corsos, tradicio-

nais desfiles de carros nos quais iam pessoas fantasiadas. Eram três os corsos: o da Avenida Paulista, o do Centro — “corso do Triângu-lo” — e o do Brás. No primeiro — mais representativo, por per-correr ruas tidas como mais aris-tocráticas na São Paulo de então — os automóveis subiam a Aveni-da Angélica, entravam na Paulis-ta e desciam pela Brigadeiro Luís Antônio até o Largo de São Fran-cisco, retornando em sentido in-verso ao ponto de partida. Assim se formavam duas filas paralelas de automóveis se deslocando em direções opostas, o que dava oca-sião a que os conhecidos se cum-primentassem no percurso.Ao longo do trajeto, as re-

sidências, seus parques e jardins eram enfeitados com lâmpadas multicolores, e, junto aos muros, montavam-se pequenos palan-ques para as famílias verem pas-sar o corso.

As fantasias procuravam manifestar mais o bom gosto do que o desejo de provocar hila-ridade e fazer pilhérias. Imora-lidade, nem pensar! Enfim, era um carnaval bem paulista, grave, familiar e aristocrático, no qual a mentalidade otimista, difundida pouco depois pelo cinema ame-ricano, ainda não havia entrado.

Rosée fantasiada de marquesa

213

Educação dos filhos

Para as pessoas daquele tempo, alegria não era sinônimo de gar-galhada, embora o riso tivesse seu discreto papel na vida.Dona Lucilia nunca deixa-

va de mandar fazer fantasias para os filhos. Ela mesma as planejava, procurando apresentar persona-gens míticos, como os das “Mil e uma Noites” — marajás, guerrei-ros gregos ou romanos, potenta-dos persas, princesas cobertas de jóias (falsas é claro) — de prefe-rência a personagens burlescos, mas que também não faltavam: pierrots, arlequins, trovadores e outros tantos. Às vezes se inspira-va em trajes franceses do Ancien Régime.

Num dos anos ela fantasiou Rosée e noutro, Plinio, de nobres do século XVIII, procurando, nos mínimos detalhes, aproximar-se o mais possível da realidade. Não se empenhava apenas na confec-ção das roupas, feitas de tecidos importados de boa qualidade, mas sobretudo em que eles to-massem atitude condizente com o traje.

O menino, de cabeleira empoada, chapéu de dois bicos, rendas nos punhos, tomava o as-pecto distinto e requintado de um marquês; a menina, de saia toda rendada e toucado de marquesa, fa-

zia elegantes reverências.Certamente, enquanto andavam com aqueles belos trajes, as

crianças se lembravam mais particularmente dos personagens daque-

las maravilhosas histórias de Dumas contadas por Dona Lucilia...

Plinio fantasiado de marquês

104

Capítulo IV

Descendente de Senhores de Engenho

Pertencente a ilustre estirpe de Se-

nhores de Engenho, Dr. João Paulo re-

cém chegara de Pernambuco. Hábil ad-

vogado, dotado de grande inteligência

e cultura, suas finas maneiras e agra-

dável prosa impressionaram de mo-

do favorável a Dr. Antônio e Dona

Gabriela, que por isso decidiram

conceder-lhe a mão da filha.

Seu tio, o famoso Conse-

lheiro João Alfredo Corrêa de

Oliveira, fora das mais eminentes

personalidades da última fase do

Império. Após ocupar sucessiva-

mente os cargos de Presidente das

Províncias4 do Pará e de São Pau-

lo, e Ministro da Justiça no gabi-

nete do Visconde do Rio Branco, chegou a presidir o Conselho de

Ministros do Império. Foi ele quem referendou a Lei Áurea, de li-

bertação dos escravos. Já no período republicano chefiou, quase sem

interrupções, o Partido Monarquista. Tais circunstâncias indicam que,

assim como os Ribeiro dos Santos, a família do esposo de Dona Luci-

lia tinha fortes vínculos com a tradição imperial.

Após um passado de fartura, proporcionada pela exportação de

açúcar, a maior parte das famílias tradicionais de Pernambuco, entre

as quais os Corrêa de Oliveira, viu-se bastante empobrecida. Razão

disso foi a invenção do açúcar de beterraba por técnicos alemães, o

que levou os países europeus, no último quartel do século XIX, a ces-

sarem quase por completo a importação do produto.

Quando criança, Dr. João Paulo ainda alcançara o fausto e a

movimentação algo palaciana da casa dos Corrêa de Oliveira. Para

animar os encontros familiares havia até um “bobo da corte”, chama-

do Marcelo, o qual tinha fama de ser bem engraçado.

Esse Pernambuco de alguns luzimentos do passado não ficou

sem conhecer a Dona Lucilia...

4) Título que corresponde atualmente ao de Governador de Estado.

Conselheiro João Alfredo

105

Fundação do lar

Recordações de Pernambuco

Desde os remotos tempos coloniais, Pernambuco desempenhara

no Nordeste, ainda que em menores proporções, papel semelhante ao de

São Paulo no Centro-Sul. Mais no que diz respeito ao modo de encarar a

vida do que do ponto de vista econômico. Seus habitantes e em especial

suas elites sobressaíam por notável senso de governo, pela seriedade do

trato, pelo estilo de relações a um tempo senhorial e ameno, no qual se

podia distinguir uma graciosa nota francesa dentro de um contexto pro-

fundamente brasileiro. A energia e vitalidade características dos grandes

feitos pernambucanos ficaram imortalmente consignadas na epopéia de

Guararapes, momento decisivo no qual o Brasil tomou consciência de

seu futuro como nação formada em torno de uma só Fé e uma só língua.

Dona Lucilia, na viagem de lua-de-mel à terra natal de seu

esposo, terá de enfrentar uma circunstância penosa, visto não estar

acostumada a longos percursos marítimos como o do Rio a Recife.

Entretanto, de acordo com a tendência em extremo benévola de seu

espírito, sua atenção não deixará passar despercebido nada do que en-

contrar de atraente ao longo do caminho.

A penúltima etapa do trajeto era Goiana, pitoresca cidade situa-

da nos confins de Pernambuco com a Paraíba. Não distante do litoral,

Aspectos de Recife, a “Veneza brasileira”

98

Capítulo IV

Dona Lucilia pouco antes

do casamento

Capítulo IV

Fundação do lar 99

Nas mãos de Deus, a escolha da vocação

D elineava-se no interior de Lucilia, com traços cada vez

mais vincados, durante longas horas de contemplação na

quietude, entremeadas de oração vocal, uma aspiração à

vida religiosa.1 Entretanto, acima de sua virtuosa propensão ao eleva-

do e ao sublime, estava a robusta determinação de cumprir a vontade

de Deus, ainda que à custa de refrear seus bons movimentos de alma.

Pronta a seguir a qualquer momento, por mais que lhe custasse, a voz

do Espírito Santo, tinha por certo que esta se manifestava muitas ve-

zes através dos conselhos ou ordens de seu querido pai.

No entardecer de certo dia, Dr. Antônio, com sua característica

paternalidade, abordou a filha para tratar do delicado tema do matri-

mônio. Ponderou-lhe que os anos iam passando e ela corria o risco de

transformar-se em tia solteirona, em torno da qual os sobrinhos fazem

festa.Claro estava que Dr. Antônio, como bom pai, não quereria for-

çar uma decisão de Lucilia pelo casamento. Nessa mesma ocasião,

contou à filha que certo amigo, Dr. João Procópio de Carvalho, lhe

apresentara um jovem advogado, Dr. João Paulo Corrêa de Oliveira,

descendente de ilustre família de Pernambuco, muito fino e inteligen-

te. Considerava-o, por tais motivos, o esposo mais conveniente, ressal-

vando entretanto caber a última palavra somente a ela.

Com a fisionomia sempre meiga e afetuosa, Dona Lucilia em na-

da se alterou diante da sugestão paterna. Era uma nova manifestação

daquela temperança estável que já ia atingindo seu pleno florescer.

1) Lucilia chegou mesmo a cogitar em seu ingresso numa ordem religiosa. Porém a

escolha não incidiu sobre o Mosteiro da Luz, de cuja igreja tanto gostava e on-

de havia recebido inúmeras graças. Havia atrás do Palácio dos Campos Elíseos

um convento onde vivia uma freira que ela conhecia, pertencente à aristocracia

paulista e chegada à família Ribeiro dos Santos. Em sua candura de alma, Lucilia

imaginava a vida religiosa como um requinte da vida de família. Poderia então, às

tardes, cumpridas as obrigações do dia, ficar conversando com aquela irmã sobre

as respectivas famílias e a amizade existente entre estas. Assim — como contaria

futuramente a seu filho — tendo optado por esse convento, expôs um dia seus ínti-

mos anseios a seu venerado pai.

52

Capítulo II

Em pé, Lucilia junto aos irmãos Gabriel, Antônio e Eponina

Capítulo II

Nascimento e primeira infância; adolescência no então longínquo interior

53

Nossa Senhora foi sua MadrinhaAos vinte nove dias do mez de junho de mil

oitocentos e setenta e seis, nesta matriz, baptizei

e puz os santos oleos a Lucilia, nascida a vinte

e dois de Abril ultimo, filha legitima do doutor

Antonio Ribeiro dos Sanctos e de dona Gabriela

dos Sanctos Ribeiro: forão padrinhos, a Virgem

Senhora da Penha e doutor Olympio Pinheiro

de Lemos, todos desta Parochia.O Vigario: Angelo Alves d’Assumpção.

E ssa é a ata do batismo de Dona Lucilia que se encontra no

livro de registros paroquiais da Matriz da cidade de Piras-

sununga. Seguindo piedoso costume, seus pais resolveram

fazê-la afilhada da própria Rainha dos Céus. Dona Lucilia conservou,

durante sua longa vida, uma devoção toda de afeto e respeito a sua

Madrinha, e várias vezes peregrinou ao Santuário de Nossa Senhora

da Penha, em São Paulo, a fim de Lhe confiar os segredos de seu ter-

no coração.

Dona Lucilia

Mons. João Scognamiglio Clá Dias, ep

Mons. João

Scognamiglio

Clá Dias, ep

Dona L

ucilia

da Sociedade Clerical de Vi-

da Apostólica Virgo Flos Car-

meli, além de fundador da

Sociedade Feminina de Vida

Apostólica Regina Virginum,

entidades de direito pontifí-

cio que estendem suas ativi-

dades a 78 países.

Para dar uma sólida for-

mação aos Arautos, fundou

o Instituto Teológico São

Tomás de Aquino e o Insti-

tuto Filosófico Aristotélico

Tomista. Também é funda-

dor e assíduo colaborador

da revista acadêmica Lumen

Veritatis e da revista Arautos

do Evangelho, publicada em

inglês, português, espanhol

e italiano, totalizando uma

tiragem mensal de cerca de

um milhão de exemplares.

Escreveu 16 obras, entre

as quais algumas superaram

a tiragem de dois milhões

de exemplares, publicadas

em sete idiomas.

Mons. João Clá é Cônego

Honorário da Basílica Papal

de Santa Maria Maior, em

Roma, Protonotário Apostó-

lico supranumerário, mem-

bro da Sociedade Interna-

cional Tomás de Aquino, da

Academia Marial de Apare-

cida e da Pontifícia Acade-

mia da Imaculada. Foi con-

decorado em diversos países

por sua atividade evangeli-

zadora, cultural e científi-

ca, tendo recebido de Bento

XVI, em 15/08/2009, a me-

dalha Pro Ecclesia et Pontifice.

Mons. João Scognamiglio

Clá Dias, EP, é natural de

São Paulo, Brasil. Nasceu a

15 de agosto de 1939, sendo

filho de Antonio Clá Díaz

e de Annitta Scognamiglio

Clá Díaz.

Cursou Direito na Facul-

dade do Largo de São Fran-

cisco, aprofundou seus estu-

dos teológicos com grandes

catedráticos de Salamanca,

da Ordem Dominicana, e

obteve láureas em Filoso-

fia, Teologia, Psicologia e

Humanidades em diversas

universidades, sendo dou-

torado em Direito Canônico

pela Pontifícia Universidade

São Tomás de Aquino (An-

gelicum) de Roma e em Teo-

logia pela Universidad Ponti-

ficia Bolivariana, de Medel-

lín (Colômbia).

Mons. João Clá é funda-

dor e atual Superior-Geral

dos Arautos do Evangelho e

[O livro que o leitor tem em suas mãos] trata-se de uma autêntica e

completíssima Vida de Dona Lucilia, que pode equiparar-se às melhores

“Vidas de Santos” aparecidas até hoje, no mundo inteiro. Sobretudo tem

um valor inapreciável a correspondência epistolar entre ela e seus filhos

(...). Em suas magníficas cartas, Dona Lucilia diz com freqüência coisas

tão sublimes e de uma espiritualidade tão elevada que o leitor é tomado

por uma emoção parecida à que produz a leitura do inimitável epistolário

de Santa Teresa de Jesus.

Precisamente por isto me atrevo a formular muito concretamente uma

pergunta que se desprende, clara e espontânea, da leitura desta maravi-

lhosa Vida de Dona Lucilia. A pergunta concreta é esta: foi Dona Lucilia

uma verdadeira santa, em toda a extensão da palavra? Ou, de outra for-

ma: suas virtudes cristãs alcançaram o grau heróico que se requer indis-

pensavelmente para ser alguém reconhecido pela Igreja com uma beatifi-

cação e canonização?

À vista dos dados rigorosamente históricos que nos oferece com grande

abundância a biografia que estamos apresentando, atrevo-me a responder

com um sim rotundo e sem a menor vacilação.

Longe de mim a ridícula e irreverente pretensão de adiantar-me ao juí-

zo infalível da Igreja! O que me cabe como próprio é dar uma opinião

sinceríssima, mas perfeitamente falível. A Igreja nunca erra, nós podemos

errar sempre. (...)

A última palavra pertence à Santa Igreja Católica, Apostólica e Roma-

na, que é a mestra infalível da verdade. Mas a nós nos incumbe o doce

dever e o sagrado direito de pedir humildemente à Divina Providência

que leve a feliz termo nossa entranhada petição, para a glória de Deus e

grande proveito das almas.

(Excertos do prefácio de Fr. Antonio Royo Marín, OP)

O livro Dona Lucilia é uma publicação

conjunta internacional em quatro lín-

guas da Libreria Editrice Vaticana e do

Instituto Lumen Sapientiæ dos Arautos

do Evangelho.

LIBRERIA EDITRICE VATICANAL.E.V.

Biografía de Lucilia Ribeiro dos Santos Corrêa de Oliveira, escrita por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, que la Librería Editrice Vaticana pronto publicará en español.

Reserve ya su ejemplar en el teléfono 902 19 90 44 o por email en [email protected]

Doña Lucilia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      39

“Sentía su compasión princi-palmente durante las enfermeda-des de mi infancia: gripes, escarlati-na, sarampión y una terrible difte-ria que me llevó al borde de la muer-te. Cuánta lástima sentía por mí. Se afligía hasta el extremo. Ya enton-ces, muy dado a la observación, yo no dejaba de examinar toda su acti-tud cuando entraba en el dormitorio de puntillas, sonriendo, con un vaso de medicina homeopática en la mano —era una fervorosa partidaria de la homeopatía— y diciendo: ‘Hijo mío, ha llegado la hora de que te tomes la medicina’. Tenerla allí era una conso-lación para mi alma y compensaba el dolor que sufría.

“Las analogías en la mente de un niño son muy vivaces. Yo hacía una relación entre ella y el frescor del agua que estaba tomando, dicién-dome a mí mismo: ‘Ella es para mí lo que esta agua está siendo para mi enfermedad: un refrigerio’”.

Madre cariñosa y atenta, doña Lucilia se dio cuenta enseguida de que la frágil salud de su hijo reque-ría mejores aires que los del centro de São Paulo. Llevada por una mez-cla de preocupación y desvelo, deci-dió mudarse unos meses al distante

barrio de la Peña y abandonar duran-te ese período su acogedora residen-cia de los Campos Elíseos. Influyó de modo decisivo en la elección del lu-gar la proximidad del santuario de su Madrina, la Virgen de la Peña, donde le iba a ser posible rezar más asidua-mente por el pequeño Plinio.

A partir de esa convivencia “para-disíaca” —toda ella hecha de ternu-ra, solicitud y protección por parte de la madre y de admiración y confian-za por parte del hijo— se estableció entre ellos una unión de almas que transpuso las murallas de la eterni-dad y se mantuvo intacto hasta el úl-timo día de vida del Dr. Plinio. Pero ésos no serán los únicos episodios que demuestren las elevadas y apreciables dotes maternales de doña Lucilia...

Extraído de CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio. Dona Lucilia.

Città del Vaticano: Librería Editrice Vaticana, 2013, pp. 112-114.

1 Deformación infantil de la palabra mãe-zinha (madrecita, mamaíta o mamita). El Dr. Plinio la usará muchas veces, ya adulto, para dirigirse cariñosamente a su madre. Su pronunciación aproxima-da es manguiña y maesiña. (N. del T.).

Ella percibía la sensación que yo tenía de mi propia debilidad, pero sonreía como diciendo: ‘Es natural que el hombre tenga una madre y que ésta sea toda ternura para con él”

Plinio, con dos años de edad

Page 40: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Las dos monedas perdidas

E

40      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

HiStoria para niñoS... ¿o aDultoS llenoS De fe?

“Llévaselas a tus padres, que no deben ser ricos. Y diles también que tengo mucho deseo de conocerlos. Una niña tan honrada debe tener una familia muy virtuosa”.

n una pintoresca cabaña aislada entre altas monta-ñas vivía una humilde fami-lia, cuya nobleza y rectitud

de carácter eran su tesoro más pre-cioso. Joaquín y su esposa, Constancia, trabajaban du-rante las temporadas de in-vierno en el albergue de una estación de esquí cercana y el resto del año lo pasaban co-mo podían, sacando parcos frutos de esa bendecida re-gión, aunque algo inhóspita.

La pequeña Margarita, hija del matrimonio, había aprendido la importancia de que todos debían colaborar, cada cual como podía, en el sustento del hogar y, a pesar de sus 7 años, no escatimaba esfuerzos para ayudar a sus padres.

Como contrapartida, el ambiente montañés hacía que se sintiesen más cerca-nos al Cielo, llevándoles a meditar en la omnipoten-cia y bondad de Dios por ha-ber creado tantas maravillas: atardeceres de una belleza fantástica, encantadores ria-

chuelos y cascadas, verdes praderas salpicadas de flores doradas y blan-cas en primavera y un blanco y si-lencioso manto de nieve en invier-no...

Un día, cuando estaban traba-jando en el albergue, vieron que se acercaba a la recepción un po-bre hombre vestido con ropas muy gastadas. Solicitaba que le acogie-

ran sólo por una noche. Pa-recía una buena persona, aunque de pocos recursos. Decía que se había perdido y, como no tenía dinero pa-ra pagar el hospedaje ni sa-lud para pasar la noche al re-lente en aquellas frías mon-tañas, no le quedaba más re-medio que pedir refugio por caridad.

El propietario de la posa-da, Antonio, tuvo un primer movimiento de compasión y pensó auxiliarlo, pero ense-guida le vinieron a la memo-ria algunos casos recientes en los que su ayuda a desco-nocidos le acarreó numero-sas complicaciones. Entonces consideró más prudente ne-gárselo. Sin embargo, Cons-tancia, que había discernido en la mirada y en la voz del forastero su sinceridad, deci-dió de buena gana acogerlo en su modesta casa.

Raphaela Nogueira Thomaz

Un día vieron que se acercaba a la recepción un pobre hombre vestido con ropas muy gastadas

Page 41: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      41

Al día siguiente, muy temprano, mientras el huésped aún dormía, Joa-quín mandó a Margarita a la aldea a buscar pan y un poco de queso fresco para el desayuno de la inespe-rada visita. Dispuesta, co-mo siempre, a atender el recado de su padre, se pu-so inmediatamente la ca-pa, cogió las monedas que le había dado y se fue a to-da prisa.

Descendió con agilidad por los sinuosos atajos que conocía bastante bien y en poco tiempo llegó a la entrada de la aldea. Pe-ro, cuando ya estaba cer-ca de la panadería, se dio cuenta de que las dos mo-nedas que traía para pagar las com-pras ya no estaban en su bolsillo. Sin otra reacción que la vergüenza y el desaliento, se puso a llorar descon-soladamente. ¡Cómo podía haberse distraído y perder ese dinero, fruto del arduo trabajo de su padre!

Tan entristecida estaba que no vio que se aproximaba un respetable señor bien abrigado, con un gabán oscuro, que tras quedarse mirándo-la bondadosamente unos instantes le preguntó la causa de su aflicción. Margarita, con la voz entrecortada, le explicó lo sucedido:

— Chiquilla, no llores por tan poca cosa —le dijo el desconocido. Aquí tienes dos monedas iguales a las que has perdido. Ten y vete en-seguida a hacer lo que tu padre te ha encargado.

— Señor, las acepto porque no me queda otra salida. Pero soy po-bre y no tengo nada para darle a cambio. Le pediré a Jesús, cuan-do rece esta tarde el Rosario con mi madre, que se lo recompense con su bendición.

— Haces muy bien en rezar el Rosario con tu familia. Voy a enco-

mendarte ahora muy particularmen-te en la Misa y así lo haré los próxi-mos días.

Sólo entonces Margarita se dio cuenta de la sotana que su bienhe-chor vestía por debajo del chaque-tón y comprendió que se trataba de un ministro de Dios. Seguramen-te era el nuevo párroco que esta-ban esperando en la aldea desde ha-ce tiempo... Y, por lo visto, la pro-longada espera había valido mucho la pena.

Mientras el sacerdote se iba ale-jando lentamente, Margarita, ra-diante de alegría, salió corriendo a la panadería con las monedas bien apretadas entre las manos. Com-pró el pan y el queso fresco y se puso en camino con presteza, te-merosa de retrasar demasiado la comida.

Al llegar a la senda del bosque, ya de regreso, vio que algo brillaba sobre la nieve. Eran sus dos mone-das perdidas. Sin dudarlo, volvió rá-pidamente a la aldea y se las entre-gó al cura, que ya se encontraba en la iglesia, contándole cómo las había encontrado.

Edificado con la inte-gridad de la pequeña, re-chazó aceptarlas, y le dijo:

— Llévaselas a tus pa-dres, que no deben ser ri-cos. A mí no me hacen fal-ta. Y diles también que tengo mucho deseo de co-nocerlos. Una niña tan honrada debe tener una familia muy virtuosa.

La pequeña se rubori-zó por el elogio inespera-do y volvió a casa sin tar-danza.

Su padre la estaba es-perando afligido por el re-traso. Cuando llegó la es-trechó entre sus brazos mientras oía asombrado todo lo ocurrido. Su espo-sa y el huésped escucha-

ban atentamente las palabras de la niña.

— ¡Qué alegría saber que ya te-nemos un nuevo párroco! —afirmó Constancia.

— Sin duda, debe ser don Sera-fín, un santo varón de Dios —res-pondió muy seguro el visitante.

Todos le miraron sorprendidos, y añadió:

— Soy su sacristán. Cuando iba a cambiarse de parroquia, le pedí unos días de permiso para ir a visi-tar a mi familia, pero durante el via-je me perdí completamente, por eso vine a parar aquí. Y ya casi es-taba desistiendo de averiguar el si-tio donde se encontraba ahora. Si usted, Joaquín, no hubiera manda-do a su hija a comprar pan y ella no hubiese perdido las monedas, tal vez nunca lo hubiera encontrado.

Después de la alegre convivencia del desayuno, el matrimonio, la ni-ña y el sacristán bajaron a la aldea. Conocieron a don Serafín, recibie-ron su bendición y, desde ese día, se estableció entre el bondadoso sacer-dote y la familia un particular víncu-lo de afecto.

“Chiquilla, no llores por tan poca cosa. Aquí tienes dos monedas iguales a las que has perdido”

Edi

th P

etitc

lerc

Page 42: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

42      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

tivo, María es una clave importante para la evangelización de la India”.

Radio María inaugura una emisora en la India

El 30 de junio fue inaugurada en Cochín, en el estado de Kerala, una nueva emisora de Radio María. El obispo diocesano, Mons. Joseph Ka-riyil, bendijo solemnemente las ins-talaciones, estando presentes el P. Francisco Palacios, representan-te de la Familia Mundial de Radio María, el director de la estación, el P. Rafael Kootumghal, y representan-tes del Gobierno, religiosos y volun-tarios. Los programas se emiten en lengua malayalam.

La inauguración de la emisora for-ma parte del Mariathón, un proyecto destinado a la creación de emisoras de Radio María en once países de Eu-ropa, África y Asia donde todavía no existía. La idea de abrir una de ellas en Cochín se debe al P. Kootumghal, que durante su estancia en Ecuador como misionero se dio cuenta del po-tencial pastoral de una emisora.

Poniendo toda su confianza en la Madre de Dios, afirmó en la inau-guración: “Estamos convencidos y confiamos en que nuestra Madre nos ayudará. Gracias a los misione-ros que han dedicado sus vidas para difundir la fe católica, la devoción a la Beata Virgen María está profun-damente arraigada entre las familias de católicos en nuestro país. Un cul-to que se está difundiendo incluso entre los hindúes, musulmanes y bu-distas. No es considerada como una amenaza, sino como una madre que cuida, ama a sus hijos y que ofrece gracias a las personas. Por este mo-

nión bianual, que culminó con la de-nominada “Misa roja”, celebrada en la basílica de San Lorenzo Extramu-ros, el 12 de julio, por el cardenal es-tadounidense Mons. Raymond Leo Burke, presidente del Supremo Tri-bunal de la Asignatura Apostólica.

Ese llamativo nombre, común en todo el mundo anglosajón, evoca el color de las togas y pelucas rojas usa-das tradicionalmente por los jueces y abogados de esas naciones. La cos-tumbre data del siglo XIII, cuando pedían la asistencia del Espíritu San-to para desempeñar con idoneidad sus funciones. El color rojo simboli-za las llamas del Espíritu Santo que bajaron sobre la Virgen María y los Apóstoles en el día de Pentecostés.

La “Misa roja” más antigua de la que se conservan evidencias históri-cas fue celebrada en la catedral de París en 1245. De Francia la costum-bre se difundió a otras naciones eu-ropeas, llegando a Inglaterra alrede-dor del año 1310. Esta Misa es cele-brada en numerosos países del mun-do, principalmente de influencia an-glosajona, incluido Filipinas.

Actividades en la diócesis de Jiangmén

La parroquia de la catedral del Corazon Inmaculado de María, en la diócesis de Jiangmén (provin-cia de Cantón), que cuenta con cer-ca de 20.000 fieles divididos en vein-te parroquias, organizó el 13 de julio una peregrinación al santuario de la isla de Shangchuan. Las intenciones de la peregrinación eran rezar por la Iglesia católica en China y por la Igle-sia en el mundo, principalmente pa-ra fortalecer la evangelización en es-te Año de la Fe.

En su homilía el P. Don Huang ex-hortó a los peregrinos con estas pala-bras: “Debemos orar mucho, no sólo por nosotros mismos, sino por la Igle-sia en China, para que se convierta al Señor Jesús cuanto antes”, animando a cada uno a imitar el ejemplo de San

Presbítero ordenado en Alaska

Por primera vez después de más de ocho años resonaron en Anchora-ge, Alaska, las emocionantes palabras del rito de ordenación sacerdotal: “Te pedimos, Padre todopoderoso, que confieras a este siervo tuyo la digni-dad del presbiterado; renueva en su corazón el Espíritu de santidad...”.

Este feliz acto litúrgico de la or-denación del diácono Patrick Brosa-mer tuvo lugar el 7 de junio en la igle-sia de Nuestra Señora de Guadalu-pe, que fue presidido por el arzobis-po, Mons. Roger Lawrence Schwietz. Veintiocho sacerdotes, diez diáconos, y tres seminaristas le precedían en el cortejo de entrada. También estuvo presente el arzobispo emérito de An-chorage, Mons. Francis Hurley. Des-pués de la comunión Mons. Schwietz se arrodilló ante el P. Brosamer pa-ra pedirle la bendición, que recibió la responsabilidad de vicario en la pa-rroquia de Santa Elizabeth Ann Se-ton, la más grande de la archidiócesis.

De los cerca de 715.000 habitan-tes que tiene el Estado de Alaska, más de la mitad vive en Anchorage. La diócesis, que se extiende por to-do el estado, cuenta con 32.170 cató-licos, integrados en ocho parroquias urbanas y trece rurales, algunas de ellas sólo accesibles por avión.

Australianos participan en la “Misa roja” en Roma

El Colegio de Abogados de Aus-tralia hizo un largo viaje hasta Roma para celebrar por primera vez su reu-

Page 43: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      43

Francisco y a “seguir sus huellas sien-do testigos vivos del Señor”.

En la isla de Shangchuan, situada a pocos kilómetros de la costa chi-na, en el territorio de la mencionada diócesis, murió en 1552 el gran mi-sionero jesuita San Francisco Javier, cuando se preparaba para ir a evan-gelizar China. Al norte de la dióce-sis se encuentra la ciudad de Zhao-quing, donde otro jesuita, el P. Mat-teo Ricci, nacido el año que murió San Francisco, estuvo preparando su entrada en el país durante tres años.

Nuevas tecnologías para animar la “Lectio Divina”

La Fundación Ramón Pané pre-sentó el 17 de julio en la sede del Pontificio Consejo para las Comuni-caciones Sociales un proyecto para hacer más accesible la Historia de la Salvación a los usuarios de teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles y tabletas. Se trata de la aplicación Cristonautas, fruto de las sugerencias de jóvenes que deseaban orientación para hacer una “lectura orante de la Biblia”, o Lectio Divina.

La aplicación ya está disponible en la web www.fundacionpane.com, donde se explica: “La Lectio Divina es en realidad el primer estilo de leer la Biblia. Los monjes del desierto en el siglo II se pasaban su vida leyendo rollos de las Sagradas Escrituras in-tentando revisar su vida con la volun-tad de Dios. Luego, en el siglo III, co-mienzan a unirse estos ermitaños en comunidades que se llamaron ceno-bios o comunidades cenobíticas. Allí es cuando toma auge este método y lo sabemos por cartas que hablan de es-to como la lectura y meditación, co-mo la oración y la contemplación”.

Los contenidos se renuevan cada semana y vienen con la indicación de las Lecturas y del Salmo responso-rial y el texto del Evangelio del do-mingo siguiente. También van acom-pañados con herramientas para el estudio bíblico, la oración y la medi-tación y algunas sugerencias concre-tas para la acción.

Santa Teresa de Jesús en un itinerario virtual

Los Carmelitas Descalzos han anunciado la posibilidad de recorrer virtualmente a través de internet los lugares más emblemáticos de la vi-da de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia. En el 2015 se celebra-rá el quinto centenario de su naci-miento y la Orden quiere aprovechar la ocasión para dar a conocer los es-pacios teresianos de Castilla y León

por donde anduvo la ilustre reforma-dora del Carmelo.

El itinerario incluye la casa natal de Teresa de Ahumada, donde hoy día se encuentra la iglesia de Santa Teresa, en Ávila, y el Convento de San José, la primera de sus funda-ciones. El delegado del V Centenario de Santa Teresa de Jesús en Castilla y León, Juan Borrego, afirmaba que el “objetivo es ir dando pasos poco a poco para que en el año 2015 todo el mundo pueda tener al alcance de la mano el mensaje, la obra y la vida de Santa Teresa de Jesús y dar las máxi-mas facilidades para cualquier per-sona que quiera acercarse a esta fi-gura crucial en la historia de nuestra comunidad”. El proyecto está basa-do en imágenes en 360 grados de al-ta resolución.

El interés que ha despertado es enorme. El representante de la em-presa encargada de realizar dicho proyecto comentó que en sólo unas horas el perfil de Facebook de la pá-gina que debe albergarlo consiguió más de 4.000 seguidores.

Cien mil peregrinos veneran en Chile a la Virgen del Carmen

Como todos los años, el santuario de Nuestra Señora del Carmen, en La Tirana, al norte de Chile, celebró solemnemente el 16 de julio la fiesta de su Patrona, que también es “Ma-dre y Reina” de ese país, en la que participaron alrededor de 100.000 peregrinos.

En la víspera, fueron recibidos por el rector del santuario y canciller de la curia diocesana de Iquique, Mons. Franklin Luza, con estas palabras:

Formación de laicos en la Polinesia Francesa

La archidiócesis metropolitana de Papeete, en la Polinesia Francesa, or-ganizó durante el mes de julio, como viene siendo costumbre, cursos de formación pastoral para casi 700 lai-cos comprometidos en el apostolado. Los cursos, que duraron cuatro sema-nas, fueron impartidos en seis escue-las durante las vacaciones, lo que im-plica, por parte de los participantes, sacrificar buena parte del período de descanso a fin de perfeccionar su for-mación y de esta manera poder aten-der mejor a las necesidades pastora-les de sus parroquias, distribuidas en 118 islas de la archidiócesis.

Situada en la isla de Tahití, donde se concentra gran parte de la pobla-ción del archipiélago, distribuido por 4 millones de kilómetros cuadrados del Pacífico Sur, la ciudad de Papee-te da su nombre a una extensa pro-vincia eclesiástica que tiene como sufragánea a la Diócesis de Taiohae o Tefenuaenata.

Page 44: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

44      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

E

Ordenaciones conmemoran 130 años de la Iglesia en el Congo

“Queridos hermanos. Nos encontra-mos como todos los años en esta no-che emblemática, en esta noche san-ta, en esta noche pascual. Es el Se-ñor el que baja a transitar entre noso-tros...”. Seguidamente hubo una Mi-sa en la explanada del santuario pre-sidida por el Administrador Apostóli-co de Iquique y Arzobispo de Antofa-gasta, Mons. Pablo Lizama Riquelme.

El presbiterio, levantado en la ex-planada, tenía de fondo una proyec-ción gigante del rostro de Jesús im-preso en la Sábana Santa de Turín. Durante la vigilia, repicaron las cam-panas, estallaron fuegos artificiales y los presentes, que esperaban la auro-ra, rezaban cantando: “Dulce Virgen del Carmelo; tú crees en la Palabra;

Reapertura de la catedral de Santiago de Chile

A causa de la repugnante profa-nación ocurrida durante la festivi-dad de Santiago Apóstol, el mismo día 25 de julio, la catedral de Santia-

go de Chile, dos veces centenaria, tu-vo que ser cerrada al culto para ser reparada y limpiada. Una vez termi-nados los trabajos, que duraron una semana, el día 1 de agosto fue posi-ble reabrirla con una celebración pe-nitencial y Misa de desagravio.

La ceremonia comenzó en la pa-rroquia de El Sagrario, de donde sa-lió una procesión que recorrió la pla-za de Armas al son de la Letanía de los Santos. Al entrar en la catedral, los altares se iban revistiendo con los paños litúrgicos, se engalanaban con flores, se aspergían con agua bendi-ta y se incensaban, y en cada uno de ellos también se encendían las velas.

A continuación el arzobispo de la ciudad, Mons. Ricardo Ezzati, pre-

l comienzo de la construcción de una precaria ca-baña destinada a albergar a los misioneros en la al-

dea de Linzolo, hace ahora 130 años, es considerado el inicio de la evangelización en la República del Congo, o Congo Brazzaville, como se le conoce para diferenciarla de la vecina República Democrática del Congo. La mi-sión que en ella se instaló en 1883 estaba presidida por Mons. Prosper Philippe Augouard, de la Congrega-ción del Espíritu Santo y fue la primera iniciativa con éxito de evangelización tras los primeros inten-tos que los portugueses hicieron en el siglo XV.

En esa emblemática aldea, situada a 20 kiló-metros de la metrópolis, fueron ordenados en el pasado mes de julio doce presbíteros por las ma-nos de Mons. Anatole Milandou, Arzobispo de Brazzaville, auxiliado por Mons. Vincent Landel, Arzobispo de Rabat (Marruecos), y Mons. Louis Portella Mbuyu, Obispo de Kinkala.

La solemne Eucaristía puso fin a las festivi-dades de ese aniversario, inspiradas por el lema: Cristianos de Brazzaville, redescubrid el camino de la fe. Al lugar se dirigieron en peregrinación más de 10.000 fieles que en su mayoría llegaron la vís-pera. Igualmente estuvieron presentes miembros

del Gobierno y autoridades civiles y militares. Boni-tas músicas sacras fueron cantadas por un total de 279 personas, procedentes de varios coros diocesanos, co-mo la Schola Populaire, Les Amis du Grégorien o el coro de Nganga-Lingolo, vistiendo sus respectivos uni-formes. Mons. Milandou invitó a los presentes a salva-guardar el patrimonio legado por los misioneros.

Capilla de Linzolo, construida en el lugar donde los misioneros iniciaron la evangelización del Congo. En destaque, la cabaña primitiva.

mira al pueblo reunido y transmíte-le la fe. Reina y Señora, Madre mi-sionera; haz que proclamemos esta buena nueva”.

Page 45: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      45

sidió la Eucaristía, que fue conce-lebrada por el nuncio apostólico en Chile, Mons. Ivo Scapolo y varios obispos. La portavoz del Gobierno, Cecilia Pérez, el intendente metro-politano, Juan Antonio Peribonio, y otras autoridades civiles, así como representantes del ejército y de la policía, y miles de fieles participaron en la ceremonia de reparación.

ba, además de los Emiratos, Yemen y Omán. Cuenta con un total de 46 sacerdotes para atender, además de los 834.000 bautizados en esos paí-ses, a la poblada colonia de trabaja-dores venidos de otras naciones, cal-culada en 7 millones de fieles.

Ucrania renueva sus votos bautismales

El 28 de julio pasado se cumplie-ron 1.025 años del Bautismo del gran príncipe de Kiev, San Vladimir, reci-bido junto a una tal cantidad de súb-ditos que la ceremonia es considera-da como el bautizo de toda la nación, de la que nacerían las actuales Rusia y Ucrania. Para celebrar la efeméri-de, la Iglesia Greco-Católica Ucrania-na renovó solemnemente el 4 de agos-to las promesas bautismales y realizó una procesión y una Eucaristía en el monte San Vladimir. El nuncio apos-tólico, Mons. Thomas Edward Gu-llickson se unió a las celebraciones.

En una carta dirigida a los fieles para conmemorar el aniversario, el Arzobispo Mayor de Kiev-Halych, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, ex-plicó el simbolismo del hecho: “Te-nemos que recordar y renovar nues-tros votos del Bautismo. Su signifi-cado permanece el mismo: liberar-nos de cualquier vínculo de esclavi-tud que haya sido impuesto a la raza humana por el demonio desde nues-tro ancestral Adán y llevar las ves-tiduras bautismales de la libertad y del amor, que son las brillantes ves-tiduras de Cristo resucitado”. Tam-bién manifestó su esperanza de que la renovación de las promesas “res-taure nuestra fidelidad a Cristo, co-mo única fuente de vida para el pue-blo ucraniano” y “solidifique nuestra unión religiosa y nacional”.

Ese mismo día, el Arzobispo Ma-yor concedió una entrevista a la te-levisión local y afirmó que “mu-cha gente en Ucrania sigue buscan-do a Dios, como ocurrió en los días del príncipe Vladimir, pero no lo en-

cuentran. Están esperando las pala-bras del Evangelio de Cristo”.

Los Emiratos Árabes Unidos erigirán una iglesia en honor a San Pablo

Una iglesia en honor al apóstol San Pablo se está construyendo en los Emiratos Árabes Unidos. La primera piedra del edificio, situado en la ciu-dad industrial de Mussafah, al suroes-te de Abu Dabi, fue bendecida el 29 de junio por el vicario apostólico de Arabia del Sur, Mons. Paul Hinder, OFM, en presencia de sacerdotes, re-ligiosos y de una nutrida representa-ción de la comunidad católica.

El nuevo templo, cuya construc-ción debe durar alrededor de dos años, está destinado a atender a cer-ca de 3.500 fieles de la región, ade-más de 15.000 trabajadores tempo-rales procedentes de Pakistán, Filipi-nas, India, Bangladés y de varios paí-ses africanos. En la actualidad, algu-nos de esos fieles tienen que trasla-darse casi 40 km para llegar a la única iglesia católica en Abu Dabi: la cate-dral de San José. El futuro templo fa-cilitará a muchos católicos la asisten-cia a las misas dominicales y diarias.

La Santa Sede y Emiratos Ára-bes Unidos mantienen relaciones diplomáticas plenas desde 2007. El Vicariato de Arabia del Sur englo-

Los Salesianos donan la mayor biblioteca eclesiástica de Baviera

El 30 de septiembre, la Escuela Superior de Filosofía y Teología de los Salesianos de Don Bosco (PTH Benediktbeuern), en la Alta Bavie-ra, donará la totalidad de su bibliote-ca a la Escuela Superior de Filosofía y Teología Benedicto XVI, en Heili-genkreuz, cerca de Viena, y a otras instituciones. El documento que ofi-cializa la cesión, motivada por el cie-rre de la escuela de origen benedicti-no hasta ahora mantenida por los sa-lesianos, fue firmado el 15 de julio.

“En todas las conversaciones que tuvimos —comentaba el provincial de los Salesianos, el P. Josef Grünner— hemos resaltado que era importante garantizar la conservación científica de los valiosos volúmenes. Estamos contentos con el acuerdo alcanzado”.

Por su parte, el gran canciller de la escuela superior de Heiligenkreuz y abad de la comunidad cisterciense, Mons. Maximilian Heim, afirmaba: “Nos alegramos mucho con el gene-roso ofrecimiento de los Salesianos y les agradecemos ese acto de soli-daridad entre órdenes religiosas. La donación de este excelente material teológico es para nosotros providen-cial, porque estamos trabajando jus-tamente en la ampliación de nuestra escuela superior”.

El hecho despertó interés de los medios culturales europeos, al tra-tarse de la mayor biblioteca eclesiás-tica de Baviera, 350.000 ejemplares. Entre ellos, la mencionada Escuela

Page 46: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

¡Súmese a María, Reina de los Corazones, para que su hogar participe en este apostolado junto con más de 30.000 familias

que en España reciben un oratorio una vez al mes en sus casas!Usted también puede ser coordinador(a) de un Oratorio

del Inmaculado Corazón de María.¡Llame al teléfono de información que le indicamos o escríbanos!

C/ Cinca, 17 - 28002 Madrid - Tel/Fax 902 11 54 65

E-mail: [email protected]

ApostolAdo del orAtorio MAríA reinA de los CorAzones

46      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Superior Benedicto XVI —que es el mayor complejo para la formación de sacerdotes en los países de habla ale-mana— debe recibir 265.000. Los Sa-lesianos conservarán más de 43.500, por tratarse de obras de interés para la Orden, y el resto será distribuido entre diversas asociaciones católicas.

nos Cooperadores (SSCC). Poco an-tes de la ceremonia mencionada más arriba, el 10 de julio, Mons. Julia-nus Sunarka, SJ, obispo de la dióce-sis sufragánea de Purwokerto, orde-nó a tres seminaristas pertenecientes a los Misioneros de la Sagrada Fami-lia (MSF).

Indonesia es el archipiélago más grande del mundo, con cerca de 17.500 islas, y el quinto país más po-blado, con 238 millones de habitan-tes, de los cuales sólo el 3% son cató-licos. Las treinta y siete jurisdiccio-nes en las que se divide el país son atendidas por 4.100 sacerdotes, así como por numerosas religiosas y lai-cos comprometidos.

del obispo español Álvaro del Por-tillo y Diez de Sollano, primer suce-sor de San Josemaría Escrivá de Ba-laguer como superior del Opus Dei. Habiendo sido reconocidas sus virtu-des heroicas en 2012 por el Papa Be-nedicto XVI, la publicación del de-creto del milagro, ya autorizada por el Papa Francisco, abre camino a la beatificación, cuya fecha deberá se-ñalarse en un consistorio con los car-denales.

El proceso de beatificación de Mons. del Portillo se inició el 5 de marzo de 2004. En una ceremonia en el palacio Lateranense, en la Ba-sílica de San Juan de Letrán, el car-denal vicario de Roma de aquella época, Mons. Camillo Ruini, lo pro-puso como “ejemplo de fidelidad en el seguimiento del espíritu de santi-ficación en el trabajo y en la vida or-dinaria”. Después el proceso fue en-caminado a la Congregación para las Causas de los Santos.

Mons. Álvaro del Portillo na-ció el 11 de marzo de 1914 en Ma-drid y falleció en Roma el 28 de ju-nio de 1994. Ordenado sacerdote en 1944, fue rector del Colegio Roma-no de la Santa Cruz y el primer pre-lado de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, creada por el Papa Juan Pablo II.

Ordenaciones presbiterales en Indonesia

La Archidiócesis de Semarang, en la isla de Java, festejó la ordenación sacerdotal de nueve religiosos jesui-tas de la provincia de Indonesia, en una ceremonia presidida el 25 de ju-lio por el arzobispo metropolitano, Mons. Johannes Pujasumarta, en la parroquia de San Antonio, de la ciu-dad de Yogyakarta.

Dicha archidiócesis se ha mani-festado especialmente prolífica en vocaciones. Entre agosto y octu-bre serán ordenados en Java nueve candidatos más al sacerdocio, entre ellos cinco miembros de los Salesia-

Beatificación de Mons. Álvaro del Portillo

El viernes 5 de julio la Santa Sede anunciaba la próxima beatificación

Page 47: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Imágenes de la Virgen reunidas en la catedral de Toledo

C

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      47

on motivo de la solemne Misa de Proclamación de la Fe celebrada en la catedral primada por el ar-

zobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, diez imágenes de la Virgen María de la archidiócesis, coro-nadas canónicamente, fueron reunidas en la catedral. Proceden de las parroquias toledanas de San Cipriano y Santa Leocadia, así como de santuarios situados en los municipios de Illescas, Mora, Ocaña, Santa Olalla, Villa-nueva de Alcardete, Corral de Almaguer y Talavera de la Reina.

La noche anterior a la Misa, que fue celebrada en el antiquísimo rito mozárabe, las nueve imágenes “visitan-tes” fueron expuestas a la veneración de los files en la iglesia de San Idelfonso, donde hubo una vigilia mariana

preparatoria. Al día siguiente, miembros de las respecti-vas cofradías y parroquias las llevaron hasta la catedral, haciendo el itinerario de la procesión de Corpus Christi. A su llegada fueron “recibidas” por la imagen de Nues-tras Señora del Sagrario, que allí se venera, e hizo las ve-ces de “anfitriona”.

En sus palabras de bienvenida a los fieles, Mons. Ro-dríguez Plaza explicó que “la presencia de nuestra Ma-dre y la celebración de la Eucaristía en este rito, harán del acto una verdadera catequesis que quedará marcada en el fondo de nuestro ser cristiano y católico”. La Pro-clamación de la Fe fue uno de los acontecimientos que forman parte del Plan Pastoral de la archidiócesis para la celebración del Año de la Fe.

Las imágenes de María salieron de la iglesia de San Ildefonso (foto 1) y, tras recorrer las calles en procesión (fotos 2 y 3), llegaron a la catedral (foto 4), donde la Virgen del Sagrario aguardaba (foto 5)

1 32

4 5

Page 48: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

48      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

Los santos de cada día ________________________ septiembre1. XXII Domingo del Tiempo Ordi-

nario.

Beata Juliana de Collalto, abadesa (†1262). De familia no-ble, vistió el hábito benedictino a los 12 años. Fundó el monasterio de San Blas, en Venecia, donde fue superiora.

2. San Agrícola, obispo (†cerca de 700). Tras llevar vida monástica en la isla de Lérins, Francia, su-cedió a San Magno al frente de la Diócesis de Aviñón.

3. San Gregorio Magno, Papa y doc-tor de la Iglesia (†604).

Beato Guala, obispo (†1244). Fraile dominico nombrado Obis-po de Brescia, luchó por la paz en tiempo del emperador Federi-co II. Al final de su vida se retiró al monasterio de Astino, Italia, donde falleció.

4. San Bonifacio I, Papa (†422). Tra-bajó para solucionar muchas con-troversias sobre la disciplina ecle-siástica.

5. San Pedro Nguyen Van Tu, mártir (†1838). Sacerdote dominico que continuó ejerciendo su ministerio clandestinamente durante la per-secución en Vietnam.

6. San Eleuterio, abad (†s. VI). Su simplicidad y compunción fueron alabadas por el Papa San Grego-rio Magno. Fue superior del mo-nasterio de San Marcos, en Spo-leto, Italia.

7. Beato Juan Bautista Mazzucconi, presbítero y mártir (†1855). Reli-gioso del Instituto de Milán para Misiones Extranjeras, después de dos años evangelizando, ya en-fermo, fue decapitado en Papúa Nueva Guinea, en Oceanía.

8. XXIII Domingo del Tiempo Or-dinario.

Natividad de la Santísima Vir-gen María.

Beato Federico Ozanam, lai-co (†1853). Italiano de nacimien-to, fundó junto con seis compa-ñeros la Sociedad de San Vicen-te de Paúl. Falleció en Marsella, Francia, en el camino de regre-so a Italia.

9. San Pedro Claver, presbítero (†1654).

Santa María de la Cabeza, lai-ca (†s. XII). Esposa de San Isidro Labrador, patrón de Madrid.

10. San Teodardo, obispo y mártir (†cerca de 670). Maestro de San Lamberto, fue asesinado en los alrededores de Spira, Alemania, cuando iba a visitar al rey Childe-rico, siendo Obispo de Tongeren, Bélgica.

11. San Paciente de Lyon, obispo (†cerca de 480). Distribuyó gra-tuitamente trigo a las ciudades si-

tuadas a las orillas del Ródano y del Saona para socorrer a la po-blación oprimida por el hambre. Se esforzó en la conversión de los herejes y en el cuidado de los ne-cesitados.

12. Santísimo Nombre de María.Beato Tomás Zumárraga,

presbítero (†1622). Fue encarce-lado por odio a la fe y arrojado al fuego en Omura, Japón, jun-to con el franciscano Apolinar Franco y cuatro compañeros más.

13. San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia (†407).

San Amado de Remiremont, presbítero y abad (†cerca de 629). Gobernó sabiamente el mo-nasterio de Habend, en la región de los Vosges, Francia, fundado por él junto con San Romarico.

14. Exaltación de la Santa Cruz.San Alberto, obispo (†1215).

Patriarca de Jerusalén. Dio una Regla a los eremitas del Monte Carmelo y, mientras celebraba la fiesta de la Santa Cruz, fue ase-sinado por un hombre cuya mala conducta había reprendido.

15. XXIV Domingo del Tiempo Or-dinario.

Nuestra Señora de los Dolores.Santa Catalina Fieschi, viu-

da (†1510). Nacida en el seno de una de las principales familias de Nápoles, se hizo insigne por su amor a Dios y caridad para con los necesitados, después de haber llevado una vida frívola y mun-dana.

16. San Cornelio, Papa (†253), y San Cipriano, obispo (†258), mártires.

San Martín de Finojosa, obis-po y abad (†1213). Superior del monasterio cisterciense de San-

Imagen procesional de Santa María de la Cabeza

Colegiata de San Isidro, Madrid

Ped

ro G

alán

Page 49: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      49

Los santos de cada día ________________________ septiembreta María de Huerta, España, fue ordenado Obispo de Sigüenza, donde se esforzó en reformar el clero.

17. San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia (†1621).

San Francisco María de Cam-porosso, religioso (†1866). Her-mano capuchino, ofreció su vida por la salvación de los enfermos de la epidemia que arrasaba Gé-nova, Italia.

18. Beatos David Okelo y Gil-do Irwa, catequistas y mártires (†1918). Fueron martirizados aún muy jóvenes en una aldea al norte de Uganda por haber-se ofrecido espontáneamente a anunciar el Evangelio al pueblo.

19. San Jenaro, Obispo y mártir (†s. IV).

San Mariano, eremita (†s. VI). De ilustre familia de Bour-ges, Francia, abandonó el mundo para hacerse eremita en Berry. Tan sólo se alimentaba de man-zanas agrestes y miel.

20. Santos André Kim Tae-gon, presbítero, Pablo Chong Ha-sang y compañeros, mártires (†1839-1867).

Beato Francisco de Posadas, presbítero (†1713). Religioso do-minico, predicó durante cuarenta años en Andalucía, España, es-pecialmente en Córdoba, su ciu-dad natal.

21. San Mateo, apóstol y evangelis-ta. Según la tradición, fue marti-rizado en Etiopía.

Santa Maura, virgen (†cerca de 850). Noble francesa, que con sus oraciones y ejemplo, alcanzó la conversión de su padre.

22. XXV Domingo del Tiempo Or-dinario.

Beato José Marchandon, pres-bítero y mártir (†1794). Párroco de Marsac, Francia, preso duran-te la Revolución Francesa en una embarcación en Rochefort, don-de enfermó y murió de hambre.

23. San Pío de Pietrelcina, presbíte-ro (†1968).

Beato José Stanek, presbítero y mártir (†1944). Religioso de la Sociedad del Apostolado Católi-co, preso y ahorcado en Varsovia durante la II Guerra Mundial.

24. Beato Antonio Martín Slomsek, obispo (†1862). Educador, ca-tequista, y escritor, cuidó empe-ñadamente de las instituciones eclesiásticas y de la vida cristiana de las familias, trabajando por la unidad de la Iglesia en Eslovenia.

25. San Cleofás (†s. I). Uno de los dos discípulos que el Señor en-contró en el camino a Emaús y que lo reconoció en la fracción del pan.

26. Santos Cosme y Damián, márti-res (†cerca del s. III).

Beato Gaspar Stanggassinger, presbítero (†1899). Sacerdote re-dentorista, dedicado a la educa-ción de los jóvenes. Falleció a los 28 años en Gars, Alemania.

27. San Vicente de Paúl, presbíte-ro (†1660).

San Bonfilio, obispo (†cerca de 1115). Tras haber gobernado la sede de Foligno, Italia, estuvo diez años en Tierra Santa y, al re-gresar, se retiró al monasterio de Storaco, del que había sido abad.

28. San Wenceslao, mártir (†929-935).

San Lorenzo Ruiz y compañe-ros, mártires (†1633-1637).

Beato Nicetas Budka, obispo y mártir (†1949). Obispo auxiliar de Lviv, de los Ucranianos, de-portado a un campo de concen-tración en Kazajistán, donde so-portó con fortaleza de ánimo las adversidades por amor a Cristo.

29. XXVI Domingo del Tiempo Or-dinario.

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

San Renato Goupil, mártir (†1642). Médico en las misiones jesuitas en Canadá. Preso y asesi-nado por los indios iroqueses por haber hecho la señal de la cruz en la frente de algunos niños, en Ossernenon.

30. San Jerónimo, presbítero y doc-tor de la Iglesia (†420).

Beata Felicia Meda, abade-sa (†1444). Religiosa clarisa, su-periora del monasterio de Santa Úrsula, en Milán, y del monaste-rio del Corpus Domini, de Pésa-ro, Italia.

Beato Nicetas Budka

sant

iebe

ati.i

t

Page 50: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

50      Heraldos del Evangelio · Septiembre 2013

“Mira, estoy de pie a la puerta y llamo”...

E

Nuestra morada interior está custodiada por la más robusta e impenetrable de las puertas. Pero ésta tiene la particularidad de que no posee cerradura por la parte de afuera.

n la época en que la so-ciedad no estaba tan me-canizada y la gente lleva-ba una vida mucho me-

nos agitada que la nuestra, la llegada de un visitante a una casa era todo un acontecimiento. Las viviendas de an-taño tenían paredes gruesas y una pe-sada puerta a la entrada, equipada con fuertes cerrojos. Ésta contaba con un peculiar accesorio que decoraba su parte exterior y anunciaba la llegada del forastero: la aldaba.

Una hermosa pieza decorativa que podía tener la forma de un ame-nazante dragón o reproducir, con de-licado realismo, bonitos rosetones o conchas. Grandes o pequeñas, refle-jaban de alguna manera el buen gus-to, las posesiones y el temple de su propietario. No obstante, su sonido era siempre grave y categórico, como prenunciando la importancia de lo que iba a suceder: alguien se dispo-nía a cruzar el umbral de aquel hogar para ser recibido como amigo y parti-cipar de la convivencia familiar.

Franquear o no la entrada de un huésped dependía de la voluntad del señor de la casa. Con su asentimien-to, los pestillos se descorrían y las puertas se abrían de par en par co-mo signo de hospitalidad. En algu-

nas ocasiones se le entregaba al vi-sitante una llave que le permitía en-trar por sí solo. Sin embargo, el due-ño de la residencia también podía mantener bloqueada la entrada, ne-gándole la acogida.

Ahora bien, no sólo son los edifi-cios los que poseen entradas que se abren o se cierran. Nuestra morada interior está custodiada por la más robusta e impenetrable de las puer-tas: la que protege nuestro corazón. Pero ésta tiene la particularidad de que no posee cerradura por la parte de afuera, sino únicamente una al-daba. No existe una llave con la que se pueda abrir. Para cruzarla es ne-cesario que nosotros —los “dueños de la casa”— autoricemos el paso.

¡Cuántas veces quiere entrar por ella el más noble de los huéspedes, deseoso de estar en nuestra compa-ñía! “Mira, estoy de pie a la puer-ta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20), dice la Sagrada Escritura.

En efecto, Jesús llama numerosas veces a nuestra puerta: cuando ad-miramos una bonita puesta de sol, al recibir un buen consejo, al leer una palabra edificante, cuando nos acer-camos a los sacramentos o estamos

ante el sagrario, en el silencio de la oración, o incluso cuando nos visi-ta el dolor y el sufrimiento. En esos momentos Él está a nuestro lado, con ganas de entrar en nuestro co-razón. “Su continua visitación es con el hombre interior; con él habla dul-cemente, tiene agradable consola-ción, mucha paz y admirable fami-liaridad”.1

Sin embargo, muy a menudo ha-cemos oídos sordos a su llamada... Las prisas del día a día, las preocu-paciones con las cosas materiales, el egoísmo y nuestro actuar inme-diato no nos dejan oír la llegada de tan sublime huésped, haciendo que nos olvidemos de los verdaderos va-lores de esta vida —los tesoros que acumulamos para la eternidad— y de que ya en esta tierra podemos, en cierto modo, degustar anticipada-mente la convivencia paradisiaca a la cual Él nos invita.

¿Y si ocurre que, después de tan-to tocar la aldaba de nuestro cora-zón y negarle posada, el Señor se marcha? ¿Cómo nos las arreglare-mos? “Timeo enim Iesum transeun-tem — Temo a Jesús en cuanto pa-sa”,2 decía San Agustín...

A pesar de todo, en su infinita bondad, nos ha dado una Madre de

Hna. Juliane Vasconcelos Almeida Campos, EP

Page 51: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Septiembre 2013 · Heraldos del Evangelio      51

“Mira, estoy de pie a la puerta y llamo”...

Misericordia, que también viene junto con su divino Hijo a to-car la aldaba de nuestra puerta con compasión. Pero al ver que no se abre, hace de vez en cuan-do el papel de sacrosanta intrusa: entra por la ventana y se acerca a nosotros a fin de llamar nues-tra atención y predisponernos para recibir al Señor. Hecho esto, regresa al lado de afuera para, con Él, seguir tocando.3

Pidamos a María Santísi-ma que nos ayude a abrir y mantener abierta de par en par esa puerta, ante la cual Madre e Hijo llaman de ma-nera tan conmovedora, pa-ra que entren en nuestra mo-rada y hagan en ella la su-ya. Y habiendo sido nuestros huéspedes en esta tierra, nos abran las puertas de la Patria celestial.

1 KEMPIS, OSA, Tomás de. Imita-ción de Cristo. L. II, c. 1, n.º 1.

2 SAN AGUSTÍN. Sermo LXXX-VIII, c. 13, n. 14. In: Obras Completas. Madrid: BAC, 1983, v. X, p. 550.

3 Cf. CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Conferencia. São Pau-lo, 5/6/1974.

Hna. Juliane Vasconcelos Almeida Campos, EP

“Jesús llama a la puerta” - Detalle de un monumento funerario del cementerio de la Consolación, São Paulo (Brasil)

Ser

gio

Miy

azak

i

Page 52: El padre perfecto - Salvadme Reina · la revista Heraldos del Evangelio, en la que podemos encontrar temas de actualidad que nos hacen estar al tanto de lo que sucede en la Igle-sia

Gus

tavo

Kra

lj

l mismo eterno designio de

misericordia que predestinó al Salvador Jesús, predestinaba también a la Madre del Dios hecho hombre. No existen dos decretos, uno relativo al Verbo Encarnado y otro a la Virgen su Madre, sino un único y mismo plan de infinita bondad, que congrega a los dos en una indisoluble alianza. Ni María sin Jesús, ni Jesús sin María.

P. Jean-Baptiste Terrien, SJ

“La Virgen con el Niño” Pórtico de la Virgen, catedral de Notre Dame, París

E