el leviatán como pretexto

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    LEVIATAN COMO PRETEXTO:T. HOBBES Y LA INVENCINMODERNA DE LA RAZN

    Carlos Moya ValganEnfrentarse con el discurso de 'Leviatn', repetir el argumento pensantede su escritura, obliga a volver sobre los ltimos fundamentos epistemolgi-cos del lenguaje cientfico contemporneo, sobredeterminando nuestra propiarepresentacin simblica del mundo. Como autor de tal libro, Hobbes se ma-nifiesta como el gran pensador poltico de la Razn Moderna. Su pensamientodel Estado se identifica con el pensamiento de la Sociedad Civil en cuanto

    idea absoluta de la Sociedad, concibindose ahora desde la escritura lgica dela Ciencia. Esa singular forma de representacin simblica que desde Galileo,Hobbes y Descartes acabar convirtindose en el supuesto tecnolgico-socialde la secularizada Sociedad Industrial y de su desencantado entendimientoanaltico de toda 'objetiva' realidad. Releer el texto de 'Leviatn' es volver almomento originario en el que su escritura acontece como invencin y funda-cin ritual de la escritura lgica de la Ciencia, en cuanto instrumento anal-tico de todo posible discurso racional acerca del Estado y de la Sociedad.Las grandes revoluciones de la sociedad humana son cambios en la for-ma de representacin simblica; reorganizaciones del teatro, del tablado parala accin humana (Brown, 1972, 123). En una de esas revoluciones aqu-lla que inaugura y funda la Historia Moderna de la Sociedad Occidental, ala vez que se inventa el lenguaje analtico de lo que hoy llamamos Ciencia,se produce la representacin lgico-conceptual del Estado la palabra 'Es-

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    tado' entendida en su sentido cientfico ms general para sobredeterminardesde entonces todo el discurso racional de la Sociedad Occidental sobre supropia organizacin poltica y sobre toda otra formacin poltica en general.La escritura de Hobbes nos devuelve al revolucionario momento fundacionalsobredeterminando ritualmente nuestro propio entendimiento cientfico-tecno-lgico del mundo, nuestra propia actualidad epistemolgica.

    Asistiendo a la invencin moderna de eso que hoy llamamos 'Estado na-cional', participando su existencia y escritura en ese movimiento colectivoque ha determinado ya el pensamiento poltico de Maquiavelo y Bodino susreconocidos precursores, Hobbes resulta 'inventor' de su especfico argu-mento cientfico-racional: ese que desde ah deviene 'concepto histrico-uni-versal del Estado', esto es, 'concepto en general del Estado'. En el filsofoingls el pensamiento racional del Estado se piensa originariamente comoarquetipo histrico-universal de toda 'civilizada' formacin poltica en generalde toda posible Sociedad Civil, en el contexto de la revolucin episte-molgica que inaugura la Historia Moderna de Occidente. Y as, la escriturahobbesiana se produce como un momento capital en la invencin moderna dela Razn la nueva forma de representacin simblica del mundo que desdeahora va a revolucionar el Teatro Poltico Religioso de la historia occidental.

    Volver a pensar hoy el argumento de 'Leviatn' es plantear de nuevo elriesgo mayor de nuestra acadmica cultura occidental: la necesidad de volvera pensar la identidad sustancial entre el pensamiento de la Razn y el pensa-miento del Estado, como supuesto transcendental de nuestra etnocntricarepresentacin poltica del mundo, reproducindose implcita o explcitamen-te en el discurso contemporneo de la Ciencia y la Poltica de nuestros das.Todo el pensamiento poltico occidental posterior a Hobbes aqul que llegahasta nuestro propio tiempo, determinndose ideolgicamente como discursode la Democracia o como delirio totalitario va a estar sobredeterminadopor la escritura del 'Leviatn', pensando el Estado como negacin de la Gue-rra Civil, y ella misma como negacin fsica de aquella sociedad que llamn-dose Civil es el mximo invento de la Revolucin Burguesa. En trminos desu misma determinacin gentico-epistemolgica se puede decir que tanto laRevolucin liberal como la propia Revolucin Socialista se han producido, ensu objetivo resultado histrico, como vastos movimientos polticos colectivos'llevando a la prctica' el argumento racional del pensamiento hobbesiano:el Estado como Soberano Seor de la Paz que reina en la Sociedad Civil queEl Mismo funda. A partir de Hobbes se piensa y se invena la RevolucinLiberal (Spinoza, Locke, Hume, Rousseau, Kant, Hegel) y as, necesariamen-te, la Revolucin Socialista (Marx, Engels, Lenin) y el singular terrorismoestatal con que la revolucionaria historia occidental del Estado Nacional con-cluye, cuando su fantica realizacin universal seala la transicin hacia eluniversal Imperio Mundial de la Sociedad Industrial avanzada. Tanto msurgente resulta el volver a pensar hoy la identidad sustancial del pensamien-

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    T. HOBBES Y LA INVENCIN MODERNA DE LA RAZNto moderno de la Razn con el pensamiento absoluto del Estado cuanto queste es el ltimo argumento racional y la ltima legitimacin poltica seculardel dramtico movimiento colectivo de nuestra pattica 'Sociedad Nacional'hacia su propia Democracia.

    Repetir hoy el pensamiento de 'Leviatn' equivale as a volver sobre losltimos supuestos de nuestra propia Razn occidental, encarando el escenariosignificante donde la escritura hobbesiana deviene revolucionaria fundacinepistemolgica de tan singular forma de representacin. De ah la forzosa ne-cesidad de repetir imaginariamente el escenario histrico donde acontece, conla escritura del 'Leviatn', la invencin de ese argumento transcendental paratoda la posterior Historia Occidental: el pensamiento de la razn absolutadel Estado como revolucionario pensamiento burgus de la Razn. En otrolugar he intentado una mnima reconstruccin analtica de tan dramticoacontecimiento colectivo {vid. Moya, 1977). Desde tan provisional referenciame limitar aqu a insistir sobre algunos puntos estratgicos de aquella mis-ma argumentacin.

    IPropiamente, eso que hoy llamamos Sociedad Occidental es, ante todo,el resultado de la progresiva domesticacin religiosa 'cristiana' de los Reinosbrbaros de Occidente, forjndose sobre todo un fragmentado espacio polti-co que repite fantsticamente su vieja memoria ritual de Unidad Imperial.Tal es el ltimo argumento histrico-cultural de la llamada Edad Media (oc-cidental) en cuanto centralmente protagonizado por ese hierocrtico Imperioque es la Iglesia Cristiana de Roma, nica heredera sobre todo ese mundode la memoria escrita del desvanecido Imperio Romano. Que as deviene m-gico instrumento poltico al servicio de la custodia y propagacin 'occidental'de la Fe de Cristo, nica Fe Verdadera.Prescindiendo de la 'apariencia supraestructural' de tal argumento, Marxha intentado formular la ltima determinacin infraestructural de toda esaprolongada y compleja poca histrica. Si la antigedad se desarrolla a par-tir de la ciudad y de su reducido territorio, la Edad Media lo hace a partirdel campo (Marx, 1953, 415). La dialctica contradiccin campo-ciudadse invierte ahora: a la esplendorosa dominacin urbana con que Roma orga-niza su Imperio Universal, va a suceder, en el marco de la sociedad occiden-

    dental, la fragmentaria territorializacin feudal de las relaciones polticas.La sociedad feudal de Marc Bloch (1939) sigue siendo un texto cannicopara el anlisis de la formacin y consolidacin de los 'vnculos de dependen-cia' en todo este cosmos histrico-social (vid. Bloch, 1968). La estereotipadajerarquizacin de los vnculos de vasallaje es la forma en que ritualmente sepresentan las relaciones de dominacin tpicas de la atomizada sociedad feu-

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    dal (Weber, 1964, II, 810). Cuya particular articulacin poltica slo devie-ne analticamente inteligible en su carismtica dependencia respecto al hiero-crtico poder de la Iglesia sobre toda esa misma sociedad.En ese mundo rigurosamente jerrquico, el lugar ms importante y elprimero pertenece a la Iglesia. Esta posee, a la vez que ascendiente econmi-co, ascendiente moral. Sus innumerables dominios son tan superiores a losde la nobleza por su extensin como ella misma es superior a la nobleza porsu instruccin. Adems, slo ella puede disponer, merced a las obligacionesde los fieles y a las limosnas de los peregrinos, de una fortuna monetaria quele permite, en tiempo de hambre, prestar su dinero a los laicos necesitados.En fin, en una sociedad que ha vuelto a caer en una ignorancia general, sloella posee an estos dos instrumentos indispensables a toda cultura: la lectura

    y la escritura, y los prncipes y los reyes deben reclutar forzosamente en elclero a sus cancilleres, a sus secretarios, a sus 'notarios', en una palabra, atodo el docto personal del que les es imposible prescindir. Del siglo ix al xi,toda la alta administracin qued, de hecho, entre sus manos. Su espritupredomin en ella lo mismo que en las artes. La organizacin de sus dominioses un modelo que en vano tratarn de imitar los dominios de la nobleza, puesslo en la Iglesia se hallan hombres capaces de establecer polticos, de llevarregistros de cuentas, de calcular los ingresos y los egresos y, por lo tanto, deequilibrarlos. La Iglesia, pues, no fue slo la gran autoridad moral de aqueltiempo, sino tambin un gran poder financiero.. .. (Pirenne, 1963, 16-17);el mximo poder de acumulacin poltico-econmica sobre toda esa dispersay brbara sociedad que constituye su ritual dominio hierocrtico. Los clri-gos son la lite directiva en cuestiones de derecho, administracin y organiza-cin y la propia Iglesia es la nica organizacin slida, bajo cuyo modelose desarrollan las inmaduras formaciones polticas de los reinos (Troeltsch,1925, 130).

    Frente al 'cesaro-papismo' (Weber, Congar) de la Cristiandad Oriental,cuyo Patriarcado est al servicio del Emperador de Bizancio, la diferenciaespecficamente occidental entre poder poltico y poder religioso se va a pro-ducir originariamente como deslinde entre la particular competencia jurisdic-cional de los Reyes y el supremo poder sacerdotal del Papa. Que originaria-mente es Obispo de Roma y Patriarca de Occidente y como Vicario de Cristoen la Tierra y as Cabeza Visible de su Santa Iglesia deviene soberano Pon-tfice de ese hierocrtico imperio dentro del cual se articula y delimita elespecfico poder territorial de los distintos Reinos Cristianos. Todo el univer-so semitico de la Cristiandad Medieval reposa sobre el monopolio sacer-dotal de la escritura a cargo de la centralizada jerarqua eclesial. Su fundamen-to ritual es la custodia y administracin del 'depsito eterno de la Fe', con-tenido en la Sagrada Escritura y explicitado cannicamente en la doctrina delos Santos Padres y los Concilios. La Sagrada Escritura, la Biblia Cristiana,es el libro que contiene, de una vez para siempre, la divina revelacin de la

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    T. HOBBES Y LA INVENCIN MODERNA DE LA RAZNverdad de salvacin sobre la que todo este mundo se representa y suea suposible justificacin sobre 'este mundo' como condicin de la Gloria Eternaen el 'otro'. La organizacin litrgico-sacramental de los medios de salvacina cargo de la Iglesia es el supuesto carismtico de su especfico poder sacer-dotal sobre toda esta mltiple y dispersa sociedad que as se organiza y auto-representa unitariamente como Cristiandad.

    Slo Dios es verdadero rey ('vex verus'), slo su reino es firme ('soli-dum regnum') e imperecedero ('persaecula saeculorum'), que slo El es ver-daderamente glorioso y triunfador sobre todo enemigo.. . slo Dios o Cris-to rene perfecta y originalmente los verdaderos atributos regios y las cua-lidades de paz y de justicia que hacen slida la comunidad poltica, de talmodo que los reinos y reyes de aqu abajo reguli, dice San Bernardo deClaraval, si se les compara con la majestad divina slo pueden poseerlospor participacin o reflejo (Garca Pelayo, 1959, 85-86). Garca Pelayo re-sume el discurso teolgico-poltico que habita mticamente el ritual de Coro-nacin de los Reyes Cristianos. En el siglo ix, Juan de Orleans nos dice que"la Iglesia universal es el Cuerpo de Cristo y su cabeza es Cristo, y en ellaexisten dos principales personas eximias, la que representa al sacerdocio y laque representa a la realeza", y en el mismo sentido se pronuncian los Con-cilios de Pars y de Worms de 829 (Garca Pelayo, loe. cit., 94-95).

    El cumplimiento del Reino de Dios sobre el Mundo es el dramtico ar-gumento colectivo que articula en trminos significantes las relaciones leg-timas de dominacin sobre el hierocrtico escenario de la Cristiandad medie-val occidental, bajo el supremo poder sacerdotal del Pontfice Romano, mxi-ma personificacin ritual de Cristo en la Tierra. La administracin eclesial dela Sagrada Escritura funda el monopolio sacerdotal de la Fe y de los sacra-mentos, unificando ritualmente en un solo cosmos sagrado el mundo de lacristiandad feudal. Su propia distincin cannica entre el poder temporal'meramente poltico' y poder espiritual sacerdotal dice ya la hiero-crtica dependencia del primero frente al segundo. Cada Reino, en cuantoReino Cristiano, se presenta como realizacin territorial particular de ese sa-grado argumento universal que administra sacerdotalmente la hierocraciaeclesial: el cumplimiento del Reino de Dios sobre la Tierra. Como mitologe-ma ritual de la Realeza Cristiana, el Reino de Dios se presenta como el ar-quetipo poltico (vid. Garca Pelayo, 1959) que rige todo el sistema de re-presentacin simblica vinculado a ese ritual colectivo de Soberana. Desdela Fe en el Reino de Dios, revelado en su Sagrada Escritura eclesialmenteadministrada, se piensa el mundo, su temporal organizacin poltica y su di-vina razn eterna. El pensamiento medieval de la razn es, ante todo, pensa-miento teolgico, monopolio ritual de la Iglesia. Que es la organizacin cuyospropios lmites jurisdiccionales delimitan ritualmente esa compleja formacinestatal cuya especfica singularidad histrica puede tipificarse con el nombrede 'Cristiandad Feudal' (Vid. Moya, 1977, 99 y ss.).

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    Todo el movimiento intelectual de la Escolstica no es sino la pura ex-presin y el resultado de ese absoluto monopolio eclesial sobre la escritura,sobredeterminando la cannica reconciliacin entre la Sagrada Escritura y laRazn Escrita de los Antiguos en la unidad teocntrica de ese ritualizado uni-verso significante que funda y sostiene la coherencia lgico-conceptual delas Sum as. Para Santo Tom s insp irado tradu ctor cristiano de . la lecturade Aristteles por Averroes la escritura del Filsofo que as puede leerahora tiene un latente valor sacral como Revelacin Natural de la Razn en-tre los Antiguos. Santo Toms va a ser el pensador y organizador en latn delnuevo 'corpus cannico' de todas las Escrituras que fundan la Verdad Abso-luta de la Iglesia. Junto a las Sagradas Escrituras cannicamente iluminadaspor las santas escrituras de los Padres y los Concilios, los textos escritos de'el Filsofo'. La autoridad sacral de tan cannicas Escrituras la latente oexplcita sacralizacin de aquellos textos donde la Filosofa Antigua devieneinstrumento lgico de la Eterna Razn que habita la Sagrada Escritura esel ltimo referente sobre el que se apoya la racionalizacin escolstica de todaesta forma de representacin simblica de un mundo que se piensa y sueaimago terrenal del Reino de Dios.

    Desde esa dramtica clave arquetpica internalizada ritualmente porcada aplicado comentador escolstico se leen y entienden ahora los resi-duales textos griegos. Recuperados ahora a partir de su previa reinterpreta-cin monotesta por los escribas rabes y judos, escribiendo y pensando des-de la Escritura de sus especficos Libros Sagrados: el Corn, la Torah. Lafragmentaria memoria escrita del Logos fsico griego, recuperada a travs delfiltro ritual de la Escritura Sagrada del nico YHWH, Alah, Deus PaterOmnipotens deviene, desde Averroes y Maimnides a Toms de Aquino,originaria Revelacin Natural a los humanos de la Razn Eterna que produ-ce y gobierna el Mundo. La Geografa de Ptolomeo, 'recuperado' a media-dos del siglo xv, junto con la Cosmologa fsica de Aristteles, son lossupuestos de la Geocntrica imago del Universo con que la ciencia fsicaescolstica celebra el drama teognico de la Creacin y Redencin Divinasdel Mundo. El cerrado cosmos esfrico de Ptolomeo deviene escenario abso-luto de la Gloria de Dios, redimiendo su creacin desde su especfico centrofsico: la Tierra. Las Escrituras, conteniendo la historia de la Creacin y laRedencin, constituyen el ltimo referente literal que consagra dogmtica-mente, la verdad absoluta del Sistema Ptolomaico.

    La invencin moderna de la Razn el pensamiento burgus de la Ra-zn, su pensamiento 'civil* y as, 'secularizado', extraeclesial es la revolu-cin epistemolgica que impulsa la ascensin de la Burguesa en el marco delas Monarquas Absolutas, sucediendo a los limitados Reinos Cristianos delOccidente medieval. La Monarqua Absoluta va a ser la primera forma enque aparece el Estado moderno: incipiente figura del Estado Nacional escin-dindose como Poder Soberano frente al imperio sacerdotal de Roma en el

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    contexto de esa revolucin religiosa que es la Reforma Protestante. Dram-tico argumento teolgico-poltico de la Revolucin Burguesa inaugurando ri-tualmente a la Historia Moderna como Historia Universal escrita desde Occi-dente. Y en esta forma, la vieja Cristiandad Feudal de Occidente, rompiendolos lmites rituales de su hierocrtica organizacin eclesial, deviene, progresi-vamente, un agonstico sistema de Estados nacionales concurrentes entre s.La lucha permanente, en forma pacfica o blica, de los Estados nacionalesen concurrencia por el poder cre para el moderno capitalismo occidental lasmayores oportunidades. Cada Estado particular haba de concurrir por el ca-pital, no fijado a residencia alguna que les prescriba las condiciones bajo lascuales le ayudara a adquirir el poder. De la coalicin necesaria del Estadonacional con el capital surgi la clase burguesa nacional, la burguesa enel sentido moderno de la palabra (Weber, 1964, 1047).El viejo arquetipo medieval del Reyno de Dios el mitologema sacra-mental de la Realeza Cristiana en cuanto ritual colectivo de Soberana ecle-sialmente administrado es el ncleo dramtico de esa forma de represen-tacin simblica cuya progresiva desintegracin es el propio resultado de larevolucin epistemolgica que impone la revolucionaria ascensin de la Bur-guesa como sujeto colectivo central de la Historia Moderna y Contempor-nea de Occidente. La Revolucin Burguesa de la cultura occidental la in-vencin colectiva de esa secularizada Sociedad que es la Sociedad Civil orga-nizada racionalmente en trminos de Estado y Mercado slo es posible apartir de la propia secularizacin burguesa de la escritura, rompiendo su mo-nopolizacin ritual por la Iglesia. La Burguesa produce as una nueva 'cultu-ra literal' que va a transformar radicalmente el sentido y el impacto socialde la escritura sobre el lenguaje y el comportamiento, se entiendan o se en-frenten. En el centro dinmico de todo ese proceso de transformacin radi-cal, el desarrollo tecnolgico-industrial de la imprenta, la revolucin tipogr-fica de la Escritura.

    En manos de monjes y clrigos la escritura es una actividad ritualmentevinculada al monopolio eclesial de la Sagrada Escritura. Desde esa situacinde partida que es la Cristiandad occidental, el desarrollo de la escritura comotecnologa radicalmente secularizada se identifica objetivamente con la propiahistoria poltica de la Burguesa. El Estamento Burgus de las ciudades me-dievales, que se ha desarrollado originariamente dentro del escenario ritualde los Reinos Cristianos, acabar por transformarse en Clase Nacional Do-minante sobre el nuevo escenario poltico que su revolucionaria ascensinproduce: el Estado Nacional. La produccin poltica de ese nuevo escenariose identifica con la propia revolucin epistemolgica que va a disparar la re-volucin tipogrfica de la escritura: la invencin moderna de la Razn, 'ar-gumento/instrumento' radical de la Revolucin Burguesa de la Cultura Oc-cidental.

    Para el siglo xi se ha puesto en marcha el renacimiento de la vida ur-

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    baa en la Cristiandad occidental (Pirenne, 1939, 36 y ss.). Aparicin sobreel escenario medieval del Estamento Burgus, novsima categora social queahora comienza su historia. La pujanza bajo-medieval de tal Estamento cla-ve para la consolidacin del poder de la Corona frente a sus Grandes vasa-llos, los Seores Feudales, y a toda amenaza exterior va unida:

    1) Al desarrollo de los estudio s del De recho Ro man o y de unas mni-mas disciplinas seculares en el marco de Universidades que, ms acde su dependencia eclesial, estn progresivamente vinculadas a laCorona y a sus crecientes necesidades burocrticas. Valga como ilus-tracin estratgica el Cristiansimo Reino de Francia: su consolida-cin como un Estado territorial que imparte la justicia y tiene queadministrar racionalmente sus propias finanzas, implica la formacinde una 'tecnoestructura' de justicia y administracin ms complejaque entraa el desarrollo de una delgada pelcula de gentes que leeny escriben (Chaunu, 1975, 81).

    2) A la invencin (italiana) y difusin d e la le tr a de cam bio' y el 'librode cuentas', y en general de toda la nueva 'tecnologa literal' que im-pone el pujante desarrollo de las operaciones mercantiles y financie-ras, en el marco de este floreciente capitalismo comercial urbano(vid. Weber, 1956, 198 y ss.). El crecimiento progresivo de ese in-cipiente 'mercado occidental' se identifica objetivamente con la pro-gresiva consolidacin poltica de los Reinos Cristianos.

    La progresiva alfabetizacin del Estamento Burgus occidental se hadisparado inicialmente desde las grandes ciudades comerciales de Italia, elLanguedoc y la Pennsula Ibrica. Cuyas juderas urbanas, centralizando ri-tualmente toda una dispersa red de ghettos judos a los dos lados del Medi-terrneo, constituyen, con toda probabilidad, la red social que, desde amboslados de la frontera cristiana, domina un mayor volumen y espacio de nego-cios a la vez que protagoniza, en ntima conexin con el estrato letrado dela Espaa rabe, el desarrollo de una cultura escrita frente a la cual la delOccidente Cristiano no es sino ignorancia del griego y del hebreo y pura bar-barizacin ritualista del latn. En el Occidente no cristiano, Crdoba ha sidoel gran centro litrgico-poltico de toda esta pujante cultura escrita. Aquapenas cabe otra cosa que apuntar una cuestin central: el papel de impul-sin clave que sobre todo el primer desarrollo histrico de la cultura burgue-sa occidental ha tenido el hecho de que a lo largo de toda la Edad Media laPennsula Ibrica, a caballo entre la Cristiandad y el Islam, sea el territorioeuropeo en el que la circulacin de moneda y escritura dos dimensionesde esa misma pauta subyacente que es 'cultura escrita urbana* ha alcanza-do un mximo nivel de acumulacin creativa. Sin ese alto nivel de tecnologaliteral secular se hacen impensables esas grandes empresas de navegacin a

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    cargo de las Coronas de Espaa y Portugal que han descubierto y circundadotodo el Otro Mundo, radicalmente desconocido para el mundo cristiano occi-dental. Desde Lulio, Alberto Magno y Toms de Aquino hasta Cusano, Bru-no, Descartes, Hobbes y Spinoza, toda la historia medieval y moderna de laRazn occidental se piensa como re-traduccin, re-peticin y re-creacin deun pensamiento que ha sido ya, en el siglo xn, el argumento originario de la'escritura pensante' de Averroes, Maimnides, Abentofail. Pensando desde laacumulacin y traduccin simultnea de 'todas las Escrituras' desde el he-breo, el rabe, el latn y el griego la Ultima y nica Razn Significanteen todas ellas (vid. Moya, 1977, 99-128).

    Prescindiendo ahora de ese territorio fronterizo que es la Pennsula Ib-rica, la ms densa circulacin de moneda y escritura ambivalente manifes-tacin de una misma y fundamental pauta cultural, especficamente urbana,la mxima acumulacin de capital comercial y de poblacin seglar que lee yescribe tiene su escenario poltico territorial en las florecientes ciudades co-merciales de Italia. Que afirman y sostienen sus especficas autonomas pol-ricas en torno al inmediato imperio eclesial de Roma, impidiendo la configu-racin de ningn otro centro soberano sobre todo ese complejo y fragmen-tado espacio poltico. El Humanismo es una suerte de culto pblico urbano,especficamente italiano en sus orgenes: una creacin esttica de los hombresde letras celebrando la gloria y la fama de la ciudad, a caballo entre el Poplograsso y el Poplo minuto. En pleno auge y resplendor, la fantasmtica Re-surreccin literaria de la ancestral memoria latina del Imperio Romano. Jun-to a los legistas y fsicos seglares, aparece, desde Dante y Petrarca, esa nuevacategora social de letrados seglares que son los 'poetas-fillogos' resucitandoy administrando, pblicamente, el viejo culto greco-romano a la Gloria. Elmundo lector de Occidente estuvo largo tiempo dominado por los humanis-tas italianos con su mtodo narrativo y su latn (Burkhardt, 1951, 139).Primera invencin de una literatura especficamente burguesa que desde lasciudades italianas se expande por todos los medios letrados de la CristiandadFeudal.

    El ritual secular en latn de la Gloria y la Eternidad de la Fama en lasciudades de Italia se expande por el resto de la Cristiandad letrada con lapropia velocidad de la circulacin de moneda y escritura que teje las relacio-nes de los dominantes en ese mundo. Desde Italia se impulsa la produccinmonetaria de un mercado occidental, la produccin escrita de una incipientecultura literal burguesa. Chaunu ha analizado muy bien el impacto de esosflujos de relaciones y mercancas sobre la consolidacin territorial de la Co-rona de Francia como Poder Soberano. El Estado territorial entraa, comoel capitalismo urbano con el cual est ntimamente imbricado, el desarrollode una capa de hombres para los que la lectura y la escritura es una activi-dad corriente. La maquinaria poltico-administrativa de ese 'Estado de jus-ticia y finanzas' que es el Reyno Cristiano de Francia acta no solamente

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    como un multiplicador de la economa monetaria, sino como un multiplica-dor de una cierta forma de cultura escrita una cultura muy diferente, mu-cho menos abstracta, mucho menos refinada, pero ms prctica y concretaque aquella que dispensa la cspide del eslabn universitario para la difusinde la 'Sacra Doctrina'. El Estado de justicia y de finanzas, en estrecha rela-cin con el primer capitalismo comercial... acta como multiplicador de unaforma de 'cultura escrita laica'. Este contacto con una administracin degentes que leen y escriben multiplica, en efecto, el nmero de los intermedia-rios que tienen acceso a la escritura. El estado obliga (en los siglos xiv y xv)a las capas altas del campesinado, en Francia e Inglaterra, a realizar la enor-me inversin de una alfabetizacin al 10 por 100, inversin que el capitalis-mo comercial ha realizado, a partir de finales del siglo XII I y a principiosdel xiv, en la Italia Central de las grandes ciudades mercantiles (Chaunu,1975, 81-83).

    Y as, junto a la totalidad de escribas que configura el Estamento Reli-gioso el estamento letrado por excelencia, mximo productor y consumidorde letra escrita, con monopolio litrgico sobre toda escritura y lectura con-cerniente a la Sagrada Escritura, el desarrollo de la escritura como tecno-loga secular especficamente burguesa. Frente al Latn, como nica escrituraculta, se inicia ahora el primer desarrollo escrito de lo que luego sern 'len-guas nacionales': la escritura en 'lengua vulgar'. En el escenario poltico delos Reinos, junto a los clrigos y monjes que custodian y administran el ri-tual carisma cristiano del Reino, se inicia la formacin ascendente de todauna capa seglar de letrados (acadmicos, abogados, funcionarios) ritualmentevinculados a la custodia y administracin de los derechos y prerrogativas decarcter secular de la corona. Este primer desarrollo de una escritura espe-cficamente secular de una primera racionalidad literal burgu esa viajadesde los escenarios urbanos de Italia a todos los medios letrados de Europa:a los salones y a los mercados, a los despachos comerciales y a las oficinasde la Repblica, de la Corona, a las cortes seoriales y a todas las haciendasfeudales y campesinas empeadas en alcanzar una cierta rentabilidad econ-mica. Formacin social de un pblico de lectores ms all del estamento re-ligioso y de las corporaciones universitarias. La totalidad de ese Pblicoconstituye el mercado potencial para ese incipiente desarrollo tecnolgico-em-presarial de la imprenta que va a culminar con la edicin de la Biblia entipos mviles por Gutenberg (1455). El movimiento de la nueva piedadcristiana en el trnsito de la Baja Edad Media a la Moderna (Tomas de Kem-pis, 'Imitacin de Cristo') est vinculado a la progresiva formacin de un'pblico burgus' de lectores que no slo consume 'lecturas piadosas' sinotambin ese novsimo gnero literario que son los 'libros de caballera', otrognero literario que se hace internacional. En Fevbre-Martin (1962) y Chau-nu (1975) puede encontrarse la informacin fundamental sobre todo esteprimer desarrollo del mercado occidental del texto impreso, supuesto crucial

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    T . H O B B E S Y L A I N V E N C I N M O D E R N A D E L A R A Z Npara la expresin de ese Vulto al libro* que ha tipificado a todo el movi-miento Humanista.El desarrollo tecnolgico-industrial de la imprenta va a ser el supuestoinstrumental clave para toda la moderna revolucin burguesa de la Cristian-dad occidental. Es en este sentido en el que la invencin moderna de laRazn, en su dimensin tecnolgico-ritual, se identifica con la produccinburguesa de 'la galaxia Gutenberg' (McLu'han). Su especfica literalidad ti-pogrfica va a desplazar, revolucionariamente, el litrgico monopolio eclesialde ese ltimo referente de todo lenguaje cristiano que es la Sagrada Escritu-tra del Libro ('La Biblia'). Con Gutenberg, Europa entra en la fase tec-nolgica del progreso, cuando el cambio mismo se hace la norma arquet-pica de la vida social (McLuhan, 1972, 220). El libro impreso, el Textoescrito y por escribir: el Autor y su Pblico lector, consumiendo el espaciotipogrfico de la escritura del Libro que ahora resuena sobre esa ltimadeterminacin mtico-ritual de todo lector o autor cristiano: la Escritura Sa-grada del Libro de los Libros.Secularizando radicalmente la escritura, transformando revolucionariamen-te la circulacin social de los libros y de la letra escrita en general, la im-prenta revoluciona los sistemas de comunicacin social que regulaban el Or-den ritual de la Cristiandad, derrumbando la vieja forma de representacinsimblica de todo ese mundo tradicional. A partir de ahora la Revolucindel libro va a sobredeterminar la historia objetiva de la Sociedad Occidental.Identidad tecnolgico-ritual de la invencin moderna de la Razn con la g-nesis del 'Homo Tipographicus' (McLuhan). Intima determinacin gentico-estructural de todos esta revolucin epistemolgica que desde entonces hastahoy va a sobredeterminar la inexorable ascensin social de la Burguesa comosujeto colectivo y Personaje capital en la produccin histrica del EstadoNacional y de su 'modo de produccin especfico': el capitalismo (Marx).Sin esta revolucin tipogrfica de la escritura no llega a ser posible el 'sis-temtico clculo racional' (Weber) que presupone e impulsa todo el movi-miento histrico del Capitalismo moderno. La Revolucin del Libro se cum-ple inmediatamente como invencin moderna de la Razn aquel nuevo es-pacio y argumento epistemolgico desde cuyo escenario se impulsarn y cele-brarn, a partir de ahora, toda esa larga serie de Revoluciones que constitu-yen hasta hoy el Gran Espectculo Dramtico de la historia de Occidentehacindose Historia Universal del Mundo.

    La Revolucin del Libro slo es posible sobre el supuesto ritual de esaReligin del Libro que es el Cristianismo. El humanismo crtico es LorenzoValla, pero el triunfo del humanismo crtico, su dimensin europea, trans-formadora, es Erasmo. El momento de despegue del humanismo crtico esla publicacin en Josse Bade Pars, 1905 de la edicin cuidadosamenterevisada por Erasmo de los "Laurentii Valensis... in latinam Novi Testamen-ti interpretationem... anotationes". Entre Lorenzo Valla (1407-1457) y Eras-

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    mo (1469-1536), dos generaciones y la imprenta.. . Quizs Erasmo ha pa-sado la cuarta parte de su existencia sobre el mrmol donde se corrigenlas pruebas (Chaunu, 1975, 328-329). La culminacin de la literatura huma-nista en la poca heroica de la Imprenta Erasmo en la 'casa/taller/aca-demia' de Aldo Manucio (Florencia, 1508) se cumple objetivamente conesa especfica organizacin empresarial del 'culto al Libro', resucitando alpblico lector la pureza literal de los Textos Clsicos y la Escritura Sagrada.El mercado de esa primera industria editorial administra la comunin literalde su fiel pblico de lectores-consumidores con la pblica manifestacin ti-pogrfica de las Escrituras Originarias. Consumo de eternidad para todo esepblico lector que as medita su Salvacin Eterna, cuando no est partici-pando, simblicamente, de la Fama Eterna del Humano Autor que escribitan Inmortal Texto. Con la revolucin tipogrfica del mercado del libro, elHumanismo ese originario culto pblico de las ciudades italianas, adminis-trado por su poetas-fillogos deviene profesin letrada y culto pblicouniversal en todos los medios ilustrados de Europa. Primera cultura literalespecficamente secular, arcaica figura de lo que ha de ser la IlustracinBurguesa: preparacin filolgica y tipogrfica de la Reforma de la Fe y elEn tend imie nto. Revolucionario argum ento epistemolgico a interpretar porel nuevo pblico de masas que ahora congrega y moviliza', explosivamente,la Revolucin del Libro.

    La Reforma Protestante es la primera figura, especficamente religiosa,de la Revolucin occidental del Libro: primera figura histrica de la Revolu-cin Burguesa (Marx, Engels): primer boom capitalista de la industriaeditorial administrando la comunin literal con la Palabra de Dios para esepblico de masas que moviliza revolucionariamente el furor carismtico deLutero. La imprenta, como sistema de comunicacin pblica que dio unenorme poder de amplificacin a la voz individual (McLuhan, 1972, 274),es el supuesto industrial de la expansin de la Reforma Protestante, inexo-rablemente ligada a esta primera industria cultural de masas. Las obras ypanfletos de Lutero se editan y reeditan para satisfacer una demanda masivaque, a la vez que configura religiosamente la nueva Iglesia Invisible, es laprimera y ejemplar figura econmico-social del Mercado Capitalista. A lavez que el ndice de Libros Prohibidos y la Inquisicin alejan a los fielescatlicos de toda libre indagacin y lectura, la predicacin protestante impo-ne pblicamente, masivamente, la necesidad salvfica de la lectura. La masivasoledad individual con que los sujetos humanos concurren al Mercado, orga-nizado polticamente por el Estado, reproduce la masiva soledad individualcon que se congregan religiosamente en una Invisible Iglesia desde la lec-tura de la Biblia. La lectura deja de ser fundamento prctico de un privile-gio estamental minoritario, para convertirse en universal prctica ritual dela Cristiandad Reformada. Lo que justifica y salva es la Fe en la Palabra,no la caridad (las obras) ni los sacramentos. Y la Palabra nunca se escucha

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    y entiende tan perfectamente como desde la soledad individual con que elespritu del lector se despoja del mundo y de su propia carne para atenderexclusivamente a la voz del Espritu que habla en sus Sagradas Escrituras.La soledad del escriba pensante que inventa la escritura lgica de la

    Ciencia moderna, reproduce simblicamente el reformado escenario ritualdonde la Escritura deviene solitaria iluminacin espiritual y, as, carismticajustificacin de la propia fe cristiana. Substante identidad epistemolgica dela Reforma de la Fe y la Reforma del Entendimiento, dramtico argumentosignificante de la revolucin epistemolgica disparada por esta revolucionariasecularizacin tipogrfica de las Escrituras que fundan la Religin Cristianacomo 'religin del Libro'. La solitaria autodeterminacin de la escritura pen-sante que inventa e instituye la Razn moderna, viene existencialmente so-bredeterminada por la prctica ritual de la lectura en solitario de la Biblia,al margen de todo magisterio eclesial. Slo aquellos que en su interior handescifrado libremente la Razn Divina que habla en las Escrituras, puedenatreverse a escribir por su propia cuenta con el nombre soberano de la Raznque funda la Ciencia moderna. Como verificacin fsica de tal enunciado,la dramtica soledad del discurso escrito de Bruno (1548-1600), de Francis-co Snchez (1552-1623), de Galileo (1564-1642), de Hobbes (1588-1679),de Descartes (1596-1650). La progresiva lucidez paranoica de tales escribasfrente a la censura poltico-religiosa que amenaza toda publicacin impresa,se resuelve proyectivamente sobre el escenario mgico de su propia escriturarepitiendo simblicamente el solitario escenario ritual de la Sagrada Escriturade la Revelacin. La solitaria soberana y libertad espiritual del que piensay habla en nombre de la Razn se proyecta ritualmente sobre la libertad deespritu de todo un pblico religiosamente ilustrado desde su propia habi-tuacin al libre entendimiento en solitario de la Biblia.

    La Escritura como escenario ritual de la Revelacin, radicalmente secu-larizado por la revolucin tipogrfica de la Imprenta. Secularizacin radicalde la lectura y posesin de la Sagrada Escritura: como mercanca editorialpara un expansivo mercado de masas, deviene instrumento colectivo de sal-vacin individual, accesible particularmente por un mdico precio. En el ori-gen del Capitalismo Moderno, la expansiva circulacin monetaria como su-puesto de la expansiva circulacin social de las Escrituras y del libro en ge-neral. La Religin del Libro como supuesto mtico-ritual de la produccincolectiva de ese nuevo Significante desptico (Lacan, Deleuze) que va a regirtoda la historia triunfante de la Revolucin burguesa: la Razn. Escribin-dose en su nombre soberano, la escritura pensante de la Ciencia y la Meta-fsica modernas deviene escenario literal de la evidencia objetiva de su NuevaRevelacin Universal. El Libro impreso como manifestacin pblica de laRazn o sinrazn que asiste a su escritura; el Texto escrito y por escribir;el Autor y su Pblico lector, produciendo y reproduciendo el escenario tipo-grfico de la escritura del Libro cuya Razn Soberana resuena o se desva-

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    nece sobre esa ltima determinacin mtico-ritual de todo lector o escritorcristiano: la Escritura Sagrada del Libro de los Libros.

    Identidad gentico-estructural de toda esta inmensa reforma de la Escri-tura disparando la revolucin epistemolgica de la vieja Cristiandad occiden-tal. La invencin moderna de la Ciencia Fsica, la invencin moderna de laRazn, es un dramtico argumento epistemolgico ritualmente vinculado a laReforma Cristiana de la Fe. Disparando, desde el escenario tipogrfico dela Es critura , la revolucin poltico-religiosa de la Cris tiand ad. Con trarrefor-ma, Guerras de Religin: en Ginebra, Holanda e Inglaterra triunfa la Pri-mera Revolucin Burguesa: se inicia la revolucionaria historia moderna delEstado Nacional. La conjuncin de su poltica mercantilista con la tica cal-vinista dispara la gnesis del Capitalismo moderno.Sobre el dramtico teatro histrico que as se sintetiza se mueven y entre-cruzan los destinos y las mscaras de sus grandes personajes. La historiaacumulativa del discurso escrito de la Ciencia Moderna se decide y sobrede-termina desde el mismo escenario colectivo de Soberana donde la batalla porel monopolio ritual de las Escrituras deviene guerra civil y guerra internacio-nal. La historia de la 'revolucin copernicana' de la representacin fsica delmundo, la historia del desarrollo de la Fsica Moderna, viene sobredetermina-da por la escisin revolucionaria de la vieja Cristiandad en trminos de Re-forma y Contrarreforma. El xito editorial de Lutero determina tanto la pru-dencia editorial de Coprnico y de Francisco Snchez, como la sucesiva con-denacin eclesial de Maquiavelo (1559, 1564), Bruno (1600), Galileo (1633).La fe catlica de Coprnico y Galileo no evita la expulsin ritual de sus es-critos fuera del Crculo Mgico de Escritura con que el Concilio de Trentodetermina los lmites de la Fe y de la Razn en el horizonte eclesial de laContrarreforma. La quiebra cientfica del 'sistema Tolomaico', la quiebralgica del sistema aristotlico-escolstico, deviene amenaza radical para elriguroso edificio literal de la Fe Catlica. Frente a toda hertica amenaza,la Iglesia reorganiza y cierra, burocrticamente, su originario monopolio ritualsobre la Escritura. El Santo Oficio de la Inquisicin ser el rgano terroris-ta al servicio de la congelacin ritual de la Verdad Escrita. A su imageny semejanza, todo Reino Cristiano, reformado o no, organiza su propia Cen-sura, como institucin poltica clave frente a la eventual virtualidad revolu-cionaria de la escritura impresa.

    A partir de ahora, el desarrollo acumulativo de la Razn y la Cienciamod ernas se exilia del mbito soberano de la Con trarreforma: Italia, A ustria,la Pennsula Ibrica. El esplendor teolgico-literario del Siglo de Oro espaoloculta gloriosamente la miseria epistemolgica de este nebuloso Leviatnimperial. El Concilio de Trento, protagonizado en buena parte por los te-logos espaoles, consuma sobre este pas el movimiento iniciado con la cat-

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    lica expulsin de moros y judos: comienza a partir de ahora el proceso de'tibetanizacin cultural' (Ortega) de toda esa sociedad, atrapada en la alu-cinacin austraco-eclesial de un Catlico Imperio Universal.

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    La escritura pensante de la Razn moderna se escribe desde el escenarioritual de la Escritura como lugar de la Revelacin. Supuesto mtico-ritual delescenario lgico-conceptual de las 'demostraciones' y 'razonamientos' con queel Autor de tal escritura desarrolla analticamente la singular 'evidencia' desu particular 'descubrimiento'. Esto es, de su particular iluminacin. Caris-mtica sobredeterminacin ritual de la dimensin revolucionaria de esta no-vsima forma de escritor pensando contra los lmites rituales de esa Escrituradominante que es la escolstica eclesial en latn. Frente al Espanto que de-fiende la ortodoxia escolstica el Infierno en el otro mundo, la Inquisicinen ste, el Gran espectculo dramtico de la moderna revolucin de la re-presentacin fsica del Universo va a consistir en el derrumbamiento del geo-cntrico Sistema Ptolomaico por el heliocntrico Sistema Copernicano. Desdeese momento, el crculo mgico de la lgica aristotlico-escolstica se rompedefinitivamente: por su revolucionaria ruptura emerge la Instauratio Magna,el Novum Organum: la nueva lgica del Mtodo Cientfico Experimental ca-paz de resolver en forma acumulativa y progresiva todos los enigmas delfuncionamiento de la Maquinaria Fsica Universal. Este acontecimiento sen-sacional podra recibir una fecha precisa, 1632. Galileo publica los "Dilogossobre los dos principales sistemas del Mundo" y los personajes que ah dis-curren se encuentran en el arsenal de Venecia. Hoy no nos podemos imagi-nar lo que esta puesta en escena aparentemente anodina el que la verda-dera Fsica pueda salir de una discusin de ingenieros tena de revolucio-nario (Lenoble, 1969, 310). Dimensin carismtico-proftica de la escriturade Galileo Galilei, pretendiendo salvar para la Verdadera Iglesia la VerdadAbsoluta de la Nueva Ciencia que l mismo est fundando (vid. Geymo-nat, 1969).

    Desde el escenario ritual de la Escritura, la Iluminacin del escriba pen-sante que funda la Razn moderna deviene 'revelacin metanoica', carismaprofetice, energa revolucionaria para manifestar pblicamente la DesveladaVerdad que asiste al propio discurso. Arquetipo analtico de la dramticaexistencia social de los Padres fundadores del Nuevo Orden Significante dela Ciencia Fsica (vid. Moya, 1976, XIII-XVII). Una misma pauta ritual decomportamiento subyace a la ilimitada variedad de sus particulares y sin-gulares historias: toda su existencia social se pone al servicio de la propiailuminacin sobredeterminante que tales sujetos han alcanzado desde suparticular comercio solitario con la escritura y los libros. Metidos en el dis-

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    curso de la Escritura, encerrados en su escenario ritual que es, a la vez,el de su propia libertad soberana: el de su implcita o explcita autodeifica-cin mediante la propia escritura de la Propia Iluminacin, su conversinmetanoica a su inventada y propia Razn determina la dramtica intensidadcon que su existencia social, por encima de toda otra pasin, deviene ins-trumento objetivo al servicio de la progresiva escritura y manifestacin desu propia Idea: su propio Descubrimiento Racional del Mundo.En 1610, Galileo Galilei, titulndose Sidereus Nuntius, cumple la ce-remonia ritual de su propia autoconsagracin pblica como Inmortal Descu-bridor de los Astros Mediceos y Fundador de la Nueva Ciencia Fsica expe-rimental. Lase la dedicatoria a Cosme II de Mdicis, las pginas que inicianel texto, las ltimas que lo concluyen. Es Galileo quien va a eternizar a Cos-

    me II otorgando su apellido como nombre de los satlites de Jpiter queha descubierto con el anteojo telescpico que l mismo ha fabricado. LaGloria del Mecenas que asegura la edicin pblica del libro deviene instru-mento social de la autoconsagracin para toda la Eternidad de su Autor, queah cuenta Su Propio Descubrimiento de Un Nuevo Mundo. Grandes cosas,por cierto, propongo en este breve tratado a quienes investigan la naturaleza,para que las estudien y consideren. Grandes, repito, ya sea por la importan-cia de ellas mismas, como por la novedad inaudita que encierran, o bien porel instrumento gracias al cual se han manifestado a nuestros sentimientos...Lo que supera con mucho toda admiracin, y primeramente me movi a cen-surar a todos los astrnomos y filsofos, es haber descubierto cuatro estre-llas errantes, por nadie observadas y conocidas antes que por m, las cuales,a semejanza de Venus y Mercurio alrededor del Sol, cumplen sus revolucio-nes en torno de un astro insigne entre los conocidos, al que a veces precedeny otras veces siguen, sin separarse de l ms all de ciertos lmites. Todo estoha sido descubierto y observado con el auxilio de un anteojo inventado porm hace pocos das, con la luz de la gracia divina. Valindome de un instru-mento similar a ste, otros, o yo mismo, habremos de descubrir en lo futurocosas de mayor importancia (Galilei, 1964, 35-37).

    En es;e librito de 1610 Galileo escribe, para toda la eternidad de la Es-critura, su propio nombre y destino: anuncia ya su prximo libro De sys-temate mundi, donde explicar con mayor extensin la definitiva RevolucinHeliocntrica del consagrado Sistema Tolemaico. Desde esta fecha hasta 1632,en que publica los Dilogos sobre los dos principales sistemas del mundo,veintids aos de investigacin y escritura, una primera prohibicin eclesialen 1616, un exasperante esfuerzo poltico hasta conseguir el imprimatur dela Iglesia (Urbano VIII). Mi parecer en esta tarea es mostrar a las nacionesforasteras que de esta materia se sabe en Italia, y particularmente en Roma,todo lo que haya podido imaginar la diligencia ultramontana.. . Espero quepor esas consideraciones el mundo sepa que si otras naciones han navegadoms, nosotros no hemos especulado menos, y que el ponerse a afirmar las fir-

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    T. HOBBES Y LA INVENCIN MODERNA DE LA RAZNmezas de la Tierra y tomar lo contrario como un capricho matemtico nonace de no tener en cuenta lo que otros han pensado, sino, aunque slo fue-ra por ello, de aquellas razones que la piedad, la religin, el conocimientode la omnipotencia divina y la consciencia de la debilidad del ingenio hu-mano nos proporcionan (Galileo, en Geymonat, 1969, 143). Como defini-tivo reconocimiento ritual de la Gloria Inmortal del Autor, su pblica y de-finitiva condena por la Santa Inquisicin. Exactamente al ao siguiente de lapublicacin de tan famoso Dilogo: Galileo slo se salva de la Hogueraen cuanto que, desmoronado de espanto, se decide a abjurar, 'pro forma', deSu Verdad Absoluta. A cuyo desarrollo se va a seguir dedicando toda suposterior vida frente a toda prohibicin eclesial desde los sucesivos en-cerramientos al margen del pblico a que Roma le ha condenado.

    Hasta su confinamiento en Arcetri llegar Hobbes en 1635: peregrinacinhasta aquel que nos descubri el camino de acceso a la Fsica General: laNaturaleza del Movimiento (Hobbes, en Bernhardt, 1976, 124). En Pars,hacia 1630, Hobbes, que acaba de cumplir cuarenta aos y ya trabaj doso tres (desde 1621) como secretario y traductor de los ltimos aos de Fran-cis Bacon, ha debido recibir su primera iluminacin decisiva a partir de sulectura y discusin de alguno de los textos de Galileo, que para esas fe-chas tiene en su celda su corresponsal y traductor en Pars, el P. Marsenne(Orden de los Mnimos). En ese cuarto, junto al texto de Galileo y su cau-telossimo y entus iasta defensor francs, la presencia de G assendi y De scartes:tal ser el escenario de la iniciacin ritual de Hobbes a los misterios de laNueva Filosofa. El ingls cuenta a su modo esa experiencia de unailuminacin sobredeterminante para toda su posterior consagracin a la Es-critura de la Ciencia. Desde el momento en que hube comunicado a Mar-senne mis ideas y en que l a su vez las dio a conocer a otros, fui contadoen el nmero de los filsofos. Su celda vala ms que todas las escuelas(Hobbes, Vita carminae expressa).

    El apasionante escenario de tales discusiones dispara la imaginacin es-peculativa del nuevo filsofo, su iluminacin originaria: la representacingeomtrico-matemtica de la naturaleza del movimiento como camino real deacceso a la Fsica Universal. Las matemticas, y ms exactamente la geo-metra, se le revelan como fsica rigurosa. Treinta aos despus cuenta lmismo cmo fue a dar (sin duda en Pars) con un Euclides abierto por elteorema de Pitgoras, y con qu arrobamiento haba ascendido, de proposi-cin en proposicin, hasta los primeros principios... Una lgica cientficay una slida filosofa natural eran posibles, con tal de que la geometra re-presentase el tejido mismo de la naturaleza. Ms precisamente la revelacinde Euclides concordaba de la mejor manera con los intentos mecanicistas delmedio baconiano y renovaban el inters de stos. Sobre todo el mecanismocintico, generalizando una idea de Bacon, reduca los fenmenos ms diver-sos a variaciones de movimiento local, prestndose as a la sistematizacin

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    de las gnesis geomtricas. Todo deba concebirse como una diferencia ci-ntica, toda particularidad sensible tena por causa, a la vez eficiente y for-mal, la diversidad de movimientos, y la sensacin misma slo poda produ-cirse por una variacin cintica. Incluso el ser humano... Nada haba queno entrase en la ondulante homogeneidad de ese mecanismo universal y enla claridad racional de su representacin geomtrica (Bernhardt, en Chtelet,1976, II , 121).

    Euclides abierto por el Teorema de Pitgoras. Galileo es el Maestro dela nueva iluminacin pitagrica, descubriendo al joven Hobbes la texturageomtrico-matemtica del Universo Fsico. Una cita de Galileo en 1604 entorno a la ley de la cada de los graves y al Trattato di mecaniche paraentonces escrito, que es el propio texto que hacia 1629-1630 est traduciendoo acaba de traducir el P. Marsenne: Reflexionando sobre las cuestiones delmovimiento, en las que para demostrar los accidentes observados por m mefaltaba un principio totalmente indudable para poder ponerlo como axioma,me he limitado a una proposicin que tiene mucho de natural y evidente,y, supuesta sta, demuestro despus lo dems, esto es, que los espacios reco-rridos en movimiento natural estn en proposicin doble de los tiempos, ypor consiguiente que los espacios recorridos en tiempos iguales son como losnmeros impares 'ab unitate', y lo dems. Y el principio es ste: que elmvil natural va aumentando de velocidad en la proporcin en que se alejadel origen de su movimiento.

    A ojos de Galileo y de sus contemporneos... la nueva mecnica des-cubre la existencia de una regularidad 'aritmtica' en la cada de los graves('los espacios recorridos en tiempos iguales son como los nmeros imparesab unitate'). Cmo negar la fascinacin de una ley as, en la que los cien-tficos del siglo xvn vean reaparecer el eco del pitagorismo ms antiguo...?No hay duda de que la actitud de Galileo es tpica del ms puro iluminismo.En realidad revela una confianza completamente iluminista en la razn hu-mana que, con la investigacin cientfica, puede esclarecer los ms engaososmalentendidos, superar todos los viejos prejuicios y descubrir todos los se-cretos de la naturaleza (Geymonat, 1969, 36-38, 82). La ltima clave desu propia iluminacin es lo que Galileo resume en un clebre de II Sag-giatore (1623): La filosofa est escrita en ese vasto libro abierto constan-temente ante nuestros ojos (quiero decir el universo) y no puede uno com-prenderlo si primeramente no aprende a conocer el lenguaje y los caracteresen los que est escrito. Mas est escrito en lenguaje matemtico, y sus ca-racteres son el tringulo y el crculo y dems figuras geomtricas, sin lascuales es humanamente imposible comprender ni una palabra.Un no precisado texto de Galileo se seala as como ltima cifra y ar-cano de la lectura hobbessiana de Euclides abierto por el teorema de Pi-tgoras. Al nivel del significante dramtico ms profundo, la peregrinacinde Hobbes hasta Galileo en Arcetri (1635) es el equivalente ritual de la pe-

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    regrinacin de Descartes a la Virgen en Loreto (1623): ambos en seal deeterno agradecimiento a su primera Iluminacin. El 10 de noviembrede 1619, cuando yo estaba lleno de entusiasmo y cuando yo descubr losfundamentos de una ciencia admirable... (Descartes, 1936, 5, 52). Descar-tes se suea en presencia de el Espritu de Verdad que ha querido abrirlelos tesoros de todas las ciencias por este sueo (Alqui, en Descartes, loe.cit., 57). El texto ausente en el sueo del filsofo francs bien podra serNihil scitur (Que nada se sabe) de Francisco Snchez (1552-1623):Tractatus de multum nobili et prima universali scientia quod nihil scitur.Hacia esa misma hiptesis convergen las conexiones ya registradas por Me-nndez y Pelayo y Dilthey entre el judo espaol, Catedrtico de CienciaMdica en Montpellier, y el autor del Discurso del Mtodo.

    Un opsculo indito hasta 1889 el Pequeo tratado, escrito entre1630 y 1 6 3 1 ha conservado el primer esbozo del sistema cientfico-filos-fico con que Hobbes lleva a la escritura su originaria iluminacin, su entu-siasta y maravillada razn. Abarcar, por orden de composicin creciente, elestudio de la sustancia corprea en general, "corpus"; el del hombre en esta-do natural, "homo"; y, por ltimo, el del hombre en sociedad, el ciudadano,"civis" (Bernhardt, loe. cit.} 122). A partir de ah, queda sobredeterminadaritualmente la existencia temporal de este fervoroso escriba escribiendo ypensando en el nombre de la Razn. Toda su vida posterior se resuelve en unnico empeo: desarrollar analticamente, cientficamente, ese originario ar-gumento epistemolgico de su propia razn descubriendo la Mecnica RaznFsica que rige el Movimiento Universal de los Cuerpos. Pues nada hay fue-ra de los cuerpos, es decir, de las cosas materiales, dotadas de dimensionesy circunscribibles espacialmente, que pueda ser movido (Hobbes, Elementsof Law; vid. Dilthey, 1947, 383).

    En 1640, con el Parlamento Largo, se abre en Inglaterra el primer actode la Revolucin Nacional. En ese mismo ao Hobbes ha hecho circular sumanuscrito Elements of Law, tomando posicin frente al proceso revolu-cionario que amenaza la pacfica seguridad de la Sociedad inglesa. Es la pri-mera salida al pblico de este solitario pensador, decisivamente animado aho-ra por el aristocrtico crculo de los Cavendish. Ese texto, dividido en dospartes ('De la naturaleza humana'. 'Del cuerpo poltico'), se presenta comouna primera exposicin pblica de su sistema, forzosamente incompleta. Fren-te a la amenaza revolucionaria de la guerra civil, el filsofo trata de iluminara su pblico nacional escribiendo en nombre de esa misma Razn que sus-tenta la Nueva Ciencia Fsica de Galileo y que dicta las reglas del CartesianoDiscurso del Mtodo (publicado en 1637). Para el conocimiento cientficodel mundo no hay otra objetividad posible que la evidencia fsica del mo-vimiento universal de los cuerpos. La invencin moderna de la Razn, lainvencin moderna de la Ciencia, es, ante todo, el descubrimiento de la Cien-

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    cia Fsica como nica evidencia racional absoluta en medio del caos poltico-religioso que hace estallar la Primera Revolucin Burguesa.Ninguna revolucin se atiene a razones sino cuando ya ha cesado supropia explosividad y no es sino memoria ritual al servicio de la Nueva Ra-zn de Estado que as se impone. El peregrino atrevimiento de Hobbes en-frentndose con demasiadas facciones a la vez le pone en riesgo de muer-

    te . A finales de 1640, en busca de la seguridad fsica que requiere su propiotrabajo intelectual, Hobbes emigra a Francia, a Pars, repitiendo el propiomovimiento estratgico de Descartes, que en 1629 comienza su voluntariorefugio en Holanda, guardndose as del catlico Leviatn nacional de supropia Patria. Laberinto dramtico de los personajes y las mscaras de laRazn encerrados en el escenario ritual de la Escritura en la especficacomplejidad significante de sus especficos escenarios concretos. El teatrode Signos que es la escritura seala o encubre, pronuncia y retira, aquellomismo que as se manifiesta: el Significante, en cuanto supuesto y determi-nacin fsico-social del significado del signo. Los Nombres Heroicos de lainvencin de la Razn Moderna se acumulan entre s: el Padre Marsenne,desde Pars, es un acumulador central de conexiones internacionales con to-dos los sabios europeos de su tiempo. La independencia soberana de la Coro-na Francesa frente al Pontfice el Galicanismo de esa Iglesia nacionalasegura un mnimo espacio libre para el nuevo discurso de la Razn quedesde 1633 se ha clausurado por el Santo Oficio en Italia, en Espaa, enAustria. Vives y Snchez como los Spinoza en Holanda ya se habanexiliado mucho antes de su terrible y catlica patria. Hobbes no resista enLondres, emigrara a Pars; Descartes acabar emigrando a Holanda.

    Para la Ciencia europea del siglo xvi, la recepcin de judos espaolesa partir de 1493, fecha de su catlica expulsin de la Corona de Espaa, hadebido ser algo as como la recepcin de los fugitivos judos alemanes parala contempornea ciencia norteamericana. Como la Segunda Guerra Mundial,explosin universal del terrorismo estatal-nacional, las Guerras de Religin,acelerando y multiplicando la circulacin de los escribas y las escrituras di-sidentes; y de todas aquellas gentes que han tenido que romper ritualmentecon la inmediatez poltico-religiosa de su propia Patria y Leviatn: por susideas, por su etnia ritual, por su especfica Fe o falta de Fe. El mecanismoGuerra Civil/Guerra Internacional, disparando la produccin definitiva delsistema europeo de los Estados Nacionales, acelera la circulacin y acumula-cin de escribas y escrituras, produciendo, colectivamente, la nueva escriturade la Razn. La celda en Pars del Padre Marsenne es un escenario estra-tgico de ese proceso de acumulacin de conexiones entre libros y escrituras,autores consagrados y novsimos escribas. Genealoga ritual de la produccincolectiva del Nuevo Orden Significante: la Razn.

    Pensando en trminos genealgicos (Nietzsche), pensando en trminos ge-ntico-estructurales, hay que empezar a entender la radical identidad episte-

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    molgica de todo ese discurso que se acumula bajo los nombres de Galileo,Descartes y H ob be s m s all de la singularidad particular de tales escribasy escrituras.Intentamos reconstruir, analtica y sintticamente, el acontecimiento de-cisivo de la Instauracin Magna de la Ciencia Fsica, como Lenguaje y RaznAbsoluta de la Maquinaria Universal de los Mundos. Spinoza, Locke, Leibniz,Newton van a pensar, cada uno por su cuenta, desde el nuevo espacio sig-nificante que ha establecido ya la convergencia sobre Galileo de Descartesy Hobbes. Por detrs de estos ltimos, Kepler, Francis Bacon, FranciscoSnchez, Bruno, Maquiavelo, Coprnico, Coln. Mnimo resumen conden-sando en nombres clave una nica historia hecha de muchas ms historias ygentes, acumulndose sobre el escenario significante de la Escritura de la

    Razn.Volvamos sobre Galileo, profesor en la Universidad de Padua, movin-dose por los salones de la Seora veneciana, discutiendo y hablando con losreligiosos consultores de la Repblica para cuestiones teolgicas, frecuentan-do admirado el industrioso ambiente que se encontraba en torno al clebreArsenal, obteniendo de l numerosos y muy tiles temas de reflexin cien-tfica (Geymonat, 1969, 24). Galileo escribe sus Discorsi e dimostraziommatematiche in torno a due nuove scienzi: Me parece que la frecuentevisita a vuestro famoso arsenal, Seores Venecianos, ofrece a los intelectosespeculativos un amplio campo para filosofar, y ello especialmente en tornoa esa parte que se llama mecnica; ah se ponen en funcionamiento continua-mente toda clase de instrumentos y de mquinas por obra de gran nmero deartfices, entre los cuales, por las observaciones hechas por sus antecesores ypor las que van haciendo continuamente ellos mismos por su propia cuenta,es necesario que haya algunos muy hbiles y de muy perspicaz razonamien-to. La nueva escritura de la Razn Moderna se escribe pensando desde lasmquinas que multiplican los sentidos y las energa fsica (Virt') de loshombres a la hora de leer el gran libro de la Naturaleza que Galileo sabeescrito en lenguaje matemtico. Habiendo reinventado y fabricado l mismoese instrumento mecnico que es su anteojo, el fsico y filsofo italiano pien-sa la medicin y el clculo exacto de la Maquinaria Fsica Universal: en tr-minos geomtrico-matemticos, para mayor evidencia, certeza experimental yprecisin literal del nuevo lenguaje de la Nueva Ciencia, Galileo piensa supropia fama y hazaa desde las de Kepler, Amrico Vespucio, Coprnico,Coln, Arqumedes, Euclides, Platn.

    Como catlico, Galileo cree en la Eternidad de la Escritura. Como cul-tivado hombre de letras, profesa ceremonialmente el mismo culto a la GloriaInmortal que transparentan las sesiones, decididamente paganas, fantasma-ticamente etruscas, de ese humanista radicalmente crtico que es Maquiavelodepartiendo en vestido de gala con los Grandes Ancianos, eternizados porlas escrituras clsicas del Latn y el Griego, mucho antes de que sobre su

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    desolada Patria imperase la Iglesia. Al caer la tarde regreso a mi despacho.En el umbral me despojo de mi traje de campesino y me visto con magnficotraje de cortesano y, as vestido con decoro, voy a la Corte de los grandesancianos. Recibo cordialmente, me nutro all con los alimentos que me sonpropios, para los que he nacido. No tengo reparo en hablar con ellos y enpreguntarles por los motivos de sus acciones y ellos me contestan con fran-queza (Maquiavelo, en Dilthey, 1947, 37).

    En el escenario ritual de la Escritura, sobredeterminando ahora la escri-tura en nombre de la Razn, se produce y reproduce la ilusin de Eternidadde sus escribas, legando su nombre inmortal a todos sus posteriores lecto-res. Slo la Fe mueve montaas y ello tambin ocurre cuando alienta lafe en la Razn tal y como aconteca en ese momento crtico de la historiaoccidental, radicalmente revolucionario. Bajo el carnaval de mscaras etruscasy nombres heroicos que es tambin la iluminada escritura de Maquiavelo(riguroso coetneo de Lutero y Coprnico) corre ya ese mismo discurso enque la Razn, hacindose escritura pensante, intenta leer el movimiento fsicode las Naciones y las Pasiones humanas a travs de esas Mquinas de PoderSoberano que son los Estados. La concepcin racional-instrumental del Estadotal y como se explicita en El Prncipe y en los Discursos sobre la pri-mera dcada de Tito Livio, prepara ya la escritura de Leviatn.Ese afanoso lector e investigador que es Hobbes debe conocer los textosdel filsofo italiano desde la poca en que trabaj con Bacon. Pero lo queen el florentino segua siendo 'espejo de Prncipes' y apuesta por su 'fortu-na' y 'virt', deviene con Leviatn tratado Cientfico de Fsica Poltica:sistema cientfico natural de la Poltica construida como Fsica Mecnica deese singular 'cuerpo artificial' que es el Estado. Hobbes piensa el argumentodel Estado desde la 'evidencia racional' que constituye el argumento episte-molgico de su propia iluminacin fundante: Nada hay fuera de los cuer-pos. Luego de mucha experiencia y de serio meditar adquir la convic-cin de que en la naturaleza todo se produce mecnicamente, que todos losfenmenos de las cosas, tanto en los dominios de la sensibilidad animal comoen las afecciones de los dems cuerpos, se explicaban por los movimientosde toda clase y medida de una sola materia (Hobbes, De Cor por e, cap. XV;vid. Gmez Arboleya, 1957, 134-138). Cuando concluya Leviatn doc-trina del cuerpo artificial que es el Estado el filsofo ingls volver a suinterrumpida especulacin de los cuerpos naturales (Hobbes, 1940, 587).Ante todo Hobbes es un 'fsico' que estudia las 'leyes racionales' con que laNaturaleza constituye los Cuerpos que integran el Mundo. La Poltica, pro-piamente, no es otra cosa que la culminacin del arte del hombre, encuanto imitacin, desde la razn humana, de la operacin racional de laNaturaleza en la constitucin de la realidad fsica, corprea.

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    En primer trmino, una cosa puede considerarse como "materia o cuer-p o " ; como "viva, sencilla, racional, caliente, fra, movida, quieta"; bajo todosestos nombres se comprende la palabra "materia o cuerpo"; todos ellos sonnombres de materia (Hobbes, 1940, 28). Slo por referencia a la materia-lidad o corporeidad fsica de la realidad tienen sentido racional los nombresdesde los que se investiga cientficamente el mundo. A esa primera serie denombres de materia, se aade la serie de los nombres de accidentes ycualidades de la materia, la serie de los que versan sobre las imgenesque expresan las propiedades del cuerpo humano, y las de los nombres delos nombres mismos y de las expresiones esto es, los trminos con quese habla del nombrar mismo, en cuanto actividad corporal humana. Estoes toda la variedad de los nombres que determinamos positivos (...). Todoslos dems nombres no son sino sonidos sin sentido (loe. cit., 29). El len-guaje hobbesiano es, ante todo, lenguaje cientfico-fsico, como nico fun-damento verdadero de cualquier raciocinio.

    Dilthey ha visto en Hobbes uno de los primeros representantes de lo queComte llamara, siglos ms tarde, filosofa positiva (Dilthey, 1947, 388).El materialismo cientfico de Hobbes es singularmente moderno: a partir deGalileo prolonga el discurso del mtodo cientfico-natural con el que FrancisBacon (Instaurado Magna, Novum Organum) avanzaba sobre la Fsica aristo-tlica hacia una teora del conocimiento que, como teora del lenguaje cien-tfico, anuncia la Lgica Cientfica de nuestros das. El residuo aristotlicoaverrosta de Bacon se disuelve definitivamente desde este fisicalismo no-minalista que identifica el concepto de materia con el de corporeidadsujeta a nombre (Hobbes, 1940, 28), y el de forma, con el de nombre.La luz de la mente humana la constituyen las palabras claras, pero libresy depuradas de la ambigedad mediante definiciones exactas; la razn esel paso, el incremento de ciencia, el camino; y el beneficio del gnerohumano, el fin [loe. cit., 38). La teora agustiniano-escolstica del Itinera-rio de la Mente a Dios deviene ahora Camino del lenguaje hacia la Natura-leza Material como condicin de su dominio tecnolgico al servicio de loshumanos. La ciencia es el conocimiento de las consecuencias y dependen-cias de un hecho respecto a otro: en base de esto, partiendo de lo que en laactualidad podemos hacer, sabemos cmo realizar alguna otra cosa si que-remos hacerla ahora, u otra semejante en otro tiempo. Porque cuando vemoscmo una cosa adviene, por qu causas y de qu manera, cuando las mismascausas caen bajo nuestro dominio, procuramos que produzcan los mismosefectos [loe. cit., 37). La ciencia, en cuanto conocimiento causal, es el su-puesto de la produccin material racional. Tambin para Bacon la ciencia tieneesa finalidad pragmtico-productiva. El objeto de nuestra fundacin es elconocimiento de las causas y secretas nociones de las cosas y el engrandeci-

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    miento de los lmites de la mente humana para la realizacin de todas lascosas posibles (Bacon, 1966, 263).El verdadero libro de la filosofa es el libro de la naturaleza, que se hallaperennemente abierto ante nuestros ojos, pero que est escrito con letrasdistintas de las de nuestro alfabeto; sus letras son tringulos, cuadrados,crculos, esferas, cilindros, pirmides y otras figuras matemticas, en unapalabra, este libro slo puede ser ledo con ayuda de las matemticas (Gali-leo, en Dilthey, 1947, 270). Hobbes, que ha conocido en Pars a Descartesdedicado a la Geometra y a la Matemtica como explicacin de la ResExtensa, prolonga el discurso de Galileo. Cuando un hombre razona, nohace otra cosa sino concebir una suma total, por "adicin" de partes; o con-cebir un residuo, por "sustraccin" de una suma respecto a otra: lo cual

    (cuando se hace por medio de palabras) consiste en concebir a base de laconjuncin de los nombres de todas las cosas, el nombre del conjunto: o delos nombres de conjunto, de una parte el nombre de la otra parte. . . Encualquiera materia en que exista lugar para la "adicin" y la "sustraccin"existe tambin lugar para la "razn": y donde quiera que aqulla no tengalugar para la "razn" no tiene nada que hacer.. . Porque RAZN, en estesentido, no es sino "cmputo" (es decir, suma y sustraccin) de las conse-cuencias de los nombres generales convenidos para la "caracterizacin" y"significacin" de nuestros pensamientos; empleo el trmino "caracteriza-cin cuando el cmputo se refiere a nosotros mismos, y "significacin"cuando demostramos o aprobamos nuestros cmputos con respecto a otroshombres... Porque la razn es, por s misma, siempre, una razn exacta,como la Aritmtica es un arte cierto e infalible (Hobbes, 1940, 32, 33). EnHobbes la resonancia pitagrico-platonizante de la Mathesis universal deGalileo y Descartes manifiesta su decidida sustancia poltica burguesa. En elavanzar de la razn de una consecuencia a otra no puede existir certidum-bre respecto a la ltima conclusin sin una certidumbre acerca de todas aque-llas afirmaciones y negociaciones sobre las cuales se fund e infiri la lti-ma. Si un jefe de familia, al establecer una cuenta, asentara los totales delas facturas pagadas, en una suma, sin tomar en consideracin cmo cadauna est sumada por quienes las comunicaron, ni lo que pag por ellas, noadelantara l mismo ms que si aceptara la cuenta globalmente, confiandoen la destreza y honradez de los acreedores: as, tambin, al inferir de todaslas dems cosas establecidas, conclusiones por la confianza que le merecen losautores, si no las comprueba desde los primeros elementos de cada cmputo(es decir, respecto a los significados de los nombres, establecidos por las de-finiciones) pierde su tiempo: y no sabe nada de las cosas, sino simplementecree en ellas (Hobbes, loe. cit., 34).

    Ferviente admirador en su juventud de un Aristteles ms o menos ave-rroizante, Hobbes acabar condenndolo como mentor escolstico del Reinode las Tinieblas, en nombre de la matemtica fsica, o si se quiere, de la

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    aritmtica poltica del Mercantilismo, de la que l es uno de los ms glorio-sos padres.La fsica matematizable de Hobbes se constituye desde una razn que enalgn modo repite la identidad griega de razn y lenguaje (Hobbes,

    loe. cit., 26). Pero sus lmites trascienden absolutamente el cosmos local dela poltica griega para autoconstituirse en universalidad matematizable delmundo fsico: a diferencia de Atenas y su limitada expansin mediterrneo-oriental, Londres se est convirtiendo en la capital de un autntico mercadomundial. Es el momento en que William Petti y los tericos del Mercanti-lismo estn poniendo los primeros fundamentos de la teora econmica ca-pitalista; la circulacin de la mercanca, en cuanto m agnitud m one tariam entecontabilizable, anuncia ya el advenimiento de la lgica universal de la mercan-ca desde la propia lgica universal de la razn fsico-matemtica. Desde el ar-quetipo de burgus jefe de familia y empresario racional delineadopor Hobbes hay que entender la nueva situacin epistemolgica que ahora seconfigura. La Reformada Razn burguesa no se constituye en la pblica dis-cusin verbal entre ciudadanos sino en la solitaria lectura individual de losdos libros fundamentales para la existencia de todo piadoso negociante:la Biblia y el Libro de Cuentas. A la vez que una hermenutica bblica radi-calmente libre introduce una ambigua aura de atesmo sobre el materialis-mo cientfico hobbesiano, su construccin de la razn more mathematicodesborda definitivamente los supuestos metafsico-teolgicos del naturalismopoltico de Aristteles. La identificacin que el pensador ingls estableceent re Ciencia y Filosofa es precursora del P ositivismo lgico c onte m por neo .

    El clculo en palabras de la realidad es la nica posibilidad de razncientfico-objetiva desde la sistemtica desconfianza de este solitario burgus,exiliado polticamen te de Lond res y de Ing laterra en funcin de su exactoclculo racional de la explosin revolucionaria de la monarqua Estuardo.Slo la fsica res extensa es calculable matemticamente. Por esto es lanica objetividad posible, real, para esta solitaria subjetividad que calcula enpalabras el mundo. El dualismo metafsico cartesiano reproduce sistemtica-mente la dialctica categorial exterior-interior que vertebra la teologa pro-testante. Cuerpo, res extensa, materia, extensin, espacio, se contraponecompletamente a alma, res cogitans, pensamiento, tiempo (Descartes, Me-ditacin Segunda): materialismo fsico mecanicista como antittico comple-mento del espiritualista idealismo de la libertad que Dilthey atribuye aCartesius. En Hobbes no hay tal dualismo metafsico sino puro fisicalismo no-minalista: la amistad entre el pensador francs y el ingls se rompe cuandoeste ltimo critica radicalmente el manuscrito de las Meditaciones Metafsicas.La dualidad sustancial con que el espritu se separa de la corporeidad mate-rial se disuelve en la sensible graduacin nominalista que va del nombre decuerpo al nombre del nombrar los cuerpos, como atributo sustancial delcuerpo humano, en cuanto dotado de la propiedad natural de la pala-

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    bra. La segunda causa de las aserciones absurdas, la adscribe a la asigna-cin de nombres de 'cuerpos o accidentes*, o de 'accidentes a cuerpos', enellas incurren quienes dicen que la 'fe es inspirada o infusa', cuando nadapuede ser insuflado o introducido en una cosa sino un cuerpo; o bien quela 'extensin ' es un 'cuerp o'; que los 'fantasmas' son 'espritus' , e t c . Asque el verdadero significado de 'espritu', en el lenguaje comn, o bien esun cuerpo sutil, fluido o invisible, o una aparicin, u otro dolo o fantasmade la imaginacin (Hobbes, 1940, 35-36, 324).

    A diferencia de la cogitatio cartesiana, la palabra, el clculo denombres es algo fsico en cuanto acontece en el espacio y no slo en el tiem-po. Los ngeles o espritus seran en todo caso cuerpos sutiles, forma-dos por Dios, y, que aparecindose sobrenaturalmente en un momento dado,son sustancias provistas de dimensin, y ocupan lugar, y pueden ser movi-das de un lugar a otro, lo cual es peculiar a los cuerpos. Slo as se distin-guiran de los 'fantasmas', que 'no ocupan lugar', ni estn en 'ninguna parte',ni en 'ningn momento' , esto es, que pareciendo estar 'en algn lado' no sonnada (Hobbes, loe. cit., 329). Nunca hasta ahora se haba hecho una nega-cin tan radical del concepto de espritu como posible 'evidencia racional'.Pero la soledad epistemolgica desde la que surge este 'materialismo' nomina-lista es bien distinta del solipsismo pensante de Descartes. En sus Medita-ciones, el Cogito ergo sum se explcita como evidencia de la naturalezadel espritu humano, que es ms fcil de conocer que el cuerpo. Hobbespiensa la razn como lenguaje cosa social por excelencia (Ortega) ypor tanto, como actividad corporal integrada en trminos de pactos en elmercado poltico que constituye el cuerpo artificial de Leviatn. El cono-cimiento racional, la Ciencia, se constituye a partir de la experiencia sensiblecorporal. Visiblemente corpreas son las palabras registradas en la lectura delLibro de Cuentas o del libro de los libros, la Biblia. Visiblemente corpreaes la significacin de los nombres con que nuestra razn intenta de-mostrar o aprobar nuestros cmputos con respecto a otros hombres (Hobbes,loe. cit., 33): slo desde su correlato corporal tienen sentido y significacintales nombres para los dems hombres a los que la palabra se dirige. Visi-blemente corporal es la sujecin con que los humanos componen el cuerpoartificial de Leviatn y los 'convenios' mediante los cuales la parte de estecuerpo poltico se crean, combinan y unen entre s, en tal forma que seasemejan a aquel 'fiat' o 'hagamos al hombre' pronunciado por Dios en laCreacin (Hobbes, loe. cit., 3). La existencia racional del sujeto hobbesianono es originariamente evidente como pura existencia pensante sino comoexistencia prctica corporal de un subdito individual de un Estado cuya po-tencia consiste en la riqueza y abundancia de todos los miembros particula-res y cuya salvacin, son sus negocios, Salus Populi (loe. cit., 3).

    Desde el celo de las Iglesias Cristianas hasta la ingenua Razn absoluta dela Ilustracin (Marx es su ltima culminacin y epgono glorioso) se ha in-

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    T . H O B B E S Y LA I N V E N C I N M O D E R N A DE LA R A Z Nsistido una y otra vez en el materialismo ateo del filsofo ingls. Que sufisicalismo nominalista rechace la argumentada evidencia racional del dualis-mo metafsico de Descartes no significa que niegue y disuelva la dualidadexterior-interior/inmanencia fsica del Mundo-transcendencia absoluta deDios que vertebra epistemolgicamente la propia libertad de espritu dela reformada conciencia cristiana^ La lectura del Antiguo y el Nuevo Testa-mento, desde una hermenutica teolgica radicalmente solitaria y libre, lepermite disolver racionalmente la propia iniciacin sacramental de la comuni-dad eclesial cristiana, el bautismo. El clculo racional de los argumentosdel Evangelio, su ltima suma teolgica, se reduce a un nico artculode fe que la Escritura impone como condicin de salvacin, que JESS esel CRISTO ( . . . ) . Por consiguiente, credo este artculo, que Jess es el Cristo,ello es suficiente para el baut ismo, es decir, para nuestra recepcin en el reinode Dios y, por consecuencia, lo nico necesario (Hobbes, 1940, 492). El'Espritu Santo' es la deidad misma (. . .) . Nuestro salvador, tanto en la en-seanza como en el reinado, representa (como lo hizo Moiss) la personade Dios: Dios que, de este tiempo en adelante, y no antes, se denomin elPadre ; y siendo an una y la misma sustancia, es una persona en cuanto estrepresentado por Moiss, y otra en cuanto est representado por su Hijo, enCristo. Porque entendindose por persona algo relativo a la pluralidad derepresentantes es natural que a la pluralidad de representantes correspondauna pluralidad de personas, aunque de una y la misma sustancia (Hobbes,loe. cit.} 336, 407). El dogma trinitario, en su afirmacin msexacta, se man-tiene explcitamente una vez depurado, bblicamente, de todo el contextomitolgico con el que la teologa sacramental de la Iglesia lo haba conver-tido en clave dogmtica del Reino de las Tinieblas.

    Significativamente, la argumentacin teolgica que el filsofo despliegacon su doctrina acerca de los sacramentos puros signos de admisin yconmemoracin en su propia inmediatez fsica visible (Hobbes, loe. cit.,344) no hace sino radicalizar las tesis correspondientes de Calvino. La ex-presin Reino de las Tinieblas para la Catlica Iglesia Romana es un tr-mino rigurosamente teolgico-poltico en la radical ilustracin racional de laFe cristiana que Hobbes profesa. La Ilustracin Cristiana que mueve a Hob-bes supone la radicalizacin racionalista de los ltimos supuestos de esa Re-forma Racional de la Fe que impulsa ya la revolucionaria Teologa de Luteroy Calvino: sacerdocio universal: soberana espiritual de todo ciudadanocristiano para leer y entender la Palabra que habla en la Sagrada Escritura.La inefable trascendencia del Reino de Dios est ms all de la evidencia ra-cional con que la Naturaleza Fsica rige el Reino Corporal de este Mundo,sobre el que los mortales humanos producen Leviatn: Aquel dios mortal,al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y defensa (Hobbes,1940, 141). El reino de Dios no es de este mundo: por consiguiente, susministros (a menos que sean reyes) no pueden requerir obediencia en su nom-

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    bre. Leviatn pertenece a este Mundo: es un cuerpo artificial sometido alas leyes fsicas de conservacin y destruccin que rigen su maquinaria pol-tica, la perfeccin histrica de Leviatn es el Estado Cristiano que Hobbesdisea en la tercera parte de su libro. El Soberano de tan modlico Estadonacional no puede descansar en la magia sacramental del nombre de Diosadministrado por otra Iglesia absoluta que no sea su absoluta Soberana sobresus cristianos subditos. Su autoridad, como la autoridad de todos los demsprncipes, debe estar fundada en el consentimiento del pueblo y en su pro-mesa de obedecerle. De ah que frente a tan piadosos subditos su legtimoRey sea la nica mediacin soberana entre la Palabra de Dios y su culto p-blico dentro de su propio Reino. Todo Monarca cristiano que quiera asegurarsu Soberana ha de ser el nico Jefe y Profeta de esa Iglesia Cristiana queforman los subditos de su propio Estado. Porque cuando los cristianos notoman a su soberano cristiano como profeta de Dios, consideran sus propiossueos como la profeca por la cual piensan ser gobernados, y la hinchaznde sus propios corazones como el espritu de Dios, o toleran ser dirigidos poralgn prncipe extrao, o por alguno de sus conciudadanos, que puede fasci-narlos hacia la rebelin contra el gobierno sin otro milagro que confirme, aveces, su vocacin, que un extraordinario suceso e impunidad; y que destru-yendo por este medio todas las leyes, divinas y humanas, reduce todo elorden, gobierno y sociedad al caos primitivo de la violencia y la guerra civil(Hobbes, 1940, 411; 391; 361) .La Religin Cristiana en los lmites seculares de la Razn Absoluta delEstado. La Revolucin Burguesa de la Cristiandad Occidental prosigue aqusu peculiar discurso. Secularizacin burguesa de la Escritura, revolucin tipo-grfica del Libro/alfabetizacin literal progresiva de la poblacin occidental,invenc in potico-prof tica de la Razn , Reforma de la Fe y Reforma delEntendimiento, invencin de la Ciencia moderna en su especfica intencintecnolgica, invencin poltica de la Razn Absoluta del Estado, Revolucindel Estado Nacional, gnesis y progresiva expansin universal de la Lgicade la Mercanca (Marx). En conexin con la expansin mercantilista de lacirculacin monetaria occidental, el desarrollo tecnolgico-industrial de la im-prenta se identifica objetivamente como el instrumento universal de la revo-lucionaria impulsin y aceleracin de un proceso universal de racionalizacininstrumental (Weber) de toda suerte de relaciones y comportamientos, deter-minando la progresiva secularizacin radical del Universo Mundial que laModerna Razn burguesa ha constituido construyendo su propio escenarioritual. La nueva escritura de la Ciencia y de la Historia Universal, constitu-yndose como escritura pensante de la Razn, deviene fundacin ritual de latrascendencia colectiva donde esta revolucionaria Sociedad Civil suea pol-ticamente su propia eternidad. Edificio literal del Teatro Histrico Universalde la historia moderna y contempornea de Occidente.

    En su primera fundacin revolucionaria, la escritura moderna de la Razn

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    T. HOBBES Y LA INVENCIN MODERNA DE LA RAZNes un puro desplazamiento de ese ltimo referente que es la letra de la Sa-grada Escritura, desde la superficie y consistencia fsica de la Maquinaria delos Mundos y los Cuerpos al abismo del sueo de Eternidad que habita enla Razn Absoluta del Sujeto Pensante. Que hacia el exterior multiplica susinstrumentos de visin, de navegacin, de clculo, produciendo el Nuevorgano de la Ciencia Fsica Moderna: la Razn analtico-experimental. Desdeun principio la Razn Moderna ms all de los especficos sueos de Eter-nidad de sus afanosos autores se configura como Razn Instrumental:como Razn Pura de Dominacin. Desde Coln a Bacon y Galileo, un granargumento dramtico para toda conciencia ilustrada europea: el ProgresivoDescubrimiento y Conquista de todo este Nuevo Mundo que ahora comienzaa ser mecnicamente calculable y mundialmente explotable para sus occiden-tales protagonistas, Natura non nisi parendo vincitur (Bacon, Redargutiophilosopharum). 'Vbluntad de verdad' llamis vosotros, sapientsimos, a lo que os im-pulsa y pone ardorosos? Voluntad de volver pensable todo lo que existe:as llamo yo a vuestra voluntad! Esa es toda vuestra voluntad, sapientsi-mos, una voluntad de poder : y ello aunque hablis del bien y del mal y delas valoraciones. Queris crear el mundo ante el que podis arrodillaros: saes vuestra ltima esperanza y vuestra ltima ebriedad (Nietzsche, 1972,169 ) . Pero Nietzsche habla en un tiempo en el que se dice y se escucha queDios ha muer to . Ya no es el tiempo sagrado de la Fundacin, sino que seanuncia, con su conclusin metafsica (Heidegger), el final definitivo de laHistoria de la Razn: su mecnica realizacin universal a nivel tecnoburo-crtico, a nivel cientfico-tecnolgico. Prescindamos aqu de la actualidad in-dustrial de este ltimo Hombre para volver al tiempo heroico de la escritu-ra moderna de la Razn, calculando fsicamente la Mecnica poltica de Levia-tn. En aquel tiempo, Hobbes, como todos sus contemporneos escribas ennombre de la Razn, segua siendo radicalmente monotesta. Junto a los librosde Fsica, de Historia o de Filosofa, segua ocupando su puesto ritual el librode los libros: la Biblia. Leviatn es un tratado de Fsica Poltica dobladode toda una Teologa Poltica Cristiana radicalmente ilustrada y secularizada.

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  • 7/23/2019 El leviatn como pretexto

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    CARLOS MOYA VALGANOND E S C A R T E S , R., 1936: Oeuvres p