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El Chapo y el iceberg del narcotráfico El Chapo y el iceberg del narcotráfico $10.00 Director: Carlos Ramírez indicadorpolitico.mx 1 de Marzo de 2016 [email protected] Número 1 Cuadernos de Kate: el eterno femenino Pág. 20 La degeneración del Estado Pág, 21 El narcotráfico desde el punto de vista de la ciencia política Pág. 15 Carlos Ramírez Cuadernos de Indicador Político Cuadernos de Indicador Político Cuadernos de Indicador Político Cuadernos de Indicador Político

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El Chapo y el iceberg del narcotráfico

El Chapo y el iceberg del narcotráfico

$10.00

Director: Carlos Ramírez indicadorpolitico.mx 1 de Marzo de 2016 [email protected] Número 1

Cuadernos de

Kate: el eterno femenino Pág. 20 La degeneración del Estado Pág, 21

El narcotráfico desde el punto de vista de la ciencia política Pág. 15

Carlos Ramírez

Cuadernos de Indicador Político

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2Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

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Mtro. Carlos RamírezPresidente y Director [email protected]

Lic. Armando Reyes ViguerasDirector [email protected]

Lic. José Luis RojasCoordinador General [email protected]

Dr. Rafael Abascal y MacíasCoordinador de Análisis Político

Mtro. Carlos Loeza ManzaneroCoordinador de Análisis Económico

Emiliano Ló[email protected]

Ana Karina SánchezCoordinadora [email protected]

Raúl UrbinaAsistente de la Dirección General

Mathieu Domínguez PérezDiseño

Monserrat MéndezRedacción

Cuadernos de Indicador Político es una publicación diaria editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A.©, y el Centro de

Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C.© Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de

responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F.

Reserva 04-2012-052910232300-30. Certificado de Licitud de Título y Contenido No. 15670.

indicadorpolitico.mx

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Bajas temperaturas por Luy

Primera ParteEl mal necesarioDe Benito Juárez a El Negro DurazoEl Chapo como metáforaEl Chapo y la crisis del EstadoSegunda ParteNarcotráfico y violenciaCronología mínima:De nuevo Ciudad JuárezInicios del narcotráfico en México. Periodo 1940-19851985-1994. De la Madrid, Salinas1995-2013. Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nietotercera parteNarcotráfico: entre la colombianización y la transición a la democraciaPlanteamiento del problemaEscena internacionalEscenario políticoColombianizaciónMéxicoEstados UnidosDiferencias en problema de la drogaCrisis de gobernabilidadTransición a la democraciaEscenariosEl narcotráfico desde el punto de vista de la ciencia políticaAFECTACIONES AL CARTEL DEL CHAPOPRINCIPALES DETENCIONESPRINCIPALES ÁREAS DE INFLUENCIA DEL “CARTEL DEL PACIFICO”DETENCIONES EN LA PRESENTE ADMINIS-TRACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES DELICTIVAS EN MÉXICOASEGURAMIENTOS RELEVANTESEl Caso ChapoMás allá de El ChapoSer o no serEl Chapo y el legado de PeñaSociedad del espectáculoUn iceberg llamado ChapoChapo-Kate: el eterno femeninoEl Chapo y la degeneración del EstadoPerfil sicológico superior de El ChapoFARC, EPR y cártel Sinaloa

3Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

EL MAL nECESARio

Los análisis políticos sobre el nar-cotráfico y el crimen organizado suelen ofrecer la imagen de las or-

ganizaciones delincuenciales como una anomalía. Sin embargo, no es así: las ac-ciones criminales forman parte sustancial e inevitable de todo cuerpo social. En varios textos recogidos en Elogio del cri-men, Karl Marx establece dos formas de entendimiento de los delitos: como parte del desarrollo de las fuerzas productivas porque los criminales se apropian de la riqueza y como parte del mercado de tra-bajo determinado por el salario.

El enfoque analítico marxista da para mucho más. Nuevamente Marx: “las violaciones de la ley son generalmente el resultado de factores económicos que es-tán fuera del control del legislador”. Y al afectar el proceso productivo, las accio-nes criminales afectan la estabilidad del

mercado, generan estructuras judiciales y policiacas que se convierten en mano de obra y definen inclusive el precio del trabajo. Y por si fuera poco, por su ac-tivismo en zonas urbanas y rurales, las actividades de los delincuentes aportan elementos para contabilizar la plusvalía. Y la relación desequilibrada opulencia-miseria produce —en términos marxis-tas— crímenes que afectan los diferentes niveles de las actividades económicas productivas y la distribución de la rique-za producida socialmente.

Dos siglos antes que Marx, otro científico político asumió la crimina-lidad tampoco como una anomalía. La fundación del Estado hobbesiano —el Leviatán (1651) o fuerza superior míti-ca— fue una decisión entre las diferentes organizaciones de la sociedad para apro-bar el funcionamiento de una estructu-ra oficial —el Estado— que recibiera

el apoyo de la sociedad vía un contrato para defender a la sociedad de las inva-siones y de los delincuentes. La forma-ción del Estado supuso una cesión de derechos y riquezas de la sociedad a la clase dirigente.

En este sentido, las actividades cri-minales forman parte de la estructura de organización de la sociedad y del Estado. En uno de sus textos, Marx cita a Ber-nard Mandeville y su obra La fábula de las abejas (1795) para establecer el crite-rio de que el mal es el principio fundador de las sociedades porque “en el momento en que el mal cesara, la sociedad decaería necesariamente, si es que no perece com-pletamente”. La propuesta interpretativa de Mandeville se resume así:

“Había una colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes,

El Chapo y el iceberg del narcotráfico

Primera ParteAntecedentes de un mal necesario, pasando por el Negro Durazo hasta El Chapo Guzmán

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ni los malos soldados, ni los malos mi-nistros. Por descontado tenía una mala reina. Todos los días se cometían fraudes en esta colmena; y la justicia, llamada a reprimir la corrupción, era ella misma co-rruptible. En suma, cada profesión y cada estamento, estaban llenos de vicios. Pero la nación no era por ello menos próspera y fuerte. En efecto, los vicios de los parti-culares contribuían a la felicidad pública; y, de rechazo, la felicidad pública causaba el bienestar de los particulares. Pero se produjo un cambio en el espíritu de las abejas, que tuvieron la singular idea de no querer ya nada más que honradez y vir-tud. El amor exclusivo al bien se apoderó de los corazones, de donde se siguió muy pronto la ruina de toda la colmena. Como se eliminaron los excesos, desaparecieron las enfermedades y no se necesitaron más médicos. Como se acabaron las disputas, no hubo más procesos y, de esta forma, no se necesitaron ya abogados ni jueces. Las abejas, que se volvieron económicas y moderadas, no gastaron ya nada: no más lujos, no más arte, no más comercio. La desolación, en definitiva, fue general. La conclusión parece inequívoca: Dejad, pues, de quejaros: sólo los tontos se esfuer-zan por hacer de un gran panal un panal honrado. Fraude, lujo y orgullo deben vivir, si queremos gozar de sus dulces beneficios”.

El problema de los enfoques analíti-cos sobre la inseguridad, la delincuencia y el papel del Estado radican en la ausencia de un marco específico. A veces quisieran partir de una sociedad utópica y a veces asumen el pesimismo del ya ni modo. En la historia política de México como repú-

blica independiente existen situaciones de inseguridad que escapan de los métodos analíticos tradicionales: durante Juárez, Díaz y el arranque de la Revolución Mexi-cana. El auge de la delincuencia ha tenido que ver con las fases de crisis del Estado nacional y con las etapas de corrupción de la clase política dominante. Las dos expresiones críticas del Estado han sido las del auge de la delincuencia y la de las diferentes formas de insurgencia social; y las situaciones de crisis del Estado ante delincuencia e insurgencia han respon-dido al agotamiento circunstancial de los acuerdos de fortalecimiento y hegemonía del Estado por sobresaltos políticos.

El caso de Joaquín El Chapo Guzmán Loera es más realidad criminal que leyen-da urbana, aunque a nivel de enfoques analíticos ha prevalecido la leyenda urba-na por la comodidad profesional.

DE BEnito JUáREz A El NEgro DURAzoLa construcción del Estado-nación hubo de pasar por el túnel de la inseguridad. Metido el país en la lucha por la forma de gobierno, la ausencia de una autoridad central, un congreso dominante pero sin fuerza y carente de un sistema nervioso de seguridad, a mediados del siglo XIX se registró un auge de las bandas salteadoras de caminos. Como parte de la creación de una estructura de autoridad que operara como sistema óseo de la joven república, el gobierno de Juárez emprendió una re-forma del sistema de seguridad con tres decisiones: la creación del ejército federal, una ley contra delincuentes y tribunales

similares a los del Tribunal de la Acordada para atrapar a los delincuentes, juzgarlos en el lugar, sentenciarlos de inmediato y ejercer la ejecución cuando así lo determi-naran los jueces. Como la iglesia católica y las tradiciones indígenas, los delincuen-tes ejercieron un fuero de poder.

Con altas y bajas, la dureza del au-toritarismo de Porfirio Díaz y la legiti-midad de la Revolución Mexicanas, la seguridad publica tuvo un largo camino basado no sólo en el ejercicio de la auto-ridad sino en la construcción de un Esta-do de bienestar. La inestabilidad provino, en el periodo de construcción del modelo de desarrollo 1929-1970, de las protes-tas políticas internas del sistema político: disidentes e insurgentes. La policía po-lítica se fundó en 1951 al amparo de la creación de la Agencia Central de Inteli-gencia (CIA, por sus siglas en inglés) de los EE. UU. La delincuencia estaba con-trolada por las organizaciones policiacas y la represión social. Al sistema político priísta le interesaba una clase media sin conflictos de convivencia.

Los cuerpos policiacos tuvieron un largo periodo de estabilidad por la exis-tencia de una baja criminalidad en el pe-riodo 1930-1970. La guerrilla posterior al movimiento estudiantil del 68 pasó de las zonas rurales a las áreas urbanas pero sin articulaciones con la delincuencia co-mún. A ello se agregaba el dato de que las organizaciones criminales eran sim-bólicas, basadas en carteristas y asaltantes de casas. Por funcionalidad, los cuerpos policiacos permitían la labor de algunas bandas, les cobraban derecho de piso y administraban sus espacios de acción a zonas populares alejadas de las comuni-dades de clase media. El discurso cultu-ral de la Revolución Mexicana alcanzaba para tipificar hasta en términos simbóli-cos a la delincuencia.

El modelo se rompió en 1976 cuando el presidente José López Portillo designó como jefe de la policía del Distrito Fede-ral al agente Arturo Durazo Moreno, que provenía de la policía política —la Fede-ral de Seguridad—. Durazo, alias El Ne-gro por el color oscuro de su piel, era un policía cruel, sin limitaciones y vinculado a la corrupción policiaca: como agente de la DFS operó el control del aeropuerto capitalino y promovió el contrabando y el tráfico de drogas. En la Dirección de Policía y Tránsito del DF se instaló la co-rrupción y se perdió el control sobre las bandas criminales. El control federal de

Negro Durazo

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la seguridad pública se centralizó en la Se-cretaría de Gobernación, pero esta depen-dencia se dedicó a la política y abandono la supervisión policiaca.

De 1976 a 1984, los sexenios de Ló-pez Portillo y el primer tercio del de Mi-guel de la Madrid profundizaron el des-orden policiaco. Los primeros indicios de fortalecimiento de las organizaciones cri-minales ligadas al narco se dieron en 1980 con la creación del cártel de Guadalajara, dirigido por el capo de capos Miguel Án-gel Félix Gallardo e integrado por las dos figuras que saltaron a los medios en 1985: Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca alias Don Neto. Las organizaciones crimi-nales nacieron con la protección de gru-pos policiacos: el Servicio Secreto y luego la Dirección General para la Prevención de la Delincuencia del DF.

En el ámbito federal la policía judicial de la Procuraduría General de la Repú-blica y la Federal de Seguridad dejaron la lucha contra la guerrilla en manos de la Brigada Blanca —una organización para-policiaca—. El enfoque de policía políti-ca se terminó cuando Fernando Gutiérrez Barrios dejó la dependencia para hacerse cargo de la Subsecretaría de Goberna-ción encargada de asuntos de seguridad nacional en diciembre de 1970. Los di-rectores de la DFS Miguel Nazar Haro (1978-1982) y José Antonio Zorrilla Pé-rez (1982-1985) articularon a la DFS a los cárteles de la droga.

La crisis estalló en dos tiempos: el mayo de 1984 el columnista Manuel Buendía, de Excélsior, fue asesinado en el DF cuan-do se disponía a publicar informaciones de funcionarios y policías vinculados al narco; y en febrero de 1985 el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar fue secues-trado, torturado y asesinado por el cártel de Guadalajara de Félix Gallardo, Caro y Fonseca. Los EE. UU. realizaron una pre-sión extraordinaria contra México en 1985 por Camarena, con revelaciones de que la DFS protegía a narcos y provocando la re-nuncia de Zorrilla Pérez.

De 1984 a la recaptura der El Cha-po en enero de 2015, casi cuarenta años, el problema del narcotráfico no sólo no tuvo solución sino que fue empeorando día a día. El narco comenzó sembrando, pasó a traficar, se articuló en red transna-cional con cárteles de consumidores en los EEUU y otras mafias de Colombia, co-menzó a promover el consumo de droga en México, luchó por plazas de control absoluto, se metió en las estructuras polí-

ticas y empresariales nacionales, estatales y municipales y se convirtió en una mafia incrustada en el Estado y las estructuras municipales y estatales de poder.

EL ChAPo CoMo MEtáfoRAA lo largo de casi medio siglo, el narco-tráfico ha sido ejemplificado con figu-ras significativas del crimen organizado; desde el tamaulipeco Juan Nepomuceno Guerra que comenzó su carrera contra-bandeando whisky en los años de la ley seca, hasta ahora con El Chapo Guzmán. La primera etapa corrió de 1970 (los pri-meros líderes como Guerra) a 1984-1985 (asesinato de Buendía y Camarena y arres-to de Félix Gallardo, Caro y Fonseca); la segunda fue más corta: de 1985 a 1993 con el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en un enfrentamiento entre los cárteles de los hermanos Arella-no Félix de Tijuana con el de El Chapo Guzmán en Guadalajara; la tercera se dio del arresto de El Chapo en 1993 a su pri-mera fuga del penal de Puente Grande en enero de 2001; y la cuarta transcurrió de 2001 al 2007 en que comenzó la ofensiva integral gubernamental contra los cárteles y el nacimiento de cárteles en Michoacán; y la quinta terminó con el arresto de El Chapo en enero de 2015.

A diferencia de Colombia y del mo-delo de Pablo Escobar Gaviria como un líder único articulado a estructuras de po-der, en México el mercado del narcotráfi-co se dividió en grupos por zonas territo-riales. El arresto de Félix, Caro y Fonseca inició una guerra entre cárteles por el do-minio de zonas territoriales. Los líderes de los cárteles fueron producto del ascen-so escalafonario en cada familia de poder criminal, ninguno buscó posicionamien-tos políticos, todos se conformaron con comprar voluntades institucionales en sus zonas de influencia y ninguno de ellos se exhibió como gran líder o padrino.

La construcción del liderazgo políti-

co de El Chapo fue más bien elitista y su figura creció en los espacios mediáticos más como símbolo que como estructura nacional. Nació en Sinaloa en 1957 y a los veintitrés años (1980) se unió al cártel de Félix Gallardo. Ahí fue ascendiendo en la estructura hasta el arresto de Félix en 1989: El Chapo se trasladó a Sinaloa y participó en los cárteles del Pacífico: Guadalajara, Sinaloa y Tijuana (Arella-no Félix). Las pugnas de El Chapo y los Arellano Félix llegaron a la balacera en el aeropuerto de Guadalajara en mayo de 1993 en la que murió —por confusión, de acuerdo con la versión oficial— asesi-nado el cardenal Posadas Ocampo, for-mado en Tijuana: sicarios de los Arellano Félix quisieron asesinar a El Chapo. La presión sobre el gobierno de Salinas por Posadas logró el arresto en Guatemala de El chapo y su internación en el penal de Puente Grande. Ya dueño de una habili-dad para las drogas y el control de perso-nal, El Chapo consolidó su cártel dese la cárcel. En enero del 2001, ante las ver-siones de que sería extraditado a los EE. UU., El Chapo se evadió del penal de alta seguridad; en libertad, durante trece años fortaleció su grupo criminal y entró en guerra con Los Zetas, un grupo que co-menzó como de sicarios y derivó en cártel con espacios en el Golfo.

De 2001 al 2014, El Chapo se convir-tió el leyenda urbana, aunque también en objetivo de las acciones del gobierno. El cártel de El Chapo fue el más perseguido por las autoridades, pero nunca derrota-do. En el periodo 1997-2015, que fue el del auge del cártel de El Chapo, dife-rentes gobiernos federales capturaron o mataron en enfrentamientos a la cúpula del narco: Amado Carrillo (cártel de Juá-rez), Osiel Cárdenas Guillén (cártel del Golfo), Arturo Beltrán Leyva, Vicente Carrillo, Fernando Sánchez y Servando Gómez La Tuta; sin embargo, la estruc-tura de tráfico de drogas se ha mantenido

A diferencia de Colombia y del modelo de Pablo Escobar Gaviria como un líder único articulado a estructuras de poder, en México el mercado del narcotráfico se dividió en grupos por zonas territoriales. El arresto de Félix, Caro y Fonseca inició

una guerra entre cárteles por el dominio de zonas territoriales. Los líderes de los cárteles fueron producto del ascenso escalafo-

nario en cada familia de poder criminal

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a pesar del descabezamiento de cárteles y de decomisos de droga.

De todos los capos, el más famoso fue El Chapo, sobre todo a partir del 2010 en que comenzó a aparecer en la lista de los más ricos del mundo que elaboraba anual-mente la revista Forbes. Como leyenda ur-bana, El Chapo se movía con tranquilidad por la república dejando una estela de anécdotas —casi todas no creíbles— so-bre su presencia en lugares públicos. Su primera fuga en 2001 fue espectacular y lo colocó en el salón de la fama del cri-men organizado; y su captura y segunda fuga consolidó su fama internacional. Y su relación en el 2015 con la actriz Kate del Castillo y su charla insulsa con el ac-tor y activista estadunidense Sean Penn lo catapultó a la fama internacional.

Criminal, narcotraficante, delincuen-te probado, El Chapo se convirtió en el factor crítica al gobierno del presidente Peña Nieto al grado de casi investirlo con una leyenda al estilo de Chucho el Roto o Robin Hood. Sin embargo, los cargos criminales son suficientes para perfilarlo como un prototipo del criminal orgáni-co. Sus deseos de escribir sus memorias, promover su biografía y financiar pelícu-las sobre su figura lo llevaron a cometer errores aprovechados por las autoridades para perseguirlo, atraparlo y ahora sí re-fundirlo en prisión.

EL ChAPo y LA CRiSiS DEL EStADo.Más que El Chapo y más que los cárteles de la droga en sí, la proyección del nar-cotráfico en México ha sido derivación de la crisis del Estado, su debilidad, las reforma del 2011 que introdujo la con-dicionalidad de los derechos humanos y la utilización mediática del tema en la prensa escrita y la televisión. El gobierno de Calderón agotó sus posibilidades en la lucha contra los cárteles y el gobierno de Peña Nieto no supo excluir el tema de la agenda cotidiana. La criminaliza-ción de la agenda pública careció de un contrapunto de agenda política o de de-sarrollo. La sociedad activa encontró en la crítica a los muertos de la estrategia de seguridad un tema de confrontación con el gobierno.

El debate sobre seguridad se dio en la acción comunicativa del gobierno y la respuesta de la sociedad. La larga lista de decomisos, los delincuentes muer-tos en acción o arrestados y el arresto o muerte de capos no supieron venderse

como parte de una acción de seguridad y el escepticismo —en el mejor de los casos— diluyó el verdadero debate; peor aún, en medio de los avances oficiales en seguridad la sociedad mexicana y algu-nos grupos políticos de élite abrieron el debate sobre la legalización del consumo lúdico de la marihuana un poco por el aumento en el consumo en clases medias pero bastante como símbolo de la asun-ción de la derrota del Estado en la lucha contra los cárteles.

Los criminales y capos asumieron la condición de héroes antisistémicos exis-tenciales —la existencia que precede a la esencia— y el tema se potenció con la relación sentimental vía chat telefónico entre El Chapo y la actriz Kate del Casti-llo. El PRI, el gobierno federal y las ins-tituciones carecieron de un discurso de posicionamiento crítico del narcotráfico, a pesar de contar con elementos de sus daños: al aumento del crimen, como los secuestros, extorsiones, derechos de piso y asaltos. En lugar de debatir sobre nue-vas formas de combate, planes laterales de las instituciones y daños causados por el consumo de droga, la sociedad encon-tró una forma de crítica al Estado en el tema de la legalización.

En este sentido, El Chapo fue desde el 2001 en un símbolo de la protesta anárquica de la sociedad más activa. En sí mismo, El Chapo no es más que un de-lincuente, un criminal, un corruptor, un vendedor de droga y un bandido; pero el asunto se complica con lo que se en-cuentra detrás, al lado, abajo, arriba, por encima, adelante y en el trasfondo de El Chapo, así como lo ocurrido en el país antes, durante y después de El Chapo. El enfoque Carlyle se acomoda a El Chapo: los héroes por la desconfianza de reco-nocer gobernantes y los antihéroes como expresión de repudio de la sociedad al sistema.

Así, El Chapo seria la metáfora de la crisis de expectativas de la sociedad acti-va —que no es la mayoría pero sí la que domina espacios, medios y ahora redes sociales—: seguir negándose a la partici-pación para construir alternativas y en-contrar en las personalidades antisistémi-cas el instrumento de repudio al sistema; por eso, por ejemplo, López Obrador en-cabeza las tendencias de votos pero no lo-gra las mayorías en las urnas. De ahí que no sea El Chapo el ideal crítico sino que es el pretexto para acumular argumentos de humillación al gobierno y al Estado.

En este sentido, El Chapo es apenas la punta del iceberg: una octava parte visible de siete octavas partes ocultas debajo del nivel del mar. El problema es mayor: la desarticulación de la estructura de segu-ridad del Estado, la dominación absoluta de los derechos humanos en áreas e ins-tituciones que necesitan del poder como coerción para imponer la autoridad del Estado con legitimidad. En los medios proliferan las denuncias de delincuentes clamando violación de derechos humanos en el sistema penal que la larga lista de crímenes cometidos contra la sociedad.

La debilidad del Estado es simul-táneamente la debilidad de la sociedad ante los poderes ilegales, fácticos y cri-minales —sean administrativos, empre-sariales, de dinero o delincuenciales—. Una cosa es que el crimen sea —en la lógica implacable de Marx— un factor en el sistema productivo y que impida la utopía de Mandeville que llevaría a la so-ciedad perfecta que al final desaparecería la civilización y otra cosa muy diferente que la crítica al gobierno en turno lleve al enaltecimiento de los antihéroes cri-minales que legitimen en el ánimo social las conductas delincuenciales.

No, El Chapo no es un héroe existen-cial, ni es un alma enamorada, ni menos aún debe verse como un opositor político al régimen priísta; El Chapo es un crimi-nal, un narcotraficante, un poder corrup-tor y un difusor del consumo de droga entre los ciudadanos.

El Chapo seria la metáfora de la crisis de expectati-vas de la sociedad activa (...): seguir negándose a la participación para construir alternativas y encontrar en las personalidades antisis-témicas el instrumento de repudio al sistema; por eso, por ejemplo, López Obra-dor encabeza las tendencias de votos pero no logra las mayorías en las urnas. De ahí que no sea El Chapo el ideal crítico sino que es el pretexto para acumular argumentos de humillación al gobierno y al Estado.

7Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

nARCotRáfiCo y VioLEnCiAEn el planteamiento de su teoría de “la sociedad del riesgo”, el sociólogo alemán Ulrich Beck señala algunos de los proble-mas de la relación sociedad-política que trajo consigo la modernidad y que a veces la ciencia política tradicional no alcanza-ba a incluir o cuando menos contextuali-zar. En su definición del concepto, Beck señalaba la lista de dificultades que esca-paban a las instituciones de control y de protección de la sociedad. En esta teoría se puede incluir el tema del narcotráfico como un conflicto de la modernidad-pos-modernidad y como un elemento de ries-go que carece de una evaluación teórica.

El narcotráfico es, en realidad, un conjunto de problemas: consumo como evasión y movimiento cultural e intelec-tual, corrupción de las instituciones po-líticas y de gobierno, leyes insuficientes para combatirlo, crisis del Estado como monopolio de la fuerza por la moviliza-ción armada de las mafias y la represión y movimiento internacional por la despe-nalización-legalización de la producción-transporte-venta-consumo. Pero se trata de una problemática que tiene que ver con el desarrollo social de la sociedad —valga la disculpa por la redundancia— y por lo tanto consecuencia de la evolución misma de la sociedad.

De hecho, la violencia provocada por el narcotráfico pudiera analizarse desde el modelo de Huntington y la violencia en las sociedades en cambio: la crisis de gobernabilidad. El tráfico de drogas causa violencia cuando irrumpe en la dinámi-ca de la demanda y la oferta controlada restrictivamente por el Estado y las leyes. Por tanto, la violencia se manifiesta por la lenta modernización de las instituciones y los protocolos políticos y sociales, sobre todo por el hecho de que la demanda de-termina la oferta. La violencia del narco-tráfico en México tiene un largo periodo que comenzó en 1984 con la denuncia de los obispos católicos del Sur en abril por la presencia de narcotraficantes en zonas campesinas y el asesinato en mayo del pe-riodista Manuel Buendía, columnista del periódico Excélsior, cuando se disponía a revelar nombres de policías y políticos vinculados a las mafias de la droga.

nancia del PAN en la presidencia de la república. Y la decisión del gobierno de Calderón de arrestar a los principales ca-pos de la droga.

7.- Intentos de reproducción en Mé-xico del modelo colombiano de la nar-coguerrilla en la lógica de la insurgencia contra el Estado, el sistema político y el régimen de gobierno. El objetivo de la in-surgencia es sustituir a la clase política, no nada más garantizar el negocio de la dro-ga. Es decir, la decisión del narcotráfico de conquistar el gobierno.

8.- El crecimiento en el flujo de dro-ga hacia los Estados Unidos a través de México.

9.- El replanteamiento de la doctrina de seguridad nacional de los EU ante la vinculación del contrabando de personas con el tráfico de drogas, con el añadido de estimaciones de seguridad nacional de Washington en el sentido de que grupos terroristas árabes podrían utilizar las rutas de ingreso clandestino de droga a los EU.

10.- El descubrimiento de los EU de que los cárteles mexicanos controlan los mercados de droga en las principales ciu-dades estadunidenses a través de pandillas y de redes criminales de poder que vienen desde las propias cárceles de los EU.

11.- La disputa en los EU por el flujo de liquidez de los narcodólares de forma similar a la que ocurrió en los setenta y ochenta con los petrodólares. Podría tra-tarse de una masa anual de alrededor de 500 mil millones de dólares.

12.- La certeza de que la estructura de poder de las bandas de crimen organiza-do alrededor de la droga constituyen una amenaza para la democracia por el hecho de que corrompen a los liderazgos políti-cos y estarían en el curso de conquista del poder político y de gobierno.

(Si se anda en busca de alguna res-puesta a la preguntas del origen de los problemas panistas en Chihuahua, nada se encontrará en el nuevo sistema de jus-ticia penal. En Chihuahua y en Ciudad Juárez ha estallado una crisis de legitimi-dad del PAN igual a la que ocurrió contra el PRI en 1983-1985.

El enfoque político debe ser de lar-go plazo y de profundidad. En el periodo 1983-1985 —y luego en las elecciones

Segunda ParteDel narcotráfico y la violencia asociada, su cronología

y el marco necesario para entender el fenómeno

TESiS CENTrAlES• El narcotráfico nació al amparo de las complicidades con el sistema político priísta.• En un Estado, el crimen organizado no puede nacer, crecer y fortalecerse sin el apoyo de las estructuras del Estado.• El tráfico de drogas tiene un estímulo fundamental: el consumo de droga en los Estados Unidos.• La victoria presidencial del PAN en el 2000 enfrentó el desafío de reestructurar el sistema político pero prefirió cogobernar con el PRI y con sus redes de poder.• Por tanto, las relaciones peligrosas del sistema priísta quedaron vigentes en el 2000.

El escenario del tráfico de drogas es complejo y diverso. Sus principales pun-tos serían los siguientes:

1.- Consolidación de mafias del narco en espacios territoriales de la república. Ya no sólo tienen presencia en zonas sino que han comenzado a dominar estructu-ras de gobierno y niveles políticos.

2.- Creación de verdaderas zonas fran-cas de dominio criminal. Casos concretos: Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas y Nuevo León.

3.- Aumento de la demanda de droga en el mercado estadunidense y un creci-miento exponencial del consumo de dro-ga en México.

4.- Posición clave de México en la ruta Sudamérica-EU, sobre todo de la droga proveniente de Colombia.

5.- Desarticulación de los acuerdos de convivencia pacífica entre el Estado y el narco durante el reinado priísta en el po-der de la presidencia.

6.- Ausencia de una política de en-tendimiento-no entendimiento con las bandas del narcotráfico durante el sexe-nio de Fox como el primero de la alter-

8Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

para gobernador de 1986— se inició el ciclo de la alternancia, porque el gobierno de Miguel de la Madrid liberó los con-troles autoritarios del PRI y el PAN con-quistó una buena porción de alcaldías. Pero en 1986, el secretario de Goberna-ción, Manuel Bartlett, aplicó el modelo de “fraude patriótico” para impedir la entrega, dijo, del estado a la derecha pa-nista. En 1992, la modernización salinista garantizó la victoria del PAN y avaló la alternancia.

república a nivel local. De ahí el fenóme-no —para algunos extraño— de que las crisis estatales —de empleo, seguridad y cohesión social— hayan sido endosadas al presidente de la república y al gobier-no federal y que los gobernadores sean los factores locales de relación social.

El dominio priísta en las tendencias electorales a nivel de gobernador y alcal-des —y significativamente Ciudad Juá-rez— puede explicarse en función de la lógica del agotamiento del ciclo panista y por la acusada actuación del gobernador José Reyes Baeza a nivel estatal. El colapso de la cohesión social en 1983-1985 se de-bió al descuido del PRI y a sus divisiones internas, en tanto que Reyes Baeza le de-dicó tiempo y esfuerzos a reconstruir el papel del PRI como elemento de interre-lación política y social. En este periodo, el PAN perdió el rumbo.

La crisis de seguridad pública, que existía antes de 1983, se potenció con el PAN en el poder político local. En el ejer-cicio del poder, el PAN se olvidó que el manejo del gobierno implica una acción política integral. El PRI olvidó esa lección y perdió el poder en 1992. El PAN nun-ca pudo ejercer la política y el poder se le escapó entre las manos. Las graves crisis de seguridad —desempleo, violencia, crimen organizado, feminicidios— tuvieron su origen en el extravío de los hilos de ejerci-cio del poder durante el ciclo panista.

En este contexto, la ofensiva del go-bierno federal contra el gobierno priísta de Reyes Baeza se dispersa en el escándalo en medios pero no penetra en la sociedad política local. La alternancia del PRI al PAN en 1983-1985 y luego en 1992 fue posible por la existencia de una estructu-ra priísta de poder político y organizacio-nes sociales. El fraude de Bartlett en 1986 resultó a la postre irrelevante porque el PRI y su discurso histórico de la Revolu-ción Mexicana ya había perdido legitimi-dad política. Hoy los esfuerzos del panis-mo por llevar las elecciones a una zona de sobresaltos también carecen de viabilidad porque el panismo perdió legitimidad.

La habilidad del gobernador Reyes Baeza no se centró sólo en una tarea de reconstrucción priísta estatal, sino tam-bién en la articulación de programas decisivos como la modernización del sistema de justicia penal y en la atención a los problemas centrales de la crisis so-cial: el desempleo por las maquiladoras, la aglomeración poblacional por el cruce de la frontera y algunas medidas contra

la inseguridad. El narcotráfico ya muy or-ganizado se asentó en la entidad y sobre todo en Ciudad Juárez durante la gestión de gobiernos panistas.

La campaña panista contra el gobier-no priísta de Chihuahua y los candidatos del PRI a gobernador y alcaldes no afecta la tendencia de los votos. Pero la lógica social estatal no se mueve por las circuns-tancias de la coyuntura electoral sino por el trasfondo: el ciclo panista llegó a su término. Y de hecho se reproducen las condiciones encontradas en 1985 por la entonces Secretaría de Programación y Presupuesto en una encuesta realizada por Marco Antonio Bernal, hoy presiden-te de la Fundación Colosio del PRI, en Ciudad Juárez para encontrar algunas ra-zones de la inclinación al PAN. El análisis de la encuesta se reproduce en el libro La vida política mexicana en la crisis, edita-do en 1987 por El Colegio de México: el PRI perdió los espacios de intermedia-ción entre sociedad y gobierno, lo mismo que ocurre un cuarto de siglo después con el PAN.

La crisis en Chihuahua, por tanto, es la crisis del modelo de la alternancia partidista en los cargos de gobierno. Ello explicaría la enorme ventaja del PRI en las elecciones municipales y de goberna-dor, frente a un desmoronamiento del PAN. Y el colapso de la seguridad públi-ca también se explica por la alternancia de 1983-1985 hacia el PAN y el descuido panista del tema. Al final de cuentas, la crisis de seguridad debe enfocarse como un problema político y de estructura de gobierno/de poder.

Como en otras partes de la república, la figura antes dominante del presidente de la república a nivel estatal ha sido re-producida localmente por el gobernador. Y han sido los priístas los que —por in-tuición o decisión— lograron represen-tar la figura paterna del presidente de la

ESCENArioS• Colombianización: narco-guerrilla-insurgencia-fuerza beligerante-Estado. Violencia ofensiva contra el Estado.• Mexicanización: control de espacios de Estado por corrupción, sin articulación a una guerrilla, violencia defen-siva contra Estado, ataques a sociedad y no a instituciones del Estado.• El consumo es factor de demanda, no de solución. Le-galización crea nueva élite de poder. Neoliberalismo.• Godoyización de la política y de instituciones del Estado: debaten orden de aprehen-sión, no complicidad.• Violencia es consecuencia del narcotráfico y no causa ni fenómeno por sí mismo.

AuGE DEl NArCoTráfiCo• La presión de los EU logró que el Estado mexicano per-siguiera a los capos del narco.• No hubo una estrategia integral. Sólo se encarceló al cártel de Miguel Félix Gallardo.• Las bandas de narcos se consolidaron por el papel de la demanda de droga en los EU.• La globalización salinista provocó la globalización del narco Colombia-México-EU.• Los cárteles de la droga se fortalecieron dialécticamente ante la debilidad del Estado.

Al final, la crisis de la seguridad pú-blica en Ciudad Juárez es en realidad una crisis política que revela el colapso del PAN como espacio de intermediación política.)

CRonoLogÍA MÍniMA:1969: Operación Intercepción en la línea fronteriza de México con los EU para re-visar cada automóvil.

9Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

1977: Operación Cóndor para comba-tir sembradíos.

1984: Denuncia de los obispos católi-cos del sur sobre la llegada de narcos a zo-nas campesinas para obligar a la siembra.

1984: Asesinato del columnista Ma-nuel Buendía cuando se disponía a publi-car nombres de políticos y policías aliados al narco.

1985: Secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camare-na Salazar por parte del cártel de Miguel Félix Gallardo, el primer gran padrino del narco. La presión norteamericana reveló que policías de la Judicial Federal y de la Federal de Seguridad protegían a narcos. Audiencias públicas en el Senado de los EU contra México por el narco.

1993: asesinato del cardenal Juan Je-sús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara. Expediente abierto. Enfren-tamiento entre los cárteles de Joaquín El Chapo Guzmán y los hermanos Arrellano Félix: Sinaloa contra Tijuana.

2000: Fuga de El Chapo Guzmán de la prisión de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco.

2006: inicio de la guerra del gobierno de Calderón contra el crimen organizado en todo el país, utilizando al ejército y a la marina.

¿Cuándo comenzó el problema, dónde, por qué? Las sencillas preguntas permiten respuestas abiertas:

1.- El sistema político tejió redes de poder con el crimen organizado.

2.- La sociedad primero se pasmó ante el problema y luego confrontó a la autoridad y no a los criminales.

La revisión de la crisis de Chicago en los años veinte se aparece de manera recurrente en el análisis del estallamien-to del problema del crimen organizado en la vida cotidiana. Y hay razones de fondo: en su ensayo La balada de Al Capone, publicado en su libro Política y delito, en ensayista alemán Hans Mag-nus Enzensberger revela que el poder de Capone se basó en la capacidad de corrupción del poder —policías, jueces y alcaldes al servicio del mafioso—, en la construcción de una estructura de po-der clandestino alrededor de la ley seca y el contrabando de licor y la pasividad-complicidad de la sociedad. Un soció-logo, el escritor inglés Kenneth Alsop, reveló una parte del problema: el papel de los mafiosos como parte de la política pública de bienestar:

No puedo considerar criminales a los gánsteres de la época de la prohibición. La gente de Chicago quería aguardiente, juegos de azar y mujeres y la organización de Capone no fue más que un estableci-miento público suministrador que servía a la clientela. Sin la aquiescencia del pú-blico, aquél no hubiese podido funcionar ni una hora. Precisamente la “gente bien” procuró que los gánsteres tuvieses éxi-to. Yo personalmente siento respeto por Capone. En la Gran Crisis se preocupó por los parados. Instaló cocinas populares donde se podía comer gratis. Y además, otro punto a favor de los gánsteres, hicie-ron más propaganda del Cadillac como parte integrante del american way of life, que todo el trust de la General Motors.

Otro testimonio, ahora de un profesor de la prestigiada Universidad de Chicago:

Capone fue uno de los bienhechores de nuestra ciudad. Esto no lo digo por ad-miración hacia él, me limito a señalarlo. Sólo es posible el crimen organizado en el caso de que la sociedad lo pida. La empre-sa de Capone coincidía con los conceptos morales y legales de la población. Senci-llamente la situación era ésta: existía una demanda de artículos y servicios que no podía satisfacerse de modo legal. En ese momento aparecieron Torrio y Capone y realizaron un buen trabajo.

DE nUEVo CiUDAD JUáREz(La crisis de seguridad en Ciudad Juá-rez se ha convertido en un laboratorio político y social. Los juarenses prefieren convivir con la delincuencia que aceptar la vigilancia y las reglas militares y poli-ciacas. La salida del ejército de la plaza significaría la cesión de la soberanía del Estado a las mafias.

En Ciudad Juárez se han dado las ra-zones y sinrazones de la inseguridad y la responsabilidad social y política local:

1.- Los narcos se establecieron en Ciudad Juárez desde finales de los años ochenta, cuando el PAN, con el apoyo del gobierno de Carlos Salinas, asumió espacios de poder.

2.- Pero casi al mismo tiempo, gobier-nos priístas fueron también avales de la penetración del narco en la entidad. El corredor Juárez-Chihuahua logró la com-plicidad de panistas y perredistas.

3.- La sociedad chihuahuense aceptó la presencia del crimen organizado. Pau-latinamente, las bandas se apoderaron de los espacios sociales de convivencia. Y los malos se socializaron.

4.- El gobierno federal ha permitido la consolidación de las mafias. El criterio de justificación ha radicado en la debi-lidad de los gobiernos de la alternancia: Chihuahua fue panista con Carlos Salinas y priísta con Fox y Calderón. El gobierno federal tardó en intervenir.

5.- Ciudad Juárez fue un espacio terri-torial en creciente descomposición: pri-mero nació ahí el cártel de Juárez, luego se dio el espeluznante caso de los femini-cidios conocidos como “Las Muertas de Juárez” y ahora las mafias tomaron el con-trol de la plaza vía los picaderos de droga.

6.- La corrupción policiaca municipal en Ciudad Juárez fue más que evidente. Desde hace meses había testimonios pu-blicados en medios locales sobre las mor-didas que cobraban los policías munici-pales a los picaderos. Nada de ello pudo haber ocurrido sin la complicidad de las autoridades municipales.

7.- La sociedad juarense también tie-ne una responsabilidad, inclusive mayor. Ha sido pasiva frente al avance del narco y traicionó su condición de sociedad al permitir la movilidad del crimen orga-nizado. La sociedad juarense también ha sido cómplice de los feminicidios.

8.- La penetración del crimen organi-zado liquidó a la sociedad juarense. No hubo ninguna protesta fuerte, ni organi-zada. La criminalidad en Juárez fue posi-

PASiviDAD DEl ESTADo• Buendía fue asesinado cuando se disponía a revelar nombres de policías que pro-tegían a capos del narco.• El asesinato de Camarena reveló que policías de la PJF y la DFS protegían a narcos e inclusive les proporcionaban credenciales.• La relación policías-narcos fue el huevo de la serpiente de lo que hoy es el problema de seguridad número uno del Estado mexicano.• Pese a la presión de los EU —embajada y Congreso— la respuesta oficial fue de pasivi-dad y complicidad.• La fuerza y presencia del narco en México tiene que ver con la pasividad del Estado contra las bandas.

10Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

ble por la ausencia de una sociedad. Peor aún: los juarenses han seguido votando por el PRI y por el PAN, a pesar de las evidencias de complicidad con el crimen organizado.

9.- Las mafias atacan a autoridades cuando hay un incumplimiento de com-promisos. Las mafias atacan a grupos que han beneficiado a los adversarios. Las amenazas contra autoridades municipa-les, por tanto, deben ser analizadas en el escenario de que beneficiaron a un grupo para dañar a otro.

10.- En Ciudad Juárez y Chihuahua reventó el sistema político, se hizo pe-dazos el sistema de justicia y se deshizo el tejido social. Es decir, se acabaron los valores de convivencia.

11.- El eje de la crisis social en Juárez y Chihuahua ha sido la corrupción en todos sus niveles. Al perderse el sentido de sociedad, también se terminaron los valores de cohesión. La responsabilidad es evidentemente política pero también de la propia sociedad.

12.- Los feminicidios fueron el pri-mer aviso de que Ciudad Juárez carecía de valores de cohesión social. La policía era incapaz de investigarlos, los gobiernos municipales se cruzaron de brazos, el go-bierno estatal trató de eludir su respon-sabilidad y la sociedad se quedó pasmada pero no levantó su voz de denuncia o de exigencias de justicia.

13.- La policía municipal aparece en el centro del conflicto. Durante años no sirvió más que para acomodarse a la corrupción, pero las autoridades munici-pales avalaron esos comportamientos. La amenaza de matar a policías para obligar a renunciar al secretario municipal de segu-ridad pública fue el punto culminante de un proceso de descomposición policiaca.

14.- La policía municipal ha sido la corresponsable de la corrupción y el auge del crimen organizado. La existen-cia de picaderos ha sido responsabilidad exclusiva de los policías municipales. Por tanto, los policías municipales de los últi-mos años debieran de ser detenidos y en-juiciados por incumplimiento del deber.

15.- En Ciudad Juárez y en Chi-huahua urge la renovación total del siste-ma político, es preciso construir un nuevo tejido social y se hace indispensable una limpia de partidos y organizaciones so-ciales y políticas.

16.- El ejército llegó tarde. Y el uso de la fuerza no es más que correspondiente a la descomposición política, social, moral y empresarial. El presidente municipal ac-tual debe ser destituido e indiciado como responsable del desorden en el municipio.

17.- Al final de cuentas, la responsa-bilidad directa de la descomposición de la seguridad pública municipal y estatal ha sido de las autoridades municipales y estatales. Lo grave es que la sociedad de Juárez y Chihuahua, que ha padecido por años al crimen organizado, quiere que el ejército abandone la plaza porque prefie-ren entenderse con la delincuencia que aceptar la acción del ejército para termi-nar con la criminalidad.)

¿Hay diferencia entre la violencia del narcotráfico en México y en los EU? De-pende de las motivaciones. Y ahí se lo-calizan las tesis centrales que explican el grado de violencia:

1.- En los EU, se trata de violencia derivada del consumo y de la lucha por territorios. Las bandas del crimen organi-zado sólo quieren vender su producto y beneficiarse de la riqueza producida.

2.- En México, la violencia también se explica en parte por la disputa de merca-dos, pero otra buena parte tiene que ver con el objetivo adicional de las mafias de tomar el poder en las plazas dominadas, es decir, suplir al Estado en sus funciones de bienestar, recolección de impuestos y seguridad.

Las bandas criminales en México se encontraban en una fase menor de insur-gencia: copaban al Estado, lo marginaban de sus tareas, corrompían a la autoridad y se asentaban en una parte del territorio. La ofensiva estatal con las fuerzas arma-das provocó el choque: el Estado no po-día permitir la suplantación de funciones ni su exclusión de la gobernación, además de que estaba obligado a encarar la co-rrupción de las policías, los políticos y los gobernantes locales.

Por tanto, la ofensiva del Estado a tra-vés de las fuerzas armadas tuvo el objetivo de recuperar los espacios de soberanía que le había quitado el poder de las bandas criminales. Cuando menos siete estados de la república se encontraban, al finali-

AlTErNANCiA SiN TrANSiCióN: lAS mAfiAS

• La reorganización del Estado durante el gobierno de Salinas replanteó funciones y participaciones.• Las autoridades de gobierno eludieron el tema del crimen organizado como un asunto de Estado.• La articulación Estado-cárteles sólo fue posible por la complicidad institucional vía la corrupción.• El gobierno panista prefirió pactar con el PRI para cogo-bernar que operar en alternan-cia-transición.• La estructura de seguridad pública del PRI es la misma del PAN como partido de oposición en el poder.

Colombia-méxiCo• El comercio de la droga produjo una división interna-cional del trabajo criminal.• Como país de paso obligado de la droga, México tuvo que articularse a Colombia.• Los colombianos se asenta-ron como productores en gran escala.• Los mexicanos no sólo transportaron la droga sino que la introdujeron en los EU.• Los cárteles mexicanos adquirieron un poder en fun-ción de crear un mercado de distribución en los EU

CriSiS DE GobErNAbiliDAD• Violencia desde tesis de Huntington: demandas de mafias menores a ofertas oficiales.• Mafias como una nueva estructura de liderazgos socia-les y políticos luego de fin de acuerdos con PRI.• Sistema de seguridad públi-ca para el control social, no para el combate a la inseguri-dad y a la delincuencia.• Dominio hegemónico del narco en zonas de dominio priísta: NL, Tamaulipas, Chi-huahua, Michoacán.• La seguridad pública es expresión de la gobernabilidad política y social y no un solo problema policiaco.

11Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

zar el 2010, en una situación de soberanía expropiada por las mafias: Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Sinaloa, Jalis-co, Michoacán y Guerrero.

La recuperación de las plazas territo-riales del Estado no iba a ser incruenta, sobre todo porque los cárteles se habían asentado tomando el control del Estado y de sus instituciones. Es decir, los cár-teles estaban pervirtiendo la función del Estado. La violencia, en consecuencia, no era una fiesta de las balas —la narra-ción de Martín Luis Guzmán sobre una de las aventuras del villista Rodolfo Fie-rro— sino una disputa por la soberanía del Estado: los narcos no se querían salir y el Estado y sus fuerzas de seguridad tu-vieron que entrar a sangre y fuego.

En términos políticos, la violencia del Estado —en ejercicio de su función como monopolio de la fuerza— fue correlativa a la violencia de los cárteles para asentar-se en espacios del Estado. En términos históricos, el Estado usaba la fuerza de la guerra para defender el sistema democrá-tico institucional, constitucional, legal y legítimo. Toda proporción guardada, la guerra contra el narco podría reproducir el escenario que contó Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso, un clásico de la ciencia política, sobre todo en la parte de la oración fúnebre de Peri-cles a las viudas de los soldados muertos:

(…) Pues es justo que a quienes son infe-riores en otros aspectos se les valore en primer lugar su valentía en defensa de la patria, ya que borrando con lo bueno lo malo repor-taron mayor beneficio a la comunidad que lo que la perjudicaron como simples parti-culares. Y de ellos ninguno flojeó por ante-poner el disfrute continuado de la riqueza, ni demoró el peligro por la esperanza de que escapando algún día de su pobreza podría enriquecerse. Por el contrario, consideraron más deseable que todo esto el castigo de los enemigos, y estimando además que éste era el más bello de los riesgos decidieron con él vengar a los enemigos, optando por los peli-gros, confiando a la esperanza lo incierto de su éxito, estimando digno tener confianza en sí mismos de hecho ante lo que ya tenían ante su vista. Y en ese momento considera-ron en más el defenderse y sufrir, que ceder y salvarse; evitaron una fama vergonzosa, y aguantaron el peligro de la acción al precio de sus vidas, y en breve instante de su For-tuna, en el esplendor mismo de su fama más que de su miedo, fenecieron.

Por tanto, la violencia derivada del narcotráfico y la ofensiva del Estado con-

tra los cárteles es consecuencia de una dis-puta por el Estado, el régimen de gobier-no, el sistema político y la definición de la autoridad legal. La violencia no es un fin en sí mismo. La causa de la violencia es el grado de penetración del crimen or-ganizado en las instituciones del Estado, en la soberanía territorial del Estado y en la definición de la autoridad soberana en la república.

El narcotráfico se ha convertido en un desafío para el análisis. Hay dos ejemplos:

1.- Un correo electrónico enviado a Indicador Político desde Ciudad Juárez llega a una conclusión: ante lo que consi-dera abusos de fuerzas militares y policia-cas y la corrupción política del sistema, una mujer juarense dice que “es mejor vivir con narcotraficantes que ayudan a la comunidad”.

2.- Luego de que el reporte último de Human Rights Watch cuestionó du-ramente el papel del ejército mexicano en la lucha contra el narco y de que esa información fue usada por dos periódi-cos nacionales como nota principal sin confirmar hechos, ahora resulta que los casos “documentados” mencionados por el reporte fueron falseados al usar sólo la información de los quejosos y sin inda-gar las denuncias y a partir de ello llegar a conclusiones.

El asunto de Ciudad Juárez ha deriva-do en la exaltación de la valentía de una mujer, madre de dos muchachos asesina-dos el 31 de enero, al cuestionar al presi-dente de la república. A partir de ahí se ha estructurado una conclusión para demos-trar que la presencia de fuerzas policiacas y militares ha fracasado. Sin embargo, el problema es mucho más grave. Uno de los puntos que los juarenses se han nega-do a debatir es el hecho de que los narcos no aparecieron de repente en la ciudad sino que se fueron expandiendo como la humedad entre la sociedad. Ahí hubo, por tanto, responsabilidad de las autori-dades municipales, estatales y federales y corresponsabilidad de la sociedad.

Pero resulta que la sociedad tiene su propia interpretación de su realidad.

Un correo electrónico enviado a In-dicador Político establece el contrapunto en la percepción social sobre la labor del ejército y las policías y los efectos en la comunidad del asentamiento de bandas de tráfico de drogas. Y el resultado es, por decir lo menos, sorprendente: hay perso-nas de la sociedad juarense que prefieren a los narcos que a las fuerzas de la autoridad.

En este contexto, la sociedad juarense analiza la presencia del narco en relación directa a quejas sobre la presunta viola-ción de derechos —no probada con da-tos—. Es decir, la sociedad juarense ha optado entre fuerzas del orden que persi-guen delincuentes en sus madrigueras y la presencia del narco en la vida cotidiana. Para fortalecer su contrapunto, el correo enviado a Indicador Político mezcla a las policías con lo que llama la impunidad de los gobernadores de Oaxaca y Puebla, los Bibriesca, “los primos de Calderón”, Elba Esther y Romero Deschamps.

A partir de la existencia de esos temas, la remitente juarense concluye: “Sí señor es mejor vivir con narcotraficantes que ayudan a la comunidad ayudan a nues-tros gobiernos, y que únicamente venden lo que consumen en otro país, las nar-cotienditas que usted mensiona(sic) no es negocio es apenas para sobrevivir”.

Ahí se localiza el punto neurálgico del problema en Ciudad Juárez y otras plazas: el narcotráfico se metió en los sen-timientos de la gente y se ha convertido en parte de su vida cotidiana. Ahora re-sulta que las narcotienditas y los picaderos de droga forman parte del modo de vida y lo peor de todo es que ya cuentan con la aprobación de la sociedad. Para algu-nos juarenses, los narcos se han dedicado a ayudar a la comunidad, aunque en el fondo corrompan a la misma sociedad promoviendo el consumo de drogas.

Estados Unidos• Consumo creciente de drogas en los EU y oferta decreciente de productos locales.• Toda demanda determina su propia oferta. Los EU carecen de estrategia integral contra el consumo• Consumo de droga como instrumento de control so-cial de minorías empobreci-das. Legalización funcional.• Pasividad que permite que 2,500 ciudades tengan mercado de droga manejado por carteles mexicanos.• Consumo de droga avalado por un sistema de garantías individuales. Lega-lización creciente de drogas.

12Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

Quedan al final los datos centrales del conflicto: México seguirá sembrando droga y transfiriendo la de Colombia en tanto exista en los Estados Unidos una demanda creciente: 20 millones de es-tadunidenses son consumidores de todo tipo de drogas. Y la capacidad de produc-ción local es limitada. Por tanto, la droga tiene que venir de algún lado y pasar ne-cesariamente por México por la vecindad inevitable.

Los datos oficiales de la Oficina An-tidrogas de la Casa Blanca —National Drug Control Strategy Data Supplement 2010— son reveladores:

—En 2008 20.1 millones de estadu-nidenses —8%— de 12 años en adelante consumen algún tipo de droga. En 1979 la cifra fue de 25.4 millones, 14% de la población de ese entonces.

—15.2 millones fuman consistente-mente marihuana.

—2.3 millones de adolescentes —9.3%—, entre 12 y 17 años, consu-men algún tipo de droga y 1.6 fuman marihuana.

—El 20% de desempleados en los EU acuden consistentemente a las drogas. 16.5% fuman marihuana y 2.4 cocaína, y este consumo tiene que ver con el poder de compra bajo de los desempleados.

—De los consumidores permanen-tes de marihuana a nivel de secundaria, el 41.6% son hombres y el 34.4% son mujeres.

—En el personal militar de las fuerzas armadas, el consumo de droga ha aumen-tado: en los que usan drogas permanente-mente pasó de 30.3% en 2002 a 42.7% en 2008. Las drogas más utilizadas: ma-rihuana, cocaína, alucinógenos, heroína, metanfetaminas, inhalantes, drogas bajo prescripción.

—En el 2002 (última fecha contabi-lizaba en el reporte de 2010) el uso de drogas provocó un gasto de atención al abuso por 52 mil millones de dólares anuales.

—El número de muertes por drogas farmacéuticas fue de más de 30 mil en el 2007.

—Registros en las salas de emergencia de hospitales por abuso de drogas ilícitas: 993 mil 379 personas en el 2008. De ellas, 482 mil fueron por cocaína, 200 mil por heroína y 375 mil por marihuana.

—Muertes violentas en 2008: un mi-llón 382 mil al año.

—Arrestos totales al año en EU; 14 millones en 2008. De ellos 1.7 millones —el 12% del total— fue por delitos por abusos de drogas. De ellas, el 20.1% fue por posesión de heroína/cocaína, 44.3% por posesión de marihuana.

—Delincuentes adultos en prisiones federales en 2008 en casos vinculados con drogas: 1.5 millones. En 1989: 630 mil.

—Personas de 12 años de edad o más que necesitan tratamiento por el uso de drogas ilícitas: 6.3 millones en 2008, en-tre ellas 950 mil de origen hispano.

—Gastos en drogas en el 2000 —úl-tima fecha contabilizada— por parte de los estadunidenses: 64 mil millones de dólares al año.

—Precio del gramo de cocaína en ventas de dos gramos o menos: 121.82 dólares en el 2007, contra 613 dólares en 1981. El pecio baja por gramo a 48.32 dólares en compras de 10-50 gramos. El gramo de crack es más caro: 167 dólares por gramo.

—Precio del gramo de heroína en compras de 1 gramo o menos: 364 dóla-res. El precio baja a 222 dólares en com-pras de 1 a 10 gramos.

—Precio del gramo de marihuana en compras de 10 gramos o menos: 10-41 dólares, contra 5.97 dólares en 1981. EN compras de 10 a 100 gramos el precio baja poco: 10.03 dólares.

—Estados de los EU donde el consu-mo de drogas es mayor al 10% de la po-blación: Alaska, Colorado, Washington D.C., Montana, Oregón, Rhode Island, Vermont, Washington State. Rhode Is-land tiene el porcentaje más alto: 12.47% de su población.

—California registró en 2008 el ma-yor número de personas sometidas a tra-tamientos por abuso en consumo de dro-gas: 138 mil, seguida de Nueva York con 115 mil personas.

—Estados con mayor número de perso-nas muertas por causas de la droga: Califor-nia, Florida, Texas y Nueva York, con regis-tros de entre 2 mil a 4 mil personas al año.

—Costo estimado en 2002 por abuso de drogas en los 50 estados del país: 180 mil millones de dólares, de los cuales los 25 estados con mayor abuso ocupan el 35% del total.

Con estas cifras del consumo de dro-ga en los Estados Unidos, el problema de México depende justamente de esa de-manda: el consumo determina la oferta —producción y transporte—.

Las conclusiones no parecen despro-porcionadas:

1.- El narcotráfico en México fue pro-ducto de la complicidad de las estructuras de poder del sistema político priísta, tan-to el político como el policiaco y judicial.

2.- La alternancia panista en la presi-dencia de la república en el gobierno de Vicente Fox no desmanteló la estructura de complicidad. El gobierno panista de Felipe Calderón decidió combatir a las bandas del narco.

13Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

3.- Las bandas del narcotráfico se apode-raron de espacios territoriales de la república, quitándole soberanía nacional al Estado. Al menos siete estados tienen municipios que operan como zonas francas del narco: Ta-maulipas, Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Michoacán y Guerrero.

4.- El combate contra las bandas del nar-co por parte del gobierno de Calderón estu-vo determinado por la decisión del Estado nacional e recuperar la soberanía territorial.

5.- El auge del narcotráfico es corres-pondiente a la demanda de droga en los Estados Unidos. Se trata de un fenómeno más de la globalización.

6.- La violencia es consecuencia de la lucha contra el narcotráfico y no la causa del tráfico de drogas.

iniCioS DEL nARCotRáfiCo En MéxiCo. PERioDo 1940-1985.

—1940: decreto de Lázaro Cárdenas para legalización de ciertas drogas en Méxi-co. Presión estadunidense frenó y revirtió.

—Escenario de la segunda guerra mundial. EU descubrió en Asia el trián-gulo de oro para marihuana y amapola: Vietnam, China. Zona árabe: Afganistán.

—Auge de marihuana.—Contrabando de marihuana.—Norte del país: Sinaloa, Chihuahua

y parte de Sonora. Demanda en los EU.—Mediados de los setenta: Plan Cón-

dor para sembrar. Liga México-Vietnam.—Crisis: 1980-1985: López Portillo,

Arturo El Negro Durazo. Cambios en la Federal de Seguridad. La seguridad política del Estado disminuye con el saldo final de la represión de la disidencia: 1982: se margi-na grupo Fernando Gutiérrez Barrios. Llega Zorrilla: pragmatismo. Protección de nar-cos. 1984: publicación del desplegado de los obispos del sur. Mayo: asesinato de Buen-día. 1985: febrero, asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, presión de los EU vía embajador Gavin, renuncia de Zorrilla, desaparición de DFS.

—EU: necesita pero tiene que mover-se. Presiones políticas sobre México. De-bate trampolín-alberca.

—Presiones políticas. Cables Wiki-leaks confirman: Johnson-Vietnam, Ni-xon-Chile, Carter-petróleo, Reagan-CA-Gavin alternancia PAN-IP-Iglesia-EU. EU usa narco para doblar a México.

—1979: en septiembre estalla proble-ma bilateral del narco: Operación Inter-cepción-Interceptación. Cierre de fronte-ra norte para revisión de coches. Colapso en frontera.

SALDO:—Narco como instrumento de presión.—Relaciones bilaterales.—Sistema político mexicano.—Estado debilitado.—Consumo en los EU

1985-1994. DE LA MADRiD, SALinAS

—Relevo tecnocrático en el sistema político: administradores y economistas: tecnocratización del Estado.

—Se dejan pendientes los temas ca-lientes: relación del Estado con el crimen organizado.

—Auge económico y crisis, trasfondo.—Conformación de los cárteles: Sina-

loa, Jalisco, Juárez y Tamaulipas.—Crisis 1985-1994. 1989: FGB a Go-

bernación para asuntos políticos, seguridad a CISEN, creación de organismos contra el narco en la PGR. Descomposición. Reorga-nización política y económica del Estado. Estado-crimen se divide. Nacen los prime-ros cárteles. Pasividad institucional.

—1993: firma del Tratado de Co-mercio Libre. Pero en 1993: asesinato del cardenal Posadas: Chapo vs. Hermanos Arellano Félix en nunciatura, quieren ver a CSG. Dos problemas: guerrilla y narco; Estado debilitado.

—PGR cooptada. —Sospechas de protección a cárteles.

Razones y sinrazones.—EU más preocupado por crisis y

alianzas que por problema. Clinton des-cuidado y liberal.

—Nueva estructura de seguridad. Problema central: guerrilla.

—Campaña de Colosio, Tijuana, ver-siones de narco.

—Narco y seguridad nacional.

1995-2013. zEDiLLo, fox, CALDERón, PEñA niEto

—1995: Guerrilla, descomposición, devaluación, desarticulación de consenso priísta, persecución de Salinas, más nar-co, acuerdo político nacional.

—1997: arresto del general Jesús Gu-tiérrez Rebollo. Poder de los cárteles. De-nuncias en el The New York Times. Más presiones de los EU.

—Terrorismo y narco.—Narco en agenda bilateral.—Problema cultural.—Penetración en estructuras de la so-

ciedad.—Agenda: despenalización. Zedillo

en comisión de ONU.—Debilidad del Estado frente a inge-

nio de contrabando de droga a los EU.—Narco comienza a cooptar policías

y funcionarios municipales y estatales.—Narco:—seguridad nacional.—relación bilateral.—pérdida de territorios soberanos del

Estado.—derechos humanos.—empleo y oficio de narco-sicario.—Diversificación:—narco.—secuestros.—polleros.—extorsiones.—robo de autos.—prostitución, lavado, ambulantaje.

14Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

nARCotRáfiCo: EntRE LA Co-LoMBiAnizACión y LA tRAnSi-Ción A LA DEMoCRACiA

PLAntEAMiEnto DEL PRoBLEMA—Tesis central: el poder del narco-

tráfico, el crimen organizado y la delin-cuencia en general sólo es posible por la complicidad/pasividad de las estructuras de gobierno, políticas, institucionales, so-ciales y judiciales.

—Origen.—Aquí estaba.—Operación Cóndor a mediados de

los setenta. Narco en Culiacán-Guada-lajara.

—Asesinato de Manuel Buendía en 1984.

—Asesinato de Enrique Camarena Salazar 1985. Involucramiento de la Fe-deral de Seguridad y de la Judicial Federal con el narco.

—Asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo 1993.

—Fuga de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

—2007: inicio de la guerra contra el narco.

ESCEnA intERnACionAL—Consumo de droga en los EU.—Fuentes de abastecimiento del Su-

deste asiático.—Colombia.

—México en la ruta de traslado.—Globalización de las mafias.

ESCEnARio PoLÍtiCo—Crimen organizado desde el poder.—Policías: de control de disidencia a

pacto con narcos.—PRI y su estructura de poder político.—Estabilidad.—Cuerpos policiacos: articulación

con las mafias.—Tres escenarios: cambio de partido,

alternancia o transición. Clave: reestruc-turación integral del sistema político.

—Cinco escenarios de crisis: inesta-bilidad, desestabilización, ingobernabili-dad, vacío de poder y crisis de gobierno.

—Crisis del sistema político: Presi-dente de la república, PRI, crecimiento económico con distribución social, pactos con sectores invisibles y cultura política.

CoLoMBiAnizACión—FARC: narco guerrilla.—Departamentos y no gobiernos es-

tatales.—Presidencialismo.—Fuente de abastecimiento de la

droga para el consumo en los EU.—Papel de ruptura de Pablo Escobar.—Ofensiva gubernamental.—Factor EU: extraditables.—EU: plan Colombia, bases milita-

res, centro de dominación en Sudamérica.

Tercera parteEntre la colmbianización y la alternancia política,

hasta la llegada de Kate del Castillo.

MéxiCo—Vecindad con los EU.—Dependencia comercial y geoestra-

tégica.—Droga como petróleo: mientras

más cerca, mejor.—Seguridad nacional fronteriza.—Seguridad y terrorismo musulmán:

9/11 del 2001.—Doctrina de seguridad de George

Bush.—1985: CIA en México.

EStADoS UniDoS—Consumo.—Papel del consumo de drogas en el

control social.—Problemas de derechos individuales.—Columnas anteriores. Rutas. Do-

cumentos.

DifEREnCiAS En PRoBLEMA DE LA DRogA

—Consumo: garantías individuales.—EU: mafias operan en venta, con-

sumo y lavado en zonas toleradas.—México: mafias le disputan el po-

der al Estado, quieren desplazar a las ins-tituciones del Estado y buscan conver-tirse en un poder autónomo sin respeto a las leyes.

—En ambas naciones, problema de corrupción.

—Caso de los años veinte en Chicago

15Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

y Al Capone: el poder de las mafias res-pondía a corrupción de policías, alcaldes y sistema judicial. Capone controlaba al 80 por ciento de los jueces.

—Mafias, después, fueron perdona-das por sus crímenes a cambio de operar a favor del gobierno en contra del co-munismo: Charles Lucky Luciano. En México, mismo proceso dee corrupción del poder.

CRiSiS DE goBERnABiLiDAD—Tesis de Huntington: lentitud en la

modernización de las instituciones políticas y judiciales ante la velocidad creciente de las mafias en la participación en el poder.

—La oferta del gobierno es menos a las demandas del crimen organizado.

—Ruptura del tejido social: la derro-ta del PRI en la presidencia y la ruptura de la pirámide del poder en los estados rompieron los hilos del control social. Columna de Carlos Ramírez sobre Ciu-dad Juárez y encuesta de Marco Antonio Bernal.

—Tipología de Ciudad Juárez: crisis en estructura productiva por maquilado-ras, fracaso del control obrero, empresa-rios ajenos a compromisos con la clase política priísta.

tRAnSiCión A LA DEMoCRACiA—Cambio de partido, alternancia o

transición.—Desmantelamiento de la vieja es-

tructura de poder del sistema político priísta y creación de un nuevo sistema con mayor presencia social democrática. El PAN tomó el poder pero no supo optar por el cambio ni revalidar compromisos con el crimen organizado. Las bandas co-menzaron a operar por su cuenta, apro-vechando la corrupción del sistema de seguridad y justicia.

—Sistema de seguridad para la demo-cracia no para el control de la disidencia.

—Narciso Bassols: las leyes fueron hechas para controlar a los adversarios no para fomentar la democracia. En los EU: sistema de control político y social.

—Construir un nuevo sistema po-lítico, régimen de gobierno y Estado de derecho para la democracia. Objetivos: equilibrio de poderes, autonomía judicial.

ESCEnARioS—Control.—Colapso de seguridad.—Agudización de la violencia.—No colombianización sino mexica-

nización: pérdida de control social, alza-mientos sociales, fortalecimiento de los grupos armados criminales. La godoyiza-ción o narcopolítica.

—No colombianización por tres ra-zones: aquí no hay unas FARC que legi-timen políticamente y den estructura de alianza política internacional, el ejército en México obedece a una tradición popu-lar y la modernización política mexicana es más madura y abierta.

—¿Legalización?

EL nARCotRáfiCo DESDE EL PUnto DE ViStA DE LA CiEnCiA PoLÍtiCA

—Karl Marx: Elogio del crimen y De-rechos humanos y derechos ciudadanos. Ma-nifiesto del Partido Comunista: lucha de clases. Estado es la violencia concentrada.

—Gaetano Mosca: La clase política y La Mafia.

— Robert Michels: Los partidos políti-cos. Liderazgo y oligarquía.

—Leonardo Sciascia: Los navajeros. Sistema judicial criminalizado.

—H.M. Enzensberger: Política y deli-to. La guerra civil. El perdedor radical.

—Robert Nozick: Anarquía, estado y utopía. Agencia de seguridad. Estado ul-tramínimo.

—Thomas Hobbes: Leviatán. Estado de naturaleza. Estado fallido.

—John Locke: Gobierno civil. Estado de naturaleza. Estado fallido.

—Teoría económica de la democracia. Política y mercado.

—Definiciones de democracia.—Platón: El Político. Tejido social.—Passserin d´Entreves: Nociones del Es-

tado: poder, fuerza, autoridad, legitimidad.—Maquiavelo: El Príncipe y Discursos

sobre la década de Tito Livio.—Jean-Jacques Rousseau: El contrato

social. Teoría del soberano.—Barón de Montesquieu: División

de poderes.—Weber. Economía y sociedad. Legi-

timidad.—James A. Buchanan: Elección ra-

cional.—Habermas: espacio público. Teoría

de la acción comunicativa.—Derrida: teoría del discurso.—La cultura política.—Sartori: Ciencia política comparada.—John Stuart Mills: el mercado.—Benjamin Constant: Principios de

política. Poder neutro: rey manda pero no gobierna.

—Carl Schmitt: El concepto de lo polí-tico. Amigo-enemigo. Soberano es el que declara estado de excepción.

—David Easton: teoría del sistema político.

—Hegel y el estado—Barómetros de la democracia.—Hannah Arendt: Orígenes del totali-

tarismo y Eichman en Jerusalén. Teoría del mal absoluto.

—José Revueltas: México: una demo-cracia bárbara. Estado corporativo.

—Vilfredo Pareto: teoría del óptimo. Realismo político.

—Lester Thurow: La sociedad de suma cero.

—Norberto Bobbio: la teoría de las formas de gobierno.

—Niklas Luhmann: Poder.—Pablo González Casanova: La de-

mocracia en México.—Alexis de Tocqueville: La democra-

cia en América. La sociedad civil.—Gabriel Almond: La cultura políti-

ca. Diez textos de ciencia política.—Antonio Gramsci: hegemonía y

bloque histórico.

tESiS CEntRAL:—En los EU, el crimen organizado se

beneficia de la venta y consumo de droga, corrompe a la policía y al sistema judicial, pero no intenta suplantar al Estado en sus funciones básicas de gobernar, cobrar impuestos y controlar a los poderes.

—En México, el crimen organizado sí busca sustituir-suplantar-apoderarse del Estado. De ahí la lucha criminal por el po-der, no por los espacios de venta de drogas.

Por tanto, la acción violenta del nar-cotráfico-crimen organizado tiene que ver con la disputa del poder político y estatal conel Estado.

AfECtACionES AL CARtEL DEL ChAPoPRinCiPALES DEtEnCionES Con DAtoS DE LA SEDEnA:A. 15 DIC. 2006, FUE DETENIDO

EN GUADALAJARA, JAL., JESÚS RAÚL BELtRán URiARtE (a) “EL tÍo”, QUIEN COORDINA-BA LA ENTREGA Y RECEPCIÓN DE COCAÍNA Y NUMERARIO A NARCOTRAFICANTES COLOM-BIANOS, PERUANOS Y HON-DUREÑOS; LO CUAL AFECTO LA ESTRUCTURA OPERATIVA Y FINANCIERA DE LA ORGA-NIZACIÓN “gUzMán LoERA”

16Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

YA QUE SE PERDIÓ CONTUN-DENTEMENTE EL CONTACTO Y CONTINUIDAD DEL TRASIE-GO DE COCAÍNA PROCEDEN-TE DE ESOS PAÍSES.

B. 21 ENE. 2008, FUE DETENIDO ALfREDo BELtRán LEyVA (a) “EL MoChoMo”, UNO DE LOS PRINCIPALES CAPOS EN LA ES-TRUCTURA DEL “CARTEL DEL PACIFICO”, EN DONDE PARTE DE SUS FUNCIONES CONSIS-TÍAN EN DIRIGIR LAS OPERA-CIONES DE TRANSPORTE DE DROGA, LAVADO DE DINERO Y COOPTACIÓN DE FUNCIO-NARIOS PÚBLICOS PARA LA CI-TADA ORGANIZACIÓN EN LOS ESTADOS DE SINALOA, SONO-RA, CHIHUAHUA, DURANGO, JALISCO Y NAYARIT. CON ESTA DETENCIÓN SE DA LA RUPTU-RA ENTRE ESTE CARTEL Y LOS “BELTRÁN LEYVA” Y COMIEN-ZA EL ENFRENTAMIENTO POR LA DISPUTA DE SONORA Y SI-NALOA.

C. 20 OCT. 2008; FUE DETENIDO JESÚS REynALDo zAMBADA gARCÍA (a) “EL REy zAMBADA”, EN EL DISTRITO FEDERAL, IN-TEGRANTE DEL “CARtEL DEL PACifiCo”.

D. 18 MAR. 2009; FUE DETENIDO ViCEntE zAMBADA niEBLA (a) “ViCEntiLLo”, QUIEN COOR-DINABA LAS ACTIVIDADES DEL NARCOTRÁFICO EN LOS ES-TADOS DE BAJA CALIFORNIA,

SONORA, SINALOA, NAYARIT, JALISCO Y DISTRITO FEDERAL, LO CUAL AFECTO DE MANERA SIGNIFICATIVA LA ESTRUCTU-RA DE SEGURIDAD DE LA OR-GANIZACIÓN LIDERADA POR JoAQUÍn gUzMán LoERA (a) “EL ChAPo gUzMán”.

E. 12 ENE. 2010; FUE DETENIDO EDUARDo tEoDoRo gARCÍA SiMEntAL, (a) “EL tEo”, EN LA PAZ, B.C.S., LÍDER Y OPERA-DOR DEL “CARTEL DEL PACIFI-CO”, EN ESE ESTADO.

f. 8 FEB. 2010; FUE DETENIDO JoSé gARCÍA SiMEntAL, (a) “EL ChiQUiLÍn” EN LA PAZ, B.C.S., OPERADOR DEL “CARTEL DEL PACIFICO”, EN ESE ESTADO.

g. 29 JUL. 2010; FUE ABATIDO DURANTE SU DETENCIÓN EN GUADALAJARA, JAL., ignACio CoRonEL ViLLAREAL (a) “nA-Cho CoRonEL”, UNO DE LOS PRINCIPALES LIDERES DE LA ORGANIZACIÓN DEL “CAR-tEL DEL PACifiCo”, QUIEN DIRIGÍA LAS OPERACIONES DE TRANSPORTE DE DROGA, COOPTACIÓN DE FUNCIO-NARIOS PÚBLICOS Y LAVADO DE DINERO EN LOS ESTADOS SINALOA, JALISCO Y NAYARIT; LO CUAL AFECTO DE MANERA SIGNIFICATIVA LA ESTRUCTU-RA DE SEGURIDAD DE LA OR-GANIZACIÓN LIDERADA POR JoAQUÍn gUzMán LoERA (a) “EL ChAPo gUzMán” Y SE LO-

GRO VULNERAR EL CONTROL SOBRE LA RUTA DEL PACIFICO, PARA EL TRASIEGO DE COCAÍ-NA PROCEDENTE DE CENTRO Y SUDAMÉRICA, ASÍ COMO LA PRODUCCIÓN DE DROGAS SINTÉTICAS EN EL OCCIDEN-TE DEL PAÍS.

h. 13 ABR. 2011; FUE DETENIDO EN HERMOSILLO, SON., RAÚL SA-BoRi CiSnERoS, (a) “EL nEgRo”, IDENTIFICADO COMO EL PRIN-CIPAL OPERADOR DEL CARTEL DEL PACIFICO EN ESE ESTADO, QUIEN TRABAJABA DIRECTA-MENTE PARA JESÚS ALfREDo SALAzAR RAMÍREz (a) “EL MU-ñECo”, LUGARTENIENTE DE JoAQUÍn gUzMán LoERA (a) “EL ChAPo gUzMán”.

PRinCiPALES áREAS DE in-fLUEnCiA DEL “CARtEL DEL PACifiCo”LOS ESTADOS EN LOS QUE TENIA INFLUENCIA “EL CARtEL DEL PA-CifiCo” ANTES DE LA RUPTURA CON LOS HERMANOS “BELtRán LEyVA”, EN EL 2008, SON:

A. SONORAB. SINALOAC. DURANGOD. NAYARITE. JALISCOf. COLIMAg. GUERREROh. OAXACAi. CHIAPASJ. YUCATÁN.

DETENCIONES EN LA PRESENTE ADMINISTRACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES DELICTIVAS EN MÉXICO

ARELLANOFÉLIX

CARRILLOFUENTES

PACIFICOGOLFOZETAS*

GOLFO ZETASBELTRÁNLEYVA

LA FAMILIAVALENCIAMILENIO

LABARBIE

ZHENLY YE TOTAL

LIDERES 1 1 4 1 0 0 3 0 1 2 1 14

OPERADORESFINANCIEROS

1 3 20 18 1 7 9 9 0 0 0 68

LUGARTENIENTES 4 11 20 32 4 15 19 27 1 2 0 135

SICARIOS 329 315 449 1022 272 425 422 657 59 22 0 3972

FUNCIONARIOSINVOLUCRADOS

67 11 35 396 0 33 62 76 0 0 0 680

COLABORADORES Y DISTRIBUIDO-RES AL MENUDEO

10386 13298 22019 17494 3818 2779 13598 3330 1675 82 0 88479

TOTAL 10788 13639 22547 18963 4095 3259 14113 4099 1736 108 1 93348

*LOS DATOS CORRESPONDIENTES A GOLFO/ZETAS COMPRENDE HASTA DICIEMBRE DE 2009.

17Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

ACTUALMENTE “EL CARtEL DEL PACifiCo” HA PERDIDO TE-RRITORIO, SIN EMBARGO MAN-TIENE UNA MARCADA INFLUEN-CIA EN LOS SIGUIENTES ESTADOS:

A. SONORAB. JALISCOC. COLIMA.

ASÍ MISMO “EL CARtEL DEL PACifiCo” DISPUTA CON LA OR-GANIZACIÓN “BELtRán LEyVA”, LOS ESTADOS DE:

A. SINALOAB. DURANGOC. NAYARIT

“EL CARtEL DEL PACifiCo” MANTIENE EN DISPUTA CON

LA ORGANIZACIÓN “CARRiLLo fUEntES”, EL ESTADO DE Chi-hUAhUA.

HASTA LA FECHA SE HAN DE-TENIDO A 4 DE LOS PRINCIPALES LiDERES, 20 oPERADoRES finAn-CiERoS, 20 LUgARtEniEntES, 449 SiCARioS, 35 fUnCionARioS in-VoLUCRADoS AL CARTEL Y 22,019 DiStRiBUiDoRES y CoLABoRA-DoRES AL MEnUDEo, DEL “CAR-tEL DEL PACifiCo”.

ASEgURAMiEntoS RELEVAntESEL 7 AGO. 2009; EL PERSONAL MI-LITAR LOCALIZO EN EL POBLADO DE “LAS TRANCAS” MUNICIPIO DE TAMAZULA, DGO., UN COMPLEJO INDUSTRIAL DE CINCO LABORA-

RESULTADOS DEL PERSONAL MILITAR EN LA PRESENTE ADMINISTRACIÓN EN LAS OPERACIONES CONTRA EL NARCOTRÁFICO, EN LOS PRINCIPALES ESTADOS DONDE TIENE INFLUENCIA “EL CARTEL DEL PACIFICO”.

CONCEPTO SINALOA DURANGO JALISCO SONORA NAYARIT COLIMA TOTAL

PLANTÍOS DE MARIGUANA 200,857 77050 31582 16003 17170 133 342,795

HAS DE MARIGUANA 31,876 14,036 2,918 2,429 2,134 13 53,406

PLANTÍOS DE AMAPOLA 31,934 77,836 267 211 15,862 46 126,156

HAS. DE AMAPOLA 4,810 14,388 35 26 2,797 5 22,061

KGS. DE MARIGUANA 2,070,756 1,873,165 217,245 1,053,688 144,933 6,284 5,366,071

KGS. SEMILLAS DE MARI-GUANA

24,196 15,014 1,908 1,336 866 286 43,606

KGS SEMILLAS DE AMA-POLA

1,798 4,030 31 7 53 3 5,922

KGS. GOMA DE OPIO. 336 151 1 24 64 1 577

KGS. COCAÍNA 756 118 90 6,346 1 870 8,181

KGS. HEROÍNA 114 6 28 222 10 0 380

KGS. METANFETAMINA (CRISTAL)

5,910 30 2,490 982 0 0 9,412

KGS. PSEUDOEFEDRINA 1 0 0 0 0 0 1

PASTILLAS PSICOTRÓPICAS 607,984 2,361 9,485,870 5,705 15 0 10,101,935

PISTAS DE ATERRIZAJE 475 426 2 969 3 0 1,875

CAMPAMENTOS 222 151 29 112 2 1 517

SECADEROS 6,296 4,283 879 395 590 12 12,455

LABORATORIOS 90 10 80 5 8 8 201

PERSONAS DETENIDAS 2,070 1,408 930 1,524 439 123 6,494

AERONAVES 342 2 0 111 0 0 455

VEHÍCULOS TERRESTRES 3,921 1,325 468 2,219 297 46 8,276

EMBARCACIONES 27 0 3 15 0 0 45

ARMAS 13,309 6,064 1,489 2,949 620 87 24,518

MONEDA NACIONAL 26,410,877 1,699,964 3,485,305 3,224,734 2,081,435 135,731 37,038,046

DÓLARES AMERICANOS. 59,293,492 18,206 10,467,347 964,427 1,171 25,196,865 95,941,508

TORIOS PARA ELABORAR DRO-GAS SINTÉTICAS Y ASEGURARON 5,000 KGS. DE MARIGUANA EMPA-QUETADA, 15 KGS. DE CRISTAL, 70,740 LITROS DE SUSTANCIAS QUÍMICAS, 13 ARMAS LARGAS, 9 VEHÍCULOS, 8 CUATRIMOTOS, 1 RETROEXCAVADORA CON CARGA FRONTAL Y MATERIAL DIVERSO, EL CUAL PERTENECÍA A LA ORGA-NIZACIÓN DELICTIVA DEL “CAR-tEL DEL PACifiCo”.

EL 18 OCT. 2010, EL PERSONAL MILITAR EN COORDINACIÓN CON LA POLICÍA MUNICIPAL DE TIJUANA, EN EL MUNICIPIO DE TIJUANA, B.C., DETUVIERON A 11 INDIVIDUOS, 134.240 TONELADAS DE MARIGUANA EMPAQUETADA,

18Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

La mediocridad de la crítica se obser-va en las quinielas sobre la próxima fuga del criminal y no sobre lo que ha ocurrido con el cártel de El Chapo y sus frivolidades como productor de una película sobre sí mismo. Y la falta el análisis sobre el des-moronamiento del imperio de El Chapo con un jefe criminal a salto de mata, es-cudándose con cobardía con una niña en brazos para huir de las autoridades y la fortaleza y capacidad de las estructuras de seguridad para cazar a un criminal. Todos lo daban por muerto para que no hablara y resultó capturado con vida sin temores a que cante lo que dicen que sabe.

En todo caso, queda por evaluar con sentido crítico mensajes sociales como el de la actriz Kate del Castillo, jefa de pro-ducción cinematográfica de El Chapo, en el 2012: “creo más en El Chapo Guzmán que en los gobiernos que me esconden verdades, aunque sean dolorosas…”. O los comentarios de algunos columnistas irritados por la recaptura no tanto por su significado en seguridad sino porque representaba, con todo, una victoria del presidente Peña Nieto que había estado supervisando en persona la cacería.

El sentido antisistémico y antipeñista está configurando peligrosamente una so-ciedad aberrante que prefiere a los malos. Ese tipo de sociedades construyeron el fascismo.

MáS ALLá DE El ChaPoEn su afán de demeritar toda acción gu-bernamental, sectores sociales tapizaron las redes sociales con mensajes basados en el argumento de que la recaptura de Joa-quín El Chapo Guzmán Loera no era más que una cortina de humo para distraer la atención de la devaluación y la crisis.

Pero si se analiza la realidad con la frialdad necesaria, se tendrán datos de que el pánico por la devaluación afecta las expectativas de algunos medios porque su efecto positivo se ha notado en un au-mento en las remesas porque pagan más pesos y un alza en las exportaciones.

La crisis de expectativas de la sociedad ha encontrado a medios de comunicación recalentados en el pánico social o en la exaltación de la circunstancias negativas menores, aunque con el costo de conver-tir a El Chapo en una especie de héroe existencial —la existencia que precede a la esencia— sólo porque le dio varias derrotas a la estrategia mediática del go-bierno federal.

Mientras la sociedad se desgañita

contra todo lo que tenga que ver con el presidente Peña Nieto, el PRI reconstru-ye su estructura de poder, la oposición se fragmenta hasta el punto de que sólo la alianza PAN-PRD puede disputarle algunas posiciones al PRI y las políticas editoriales magnifican las derrotas en seguridad porque generan ventas en una sociedad del pánico.

La victoria circunstancial que repre-sentó la recaptura con vida de El Chapo y su posible extradición a los Estados Uni-dos ayudará a la estrategia política oficial de catapultar realidades parciales para eludir reformas sistémicas. Y los partidos de oposición aparecen apabullados por sus propias contradicciones que han rea-firmado la incapacidad de construirse en alternativas reales al PRI.

Ante el acoso social por nimiedades, las victorias pírricas del gobierno consti-tuyen el —al parecer— escenario político único. La sociedad exigió la recaptura del El Chapo con el ánimo secreto de no de-tenerlo y construyó teorías conspirativas cuando se anunció la “misión cumplida” de arrestar con vida al capo. Y la opinión pública entró en una dinámica desgas-tante de disminuir los efectos políticos y de seguridad de esa acción.

Los debates aislados sobre temas pa-sionales —que en política y gobierno ya significan todas las acciones públicas— distraen de lo que se encuentra detrás de El Chapo Guzmán: la balcanización de la república por territorios soberanos del Es-tado en poder de los cárteles, la reconstruc-ción del PRI como maquinaria electoral que podría extender su dominio muchos sexenios más, la crisis en las estructuras económicas y productivas que con todo y reformas apenas alcanzará para una meta anual promedio de PIB de 2.5% cuando los problemas de empleo exigen cuando menos tasas anuales de 6%.

Y qué decir de la estructura electoral que ha sido destrozada por reformas in-eficaces y que permiten la existencia de un Frankenstein llamado Instituto Federal Electoral con funcionarios ajenos a la rea-lidad electoral nacional y con un presiden-te del organismo que insultó con discri-minación a la comunidad indígena y sigue campante con el aval de los partidos.

Detrás de El Chapo se localiza la crisis de funcionamiento del proyecto nacional, del modelo de desarrollo y del sistema político, pero sociedad y gobierno se en-cuentran enfrascados en un tête à tête de sobrevivencia mutua y no al debate de la

2 ARMAS LARGAS, 7 VEHÍCULOS, 6 CAJAS PARA TRÁILER Y UN IN-MUEBLE, LO CUAL PERTENECÍA A LA ORGANIZACIÓN DELICTIVA DEL “CARtEL DEL PACifiCo”.

EL CASo ChaPoEl estado de ánimo social ha llegado a un punto en el que hubo mayor apoyo al capo Joaquín El Chapo Guzmán Loera que a las autoridades por la cacería hu-mana contra el jefe criminal. Hubo un columnista de un diario de prestigio que afirmó que El Chapo nunca se había fuga-do y que lo tenían guardado para usarlo de distracción en un momento clave.

El problema no radica en el absurdo cotidiano marcado por sentimientos has-ta irracionales contra el presidente de la república, sino que lo grave se localiza en el hecho de que el desánimo personaliza-do impide la construcción de consensos.

Desde la fuga en julio de 2015 hasta la recaptura en enero de 2016, fueron más las teorías de la conspiración que los análisis racionales de la estrategia de seguridad del gobierno. Si en realidad lo habían dejado sa-lir, ¿cómo explicar su recaptura? Si El Chapo tiene información de altas autoridades como sus cómplices, ¿cómo lo van a extraditar a los Estados Unidos para que ahí entregue esa información? Si tenía información deli-cada, ¿por qué lo atraparon vivo?

El caso de El Chapo exige cuando me-nos tres escenarios de análisis: el estado de ánimo social rayando en la esquizofrenia, las razones del fracaso de algunas partes de la estrategia federal de lucha contra el crimen organizado y la falta de una polí-tica de Estado para reconstruir las socie-dades en los espacios territoriales arranca-dos al narcotráfico.

La recaptura con vida de El Chapo destruyó el edificio conceptual negativo de animosidad parte de la sociedad con-tra el gobierno federal y sobre todo contra el presidente Peña Nieto. Como siempre, el caso singular fue el de López Obrador con su queja de que el Estado atrapa a un criminal pero no encuentra a los 43 estudiantes normalistas; sólo que se trata de escenarios diferentes: El Chapo se le es-capó al gobierno federal y los 43 norma-listas fueron asesinados por órdenes de un presidente municipal perredista reco-mendado y avalado por el propio López Obrador y el PRD y el caso Ayotzinapa gira alrededor de la complicidad del go-bernador perredista Ángel Aguirre Rivero con el crimen organizado.

19Cuadernos de Indicador Político Marzo 2016

reconstrucción de México como repúbli-ca. Al final, parece que una buena parte de la sociedad está feliz con el circo, aun-que ella como cirquera.

SER o no SERLa respuesta informativa y de ánimo so-cial en redes ha caído perfecto en una es-trategia de desinformación: agotar el efec-to de corto plazo de la reaprehensión de Joaquín El Chapo Guzmán Loera en los memes, la distracción dólar y debatir si el capo tuvo o no relaciones íntimas con Kate del Castillo.

Sin embargo, más allá de El Chapo se localizan tres temas vitales: la recomposi-ción de ese grupo criminal, las complici-dades con el sistema político y los delitos uno a uno del grupo criminal de El Chapo como cártel en México y sus ramificacio-nes transnacionales hacia América del Sur, los Estados Unidos y Europa.

Asimismo, las autoridades siguen sin entregar resultados de la investigación interna sobre el fracaso del sistema de seguridad e inteligencia del gobierno fe-deral: se arrestan narcos pero no se infor-ma de laboratorios, fondos financieros y redes de poder. La prisa por deportar a El Chapo a los EE. UU. dejaría la impresión de que el sistema de seguridad y justicia es incapaz de procesar a criminales de deli-tos de alto impacto.

Los principales analistas se han ago-tado en reconstruir la reaprehensión, en solazarse con las fotos del seguimiento de Kate del Castillo y de Sean Penn y burlarse de los sentimientos de un capo inculto que fue seducido por la belleza reconstruida de una artista de cine y en buscar indicios si-cológicos del efecto de la película La reina del sur en la personalidad de Kate del Cas-tillo confundiendo realidad con ficción.

El caso de El Chapo ilustra la forma en que la sociedad del espectáculo y la farán-dula opaca a la sociedad criminal. Pero detrás del escándalo burlesque se olvida el papel orgánico del cártel de El Chapo en la estructura de cárteles, la dinámica de las nuevas organizaciones y los desafíos posteriores a El Chapo. El sinaloense se dedicó sólo a comprar lealtades, en tan-to que los nuevos cárteles dieron un paso adelante y se convirtieron en estructura del Estado al absorber cuerpos policiacos, comprar alcaldes y operar como empre-sarios. En términos de superestructura criminal, El Chapo era un antiguo que ya no le servía a la nueva dinámica de los grupos criminales empresariales.

En el fondo, la recaptura de El Chapo fue un objetivo de orgullo institucional; pero el problema es mayor: analistas de seguridad estiman una reorganización del crimen vinculado al narcotráfico con de-rivaciones en pequeñas bandas criminales, nuevos cárteles incrustados en las estructu-ras del Estado y sobre todo una ineficacia institucional y legal del aparato de seguri-dad y justicia por la incomprensión —por decir lo menos— del Congreso hacia la nueva criminalidad posterior a El Chapo.

El propio Chapo pareció entender los nuevos parámetros del crimen organiza-do al fugarse no para reorganizar su im-perio, sino andar de pelada ante la falta de estructura política y de corrupción. No fue lo mismo corromper a custodios que intentar un regreso al control de una estructura del tráfico de drogas. Por eso su frivolidad en promover un libro y una película y sus hormonas inquietas por Kate del Castillo.

El caso de El Chapo revela el agota-miento de la estrategia de seguridad, del aparato de justicia, persecución e inteli-gencia y del marco jurídico institucional contra el crimen organizado. La nueva fase de las estructuras del crimen organi-zado rebasaron con mucho los estilos de El Chapo. Los analistas deben ver más allá de El Chapo.

El ChaPo y EL LEgADo DE PEñACon una economía que no se reactivó con las reformas, una política balcanizada y una sociedad enfurecida consigo misma en redes, la única oportunidad que tie-ne el presidente Enrique Peña Nieto para dejar un legado es la seguridad. La recap-tura de El Chapo abrió esa oportunidad.

El gobierno de Peña recibió un país desangrado por la ofensiva policiaca del gobierno de Felipe Calderón y una es-tructura institucional de seguridad here-dada del viejo modelo priísta paternalista de nación. Y si bien hubo la decisión de sacar las expectativas nacionales de la se-guridad, la oferta alternativa ya no dio resultados. En cambio, en todas las en-cuestas se ha colocado la seguridad como la primera preocupación de la sociedad.

La seguridad ya no es policiaca sino de bienestar social. Un país con crecimiento económico alto y mayor democracia sería ineficaz con la situación de inseguridad como la actual. La fuga de El Chapo y su recaptura posterior revelaron el estado de ánimo de la sociedad y evidenciaron la existencia de una estructura criminal reta-

dora del Estado y con dominio territorial de soberanía del Estado —no sólo como plazas— sobre todo en Morelos, Guerre-ro, Tamaulipas, Michoacán y algunas zo-nas del Distrito Federal.

Discutir sobre Sean Penn y Kate del Castillo, la rocambolesca fuga y recaptu-ra de El Chapo y si debe celebrarse o no que el capo esté de nuevo en prisión no es tan relevante como lo que está más allá de El Chapo: que el crimen organizado siga controlando estructuras del Estado y continúe no sólo traficando sino aumen-tando el consumo doméstico de drogas y que la violencia sea producto, entre otras cosas, de la acotada estructura der seguri-dad del Estado.

El legado en seguridad del gobier-no de Peña será una situación peor que la heredada de Calderón o realizar una ofensiva institución al para cambiar la situación. Para ello, la gran prioridad se localiza en dos grandes rubros:

1.- La profesionalización real y no sólo formal de los cuerpos policiacos y de las estructuras de inteligencia y seguridad nacional del Estado. La crisis de seguri-dad en los EE.UU. condujo a la creación del FBI. El mando único será un fraca-so si siguen los mismos policías. Ante el mando único se requiere de una centra-lización de la autoridad policiaca en la estructura burocrática.

2.- La reorganización del marco ju-rídico de seguridad: las pendientes leyes de seguridad nacional, seguridad interior, espionaje, inteligencia y sistema peniten-

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ciario, reformas de la ley de delincuencia organizada y la definición legal de la doctrina de defensa nacional. El Estado mexicano, sin atentar contra derechos humanos, debe tener un cuerpo jurídico de seguridad coercitiva si en verdad quie-re acabar con Los Chapos.

La construcción de un legado sexenal en seguridad implicaría una ofensiva po-lítica del presidente Peña, del secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong y de las bancadas del PRI para evitar que las iniciativas sean botellas echadas al mar. La capacidad de hegemonía del Estado debe usarse en el caso de las reformas legales al convertirlas en prioridad de gobierno e involucrar a la sociedad. Propuestas de Calderón y de Peña se ahogaron en el Congreso por falta de negociación con-ducida desde el poder ejecutivo.

Sin estos dos pasos, la lucha contra el crimen organizado será parcial, sin hori-zonte de Estado, agotada en las capturas de capos pero sin desarticular las estructu-ras de poder del crimen organizado.

SoCiEDAD DEL ESPECtáCULoA pesar de que quieren convertir todo el affaire de El Chapo en leyenda urbana, corridos y películas, alrededor y detrás de toda la tinta y pietaje de imágenes de te-levisión que han corrido esta semana se localiza una dinámica política y de poder que no debe desdeñarse.

Ante la impotencia por carecer de instrumentos de lucha política contra el Estado y las fuerzas dominantes, parte de la sociedad asume las confrontaciones de agrupaciones ilegales o delincuenciales contra el poder del Estado y del establish-ment como una forma de lucha política.

En este sentido, la reacción social de una parte de la sociedad que critica al Es-tado y al gobierno en el caso de El Chapo no hace más que socializar y politizar la delincuencia. Se trataría del síndrome de Chucho el Roto de las leyendas populares de finales del siglo XIX: un delincuente que tiene el apoyo popular por luchar contra los ricos.

En este sentido, no importa la vio-lación de la ley, la promoción del narco y la droga, la larga lista de crímenes de El Chapo; al final, lo que cuenta es el re-conocimiento social a un individuo que utiliza el delito para confrontar al poder y a sus autoridades que esa parte de la so-ciedad no se atreve a realizar y por eso se conforma con avalar con su simpatía esas acciones anarquistas.

Por eso también en el ánimo social se ve el caso de El Chapo como una teleno-vela protagonizaba por una actriz popu-lar y bella que había interpretado el papel de reina del narco pero como una forma de rebeldía ante la adversidad, creando el prototipo de las antiheroínas que satisfa-cen los conformismos de las amas de casa que miran telenovelas.

Sin embargo, detrás de la relación de El Chapo con la actriz Kate del Castillo hay algo más que una historia der amor shakespeariana donde los sentimientos se sobreponen a las adversidades de la realidad: se trata, en esa realidad real —valga la redundancia— de una sociedad criminal, basada en un narcotraficante perseguido por asesino y narco y una ac-triz que buscó beneficios económicos en producciones cinematográficas.

El delito, establecía Marx en algunos textos recopilados en Elogio del crimen, es una forma de producción y disputa por la riqueza y justifica la existencia del Estado como el contrato de la sociedad con los líderes políticos para obtener seguridad. En este sentido, la seguridad es la esencia del Estado y el Estado es el representante de una estructura de dominación social y productiva.

De ahí que pudiera llegarse al punto de suponer que la delincuencia es una expresión de la lucha por el poder y por ende de la lucha de clases. En este senti-do, el sentimiento de apoyo popular El Chapo elude la calificación delincuencial de sus actividades y se resume en su de-cisión de encarar al Estado que domina las relaciones sociales y de producción a favor de una clase privilegiada. La lucha ricos-pobres se reproduce en el combate Estado-delincuentes: la desigualdad en la distribución del bienestar.

La socialización del delito a través de simpatías a El Chapo y la justificación de que Kate del Castillo en el fondo esta-ba enamorada del capo se percibe en las justificaciones sociales cruzadas con las agendas pendientes de corrupción, impu-nidad y abusos de poder de la clase domi-nante política, empresarial y social. Sólo que este camino lleva a la acción criminal como una oposición política al poder.

Un iCEBERg LLAMADo ChAPoEl alud en medios con la información sobre Joaquín El Chapo Guzmán Loera es una verdadera avalancha que está sepultando la capacidad de análisis de la sociedad. Pero detrás de la información policiaca y de la

farándula se localiza una realidad socio-política que exige mayor preocupación.

Los incidentes alrededor de El Chapo ilustran la urgencia de contextualizar el asunto del narco en un escenario de se-guridad ciudadana, más allá de los datos policiacos o de la variante de una actriz se telenovelas. La recaptura del capo no resuelve el problema de seguridad.

Dos variables son fundamentales:1.- La urgencia de reorganizar el mar-

co jurídico respecto al crimen organizado transnacional con especial atención a las le-yes que deben dar certeza a la participación de las fuerzas armadas y al consumo de dro-gas. Muchos creen que con la legalización de la marihuana se resolvería el problema.

2.- Recuperar la acción del Estado más allá del espacio policiaco y de seguridad. Los narcos se apoderaron de territorios de soberanía del Estado porque el Estado se retiró de apoyar cultivos, bienes y servicios y educación; al abandonar municipios, los narcos tomaron por asalto las plazas.

Al final, El Chapo dejará de ser noticia en unos días más, pero los problemas de bienestar y desarrollo como auxiliares en la seguridad pública van a seguir vigentes. Los delincuentes nacieron en los espacios aban-donados por el Estado, descuidados por la sociedad y desdeñados por los medios.

Las políticas más efectivas de seguri-dad son las que forman parte de estrate-gias de desarrollo y bienestar social. No todo se arregla con policías y soldados persiguiendo a delincuentes ni con de-lincuentes bendecidos por actrices po-pulares del espectáculo. Las zonas más controladas por el crimen organizado son aquéllas que ofrecen datos de pobreza, marginación y carencia de expectativas. Los jóvenes no tienen más horizonte que meterse de lleno a la criminalidad.

Del caso de El Chapo requiere de mayor reflexión política y social y sobre todo debe llevar a los medios a ser más responsables que difusores de aventuras criminales que venden ejemplares pero desorientan a la sociedad.

ChAPo-KAtE: EL EtERno fEMEninoEn su incultura, sus problemas sexuales y el atractivo de una profesional de la belle-za, Joaquín El Chapo Guzmán Loera fue arrastrado por el tobogán de la lujuria. Y como ha ocurrido desde los tiempos de la fundación mítica de la civilización huma-na, una Eva posmoderna hizo que Adán mordiera la manzana… y fuera apresado.

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Muy tarde debió de haberse percata-do El Chapo que el coctel más explosivo y mortal lleva los dos ingredientes peli-grosos: la nitro —la mujer— y la glice-rina —el poder—. Y del lado de la actriz Kate del Castillo habrá que profundizar el síndrome de Eva: mezclar la pasión con los negocios.

La relación sentimental de El Chapo con Kate se perdió en la imposibilidad de una síntesis: el capo fue atrapado por el Goethe de “el eterno femenino que impulsa al hombre hacia arriba” y el eterno feme-nino de Nietzsche que impulsa al hombre hacia el mundo de abajo, de las sombras.

El jefe del principal cártel del narco-tráfico cometió uno de los peores erro-res de los hombres poderosos: mezclar la pasión con la lujuria; la primera pasa por la certeza de los sentimientos, la razón aristotélica; la segunda atropella el senti-do del juicio. Los dos, El Chapo y Kate, supieron por intuición que la pista de los teléfonos era inocultable para los servi-cios de inteligencia y seguridad nacional. Pero el juego sentimental ascendió a un peligroso juego sexual extremo: la perse-cución policiaca como un afrodisiaco.

La fórmula del fin de El Chapo se dio en el escenario típico de la seducción: el capo lleno de deseo y pasión y la ac-triz en busca der recursos financieros. Por la pasión Eva convenció a Adán de probar la fruta que Dios había marcado como prohibida, pero en el mito de Eva no se aclara por qué razón Dios les dijo que no debían de comerla si hubiera sido más fácil colocarlos en la zona del paraí-so donde no hubiera manzanas. Pero el movimiento existencial debía de pasar obligadamente por la tentación.

La relación Chapo-Kate no fue de tele-novela sino de asociación criminal, aunque cada uno la entendió en función de intere-ses El capo chateó el lenguaje de la seduc-ción; la actriz la usó para atar las pasiones del narco a las posibilidades del negocio. Él vio su salvación en ella, ella vio en él su proyección. Al descuidar su seguridad, El Chapo optó por la pasión; al sospechar pero desdeñar el espionaje, Kate buscó el afrodisiaco del poder por la vía del pecado.

Las cosas debieron ser al revés: el ejer-cicio del poder por el narco y la debilidad de la pasión en la actriz. Los dos sabían que caminaban por el filo de la navaja de la criminalidad, el primero como actor central, la segunda con papel secundario. Y no fue una pasión real sino de circuns-tancias, porque El Chapo y Kate tenían el

objetivo final de negocios derivados del narcotráfico, aunque antes debían de pa-sar —quizá como certeza del pacto— por las satisfacciones de la pasión: el síndrome del poder de Shakespeare.

La relación Chapo-Kate tendrá una salida pelagiana: ella negará el pecado original del paraíso para eludir la cárcel y dirá que ella no mordió la manzana y él cargará con el peso del castigo porque pudo haber sido más cuidadoso con la relación por chateo: mordió la manzana porque quiso. Y al no haber pecado, ella saldrá libre de culpa.

El ChaPo y LA DEgEnERACión DEL EStADoSi hubiera que comenzar por lo obvio, entonces los grupos de narcos no son estrictamente cárteles sino simple y lla-namente bandas criminales o pequeñas mafias. Los cárteles son asociaciones para fijar el control de un mercado.

La leyenda urbana ha querido posicio-nar a las bandas de narcos y a sus cabezas dirigentes como hombres especiales —que no excepcionales— que dominan una rama de la producción de drogas, operan un mercado en función del poder crimi-nal y carecen de obstáculos para asesinar. Pero se ha visto que los capos son personas ignorantes, incultas, intuitivas, agresivas y criminales. Su liderazgo no se funda en el talento sino en capacidad de muerte.

En términos generales en México exis-ten una docena de bandas criminales en zonas territoriales específicas y que luchan entre sí por rutas de trasiego, plazas de consumo y zonas territoriales; casi todas han sido descabezadas de sus líderes pero persisten por ser unidades de producción de riqueza. A lo largo del periodo 1970-2014 ha habido intentos de hacer alianzas, asociaciones, federaciones y acuerdos entre ellos pero como en toda organización em-presarial hay disputas de poder, traiciones y deslealtades porque no existe una riqueza capaz de procesarse en acciones.

El mercado de la droga tiene seis espe-cialidades: siembra, procesamiento, alma-cenamiento, transporte, consumo y lavado de dinero, y varios secundarios: prostitu-ción, robo de autos, narcotienditas, venta de protección, contrabando de mercancías, trata de blancas y control de zonas comer-ciales. La competencia entre mercados y entre organizaciones no es libre, siempre hay el apetito de conseguir los mercados de los otros por cualquier vía: desde las alianzas hasta las guerras y la apropiación

territorial. De todos modos, las alianzas duran poco porque los capos carecen de disciplina para reconocer mandos.

La lucha contra las bandas criminales del narco no tendrá fin porque —Karl Marx dixit en textos recopilados en Elogio del crimen— la delincuencia es una mer-cancía en el sistema capitalista y a su vez reproduce otros mercados adicionales: judicial, policiaco, social, de seguros. Los delincuentes —capos o gatilleros— cons-tituyen la lucha de individuos aislados contra el sistema dominante y el sistema criminal se mueve en función de la plus-valía, la moneda y el intercambio.

De ahí que la criminalidad necesita de enfoques diversos: de la ciencia polí-tica (el Estado, el poder, las relaciones de clase), la economía (explotación y disputa por la riqueza), de elites (porque la circu-lación de liderazgos fricciona las bandas y porque los capos constituyen una versión de la clase política dirigente) y de seguri-dad nacional (por el efecto de la globali-zación criminal que constituye un poder que disputa poder a los Estados).

La captura de El Chapo podría termi-nar con el ciclo de los grandes capos: sólo quedarían Ismael El Mayo Zambada (67 años), diez años más grande que El Cha-po (57 años) y carece de fuerza personal para ejercer el poder criminal y Juan José Esparragoza El Azul (68 años) en el Cár-tel de Juárez liderado por Vicente Carrillo Fuentes (52 años), pero sin la fuerza de su hermano mayor Amado. Y el ciclo se reiniciaría con capos pequeños dominados por la violencia irracional.

Hasta ahora, los diferentes gobiernos han equivocado la estrategia, a pesar de que, por ejemplo, el director del Cisen en tiempos de Felipe Calderón, Guillermo Valdés Castellanos, aparece hoy en me-dios como analista del tema cuando su oficina resultó un sonado fracaso en la política de inseguridad.

Al final, El Chapo es ya anécdota, mientras la estructura criminal del narco sigue intacta. El punto más débil del narco es el lavado de dinero y sigue intocable.

PERfiL SiCoLógiCo SUPERioR DE El ChaPoCuando comenzaron a hacerle estudios sicológicos a Joaquín El Chapo Guzmán Loera, los primeros resultados fueron sor-prendentes. El más sanguinario de los narcotraficantes tuvo un coeficiente inte-lectual 25 puntos arriba del de Raúl Sali-nas de Gortari. Además, los expertos se en-

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contraron con un delincuente que no era vengativo y que, al contrario, tenía las ca-racterísticas sicológicas de un conciliador.

Estos y otros datos pudieran configu-rar el perfil de un delincuente con enorme capacidad de manipulación hacia sus ver-dugos y cuidadores. Por eso la PGR anda, como señaló gráficamente El Universal Gráfico el martes 30, “en la baba”. Buscan a un criminal típico, que siempre deja pistas de dinero. El arraigo de 71 custodios refleja el hecho de que la PGR carece de infor-mación y de pruebas para inculpar a cual-quiera de ellos de complicidad. La ausencia de evidencias ha llevado a las autoridades al punto de no tener pruebas siquiera para acusar de negligencia a los tres custodios personales de El Chapo Guzmán.

De acuerdo con el perfil siquiátrico de El Chapo Guzmán, los escenarios de la fuga pudieran reducirse a la situación extrema de desaparición. En los repor-tes oficiales se deja la impresión de que El Chapo simplemente se esfumó en el aire, como si hubiera desaparecido dentro del penal. No huyó. Las salidas y entradas del capo del penal de máxima seguridad de Almoloya obedecerían no estrictamente a un hecho de corrupción —dinero para comprar su libertad— sino a un exceso de confianza de los custodios con un pre-so que había ganado la cordialidad de los celadores. Los primeros sorprendidos con la fuga habrían sido los cuidadores.

Del otro lado, las autoridades podrían llegar a la primera conclusión básica del caso El Chapo: los personajes del crimen organizado no son necesariamente per-files sicológicos violentos por naturaleza sino que tienen detrás inteligencias sufi-cientes que se localizan fuera de las coor-denadas del sistema penitenciario mexica-

no. Las versiones comunes quieren pintar a narcos como borrachos, parranderos y jugadores, sin contacto con su realidad criminal y con la realidad social del país.

Pero la utilidad del perfil siquiátrico de los más notables criminales debería orientarse a formar custodios lo suficien-temente refractarios a los comportamien-tos de los delincuentes. Lo más fácil sería buscar a celadores contrarios a la sicolo-gía de los criminales, pero aún ellos son lo suficientemente vulnerables. El perfil sicológico de los custodios de los reclu-sorios federales, de acuerdo a los estudios enviados a Indicador Político, enfatiza so-bre todo la obediencia, algo que sin duda es aprovechado por el delincuente con enorme poder económico, y descuida el aspecto de resistencia a la manipulación de mentes superiores a la media de los que cuidan las cárceles.

El problema de la PGR radica hoy en la búsqueda de evidencias entre los custodios para trazar las últimas 72 horas de El Chapo en el penal de máxima seguridad de Puente Grande —desde la semana pasada conoci-do como Puerta Grande— y sus relaciones con sus cuidadores. Pero con el arraigo de 40 días, las autoridades revelaron que nada han encontrado en los custodios que pu-diera tipificar un delito penal.

Así, entre algunos investigadores co-menzó a permear la idea de que El Chapo a lo mejor no pagó ni corrompió a alguien para huir de la cárcel, sino que aprovechó el relajamiento de las medidas de seguri-dad en el penal. De haber existido alguna evidencia de corrupción, las autoridades hubieran ya consignado a alguno de los custodios o de los altos jefes del penal. Al contrario, El Chapo hubiera podido con-vencer a sus custodios de que no se iba a

escapar. Y se habría ganado la confianza de sus cuidadores para que le permitieran salir del penal bajo el argumento de que estaba más seguro dentro que fuera. Y de pronto El Chapo literalmente se esfumó del penal.

El interés por el perfil siquiátrico de El Chapo aumentó luego de las primeras investigaciones contra los custodios. Si no había evidencias de corrupción ostentosa —millones de dólares luego rastreados en cuentas secretas de algunos de los cuidado-res—, entonces la presunta complicidad habría de sustentarse en otras evidencias. Ahí encontraron que la inteligencia de El Chapo fue lo suficientemente hábil como para garantizarles a los custodios que no se iba a escapar pero con la certeza personal de huir en el momento de mayor relaja-ción de las normas de seguridad.

Por ello comienza a incluirse en los expedientes de El Chapo la posibilidad de que su fuga no le hubiera significado un desembolso inmediato de dólares. Habría, también, los indicios de una traición de El Chapo hacia sus cuidadores, porque le habían aflojado las exigencias de seguridad a partir del criterio de que estaba más se-guro operando desde dentro del penal que fugado y con todas las policías pisándole los talones. La capacidad de manipulación sicológica de El Chapo fue mayor a la resis-tencia de custodios y funcionarios penales agobiados por las restricciones salariales, de prestaciones y de movilidad social.

En el estudio siquiátrico de El Chapo elaborado por las autoridades se perfila-rían, entre otras, tres características funda-mentales del capo que lo habría ayudado a escabullirse de la prisión de Puerta Grande:

1.- El Chapo delineó una personalidad típica del conciliador. Con esa actitud, el capo eludió castigos, restricciones y des-confianzas. El conciliador tiende a ser más bien amigable con todos y más con sus cuidadores. Por eso El Chapo podía mo-verse con libertad dentro y fuera del penal. Los conciliadores logran fijar una perso-nalidad de liderazgo en una comunidad marcada por la agresividad y la traición.

2.- El Chapo tiene una baja tolerancia a la frustración. Las prisiones de máxima seguridad alelan a los presos, distorsio-nan a los violentos y aumentan el grado de desubicación. El Chapo podía moverse en el penal sin la carga de culpabilidad de las acusaciones y sin la preocupación del tiempo de reclusión. Al construir un só-lido escudo contra la frustración, los reos asumen una condición de superioridad frente a custodios que han sido escogidos

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justamente por su nivel de frustración. Sin frustración, El Chapo se convirtió en un centro de poder dentro del penal.

3.- El Chapo maneja con habilidad la tipología del patrón sustituto. Con enorme poder económico, sin frustracio-nes, con dotes naturales de conciliador y con coeficiente intelectual superior al de la media alta en las prisiones, El Chapo supo desplegar el poder de seducción del dinero. Se convirtió en una especie de pa-drino, de fuente económica para resolverle problemas cotidianos de custodios y fun-cionarios. Se hizo amigable, con recursos para derramar beneficios sin que pudiera considerarse corrupción. Agobiados por los bajos salarios, maltratados por las al-tas autoridades penales, sin amigos por su condición de verdugos, siempre acusados del eslabón más débil de las corrupciones, los custodios son fáciles presas de quie-nes operan como patrones sustitutos que se destacan por cuidar a sus empleados.

Así, la ausencia de pistas sobre la fuga de El Chapo no obedece a una típica fuga perfecta, peliculesca, tipo “El gran escape”. Las salidas y entradas de El Chapo del pe-nal constituyen la mejor de las pistas: un criminal que había logrado convencer a sus cuidadores que nunca se escaparía porque estaba más seguro dentro que fuera y que contaba con la confianza absoluta de los custodios, pero con la agravante de no de-jar pistas del dinero derramado. En lugar de comprar su fuga, El Chapo bien pudo haber cobrado una larga suma de peque-ños favores anteriores. Por eso las autorida-des no tienen nada para seguirle la pista.

La política penitenciaria tradicional se olvidó del hecho de que los criminales normalmente tienen más inteligencia de la normal. Pero los cuidan funcionarios y cus-todios con nula inteligencia, estudios esca-sos y necesidades mayores. Y El Chapo supo explotar inteligentemente esas debilidades.

fARC, EPR y CártEl SinALoAA pesar de la negativa apresurada del EPR de mantener relaciones con el nar-cotráfico, el conflicto Ecuador-Colombia aportó una pieza para cuadrar el rompe-cabezas de la narcoguerrilla mexicana.

La presencia activa de Lucía Morett Alvarez en el campamento bombardeado de las FARC —la guerrilla articulada al narco colombiano— fijó la pista para in-terpretar los jeroglíficos de la narcoguerri-lla mexicana:

Morett tiene vínculos con el EPR a través del Comité de los Hermanos Ce-

rezo, arrestados bajo el cargo de colocar explosivos en sucursales de Banamex. Sería también la relación del EPR con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la narcoguerrilla colombiana.

El principal socio de las FARC en México es el cártel de Sinaloa de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, a quien señalan como el responsable del petardazo acci-dental en las inmediaciones de la Secre-taría capitalina de Seguridad Pública. Los operadores del petardo forman parte de los grupos radicales de Tepito, algunos de ellos vinculados a la guerrilla.

Pero hay más: el cártel de El Chapo fue identificado como el organizador de un intento de atentado en diciembre 2007 contra el subprocurador José Luis San-tiago Vasconcelos, luego de atrapar a una narcocélula cerca del domicilio particular del funcionario federal encargado de la lucha contra el narco.

Y más: El Chapo Guzmán fue dete-nido en 1991 por la policía capitalina, pero soltado luego de pagar un soborno de cien mil dólares al entonces jefe poli-ciaco salinista-camachista Santiago Tapia, quien fue condenado a 27 años de prisión a mediados del 2001 justamente por ese hecho. Tapia había sido designado jefe de policía en 1991 por el entonces regente Manuel Camacho, pero dependía de su operador Marcelo Ebrard. El Chapo elu-dió la cárcel gracias a la policía capitalina salinista y reaparecería en 1993 en el ase-sinato del cardenal Jesús Posadas Ocam-po en Guadalajara, un prelado incómodo para el gobierno de Salinas.

Las FARC han usado el territorio mexicano para enviar cocaína a los Esta-dos Unidos. De acuerdo con especialistas, alrededor del 70% de la coca de Colom-bia a los EU es de las FARC. De ahí el papel clave de sus socios del cártel de Si-naloa de El Chapo y la cobertura de una organización guerrillera. Asimismo, las FARC se han especializado en el uso de explosivos letales pero de corto alcance, como los que usan en burros, perros y bi-cicletas para afectar al adversario en actos sólo para provocar terror.

En este contexto fue significativo el comunicado apresurado del EPR a dos días del petardazo en Avenida Chapulte-pec para deslindarse de cualquier relación con el narco. Sin embargo, han aparecido los datos que vinculan oficialmente al cártel de Sinaloa con el petardazo y de ahí a relaciones del EPR con el narco. Hasta ahora las indagaciones oficiales llegan a

la relación Tepito-narco-cártel de Sina-loa, pero no falta mucho para cuadrar el asunto con la guerrilla del EPR presunta-mente vinculada al narco.

Para la publicación Punto y Aparte de Oaxaca, que ha seguido puntualmente la actividad guerrillera del EPR en el con-flicto de la APPO en la entidad, la co-nexión de la narcoguerrilla eperrista sería justamente Lucía Morett Alvarez. En un texto firmado por su director Juan José Díaz Bermúdez se recuerda el involucra-miento del EPR con la APPO.

El asunto no termina ahí. El texto de Díaz Bermúdez revela la presencia de cé-lulas chavistas en el conflicto de la APPO en Oaxaca. Otras células bolivarianas par-ticiparon en la campaña presidencial de López Obrador inclusive fueron atrapadas agrediendo al periódico La Crónica. A este contexto se agrega el papel detonador de Venezuela en la crisis Ecuador-Colombia, con presiones del presidente Chávez a Ecuador y Nicaragua para romper relacio-nes diplomáticas con el gobierno colom-biano del presidente Alvaro Uribe.

La tesis de la narcoguerrilla fue utili-zada en Indicador Político el pasado miér-coles 20 de febrero de 2008 —que pro-vocó una rápida respuesta negativa del EPR— a partir de ciertos hechos que el petardazo en Avenida Chapultepec no ha aclarado: la dimensión del petardazo es menor al motivo terrorista que dicen las autoridades, no han indagado la relación cártel de Sinaloa-EPR-Tepito, el narco ataca con mayor fuerza y más una orga-nización como la de El Chapo y no se ha satisfecho la vinculación Sinaloa-Tepito con un ataque tan desorganizado como el de usar a un tipo que va en la calle jugan-do con el petardo en las manos.

La presencia de Morett Alvarez y va-rios mexicanos en el grupo de las FARC va mucho más allá de un simple viaje de estudios. Y la relación de Morett Alvarez con el grupo de los hermanos Cerezo y de ahí al EPR tiene más fuerza que la que las propias autoridades han querido dar-le. Y lo más importante del asunto es la presunta relación no investigada a fondo del cártel de Sinaloa con las FARC y su posible extensión al EPR mexicano.

Por el presunto papel de células cha-vistas en México con el EPR y la alianza Chávez-López Obrador, las autoridades capitalinas podrían tergiversar la investi-gación del petardazo para ocultar el sur-gimiento de la narcoguerrilla en México. Pero el problema existe y es grave.

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