el limbo

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El Limbo Dice el Catecismo de la Doctrina Cristiana en las preguntas referentes a las postrimerías. ¿Pues hay más que un infierno? Sí, hay cuatro, que se llaman: infierno de los condenados, purgatorio, limbo de los niños y limbo de los justos o seno de Abraham. El infierno de los condenados es el lugar donde van los que mueren en pecado mortal, para ser en él eternamente atormentados. El purgatorio; el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser allí purificados con terribles tormentos. El limbo de los niños, el lugar donde van las almas de los que antes del uso de la razón mueren sin el Santo Bautismo; y el de los justos o seno de Abraham el lugar donde, hasta que se efectuó nuestra redención, iban las almas de los que morían en gracia de Dios, después de estar enteramente purgadas, y el mismo a que bajó Jesucristo real y verdaderamente. Los Católicos sabemos que existen cuatro "infiernos", o cuatro partes del infierno, donde no hay visión beatífica: el limbo de los niños muertos sin bautizar, el limbo de los justos al que Cristo descendió, el Purgatorio y el Infierno de los condenados eternamente. El Denzinger nos confirma que esta «hipótesis teológica» —según el Vaticano actual— la sostiene solemnemente el Magisterio al menos en dos ocasiones. Lo hace en 1321 el Papa Juan XXII, en la carta Nequaquam sine dolore a los armenios. Lo hace en 1794 Pío VI, en la constitución Auctorem Fidei, condenando los errores del Sínodo de Pistoya: La doctrina que reprueba como fábula pelagiana el lugar de los infiernos (al que corrientemente designan los fieles con el nombre de limbo de los párvulos) … es falsa, temeraria e injuriosa contra las escuelas católicas. Durante generaciones, durante siglos, los católicos hemos aprendido la verdad del limbo con el célebre Astete y otros catecismos de formación. Sin embargo, un despacho de la agencia oficial vaticana Zenit nos contaba el 4 de mayo de 2006, ufanamente: Monseñor Alessandro Maggiolini, teólogo y uno de los redactores del Catecismo de la Iglesia Católica, explica por qué el limbo ya no aparece en la doctrina cristiana. Monseñor Maggiolini aclara que de este tema no se habla porque «es una hipótesis teológica que no parece fundada sólidamente en la Revelación. El silencio es una opción bastante sabia también porque el limbo, si se hubiera nombrado, no habría podido ser comparado ni con el paraíso ni con el infierno. Dos condiciones de las que a menudo se habla de una manera analítica y un poco petulante en cierta catequesis popular torpe. El Catecismo parece en cambio sugerir que, al final de la vida terrena, no hay soluciones intermedias entre beatitud y condena». Según Maggiolini, el Catecismo del Padre Astete debe ser «catequesis popular torpe». También debe serlo la clásica definición de San Vicente de Leríns en su «Commonitorio»,

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el Limbo

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  • El Limbo Dice el Catecismo de la Doctrina Cristiana en las preguntas referentes a las postrimeras.

    Pues hay ms que un infierno? S, hay cuatro, que se llaman: infierno de los condenados, purgatorio, limbo de los nios y limbo de los justos o seno de Abraham.

    El infierno de los condenados es el lugar donde van los que mueren en pecado mortal, para ser en l eternamente atormentados. El purgatorio; el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser all purificados con terribles tormentos. El limbo de los nios, el lugar donde van las almas de los que antes del uso de la razn mueren sin el Santo Bautismo; y el de los justos o seno de Abraham el lugar donde, hasta que se efectu nuestra redencin, iban las almas de los que moran en gracia de Dios, despus de estar enteramente purgadas, y el mismo a que baj Jesucristo real y verdaderamente.

    Los Catlicos sabemos que existen cuatro "infiernos", o cuatro partes del infierno, donde no hay visin beatfica: el limbo de los nios muertos sin bautizar, el limbo de los justos al que Cristo descendi, el Purgatorio y el Infierno de los condenados eternamente.

    El Denzinger nos confirma que esta hiptesis teolgica segn el Vaticano actual la sostiene solemnemente el Magisterio al menos en dos ocasiones.

    Lo hace en 1321 el Papa Juan XXII, en la carta Nequaquam sine dolore a los armenios.

    Lo hace en 1794 Po VI, en la constitucin Auctorem Fidei, condenando los errores del Snodo de Pistoya: La doctrina que reprueba como fbula pelagiana el lugar de los infiernos (al que corrientemente designan los fieles con el nombre de limbo de los prvulos) es falsa, temeraria e injuriosa contra las escuelas catlicas.

    Durante generaciones, durante siglos, los catlicos hemos aprendido la verdad del limbo con el clebre Astete y otros catecismos de formacin. Sin embargo, un despacho de la agencia oficial vaticana Zenit nos contaba el 4 de mayo de 2006, ufanamente:

    Monseor Alessandro Maggiolini, telogo y uno de los redactores del Catecismo de la Iglesia Catlica, explica por qu el limbo ya no aparece en la doctrina cristiana. Monseor Maggiolini aclara que de este tema no se habla porque es una hiptesis teolgica que no parece fundada slidamente en la Revelacin. El silencio es una opcin bastante sabia tambin porque el limbo, si se hubiera nombrado, no habra podido ser comparado ni con el paraso ni con el infierno. Dos condiciones de las que a menudo se habla de una manera analtica y un poco petulante en cierta catequesis popular torpe. El Catecismo parece en cambio sugerir que, al final de la vida terrena, no hay soluciones intermedias entre beatitud y condena.

    Segn Maggiolini, el Catecismo del Padre Astete debe ser catequesis popular torpe. Tambin debe serlo la clsica definicin de San Vicente de Lerns en su Commonitorio,

  • segn la cual la Fe de la Iglesia consiste en lo que ha sido credo siempre, por todos y en todo lugar.

    Cmo entender, pues, que la Comisin Teolgica Internacional, dependiente de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, que empez a estudiar la creencia en el limbo en 2004, publique en abril de 2007 un documento que dice cosas como que sta refleja una visin excesivamente restrictiva de la salvacin, que existen serias razones teolgicas para creer que los nios no bautizados que mueren se salvarn y gozarn de la visin beatfica?

    Cmo entender que el cardenal Ratzinger, entonces prefecto de la misma congregacin, afirmara en 1984 que el limbo era slo una hiptesis teolgica y que lo mejor sera no tenerla en cuenta? Cmo aceptar que en el Nuevo Catecismo el limbo haya sido omitido?

    Siempre hemos credo que en el limbo se goza de felicidad natural, ya que no de la visin de Dios, para la que es necesario la gracia. Siempre hemos credo tambin y ese es el centro de nuestra Fe que nos salvamos por los mritos de Nuestro Seor Jesucristo, por su Pasin y Muerte en la Cruz.

    Si el bautismo no es necesario, si se puede entrar en el Cielo con la mancha del pecado original, en vano se encarn Dios. En vano fue crucificado. En vano resucit. En vano existe la Iglesia, en vano existen los sacramentos. El documento se titula La esperanza de salvacin para los nios que mueren sin ser bautizados y, segn la comisin, el limbo representaba un problema pastoral urgente, ya que cada vez son ms los nios nacidos de padres no catlicos y que no son bautizados y tambin otros que no nacieron al ser vctimas de abortos; es cada vez ms difcil aceptar que Dios sea justo y misericordioso y a la vez excluya a nios que no tienen pecados personales de la felicidad eterna. Si hubiese que juzgar por estas palabras, parecera que la Comisin Teolgica Internacional, la Congregacin para la Doctrina de la Fe y el Vaticano que autoriza la publicacin del documento en cuestin, estn ms preocupados por el sentimentalismo contemporneo que por las verdades de Fe.

    Otro despacho de Zenit, de 2 de octubre de 2006, arrojaba ms luz sobre el espritu que gua a la tal Comisin: La Comisin Teolgica Internacional comenz este lunes su sesin plenaria en el Vaticano en la que, entre otras cosas, est analizando el borrador de un documento sobre los nios fallecidos sin el bautismo.

    As lo confirma un comunicado, emitido este sbado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, explicando que la reuniones estn presididas por el cardenal William Joseph

  • Levada, presidente de la Comisin, en cuanto prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe.

    Los documentos de esta Comisin no forman parte del Magisterio de la Iglesia, buscan ayudar a la Santa Sede y especialmente a la Congregacin para la Doctrina de la Fe a examinar cuestiones doctrinales de particular importancia.

    En diciembre del ao 2005, al hablar de este documento en redaccin, el secretario general de la Comisin Teolgica Internacional, el padre Luis Ladaria, S.J., explic a los micrfonos Radio Vaticano que sobre el limbo no hay una definicin dogmtica, no hay una doctrina catlica que sea vinculante.

    Sabemos que durante muchos siglos se pensaba que estos nios iban al Limbo, donde gozaban de una felicidad natural, pero no tenan la visin de Dios. A causa de los recientes desarrollos no slo teolgicos, sino tambin del Magisterio, esta creencia hoy est en crisis, aclar.

    Para entender la cuestin el padre Ladaria aclar: Tenemos que comenzar por el hecho de que Dios quiere la salvacin de todos y que no quiere excluir a nadie; tenemos que fundamentarnos en el hecho de que Cristo ha muerto por todo los hombres y de que la Iglesia es un sacramento universal de salvacin, como ensea el Concilio Vaticano II.

    De modo que el motor de esta abolicin del limbo son los recientes desarrollos no slo teolgicos, sino tambin del Magisterio que Cristo ha muerto por todos los hombres y de que la Iglesia es un sacramento universal de salvacin, como ensea el Concilio Vaticano II.

    A qu nos suena esto de por todos los hombres? Volvamos al despacho de Zenit de 4 de mayo de 2006, y a Monseor Maggiolini:

    Es mejor no ser demasiado curiosos respecto a los medios que usa Cristo, el cual quiere salvar a vosotros y a todos, como dice la frmula de la consagracin eucarstica.

    Monseor Maggiolini, se engaa, o quiere engaarnos? Bien es verdad que las versiones vernculas del Novus Ordo Missae dicen, con sospechosa unanimidad, sangre de la alianza nueva y eterna, que ser derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdn de los pecados.

    Mas tambin es verdad que esa no es la traduccin de las palabras de Nuestro Seor Jesucristo. Despus de casi cuarenta aos de falsificacin de las palabras del Redentor, en noviembre de 2006 la Congregacin del Culto Divino decret que pro multis debe traducirse como por muchos. El prefecto de dicha congregacin, Card. Francis Arinze, a quien de momento nadie est haciendo caso, justificaba confusamente tanto el cambio como la mala traduccin, diciendo entre otras cosas:

    Por muchos es una traduccin fiel de pro multis en tanto que por todos es ms bien una explicacin ms adecuada a la catequesis.

  • Respecto a las palabras que se aaden: Por vosotros y por muchos, las primeras estn tomadas de San Lucas, y las otras de San Mateo (Luc. 22, 20; Mat. 26, 28), pero que las junt seguidamente la Santa Iglesia, instruida por el Espritu de Dios; y son muy propias para manifestar el fruto y las ventajas de la pasin. Porque, si atendemos a su valor, habr que reconocer que el Salvador derram su sangre por la salvacin de todos; pero si nos fijamos en el fruto que de ella sacan los hombres, sin dificultad comprenderemos que su utilidad no se extiende a todos, sino nicamente a muchos. Luego, cuando dijo: por vosotros, dio a entender, o a los que estaban presentes, o a los escogidos del pueblo judo, cuales eran sus discpulos, excepto Judas, con los cuales estaba hablando. Y cuando dijo: por muchos, quiso se entendieran los dems elegidos de entre los judos o los gentiles. Muy sabiamente, pues, obr no diciendo por todos, puesto que entonces slo hablaba de los frutos de su pasin, la cual slo para los escogidos produce frutos de salvacin. A esto se refieren las palabras del Apstol (Hebr. 9, 28): Cristo ha sido una sola vez sacrificado para quitar de raz los pecados de muchos; y lo que dijo el Seor, segn San Juan (Jn. 17, 9): Por ellos ruego Yo ahora: no ruego por el mundo, sino por estos que me diste, porque tuyos son.

    Una Comisin Teolgica Internacional, sin rango magisterial alguno, enmienda la plana al Magisterio. De forma parecida a como, hace unos aos, las conferencias episcopales de los pases de habla hispana fueron enmendando la plana a Nuestro Seor Jesucristo, imponiendo cambios en el Padrenuestro. El principal, por cierto, cambiando deudas (et dimitte nobis debita nostra) por ofensas; y, por lo tanto, al hacer olvidar la deuda, que permanece tras el perdn de los pecados, haciendo olvidar tambin el purgatorio; el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser all purificados con terribles tormentos (Catecismo del Padre Astete). Primero el Purgatorio, ahora el Limbo.

  • De las canonizaciones despus de la reforma de la Congregacin para la causa de los Santos por Juan Pablo II

    Por qu no reconocer a los santos despus de estas innovaciones o porque tener reserva al respecto? A fin de responder este interrogante y aclarar algunas otras que puedan surgir de noticias como la canonizacin de Juan Pablo II, hemos hecho una traduccin del artculo 11 de la serie cmo explicar las creencias tradicionales de la Iglesia Catlica?, publicado originalmente en TRADITIO, sobre el tema de las Canonizaciones. Hay quienes pregonan que las canonizaciones son sin duda "infalibles". Esta posicin no es plenamente coherente con las enseanzas de los Doctores de la Iglesia, incluido el Doctor Universal, Santo Toms de Aquino. En particular, el nuevo proceso de investigaciones para las canonizaciones promulgado por Juan Pablo II ha puesto en duda la credibilidad de las canonizaciones o las ha hecho dudosas en muchos casos. De hecho, l proclam muchos beatos y santos en cifras inslitas en la historia de la Iglesia y de ese modo desvaloriz la veneracin a los santos. Todo ello en una poca en que los fieles se han convertido en ignorantes supinos de los grandes santos de la Historia de la Iglesia, como San Agustn y Santo Domingo. Existen actualmente serias dudas si estos modernos candidatos apresurados han sido escrutados suficientemente o si estos errores ocurrieron por causa de estas investigaciones apresuradas (que en otra poca acostumbraban durar hasta siglos) y por la preocupacin de los "Polticamente Correctos". El 25 de Enero de 1983, en "Divinus Perfectionis Magister", Juan Pablo II cort con la inmemorial tradicin de la Iglesia respecto al riguroso proceso de escrutinio para las canonizaciones usado desde su predecesor el Papa Urbano VIII en 1640. As, l instituy un nuevo sistema de canonizacin que se ha destacado por el trato a los candidatos no tanto por sus merecimientos espirituales (en el pasado esto conllevaba un proceso de largo tiempo de investigacin, milagros y veneracin) sino por su "rectitud poltica" para los tiempos modernos. El trabajo del Advocatus Diaboli (Abogado del diablo) fue eliminado, y el nmero de milagros debidamente sustentados se redujo a prcticamente a uno. Las nuevas normas eliminaron cualquier mtodo para que las objeciones pudieran ser libre y justamente sopesadas y conocidas por el postulador (que era escogido por los solicitantes para la causa) para presentar en el caso los elementos a favor y en contra del candidato en cuestin. En otras palabras, un hombre que acta como abogado para ambas partes (el solicitante y el objetor), pero que ahora es nombrado por el demandante. Qu es peor, incluso, perjudicial para la causa de la Verdad? El postulador, que usando una clusula para eliminar los testimonios "inconvenientes", es capaz efectiva y selectivamente de bloquear el potencial dao que los testigos oculares puedan causar con el testimonio negativo del candidato. Esta vaga clusula de "inconveniencia" nunca fue parte de las normas tradicionales. Antes de que Juan Pablo II hiciera los cambios, la

  • Iglesia declaraba santos nicamente a cuantos mostraban un grado heroico de santidad (no uno comn, que consiste en el Estado de Gracia). Este grado especial y eminente es llamado Estado de Perfeccin, cuando esta alma es movida por el Espritu Santo. Juan Pablo II abandon esta exigencia tradicional de la perfeccin heroica (cf. Vaticano II, "Lumen Gentium," cap. V). Afortunadamente, los telogos Catlicos tradicionales, durante siglos, han proferido conceptos que rescatan en cada situacin. Las canonizaciones no son invariablemente un acto de infalibilidad papal y ciertamente no son un modo primario de expresarlo. Santo Toms de Aquino: (Quodlibet IX, Cuestin 8, art. 16) sostiene que la canonizacin es un caso intermedio (medium), y presenta la opinin de que el juicio de que la Iglesia no puede errar en esta materia es meramente una creencia piadosa (pie credendum est), no un dogma. Otros telogos aseguran que la canonizacin no es materia de Fe. San Roberto Belarmino concluye que es altamente posible que el papa "pueda errar en controversias particulares de hechos que dependen principalmente de informacin y testimonios humanos". Esta es exactamente la situacin con la cual podemos encontrarnos en la actualidad. Aparentemente, Juan XXIII y Pablo VI no consideraban la canonizacin como algo infalible. Con todo, no habran abierto la caja de Pandora sino fuera por "descanonizar" a Santa Filomena, que haba sido venerada pblicamente por varios santos y Papas, y "descanonizar" a los 14 Santos Auxiliadores (San Acacio, Santa Brbara, San Blas, Santa Catalina de Alejandra, San Cristbal, San Ciriaco, San Dionisio de Pars, San Erasmo, San Eustaquio, San Gil Abad, San Jorge, Santa Margarita de Antioqua, San Pantalen y San Vito), que han sido venerados por los Catlicos desde el comienzo de la Iglesia. Si desean descanonizar los santos tradicionales, la estrategia contraria es el juego limpio: los catlicos pueden reservarse el juicio sobre los candidatos de las nuevas normas de canonizacin. Otra consecuencia del relajado proceso de 1983 es que los papas bsicamente han renunciado a su funcin papal de dar una mera confirmacin de la sentencia del obispo local en nombre de la "colegialidad". Ese obispo local, por supuesto, tiene pocos recursos para determinar los hechos de una causa ms all de cualquier duda moral. Adems, tiene un conflicto de intereses en cuanto a cmo se beneficiar financieramente de tener santos canonizados de su dicesis. En el proceso anterior, la autoridad papal estaba plenamente comprometida en la materia, por medio de la Sagrada Congregacin de Ritos, de manera que los actos previos del proceso de canonizacin podan juzgarse como cercanos a la definicin de infabilidad. Pero bajo el proceso de 1983, el papa no ejerce de forma directa y completa su autoridad de Vicario de Cristo. As, la autoridad de las canonizaciones luego de esa fecha no se acogen al marco de la autoridad papal, por lo que ciertamente no implican la infalibilidad de ste. (Cfr. P. lvaro Caldern, "Las canonizaciones en el Magisterio de ayer y de hoy". Angelus, Junio de 2005).

  • Se ha cruzado el lmite en esta cuestin y, en efecto, ha anulado el mandato de Dios expresado en su norma teolgica positiva? Como puede verse, no ha habido otra razn por la cual grupos significativos dentro de la Iglesia han cuestionado, como nunca antes, la santidad de aquellos que se supone son los santos nuevos. La indefectibilidad de la Iglesia no significa que grandes partes de la Iglesia jams sern destruidas. Esto significa que la Iglesia no ser aniquilada completamente. Por analoga, el dogma de la Infalibilidad no significa que los maestros de la Iglesia jams ensearn contra la Verdad, por ejemplo, mediante "canonizaciones" dudosas, slo significa, entre otras verdades, que la verdadera santidad Cristiana jams ser falsificada o silenciada por entero. Algunos como el Padre Po pueden ser verdaderos Santos tradicionales, justamente canonizados. Sin embargo, es aconsejable la prudencia. El antiguo proceso estricto de examinar los candidatos fue tan holgado por Juan Pablo II, y por consiguiente ha generado una corriente de dudosas "canonizaciones", que el proceso de canonizacin en su totalidad ha perdido, junto con su solemnidad, toda confianza en su autenticidad. As, que este o aquel santo "canonizado" por Juan Pablo II pueda estar, de hecho, en el Cielo -slo Dios lo sabe-, pero ciertamente no lo estara por su "canonizacin", realizada por un papa con un nuevo sistema innovador y poco serio que pueda asegurarnos al respecto. Tampoco los Catlicos se pueden sentir obligados a venerar a los "Santos" canonizados recientemente. Quiz los errores factuales de las nuevas canonizaciones sean enmendados por un futuro Papa, cosa que es imposible humanamente hablando, dado que la Apostasa hace mucho pas el punto del no retorno -slo queda esperar la Parusa. Pero, hay miles de santos tradicionales, cuya veneracin ha sido bien establecida y cuya intercesin ante Nuestro Seor Jesucristo puede ser invocada por los fieles Catlicos romanos tradicionales con plena fe y confianza.