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Septiembre 2009 EL FARO EL FARO EL FARO EL FARO EL FARO 1 PLIEGOS DE ALBORÁN Nº 7 SEPTIEMBRE 2009 El Mercado de San Antonio Con su ya épico y húmedo calor, Bar- celona reluce bajo el sol de agosto y nos acoge besándonos en la frente, a modo de saludo, con ósculo latino… Ya esta- mos de nuevo en ella, en su atmósfera, en sus manos, en el mismo corazón de su nombre. Ya podemos perdernos por sus calles, mirar fachadas, recorrer igle- sias o jardines y, lo que es mejor: aso- marnos a los rostros, a las almas que la habitan y le dan ese perfil de urbe mes- tiza y políglota. Grises, verdes, negros, cristales, diversidad, vértigo, junto al mar, desde donde el Descubridor se- ñala con su brazo en alto un más allá, que parece servirle de lema a la ciudad y a sus gentes. A Barcelona se la puede observar desde muchos lugares diferentes, pero seguro que casi todos coinciden, una vez ponderadas las distintas posibilida- des, en que el mejor de ellos es acaso el enclave del viejo parque de atracciones del Tibidabo, que se yergue en una montaña de la sierra de Collserola. El lugar en el que se supone fue tentado Cristo por el Diablo, de ahí la expre- sión latina tibi dabo (te daré) que con- forma su nombre: Todo esto te daré, si postrado ante mí me adorases, que se nos decía en el Evangelio. Desde allí se do- mina un paisaje que no deja indiferente a nadie, con la ciudad enorme tendida, desplegando su magnitud frente al Me- diterráneo, que nos permite ver sus ca- ras múltiples y sus mundos internos. Porque en realidad son tres las realida- des que la componen, como muy bien señala Robert Hughes en el libro que le dedica, y que titula sobriamente Barce- lona, publicado en Nueva York en 1992. En él expresa a través de una prosa sa- bia y jugosa, su particular devoción por la gran hechicera, a la que consagra su tra- tado minucioso y ameno, ofreciéndo- nos las páginas memorables de su ho- menaje sentimental a la ciudad, o a las ciudades que la integran. "Barcelo- na -escribe- es en realidad tres ciuda- des de carácter claramente diferencia- do: la más moderna encierra una segun- da más antigua, en el seno de la cual se alza la más arcaica de las tres." Es de- cir: la del cinturón exterior, que es in- dustrial, desordenada y obrera, con au- tovías y bloques para los trabajadores, mayormente del sur, que inmigraron a mediados de la década de los cuarenta, en los tiempos más duros de la post- guerra. Dentro de ese perímetro, el enorme territorio del Eixample de Cerdà, cuadriculado, racional, muy si- glo XIX, extendiéndose hacia la costa. E inserto, a su vez, en esa geometría del Ensanche, en esa disciplina de ca- lles y avenidas, el bellísimo entorno de la Ciudad Vieja, la Barcelona gótica, ín- tima y artística; el laberinto de callejas estrechas y rincones sorprendentes que todavía nos sigue mostrando su edad y su misterio. Así como Hughes tuvo su llave de la ciudad a través del escultor Xavier Corberó, yo también he encontrado, esta vez, la mía a través de mi amigo, el cineasta Manuel Pelaz, que está rodan- do un documental desde hace meses sobre el Mercado de San Antonio. "Las hordas de arquitectos municipales -me decía- quieren remozarlo, y mucho me temo que acaben vilipendiándolo, con esa obsesión por destacar y ser líderes en el terreno de la globalización". En pleno corazón de Barcelona, junto al hoy más cosmopolita y variopinto ba- rrio del Raval, desde La Miranda, Ma- nuel observa el Mercado y se deja em- brujar por lo que es y por lo que repre- senta: el modelo de un tiempo que pasó, sí, pero que puede conservarse, que puede seguir conviviendo con este otro de ahora, por más ingrato e implacable que sea. Y baja hasta él desde su atalaya y lo persigue, va detrás de ese tiempo que se expresa en las luces de su inte- rior, para descubrirnos a través de sus fotogramas aquella lentitud, aquella belleza, confinadas en ese cofre de vi- das y de historias. Yo sé que el Merca- do se le va revelando, bajo el patronaz- go protector de San Antonio, en sus rincones escondidos, en las telas de ara- ñas que gobiernan las volutas de las al- tas columnas de hierro, mordidas por la herrumbre, y a las que alguna vez se abraza; en la mucha vida, en fin, que palpita allí dentro, y que ha acabado por prenderlo en sus redes. Él quiere, digo, antes que se deforme la figura que to- davía conserva y la verdad que aún se ve en su estructura y en sus muros es- critos por el tiempo y la intemperie, JOSÉ LUPIÁÑEZ EL MERCADO DE SAN ANTONIO EN BARCELONA FOTO: SILVIA ABARCA

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Septiembre 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 1

PLIEGOS DE ALBORÁN Nº 7 SEPTIEMBRE 2009

El Mercado de San Antonio

Con su ya épico y húmedo calor, Bar-celona reluce bajo el sol de agosto y nosacoge besándonos en la frente, a modode saludo, con ósculo latino… Ya esta-mos de nuevo en ella, en su atmósfera,en sus manos, en el mismo corazón desu nombre. Ya podemos perdernos porsus calles, mirar fachadas, recorrer igle-sias o jardines y, lo que es mejor: aso-marnos a los rostros, a las almas que lahabitan y le dan ese perfil de urbe mes-tiza y políglota. Grises, verdes, negros,cristales, diversidad, vértigo, junto almar, desde donde el Descubridor se-ñala con su brazo en alto un más allá,que parece servirle de lema a la ciudady a sus gentes. A Barcelona se la puede observardesde muchos lugares diferentes, peroseguro que casi todos coinciden, unavez ponderadas las distintas posibilida-des, en que el mejor de ellos es acaso elenclave del viejo parque de atraccionesdel Tibidabo, que se yergue en unamontaña de la sierra de Collserola. Ellugar en el que se supone fue tentadoCristo por el Diablo, de ahí la expre-sión latina tibi dabo (te daré) que con-forma su nombre: Todo esto te daré, si

postrado ante mí me adorases, que se nosdecía en el Evangelio. Desde allí se do-mina un paisaje que no deja indiferentea nadie, con la ciudad enorme tendida,desplegando su magnitud frente al Me-diterráneo, que nos permite ver sus ca-ras múltiples y sus mundos internos.Porque en realidad son tres las realida-des que la componen, como muy bienseñala Robert Hughes en el libro que lededica, y que titula sobriamente Barce-

lona, publicado en Nueva York en 1992.En él expresa a través de una prosa sa-bia y jugosa, su particular devoción porla gran hechicera, a la que consagra su tra-tado minucioso y ameno, ofreciéndo-nos las páginas memorables de su ho-menaje sentimental a la ciudad, o alas ciudades que la integran. "Barcelo-na -escribe- es en realidad tres ciuda-des de carácter claramente diferencia-

do: la más moderna encierra una segun-da más antigua, en el seno de la cual sealza la más arcaica de las tres." Es de-cir: la del cinturón exterior, que es in-dustrial, desordenada y obrera, con au-tovías y bloques para los trabajadores,mayormente del sur, que inmigraron amediados de la década de los cuarenta,en los tiempos más duros de la post-guerra. Dentro de ese perímetro, elenorme territorio del Eixample deCerdà, cuadriculado, racional, muy si-glo XIX, extendiéndose hacia la costa.E inserto, a su vez, en esa geometríadel Ensanche, en esa disciplina de ca-lles y avenidas, el bellísimo entorno dela Ciudad Vieja, la Barcelona gótica, ín-tima y artística; el laberinto de callejasestrechas y rincones sorprendentes quetodavía nos sigue mostrando su edad ysu misterio. Así como Hughes tuvo su llave de laciudad a través del escultor XavierCorberó, yo también he encontrado,esta vez, la mía a través de mi amigo, elcineasta Manuel Pelaz, que está rodan-do un documental desde hace mesessobre el Mercado de San Antonio. "Lashordas de arquitectos municipales -medecía- quieren remozarlo, y mucho metemo que acaben vilipendiándolo, con

esa obsesión por destacar y ser líderesen el terreno de la globalización". Enpleno corazón de Barcelona, junto alhoy más cosmopolita y variopinto ba-rrio del Raval, desde La Miranda, Ma-nuel observa el Mercado y se deja em-brujar por lo que es y por lo que repre-senta: el modelo de un tiempo que pasó,sí, pero que puede conservarse, quepuede seguir conviviendo con este otrode ahora, por más ingrato e implacableque sea. Y baja hasta él desde su atalayay lo persigue, va detrás de ese tiempoque se expresa en las luces de su inte-rior, para descubrirnos a través de susfotogramas aquella lentitud, aquellabelleza, confinadas en ese cofre de vi-das y de historias. Yo sé que el Merca-do se le va revelando, bajo el patronaz-go protector de San Antonio, en susrincones escondidos, en las telas de ara-ñas que gobiernan las volutas de las al-tas columnas de hierro, mordidas porla herrumbre, y a las que alguna vez seabraza; en la mucha vida, en fin, quepalpita allí dentro, y que ha acabado porprenderlo en sus redes. Él quiere, digo,antes que se deforme la figura que to-davía conserva y la verdad que aún seve en su estructura y en sus muros es-critos por el tiempo y la intemperie,

JOSÉLUPIÁÑEZ

EL MERCADO DE SAN ANTONIO EN BARCELONA FOTO: SILVIA ABARCA

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Cultura/Viajes

dejarnos memoria de su realidad esencial, quesabe traducir como nadie con el misticismo desu mirada y la mágica exploración de su cámara. Por eso está atento a toda la actividad que segenera en torno al Mercado de San Antonio,porque es un mercado cambiante ycaleidoscópico, en el que se venden carnes ypescados y frutas o verduras que llenan decolores vibrantes sus sombras por el día; o sevenden ropas y prendas en los Encantes, bajolas marquesinas externas que lo rodean, unavez se han bajado los inmensos toldos verdesque protegen su interior del sol y del viento; yque los domingos se convierte en un gran ba-zar de libros viejos y de ocasión, a donde to-dos hemos acudido para adquirir novelas enediciones de lance o estampas o fotos o músi-ca y cromos de otro tiempo, de un tiempo quecasi sigue ahí palpitando al alcance de nuestrasmanos, a cambio de unos pocos euros. El do-mingo el Mercado lo es de libros y de revistas,de colecciones de sellos o de papel moneda y,desde muy temprano, se inicia el ritual con unaprocesión de carros, algunos centenarios que,casi al amanecer, se van acercando ruidosamen-te desde las calles adyacentes, arrastrados porsus dueños tan de mañana porque quieren irpreparando con la antelación y el mimo nece-sarios la mercancía del conocimiento. Allí síque coinciden vida, literatura y comercio, comoen muy pocos lugares de España y ese encuen-

tro es una fiesta hasta para la sensibilidad delmás ajeno; una fiesta que algunos quieren irclausurando por mor de la modernidad y delas reformas. El viejo Mercado de San Antonio (1876-1882) de Antoni Rovira i Trias, se construyócon la intervención del ingeniero más expertoen estructuras estáticas de hierro que había enla Barcelona de finales del XIX, Josep Cornety Mas, y es el único del Ensanche que se alzaen el lugar predeterminado inicialmente en elproyecto de Cerdà. Forman sus dos naves unaequis en diagonal, encima de la cual se alza uncimborrio octogonal, con grandes ventanas enarco románico que iluminan el interior y es, enpalabras de Hughes, "un nódulo de vida y de-talle; su sobria ornamentación de hierro -lasvolutas de fundición en los paneles alrededorde las ventanas más estrechas y el elegantemoldeado de la estructura metálica de las enor-mes, casi eclesiásticas, ventanas que hay sobrelas entradas de las esquinas- realza la construc-ción estructural de las naves y actúa como tran-sición hacia el bullicio de la vida del mercado,sus ruidos, sus conversaciones, el color de losproductos y el resplandor de las luces". Yo creo que esa equis marca con acento librescoe imaginativo el tejido espiritual de ese corazónde la urbe; es una cruz que gira y atrapa, aunqueparezca estar inmóvil en el barrio, le comentabaa Manuel. Y le decía que para mí es una cruz

energética, una suerte de hélice que da vueltasy expande sus enigmas y sus leyendas, al tiem-po que convoca a todos aquellos que cadadomingo acuden deseosos de recibir el recadode la Literatura y del arte. Lo he visitado enestos días y me he confundido con las gentesque buscaban el libro raro o la estampa olvi-dada, pero también el último videojuego o lapelícula en oferta. Lo audiovisual va comien-do, aquí también, cada vez más terreno a loimpreso. Pero no cabe duda de que, la mañanade los domingos, en Barcelona, todavía quedaun reducto para hojear novelas o curiosearentre los montones de periódicos o publica-ciones de toda especie, que nos devuelven aaquella otra actualidad de hace décadas, con laque es posible conectar desde este ahora in-quietante de cambios y de incertidumbres.Manuel Pelaz está contando todo esto, y estáhablando con los tenderos y con los comer-ciantes, con los clientes habituales y con losvisitantes que lo gozan cautivos del color y sussombras, para darnos cumplida noticia de estajoya escondida que algunos descubrimos cuan-do nos iniciábamos en la Literatura y en SanAntonio nos dábamos de bruces con los gran-des maestros que fueron moldeando nuestrasensibilidad y que nos empujaban con la belle-za de su prosa o el lirismo de sus versos a eseinmenso, necesario e impredecible mar de lashistorias y de las emociones.

EL CINEASTAMANUEL

POLS PELÁZEN LA MIRANDA

(BARCELONA)AGOSTO 2009.

ABAJOPANORAMA

DEL MERCADODE LIBROS

DE SANANTONIO

UN DOMINGOPOR LA

MAÑANA

FOTOS:SILVIA

ABARCA

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Cultura/Poesía

Oye al viento cantar es el tercer libro depoesía que publica Emilio Rosales (Jerezde la Frontera, 1960), doctor en Filo-sofía y profesor de Estética en la Fa-cultad de Comunicación de Sevilla, ade-más de autor de diversos ensayos. Setrata de un poemario profundo, traza-do con grave sencillez expresiva, queparte de una tristísima certeza inicial enla que el poeta, sin embargo, se niega arenunciar al misterio. Escuchar al vien-to, aunque su canto horade heridas dedifícil cicatriz, es sin embargo un ínti-mo privilegio. No sólo el viento, todoel volumen lo vertebra cierta especialsensibilidad hacia la naturaleza, una ac-titud contemplativa de la belleza quehace posible la reflexión existencial yuna nueva invocación de lo sagrado. Elpaisaje estéril de la muerte lleva al poe-ta a compararse con un cuervo. Com-pañero del viento, por cuanto afirmasu libertad, sobrevolará la impotenciaante el dolor y construirá un dios per-sonal: "¿Qué temes, alma mía,/ signoerrante,/ si tu dios es el viento/ quegolpea en los muros/ y salta los cerca-dos?". El réquiem "Vosotros que veláis"contiene la impotencia ante la realidad

Escuchar al vientoatroz de la muerte. Son versos de rabia:"Doy gracias porque nunca/ he tenidosu fe/ ni he comido su pan/ ni he be-bido su vino". También de esperanza,reflejada en una culminante acción degracias a la diosa del amor. El poemaplantea las circunstancias de inicio dela aventura espiritual que susurra elviento en su cantar. Tras este texto es-tremecedor y otros que le siguen desombría amargura, hay una toma deconciencia de la voz lírica -"Por todoslos que dudan has venido a cantar"-, queimplica "la salvación por el amor". Elautor eleva una afirmación de lo sagra-do que es irrenunciable y pertenece alindividuo; libera símbolos cristianos desu contexto doctrinal para dotarlos decontenido humano: "que ella tome tusexo/ desnudo como un trozo/ de panentre los labios".

Los textos del segundo apartado dellibro, "Otros poemas", como se indicaen las notas que epilogan el volumen,"nacieron de circunstancias concretas".El poema "Lo puro y lo impuro" cons-tituye una emblemática defensa de lalibertad de amar a personas del mismosexo frente a la condena de las jerar-

quías católicas, con versos demoledores:"El roce más oscuro/ del amante eshermoso,/ el gesto más obsceno./ Yes sagrado,/ como nunca lo han sido/ni el dolor de su Dios/ ni las piedras/que sostienen sus templos". El autorindica que, en éste y otros casos quereseña, "la acción poética, en su bús-queda del sentido de las palabras, es porsí misma una acción política". Poesíacomprometida, por tanto, que clamacontra la perversión del lenguaje poraquellos que ejercen el poder.

Oye al viento cantar se imprimió en lostalleres de la imprenta Kadmos deSalamanca el día 19 de noviembre de2008. Está editado por Renacimiento.Con este título, Emilio Rosales ahondaen su personal indagación poética des-de una concepción romántica quesubjetiviza la naturaleza para dar cabi-da al pensamiento crítico y aflorar enrebeldía. El discurso íntimo de Rosalesse sabe comprometido con la libertaddel hombre y su derecho a ser "feliz por-que ama". En su decir, hay un modo dehablar a los espejos y al corazón queenlaza con el Machado de Soledades y elJuan Ramón de Arias tristes.

EL POETA JEREZANO EMILIO ROSALES, AUTOR DE OYE AL VIENTO CANTAR

MAURICIOGIL CANO

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Cultura/Poesía

José María Bermejo acaba de publicaruna antología en español de la poetisa ja-ponesa Akiko Yosano, con el título dePoeta de la pasión. Su libro principal es Pelo

revuelto, y ese título tiene un montón desugerencias apasionadas. Fue en su paísen donde comenzaron a llamarla "poetade la pasión". Muy pronto se dio a cono-cer como una rebelde, que defendió laemancipación de la mujer, y que cantó alamor en versos rupturistas, alejados delas rigideces clásicas.

"De los innumerables escalones/queconducen a mi corazón/ el subió tansólo/ quizás dos o tres". Está pidiendoque alguien ponga su vida, que vea deverdad su corazón. Que se arroje a lo des-medido de su corazón. Que dé un salto.Y las mujeres, igual que las montañas, vana moverse. En otro tiempo fueron acti-vas entre llamas, y ahora duermen. Perode nuevo van a despertarse y moverse. Sevan a romper las coacciones sociales, lasrigideces. Y van a traer su pasión.

En un poema bellísimo, Yosano hablade entrar en los sueños de alguien. "Pue-do entregarme a ella/ en sus sueños/murmurándole sus propios poemas/ aloído/ mientras duerme a mi lado". El

estar dormido como fervor y apasiona-miento. La poesía como decirle a alguiensus latidos. La poesía como apasionamien-to. La forma de llegar a alguien de ver-dad, de vivir con ella lo supremo. Igualque la luna con Endimión, o el caballocon la mujer de Fussli, el amante entra enlos sueños de la amada, y toca su intimi-dad. Como Castel en la novela de Sábatollega a María mediante una visión en uncuadro.

Pero lo propio de Yosano es el sentirincontrolable, el que nos da la nostalgia.El anhelo como visión: "¿Será porquesiempre anhelas, corazón, / que siempreenciendo una lámpara/ en el naranja delocaso". La lámpara es el alma, la intimi-dad. Y se enciende en el mundo naranja.Cuando el mundo se pone apasionado.El anhelo, como en Cernuda, dibuja elterritorio sin límites, la plenitud. Y pideque el universo se transmute.

"Dulce y triste/ como un amor sobre-cogido/ por largos suspiros/ de lo pro-fundo de un sauce/ poco a poco/ va sa-liendo la luna". El amor nos otorga expe-riencias sutiles. Y capta los espectáculosmágicos de la naturaleza. Por el amorpulsamos el latido de la naturaleza. El

amor ahonda nuestro sentir, nos hace vi-dentes.

Y de repente llega lo prodigioso. Lapasión hace que se liberen todas las ma-ravillas. "Viniste al fin, y por eso/ dejé ir alas libélulas/ que conservaba cautivas/entre mis cinco dedos/ este atardecer deotoño". Con su estilo sintético, en quecada palabra está repleta de resonancias,Yosano expone el milagro del encuentroapasionado. Como se liberan las libélulasescondidas. Tenemos, de modo muchomás elusivo, las mariposas que rodean alos personajes de García Márquez. Vinis-te al fin, dice. Con eso sugiere lo más an-helado, lo más esperado, lo definitivo. Ylas libélulas se sueltan igual que las notasdel arpa de Bécquer. La pasión es lagenialidad, es que la vida toda muestre loque lleva oculto. Y eso ocurre en los mo-mentos de transición misteriosa, como elatardecer. En las horas límite. Cuandoapunta la gracia. Las libélulas son el espí-ritu, lo invisible. Lo inefable. Todo quedadicho con palabras condensadas, reple-tas de perfumes. Las palabras recobransus poderes invocadores y nos transfor-man el mundo. Con Yosano, la pasión mues-tra su poder de revelarnos el mundo.

La dama del pelo revuelto

DIVERSAS FOTOGRAFÍASDE LA POETISA

JAPONESA AKIKO YOSANO, CONOCIDA EN SU PAÍS

COMO LA POETADE LA PASIÓN,

Y PORTADA DE LAEDICIÓN DE JOSÉ MARÍA

BERMEJO, QUE NOSOFRECE UNA SELECCIÓN DE

TEXTOS DE LA AUTORA,RECIENTEMENTE

TRADUCIDOSAL CASTELLANO

ANTONIOCOSTA

GÓMEZ

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Cultura/Poesía

Llegó en 1970 a París. Estudió Filosofía yLiteratura Comparada en la Universidad deParís. Ha publicado los libros Transmigración,Aparición de Nazca, Pestañeo de la nada. Todosellos traducidos por el gran hispanista ClaudeCouffon. Laura Restrepo escribió un reporta-je sobre él en Babelia.

Vemos el realismo mágico de un poeta pe-ruano. Fue de Perú a París tras las huellas deCésar Vallejo. Es un hombre lleno de vigor,tranquilo, Alejandro Calderón, nuestro poetaen París. No se le da audacia, se le nota quie-tud. De repente suena el móvil, su voz es apre-surada, atiende a la persona interesada en alo-jarse en el hotel Esmeralda. Sorprende suhablar francés casi perfecto, son 28 años dehablarlo. Conoce muy bien el París de ahora,ése que atrapa con sus puentes sobre el Sena,obsesivo, hermoso, donde la lluvia tiene elcolor de la plata, donde el amor es libre y purocomo el de Abelardo y Eloísa. Motivos sufi-cientes para seguir en esta inspiradora ciudad.Alejandro tiene en su alma literaria muchospoemarios, tan transparentes para quien hizode su ser un prisma.

Llena de sentimiento por nuestra Sudaméricale pregunto si piensa regresar a Arequipa, son-ríe y calla. De repente habla de sus autores pre-dilectos, entre ellos César Vallejo, JulioCortázar. Con entusiasmo nos dice dónde es-tán sus tumbas, en Montparnasse. Yo vi que élsintió una alegría inmensa al saber dónde que-

daba la casa de Henry Miller, y con dolor noscontestó que él había estado en la misma calleel mismo día. Nos habla de su nuevo libro.

La luz quieta y voluptuosa de una lámparade antaño alumbra su rostro amable y lleno deilusión mágica. Y nos enseña sus últimos poe-mas.

En "Prisma" habla de un puente entre la ale-gría y la tristeza, algo que desune pero el puen-te está ahí para unir. En "Centella" es comoalgo que quiere alcanzar y no puede, algo queestá y no está, o sea, lo que es una cortina dehumo. Es como un presente que pasa a unpasado centelleante. En "Aves" se ve intran-quilidad, desasosiego, miedo, pero a la vez sue-ños. Sorprende y desconcierta el encabalga-miento en todos los versos, lo que muestra unainquietud continua. En "Enigma" habla de lopasajero, lo que queda en ceniza, todo es oro-pel. Salta a la luz que sus versos son vallejianos,porque utiliza palabras desconcertantes,inusuales en un poema, como nabo, fibra, car-bón, encía. En "Souvenir" denota oscuridad,soledad, inquietud, pero también refleja espe-ranza en el mañana rodeado de amor maravi-lloso, "reflejo del deseo, centella del espíritu".

"Tiempo" denota osadía, poca sangre, ru-deza, burlándose de la muerte, y juega con esetiempo que pasa inexorablemente. "Corres sincesar tras el cristal/ que raptó la élite del tiem-po". Nos despedimos de la llama que peregri-nó a París en busca de "las zanjas oscuras en elrostro más fiero".

Una llama en ParísCONSUELO DE ARCO

JOSÉANTONIOSÁEZ

ALEJANDRO CALDERÓN YCONSUELO DE ARCO ENPARÍS.

LA LUZ QUIETA YVOLUPTUOSA DE UNALÁMPARA DE ANTAÑOALUMBRA SU ROSTROAMABLE Y LLENO DEILUSIÓN MÁGICA. Y NOSENSEÑA SUS ÚLTIMOSPOEMAS

Hay personas que viven con vocaciónde acogida. Las hay que son como unlugar de encuentro. Y qué mejor oca-sión para decir que Paloma FernándezGomá, madrileña de 1953, pero resi-dente en Algeciras desde 1969, se haconvertido sin duda, para muchas delas voces poéticas dispersas a uno y otrolado del Estrecho, en patria de acogida,en lugar de comunión y encuentro. Tuveconciencia cierta de ello cuando nosconvocó a muchos de los que tenemosla experiencia diáfana de su generosi-dad en aquella hermosa antología quelleva el título de Arribar a la Bahía, sub-titulada Encuentro de poetas en el 2000, queella misma coordinó y difundió comola buena semilla por los cuatro puntosde nuestra geografía. Desde entoncesse ha investido como una gran agluti-nante de voluntades poéticas y somos

Orillas que se miranmuchos los que podemos dar fe de lagenerosidad y apertura de miras con quenos ha acogido en el reino del verboungido, deslumbrante y revelador deluniverso poético. Paloma FernándezGomá pareciera una descendiente deaquellos califas árabes andalusíes quedaban asilo en sus reinos a cuantospoetas venían huyendo de otros en losque eran perseguidos o habían caído endesgracia, cuando no habían perdido supatria a manos de los ejércitos cristia-nos. Somos muchos los que sabemos desu obra literaria, (más rica y fecunda enverso, menos abundante, aunque nun-ca desdeñable en la prosa) y muchostambién los que conocemos la fecundalabor que ha venido desarrollando tan-to en la Asociación de Mujeres Progre-sistas "Victoria Kent" de Algeciras

como en su labor de asesora literariadel Instituto Transfronterizo del Estre-cho de Gibraltar. Una de las obras pre-dilectas de esta última etapa de su vidaes, sin duda, la revista "Tres Orillas" queella dirige con gran sabiduría y acierto,en la que ha venido a reunir las mejoresvoces literarias residentes a uno y otrolado del Estrecho. Paloma FernándezGomá se ha convertido así enabanderada de una causa tan justa comonecesaria, siguiendo el camino iniciadopor otros escritores de digna mencióny feliz memoria como Trina Mercadero Jacinto López Gorgé, ambos de unavocación tan integradora como la suya.Nunca hubo razones para el recelo y ladesconfianza entre las dos orillas delEstrecho, sí unas lenguas y unas cultu-ras que estaban llamadas a entenderse,a mirarse de frente y no a vivir de es-

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Cultura/Poesía

paldas. A esa tarea de encuentro viene dedi-cando Paloma Fernández Gomá muchos desus mejores esfuerzos, con entusiasmo, volun-tad y constancia envidiables. Sin duda es per-sona que cree en lo que hace y ahí están losfrutos de sus desvelos, en cuantas empresasnos propone y a las que no dudamos en su-marnos las voces de uno y otro lado de unmar que se extingue y un océano que nace, allídonde se ubicaron las columnas de Hércules. Como no podía ser de otra manera, toda estaenvolvente marea habría de fructificar en suobra poética, y en los últimos años PalomaFernández Gomá está viendo crecer su poesíacon el aliento vivificante de su inquebrantablevoluntad a favor de una causa tan noble comojusta y necesaria, así como de una experienciaforjada en hacer visible e inteligible para losdemás su decidido empeño. De ahí que en susmás recientes entregas, el lector que ha venidosiguiendo su obra encuentra esos signos quela identifican como una abanderada de la cau-sa espiritual que defiende y a la que tantos afa-nes dedica. En este ancho río, en esa generosacorriente, en ese decidido empeño suyo hayque ubicar un libro como Acercando orillas, sumás reciente entrega poética, donde su voz seabre nuevamente al hermanamiento, a la co-munión de voces y geografías apenas separa-das por una franja de mar que no impide lavisión del otro. En el Estrecho, la roca de Gi-braltar es un animal mitológico que bosteza al

amanecer arrojándose sobre las aguas de labahía, al par que se despereza. No es barrerani amenaza, que resulta bastión de acogida deun continente alfombrado con la piel de untoro, cuna de culturas, mitos y mercaderes quesurcaron sus costas fundando colonias con lasque comerciar. Venían de las tierras de orientedonde crecen los cedros y de ellos saben bien lascostas de este sur que al presente habitamos. Paloma Fernández Gomá ha bebido con sa-biduría y acierto en los poetas andalusíes, comoinvocándolos para inspirarse en su aliento yhacerse merecedora de contribuir a la más altamisión a que se siente llamada. "Calle delAgua" es la primera parte de un libro donde sevan dando la mano los textos que unen volun-tades a ambos lados del mar. El lector podráencontrar en ellos significados nombres de lasletras del norte de África, vinculados a unageografía de belleza y esplendor a la que tancercanos nos sentimos: Fez, Larache y Tetuánse dan la mano con Algeciras y proyectan suesbelta sombra sobre las dunas cercanas aBaelo Claudia, la ciudad romana erigida juntoal mar. Plazas, zocos y mercados, ríos de en-cuentro, cielos y palomas que se arrullan, ca-sas donde la cal y el azul copulan en haces deluz vivísima, en franjas de un límpido mar parael abrazo. Por allí pasea sus ojos Paloma Fer-nández Gomá y recorre lugares con el alma enun hilo, como sobrecogida ante tanta belleza,sabiéndose descendiente de unas gentes que

un día no tan lejano convivieron sobre el solarde al-Andalus. Una segunda parte titulada "Ángeles del de-sierto" aglutina unos textos por donde vemospasar el desierto y las ciudades señeras deMarruecos en las cuales se hace más evidentey visible la presencia española. La nostalgia delsur de nuestro país habita en el corazón deunas gentes que aún viven en la esperanza delreencuentro. Y también sus escritores, la vozesencial de los que no tienen voz, de quienesno aciertan a expresar la nostalgia que embar-ga el espíritu, la desazón que lo anega… Denuevo, caminos que pueden llevar al cualquierparte, bastiones, ríos, ciudades, árboles y pai-sajes, playas y desembarcos que, junto a ánge-les del desierto, pueblan unas páginas dondela belleza se esconde detrás de cada palabra,un verbo que aúna voluntades, convoca y so-brecoge por su gran poder de evocación. "Única presencia" recoge tres textos que vie-nen a desvelar el sentido último de un librosingular y atrayente. Sus títulos: "Desde laamistad", "Única ausencia" y "Al-Andalus" nopueden resultar sino reveladores del espírituque anima el poemario que comentamos. Bajoese aliento de comunión intercultural, de tole-rancia y diversidad nos deja Paloma Fernán-dez Gomá sumidos en la reflexión y los aro-mas de un reencuentro a que estamos convo-cados quienes vivimos a uno y otro lado delmar que une y no separa.

PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ

ACERCANDO ORILLAS, LIBRO EN EL QUE SU VOZ SE ABRE NUEVAMENTE ALHERMANAMIENTO, A LA COMUNIÓN DE VOCES Y GEOGRAFÍAS APENAS SEPARADAS POR UNA

FRANJA DE MAR QUE NO IMPIDE LA VISIÓN DEL OTRO

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Septiembre 2009EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO 7

Cultura/Viajes

Una casa en Noviercas Es Noviercas una de tantas aldeas, entierras sorianas, con el sagradoMoncayo al fondo, que poco puedendecir al viajero que transite en direccióna Ágreda. Su silueta en el horizonte semuestra, no obstante, inequívoca: unalto torreón cuadrangular y la torre desu iglesia a unos cien metros; el caserío,al pie de ambos, apenas si de lejos sepercibe por lo minúsculo y espaciado,todo ello sobre una colina donde enverano el sol refulge sobre las miesesque la circundan, creando una flama quedesvirtúa los perfiles. Y sin embargo,estamos ante uno de los enclaves lite-rarios españoles de mayor y másestremecedora significación humana. Los hechos fueron así, los hechosescuetos. Estamos en 1868, otoño.Huyendo de los efectos revolucionariosde la Gloriosa, que le es hostil, Gusta-vo Adolfo Bécquer se refugia enNoviercas, en el número 27 de la calledel Moral: una casa sórdida, de dobleplanta, una ventana en la baja, dos en laprimera, y otra en el sobrado, bajo eltejado con chimenea a la derecha, se-gún se mira. La puerta, adintelada y rús-

tica, queda bajo la vertical de la chime-nea, la ventana del sobrado y una de lasventanas de la primera planta: casa depiedra, angosta, primitivísima, sombría.Delante de la casa, donde hoy transcu-rre la calle, había un huerto. En estehuerto es fama que Casta Esteban, es-posa de Gustavo Adolfo, faenaba conel azadón las horas que las tareas do-mésticas le dejaban libre. Apoyado enel flanco derecho de la casa, había unmuro haciendo escuadra, y tras él uncorral. Tras de su puerta, Gustavo Adol-fo, avisado de que, en su ausencia, Cas-ta recibe a un hombre, acecha, aprove-chando que ha salido de madrugada consu hermano Valeriano, volviéndose des-pués sin que nadie le viera. Y allí ocultotras la puerta, ve, en efecto, que un hom-bre llama a la puerta de la casa, se lefranquea, y Casta y el hombre se besanen el mismo umbral. No es una leyen-da, ni un melodrama, es la página amar-ga de aquel poeta que fue acusado -porValera, nada menos- de escribir"suspirillos germánicos". Un hombre,en fin, atormentado, como tantos otroscuyo talento crea disparidad con la vida.

Pero que supo, a diferencia de todosellos, sus contemporáneos, poner lapoesía al alcance del hombre de lasmultitudes y, simultáneamente, abrir laperspectiva al simbolismo, del que nacetoda la poesía posterior… Esto, y lassecuelas derivadas de la sífilis, que pa-deció. El hombre es Hilarión Borobia, elnovio que Casta dejó para casarse conGustavo Adolfo en mayo de1861; hom-bre corpulento, irascible, espeso, bron-co. Le ha seguido a Casta a Madrid,convirtiéndola en obsesión de su vida.Hilarión reta a Gustavo Adolfo en laplaza del pueblo y por poco no le mata.Acto seguido, allí en Noviercas mismo,Gustavo Adolfo abandona a Casta jun-to con los dos hijos mayores de am-bos; el pequeño, nacido en diciembrede ese mismo año de 1868, se quedacon Casta. No volverán a encontrarsehasta que Gustavo Adolfo esté próxi-mo a morir en 1870, en el piso deClaudio Coello, en Madrid. De los treshijos que tuvieron, Gregorio termina-rá, con el tiempo, en la cárcel, acusadode robar para mantener a su propia fa-

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

HUYENDO DE LOS EFECTOS REVOLUCIONARIOS DE LA GLORIOSA,QUE LE ES HOSTIL, GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER SE REFUGIA ENNOVIERCAS, EN EL NÚMERO 27 DE LA CALLE DEL MORAL: UNA CASASÓRDIDA, DE DOBLE PLANTA

ANTONIOENRIQUE

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Septiembre 20098 EL FAROEL FAROEL FAROEL FAROEL FARO

Cultura/Viajes

milia, Jorge sienta plaza de soldado raso enOrán y su rastro se pierde en la historia, yEmilín ya no es hijo de Gustavo, sino deHilarión. El primogénito y el benjamín habíansido bautizados en Noviercas, el pueblo de lospadres de Casta -ella había nacido en la vecinaTorrubia del Campo-de quienes era la casa, ensu iglesia parroquial de los santos Justo y Pas-tor; está al confín de la calle del Moral, consólo ascenderla. Entre la iglesia y el torreón seubica la mencionada plaza pública. Allí se alzabala fuente, donde Casta iba a por agua. La gentedel pueblo -unas trescientas almas, en la época-,cuando Emilín vino al mundo, murmuraba quetenía toda la cara de su verdadero padre. Bécquer había inspirado en Casta un solopoema, apenas una cuarteta de versos forza-dos, pero premonitorios; en él Gustavo Adol-fo se ve como "un corazón para el amor yamuerto", mientras que a ella la mira como laflor de un páramo: "Tú creces de mi vida en eldesierto / como crece en un páramo la flor".Julia Bécquer, sobrina del poeta, hija de Valeriano,que tan cerca estuvo de ella en la infancia, nos ladescribe diciendo que "era guapa, pero antipáti-ca; tenía en la cara algo trágico y desagradable".Pero lo cierto es que, fuera como fuese, Casta es,indiscutiblemente, la mujer de la vida de Bécquer,y no sólo porque fuera la madre de dos de loshijos de ambos. La misma escasez de inspiraciónque provocó en el poeta revela, precisa y paradó-jicamente, lo cerca que estuvieron uno de la otra,tanto que no fuera preciso plasmar otros senti-mientos que los de la vida diaria. A todo esto,Gustavo Adolfo había tenido múltiples amoresy descuidaba la vida hogareña hasta extremosdesesperantes para toda mujer. En Noviercas, ellase hace cargo de todo, siempre, además, con lareticencia de Valeriano, cuya relación con su cu-ñada era pésima. En la casa de marras, en una eracercana, es fama que Valeriano trazó el famoso

retrato de su hermano, el que pasará a la historia,entre tantos, como arquetípico y definitivo. Cas-ta, además, cuidaba de los dos hijos de éste y suesposa Winnefred, una irlandesa al parecer inso-portable también para Casta. A dos años de la muerte de Gustavo, Castavuelve a casarse, esta vez con Manuel Rodrí-guez Bernardo, hombre calmo, afable, recau-dador de Hacienda, sin otro talento que pro-curar un buen pasar a su familia. Borobia lemata a la salida de un baile de carnaval de don-de había sido expulsado, de un trabucazo, en1873. Borobia muere poco después enBeratón, aldea soriana donde sitúa Bécquer elescenario de su leyenda "La corza blanca". Essorprendido robando su iglesia con una parti-da de malhechores y el pueblo le mata allí mis-mo. Ya era conocido como el Rubio. Castaqueda en situación de desamparo. Conocidoseran sus sablazos a los amigos y conocidos delpoeta, quienes, finalmente, colaboran en unlibro firmado por ella, titulado Mi primer en-sayo. No se resuelven sus penurias y su estadomental empeora. Casta Esteban muere en elmadrileño hospital de la Princesa víctima dehorrorosas quemaduras, al prenderse en su casasus vestidos con el aceite de un quinqué, in-cendio previsiblemente intencionado. Cuandoen 1913 se rescaten de la madrileñaSacramental de San Lorenzo los restos morta-les de ambos hermanos Bécquer para trasla-darlos apoteósicamente a Sevilla, nadie se acor-dará de ella. Pero lo cierto había sido que Cas-ta se casó ilusionada, con veinte años aún nocumplidos, y la vida con Gustavo fueamargándola: sus desvíos, sus infidelidades, sutrato tantas veces displicente, como tambiénsus numerosísimas ausencias. Era una hija delMoncayo. Igual que la machadiana Leonor,nacida en Almenares, a poco de aquí. (¿Quétienen las hijas del Moncayo, que enamoran a

los poetas andaluces?). No podía ser, la vidajuntos. Gustavo sí, tuvo sus devaneos, sobretodo con marquesitas, que le encantaban, adiferencia de las encallecidas manos de su es-posa, pero también es cierto que se desvivióporque nada les faltara, a su familia; su corres-pondencia epistolar con Casta refleja un ca-rácter benévolo, e incluso débil, de queValeriano le acusaba. Ninguno tuvo la culpa. Esta casa de Noviercas está hoy en el aban-dono. Sobre las rejas de la ventana de la plantabaja, que da al cuarto donde el poeta acostum-braba a escribir, hay un letrero de "se vende".Un vecino, a mi pregunta de cómo la Diputa-ción soriana no mete mano en el asunto, medice que pertenece a una señora que vive enCataluña y que vende sólo con la condición dequedarse con la primera planta. Uno no com-prende. Un poco más allá, siguiendo la calleque desemboca en un caminillo entre las mie-ses, se llega a un paraje singular, como son to-dos éstos que dan con el Moncayo, desde aquíuna inmensa pirámide azul, en el centro trans-versal de la península, lugar sagrado donde lastribus célticas terminaron uniéndose en susritos con los iberos: lugar el más simbólico dela Hispania primitiva. Y de todo ha quedadoun resón, una atmósfera poderosísima, una vi-bración telúrica que todo lo impregna, de loque Bécquer se nutrió, tanto aquí como en lainminente Veruela. O como en esta ermita, adonde va a dar el sendero que sale de su casaen Noviercas: Virgen de los Remedios, se lla-ma. Y es tradición que aquí estuvieron los cuer-pos descabezados de los Siete Infantes de Lara,antes de ser trasladados a Salas de los Infan-tes. Y hasta este paraje se llegaba GustavoAdolfo con sus bártulos de escribir, como depintar, Valeriano. Y de aquí, de este aire, y es-tas espesuras misteriosas, es la leyenda "Losojos verdes". Es Noviercas. Aquí está.

PANORAMA DE NOVIERCAS, PUEBLO NATAL DE CASTA ESTEBAN, ESPOSA DE BÉCQUER, HIJA DEL MONCAYO, IGUAL QUE LA MACHADIANALEONOR, NACIDA EN EL CERCANO ALMENARES. (¿QUÉ TIENEN LAS HIJAS DEL MONCAYO, QUE ENAMORAN A LOS POETAS ANDALUCES?)