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EL ORDEN JURIDICO * Por el licenciodo Manuel 1JLLOA ORTIZ, Profesor de lo Facultad de Derecho de México. CAPITULO 1 DE LOS SERES Y LOS PRINCIPIOS QUE LOS RIGEN 1. Diversidad de seres.-La realidad, en su múltiple variedad, pre- senta distintas clases de seres. Su enumeración podría resumirse así : se- res "inertes", seres vivos carentes de sentidos, seres vivos con sentidos, seres conscientes, éstos a su vez con posibilidad de crear nuevos seres (imaginarios, ficticios, ideales), comunidades y sociedades, seres sobre- naturales y, por encima de todos los seres el que lo es por excelencia: Dios. 2. Los seres materiales sin vida o "inertes".-Son aquéllos que tie- nen entre sus propiedades o atributos, la extensión, la resistencia, el color, la temperatura, el movimiento, la energía actual o potencial, la organización mecánica, la sencillez de estructura, la propulsión por im- pacto externo, y la mutabilidad, tanto en la esfera electrónica como en la constitución nuclear. 3. Los seres vivos, carentes de sentidos.-En estos seres se observan fenómenos de nutrición, crecimiento ,excreción, autorreparacibn, repro- * Véase la nota puesta al comienzo del articulo Jurirdicción eclesiástico y jurisdicción civil, tambiéii del licenciado Ulloa Ortiz, en el número 11, pp. 55-56 de esta revista (Nota de la Dirc<ción TCcnicu). www.derecho.unam.mx

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EL ORDEN JURIDICO * Por el licenciodo Manuel 1JLLOA ORTIZ, Profesor de lo Facultad de Derecho de México.

CAPITULO 1

DE LOS SERES Y LOS PRINCIPIOS QUE LOS RIGEN

1. Diversidad de seres.-La realidad, en su múltiple variedad, pre- senta distintas clases de seres. Su enumeración podría resumirse así : se- res "inertes", seres vivos carentes de sentidos, seres vivos con sentidos, seres conscientes, éstos a su vez con posibilidad de crear nuevos seres

(imaginarios, ficticios, ideales), comunidades y sociedades, seres sobre- naturales y, por encima de todos los seres el que lo es por excelencia: Dios.

2. Los seres materiales sin vida o "inertes".-Son aquéllos que tie- nen entre sus propiedades o atributos, la extensión, la resistencia, el color, la temperatura, el movimiento, la energía actual o potencial, la

organización mecánica, la sencillez de estructura, la propulsión por im- pacto externo, y la mutabilidad, tanto en la esfera electrónica como en la constitución nuclear.

3. Los seres vivos, carentes de sentidos.-En estos seres se observan fenómenos de nutrición, crecimiento ,excreción, autorreparacibn, repro-

* Véase la nota puesta al comienzo del articulo Jurirdicción eclesiástico y jurisdicción civil, tambiéii del licenciado Ulloa Ortiz, en el número 11, pp. 55-56 de esta revista ( N o t a de la Dirc<ción TCcnicu).

www.derecho.unam.mx

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ducción, complicación de estructura química1 y cierta estabilidad o fi- jeza en su colocación espacial.

4. En los seres vivos dotados de sentidos, éstos son "instrumentos de coordinación con el medio ambiente, tienen flexibilidad de movimien- to que desafía todo cálculo mecánico; y estructura complicadisima a base de sistema nervioso".

5. Seres conscientes.-En los seres conscientes, existen datos que les son propios, pues aunque participan de algunos de los caracteres de los seres mencionados en los tres puntos que anteceden, tienen un alma racional e inmortal y por ello, la palabra, la reflexión, la autoformación, la creación de un medio ambiente cultural, tienen voluntad libre y res- ponsable. Tienen, además, una naturaleza esencialmente social. Estos se- res conscientes, las personas humanas, por su razón, pueden reproducir representándolos, a los demás seres y, dentro de ciertos limites, pueden crear otros seres (seres ficticios) y otros abstractos, como ideas, con- ceptos, juicios, raciocinios.

6. Las contunidades, sociedades y asociaciones.--El carácter esen- cialmente social del hombre le lleva a vivir en el seno de sociedades y co- munidades, la familia, la asociación profesional, el municipio, el club recreativo, la provincia, la nación. A su vez, esos grupos pueden formar otros grupos y así se tienen, por ejemplo, la comunidad internacional, y los entes que la constituyen, Estados, Uniones y Asociaciones interna- cionales.

7. Lo sobrenatural.-Además de los seres antes considerados, existe o:ra zona de seres que corresponden a una "esfera" diversa: ángeles, de- inonios, almas, santos canonizados que, por estar sobre la zona de lo natural, pertenecen al mundo de lo sobrenatural, mundo respecto del cual algunos ponen en duda o niegan su existencia.

8. El Ser que Es.-Por encima de todos los seres, se reconozca o niegue su existencia, existe Dios Creador y Fin último de todos los seres; el Ser que Es, el Sumo Bien, la "Prima Veritas".

1 Jaime Castiello, Curso de Filosofía General (Edición mimeográfica), pp. 4 y 5 .

2 Jaime Castiello. Id.

9. Los seres están regidos por principios midentes.-Estos princi- pios son :

a ) "Principio de identidad: lo que es, es; mientras es, es." Todo ser es igual a si mismo en el mismo tiempo y lugar.

b) "Principio de contradicción: nada puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo la misma razón."'

'c) "Principio de razón suficiente : todo lo que existe tiene una razón suficiente de existir": una coherencia y consistencia objetivas que pueden ser explicadas por la inteligencia." "

d ) "Principio de causalidad: todo lo que existe y no tiene en si mis- mo su razón suficiente, tiene, necesariamente, su razón suficiente en otro ser, que es su causa: rl principio de causalidad permite argüir de la exis- tencia de un efecto a la causa propia de ese efecto. . ." "Causa propia es aquella modalidad que es necesaria para explicar el efecto."

e) "Principio de causa propia adecuada.. . " "Todo lo qiic existe y no tiene en si la razón suficiente de su existencia, al travts de una serie de causas propias que no tengan en si su razón suficierite, exige de modo absoluto e imprescindible, una causa Últirna, propia y adecuada, que exhiba en si todo lo que es necesario para explicar la serie de las causas y que no necesite otra causa que la explique, porque tiene en si misma su razón suficiente en el orden de causación que se considere." 7

f ) "Principio de finalidad." Todo lo que se mueve lo hace por algún fin o motivo. Todo tiende a su perfeccionamiento. hacia aquello que es capaz de colmar su vacío ontológico; pero, a la vez, hay en los seres creados, una tendencia a volver a la nada.

g) "Principio de racionalidad de lo real, entendido como la suscep- tibilidad de su conocimiento por la inteligencia y, sobre todo, como crea- ción de una Inteligencia Increada."

CAPITULO 11

DEL CONOCIMIENTO DE LOS SERES

10. Existen seres y éstos son diversos del pensaniiento que los re- presenta. Los seres, en su objetividad, gobiernan y condicionan la marcha del pensamiento. Cuando éste capta los seres representándolos adecuada- mente, hay una identificación "intencional" entre el ser y el pensamiento,

3 Julia J. Vértiz, La Ezisi~ncia de Dios y la Ra.:ón Humana, articulo publi- cado en la Revista Corporaci6n. México, noviembre de 1952, pp. 3, 4, 5, 7 , 8 y 27.

4 5 6 7 Julio J. Vértiz. Id .

174 MANUEL ULLOA ORTIZ

que recuerda la frase aristotélica de que "el alma es, en cierto sentido, todas las cosas".

Los mismos principios del ser, gobiernan y son, principios del pen- samiento cuando éste se ajusta a su misión de reflejar los seres. Si el ~ensamiento no acata al ser, particularmente extramental, éste seguirá existiendo, pues el ser es irreductible al pensar. La escolástica ha afirmado siempre el valor objetivo del conocer; "para élla el conocimiento consiste en captar lo real o el objeto, esté donde esté, dentro o fuera de nosotros. El conocimiento es tributario de las cosas. Se conoce porque son; no son porque se conocen". Además, la naturaleza de una cosa, para Santo Tomás, sólo es cabalmente comprendida, cuando se conocen sus causas.8

11. Existen diversos tipos de conocimiento.-Hay el conocimiento que tiene el animal de su mundo cincuncidante, es un conocimiento sensi- ble, vinculado a lo concreto, a lo inmediato. El animal, dice Scheller, vive en éxtasis punctiformes.

12. Conocimiento cientifico.-Hay un conocimiento general que toma en cuenta los datos experimentales empíricos y las causas próximas de los fenómenos que forman el conocimiento científico, que procede por generalizaciones, inferencias y deducciones organizadas en un conjunto: es conocimiento objetivo, impersonal, abstracto; pero no llega ni a las causas primeras ni a los fines últimos, ni puede probar los postulados de que parte. Se vale del cálculo, de la medición.

El conocimiento científico descubre y expresa más que la descripción, pues se basa no sólo en los fenómenos, sino en las sustancias reales y en sus propiedades, sin detenerse en las apariencias y en las imágenes de los sentidos, sino que penetra en la profunda realidad, tratando de des- cubrir la Última fuerza oculta en que el fenómeno manifiesta su actividad y sus relaciones.

13. Conocimiento filosófico y metaflsico.-Existe un conocimiento, con la luz de la razón, que llega a las causas primeras y a los fines últimos, es universal; y es el conocimiento filosófico, que en su abstracción llega al Ser desprovisto de cualquier situación o modalidad que lo concretice y -

8 Comentarios a la Encíclica Humani Generir. Ediciones Descles de Brower. Bilbao, 1952, p. 157. Valor incontrovertible de la filosofia perenne según el método, doctrina y principios de Santo Tomás de Aquino, por Fray Emilio Suaros.

9 Véase J. M. Gallegos Rocafull, El Orden Social segiin la Doctrina de Santo Tomás de Aquino.

EL ORDEN IURIDICO 175

es la metafísica, conocirnicnto del ser en cuanto tal, con sus notas tras- cendentales de unidad, Verdad, Rondad y Belleza. La rnetafisica es un saber que sustenta los demás saberes naturales y que tiene posibilidad de volver sobre si misma, para analizar los fundamentos de sus princi- pios; en ella, la metaiísica, encuentran sólido fundamento los principios de la filosofía perenne: "el verdadero y recto valor del conocimiento humano", "los inconcusos principios metafísicos, a saber: el de razón su- ficiente, causalidad y finalidad" y la "posesión de la verdad cierta e in- mutable". lo

14. Existe, además, un conocimiento sobrenatural, por revelación o por fe.-El objetivo propio de la inteligencia humana es lo natural, lo que se alcanza mediante las luces de la inteligencia; y esa inteligencia de- muestra y explica los motivos de credibilidad, esto es, las bases racionales de la I<evelación, de la fe, o de lo sobrenatural. Es el saber filosófico y especialmente el metafísico, el "pase" o franqueo de la inteligencia a un mundo que excede sus capacidades propias. "El orden sobrenatural que Uios ha destinado al hombre es de carácter positivo-divino; es, además, completamente gratuito. Pero Dios lo estableció para todos; y en virtud de csa universalidad nadie queda excluido de él. Todos tienen derecho, porque Dios asi lo quiso, a conocer la verdad divina, a poseer la gracia, y a salvarse. Cuando afirmanios que todo hombre tiene derecho a conocer las verdades reveladas, no nos referimos a un derecho fundado en exigeu- cias intrínsecas de nuestra potencia cognocitiva, porque el objeto propor- cionado a la inteligencia humana no es lo sobrenatural, a lo que no llega- mos sino mediante elevación gratuita. Pero supuesta la gratuidad de esta elevacikn, todo hombre tiene derecho natural, correspondiente a dicha elevación, a conocer lo que Dios reveló. En efecto, Dios nos destinó a todos al fin sobrenatural: y por tanto "ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Juan, 1, 9) Santo Tomás empieza la Suma Teológica con un ai-tículo en que él expone esta doctrina elementai (Suma Teológica, 1 ql, art. 1)". "

La Iglesia Católica y su jerarquía doctrinal, con su valor dogmático constitutivo del ser mismo de la Iglesia, es quien conserva el depósito de la Revelación, cuyas fuentes son la Sagrada Escritura y la Divina Tradi- ción. El magisterio vivo ha sido dado a la Iglesia "para ilustrar también y

10 Encíclica Humani Generis. 11 Comentarios a la Encíclica Humoni Genens.

1 76 MANUEL ULLOA ORTIZ

declarar lo que, en el depósito de la fe, no se contiene más que obscura y como implícitamente" y el Divino Redentor no ha confiado la interpreta- ción auténtica de ese depósito a cada uno de los fieles, ni aún a los teólogos, sino al magisterio de la Iglesia. l2

15. El hombre, ser que conoce, es uno, y los diversos tipos de conoci- miento se dan en la unidad de su ser. E s su alma la que siente por los sentidos y es su alma la que conoce por la razón o inteligencia, y opera en da rrnidad de su compleja realidad, cuando se eleva al conocimiento de lo sobrenatural por la fe que le enseña el magisterio vivo de la Iglesia, cuando conoce un problema filosófico o cuando ama al Ser Supremo y se somete a sus designios; y cuando le rehusa su acatamiento. No hay en el ser humano una disociación o separación absoluta por la que pudiera decirse que es diferente el ser que conoce, del ser que quiere u odia; es el mismo ser; pero es la inteligencia el camino para captar el ser y sus prin- cipios y es la misma inteligencia la que puede revertir sobre lo particular, concreto y contingente para comprenderlo, para conocer la "existencia" y distinguirla de la "esencia" de las cosas.

CAPITULO 111

LOS SERES Y SUS FINES

16. En todos los seres que son o en cuya composición interviene la materia, desde las galaxias estelares hasta las más pequeñas partículas de los más diminutos seres físicos, esto es, en el microcosmos, en la esfera electrónica y en la misma constitución nuclear, la física actual ha podido descubrir una característica común de todo el Universo: su mutabilidad. Parece así confirmarse la doctrina de Heráclito de que "todo fluye", todo deviene. Esa misma ciencia ha puesto de relieve, cómo en los cuerpos ma- teriales, "inertes", ese proceso se encamina hacia el fin o extinción de esos seres haciendo que en los diversos sistemas solares se observe esa marcha hacia su fin o extinción.

Demostrada la falsedad del principio de la constancia de la materia, que en frase de Lavoiser se formulaba diciendo "nada se crea, nada se acaba, todo se transforma", ha quedado descartada la concepción de la

materia conlo eterna e inmiitable, que predominó en el siglo pasado, como pretendida verdad inconcusa de una "ciencia" atea.

17. Si todo se mueve, es forzoso llegar a la conclusi6n evidente de qiie hay algo que cause el mmiiriiento, ya que lo? seres sc mueven por y para algo. E n efecto, Santo Tornis decía que "todo lo que se mueve lo hace por uri fin".

18. E1 fin coincide, desde el punto de vista metafísico, con el bien; el f in es el bien en cuanto capaz de poner en acto una tendencia en su prosecusión. La actividad u operación (que es el tránsito de la potencia al acto, no es -ncccsariamentc- un desplazarse espacialmente, sino un Ilecar a ser), denota cierta impcrfeccibn que viene a satisfacerse o salvarse por esc movimiento determinado por el fin.

19. Dios a la vista.-El proceso universal de movimiento que se ha puesto dc relieve aun en el campo de la materia que se suponia inerte, se- gún quedó expuesto, lleva necesariamente, a buscar la causa que pone en movimiento a ese proceso de devenir universal, al Primer Motor Inmóvil, a la Causa Primera, Incausada ella misma. "Al través dc movimientos que se causan unos a otros, es preciso desembocar en una realidad simplísima que explica todos esos movimientos y se explica a si misma: no puede ser sino el motor inmúvil . . .; si sc moviese, requeriría otra causa que la explicase, porque todo lo que se mueve lo lzace por algo que lo mueve. . ." l3

"Como en un cuadro el1 claroscuro las figuras resaltan del fondo ensombrecido, logrando sólo así, el p!eno efecto de plástica y de vida, así la imagen del Eterna~i~entc Inm~itable emerge clara y espléndidamente del torrentc que arrastra consigo todas las cosas materiales del macro y microcosmos, revolvii.ndolas en una mutación interna que nunca reposa. E l sabio que se para a la orilla de ese inmenso torrentc, halla reposo en aquel grito de verdad con que Dios se definió a si mismo: "Yo soy el que soy" (Exodo 3, 14) y al cual el Apóstol alaba como "el Padrc de las Luces en quién no cabe sofizbra de nzutacidn". "

Si partiendo del pasado y considerando el presente se ve hacia el futuro, tanto el inicrocostnos como cl macrocosmos presentan sehales de envejecimiento. "En el curso de miles de millones de años, incluso las cantidades aparcntemcnte inagotables de iiuclros atómicos, pierden ener-

13 Julio J. Vértiz. Art. cit. 14 Su Cantidad Pío XII, Discurso a la Academia Pontificia de Ciei~ciac el

22 de noviembre de 1951.

178 i/IANIJEL ULLOA ORTIZ

gia utilizable, y la materia se aproxima, hablando figuradamente, a un volcán apagado y hecho escoria. Y viene a la mente pensar que si el presente cosmos, hoy tan rebosante de ritmo y de vida, no es capaz de dar razón de si mismo, como se ha visto, mucho menos podri hacerlo el cosmos, sobre el que habrá pasado a su modo, el aleteo de la muerte". l4

La ciencia, pues, ha ensanchado por sus investigaciones del macro y microcosmos, el fundamento empírico sobre el que se basa el aryrnento de la mutabilidad del cosmos y que concluye la existencia de un Ens a Se, inmutable por naturaleza y -la ciencia- "ha seguido el curso y la dirección de los desarrollos cósmicos y así como ha previsto su término fatal, así también ha señalado su principio en un tiempo de hace unos cinco mil millones de años, confirmando con la exactitutd propia de las pruebas físicas la contingencia del Universo y la fundada deducción de que el cosmos haya salido de las manos del Creador alrededor de aquella época". l5

La cadena de fines lleva también nccesariamente a un fin que cons- tituye el último eslabón y ese Último eslabón es el fin por excelencia, el fin último.

20. Dios Creador.-"El conocimiento de Dios, como único Creador; común a muchos modernos científicos, es también el extremo limite que puede alcanzar la razón natural; pero no constituyc como bien lo sabeis, la última frontera de la verdad. De ese mismo Creador encontrado por la ciencia en su camino, la filosofía y mucho más la Revelación, en cola- boración armónica (ya que las tres son instrumentos de la verdad, como rayos de un mismo Sol) contemplan la sustancia, revelan los contornos, diseñan la semblanza. Sobre todo, !a revelación da de El la presencia casi inmediata, vivificante, amorosa, como es aquélla que el simple creyente o el científico descubre en lo intimo de su espíritu cuando repiten sin titubear las concisas palabras del viejo símbolo de los Apóstoles: "Creo en Dios Padre todo Poderoso, creador del Cielo y de la Tierra." 1"

El ser creado no puede darse a sí mismo e1 ser, ni el orden, ni la finalidad. Todo ello reclama el Ser que Es.

CAPITULO 1V

EL ORDEN Y LOS ORDENES

21. C o f ~ r r f t o dc Orden.-Todo orden supone:

1. Tlna variedad <le seres ; 2. Relaciones entre esos seres; y 3. La unión de los niisinos seres coi1 arreglo a ulr fin que establece

una jerarquía entre los seres que une.

Síilo puede haber orden cuando existe distinción entre los seres, pues de un solo ser, considerado aisladamente, no puede decirse que tiene orden.

Por otra parte, la sola distinción entre los objetos tampoco significa orden, si los mismos objetos no se encuentran relacionados entre sí. La relación a su vez, requiere uno o varios sujetos, un término y la base o el fundamento de la conexión entre el sujeto o los sujetos y los térrni- nos. E n el orden, las relaciones de los distintos objetos se combinan en un armonioso todo, es decir, &tos se encuentran unidos. Unir tiene un:% significación distinto. de unificar, por cuanto que los sujetos unidos con- servan el ser y operaciones propias y, además, cooperan a la relación comúii.

La existencia de un fin en todo orden supone un carácter "dinámico" en él. En cfrcto, si el un i~erso material se caracteriza por su mutabilidad, es indudable que todo orden será, en principio, dinániico.

Existen diversos conceptos de orden que en el fondo coinciden con el que ha quedado expuesto; por ejemplo: el que ve en el orden "la con- veniente disposición de muchas cosas" iguales o desiguales, asignando a cada una su lugar propio; y el que lo considera como "la unidad en la variedad".

Una especificación del orden referida, por lo general, a los colores, a los sonidos, a los datos plásticos, es la armonia. Supone "la unidad de iin conjunto, las notas de música que forman un acorde, una melodía; la nota falsa es aquella que rompe la unidad. Ninguna nota es falsa tomada en si misma, lo es porque no concuerda con las demis que forman el conjunto". "

17 Jncques 1-eclercq, 1-0 l'ie en Ordrt. Paric, Castermaii, 1947, D. 11

180 .IfANUEL ULLOA ORTIZ

El orden desde el punto de vista estético lleva en sí cierta lumino- sidad que está especificada en la definición de belleza del Aquinatense: "el esplendor del orden".

22. Divisiorzcs del orden -El orden puede ser ontológico, lógico y moral. Puede ser, utiiveísal o particular, natural y artificial. E1 primero, el onto!ógico, es el que se establece entre los seres coiisiderados en sí mis- mos, independientemente de su conociinicnto; el segundo, el lógico, es el que reproduce o refleja por el conocimiento, el orden ontoló,' "ICO con re- lación a los diversos tipos de coriocimiento, y cl orden moral es el que concierne a los actos voluntarios, libres y rcsponsablcs articulados entre si y con el último fin. E l orden universal es la afectación conjunta que hace Dios de toda la creación a su Último fin y los órdenes particulares dependen de alguna cosa creada. El orden natural es el que establece la naturaleza (entendida &sta como la expresión, el sello, el designio Divino, en la realidad, por el que las cosas son movidas para un determinado fin; así la naturaleza, en las cosas existentes, es al mismo tiempo su fin y su perfección), que es un principio intrínseco y los órdenes artificiales se derivan de principios extrinsecos, como las diversas artes.

De lo expuesto se deduce que sólo hay un orden universal y, en cam- bio, existe variedad de órdenes particulares.

23. El Orden U8ziznersal.-Ha quedado señalado cómo existe un con- junto de seres y de fines.

El sólo hecho de que una cosa exista, supone cierta relación de ella con el principio o fuente de su existencia. Es asi que todos los seres derivan, como se ha visto, de una Causa incausada, luego, entre todos ellos, se establece la relación de una común procedencia y así aparccen vinculados todos los seres dentro de la causalidad o, dicho en otra forma, dentro del orden de la procedencia.

Se ha visto asimismo, que todos los seres participan de un movi- miento general hasta su Último fin, Dios y, por este motivo, aparecen también vinculados con su común destino y ligados así en el orden del retorno.

Hay, por otra parte, jerarquía entre los seres: desde la materia si11 vida o pretendidatnente "inerte" con sobreabundancia de energia, conti- nuando por la materia "inerte" con energia más o menos degradada, se- res ron materia viva, hasta los seres de mayor dignidad. Hay, en conse-

E L ORDEN JL'RIDICO 181

cueccia, grados de ser: materia sin vida "inerte", vegetal, animal, hombre, ángel, Dios y en esa escala se asciende por grados hacia la inmaterialidad.

"Reconocemos que hay una progresión desde lo imperfecto hasta lo más perfecto y que esa progresión depende de la intensidad del ser de las cosas. Las cosas del mundo inorgánico son menos perfectas que las del niundo orgánico y en el mundo orgánico hay una progresión de la perfec- ción desde la planta al animal y hasta el rey de la creación: el hombre libre y racional. El mundo, el universo de las cosas creadas, es orden, es un cosmos, no es un caos". la

El Universo, no multiverso, acusa y refleja la nota de unidad que lo anima y la finalidad que dirige su curso. Esa unidad del cosmos se realiza en forma natural y sin violencia, sin coacción por la afinidad mutua de las partes unas a otras pues cada objeto ha sido creado con aptitud para su ordenación a los otros. Santo Tomás dice al respecto que:

1. Cada naturaleza inferior tiene "algo" de común con la naturaleza superior.

11. Ese "algo" de común es una participación en la perfeccióti de la naturaleza superior, que deriva de su esencia.

111. Ese "algo", liabiendo sido recibido en una naturaleza menos per- fecta, es participado por ésta en una manera inferior. A los latos ante- riores podría agregarse que lo inferior se encuentra al senricio de lo superior, para realizar el fin del todo y que, cotno observa la filosofía escolástica, "mientras más elevada es una causa tneuos hace por si misma y más se vale de la acción de las demás".

Entre las diversas zonas de ese orden universal no se dan, por con- siguiente, esferas paralelas, independientes, sino que, por el contrario, todos los seres están ligados, son interdependientes, relacionados entre sí y se influyen mutuamente.

'l'odos los seres tienden, eri consecuencia, hasta un fin último que da la unidad al conjunto y establece el orden universal; ese fin no puede ser otro que Dios; no sólo en el plano natural sino y sobre todo en el sobrenatural. De este modo, el fin último del orden universal es el fin so- brenatural, que resulta así, objetivamente, el único verdadero fin del orden universal.

18 fleiiiiicli A. Roiiimen, Thc Slete itt tite Catholic Touyht. B. Herder Book Co. Saiiit Louis Mo. 1945, pp. 170 y 171.

19 M. L. GuCrar<l des Lauriers, Les dinlpnsions de le fo i . Editioiis du Cerf. Paris, 1952, t. 11, PP. 225 y 226.

182 MANUEL ULLOA ORTlZ

Ninguna cosa puede darse el orden a si misma; como tampoco puede darse el ser; orden, dice Razón Ordenadora; el orden lo han recibido los seres con el ser, Dios al crearlos, y los creó con su naturaleza y con la tendencia y energía que lleva a unos y a otros a colaborar en un mundo bien ordenado.

Santo Tomás al hablar de ese orden universal dice: "El universo total se constituye de todas las criaturas, como el todo

de las partes. Ahora bien, si queremos determinar el fin del todo y de sus partes, se nos presenta el siguientc orden de fines. Primeramente en- contramos que las partes existen para sus propias actividades, por ejem- plo, que el ojo es ante todo para ver. E n segundo Iiigar observamos que la parte superior y más noble, como, por ejemplo, los sentidos por causa del entendimiento y los pulmones por causa del corazón. En tercer lugar no se puede negar que todas las partes conjuntamente se dirigen a la per- fección del todo, como la materia tiene su fin en la forma. Las partes son como la materia del todo. Finalmente existe todo el hombre por causa de un último fin, que le es trascendente, a saber, por causa de la posesión de Dios. Por consiguiente, constituida por los elementos del universo, cada criatura individual existe ante todo para su propia actividad y per- fección. Ulteriormente existen las criaturas inferiores por causa de las superiores y más nobles. Las cosas que están por debajo del hombre han sido creadas por causa del hombre. Todas las criaturas individuales se dirigen a su vez a la perfección del universo. Finalmente todo el uni- verso con todas sus partes qstá ordenado a Dios corno a su último fin. E n todas las criaturas se refleja la Bondad divina para la glorificación de Dios. Las criaturas racionales, a más de esta imagen de la divina Bondad, se dirigen a Dios como a su último fin de una manera especial, en cuanto por su actividad, por su conocimiento y amor, pueden alcanzar a Dios".

Ese orden universal en la actual economía de la Providencia, no es solamente un orden universal natural, sino que es un orden universal so- brenatural. Entre naturaleza y sobrenaturaleza, entre libertad y gracia, existe una profunda armonia y Santo Tomás expone esa armonía que da la verdadera unidad al orden universal. E n palabras de Scheeben, citado por Grabmann, "la introducción de la naturaleza libre en la maravillosa luz de la gracia y su transfiguración final perfecta por ella es la gran obra

19 Bis. M . Grabrnarin, Lo Filosofia de la Cultura según Santo Tomós de Agnino. Buenos Aires. Cepa, 1942, pp. 40 y 41.

El. ORDEN IURIDICO 183

de la Trinidad, la gran obra de mediación entre la iiaturaleza divina y humana en la pcrsona del Dios-hombre, cl gran iiiisterio del Cristianismo. Naturaleza y gracia en su movimiento recíproco, en su mutuo de amistoso encuentro, son los factores del grande drama del mundo: la gracia des- ciende hacia la naturaleza para hacerla partícipe: de su divina gloria y para permitirle reinar con Dios en la eterna t~ienaventuranza celestial; y la naturaleza se eleva hasta la gracia para engendrar, transfigurada y fe- cundada por ella, la vida celestial de los hijos de Dios". 20

24. Orden fiarticular de los seres materiales sin vida o "inertes".-Con la filosofía comenzó la investigación acerca de cual era el último elemen- to constitutivo de la realidad. Hubo filósofos que rieron ese último ele- inento constitutivo en el agua, en el fuego, en la tierra, el aire, el mercu- rio, el azufre, la sal y llevaron sus conclusiones hasta hacer de estos seres los elementos últimos no sólo de la realidad material sino de toda realidad. E n el año 600 antes de Jesucristo se consideró a los átomos par- ticulas infinitesimales de materia como los últimos elementos constitu- tivos de la realidad. La fisica actual considera que el átomo es, a su vez, una combinación de elementos más pequeños aún y ha podido llegar a la descomposición de la esfera electrónica y de la misma constitucibn nuclear considerada hasta hace poco como Último elemento de la materia sin vida. En el átomo se encuentran el protón y el electrón, "el protón es un núcleo central cargado de electricidad positiva. E l electrón (cuya masa aproximadamente es de un 1/1833 de la del protón) está compuesto de electricidad negativa y gira en torno del protln. El átomo tiene aproxi- madamente mil millones de millones de veces el volumen de un electrón".

El átomo mismo, en consecuencia, es un orden y por otra parte exis- ten 92 diferentes clases de átomos y la mayor parte de los cuerpos están integrados por los siguientes átomos: H, C, N, O, Na, Mg, Al, Si, P, S, C1, K, Ca y Fe.

E n la serie de esos 92 átomos, el hidrógeno ocupa el primer lugar y está dotado de un electrón planetario; el helio tiene el número 2 y cuenta con dos electrones planetarios; el lithio 3, el glucinio 4 y el uranio tie- ne 92.

Como se vi6 antes, los protones y los electrones están en perpetuo movimiento gracias a la energia de que están dotados y no obstante la gran cantidad de electrones y protones, las combinaciones de ellos hacen -

20 M. Grabmann, ob. rit., 1). 85.

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que siempre queden dispuestos de tal suerte que formen los 92 elementos atómicos que conoce la química y ello se realiza en virtud de su propia naturaleza. Se sabe que su j~tos a circunstancias de temperatura, presión, influjo energético, se desintegran y vuelven a corigregarse; pero siempre realizan esa ordenación en tal forma que acaban por formar uno de los 92 elementos químicos. E s forzoso concluir que se mueven conforme a un principio coordinador, conforme un orden predispuesto y este ordcn es el que determina el fin de su actividad. En el orden inorgánico de la materia sin vida o "inerte" se ve la teleologia, la finalidad.

En el átomo tenemos una base material, el protón y el clectróri, y además, la disposición del protón y del electrón en esta o aquella manera. Esta disposición es la que da su caricter especifico al átomo y se llama la "forma". E n sentido filosófico la forma es el principio de organización interna en virtud del cual una cosa adquiere carácter específico. Dichas formas están en la materia pero no se confunden con ella. Añaden a la materia la coordinación. Tienen, además, los átomos cierta constancia y son susceptibles de modificaciones leves que no parecen cambiar su ser específico. Un átomo de plomo puede estar, por ejemplo, más o me- nos frio y ese tipo de modificaciones se llaman accidentes. La forma misma en cuanto que es el substracto de esas modificaciones y tiene en el orden inorgánico cierto carácter de estabilidad y permanencia, se llama substancia.

25. Orden flarticular de los seres vivientes.-Se refiere este orden a la escala del orden universal que comprende los seres vivos carentes de sentidos, y los seres vivos dotados de sentido, plantas y animales. En la escala jerárquica de los seres, dentro del orden universal, cada grado ascendente del ser hacia la inmaterialidad, introduce un nuevo grado de contingencia. Se podrían señalar multitud de hechos que comprueban este principio, tales como las maravillas del instinto, y los fei~ómcnos de la reproducción, pero basta señalar, para comprobar que en el mundo de los seres vivientes existe un determinismo con leyes diversas a las del mundo físico-químico de los seres inorgánicos, que en los seres vivientes hay, primero: la posibilidad de suspender el ejercicio de ese determinis- mo físico-químico (por ejemplo, se sabe que el cloruro de mercurio se transforma en bicloruro en presencia del cloruro de sodio; pero esta reac- ción no se produce en el estómago del ser viviente), y segundo: el ser viviente puede emplear varios procedimientos para llegar al mismo resul- tado. "Suspender una reacción que normalmente se produce y reemplazar

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una reacción por otra, he aquí dos formas de contingencia extraeas al grado inorgánico considerado en si misnio". "e ve pues córno, en el ser viviente, sus operaciones y los eleiiientos iiiateriales que -en unión del dato tiuevo de la vida- lo integran, están afectos al servicio de una finalidad superior que la que se obser~a dentro del mundo de la materia privada de vida y que aprovecha de ella.

26. S u naturaleza.-Este grado del orden universal, contempla al ser considerado en su tendencia natural hacia su perfeccionamiento, uniendo sus diversas actitudes y actividades en torno de un f in; consi- dera al srr en cuanto traduce al acto todas sus potencias; pero respetando la escala jerárquica de los seres y en cuanto ese camino ontológico de or- ganizacióii y del perfeccionainiento es debido a un principio espiritual: la libertad. E n el orden moral se consideran los seres dentro de la escala jerárquica que traza el orden absoluto universal tomándolos como fines. E1 orden moral se refirre al ser-fin y, por consiguiente, se basa en el Ser que E s y se explica por el I'in último. El dinamismo propio de todo orden, se ve calificado aquí bajo el aspecto de bien; es el ser en cuanto bien, cl que integra el orden nioral. E n consrcuencin, en ninguno de los grados del orden moral puede prescindirse de Dios, fin último; y, por ello también, si es verdad que todo ser es capaz de colmar el vacío onto- lógico de algún otro, solamente de Dios puede decirse lo que expresaba San Agustin aludiendo a vacío definitivo que sólo El puede colmar: "Nos hiciste Señor para T i y nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en Ti". La libertad, ese principio espiritual de la conducta moral, no es la libertad natural, física, podría decirse, o libre albedrio (que consiste en la posibilidad de elegir o de abstenerse o de escoger medios conducentes por un fin). sirio la libertad moral, o l e consiste en seguir por interno impulso el orden absoluto de seres y de fines, divina- mente establecido. El "genuino concepto de libertad, de la verdadera libertad digna de la criatura hecha a imagen de Dios, es cosa riiuy dis- tinta de la disolución y el desenfreno; es en canibio, probada idoneidad para el bien; es aquel resolverse por s í misino a qucrerlo y cumplirlo (Gálatas 5, 13) ; es el dominio sobre las propias facultades, sobre los instintos, sobre los acontecimientos. . . " .-

20 Bis. M. L. Guérard des Lauriers, ob. cit., t. 11, p. 211.

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El orden moral, es pues, el mismo orden jerárquico de los seres y de los fincs; pero limitado al terreno en que juegan los actos libres. Organiza, en consecuencia, esos actos entre si y con relación al Fin último que les da unidad.

27. El hombre.-El hombre, en una parte de su ser, pertenece al grupo de los seres materiales vivos pero ya en la otra se inserta en el orden moral. "Nota Santo Tomás que la criatura razonable tiene el privilegio de tener una especie de imperio sobre sí misma: es dueña de sí. Mientras que las otras criaturas, las no racionales, son empujadas, accionadas por el exterior o por la fuerza de la vida inconsciente, más bien que obrar ellas; la criatura racional ella misma se empuja, se acciona, se mueve libremente para producir su acción propia.. . El ser racional, por ser tal, es dueño de si, verdaderamente libre. Y como dice Santo Tomás, el ser libre es, en cierto modo, causa de si mismo.. . E n todo el rigor de los términos, esto sólo es verdad tratándose de Dios, sólo El no debe nada a nadie, existe por la necesidad absoluta de su esencia. E n Dios se con- funde la soberana libertad con la independencia también soberana; pero Iia querido Dios que la criatura racional se le parezca en el privilegio del libre arbitrio y que, de este modo, se haga ella a sí misma por su libertad. Nacemos sin influir en ello para nada, encontramos en nosotros multitud de cosas que no dependen de nosotros; pero ha querido Dios que haya algo, alguna cosa (claro está que con su ayuda) que, de cierta manera, tenga el ser por nosotros". ter

El hombre es una persona, esto es, una realidad substancial. E n ella el orden y la armonía "se cumplen estrictamente de acuerdo con las leyes que el Creador di6 a los seres; pero hasta el limite en que termina su vida inconsciente y comienza su libre albedrío. De allí en adelante la voluntad ordenadora de Dios y rige y obliga; sin embargo su cumplimiento y desarrollo, se dejan a la libre determinación del hombre, que puede aceptar la Divina Voluntad u oponerse a ella." wter

La Razón y la Voluntad libre caracterizan a la persona humana; pero el conocimiento de ella no quedaria completo sin los datos que arro- ja la Revelación.

20 Ter. Cita hecha en una conferencia del doctor Ramón Martínez Silva, en Manterrey, N . L., en noviembre de 1941.

20 Quater. Alocución de S . S . Pío XII a la Rota Romana el 18 de noviembre de 1949.

28. L a s luces qrw oporta la Re-~elaciófz al ronoc im io~ to de In natu- raleza humnna-Con respecto a la naturaleza del hombre, natla :!rroja mayor torrente de luz que el conocimiento que de ella se tiene por la rr- velación. Sabemos, por la revelación, que la segunda persona de la San- tísima Trinidad, el Hijo, el Verbo de Dios, es el compendio espiritual de toda creacióii. "Todo lo que Dios crea en un momento dado, todo lo que ha de crear, ha existido desde toda la eternidad, como pensamiento, como Idea Divina, en el Verbo de Dios y esto se aplica a las cosas, a los acon- tecimientos, a las acciones. Por consiguiente en cada cosa, en cada acon- tecimiento hay un pensamiento Divino y constituye una de las tareas más nobles y sublimes de la inteligencia humana ir leyendo y descifrando cada una de estas ideas del Creador." 21 '

"Porque este Pensamiento Divino es precisamente la esencia intima de cada ser ; cada una de las cosas imita y realiza una Idea Divina y Dios se expresa en sus criaturas, en las formas variadas de su ser, en sus di\rersos estados, en sus múltiples actividades." Entre las posibili- dades de crear imitaciones de su esencia que Dios contempla en su Verbo, sólo eligió alcunas en su libre voluntad. Este acto de la Divina Voluntad es el acto creador. E s el "hágase" que da su existencia a los seres.

Las cosas existe11 no sólo por un acto de la Divina Sabiduria, sino también son un fruto de su Bondad y Amor. "Todo lo creado debe su existencia a !a Sabiduria y al Amor. Por eso toda criatura lleva en si una huella de la Santísima Trinidad." 23

El hombre es la corona de la creación terrenal. "Para él Iia creado Dios el mundo material. 1% su señor y su rey. De él afirma la Sagrada Escritura que ha sido creado a imagen de Dios. En cierto sentido, toda creatura es una imagen de Dios. Pero el hombre ha sido creado de un modo especialisimo según el modelo de Dios. La imagen del Creador se refleja ante todo en sus facultades espirituales naturales: inteligencia y voluntad (imagen natural de Dios)." "Ya hemos visto cóiiio estas fa- cultades reflejan de un modo misterioso la vida íutinia de Dios. En el estado en que sali6 el hoinbrc de las manos de Dios, estas facultades ha- Ilábanse sin sombras ni debilidades y conferían a su poseedor una dig- nidad verdaderamente real." "Debía el hombre por estas potencias des- cubrir y reconocer la imagen de Dios en las cosas que le rodeaban y reconducirlas a su primitivo origen mediante la alabanza a su Creador." 24

- 21 León von Rudloii, Brcz'e Teología para I,nicos. Rueiios Aires, Dedebec,

1947, pp. 55 a 77 y 123.

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El hombre viene así a desempeñar el papel de sacerdote o mediador de la creación, "une el mundo material con el mundo del espíritu y con Dios"; los antiguos decían que el hombre era un mic ro~osmos .~

Según el plan de Dios al crear el hombre, "la naturaleza humana" no había sido hecha para que permaneciera dentro de la órbita de sus pro- pias posibilidades naturales, "pues Dios quiso que el destino de la na- turaleza humana fuese El mismo en la intimidad de su propio Ser, en una palabra, quiso entrar en una comunicación tan intima con ella hasta hacerla participe de su propia vida" y le hizo hijo adoptivo. "Lo que al Hijo eterno conviene por naturaleza y le era esencial desde toda la eternidad, debia ser comunicado a la criatura por gracia y por parti- cipación. Mediante esa participación debía, por consiguiente, ser introdu- cida a la vida, al círculo vital de la Santísima Trinidad y esto por una condescendencia absolutamente gratuita de Dios.

Esa elevación a lo sobrenatural se realiza en la misma línea del pro- greso espiritual a que debe tender como a su propia perfección el espíritu creado, ya que es un principio que la Gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona, elevándola.

El primer hombre era el representante y la cabeza del género huma- no y Dios a este primer hombre le infundió el Espíritu Santo; pero como previó el pecado de Adán, previó, además, la Encarnación y Dios mismo se hizo hombre.

El hombre, varón y mujer, salió de las manos del Creador admira- blemente dotado: "poseía la Gracia Santificante que le hacía Hijo de Dios y participe de la naturaleza de su Padre Celestial"; de esta ele- vación sobrenatural emanaban otros dones, "también regalo gratuito y complemento de los dones sobrenaturales, a estos dones I!amados "pre- naturales" pertenecen: la inmortalidad, la inmunidad de todo dolor y penalidad de los sufrimientos y fragilidades de la vida"; tenían tam- bién un orden y armonía maravillosos en su naturaleza humana, que hacía que la parte inferior se subordinara sin rebeldía a la superior; naturaleza y sobrenaturaleza estaban armonizadas.

Dios puso al hombre en el Paraíso "para que lo labrase y lo cul- tivase"; Dios ordenó al hombre consagrarse a un trabajo cultural que haría que la tierra quedase, cada vez más, bajo su dominio y canalizara todas sus energías. "La creación al salir de las manos de Dios no se ha- llaba aún en estado de desarrollo. El hombre debia perfeccionarla, apli- carla a su propia utilidad y de este modo ser colaborador de Dios."

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En ese estado de inocencia el hombre debía, sin pasar por la muerte, entrar a la vida eterna gozando para siempre de la contemplación de la Divina Esencia; pero esto debía ser merecido por el hombre creado libre, mediante un acto de obediencia filial y espontánea a un precepto divino.

El demonio tentó al hombre diciendo que Dios, mediante ese pre- cepto quería "alcjar al hombre de iin bien muy grande, a saber, del cono- cimiento del bien y del mal. El demonio intentaba, pues, despertar en el hombre el deseo de distinguir por sí mismo, el bien y el mal, de no de- jarse decir por otro qué es lo que deba de hacer u omitir, sino de drcidir con criterio propio". E l honibre pecó por soberbia y por desobediencia. En la soberbia y en la desobedieticia que origina se fincan la mentira dc la criatura que se rebela contra su Criador, "porque la soberbia es preci- samente la negación de las relaciones esenciales que ligan a la criatura a su Creador. La dependencia total y esencial de la criatura con respecto al Creador exige acatamiento, que es negado por la soberbia". 31

Consecuencia del pecado original fué el desgarrón que por priiuera vez se entreabrió entre el hombre y Dios; se rompió la armonía que había en cl ser del hombre; en torno suyo la naturaleza se rebeló.

Dios renovó su coiideriación sobre el tentador y condenó a los hom- bres a una existencia cargada de miserias y fatigas y a la muerte espiri- tual y corporal: pero en ese mismo instante prometió, en su misericordia, al género humano un Redentor que veticeria por completo el poder del mal.

"Una de las propiedades inás características d i todas las obras de Dios que se refieren al hombre es su marcado sel!o social" ; la so!i<laridad entre los hombres; y así, entre A<Iáii y sus drscrndientes existe, enseña el Concilio de Trento, u11 vinculo por el cual sc nos traspasa fatalmente su pecado y ese vinculo es la generaci6n carnal" ; "+c(,ilio pueda ser esto, es un misterio que no alcanzamos a comprcndcr p1eti;iiiierite; pero Santo Tomás de Aquino dice que todos los dcsccndientcs (le i\ciin son igtal- lncnte mienlbros de un solo cuerpo; además, lo quc se transmite no cs el acto de pecado, lo que seria imposible, sino el estado (le pecado. Después del pecado original, aurique no esta totaliiiente destruida ni corro~iipida la substancia huinana, esti tiotablemcnte hcrida y dañada. Sólo dcsdc en- tonces aparecib en ella la rebeldia contra la sobrenaturaleza y, además, sobre el fondo sombrio del pecado original, se levanta el grito triunfal --

22 23 24 25 26 2 i 28 29 30 31 32 Lebn voii Riidloff. ob. cit.

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de que tenenios un Redentor, quien fundó una comunidad santa y santi- ficante: la Iglesia Católica para que, con los Sacramentos, esto es, con la gracia de Dios, fuera posible al hombre librarse de las consecuencias del pecado original.

E s importante subrayar que la Iglesia "no admite que delante de Dios el hombre no sea sino corrupción y pecado. Por el contrario, a sus ojos, el pecado original no ha afectado íntimamente sus aptitudes y sus fuerzas, incluso, ha dejado esencialmente intactas la luz natural de su inteligencia y su libertad. El hombre dotado de esta naturaleza, está sin duda, herido y debilitado por la pesada herencia de una naturaleza caída y privada de sus dones sobrenaturales y prenaturales; le es preciso es- forzarse, observar la ley natural -y esto con el socorro todopoderoso de la Gracia de Cristo- para vivir como lo exigen el honor de Dios y su propia dignidad de hombre." 33

29. La Conciencia: en qui consiste.-En el alma humana cncon- tramos memoria, entendimiento y voluntad. El intelecto o entendimiento es el que percibe la realidad, cl que conoce el orden, el que puede llegar a la esencia de las cosas, puesto que "lo que importa saber es que en el objeto más insignificante hay como razón y fundamento de su manera de ser y de su actividad, una huella de Dios. Recogerla, es verlo en su más pura y aquilatada esencia y, a la vez y por lo mismo, situarlo en el puesto que le corresponde dentro de la jerarquía universal de seres, causas y fines, marchando coino todos ellos, en armoniosa concordia hacia su fin último, del modo y la manera establecidos por la Ley Eterna." 34

La voluntad es el apetito racional por el que el alma se mueve por un bien. Es el principio espiritual de la conducta moral que le permite seguir el bien, sin ser coaccionada para ello.

Característica del ser humano es la aspiración a la utiiversalidad, a la infinitud, tanto con respecto del intelecto como por lo que se refiere a la voluntad.

La conciencia no es una facultad distint:~ del alma, es un acto tran- sitivo ilícito del intelecto en conjunción con la vo!untad. Es un acto, no es un hábito. Es un dictamen de la razón practica, decidiendo si una acción pnrticular que ha de realizarse aquí y ahora, es recta o torcida.

33 S. S. Pio X I I , Discurso de 25 de septiembre de 1949.

34 1. M. Gallegos Rocafull, Lo Docfrino Politicn del P. Fvancisco Suárer. Editorial "Jus", México, 1948, p. 166.

Ese dictamen es la conclusión de un razonamiento hecho ahora o en el pasado. La ética y la teología moral proporcionan los principios gene- rales especulativos sobre los cuales se basan nuestras actuales decisiones.

Slieed explica el dictamen que significa la conciencia valiéndose de una comparación extraordinariamente gráfica. Dice que si se plantea la pregunta irnatb Ricardo 111 al príncipe en la Torre?. mi respuesta cons- tituye un juicio intelectual que se refiere a un hecho histórico y, como ocurrido en el pasado, invariable, E n cambio, si se pregunta (debió Ricardo 111 haber matado al príncipe?, la respuesta será, ciertamente, un juicio de mi intelecto; en este caso se trata de un juicio moral; pero que no se refiere a mí. Por último, si me planteo, concretamente aquí y ahora, si debo o no, realizar un determinado acto, mi respuesta seri un juicio práctico-moral que constituye el dictamen dc mi conciencia. 35

La concieiicia es básicamente materia de conocimiento, de pensamien- to claro; no es guía independiente y autosuficiente. Por ser juicio del intelecto, su rectitud consiste en su grado de relación con la verdad ob- jetiva. "Todos los hombres tienen el deber de conformarse, tanto como puedan, a moldes objetivos." 3e

"La conciencia no depende de lo que nosotros pensemos acerca de las cosas, sino de lo que nosotros debemos pensar acerca de las cosas. Una de las grandes desviaciones de la religión es el subjetivismo. La idea subjetiva de la conciencia, la teoría de la voz autosuficiente, lleva al fanatismo, a la interpretación privada, al modernismo, al iluminismo, y a todas aquellas otras fantásticas aberraciones pseudo-espirituales que a menudo han traído dificultades a la religión y separado de ella a millo- nes de gentes. Hasta que la idea racional de la conciencia no quede clara no puede haber remedio para esas aberraciones espirituales." 37

La conciencia no es u n seatimiento; éste, cuando más, puede ser una indicación; nunca los sentimientos deben ser aceptados como guías infa- libles en niateria moral. Si el sentimiento llevado al tribunal de la razón es aceptado, debe seguirse; si no, debe ser descartado, pues los sentimien- tos patológicos no pueden ser glorificados con el nombre de conciencia.

La conciencia implica la supremacía de la razón como la innata pro- mulgadora de la voluntad de Dios. La conciencia depende de instrucción y buena voluntad. E n consecuencia, debemos informar nuestras mentes y entrenar nuestras voluntades en esa Voluntad. Una voluntad recta que, --- -

35 36 37 Alfred M'ilson. Pnrdon end Pcoce. Slleed R- L\'orcl. Púew York. 1949, 111). 116 a 132.

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sin su culpa, lleva a conclusiones falsas en mérito de su rectitud, tiene aceptación delante de Dios; pero, objetivamente, es una voluntad equi- vocada.

La conciencia tiene singular importancia frente al mundo moral por- que es la que determina, por su dictamen, los actos concretos que realiza la persona huinana dentro de ese mundo y consiguientemente también lo tiene dentro del campo jurídico, ya que el derecho no es sino un dcrivado del orden moral y el primero y principal efecto del derecho es su fuerza obligante sobre la conciencia.

Lo más profundo e intimo en el hombre es su propia conciencia. El hombre se encuentra allí sólo con Dios, de cuya voz la conciencia es un eco y, solo con Dios y consigo mismo "allí dentro escoge entre el camino de la victoria o el de la derrota"; la conciencia es "un santuario ante cuyo umbral todos deben detenerse, incluso el padre y la madre, cuando se trata de un niño. Sólo el sacerdote tiene allí acceso como médico de las almas y como ministro del sacramento de la penitencia; pero ni por eso deja la conciencia de ser un santuario del cual Dios mismo quiere que esté guardado el secreto con el sigilo del más sagrado silencioM.38

Es verdad que la conciencia puede y debe ser educada. "El Salvador Divino ha traído al hombre ignorante y débil su verdad y su gracia: la verdad, para indicarle el camino que le conduce a su fin; la gracia para darle fuerza para poderlo alcanzar." Sg

Ese camino es aceptar la voluntad y los mandamientos de Dios con- formando a ellos la vida, "es decir, cada uno de los actos internos y ex- ternos que la libre voluntad humana escoge y determina. Ahora bien, ¿cuál es esa facultad espiritual que en cada caso particular orienta a la voluntad misma para que ella escoja y determine los actos que son con- formes al querer Divino, si no la conciencia?' 40

Formar la conciencia es, ante todo, instruir a la inteligencia acerca de la voluntad de Cristo, su ley, su camino y, además, "es obrar sobre el alma del educando -en cuanto pueda hacerse desde fuera- con el fin de inducirlo al libre y constante cumplimiento de la Voluntad Divina. Este es el deber primordial de la educación". 41

;Dónde encontrar "concretamente, con facilidad y certeza la ley moral y cristiana? E n la ley del Creador impresa en el corazón de cada uno (S. Pablo, Eflistola a los Ronza+~os 11-14-16) y en la Revelación.. ." --- -

38 39 S. S. Pío XII, Alocución del 23 de marzo de 1952. 40 S. S. Pío XII, Discurso del 20 de abril de 1952.

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"La ley natural y la revelación sobrenatural, las dejó Jesús Redentor como tesoros en manos de su Iglesia para que ella las predique a todas las gentes y las explique y trasmita intactas y libres de toda contamina- ción y error, de generacibn 211 generaci15n".~~

30. La conciencia y la "nueva mural".-En contra de esta concep- ción se yergue la nueva riioral que pretende separar las normas cristianas, de lo que considera vigilancia estrecha y oprimente dc la autoridad de la Iglesia; la moral sc remite para estos impugiiadores "sencillamente a la inteligencia y a la determinaciiin de la conciencia indii~idual"; pero "remitir todo criterio Ctico a la conciencia individual, celosarneiitc cerra- da en si misma, hecha árbitro absoluto de sus determinaciones, lejos de facilitar su cometido, la desvía del camino real que es Cristo". 43

Cristo confió su revelación (dentro de la que forman parte esencial las obligaciones moralcs) no directamente a los hombres cn particular, sino a su Iglesia; a ella prometió su asistencia para presenrar a la reve- lación de errores y deformaciones y esa asistencia no se prometió a los individuos, "sabia providencia también ésta con la cual la Iglesia, orga- nismo viviente, puede así, con seguridad y agilidad, tanto aclarar y pro- fundizar las verdades aun morales como aplicarlas, manteniendo intacta su substancia, a las condiciones variables de los lugares y de los tiempos. Mírese, por ejemplo, a la doctrina social de la Iglesia, que nacida para responder a necesidades nuevas, no es en el fondo más que la aplicación de la perenne moral cristiana a las presentes circunstancias económicas !J sociales". 44

La Iglesia al formar conciencias quiere que el cristiario sea instruido en las riquezas iiifinitas de la fe y de la gracia; pero advierte a los fieles que esas riquezas sólo pueden adquirirse y conservarse a costa de deter- minados deberes morales. No basta decir: i Señor, Señor!, sino que ha de cumplirse la voluntad del Padre, ha de entrarse por la puerta estrecha de la renuncia de sí mismo. El "exige que el hombre esté pronto a dejar por El y por su causa cuanto tiene de más querido, como el padre, la madre, los mismos hijos y hasta el niayor de los bienes' la propia vida".*5

"E1 orden establecido por Dios aprecia la vida entera, sin excluir la vida pública, en cada una de sus manifestaciones; persuadidos de que en esto no hay ninguna restricción de la verdadera libertad humana ni intromisión alguna en la competencia dcl Estado, sino una seguridad contra errores y abusos de los que la moral católica, si se aplica recta- mente, puede preservar."

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El "genuino concepto de libertad, de la verdadera libertad digna de una criatura hecha a imagen de Dios, es cosa muy distinta de la disolu- ción y el desenfreno; es, en cambio, probada idoneidad para el bien; es aquel resolverse por si mismo a quererlo y cumplirlo (Gálatas 5, 13) ; es el dominio sobre las propias facultades, sobre los instintos, sobre los acon- tecimientos. . ." 47

EL ORDEN SOCIAL

31. El hombre ser soca.-Quedó expuesto que una de las notas ca- racterísticas de la creación, en lo relativo al ser humano, es su carácter social. La solidaridad, derivada de una comunidad de origen, de destino, de morada. Esa solidaridad se intensifica por dos notas al parecer anta- gónicas y, en realidad, complementarias: la igualdad esencial de los hom- bres y sus diferencias accidentales. Igualdad esencial, porque todos tie- nen un alma que salvar y un cuerpo al que hay que dar abrigo, vestido y sustento; y hay también diferencias accidentales, porque unos son más altos o más delgados que otros, unos tienen talento práctico, otros espe- culativo, unos aptitud para tal o cual oficio o profesión; pero todas estas diferencias accidentales contribuyen a dar vida y riqueza al conjunto y hacer más fácil la obtención de los fines humanos.

32. El orden social: las relaciones que implica como relaciones de razón y voluntad.-El orden social supone relaciones de coordinación y de subordinación entre los seres humanos; las personas, realidades subs- tanciales, entran en coniunicación con sus semejantes; relaciones inter- individuales de persona a persona, relaciones de la persona con los grupos y de los grupos entre sí y relaciones de todos, personas y grupos, para la obtención de un fin común, pues la sociedad resulta "la unión estable y moral de un conjunto de personas que unen sus esfuerzos para la ob- tención de un fin común". Ese fin común propio de las sociedades de personas, característico del orden social que es, en suma, obra de la razón y de la voluntad libre dentro de los límites del orden universal de seres y de fines, que moldea y hace posible la vida social. Por ello, por la ausencia de la razón y de la voluntad libre, los animales gregarios no pueden formar verdaderas sociedades. -

41 42 43 44 45 46 47 S. S. Pío XII, Discurso de M de abril de 1952.

EL ORDEN IURIDICO 195

La causa material del orden social es entonces el conjunto de seres humanos. La causa formal del orden social es la autoridad que reúne los esfuerzos de las personas humanas para la obtención de un fin común. L a causa eficiente del orden social es la voluntad y la inteligencia, pues a la vez, la perfección y la imperfección de la naturaleza del hombre, re- claman la vida social. La causa final de la vida social es la unión. "Toda realidad, en consecuencia, tiende a su f in natural en una manera regular y ordenada, en virtud de una disposicibn implantada por su Creador. Pero todas las cosas, de acuerdo con Santo Tomás, son movidas por su Creador de una manera adecuada a su naturaleza peculiar. El hombre, por tanto, es poseedor de libre elección. Por ello, teniendo el hombre una naturaleza dotada de libertad, no es inovido por Dios al establecimiento y presrrvación del orden social sin su libre elección", 48 y por ello, la voluntad humana guiada por la razón que refleje y acate el orden univer- sal, absoluto y eterno, puede descubrir el orden social. No la voluntad del liberalismo para quien sólo existía la libertad natural física, la posibi- lidad de elección sin decidirse por algunos de los términos que elegir -fincada en el libertinaje-; tampoco la voluntad a-racional del totali- tarismo; sino la voluntad guiada por la razón que refleje la Razón In- creada.

El liberalismo sólo concebía el orden social como integrado por re- laciones de coordinación y éstas fundadas, exclusivamente, en la volun- tad liberticida de los sujetos relacionados. E l liberalismo desconocía las relaciones de subordinación, indispensables para la realización del fin Último de la sociedad.

"El origen y el fin esencial de la vida social ha de ser la conserva- ción, el desenvolvimieuto y el perfeccionamiento del ser humano, ayu- dándolo a actuar rectamente, conforme a las normas y valores de la re- ligibn y de la cultura asignados por el Creador a cada hombre y a toda la humanidad, ya en su conjunto, ya en sus naturales ramificaciones." '9

Toda vida social se origina en un anhelo de paz y ésta es, en la definición de Santo Tomás: "el tranquilo convivir en el orden".

E l orden social no puede desconocer su interna y esencial relación con el Creador y ordenador del Universo, sin destruírse a sí mismo.

La unidad interior de la vida social, no excluye las difereiicias ba- sadas en la naturaleza o en la realidad; pero si la vida social se funda en

48 George V. Doiigh'nerty, The moral basis of social order nccording to Soint Thon~ns. The Catholic Univcrsity of America Press. Washington, 1441.

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Dios, supremo legislador de los hombres, "esas diferencias y semejanzas encuentran lugar adecuado en el orden absoluto de los valores y, en con- secuencia, de la moralidad".

33. El flriizcipio de sui>letoriedad.-"La razón, iluminada por la fe, designa a cada persona o sociedad particular un lugar determinado y dig- no en la organización social, y sabe, para referirnos sólo a lo más im- portante, que toda la actividad económica y política del Estado sirve para la actuación duradera del bien común, esto es, de aquellas condiciones externas que son necesarias al conjunto de los ciudadanos para el desen- volvimiento de sus cualidades 3. de sus oficios, de su vida material, in- telectual y religiosa, en cuanto, de una parte, no sean suficientes las fuer- zas y energías de la familia y de otros organismos a los que corresponde natural precedencia y, de otra, mientras la voluntad salvadora de Dios no haya determinado, en la Iglesia, otra sociedad universal para el ser- vicio del ser humano y para la realización de sus fines religiosos".

34. La sociedad es para la persona.-"En el plan del Creador, la So- ciedad es un medio natural del que el hombre puede y debe servirse para obtener su fin; por ser la sociedad huinana para el hombre y no al con- t rar io. . . Ninguna sociedad humana, cualquiera que sea, sino sólo el hombre, la persona humana, está dotada de razón y de voluntad moral- mente libre".

"El Creador quiere la sociedad como medio para el pleno desenvolvi- miento de las facultades individuales y sociales del hombre. el cual tiene que valerse de ella, ora dando, ora recibiendo, para el bien propio y para el de los demás. Hasta aquellos valores más universales y más altos, que solamente pueden ser realizados por la sociedad y no por el individuo, tienen por voluntad del Creador, como fin último al hombre natural y sobrenatural".

35. La unión social: en qué consiste.-El orden 'social supone, en consecuencia, una tendencia y actuación cada vez inás perfecta hacia la unidad interior. No debe ser forzado o ficticio, debe fundarse en la "con- vicción del origen verdadero, divino y espiritual de la vida social". Dios es la causa primera y el fin último de la vida social. El es el creador de la "primera sociedad conyugal, fuente de la sociedad familiar, de la socie- -

49 50 51 Discurso de Navidad de S. S. Pío XII de 1942. 52 S. S. Pío XII, Encíclica Divini Redemptorir de 19 de marzo de 1937. 53 S. S. Pío XII, Encíclica Mit Brennender Sorse de 14 de marra de 1937.

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dad de los pueblos y naciones". La vida social, en su ideal y finalidad tiene así, a la luz de la razón y de la revelación, una autoridad moral y un carácter absoluto.

Si el orden es unidad y si el orden social está formado por la activi- dad de la razón que lo percibe y de la voluntad humana que lo acata y realiza, esto supone que la unidad debe establecerse en una tabla de valores que refleje el orden jerárquico de los seres y el propósito de rea- lizarlo; pero, para su eficacia, ese orden supone que los hombres se muevan, fundamentalmente, por convicción, por el reconocimiento de ese orden, porque, de lo contrario, se tratará sólo de un "orden" mecánico que tendrá dentro de sí los depósitos explosivos que haráti saltar en pedazos al pseudo orden, organizado sin tomar en cuenta estos factores esenciales.

"El primer factor de unidad en toda sociedad grande o pequeña -dice Belloc- consiste en mantener por parte de todos los miembros de esa sociedad, la misma filosofía, en colocar los asuntos humanos en el mismo orden de importancia y en estar de acuerdo sobre las bases fundamentales de lo bueno y de lo malo, asi como sobre el culto público". '" Religión y filosofía dan la unidad, el arniazón doctrinario, el principio de certeza, la visión, la aptitud de asimilación de nuevas verdades que se integran en los ejes fundamentales del conocimiento, de la conducta y de la técnica.

La unidad interna, en la multiplicidad, caracteristica del orden, "de- pende del predominio de las fuerzas espirituales, del respeto a la digni- dad de la persona humana, propia y ajena del amor a la sociedad y a los fines que Dios le trazó".

36. Los cinco pt~ntos fztndamentales de la paz socid.-La paz social, t n exprcsi611 de S. S. Pío XII, supone, por parte de todos, una activa cooperación para lograr los siguientes principios:

"la. DIGNIDAD Y DERECHOS DEL SER ~ ~ ~ A ~ o . - - Q u i e n desee que la estrella de la paz surja y se pare sobre la sociedad, contribuya por su parte a devolver a la persona humana la dignidad que Dios le concedió desde el principio: opóngase a la aglo~neración excesiva de los hombres, -

54 Discurso de Navidad <le S. S. Pio XII de 1942. 55 Véase Hilaire Belloc, Lo Crisis de la Ciuiliioción. Traducción española.

Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1941.

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como si fueran masas sin alma; a la inconsistencia económica, social, politica, intelectual y moral; a su superabundancia de excitaciones ins- tintivas y sensibles y a su volubilidad;

favorezca por todos los medios licitos, en todos los campos de la vida, aquellas formas sociales en que se haga posible y se garantice la plena responsabilidad personal, tanto en el orden terreno como en el eterno;

apoye el respeto y la práctica actuación de los siguientes derechos fundamentales de la persona: el derecbo de mantener y desarrollar la vida corporal, intelectual, moral y particularmente el derecho, en princi- pio, a una formación y educación religiosas; el derecho al culto de Dios, particular y público, incluida la acción caritativa religiosa; el derecho al matrimonio y a la consecución de su f in ; el derecho a la sociedad con- yugal y doméstica; el derecho al trabajo, como medio indispensable de sustento de la vida de familia; el derecho a la libre elección de estado y, por consiguiente, también al del estado sacerdotal o religioso; el derecho al uso de los bienes materiales, consciente de sus deberes y de las limita- ciones sociales.

2a DEFENSA DE LA UNIDAD SOCIAL Y ESPECIALMENTE DE LA FAMILIA.-

Quien desee que la estrella de la paz despunte y se detenga sobre la socie- dad, rechace toda forma de ese materialismo que no ve en el pueblo sino un rebaño de individuos que, divididos y sin interna consistencia, son considerados como materia de dominio y de arbitrio;

procure concebir la sociedad como una unidad interna, criada y ma- durada bajo el gobierno de la Providencia; unidad que, en el espacio a ella designado y según sus condiciones particulares, tiende, mediante la colaboración de las diferentes clases y profesiones, a los eternos y siem- pre nuevos fines de cultura y de religión;

defienda la indisolubilidad del matrimonio; dé a la familia, célula insustituible de la nación, espacio, luz, desahogo, para que pueda atender a la misión de perpetuar la vida y educar a los hijos en el espíritu corres- pondiente a las propias verdaderas convicciones religiosas; conserve, for- tifique y reconstruya, según sus fuerzas, la propia unidad económica, es- piritual, moral y jurídica; procure que también los criados participen de las ventajas materiales y espirituales de la familia; ocúpese de procurar para cada familia un lugar en que la vida familiar, sana material y mo- ralmente, logre manifestarse en todo su vigor y valor; procure que el sitio dedicado al trabajo y el de la habitación no estén tan separados que conviertan casi en un extraño en su propia casa al jefe de la familia y

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educador de los hijos; procure, sobre todo, que entre las escuelas pú- blicas y la familia renazca aquel vínculo de confianza y niutuo apoyo que produjo frutos tan beneficiosos en otro tiempo y que hoy es subs- tituido por la desconfianza alli donde la escuela, bajo la influencia o dominio del espiritu materialista, envenena y destruye lo que los padres habían infiltrado en las almas de los hijos.

3a DIGNIDAD Y PllERROGATIVAS DEL TRABAJO.-QU~~II desee que la es- trella de la paz surja y se detenga sobre la sociedad, de al trabajo el lugar que le designó Dios desde un principio. Como medio indispensable para el dominio del mundo quiso Dios, para su gloria, que todo trabajo posea una dignidad intransferible y al propio tiempo una intima relación con el perfeccionamiento de la persona; noble dignidad y prerrogativa del trabajo, de ningún modo envilecido por el peso y la fatiga que se han de soportar como efecto del pecado original, en obediencia y sumisión a la voluntad de Dios.

Quien conozca las grandes enciclicas de Nuestros Predecesores y Nuestros anteriores mensajes, no ignora que la Iglesia no vacila en de- ducir las consecuencias prácticas que se derivan de la nobleza moral del trabajo y las apoya con todo el poder de su autoridad. Estas exigencias comprenden, además de un salario justc, suficiente para las necesidades del trabajador y de su familia, la conservación y cl perfeccionamiento de un orden social que haga posible una segura aunque modesta propie- dad particular para todas las clases del pueblo, que favorezca una for- mación superior para los hijos <le las clases obreras particularmente dotados de inteligencia y buena voluntad, y promueva en el barrio, en la población, en la provincia, en la nación, el cuidado y la actividad prác- tica del cspíritu social que, mitigando los contrastes de intereses y de clase, arranque a los obreros el actual sentimiento de separación, dán- doles la experiencia consoladora de una solidaridad genuinamente hu- mana y cristianamente fraternal.

E l progreso y grado de las reformas sociales inaplazables dependerá de la política económica de cada nación. Sólo un intercambio de fuer- zas, generoso e inteligente, entre los fuertes y los débiles hará posible que se lleve a cabo la pacificación universal de manera que no surjan focos de incendio y de infección que podrían originar nuevas calaniidades.

Señales evidentes Nos mueven a creer que, a pesar del fermento de todos los prejuicios y de los sentimientos de odio, inevitable pero triste

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fruto de esta aguda psicosis bélica, no se apagó en los pueblos la con- ciencia de su íntima dependencia reciproca en el bien y en el mal; por el contrario, se ha tornado más viva y más activa. i No es cierto, por ven- tura, que los pensadores profundos ven cada vez con mayor claridad cómo en la renuncia al egoísmo y al aislamiento nacional está el camino de la salvación general, estando como están preparados para pedir a sus pueblos una parte gravosa de sacrificios necesarios para la pacifica- ción social de los demás pueblos? i Ojalá que éste Nuestro Mensaje de Navidad, dirigido a todos los seres dotados de buena voluntad y generoso corazón, anime y aumente las falanges de la Cruzada social en todas las naciones! i Y quiera Dios conceder a su pacifica bandera la victoria de que es digna su noble empresa!

4a REINTEGRACI~N A U N ORDEN JURIDICO.-QU~~~I desee que la estre- lla de la paz surja y se detenga sobre la ida social, coopere a la reiu- tegración del orden juridico.

El sentimiento juridico de nuestros días ha sido alterado y perturba- do con frecuencia por la proclamación y práctica de un positivismo y un utilitarismo subordinados y vinculados al servicio de determinados gru- pos, clases y inovimientos, cuyos programas trazan y determinan el cami- no a la legislación y a la práctica forense.

Sólo será posible el saneamiento de esta situación cuando despierte la conciencia de un orden juridico basado en el supremo dominio de Dios y al abrigo de todo arbitrio humano; la conciencia de un orden que ex- tienda su mano protectora y vindicativa incluso sobre los inviolables derechos del hombre y los proteja contra los ataques de todo poder hu- mano.

Del orden juridico querido por Dios, emana el derecho inalienable del hombre, a la seguridad jurídica y por ello a una esfera concreta de derecho, protegida contra todo ataque arbitrario.

Las relaciones del hombre con el hombre, del individuo con la socie- dad, y de la autoridad con los particulares, han de colocarse sobre una clara base jurídica y bajo la tutela, si fuera indispensable, de la autoridad judicial.

Esto supone : a ) Un tribunal y un juez que tomen las directrices de un derecho

claramente formulado y circunscrito ;

EL ORDEN JURIDICO 201

b) Normas juridicas claras que no pueden interpretarse como abusi- vas apelaciones a un supuesto sentimiento popular o como meras razones utilitarias ;

c) El reconocimicnto del principio por el cual, tanto el Estado como sus funcionarios y las organizaciones que de él dependen, están obliga- dos a reparar y a retirar aquellas medidas que lesionen la libertad, la pro- piedad, la honra, el progreso y la salvación de los individuos.

~ + C O N C E P C I O N DEI. ESTADO COEIFORME AL ESPIRITU CRISTIANO.- Quien desee que la estrella de la paz surja y se detenga sobre la srxiedad humana, coopere a la formación de un concepto y práctica estatales fun- dados en una disciplina razonable, en un noble humanitarismo y un responsable espíritu cristiano;

ayude a reconducir el Estado y su poder al servicio de la sociedad, al pleno respeto de la personalidad humana y de sus actividades con miras al logro de su fin eterno;

esfuércese en trabajar para disipar los errores que tienden a des- viar de la senda moral al Estado y su poder, a desligarlos del vínculo eminentemente ético que los une a la vida individual y social, a hacerles renegar o ignorar prácticamente la dependencia esencial que les une a la voluntad del Creador;

promueva el reconocimiento y la difusión de la verdad que enseña, incluso en el campo terrenal, cómo el sentido profundo y la última legi- timidad moral y universal de "reinar" es "servir". 57

37. La humanidad: el orden int~rnaciona1.-Dentro del orden so- cial, reviste caracteres especificos la comunidad internacional. E n efecto "La humanidad, participación analógica de las perfecciones divinas, se di- versifica, para mejor expresarse, en una rica multiplicidad de formas, en una pluralidad de pueblos, donde cada uno según su genio propio, sus particularidades étnicas, une su aportación al bien común" univer- sal. " 69 H a podido destacarse, en los Últimos tiempos, cómo existe una estrecha interdependencia de los pueblos, cómo todo late y pulsa solida- riamente en los diversos lugares, cómo la pérdida de una cosecha en una región repercute en el precio de ese producto en otros; estrecha solidaridad económica en un plano internacional, que contrasta con pro- funda separación en planos espirituales, significando uno de las dolo-

56 j 7 S. S. Pio XII, Discurso de Navidad de 1942.

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rosas contradicciones del mundo moderno que señaló, hace tiempo, un escritor.

38. La idea de "comunidad politica universal" con facultades legisla- tiva.-La solución quedó expuesta hace tiempo por dos grandes juristas españoles: Vitoria y Suárez. Francisco de Vitoria aplicó, en forma de- finitiva, al derecho de gentes su idea de la comunidad moral y jurídica de los derechos y deberes de los pueblos y con su certera mirada des- cubrió el orden internacional como emanado de una comunidad interna- cional: "El Derecho de Gentes no deriva, solamente su valor obligatorio, de un pacto concluído entre los hombres, tiene además, la fuerza mis- ma de una ley. El universo entero, que en cierto modo es una sola co- munidad politica, tiene el poder de promulgar leyes equitativas, que se aplican a todos y que constituyen el Derecho de Gentes. De allí se deriva que pecan mortalmente quienes violan los derechos de las naciones, sea en la paz, sea en la guerra. En materia importante como la inmunidad de los embajadores, no es permitido a un reino pretender liberarse del Derecho de Gentes. Este, en efecto, ha sido impuesto, por la autoridad del universo entero".

El padre Suárez dice, por su parte que: "El Género humano, aun- que esté dividido en diferentes pueblos y reinos, guarda siempre, sin embargo, una cierta unidad, no solamente especifica sino también poli- tica, que implica el precepto natural del amor mutuo y de la mutua mi- sericordia, precepto que se extiende a todos, incluso a los extranjeros, de cualquier categoría que puedan ser. Aunque cada ciudad independien- te, ciudad o reino, sea por si misma, una comunidad perfecta e instituida para sus propios miembros, pertenece, sin embargo, en alguna forma o medida, a este universo en tanto que pertenece al género humano. Jamás, en efecto, esas comunidades consideradas aparte se bastan por si solas, pues necesitan algún concurso recíproco, de vinculo social, de comunica- ción mutua, tanto para una mejor y más grande utilidad, cuanto por ra- zón de necesidad moral y de estricta necesidad, como la experiencia lo demuestra".

39. Actuales condiciones para el orden internacional.-Esa fraterni- dad universal que subraya el padre Suárez requiere para convertirse en orden internacional, según S. S. Pío XII:

58 59 60 61 Gerard Petit, L'Homme Confemporain e f le Probleme Social. Editioiis Fides. Montreal, pp. 311, 313, 315 y 316.

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lo Asegurar el derecho a la vida e independencia de todas las nacio- nes grandes y pequeñas, fuertes y débiles y reconocerles los mismos de- rechos.

20 Liberación de la esclavitud de la carrera de armamentos; y con- cepción de la fuerza como servidora del derecho.

39 Instituciones jurídicas que apliquen convenios y tratados y los revisen y corrijan en casos de necesidad reconocida.

40 Obtención de las justac reivindicaciones de los pueblos y nacio- nes y aun de las rninorías étnicas.

So Concepción clara, vívida de la responsabilidad ante el Padre Di- vino.

Requiere, dice también, S. S. Pío XII : l Q Victoria sobre el odio. El pensamiento y el sentimiento de los

hombres debe ser consecuencia de los ideales naturales de veracidad, jus- ticia, cortesía y cooperación al bien y, sobre todo, el ideal sobrenatural del amor fraterno, dado al inundo por Jesucristo.

2? Victoria sobre la desconfianza; fidelidad al cumplimiento de los pactos justos.

39 Victoria sobre el funesto principio de que la utilidad es la base y la regla de todos los derechos y sobre el falso principio de que la fuerza Iiace al derecho.

40 Victoria sobre los g&rmencs de conflictos, garantizando que todos los Estados tengan medios para asegurar a todos los ciudadanos, de todas las clases sociales, un correcto nivel de vida.

So Victoria sobre el espíritu del frío egoísmo que confía sólo en la fuerza y que acaba con todo derecho y libertad justas. Solidaridad jurídica y económica y colaboración fraternal.

"Relaciones internacionales y orden interno están intimameiite re- lacionados, dependiendo el equilibrio y armonía entre las naciones, del equilibrio interno y de la maduración interna de cada Estado, en cl wm- po material, social e intelectual".

40. E1 ordc~z sobrenatural. El Cuerl>o nzistico-Dentro del orden sobrenatural, cn lo quc concierne a la vida en el tiempo, destaca el Cuer- po místico.

E l orden de la procedencia y del retorno que sc aprecia en todo el universo, en el hombre tiene aspectos específicos: "el hombre cstá in- -

62 S. S. Pío XII, Discurso de Navidad de 1912.

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corporado por una estructura de relaciones humano-divinas, a otra socie- dad cuyo objeto especifico es directamente su bien eterno e indirectamente el bien temporal, en la medida y bajo el aspecto formal en que el bien eterno se encuentra en ello compr~met ido" .~~

El fin último sobrenatural que debe polarizar los actos todos de los hombres concretos "implica una incorporación de la familia humana toda entera, a un organismo espiritual de límites indefinidos que abraza a todos los hombres de todas las razas y de todas las edades en vista de una obra común: la plenitud del cuerpo mistico cuyo cuerpo es su Iglesia y cuya alma es la caridad".

Individualismo y atornismo religiosos y quietismo filosófico son con- secuencias del naturalismo y de la reforma. Por ellos, se rompe y reduce empequeiíeciéndolo el panorama humano, negando lo sobrenatural o re- duciendo este campo a límites muy estrechos que le hacen perder su vitalidad.

El quietismo es el error de la supuesta e inexistente naturaleza pre- social del hombre, que supondría al cristiano integrado en el cuerpo mis- tic0 a titulo individual y que concebiría el cuerpo místico como la adición de mónadas espirituales sin relaciones entre sí, sino cada una sólo rela- cionada con la Divinidad. El cuerpo místico no es eso: es el tipo más completo de la plenitud corporativa; de la misma manera que en un cuerpo vivo, la operación de un miembro sirve al bien de todo el cuerpo ; Santo Tomás, pone de relieve esa acción conjunta al decir que así como la "parte se expone espontáneamente para la conservación del todo, así la mano se presenta, sin deliberación al golpe para proteger al todo",66 es el "no más griegos ni judíos. . . sino todos uno en Cristo" de San Pablo.

Cristo es la cabeza del cuerpo mistico. "La humanidad de Cristo es la causa instrumental de toda vida espiritual del género humano. La causa principal de Cristo es el instrumento de la divinidad; eso hace que, en consecuencia, todas las acciones y sufrimientos de Cristo operen a la manera instrumental (por modo de eficacia) por la virtud de la di- vinidad, para la salvación del género humano".

"La Gracia perfecciona a la naturaleza por información vital. no por yuxtaposición" y la gracia transforma integralmente al cristiano y lo incorpora al cuerpo de Cristo; materialmente muchos actos del miem- bro vivo y del miembro muerto del cuerpo mistico, podrían ser iguales; -

63 Gerard Petit, ob. cit., pp. 365 y ss.

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"pero el régimen de las virtudes es otro, el alma de los actos del miem- bro vivo está bajo la regulación, las luces superiores del Principio y del Fin último, de la Gracia, que le infunde el Jefe, más aún: SON ACTOS DEL

JEFE MISMO" es la exclamaci<in de San Pablo: "No soy yo sino Cristo quien vive en mi". "

Pero aunque hayan de llenarse más coiidiciones para ser miembro de la Iglesia que para incorporarse a Cristo y que la Tglesia no sea coex- tpnsiva con el cuerpo niístico, esas dos realidades no son adecuaclamente distintas. En efecto, cl cartlenal Suhard en una aloc~ición meiriorable, ponía de relieve cómi) la Tglesia católica era Cristo mismo, el otro Cristo, operando y trasmitiendo su gracia. Todos nosotros juntos "viviendo de una Vida Común. para uiia obra común: la salvación de las personas en el seno de la ccmunidad huinana, la oblación final del universo recapi- tulado en Jesucristo al Padre. Nada de anexión de almas solitarias; nada de una vida religiosa aislaciot~ista; puesto que todos los fieles "for- inan un solo cuerpo, el bien de cada uno se comunica a los demás. Los miembros incorporados, reciben de inmediato. de la Cabeza, el influjo sobrenatural, por interrriedio de la comunidad organizada, el cuerpo de la Iglesia".

El bautisnio es la incorporación a la cotnuni<lad de los fieles. E n la comunidad santa y santificante que es la Iglesia, se aplica más rigurosa- mente que en cualquier otro terreno social el adagio de que el que trabaja por el bien común, labra al misino tiempo su propio bien. "La Iglesia es una osciedad sobrenatural que, por su lado visible es el aspecto ex- terior del Cuerpo mistico". '" lis una Sociedad única, pues las Iglcsilis disidentes no forman parte del Cuerpo místico. "La Iglesia Católica, es por otra parte la Única sociedad espiritual de hecho y de derecho. E n la Iglesia, el nacimiento, la vida, descienden de Dios misriio y se co- iiiunican orgánicamente por los canales de la Jerarquía, a las fan~ilias espirituales y a los miembros del Cuerpo mistico".

1.a niultitud de pueblos que se encuentran en el mundo, por su Igle- sia, forma una unidad más excelente que cualquiera otra porque hay uni- dad de f e ; unidad en la participacibn de los lnedios adaptados para al- canzar el f in; unidad por su sujeción a una sola y la misrna autoridad: a S. S. el Papa.

"Sin sacrificar los amores Icgititi~os, rl cncurnbrado magnate o el humilde jornalero todos se saben unidos por una fraternidad natural y

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sobrenatural con todos los hombres de todos los tiempos, de todos los lugares y de todas las razas. Como un solo hombre, la humanidad retorna al Padre", por Jesucristo, con paso seguro, "guiada por la sociedad sobre- natural y sostenida por las sociedades temporales". 's

(Concluirá en el. número prdximo.)

64 65 66 67 68 69 70 71 72 Gerard Petit, ob. cit., pp. 365 y SS.